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-14- PAíS Domingo 17 de abril del 2016 coavionetas. Llochegua es quizá uno de los lugares más temidos de todo el Vraem. No muy lejos se ubica el caserío de Pampas, donde en agosto del 2013 una certera ope- ración militar acabó con la vida de Orlando Borda Casafranca ‘Alipio’ y Marco Antonio Quispe Palomino ‘Gabriel’, dos cabeci- llas terroristas que dominaban ampliamente la zona. También está cerca el cen- tro poblado de Mayapo. Pa- ra llegar hasta aquí se recorre una sinuosa carretera rodeada por cerros cubiertos de hoja de coca; en un tramo se puede ver, desde un mirador impro- visado, el sector de Parupan- co, donde el sábado 9 de abril un hovercraft de la Marina de Guerra fue atacado a balazos desde el cerro (dos marinos resultaron heridos). Una mirada dentro del Vraem Un río de hojas de coca se expone al sol para su secado en las calles del distrito ayacuchano de Llochegua. En esta zona, se ubican varios de los mayores laboratorios de clorhidrato de cocaína en el Vraem. En la mayoría de pueblos del Vraem la presencia militar y policial es continua. Son zonas en emergencia. Viaje al centro de la guerra Conflicto Vizcatán del Ene y Llochegua son dos de los distritos más convulsos en la selva del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) Aquí la presencia del terrorismo y el narcotráfico es parte del paisaje cotidiano. El bote sin nombre ni matrícu- la detiene la marcha, gira brus- camente sobre su eje y luego el motorista acelera con fuerza. Las turbulencias confirman que este es el punto exacto en el que la confluencia de los ríos Apu- rímac y Mantaro forma el cau- daloso Ene, y da así el nombre a uno de los territorios más in- hóspitos y peligrosos del país, el Vraem. El destino final del bote es Vizcatán del Ene, el último dis- trito creado por el Gobierno en esta zona. Pertenece a la selva de Junín, pero muy cerca de Cusco y Ayacucho, y se ubica a apenas un día de camino (suena lejos, pero no lo es) de Vizcatán, una agreste cadena de montañas donde desde el 2008 las Fuerzas Armadas han intentado desalo- jar a las columnas remanentes de Sendero Luminoso. Más que desaparecido, en realidad estas se han dispersado. Antes, cuan- do Sendero tenía alguna especie de perversa ideología, se decía que “el partido tiene mil ojos y mil oídos”. Ahora, ya sin ideo- logía alguna, lo que tiene es mil escondites. Un distrito nuevo es como una transición a medias. Aún no hay alcalde ni presupuesto propio, pero por lo menos los adultos de este pueblo pudie- ron votar aquí mismo y no en Pangoa, a varios kilómetros de distancia. El local que funcio- nará como edificio municipal se construyó en el 2009 a través del sistema de reparaciones colec- tivas a este pueblo afectado, bá- sica pero no únicamente, por la violencia terrorista. ¿Hay ahora senderistas cerca? Edgar Mauli, el secretario municipal, dice que no con murmullos. ¿Han pasado por aquí recientemente? Más murmullos. Al regreso, otra vez el cru- ce de mareas en el núcleo del Vraem. Desde este punto se pue- de ver en lo alto de una colina le- ve la base militar de Paquichari. De aquí partió la patrulla que, el 21 de julio del 2015, se encontró sorpresivamente con una co- lumna de Sendero Luminoso; un soldado murió y otro resultó herido. “El terrorismo hoy en día no es una amenaza al Estado”, dijo la semana pasada el presidente Ollanta Humala desde Maza- mari, poco después del ataque senderista en Santo Domingo de Acobamba (Junín) que de- jó diez muertos. Quizá no sea una amenaza al Estado, pero sí es una presencia inquietante en el Vraem como Vizcatán del Ene, donde las turbulencias ya no son fluviales sino de otro tipo. —Los imperios de la coca— ‘Cuchipampa’, le llaman los lu- gareños a aquellos rincones donde abundan los bares que en realidad son burdeles. El ingre- so al distrito de Llochegua es un ‘cuchipampa’ donde cada local –paredes de madera, cortinas de colores, mujeres desnudas pintadas en la fachada, muje- res semidesnudas paradas en la puerta– emite música en volu- men más alto que el anterior. La primera sensación que produ- ce Llochegua es la de un pueblo donde la ley la ponen otros. Pero nadie quiere decir quié- nes son esos otros, aunque la res- puesta es obvia. En Llochegua se ubican (en realidad se escon- den) varios de los mayores labo- ratorios de producción de clor- hidrato de cocaína en el Vraem. El narcotráfico tiene aquí dos ventajas: la presencia de colum- nas de Sendero Luminoso que garantiza cierta libertad para operar, y la existencia cercana de pistas de aterrizaje de nar- “[En Llochegua] no hay policía ni nada que se le parezca, excepto un comité de autodefensa que se encarga de la seguridad”. A diferencia del nuevo dis- trito de Vizcatán del Ene, don- de el Estado intenta de a pocos acercar su presencia, en Mayapo ocurre lo contrario. Aquí no hay policía ni nada que se le parezca, excepto un comité de autode- fensa que se encarga de la segu- ridad y, si se puede llamar así, del control político. Marino Oré, la única autori- dad local, reconoce que este es un lugar de paso continuo de nar- cotraficantesquellegan,acopian clorhidrato de cocaína y luego se lo llevan. “Están unos días y se van, pero arman desorden. Y no hay cómo reclamar; aquí tú ha- blas y mañana ya no estás”, dice. Aquí también abundan los ‘cuchipampa’, aunque Marino y su comité han podido controlar- los. Ahora los burdeles funcio- nan en un paraje ubicado junto al río, a unos 15 minutos a pie por una trocha más o menos pa- reja. ¿Construyeron este camino solo para llegar a los burdeles? “No –aclara Oré–, esta era una pista de aterrizaje clandestina”. En el Vraem se gobierna con lo que se tiene. Río Ene R ío A p u r í m a c R í o M a n t a r o Llochegua Palmapampa Vizcatán del Ene Ayacucho AYACUCHO CUSCO JUNÍN Ubicación Los lugareños de Llochegua (Ayacucho) llaman ‘cuchipampa’ a los rincones donde abundan los bares, que en realidad son burdeles. DE ALTO RIESGO El Vraem comprende provin- cias de las regiones Ayacu- cho, Junín, Apurímac, Cusco y Huancavelica. En este terri- torio viven 465 mil personas. NUEVOS DISTRITOS A fines del 2015, el Ejecutivo creó otros distritos: Roble y Pi- chos (Huancavelica), El Por- venir y Rocchacc (Apurímac) y Chaca (Ayacucho). PRODUCCIÓN ILEGAL Hay 20 mil hectáreas de culti- vo de hoja de coca en el Vraem. El 95% es para el narcotráfico. Más datos DANTE PIAGGIO Enviados especiales RICARDO LEÓN

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Page 1: Viaje al centro de la guerra - El Comerciocde.3.elcomercio.pe/doc/0/1/5/4/4/1544090.pdf · ver, desde un mirador impro-visado, el sector de Parupan-co, donde el sábado 9 de abril

-14- País domingo 17 de abril del 2016

coavionetas. Llochegua es quizá uno de

los lugares más temidos de todo el Vraem. No muy lejos se ubica el caserío de Pampas, donde en agosto del 2013 una certera ope-ración militar acabó con la vida de Orlando Borda Casafranca ‘Alipio’ y Marco Antonio Quispe Palomino ‘Gabriel’, dos cabeci-llas terroristas que dominaban ampliamente la zona.

También está cerca el cen-tro poblado de Mayapo. Pa-ra llegar hasta aquí se recorre una sinuosa carretera rodeada por cerros cubiertos de hoja de coca; en un tramo se puede ver, desde un mirador impro-visado, el sector de Parupan-co, donde el sábado 9 de abril un hovercraft de la Marina de Guerra fue atacado a balazos desde el cerro (dos marinos resultaron heridos).

Una mirada dentro del Vraem

Un río de hojas de coca se expone al sol para su secado en las calles del distrito ayacuchano de Llochegua. En esta zona, se ubican varios de los mayores laboratorios de clorhidrato de cocaína en el Vraem.

En la mayoría de pueblos del Vraem la presencia militar y policial es continua. Son zonas en emergencia.

Viaje al centro de la guerraConflicto ● Vizcatán del Ene y Llochegua son dos de los distritos más convulsos en la selva del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) ● Aquí la presencia del terrorismo y el narcotráfico es parte del paisaje cotidiano.

El bote sin nombre ni matrícu-la detiene la marcha, gira brus-camente sobre su eje y luego el motorista acelera con fuerza. Las turbulencias confirman que este es el punto exacto en el que la confluencia de los ríos Apu-rímac y Mantaro forma el cau-daloso Ene, y da así el nombre a uno de los territorios más in-hóspitos y peligrosos del país, el Vraem.

El destino final del bote es Vizcatán del Ene, el último dis-trito creado por el Gobierno en esta zona. Pertenece a la selva de Junín, pero muy cerca de Cusco y Ayacucho, y se ubica a apenas un día de camino (suena lejos, pero no lo es) de Vizcatán, una agreste cadena de montañas donde desde el 2008 las Fuerzas Armadas han intentado desalo-jar a las columnas remanentes de Sendero Luminoso. Más que desaparecido, en realidad estas se han dispersado. Antes, cuan-do Sendero tenía alguna especie de perversa ideología, se decía que “el partido tiene mil ojos y mil oídos”. Ahora, ya sin ideo-logía alguna, lo que tiene es mil escondites.

Un distrito nuevo es como una transición a medias. Aún no hay alcalde ni presupuesto propio, pero por lo menos los adultos de este pueblo pudie-ron votar aquí mismo y no en Pangoa, a varios kilómetros de distancia. El local que funcio-nará como edificio municipal se construyó en el 2009 a través del sistema de reparaciones colec-tivas a este pueblo afectado, bá-sica pero no únicamente, por la violencia terrorista. ¿Hay ahora senderistas cerca? Edgar Mauli, el secretario municipal, dice que no con murmullos. ¿Han pasado

por aquí recientemente? Más murmullos.

Al regreso, otra vez el cru-ce de mareas en el núcleo del Vraem. Desde este punto se pue-de ver en lo alto de una colina le-ve la base militar de Paquichari. De aquí partió la patrulla que, el 21 de julio del 2015, se encontró sorpresivamente con una co-lumna de Sendero Luminoso; un soldado murió y otro resultó herido.

“El terrorismo hoy en día no es una amenaza al Estado”, dijo la semana pasada el presidente Ollanta Humala desde Maza-mari, poco después del ataque senderista en Santo Domingo de Acobamba (Junín) que de-jó diez muertos. Quizá no sea una amenaza al Estado, pero sí es una presencia inquietante en el Vraem como Vizcatán del Ene, donde las turbulencias ya no son fluviales sino de otro tipo.

—Los imperios de la coca—‘Cuchipampa’, le llaman los lu-gareños a aquellos rincones donde abundan los bares que en realidad son burdeles. El ingre-so al distrito de Llochegua es un ‘cuchipampa’ donde cada local –paredes de madera, cortinas de colores, mujeres desnudas pintadas en la fachada, muje-res semidesnudas paradas en la puerta– emite música en volu-men más alto que el anterior. La primera sensación que produ-ce Llochegua es la de un pueblo donde la ley la ponen otros.

Pero nadie quiere decir quié-nes son esos otros, aunque la res-puesta es obvia. En Llochegua se ubican (en realidad se escon-den) varios de los mayores labo-ratorios de producción de clor-hidrato de cocaína en el Vraem. El narcotráfico tiene aquí dos ventajas: la presencia de colum-nas de Sendero Luminoso que garantiza cierta libertad para operar, y la existencia cercana de pistas de aterrizaje de nar-

“[En Llochegua] no hay policía ni nada que se le parezca, excepto un comité de autodefensa que se encarga de la seguridad”.

A diferencia del nuevo dis-trito de Vizcatán del Ene, don-de el Estado intenta de a pocos acercar su presencia, en Mayapo ocurre lo contrario. Aquí no hay policía ni nada que se le parezca, excepto un comité de autode-fensa que se encarga de la segu-ridad y, si se puede llamar así, del control político.

Marino Oré, la única autori-dad local, reconoce que este es un lugar de paso continuo de nar-cotraficantes que llegan, acopian clorhidrato de cocaína y luego se lo llevan. “Están unos días y se van, pero arman desorden. Y no hay cómo reclamar; aquí tú ha-blas y mañana ya no estás”, dice.

Aquí también abundan los ‘cuchipampa’, aunque Marino y su comité han podido controlar-los. Ahora los burdeles funcio-nan en un paraje ubicado junto al río, a unos 15 minutos a pie por una trocha más o menos pa-reja. ¿Construyeron este camino solo para llegar a los burdeles? “No –aclara Oré–, esta era una pista de aterrizaje clandestina”. En el Vraem se gobierna con lo que se tiene.

Río Ene

Río Apurímac

Río M

antaro

Llochegua

Palmapampa

Vizcatán del Ene

Ayacucho

AYACUCHO

CUSCO

JUNÍN

Ubicación

Los lugareños de Llochegua (Ayacucho) llaman ‘cuchipampa’ a los rincones donde abundan los bares, que en realidad son burdeles.

De alto riesgoEl Vraem comprende provin-cias de las regiones Ayacu-cho, Junín, Apurímac, Cusco y Huancavelica. En este terri-torio viven 465 mil personas.

NUevos DistritosA fines del 2015, el Ejecutivo

creó otros distritos: Roble y Pi-chos (Huancavelica), El Por-venir y Rocchacc (Apurímac) y Chaca (Ayacucho).

ProDUccióN ilegalHay 20 mil hectáreas de culti-vo de hoja de coca en el Vraem. El 95% es para el narcotráfico.

Más datos

Dante PiaggioEnviados especiales

RicaRDo León