viajando en el tiempo para atrapar a jack el destripador (primeros capítulos)

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“Viajando en el tiempo para atrapar a Jack el destripador” EDUARDO CUITIÑO

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“Viajando en el tiempo para atrapar a Jack el destripador”, un ensayo muy original escrito por EDUARDO CUITIÑO en relación al mítico y nunca descubierto asesino de Whitechapel.

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“Viajando en el tiempo para atrapar a Jack el destripador”

EDUARDO CUITIÑO

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Eduardo Cuitiño (Montevideo, 1974) es Licenciado en Matemática por la Facultad de Ciencias, y trabaja como docente de Matemática y Estadística en la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT-Uruguay desde el año 2000. Le fascinan los misterios, y busca encararlos siempre desde una óptica científica, eligiendo ante muchas chances la opción más lógica y probable.

La presente obra debe ser entendida únicamente como un particular libro de divulgación matemática, escrito sobre una original línea del tiempo, buscando conectar la historia con la lógica abstracta.

* * *

“Yo, Eduardo Cuitiño, acepté el reto de ser la cara visible y mundana de la Congregación Unidos para la Salvación. Una secta de personas bien intencionadas, que bajo el rumbo que traza nuestro Maestro Marco Dinetti busca una gran conspiración universal: desarrollar el poder de razonamiento de los pueblos para así atravesar todos los límites de la mente humana, pues la evolución está en la revolución del poder lógico.

El desarrollo es creatividad.

La paz una partida de ajedrez terminada en tablas.

Nuestro cerebro es la máquina que nos transformará en dioses.”

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Marco Dinetti

Mi nombre es Marco Dinetti, y como les contaba Eduardo, soy el director de la llamada Congregación Unidos para la Salvación 1 . Una agrupación secreta de personas de buen pasar económico, honestas y con un alto grado de formación, cuyo hobby es resolver cualquier tipo de misterio. Nos valemos para ello de todas las ramas de la ciencia formal, o incluso llegamos a usar ciencias ocultas como la numerología o la parapsicología. Investigamos misterios, acertijos, aspectos, símbolos y detalles poco entendidos de la cultura local y mundial.

Un acertijo que siempre me fascinó fue el de resolver el misterio de la identidad del más famoso asesino en serie de la historia: “Jack el Destripador”o “Jack The Ripper”, en inglés.

Creo que lo tengo. Comparto contigo en éste libro mi teoría, buscando transformar tu mente.

Aquí te cuento mis desarrollos analíticos y mis pruebas, en base a la aventura que viví en Londres en el año 2007, cuando intenté sacarles dinero con ésta historia a cinco ingleses ricos: el Conde de Isward, el duque de Brunswick, el inspector Wallis de Scotland Yard, el doctor Lasker, y Mr. Morphy.

1www.unidosparalasalvacion.blogspot.com

[email protected]

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Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia, pues la realidad siempre es infinitamente más compleja que todo aquello que pertenece al difuso conjunto de lo que imaginamos.

Edición de autor

ISBN 978-997-49-8012-9

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Agradecimientos:

- Al Ing. Mario Fernández, decano de Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT-Uruguay. Por su apoyo en las búsquedas bibliográficas.

- A la Lic. Ana Ruiz, por su ayuda rastreando archivos on line.

- Al Abogado Eduarzo Zinna, editor de la revista “Ripperologist”, por su crítica y aportes.

- Al Abogado Gonzalo Pombo, por su ayuda en las referencias bibliográficas, su crítica, sus variados aportes, y su apoyo incondicional en la difusión de la presente obra.

- Al Dr. Hugo Marietan, psiquiatra, especialista en psicópatas.

Agradecimientos especiales:

-A la más maravillosa herramienta informática de la historia:

Google.

Suena a priori increíble, pero las pruebas sobre quién fue Jack The Ripper están todas en internet.

Por eso este libro contiene los links o los códigos QR para que el lector pueda acceder y asombrarse con ésta historia, en un sentido ultradimensional nunca antes visto.

-Dedicado también, -y con muchísimo respeto-, a la esplendorosa Inglaterra y al increíble Estados Unidos, que se merecen conocer absolutamente toda la verdad de una parte horrenda de su pasado reciente.

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AVISO PARA EL LECTOR:

Este libro contiene las respuestas a un enigma guardado en la sociedad inglesa y norteamericana por más de 120 años. Se solicita entonces leer todo el material del libro con suma atención, seriedad, moderación y responsabilidad.

Misterio de Orden Público

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En cierto sentido, hacer una investigación histórica es un ejercicio muy similar al de jugar una partida de ajedrez. Existen 318.979.564.000 formas de que ambos bandos realicen las primeras 4 jugadas. Ante tanta complejidad, la diferencia entre un buen y un mal jugador no radica en saber elegir la jugada correcta, sino, por el contrario, el saber descartar los miles de millones de jugadas erróneas.

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Noroeste de Inglaterra- Marzo de 1987

Por fin, luego de una tensa espera familiar, el abogado abrió el sobre y leyó el testamento hológrafo:

Éste es mi Testamento:

En esta ciudad, el día 7 de Noviembre de 1983, encontrándome en pleno goce de mis facultades intelectuales, otorgo éste, mi testamento hológrafo, disponiendo en él de mis bienes para después de mi fallecimiento de la siguiente forma:

Primero: A mi querida hija menor Ann, la casa en la ciudad.

Segundo: A mi querida hija Jane, la casa de campo.

Tercero: A mi querido hijo pródigo John, la cuenta bancaria en el Lloyd´s Bank, y todo lo contenido en el cofre número 1456-A de la sucursal Londres, cuya llave dejo aquí ensobrada.

Pase lo que pase, sepan que su padre los amó siempre, y si el bendito Dios quiere, nos encontraremos todos juntos algún día. Disfruten su vida con la ayuda de las posesiones materiales que les pude dejar.

No debo suma alguna, y perdono todo lo que me deben.

No teniendo otras disposiciones que hacer, hago constar que el presente testamento ha sido redactado de mi puño y letra, y de una sola vez lo firmo:

……………………………….

Londres – Julio de 1987

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Recién en verano de ese año, John pudo librarse por fin de tanto trabajo, y viajó a Londres a llevarse el dinero que le correspondía por la herencia de su padre.

— Señor, aquí tiene la llave del cofre-fort, pase a la sala contigua y proceda. Lo dejo solo—dijo el empleado del Lloyd´s Bank.

El beneficiario testamentario avanzó, encontró el cofre número 1456-A y lo abrió. Allí había dinero en efectivo, —pero no mucho—, algunas joyas, unas fotos… y una carta que dejaría a John petrificado de miedo.

— ¡No… por Dios! ¡No puede ser…! ¿Qué es esta carta? ¿Qué son estas fotos? ¿Qué son estos 3 anillos de oro? ¿De dónde salieron? ¡No, no puede ser! ¡No!

* * *

Al año siguiente, en 1988, cuando se cumplían exactamente 100 años del comienzo de los acontecimientos más terribles que azotaron a Londres, de forma anónima, John devolvió la carta “Dear Boss” a Scotland Yard, desentendiéndose de toda evidencia.

Su conciencia quedó tranquila, ésta era la pieza clave para descubrir la verdadera identidad de “Jack el Destripador”. Alguien, algún día muy lejano, terminaría por descubrir a Jack The Ripper.

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Capítulo I

Londres, 15 de enero de 2007, 8:15 a.m.

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Aeropuerto de Heathrow

Por fin, luego de unas interminables 15 horas y media de vuelo, Marco Dinetti llegó con su equipo al aeropuerto internacional de Londres, en Heathrow, distrito de Hillingdon, sobre la zona Oeste del centro financiero más importante de Europa.

Aturdidos por el ensordecedor ruido generado por decenas de aviones que vuelan en círculo hasta tener permiso para aterrizar en las dos únicas pistas, las 3 personas tomaron su equipaje y comieron un par de tostadas con café a modo de desayuno en bar de comidas rápidas aledaño a la zona de arribos.

— Un café y dos tostadas para cada uno de nosotros por favor —dijo Marco Dinetti, el jefe, acomodándose su barba negra.

— Aquí tienen —respondió una amable chica con cara de camboyana. — Son 19 libras y 30 peniques, £19.30.

La moneda está ahora decimalizada, cada libra, —simbolizada como 1£— se divide a su vez en 100 peniques, y los chelines hace más de veinte años que dejaron de circular. Antiguamente las divisiones de la libra eran diferentes. Una libra, simbolizada como 1£, equivalía a 20 chelines, simbolizados como 20 s o 20 sólidos, y a su vez, cada chelín valía 12 peniques, 12 d, 12 denarios. Es decir, multiplicando, una libra equivalía en la década de 1880 a 240 peniques.

Pero ahora, en el año 2007, casi 20 libras por un desayuno era un robo. Convirtiendo cada libra a 1.6

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dólares americanos el costo del desayuno fue aproximadamente de 30 dólares. Ni que se tratara de un restaurante de lujo, ni un menú exclusivo para 3 personas. La vida en Londres siempre fue carísima. Sin un trabajo digno y serio, en Londres es y era imposible subsistir.

Luego de saborear su café, el equipo pasó por un kiosco y observó los titulares de los diarios:

“Daily Mirror”, “The Times”, “The Guardian”, “The Sun”.La prensa tampoco había cambiado mucho. De no ser por el tradicional “The Times” que tiene un enfoque algo serio pero conservador, los restantes eran un mazacote de sensacionalismo absurdo y sin vergüenza por el amarillismo. Un esquema totalmente similar a los diarios de la época de 1888, que se hicieron ricos en base a los desvaríos de un psicópata sin importarles en absoluto el terror generado. Así como antes los periodistas hacían cartas falsas e inventaban testigos pagando, ahora no tienen pudor en mostrar a príncipes desnudos o de hacer escuchas telefónicas indebidas.

Más tarde, el misterioso grupo pidió un taxi hacia el centro.

Marco, Francesca y Carlos, jamás imaginarían que los próximos 25 días serían los más intensos de toda su vida.

— ¡Rápido, al Apex Hotel en London Wall Street y Copthall Avenue, por la estación de trenes Liverpool!

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Una vez entendido el destino, el taxista tomó velozmente la autopista M4 rumbo al este, en dirección al Down Town, viajando de forma conexa por el norte sin cruzar el Támesis, que corría al sur. Unos 25 minutos después, el coche pasó por la Great Road, donde el equipo pudo apreciar la primera panorámica de la ciudad bañada por su famoso río ondulante.

El taxista sugirió parar por un instante para degustar la vista, ya que en esa tarde increíble de invierno no había neblina. Allí se percibía desde muy cerca el famoso Palacio de Westminster con su campanario: el Big Ben. También se podían apreciar el Palacio de Buckingham, el Parlamento y, la sede de Scotland Yard.

El nombre Scotland Yard deriva de la ubicación de una de las antiguas sedes, en el número 4 de Whitehall Place, dando la puerta trasera a la calle Great Scotland Yard. El nombre de la calle y el de la policía metropolitana se mimetizaron. Scotland Yard se encarga de impartir justicia en el Gran Londres, con exlusión de la Ciudad de Londres (Square Mile), que está a cargo de la Policía de la Ciudad.

Haciendo un poco de fuerza con la vista y la imaginación, se podía intuir la mítica Downing Street, dónde hasta hace no muy poco tiempo atrás habitada una dama de hierro.A Marco poco le interesó el famoso panorama citadino del imperio más guerrero de la historia, custodiado por su guardia escocesa. Menos le interesaron los buses rojos de doble piso. Su mente estaba concentrada en la zona Este, aledaña al centro financiero, donde ocurrieron los horribles destripamientos hacía 119 años, en 1888.

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— Si quieren los pudo dejar en la rueda o noria gigante del London Eye, sobre el puente de Hungerford. No es muy barata la vuelta, pero la vista de la ciudad en la plataforma giratoria de 150 metros de altura para treinta personas es increíble— comentó el chofer.

—No, nos dirigimos al hotel Apex en Spitalfields, muchas gracias. Es inmensa y espectacular la rueda rodante, pero dejaremos ése paseo para otro día. Llévenos al lugar que le indiqué— dijo Marco muy vehementemente.

— ¿Es muy cara la entrada al Palacio de Buckingham? —preguntó Francesca, una hermosa mujer que acompañaba a Marco, rompiendo un poco la tensión generada por su amante.

— No, lo siento, el Palacio no se puede visitar en invierno. Para turistas sólo se permite la entrada en verano. Ahora el ingreso es válido únicamente para los empleados, para los guardias y, para los de sangre azul.

— ¿Y la iglesia en la que se casó la princesa? ¿Cuál es? — insistió Francesca.

— La Abadía de Westminster. No, tampoco se puede visitar. Se puede ver pero de afuera. Lo que sí se puede apreciar es el cambio de guardia en el Palacio de la Reina. Pero de lejos y sin hacer basura, porque la multa es de más de mil libras esterlinas.

— Ah, ¡que divertido! —comentó Marco. — ¡Sólo se puede ver de afuera! Como si no hubiese sido la gente con sus impuestos la que pagó todo este

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lujo…Al menos en Madrid el Palacio de La Almudena está disponible siempre con tan sólo pagar una módica entrada de casi 10 euros.

— ¿Pero cómo puede ser que una iglesia pueda estar cerrada al público? — se cuestionó muy sorprendida Francesca.

— Señorita, aquí las iglesias son propiedad de la monarquía.

El taxi siguió entonces su marcha en dirección al East End, y por fin llegó a destino.

El grupo, formado por Marco Dinetti, su joven pareja Francesca, y su ayudante Carlos, —un corpulento ingeniero de 35 años y de típicos lentes redondos— se registró y subió las maletas a la habitación. Pero Marco no pudo resistir la tentación.

Aunque era muy temprano en la mañana y estaba muy frío, encendió su celular y salió a caminar por la zona donde una vez Jack el destripador descuartizó al menos a 5 prostitutas, en el otoño boreal del año 1888.

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Fotografía de la zona visitada por Marco en su paseo matinal el 15 de enero 2007

(A partir de Google Earth).

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Capítulo II

Londres, 15 de enero de 2007, 10:35 a.m.Hotel Apex London Wall St. y Copthall Avenue

Marco no se aguantó, desafió el frío congelante y así como llegó salió del hotel. Tomó la London Wall hacia su derecha, y fue rumbo a los barrios de Spitalfields y Whitechapel, hacia el epicentro de los sucesos. El nombre de la calle London Wall proviene de la época antigua, la muralla que cubría la ciudad pasaba justo por la línea del eje de la calzada.

Por el camino, nuestro héroe meditó profundamente, mientras se dirigía a la Plaza Mitre o Mitre Square, y se dijo para sus adentros:

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— Si quiero vender por una buena suma de dinero una teoría sobre la identidad de Jack el Destripador, ésta debe ser completa, estar justificada en base a pruebas sólidas y contundentes, más allá de toda duda razonable, y sobre todas las cosas: debe responder a todas las interrogantes en un mar de dudas y cosas difusas:

¿Por qué Jack el destripador nunca fue atrapado?

¿Cómo hizo para escapar de los cercos policiales?

¿Cuál fue su verdadero móvil?

¿A cuántas mujeres mató en total?

¿Cuál fue exactamente su primer crimen o su primer intento de homicidio?

¿Y el último?

¿Hubo un evento traumático que marcó al asesino desde su inicio?

¿Era inglés?

¿Era una mujer?

¿Era homosexual?

¿Estaba solo?¿Eran dos o varios los asesinos y operaban de forma independiente?

¿Era un médico?

¿Era un carnicero de la zona?

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¿Era un zapatero?

¿Era judío?

¿Por qué dejó de actuar?

¿Lo protegió la nobleza?

¿Por qué Scotland Yard dejó de investigar?

Las cartas enviadas a la prensa… ¿fueron un invento editorial o eran realmente cartas de Jack el destripador?

¿Cuáles cartas fueron auténticas y cuáles no?

¿Por qué sus crímenes fueron tan atrozmente sanguinarios?

¿Practicaba el canibalismo?

¿Por qué le extirpó el útero a varias occisas?

¿Cómo era su familia? ¿Sus familiares colaboraron ocultándolo para que la policía no lo atrapara?

¿Era un miembro de la monarquía?

¿Era masón?

¿Cuándo falleció?

¿Asesinó también en Estados Unidos?

Y la duda clave que a Marco más le carcomía la cabeza:

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¿Mató solamente a mujeres pecadoras? ¿Mató únicamente a prostitutas?

Desde el estricto punto de vista moralista de la época victoriana, si fuera cierto que Jack The Ripper asesinó únicamente a prostitutas o a mujeres adúlteras… su alma no se habría manchado completamente y, su condena no sería entonces el infierno eterno.

— Si se dedicó a matar exclusivamente a putas… ¿Podría limpiarse en el purgatorio e incluso llegar algún día al paraíso?

* * *

Al ver con su Smartphone en Google maps la zona donde operó el destripador, Marco comprendió que los crímenes no se cometieron todos en el barrio de Whitechapel, como muchos creen. Los asesinatos llamados canónicos se concentran en la zona de Aldgate — donde hace muchos años había un convento con dicho nombre—, Spitalfields, y Whitechapel.

En su recorrida hacia la Plaza Mitre, —y ya con algo de sudor en su frente—, Marco pasó por el London Swiss Re Tower, un enorme edificio fálico con forma de pepino gigante de más de 180 metros de altura, que muestra cómo los ingleses tienen, hoy por hoy, muchísimas cosas pendientes para hablar con su psiquiatra.

La esquina sur de la plaza Mitre fue el escenario del asesinato de Catherine Eddowes, el 30 de setiembre del año 1888. Su cuerpo mutilado fue encontrado allí a la 1:47 de la mañana. De las víctimas llamadas

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canónicas, fue el crimen sobre la región más occidental de la ciudad, dentro de la zona llamada Square Mile2. La Square Mile es cómo se llama a la zona antigua de la ciudad, donde antes se encontraba la ciudad amurallada. Es una zona no controlada por Scotland Yard — la policía Metropolitana— sino por la Policía de la Ciudad de Londres, la policía que custodia la “ciudad vieja”.

Marco se tomó un tiempo en la Mitre Square e ingresó a la Wikipedia a buscar información. Allí leyó en su Smartphone que existe una lista de 19 sospechosos3 candidatos a ser el primero y más famoso asesino en serie de la historia.

Mapa aproximado de la Square Mile. Zona controlada por la Policía de la Ciudad.

www.maps.google.uk

* * *

2 http://en.wikipedia.org/wiki/Mitre_Square

3 Tomado casi textual de: http://es.wikipedia.org/wiki/Sospechas_de_la_identidad_de_Jack_el_Destripador

Vale aclarar que el gran “wikipedista” en idioma español que subió toda ésta información fue el Dr. Gabriel Pombo, con la ayuda del Sr. Anselmi.

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1) John Pizer

John Pizer era un judío pobre que trabajaba de zapatero y lustrabotas portando habitualmente un delantal o mandil de cuero cuando ejercía su oficio, de ahí su apodo: “Mandil de Cuero”.

El 10 de setiembre de 1888 fue arrestado por el Detective William Thick de la Policía Metropolitana, llamada Scotland Yard. Luego declaró en el juzgado presidido por el magistrado Wynee Baxter, durante la investigación instruida con motivo del asesinato de la prostituta Annie Chapman.

Fue exonerado de los cargos atribuidos y se decretó su libertad el 14 de septiembre de aquel año, tras acreditarse que mientras fallecía Mary Ann Nichols en la madrugada del 31 de agosto de 1888, él se encontraba junto a un grupo de curiosos contemplando el gran incendio desatado en Ratcliffe Highway, a varios kilómetros de distancia del escenario donde se cometiera aquel horrendo crimen.

2) Joseph Isenschmid

Apodado por la prensa “El Charcutero Loco”.

El 13 de setiembre de 1888, la policía detuvo a un hombre que se dedicaba a la comercialización de piezas cárnicas saladas. Un par de días antes de ese arresto, dos médicos de Whitechapel lo habían denunciado a causa de sus hábitos extraños, y su propia esposa declaró en su contra alegando que Joseph Isenschmid era violento, que la había amenazado varias veces, y que siempre portaba encima grandes y afilados cuchillos, aún cuando la práctica de su oficio no lo requería.

Se supo que el indagado había sido sometido en el pasado a una prolongada internación en un hospital psiquiátrico debido a padecer severos trastornos psíquicos, y luego de una nueva revisión médica, donde se constató su total desquicio, la justicia ordenó su encierro por causa de enajenación mental.

Dado que se hallaba preso cuando acaecieron los homicidios de Elizabeth Stride y de Catherine Eddowes, el día del doble acontecimiento, el 30 de septiembre de 1888, fue descartado definitivamente como el posible asesino de las prostitutas.

Por otro lado, el verdadero asesino fue muy cruel, y no debería ser de los que amenazaban, como lo hizo Joseph con su esposa. El asesino actuaba a sangre fría.

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3) Francis Tumblety

Uno de los sospechosos según algunos de los profesionales de Scotland Yard de la época. Era curandero y seudo médico de origen norteamericano.

En el año 1993, Stewart Evans descubrió una vieja carta redactada por el Inspector John Litlechild, dirigida al dramaturgo y periodista victoriano George Sims. Esa misiva informaba que el sospechoso preferido estaba mencionado en un dossier secreto de la Policía Metropolitana donde se lo designaba como “Dr. T”.

Se hacía allí referencia al aludido Francis Tumblety, al cual se lo consideraba un sujeto afectado por una grave psicopatía sexual, (era homosexual, y en la época era considerada una psicopatía) y cuyos sentimientos hacia las mujeres eran en extremo amargos, pues trasuntaban un odio patológico.

Los psiquiatras actuales indican que el perfil más probable para el asesino es el de un homosexual que odiaba a las mujeres.

En aquella carta, se relataba cómo ese individuo cometió ofensas antinaturales en la vía pública, siendo arrestado in fraganti en la calle Malborough el 7 de noviembre de 1888, aunque el reo logró salir de inmediato libre bajo fianza.

El 16 de noviembre de ese mismo año de 1888 fue acusado formalmente y, compareció ante una corte británica. Cuatro días después, se celebró una audiencia, tras la cual se pospuso el proceso hasta el 10 de diciembre.

Pero antes de llegar esa fecha, el encausado aprovechó su libertad condicional huyendo de Inglaterra rumbo a Francia, utilizando el falso nombre de Frank Townsend, donde arribó el 24 de noviembre, y desde allí viajó a Nueva York, Estados Unidos, a bordo del vapor Bretagne.

Scotland Yard no pudo atrapar al fugado, y éste concluyó sus días falleciendo, según se cree, en una hacienda de la localidad de Matagalpa, Nicaragua, en el año 1903.

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La leyenda explica así porque el asesino de Londres dejó de actuar: porque posiblemente viajó. Misteriosos asesinatos similares a las mutilaciones de Londres ocurrieron en Nueva York y América Central.

4) Thomas Cutbush

Thomas Cutbush Haynes nació en 1866 en Kennington, localidad relativamente cercana a Whitechapel. Provenía de una respetable familia de clase media. Su infancia fue complicada, puesto que su padre era alcohólico y abandonó el hogar siendo su hijo adolescente. Thomas quedó entonces al cuidado de su madre y de su tía materna, mujeres muy religiosas.

Mostró graves problemas de conducta ya en su primer trabajo, del cual a los pocos días lo expulsaron. En su segundo empleo le fue aún peor, pues tras un arranque de furia empujó por las escaleras a su anciano patrono.

Se presume que contrajo sífilis en el año 1888.

Tres años más tarde, resultó detenido luego de comprobarse que, como mínimo, fue responsable de agredir a las jóvenes Florence Grace Johnson e Isabella Frazer Anderson en plena vía pública, a quienes tajeó las nalgas con un cuchillo.

A partir del mes de febrero de 1894, el influyente periódico británico “The Sun” lo acusó públicamente de ser el culpable de los desmanes consumados por Jack el Destripador.

No obstante, no se le instruyeron cargos a raíz de tales crímenes, aunque quedó confinado por tiempo indeterminado en el hospital psiquiátrico de Broadmor, al considerárselo peligroso, mentalmente insano e irrecuperable.

En el mismo año de 1894, y a modo de respuesta ante las denuncias contra Cutbush propaladas por “The Sun”, el Inspector de Scotland Yard Sir Melville Leslie Macnaghten redactó un memorándum policial de circulación interna, donde manifestó su convencimiento de que Thomas no era el múltiple homicida de Whitechapel, sino un simple enajenado más o menos inofensivo.

En lugar de Cutbush, el Inspector Macnaghten consignó en sus notas los nombres de tres personas que estimaba como posibles culpables, aunque los mismos jamás fueron formalmente acusados.

Los sospechosos más firmes, de acuerdo con la opinión de este jerarca de la policía, eran Montague John Druitt, Michael Ostrog, y Aaron Kosminsky.

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5) John Druitt Montague

Uno de los nombres que más se mencionó como sospechoso de los crímenes de Whitechapel y Spitalfields fue el de John Druitt Montague, un abogado hijo de un cirujano de muy buena familia, que desapareció justo tras el crimen de Mary Kelly, y cuyo cuerpo fue hallado un mes después flotando sin vida en el Támesis, cuando contaba con 37 años, siendo estadísticamente ésta la edad promedio de los psicópatas activos.

La sospecha hacia John Druitt parte de unas investigaciones realizadas años después de que el caso fuese cerrado por el jefe de policía de Scotland Yard, Sir Macnagthen. Macnaghten sospechaba de la culpabilidad de Druitt porque era "sexualmente insano", y además su propia familia creía que él mismo había sido el asesino.

Montage John Druitt nació el 15 de agosto de 1851 en Wimborne, Dorset. Fue un graduado del Winchester College, abogado, profesor, y deportista que integró equipos de criquet, lo cual le generaba una potencial fuerza de brazos, que le pudo haber permitido golpear y controlar, para luego estrangular a las víctimas.

Falleció escasos días después de acaecido el último y más terrible de los asesinatos llamados canónicos del mutilador victoriano, el atroz destripamiento de Mary Jane Kelly, el 9 de noviembre de 1888. Su cadáver en estado de descomposición fue retirado de las aguas del río Támesis el último día de 1888.

Aunque en ensayos posteriores sobre los crímenes victorianos se planteó que pudo haber sido víctima de homicidio, la opinión más compartida es que su muerte se debió al suicidio.

La candidatura de Druitt a la identidad del Destripador, experimentó su apogeo a partir de la década de los años sesenta de la centuria pasada, a raíz de la

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publicación de “Otoño de Terror” del escritor estadounidense Tom Cullen, y de la obra “Jack the Ripper”, del ensayista británico Dan Farson.

Estos especialistas exhumaron las antiguas notas del memorándum Macnaghten en donde se mencionaba a este suicida como un sospechoso de primera categoría. En dicho informe, aquel alto mando policial expresó que Druitt era de familia bastante acomodada, y que su cuerpo sin vida fue rescatado del Támesis el 31 de diciembre de 1888 — datos ciertos—, pero falló al sostener que se trataba de un médico de cuarenta y un años —era en realidad abogado—. También destacó que los parientes del fallecido creían que él era el asesino.

Sin embargo, no existen pruebas que avalen esta última aseveración, la cual, aunque fuese verídica, tampoco implica necesariamente que Montague hubiese en verdad sido verdaderamente Jack el Destripador.

Es más, actualmente la proposición de este hombre al cargo de ejecutor del East End londinense se ha diluido considerablemente, frente a la total ausencia de evidencias objetivas como para incriminarlo formalmente.

6) Aaron Kosminski

Otro de los sospechosos de Macnaghten fue Aarón Kosminski, otro judío pero de origen polaco residente en Whitechapel. Aaron sentía un odio más patológico que visceral hacia las mujeres, y fue ingresado en un hospital psiquiátrico en marzo de 1889 por sus tendencias homicidas.

El Doctor Houchin, quién certificó la locura de Kosminski, describió su comportamiento: "Aaron indicó que es dirigido y que sus movimientos son controlados por un instinto que informa su mente; dijo que conoce las actividades de toda la humanidad, y rechazó casi todos los alimentos porque su instinto le decía que no lo haga".

En los registros del hospital sólo se ha encontrado una mención de comportamiento agresivo por parte de Kosminski, si bien su estado mental parecía deteriorarse con el tiempo: "Incoherente, de vez en cuando excitado y violento. Hace unos días se subió una silla, e intentó golpear al asistente."

Durante el tiempo que permaneció recluido, había sido diagnosticado como "enfermo crónico e inofensivo, de vez en cuando molesto, pero no violento, que se recluye cada vez más en su propio mundo hasta el punto de no saber su edad o cuánto tiempo ha estado internado".

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7) Michael Ostrog

Michael Ostrog era un médico ruso que además se dedicaba a la estafa, por lo que pasó una gran parte de su vida en la cárcel. No era un delincuente ordinario, era muy inteligente, tenía buena educación, y en algunas ocasiones durante los juicios por sus delitos su astucia le había llevado a simular que sufría un trastorno mental, lo que le había salvado de la cárcel en más de una ocasión.

No se sabe a ciencia cierta porqué figura entre la lista de los sospechosos del Destripador, pues no hay indicios de que haya asaltado a ninguna mujer, y con sesenta años que debía tener en 1888, parecen demasiados para encajar en las descripciones del asesino indicadas por los pocos testigos.

Sin embargo, el asesino debía de tener una inteligencia superior a la media, y éste detalle encuadra con el sospechoso.

8) James Maybrick

En 1992 surgió una nueva teoría que causó sensación por lo evidente que parecía.

Michael Barrett, un distribuidor de chatarra de Liverpool, presentó un diario escrito por un hombre llamado James Maybrick en 1889, que confiesa ser el mismo Jack el Destripador.

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James Maybrick era un comerciante de algodón que comenzó su negocio en Londres, viajó a los Estados Unidos para abrir una oficina en Virginia y, volvió varios años más tarde. Había contraído la malaria en Estados Unidos y tomaba una combinación de arsénico y estricnina. La medicación era adictiva y él siguió tomando arsénico hasta que falleció en 1889.

Nunca se sospechó de él, hasta la aparición del diario, en el que Maybrick se autodenominaba Jack, y daba a entender que era el asesino de las prostitutas con hechos concretos: contando con detalle cada uno de los crímenes, hablando del placer que le producía el haberlos cometido, e incluso se burlaba de los esfuerzos vanos de la policía por encontrarlo. Es más en el diario cuenta que era fácil buscar un nombre de asesino así que utilizó las 2 primeras letras de su nombre y las ultimas 2 letras de su apellido.

Sin embargo, el asesino no mantenía relaciones sexuales con sus víctimas. No había placer sexual ni juegos perversos de por medio. Más aún, la psiquiatría indicaría que luego de un homicidio el asesino volvería a un estado de melancolía inicial.

9) Severin Klosovsky (alias George Chapman)

Era un joven peluquero polaco, residente desde sus 23 años en el este de Londres. Prefería que lo conocieran por un nombre más británico. Debido a tal vanidad, adoptó el de George Chapman, tomando ese apellido típicamente inglés de una de sus ocasionales concubinas. Casualmente, el mismo apellido de la segunda de las víctimas canónicas, Annie Chapman.

En el tiempo de los homicidios victorianos no se lo asoció con ellos. Años después, el polaco alcanzaría la fama que tanto ansiaba. Más aún, se trató de una fama aciaga, porque la reputación que obtuvo era la de un asesino. Más concretamente, pasó a la fama por su condición de uxorixida. Se descubrió que mediante dosis de arsénico había mandado a la tumba sucesivamente a sus tres esposas.

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En 1903 se impartió orden de capturarlo, y le cupo el mérito de concretar el arresto al Sargento Detective de la Policía Metropolitana George Godley, quien en el pasado fuera uno de los más tenaces perseguidores de Jack el Destripador.

El antiguo jefe de Godley, el Inspector Detective Frederick Abberline, felicitó públicamente a su ex subordinado: “Has atrapado a Jack el Destripador”.

Y resulta que Klosovsky-Chapman constituyó para el famoso detective Abberline el primordial sospechoso de haber sido el degollador de los barrios bajos londinenses. Empero, al presente, la mayoría de los expertos descartan a este hombre como candidato plausible. El asesino buscado era un degollador, y no un asesino que mataba con arsénico.

10) Alberto Víctor Christian Eduardo

Príncipe Alberto de Sajonia, Duque de Clarence y Avondale

También la nobleza se vio afectada por esta serie de crímenes. Uno de los principales sospechosos fue el Duque de Clarence, el príncipe Alberto Victor Christian Eduardo, hijo del Rey Eduardo VII, y nieto de la mismísima Reina Victoria.

Tenía 28 años en el momento de los crímenes, y murió poco después de consumados de 1888 en una clínica privada por enfermedad, que según los rumores fue sífilis.

Según parece, el joven príncipe era un apasionado de la caza con todo su ritual y crueldad, aunque nunca se le consideró como un hombre violento; además era un asiduo visitante de los prostíbulos.

Es habitual encontrar como patrón en los asesinos seriales la violencia previa con animales.

El Doctor Thomas Stowell publicó un artículo en 1970 acusando al príncipe Alberto de ser Jack el Destripador, basando su teoría sobre algunos documentos de su médico personal, William Gull, quién le estaría tratando la enfermedad.

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Nótese que la nominación del príncipe Albert Edward Víctor al rango de Jack el Destripador fue postulada básicamente por este anciano médico, mediante un artículo difundido en noviembre de 1970 en la revista Criminologist.

El futuro Duque de Clarence y Avondale, nació en 1864, siendo primogénito del Príncipe de Gales, también llamado Albert. De adolescente viajó en barco recorriendo el mundo en compañía de su hermano George, y se sugirió que durante aquel periplo fue seducido y contrajo la sífilis que acarrearía su deceso en el año 1892 a la temprana edad de veintiocho años.

Conforme sostuvo Thomas Stowell, a mediados de los años ochenta del siglo XX, tras retornar de otra de sus travesías marítimas, los empujes de su enfermedad lo conducirían a la definitiva pérdida de la razón, convirtiéndose, a partir de entonces en el demencial asesino de prostitutas del East End londinense.

Se alegó que el joven aristócrata desarrolló una obsesión por la sangre durante sus cacerías en Escocia, y que allí adquirió los rudimentos clínicos que el destripador demostró poseer a la hora de mutilar a sus víctimas.

De acuerdo con esta versión, el aspirante a monarca pasaría de despellejar venados a despedazar prostitutas, y de sus sórdidas andanzas recién se enteraría la Casa Real británica luego del doble crimen del 30 de setiembre de 1888.

Tras el bestial asesinato de Catherine Eddowes, la Policía Secreta lo detendría poniéndolo bajo custodia. No obstante, el preso logró escapar a la vigilancia, y en la madrugada del nueve de noviembre de ese año 1888 cometería el más horripilante de sus crímenes contra Mary Jane Kelly.

Lo volverían a atrapar y sería confinado bajo estrictas medidas de seguridad, en un hospital psiquiátrico de la localidad de Ascot.

El cuidado sanitario del príncipe le fue encomendado al médico imperial Sir William Gull. Tan exitoso fue el tratamiento que se produjo un repunte sanitario, el cual permitió al paciente emprender un nuevo viaje en crucero y tomar parte en acontecimientos públicos durante el año 1890.

Por desgracia, la afección cerebral que sufría, agudizada por el avance de su enfermedad venérea, precipitó el trágico desenlace.

En 1892, el malogrado joven falleció, y una virulenta epidemia de gripe que azotó Gran Bretaña le permitiría a la Corona pretextar que el heredero al trono había muerto a consecuencia de la misma, extremo que brindó la coartada perfecta para evitar el bochorno.

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Es una teoría ya desechada, sólo válida como guión de películas.

11) Doctor William Gull

La postulación de que el Dr. William Withey Gull fuera el asesino de Whitechapel está estrechamente ligada a la denominada: “Teoría de la conspiración monárquico masónica”.

Stephen Knigth, en su libro de 1976 “Jack the Ripper. The final solution” adujo que los crímenes cometidos en el este de Londres fueron obra de un colectivo de matadores, en el cual el papel de principal ejecutor se asignó al Dr. Gull.

Su cochero, John Charles Netley, lo conduciría en su carruaje privado secundándolo en las tropelías, y un tercer participante, de apariencia similar al pintor Walter Richard Sickert, también lo pudo haber ayudado.

Pero, claro está, el auxilio mayor para que el ejecutor saliera impune lo suministrarían altas autoridades del gobierno monárquico y de la orden masónica, a la cual el doctor pertenecía.

El móvil de los homicidios, y la excesiva crueldad de los mismos radicaría en el desorden cerebral que afectaba al facultativo, quien soportó en 1887 un ataque cardíaco que le produjo afasia, trastorno generador de estados de alucinación.

El galeno habría sido contactado por jerarcas del gobierno británico para poner fin al peligro de chantaje contra la Corona que pretendían llevar adelante las prostitutas llamadas “víctimas canónicas”: Polly Nichols, Annie Chapman, Liz Stride, Mary Kelly, siendo Catherine Eddowes ultimada por error.

Las luego difuntas estarían, de acuerdo con esta proposición, en conocimiento del matrimonio semi clandestino del Príncipe Albert Víctor con la plebeya y católica Annie Crook, que engendró una hija del futuro monarca. Debía evitarse a cualquier precio que tan bochornoso escándalo trascendiera.

Pero al parecer, el médico, impelido por el desorden psíquico que lo agobiaba, mal interpretó o exageró el cometido que en la conjura le habían adjudicado.

Vale decir, no le habrían pedido que asesinase a las mujeres, sino más bien que las asustara o que ejercitase sobre ellas operaciones de lobotomía, como la que, según se pretendió, practicó a Annie Crook.

Sin embargo, lamentablemente, el trastorno que padecía transformó al respetable galeno en el monstruo que la posteridad conocería como Jack el Destripador.

Tal representa, en síntesis, la muy poco creíble hipótesis donde se implica al Dr. William Whitey Gull en los crímenes del “otoño de terror”.

Vale aclarar que un asesino en serie no se produce de la noche para la mañana, va pasando por varios estadios de perversión, hasta llegar al desmembramiento.

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También resulta absurdo suponer que las víctimas de los crímenes se conocían entre sí.

12) Robert Donston Stephenson

El Robert Donston Stephenson, de cuarenta y ocho años en 1888, entraba y salía con cada vez más asiduidad del Hospital de Londres sito en Whitechapel, en donde lo trataban por sus afecciones psiquiátricas (Royal London Hospital de Whitechapel).

No obstante, más que un enajenado, el individuo era un excéntrico, alcohólico y charlatán. Su poder de persuasión era muy grande y logró ganarse fama de experto y practicante de magia negra.

Su bella y juvenil amante Mabel Collins, y una aristocrática socia la baronesa Vittoria Cremers, lo mantenían económicamente, lo mimaban, y lo consideraban una persona excepcional. Lo tuvieron como un ser extraordinario hasta cuando comenzó a volverse patente que el hombre desvariaba, pues pretendía, alternativamente, saber quién era el Destripador, o bien insinuaba que él mismo lo era.

Donston llegó al extremo de denunciar a uno sus médicos tratantes acusándolo de ser el asesino. Su denuncia naturalmene fue desechada por la policía. A su vez, un socio ocasional lo acusó a él de ser el Ripper. Esta segunda denuncia igualmente fue desestimada.

El autor Ivor Edwards plantea que Robert Donston en verdad fue Jack the Ripper, y que sus homicidios se inspiraron en un ceremonial diabólico basado en la configuración de los lugares en donde aparecieron los cadáveres de las víctimas.

La teoría de Ivor Edwards tiene su remoto origen en artículos periodísticos escritos por el célebre espiritista Alesteir Crowley, partidario de que el satanismo estuvo detrás de aquellos asesinatos, y de que Donston configuraba el candidato más probable.

Por cierto, tales hipótesis no son contempladas seriamente por los especialistas en la historia de estos crímenes victorianos.

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13) Walter Sickert

El pintor impresionista británico Walter Richard Sickert fue un tardío nominado a la identidad de Jack el Destripador. Al igual que ocurriera con el Príncipe Albert Víctor y con el Dr. William Gull, su nombre empezó a destacarse en este caso criminal a partir de la teoría de la conspiración monárquico masónica.

La diferencia con los otros dos personajes históricos antes mencionados reside en que, mientras el aristócrata y el galeno nada hicieron para verse involucrados con la tétrica figura del Destripador londinense, Walter Sickert, en cambio, vivió obsesionado con este homicida múltiple.

De tal extraña obsesión hay sobradas pruebas.

Por ejemplo, pintó lienzos dedicados al criminal, a saber: “Jack en tierra” y “El dormitorio de Jack el Destripador”. Otras obras pictóricas que hoy día se exponen en la Galería Tate también serían reflejo de las matanzas victorianas.

A su vez, una retahíla de cuadros suyos muy conocida se inspiró en el asesinato de una prostituta, acaecido en Camden Town el 11 de septiembre del año 1907, y más de un perito en arte cree advertir en esas pinturas una recreación de las víctimas de 1888.

Se especula, asimismo, que algunas de las cartas remitidas a la prensa y a la policía en la época de los homicidios conformaron facturación de este artista, aunque las habría redactado en vena de broma, igual que lo hicieron tantos ingleses.

Pero de ser éste el psicópata, siguiendo su vida se deberían encontrar asociados un montón de crímenes sin resolver.

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14) William Bury

William Henry Bury contaba con 29 años de edad en 1888, y residía en la localidad inglesa de Bow, donde convivía con su joven cónyuge Ellen Elliot, con la cual había contraído enlace en el mes de abril de aquel año.

El matrimonio vivió en el East End de Londres hasta enero de 1889 y luego se mudaron a la ciudad escocesa de Dundee.

El hombre se apersonó a la estación de policía local en la mañana del 10 de febrero de 1889 pretendiendo que su esposa –la cual ejercía la prostitución- se había suicidado. Pero las pruebas forenses se mostraron muy decisivas en su contra y bastaron a fin de esclarecer la situación sin dejar sombra de duda.

La realidad era que el individuo asesinó a su mujer valiéndose de una cuerda con la cual la estranguló. Tras desmayar a su víctima, Bury le asestó feroces puñaladas en la región abdominal y genital causándole el deceso. Culminada su pérfida agresión escondió el cuchillo ensangrentado dentro del hueco de un árbol.

Una notable curiosidad fincó en que sobre la puerta de ingreso del edificio de apartamentos donde moraba el victimario, alguien había trazado con letras de color rojo la advertencia: “Jack el Destripador se oculta detrás de esta puerta”.

A su vez, en la pared adyacente a la escalera que conducía al sótano se leía, estampada con tiza, una segunda frase acusatoria: “Jack el Destripador está en este sótano”.

Otros datos más objetivos incriminaban al sujeto, pues los médicos forenses creyeron percibir marcadas analogías entre las heridas mortales de su esposa y las patéticas incisiones ventrales infligidas a las víctimas del Ripper. En todos los casos, además, las extintas fungían de meretrices, al igual que la desafortunada Ellen.

El tribunal de Dundee lo halló culpable de homicidio especialmente agravado por el vínculo matrimonial, y lo condenó a purgar su culpa aplicándole la pena capital.

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El verdugo y criminólogo aficionado James Berry, que no fue quien lo finiquitó, se trasladó desde Inglaterra hasta aquella cárcel de Escocia a fin de dialogar con el penado. Tras la entrevista quedó convencido de que aquel hombre era igualmente culpable de la masacre acontecida en año anterior en los suburbios de Londres, y así lo afirmó públicamente.

En la mañana del 24 de abril de 1989 William Henry Bury fue ejecutado. El día anterior admitió por escrito haber matado a su cónyuge, pero negó cualquier participación en los asesinatos de Jack el Destripador.

15) Frederick Deeming

Frederick Bailey Deeming es el nombre de un notorio delincuente sexual y victimario serial que fue colgado en Inglaterra en el año 1892.

Tenía cuarenta y seis años en 1888 y cargaba ya con un frondoso historial delictivo, aunque sus crímenes más espantosos, aquellos que le valieron la pena de muerte, los perpetraría tres años más tarde.

En 1891 finiquitó a su esposa y a sus cuatro hijos en Rainhill, Liverpool, y al año siguiente victimó a su segunda cónyuge en la ciudad de Melbourne, Australia.

Se lo vinculó al caso a partir de una nota editada en la Pall Mall Gazette el 8 de abril de 1892, estando preso por sus acreditados crímenes desde el 11 de marzo de ese año, donde se aseguraba que en las oficinas de Scotland Yard se habían recibido decenas de cartas denunciando que Frederick Deeming era el implacable ultimador de meretrices de los barrios bajos de la capital británica.

Aunque insistieron en haberlo visto merodeando por los alrededores de los lugares donde se consumaron las mutilaciones, lo cierto es, que es muy dudoso que ese dato resultara veraz.

Parece seguro, en cambio, conforme a diversas y coincidentes fuentes, que en el año 1888 el itinerante Deeming, que entre otras facetas fue marino mercante y se valía de diversos alias, estaba en Sudáfrica timando a ciudadanos sudafricanos.

Hay constancia de que por esas fechas compareció repetidas veces ante la justicia de aquel país, acusado por la comisión de fraudes y estafas.

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16) Carl Feigenbaum

El marino mercante y florista ocasional alemán Carl Ferdinand Feigenbaum concluyó su existencia electrocutado en la cárcel de Sing Sing, Estados Unidos, en el año 1896.

La drástica condena se estimó justa, pues dos años atrás había degollado a su casera, la señora Juliana Hoffman mediante un corte de izquierda a derecha en el cuello, el típico estilo de los del Destripador Londinense.

No tuvo tiempo de abrirla en canal y extirparle órganos, si esa hubiera sido su intención, porque el adolescente hijo de su víctima lo descubrió y pidió socorro a gritos. Al escenario del crimen llegó la policía, junto con vecinos y curiosos, y lo capturaron mientras pretendía huir.

Su propio abogado, el doctor William Lawton, creyó que su patrocinado era, además del asesino de la señora Hoffman, Jack el Destripador; y así lo afirmó a los periódicos, luego de que su defendido muriera ejecutado.

Pero no es seguro que Carl Feigenbaum haya estado en Inglaterra en 1888, a pesar de su condición de marino, y pese también, al excelente trabajo investigativo del experto Trevor Marriott, quien en archivos navales británicos revisó cientos de listados sobre arribos de buques en los que ese hombre podría haber viajado como tripulante. Se le atribuye supuestamente a éste sospechoso un ataque primario a una prostituta llamada Ann Bishop del año 1882.

17) James Kelly

Según un estudio realizado para el documental "Jack el destripador en América" para Discovery Channel, Jack el Destripador sería James Kelly, un asesino psicótico que escapó del Asilo psiquiátrico de Broadmoor en Inglaterra y que habría viajado, luego del cese de los asesinatos en ese país, hacia EE.UU. Los indicios que en este caso atraen las sospechas, son que un tiempo antes se produjo el asesinato de una prostituta en ese país con las mismas características que los de Londres, y una carta aparecida en un diario en la que avisaba que realizaría un asesinato en nombre de Jack el Destripador.

James Kelly luego volvería al hospital psiquiátrico ya envejecido y contaría haber viajado hacia Estados Unidos y luchado "contra el mal".

James Kelly nació el 20 de abril de 1860 en Preston, Lancashire, siendo hijo natural de Sarah Kelly quien dejó al infante al cuidado de su abuela Therese. La madre se desentendió del niño pero al menos le legó una pequeña fortuna valuada en 20.000 libras a ser administrada por una reserva fiduciaria, de la cual el beneficiario podría disponer al cumplir los veinticinco años.

Con 18 años, en 1878, comienza su actividad como tapicero empleándose al servicio de sucesivos patronos.

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A sus 20 años conoce a Sarah Brider de diecinueve años, moza recatada, de familia católica y muy trabajadora. Se pone de novio con la chica y es bien recibido por los padres de ella, pasando a residir en el número 21 de la calle Lane en el hogar de sus futuros suegros.

James pierde su empleo de tapicero a raíz de sus rarezas y sus explosiones temperamentales. Días después, el cuatro de junio de 1883, contrae enlace con su novia en ceremonia religiosa celebrada en la parroquia de San Lucas.

Kelly se había casado con la muchacha que aparentemente amaba pero estaba destinado a no ser feliz con ella. Reñía y desplegaba celos obsesivos recriminando a su flamante esposa sus pretendidas infidelidades. Entre otras acusaciones, le enrostraba haberle trasmitido una enfermedad venérea.

En este convulso entorno fue que el 21 de junio, a sólo diecisiete días de haberse casado y durante el curso de una violenta pelea, el tapicero extrajo de sus ropas una filosa navaja de muelle con la cual rasgó profundamente el cuello de su mujer.

Se arrestó al atacante, quien no ofreció resistencia, y la agredida cónyuge expiró el 24 de junio de 1883. Al día siguiente el uxoricida fue imputado de homicidio especialmente agravado, luego de que el primer médico forense que lo examinase lo encontró perfectamente apto.

A despecho de las apelaciones de sus abogados y de las peticiones de clemencia, el fin en la horca parecía inexorable. El 20 de agosto de ese año de 1883 debía cumplirse la sentencia de muerte.

Pero casi milagrosamente James Kelly salva su vida. El siete de agosto el doctor W. Orange, superintendente del asilo de Broadmoor, lo examina y decide que está completamente demente. Las declaraciones de su antiguo jefe, Mr. Hiron, aportando pormenores sobre las actitudes anormales de su ex empleado, contribuyen a que se le conmute la fatídica sentencia.

El recluso pasa a cumplir pena de confinamiento por tiempo indefinido dentro del asilo de Broadmoor.

Durante cinco años James Kelly se mostró como un interno modelo. Pero todo era una farsa para hacer bajar la guardia a sus captores. Con suma astucia y paciencia, sirviéndose de un trozo de metal que modeló a tal fin, fabricó una llave con la cual abrió la puerta principal del asilo y se escapó tranquilamente el 23 de enero de 1888.

Pendía sobre el prófugo orden de aprehensión para restituirlo al hospital, y la policía fue a buscarlo pensando que se refugiaba en la casa de sus suegros.

El 10 de noviembre de 1888, o sea el día después de la horrible muerte de Mary Jane Kelly, se practica una redada en ese domicilio, pero el fugado no estaba allí y nadie conocía su paradero.

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Permaneció libre durante casi cuarenta años, hasta que en 1927 retornó imprevistamente por propia voluntad al asilo de Broadmoor, rogando que lo admitieran pues, conforme sus palabras recogidas por un periódico: “estoy muy cansado y quiero morir junto a mis amigos”.

Fue su última reclusión y sólo vivió dos años más. En 1929 expiró a causa de neumonía lobular doble, atento consta en su certificado de defunción.

En ese lapso final escribió unas memorias que el investigador policial Ed Norris afirmó, en un programa de Discovery Channel, haber leído.

En esas notas, aunque Kelly no confiesa haber sido Jack el Destripador, trasunta un enfermizo odio hacia las prostitutas. Además, en su propio diario personal reconoce que estaba escondido en Londres entre los meses de agosto y noviembre de 1888, es decir: desde el inicio hasta el término de la matanza.

18 y 19) Una mujer: Elizabeth Williams o Mary Pearcey

Según John Morris, la autora de la novela «Jack el Destripador: la mano de una mujer», los crímenes se le podrían atribuir a la esposa de uno de los sospechosos: Elizabeth Williams, esposa de un médico de nombre John Williams,

Encajaría con el “modus operandi”. Sería más lógico atribuirle la autoría de los hechos a una mujer pues Jack no estaba interesado en agredir sexualmente a las víctimas, sino en una especie de venganza contra las de su género.

Elisabeth Williams es la más indicada para ponerle cara al asesino en serie, ya que su marido John Williams, uno de los sospechosos, mantuvo un idilio con una de las víctimas: Mary Jean Kelly, en cuyo escenario del crimen se encontraron pedazos de una capa, una falda y un sombrero de mujer que no pertenecían a la víctima. Según Morris hay muchas evidencias de que la verdadera autora fuese una mujer, pero se han ignorado porque siempre se ha obviado el sexo masculino del autor. Sin embargo, el hecho de extraer el útero a tres de sus víctimas y la incapacidad de Williams para tener hijos encajaría con la mujer del doctor, pues el asesino nunca buscó el placer sexual en las victimas.

Sin embargo, al ver la fotografía de Elizabeth Williams, se la observa como muy frágil, no pudo por lo tanto ser ella Jack The Ripper, puesto que el matador poseía mucha fuerza, primero controlaba a sus víctimas golpeándolas o tirándolas, para luego pasar a degollarla y más tarde a destriparla.

Por otro lado hay testigos. Jack The Ripper era un hombre.

Otra candidata más antigua a ser el famoso asesino en serie fue Mary Pearcey, quien acuchillara a la esposa e hijo de quién fuera su amante. Fue condenada a muerte por sus homicidios el 23 de diciembre de 1890.

También era muy débil como para considerarla el psicópata asesino.

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En definitiva, ninguno de éstos sospechosos es el culpable, y más aún, el grado de evidencia en su contra es tan débil, que de vivir los familiares de los culpados en ésta lista, las demandas por difamación serían ganadas muy fácilmente.

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Capítulo III

Marco comenzó a fascinarse con la historia, y usó las herramientas de Google para hacer mapas. Así pudo empezar a fijar ideas y a razonar.

Mapa de Londres

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Mapa de Londres. http://maps.google.com.uk

Mapa aproximado de la ubicación de algunos crímenes

Mapa de crímenes en Spitalfields y Whitechapel. http://maps.google.com.uk

1) Lugar en donde apareció el cuerpo de Mary Ann Nichols muy cerca del London Hospital

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2) Annie Chapman3) Elizabeth Stride4) Catherine Eddowes5) Mary Kelly6) Alice Mackenzie7) Torso de Pinchin Street.

La avenida marcada en verde como A11 es la Whitechapel Rd, la A1202 es la Commercial St. La zona al sur y al este es el distrito de Whitechapel, y la zona entre la segunda paralela al oeste a la A1202 Commercial St. y la B134 Brick Line, con borde sur en Aldgate es aproximadamente el distrito de Spitalfields. Sobre esta segunda calle paralela hacia el oeste de la Commercial St. se encontraba la línea de la muralla en la época antigua. La ciudad fortificada tenía la forma aproximada a la de un cuadrado de lado una milla, y es donde hoy se encuentra el down town o zona céntrica llamada Square Mile, custodiada por la Policía de la ciudad y no por Scotland Yard.Los primeros 5 crímenes de ésta lista son los llamados canónicos. Sin embargo, los expertos en criminalística aciertan en afirmar que los canónicos son en realidad los primeros 3, pues son homicidios similares y el asesino actuó claramente solo siguiendo un patrón.

Los crímenes de Elizabeth Stride y Catherine Eddowes fueron cometidos el mismo día, el 30 de setiembre de 1888, con unos pocos minutos de diferencia, y en el marco de una saturación policial de la zona muy importante.

Vale aclarar que la Criminalística es la ciencia que se encarga de explicar cómo fueron los hechos en un crimen y quién es el culpable, la Criminología es

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una rama de la sociología que busca explicar las causas que llevan a que se comentan crímenes. No son la misma cosa y muy a menudo son confundidas en la bibliografía.

* * *

Londres, 15 de enero de 2007, 13:21 a.m.Mitre Square

Sin pensar siquiera en donde almorzaría, Marco decidió ahora caminar y calcular el tiempo que le debió llevar a Jack el Destripador hacer el trayecto entre la Henriques Street, donde fue asesinada Elizabeth Stride y la Plaza Mitre.

Jack el Detripador asesinó a dos prostitutas el 30 de setiembre de 1888, el día que pasó a la posteridad. Primero asesinó a Elizabeth Stride (o Liz Stride), y luego, unos minutos después a Catherine Eddowes. El asesino se trasladó desde el punto 3 al punto 4 del mapa anterior en cuestión de minutos, pasando por la avenida Commercial Road.

Entonces, Marco caminó desde el punto 4 hasta el punto 3, encendió el reloj de su celular de última generación con un toque corredizo y, empezó a caminar.

Necesitó de ocho cuadras largas casi nueve para llegar hasta la Plaza Mitre caminando a paso firme. Invirtió dieciséis minutos en su trayecto y supuso que si el asesino salió a la 1:00 a.m. del 30 de setiembre de 1888 debió llegar a la plaza a eso de las 1:18 a.m. Rondó la zona buscando otra meretriz víctima, y entre la 1:25 y 1:30 ya estaba comenzando una nueva faena. Los testigos del caso

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aproximaron las horas en base a la lejana guía que escuchaban del legendario Big Ben.

Un guardia policial declaró que pasó a la 1:30 por la oscura Plaza Mitre haciendo la ronda y no vio nada raro en el espacio público, aunque hizo una vista desde lejos, sin mirar en los recovecos o en las esquinas con su linterna. Probablemente no miró bien, puesto que no es una Plaza abierta, o incluso, directamente no miró nada como era su deber, y dijo que no vio nada para no quedar en evidencia.

Unos pocos minutos más tarde, el cuerpo mutilado de la pobre prostituta fue hallado a las 1:47.

Las etapas del destripamiento fueron:

1) Comenzó por la garganta

Primero la tiró al piso con un fuerte golpe, y le seccionó la carótida produciendo una hemorragia tal, que le produjo la muerte.

2) Los cortes continuaron en el abdomen y se hicieron con una cuchilla muy afilada.

3) El corte inicial en el abdomen fue horizontal y fue de dos pulgadas hacia el lado derecho del ombligo. Se agregaron otros cortes perpendiculares a éste.

4) Se extrajeron los intestinos y se depositaron sobre el hombro derecho.

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5) A continuación se hizo un corte en la parte superior izquierda del hígado de pulgada y media, y se hizo otro perpendicular a éste de dos pulgadas y media.

6) Se siguió con una puñalada de una pulgada sobre la ingle.

7) Se ubicó también un corte de una pulgada por debajo del pliegue del muslo hasta la columna.

8) Se cortó la arteria renal izquierda y el riñón izquierdo fue retirado con mucho cuidado. Quedó claro que tenía conocimientos de anatomía y conocía muy bien la posición del riñón4.

9) Se cortó la nariz y se hicieron varios cortes en la cara. Se abrieron los labios.

10) El asesino luego melló los párpados inferiores.

11) Se cortó la membrana que recubre el útero, sin embargo la vagina y el cérvix resultaron ilesos.

12) Se cortó la membrana peritoneal y se retrajo piel del abdomen.

Jack tuvo realmente muy poco tiempo para dejar a Catherine tan horriblemente mutilada como la dejó.

* * *

— ¿Cómo hizo en tan poco tiempo para destripar tanto?— pensó Marco.

4 Otros médicos de la época pusieron en tela de duda los posibles conocimientos de anatomía que pudiera tener el destripador.

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Siguiendo su singular paseo por Londres, y suponiendo que en realidad el asesino estaba huyendo a su guarida a limpiarse cuando se encontró con Catherine Eddowes, Marco siguió caminando en el mismo sentido oeste, por la principal, imaginando que la intersección con la prostituta nunca se hubiese consumado. Siguió y siguió, caminando en sentido opuesto al que había iniciado su viaje, hasta que se topó con un parque singular.

Una plaza amplia de gramilla verde intensa con forma de óvalo llamada Finisbury Circus se ubicaba casi enfrente al hotel Apex, donde Marco y sus 2 colaboradores se alojaban.

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Plaza Finisbury Circus. Tomado de http://en.wikipedia.org/wiki/City_of_London

Con la ayuda de su Smartphone, ingresó a la Wikipedia, —la mejor biblioteca virtual— para aprender sobre éste paraje:

Finisbury Circus es un parque elíptico de eje mayor alineado en el sentido este-oeste de la ciudad, al norte del Támesis, y se encuentra dentro de lo que antes era la zona amurallada. Originalmente basado en el dibujo de un Circo Romano, y con un área de 2.2 hectáreas, es el espacio público más grande dentro de los límites de la Square Mile, la zona antiguamente fortificada.

Hasta el año 1900 la plaza era privada y reservada a los terratenientes, propietarios o arrendatarios de los edificios circundantes.

Marco frenó un instante su loca marcha, y tomó agua en una antiquísima fuente techada con una hermosa glorieta.

Allí Marco entendió que esta fuente de la Finisbury Circus era la que el mismísimo Jack usaba para

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Page 48: Viajando en el tiempo para atrapar a Jack el Destripador (primeros capítulos)

limpiarse antes de entrar a su propia casa, en 1888…

— ¡Te tengo cada vez más cerca! Tú viviste aquí Jack, te siento, te huelo, tu viviste en una de las casas que rodean a este parque. En la noche del doble acontecimiento viniste a refugiarte por aquí…

* * *

Marco entendió muchas cosas, porque era un genio. Pero había algo esencial en todo éste caso que todavía no había entendido:

El misterio no es saber quién fue Jack el destripador, que de hecho es fácil, el misterio es saber porqué Scotland Yard nunca se dio cuenta.

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