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Revista Vanguardia No. 2

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El poema

Monedaconmemorativa en el centenario

de Borges.

CULTURA

Las causasJorge Luis Borges*

Los ponientes y las generaciones. Los días y ninguno fue el primero. La frescura del agua en la garganta de Adán. El ordenado Paraíso. El ojo descifrando la tiniebla. El amor de los lobos en el alba. La palabra. El hexámetro. El espejo. La Torre de Babel y la soberbia. La luna que miraban los caldeos. Las arenas innúmeras del Ganges. Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña. Las manzanas de oro de las islas. Los pasos del errante laberinto. El infinito lienzo de Penélope. El tiempo circular de los estoicos. La moneda en la boca del que ha muerto. El peso de la espada en la balanza. Cada gota de agua en la clepsidra. Las águilas, los fastos, las legiones. César en la mañana de Farsalia. La sombra de las cruces en la tierra. El ajedrez y el álgebra del persa. Los rastros de las largas migraciones. La conquista de reinos por la espada. La brújula incesante. El mar abierto. El eco del reloj en la memoria. El rey ajusticiado por el hacha. El polvo incalculable que fue ejércitos. La voz del ruiseñor en Dinamarca. La escrupulosa línea del calígrafo. El rostro del suicida en el espejo. El naipe del tahúr. El oro ávido. Las formas de la nube en el desierto. Cada arabesco del calidoscopio. Cada remordimiento y cada lágrima. Se precisaron todas esas cosas para que nuestras manos se encontraran.

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de la voz; luego tenemos el arado y la espada, ex-tensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: es una extensión de la memoria y de la imaginación”; a la enseñanza: “La enseñanza es imposible. Nadie puede enseñar a nadie. Lo único que puede hacer el maestro es mostrar ante sus discípulos su amor por la materia que supuestamente les imparte”. A pesar de su formación anglo-germánica, Borges es un autor profundamente latinoamericano paradó-jicamente, con sus temas que nadie antes había tocado o al menos no como lo hizo el argentino.

Durante muchos años fue candidato al premio Nóbel de literatura, el cual nunca le fue otorgado. Este hecho provoca más demérito a la Academia Sueca que al grandioso bardo invidente. Entre sus más celebradas creaciones como narrador se cuentan El Aleph, una narración que aborda ideas esencia-les sobre el infinito espacio-temporal y la lastimosa limitación de los sentidos humanos ante la infinita vastedad del universo. El inmortal, un cuento en el que se demuestra que la inmortalidad —al me-nos en este mundo— en este cuerpo material, es una maldición y la muerte “un tesoro oculto”. Tlön, Ukbar, Orbis Tertius, una desconcertante narración en donde Borges lleva al último extremo la filo-sofía idealista construyendo un mundo en el que —contrariamente a éste en que vivimos— no es posible concebir el materialismo. O bien, las ideas del obispo Berkeley (quien sostenía que algo que no es percibido no existe) concretadas en un mun-do. El cuento más desconcertante de Borges quizá sea Pierre Menard, autor del Quijote, en el que el autor argentino consigue probar que los grandes libros que trascienden el tiempo y el espacio, cam-bian según la época y las generaciones.

En este número se reproduce el poema Las cau-sas, en el cual se sintetiza la historia de la humani-dad en los treinta y siete versos que lo componen —a manera de acertijo se propondría al lector que identifique a qué etapa de la historia se refiere Bor-ges en cada verso—. Aunque al maravilloso autor ciego nunca le gustó el tango, como argentino, podemos decir de él que, al igual que Gardel, “con-forme pasa el tiempo Borges escribe mejor”.

*Jorge Luis Borges: Buenos Aires, 1899. Ginebra, Suiza, 1986. Este escritor argentino es una de las cumbres de la literatura en idioma español del si-glo XX. Asimismo, es un autor extremo en cuanto a originalidad. Sobre Borges hay datos inolvidables, se menciona la enfermedad que lo dejó ciego ape-nas frisando los cuarenta años; pero lo proverbial de Borges es su erudición a la par que su sabiduría. Son famosas sus afirmaciones relativas a la lectura: “Que otros se jacten de las páginas que han escri-to; a mí me enorgullecen las que he leído”; al libro: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el te-lescopio, son extensiones de su vista; el teléfono,

CULTURA

Jorge Luis Borges es un autor extremo en cuanto a originalidad.

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RESEÑA

La originalidad es un valor imprescindible en toda creación. Y es ingrediente fundamental en la obra con pretensiones artísticas, amén de otros va-lores. En la novela Los recuerdos del porvenir, de la autoría de Elena Garro, la singularidad otorga a esta obra su más alto valor en cuanto a la forma y en el contenido comparte el sitio preponderante con la exposición metafísica. Explicitemos:Los recuerdos del porvenir, desde el título origina-lísimo —por cierto obtenido del nombre de una pulquería— es una obra única. Su narrador imper-sonal es, asombrosamente, el pueblo de Ixtepec, pero no la gente, sino el sitio, el alma de lo inerte que forma Ixtepec. Así, el punto de vista narrativo no es el narrador omnisciente, pero, como dice el refrán, “Si las paredes hablaran”, en Los recuerdos del porvenir, las paredes (aunque no sólo las pare-des) hablan. El pueblo de Ixtepec nos cuenta una historia entramada en el ámbito de la Revolución Mexicana y luego en la Guerra Cristera.Esta novela tuvo algunos de los más encendidos y grandilocuentes elogios, por ejemplo, de Octavio Paz, por cierto, en su momento esposo de Elena Garro: “una de las creaciones más perfectas de la literatura hispoanoamericana contemporánea”.Ciertamente, no se le pueden escatimar altos méri-tos a la novela de marras. A su gran originalidad de punto de vista y narrador, agreguemos que, de un tema relativamente trivial (por más que sea parte de la historia de México): las peripecias de un mili-tar tiranuelo de pueblo oprimiendo a los lugareños, simpatizantes de los cristeros, la narración ascien-de hasta suministrarnos visiones metafísicas, como lo refiere el título de la novela, Los recuerdos del porvenir. En efecto, Elena Garro consigue objetar a la realidad, suspender al tiempo; es decir, a decir-nos a nosotros simples mortales, la verdad de este mundo: que el tiempo es una ilusión y/o una cons-trucción de nuestra mente y lo realmente cierto es la eternidad, la inconcebible simultaneidad infinita, la que, atrapados en la tercera dimensión, nos re-sulta casi imposible admitir. Y con ello, como los grandes filósofos y la ciencia ultramoderna, con la novela, se cuestiona la realidad.Los recuerdos… es no menos un mosaico de las costumbres, los modos y los lenguajes de una épo-ca de México. En su dimensión de cotidianidad, la novela se vuelve entrañable al retratar a personajes humanos, terrenales, desamparados y frágiles, in-cluyendo al militar asesino: Francisco Rosas, ultra-jado en su relación y, finalmente, abandonado por la bellísima Julia cuando ella se fuga con el único forastero del pueblo.Los recuerdos del porvenir, Elena Garro (1917-1998). Editorial Joaquín Mortiz, 1963. 186 páginas.

Más libros, más libres

“una de las creaciones más perfectas de la literatura hispoanoamericana contemporánea” Octavio Paz.

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Cinefilia

CINE

El profesor John Keating (nombre sospechosa-mente próximo al del poeta romántico inglés John Keats), interpretado por Robin Williams, provoca una revolución interior en sus discípulos del ex-clusivísimo colegio Welton, cuyo lema es “Tradi-ción, honor, disciplina, excelencia”; el método de enseñanza de Keating es inusitado y altamente revolucionario para la época y más para el colegio —los hechos ocurren en algún año de la década de los 50— y la dirección de la escuela muy pron-to se entera de que están ocurriendo “hechos in-aceptables” en sus aulas. El profesor es expulsado del colegio, pero lo ya bailado nadie se lo quita a los estudiantes, han fundado “La Sociedad de los Poetas Muertos” y se dedican a perder el tiempo y gastar sus energías dilapidando horas de sueño para reunirse a leer poesía. Los mozalbetes han descubierto que “Hay personas que viven existen-cias miserables porque desconocen que existe la poesía”. Más, han tomado consciencia de que su existencia mucho tiene de miserable. Han descu-bierto la libertad y sus delicias, aunque hayan sido sólo atisbos. La represión del stablishment: padres y profesores, sobreviene pulcra, despiadada, legalí-sima, pero absolutamente convencida de que va a “salvar a sus jóvenes”. Sin la menor consciencia de

La sociedad de los poetas muertos. Película, es-trenada en 1989 y dirigida por Peter Weir, a largo plazo y a pesar de acusaciones tan graves como la de “melodrama pseudoculterano”, “muestra de exceso de sentimentalismo” y hasta “mercado de lágrimas”, ha terminado por convertirse en una pe-lícula de culto.

La sociedad de los poetas muertos no pretende ocultar lo que podrían ser sus grandes defectos ya anotados, por el contrario, el argumento de la na-rración se sustenta precisamente en la lucha de los adolescentes contra las imposiciones del mundo adulto. El status quo se manifiesta con toda su pre-potencia y su asfixiante autoridad ante un grupo de chicos que, gracias a un profesor de literatura descubren que “la vida está en otra parte” y que sus existencias insatisfactorias y de dura disciplina tanto escolar como familiar (pertenecen a las elites dirigentes y tradicionalistas y orgullosas de su abo-lengo, de alto nivel económico en el primer mun-do, nada más).

Robin Williams como el extraño

profesor John Keating.

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CINE

que los está condenando. Sin la menor considera-ción para la libertad, como suelen ser las derechas o los que creen tener la verdad absoluta.

Pero los niños resisten, la inoculación había sido profunda, amorosa y, lo más importante para un adolescente quizá, divertidísima. Entonces sobre-viene la más terrible tragedia posible. La película ha sido, en ocasiones, considerada un melodrama, es decir, una especie de telenovela cinematográfica. Falso. Es una tragedia. La catarsis de esta tragedia es una reivindicación de la legitimidad de la lucha por la libertad personal y del amor en general, pero no menos del amor al arte, a la poesía.

En La sociedad, hay abundantes referencias a gran número de poetas, como Henry David Thoreau, Lord Tennyson, pero más que a nadie a Walt Whit-man (West Hills, 1819-Camden, 1892. Uno de los más grandes poetas norteamericanos y considera-do como el fundador de la gran literatura de EU). El propio profesor Keating pide a sus alumnos ser llamado “Capitán, oh, mi capitán”, como el poema de Whitman en homenaje para el asesinado pre-sidente Abraham Lincoln. Muchos más versos del bardo norteamericano son citados de manera ex-plícita o “casualmente” introducidos en los diálo-gos: “No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños”. “No dejes que nadie te quite el dere-cho a expresarte que es casi un deber”. “No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre”. “No caigas en el peor de los erro-res: el silencio. La mayoría vive en un silencio es-pantoso”. Y el eje conductor que es la frase “Carpe

diem”, locución latina que aportó Horacio, poeta del siglo I a. C., y que significa literalmente “Cosecha el día” y que, en el contexto del poema de Horacio, aconseja que es imprescindible vivir intensamente cada momento de la vida.

La sociedad del los poetas muertos, 1989, 128 min., dir. Peter Weir. Protagonistas: Robin Williams como John Keating; Robert Sean Leonard como Sean Pe-rry; Ethan Wake como Todd Anderson; Josh Charles como Knox Overstreet. Guión de Tom Schulman. Música de Maurice Jarré. Nominada a cuatro pre-mios de la academia que otorga el Oscar. Obtuvo el Oscar al mejor guión original.

Carpe diem. Frase del poeta romano Horacio. Significa “aprovecha el día“, por

que el tiempo corre y nos abandona. Leit motiv de la película.

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La presente columna presentará en cada número una de las hazañas arquitectónicas de la historia de la humanidad, desde la antigüedad —recordemos que las Siete Maravillas del Mundo son, o fueron, obras de arquitectura sin excepción— hasta las vanguardias del mundo moderno.

Por otra parte, preexiste a la idea arquitectónica, un enorme bagaje de necesidades de múltiples géneros pues la construcción a diseñar común-mente tiene relación muy próxima con el poder, ya sea político, económico o eclesiástico. En cual-quier caso significa que existe una vasta organiza-ción socioeconomicapolítica. La arquitectura pone de manifiesto el espíritu de los pueblos, su refina-miento, su sensibilidad y su grado de desarrollo.

ARQUITECTURA

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Con G de Genio

GENIOS

Wolfgang Amadeus Mozart. Genio musical. Su vida se caracteriza por dos circunstancias contra-dictorias a la vez que inverosímiles: la más conocida es su genialidad fuera de este mundo. Una aptitud para la música que, posiblemente, no se haya visto jamás en la historia de la humanidad. Así es, por-que cuando los niños normales están aprendiendo a hablar más o menos correctamente, el pequeño Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Amadeus Mozart, en 1760, a sus cuatro años de edad, ya componía pequeñas, pero no baladíes, obras musicales. Creaciones del genio nacido el 27 de enero de 1756, en Salzburgo, Austria, realizadas a sus seis años, se conservan como trabajos de un compositor profesional. Y la otra característica tan sobresaliente e inverosímil como su genialidad es la pobreza en que vivió siempre.

Es lamentabilísimo para la humanidad y más para los austriacos coetáneos de Mozart, que el sublime Amadeus haya padecido hambres y haya tenido que llegar al extremo de empeñar algunos de sus bienes para conseguir un médico cuando su ma-dre se encontró gravemente enferma. Los historia-dores afirman (lo que hay que tomar con la debida reserva) que la madre de Wolfgang murió porque no tuvo la atención médica expedita porque los Mozart, padre e hijo, carecían de dinero para pagar al médico.

En los treinta y cinco años, diez meses y ocho días que el divino Mozart estuvo en este mundo, creó más de seiscientas obras, en su mayoría conside-radas como obras maestras de la música sinfónica, concertante, de cámara, para piano, operística y coral. Mozart es el más grande ejemplo del genio no valorado por la gente de su época. La aporta-ción de Wolfgang Amadeus al arte mundial es in-valuable y con su influencia determinó un camino inmejorable para la música en el mundo.De la obra mozartiana puede decirse que no tie-ne pierde, cualquier pieza, sea concierto, sinfonía, ópera, misa, réquiem, minueto, etc., son obras de arte; son sonidos sublimes que sólo pudo crear un superdotado.

Mozart murió sumido en la pobreza y acosado por las deudas. Sus funerales fueron “de tercera cate-goría” y su tumba fue de las consideradas sólo para la clase más humilde, aunque no, como se ha llega-do a decir, que fue sepultado en la fosa común.

*

*En la historia de la humanidad ha habido hombres que pa-recieran de estirpe superior a la humana. Pero, más aún, han realizado, en su paso por esta vida, una obra que ha cambiado al mundo. Ellos son los que prohijaron el progreso de nuestra especie, su sobrevivencia y su hegemonía en el planeta. Son los inmortales, porque su obra se ha impregnado en la huma-nidad y vivirán mientras el género humano exista. Este espacio estará dedicado a rendirles homenaje recordando su legado para bien de la humanidad.

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