van eemeren y grootendorst los actos de habla en las discusiones argumentativas
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Argumentación Jurídica.TRANSCRIPT
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FRANS H. VAN EEMEREN Y ROB GROOTENDORST
Los actos de habla en las discusiones argumentativas
Un modelo terico para el anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de
diferencias de opinin
Traduccin: Mara Elena Molina, Cristin Santibez Yez y Claudio Fuentes Bravo
Revisin tcnica: Critin Santibez Yez
Prlogo a la versin en espaol: Cristin Santibez Yez y Claudio Fuentes Bravo
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Los actos de habla en las discusiones argumentativas
Un modelo terico para el anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de
diferencias de opinin
Frans H. van Eemeren y Rob Grootendorst
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Contenido
Prlogo a la versin en espaol, Cristin Santibez Yez y Claudio Fuentes
Bravo
1. Introduccin
2. El lugar: La Escuela de msterdam
3. ADA como inaugurador de la saga
4. De proyecciones y aplicaciones en el mbito Iberoamericano
5. Es todo materia de alago en la pragma-dialtica?
Bibliografa
Los actos de habla en las discusiones argumentativas
Un modelo terico para el anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de
diferencias de opinin
Captulo 1. La resolucin de disputas sobre opiniones expresadas
1.1. Los objetivos del libro
1.2. Externalizacin de la argumentacin
1.3. Funcionalizacin de la argumentacin
1.4. Socializacin de la argumentacin
1.5. Dialectificacin de la argumentacin
Captulo 2. La argumentacin como acto ilocutivo complejo
2.1. La teora bsica de los actos de habla
2.2. Aspectos comunicativos e interaccionales del lenguaje
2.3. Caracterizacin del acto de habla de la argumentacin
2.4. Puntos de acuerdo y desacuerdo con perspectivas relacionadas
2.5. El acto ilocutivo complejo de la argumentacin
Captulo 3. La argumentacin y el acto perlocutivo de convencer
3.1. El acto perlocutivo de convencer
3.2. La relacin entre ilocuciones y perlocuciones
3.3. Varios tipos de uso de las convenciones
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3.4. La convencionalidad de la perlocucin ilocutiva de convencer
3.5. Externalizacin del efecto perlocutivo de convencer
Captulo 4. La argumentacin en discusiones sobre opiniones expresadas
4.1. Los problemas de analizar discusiones argumentativas
4.2. Discusiones nicas simples
4.2.1. Tipos estndares de disputas y discusiones argumentativas
4.2.2. La resolucin de disputas nicas simples
4.3. La estructura de las discusiones nicas simples
4.3.1. Las etapas de la discusin
4.3.2. La estructura de la argumentacin
Captulo 5. La distribucin de los actos de habla en las discusiones racionales
5.1. Opiniones expresadas, argumentacin y asertivos
5.2. Actos ilocutivos y la resolucin de disputas
5.3. El rol de los actos de habla en las diferentes etapas de la discusin
5.4. El rol de los declarativos de uso
5.5. La interpretacin de los actos de habla
Captulo 6. Premisas inexpresadas en las discusiones racionales
6.1. Premisas inexpresadas y el principio cooperativo
6.2. Deficiencias en las aproximaciones tericas actuales
6.2.1. La aproximacin lgica estndar
6.2.2. La aproximacin presuposicional
6.3. Premisas inexpresadas como implicaturas conversacionales
6.4. Las condiciones de explicitacin de las premisas inexpresadas
6.5. La explicitacin de premisas inexpresadas
Captulo 7. Un cdigo de conducta para los argumentadores racionales
7.1. Una regla general para los actos de habla en las discusiones racionales
7.2. Reglas para la etapa de confrontacin
7.3. Reglas para la etapa de apertura
7.4. Reglas para la etapa de argumentacin
7.5. Reglas para la etapa de conclusin
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Captulo 8. Falacias y cdigo de conducta para los argumentadores racionales
8.1. El tratamiento de las falacias en la literatura prctica
8.2. Premisas inexpresas y el anlisis de las falacias
8.3. Varios tipos de violacin del cdigo de conducta
8.4. El cdigo de conducta y el anlisis de las falacias
8.5. Anlisis de algunas falacias a modo de ejemplo
Bibliografa
ndice de nombres
ndice de temas
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Prlogo a la versin en espaol
Cristin Santibez Yez y Claudio Fuentes Bravo
Centro de Estudios de la Argumentacin y el Razonamiento
Universidad Diego Portales
1. Introduccin
Los actos de habla en las discusiones argumentativas. Un modelo terico para el
anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de diferencias de opinin (en
adelante ADA), es el ttulo del primer libro de la as llamada Escuela de msterdam en
la teora de la argumentacin. Slo este dato debiera bastar para despejar cualquier duda
de la importancia de este texto a la luz del significado que ha cobrado a lo largo de los
aos esta escuela, la teora pragma-dialctica de la argumentacin, y sus principales
creadores, Frans van Eemeren y Rob Grootendorst.
Publicado en 1984 en ingls, este texto es el primer paso, y decisivo
probablemente, de un extenso camino recorrido respecto del que en esta introduccin,
obviamente, no podemos hacer total justicia. Por lo pronto, preguntarse cules son las
coordenadas generales de la Escuela de msterdam que da las condiciones para la labor
intelectual; seguidamente, preguntarse por el lugar exacto que ocupa este texto en la
trayectoria de la teora pragma-dialctica; luego tratar de sealar cun importante es el
texto comparado con otros de los ttulos principales de la Escuela de msterdam; y por
ltimo, discutir algunos de los conceptos clave de este monogrfico y la teora pragma-
dialctica en general de forma crtica; discutir estas dimensiones vinculadas a este texto
sin duda ayudara a enmarcar en algo el alcance de la reflexin de los autores.
2. El lugar: La Escuela de msterdam
La Escuela de msterdam, liderada por Frans van Eemeren y el fallecido Rob
Grootendorst, ha demostrado ser uno de los lugares de mayor produccin y fomento de
la reflexin contempornea en torno a la teora de la argumentacin. Es sede de la
aproximacin normativa a la argumentacin, a la que desde mediados de la dcada de
1970 sus creadores titularon como Pragma-dialctica. Junto a sus lderes, Eveline
Feteris, Bart Garssen, Peter Houtlosser (, 2008), Bert Meuffels, Agns van Rees,
Francisca Snoeck Henkemans, entre otros, han publicado varios libros e impulsado
desde 1986 una de las principales revistas en el rea: Argumentation. No se debe olvidar
que, tambin en 1986, se realiz en msterdam la primera versin del congreso ISSA
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(International Society for the Study of Argumentation), que cada cuatro aos rene a la
mayor cantidad de investigadores del rea.
Aun cuando Frans van Eemeren se ha retirado de la vida acadmica formal,
todava anima e impulsa con fuerza el papel y trabajo de la Escuela de msterdam en
torno a las publicaciones en el rea. La escuela de msterdam se vincula principalmente
con la editorial de la Universidad de msterdam, con la editorial Springer y la editorial
John Benjamin Publishing Company. Con la primera tiene algunos ttulos como Crucial
Concepts in Argumentation (2002), y volmenes editados de jornadas (coloquios y
seminarios); desde el ao 1986, Springer se responsabiliza por la serie Argumentation
Library, cuyo equipo editor est compuesto por van Eemeren, Bart Garssen, Erik
Krabbe, Scott Jacobs, y John Woods, y bajo la cual se han publicado ya 22 ttulos, y
cuyos editores o autores son destacados acadmicos del campo; por su parte, con la
John Benjamin Publishing Company el ao 2005 inauguraron la serie Controversies,
donde se publican textos sobre retrica y argumentacin, desde perspectivas como la
filosofa, la retrica o la lingstica, para dar cuenta del fenmeno de la controversia, en
particular en lo relativo con controversias discursivas cientficas y sociales; y si esto
fuera poco, recientemente en este ao 2012, aaden una nueva revista al rea:
Argumentation in Context.
Se debe hacer notar que la Escuela de msterdam ha sido capaz de reunir en
torno a s varias fuerzas intelectuales de los Pases Bajos, que han contribuido al
desarrollo de la teora pragma-dialctica de la argumentacin. Un caso destacado, es lo
realizado por Erik Krabbe, quien trabaj por aos en el departamento de filosofa de la
Universidad de Groningen, siendo citado profusamente por el vnculo que estableci
entre lgica, dilogo argumentativo y estructuras compromisorias de los actos
dialgicos. Tambin en la Universidad de Groningen, Jan van Laar ha estado
investigando las caractersticas y usos de la ambigedad, y el uso estratgico de la
negacin o prohibicin de avanzar un punto de vista cuando a ste se le atribuyen,
tambin estratgicamente, consecuencias negativas.
En el ao 2009, los cultores de la pragma-dialctica, en particular van Eemeren
y Garssen, asesoraron a colegas del Instituto de Argumentacin, Lingstica y Semitica
de la Universidad de Lugano en la creacin de un programa doctoral que, hasta la fecha,
se dicta ininterrumpidamente, participando activamente en su desarrollo y mostrando,
una vez ms, cmo la Escuela de msterdam ha extendido su modo de trabajo
ayudando a iniciativas similares en el rea. Por supuesto, Frans van Eemeren, el rostro
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ms visible de esta escuela, ha participado como conferencista magistral en
prcticamente todos los congresos del campo de estudio, participa de la mayora de los
comits cientficos de las revistas del rea, y ha guiado tesis como supervisor directo o
lector de los trabajos de estudiantes de distintas universidades europeas y
norteamericanas. Al mismo tiempo, y no menor, es la prctica acadmica de esta
escuela en realizar, aproximadamente dos veces al mes, lo que llaman Coloquios de
Investigacin, en los que participan estudiantes doctorales e invitados internacionales
que presentan tpicos actuales de sus agendas de investigacin, instancia en la que se
genera una genuina discusin intelectual sin reservas crticas.
Ciertamente la lista de logros institucionales es ms larga, pero claramente lo
apuntado da un cuadro del contexto en que se desarrolla la labor acadmica de la teora
pragma-dialctica, y cmo han extendido su presencia.
3. ADA como inaugurador de la saga
Hay un cdigo de conducta argumentativo que los usuarios de un lenguaje natural
utilizan cuando discuten en la vida cotidiana?, estn conscientes de que ellos pasan por
diferentes etapas de discusin cuando debaten con amigos, colegas o familiares?, es
necesario que se preocupen por posibles movimientos falaces? Si estas preguntas
tuvieran que responderse por sujetos inmersos en el flujo cotidiano, ninguna de ellas les
hara sentido alguno. El alegato podra ser que no es claro qu significa cdigo de
conducta argumentativo para discutir crticamente, ni qu beneficio tendra hacer
explcita la distincin de diferentes etapas de una discusin; como tampoco sera claro
qu benificios tendra (o cmo se podra) evitar, y estar en conocimiento de, falacias
argumentativas.
Porque argumentar es de aquellas actividades humanas tan esenciales y
automticas, que observarla como un fenmeno normativo (dimensin contenida en las
preguntas apuntadas) es de difcil aceptacin para el lego, de all su perplejidad con la
insinuacin de la existencia de un cdigo de conducta, de etapas en una discusin, o de
movimientos no admisibles desde el punto de vista de resolver una diferencia de
opinin de forma crtica. Pero precisamente este es uno de los logros de ADA, explicar
de forma sistemtica, y quizs por primera vez en el campo de estudios de la
argumentacin, cmo tal dimensin es connatural al fenmeno, extrayendo los insumos
necesarios para tal explicacin de la lgica, la dialctica, la filosofa del lenguaje y
lingstica pragmtica.
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De la lgica, ADA recoge todos aquellos aspectos bsicos que la historia de la
lgica ha propuesto respecto del funcionamiento del razonamiento deductivo, inductivo
y abductivo. No obstante, el texto avanza en una nueva idea que vincula la dimensin
lgica con la dimensin dialgica de la prctica argumentativa: en el marco de esta
actividad dialgica, y considerando el balance que debiera existir entre parmetros
lgicos y pragmticos, los usuarios deberan alcanzar un mnimo lgico en la
presentacin de sus puntos de vista, esto es, la completud de un argumento (en el caso
de un condicional, el antecedente apropiadamente vinculado con su consecuente). De la
dialctica, sistematizan y enfatizan todos aquellos elementos referidos a la
argumentacin como actividad reglada, desde las formalidades apuntadas por los
desarrollos en dialctica antigua y escolstica, hasta la moderna. De la filosofa del
lenguaje y los avances en lingstica pragmtica, asumen los autores las coordenadas
normativas que se han ido recogiendo del anlisis de la prctica de los usuarios de un
lenguaje natural en el que, obviamente desde la perspectiva de tal usuario, esas
coordenadas normativas funcionan de forma implcita.
Entre estas herencias y desarrollos, ADA constituye la primera presentacin
consistente de lo que se conocer luego como pragma-dialctica. En particular, el lector
entiende los puntos de partida bsicos del encuadre metodolgico-analtico de la teora,
nociones tales como externalizacin, funcionalizacin, socializacin y dialectizacin de
la argumentacin. A medida que se avanza en el texto, el lector tambin comprende por
qu asumir la argumentacin como un acto ilocutivo complejo es una perspectiva
fructfera para apreciar la dimensin normativa de la argumentacin de la mano del
fenmeno convencional del lenguaje (vase captulos 2 y 3). Del mismo modo, desde el
momento en que los autores holandeses distinguen tipos de disputas, formas de
resolucin para esos tipos de disputas y tipos de distribucin de los actos de habla en
tales disputas (caps. 4 y 5), el estudioso de la argumentacin adquiere una potente
herramienta metodolgica para analizar el discurso argumentativo, pero por sobre todo
un marco conceptual a partir del que el fenmeno argumentativo se analiza como un
complejo reglado. A continuacin, los creadores de la pragma-dialctica detallan el
funcionamiento de los materiales del argumento: las premisas, en particular las
implcitas o inexpresas (cap. 6). Si en todos los captulos precedentes los autores
prepararon el contexto para introducir explcitamente la dimensin y forma especfica
para entender lo normativo de la argumentacin, en los captulos siguientes (7 y 8) los
autores tratan de explicar cmo se debe acoplar la necesidad y nocin de regla en la
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prctica argumentativa, ofreciendo la idea de un cdigo de conducta que, valga
sealarlo, se ha mantenido por los aos con ciertos cambios y especificaciones.
Ciertamente, la descripcin de las falacias (cap. 8) en esta teora ha ayudado a muchos
analistas en explicar abusos con el lenguaje, algo no menor en nuestras culturas
discursivas.
Cualquier investigador que ha estudiado la prctica argumentativa est al tanto
del alcance analtico y metodolgico de la teora pragma-dialctica, por lo que ir a sus
bases slo reforzara su opinin positiva. Y al mismo tiempo, cualquier investigador que
se inicie en este mbito vera, a poco andar, la conveniencia de adoptar este ngulo para
el anlisis de la prctica discursiva y comunicativa en general. ADA es, como ya se
sostuvo, el inicio de posteriores esfuerzos por detallar, profundizar, especificar y
extender la teora (vase bibliografa de esta introduccin).
Pero no todo es materia de aceptacin sin contrapeso, en la literatura
contempornea de la teora de la argumentacin, hay voces crticas de gran envergadura
que han hecho escuchar sus objeciones. Antes de bosquejar algunas de ellas, ser
interesante observar algunas proyecciones y usos que la teora pragma-dialctica,
contenida seminalmente en ADA, ha tenido en el mbito Iberoamericano.
4. De proyecciones y aplicaciones en el mbito Iberoamericano
Con cierto retraso respecto de la academia anglosajona, la pragma-dialctica hizo su
aterrizaje en habla hispana cuando ya ADA era un manuscrito algo rudimentario
respecto de publicaciones que agregaron mayores distinciones dentro de la teora (en
particular, van Eemeren y Grootendorst, 1992; van Eemeren, Grootendorst, Jacobs,
Jackson, 1993). Pero desde que ocurri, sus aplicaciones, usos y desarrollos en habla
hispana han proliferado, utilizndose en los estudios del discurso, en el anlisis de la
comunicacin poltica e institucional, en el anlisis de falacias, pero tambin para
efectos de diagnstico de capacidades argumentativas.
Interesantemente, este ltimo es el dominio de trabajo que ha ido creciendo en
Latino Amrica, ya que vincula la preocupacin por el fenmeno en s, pero al mismo
tiempo se le vincula a aspectos educativos para la intervencin pedaggica. Aqu, la
pragma-dialctica se observa como una plataforma normativa a la que se puede referir
con el objeto de tener un estndar a partir del que medir si un individuo (estudiante de
educacin primaria, secundaria o universitaria) puede reconocer, por ejemplo, los
puntos de vista de una discusin, los tipos de esquemas argumentativos utilizados y los
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movimientos falaces en que se incurren o podran incurrir. Ciertamente, la medicin de
los aspectos tericos mencionados variar en nfasis, frmula y orientacin de hiptesis,
de acuerdo con el tipo de prueba o test administrado.
En relacin con el estudio en torno a los esquemas argumentativos, Jlvez
Herrera (2008) procur establecer los ms frecuentes en los textos escritos producidos
por un grupo de estudiantes pertenecientes a tercer ao de enseanza media en Chile.
Un esfuerzo similar se encuentra en Hocevar (2008), al intentar determinar el grado de
competencia argumentativa de alumnos del primer ciclo de la educacin bsica en
Argentina. En una lnea tambin convergente, Meza (2009) trabaj en torno a los
aspectos dialcticos y retricos que emergen en las interacciones argumentativas de
estudiantes de tercer ao de enseanza media de dos establecimientos educacionales de
la Regin de Valparaso, Chile, siguiendo en esto a la teora pragma-dialctica de van
Eemeren y Grootendorst. De naturaleza anloga es, por ejemplo, el objetivo que trabaj
Marinkovich (2000), al procurar establecer el perfil de la competencia de escolares
chilenos en la produccin del discurso escrito, en dos tipologas textuales. Utilizando
explcitamente la nocin de complejidad argumentativa, Padilla y Lpez (2011)
describen el grado de la misma en estudiantes universitarios de humanidades en la
ciudad de Tucumn, Argentina, estableciendo, entre otras conclusiones, que el 40% de
los textos escritos por los estudiantes ni siquiera alcanza el grado mnimo de
Argumentatividad (que ellas midieron en funcin de si el hablante esgrimi
argumentos que respaldaran el punto de vista emitido, teniendo como teln de fondo la
nocin de razones de la pragma-dialctica).
Los usos y proyecciones del encuadre normativo de la pragma-dialctica
pueden combinarse con otros insumos tericos. En particular, si el inters es, desde un
punto de vista normativo, distinguir y analizar las condiciones y parmetros que
permitiran la resolucin crtica de una discusin o diferencia de opinin, estos
parmetros se pueden obtener combinando el modelo pragma-dialctico con el enfoque
de los esquemas argumentativos (Walton, Reed y Macagno, 2008). El vnculo terico
arrojara cinco dimensiones diferentes de competencias. Estas dimensiones, a su vez,
comportan requisitos procedimentales, cognitivos y valorativos que bien utilizados por
un hablante incrementaran su complejidad argumentativa. Estos requisitos se desglosan
del siguiente modo:
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1. El usuario del lenguaje debe ser capaz de declarar con claridad, eficacia y
honestidad la existencia de una controversia o conflicto de opinin.
2. El usuario del lenguaje debe ser capaz de asumir un rol dialctico y defender
un punto de vista asociado por medio de esquemas argumentativos vlidos con el
objetivo fundamental de intentar resolver la disputa por medio de una discusin
argumentativa basada en consensos procedimentales bsicos.
3. El usuario del lenguaje debe ser capaz de profundizar cualitativamente, y/o
incrementar cuantitativamente, la oferta, ante el oponente, de esquemas argumentativos
vlidos para defender el punto de vista asociado al rol dialctico asumido.
4. El usuario del lenguaje debe ser capaz de establecer con claridad, eficacia y
honestidad si la disputa ha sido o no resuelta, actuando en concordancia retirando el
punto de vista defendido en contra de las dudas, o retirando la duda que abri la disputa.
5. El usuario del lenguaje debe ser capaz de identificar con eficacia las
competencias pertinentes a cada fase de la resolucin crtica de un conflicto de opinin
y ponerlas en accin con estrategias o maniobras argumentativas pertinentes y eficaces.
De este modo, la complejidad argumentativa puede ser definida como la
expresin de una serie de sub-competencias necesarias para la adecuacin
argumentativa y comunicativa, puestas de manifiesto por un conjunto de usuarios del
lenguaje comprometidos en la resolucin de una disputa. Un usuario del lenguaje
argumentativamente complejo es aqul que en condiciones naturales (sin mediar
factores externos a la situacin de dilogo razonable como factores coercitivos que
impidan su libre ejercicio), es capaz de resolver conflictos de opinin de manera crtica.
Para resolver realmente una disputa, seala van Eemeren (2002: 55), los puntos que
estn siendo disputados deben convertirse en el tema de una discusin crtica, cuyo
propsito es lograr acuerdos acerca de la aceptabilidad o inaceptabilidad de los puntos
de vista en discusin, averiguando si pueden ser adecuadamente defendidos o no, por
medio de la argumentacin, de la duda o de la crtica.
Desde un punto de vista metodolgico, algunas de estas competencias que
reflejaran complejidad argumentativa, pueden estudiarse y/o verificarse observando la
prctica y produccin argumentativa real de los sujetos (aplicando, por ejemplo, un
focus group o pidiendo la respuesta escrita a tems en una entrevista). Al estudiar los
fenmenos argumentativos que contienen estas dimensiones, se podra no slo dar
cuenta de una ecologa argumentativa especfica, sino adems aportar en la explicacin
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del desarrollo de esta capacidad cognitiva, pero por sobre todo, tendramos insumos
empricos para coordinar diseos de intervencin, complemento y apoyo al
mejoramiento de la capacidad de argumentar en sujetos que estn en etapas cruciales
para pasar a formar parte de grupos y comunidades sociales activas.
Este aspecto social de la argumentacin es fundamental, porque nos hace
observar el nfasis acertado que tuvieron van Eemeren y Grootendorst hacia 1984, el
cual nos permite apreciar con exactitud que la intuicin de vincular la argumentacin
con (o portadora de) la intencionalidad individual se complementa con este mbito
colectivo. No es ocioso repetir que, en tanto actividad colectiva, la argumentacin es
una conducta verbal que se manifiesta en el intercambio crtico de puntos de vista entre
sujetos que admiten diferencias (van Eemeren y Grootendorst, 2004); y que en tanto
conductora de intencin individual, la capacidad de argumentar es utilizada por un
individuo que busca, implcita o explcitamente, hacer que su oyente, entre otras
posibilidades, cambie de opinin o tome determinado curso de accin (van Eemeren y
Grootendorst, 2004; Tindale, 2004). En ambos casos, lo que se pone a prueba, desde el
punto de vista terico y prctico, es la funcin o funcionalidad adherida a la
argumentacin. A partir de las coordenadas socio-culturales de las distintas
comunidades de habla, es razonable esperar que la funcin que un colectivo le otorga a
argumentar varen. As lo han demostrado una serie de investigaciones contemporneas
(Hample, 2005; Hample, Warner y Young, 2009; Hample, Han y Payne, 2010; Ricco y
Sierra, 2011), llevadas a cabo en distintas realidades sociales. De acuerdo con estas
investigaciones y resultados, los hablantes argumentan, por ejemplo, porque buscan
alcanzar beneficios individuales, conducta que est en directa relacin con una cultura
competitiva e individualista, como es el caso entre estudiantes universitarios
norteamericanos (Hample, 2005; Hample, Han y Payne, 2010). De este modo, entre
estos sujetos se apreciara una visin utilitarista de la actividad de argumentar, que se
puede contraponer a otro valor y funcin otorgada a la actividad de argumentar, puesto
que estos investigadores tambin han reportado que ciertos individuos (profesionales de
clase media norteamericana) valoran la argumentacin como una actividad que facilita
el entendimiento y la negociacin.
5. Es todo materia de alago en la pragma-dialctica?
La pregunta puede exponerse de forma crudamente directa: hasta qu punto los nuevos
conceptos y combinaciones de la pragma-dialctica cuentan como progresos tericos?
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No podra ser el caso de que estos conceptos son slo el reempaquetamiento de viejas
ideas?
Las observaciones crticas podran comenzar por apuntar que los cultores de la
teora han puesto demasiado nfasis la estructura terica en desmedro de las
confirmaciones empricas. En cada libro principal de la teora (1992, 1993, 2004, 2009,
2010), han repetido hasta la saciedad que sta tiene cinco componentes, que hay cuatro
etapas analticas en una discusin crtica, que el cdigo de conducta tiene diez
comandos (en el nivel prctico) o quince reglas (en el nivel tcnico), y que los
movimientos falaces son descarrilamientos, etc.
Y no es poco decir que la pragma-dialctica haba dejado de lado su contraste
con la empiria, hasta recientemente, ya que en estos das hay un golpe decisivo en
contra de varias de nuestros puntos de partida en la teora de la argumentacin. Sperber
y Mercier (2011; Mercier, 2011a, 2011b, 2011c, 2011d, y en prensa; Sperber, 2001;
Mercier y Landemore, en prensa; Sperber y Mercier, en prensa), han puesto en duda
todos los avances provenientes de la teora de la argumentacin entre lingistas y
filsofos, al sostener que la argumentacin y la inteligencia corren por mdulos
paralelos y no siempre funcionan de forma coordinada, por lo que los resultados de un
proceso argumentativo no estn determinados por una evaluacin estrictamente crtica
de la mano de una depuracin racional o razonable; del mismo modo, sostienen que los
humanos argumentamos siempre con un sesgo de confirmacin y que la evidencia en
psicologa cognitiva de los ltimos 40 aos muestra que, debido a este sesgo, los
humanos argumentamos aquello que podemos justificar y no lo que podra ser una
mejor opinin o argumento. As concebida la actividad por Sperber y Mercier, y
apoyada por una vasta gama de experimentos y de datos citados por los autores, la
argumentacin no brinda ninguno de los beneficios y funciones positivas que a menudo
se piensa tiene.
Otro punto esencialmente crtico en la teora pragma-dialctica, que sus autores
no han despejado del todo, es todo lo relativo a justificacin epistemolgica de la
normatividad. Siegel y Biro (2008), por ejemplo, sostienen que las normas del modelo
pragma-dialtico no aseguran resoluciones racionales de disputas. Garssen y van Laar
(2010), replican que esta crtica se debe a un error conceptual, porque la resolucin no
es una nocin normativa. Lo que alegan Biro y Siegel es que no se encuentra en la teora
una nocin clara de qu es un buen argumento, puesto que si los autores replican que
buen argumento es aquel que resuelve una diferencia de opinin, ste criterio es slo
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externo a la estructura misma de esta arquitectura del razonamiento, ya que se tratara
de una eficacia pragmtica en vez de una virtud epistmica del argumento, esto es, de la
fuerza probatoria de unas razones respecto de su conclusin, en otras palabras, de su
estatus justificatorio.
Por otra parte, se debe hacer notar que las normas de conducta de la pragma-
dialctica, incluso as como estn expuestas en el libro que ahora introducimos, no son
suficientes para la resolucin de una diferencia de opinin, son claramente necesarias,
pero con ellas no se asegura la total resolucin. Concurren a este evento consideraciones
tales como el lugar de disputa, complejidad argumentativa de los hablantes, tiempo para
la disputa, existencia de intervenciones, etc.
El enfoque pragma-dialctico nos recuerda que el discurso argumentativo es
una forma eminentemente dialctica, esto quiere decir, que no puede desligarse de las
formas de conduccin de una discusin. Las formas de conduccin de una discusin
crtica son diversas, pero restringidas a una criticidad que las diferencia de otras formas
de discusin no mediadas por la racionalidad. La criticidad citada se obtiene por medio
de la razonabilidad, que en el contexto de la discusin crtica no es reducida ni a una
racionalidad instrumental ni al alcance de un acuerdo mutuo culturalmente
determinado (van Eemeren, 2007: 86). Es interesante en este punto recordar que van
Eemeren ha sostenido una opinin ms bien crtica acerca de ciertas ideas de Douglas
Walton, a quien responde (van Eemeren, 2007) diciendo que considerar una brecha
entre lo normativo y lo descriptivo, esto es, entre el hecho argumentativo concreto y el
modelo terico, implica la posibilidad misma de evaluar la conducta argumentativa
concreta en vistas de resolver un conflicto de opinin.
Esta actitud terica tiene un efecto inmediato, posterga el inters por disponer
de nuevas teoras de convergencia que disminuyan la brecha. No obstante, el trabajo
sobre las diversas y complejas maneras en que los participantes de una conversacin
construyen sus argumentaciones de manera espontnea e interactiva en el lenguaje
natural, sigue su curso en la lgica y la lingstica. Se trata sta de un tipo de objecin
frecuente de hallar en eventos acadmicos, al modelo pragma-dialctico de la Escuela
de msterdam. Van Eemeren, ha respondido a las crticas de la siguiente manera:
A diferencia del modelo de discusin crtica y otros modelos ideales -que son
constructos tericos que se basan en reflexiones analticas relacionadas con una
ptima diseccin de algn tipo particular de actividad discursiva- los diversos
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tipos de accin y los eventos de habla asociados, son entidades culturales que se
describen sobre la base de una cuidadosa observacin emprica de la prctica
argumental. Esto significa que aunque la bsqueda del xito y la persistencia de
un nivel de razonabilidad crtica pueden en efecto conciliarse, lo real y lo ideal en
el estudio de la argumentacin nunca debieran ponerse en paralelo. No obstante, si
esto sucediera, ya no sera posible unir la brecha entre lo real y lo ideal, porque
entonces ya no proyectaran la diferencia necesaria (van Eemeren, 2007: 79)
De lo que nos quiere persuadir van Eemeren es lo siguiente: si queremos incluir
consideraciones culturales o cognitivas, ellas necesitan de una descripcin emprica. El
modelo terico de la pragma-dialctica se basa en reflexiones analticas que trasladan
desde un tipo de discurso particular unas formas sistematizables y comunicables. Esto
ltimo es lo que permite, en definitiva, la resolucin de un conflicto de opinin. Nuestro
error sera, entonces, pedirle ms a la teora de lo que ella nos puede entregar.
La investigacin, no obstante, de un modelo que se identifique con un tipo de
idealizacin perfeccionista, es decir, que intenta representar patrones que satisfagan
estndares de racionalidad ms altos de lo que los agentes (doxsticos) reales son
capaces de alcanzar, a diferencia de una idealizacin simplificadora que deja de lado
muchas cosas de las complejidades de la vida real, sera muy relevante para el estudio
de la argumentacin (Hansson, 2000).
Futuros estudios de la argumentacin deberan abocarse a intentar corroborar
experimentalmente, adems de describir el desempeo de las personas frente a la
evaluacin de argumentos falaciosos, la intuicin basal que asume que el procesamiento
de los argumentos es contexto-dependiente, lo que incluye variables cognitivas
corporizadas.
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Los actos de habla en las discusiones argumentativas
Un modelo terico para el anlisis de discusiones orientadas hacia la resolucin de
diferencias de opinin
Captulo 1
La resolucin de disputas sobre opiniones expresas
1.1. LOS OBJETIVOS DEL LIBRO
La gente, probablemente, siempre tuvo diferencias de opinin respecto a
incontables temas, y probablemente siempre las tenga. De hecho, una persona puede en
algn punto haber sostenido una diferencia de opinin consigo misma: puede, por
ejemplo, retomar un tema habiendo cambiado su opinin sobre el mismo. No existe
nada de malo en las diferencias de opinin per se. Incluso si estas se hacen pblicas, no
constituyen una amenaza para la paz mundial: ellas constituyen, ms bien, un ejemplo
interesante de que existe pluriformidad dentro del microcosmos.
De modo que las personas necesitan tratar de eliminar sus diferencias de
opinin, incluso cuando esto generalmente signifique la creacin de otras nuevas
diferencias que reemplacen a las antiguas. De lo contrario, nos aislamos
intelectualmente y corremos el riesgo de terminar en un estado de inercia espiritual y
mental. Cada abandono del status quo intelectual requiere la eliminacin de una o ms
diferencias de opinin.
Para eliminar una diferencia de opinin es importante que se postulen varios
puntos de vista tan claramente como sea posible. Como regla, esto significa que las
personas involucradas en la diferencia de opinin debieran de algn modo verbalizar
sus puntos de vista. En esos casos en los que esto realmente ocurre, la diferencia de
opinin se externaliza y, en principio, se hace posible entonces para cualquiera
establecer -segn su criterio- sobr qu se trata la disputa.
Si quienes participan en la disputa desean resolver sus diferencias de opinin,
ellos tendrn tambin que estar preparados para ingresar en un intercambio de visiones
entr s en lo que concierne a la opinin expresada que se encuentra en el centro de la
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21
disputa.1 En su forma simple esto significa que un usuario del lenguaje, que ha
avanzado un punto de vista en relacin a una opinin expresada debe estar preparado
para defender ese punto de vista, y que un usuario del lenguaje que arroja dudas sobre la
aceptabilidad de este punto de vista debe estar preparado para atacarlo.
En principio, toda diferencia de opinin tiene el potencial para desarrollarse
como una disputa verbalmente externalizada sobre una opinin expresada. Uno slo
puede hablar de una disputa de pleno derecho si un usuario del lenguaje explcitamente
ha arrojado dudas sobre el punto de vista de la otra parte. Los interlocutores pueden
nicamente arribar conjuntamente a la eliminacin de la diferencia de opinin, si ellos
permiten que sta devenga en una disputa adecuada y estn preparados para hacer un
esfuerzo conjunto a fin de resolverla.
Una disputa, entonces, no slo es un desacuerdo comn que debe evitarse en la
medida de lo posible, sino tambin una forma articulada de desunin que debe ser capaz
de hacer (ms o menos modestas) contribuciones al progreso intelectual. El objetivo
primordial de los interlocutores que se embarcan en una disputa de este tipo es
resolverla, incluso si esto puede significar que, como resultado, surjan nuevas
diferencias de opinin, las cuales a su vez puedan devenir en puntos de partida para
posteriores disputas. Idealmente, la resolucin de disputas no posee un carcter
definitivo, pero es un estadio intermedio (el cual tiene, por definicin, una naturaleza
provisional o temporaria) en un proceso continuo de crecimiento intelectual.
Para que las disputas se resuelvan de un modo que sea intelectualmente
satisfactorio, debe producirse un intercambio de visiones entre los interlocutores en la
forma de una discusin. En una discusin de este tipo, los participantes deben avanzar
afirmaciones en las cuales los puntos de vista sometidos a discusin se ataquen y
defiendan. Esto es lo que llamamos una discusin argumentativa.
En una discusin argumentativa los participantes intentan convencerse unos a
otros acerca de la aceptabilidad o inaceptabilidad de una opinin expresada en la
discusin por medio de afirmaciones argumentativas. Estas estn diseadas para
justificar o refutar una opinin expresada satisfaciendo al oyente.
1 Debemos, en cada momento, referirnos a los usuarios del lenguaje que participan en intercambios
verbales de ideas sobre una opinin expresada como hablantes y oyentes. Nuestras observaciones sobre
las contribuciones hechas por los hablantes y los oyentes se aplica tambin, mutatis mutandis, a los
escritores y a los lectores. Quizs no siempre formulemos esto claramente, del mismo en el que no
estableceremos constantemente si los usuarios del lenguaje implicados son hombres o mujeres, jvenes o
viejos, ricos o pobres y as sucesivamente.
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22
Avanzando afirmaciones argumentativas, los interlcutores indican su intencin
conjunta de encontrar una solucin a la disputa. Al argumentar, ellos demuestran su
conviccin de que la aceptabilidad de una opinin expresada no depende de prejuicios,
tradiciones y emociones incontrolables, sino de justificaciones y refutaciones racionales.
Los prejuicios y dems pueden, por supuesto, jugar un papel en la discusin, pero este
papel nunca puede ser decisivo.
El rol crucial asignado al lenguaje argumentativo en la resolucin de disputas
sobre opiniones expresadas no previene o evita la ocurrencia de otras formas de uso del
lenguaje en las discusiones argumentativas. Por ejemplo, las preguntas argumentativas,
las solicitudes de precisin y las explicaciones de puntos poco claros, pueden tener una
funcin til a la hora de ayudar a resolver la disputa. En ltima instancia, sin embargo,
la resolucin depende de la argumentacin desarrollada.
El lenguaje usado en las discusiones puede estudiarse desde varios ngulos. El
nuestro est determinado por nuestro terreno de la teora de la argumentacin, y esto
implica que estamos particularmente interesados en aspectos del lenguaje en discusiones
que resulten relevantes a la resolucin de disputas sobre opiniones expresadas, y en
mtodos que puedan contribuir a la mejora de la prctica de la discusin. Esta
orientacin prctica y normativa es la raison de tre del presente trabajo. No obstante,
no es nuestra intencin abordar la previsin de un mtodo que todo lo abarque y que sea
aplicable inmediatamente a la resolucin de disputas por medio de las discusiones
argumentativas.
En nuestra visin, primero es necesario desarrollar una concepcin terica del
uso del lenguaje en discusiones, de modo que se haga posible establecer cules son los
principales problemas que, con mayor frecuencia, se presentan en la resolucin de
disputas y cmo stos pueden resolverse. Esta es la nica forma en la cual puede
establecerse una fundamentacin adecuada que sirva como redaccin, borrador o gua
de consejos apropiados para los usuarios del lenguaje.
En todo caso, nuestra exposicin terica de las discusiones argumentativas
deber ofrecer una solucin a los siguientes problemas:
I. La teora de los actos de habla es el mejor instrumento analtico desarrollado
hasta nuestros das dentro de la pragmtica descriptivo-interpretativa. Los
tericos de los actos de habla se han concentrado principalmente en el
anlisis de los actos ilocutivos. Usualmente se considera que la
argumentacin cae bajo el dominio de los actos ilocutivos, pero en algunos
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23
aspectos importantes difiere de otros actos de este tipo. Ms an, las
condiciones que deben cumplirse para una correcta ejecucin del acto de
habla de la argumentacin todava no se formularon en ninguna parte. La
pregunta es, entonces, si la argumentacin debe ser tratada en efecto como un
acto ilocutivo, y qu condiciones puede considerarse que deberan cumplirse
si una serie de enunciados se concibe como una argumentacin.
II. Los tericos de los actos de habla, hasta la actualidad, han prestado poca
atencin a los actos ilocutivos. Sin embargo, la argumentacin es un intento
por convencer al oyente acerca de la aceptabilidad o inaceptabilidad de una
opinin expresada, y convencer es un acto perlocutivo. La relacin entre los
actos ilocutivos y perlocutivos no es tan clara, por lo que tampoco es tan
evidente cmo se conecta la ejecucin del acto de habla de la argumentacin
con la bsqueda de un efecto perlocutivo especfico. La cuestin, entonces,
reside en cmo puede caracterizarse mejor la relacin entre la ilocucin
argumentar y la perlocucin convencer.
III. A fin de ser capaces de realizar una evaluacin responsable de las
contribuciones a la discusin, los usuarios del lenguaje deben ser capaces de
analizar las discusiones argumentativas. Esto requiere un instrumento
analtico que actualmente no se encuentra todava disponible. Dicho
instrumento deber posibilitarnos extraer lineamientos para establecer cmo
se ha desarrollado la discusin y qu rol tuvo cada parte en la resolucin de la
disputa, y puede solo desarrollarse sobre la base de una concepcin terica
adecuada acerca de una discusin racional. La pregunta, entonces, consiste
en si una concepcin terica de una discusin racional puede proveer un
instrumento de anlisis que nos posibilite extraer o inferir lineamientos
adecuados para el anlisis de las discusiones argumentativas.
IV. Las contribuciones a la resolucin de una disputa que se hacen dentro de las
discusiones en el discurso coloquial no siempre son explcitas. La
argumentacin puede contener premisas implcitas que requieren ser
consideradas para una valoracin adecuada de la argumentacin. La literatura
ha prestado atencin a las premisas inexpresadas de varias maneras, pero las
aproximaciones ms comunes resultan igualmente intiles a la hora de
indicar qu afirmaciones deben ser consideradas como premisas implcitas o
inexpresadas en cualquier argumentacin particular. La pregunta aqu, por lo
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24
tanto, es qu aproximacin al uso no explcito del lenguaje puede
posibilitarnos extraer adecuados lineamientos para la externalizacin de
premisas inexpresadas.
V. No todos los actos de habla que los interlocutores realizan en el discurso
coloquial dentro de una discusin contribuyen a la resolucin de una disputa.
Por ende, es necesario establecer reglas para el modo en el que los usuarios
del lenguaje deben comportarse en las discusiones.2 Estas reglas deben
indicar cules son los actos de habla permitidos en una discusin racional. En
conjunto, ellas constituyen un cdigo de conducta para argumentadores
racionales. Varios autores han propuesto reglas que persiguen la racionalidad
de las discusiones, pero todava no est claro exactamente qu actos de habla
pueden ejecutarse en una discusin racional. La cuestin radica, entonces, en
cmo puede formularse un cdigo de conducta que asegure que, en las
discusiones sobre opiniones expresadas los usuarios del lenguaje se
comporten como argumentadores racionales.
Continuando sobre estos cinco problemas, debemos formular ahora los objetivos
del presente libro del siguiente modo:
1. Clarificar qu tipo de actos de habla se ejecutan
cuando se desarrolla o avanza una argumentacin, y
qu condiciones debe esperarse se cumplan si tales
actos se ejecutan.
2. Clarificar la relacin entre la ejecucin del acto de
habla de la argumentacin y el efecto perlocutivo de
2 Es posible distinguir entre varios tipos de reglas para el uso del lenguaje. Panet (1980), quien denomina
colectivamente estrategias a los varios tipos de reglas de uso, indica en Les stratgies pragmatiques cmo es posible distinguir estos tipos de otros no slo conceptualmente, sino tambin
terminolgicamente. En todo caso, es posible distinguir entre reglas gramaticales para la ejecucin de
actos de habla, reglas para la conducta de la argumentacin, y reglas para la ejecucin de operaciones
lgicas. Las reglas para la conducta de la discusin que formularemos aqu conciernen todos los aspectos
de uso. No obstante, no haremos ms distinciones entre tipos de reglas, sino que usaremos el trmino
regla como una categora general para cada tipo de regla de uso que posea las caractersticas delineadas
por Gumb en Rule-Governed Linguistic Behaviour (1972: 37-44). Nuestras reglas no intentan ser
regulaciones obligatorias que establezcan de una vez y para siempre lo que deben hacer los usuarios del
lenguaje en las discusiones argumentativas. Deben observarse ms bien como sugerencias para los
usuarios del lenguaje que deseen resolver diferencias sobre opiniones expresadas mediante discusiones
argumentativas. Tan pronto como mejores alternativas se encuentren disponibles, estas reglas deben
reemplazarse.
-
25
que el oyente acepte o no una determinada opinin
expresada.
3. Establecer lineamientos para el anlisis de las
discusiones argumentativas.
4. Establecer lineamientos para la explicitacin de
premisas inexpresadas.
5. Formular reglas para un cdigo de conducta til a los
argumentadores racionales.
1.2. EXTERNALIZACIN DE LA ARGUMENTACIN
El lenguaje argumentativo puede hacerse objeto de estudio en varios sentidos y
es posible comenzar desde cualquiera de estas numerosas y diferentes concepciones
sobre argumentacin. Creemos que las visiones sobre argumentacin que influenciaron
las investigaciones sobre este tema en las ltimas dcadas son inadecuadas, y esperamos
mostrar qu concepciones constituyen una aproximacin adecuada al lenguaje
argumentativo.
A diferencia de los lgicos, los tericos de la argumentacin se ocupan
primordialmente de la argumentacin en el discurso coloquial. Esto significa que el
objeto de sus investigaciones no est constituido por combinaciones de premisas y
conclusiones formuladas con la ayuda de smbolos formales cuyo significado se
establece inequvocamente de antemano, sino por constelaciones de afirmaciones
efectuadas por los usuarios del lenguaje que, en principio, pueden significar ms de una
cosa y que deben ser interpretadas por los usuarios del lenguaje. Otra diferencia
importante es que los tericos de la argumentacin, a diferencia de los lgicos, conciben
la argumentacin como una forma del lenguaje que se disea, en principio, para
convencer a otros usuarios del lenguaje acerca de la aceptabilidad o inaceptabilidad
de una determinada opinin expresada. Esto implica que ellos asumen que las
afirmaciones que constituyen la argumentacin poseen una funcin comunicativa e
interaccional (o interactiva) especfica y no sirven solamente para demostrar que una
determinada conclusin se desprende de determinadas premisas.
Estas diferencias no son absolutas. Ellas apuntan a una diferencia en
orientacin, pero las diferentes orientaciones no son necesariamente exclusivas. De
hecho, la aproximacin lgica y la aproximacin de la teora de la argumentacin, en
principio, pueden complementarse muy bien. Ms an, las diferencias en orientacin
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26
significan que el objeto de estudio se aborda de forma distinta y que se establecen
diferentes prioridades (cf. van Eemeren, Grootendorst y Kruiger, 1983, cap. 2.3). Por lo
tanto, debemos comenzar estableciendo cules son las aproximaciones a la
argumentacin que consideramos ms apropiadas de acuerdo a los propsitos de la
teora de la argumentacin.
Para ser capaces de examinar la argumentacin adecuadamente debemos
primero ofrecer algunas explicaciones respecto a un nmero de trminos fundamentales
como, por ejemplo, opinin expresa, punto de vista, y la expresin juez racional.
Usamos el trmino opinin expresa para referirnos al tema de la
argumentacin. Las opiniones expresadas pueden referirse a hechos o ideas (incluso a
teoras completas), pero tambin pueden referirse a acciones, actitudes y as
sucesivamente. Ellas pueden ser positivas, pero tambin pueden ser negativas. Por
ejemplo, su renuncia es inevitable y su renuncia no es inevitable pueden ambas
funcionar como opiniones expresas. Debido a que las opiniones expresas consisten de
proposiciones (negativas o de otro tipo), se expresan en el acto de habla sobre el cual se
despliega la argumentacin.
Con el trmino punto de vista hacemos referencia a una actitud (externalizada)
por parte de un usuario de lenguaje respecto a una opinin expresa. Supongamos que
dos usuarios del lenguaje han ledo en alguna parte la afirmacin las mujeres tienen su
propia lgica, y uno de los usuarios concuerda con esta afirmacin, mientras que el
otro no. Ellos podrn expresar esto diciendo, por ejemplo, pienso que es cierto que las
mujeres poseen su propia lgica o pienso que no es cierto que las mujeres posean su
propia lgica. En este caso, ellos han avanzado un punto de vista (uno positivo, el otro
negativo) en relacin a una opinin expresada positivamente. Un punto de vista positivo
expresa un compromiso positivo y un punto de vista negativo manifiesta un compromiso
negativo respecto a una opinin expresa.
Con la expresin juez racional nos referimos a los usuarios del lenguaje a
quienes el orador concibe como el evaluador de lo que est diciendo. La argumentacin
avanzada o desarrollada en defensa de un punto de vista se disea para justificar,
satisfaciendo a un juez racional, la opinin expresada que se relaciona con el punto de
vista, y la argumentacin que se desarrolla en defensa de un punto de vista negativo se
disea para refutar la opinin expresada, satisfaciendo a un juez racional. Los usuarios
del lenguaje que avanzan una argumentacin presuponen, en principio, que sus oyentes
son jueces racionales en el sentido de que ellos intentarn hacer un abordaje lo ms
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27
adecuado posible respecto de la aceptabilidad o la inaceptabilidad de la argumentacin,
es decir, se supone que ellos juzgarn la argumentacin en base a las contribuciones
que sta realiza a la resolucin de la disputa.
Uno de los rasgos ms caractersticos de nuestro enfoque a la argumentacin
radica en el nfasis que ponemos en la externalizacin, es decir, en la comunicacin
verbal del tema que debe investigarse. Creemos que la teora de la argumentacin debe
ocuparse de las diferencias de opinin y de los esfuerzos por resolver disputas sobre
opiniones expresadas por medios verbales. Esto significa que los tericos de la
argumentacin deben ocuparse de las opiniones expresadas y de las afirmaciones
argumentativas y no primordialmente de los pensamientos, las ideas y los motivos que
subyacen en ellas.
Tambin creemos que es necesario prevenir una internalizacin del tema de
investigacin, puesto que esto devolvera la argumentacin a eras filosficamente
extintas tales como el auge de los significados o incluso el auge de las ideas (cf.
Hacking, 1975). Tal recada slo puede evitarse si no se requiere mayormente a los
usuarios del lenguaje que abran su interior, sino tambin si los tericos, en particular,
garantizan que se evite el psicologismo. Esto quiere decir que uno debe partir de lo que
dicen los argumentadores y que uno debe concentrarse en los actos de habla ejecutados
(ya sea implcita o explcitamente) por los usuarios del lenguaje.
Por objetivos particulares, por ejemplo, en la discusin de aspectos de
significado comn de determinadas afirmaciones puede, a veces, resultar intil referirse
a los pensamientos y a las ideas expresadas por los hablantes. En este caso, sin
embargo, es importante mantener en mente que uno lidia con ideas y pensamientos
deducidos a partir de las afirmaciones o los enunciados de los hablantes mediante la
abstraccin de una forma particular de expresin.3
Trminos como pensamientos o ideas tambin pueden considerarse como
indicadores de primitivos psico-pragmticos, los cuales nos permiten hablar
significativamente sobre fenmenos que estn especficamente conectados con las
personas. En algunas ocasiones, como cuando nos referimos a los actos de habla, ser
difcil hacerlo sin referirnos a estos primitivos psico-pragmticos como, por ejemplo,
3 Cf. Kamlah y Lorenzen (1973: 86-93, 129-145).
-
28
intencin.4 Sin embargo, uno entonces debe estar alerta sobre los riesgos de reificacin
y evitar atribuir a primitivos tales como intencin, una existencia propia y presentarlos
como fuerzas que operan independientemente.
No ms uno haya investido a los primitivos psico-pragmticos, tales como
intencin, pensamientos o ideas, con una existencia que es independiente de toda
forma verbal de expresin, puede dar la impresin de que postulando tales primitivos es
posible alcanzar alguna revelacin de lo que la gente en efecto tiene en mente por
medio de intenciones, pensamientos o ideas, cuando formulan afirmaciones particulares.
El contenido de las intenciones, pensamientos o ideas postuladas se determina mediante
la informacin comunicada por los hablantes (ya sea verbalmente o de otro modo). Esto
significa que en el estudio de la argumentacin slo es permisible usar primitivos psico-
pragmticos que estn directamente relacionados con las afirmaciones.
Nuestra razn para hacer de esto una cuestin de principios consiste en luchar
para que la externalizacin del tema a investigar sea anloga a la razn brindada por
Popper en Objective Knowledge para la formulacin verbal de teoras: slo una teora
formulada puede ser objeto de una discusin crtica; una teora que slo es sostenida no
se presta por s misma a una discusin (1972: 31-66). A esto Popper aade las
consecuencias de su aproximacin a los problemas:
Uno de mis principales mtodos de aproximacin, cuando
existen problemas lgicos en cuestin, radica en traducir todos los
trminos subjetivos o psicolgicos, especialmente creencias, etc., a
trminos objetivos. Por ende, en lugar de hablar de una creencia, yo
hablo, refiero, a una afirmacin o a una teora explicatoria: y en
lugar de justificacin de una creencia, yo hablo de justificacin de
afirmacin de que una teora es cierta, etc. (1972: 6).
Creemos que se necesita una objetivizacin similar para una aproximacin a
los problemas relativos a la argumentacin y que sta debe alcanzarse a travs de la
externalizacin.
Muchos autores que escribieron sobre argumentacin se refieren con
asombrosa facilidad a pensamientos, ideas, motivos que pueden atribuirse a los
4 En Language and Philosophy, Hartnack seala que el concepto de intencin es indispensable en la
adquisicin de una perspectiva sobre el uso del lenguaje. l postula que tener intenciones es una
condicin necesaria para ejecutar actos ilocutivos (1972: 32).
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29
usuarios del lenguaje, sin dejar bien en claro en base a qu fundamentos puede hacerse
esto fcilmente. Concebimos a este como uno de los peligros inherentes al
practicismo. Si uno comienza exclusivamente a partir de los problemas que perciben
los usuarios del lenguaje, o que piensa ellos perciben, en la prctica de la
argumentacin, a causa de la perspectiva elegida, uno corre el riesgo de adoptar no slo
los problemas por s mismo, sino tambin, junto con ellos, las definiciones
problemticas frecuentemente psicologistas y de otro modo subjetivas de los usuarios
del lenguaje.
Una aproximacin terica es preferible no slo porque tiene una perspectiva
que nos permite distinguir lo relevante de lo irrelevante (cf. Feyerabend, 1977), sino
tambin porque los problemas tienen que formularse de modo que sean suficientemente
interesantes. La externalizacin, tal y como la defendemos, no avanza lo suficiente
como para cumplir con este requisito y, por lo tanto, necesita una complementacin
terica.
1.3. FUNCIONALIZACIN DE LA ARGUMENTACIN
Una segunda caracterstica de nuestra aproximacin es el nfasis que ponemos
sobre la funcionalizacin, es decir, sobre el tratamiento del tema de la investigacin
como una actividad con propsito o intencionada. Puesto que la argumentacin consiste
en hacer afirmaciones, creemos que el pensar tericamente sobre la argumentacin
debera ocuparse no slo de la estructura de una constelacin completamente
argumentativa, sino tambin de la argumentacin en tanto actividad verbal. Esto implica
que los tericos de la argumentacin deberan observar la argumentacin como un
proceso de uso del lenguaje que sigue su propio camino slo si se han cumplido ciertas
condiciones en la ejecucin del acto de habla de la argumentacin.
En nuestra aproximacin, la argumentacin no se trata simplemente como un
producto constituido por una constelacin de afirmaciones, sino tambin como un
proceso. Se preserva aqu, deliberadamente, la ambigedad proceso/producto puesta de
manifiesto en el uso coloquial de la palabra argumentacin. Argumentacin refiere tanto
al proceso de hacer afirmaciones a fin de defender un punto de vista (No me
interrumpas antes de que haya acabado mi argumentacin), como al producto que
resulta de dicho proceso (Ahora que la reviso de nuevo, s veo puntos dbiles en su
argumentacin). Debido a que este proceso de avanzar una argumentacin es una
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actividad con propsito (voluntaria o intencionada), la argumentacin debe concebirse
como una forma de accin verbal.
Popper (1972: 237) concibe la funcin argumentativa como la funcin ms
importante del uso del lenguaje. No hay necesidad de ir tan lejos como esto para
encontrar extrao que los estudiosos de la argumentacin generalmente hayan apenas
prestado atencin a los rasgos especficos de la argumentacin como forma del
lenguaje. Probablemente, en principio, debido a la influencia de una tradicin inspirada
por los lgicos, la argumentacin se present frecuentemente de forma aislada como un
producto abstracto bastante separado del lenguaje. Por esta razn, Fogelin habla de esta
conexin de la argumentacin en el sentido de los lgicos (1978: v). En algunas
ocasiones, esta aproximacin unilateral incluso parece resultar en que la argumentacin
sea concebida como nada ms que una deduccin lgica que, como fuese, slo estaba
redactada en el discurso coloquial y era difcil de evaluar debido a las imperfecciones
del discurso coloquial mismo. Grice denomina formalista a este enfoque,
caracterizndolo de la siguiente forma:
Desde un punto de vista filosfico, la posesin por parte de las
contrapartes naturales de aquellos elementos en sus significados, que
ellas no comparten con los correspondientes dispositivos formales, se
concibe como una imperfeccin del lenguaje natural; los elementos en
cuestin son indeseablemente execrables (1975: 42).
Haack explica que aquellos que adhieren a la opinin de que la forma
gramatical de una sentencia recalcitrante en el discurso coloquial debe concebirse
como un indicador de su forma lgica, adhieren a la tesis de la forma engaosa (1974:
53).5 En Philosophy of Logics, ella explica que tales personas equivocadas fallan a la
hora de reconocer:
Algo como esto: los sistemas lgicos formales apuntan a
formalizar los argumentos informales, a representarlos con precisin,
5 Janik y Toulmin (1973) sealan en Wittgensteins Vienna que fue la visin de Russell la que concili la
forma lgica real por medio de la engaosa capa gramatical de los lenguajes naturales, y que esta forma
lgica hizo la mejor justicia al expresarse en el lenguaje simblico de la lgica en Principia Mathematica.
Ellos citan a Wittgenstein, quien consider que el principal mrito de Russell reside en haber demostrado
que la aparente forma lgica de una sentencia necesita ser forma lgica real. Cf. tambin con Passmore
(1972: 424-5). La visin de Russell todava es ampliamente aceptada.
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31
rigurosidad y trminos generalizables; y un sistema lgico formal
aceptable debe ser tal que, si un argumento informal determinado se
representa en l por medio de determinado argumento formal, entonces
ese determinado argumento formal debe ser vlido en el sistema slo en
el caso de que el argumento informal sea vlido en el sentido extra-
sistemtico (1978: 15).
En nuestra perspectiva, sta es una de las desventajas que pueden vincularse a
los resultados de una aproximacin puramente producto-orientada a la argumentacin.
En la filosofa del lenguaje ideal, existe una tendencia a pasar por alto el hecho de que
la argumentacin en el discurso coloquial siempre est comprometida, y siempre lo
estar, con las convenciones especficas que se aplican al uso ordinario del lenguaje
coloquial. El resultado de esto es que cualquier aproximacin a la argumentacin que se
base en esta filosofa, y slo en ella, est y estar destinada a ser defectiva.
Lambert y Ulrich sealan otra desventaja que puede resultar de esta
aproximacin puramente producto-orientada a la argumentacin. Ellos observan que un
efecto del nfasis puesto en la evaluacin lgica de los argumentos reside en que se
presta insuficiente atencin a los problemas de reconocer y clarificar la argumentacin
en un sentido coloquial del lenguaje, de modo que, a su vez, la argumentacin se
entiende imperfectamente. Por lo tanto, ellos introducen un procedimiento paso por
paso para identificar un argumento en el discurso cotidiano, extrayndolo, y luego
parafrasendolo en el idioma formal (1980: x). Es curioso, incidentalmente, que a
pesar de que ellos se adentran en el asunto de la variacin estilstica en el uso del
lenguaje, ellos prestan poca atencin a la funcin de la variacin estilstica en la
comunicacin y en la interaccin.
Una aproximacin producto-orientada a la argumentacin no provee ninguna
explicacin de las condiciones que deben cumplirse para que una constelacin de
enunciados cuente como una argumentacin. Esto ocurre ya que la argumentacin no se
trata para nada como una forma de lenguaje (cf. Fogelin, 1978: v). En una aproximacin
producto-orientada, uno corre el riesgo de empantanarse en un estructurismo y, desde
nuestra perspectiva, ste es un riesgo que slo puede evitarse mediante la
funcionalizacin del tema o sujeto de la investigacin y mediante el tratamiento de la
argumentacin como un acto de habla.
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32
1.4. SOCIALIZACIN DE LA ARGUMENTACIN
Un tercer rasgo de nuestra aproximacin a la argumentacin es el nfasis que
ponemos sobre la socializacin, es decir, sobre el tratamiento del tema de investigacin
comunicativa e intencionalmente. La argumentacin es un intento por convencer a un
juez racional acerca de la justicia de un punto de vista particular en relacin a la
aceptabilidad de una opinin expresada. Un argumentador que se compromete en una
argumentacin se orienta en principio hacia otro usuario del lenguaje que, se supone,
asume la posicin de juez racional. El usuario del lenguaje que cumpla con el rol
comunicativo del oyente, en principio, tiene derecho, si no est todava convencido, a
reaccionar en contra de esta argumentacin y a actuar l mismo como orador, por lo que
se inicia el dilogo. En nuestra perspectiva esto significa que la argumentacin debe
observarse como parte de un proceso bilateral.
Esto tambin puede aplicarse nicamente donde una persona se compromete: si
un usuario del lenguaje duda de su propio punto de vista y, si tcitamente desacuerda
consigo mismo sobre la aceptabilidad de una opinin expresada, entonces efectivamente
tenemos dos partes que adoptan diferentes puntos de vista en relacin a una opinin
expresada. Esto puede hacer surgir un dilogo interno. Incluso en este caso especial
alguien debe ser convencido, por lo que podremos hablar de un proceso social o
bilateral. La auto-consulta, en este caso, generalmente ocurre cuando se necesita
anticipar la posible reaccin de los otros, lo cual hace ms obvia la naturaleza social de
la argumentacin.
En el caso de una argumentacin que es exitosa en todos los mbitos, el oyente
se convence en el sentido de que acepta o rechaza la opinin expresada a la que se
refiere la argumentacin. Esto significa que, en ese caso, la argumentacin, con fuerzas
que convencen, se transforma en un todo indivisible. Esto puede consistir en
argumentacin a favor y en la aceptacin de la opinin expresada, o en contra-
argumentacin y en rechazo de la opinin expresada. Aqu se involucran dos usuarios
del lenguaje, cada uno de los cuales acta al menos una vez como orador y al menos una
vez como oyente. Un intento exitoso por convencer, en el cual el intercambio de roles
comunicativos tenga lugar una sola vez, conforma la unidad ms pequea de dilogo
completo de la argumentacin, donde el intento por convencer al otro resulta exitoso.
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33
La Figura 1.1. es una representacin esquemtica de esta unidad mnima.
Argumentacin a favor
Orador1 Oyente1
Contra-argumentacin
A B
Aceptacin
Oyente2 Orador2
Rechazo
Figura 1.1. La unidad ms pequea y completa de argumentacin donde el intento de
convencer al otro resulta exitoso
Si un usuario del lenguaje A asume el rol comunicativo de orador y el usuario
del lenguaje B el del oyente, entonces en una discusin verbalmente externalizada, con
argumentacin exitosa, el usuario del lenguaje B debe a su vez asumir el rol de orador y
aceptar o rechazar la opinin expresada, y el usuario del lenguaje A debe asumir el rol
de oyente.
En la prctica, por supuesto, generalmente se da el caso de que el oyente no se
convenza de inmediato, por lo que continuar una serie de dilogos como estos que
estn relacionados los unos con los otros de diversas maneras. Una discusin puede
contener un gran nmero de subdiscusiones y todas ellas pueden contener
argumentaciones. La principal cuestin aqu reside en el hecho de que muchas
discusiones pueden contener dilogos argumentativos de mayor complejidad que el
dilogo mnimo.
A menudo los oyentes no aceptarn o rechazarn una opinin expresada
inmediatamente despus de que el orador haya avanzado su primera argumentacin,
sino que requerirn posteriores argumentaciones (o ms informacin). Si el oyente pide
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al orador argumentos que apoyen las afirmaciones realizadas en su argumentacin
original, esto entonces funciona como opiniones expresadas. Si el oyente le pide al
orador que brinde argumentos frente a las objeciones que l ha realizado en contra de la
argumentacin del orador (o en contra de parte de ella), entonces esas objeciones a su
vez se convierten en opiniones expresadas. Por ende, habr toda clase de patrones de
dilogos interrumpidos ms o menos complejos, de los cuales brindamos dos ejemplos
en la Figura 1.2.
Usuario del
Lenguaje A
Usuario del
Lenguaje B
Usuario del
Lenguaje A
Usuario del
Lenguaje B
Disputa
original
Orador1 +/O1 Oyente1
-/O1
Orador1 +/O1
Oyente1
-/O1
Oyente2 +/O1? Orador2
-/O1?
= Oyente2 +/O1?
Orador2
-/O1?
= Orador3 U1.U2 Oyente3
= Orador3 U1.U2
Oyente3
= Oyente4 U1? Orador4
= Oyente4 T1
Orador4
= Orador5 V1.V2 Oyente5
= Orador5 T1?
Oyente5
= Oyente6 aceptar O1 Orador6
rechzar O1
= Oyente6 W1.W2
Orador6
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= Orador7
= Orador7 aceptar O1
Oyente7
Rechzar O1
=Orador8
+/O= punto de vista positivo en relacin a O
-/O= punto de vista negativo en relacin a O
O?, U?, T?= pedidos de argumentacin a favor de O,U,T.
Figura 1.2. Ejemplos de dilogos argumentativos interrumpidos
La imagen brindada en la Figura 1.2. est de alguna manera simplificada y no
expresa realmente el hecho de que A y B no son nicamente usuarios del lenguaje que
asumen alternativamente los roles comunicativos de orador y oyente, sino que tambin
son partes en una disputa que, en principio, juegan roles interaccionales (o
interactivos) de oposicin en el dilogo. Esto se expresa mejor mediante la
representacin de la argumentacin en una tabla de dilogo. Eso es lo que hicimos en la
Figura 1.3.
Antagonista
B
Protagonista
A
Antagonista
B
Protagonista
A
Disputa
original
1.
2. (~X) ?
~X Disputa
original
1.
2. (~X) ?
~X
3.
4. Z ?
5.
6. ~X
(Z>~X). Z
Z
3.
4. ~Z
5.
6. ~X
(Z>~X). Z
(Y>Z). Y
Figura 1.3. Ejemplo de tabla dialgica argumentativa
En ambas tablas en la Figura 1.3., el usuario del lenguaje A asume el rol
interaccional (o interactivo) de protagonista de un punto de vista positivo en relacin a
una opinin expresada, y el usuario del lenguaje B el rol interaccional (o interactivo) del
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antagonista. En estos dilogos A defiende un opinin expresada negativa (~X),
mientras B expresa sus dudas en relacin a la aceptabilidad de ~X.
En el tercer movimiento, A brinda argumentos a favor de ~X. En la tabla de la
izquierda, el usuario del lenguaje B expresa, en el cuarto movimiento, sus dudas acerca
de la aceptabilidad de uno de los enunciados o afirmaciones (Z) que vienen a apoyar la
argumentacin de A. En la tabla sobre la derecha, l hace una objecin (en el
movimiento 4) mediante la afirmacin del opuesto de ese enunciado o afirmacin, a
saber: ~Z. En el quinto movimiento, A justifica la afirmacin atacada en la tabla
derecha por medio de la argumentacin: (Y>Z).Y. En la tabla sobre la izquierda, l trata
de hacer o volver la afirmacin aceptable a travs de un mtodo distinto (afirmacin de
Z). Ambas maniobras son evidentemente suficientes para convencer a B acerca de la
aceptabilidad de la opinin expresada.
La descripcin de los dilogos argumentativos entre A y B que se materializa
aqu en la Figura 1.3 todava es bastante primitiva, puesto que no incluye todos los
movimientos que A y B tienen que hacer antes de que A realmente pueda convencer a
B. En la tabla del lado izquierdo, por ejemplo, despus del quinto movimiento, B
primero debe establecer que Z es aceptable para l, antes de que ste pueda aceptar ~X.
Ms an, en ambas tablas, derecha e izquierda, l tambin tendr que haber establecido
previamente que los componentes de las afirmaciones complejas no criticadas por l
(por ejemplo, Z>~X en el movimiento 3) son aceptables.
An as, la descripcin presentada en la Figura 1.3 es mejor que aquella de la
Figura 1.2, ya que pone en evidencia que los enunciados efectuados por un usuario del
lenguaje no son meramente una reaccin ante los enunciados efectuados por los otros
usuarios del lenguaje, sino que estn tambin directamente asociados con los
compromisos que los otros usuarios de lenguaje han aceptado cuando avanzaron sus
propias afirmaciones o enunciados. Por lo tanto, la afirmacin Z ?, efectuada por B en
el cuarto movimiento de la tabla de la izquierda, slo es relevante porque se relaciona
con los compromisos aceptados por A en el tercer movimiento mediante su avance de
(Z>~X). La naturaleza social de los dilogos argumentativos se expresa ms claramente
en el rol de este tipo de compromisos en el proceso de convencer ms que en el mero
hecho de que estos dilogos tienen lugar entre dos usuarios del lenguaje que actan
alternativamente como oradores u oyentes.
Sin lugar a dudas, en la imitacin de la prctica comn dentro de los anlisis
lgicos de la argumentacin, muchos estudios de la argumentacin se abstraen de los
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usuarios del lenguaje involucrados en la argumentacin y, por ende, de sus roles
comunicativos e interaccionales. La argumentacin se trata, entonces, no como un
intento por convencer a los otros acerca de un punto de vista particular, sino como un
patrn autnomo y abstracto de proposiciones despersonalizadas. Al igual que muchos
lgicos, los representantes de esta perspectiva ignoran los diversos roles comunicativos
e interaccionales que estn presupuestos en la argumentacin y, automticamente, la
conciben como un monlogo.6 En este sentido la argumentacin se despoja de su
carcter social.
Perelman y Olbrechts-Tyteca (1971), quienes realizaron una contribucin que
influy en gran medida en la teora de la argumentacin, parecen en primer lugar
inclinarse, en su New Rhetoric, por una aproximacin dialgica a la argumentacin. En
una mirada ms minuciosa, sin embargo, su contribucin no es dialgica, a causa de que
la audiencia (universal) que, se supone, garantiza la racionalidad, est compuesta de un
conjunto a veces imaginario de lectores pasivos que no ofrecen ninguna oposicin no
verbal. Este tratamiento cuasi-social de la argumentacin predomina en la literatura
sobre la argumentacin en la que se elige una perspectiva retrica.
Los estudios tericos de la argumentacin en los cuales el tema se considera
como parte de un proceso bilateral fueron suministrados por Naess (1966) y Crawshay-
Williams (1957). Barth y Krabbe (1982) recurren a estos conocimientos (y a aquellos de
la Escuela de Erlangen de Lorenzen et al.) para desarrollar una teora dialctica de la
argumentacin.
En la lgica dialgica, la opinin expresada toma el lugar de la conclusin en
la lgica monolgica. Las premisas de la lgica monolgica se transforman en
concesiones (o hiptesis) por parte del oponente de la opinin expresada en la lgica
dialgica. Las concesiones son afirmaciones hechas por el oponente al comienzo de la
disputa dentro de la cual l se prepara para defenderlas en el caso de que sean atacadas,
de modo que el proponente puede utilizarlas en su defensa de la opinin expresada. Esta
situacin inicial en la lgica dialgica se diferencia de lo que nosotros, alindonos con
la prctica argumentativa, concebimos como la norma.
6 Esto no se aplica a los lgicos de la Escuela de Erlangen. Ellos han intentado proporcionar una
reconstruccin normativa del uso de las afirmaciones o los enunciados elementales y compuestos que
posibilitan resolver disputas sobre opiniones expresadas por medio del dilogo. Algunas publicaciones
importantes de este escuela son: Formale Logik de Lorenzen (1970) y Konstruktive Logik, Ethik und
Wissenschaftstheorie de Lorenzen y Schwemmer (1975). De particular relevancia para la teora de la
argumentacin son: Logische Propdeutik de Kamlah y Lorenzen (1973), Normative Logic and Ethics de
Lorenzen (1969) y Dialogische Logik de Lorenzen y Lorenz (1978). Barth y Krabbe continan con la
creacin de la perspectiva y las nociones de la Escuela de Erlangen.
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Por razones dialcticas el proponente P y el oponente O a menudo se nombran
como Peter, el Papa, Olga y Otto, pero esto es confuso, ya que ellos nicamente
desempean roles en un juego dialgico.
Si uno parte nicamente de la divisin dialgica de roles, es fcilmente menos
aparente que la situacin inicial en una disputa, tal y como los lgicos dialgicos la
consideran a partir de sus puntos de partida, difiera de lo que es normal. Adems,
tambin existe el riesgo de empantanarse en una forma abstracta de socializacin. A
este nivel abstracto, quizs no cause gran sorpresa que el oponente deba hacer ciertas
concesiones por adelantado, pero cuando uno recuerda que los lgicos dialgicos
equiparan esto, en principio, con la argumentacin del proponente, sta asume un
aspecto ms curioso. Si uno imagina una disputa sobre una opinin expresada entre A y
B, parece bastante extrao que A simplemente se haga cargo de las afirmaciones o los
enunciados argumentativos de B.
Creemos que en la prctica de la argumentacin, un usuario del lenguaje es
poco propenso a simplemente asumir una obligacin para defender las afirmaciones que
en principio son las premisas de los otros usuarios del lenguaje. Como regla, la
situacin inicial que los lgicos dialgicos toman como su punto de partida ser, en
nuestra perspectiva, precedida por una previa que puede o no haber conducido a esta.
La cuestin aqu es que la situacin inicial de los lgicos dialgicos se
relaciona con la defensibilidad de una opinin expresada en relacin a una constelacin
particular de afirmaciones argumentativas, mientras como reglas las pruebas a esta
defensibilidad no ocurrirn hasta el momento en el que, el interlocutor que rechaza
aceptar la opinin expresada, haya aceptado las afirmaciones argumentativas. Si l no
acepta una o ms de estas afirmaciones, la persona que est argumentando ha elegido un
punto de partida que, en principio, requiere en s mismo ms argumentacin.
La situacin inicial elegida por los lgicos para funcionar como punto de
partida, por ende, se encuentra como si fuese una etapa posterior que nuestra situacin
inicial. Los interlocutores, por lo tanto, han decidido poner a prueba la defensibilidad de
la opinin expresada en relacin a la argumentacin avanzada por cada uno de los que
asumen distintos roles dialgicos, y que conjuntamente establecen si la opinin
expresada, dada una cierta estandarizacin dialgica del lenguaje o terminologa, es o
no sostenible para un oponente que juzga si las afirmaciones realizadas en la
argumentacin son aceptables. En la figura 1.4., ilustramos las dos situaciones iniciales