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1 Maniobrando estratégicamente: Manteniendo un delicado balance 1 Frans H. van Eemeren y Peter Houtlosser Universidad de Ámsterdam, Países Bajos Traducción de Cristián Santibáñez Yáñez 1. Puntos de partida metateóricos ¡Quirites!Esta es la solitaria e infame palabra que pronunció Julio César para doblegar la rebelión de sus legiones del ejército republicano que no querían luchar en África del Norte, en el 46 a.C. Después de haber luchado un gran número de batallas bajo el comando del César, los soldados habían rechazado seguirlo nuevamente. El uso de Julio César de la palabra quirites como una forma de mando, tuvo un efecto devastador. De acuerdo al clasicista Anton Leeman (1992), „quirites‟ era una palabra degradante usada por un magistrado romano para ordenar una asamblea. En el caso del uso de César, éste intentó dejarles claro a sus soldados que ellos no sólo podían perder sus privilegios de ser envestidos como commilitones, o „comrades‟, sino también que incluso no fueran más llamados de la forma normal en que un general romano se dirigía a sus soldados: milites. ¡Somos milites!”, gritaron diligentemente cuando voluntariamente decidieron seguir a César una vez más a la batalla. El uso de César de la „neutral‟ quirites, en tanto calificación, es una excelente ilustración de cómo el significado comunicativo e interaccional del uso argumentativo del lenguaje sólo puede ser aprehendido si el discurso es primero puesto en una perspectiva funcional en la que su contexto social y los compromisos asumidos por los participantes son debidamente tomados en cuenta. 2 Los teóricos de la argumentación, sin embargo, no sólo están interesados en la efectividad de la argumentación para convencer a las personas de cierto punto de vista, sino también en los estándares argumentativos que el discurso debería cumplir con el objeto de ser válido. Para muchos, la raison d’être del estudio de la argumentación es incluso la del análisis crítico del discurso argumentativo p. ej., la interpretación y evaluación de casos reales a la luz de los estándares normativos para la conducta argumentativa (van Eemeren, Grootendorst, Jackson & Jacobs, 1993, 37). El discurso argumentativo es un objeto de investigación con una dimensión tanto empírica como crítica, y el estudio de la argumentación puede ser visto mejor como parte de una empresa más amplia que van Eemeren (1990) llamó „pragmática normativa‟. En la perspectiva de la pragmática normativa esperamos que el discurso argumentativo no sólo sea juzgado en términos de su éxito de aceptación por parte de la audiencia, sino también en términos de su capacidad para resolver problemas, como por ejemplo, su adecuación para resolver diferencias de opinión. 3 Nuestro ideal „pragma-dialéctico‟ para juzgar el discurso argumentativo existe para observar hasta qué punto la defensa de un punto de vista en contra de una reacción crítica está en acuerdo con un procedimiento para rastrear la aceptabilidad de un punto vista para que sea tanto un “problema válido” como también „intersubjetivamente (o convencionalmente) válido‟. 4 Esta traducción corresponde a la versión publicada por los autores en Dialectic and Rhetoric. The Warp and Wolf of Argumentation Analysis, Frans van Eemeren y Peter Houtlosser (eds.), Dordrecht: Kluwer, 2002, pp. 131-160. 1 Versiones tempranas de este trabajo fueron publicadas en Discourse Studies (1999), Argumentation (2000a), y en Informal Logic (2002). Una versión diferente apareció en las Actas del Primer Taller Internacional sobre Semántica, Pragmática y Retórica, desarrollado en Donostia, San Sebastián en Noviembre de 2001. 2 Para los principios de „funcionalización‟, „socialización‟ y „externalización‟, expuesto en este acercamiento, véase van Eeme ren y Grootendorst (1984, 4-15) 3 Para el estudio del proceso de „dialectización‟ del discurso argumentativo que es requerido en esta investigación, véase van Eemeren y Grootendorst (1984, 14-18). 4 A diferencia de las filosofías „geométricas‟ y „antropológicas‟ de la argumentación distinguidas por Toulmin (1976), el discurso argumentativo es de esta forma inherentemente conectado con la conducción de una „discusión crítica‟, y la razonabilidad no e s reducida ni a una racionalidad instrumental ni al alcance de un acuerdo mutuo culturalmente determinado. Esta filosofía crítica de la argumentación se relaciona con un concepto popperiano de razonabilidad que no restringe la posibilidad de argumentar razonablemente a una disciplina en particular en la epistemología académica. En vez de eso, en una vena de racionalismo crítico,

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Page 1: 4 Maniobrando Estratégicamente Frans Van Eemeren y Peter Houtlosser[1]

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Maniobrando estratégicamente: Manteniendo un delicado balance 1

Frans H. van Eemeren y Peter Houtlosser Universidad de Ámsterdam, Países Bajos

Traducción de Cristián Santibáñez Yáñez

1. Puntos de partida metateóricos “¡Quirites!” Esta es la solitaria e infame palabra que pronunció Julio César para doblegar la rebelión de sus legiones del ejército republicano que no querían luchar en África del Norte, en el 46 a.C. Después de haber luchado un gran número de batallas bajo el comando del César, los soldados habían rechazado seguirlo nuevamente. El uso de Julio César de la palabra quirites como una forma de mando, tuvo un efecto devastador. De acuerdo al clasicista Anton Leeman (1992), „quirites‟ era una palabra degradante usada por un magistrado romano para ordenar una asamblea. En el caso del uso de César, éste intentó dejarles claro a sus soldados que ellos no sólo podían perder sus privilegios de ser envestidos como commilitones, o „comrades‟, sino también que incluso no fueran más llamados de la forma normal en que un general romano se dirigía a sus soldados: milites. “¡Somos milites!”, gritaron diligentemente cuando voluntariamente decidieron seguir a César una vez más a la batalla. El uso de César de la „neutral‟ quirites, en tanto calificación, es una excelente ilustración de cómo el significado comunicativo e interaccional del uso argumentativo del lenguaje sólo puede ser aprehendido si el discurso es primero puesto en una perspectiva funcional en la que su contexto social y los compromisos asumidos por los participantes son debidamente tomados en cuenta.2

Los teóricos de la argumentación, sin embargo, no sólo están interesados en la efectividad de la argumentación para convencer a las personas de cierto punto de vista, sino también en los estándares argumentativos que el discurso debería cumplir con el objeto de ser válido. Para muchos, la raison d’être del estudio de la argumentación es incluso la del análisis crítico del discurso argumentativo – p. ej., la interpretación y evaluación de casos reales a la luz de los estándares normativos para la conducta argumentativa (van Eemeren, Grootendorst, Jackson & Jacobs, 1993, 37). El discurso argumentativo es un objeto de investigación con una dimensión tanto empírica como crítica, y el estudio de la argumentación puede ser visto mejor como parte de una empresa más amplia que van Eemeren (1990) llamó „pragmática normativa‟. En la perspectiva de la pragmática normativa esperamos que el discurso argumentativo no sólo sea juzgado en términos de su éxito de aceptación por parte de la audiencia, sino también en términos de su capacidad para resolver problemas, como por ejemplo, su adecuación para resolver diferencias de opinión.3 Nuestro ideal „pragma-dialéctico‟ para juzgar el discurso argumentativo existe para observar hasta qué punto la defensa de un punto de vista en contra de una reacción crítica está en acuerdo con un procedimiento para rastrear la aceptabilidad de un punto vista para que sea tanto un “problema válido” como también „intersubjetivamente (o convencionalmente) válido‟.4

Esta traducción corresponde a la versión publicada por los autores en Dialectic and Rhetoric. The Warp and Wolf of Argumentation

Analysis, Frans van Eemeren y Peter Houtlosser (eds.), Dordrecht: Kluwer, 2002, pp. 131-160. 1 Versiones tempranas de este trabajo fueron publicadas en Discourse Studies (1999), Argumentation (2000a), y en Informal Logic (2002). Una versión diferente apareció en las Actas del Primer Taller Internacional sobre Semántica, Pragmática y Retórica, desarrollado en Donostia, San Sebastián en Noviembre de 2001. 2 Para los principios de „funcionalización‟, „socialización‟ y „externalización‟, expuesto en este acercamiento, véase van Eemeren y Grootendorst (1984, 4-15) 3 Para el estudio del proceso de „dialectización‟ del discurso argumentativo que es requerido en esta investigación, véase van Eemeren y Grootendorst (1984, 14-18). 4 A diferencia de las filosofías „geométricas‟ y „antropológicas‟ de la argumentación distinguidas por Toulmin (1976), el discurso argumentativo es de esta forma inherentemente conectado con la conducción de una „discusión crítica‟, y la razonabilidad no es reducida ni a una racionalidad instrumental ni al alcance de un acuerdo mutuo culturalmente determinado. Esta filosofía crítica de la argumentación se relaciona con un concepto popperiano de razonabilidad que no restringe la posibilidad de argumentar razonablemente a una disciplina en particular en la epistemología académica. En vez de eso, en una vena de racionalismo crítico,

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2. El modelo pragma-dialéctico de una discusión crítica El modelo de una „discusión crítica‟ es el mecanismo teórico desarrollado en la pragma-dialéctica para definir un procedimiento que coteja críticamente en el discurso argumentativo los puntos de vista a la luz de los compromisos asumidos en la realidad empírica (van Eemeren & Grootendorst, 1984).5 Este modelo provee una descripción de lo que podría ser el discurso argumentativo si fuera óptimo y únicamente dirigido como una metodología para resolver una diferencia de opinión a partir de la sostenibilidad de un punto de partida.6 Para el efecto, se especifica el proceso de resolución, las etapas que pueden ser distinguidas analíticamente en este proceso, y los tipos de actos de habla que son instrumentales para resolver la diferencia en cada etapa en particular. En la etapa de confrontación, la diferencia de opinión es definida. En la etapa de apertura, los diferentes tipos de compromisos son establecidos, los que se convierten en los puntos de partida de la discusión y sirven como un marco de referencia durante la discusión. En la etapa de argumentación, los argumentos y las reacciones críticas son intercambiados. En la etapa de clausura, el resultado de la discusión es determinado.

En un discurso argumentativo real, y en cada etapa de una discusión crítica proyectada en el discurso, pueden aparecer obstáculos específicos que pueden ser un impedimento para la resolución de la diferencia de opinión. Estos impedimentos son tradicionalmente conocidos como falacias. Las reglas pragma-dialécticas para la discusión crítica, que proveen un procedimiento de definición de los principios generales del discurso argumentativo constructivo, son diseñadas para prevenir tales obstáculos que interfieren o que son detectados como interfiriendo la resolución del proceso. A diferencia de las reglas de la dialéctica formal, que son reglas para generar argumentos racionales, las reglas de la pragma-dialéctica no sólo pertenecen a la argumentación propiamente; ellas aspiran a cubrir todo acto de habla expuesto en todas las etapas de una discusión crítica. Estas reglas son supuestas para reflejar todas las condiciones necesarias para resolver una diferencia por medio de un discurso argumentativo.

Los procedimientos para asegurar una razonabilidad crítica, desarrollados por la pragma-dialéctica, no sólo demandan el problema de la validez, sino que también ellos están, como debiera ser, basados en las variadas formas de la realidad argumentativa. En un nivel filosófico, podría discutirse el tener una pragmática racional para la aceptación de estos procedimientos como principios guías. La aceptabilidad de los procedimientos no se deriva de ninguna fuente externa de autoridad ni de alguna necesidad metafísica, sino que depende de su conveniencia para resolver una diferencia de opinión sobre los méritos por los que ellos son diseñados (van Eemeren & Grootendorst, 1988). Visto filosóficamente, esta racionalidad, para juzgar la intersubjetividad o validez convencional, puede ser llamada pragmática, porque los pragmatistas característicamente deciden el valor de cualquier propuesta por su contribución para resolver el problema que ellos están abiertos a resolver.7

una argumentación razonable puede ocurrir en todas las esferas de la vida, incluso en aquellas en las que los juicios de valor pueden jugar una mayor parte, tales como en el discurso político y la deliberación privada. 5 A diferencia de la dialéctica formal, la pragma-dialéctica es un discurso dialéctico, cercanamente alineado con un acercamiento pragmático de la comunicación y la interacción. Esto, no obstante, no significa automáticamente que la formalización está excluida. Porque la pragma-dialéctica envuelve el desarrollo de un modelo estructurado de las formas de resolución de un conflicto de opinión, este acercamiento a la argumentación es formal en un sentido procidemental. En última instancia, siempre depende de las etapas de desarrollo que ha alcanzado una aproximación teórica las posibilidades de formalización: en algunos casos la formalización es prematura y podría arruinar el análisis del fenómeno en cuestión, mientras que en otros casos contenerse de la formalización obstaculiza el desarrollo más profundo de una teoría. En la práctica, puede ser el caso que el estado de la teorización es tal que sólo ciertas partes o aspectos del tópico están disponibles a un tratamiento formal, mientras que otros sólo pueden ser formalizados a expensas de reduccionismo. 6 Es importante darse cuenta que en una discusión crítica también los puntos de vista pueden ser „testeados‟, en donde la aceptabilidad no es materia de verdad. La coherencia en este sentido de evitar la inconsistencia pragmática es entonces, por supuesto, requerida. Véase Putnam (2001, 23). 7 Aunque el valor de las reglas pragma-dialécticas depende de su validez en la resolución de problemas, el requerimiento adicional de validez intersubjetiva crea una presión por establecer que las personas que intentan resolver sus diferencias de opinión a través de un discurso argumentativo mantendrán las que son, al menos para la mayor parte, equivalentes a las reglas pragma-dialécticas. Para determinar precisamente qué extensión de acuerdo hay entre las reglas pragma-dialécticas y las normas favorecidas por los

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La base pragmática de los procedimientos pragma-dialécticos para mantener la razonabilidad crítica también se manifiesta por la forma que adquiere el trilema de Münchhausen (Albert, 1985). Lo que deber ser evitado es terminar en una „regresión infinita‟ o en una „circularidad lógica‟. Las justificaciones dadas en este punto del proceso de resolución, donde la argumentación comienza por „justificacionistas‟ de todo tipo, desde si se favorecen una concepción „geométrica‟ o „antropológica‟ de razonabilidad, siempre equivalen a alguna forma filosófica del Letzbegrüdung que es dialécticamente arbitraria. Más o menos axiomáticamente, un cierto punto de partida es declarado sacrosanto porque su verdad es evidente sobre sus bases de intuición intelectual o experiencia empírica. Con Barth y Krabbe (1982) y otros críticos racionalistas, preferimos una opción pragmática que no es ni final ni filosóficamente valorada. Hablamos de argumentación razonable sólo si la argumentación es apoyada por una „concesión‟, la que es parte del punto de partida reconocido (explícita o implícitamente) por la otra parte, indistintamente del tipo de razón que ellos pudieran tener para su reconocimiento.8 Merece destacarse que este acercamiento contextual, que sitúa la argumentación en el proceso real de resolución de la disputa, está en perfecto acuerdo hermenéutico con la „lógica propedéutica‟ de la escuela de Erlange sobre la lógica del diálogo, la que recurre al punto de partida ya dado –o, como este estudioso alemán dice, “immer schon da” (Kamlah & Lorenzen, 1984).9 3. Maniobrando estratégicamente en la resolución de una diferencia de opinión En el análisis pragma-dialéctico, el discurso argumentativo es “reconstruido” como un intento de resolver una diferencia de opinión. Esta reconstrucción resulta en un panorama analítico del proceso de resolución, en una representación del discurso en términos de una discusión crítica (van Eemeren & Grootendorst, 1992, 93-94).10 El panorama analítico constituye la base de una evaluación crítica; clarifica la diferencia de opinión sobre un asunto y las posiciones de los participantes; identifica el procedimiento y las premisas substantivas que sirven de puntos de partida de la discusión; reconoce los argumentos y las críticas que son –explícita o implícitamente- expuestas, los esquemas argumentativos que son usados, las estructuras argumentales que son desarrolladas, y determina la conclusión que es alcanzada. El modelo de una discusión crítica provee de un reconocimiento de todos los actos de habla y de las combinaciones de los actos de habla que operan en las distintas etapas del proceso de resolución. Por lo tanto, sirve como una herramienta heurística y analítica para la reconstrucción de los actos de habla que son relevantes para resolver una diferencia de opinión, los que pueden quedar implícitos u opacos en un discurso real (van Eemeren, Grootendorst, Jackson & Jacobs, 1993).

usuarios de lenguaje ordinario, testeamos su validez intersubjetiva desarrollando una serie prolongada de investigaciones empíricas. Los resultados proveen de un marco general respecto de las concepciones de razonabilidad de los argumentadores ordinarios (véase por ejemplo, van Eemeren, Meuffels & Verburg, 2000). En la Universidad de Ámsterdam, hemos desarrollado proyectos de investigación que tienen por objeto hacer un inventario de todos los indicadores de movimientos que son relevantes para resolver una diferencia de opinión. El dominio del inventario se extiende a los indicadores de contraargumentos, esquemas argumentales, y la relación estructural entre argumentos, y también a los indicadores de movimientos en otras etapas del proceso de resolución, tales como expresiones de antagonismo, concesiones, y refutaciones (véase por ejemplo, Snoeck Henkemans, 1995). 8 Toulmin llama a tal pragmatismo “una honesta fundación de conocimiento” (2001, 174). Este acercamiento pragmático es también importante al distinguir entre una duda „real‟ y „artificial‟ (o „académica‟ o „filosófica). El punto de partida para la duda „real‟ radica en la práctica argumentativa. Peirce nos recuerda que habiendo (real) duda no es tan fácil mantener una mentira. Es bueno darse cuenta de que el “falabilismo” no significa que todo necesita ser dudado, sino sólo que la duda debería ser expresada si hay razón para expresarla. Putnam ha expuesto que el elemento más importante alcanzado por el pragmatismo americano es el hecho de que se puede ser „fabilista‟ y „anti-escéptico‟ al mismo tiempo (2001, 29-30). 9 Entre los retóricos hay una confusa tendencia a llamar „retóricas‟ a las bases pragmáticas de la argumentación o a las reglas de discusión. Preferimos reservar el término retórico para hacer referencia a (los claros y distintos conceptos de) la teoría retórica. Para un reciente y serio intento de conectar la retórica y la pragmática teóricamente, véase Dascal y Gross (1999), quienes reconocen “que es una unión con problemas a ambos lados de la isla” (p. 108). 10 Esto no quiere decir que un discurso argumentativo, o cualquier otro tipo de discurso, pueda ser analizado desde otras perspectivas, con otros objetivos. Como ya se observó, un análisis no puede necesariamente ser reducido a, o traducido a, otro.

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Las personas envueltas en un discurso argumentativo están principalmente orientadas hacia la resolución de una diferencia de opinión y pueden estar tanto relacionadas como comprometidas con normas instrumentales para alcanzar este propósito –manteniendo cierto niveles de razonabilidad y esperando de los otros que cumplan con estos mismos niveles críticos de razonabilidad.11 Esto no significa, no obstante, que estas personas no estén interesadas en resolver la diferencia a su favor. Sus actos de habla argumentativos pueden incluso ser asumidos como diseñados para alcanzar precisamente este efecto.12 En otras palabras, no hay sólo un aspecto del discurso argumentativo que sea „dialéctico‟ como tampoco sólo uno „retórico‟.13 Inicialmente, el método pragma-dialéctico de análisis está concentrado sólo en el aspecto dialéctico. Ya hemos mostrado que la reconstrucción de un discurso argumentativo puede estar considerablemente forzada a incorporar consideraciones retóricas en el análisis, particularmente en su justificación (van Eemeren & Houtlosser, 1998, 1999, 2000a, 2000b, 2001, 2002).

La combinación de las líneas retóricas y dialécticas en el análisis favorece una integración sistemática de consideraciones retóricas en la estructura de un análisis dialéctico.14 En el discurso argumentativo, si toma lugar de forma oral o escrita, generalmente no es sólo el argumento el que gana la discusión, sino también la forma de la discusión que es considerada razonable. El argumentador retórico intenta colocar las cosas en su perspectiva para que sean, de este modo, incorporadas en su esfuerzo dialéctico por resolver una diferencia de opinión de acuerdo con el apropiado estándar para una discusión crítica. En la práctica, esto significa que en cada etapa del proceso de resolución, indistintamente de si es en la etapa de confrontación, apertura, argumentación o clausura, las partes pueden estar, mientras tengan un resultado retórico óptimo para el punto en discusión, presuponiendo que mantienen también los objetivos dialécticos de la etapa de discusión en cuestión. En sus esfuerzos por reconciliar simultáneamente los propósitos de estos dos objetivos diferentes, los cuales pueden al mismo tiempo incluso parecer que están uno en contra del otro, los debatientes hacen uso de lo que hemos llamado maniobra estratégica. Esta maniobra estratégica disminuye directamente la potencial tensión entre los objetivos „dialécticos‟ y „retóricos‟.

Como lo vemos, un análisis pragma-dialéctico se beneficia al menos de tres formas al usar este concepto de „maniobra estratégica‟ en la reconstrucción de un discurso argumentativo. Al tener una perspectiva clara de los aspectos retóricos del discurso, obtenemos un mejor y más comprehensivo entendimiento de lo que puede ser llamado correctamente „realidad argumentativa‟. Al alcanzar un más riguroso y adecuado entendimiento de la racionalidad que está detrás de los comportamiento específicos de los distintos movimientos de la discusión, nuestro análisis del discurso argumentativo llegar a ser no sólo más profundo sino que también más claramente justificado. Al obtener una idea más realista en el diseño estratégico del discurso, desarrollamos un sentido más maduro de las formas y modos de los distintos movimientos falaces que ocurren en una práctica argumentativa común.

11 De acuerdo a Putnam, estamos gobernados por normas de racionalidad y razonabilidad que llegan a ser valiosas para nosotros por su propio derecho (2001, 76-77). Para algunas confirmaciones empíricas de esto véase van Eemeren, Meuffels y Verburg (2000). 12 Los lingüistas pragmáticos sugieren un fuerte argumento para este acercamiento: ¿para qué se expone un acto de habla performativo, en particular un punto de vista, si no es para conseguir aceptación? 13 Usar la etiqueta “retórica” de esta forma no implica necesariamente una concepción de retórica que se equipare sin más con cualquier noción de „ganar‟, ni menos con „ganar a toda costa‟ (o alguna meta similar). Esto significa, no obstante, que retórica, incluso con cualquier salvaguarda añadida, está finalmente en nuestra perspectiva siempre, e innegablemente, asociada con obtener que tu punto de vista sea un intento de captar a la audiencia. De acuerdo a Simona (1990), retórica es, más neutralmente, el estudio y la práctica de persuadir. Kienpointner (1995, 453) señala que muchos estudiosos ven la retórica como “un delimitado tema que trata con las técnicas de persuasión y/o dispositivos estilísticos,” pero otros conciben la retórica como “una teoría general de argumentación y comunicación” (mientras que aun otros niegan que sea un disciplina después de todo). 14 Intentamos integrar elementos retóricos al marco dialéctico, en lugar de la otra dirección, porque nuestro primer interés fue y es la resolución de las diferencias de opinión colocando los puntos de vistas en un test (crítico).

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4. Las concepciones tradicionales de dialéctica y retórica ¿Cómo está relacionada nuestra posición con las concepciones tradicionales de la dialéctica y la retórica? Ya desde Aristóteles ha sido clara la división entre retórica y dialéctica, en rigor su cercana conexión inicial. Platón vio la dialéctica como un modo de encontrar la verdad. Aristóteles la transformó en los Tópicos en un sistema de regulación de diálogos para la refutación de una pretensión, comenzando por las concesiones de la otra parte. En la Retórica Aristóteles provee la estructura conceptual para el estudio de la retórica a través de la definición „argumentativa‟ de la retórica como una habilidad o capacidad (dinámica) de considerar para cada caso lo que es más persuasivo. Junto a la perspectiva aristotélica, la tradición isocrática que se desarrolló se concentró más en el estilo y los aspectos literarios. En El Orador de Cicerón estos aspectos son integrados en la estructura aristotélica, y hasta el siglo diecisiete en la historia occidental de la teoría de la retórica, el trabajo ciceroniano ha sido el más recordado, aunque después de su redescubrimiento en el siglo quince, el Institutio oratoria de Quintiliano llegó a ser la mayor autoridad clásica en retórica de la educación (Kennedy, 1994, 158, 181).15

En los tiempos del medioevo, la dialéctica alcanzó importancia a expensas de la retórica, la que después de que el estudio de la inventio y la dispositio fuese trasladado desde la retórica a la dialéctica, fue reducido a la doctrina de la elocutio y la actio. Con Ramus este desarrollo culminó en una estricta separación entre la dialéctica y la retórica, siendo la retórica exclusivamente relacionada con el estilo, y la dialéctica incorporada a la lógica (Meerhorff, 1988).16 Aunque hubo síntomas precursores de una ampliación de la separación entre retórica y dialéctica, de acuerdo con Toulmin (2001), la división no llegó a „ideologizarse‟ hasta después de la „Revolución Científica‟.17 Entonces la división resultó en dos separados y mutuamente excluyentes paradigmas, cada uno confirmando una diferente concepción de la argumentación, las que eran consideradas incompatibles. La retórica con las humanidades llega a ser un campo para estudiosos en la comunicación, el lenguaje y la literatura.18 Con la ampliación de la formalización de la lógica en el siglo diecinueve, la dialéctica casi desaparece de vista.19 Aunque en el siglo veinte el acercamiento de la dialéctica a la argumentación ha ido tomando fuerza nuevamente, todavía hay un vacío muy grande tanto en la conceptualización como en el entendimiento entre los teóricos de la argumentación, entre los teóricos que optan por un acercamiento dialéctico y los protagonistas de un acercamiento retórico.20

Sin embargo, siempre ha habido un examen más de cerca para los autores que vieron la conexión entre retórica y dialéctica (véase van Eemeren & Houtlosser, 1998). Para Aristóteles, la retórica es la imagen especular o la contrapartida (antistrophos) de la dialéctica;21 en la Retórica, él

15 Con los años, pudo aparecer una distinción entre una retórica persuasiva orientada filosóficamente, inspirada en Aristóteles y Whately, y una retórica elocucionaria y decorativa. Como Gaonkar (1990) explica, en los Estados Unidos hay también una tradición heredada de Burke que expande las fronteras de la „persuasión‟ a la „identificación‟ en tanto explicación de la cohesión social. De acuerdo con van Eemeren, Jackson y Jacobs (1997, 213), en la actualidad los teóricos de la persuasión están “marcadamente orientados al análisis de las actitudes de formación y cambio” y conlleva poca relación con la retórica de Aristóteles. 16 De acuerdo a Mack, con la fundación de las universidades, desde el siglo trece hacia adelante, la dialéctica llegó a ser la “parte intelectualmente dominante del trivium, mientras que la retórica fue dejada a la importante tarea práctica de enseñar la escritura de las cartas oficiales” (1993, 8). 17 Aunque la naturaleza, rapidez y coherencia de esta „Revolución científica‟ sean cuestionadas en los recientes estudios en la historia de las ciencias, tal como en Shapin (1996), la observación general de Toulmin todavía permanece, aunque más en su versión expandida (2001) que en su cruda versión expuesta en su Jefferson Lecture de 1997, donde identificó la Paz de Westphalia (1648) como el punto de quiebre. 18 De acuerdo a Toulmin, la retórica fue hasta hace poco, para muchos lógicos, vista no más como “el engañoso proselitismo de la falsedad” (2001, 12). 19 Un desarrollo similar ha tomado lugar en la historia de la teoría jurídica. 20 Entre los teóricos dialécticos de la argumentación con un carácter formal, aparte de Barth y Krabbe (1982), están Hamblin (1970), Rescher (1977), y Woods y Walton en su estudio de las falacias (1989). Entre los influyentes acercamientos retóricos modernos se encuentra la „nueva retórica‟ de Perelman y Olbrechts-Tyteca (1969) y otras tradiciones en discurso y comunicación en América (véase van Eemeren, et al., 1996, Cap. 7). 21 Reboul (1991, 46), observa que por antistrophos el traductor “donnent [...] tantôt „analogue,‟ tantôt „contrepartie.‟” Él añade que: “Antistrophos: il est gênant qu‟un livre commence avec un terme aussi obscur!”.

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asimila la perspectiva opuesta de Platón y los sofistas (Murphy y Katula, 1994, Ch. 2). De acuerdo con Reboul, Aristóteles escribió “que la rhétorique est le „rejeton‟ de la dialectique, c‟est à dire son application, un peu comme la médicine est une application de la biologie. Mais ensuite, il la qualifie comme une „partie‟ de la dialectique” (1991, 46). Para Cicerón la retórica es también disputatio in utramque partem, hablando en ambos sentidos del término. En la tardo antigüedad, Boethius subsume la retórica en De topicis differentiis bajo la dialéctica (Kennedy, 1994, 283). De acuerdo con Mack, la dialéctica es para Boethius más importante, “provee a la retórica con su base” (1993, 8, n. 19). El desarrollo del humanismo “provocó una reconsideración del objeto de la dialéctica y una reforma de la relación entre retórica y dialéctica” (Mack, 1993, 15). En De inventione dialectica libri tres (1479/1967), la mayor contribución humanista a la teoría de la argumentación, el destacado estudioso Agricola construye sobre la perspectiva de Cicerón lo que en la dialéctica y la retórica no puede estar separado e incorpora las dos en una teoría. A diferencia de Perelman y Olbrechts-Tyteca (1969), quienes mucho más tarde trasladan elementos de la dialéctica a la retórica, Agricola combina elementos de la retórica con la dialéctica.22

Para vencer la sostenida e infértil división ideológica entre dialéctica y retórica, la dialéctica en la pragma-dialéctica –más o menos en línea con Agricola- es vista como una teoría de la argumentación en el discurso natural, y la pericia retórica es medida con un acercamiento dialéctico. Van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs definen la dialéctica como “un método reglamentado de oposición” en la comunicación verbal, y la interacción “equivale a la aplicación pragmática de la lógica, un método colaborativo de poner la lógica en uso como un movimiento de conjetura y opinión para hacer más segura la creencia” (1997, 214).23 Al concebir la dialéctica pragmáticamente como un discurso dialéctico, se promueve una concepción de la dialéctica que difiere en varias formas de las concepciones favorecidas en la dialéctica aristotélica o la dialéctica formal. La retórica es vista en la pragma-dialéctica como el estudio teórico de los varios tipos de técnicas prácticas de persuasión. No hay razón para asumir que el modelo retórico del arte de la persuasión está necesariamente en contradicción con el ideal de la razonabilidad que se sitúa en el corazón de la pragma-dialéctica. ¿Por qué sería imposible cumplir con los estándares críticos para un discurso argumentativo cuando uno intenta dar forma de un caso a otro para su propia ventaja? De hecho, los movimientos argumentativos que son considerados retóricamente fuertes por una audiencia crítica estarán en la práctica casi con certeza aplicados a la etapa de discusión concerniente de acuerdo con los modelos dialécticos en cuestión.24 Visto desde esta perspectiva, hay bases válidas para vencer la división tradicional entre dialéctica y retórica integrando la dimensión retórica al método de análisis pragma-dialéctico.25 5. Manteniendo un balance delicado Se puede alcanzar una comprensión del rol de la maniobra estratégica para resolver diferencias de opinión, examinando cómo las oportunidades disponibles en cierta situación dialéctica son usadas para manejar tal situación de la forma más favorable para cierta parte. Cada de una de las cuatro etapas en el proceso de resolución está caracterizada por una meta dialéctica específica. Porque las partes involucradas quieren dar cuenta de la misma a su beneficio, de ellas puede esperarse que hagan un movimiento estratégico que sirva a sus intereses de la mejor forma. De esta manera, el objetivo dialéctico de una etapa de discusión en particular siempre tiene un análogo retórico, y

22 Mack explica que los trabajos de Agricola son diferente de cualquier retórica o dialéctica previa: “[El] ha seleccionado materiales de los contenidos tradicionales de ambas áreas” (1993, 122). En la perspectiva de Meerhoff (1988, 273), “pour Agricola, [...] loin de réduire la dialectique à la seule recherche de la vérité rationelle, il entend parler de celle-ci en termes de communication.” 23 Estamos de acuerdo con Toulmin: “Si aceptamos una perspectiva pragmática de la teorización [como la de Dewey], no es difícil escapar del desbalance en nuestro ideales sobre la Razón que hemos heredado de la Modernidad (2001, 172). 24 Otros teóricos, como Reboul, también reconocen que una argumentación retóricamente fuerte debería cumplir con un criterio dialéctico: “On doit tout faire pour gagner, mais non par n‟importe quels moyens: il faut jouer [le jeu] respectant les règles” (1991, 42). Véase también Wenzel (1990). 25 Para una propuesta de más alcance, en la que la retórica está subordinada a la dialéctica, véase, por ejemplo, Natanson (1955). Véase también Weaver (1953).

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el objetivo retórico supuesto de los participantes debe ser especificado de acuerdo a la etapa: depende de la etapa dialéctica cuál es y qué tipo de ventaja puede ser alcanzada.

En la etapa de confrontación, el objetivo dialéctico de las partes es alcanzar claridad en relación con los temas específicos de los que trata la diferencia de opinión y la posición que cada una de las parte asume. Visto retóricamente, las partes dirigirán la dirección de la confrontación de la manera más beneficiosa en que les sea posible para sus propias perspectivas. Esto significa que cada parte se esforzará por alcanzar una definición del desacuerdo que favorezca el tema que cada una de las partes quiere discutir y la posición que cada una de ellas le gustaría asumir.

El objetivo dialéctico de la etapa de apertura es establecer sin ambigüedad el punto de partida de la discusión. Este punto de partida está compuesto por el procedimiento intersubjetivamente aceptado y los materiales de los puntos de vista –las „concesiones‟ mutuas-, y también incluye un acuerdo respecto de la división del peso de la prueba. El objetivo retórico de cada una de las partes es llegar a un punto de partida que sirva mejor a sus propios intereses. Cada maniobra estratégica de las partes será alcanzada al establecer los puntos de partida más factibles y el reparto más oportuno del peso de la prueba. En la etapa de argumentación, el objetivo dialéctico es cotejar la sostenibilidad de los puntos de vista que han dado forma a la diferencia de opinión en la etapa de confrontación, comenzando por el punto de partida establecido en la etapa de apertura. Visto desde la perspectiva retórica, las partes intentarán dar el argumento más poderoso y lanzar el ataque más efectivo.

El objetivo dialéctico de las partes en la etapa de clausura es establecer el resultado del procedimiento crítico del cotejo y decidir conjuntamente si el protagonista puede mantener su punto de vista a la luz de las críticas expuestas por el antagonista o si el antagonista puede mantener su posición de duda considerando los argumentos expuestos por el protagonista. Visto retóricamente, cada parte intentará concluir victoriosamente y su maniobra estratégica será diseñada de acuerdo a esto.

En la perspectiva que desarrollamos, la maniobra estratégica puede tener lugar en la realización de una de las posibilidades del expediente de opciones que constituye el „tópico potencial‟, asociado con una etapa particular de discusión, al seleccionar una adaptación sensible a la „demanda de la audiencia‟, y explotando los apropiados „dispositivos presentacionales‟. Ambas partes pueden estar esperando seleccionar el material que ellos pueden manejar bien, o que adapten mejor, desarrollar la perspectiva más acorde a la audiencia, y presentar sus contribuciones de la forma más efectiva. Con respecto a cada una de estos tres aspectos de la maniobra estratégica, ambas partes tienen la oportunidad de influir el resultado del discurso a su propio favor.26

El tópico potencial asociado con una etapa dialéctica particular puede ser considerado como un conjunto relevante de alternativas disponibles en tal etapa del proceso de resolución.27 Como Simons (1990) observa, los antiguos griegos y romanos estaban ya al tanto de que en cualquier tema hay un rango de „estrategias‟ que pueden ser utilizadas una vez cuando se discute un caso. Perelman y Olbrechts-Tyteca correctamente enfatizan que desde el momento en que ciertos elementos son seleccionados, “su importancia y presencia para la discusión están implicadas” (1969, 119).28 A partir de los elementos dotados con „presencia‟, deliberar ocultando la presencia es también un importante fenómeno de elección (1969, 116).29

Respecto de la elección del tópico potencial, la maniobra estratégica en la etapa de confrontación apunta hacia la alternativa más efectiva entre los temas potenciales de la discusión

26 Una parte que utiliza el material disponible en el contexto de la forma más expedita, tomando cuidadosamente en cuenta las creencias, preferencias y expectativas de la otra parte o audiencia, y verbalizando su contribución de la forma más apropiada, puede decirse que se ha ajustado a la situación que está a la mano. 27 En la forma que utilizamos el término, hay conglomerados de tópicos potenciales o “sistemas topicales” para todas las etapas de discusión, no sólo para la etapa de argumentación. 28 „Presencia‟ puede también, por supuesto, ser llevada a cabo por significados no verbales, tal como a través de fotos y cuadros. Véase Groarke (2002). 29 Cómo la supresión de la presencia puede ser usada estratégicamente, está claramente ilustrada en el „discurso Chappaquidick‟ de Edward Kennedy. Véase van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs (1993, vii-xi), y van Eemeren y Houtlosser (1998).

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-restringiendo el „espacio de desacuerdo‟ de tal forma que la confrontación quede definida de acuerdo con las preferencias de la parte.30 En la etapa de apertura, la maniobra estratégica intenta crear el punto de partida más ventajoso, por ejemplo trayendo a colación las, o sacando algo de las, „concesiones‟ útiles desde la otra parte. En la etapa de argumentación, comenzando por la lista de „alto status‟ asociada con el tipo de punto de vista respecto del tema, una línea estratégica de defensa es escoger lo que involucra una selección desde los loci disponibles que mejor puede adaptar el hablante o escritor. En la etapa de clausura, todos los esfuerzos estarán dirigidos hacia el alcance de la conclusión del discurso deseado por la parte en cuestión, haciendo notar, por ejemplo, las consecuencias de aceptar cierto conjunto de argumentos.

Para un resultado retórico óptimo, los movimientos que han sido hechos deben estar también, en cada etapa del discurso, de tal forma adaptados a la demanda de la audiencia que ellos cumplan con el buen sentido y las preferencias de los oyentes o lectores. Los movimientos argumentativos que son completamente apropiados para algunos pueden ser inapropiados para otros. En general, la adaptación a la demanda de la audiencia consistirá en un esfuerzo por crear en cada etapa la requerida empatía o „comunión‟. En la etapa de confrontación, esto puede, por ejemplo, ser manifestado evitando las innecesarias o insolucionables contradicciones. De acuerdo a Perelman y Olbrechts-Tyteca, el desacuerdo con respecto a los valores es a veces comunicado como desacuerdo sobre los hechos, porque tal descuerdo es más fácil de acomodar. Como regla, el intento de un hablante o escritor está dirigido a “asignar […] la posición de la amplitud de acuerdo con los elementos sobre los que él está basando su argumento” (1969, 179). Esto explica por qué, en la etapa de apertura, la posición de un valor de juicio ampliamente compartido puede ser otorgada sobre sentimientos personales e impresiones, y la posición de un hecho respecto de valores subjetivos. En la etapa de argumentación, una adaptación estratégica a la demanda de la audiencia puede ser alcanzada citando argumentos de los oyentes o lectores que están de acuerdo, o refiriéndose a los principios argumentativos a los que ellos adhieren.

Para la comunicación óptima de los movimientos retóricos, el dispositivo presentacional debe ser puesto estratégicamente para su buen uso. Esto significa que una intención discursivamente efectiva debería ser buscada para comunicar los diferentes movimientos en el discurso. El parafraseo y el marco estilístico de los movimientos debería estar sistemáticamente afinado hacia su efectividad discursiva –explotando las máximas graceanas de las Buenas Maneras en una forma específica y deliberada.31 En El Orador, Cicerón observa una inquebrantable unidad entre expresión y contenido -verbum y res. Anscombre y Ducrot identifican expresión con orientación: “Significar, para un enunciado, es orientar” (1983, I), o, como Anscombre lo expone, “dirigir el discurso hacia una cierta dirección” (1994, 30). De acuerdo a Perelman y Olbrechts-Tyteca, todo discurso argumentativo presupone que “una elección consiste no sólo en la elección de los elementos para ser usados, sino también en la técnica para su presentación” (1969, 119).

Las figuras retóricas son modos específicos de expresión que pueden ser usados como dispositivos presentacionales; son formas de presentación que hacen consciente elementos para el individuo.32 Perelman y Olbrechts-Tyteca consideran una figura como argumentativa si trae consigo un cambio de perspectiva (1969, 169).33 Entre las figuras retóricas que pueden servir para propósitos argumentativos están, por supuesto, las clásicas tales como la pregunta retórica y praeteritio –disponiendo la atención a algo al decir que tú te abstendrás del convenio con eso. El éxito de una figura depende de la etapa del discurso en la que está empleada. Figuras como metalepsis pueden, por ejemplo, en la etapa de apertura facilitar la transposición de valores a

30 Para la noción de „espacio de desacuerdo‟, véase van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs (1993, 95). 31 De acuerdo a Dascal y Gross “el estilo es también un nivel en el que el discurso es montado ([…] un registro) y un set de variantes semánticas, sintácticas, y prosódicas de tal registro (1999, 122). Estamos de acuerdo, pero nos gustaría añadir un elemento pragmático al segundo significado. 32 Perelman y Olbrechts-Tyteca definen una figura retórica como “una estructura discernible, independiente del contenido, [...] una forma (la que puede [...] ser sintáctica, semántica o pragmática), y que tiene un uso que es diferente de la manera normal de expresión, y, consecuentemente, de atraer la atención. (1969, 168). 33 “Si el rol argumentativo de las figuras es ignorado, su estudio pronto parecerá”, en la opinión de Perelman y Olbrechts-Tyteca, “ser un inútil [o un literario] pasatiempo” (1969, 167).

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hechos, como en “recuerda nuestro acuerdo” por “mantén nuestro acuerdo” (Perelman & Olbrechts-Tyteca, 1969, 181). Y figuras como conciliatio –en una interpretación, adoptar las premisas del oponente para apoyar las nuestras – pueden ser expuestas para preparar la forma de convencer al oponente en la etapa de argumentación.

Aunque los tres aspectos de la maniobra estratégica, que corren paralelamente con las importantes áreas clásicas de interés –tópicos, audiencia-orientación, y estilística-, pueden ser distinguidos analíticamente, en la práctica real ellos usualmente funcionarán juntos.34 Deberíamos decir que una „estrategia argumentativa‟ totalmente desarrollada está siendo seguida sólo si la maniobra estratégica del hablante o escritor en el discurso converge con elegir el tópico potencial, se adapta a la demanda de la audiencia, y explota el dispositivo presentacional. Las estrategias argumentativas, desde nuestra perspectiva, son diseños metodológicos en movimiento para influenciar el resultado de una etapa dialéctica en particular, o la discusión como un todo, para una ventaja propia, y manifiestan una sistemática, coordinada y simultánea explotación de las oportunidades dadas por cada etapa. Hay estrategias específicas para la confrontación, la apertura, la argumentación y la clausura. Entre las estrategias usadas en la confrontación para la defensa de la diferencia de opinión, cuando se eligen los temas que definen el „espacio de descuerdo‟, está la

evasión y “humpty-dumptying” . También hay estrategias específicas para la apertura, tales como la creación de una amplia zona de acuerdo o, lo contrario, una „cortina de humo‟. Las estrategias de argumentación incluyen detallar las consecuencias deseables –o indeseables- que están supuestas para convencer rápidamente –o intimidar- al oponente. Una notoria estrategia en la etapa de clausura es forzar a la audiencia a „abrir la billetera‟. Los distintos estilos retóricos del discurso argumentativo pueden ser caracterizados en términos de una combinación particular de tales estrategias. Claramente, una estrategia o estilo es más aceptable que otra. 6. Falacias como descarrilamiento de maniobras estratégicas En la pragma-dialéctica, los movimientos argumentativos son sólo considerados válidos si ellos están en acuerdo con las reglas para una discusión crítica. Cualquier violación de cualquiera de estas reglas obstruye la meta de resolución de la disputa y el movimiento hecho es entonces considerado falacioso. Se requieren criterios claros para determinar metodológicamente todos los movimientos en todas las etapas del proceso de resolución, para determinar si son o no una violación a una regla y puedan por tanto ser llamado falaciosos. Nuestro concepto de maniobra estratégica como un intento de aliviar la potencial tensión entre discutir razonablemente y tener las cosas de una forma específica, puede ser de ayuda para clarificar los problemas de identificación de tales criterios.

Todos los movimientos hechos en un discurso argumentativo pueden ser considerados como diseñados para mantener una disposición razonable en la discusión y apoyar el caso de la parte. Esto no significa que estos dos objetivos estarán siempre en perfecto balance. Por un lado, los argumentadores podrían descuidar sus intereses persuasivos por miedo a ser percibidos como irracionales; y por otro lado, en su asiduo deseo de sumar a la otra parte a su lado, ellos podrían descuidar su compromiso al ideal crítico. La negligencia en la persuasión se derrumba por ser una mala estrategia – o incluso por ser un grave error (Walton & Krabbe, 1995). Se hace daño el argumentador pero no el adversario y es por lo tanto „condenable‟ en el sentido de ser falacioso. Una parte, sin embargo, cuyo procedimiento estratégico anula su compromiso con un

34 A menudo es equivocadamente asumido que la adaptación a la audiencia es la principal, sino la única, característica de la retórica. La retórica es entonces sin más igualada con darse a la audiencia. Hay también una tradición en la que el uso del dispositivo presentacional es tomado como la principal característica de la retórica. Así la retórica es primeramente vista como estilística. De hecho, la selección topical podría ser muy bien vista como el paraguas general de la retórica. En último caso, la retórica podría ser acertadamente descrita como el arte de encontrar el loci apropiado de persuasión. En nuestra perspectiva, ninguno de estos sentidos de retórica hace justicia a la intrincada relación inherente de cualquier forma de adecuación de maniobra de estrategia.

En teoría de la argumentación, teorías del razonamiento y en semántica anglosajona, esta palabra hace alusión al intento de las personas de dar significados privados a palabras de uso común. N. del T.

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intercambio razonable de movimientos argumentativos por el objetivo de persuadir a su oponente, puede victimizar a la otra parte. Entonces la maniobra estratégica se ha „descarrilado‟, y es condenable por ser falacioso. Todos los descarrilamientos de maniobra estratégica son falaciosos y todas las falacias pueden ser consideradas como descarrilamiento de maniobra estratégica.

Esta perspectiva de las falacias explica por qué en un práctica argumentativa real las falacias no son a menudo inmediatamente claras o manifiestas. Una parte que maniobra estratégicamente será considerada normalmente como manteniendo todas las veces un compromiso con las reglas de una discusión crítica. De esta manera, una suposición de razonabilidad está contenida en cada movimiento de la discusión (véase también Jackson, 1995). Esta suposición es operativa incluso cuando una forma particular de maniobra viola cierta regla de discusión y es de esta manera falaciosa. Repitiendo la definición aristotélica de una falacia como ha sido citada por Hamblin (1970, 12), podríamos decir que la maniobra entonces todavía „finge‟ cumplir las reglas de una discusión crítica, aunque de hecho no lo hace.35 Si la violación de la regla es una violación deliberada, es imperativo para la parte que es culpable de la violación expresar muy claramente que su compromiso con la razonabilidad todavía está en pie, porque si fuese claro que esto no es así, cualquier efecto persuasivo de los movimientos podría perderse inmediatamente. Si la violación es inintencional –el movimiento es simplemente un error- todavía, no obstante, es una falacia en el sentido pragma-dialéctico: el movimiento en cuestión puede parecer retóricamente fuerte como dialécticamente aceptable para el infractor, pero no es de hecho razonable. Tal infracción involuntaria no es, por supuesto, irreversible. Una vez que la otra parte ha señalado que una ofensa contra la razonabilidad ha sido cometida, esta ofensa puede ser instantáneamente reparada.

Nuestra perspectiva de las falacias como descarrilamiento de maniobra estratégica puede ser de ayuda en el desarrollo de criterios para identificar comportamientos argumentativos falaciosos. Desde nuestro ángulo, cada forma de maniobra estratégica tiene su propio continuo de validez y acto falaz. Los juicios falaces son al final siempre juicios contextuales de ejemplos específicos de actos argumentativos situados. Tampoco este dilema supone, sin embargo, que siempre habría, por necesidad, que mantener una zona gris –o incluso oscura-, ni que un criterio no claro puede ser establecido por adelantado para determinar si una forma particular de maniobra estratégica va extraviarse. „Tipos‟ o „categorías‟ particulares de maniobra estratégica pueden ser identificadas, y para cada uno de estos tipos pueden ser formuladas condiciones específicas, lo que necesita ser cumplido si la maniobra quiere permanecer dialécticamente válida. Ciertos casos de maniobras estratégicas pueden entonces ser reconocidos como válidos, mientras que otros casos de maniobras estratégicas pueden ser expuestos como falaces porque las condiciones relevantes no son satisfechas. 7. Argumentación in vivo: ‘Pensar claro en tiempo de problemas’ A través de la reconstrucción de un „anuncio‟ publicado por Shell en el Observer el 19 de Noviembre de 1995, ilustramos cómo se integran las consideraciones retóricas en el marco teórico de la pragma-dialéctica, lo que puede ser de ayuda para alcanzar un análisis y evaluación satisfactorios de un discurso argumentativo. Aunque el argumento queda parcialmente oculto, este anuncio es un buen ejemplo de argumentación in vivo.

Habiéndose recuperado hace muy poco de los daños sufridos por el caso Brent Spar, Shell responde a la masiva y mundial protesta encendida por el arresto y ejecución del escritor disidente y activista ambiental Ken Saro-Wiwa por el régimen Nigeriano. En el proceso, la compañía maniobra estratégicamente para defender su compromiso económico y político en Nigeria.

35 Esta caracterización puede ser de ayuda en la explicación del engañoso carácter de las falacias.

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A primera vista, el texto parece ser muy nítido: Shell informa al público de la naturaleza de su compromiso en Nigeria. Tan pronto como es tomado en cuenta que, sin embargo, el anuncio fue publicado en el momento en que Shell fue acusada de prestar apoyo al régimen dictatorial en Nigeria, y que es asumido que Shell responde a propósito de tal acusación, llega a ser claro que el anuncio no es sólo un coloreado trozo de información, sino que es una defensa de las acciones de Shell y un intento de convencer al público del altruismo de las políticas de Shell en Nigeria.

PENSAR CLARO EN TIEMPOS DE PROBLEMAS

1 En la gran ola de la entendible emoción por la muerte de Ken Saro-Wiwa, es muy fácil en los hechos ser

agobiado por la rabia y las recriminaciones. Pero las personas tienen el derecho a la verdad. Sin trucos. Incluso incómoda. Pero

nunca subyugado a una causa, aunque sea noble o bien intencionada. Ellas tienen el derecho a pensar claro.

La situación en Nigeria no tiene soluciones fáciles. Eslóganes, protestas y boicots no ofrecen respuestas. Hay temas

5 difíciles que considerar.

Primero, ¿falló la diplomacia discreta? Quizás deberíamos preguntar por qué la protesta mundial falló. Nuestra experiencia

sugiere que esta diplomacia silenciosa ofreció la mejor esperanza para Ken Saro-Wiva. Pero como la amenaza y protesta mundial

incrementó, la posición del gobierno pareció endurecerse. Como Wura Abiola, hija del encarcelado ganador no oficial de la última

elección presidencial nigeriana, dijo en las noticias de la tarde “El régimen no reacciona bien a las amenazas. Creo que esta es

10 la forma de mostrar que ellos no escucharan las amenazas”. ¿Entendieron los activistas el riesgo que estaban tomando? ¿Llegó

a ser la campaña más importante que la causa?

También ha habido cargos de devastación medioambiental. Pero los hechos de la situación han sido a menudo distorsionados

o ignorados. El público –quien con todo derecho se preocupa por estos temas- ha sido muy a menudo manipulado y engañado.

Ciertamente hay problemas medioambientales en el área, pero como la investigación del Banco Mundial ha confirmado, además

15 de la industria del petróleo, el crecimiento de la población, la deforestación, la erosión del suelo y la sobre-cosecha son también los

grandes problemas allí. De hecho, Shell y sus socios han gastado US $100 millones este año sólo en proyectos ambientales,

y US $ 20 millones en carreteras, clínicas de salud, colegios, becas, sistemas de agua y respaldo a proyectos

agrícolas para ayudar a la gente de la región. Y, reconociendo que las soluciones necesitan estar basadas en

hechos, están apoyando con $4.5 millones en una investigación medioambiental independiente de la Niger Delta.

20 Pero otro problema es el sabotaje. En el área de Ogoni –donde Shell no ha operado desde enero de 1993- sobre el 60% de

pozos petroleros fueron causados por sabotaje, usualmente conectado con reclamos por compensación. Y cuando los contratistas han

tratado de convenir respecto de estos problemas, ellos han tenido negado el acceso por la fuerza.

También ha sido sugerido que Shell debería acabar con el proyecto Gas Natural Licuado de Nigeria. Pero si lo hacemos ahora,

el proyecto colapsará. Quizá para siempre. Entonces se debe dejar claro quién queda herido si el proyecto es cancelado.

25 Ciertamente una cancelación podría herir a miles de nigerianos quienes estarían trabajando en el proyecto, y decenas de miles más

beneficiados en la economía local. El ambiente, también, podría sufrir, con la planta se suponía cortar bastante la necesidad de gas

inflamable en la industria de petróleo. La planta tomará cuatro años en ser construida. Los ingresos no comenzarían a correr

hasta el comienzo del próximo siglo. Es sólo la gente y el gobierno nigeriano de ese momento el que pagará el precio.

Y ¿qué podría pasar si Shell saliera de Nigeria completamente? El petróleo por supuesto seguiría saliendo. El negocio

30 podría continuar operando. La vasta mayoría de empleados podrían permanecer en el lugar. Pero el negocio sano y ético

ejercido y sinónimo de Shell, la inversión medioambiental, y la decena de millones de dólares gastados en programas

comunitarios podrían perderse totalmente. Nuevamente, es la gente de Nigeria que te gustaría herir.

Es demasiado fácil sentarse en nuestros confortables hogares en Occidente, reclamando por sanciones y boicots contra un país

en desarrollo. Pero tienes que estar seguro que reacciones violentas hacen más daño que bien.

35 Algunos grupos en campaña dicen que deberíamos intervenir en el proceso político en Nigeria. Pero incluso si pudiéramos,

nunca debemos hacerlo. La política es el negocio de los gobiernos y los políticos. De hecho, el mundo donde las compañías usan su

influencia económica para apoyar o hacer caer a gobiernos sería uno aterrador y desolado.

Shell. Te mantendremos en contacto con los hechos.

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8. Un análisis pragma-dialéctico integrado En nuestro análisis mostraremos, en cada en etapa de discusión, cómo Shell estratégicamente usa el tópico potencial de la situación, adapta su mensaje estratégicamente a las creencias y preferencias de la audiencia, y explota estratégicamente ciertos dispositivos presentacionales. Etapa de confrontación El anuncio de Shell constituye una respuesta dirigida a las acusaciones tanto contra su participación en Nigeria como una justificación de sus políticas. Visto retóricamente, el anuncio es además una apología y una declaración política.36 La conclusión de Shell en la parte apologética (líneas 4-22) es que su participación en Nigeria no es censurable. La reivindicación principal defendida en la parte política (líneas 23-37) es que debería continuar su participación en Nigeria. Ambas demandas son subsumidas bajo la posición general de que la presencia de Shell en Nigeria está justificada.

El objeto de la defensa apologética es „jurídico‟. Shell se dirige hacia dos temas: su participación en la muerte de Ken Saro-Wiva y la parte relativa a la devastación ambiental. Cuando trata con el primer tema (líneas 6-11), Shell opta por el status de qualitas: la compañía ha hecho serios intentos de ayudar a Saro-Wiva, pero los activistas y los boicoteos frustraron estos intentos. Para el segundo tema (líneas 12-22), Shell asume el status coniecturalis, cambiando de dirección las causas de la devastación ambiental y de este modo sugiriendo que su parte en la devastación es sin importancia.

En su discusión sobre la principal política reivindicada, Shell selecciona tres temas: su participación en Nigeria con el proyecto Gas Natural Licuado (líneas 23-28), su compromiso global en Nigeria (líneas 29-34), y su no intervención política (líneas 35-37). Estos tres temas se relacionan con el tema (material) fundamental de ventajas y desventajas: salirse del proyecto y apartarse de Nigeria podría tener consecuencias indeseables para la gente de Nigeria, y la intervención podría ser desastrosa en términos morales.

Haciendo uso de las herramientas de la pragma-dialéctica para reproducir la estructura de la argumentación, este análisis puede ser representado como sigue:

Judicial: (1) No se puede culpar a Shell 1.1a No se puede culpar a Shell de la muerte de Ken Saro-Wiva

1.1a.1a Shell ha hecho esfuerzos para ayudar a Saro-Wiwa 1.1a.1b Estos esfuerzos fueron frustrados por los boicots

1.1b No se puede culpar a Shell de ninguna devastación ambiental

1.1b.1a Hay otros problemas en el área

1.1b.1a.1 El Banco Mundial confirma esto 1.1b.1b Shell está de hecho contribuyendo a salvar el ambiente

1.1b.1b.1a Ellos están sustancialmente subsidiando proyectos ambientalistas 1.1b.1b.1b Ellos están sustancialmente subsidiando otros „buenos proyectos‟ 1.1b.1b.1c Ellos están sustancialmente subsidiando una investigación ambiental

1.1b.1c Un componente substancial de la devastación ambiental no ha sido causado por Shell 1.1b.1c.1a En el área de Ogoni el 60% de la devastación ambiental es causada por sabotaje 1.1b.1c.1b Los contratistas han tenido negado el acceso cuando trataron de resolver estos problemas

36 Véase para apología Ware y Linkugel (1973), y Benoit y Lindsey (1987). Para una caracterización de la declaración política, véase Freeley (1993).

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1.1b.1c.2 Shell no ha estado operativa en el área de Ogoni desde 1993

Político: (2) La participación de Shell en Nigeria está justificada 2.1a Shell no debería salir del proyecto NLG

2.1a.1a La gente podría sufrir 2.1a.1b El ambiente podría sufrir 2.1a.1c El gobierno futuro de Nigeria podría sufrir

2.1a.1a-c.1 Si Shell saliera del proyecto NLG, el proyecto podría colapsar 2.1b Shell no debería salir de Nigeria

2.1b.1 La gente de Nigeria podría quedar herida

2.1b.1.1 Todos los tipos de ventajas para la gente de Nigeria podrían perderse 2.1c Shell no debería intervenir la política nigeriana

2.1c.1a La política es el negocio de los políticos 2.1c.1b Un mundo en que las compañías de petróleo usen su influencia para apoyar o

hacer caer a un gobierno sería uno aterrador y desolado

Figura 1.Análisis dialéctico de la estructura de la argumentación del anuncio de Shell

En este análisis la maniobra estratégica de Shell no está aun totalmente en perspectiva. Dejando el principal reclamo dirigido en la etapa de confrontación implícito en su presentación, Shell es capaz de seleccionar desde el „espacio de desacuerdo‟ disponible los temas que son los más fáciles de enfrentar. Uno de las principales acusaciones dirigidas a Shell es que ella indirectamente apoya al régimen. Shell estuvo, por supuesto, esperando dirigirse a este difícil tema, pero se abstuvo de hacerlo. Al final explícitamente, y en el término del texto, Shell declara que la compañía no intervendrá la política nigeriana (líneas 35-37), y añade (en línea 37) que rechaza apoyar y mucho menos hacer caer a un gobierno -por lo tanto implica que, en adición a no intervenir, tampoco apoya al régimen. De esta manera, Shell se acomoda a la demanda de la audiencia dirigiéndose al tema del apoyo sin explícitamente contestar la acusación expuesta. Se puede hacer esto remarcando el hecho de que el texto, en esta etapa, ha cambiado desde una apología hacia una declaración política. Este cambio hace natural que en el último párrafo del texto se lea otra justificación de la política de Shell.

No obstante, Shell vuelve a su tentativa apologética: el tema no es si Shell debería adoptar cierta política, sino que si acaso la compañía es, política y moralmente, culpable por su política.

Este discurso de manipulación de Shell sobre el tema de la „intervención‟ necesita un análisis estructural diferente: Judicial: (1) No se puede culpar a Shell 1.1a No se puede culpar a Shell de la muerte de Ken Saro-Wiva

1.1a.1a Shell ha hecho esfuerzos para ayudar a Saro-Wiwa 1.1a.1b Estos esfuerzos fueron frustrados por los boicots

1.1b No se puede culpar a Shell de ninguna devastación ambiental

1.1b.1a Hay otros problemas en el área

1.1b.1a.1 El Banco Mundial confirma esto 1.1b.1b Shell está de hecho contribuyendo a salvar el ambiente

1.1b.1b.1a Ellos están sustancialmente subsidiando proyectos ambientalistas 1.1b.1b.1b Ellos están sustancialmente subsidiando otros „buenos proyectos‟ 1.1b.1b.1c Ellos están sustancialmente subsidiando una investigación ambiental

1.1b.1c Un componente substancial de la devastación ambiental no ha sido causado por Shell 1.1b.1c.1a En el área de Ogoni el 60% de la devastación ambiental es causada por sabotaje 1.1b.1c.1b Los contratistas han tenido negado el acceso cuando trataron de

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resolver estos problemas 1.1b.1c.2 Shell no ha estado operativa en el área de Ogoni desde 1993

[1.1c’Shell no está apoyando el régimen de Nigeria] 1.1c‟.1 Shell no debiera intervenir en la política nigeriana 1.1c‟.1.1a La política es el negocio de los políticos

1.1c‟.1.1b Un mundo en que las compañías de petróleo usen su influencia para apoyar o hacer caer a un gobierno sería uno aterrador y desolado

Político: (2) La participación de Shell en Nigeria está justificada 2.1a Shell no debería salir del proyecto NLG

2.1a.1a La gente podría sufrir 2.1a.1b El ambiente podría sufrir 2.1a.1c El gobierno futuro de Nigeria podría sufrir

2.1a.1a-c.1 Si Shell saliera del proyecto NLG, el proyecto podría colapsar 2.1b Shell no debería salir de Nigeria

2.1b.1 La gente de Nigeria podría quedar herida 2.1b.1.1 Todos los tipos de ventajas para la gente de Nigeria podrían perderse

Figura 2.Análisis pragma-dialéctico integrado de la argumentación del anuncio publicitario de Shell

Esta enmienda a la representación estructural de la argumentación claramente ilustra que tomar las consideraciones retóricas en cuenta puede tener consecuencias importantes en el análisis. Etapa de apertura Al tomar en cuenta la maniobra estratégica de Shell en la etapa de apertura de la discusión proyectada, se hace evidente que la compañía crea un punto de partida sólido para su causa. Esto es así en primer lugar porque contrasta las bases factuales de su perspectiva con las bases emocionales de la opinión de sus oponentes.

La compañía deja en claro que su posición está sólo basada en hechos objetivos. Algunos hechos son conocidos debido a la propia experiencia de la compañía (líneas 6-7), algunos otros hechos provienen de autoridades tales como Wura Abiola -la hija del entonces encarcelado y ganador de la última elección (líneas 8-10)– o por el Banco Mundial (líneas 14-15). Shell incluso hace algunas concesiones para fortalecer su imagen de objetividad. Una de estas es que es indudable el hecho de que hay, en efecto, problemas ambientales en la región de Nigeria (línea 14).

Shell además realza su credibilidad tanto como un protagonista objetivo, desinteresado y racional, como también por su ethos humanitario.

Shell realza su credibilidad enfatizando su conocimiento de los problemas de Nigeria (líneas 6-7, 16-19, 25-28, 29-32), su dependencia en datos genuinos y respeto por la verdad (líneas 2-5, 12-15, 18-19, 33-34, 39). En su presentación, Shell sustenta esta imagen etiquetando el tema como “difícil” (línea 4), eludiendo “soluciones fáciles” (línea 4), y teniendo que enfrentarse con una “verdad incómoda” (línea 2) antes que ser “subyugado por una causa” (línea 3). Para realzar su ethos humanitario, Shell cambia el foco de atención desde sus propios problemas a los problemas de Nigeria: ¡SHELL AYUDA! (líneas 6-7, 16-19, 25-27, 30-32). Esta es la perspectiva que se va a explotar cuidadosamente en su argumentación, elaborando extensivamente su “ayuda al desarrollo”

Al contrario de Shell, el público es mostrado como dejando sus juicios nublados por las emociones (líneas 1-2) y siendo fácilmente manipulados y engañados (líneas 12-13). Los activistas incluso son peor: ellas son las personas cuyas percepciones son bañadas por la rabia y las recriminaciones (línea 2), quienes no hacen nada sino sólo “eslóganes, protestas y boicots” (línea 4) y para quienes las protestas han llegado a ser más importante que la causa (líneas 10-11).

Shell también maniobra estratégicamente con las posiciones de las partes en la discusión.

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Dialécticamente hablando tenemos aquí dos partes en oposición –Shell y los activistas- y una tercera parte –el público- que es supuestamente neutral.37 En ese momento, sin embargo, la opinión del público estaba más en contra que a favor de Shell, y Shell estaba completamente al tanto de esto. Por lo tanto, la situación retórica estaba de tal modo aconteciendo que Shell estaba no sólo requerida para resolver una disputa mixta con los activistas, sino también con el público. Sin embargo, la compañía inicialmente actúa como si hubiera sólo una disputa estándar „no-mixta‟, así que ajusta esta situación a sus propios objetivos. Shell incluso trata al público como un posible aliado, listo para cerrar filas con Shell contra los activistas (líneas 1-32).

Esta definición de las posiciones en la disputa es reforzada por la forma en que Shell se adapta a la audiencia: intenta crear un grado de comunión para que su punto de partida sea más fácilmente aceptable. La buena voluntad es invocada halagando al público en esta etapa: ellos son personas sensibles que están preocupadas por los mismos problemas de Shell; ellos tiene que pensar claro y pueden arreglárselas con la incómoda verdad (líneas 2-3). De este modo el público esta disociado como un oponente de Shell en el conflicto.

Además, Shell apela a la responsabilidad del público: porque los derechos implican deberes, y es la responsabilidad del público pensar claramente y aceptar sólo lo que es objetivamente verdad, aunque la verdad pueda ser perturbadora (líneas 2-3, 33-34, 39).

Una de las maneras de presentación usada para reforzar la comunión de Shell con el público consiste en dirigirse a ellos en la forma en que un padre habla a su hijo: aunque las emociones que ellos sientan sean “comprensibles” (línea 1), ellos deben conocer la verdad: y aunque ellos “se preocupen profunda y correctamente” (línea 13), ellos son fácilmente “manipulados y engañados” (línea 13), especialmente cuando una causa parece “noble y bien intencionada” (línea 3).

Pero si ellos toman el lado de Shell, todo podría terminar bien. Sin embargo, si ellos no lo hacen, hay posibilidades de que ellos terminen en la misma mala posición que tienen los activistas: encubierto en una advertencia, el público es colocado a la par con los activistas, cuando inicialmente el público con Shell estaban dispuesto a ridiculizar:

Entre los dispositivos presentacionales que Shell emplea para ampliar la disasociación entre los activistas y el público, se encuentra el uso de la voz pasiva: “Ha habido […] cargos” (línea 12), “los hechos [han] sido distorsionados” (línea 12) “ha sido sugerido” (línea 23), etc. De esta forma, los activistas son expuestos como acusadores anónimos. El uso repetitivo de Shell de la antitesis sirve para poner más énfasis sobre el contraste entre su propia forma clara de pensar y su actitud racional, y la actitud irracional y la forma confusa de pensar de los activistas (y a veces del público): son los “hechos” contra las “emociones” (líneas 1-3), “diplomacia discreta” contra las “amenazas y protestas” (líneas 6-10), “pensar claro” contra “tiempos de problemas” (título), etc.

Etapa de Argumentación En el caso del juicio jurídico que se centra en el no ser culpable (1), Shell selecciona primero argumentos de autoridad para su defensa; en el caso del juicio político (2), los argumentos son causales y pragmáticos. El primer tema asociado con el juicio „No se puede culpar a Shell de la muerte de Ken Saro-Wiva‟ (1.1a), Shell invoca su propia autoridad (líneas 6-7) y la de Wura Abiola (líneas 8-10). Para el segundo tema sobre culpabilidad, el de la devastación ambiental (1.1b), Shell se basa en la autoridad del Banco Mundial (líneas 14-15), como en la propia autoridad de la compañía (líneas 16-19). El tema político –la retirada de Shell del proyecto Nigeria Gas Natural Licuado (2.1a) y de Nigeria en general (2.1b), como también el tema de la intervención en la política nigeriana (la cual la reconstruimos como un argumento disfrazado para

37 Cuando dos partes se han contradicho en sus puntos de vista, la disputa es mixta. Cuando una parte tiene un punto de vista y la otra parte es neutral en el sentido de que cuestiona el punto de vista pero no tiene uno al respecto, la disputa es no-mixta (van Eemeren y Grootendorst, 1992, 16-22).

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el caso no-ser-culpable)–, todos estos problemas son expuestos con consecuencias supuestamente catastrófica (líneas 23-28, 29-32, 35-37).

La preferencia de Shell por los argumentos factuales sobre los argumentos de autoridad y causales está completamente en línea con su recurrente énfasis sobre el status factual de su posición. Factuales y causales son argumentos a menudo relacionados con apoyos más conclusivos: los hechos no pueden ser puestos en dudas y una cadena causal sugiere, a diferencia de una relación analógica, una ajustada e inquebrantable conexión.

Hay una excepción al tratamiento factual y causal: La refutación de Shell a la acusación de que apoya al régimen nigeriano (líneas 35-37). Aunque el anuncio parece proporcionar una argumentación causal, es claro que en este aspecto un argumento causal no lo podría hacer. Porque la inferencia desde la sentencia de no intervención de Shell hacia la conclusión implicada de que no hay apoyo al régimen nigeriano no puede ser causalmente garantizada, entonces por necesidad, una inferencia –sintomática- más débil tiene que hacer el trabajo.

Cuando observamos la forma en que la argumentación de Shell es adaptada a su audiencia, destacan dos tipos de maniobras. La primera se relaciona con el tema de la culpabilidad. Para refutar cualquier sugerencia de culpabilidad relacionada con la muerte de Ken Saro-Wiva y la devastación ambiental, Shell explota rápidamente la perspectiva de que SHELL AYUDA. Shell ha ayudado a Saro-Wiva a través de una diplomacia discreta (líneas 6-7); y Shell ha ayudado a tener bajo control la devastación ambiental a través de proveer ayuda financiera y material (líneas 16-19, 25-27, 30-32). En ambos casos, Shell concluye que los efectos de su ayuda fueron frustrados por las acciones de otros (líneas 10-11, 20-22).

En la justificación de Shell del punto de vista político, la adaptación a la audiencia toma lugar a través de evocar una perspectiva aterradora de catástrofe y colapso: si Shell es expulsada, esperan calamidades a la gente de Nigeria (líneas 24, 28, y 32). Refiriéndose a “la gente […] que tú quieres herir” (nuestras itálicas), el público es una vez más advertido de sus responsabilidades (línea 32). También enfatizando que “el ambiente, también, podría sufrir” (línea 26), Shell emplea un argumento basado en la figura de conciliatio: la supuesta preocupación de los oponentes de Shell por los nigerianos y el ambiente es vuelta contra ellos. La perspectiva de la calamidad es contrastada con la prolongada actividad de Shell en Nigeria, con la “práctica empresarial válida y ética” sinónimo de que Shell continuará para compartir su bendito fruto (líneas 30-32).

Como puede esperarse, para refutar el tema de la „culpabilidad‟ prevalece un estilo más eficiente. Los hechos están (en líneas 6-10 y 14-22) supuestos para que hablen por ellos mismos. En su presentación de los argumentos para el punto de vista político, Shell machaca la imagen de calamidad haciendo preguntas retóricas muy sugestivas – “¿Qué podría pasar si Shell saliera de Nigeria completamente?” (línea 29)– y usando advertencias – “Así que se debe dejar claro quién queda herido si el proyecto es cancelado” (línea 24) y “Nuevamente, es la gente de Nigeria que tú quieres herir” (línea 32). Hasta una cierta etapa (en líneas 29-32), algunas concesiones son presentadas en un trozo corto y desconectado de sentencias que sugiere la falta de un pensamiento coherente. Entonces son seguidos por una larga y cuidadosa oración construida que sugiere que Shell tiene la situación bajo control. Nuevamente no faltan las palabras sugestivas: “el petróleo podría ciertamente continuar fluyendo” (con connotaciones de “descontrol” y “sin utilización”), “el negocio podría continuar operando” (¿quién gana?), y “la vasta mayoría de

empleados podría mantenerse en el trabajo” (¿pero trabajarán?) (líneas 29-30, nuestras itálicas). Etapa de Clausura Dejando la conclusión general de la discusión de su compromiso en Nigeria implícita, Shell sugiere que lo que ha dicho es todo lo que hay que decir y que la conclusión es obvia. ¿Qué más pueden concluir los lectores sino que Shell ni es culpable por la muerte de Ken aro-Wiva ni lo es por cualquier desastre ambiental? Por el contrario, Shell es de gran ayuda para la gente de Nigeria y debería quedarse ahí para prolongar su generosa „ayuda al desarrollo‟.

Para asegurarse de que el público es favorable a su perspectiva, nuevamente Shell hace una apelación a la responsabilidad del público. Habiendo pavimentado el camino a través de la

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repetición de los peligros de que el destino de los nigerianos está en sus manos, Shell da el golpe final al término del texto, cuando comienza a reprochar a la gente su actitud. El público actúa irresponsablemente: sus opiniones sobre los problemas nigerianos se suman a los eslóganes vacíos, y su respuesta es nada más que una violenta reacción que sólo puede dañar a este pobre país en desarrollo (líneas 33-34). Ellos por cierto necesitan a Shell para ponerlos en el camino correcto.

El último movimiento en la etapa de argumentación en la discusión fue invocar derechamente a una imagen de espanto y horror. Esta explotación de los dispositivos presentacionales de una metáfora está dirigida a erradicar cualquier idea de que la compañía podría estar haciendo alguna cosa equivocada como apoyar al régimen nigeriano (líneas 36-37). Lo que implica este movimiento para la etapa de conclusión de la discusión es claro: si es evidente para todos qué tipo de consecuencias horribles habrá si se apoya al régimen nigeriano, Shell sólo puede ser acusado de tal bajo comportamiento por esos extremos malintencionados quienes sólo se proponen destruir el ethos político y moral de Shell.

Las palabras finales, “Te mantendremos en contacto con los hechos” (línea 39), no son sólo un slogan, sino que debiera asegurarle al público de que Shell prevendrá la amenazadora perspectiva de que un mundo temeroso y sombrío llegue a ser realidad – pensar claro lo prevendrá-. Estas palabras, no obstante, también conllevan una velada contra-acusación: Tú, el público, no eres capaz de mantenerte en contacto con los hechos. Esta es la razón por la que Shell lo hará por ti.

9. Una evaluación de la maniobra estratégica de Shell El uso de conciliatio Nos gustaría elucidar el acercamiento pragma-dialéctico para evaluar un discurso argumentativo discutiendo primero un ejemplo específico de maniobra estratégica: el uso de Shell de la figura de conciliatio. En una conciliatio, el proponente usa un argumento del oponente para apoyar su propio punto de vista. En términos de maniobra estratégica, hacer uso de una conciliatio viene a ser lo mismo que hacer una selección en el potencial argumentativo disponible, esto es, lo que es evidentemente oportuno y claramente óptimo de adoptar de los puntos de partida del oponente. Ciertos recursos de presentación, tales como el uso de una pregunta retórica, son expuestos para hacer obvio que el argumento que el proponente va a usar es ya en efecto parte de los compromisos del oponente.

Porque la adhesión del oponente es asegurada de antemano, esta forma de maniobra estratégica es retóricamente poderosa. Porque el proponente procede a argumentar ex concessis, la maniobra es también eminentemente dialéctica. El peligro de descarrilamiento proviene del hecho de que el oponente puede ser asumido como de acuerdo con el contenido del argumento, pero no puede ser asumido como de acuerdo con la forma en la que el argumento es usado para apoyar precisamente el punto de vista opuesto. De acuerdo con las condiciones de corrección aplicadas a los actos de habla para exponer una argumentación, un argumento sólo cuenta como un intento feliz para convencer al oponente si ambas partes no sólo aceptan el contenido proposicional del argumento, sino que también aceptan esta proposición como una justificación potencial del punto de vista que se está discutiendo (véase Eemeren & Grootendorst, 1992). En el caso de una conciliatio, lo primero es –típicamente- concedido, pero lo posterior es más desafortunado –por lo menos en primera instancia.

Este análisis del acto de habla apunta a una condición que puede ser de ayuda para evaluar las manifestaciones reales de la conciliatio: tales manifestaciones sólo pueden ser „válidas‟ si el proponente ofrece suficiente apoyo a su punto de vista de que el argumento tomado de su oponente tiene un potencial justificatorio absoluto en relación con su punto de vista y deja eventualmente al oponente la decisión de si es este en efecto el caso.38 El uso de conciliatio puede

38 Condiciones adicionales son que la proposición respectiva sea realmente parte de los compromisos del oponente y que el proponente mismo esté preparado para hacer honor a los compromisos asumidos.

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llegar a ser un „descarrilamiento‟ si el proponente presupone que el argumento adoptado tiene un potencial justificatorio incondicional para su punto de vista y deja al oponente sin espacio para cuestionar esta presuposición. Si una conciliatio es en esta forma descarrilada, el proponente confía en un punto de partida que no está todavía aceptado por el oponente y comete la falacia de petición de principio.

Un buen ejemplo de conciliatio es propuesto en la novela de John LeCarré Un espía perfecto. El principal protagonista en el libro es un chico que es criado por todos menos por su padre, un real, aunque sea amable, charlatán. Otra vez el padre viene a visitar al chico. Cada vez que él está listo para irse, el chico comienza a llorar. El padre quiere que el chico pare de llorar y trata obtener esto a través de:

¿Amas a tu viejo? Bueno entonces…

La conciliatio funciona en los siguientes términos. Primero, el padre atribuye al chico la

proposición (Yo amo a mi viejo) a través de una pregunta retórica. Entonces él implica, añadiendo “bueno entonces…,” que si, o dado que, el chico adhiere a la proposición de que ama a su viejo, él debería también aceptar –implícitamente- el punto de vista de que él debería parar de llorar. Porque es claro que el padre no añade ninguna otro apoyo a esta implicación y su pregunta sugiere que esto es todo lo que hay para decir, se puede concluir que su maniobra estratégica a través de la conciliatio se ha descarrilado.

En „Pensar claro en tiempos de problemas,‟ Shell también usa una conciliatio cuando la compañía justifica no sacar su proyecto de Gas Natural Licuado para Nigeria señalando que no es Shell sino la gente de Nigeria y el medio ambiente los que podrían sufrir si Shell lo saca (líneas 25-26). Estos argumentos son claramente derivados de los supuestos del oponente relativos a la gente y al medio ambiente: dadas sus preferencias políticas, los oponentes de Shell pueden ser asumidos como a favor de una próspera población nativa y un medio ambiente no contaminado. En un nivel proposicional, Shell puede estar por lo tanto seguro de la aceptación. Pero ¿cómo procede la compañía de petróleo a asegurarse de la aceptación del oponente del potencial justificatorio de estos dos elementos de su punto de partida de que Shell no debería salirse del proyecto? Shell lo hace sosteniendo que hay una relación causal entre salirse del proyecto y el deterioramiento de las circunstancias humanas y ambientales. De esta forma, Shell da al menos algún apoyo a la perspectiva de que los argumentos de su oponente tienen un potencial justificatorio preponderante para su punto de vista. Aunque la inserción de “ciertamente” conlleva una sugestión de obviedad, Shell no disuade realmente al lector del cuestionamiento de la supuesta relación causal. En efecto, en realidad no hay descarrilamiento de la maniobra estratégica con conciliatio y no es apropiado acusar a Shell de petición de principio.

Debemos tener ahora una mirada más cercana de la maniobra estratégica de Shell en las diversas etapas del discurso y exponer algunas falacias que son cometidas. Etapa de confrontación Nuestra primera observación evaluativa es que Shell manipula astutamente el tema de la discusión: la compañía enfrenta el tema crucial de su involucramiento en Nigeria sólo en una forma implícita. Como resulta del análisis, Shell enfatiza, para apoyar su punto de vista de que la compañía no debería intervenir en Nigeria, que es indeseable que las compañías usen su influencia económica para imponer o derribar gobiernos. Para defender este punto de vista, no obstante, es suficiente argüir que es equivocado para las compañías usar su influencia económica para derribar gobiernos.

Añadir que la influencia de la compañía no puede ser usada para apoyar gobiernos, es sólo relevante si Shell implícitamente también intenta transmitir la idea que no apoya el régimen nigeriano. Este es, de hecho, precisamente el punto que Shell debería recalcar porque en el

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momento en que el anuncio fue publicado la primera acusación fue que Shell mantenía al régimen nigeriano en pie.39 Shell aparentemente no está dispuesto a confrontar esta acusación categóricamente, pero necesita negarlo al mismo tiempo. La compañía hace esto implícitamente proveyendo un argumento desde el cual la negación puede ser deducida.

Shell de este modo se traba en una confrontación con la estrategia de sortear el problema. La compañía emplea esta estrategia para evadir el tema crucial en la diferencia de opinión. De acuerdo con los estándares dialécticos, una de las reglas de una discusión crítica es que los argumentos deben ser relevantes respecto de los puntos de vista en cuestión. Esta regla es violada en el argumento de Shell a través de la reconstrucción del punto de vista de que Shell no apoya el régimen nigeriano: es indeseable para las compañías usar su influencia económica para apoyar o derribar gobiernos. Aunque este argumento es analíticamente relevante para el punto de vista –y lo es precisamente porque de esta relevancia analítica es que el punto de vista podría ser reconstruido -, carece de relevancia evaluativa:40 Que sea indeseable usar la influencia económica para apoyar o derribar gobiernos puede dar soporte al punto de vista político de que Shell no debería intervenir en la discusión política nigeriana, pero nunca podría apoyar el punto de vista factual de que Shell no apoya el régimen nigeriano.41 En este proceso, Shell no sólo viola la regla de relevancia de una discusión crítica, sino que también la regla de uso del lenguaje: dado que sólo llega a ser evidente ahora después de una reconstrucción radical, es que queda inmediatamente claro que, si Shell hubiese adelantado el punto de vista explícitamente, Shell es culpable de ser engañosamente vago.

Usando una flecha oblicua para las maniobras falaces en la defensa del punto de vista de Shell de que no apoya al régimen nigeriano, damos el siguiente panorama evaluativo general a través de una representación formal de la estructura de la argumentación:

Jurídico: (1) No se puede culpar a Shell

1

1.1a 1.1b [1.1c’]

1.1a.1a 1.1a.1b 1.1b.1a 1.1b.1b 1.1b.1c 1.1c‟.1

1.1b.1a.1 1.1b.1b.1a-1.1b.1b.1b-1.1b.1b.1c 1.1b.1c.1a-1.1b.1c.1b 1.1b.1c.2 1.1c‟.1.1a-1.1c‟.1.1b

Figura 3. Evaluación Pragma-dialéctica parcial del anuncio de Shell como fue analizado en figura 2

39 Hubo peticiones para la intervención, después de que Ken Saro-wiwa fuera sentenciado a muerte, y antes de que fuera ejecutado, pero tales peticiones fueron escuchadas después de la ejecución, en el mismo momento en que Shell publicaba su anuncio. Para entonces, la demanda era sólo que Shell debía salir de Nigeria. 40 Véase para la distinción entre relevancia analítica y evaluativa, van Eemeren y Grootendorst (1992). 41 Incluso para el punto de vista de que Shell no debería intervenir, este argumento sólo ofrece un apoyo muy débil, pero porque el punto de vista explícito es mucho menos controversial que el punto de vista implícito, este apoyo parece suficiente.

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Etapa de apertura La estrategia dominante de apertura es envolver a los lectores en la perspectiva de Shell. En un primer momento, esto es alcanzado actuando como si el público no estuviera realmente en oposición a Shell, sino que sólo tuviera algunas dudas –como resultado de la ignorancia antes que de una cuidadosa reflexión. Shell de este modo presenta al público en lo posible como aliado antes que como potencial oponente. Conduciendo a los lectores de esta forma, Shell elige una estrategia de apertura de inclusión. Cerca del fin del anuncio, cuando la posición confortable del público es repentinamente cuestionada, la consecuencia de esta estrategia llega a ser evidente: un público que no toma el lado de Shell debería distanciarse de esta razonable posición y juntarse con los activistas –lo cual ha llegado a ser a esas alturas una perspectiva poco atractiva. ¿Cómo puede ser evaluado el uso de esta estrategia? Primero, deberíamos notar que al final del texto Shell ofrece al público una alternativa no realista cuando se confronta al público con la necesidad de elegir. En tiempos cuando la necesidad de apoyo es urgente, forzar al público a “tú estás con nosotros o en contra de nosotros” puede ser aceptable en un discurso político. En una disculpa expuesta para probar la inocencia de alguien, sin embargo, esta estrategia es claramente inadmisible: establecer los hechos no es una forma de tomar decisiones, menos aun las decisiones presentadas por Shell. En este caso, Shell es culpable de maniobrar falazmente: la compañía crea un falso dilema. Segundo, se debe señalar que el dilema presentado aquí sólo tiene fuerza persuasiva porque está basado en un perpetuo ataque ad hominem sobre los activistas. La mayoría de estos ataques son abusivos (los activistas son idealista, hacen eslóganes que distorsionan o ignoran los hechos, son irresponsablemente y egocéntricos que no entienden el riesgo que están tomando), otros son sólo circunstanciales (la protesta llega a ser más importante que la causa). Si los activistas hubiesen sido retratados como gente sensible, el dilema no habría existido. Estas falacias ad hominem son parte constitutiva de maniobras falaces.

Etapa de Argumentación La maniobra de estratagemas favorecida por Shell en la etapa de argumentación consiste en fundar sus argumentos en los hechos y la autoridad, y en sugerir que sus acciones están motivadas por la caridad. Esto muestra una combinación estratégica de argumentación por certificación y humanización. No es difícil ver qué podría ir mal dialécticamente: puede ocurrir el descarrilamiento del tipo ad verecundiam y las falacias éticas. Pero ¿ocurren? En el caso de ad verecundiam, el tema es si apelar a la autoridad es aceptable para el adversario y, si es así, si la autoridad apelada es una autoridad genuina y relevante. La primera pregunta no puede realmente contestarse en esta situación monologal, pero las dos últimas preguntas sí. Las autoridades a las que apela Shell son Wura Abiola, el Banco Mundial y Shell misma. La autoridad de Wura Abiola es invocada para sustentar el tema concerniente a cómo el régimen nigeriano tiende a reaccionar cuando es amenazado. Su autoridad está supuestamente basada en el hecho de que ella es la hija de un antiguo candidato presidencial. La pregunta es ahora: ¿puede ella en efecto ser, sólo por tal historial, indicada como una experta en la psicología de la política nigeriana? El hecho es que, aparte de Shell, al valorar fuertemente el noticiario de la noche su opinión sobre este tema puede ser visto como evidencia de que ella posee tal autoridad. Este argumento de autoridad probablemente no es por lo tanto falacioso. Este es también el caso con la apelación a la autoridad del Banco Mundial para sustentar ciertos datos relacionados con la devastación ambiental. Aunque sólo tenemos la palabra de Shell para admitir que los datos que son mencionados con correctos, el Banco Mundial puede de hecho ser consultado para proveer información autorizada de que esto es también relevante. Aun puede haber una reserva respecto al hecho de que Shell no dice si la investigación del Banco Mundial pone el problema del medio ambiente a la par con el problema causado por Shell. Podría ser bien el caso de que los problemas posteriores sobrepasen el antiguo por mucho.

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Un juicio más definitivo puede ser dado cuando consideramos el énfasis de Shell sobre su propia autoridad como un experto en los problemas de Nigeria. Este énfasis, el que es presentado a través del texto, pero especialmente en las referencias de Shell en la línea 6, en su propia experiencia en tratar con los temas de la ejecución pendiente de Ken Saro-Wiwa, ejemplifica cómo la maniobra estratégica no sólo puede estar descarrilada sino también ser débil. La maniobra se descarrila pues el problema precisamente es si Shell sabe cómo arreglar la situación en Nigeria. Y es también débil porque ni los oponentes de Shell ni el público puede ser imaginados como aceptando la autoridad de Shell como el rostro de los valores morales.

La estrategia de Shell de otorgarse un status importante respecto del razonamiento factual se vincula bien con su apelación a la autoridad. Es, de nuevo, no demasiado difícil ver qué tipo de maniobra falaz podría tomar lugar. ¿Son los “hechos” presentados por Shell en efecto los hechos? Y si es así, ¿son relevantes para el caso? Es notable que Shell, al presentar sus argumentos en contra de la acusación de devastación ambiental, exponga los hechos del caso en una manera poco clara. ¿Quiénes son los que reclaman los casos de sabotaje? ¿Quiénes son los saboteadores? Es la frase elusiva la que impide que estas preguntas sean contestadas. Nuevamente, Shell comete la falacia de usar un lenguaje vago. Una estrategia falaz similar puede ser detectada en la argumentación de Shell en contra de las acusaciones de que no se hizo nada para impedir la ejecución de Ken Saro Wiwa. Shell sugiere que los hechos hablan por sí mismos, pero si lo hacen o no es otro asunto. Una gran cantidad de presuposiciones se tratan de pasar disimuladamente como un acuerdo por descontado, el que probablemente no existe. Preguntarse si falló “la diplomacia discreta”, por ejemplo, presupone que Shell ha en efecto hecho esfuerzos diplomáticos para salvar a Ken Saro-Wiwa, que estos esfuerzos fueron correctamente hechos en secreto, etcétera. En todos estos ejemplos, Shell puede ser acusado de violar la regla del punto de partida que permite exponer argumentos sólo si parten de la base de los puntos de partida aceptados. Aparte del dudoso status de los hechos, no es transparente qué relevancia supuestamente tienen tales hechos. Esta maniobra se vincula estrechamente con la recurrente referencia de Shell a sus motivos caritativos. Es, por ejemplo, poco claro cómo exactamente se relaciona el financiamiento de carreteras y clínicas con la devastación ambiental. Aparentemente la compañía hace mucho bien, pero esto ¿debería significar automáticamente que no es culpable de devastación ambiental? Shell viola, nuevamente, la regla de relevancia de una discusión crítica. Etapa de Clausura El movimiento de conclusión de Shell es usar una estrategia de terminación. Después de haber, primero, implicado que el público puede terminar como los activistas, la compañía concluye invocando un escenario catastrófico que podría llegar a ser realidad si los deseos de los activistas fueran realidad. El objetivo de este movimiento es claramente desalentar al público de mantener cualquier duda relacionada con los métodos de Shell en Nigeria. En vez de concluir que sus puntos de vista son adecuadamente defendidos por sus propios argumentos, Shell sugiere que sus puntos de vista son aceptables porque no puede aparecer ninguna duda contra ellos. De esta forma, Shell hace un intento falacioso de cerrar la discusión. 10. Conclusión El análisis del anuncio de Shell muestra cómo en un discurso argumentativo las oportunidades retóricas ofrecidas por una situación dialéctica pueden ser usadas estratégicamente tomando una decisión interesada del potencial tópico disponible, respondiendo convenientemente a las demandas de la audiencia, y haciendo uso astutamente de los dispositivos presentacionales. La estrategia de sortear los obstáculos usada por Shell en la etapa de confrontación consiste en manipular la diferencia de opinión, cambiando su énfasis, a través de destacar y dirigir selectivamente sólo los temas que Shell puede sobrellevar y tratar sólo indirectamente con el tema

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central que se espera sea desarrollado. La estrategia de inclusión, que es dominante en la etapa de apertura, intenta acercar al público tanto como sea posible a la perspectiva de Shell, presentándolo como aliado antes que como oponente y llevándolo de esta forma a temas insustanciales. En la etapa de argumentación, la maniobra estratégica de Shell combina la estrategia de certificación y humanización: mientras degrada a sus oponentes como no informados e irresponsables, Shell deja la prerrogativa a un razonamiento causal basado en hechos „autorizados‟ (restringidos estos hechos a la perspectiva de que sean atractivos a la audiencia) y establece al mismo tiempo su propia imagen como una compañía con conciencia social. La estrategia de clausura de Shell de terminación apela al sentido común de la audiencia impregnándola con responsabilidades que son discordantes con la actual actitud poco realista a través de encararles los hechos. Con todo lo dicho, la defensa de Shell no puede ser evaluada positivamente, aun cuando el uso inteligente de la conciliatio pueda sugerir lo contrario. Varios movimientos de Shell son descarrilamientos de maniobras estratégicas en el sentido de ser falaces porque ellos violan una regla de una discusión crítica. El anuncio de Shell es, de hecho, una buena ilustración de cómo supuestamente una maniobra estratégica inteligente puede llegar a ser retóricamente inapropiada cuando es dialécticamente inaceptable.

En este trabajo hemos mostrado que el análisis y evaluación de un discurso argumentativo usando elementos retóricos beneficia de muchas formas la reconstrucción pragma-dialéctica. También puede llegar a ser evidente que una reconstrucción retórica satisfactoria no puede ser expuesta si las consideraciones dialécticas no son tomadas en cuenta: la función retórica de un acto de habla sólo puede ser determinada sistemáticamente si es primero puesta en una perspectiva bien definida respecto de qué es lo que está en juego en cierta etapa del discurso. Porque el enriquecimiento metodológico que hemos obtenido nos permite, por un lado, obtener una comprensión más firme de los varios aspectos de la maniobra estratégica, y alcanzar, por otro, una más profunda y más comprehensiva perspectiva de qué puede ser llamado „realidad argumentativa‟. Obtener un cuidadoso entendimiento respecto de la estrategia racional detrás de los movimientos de una discusión específica realizados en discurso argumentativo, fortalece el análisis haciéndolo no sólo más profundo y más informado sino también mejor justificado. Alcanzar una clara perspectiva del diseño estratégico del discurso también produce una observación más refinada respecto de cuándo y por qué ciertos tipos de maniobras estratégicas son consideradas falaces en una práctica argumentativa real. Bibliografía Agricola, R. (1479/1967). De inventione libri tres. A translation of selected chapters by J.R. McNally. Speech

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