v. 5 correo de las culturas 53

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    [email protected]

    d e l a s C u l t u r a s d e l M u n d o

    C

    O

    R

    R

    EOVol. V, nmero 53, 1o de diciembre de 2009. CEDICULT Director: Leonel Durn Sols

    En este nmero:

    Exposicin: Pompeya y una villa romana. Arte y cultura alrededor

    de la baha de Npoles

    Leonardo Sciascia, pasin espaola

    Sting contra el desplazamiento de 40,000 indgenas brasileos

    Renacimiento en las galeras del Museo Victoria y Alberto

    Ciudad turca reclama al Louvre la devolucin de piezas

    La expulsin de los moriscos La leccin de Claude Lvi Strauss

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    Exposicin

    Pompeya y una villa romana

    Arte y cultura alrededor de la baha de Npoles

    por Carlos Paul

    Antes de que el Vesubio hiciera erupcin, el 24 de agosto del ao 79 d.C.,y sepultara bajo la lava bellas e imponentes ciudades de la antigua Roma,

    la regin de Campania, baha de Npoles, al sur de Italia, era tambin un

    complejo centro artstico debido a que las ciudades de Pompeya y Herculano

    (dos de las urbes enterradas) se haban convertido en el lugar predilecto de

    descanso de emperadores como Julio Csar, Augusto, Tiberio, Calgula hastaNern, as como de aristcratas romanos, donde construyeron extensas y

    lujosas villas atrados por la belleza de la baha y sus aguas termales.

    La popularidad de la regin, ms all de la zona roja de Pompeya, desat

    una fiebre constructiva, lo que atrajo de igual manera a artistas locales y de

    otras regiones para satisfacer la demanda de tan importantes clientes, para la

    decoracin de sus palaciegos hogares.

    Una muestra integrada por un centenar de obras que refleja el arte priva-

    do, el lujo y lo sofisticado que alcanz aquella zona del Mediterrneo italiano

    se exhibe en el Museo Nacional de Antropologa con el ttulo Pompeya y

    una villa romana: arte y cultura alrededor de la baha de Npoles, cuya

    curadura intenta representar la disposicin y refinamiento de aquellas villas

    romanas, complementada con algunos videos explicativos.

    Esculturas, pinturas, mobiliario, joyas, piezas de mrmol, relieves y decora-

    dos que la elite romana lleg a disfrutar en su vida cotidiana se pueden apre-ciar en la muestra.

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

    Exposicin

    Se trata de un viaje donde el visitante recorrer seis salas. La primera,

    luego de la introduccin, es la sala de Patrones y propietarios, que recibe

    al pblico con una extraordinaria escultura de Venus, donde se ven algunos

    bustos y pinturas de quienes promovan las villas; luego, en la sala Interiores,

    se aprecia principalmente el Atrium. En la sala Patios y jardines se puede

    admirar esculturas de bronce y pinturas murales y, para concluir, en la sala

    El gusto por lo antiguo se ve reflejado el particular aprecio de los romanospor el pasado helnico.

    Pompeya y una villa romana: arte y cultura alrededor de la baha de Npoles

    es una muestra que en su conjunto refleja ese aprecio, predileccin e influen-

    cia que el arte griego tuvo en la realizacin de las obras romanas. De hecho,

    para los dueos de las villas el conocimiento de esa cultura fue un smbolo deestatus y seal de refinamiento. Por ello una caracterstica del arte romano

    es que es un arte aglutinante.

    Por un lado retoman sus races etruscas y, por otro, al querer emular

    a los griegos crean un nuevo estilo, lo que a su vez ser retomado por el

    Renacimiento y la cultura occidental que hoy conocemos, explicaron Patricia

    Real, directora de Museos del Instituto Nacional de Antropologa e Historia, y

    el arquelogo Gerardo Taber, durante un recorrido por la exposicin.

    En este compacto, pero interesante viaje por una casa romana de Pompeya,

    diversas piezas sobresalen, desde algunos murales realizados 15 aos antes de

    la erupcin del Vesubio, hasta otras obras hechas cien aos antes de esa cats-

    trofe. Desde esculturas de pequeo formato y estatuas de Apolo y Afrodita,

    hasta un extraordinario mosaico de piso que representa la Academia de Platn

    y algunos relieves, pinturas y esculturas donde aparecen Aquiles o Dionisio,

    dios de la agricultura y el vino. Desde un pequeo cuenco de cristal, hasta undecorado yelmo de gladiador hecho en bronce.

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    Como parte del intercambio cultural entre Mxico e Italia, el Instituto

    Nacional de Antropologa e Historia auspicia esta muestra dentro de su

    ciclo Grandes Civilizaciones, misma que llega en reciprocidad por la expo-

    sicin Teotihuacn: ciudad de los dioses, que arribar en 2011 al Palacio de

    Exposiciones, en Roma. Fuente: La Jornada

    Stiro y hemafrodita. Oplontis, villa de Popeo, escultura en mrmol incluida en la exposicin Pompeya y una villaromana. Foto Guillermo Sologuren

    Exposicin

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    Leonardo Sciascia, pasin espaola

    Espaa fue su segundo amor; empez con Cervantes, cuyo Quijote ley como

    para aprendrselo, pero el bastn de sus ideas fue Jos Ortega y Gasset, de

    quien aprend muchsimo, deca. Hoy se cumplen 20 aos de su muerte y en

    Sevilla, que retrat con pasin, recuerdan su figura y el amor por Espaa.

    Era tan suave en sus maneras, en su forma de llegar a los sitios, que se dira

    que Leonardo Sciascia (Racalmuto, Sicilia, 1921-Palermo, 1989) tena pudor

    hasta de molestar al suelo. Sin embargo, su escritura era radical, insoborna-ble; era un hombre de izquierdas, y eso lo ejerci siempre, acaso desde que el

    fogonazo del fascismo prendi en su pas, y en el nuestro, con una violencia

    despiadada. Pero atac todos los tpicos, los de la derecha y los de la izquierda

    que ignoraba -e ignora- la dimensin del servicio pblico al que dice deberse.

    Su carcter insobornable fue el emblema de su independencia, que molesta unos y a otros, y fue el origen tambin de su prestigio, como intelectual y

    como poltico. Cuando muri en su tierra, a los 68 aos, despus de un cncer,

    era uno de los intelectuales ms prestigiosos de Europa, cuya voz era (como la

    de Bertrand Russell en otro tiempo) fundamental para entender las sucesivas

    crisis que le fueron contemporneas, entre ellas la grave situacin a la que el

    terrorismo extremo llev a Italia. La Mafia fue el eje de sus preocupaciones

    italianas; sus libros sobre ese fenmeno son una enciclopedia tambin sobre

    la violencia, y su volumen sobre el asesinato de Aldo Moro, una indagacin

    minuciosa sobre los bajos fondos de la poltica italiana.

    Letras

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    En un juego sobre las palabras que le propuso en 1984 el entonces correspon-

    sal de EL PAS en Roma, Juan Arias, surgi la palabra Espaa. Y dio Sciascia esta

    definicin: Una nacin ms pasional que cultural, con muchas semejanzas y

    desemejanzas con Italia. Las semejanzas son en lo peor. Las diferencias, en lo

    mejor. El origen de su pasin espaola fue la obra de Miguel de Cervantes.

    Siempre, Cervantes, deca. Y Ortega: Me apasiona. Me ha enseado tantas

    cosas... En un momento se le alej de la cultura contempornea. Fue una injus-

    ticia y un error. Yo siempre apreci en Ortega y Gasset su tipo de pensamiento,

    su linealidad, la racionalidad absoluta como forma, y despus su capacidad

    de descubrir en las cosas aspectos que eran al mismo tiempo sencillos y

    difciles de captar.

    Cuando Espaa recuper la democracia, Sciascia fue un frecuente via- jero por este pas, al que acudi en algunas ocasiones acompaado por su

    amigo el fotgrafo Ferdinando Scianna; retrataron Sevilla, Castilla, la tierra de

    Cervantes, Ortega y Unamuno; l era muy camusiano, y muy unamuniano.

    Su obsesin como intelectual era convertirse en martillo de todos los poderes,

    y tambin del poder que representaba el terrorismo. Muchas de las colabora-

    ciones que envi a EL PAS, al que estuvo muy unido como columnista, tuvie-

    ron como eje esa preocupacin por el efecto que en la democracia espaola

    podra tener esa lacra.

    Al final de su vida, herido ya por la enfermedad y por el desnimo, Sciascia

    dijo, como si resumiera as su sentimiento o su resumen de lo que vea: Todos

    somos culpables, pero el poder es el culpable principal. Y sobre su pesimismo

    dijo: Estoy ms pesimista que nunca, o tan pesimista como siempre, porque no

    queda razn alguna para el optimismo. Fumaba an (es una ltima vengan-

    za) y tena el aspecto de un caballero siciliano que aun en las horas ms bajas,y cuando ya la voz no le acompaaba, mostraba la elegancia de su dignidad.

    Letras

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    Letras

    Los organizadores del encuentro que

    se celebra estos das en la Facultad de

    Filologa de Sevilla, Leonarda Trapassi

    y Miguel ngel Cuevas, han querido

    recordar lo que Sciascia deca de su rela-

    cin con este pas: Tengo Espaa en el

    corazn, le gustaba decir. La Espaa

    de Sciascia es la representada por la

    herencia republicana, antifascista. La

    Espaa, en el corazn, aaden, es,

    pues, la de la derrota, pero tambin la

    de las utopas.A esa Espaa quieren hacer regresar

    los convocantes del congreso la obra de

    Sciascia. Han invitado a un gran amigo

    del autor de Todo modo, el novelista

    Vincenzo Consolo, que abrir las sesiones de hoy. Participan, adems, crticos

    y estudiosos de universidades italianas, britnicas, irlandesas y espaolas.

    Fuente: El Pas/Cultura

    D h h

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

    Derechos humanos

    Sting contra el desplazamiento de

    40,000 indgenas brasileos

    Sting se ha reunido con dirigentes

    indgenas brasileos para denun-

    ciar los daos que ocasionar laconstruccin de una enorme repre-

    sa hidroelctrica sobre un ro de la

    Amazonia donde viven poblaciones

    aborgenes. El cantante, reconocido

    activista por los derechos indgenas,

    pidi que los pobladores de la regin

    del ro Xingu sean escuchados antes

    de construir el proyecto hidroelctri-

    co Belo Monte, que sera la tercera mayor planta de su tipo en el mundo.

    ste es un asunto brasileo, pero de todos los brasileos, expres el

    domingo en una conferencia de prensa en So Paulo, junto a los dirigentes

    indgenas de la etnia caiap Raoni y Megaron Txucarramae. El proyecto obli-

    ga a desplazar el 80% de las aguas del ro y a trasladar a 40.000 habitantes

    de la zona. Hay razones econmicas para que sea construida y hay razo-nes ambientales para que no sea construida, seal el ex vocalista de The

    Police. El proyecto, pendiente de licencia, ha sido cuestionado por pobla-

    dores del ro Xingu y expertos que consideran que tendr consecuencias

    ambientales y sociales demasiado altas para justificar la inversin millonaria

    que requiere. Fuente: Agencias

    M

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    En los ltimos 10 aos el Museo Victoria y Alberto ha presentado una serie

    muy impresionante e influyente de nuevas exposiciones y galeras, comen-zando con las galeras britnicas, que se abrieron en noviembre de 2001. La

    ms reciente es una seccin de 10 salas dedicadas a sus colecciones medie-

    vales y del renacimiento. Este proyecto ha sido financiado por una concesin

    de 9.5m del fondo de la lotera de la Herencia, as como donaciones de

    particulares y de trusts, incluyendo la de Paul y Jill Ruddock (tambin patro-

    cinadores principales de la nueva Galera Medieval del Museo Britnico), y la

    fundacin de Garfield Weston, entre otros. El Victoria y Alberto fue el primer

    museo nacional en Gran Bretaa en establecer un departamento de inves-

    tigacin, y un reexamen intelectual metdico de las ricas colecciones del

    museo, medievales y del renacimiento, ha dado sustento a los siete aos de

    trabajo sobre las galeras. El proyecto comenz en 2002, y aunque solamente

    un miembro del equipo original (la curadora principal, Peta Motture) todava

    est vinculado a l, un anlisis consistente y riguroso ha caracterizado todo

    el trabajo. Un grupo de notables acadmicos ha participado en el proyecto,pero la labor ha sido conducida por la seorita Motture con un equipo de

    curadores ms jvenes, en particular Glyn Davies y Kirstin Kennedy. Ellas son

    coautoras del excelente texto El arte renacentista medieval: La gente y las

    posesiones, el ms significativo de una extensa serie de libros publicados por

    el Victoria y Alberto para celebrar la terminacin de las galeras.

    Museos

    Renacimiento en las galeras del Museo

    Victoria y Alberto

    Museos

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.Como las galeras britnicas, este proyecto se distingue por un acerca-

    miento histrico extremadamente acucioso. La exhibicin se caracteriza por

    un agudo conocimiento de referencias al pasado (particularmente el pasado

    clsico), el papel de la iglesia cristiana y de la prctica religiosa, y el entre-cruzamiento de lmites geogrficos como las influencias ms importantes

    en la produccin artstica europea a partir desde alrededor de los aos 300

    hasta 1600. Las galeras medievales y del renacimiento han generado una

    gran cantidad de investigaciones, apoyadas por un comit consultivo aca-

    dmico. Esto ha ido desde la consideracin de preguntas metodolgicas y

    Museos

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    filosficas incluyendo la definicin de esos altamente problemticos pero

    tiles trminos, Medieval y Renacimiento hasta exmenes especficos

    de objetos, materiales y tcnicas particulares.

    El uso de la tecnologa moderna ha permitido que los resultados de

    la investigacin sean incorporados a las exhibiciones donde ello ha sido

    apropiado. Por ejemplo, el apoyo del AHRC (Consejo de Investigacin de las

    Artes y las Humanidades) ha permitido al Museo Victoria y Alberto colaborar

    con la Real Universidad de la Msica en una serie de 30 nuevas grabaciones

    hechas especialmente para las galeras. Una de stas grabaciones permite

    escuchar la notacin musical encontrada en ambos lados de un cuchillo

    con una datacin cercana a 1550. Otro proyecto ha reexaminado la capilla

    (diseada probablemente por Juliano da Sangallo) del convento florentino deSanta Clara, que permanece en el extremo de la antigua galera de escultura,

    ahora enteramente reconfigurada como La Ciudad del Renacimiento. Donald

    Cooper ha descubierto que el altar estaba originalmente algo ms adelante

    que en su actual posicin. Habra sido demasiado difcil mover la estructura

    entera, pero una pantalla interactiva permite al visitante visualizarla.Fuente: www.apollo-magazine.com/Traduccin de Mariano Flores Castro

    Patrimonio

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

    Patrimonio

    Ciudad turca reclama al Louvre la

    devolucin de piezasLa alcalda de la ciudad turca de Izmir, la antigua Esmirna, ha reclamado al

    museo del Louvre de Pars la devolucin de dos estatuas del siglo II d.C.,

    inform hoy la prensa turca.

    De acuerdo al diario Hrriyet, el alcalde metropolitano de Izmir, Aziz

    Kocaoglu, ha escrito una carta al director del museo francs, Henri Loyrette,

    solicitando la restitucin de las estatuas del Jpiter y el Apolo de Esmirna,

    en cumplimiento de los tratados internacionales sobre arte.

    Las obras pertenecientes a Izmir deben ser devueltas a Izmir, ya que,

    adems de ser un modo de cumplir con las obligaciones de los acuerdos

    internacionales, sera un gran gesto de respeto hacia el patrimonio arqueo-

    lgico y cultural de nuestra ciudad, afirm el alcalde turco en su carta.

    Kocaoglu explic que su objetivo es convertir el Museo de las Civilizaciones

    del Egeo, situado en Izmir, en un gran centro cultural de Turqua, y que

    desea entablar una buena relacin de cooperacin con el Louvre parisino.Las dos estatuas fueron encontradas en Izmir en el ao 1680 y llevadas

    como regalo al rey francs Luis XIV.

    Seis aos ms tarde, Pierre Granier las restaur y aadi al Jpiter de

    Esmirna un rayo de piedra.

    El Jpiter de Esmirna mide 2.34 y el Apolo, 2.16 metros.

    Fuente:El Universal/cvtp

    Historia

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    La expulsin de los moriscos

    por Mario Vargas Llosa

    El Grupo Socialista ha presentado en el Congreso de los Diputados una

    proposicin no de ley destinada a desagraviar a los descendientes actuales

    de los moriscos expulsados de Espaa hace 400 aos, en 1609. Los ponentesprecisan que no se trata de ofrecer reparaciones econmicas a los herederos

    de aquellas vctimas por los perjuicios de toda ndole que padecieron

    sus antepasados, sino de un gesto simblico y moral, algo as como una

    autocrtica pblica del Estado espaol sobre un error histrico cometido

    hace cuatro siglos. La iniciativa tiene una apariencia bienintencionada yprogresista que, en principio, slo un cavernario retrgrado podra objetar.

    No se repara de este modo una injusticia histrica perpetrada por la

    intolerancia religiosa y el prejuicio racista?

    Sin embargo, analizada con la cabeza fra y de cerca, la propuesta, a

    mi juicio, es precipitada, intil y, en ltima instancia, fuente de confusiones

    mltiples. El pasado histrico debe ser analizado con una perspectiva crtica

    en las sociedades democrticas, desde luego, pero esa funcin corresponde

    a la sociedad abierta en general, a los historiadores, investigadores y

    cientficos independientes, no a los gobiernos ni a los polticos profesionales

    que carecen de la objetividad, la competencia tcnica y viven y obran

    enfeudados a la lucha poltica y a la actualidad, psimas consejeras a la hora

    de ponderar y explicar los hechos histricos.

    Las injusticias del pasado no pueden ni deben ser seleccionadas en

    funcin de las necesidades del presente. Lo ocurrido a comienzos del siglo

    Historia

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

    XVII con los moriscos fue brbaro y brutal, sin duda alguna. Lo fue menos

    la expulsin de los judos de Espaa en 1492? Llevaban tantos o acaso ms

    siglos en la Pennsula que aquellos y su desarraigo forzado, decidido por

    razones polticas y religiosas por los Reyes Catlicos, acumul todos los

    agravantes posibles: expropiacin de sus bienes, maltratos, ser arrojados

    como perros sarnosos a un exilio incierto y, para muchos, mortal. No

    merecen sus herederos un desagravio idntico al de los moriscos? La lista

    de agraviados por el Estado espaol a lo largo de su vieja historia podra ser

    interminable. (Naturalmente, esto vale para todos los Estados, sin una sola

    excepcin).

    Los indios de Amrica, por ejemplo. El prximo ao comenzarn las

    celebraciones de los 200 aos de la emancipacin colonial y nacimiento de lasrepblicas hispanoamericanas. La ocasin ser propicia para que, encabezada

    por Evo Morales, quien ya ha tasado las reparaciones que debera pagar

    Espaa a las naciones indias por las atrocidades de los conquistadores

    en una vertiginosa suma de billones de dlares, haya una verdadera traca,

    de un confn al otro de Amrica Latina, de vituperios y condenas contraEspaa por parte de politicastros tan oportunistas y demaggicos como el

    mandatario boliviano. (Se me hace agua la boca anticipando las efusiones

    fulminantes y las disquisiciones de Filosofa y Moral de la Historia que verter

    al respecto el presidente Hugo Chvez en su programa Al, Presidente). Si lo

    hace con los moriscos no debera tambin arrepentirse, disculparse y hacer

    propsito de enmienda el Estado espaol con los indios de Amrica?

    Y qu de los protestantes, esos pobres luteranos, calvinistas, hugonotes,

    perseguidos como ratas apestosas, encarcelados y hasta quemados por no

    ser cristianos de buena ley? La primera vctima de la Inquisicin en Lima

    se llamaba Mateo Salado, y, acusado, juzgado, sometido a tormento

    Historia

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    y condenado por pertenecer a la maldita y diablica secta luterana

    fue quemado vivo en la Plaza de Armas de la Lima virreinal. Cuntos

    pobres diablos como l sufrieron padecimientos parecidos por practicar el

    cristianismo reformado en todo el orbe hispnico? No deberan ser tambin

    simblicamente desagraviados por el Congreso de los Diputados? Y los

    homosexuales? Y los gitanos? Y los esclavos africanos? Y los brujos y

    brujas? Y los ateos? Los das y las horas de muchos aos no bastaran al

    Estado espaol para ponerse de rodillas y pedir perdn a Dios y los vivos

    por todas las injusticias cometidas por quienes gobernaron a lo largo de su

    antiqusima historia contra colectividades o individuos diversos. Y lo seguro

    es que nadie quedara contento con lo que, por lo dems, no pasara de ser

    una pantomima desprovista de contenido y seriedad.La revisin crtica del pasado no es cometido del poder poltico sino

    de historiadores y estudiosos que, situando las ocurrencias del ayer en su

    contexto debido, y estableciendo las jerarquas y prelaciones indispensables,

    nos proporcionan las informaciones necesarias para poder juzgar nuestro

    pasado y nos ayudan a discernir, con un mnimo de objetividad, lo condenable,lo excusable, lo inevitable y lo admirable de los hechos y personajes que

    lo conforman. Este examen, para ser eficaz, debe ser individual, libre,

    independiente y plural. De ms est recordar que en una sociedad abierta

    coexisten versiones e interpretaciones muy diversas del devenir histrico.

    Esa diversidad es la mejor manera de aproximarse y conseguir atrapar a

    esa escurridiza y protoplasmtica materia que es la verdad histrica. Desde

    luego que semejante aproximacin no excluye la crtica; por el contrario, es

    la nica que la hace a la vez posible y justa. En cambio, cuando la verdad

    histrica es monopolio del poder poltico, como ocurre en las sociedades

    totalitarias, aquella posibilidad de llegar a conocer la verdad se eclipsa y

    Historia

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

    torna inalcanzable, pues la reemplazan las mentiras que el dictador y la

    pandilla gobernante imponen por razones de propaganda, para distraer o

    para autojustificar sus desafueros.

    En un luminoso ensayo titulado El recuerdo de nuestros muertos, Carmen

    Iglesias explicaba hace algn tiempo por qu no haba que confundir

    memoria e historia y por qu era bueno y sano para una sociedad que los

    polticos no se entrometieran en el dominio de los historiadores. Desde

    luego, es imprescindible que los ciudadanos de una sociedad democrtica

    tengan conciencia crtica y conserven vivo el recuerdo de dnde vienen, de lo

    bueno y lo malo que heredaron, para enfrentar con lucidez y determinacin

    el futuro y no perseverar en el error. Pero el pasado no debe ser manipulado

    por razones polticas ni convertido en un comodn en el juego de malabaresideolgicos en que se torna siempre la lucha por el poder. Estudiarlo,

    conocerlo e interpretarlo es una tarea intelectual que exige rigor, paciencia,

    probidad y talento, un esfuerzo sostenido a lo largo del tiempo por

    generaciones de investigadores de cuyo escrutinio va surgiendo una historia

    que nunca se est quieta, a la que los descubrimientos y anlisis van todo eltiempo enriqueciendo con matices y a veces corrigiendo de manera radical.

    Todos los pases tienen muchas cosas que reprocharse cuando examinan su

    pasado. En todos hay una largusima genealoga de vctimas. Pero semejante

    lastre no se borra con un decreto ley ni una mocin parlamentaria, sino

    mediante una toma de conciencia de aquella realidad y unas instituciones,

    un sistema de valores, una cultura y una conducta ciudadana que sean, de

    por s, una permanente correccin y superacin de ese triste legado.

    sa es la funcin de los museos de la memoria. No fomentar el

    masoquismo que suele producir una forma retorcida de placer a ciertos

    polticos e idelogos cuando contemplan los horrores del pasado y tratan

    Historia

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    de explotarlos en provecho propio, sino educar a las nuevas generaciones

    de tal modo que todo aquello que abruma y avergenza a una sociedad en

    su historia no vuelva a repetirse en el futuro. No hay mejor homenaje a esas

    vctimas de la intolerancia, el fanatismo, el prejuicio o la mera estupidez,

    que recordarlas, aprender de ellas e inculcar de este modo a la sociedad

    la cultura de la tolerancia, el respeto a la diversidad, al pluralismo poltico,

    religioso y cultural.

    As como la conducta humana es rara vez rectilnea y unvoca, los hechos

    histricos, por lo general, cambian de significado y, sobre todo, de matices

    segn el cristal con el que se los mire. Por eso, slo la perspectiva plural y

    totalizadora que permitan las sociedades abiertas autoriza un juicio crtico

    vlido. Los matices no son excusas, sino factores que hay que tener en cuentapara entender cabalmente por qu ocurrieron las cosas como ocurrieron y

    menoscabarlos o prescindir de ellos puede significar a veces seguir matando

    a los muertos a los que aparentemente se quiere resucitar.

    Mario Vargas Llosa/El Pas

    Antropologa

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

    La leccin de Claude Lvi-Strauss

    por Francisco Jarauta

    El pasado 30 de octubre Claude Lvi-Strauss falleca en Pars a la edad de

    100 aos. Filsofo y etngrafo a un tiempo, es hoy un referente intelectual

    indispensable a la hora de pensar las relaciones entre el hombre y la sociedad,la naturaleza y la cultura, y el complejo sistema de elementos que se articulan

    en los diferentes modelos mitolgicos que han ocupado una parte central

    de sus estudios. Mitos, costumbres, artes, lenguas, reglas de parentesco,

    religiones, instituciones, etctera, todo le atraa al joven etngrafo que

    decidir dedicar su vida al estudio de las formas de la cultura. Tristes Tropiques, de 1955, recoger lo que l mismo calific como la

    experiencia ms importante de su vida. Un viaje -cuando ya era imposible

    viajar- que le precipitar en un universo nuevo del que se sentir pronto

    no slo atrado sino incluso atrapado. Herramientas, objetos, formas de

    alimentacin, msica, danza, rituales mgicos... pasarn pronto a formar

    parte de una nueva constelacin humana de la que se reconocer como

    su cartgrafo.

    El joven estudiante que atraviesa el Atlntico en 1935 camino de Brasil

    ha elegido ya sus afinidades intelectuales. La geologa, porque nadie mejor

    que ella narra el tiempo de la tierra. Sigmund Freud, tal cual lo lea el joven

    Lvi-Strauss, que excava en las ruinas del paisaje psquico cuyas leyes intenta

    establecer. Y Karl Marx, que lee a los 17 aos, y que se le presenta como el

    constructor de modelos sociales, aptos para la comprensin de la historia.

    Geologa, psicoanlisis, marxismo: Los tres demuestran que comprender

    Antropologa

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    consiste en reducir un tipo de realidad a otra; que la realidad ms verdaderano es siempre la ms evidente o explcita.

    Ahora tendr ante sus ojos, a lo largo de los viajes etnogrficos por las

    tribus indgenas del Mato Grosso y de la Amazonia entre 1935 y 1939, un

    mundo nuevo de formas culturales que recorrer con particular ansiedad.

    Todo le resultaba fascinante entre los caduveos, bororos, nambikwaras y

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

    tupi-kawahibs, sobre los que construir las bases de lo que ms tarde llamar

    pense sauvage, al tiempo que trazar ya la estructura de su pensamiento.

    En la Amrica indgena he amado el reflejo, aunque fuera fugitivo,

    de una poca en la que la especie se adaptaba a las condiciones de su

    universo y en la que persista una relacin adecuada entre la libertad y sus

    signos. Ya entonces la secreta atraccin por los ideales utpicos de su

    autor preferido, Rousseau.

    Y tras el breve regreso a Francia de nuevo los aos de Nueva York, de 1941

    a 1944, un periodo de excitacin intelectual intensa. Ah se encuentran los

    exiliados como Andr Bretn, Max Ernst, Tanguy, Masson... o los frankfurtianos

    de la New School for Social Research junto a los grandes nombres de la

    antropologa americana como Alfred Kroeber, Franz Boas, Ralph Linton oRuth Benedict. Y, finalmente, el encuentro decisivo con Roman Jakobson de

    quien reconocer una deuda intelectual. Yo haca ya estructuralismo sin

    saberlo. Jakobson me ha revelado la existencia de un corpus de doctrina ya

    constituido, escribir aos ms tarde recordando la estancia y encuentro

    neoyorquinos.En efecto, el estructuralismo era, para l ante todo, una estrategia para

    escapar de la obsesin por la identidad. Contra el existencialismo de Sartre,

    Lvi-Strauss declara la guerra al sujeto: Este insoportable nio caprichoso

    que ha ocupado tanto tiempo la escena filosfica, impidiendo un trabajo

    serio al reclamar todas las atenciones. Ms all de las apariencias y formas

    sensibles, se organiza el trabajo de un desciframiento de aquellas estructuras

    que se hallan en la base de toda forma cultural. En el fondo, je suis peut-tre

    un kantien vulgaire, ironizaba en plena refriega intelectual.

    Las Structures lmentaires de la parent, que leer en 1949 como

    trabajo de tesis, marcan un camino apasionado por establecer la lgica de las

    AntropologaAntropologa

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    relaciones que rigen las formas de la cultura y sus determinaciones naturales.

    Desde un extrao regard loign penetraba su obra en los diferentes sistemas

    que Tristes Tropiques haban ya sealado. La leccin inaugural en el Collge

    de France, sin duda uno de sus textos fundamentales, nos introducir, no sin

    polmica, en el universo de rdenes y clasificaciones que orientan las formas

    mentales de los pueblos sin mquinas ni escritura.

    La relacin que se nos oculta -de la misma forma que lo hacen las

    mscaras en su afirmar y negar- es propiamente el objeto del inmenso trabajo

    de Mythologies, distribuido en cuatro volmenes de 1964 a 1971: Le cru et

    le cuit, Du miel aux cendres, Lorigine des manires de table, LHomme nu,

    y que recogen 113 relatos de mitos que cifran, en su conjunto, la historia

    ms variada jams contada. En el juego del aparecer y desaparecer se vailuminando la lgica de procesos culturales irrepetibles que dan cuenta de la

    historia humana, tal como afirma en La voie des masques, de 1979.

    En los sistemas mitolgicos que Lvi-Strauss identifica en sus anlisis opera

    una lgica que establece el orden de las estructuras y las formas de la vida y

    la cultura. Para ello es necesario recorrer el largo viaje que va de lo sensiblea lo inteligible, siguiendo un camino de relaciones e inferencias, con clara

    intencin constructiva que dar lugar a la configuracin de un sentido que

    escapaba a las lecturas de la antropologa clsica.

    La mirada puede detenerse en un tatuaje o en el rostro de una joven

    caduveo o en el ritmo de una danza boror. Lo que importa, dice Lvi-Strauss,

    es llegar a la comprensin de aquellos signos que esconden su verdad, como

    en el caso de la piel de la joven caduveo, teida de azul, sobre la que se

    recortan entre geometra y arabescos los principios sociales de jerarqua y

    reciprocidad. Aparecen as nuevos niveles de significado que dan lugar a un

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    Cultura ibrica. Finales S. III, inicios S. II a.C.

    relato que la antropologa sostiene con su ejercicio iluminando desde los

    signos la verdadera historia humana.

    Recorrer esta historia slo es posible siguiendo la gua de una mirada

    que ha revolucionado la historia de las ciencias sociales y de sus modelos

    interpretativos. Me refiero a una larga polmica a lo largo de la cual los

    presupuestos historiogrficos han sufrido un amplio y contrastado debate.

    Los contextos epistemolgicos son hoy otros y una aproximacin a las tesis

    de Lvi-Strauss, a sus mtodos y a sus modelos de interpretacin, tienen para

    nosotros una actualidad indiscutible. Ms all de los territorios tradicionales de

    los estudios antropolgicos se abre desde su propia obra un nuevo espacio de

    curiosidades y problemas nuevos. Una mirada como la suya, atenta a identificar

    las relaciones que atraviesan igualmente la pintura, la msica, la literatura y lasartes en general. Con sutilidad proustiana volver a mirar a Poussin, a escuchar

    a Rameau, a leer a Diderot como variaciones de un mismo ejercicio.

    No es otro el propsito de Regarder, couter, lire, de 1994, con el que cierra la

    seleccin de textos para el reciente volumen de la Pliade. Ocasin que de nuevo

    pone en escena la intencin que ha dirigido su propia experiencia intelectual.Una historia que va desde Tristes Tropiques a este ltimo ejercicio de lectura

    e interpretacin comparativas, de quien se ha definido como un humaniste

    modeste, siendo, en verdad para nosotros, uno de nuestros maestros.

    Fuente : www.elpais.com.es

    Directorio

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    INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIA

    DIRECTOR GENERAL

    ALFONSO DE MARIA Y CAMPOS CASTELL

    SECRETARIO TCNICORAFAEL JULIO PREZ MIRANDA

    SECRETARIO ADMINISTRATIVOLUIS IGNACIO SAINZ CHVEZ

    COORDINADORA NACIONAL DE MUSEOS Y EXPOSICIONESMIRIAM KAISER

    DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURASY DEL CORREO DE LAS CULTURAS DEL MUNDO

    LEONEL DURN SOLS

    STA ES UNA PUBLICACIN DELCENTRO DE ESTUDIOS SOBRE LA DIVERSIDAD CULTURAL (CEDICULT)

    DEL MUSEO NACIONAL DE LAS CULTURAS

    EDITORMARIANO FLORES CASTRO

    [email protected]

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    DE LOS ARTCULOS, NOTAS Y FOTOGRAFAS.

    MXICO, D.F., 1o de diciembre de 2009.