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EL MUNDO CHINO DEL IMPERIO ESPAÑOL (1570-1755) Antonio F. García-Abásolo González Universidad de Córdoba 117 Un Océano de intercambios. Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 2008, Tomo 1

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EL MUNDO CHINO DEL IMPERIO ESPAÑOL

(1570-1755)

Antonio F. García-Abásolo González Universidad de Córdoba

117

Un Océano de intercambios. Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 2008, Tomo 1

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ste trabajo pretende ser un acercamiento desde unas perspectivas ori-ginales a los chinos que convivieron con los españoles y los nativosen Filipinas durante la época del dominio español, aunque aquí mecentraré en el período entre 1570 y 1755, es decir, entre el asenta-miento español y la primera expulsión formal de los chinos de Fili-

pinas. Se inserta en un proyecto I+D, titulado Murallas de piedra y ca-ñones de seda, dedicado a estudiar las relaciones entre españoles y chi-nos en Filipinas entre los siglos XVI y XVIII, en el que participa con-migo la doctora Marta María Manchado López. Este acercamiento se-rá posible a través de los datos recogidos sobre los champanes llegadosa Manila en virtud de la aplicación de la real cédula de 18 de enero de1716, por la cual se ordenó a la audiencia de Manila que diera cuentaanual del movimiento de los barcos en los puertos de Manila y Cavite.He recogido datos de la aplicación de esta orden entre 1718 y 1757, demanera que dispongo de una relación continuada de las entradas enlos puertos de Manila y Cavite durante cuarenta años, a lo largo de loscuales los funcionarios encargados de realizar la visita de los barcos hi-cieron constar el tamaño, las tripulaciones, los pasajeros, las mercan-cías cargadas, el puerto de origen y el de destino.

El objetivo de las visitas era la cobranza de las tasas de almojari-fazgo pero, en el caso de las embarcaciones llegadas a Manila desdelos puertos chinos, estas visitas eran también un elemento para el con-trol de la entrada de chinos en las islas, cuestión muy relevante por-que en estos años se estaba planteando la conveniencia de la expul-sión de los chinos residentes en Filipinas, ordenada por real cédulade 1686 pero no aplicada hasta 1755, después de un intenso debatesobre la posibilidad de prescindir de la población china. El incre-mento de la política de control de las entradas y salidas de los chinosen el puerto de Manila, hizo que, en algunas ocasiones, los funciona-rios encargados afinaran en la identificación de los chinos hasta el

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punto de recoger el nombre, la edad y el lugar de origen en China,además del nombre del champán en el que iban embarcados, el de sucapitán y el del puerto de origen. Como este tipo de datos es raro, esrelevante poder disponer de una base de datos con casi 900 chinoscon estos campos de información cubiertos. Pero antes de entrar enel análisis de la información que proporcionan los documentos refe-ridos, es preciso situar el tema, de manera que lo primero será esta-blecer un marco de referencia que comprenda al menos los aspectosfundamentales derivados de la presencia de los chinos en Filipinas.

EL CONTACTO.Los restos arqueológicos permiten establecer una relación de con-tacto de los chinos con Filipinas doscientos años antes de la llegadade los españoles. Además, los emperadores de la dinastía Ming in-tentaron en el primer cuarto del siglo XV establecer su soberanía enla isla de Luzón mediante el envío de una poderosa armada, pero es-ta acción careció de continuidad1. No obstante, aunque el intento desometer a vasallaje a los habitantes de la isla de Luzón no se culmi-nara, los chinos de las provincias del sur fijaron algunos puertos deFilipinas en sus rutas comerciales, como hicieron con otros lugaresdel Mar de la China. Cuando Legazpi llegó a la isla de Mindoro pudoentrar en contacto con estos mercaderes chinos: 30 de ellos proce-dentes de un naufragio habían sido hechos esclavos por los nativosde la isla y Legazpi, preparando con prudencia posibles relacionesposteriores, consiguió ponerlos en libertad y les permitió el regreso aChina. En Manila encontró 40 indios chinos con sus mujeres e hijos,que habían salido de su país huyendo para establecerse en Japón ydesde ahí pasaron a Filipinas. Dos de ellos habían recibido el bautis-mo en Japón, aunque permanecían con una instrucción muy suma-ria: se decían el uno Antón y el otro Pablo, que dijeron haberlos bauti-zado en Japón un padre teatino y que no habían recibido óleo ni cris-ma por no lo haber, ni sabían la doctrina más de santiguarse, y en vien-do la cruz o la imagen de Nuestra Señora se hincaban de rodillas. Aquíhan aprendido la doctrina y han recibido el óleo y la crisma y bautizá-dose sus mujeres, hijos y otros muchos chinos. Así que también los chi-nos cristianos, al menos en esta pequeña muestra, habían llegado aFilipinas antes de que Legazpi se encargara del asentamiento.

En 1572 llegaron a Manila diez champanes en una operación deestudio del mercado que los españoles acababan de abrir con la fun-dación de la ciudad. Legazpi comprobó que llevaban una muestra demuchas de las mercancías que podían ofrecer: “Trajeron damasqui-llos de labores y tafetanes de todas colores, seda torcida y floja, seda cru-da en madeja, loza de porcelana dorada y blanca, azúcar, naranjas dul-ces, pimienta y azúcar candía, harina de trigo, orozuz, almizcle y otros

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1 GUERRERO, Milagros C.“The Chinese in the Philip-pines, 1570-1770”, en FÉ-LIX, Alfonso (editor). TheChinese in the Philippines,1570-1770. Manila: Solida-ridad Publishing House,1966, pp. 15-16.

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olores, azogue y cajuelas pintadas y otros muchos dijes y sacadineros,de cada cosa poca cantidad”. Para el año siguiente anunciaron la lle-gada de una flota de mayor cantidad de champanes y mercancía másadecuada a la demanda de la nueva comunidad. También intentó Le-gazpi establecer contacto con las autoridades chinas a través de es-tos mercaderes2.

EL FUNDAMENTO DE LA RELACIÓN: EL TRÁFICO ENTRE CHINA Y FILIPINAS. Desde entonces, todos los años llegaba la flota de champanes chinosa Manila en la época favorable de los monzones: el proceso habitualera estar en Manila desde principios de marzo hasta finales de mayoo principios de junio, tiempo en el que debían regresar para evitar lospeligros de tormentas. Salían del sur de China, sobre todo de los puer-tos de las provincias de Guandong y Fujian, y empleaban entre quin-ce y veinte días de navegación para llegar a la bahía de Manila.

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2 Miguel López de Legazpi aMartín Enríquez de Alman-sa, virrey de Nueva Espa-ña. Manila, 11 de agostode 1572. Archivo Generalde Indias (Sevilla) —enadelante AGI—. SecciónPatronato, 24, R 23.

Tomado de: Atlas Histórico Universal. Madrid: Aguilar, 1995, p. 112.

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El número de champanes estaba en dependencia de las noticias quelos chinos tuvieran sobre la abundancia o escasez de plata en Manila,es decir, que seguía las leyes del mercado. Sabemos que llegaban en lamisma época, aunque no juntos en una partida, y que su número solíaoscilar entre 20 y 30 a fines del siglo XVI, para llegar hasta 60 en losmejores momentos del tráfico en el siglo XVII3.

En cuanto al tamaño de los champanes, la documentación deriva-da de las visitas fiscales es tan escueta que sólo menciona si eran gran-des, medianos o pequeños. Resulta llamativo porque los mismos visi-tadores fueron muy minuciosos para detallar el tamaño de los barcosque llegaban de Java, Coromandel, Surat y del resto de los puertos quemantenían relaciones con Manila, incluso de los barcos no chinos pe-ro procedentes de China. En estos casos hay una apreciación del ta-maño por puntal, manga y eslora, además de los habituales relativos ala carga, tripulación, pasajeros y armamento. No siempre la informa-ción fiscal fue tan completa, pero sí se procedió en estos términos enla primera mitad del siglo XVIII, en virtud de la aplicación de la realcédula de 18 de enero de 1716, ya citada. Estimaciones procedentes deinformación no estadística establecen una capacidad para estos cham-panes de entre 100 y 300 toneladas y, además de la mercancía, solíanir sobrecargados con una cantidad que oscilaba entre 200 y 400 hom-bres, entre tripulación y pasajeros.

En realidad, el número de chinos embarcados dependía no sólo dela carga, sino de la actitud de las autoridades chinas para permitir orestringir la emigración a Filipinas4. En general, es claro que el nú-mero de chinos por champán no estaba en relación con las necesida-des de tripulación, que por las noticias para los de tamaño medio sepodían resolver con 30 ó 40 marineros, sino con las apetencias de loschinos del sur por establecerse en Filipinas. En 1606, el fiscal Díaz deGuiral llamó la atención sobre la gran cantidad de licencias que la au-diencia estaba concediendo a los sangleyes, a sólo tres años del san-griento alzamiento de 1603: a pesar de que las disposiciones oficialesestablecían que no embarcaran más de 200 hombres en los champa-nes grandes, llegaron entonces a Manila algunos medianos con 500sangleyes5.

Cuando aparecía el champán en la bahía de Manila, lo recibía unoficial español que hacía función de centinela en la isla de Mariveles,realizaba una primera inspección y dejaba a bordo una guardia dedos o tres soldados que lo acompañaban hasta la barra y que teníanla misión de evitar que entrara o saliera nadie del barco, o manipu-laciones de la mercancía hasta que se realizara la visita formal porlos oficiales reales con el fiscal de la audiencia y el escribano de mi-nas y registros. Hasta fines del siglo XVI la tasa por almojarifazgo fuedel 3% del valor de la mercancía en Manila, después subió al 6% y en

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3 MORGA, Antonio de. Suce-sos de las Islas Filipinas.Pró-logo de Patricio HIDALGO.Madrid: Polifemo, 1997, pp.311-313.

4 SCHURZ, William L. The Ma-nila Galleon. Manila: Histo-rical Conservation Society,1985, pp. 64-65. QUIASON,Serafín D. “The Sampantrade 1570-1770”, en FÉLIX,Alfonso (editor). The Chine-se in the Philippines. 1570-1770. Vol. I. Manila: Soli-daridad Publishing House,1966, p. 161.

5 Díaz de Guiral al Rey, Manila,9 de julio de 1606. AGI.Sección Filipinas, 19.

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1718 hasta el 8%, y la cantidad a pagar se estimaba después de quelos visitadores hicieran una apreciación global de la carga y se reu-nieran con el gobernador y el capitán del champán. Completado es-te proceso, podía pasarse a la descarga y a la venta de las mercancí-as en una feria, en la que los españoles de Manila compraban pro-ductos para cargar el galeón de Acapulco y se aprovisionaban de loque la comunidad necesitaba, tanto de alimentos como de géneros delujo; todo lo que pudieran desear les era facilitado por los chinos. Porlo tanto, los sangleyes proporcionaron a Manila la base principal desu riqueza y de su continuidad poblacional, es decir, el comercio delgaleón y lo que necesitaba para vivir.

EL ASENTAMIENTO. Lo previsto era que los champanes regresaran a China con el produc-to de las ventas y con los hombres que habían llevado, tal vez por esose les llamó sangleyes, término que significaba mercaderes o gente iti-nerante, gente que va y viene. Sin embargo, la realidad fue que muchoschinos se quedaron en Filipinas, preferentemente en Manila y su en-torno, incrementando aquella primera comunidad que ya había podi-do ver Legazpi en 1571. Muchos de ellos eran mercaderes y pusierontiendas, y pronto empezaron a especializarse en el abastecimiento dela ciudad, hasta el punto de que se podían encontrar representantes detodos los oficios imaginables. Sólo por mencionar algunos que mues-tran la capacidad de adaptación de los chinos, se podría citar a los pa-naderos y a los albañiles. Los panaderos importaban la harina de Chi-na y elaboraban un pan muy estimado por los españoles; los albañilesy maestros de obra importaban de China ladrillos, piedra y cal, y die-ron la fisonomía a la ciudad con la construcción de sus edificios. Cu-riosamente llegaron a participar con los materiales y la construcciónde las murallas de Manila, destinadas a protegerla de los enemigos po-sibles, y entre ellos estaban los sangleyes en el primer lugar.

En las valoraciones del primer obispo de Manila, Domingo de Sa-lazar, se dejan ver la admiración ante la habilidad y capacidad de tra-bajo de los chinos y cómo empezaron desde muy pronto a hacer de Ma-nila una comunidad dependiente de sus servicios. Estas eran las pala-bras del obispo: “Entre los provechos que de la comunicación de los san-gleyes a esta ciudad han venido es uno, y no de los menores, que con seren España las obras de piedra tan costosas y dificultosas de hacer, en es-ta ciudad, por la buena diligencia y el trabajar mucho de los sangleyes,hacen casas de sillería buenas y baratas y con tanta brevedad que dentrode un año ha habido hombre que ha hecho casas en esta ciudad para vi-vir en ella (...). Y vanse haciendo muchas casas y muy suntuosas, e igle-sias, monasterios, hospitales y un fuerte, todo con tanta brevedad que escosa de admiración; hacen [los sangleyes] ladrillo y teja, y todo mucho y

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barato y muy bueno (...). Y toda la cal y ladrillo y teja se obligan a poneren casa del que lo compra, que es grande descanso. Y también lo es muygrande edificar con estos sangleyes, porque ellos se conciertan a un tan-to por cada braza, y ellos cortan la piedra y traen la arena, y dándoles calponen ellos todo lo demás, y de esta manera dan la casa o la obra hechacon mucho descanso del dueño”6.

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Imagen tomada deFERNÁNDEZ, Miguel Ángel.

La Nao de la China,Monterrey, 1998, p. 24. (Foto de Michel Zabé).

Es preciso entender que el ejemplo de la construcción resulta per-fectamente aplicable a los demás servicios de los chinos, de manera quese comprende que entre los españoles de Manila se asentara un modode vida de cierta indolencia en el que el estímulo fundamental era larentabilidad extraordinaria del comercio con Acapulco. Ya quedó di-cho que la base de este comercio eran los productos de China llevadospor los sangleyes a Filipinas, pero también era habitual que los sangle-yes financiaran a los vecinos de Manila cargadores del galeón buenaparte de la mercancía que se embarcaba. Juan Grau y Monfalcón, pro-curador de Manila en Madrid, informó en 1660 que el 75% de la mer-cancía enviada por los comerciantes manileños a Acapulco se la fiabanlos sangleyes7. Esto es una manera de decir que los chinos de Filipinas,los sangleyes, orientaron la forma original de colonización desarrolla-da en la parte oriental del Imperio español, por eso ambas comunida-des tuvieron que encontrar un medio de convivencia que les permitie-ra conseguir lo que cada una buscaba: los españoles los medios referi-dos de riqueza y continuidad y los sangleyes el acceso a la corriente in-agotable de plata de las minas americanas y, según todos los indicios,un mejor modo de vida en Filipinas. Ching-Ho, en su estudio The Chi-nese Community in the Philippines, llama la atención sobre el hecho de

6 Domingo de Salazar al Rey,Manila, 24 de junio de1590. AGI. Sección Filipi-nas, 74. Una espléndida vi-sión de la diversidad de ofi-cios de los chinos y de sucompetencia en ellos sepuede ver en el informe en-viado por Domingo de Sa-lazar, el 25 de junio de1588. AGI, Sección Filipi-nas, 74.

7 Real cédula, Madrid, 14 defebrero de 1660, comen-tando informes de JuanGrau y Monfalcón sobre elestado general de Filipinas.AGI, Sección Filipinas, 28.

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que, a fines del siglo XVI, los chinos de Manila ofrecieron ayuda a lasautoridades españolas para entrar en China, con el objeto de desviar laatención de los españoles hacia China continental y asegurar así la vi-da tranquila y próspera en Manila de la comunidad sangley8.

Establecida la importancia fundamental del entendimiento entreespañoles y chinos, la realidad que nos encontramos es la de un duroaprendizaje que aparece algo más conformado a fines del siglo XVIII.Pero hasta entonces, la historia de estas relaciones pasó por los alti-bajos correspondientes a dos grupos de culturas muy diversas, con epi-sodios de grave enfrentamiento que terminaron en matanzas en lasque siempre llevaron los sangleyes la peor parte. Sorprendentemente,los españoles fueron capaces de resolver los alzamientos de los chinosen 1603, 1639, 1686 y 1745, aunque la población era abrumadora-mente superior, y los sangleyes fueron capaces de superar con gran ra-pidez las crisis inmediatamente posteriores a los alzamientos y las ex-pulsiones formales de 1755 y 1762. Tal vez, en el fondo y por las dospartes, esto se podría explicar en razón de ese convencimiento de lanecesidad mutua de entendimiento de ambas comunidades para sa-tisfacer sus intereses.

LOS PROBLEMAS.El número de sangleyes llegó a hacerse tan grande que alarmó a las au-toridades de Manila, por lo cual decidieron aplicar algunos elementosde control consistentes en concentrar a la población china en un ba-rrio propio fuera de las murallas y en hacer que los que quisieran que-darse en Filipinas pagaran un permiso de residencia o licencia. Ese ba-rrio recibió el nombre de parián y fue tanto la residencia como el al-macén y el mercado en el que se concentraban las tiendas y talleres detodo tipo para el abastecimiento y consumo de los españoles de Mani-la. Como el producto principal fue siempre la seda, este barrio sueleaparecer en la documentación con el nombre completo de parián y al-caicería. Desde el alzamiento de 1603 se determinó que el número desangleyes en el parián no fuera mayor de 6.000, cantidad que se consi-deraba necesaria para el mantenimiento de los abastos y servicios dela comunidad española, y se tomaron medidas para evitar que las au-toridades concedieran un excesivo número de licencias para lucrarsecon los ocho pesos que se cobraba por cada una.

La fundación del parián fue útil para los españoles y para los san-gleyes, pero no evitó la expansión de éstos por todas las provincias delas islas. Su lugar de asentamiento principal fue el entorno de Manila yCavite, es decir, lo más cerca posible de los españoles, pero muy prontohicieron del parián, que nació para ser mercado de productos proce-dentes del mercado externo, el de China, un mercado de géneros de Fi-lipinas, en su mayoría producidos por los nativos y siempre controlado

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8 CH’EN CHING-HO. The Chi-nese Community in the Six-teenth Century Philippines.Tokyo: Centre for EastAsian Cultural Studies,1968, p. 90.

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por los sangleyes, quese convirtieron en in-termediarios entre losfilipinos y los españo-les. Unas veces susti-tuyeron con facilidada los nativos en la pro-ducción de géneros,otras realizaron ope-raciones de manipula-ción del mercado ba-jando los precios paraarruinar a los produc-tores nativos y elimi-narlos como compe-tencia, y casi siempreconsiguieron, por me-dios a menudo cues-tionados, adquirir laproducción local en

las provincias. De una u otra manera, establecieron una red entre el pa-rián de Manila y las provincias mediante la cual controlaron también laeconomía del país. Diego de Villatoro, procurador de la ciudad de Ma-nila, resumió así los informes que había recibido de religiosos domini-cos con amplia experiencia en el trato con los sangleyes: “Resulta de to-do grave inconveniente de la asistencia de estos sangleyes en las provin-cias de indios, pues todas las de las islas gozan de particulares frutos y pa-ra conseguirlos, el sangley, llevándose la ganancia que el indio podía tenercon ellos, saca licencia del gobierno para salir del Parián de Manila pormotivos que no le faltan y en llegando al pueblo o provincia donde enca-mina consigue licencia del justicia para quedarse a vivir en ella, donde seocupa en oficios mecánicos y pone tiendas y con este asiento adquierecuanto la fructifica la provincia y lo remite al Parián de Manila. Y intro-ducidos de esta suerte, no sólo por su mano se vende todo, sino que a losnaturales que se aplican a los oficios que ejerce el chino los persiguen has-ta conseguir que los dejen. A que se debe atender con particularidad porlos inconvenientes que se perciben de quedar los naturales sin las ganan-cias que lleva el sangley de los propios frutos que cogen y de los que les po-día dar hallarse con oficios en que ejercitar el trabajo y sustentarse, y nohaber tantos vagamundos por no aplicarse a la labor del campo. Y los es-pañoles hallarse con las personas de los mismos naturales que les vendanlos bastimentos y ejerzan los oficios necesarios de una república y no pormano de infieles, como son los chinos, y los de menor estimación y cali-dad que vienen a las islas sólo con fin de adquirir riqueza”9.

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Dibujo de Pedro OrtizArmengol. Intramuros de

Manila, Madrid, 1958.

9 Informe del procurador ge-neral de Manila en la Cor-te, Diego de Villatoro, 1679.AGI, Sección Filipinas, 28.

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Dentro de este marco general, dos fechas importantes que condi-cionaron la actitud de los españoles hacia los chinos fueron la muer-te del gobernador Gómez Pérez Dasmariñas, asesinado por los re-meros chinos de su galera en 1594, y el primer alzamiento de los san-gleyes en 1603, el de consecuencias más dramáticas por la gran can-tidad de muertes habidas en ambos grupos. La actitud de los prime-ros encuentros, que se podría considerar de buena voluntad, fue sus-tituida por otra de permanente recelo y en ocasiones de abierta hos-tilidad hacia los sangleyes. Además, la expansión de los sangleyes porlas provincias fue ocasión de una convivencia con la población fili-pina considerada muy perjudicial por los religiosos doctrineros pa-ra la conservación de las incipientes costumbres cristianas de los na-tivos. Esta convivencia también dio lugar a la forma de mestizaje máshabitual en la época colonial de Filipinas, el que se produjo entre fi-lipinos y chinos, que fue dejando una presencia bastante notable demestizos de sangley, sobre todo en las provincias del entorno de Ma-nila: a mediados del siglo XVIII la cuarta parte de la población en esazona nuclear estaba compuesta por mestizos de sangley10. En estosmestizos se pusieron grandes esperanzas tanto porque tenían de suparte china el trabajo y la habilidad, como porque su comportamientosocial y político había complacido a todos. Podemos comprobarlopor los elogios que les dedicó la audiencia de Manila en plena épocade expulsión: “Asimismo, Señor, no se ha podido ni puede lograr la to-tal extirpación de esta nación de vuestros dominios por la mucha co-nexidad y dependencia que estas islas y mayormente esta ciudad tienecon los dichos sangleyes, quizá porque su divina Majestad por todaspartes quiere que Vuestra Majestad sea quien los conduzca a la patriacelestial; y porque absolutamente son los sangleyes quienes mantienenlas islas por ser ellos en quienes recaen todas las cargas concejiles deabastos, mercancía y oficios, por ser tan inútiles los naturales de las is-las, que sólo se inclinan a la mayor ociosidad, y perecieran los mora-dores si hubieren ellos de dar la providencia necesaria cuando aun pa-ra sí no saben buscar y viven al cuidado de los sangleyes, que parecenacieron con especial influjo de habilidad para todo. Aunque hay in-fieles en esta ciudad, viven seguros del contagio que pudieran causar,porque demás de estar segregados y puestos a modo de municipio se-parado, se les pone un alcalde mayor que sólo cuida de su mejor y másseguro trato, y cada día se van reduciendo a nuestra santa fe, y aunqueellos no fueran muy buenos cristianos, nos producen muy buenos ca-tólicos y leales vasallos de VM, como se ha experimentado en las rebe-liones que ha habido, que los mejores han sido los mestizos de sangle-yes, que así se llaman sus hijos. En estos no se ha hallado nota ni re-paro porque se crían y educan como los demás vasallos vuestros, sindistinción alguna”11.

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10 Pueden verse los datos co-rrespondientes a las nume-raciones hechas por el oi-dor Pedro Calderón enesos años en GARCÍA-ABÁ-SOLO, Antonio. El Gobiernoen Filipinas de Juan deArechederra y Tovar. Gra-nada: Universidad de Gra-nada, 1976, pp. 128-138.

11 Audiencia de Manila al Rey,Manila, 18 de junio de1695. AGI, Sección Filipi-nas, 202.

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Por eso, los elementos de control de la población china comenza-ron a matizarse durante el siglo XVII en función del factor religioso:los sangleyes solteros, cristianos o infieles, fueron obligados a residiren el parián, mientras que los casados tuvieron que concentrarse en Bi-nondo y Santa Cruz, aunque más tarde se permitió a los cristianos ca-sados quedarse en el lugar en donde tuvieran su residencia en las islas.Por las mismas razones, los mercaderes moros, armenios y malabaresque acudían al puerto de Manila, que también solían residir en zonasextramuros de Manila como Santa Cruz, el Rosario y San Gabriel, aprincipios del siglo XVIII fueron obligados por las autoridades de Ma-nila a concentrarse en el parián12.

CONVERSIÓN O EXPULSIÓN.La política de separar a los sangleyes del resto de la población de las is-las, especialmente a los sangleyes infieles de los nativos filipinos, no tu-vo resultado y, en consecuencia, a fines del siglo XVII, la Corona radi-calizó su postura y determinó la expulsión de los sangleyes infieles osu conversión al cristianismo. La orden fue comunicada mediante lareal cédula de 14 de noviembre de 1686, que estableció un año de pla-zo para organizar el regreso a China. A los chinos que acudieran al co-mercio se les admitiría mercancía sólo durante el tiempo de la feria, amenos que se convirtieran y decidieran permanecer en el país; en esecaso pasarían al parián. Los que se convirtieran y fueran labradores po-drían quedarse en los lugares en donde estuvieran trabajando. La de-cisión había sido muy ponderada y se había tomado después de haberoído a muchas personas de experiencia en España y Filipinas, sobre to-do a los religiosos dominicos, los más cercanos y experimentados conlos chinos por haber sido los más antiguos encargados de evangelizar-los: en el parián tenían una iglesia y administraban el Hospital de SanGabriel, expresamente dedicado a la curación de chinos infieles. Noobstante, la gran importancia económica de los sangleyes infieles enFilipinas hizo que la orden de expulsión tardara en aplicarse más decincuenta años, es decir, que no se produjo realmente hasta junio de175513.

No es del caso entrar aquí en los pormenores del proceso, pero sí espreciso señalar las cuestiones fundamentales. Cuando la audiencia deManila trató de cumplir lo que la real cédula mandaba, encontró losproblemas consiguientes a la profunda inserción de los chinos en la vi-da del país, sobre todo de su economía. Entre los ingresos de la ha-cienda de Manila ocupaba un lugar relevante el importe de las licen-cias cobradas a los sangleyes, que se movía en torno a los 30.000 pesosanuales. Pero había otros ingresos, como el que se cobraba todos losaños a los sangleyes del parián para que pudieran hacer sus juegos demetua durante tres o cuatro días de su año nuevo en febrero: en 1703

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12 Diego de Villatoro, 1679.AGI. Sección Filipinas, 28.Real Cédula al conde deLizárraga, para que losmercaderes infieles extran-jeros se alojen en el parián.Zaragoza, 1 de junio de1711. AGI, Sección Filipi-nas, 32. L.11, ff. 356v-359v.

13 La recopilación que hizo elConsejo de Indias de todoel proceso de expulsión, in-cluida la de los sangleyescristianos en 1762, se pue-de ver en el Expediente so-bre la general expulsión deaquellas islas de todos lossangleyes o chinos católi-cos que habían cometidoel delito de infidelidad yotros excesos en el tiempoque ocuparon los inglesesla Plaza de Manila, y admi-sión de algunos sangleyeschinos con ciertas limita-ciones, alzándose en algúnmodo la general prohibi-ción. Madrid, 6 de sep-tiembre de 1765. AGI, Sec-ción Filipinas, 713.

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se ingresaron 8.500 pesos por este partida14 y es sabido que tambiénproporcionaba mucho dinero a las autoridades del parián. Para la ciu-dad era prácticamente imprescindible el cobro del terrazgo del parián,que pertenecía a los propios del cabildo de Manila, y sería necesarioconsiderar también los frecuentes préstamos hechos por los sangleyesinfieles al gobierno, a instituciones de Manila y a vecinos particulares.

Por otra parte, también se dieron voces de alarma por las conse-cuencias que pudiera tener la expulsión en la actitud del emperador ylas autoridades chinas para las sacrificadas y provechosas misiones quelos religiosos de Filipinas desarrollaban en territorio chino15. Nuevasórdenes reales de 1696 y 1729 tuvieron en cuenta estos problemas almandar que se respetaran las personas y bienes de los sangleyes ex-pulsados, disponer un plazo de siete meses para que los sangleyes quetenían negocios en marcha con españoles los liquidaran y recordar quepermanecía en vigor la medida que permitía la estancia en Filipinas deun máximo de 6.000 sangleyes infieles, con la que se trataba de no po-ner en peligro el funcionamiento del país16. Los mismos sangleyes in-fieles hicieron un escrito destinado al Rey en el que expusieron deteni-damente los problemas que causaría su salida de Filipinas17. En reali-dad, los años que van desde 1686 hasta 1755, es decir, el tiempo de apli-cación de la orden de expulsión o, por mejor decir, de resistencia y de-bate sobre la conveniencia de aplicarla radicalmente o no, fueron añosen los que los problemas suscitados por los sangleyes en Filipinas seincrementaron. Hay muchas noticias que se refieren a las facilidadesque encontraban los chinos llegados en los champanes del comerciopara desembarcar en zonas cercanas a Manila y encontrar ayuda desus paisanos para introducirse en la tierra y asentarse sin licencia portodas partes. Los mismos champanes del comercio mercadearon en es-tos años más que en otros con la carga humana que depositaban en Fi-lipinas. Al mismo tiempo que reforzaban las medidas de control de lapoblación china, las autoridades se percataban de su ineficacia, en par-te debida a la ausencia de una voluntad común y determinada de la co-munidad española hacia la expulsión. En el fondo de todo estaban losproblemas habituales: el número creciente de sangleyes, su capacidadpara llegar a todas partes y los perniciosos resultados de su conviven-cia con los filipinos. El factor religioso fue tan importante que se in-tentó construir otro parián para que los sangleyes cristianos y los in-fieles vivieran separados18. A la vista de esta situación se entiende quela Corona recuperara la postura radical y que desde 1734 tomara me-didas dirigidas expresamente a eliminar las resistencias a la expulsiónplanteadas en Filipinas. Para conseguir una voluntad común, en 1734ordenó la convocatoria de una junta formada por las autoridades másrepresentativas de las islas, a la que encomendó el cumplimiento de laorden de expulsión19. Al fin, para reforzar la determinación de la junta

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14 El Arzobispo de Manila alRey, Manila, 20 de junio de1666. AGI, Sección Filipi-nas, 28. Domingo de Za-bálburu, Gobernador, alRey, Manila, 24 de junio de1707. AGI, Sección Filipi-nas, 129.

15 Audiencia de Manila alRey, Manila, 18 de junio de1695. AGI, Sección Filipi-nas, 202.

16 Audiencia de Manila al Rey,Manila, 12 de junio de1689. Respuesta del Con-sejo de Indias a esta carta,Madrid, 5 de octubre de1696. AGI, Sección Filipi-nas, 202.

17 “Los sangleyes infieles queresiden en estas islas su-plican a Vuestra Señoría sesirva de informar a SM losinconvenientes que tieneejecutar la expulsión seellos que manda Su Majes-tad por una Real Cédula”.Sin fecha, aproximada-mente 1690. AGI, SecciónFilipinas, 202.

18 Audiencia de Manila al Rey,Manila, 20 de junio de1700. AGI, Sección Filipi-nas, 202.

19 “Traslado auténtico de laReal Cédula de 30 de ma-yo de 1734 en que SM pre-viene y manda se formeuna junta en la que se tratey proponga las providen-cias que se debieren dar enorden a la expulsión de lossangleyes, con las diligen-cias ejecutadas sobre sucumplimiento y autos man-dados acumular a dichacédula”. Año 1736. AGI,Sección Filipinas, 202.

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hacia su objetivo, fueron enviadas a Manila dos personas expresamen-te elegidas para expulsar a los sangleyes infieles: el arzobispo PedroMartínez de Arizala y el gobernador Pedro Manuel de Arandía. A ellosse debió, no sin grandes esfuerzos y desgaste de sus propias personas,la aplicación de la real cédula de 1686 en junio de 1755, aunque el ar-zobispo no pudo ser testigo de ella.

ACERCAMIENTO A LOS CHINOS DE FILIPINAS.Una vez establecido el marco general de referencia, la última parte de es-te trabajo estará dedicada específicamente a los chinos de Filipinas. Lapolítica de control de las autoridades españolas para regular la presen-cia de chinos en Filipinas fue muchas veces manipulada y flexibilizadapor los encargados de aplicarla, y otras muchas evitada con eficacia porlos que tenían que cumplirla. Esto fue así durante todo el período colo-nial español, lo cual quiere decir que la expulsión de 1755, que sirve decota final de este trabajo, aunque es un episodio de gran importancia enla relación entre españoles y chinos en Filipinas, no la interrumpió. A lamuerte del gobernador Arandía volvieron a flexibilizarse las actitudes yse permitió la entrada de población china, como antes se había hecho.Tampoco fue definitiva la expulsión de los sangleyes cristianos, causadapor su apoyo a los ingleses en la toma de Manila en 1762. Por eso, en úl-timo término, los capítulos fundamentales de las relaciones de españo-les y chinos en Filipinas pueden verse como fases de acercamiento y dis-tanciamiento en el desarrollo de un modelo de convivencia que siemprepervivió. Tampoco son fáciles ahora las relaciones entre la población fi-lipina y la china en Filipinas, lo cual hace todavía más destacable, desdeeste punto de vista, el modelo colonial español oriental.

Las autoridades españolas hicieron con frecuencia estimaciones so-bre el número de chinos existentes en Manila y en Filipinas. No son da-tos estadísticos pero sí útiles, sobre todo porque no es posible conseguirotros, salvo en los casos en que se hicieron padrones en el parián, queunas veces comprenden personas y tiendas y otras sólo se refieren a lastiendas. A partir de la numeración de las provincias tampoco es posibleconseguir datos fiables, porque la documentación está llena de testimo-nios de la facilidad con que los chinos eludían las obligaciones fiscales,aunque siempre se refieren también a la abundancia de chinos por todoel país. Lo mismo cabría decir, por idénticas razones, de los datos esta-dísticos obtenidos a partir del estudio de las licencias, es decir, de los per-misos de residencia, venta y desplazamiento comprados por los sangle-yes. No obstante, son conocidos los datos conservados en la contabilidadfiscal a través del trabajo de Chaunu acerca de las Filipinas y el Pacíficode los ibéricos20.

El incremento de la política de control sobre las entradas y salidasde chinos en los puertos de Manila y Cavite produjo una documenta-

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20 CHAUNU, Pierre. Les Philip-pines et le Pacifiqque desIbériques (XVI, XVII, XVIIIsiecles). Introduction Mé-thodologique et Indicesd’activité. Paris: Centre deRecherches Historiques,1960.

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ción que, en un contexto tan precario, debe ser especialmente valora-da en la medida en que permite el referido acercamiento a los chinosde Filipinas. Entre 1716 y 1755, las visitas realizadas a los barcos fue-ron más detenidas, en parte por un mayor rigor en el cobro de almoja-rifazgos pero, muy especialmente y como cosa nueva, también para es-pecificar el número de chinos que llevaban los champanes. El objetivoera que los mismos sangleyes que entraran en la época de ventas salie-ran cuando hubiera terminado la feria. Prescindiendo del éxito o fra-caso del sistema en esos años, aunque es evidente que en general nofuncionó bien, los datos sobre la carga humana de estos champanessiempre serán una muestra real para conocer mejor a los chinos de Fi-lipinas. La aplicación, al menos parcial, de la orden de expulsión de1689 proporciona una información que permite avanzar un poco másen un tema que tiende a escaparse. Los oidores encargados de la eje-cución de la orden llegaron a habilitar algunos champanes del comer-cio para embarcar a varios miles de sangleyes no cristianos con desti-no a China. No hay datos de todos ellos pero sí es posible disponer deun grupo de casi 900, de los que, además de los datos ya referidos, tam-bién se tomó nota de la edad.

DATOS PROCEDENTES DE ESTIMACIONES DE AUTORIDADES Y PERSONAS RELEVANTES. Esta primera serie de datos corresponde a las apreciaciones realizadaspor los gobernadores, arzobispos, la audiencia, el cabildo de Manila ypersonas eclesiásticas singularizadas porque tuvieron una especial cer-canía con los sangleyes. No son datos estadísticos, pero han sido escogi-das las valoraciones que gozaban de mayor consenso en cada momento,cuando no fueron las únicas. En ocasiones ha convenido hacer algunaestimación al alza; así en el caso de la información de Díaz de Guiral por-que la cantidad que proporciona, como él mismo indica, no incluía ungran número de sangleyes incontrolados, “derramados por las provinciasy por los montes circunvecinos de donde con dificultad se sacan”21.

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Año Sangleyes Fuente

1571 00.040 Legazpi22

1584 03.500 Audiencia de Manila23

1589 04.000 Santiago de Vera, Gobernador24

1603 20.000 Cabildo de Manila25

1606 04.500 Díaz de Guiral, Fiscal de la Audiencia26

1639 24.000 Cabildo de Manila27

1691 02.000 Audiencia (infieles)28

1738 14.000 Juan A. Rodríguez, Arzobispo de Manila29

1751 30.000 Fray Felipe Gómez Montaner30

1756 03.413 Pedro de Arandía, Gobernador31

21 Díaz de Guiral al Rey, Ma-nila, 9 de julio de 1606.AGI, Sección Filipinas, 19.

22 Legazpi al Rey, Manila, 11 deagosto de 1572. AGI, Sec-ción Patronato, 24, R 23.

23 Audiencia de Manila al Rey,Manila, 1 de julio de 1584.AGI, Sección Filipinas, 18.

24 Santiago de Vera al Rey,Manila, 13 de julio de 1589.AGI, Sección Filipinas, 18A.

25 Cabildo de Manila al Rey,Manila, 9 de diciembre de1603. AGI, Sección Filipi-nas, 27.

26 Dato de la carta citada enla nota 21.

27 Memorial de la ciudad so-bre el estado de las islas aSM. 1643. AGI, Sección Fi-lipinas, 28.

28 Audiencia de Manila al Rey,Manila, 25 de junio de1691. AGI, Sección Filipi-nas, 202.

29 Juan Ángel Rodríguez, ar-zobispo de Manila, al Rey,Manila, 20 de junio de1738. AGI, Sección Filipi-nas, 202.

30 Fray Felipe Gómez Monta-ner, Guardián del Conven-to de Polo, al Presidentedel Consejo de Indias,Convento de San Diego dePolo de franciscanos des-calzos, 13 de junio de1751. AGI, Sección Filipi-nas, 713.

31 Pedro de Arandía a Juliánde Arriaga, Manila, 15 dejulio de 1756. AGI, SecciónFilipinas, 160.

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PADRONES Y NOTICIAS SOBRE LA POBLACIÓN DEL PARIÁN.Los datos disponibles del parián en la época estudiada no son ho-mogéneos, en cuanto que a veces proporcionan datos de la pobla-ción y a veces de la estructura. Por otra parte, para el conocimientodel primer parián las fuentes nuevamente proceden de estimaciones,aunque muy apreciables. Entre 1588 y 1590 el primer obispo de Ma-nila, Domingo de Salazar, hizo informes sobre el parián que no cons-tituyen un padrón formalizado al estilo de los posteriores, pero de-ben ser tenidos en cuenta porque contienen ricas descripciones y va-loraciones cuantitativas. Este primer parián fue mandado construirpor el gobernador Gonzalo Ronquillo, que llegó a Manila con la pri-mera expedición pobladora enviada desde España, constituida porfamilias enteras con un buen número de hijos32. El parián que des-cribe Salazar tenía 150 tiendas y estaba habitado por 600 sangleyes,aunque con los que había asentados en el entorno de la ciudad lle-gaban a 1.00033.

Otro parián del que se pueden obtener datos útiles fue el que or-denó construir el gobernador Luis Pérez Dasmariñas en 1595, extra-muros de la ciudad por razones claramente defensivas, y que diseñóel polifacético Hernando de los Ríos Coronel con el alarife de Mani-la. Sabemos que tenía 100 tiendas que se distribuyeron de la manerasiguiente: 25 para los chinos cristianos repartidas por Fray Juan deSan Pedro, dominico que se había dedicado a la doctrina de los chi-nos; 50 distribuidas por la ciudad de Manila (40 para artesanos y 10para comerciantes). Se prefirió a los chinos asentados en intramurosen el reparto de las tiendas del nuevo parián para estimularlos a sa-lir de la ciudad. De las restantes tiendas, 15 ó 20 almacenes fueronpara japoneses. En conjunto, era un modo de conocer el número dechinos y japoneses que había en Manila y de tenerlos bajo el fuego dela artillería de las murallas. Todas las tiendas eran propiedad de laciudad de Manila y lo mismo las que se construyeron después a la de-recha de la puerta de San Gabriel, cerca del parián34. La falta de da-tos sobre la población del parián en este momento se puede com-pensar teniendo en cuenta que en 1601, seis años después, el gober-nador Francisco Tello decía que tenía 2.000 sangleyes de los 6.000 quehabía en Manila y su comarca; se distribuían en 300 tiendas y en huer-tas a lo largo del río Pasig35. Repartidos por las provincias debía ha-ber muchos más, porque todas las informaciones coinciden en quehabía cerca de 30.000 sangleyes en 1603, el año del alzamiento.

En 1606 el fiscal Rodrigo Díaz de Guiral hizo un informe magní-fico del parián con un censo de la distribución del espacio, ordenadoen cuadras, tiendas y habitaciones altas. Incluye los oficios corres-pondientes a esas tiendas y habitaciones altas, que también cumplí-an la función de vivienda y almacén con un criterio de aprovecha-

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32 Sobre la expedición deGonzalo Ronquillo ver GAR-CÍA-ABÁSOLO, Antonio. “Elpoblamiento español de Fi-lipinas (1571-1599)”, enGARCÍA-ABÁSOLO, Antonio(editor). España y el Pacífico.Córdoba: Universidad deCórdoba y Asociación Es-pañola de Estudios del Pa-cífico, 1997, pp. 143-156.

33 Informe del obispo de Fili-pinas, Domingo de Salazar,sobre el censo de las islasFilipinas, Manila, 25 de ju-nio de1588. AGI, SecciónFilipinas, 74.

34 DÍAZ-TRECHUELO, MaríaLourdes: “The role of theChinese in the Philippinedomestic economy”, enFÉLIX, Alfonso (editor). Thechinese in the Philiippines.1570-1770. Manila: Solida-ridad Publishing House,1966, pp 180-181.

35 Francisco Tello al Rey, Ma-nila, 6 de julio de 1601.AGI, Sección Filipinas, 6.

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miento máximo del terreno disponible, y una relación de los propie-tarios de las tiendas y del precio de los alquileres. Aparece un elencomuy variado de oficios, aunque la mayoría eran mercaderes, y un gru-po de propietarios que eran casi todos sangleyes, tanto cristianos co-mo infieles. Por último, también figura el terrazgo pagado al cabildode Manila. En total eran nueve cuadras, 288 tiendas y 189 habitacio-nes altas y viviendas. Díaz de Guiral hace apreciaciones del númerode sangleyes, pero no resulta fácil deducir de ellas el total de los quehabitaban el parián, porque lo habitual es la mención de un oficialcabeza de un grupo del mismo oficio, sin indicar cuántas personas loformaban. No obstante, por otras apreciaciones del fiscal, parece pru-dente estimar una cantidad de 3.000 sangleyes en el parián. Por loque comenta, es probable que él mismo juzgara difícil entrar en esti-maciones de cantidades: “Con lo cual se acabó la memoria y testimo-nio de las tiendas y viviendas altas y bajas del dicho Parián de sangle-yes que, demás de las referidas, había otras muchas pequeñas, todasocupadas de sangleyes, y en las de suso referidas había mucho númerode los dichos sangleyes”36.

El primer padrón del parián destinado a conocer el número desangleyes residentes se hizo en aplicación de la orden de expulsiónde 1686; no obstante, las resistencias a las que se ha hecho referen-cia provocaron que esta medida, que aparecía tan necesaria en eseproceso, no se hiciera hasta 1755. Para esa fecha se habían estudia-do en Madrid las consideraciones que había hecho la audiencia deManila en orden a permitir la residencia de 6.000 sangleyes infieles ya proceder a dar salida a los que sobrepasaran este número a medi-da que se encontrara espacio en los champanes del comercio. Se en-cargó del padrón el alcalde mayor del parián Juan Camacho de Aren-zana y dio como resultado la presencia de 2.017 sangleyes entre cris-tianos e infieles37.

El oidor Pedro Calderón Enríquez realizó otro censo del pariánen 1745, en este caso ocupándose de las tiendas que lo componían ydel volumen de negocio que gestionaban. Aunque en el censo no hayvaloraciones del número de sangleyes, Calderón estuvo numerandoTondo, Cavite y los extramuros de Manila en 1741 y señaló que la po-blación del parián era de 4.000 sangleyes, la mayoría de ellos merca-deres. El censo de las tiendas fue de 739 que se ocupaban de materiasmuy diversas; esto sin contar un gran número de talleres de oficialesa los que el oidor no les contabiliza tienda y los obligados del abastode carbón y puerco en el parián. En conjunto los negocios del pariánmovían anualmente 77.008 pesos38.

El censo que cierra este panorama del parián de Manila es el quemandó hacer el gobernador Pedro Manuel de Arandía en 1755. Lo rea-lizaron José Memije, alcalde de la ciudad y comisario para la expul-

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36 Díaz de Guiral al Rey, Ma-nila, 9 de julio de 1606.AGI, Sección Filipinas, 19.

37 “Traslado auténtico de laReal Cédula de 30 de ma-yo de 1734 en que S.Mpreviene y manda se formeuna junta en la que se tratey proponga las providen-cias que se debieren dar enorden a la expulsión de lossangleyes, con las diligen-cias ejecutadas sobre sucumplimiento y autos man-dados acumular a dichacédula. Año 1736”. AGI,Sección Filipinas, 202.

38 Razón individual de losgremios del Parián de san-gleyes y consumo anual decada gremio en el estadopresente. Con Carta deCalderón Enríquez al Rey,Manila, 30 de julio de 1745.AGI, Sección Filipinas, 355.Testimonio de tres repre-sentaciones del oidor Pe-dro Calderón Enríquez alGobernador Gaspar de laTorre, sobre arreglar lossangleyes. Año de 1741.AGI, Sección Filipinas, 202.

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sión de los sangleyes, y el alcalde mayor del parián Luis Villar. Hicie-ron el recuento por gremios y tiendas y contabilizaron el número desangleyes residentes, que en teoría debían ser los que quedaban enFilipinas después de la expulsión. El gobernador había ordenado quese concentraran todos en el parián, desde ahí los infieles que no qui-sieron convertirse fueron embarcados a China y sólo quedaron lossangleyes cristianos y los que estaban en proceso de conversión. Elresultado del censo fue de 489 tiendas y 1.138 sangleyes, 648 de elloscristianos y 490 catecúmenos39. Aparentemente, estas cifras indicanque la radicalización de la política de expulsión había dado resulta-do positivo, sin embargo, es seguro que había muchos sangleyes quehabían eludido los controles. El propio Arandía indicó un año des-pués que los sangleyes infieles expulsados en junio de 1755 habían si-do 2.070 y que en julio de 1756 había en Filipinas 3.413 sangleyes cris-tianos, 2.298 de ellos en el parián, Tondo y extramuros de Manila40.Como suele suceder cuando se examina la información sobre el nú-mero de sangleyes, las diferencias indican la facilidad con que los san-gleyes podían eludir los controles.

En líneas generales, la comparación entre estos dos grupos de cifrasy las que proporciona Chaunu sobre el pago de licencias de sangleyestienen puntos comunes, sobre todo marcando las cantidades más ele-vadas de sangleyes a mediados del siglo XVII, en particular en la déca-da de 1630 a 1640. La documentación es muy alarmante sobre el nú-mero de sangleyes en la primera mitad del siglo XVIII, pero las valora-ciones y los datos fiscales disponibles no son tan altos. Con todo, el ori-gen de estos datos, incluso los fiscales, son de un valor sólo orientativo,aunque las características del poblamiento chino en Filipinas son tan

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39 “Testimonio de las diligen-cias de reconocimiento he-chas en la alcaicería pariánde esta ciudad, en que severifica la total expulsiónde sangleyes infieles a Chi-na. Año de 1755”. AGI,Sección Filipinas, 355.

40 Pedro Manuel de Arandía aJulián de Arriaga, Manila,15 de julio de 1756. AGI,Sección Filipinas, 160.

Ingresos por licencias 1611-1755

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singulares que los hacen valiosos. Por eso, el modo de conseguir noti-cias más acordes con la realidad es intentar saber cuántos llegaban.

SANGLEYES LLEGADOS EN 1689.Con motivo de la aplicación de la orden de expulsión de 1689, el oi-dor Juan de Sierra Osorio, que recibió la comisión correspondien-te de la audiencia, procedió a disponer la salida de varias partidasde los sangleyes infieles concentrados en el parián, llegando a acuer-dos con los capitanes de los champanes que acudieron al comercioese año. Fueron los siete que se detallan, con indicación del puertode origen y el número de sangleyes embarcados.

Champán del capitán Siqua, llegado de Amoy, 201 sangleyesChampán del capitán Thianlao, llegado de Amoy, 128 sangleyesChampán del capitán Liatqua, llegado de (¿), 45 sangleyesChampán del capitán Chioqua, llegado de Amoy, 138 sangleyesChampán del capitán Guiaqua, llegado de Amoy, 64Champán del capitán Uaqua, llegado de Amoy, 145Champán del capitán Jocqua, llegado de Cantón, 131 sangleyes

El deseo de incrementar el control de las entradas de chinos con-dujo a las autoridades a tomar nota del origen y de la edad de los 852que constituyen el total de los llegados. Como eran champanes me-dianos y pequeños y llegaban tan cargados a la bahía de Manila co-mo era habitual, Juan de Sierra sólo pudo dar salida a pocos más porcada champán41. Aunque en este caso los que entraron tuvieron quesalir, constituyen una muestra válida de los que hacían el tráfico anualentre las provincias del sur de China y Filipinas. Esto no descarta quelos capitanes de estos champanes dejaran parte de su carga en zonasde la costa menos vigiladas que el puerto de Manila; lo hacían con fre-cuencia porque era parte del negocio del tráfico y los desembarcadosencontraban ayuda pronto. Las noticias de estos fraudes sugieren queestos desembarcos estaban preparados en lugares precisos y con per-sonas dispuestas para la recepción.

Amoy siempre fue el puerto de salida preferente de los champa-nes de Filipinas, le sigue Cantón, aunque en menor medida. En cuan-to al origen de la carga humana, se comprueba que fue muy variadopero siempre destacando los puertos de la Provincia de Fujian. La re-lación tomada por el escribano con la ayuda del gobernadorcillo delparián comprende 56 lugares de origen, que no son fáciles de identi-ficar a causa de la libertad con la que pudieron llevar los sonidos chi-nos a la grafía recogida en los registros. Han sido reducidos elimi-nando los que aportaban menos de cuatro personas, a fin de selec-cionar los lugares de aporte más relevantes.

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41 Autos del oidor Juan deSierra Osorio, comisionadopara la expulsión de lossangleyes infieles de Filipi-nas, Manila, 16 de mayo de1689. AGI, Sección Filipi-nas, 202.

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La concentración en zonas portuarias de la provincia de Fujian esevidente y confirma las apreciaciones que aparecen en la documenta-ción. La mitad de los sangleyes llegados en 1689 eran originarios de lospuertos de Amoy, Anhai y Shantou.

Por otra parte, estos datos permiten comprobar que la mayor partede los chinos que iban a Filipinas, algo más del 80%, se movía entre los15 y los 50 años. En el 20% restante, compuesto de menores de 15 y ma-yores de 50, hay presencia de niños de poco más de 10 años y de ancia-nos mayores de 60, que no parecen edades adecuadas para componerla tripulación de un barco. La media de sangleyes por champán es de122, una cantidad que se puede considerar moderada si se tiene en cuen-ta la abundancia de noticias que se refieren a la llegada a Manila dechampanes con 400 sangleyes desde fines del siglo XVI. No obstante,también conviene recordar que la tripulación suficiente para manejarun champán de los que hacían el tráfico de China se estimaba en 30 ma-rineros. Por tanto, es bastante probable que de los 852 analizados, lamayoría fueran comerciantes, pero no sólo de los que iban a vender yvolver, sino también de los que iban a vender e intentar quedarse.

SANGLEYES LLEGADOS A MANILA ENTRE 1718 Y 1757. La información anterior se puede completar con el análisis del tráficode los champanes en los cuarenta años de aplicación de la orden de1716, que incluyó en las visitas la carga humana. Desde 1718 hasta1720, el escribano de minas y registros asentó la fecha de entrada de

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Origen Sangleyes

Amoy 193Anhai 85

Chanchiu 43Chande 7Choboi 33Chom 22

Chuanchiu 11Dicanctou 28Dxipetou 18

Haiten 13Lamua 4Lencan 4Lensu 5

Lionque 72Nioche 5

Shantou 102Siare 12

Tangua 95Tiotua 21

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cada barco, con su tipo, nombre y puerto de origen y el nombre y na-turaleza del capitán. En la segunda mitad de 1718 no hubo movimien-to de barcos chinos y en 1719 se registraron cuatro champancillos quesalieron de Taiwán y llegaron de arribada a Manila, además de otrochampancillo de China que igualmente llegó de arribada. En la prime-ra mitad de 1720 hay registrado un champán procedente de China, delpuerto de Lanquín, pero no hay apreciaciones sobre el número de chi-nos embarcados, que comienza a apuntarse en la segunda mitad de1720, aunque entonces no se registraron barcos chinos42. Como no apa-recen champanes en esa época, la serie estadística de sangleyes co-mienza en 1721.

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Los champanes visitados entre 1721 y 1757 fueron 411 y se recogeinformación sobre la carga de chinos (sería equívoco considerarla tri-pulación) en todos ellos salvo en 1750, año en el que no ha aparecidoregistro. Por tanto, la serie se compone de 36 años, durante los cualesse registraron oficialmente en el puerto de Manila las entradas de40.534 chinos. La media anual de llegada de champanes en ese tiempofue de 12, con un máximo de 18 en 1755 y un mínimo de dos en 1722y 1743. La media anual de entrada de chinos fue de 1.126 y la media dechinos por champán se acercó a 100, con el máximo de un champáncon 548 chinos y dos con un mínimo de nueve. La carga máxima co-rrespondió al champán llamado Lacso, que llegó de Amoy al mandodel capitán Unqua en 1723. En ese año se visitaron 16 champanes conun total de 1.304 chinos, por tanto el champán Lacso llevó el 42%.

El puerto fundamental para el envío de chinos a Filipinas fue Amoy,del que salieron en los años estudiados 296 champanes, es decir, el 72%

42 “Traslado auténtico de laRC y diligencias ejecuta-das en su obedecimientosobre que se dé cuenta aSu Mg en todas ocasionesque se ofrezcan de los ba-jeles y extranjeros queaportaron en las jurisdic-ciones del distrito de estasislas. Año 1720”. AGI, Sec-ción Filipinas, 172.

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del total, en los que se embarcaron 38.524 chinos, que son el 95% delos chinos que entraron en el puerto de Manila entre 1721 y 1756. Ladocumentación no estadística también destaca la importancia del puer-to de Amoy en fechas anteriores y posteriores a las estudiadas, de ma-nera que debió tener una función de distribución. En el tráfico entreAmoy y Manila navegaron los champanes más cargados y, por tanto,aunque en general no se desaprovechaba el espacio, también fueronlos más grandes. De Amoy llegaron el Lacso con 548 chinos en 1723, elSonchiao con 350 en 1725 y el Quinchian con 410 en 1726. En todo elperiodo estudiado, los 30 champanes más grandes, capaces de embar-car entre 200 y 550 chinos procedían de Amoy.

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La documentación relativa a las licencias y a las visitas de los cham-panes está llena de sugerencias relativas a la existencia de fraudes en losque participaban muchos, desde las autoridades españolas, empezandopor los gobernadores y los oidores, hasta los capitanes de los champa-nes. El fiscal Francisco Leandro de Viana fue muy crítico con el sistemade visitas y de cobro de almojarifazgo y expuso con claridad que el sis-tema estaba elaborado sobre fundamentos conocidamente falsos en be-neficio del gobernador, el fiscal y los oficiales reales, es decir, los que in-tervenían en el proceso. Además, el fraude estaba asumido plenamente,como indican los términos que emplea: “Todos los capitanes salen de aquícon sus barcos o vienen a este puerto bajo la buena fe de que están tolera-dos y consentidos sus engaños en la manifestación de la carga, sin ofre-cérseles el menor escrúpulo de que les decomisen el exceso de la que decla-ran. Y sería cosa dura imponerles una pena gravísima antes de prohibir-les lo que jamás se les ha prohibido en Manila”43.

La misma facilidad tuvo que existir cuando la carga a negociar eranlos chinos que entraban a través de Manila. Como la sobrecarga de chi-

43 Francisco Leandro de Via-na al Rey, Manila, 4 de ma-yo de 1760. AGI, SecciónFilipinas, 577.

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nos embarcados es incuestionable, conocer los nombres de los cham-panes y de sus capitanes y la cantidad de chinos que introdujeron enManila es un medio importante para indagar sobre los procedimien-tos. Es difícil que armadores y capitanes repitieran sus viajes, como enefecto lo hicieron, si no tenían algunas garantías para negociar con lasentradas. De hecho, en las valoraciones para el pago de derechos de al-mojarifazgo, el porcentaje entre la carga estimada y el pago real erabastante más elevado en los champanes más cargados de chinos. Entodo caso, aunque los indicios de fraude son grandes, los problemaspara entrar en ellos son tan arduos como los que con tanta frecuenciase han planteando a lo largo de la historia y se siguen planteando en laactualidad en los casos de inmigración, independientemente del lugaren que se produzcan.

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Un asunto que no admite dudas es la disminución del ritmo de en-trada de chinos en la época estudiada, es decir, en la primera mitaddel siglo XVIII. A pesar de las voces de alarma de personas destacadasde Filipinas, sobre todo las que procedían del sector eclesiástico, quealertaban sobre el peligro de la presencia cada vez mayor de la pobla-ción china en todas partes, las cifras que tenemos son menores a lasque sugieren las noticias de finales del siglo XVI y del siglo XVII. Tam-bién en el cobro de licencias hay un descenso marcado en la primeramitad del siglo XVIII, y habrá que tomarlo en consideración a pesarde la existencia de fraudes. La posición crítica del arzobispo DiegoCamacho y Ávila, manifestada en una carta al Rey en mayo de 1700,

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es un buen ejemplo del sentir de los eclesiásticos ante la presencia chi-na: “Vuestra Majestad asienta que mandó que se expeliese de las Islas alos sangleyes, y según los que vienen y quedan todos los años más pare-ce que fue el orden para que se quedasen que no para que volviesen. Ysegún estamos o están ellos apoderados de las Islas (y lo peor es que consus engaños lo están de las voluntades de todos), temo que se han de le-vantar con esto todas las veces que VM no diere orden, y agregare parasu ejecución pena muy considerable, del número que ha de haber sin quede éste se pueda exceder y de que vivan únicamente en el Parián. Y si es-te estuviera cercado para que de él no salieran, se le hiciera a Dios y aVM gran servicio, y mayor el que aquí no permaneciera ninguno, si noes el que tratasen y contratasen desde la barra en la misma conformidadque lo hacen ellos, teniendo bastantemente oprimidos a los que van deacá a puntos de comercio”44.

Sería preciso encontrar series de datos similares a la que aquí seanaliza, aunque quizá no sea posible encontrarlas, porque el origen dela Real cédula de 1716 está directamente relacionado con el control delas entradas de chinos y con la orden de expulsión de los sangleyes nocristianos de 1686. Habrá que concluir, por tanto, que en los sectoresencargados de aplicar la política de expulsión, es decir, gobernador, au-diencia y cabildo de la ciudad, se produjo un cambio de actitud antelos sangleyes, manifestado en que fueron capaces de vencer las resis-tencias a prescindir de los chinos infieles (a la expulsión) que hasta en-tonces habían mostrado. Tuvieron una función muy importante en es-te cambio el gobernador Pedro de Arandía y el arzobispo Pedro Martí-nez de Arizala, que habían sido enviados especialmente por la Coronaa Manila y dotados con poderes extraordinarios para aplicar la ordende expulsión.

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44 Diego Camacho y Ávila alRey, Manila, 29 de mayode 1700. AGI, Sección Fili-pinas, 202