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Investigaciones Geográficas, Boletín 68, 2009 ][ 131 Russo, A. (2005), El realismo circular. Tierras, espacios y paisajes de la cartografía novohispana, siglos XVI y XVII Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, México, 250 p., ISBN 970-32-0983-1 Al buscar un significado de mapa que se acomode en el desarrollo de su trabajo, Russo rescata la etimología latina mantel y la presenta como una definición metafórica que explica al mapa como un dibujo elaborado sobre un velo en blanco que cubre la Tierra y sobre el cual se representa una particular visión del territorio recién “descubierto” (pp. 35-36). Si se retoma el análisis elaborado por Edmundo O´Gorman en su célebre obra: La idea del descubri- miento de América, se comprende cabalmente que el acto de “descubrir”, en un contexto geográfico, se explica como el develamiento de cierto espacio que estaba allí previamente, pero que una nueva mirada lo reinventa. Paradójicamente, dicha opera- ción epistemológica cubre el territorio con nuevas formas plásticas que surgen desde la subjetividad de las propias categorías culturales (O´Gorman, 1976). A partir de esta reflexión, es posible pensar en la obra cartográfica, producida a raíz del choque cultural entre europeos e indígenas, como una in- vención que logró redibujar un territorio inédito para aquellos que “lo descubrieron” y conjugarlo con la visión espacial ya existente. En este sentido, El realismo circular analiza el complejo proceso de transformación territorial que fue desarrollándose a lo largo de los siglos XVI y XVIII a través de una gran variedad de soluciones plásticas. Estas distintas formas de representación figurativa fueron “encontrándose” a partir de aquello que la autora llama “circulación de varios modelos cartográficos” (p. 21) y que se resumen en dos: el europeo y el indígena. A su vez, ambas maneras de plasmar el mundo fueron entrelazán- dose para desencadenar en una nueva cartografía mixta: la novohispana. Probablemente, una inspiración importante para Russo provenga de la obra: e mapping of New Spain de Barbara E. Mundy (1996). Para Mundy, a partir de la llegada de los españoles, los artistas indígenas comenzaron a imaginar un nuevo paisaje que, a través de una “doble conciencia”, fueron capaces de integrar para sí mismos la nueva imagen del territorio. De esta manera, los tlacuilos trabajaron para satisfacer a la audiencia local y, al mismo tiempo, las expectativas de los colonizado- res (Ibid.:215-216). Es decir, al transformarse el entorno, se modificó también la propia manera de representar el territorio a través de la combinación de dos distintas concepciones cosmológicas y con- venciones plásticas (p. 62). De igual forma, Russo busca conocer el nuevo dibujo del territorio que se descubría sin olvidar la aportación que significó el trabajo pictórico individual de cada artista indígena que contribuyó a la elaboración de la imagen del territorio de la Nueva España como producto de un “encuentro cartográfico” (p. 38). En la primera parte intitulada “Tierras”, Rus- so analiza los distintos proyectos cartográficos procedentes de variadas fuentes y técnicas que convivieron en la sociedad novohispana. Es decir, la autora subraya cómo fue que el nacimiento de una nueva realidad cartográfica no fue de carácter único y que, sin embargo, la fusión de distintos modelos y formatos dio como resultado una nueva cartografía independiente y ajena a lo que solicitara la Corona. En principio, el poder virreinal, interesado en la reorganización y fraccionamiento del territorio, buscó realizar su representación en mapas para un fin de carácter utilitario: tanto para el cabal conocimiento de su superficie como para su uso y aprovechamiento. En realidad, el poder imperial tenía su propio modelo económico, administra- tivo y político el cual requería de imágenes para

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Investigaciones Geográficas, Boletín 68, 2009 ][ 131

Russo, A. (2005), El realismo circular. Tierras, espacios y paisajes de la cartografía novohispana,siglos XVI y XVIIInstituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, México, 250 p., ISBN 970-32-0983-1

Al buscar un significado de mapa que se acomode en el desarrollo de su trabajo, Russo rescata la etimología latina mantel y la presenta como una definición metafórica que explica al mapa como un dibujo elaborado sobre un velo en blanco que cubre la Tierra y sobre el cual se representa una particular visión del territorio recién “descubierto” (pp. 35-36).

Si se retoma el análisis elaborado por Edmundo O´Gorman en su célebre obra: La idea del descubri-miento de América, se comprende cabalmente que el acto de “descubrir”, en un contexto geográfico, se explica como el develamiento de cierto espacio que estaba allí previamente, pero que una nueva mirada lo reinventa. Paradójicamente, dicha opera-ción epistemológica cubre el territorio con nuevas formas plásticas que surgen desde la subjetividad de las propias categorías culturales (O´Gorman, 1976). A partir de esta reflexión, es posible pensar en la obra cartográfica, producida a raíz del choque cultural entre europeos e indígenas, como una in-vención que logró redibujar un territorio inédito para aquellos que “lo descubrieron” y conjugarlo con la visión espacial ya existente.

En este sentido, El realismo circular analiza el complejo proceso de transformación territorial que fue desarrollándose a lo largo de los siglos XVI y XVIII a través de una gran variedad de soluciones plásticas. Estas distintas formas de representación figurativa fueron “encontrándose” a partir de aquello que la autora llama “circulación de varios modelos cartográficos” (p. 21) y que se resumen en dos: el europeo y el indígena. A su vez, ambas maneras de plasmar el mundo fueron entrelazán-dose para desencadenar en una nueva cartografía mixta: la novohispana.

Probablemente, una inspiración importante para Russo provenga de la obra: The mapping of

New Spain de Barbara E. Mundy (1996). Para Mundy, a partir de la llegada de los españoles, los artistas indígenas comenzaron a imaginar un nuevo paisaje que, a través de una “doble conciencia”, fueron capaces de integrar para sí mismos la nueva imagen del territorio. De esta manera, los tlacuilos trabajaron para satisfacer a la audiencia local y, al mismo tiempo, las expectativas de los colonizado-res (Ibid.:215-216). Es decir, al transformarse el entorno, se modificó también la propia manera de representar el territorio a través de la combinación de dos distintas concepciones cosmológicas y con-venciones plásticas (p. 62).

De igual forma, Russo busca conocer el nuevo dibujo del territorio que se descubría sin olvidar la aportación que significó el trabajo pictórico individual de cada artista indígena que contribuyó a la elaboración de la imagen del territorio de la Nueva España como producto de un “encuentro cartográfico” (p. 38).

En la primera parte intitulada “Tierras”, Rus-so analiza los distintos proyectos cartográficos procedentes de variadas fuentes y técnicas que convivieron en la sociedad novohispana. Es decir, la autora subraya cómo fue que el nacimiento de una nueva realidad cartográfica no fue de carácter único y que, sin embargo, la fusión de distintos modelos y formatos dio como resultado una nueva cartografía independiente y ajena a lo que solicitara la Corona.

En principio, el poder virreinal, interesado en la reorganización y fraccionamiento del territorio, buscó realizar su representación en mapas para un fin de carácter utilitario: tanto para el cabal conocimiento de su superficie como para su uso y aprovechamiento. En realidad, el poder imperial tenía su propio modelo económico, administra-tivo y político el cual requería de imágenes para

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la visualización de sus posesiones y linderos. Con ellas, resultaba más práctico el otorgamiento de encomiendas y mercedes. Así, la obra cartografía que demandaba el poder imperial fungía como parte de los requisitos administrativos y trámites jurídicos que requerían los funcionarios virreinales en la recomposición del territorio para su máximo control. Sin embargo, y paradójicamente, la Co-rona permitió y alentó al artista indígena a crear mapas que se convirtieran en testimonios directos que verificaban la existencia de sus territorios para su ulterior defensa; es decir, los mapas elaborados por artistas indígenas contribuían a facilitar los procesos de litigios y resolver los pleitos judiciales que se suscitaban entre españoles y los dueños originarios.

En la segunda parte, “Espacios”, Russo ex-plica cómo fue que el impacto colonial sufrido por las comunidades indígenas repercutió en la transformación de sus territorios y en su propia visión sobre su entorno geográfico. Por ejemplo, los traslados, desplazamientos, la formación de nuevas congregaciones, la separación de sus lugares sagrados, etc., son fenómenos dentro del proceso colonizador que coadyuvaron en la modificación de la percepción del espacio (nuevas orientaciones, nuevos elementos significativos, etc.). Así, aunque la mirada del artista indígena quedaba afectada a raíz del choque cultural con las concepciones eu-ropeas, el espacio pudo reinventarse y concebirse a través de nuevas modalidades de ver y pensar el territorio. Esta nueva configuración espacial, que ya no era exclusivamente indígena pero tampoco española, pudo ser expresada y representada en mapas del siglo XVI y XVII de una manera figura-tiva. Por un lado, la autora refiere algunas nociones que ya existían tanto en la plástica europea como en la indígena y que continuaron representándose cartográficamente. Por ejemplo, la estrecha relación entre el tiempo y el espacio, la no separación de naturaleza sagrada y humanidad o la tensión entre religiosidad y el poder económico representado en la tierra (pp. 82-88) Por el otro, subraya la mane-ra en que se integraron herramientas totalmente novedosas como la perspectiva por parte de los europeos y las estrategias colorísticas provenientes de las convenciones indígenas (pp. 90-92).

Para entender el proceso de transformación conceptual que significó la inclusión de nuevas convenciones iconográficas y su conjunción con las formas figurativas indígenas en la nueva repre-sentación del espacio, la autora considera necesario desentrañar lo que ha dado por denominar una “doble reinterpretación plástica” (p. 92); esto es, dos distintos formatos en la representación carto-gráfica. Por una parte, el principio circular indígena que da un sentido de simetría y de movimiento donde a decir de la autora, se da “una circulación de energías entre los diferentes espacios cósmicos” (pp. 94-95). Por la otra, las formas cuadradas y fijas de estilo renacentista con aspiraciones de ob-jetividad. Russo explica cómo las formas circulares en los mapas indígenas refieren cierta concepción del universo. Luego, al transformarse en formato cuadrado, el mapa representa una nueva reorgani-zación de temporalidad en el espacio. A este choque entre dos principios espaciales, la autora lo nombra “guerra de espacios” (p. 63). Un juego de poderes visuales que se refleja en el papel y en donde con-viven distintas dinámicas de las concepciones del tiempo y el espacio. Sin embargo, asevera que es en el mapa donde no se descubre ganador alguno, ya que la obra cartográfica elaborada en los siglos XVI y XVII será el resultado de la pérdida de una codificación estricta y de las reglas rígidas de figu-ración espacial que caracterizaban a cada estilo por separado antes de su “encuentro”.

Cabe decir que a lo largo de su obra, Russo no pierde de vista el peso que aporta la propuesta de cada tlacuilo de manera individual. ¿Cómo fue que los artistas indígenas inventaron distintas solucio-nes plásticas para resolver los problemas que se iban engendrando con el constante choque de ambos estilos pictóricos? En realidad, ahora es bien sabido el poder otorgado a estos artistas, conocedores del territorio y de las herramientas simbólicas quienes sabían mejor que nadie como plasmar en papel su propio espacio geográfico (Mundy, 1996:62). Esto ocurría por medio del sistema de representación iconográfica dentro del cual el tlacuilo se pudiera sentir familiarizado, de su visión cosmológica y de su propia cultura social. Aunque, en apariencia, se impusieran tanto las glosas y vocablos españoles como la perspectiva y las líneas de suelo y horizonte,

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la autora enfatiza que el mapa novohispano conser-vó la propia identidad estética del artista indígena (pp. 200-201) y no sobresalieron los principios espaciales occidentales como lo da a entender por ejemplo, Donald Robertson (p. 64).

Si para la autora no existe ni perdedor ni gana-dor en este “encuentro cartográfico”, posiblemente el lector se preguntará ¿cómo es posible entonces que finalmente las convenciones artísticas y concre-tamente las cartográficas provenientes de Europa hayan prevalecido y subordinado a las formas indí-genas? ¿No se tratará de un argumento en defensa de una causa difícil de sostener?

A pesar de que la autora se empeña en otorgar un peso y una interpretación a cada una de las imá-genes, Russo reconoce que es posible “descubrir” una transformación plástica gradual en conjunto. Esto acaecía a lo largo del proceso de mestizaje cultural −el cual incluyó una radical modificación del territorio geográfico− donde se fueron inven-tando soluciones estéticas que reflejaban los nuevos espacios recién creados (pp.19-20).

En la tercera y última parte de la obra, se estudia un corpus de 60 mapas que van de 1540 a 1660 y que en su gran mayoría son de manufactura indígena. Estos documentos se conservan en el Archivo General de la Nación y están catalogados en el ramo de Tierras. Rehusando criterios unifi-cadores y retomando sus aspectos antropológicos, la autora selecciona mapas de distintas partes del territorio mexicano que reproduce a color junto con una breve referencia histórica y acompañados de un análisis plástico.

Para sostener sus argumentos y dar a conocer el panorama general, la autora realiza una investiga-ción histórica y política que debía incluir informa-ción de archivos sobre geografía antigua y estudios sobre la administración virreinal quien redibujara el territorio prehispánico. Estos datos fueron tomados sobre todo de Peter Gerhard quien ofrece en su libro: Geografía histórica de la Nueva España, un esbozo histórico sobre las distintas unidades admi-nistrativas de la Nueva España (Gerhard, 1986). Esta obra, en sí misma, subraya la importancia de la regionalización para la geografía histórica y para el enfoque regional que Russo adopta a lo largo de su obra. La autora sostiene que el estudio de

la nueva configuración del territorio novohispano no puede admitir generalizaciones en su análisis. Para Russo esto queda demostrado en el trabajo etnográfico realizado por Jacques Galinier: Pueblos de la Sierra Madre. En él, el antropólogo analiza a los pueblos otomí y observa que no persisten las mismas concepciones del universo dentro de un mismo grupo étnico o lingüístico a lo largo del tiempo (Galinier, 1987).

Finalmente, para relacionar lo histórico y lo estético, Russo cita constantemente a Gruzinski quien le recuerda el equilibrio que debe guardarse entre los procesos históricos y la aportación local y subjetiva del pintor indígena y su expresión artística individual (Gruzinski, 1993). En realidad, el inte-rés de la autora es principalmente de carácter esté-tico y desde este enfoque reconoce la multiplicidad cartográfica que le hace rechazar modelos plásticos fijos y poner atención en la mutua influencia de sistemas artísticos. Estos modos de representación cartográfica pueden proceder del simbolismo circu-lar indígena o del realismo español. Sin embargo, Russo hará hincapié constantemente en la tensión entre ambos, la cual generará lo que ha denomi-nado como “realismo circular”.

Ahora bien, para contrastar la realidad figurativa y la realidad física, la autora nos brinda los datos histórico-geográficos con una base antropológica ya mencionada y la empalma con la información empírica obtenida directamente de sus itinerarios en cada lugar. A lo largo de la obra es posible per-cibir su conocimiento paisajístico de carácter sen-sorial. Además, Russo elabora entrevistas y recoge testimonios orales contemporáneos que enriquecen aún más su trabajo de campo.

Finalmente, en la tercera parte intitulada “Pai-sajes”, se presenta un catálogo conformado por 30 imágenes cartográficas. En cada uno de los mapas la autora hace énfasis en algunos elementos plásticos como son la orientación −ya sea circular o radial−; las distintas direcciones y posiciones espaciales; los caminos y las distancias relacionadas con las jerarquías políticas y el significado o función de los distintos elementos del paisaje y de las glosas −que pueden indicar dirección, orientación o sólo formar parte del panorama general−. En fin, Rus-so quiere, sobre todo, dar a conocer los recursos

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y técnicas que se emplearon para resaltar lo que resultó importante de lo no tanto, y mostrar los mecanismos y estrategias culturales para representar el nuevo espacio colonial.

Así, pues, a través del análisis estético de 30 mapas novohispanos, pero trazados por artistas indígenas, Russo logra expresar la posibilidad de conocer la mirada de los naturales sobre su propio territorio. Pero lejos de separar los elementos indí-genas de los españoles en la creación cartográfica o sugerir una subordinación epistemológica por parte de los europeos, la autora muestra la coexistencia y la dinámica de las imágenes que representaron la reconfiguración del espacio “descubierto” o encubierto.

Para concluir, es oportuno reflexionar sobre la contribución de esta obra para el análisis sobre el territorio y la cartografía en su nuevo giro cultural y como indicador para geógrafos e historiadores sobre los nuevos aportes al estudio de la nueva na-turaleza de los mapas. En últimas fechas en México, se ha llevado a cabo una renovación en los estudios sobre la cartografía antigua. El realismo circular es una de las obras que nos muestra la nueva forma de trabajar con el mapa antiguo de manera mul-tidisciplinaria. Esto es, especialistas provenientes de variados estudios culturales y sociales han co-menzado a mirar el mapa bajo nuevas perspectivas tales como la historia del arte o la antropología. Los estudiosos del mapa desarrollan así la posibilidad de integrar distintos enfoques que converjan en un análisis más integral sobre cartografía mesoameri-cana y novohispana.

La cartografía antigua mexicana ha mostrado −contrariamente a lo que se pensaba tiempo atrás−, un alto grado de complejidad para su estudio. Esto exige un análisis cartográfico más rico y completo proveniente de nuevas miradas que van más allá del puro trabajo de archivo. La nueva propuesta cultural incluiría los avances técnicos que brinden

nuevos datos pero también el trabajo sensorial que arroje percepciones directas sobre el territorio y sus habitantes. La invitación es a descubrir la nueva naturaleza de los mapas a través de la manera “vitalista” bajo la cual se formó O´Gorman quien creía que las experiencias vitales enriquecían su trabajo (O´Gorman, 2007). También, retomar la forma como Russo describe que llevó a cabo su investigación:

Este trabajo es en muchos sentidos el relato de un viaje [y no metafórico]. Porque el tiempo y el espa-cio atravesados para escribirlo implicaron recorri-dos verdaderamente físicos entre pinturas, pueblos, documentos, fotografías y palabras (p. 13).

RefeRencias

Galinier, J. (1987), Pueblos de la Sierra Madre. Etnografía de la comunidad otomí, Instituto Nacional Indige-nista/Centre d´etudes mexicaines et centroamericaines, México.

Gerhard, P. (1986), Geografía histórica de la Nueva Espa-ña. 1519- 1821, UNAM, México.

Gruzinski, S. (1993), La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México español, Fondo de Cultura Económica, México.

Mundy, B. (1996), The mapping of New Spain. Indigenous Cartography and the Maps of the Relaciones geográficas, The University of Chicago Press, Chicago.

O´Gorman, E. (1951), La idea del descubrimiento de América. Historia de esa interpretación y crítica de sus fundamentos, UNAM, México.

O´Gorman, E. (2007), “Historia y Vida”, en O´Gorman, E., Ensayos de Filosofía de la Historia (selec. y presen-tac. Matute, Á.), UNAM, México, pp. 37-65.

Raquel UrrozFacultad de Filosofía y Letras,

Universidad Nacional Autónoma de México

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Murdoch, J. (2006),Post-structuralist geography. A guide to relational space,SAGE Publications, London, 220 p., ISBN. 0-7619-7423-7

“Geografía post-estructuralista” no es una fórmula que se encuentre comúnmente en las portadas de los libros de Geografía; el término está mucho más lejos de convertirse en el referente de una disciplina autónoma. Sin embargo, en el ámbito de la geografía británica, las dos palabras se han puesto juntas para dar el título de este libro. Es la publicación póstuma de Jonathan Murdoch (1954-2005), investigador de la Universidad de Cardiff en la School of City and Regional Planning,1 la que se atreve a poner en tensión los dos conceptos.2 En efecto, se trata de una tensión, puesto que la “geografía post-estructural” no se puede referir a un movimiento dentro de la disciplina geográfica, a pesar de que podría hablarse de algunos trabajos de “geografía post-estructural”;3 ni siquiera a una conjugación de dos conceptos que naturalmente llevaran el uno al otro. Al contrario, parece que los geógrafos son renuentes a hablar de “post-estruc-turalismo” tanto como la geografía pareciera estar

excluida de la problemática “post-estructural”.4 El título mismo de este libro podría ponerse en tela de juicio; podríamos preguntarnos francamente ¿qué relación es esta que exhibe juntos a la geografía (que se hace en la CPLAN de la Universidad de Cardiff) y a la crítica intelectual hacia el estructuralismo en los años setenta, restringida al ámbito francés?

En el primer capítulo de este libro, Murdoch concibe la aparición de la geografía post-estructural como la crítica que desde la geografía se hace a la tradición geográfica precedente, que si bien el autor reconoce que no se había inspirado en el estructura-lismo,5 sí había tomado prestada la visión causal del marxismo en su versión althusseriana como modelo explicativo (p. 12). A esta visión, Murdoch opone otro tipo de paradigma espacial que se constata en los trabajos de David Harvey, un espacio que se constituye de relaciones en contraste a la visión de un espacio que el autor llama “euclidiano” y que se puede describir como un “contenedor” de los procesos sociales.6 Para Murdoch el espacio es una categoría que no se puede describir a través de me-didas o cuantificaciones, el espacio está constituido

1 Cardiff School of City and Regional Planning [http://www.cardiff.ac.uk/cplan/].2 No tengo conocimiento de alguna publicación anterior a esta que lleve el mismo título; al menos en el ámbito an-glófono, castellano y francófono, a excepción del artículo de Elden (2003).3 Es indispensable reconocer la diferencia entre los térmi-nos geografía post-moderna y geografía post-estructural. El primero más amplio y más ambiguo que el segundo puede aplicarse a una serie de trabajos que ponen en duda los valores y los conceptos (en el ámbito intelectual: los sistemas explicativos) de la modernidad, en respuesta a una situación histórica; mientras que el segundo, más específico pero no por ello menos complejo (y a veces en interferencia con lo “post-moderno”) se refiere a la crítica radical de los presupuestos del estructuralismo. Vid. [Postmodernism] y [Postructuralism] en Kritzman, 2005: 89-95. Se suele citar a los trabajos del geógrafo inglés David Harvey, como un referente de la geografía post-moderna (Harvey, 1989).

4 Un claro ejemplo de ello es la respuesta que da Michel Foucault en entrevista con el geógrafo francés Yves-Lacoste sobre el lugar que ocupa la geografía en la arqueología de los saberes, a lo que Foucault responde: “esta pregunta no me concierne” (Foucault, 2001:39).5 “It is fair to say that structuralism of the Saussurian and Lévi-Straussian variety had only limited impact upon the conduct of human geography. Perhaps it was the focus on texts, kinship and mythologies in the structuralistic literature, or the overriding concern with ‘deep’, all-determining struc-tures, that rendered the approach unpalatable to mainstream geographers. Whatever the reason, the structuralist moment found few geographical adherents.” (Murdoch, 2006:11).6 “David Harvey, for instance, traces a relational lineage from the work of Leibniz and Withehead throughout to con

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por las relaciones que se van sucediendo. Aquello, nos dice el autor, pone en tela de juicio la creencia en un espacio que puede ser descrito en su totalidad por el análisis topográfico y con ello se modifica la comprensión de los procesos espaciales en tanto que se permite la multiplicación y la heterogenei-dad de diferentes identidades espaciales (Ibid.). El paradigma de la geografía post-estructural tiene que ser entonces un paradigma relacional.7 Una vez clarificado esto, el autor divide el libro en dos partes: las teorías y los casos. Con ello se advierte la intención por parte de Murdoch de constituir una metodología que se aplique a casos particula-res del quehacer geográfico. En los tres capítulos teóricos se sigue este procedimiento: la deducción de argumentos concernientes a la geografía desde la reflexión de un autor particular.

De esta manera, en el capítulo titulado Spaces of discipline and government se hace una revisión del trabajo de Michel Foucault, específicamente de su libro Surveiller et punir: naissance de la prison (1975). Para Murdoch (p. 53) la reflexión de Mi-chel Foucault sobre la relación poder-conocimiento prueba como es pertinente una aproximación rela-cional en la geografía, para el autor la investigación de Foucault muestra cómo los discursos pueden convertirse en diferentes formas de dominación una vez que se expresan en términos espaciales. Murdoch hace con esto una derivación metodoló-gica del trabajo sobre las prácticas discursivas que aborda Foucault a manera de una arqueología del saber. Una conclusión bastante ingenua, puesto que si se toma en serio el trabajo de Michel Foucault

se corrobora que no puede extraerse un método descriptivo para el análisis espacial a partir de la investigación de una ontología que describe las condiciones históricas (prácticas discursivas del conocimiento) en las que el sujeto se convierte en dominador del otro (Rouse, 2006:95-122). De una manera más acorde al procedimiento foucaultiano, podría pensarse en la historicidad de las prácticas discursivas que han constituido los conceptos: es-pacio, sociedad, individuo, medio, lugar, etc., como lugares referenciales del saber geográfico.

En el tercer capítulo de este libro, que lleva el nombre de Spaces of heterogeneous association, igual-mente se hace un resumen del trabajo de Bruno Latour (1947- ) sobre las prácticas sociales dentro de las que el trabajo científico es validado y recono-cido como verdadero (Latour, 2001). De la misma manera que en el capítulo anterior, a partir de esta reflexión se extraen consecuencias metodológicas para la disciplina geográfica. En especial con lo que Murdoch llama “actor-network theory”, que se refiere a la multiplicidad de redes socio-espaciales en las que un actor se ve involucrado en un momento histórico (p. 74). El trabajo de Latour muestra cómo los dis-cursos científicos se articulan a través de la interacción de humanos y no-humanos que despliegan estrategias autónomas. Dentro de la noción de experimento La-tour halla en las acciones de humanos y no-humanos desplazamientos que se hacen necesarios para la na-rración científica; al mismo tiempo que un científico genera movimientos de carácter social necesarios para la reproducción de un experimento, los objetos se ponen en movimiento afectando al agente que realiza tal o cual estrategia. Esta visión, que el mismo Latour considera a caballo entre un realismo y un construc-tivismo, proporciona un marco de entendimiento de la ciencia en tanto que acto social, fuera de la idea trascendental según la cual la ciencia construye representaciones mentales exactas de una naturaleza exterior (Ibid.). Murdoch, ve en esto la realización del paradigma relacional, con ello desprende la idea de que un actor social pertenece a varias identidades espaciales y que la misma espacialidad se genera por la relación que se instaura entre éstas.8

temporary studies of social justice and social nature. From Leibniz, Harvey takes the idea that space is not a ‘container’ but is something that is always dependent on the processes or substances that go into ‘making it up’. From Whitehead he derives the insight that these processes and substances are constituted from relations.” (Ibid.: 19).7 “As space is a process of becoming it is always in the process of being made and is always (likely to be) unfinished: ‘there are always loose ends in space’. […] Moreover, because space is made from competing and co-existing relations, it holds an unpredictable character that can potentially generate ‘new spaces, new identities, new relations and differences’ […] Openness and newness thus go hand in hand. Spaces become in Massey’s terminology, ‘a meeting place’; it is where relations interweave and intersect.” (Ibid.: 21).

8 This bring us back to the relationality of space. In actor-network theory space is no longer an absolute (something

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Post-structuralist geography. A guide to relational space

En el cuarto capítulo y el último de la primera parte de este libro dedicado a las teorías, titulado Space in network topology, Murdoch revisa la obra de los filósofos franceses Gilles Deleuze (1925-1995) y Michel Serres. Igualmente comienza por oponer al concepto de espacio topográfico un concepto que proviene de la geometría moderna: la topo-logía. Para él, el espacio topográfico se caracteriza por la expresión de proximidades en un espacio euclidiano; en cambio, el espacio topológico se describe como la expresión de relaciones en una multiplicidad de espacios. El espacio topológico está constituido por flujos en constante movimiento (pp. 85-88). Deleuze y Serres, propone Murdoch, son en buena medida teóricos de la “network to-pology” en el sentido en que ambos conciben el espacio como un devenir, caracterizado por la ines-tabilidad de sus permanencias, heterogéneo, inscrito en el proceso dinámico de la territorialización y la deterritorialización (pp. 92-94). Así, el espacio puede ser visto como un proceso de emergencia de todo tipo de relaciones.

En la segunda parte de este libro, dedicada a los Casos, se muestran tres ejemplos de la aplicación metodológica de lo que se ha expuesto en la primera parte. Los tres casos muestran concordancia con el trabajo de investigación de la CPLAN puesto que se enfocan en las dinámicas regionales y urbanas que ocurren como resultado de las iniciativas de territorialización. En el primer caso: Dis/ordering space I: the case of nature, el autor examina el estatus de la naturaleza en el mundo relacional. Se refiere a los esfuerzos que durante la posguerra se hicieron por demarcar y contener el campo inglés, con el fin de protegerlo de procesos dinámicos y hetero-géneos. Murdoch muestra cómo al comenzar los procesos de transgresión de los límites territoriales entre actores y entes naturales, paradójicamente,

se terminaron por reforzar los límites entre ellos (pp. 108-130). En el segundo caso de estudio: Dis/Ordering Spaces II: the case of planning, el au-tor da cuenta del trabajo que supone una formade gobernabilidad como es la planeación urbana de acuerdo con la creación de zonas espaciales. Mur-doch se da cuenta que el planeamiento se encuentra en el orden de las redes de conocimiento y que despliega estrategias hacia las otras redes sociales; en relación con esto, los procesos de planeación construyen imaginarios espaciales particulares. Murdoch muestra cómo las primeras formas de planeación se enfocaron principalmente en las ca-racterísticas físicas de los lugares, pero con el tiempo fueron incluyendo escalas políticas y sociales, y más recientemente, procesos naturales. En estos procesos se lucha con los espacios heterogéneos puesto que éstos se encuentran en oposición a un solo principio rector como el que proviene de la planeación (pp. 131-159).

En el tercer capítulo de estos casos, Dis/ordering Spaces III: the case of food, se muestra la competencia que implementan dos tipos de redes de comida, que el autor propone llamar “fast-food” y “slow-food”. La primera, materializada en la cadena de restau-rantes McDonald’s, despliega una estrategia de simplificación orientada en la velocidad y eficiencia del servicio; por lo tanto, la red social que con la que se topa es un tipo de consumidor “distraído”; en la segunda red de comida, un espacio social complejo emerge en relación con la creación de compromisos con el territorio y la cultura. En este tipo de estrategia se pone de relieve la estética de la comida y su diversidad; ello crea un segundo tipo de consumidor que puede llamarse “comprometido” (pp. 160-183).

Los tres temas abordados en la segunda parte del libro se desprenden explícitamente de la proble-mática teórica de la primera parte −así parece−. Es cierto que en esta segunda parte se pone en marcha la aplicación de los principios que se han modelado atrás. No obstante, el carácter poco imaginativo de los casos de estudio enfatiza la pertinencia de uso de argumentos post-estructuralistas como tamiz de análisis. Es una realidad cotidiana para la planea-ción urbana el enfrentarse a realidades complejas, siempre en marcha, que no pueden ser sino vistas a

networks exist within); rather, space is an effect of network activity. It emerges from within heterogeneous networks and its shape and its form is given by the shape and form of the various networks. As Latour puts it: ‘gods, angels, spheres, doves, plants, steam engines, are not in space and do not age in time.’ On the contrary, spaces and times are traced by reversible or irreversible displacements of many types of mobiles. They are generated by the movement of mobiles, they do not frame these movements.” (Ibid.:75).

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Omar Olivares Sandoval

través de la superposición de numerosas escalas. Por otra parte, quizá no se necesite una investigación exhaustiva para reconocer inmediatamente que el modo de comercialización y servicio de una cadena de restaurantes como la de McDonald’s tipifica un consumidor “distraído”. Si parece destejerse la relación de los casos de estudio en la segunda parte con los argumentos “post-estructuralistas” de la pri-mera parte, se debe solamente a que tales relaciones deben buscarse en otro contexto. En efecto, si se pone atención a los temas preferidos por el autor para poner en práctica (casi infructuosamente) los conceptos post-estructuralistas, la conservación natural y la ecología, la planeación y gestión ur-bana, y la comercialización de la comida, uno se da cuenta que se trata de temas primordiales de la contemporaneidad, que constituyen un programa político-ideológico (constituido por la triada: re-cursos-aprovechamiento-distribución) y que sobre todo son el campo en el que se ha puesto en tela de juicio el conocimiento científico, en tanto forma de progreso. Es ahí donde se juntan el post- estructuralismo y el trabajo de investigación en un contexto institucional como el de la CPLAN.9

El libro de Murdoch abre sus páginas con un poema-imagen del escritor inglés Robert Crawford. El poema, titulado “bio”, dibuja un círculo con una multitud de palabras (Figura 1). Este globo (terrestre) se conforma por la escritura de una multiplicidad de objetos naturales (los cocodrilos, el día, los dragones de Komodo, los chimpancés, el hidrógeno, etc.) entre los que se encuentra la refe-rencia a la conciencia que es el “yo” (“I”) y que no puede encontrarse más que a la mitad de “todo lo demás”; en un pasaje constante entre la identidad y la diferencia. Un lugar en el que el “logos” no está solo y se desborda por los ríos vivos que traman la unidad del planeta Tierra. Murdoch, usa el poema de Crawford para exponer metafóricamente el paradigma relacional: los humanos, sus textos y sus conceptos, se utilizan no cómo una descripción del mundo natural sino como una herramienta para relacionarse con el mundo natural; nuestras representaciones son un rasgo de la naturaleza y no su contrario.

Paul Ricoeur describió la mayor tensión que animó el pensamiento estructuralista. Para él, el estructuralismo se fundamenta en la negación de la temporalidad, de un lado, y la negación del sujeto-actor, por el otro lado (Ricoeur, 2001 y 2004). Así como puede pensarse en una ruptura conciencia/ naturaleza a través del poema de Crawford (el princi-pio anónimo del estructuralismo) igualmente, desde la misma ruptura, el poema puede mostrar la con-tingencia de las relaciones que las sociedades forman en el espacio (el principio post-estructuralista). Esta tensión que no tiene aún respuesta anima la historia de la geografía. De ahí que Jonathan Murdoch pueda hacer uso del grupo de filósofos franceses que se agrupan como filósofos post-estructuralistas, pero que en la práctica son muy diferentes entre unos y otros.10 Más aún, la agrupación de tales filósofos no tiene que ver mucho con un programa de ofensiva hacia el estructuralismo (aunque con estos textos se hayan derrumbado las premisas de aquél), es

9 Cardiff School of City and Regional Planning.

Figura 1. “bio” de Robert Crawford, copyright de Random House Group Ltd.

10 Resulta sorprendente la falta de mención al filósofo post-estructuralista de mayor fama en el ámbito anglófono: Richard Rorty, quien en su libro Philosphy and The Mirror of Nature (1980) argumenta la existencia de una ideología mo-derna sobre los conceptos científicos, que se fundamentan en la creencia de una visualidad cristalina de la mente humana, eclipsando su mayor vocación: la de comunicar.

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Post-structuralist geography. A guide to relational space

mejor decir que la agrupación post-estructuralista corresponde a un momento de la vida intelectual francesa, que sigue al estructuralismo, y en el que se producen críticas devastadoras tanto al concepto de trascendentalidad kantiano como a la tradición feno-menológica francesa y alemana (Habermas, 1990).

La otra historia que se puede trazar desde la aparición de los trabajos de Lévi-Strauss, pasando por la geografía cultural, la geografía cuantitativa y las recientes investigaciones geográficas, es una historia que no se ha escrito aún, pero que se atisba más rica y más profunda. A partir de los años noventa la new geography y el paradigma “espacialista” fueron rebatidos por una multitud de variantes geográficas, comprometidas con lo epistemológico, lo político o lo institucional. La crítica más grande al geógrafo fue que se había convertido en parte del establishment al hacerse un recolector de datos (Orain, 2006:115). Las nuevas formas de geografía, que corresponden a un pe-riodo de diversidad y fragmentación, volvieron (y siguen volviendo) sobre los hilos históricos con los que se constituyeron, devolviendo a los conceptos geográficos su historicidad. Si las sociedades y los individuos construyen con sus prácticas el espacio –como nos dice Murdoch–, también los geógrafos construyen espacio con sus discursos. Las prácticas más importantes de la geografía: la exploración y la cartografía, hoy más que nunca deben dotarse de historicidad, es decir, devolverlas al contexto social en el que se producen y reafirmar una reflexión constante sobre el ámbito social que les corres-ponde: el de las prácticas de la visualidad. Desde ahí puede comenzar una reflexión que acerque a la geografía a las otras disciplinas sociales, sin las cuales no podrá sobrevivir.

A pesar de sus déficits, existe la posibilidad de que este libro se convierta en el futuro en una re-ferencia para la geografía, y con él se reafirme una vez más la vocación geográfica: en los límites, abrir nuevos horizontes.

aGRaDeciMienTOs

A Gabrielle White de Random House Group Ltd., en Northamptonshire, Inglaterra, por haberme per-

mitido usar la imagen del poema “bio” de Robert Crawford, que aparece en esta reseña.

RefeRencias

Crawford, R. (2008), “Bio”, en Full Volume, London Cape Poetry, London.

Elden, S. (2003), Poststructuralist geographies: the dia-bolical art of spatial science, Edinburgh University Press, Edinburgh.

Foucault, M. (1975), Surveiller et punir: naissance de la prison, Paris, Gallimard, Paris [versión en español: Foucault, M. (1975), Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Siglo XXI, México].

Foucault, M. (2001), Dits et Écrits, Gallimard, Paris.Habermas (1990), El pensamiento postmetafísico, Taurus,

México.Harvey, D. (1989), The condition of post-modernity,

Blackwell Publishers, Cambridge.Kritzman, L. D. (2005), The Columbia History of

Twentieth-century French thought, Columbia Univer-sity Press, New York.

Latour, B. (2001), La esperanza de Pandora. Ensayos sobre la realidad de los estudios de la ciencia, Gedisa, Barcelona.

Mendibil, D. (2006), “Les gestes du métier”, en Robic, M. C. (coord.), Couvrir le monde. Un grand siècle de géographie française, Association pour la diffusion de la pensée française, Ministère des Affaires Étrangères, Paris, pp. 54-88.

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Orain, O. (2006), “La géographie comme science”, en Robic, M. C. (coord.), Couvrir le monde. Un grand siècle de géographie française, Association pour la dif-fusion de la pensée française, Ministère des Affaires Étrangères, Paris. pp. 90-122

Ricoeur, P. (2001), La metáfora viva, Trotta, Madrid.Ricoeur, P. (2004), Tiempo y Narración, Siglo XXI, 3 v.,

México.Rorty, R. (1980), Philosophy and the mirror of nature,

Blackwell, Oxford.Rouse, J. (2006), “Power/knowledge”, en Gutting, G.

(ed.), The Cambridge Companion to Foucault, Cam-bridge University Press, New York, pp. 95-122.

Omar Olivares SandovalFacultad de Filosofía y Letras,

Universidad Nacional Autónoma de México

140 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 68, 2009

A partir de la aproximación a algunos conceptos clave del urbanismo, tal como señala desde las pri-meras páginas el compilador de la obra, Fernando Winfield Reyes, el objetivo general con el cual se reúnen los ensayos, publicaciones, artículos y ponencias que conforman este libro consiste en realizar un acercamiento general, pero novedoso, al urbanismo en cuanto disciplina. La manera de hacerlo, señalada desde el título mismo, toma como punto de partida un análisis de los aspectos históricos, teóricos y prácticos del conocimiento y el ejercicio urbanístico en general, aunque también, de manera particular, de algunos temas propios de las ciudades de México y Xalapa (Veracruz). La metodología utilizada, sin embargo, reúne por se-parado cada uno de estos ámbitos y sólo en algunos puntos, de manera muy somera, logra integrarlos en una visión unificada del urbanismo, haciendo poca justicia al título y a los propósitos indicados en la introducción.

Dentro de los parámetros que además se señalan en esta aproximación al urbanismo, es importante destacar el intento por mantener en discusión y revisión, desde una postura crítica, algunas de las temáticas que entran en consideración en cada apartado del libro. Así, si bien el análisis general inicia con el origen de la ciudad industrial a co-mienzos del siglo XIX, desconociendo en términos históricos una extensa parte de la actividad urba-nística que surge con Hipodamos en la antigua ciudad griega de Mileto, los principales focos de atención son la aparición de un nuevo tipo de pa-radigmas en la forma de entender y desarrollar la ciudad, y en la misma línea, los cambios que se dan a partir de ahí en la relación entre los ciudadanos y el espacio urbano construido. Con ello, el com-pilador propone, además, un objetivo no menos pretencioso: el de contribuir al desarrollo de una

cultura urbanística en el que tengan cabida la mul-tidisciplinariedad, la incorporación de lo local en lo global, y la inclusión de todos los actores sociales en la construcción de los espacios de la ciudad (p. 10).

Dado que el conjunto de estas nociones son el resultado de las transformaciones demográficas, productivas, políticas e ideológicas que acompañan al surgimiento de la Revolución Industrial, la pri-mera parte del texto, denominada “Aproximaciones a la historia”, inicia con una breve recopilación de los orígenes del urbanismo moderno y la descrip-ción superficial de algunas bases del socialismo utópico. Sin mayor desarrollo, en los siguientes textos dentro del mismo apartado se da paso a uno de los temas más recurrentes a lo largo del libro: los conjuntos multifamiliares desde su perspectiva urbana, esto es, en relación con la ciudad y con los individuos que en ellos habitan.

Desafortunadamente, aun cuando las modifica-ciones en los medios de transporte y en los sistemas de producción fueron señaladas en la primera parte como factores determinantes en la configuración de la ciudad moderna y contemporánea, nunca desempeñan un papel significativo en los análisis posteriores de las ciudades de México y Xalapa. Por el contrario, de acuerdo con una visión muy espe-cífica del urbanismo como “disciplina que busca promover la reforma social” (p. 25) el tema de los multifamiliares sólo es tratado desde la perspectiva histórica en sus dimensiones sociales, y ante todo políticas. De acuerdo con esta consideración, se ha tenido en cuenta predominantemente el papel de los grandes conjuntos multifamiliares como pro-motores de un desarrollo económico y social, que se alimenta a su vez de las nociones de modernidad y progreso.

Esta relación significativa entre el espacio construido, ya sea urbano o arquitectónico, y

Winfield Reyes, F. (comp.; 2007),Historia, teoría y práctica del urbanismo,Universidad Veracruzana, Xalapa, México,193, p. ISBN 968-834-713-2

Investigaciones Geográficas, Boletín 68, 2009 ][ 141

Historia, teoría y práctica del urbanismo

el conjunto de relaciones sociales que se dan al interior de éste, es identificada por Winfield a partir del concepto clásico de “utopía”, entendi-do de manera general como un modelo urbano, regional y social, de carácter ideal. En la medida en que dicha concepción precede al desarrollo del urbanismo en sentido disciplinar, y más importante aún, se encuentra de una u otra forma en la base del Movimiento Moderno de arquitectura, a través de cuyos ideales y principios se establecieron las acciones que dieron forma a las ciudades desde el siglo XX, este concepto permite establecer cierta continuidad de la aproximación histórica al análisis de la teoría del urbanismo.

Así, en la segunda parte del libro, titulada “Re-flexiones y especulaciones sobre la teoría”, se esta-blece de manera general la presencia de la utopía en el seno mismo de la teoría urbana, desde diferentes posturas. Dejando de lado la caracterización de cada una de ellas, es importante mencionar aquí que, a través de la utopía, se ha pretendido establecer una relación directa entre la forma de organización de la ciudad y la forma de organización social, al punto que tal y como se gestó con mayor fuerza desde la segunda mitad del siglo XIX, el urbanismo y la arquitectura tuvieron como uno de sus objetivos principales el mejoramiento de las condiciones sociales a través de la acción sobre la ciudad.

En el caso puntual de México, que se parece en buena parte al de Brasil, el impulso de esta perspec-tiva urbana llegó de la mano de los intereses polí-ticos con la vivienda estatal desarrollada de 1933 a 1973. Si bien el libro se ocupa casi exclusivamente de tres conjuntos multifamiliares construidos en la Ciudad de México, este es un tema bastante amplio, y por cierto poco explorado, a partir del cual sería posible acceder a un conocimiento más completo de los procesos locales de urbanización, incluso en términos ideológicos. Al menos en lo que respecta a los proyectos estudiados, la conclusión general es que, debido a factores específicos tales como la estandarización de la vivienda o la restricción a los grupos sociales menos favorecidos, los multifami-liares perdieron su “carácter emblemático” (p. 79) de representación de la modernidad y de desarro-llo social. Esta pérdida de significado implicó, en términos teóricos, un cambio en los parámetros

del urbanismo por medio de la relación entre el espacio construido y el poder del Estado; en tér-minos sociales, un desplazamiento de la identidad dependiente de las edificaciones y la conservación de su entorno; y en términos históricos, el fin de un proyecto político de control sobre la vivienda.

El tema, no obstante, no continúa siendo desa-rrollado, y en la aproximación a la teoría del urba-nismo aparecen otras cuestiones sin relación con el contenido anterior y que, además, no vuelven a ser tratadas. La primera de ellas es la relación entre el diseño arquitectónico y la escritura literaria a partir de un cuento de Borges; la segunda es una reflexión y descripción en torno a los programas académicos de urbanismo, específicamente, del que se imparte en la Universidad Veracruzana; y el tercero, breves consideraciones acerca de los desastres naturales y la sostenibilidad.

Con la falta de una secuencia temática, y vale la pena decir también, escasa pertinencia de estos tres aspectos para los propósitos generales del libro, comienza la última parte, titulada “Sociedad y ur-banismo: propuestas para una práctica”. Aunque esta sección no presenta una continuidad aparente entre los temas que trata, es importante resaltar aquí que entran en consideración de análisis los secto-res de la ciudad que no han sido planificados por arquitectos o urbanistas, englobados bajo la idea de la periferia. De esta manera, en la aproximación a la práctica del urbanismo resultan de particular interés los espacios o zonas urbanas que exigen un programa de ordenamiento, ya sea por medio de la implementación de una nueva arquitectura o infraestructura, o bien, a través de la consolidación del medio construido con la participación de todos los actores sociales implicados.

Desde diversas perspectivas, el enfoque prácti-co del urbanismo está centrado hoy en día en la recuperación del espacio urbano y arquitectónico y del desarrollo social a partir de la idea de la ciu-dad posible, y no de la ciudad ideal como ocurría con la utopía. En este sentido, la acción sobre el contexto está referida, ante todo, a la consolidación del modelo existente mediante los programas de mejoramiento de la vivienda y de incorporación de nueva infraestructura, tales como servicios, equipamientos, vías de comunicación, etc. A ello

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Danilo Andrés Sosa Ruiz

se suma la restauración de los sectores históricos y del patrimonio arquitectónico en aras de fortalecer o asegurar el carácter propio de cada ciudad, es de-cir, su identidad. Por su parte, en la periferia y los demás sectores marginados de la ciudad entendidos como lugares de “indefinición” (p. 154), misma connotación que puede caracterizar a las áreas de expansión irregular aún sin consolidar, debe haber, según los autores, mayores estrategias de parte de la comunidad para la satisfacción de las necesidades sociales básicas.

Aunque este tema, al igual que muchos otros en el texto, nunca es desarrollado, ello constituye también una oportunidad para definir nuevos obje-

tos de investigación. Así, si bien en la introducción fueron planteadas metas y objetivos que al final no se alcanzaron, ni tampoco se estructuró a lo largo de la recopilación una línea de argumentación sólida o de temáticas bien definidas, algunos de los ensayos contenidos en este trabajo merecen una mayor atención, e incluso, la elaboración de nuevos trabajos que profundicen en sus conceptos y razonamientos.

Danilo Andrés Sosa RuizFacultad de Filosofía y Letras,

Universidad Nacional Autónoma de México

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Hurtado Torres, L. (2008),Infierno en el paraíso. Nacimiento y evolución del volcán El Jorullo,Fondo Editorial Morevallado, Morelia,108 p. ISBN 978-970-703-583-6

Este año se conmemora el 250 aniversario de la erupción del volcán El Jorullo1 ubicado en tierras michoacanas, lo que le da un significado especial a la reflexión desde la historia de la Geografía y de sus personajes como Alejandro de Humboldt. El sabio prusiano visitó el reino de la Nueva España entre 1803 y 1804 e hizo diversas observaciones, con especial atención del fenómeno eruptivo acontecido en la noche del 29 de septiembre de 1759 en un remoto paraje de la Tierra Caliente2 de Michoacán (Humboldt, 2004). Los resultados del sabio inspiraron a una pléyade de viajeros a visitar el lugar y a escribir sus observaciones sobre la naturaleza: flora, fauna, minerales y a dejar sus testimonios en artículos, diarios, memorias, mapas, litografías y fotografías.

Acorde con el aniversario, la editorial More-vallado ha publicado en el 2008 la investigación de Leticia Hurtado Torres sobre el nacimiento y evolución del volcán El Jorullo, que presenta el tema en tres capítulos con diversas ilustraciones y notas biográficas que acompañan al texto, así como un apéndice con la descripción del grabado del volcán El Jorullo, escrita por Humboldt (1810) y un glosario que facilita las consultas. El capítulo I introduce el contexto geográfico de la Tierra Caliente michoacana. Se concentra en la vida coti-diana y económica de la hacienda de Jorullo, la que tuvo diferentes dueños desde el siglo XVI cuando Hernán Cortés hiciera el reparo de encomiendas en la Provincia de Michoacán (Commons, 2002) hasta llegar a mediados del siglo XVIII cuando

acontece el fenómeno volcánico y cuyo dueño era un rico sevillano terrateniente y regidor de Pátzcuaro don Andrés de Pimentel y Sotomayor quien había comprado la hacienda en 1740, la que producía básicamente añil y caña de azúcar que era trabajada por indígenas, mestizos y esclavos negros y mulatos (Alonso, 2006). Por eso era la hacienda más próspera de la región, de acuerdo con el cuadro preparado por la autora sobre los diezmos (maíz y ganado) otorgados al Obispado de Michoacán.

El capítulo II titulado “Nacimiento y evolución del volcán de fuego” describe las manifestaciones del volcán, los temblores de tierra, los ruidos subterráneos y las impresiones que despertaban esos fenómenos naturales entre los pobladores y los curas del lugar, quienes consternados, consi-deraban las trepidaciones como profecías, castigos divinos y presagios. En este apartado se encuentra la combinación que resalta la autora para dar título a su obra, al considerar que la hacienda de San Pedro de Jorullo representaba el paraíso por su productividad y la magna erupción simbolizaba el infierno por la devastación causada con el fuego en las tierras fértiles.

El tercer y último capítulo contiene una breve relación de las expediciones y estudios científi-cos sobre El Jorullo desde el siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XX. Hurtado ofrece una selección de las crónicas de viajeros que pasaron por la región. Destacan el fraile Francisco de Ajofrín con su Diario del viaje que hizo a la América en el siglo XVIII, la de los jesuitas Francisco Clavijero con Historia Antigua de México y Rafael Landívar Rusticatio Mexicana, así como en otro apartado, la de Alejandro de Humboldt con su Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España, acompañados de breves semblanzas biográficas de los viajeros. En

1 La única tesis de la UNAM sobre este volcán, se presentó en 1977 (Alor, 1977).2 La Tierra Caliente comprende la depresión de los ríos Balsas y Tepalcatepec, con sus característicos y prolongados valles y al sur, la Sierra Madre y la Costa.

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Lucero Morelos Rodríguez

este punto es oportuno introducir la experiencia directa del viajero prusiano durante su ascenso al volcán, quien además elaboró un mapa que tituló Plan de Jorullo (1803). La traducción proviene de su Diario de viaje:

Llegamos a las Playas de Jorullo el 18 de septiembre [de 1803] por la tarde. Fuertes tormentas, truenos espantosos y una lluvia torrencial […] me impidie-ron observar la culminación de Fomahault para la que estaba preparado; me tuve que contentar con el método de Douwes. Incertidumbre. Todo el mundo se negaba a acompañarnos a la boca, nos hablaban de un viento muy caliente que soplaba allí y que abrasaba el rostro. Al final descubrimos a don Ramón Epelde, un vizcaíno intrépido dueño de una pequeña explotación de añil [índigo] en las aguas calientes, que había acompañado al señor Riaño cuando era Intendente de Valladolid […] Nos contó que él y un eclesiástico habían sido los primeros que habían subido a la cima porque to-dos los habitantes tenían un terror pánico de este monstruo envejecido. La segunda vez subió con el señor Riaño y el señor Fischer, que habló de ello en una carta a la Gesellschaft der Bergbaukunde [Sociedad del cono-cimiento de la Minería]. Entonces ascendieron por la parte sudeste, y él confesó ingenuamente que, al no poder sostenerse más que unos pocos minutos en la cima y [puesto que había] varias grietas peli-grosas que les impedían entonces avanzar hasta el borde mismo del cráter, no habían visto más que las paredes opuestas, y no el propio abismo. Partimos a caballo, el 19 de septiembre a la sa-lida del sol. Primero examinamos los “hornitos” (en español en el original) y el malpaís que comienzan a 200-300 toesas [389-584 m] al este del Centro del Mirador, pequeña colina pórfido-basáltica que existía ya antes de la catástrofe del 29 de septiembre de 1759 […] Éramos cinco personas subiendo en zigzag…Todos teníamos el rostro quemado. (Yo tenía tos y un reumatismo horroroso ocasionado por el frío de Guanajuato, creía que me curaría ese baño de sudor. Parece que el azufre aumenta la irritación. La noche siguiente me encontraba peor), (Humboldt, 2003:116-117 y 120-121).

En la segunda parte del capítulo consigna bajo el título de “otras expediciones”, aquéllas referidas después de la visita del barón Humboldt; destacan las de C. Piseschel, Die vulkane von Mexico, Juan Medal vecino de Ario con sus Apuntes estadísticos de Ario, Jules Leclerq, Voyaje du Mexique de New York a Veracruz en siuvant les routes de terre, J. Félix y H. Lenk, Beitrage zur Geologie und Paleontologie der Republik México, la inspección realizada en 1906 en el marco del X Congreso Geológico Internacional celebrado en México bajo la conducción del inge-niero mexicano Ezequiel Ordoñez, quien ocupara en ese momento la subdirección en el Instituto Geológico Nacional –hoy Museo de Geología–, la de Hans Gadow, Jorullo. The history of volcano Jorullo and the reclamation of the devastated district by animals and plants, Paul Waitz, Nubes ardientes observadas en la erupción del Jorullo y finalmente las obras de Kenneth Segerstrom y Willis A. Eggler quienes realizaron una comparación entre los volca-nes michoacanos Jorullo y Paricutín –formado en 1943– y Hurtado la presenta en una forma sintética a través de un cuadro con datos generales.

La autora incorpora una breve revisión histo-riográfica sobre El Jorullo e invita a realizar nuevos estudios que amplíen las investigaciones sobre el fenómeno volcánico. Infierno en el paraíso resulta un libro publicado oportunamente para comenzar el debate y la debida atención que merece entre el público y los especialistas un volcán que ha sido olvidado de manera injustificada.3

RefeRencias

Alonso Nuñez, M. C. (2006), Desestabilización social y económica en la hacienda de Jorullo de la Huacana, Mich., 1759-1795, tesis de Licenciatura (Historia), Facultad de Historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, México.

Alor Leal, A. L. (1977), El volcán Jorullo: tectonismo, vul-canismo, morfología, tesis de Licenciatura (Geografía), Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México.

3 En octubre de 2009 se ha convocado en Morelia a un congreso vulcanológico, internacional y multidisciplinario, por los 250 años del nacimiento del volcán Jorullo, véase: http://www.geofisica.unam.mx/vulcanologia/jorullo/.

Investigaciones Geográficas, Boletín 68, 2009 ][ 145

Infierno en el paraíso. Nacimiento y evolución del volcán El Jorullo

Commons, Á. (2002), Cartografía de las divisiones territo-riales de México, 1519-2000, Instituto de Geografía, UNAM, México (Temas Selectos de Geografía de México: I.1.4).

Humboldt, A. de (2003), “Ascenso al volcán Jorullo”, en Alejandro de Humboldt una nueva visión del mundo. En conmemoración al bicentenario de la llegada de Humboldt a México, CONACULTA, UNAM, México, pp. 113-121.

Humboldt, A. de (2004), Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España, Editorial Porrúa, México (Colección Sepan Cuántos…No. 39).

Lucero Morelos RodríguezFacultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional Autónoma de México

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Coloquio Internacional: Urdaneta novohispano: la inserción del mundo hispánico en Asia,Museo Franz Mayer, Ciudad de México, 17-19 septiembre de 2008

El aniversario 500 del nacimiento de Andrés de Urdaneta (1508) ha servido para que distintas instituciones, tanto de México como de España, se replanteen el tipo de relaciones que desde el siglo XVI se establecieron con el continente asiático, principalmente a través del Pacífico. Cabe recordar que este personaje dio la vuelta al mundo en tres ocasiones –en las expediciones de Loaysa-Elcano, Saavedra Cerón y Villalobos– y los conocimientos adquiridos en sus viajes lo llevaron a cumplir la misión que se le encargó de encontrar la ruta del “tornaviaje” a las costas novohispanas, lo cual logró en 1565 gracias a que dirigió su nave hacia el norte, alcanzó las costas de Japón y tomó la corriente Kuro Sivo (cerca de los 40º latitud Norte) para así llegar a las costas californianas y posteriormente arribar al puerto de Acapulco luego de cuatro meses y siete días de su salida de Cebú.1 Esta trayectoria permitió que se establecieran navegaciones entre Nueva España y las islas Filipinas a través del Ga-león de Manila, nave que hizo su primera aparición en mares novohispanos en 1572 y cuyo derrotero continuó hasta fines del siglo XVIII.2

Prueba de la relevancia del monje-marino para la historia de las navegaciones, en especial por el

Pacífico, puede verse a través de los estudios que se han hecho de él desde distintas perspectivas. Sólo por mencionar algunos ejemplos, el trabajo de Leoncio Cabrero retrata las andanzas el Urdaneta desde que se vio involucrado en las navegaciones por el Mar del Sur hasta la expedición del tornaviaje y su regreso a la Ciudad de México (Cabrero, 1992). Por su parte, Luis Muro estudió la expedición del tornaviaje, pero desde la perspectiva colonial, esto es, analizó la organización del viaje en las costas novohispanas, la forma en la que se involucraron funcionarios virreinales y las repercusiones que tuvo dicho viaje para este virreinato (Muro, 1975). Existen además trabajos que se han centrado en las navegaciones transpacíficas y por ello han hecho referencia a la expedición de Legaspi-Urdaneta o bien a las consecuencias que tuvo dicha travesía; tal es el caso de investigaciones como las de Carmen Yuste (2007), William Schurz (1992) u Oscar Spate (2006).

En este contexto la Universidad Iberoamericana se dio a la tarea de organizar un coloquio en el que la figura de Urdaneta sirviera para replantear los vínculos que Nueva España llegó a establecer con las islas del Poniente, así como los estudios que se han hecho al respecto y de los que todavía falta mucho por realizar. Este evento es novedoso en el sentido de que las preguntas aquí planteadas se centraron más en las relaciones intercoloniales, lo cual es interesante ya que las propuestas de trabajo expuestas partieron de una perspectiva netamente colonial –tanto novohispana como filipina– y en respuesta a las realidades e intereses de los propios “territorios de ultramar hispánicos”. Esto en gran medida se hizo a fin de comprender y explicar las razones de porqué las relaciones entre dichos territorios se enfriaron a lo largo del siglo XIX, cuando las Filipinas estuvieron bajo la tutela

1 Cabe mencionar que expediciones previas, como la de Álvaro de Saavedra Cerón (1522) y Ruy López de Villa-lobos (1542) salieron de costas novohispanas rumbo a las Molucas (bajando cerca del paralelo 10º Norte), y al mo-mento de iniciar el regreso intentaron hacerlo por la misma altura, pero al encontrar vientos y corrientes contrarias no lograron su cometido, por lo que parte de las tripulaciones que sobrevivieron regresaron a España a través de Cabo de Buena Esperanza.2 No se tiene referencia del número de embarcaciones o de viajes que se realizaron entre Nueva España y Filipinas du-rante los siglos XVI y XVII, aunque Carmen Yuste (2007:384-391) logró contabilizar 62 travesías que se realizaron entre 1722 y 1789.

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Urdaneta novohispano: la inserción del mundo hispánico en Asia

estadounidense. Lo anterior llevó a que en dichas islas, en la actualidad, se hable inglés en los ámbitos académicos; además, también explica porqué en ese territorio el periodo colonial comienza en la centu-ria decimonónica, dejando de lado todo el pasado hispánico que en gran medida se vincula con el novohispano. Por lo anterior, Cristina Barrón Soto, Ostwald Sales Colín y Luis González Villanueva convocaron a varios investigadores, tanto mexi-canos como filipinos, para discutir las ideas antes expuestas debido a que sus investigaciones se han centrado en las relaciones marítimo-comerciales practicadas en el Pacífico, en especial entre Nueva España y las Islas del Poniente.3

Las jornadas de trabajo se llevaron a cabo en el Museo Franz Mayer del 17 al 19 de septiembre de 2008. A fin de dar más tiempo tanto para las exposiciones como para las discusiones, fue nece-sario un número reducido, de 18 personas, las cua-les provenían de distintas instituciones académicas: Universidad Iberoamericana, Universidad Nacional Autónoma de México, El Colegio Mexiquense, Instituto Tecnológico de Estudios Superioresde Monterrey, Universidad de Filipinas, Uni-versidad del Ateneo de Manila, Universidad de Nagoya, Universidad de Valencia y de las Naciones Unidas.

Los trabajos expuestos se agruparon en cinco grandes temáticas. La primera se centró en el con-texto histórico en el que Urdaneta se desempeñó; así, Lothar Knauth hizo referencia a los proyectos y estrategias hispánicas tendientes a explorar y tomar posesión de las islas del Pacífico a fin de contar con puntos estratégicos y mercantiles para la Corona; Abraham Barandica se centró en la vida del monje marino para así comprender las razones por las que se vio envuelto en la expedición que demarcó la ruta del tornaviaje y principalmente el papel que Nueva España tuvo en este evento y sus consecuencias; José Antonio Cervera analizó el papel de Urdaneta como científico y, en especial, los conocimientos de su

época que le permitieron ubicar geográficamente las Filipinas y por tanto criticar la proyección es-pañola en un territorio que Urdaneta consideraba dentro de la esfera de dominio portuguesa, según mapas de la época.

La segunda temática hizo referencia a las ac-tividades marítimo-comerciales practicadas entre Filipinas y Nueva España; Vera Valdés expuso las distintas formas en las que la plata (tanto en mone-da como en barra) salía de territorio novohispano para adentrarse en los mares asiáticos; Carmen Yuste explicó cómo la ruta del galeón se estableció, se regularizó y paulatinamente cobró importancia para los intereses de los grandes mercaderes mexi-canos; y Benito Legarda expuso la importancia de la ruta del galeón tanto en la economía como en el contexto cultural de los territorios coloniales y cómo ésta paulatinamente se vio truncada y hasta cierto punto desdibujada desde finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX.

La tercera temática se enfocó en el papel de las islas asiáticas en el tráfico de especias. Armando Azúa habló acerca de la importancia comercial de las islas Molucas en las rutas de la especiería; el trabajo de Andrés del Castillo se centró en el papel económico del sándalo en el comercio transoceá-nico; y Ostwald Sales explicó las competencias y rivalidades ibéricas en torno a las Molucas por productos como la pimienta, la nuez moscada y el clavo.

La cuarta temática centró su interés en las re-laciones que se establecieron con Japón. Cristina Barrón explicó algunos intentos novohispanos por incursionar en territorio japonés desde las costas fi-lipinas; y Reiko Kawata ejemplificó dichos intentos a través de la presencia de náufragos novohispanos en las costas niponas.

La quinta y última temática se refirió a las zonas que paulatinamente entraron en la influencia de las navegaciones transpacíficas. Así, Cutberto Hernán-dez analizó la importancia geográfica y estratégica de las islas Marianas en la derrota de los galeones; Guadalupe Pinzón expuso cómo San Blas se vio incluido en la ruta filipina a fines del siglo XVIII; y Luis González explicó la manera en la que las na-vegaciones a lo largo del siglo XIX modificaron sus

3 Cabe mencionar que el día 18 también se llevó a cabo el Encuentro de historiadores mexicanos y filipinos, aunque éste tuvo lugar en la Universidad Iberoamericana. Dicho evento fue continuación de una reunión previa realizada en Manila, del 16 al 18 de noviembre de 2006.

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Guadalupe Pinzón Ríos

derrotas dejando paulatinamente de lado las rutas hispánicas.4

Al final del evento, fue evidente la necesidad de continuar con las investigaciones sobre las rela-ciones entre Nueva España y las Filipinas, ya que los resultados arrojados hasta el momento dejan ver que la relación transpacífica mantenida entre ambos territorios tuvo consecuencias para ellos mismos. Resultado de dicha relación se deja ver no únicamente con aspectos económicos, sino también con los culturales; así lo reflejan ciertos indicios comunes, como el aguardiente llamado tuba, las peleas de gallos y el uso de palabras como petaca o petate que tienen presencia desde el periodo colonial en ambos lados del Pacífico.

Si bien el coloquio estuvo más vinculado con estudios históricos que geográficos –y en especial muy ligados a cuestiones comerciales y cultura-les– cabe mencionar que las relaciones entre Nueva España y las islas del Poniente todavía merecen más investigaciones, las cuales deben partir de distintas disciplinas que se complementen entre sí. Temas navales, geográficos, cartográficos, poblacionales, estratégicos, defensivos, lingüísticos, religiosos, entre otros, deben ser estudiados para comprender la relevancia de las rutas transpacíficas. También es necesario fortalecer la idea de que las investigacio-nes tengan el ámbito colonial como motor de los planteamientos, pues hacerlo así ha evidenciado

que en gran medida las relaciones entre Nueva España y Filipinas han sido más coloniales que me-tropolitanas y esto se refleja en las propias prácticas mercantiles, en cuestiones económicas o sociales. Además, lo anterior también servirá para compren-der las razones por las que las actuales relaciones entre México y las Filipinas se han enfriado.5

Puede decirse que este tipo de reuniones son útiles ya que permiten replantear hipótesis generales –algunas de las cuales se han apunta-do antes– existentes en los ámbitos históricos y geográficos y que aparentemente están agotados, como puede pensarse que sucede con el galeón de Manila o bien con un personaje tan conocido como Andrés de Urdaneta. Así, si bien el monje-marino ha sido tomado como pretexto para realizar el foro, en realidad esto ha llevado a que se den los pasos necesarios para estrechar los lazos académicos y culturales entre México y Filipinas, relación de la cual aún se puede sacar mucho provecho.

RefeRencias

Cabrero, L. (1992), Andrés de Urdaneta, Quorum, Madrid.

Muro, L. (1975), La expedición Legaspi-Urdaneta a las Filipinas (1557-1564), SepSetentas, México.

Schurz, W. (1992), El galeón de Manila (prólogo de Leoncio Cabrera, introducción de Pedro Ortíz), Cultura Hispánica, Madrid.

Spate, O. (2006), El lago español. El Pacífico desde Ma-gallanes, Casa Asia, Australian National University, Sociedad Estatal para Exposiciones Internacionales, vol. I.

Yuste, C. (2007), Emporios transpacíficos. Comerciantes mexicanos en Manila 1710-1815, Instituto de Inves-tigaciones Históricas/UNAM, México.

Guadalupe Pinzón RíosFacultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional Autónoma de México

4 Respecto al Encuentro de Historiadores, en realidad éste se hizo con el fin de que se discutieran aspectos muy concretos en torno a las relaciones que se han tenido entre México y las Filipinas. Los puntos que dirigieron dichas discusiones se centraron en el establecimiento de la monarquía española en ambos territorios, las transformaciones culturales y las identidades de cada uno de ellos así como sus puntos de encuentro, la leyenda negra que ha desdibujado la relación mexicano-filipina, la conciencia que se tiene de cada uno de estos lugares entre sí, y las influencias culturales que hasta la fecha han dejado huella de las relaciones mantenidas desde el periodo colonial. Estas discusiones en su mayoría fueron dirigidas por los académicos filipinos: Fernando Zialcita, Ferdinand Llanes, José Arcila, Benito Legarda y Jorge Loyzaga; este último, aunque arquitecto, es una de las personas que más conoce las relaciones entre México y Filipinas, principalmente por haberse encargado de la restauración de muchas edificaciones vinculadas con las navegaciones transpacíficas, como los fuertes de Manila, Marianas y Acapulco.

5 Esto sobre todo sucedió a lo largo del siglo XIX, cuando las islas estuvieron bajo la tutela estadounidense.

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A Map Meeting at the University of Texas at Arlington,October 2008

Geographers, historians, curators, and map co-llectors gathered for a grand map meeting at the University of Texas at Arlington (UTA), October 3-7, 2008. Located midway between Dallas and Fort Worth, the Arlington campus is part of the Dallas/Fort Worth Metroplex in north Texas. The meeting featured the programs of the Virginia Ga-rrett Lectures on the History of Cartography, the Texas Map Society, the Philip Lee Phillips Society, and the Society for the History of Discoveries, following each other in succession. The venue for the lectures was the sixth floor of the UTA Central Library, which houses Special Collections and the Center for Greater Southwestern Studies and the History of Cartography. Several events were also held at other locations in the Metroplex during the programs. Some 150 attendees participated in the meeting.

The meeting began with the Sixth Biennial Virginia Garrett Lectures on the History of Carto- graphy. The lectures honor Virginia Garrett for herlove of maps and cartographic history and forher generosity in helping to build the University of Texas at Arlington’s cartographic history library, and they are underwritten in part by the Virginia Garrett Cartographic History Endowment. The Virginia Garrett Lectures have been held at the University of Texas at Arlington every other year since 1998 (Reinhartz and Saxon, 2005). Each event, organized around a theme, has presented a day of lectures by distinguished scholars and a map exhibition. The organizers of this year’s Lectures included Katherine (Kit) Goodwin, Ann Hodges, Ben Huseman, Carolyn Kadri, Erin O’Malley, Dennis Reinhartz, Richard Francaviglia, and Ge-rald Saxon.

The title for this year’s program was “Revisuali-zing Westward Expansion: A Century of Conflict,

1800-1900.” The lectures explored the themes of conflict and competition in the history of the ni-neteenth-century western United States as revealed in contemporary maps. Speakers addressed such topics as national rivalries, disputes in territorial claims, military conflict, and other cultural con-flicts, as well as commercial competition, competi-tion for information, and tensions between popular expectations and reality. The maps shown in each illustrated lecture affirmed the importance of the mapmaker’s perspective and its effect on the map’s portrayal of reality.

Gerald Saxon, Dean of the University of Texas at Arlington Library, opened the Lectures with a welcome and introductions. Listeners were enlightened by five presentations on the theme of the Lectures. John Hébert, Chief of the Geo-graphy and Map Division, Library of Congress, Washington, D.C., spoke on “Maps and the U.S. War with Mexico, 1846-48: Governmental and Private Mapping Efforts to Report on the Conflict as it Was Happening and in Response to Official Reports.” Samuel Truett, Associate Professor of History at the University of New Mexico, Albu-querque, presented “Transnational Cartographies: Corporations, States, and the Remapping of the U.S.-Mexico Borderlands, 1850-1920.” A two-part presentation was given by Ronald Grim, Head of the Map Collection, Boston Public Library, and Paul McDermott, retired Professor of Geography, Montgomery College, Rockville, Maryland, on “Railroads and Roads through Tribal Lands: Ma-pping the Pacific Northwest’s Changing Landscape during the 1850s.” UTA Library Special Collections Cartographic Archivist Ben Huseman contributed “Revisualizing Westward Expansion: Reflections on the Exhibits,” a discussion of the accompanying map exhibitions. The evening speaker was John

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Paula Rebert

Logan Allen, Professor Emeritus, Department of Geography, University of Wyoming, Laramie, who spoke on “Jeffersonian and Jacksonian Explorers in the American Northwest: Solving the Riddle of the Great Divide.” Professor Allen’s lecture was presen-ted at the Amon Carter Museum in Fort Worth, following exhibition viewing and a reception. Ann Hodges, UTA Library Special Collections Program Coordinator, provided closing remarks at the end of the lectures.

One of the strengths of the University of Texas at Arlington’s Special Collections is nineteenth-century maps of the trans-Mississippi West, so the exhibition was an important complement to the Lectures. Other collections in the Dallas/Fort Worth Metroplex also contributed to the exhibits, including the DeGolyer Library of Southern Methodist University in Dallas, the Amon Carter Museum, and a private collector. The main exhibition of fifty nineteenth-century maps and views was displayed on the sixth floor of the UTA Central Library. UTA Library Special Collec-tions Exhibits Coordinator Erin O’Malley designed and mounted the exhibit, assisting Ben Huseman as organizer. The exhibition was accompanied by a forty-eight-page guide, prepared by Ben Huseman, containing descriptions and interpretations of each work, color reproductions of most of the maps and views, and a bibliography (Huseman, 2008). A sec-ond exhibition was mounted at the Amon Carter Museum, where the larger wall maps were displayed. Ben Huseman helped to coordinate the exhibit at the Amon Carter, and text for the exhibit was pro-vided by Richard Francaviglia, Dennis Reinhartz, and Ben Huseman. The exhibition at UTA Library Special Collections opened on August 25, 2008, and continued through January 3, 2009. The exhibits at the Amon Carter Museum opened June 28, 2008 and closed on October 31, 2008.

A few examples will convey an impression of the beautiful and important maps on view. A manuscript map shown was the “Carta Geografica Gral del Reyno N.E. Sacada de la Original hecha en 1803 por el Sor. Baron de Humboldt. Y Dedicada al Sor. Conde de la Valenciana,” drawn in ink and watercolor in 1803 by Juan Segura, a local artist

in Guanajuato, Mexico. It is possibly the earliest surviving version of Alexander von Humboldt’s personal manuscript map of New Spain. The White, Gallaher, & White Mapa de los Estados Unidos de Méjico, Segun lo organizado y definido por las varias actas del Congreso de dicha Republica y construido por las mejores autoridades, published in 1828, was a forerunner of the well-known Disturnell map that became part of the Treaty of Guadalupe Hidalgo in 1848. A Correct Map of the Seat of War in Mexico, showing the topography of the lower Rio Grande and eastern Mexico, was copied from a manuscript map captured from General Mariano Arista at the battle of Resaca de la Palma and published in New York in 1847. Other maps on display included Samuel Lewis’s A Map of Lewis and Clark’s Track, ba-sed on William Clark’s manuscript map of 1810 and published in 1814, revealing the complexity of the Rocky Mountain system, and Charles Preuss’s To-pographical Map of the Road from Missouri to Oregon of 1846, a widely-used map in the emigration over the Oregon Trail to the Pacific Coast. J. H. Colton and A. J. Johnson’s 1862 map, Johnson’s California, Territories of New Mexico and Utah depicted unre-solved disputes in organizing the U.S. Southwest territories. George M. Wheeler’s Sketch Indicating the Advancement of the Surveys of the Public Lands and the Military, Topographical and Geographical Surveys West of the Mississippi showed the extent of systematic surveys of the trans-Mississippi West in 1879, the year of the creation of the U.S. national mapping agency, the U.S. Geological Survey. An example of one of the larger maps on view at the Amon Carter Museum was a map by John H. Robinson, a physician who accompanied the Pike expedition of 1806-1807, published in 1819 and titled, A Map of Mexico, Louisiana, and the Missouri Territory: Including Also the State of Mississippi, Ala-bama Territory, East and West Florida, Georgia, South Carolina & Part of the Island of Cuba. A rare map, it shows information gathered by Dr. Robinson when members of the expedition were captured by Spanish troops and escorted into Mexico.

The Virginia Garrett Lectures were followed on October 4th by the Joint Fall Meeting of the Texas Map Society and the Philip Lee Phillips Society. The Texas Map Society is an organization that

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A Map Meeting at the University of Texas at Arlington

fosters the study and collecting of historical maps, and its members meet twice a year at different locations in Texas. The Philip Lee Phillips Society is the support group of the Geography and Map Division of the Library of Congress, and usually holds its meetings in Washington, D.C. The day’s activities offered a full schedule of speakers, viewing and discussion of maps brought by map society members, and in addition, a continental breakfast, lunch, wine and cheese reception, and dinner in the library’s sixth floor Atrium. Following dinner, the keynote address was given by Stephen Hoffenberg, who spoke on “Cartography of the Indian Country.”

Sunday, October 5 was a day off from lectures, but many conferees participated in a “Cowboys and Culture” tour of Fort Worth during the morning and afternoon. In the evening the opening recep-tion for the 49th Annual Meeting of the Society for the History of Discoveries took place. The Society for the History of Discoveries is dedicated to the study of the history of geographical exploration and publishes the journal Terrae Incognitae, as well as organizing a conference and other activities. The reception was held in the home of international real estate developer Harlan Crow in Dallas. It included a private tour of the Harlan Crow Li-brary and the estate’s sculpture garden. The next day lectures resumed at the UTA Central Library with a welcome from Gerald Saxon and Thomas Sander, president of the Society for the History of Discoveries. The day’s full schedule of talks ranged across the history of exploration, and there were breaks for congenial conversation and lunch in the library Atrium. In the evening, attendees gathered at the Arlington Hilton Hotel for a reception and the annual banquet.

A highlight of the meeting was talks by three SHD Fellows who recalled their experiences in the early years of the Society. The first of the three talks was given by the keynote speaker at the banquet, Barbara McCorkle. She spoke on “My Early Years with the SHD: People and Places.” On Tuesday, SHD Fellow Norman Thrower evoked “About Eight Decades in the History of Discoveries: Some Autobiographical Reflections,” and SHD Fellow Carol Urness talked on “The SHD, Vitus Bering,

and Me: A Personal Journey.” Paper presentations continued on Tuesday, until the close of the con-ference at 1:00 p.m., and the end of an intensive five days of lectures on the history of cartography and exploration.

Plans are already underway at the University of Texas at Arlington for the Seventh Biennial Virgi-nia Garrett Lectures on the History of Cartography. The Lectures will be held on October 8, 2010, and the working topic is “Charting the Cartographies of Companies.” The topic will focus on some of the chartered companies from around the world with a significant mapping legacy, such as the Virginia Company of 1606-1624 and the Hudson Bay Company from 1670 on, in North America, and the Dutch East India Company from 1601 to 1806 in Africa and Asia. The Virginia Garrett Lectures in 2010 will be held in conjunction with the meeting of the Texas Map Society on October 9, and the International Cartographic Association Commission on the History of Cartography on October 10-12. The planning committee for 2010 includes Kit Goodwin, Ann Hodges, Carolyn Ka-dri, Erin O’Malley, Ben Huseman, Imre Demhar-dt, and Gerald Saxon. The Society for the History of Discoveries will hold its 50th Annual Meeting from October 11-13, 2009 in Raleigh, North Ca-rolina. It will immediately follow the seminar and events commemorating the 300th anniversary of the publication of John Lawson’s A New Voyage to Carolina planned for October 9-10, 2009 at the North Carolina Museum of History.

inTeRneT ResOuRces

Philip Lee Phillips Society [http://www.loc.gov/rr/geog-map/phillips.html].

Sixth Biennial Virginia Garrett Lectures on the History of Cartography [http://library.uta.edu/spco/Ga-rrett2008/main.html].

Society for the History of Discoveries [http://www.sochistdisc.org/].

Texas Map Society [http://libraries.uta.edu/txmapso-ciety/].

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Paula Rebert

RefeRences

Huseman, B. W. (2008), Revisualizing westward expan-sion: a century of conflict in maps, 1800-1900, Gallery Guide, University of Texas at Arlington Library, Special Collections, Arlington.

Reinhartz, D. and G. D. Saxon (eds.; 2005), Mapping and empire: soldier-engineers on the Southwestern fron-tier, First Biennial Virginia Garrett Lectures on the History of Cartography, October 2, 1998, University of Texas Press, Austin.

Paula RebertAlbuquerque, New Mexico

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Primer Foro Internacional:Los Centros Históricos de ayer y hoy, una retrospectiva,Universidad Autónoma del Estado de México,Toluca, 16, 17 y 18 de octubre de 2008

Dentro del tema de legados históricos y culturales, existe la tendencia cada vez más fortalecida por dotar de algún tipo de protección a los vestigios que nos hablan de las actividades y dinámicas que mar-caron a la sociedad y su funcionamiento como se aprecia hoy en día. En estos ámbitos se discute qué se tiene que legar y qué es lo que se debe conservar como herencia para las futuras generaciones.

Los diversos recursos que existen a nivel mundial (como declaratorias de patrimonio de la humanidad de la UNESCO), federal (declaratorias de zonas de monumentos históricos), o en niveles locales (pueblos mágicos), ofrecen un abanico de posibilidades para dotar de un tipo de infraestruc-tura que comprometa a proteger y divulgar lo que para la población se considera digno de legar.

En los Centros Históricos de muchas ciudades mexicanas se puede observar que ya han utilizado alguna figura de protección, para atacar algunos males que ya se tienen en puerta, tales como el abandono de inmuebles, el maltrato de los sitios, o inversiones privadas de industrias o empresas que puedan llegar a dañar el contexto en que se ubican. En el contexto de la protección de estos vestigios vivos es donde cabe delimitar los campos de acción, es decir, apuntar qué instancias, actores, herramientas y recursos se movilizan en torno a dicha protección.

Es dentro de esta problemática en que se enmar-ca el Foro Internacional sobre Centros Históricos, en las instalaciones del Centro Cultural Universi-tario “Casa de las Diligencias”, de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), del 16 al 18 de octubre de 2008. La organización fue llevada a cabo por parte del Consejo Nacional de Centros Históricos –asociación civil formada por empresa-rios– y la Facultad de Planeación Urbana y Regional de la UAEM. La mitad de los participantes fueron

profesores investigadores en su gran mayoría de la UAEM, le siguieron funcionarios de instituciones como ICOMOS (29%), funcionarios de secretarías (11%), autoridades y regidores de municipios del Estado de México (4.5%) y consultores privados (4.5%).

La realización del evento tuvo como objetivo principal la realización de agendas comparativas deinvestigación que permitan visualizar el análisis de la transformación y reconfiguración territo- rial de los Centros Históricos. Se considera que al presentar casos y experiencias exitosas sobre la recu-peración de los centros históricos se podrá permitir la reactivación económica de los mismos a través de estrategias de promoción turística y fiscal.

Para desarrollar estos objetivos, se realizaron seis mesas de trabajo durante los tres días del evento, con las siguientes temáticas: planeación, régimen jurídico del patrimonio cultual, financiamiento, procesos socioculturales, experiencias en la pre-servación del patrimonio cultural, y promoción económica y turística de los centros históricos.

En dichas mesas se observaron diferentes meto-dologías para analizar la problemática de los cen-tros históricos. Entre las más utilizadas se pueden citar: las estadísticas y mediciones cuantitativas (modelos para definir zonas económicas en los Centros Históricos) de las ponencias de El Colegio Mexiquense, la “Estratificación histórica” para dar seguimiento por periodos de tiempo con respecto a acontecimientos particulares en las ponencias de Querétaro y Ciudad de México; críticas a políticas desarrolladas en centros históricos determinados o a teorías sobre la ciudad y el Centro Histórico; propuestas alternativas para comprender percep-ciones del usuario en el Centro Histórico (mapas mentales); y recuperación de material histórico de cronistas y archivos de la ciudad.

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Leticia Odeth Silva Ontiveros

Durante el evento se pudieron detectar opi-niones encontradas entre los discursos de los ponentes, pues si bien algunos alegaban que el turismo tendría que ser producto de un proyecto de ciudad y Centro Histórico, otros refutaban que el turismo era una meta de planeación en él. Algunos consideraban la importancia de centrar estrategias en atractivos comerciales en el Centro Histórico, mientras que otros señalaban estrategias centradas en recuperación de uso público-social. Así también, fue debatido el tomar el modelo del centro histórico europeo, sin vendedores ambulantes y destinado al consumo como competencia a las plazas comer-ciales, frente a la postura que resaltaba formular un proyecto desde los conflictos de la ciudad, es decir, una planeación contemplando el cuándo, cómo, para quién, marcando clara diferencia con las plazas comerciales.

En cuanto a las conferencias magistrales, el evento fue inaugurado por Carlos Mario Llori dela Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá con laponencia: “Turismo urbano, consumo de ciudad y patrimonio”, en la que centró una crítica a cómo seconcibe tradicionalmente el monumento como elemento apartado del contexto del Centro His-tórico. Enfatizó dotar de un papel preponderante a lo público: derecho a la ciudad y al disfrute del espacio patrimonial. Señaló que nos encontramos con el “fin de la idea de monumento para pasar a una aproximación al paisaje cultural”. Esto lo mar-có en dos sentidos: fin como finalidad (sentido), y cuestionamiento de lo tradicional. Tuvo a bien citar una frase de Baudrillard que invitaba al debate sobre los temas de conservación y restauración:

La ciencia y la técnica se han movilizado (…) para salvar la momia de Ramsés II… Ramsés no significa nada para nosotros, sólo la momia tiene un valor incalculable puesto que es la que garantiza que la acumulación tiene sentido (Baudrillard, 1978:20).

Con esta cita reflexiona acerca de la importancia que le ha dado la conservación del monumento únicamente a restaurar el objeto, no a su símbolo. Estamos más preocupados por restaurar a la momia que a enterarnos de su concepto de inmortalidad.

Y con esto también pone en entredicho el mito de la inmutabilidad: los conceptos de unidad, ho-mogeneidad y eternidad derivan en intocabilidad, cuestión que impide la interacción entre ciudadano y ciudad. Por último, señaló una fuerte tendencia de planear el Centro Histórico como marketing urbano: aquello que (ya) no somos pero atrae al turismo.

Por su parte, Xavier Cortés Rocha, Director General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural CONACULTA, con la ponencia: “Los centros históricos en la planeación urbana”, realizó un recuento del aparato legislativo en materia de protección de monumentos. Así también, revisó algunas propuestas y estrategias en el marco jurí-dico como la utilizada en Taxco en 1930 “Ley de protección y conservación del patrimonio cultural (paisaje natural)”, que en 1972 pierde la protección a construcciones típicas y paisajes naturales en la legislación. Llamó a actualizar el marco jurídico (ley de monumentos) y a unificar estrategias de desarrollo urbano y conservación para promover vinculación entre ambas. Como acciones puntuales en los Centros Históricos, señaló como necesa-rio evitar actividades “congestivas” que puedan provocar embotellamientos y contaminación por ruido, aire o residuos sólidos. Así también convoca a estar atentos al turismo masivo y al abandono y deterioro consecuente, y para poder llevar a cabo los puntos citados propone regular usos de suelo y actividades.

Por su parte, Fernando Rocha Peña de la Uni-versidad Politécnica de Madrid, con la ponencia: “De la cultura del patrimonio a los modelos urba-nos”, realizó una crítica a la teoría de la Ciudad y la desvinculación de la problemática del Centro Histórico con la periferia. Considera necesario conservar tradiciones que cada vez más se les mini-miza su importancia, como es el caso de tenderos o comercio informal que mantiene una relación entre la sociedad y su forma de vida. Asimismo, considera que la ciudad debe ser un cuerpo de ciudadanos resistente a imposiciones de quien gobierne, de esta manera la ciudad misma sería la que indica-ría acciones y planes, al mismo tiempo que daría seguimiento sin depender de una autoridad que cada tres o seis años pueda cambiar las iniciativas.

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Primer Foro Internacional: Los Centros Históricos de ayer y hoy, una retrospectiva

Hace un diagnóstico de la situación de los Centros Históricos, y con ello prevé que si no se contem-pla una visión holística de su problemática, sus opciones a futuro pueden derivar en degradación (declive y desinterés de la población en su uso), o bien funcionar como un parque turístico que dé prioridad a las actividades de los visitantes con la consecuente pérdida de identidad, pues lo que se vería en su entorno no sería más que escenografía contraria a la memoria histórica. Finalmente, invitó a reflexionar para replantear una nueva teoría de la ciudad.

René Coulomb, de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, con la ponencia: “Sustentabilidad de la centralidad urbana e his-tórica”, realizó una crítica a planes e iniciativas que ya se han propuesto para la revitalización del Centro Histórico de la Ciudad de México, así como estrategias derivadas de la reflexión de los mismos. Señaló que el deterioro y desurbanización que ha experimentado el Centro Histórico es incompati-ble con un plan de sustentabilidad para la ciudad. Marca una clara diferencia entre los nuevos centros (plazas con finalidades comerciales) y el centro histórico, las cuales denotan un carácter homogeni-zador y excluyente al contrario de espacios públicos abiertos cuyo fin principal no es mostrarse como producto a la venta, sino como contenedor de di-námicas sociales heterogéneas y diversas. Se refirió también a retomar la importancia en la centralidad histórica de las ciudades, pues apuntó que no sólo se debe priorizar la conservación de monumentos, sino de su traza, su significado y la apropiación de su espacio, por lo que para realizar una propuesta de revitalización, es necesario un estudio serio de la ciudad: turismo adecuado, tipos de comercios, retiro de mitos (revisar qué es lo que realmente daña al centro, ¿los ambulantes, los vehículos, la disposición de actividades?), eventos culturales, vivienda acorde a la ubicación de trabajo en el Centro Histórico, entre otros.

José Hayakawa de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima, con su ponencia “Los Cen-tros Históricos latinoamericanos: puentes entre patrimonio y ciudad”, ofreció una panorámica de hallazgos en investigaciones sobre la gestión y trata-miento de los Centros Históricos latinoamericanos.

En ella presentó un recuento de modos de inter-vención en casos latinoamericanos que recuperan métodos europeos (análisis “morfotopológicos”) y americanos (estudios caso por caso). Señaló el proceso de democratización-descentralización en el que se encuentra Latinoamérica y de los intentos por incorporar la participación en los programas de ordenamiento urbano, políticas de vivienda, recu-peración del espacio público o recreación. Propuso nuevos planteamientos acerca de qué se considera legado y cómo se ha cambiado la protección del patrimonio a una variable no inmutable, pues ya que considera al patrimonio cultural como el con-junto de asignaciones formada por la colectividad, es necesaria la consideración de sus usuarios para saber cómo proteger y cómo valuar dicho legado. Finalizó su tema con una visión a futuro sobre los Centros Históricos latinoamericanos y considera que la tendencia puede marcar: a) pérdida (muer-te) del Centro Histórico, b) aparición de nuevas centralidades y c) fortalecimiento de la centralidad histórica (refuncionalización de la centralidad).

Elena Baena de INAH Estado de México conclu-yó el foro con la ponencia: “Centros Históricos en el Estado de México”, la cual fue una narración delos Centros Históricos y una breve descripción de acciones de protección en casos mexiquenses. Dentro del recorrido que ofreció con su ponencia, mencionó la importancia de dotar a los Centros Históricos de ciudades pequeñas de programas que protejan el patrimonio y fomenten una vocación turística. Realizó también una crítica al programa de “Pueblos mágicos”, pues señaló que aunque financia obras de recuperación de los Centros Históricos de poblaciones pequeñas, carece de capacitación y de una pertinente revisión de pla-nes de manejo, pues sólo se muestra preocupada por asignar el financiamiento sin enterarse de su seguimiento y buena utilización de los recursos. Concluyó apuntando una tendencia en los Cen-tros Históricos a la creación de más espacios para actividades comerciales a expensas de la destruc-ción del patrimonio cultural e histórico, pues en el intento de revitalizarlos, priorizan los proyectos que claramente señalen despunte de actividades económicas, aun cuando éstos modifiquen estruc-turas o inmuebles que caractericen de una o de otra

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Leticia Odeth Silva Ontiveros

forma las dinámicas del espacio público. Para crear una mejor conciencia de la protección de nuestros centros, considera necesaria transparencia y rendi-ción de cuentas para una verdadera participación social y con ello lograr reforzar la identidad de sus propios ciudadanos.

Al término del evento, la relatoría derivó en las siguientes conclusiones:

• Cabe la necesidad primordial de contemplar a los Centros Históricos dentro de un plan de ciudad, no dejarlo delimitado por la zona con-siderada con mayor número de monumentos históricos.

• El Centro Histórico es desplazado por la plaza comercial como nuevo espacio social y comer-cial.

• Es evidente que se ha dejado de lado la memoria histórica, por lo que es necesario recurrir a la historia para poder planear y tomar decisiones en torno a la planeación de la ciudad.

• Existe la tendencia a marcar un cambio de paradigma de la protección del Centro His-tórico como monumento hacia la protección del Centro Histórico como espacio social y de derecho a la ciudad.

• Necesidad de retomar la abolida ley del patrimo-nio de 1972, pues ésta contemplaba la protec-ción de construcciones típicas y paisajes natura-les, figura que en nuestros días no existe.

• Sin duda, el más importante de los puntos fue el rescate del derecho a la ciudad. A pesar de los debates que se mantuvieron alrededor del tema del turismo, al final del evento se concluyó que

es necesario que éste no sea considerado como el fin último del rescate del Centro Histórico, sino más bien, como un producto derivado del uso para sus propios habitantes. Esto permitiría que no se cayera en el reduccionismo al “fachadis-mo” y escenografía para el visitante. El Centro Histórico debe verse como parte de la ciudad, y la ciudad es para sus ciudadanos.

En el discurso final por parte de los organizado-res, se agradeció la participación de las autoridades por su preocupación en considerar las ideas e inves-tigaciones que se dieron a conocer, así como tam-bién se señaló con agrado la asistencia al evento de estudiantes universitarios, tanto de la universidadsede como otras partes del país. Para concluir, el foro tuvo como cierre de actividades la firma de laconstancia para la formalización de la carrerade Planeación de Centros Históricos de la institu-ción anfitriona, lo que señaló el compromiso para mantener el seguimiento de las investigaciones y discusiones que aquí tuvieron cabida.

RefeRencias

Baudrillard, J. (1978), “Cultura y simulacro”, en La pre-cession des simulacres, Traverses, no. 10, febrero.

Baudrillard, J. (1977), L’effet Beaubourg, Ediciones Galilée, Paris.

Leticia Odeth Silva OntiverosEl Colegio de México

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Encontro Internacional: Geografia: tradições e perspectivas.Homenagem ao Centenário de Nascimento de Pierre Monbeig,Universidade de São Paulo, 1 a 5 de diciembre de 2008

La primera semana de diciembre de 2008, en el hospitalario edificio de Historia y Geografía de la Universidad de São Paulo, tuvo lugar el encuentro internacional Geografía: tradiciones y perspectivas, evento organizado a partir de la convergencia de una serie de iniciativas de diferentes grupos detrabajo del Departamento de Geografía de esta universidad,1 reunidas bajo el afortunado pretexto del centenario del nacimiento de uno de sus fun-dadores: el geógrafo francés Pierre Monbeig (1908-1987). Miembro de la misión universitaria francesa al Brasil –de la que también hicieron parte Fernand Braudel y el centenario Levi Strauss– y represen-tante de la escuela geográfica vidaliana (Berdoulay, 1995), Monbeig permaneció en Brasil entre 1935 y 1946 estudiando principalmente el avance pionero de los caficultores paulistas sobre la mata atlántica y la centralidad derivada de la ciudad de São Pau-lo, dejando al respecto importantes publicaciones (Monbeig, 1952, 1954a, 1954b, 1957 y 1984). Esta convocatoria conjunta por parte de líneas de trabajo generalmente más dispersas y su reunión en torno a la figura de Pierre Monbeig constituye-ron, como se verá, las características definitivas del evento y el marco de referencia de las valoraciones en él elaboradas acerca de las tradiciones y las pers-pectivas de las disciplinas geográficas.

La programación del evento fue separada en dos partes alternadas: una “programación general” a cargo de los invitados nacionales e internacio-nales en las horas de la tarde y una serie de mesas simultáneas de “comunicaciones libres” en horas

de la mañana. Si bien el idioma predominante del evento fue el portugués, las comunicaciones en español fueron frecuentes –y muy bien atendidas dada la habilidad de la academia brasilera con esta lengua– e incluso hubo espacio para algunas pre-sentaciones en francés. Los inscritos recibieron una mochila con la programación, una libreta de notas y un CD (a cargo de Marco Antonio Rocha) con las comunicaciones libres (que no, lamentablemente, las ponencias de la programación central). Todo el evento tuvo lugar en el citado edificio de Geografía e Historia, interesante predio de arquitectura mo-derna ya marcado por las señales del tiempo y en plena remodelación, no obstante lo cual y gracias al atento equipo de monitores, ofreció en todas las salas las herramientas necesarias para las presenta-ciones –si bien con algunas limitaciones cuando éstas requerían acceso a Internet.

Como comunicaciones libres, un total de 312 investigadores –casi todos brasileños– inscribieron 187 trabajos que ocuparon 23 mesas y abarcaron un amplio espectro temático en el que si bien pre-dominaron los trabajos de geografía urbana, hubo espacio para toda la diversidad de la geografía en sus múltiples combinaciones de cambios ambien-tales y climáticos, políticas públicas, cartografía y nuevas tecnologías, enseñanza básica, geografía agraria, geografía histórica, movilidad y transporte, geopolítica, turismo y migraciones, así como para discusiones más centradas en cuestiones conceptua-les, metodológicas y de la historia de la geografía.

En cuanto a la programación general, distribuida en 12 mesas, fue conformada por más de cuarenta ponencias (de las cuales apenas un poco más de un cuarto a cargo de mujeres), la mitad de ellas ofrecidas por investigadores brasileños y la otra mitad por invi-

1 Como el Laboratorio de Geografía Urbana, el Laboratorio de Cartografía, el Laboratorio de Geografía Política, el La-boratorio de Geografía Política, Planeamiento Ambiental y Territorial (PROLAM) y la Cátedra Pierre Monbeig, a cargo del profesor Hervé Théry.

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Larissa Alves de Lira y David Alejandro Ramírez

tados internacionales.2 Temáticamente, las ponencias fueron desde el valor de los trabajos y la actualidad del pensamiento de Pierre Monbeig hasta las nuevas tecnologías cartográficas, pasando por la relación de la geografía con la sociología, la literatura y el arte, el planeamiento territorial, los cambios ambientales, las recientes metamorfosis de las metrópolis y los movimientos migratorios contemporáneos. Aparte de las mesas temáticas, la programación central incluyó la presentación de una escuela de samba, la proyección del documental “Encontro com Milton Santos ou o Mundo Global visto do lado de cá” de Silvio Tendler y el relanzamiento de tres libros sobre Pierre Monbeig (Dantas, 2005; Droulers y Théry 1991; Angotti, 2006a).3

Si bien un elemento positivo tanto de la pro-gramación general como de las comunicaciones libres fue la cantidad y variedad de los trabajos presentados, los expositores, en general, procuraron estirar el tiempo de sus intervenciones más allá de los límites propuestos, lo que sumado a cierta congestión de ponencias en algunas mesas trajo como consecuencia algunos retrasos en la progra-mación y el debilitamiento –y en muchos casos total ausencia– de espacios de intercambio entre los expositores mismos y entre ellos y el público.

La trayectoria profesional de Pierre Monbeig, el carácter y el tema de sus estudios, sus preocupacio-nes por la colonización y los frentes pioneros, por las vías de comunicación, los procesos de migración y de poblamiento, por las transformaciones urbanas y por la necesidad de una geografía interdiscipli-naria (Angotti, 2006b), su idea de “complejo geo-gráfico”, su atención a elementos culturales como la “psicología bandeirante” y su visión histórica o de “geografía en movimiento”, así como el hecho de haber tenido que reconsiderar en Brasil sus posiciones metodológicas adquiridas en Francia,

inspiraron, ciertamente, la temática y el tono de las discusiones llevadas a cabo en el evento.

Procurando valorar las tradiciones y apuntando hacia las perspectivas, la historia del conocimiento territorial y en particular la historia de la cartografía contaron con un lugar destacado en la programa-ción,4 dando cuenta de sus grandes desarrollos recientes y de su elevado potencial analítico de la historia de los proyectos de organización política, coloniales, imperiales o nacionales. Pero no sólo como documento histórico apareció la cartografía en el evento, sino como recurso fundamental de análisis, diagnóstico y planeamiento territorial sus-ceptible de las más diversas aplicaciones. Ejemplo de esto fue el trabajo presentado por el profesor Hervé Théry de la Universidad de São Paulo, quien inspirado en los estudios de Pierre Monbeig acerca del frente pionero cafetero paulista, ilustró con sendos mapas la vigencia del avance pionero sobre la selva brasileña, ya no sólo en São Paulo sino en el norte amazónico del país (Théry y Mello, 2005).

Fue notorio, por otra parte, en las dos mesas dedicadas a la “nueva cartografía”, el entusiasmo con el que experimentados cartógrafos de la era pre-computadora saludaban las nuevas tecnologías tanto de recolección y procesamiento de datos como de composición cartográfica, recursos que para una joven república africana como Mozam-bique, según lo expresado por el profesor Ernesto Muheca de la Universidad Pedagógica de Maputo, significan nada menos que la posibilidad concreta de actualizar su hasta ahora escasa base cartográfica. Si es posible calificar a la cartografía como el alfa-omega de la geografía, siguiendo al profesor Rafael Candeu de la Universidad Autónoma Metropolita-na-Iztapalapa (México), debemos reconocer con él que el impacto de esta transformación tecnológica e informática hace necesario repensar ambos cam-pos, geografía y cartografía, en sus fundamentos conceptuales y metodológicos.

2 Francia, Argentina y España, cuatro representantes; Portu-gal, tres; Chile y México, dos; Mozambique, uno.3 Este último es resultado de la Jornada Internacional Pierre Monbeig (São Paulo, 2001), organizada también por la profesora Angotti, organizadora además del archivo personal de Pierre Monbeig, conservado en el Instituto de Estudos Brasileiros de la Universidade de São Paulo.

4 Con los trabajos de los profesores José Omar Moncada (Universidad Nacional Autónoma de México), Perla Zus-man (Universidad de Buenos Aires), João Carlos Garcia (Universidade do Porto), Iris Kantor (Universidad de São Paulo) y Beatriz Bueno (Universidad de São Paulo).

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Encontro Internacional: Geografia: tradições e perspectivas. Homenagem ao Centenário de Nascimento de Pierre Monbeig

También equipados de argumentos cartográfi-cos, los trabajos de geografía física, principalmente enfocados en el estudio de alteraciones ambientales, tanto las presentaciones dedicadas a las transforma-ciones metropolitanas recientes en América Latina, hicieron énfasis en la potencialidad de los conoci-mientos geográficos para elaborar respuestas prác-ticas a problemas concretos, pudiendo participar por ejemplo en la definición de políticas públicas y en la formulación de estrategias de desarrollo más acordes, según la formulación de la profesora Ana Monteiro de la Universidad de Porto, con la legítima aspiración humana a la felicidad. Dichas exposiciones sobre la ciudad latinoamericana con-temporánea, haciendo un llamado a la originalidad analítica y metodológica, señalaron por ejemplo las fallas de los modelos policentristas de la geografía urbana del hemisferio norte (expuesto por el pro-fesor Rodrigo Hidalgo de la Universidad Católica de Chile) y el desafío impuesto por la ciudad de São Paulo a las teorías tradicionales de localización industrial (de la profesora Sandra Lencioni de la Universidad de São Paulo), resaltando de esta mane-ra la necesidad de nuevas categorías de análisis y de nuevos marcos de referencia para una comprensión del presente comprometida con la construcción del futuro. El mismo Pierre Monbeig, como sugirieron varios ponentes, de manera muy enfática Aldo Dantas de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte y Julia Cossermelli de Andrade de la Universidad de São Paulo, se sintió insatisfecho con la capacidad de las teorías geográficas euro-peas, eurocéntricas, para explicar “otras” dinámicas territoriales, y se vio obligado por su experiencia brasileña a reformular los métodos y categorías que traía de Francia para elaborar un análisis más pre-ciso y original del pionerismo paulista, análisis en el que la antes mencionada “sicología bandeirante” ocupa un lugar central, original y desacostumbrado para su tiempo.

Nuevas cartografías, interdisciplinariedad, pensamiento complejo, originalidad metodológica y elaboración de mejores modelos de organización espacial, fueron las notas predominantes del en-cuentro. El discurso de “Estado mínimo”, tan en boga hasta hace poco, cedió lugar ante la defensa del ordenamiento territorial estratégico y del “de-

sarrollo sostenible”, probablemente la expresión más usada en las conferencias. El evento, en fin, además de alimentar todas las dudas posibles acerca de la utilidad de la división entre una geografía para los humanos y otra para la naturaleza, confirmó a São Paulo como uno de los centros de la geografía latinoamericana y ratificó el peso de la corporación geográfica en Brasil.

RefeRencias

Angotti, H. Salgueiro (org.; 2006a), Pierre Monbeig e a Geografia Humana. A dinâmica da transformação, Edusp, São Paulo.

Angotti, H. Salgueiro (2006b), “Geografia e Interdis-ciplinaridade no tempo de Pierre Monbeig”, en Angotti (org.), Pierre Monbeig e a Geografia Humana. A dinâmica da transformação, Edusp, São Paulo, pp. 24-32.

Berdoulay, V. (1995), La formation de l’école française de géographie, Comité des travaux historiques et scientifiques, Paris.

Dantas, A. (2005), Pierre Monbeig: um marco da geografia brasileira, Editora Sulina, Porto Alegre.

Droulers, M. et H. Théry (1991), Pierre Monbeig, um geographe pionnier, Credal, collection Travaux et Mémoires de l’IHEAL n°55, Série Essais n°11, IHEAL, Paris.

Monbeig, P. (1952), Pionniers et planteurs de São Paulo, Armand Colin, Paris.

Monbeig, P. (1954a), Le Brésil, Presses universitaires de France, Paris.

Monbeig, P. (1954b), O Brasil, Difusão Européia do Livro, São Paulo.

Monbeig, P. (1957), Novos estudos de geografia humana brasileira, Difusão Européia do Livro, São Paulo.

Monbeig, P. (1984), Pioneiros e fazendeiros de São Paulo, Editora Hucitec, São Paulo.

Théry, H. y N. Aparecida de Mello (2005), Atlas do Brasil. Disparidades e Dinâmicas do Territorio, Edusp, São Paulo.

Larissa Alves de LiraDavid Alejandro Ramírez

Departamento de GeografíaUniversidad de São Paulo

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150 años de El origen de las especies,200 del nacimiento de Charles Darwin

El 2009 es motivo para recordar a Charles Darwin (1809-1882) uno de los científicos más grandes en la historia, así como su obra más importante, El origen de las especies, publicada en 1859, el título es un resumen del original On the origin of species by means of natural selection or the preservation of favoured races in the struggle for life. El libro se ha publicado en unos 30 idiomas, se sigue leyendo y vendiendo, es vigente y una lectura obligada para losestudiosos de la naturaleza y recomendada para todo público por su contenido de enorme interés y la fácil lectura. Es sin duda un clásico de la ciencia, una notable contribución al conocimiento.

El origen de las especies deja en el lector de mane-ra clara el tema de la evolución de los organismos a través del tiempo, lo que se fundamenta en las abundantes y meticulosas observaciones que hizo el autor directamente en la naturaleza, a lo largo del viaje por el mundo en el Beagle entre 1831 y 1836, así como en la lectura de obras de otros naturalistas y en el intercambio verbal y epistolar, lo que dio como resultado una explicación lógica y racional del origen de lo que hoy se conoce como biodiversidad.

Charles Darwin, sin embargo, no es el autor de la teoría de la evolución, misma que tiene antecedentes en Georges Louis Lecrec Conde de Bufón (1707-1788), en Erasmus Darwin, su abuelo (1751-1802) y en el naturalista conside-rado el padre de la teoría, Jean Baptiste Lamarck (1744-1829).

El origen de las especies fue resultado de la in-vestigación relacionada con diversas disciplinas científicas, la biología en primer lugar; segundo, la paleontología que se refiere a los fósiles, organismos del pasado remoto contenidos en las rocas; tercero, la geología, que precisamente empezó a definirse como ciencia moderna a partir de 1830 cuando se

publicó el primer libro de Charles Lyell, Principles of Geology; cuarto, la biogeografía, o la distribu-ción de los organismos vivos de acuerdo con las condiciones geográficas. Todos estos elementos, independientes y en conjunto, reforzaron el con-cepto del origen común de las especies. En cuanto a la formulación del mecanismo de la evolución, Darwin propuso la teoría de la selección natural, que se resume en que los seres vivos compiten por los recursos entre sí y con los integrantes de otras poblaciones, donde sobreviven los más fuertes que heredan a sus descendientes sus características, y en esto influyó en 1838 la lectura que hizo del Ensayo sobre el principio de la población de Thomas R. Malthus (1766-1834).

Difícilmente Charles Darwin hubiera expuesto su teoría sin el apoyo que representó en esa época el avance de otras disciplinas científicas, y no sólo enriqueció sus conocimientos con el estudio de geología y paleontología, sino que hizo contribu-ciones originales en el primer caso, y en el segundo interpretó de manera distinta los fósiles, como se hace hoy día; hizo una “lectura” de la naturaleza diferente a la que dominaba en aquella época. Un obstáculo que costó mucho superar fue el del tiempo de la Tierra. Junto con Lyell, Darwin es-taba convencido que las capas de roca y los fósiles que contienen reflejaban un tiempo del orden de 300 millones de años. Tenían en contra la teoría catastrofista de Cuvier, de amplia aceptación, que reducía el tiempo a algo insignificante, al tratar de explicar los cambios bruscos por medio de proce-sos breves y violentos. El físico William Thomson o Lord Kelvin (1824-1907) había hecho varios cálculos de la edad del planeta considerando su enfriamiento, y una de sus conclusiones fue que era poco probable que la edad pasara de los 90 millo-nes de años. Pero al descubrirse la radiactividad a

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150 años de El origen de las especies, 200 del nacimiento de Charles Darwin

principios del siglo XX los estudios debieron volver a realizarse. La edad de la Tierra fue creciendo gradualmente, gracias a la aplicación de la radiac-tividad, hasta establecerse la edad hoy aceptada de 4 500 millones de años.

Darwin tardó en publicar El origen de las espe-cies; revisando, corrigiendo y agregando informa-ción pasó más de una década. Tomó la decisión de poner fin a la obra cuando otro naturalista, Alfred Wallace, le dio a leer un estudio que pretendía publicar, en el que sostenía un concepto muy seme-jante al de Darwin sobre la selección natural. Pudo ser quien se llevara la gloria, y de no ser Wallace hubiera sido otro, tarde o temprano los estudios de la naturaleza llegarían a la misma explicación del por qué de la biodiversidad.

La primera edición se agotó el mismo día que se puso a la venta con 1 250 ejemplares, y las pos-teriores han continuado con éxito. La teoría en su origen novedosa y avanzada, fue y sigue siendo cuestionada por especialistas, no así el concepto de la evolución que se ha reforzado con el tiempo, al grado que los argumentos a favor son cada vez más sólidos y se puede decir que a principios del siglo XXI se tienen las pruebas, como la contribución de la biología molecular en el hecho de que el material genético de los seres humanos es compartido con el chimpancé y el gorila en 98.4%, lo que permitió

inferir que las tres familias mencionadas tuvieron un antepasado común hace cuatro millones de años. Sin embargo, el tema humano fue tratado en otro libro cuyo título en español es El origen del hombre, publicado en 1871.

El origen de las especies tuvo un efecto en la cien-cia y la sociedad semejante al ocurrido con Galileo en el siglo XVII, quien quitó a la Tierra del centro del Universo. Darwin hizo lo mismo con el hombre.

Pocos autores han sido motivo de tantas pu-blicaciones en todo el mundo. Desde el punto de vista científico hay elogios y apoyo a la selección natural, así como críticas y rechazo; también hay la descalificación que se basa en el desconocimiento y el mito, algo equivalente a contraponer la astrología a la astronomía.

RefeRencia

Darwin, Ch. (2004), El origen de las especies, introduc-ción de Richard E. Leakey, Porrúa (Sepan Cuántos: 385), México.

José Lugo HubpDepartamento de Geografía Física

Instituto de GeografíaUniversidad Nacional Autónoma de México

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III Congreso Internacional en Estudios Territoriales (CIET) 2008,17 y 20 de noviembre, Acapulco, Guerrero, México

El III CIET 2008 se llevó a cabo entre el 17 y 20 de noviembre en la ciudad y puerto de Acapulco, teniendo como sede el Hotel Hyatt Regency.

Los Cuerpos Académicos organizadores de dicho evento fueron el de Ambiente y Desarrollo Regional (CA-29-UAGRO) de la Universidad Autónoma de Guerrero y el de Estudios Territoriales de la Universi-dad Autónoma del Estado de Morelos (UAEMor).

El programa social del congreso incluyó la inauguración, por parte del rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Dolores Arturo Contreras Gómez (la mañana del 17 de noviembre), en un escenario imponente donde coincidieron asistentes, autoridades municipales, académicos y Organi-zaciones No Gubernamentales (ONG), quienes apreciaron y admiraron la participación del Coro de la Máxima Casa de Estudios en Guerrero. Ade-más de la bienvenida y objetivos del congreso por parte del Coordinador General Naú Silverio Niño Gutiérrez y Rocío Rueda Hurtado, quien citó los antecedentes del evento.

El primer día de actividades comprendió el registro de ponentes y asistentes, la inauguración, la conferencia magistral, denominada “Cambios es-paciales en el Caribe y su incidencia en los sistemas ambientales” que estuvo a cargo de Maira Celeiro Chaple del Instituto de Geografía Tropical de La Habana, Cuba; poco después la presentación de trabajos en mesas simultáneas y durante la noche se hizo la presentación del libro Reconceptualizar la seguridad en el siglo XXI, por parte de Úrsula Oswald Spring del Colegio de Tlaxcala, A. C. Y, por supues-to, una cena mexicana con manjares provenientes de los ecosistemas marino y terrestre del territorio estatal. Después de la cena se procedió a observar el desempeño y coordinación de las cuatro parejas que integran al ballet folklórico de la Dirección de Turismo Municipal de Acapulco.

El Congreso se estructuró en función de los nueve capítulos principales, a saber: sistemas de información geográfica y percepción remota en el territorio; planeación ambiental, urbana y regional; planeación rural; alimentos; planificación de áreas naturales protegidas, turismo y territorio; estudios territoriales y vulnerabilidad social; Geografía de la salud y diásporas. El capítulo que tuvo mayor presentación de trabajos fue el de planeación am-biental, urbana y regional.

El número de resúmenes que se recibieron como consecuencia de la convocatoria, fue de 220, de los cuales 174 se dictaminaron positivamente para su presentación en este encuentro académico. Ello superó las estadísticas de los dos CIET anteriores, ya que en el actual hubo 289, entre asistentes y ponentes.

La procedencia de los trabajos presentados de México se encuentra adscrita a los sectores público, privado y académico. Del extranjero participaron académicos de Cuba, Costa Rica, Colombia, Ecua-dor, Argentina, Venezuela, La República de Chile, Ecuador, España, Francia y Portugal.

El segundo día, por la mañana, se impartió la conferencia magistral “La metropolización y los nuevos escenarios territoriales” por Daniel Gon-zález Romero de la Universidad de Guadalajara; posteriormente se dio paso a la intervención de los congresistas a través de ponencias simultáneas en seis diferentes salas.

Por la tarde-noche se llevó a cabo la presenta-ción del libro Política territorial en México: hacia un modelo de desarrollo basado en el territorio, por parte de Javier Delgadillo Macías del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

En el marco de este evento se hizo la pre-sentación de la revista electrónica de planeación territorial y urbanismo, dependiente de la revista

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III Congreso Internacional en Estudios Territoriales (ciet) 2008

internacional de Ciencias de la Tierra, Mapping, España. Además, la integración de la Red Estudios Territoriales y Ambientales (RETA); modificación del nombre anterior del congreso por uno actual e integrador: Congreso Iberoamericano de Estudios Territoriales y Ambientales (CIETA), a efectuarse bianualmente y cuya próxima sede será Málaga, España en 2010.

El tercer día del congreso se procedió a la pre-sentación ordenada de las ponencias y durante la tarde se realizó la clausura a cargo de Juan Ignacio Reyes Figueroa, encargado del Despacho del Con-sejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Guerrero (CECYTEG) y más tarde se hizo un recorrido por el territorio que comprende el denominado “Aca-pulco Diamante” en desarrollo desde 1990 a la fecha, el cual estuvo a cargo de Manuel Ruz Vargas y Carmelo Castellanos Meza, quienes explicaron

a los asistentes el cambio en el uso del suelo local por el uso residencial y sus consecuentes efectos en el ambiente.

Este evento fue útil para la confluencia de in-vestigadores iberoamericanos, y para el intercambio de experiencias y acuerdos en cuanto al uso de categorías comunes en los estudios territoriales por parte de profesionales de la biología, ecología, geografía, sociología, antropología y arquitectura, por mencionar sólo algunas disciplinas. En general, fue exitoso por el número de participantes y por ser el primer evento de su clase celebrado en Gue-rrero, donde los convocantes fueron dos Cuerpos Académicos de universidades públicas.

Naú Silverio Niño GutiérrezUniversidad Autónoma de Guerrero

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En la ciudad de Granada, Nicaragua, se celebró, entre el 7 y el 9 de enero del 2009, la reunión sesquianual de la Conference of Latin Americanist Geographers (CLAG), auspiciado por la Universidad Tecnológica de Louisiana y La Fundación UNO (Managua, Nicaragua). El profesor Tyalor Mack de esa universidad de Louisiana, fue el organiza-dor de este encuentro académico, bautizado como CLAGNICA 2009.

Cerca de 90 trabajos fueron incluidos en las dis-tintas sesiones en que se dividió CLAGNICA 2009. Aunque hubo un interés particular por presentar investigaciones (en diferentes estadios de progre-so) sobre América Central, también se expusieron trabajos sobre otras partes de América Latina, en especial México, los países del Caribe, Colombia y Brasil. La presencia de investigadores, profesores y estudiantes de Geografía de la Universidad Na-cional Autónoma de México (UNAM) fue impor-tante. Siete miembros del personal académico del Instituto de Geografía de la UNAM, así como una profesora de carrera del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras, también de la UNAM, presentaron trabajos en este foro internacional y 33 estudiantes de la licenciatura en Geografíade esa misma Facultad presenciaron el desarrollo de CLAGNICA 2009.

Las sesiones tuvieron lugar en tres auditorios de la Casa de los Tres Mundos del centro de Granada; en general, el público fue nutrido desde las prime-ras horas del día a las que estaban programadas las presentaciones orales (el inicio de sesiones era a las 8 de la mañana) y se conservaba así hasta las cin-co de la tarde, cuando finalizaban los trabajos. Esta fue una oportunidad valiosa para los estudiantes de Geografía de la UNAM porque pudieron conocer más de cerca el trabajo académico de geógrafos estadounidenses cuyo campo de especialidad es

América Latina (muchos de ellos hablan español) y a quienes sería difícil contactar en su propio país por la dificultad que hay para obtener visas para viajar a Estados Unidos.

El organizador de CLAGNICA 2009 (Taylor Mack) dio todo género de facilidades para que los estudiantes mexicanos de la UNAM pudieran tener un acceso sin restricciones al encuentro. Entre los geógrafos latinoamericanistas que estuvieron presentes en este encuentro, destacan Robert Kent (California State University Northridge), David Keeling (Western Kentucky University), John Harner (University of Colorado at Colorado Springs) y William Doolittle (University of Texas at Austin). Los académicos del Instituto de Geo-grafía que presentaron trabajos fueron: María Inés Ortiz Álvarez, Rebeca Granados Ramírez, Lilia Susana Padilla y Sotelo, María del Carmen Juárez Gutiérrez, Rosa Alejandrina de Sicilia Muñoz, Jorge González Sánchez y Álvaro Sánchez Crispín. A ellos acompañaron la profesora de carrera del Colegio de Geografía, Marta Concepción Cervantes Ramírez y los alumnos del posgrado de Geografía Olga Correa Miranda, Gerardo Mollinedo Beltrán y Ana Laura González Alejo. Otras instituciones mexicanas representadas en este encuentro incluyen al CIGA-UNAM en Morelia, la Universidad Autónoma de Guerrero y la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. El siguiente encuentro del CLAG ha sido programado para mediados de 2010 en la ciudad de Bogotá, Colombia.

La Universidad Nacional Autónoma de Ni-caragua (UNAN) fue anfitriona del I Encuentro Estudiantil de Geografía México-Nicaragua. Esta actividad se organizó, en forma conjunta, por la UNAN y la UNAM, en vista de que en Granada, Nicaragua, se celebraría el CLAGNICA 2009. El 10 de enero de 2009, el Departamento de Geografía

CLAGNICA 2009 y I Encuentro Estudiantil de GeografíaMéxico-Nicaragua, 7 y 9 de enero, 2009,Granada, Nicaragua

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clagnica 2009 y I Encuentro Estudiantil de Geografía México-Nicaragua

de la UNAN, cuya coordinación está a cargo de Alfonso Jirón García, recibió a los alumnos del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM) para que éstos participaran con alumnos de ese Departamento en el mencionado encuentro. Se programó un total de 24 trabajos, diez de la UNAN y el resto de la UNAM. El objetivo era hacer públicos los resultados de investigación y de prácticas de campo realizados, recientemente, tanto en México como en Nicaragua.

Los alumnos de la UNAM presentaron trabajos que habían sido ya incluidos en el XVI Coloquio de Geografía de Campo (Noroeste de México), organizado en agosto de 2008 en las instalaciones del Instituto de Geografía. Los temas expuestos se relacionaron con aspectos geográfico-físicos, de la población y la actividad económica en los estados de Sinaloa, Sonora y Chihuahua. Por el lado de los colegas nicaragüenses, los tópicos de las presentaciones versaron, entre otros, sobre fauna marina, niveles socioeconómicos de la población y actividad turística en distintos puntos del territorio de Nicaragua. La coordinación del encuentro estu-

vo a cargo de Alfonso Jirón García y Berta Adilia Mena García del Departamento de Geografía de la UNAN. Es importante señalar que gracias a las gestiones realizadas por ellos, los alumnos mexi-canos pudieron ser alojados en las instalaciones de la UNAN y se les ofreció alimentación durante los dos días que ahí permanecieron. El domingo 11 de enero, todos los participantes y asistentes a este I Encuentro Estudiantil de Geografía México- Nicaragua hicieron un viaje a las ruinas de León Viejo, a la ciudad de León, a los hervideros de san Jacinto y a las cercanías del volcán Momotombo.

Entre los alumnos de Nicaragua participantes se pueden mencionar a Maura Madriz Paladino, Raquel López y Mario Rodolfo Martínez; de los de la UNAM a Daniela Alejandra Cuevas Sánchez, Mercedes Rocío Sánchez Plascencia, Marcela Jimé-nez Moreno, Daniel Morales y Jonathan Ibarra.

Álvaro Sánchez CrispínDepartamento de Geografía Económica

Instituto de GeografíaUniversidad Nacional Autónoma de México

166 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 68, 2009

Manuel de Terán y su impacto en la Geografía

En una reseña anterior (Gutiérrez de MacGregor, 2005), publicada en esta misma revista, se dio a conocer parte de la interesantísima vida y desta-cada obra del geógrafo español Manuel de Terán (1904-1984) especialmente en el campo de la Geografía Urbana, en el que realizó importantes contribuciones a través de sus estudios sistemáticos sobre las ciudades, tema de primordial importancia para México.

No se pretende aquí resaltar su enorme trayec-toria académica dentro de la Geografía, aspecto muy conocido por haber sido examinada de manera muy apropiada por varios de sus colegas españoles, particularmente por Joaquín Bosque Maurel, sino plasmar las palabras sinceras y emotivas que entre-garon algunos de sus colegas y discípulos, en los que el recuerdo del maestro, compañero y amigo no se ha extinguido a pesar de que han pasado varios años, desde que, en 1975, después de treinta años de docencia e investigación, se jubiló.

Esta es una recopilación de una serie de encues-tas y entrevistas efectuadas a varios de los colegas, discípulos y amigos de Manuel de Terán, vincu-lados a la vida académica de su época, en la que él intervino con tanta generosidad; las entrevistas se realizaron durante mi limitada estancia en la Universidad Complutense de Madrid.

La idea es presentar al hombre, al humanista a quien ya admiraba antes de empezar las entre-vistas, pero a través de la opinión de sus colegas y alumnos mi admiración se acrecentó en forma sorprendente.

Siempre me he preguntado ¿qué es lo que tenía Manuel de Terán para que los que lo conocieron guarden una imagen tan positiva y de tanto valor a pesar de los años que han transcurrido? No es común que después de muerta una persona la flama de su presencia no se extinga, sólo un personaje de

la valía de Manuel de Terán lo ha logrado a pesar de que han pasado varias generaciones y su recuerdo permanece intacto en la mente de aquellos que fue-ron sus amigos, colegas o discípulos. La respuesta la fui obteniendo poco a poco conforme aumentaba el número de entrevistas. Todos coincidían en su enorme valer y en la importancia que sus ense-ñanzas y orientaciones habían representado en sus vidas, pero no sólo las de tipo científico sino las que consideraban más importantes, sus adiestramientos humanísticos.

Al referirse a Manuel de Terán, el geógrafo Joa-quín Bosque Maurel, en la introducción de la obra que recoge una selección de los trabajos de Terán, titulada Pensamiento Geográfico y Espacio Regional en España, editada en 1982 en la Universidad Complutense de Madrid, Bosque manifiesta:

... dos notas que le singularizan y le califican, la comprensión hacia todo y hacia todos y la claridad no exenta de brillantez, en la expresión tanto oral como escrita.

Las preguntas formuladas fueron: ¿Qué opina usted sobre Manuel de Terán como investigador?, ¿como formador de alumnos?, ¿como director de tesis? y ¿cuál fue su proyección académica tanto en el ámbito de su país como en el internacional? Las respuestas muchas veces se repetían, por lo que hubo necesidad de realizar una síntesis de las más significativas.

La primera pregunta fue la que dio lugar a mayor número de respuestas y más variadas, por lo que resultó ser la más interesante y en la que, en las respuestas, se puede confirmar la opinión tan po-sitiva de todos los entrevistados sobre su actividad como investigador. Éstos subrayaban que Manuel de Terán enseñaba algo sumamente importante,

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Manuel de Terán y su impacto en la Geografía

que sólo existe Geografía buena o mala, que la primera es la realizada con rigor académico.

Manuel de Terán era un investigador con cua-lidades fundamentales: intuitivo y constante; su trabajo era sistemático y ordenado; dedicaba cada día el tiempo necesario a la labor de investigación. No era dogmático, sino por el contrario, liberal y abierto a todas las ideas. Serio, riguroso en sus trabajos, no se dejaba llevar por la última novedad, sino que su aceptación de nuevas ideas era fruto de su reflexión.

Una de sus características era el gusto por la lectura, había leído mucho, no sólo para recoger información, sino para asimilarla y meditar en ella, lo que le permitía lograr ideas atractivas dentro de una línea geográfica tradicional francesa y una escuela historicista. En sus lecturas sabía llegar a lo fundamental y proyectarlo al futuro. Su escritura era amena y con estilo original. Abrió muchas líneas de investigación inéditas en España.

La realización de su trabajo era, no sólo bi-bliográfica, sino que la complementaba dándole mayor importancia a la investigación de campo y procuraba vivir en los lugares que estudiaba; práctica que transmitió a sus alumnos. Procuraba estar al corriente de las publicaciones extranjeras y acostumbraba legar a sus alumnos el contenido de las mismas. A través de sus enseñanzas formó un grupo importante de geógrafos que están realizando investigación actualmente en España.

Pionero en la Geografía Urbana en la que se centró, sin descuidar otros temas; dio a conocer a sus alumnos las investigaciones en este campo, tanto del geógrafo francés Jean Tricart como la de otros investigadores de la posguerra.

Abrió muchos campos a la investigación, marcó las que fueron temáticas candentes y con resonancia social para el Madrid de esos años. Caracterizó una ruta de compromiso de acuerdo con el momento histórico que le tocó vivir. Trató muchos temas; sorprende la actualidad de algunos, que además tienen capacidad de subsistencia.

Practicó una Geografía Cultural, enfocada a una preocupación social, pero dándole también gran importancia a la Geografía Física, resaltando el respeto a la naturaleza.

La segunda pregunta se refirió a la influencia de Manuel de Terán en la formación de sus alumnos.

Era un verdadero maestro que formaba con su ejemplo de integridad y cultura. Los alumnos hicieron énfasis en que inspiraba un gran respeto pero nunca miedo. Transmitía no sólo conocimien-tos, sino valores humanos, entre ellos el amor a la verdad, a la naturaleza y a la tolerancia, esta última cualidad difícil de cumplir si se piensa en la época (la dictadura de Francisco Franco en España), tan complicada en que le tocó vivir.

Influyó en la formación de muchos alumnos atrayéndolos a la Geografía, aun a aquéllos que originalmente se orientaban a otras ciencias; algu-nos comentaron que llamarse geógrafos, lo deben a Manuel de Terán.

Lo consideraban un maestro total que se esfor-zaba en formar a los estudiantes no sólo en Geo-grafía sino, además, en el modo de actuar ante la vida. Su ascendiente fue más allá de la cátedra, se prolongaba en el contacto diario, hablando con él incluso en el café, costumbre que me hizo recor-dar a mi gran maestro Pedro Carrasco Garrorena, quién llegó a México con los refugiados españoles y también tenía el hábito a media tarde de tomar una tasa de café en un local adaptado, para ese fin, en el edificio de Mascarones, donde estaba ubicada entonces la carrera de Geografía, momento que no era de descanso para él, puesto que lo aprovechaba para seguir impartiendo sus enseñanzas.

La influencia en la formación de sus alumnos, no era sólo por la lectura de sus trabajos, que no imponía que leyeran, sino también en relación con otra bibliografía que aconsejaba leer.

Exhortaba a realizar trabajo de campo mediante la organización de excursiones geográficas, aspecto sumamente importante porque en aquella época, las excursiones científicas sólo las solían hacer los naturalistas.

Encausó a valorar y utilizar información ori-ginal y actualizada, atendiendo a que todo lo que se escribiese estuviera lo más apegado posible a las fuentes originarias y escrito con un uso correcto del idioma, incluso en forma literaria.

Era tolerante con las ideas y expresiones de sus alumnos; les daba libertad absoluta para desenvol-verse, para que pensaran, por lo que señalan que

168 ][ Investigaciones Geográficas, Boletín 68, 2009

María Teresa Gutiérrez de MacGregor

en algunas ocasiones, con tanta libertad como les otorgaba, se sentían abandonados a sus fuerzas, pero también aclararon que esta posibilidad de desarrollarse por sí mismos, posteriormente la han agradecido.

Poseía amplio criterio para descubrir y delimitar la capacidad de sus alumnos. Les enseñaba a dudar de todo en busca de la verdad. No gustaba que le siguieran mecánicamente, los obligaba a pensar, a desarrollar el intelecto y a reflexionar sobre el trabajo de investigación que estaban realizando, les exigía rigor en la aplicación de las ideas.

La tercera pregunta viene a formar parte, en cierto sentido, de la anterior. Los alumnos seña-laron que les daba absoluta libertad para plantear el tema de la tesis; tenía la capacidad de marcar el camino de la investigación, sin asumir notoriedad. Comentaron que en dos pinceladas daba la orien-tación. Recuerdan que sugería, pero sin ninguna presión para realizar monografías.

Los forzaba a leer mucho sobre el tema selec-cionado y les insistía a no empezar a escribir un capítulo, antes de tener el total de la tesis estruc-turada. Exigía que hubiera una idea que generase una aportación personal y no realizar un ejercicio mecánico para únicamente cubrir un requisito.

Escuchaba a los que querían hablar con él; cuan-do algún estudiante solicitaba su asesoramiento, aun cuando no fuera su director de tesis le daba, al igual que a sus tesistas, muy buenas ideas, pistas y bibliografía.

No imponía ritmos rigurosos, pero le recordaba a uno el compromiso contraído. Algunos estudian-tes comentaron que en muchas ocasiones, por pen-sar que lo podían molestar, al verlo tan ocupado, no acudían con frecuencia a su consejo, ya que sin él quererlo, provocaba cierta distancia.

La mayoría de los encuestados señalaron que daba gran libertad para realizar el trabajo, pero que alfinal pedía resultados y se mostraba extraordina-riamente exigente y crítico.

La cuarta y última pregunta hace referencia a su proyección académica tanto en España cuanto en el extranjero. En este aspecto como en todos los anteriores, las opiniones sobre su actuación fueron muy positivas a su persona.

Proyección en España: los encuestados conside-ran que Manuel de Terán es el primero que indaga sobre Geografía Social en España, coincidiendo casi en tiempo y en ideas con el geógrafo francés Max Sorre, interesándose igualmente en la defensa del medio ambiente como se demuestra en su artículo titulado “Una ética de conservación y protección de la naturaleza” (1966), trabajo muy actual, cuya duración consideran, será muy larga.

Señalaron que su proyección se manifiesta por haber formado una escuela de Geografía que per-vive a través de sus alumnos, los que actualmente laboran en muchas universidades de España, por lo que su pensamiento sigue presente, aunque nunca con la misma intensidad de cuando vivía. Su as-cendiente perdura también a través de sus propios textos, que se consideran una lectura casi obligada para los geógrafos españoles, donde se encuentra un abanico de ideas y conceptos.

Otra de las razones por la que suponen perdu-rará su influencia, es que incluyó el fundamento de los conocimientos de la Geografía española en su obra principal Geografía de España y Portugal (1952-1958), además, porque no perdía de vista la dimensión cultural y utilizaba un lenguaje claro con un estilo muy personal.

Comentaron que durante el siglo XX, los tres geógrafos españoles que han destacado con más intensidad en la geografía española son: Manuel de Terán, José Manuel Casas Torres y Pau Vila, de entre ellos, sobresale el primero por haber dejado una escuela muy productiva que ha facilitado el desarrollo de la Geografía moderna, principalmente de la Geografía Humana. Pero aclaran que su obra subsistirá porque humanizó a la geografía española, sin descuidar a la Geografía Física.

Un hecho digno de destacar es el que tal vez sea el último humanista de la Geografía española que dio a conocer la Geografía a otros profesionistas fuera del campo de los geógrafos.

Finalmente los encuestados destacaron que la importancia de Manuel de Terán se acrecienta tanto por su pensamiento en sí, como por los caminos que abrió y por su trascendencia, y por algo muy importante como es dar a la Geografía española un carácter crítico y analítico.

Investigaciones Geográficas, Boletín 68, 2009 ][ 169

Manuel de Terán y su impacto en la Geografía

Proyección internacional: los entrevistados consi-deran que su obra no se dio a conocer en el extran-jero como se merece, por haberle tocado una época de aislamiento debida a la Guerra Civil Española que se prolonga en la Segunda Guerra Mundial. A pesar de esta situación ha sido reconocido como especialista de la Geografía de España, siendo uno de los autores más citados, principalmente por autores franceses y portugueses.

La mayor parte de su obra fue publicada en España, sólo algunos artículos en revistas francesas. En los últimos años su obra ha sido mejor difun-dida por sus discípulos, lo que le ha permitido ser conocido en más países.

Su más importante relación con geógrafos de otros países ocurrió en el tiempo que colaboró en Comisiones de la Unión Geográfica Internacional. Fue de los pocos geógrafos que han sido llamados a trabajar en comisiones internacionales, formó parte del Consejo de Europa para el análisis de textos europeos (1961-1964).

Por todas las cualidades arriba mencionadas, Manuel de Terán debe ser considerado un ver-dadero líder académico, con una inteligencia excepcional reconocida por todos los que fueron entrevistados.

En la vida de Manuel de Terán se puede descu-brir con facilidad un espíritu creador, tenaz, e in-fatigable, con un alto compromiso social. Fue guía de las nuevas generaciones que tuvieron la fortuna de conocerlo y tratarlo; su ejemplo ha sido seguido por ellas tanto en el aula como en la vida. Es un

personaje que se adentró con gran entusiasmo y honradez en la misión educativa. Su trayectoria es un ejemplo de entrega y dedicación al desarrollo de la Geografía y a quienes la profesan. Si pudié-ramos seguir su ejemplo, la Geografía avanzaría y el mundo sería más humano.

Finalmente cabe señalar que considero impor-tante para las nuevas generaciones de geógrafos, dejar un testimonio de agradecimiento a quienes, como Manuel de Terán, nos heredaron una ciencia geográfica más acorde a los requerimientos de esta época.

aGRaDeciMienTOs

Se agradece la colaboración de Jorge González Sánchez.

RefeRencia

Gutiérrez de MacGregor, M. T. (2005), “Proyección de Manuel de Terán hacia la geografía urbana de Méxi-co”, Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 56, Ins-tituto de Geografía, UNAM, México, pp.182-185.

María Teresa Gutiérrez de MacGregorDepartamento de Geografía Social

Instituto de Geografía Universidad Nacional Autónoma de México

Libros

Aguilar, A. G. (coord.; 2003), Urbanización, cambio tecnológico y costo social. El caso de la región centro de México, Porrúa, Instituto de Geografía-UNAM.

Aguilar, A. G. (coord.; 2004), Procesos metropolitanos y grandes ciudades. Dinámicas recientes en México y otros países, H. Cámara de Diputados, LIX Le-gislatura, Instituto de Geografía, CRIM, Programa Universitarios de Estudios sobre la Ciudad-UNAM, CONACYT, Porrúa [a1*].

Aguilar, A. G. (coord.; 2006), Las grandes aglomera-ciones y su periferia regional. Experiencia en Lati-noamérica y España, H. Cámara de Diputados, LIX Legislatura, Instituto de Geografía-UNAM, CONACYT, Porrúa.

Berdoulay, V. y H. Mendoza Vargas (eds.; 2003), Unidad y diversidad del pensamiento geográfico en el mundo. Retos y perspectivas, Instituto de Geografía-UNAM, INEGI, UGI, IGU.

Delgado, J. (2003), Ciudad-región y transporte en el México Central. Un largo camino de rupturas y con-tinuidades, Instituto de Geografía, Coordinación de Vinculación, Coordinación de Humanidades, PUEC-UNAM, Plaza y Valdés [1ª. reimpres.].

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Reyna Trujillo, T. y R. López Wilchis (eds.; 2006), Vertebrados de México, UAM-Iztapalapa, Instituto de Geografía-UNAM [a].

Rodríguez-Sala, M. L. (coord.; 2004), Del estamento ocupacional a la comunidad científica: astrónomos-astrólogos e ingenieros (siglos XVII al XIX).

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Publicaciones recientes del instituto de Geografía

colección de Temas selectos de Geografíade México

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[I.1.2] Mendoza Vargas, H. (coord.; 2000), México a través de los mapas [a].

[I.1.3] Tamayo P. de Ham, L. M. O. (2001), La Geografía, arma científica para la defensa del territorio [a].

[I.1.4] Commons, Á. (2002), Cartografía de las divi-siones territoriales de México, 1519-2000.

[I.1.5] Gómez Rey, P. (2003), La enseñanza de la Geografía en los proyectos educativos del siglo XIX en México.

[I.1.6] Moncada Maya, J. O. (2003), El nacimiento de una disciplina: la Geografía en México (siglos XVI a XIX).

[I.1.7] Moncada Maya, J. O. (coord.; 2003), La Geografía de la Ilustración.

[I.1.8] Ribera Carbó, E. (coord.; 2004), Trazos, usos y arquitectura. La estructura de las ciudades mexicanas en el siglo XIX.

[I.2.1] De Cserna, Z., M. Alcayde Orraca y E. Mon-roy Soto (2002), ¿Geografía sin Geología?

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[I.3.1] Padilla y Sotelo, L. S. (2001), Aspectos sociales de la población en México: educación y cultura [a].

[I.3.2] Padilla y Sotelo, L. S. (2002), Aspectos sociales de la población en México: vivienda.

[I.3.3] Ortiz Álvarez, M. I. (2005), La población ha-blante de lenguas indígenas en México.

[I.4.1] Jáuregui Ostos, E. (2000), El clima de la Ciudad de México [a].

[I.4.2] Gutiérrez de MacGregor, M. T. y J. González Sánchez (2002), Geohistoria de la Ciudad de México (siglos XIV a XIX).

[I.4.3] González Sánchez, J. e I. Kunz Bolaños (2005), Regionalización habitacional de la Ciudad de México.

[I.5.1] Villegas Durán, G., A. Bolaños Medina y L. Olguín Prado (2001), La ganadería en México.

[I.5.2] Coll-Hurtado, A., M. T. Sánzhez-Salazar y J. Morales (2002), La minería en México.

[I.5.3] Cervantes Ramírez, M. C. (2002), Plantas de importancia económica en las zonas áridas y semiá-ridas de México.

[I.5.4] Coll-Hurtado, A. y M. de L. Godínez Calde-rón (2003), La agricultura en México: un atlas en blanco y negro.

[I.5.5] Morales, J. (coord.; 2005), México. Tendencias recientes en la Geografía industrial.

[I.6.1] Hernández Cerda, M. E. (2001), Los ciclones tropicales de México [a].

[I.6.2] Melo Gallegos, C. (2002), Áreas Naturales Protegidas de México en el siglo XX.

[I.6.3] Hernández Cerda, M. E., G. Carrasco Anaya y G. Alfaro Sánchez (2007), Mitos y realidades de la sequía en México.

[I.7.1] Pereña-García, M. (2001), Las relaciones diplo-máticas de México.

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[I.9.1] De la Lanza Espino, G. (2001), Características físico-químicas de los mares de México.

[II.1] Coll-Hurtado, A. (2000), México: una visión geográfica.

[II.2] Coll-Hurtado, A. (2000), México: una visión geográfica [2ª. ed. corregida: 2003].

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[III.1] Aguirre Gómez, R. (2002), Los mares mexicanos a través de la Percepción Remota.

[III.2] García Romero, A. y J. Muñoz Jiménez (2002), El paisaje en el ámbito de la Geografía.

[III.3) Propín Frejomil, E., (2003), Teorías y métodos en Geografía económica.

[III.4] Gómez Escobar, M. del C. (2004), Métodos y técnicas de la cartografía temática.

[III.5] Carrascal Galindo, I. E. (2007), Metodología para el análisis e interpretación de los mapas.

colección Geografía para el siglo XXi

Azuela, L. F. (2005), De las minas al laboratorio: la demarcación de la Geología en la Escuela Nacional de Ingenieros (1795-1895) [Serie Libros de Inves-tigación, núm. 1].

Delgado, J. (coord.; 2008), La urbanización difusa de la Ciudad de México. Otras miradas sobre un espacio antiguo [Serie Libros de Investigación, núm. 2].

Maderey Rascón, L. E. (2005), Principios de Hidro-geografía. Estudio del ciclo hidrológico [Serie Textos Universitarios, núm. 1].

Parrot, J.-F. y V. Ochoa Tejeda (2005), Generación de modelos digitales de terreno Raster. Método de digitalización [Serie Textos Universitarios, núm. 2], versión electrónica.

Ortiz Pérez, M. A. y G. de la Lanza Espino (2006), Diferenciación del espacio costero de México: un inventario regional [Serie Textos Universitarios, núm. 3].

serie Libros

Commons, Á. y A. Coll-Hurtado (2002), Geografía histórica de México en el siglo XVIII, análisis del Teatro Americano [Serie Libros, núm. 4].

García Arizaga, M. T. y J. Lugo Hubp (2000), El re-lieve en mapas topográficos [Serie Libros, núm. 5].

García, E. (2004), Modificaciones al Sistema de Cla-sificación Climática de Köppen, 5ª. ed. corregida y aument.

Otras publicaciones

Atlas Nacional de México, 3 vols. [a].

Nuevo Atlas Nacional de México.

Normas para los autores

Investigaciones Geográfica es una revista científica mexicana de excelencia en el campo de la Geogra-fía; publica en español, portugués e inglés trabajos originales que son sometidos a evaluación por un comité de expertos. Los autores deberán considerar estas normas, también disponibles en el portal del Instituto.

Los escritos deben hacerse llegar al Editor Técnico del Boletín Investigaciones Geográficas en original y tres copias impresas y una versión digital, a la siguiente dirección:

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La extensión máxima de los trabajos es de 25 cuartillas tamaño carta incluyendo espacios, texto, resumen, notas, referencias, mapas, figuras, gráfi-cas, tablas y cuadros, a doble espacio y con tamaño de letra de 12 puntos.

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En la primera hoja de las 25 que constituyen el texto, debe aparecer, otra vez, el título del trabajo,

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A lo largo del escrito deben quedar claramente indicados los acápites referidos a introducción, las distintas secciones que constituyen el estudio, la secuencia de las figuras indicadas a lo largo del texto y las conclusiones. En la introducción aparecerá el objetivo del trabajo, la idea central de la investi-gación y la importancia del tema desarrollado. Se sugiere que la extensión de esta primera parte del texto no rebase las tres hojas.

En caso de haber agradecimientos, éstos no ocuparán más de un solo párrafo, después de las conclusiones y antes de las notas.

Las notas que acompañen al cuerpo principal del escrito se numerarán en forma progresiva. Se sugiere elaborar un número mínimo de notas y de corta extensión.

Los mapas, fotografías y gráficas se denominan “Figuras” y deben ser enviadas en formato digital y en archivos aparte del manuscrito. Si no se cuenta con los archivos digitales, deberán ser proporcio-nados los originales en “camara-ready” y tamaño carta. Por favor, numere todas las figuras. Las tablas y cuadros se numeran como “Tablas”. Las leyendas, pies de figura o encabezados, deben ser ordenados en archivos aparte. Las fotografías y archivos raster, deben tener una resolución de cuando menos 300 dpi con un tamaño no inferior a 20 x 26 cm, en formato TIFF. Cualquier otra ilustración deberá proporcionarse en archivos de Corel Draw, Adobe Illustrator o Freehand. También se aceptan archivos en formato Postscript Encapsulado (EPS). Los ma-

pas deben contar con: coordenadas, escala gráfica y leyenda explícita. Las fotografías pueden ser en blanco y negro. Se pueden enviar figuras a color; el costo será asumido por el(los) autor(es).

Las ilustraciones, mapas y tablas que no reúnan dichos lineamientos no serán aceptados.

Las referencias bibliográficas deben aparecer al final del escrito, como sigue:

• Publicación periódica:

Córdoba y Ordóñez, J. y A. García de Fuentes (2003), “Turismo, globalización y medio am-biente en el Caribe mexicano”, Investigaciones Geográficas, Boletín, núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 117-136.

• Publicación no periódica:

Luke Gallup, J., A. Gaviria y E. Lora (2003), Is Geography Destiny?, Lessons from Latin Ame-rica, Stanford University Press/World Bank, Palo Alto, Calif., Washington D. C.

• Fuentes electrónicas: igual que las anteriores, pero al final se pondrá entre corchetes [la liga completa y la fecha de consulta], ejemplo:

Tort, J. (2004), “Hacia la geografía”, Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. IX, núm. 538, 5 de octubre de 2004. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-538.htm: 10 de octubre de 2004].

• Disco compacto:

Aguirre Sacasa, F. X. (2003), Un Atlas histórico de Nicaragua/Nicaragua, An historical Atlas, Colec-ción Cultural de Centro América, [InForma/Conservation Imaging Systems Inc.], edición bilingüe, Nicaragua [cd-rom]; INEGI (2000), México en el siglo XX (panorama estadístico), México [cd-rom].

Dentro del cuerpo del trabajo se preferirá el sistema de referencia usado comúnmente por diversas publicaciones internacionales: Ejemplo (Coll, 2003:75).

Las Notas y Noticias son aquellas dedicadas a la divulgación de sucesos, eventos académicos relevantes tanto de la Geografía regional, nacional e internacional, así como de perspectivas de interés geográfico, podrán tener una extensión de hasta tres páginas.

Las Reseñas serán críticas y/o notas informativas sobre libros recientes tanto geográficos como de carácter interdisciplinario, de temas novedosos, de interés social y económico, del ambiente y de la tecnología geográfica, así como de la reflexión teórica, histórica y cultural del territorio. La exten-sión no rebasará de cuatro páginas.

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• Periodical Journal:

Córdoba y Ordóñez, J. y A. García de Fuentes (2003), “Turismo, globalización y medio ambiente en el Caribe mexicano”, Investigacio-nes Geográficas, Boletín, núm. 52, Instituto de Geografía, UNAM, México, pp. 117-136.

• Non-periodical Publication:

Luke Gallup, J., A. Gaviria y E. Lora (2003), Is Geography Destiny?, Lessons from Latin Ame-rica, Stanford University Press/World Bank, Palo Alto, Calif., Washington D. C.

• Electronic references: Same as above, but at the end must include between brackets [the complete link and the date of consultation], for example:

Tort, J. (2004), “Hacia la geografía”, Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. IX, núm. 538, 5 de octubre de 2004. [http://www.ub.es/geocrit/b3w-538.htm: 10 de octubre de 2004].

• Compact disc:

Aguirre Sacasa, F. X. (2003), Un Atlas histórico de Nicaragua/Nicaragua, An historical Atlas, Colec-ción Cultural de Centro América, [InForma/Conservation Imaging Systems Inc.], edición bilingüe, Nicaragua [cd-rom]; INEGI (2000), México en el siglo XX (panorama estadístico), México [cd-rom].

The reference system commonly chosen by most international journals will be preferred, for example: (Coll, 2003:75).

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Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, núm. 68, fue impreso en marzo de 2009, en los talleres de Impretei, S.A. de C.V. Almería 17, Col. Postal, Del. Benito Juárez, 03400, México, D.F.El tiraje consta de 300 ejemplares, sobre papel couché de 100 grs. Para la formación de galeras se usó la fuente tipográfica Adobe Garamond Pro, en 9.5/10, 10/12, 11.2/12.7 y 16/19 puntos.El diseño, formación y cuidado de impresión estuvieron a cargo de Laura Diana López Ascencio, de la Sección Editorial de la Dependencia.