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Una historia inolvidable
Edith Zirer es una mujer judía que vive en las afueras de Jaifa. Cuenta cómo fue liberada del campo de concentración de Auschwitz cuando tenía 13 años de edad. Había pasado allí tres.
Edith Zirer es una mujer judía que vive en las afueras de Jaifa. Cuenta cómo fue liberada del campo de concentración de Auschwitz cuando tenía 13 años de edad. Había pasado allí tres.
"Era una gélida mañana de invierno de 1945, dos días después de la liberación –nos narra
—. Llegué a una pequeña estación ferroviaria entre Czestochowa y Cracovia. Me eché en un rincón de una gran sala donde había docenas
de prófugos, todavía con el traje a rayas de los campos de exterminio.
"Era una gélida mañana de invierno de 1945, dos días después de la liberación –nos narra
—. Llegué a una pequeña estación ferroviaria entre Czestochowa y Cracovia. Me eché en un rincón de una gran sala donde había docenas
de prófugos, todavía con el traje a rayas de los campos de exterminio.
Él me vio. Vino con una gran taza de té, la primera bebida caliente que probaba en varias
semanas. Después me trajo un bocadillo de queso, hecho con un pan negro, exquisito. Yo no quería comer. Estaba demasiado cansada.
Me obligó.
Él me vio. Vino con una gran taza de té, la primera bebida caliente que probaba en varias
semanas. Después me trajo un bocadillo de queso, hecho con un pan negro, exquisito. Yo no quería comer. Estaba demasiado cansada.
Me obligó.
Luego me dijo que tenía que caminar para poder subir al tren. Lo intenté, pero me caí al suelo. Entonces me tomó en sus brazos y me llevó durante mucho tiempo, kilómetros, a
cuestas, mientras caía la nieve.
Luego me dijo que tenía que caminar para poder subir al tren. Lo intenté, pero me caí al suelo. Entonces me tomó en sus brazos y me llevó durante mucho tiempo, kilómetros, a
cuestas, mientras caía la nieve.
Recuerdo su chaqueta de color marrón y su voz tranquila que me contaba la muerte de sus
padres, de su hermano, y me decía que también él sufría, pero que era necesario no dejarse vencer por el dolor y combatir para
vivir con esperanza.
Recuerdo su chaqueta de color marrón y su voz tranquila que me contaba la muerte de sus
padres, de su hermano, y me decía que también él sufría, pero que era necesario no dejarse vencer por el dolor y combatir para
vivir con esperanza.
Su nombre se me quedó
grabado para siempre en mi memoria: …..
Karol Wojtyla.
Quisiera hoy darle un
"gracias" desde lo más profundo de mi corazón.
Por si alguno no sabe quien es,…el fue nuestro maravilloso Papa
Juan Pablo II.
Por si alguno no sabe quien es,…el fue nuestro maravilloso Papa
Juan Pablo II.
Que maravillosa historia de esperanza!Que maravillosa historia de esperanza!
Como podemos no dar graciaspor tan maravilloso Papa que nos
dió “Dios”, que siempre luchó,como le dijo aquel día, a aquélla niña.La única tragedia que nos puede pasar, es no ser santos.