una mesa en laverónica. capítulo 3

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Comensales: Anna Dot, Ian Waelder & Virginia Torrente

Una Mesa en LaVerónica es un proyecto de Diego Díez y Juan Jesus Torres sobre arte contemporáneo en colaboración con LaVerónica (C/Moratin 38, Madrid) y Neutra (neutra.es)

Puedes contactar con nosotros en:[email protected]

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Puedes seguir a LaVerónica en Facebook (www.facebook.com/RestauranteLaVeronica), Instagram (@restaurantelaveronica) o Twitter (@rest_veronica)

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La cita es a las 21.30 y llego un par de minutos antes. En la mesa habitual, la redonda cercana a la puerta de entra-da, el mejor lugar para admirar la dedicada decoración de Laverónica, ya me esperan Ian Waelder, Anna Dot y Virginia Torrente. Por supuesto, también está Diego Díez, el ver-dadero motor de este proyecto.

En el alarde de puntualidad hay algo sintomático. Son dos artistas muy jóvenes, Ian apenas supera la veintena, Anna cuenta 23 años. No viven en Madrid y aquí están, antes que yo, que vivo a escasos minutos del restaurante. Es obvio, una vez más el futuro ya ha llegado.

Virginia ha sido esencial en el desarrollo del arte con-temporáneo español en los últimos treinta años. Así de simple y así de tremendo. Su trabajo como comisaría inde-pendiente siempre se ha esforzado en discursos rompedores, de una frescura necesaria. Ha escuchado como nadie lo que tenían que decir los recién llegados.

Virginia Torrente: No miro demasiado que sea joven o no, pero por lo que sea me interesan más cosas de artistas jóvenes o cercanos a mi generación. Me ocurre de la misma manera con los comisarios, que me siento atraída por lo que hacen los más cercanos a mi tiempo. No sé, quizás tenga algo parecido a un síndrome de Peter Pan, espero que no (risas).

Me presento. Soy Juanje, licenciado en Bellas Artes, pero no soy artista. Virginia me escucha con un ojo puesto en Anna, a Ian lo conoce mejor. “¿Anna, estudiaste Bellas Artes?”.

Anna Dot: Terminé en 2013, sí. Luego hice un máster.

Virginia: Estudiaste en Barcelona, entiendo. ¿Y qué tal?

Anna: Hubo de todo. Lo bueno, muy bueno. Cuesta encontrar lo que sí te interesa, pero cuando lo encuentras merece la pena.

Virginia: Y tu Ian, ¿ni lo pensaste?

Ian Waelder: De repente me vi haciendo cosas y he seguido, ya está. Cuando empecé a patinar no era muy común que la gente tuviese una cámara o un móvil con cámara, sin embargo, cada grupito de gente que patinaba tenía una cámara de

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vídeo o fotos. Creo que ese fue mi primer contacto, además de por mi padre, claro, que me enseñó a utilizar las cámaras.

Diego Díez: Hace poco, hablando de ti, recordaba aquello que esconde el skate; diseño y fotografía e ilustración de carácter urbano. De repente había gente que provenía de ese entorno y que sin haber estudiado para ello se encontraban traba-jando en cine o publicidad. En definitiva, con la imagen.

Virginia: Es un mundo donde parece haber un afán de registro.

Ian: Totalmente. Existe la práctica de ir grabando vídeos de todo lo que vas ha-ciendo. También hay toda una tradición con los gráficos de las tablas; siempre se han hecho a partir de colaboraciones con artistas. Hay diseños muy míticos no sólo en tablas, también en camisetas. Tiene que ver con las compañías, que se fundaron por gente que patinaba y sin tener mucha idea de empresa se hicieron su propia marca y su propia carrera. En estos niveles hay mucha gente autodidacta, y de ahí salen muchos artistas del diseño, de la imagen.

Virginia: Es cierto, me he fijado y existen muchas marcas específicas para ese mundo.

Ian: Es curioso porque no son marcas globales como H&M o Nike. Bueno, Nike quizás sí porque acaba de entrar, pero son entendidos algo así como una lacra. Son compañías de gente que empezó de cero, como podrías comenzar tú también. En España, a pesar de la crisis, se han creado muchas firmas que han ocupado su espacio, sobre todo a nivel local; en Palma hay varias y les va bastante bien. Comienzan reuniendo la mitad del sueldo de cada uno de los que forman el grupo, se fabrican una tirada corta de tablas para venderlas a colegas y gente conocida, en pequeña distribución. Así es como se crece. Ocurre con ropa, también con zapatos, salvando las dificultades normales de producción.

Salim Malla, artista y amigo, fundó una de esas marcas, Qix. Después de aquella aventura, y algunas más, Salim aterrizó en el arte.

Ian: Debería medirse de una forma distinta a la edad. En el momento en el que empiezas a generar esa conciencia artística, y puedes tener 20 o 40 años, poco importa. No hay un nivel físico como un deporte que te lo exija, el nivel intelectual funciona de otro modo.

Anna: Se trata de la propia experiencia.

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Pero no es fácil. Muchas de las convocatorias y becas en este país encierran un tope de edad para optar a ellas. Suele ser 35 años. Recuerdo a Salim y sé lo complejo y cos-toso que es la producción artística y el aparente abandono que en algunos casos sufre.

Virginia: Yo creo que eso no era antes tan fuerte y noto que cada vez lo es más. Hablamos del boom de lo inmediato, de la juventud del artista como valor. Ian, eres del 93, y con todo el cariño a tu galerista, Óscar te presenta como “el artista más joven” y yo le digo, en broma, ¡basta!, no creo que sea motivo de promoción, quizás por llegar primero se quema uno antes. Vivimos en esa inmediatez que me pone un poco nerviosa. Ahora pienso en una exposición de una señora que murió joven, con 46 años, Patricia Gadea, y ella triunfaba en la Madrid de la Movida con 23 o 25 años. Entonces nadie pensaba “mírala con lo que joven que es, con la edad que tiene”…no, no nos preocupábamos por eso.

Ian: Acá sucede con el arte y con todo, con el jugador de fútbol o el empresario precoz. Se trata de reemplazar lo que había antes, una profusión por lo nuevo y por sistema se ha impuesto ese límite, los 35. Porque entienden, vale, todo está bien pero hay demasiado y hay que situar un límite, un hasta ahí.

Diego: Yo lo pondría más bajo, en 27, si acabas la carrera a los 23, entiendo que ya tienes que estar haciendo algo.

Anna: Qué deprimente suena si no lo haces.

Virginia: ¡Qué exigencias! Hay que descubrir un artista de 25 años que haya estado en no sé cuántas bienales, que esté representado por no sé quién, con un currículum…¿pero esto qué es?

Ian: Puedes empezar a los 38 y ser tan fresco como cualquiera. Conozco artistas en activo con 60 años, ves sus cuadros y es ahora, de una inmediatez que no te deja pensar que es de otra generación. Estaba pensando en Rafa Forteza, por ejemplo.

Virginia: O Palazuelo; cuanto más mayor, más cerca de su muerte, su obra se hacía más joven y fresca. Gordillo es otro tipo que está marcando mucho.

Diego: En esta mesa se ha nombrado mucho a Gordillo. Se habla de los nuevos derroteros de la fotografía y es algo que él lleva practicando años.

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Es lo que yo llamo el “Mundo Twitter”. Inmediatez e inge-nio para alcanzar una fama rápida y diluirse en el Time-line. A veces tengo dudas de algunas exposiciones que he visto de artistas jóvenes, me he quedado con la sensación de que esperar era mejor idea.

Virginia: A mi no me parece mal que cualquier joven tenga la oportunidad de ex-poner, de hecho mostrarte al público es lo que te aporta el feedback necesario para saber dónde está tu obra. Lo ideal es tener tu espacio de meditación, un tiempo de estudio y poder decidir cuándo exponer, no dejarse tentar por aquellos que buscan al artista de 20, sino ser maduro y reconocer que quizás no se está preparado. Eso es realmente complicado. A la vez esa exposición tan temprana, mala no es, es arriesgada porque puede caer el hachazo tan temido, pero necesaria para perse-verar. Sin embargo, al mismo tiempo, esa tan fácil exposición puede ser maligna, peligrosa.

Diego se queda reflexionando sobre las convocatorias; se pregunta hasta qué punto es conveniente entrar en algunas de ellas cuando el premio es una exposición colectiva en la que la obra queda un tanto desasida, imposible de re-lucir.

Virginia: Estoy de acuerdo, a veces el mensaje no queda claro.

Ian: Hay certámenes que económicamente suponen una ayuda para seguir tra-bajando e innovando. Las exposiciones, al fin y al cabo, no es tomada como una exposición que no deja de ser de premio, es decir, una selección de gente que ha sido finalista por equis motivos de calidad según un jurado determinado y en el que ha ganado tendrá sus 3.000 euros para seguir trabajando.

Anna: Claro, hay que ser consciente de que tendrá una recepción distinta.

Virginia: Eso mismo te iba a decir.

Ian: Yo no me lo tomo demasiado en serio. No me presento a tantas, sobre todo estos dos últimos años, antes sí, pero me presento más que nada porque estoy em-pezando y cualquier premio es una motivación para seguir produciendo.

Virginia: Son cosas muy distintas una residencia, una beca o un concurso que de una exposición. Hay una gran diferencia. Convocatorias no hay tantas, y para un artista cualquier apoyo económico, una visibilidad o un viaje es muy importante. Tiene que estar pendiente y presentarse, eso seguro.

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La conversación fluye sin complejos, en pocos minutos me encuentro muy cómodo; esto será interesante. Pero también hemos venido a cenar, así que pedimos: Entrante de Ensa-ladilla Rusa para todos, casi impuesto por Diego, que le apasiona. Albóndigas de Pollo para Anna, Virginia prefiere Albóndigas de Gambón y Sepia, Pasta al Pesto para Diego y Pasta a la Marinera es la elección de Ian. Yo me decanto por el Tartar de Salmón. Es el momento de explicarles qué es Una Mesa en Laverónica.

Virginia: A mi me parece una idea genial. Anna, quizás no nos volvamos a ver en años, a ti Ian creo quizás sea más fácil, pero quién sabe. Me gusta la oportunidad.

Anna: La comida viene muy bien para que fluyan las palabras, creo que tiene mucho poder.

Virginia: Recuerdo la primera vez que vine a este restaurante con mi novio, ten-dría vuestra edad. Queríamos ir a un sitio guay, ya sabéis. Pedí Pasta con Carabine-ro; llega el plato y veo la pasta con el bicho ahí y ¡venía vivo! Comienzo a querer cortarlo y ¡se movió! Imaginad todo el caldo, me puse perdida. Qué risas.

Reímos. Virginia y Laverónica han pulido su apariencia exterior, pero mantienen su entidad. Pura cuestión de tiempo. Miro a Anna que disfruta con la anécdota, pero la siento todavía tímida. Le pregunto por Barcelona, que a veces me resulta lejana, incluso rara. Anna sorprendida, ¿por qué extraña?.

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Anna: Pienso que Barcelona es pequeña, somos pocos, nos conocemos todos, y me parece muy bonito, está muy bien. Puede carecer de repertorio, siempre esperas co-sas nuevas y cuando las hay, hacen mucha ilusión. Yo soy muy fan de dos espacios relativamente nuevos, The Green Parrot y el Espacio Ñam Ñam que precisamente gira en torno a la comida. Son lugares donde ocurren cosas nuevas, se ven caras diferentes y eso siempre se agradece.

Ian: Hablas de The Green Parrot y me he acordado de BAR Project.

Anna: Sí, también están haciendo un montón de cosas. Además son espacios gestionados por gente de fuera y eso me parece muy interesante. Sucede que en los espacios de siempre se repite la gente, por eso se gratifica que en estos lugares haya personas distintas, o al menos no aquellos que te cruzas en cada inauguración, y eso es muy estimulante.

Diego: ¿Y Palma? Quizás es porque voy en verano, pero a mi me encanta.

Anna: Y si Barcelona es pequeña…

Ian: Palma está muy guay, se vive muy bien y para trabajar es estupenda, siempre que puedas presentarte a cosas de fuera y en definitiva salir. Bueno, cuando se vive en una isla siempre tienes que salir. Tiene una cosa peligrosa y que se está tan bien que se corre el riesgo de anclarse allí. Hay mucha gente, ya no hablo de artistas, sino de comisarios o galeristas que van creciendo a nivel local y de no salir, nadie conoce su trabajo; llega un punto que si no afloras, te has quedado. Parece que la gente nueva ha entendido eso y se van haciendo más cosas. Hay una especie de microclima y a veces parece otro país.

Virginia: Es difícil. Hay mucha internacionalidad en Palma, pero a la vez debes obligarte a salir y quizás por lo que dices, por ser isla, debes tener en mente la in-tención de expandirte. También hay cosas muy interesantes, este verano estuve en Alaró, con una residencia en Addaya y me pareció que hacen un trabajo increíble, como el que desarrolla Tomeu Simonet.

Ian: En Palma existe una escena asentada desde los ochenta. Sorprende la gran cantidad de galerías que hay en la ciudad en comparación con Madrid y Barcelona.

Diego recuerda Sevilla, se lamenta de que a pesar de que ha sido enclave esencial en su momento, haya perdido peso en la escena nacional. Todos coincidimos que se trata de algo circunstancial, que no tiene nada que ver con la geografía.

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Virginia: Se generan cosas en cada sitio. En Madrid se gestan cosas que pasan desapercibidas, por supuesto. Siento que en Barcelona hay mucha actividad actual-mente, una escena alternativa diferente a la de Madrid que es más gamberra, sin embargo en Barcelona es…

Anna: Es algo que he comentado con muchos amigos, veo a la gente de Madrid más relajada, nosotros estamos más tensos.

Virginia: Creo que hay muchos factores, ejes histórico-socio-políticos quizás, que hacen que las cosas sucedan de distinto modo en un lugar u otro.

Anna: Son un conjunto de relaciones muy complejas las que hacen que las cosas se desarrollen de diferente modo.

Virginia: En mi caso, gracias a que tengo amigos que me han introducido, o desde aquí, Madrid, no nos enteramos mucho de la escena de Barcelona.

Anna: En Barcelona sucede igual. Ahora estoy contenta porque la próxima semana vienen a Madrid los coordinadores de la Sala d’Art Jove para reunirse con la gente de la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Suena genial; dices aleluya, al fin.

Virginia: Es cierto que estamos faltos de una conexión mayor.

Anna: Sin duda. No tenemos ni idea de que lo que ocurre en otros sitios. Y lo que tú decías de la isla en realidad sería interesante que ocurriese en todos los sitios., porque en Madrid o Barcelona también es muy fácil generarte tu propia burbuja.

Ian: El hecho de estar en una isla es una cuestión obvia, pero en Barcelona o cual-quier otro sitio viene a ser lo mismo por una cuestión localista. La última vez que estuve en Barcelona conocí a un montón de personas y vi que esa era gran parte de la gente de la escena. Imaginas Barcelona como una ciudad donde se generan muchas cosas (que suceden), y ocurre como en Madrid, que sueles ver siempre a los mismos.

Un poco de vino para acompañar la cena. Dos copas de tinto, otra más de blanco.

Diego apunta que la última vez que estuvo de cena en La-verónica Iñaki Domingo contó que había renunciado a una oportunidad en el extranjero porque se sentía responsable con lo que estaba pasando aquí. Les lanza la pregunta.

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Virginia: ¿Por qué tienes que defender un territorio artístico? Si hubiese un interés real sería que la escena artística española tuviese más presencia internacional. Y para eso tenemos que ir saliendo, el eterno problema. No me gustaría que se convirtiese en tema porque es muy pesado y muy triste, pero en realidad no sé por qué no estamos ligados a esa escena internacional. Sucede igual a nivel micro, no nos enteramos lo que pasa en Barcelona o Mallorca. Reconozco que en Madrid es fácil porque hay tantas cosas que acabas por saberlo, ocurre que hay semanas que dices, ostras he ido ya a tres inauguraciones, no puedo más. Aunque no puedo quejarme porque aquí ocurren muchas cosas y hay una escena que da para mucho. Sin embargo me atrae la idea de que cuando estás en otro lugar, donde hay muchas menos cosas, te lo tomas todo con más entusiasmo, con más interés.

Ian: También de forma más crítica.

Virginia: Una vez más está el tema de lo inmediato, lo cercano o lo lejano. Es una pena lo que ocurre aquí. Pienso en la escena portuguesa, en su arte contemporáneo y su difusión y debemos reconocer que tiene mucha más proyección siendo un país más pequeño que el nuestro. Te preguntas el por qué y el motivo puede estar en su historia anglófona, que genera mayores conexiones. A la vez eso nos hace ponernos miserables preguntándonos qué pasa con nosotros, cuándo vamos a ser conocidos. Y pasamos a la segunda fase, la queja; cuándo nos van a ayudar y quién lo va a hacer. Creo que con generaciones como la vuestra ya no existe esa idea de que necesitaréis ayuda, y es que la verdad no sé de dónde hemos sacado la creen-cia de que los políticos o las instituciones Nos van a ayudar. Por otro lado, somos conscientes de que pagamos impuestos y que una parte del presupuesto le perte-nece al arte contemporáneo, y como las empresas que tienen obra social, sabemos que nos corresponde una parte. Entonces, me pregunto, por qué no se está viendo.

Una generación que ha derrumbado el muro del idioma, la gran diferencia entre Portugal, por ejemplo y España. Ian y Anna son personas que hablan inglés a la perfección, Anna habla además alemán.

Virginia: Está claro que en su proceso educativo, la persona de la cultura sabe de la importancia de aprender idiomas para su futuro y se esfuerza en ello.

Anna: Y también por el placer de aprender. El agrado que te da saber otro idioma es casi indescriptible.

Ian: Es una puerta abierta a una cultura, no sólo al arte. Toda una civilización y su historia expuesta.

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Lo entiendo, yo aprendí italiano porque adoré Italia.

Virginia: Eso de que los artistas vienen mucho mejor preparados me encanta, por-que Anna ¡tu web es trilingüe! Es verdad que tu trabajo está muy relacionado con lo literario y en ello entra la palabra y el idioma, pero me has dejado flipada. Una artista que explica en tres lenguas su trabajo y pide perdón porque una pequeña parte no la tiene en castellano. Es genial y entiendo que forma parte de tu trabajo.

Anna: De hecho me gustaría poder ponerlo en alguno más. Hablo alemán y me gustaría incluirlo, pero me supone un esfuerzo grande. Podría, pero quizás llegaría a ser incómodo a la hora de comunicar, y se trata de eso precisamente.

El trabajo de Anna discute la dictadura del lenguaje, mi torpe resumen: “El lenguaje dice esto, bueno ya veremos lo que dice o no”. A Anna parece que le gusta.

Es, a todas luces, una generación distinta. Bromeamos, Virginia y yo no creemos que su diferencia provenga de la facultad de Bellas Artes.

Anna: Pensándolo, si Bellas Artes me ayudó en algo fue para saber que es lo que no quería o lo que no parecía bien. Profesores que entendía que no plantaban bien las clases, lo que estaban mostrando y pensé; así es como yo no quiero actuar. Casi he aprendido más de esto que quizás de lo bueno, bueno sí aprendí de lo bueno, pero aprendí mucho de lo mal que funcionan a veces las cosas.

Virginia: Se te queda más grabado algunas veces lo que no te ha interesado, para no repetir.

Anna: Sí, te da más que pensar, preguntarte por qué algo te parece tan mal.

El mismo inconformismo de siempre, aunque aparentemente mejor resuelto. Posiblemente una de la cualidades que pre-tendo descubrir en ellos sea una actuación directa sobre la tendencia, una discusión de la corriente. Me pregunto si tienen presente cierto rechazo a lo anterior, si quie-ren romper con algo.

Ian: No sabría entenderlo de otra forma, no me planteo lo que hago para mantener una lucha con los tradicionales fotógrafos. He aprendido mucho de la fotografía y la respeto muchísimo, pero llegué a un punto donde encontré mi propia forma de trabajar y donde me justificaba mejor.

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No podría hacerlo de otra manera, igual dentro de tres años todo cambia. Pero es algo que le ocurre a todos los artistas, imagino. Supongo que a ti con el lenguaje te sucederá algo parecido.

Anna: Yo creo que se trata de no tener las ideas muy claras al principio. Vas ha-ciendo y al hacer te vas dando cuenta de muchas cosas. Sinceramente yo no tengo muy claro lo que hago, me refiero a ese nivel de controlar hacia donde me dirijo.

Virginia: Es muy tricky (Del Inglés truco, trucado, idea errónea, falsedad) esa idea de que el artista joven rechaza lo que hay anterior, esa imagen de que lo mío tiene que ser nuevo y diferente. Igual A un artista joven le gustaría poder decir “lo que yo quiero es seguir la escuela de tal señor”, otra cosa es que no sea algo ha-bitual porque precisamente va contra la corriente. (A Ian) Aseguras que tu trabajo es como es sin más, pero del mismo modo tiene esa parte tricky y es que puede ser lo más fashion, que podría exponerse en una galería ahora mismo. Vivimos en el borde de la fotografía, es lo que más mola, es muy interesante y aunque es un terreno experimental, todos lo seguimos con muchas ganas. Desde fuera, encuentro el trabajo de Ian más inmediato y el de Anna más interior, más reflexivo. Anna, tus obras tardan mucho en realizarse, en formarse, se nota que te metes mucho en ellas, en tu propio interior, casi te imagino como un monje. Me llama la atención ese contraste En el trabajo de artistas tan jóvenes, porque si nos centramos en los métodos, el de Anna me lleva a la labor medieval del copista, en el de Ian al calle-jero de ahora. La difusión del artista y cómo se va situando, Depende de las modas, es decir, no es sólo el trabajo del artista sino cómo se está recibiendo.

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En definitiva, es muy difícil verlo de una manera limpia, desnuda, sin interferen-cias, porque al final los trabajos llegan por referencias directas. A ti Anna te conocí en Café Dossier, a ti Ian en algún otro lugar, pero sabéis que aunque sea de otra generación me interesa mucho el arte más joven. ¿Cómo vas llegando a eso? Pues en mi caso no llego por Facebook porque ni tengo, así que tengo que encontrar otras vías.

Virginia nos cuenta que su sobrina de 20 años ha decidido dejar Facebook, algo que nos parece tan anti que podría convertirse en moda.

Ian: Estoy intentando dejarlo.

Anna: Es cierto, lo leí en tu Facebook.

Virginia: Hasta yo creo que lo leí, lo contabas en una entrevista. Ves, ¡nos entera-mos todos!

Ian: Llega un punto en el que tenía la sensación de compartirlo todo, un artículo, una canción, cualquier cosa. Parecía una adicción, pasaba un montón de horas conectado y me tomé un mes para dejarlo.

Diego: Yo tengo un contador que dice el tiempo que pasas en redes sociales e intento no estar más de una hora.

Ian: Yo incluso tengo un programa que lo bloquea del ordenador. Es que Facebook sin darme cuenta me quitaba horas y me veía en el último momento terminando cosas para entregas. Basta, me he comprado una agenda de 2015 y voy a organizar-me.

Virginia: Guillém Bayo presentó en varias ferias y museos una pieza que era un contador. Y no es un contador de personas como podría pensarse, sino que cuenta el tiempo que pasa la persona mirando su pieza, algo así como un timer que se podría colocar al lado de otra pieza de otro artista para saber cuánto tiempo es mirada. Es interesante el tema del tiempo, su contabilización, el que dedicamos al arte contemporáneo, después de llevar un rato charlando sobre la inmediatez, la velocidad.

Anna: Hay toda una economía detrás de la atención que dedicamos a cada cosa, existe un poder que controla la intención para dictaminar a lo que elegimos prestar atención.

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Virginia: Todos esos estudios al final devienen en marketing. A qué prestas aten-ción y cómo hacer que prestes mayor atención, es un tema que le interesa mucho precisamente a las compañías que ordenan ese tipo de estudios. Es, a todas luces, un negocio intencionado.

Anna: Es complejo Ian, pero al mismo tiempo parece increíble que puedas contro-larlo.

Ian: Sí, me pasa con varias cosas y es que cuando tomo una decisión lo hago sin muchos problemas. Perdí la necesidad de compartir, pero bueno, imagino que todo en su justa medida está bien.

¿Pasas mucho tiempo en las redes sociales Anna?

Anna: Yo creo que no. A ver, me interesa seguir usándolas porque me sirven para informarme, son un buen canal de información y controlo las fuentes de las que bebo.

Yo uso mucho las redes sociales, lo reconozco. No sé cómo enterarme de muchas cosas si no fuese por las redes socia-les. Me sorprende cómo Virginia es capaz de estar actua-lizada sin tener un perfil en Facebook.

Virginia: Uso mucho internet. Miro artistas, galerías, exposiciones, pero sobre todo me informo porque estoy suscrita a muchos portales de información artística, blogs y webs, ya sabes.

Ian: Hablábamos de la inmediatez, de la sobreinformación y hay algunos sitios web que parecen una lista de artistas y exposiciones, pero sin llegar a profundizar.

Virginia: Algunas se me quedan frívolas, por supuesto. No leo la prensa en inter-net, sólo estoy suscrita a portales de información artística y no me viene mal esa forma de titulares para luego profundizar. Esto ha sustituido a cuando antes íbamos a las bibliotecas a leer revistas de arte. Yo sigo leyendo Artforum, Frieze y Art-news, sólo que ahora lo hago a través de internet.

Parece clara la importancia para el artista de tener su propio sitio web, un paso más en el proceso de profesio-nalización de la figura del artista. Ian, curiosamente, no tiene web.

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Ian: Tengo un colega que es diseñador y está trabajando en ella, pero ahora mismo está muy liado y se ha quedado en stand-by. Mientras utilizo el espacio que me proporciona la galería en su web.

Diego: ¿Creéis que es importante que el artista tenga su propia página web?

Virginia: Si la de la galería está bien estructurada y actualizada, yo creo que no. Otra cosa es la independencia; quizás algún día ya no estás con esa galería en cues-tión y existe un archivo asociado que no se puede perder. De todas maneras, poco importa. Cuando un artista es muy top y está representado por cinco o seis galerías, ocurre que las webs de ciertas galerías son incluso mejores que las del propio artis-ta y es algo que me parece fantástico porque libera al artista de tener que pensar en ese espacio.

Anna: Yo no recuerdo por qué la hice, la verdad. Seguramente como portfolio para mi, para tener una visión ordenada de mi trabajo. Podría tenerlo en PDF, pero reconozco que a mi también me gusta cuando busco información sobre un artista, encontrar la información. También es cómodo proporcionar la web a alguien que requiera información sobre tu trabajo.

Ian: A mi me parece necesario, por si alguien va a una exposición y quiere profun-dizar que pueda ir a tu web y encuentre todos los textos que hablan de tu trabajo allí recopilados.

¿Y cómo se hacía antes, cuando no había web?

Virginia: Había libros, fotocopias, información que se mandaba directamente desde las galerías y museos, etc…

Un proceso que imagino lento. Ahora es más rápido todo, y tengo la sensación que ya no se lee como antes.

Anna: Creo que sí que se lee, de manera distinta, per sí que se lee.

Virginia: Mi novio, que no tiene ni móvil, siempre dice que la gente ni lee ni escucha, y es alucinante, porque estamos hablando y no estamos escuchándonos. Vas a las galerías, a las inauguraciones, que es relacionarse, y lo hacemos de otra manera. Y claro, la forma de mirar también ha cambiado.

Ian: Es que hay tantas cosas por mirar. Ya apenas miro el Daily (Contemporary Art Daily), antes lo hacía más, pero ya no.

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Sólo me fijo a nivel formal en algunas cosas que veo y empiezo a profundizar. Lo noto como un problema, que apenas se profundiza realmente.

Virginia: Con respecto a la formalidad de la que hablas, hay algo que mi me interesa mucho y es la representación del trabajo de cada artista. Porque Ian, tu trabajo estamos de acuerdo de que es más inmediato, pero Anna en tu web hay más texto que imágenes, no es nada inmediato. El trabajo de las arquitecturas que estás desarrollando (Grans obres de l’arquitectura potencial) requiere estar leyendo, a la vez que necesitas imágenes, al mismo tiempo que suena una música, y no es fácil, no es un pase de modelos.

Me gusta mucho que los artistas jóvenes trabajen con un timing diferente al que normalmente te obligan a seguir. La difusión de tu obra Ian, tu obra en sí, posee unas características para exponerse muy diferentes a las de ella y me encantaría Anna que me contases algo más. Ian tiene galería y a ti Anna, no sé si se te ha acercado alguna galería.

Anna: No.

Virginia: ¿Ninguna galería se ha puesto en contacto contigo?. Pienso que puede ser por esa dificultad de la que hablamos, porque los galeristas están más por lo inmediato, por saber cómo se expone esto o lo otro para poder venderlo. Tu acceso al mercado es ese y no lo estás facilitando. ¡No te lo digo como reproche, al contra-rio, al contrario!

Anna: Es algo que he pensado. No actúo como actúo por unos motivos concretos, porque crea que lo mío no deba ser súper rápido, sino porque lo que me parece interesante se desarrolla de una cierta manera.

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Para mí es sugestivo plantearme el reto de que en el caso de estar con una gale-ría, cómo podría desarrollarse mi trabajo. Es un reto que suma dificultad añadida al proceso de trabajo que llevo y al que estoy acostumbrada porque es el que he seguido desde que empecé. Plantearme qué todo se puede sacar de una situación así, que siga teniendo interés para mí y que respete la coherencia con el proyecto del cual viene.

Ian: No forzar nada.

Anna: Sin forzar, pero sí pensarlo, claro.

Virginia: ¿Te planteas cómo se puede visualizar tu obra para un público que no sea mínimo? Abrir un poco las puertas. Últimamente me encuentro inmersa en una idea, una reflexión sobre el público, algo sobre lo que no he pensado demasiado nunca. He hecho exposiciones con artistas que me gustan y me interesan, o con conceptos teóricos que me atraen, y ahí entran artistas definidos o directamente los he elegido. Pero siempre he sentido que como espectadora me gustaría entrar en una galería o un museo y sentir que pueda gustarme, pero también entenderlo.

Ian: Yo no creo que la culpa sea del artista…No sé si quieres decir como que se requiere mucha explicación para entender la obra.

Virginia: Nada de culpa, culpa cero, no hablamos de eso. Me refiero a que si alguna vez pensáis en el público y de qué manera lo hacéis. Sé que siempre me he puesto en el lugar del público y quiero que disfrute, eso es lo primero. Pero me gustaría saber si el artista, cuando está trabajando feliz y a su bola, piensa a la vez cómo se expone, cómo se visualiza, cómo se entiende, si le interesa enseñar. Es un tema que quería sacar hoy aquí porque me interesa mucho y es que pienso que el artista no está pensando en el público cuando está en su estudio.

Anna: Creo que el artista es también público, o al menos es interesante que el artista sea público de otras cosas y mires críticamente la obra de los otros. Yo co-mencé a pensar en el público cuando estuve trabajando en la Fundación Tapies en la exposición final que tuvimos con Sala d’Art Jove y nos ofrecieron trabajar como vigilantes de sala mientras estuvo la exposición.

Virginia: ¿Siendo artistas vosotros participantes de la exposición?

Anna: Sí, lo cual para mi fue súper interesante, y además era un trabajo, nos paga-ban.

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Virginia: Como vigilantes de sala pagados, no como educador, que ahora está muy de moda eso de educador y a mi me parece que es un falso vigilante. Se supone que es para explicar, resolver dudas por si alguien le pregunta, pero al mismo tiem-po su cometido es vigilar.

Anna: En nuestro caso nos llamaban anfitriones.

Virginia: Te tentaron y es un cebo que aceptaste, es el morbo total, estoy aquí delante de mi obra…

Anna: Claro, y te la voy a contar.

Virginia: Me parece increíble. Es que me gusta como parte de una pieza, un enga-ño a la institución.

Anna: Sí. Había algo oscuro, claro. Pero nos pagaron, nos pagaron bien, a mi me fue muy bien y aprendí un montón.

Ian: Pinta muy interesante la experiencia.

Virginia: Cuéntanosla, por favor.

Anna: Os podéis imaginar. A la Fundación Tapies que está en la calle Aragón vie-nen sobre todo turistas, interesados en Tapies, no en artistas jóvenes.

Virginia: Además es un sitio de pago, muy específico, así que no entra cualquiera.

Anna: Bueno, un poco sí que entra cualquiera porque muchos son los que vienen a ver a Tapies porque lo dice la guía. Así que allí que vas a ver Tapies y te encuen-tras una muestra muy rara de artistas jóvenes que éramos los seleccionados en una convocatoria de arte joven, que realmente no le interesa a nadie de los que van a la Fundación, o a muy poca gente. Fue interesante hablar con ellos y ponerlos en contexto de todo; una exposición que no tiene sentido más allá de una muestra de seleccionados y bueno, yo soy una de los artistas que ha estado allí.

Ian: ¿Les explicabas que eras artista o actuabas de incógnito?

Anna: En general lo expliqué, aunque hubo algún día estuve un poco vaga y no lo hice. Cuando llevas un mes empiezas a pensar, hoy no tengo ganas de decirlo.

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Pero fue interesante y me di cuenta de que tenía la necesidad de que mis obras se pudiesen contar con menos palabras, porque justo el proyecto que expuse allí era una historia de un profesor que había ido a Bélgica y su relación con los alumnos, una historia muy larga. Pensé que sería interesante contar la obra con menos expli-cación y no perder complejidad, sintetizar. No sólo para contarla, sino para que la hoja de sala no tuviese que ser muy larga. Aprendí mucho, sí.

Virginia. Cuando lo contabas nadie sabía que eras tú la autora de una pieza.

Anna: No, lo decía, especialmente si veía que alguien estaba mirando la pieza y claro, ya me acercaba preguntando si la entendían. Otras veces me venían a pre-guntar; había de todo, gente a la que te acercabas y se iban corriendo o que bajaban no veían a Tapies y se marchaban.

Son muchos los artistas enfrascados en complejas investi-gaciones capaces de desarrollar piezas perfectamente ven-dibles al mismo tiempo que definen el difícil proceso que atraviesan.

Anna: Es un ejercicio complejo pero al mismo tiempo interesante. No es sintetizar para simplificar.

Ian: Para generar más preguntas.

Anna: Sí, incluso.

Virginia: Cuando haces tu trabajo, ¿piensas en sintetizar?

Anna: No sé en lo que pienso.

Virginia: Pues eso, no sé en qué pienso, ¿entonces por qué vas a reducir?

Anna: Pero sí cuando quiero contarlo, no al producirlo, pero sí encontrar un modo de contarlo.

Virginia: Ya veo, en una explicación verbal, hacerlo más corto.

Anna: Es muy difícil encontrar las palabras, aún más complejo que la propia pieza.

Ian: Coincido con Anna en que el artista es también público, entonces a la vez que estás haciendo lo estás criticando.

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Hay veces que he hecho algo y lo veo bajo mi criterio y me puede resultar muy facilón. Vas restando elementos hasta que llegas al momento que coincide con el instante en que surgió la idea. Con respecto al público, no pienso exactamente en el público hasta el momento de realizar la exposición, es decir, cómo disponer las obra en la sala.

Virginia: A la hora de colgar sí claro, quizás piensas en el público un poco. Piensas en la visualización.

Ian: Me acuerdo del público en el sentido del espacio, si cuando llegue la gente lo va a entender o no. En esa parte del proceso es imposible evitarlo, son los nervios, sabes que mucha gente va a ver eso. Pero no llegaría nunca a cambiarla pensan-do en el público, me estaría traicionando y no es mi culpa en cierto modo que el público no lo entienda. El problema es una falta de interés que tiene que ver con la educación pública.

Diego: Un amigo decía que no se puede decir que no entiendes el arte contemporá-neo y sí una mujer volando con ángeles detrás.

Ian: Es una cuestión de educación, todo el mundo entiende de dónde viene la Biblia y por qué alguien se arrodilla en una iglesia.

Virginia: No es cuestión de entender, es que está asimilado por machaque histórico generacional.

Ian: Pero noto que es más fácil atacar lo que no entiendes que tomarte cinco minu-tos, que no es mucho más, leer la hoja de sala o lo que sea del artista y al final se puede disfrutar tanto. Por qué tener que ir con esa actitud de darle la espalda de un modo tan fácil.

Jesús Regueira, que estaba en el restaurante, se despide de nosotros. Virginia le manda muchos recuerdos a Esther, su hermana.

Ian: Pues eso, que nunca cambiaría nada de mi trabajo pensando en que el público no lo va a entender.

Virginia: No pienso en que ningún artista pueda pensar en cambiar nada por el público.

Ian: Te diría que sí, por miedo a cierto rechazo, sobre todo en artistas jóvenes cuando empiezan que son más inseguros y es normal.

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Virginia: Me encanta cuando hablas como si fueses un artista veterano.

Ian: ¡Ah! Bueno, es que es cierto.

Virginia: ¡Estoy de broma!

Ian: Es más fácil presentar un paisaje, con todos mis respetos, que un monocromo negro.

Virginia: Pero tú nunca has pensado en hacer un paisaje, quiero decir, no es tu trabajo, sería llegar a un extremo.

Ian: Es sólo un ejemplo. Sí que podrían dar marcha atrás, decir, bueno igual me he pasado y no se va a entender y quiero que lo entiendan.

Mi experiencia personal me dice que hay cambios de última hora en ciertas obras, una mínimas modificaciones con el fin de encajar mejor en ciertas exposiciones.

Anna: ¿Cómo estás más seguro de este cambio? Yo estaría insegura siempre.

Virginia: Esa inseguridad se abre cuando expones y a lo mejor te puede interesar, como tú has podido ver en la Tapies, qué reacción es la del público con la pieza; te dará un feedback para meditar. Pero si tú mismo de autocensuras, desde luego estás entrecerrando esa puerta.

Quizás el miedo a no ser entendido es porque sentimos realmente que el arte no se entiende.

Virginia: Eso es cierto, si existe el miedo a no ser entendidos es porque realmente no se entiende el arte contemporáneo, situándonos en la realidad.

Por eso defiendo los esfuerzos pedagógicos que comenten las grandes instituciones. Es esa otra parte del museo, quizás menos conocida, pero de enorme valor general. Esas acti-vidades existen, pero resulta ser lugar de encuentro para algunos interesados que acaban por conocerse; es evidente, falta público, síntoma de desinterés.

Virginia: Me resulta triste, es casi una secta.

De hecho es sectario.

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Virginia: Es que con todo esto del público, siempre he pensado que he hecho las exposiciones cuando he podido y las que me ha gustado hacer, pensando que ojalá haya mucha gente que le gusten esos artistas y cómo he hecho para difundirlos. Cuando trabajo en instituciones, que lo hago a menudo, siempre se hace machaque en la didáctica y la educación y me parece genial. Para eso hay profesionales, para acercar Y evitar la dificultad de la exposición, y siento que mi trabajo es expli-cárselo a ellos para que ellos mismo lo allanen. Al mismo tiempo que me preo-cupa mucho el público, yo me veo totalmente ajena y no me veo explicando una exposición, porque a veces no tengo nada que decir, que es todo más sensorial que textual.

Soy defensora de lo que siento que me gusta, pero no de una teoría impuesta, prefiero dejarme llevar. A veces me han echado en cara, gente de didáctica, que les ayudo poco, pero sinceramente no sé qué hacer más, quizás es mejor que hablen directamente con los artistas.

Ian: Ellos son público y es bueno preguntar.

Virginia: Pero al público no se le puede preguntar.

Ian: Me refiero al educador que te exige a ti, que se enfrente al público.

Virginia: Entiendo que el educador exige saber y ha de saber para luego transmitir. Es que es una cadena, y cuanta más cadena es peor.

Ian: Hay mucho sistema ahora, justificarlo todo.

Virginia: Sistemas que al final confunden la educación y la pedagogía con el marketing. La palabra público ahora, y hablamos de la inmediatez, se refiere a… ¿cómo has dicho antes?

Anna: Economía de la atención.

Virginia: El público es economía de la atención, el publico acaba siendo sólo cifra. La noticia de post-Navidad, es que todos los museos han aumentado sus visitantes menos el Reina Sofía que ha bajado. Noticia hiriente, como diciendo; ahí, toda la mierda para el arte contemporáneo. Es un reto impuesto, el público-visitante-con-sumidor, como la pieza de Guillén Bayo, cuánto tiempo está un espectador delante de una obra de arte, y si está mucho es guay y si no, ha fracasado.

Hace poco escuché a Juan Luis Arsuaga con muy buena intención con respecto a

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aquello de la Marca España, entendida como lo peor, como si por ser español es ya una puta mierda en cualquier caso. Era un debate donde participaba Arsuaga, que es un señor muy inteligente, y decía que no entiende como Madrid no explota su Marca a través del Guernica, siendo bastante crítico con el ayuntamiento. Y es cierto, debería ser emblema, después del Prado el Guernica debería ser Marca y explotarlo como tal.

Diego: Mejor el Guernica que lo que querían hacer en Sevilla, algo así como un logo a lo Nueva York pero con una flamenca.

La flamenca que está en todos sitios, ya me la se. Since-ramente como andaluz, los estereotipos ni me gustan ni me molestan especialmente.

Ian: Tienen icono en el WhatsApp tío, eso es global.

Nos reímos. Después de más de una hora y media la situación es cómplice. Está siendo una noche especial.

Virginia: Estos días ha salido la película de la vida de Hawking, “La teoría del todo” y me he quedado impactada. Como sabéis tiene ELA y está conectado a un ordenador que entiende los movimientos del único músculo que mantiene con mo-vilidad que se encuentra en la cara. Bueno, pues Stephen Hawking que vive gracias a los avances de la ciencia, mantiene la primera voz informática que tuvo, una voz totalmente vintage a la que él le tiene mucho cariño. Una voz robótica y fíjate si la podría haber cambiado veces.

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Anna: Es verdad, lo he visto en varias entrevistas y es muy interesante.

Stephen Hawking es un personaje tremendo. Ha revolucionado el conocimiento humano a través de sus teorías sobre el origen del universo. Para entrevistarlo hace falta man-darle el cuestionario muchos meses antes de recibir res-puesta. Él contesta, a su ritmo, pero sin cesar, como su visionario pensamiento.

Virginia: Me fascinó la historia de aquella voz, la primera que le pusieron.

Ian: Una voz de camionero cibernético.

Estamos satisfechos con la cena. La mesa se llena de un surtido de postres de una pinta deliciosa. Reflexiono por qué hay dos grandes museos en la ciudad y no sólo uno, no encuentro mucha diferencia entre un Velázquez y un Gris.

Virginia: Pues ante lo macro, casi prefiero lo micro. Prefiero visitar veinte lugares pequeños que algo enorme.

Es difícil definir la institución, su labor se acerca al acaparamiento de un todo. Colección, exhibición y difu-sión. Pienso que el gran reto para el museo es educar.

Ian: Estoy convencido de que si el arte en España no ha llegado a lo más es por…

Virginia: A lo más no, al mínimo internacional…

Ian: Eso, ¡quería decir a algo más! El problema está en la base. En casa no tengo tele y cuando voy a casa de mis padres suelo ver las noticias. El otro día puse el canal 24 horas de Televisión Española y la forma que tenía la televisión pública en su sección cultural, que dura treinta segundos, de explicar las exposiciones de 2015 del Prado, Reina, etcétera, era representar un campo de fútbol y en cada jugador situar a Picasso que jugará de delantero, Velázquez que hará de defensa, algo así como el once ideal de 2015. Me dieron ganas de darle un zapatazo a la tele.

Virginia: Lo vi, y a mí ni me sorprendió tanto.

Ian: No es nada en contra del fútbol, pero no hay la educación suficiente y hay que recurrir a la alineación de fútbol para explicar, para que la gente preste atención.

Virginia: Me parece aberrante y súper cateto.

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Ese es el nivel en el que estamos. Sólo entendemos un campo verde. Terrible. Hay algo que me interesa y creo que Vir-ginia puede sacarme de dudas. Le pregunto si ella cree que hay hueco para artistas muy jóvenes dentro de las grandes instituciones y si cree que es realmente necesario.

Virginia: Antes hablabas del mega museo y yo hablaba del micro. Pero soy defen-sora de situar ciertas cosas en los espacios con una cuota mayor de visitantes, aun-que me espante la palabra cuota. En el Reina, durante algunos años, funcionó una cosa maravillosa que se llamaba Espacio 1 que estaba destinado a artistas jóvenes que requerían su espacio. O en el MUSAC con el Laboratorio 987 donde había un proyecto curatorial muy estudiado de Tania Pardo.

Soy muy defensora de que museos con gran capacidad como el Reina o el MA-CBA tenga un espacio, que puede ser uno o dos o tres, o no ser espacio, da igual, pero algo dedicado; a mí me encantaría la idea de ver el Guernica y al mismo tiempo un artista joven con discursos nuevos. Es algo que estamos reivindican-do artistas, comisarios, críticos, galeristas y público. Espacio 1 era eso; funcionó muy bien, además con catálogo anual, con un comisario que planteaba y le daba coherencia a la programación. Todo esto cayó y lo hizo con la entrada de Mano-lo Borja, él le puso de nombre “Fisuras” y para ser más guay plantearon que se podían ocupar esquinas, recovecos o cualquier rincón del museo y ahí fue cuando se perdió todo. He estado en inauguraciones dentro del programa Fisuras y no ha bajado nadie del museo a la exposición, encontrándose el artista solo. Y ahora ya ni existe, qué penoso.

No me importa decir nombres, pero creo que Rafa Doctor, lo hizo genial cuando estuvo, lo hizo fantástico y hubo una continuación en una persona que era Amelie Aranguren, que era empleada del museo y ni siquiera figuraba como comisaria. Ya no hay nadie al cargo, y me voy a callar ya porque sé muchas cosas, sé cómo han llegado algunos artistas a exponer allí y asusta. Joder, que entrar en el Reina es muy gordo, es una responsabilidad para el artista que le cae el peso de la exposi-ción y del que le abre la puerta para que esa exposición ocurra. Se ha dado un paso atrás, con lo difícil que es avanzar en este país.

Diego: Que pena. Cuando veo las exposiciones programadas en el PS1 es que pien-so, aquello sí que mola, dan buenas oportunidades a los jóvenes

Virginia: Es lo mismo. Cuando el MoMA compró, porque lo compró, el PS1, rá-pidamente dejó de ser aquel sitio innovador. Imaginad que Doméstico, que igual ni lo conocisteis, lo compra una institución, pues hubiese dejado de tener ese carácter independiente.

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Me quedo con esta idea: Con lo difícil que es progresar en este país, lo fácil que resulta dar pasos atrás.

Virginia: Entrar en el Reina es darle esa proyección internacional a un artista que algunas veces es necesaria.

Ian: Núria Güell acaba de entrar ahora, ¿no? Está incluida en la exposición “Un saber realmente útil”.

Y vosotros como artistas muy jóvenes, ¿cómo os sentís ante el trato de la institución?

Ian: Desde donde yo estoy, desde Palma, noto que falta gente que sepa realmente lo que hace y que tenga una capacidad real para ocupar el cargo, porque ves una falta de criterio total, no saber poner los puntos sobre las íes y ser conscientes de que están gastando dinero público. No puede ser que las cosas funcionen porque tal o cual son amigos. Eso en cierto modo es corrupción.

Virginia: Pues imagina si te molesta a ti, lo que puedo pensar cuando reconozco que el papel que se está suplantando es el del comisario con criterio y no con inte-rés personal o comercial, con un visión estética y artística. Me frustra muchísimo que en el Reina no haya ningún equipo comisarial.

Anna: Yo no lo llamaría abandono. Es cierto que hay cierta lejanía entre el MAC-BA y la gente más joven, pero también hay conexiones. Cuando se realizó la expo-sición de Rita McBride en el MACBA se encargaron una serie de piezas a artistas barceloneses que se incluían en el programa, aunque no conozco las condiciones para saber cómo fue. Ahora, muchos proyectos la Sala d’Art Jove en esta última edición, han trabajado con otras asociaciones y ya no se han presentado en espacio propio o en la Tapies como en mi año, sino que han ocupado nuevos espacios como el Auditorio del MACBA o la Biblioteca de la Miró.

El equipo curatorial que decide todo esto son una selección de personas del ámbito de tutorías de la propia convocatoria de la Sala d’Art Jove, que son gente también joven, que deciden que relaciones pueden tener los seleccionados con ciertas ins-tituciones, encontrar las concordancias. Creo que esto es genial, realmente bueno, pero como respuesta a que seguramente no hay lo otro, un espacio parecido al que hubo en el Reina como decías.

Intuyo que el paradigma en Cataluña es ciertamente dife-rente en comparación con lo que puede ocurrir. Quizás una implicación mayor.

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Anna: No lo sé, tampoco lo puedo comparar con otros contextos. Además como el contexto es pequeño, quizás sea por eso, pero también en Mallorca es pequeño.

Ian: Pero intenso.

Cafés (descafeinados) para Virginia y para mi. Té verde para Ian.

Virginia: Barcelona es muy activa, y están saliendo muchas cosas quizás más independientes que oficiales. Y también hay cosas muy guays como el premio Miquel Casablancas en el Sant Andreu.

Ian: En el Sant Andreu hacen un trabajazo…

Virginia: Quizás no lo recordéis, pero hace unos años La Caixa tenía un espacio en Moncada del que salieron artistazos. Adjudicaban proyectos a comisarios jóvenes para que se preocupasen por saber lo que se movía, y si hubiese sido ahora podríaIs haber estado vosotros.

Ian: Es que es como tiene que ser. Un comisario tiene que estar ahí, no puede ser otra persona.

Virginia: Tiene que haber. Ahora se revisa a Patricia Gadea; yo empecé en esos años y había dos o tres cosas al año en Madrid que eran muy importantes, subven-cionadas con dinero público, para el arte joven, y allí iban los galeristas a fichar, directamente. Eso es algo que se ha perdido. Por ejemplo, en Colombia hay todavía salones de arte regionales, y aunque parezca una gilipollez, tiene su validez. El arte colombiano está ahí, sólo por detrás del brasileño y el mejicano.

Ian: Latinamerica está a saco.

Diego: Ahí está Óscar Murillo…

Virginia: Sí, ese ha vuelto a su salón regional…

Ian: Es un ejemplo de la saturación de un artista hasta que lo mates. Es un asesi-nato tío. Este chaval ha estado hace un año exponiendo simultáneamente en las galerías mas heavys.

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Diego: Ahora está en el MoMA…

Ian: ¿En el MoMA?

Diego: En una exposición sobre nueva pintura. Aquello del “Zombie Formalism”

Ese es el nivel del MoMA. Es obvio el respeto que infunda, quizás por aquello de ser el centro de arte contemporáneo más importante de la más tremendas de las ciudades. Un repaso a su programación de exposiciones da mucho que de-sear. Es evidente a estas alturas, como bien apunta Diego, los fines comerciales de ese tipo de exposiciones.

Ian: Totalmente, sobre todo en las grandes instituciones. Cuando estuve en Nueva York estuve en el PS1 viendo una exposición de artistas de los ochenta y al poco tiempo ves cómo van subiendo en la Rank. A lo Óscar Murillo, vaya, es lo que hablábamos de la sobreexplotación y la sobreexposición.

Virginia: Es más sobreexplotación que sobreexposición con la connivencia del artista, que es joven y torpe. Me parece que en Óscar Murillo han buscado un Sch-nabel II y es otro error como Schnabel.

Ian: Me lo crucé en la entrada de una exposición, con su modelo al lado.

Diego habla del crítico de arte del New York Times Peter Schjeldahl, que no ha dejado títere con cabeza después de las últimas exposiciones de Jeff Koons y la que comento del MoMa en la Gran Manzana.

Diego: En España no hay ese tipo de crítica.

Tampoco creo que haya los espacios adecuados para ello.

Ian: ¿Sabes que pasa? Que somos tan pocos que una mala crítica te puede afectar. Yo eso lo he visto en Palma.

Virginia: Esto es un sistema muy endogámico.

La crítica es algo que me toca muy de cerca. No es tan fá-cil hacer una mala crítica en este país, no se tiene tanta libertad de opinión como se podría pensar.

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Quizás sí puedo ser crítico cuando entiendo que una expo-sición muy bien financiada no alcanza un nivel correspon-diente a los medios con los que se ha realizado.

Virginia: Te voy a criticar yo a ti. Hablabas antes sobre el artista muy joven, la exposición, que podía ser una metedura de pata porque ha sido inmaduro, su inten-ción de triunfar joven. Claro, es la pescadilla que se muerde la cola. Tengo muchos colegas críticos que se encuentran en esa zona de confort de no desear que leS den una exposición que no les gusta porque no quieren escribir mal sobre ella, porque lo que leS apetece es hacer crítica de lo que le gusta.

Un comisario sí se puede permitir hacer la exposición que sí le gusta o le apetezca, porque desde luego yo no hago nada que no me guste por encargo, pero quizás el crítico sí debería criticar. Y entiendo que a nadie le acaba de gustar el criticar, pero es así. Encima cuando entran, pongamos el ejemplo de Fernando Castro, lo critica-mos porque es muy cruel, decimos que ha machacado al artista, nos preguntamos dónde irá ahora el pobrecillo tras la mala crítica…

Anna: Pero hay maneras y maneras de criticar. Debe haber un respeto y una empa-tía.

Virginia: Si no te gusta, no tiene por qué haber empatía.

Anna: Pero al hecho de que es una persona como otra cualquier, no estás hablando de un objeto.

Ian: El crítico no es humano… (risas)

Virginia: Pero se supone que está hablando de la obra, no de la persona. El crítico hace críticas de sus colegas, de sus amigos artistas.

Ian: En Mallorca también pasa y es lo más natural. Cuando vas a otros lugares también te dicen que pasa. Sucede con los comisarios o los pesudocomisarios que se otorgan el título a sí mismos y lo único que hacen es dar una imagen de ser un aprovechado, un selecciona-obras que ponen un título barato a una exposición y ya eso es comisariar. En Mallorca hay mucho de eso.

Y en Madrid…

Ian: Bueno, seguramente. Hablo de Mallorca porque lo conozco muy bien. Mi hermano es comisario y lo he vivido mucho. El problema, pues el de siempre, la ignorancia del público que aplaude cualquier cosa.

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Virginia: Es muy triste porque en definitiva es un mundo muy pequeño donde todos nos conocemos y al final todos sabemos las relaciones que se crean, el crítico que saca a su amigo, al que nunca va a criticar, aquel comisario que expone a éste porque se llevan muy bien. Y por no hablar de otro campo, que sólo quiero men-cionar, que es el crítico-comisario, un papel dual que me parece peligroso porque si el comisario puede trascender, quizás el crítico pueda en mayor medida, por su repercusión en los medios. Veo algo oscuro en esa figura, que es llamada por la institución a sabiendas que por ello va a tener espacio en los medios, es decir se llama a esa persona que es crítico y comisario para comisariar porque saben que así se aseguran una crítica.

Ian: Habría que preguntarse qué es un crítico ahora. Puede ser un ensayista, una persona que profundiza sobre el trabajo de un artista.

Anna: Claro, puede hacerte llegar a otras cosas. Yo escribo para A-Desk y me encanta porque elijo sobre quién escribir y de hecho siempre escojo a artistas que no conozco. Escribo para otra revista, Encuentros y ellos sí me dicen sobre lo que tengo que escribir y no hay nada que odie más que me toque hacerlo sobre una expo en la que hay gente que conozco.

Y por eso digo que Barcelona empieza a ser pequeño porque hace meses que tengo menos ganas de escribir, porque me pregunto sobre qué voy a escribir, si quizás sea mejor quedar en un bar y hablarlo.

Me encanta la figura de crítico de arte desconocido o anóni-mo, alejado de la farándula. Soy muy celoso de la libertad que me da mi situación, aunque reconozco que normalmente no elijo las exposiciones sobre las que escribo e intento ser sutil cuando una exposición no me acaba de convencer.

Ian: Tampoco hay que tener miedo a exponer lo que piensa.

Virginia: Es como dice Anna, una cuestión de tacto.

Hace poco tiempo, tuve que escribir un texto sobre una exposición que no me gustó especialmente. Releyéndolo me di cuenta que mi intención estaba reflejada, y que si el artista había leído el texto, se daba por enterado de cual era mi opinión sobre su exposición; era pretensiosa.

Virginia: Bueno, pero si lo dices de una manera elegante me parece suficiente. No es necesario decir es mejor que este tipo no exponga más en su vida y ese tipo de cosas. Hay muchos modos de decir las cosas.

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Anna: Por lo que he escrito hasta ahora, con lo que más he disfrutado escribiendo es sobre cosas que no me gustan especialmente porque me han hecho profundizar en cosas que me han interesado enormemente.

Virginia: Como te ocurría en la facultad. De lo que no te va, se aprende.

Anna: De preguntarte por qué algo no te ha gustado. Porque si algo no te ha gusta-do no quiere decir que está mal, sino que también habla de ti y de lo que te gusta.

Virginia: Claro, la zona de confort es la de escribir sólo de las cosas que te molan, de los artistas conocidos por el crítico.

Disfruto mucho escribiendo sobre exposiciones de aristas difíciles por una simple cuestión, me enfrentan a mis li-mitaciones.

Anna: Yo lo veo casi como una obra artística el hacer crítica porque puedes formar un pensamiento, puedes huir de la crítica formal y permitirte algo más ensayístico. Ves, aquí sí que pienso más en el público.

Virginia: Cuando escribes te diriges mucho más a tus lectores, piensas en ellos. A lo mejor es una burrada, pero escribir es algo menos que hacer una exposición. No en literatura, pero comentar, criticar o hablar de una exposición es un análisis, pero creo que es otra cosa que no es creación.

Anna: Depende de lo que te permitas.

Virginia: Sergio Rubira es muy creativo en sus textos, lo sabemos todos, y escribe casi cuentos. Es una forma de afrontar la crítica, no sé si evasiva o creativa, es distinta desde luego. Todo es tan amplio como la creación, pero sigo pensando que es otra cosa.

Estamos en la sobremesa. La cena ha sido generosa y nos sentimos relajados. Antes de despedirnos, lanzo una idea a la mesa, sobre todo a Virginia por su experiencia. ¿Son estos artistas, los más jóvenes, diferentes a los que fue-ron jóvenes en su momento?

Virginia: Te voy a contestar de un modo genérico; Continuidad-Ruptura la hay todo el tiempo. Hay líneas que pueden triunfar más o menos en determinados momentos, pero al final siguen coexistiendo la pintura, la escultura, la fotografía, la instalación.

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Desde hace años los artistas pueden elegir los medios y la técnica que vean oportu-nas. ¿Qué podemos decir de ti Ian, que eres fotógrafo? O de ti Anna, ¿qué decimos que eres? Los soportes se diluyen, pero esto no es de ahora, hace años que comen-zó. Que un pintor ponga un vídeo en una exposición como una obra más ya no nos sorprende, los campos se diluyen como en la música o la literatura. Por supuesto existen las revoluciones, yo viví los ochenta y recuerdo el cambio que supuso el punk…¡es que yo tenía un grupo, tío! Todos estábamos en la música y nos dejo marcados, sin embargo en arte no tengo esas marcas.

Ian: Cada uno tiene sus ideas y las va desarrollando de un modo individual. Luego nos sentamos, las comentamos y vemos injerencias. Es lo que dices Virginia, en los ochenta pasaba, en los noventa o en los setenta…Bueno, en todas las épocas pasan cosas.

Virginia: Sobre todo hay una cosa que se llama perspectiva y hace falta perspec-tiva histórica. Para mí, un momento clave en el arte es cuando apareció el Dadá, pero también el cubismo, y se sabe con la perspectiva del paso del tiempo; imagina un chaval joven que está haciendo cosas a su bola lo que podrá pensar. Será cuando tenga setenta u ochenta años cuando echando la vista atrás diga pues hice o perte-necí a aquel movimiento o el otro.

Anna: Sólo lo sabremos cuando muramos.

Virginia: Y lo dirán tus nietos, mi abuela fue una artista fabulosa.

Con motivo de la Bienal de Venecia de 2013, la Fundación Prada reeditó la mítica exposición When attitude beco-mes form ideada originalmente por Harald Szeemann para la Kunsthalle de Berna. Cuando fui a visitarla me sorprendió sobremanera la cantidad de archivo fotográfico y escrito que había de la exposición, me dio la sensación que los participantes de aquella muestra eran conscientes de que estaban cambiando muchas cosas en el arte.

Virginia: Szeemann es el padre del comisariado contemporáneo, aunque empiece a romperse su estela, yo lo tengo mitificado. Todo ese archivo y esas comunica-ciones que hoy son por ordenador no siempre han sido así. Hay un artista esencial para mí que es James Lee Byars, más allá de su obra escultórica, sus documentos, escritos y sus cartas son de un tremendo valor artístico. Ahora se almacena todo en la nube…

Diego: Imaginaté On Kawara enviando emails….

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Ian: Yo quiero ir a ver la exposición que le van a hacer a On Kawara en Nueva York, me encantaría.

Virginia: Lo que no sé es cómo harán para hacer un exposición masiva de On Kawara. A muchos artistas les vienen fatal las antológicas. Lo que sí es bonito es saber mirar la Historia del Arte, ver las cosas que ha habido atrás. Habéis habla-do de vuestros estudios y yo hice Historia del Arte donde excepto un señor que se llamaba Ángel González que murió el otro día y que recomiendo que leáis sus escritos porque era un iluminado, lo demás era todo muy rancio. Era un poco decepcionante.

Casi dos horas y media después de sentarnos a la mesa la conversación nos deja buen sabor de boca. Anna, tenía ra-zón, la comida siempre ayuda. Diego, lanza el último ór-dago, quiere saber sobre visiones, escuchas y lecturas de nuestros invitados.

Ian: Me interesan mucho On Kawara al que hemos mencionado, Paul McCarthy, Bas Jan Ader o Erwin Wurm, son artistas que me molan bastante. No solo por su obra si no por la actitud que tienen.

Virginia: No me mires Anna…

Anna: Te estaba pasando la pelota…Bueno, hay un poeta de Vic que se llama Victor Sunyol que es muy importante para mi.

Virginia: ¿Está vivo este señor?

Anna: Sí.

Virginia: ¿Qué edad tiene?

Anna: Pues no sé, es que tiene una apariencia engañosa y no le puedes poner edad. Yo creo que es bastante mayor, pero sigue trabajando. Es profesor de catalán y es muy activo. Este 2014 ha llegado a su cumbre y ha editado como cuatro libros. Escribe muy bien en verso y prosa, siempre con un reflexión sobre el lenguaje. También está Job Ramos, un artista catalán que me gusta mucho, Daniel Moreno que para mi es muy importante. No sé, creo que mis referentes son personas con las que necesito estar en contacto, no tanto por lo que hacen, sino por las ideas que podamos compartir. Y luego, no sé, mi abuela.

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Virginia: Yo que soy un poco antimitos…Hablábamos de Szeemann y para mi tra-bajo marcó un antes y un después, y aunque esté un poco obsoleto, es un personaje que abrió una brecha en el comisariado que ha durado muchos años. Hace años que me interesa mucho un artista, de hecho hace poco Javier Hontoria publicó una crí-tica sobre una exposición suya en Holanda que es el argelino-parisino Kader Attia que habla de la reparación, un concepto muy interesante, aplicable para lo bueno y lo malo a muchísimas cosas. Hoy nada se repara, todo se tira y sustituye (por otra nueva), … reparar es a su vez ocultar, bueno es un concepto que me tiene obsesio-nada y Kader Attia habla de ello de una forma muy interesante.

Luego hay mil artistas de diversas disciplinas que son fascinantes, voy a destacar a un artista con el que he tenido la suerte de trabajar y me encanta su trabajo que es Mark Dion que se basa en la realidad y falsedad de la arqueología a través de la acumulación y los objetos apilados. Me interesa la fundación de los primeros mu-seos como lugar de acumulación de objetos a menudo hilarantes, como colección de muchas cosas, por eso destacaría el Museo en Londres de la colección de Sir John Soane, uno de los primeros coleccionistas y al que no le importaba si lo que acumulaba eran cuadros, restos romanos o lo que fuese. La casa es una masa de obsesiones, me gusta reflexionar sobre cómo aparece esa obsesión por la pertenen-cia de cosas.

Le recomiendo “El amante y el volcán”, la magnifica novela de Susan Sontag.

Virginia: Mark Dion tiene muy claro lo que le gusta y le interesa y ahora tiene la suerte de que le invitan a museos para reordenar y revisar la colección y el resulta-do es apasionante.

Hemos sobrepasado la medianoche. La sensación es de apren-dizaje, de conexión. Estoy realmente contento con la con-versación, con las personas con las que comparto mesa. Hablamos de música, de su importancia. Virginia reconoce que quizás ha escuchada tanta que de repente desapareció y ahora apenas escucha canciones. Anna prefiere la instru-mental, algo más tranquila al contrario que Ian que pre-fiere el rock, el hard, también el punk, aunque reconozca que tiene sus momentos. Anna destaca Mogwai y no puedo estar más de acuerdo, su último disco llamado Rave Tapes es magistral, y lo digo yo, un melómano que no escucha demasiada música.

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Nos vamos, pero como reflexión final Diego plantea una vi-sión de futuro. Son chicos jóvenes pero conscientes de la dificultad de vivir del arte, es algo que les preocupa.

Ian: Los tres últimos años trabajé de fotógrafo en un hotel en Magaluf. El horario era bueno y no pagaban mal, así que no me he visto en la situación de estar tan me-tido como para no tener tiempo para mis cosas. Ahora pues voy tirando de ahorros, alguna venta espontánea, trabajillos de foto o de mis padres que me ayudan mucho.

Virginia: ¿Tienes otro curro, Anna?

Anna: No, hace dos años que vengo escribiendo crítica y mi sueldo hasta ahora es de unos 100 euros al mes de dos artículos. Con eso no se podría vivir y tengo mucha suerte de tener unos padres que me apoyan. Este verano recibí un premio que supuso una ayuda y hasta el momento estoy bien, cruzo los dedos para que continúe así.

Hasta el momento el dinero que he recibido proviene de actividades que me inte-resan, por ejemplo en verano trabajo como profesora en una escuela de arte con niños. Allí me lo paso genial y si pudiese estaría trabajando allí todo el año porque es súper estimulante. Pero tampoco veo mal, que si llegado el momento es necesa-rio, tener un trabajo ajeno al arte que te permita sobrevivir y depender menos de tu producción, a la vez que te permita libertad de producción. Aunque, claro, vivir de lo que te gusta sería idóneo, ¡dónde hay que firmar!

Ian: Si hubiese un cambio en las prácticas sobre la exposición de la obra de artistas ya sería un paso. Unos honorarios mínimos por cada colectiva, o por ceder una obra; parece que te están haciendo un favor por exponer y el favor debería ser mutuo.

Virginia: Los artistas son los que tienen que establecer esos temas.

Ian: Sin duda.

Virginia: Os ven jóvenes e inexpertos y no, hay que reivindicarse; por una obra tanto, por una expo tanto otro. Hay que pedir, se debe pedir. Es cierto que este es un país donde da mucha vergüenza hablar de dinero y hay que tirar de colegas para llegar a conclusiones y posiciones comunes. Sinceramente, he perdido la vergüen-za católica de hablar de dinero, y ya me pueden llamar pesetera que me da igual. Y ahora, porque las cosas están tan mal, todavía más, porque se juega con el que si tú no aceptas, llegará otro que lo haga gratis. Pues no.

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Ian: Hay que hacer bola e ir todos en la misma dirección. Además hay mucha gente, en las instituciones, que se lo toma como un ataque.

Virginia: Y tanto como un ataque, ¡cómo te atreves a hablar de dinero!

Ian: La empresa montadora de la exposición es la primera que esta presentando facturas y el artista tiene que salir de donde esté a solucionar problemas, trabajando sin seguros y todo un trabajo a ver quién lo paga.

Ian vive en Palma de Mallorca, Anna en Barcelona y están en Madrid para esta cena, pagándose sus billetes de ida y vuelta, buscando un alojamiento para pasar estos días. Agradecerlo es poco.

Anna: Es amistad.

Ian: Queremos apoyar el proyecto, que tiene un carácter totalmente altruista.

Virginia: Cierto, esto no es la institución, esto es diferente, pero me da rabia no poder decir claramente en mi trabajo, lo que le pertenece al artista es esto, esto y aquello.

Anna: En otros contextos es muy diferente, en el diseño por ejemplo.

Ian: Incluso en el diseño hay mucha precariedad porque cualquiera hace una cho-rrada con photoshop y la cuela . Y en la fotografía igual.

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Acabamos, Diego que estudió diseño gráfico acaba por reírse de la precaria situación a la que hacía mención Ian.

Como viene siendo costumbre, cada uno de ellos nos deja una intervención en uno de los manteles de papel de Lave-rónica. La colección va creciendo. Son las 00.30.

A la pregunta que Sema, Iñaki y Sonia dejaron en la ante-rior cena, “¿Sólo o acompañado?”, Virginia prefiere acom-pañados, para Ian depende del día y Anna se distingue y elige juntos.

Se lanza una pregunta: “¿Qué nunca más?”

De repente soy optimista. Virginia transmite alegría, po-sitivismo en cada palabra, en cada gesto. Con Ian y Anna uno reconoce la capacidad, la fuerza y la humildad de una generación preparada y responsable.

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