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Un muchacho del siglo veinte se convierte en sus sueños nocturnos enColmillo Largo, un homínido del Pleistoceno, que vive en una sociedaddesgarradaporferocesconflictosdeconvivenciaentreunaspoblacionesquehan alcanzado distintos estadios de evolución. En sus horas de vigilia, elmuchachoponeenordenlosterriblesepisodiosdesuvidaprimitivaparadaruna coherencia «cronológica» a sus experiencias. Escrita en 1907, JackLondonnosofrecesuvisiónsobrelaevoluciónhumanadeunmodoquenotiene antecedentes en la literatura fantástica. Todo ello mediante lasexperienciasoníricasdelprotagonistaaya travésde suálter ego,un jovenhomínido que entra en contacto con una sociedad mucho más avanzada ybrutal.

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JackLondon

AntesdeAdán

ePubr1.0Titivillus14.03.2019

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Títulooriginal:BeforeAdamJackLondon,1907Traducción:FernandoValeraGilEditordigital:TitivillusePubbaser2.0

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Mivida

NacíenSanFranciscodeCalifornia,en1876.Amisquinceañosyamesentíatanhombrecomoelquemásylospocoscentavosquellegabanamismanosnomelosgastabaenbombonesniengolosinas,quemeempalagaban,sino en cerveza, cuyo sabor amargo me parecía muy adecuado para unhombretanplenocomoyoestabaconvencidodeser.

Actualmente,cuandoyafrisoenlatreintena,daríacualquiercosacontaldegozaruna infanciaqueamínome fuedada.Esto es tan ciertoquevoyperdiendomiseriedadymeestoyhaciendocadavezmenosformal.¡Asícreorecuperarlaniñezperdida!

Mis recuerdos más antiguos son de responsabilidades y deberes. Meparecequenadiemeenseñóaleeryescribir.Quizálohayaolvidado,porquelociertoesqueamiscincoañosyasabíaambascosas.Encambio,recuerdohaber asistido enAlameda ami primera escuela, antes demarchar conmisparientesaunrancho,dondetuvequetrabajardefirmedesdelosochoaños.

Misegundaescuela,enSanMateo,dondequiseaprenderalgomás,eraunguirigay. Solíamos sentarnos los alumnos de cada clase en nuestro bancocorrespondiente, pero la mayor parte de los días no llegábamos a hacerlosiquiera, porque el maestro venía borracho como una cuba. Entonces, loschicosmayores lezurraban.Peroelmaestro,asuvez, laemprendíaconlospequeños. Así terminaba la clase, sin haber comenzado siquiera. Puedeimaginarsecuántodebí aprenderenunaescuela semejante.Todos losmíos,mis familiares lo mismo que mis amigos, carecían en absoluto de ideas,gustos y refinamientos literarios. Tan sólo mi abuelo había llegado a serescribiente,yaquenoescritor.Eragalésyensusmontañas le llamaban«elpadreJuan»,debidoasuinterésysuánimoendaraconocerlosevangelios.

La ignorancia de mis allegados era tanta, que ya desde muy niño meimpresionaba. Yo había leído con apasionamiento los Cuentos de laAlhambra,deWashingtonIrving;entoncesdebíatenerunosnueveañosymeextrañaba que los rancheros ignorasen en absoluto la existencia de aquellaobra.Porúltimo,lleguéalaconclusióndequelaignoranciaeraalgopropio

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de la vida rural; algo me insinuaba que no debía ser tan espesa en lasciudades.

En cierta ocasión vino a nuestro rancho un hombre de la ciudad. Suszapatoseranelegantesyvestíaconrefinamiento.Yoestabaentusiasmadoalpensar que llegaba el momento en que podría cambiar impresiones conalguien un poco cultivado. Con los ladrillos de una chimenea derruida,mehabía hecho una pequeñaAlhambra privada, con sus torres, sus patios, susmiradores y demás detalles. Al menos, no había olvidado colocar letrerosescritosconyesoqueindicabansuexistenciaysuemplazamiento.Toméamihombrey le condujeallí,paraasaltarle apreguntas sobre laAlhambra real.Pero entonces me convencí de que el ciudadano, a fin de cuentas, era tanignorantecomolosrancheros,misconocidos.

TuvequeconsolarmepensandoqueenelMundonohabíamásquedospersonasquesupieranunpocodóndelesapretabaelzapato:yestaspersonaséramosWashingtonIrvingyyo…

Mibibliotecasecompletabaconciertasnovelasdepocaimportancia,queyopedíaprestadas,einterminablesfolletinessentimentales,queencantabanalosbracerosconsusnarracionessobrelasdesgraciasdemodistillaspobresybuenas.

Con tales lecturas, el fondo de mi ser no podía resultar más queconvencionalyridículo.Perocomovivíaenaquellugarsolitarioyalejado,noteníadóndeelegirobrasmejoresydebíaaceptardebuengradoloquecayeseamialcance.MeimpresionabamuchoSigna,deOvida,ysolíazampármela—más que leerla de veras— con bastante frecuencia. No pude saber eldesenlace más que unos años después, porque en mi ejemplar faltaban losúltimos capítulos. Pero tal circunstancia, que en realidad era uninconveniente, para mí resultó positiva: porque gracias a ella, en misensoñaciones,podíainventarmenuevasaventurasdelhéroe,sinnecesidaddequecayesebajolaNémesisdestructora.

Durantealgúntiempo,mi trabajoenelranchoconsistióenocuparmedelas abejas. Como para ello tenía que sentarme al pie de un árbol desde laaurorahastamuyavanzadalatarde,aguardandoelregresodelenjambreasurespectivacolmena,mequedabatiempodesobrasparaleeryparasoñar.

ElvalledeLivermoreeraenteramentellanoysuscolinasycerrosnomeinteresaban apenas. El único suceso que rompía mi embebemiento era elregresodelasabejas,momentoenquedebíalanzarlavozdealarma,paraquelagentedelranchoseretiraseatodaprisaconsuscacharros,calderosycubosllenosdeagua.

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MeparecerecordarqueSignacomenzabadeunmodoasí:«Era niño todavía. No obstante, soñaba ser un músico eminente, tan

sobresalientequetodaEuropahabríaderendirseantemiarte».Yotambiéneraniño.¿Porquénohabíadellegar,amivez,aserloque

Signasoñaba?Lavidaenaquelranchocaliforniano,enfin,eralomássosoytontoque

sepuedaimaginar.Yyomepasabalosdíassoñandonavegarmásalládelalínea del horizonte, para ver Mundo. Ya por aquel entonces comenzaba aexperimentar extrañas impresiones queme sugerían la belleza.Mi alma seinclinabaalohermoso,peseaquetodoloquemerodeabaeraabiertamentefeo.Aquelpaisajedecerrosyllanurasmecausabaunaopresiónindecible:noconseguí amarlo hasta que, habiéndolo perdido de vista, lo recreé en mimemoria.

Memarchédelranchoantesdehabercumplidolosonceaños.FuiavivirenOakland.AllíaprovechétodoeltiempoquepudeenleercuántovinoamialcanceenlaBibliotecaLibreyPública.LeítantoquelleguéaexperimentarlosprimerossíntomasdelbailedeSanVito,debidoalexcesodelecturaylaconsiguientefaltadeejerciciofísico.

Mis ilusiones comenzaron a desvanecerse, amedida que aumentabamiconocimientode las cosas delMundo.En aquella épocameganaba la vidavendiendoperiódicosporlascalles.Antesdellegaralosdieciséisaños,habíapasadoporinfinidaddeoficiosdiferentes,peroalternandosiempretrabajoyestudio.Losañosibantranscurriendo…

Comoelansiadeviajesyaventurasmeconsumía,prontoabandonéaquelritmodevidaymeuníalospiratasdeostras.Hacetiempoquehapasadolaépocadeéstos.Perosi tuvieraquepurgarenjusticiamisdelitos,metocaríapasarmealasombraunatiradademásdequinientosaños.Despuésembarquécomotripulanteenunveleroyparticipéenlapescadelsalmón.Paraironía,miocupaciónsiguientefueladevigilantedeplaya,encargadodeecharmanoaquienesviolasenlasleyesvigentesenmateriadepesca.Enaquelentoncespracticabanlapescailegalmuchoschinos,griegoseitalianos:erangentessinescrúpulosymásdeunguardapagóconsuvidahaberse inmiscuidoen losnegociosdesemejanteralea.

Nuestraúnicaarmadereglamentoconsistíaenunaespeciedetridentedeacero. Pese a semejante inferioridad, no sentí miedo nunca y creo que me

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portécomoesdebidocuando,enciertaocasión,subíaunbuqueparadeteneralosdelincuentes.

Más tarde, embarqué en navíos demayor porte, con los que llegué a lacosta del Japón, ascendiendo después hasta el Estrecho de Bering. Poraquellaslatitudesasistíalacazadelafoca.RegreséaCaliforniadespuésdesiete meses de navegación y continué dedicándome a los trabajos másdispares e incluso extravagantes, unas veces como fogonero, otras comoestibadorocomopeónenuna fábricadeyute,dondese trabajabadesde lasseisdelamañanahastalassietedelatarde.Convariosamigosmíosplaneabapara el año siguiente una nueva salida al mar. Ignoro cómo seme ocurriódesistir de ella, pero fue una suerte: porque el Mary Thomas, donde misamigossehicieronalamar,seperdiósinquejamásvolvieraasabersedeél.

Durantemiasistenciaalaescuela—unaasistenciairregularycaprichosa— escribí algunas cosillas que fueronmuy elogiadas; pero suele ocurrir lomismo en casos semejantes.Cuando trabajaba en la prensa de yute, intentéalgunavez reanudarmisactividadescreadoras.Peroel trabajoen la fábricame ocupaba trece horas al día; como era joven y nomuy laborioso, queríareservarmealgúntiempoparadivertirme:demaneraquequedabamuypocomargenparalaliteratura.

Poraquelentonces,LaVozdeSanFranciscoofrecióunpremiodestinadoal mejor artículo descriptivo que se presentase. Mi madre me animó aparticiparenelconcurso.Medecidí,enefecto,yelegícomotemaUntifónenla costa japonesa. Comencé a escribir el artículo amedianoche, fatigado ysoñoliento,sinolvidarquedebíalevantarmealascincoymediadelamañanaparaacudiralafábrica,comocadadía.Perotrabajésindescansohastahaberescritomásdedosmilpalabras,queeraellímiteestablecidoenelconcurso:aquellaextensiónsólomehabíapermitidoescribirlamitaddeloquellevabadentro sobre el tema.A la noche siguientey enunas condiciones análogas,continuésumandopalabrasypalabras,hastaqueconunascuatromilquedólistoellargoartículo.Ellosupusoquehubedeemplearunaterceranocheencortaradiestroysiniestro,hastadejarloreducidoalaextensiónfijadaenlasbasesdelconcurso.Meconcedieronelprimerpremio.Elsegundoyeltercerofueron para sendos estudiantes de las universidades de Stamford y deBerkeley.

Aquel triunfo, enunconcurso tan serio,mehizopensar en la literatura.Pero la sangre me hervía aún demasiado para someterme a un trabajoordenado y paciente. De manera que no tardé en abandonarlo: toda mi

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producciónsehabíalimitadoaunescritobreveperohinchadoparaLaVoz,queestediariotuvoelbuenacuerdoderechazarsinmás.

ViajéapieportodoEstadosUnidos,desdeCaliforniahastaBoston,pararegresaralacostadelPacíficoatravésdeCanadá.Enestepaísfuiadarconmis huesos en una cárcel y fui procesado por vagabundo. Las numerosasexperiencias que me había deparado mi andadura determinaron que mehicierasocialista.Yaantesmehabíaconmovidomeditandosobreladignidaddel trabajo y sin haber leído a Carlyle ni a Kipling había formulado unaespecie de evangelio del trabajo que dejaba chicos los de tan prestigiososautores.El trabajoes todo.El trabajoes la santificacióny la salvación.Pormuchoquelosponderase,nopodríaisimaginarcuántafe,cuántoentusiasmoycuántoorgullodedicabaentoncesaefectuarlomejorposiblemirudatareacotidiana. Era tan esclavo de mi salario como víctima de la explotacióncapitalista.Enfin,miindividualismodesenfadadoyalegreestabaempapadodelaéticaortodoxadelbuenburgués.Perodespuésdehaber luchadocomoun león, abriéndome paso con sólo mis fuerzas desde las liberales yhospitalarias tierras de Occidente, donde los hombres prosperan fácilmentecomosi la suerte lespersiguiera,hasta los estadosdelEste, congestionadoscentrosdeactividaddondeel individuo se esfuerzaenvanoen ser élquienpersigaasusuerte,mivisióndelavidacambióporcompleto:lacontemplabadesdeunpuntodevistadiferente.Los trabajadoresmeparecíanvíctimasdeunmatadero,Hundidosenlacharcasocial.Meprometínovolveraexponermicuerponiunsolodíaalosesfuerzosdeltrabajo,exceptoencasodevermeinexorablemente forzado a ello: habría de procurar por todos los mediosesquivartodocompromisoqueexigieraunesfuerzofísico.

AmisdiecinueveañosregreséaOakland,dondecomencéatrabajarenlaEscuelaSuperior,quepublicabaunarevistasemanalomensual—ahoranolorecuerdo bien— y para la que escribí algunos cuentos: éstos, más quepropiamente tales y debidos a mi imaginación, eran relatos fieles de misavataresentierraymar.Asípaséunaño:meganabalavidaconmisueldodebedel,peroal finabandonéaquelpuesto,queme requeríamásesfuerzodelqueyoestabadispuestoaaceptar.

Mis declaraciones de socialismo llamaban la atención:me llamaban «elchicosocialista»,altadistinción,quemevalióunarrestopordiscursosenlacalleyciertasconversaciones.

Trasmi salida de la Escuela Superior,me di un atracón de estudio porcuenta propia, tal que hice en tres meses el trabajo de tres años y logréingresar en laUniversidaddeCalifornia.Mehubiera sublevado renunciar a

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unaformaciónuniversitaria:porello,mecoloquéenunlavadero;además,lapluma también me ayudaría algo económicamente. Viví una temporada detrabajomuyserio,peroefectuadocongusto:poníatodomiánimo.Detodosmodos, aquello resultó excesivo y no tuvemás remedio que abandonar losestudiosamitaddelprimercurso.

Mi funciónenel lavaderoconsistíaenplancharcamisasyotrasprendasde vestir. Las horas que me quedaban libres las empleaba en escribir. Meesforcémucho en compaginar ambos quehaceres. Pero era frecuente que elsueñomerindieseteniendoaúnlaplumaenlamano.Mástarde,memarchédellavaderoparadedicartodamijornadaaescribir.¡Entoncesvolvíasentirquevivía!Porpocotiempo…Pasadostresmesesdeinútilesesfuerzos,hubedereconocermifracasoenlaliteraturayabandonarla.MelarguéaKlondike,atraídoporlanoticiadeunosyacimientosdeororecientementedescubiertos.Afinaldeaquelañosedeclaróunaepidemiadeescorbutoyhubederegresara mis lares, haciendo en un barquito mezquino la larga travesía de nadamenosquecasitresmilquinientoskilómetros:peroaquéllafuelaprimeravezque me ocupé de ir tomando apuntes sobre las incidencias del viaje. EnKlondikemehabíaencontradoamímismo.Allínadiehabla:todospiensan,yelpensamientolesbrinda—comomesucedióamí—laauténticaperspectivainteriordesupropioser.

MientrasyomeencontrabaenKlondikehabíafallecidomipadre,locualsupusoque el pesodemi familia recayera sobremishombros.Para colmo,California atravesaba una época negra y no conseguí encontrar trabajo.Mientraslobuscabaenvano,escribíRíoabajo,quefuerechazado.Peroantesque me comunicasen aquella decisión había escrito también otra obra deveintemilpalabrasparaunaempresareciénestablecida,quetambiénhabíaderechazarla.Yocontinuabaescribiendo,mientrasaguardabaaquéllasqueluegoserían sendas malas noticias. Ignoraba lo que pudiera ser un editor o algosemejante.Noconocíaanadiequehubierapublicadounescrito,pormodestoque fuese. Al fin, sin embargo, me aceptaron un cuento en una revista deCalifornia, que me pagó cinco dólares. Poco después, El Gato Negro meofreciócuarentadólaresporotrocuento.Parecíaquecambiabalasituación…Ya no era probable que tuviera que ganarme la vida echando paletadas decarbón,comoantaño.

Publiqué mi primer libro en 1900. Podía haber escrito mucho para losperiódicos que solicitabanmi colaboración, pero tuve cordura bastante paraevitarme la esclavitud de semejante máquina estrujadora: pues tal son losdiariosparalosescritoresjóvenesqueseencuentrantodavíaformándose.Así,

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pues, no escribí demasiado para los diarios hasta que pisé firme comocolaborador de revistas.Mi temperamento es no sólo irregular y perezoso,sinoademásmelancólico;peroladisciplinaquedeboamividamarineramehamarcadobeneficiosamente.Quizá tambiéndebaaella la regularidady labrevedaddemishorasdesueño.Nolededicomásquecincohorasymedia:ni un minuto más. Y todavía no se ha presentado ningún acontecimientocapazdedesvelarmecuandollegamihoraestablecidaparadormir.

Soymuyaficionadoalosdeportes.Meencantanelboxeo,laesgrima,lanatación, lascarreras,el remoe inclusoel lanzamientodecometas.Aunqueprocedode laciudad,prefieroviviren lasafueras,perono lejosdeella.Lavidadelcampoeslaúnicanaturalybuena.

Losescritoresquemáshan influidoenmí,despuésdemimadurez, sonKarlMarx,deunmodoparticular,ySpencer,másentérminosgenerales.Sihubiera podido, en los díasmíseros y solitarios demi infanciame hubiesededicado a lamúsica.Ahora que estoy en la juventud, si tuviera un par demillones,mededicaríaalapoesía;tambiénpublicaríafolletos.Respectoamimejorobra,yocreoqueesLigadelosancianos.TambiénestoysatisfechodealgunosfragmentosdeCartasdeKemptonPlace.

A muchos no les gusta la primera: prefieren algo más animado ydivertido. Acaso yo opine de igual modo cuando los años de mi juventudhayanidoquedandoatrás…

JackLondon

Éstos son nuestros antepasados, y su historia es nuestra historia.

Recordadlo.Tansegurocomoqueundía,dejandoelbalanceodelosárboles,comenzamosacaminarerguidos,esqueendíasmásremotosnosarrastramosdesdelasorillasdelmarpararealizarnuestraprimeraaventuraterrena.

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CapítuloI

¡Imágenes!¡Imágenes!¡Imágenes!Muyamenudo,antesdeaveriguarlo,me he preguntado de dónde vendrían lamultitud de escenas animadas quepoblabanentropelmisensueños;porqueenlavidareal,nohabíavistonuncanada semejante a las imágenes demis sueños. Ellas torturaronmi infancia,convirtiendomis noches en procesiónde pesadillas; ellasme convencieron,pocodespués,dequeyoeradiferentedemissemejantes,criaturainnaturalymaldita.

Sólo durante el día lograba algo de felicidad.Mis noches señalaban elcomienzodelreinodelterror.¡Yquéterror!Meatrevoaafirmarqueningunode los hombres que han hollado la Tierra se vio jamás atormentado de unterror semejante y tan intenso como el mío. Porque el mío es el terror deremotísimos tiempos, el terror desenfrenado del Mundo primitivo. Enresumen, era el terror que imperaba, supremo, en el período que llamamosPleistocenoMedio.

¿Quées loquequierodecir?Veoquenecesito explicarmeantesdequepueda relataros la substancia de mis ensueños, porque, si no, nadacomprenderíaisde loqueyo tanbienconozco.Segúnvoyescribiendoestaslíneas, se enhiestan ante mí en vasta fantasmagoría los seres y losacontecimientos de aquel otro Mundo, y comprendo que no tendríansignificadoalgunoparavosotros.

¿Qué veríais en la amistad de Oreja Caída, en la cálida mirada de miDulceAlegríaoenlalujuriayatavismodeOjoBermejo?Unaincoherenciaaturdidora, no más. Y una aturdidora incoherencia serían también paravosotroslasgestasdelosHombresdelFuego,delosPueblosdelosÁrbolesyelguirigaydelosruidososconciliosdelashordas.Porqueignoráislapazdelas cuevas frías de los peñascales y los círculos que se formaban en losabrevaderosalcaerdeldía.Nohabéissentidonuncalamordeduradelvientomatinalenlascopasdelosárboles,niesdulceavuestropaladarelsabordelascortezastempranasdelostroncos.

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Me atrevo a decir que será lo mejor que oslleguéisaestahistoria,comoyomismolohice,através de mi infancia. Cuando niño, era yo muysemejante a los demás niños en mis horas devigilia. En mis sueños es donde estaba ladiferencia. Mis sueños, hasta donde llegan mismás lejanos recuerdos, eran periodos de terror.Raramenteloscoloreabalafelicidad.Casisiempreeranunentretejidodemiedo,tanextrañoyajeno,que no hay medio de ponderarlo y describirlo.Ninguno de los terrores de mi vida diurna se

parecíaenlomásmínimoalosqueseapoderabandemíenlashorasdesueñoSuespecialcarácterycualidadrebasantodasmisotrasexperiencias.

Por ejemplo, yo era un chico de la ciudad, un niño, para quien era elcampo un reino inexplorado y desconocido. Sin embargo, nunca soñaba enciudades; ni una sola casa se presentó jamás enmis sueños.Ni siquiera unsoloserhumano—yestoeslomásnotable—rompióelespesomurodemidormir. Yo que había visto árboles sólo en los parques y en los librosilustrados, correteaba enmis ensueños por interminables selvas vírgenes, yademás, no eranmanchasmás omenos borrosas e indecisas los árboles demis visiones, sino cosas definidas, claras y resaltantes. Íntimamente losconocía,porasídecirlo;percibíacadaunadesusramasybrotes,cadaunadesusmúltipleshojas.

Meacuerdoperfectamentede lavezprimeraquepercibíun robleenmivida.Cuando contemplaba sus hojas, sus ramas, sus nudosidades, sentí conangustiosaintensidadquehabíavistolamismaclasedeárbolesinnumerablesveces en mis sueños. Así que no me sorprendió más tarde el que pudierareconocer,alverlosporvezprimera,árbolescomoelabeto,eltejo,elabedulo el laurel. ¡Ya los había visto antes! ¡Los veía aún, todas las noches, aldormir!

Comohabréiscomprendido,todoestorompelaprimeraleydelensueño:estoes,queenlosensueñosnosevemásqueloqueyasehavistoestandodespiertoocombinacionesdeesomismo.Perotodosmisensueñosviolabanesa ley.Nuncaveíaenelloscosaalgunaquepudierahaberconocidoenmivida normal. Mi vida, dormido y despierto, eran dos vidas separadas ydistintas,sinmásrelaciónentresíqueyomismo.Yoeraesemisteriosolazoenqueseuníanambasvidas.

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Enmimástempranainfancia,semeenseñóquelasnuecesprocedíandeltendero y las bayas del frutero; peromucho antes de esto, había arrancadonuecesdelosárbolesenmissueños,olashabíarecogidodelsuelo,bajosuscopas, para comérmelas, y de la misma manera devoraba las bayas de lascepasymatorrales.Todoestotrascendíaamisexperienciasnormales.

Nuncame olvidaré de cuando, por vez primera, vi servir a lamesa unplatodefresas.Nolashabíavistonunca,ysinembargo,brotaronenmialma,alcontemplarlas,recuerdosdesueñosenqueyovagabaporpaísespantanososcomiéndolashastahartarme.Mimadremesirvióunplatodepostrellenodefresas; llenélacucharilla,peroantesdellevarlasa laboca,yasabíayocuálsería su sabor. Y nome equivoqué. Era elmismo sabor intenso que habíagustadomilvecesenmissueños.

¿Serpientes?Mucho antes de que hubiera oído hablar de las serpientes,meatormentabanaldormir.Meacechabanenlosclarosdelbosqueyenlasparameras seerguíany saltabanbajomispies; sedeslizabanentre lahierbasecayporlosdesnudosretazosdelosroquedales,omeperseguíanhastalascopas de los árboles, enroscándose al tronco con sus cuerpos de brillantesescamas, haciéndome huir, trepando a lo más alto de las ramas, hasta losbrotes oscilantes y quebradizos, desde donde sentía la amenaza del suelo aunadistanciavertiginosa.¡Lasserpientes…consuslenguasbífidas,susojosredondosysusardientesescamasbrillantes,sussilbidosysuzumbar!¿Acasono las conocía yo demasiado bien antes de verlas en el circo, cuando elencantador de serpientes las presentó al público?Eranmis viejas amigas, omásbienlasinveteradasenemigasquepoblabandehorroresmisnoches.

¡Oh aquellas interminables selvas tenebrosas ysombrías! ¡Durante cuántas eternidades no habrévagado yo en su seno, tímida criatura perseguida,sobresaltada al más leve ruido, asustada de mipropiasombra,siempreelojoavizor,siemprealertayvigilante, presto en todomomento a lanzarmeenloca carrera fugitiva para salvar la existencia!Porqueyopodíaserpresadecuántosferocesseresmorabanenlasselvas,yhuíaantelosmonstruoscazadores,enunéxtasisdeterror.

Teníacincoañosdeedadcuandofuiporprimeravezalcirco.Mesacarondeallíenfermo…masnodealgúnatracóndecacahuetesodeindigestióndelimonada.Dejádmelocontar.Cuandoentramosenlasjaulasdelosanimales,rasgóelaireunrugidocrujiente.Mesoltédelamanodemipadreymelancéenvertiginosahuidahacialaentrada;chocabaconlagente,tropecéycaí,sin

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dejar de llorar, aterrorizado.Mi padre, al recogerme trataba de consolarme,mostrando cómo la multitud permanecía indiferente y descuidada anteaquellos rugidos;me prodigó sus caricias yme inspiró la seguridad de quenadapodíaocurrirme.

Noobstante,Meacerqueporfinalajauladelleón, asustadoy tembloroso, despuésdehabermeanimado mucho mi padre. ¡Oh! ¡Le reconocíinstantáneamente! ¡Era la fiera terrible! Sentírelampaguear en mi visión anterior lasreminiscencias demis sueños: elSol ardiente delmediodía sobre las hierbas altas, el toro salvaje

quepacíaapaciblemente,elrápidoabrirsedelashierbasanteelvelozsaltodelafieradeatezadapiel,unsaltosobrelaespaldadeltoro,laexplosióndeunbramido y un crujir de huesos rotos… Otras veces, la fresca quietud delabrevadero, el caballo salvaje que se arrodillaba para beber, suavemente, yluego,lafieradeatezadapiel,unrelinchodoloroso,unsalpicardeaguayelcrujir y roer de huesos…Otras veces, el crepúsculo sombrío y el silenciotristedelmorirdeldía, y luegoel rugidoa todavozdel leóncalenturiento,repentinocomosi fuera la trompetadeldestino,quenoshacíaestremeceryencogerdepavorentre losárboles,yyoeraunode losque temblorosos,serecogíanenlaselva,castañeteandoquemiedolosdientes.

Alcontemplarleimpotentetrasdelosbarrotesdesujaula,sentíbrotarmicólera.Leenseñélosdientesapretujados,dancédandobrincos,ululéenunaburla incoherente, entre extraños y grotescos gestos. Él contestóabalanzándosecontralosbarrotesyrugiendoentredientescontramíensuiraimpotente ¡Oh! ¡Él tambiénme reconocía! ¡Mis gritos eran los de pasadasedadesremotas,inteligiblesparaél!

Seasustaronmispadres.«Elniñoestáenfermo»,dijomimadre.«Esunhistérico», añadió mi padre. Nunca se lo dije y nunca lo supieron. Habíaaprendido a guardar la más absoluta reserva en cuanto concierne a midualidad, a esta semidisociación de la personalidad, como creo llamarlajustamente.

Vialencantadordeserpientes,yallíseacabóparamíelcircodeaquellanoche.Me tuvieron que llevar a casa, nervioso, destrozado, enfermo por lainvasiónenmividarealdeaquellaotravidademissueños.

Yaoshehabladodemireserva.Sólounavezconfiéaotrolaextrañezadeestascosasmías.Fueaunmuchachocondiscípulomío;teníamosambosochoañosdeedad.LereconstituílasescenasdeaquelMundodesvanecidoenque

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creo firmemente haber vivido alguna vez sacándolas de las tramas de missueños.Lehablédelosterroresdelostiemposprimitivos,deOrejaCaídaydelastravesurasconquenosdistraíamos,delguirigaydenuestrasreuniones,delosHombresdelFuego,ydeloslugaresdondeseasentabanencuclillas.

Pero se mofó de mí, se burló cruelmente y sepusoarelatarmecuentosdefantasmasydemuertosque andan sueltos por la noche. Se rió de miimaginaciónenferma.Lecontémáscosasybrotaronsus risas más abiertamente. Juré con todas misfuerzas que era verdad cuánto decía, y comenzó amirarme con recelo. Luego transmitiría a loscompañeros de juego sorprendentes relacionesentresacadasdemisconversaciones,hastaquetodoscomenzaronamirarmeconextrañeza.

Tal fue lamas amargademis experiencias; pero aprendí la lección.Yoeradiferentedemissemejantes.

Era algo anormal con algunas características que ellos no podíancomprender, y que, si las diera a conocer, no podrían servir más que paradesorientarlos.Yoguardabasilenciomientrasnarrabancuentosdefantasmasy duendes; me sonreía horriblemente para mis adentros; pensaba en mistemoresnocturnosysabíaqueéstassíqueerancosasreales,tanrealescomolavidamisma,ynohumosdifusosysombrasdesvanecidas…

No veía que pudieran inspirarmiedo el coco y los ogrosmaléficos. Lacaídaentrelashojosasramasylasalturasvertiginosas;lasserpientesquemeestremecían mientras saltaba en rápida huida; los perros salvajes que meperseguíanenlatierrallanahaciaelbosque:heahímisterroresconcretosyreales,sucesosynoimaginaciones,cosasdecarneviva,desudorydesangre.Los ogros y el coco hubieran sido agradables compañeros de mi lecho,comparados con estos pavores que se acostaron conmigo durante toda miniñez,yqueaunahoracontinúanhaciéndolomientrasescriboestaslíneas,yaviejoyachacoso,conlacargademisañossobrelaespalda.

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CapítuloII

Yahedichoquenuncaviunsoloserhumanoenmissueños.Muyprontomedicuentadeello,ysentía,dolorosamente,lafaltademissemejantes.Aunsiendoniño,teníaelpresentimientodequesipudieraencontraraunsoloserhumanoenlatramademissueños¡unotansólo!mesalvaríadeellosynomevolvería a ver rodeado de tan frecuentes horrores. Este pensamiento meobsesionaba todas las noches demi vida, durantemuchos años. ¡Si pudieraencontraraesesoloserhumanoysalvarme!

Debo añadir que este pensamiento seme ocurríamientras soñaba, y enelloveolapruebadelainmersióndemisdospersonalidades,laevidenciadequeexisteunpuntodecontactoentrelasdospartesdisociadasdemipropioser.Mipersonalidaddelsueñovivióenremotasedades,antesdelaaparicióndel hombre tal como lo conocemos hoy; y mi otra personalidad actual seproyectaba,consuconocimientodelaexistenciadelhombre,enlasubstanciademissueños.

Quizásimilibrollegaamanosdealgúnpsicólogo,meachacaráelusodelafrase:«disociacióndelapersonalidad».Conozcolaverdaderaacepcióndeestapalabray,sinembargo,meveoobligadoautilizarlaamimanera,afaltadeotraexpresiónmásexacta.Medefenderéechandolaculpaalaimprecisióndenuestroidioma.Yahoravamosaexplicareluso,buenoomalo,delafrase.

Hasta que, ya siendo joven, asistí a la Universidad, no encontré laverdadera clave de la explicación de mis sueños y su causa. Pero en laUniversidad conocí la evolución y la psicología y me enseñaron laexplicacióndevariosestadosmentalesnoacostumbrados.Porejemplo,tenéiselsueñodelacaídaenelespacio,conocidodetodoelMundo,prácticamente,porexperienciapropiaydirecta.Miprofesormedijoqueestoeraunrecuerdoracial, originario de nuestros antecesores, que vivían en los árboles. Laposibilidaddecaerseeraparaellosunaeternaamenaza.Muchosperderíanlavidadeesamanera;todosdebieronexperimentarhorriblescaídas,salvándosealagarrarsealasramascuandorodabanhaciaelsuelo.

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Ahora bien; tales caídas de ese modo remediadas habrían de producirnecesariamente un golpe. El golpe reduciría cambios moleculares en lascélulas cerebrales. Estos cambios se transmitirían a las células cerebralesengendradoras,convirtiéndoseasíenrecuerdosderaza.Demodoque,cuandotúyyo,lector,durmiendooadormecidos,noscaemosatravésdelespacioynosdespertamos a la conciencianormal, fatigados, en el instantemismoenquehabíamosdechocarcontraelsuelo,nohacemosmásquerecordarloquelessucedióanuestrosantecesoresarbóreos,quesehagrabadoenlaherenciadelarazaacausadeloscambioscerebrales.

Todo esto no es ni más ni menos extraño que el instinto mismo. Uninstintonoesmásqueunhábitoestampadoenlatramadelaherencia.Buenoseráhacernotardepasadaqueenestenuestrosueñodelacaídaenelespacio,tancomúnparati,paramí,yparatodosnuncachocamoscontraelsuelo.Elchoquehubierasidolamuerte.Nuestrosantecesores,cuandochocarancontrael suelo, morirían. El golpe de su caída se comunicaría, claro está, a lascélulascerebrales;peromurieronantesdedejardescendencia.Túyyosomosdescendientesdelosquenochocaroncontralatierra;heaquíporloquetúyyonosentimosnuncaelgolpeennuestrossueños.

YvamosatratardeladisociacióndelaPersonalidad.Nuncasentimoslasensacióndecaerennuestravidadiariamientrasestamosdespiertos.Nuestrapersonalidad despierta no tiene experiencias semejantes. Así, pues —y elargumento no tiene vuelta de hoja—, tiene que existir otra personalidaddistinta que cae mientras estamos dormidos, y que debe haber sufrido laexperienciadesemejantecaída;querecuerda,pordecirloenpocaspalabras,experiencias de tiempos pasados, de la misma manera que nuestrapersonalidaddelavidarealtienememoriadenuestrasdiariasexperiencias.

Empecéaverclarocuandollegabaaestemomentodemirazonamiento.Y de repente, brotó en mí la luz con deslumbrante claridad, iluminando yexplicando todo cuanto había sido enigmático, inexplicable, absurdo,innaturaleimposibleenmisexperienciasdesueño.

Mientrasdormía,noeramipropiapersonalidadlaqueenmímandaba;eraotrapersonalidaddistinta,poseedoradeunfondodeexperienciastotalmentediferente,Yque,enelmomentoenquemedormía,poseíaelrecuerdodelasmismas.

¿Quéeraestapersonalidad?¿Cuándohabíavividounavida real enesteplanetapararecogeresefondodeexperienciasextrañas?Missueñosmismoscontestaban a tales preguntas. Vivió en remotos tiempos, cuando aún erajovenelMundoenelperíodoquellamamosMedio-Pleistoceno.Cayódelos

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árboles sin estrellarse nunca contra el suelo. Lanzaba confusos gritos demiedoanteel rugirde los leones.Fueperseguidopor lasbestiasdepresaysorprendido por las serpientes. Charloteó extrañas jerigonzas con sussemejantesensusreunionesyfuerudamentemaltratadoporlosHombresdelFuegoenlosdíasenquehuíaporellosperseguido.

Peroyaosoigoobjetar:«¿Cómoesquenosotrosnoconservamosesamemoria racial, siendoasí

quetenemosotrapersonalidad,aunquevagaydifusa,quecaeporelespaciomientrasdormimos?».

Yyooscontestaréconotrapregunta:«¿Cómoesqueavecesnaceunaterneracondoscabezas?».Mi contestación a esto es que se trata de un monstruo. Y así contesto

también a vuestra pregunta.Yo tengo esa otra personalidad y esamemoriaintegraldelarazaporquesoyunmonstruo.

Permitidme que sea más explícito. La caída en el espacio es nuestrorecuerdo más vulgar y frecuente de nuestra memoria racial. Esta otrapersonalidadesmuyvaga.Casieslacaídasuúnicorecuerdo.Peromuchosdenosotros tenemoslaotrapersonalidadmásclaraydistinta.Muchos tenemossueñosdevolar,de serperseguidosporunmonstruo, sueñosdecolores,desofocación, de reptiles y de gusanos. En resumen, así como esta otrapersonalidadestáatrofiadaenlamayoría,enotrosyacemedioolvidada,yenotros,finalmente,estámáspronunciada.Unostenemosrecuerdosderazamásintensosyconcretosqueotros.

Todo es cuestión de que cambie el grado de posesión de esta otrapersonalidad.Enmíesenormeelgradodeposesión.Miotrapersonalidadescasi tan poderosa como la personalidad propia, y por eso digo que soy unmonstruo,unverdaderomonstruodelaherenciaancestral.

Estoyconvencidodequeestaposesióndeunadoblepersonalidadhasidolacausadequealgunosquelasienten,auncuandonotanfuertecomolamía,hayan despertado la creencia en una reencarnación personal. Tales gentescreen tener una prueba plausible y convincente de la hipótesis de lareencarnación. Cuando tienen visiones de escenas que no vieron nunca,recuerdos de hechos y acontecimientos de pasados tiempos, no encuentranexplicaciónmás sencillaque lade creer firmemente enquehanvividootravez.

Pero cometen el error de ignorar su doble personalidad, su propiadualidad.Piensanquehasidosupropiapersonalidad,quenotienenmásque

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una sola; y partiendo de tales premisas, no pueden llegar a otra conclusiónquealadevidasanteriores.

Peroseequivocan.Noeslareencarnación.YotengovisionesenquemeveovagandoporlasselvasdellejanoMundo;peronomeveorealmenteamímismo,sitioaotroque,sólodeunamaneraremota,espartedemiser;comomipadreymiabueloloson,sibiennotanremotamente.Esteotroyoquehayenmíesunantecesor,unprogenitordemisprogenitoresenlalíneadirectademi ascendencia, siendo él, a su vez, descendiente de otra línea quemuchoantesdeaqueltiempodesarrollólosdedosytrepóalosárboles.

Ydeborepetir,ariesgodehacermepesado,quesemedebeconsiderar,eneste sentido, como a unmonstruo.No solamente poseo el recuerdode razacon una intensidad inusitada, sino que conservo la memoria de undeterminadoprogenitormío,deremotísimaedad.

Yaunqueestonosealocorriente,nodebéissorprenderosporello.Seguidelhilodemisrazonamientos.Elinstintoesunrecuerdoomemoria

de raza.Muy bien. Entonces, tú y yo y todos nosotros hemos recibido eserecuerdo de nuestros padres, como ellos lo recibieron de los suyos. Por lotanto, debe existir algúnmedio por el que se transmitan estasmemorias degeneración en generación. Ese medio es lo que llama Weismann«germoplasma» que conserva el recuerdo de toda la evolución de la raza.Estos recuerdos suelen ser obscuros e imprecisos, perdiéndose muchos deellos;peroalgunasmodalidadesdegermoplasmallevanunacargaexcesivaderecuerdos;son,parahablarcientíficamente,másatávicasqueotras;yestoesloquelepasaamimodalidad.Soyunmonstruodelaherencia,unapesadillaatávica, llamadme lo que gustéis. Pero aquí me tenéis real y viviente,comiéndometresabundantescomidasaldía.¿Quélevamosahacer?

Y ahora, antes de emprender la relación de mi historia, necesitoanticiparme a los dudosos Tomases de la psicología, siempre prestos a laburla, que atribuirán la coherencia demis ensueños al exceso de estudio yproyecciónsubconscientedemiconocimientodelaevoluciónenmissueños.Enprimer lugar,nuncahesidobuenestudiante.Megraduéelúltimodemiclase.Mepreocupabamáselatletismoy,nohayporquéocultarlo,el juegodelbillar.

Además, no tuve conocimiento de la evolución hasta que fui a laUniversidad,mientrasqueenmi infanciayadolescenciayahabíavividoenmis sueños todos los detalles de aquella otra vida remota. Debo decir, sinembargo, que estos detalles estaban entremezclados e incoherentementeconfundidos,hastaqueconocílacienciadelaevolución.Laevoluciónfuela

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clave.Medio laexplicaciónymedevolvió la saluddeestecerebroatávicoque Dios me ha dado a mí, que, siendo normal y hombre moderno, hepresenciado un pasado tan remoto, hasta ser contemporáneo de los rudoscomienzosdelahumanidad.

Porqueenaquelpasadoquetanbienconozco,noexistíaelhombretalycomo hoy lo vemos. Yo he tenido que vivir y existir en el período deformacióndelhombre.

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CapítuloIII

Elmáscomúndelossueñosdemiinfanciaeraalgosemejanteaesto:meparecía que era yomuypequeñoyqueyacía acurrucado enuna especie denidoderamillasyhojas.Avecesestabatendidosobrelaespalda.Yacíalargashorasenestapostura,contemplandoel juegode la luzsobremicabezay laagitacióndelashojasalsoplodelviento.Muchasveces,cuandoelvientoerafuerte,elnidosebalanceaba.

Pero, mientras yacía en el nido, siempre medominabalasensacióndeestarsobreuntremendoespaciovacío.Nuncalovi,ninuncameasoméalborde del nido para verlo; pero temía a aquelespacio que acechaba debajo de mí,amenazándomesiemprecomosifueraelbuchedealgúnmonstruodevorador.

Soñémuyamenudoenmiinfanciaestesueñoen que permanecía quieto, que eramás bien unacondición que una experiencia activa. Mas, derepente, entrarían enmedio de este sueño formasextrañasy ferocesacontecimientos,el truenoyel

estallidodelatormenta,obienpanoramasnoacostumbrados,queennadaseparecían a los que había visto despierto. El resultado de todo ello era laconfusiónylapesadillaincomprensible,sinenlacenilógica.

Como veis, no soñaba consecutivamente.Ora era un niño de pecho delMundo primitivo que yacía enmi nido de árbol, ora un hombre de cuerpoentero empeñado en lucha con el horrorosoOjoBermejo, o bienme sentíaarrastrándome sigilosamente hacia el abrevadero, bajo el calor ardiente deldía.LossucesosocurridosenelMundoprehistórico, separadospormuchosaños,seamontonabanenmíenelespaciodealgunosminutososegundos.

Era,pues,unverdaderoenredo,quenoquierohaceros sufrir.Hastaqueme hice hombre, y después de soñado miles de veces, no pude definir ysometeraunplanclarotodosmissueños.

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Fueentoncescuandoencontrélaclavedeltiempo,ypudeeslabonartodoslos sucesos y acciones en su orden apropiado. Así es como fui capaz dereconstituiraquellejanoMundo,yadesvanecido,talcomoeracuandovivíenél… o cuando mi otro yo vivió en él. La distinción no importa; porquetambiényo,elhombremoderno,heretrocedidohastaentoncesyherevividoaquellavidaprimitivaencompañíademiotroyo.

Para provecho vuestro, acumularé los diferentes sucesos en una historiaqueosseacomprensible;puesatravésdeestossueñoscorreunciertohilodecontinuidadyenlace.Ahítenéis,porejemplo,miamistadconOrejaCaída,omienemistadconOjoBermejo,omiamorhaciaDulceAlegría.Juntandoyacoplandotodasestasdiversasimpresiones,creoquesepodrácomponerunahermosahistoriaqueseadevuestroagrado.

Nomeacuerdomuchodemimadre.Acasomiprimerrecuerdodeella,ydesde luego elmás intenso, sea el siguiente: Parece que yo estaba tendidosobreelsuelo.Eraunpocomayorqueenlostiemposdelnido;perodesvalidotodavía.Me revolvía sobre las hojas secas, jugando con ellas, arrullando yhaciendoruidosroncosconlagarganta.ElSolcalentabayyomesentíafelizy a mi gusto. Estaba sobre un pequeño descampado, al aire libre. A mialrededorcrecíanmatorralesyplantasparecidasaloshelechos.Encimayportodaspartessedivisabanlostroncosyelramajedelosárbolessilvestres.

Derepenteoigounsonido.Meincorporoyescucho.Permanezcoinmóvil.Lospequeñosmurmullosseapaganenmigargantayquedosentado,comosifuera de piedra. El sonido se aproxima. Es como el gruñir de un cerdo.Empiezoentoncesasentirelruidoqueproduceelmovimientodeuncuerpoentre los breñales. Veo agitarse enseguida los helechos al paso de aquellamasacorpórea.Luego se abren las ramasypercibounosojosbrillantes, unlargohocicoydosblancoscolmillos.

Era un jabalí. Me observaba curiosamente.Gruñóunaodosvecesytrasladóelpesodesumasadeunaaotrapierna,moviendoalmismotiempolacabezadeunoaotrolado,agitandoloshelechos.Yoseguíacomopetrificado,contemplándole fijamente,sinpestañear,yllenodepavorelcorazón.

Parece como si lo que se esperara demí fueraesta inmovilidady silencio.Nodebía gritar ante eltemor.El instintome lo decía y por eso permanecía inmóvil, esperando nosabía a qué. El jabalí apartó las ramas y avanzó hacia el descampado.

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Resplandecía la curiosidad en sus ojos, que relampagueaban cruelmente.Agitósucabezaamenazándomeyavanzóunpasomás.Yluegootro,yotro…

Entonces grité o ululé. No puedo describirlo; era un grito terrible ypenetrante.Tambiénparecequeahoraeraestoloquedemíseesperaba.Mischillidoshabíandesconcertadoporelmomentoalabestia,ymientrasqueéstasedetenía indecisay trasladabaelpesode sumasadeunapiernaaotra, sepresentósobrenosotrosunaaparición.

Parecía un gran orangután o como un chimpancé y, sin embargo, semostraba muy diferente en ciertos rasgos que saltaban a la vista. Era mimadre.Teníalacontexturamáspesadaqueaquéllosyestabamenospobladade pelo. No eran tan largos sus brazos ni tan corpulentas sus piernas. Nollevabamásvestidoquesupelambreranatural.Puedoasegurarosqueeraunaverdaderafuriacuandoseexcitaba.

Y como una furia se arrojó sobre la escena. Le rechinaban los dientes,retorcía el rostro en terribles gesticulaciones y muecas, emitía continuos ycortantes chillidos que sonaban como «¡kj-aj! ¡kj-aj!». Tan repentina yformidablefuesuaparición,queelverracoseencorvóinvoluntariamentealadefensiva, erizándosele la pelambrera,mientras ella se abalanzaba sobre él.Después se lanzóhaciamí.Ya sabía yo lo que tenía quehacer en aquellosmomentosqueellaacababadeganar.Saltéasuencuentroymeagarréasucintura,asiéndomeconunpieyunamano.Hedichoconunpie,porquepodíaagarrarmeconellostanbiencomoconlasmanos.Sentíabajomigarratensalos tiritones demimadre cuando susmúsculos y su piel se conmovían porefectodesusesfuerzos.

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Seguíafuertementeasidoaella,mientrasqueselanzabarectaporelaire,agarrandoycolgándosedelasramas.Enseguida,eljabalípasópordebajodenosotros, rozándonos con sus colmillos. Se había repuesto de la sorpresa ybrincó hacia adelante con un ronquido como de trompeta. Debía ser unaespecie de llamada, porque a continuación, multitud de cuerpos cruzaroncomounaavalanchaporloshelechosybreñalesentodasdirecciones.

Los jabalíes se lanzaban hacia el descampado. Pero mi madre sebalanceabayasobrelacopadeunárbol,enelextremodeunagruesaramaaunos cuatrometros del suelo, asido yo todavía a ella y ambos colgados, asalvo. Estaba, no obstante, muy excitada. Rugía y charloteaba, haciendomuecasdeburla a lamuchedumbrequedebajodenosotros se amontonaba,erizados los cabellos y rechinando los dientes.Yo tambiénmiraba, todavíatembloroso, a lasbestias enfurecidas, e imitaba amimodo losgritosdemimadre.

Contestarondesdelejosgritossemejantes,perodeentonaciónmásgrave,como el mugido de un bajo. Empezó a sonar más fuerte cada vez, y vienseguidaamipadrequeseacercaba.Almenos,porloquepuedocolegir,hellegadoalaconclusióndequeeramipadre.

No era un padre demasiado simpático yatractivo, como suelen serlo todos los padres.Parecía medio hombre, medio mono; pero nihombrenimonodel todo.Noencuentromododedescribirlo.Hoynoexistenadasemejante,nienlaTierra,nibajolaTierra,nisobrelaTierra.Eraunhombre alto para su tiempo y pesarla sus cientotreintalibras.Lacaraanchayaplastadaylascejascolgadas sobre los ojos. Éstos eran pequeños,hundidosymuy juntosunodelotro.En realidad,noteníanariznicosaqueselepareciera:chafaday sin puente, las fosas eran como dos agujerossobre la cara que se abrieran hacia afuera en vezdehaciaadentro.

La frente se inclinaba hacia atrás desde los ojos, y el cabello, quecomenzaba en los ojos mismos, se extendía por la cabeza, que era muypequeña,sostenidasobreuncuelloenormementegruesoycorto.Tenía,comotodos nosotros, formado el cuerpo con verdadera economía. El pechoprofundo, cavernosamente hundido; pero los músculos no estaban bienmoldeados,ni loshombrosampliosy robustos,ni la líricade losmiembros

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bien dibujada, ni era simétricamente bello su contorno. Parecía larepresentacióndelafuerza,perodelafuerzasinbelleza;lafuerzaprimordialhechaparaagarrarpararasgar,paradestruir.

Suscaderaserandelgadas,ylaspiernasfinasypeludas,ganchudasydemúsculoscomocuerdas.Parecíanmásbienbrazos.Retorcidasynudosas,noteníanniasomodelaspantorrillascarnosasyrellenasqueatiyamí,lector,nosagracianyembellecen.Recuerdoquenopodíacaminarsobrelaplantadelospies,porquelospieseranprensiles,másmanoquepie.Enlugardetenereldedogruesoenlíneaconlosdemás,selesoponía,comoenlosdedosdelamano, dándole aspecto de garra. Por este motivo no podía andar sobre laplantadelospies.

Suaspectonoeramenosinusitadoquesumaneradevenirhacianosotroscuandoaúnpendíamossobrelosenfurecidosjabalíes.Llegabaatravésdelosárboles,saltandoderamaenramaydeárbolenárbol,velocísimamente.Aúnme parece verle ahora, despierto, mientras escribo estas páginas,balanceándose a lo largo de los árboles. Criatura peluda y cuadrumana,aullabaencolerizado,ydeteniéndosedecuandoencuandoparagolpearseelpecho con el puño agarrotado, saltando espacios de tres a cincometros. Seagarrabaconunamanoaunaramaycruzababalanceándoseparaasirseaotracon la opuesta mano y seguir avanzando, sin vacilar nunca en su carreraarbórea.

Y cuando le contemplo, siento en mi propio ser, y en mis propiosmúsculos,elímpetuyestremecimientodeldeseodeirsaltandodetroncoentronco,ysientotambiénlagarantíadeestafacultadlatenteenmiseryenmismúsculos. ¿Yporquéno?Cuando loshijosdel leñadorvencómosupadreblandelaseguryderribalosárboles,sientenensímismoslaconfianzadequealgúndía tambiénellosmanejaránelhachayderribarán los troncos;asímeocurría amí.La vida enmí latente estaba constituida para hacer lo quemipadrehacía,ymehablabaen secretoyambiciosamentede los senderosdelaireydelosvuelosatravésdelaselva.

Porfinmipadresejuntóanosotros.Estabaextremadamenteenfurecido.Recuerdocómo sacabahacia adelante supronunciado labioy sumandíbulainferiormientrascontemplabaalosjabalíes.Parecíansusgestoslosdelperroy veo todavía sus largos caninos semejantes a colmillos, que meimpresionabanterriblemente.

Su actitud hacía encender más la ira de los jabalíes. Rompía tallos ypequeñas ramas y las arrojaba contra sus enemigos.Hasta se colgó de unamano, burlándose de ellos, que no pudiendo alcanzarle, hacían rechinar los

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colmillos con impotente rabia. No contento con esto, quebró una ramacorpulenta,yasiéndosedeunpieyunamanolespinchabaenloscostadosylesgolpeabafuriosamenteen loshocicos. Inútilesdecirquemimadreyyonosdivertíamosconestaclasedejuego.

Pero hasta de las cosas buenas acabamos porcansarnos; así esquemipadre,despuésde reírse acarcajadasunrato,acabóporcontinuarsucaminataentre los árboles. Entonces se apoco otra vez miánimo,y, tímidodenuevo,measí tenazmenteamimadre, que trepaba columpiándose en el espacio.Recuerdoquelaramasequebróanuestropeso.Mimadre había dado un enorme salto, y me sentíanonadado en la sensación de caer, a través delvacío, juntoconella.La selvay la luzdelSolquebrillabasobrelashojassusurrantessedesvanecieronantemisojos.Tuveunavislumbre borrosa de que mi padre detenía bruscamente su marcha paramirarnos,yluegotodoseentenebreció.

Unmomentodespués, yacíadespierto enmi lechode sábana, sudoroso,temblando y lleno de malestar. La ventana estaba abierta y un aire frescocorríaporlahabitación.Lalámparaardíaserenamente.

Deduzco de todo esto que no nos alcanzaron los jabalíes ni chocamostampoco contra la tierra, pues en otro caso no estaría yo aquí, mil siglosdespués,recordandotalesacontecimientos.

Yahoracolocaosporunmomentoenmi lugar.Convividconmigounosinstantes mi más tierna infancia, e imaginaos soñando tales horroresincomprensibles.

Recordadqueyoeraunniñoinexperto,quenuncahabíavistounjabalíentodami vida; que ni siquiera sabía lo que es un cerdo doméstico. Lomáspróximoalcerdodecuántoconocíaerael tocinodelalmuerzo,chamuscadoensupropiagrasa.Y,sinembargo,losjabalíes,tanverdaderoscomolavidamisma,seabalanzabanenmissueños,yyo,conmisfantásticosprogenitores,huíabalanceándomeporlosaltísimosespaciosdelosárboles.

¿Osmaravillaréisdequemesintieraaterrorizadopormisnochesllenasdepesadillas?Estabamaldito.Y,loqueespeortodavía,teníamiedodehablar,no sé por qué; tal vez por un presentimiento de culpa, aunque tampococomprendíalacausademiculpabilidad.

Yasípasaronlosaños,sufriendoensilencio,hastaquemehicehombreycomprendíelporquéyelcómodemissueños.

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CapítuloIV

Lo que más me desorienta de estas mis memorias prehistóricas es laimpresión del elemento tiempo. No siempre me es posible conocer laprioridaddelosacontecimientos,nipuedoprecisarsientreunosyotroshantranscurridouno,dos,ocincoaños,másomenos.Únicamentepuedomedirelpaso de los años juzgando el camino de aspecto y continuidad de missemejantes.

Tambiénpuedovalermedeaplicaralosacontecimientoslalógicanatural.Porejemplo,nocabedudadequemimadreyyohuimosentre losárboles,alejándonos de los jabalíes, y esto fue antes de que conociera yo a OrejaCaída, mi verdadero compañero de infancia. También es igualmente ciertoque debí abandonar a mi madre en el tiempo transcurrido entre ambosperíodos.

Notengootrorecuerdodemipadrequeelqueacabodeofreceros.Nuncavolvióaapareceren los siguientesaños;yami juicio, laúnicaexplicaciónposible es que debió perecer poco después de nuestra aventura. No puedesostenersequefueraotrosudesdichadofin.Estabaaúnenplenovigor,ysólounamuerteviolentayrepentinapudoarrebatarlo.Peroignorocómosucedió;acasoseahogaríaenelrío;talvezlodevoraraunaserpiente,oquizásfueraapararalestómagodelviejotigreDientedeSable.

Convieneadvertirqueúnicamenterecuerdolascosas vistas con mis propios ojos en los díasprehistóricos.Simimadresabíaelfindemipadre,nuncamelodijo.Dudo,además,dequetuvierael

vocabulario adecuado para transmitirme semejante información. Quizás laHordano llegaríaa tenermásde treintaocuarentapalabrasdevocabulario,todoincluido.

Más vale llamarlas sonidos que no palabras; porque eran en realidadsonidosprimitivos.Carecíandesignificaciónvariablepormediodeadjetivosyadverbios.Tales instrumentosde lenguaje son lujosqueaúnnosehabíaninventado. En lugar de calificar a los nombres y verbos por medio de

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adjetivos y adverbios, nos valíamos de la entonación que dábamos a lossonidos, cambiando la duración y tono, retardándola o acelerándola. Laduración de un sonido, o sea, el tiempo empleado en su pronunciación,encerrabaelmatizdesusignificado.

Tampocoteníamosconjugaciones.Eltiemposededucíaporlacontexturadeldiscurso.Sóloexpresábamoscosasconcretas,porquesólocosasconcretaspensábamos.Tambiénnosvalíamosmuchodelapantomima.Lamássimpleabstracciónquedabafueradelalcancedenuestropensamiento;ysialgunavezacertaba alguien a pensarla, le era dificilísimo poderla comunicar a sussemejantes.Noexistíanparaellopalabrasadecuadas.Estabamásalládeloslímitesdesuvocabulario;ysi inventabaalgúnsonido, sería incomprensibleparasussemejantes.Poresotenlaquerecurriralapantomima,ilustrandoelpensamientocuantolefueraposible,mientrasquerepetíamultituddeveceselnuevosonido.

Asísedesarrollóellenguaje.Lospocossonidosdequedisponíamosnospermitían pensar un poquito más allá de ellos y entonces aparecía lanecesidad de nuevos sonidos con que expresar el nuevo pensamiento. Aveces, sin embargo, pensábamos mucho más allá del alcance de nuestromediodeexpresiónyconseguíamosalgunasabstracciones,quenopodíamosenmodoalgunodarlasconoceralaHorda.Despuésdetodo,ellenguajenoseformabarápidamenteenaquellosdías.

¡Oh,creedme!Éramos losseresmássimplesdelMundo.Perosabíamoshacer una porción de cosas, hoy ignoradas. Podíamos mover a voluntadnuestrasorejas,aguzarlasyaplanarlas.SabíamosrascarnoslaespaldaconlamayorfacilidaddelMundoyhastatirarpiedrasconelpie.Yolohicemuchasveces.Yloqueesmásimportantetodavía:teniendorectaslaspiernas,podíainclinarmehaciaadelante,doblándomeporlacinturahastatocarenelsuelo,noconlaspuntasdelosdedos,sinoconloshuesosdelcodo.Yencuantoalacazadenidosdepájaros…¡sóloquisieraquemehubieravistoalgúnchicodelsiglo XX! Pero no creáis que hacíamos colecciones de huevos. Nos loscomíamosnadamás.

Aún me acuerdo… pero me voy saliendo de mi historia. Os hablaréprimero de Oreja Caída y de nuestra amistad. Ya he dicho que en loscomienzosdemividameseparédemímadre.Acasofueporqueella,despuésdelamuertedemipadre,tomónuevoesposo.Tengopocosrecuerdosdeél,ynada agradables por cierto.Era tornadizo, inconstante ymalicioso.Aúnmeaturde su infernal cotorreo. Tenía el alma demasiado inconsecuente paramantener propósitos determinados. Losmonos enjaulados evocan enmí su

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recuerdo.Eraunsersimiesco:taleslamejordescripciónquepuedodarosdeél.

Meodiódesdeelprimerdía,yprontoaprendíatemerle en sus bromasmalditas.Yome apretujabacontramimadre, recogiéndome en su regazo cadavez que aparecía ante mi vista. Pero ibadesarrollándomey era forzoso el separarmede ellamuchas veces. Tales eran las oportunidadesaprovechadas por Chachalaca para fastidiarme.Debo declarar que no teníamos apelativos en aquellos tiempos. No se nosconocíapornombrealguno;peroparamayorpropiedadhepuestonombresalosdiversosindividuosdelaHordaconquienesvivíenmásíntimocontacto.Chachalaca es la más expresiva que puedo encontrar para describir a miinapreciable padrastro. Chachalaca quiere decir embustero charlatán y ruin.DienteLargohasidoelnombrequemehepuestoamímismo,porquemiscolmilloseranpronunciadamentegrandes.

Pero volvamos a tratar de Chachalaca. Me asustaba su insistencia.Siempre estaba pinchándome, provocándome y abofeteándome, y hasta encierta ocasión llegó amorderme.Mimadre interveníamuchas veces, y eragraciosísimovercómoespantabaasupropioconsorte.

El resultado de todo esto era una deliciosa e interminable disputadomésticapormicausa.

No era, pues, dichosami vida en el hogar, aunque he de reírme demímismocuandoescribolapalabra«vidaenelhogar».¡Elhogar!Yonoteníahogarenelsentidomodernodeestapalabra.Mihogareraunaasociaciónynounavivienda.Vivíabajo los cuidadosdemimadre, perono en su casa,porquemimadrevivíaencualquierparte,encaramándose lejosdelsueloencuantoseavecinabalanoche.

Eramimadreunamujermuyprimitiva.Aúnlesteníacariñoalosárboles,cuandolosmiembrosmásavanzadosdenuestrashordasvivíanencavernas,másalládel río.Peromimadre,suspicazyretrógrada,noqueríaabandonarlosárboles.Teníamosdesdeluegounárbolescogido,dondegeneralmentenosrecogíamos,aunquealgunasvecesdormíamosenotros,si lassombrasde lanoche se nos adelantaban.Disponíamos de una especie de tosca plataformahecha de tallos, ramitas y enredaderas, dispuesta sobre la horquilla de dosramas que se bifurcaban del tronco. Parecía un enorme nido de pajarracos,aunque mil veces más rudamente entretejido. Tenía, sin embargo, unacaracterísticaquenuncahevistoenningúnnido:eltecho.

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¡Oh! No era precisamente un techo como los que hacen los hombresmodernos.Ni siquieraparecidoa losde los salvajesdehoy.Eramásburdoinfinitamente que la más tosca de las obras humanas. Lo habíamosamontonado a troche ymoche, colocando una pila de hojas y matas secassobre la bifurcación de las ramas. Cuatro o cinco horquillas adyacentesservíandesosténalasviguetas,porasídecirlo,formadasderamasreciasdeuna pulgada de diámetro, poco más o menos. Sobre ellas descansaban lasmatasyel ramajeseco.Parecíaquehabía revuelto todosobre las ramassinordennipropósito,puesnisiquierasehabíaintentadobardarlatechumbre.Ydebo confesar, en honor a la verdad, que cuando caía un buen chubasco sellenabamiserablementedegoteras.

PeroChachalaca…hizoquelavidadelhogarfueraunacargapesadaparamimadreyparamí,ynoquieroreferirmeconestoalnidollenodegoteras,sino al grupo viviente que formábamos los tres. Chachalaca era muy malintencionado al perseguirme, único propósito que mantuvo firmementedurante más de cinco minutos seguidos. Además, al correr del tiempo, mimadre había ido cediendo enmi defensa, y creo que, a fuerza de trifulcaspromovidas por Chachalaca, llegué a serle molesto. Lo cierto es que lasituaciónibademalenpeor,yseagravabatanrápidamente,quemehabríadeverobligadoadejarparasiempremihogarpordecisiónpropia.Peromefuenegadalasatisfaccióndellevaracaboesteactodeindependencia.Antesdeque me dispusiera a marcharme, me arrojaron violentamente. Quieroexplicároslocontodogénerodedetalles.

Undía,cuandoyoestabasoloenelnido,encontróChachalacaladeseadaoportunidad.Mimadreyélsehabíanmarchadojuntoshacialospantanalesdelas fresas. Pero debía tenerlo todo preparado de antemano, porque le sentívenirporelbosque,solo,gruñendoyencolerizándoseasímismo.Comoeracostumbre entre todos los de nuestraHorda cuando estaban o querían estarcoléricos, sedeteníadecuandoencuandoparamartillarse elpechocon lospuñoscerrados.

Comprendíeldesamparodemisituación,ymeacurruquétemblandoenelnido.Chachalacasellegódirectamentealárbol—recuerdoqueeraunroble—ycomenzóatreparporél,sincesarnuncaensuinfernalalboroto.Yaoshedichoquenuestroidiomaeraextremadamentemezquino;asíesqueteníaqueretorcerlo para expresarme su inmenso odio y su propósito de zanjar enaquellaocasiónsuscuentasconmigo.

Cuandotrepóhastalahorquilladelnido,huídeslizándomeporunaramahorizontal. Me persiguió más allá y más allá, y arriba y más arriba.

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Finalmentetrepéhastalasramitasmásleves,entrelashojas.Chachalacafuesiempre un cobarde, y su precaución era ahora mayor que su rabia. Teníamiedodeseguirmehasta laspequeñas ramitas,porqueelpesodesucuerpolashubieraquebradoantesdealcanzarme.

Peroelmiserablenonecesitabadeestoyél losabíamuybien.Conunapérfida expresión en su rostro, brillando sus ojos saltones con refinadacrueldad,empezóasacudirlasramas,yasussacudidas,comoyoestabaenelextremo mismo del ramaje agarrándome ansiosamente, comenzaron aquebrarselasramitasbajomipeso.Latierraestabadebajodemíaunosseismetrosdeprofundidad.

Continuó sus sacudidas más furiosamente cada vez, gruñendo yrechinando los dientes en su odio infinito. Y luego vino el fin.Mis cuatroasideros se rompieron a una, y cal, caí de espaldas, mirándome todavía,sosteniendo aún en mis pies y manos agarrotados las ramitas truncadas.Afortunadamentenohabíajabalíesdebajoymicaídaterminósobrelosdurosmatorrales.

Porlogeneral,lascaídassolíanterminarconmissueños,siendosuficientela sacudidanerviosapara servirdepuenteentremilesde siglosyarrojarmesobreellecho,completamentedespierto,sudandoytembloroso,mientrasoíael relojdecucodel salónquecanta lashoras.Perohe tenidomuchasvecesestesueñodelabandonodemihogary todavíanomehadespertadoniunasola vez. Por el contrario, siento siempre el ruido del golpetazo al chocar,gimiendoyhechounapelota,contraelsuelo.

Arañadoydolienteyazgodespuésde lacaída.Escudriñoa travésde lasbreñas y veo aún a Chachalaca que entona un cántico infernal de alegría,llevandoelcompásconsusbalanceos.Entoncesahogomisgemidos.Yanoestaba bajo la seguridad de los árboles y sabía el peligro que correrla siatrajeraalosanimalescarniceroscondemasiadoruidosasmuestrasdedolor.

Recuerdo que, al contener mis suspiros, me interesé en admirar losextrañosefectosdeluzqueproducíaelabrirycerrarlospárpadoshúmedosdelágrimas. Comencé a recapacitar después, y pude darme cuenta de que noestabatanmaltratadoporlacaída.Habíaperdidoalgunospelosyunastirasdepellejo;elextremopuntiagudodeunaramarotaestabahincadounapulgadaen el antebrazo, ymedolía insoportablemente la cadera derecha, que habíarecibido todo el golpe de la caída. Pero nada de esto tenía importancia enrealidad.Nosemehabíarotohuesoalguno,yenaquellos tiempos, lacarnehumana teníamejores cualidades curativas que hoy. Fue, sin embargo, una

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soberanacaída,puesunasemanadespuésandabatodavíarenqueandoconmidoloridacadera.

Aún yacía entre las matas cuando me asaltó el sentimiento de midesolación. Ya no tenía hogar. Me propuse firmemente no volver jamás avivirconChachalacaymimadre.Meiríalejos,muylejos,atravésdelaselvavirgen,yencontraríaunárbolparamísolodondepoderrecogerme.Encuantoalacomida,yasabíadóndelapodríaencontrar.Hacíamásdeunañoquenonecesitaba demimadre para buscarla.Ella no ofrecía entoncesmás que suprotecciónysuguía.

Mearrastrépocoapocofueradelosmatorrales.AúnmevolvíunavezyviaChachalacaquecontinuabatodavíasucantoysussacudidas.Noeracosaquemeagradaraverynomirémás.

Sabía que tenía que andar con mucha precaución, y durante esta miprimera jornada en elMundo, anduve con extremado recelo y cuidado.Nosabíanipensabahaciadóndeiba.Unosóloeramifirmepropósito:huirlejosdelalcancedeChachalaca.Trepéalosárbolesyvaguéporelloshorasymáshoras,pasandodeunoaotro,sinjamásponerlospiesentierra.Peroniteníaruta fija, ni caminaba constantemente. La inconstancia estaba en mitemperamento,comoeneldetodoslosdemiHorda.Además,yoeraniño,ymedeteníamuchasvecesparajugarduranteelcamino.

Sonmuy borrosos estos recuerdos de cuántome acaeció entonces.Missueñosno losconservan.Miotroyohaolvidadomucho,sobre todoenesteperíodoparticular.Nohepodidotampocoreconstituir losdiversossueños,afindeencontrarelpuentequeunaelvacíoentreelabandonodemihogarymillegadaalascuevas.

Recuerdoquealgunasvecesfuipordescampados;losrecorríacongrandeazoramiento,descendiendoalsueloycorriendovelozmentehacialascopasdelosárboles.RecuerdotambiénquesiguierondíasdelluviaydeSol;asíesquedebívivirsoloyerrantedurantemucho tiempo.Hesoñado intensamenteenmi congoja ymiseria bajo la lluvia, en el padecimiento del hambre y en elmododeaplacarla.Fortísimaes la impresióndelacazade lagartossobre lacimarocosadeuncerrodesnudo.Corríanbajolasrocas,escapándoselosmásdeellos;peroalgunasveces,volcandolaspiedras,lograbaatraparalguno.Lasserpientesmeahuyentarondelcerro.Nollegaronaperseguirmeenrealidad.Salíanasolearsesobrelasrocasplanas;peroeratalmiterrorhereditario,quehuídeellastandeprisacomosiverdaderamentemepersiguieran.

Despuésrecuerdohabermordidolaamargacortezadelosárbolesjóvenes.Tengolavagareminiscenciadehabercomidomuchasnuecesverdes,consu

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vaina blanducha y sus lechosas almendras. Y recuerdo aún másconcretamenteelsufrimientodeundolordeestómago,acausatalvezdelasnuecesverdesodeloslagartos;nolosébien.Loquenoignoroesquetuveunainmensasuertealnoserdevoradodurantelashorasquemeretorcíaenelsuelosufriendolosefectosdelcólico.

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CapítuloV

Semepresentabruscamentelaimpresióndelaescenadeldíaenquesalídelbosque.Meencontrabaaorillasdeunampliollanodesnudo.Aunladosealzabanelevados riscos.Alotrocorríael río.La riberadescendíaescarpadahacia las aguas, que, de cuando en cuando, se internaban en la tierra porgrietasydesmoronamientos.ÉstoseranlosabrevaderosdelaHordaquevivíaenlascavernas.

Tal era la residencia donde me aventuré a entrar. Constituía, por asídecirlo,yestirandoalgolapalabra,laciudad.Mimadre,Chachalacayyo,yalgunosotrosorganismosprimitivos,veníamosaseralgoasícomohabitantesde las afueras. Formábamos parte de la Horda, aun cuando viviéramos unpocoalejadosdeella.Aunqueladistancianoeramuygrande,habíatardadoen llegar una semana. Si hubiera ido directamente, en vez de errar por elbosque,podríahaberandadoelcaminoenunahora.

Comoibadiciendo,alsalirallindedelaselva,vilascavernasabiertasenlosriscos,latierrallanaylosbarrancalesdelosabrevaderos.YsobrelatierrallanaveíaamuchosdelaHorda.Habíaestadoerrando,soloyniño,durantemásdeunasemana,sinveraningunodemipropiaraza.Habíavividoentreelpánico y la desolación. Y ahora, al contemplar amis semejantes,me sentíinvadidodegozoycorríalborozadohaciaellos.

Entoncessucedióalgomuyextraño.Algunos,alcontemplarme,lanzaronungritodealarma,yalinstante,llorandodeterror,huyólaHorda.Saltandoyarrastrándosesobrelasrocas,sesumergieronenlabocadelascuevas,dondedesaparecierontodos,menosunniñopequeño,quesehabíadesprendidoensuatolondramiento, rodando hasta la parte inferior de los riscos. Allí lloraba,doliente y quejumbroso. La madre salió de la caverna, se lanzó a suencuentro,locogióapretadamenteytrepódenuevoasucobijo.

Me hallaba otra vez completamente solo. El campo abierto, antes tanconcurrido, se había quedado desierto como por ensalmo. Me sentédesconsoladoygemebundo.¿PorquélaHordahabíahuidodemí?Mástarde,cuandoconocísuscostumbres,pudecomprobarlacausadetodoesto.Cuando

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me vieron abalanzarme fuera del bosque a todo correr, creyeron que algúnanimalcazadormeperseguía.Mipresentacióndescortésleshabíadispersado.

Mehallabamirandohacialabocadelascavernas,cuandomedicuentadequelaHordameestabaobservando.Prontoasomaronlascabezas.Despuéssellamabanycontestabanentresí.Enlarapidezdelaconfusión,muchosnosehabíanmetidoensuspropiascavernas.Algunosdelosmásjóvenessehabíanrefugiadoenlasajenas.Lasmadresnolesllamabanporsusnombres,porqueesta invenciónnoseradesconocida.Nadie teníanombre,comoyahedicho.Las madres lanzaban voces lastimeras y anhelantes que sus pequeñosreconocían. Así, si mi madre hubiera estado allí y me llamara, hubieradistinguidosuvozentre lasvocesdelasmilmadres,y tambiénellahubierareconocidolamíaentreotrasmil.

Continuaronduranteunratolasllamadasyrespuestas;perotodosteníanrecelo de salir de las cavernas y descender a la tierra llana. Al fin uno seatrevióahacerlo.Estabadestinadoadesempeñarungranpapelenmivida,así como yo lo representé en la vida de todos los de la Horda. Era OjoBermejo,comolellamaremosenlaspáginasdeestahistoria,porqueteníalospárpados enrojecidos y los ojos inflamados, lo que le daba un aspectoparticular, como si anunciara su terrible salvajismo.Rojo era el colorde sualma.

Verdaderomonstruoentodossusaspectos,sucuerpogigantepesaríaunasciento setenta libras. Era elmás corpulento de cuántos semejantesmíos hevisto.NientrelosHombresdelFuego,nientrelosHombresdelosÁrboles,vi nunca nada tan gigantesco. Cuando a veces leo casualmente en losperiódicos la descripción de nuestros modernos atletas y luchadores, mepreguntoquéhubierasidodelmejorentretodossisehubierapuestofrenteaOjoBermejo.

Conlastenazasdesusdedosdehierroleshubieraarrancadounmúsculodeunsolotirón,oleshubieraseparadounbícepsdelrestodelcuerpo.Conunrevésounlevepuñetazodesumanoleshubieramachacadoelcráneocomosifueseunacáscaradehuevo.

Ungolpedesus terriblespies (omanos traseras) leshubieradestripado.Deunretorcimientoleshubierarotoelcuelloyconunsimplechasquidodesus mandíbulas les hubiera atravesado al mismo tiempo la yugular y lacolumnavertebral.

Estandoquieto, sin impulso,podíasaltarhorizontalmenteseismetrosdedistancia. Era peludo horriblemente. Solíamos envanecernos de no serlomucho;peroélestabacompletamentecubiertodepeloenlapartesuperioro

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inferiordelosbrazosyaunenlasmismasorejas.Únicamentelaspalmasdelasmanos, de los pies y la zona debajo de los párpados aparecían peladas.Horrorosamentefeo,subocaferozyrechinanteysuenormelabiopendientearmonizabanconlosterriblesojos.

Tal era Ojo Bermejo. Se arrastró cautelosofuera de la caverna y descendió al suelo. Noreparando en mí, comenzó a reconocer el lugar,inclinándosetantohaciaadelantedesdelacintura,según caminaba, que a cada paso tocaba con losnudillosenelsuelo,afindebalancearse.Osdigoqueélsabíacorrersobrelascuatropatas,cosaenlaquetodoslosdemáséramosmuytorpes.Raros

eran, además, los que entre nosotros andaban balanceándose sobre losnudillos.Estosóloocurríaporatavismo,yOjoBermejoeraelmayordelosatavismos.

Ésaessuverdaderadescripción:unatavismo.Nosotrosíbamosrealizandoel progreso de cambiar nuestra vida arbórea en terrena. Hacía muchasgeneraciones que veníamos realizando este cambio, con lo que tambiénnuestro porte y cuerpo se habían transformado. Pero Ojo Bermejo era unaregresiónalmásprimitivodelosHombresdelosÁrboles.Comohabíanacidoen nuestra Horda, era fuerza que permaneciera entre nosotros; pero, enrealidad,representabaelatavismoysusitioestabaenotraparte.

Prevenido y siempre alerta, iba de un lado para otro en la tierra llana,escudriñando entre los árboles, queriendovislumbrar al animal cazador quetodos sospechaban me hubiera perseguido. Y mientras que hacía esto, laHordaseapiñabaenlabocadelascavernasyobservabasinrepararenmí.

Parece que, al fin, Ojo Bermejo se dio cuenta de que ningún peligroacechaba.Regresabadelaentradadelbarrancal,dondehabíabajadoabeberen el abrevadero. Se acercó hacia donde yo estaba, pero sin mirarme.Prosiguiócaminandoalazar,hastaquediodebrucessobremí,yentonces,sinmediar nada y con increíble rapidez, me soltó en la cabeza un tremendomanotazo.Reculétambaleándomeunbuentrechoycaícontraelsuelomedioatontado, mientras que se oía un salvaje tumulto de risas y carcajadasululantesqueveníande las cavernas.Eraunagranbroma,por lomenosenaquellostiempos,yasíloapreciólaHordacongranalegría.

Así fue como me recibieron en la Horda. Ojo Bermejo no volvió nisiquiera a fijar su atención enmí ymedejó en libertadpara llorar y gemircomo quisiera. Se acercaron curiosamente algunas mujeres y las reconocí

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enseguida, por habérmelas encontrado el año anterior cuandomimadremellevabaalascañadasdondecrecíanlosavellanos.

Prontomedejaronsolo,siendoreemplazadasporunadocenadecuriosose impertinentes chicuelos. Formaron círculo ami alrededor yme señalabancon el dedo haciendo gestos, hurgándome y provocándome. Yo estabaasustadoy los aguanté al principio; después se apoderódemí la iray saltéarmadodeuñasydientes sobre elmás audazde ellos, queno era otroqueOrejaCaída.Ledoyestenombreporquesólopodíaaguzarunadelasorejas.Laotracolgabasiemprefláccidaysinmovimiento.Algúnaccidentelehabríadañadolosmúsculos,privándoledesuuso.

Fuimoselunocontraelotro,comolosniñoscuandoriñen.Nosarañamosymordimos,nosarrancamoselpelo,forcejeamosynostiramosporelsuelo.Recuerdo que conseguí echarle una buena presa que me dio la ventajadecidida;peronogocémucho tiempodeella,porqueéldoblóunapiernaycon el pie (o mano trasera) me dio tan terrible golpe, que por poco medestripa. Lo tuve que soltar para salvarme, volviendo de nuevo ambos a lalucha.

OrejaCaídateníaunañomásqueyo,peromirabiaeramayorqueladeél, y al fin tuvo que confiarse a sus piernas y poner pies en polvorosa. Loperseguícruzandolallanurayatravesandodespuésunodelosbarrancosquedabanalrío;OrejaCaídatomóeldiagonaldelllanoyselanzóenlaabiertabocadeunacueva.

Antes de darme cuenta de nada ya estaba yo dentro de la cueva, entinieblas. Luego me sentí atemorizado. Era la primera vez que veía unacaverna. Comencé a gemir y llorar. Oreja Caída charloteaba en la sombra,haciéndome burla, y saltando sobre mí en la obscuridad, me tumbó de unempujón sin que pudiera verle.No se arriesgó, sin embargo, a un segundoencuentroyoptóporretirarse.Yomehallabaentreélylaentradadelacueva,yaunquenolehabíavistopasar,parecíacomosisehubieraescurridodeallí.

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Agucéeloído,peronopudeaveriguardóndeestaba.Estomedejóabsorto.Ganélasalidaymesentéallí,quedandoenacecho.

Nolovisalirporlaentrada,estabaciertodeello,ynoobstante,alcabodealgunos minutos me dio un golpe en el codo. Corrí tras él, que de nuevovolvióameterseenlacueva;peroestaveznoquiseapartarmedelaentrada.Medejécaeracortadistanciayobservé.OrejaCaídanosalióy,sinembargo,volviócomoantesadarmeungolpeenelcodo,persiguiéndonosporterceravez,hastaquepenetróenlacaverna.

Volvióarepetirselahazañavariasveces.Luegoloseguíhastaelinteriorde la cueva, buscándolo inútilmente. Se había avivado mi curiosidad. Nopodíacomprenderdequemanerameburlaba.Llegábamoshasta lacaverna,dedondenuncasalía,perosiemprevolvíaadarmeburlonamenteenelcodo.Deestasuertenuestraluchasetransformóenunjuegoalescondite.

Seguimos jugando durante toda la tarde, descansandode cuando en cuando, y acabó por despertarse entrenosotrosunsentimientodeamistad.Alfinélnohuíademíynossentábamosjuntos,rodeándonosconnuestrosbrazos.Poco después me reveló el misterio de la caverna. Mecondujoalinteriorasiéndomedelamano.

La cueva se comunicaba con otra por una pequeñarendijayatravésdeellasedeslizabaOrejaCaídaparasaliralairelibre.

Ahora éramos ya buenos amigos. Cuando los otroschicuelossejuntaronamialrededorparaprovocarme,élseunióconmigo,saliendoenmidefensa,ytanduramentelesacometimosqueprontonosdejaronsolos.

OrejaCaídamedioaconocerlaaldea.Muypocopodíaexplicarme en lo que a condiciones y costumbres serefiere,porquenoteníapalabrasconquehacerlo;peroyo

aprendí mucho observando sus acciones y después me mostró también lascosasyloslugares.

Mecondujoporelllano,entrelascavernasyelrío,porlaselvaquemásallácomenzaba,haciaunlugarherboso,bajolosárboles,dondealmorzamoszanahorias,defibrosasraíces.Despuésbebimosunbuentragodefrescaaguaenelríoytrepamoselbarrancoendirecciónalascuevas.

EnelbarrancovolvimosaencontrarnosconOjoBermejo.Yonolohabíavisto. Oreja Caída se retiró acobardado a un lado, apretándose contra elbarranco.

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Naturale involuntariamente lo imité.Entoncesmedicuentade lacausadesu terror.EraOjoBermejoquebajaba tambaleándosehaciaelcentrodelbarranco,gesticulandoamenazador, consusojos inflamados.Observé todosloschicuelosseescabullíanlejosdeél,lomismoquenosotros,mientrasquelosmayoreslocontemplabanconojoscautelososyseapartaban,cediéndoleelcentrodelasenda.

Alllegarelcrepúsculo,quedódesiertoelllano.LaHordasefueabuscarla seguridad de las cuevas. Oreja Caída me enseñó el camino de nuestrolecho.Trepamoshacia lomásescarpadode los altos riscos,másalláde lascavernas,hastaunadiminutagrietaquenopodíadistinguirsedesdeelsuelo.OrejaCaídaseescurriódentroyyoleseguícondificultad,tanestrechaeralaentrada, encontrándomeal finenunapequeñacuevaabierta en la roca.Eramuybaja,nomásdesesentacentímetrosdealturayacasounmetrodeanchopor un metro veinte de largo. Aquí, apoyado uno en los brazos del otro,pasamoslanochedurmiendo.

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CapítuloVI

Viendo cómo los chicuelos más audaces jugaban al escondite en lascavernas de ancha entrada, comprendí que debían estar deshabitadasnecesariamente. Nadie dormía allí por la noche. Sólo se utilizaban paradormir las cavernasdebocaestrecha,mejorescuantomás reducida fuera larendija de entrada, a causa del temor a los animales de presa que nosamargabanlavidaenaquellasnochesydíasdelMundoprimitivo.

Comprendícuálera laventajadeestascavernasdeentradaestrechaa lamañana siguiente, después de la noche que dormí con Oreja Caída.Despuntabaelalba,cuandoeltigreDientedeSablecaminabaporelllano.Yase habían levantado dos de laHorda y corrieron a refugiarse en una de lascavernas. No sé si por efecto del pánico o porque estaría Diente de Sabledemasiado cerca, sin darles tiempo para trepar por el escarpado hasta lasgrietas,ellofuequesemetieronatodaprisaenlacuevadeanchabocadondehabíamosjugadoOrejaCaídayyolatardeanterior.

Nohaymaneradedecir loquepasódentro;peropodemosasegurarquelosdosdelaHordaseescurrieronporlasrendijasquecomunicabanconlasotras cavernas. La rendija era demasiado pequeña para permitir el paso aDiente de Sable, que se volvió por donde había entrado, rugiendo furioso.Había fracasado durante la noche en su cacería y esperaba almorzarsetranquilamenteaalgunosdelosnuestros.VioalosdosdelaHordaenlabocade la otra caverna y saltó hacia ellos, pero se le volvieron a escaparescurriéndoseporelpasadizohastalaprimeracaverna.DientedeSable,másfuriosoquenunca,gesticulabaamenazador.

Se armó entre nosotros una batahola horrible. Nos habíamos asomadodesde lo alto del escarpado, ululando y chillando en mil tonos distintos.Gesticulábamos con extrañas carantoñas, tan enfurecidos como el propioDiente de Sable, sólo que nuestra ira estaba enlazada con el miedo. Meacuerdoqueyochillabaygesticulabacomoelquemás,nosólosiguiendoelejemplodelosotros,sinoobedeciendoaunimpulsointeriorquemeincitabaa obrar como ellos. Los pelos se me erizaban y me estremecía en

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convulsioneslecóleraardienteyciega.DientedeSablecontinuólanzándosedeunaaotracaverna.PerolosdosdelaHordasedeslizabansimplementeporlagrietaopasadizoyleesquivaban.Mientrastanto,todoslosdemás,desdeelescarpado,procedíamosaponermanosa laobra.CadavezquesalíaDientede Sable le apedreábamos con peñascos. Habíamos empezado por dejarlosrodar sobreél,peroprontocomenzamosa lanzarloscon todoel impulsodenuestrosmúsculos.

EstebombardeoencolerizómuchísimomásaDientedeSable.Abandonóla persecución anterior y saltó por los riscos hacia nosotros, clavando susgarrasenlasrocas,gruñéndonosmientrastrepaba.Antesutremendoaspecto,nosrefugiamosdesdeelprimerohastaelúltimoenelinteriordelascavernas.Lopuedoafirmarporquemeasoméyviqueestabacompletamentedesiertoelescarpado, donde Diente de Sable, que había pisado en falso, resbalaba yrodabaporlosriscos.

Lancé una exclamación para animar a todos y nuevamente las peñas secubrieron de la Horda, que prorrumpía en gritos, y de nuevo las piedrasrodabanmásaprisaqueantes.DientedeSableestabafrenéticodeira.Asaltóotravez los riscos, y enunaocasiónhasta llegóa lasprimeras cavernasdebocaestrecha,peronopudoforzarlaentrada.Cadaimpulsoeraunanuevaolade cólera que brotaba en nosotros. Al principio nos retirábamos casi todoshacia el interior de las cavernas, pero algunos permanecían en sus puestosgolpeándoleconlaspiedras,hastaqueterminamosporquedarnostodosfuerasosteniendonuestrasdescargas.

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Nunca se había visto a una fiera tan poderosa tan completamente enridículo. Su terrible orgullo estaba herido y burlado por la astucia de unosseres tan pequeños y débiles. Se quedó en el suelo Diente de Sablemirándonos furioso, gruñendo, restallando la cola y esquivando las piedrasquellovíansobreél.Enunaocasiónlancéunpedruscoenelprecisomomentoenque levantaba lacabezaparamirar,y lapiedra lecayódeplenosobre lanariz.Reculódeunbrincorápido, lascuatropatasalaire,gruñendoacausadeldolorylasorpresa.

Se había dado cuenta de su derrota; recobró, sin embargo, su perdidadignidad y comenzó a caminar solemnemente alejándose de la lluvia depiedras. Aún se detuvo amirarnos. Estaba ansioso y hambriento. Se habíaquedadosinalmuerzo,cuandocreíatenerennosotrostanbuenaprovisióndecarne;peroaunquelahabíasitiado,eraparaél inaccesible.Nopudimospormenos de estallar en una carcajada al verle. Nos reíamos tumultuosa yburlescamente.Alosanimalesnolesgustanlasburlas.Seencolerizancuandoseríendeellos.AsíleofendierontambiénaDientedeSablenuestrasrisas.Sevolvió con un espantoso rugido, y para sacudirse el ridículo quiso volver aacometernosdenuevo.Enrealidadnopodíamosdesearnadamejor.Laluchasehabíaconvertidoenjuego,ynosotrosgozábamosmuchoapedreándole.

Noinsistió,sinembargo,enelataque.Recobrósubuensentido,ademásdequenuestrosproyectilesnoerandemasiadocariñosos.Recuerdomuybienelaspectodeunodesusojos,mediosaltadoporunadenuestraspiedras.Ytambiénconservounvivorecuerdodelaescenafinal,enqueleveoalbordede la selva, adonde se había retirado; miraba hacia atrás, en dirección anosotros,conloslabiosretorcidos,mostrandolaraízdesustremendasfauces,erizado el pelo y la cola arqueada y restallante. Dio un último rugido ydesaparecióentrelosárboles.

Dimosentoncessueltaanuestragarruleríalocuaz.Hormigueábamos fuerade lascavernas,examinandolas huellas de las garras sobre los peñascales delescarpadoycharlandotodosalavez.Unodelosdosperseguidos por Diente de Sable hasta la doblecaverna era casi adolescente. Habían salido ambosmuy orgullosos de su refugio, pavoneándose ante la

multitudque,admirada,habíacomenzadoarodearles.Peroaparecióentoncesenmediodenosotroslamadredelmásjovenydescargósobreélsutremendaira, tirándole de las orejas, arrancándole el pelo y dándole una soberanapaliza,mientrasgritaba comoundemonio.Eraunamujerona rollizaymuy

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peluda, que hacía las delicias de la Horda al verla zurrar a su hijo.Agarrándonoslosunosalosotrosyrodandojuntosalsueloenlaexplosióndenuestragranalegría,prorrumpimosenestridentescarcajadas.

La Horda, a pesar de vivir en el reino del terror, era muy reidora.Teníamos el sentido del ridículo. Nuestra alegría era gargantuesca eirrefrenada.Nosabíamoshacerlascosasamedias.Antelasescenascómicasque advertíamos, inmediatamente nos deshacíamos en convulsiones de risa.Lascosasmássencillasytoscasnosparecíancómicas.¡Oh!Vivíamosenunaperpetuacarcajada.Oslopuedoasegurar.

Tratábamosatodoslosanimalesqueinvadíannuestraaldeadelamismamanera que a Diente de Sable. Los barrancales y los abrevaderos estabanreservadosparanosotros,porquehacíamosimposiblelavidaalasbestiasquevagaban o penetraban en nuestros dominios.Hasta losmás fieros animalescazadores, a fuerza de recibirlos de aquelmodo, terminaron por dejarnos asolasennuestroslugares.Noéramosluchadorescomoellos;éramosastutosycobardes,ylaastuciaylacobardía,juntoconnuestradesordenadapropensiónalmiedo, nos hicieron sobrevivir y vencer en aquel ambiente de terror delMundoPrimitivo.

OrejaCaídacontaba,amientender,unañomásqueyo.Noteníamediodeexpresiónpararelatarmesupropiahistoria;perocomonuncavirastrodesumadre,lecreíahuérfano.Despuésdetodo,lapaternidadnoimportabagrancosaennuestraHorda.Elmatrimonioestabaaúnenestadoprimordialy lasparejas tenían siempre abierto el camino de reñir y separarse. El hombremoderno,conlainstitucióndeldivorcio,hacelomismo,sóloquelegalmente.Nosotros no teníamos leyes; nos regíamos por las costumbres, que no eranmuydefinidasenesteasuntoparticular.

Sinembargo,comomásadelanteseveráenestanarración,mostrábamosalgunasdébilesvislumbresdeinclinaciónhacialamonogamia,quemástardehabría,dedarfortalezaypoderalastribusquelaadoptaron.Además,enmistiempos,habíayaalgunaqueotraparejafielquevivíaentrelosárbolesenlavecindad demimadre. La vida en el corazón de laHorda no incitaba a lamonogamia, e indudablemente por esto se alejaban las parejas fieles paravivir a solas. Allí permanecían unidas durante años, pero cuandomarido omujer morían o eran devorados, el que sobrevivía encontraba siempre unnuevocompañero.

Había una cosa que me dejaba absorto y desorientado durante losprimerosdíasderesidenciaenlaHorda.Erauninmensoeinexplicableterrorsecretoqueseapoderabadetodos.Alprincipioparecíaquesólosereferíaala

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orientación:laHordatemíaalNordeste.Vivíacongraninquietudrespectoaese punto del horizonte, y cada cual miraba frecuentemente y con mayoralarmahaciaesadirecciónquehacianingunaotra.

Cuando Oreja Caída y yo íbamos hacia elNordeste para comernos las zanahorias de fibrosasraíces que estaban entonces en sazón, se volvíatímido como nunca. Se contentaba con comer laszanahorias grandes y duras, o las pequeñas,pegajosas aún, antes que aventurarse un poco másallá, donde había otrasmaduras e intactas.Cuandomeatrevíallegarhastaallá,medabaaentenderquealgún grave peligro me acechaba en aquelladirección; pero la pobreza del lenguaje no lepermitíaexpresarcuálfueraesetremendopeligro.

Muchos ymuy buenos banquetesme di de esamanera, mientras que él gruñía y chillaba inútilmente. Yo me manteníasiempre alerta, pero nunca pude ver peligro alguno. Calculaba siempre ladistanciaalárbolmáspróximo,ysabíaquepodíaalcanzarsuasiloacogedorantesdequeelleónoDientedeSablemepillaransidesúbitoaparecieran.

Unatarde,yacercana lanoche,se levantóungran tumultoen laHorda.Una idea fija la martirizaba: el terror. La Horda hormigueaba sobre elescarpado,contemplandoyseñalandohaciaelNordeste.Instintivamentecorríhacia la seguridaddemicaverna, trepandoporelcamino resbaladizo,antesdevolvermeamirarlacausadetodoaquello.

Y entonces vi por primera vez, al otro lado del río, lejos, hacia elNordeste,elmisteriodelhumo.Eraelmáscorpulentoanimalquehabíavistoen todami vida. Pensé en unamonstruosa serpiente cuya cabeza se erguíarecta hacia el cielo sobre los más altos árboles, agitándose y serpenteandohacia abajo o hacia arriba, alternativamente. Y, sin embargo, no sé cómoentreví en la actitud de laHorda que no era el humo el verdadero peligro.ParecíantemerlocomoanunciodealgunaotracosaNopodíaaveriguarcuálfueraesaotracosaniellospodíandecírmelo.Masprontohabríadesaberloyhabía de comprender que eramás terrible que Tawny el león, que el tigreDiente deSable, que lasmismas serpientes, aunque parecía que no pudieraexistirnadamásterriblequeellas.

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CapítuloVII

Era Diente Mellado otro chicuelo que campaba por cuenta propia. Sumadrevivíaenlascavernas,perohabíanvenidodespuésdeélotrosdoshijos,y se vio expulsado y abandonado a sus propias fuerzas. Habíamoscontemplado la escena con no poco regocijo durante varios días anteriores.DienteMelladonoqueríairse,yencuantosumadresealejabadelacueva,seescurríaélhaciadentro.Cuandoalregresoloencontrabalamadre,dabagustovercómoseencolerizaba.CasilamitaddelaHordaacostumbrabaaquedarseallíparacontemplaraquelespectáculo.Primeramentesalíandelacavernalosgruñidosychillidosdelamadre;despuéselruidodelapalizaylosalaridosdeDienteMellado,coreadospor losotrosdosmuchachosmáspequeños.Yfinalmente,comolaerupcióndeunvolcánenminiatura,DienteMelladoeralanzadoafuera.

Alcabodevariosdíasquedóterminadadefinitivamentesuexpulsióndelhogar. En el centro del llano estuvo lamentando su dolor, sin que nadie lehicieracaso,ydespuésdeunahoradellantoinútildeterminóvenirseavivircon Oreja Caída y conmigo. Era muy pequeña nuestra cueva, peroapretujándosemuchohubositiopara los tres.Sinembargo,norecuerdoqueDienteMellado estuviera con nosotrosmás de una noche; así es que debióocurrirleenseguidaelaccidentequeosvoyareferir.

Sucedióalmediodía.Habíamoscomidoporlamañananuestraracióndezanahorias, y luego nos aventuramos por los árboles, despreocupados connuestros juegos. No puedo explicarme cómo Oreja Caída perdió su recelohabitual: acaso distraído por el juego, como ya he dicho.Habíamos estadomucho rato jugando al escondite entre los árboles. ¡Y vaya un escondite!Saltábamos espacios de tres a cinco metros como si tal cosa. Un saltodejándonos caer desde seis a ochometros de altura, no tenía para nosotrosningunaimportancia.Casitemodeciroslosenormestrechosquesaltábamos.Cuando nos hicimos más pesados, aprendimos con los años a ser másprecavidos en los saltos; pero en aquella edad eran nuestros cuerpos comomimbresyhacíamosconellosloquequeríamos.

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DienteMelladodesplegabaextraordinariaagilidadenestosjuegos.Élsequedabamenosvecesqueninguno, y en el transcursodel juego encontrabasiemprealgunapiruetadificilísimaqueniOrejaCaídaniyoéramoscapacesdeimitar.Paradecirlaverdad,hedeconfesarquenosdabamiedointentarlo.

Cuando nos «quedábamos» alguno de nosotros, Diente Mellado corríahasta el extremode las ramasmás altasdel árbol, aunosveintemetrosdelsuelo,sinnadadebajoquepudieraamortiguarlacaídaAunosseismetrospordebajoyamásdecincodelaperpendicular,pendíaunagruesaramadeotroárbol. Cuando le perseguíamos hasta las ramas altas, Diente Mellado,haciéndonos frente, comenzaba a sacudir la rama enque se hallaba, y esto,comoesnatural,noshacíadetenernos.Entoncessebalanceaba,ycuandoalfiníbamosacogerle,sedejabacaeraimpulsosdelaoscilacióndelarama,delaqueseservíacomountrapecio.Durantelacaída,dabaunavolteretaenelaireparaquedardefrenteaotraramadondehabíadeasirse.Éstasedoblabaal golpe, y a veces hasta crujía amenazando romperse; pero no se quebrónunca,ysiempreveíamosentrelashojaselrostrodeDienteMelladoquenoshacíamuecasdeburlaydetriunfo.

A mí me había tocado «quedarme» la última vez que Diente Melladointentó su famoso salto. Había alcanzado ya el extremo de la rama ycomenzabaabalancearla.Mearrastrabahaciaél,cuandoderepenteoímosungrito de alarma deOreja Caída.Miré hacia abajo y le vi en la bifurcaciónmismadelasramasjuntoaltronco,acurrucándosecontraél.Tambiényomeacurruqué instintivamente contra la gruesa rama en queme hallaba.DienteMellado contuvo su balanceo, pero la rama continuó aún sus oscilaciones,arqueándosedearribaaabajoentreelrumordelashojas.

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Oíquebrarseunaramitaseca,ymirandohaciaabajovialprimerhombredel Fuego. Se deslizaba sigilosamente sobre la tierra, escudriñando losárboles. Pensé primero que seria algún animal salvaje, porque llevaba entornoalacinturaysobreloshombrosjironesdepieldeoso.Luegodistinguísusmanos,suspies,ymásclaramentesusfacciones.Separecíamuchoamipropiaespecie,sóloqueeramenosvelludoysuspiesmenosparecidosalasmanos que los nuestros. En efecto, como pude observarlomás tarde, estosHombres del Fuego eran menos velludos que nosotros, como nosotros loéramosmenosquelosHombresdelosÁrboles.

Alverle, lo comprendí todoperfectamente.Ésteera el terrordelNordesteque anunciaba elmisteriodel humo. Sin embargo, yo estaba sorprendido; noera ciertamente ningún monstruo terrible. OjoBermejo o cualquiera de nuestros más fuerteshombreshubieran sidoun temible rivalpara él.Eraviejo,además,arrugadopor losaños,ysuscabellosaparecían grises. Cojeaba penosamente de unapierna.Nocabíadudadequepodríamosescaparnosy trepar más deprisa que él. Indudablemente no

lograríacogernos.Perollevabaenlamanoalgoqueyonohabíavistonunca:unarcoyuna

flecha. Ambas cosas aún no significaban nada para mí. ¿Cómo podíacomprenderque lamuertenos acechaba en aquel pedazodemadera curva?OrejaCaída sí que lo sabía. Sin duda habría visto antes a losHombres delFuego y conocía algo de su manera de ser. El hombre del Fuego le miró,dandolavueltaalrededordelárbol.OrejaCaídadiotambiénlavueltasobrelabifurcacióndelasramas,poniendosiempreeltroncoentreélyelhombredelFuego.

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Éste se volvió en dirección distinta repentinamente. Oreja Caída,sorprendido, tambiénsevolvióvelozmente,peronopudoocultarseantesdequeelhombredelFuegohubiese tendidoelarco.Vicómosaltaba laflechadisparada,rozabaaOrejaCaídaysehincabaoblicuamentecontraunramón,cayendodespuésalsuelo.Salté,bailandodealegríasobrelaaltaramadondeestabaencaramado.¡Quéjuegotandivertido!ElhombredelFuegole tirabacosasaOrejaCaída,comonosotroscuandojugábamos.

Continuóunratomáseljuego;peroOrejaCaídanosevolvióaexponer.Entonces el hombre del Fuego miró hacia arriba. Yo me eché adelante,asomándomefueradelaramahorizontal,provocándoleconmimediacharla,ganosodejugarconél.Deseabaponermedeblancoaversimeacertaba.Memiró,peronosedioporaludido,fijandolaatenciónenDienteMellado,queaúnsebalanceabaligeraeinvoluntariamenteenelextremodelarama.

Saltó hacia el cielo la primera flecha. Diente Mellado dejó exhalar ungemidodemiedoyagonía.Eldardohabíadadoenelblanco.Estocambiabaparamíelaspectodelacuestión.Perdíinmediatamentelasganasdejugarymerecogítemblorosodetrásdelasramas.DosflechasmáspasaronrozandoaDienteMellado,silbandoaldeslizarseentrelashojas,ydescribiendounarcoenelairecayerondespuéshacialatierra.

El hombre del Fuego tensó de nuevo su arco. Cambió de posición,desviándosealgunospasos.Vibrósonoroelarco,saliólaflechadisparada,yDienteMellado,lanzandountremendoalarido,sedesprendiódelarama.Lovicaervolteando;parecíaquefueratodobrazosypiernas;llevabaclavadoeldardo en el pecho y aparecía y desaparecía a cada vuelta del cuerpodesplomado.

Cayó,entrelaestridenciadeungrito,desdeunosveintemetrosdealtura.Fueaaplastarsecontraelsueloconungolpecomounchasquido,yrebotóelcuerpopara caerdenuevo.Aúnvivía, porque se agitó arañandoconpiesymanos.Recuerdo al hombre del Fuego corriendo hacia él con una piedra ymachacándolelacabeza;luego…norecuerdonadamás.

Siempre, en mi infancia, al llegar a este momento de mis sueños, medespertabagritandoyaterrorizado…paraencontraramenudoamimadreoami niñera, que, ansiosas y sobresaltadas,me acariciaban con susmanos loscabellosymedecíanqueestabanamiladoynadadebíatemer.

Mi sueño siguiente me representó la huida a través de la selva encompañíadeOrejaCaída.SehabíandesvanecidoDienteMellado,elhombredelFuegoylosárbolesdelatragedia.OrejaCaídayyo,llenosdepánicoyderecelo, huíamos entre los árboles. De pronto sentí en la mano derecha un

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dolorardoroso.Undardomehabíaatravesadolacarne.LapuntaylacañadelaflechadelhombredelFuegoasomabanrespectivamenteacadaladodelamano. No sólo la tirantez de la flecha me dolía intensamente, sino queimpedíamismovimientosymeimposibilitabaparaseguiraOrejaCaída.

Medetuvealfin,acurrucándomealabrigodelasramasdeunárbol.OrejaCaídasiguióadelante.Lellaméansiosamente,aúnlorecuerdo,yélsedetuvopara mirar hacia atrás. Entonces volvió hacia mí trepando por las ramas yexaminando el dardo.Trató de arrancarlo, pero por una parte lo impedía lapuntabarbadayporlaotraelextremodelacañarodeadadeplumas.

Permanecimos agazapados unos instantes; OrejaCaída,nerviosoyconansiedaddeirse,mirabainquietoytemerosohaciaunoyotrolado;yogimoteabaenvozbaja.Oreja Caída ardía en deseos de huir y, sin embargo,permanecíaamilado;sabíaelpeligroqueleamenazabayno quiso abandonarme a pesar del terror. Veo en suconducta la sombra precursora del altruismo y delcompañerismoquehancontribuidoaqueelhombreseaelmáspoderosodetodoslosanimales.

Aun quiso arrancarme la flecha, rasgando la carne,pero yo lo detuve enfurecido. Entonces se inclinó ycomenzó a mordisquear la caña del dardo. Mientras lo

hacía,sosteníafirmementelaflechaentresusmanosparaquenomelastimaralaherida,entantoqueyomeapoyabasobreél.

Muchasvecespiensoenestaescena:losdosmuchachos,enlainfanciadelaHorda,dominandoelunosuterrorysuegoísmodehuir,parapermaneceramiladoofreciéndomesuayuda.Yentoncesselevantaantemisojostodoloqueallí estaba latente,yveo lavisióndeDamónyPythias, losmártires, laCruz Roja, los guías que emprenden los heroísmos desesperados, el padreDamián, y Cristo mismo, y todos los grandes hombres de la Tierra, cuyafortaleza tienesushuellasoriginariasenel lazoprimitivoy rudimentariodeDiente Mellado, Oreja Caída y otros ignorados habitantes del nacienteMundo.

Cuando Oreja Caída hubo triturado la caña del dardo, pudo separar lapunta fácilmente y arrancar la flecha. Me levanté para proseguir nuestrahuida; pero ahora fue él quien me detuvo. La herida me sangrabaprofusamente.Sehabríanrotosindudaalgunadelasvenasmenores.

Oreja Caída corrió hacia el extremo de la rama, arrancó un puñado dehojas tiernasy laspusocomounemplastocubriéndomelaheridaLasangre

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dejódebrotarinmediatamenteEntoncescontinuamosadelante,volviendoalaseguridaddelascavernas.

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CapítuloVIII

Recuerdo muy bien el primer invierno que siguió a mi expulsión delhogar.Durantemissueñoshevueltoapadecerlossufrimientosdesedylosestremecimientosdefríoqueentoncesnosacometían.OrejaCaídayyonossentábamosmuy juntos, estrechándonos con brazos y piernas, amoratado elrostro y tiritando. Al amanecer era cuando me sentía más entumecido. Enaquellashorasheladasdormíamospoco,yesperábamoseldespuntardeldía,ateridosydesamparados,parareconfortarnosalosrayosdelSol.

Crujíalaescarchabajonuestrospiescuandosalíamosdelacaverna.Unamañanadescubrimosunacapadehielosobrelasaguasquietasenelremansodel abrevadero. La noticia se extendió por la Horda y todos nospreguntábamosquépudieraseraquello.ElancianoMarrow-Bone,queeraelmás viejo de la Horda, no había visto nunca nada semejante. Recuerdo lamirada interrogativa,perplejay llorosaquebrotódesusojosalexaminarelhielo. Esa mirada llorosa resplandecía en nuestros ojos cuando nocomprendíamos algo o cuando sentíamos el aguijón de algún vago einexpresabledeseo.TambiénOjoBermejovinoaexaminarelhielo.LlegabaateridoysevolvióamirarhaciaelNordeste,comosiquisierarelacionaralosHombresdelFuegoconesteúltimohallazgo.

Sin embargo, sólo encontramos hielo estamañana a pesar de ser aquelinviernoelmásfríoquetuvimosquesufrir.Norecuerdodeningúnotroquefuera tan duro. He pensado muchas veces que seria precursor de losinnumerables fríosvenideros,Cuando las sábanasdehielo ibanbajandodelNorte lejanoarrastrándosesobre la fazde laTierra.Nosotrosno llegamosaverlas.Debieronpasarmuchasgeneracionesantesdequelosdescendientesdela Horda emigraran al Sur o permanecieran allí adaptados a las variablescondicionesdelmedio.

Nuestravidaeraunazar.Vivíamossintonnison.Niseplaneabanada,ninadaseejecutaba.Comíamoscuandoteníamoshambre,bebíamosalsentirlased,nosretirábamosalabrigodelascuevascuandolanocheseaproximabaypasábamos en un juego fortuito el resto de la vida. Éramos muy curiosos,

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fácilesdedivertirymuyabundantesenbromasyjugueteos.Sólolacóleraoel peligro nos volvían serios y graves; pero tan pronto como se disipaba laamenazaseolvidabatodo.

Ilógicos, inconsecuentes e inconstantes, carecíamos de firmeza ennuestrospropósitos,yéstaeralacausadelasuperioridaddelosHombresdelFuego,queposeíantodoestoenquetanpobreséramosnosotros.Enalgunascosas,sinembargo,éramoscapacesdealgúnpropósitolargamenteacariciado,especialmente en la vida emocional. El caso de las parejasmonogámicas aqueantesmehereferidopodráinterpretarsecomoefectodeunacostumbre;peronoocurre lomismoconmipasiónhaciaDulceAlegría, nimenos aúnconlaenemistadocultaqueexistíaentreOjoBermejoyyo.

Loquemásmeafligecuandovuelvomisojosaesavidalejana,esnuestrainconsecuenciaynuestraestolidez.Enunaocasiónmeencontréunacalabazarota, con la concavidad hacia arriba, amanera de cuenco, llena de agua delluvia.Eradulceelaguaybebídeella.Hastamellevélacalabazaylavolvíallenarenelrío,enparteparabeberlayenparteparaderramarlasobreOrejaCaída. Después tiré la calabaza sinmás consecuencias. Nome cabía en lacabezanisemeocurriónunca llenarladeaguay llevármelaa lacueva.Sinembargo,muchas veces, durante la noche, tenía sed, sobre tododespués dehabercomidocebollas,yteníaquesufrirla,porquenadieosabasalirabeber,fueradelascavernas.

Más adelante me encontré otra calabaza en cuyo interior sonaban lassemillas. Mucho me divirtió esto; pero era un juguete y nada más que unjuguete.Nopasó,sinembargo,muchotiemposinqueseadoptasealfinelusode lascalabazasparadepósitosdeaguade laHorda.No fuiyoel inventor;correspondeelhonordeelloalancianoMarrow-Bone,ybuenoesaclararquefuelanecesidaddesusavanzadosañoslacausaproductoradelainnovación.

Lo cierto es que el primero en usar lascalabazas para beber en la Horda fue Marrow-Bone. Podía tener así una reserva de agua en lacavernadondemorabayquepertenecía a suhijoPelicalvo, quien le había permitido ocupar unrincón de ella. Solíamos ver a Marrow-Bone

cuando llenaba su calabaza en el abrevadero para llevársela después a lacaverna. La Horda era muy imitadora; así es que, unos primero y otrosdespués,cadacualseprocuróunacalabazaparecida,hastaquesegeneralizólaprácticadealmacenarelaguadeestasuerte.

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Aveces,elancianoMarrow-Bone,acausadesusachaques,nopodíasalirde la caverna, y entonces Pelicalvo le llenaba su calabaza. Algún tiempodespués, Pelicalvo delegó esta tarea en su hijo Labio Largo, y después,cuando se restableció Marrow-Bone, continuó Labio Largo llevándole elagua. Andando el tiempo, los hombres dejaron de transportar agua,imponiendo la tarea a las mujeres y a los niños. Oreja Caída y yo, quevivíamos independientes, llevábamos tan sólo el agua para nosotros ysolíamos burlarnos de los demásmuchachos cuando les llamaban para quecargasenlascalabazas,dejandolaalegríadesusjuegos.

Lentoserannuestrosprogresos.Aunlosadultospasabanlavidajugandomuchomásde loqueahora juegannuestrosniños.Enestononos igualabaningún animal. Lo poco que aprendíamos era hijo del juego o de nuestracuriosidadypenetración.Poreso fueelusode lascalabazaselmásgrandeinventodelaHordadurantetodoaqueltiempo.Alprincipionoslimitábamosaguardaraguaenellas,comohacíaelancianoMarrow-Bone.Perociertodía,unadelasmujeres,norecuerdocuál,llenódemorasunacalabazaylatrajoala caverna. Al poco tiempo todas las mujeres las traían llenas de bayas,nueces, y raíces. Otra mujer inventó una nueva evolución del sistema detransportes; sin duda su calabaza seríamuy pequeña o tal vez se la habríaolvidado; pero fuera lo que quiera, el caso es que ató dos hojas grandes,cosiéndolas con juncos, y pudo traer así una gran cantidad de bayas muysuperioralaquecupieraenlamayordenuestrascalabazas.

HastaahíynomásallállegamosenlosmediosdetransportedurantemividaenlaHorda.Anadieseleocurriótejerunacestaconmimbreojuncos.Avecesatabanconvaritasflexiblesyconenredaderaslosmanojosdehelechosyramasquesetraíanalascuevasparaacostarsesobreellos.Acasoalcabodediez o veinte generaciones llegaríamos a inventar el tejido de las cestas.Ydespués vendría otra cosa indudablemente: si se tejíanmimbres para hacercestos,elpasopróximoseríaeltejidodelatela.Seguiríaaestoelvestido,yalcubrirnuestradesnudez,naceríaelpudor.

AsíseibaavanzandoenelMundoprehistórico.Peronosotrosestábamosempezando el camino y no podíamos ir muy lejos en una generación. Noteníamos flechas, desconocíamos el fuego y estábamos en los rudoscomienzos del lenguaje. Tan lejana estaba aún la invención de la escritura,quemesientoanonadadoalpensarlo.

Sin embargo, estuve a punto de hacer un gran descubrimiento, que sehubiera realizado a no ser por la glotonería e Oreja Caída. Se demuestra,además,conestocuáncasualeraenaquellosdíasnuestrodesarrollo.Elcaso

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es que estuvo en un tris que no descubriera yo la domesticación del perro,cosaque losHombresdelFuegonohabíanconseguido todavía,puesséporobservacióndirectaqueno teníanperros.Perorelatemoscómolaglotoneríade Oreja Caída detuvo, acaso por muchas generaciones, nuestro progresosocial.

Muy lejos, hacia el Occidente de nuestras cavernas, había grandespantanos,yalSur seextendíaunahileradepequeñascolinas rocosas.Eranmenosfrecuentadas,porquenadieseaventurabaporallí,acausadenohaberalimentoalgunoyporqueestabanplagadasdefierascarnívoras.

Peroundía,OrejaCaídayyonosencontramosenlascolinas,desviadosde nuestro camino. No nos habríamos extraviado si no hubiéramos estadopersiguiendo a un tigre. Os ruego que no os riáis. Era el propioDiente deSable. Tropezamos con él en la selva, unamañana, y le gritamos, desde elseguro de las altas ramas nuestro odio. Le perseguimos por encima de supropia cabeza, de rama en rama y de árbol en árbol, lanzando una griteríainfernalqueavisabaatodosloshabitantesdelaselvalaproximidaddelviejotigreDientedeSable.

Conestoleechábamosaperderlacazaportodaspartes.Seenfureciódeun modo terrible; nos amenazaba, gruñía, restallaba la cola, y a veces separabaamirarnosfijamenteduranteungranrato,comosiestuvieracavilandoelmedio de echarnosmano. Pero nos reíamos de él y le pinchábamos contallossecosdesdeelextremodelasramas.

Eraelgran juegode laHordaelacosodel tigre.Avecessecomplicabaconeldeunleónodeotrotigrequesehabíaaventuradoporlaselvaenplenodía.Eranuestravenganza.Másdeunodelosnuestros,pilladodesprevenido,habíaidoallenarlapanzadeltigreodelleón.Acasotambiénestaspruebasnosenseñaronaahuyentardenuestroterritorioalosanimalescazadores.Peroaquelloeramuydivertido;unmagníficojuego.

Así es como perseguimos Oreja Caída y yo alviejo Diente de Sable por más de una legua delbosque. Al final, huyó con las orejas gachas y elraboentrepiernas,comounpobrediabloapaleado.Hicimoscuántopudimosparaalcanzarle;perocuandollegamosallindedelaselva,yanoseveíadeélmásqueunlevepuntoenlalejanía.

No sé si fue la curiosidad lo que nos impulsó; pero lo cierto es que,despuésdejugarunratoporallí,nosaventuramosporeldescampado,haciael límite de las colinas rocosas. No fuimos demasiado lejos. Acaso noestaríamos nunca a más de cien metros de los árboles, y he aquí que al

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transponerunarocabastantealta,dimosdemanosabocacontresperritosqueretozabanalSol.

Nonosvieronylescontemplamosunbuenrato.Eranperrossalvajes.Unarendija horizontal abierta en el muro de piedra indicaba evidentemente elcubil donde sumadre los habría dejado y donde ellos debieron permanecerobedientes.PeroelmismoaumentodevidaquenoshabíaimpulsadoaOrejaCaídayamíaaventurarnos fueraelbosque,habíaarrastradoa losperritosretozonesfueradelcubil.Biensécómoleshubieracastigadosumadresiloshubierapilladoenaquelladesobediencia.

Pero fuimosOrejaCaídayyoquienes lessorprendimos.MemiróOrejaCaídaysaltamoshacialosperritos,quenosabíanadóndeescaparcomonofuera al cubil; pero nosotros nos habíamos interpuesto y se lo impedíamos.Unodeellosselanzóentremispiernas,yagazapándomeloapreséenseguida.Mehincósusagudosdientesenelbrazo,losoltéenlasorpresadelrepentinodolor,yalmomentoyasehabíaescurridorápidodentrodelcubil.

Oreja Caída, que luchaba con otro, me hizo un gesto de desprecio, yvaliéndose de una multitud de sonidos, me intimó echándome en cara miestupidez.Mesentíavergonzado,asíbravamentealotroperritoporlacola,yaunquemeclavótambiénsusdientecitos,leagarréporelcogote.OrejaCaídayyonossentamos;teniendoenlasmanoslosperritos, losmirábamosynosreíamos.

Gesticulaban, regruñían y lloriqueaban. Oreja Caída se sobresaltó derepente, creyendo que había oído algo. Nos miramos atemorizados ycomprendimoselpeligrodenuestrasituación.Loquemásencolerizabaalosanimales, lo que les volvíademonios enfurecidos, eraque les tocaran a sushijuelos.Yaquellascríasquearmabantalescándalopertenecíanalosperrossalvajes. Bien los conocíamos nosotros, les habíamos visto en cuadrillaacosandoalosanimalesherbívoros;loshabíamoscontempladopersiguiendoa las manadas de bisontes y toros, desgarrando entre sus dientes a losrecentales y a las bestias viejas y enfermas. Más de una vez nos habíanperseguido tambiénanosotros,yyohabíavistoenciertaocasióncómounamujer de la Horda cala y era atrapada por ellos cuando iba a alcanzar elrefugiodelosárboles.Sinolahubierarendidolacarrera,habríapodidotrepara las ramas; pero al intentarlo, resbaló y rodó al suelo.Entonces los perrosdieronbuenacuentadeella.

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Nos miramos unos instantes, y después, asiendo fuertemente nuestraspresas, corrimos al bosque. Una vez en la seguridad de los árboles,levantábamosenel aire a losperritosynos reíamosdenuevo.Yaveis conquéfacilidadbrotabaennosotroslarisa,sucedieraloquesucediere.

Comenzóentoncesunadelastareasmásdifíciles.Habíaquevolvera lacaverna,llevandoconnosotrosalosperritos,ynopodíamosdisponerdelasmanos para trepar, porque habíamos de asir a nuestros escurridizosprisioneros.Quisimoscaminarporelsuelo,perohubimosdetreparotravezalosárbolesperseguidosporunahienaquenosvinoacosando.

OrejaCaídatuvoalfinunaideafeliz.Seacordódecómo ataba losmontones de hojas y los llevaba a lacuevaparaque le sirvierandecama.Rompióalgunasramas fuertes de enredaderas y ató las piernas delperrito, y con otra rama que se pasó alrededor delcuellolopudosujetar,colgándoseloalaespalda.Estole dejaba libres los pies y las manos, pero había elinconveniente de que el perrito no se conformaba apermanecersujetoenlaespaldadeOrejaCaída.Osciló

primero hacia un costado, luego hacia delante, y como no tenía atados losdientes, asestóunbuenmordiscoenel indefensoestómagodeOrejaCaída.Éstelanzóungrito,estuvoapuntodecaerse,ysehubodeagarraraunramónconambasmanosparaevitarlacaída.Peroconlaviolenciadelasacudidaserompió la rama de enredadera que llevaba al cuello, y desplomándose elperro,consuscuatropatasatadastodavía,vinoacaerenlabocadelahiena,queprocediótranquilamenteacomenzarsucomida.

OrejaCaídaseenfureció.Azuzóprimeroalabestia,yluegosefuesoloatravésdelosárboles.Yonoteníaporquéllevarmiperritoalacaverna;perocomo sentía el deseo de hacerlo,me quedé a realizarmi propósito.Y parahacermásfácil laempresa,desarrollando la ideadeOrejaCaída,nosólo leaté las patas, sino que metí una rama entre las dos mandíbulas y la atéfuertemente.

Alfinpudellegaralacavernaconmiperrito.ImaginoquefuialgomástenazdeloquesolíamosserlolosdelaHorda,puesenotrocasonohubieraconseguido realizar mi proyecto. Todos se rieron de mí cuandome vieronllegararrastrandoalanimalparameterloenlacaverna.Peronomepreocupé.El éxito había coronado mis esfuerzos y allí estaba mi cachorro. Era unjuguetecomoningunodelosdelaHordapodíaposeer.Aprendiórápidamente

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acomportarse.Cuandojugandoconélmemordía,ledabauntiróndeorejasydejabadeintentarlopormuchotiempo.

Yo estabamuy contento con él. Era algo nuevo, y los de laHorda nosdesvivíamos por las novedades. Cuando vi que rechazaba las frutas y losvegetales,lecacépájaros,ardillas,yconejitos.LosdelaHordaéramostantovegetarianoscomocarnívoros,ynoscomplacíadedicarnosa lacazamenor.El perrito comía a carne que yo buscaba para él y se iba desarrollando.Calculo que estaría bajomis cuidadosmás de una semana.Un día, cuandoregresabaa la cavernaconunanidadade faisanes recién salidosdelhuevo,me encontré con que Oreja Caída había matado al perrito y comenzaba acomérselo. Salté sobre él —la cueva era muy angosta— y nos liamos aarañazosymordiscos.

Asíterminóelprimerintentodedomesticacióndelperro:conunapelea.Nosarrancamoslospelosapuñados,nosarañamos,nosmordimosyrodamosvariasvecesunosobreotro.Luego,cansadosdereñir,nospusimosdepieynos comimos tranquilamente el perrito. ¿Crudo?…sí, señor, crudo.Aunnohabíamos descubierto el fuego. Nuestra evolución hacia la cocción de losanimales yacía todavía oculta en el arrollado pergamino de los siglosvenideros.

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CapítuloIX

OjoBermejoeraelelementodediscordiadelaHorda.Másprimitivoquenosotros, no pertenecía en realidad a nuestra raza; pero nosotros éramostambién tan primitivos, que no fuimos capaces de un esfuerzo común paramatarle o expulsarle de la Horda. Siendo como era tan tosca nuestraorganización social, Ojo Bermejo era demasiado rudo para vivir en ella.Siempresusactos,pordesordenadoseinsociales,tendíanaladestruccióndelaHorda.Enrealidad,siendounareversiónaltipoprimitivo,sulugarestabaentrelosHombresdelosÁrbolesmásbienqueentrenosotros,queyaíbamosporelprocesodeformacióndelhombre.

Eraunmonstruodecrueldad,queyaesdecir,enaquellostiemposcrueles.Maltrataba a sus mujeres, y no porque tuviera muchas a un tiempo, sinoporque se casó varias veces. Ninguna mujer podía vivir con él, y, sinembargo, vivían a la fuerza. Nadie se atrevía a plantarle cara. No habíaningunoquefueralosuficientementefuerteparaponersefrenteaél.

AvecesrecuerdolaHordaalahoradelcrepúsculo,horaquietaycallada.Desparramadapor losabrevaderoshasta loscamposde laszanahoriasy lospantanales de las bayas, se reunía en el llano extendido delante de lascavernas.Noosaba retardarsemás allá de esta hora, porque las tinieblas seaproximabany elMundo se abría a la crueldad de los animales carniceros,mientras que los precursores del hombre se ocultaban tiritando en susagujeros.

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Aunnosquedanunosminutosantesdequeemprendamoslaascensiónalas cuevas del escarpado. Estamos cansados del juego del día y apagamosnuestros gritos.Hasta los pequeñuelos, aun ganosos de broma y travesuras,jueganconciertocuidado.Sehandormidolasbrisasdelmarylassombrassuesparcen con el últimodestello del Solmoribundo.Y entonces, de repente,surgedelacavernadeOjoBermejoungritodellantoyelruidodelosgolpes.Estáapaleandoasumujer.

Primeronossobrecogeunsilenciopavoroso.Perocomolosgolpesylosgritos continúan prorrumpimos en una algarabía, de rabia impotente. EsindudablequeloshombressientenlaofensadeaquellasbrutalidadesdeOjoBermejo, pero están demasiado acobardados. Cesan al fin los golpes y elahogadolamentosepierdepocoapoco,mientrasqueprocuramosaturdirnosconnuestrascharlas.Lanocheseextiendesobreelpaisaje.

Nosotros, para quienes casi todas las cosas eranmotivos de broma, noreíamos nunca cuandoOjoBermejomaltrataba a susmujeres. Conocíamosdemasiadobien la tragediade lasdesventuradas,Másdeunamañana,en loprofundo de los peñascales, encontramos el cuerpo exánime de su últimaesposa. La había arrojado allí, desde la boca de la caverna, después dematarla. Nunca enterraba a sus muertos. Dejaba a la Horda el cuidado dellevarse los cadáveres, que de otra suerte hubieran mancillado nuestrasmoradas.Acostumbrábamosalanzarlosalrío,másalládelúltimoabrevadero.

Pero no sólo mataba a sus mujeres Ojo Bermejo, sino que asesinabatambiénparaproporcionárselas.Cuandonecesitabaunanuevaesposa,elegíala de otro hombre y lomataba inmediatamente.Yomismo vi dos de estos

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asesinatos.TodalaHordalosabía,peronadapodíahacer.Aúnnohabíamosdesarrollado ningún sistema de gobierno; teníamos solamente algunascostumbresydejábamoscaernuestrairasobreaquellosquelasviolaban.Así,por ejemplo, si alguien manchaba los abrevaderos, podía ser atacado porcualquiera que lo viese, y si alguno daba un falso grito de alarma, seconvertiríaenelblancodelmal tratodenuestrasmanos.PeroOjoBermejopisoteaba todas nuestras costumbres, y tanto le temíamos, que nunca nosatrevimosaunaaccióncolectivanecesariaparacastigarle.

Al sexto invierno de nuestra vida en la caverna, Oreja Caída y yodescubrimosquehabíamoscrecido.Alprincipiopodíamosentrarenellasinninguna dificultad, gracias a nuestra pequeñez lo cual tenía sus ventajas,porque impedía que los mayores intentasen quitárnosla, ya que era la másseguraylamáscálidaenelinvierno.

ParaqueveáiscuáleraelgradodedesarrollomentaldelosdelaHorda,os diré que a nadie se le ocurrió pensar en lo sencillo que hubiera sidoexpulsarnos y engrandecer después la rendija de entrada. Tampoco OrejaCaídayyopensamosenesto,hastaque,alaumentarnuestracorpulencia,nosvimos obligados a ensanchar la covacha. Realizamos esta obra durante elverano,cuandolosdíaseranlargosylacomidaabundante;trabajábamosporturno,cuandosenosocurríaynosdabaelcaprichodehacerlo.

Primeramente arrancamos las rocas desmoronables con los dedos, hastalastimarnoslasuñas;luego,porcasualidad,semeocurrióutilizarunapiedraounpedazodeleñoparaescarbarenlaroca.Lacosafuemuybienalprincipio,pero no sucedió así después, porque una mañana que a fuerza de arañarhicimos un montón de escombros a la puerta de la cueva, se me ocurrióecharlosarodarporelescarpado,despejandolaentrada.Enseguidasentimosunalaridoderabialanzadodesdeabajo.Noeranecesariomirar.Conocíamoslavozdemasiadobien.LosescombroshabíancaídosobreOjoBermejo.

Nos agazapamos en la caverna, consternados.Un minuto después estaba él en la entrada de lacueva escudriñando con sus ojos inflamados yenfurecido como un demonio. Pero era demasiadogrande y no podía entrar a cogernos.De pronto sefue.Esto era sospechoso.Conocíamosmuybien elcarácter de la Horda y sabíamos que la ira no sehabríadesvanecidotanpronto.Meacerquéhacia laentrada para observar. Vi entonces a Ojo Bermejoquetrepabanuevamenteporlospeñascales.Llevaba

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en lamanounpaloenorme.Antesquepudiéramosadivinarsu intenciónyaestaba de nuevo a la puerta de la caverna pinchándonos brutalmente con elpalo.

Sus acometidas eran prodigiosas. Hubieran podido reventarnos si nosacertaran.Nosacurrucamoscontralasparedeslaterales,dondecasiestábamosfueradelalcancedesu ira;perohurgandohábilmentenosalcanzabaalgunaqueotravez,ensuscruelesyarañantespinchazosconlapuntadelpalo,quenos arrancaba pedazos de piel.Rugía de satisfacción cada vez que el dolornosarrancabaungemido,yvolvíamásafanosoasusembestidas.

Yoempecéaenfurecerme.Eraentoncesunimpulsivoymivalorrayabaaveces en la temeridad, aunque en este caso era parecido al de la rataacorralada.Agarreelpaloconmismanos;perotalfueellatigazofortísimodesuestirón,quemearrojocontralabocadelacaverna.Extendiósubrazoymedesgarrólacarneconlasuñascuandoyosaltabahaciaatrás,librándomedesugarraylograndoalcanzarlaseguridadrelativadelmurolateral.

Comenzó a pinchar de nuevo, dándomeungolpe terrible en el hombro.Másallá,tiritandodemiedoygimiendodedolorcuandolealcanzaba,OrejaCaída permanecía sumiso. Busqué con la mirada algún otro palo con quepincharamivez,peroúnicamentepudeencontrarunapequeñaramadeunapulgadadegrosoryunpiedelongitud.LaarrojéfuriosocontraOjoBermejo.No le hice daño alguno, pero lanzó en un gruñido todo el repentinoacaloramiento de su ira, amenazándome con golpearme de nuevo. Empezóentonces a pinchar enloquecido, frenético. Cogí una piedra, la lancé con elmáximoimpulso,yfueadarleenplenopecho.

Esto me envalentonó. Además, yo estaba tan furioso como él y habíaperdidoelmiedo.Arranquéotropeñascodelmuro,deunasdosotreslibrasdepeso,ylodespedícontodasmisfuerzassobreelrostrodeOjoBermejo.Estuveapuntodeacabarconél.Setambaleóhaciaatrás,dejandocaerelpalo,y,estuvoenpeligroderodarporelpeñascal.

Suaspectoera terrible.Lafazcubiertadesangre,agitandolasfaucesenungruñidodeamenazayrechinandolosdientescomounjabalí.Seenjugólasangre que le corría sobre los ojos, me echó una terrible mirada y rugióenfurecido.Elpalohabíacaídoalfondodelpeñascal;asíesquecomenzóalanzarmepiedras,yestomeproporcionómunicióncontraél.Yoleacertabacuantasvecesquería,porquepresentabaunblancomagnífico,mientrasqueélapenassimepodíaalcanzar,escudadocomoestabatrasdelmuro.

Deprontodesapareció.Lovidesdeelbordedelacavernadescenderporel escarpado. Toda la Horda se había reunido y contemplaba conmedroso

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silencionuestralucha.Cuandolovierondescenderseescabulleroncorriendolos más tímidos. Aún veo al anciano Marrow-Bone tambaleándose en suhuida. Ojo Bermejo terminó de bajar con un enorme salto de más de seismetros.En el llano se encontró conunapobremadreque atemorizadahuíahaciaelpeñascal.Llorabade terror, apretandocontraelpechoa suniñodedosaños.ElniñorodóalospiesdeOjoBermejo.Ésteylamadreselanzaronsobreélparaarrebatárselomutuamente.Despuésvicómovolteabaenelaireelfrágilcuerpodelniñoparaestrellarsecontralaroca.Lamadrecorrióhastaallí,lorecogióensusbrazosseacurrucósobreélllorandoenloquecida.

Ojo Bermejo continuaba en busca del palo. El anciano Marrow-Bone,vacilante en su camino, se había retrasado en la huida y no pudo evitar elencuentro.LaenormemanodeOjoBermejoseextendiócontraélyleagarropor el cuello, apretando como si fuera una tenaza. El débil cuerpo seabandonó al destino; Ojo Bermejo vaciló un momento, y Marrow-Bone,temblando espantosamente, inclinó la cabeza y se cubrió el rostro con losbrazoscruzados.OjoBermejolearrojódeungolpecontraelsuelo,dondeelanciano quedó inmóvil, llorando con elmiedo de lamuerte. Vi entonces aPelicalvo sobre la llanura desnuda, dándose de puñetazos en el pechodesesperadamente, pero sin atreverse a dar un paso. Ojo Bermejo,obedeciendo a la incoherencia de su espíritu, abandonó de pronto al pobreviejoysiguióenbuscadelpalo.

Volvióotravezalescarpadoycomenzóatrepar.OrejaCaídaqueestabaescudriñandoamilado,seapresuróaarrastrarsealfondodelacaverna.Nocabía duda. Ojo Bermejo venía a matarnos. Desesperado, furioso pero sinmiedo,recorrílaescarpadura,amontonandopeñascosalaentradadelacueva.Ojo Bermejo estaba ya a pocos metros por debajo, oculto por un riscosaliente.Cuando apareció su cabeza, hice rodar una roca, que no le acertó,peroalquebrarsecontraelescarpado,elpolvo lecayósobre losojosaOjoBermejoy,lecegómomentáneamente.

Estalló una carcajada entre la Horda, que desempeñaba desde lejos elpapeldeespectador.AlfinhabíaunoqueosabaplantarcaraaOjoBermejo.Al oír esta aclamación que llenaba el aire, Ojo Bermejo se volvió con ungruñidohaciaellosy,enmudecieronenseguida.Entonces,envalentonadoporla evidencia de su poder, irguió la cabeza, y con sus gruñidos, susgesticulaciones y su rechinar de colmillos quiso intimidarme. Contraíafuertementeelcuerocabelludosobrelascejas,erizandosuscabellosdesdelafrente hasta la coronilla, donde brotaban como una corona de espinas. Suaspectoeraimponente,perodominéalfinmiterror,yloamenacédenuevo

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con una piedra. Intentó avanzar; disparé la piedra y no di en el blanco. Lasegunda vez acerté por completo, alcanzándolo la piedra en el cuello. OjoBermejo, inesperadamente, se puso entonces fuera del alcance demi vista,perocuandodesaparecíapudeverleagarrándosesobreunarocasalienteconunamano,mientrasqueconlaotrasecogíalagarganta.Elpaloselecayóyfuerodandohastaabajo.

No vi a Ojo Bermejo, pero le oía atragantarse. La Horda guardaba unsilencio de muerte. Esperé, parapetado en la boca de la caverna. Elatragantamientoylatoscesaronalfin,peroaunseoía,decuandoencuando,cómoseesforzabaenaclararlagarganta.Mástardecomenzóadescender.Ibaserenamente,deteniéndosea cadamomentopara estirar el cuelloopalparloconlamano.

La Horda entera, al verle descender, huyó hacia los bosques, dandosalvajesalaridosdepánicoElviejoMarrow-Bone,vacilanteytembloroso,lesseguíadetrás.OjoBermejonosefijóen losfugitivos.Al llegara la llanurasiguió por la falda del escarpado para trepar hacia su caverna. Ni siquieramiróunasolavezasualrededor.

Oreja Caída y yo nos miramos, y ambos nos comprendimos.Silenciosamenteycongranprecaucióncomenzamosatreparhacialacumbre,y cuando llegamos a lo alto del peñascal nos volvimos para contemplarlotodo.Lascavernasestabandesiertas.OjoBermejopermanecíaenlasuya,ylaHordahabíadesaparecidoenlasprofundidadesdelbosque.

Entonces descendimosy echamos a correr como locos.Nos lanzamos através de las llanuras, y sin preocuparnos de las serpientes que pudieranesconderse en la hierba nos lanzamos por las pendientes hasta llegar a losbosques.Trepamos a los árboles y continuamos adelante, adelante siempre,acelerando nuestra huida arbórea, hasta que leguas y más leguas nossepararondelascavernas.Yentonces,ynohastaentonces,nosdetuvimosenla seguridad de unas ramas protectoras, nos miramos uno a otro, yprorrumpimosenunacarcajada.Nosasíamoscorbrazosylaspiernas,llenosde lágrimas los ojos y doloridos los costados de tanto reír, y reíamos, yreíamos,yreíamos…

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CapítuloX

Encuantoterminamosdereírnos,OrejaCaídayyomarchamoshacialospantanales de las bayas, para almorzar. Eran losmismos parajes adonde seencaminaronmis primeras jornadas en elMundo, años en compañía demimadre. Pocas veces la había vuelto a ver en los años transcurridos.Generalmente, cuando ella visitaba a la Horda en las cuevas, andaba yoerranteporelbosque.UnaodosveceshabíavistoaChachalacaenlallanurayhabíatenidoelplacerdeirritarlehaciéndolecarantoñasdesdelabocademicaverna. Fuera de estas amenidades, no me había vuelto a ocupar de mifamilia. No me importaba gran cosa, y por otra parte, me iba muy bienviviendopormicuenta.

Tras hartarnos de fresas, añadiendo como dos nidadas de huevos bienincubados, Oreja Caída y yo, marchamos por el bosque hacia el río. Allíestaba mi antiguo hogar arbóreo, de donde me había arrojado Chachalaca.Aún se hallaba ocupado. La familia había crecido y, dos chiquitines seapretujabanamimadre.Habíatambiénunaniñamáscrecida,queyamirabarecelosamente desde una de las ramas bajas. Era, sin duda alguna, mihermana,omásbienmihermanastra.

Mimadreme reconocióenseguida,peromedespachóconviento frescocuandocomenzabaatreparporelárbol.OrejaCaída,queeramuchísimomásprecavido que yo, se batió en retirada y no le pude persuadir para queregresaraconmigo.Apesardeesto,meacompañódespués,yyamásentradoel día, mi hermana descendió al suelo y, allí y en los árboles vecinostriscamosyretozamostodalatarde.Sinembargo,aquellonopodíaterminarbien.Noobstantesermihermanametratódemuymalamanera,porquehabíaheredadotodoslosmalosinstintosdeChachalaca.Sevolviórepentinamentecontramí yme arañó,me tiró de los pelos yme clavó profundamente susdientecitos en el antebrazo.Yoperdí la paciencia y aunqueno la hice grandaño,lepropinélazurramáscabalquehabíarecibidoensuvida.

¡Cómochillaba!Chachalaca,quehabíaestadoausente todoeldíayqueregresaba precisamente en aquelmomento, se abalanzó hacia el lugar de la

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refriega. También mi madre se acercaba; pero Chachalaca llegó primero.Oreja Caída y yo no esperamos a su llegada y pusimos pies en polvorosa,perseguidosporChachalacaatravésdelosárboles.

Terminadafelizmentelaevasión,ydespuésdereírnosanuestrasanchas,nosdimoscuentadeque seaproximabael crepúsculo.Lanoche, con todossus terrores, descendía sobre nosotros, y la vuelta a las cavernas eraimposible.Nosrefugiamos,pues,enunárbolaisladodelosdemásypasamoslanochemuymalinstaladosenunadelasramasmásaltas.Cayódurantelasprimerashorasunbuenchubasco,luegohizomuchofrío,ydespuésunvientoheladosoplócortante.Completamenteempapados, tiritandoycastañeteandolosdientes,nosarrebujamoselunoenlosbrazosdelotro,echandodemenoslacavernatibiaqueconservabaelcalordenuestroscuerpos.

A lamañanasiguienteestábamosdecididosanopasarotranochecomoaquélla,yacordándonosdelnidodemispadres,nospusimosatrabajarparaconstruir una obra ruda a manera de nido en los ramajes altos. Lasbifurcacionessuperioresnosserviríanparaapoyareltecho.SalióluegoelSol,y,olvidandobajosubenignainfluencialasmiseriasdelanoche,nosfuimosabuscarelalmuerzo.Después,paraqueveáiscuáninconsecuenteeraentoncesnuestra vida, nos pusimos a jugar. Hubiéramos estado trabajando un mesentero en la construccióndel nido, para formarnosnuestra casita arbórea, yluego,unavezterminada,nolahubiéramosusadotalvez.

Perocontinuemosnuestrahistoria.Cuandonospusimosa jugardespuésdelalmuerzo,OrejaCaídamepersiguióa travésde losárboleshaciael río.Una gran laguna extendía por allí sus aguas estancadas e inmóviles. Sobreestasmuertasaguasseentrecruzabaunamasadetroncossecosydesramados,algunosporefectodelasriadasy,otrosporhaberestadoencalladosmuchosaños en los bancos de arena. Flotaban en las aguas y se balanceaban;ascendían,descendíanorodabancuandonosapoyábamosenellos.

Había diseminados por aquí y por allá, entre los troncos, hendedurasllenas de agua donde nadaban con incierto rumbo pececillos de río. OrejaCaída y yo nos hicimos inmediatamente pescadores. Tumbados sobre losleñospermanecíamoscompletamenteinmóvilespanzaabajo,esperandoaquelos pececillos se acercaran, y entonces hacíamosunmovimiento rapidísimocon la mano para cogerlos. Y en cuanto cogíamos nuestras presas nos lascomíamos sin demora, vivitas y coleando, húmedas todavía, sin queecháramosdemenoslafaltadesal.

Vino a ser aquel sitio, desde entonces, nuestro preferido lugar dediversión. Nos pasamos muchos días cogiendo peces y jugando en las

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lagunas,yallíaprendimostambiénnuestrasprimerasleccionesdenavegantes.UndíaenqueOrejaCaídadormíasobreunleño,elsoploligerodelvientoloarrastrólejosdelaorillalentamenteycuandomedicuenta,yaladistanciaerademasiadograndeparapodersalvarladeunsalto.

Al principio me pareció muy divertido este episodio; pero cuando mesentídominadoporunodeesosimpulsosdeterror,tancomunesenaquellostiemposdeperpetuainseguridad,mesobrecogiólasensacióndelasoledadenque iba a encontrarme. Me di cuenta súbitamente de la lejanía que meseparabadeOrejaCaída,aunqueloteníaallí,aunoscuantospasos,sobreunelemento ajeno. Lancé un gran grito para avisarle y se despertó asustado,cambiando imprudentemente su posición sobre el leño, y giró éste sobre símismo, zambulléndole en el agua. Otras tres veces le volvió a chapuzar,cuandointentabatrepardenuevosobreelleñohastaqueporfinloconsiguió,arrastrándosesobreél,tiritandodemiedo.

Yo no podía hacer nada; Oreja Caída, tampoco. Ignorábamos porcompleto lo que fuera la natación, y por otra parte, nos habíamos alejadodemasiadodelasformasinferioresdelavidaparatenerelinstintodenadar,sinqueademáshubiéramosalcanzadoaúnelgradodehumanidadnecesariopara emprender el ensayo de la natación, deduciéndola a modo de unproblema por resolver. Vagaba, pues, desconsolado de un lado para otro,acercándome cuánto podía aOrejaCaída en sus involuntarios viajes por lalaguna,mientras, él lloraba y gemía de talmodo que fuemaravilla que noatrajésemoslaatencióndealgúnanimalcarnicero.

Pasaron las horas. El Sol, que ascendió sobre nuestras cabezas,comenzaba a ponerse hacia Occidente. El viento se adormeció, dejando aOreja Caída sobre su leño flotante a unos treinta metros de la orilla. Yentonces, no sé cómo ni de qué manera, Oreja Caída hizo el grandescubrimiento. Comenzó a remar con las manos. Primero eran lentos einciertossusprogresos.Despuéssehicieronmásdefinidos,acercándosecadavez más a la orilla. No sé cómo explicármelo. Yo me había sentado paraobservarle,yestuveesperandohastaquepisaratierra.

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Peroélhabíaaprendidoalgoqueyonosabía.Deliberadamentevolvióaapartarseotravezdelaorillasobresuleño,pararegresarinmediatamente,sinningunadificultad.Despuésmepersuadióajuntarmeconél,yasíaprendíyotambién el secreto de remar, llenos de satisfacción ambos por aqueldescubrimiento.Nohabíamaneradesacarnosdelaslagunasdurantelosdíassiguientes, tan absortos estábamos en el nuevo juego, que casi no nosacordábamos de comer, y cuando llegaba la noche, andábamos en el árbolmáspróximo.HastallegamosaolvidarqueOjoBermejoexistíaenelMundo.

Siempre estábamos ocupados en hacer nuestros ensayos de navegación,aprovechandoparaellonuevostroncos.Aprendimosquecuantomáspequeñoeraelleñomasrápidamentepodíamoshacerlemarchar.Tambiénaprendimosque cuanto más pequeño, tanto más fácil era que rodase a nuestro peso,dándonosunchapuzón.Aúnaprendimosmásenelcursodenuestrosjuegos.Descubrimosquecuandonosasíamoscadaunoalleñodelotroconunpieyunamano,quedaban fijosynosevolcaban.Además,cuandonosponíamosasí,unoalladodelotro,nosquedabanlibreslamanoyelpieexterioresparausarlosderemos.Nuestrodescubrimientofinalfuequeestacombinaciónnospermitíausarleñosmáspequeñostodavía,ganandoporlotantoenvelocidad.Y ahí terminaron nuestros descubrimientos. Habíamos inventado el másprimitivo de los catamaranes y no tuvimos suficiente inteligencia paracomprenderlo.Nuncanoscupoen lacabezaquepudieranatarse los troncoscon ramas o raíces.Nos contentamos con sostener juntos los leños con lospiesylasmanos.

Hastaquesehubocalmadonuestroprimerentusiasmoporlanavegación,noempezónuestroregresoalcobijodelosárboles,dondedormíamosporlanoche.FueentoncescuandoencontramosaDulceAlegría.Laviporprimeravezcogiendobellotastempranasentrelasramasdeunaencinaenorme,cercadenuestroárbol.Eramuytímida.Alprincipiosequedóinmóvil;perocuandoadvirtióquelahabíamosdescubiertosedejócaerinmediatamentealsueloyselanzóenvertiginosahuida.Lavimosdespuésalgunasvecescuandoíbamosoregresábamosdenuestrasexcursionesalaslagunas.

Y luego, un día, no huyó de nosotros. Aguardó nuestra llegada,acogiéndonos con dulces voces de paz. No permitía, sin embargo, que nosacercáramos demasiado. Cuando parecía que nos llegáramos muy cerca deella,selanzabarepentinamenteenlocahuida,paravolveraentonar,yaseguray a lo lejos, sus blandos sonidos suaves.Así continuaron las cosas durantealgunos días. Fue necesario bastante tiempo hasta que consiguiéramos

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entablaramistadconella;perollegóelmomentoporfin,yavecessejuntabaanosotrosennuestrosjuegos.

Me gustó desde el principio. Su aspecto, que no podía sermás bello yagradable,mesedujodesdeelprimermomento.Eramansaydulce;susojosbrillabanconunasuavidadyunaternuraquenuncahabíavistoennadiemás.SediferenciabaenestodetodaslasmujeresdelaHorda,queeranverdaderosmarimachos.Nuncasusgritosfuerondurosniairados,comosiestuvieseensutemperamentoelhuirdetodalucha.

Lamansedumbreparecíaemanarde todosuser.Acasoelaspectodesucuerpo y de su rostro dispusiera a creerlo de esta manera. Sus ojos erangrandes,másgrandesquelosdetodaslasdelaHorda,ynotancavernosos.Laspestañas,máslargas,estabanbiendibujadas.Lanariznoeratangruesanitan chata; tenía perfectamente marcado el puente, y las ventanas se abríanhaciaabajo.Noerangrandessusdientesincisivos,niellabiosuperiorlargoypendiente, ni el inferior pronunciado hacia adelante. Tampoco era velluda,excepto en los hombros y los muslos, y aunque delgadas sus caderas, laspiernasnoparecíanretorcidasynudosas.

A menudo, retrocediendo hacia ella a través demissueños,desdeelsigloXX,hepensadoquetalvezpertenecíaalosHombresdelFuego.Acasosuspadresprovinierandeunlinajesuperior.Auncuandonoerancomunes tales cosas, ocurrían, sin embargo, y yohevistoconmispropiosojos,quemiembrosdelaHordafueronavivirconloshombresdelosÁrboles.

Pero todo esto no nos interesa.DulceAlegría se distinguía de todas lasmujeresdelaHordaydesdeelprimermomentomesentíatraídohaciaella.Sumansedumbreysudulzuramecautivaban.Nuncaseencolerizaba,nuncacombatía; huía, huía siempre, y la llamoDulceAlegría por eso. Eramejortrepadora que nosotros. Cuando jugábamos, no podíamos cogerla sino porcasualidad,mientrasqueellanosalcanzabacuandoquería.Eravelocísimaentodossusmovimientos,yteníagranfacilidadparacalcularlasdistancias,noigualadamásqueporsurapidez.Excesivamentetímidaentodaslascosas,sevolvíaosadacuandocomenzabaa treparycorrera travésde laselva;OrejaCaídayyoéramosunostorpesencomparaciónconella.

Seríahuérfana,porquenuncalavimosconnadie,ynosédeciroscuántotiempohabríavividosolaenelMundo.Desamparada,debióhaberaprendidoensumástiernainfanciaqueenlahuidaestabasusalvación.Eradiscretayprudente.OrejaCaídayyoquisimosaveriguardóndepudieravivir.Debería

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teneralgúnretiroentrelosárboles,nomuylejosdeallí;peropor,muchoqueseguimos sus huellas no pudimos encontrarlo. Concedía, benévola, el estarconnosotrosenlashorasdejuego,peroguardócelosamenteelsecretodesumorada.

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CapítuloXI

Bueno será recordar que la descripción que acabo de haceros deDulceAlegríanoeslaqueoshubieradadoDienteLargo,elotroyodemissueñosyantecesormíoprehistórico; sinoqueyo, elhombremoderno, lamiroporeltamizdemissueñosconlosojosdeDienteLargo.

Mucho de esto hay en la narración que os brindo, de aquellos remotosdías.Existeenmis impresionesunaciertadualidaddemasiadoconfusaparatransmitírselaamislectores.Únicamentemedetendréunmomentoaseñalaresta dualidad de mi narración, esta desconcertante mezcla de mis dospersonalidades.Soyyo,elhombremoderno,quienmiroatravésdelossiglos,ypesoyanalizolasemocionesymotivosdeDienteLargo,miotroyo.Élnopresume de analizar y ponderar las cosas. Era la sencillez y simplicidadmismas,yselimitabaavivirlosacontecimientos,sinpararseadiscernirporquélosvivíadeaquelmodoerráticoyparticular.

Según que yo, mi verdadero yo, he ido haciéndome mayor, he idopenetrando también más y más en la substancia de mis sueños. Se puedesoñar,yaunenmediodelensueñotenerconcienciadequeseestásoñando,ycuando el sueño es malo, reconfortarse y animarse uno a sí mismo con elpensamiento de que no esmás que un sueño. Esta experiencia es común atodosnosotros.Yasíescomoyo,elmodernoyo,penetromuyamenudoenmissueñosysoy,enlaconsecuentedoblepersonalidad,actoryespectadoraun tiempomismo.Y así también, yo, elmoderno yo,muchas vecesme heofendido y alborotado ante la estolidez ilógica, ante la torpeza roma y laestupendaestupidez,encuantoasímismoserefiere,demiyoprimitivo.

Yaunotracosa,antesdeterminarestadigresión.¿Nohassoñadonuncatú, lector, que soñabas? Los perros sueñan, los caballos sueñan, todos losanimales sueñan.En los tiemposdeDienteLargo el casi hombre soñaba, ycuando eran malos sus sueños, hacía muecas y gruñidos. Ahora, yo, elmoderno,meheacostadoconDienteLargoyhesoñadosuspropiossueños.

Comprendoqueestosacadequicioalamáscabalinteligencia,yalosé;perotambiénséqueyohehechotodasestascosas.Ypermitidmedecirosde

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pasadaquelossueñosfugitivosyrastrerosdeDienteLargoerantanintensosparaélcomolossueñosdecaerenelespaciolosonparati.

PorquetambiénDienteLargoteníaotroyo,ycuandosedormía,eseotroyoretrocedíaensusensueñoshasta los reptilesaladosyhasta las luchasdelosdragones,ymásallá,hastalavidaescurridizayesféricadelosprimerosmamíferos, y aúnmás remotamente, hasta las playas cenagosas del océanoprimordial. No puedo, no me atrevo a decir más. Es demasiado vago,demasiado complejo, demasiado horrible. Únicamente quiero indicar estospanoramas y visiones, vastos y espeluznantes, a través de los cuales haescudriñadomiyo,perezosamente,enelprogresodelavida,nosólodesdeelmono, adelantadohaciaelhombre, sinodesdeelgusano, avanzadohaciaelmono.

Yahoravolvamosamihistoria.Yo,DienteLargo,novienDulceAlegríala criatura de bella simetría de cuerpo y rostro, con sus ojos de grandespestañas, y la nariz perfecta que la embellecía. Únicamente vi en ella lahembra jovende agradablevozy temperamentopacífico.Megustaba jugarconella,nosabíaporqué,buscarelalimentoensucompañía,eirenprocuradenidosdepájarosconella.Deboconfesarquemeenseñóhábilesysecretosrecursosrespectoalamaneradetreparporlosárboles.Eraprudenteyfuerteynadaimpedíasusmovimientos.

Por entonces ocurrió una cierta defección porparte de Oreja Caída. Tomó la costumbre deausentarseendirecciónalbosque,dondevivíamimadre. Le había tomado gusto a mi terriblehermana y Chachalaca lo había consentido.También había allí otros jóvenes de las parejasmonógamas que vivían en la proximidad, con

quienesOrejaCaídajugabaengrande.NuncapudeconseguirqueDulceAlegríasereunieraconellos.Cuandole

instaba para que me acompañase se dejaba caer de los árboles, muysobresaltada,ydesaparecía.Recuerdoqueunavezhiceungranesfuerzoparaconvencerla, pero ella, lejos de seguirme,miraba con ansiedad hacia atrás,brillándole la inquietuden losojosy luego se retiró, llamándomedesde losárboles.AsíesquenopudeacompañarnuncaaOrejaCaídacuandovisitabaasusamigos.

Dulce Alegría y yo éramos muy buenos camaradas; pero como ya hedicho,nopudenuncadarconsuretiroarbóreopormuchoquelointenté.Era

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indudable que hubiéramos terminado por formar un hogar, porque nuestroafectoeramutuoycorrespondido;perosucedióalgo…

UnamañanaenqueDulceAlegríanosehabíapresentado,OrejaCaídayyonosfuimosalaslagunasparareanudarnuestrosjuegos.Apenashabíamosllegadoalaorilladelagua,cuandounrugidoderabianossobresaltó:eraOjoBermejo. Estaba agazapado entre un montón de árboles tumbados y sedisponía a lanzarse contra nosotros encendido de ira. Al verlo quedamosespantados;allínohabíacavernasdeentradaestrechadonde refugiarse.Sinembargo,losseismetrosdeaguaquenosseparabannosservíandeprotecciónporelmomentoconlocualpudimosrecuperarunpoconuestrovalor.

OjoBermejo se había detenido y comenzó a golpearse el pecho con elpuño cerrado. Nuestros dos leños estaban uno al lado del otro; nosembarcamosenellosperocuandonosconvencimosdelaimpotenciadeOjoBermejo,comenzamosa reírnos tumultuosamentedeél, avozengrito.OjoBermejoseencolerizabapormomentosyapretujabafuriosamentelosdientesensuimpotenteira,mientrasquenosotrosnosmofábamosdesufracasomásruidosamentecadavez,comosinotuviésemosquetemernada.YahedichoquelosdelaHordateníamosmuycortosalcances.

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Súbitamente Ojo Bermejo cesó de golpearse el pecho y rechinar losdientes.Habíacorridoatravésdelmontóndeárbolescaídosbuscandoalgoalolargodelaorilla.Entonces,conidénticarapidez,nuestrogozosetrocóenconsternación. No era cosa tan fácil, como habíamos creído, escapar a lavenganza de Ojo Bermejo. Aguardábamos temblorosos lo que hubiera desucederynisiquierasenosocurrióalejarnosremandosobrelostroncos.OjoBermejo volvió dando grandes saltos, llevando una de sus enormesmanoscompletamente llena de guijas redondas, pulidas por el agua. Muchos nosalegramosdequenopudiera encontrarmayoresproyectiles, porquedeotromodo, a la distancia en que nos hallábamos, es casi seguro que nos habríamatado.

Pero aun así, no era menor nuestro peligro. ¡Paf!…Unamenuda guijapasózumbando sobrenosotros con la fuerzadeunabala.OrejaCaídayyocomenzamos a remar frenéticamente. ¡FfffmmPaf!…Oreja Caída lanzó ungritodedolor intensoe instantáneo.Unapiedra le acababadedar entre loshombros.Luegoyorecibílascariciasdeotray,comencéalamentarmeavozen grito. Sólo pudo salvarnos el agotamiento de las municiones de OjoBermejo.Selanzódenuevohaciaellechodegravaenbuscademáspiedras,mientrasOrejaCaídayyoremábamosatodamarcha.

Gradualmente fuimos alejándonos de su alcance, a pesar de que OjoBermejocontinuabacorriendosiempreenbuscademuniciones,y lasguijaspasabanzumbandoanuestroalrededor.Haciaelcentrodelalagunahabíaunapequeñacorriente,y,nonosdimoscuenta,ennuestraexcitación,dequenosibaarrastrandoríoadentro.Seguimosremando.OjoBermejosemanteníatancerca de nosotros como podía, persiguiéndonos a lo largo de la ribera.Entonces descubrió piedras de mayor tamaño, con cuyas municiones seacrecentósuira.Unpeñascodeunosdosymediokilogramosseestrellóamilado contra el leño con tan tremendo choque, que una lluvia de pequeñasesquirlassemehincaroncomoagujasenelmuslo.Simehubieraacertado,noséquéhubierasidodemí.

Después nos arrastró con mayor impulso la corriente del río,apoderándose de nosotros. Ojo Bermejo fue el primero en advertirlo ycelebrarloconsuladridodetriunfo.Unaseriedeolasypequeñosremolinosmarcaban el lugar donde la corriente chocaba contra las muertas aguaspantanosas.Entalesremolinosseatrancaronnuestrospobresleños,ydespuéssevieronarrastradosgirandoysaltandoentodossentidos.Cesamosderemarydedicamostodasnuestrasfuerzasasostenerunidoslosleñosunoalladodelotro. Mientras tanto Ojo Bermejo continuaba bombardeándonos, y los

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pedazos de roca caían alrededor nuestro, salpicándonos de agua yamenazandonuestrasvidas,mientrasélseregocijabaenunaalegríasalvajeyvociferante.

Elríohacíaunrecodoagudísimo,dondelacorrienteprincipalsedesviabahacia la orilla opuesta. A esta otra margen fuimos arrastrados nosotros,quedando fuera del alcance de Ojo Bermejo. Cuando le distinguimos porúltimavezalolejos,sobreunaltozano,bailabaunadanzadeextrañosbrincoscelebrandoconcantosdevictoria.

Oreja Caída y yo no hacíamos otra cosa que mantener unidos los dosleños.Estábamosentregadosanuestrodestino,ynonosquedabaotrorecursosino permanecer inmóviles y resignados, hasta que advertirnos que lacorrientenosarrastrabaalolargodelaorillaamásdetreintametrosdetierra.Entonces nos pusimos a remar. En aquel sitio retrocedía la corriente,encaminandolamarchaotravezhacialaorillaSur;perocomoconsecuenciadenuestraremaduralacruzarnosenelpuntomásrápidoyestrecho,yantesdequenosdiéramoscuentatuvimoslasuertedehallarnosenunremansoqueestabacompletamentedesviadodeella.

Lentamente fuerondeslizándose los leños, y al fin atracaroncercade laorillasinningúnpeligro.OrejaCaídayyosaltamosatierra.Arrastradosaún,losleñossalierondelremansoysiguieronelcursorápidodelacorriente.

Miramos Oreja Caída y yo, ansiosamente, a uno y otro lado; pero notuvimos ganas de reír. Estábamos en un país desconocido y no podíamospensarenvolveranuestra tierradelmismomodoquehabíamosvenidoa laextraña.

Habíamosaprendidoacruzarunrío,sinsaberlo,cosaqueningunodelaHorda había hecho jamás. Éramos los primeros, y creo que también losúltimos,enponernuestrasplantasenlariberaNortedelrío.Esindudablequeen los días venideros la Horda habría de haberlo hechomás pronto omástarde; pero la invasión de los Hombres del Fuego y la consiguienteemigración de los supervivientes de la Horda detendría nuestra evolucióndurantevariossiglos.

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Nohaymodo de narrar los desastrosos resultados de la invasión de losHombresdelFuego.Casiestoypordecirqueprodujoladestruccióncompletade la Horda y que esta rama de la vida inferior que iba abriéndose a lahumanidad fue podada de raíz. Por supuesto, que sobreviví yo a taleseventualidadesparapodercontarlas.Perosigamosahoranuestranarración,ylootroyaserárelatadoantesdequelleguemosalfin.

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CapítuloXII

NotengoideadecuántotiempovagaríamoserrantesporelNortedelrío.Éramos como náufragos en una isla desierta, desesperanzados de volver apisarnuestrohogarnuevamente.Nosaventuramosdurantesemanasymesespor un país salvaje, donde no había ni un solo habitante de la Horda.Meresulta muy difícil reconstituir este viaje. La mayor parte de él está muyconfuso,ysólorecuerdoalgunasdelascosasquesucedieron.

Recuerdoespecialmenteelhambrequesufrimosen lasmontañasqueseextiendenentreelLagoLargoyelLagoLejano.Tambiénmeacuerdodequehabía por allí Hombres de los Árboles, que habitaban en la selva, entre elLago Largo y las montañas. Ellos fueron quienes nos persiguieron yarrinconaronenlasmontañas,obligándonosaseguirhaciaelLagoLejano.

Primeramente,despuésdeabandonarelríohicimosnuestrajornadahaciael Oeste, hasta que llegamos a un arroyuelo que fluía a través de tierrascenagosas. Después volvimos hacia el Norte, bordeando los pantanos y alcabodevariosdías,llegamosaloquehellamadoLagoLargo.Pasamosalgúntiempoensuextremosuperior,dondeencontramosabundanciadealimento;hastaqueundíavimoscorrerenlaselvaalosHombresdelosÁrboles.Eranferocesmonosynadamásy,sinembargo,noerantandistintosdenosotros.Másvelludos,esverdad;suspiernasmásnudosasyretorcidas,susojosmáschicos,sucuellomásgruesoycorto,ylaventanadelanarizmásparecidaaorificioscavadosenunasuperficie.Noteníanpeloenlasmanos,enelrostro,y en las plantas de los pies, y emitían voces similares a las nuestras, consignificados parecidos. Después de todo, la Horda y, los Hombres de losÁrbolesnoerantandiferentes.

Yo fui el primero en encontrar a un hombre de los Árboles. Era unancianomarchito y, rugoso, de ojos pitañosos y rostro encarrujado, que semovíavacilante.Unapresa seguray legítima.EnnuestroMundonoexistíagransimpatíaentrelossemejantes,yélnisiquieraerasemejantenuestro.Eraun hombre de los Pueblos de los Árboles, y, además, muy achacoso y,

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envejecido. Estaba sentado al pie de un árbol, sin duda su propio árbol,porquesepercibía,colgadoentrelasramas,elnidodondepasabalasnoches.

Hice señas a Oreja Caída y nos abalanzamoshacia él. Sobresaltado, comenzó a trepar muydespacio, por el peso de la edad. Lo cogí por lapierna y arrastrándole le hice caer al suelo.Entonces tuvimos la gran diversión. Lepinchábamos,letirábamosdelpelo,leretorcíamoslas orejas y le azuzábamos con ramas, riéndonos

tanto,que losojossenos llenabande lágrimas.Su inútilcólera resultaba lomásabsurdodelMundo.Eracómicoelverlecómoseesforzabaenresucitarlaenergíaperdidaenelcursode losaños.Haciendocarantoñasdedolorenlugardelosferocesgestosqueintentabalerechinabanlosgastadosdientesygolpeabasumiserablepechoconsusdébilespuños.

Tuvo luego un acceso de tos, atragantándose y farfullandoprodigiosamente.Siemprequeintentabatreparalárbolletirábamosalsuelo,hastaqueserindióasudebilidadysesentóllorando.OrejaCaídayyonossentamosconél,rodeándonosconlosbrazosyriendodesudesventura.

Despuésdelllantopasóalgemido,delgemidoallamentoy,dellamentoalgritodoloroso,hastaqueterminóporlanzarunespantosochillido.Estonosalarmó pero cuanto más intentábamos acallarle, más desaforadamentechillaba.Yluegovinodenomuylejosdelaselvaun«¡goeck!¡goek!»quehiriónuestrosoídos.Aéstossucedierongritosderespuesta;algunosdeellosdesde muy lejos, sonaban profundamente: «¡goeck! ¡goeck! ¡goeck!», ytambién«¡uuoj!¡uuoj!»,comoclamoresqueselevantabanporlaselvatoda.

Yentoncesvinolapersecución.Parecíaquenoseacababanunca.Corriódesenfrenadamente tras de nosotros la tribu entera, y por poconos alcanza.Nosvimosobligadosabajaratierra,dondeteníamoslaventajaporqueeranHombres de los Árboles, y así como ellos trepaban mejor por las ramas,nosotroscorríamosmásqueellos.HuimoshaciaelNorte,conlatribudetrás,en nuestro seguimiento siempre. Corríamos por las parameras sin árboles,donde les aventajábamos; pero después, en la espesura de las selvas, nosvolvíanadaralcance.Yenelcursodelapersecucióncomprendimosquenoerandenuestraraza,queloslazosexistentesentreellosynosotrospodíanserdetodomenosdesimpatía.

Horas y horas corrieron tras de nosotros.La selva parecía interminable.Recurríamosalasparamerasycamposrasossiemprequeeraposible;perodenuevo tropezábamos con las selvas espesas. Algunas veces creíamos haber

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escapado de ellos, nos sentábamos a descansar, y antes de que pudiéramosrecobrarelaliento,oíamoselodioso«¡uuoj!¡uuoj!»ylosterriblesgruñidos«¡goeck!¡goeck!»queavecesterminabanenunsalvaje«¡¡¡ja,ja,jaaa!!!».

AsífuimosacosadosatravésdelaselvaporlosHombresdelosÁrboles.Alfin,amedia tarde,empezaronahacersemásfrecuentes lasescarpaduras.Lasvertientesascendíanmáserizadascadavez,mientrasquelosárboleseranpequeñosymenosabundantes.Luegosalimosalasladerasdelasmontañas.Allí fuedondepudimosganar tiempoy,donde losHombresde losÁrbolescedieronensuempeñoysevolvieronalaselva.

Lasmontañaseranestériles,desnudaseinhospitalariasy,por tresveces,intentamoselregresoalosbosques;perolosHombresdelosÁrbolesestabanal acecho y, nos obligaron a regresar a la montaña. Oreja Caída y yodormimosaquellanocheenunárbolenano,nomayorqueunmatorral,dondeno había seguridad y hubiéramos podido ser presa de cualquier animalcazadorquesehubieraacercadoporallí.

Al llegar lamañana, impulsadosporelprofundorespetoquenoshabíaninspirado losHombresde losÁrboles, nos internamos en lasmontañas.Noteníamosplanniideafija.Estuvimosmuchosdíasenaquellaregióndesiertaysufrimosmucho,sobretodoacausadelmiedo.¡Eratodoaquellotannuevoyextraño!Tambiénpadecimosfríoyporúltimohambre.

Un país desolado, de roquedales, torrentes, y retumbantes cataratas.Subimos y descendimos por gargantas y, desde todas las alturas, veíamossiempre extenderse ante nosotros en todas direcciones interminables hilerasdemontañas.Dormíamosenloshoyosyenlasgrietasy,unanochedemuchofrío,nosencaramamosaunpináculorocosoqueseasemejabaaunárbol.

Alfin,desvanecidosdehambre,llegamosundíaallindedelasmontañas.DesdeaquellacolumnavertebraldelatierravislumbramoselLagoLejano.ElSol brillaba sobre las aguas y, en torno del lago se extendían grandespraderas, mientras que al Este aparecía la línea obscura de una selvaextensísima.

Dosdíastardamosaúnenganarellago.Llegamosdébilesyhambrientos.Enlariberaencontramosunrecentalquedormíatranquilamente,ynoscostómuchopoderlematarporquenoconocíamosparaellootromedioqueeldenuestras manos. Cuando hubimos comido, llevamos la carne sobrante a laselva,dondeladejamosescondidaenunárbol,peronovolvimosnuncaporella,porqueen lasorillasdel ríoquesesumíaenel lagohabíamuchísimossalmonesquehabíansubidodelmarparadesovar.

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Al Oeste se extendían las praderas, dondemultitud de bisontes y ganados salvajes pacían.Tambiénhabíamuchascuadrillasdeperrossalvajes,ycomonohabíaárboles,noeralugarseguroaquélparanosotros.SeguimosporlaorilladelríohaciaelNortedurantemuchosdías.Luego,y,noséporquérazón,abandonamosel ríoynos lanzamosa travésde la gran selva. No quiero cansaros más con larelación de este viaje y, me limitaré a decir cómollegamos, finalmente, al país de los Hombres delFuego.

Abocamosaunrío,quenoreconocimossernuestrorío.Habíamosestadoperdidos tanto tiempo, que nos hicimos a vivir en completa desorientación.Cuandovuelvomisojosalpasado,veoclaramentequenuestraviday,nuestrodestinosemoldeanenmanosdelapuracasualidad.Noconocimosqueaquélfueranuestrorío,y,sinolohubiéramoscruzado,acasonohabríamosvueltonuncaalaHorday,yo,elhombremodernovenidoalMundomilesdesiglosdespués,nohubieranacidonunca.

Y,sinembargo,OrejaCaídayyoanhelábamosansiosamenteelregreso.Habíamosexperimentadoennuestroviajelaañoranzadenuestropropiopaísydenuestrapropiaraza.YmuchasveceshabíarecordadoaDulceAlegría,lahembrajovendeladulcepalabra,conquienlaestanciaeraagradableybuenayquevivíaasolas,nadiesabíadónde…Mirecuerdodeellaibaacompañadodesensacionesdehambre,sensacionesquenoseaplacabandespuésdehabercomido.

Pero volvamos al río. Era abundantísimo el alimento en sus orillas,especialmente lasbayasysuculentas raíces;asíesqueestuvimos jugandoyretozando muchos días en aquel paraje. Y entonces se le ocurrió a OrejaCaída la gran idea. La formación de la idea semanifestaba en un procesovisible.Yolavi.Laexpresióndesusojossehizosuplicanteyquejumbrosa,yOreja Caída estaba extraordinariamente agitado. Luego se enturbiaron susojos, como si hubiera perdido la idea que comenzaba a brotar. Acontinuación,laexpresiónsuplicanteydolorosadabaaentenderqueaquellaideapersistíayquedenuevohabíalogradoasirla.Memiró,luegomiróalríoyalariberalejana.Intentóhablar;peronoteníasonidosconqueexpresarsupensamientoyelresultadofueunguirigayquemehizoprorrumpirenrisa.Seenfureció,mesacudióuntremendogolpey,metiródeespaldasalsuelo.Nohayquedecirquecomenzamosa luchary,que finalmente leperseguíhasta

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unárbol,dondesearmódeunarama,conlacualmegolpeabacadavezqueintentabaalcanzarle.

Lavislumbredelaideasehabíadesvanecido.Yonolocomprendí,yéllohabía olvidado. Pero a la mañana siguiente volvió a despertarse en OrejaCaídadenuevo.Quizáseraelinstintodelhogarloquehacíapersistirenéllaideaconcebida.Fueraloquequiera,elcasoesqueallíestabadenuevo,másclara y rotunda que antes.Me condujo a la orilla del agua, donde un leñoestaba atracado en un remanso. Pensé que quería decirme que jugáramos,comoenotrostiempos,enladesembocaduradelalaguna.Nitampocovariéde pensamiento cuando le vi remolcar otro leñomás lejano trayéndolo a laorilla.

Hastaqueestuvimossobrelosleños,unoalladodelotro,manteniéndolosjuntos,ycomenzamosaremarconlasmanoscorrienteadentro,nocomprendísuintención.OrejaCaídasedeteníaparaseñalaralalejanariberay,volvíaaremardenuevo,emitiendoalmismotiempoanimadorasexclamacionesYolecomprendí, y, remamos con todas nuestras fuerzas. La rápida corriente nosarrastró,para lanzarnoshacia laorillaSur, pero antesdepoder tomar tierranosvolviónuevamentehacialaorillaNorte.

Y aquí vino la disensión.Yo, viendopróxima la orillaNorte, empecé aremarhaciaella;OrejaCaída,porelcontrario,remabahacialariberaopuesta.Los leños oscilaron y comenzaron a rodar circularmente, sin que lospudiéramos encaminar en una dirección ni ti otra. La selva pasabarápidamente ante nuestros ojos al arrastre de la corriente.Allí nopodíamospegarnosComprendíamosqueeramásconvenienteasirnosconpiesymanosa los leños para mantenerlos juntos. Pero charlábamos sin ton ni son,injuriándonosmutuamente, ya que no podíamos golpearnos con lasmanos,hasta que la corriente nos condujo por fin a la orilla sur.Ahora era éste elobjetivo más próximo, y ambos, unidos otra vez, amistosamente,comenzamos a remar hacia la ribera. Tomamos tierra en un remanso ytrepamosinmediatamenteporlosárbolesparareconocerlasituación.

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CapítuloXIII

Hasta la primera noche que pasamos en la ribera Sur del río nodescubrimosalosHombresdelFuego.Deberíanserunapartidadecazadoreserrantes que acampaban no muy lejos del árbol que Oreja Caída y yohabíamos elegido para pasar aquella noche. Al principio nos alarmaron lasvocesdeestosHombres;perodespués,cuandollegaronlastinieblasespesasde la noche, nos sentimos atraídos por el fuego. Nos arrastramoscautelosamente, acercándonos, de árbol en árbol, hasta que encontramosunbuenpuntodeobservacióndelaescena.

El fuego ardía en un descampado, entre los árboles, cerca del río.Alrededor de la hoguera había una docena de Hombres del Fuego. OrejaCaídameagarróemocionadísimo:podíapercibireltemblordesumano.Mirémás atentamente y vi al viejo cazador rugoso y gris que había lanzado aDienteMelladodelosárboles,tresañosantes.Cuandoselevantóparaarrojarnuevaleñaalfuego,pudeadvertirquecojeabaconsumutiladapierna.Fueralo que quiera, el caso es que la enfermedad de su pierna era permanente.Parecíamássecoy rugosoquenuncayestabancompletamentecanosossuscabellos.

Losdemáserancazadoresjóvenes.Cercadeellos,enelsuelo,estabansusarcosysusflechas,quetanbienconocíaya.LlevabanlosHombresdelFuegopieles de animales atadas a la cintura y cruzadas sobre los hombros. Losbrazos y las piernas, sin embargo, iban desnudos, y no usaban calzado deningunaespecie.Yahedichoantesquenoerantanpeludoscomonosotroslosde laHorda.No teníangrande lacabezaynoeramucha ladiferenciaentreellosylosdelaHordaenloquealadepresióndelafrenteserefiere.

Iban menos encorvados que nosotros y eran menos rápidos en susmovimientos. Las caderas, los huesos de la espalda, las junturas de lasrodillas,parecíanmásrígidas,ynotanlargossusbrazoscomolosnuestros.Nuncaviquesebalancearanalandar,tocandoelsueloconlosnudillosdelasmanos. Sus rostros eranmuchomás agradables, las ventanas de la nariz seabrían normalmente y el caballete de lamisma lo teníanmás desarrollado,

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menosfláccidosycolgantesuslabios,yloscaninosnoseparecíantantoaloscolmillos de los animales carniceros. En resumen, se diferenciaban denosotros menos de lo que nos diferenciábamos de los Hombres de losÁrboles, aunque en realidad las tres especies de hombres estaban muypróximasynoerandemasiadoremotassusdiferencias.

Elfuegoalrededordelcualacampabaneraespecialmenteatractivo.OrejaCaídayyopermanecimosmuchashorassentados,observandolasllamasyelhumo, aquello era verdaderamente fascinador cuando echaban nuevocombustible y saltaban surtidores de chispas que volaban hacia lo alto.Yoanhelaba acercarme más aun al fuego, pero no había medio de lograrlo.Estábamos agazapados en un árbol, al bordemismo del descampado, y noosamoscorrerelriesgodequenosdescubrieran.

LosHombres del Fuego sentados alrededor de la hoguera acabaron pordormirseapoyandolascabezassobre lasrodillas.Nodormían,sinembargo,profundamente.Aguzabanlasorejasduranteelsueñoyestabaninquietos.Decuando en cuando se levantaba alguno de ellos y echaba más combustiblesobre las llamas. En torno al círculo de luz, en la selva, encubiertos en laobscuridad, vagaban los animales cazadores. Oreja Caída y yo podíamosdistinguirlosporsusparticularesgritos.Habíaperrossalvajesyhienas,yenuna ocasión, los ladridos y rumores despertaron al círculo entero de losdormidosHombresdelFuego.

Unavez,observamosqueunleónyunaleonaestabandebajodenuestroárbolmirandoalfuegoconlamelenaerizadaylosojosparpadeantes.Elleónlamíasusfauces,nerviosoeinquieto,comosidesearalanzarsehaciadelante,en busca de alimento. La leona era más precavida. Fue ella la que nosdescubrió,yambos,machoyhembra,permanecieronmirándonossilenciosos,retorciendo lasnaricesolfateadoras.Luego lanzaronun rugido,miraronunavezmásalfuegoyalfinseInternaronenlaselva.

OrejaCaídayyopermanecimosaúnmuchoratoobservando.Decuandoencuandosentíamoselchoquedepesadoscuerpossobre laespesurade losbreñales que crecían debajo del árbol, y al otro lado del círculo de fuego,surgiendo brillantes de entre las tinieblas, veíamos los ojos ardientes que

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resplandecíanalaluzdelasllamas.Seescuchabaalolejoselrugidodelleónymás lejos todavíaelchillidodealgúnanimalheridoyelchapotearen lasaguas del abrevadero. También del río venía el tremendo gruñido de losrinocerontes.

A la mañana siguiente, después de haber dormido muy mal, nosdeslizamoshaciaelfuego.Aúnardíanlosrescoldoshumeantes.LosHombresdel Fuego se habían marchado. Echamos una ojeada por la selva paraasegurarnos; no había nada que temer, y luego corrimos hacia el fuego.Estaba impaciente por saber lo que era. Cogí con los dedos un carbóncandente,ymigritodedolorasustóaOrejaCaídaylehizosaltaraunárbol,yasustándomesucarreramehizoseguirletambién,aterrorizado.

Alasegundavez,volvimosmáscautelososyevitamostocarloscarbonesencendidos. Quisimos hacer lo que, hacían los Hombres del Fuego. Nossentamos en torno a los rescoldos, apoyando la cabeza sobre las rodillas.Remedábamoslamímicadesusconversaciones,hablandoentrenosotrosasumanerayhaciendounaalgarabíademildemonios.Yohabíavistoalancianocazadorescarbandoenel fuegoconunaestaca, ehice lomismo, sacandoaflor de las cenizas pedazos de carbón encendido y levantando nubes decenizasblancas.Eralagrandiversión.Prontoestuvimoslosdoscubiertosdeceniza.

Era inevitable que imitáramos también a los del Fuego, volviendo aencender las llamas. Lo intentamos primero con pequeñas matas, y fue unéxito. Se inflamaron y crujieron enseguida, y nosotros danzábamosalborozadosdandochillidos.Luegocomenzamosaechar ramasmayores.Yechamosmásymás,hastaquehicimosunaenormehoguera.Noslanzábamosfrenéticos de un lado para otro, arrastrando ramas y troncosmuertos de laselva.Las llamasse remontaronmásaltocadavezy lascolumnasdehumosobrepasaban como una torre los árboles más elevados. Era tremendo elcrujido de lamadera ardiente.Nunca habían realizado nuestrasmanos obratanmonumental,yestábamosorgullososdeella.NoscreíamosHombresdelFuego, danzando en torno de la hoguera como gnomos blancos del granincendio.

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Sinquenosdiéramoscuenta,ardieronlashierbassecasylosmatorrales.Enseguida se alzó en llamas un gran árbol en el borde del descampado.Nosotroslecontemplamosconojosatónitos.Elcalorquedespedíanoshizoretroceder. Luego ardió otro árbol, y luego otro, y otro, y media docenamás… Estábamos sorprendidos. El monstruo se había desatado. Nosagazapamosaterrorizados,mientrasqueel fuego ibamarcandoelcírculoenque íbamosaquedar envueltos.Resplandecióen losojosdeOrejaCaída lamiradasuplicanteydolorosaqueacompañabasiemprealaincomprensión,yenmis ojos debió manifestarse la mismamirada. Nos arrebujamos uno enbrazos de otro, hasta que el calor comenzó a alcanzarnos y llegó a nuestroolfatoeltufodepeloquemado.Entoncessaltamosvelocesyhuimosatravésdelaselva,mirandohaciaatrásyriéndonosmientrascorríamos.

Almediodía llegamos a un istmo, formado por una gran curva del río,donde se levantaban algunas colinas no muy altas semicubiertas devegetación.Trepamos por las ramas,mirando por última vez hacia la selvaquehabíamosdejado atrásSehabía convertido enunmarde llamasque elviento sacudía. Seguimos por la ribera del río, y antes de darnos cuentaestábamosenelpaísdelosHombresdelFuego.

Susviviendasaparecíandispuestasconarregloaunplanmuyestratégico.Seextendíaelpaísporunapenínsulacuyos tres ladosquedabandefendidospor la curva del río. No tenía acceso más que por el otro lado, donde seformabaelestrechoistmoresguardadoporlascolinasqueeranunobstáculonatural. Separados en realidad el resto delMundo, los Hombres del Fuegohabían progresado durante el largo tiempo que llevarían viviendo allí. Supropiedad y desarrollo produjo la invasión que trajo tan tremendascalamidadessobrenuestraHorda.LosHombresdelFuegoaumentarontantoennúmero,quesevieronobligadosaensancharloslímitesdesucomarca,Sefueron expandiendo, y en el curso de su expansión arrastraban ante sí a laHorda,ocupandolascuevasyelterritorioqueanteshabíasidonuestro.

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Ennada de eso pensamosOrejaCaída y yo al llegar ante aquella plazafuerte de los Hombres del Fuego. No tuvimos más que una sola idea:alejarnos cuanto antes de allí; pero no pudimos refrenar nuestra naturalcuriosidaddeescudriñarlaaldea.VimosporprimeravezalasmujeresyalosniñosdelFuego.Éstosibancasitodosdesnudosylasmujeressecubríanconpielesdeanimalessalvajes.

Los Hombres del Fuego vivían en cavernas como nosotros, La llanurafrentealascavernassedeslizabahaciaelríoensuavependiente,yardíanallívariaspequeñashogueras.Ignorosicoceríanonosusalimentos.OrejaCaídayyonolesvimoshacerlo.Sinembargo,esmiopiniónquedebíanconocerlosrudimentosdelarteculinario.Acarreaban,comonosotros,elaguadelríoensuscalabazas.Lasmujeresyloschicosibanyveníanmuchasvecesenbuscadel agua, entre sonora gritería. Los niños jugaban mientras iban al río,saltandoyhaciendocabriolaslomismoquelosdenuestraraza.LospequeñosseparecíanmásentresíqueloshombresdelaHordaylosdelFuego.

Oreja Caída y yo no nos retardamos demasiado. Vimos que algunosmozalbetes,habiéndonosdescubierto,disparabanlasflechasdesusarcos;nosescabullimosporlaespesaselva,corriendohaciaelrío.Yallíencontramosuncatamarán, hecho sin duda por los Hombres del Fuego. Eran pequeños yrectoslosdosmaderos,atadosfuertementeaotrosleñoscruzadospormediodetensasraíces.

Enestaocasiónsenosocurriósimultáneamentelamismaidea.Queríamosescaparde losHombresdelFuego:¿quécosamejorquecruzarel río sobreaquellosleñostanoportunamenteencontrados?Trepamosabordoylesdimosun empellón para separarlos de la ribera. Algo detuvo súbitamente alcatamarán,que,arrastradopor lacorriente,vinoachocarcontra laorilla.Elsúbito choque estuvo a punto de zambullirnos en el agua. Estaba atado elcatamaránconunamaromaderaícesretorcidas,yhubimosdedesatarloantesdedarleunnuevoempellón.

Alpocotiempoyahabíamosremadotantocorrienteadentro,queveíamostoda la residencia de los Hombres del Fuego. Ocupados en remar no nosdimos cuenta de nada, hasta que nos sorprendió un grito penetrante quesonabaenlaribera.Miramosentorno,yvimosalosHombresdelFuegoqueacudíanaperseguirnos.Unagranbataholasearmabaenlaribera.AlgunosdelosHombresdelFuegonosdisparabansusdardos,queavecescaíananuestroalrededor;peroafortunadamenteestábamosyafueradesualcance.

FueungrandíaparaOrejaCaídayparamí.Al fondoel horizonte casicubiertodehumoporelincendioquehabíamosprovocado;yaquíestábamos

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perfectamente a salvo enmedio del río, dando lavuelta a la fortaleza de los Hombres del Fuego.Nos sentamos tranquilamente, riéndonos de ellos,segúníbamosavanzando,hastadarlavueltahaciaelOeste,enunagigantescadoblecurva,dondeelríocasiseanudabasobresímismo.

HabíamosdejadomuyatrásalosHombresdelFuego, cuando, inesperadamente, una escenafamiliarrelampagueóantenuestrosojos.Veíamosel gran abrevadero, donde habíamos ido tantasvecesparaobservara losanimalesqueallí ibanabeber. Más abajo debía estar el llano de laszanahorias, y aún más lejos las cavernas y laresidencia de la Horda. Comenzamos a remar

hacialaribera,queparecíadeslizarserápidamenteanuestropaso,yantesdeque tuviéramos tiempo de pensarlo, ya estábamos en el abrevadero, dondesolía acudir la Horda. Allí estaban las mujeres y los niños llenando lascalabazas.Alvernossalieronenestampida,enloquecidos,porlosbarrancales,abandonandotrasdesíunacoleccióndecalabazasquehabíandejadocaer.

Echamos pie a tierra y nos olvidamos de atar el catamarán, que siguióflotando hasta alejarse de la orilla. Subimos con gran precaución losbarrancales. Toda la Horda había desaparecido en sus agujeros, aunqueveíamos alguna que otra cabeza que se asomaba para mirarnos. No habíaseñaldequeanduvieraporallíOjoBermejo.Yaestábamosdenuevoencasa.Yaquellanochedormimosennuestracuevecitaenloaltodelescarpado,nosinqueantes tuviéramosqueexpulsar aunaparejadeobstinadosmozuelosquehabíantomadoposesióndeella.

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CapítuloXIV

Pasaron meses y más meses. Aún había de venir la futura tragedia denuestra Horda y, mientras tanto, cascábamos nueces que nos servían dealimento. Recuerdo que fue un buen año de nueces. Podíamos llenar lascalabazasyllevarlasatiborradasaloscascaderos.Colocábamoslasnuecesenlasjunturasdelasrocas,golpeándolasconotrapiedra,yunavezcascadasnoslasíbamoscomiendo.

Finalizaba el año cuandoOrejaCaídayyo regresamosdenuestro largoviajedeaventuras.Elinviernoentrantefuemuybenigno.Yohacíadevezencuandoalgunaqueotraescapadaamiviejohogarde losárbolesybuscabafrecuentementepor todoel territorioqueseextendíaentre lospantanosy ladesembocaduradelacharcadondeOrejaCaídayyohabíamosdescubiertoelartedenavegar;peronopudeencontrarenningunapartevestigiosdeDulceAlegría. Había desaparecido. Yo la deseaba; me sentía impulsado por esehambreaqueantesaludía,muysemejantealhambrefísica,auncuandosemedespertabadespuésdetenerbienllenoelestómago.Perotodasmispesquisasfueroninútiles.

Lavidanoeratanfácilcomoantesenlascavernas.HabíaqueprevenirsecontraOjoBermejo…OrejaCaída y yo no teníamosmomento de sosiego,salvo cuando estábamos en nuestra caverna. A pesar del agrandamiento yreformasdelaentrada,teníamosqueescurrirnoscomoanguilasparameternosdentro. Y aun cuando continuamos de vez en cuando ampliándola, eratodavía,afortunadamente,muypequeñaparaquepudiesepasarelmonstruosocuerpo deOjo Bermejo pero éste no volvió a atormentarnos allí. Sin dudahabía aprendido bien la lección, y aún llevaba en el cuello ciertaprotuberanciaquemostrabaelblancodemisPedradas.Nuncaledesaparecióeste bulto, que era lo suficientemente grande para que se percibiera adistancia. Muchas veces me deleité al ver aquella obra de mis manos; ycuandoestabaenlugarseguro,contemplándolamereía.

Los demás de laHorda, aun cuando no habrían venido a rescatarnos siOjo Bermejo hubiera procedido a desgarrarnos a tiras delante de ellos,

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simpatizaban, no obstante, con nosotros. Acaso no fuera simpatía, sino unmediodeexpresarsuaversiónhaciaOjoBermejo;perodetodasformas,nosadvertíansiempredesullegada.Yafueraenlaselva,oenlosabrevaderos,oen el llano, estaban prestos a avisarnos. Así es que teníamos la ventaja degozardemuchosojosennuestraeternacontiendaconOjoBermejo.

Enunaocasiónestuvoadosdedosdeatraparme.EraaúnmuydemañanaylaHordanosehabíalevantado.Mecortóelcaminodelosriscos;peroantesquesedieracuenta,yaestabayoenlacavernadobledondeOrejaCaídamehabíahechoburlaañosatrásydondeelviejotigreDientedeSablesehabíaesforzadoinútilmente.

Cuando yame habíametido entre las dos cavernas, por el deslizadero,observéqueOjoBermejonomehabíaseguido.Meescurríhaciaelpasadizoyentoncesvolvióaecharsesobremí,persiguiéndomecontodasufuria.Yomelimitabaadeslizarmeporelpasadizoqueuníalascavernas.

Me tuvo así medio día, antes de que cesase en su empeñoDespués deesto,siemprequeOrejaCaídaoyoteníamosciertaseguridaddepoderllegara esta doble caverna, no nos retirábamos a la pequeña, aun cuando OjoBermejo se presentara ante nosotros. Todo lo más que hacíamos era noperderledevistaycuidardequenonoscortaralaretirada.

Fue durante aquel invierno cuando Ojo Bermejo asesinó a su últimaesposaconcruelesyrepetidosgolpes.Lehellamadoatavismo;peroeraalgopeorqueesto,porque losmachosde losanimales inferioresnomaltratanniasesinanasuscompañeras.PorestoafirmoquesobreOjoBermejo,apesardesus enormes tendencias atávicas, se extendía la sombra del hombre futuro,porquesólolosmiembrosdelaespeciehumanaasesinanasuscamaradas.

Comoerade esperar,OjoBermejo, despuésdedeshacersede suúltimamujer, procedió a buscarse otra. Cantarina fue la elegida. Era nieta deMarrow-Bone e hija de Pelicalvo, joven alada, sutil, muy dada a estarsecantando en la entrada de su caverna a las horas del atardecer. Se habíacasadonomuchotiempoantesconPatituerto,unindividuopacífico,queconnadiesemetía,pequeño,flaco,ynotanágilcomonosotros.

NuncacometióOjoBermejoacción tandepravada.A lahoraserenadelanochecerempezamosareunirnosenelllano,antesdeemprenderelascensoalascavernas.DesúbitovimosaCantarinaquetrepabavelozlasbarrancadasdelabrevadero,perseguidaporOjoBermejo.Ellacorrióhaciasuesposo,elpobre Patituerto, que estaba terriblemente amedrentado; pero fue un héroe.Sabíaquelamuerteibaacaersobreélynohuyó.Permaneciódepie,clavadoenelsuelo,erguido,gruñendoyenseñandolosdientes.

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OjoBermejorugíaderabia.EraunaofensaparaélelqueunodelaHordaosaradesafiarle.DisparólamanohaciaadelanteyagarróalpobrePatituertoporlagarganta.ÉsteclavólosdientesenelbrazodeOjoBermejo,peroalospocos instantesseagitabayretorcíaexánimeenelsuelo.Cantarinachillabalocamente.OjoBermejolaasióporloscabellosycomenzóaarrastrarla.Lagolpeó brutalmentemientras trepaba por el escarpado y la arrastró despuéshastaelfondodesucaverna.

Nosotros, mientras tanto, estábamos enfurecidos, golpeándonos lospechos, erizados los cabellos y rechinando los dientes, agrupándonos muyjuntos en nuestra rabia. Sentíamos la tendencia hacia la cooperación, elimpulsodeunirnosparaunaacciónconjunta.Estanecesidad,aunquedeunamanera confusa, estaba impresa en nosotros. Pero no había medio deconseguirrealizarla,porquecarecíamosdelamaneradeexpresiónrequerida.No nos volvimos todos sobre ojo Bermejo para destrozarle, porque noteníamos lenguaje. Pensábamos nebulosamente; pero nos faltaban símbolosde expresión del pensamiento, que aún habían de inventarse lenta ypenosamente.

Intentamosexpresarennuestrosgritoslospensamientosquerevoloteabancomofantasmasennuestraconciencia.PelicalvoempezóamascullarsonidosquequeríansignificarsuiraysuansiadeheriraOjoBermejo.Hastaahíllegóyhastaahínadamáscomprendimosnosotros;perocuandotratódeexpresarelimpulsocooperativoqueseagitabaensuinterior,susritosseconvirtieronen una jerigonza sin sentido. Luego, Cara Ancha comenzó a charlotear,erizadosloscabellosyapuñeándoseelpecho.Yluegootroydespuéstodos,nosunimosalaexplosióndecólera,yhastaelpropioancianoMarrow-Bonechillabay farfullabaconsucascadavozymacilentos labios.AlgunoagarróunaestacaycomenzóagolpearcontraunleñoAlmomentotodoshabíamoscogido el ritmo: inconscientemente nuestros alaridos y exclamaciones sesujetaronal ritmodeaquellosgolpes.Esto tuvoelefectodeuncalmante,ypocodespués,antesdedarnoscuentadenada,nuestrairasehabíaolvidadoynuestragriteríasehabíatransformadoenunacanturía.

EstacanturíaesunmagníficoejemplodelainconsecuenciaeinconstanciadelaHorda.Allínostenéis;despuésdehabernosreunidoporlamutuarabiayelimpulsodecooperación,todoloolvidamosytodoquedóreducidoalritmodeunacanturíasalvaje.Éramossociablesyrebañescos,yestasreunionesdecánticosyrisasnossatisfacíanmuchísimo.Estasreunioneseranlasombradelosconciliosdeloshombresprimitivos,delasgrandesasambleasnacionales,delasconvencionesinternacionalesdeloshombresfuturos.Peronosotros,la

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razadelMundonaciente,noteníamoslenguaje,ysiemprequeelinstintonosarrastraba a la reunión, terminábamos por precipitarnos en la confusión deunaBabel,dedondebrotabaesaunanimidadrítmicaqueguardabaensusenolaesenciadelartepornacer.Eralaauroradelarte.

Losritmosnoerannuncacontinuadosysostenidos;prontoperdíamoselcompásyarmábamosunabataholadetodoslosdemonios,hastaquedenuevocogíamos el ritmo o comenzábamos otro nuevo. A veces llevábamos a untiempo media docena de ritmos simultáneos, en grupos distintos que seesforzabanenahogarconsusvoceselruidodeosdemás.

Enlosintervalosdenuestraalgarabía,cadacualdabacabriolas,hucheaba,vociferabaydanzaba,bastándoseasímismollenodesuspropiasvolicionesypensamientos como si fuera el centro del Universo divorciado de los otrosseres,momentáneamenteaisladodelosdemáscentrosquetambiénsaltabanyululabanentornoaél.Luegoseguiríaelritmodelpalmoteodelasmanos;elgolpe de una estaca; el ejemplo de uno que saltaba a compás con lasmonótonas repeticiones, o el cántico de alguno que prorrumpía en unainflexióndelavozqueascendíaydescendíaconritmouniforme:

«¡A-bang,a-bang!¡A-bang,a-bang!».Uno tras otro, toda la muchedumbre de aquellos centros de sí mismos

cederíananteaquélyprontocantaríanacoro:«¡Ha-ah-ha-ah,ha-ah-ah!».Queeraunodeloscorosfavoritos:obienesteotro:«¡Eh-uaj,eh-uaj,eh-uaj-haj!».Yasí,conlocoscaprichos,girandoybamboleándonos,prorrumpíamosen

cánticosydanzasalsombríocrepúsculodelMundoprimitivo,induciéndonosalolvido,evocandolaunanimidadylanzándonosenunvoluptuosofrenesí.YasífuecomosedesvaneciónuestrairacontraOjoBermejo,suavizadaporelarte, y cantamos coros ululantes y selváticos en nuestra reunión y canturía,hasta que la noche avanzó sobre nosotros su velo de terrores y trepamos anuestros agujeros de las rocas, llamándonos dulcemente unos a otros,mientrasquelasestrellasbrotabanylastinieblasseextendían.

Solamentenosinspirabaterrorlaobscuridad.Noteníamosningúngermende religión ni concepto alguno del Mundo invisible. Sólo conocíamos elMundorealytemíamoslascosasreales,lospeligrosconcretos,losanimalesde carne y de sangre y de presa. Ellos nos aterrorizaban en la obscuridad,porquelastinieblaseranelreinodelosanimalescarnívoros.Entoncessalíandesuscubilesparaextendersuszarpasenlasombra,desdedondeacechabaninvisibles.

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Acaso de estos temores a los reales y tangibleshabitantes de la obscuridad surgirían los temores a loshabitantes invisibles, para culminar finalmente en uncompletoypoderosoMundoinvisible.Esprobableque,alcrecerlaimaginación,aumentaraeltemoralamuerte,hastaquelosmanesdelaHordavinieranaproyectarestetemorsobrelastinieblaspobladasdeespíritus.CreoquelosHombres del Fuego ya habían empezado a temer aeseaspectodelaobscuridad;nosotros,no.Elmotivoqueimpulsó a laHorda a interrumpir su canturía y trepar alosagujerosdelpeñascal, eranel tigreDientedeSable,losleones,loschacales,losperrossalvajes,lasmanadasde lobos, y toda la progenie de los hambrientosdevoradoresdecarne.

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CapítuloXV

OrejaCaídasecasó.Fuealsegundoinviernodespuésdenuestroviajedeaventuras,yelmatrimonioserealizódelmodomás inesperado.Amínosemeavisódenada.Meenteré,debuenasaprimeras,unatardeceraltreparalacavernadelescarpado.Medeslicépor laentradayallímedetuve;nohabíahabitación paramí.OrejaCaída y su esposa habían tomado posesión de lacaverna. Y la esposa no era otra que mi hermana, la hija de mi propiopadrastroChachalaca.

Tratédeforzar laentrada.Solamentehabíaespacioparadosyyaestabaocupado.Además,yollevabalapeorparte,yentrearañazosytironesdepeloque recibí de los dos, tuve que darme por satisfecho retirándome. Dormíaquella noche y otras sucesivas en el pasadizo que comunicaba las doscavernasdemásabajo.ComolosdoshabitantesdelaHordahabíanburladoallíaltigreDientedeSableycomoyomismohabíaburladoaOjoBermejo,creí que podría escapar así de todos los animales cazadores, yendo yvolviendoporelpasadizo.

Únicamente me había olvidado de los perros salvajes, que eran losuficientemente pequeños para pasar por cualquier pasadizo que mepermitiera deslizarme a mí. Una de las noches noté que me olfateaban. Sihubieran entrado los perros al mismo tiempo por ambos extremos delpasadizomehubieranatrapadoindudablemente.Perseguidoporunodeellosatravésdelpasadizo,tuvequesaliralexterior,dondehusmeabaelrestodelacuadrilla de perros salvajes. Se lanzaron sobre mí, mientras que yocomenzabaatreparporelescarpado.Unodeellos,enjutoyhambriento,memordióenplenosalto,hincándomeeldienteenlosmúsculosdelmuslo,yporpoco me hace rodar, arrastrándome hacia abajo de los riscos. Se manteníabien agarrado, pero no hice ningún esfuerzo para que se soltara, y dediquétodasmisenergíasentreparfueradelalcancedelosdemásbrutos.

Hastaquenoestuveasalvonomepreocupedelvivodolorquesentíaenelmuslo,yentoncesacuatrometrosporencimadelagruñidoracuadrillaque

saltaba,arañabacontraelmuroyrodabaporélcadavez

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que intentaba trepar, así al perro por la garganta y loestrangulé.Tardéalgúntiempoenhacerlo.Meclavósusgarrasyme rasgó lapiel con laspatas traseras, dandoespantososlatigazoscontodoelcuerpoparaarrastrarmemuroabajoensussacudidas.

Alfinaflojólosdientesyabriólaboca,soltandolacarne rasgada. Me llevé el cadáver hacia lo alto delpeñascalymecobijéaquellanochea laentradademiantiguacaverna,encuyointeriordormíanOrejaCaídaymihermana.Peroprimerohubedesufrirlatormentadeinjurias de la Horda, por haberla despertado yexasperado.Mevenguécumplidamente.Decuandoencuando,elruidodelacuadrilladeperrosseaplacabaalpiedelescarpado,yyodejabacaerrocasquevolvíanasobresaltarlos de nuevo, y otra vez surgían por todas

partes las injurias y gruñidos de toda la Horda exasperada. Al llegar lamañana, compartí el perro conOrejaCaída y su esposa, y durante algunosdíasnofuimoslostresnivegetarianosnifrugívoros.

OrejaCaídanofuefelizensumatrimonio,perotuvoelconsuelodequenodurasemuchotiempo.Niélniyofuimosfelicesduranteaquellaépoca.Yovivía solitario. Sufría los inconvenientes de haber sido expulsado de micavernay,además,nopodíareunirmeconningúnotrodelosmuchachuelosde laHorda. Sospecho quemi larga camaradería conOrejaCalda se habíahechohabitualennosotros.

Podía haberme casado también, es verdad, y de buena gana lo hubierahechosinofuerapor laescasezdemujeresquesufría laHorda.Fácilesdecomprender que las exorbitancias de Ojo Bermejo eran la causa de talescasez, siendo esto una prueba de la amenaza que representaba para laexistencia de la Horda. Además, yo no había podido olvidar a DulceAlegría…De todas formas, durante el casamiento deOrejaCaída llamédepuerta en puerta, siempre errante, en peligro todas las noches cuando meacostaba,ysincomodidadnunca.MurióunodelaHordaysumujerpasóalacaverna de otro. Tome posesión de la caverna abandonada, pero tenía laentrada amplia, yOjoBermejo casime atrapó un día, por lo cual tuve quevolver a dormir en las dobles cavernas del pasadizo. Durante el veranoacostumbraba a errar semanas enteras fuera de las cavernas, durmiendo enunoscobijosquemefabriquéenlosárboles,cercadelospantanos.

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Ya he dicho que Oreja Caída no fue feliz. Mi hermana era hija deChachalacaehizomiserableydesdichadalavidadeOrejaCaída.Enningunacaverna había tanta tremolina como en la suya. Si Ojo Bermejo era unsiniestro BarbaAzul, Oreja Caída era un bragazas, yme imagino queOjoBermejoestabaardiendoendeseosdeposeeralamujerdeOrejaCaída.

Afortunadamenteparaéste,sumujermuriócuandoocurríaaquelveranounacosa inusitada.Estaba terminando laestaciónybrotó,sinembargo,unasegunda cosecha de zanahorias, completamente inesperada, y que ofrecíaraíces jugosas y tiernas; así es que fue el pantanal el lugar de comidapreferidoporlaHorda.Unamañana,temprano,estábamosalmorzando;aunladoteníayoaPelicalvo,ymásalláasupadreyasuhijo,Marrow-BoneyLabio Largo, respectivamente. Al otro lado estaban Oreja Caída y mihermana,ellamáspróximaamí.

Sin aviso alguno, Pelicalvo y mi hermana empezaron a correr y gritarsúbitamente. Al mismo tiempo percibí el silbido de unas flechas que lesatravesarondeparteaparte.Unmomentodespuésyacíanretorciéndoseenelsuelo,mientrasquetodosnosotroshuíamosaladesbandadahacialosárboles.Un dardo pasó junto a mí y se hincó en el suelo; las plumas de la cañavibraron oscilantes al clavarse en tierra. Recuerdo la desviación que hicedandouninútil rodeoparanopasar juntoaldardoclavado,comoelcaballoquehuyedelobjetoqueleatemoriza.OrejaCaída,quecorríaamiladodiountraspié y cayó por el suelo. Un dardo le había atravesado la pierna y leimpedía correr. Intentó huir, pero cayó de nuevo. Se sentó entonces,acurrucándose y temblando de pánico, mientras que me llamaba con vozsuplicante.Mevolvíymeenseñóeldardo.Quisearrancárselo,peroeldolorque esto le producíame contuvo lamano.Otra flecha pasó oscilando entrenosotros.Otragolpeósecamentecontraunaroca,rebotóycayóalsuelo.Estoerademasiado.Tirécon todasmis fuerzas;OrejaCalda lanzóunalaridodedolormientraslearrancabaeldarloydándomeyotambiénungolpeconélacausadeltirón.Unosmomentosdespuésestábamosenplenahuida.

Miréhaciaatrás.ElancianoMarrow-Bone,a solasymuy rezagado, ibavacilanteysilenciosoensucarrera,seguidodecercaporlamuerte.Avecestropezaba, y enunaocasión cayó tan largo comoera.Yano seveíanvenirnuevos dardos. Se alzó débilmente sobre los pies. La edad le pesabaenormemente, pero no quería morir. Los tres Hombres del Fuego queavanzaban corriendo hacia la selva enmarañada podrían haberle alcanzadofácilmente.Nisiquieralointentaron.Quizáslespareceríademasiadoviejoygastado.PerosíqueseacercaronaPelicalvoyamihermana,porquecuando

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mevolvíamirardesdelosárbolesvialosHombresdelFuegogolpeándolesconunaspeñasenlacabeza,yunodeelloseraelviejoyrugosocazadorqueandabarenqueando…

Seguimos huyendo, entre los árboles, con rumbo a las cavernas, plebeexcitadaysinorden,alborotandoalpaso,caminodeloshuecosdelaspeñas,atodoslospequeñosseresvivientesdelaselvayprovocandoloschillidosdelosabejarucos.Ahoraquenoeraelpeligrocosamayor,LabioLargoaguardóasuabueloMarrow-Bone,yambos,elviejoyel joven,nosdieronalcance,dejando en los pantanales al desdichado Pelicalvo, cuyamuerte abría entreelloselvacíodeunageneración.

Yasí fuecomoOrejaCaídavinodenuevoa ser soltero.Aquellanochemeacostéjuntoaélenlaviejacaverna,ycomenzódenuevonuestraantiguavidadecamaradería.Parecequelamuertedesucompañeranolecausógranpesar.Almenosnomostrabaseñalesdedolorniañorabasuausencia.Eralaheridadelapiernaloqueparecíaincomodarle,ypasómásdeunasemanasinquepudierarecobrarsuagilidad.

Marrow-BoneeraelúnicoancianolaHorda.Avecesvuelvoapensarenaquel hombre primitivo, y cuando la visión del recuerdo seme aclaramás,perciboqueexisteunasemblanzasorprendenteentreélyelpadredenuestrojardinero. El padre del jardinero era un anciano arrugado ymarchito, ymeatreveríaajurarquecuandomirabaatravésdesusdiminutosojos,ocuandomascullabaconsusdesdentadasencías,separecíayobrabaigualqueelviejoMarrow-Bone.Durantemi infanciame horrorizaba este parecido; no podíamenos que echar a correr siempre que veía al pobre viejo que se acercabavacilante sobre susdosbáculos.ElviejoMarrow-Bone tenía tambiénciertoasomodedespobladabarbaquemeparecía exactamente igual que las ralaspatillasdelanciano.

Como iba diciendo, Marrow-Bone era el único viejo de la Horda.Representaba una excepción, porque los de la Horda no llegaban nunca aviejos,ytampocoabundabanlasedadesmedias.Lamuerteviolentaeracasisiempre el fin que nos aguardaba. Morían como mi padre o como DienteMellado habíanmuerto, como Pelicalvo y mi hermana acababan demorir:súbitamente,brutalmenteenplenaposesióndesusfacultades,enplenovigorylozaníadelavida.¿Lamuertenatural?Lamuerteviolentaeralaverdaderamuertenaturaldeaquellostiempos.

NadiemuriódeviejoenlaHorda,niaunelmismoMarrow-Bone;aunquefue el que más suerte tuvo de todos cuantos vivían en mi generación. Unmagullamiento o una mutilación, un obscurecimiento momentáneo de las

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facultades,equivalíana la inmediatamuerte.Generalmentenadieera testigodesemejantesaccidentes.LosmiembrosdelaHordadesaparecíandenuestravista y no sabíamos más de ellos. Dejaban las cavernas al amanecer y noregresaban nunca. Desaparecían… en las garras voraces de las bestiassanguinariasdelaselva.

La irrupción de los Hombres del Fuego en los plantanales de laszanahoriashabíadeserelcomienzodelfindelaHorda,aunquenosotrosloignorábamos.Loscazadorescomenzaronaaparecermásfrecuentementecadavez,andandoeltiempo.Veníanenparejasoengruposdeatres,sedeslizabanarrastrándose sigilosamente por la selva, prestos sus alados dardos paraaniquilar las distancias y para derribar a sus víctimas desde la copa de losárboles más altos, sin necesidad de treparlos. Los arcos y las flechas erancomounaextensiónenormedesusmúsculos,asíesqueenrealidadsaltabanalturas inmensasyasesinabana treintametrosdedistanciaymásaún.EstoleshacíamilvecesmásterriblesqueelmismoDientedeSable.Además,eranmuy astutos e inteligentes, poseían un lenguaje que les capacitaba pararazonar,yporúltimo,comprendíanlasventajasdelacooperación.

Nosotros,losdelaHorda,noshicimosrecelososydesconfiadosmientrasandábamosporlosbosques.Siempre íbamos con el ojo avizor, vigilantes ytímidos. Ya no eran los árboles el abrigo segurodondeconfiarse.Yanopodíaseraquellodecolgarsede las ramas y reírse de los animales carnicerosenemigosqueacechabanenel suelo.LosHombresdelFuegoerancarnívoros,cuyasgarrasyfaucessealargabanamásdetreintametros.Nohabíaningunafiera tan temible entre las bestias de presa queinvadíanelMundoprimitivo.

Unamañana,antesdeque laHordasedispersarapor laselva,cundióelpánicoentrelosquehabíanidoabeberalrío.Todoshuimosalascavernas.Teníamosentonces lacostumbredehuirantesde investigar lascausasde lafuga.Esperamos a la boca de las cavernas y observamos.Después de unosinstantes,unhombredelFuegosubiócautelosoycomenzóacaminarporelllano.Eraelancianopequeñitoyrugoso,elviejocazador.Permaneciófrenteanosotrosunosmomentosynoscontempló,observandonuestrascavernasyel muro del escarpado de arriba abajo. Descendió después por uno de losbarrancos hacia los abrevaderos, volviendo a los pocos minutos por otrabarrancada.Aúnsedetuvoaobservarnosatentaycuidadosamenteduranteun

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buenrato.Luegovolviósobresuspasosyse fue renqueandoselvaadentro,dejándonosconsternadosyllamándonosunosaotrosdesdelascavernasconvozsuplicanteydolorida.

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CapítuloXVI

Laencontréenlaantiguavivienda,próximaalospantanalesdelasbayas,dondemimadrehabíavividoydondeOrejaCaídayyoconstruimosnuestroprimerabrigoentrelosárboles.Fuealgoinesperado.Cuandolleguécercadeella,bajoelárbol,oíladulcevozfamiliar,nuncaolvidada,ylevantélosojos.Allí estaba ella,miDulceAlegría, sentada sobre una rama balanceando laspiernas,mientrasmemiraba.

Me quedé inmóvil durante algún rato. Al verla me sentí feliz, y luegoempezó a invadirme una sensación de inquietud y dolor que ahogaba lafelicidad.Comencéatreparporelárbolyellaibaretirándoselentamentedelarama.Cuandoyalaalcanzaba,saltóporelaireyfueapararalárbolpróximo.Me miraba asomándose entre el rumor de las hojas y volvió a emitir susdulces sonidos. Salté recto hacia ella, y después de una persecución muyempeñada,volvióarepetirselamismasituación;porqueallá,entrelashojas,lanzabaellasusdulcessonidos,mirándomedesdelasramas.

Comprendí que había nacido en mí algo diferente a lo que sentí enaquellospasadosdías,anterioresanuestroviajedeaventuras.Yoladeseabayella lo sabía. Por eso no daba lugar a que me acercara. Me olvidé porcompletodequeellaeralaligerezamismaydequehabíasidomimaestraenel artede treparpor las ramas.Laperseguídeárbol enárboly siempremeburlaba,mirándomedespuésconsusbondadososojos,emitiendosusdulcessonidos y danzando y columpiándose ante mí, pero fuera de mi alcance.Cuantomásseevadía,másardientementedeseabaalcanzarla,y lassombrascrecientesdelatardefuerontestigosdelainutilidaddemiesfuerzo.

Según la perseguía, o a veces, cuando descansaba en el árbol próximo,contemplándola, observé el cambio que en ella se había operado. Era másalta,máspesada,máscrecida.Susformassehabíanredondeado,losmúsculoseranllenosyfuertes,yhabíaentodaellaunalgoinefablequemehablabademadurezyplenitudnuevaseincitantes.Tresañosporlomenoshabíanpasadoporella,yestostresañoshabíandejadosusello.Digoquetresaños,aunquenopuedoprecisarexactamenteeltiempo;acasopudodeslizarseotroañomás,

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cuyos sucesos haya confundido yo con los de los otros tres. Cuanto másmeditoenello,másclaromeparecequehabríanpasadoyacuatroaños,porlomenos.

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Ignoroporcompletodóndehabíaido,porquésefue,niquélesucedióenese espacio de tiempo. Ella no tenía medio de decírmelo, así como OrejaCaídayyonoloteníamostampocoparacontara laHordaloquehabíamosvistoenextrañospaíses,Esprobablequeella,comonosotros,habríapartidoparaunviajedeaventuras,asolas,consigomisma.Porotraparte,acasoOjoBermejo hubiera sido la causa de su partida. Es casi cierto que él laencontraría de vez en cuando vagando por los bosques, y acaso con suspersecuciones fuera motivo del alejamiento de Dulce Alegría. Por sucesosposteriores, he llegado a creer que debió viajar muy lejos, hacia el Sur,cruzandohilerasdemontañas,ydescendiendodespuésalasriberasdeunríodesconocido,muylejosdetodossussemejantes.AllívivíanlosHombresdelosÁrboles,queladebieronimpulsararegresaralaHordayamí.Mástardeexplicarélosmotivosdeestassospechasmías.

Las sombras de la noche se iban haciendo más densas, y yo seguíapersiguiéndolamásardientementequenunca,yaunnopodíaalcanzarla.Ellafingíahuirdemídesesperadamente,ysiempreselascomponíademaneraqueestabaaladistanciaprecisamentejustaparaquenopudieradarlealcance.Meolvidé de todo, de la noche que avanzaba, del tiempo y de los enemigoscarnicerosydevoradores.Estabaenloquecidodeamoryllenodeira,porqueellanomedejabaaproximarmeasulado.Esextrañoelconsiderarcómoestairacontraellaparecíapartedemipasión.

Comoibadiciendo,meolvidédetodo.Enmicarreraporlosdescampadosme metí entre una nidada de serpientes. No me acobardaron. Estaba loco.Serpearonhaciamí,peroyomezambullíentreellas, lasesquivéycontinuéavanzando. Me vi entonces frente a una serpiente pitón que en otrascircunstanciasmehubierahechohuir,chillando,alacopadelárbolmásalto.Mepersiguió;peroDulceAlegríadesaparecíademivista,yyomelancéalsueloycontinuécaminoadelante.Laserpientellegóarozarmeenmicarrera.

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Despuéstropecéconmiantiguaenemiga:lahiena.Estaríaseguradequemi temeridadmotivaríaalgúndesenlaceagradableparaella,ymepersiguiódurante una buena hora.Más adelante irritamos a una cuadrilla de jabalíes,que echaron también tras de nosotros. Dulce Alegría se aventuró a dar unsaltoenorme,excesivoparamí.Yoteníaquetocaralsuelo.Abajoestabanlosjabalíes.Nodudéniunmomento.Meechéatierraamásomenosunmetrodelmáspróximo.Merozaronenmicarreraypordosvecesmepersiguieronhasta dos distintos árboles, desviándome de la ruta de Dulce Alegría. Meaventurénuevamenteapisarelsueloycrucéunamplioespacioseguidodelabanda que gruñía, se erizaba y rechinaba los colmillos junto amis propiostalones.

Un traspiéounsimple tropezónynohubierahabidosalvaciónparamí.Peronomepreocupedeloquepudierasucederme.Taleramiestadoemotivo,quehubieradesafiadoalpropioDientedeSableya todos losdardosde losHombresdelFuego.Atalextremollegabamilocuradeamor.Noleocurríalomismo a Dulce Alegría, que era prudente en extremo. No se arriesgabamucho, y aún recuerdo, volviendo los ojos a través de los siglos paracontemplaraquellapersecución,que,cuandolosjabalíesmedetuvieron,ellaaminoraba sumarcha y esperaba a que yo volviera a emprender la carrera.Además, era ella laquemeconducía, eligiendo siempre ladirecciónque leconveníamás.

Vino por fin la obscuridad. Dulce Alegría me llevó entonces por lamusgosa espalda de un desfiladero que surgía entre los árboles. Despuéspenetramosporunadensamaleza,quemearañóydespellejóalpasar.Ellanisiquiera se enredó un solo cabello. Conocía bien el camino. Un roblegrandioso se alzaba medio oculto por la maleza. Yo estaba muy cerca deDulceAlegríacuando trepabaporelárbol,yallí,entre lashorquillasde las

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ramas, en el nido tan larga e inútilmente buscado, logré alcanzarla, porqueellaquisoalfinquefueseasí.

La hiena había olfateado de nuevo nuestras huellas, y se sentó bajo elárbol entre gruñidos de hambre. No nos preocupamos para nada, sino, alcontrario, nos reímos mucho de ella cuando, enseñando sus fauces ygruñendo, se alejó entre los árboles. Era el tiempo de la primavera y en lanoche se sentían muchos y variados ruidos. Como de costumbre, en estaestación del año abundaban las luchas entre los animales. Desde el nidopodíamospercibir los relinchosde loscaballossalvajes,el trompeteode loselefantes,yelrugidodelosleones.PerolaLunasurgióenelcielo,ynosotrosreíamosfelices,sinmiedo.

A la mañana siguiente vimos dos pájaros machos que reñían tanciegamentequepudeecharmesobreellosycogerlosporelcuellosinningunadificultad.AsíescomoDulceAlegríayyohicimosnuestroprimeralmuerzodebodas.Nosparecierondeliciosos.Eramuy fácil cogerpájarosdurante laprimavera.Otranochevimosdesdenuestronidoadosantasqueluchabanalaluz de la Luna, mientras que dos leones se deslizaron hacia ellas,alcanzándolasdesprevenidas,enelardordelcombate.

Realmente,notengomediodeconjeturarcuántotiempovivimosenaquelnido de DulceAlegría. Pero, un día cuando estábamos ausentes, recibió elárbolelgolpedelrayo,serajaronlasgrandesramasyquedócompletamentedestrozadoelnido.

Comencé a reconstruirlo inútilmente, porque a Dulce Alegría leamedrentaban los rayos y no pude convencerla de que volviera a nuestroárbol.Fueasícomodespuésdeterminadanuestralunademiel,regresamosalavidadelascavernas.YcomoOrejaCaídamehabíaechadodelacavernacuando se casó, así yo también le expulsé de ella.DulceAlegría y yo nosestablecimos allí, mientras que Oreja Caída dormía en el pasadizo de lacavernadoble.

Conelregresoalascavernasvinolainquietuddelavida.NosécuántasesposashabíatenidoOjoBermejo,despuésdeCantarina,quehabíaseguidola

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suerte de todas. Actualmente tenía una pobremujer acobardada, pequeña y tierna, quegimoteaba día y noche, lo mismo cuando lepegaba que cuando no. Su muerte no se hizoesperar mucho. Aun antes de que muriera, yahabía puesto Ojo Bermejo sus ojos en mi DulceAlegría, a la muerte de aquélla comenzó lapersecucióndeésta.

Menosmal queDulceAlegría era la ligerezamisma,ysusorprendenteaptitudparahuiratravésde los árboles podía librarla de las garras deaquella bestia. Yo no podía ayudarla realmente.

Era tan monstruoso Ojo Bermejo, que me hubiera desgarrado miembro amiembro con lamayor facilidad.Hastamimuerte llevé lisiado un hombro,que se me inutilizaba en las estaciones de lluvias, muestra de una de lasbrutalidadesdeOjoBermejo.

Por entonces cayó enfermaDulceAlegría. La enfermedad demimujerseríaindudablementealgúnaccesodepaludismoqueavecessufríamos,perolociertoesqueladejótorpeypesada.NoteníalaacostumbradarapidezdesusmúsculosyestabaenmalascondicionesparahuircuandoOjoBermejolaarrinconócercade loscubilesde losperrossalvajes,variasmillasalSurdelas cavernas. En otra ocasión, antes de que él hubiera podido acercarse, lehabríaesquivadoella,regresandosinningunadificultadalabrigodenuestrascavernasdeestrechaentrada.Peroahoranopodíaser.Estabapesada,torpeylenta. Ojo Bermejo la obligó a retroceder, hasta arrinconarla donde quiso.DulceAlegríaconcentrótodassusenergíasenlibrarsedesusgarras.

Sinohubieraestadoenferma,hubierasidojuegodeniñoselburlarle;peroahoraeraprecisotodasuprecauciónysagacidad.Teníaensufavorelpoderhuirporlasramasmásfinasydarlossaltosmásarriesgados.Tambiénladeser muy habilidosa en medir las distancias y adivinar la resistencia de lasramasyramonescariados.

Fueinterminablelapersecución.Selanzaronporlaselvaenvueltasymásvueltas, avanzando y retrocediendo en carreras tremendas. LaHorda estabaenormemente excitada, prorrumpiendo en un salvaje alarido más vibrantecuando Ojo Bermejo se hallaba lejos y aplacado cuando la persecución loaproximaba… Eran, como siempre, espectadores pasivos. Las mujereschillaban, losmachos se apuñeaban el pecho en cólera inútil. CaraGrande

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estaba más indignado que nadie, y aun cuando aplacaba sus gritos alaproximarseOjoBermejo,noenmudecíatantocomolosotros.

Yo,pormiparte,nohacíaningúnbrillantepapel.Yaséqueteníadetodomenosdehéroe.Además,¿paraquéhabíadeservirquemepusierafrenteaOjo Bermejo? Era el monstruo poderoso, la bestia abismática, y no habíaesperanzaparamíenuna luchade fuerzacontra fuerza.Mehabríamatado,sinquehubieracambiadoparanadalasituación.Asíesquenometocabasinodesesperarmeenimpotenteydolorosaira,desviarmedesucaminoyaplacarmicóleracuandosemeacercaba.

Pasaron horas.Era ya entrada la tarde y aún continuaba la persecución.Ojo Bermejo iba agotando a Dulce Alegría, cansándola. La perseguía yfatigabadeliberadamente.Despuésdeunbuenrato,ellacomenzóacansarseyno podía mantener su huida a voluntad. Procuraba subir a las ramas másdelgadas, adonde él no podría seguirla. Necesitaba descansar allí unosinstantesparatomaraliento;peroOjoBermejoeraincansableyestabaferoz.Incapazdeseguirla,leimpedíadetenerse,sacudiéndoladelasramasdelgadasdondeDulceAlegría se refugiaba.Podíabalancearconsu fuerzaypeso lasramasmásgruesasy sacudirlashasta lanzarlaporel airecomosi fueraunamosca.La primera vez se salvóDulceAlegría dejándose caer en las ramasinferioresymásgruesas.Enotraocasión,aunqueestasramasnoimpidieronquesecayeraalsuelo,aminoraronelgolpe.Siguióotrasacudida, tanferoz,que salió lanzada de la rama, atravesando un gran espacio hasta el árbolpróximo. Parece increíble cómo se asió y salvó de la caída. Ahora DulceAlegríabuscabalaseguridaddelasramasaltasydébiles.Estabatancansada,quenopodíaescaparsedeotramanera,yrecurríaconhartafrecuenciaaesteardid.

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Aún prosiguió la persecución y aún la Horda chillaba, se golpeaba elpecho y rechinaba los dientes. Luego vino el fin. Era casi la hora delcrepúsculo.DulceAlegría,temblandoysinaliento,seasiódesesperadamenteauna rama, a nuevemetrosdel suelo, sobre el espaciovacío.OjoBermejosacudió la rama, que, como un péndulo, comenzó a oscilar con el enormepeso de aquel bruto. Súbitamente dio un latigazo con el cuerpo, y fue tanbrusca la oscilación, que Dulce Alegría salió despedida. Había perdido suasideroycaíaenelvacío,lanzandoungritopenetrante.

Aúnpudoenderezarseenelaire,paracaerdepie.Enotrascircunstanciasla agilidad de sus miembros, hubiera evitado el golpe, pero ahora estabaagotada.Nopodíasoportarelsalto;suspiernascedieron,sinhacermásqueaplacarelchoque,yalcaerentierra,aunquenosehizodaño,elgolpeladejósinaliento.Quedótendidaenelsuelo,desvalidayesforzándoseporrespirar.

OjoBermejo se abalanzó sobre ella y la asió, retorciéndole los cabellosentre sus nudosos dedos, rugiendo triunfante y retando a la Horda, que,aterrorizada, le contemplaba desde los árboles. Entonces enloquecí y,abandonétodaprudencia;olvidandoeldeseodeviviren lacarne,mearrojépordetrássobreOjoBermejo,querugíaespantosamente.Taninesperadafuelaacometida,quelohicerodar,yrodeándoleconbrazosy,piernas,procurésostenerlo contra el suelo. Hubiera sido imposible de no haber tenido OjoBermejo una de susmanos ocupada en agarrar tensamente aDulceAlegríaporloscabellos.

Envalentonadopormiosadía,CaraGrandeseunióamíinesperadamente.SeechóalapeleayclavólosdientesenelbrazodeOjoBermejo,rasgándoleyarañándoleelrostroalmismotiempo.Éstaeralaocasiónpropiciaparaquela Horda se uniera y acabase con Ojo Bermejo. Pero todos permanecieroninmóvilesocultosenlosárboles.

Era inevitable que Ojo Bermejo nos venciera. Si no terminóinmediatamente con nosotros, fue porque Dulce Alegría impedía susmovimientos.Habíarecobradosualientoycomenzabaaresistir.OjoBermejono quería soltarla y esto le ponía en condiciones de inferioridad. Tendió lamanolibreymeagarrócomounatenaza.Eraelcomienzodemifin.Empezóaarrastrarmehaciaélparaponermeenposiciónapropósitoparaclavarmelosdientesenlagarganta.Yahabíaabiertolabocayapretabalasencías.Enunapretujón de sus enormes fuerzas,me retorció el hombro de tal forma queconservéeldolorparatodalavida,comorecuerdodeaquellalucha.

Peroentoncessucedióalgo imprevisto.Unenormecuerpocayósobreelgrupo que formábamos los cuatro. No esperábamos el golpe y salimos

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rodando cada uno por su lado, soltándonos en la repentina sorpresa. En elinstante del choque, Cara Grande lanzó un terrible alarido. Yo no podíaprecisarloquehabíapasado,aunquesentíolordetigreyvislumbrésurayadapielenmivelozhuidahacialosárboles.

EraelviejoDientedeSable.Lehabíadespertadoensucubilelrumordela refriega, y acudió sin que nos diéramos cuenta de ello.DulceAlegría seencaramóalárbolinmediatoalmíoymeuníaellaenseguida.Larodeéconlos brazos y la apretujé contra mi pecho, mientras que ella llorabadesconsoladamente.Delsueloveníaungruñidoyuncrujirdehuesos.EraqueDiente de Sable estaba devorando los restos de lo que había sido CaraGrande. Más allá, Ojo Bermejo miraba fijamente entre el reborde de susinflamadosojos.Habíaencontradounmonstruomayorqueél.DulceAlegríay yo huimos entre los árboles, camino de nuestra caverna,mientras que laHordaseamontonabaenlascopasmásaltas,porencimadesuviejoenemigoDiente deSable, arrojándole un chaparrón de ramas y tallos secos.El tigrerestallabalacolaygruñía,perocontinuabadevorando.

Y así fue como nos salvamos: por un mero accidente de la más puracasualidad.Deotromodo,hubieraperecidoentrelasgarrasdeOjoBermejoynohubieraexistidoelpuentequeenlazatodoaquelloconundescendientequelee periódicos, monta en trenes eléctricos y, ¡ay!, escribe narraciones desucesosdesvanecidosenelpasado,comoésta,porejemplo.

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CapítuloXVII

Loquevoyarelatarosacontecióalcomenzarelotoñodelañosiguiente.OjoBermejo, después de su fracaso, había tomadootramujer, que, aunqueparezca extraño, aún vivía. Más extraño todavía os parecerá el saber quemesesatráshabíatenidounhijo:elprimerhijodeOjoBermejo.Susmujeresanteriores no vivieron lo suficiente para poder dar a luz. Todos habíamospasado un buen año. El tiempo había sido excepcionalmente benigno y lacosecha abundante. Recuerdo de una manera especial las zanahorias deaquella temporada. También fue copiosísima la cosecha de nueces y lasciruelassilvestreseranmásdulcesymásgrandesquedecostumbre.

En resumen, fue el año de oro. Y luego sucedió… Por la mañanatempranonossorprendieronenlascavernas.Lamayorpartede losnuestrossedespertarondesusueñoalaluzfríaygrisdelamanecer,paraencontrarlamuerte.ADulceAlegríayamínoshabíadespertadoelescándalodelagranbatahola. Era nuestra caverna la más alta del peñascal escarpado. Nosarrastramosa labocaymiramos.El llanoestaba rebosantedeHombresdelFuego.Susalaridosygriteríaaumentabanelclamoreo;peroellosguardabanordenyseguíansuplan,ynosotrosno.Cadacualobrabaporcuentapropia,sinadvertirlaenormecalamidadquecaíasobretodos.

Comenzamos a lanzar piedras sobre los Hombres del Fuego, que sehabíanreunidoalpiedelpeñascal.Nuestraacometidalogróaplastaraalgunosde ellos, porque cuando se retiraron, quedaron tres o cuatro tendidos en elsuelo. Allí se retorcían y forcejeaban, intentando arrastrarse lejos de losriscos;perono se lopermitimos.Losvarones rugíamosairadosyhacíamoslloverpiedrasymáspiedrassobrelosHombresdelFuegoqueyacíanalpiedel muro. Algunos intentaron arrastrarles a sitio seguro; pero nuestrospeñascoshacíanretrocederalosrescatadores.

Los Hombres del Fuego comenzaron a encolerizarse. También ellos sevolvieronprecavidos.Apesardesusalaridosdeira,semanteníanaprudentedistancia, y lanzaban granizadas de flechas sobre las cavernas. Esto fue lo

suficienteparaquecesáramosdearrojarpeñascos.

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Yamediadocenadelosnuestroshabíanmuertoymuchosestabanheridos; el restonos retiramosalinteriorde lascavernas.Yonoestabafueradesualcance en mi alta cueva, pero la distancia erasuficiente para inutilizar la efectividad de losdisparos; así es que los Hombres del Fuego nomalgastaban susdardos contramí.Además, teníacuriosidad y deseaba ver. Mientras que DulceAlegría permanecía en lo más hondo de lacaverna,temblandodemiedoyprorrumpiendoengemidos porque yo no quería entrar y seguíaobservandoagazapadoalaentrada.

Elataquesedesarrollabaaintervalos.Sehabíadetenido por un momento; porque habiéndonos

refugiado nosotros en el interior de las cavernas, los Hombres del Fuegopensabancómonospodríanechardeallí.Ellosnoseatrevíanaseguirnos,ynosotrosnonosatrevíamosaexponernosasusdardos.Decuandoencuando,sialguienseacercabaalescarpado,algunodelaHordaarrojabaunpeñascoaplastador.Acambiodelocualcaíaatravesadopormediadocenadeflechas.Así continuaron las cosasduranteunbuen rato; pero, laHorda terminóporrecurriranopresentarblancofueradelascavernas.Latreguaeracompleta.

MásalládelosHombresdelFuego,detrásdetodosellos,veíayoalviejoy arrugado cazador pequeñito que lo dirigía todo. Los demás lo obedecíanciegamente e iban de un lado a otro, cumpliendo sus órdenes. Corrieronalgunosalaselvayvolvieronconpesadasmaderassecasygrandesmontonesdemaleza;todoslosHombresdelFuegosededicaronaamontonarla.

Mientras que algunos les defendían, prestos los arcos tensos a dispararsobre el primero de la Horda que se hubiera atrevido a asomarse, otrosamontonaban las matas secas a la boca de las filas inferiores de cavernas.Entoncesconjuraronalmonstruoterrible,queapareciórápidoasupoderosaevocación. Y vimos por primera vez el FUEGO. Comenzaron a retorcersesobreelpeñascalmechonesdehumoascendente.Luego,lasrojaslenguasdelas llamas,que sedeslizaroncomoserpientes entre los leñosqueardían.Elhumosehizomásdenso,sepultandoavecestodoelfrentedelpeñascal.Peroyoestabaen lomásaltoynomemolestabagrancosa,aunquemeescocíanlosojos,quefrotabaconlosnudillosdelasmanos.

ElancianoMarrow-Bonefueel rimeroensaliracausade lasofocacióndelhumo.Unlevesoplodeairedesviólahumaredaenelinstantemismoen

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queelviejosalía,yloviclaramente.Aparecióentrelasnubesdehumo,pisóuncarbónencendido,yprorrumpiendoenungritodesúbitodolorcomenzóatreparporelpeñascal.Losdardosllovíansobreél.Sedetuvoalbordedeunaroca, agarrándose afanoso entre boqueadas, estornudos y sacudimientos decabeza, mientras que una lluvia de emplumados dardos rebotaban sobre lapeña,alrededorsuyo.Eraviejo,peronoqueríamorir.Secimbreabamáscadavez; las rodillascomenzaronacederygemíasuplicante,vacilandoalbordedelpeñasco.Perdieronsusmanoselasideroycayóvolteandoysacudiéndose,rompiéndoseloshuesoscontralaspeñas.Aúnprorrumpióenunlamentoyseesforzó débilmente por levantarse, pero un Hombre del Fuego se abalanzósobreélyledesnucóconunaporra.

TalfuelasuertedemuchosdeloshabitantesdelalaHorda.Incapacesdesoportar la sofocación del humo, salían de las cavernas para caer entoncesbajolosdardoscrueles.Algunasdelasmujeresyniñospermanecieronensuscavernasymurieronasfixiados;perolamayoríaencontrólamuertefueradeellas.

CuandolosHombresdelFuegohubierondesalojadolaprimerahileradecavernas, procedieron a repetir la operación en la segunda. Pero mientrasamontonaban lasmatas ymaderas secas,OjoBermejo escapó peñas arriba,seguido de su mujer, que llevaba estrechamente abrazado al niño. LosHombres del Fuego, se habían descuidado, esperando sin duda quepermaneceríamosenlascavernasduranteelintervalonecesarioparaprepararel fuego; así es que cuando sus dardos comenzaron a cortar el aire, OjoBermejoysumujerestabanyaenloaltodelescarpado.Alllegaralacumbre,Ojo Bermejo se volvió a mirarles rugiendo y golpeándose el pecho. LosHombresdelFuego,tendieronsusarcosamenazantes,yaunquelasflechasnolotocaron,OjoBermejohuyódespavorido.

Aún observé por tercera y cuarta vez entre la humareda. Algunoshabitantes de la Horda conseguían escapar encaramándose sobre las peñas,perolosmáscaíanatravesadosporlasflechas.RecuerdoaLabioLargo:llegóhasta cerca demí gritando dolorosamente; un dardo le había atravesado elpecho, y la caña emplumada vibraba por el dorsomientras que la punta dehueso salía por delante. La flecha le había entrado por la espaldamientrastrepaba.Cayójuntoalaentradademicaverna,sangrandoprofusamenteporlaboca.

En aquel momento las hileras superiores de cavernas se vaciaron desúbito.CasitodoslosdelaHordaquenoestabanasfixiadossalieronalmismotiempoyhuyeronpenasarriba.Éstafuelasalvacióndemuchosdeellos.Los

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Hombres del Fuego no podían disparar sus flechas con tanta rapidez.Llenaron el aire de dardos, y muchos de los nuestros cayeron heridos ytambaleándose;peroalgunosconsiguieronganarlacumbreydesaparecieron.

Noeratangrandemiimpulsodehuircomoeldelacuriosidad.Losdardoshabíanterminadodesilbar.Parecía como si hubieran huido los últimosmiembros de la Horda, pero aún debía de haberalgunos ocultos en las cavernas superiores. DulceAlegríayyonosdispusimosahacerunasalidahaciala cumbre del acantilado.Al vernos prorrumpieronenunaexclamaciónlosHombresdelFuego.Noerayo la causa, sino Dulce Alegría. Todos hablabandesaforadamente y la señalaban. No intentarondispararniunsolodardo.Comenzarona llamarnosenvozbaja,dulceyatrayente.Yomedetuveymiréhacia abajo. Ella, horrorizada, gemía y me impulsaba a seguir adelante.Subimosalacumbreypocodespuésdesaparecíamosentrelosárboles.

Este acontecimiento me ha hecho preguntarme muchas veces si DulceAlegríaseríadesuraza,sisehabríaextraviadodeelloscuandoeramuyniñaaun,paraqueseacordara,porqueenotrocasonoleshabríatemido.Tambiénpudieraserque,aunquefueradesuraza,nosehubieraperdido;quefuerahijadeHombresdelfuegoquehubieranrenegadodesuespecieyquenacieraenlaselvaentre losde laHorda.¿Quiénpodrásaberlo?EstascosasestánmásalládemialcanceyDulceAlegríanosabíadeellasmásqueyo.

Pasamosundíadeagoníayterror.Lamayorpartedelossupervivienteshuyeron hacia los pantanos y buscaron refugio en las vecinas selvas. YdurantetodoeldíanospersiguieronlascuadrillasdeHombresdelFuego,quenosasesinabandondequieraquenosencontrasen.Debíantenerfijadosuplande antemano. Como ya no cabían en su pequeño territorio, decidieron sinduda conquistar el nuestro. ¡Oh dolor de la conquista! No podíamosafrontarles. Fue una carnicería, unamatanza cruel que no perdonó a nadie:jóvenesyviejoscayeronasupaso,hastaqueelpaísquedólibreporcompletodenuestrapresencia.

Aquello equivalía al fin delMundo, almenos para nosotros.Huimos alúltimo asilo de los árboles acogedores, para que allí nos cercaran yasesinaran,familiatrasfamilia.Nuestrosojosnocesabandevertaleshorroresen tan aciago día, y yo, por otra parte, sentía sed de contemplarlos. DulceAlegríayyonopermanecíamosmuchotiempoencadaárbol,evitandodeesta

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manera la posibilidad de que nos cercaran. Mas no había lugar dondeacogerse. Por todas partes brotabanHombres del Fuego, ebrios de su tareaexterminadora. Los encontrábamos dondequiera que dirigiéramos nuestrospasos,yasípudimospresenciarmuchasdesushazañas.

No recuerdo haber visto lo que le ocurriera a mi madre; pero sí habercontempladoaChachalacaen suantiguoárbol, dedondecayómortalmenteheridoatravesadoporunaflecha.Mehorrorizapensarquesentíentoncesunestremecimiento de alegría, columpiándome gozoso en mi árbol. Antes determinar esta parte de mi narración, quiero hablaros de Ojo Bermejo. Leencontraron enunode los árboles próximos a los pantanos, enuniónde suesposa y su hijo. Dulce Alegría y yo nos detuvimos a contemplarle,deteniéndonosunmomentoennuestrahuida.LosHombresdelFuegoestabandemasiadoatentosasulaborynorepararonennosotros,que,porotraparte,nos resguardábamos medio ocultos entre la maleza por donde nosdeslizábamos.

UngrupodeHombresdelFuego rodeaba al árbol y disparaban flechas,recogiéndolas cuandovolvían a caer al suelo.Yonopodía distinguir aOjoBermejoperoleoíagruñirocultoentrelasramasdelárbol.Pocodespuésseapagaban sus gruñidos; debía haberse refugiado en algún hueco del tronco.Perosuesposanoconsiguióalcanzarsemejanteabrigoyundardolahizocaeratierra,alparecergravementeherida,puestoquenoseesforzóenescapar.Searrastró hacia su hijo, cubriéndole protectora bajo su regazo adonde se asíaapretadamente,hizosignossuplicantesprorrumpióenruegosa losHombresdelFuego.Éstosseagruparonasualrededoryseburlabandeella,lomismoqueOrejaCaída y yo nos habíamos reído del anciano que pertenecía a losHombres de losÁrboles. Así como nosotros le punzábamos y azuzábamosconramitasytallossecos,asítambiénhacíanlosHombresdelFuegoconlamujer de Ojo Bermejo: la pinchaban con la punta de sus flechas. Pero lainfeliznoqueríaluchar,ylabromaresultabaaburridaparaloscazadoresNoquería encolerizarse aquella mujer, que se limitaba a cubrir a su hijoindefensoyrogar lastimeramente.Unode losHombresdelFuegoseacercóconunaporraenlamano.Ellalovioylocomprendiótodo;peronohizomásquedirigirlevocessuplicantes,hastaquerecibióeldurogolpe.

OjoBermejocontinuabaensuhueco,asalvodelosdardos.Loscazadoresdeliberaron unos instantes, y luego uno de ellos trepó al árbol. No puedodeciros loque sucediera en lo alto; sólo recuerdoque leoí lanzarun ritoypercibí la excitación de los que estaban abajo. Unos minutos después, uncuerpocaíaaplastadocontraelsuelo.Nohizoelmovimientomás leve.Los

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demás lo contemplaron y le alzaron la cabeza inerte, que cayó fláccida alabandonarle.OjoBermejohabíadadobuenacuentadelHombredelFuego.

Losdemáscazadoresseencolerizaron.Juntoalsuelo,eneltroncodeárbol,seabríaunagrieta,yacumularon allí hierbas secas y madera y leprendieron fuego. Dulce Alegría y yo,estrechamente abrazados, esperábamos entre lamaleza. De cuando en cuando los Hombres delFuego arrojaban a la hoguera grandes ramas quehumeabanabundantemente.

De pronto los vimos retirarse lejos del árbol.Nohabían sidobastante rápidos, y la velozmasacorpulentadeOjoBermejobajóa tierra,cayendosobreellos.

Ensuirasalvaje,comenzóadespachurrarlesadiestro y siniestro, entre susmembrudos brazos.A uno de los cazadores ledespellejó la cara con los atenazados dedos nudosos y de tan tremendosmúsculos. A otro le destrozó el cuello de un mordisco. Los Hombres delFuegoseretiraronlanzandoferocesalaridos,paraabalanzarsedenuevosobreOjo Bermejo; pero éste asió un leño y comenzó a aplastarles la cabeza acuantos se acercaban.Era demasiado enemigo para ellos. LosHombres delFuegosevieronobligadosaretirarsenuevamente.OjoBermejoaprovechólaoportunidad,lesvolviólaespaldayhuyóululandoenfurecido.Cayeronunoscuantosdardosveloces juntoaél;perose internóentre lasbreñasespesasydesapareció.

Dulce Alegría y yo nos alejamos entonces, deslizándonos suavemente,perocon tanmalafortuna,que tropezamosconotrapartidadeHombresdelFuego.Nospersiguieronporlosmatorralesypantanos;peroconocíamoslossenderos arbóreos que cruzaban los tremedales y las lagunas por donde nopodíanperseguirnos, y escapamos ilesos.Pasamos a la orilla opuesta, haciaunaestrecha fajadebosquequeseparabaelpantanalde lasbayasy lagranlagunaextendidahaciaPoniente.AllínosencontramosaOrejaCaída.Ignorodequémanera se habría escapado, a no ser quenohubiera dormido en lascavernaslanocheanterior.

Allí, en la estrecha faja de bosques, podríamos haber construido trescobijosentrelasramasdelosárboles,dondeestablecemos;perolosHombresdelFuegocontinuabansuobradeexterminioportodaspartes.Alahoradelatardecer,vimosaCaraBarbudaysumujerquehuíansigilosamenteentrela

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marañadelbosque,haciaOriente;pasaronjuntoanosotrosydesaparecieronalolejos.Huíanrápidosysilenciosos,pintadalaalarmaenlafaz.Oíamosenladirecciónpordondehabíanllegadolosgritosdeloscazadoresyelestridordealgunodelosnuestros.LosHombresdelFuegohabíanencontradoelpasodelospantanos.

DulceAlegría,OrejaCaídayyoseguimoslashuellasdeCaraBarbudaysu mujer. Nos detuvimos al llegar al borde de la laguna grande. Noconocíamossuspasos.EstabafueradellindedenuestracomarcaysiemprelaHorda había evitado penetrar allí. Ninguno de los que se aventuraron ahacerlo regresó jamás a las cavernas. Nuestras almas veían en aquel lugarmisterioyhorrores, lo terribledesconocido.Nosdetuvimos, pues, al borde.Estábamosdespavoridos.LosgritosdelosHombresdelFuegoseacercabanmás cada vez… Nos miramos consternados. Cara Barbuda corrió por laciénaga y logró poner pie firme sobre unmontecillo de hierba a unos diezmetrosmásallá.Sumujernopudoseguirle.Quisointentarlo,peroretrocedióasustadaantelaengañosasuperficiedelaciénaga.

DulceAlegríanopudoesperarme,nisedetuvohastaquehubopisadoenfirme sobre otro montículo mayor, unos cuantos metros más allá de CaraBarbuda.LosHombresdelFuegoaparecieronentrelosárbolesenelprecisoinstante enqueOrejaCaídayyohabíamosconseguido llegar a su lado.LamujerdeCaraBarbuda,aterrorizadaalverlos,selanzótrasdenosotros;peropisóaturdida,rompiólacostraquecubríalaciénaga,ysehundióenelbarro.Lavimosbajo el fuegode losdardos, luchandodesesperadamentemientrasque se iba sumergiendo. Las flechas comenzaron a llover encima nuestro.Cara Barbuda se había reunido con nosotros y nos lanzamos adelante, nosabíamosadónde,penetrandoenlomásprofundodelpantano.

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CapítuloXVIII

No tengo recuerdo alguno de nuestros errantes pasos a través de losgrandes pantanos. Un enjambre de sueltas desligadas impresiones, conpérdidatotaldelanocióndeltiempo,formanmisconfusosrecuerdos.Nosécuántos días vagaríamos por aquella vasta extensión, desierto húmedo yempapado, donde nos atacaban las venenosas serpientes, nos rugían losanimales ferocesydondeelsuelodebarroseabríadevoradorbajonuestrasplantas,siempreprestoasepultarnos.

Recuerdo que volvimos sobre nuestros pasos innumerables veces y querecorrimoslasriberasdelosríosylasdeloslagos,queerancomoviscososmares. Otras veces, la tormenta hacía ascender las aguas, y al inundar lasgrandes extensiones de tierras bajas, venían períodos de hambre ymiseria,cuandoquedábamosprisionerosenlosárboles,sitiadosporlasaguas.

Conservoelintensorecuerdodeunosgrandesárbolesquenosrodeaban;de sus ramas pendían filamentos de musgo gris y grandes lianas que searrastrabanentornodeellosyserevolvíanyentretejíanporelaire.Debajoseextendía el barrizal, el barrizal blanducho que exhala burbujas de gases ypalpitaysuspiraconinternaagitación.Yenmediodetodoesto,estamosunadocenadelosnuestros.Escuálidosyenfermos,loshuesosseclareanbajolapiel tensa.No cantamos; no charlamos; no reímos.Nopodemosdivertirnosconinocentesjuegos.Nuestraalegríaingenuayexuberantesehadesvanecidosinesperanzaderenacer.Nuestrosgritossonquejas,súplicas,lamentos;nosmiramoslastimosamenteynosapiñamostemerosos.ParecíaelabrazodelossupervivienteseldíadelfindelMundo.

Estecuadronotienerelaciónalgunacontodaslasdemásimpresionesdelossucesosqueocurrieronenelpantano.Nosécómonos lasarreglaríamosparacruzarlo;perolociertoesquealfinconseguimossalirdeéljuntoaunahileradepequeñascolinasquedescendíanhaciaelrío.Eranuestrorío,que,comonosotros, se libertabaallídelpantano.Encontramosmuchaspequeñascavernasabiertasenlapiedrasedimentaria,juntoalariberaSur,dondeelríose abría paso a través de las colinas. Más allá, bramaba el mar contra la

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barrera tendida por la desembocadura del río. Y allí nos asentamos, en lascavernasquenosbrindabanalbergue,cercadelmar.

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No quedábamos muchos de la Horda. De cuando en cuando, en eltranscursodelosdías,ibanapareciendoalgunosmásqueveníanarrastrándosepor el pantano inmenso. Llegaban extenuados, como esqueletos quecaminasen.Así nos reunimoshasta unos treinta individuosde la destrozadaHorda.Ya no llegaronmás yOjoBermejo no estaba entre nosotros.Ni unsoloniñosobrevivióalastremendasjornadas.

Noosdirénadade losañosquepasamos juntoalmar.Noeraalberguepropicio y feliz. No podíamos vivir mucho tiempo en semejante medio.Tuvimos hijos, verdad es, pero no tenían asidero en la vida moríanprematuramente y nosotros íbamos muriendo sin dejar simiente nueva.Nuestronúmerodecrecíasincesar.

El cambio de alimentación no nos era apropiado ni conveniente.Encontrábamos pocos vegetales y frutas escasas y habíamos de comernecesariamente pescado. Abundaban las almejas, las ostras roqueñas y losgrandes cangrejos marinos, que el mar arrojaba sobre las playas los díastormentosos.Tambiénlasalgasmarinas,quenosparecíanapetitosas.Peroelcambioderégimenalimenticionosproducíacontinuosdoloresdeestómagoyestábamos todos delgados y consumidos. Oreja Caída desapareció unamañana, cuando iba en busca deabalones[1].Uno se cerró, atrapándole losdedos,durantelamareabaja,ydejándolesujeto.Alsubireloleaje,nopudoevadirseyperecióahogado.Encontramosalsiguientedíasucuerpoexánimeynossirviódeescarmientoy lección.Ningunodenosotrosvolvióaquedarcogidoenlaconchacerradadeunabalone.

DulceAlegríayyoconseguimossacaradelanteaunahijadeambos.Alomenosdurantealgunosaños;perotengoelconvencimientodequenohubiera,sobrevividomuchotiempoenaquelclimataninsanoparanosotros.Yluego,un día aparecieron otra vez los hombres del Fuego; no vinieron río abajosobreunrudocatamarán,sinoenunagrancanoadetresremeros,unodeloscualeseraelviejoy siniestrocazador.Tomaron tierraennuestraplayayelviejocazadoranduvoexaminandonuestrascavernas,renqueandotodavía.

Se fueron inmediatamente. Dulce Alegría quedó más aterrorizada queningunodenosotros.Pasó lanoche inquieta,entre llantosygemidos,ya la

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mañanasiguientecogiólaniñaentresusbrazos,yconagudosgritosygestosmeobligóa emprenderuna segundahuida.Ochomiembros, losúnicosquequedaban de la antigua Horda, se quedaron en las cavernas. No habíaesperanza para ellos. Aunque los Hombres del Fuego no volvieran aaproximarse,pereceríanalpocotiempobajoelinflujomalignodelclima.LaHordanoestabaconstituidaparavivirenlascostas.

ViajamoshaciaelSur,bordeandoelgranpantano,perosinaventurarnosjamás por el interior. Atravesamos una hilera de montañas que descendíanhacia la costa, y como no había albergue para nosotros, ni árboles dondecobijarnos, huimos nuevamente hacia el Sur. Llegamos a orillas de un río,muy familiar, al parecer, aDulceAlegría.Sinduda allí sehabría refugiadodurante los cuatro años de ausencia de la Horda. Lo cruzamos sobre unosleños, y en la orilla opuesta, en la cumbre de un enorme acantilado,encontramos un nuevo hogar, una caverna bien defendida y oculta porcompletoalosojosdecuántosmirarandesdeabajo.

Poco me queda ya que relatar de mi largahistoria.AllímoramosDulceAlegríayyomuchotiempo y allí hicimos prosperar una familia. Conesto terminan mis recuerdos. No tuvimos queemprender nuevas emigraciones y no he soñadonuncamás alláde esta alta e inaccesible caverna.Allí debió nacer aquel hijo mío que heredó latramademissueños,quesemoldeóllevandoensusenotodaslasimpresionesdemivida,o,pormejordecir,de lavidadeDienteLargo,miotroyoquenoesenrealidadmiyo;peroquees,noobstante,tan real paramí, que no sémuchas veces en quéedadestoyviviendorealmente.

Amenudomepreguntoalgoacercademilíneadedescendencia.Yo,elmodernoyo,soyindiscutiblementehombre;peroyo,Diente Largo, el primitivo yo, no soy, sin embargo, hombre. Estos doscomponentes demi doble personalidad deben conectarse en alguna parte yporlíneadirectadedescendencia.¿NoestaríalaHorda,enelmomentodeserdestruida,recorriendoelprocesodesuhumanización?¿Nohabríamosllevadoa cabonosotros, yo y losmíos, este proceso hasta realizarlo por completo?Por otra parte, ¿no podría ser que alguno de mis descendientes se hubieraunidoalosHombresdelFuego,convirtiéndoseenunodelossuyos?Nolosénihaymodohumanodesaberlo.Sólohayunacosacierta:queDienteLargo

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estampóenlaconstitucióncerebraldesuprogenietodaslasimpresionesdesuvida,tanindeleblemente,quelamuchedumbrededescendientesqueseparanambasgeneraciones,lasuyaylamía,noconsiguieronborrarlas.

Aúndebocontarotracosaantesdeponerpuntofinal.Esunsueñoquehetenidomuchasvecesyquedebióocurrir,realmente,enlaépocademividaenla alta caverna del acantilado. Recuerdo que erraba sin rumbo, haciaOccidente,porunaselvaespesayenmarañada.AllítropecéconunatribudeHombresdelosÁrboles.Meagazapéentreunasmatasyobservésusjuegos.Celebraban un concilio de risas, piruetas y coros de chillonas canturíasmonótonas.

Depronto,cesaronensuscánticosycabriolas.Seretiraronamedrentados,escudriñandoconansiososojosparahallaruncaminoderetirada.Luego,OjoBermejoavanzóentrelosquesealejabantemerosos.OjoBermejonointentóhacerlesmalalguno.Eraunodelossuyos.Detrás,sobrelaspiernasnudosasyencogidas, apoyándose con los nudillos a ambos lados, venía una hembraviejade losHombresde losÁrboles: era suúltimaesposa.OjoBermejo sesentóenmediodelcírculo.Aúnleveoalescribirestaslíneas;gruñe,susojosseinflamanmientrasquecontemplaentornoalcírculodelosHombresdelosÁrboles. En tanto, levanta la enorme pierna ganchuda y con los retorcidosdedosserascalapanza…EsOjoBermejo.Eselatavismo…

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JACK LONDON (1876-1916), apodo de John Griffith Chaney, su nombreverdadero, fueunnovelistaycuentistaestadounidensedeobramuypopularenlaquefiguranclásicoscomoLallamadadelaselva(1903),quellevóasuculminación laaventura románticay lanarración realistadehistoriasen lasqueelserhumanoseenfrentadramáticamenteasusupervivencia.Algunosdesustítuloshanalcanzadodifusiónuniversal.

En1897LondonseembarcóhaciaAlaskaenbuscadeoro,perotrasmúltiplesaventurasregresóenfermoyfracasado,demodoquedurantelaconvalecenciadecidió dedicarse a la literatura. Un voluntarioso período de formaciónintelectual incluyó heterodoxas lecturas (Kipling, Spencer, Darwin,Stevenson,Malthus,Marx,Poe,y,sobretodo,lafilosofíadeNietzsche)quele convertirían enunamezclade socialistay fascista ingenuo,discípulodelevolucionismoyalserviciodeunespírituesencialmenteaventurero.

Enelcentrodesucosmovisiónestabaelprincipiodelaluchaporlavidaydela supervivencia de losmás fuertes, unido a las doctrinas del superhombre.Esa confusa amalgama, en alguien como él que no era precisamente unintelectual, le llevó incluso a defender la preeminencia de la «razaanglosajona»sobretodaslasdemás.

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Su obra fundamental se desarrolla en la frontera deAlaska, donde aún eraposiblevivirheroicamentebajolasférreasleyesdelanaturalezaydelpropiohombrelibradoasusinstintoscasisalvajes.Enunodesusmejoresrelatos,Elsilencioblanco,diceelnarrador:«Elespantosojuegodelaselecciónnaturalsedesarrollócon toda lacrueldaddelambienteprimitivo».OtrapartedesuliteraturatienesinembargocomoescenariolascálidasislasdelosMaresdelSur.

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Notas

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[1] Familia de moluscos gasterópodos con un único género,Haliotis, muyestimadoporsucarne.Sonconocidoscomoorejasdemaryabulones,oconel término inglés de abalone. Su carne es un platomuy apreciado enAsiaOriental.Tienenunaconchillalarga,plana,deformaovalada,enunaespiralde dos o tres vueltas, la más externa de las cuales les da su característicaformaauricular.(N.delEd.)<<

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