una chica y un muchacho

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Mi BiografíaSoy un chico normal, es lo primero que puedo comentar de mí; mis ojos son color grises y es una de las cosas que más me juzgan. Estoy en el último año de secundaria y todavía no tengo nada planeado para mi vida. Nunca fui, como decirlo… popular. Salí con varias chicas pero nunca con la que me interesaba de verdad. No soy tímido, a decir verdad, soy muy extrovertido, pero cuando me encuentro a solas con ella… nada. No me sale nada. Como si un muro cubriera cómo realmente soy. O tal vez… ¿No soy el que pienso que soy? Tal vez.

Comprendan, no soy un genio

-Chicos, recuerden escribir su ensayo para la semana que viene. Visiten bibliotecas y consulten en la Web –Sonó el timbre y todos comenzaron a juntar sus cosas –No se olviden –Apresuró a decir mientras cerraba su maletín y salía. Este trimestre sería bastante difícil Historia. Y si no pasaba… ya imagino la cara de mi mamá cuando se entere. Salíamos de clases cuando, de repente, la vi. Salía de su clase de español, luciendo su cabellera rubia como aquellas modelos que mi hermana siempre imita. Sus ojos claros se encontraron con los míos en un instante único y luego se perdieron cuando se subió al auto de su novio que, como todos los días, la pasaba a buscar en su arrogante Porshe descapotable. Nunca tendría oportunidad sobre él. No soy tan apuesto (Aunque mi tía siempre me lo repite), ni tengo un auto. Sé que debí hablarle en el instante en que sonó el timbre, pero no lo hice.

Cinco perritas tiene mi tía

En medio del almuerzo, mi tía me comentó del nacimiento de los cachorritos de su perra. Fueron cinco y todas hembras. Por alguna extraña razón, le prometí que pasaría a verlas a la veterinaria durante la tarde -¡Vaya! Lucas, es una idea genial –Respondió orgullosa por mi propuesta.-¿Algo nuevo en la escuela? –Esta vez fue mi madre, quien siempre se preocupaba por mis estudios.-Nada fuera de lo normal –Respondí al cabo de unos segundos –Ya he terminado –Comenté levantando mi plato y mi vaso y colocándolos en el lavatorio. Odiaba dejar una conversación así con mi madre, pero no quería hablar del tema, no luego del pésimo desenlace. Ya eran las 18:37 y el remis esperaba impaciente. Me apresuré a tomar mi abrigo y me dirigí hacia la puerta.

Igual que un náufragoEl conductor frenó a unos pocos metros de la entrada a la veterinaria. Al bajarme y cerrar la puerta, levanté la vista hacia el cartel y un viento helado me erizó la piel. Pet’s Shop, figuraba en el título. Caminé unos pocos pasos hacia esa puerta de vidrio y entré. El lugar estaba vacío, lleno de bolsas de alimento para mascotas, collares, peces. Desde el fondo se escuchó una voz casi inaudible –Espere un momento, enseguida lo atiendo –Dijo seguido de unos ladridos. Me acerqué a la pecera y por unos segundos insignificantes, mis ojos siguieron el recorrido de un pequeño pez que subía y bajaba, lejos de los demás. De alguna forma lo entendía, ¿Me habré sentido identificado? –Aquí estoy, hola –Y giré de inmediato al identificar su voz. Era ella –Hola –Repitió al reconocerme y una leve sonrisa se escapó de entre sus labios. Yo, yo no dije nada. Me sentía perdido entre su fragancia y el recuerdo de aquel pobre pez. -¿Vienes en busca de las perritas verdad? –Suspiré y tomé valor para responder. –Ehm, sí –Había olvidado que esa era la razón de mi visita. Pasamos a la habitación del fondo y cuatro adorables cachorras jugueteaban entre ellas. No sé cuánto tiempo habré estado observándolas, porque Valeria dijo de pronto –Ya es la hora de cerrar, lo siento –Comentó apenada. –Oh, no te disculpes, yo ya me voy –Me respondió solo con un “de acuerdo” –Oye, ¿quieres que te acompañe a tu casa? –Me apresuré a decir antes de que el miedo surgiera de nuevo. –Claro, porqué no.

Por fin llegamos al palacio

Comenzamos a caminar en dirección a su hogar. Pasó una cuadra y no emitimos palabra alguna. De repente, sentí sus bellos ojos sobre mí. Volteé, y note que se sonrojó. –No hemos vuelto a hablar desde… ¿Cuarto año? –Preguntó con su voz dulce y simpática. –Eso creo. ¿Recuerdas aquel campamento en el que lloraste toda la noche por una simple rana? –Largó una pequeña carcajada-Claro que lo recuerdo. Fue el peor día de mi vida –Y se acomodó un mechón tras la oreja –Mis amigas aún me lo recuerdan –Sonreí.-No sabía que trabajabas en esa veterinaria – Dije, cambiando de tema.-Sí, suelo ayudar a mi tío con los clientes cuando le surge alguna urgencia. Desde que mis padres murieron, él me ofreció su hogar, y me sentiría una molestia si no le devolviera el favor de algún modo –Sentí pena por ella. Noté, por el rabillo del ojo, que una lágrima se deslizaba por su mejilla. Quería abrazarla, pero el miedo al rechazo me detuvo –Mi casa es allí, en la esquina –Fijé mis ojos en la enorme construcción que se levantaba a unos pocos pasos de nosotros. ¡Jamás habría imaginado que esa era su casa! Su mansión, su palacio. Tocó el timbre y exclamó: ¡Marita, soy yo! Seguido de un chirrido que abrió el portón automáticamente. Una señora con un delantal blanco abrió la puerta y dijo: –Ya trajeron los resultados del análisis –Valeria la miró y susurró un “De acuerdo”. Ya venía el momento de la despedida –Muchas gracias por acompañarme Lucas –Murmuró con una pequeña sonrisa.-Fue un placer –Y sonreí mientras me acercaba a depositar un beso en su mejilla. No me lo rechazó, y se lo agradecí en silencio.

DetectiveMientras caminaba hasta la parada del colectivo, un Porshe descapotable dobló en la esquina y paró frente a una casa adornada de flores silvestres. Tres bocinazos y la puerta se abrió. Alguien estaba saliendo. Rápidamente, me escondí detrás de otro auto que se encontraba un poco más atrás. Tenía que ser el novio de Valeria, pero… ¿Qué hacía? Eché un vistazo a una morocha que salía alegre y se acercaba al automóvil. El novio de Valeria la besó, o eso creí ver. No me quedaría con la duda. Me subí al primer taxi y le indiqué que no perdiera de vista al único auto que acaparaba toda la atención. Revisé mi billetera. No contaba con mucho dinero, así que rogué que no llegaran tan lejos. Para mi mala suerte, frenaron cerca del río, tenía $5 de diferencia con lo que guardaba en mi bolsillo. Enrollé los billetes y se los entregué para abrir la puerta y salir corriendo – ¡Ey! ¡Hombre! –Gritó, pero lo perdí de vista antes de que el conductor hubiera podido arrancar. Dónde están Pensé mientras caminaba rápidamente por la costanera. Los vi de lejos mientras bajaban a la playa. Corrí para que no se perdieran y noté que él le rodeaba la cintura y ella posaba su cabeza en el hombro de él. Vaya disgusto que me dio al presenciar la escena. Mi mente no pensaba en más que en Valeria y su corazón destrozado. ¿Cómo le daba la cara para hacerle algo así a tan maravillosa persona? Bajé los escalones hasta que mis zapatillas tocaron la arena, y me acerqué disimuladamente a ellos. Me dio lástima la mujer, ¿Sabría que solo era una más en su juego? ¿Habría otras involucradas? Me alejé de mis pensamientos cuando ella se acercó a darle un beso y susurrarle algo al oído. Él volteó con indiferencia y me miró fijo. ¿Me descubrieron? Genial, ni para detective sirvo. Caminó como un rugbier a punto de derrumbar a su oponente y me detuve en seco.-¿Quién eres tú? ¿Te conozco? ¿Por qué nos sigues? –Sus preguntas daban vueltas en mi cabeza.-Ehm…yo…eh… -Balbuceé –Lo siento, los… eh… confundí con otros amigos. Mil disculpas.-Será mejor que te alejes de aquí y de mi novia, ahora –Enarqué una ceja, a punto de estallar en risas, pero me contuve y me alejé. Ya sabía la verdad. Tal vez servía como detective, no, claro que no.

Mis ojos ¿Son interesantes o solo son

ojos?No paraba de pensar en Valeria y de su desilusión al enterarse la verdad. Pero no sería yo el que se lo dijera, no iba a ser el culpable de tanto sufrimiento, así que volví a casa a descansar. Al día siguiente, el frío empeoró y, mientras la lluvia golpeaba mi rostro a causa del viento, Valeria ingresaba al colegio con un paragua en manos. Me apresuré a saludarla, pero no me vio. No volví a insistir, llegaba tarde a clases y no quería sufrir el regaño del profesor. Pareció la mañana más larga de mi vida, hasta que sonó el timbre de salida. Valeria se encontraba con su grupo de amigas de siempre, pero al verme, se apartó un momento para saludarme.-Ey, Lucas. ¿Cómo estás? –Preguntó sonriendo. No podía ocultar mi preocupación.-Valeria, si. Muy bien –Pausa -¿Vos?-También. ¿Te pasa algo? –Y su sonrisa se desvaneció.-No, ¿A mí? No me pasa nada –Y creo que supo que le estaba mintiendo.-¿Estás seguro? Tus ojos muestran lo contrario.-¿Mis ojos? –Pregunté inseguro -Son solo ojos –Dije mientras me encogía de hombros.-Cuando quieras contarme eso que me ocultas…estaré disponible –Palmeó mi hombro en forma de despedida, pero no volvió con sus amigas, un Porshe negro la esperaba a fuera. Creo que el dueño del auto me reconoció, sus ojos casi estallaron sorprendidos al verme hablando con ella; sí que me había metido en un gran aprieto.

La BatallaNo tenía monedas para el colectivo, ni dinero para un taxi, así que esas 15 cuadras que me separaban de mi casa, las tuve que cruzar, caminando en la lluvia. Solo me faltaban 4 cuadras, pero mis piernas me mataban. Tenía frío y estaba empapado, apenas podía mover los dedos de mis manos. Revisé mi reloj, 14:56, estaría en problemas por no llegar al almuerzo. Pero pasó algo cuando me encontré con el frente de mi casa. Un grupo chicos, incluido el novio de Valeria estaban… ¿esperándome? Me detuve en seco y quise volverme, pero me vieron y corrieron hacia mí. ¿De dónde habrían sacado mi dirección?-Tu –Dijo el que había visto pocos antes en la escuela llevándose a Valeria –Tu sabes la verdad ¿no es cierto? ¿Le dijiste algo a mi novia?-¿Cuál de las dos? –Pregunté irónico con una pequeña sonrisa en mis labios. No vi venir su puño, pero lo sentí. Aterrizó en mi mandíbula con mucha rudeza.-No me gusta tu sarcasmo. ¡Decime qué le dijiste a Valeria! –Repitió enojado-No te voy a decir –Y otro puño pegó en mi rostro. No me iba a quedar ahí parado sin hacer nada. Así que se la devolví. Hice mal, sus otros amigos me pegaron también hasta dejarme en el suelo indefenso y escaparon.

AmorPermanecí en la acera por un tiempo hasta que tuve las fuerzas para levantarme. ¿Qué hora sería? Mi madre, ¿Por qué no me había llamado aún? Las piernas me temblaban y las heridas me ardían a causa del agua de lluvia que caía sobre ellas. Una vez que me puse de pié, me tambaleé a punto de caerme, pero alguien me sostuvo. -¡Lucas! ¡¿Qué ha pasado?! ¡Por dios! ¿Quién te hizo esto? –Me apoyó contra la pared y comenzó a tocar la puerta de mi casa. Nadie atendía.-Tengo una llave –Y como pude se la pasé. Abrió la puerta y me arrastró hacia adentro.-¿Me puedes contar Lucas, por favor? –Caminó hacia la cocina en busca de alguien mientras me comentaba que había pasado a buscar a mi tía porque las perritas ya podían venir, pero volvió sola, con una nota en sus manos –Lucas, fuimos con tu tía a la peluquería. La comida está en el microondas. Besos. Mamá –Leyó –Ahora, ¿Me cuentas?-Fue tu novio –Confesé-¿Robbie? –Preguntó atónita –Imposible –Y largó una pequeña risilla –Rob es una buena persona, nunca haría esto. Y… ¿Por qué lo haría? ¿De dónde lo conoces?-Yo… creo que, tal vez, estaba celoso –Mentí-¿Celoso? Rob no es celoso. Dudo que fuera por eso. Dime la verdad. -Está bien. Solo escucha bien. Tu novio, “Rob” como lo llamas –Suspiré y la miré a los ojos –Te mintió –Me miró expectante y confundida –Ha estado saliendo con otra chica. Valeria, él te engañó.-¿Cómo lo sabes? –Sus ojos se tornaron cristalinos.-Yo mismo lo vi y lo seguí. Él me vio y me advirtió que me alejara de él y su novia… esta chica que te dije –Sus lágrimas caían una tras otras.-No… no puede ser. Él dijo que me amaba, y yo le creí. Que ingenua. Me dijo que cambiaría, ya había pasado una vez y lo volvió a hacer –Dijo apretando sus dientes. Le sequé las lágrimas y ella me miró –Gracias. Lucas, eres muy bueno –Me abrazó con fuerza unos instantes y luego se alejó lentamente. Nuestros ojos se encontraron y se conectaron por unos segundos y la besé. Ya no quedaba dudas. La amaba.

Continúa la guerraPasaron unos días y Valeria había terminado con su novio. Comenzamos a salir y todo estuvo muy bien entre nosotros, hasta que “Rob” me hizo otra visita. Esta vez solo, y mucho más furioso y en medio de toda la escuela. Valeria gritaba desesperada mientras yo solo recibía golpes, piñas y patadas. Nadie podía frenarlo, nadie quería ser, también, su víctima. Sus golpes no paraban y yo no podía defenderme. Mi sangre goteaba. Ya no aguantaba más. Caí al piso y mi cabeza retumbó en la acera teñida de rojo. Mi vista se volvió nublosa y luego completamente negra. Sentí gritos y una ambulancia, pero no recuerdo lo que sucedió luego.Desperté en el hospital algo mareado y dolorido. Noté que Valeria dormía en un sillón junto a la cama. Por la ventana de vidrio de la puerta, vi a mi mamá y a mi tía hablando con el médico. Mi hermana, estaba sentada al lado de ellas observando. Al verme, sonrió y tocó el brazo de mi madre avisándole que había despertado.

Nos invitan a una fiestaPasaron meses, ya me había recuperado y se acercaba el fin de curso.

Como todos los años, la escuela organizaba una fiesta de despedida para los egresados de último año, únicamente para los alumnos del colegio y su pareja de baile. El motivo de este año era blanco y negro. Las chicas de blanco y los chicos de negro. Cada uno con una máscara del color contrario al atuendo.Había llegado la noche y, en mi nuevo auto, me dirigí a buscar a Vale para ir a la fiesta. Cuando llegamos, cada chico y cada chica con su pareja, ingresaban al salón con sus máscaras. Miré a Valeria y esta me sonrió, para luego colocarse su máscara negra.La música comenzó a sonar cuando entramos.-¿Me concede esta pieza? –Le susurré a su oído-Seguro –Respondió. Nos dirigimos a la pista de baile y empezó una música lenta. La tomé por la cintura y ella me tomó por los hombros y comenzamos a movernos de un lado al otro al compás de la melodía. En medio de la noche, Valeria propuso salir a tomar un poco de aire fresco y la seguí. El jardín estaba adornado de pequeñas lucecitas navideñas y rosas blancas en todo el camino. No había nadie a causa del frío, solo otra pareja que estaba hablando en los escalones de la entrada –Tenemos que hablar –Dijo en tono serio mientras tiraba de mi mano hacia unos de los bancos más alejados.-¿Qué ocurre? –Pregunté-Debo confesarte algo, Lucas –Tomó aire y luego lo exhaló –Tengo que irme por un tiempo a Europa-¿Qué? ¿Por qué? –Mi voz sonó rara y no la reconocí-Eso no importa. Lo importante es que me voy y no creo que vuelva –Tomó mi rostro entre sus manos y susurró –Lo siento –Mi visión se distorsionó debido a las lágrimas que peleaban por salir –Te amo –Rozó sus labios con los míos y luego, se puso de pié, me miró y se fue corriendo.

¡Que mal estuve!Ojalá hubiera sabido que esa sería la última vez que la vería, la última vez que la besaría, la última vez que amaría. ¿Por qué no la detuve? Fue el peor error de mi vida.Durante todas las vacaciones, como Valeria no atendía su teléfono, visitaba su casa y tocaba el timbre con la esperanza de que alguien atendiera y me explicara el porqué de su partida. Uno de esos días, un vecino barría su vereda y me acerqué a preguntarle.-Disculpe –Dije – ¿Sabe por qué la familia Martínez se ha ido? –El hombre me miró con desconfianza mientras que en la otra mano sostenía la escoba.-¿Los dueños de la mansión? –Yo asentí y el negó –No lo sé. Usted es…-Lucas, el novio de Valeria, la sobrina del Sr. Martínez –Respondí-Ah…Creo que te he visto por aquí. Si quieres, me dieron un teléfono para comunicarme con ellos por cualquier problema con la casa –Fue adentro de la suya y luego volvió con un pequeño papel con un número escrito –Hay una telefónica a dos cuadras, por aquí.-Muchísimas gracias –Sonreí emocionado y eché a correr esas dos cuadras. Ya adentro de la cabina, disqué el número y coloqué el tubo del teléfono en mi oreja. Mi mano temblaba de los nervios. Sonaron cuatro tonos completos y atendió la contestadora. Volví a intentarlo una vez más y fueron dos tonos cuando una voz contestó-¿Hola? –Sonreí aliviado. Seguramente era Marita.-Hola… ¿Se encuentra Valeria? –Pregunté emocionado-¿Quién habla? –Preguntó como si mi pregunta hubiera sido inapropiada.-Eh… Lucas –Respondí y los nervios volvieron.-¿Lucas? –Suspiró –Lucas, ¿Valeria no te lo mencionó?-¿Mencionar qué? –Podía escuchar mi corazón golpeándome con fuerza en el pecho.-Que tenía Cáncer, y que vinimos a Europa para que la atiendan expertos, pero no pudieron hacer nada –Mis ojos estaban cristalinos –Lucas, Valeria falleció -Y solté el teléfono quebrándome por completo.Ya nada volvería a ser lo mismo. Una parte mía, se fue con ella.

Fin