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Retos Urbano Ambientales: Disturbio Climático en América Latina y el Caribe DOCUMENTO CONCEPTUAL PARA LA PREPARACION DE INSUMOS PARA EL REPORTE Estado de las Ciudades de América Latina y el Caribe 2010 Coordinado por la Oficina Regional de Naciones Unidas-HABITAT para América Latina y el Caribe—ROLAC Consultora: Clara Irazábal, Ph.D. Assistant Professor of Urban Planning at the Graduate School of Architecture, Planning, and Preservation at Columbia University, New York City [email protected] Colaboradores: Evelyn Ferreira, Carlos Salazar y Alejandro Villarino Febrero 2010

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Retos Urbano Ambientales:

Disturbio Climático en América Latina y el Caribe

DOCUMENTO CONCEPTUAL

PARA LA PREPARACION DE INSUMOS PARA EL REPORTE

Estado de las Ciudades de América Latina y el Caribe 2010

Coordinado por la Oficina Regional de Naciones Unidas-HABITAT para América Latina y el Caribe—ROLAC

Consultora: Clara Irazábal, Ph.D.

Assistant Professor of Urban Planning at the Graduate School of Architecture, Planning, and Preservation at Columbia University, New York City

[email protected]

Colaboradores: Evelyn Ferreira, Carlos Salazar y Alejandro Villarino

Febrero 2010

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Indice de Figuras Figura 1. Factores de Oferta Ambiental (Biocapacidad), Demanda (Huella Ecológica) y Brecha Mundial Figura 2. Componentes de Huella Ecológica Mundial—1961-2006 Figura 3. Composición de Huella Ecológica por Nivel de Ingreso/País—1960-2006 Figura 4. 10 Mayores Biocapacidades Nacionales en el 2006 Figura 5. Huella Ecológica y Biocapacidad por Región—2006 Figura 6. Indices de Desastres Climáticos en LAC vs. el Resto del Mundo Figura 7. Proyección del Impacto Causado por el Aumento del Nivel del Mar Sobre el PBI en los Países de LAC. Figura 8. Huella Ecológica por País—1961-2006 Figura 9. Huella Ecológica y Biocapacidad por Uso de Tierra en LAC—2006 Figura 10. Huella Ecológica por Persona/País de 126 países—2006, Figura 11. Biocapacidad por Persona/País de126 países—2006 Figura 12. Huella Ecológica y Biocapacidad por Persona en LAC—1961-2006 Figura 13. Huella Ecológica y Biocapacidad de Colombia y Nicaragua—1960-2006 Figura 14. Huella Ecológica y Biocapacidad Estados Unidos y Haití—1960-2006 Figura 15. Indice de Desarrollo Humano ONU y Huella Ecológica—2006 Figura 16. Desarrollo Sustentable Figura 17. Emisiones CO2 de Edificaciones—1970-2000-2030 Figura 18. Comparación de Emisiones 2007 con Escenario de Mitigación 2005-2050 en el Mundo. Figura 19. Potencial de Eficiencia Energética Para Contrarrestar el Crecimiento de la Demanda Energética en Estados Unidos—2007-2030. Indice de Mapas Mapa 1. Catalizadores Climáticos Alrededor del Mundo Mapa 2. Capacidad Biológica Por Persona—2006 Mapa 3. Huella Ecológica de Consumo y Producción por Persona—2006. Mapa 4. Deudores y Acreedores Ecológicos—2006 (Compara Huella Ecológica de Consumo con Biocapacidad Doméstica) Mapa 5. Deudores y Acreedores Ecológicos—2006 (Compara Huella de Consumo Con Biocapacidad Global) Mapa 6. Países Importadores y Exportadores de Biocapacidad Mapa 7. Temperaturas Observadas y Temperaturas Previstas por Diferentes Modelos—1900-2000 Mapa 8. Riesgos Climáticos Esperados en América Latina y el Caribe y Medidas de Concordancia Entre Diferentes Modelos Climáticos—2030 Mapa 9. Efectos del Cambio Climático en la Pobreza—Municipalidades Brasileras Indice de Tablas Tabla 1. Huella Ecológica de Países de Ingreso Medio, Excepto Haití (Ingreso Bajo) Tabla 2. Números Adicionales de Casos de Malaria y Dengue Durante los Próximos 50 y 100 Años en LAC. Tabla 3. Huella Ecológica por Persona y Uso de Tierra en LAC Tabla 4. Biocapacidad por Persona y Uso de Tierra en LAC Tabla 5. Porcentaje de Cambio en LAC—1980-2006

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Siglas AIE—Agencia Internacional de la Energía C40—Large Cities Climate Summit CMNUCC—Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático GAM—Gran Área Metropolitana, Costa Rica GIRS—Gestión Integral De Residuos Sólidos, Costa Rica Hgh—Hectáreas globales por habitante IDH—Indice de Desarrollo Humano IPC3—(por sus siglas en inglés) Panel internacional sobre Cambio Climático en las Ciudades IPCC—(por sus siglas en inglés) Panel Intergubernamental sobre Cambios Climáticos LAC—Latinoamérica y el Caribe OCDE—(por sus siglas en inglés) Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OMS—Organización Mundial de la Salud ONU—Organización de las Naciones Unidas PNUD—Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PRESOL—Plan de Residuos Sólidos, Costa Rica UCCRN—(por sus siglas en inglés) Red para la Investigación del Cambio Climático Urbano UNICEF—

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Retos Urbano Ambientales: Disturbio Climático en América Latina y el Caribe

Introducción

El Panel Intergubernamental sobre Cambios Climáticos (IPCC por sus siglas en inglés) declaró que “el calentamiento del sistema climático es inequívoco.” El IPCC también concluyó con un 95% de certeza que una de las principales causas del cambio climático global ha sido el incremento antropogénico—es decir, producido por el ser humano—en la concentración de gases de efecto invernadero (GEI). Este Documento Conceptual tiene por objetivo caracterizar y analizar las condiciones e impactos del “Disturbio Climático”1 en Latinoamérica y el Caribe (LAC) con el objeto de hacer aportes para el discernimiento de los retos urbano ambientales que éste supone y para la formulación de medidas de mitigación y adaptación pertinentes. El argumento central del Documento es que LAC necesita con urgencia un cambio de paradigma de desarrollo. La realización del "derecho al desarrollo" de todos los países y ciudades de la región no podrá lograrse, y mucho menos sustentarse, con modelos de desarrollo que sigan poniendo presión en el medio ambiente en la manera que históricamente ha sido el caso. Para sustentar este argumento central, el Documento desarrolla el siguiente decálogo de premisas: 1. El proceso de disturbio climático es mundial. En él, LAC tiene responsabilidad y sufre

repercusiones. 2. LAC está en un punto de inflexión inminente de pérdida de su sustentabilidad. La rápida

pérdida de la biocapacidad y aumento de la huella ecológica en LAC es alarmante y compromete la vida de las generaciones actuales y futuras.

3. Hay grandes diferencias en las responsabilidades y repercusiones entre países y ciudades de LAC. También hay diferencias entre las contribuciones relativas de los diferentes usos de suelo al recalentamiento global.

4. Las diferencias intra-ciudades se tienen que tomar en cuenta para la decisión de políticas y la implementación de programas, para que éstos sean equitativos.

5. Estos procesos pueden acelerar las inequidades y la polarización. Es necesario monitorear y evaluar su vulnerabilidad e impactos para evitarlo.

6. El disturbio climático puede ser una oportunidad política que se debe aprovechar estratégicamente en planes de desarrollo urbano sustentable y de promoción y competitividad urbana.

7. El disturbio climático se debe utilizar como oportunidad e instrumento para movilizar la reducción de la pobreza a través de políticas de mitigación y adaptación que conjuguen sinérgicamente lo social, económico y ambiental.

8. Los temas de gestión de agua y saneamiento, residuos, energía, naturaleza urbana, desarrollo del medio ambiente construido y movilidad se deben interpretar desde las perspectivas del impacto que causan y que sufren en el disturbio climático en la región.

9. Se deben desarrollar más y mejores políticas de mitigación y adaptación en el ámbito

1 El Consejo Nacional para la Ciencia y el Ambiente en Estados Unidos (National Council for Science and the Environment) asevera que el término “recalentamiento global” es muy benigno y limitado para denotar el fenómeno en cuestión. Ellos sugieren el de disturbio o trastorno climático (climate disruption) para denotar la responsabilidad antrópica y la naturaleza multifacética del mismo (Blockstein y Wiegman, 2010: 3).

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urbano. 10. Reconocer y repensar la relación urbano-rural a la luz de estos retos urbano-ambientales. En este Documento, hacemos uso extensivo de los instrumentos “huella ecológica” y “biocapacidad” para evidenciar las condiciones ambientales de LAC. La huella ecológica mide la cantidad de tierra biológicamente productiva y el área de agua requerida para producir los recursos que un individuo, población o actividad consumen y para absorber los residuos que generan, dado la tecnología y la gestión de los recursos imperantes. Esta área es expresada en “hectáreas globales” con una productividad biológica promedio mundial. Los cálculos de huella ecológica utilizan factores de rendimiento para tener en cuenta las diferencias nacionales en la productividad biológica (por ejemplo, toneladas de trigo por hectárea en Brasil o en Argentina) y factores de equivalencia para tener en cuenta las diferencias en la productividad promedio entre los tipos de suelo (por ejemplo, el promedio mundial de los bosques frente al de las tierras de cultivo) (Ewing, et al., 2009, p. 98). La biocapacidad por persona se calcula tomando el importe total de la tierra bioproductiva en todo el mundo y dividiéndolo por la población mundial. Es una medida agregada de la cantidad de tierra y de zona marítima disponible en todo el mundo por persona para producir cultivos (tierra de cultivo), ganadería (tierra de pastoreo), productos de madera (bosques), peces (zonas de pesca) e infraestructura (espacio construido). La biocapacidad de un país puede incluir más hectáreas globales que las hectáreas reales que tiene el país, si su territorio y zonas del mar son altamente productivas. Las evaluaciones de biocapacidad reflejan los avances tecnológicos que aumentan el rendimiento de la tierra, ya que la conversión de hectáreas en hectáreas globales tiene en cuenta la productividad (Ewing, et al., 2009, p. 98-99). Los resultados de huella y de biocapacidad de las naciones son calculados anualmente por el Global Footprint Network. El desarrollo metodológico de estas cuentas de trayectoria nacional está supervisado por un comité formal de revisión (www.footprintstandards.org/committees).2 En LAC, Global Footprint Network ha construido una relación con la Comunidad Andina de Naciones (CAN) para iniciar un diálogo sobre la creciente importancia de los niveles de la biocapacidad de países en desarrollo.3 También ha integrado el análisis de la región en sus estudios del mundo. Aquí hacemos uso de varios de sus gráficos y mapas para probar los puntos de nuestro informe (Ewing, et al., 2009, p. 98, 20). Las nociones de “adaptación” y “mitigación,” también muy importantes en este Documento, se definen así: •Adaptación: ajuste de las políticas y prácticas humanas, socio-económicas y ambientales para proteger a los seres humanos de los efectos perjudiciales del disturbio climático, o para aprovecharse de las oportunidades que ofrece este cambio. •Mitigación: estrategias para reducir o remover las emisiones de gas de efecto invernadero de la atmósfera, como por ejemplo a través del mantenimiento de absorbedores de carbón y cambio a tecnologías de energía verde. 2 Un documento de los métodos detallados y copias de las hojas de cálculo de muestra se pueden obtener sin costo alguno; ver www.footprintnetwork.org/atlas. 3 Esta colaboración ha dado lugar a la publicación de dos importantes documentos: la huella ecológica y Biocapacidad en la Comunidad Andina, que presenta la Huella Ecológica y la biocapacidad de datos para las cuatro naciones miembros de la CAN, Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia y "El Poder ecológico de Naciones Unidas: la biocapacidad Tierras "como un nuevo marco para la cooperación internacional (p. 20).

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El presente Documento Conceptual se concentra en los retos urbano ambientales de la región. La información relacionada a estos retos en la región presenta varias limitaciones. La información preliminar obtenida para la elaboración de este Documento, apunta las siguientes consideraciones generales: 1) La información disponible más abundante de condiciones ambientales se refiere a los

estados-nación. Por esta razón, el presente Documento usa como fundamento abundante información a nivel nacional. Esta limitación a nivel de la información disponible se constituye a su vez en limitante para el discernimiento de los retos urbano ambientales en la región, y subraya la necesidad de insistir en motivar a los agentes pertinentes en la región para acelerar y sistematizar el monitoreo de condiciones ambientales y la producción de información a nivel urbano.

2) Incluso al nivel nacional, existen diferencias entre países de la región en relación a la

naturaleza (qué tipo de información), métodos de recolección de datos, calidad (nivel de confiabilidad), cantidad (cuánta información), consistencia (extensión del monitoreo en el tiempo), actualización, pertinencia, y gestión (organización institucional para el monitoreo, producción, y difusión de la información). Esto dificulta las comparaciones entre naciones. Además, estas diferencias se reproducen a nivel urbano, para la información disponible a tal nivel. Los Objetivos y Metas del Milenio pueden constituirse en estándares que nivelen la información en la región, pero aún no han sido operalizados en todos los países (el caso colombiano es ejemplar en este sentido).

3) Existe poca información ya elaborada que estime factores ambientales en la región como

un todo. La información que se obtiene se encuentra en forma disgregada en reportes de diferentes agencias internacionales (ej., agencias de las Naciones Unidas o Banco Mundial), desagregada por factor (ej. informando sobre conexiones eléctricas pero no sobre condiciones sistémicas de consumo/ producción/ distribución energética), y, en ocasiones, no actualizada.

4) Existe poca información ya elaborada que estime factores ambientales en las ciudades, con

la excepción de grandes ciudades, y en especial capitales de países con más desarrollo institucional en el área de monitoreo y planificación ambiental (ej., Bogotá en Colombia, y Ciudad de México en México). Esta condición está cambiando, aunque no con la misma rapidez en la que algunos de los retos, en particular los ocasionados por el disturbio climático, están creciendo.

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1. El proceso de disturbio climático es mundial. En él, LAC tiene responsabilidad y sufre repercusiones.

Existe un amplio consenso científico en relación a la consideración del trastorno climático como un proceso mundial. Los intentos de minimizar los daños del disturbio climático pueden ser clasificados en dos grandes grupos. El primero comprende los esfuerzos por mitigar los cambios climáticos, que significa reducir las emisiones de GEI como forma de aminorar el calentamiento global y otras tendencias climáticas. El segundo grupo de posibles respuestas comprende las llamadas acciones de adaptación, que apuntan al ajuste de sistemas naturales o humanos como forma de moderar los daños o explotar posibles oportunidades de beneficios asociadas con estímulos climáticos o sus efectos (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 22). LAC representa alrededor de 8,5% de la población y el Producto Bruto Interno (PBI) mundiales, y 12% de las emisiones mundiales, considerando todos los GEI. Las emisiones de la región están, por lo tanto, por encima del promedio mundial, tanto en términos de la tasa respecto a su población y de su PBI (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 31). La region debe asumir esta responsabilidad y responder con medidas de mitigación que la sitúen como buen “ciudadano” mundial que hace su parte proporcional para reducir el trastorno climático. En vista de que la región sufre las repercusiones negativas de este trastorno, los esfuerzos de mitigación y adaptación deben revertirse en su propio bien y estar diseñados dentro de planes que promuevan el desarrollo humano sustentable y equitativo. Para entender las responsabilidades y repercusiones de LAC en el proceso de disturbio climático es importante entender las circunstancias de la región en términos comparativos con el resto del mundo (mirada de la región hacia fuera). El Mapa 1, Catalizadores Climáticos Alrededor del Mundo (ver figuras en documento anexo), muestra catalizadores climáticos alrededor del mundo. Estos son factores potencialmente en inflexión en relación a la calidad de vida humana que podrían desatar comportamientos climáticos irreversibles este siglo. Como puede observarse, LAC está directamente afectada por 4 situaciones: El cambio en la amplitud y frecuencia de ENSO (El Niño-Southern Oscillation), la desaparición de la selva amazónica, la inestabilidad de la capa de hielo de la Antártica Occidental, y los cambios en las formaciones de aguas profundas en la Antártica. La region también está afectada por los deshielos de las capas de hielo del Artico y de Groenlandia y formaciones de aguas profundas en el Océano Atlático. Las areas más afectadas son las costas, donde el mapa muestra las mayores densidades de población de la region (Lenton et al., 2008; reproducido en Blockstein and Wiegman, 2009). Según De la Torre, Fajnzylber y Nash (2009, p. 9), se destacan cuatro “Puntos Focales” para los cuales los impactos del cambio climático sobre los ecosistemas en LAC merecen especial atención. Estos son: el calentamiento y eventual deterioro de los ecosistemas montañosos de los Andes, decoloración de los arrecifes de coral y probable colapso del medio ecológico en la cuenca del Caribe, daño a vastas extensiones de pantanos y sistemas costeros asociados en el Golfo de México, y riesgo de muerte regresiva de los bosques de la cuenca del Amazonas. América Latina y el Caribe tienen una superficie total de 2.030 millones de hectáreas, de las cuales la lista de National Footprint Accounts cuenta a 1.650 millones de hectáreas como bioproductivas. Esta área bioproductiva total se compone de 167 millones de hectáreas de tierras de cultivo, 919 millones de hectáreas de bosques, 550 millones de hectáreas de pastizales, y 17 millones de hectáreas de tierra potencialmente productiva ocupada por infraestructuras. Los recursos acuáticos de la región son 288 millones de hectáreas de la plataforma continental y 28 millones de hectáreas de aguas continentales. La biocapacidad

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total de América Latina y el Caribe es de 3.070 millones de hectáreas globales, por lo que en promedio hay 1,9 hg por hectárea de superficie bioproductiva. La biocapacidad de la región es alta en relación a su población, con 5,4 hg disponibles por persona. El residente promedio de América Latina y el Caribe tiene una huella ecológica del consumo de 2,4 hg, ligeramente por debajo de la media mundial. Paraguay tiene uno de los promedio más alto de huella de consumo en la región, en 3,4 hg por persona, mientras que Haití tiene el más bajo, a 0,47 hg por persona (Ewing, et al., 2009, 62). La huella ecológica de producción total de la región asciende a 1.510 millones de hg menos de su capacidad de carga disponible, el mayor residuo ecológico regional del mundo. Sin embargo, aproximadamente la mitad de los países de la región generan una mayor demanda directa de su biocapacidad nacional de lo que pueden soportar. México tiene el rebasamiento total más alto en la región, con una huella de producción de 57 millones de hg mayor que su capacidad de carga. Brasil, por el contrario, tiene un residuo ecológico de más de 1000 millones de hg, la más alta de cualquier país en el mundo. Bolivia tiene el segundo residuo más alto del mundo, 158 millones de hg (Ewing, et al., 2009, 62). La contribución de la huella de carbono de LAC a la huella ecológica global es sustancialmente inferior a la media mundial. Las emisiones de dióxido de carbono suman 25 por ciento de la huella de la región tanto de consumo como de producción. Esto muestra una mayor dependencia económica directa de insumos ecológicos en relación con el uso de combustibles fósiles. La región es un exportador neto de biocapacidad, y suministra 176 millones de hg al resto del mundo más que lo que importa. Brasil tiene exportaciones netas de biocapacidad de 189 millones de hg, la segunda más alta de cualquier país en el mundo, después de Canadá. Este total es superior al regional de las exportaciones netas, ya que las exportaciones de la biocapacidad se concentran en unos pocos países, mientras que la mayoría son importadores netos. México es el mayor importador neto de biocapacidad en la región, com 106 millones de hg. El total de la huella ecológica de consumo de LAC se ha incrementado en un 133 por ciento, o 786 millones hg, desde 1961. Este aumento se ha producido a pesar de una disminución de 6,4 por ciento en la huella promedio de consumo por persona (Ewing, et al., 2009, 62-63). La Figura 1, Factores de Oferta Ambiental (Biocapacidad), Demanda (Huella Ecológica) y Brecha Mundial, explica que la biocapacidad es el producto del area por su bioproductividad, mientras que la huella ecológica es el producto de la población por la tasa de consumo por persona y la intensidad de uso de los recursos y de producción de residuos. El planeta contaba con una biocapacidad de 1,8 hectáreas globales por persona en el 2006, y consumía 2,6. Esto determina una brecha entre la biocapacidad y la huella (entre la capacidad y la demanda) de 0,8 hectáreas globales por persona (Ewing, et al., 2009, p. 21). Asi mismo, la Figura 2, Componentes de Huella Ecológica Mundial—1961-2006, expresa como, a partir de aproximadamente 1980, se ha traspasado la biocapacidad del planeta, alcanzando en el 2006 casi un 50% de excedente (es decir, como si se estuviera usando casi un planeta y medio para sostener el estandard de vida de la humanidad. Aquí se observa claramente también que, de los diferentes usos de la tierra que se consideran de mayor impacto para la huella ecológica (en rojo: espacio construído; verde: bosques; azul claro: pesca; amarillo: pastoreo; anaranjado: agricultura; y azul oscuro: huella de carbono), todos han disminuido su contribución relativa y han mantenido casi estable su contribución absoluta a la huella ecológica del planeta, excepto la huella de carbono (Ewing, et al., 2009, p. 16). En el estudio de Ewing et al. (2009), los países de LAC se consideran todos de ingreso medio,

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excepto Haití. A estos países les corresponde las gráficas de el medio en la Figura 3, Composición de Huella Ecológica por Nivel de Ingreso/País—1960-2006. Ellas denotan disminución relativa y absoluta de la contribución de los usos del suelo más importantes en la producción de la huella ecológica (bosques, pastoreo y agricultura), excepto la huella de carbono, que aumentó sensiblemente. Este aumento no es, sin embargo, tan marcado como en los países de altos ingresos. La huella ecológica por persona disminuyó un poco del 1960 al 2006 para situarse un poco por debajo de la biocapacidad mundial de 1,8 calculada para ese año (Ewing, et al., 2009, p. 25). La Tabla 1, Huella Ecológica de Países de Ingreso Medio, Excepto Haití (Ingreso Bajo), muestra que el caso de Haití ya era muy dramático antes de la incidencia del terremoto de Enero del 2010. Su huella ecológica (de consumo) estaba en 0,5 hectáreas globales por persona y su biocapacidad en 0,2; es decir, que a pesar de tener una huella muy por debajo de la mundial (1,8), el país no tenía biocapacidad para sostenerla. En el caso opuesto en LAC tenemos a Suriname, con una huella ecológica (de consumo) de 2,6 hectáreas globales por persona y una biocapacidad de 99,8. Otros países de la region con alta biocapacidad son Guyana (64,7), Bolivia (19,3) y Paraguay (10,8) (Ewing, et al., 2009, p. 27-28, 26). En el Mapa 2, Capacidad Biológica Por Persona—2006, notamos como en LAC, Bolivia, Paraguay y Uruguay comparten con Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Gabón, Congo, Finlandia, Suiza y Mongolia la distinción de tener más de 10,5 hectáreas globales por habitante. Por otro lado, Venezuela, Ecuador, México, Centroamérica y Chile poseen sólo 1,5 a 3 hectáreas globales por habitante. En el gráfico no se aprecia la condición del Caribe (Ewing, et al., 2009, p. 30). 3 países de la región figuran entre las 10 Mayores Biocapacidades Nacionales en el 2006 (Figura 4): Brasil, con 14,1% de la biocapacidad mundial, la mayor biocapacidad nacional relativa en el planeta; Argentina, con 2,3% y Bolivia, con 1,5% (Ewing, et al., 2009, p. 16). El único país de LAC que tiene una huella ecológica de 6 a 7,5 de hectáreas globales por habitante es Uruguay, en compañía mundial de Europa Occidental, Canadá, Australia, Nueva Zelandia y Mongolia (Mapa 3, Huella Ecológica de Consumo y Producción por Persona—2006). Estos países están sobrepasados por Estados Unidos y los Emiratos Arabes Unidos, con una huella de más de 10,5 hectáreas globales por habitante. Otros países de LAC con huellas significativas (mayores de 3 hgh) son México, Chile, Argentina y Paraguay. En el gráfico no se aprecia la condición de Panamá, Costa Rica y el Caribe (Ewing, et al., 2009, p. 31). El Mapa 4, Deudores y Acreedores Ecológicos—2006, compara huella de consumo con biocapacidad doméstica. El mapa videncia que en LAC, Bolivia, Paraguay y Brasil tienen biocapacidades 150% mayores que sus huellas ecológicas. Solo Canadá, Mongolia, Finlandia y algunos países de Africa se le comparan. En cambio, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice, México y el Caribe tienen huellas ecológicas mayores que sus biocapacidades, pero no tan grandes como las de Estados Unidos, partes del norte de Africa, y algunos países de Europa, Asia y el Medio Oriente (Ewing, et al., 2009, p. 33). El Mapa 5, Deudores y Acreedores Ecológicos—2006, compara huella de consumo con biocapacidad global. El panorama de la region de LAC cambia completamente cuando la huella de consumo se compara con la biocapacidad global, en vez de con la biocapacidad doméstica, como lo hace el gráfico anterior. Si bién LAC aparece mayoritariamente como acreedor ecológico en el gráfico anterior, este gráfico dibuja a la región como mayoritariamente deudora ecológica. El caso más extremo es Uruguay, con una huella 150% mayor que su ración de biocapacidad global. Las únicas excepciones son Guatemala, Perú, Guayana, Suriname, y

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Guayana Francesa, con biocapacidades mayores que sus huellas (Ewing, et al., 2009, p. 34). La Figura 5, Huella Ecológica y Biocapacidad por Región—2006, indica que para LAC, la biocapacidad es aproximadamente el doble que el tamaño de su huella. Asia, Norte América y Europa, por lo contrario, exceden con su huella su biocapacidad, por lo que se están valiendo de la biocapacidad de LAC y Africa para conseguir sus recursos y expeler sus residuos (Ewing, et al., 2009, p. 37). LAC tiene que asumir sus responsabilidades (y ser buen ciudadano mundial) y lidiar con sus repercusiones rápido, porque está en un punto de inflexión inminente de pérdida de su sustentabilidad (en términos de la relación entre biocapacidad y huella ecológica). En el Mapa 6, Países Importadores y Exportadores de Biocapacidad, los países considerados importadores tienen una huella de consumo mayor que de producción, y los exportadores poseen una huella de producción mayor que de consumo. Mexico, Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, los países del Caribe, Colombia y Perú importan hasta 1,25 hectáreas globales por habitante. Ecuador, Venezuela, Brasil, Bolivia y Paraguay exportan hasta 1,25 hectáreas globales por habitante. Chile, Argentina y Uruguay exportan hasta 2,50 hectáreas globales por habitante. Como es evidente, el exceso de biocapacidad en la región es muy inferior al exceso de huella ecológica (Ewing, et al., 2009, p. 36). Estos gráficos demuestran la situación privilegiada de acreedor ecológico que LAC aún tiene en relación a otras regiones del mundo, pero también evidencian que la deuda ecológica de la región es grande y amenaza con un crecimiento insustentable. Esto nos lleva a nuestra segunda premisa abajo.

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2. LAC está en un punto de inflexión inminente de pérdida de su sustentabilidad que compromete la vida de las generaciones presentes y futuras.

La rápida pérdida de la biocapacidad y aumento de la huella ecológica en LAC es alarmante y compromete la vida de las generaciones presentes y futuras. Esta premisa quiere llamar la atención sobre la responsabilidad de LAC en el tiempo, a futuro (intergeneracional) y de introversión (para con sus propios habitantes), a diferencia y en complementación de las responsabilidades de extroversión (hacia el resto del mundo) y presentes (en el aquí y el ahora), referidas en el punto 1 arriba. El Mapa 7, Temperaturas Observadas y Temperaturas Previstas por Diferentes Modelos, 1900-2000, muestra como los efectos antropogénicos causaron 1°C de aumento en la temperatura de la región de LAC el siglo pasado. Las proyecciones hacia el futuro determinan que podría haber un aumento de hasta 1,7°C para el 2050 y hasta 4°C para el final de este siglo, lo que sería catastrófico para la sustentabilidad de vida en el planeta, tal y como la conocemos hoy. Los niveles de elevación del nivel del mar han alcanzado 2 a 3 mm/año desde 1980 en LAC. Han sido observados también cambios en los patrones de precipitaciones, con algunas áreas recibiendo más lluvias—sur de Brasil, Paraguay, Uruguay, nordeste de Argentina y noroeste de Perú—y otras con un menor nivel—sur de Chile, suroeste de Argentina y el sur de Perú. Finalmente, los eventos climáticos extremos se han vuelto más comunes en varias partes de la región, incluyendo más períodos de lluvias intensas y más días de sequía consecutivos (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 9). Los estudios también indican una tendencia hacia más frecuentes y más fuertes tormentas y desastres naturales climáticos en la región. Desde la década de los 90, tales acontecimientos han tenido lugar en promedio una vez cada tres años—comparado con una vez cada cuatro años en el período a partir de 1950. El impacto promedio en los países afectados sería de una reducción del 2% del PBI per cápita por década. Los habitantes de LAC pagan un alto precio por estos acontecimientos. En 1999, por ejemplo, se estima que 45.000 personas pueden haber muerto en inundaciones y deslizamientos de barro en Venezuela, mientras que el huracán Mitch en 1998 mató entre 11.000 y 19.000 personas en toda América Central y México. Un informe calculó el daño económico en Honduras en USD 3,8 mil millones—dos tercios del PBI. De particular importancia es el reciente aumento de los huracanes que han afectado a Mesoamérica desde 1995. En el 2004, por primera vez en la historia, un huracán se formó en el Atlántico Sur y golpeó a Brasil. Y el año 2004 vio el número de huracanes en el Atlántico norte llegar a 14, una cifra histórica. Cuatro de los diez años más activos en cuanto a huracanes han ocurrido en los diez últimos años, y el 2008 vio a Cuba, Haití y otras islas devastadas por múltiples golpes. Juntando todos los tipos de desastres climáticos, ha habido durante las últimas décadas una tendencia positiva (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 10-11; ver Figura 6). En particular en la Costa del Golfo de México las pérdidas provocadas por tormentas y huracanes se podrían multiplicar por diez durante los años que van de 2020 a 2025, en comparación con períodos de cinco años típicos entre 1979 y 2006. En América Central y el Caribe las pérdidas se multiplicarían por tres y cuatro respectivamente durante el mismo período. Los países del Caribe seguirían siendo los más afectados, con pérdidas de más del 50% del PBI para 2020-2050, comparado con un aproximadamente 10% del PBI para México y 6% para América Central (p. 17). Como aparece ilustrado en los cuatro cuadros del Mapa 8, Riesgos Climáticos Esperados en América Latina y el Caribe y Medidas de Concordancia Entre Diferentes Modelos Climáticos—2030, muchas zonas de LAC con una continua exposición a riesgos de sequías e inundaciones tendrán que lidiar respectivamente con condiciones de más sequía y precipitaciones más

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intensas en el futuro. El cambio climático también conducirá a un aumento del nivel del mar que afectará todas las zonas costeras. El Cuarto Informe de Evaluación del IPCC (2007) pronostica que el nivel del mar aumentará en el siglo actual de 18 a 59 cm por la expansión termal debido al calentamiento del aire, derretimiento de los glaciares (especialmente en Groenlandia y la Antártida) y cambios en la capacidad de almacenamiento territorial (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, pp. 12-13). Entre los sectores económicos de LAC, el que probablemente sufrirá un impacto mayor y más directo, producto del cambio gradual de la temperatura y las precipitaciones, será la agricultura. También serán importantes, al menos desde una perspectiva local, los impactos económicos y sociales asociados con el aumento en la frecuencia y/o intensidad de los huracanes y tormentas tropicales, la desaparición de los glaciares tropicales en los Andes, el aumento de la tasa de elevación del nivel del mar, el descoloramiento y eventual deterioro de los arrecifes de coral en el Caribe, la posible escasez de agua debido a los cambios en los patrones de las precipitaciones, y el esperado aumento de las tasas de mortalidad y morbilidad derivados de los impactos del cambio climático sobre la incidencia de diversas enfermedades (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 14). Los pronósticos apuntan a que las pérdidas serían mayores en las zonas cercanas al Ecuador, mostrando posibles ganancias en algunas zonas en el Pacífico y en el sur del continente (p. 15). Las futuras disminuciones en las precipitaciones podrían causar una severa escasez de agua en regiones áridas y semi-áridas de Argentina, nordeste de Brasil, norte de México, Chile, y otras regiones de LAC. El número de personas en LAC que vive en cuencas hidrográficas con estrés hídrico se estimó en alrededor de 22 millones en 1995. Para el 2055 el número de personas viviendo en zonas de ALC con estrés hídrico aumentaría hasta entre 6 y 20 millones. Las consecuencias económicas de esta severa escasez de agua en la región podrían llegar a ser muy grandes, particularmente porque podría llegar a causar cambios significativos en el potencial de generación hidroeléctrica de las regiones (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 20). La prevista desaparición de los glaciares tropicales en los Andes tendrá consecuencias económicas en la disponibilidad de agua y energía hidráulica. Los países andinos son dependientes de la energía hidroeléctrica (más del 50% del suministro de electricidad en Ecuador, 70% en Bolivia y 68% en Perú). Algunas de las plantas de energía hidroeléctrica dependen parcialmente del flujo de agua proveniente de los glaciares, particularmente durante las temporadas más secas (p. 18). El aumento de los niveles del mar perjudicará económicamente y de varias maneras las zonas costeras. Con el aumento del nivel del mar, el sustento económico, las infraestructuras socioeconómicas y la biodiversidad en las zonas más bajas de México, Centro América y el Caribe se verán afectadas por el aumento de salinidad en las lagunas costeras, tal como la Laguna Madre en México. La intromisión salina por el alto nivel del mar, combinada con la disminución de las precipitaciones en la región del Golfo de México, causará mayores daños en los pantanos de esta zona, reduciendo los muchos servicios ambientales que proveen, incluyendo la protección de los asentamientos humanos contra inundaciones y tormentas; control de la erosión, conservación y reposición de las tablas de agua subterránea en las costas; regulación y protección de la calidad del agua; retención de nutrientes, sedimentos y agentes de contaminación; proporcionando sustento a muchas comunidades humanas establecidas a lo largo de la costa y hábitats a aves acuáticas y vida silvestre (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 18; ver Figura 7). También se espera que el cambio climático tenga múltiples impactos en la salud, como ya se están viendo. Traerá aumento en la malnutrición, particularmente en países con bajos ingresos,

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en segundo lugar la mortalidad y morbilidad por eventos extremos. Otros impactos incluyen el aumento de enfermedades cardio-respiratorias a causa de la disminución de la calidad del aire (debido a mayores incendios forestales y uso de combustible fósil), cambios en los impactos sobre la salud relacionados con las temperaturas (aumento del estrés por calor y muertes por frio) y un aumento de las enfermedades transmitidas a través del agua (si p. ej. los sistemas de aguas se ven sobrecargados por efecto de lluvias intensas y provocan volcado de aguas residuales en fuentes de agua potable). De especial consideración serán los efectos causados por la malaria en zonas rurales y el dengue en zonas urbanas (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 20; ver Tabla 2). Esto nos plantea la posibilidad de considerar que la región está alcanzando puntos de inflexión e inclusive “puntos de no retorno” (tipping points)—cuando un sistema pasa abrupta e irreversiblemente de un estado a otro, con amplias consecuencias sistémicas. Ejemplos incluirían la pérdida permanente de ecosistemas y/o especies de valor y la posible interrupción de procesos intrínsecos claves del propio sistema climático—p. ej. la desaparición del Amazonas y la desintegración de glaciares y corales. Algunos impactos socio-económicos pueden ser considerados también como “peligrosos” en el sentido de que si se alcanzan ciertos niveles críticos, por ejemplo grandes impactos socio-económicos acumulativos o graves interrupciones de prácticas habituales, podrían producirse consecuencias en el bienestar humano que podrían considerarse ética o políticamente inaceptables, o incluso producir desórdenes sociales a gran escala. Algunos ejemplos podrían incluir niveles de cambio climático que provocarían una catastrófica escasez de comida o agua, extensas inundaciones costeras o la diseminación general de malaria u otras enfermedades tropicales, evidencias de lo cual ya tenemos en LAC, en particular en America Central y el Caribe (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, pp. 23-24). Estos ejemplos pretenden crear justificada alarma y motivación a la acción en relación a la rápida pérdida de la biocapacidad y aumento de la huella ecológica en LAC a objeto de evitar daños irreversibles a la vida de las generaciones presentes y futuras en la región. Pero es necesario un examen más detallado de las diferentes contribuciones de países y ciudades de LAC a estos fenómenos. Esto nos conduce a la premisa 3.

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3. Hay grandes diferencias en las responsabilidades y repercusiones entre países y ciudades de LAC. También hay diferencias entre las contribuciones relativas de los diferentes usos de suelo al recalentamiento global.

Para poder hacer una caracterización justa de las condiciones ambientales en LAC y sobre todo políticas de mitigacion y adaptación justas, es imperativo reconocer las diferencias en las responsabilidades y repercusiones entre países y entre ciudades de LAC en relación al disturbio climático. También es fundamental reconocer las diferencias entre las contribuciones relativas de los diferentes usos de suelo al recalentamiento global y entender cómo se deben tratar para optimizar resultados y costos-beneficios derivados de medidas de mitigación y adaptación. La discusión sobre distinciones entre países en esta sección complementa a la ofrecida en el desarrollo de las premisas 1 y 2, arriba. Lamentablemente se tiene muy poca información a nivel de ciudades de LAC en relación a sus contribuciones y repercusiones relativas al disturbio climático (como se apuntó en la Introducción de este Documento). Aproximadamente el 85% de las emisiones de la región se concentran en seis países. Brasil y México concentran casi el 60%, tanto del total de las emisiones de GEI de la región como de su PBI. El 25% de las emisiones y del PBI de LAC corresponde a Argentina, Colombia, Perú y Venezuela. Tendremos un resultado similar si excluimos las emisiones producto de los cambios en la utilización del suelo, con la excepción de Brasil y México, para los que la proporción de las emisiones totales de LAC caen de un 46 a un 34% y aumentan de un 13 a un 21%, respectivamente (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 33). Estos datos también nos muestran la correlación positiva estrecha que existe entre la producción de emisiones de GEI y el nivel y tipo de desarrollo del país, representado por su PBI. Esto evidencia que se vuelve imperativo cuestionar el tipo de desarrollo imperante en la región como medida estructural de mitigación. Mientras que las emisiones derivadas del cambio en el uso del suelo son responsables de casi la mitad del total de emisiones de LAC, su proporción varía ampliamente entre los países de la región. En cinco países—Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala y Perú—los cambios en el uso del suelo corresponden por lo menos al 60% de las emisiones totales de GEI. Por el contrario, en México, Chile y Argentina, la proporción de las emisiones producto de los cambios en el uso del suelo se encuentra próxima a un 15%. Solo Brasil es responsable del 58% de las emisiones de LAC derivadas de estos cambios en el uso del suelo, le sigue Perú con un 8% y Venezuela y Colombia con un 5% cada uno (p. 33). Existe una considerable heterogeneidad entre los países de LAC en cuanto a los niveles de emisión de GEI, tanto en términos per cápita como en porcentaje respecto al PBI. Por ejemplo, el total de emisiones de GEI se ubica entre 13 y 17 tCO2 per cápita en Bolivia, Venezuela y Brasil, y por debajo de 7 tCO2 per cápita en Chile, Colombia y México. Los primeros tres países también se encuentran entre los principales emisores per cápita de la región incluso si se excluyen los cambios en el uso del suelo, aunque en este caso sus emisiones per cápita estarían mucho más cerca de las de Argentina, Chile y México (p. 33). Algunos países de LAC tienen un potencial relativamente alto de mitigación en la energía (p. ej. Argentina, Chile, México y Venezuela), mientras que para otros el potencial de reducir las emisiones de GEI radica principalmente en los cambios en el uso del suelo o en la agricultura (mitigaciones sibnb CO2, p. ej. en Brasil y Perú; p. 34).

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En la Figura 8, Huella Ecológica por País—1961-2006, apreciamos como sólo 10 países construyen la mitad de la huella ecológica mundial, y China y los Estados Unidos contribuyen con más del 20% cada uno. Brasil y México figuran en esta lista, pero tienen condiciones muy disimiles en relación a su biocapacidad, como ya hemos observado. El gráfico también indica que ya casi se excede en 50% la biocapacidad del planeta, situación absolutamente insostenible (Ewing, et al., 2009, p. 16). La Figura 9, Huella Ecológica y Biocapacidad por Uso de Tierra en LAC—2006, muestra que la biocapacidad de la region es más del doble de su huella ecológica. La huella está causada por contribuciones comparables de la huella de carbono, tierra dedicada a la agricultura, tierra dedicada al pastoreo y bosques. Las áreas de pesca y de infraestructura contribuyen poco a la huella. Es importante sin embargo considerar que la huella ecológica urbana está constituida por la huella de la tierra construida más parte significativa de la huella de carbono. Además, las áreas dedicadas a la agricultura, pastoreo, bosques y pesca están en un alto porcentage al servicio del consumo generado en las ciudades y por tanto conectadas a la huella urbana. En relación a la biocapacidad, cabe destacar la importantísima contribución de las áreas de bosques en la region de LAC, que alcanza casi 2/3 de la biocapacidad regional. Esto debe constituir un llamado urgente a la preservación de los bosques de la región, particularmente cuando las condiciones existentes de deforestación y desertificación son alarmantes. También debe apuntar a la adopción de especiales medidas de mitigación y adaptación dirigidas al aumento de los bosques y a la reducción de su consumo. En la Figura 10, Huella Ecológica por Persona/País de 126 países—2006, aparecen representados de la región de LAC Paraguay, Mexico, Panamá, Chile, Argentina, Costa Rica, Bolivia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Honduras, Ecuador, Colombia, Perú, Guatemala, República Dominicafna y Haití. Todos estos países se ubican hacia la mitad del gráfico, mientras que Haití aparece de último y muy por debajo del segundo país, Congo. La huella ecológica por persona de Haití no alcanzaba a suplir las necesidades básicas de sus habitantes aún antes del terremoto de 2010. En la gráfica también se observa la relativa contribución de diferentes usos de la tierra en la huella de los países. Aunque los países de LAC incluyen diferentes combinaciones de usos de la tierra componiendo sus huellas, se puede notar la contribución importante del pastoreo en varios de ellos con huellas altas en la región. En contraste, en la Figura 11, Biocapacidad por Persona/País de126 países—2006 (Ewing, et al., 2009, pp. 17-18), existe un rango de variedad mayor en las biocapacidades de los diferentes países de la region que en sus huellas ecológicas. Estas gráficas muestran que los países representados de la region ocupan todo el espectro de biocapacidades, desde Bolivia con una biocapacidad de casi 20 hectáreas globales por habitante, la mayor de la muestra, a Haití con menos de 1 hgh, seguido sólo por Singapur con una biocapacidad casi nula. En la gráfica también se observa la relativa contribución de diferentes usos de la tierra en la biocapacidad de los países. Aunque los países de LAC incluyen diferentes combinaciones de usos de la tierra componiendo sus biocapacidades, se puede notar la contribución importante de los bosques en varios de ellos con biocapacidades altas en relación a la región y el mundo. En el gráfico de la izquierda de la Figura 12, Huella Ecológica y Biocapacidad por Persona en LAC—1961-2006 (Ewing, et al., 2009, p. 63), observamos como la huella de la region de LAC se ha mantenido fluctuando en un rango de 2,2-2,8 desde 1961. Las fluctuaciones parecen corresponderse con las fluctuaciones económicas en la region, mostrando, por ejemplo, una depression en la “década pérdida” de los 1980s. La huella ya está por encima de la cuota de capacidad global para la region, lo que supone que se deben hacer ajustes inmediatos para reducirla. Sin embargo, mientras todos los usos de la tierra estudiados han mantenido su

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contribución relativa a la huella más o menos estable desde 1961, la contribución de la huella de carbono ha crecido sensiblemente. Es entonces en esta área donde las mayores medidas de mitigación deberán dirigirse. Las emisiones de carbono producidas en las ciudades por el transporte motor, las edificaciones y la industria están incidiendo en forma importante en el aumento de la huella de carbono, y deben convertirse en parte importante de la solución a través de sistemas de reducción de emisiones. En el gráfico de la derecha observamos la rápida pérdida de la biocapacidad en la region, que ha pasado de casi 14 hectáreas globales por habitante en 1961, a menos de 6 hgh en el 2006. La contribución de la deforestación a esta pérdida de biocapacidad en la region excede en mucho a las contribuciones de los otros renglones de uso de tierra, lo que subraya la importancia de atender a este sector con urgentes medidas de mitigación. La comparación de la Huella Ecológica y Biocapacidad de Colombia y Nicaragua—1960-2006 (Figura 13) muestra que, aunque la huella ecológica se ha mantenido bastante estable entre 1960 y 2006 para Colombia y Nicaragua, ambos países la tienen por encima de la biocapacidad mundial de 1,8 hectáreas globales por habitante. Aún más dramático es el descenso pronunciado de sus biocapacidades, que llevan la tendencia de igualarse a la huella en pocos años más, en el rango de las 3 hectáreas globales por habitante. Los dos casos constituyen situaciones ya insostenibles con tendencia a empeorarse rápidamente. La Figura 14, Huella Ecológica y Biocapacidad Estados Unidos y Haití—1960-2006, compara los países con la mayor y menor huella ecológica del continente americano: Estados Unidos y Haití. Nótese que la escala del eje Y que mide las hectáreas globales por habitante es diferente en los dos gráficos: mientras en el de Estados Unidos llega a 10 unidades, en Haití sólo alcanza 1. A diferencia que en los gráficos de Colombia y Nicaragua donde la biocapacidad es todavía mayor que la huella (aunque la tendencia es que esta diferencia no dure mucho), en los casos de Estados Unidos y Haití las biocapacidades están por debajo de la huella desde antes de los 1960s para Haití y desde mediados de los 1960s para Estados Unidos. La disparidad entre huella y biocapacidad es de casi 5 hgh en Estados Unidos, y sólo de 0,3 hgh en Haití. Lo dramático de esta comparación es que, mienstras en Haití, ni la huella ni la biocapacidad pueden suplir las necesidades básicas de sus habitantes, en Estados Unidos la huella por habitante casi equivale a 10 hg, más de cuatro veces mayor de lo que le correspondería de su couta global de hgh. Este gráfico pone en evidencia la extraordinaria inequidad que existe en el continente (y en el mundo) y la necesidad inminente de revertir la huella de EUA no sólo para adecuarla a la biocapacidad global, sino también para atender la deuda ecológica que se le debe a Haití y otros países económica y ecológicamente carentes. Este argumento también es válido para los países deudores ecológicos dentro de la región de LAC. La siguiente serie de tablas es rica en información que merece atención detallada. La Tabla 3, Huella Ecológica por Persona y Uso de Tierra en LAC, presenta la huella ecológica de 22 países de la region de LAC, y también la huella de los cinco usos diferenciados de tierra: cultivo, pastoreo, bosques, pesca, huella de carbono, y espacio construido. Aquí resaltamos, por ejemplo, que la huella total mayor en el continente es la de Uruguay, de 6,56 hectáreas globales por habitante, en contraste con la de Haití, de sólo 0,48 hgh en 2006. La siguiente Tabla 4, Biocapacidad por Persona y Uso de Tierra en LAC, manifiesta contrastes aún mayores al considerar la biocapacidad de los países de la region, con el más grande contraste entre Surinam con 99.8 hgh y Haití con sólo 0,2 hgh. Los bosques favorecen marcadamente la biocapacidad de Surinam, así como también la de Guyana, Bolivia y Brazil, y también contribuyen al abultamiento de la biocapacidad de la región en general en comparación con el mundo. Por último, la Tabla 5, Porcentaje de Cambio en LAC—1980-2006, indica que todos los países de la region han ganado altos porcentages de población entre 1980-2006, lo que

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contribuye a una mayor huella ecológica de país, inclusive cuando las huellas per cápita se mantienen o disminuyen. Seis países presentan crecimientos poblacionales sobre 200% para ese período: Venezuela, Costa Rica, Paraguay, Honduras, Guatemala y Nicaragua. Todos los países también presentan altos incrementos de sus huellas ecológicas. El más alto incrementos de huella es el de El Salvador, con 273% de incremento y el más bajo es de Uruguay con 17%, pero ya vimos como este país tiene ya una huella altísima en hgh, la más alta de la region. Igualmente dramático es el cambio en biocapacidad por persona, donde todos los países perdieron biocapacidad, excepto Cuba que ganó sólo 3% entre 1980-2006. El que más perdió biocapacidad es Nicaragua: -78%. Todos los países han subido su Indice de Desarrollo Humano (IDH) entre 1980 y 2006, incluyendo a 12 que han alcanzado o superado el nivel de 0,8 (alto nivel según PNUD). La sustentabilidad de este logro de desarrollo humano, sin embargo, queda profundamente comprometida al considerar las pérdidas de biocapacidad y los incrementos de huella que se incurrieron en el período. Las ciudades son entidades que contribuyen significativamente al estado de sus países en relación a los indicadores aquí considerados. Sin embargo, no se pueden suponer condiciones equivalentes entre ciudades y sus países. Por lo contrario, se deben intensificar los esfuerzos para conocer mejor las diferencias entre ciudades dentro de un mismo país en relación a sus contribuciones y repercusiones relativas al disturbio climático. En Brasil, por ej., no es lo mismo las emisiones de GEI per cápita en São Paulo o Río de Janeiro que en Belén o Manaos. Así mismo, los habitantes de estas ciudades tienen afectaciones diferentes a raíz del disturbio climático. Entender estas diferencias es clave para el diseño e implementación de políticas de mitigación y adaptación diferenciadas dentro del mismo país para que sean apropiadas y justas en diferentes contextos urbanos.

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4. Las diferencias intraciudades se deben comenzar a reconocer y se tienen que tomar en cuenta para la decisión de políticas y la implementación de programas de mitigación y adaptación, para que éstos sean apropiados y equitativos.

Así como en la sección anterior apuntamos la importancia de reconocer las diferencias entre ciudades de un mismo país en LAC, a un nivel de análisis todavía más refinado resulta clave poder reconocer las diferencias dentro de una misma ciudad. Diferentes barrios, diferentes grupos sociales y diferentes usos del suelo dentro de una misma ciudad contribuyen y son afectados de manera desigual por el cambio climático. Esto debería tener implicaciones en la decisión de políticas y la implementación de programas de mitigación y adaptación, para que éstos sean apropiados y equitativos. Los ajustes deben apuntar, por un lado, a mayores exigencias de mitigación en los sectores sociales y de producción y uso de la tierra que afectan más la producción de emisiones; por el otro, a mayor apoyo de prevención, adaptación, y recuperación para los sectores sociales y geográficos pobres y más vulnerables (mujeres, niños, jóvenes, asentamientos informalesy en áreas de riesgo). Debido a la falta de información intraciudad, la sección se orienta a la demostración de la necesidad de un nuevo modelo de desarrollo para países en la región, y a la discusión de políticas y programas de mitigación y adaptación para que éstos sean apropiados y equitativos. Aunque la discusión sigue concentrada en países, las recomendaciones que se ofrecen son también apropiadas para ciudades. El bienestar de la sociedad humana está estrechamente vinculado con el capital biológico de la que depende. Contabilizar la capacidad biológica disponible y utilizada por una sociedad puede ayudar a identificar oportunidades y desafíos en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo humano. La pérdida en el bienestar humano debido a la degradación ecológica a menudo viene después de un intervalo de tiempo significativo, y es difícil de revertir una vez que el conjunto de los recursos se ha reducido considerablemente. Métodos a corto plazo para mejorar la vida humana—como la purificación del agua, acceso a medicamentos básicos y electricidad para los hospitales—deben complementarse con una gestión eficaz a largo plazo de los recursos a fin de atender y revertir la degradación ecológica acumulada de la humanidad (Ewing, et al., 2009, p. 19). Muchos países de ingresos bajos tienen una abundancia de recursos naturales, sin embargo, sus poblaciones sufren a menudo y más trágicamente, cuando la demanda de la humanidad en la biosfera excede lo que de la biosfera pueden proporcionar en recursos renovables. Los países de América Latina (con África, y Asia sudoriental) tienen algunas de las más bajas huellas ecológica per cápita en el mundo—en algunos casos, como en Haití, el flujo de los recursos utilizables de estas huellas ecológicas es demasiado pequeño para satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda, salud y saneamiento. Para que estas regiones puedan reducir la pobreza, el hambre y la enfermedad, su acceso a recursos naturales debe aumentar. Sin embargo, la creciente población en el mundo y la escalada de consumo de recursos del mundo están haciendo cada vez más difícil gestionar esto en forma sostenible. Para que los países de bajos ingresos logren avances en el desarrollo humano que puedan persistir tendrán que encontrar métodos que funcionen dentro del presupuesto ecológico de la Tierra (Ewing, et al., 2009, p. 19). Esto necesariamente implica un cambio de paradigma de desarrollo. Cuando se utilizan proyecciones moderadas de agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para 2050, basadas en un crecimiento de la población lento y una ligera mejora de la dieta de la población, la demanda humana sería el doble de lo que la Tierra podría

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proporcionar. El cambio de los sistemas de energía fuera de la dependencia de los combustibles fósiles, la preservación de áreas bioproductivas y la restauración de áreas improductivas pueden aportar mucho para reducir esta demanda, pero aún en previsiones optimistas no son suficientes para que la demanda esté dentro de los límites de la capacidad biológica de la Tierra. Por lo tanto, basarse en un creciente nivel de consumo sostenible para alcanzar el bienestar para todos no es realista, especialmente teniendo en cuenta la población mundial en aumento. Si bien los avances tecnológicos sin duda pueden ayudar a aliviar la presión sobre el medio ambiente, poner la confianza completa en la mejora continua en el futuro no representa una buena planificación. Peor aún, la deuda ecológica acumulada de décadas de despilfarro ecológico es probable que comience a disminuir la capacidad de regeneración de la biosfera, al mismo tiempo que estamos aumentando nuestras demandas sobre ella. La realización del "derecho al desarrollo" de todos los países requiere la construcción de nuevas vías de desarrollo que pongan menos presión en el medio ambiente global de lo que históricamente ha sido el caso (Ewing, et al., 2009, p. 19). El desafío de alcanzar un alto nivel de bienestar humano garantizando al mismo tiempo la disponibilidad a largo plazo de los recursos se ilustra en el gráfico siguiente (Figura 15, Indice de Desarrollo Humano ONU y Huella Ecológica—2006; Ewing, et al., 2009, p. 19). El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) define un alto nivel de desarrollo como una puntuación de IDH de 0,8 o superior, mientras que 1,8 hectáreas globales es el área productiva promedio disponible para cada persona en el planeta. Los países con un puntaje de IDH de 0,8 o superior, y una huella de 1,8 hectáreas globales por persona o menos, cumplen con dos criterios mínimos para el desarrollo sostenible a escala mundial: un alto nivel de desarrollo y una huella ecológica por persona que podría ser replicada a nivel mundial a un nivel menos que el de la biocapacidad global. Los países que cumplen con ambos criterios se muestran en el cuadrante inferior derecho. A pesar de la creciente adopción del desarrollo sostenible como un objetivo político explícito, todos los países no cumplen las dos condiciones mínimas (Ewing, et al., 2009, p. 19). El gráfico anterior muestra como la mayoría de los países de LAC se encontraban ya al límite o por encima de la biocapacidad máxima por persona en el planeta en 2006. Tres países ocupan el espacio de intersección entre el límite mayor de biocapacidad y el límite menor de desarrollo humano. Otros siete países de la región, los que tienen más desarrollo humano, estaban todos por encima de la biocapacidad máxima por persona en el planeta en 2006. Cuatro países de LAC que exceden la biocapacidad máxima y tres que están por debajo de la misma tienen todos un IDH más bajo que 0,8. El caso de Haití es único y dramático, mostrando en el 2006 un IDH poco mayor de 0,5 y la menor biocapacidad de todos los países del mundo representados en el gráfico. ¿Qué hacer frente a estos desafios? En efecto, las respuestas de mitigación y adaptación tienen que ser equitativas entre países y entre ciudades, basadas en el “principio de responsabilidad común, pero diferenciada,” establecido por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Primero, los países en desarrollo ya se enfrentan al desafío de la disminución de la pobreza y son los más vulnerables y los menos capaces de adaptarse a los efectos adversos provocados por el cambio climático. ¿Cómo pueden llevar a cuesta una pesada carga adicional de reducir las emisiones de GEI? Una solución equitativa permitiría a los países en desarrollo alcanzar mayor calidad de vida mientras se les apoya para la adaptación, y en menos medida, la mitigación del cambio climático. En segundo lugar, los países industrializados cargan con una responsabilidad histórica mucho mayor por la existente concentración de GEI que está provocando los cambios climáticos. El menor nivel de responsabilidad de los países en desarrollo puede ilustrarse por el hecho de

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que la acumulación de las emisiones relacionadas con la energía provenientes de los países ricos para el período que va de 1850 al 2004 son, en una base per cápita, más de 12 veces mayores que las de los países en desarrollo. Por lo tanto, a pesar de que su parte de la población mundial corresponde sólo a un 20%, los países industrializados son responsables del 75% de las emisiones de CO2 relacionas a la acumulación de energía desde 1850. Esto lleva a que muchos observadores concluyan que los países ricos deberían asumir una parte mucho mayor de los costos asociados a la reducción de las emisiones globales de GEI (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 25). Ademeas, se debe determinar cómo las especificidades regionales e intraregionales de LAC deben afectar su participación en una política global y coordinada de respuesta a los desafíos del cambio climático (p. 27). Hay por lo menos dos instancias que, de llevar adelante sus propios esfuerzos para la mitigación climática, podrían llegar a reportar beneficios a la región, aunque esto contribuya tan sólo de forma modesta a evitar futuros daños por cambio climático, dadas las emisiones relativamente limitadas de la región. En primera instancia, existen casos en que la reducción de emisiones se puede lograr a la misma vez que se persiguen otros objetivos de desarrollo económico. En estas situaciones, la mitigación del cambio climático sería una consecuencia de las acciones que la región estaría de todos modos interesada en perseguir para promover el crecimiento sostenible y disminuir la pobreza, más allá del cambio climático. La mitigación en estos casos involucra “ningún remordimiento en el presente”. Los principales ejemplos de tales oportunidades están relacionados a las inversiones dirigidas al aumento de la eficiencia energética, reducción de la deforestación, mejora del transporte público, creación de fuentes de energía renovable, desarrollo de biocombustibles sustentables y de bajo costo, aumento de la productividad agrícola y mejora del manejo de los residuos. En segunda instancia, la mitigación climática también puede involucrar “ningún remordimiento en el futuro” en un “mundo carbono-restringido”, especialmente si la región toma una posición de liderazgo ante el despliegue de tecnologías de bajo uso del carbono (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 28).

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5. Estos procesos de disturbio climático y de las políticas de mitigación y adaptación que se determinen o no frente a éste pueden acelerar las inequidades y la polarización en los países y ciudades de LAC. Es necesario monitorear y evaluar vulnerabilidad e impactos para evitarlo.

Los estudios de huella y biocapacidad documentan lo sucedido en el pasado. Estos instrumentos describen cuantitativamente los recursos ecológicos utilizados por un individuo o una población, pero no prescriben lo que se debe utilizar o cómo hacerlo posible. La asignación de recursos es una cuestión política, basada en los valores sociales acerca de lo que es o no equitativo. Así, mientras que la contabilidad de la huella puede determinar la biocapacidad media disponible por persona, no estipula la forma en que la biocapacidad se debe distribuir entre los individuos, las ciudades o las naciones. Sin embargo, proporciona un contexto para estos debates (Ewing, et al., 2009, p. 100). Las políticas de mitigación y adaptación que se determinen o no frente a las nuevas condiciones que plantea el disturbio climático pueden acelerar las inequidades y la polarización socio-espacial en países y ciudades de LAC. Es necesario monitorear y evaluar impactos para evitarlo. El Mapa 9, Efectos del Cambio Climático en la Pobreza—Municipalidades Brasileras, indica el efecto inequitativo del cambio climático, que agravará la pobreza e intensificará la polarización socio-espacial en países donde ya las regiones tienen marcadas diferencias socio-económicas, como es el caso del noreste y noroeste brasileño en comparación con el más alto nivel socio-económico en el sureste del país. Como De la Torre, Fajnzylber y Nash (2009) apuntan, es necesario buscar y construir sustento y datos científicos sólidos para monitorear y evaluar impactos. Tal vez este sea uno de los aspectos más relevantes y al cual no se le ha prestado la atención necesaria. Las evaluaciones de vulnerabilidad e impacto requieren de la disponibilidad y utilización de datos sólidos. Las ciudades deben invertir en conocimiento y avance tecnológico e investigación. A pesar de los recursos limitados con que cuentan las ciudades en LAC, pueden apoyarse de otros institutos, organismos internacionales e iniciativas como C40 Large Cities Climate Summit, la Red para la Investigación del Cambio Climático Urbano (UCCRN por sus siglas en inglés), y el Panel internacional sobre Cambio Climático en las Ciudades (IPC3). En 2007, únicamente ciudades de México, San José (Costa Rica), Bogotá, Lima, Santiago (Chile), Río de Janeiro, Curitiba, Sao Paulo y Buenos Aires tenían representación en el C40 y UCCRN.

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6. El disturbio climático puede ser una oportunidad política que se debe aprovechar estratégicamente en planes de desarrollo urbano sustentable y de promoción y competitividad urbana.

El disturbio climático puede ser más fácil de insertar en las agendas gubernamentales en LAC que la reducción de la pobreza porque es más novedoso y porque potencialmente puede afectar a todos los habitantes de la región. Además, el sustento científico que demuestra el disturbio climático y proyecta sus afectaciones, así como el sentido de “momento” mundial en relación al tema pueden ayudar a líderes de la región a superar las divisiones ideológicas que dificultan la toma de decisiones y de acción. Por último, las oportunidades de que las acciones en aras a la mitigación y adaptación al cambio climático supongan políticas y programas que deriven otras ganancias (políticas y programas identificables como conducentes a “ningún remordimiento en el presente” y “ningún remordimiento en el futuro”), también pueden ser propiciatorias para la creación e implementación de planes de desarrollo urbano más sustentables. Todas estas razones son oportunidades políticas que se deben aprovechar estratégicamente para insertar el tema en planes de desarrollo urbano sustentable e inclusive en programas de promoción y competitividad urbana. Si los lideres en el ámbito urbano, nacional e internacional demuestran una postura visionaria, pueden evitar caer en la trampa de sacrificar la sustentabilidad medioambiental en aras de las necesidades macroeconómicas de corto plazo y pueden aprovechar las oportunidades de responder también a las preocupaciones relacionadas con el cambio climático. Particularmente, las políticas y los programas dirigidos a responder a los problemas urgentes del presente pueden ser diseñados e implementados con un horizonte temporal de más largo plazo. En algunos casos, estas decisiones pueden ser ventajosas en ambos aspectos. En otras ocasiones, sin embargo, habrá que enfrentar disyuntivas. Por ejemplo, las inversiones en energía limpia no contaminante (y el consumo de ésta) podrían ser incentivadas por un aumento relativo en el precio de los combustibles fósiles, el cual podría ser impulsado mediante la aplicación de una combinación de regulaciones, impuestos, sistemas de comercio de bonos de carbono y/o subsidios. Pero en tiempos de recesión económica, no es popular hacer que las empresas paguen por contaminar ni obligar a los hogares a consumir una energía más cara a pesar de ser más limpia. Por consiguiente, para poder orientar la actividad del sector privado de manera sostenible hacia alternativas que conllevan bajas emisiones de carbono, y de esa forma asegurar que las consideraciones de largo plazo no sean descuidadas en función de conveniencias políticas de corto plazo, se requerirán soluciones de compromiso, las cuales tendrán que ser administradas con mucho cuidado y buen juicio por los tomadores de decisiones (Tuck y de la Torre, p. 6). En todo caso es evidente que los líderes auténticamente visionarios y que en efecto trabajan para el bienestar de sus comunidades deberán tomar decisiones difíciles y de potenciales costos políticos a corto plazo para poder avanzar esta agenda. La inclusión de análisis del disturbio climático y recomendaciones de mitigación y adaptación se deben hacer mandatorias en todos los planes de desarrollo urbano en LAC. Esto implica cambios en la legislación y en la burocracia gubernamental. También implica una revisión de currícula en las escuelas de planificación, política pública, administración pública y otras carreras afines para la incorporación de la sensibilización y la enseñanza de herramientas adecuadas a tales fines.

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7. El disturbio climático se debe utilizar como oportunidad e instrumento para movilizar la reducción de la pobreza a través de políticas de mitigación y adaptación que conjuguen sinérgicamente lo social (equidad), económico y ambiental.

Las políticas y programas de mitigación y adaptación en LAC deben tener como eje central la reducción de la pobreza a través de la conjugación sinérgica de lo social (equidad), lo económico y lo ambiental. En definitiva, lo que se persigue construir es un modelo de desarrollo sustentable (ver Figura 16). Sin embargo, obtener y mantener un balance entre social, lo económico y lo ambiental presenta muchos desafios. Uno de los mayores problemas para implementar medidas de mitigación es que los emisores solo absorben una pequeña fracción de los costos sociales asociados, que más que nada son pagados por otros, que en su mayoría pertenecen a generaciones futuras. Por lo tanto, los agentes, ciudades y países individuales tienen un incentivo de apoyarse en los esfuerzos de mitigación de otros sin costo alguno. Además, incluso en el caso de que algunas ciudades o países en los que están previstos grandes daños decidan tomar acciones de mitigación unilateralmente, las oportunidades de mitigación existentes en estas ciudades o países probablemente no serán tan costo-efectivas como las de otros. De hecho, las ciudades o países que tienen una mayor exposición a los riesgos no necesariamente tienen los costos de mitigación más bajos. En suma, la mitigación global a través de esfuerzos individuales descoordinados es probable que sea demasiado chica, implementada demasiado tarde y llevada a cabo por las ciudades o países equivocados. Para tener la oportunidad de alcanzar un nivel de esfuerzos de mitigación y adaptación óptimos, el mundo como un todo deberá llegar a un acuerdo conjunto. Pero en segundo lugar, incluso con una acción colectiva, determinar el nivel de esfuerzo de mitigación óptimo es muy difícil, ya que la información requerida para estimar los costos y beneficios correspondientes es muy imperfecta (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, pp. 22-23). Los países y ciudades de LAC como la región de mayor índice de inequidad en el mundo tendrían el imperativo ético de concertar visiones individuales y de conjunto que vislumbren medidas de mitigación y adaptación desde la premisa de la reducción de la pobreza intra e interciudades y la polarización en la región en general, y en los países y ciudades más pobres en particular.

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8. Los temas de gestión de agua y saneamiento, residuos, energía, naturaleza urbana, desarrollo del medio ambiente construido y movilidad se deben interpretar desde las perspectivas del impacto que causan y que sufren en el disturbio climático en la región.

En LAC, la composición del flujo de GEI está dominada por emisiones de CO2 producto de los cambios en el uso de la tierra, que constituyen el 46% de las emisiones de LAC, contra el 17% de las del mundo. Pero debido simplemente a que otras regiones hace mucho tiempo que talaron la mayor parte de sus bosques, LAC tiene una gran proporción de árboles que todavía siguen en pie, y como resultado todavía tiene una gran proporción de sus emisiones generadas por la deforestación. En contraste, la proporción de las emisiones de CO2 en las emisiones totales de GEI de LAC (26%) es mucho menor que a nivel mundial (59%). El resto de las emisiones de LAC (alrededor del 28% comparado con un 23% para el mundo en su totalidad) son otros GEI generados principalmente por el sector agropecuario—70% en el caso de LAC versus el 55% para el planeta—pero también como resultado de la eliminación de residuos y de las actividades industriales y extractivas (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 30). Estos primeros rasgos básicos de las emisiones de LAC tienen un gran número de implicaciones generales en cuanto a la identificación de los desafíos principales para explorar el potencial de mitigación de la región. Primero, está claro que LAC tiene un enorme potencial de mitigación asociado a la reducción de las emisiones provenientes del cambio en el uso de la tierra, lo que implica explotar en detalle el potencial para evitar la deforestación e implementar proyectos de forestación y reforestación. En segundo lugar, sería crítico mantener y reducir la baja tasa de emisiones energéticas, incluyendo las emisiones de la generación de energía, el transporte, las actividades industriales y comerciales y de los edificios residenciales. De especial preocupación es la nueva tendencia hacia el aumento de la intensidad del carbono en el suministro de energía, debido al cambio desde la hidroelectricidad hacia el gas natural y el carbón, una tendencia que es exacerbada en futuras proyecciones del sector. Como forma de al menos mantener la baja tasa de emisiones respecto a energía, que era relativamente baja, la región debería invertir más en eficiencia energética, en un transporte más limpio y en energías renovables (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, pp. 30-31). Se deben buscar sinergias en el área de las inversiones públicas. Programas masivos de inversiones públicas en infraestructura deberán formar parte del estímulo fiscal necesario para enfrentar la crisis económica global, especialmente en las economías emergentes con elevados niveles de ahorro. Si su diseño y ejecución son los correctos, estos programas pueden generar dinámicas y resultados ventajosos tanto para fomentar la recuperación económica como para estimular el crecimiento en áreas que minimicen o mitiguen el efecto del cambio climático. Por otra parte, los países que sean capaces de avanzar, durante la recesión económica, en la transición de una economía con altas emisiones de carbono a una de bajas emisiones, podrán desarrollar más ventajas competitivas para promover el crecimiento a largo plazo una vez que la actual coyuntura económica sea superada. Esto significa que la actual crisis financiera de hecho puede crear una oportunidad única para acordar un nuevo compromiso para el siglo XXI centrado en un crecimiento con bajas emisiones de carbono. Una ‘recuperación verde’, es decir, una interacción entre creación de empleos, reanudación del crecimiento e inversiones públicas y medidas de políticas orientadas a un desarrollo con menores emisiones de carbono, es la única elección razonable para LAC en esta encrucijada (Tuck y de la Torre, p. 6). La siguiente sección plantea políticas específicas de mitigación y adaptación en el ámbito urbano para la gestión de agua y saneamiento, residuos, energía, naturaleza urbana, desarrollo del medio ambiente construido y movilidad

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9. Proponer políticas de mitigación y adaptación en el ámbito urbano Uno de los retos centrales que plantea en disturbio climático es el de reconocer y desarrollar a la ciudad como instrumento de reducción de emisiones y consumos de recursos naturales e infraestructura, y como instrumento didáctico para aprender a vivir en forma sustentable. Las metas más rigurosas de mitigación consideradas por el IPCC requerirían la estabilización de las concentraciones de GEI dentro de un rango de 445 a 535 ppm CO2. Los aumentos de temperatura probables asociados con estas metas están entre 2°C y 2,8°C con respecto a niveles pre-industriales. Para alcanzar estas metas, las emisiones globales tendrían que llegar a un pico para el 2020 como máximo. Para el 2050 tendrían que bajar entre un 30% y un 85% en cuanto al nivel del año 2000. Se estima que los costos de alcanzar estas metas, basados en 15 modelos climáticos considerados por el IPCC, correspondan a una reducción de hasta un 3% del PBI global en el 2030 y de hasta un 5,5% del PBI para el 2050. Un grupo alternativo de metas consideradas por el IPCC implicaría establecer concentraciones de GEI a niveles de entre 535 ppm CO2. El costo de lograr estas metas sería menor al que correspondería a las metas más rigurosas antes mencionadas—hasta un 2,5% del PBI global para el 2030 y un 4% para el 2050—pero los aumentos previstos de temperaturas serían un poco mayores—entre 2.8° C y 3.2° C. Sin embargo, hay que tener en cuenta que dadas las muchas incertidumbres involucradas, niveles mucho más altos de calentamiento global aún serían posibles incluso si las metas mencionadas arriba fueran alcanzadas (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 24). Las ciudades son grandes consumidoras de energía y grandes productoras de GEI, además de propiciar la producción de GEI en otros usos de suelo—agricultura, pastoreo, pesca, bosques—que son parte de su huella ecológica. Es por eso que proponer políticas de mitigación y adaptación en el ámbito urbano es clave. Estas deberían abarcar mínimamente las áreas de espacio construido, transporte, energía, agua y residuos. A pesar de que la región de LAC es responsable únicamente del 5% de las emisiones globales de bióxido de carbono, es muy vulnerable ante los efectos del cambio climático. Hasta el momento, los esfuerzos en la región se han focalizado en la mitigación del cambio climático. A pesar de que no existen grandes avances al respecto, la adaptación ha pasado prácticamente inadvertida. No obstante, la adaptación resulta meas importante debido a la gran vulnerabilidad de la región ante los efectos del cambio climático y al relativo bajo impacto de las medidas de mitigación. Es preciso que las ciudades en LAC tomen decisiones y desarrollen políticas públicas de adaptación y mitigación al cambio climático que contemplen la participación de las comunidades, los tomadores de decisión y el sector privado. La interacción de los actores es importante para decidir la cantidad y el tipo de recursos que se asignarán a la mitigación y adaptación, a fin de poder elaborar estrategias de respuesta que sean efectivamente implementadas en las ciudades.4 Espacio Construido Las ciudades como entidades que emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI), están en la primera fila de contribuyentes significantes al cambio climático. Ellas también son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, convirtiéndose de esta manera en los puntos donde los procesos de adaptación hacia este son más necesarios y las 4 Richard Plunz y Maria Paola Sutto (ed), 2008, Urban Climate Change Crossroads.

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prácticas de mitigación pueden ser más factibles y efectivas. La vulnerabilidad al cambio climático es especialmente alta en mega ciudades y en ciudades intermedias de rápido crecimiento y que se encuentran en el umbral de la posibilidad de su propia insostenibilidad. En la década que acaba de terminar, la humanidad cruzó por primera vez en su historia un umbral de localización de su población total. En el año 20065 más del cincuenta por ciento de la población mundial vivía en áreas urbanas, pasando por primera vez a ser mayoría. Y las proyecciones durante los próximos cincuenta años hablan de que casi la totalidad del 100 por ciento del crecimiento poblacional se dará en áreas urbanas6 (incluso hay estudios que consideran que la población rural retrocederá a niveles anteriores a los actuales). De todas las regiones del mundo en desarrollo, LAC es la que cuenta con mayores índices de urbanización.7 El aumento de la población urbana se debe generalmente a tres factores: la migración desde áreas rurales hacia áreas urbanas, la expansión geográfica de las ciudades que incluye anexiones, conurbanciones (y de este modo zonas que antes eran clasificadas bajo el rótulo de áreas rurales pasan a ser parte de centros urbanos), y finalmente por el incremento natural de la población urbana.8 Pero también LAC tiene los mayores indicadores internacionales de exclusión social y desigualdad.9 Coincidencialmente las áreas más afectadas por los efectos en el cambio de temperaturas y en el cambio de régimen de lluvias son áreas de asentamientos precarios ocupadas por poblaciones carentes de recursos y que rodean las grandes ciudades.10 El desplazamiento geográfico de la población de áreas rurales hacia las áreas urbanas genera concentración de población y en consecuencia concentración de actividades. La expansión de las ciudades tiene como resultado el uso urbano de áreas con vocación diferente y que anteriormente funcionaban como zonas de amortiguación ambiental (por ej. bosques como fuentes de absorción de CO2). Estas áreas más el incremento natural de la población urbana generan una mayor demanda por recursos naturales y energía, así como la producción y expulsión de residuos sólidos e industriales, teniendo un impacto directo en el medio ambiente que rodea las ciudades y por ende en el clima mismo. La escala de consumo de las ciudades está determinada por la infraestructura y la forma en que ésta es usada para la producción y el consumo. Las mayores fuentes de emisiones ligadas al desarrollo urbano son las que están directamente relacionadas con la generación de energía por medio de combustibles fósiles para el transporte, la industria, el uso de los edificios, la urbanización y construcción y la generación de energía. El parque automotor y la infraestructura construida para la movilidad urbana son grandes generadores de calor. La concentración del parque automotor en ciertas zonas de la ciudad incluso tiene efectos físicos en el clima y hay ciudades donde los microclimas de ciertas zonas como el centro o los distritos

5 Berry, Brian J.L. Approaches to Urban Policymaking: A Framework. En International Handbook of Urban Policy, editado por: Geyer, Manie. Págs. 3 – 9. 6 Cohen, Barney. Urbanization in developing countries: Current trends, future projections, and key challenges for sustainability. Committee on Population, National Research Council. 7 ONU Hábitat. Iniciativa Ciudades y Cambio Climático. Página web: http://www.onuhabitat.org/index.php?option=com_content&view=article&id=94&Itemid=23 8 Clark, William A. V. Human mobility in a globalizing world: Urban development trends and policy implications. En International Handbook of Urban Policy, editado por: Geyer, Manie. Págs. 79 – 106. 9 ONU Hábitat. Op. Cit. 10 Íbid.

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de negocios y zonas industriales están alrededor de un grado más caliente que otras zonas de la ciudad. Por su parte la infraestructura construida genera altos índices de superficies que reflejan el calor al ambiente que los rodea, como por ejemplo los pavimentos o el concreto con que están construidos las plazas y andenes. De esta manera, las ciudades son afectadas por un efecto urbano denominado Isla de Calor, consistente en la acumulación de calor por la masa de concreto y demás materiales absorbentes del calor, y la dificultad de disipar dicho calor durante las horas nocturnas. Las operaciones diarias de las edificaciones y la construcción de edificios son dos actividades que aportan de manera desproporcionada emisiones de gases de GEI y que generan altos impactos en el medio ambiente en términos de generación de temperatura y desechos (tan solo las viviendas y oficinas usan el 40% del total de energéticos).11 El alto consumo energético y la ineficiencia del uso de la energía se ven reflejadas en los dos mayores consumidores energéticos de la construcción: la climatización y la iluminación. La búsqueda de edificaciones microclimatizadas en LAC es especialmente alta en ciudades de climas tropicales y en ciudades que están localizadas en las zonas templadas con estaciones. La iluminación de las edificaciones y de las ciudades en general generan una microatmósfera de luz visible a varios kilómetros fuera de las ciudades. La Figura 17, Emisiones CO2 de Edificaciones, 1970-2000-2030, muetsra el marcado despunte potencial de emisiones producto de las edificaciones en LAC y otras regiones del mundo a partir del 2000. En la actualidad existe una tendencia a construir edificios ‘verdes’ (llamado también construcciones sostenibles o bioconstrucción), consistente en usar diseños, prácticas de construcción, orientación de las edificaciones e infraestructura en concordancia con las condiciones climáticas del lugar de emplazamiento, uso de materiales ecológicos, nuevas tecnologías, reciclaje, reutilización y generación de energía propia, y estándares de sostenibilidad que reducen dramáticamente el uso de energía en las edificaciones. En LAC esta práctica apenas está comenzando, en algunos casos para los edificios de oficinas y conglomerados comerciales que se están construyendo. Pero el elevado costo de los materiales o la carencia del conocimiento profesional requerido para la implementación de estas tecnologías hace que las edificaciones de bajo presupuesto, así como las edificaciones construidas anteriormente a la aparición de esta práctica, se encuentren fuera del alcance de la misma. Para esto, algunos expertos recomiendan la adopción de tecnologías y técnicas de bajo costo como los techos de enfriamento, consistentes en pintar la cubierta de las edificaciones de blanco o usar materiales reflectivos para aislar el calor. El incremento de temperatura y el cambio en los regímenes de lluvias generan un número de consecuencias que afectan directamente a las ciudades. En los cinturones de miseria que rodean las ciudades en LAC existe el riesgo permanente de inundaciones (en rellenos artificiales de humedales y cuerpos de agua) y deslizamientos (en zonas de ladera). En las zonas aledañas a ríos y quebradas, donde en ciudades en LAC se han levantado barrios residenciales completos, existe la posibilidad de inundaciones y crecimientos de las corrientes, con sus respectivos costos económicos (recuperación económica) y en salud (epidemias causadas por aguas estancadas).

11 Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente – PNUMA. PNUMA resalta importancia de la arquitectura de edificios en combate al cambio climático. 29 de Marzo de 2007. Página web: http://www.un.org/spanish/News/fullstorynews.asp?NewsID=9136

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El 80% de la población mundial vive a menos de 50 kilómetros de las costas,12 y en LAC grandes proporciones de la población viven dentro de este rango.13 Existe un gran riesgo en las ciudades ubicadas en las costas por el incremento en los regímenes de lluvias e inundaciones y por el riesgo del incremento del nivel del mar. De acuerdo con el IPCC, en todos los escenarios proyectados, más de 100 millones de personas en el mundo serán afectadas por inundaciones anualmente, en el caso de un incremento de 40 cm en el nivel del agua.14 Las ciudades compactas son más eficientes que el modelo disperso de ciudad, dado que el menor uso del suelo tiene como resultado un mayor equilibrio con los ecosistemas y estructuras ecológicas dentro y fuera de la ciudad.15 En LAC los patrones de urbanización tradicional contemplan densidades altas y usos mixtos, prácticas que actualmente se están perdiendo en algunas ciudades debido a la proliferación de la suburbanización pero que sería clave mantener e incentivar dentro de programas de mitigación y adaptación al disturbio climático. Las condiciones y efectos negativos de la suburbanización en LAC son significativos (ver discusión en Irazábal, 2009). Es entonces importante revisar los planes de ordenamiento territorial, la zonificación y otras regulaciones existentes para que preserven e incentiven ciudades de densidades altas y usos mixtos que favorezcan la movilidad multimodal y el diseño urbano y edificatorio ecológico. Las políticas públicas deben ir encaminadas a la adaptación de las ciudades al cambio climático y a la mitigación de posibles efectos a través de la introducción de sistemas avanzados de alerta de desastres, creación de conciencia pública y construcción de capacidad institucional que facilite la acción colectiva, así como de sistemas económicos que permitan acceso a alternativas, planes de contingencia, manejo de riesgos e inversión y financiación de infraestructura física16 (medios alternativos de generación de energía, barracas, diques, sistemas de alcantarillado y tratamiento de aguas y residuos, etc.). Tanto la mitigación como la adaptación requieren cambios importantes en el estilo de vida en las ciudades y un cambio en la infraestructura existente. Es importante también que las administraciones locales tomen decisiones en cuanto a la implementción de incentivos y desincentivos, por ej., cobrar impuestos y multas a los mayores emisores de gases de efecto invernadero que desincentiven la producción de contaminación y el uso de combustibles fósiles. Transporte Los medios de transporte en general son dependientes de combustibles de fuentes fósiles. El petróleo y sus derivados son los encargados de producir el 95% de la energía total usada por

12 La Jornada. UNAM. El cambio climático obliga a reinventar el desarrollo urbano, afirman expertos. 20 de Agosto de 2007. Página web: http://www.jornada.unam.mx/2007/08/20/index.php?section=sociedad&article=040n1soc 13 LAC se caracteriza por ser una región donde las ciudades principales tienen una proporción de la población mayor al 20% y en algunos casos al 25%. Existen grandes concentraciones de mayorías de poblaciones costeras en los países de Centro América, el Caribe, y en el caso de Suramérica en países como Ecuador (Guayaquil), Venezuela (Caracas y Maracaibo), Perú (Lima), Chile (Santiago y Valparaíso), Argentina (Buenos Aires), Uruguay (Montevideo), Brasil (Río de Janeiro y Sao Paulo) y Surinam (Paramaribo). 14 Special Report on Emission Scenarios. IPCC. La Haya, Noviembre de 2000. 15 Por ejemplo la ciudad de Nueva York, siendo la más densa de Estados Unidos, es también al mismo tiempo la más eficiente en términos ambientales. Ver: New York Times. Bloomberg the Bigfoot (In Carbon). 12 de Diciembre de 2009. Página web: http://www.nytimes.com/2009/12/13/nyregion/13about.html 16 IPCC. Scoping for the IPCC 5th Assessment Report. Concept paper for an IPCC Expert Meeting on Human Settlement, Water, Energy and Transport Infrastructure – Mitigation and Adaptation Strategies. Junio de 2009. Página web: http://www.ipcc.ch/scoping_meeting_ar5/doc16.pdf

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los medios de transporte en el mundo17 así como del mismo modo el transporte usa el 70% del consumo total de combustible.18 Los medios de transporte eran los responsables del 23% de las emisiones de GEI en el mundo en 2004.19 Los medios de transporte contribuyen significativamente a aumentar los niveles de precursores de ozono, monóxido de carbono, partículas suspendidas, óxido de nitrógeno, benceno, y en algunos países de LAC, concentraciones de plomo. La polución causada por los medios de transporte es asociada a problemas de salud, especialmente en sectores de la población vulnerables como niños y ancianos. Esto conlleva a un aumento en la tasa de mortalidad y morbilidad, así como de las enfermedades respiratorias que no son producidas por alergias, enfermedades relacionadas con deficiencias cardiovasculares, cáncer y defectos de nacimiento. Uno de los mayores problemas que trae el cambio climático es que las altas temperaturas también significan una mayor contaminación, en especial el efecto del smog fotoquímico, un fenómeno donde el aire se contamina por ozono a través de reacciones fotoquímicas y de otros compuestos (cuando esto sucede se observa en las grandes ciudades una atmósfera de color rojizo). Dado que el ozono es tóxico y un compuesto oxidante, puede provocar problemas respiratorios a los habitantes que se exponen de manera prolongada a este. Dependiendo de la fuente, las ciudades más contaminadas de LAC son Santiago de Chile, Bogotá D.C. y México D.F.20 También están altamente contaminadas otras ciudades como Caracas, Quito y Río de Janeiro. Por otro lado las ciudades capitales menos contaminadas son Buenos Aires y San Juan de Puerto Rico. En LAC estos listados son especialmente difíciles de realizarse ya que únicamente México D.F., Santiago de Chile y Sao Paulo cuentan con programas permanentes de vigilancia de la calidad del aire.21 En la mayoría de países de LAC el diesel, que es el combustible con el que se moviliza el transporte de carga y la gran mayoría del transporte público, contiene más de 50 partes de azufre por millón (alcanzando en algunos lugares 5 mil partes por millón), límite de partículas nocivas permitidas por la Organización Mundial de la Salud. Únicamente ciudades como Bogotá D.C., Santiago de Chile, México D.F., Sao Paulo y Buenos Aires cumplen con dicho estándar.22 Las ciudades de LAC cuentan con tasas de motorización relativamente discretas en comparación con los países desarrollados (los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, tenían una tasa de 56,1 automóviles por cada 100 habitantes en 1993).23 Para el 2001, Bogotá D.C. tenía 14,1 automóviles por cada 100 habitantes, Lima

17 Intergovernmental Panel on Climate Change – IPCC. Working Group III. Fourth Assessment Report, Chapter 5, Transport and Its Infrastructure. 2007. Pág. 325. 18 National Transportation Policy Project. Performance Driven: A New Vision for U.S. Transportation Policy. Chapter IV National Goals. 2009. Pág. 55. 19 Scoping for the IPCC 5th Assessment Report. Group III Co-Chairs. 2009. Pág. 2. 20 En ese orden de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud;. Para la Organización Mundial de la Salud las más contaminadas son México D.F. y Sao Paulo. 21 El Espectador, Bogotá D.C., 11 de Enero de 2005. Página web: www.elespectador.com/medio-ambiente/nota1.htm 22 Empresa Colombiana de Petróleos – Ecopetrol. Diesel más limpio para Colombia, 23 de Diciembre de 2009. Página web: http://www.ecopetrol.com.co/contenido.aspx?conID=41907&catID=148 23 Ramírez Torrejón, Pablo. En América Latina el sector transporte urbano ha estado tradicionalmente descuidado. 2007. Página web: http://atinachile.bligoo.com/content/view/23321/En-America-Latina-el-sector-del-transporte-urbano-ha-estado-tradicionalmente-descuidado.html

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9,3, México D.F. 20, Santiago 14,8 y Sao Paulo 38,824 (acercándose a la tasa de los países desarrollados). A pesar de esto las velocidades de circulación están disminuyendo, los tiempos de viaje están creciendo rápidamente y la infraestructura es insuficiente y se encuentra cada vez más congestionada. Esto hace que las concentraciones de emisiones sean aún más nocivas para la salud humana y para el medio ambiente. En LAC aproximadamente el 64% de la población se moviliza en transporte colectivo, bicicleta o de modo peatonal (caminar es el modo de transporte del 20 al 40% del total de los viajes en muchas ciudades),25 muy por encima que los porcentajes de los países desarrollados (Norteamérica 14% y Europa 50%), pero a menor nivel del de otras regiones en desarrollo (África 67% y Asia 68%). Sin embargo, la región tiene uno de los mayores indicadores de emisiones por hectárea (9,3 toneladas), únicamente superado por Asia, y de emisiones por habitante (118 kilogramos), superado por África y Norteamérica.26 El cambio climático produce efectos devastadores para los diferentes sistemas de transporte. El aumento de temperaturas y el cambio de las temporadas de lluvias producen una mayor cantidad de derrumbes e inundaciones que dañan la infraestructura vial y dificultan o paralizan el tráfico, y se hace más habitual el cierre de aeropuertos y la aparición de condiciones climáticas no aptas para la aviación. El incremento en las temporadas de verano tienen como resultado sequías que afectan la navegación fluvial y el cambio en el comportamiento de los vientos produce la frecuente aparición de tormentas tropicales que afectan la navegación marítima, aumentando al mismo tiempo las posibilidades de catástrofes. El aumento de temperaturas y el cambio de los regímenes de precipitación tienen al mismo tiempo efectos directos en la economía de los países y de las ciudades. La posibilidad de inundación de la infraestructura o derrumbes hace que sea necesario elaborar costosos planes de mitigación que anteriormente no fueron incluidos dentro del presupuesto nacional, o que se requiera una relocalización de las vías programadas con su respectivo costo. Esto puede terminar causando represión en los despachos de mercancía y de pasajeros conllevando a un aumento en los fletes y costos de transacción y finalmente a la disminución de la competitividad de países y ciudades. Las políticas públicas de algunos países de la región se han concentrado específicamente en reducir las emisiones de GEI a través de incentivar cambios tecnológicos, traducidos en motores más eficientes y especialmente en mejorar la calidad y tipo de combustible (i.e. disminuir la cantidad de azufre en la gasolina o incentivar el cambio a combustibles más limpios como el biodiesel o el gas natural). Estas políticas sin embargo tienen un alcance limitado debido a que el incremento en distancias recorridas tanto por pasajeros como por carga sobrepasa rápidamente cualquier mejora tecnológica en los vehículos así como en la eficiencia del combustible.27 Es por esta razón que las políticas públicas en LAC, además de continuar buscando motores más eficientes y combustibles más limpios, se deben concentrar en medidas de impacto más eficientes como promover mediante beneficios tributarios la renovación del

24 Figeroa, Oscar. Políticas de desarrollo y políticas de transporte urbano. Coherencias y contradicciones. Editado por Carrión, Fernando. La ciudad construida. Urbanismos en América Latina. 2001. Quito, FLACSO; y Simioni, Daniela (Compiladora). Contaminación atmosférica y conciencia ciudadana. 2003. Santiago, CEPAL. 25 World Business Council for Sustainable Development. Mobility 2001: World Mobility at the End of the Twenieth Century, and its Sustainability. 2002. 26 Lupano, Jorge A. y Sánchez, Ricardo J. Políticas de movilidad urbana e infraestructura de transporte. Santiago de Chile, 2009. CEPAL y France Coopération. 27 Urban Climate Change Crossroads. Editado por Plunz, Richard and Sutto, Maria Paola. Capítulo 3: Five Health Concerns. Menne, Bettina. 2008. Págs. 22 – 23.

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parque automotor, la incursión de vehículos híbridos e impulsados por energía eléctrica, pero principalmente deben buscar desincentivar el uso del transporte particular a través de medidas como el cobro de tarifas por ingresar a ciertos sitos de la ciudad (centros y distritos de negocios) y por usar vías rápidas, imponer y aumentar tarifas de estacionamiento y prohibir el uso del espacio público por parte de vehículos privados, restringir el uso de porciones del parque automotor durante días de la semana en horas de alta congestión (medidas “pico y placa”), etc. Del mismo modo y en contraposición, las políticas públicas deben incentivar el uso del transporte público, la inversión en infraestructura especializada para transporte público (vías exclusivas, estaciones de intercambio multimodal, buses ecológicos y eficientes, etc.) y para sistemas alternativos (vías exclusivas para bicicletas, ampliación de los espacios peatonales y peatonalización de puntos comerciales e históricos de las ciudades). El incremento y mejoras del trasporte público y de la infraestructura e incentivos para el peatón y el ciclista, junto con programas de concientización ciudadana para la promoción de modos de movilidad alternativos y de respeto al peatón y al ciclista constituyen pilares centrales de la nueva planificación urbana necesaria para el cambio de modelo de desarrollo urbano que mitigue el recalentamiento global y se adapte a las condiciones del nuevo mundo afectado por el cambio climático. Para ilustrar ejemplos de los resultados de incentivar el uso del transporte público y de transportes alternativos, si el número de pasajeros de los sistemas de transporte masivo en una ciudad típica en LAC se incrementara entre 0 a 5%, las emisiones de gases de efecto invernadero disminuirían en un 3,9% a un costo de 66 US$ por tonelada de dióxido de carbono (CO2). Si se incrementara entre 5 y 10%, disminuiría en 8,6% a un costo de 59 dólares. Por su parte, si el modo peatonal aumentara su participación entre un 20 a un 25%, la emisión de GEI se disminuiría en 6.9% a un costo de 17 dólares por tonelada de CO2. Si el uso de las bicicletas como medio de transporte se incrementara entre el 1 al 10%, los GEI se disminuirían en 8,4% a un costo de 14 dólares. En resumen, el paquete completo (transporte masivo, modo peatonal y uso de bicicleta) reduciría la emisión de GEI en un 25,1% a un costo de 30 dólares por tonelada de CO2.

28 En LAC se necesitan más estudios comparativos de movilidad urbana, para comprender major los siguientes asuntos y su desarrollo temporal y relativo (en relación a la ubicación geográfica de las ciudades y sus contextos politicos, socio-económicos y culturales dentro de la región): •¿Qué distribución modal se utiliza? •Combustible –¿Qué tipo se usa? –¿Cómo se produce? –¿Cuánto se consume? •¿Cuánto se contamina? •¿Cuánto duran los viajes? •¿Cuáles son las ineficiencias y deficiencias de los sistemas de movilidad? Retos en infraestructura y demanda de movilidad •Es necesario regular el uso del suelo de manera que el transporte colectivo sea viable especialmente en áreas de periferia

28 Intergovernmental Panel on Climate Change – IPCC. Op. Cit. Pág. 327. Wright, L. and Fulton, L. 2005: Climate Change Mitigation and Transport in Developing Nations. Transport Reviews, 26(6), Págs. 691 – 717.

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•Superar el déficit notorio de vialidad, especialmente la falta de vías exclusivas para transporte público •Priorizar la inversión en infraestructura utilizada por transporte colectivo sobre la infraestructura utilizada por vehículos particulares •Aumentar impuestos a los vehículos particulares y a la utilización de combustibles contaminantes y utilizar esos recursos para mejorar la infraestructura de transporte colectivo •Mejorar el mantenimiento, la conservación y la rehabilitación de obras físicas y equipos •Ampliar la infraestructura existente, con énfasis en el transporte público •Fortalecer institucionalmente el sector transporte, incluyendo capacitación de los operarios y desarrollo de los recursos humanos •Lograr que la oferta de transporte público comprenda la totalidad de los sectores urbanos que componen la ciudad, específicamente sectores donde grupos poblacionales de bajos ingresos están localizados Retos en accesibilidad y distribución modal •Promover la partición modal del transporte colectivo para hacer más eficientes los destinos •Construir puntos intermodales tales como estaciones y terminales donde la población pueda pasar de un medio de transporte público a otro sin diferencia tarifaria •Coordinar las políticas de movilidad y asignar límites claros a los niveles jurisdiccionales (nacional, regional, local) •Coordinar las políticas públicas de transporte con respecto al planeamiento urbano general •Actualizar la tecnología de los operadores públicos de transporte •Integrar operadores públicos y privados en un solo sistema integrado de transporte masivo dentro de la ciudad, incluyendo diferentes sistemas (automotor, férreo, bicicleta, taxis) •Subsidiar el valor de los pasajes del transporte público, así como de segmentos de la población como estudiantes y ancianos Retos en relación a viajes •Es necesario mejorar la infraestructura para disminuir el tiempo de viajes de la población entre los centros de producción, centros de consumo y las zonas residenciales •Promover el mayor uso de transporte colectivo para disminuir la cantidad de viajes que se realizan •Desincentivar el uso del automóvil particular •Intervenir la urbanización desordenada y mediante la planeación urbana hacer más eficientes la longitud y el recorrido de los viajes que se realizan entre los centros y la periferia de las ciudades •Racionalizar y organizar las rutas de transporte para lograr un desplazamiento de pasajeros más eficiente •Renovar la flota de vehículos de transporte público, en especial aquella que es obsoleta para las necesidades de la población Reto en relación al combustible •Promover a partir de políticas públicas el uso de vehículos impulsados por combustibles limpios como el gas •Promover, mediante beneficios tributarios, la adquisición de automóviles híbridos e impulsados por energía eléctrica •Mejorar la calidad de los combustibles, específicamente disminuir el nivel de azufre en el diesel hasta estándares internacionales (menos de 50 partes por millón)

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•Utilizar mezclas de combustibles tradicionales con combustibles limpios que disminuyan la contaminación, por ejemplo gasolina y etanol Retos en relación a la contaminación •Es necesario tratar los problemas de contaminación por fuentes móviles en las grandes urbes como problemas de salud pública porque afectan directa y definitivamente los sistemas respiratorios y cardiovasculares de la población, en particular niños y ancianos, ocasionando enfermedades •Disminuir los niveles de emisión de los principales contaminantes del aire (CO, PST, PM10, HC, Nox y Ozono) •Construir infraestructura para la utilización de medios de transporte alternativos como la bicicleta •Promover, mediante beneficios tributarios y ayudas gubernamentales, la renovación del parque automotor, así como la chatarrización de vehículos viejos •Promover el uso del transporte colectivo, así como aplicar medidas de restricción del uso de vehículos particulares en algunos días de la semana •Implementar medidas de tarificación vial y cobro del uso del espacio público en algunos corredores rápidos, así como en algunas zonas donde la congestión es mayor, como los centros de las ciudades Energía De acuerdo con un reporte del IPCC, el mayor crecimiento en las emisiones mundiales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) entre 1970 y 2004 provino del sector de suministro energético (un incremento de 145%). Y existen proyecciones que indican que las emisiones de CO2 entre los años 2000 y 2030 provenientes del uso energético crecerán de un 40% a un 110%.29 En este sentido, la producción de energía eléctrica es donde se producen más emisión de GEI. Respecto a la región de LAC, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) predice que las emisiones per cápita relacionadas con la energía en esta región crecerán un 10% entre los años 2005 y 2015, y un 33% durante el período 2005-2030. Estas proyecciones son mucho más bajas que aquellas hechas para otros países en desarrollo. Sin embargo, se pronostica que las emisiones de LAC crecerán más que el promedio mundial después de 2015.30 El IPCC da cuenta de tecnologías y practicas de mitigación que ya se encuentran disponibles actualmente y que serían de gran utilidad para las ciudades en LAC en sus esfuerzos por mitigar el cambio climático. Destacan las mejoras en la eficiencia del suministro y la distribución de energía, el cambio de combustible de carbón a gas, el desarrollo de la energía nuclear, el uso de calor y energías renovables como la energía hidroeléctrica, solar, eólica, geotérmica y la bioenergía, y la aplicación de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (especialmente útil, por ejemplo, para almacenar el carbono eliminado del gas natural). El papel de las ciudades es fundamental, aunque tiene restricciones políticas y geográficas significativas. En la mayoría de los países, las ciudades tienen pocas herramientas políticas o financieras para presionar a favor de cambios significativos en la producción y distribución de 29 IPCC, 2007: Summary for Policymakers. In: Climate Change 2007: Mitigation. Contribution of Working Group III to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [B. Metz, O.R. Davidson, P.R. Bosch, R. Dave, L.A. Meyer (eds)], Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA. 30 Augusto de la Torre, Pablo Fajnzylber y John Nash, 2009: Desarrollo con menos carbono: Respuestas Latinoamericanas al Desafío del Cambio Climático, Banco Mundial, Washington DC, USA.

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energía. La dependencia de la región de LAC en el petróleo es también una gran limitación. La región latinoamericana cuenta con el 10% de las reservas probadas de petróleo del mundo, siendo los países que más aportan Venezuela, México, Brasil, Colombia, Argentina y Ecuador. Respecto al gas natural, países como Brasil, Bolivia, Perú, Argentina y Venezuela cuentan con reservas importantes, siendo Trinidad y Tobago y Bolivia los mayores exportadores de la región. En general, avanzar hacia el mejoramiento de la eficiencia energética aparece como la ruta más segura para mitigar los efectos del cambio climático en la región. Además, de acuerdo con el IPCC, resulta más rentable invertir en el perfeccionamiento de la eficiencia energética de uso final que aumentar el suministro de energía a fin de satisfacer la demanda de servicios energéticos. Mejorar esa eficiencia permitirá reducir la demanda de energía a corto plazo, demorar la construcción de una mayor capacidad de generación eléctrica, aumentar la competencia reduciendo los costos de producción, y reducir el consumo de combustibles fósiles y la emisión de contaminantes locales. El perfeccionamiento de la eficiencia energética tiene un efecto positivo en la seguridad energética, la eliminación local y regional de la contaminación del aire y la creación de empleos. Una opción más para las ciudades es incentivar el uso de la energía renovable. Según el IPCC, la energía renovable tiene un efecto positivo sobre la seguridad energética, el empleo y la calidad del aire. Sus cifras establecen que debido a los costos relativos de otras opciones de suministro, la energía renovable puede abarcar de un 30% a un 35% del total del suministro de electricidad en el año 2030. El aumento en los precios de los combustibles fósiles fomenta la competitividad de las alternativas con bajo contenido de carbono. En la actualidad existen alternativas como arenas petrolíferas, esquistos, crudos pesados y combustibles sintéticos del carbón y gas que podrían reemplazar a los recursos petroleros tradicionales en el mediano y largo plazo debido a sus altos precios. Esto podría provocar un aumento en las emisiones de GEI, a menos que se cuente con tecnología de captura y almacenamiento de carbono en la utilización de biomasa de celulosa. Otra opción asequible es la energía nuclear, sin embargo las normas globales de seguridad, la proliferación de armas y la gestión de desechos, así como la falta de infraestructura y desarrollo en la región son sus principales limitantes. La Figura 18, Comparación de Emisiones 2007 con Escenario de Mitigación 2005-2050 en el mundo, describe la contribución relativa que la adopción y ampliación de diferentes tipos de energía pueden otorgar a la reducción de emisiones de CO2. Este escenario, conocido como el Escenario Azul de la IEA, muestra que es posible la reducción de emisiones. La captura y secuestro de carbono representa un quinto del potencial total de mitigación, casi tanto como todos los renovables combinados. Estas son metas que países y ciudades en LAC podrían adaptar a sus propias realidades y capacidades. En forma similar, la Figura 19, Potencial de Eficiencia Energética Para Contrarrestar el Crecimiento de la Demanda Energética en Estados Unidos—2007-2030, muestra las maneras posibles de suplir la creciente demanda en ese período con la adopción de diferentes tecnologías de eficiencia energética en los sectores de edificación, industria, y transporte. En las siguientes 2 décadas, las potenciales ganancias en eficiencia energética podrían ayudar a este país a sostener una economía sustentable que use la misma cantidad de energía o menos que la que usa actualmente (Blockstein, Wiegman and Saundry, 2009). Este es un modelo esperanzador para LAC, donde los países y ciudades consumen menos energía actualmente que en Estados Unidos. Este es un escenario que puede servir de ejemplo para que países y ciudades de LAC modelen sus propios escenarios de eficiencia energética para contrarrestar el crecimiento de la demanda. Esto, sin embargo, no debe descuidar los programas para inducir

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la reducción de la demanda de energía. Como parte de las políticas y medidas que las ciudades pueden instrumentar para mitigar los efectos del cambio climático se encuentra la adopción de bombillos de menor consumo eléctrico, la reducción de subsidios a los combustibles de origen fósil, la imposición de impuestos y gravámenes al carbono en combustibles fósiles, la inclusión de tarifas de introducción para las tecnologías de energías renovables y la facilitación de mercados para las mismas, el requerimiento del uso—al menos en porcentajes incrementales—de energías renovables para las empresas y residencias, y apoyos y subsidios para los productores y desarrolladores de dichas energías. Probablemente en ningún otro tema relacionado con el cambio climático sea tan relevante la participación e inclusión de los actores involucrados como en el tema energético. Todas nuestras ciudades dependen de la energía y, hasta el momento, poco se ha hecho para mitigar sus efectos en el cambio climático. Pero para llegar a acuerdos que tengan apoyo y efectividad, es preciso que se empleen métodos de inclusión de todos los actores. La región de Latinoamérica y el Caribe se caracteriza por altos índices de marginación y gran influencia de las compañías en el proceso de toma de decisión. La mayoría de las propuestas de mitigación afectan intereses privados que deben ser puestos a un lado por el bien de la mayoría. Agua y Saneamiento En los grandes centros urbanos de la región de LAC, la falta de un servicio de agua y saneamiento adecuado ha significado tremendos problemas de salud para la población más pobre, además del incremento en la vulnerabilidad a los desastres naturales como derrumbes e inundaciones. Dependiendo de la ciudad, el país y el desarrollo del sístema hídrico de dado lugar, el servicio a la población varía drásticamente. En Mexico, a nivel urbano se tiene una alta cobertura en cuanto a agua potable y saneamiento. 96% de la población urbana tiene acceso a agua entubada (ya sea en vivienda o llave de patio). 91% de la población urbana cuenta con saneamiento (una mejora de 17 punto porcentuales con respecto a las cifra de 74% en 1990). En comparación, en El Salvador, de acuerdo a un estudio de la UNICEF conducido en Junio del 2006, se estimaba que un 63% de la población urbana tendría acceso a conexiones de saneamiento para el 2004, subiendo de 52% en el 1990.31 De las viviendas que cuentan con sistemas de agua funcionando en El Salvador, sólo el 57% reporta estar realizando algún tipo de desinfección.32 Estas cifras demuestran la alta variación que existe al respecto a la oferta y gestión de los recursos y servicios de agua suministrados en LAC. Aún con éstos números, se ha notado que existe también un consumo excesivo de agua que se necesita regular. En ciudades como São Paulo se dice que existe una “cultura de la abundancia,” que prefiere incrementar la oferta en lugar de promover el ahorro y el uso más eficiente de los recursos hídricos.33 Este patrón se repite en varias de las ciudades grandes y más consumidoras de LAC, así como en muchos barrios de mediano y alto nivel económico, un punto importante a considerar al determinar las fuentes versus la demanda y consumo. Retos de oferta y demanda, geográficos y climáticos

31 “ El Salvador – Access to improved sanitation coverage,” Joint Monitoring Programme for Water Supply and Sanitation Coverage Estimates Improved Sanitation - Updated in June 2006 http://www.wssinfo.org/pdf/country/SLV_san.pdf 32 “Diagnostico Sobre la Situación de Agua y Saneamiento en El Salvador,” El Salvador, septiembre del 2001, http://www.rrasca.org/salvador/tres.pdf 33 Mario Osava, “America Latina: Megaciudades derrochan los recursos hídricos,” Tierramérica. Rio de Janeiro, Brasil. < http://ipsnoticias.net/interna.asp?idnews=27340>

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•Estabilización o reducción de la oferta •Crecimiento de la demanda •Disparidad entre el crecimiento de la oferta y la demanda de agua •Desfases geográficos: longitud entre la localización del recurso y los asentamientos urbanos. Lima •Desfases geográficos: altitud. La Paz, Quito •Disturbio climático: sequías, inundaciones, incendios, deshielos Retos de protección del recurso hídrico •Falta de inventarios completos y actualizados de recursos hídricos •Falta de adecuado monitoreo y control del consumo sostenible de agua •Sobreexplotación de acuíferos •Contaminación del agua por aguas residuales, efluentes industriales, escorrentías agrícolas, y residuos sólidos (minería, erosión, etc.) •Contaminación por desarrollo urbano mal planificado •Falta de políticas de protección y gestión bilaterales en el caso de recursos hídricos fronterizos Retos de cobertura y prestación del servicio •Lento ritmo de mejoras, pero: –Esfuerzos para llegar a 100% de cobertura de la población urbana –Coberturas peri-urbanas y rurales más limitadas, pero también mejorando –Inversiones en la construcción de sistemas de agua y saneamiento y tratamiento de aguas residuales •Coberturas en Bolivia y Uruguay Retos tecnológicos •Obsolescencia e ineficiencia infraestructural –La infraestructura es insuficiente, carece de mantenimiento, está en mal estado y necesita reparación o reemplazo. En general, se generan grandes fugas de agua –Los sistemas de saneamiento disponibles no son en todos los casos los más apropiados –Insuficiencia de plantas de tratamiento de aguas sanitarias –Servicio de agua racionado en varios países y ciudades •Algunas soluciones de ingeniería han sido controversiales, tales como las represas y desvíos de causes hídricos •Falta de inversión en infraestructura y nuevas tecnologías Retos en asentamientos informales •Falta de integración del sistema de agua y saneamiento en el trazado original del asentamiento •Trazado irregular y/o topografía abrupta del asentamiento •Falta de acceso para vehículos motores de servicio •Falta de reconocimiento e integración de estos asentamientos en la planificación sistémica de la ciudad •Barreras institucionales que impiden el suministro de servicio a asentamientos considerados “ilegales.” A veces esto es la “excusa” usada para no servirlos •Retos financieros de construcción, operación y mantenimiento

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•Indisposición del sector privado en invertir en proyectos en estos sectores •Políticas neoliberales que dan prioridad al servicio y embellecimiento de áreas urbanas ya privilegiadas •Falta de poder de las comunidades pobres en relación a otros sectores sociales •Falta de recursos económicos o indisposición de algunas comunidades para pagar por los servicios. Conveniencia de accesos ilegales a las redes •Aumento o percepción de aumento de la inseguridad dentro de los asentamientos informales Retos de distribución y equidad •Distribución entre diferentes usos: doméstico, agricultura, industria, etc. –Conflictos entre usos se empiezan a intensificar en la medida en que la escasez del recurso crece –Los que tienen más poder reciben mejor servicio y subsidios •Distribución entre diferentes estratos sociales –Sobre los más pobres recae una doble inequidad: tienen menos acceso y pagan más por los servicios –Donde se han privatizado los servicios, los consumidores han visto subir las tarifas •Disparidad entre cobertura urbana, peri-urbana y rural Retos institucionales y de planificación •Falta de una visión global e integral del manejo de recursos hídricos •Ausencia de estrategias nacionales, regionales y urbanas y su coordinación •Desactualización de marcos legales de regulación •Falta de cumplimiento de normativas y leyes, rendimiento de cuentas, sanciones •Ausencia de institucionalidad apropiada: carencias, duplicidad, descoordinación, fragmentación •Falta de información confiable Retos económico-financieros •Se necesitan grandes inversiones sólo para mantener las coberturas actuales y remodelar la infraestructura existente •Más inversión requerida para construir la nueva infraestructura para alcanzar los ODM •La calidad de las inversiones (políticas y estrategias efectivas) es más importante que la cantidad Retos de adaptación y mitigación •Carencia de planes de adaptación a patrones extremos de sequía, incendios, inundaciones, cambios de temperatura, que urgen: –Reducción del consumo de agua –Racionamiento y control –Priorización estratégica –Gestión inteligente –Desarrollo de tecnologías limpias y económicas –Educación y concientización –Planificación –Monitoreo y evaluación de uso y tendencias, vulnerabilidad e impactos

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Objetivo del Milenio 7—ODM 7 •Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. •Meta 9: Incorporar principios de desarrollo sostenible a las políticas y los programas del país y reversar las pérdidas de los recursos ambientales •Meta 10: Reducir a la mitad, para el 2015, la proporción de las personas sin acceso sostenible a las fuentes de agua seguras y saneamiento básico •Meta 11: Alcanzar para el 2020 una mejora significativa en la vida de por lo menos 100.000.000 de habitantes de asentamientos humanos precarios. Esta es la meta más importante para ONU-HABITAT •Tratar de establecer la sinergia de la Meta 11 con las Metas 9 y 10 •ONU-HABITAT adelanta un proyecto de capacitación del Objetivo 7 de Desarrollo del Milenio, del cual se ha elaborado un manual metodológico Residuos Las ciudades de LAC presentan una falta de organización y recursos al respecto de la gestión de residuos. Usando a México como ejemplo, “la recolección de los desechos sólidos se realiza en 75 de los 152 municipios, sin que haya una cobertura total, ya que alrededor del 35% de los sectores pobres de la población no cuentan con este servicio, en parte debido a las condiciones topográficas de los lugares en los que se ubican y la falta de acceso. Se estima que en las demás ciudades la cobertura no alcanza el 50 por ciento.”34 En general, las ciudades de LAC están produciendo más residuos sin aumentar los esfuerzos de recolección y tratamiento, especialmente en las ciudades crecientes y las zonas periféricas de los centros urbanos. La Gran Área Metropolitana (GAM) de Costa Rica tiene unos de los sistemas más extensivos de las ciudades en LAC. Aunque se ha visto triplicar la cantidad de residuos de la GAM entre los años del 1990 al 2006, se han establecidos varios centros de reciclaje y gestión de residuos sólidos por sectores de la ciudad. El establecimiento de organizaciones como PRESOL (Plan de Residuos Sólidos Costa Rica) hacen esfuerzos para hacer frente a la situación de fuentes y gestión de residuos por medio de la orientación de acciones gubernamentales y privadas a corto, mediano y largo plazo mediante una estrategia uniforme y apropiada a las condiciones de Costa Rica, lo que se espera que permitirá implementar paulatinamente una adecuada gestión integral de los residuos sólidos (GIRS) en el país.35 La organización y coordinación multisectorial y una identificación especifica de los retos y posibilidades alcanzables por cada ciudad de LAC son necesarias para progresar en la gestión sustentable de residuos en la región. Agricultura Urbana En los últimos años, la agricultura urbana y peri-urbana ha despertado el interés creciente de gobiernos, ONGs, centros de investigación y la cooperación internacional. Sin embargo, hasta la fecha no existen muchos estudios sobre las organizaciones sociales de agricultores urbanos. El apoyo político suele ser muy variado. Algunos municipios, como Rosario (Argentina), Montevideo y Brasilia DF (entre 1995 y 1999), preocupados por la superación de la pobreza y comprometidos con la inclusión económica y social de las/os agricultores promueven acciones específicas en el campo de las políticas sociales y la participación ciudadana en establecer y promover los esfuerzos de organizaciones de agricultores urbanos y periurbanos.36

34 Clara Irazábal: Ficha-País: México 35 Clara Irazábal: Ficha-País: Costa Rica 36 Cecilia Castro, <http://www.ipes.org/au/osaup/documentos_en_linea/Pdf/Cap1.pdf>

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La República Dominicana sirve como un ejemplo de un país que ha incluido el desarrollo de agricultura urbana en la agenda de los centros principales urbanos del país. Debido a la presión sobre la tierra para la construcción de viviendas y la alta densidad demográfica, la presencia de la agricultura en los barrios más pobres es, en general, menor que la existente en vecindarios de clase media y alta. La presencia de tierra agrícola aprovechada es relativamente alta en zonas industriales y cerca de instituciones, especialmente en escuelas y en los vecindarios de clase media, generalmente en expansión, que incluyen espacios abiertos usados temporalmente para la agricultura.37 En Chile, República Dominicana y otros países, se reconoce que la agricultura urbana tiene una importante y función en la producción de alimentos, generación de ingresos y capital social, reducción de temperatura por el efecto Isla de Calor y reducción de la huella ecológica. Así, se está llevando a cabo una incorporación más sistemática de la agricultura urbana en la planificación urbana y de utilización de la tierra. Esta función responde directamente al problema fundamental de proveer seguridad alimentaria a las zonas urbanas.38 Esfuerzos de promover y establecer movimientos de agricultura urbana se ven en ciertas ciudades de LAC, sin embargo, más apoyo y conocimiento sobre los beneficios de tales prácticas puede ser de provecho a las ciudades crecientes de LAC, especialmente en los momentos de transición de economías rurales y agrícolas a más urbanas y especializadas. El Programa Municipal de Agricultura Urbana en Santiago ha difundido sus objetivos a través de la radio, televisión, artículos de prensa y talleres. Varios proyectos demostrativos (jardines, reciclaje de desechos y producción de abono orgánico, semilla y viveros) están también siendo implementados con el apoyo de diferentes participantes. De la misma manera que Santiago ha divulgado sus objetivos agrícolas en el sector urbano, otros municipios de LAC pueden seguir el ejemplo al conseguir apoyo público y financiero.

37 Jacquelyne Acevedo Abinader, “Agricultura Urbana y Planificación del Uso de la Tierra en Republica Dominicana,” Centro de Recursos para América Latina y el Caribe en Agricultura y Seguridad Alimentaria (IPES), http://www.ipes.org/images/agriculturaUrbana/documents/revEsp4/AU4%20RepDominicana.pdf 38 Jacquelyne Acevedo Abinader, “Agricultura Urbana y Planificación del Uso de la Tierra en Republica Dominicana,” Centro de Recursos para América Latina y el Caribe en Agricultura y Seguridad Alimentaria (IPES), http://www.ipes.org/images/agriculturaUrbana/documents/revEsp4/AU4%20RepDominicana.pdf

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10. Reconocer y repensar la relación urbano-rural a la luz de los retos urbano-ambientales, reconociendo sus impactos y aportaciones

Como se discutió arriba, por ejemplo, los bosques constituyen la gran reserva de biocapacidad de la región, pero también, en algunos países, las tierras dedicadas al pastoreo y a la agricultura generan gran parte de la huella ecológica. Esto supone que las políticas de mitigación y adaptación en las ciudades de LAC no podrían ser concebidas en forma desvinculada de las estrechas relaciones urbano-rurales implicadas en las dinámicas de producción y consumo de la región. La clave de la búsqueda de un camino de bajo contenido de carbono en LAC se perfila a través de la implementación de políticas y programas para la conservación de sus grandes bosques y el mantenimiento de su matriz energética relativamente limpia (De la Torre, Fajnzylber y Nash, 2009, p. 34). Respecto a los efectos del cambio climático en la naturaleza y los ecosistemas, el impacto ha sido muy negativo. Como apuntamos arriba, de la Torre, Fajnzylber y Nash (2009) destacan cuatro puntos focales: el calentamiento y eventual deterioro de los ecosistemas montañosos de los Andes; la decoloración de los arrecifes de coral y probable colapso del medio ecológico en la cuenca del Caribe; el daño a vastas extensiones de pantanos y sistemas costeros asociados en el Golfo de México; y el riesgo de muerte regresiva de los bosques de la cuenca del Amazonas. De acuerdo con el mismo reporte, los ecosistemas en zonas de alta montaña son de los entornos más sensibles al cambio climático. Respecto al decoloramiento de los arrecifes en la zona del Caribe, el constante aumento de las temperaturas en la superficie del mar ha provocado este tipo de efectos, lo cual afecta de manera importante la diversidad de estos ecosistemas, ya que los arrecifes constituyen el hogar de más del 25% de todas las especies marinas. El caso de los pantanos de la costa del Golfo de México es especialmente relevante pues los modelos de circulación global han identificado a este Golfo como la zona costera más vulnerable a los impactos del cambio climático. La superficie total de los manglares está desapareciendo a un ritmo de 1% a 2.5% por año. Los autores también apuntan que se aprecia una tendencia hacia más frecuentes y/o más fuertes tormentas y desastres naturales climáticos en la región. Estimaciones de su costo a nivel macroeconómico establecen que estos episodios provoca una reducción del 0.6% del PIB real per cápita.39 De las pérdidas naturales más graves en LAC, la pérdida del Amazonas sería la más extensiva con consecuencias graves afectando la población humana y al cauce del Río Amazonas y sus afluentes. La mayoría de esta pérdida, que se estima será de un 20 a un 80%, se debe a un aumento de temperatura en la cuenca del Amazonas de 2 a 3°C siguiendo el patrón del aumento de las temperaturas globales. Inevitablemente, cualquier cambio significativo al ecosistema frágil de la selva amazónica resultará en cambios afectando los patrones climáticos y de biodiversidad en otras regiones del LAC, incluyendo las zonas urbanas. De los diez países con mayor biodiversidad mundial, cinco están en LAC: Brasil, Colombia, Ecuador, México, y Perú. Estos países también son hogares de los Andes, la zona con mayor biodiversidad del mundo. Alrededor del 27% de los mamíferos del mundo viven en LAC, así

39 Augusto de la Torre, Pablo Fajnzylber y John Nash, 2009: Desarrollo con menos carbono: Respuestas Latinoamericanas al Desafío del Cambio Climático, Banco Mundial, Washington DC, USA.

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como también el 34% de su vegetación, 37% de sus reptiles, 47% de sus aves y el 47% de sus anfibios. El 40% de la vegetación del Caribe es única de esta zona.40 Fuera de las pérdidas naturales, se verán afectados los sistemas socio-económicos, sea directamente por medio de las actividades humanas o indirectamente por el impacto en los ecosistemas que proveen servicios económicos significativos. Es de notar que uno de los sectores económicos que se predice sufrirá in impacto mayor y más directo, producto del cambio gradual de la temperatura y las precipitaciones, será la agricultura. Debido a que los efectos del cambio climático ya se encuentran presentes en las ciudades y los países de la región de Latinoamérica y el Caribe es importante enfatizar las políticas de adaptación, además de las de mitigación. De la Torre, Fajnzylber y Nash (2009) remarcan que para que las políticas de adaptación sean efectivas y eficientes es preciso fortalecer la gestión de los recursos naturales, enfocándose especialmente en el manejo de los flujos de agua y en mejorar la capacidad de recuperación de los ecosistemas. La inversión en la construcción de desagüe en zonas con mayor precipitación y la regulación de flujos del agua son fundamentales. Las reservas biológicas y los corredores ecológicos pueden servir también como medidas de adaptación para promover una mayor capacidad de recuperación. Algunos ecosistemas o especies (flora y fauna) pueden requerir ser trasplantados a otras zonas a fin de evitar un deterioro mayor o más acelerado. Al respecto, se pueden desarrollar proyectos de conservación para arrecifes de coral y otros corredores biológicos, incluso los intraurbanos. Una estadística alarmante pronostica que en México se sufrirán fuertes impactos con una pérdida de virtualmente toda la productividad de un 30-80% de la fincas, dependiendo de la gravedad del calentamiento.41 Los efectos agrícolas varían bastante dependiendo de la región en LAC y es imposible determinar un efecto general para el continente entero. El fenómeno que ya se ve aconteciendo en la mayoría de las ciudades del LAC es el crecimiento urbano debido a la emigración rural. Aunque cada país tiene sus condiciones específicas causando el éxodo rural hacia el sector urbano, la pobreza rural se ha causado en parte por los cambios climáticos afectando los patrones agrícolas. Las ciudades principales de Honduras sirven como un buen ejemplo de ciudades creciendo a un nivel rápido por estas razones. “Desde el 2000 al 2010 hubo un aumento de 5,2% y se predice un crecimiento poblacional urbano fijo de ~3% cada cinco años. El crecimiento urbano se debe en gran parte a un éxodo rural hacia las ciudades principales: entre 2000 al 2025 disminuirá la población rural de acuerdo a su crecimiento total en miles de 37.000 anuales a 4.000 hasta llegar a un crecimiento negativo de -13.000 en 2045.”42 Uno de los grandes factores que afectará la agricultura en LAC es el aumento de la desertificación en zonas especialmente susceptibles a los efectos de los cambios climáticos. “Por la disminución en algunas zonas y por exceso de lluvia en otras, se ve afectada la disponibilidad normal del agua que es retenida por la vegetación, la que se evapora desde las diferentes superficies, la que se infiltra para alimentar el subsuelo y los almacenamientos subterráneos y los caudales de diferentes corrientes y cuerpos de agua que proveen la

40 Augusto de la Torre, Pablo Fajnzylber, y John Nash, “Desarrollo con Menos Carbono: Respuestas Latinoamericanas al desafio del Cambio Climatico,” Banco Munidal, 2009.13. 41 Augusto de la Torre, Pablo Fajnzylber, y John Nash, “Desarrollo con Menos Carbono: Respuestas Latinoamericanas al desafio del Cambio Climatico,” Banco Munidal, 2009.15. 42 “Honduras: Indicadores Demográficos de la Población Urbana y Rural,” http://www.eclac.cl/celade/proyecciones/basedatos_BD.htm

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demanda.”43 Este fenómeno tendrá repercusiones en el sector agrícola de países en LAC, pero también en la oferta de fuentes de agua para los consumidores rurales y especialmente los urbanos. En Colombia se reporta aumento en 3.576.068 hectáreas de las zonas con un potencial alto de desertificación (IDEAM 2001). Ocupando el 4º lugar de 9 países con desertificación en América Latina, Colombia tiene 27.300.600 hectáreas susceptibles a desertificación a causa del cambio climático y las áreas en desertificación suman 14.420.000 hectáreas.

43 Cecilia Castro, Alain Santandreu, IPES Promoción del Desarollo Sostenible, “Modelos de gestión y alianzas innovadoras para la incidencia política desarrolladas por Organizaciones Sociales de Agricultores Urbanos y Peri-Urbanos de América Latina y Europa,” Lima, Abril 2006. <http://www.ipes.org/au/osaup/documentos_en_linea/Pdf/Cap1.pdf>

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