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177 JACQUES DUPUIS UN DIOS, PADRE DE JESUCRISTO, PARA LA SALVACIÓN DEL MUNDO En anteriores artículos publicados en Selecciones J. Dupis ha pro- puesto su punto de vista sobre la teología de las religiones. Expuso el sentido último del rol salvífico de Cristo en la historia de la humanidad -unicidad y universalidad «constitutiva» y «relacional»- que permite muchas y distintas «vías» de salvación dentro de un único plan salví- fico (ST 151, 1999, 241-253). Expuso también las bases teológicas del diálogo interreligioso, los retos que dicho diálogo plantea y los frutos que cabe esperar de él (ST 153, 2000, 11-23). Aquí, con oca- sión del año de Dios-Padre, proclamado por Juan Pablo II, aborda el tema de la teología de las religiones desde la perspectiva de la teolo- gía trinitaria del Padre para sacar de ahí consecuencias en orden a la valoración del rol salvífico de las religiones y de la urgencia del diálogo interreligioso. Un Dio Padre di Gesú Cristo per la salvezza del mondo, Rivista di Scienze Religiose 13 (1999) 31-47. En la carta apostólica Tertio Millennio Adveniente, en vista del Jubileo del año 2000, Juan Pablo II ha propuesto una preparación a lo largo de tres años, cada uno de ellos dedicado a una persona de la Santísima Trinidad. El año 1999 corresponde al Padre. El 1999 dilatará los horizontes de los creyentes según la perspecti- va de Cristo: la del «Padre que está en los cielos» (Mt 5,45) por el cual ha sido enviado y al cual ha regresa- do (Jn 16,28).(...) «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verda- dero, y al que has enviado, Jesucris- to» (Jn 17,3). La vida cristiana es una gran peregrinación hacia la casa del Padre, cuyo amor incondi- cional hacia toda criatura humana, y especialmente hacia el «hijo pró- digo» (Lc 15, 11-32), redescubrimos cada día. Esta peregrinación com- promete lo íntimo de la persona, se extiende a la comunidad creyente y llega a toda la humanidad (...) (nº 49). Dos son los compromisos duran- te el tercer año de preparación: la confrontación con el secularismo y el diálogo con las grandes religiones (nº 52). Queremos reflexionar sobre el misterio de la salvación en Je- sucristo ofrecida a toda la huma- nidad por Dios Padre y sobre la fundamentación teológica del diálogo con las grandes religio- nes. 1. Hablamos de Dios, el Padre de Jesucristo. «Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Pa- dre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos, y un solo Señor Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual

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Page 1: UN DIOS, PADRE DE JESUCRISTO, PARA LA SALVACIÓN DEL …menudos separadamente en el cristianismo: el espiritual y el temporal, el transcendente y el humano, el personal y el social,

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JACQUES DUPUIS

UN DIOS, PADRE DE JESUCRISTO, PARA LASALVACIÓN DEL MUNDO

En anteriores artículos publicados en Selecciones J. Dupis ha pro-puesto su punto de vista sobre la teología de las religiones. Expuso elsentido último del rol salvífico de Cristo en la historia de la humanidad-unicidad y universalidad «constitutiva» y «relacional»- que permitemuchas y distintas «vías» de salvación dentro de un único plan salví-fico (ST 151, 1999, 241-253). Expuso también las bases teológicasdel diálogo interreligioso, los retos que dicho diálogo plantea y losfrutos que cabe esperar de él (ST 153, 2000, 11-23). Aquí, con oca-sión del año de Dios-Padre, proclamado por Juan Pablo II, aborda eltema de la teología de las religiones desde la perspectiva de la teolo-gía trinitaria del Padre para sacar de ahí consecuencias en orden a lavaloración del rol salvífico de las religiones y de la urgencia del diálogointerreligioso.

Un Dio Padre di Gesú Cristo per la salvezza del mondo, Rivista diScienze Religiose 13 (1999) 31-47.

En la carta apostólica TertioMillennio Adveniente, en vista delJubileo del año 2000, Juan Pablo IIha propuesto una preparación alo largo de tres años, cada uno deellos dedicado a una persona dela Santísima Trinidad. El año 1999corresponde al Padre.

El 1999 dilatará los horizontesde los creyentes según la perspecti-va de Cristo: la del «Padre que estáen los cielos» (Mt 5,45) por el cualha sido enviado y al cual ha regresa-do (Jn 16,28).(...)

«Esta es la vida eterna: que teconozcan a ti, el único Dios verda-dero, y al que has enviado, Jesucris-to» (Jn 17,3). La vida cristiana esuna gran peregrinación hacia lacasa del Padre, cuyo amor incondi-cional hacia toda criatura humana,y especialmente hacia el «hijo pró-digo» (Lc 15, 11-32), redescubrimoscada día. Esta peregrinación com-

promete lo íntimo de la persona, seextiende a la comunidad creyente yllega a toda la humanidad (...) (nº49).

Dos son los compromisos duran-te el tercer año de preparación: laconfrontación con el secularismo yel diálogo con las grandes religiones(nº 52).

Queremos reflexionar sobreel misterio de la salvación en Je-sucristo ofrecida a toda la huma-nidad por Dios Padre y sobre lafundamentación teológica deldiálogo con las grandes religio-nes.

1. Hablamos de Dios, el Padrede Jesucristo. «Para nosotros nohay más que un solo Dios, el Pa-dre, del cual proceden todas lascosas y para el cual somos, y unsolo Señor Jesucristo, por quienson todas las cosas y por el cual

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somos nosotros» (1Co 8,6). Enel NT la palabra «Dios» designahabitualmente la persona del Pa-dre, como ha indicado K. Rahner.A pesar de que algunos fragmen-tos de otros Evangelios sean to-davía discutidos, el Evangelio deJuan es el primer libro neotesta-mentario que utiliza la palabra«Dios» para referirse a Jesucris-to. No cabe duda de que el Diosdel que habla el Jesús histórico,llamándole Padre, es la primerapersona de la Santísima Trinidad.

El concepto de salvación varíamucho según las diferentes tradi-ciones religiosas.

Aquí entendemos la unióncon Dios en esta vida, por la gra-cia divina, y la visión de Dios en laotra. Dios, el Padre de NuestroSeñor Jesucristo, llama a todoslos hombres -independientemen-te de su tradición religiosa- a serhijos suyos en su único Hijo, porla acción del Espíritu Santo. Lasalvación en Jesucristo, fin de to-dos los hombres, es realidad vivi-da ya en esta vida y llegará a suplenitud en el más allá. Todos loshombres están destinados porDios a este fin, aunque tengan di-ferentes concepciones de salva-ción/liberación.

La noción conjunta de salva-ción/liberación puede aplicarsefácilmente a muchas tradiciones,independientemente de sus res-pectivas concepciones. Tiene quever con la búsqueda y la consecu-ción de la plenitud de la vida, dela autorrealización y de la inte-gración personal. Además, tienela ventaja de combinar aspectoscomplementarios vividos muy amenudos separadamente en el

cristianismo: el espiritual y eltemporal, el transcendente y elhumano, el personal y el social, elescatológico y el histórico.

2. Hablamos de salvación delmundo. Debemos dar razón de lavoluntad de salvación universalpor parte de Dios. Dios quierepositiva y eficazmente la salva-ción de toda la humanidad (1Tm2,4). No se trata de una veleidadcualquiera. Nos preguntamoscómo llega a ser eficaz esta vo-luntad divina en la inmensa mayo-ría de seres humanos, que no co-nocen el nombre de Aquél queDios ha enviado al mundo para lasalvación de todos. Y nos pregun-tamos también qué lugar y quéfunción ocupan las distintas tra-diciones religiosas en el plan divi-no de salvación.

Dios Padre es la fuente y elagente principal de la salvaciónhumana. Su voluntad de salvaciónuniversal se manifiesta en la his-toria por medio de alianzas esta-blecidas con todos los pueblosde la tierra, nunca revocadas. Estavoluntad universal de salvación yestas alianzas con todos los pue-blos culminan en el aconteci-miento de Jesucristo, sacramentouniversal de la voluntad divina desalvación. Dentro del único plandivino que culmina en el aconte-cimiento Cristo, todas las inter-venciones de Dios a lo largo de lahistoria respecto de los hombresy de los pueblos, y todos los «ca-minos» de salvación trazados porÉl para salir a su encuentro, remi-ten a dicho acontecimiento. EnJesucristo Dios ha instaurado suReino en la historia y en el mun-do. Este misterio de salvación,

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realizado definitivamente porDios en Cristo, permanece pre-sente y operante a lo largo detoda la historia humana. Esto no

excluye que las otras tradicionesreligiosas sean verdaderamentevías a través de las cuales Diossalva a los hombres.

UN DIOS DE TODOS LOS HOMBRES Y TODOS LOS PUEBLOS

1. Un Dios que salva. Volvamosal testimonio del Jesús históricosobre Dios y su salvación, trans-mitido por los Evangelios sinópti-cos. Jesús vivió existencialmentecentrado en Dios (Padre) y en suReino. El Reino, instaurado porDios en la vida del Jesús históri-co, era para él «el fin verdadera-mente último» (J. Sobrino). ParaJesús, Dios es el objeto de la fe,aunque ésta se exprese en la es-peranza que la gente pone en él(Mc 2,5; Lc 5,20; Mt 9,2). En Ma-teo, Jesús invita al ser humano adepositar en él la confianza deque sus pecados serán perdona-dos (por Dios). A Jairo, que lepide la curación de su hija, Jesúsle dice: «Solamente ten fe y(Dios) la salvará» (Lc 8,50; Mc5,36). Jesús admira la fe del cen-turión romano que pide la cura-ción de su criado (Mt 8,10; Lc7,9). Si bien la pregunta se dirigesiempre a Jesús, se trata de la feen Dios. «Sería equivocado decirque, después de la resurrecciónde Cristo, la naturaleza y el obje-to (de la fe) han cambiado. La feen Dios sigue existiendo, pero serevela un nuevo aspecto del mis-terio de Dios: Jesús «Cristo y Se-ñor» (Hch 2,36) es asociado aDios como el Hijo a su Padre enel acto de fe de los que acogen elEvangelio (...) Apenas se distingueentre la fe en Dios (...) y la fe enCristo-Señor, que supone la fe en

Dios. Aparece clara la mediaciónde Cristo Jesús como Reveladorde Dios» (P. Grelot).

Hay que evitar una lectura ex-cesivamente cristológica del tes-timonio de Jesús y el de la teolo-gía del NT que olvide su funda-mento teológico. Jesús vivía exis-tencialmente centrado en Dios,su Padre. La interpretación cris-tológica de su testimonio, pro-puesta correctamente por la Igle-sia apostólica, no anula la refe-rencia única y total a Dios porparte de Jesús.

En el NT el objeto primordialde la fe sigue siendo Dios Padre.Según la teología del NT, sóloDios salva, y no primariamenteJesucristo. En la Biblia hebrea, eltítulo de «Salvador» correspon-de, en primer lugar, a Dios. En elNT se le aplica directamente sóloa él y, derivadamente, a Jesucristo,pero Dios es la causa última y lafuente de la salvación: Dios salvamediante el Hijo (Jn 3,16-17). Lacausa primaria de la salvación esel Padre. «En las palabras de Jesús,que nunca quiere pasar a un pri-mer plano, se trata de la fe enDios (que salva), excepto cuandoda órdenes en nombre de Dios,en vista a exorcismos o curacio-nes. En las palabras de los apósto-les, se trata de la fe en Jesús, elSeñor, pues Dios salva mediantesu nombre» (P.Grelot).

Decir que «las religiones sal-

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van», o que «el cristianismo sal-va», es un abuso lingüístico. La li-teratura protocristiana denomi-na «camino de Jesús» a lo queluego se llamará «cristianismo»(Hch 9,2; 19,9; 19,23; 22,4; 24,14;24, 22). Sólo Dios salva. Y Dios sesirve del cristianismo y de lasotras tradiciones religiosas (aun-que de manera distinta) como de«canales» a través de los que nosllega su salvación. Las otras tradi-ciones religiosas pueden tambiénllegar a ser «vías» o «medios»que comunican la potencia delDios que salva, y que se ha mani-festado en Jesucristo.

2. Dios Padre de todos los hom-bres. Dios Padre, objeto de fe yfuente de salvación, es Padre detodos los hombres y de todos lospueblos. La universalidad de lapaternidad de Dios penetra todala revelación bíblica. El Dios (oSeñor) del AT es la persona delPadre que como tal se revelaráen Jesucristo. El Dios Padre dequien habla Jesús es el mismoYahveh que sus discípulos y oyen-tes conocían por la revelaciónveterotestamentaria.

Ya en el Génesis (1-2), el rela-to de la creación abarca a toda lahumanidad y subraya la familiari-dad del Dios creador para conlos hombres. La «alianza eterna»,establecida por Dios con Noé(Gn 9,1-17), se refiere igualmen-te a toda la humanidad en sus dis-tintas tradiciones religiosas; unahumanidad que es objeto de unamor divino irrevocable. En elcaso del pueblo de Israel, escogi-do por Él de manera singularaunque con una vocación univer-sal, aparece más claramente que

Dios es Padre de los hombres.Por la alianza establecida median-te Moisés, el pueblo de Israel seconvierte en «hijo de Dios»,como lo será el rey davídico en laceremonia de entronización: «Túeres mi hijo: yo te he engendradohoy» (Sal 2,7).

La paternidad universal deDios hacia los hombres resultamás clara en Jesús y en la Iglesiaapostólica. Debemos estar aten-tos a la lectura que, como cristia-nos, hacemos del NT para no en-tender que la paternidad de Dios,testimoniada por la revelación, serefiere sólo a los cristianos. Parael Jesús histórico, Dios, su Padre,es Padre de todos los hombres.El amor al prójimo hace «hijos devuestro Padre celestial» (Mt 5,45;Lc 6,35); el amor a los enemigoshace que nos convirtamos en«hijos del Altísimo, bueno con losingratos y los perversos». Así:«sed compasivos, como vuestroPadre es compasivo» (Lc 6,35-36;Mt 5, 48). Hay que buscar prime-ro «el Reino de Dios (Padre) y sujusticia» (Mt 6,33; Lc 12,30-31).Todo eso se aplica a todos, sindistinción.

La «oración del Señor» (Mt6,9-13; Lc 11,2-4) se inserta pro-fundamente en el modo judío dedirigirse a Dios en la oración se-gún el AT. La única connotaciónnueva atribuible a Jesús es la fa-miliaridad con la que invita a susdiscípulos a dirigirse a Dios. Lapalabra «Padre», con la connota-ción del Abba de la versión lucana,propia de la oración personal deJesús, representa el original ara-meo utilizado por Jesús. La ver-sión «Padre» referida por Lucas

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(Lc 11,2) es distinta de la de «Pa-dre nuestro» atestiguada por Ma-teo (Mt 6,9). «En su enseñanza yen su comportamiento Jesúsmuestra que gracias a él la rela-ción entre Dios y los hombres haentrado en una etapa totalmentenueva (...) (Él) enseña que Diosama a todos los hombres (…). Alacercarse Dios mismo a la huma-nidad en Jesús, todos, en y conJesús, pueden experimentar quéy quién es Dios». (J.Imbach).

3.Alianzas progresivas. El acer-camiento de Dios a los hombresse desarrolla progresivamente através de toda la historia de sal-vación en alianzas progresivas.Hemos resaltado el carácter uni-versal de la alianza con Adán. Fijé-monos ahora en la de Noé.

«La alianza con Noé es el fun-damento permanente de todasalvación humana (...) Los ele-mentos particulares referidospor la Escritura al pacto con Noédocumentan que se trata de unacontecimiento de salvación ge-nuino, marcado por la gracia (...).En su conjunto, el pacto con Noéaparece como un esbozo de lospactos con Abraham y Moisés(...). Israel y los otros pueblos tie-nen una base común: una alianzacon el Dios verdadero. Y se en-cuentran bajo la idéntica volun-tad salvífica de este Dios» (B.Stoeckle).

La alianza con Noé tiene granalcance para una teología de lastradiciones religiosas de los pue-blos de tradición «extrabíblica».También estos pueblos se en-cuentran en relación de alianzacon Dios. Son pueblos de la alian-za, y merecen el título de «pue-

blos de Dios». El único Dios es elDios de todos los pueblos. SegúnIreneo: «Hubo cuatro testamen-tos al género humano: el primero,antes del diluvio, en tiempo deAdán; el segundo, después del di-luvio, en tiempo de Noé; el terce-ro, que es la Ley, en tiempo deMoisés; el cuarto, que renueva alhombre y recapitula en sí todaslas cosas, es el que acontece me-diante el Evangelio y empuja a loshombres hacia el Reino celes-tial».

Las alianzas se correspondenlas unas a las otras como sendasmodalidades del compromiso di-vino en la historia de la humani-dad mediante su Logos. Son Logo-fanías a través de las cuales el Lo-gos divino «va ensayando» (S. Ire-neo) su irrupción en la historiahumana mediante la encarnaciónen Jesucristo. Como tales, estánen relación entre ellas, no comolo antiguo que se convierte enobsoleto a causa de lo nuevo,sino como la semilla que ya con-tiene en promesa la plenitud dela planta que brotará de ella.

4.Alianzas nunca revocadas.Juan Pablo II ha hablado del«pueblo de Dios de la antiguaalianza nunca revocada (Rm11,29)». ¿Ha sido abrogada la«antigua alianza» con Israel acausa del acontecimiento deCristo y de la «nueva alianza» enél establecida, como ha afirmadola tradición cristiana? ¿Cómo en-tender la relación entre la alianzamosaica y la alianza crística?¿Qué luz proyecta el diálogo ju-deo-cristiano sobre este tema?La gracia que hoy une con Dios apersonas pertenecientes al pue-

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blo judío ¿debemos atribuirla auna eficacia permanente de laalianza mosaica o, más bien, a lanueva alianza establecida en Jesu-cristo? Israel y el cristianismo re-presentan un caso único y unmodelo emblemático de la rela-ción entre el cristianismo y lasotras religiones.

N. Lohfink ha reconsideradolos datos bíblicos sobre la rela-ción entre la «antigua» y la «nue-va» alianza, haciendo ver que losdatos neotestamentarios sonmás sutiles de lo que supone latradición cristiana de las «dosalianzas», de las cuales la «nueva»en Jesucristo habría revocado la«antigua» con Moisés.

Es inaceptable toda «teoríadel cumplimiento» (substitución)en Jesucristo de las promesas yde la alianza con Israel. Al afirmarJesús que «no ha venido a abolir,sino a dar cumplimiento (a la Leyy a los Profetas)» (Mt 5,17), ex-cluye esta interpretación.

Tampoco se da una dualidadde vías paralelas, lo que supondríauna negación de la única voluntadsalvífica de Dios para la humani-dad, que en Jesucristo llega a suplenitud escatológica. Desde unpunto de vista cristiano, la posi-ción intermedia parece ser la deuna única alianza y dos vías rela-cionadas entre sí dentro de unaúnica y orgánica voluntad de sal-vación. Su intrínseca unidad po-see un dinamismo que se revelaen la historia, mediante unos pa-sos relacionados y complementa-rios entre sí. Para la fe cristiana, elacontecimiento Cristo no existesin Israel; inversamente, Israel hasido elegido por Dios como

aquel pueblo del que nacerá Jesúsde Nazaret. En la historia de sal-vación Israel y el cristianismo es-tán indisolublemente unidos bajoel signo de la alianza, por la que elpueblo hebreo fue y es salvado ypor la que los cristianos están lla-mados a la salvación en Jesucris-to. No hay un «nuevo» pueblo deDios que substituya al «antiguo»,sino expansión hasta los confinesdel mundo del único pueblo deDios, para quien la elección de Is-rael y la alianza con Moisés fue-ron y son aún «la raíz y la fuente,el fundamento y la promesa».

A la pregunta de si los judíosson salvados hoy gracias a laalianza de Dios con Israel o bienpor Jesucristo, en quien fue esta-blecida una «nueva» alianza, res-pondemos que dicha dicotomíano existe: la salvación llega a losjudíos mediante la alianza esta-blecida por Dios con Israel y lle-vada a su plenitud en Jesucristo.La alianza es todavía una vía desalvación, no independiente delacontecimiento de Cristo.

El caso del judaísmo puedereorientar la relación entre elcristianismo y las otras religiones.Lo cierto en el primer caso sigueválido, analógicamente, en el se-gundo. También las otras tradicio-nes religiosas, simbolizadas por laalianza con Noé, mantienen, mu-tatis mutandis (con los cambiospertinentes), un valor permanen-te. Ni la alianza mosaica ha sidosuprimida por haber llegado a suplenitud en Jesucristo, ni la alian-za cósmica con las naciones enNoé ha sido abolida por haberllegado en el acontecimientoCristo al fin ordenado por Dios.

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1. ¿Qué universalidad? En pri-mer lugar, son necesarias algunasaclaraciones. No se expresa to-davía con claridad lo que distin-gue a Jesucristo de otras figurasde salvación y al cristianismo delas otras tradiciones religiosas.«Unicidad» y «universalidad»pueden entenderse tanto en sen-tido «relativo» como «singular».Por unicidad relativa entendemosel carácter original de cada per-sona o tradición, en su diferen-ciación respecto a los demás. To-das las tradiciones religiosas y to-das las personas son únicas. Unici-dad singular se refiere a Jesucristoen cuanto salvador constitutivo dela humanidad, es decir, en cuantoen él todos los hombres se sal-van. Universalidad relativa indica lallamada universal que las distintasfiguras salvíficas o tradiciones re-ligiosas puedan hacer a los hom-bres en cuanto representan dife-rentes vías de salvación. Universa-lidad singular significa que Jesu-cristo es salvador universal cons-titutivo.

La unicidad y universalidad deJesucristo es constitutiva porquela persona de Jesucristo tiene sig-nificado salvífico para toda la hu-manidad, y el acontecimiento deCristo -especialmente su muertey resurrección- es «causa» de susalvación. Es también relacionalpues la persona y el aconteci-miento se sitúan dentro de la vo-luntad salvífica de Dios para lahumanidad, que se ha manifesta-do realizándose en la historia, entiempos diferentes. Jesucristo esel único «rostro humano» en el

que Dios, permaneciendo escon-dido, se ha revelado plenamente.A lo largo de la historia de la hu-manidad, «muchas veces y demuchos modos» (Hb 1,1) Diosse ha revelado un Dios-de-los-hombres; en Jesucristo se hizoDios-de-los-hombres-de-modo-plenamente-humano (Jn 1,14): elEm-manu-el (Mt 1,23).

2.¿Cómo interpretar a Jesucris-to? La fe cristiana en Jesucristo,Salvador universal, tal como se haentendido tradicionalmente, per-manece intacta. Creer en Jesu-cristo no significa simplementeconfiar en que él es «para mí» lavía de salvación, sino creer que elmundo y la humanidad encuen-tran la salvación en él y a travésde él. Decir menos que esto seríadesvirtuar la afirmación del NT.

Sin embargo, el mensaje reve-lado no es una declaración mo-nolítica de verdad. La unicidadconstitutiva de Jesucristo es unaafirmación central de la fe cristia-na. Pero la palabra de Dios es unaunidad compleja, con afirmacio-nes complementarias. La Palabra«acampó entre nosotros» (Jn1,14) en Jesucristo; pero la Sabi-duría ya dominaba todo pueblo ynación, buscando entre ellos unlugar donde reposar (Si 24, 6-7), y«puso su tienda» en Israel (Si24,8-12). Jesucristo es «el cami-no, la verdad y la vida» (Jn 14,6);pero la Palabra, antes que él, era«la luz que ilumina a todo hom-bre que viene a este mundo» (Jn1,9). Y «en estos últimos tiem-pos» Dios «nos ha hablado pormedio de su Hijo»; pero ya había

UNIVERSALIDAD DE CRISTO Y VÍAS DE SALVACIÓN

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hablado «muchas veces y de mu-chos modos» (Hb 1,1). «Aún nohabía Espíritu» antes que Jesúsfuera glorificado (Jn 7,39); peroestaba «en todas las cosas» queexisten, desde el inicio (Sb 11,24-12,1). Jesucristo es «el Testigofiel» (Ap 1,5; 3,14); pero Dios«no dejó de dar testimonio de símismo» (Hch 14,17). El encuen-tro interreligioso debe ayudar alos cristianos a descubrir nuevasdimensiones del testimonio queDios dio de sí mismo en otrascomunidades de fe.

A diferencia de las cristolo-gías revisionistas, sobre las que sefundamenta el paradigma plura-lístico de la teología de las reli-giones (1), la fe cristiana en unaunicidad constitutiva de Jesucristodescansa sobre terreno sólido.Los cristólogos pluralistas argu-mentan que entre el Jesús histó-rico y el Cristo de la fe hay unadiferencia insuperable. Jesús esta-ba totalmente «referido» a Dios,mientras que la Iglesia se convir-tió en cristocéntrica. Él anunciabala llegada del Reino de Dios,mientras que la Iglesia proclama-ba a Jesús. Jesús afirmaba la pater-nidad universal de Dios, mientrasque la Iglesia afirmaba su filiaciónúnica. Jesús era «hombre acredi-tado por Dios (entre los judíos)con milagros, prodigios y señalesque Dios hizo por su medio en-tre ellos» (Hch 2,22), pero muypronto la Iglesia le convirtió, me-diante un proceso de deificación,en persona divina. Por la difusión

del pensamiento helenístico, ex-presó en «lenguaje ontológico»lo que era meramente «funcio-nal». El lenguaje «mítico» o «me-tafórico» fue interpretado «lite-ralmente». La «poesía» se convir-tió en «prosa» (J. Hick).

La cristología debe mostrarque la fe cristiana en Jesús, elCristo, está firmemente arraiga-da en la persona histórica de Je-sús de Nazaret. La cristología ex-plícita de la Iglesia se funda en lacristología implícita del mismoJesús. Hay una continuidad en ladiscontinuidad presente en cadaestadio: entre la expectativa me-siánica de las Escrituras y su cum-plimiento en Jesús; entre el Jesúsprepascual y el Cristo del kerig-ma apostólico; entre la cristolo-gía del primer kerigma y losenunciados bíblicos posteriores;entre la cristología del NT y la dela tradición de la Iglesia, etc.

La unicidad constitutiva y launiversalidad de Jesucristo debenfundarse en su identidad perso-nal de Hijo de Dios, atestiguadapor el NT. Ninguna otra conside-ración parece aportar un adecua-do fundamento teológico. Los va-lores evangélicos que Jesús vive,el Reino de Dios que anuncia, elproyecto humano que propone,su opción por los pobres y losmarginados, su denuncia de la in-justicia, su mensaje de amor uni-versal, resaltan la diferencia de Je-sús, pero nada de esto haría de élSalvador constitutivo único y uni-versal, excepto su identidad per-

——————(1) Sobre la teología pluralista de las religiones ST ha publicado en su número 151 dos artículos:M. de FRANÇA MIRANDA, Jesucristo, ¿un obstáculo al diálogo interreligioso? (págs. 219-230); T.MERRIGAN; El conocimiento religioso en la teología pluralista de las religiones (pags. 231-240)(Nota de la Redacción).

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sonal de Hijo unigénito, hombreentre los hombres.

La universalidad de Jesús, elCristo, no puede ofuscar la parti-cularidad de Jesús de Nazaret. Laexistencia humana de Jesús,transformada por su resurrec-ción y glorificación, ha sobrepa-sado el espacio y el tiempo, lle-gando a ser «trans-histórica».Pero es el Jesús histórico quiense ha transformado. La universali-dad del Cristo que, «llegado a laperfección se convirtió en causade salvación eterna» (Hb 5,9), noanula la particularidad de Jesús«semejante en todo a sus herma-nos y hermanas» (Hb 2,17). UnCristo universal separado del Je-sús particular ya no sería el Cris-to de la revelación cristiana. Su-brayar la particularidad históricade Jesús es importante para unateología de las religiones con vo-cación de apertura.

La particularidad histórica deJesús impone inevitables limita-ciones al acontecimiento Cristo.Así lo ha querido Dios en la eco-nomía de la encarnación. La con-ciencia humana del Jesús-Hijo nopodía, por naturaleza, agotar elmisterio de Dios: la «plenitud»de la revelación es limitada. Elacontecimiento Cristo no agotael poder salvífico de Dios. Diosestá más allá del hombre Jesús,como fuente última de la revela-ción y de la salvación. La revela-ción de Dios en Jesús es unatransposición humana del miste-rio de Dios, el canal de su volun-tad salvífica. A pesar de la identi-dad personal de Jesús como Hijode Dios, en su existencia humanasigue habiendo una distancia en-

tre Dios (Padre) y el rostro hu-mano de Dios. Jesús no sustituyea Dios.

3. «Muchos y distintos modos»:Vías de salvación. Al llamar «víasde salvación» a las distintas tradi-ciones religiosas no hablamossólo de la búsqueda de Dios porparte de los hombres sino, de labúsqueda de los hombres porparte de Dios. Es Dios quien pre-para las «vías de salvación» paralos hombres. ¿Cómo se relacionaen la providencia de Dios la «úni-ca vía» con las «muchas vías»? Lafe cristiana en la eficacia universaldel acontecimiento Cristo noniega el significado salvífico devías abiertas en otras tradicionesreligiosas. En vez de ser un obstá-culo al valor salvífico de otrasvías, la vía que es Cristo postuladicho valor. El carácter universalde la salvación en Jesucristo ¿im-plica necesariamente que losmiembros de otras tradicionesreligiosas se salvan fuera, o inclu-so a pesar de, la tradición religio-sa a la que pertenecen y quepractican con sinceridad? O, másbien, ¿se salvan dentro de su tra-dición y por medio de ella?¿Cómo puede una teología cris-tiana de las religiones dar razóndel poder salvífico de otras vías?

Debemos mostrar la presen-cia inclusiva en la historia delmisterio de Jesucristo y explicarcómo su poder salvífico llega alos hombres de otras tradicionesreligiosas. ¿Es simplemente pormedio de una acción invisible dela humanidad glorificada, que porla resurrección-glorificación hallegado a ser «transhistórica» esdecir más allá de los límites del

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espacio y del tiempo? ¿O la ac-ción salvífica de Dios les llega poruna cierta «mediación» de sustradiciones religiosas? ¿Son estastradiciones, en cierto modo, «ca-nales» del poder salvífico deCristo, y en qué sentido? ¿Dancierta visibilidad social a la poten-cia salvífica de Cristo, ya que éstallega a sus miembros? ¿Son signosimperfectos de su actuación sal-vífica?

Hay que distinguir distintasmodalidades de la presencia sa-cramental del misterio de Jesu-cristo. La gracia de Dios en Jesu-cristo, ciertamente una, tienemediaciones distintas en su visi-bilidad. El misterio de salvaciónsigue siendo uno solo: el misteriode Cristo. Pero llega a los hom-bres superando los confines delcristianismo. En la Iglesia, el mis-terio les llega en la plena visibili-dad de su perfecta mediación. Enotras tradiciones religiosas seencuentra presente implícita-mente.

A pesar de la importancia dela afirmación de una mediaciónparticipada de las otras tradicio-nes religiosas, hay que ver clara-mente la diferencia entre lasotras religiones y el cristianismoen función de la forma distinta demediación del misterio de Cristoen aquellas y en éste respectiva-mente. En mi libro Cristo incontroalle religioni (págs 206-207) he es-crito al respecto:

«Una cosa es recibir la pala-bra que Dios dice a los hombrespor mediación de los sabios quela han escuchado en el fondo desu corazón y han trasmitido aotros su experiencia de Dios, y

otra escuchar la Palabra definiti-va que Dios dice a los hombresen su Hijo encarnado, que repre-senta la plenitud de la revelación(...).

Una cosa es entrar en rela-ción con el misterio de Cristopor medio de los símbolos y lasprácticas rituales que en los si-glos han sostenido y dado formavisible a la respuesta de fe de loshombres y a su compromiso conDios, y otra encontrar al misteriomismo, representado en la sacra-mentalidad de los actos simbóli-cos instituidos por Jesucristo ypor él confiados a la Iglesia.

Una cosa es experimentar yvivir el misterio de Cristo y a os-curas, sin la clara conciencia delamor infinito que Dios nos hademostrado en su Hijo ni de lafirmeza con la que en él ha baja-do hacia nosotros, y otra recono-cer el misterio en la humildecondición humana de Jesús, en suvida, en su muerte y en su resu-rrección, con la plena concienciade que en él Dios ha venido per-sonalmente a nosotros. Fuera delcristianismo Dios encuentra a loshombres en Cristo, pero su ros-tro humano permanece desco-nocido. En el cristianismo Diosencuentra a los hombres en Je-sús, imagen misma del Padre. Sitoda religión representa un acer-camiento de Dios al hombre, enel cristianismo la iniciativa deDios aparece plenamente huma-na».

El plan divino de salvaciónpara la humanidad es uno y abar-ca toda la historia humana. La en-carnación del Verbo de Dios enJesucristo, su vida, muerte y resu-

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rrección, es el punto álgido delproceso de autocomunicacióndivina, su fundamento. La «huma-nización» del Verbo marca la in-superada -e insuperable- profun-didad de la autocomunicación deDios a los hombres, modalidadsuprema de immanencia. El acon-tecimiento Cristo se actualiza através de toda la historia paraofrecer a todos los hombres lasalvación.

Remarquemos también lapresencia universal del EspírituSanto, progresivamente subraya-da por el magisterio. Juan Pablo IIafirma la presencia activa del Es-píritu Santo de Dios en la vidareligiosa y en las tradiciones delos miembros de otras religiones.En Dominum et vivificantem afirmala actividad universal del EspírituSanto antes de la era cristiana yhoy fuera de la Iglesia. Antes de laeconomía cristiana, la actividaddel Espíritu Santo se ordenaba aCristo en virtud del designio sal-vífico de Dios. Fuera de la Iglesia,ésta deriva del acontecimientosalvífico mismo. El contenidocristológico y la dimensión pneu-matológica de la gracia salvífica, elPapa la explica así:

«No podemos limitarnos alos dos mil años desde el naci-miento de Cristo. Tenemos queabarcar toda la acción del Espíri-tu Santo, antes de Cristo, desde elprincipio, en todo el mundo y enla economía de la antigua alianza.Esta acción, en cada lugar y encada tiempo, en cada hombre, seha desarrollado en orden al eter-no plan de salvación, unida al mis-terio de la encarnación y reden-ción, actuante en los creyentes

en Cristo (...). La gracia poseeuna dimensión cristológica ypneumatológica, realizada en to-dos aquéllos que se adhieren ex-presamente al Cristo (...).»

Pero,(...) también hay que mi-rar más lejos, porque «el vientosopla donde quiere» (Jn 3,8). ElConcilio Vaticano II, centradocasi exclusivamente sobre eltema de la Iglesia, nos recuerda laacción del Espíritu Santo también«fuera del cuerpo visible de la Igle-sia». Habla de «todos los hom-bres de buena voluntad, en cuyoscorazones obra visiblemente lagracia (LG 16). Porque Cristo hamuerto para todos (Rm 8,32) y lavocación última del hombre esuna sola, la divina, debemos en-tender que el Espíritu Santo da atodos, en la manera que Dios co-noce, la posibilidad de participardel misterio pascual» (GS 22).

El mismo planteamiento seencuentra en la Encíclica Re-demptoris missio(7.12.90), dondese afirma claramente la presenciadel Espíritu en los individuos y enlas tradiciones religiosas:

«El Espíritu se manifiesta demanera especial en la Iglesia y ensus miembros; sin embargo, supresencia y su acción sonuniversales(...).El Espíritu(...) estáen el origen mismo de la pregun-ta existencial y religiosa del hom-bre, que nace no sólo de situacio-nes contingentes, sino de la es-tructura misma de su ser. La pre-sencia y la actividad del Espírituabarcan los individuos, la socie-dad y la historia, los pueblos, lasculturas, las religiones. El Espírituestá en el origen de los ideales yde las iniciativas de bien de la hu-

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manidad en camino(...). Siembralas semillas del Verbo, presentes enlos ritos y en las culturas, y lasprepara para que maduren enCristo» (nº 28).

Hay, pues, elementos de «ver-dad y gracia» en las culturas hu-manas y en las religiones, por laacción conjunta del Verbo deDios y del Espíritu. Se reconocela función mediadora de las reli-

giones, que vinculan sus miem-bros a la oferta de gracia y salva-ción de Dios y expresan su res-puesta positiva a la gratuita auto-donación de Dios. El Verbo y elEspíritu -las dos manos de Dios(S. Ireneo)-, por medio de su ac-ción universal, dan vitalidad y gra-cia a la vida religiosa de las perso-nas, e imprimen «valores salvífi-cos» a sus tradiciones religiosas.

CONCLUSIÓN

El Dios Padre de Jesucristo esel único Dios y se ha manifestadoy revelado en la historia humana«muchas veces y de muchos mo-dos» (Hb 1,1). Las distintas tradi-ciones religiosas son maneras enlas que Dios, antes de la venidade su Hijo, se ha revelado a lasnaciones y sigue revelándose.Forman parte de la historia desalvación, una y variada. Poseenelementos de revelación divina ymomentos de gracia, incompletasy abiertas a una mayor autodona-ción y revelación de Dios en Je-sucristo.

Los momentos de gracia delas tradiciones religiosas de la hu-manidad abren a sus miembros-en la fe y en el amor- a la gracia ya la salvación de Dios, anticipan-do la revelación y autodonacióndefinitiva de Dios en Jesucristo.

En Cristo, el Hijo de Dios hechohombre, Dios se ha ofrecido a lahumanidad en una irrevocablealianza de amor. Por ello el amorsalvífico se funda teológicamenteen Cristo. El amor es salvífico, alimitar y reproducir en nosotrosese amor con el que Dios nos haamado en su Hijo.

La salvación de Dios obra encualquier parte. En la figura hu-mana de Cristo crucificado y re-sucitado se ha cumplido la obrade salvación. Jesucristo es el«único Salvador», no como únicamanifestación de Dios, sino enrelación al proceso universal dela revelación divina, acontecidomediante manifestaciones histó-ricas. En él culmina el compromi-so de Dios con la humanidad queabraza la historia del mundo.

Tradujo y condensó: ADELAIDE BARACCO

Tenemos la suficiente religión para odiarnos los unos a los otros,pero no tenemos la suficiente religión para amarnos los unos a losotros.

JOHNATAN SWIFT, en: X. MELLONI, Los ciegos y el elefante. El diálogointerreligioso (Cuadernos Cristianismo y Justicia, nº 97, abril 2000, pág. 6).