un diálogo

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dialoo

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Aqu comienza un dilogo, por ello, esta lnea se debe bajar, poner aparte, con su respectivo guion largo y sangra. Aqu comienza un prrafo, por ello, esta lnea se debe bajar, poner aparte, con su respectiva sangra.Unir esta lnea con la anterior, no hay punto y aparte.Componer en cursiva.Quitar sangra.AlbertineFranoiseGilberteMarcelAndr

Y entonces me preguntaba si la originalidad prueba realmente que los grandes escritores sean dioses reinando cada uno en un reino que slo le pertenece a l, o si no hay en todo eso un poco de fingimiento, si las diferencias entre unas obras y otras no seran resultado del trabajo, antes que expresin de una radical diversidad de esencia entre las distintas personalidades.

Lo mismo ocurre con todos los grandes escritores, la belleza de sus frases es imprevisible, como es la de una mujer que todava no conocemos; es creacin porque se aplica a un objeto externo en el que piensan y no en s mismos y que todava no han expresado.

(En el fondo, las antiguas formas del lenguaje tambin fueron en el pasado imgenes difciles de seguir cuando el oyente an desconoca el universo que representaban. Pero desde hace mucho tiempo nos figuramos que se era el universo real, y nos basamos en l).

Con las mujeres que no nos aman, lo mismo que con los desaparecidos, saber que ya no hay nada que esperar no impide seguir esperando. Vivimos en acecho, a la escucha; madres cuyo hijo ha embarcado para una exploracin peligrosa se imaginan en todo momento, y cuando hace mucho que han adquirido la certeza de que ha muerto, que est a punto de entrar por la puerta, milagrosamente salvado y lleno de salud. Y, segn la fuerza del recuerdo y la resistencia de los rganos, esa espera, o les permite pasar un perodo de aos a cuyo trmino podrn soportar que su hijo ya no existe, olvidar poco a poco y sobrevivir, o bien las hace morir.

Sin embargo, es de esos defectos de lo que siempre se habla, como si fuese una manera de hablar de s, indirecta, que une al placer de absolverse el de confesar. Por otro lado parece que nuestra atencin, siempre atrada por lo que nos caracteriza, lo nota en los dems antes que cualquier otra cosa. Hay miopes que dicen de otro: Pero si apenas puede abrir los ojos; a un tsico le ofrece dudas la integridad pulmonar del hombre ms slido; un hombre sucio slo habla de los baos que los dems no toman; uno que apesta pretende que los dems huelen mal; por todas partes ve maridos engaados un marido engaado; una mujer ligera, mujeres ligeras; el esnob, esnobs. Y adems cada vicio, como cada profesin, exige y desarrolla unos saberes especiales que no nos molesta exhibir. El invertido desenmascara a los invertidos, el modisto invitado en la alta sociedad, antes incluso de ponerse a hablar contigo, ya ha evaluado el pao de tu traje y sus dedos arden en deseos de palpar sus calidades, y si tras un rato de conversacin preguntaras a un odontoalgista su verdadera opinin sobre ti, te dira el nmero de tus dientes picados. Nada le parece ms importante, y a ti que te has fijado en los suyos nada ms ridculo. Y no slo nos imaginamos a los dems ciegos cuando hablamos de nosotros; actuamos como si lo fueran. Para cada uno de nosotros parece haber un dios especial que nos oculta o promete la invisibilidad de nuestro defecto, del mismo modo que cierra los ojos y las narices con quienes no se lavan, ante la raya de mugre que llevan en las orejas y el hedor a sudor que guardan en los sobacos, convencindolos de que pueden una y otro pasear impunemente por el mundo sin que nadie se d cuenta de nada. Y quienes llevan o regalan perlas falsas se figuran que han de tomarlas por verdaderas. Bloch era maleducado, neurpata, esnob y miembro de una familia