uller, maximiliano(2007), el conflicto Árabe israelí. historia y perspectivas de resolución,...

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  • El conflicto rabe - israelHistoria y perspectivas de resolucin

    EDICIONES DEL CCCCENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIN FLOREAL GORINI BUENOS AIRES, MARZO DE 2007

  • Centro Cultural de la Cooperacin Floreal GoriniDepartamento de Economa y Poltica InternacionalCoordinador: Atilio Born

    Ttulo: El conflicto rabe - israel. Historia y perspectivas de resolucinAutores: Maximiliano Uller; Pamela Bezchinsky; Luciana ManfrediEdiciones CCC, Centro Cultural de la Cooperacin Floreal Gorini Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos C.L. Avda. Corrientes 1543 (C1042AAB) Tel: (54-11) 5077 8080 - Buenos Aires - Argentina www.centrocultural.coop Director: Juan Carlos Junio Consejo Editorial: Mario Jos Grabivker (coordinador) / Julio Gambina / Horacio Lpez / Daniel Campione / Ana Mara Ramb / Susana Cella / Jos Luis Bournasell / Jorge Testero.

    Editor: Jos Luis BournasellDiseo original: Claudio Medn

    De los autores

    Todos los derechos reservados.Esta publicacin puede ser reproducida grficamente hasta 1.000 palabras, citando lafuente. No puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada en, o transmitidapor, un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio,sea mecnico, fotoqumico, electrnico, por fotocopia o cualquier otro, sin permisoprevio escrito de la editorial y/o autor, autores, derechohabientes, segn el caso.

    Hecho el depsito Ley 11.723ISSN: 1666-8405

  • ndice

    PRLOGO ........................................................................................................... 7

    INTRODUCCIN .................................................................................................... 9

    CAPTULO 1. LOS ORGENES DEL CONFLICTO RABE-ISRAEL. ................................. 131.1 Introduccin ............................................................................................. 131.2 La decadencia del Imperio Otomano y el auge del colonialismo europeo . 141.3 El sionismo, el ltimo movimiento nacionalista de occidente? ................ 181.4 El sionismo y sus contradicciones ........................................................... 201.5 La consolidacin de los objetivos imperialistas: el Mandato Britnico sobre Palestina ....................................................... 23

    CAPTULO 2. HACIA UNA NUEVA CONFLICTIVIDAD: LA CREACIN DEL ESTADO DE ISRAEL MEDIO ORIENTE EN UN CLIMA DE GUERRA PERMANENTE ................. 332.1 Introduccin ............................................................................................. 332.2 La nueva realidad sociopoltica: el Estado de Israel vis vis el Mundo rabe ........................................... 342.3 Las Guerras del 56 y 67. El fortalecimiento de Israel y el surgimiento de la conciencia nacional palestina. ............................... 472.4 La poltica israel desde 1967. El despertar de la conciencia nacional palestina ...................................... 512.5 La OLP: la lucha por afianzarse como pueblo y nacin ............................ 532.6 Los palestinos comienzan su lucha armada. La Carta Nacional Palestina. 552.7 De la Guerra de 1973 a la Intifada de 1988: el giro diplomtico de la OLP . 56

    CAPTULO 3. EL ISLAMISMO COMO NUEVO FACTOR SOCIAL Y POLTICO. HAMAS Y LA RADICALIZACIN DEL CONFLICTO EN LA ACTUALIDAD. ................. 613.1. Introduccin ............................................................................................ 613.2. De la salafiyya hasta el wahabbismo: antecedentes del pensamiento poltico islmico ...................................... 633.3. Umma vis vis Watan: el rol de los Hermanos Musulmanes en la lucha anticolonialista y la liberacin de Palestina ............................ 673.4. El rol de los movimientos islmicos en la agudizacin del conflicto. Hamas y su oposicin a los procesos de paz ..................... 693.5. Consideraciones finales: la OLP e Israel en un camino hacia el dilogo. . 75

    CAPTULO 4 EL IMPERIALISMO COMO FACTOR DETERMINANTE DE LA POLTICA EN MEDIO ORIENTE. LA CONSTRUCCIN DE LOS PROCESOS DE PAZ. ...................... 794.1 Introduccin: algunas consideraciones sobre el imperialismo y su rol en Medio Oriente ......................................................................... 794.2 La Segunda Guerra del Golfo Prsico como punto de inflexin ................ 824.3 Los efectos de la Guerra del Golfo en el conflicto rabe-israel ................ 874.4 El inicio del Proceso de Paz. De la esperanza a la frustracin. .................. 89

  • CAPTULO 5. ES UN RGIMEN DEMOCRTICO EL OBJETIVO DE EE UU PARA PALESTINA? ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL CONCEPTO DE DEMOCRACIA. 995.1 Introduccin ............................................................................................. 995.2 Un acercamiento al concepto de democracia .......................................... 1025.3 El sistema poltico Palestino actual ......................................................... 1075.4 Algunas conclusiones ............................................................................ 111

    CONCLUSIONES ............................................................................................... 117

    APNDICE: RESURGIMIENTO DEL CONFLICTO. LA INVASIN ISRAEL AL LBANO. ..... Introduccin ............................................................................................. Hamas, Hezbollah y la invasin al Lbano: pretextos, medios y fines ....... Escenarios alternativos ............................................................................

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    REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ......................................................................... 133

    6 / El conflicto rabe - israel

  • Captulo 1

    LOS ORGENES DEL CONFLICTO RABE-ISRAEL.

    (...) El rasgo caracterstico del perodo que nos ocupa es la distribucin definitivadel planeta, definitiva no en el sentido de que una redistribucin sea imposible, sinoen el sentido de que la poltica colonial de los pases capitalistas ha completado laincautacin de todas las tierras no ocupadas de nuestro planeta.

    Lenin, 1916.1.1 Introduccin

    A menudo se afirma que Medio Oriente es la regin ms inestable delplaneta en trminos polticos y sociales, asumiendo que esto se debe a lapoderosa influencia que posee la religin en la conducta de los hombresy como principio rector de sus vidas. Adems, se suelen hacer abstrac-ciones que inducen a pensar que existe por parte de los musulmanes unrechazo visceral a los principios democrticos y a la modernidad, lo quellevara a concluir que cualquier otra forma de organizacin social queno se base en el Corn como fuente de legitimacin es rechazada ycombatida. De all que parte de la intelectualidad dominante en occiden-te principalmente en la retrica oficial del imperialismo- circunscriba elconflicto entre rabes e israeles a una suerte de choque de civilizacio-nes1 con la religin como bandera (en este caso el antagonismo seramusulmn-judo y no rabe-israel o rabe-sionista). La moderni-dad sera el elemento clave para el desarrollo. Por supuesto, este cortetransversal de la realidad, que le confiere especial nfasis a los anlisisahistricos, omite (o soslaya) dos elementos fundamentales: que laconstruccin de esa realidad es dinmica (es decir, cambiante) y queposee un sinnmero de factores, entre los cuales el religioso podra lle-gar a ser slo uno de ellos. Para desmitificar esos argumentos, nos pro-ponemos analizar en perspectiva histrica el conflicto; conflicto que,desde nuestra visin, es fundamentalmente poltico (con actores ex-genos y endgenos y con una dinmica que introduce los aspectos eco-nmicos, religiosos y culturales como elementos adicionales).

    En suma, el origen del conflicto rabe-israel puede explicarse a partirde tres grandes factores:

    1. La decadencia del Imperio Turco Otomano, potencia dominante entodo el arco geogrfico del mundo rabe, desde el Magreb hasta elMaskrak, e importante factor de cohesin religiosa y cultural- durantems de cuatro siglos. El resquebrajamiento de las estructuras de poderdel imperio posibilit la ocupacin de las diferentes provincias rabes

    1 Hungtinton, 2000.

    Uller; Bezchinsky; Manfredi / 13

  • (vilayas) por parte de las potencias colonialistas europeas, principal-mente Gran Bretaa y Francia, que debilitaron aquellas estructuras eimpusieron una lgica nueva, basada en la extraccin forzada de losrecursos, la imposicin de la propiedad privada y la acumulacin de ca-pital. Las economas locales se adecuaron a las necesidades de las po-tencias imperialistas. De esta manera, se configuraron diversos encla-ves monoproductores, desde la lana egipcia para las industrias de Lan-cashire y los viedos en Palestina, hasta el caf sirio y el petrleo iraqu.

    2. Como consecuencia directa, se produce una profunda metamorfo-sis dentro de las lites rabes vinculadas al poder. stas comienzan aconstruir sus alianzas estratgicas alrededor de las nuevas potencias,aprovechando el grave descontento que provoca en las masas el forta-lecimiento de los mecanismos de control y extraccin de tributos porparte de la autoridad del sultn. Se conforma una suerte de nuevaburguesa comercial y secular que socava el poder del viejo Imperio,desplazando progresivamente a las viejas clases feudales.

    3. El ltimo de estos factores se refiere a la aparicin del movimientosionista durante el ltimo cuarto del siglo XIX, nacido en Europa Centraly cuya expansin llega hasta prcticamente todo el resto del continente.Este movimiento poltico, de caractersticas seculares y fuertemente in-fluenciado por las ideas del socialismo utpico y un marcado perfil na-cionalista, ser el que desarrolle en la conciencia de la mayora de losjudos del mundo -principalmente los europeos- la necesidad de crearuna nacin y, por ende, fundar un Estado que los contenga y les permitaromper con siglos de persecucin y dispora. La eleccin de Palestinacomo lugar donde fundar la nueva nacin y las caractersticas particula-res del proceso de inmigracin y colonizacin (Aliah) representan unimportante factor desencadenante en la historia del conflicto.

    Para comprenderlo profundamente, es indispensable abordar cada unode estos puntos en forma detallada y rigurosa.1.2 La decadencia del Imperio Otomanoy el auge del colonialismo europeo

    El enorme esplendor que haba conocido el Imperio Otomano desdemediados del siglo XV, cuando conquist los territorios rabes y conso-lid as su hegemona como la mayor potencia de la poca, comenz aderrumbarse a mediados del siglo XIX. Vctima de su propia inaccin ycon un poder erosionado por la presencia cada vez mayor de las poten-cias coloniales europeas (principalmente Gran Bretaa y Francia), larelativa unidad y cohesin que haba logrado en el mundo rabe durantecasi cuatro siglos (a travs del frreo control de sus provincias y unejercicio opresivo del poder que garantizaba su ubicuidad) comenz aresquebrajarse.

    14 / El conflicto rabe - israel

  • En principio, es importante discutir algunas cuestiones conceptuales quefacilitan la comprensin de este fenmeno histrico y permiten entendercmo se produjo la decadencia del Imperio. En primer lugar, se ha deba-tido mucho acerca de si el Imperio Turco Otomano posea las caracters-ticas de un Estado de tipo feudal, en el sentido tradicional, aunque noexisten dudas respecto del carcter tributario del mismo. Es decir, lasprovincias gozaban de cierta autonoma a travs de la articulacin entre elpoder imperial y las familias y clanes ms importantes, mediante la ex-traccin de tributos -en especies, en muchos casos- que financiaban unacompleja estructura burocrtica y un poderoso ejrcito, necesario no slopara vigilar los portales del vasto imperio, sino tambin para ejercer supoder coercitivo sobre las masas rabes y las clases agrarias y mercanti-les, pero fundamentalmente, sobre los grupos nmadas dedicados al co-mercio y el pastoreo, ms independientes y difciles de controlar. Sin em-bargo, la organizacin social y poltica distaba mucho de ser homognea;algunas provincias gozaban de una autonoma mayor a las otras, confor-mndose diferentes formas de gobierno, con distintos niveles de equilibrioentre el control central y el poder local. El abastecimiento de productosbsicos y el funcionamiento de las rutas comerciales (que permitan, ade-ms, el paso de los ejrcitos) se convertan as en los ejes fundamentalesdel Imperio, que haba logrado catalizar a los pueblos rabes erigindoseen el guardin de los Lugares Santos, a travs de la autoridad del GranMuft. En este sentido, la aparente pero forzada unidad de los pueblosrabes bajo la rbita turca se debi principalmente al elevado grado delegitimidad que le concedi a stos la posesin de las ciudades santas, y alhecho de que los turcos abrazaron rpidamente al Islam como creenciareligiosa, brindando una suerte de estabilidad al mundo rabe (vehiculi-zada principalmente por la religin y la unidad lingstica y cultural). Dehecho, durante diversos perodos de la historia del Imperio, muchos gober-nantes turcos solan arabizarse2, demostrando un creciente aunqueincipiente- sentido nacionalista, que se transformaba en un obstculo demagnitud para la vigencia del Imperio.

    En segundo lugar, es importante distinguir que, dentro del arco geogr-fico del oriente rabe, se configuraron diferentes espacios econmicosy sociales que le confieren cierta heterogeneidad y explican su funcio-namiento, refutando cualquier consideracin respecto al carcter feudal

    2 Un ejemplo es el proyecto de Revolucin Industrial llevado a cabo por Mohamed Ali enEgipto, entre 1805 y 1848. Este proyecto privilegi el desarrollo de infraestructura bsicay educacin, el control dirigista de la produccin agropecuaria y el auge de algunas indus-trias bsicas. Sin embargo, la pesada carga fiscal del Estado y la creciente presin de losbritnicos para imponer fuertes aranceles a la importacin de los bienes egipcios, conspi-raron contra su desarrollo. No obstante, puede considerarse la poltica de Mohamed Alicomo un antecesor del incipiente Nacionalismo rabe.

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  • del Imperio. Ms all de lo que se cree habitualmente, dentro del mundorabe, slo Egipto puede considerarse un pas de base agrcola. Su orga-nizacin social y econmica se articul en funcin de una clase campe-sina y otra terrateniente, a travs de la explotacin de las ricas y frtilesllanuras que circundan el Delta del Nilo. Sin embargo, y a pesar de laformacin rural-tributaria que caracteriz al Egipto otomano, no puedeconsiderrselo como feudal debido a la fuerte centralizacin que ejercael poder imperial y a la ausencia de una opresin directa en el seno delcampesinado, cuya baza principal era la organizacin autnoma de basefamiliar o clnica, y el fuerte dominio ejercido por las tribus nmadas.Con respecto al Magreb y el Mashrak, sus pueblos han sido tradicional-mente mercantiles y de base urbana, nucleados en las grandes ciudadesde Medio Oriente como Aleppo, Damasco o Bagdad. Como afirma Sa-mir Amn, entendemos por mercantiles, que el excedente que alimenta-ba las ciudades importantes no provena generalmente de la explotacinde su mundo rural, sino de los beneficios del comercio lejano.3 Por lotanto, en el contexto del mundo rabe, no podemos hablar de una transi-cin del feudalismo al capitalismo como proceso anlogo al europeo,donde las dramticas luchas que se produjeron en el ocaso de la EdadMedia y los albores de la modernidad estuvieron signadas por un cismareligioso y una clara separacin entre Iglesia y Estado y razn y fe comofundamento en la vida de los hombres.

    La creciente influencia de las potencias occidentales, principalmenteGran Bretaa y Francia, y la profunda decadencia moral y poltica delImperio comenzaron a minar su podero. Se acrecent el descontentode las masas rabes y sus clases dominantes ya no encontraban en laautoridad del sultn una proteccin contra la invasin de los enemigosimpos. El Imperio, que haba logrado aglutinar a millones de rabes ymusulmanes durante cuatro siglos, a travs de un rgimen opresivo perobasado principalmente en el respeto por los valores del Islam y la culturarabe, manteniendo estructuras de poder local y resguardando a la umma(comunidad), fue totalmente ajeno a las cambiantes circunstancias his-tricas que se desarrollaron en Europa. La transicin del sistema feudalcristiano al modo de produccin capitalista, la liberacin y el desarrollode las fuerzas productivas, junto con el surgimiento del pensamientoburgus, son el sustento del proceso de secularizacin que caracteriza aEuropa desde el siglo XVI aproximadamente. La separacin entre laIglesia y el Estado representa el fundamento bsico que dio origen a losestados nacionales en la Edad Moderna y Contempornea. En el mundorabe, donde se mantuvieron totalmente ajenos al pensamiento iluminis-ta y las revoluciones burguesas de los siglos XVII y XVIII europeas

    3 Amn, Samir, 1986.

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  • (que consagraron los derechos individuales y afianzaron la propiedadprivada), el relativo aislamiento respecto de los nuevos cambios debilitsu condicin de eje en el contexto del comercio mundial, como nexoentre el occidente cristiano y el lejano oriente. En otras palabras, estanueva coyuntura histrica, sumada a la conquista de Amrica, transfiriel eje del comercio mundial desde el Mediterrneo hacia el Atlntico,debilitando la tradicional importancia que supo tener en aquella regindurante decenas de siglos.

    En suma, ni el Imperio ni sus vilayas lograron captar los avances sus-tantivos que se produjeron en la Europa moderna, debido, fundamental-mente, al aislamiento y las peculiares caractersticas que conservaban lasestructuras de poder tradicionales4, las cuales debieron trazar alianzascon los nuevos intereses dominantes ligados al colonialismo. La vieja cla-se mercantil urbana se transformaba en una burguesa compradoraque asimil rpidamente los cambios. Se convirti en consumidora de losproductos europeos, y se educ en las universidades britnicas y france-sas para formar parte de la nueva administracin burocrtica colonial.

    La decadencia del viejo imperio obedeci a dos causas fundamenta-les. La primera fue que, por medio del sistema de Capitulaciones, elsultn otorgaba privilegios comerciales a las potencias europeas quedesplazaban a los productores nativos. La segunda fue una nueva formade sojuzgamiento que impusieron dichas potencias: el mecanismo deendeudamiento pblico. La pesada carga fiscal que debieron sufrir lossbditos para afrontar el pago de la deuda pblica no slo los empobre-ca sino que pona en evidencia la profunda disconformidad popular frentea cuatro siglos de dominacin opresiva. No obstante, el peligro en cier-nes que representaba el imperialismo para el desarrollo de Medio Orien-te y, particularmente, para la preservacin de la umma y la continuidaddel Califato apareca como un enemigo an de mayor magnitud, queengendr, paradjicamente, la conciencia nacionalista de las masas y devastos sectores de una burguesa nativa incipiente. La invasin francesaa Argelia, en 1830, marc el comienzo de esta etapa; luego se sumaranEgipto (1882), Palestina e Irak (despus del Tratado de Versailles, 1919)por parte de Gran Bretaa, Tnez (1881) y Marruecos (1912) bajo do-minio francs y Libia (1911) para Italia.

    4 Ntese el rol que juega aqu la fuerte cohesin que logr la autoridad otomana desdeprcticamente los comienzos del imperio. Si bien la etapa bajo la dominacin turca no estexenta de conflictos intestinos dentro de las diferentes comunidades rabes, sobre todoentre las tribus nmadas y los campesinos, la preservacin del concepto de la umma y elproceso de arabizacin de muchos dirigentes e intelectuales, sealado con anterioridad,jug un papel fundamental en esta dinmica de aislamiento respecto de los cambios surgidosen Europa. Para estudiar con mayor rigurosidad, sugerimos consultar en Muoz, GemaMartn, 2000.

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  • 1.3 El sionismo, el ltimo movimiento nacionalista de occidente?

    Como mencionamos en la introduccin de esta primera parte, es im-posible comprender la verdadera dimensin de este conflicto histrico(rabe-israel) sin conocer los orgenes y el desarrollo de este singularmovimiento poltico de mediados del siglo XIX. De este modo, se re-fuerzan las consideraciones socio-polticas que debilitan los argumentosreligiosos como fuente de toda crisis entre los estados rabes actua-les y el Estado de Israel, como suelen percibir a menudo muchos analis-tas polticos en occidente. En la misma lnea, resulta indispensable sea-lar que ciertos mitos que abundan en la literatura deben ser descartados:por ejemplo, aquel que sugiere que el sionismo fue un aliado del impe-rialismo britnico para la conquista de Palestina; ms bien, se pue-de considerar como un subproducto de la expansin capitalista y colo-nialista en el Medio Oriente de finales del siglo XIX y principios del XX.

    La persecucin que sufran los judos europeos, principalmente en la Ru-sia de los zares (donde solan ser atacados por los pogroms), constituye unfenmeno crucial para entender el origen y la dinmica del movimientosionista. Los judos ashkenazes5, que vivan en el seno de las sociedadeseuropeas, sufran una situacin de marginacin histrica, desposedos delderecho a la tierra, excluidos de las principales actividades productivas, y dela vida social y poltica. Esta situacin era una herencia de la Europa feudal-cristiana, donde la persecucin contra judos y musulmanes consideradosherejes, limitaba sus vidas al comercio, las artes y las ciencias o la usura,ocupaciones usualmente menospreciadas y confinadas a grupos minorita-rios. En otras palabras, se los exclua de participar activamente en la confor-macin de la sociedad, convirtindolos en desclasados. Este hecho reforzun sentimiento de pertenencia y despert una conciencia nacional, favoreci-da por la condicin laica y el alto nivel de politizacin de muchos de ellos.

    Pero, a qu conciencia nos referimos, si los judos haban vivido histri-camente asimilados a las naciones a las que pertenecan? Precisamente, laconciencia de romper con el prejuicio del antisemitismo y enfatizar su con-dicin de pueblo, con el derecho a forjar su propio destino, respetando sucultura, su tradicin y sus valores y conformndose como una sociedadorganizada, donde cada judo del mundo se transformara en agricultor de supropia tierra, en artesano e industrial, aniquilando definitivamente la idea delpueblo clase6. En definitiva, se refuerza la necesidad de crear una na-

    5 Denominacin habitual con la que se designa a los judos originarios de Europa Central. En lajerga literaria se suele hacer referencia a judos rubios o judos occidentales, acepcin vulgarque se utiliza en oposicin a los judos orientales o sefarades, originarios de Medio Oriente.6 Entrevista con Pedro Brieger, agosto de 2004. All se seala que la idea de un pueblo judoasimilado a otras sociedades, ocupando un lugar entre seores feudales y campesinos oentre burgueses y proletarios, refuerza la idea del pueblo-clase, que se plasma en lamarginacin sufrida al interior de la sociedad establecida, a travs de la sumisin de sus

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  • cin para el pueblo judo en su conjunto, en el seno de un Estado, con unasociedad organizada y con su propia estructura econmica y social. El mo-vimiento sionista nace entonces como una necesidad inherente a la propiahistoricidad del pueblo judo, reclamando para s la construccin de un Esta-do. Este, paradjicamente, carece an de territorio, convirtindose as en loque Uri Avnery denominara el ltimo movimiento nacionalista contempo-rneo en Occidente.7 Para quienes persiguen la idea de crear un Estadojudo, este hecho supone la erradicacin definitiva de la judeofobia y la per-secucin, adems de una reivindicacin tras siglos de dispersin.

    En 1897, Theodore Herzl, considerado uno de los fundadores del mo-vimiento sionista, convoc al Primer Congreso Sionista, en la ciudad deBasilea, donde se delinearon algunos puntos bsicos para el proyecto dela nacin propia.

    1. El movimiento sionista es esencialmente laico, si bien reconoce aDios de facto; la Biblia sirve como referencia histrica para la eleccindel lugar donde se crear el futuro Estado, Palestina8, reconstruyendolos lazos que supuestamente ligaban al pueblo hebreo con esta tierra,antes del comienzo de la dispora con la destruccin del segundo Tem-plo. En consecuencia, es crucial crear una patria para el pueblo judo.

    2. Formar una sociedad nueva, fomentando el desarrollo de los judosen tanto pueblo; esto implica la creacin de una sociedad de clases queno est apegada a concepciones religiosas.

    3. Esta nueva nacin debe albergar a todos los judos del mundo.

    4. Robustecer la conciencia como pueblo y resolver el problema de laasimilacin y la persecucin, que lleva a la prdida de identidad en tantojudo.

    Por lo tanto, el objetivo principal es la inmigracin hacia el Eretz Israel(la Tierra de Israel), entendido como un proceso de colonizacin (ali-ah9) sustentado en la nocin de una sociedad nueva, que retorna a latierra de sus antepasados y restituye as una continuidad histrica debi-litada luego de la dispora. Sin embargo, el sionismo no estar exento deflagrantes contradicciones. Estas pondrn en serio peligro el proyectode la nacin propia.

    propios valores y su propia identidad, a los de aquella, por ejemplo, mediante la proscrip-cin en la participacin en la vida poltica y la realizacin de actividades econmicasmarginales, limitando toda posibilidad de regir su propio destino.7 Avnery, Uri, 1968.8 La eleccin del sitio donde se creara el futuro Estado fue motivo de prolongados debates.Se mencionaron varias posibilidades: Argentina, Canad, Sudfrica, Australia y Uganda. Final-mente, se eligi Palestina, ya que los sionistas la reclamaban como parte de una reivindica-cin histrica, por los lazos que en teora unan a esta tierra con el origen del pueblo hebreo.9 Este concepto ha sido traducido por la literatura como olas colonizadoras o inmigra-torias. Sin embargo, en un sentido ms potico, puede entenderse como retorno o bien

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  • 1.4 El sionismo y sus contradicciones

    La profunda vocacin colonizadora de los pioneros del sionismo se en-frent, no obstante, con numerosas contradicciones que intensificaron laconflictividad con los rabes, sumergidos en la problemtica de la des-composicin del Imperio Otomano, la penetracin colonialista capitalistay el peligro de la prdida de la propia identidad. El sionismo choc contralas fuertes inconsistencias que descansaban en su propia ideologa, quetrataba de conciliar el ideario socialista con un profundo sentido naciona-lista. Este ltimo implicaba la construccin de un Estado judo pero en unsentido exclusivo, que no tena en consideracin la integracin de lascomunidades ya existentes. Indudablemente, los lderes del sionismo, prin-cipalmente Herzl, el Barn Edmund Rotschild y Arthur Ruppin, o bienignoraban la existencia de otro pueblo en el lugar elegido u omitieron estarealidad para adecuarla a un proyecto que no albergaba ninguna posibili-dad de incluir a los rabes en el futuro Estado. La mxima elegida porHerzl, en la apertura del congreso de 1897, demostraba claramente esteerror de apreciacin: una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra.De hecho, algunos defensores del sionismo, como Adam Akerman, sos-tienen que El Eretz Israel es para los judos su patria y para los rabes, unsimple territorio ocupado por una minora dentro de la gran Nacin rabeque los puede cobijar.10 Esto refuerza la idea de una continuidad histri-ca que sirve como mecanismo de legitimacin del proceso de colonizacinde Palestina, y preconiza la nocin de una sociedad paralela, mas nointegrada con las comunidades ya establecidas, en una tierra cuyo signifi-cado posee connotaciones msticas.

    Siguiendo a Brieger,11 entendemos que la construccin del Estado ju-do posea cuatro consignas centrales. En primer lugar, fomentar un fuerteproceso de inmigracin juda a Palestina, con el objetivo primordial derevertir la tendencia demogrfica, establecer colonias y unificarlas pos-teriormente. La poblacin palestina por entonces no superaba el mediomilln de habitantes, con una minora de judos orientales dedicados b-sicamente al comercio y la actividad pastoril, con poblados por lo gene-ral alejados de la franja costera, y extendidos sobre los frtiles vallesinteriores. Sin embargo, se plantea un interrogante: si este proceso sellev adelante bajo premisa de una tierra casi deshabitada, por qusurgi la necesidad de revertir la tendencia demogrfica?

    La segunda consigna del proyecto sionista se desprende de la anterior.Aparece el concepto de redencin de la tierra, es decir, el reclamo del

    como ascenso, ya que cuando un judo va hacia el Eretz Israel, la Tierra Prometida, noemigra, sino que asciende.10 Akerman, Adam, 1981.11 Brieger, Pedro, 1991.

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  • pueblo judo a ejercer el derecho a la autodeterminacin y a la creacinde un espacio nacional que permita su normalizacin y el desarrollo desu propia estructura econmica y social. Es interesante observar queuna de las premisas del movimiento sionista y de sus fundadores era lade volver a ser un pueblo agricultor, que los judos volvieran a trabajar latierra como sus antepasados. Esta tica pionera fortaleci el proceso decolonizacin, que tena como eje fundamental la compra de tierras y laconstruccin de aldeas, enfatizando el carcter cooperativo de la em-presa, a travs de la colectivizacin y la introduccin de modernas tc-nicas agrcolas. Como seala Efran Orni,

    La aparicin del Sionismo en tanto que expresin del antiguo sueo de restaurar laindependencia juda en la Tierra de Israel fue acompaada, desde sus primeros das,por la idea del retorno a la tierra (...) Slo cuando el pueblo estuviese unido orgni-camente a la tierra, cuando la agricultura fuese una de las bases econmicas de lanacin, recin entonces el renacimiento del pueblo judo en su vieja-nueva patria,podra afianzarse profunda y permanentemente.12

    La compra de tierras se realizaba por medio de la Jewish Coloniza-tion Assosiation (JCA, Agencia o Asociacin de Colonizacin Juda),inicialmente a travs de su fundador, el Barn Edmond Rotschild, y seestablecan granjas colectivas llamadas kvutza, con un nmero limitadode miembros inicialmente sesenta- que trabajaban la tierra (bsica-mente el cultivo de cereales) y provean los bienes pblicos necesariospara su subsistencia. Posteriormente, con la intensificacin de la inmi-gracin principalmente durante la segunda aliah entre 1902 y 1914-, lanecesidad de integrar un mayor nmero de miembros estimul la crea-cin de grandes grupos de trabajo colectivo, los kibutz, con el fin degenerar unidades econmicas autnomas pero ligadas entre s, combi-nando la agricultura con la industria y financiando los distintos bienespblicos necesarios para la gran colonia. Este tipo de organizacin pre-tenda poner en un plano de igualdad las relaciones sociales de produc-cin, eliminando cualquier vestigio de capitalismo, fomentando la equi-dad distributiva y recurriendo a la planificacin de la actividad econmi-ca. Sin embargo, el proceso no careci de dificultades y no fue en abso-luto homogneo, dado que las tierras en muchos casos eran incultas,pantanosas y hasta aptas slo para cultivos de tipo plantacin (por ejem-plo, las plantaciones ya existentes de naranjas en Jaffa) que requeran laexplotacin de una mano de obra extensiva, y una preparacin que noposean la mayora de los primeros colonos. Por otra parte, la terceraaliah (iniciada en 1914) vi nacer una nueva modalidad de colonia, lamoshava, haciendas de pequeos propietarios que por lo general reque-ran de mano de obra asalariada.

    12 Orni, Efram, 1963.

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  • La tercera consigna supona que para construir una estructura socio-econmica propia, con sus propios medios de produccin y consumo, sedeba excluir a la mano de obra rabe. La economa palestina de princi-pios del siglo XX era bsicamente semifeudal, con una agricultura caside subsistencia y un pequeo comercio domstico. El Cdigo Agrariootomano de 1848 haba favorecido la confiscacin de tierras y su poste-rior concentracin, con lo cual se haba conformado una capa de propie-tarios (sheiks) que arrendaban las tierras a los campesinos (fellahs),reemplazando la propiedad colectiva y tribal por la individual. De modoque, cada vez que la JCA compraba tierras y las redistribua entre loscolonos, desplazaban sistemticamente a los fellahs; agobiados por lascrecientes deudas contradas por la intensificacin de la presin tributa-ria, quedaban absolutamente desposedos y se favoreca la hostilidad delos pobladores rabes. Resulta relevante sealar que muchos colonos seconvertan en pequeos propietarios y subcontrataban esta mano de obrarabe. De este modo contradecan los principios del sionismo, acentuan-do ya no slo los antagonismos entre sionistas y rabes, sino tambinentre patrones y trabajadores. La solidaridad y fraternidad obrera pre-gonada por el ideario socialista, vanguardia en los primeros tiempos delsionismo, se colocaba cada vez ms en duda, al mismo tiempo que sereforzaba, con mayor nfasis, su carcter nacionalista. Esta dificultadpuso en serio peligro la consigna de contratar trabajo hebreo, sobretodo en las haciendas individuales, que preferan a los rabes ms bara-tos y ms experimentados en un medio particularmente hostil. Mientrastanto, continuaban fundndose numerosos poblados, a partir de la recu-peracin de las tierras y la desecacin de pantanos, pero tambin sobreantiguas tierras trabajadas por los campesinos rabes, que haban sido labase de su economa tradicional.

    Por ltimo, el desarrollo de haciendas integradas, con ramas de laproduccin cada vez ms diversificadas, requeran el fomento de unaindustria nacional juda. Como plantea Nathan Weinstock,13 la des-composicin de la sociedad feudal en Palestina coincide con la insercinde su economa en la esfera del colonialismo britnico, principalmente, atravs de la creacin de plantaciones en las planicies costeras. Parasta, el proyecto sionista fue funcional, en la medida en que favoreca laformacin de una capa de fellahs, desclasados como consecuencia dela compra de tierras y su expulsin de las mismas. Esta situacin esti-mul la toma de conciencia por parte de cientos de miles de campesinosrabes que incluso llegaron a presionar para que los Jvenes Turcos, en1908, limitaran la venta de tierras con el fin de frenar el descontentopopular cada vez mayor. Queda entonces al descubierto que las contra-

    13 Weinstock, Nathan, 1986.

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  • dicciones del sionismo iban a convertirse en un factor desequilibrante eneste nuevo mapa de Medio Oriente, agobiado por la decadencia de unimperio obsoleto y la descomposicin de las estructuras tradicionales, ycon la percepcin de que nuevos enemigos llegados de occidente pon-dran en peligro cientos de aos de cultura y civilizacin.

    1.5 La consolidacin de los objetivos imperialistas:el Mandato Britnico sobre Palestina1.5.1 Tres hechos, tres destinos

    Para numerosos autores, la Primera Guerra Mundial signific la pri-mera lucha imperialista a escala planetaria cuyo principal baluarte fue laconquista de un bastin que pareca inexpugnable: los vestigios del otro-ra Imperio Turco Otomano. La victoria de Francia y Gran Bretaa,fundamentalmente, la fragmentacin de los pueblos rabes que no ha-ban conocido divisiones polticas artificiales y el sojuzgamiento de lasestructuras sociales, a travs de la alianza con las nuevas clases domi-nantes (burguesas compradoras), modificaron sustancialmente elescenario de Medio Oriente.

    Las potencias europeas supieron canalizar con xito las demandas delos pueblos rabes que se oponan con mayor fuerza a la opresin ejer-cida por el Imperio. Un documento enviado por el Alto Comisionadobritnico en Egipto, Henry Mc Mahon a Hussein Al, jedive de La Mecaen junio de 1915, garantizaba la futura independencia de los rabes,siempre y cuando estos cooperaran contra los turcos durante la contien-da blica, convirtindose en guardianes de los lugares santos y ofrecin-dose para establecer las formas de gobierno que, por supuesto, seranfuncionales a sus intereses. Esta coyuntura, especialmente favorablepara franceses y britnicos, serva de pretexto para exigir a los lderespolticos rabes el llamado a combatir a los turcos a travs de la Jihad(guerra santa contra los impos) y, de esta forma, posicionarse de mane-ra definitiva en la regin, mediante el control directo de sus interesesgeoestratgicos. Pinsese que el auge petrolero de las primeras dca-das del siglo revaloriz la importancia de los territorios rabes, principal-mente en el Mashrak. Un acuerdo secreto, negociado entre la diplo-macia de ambos pases, por intermedio de Franois Georges-Picot yMark Syikes (francs y britnico, respectivamente) fij las condicionesbajo las cuales se diseara la nueva geografa de Medio Oriente, atravs del reparto indiscriminado de las provincias rabes una vez con-cluida la guerra. El Acuerdo Sykes-Picot, firmado el 16 de mayo de1916, implementaba los lmites dentro de los cuales tomara posesincada pas. Como se puede observan en el mapa 1, la llamada Zona Azul,desde el Litoral de Siria hasta Anatolia quedaba bajo control francs; laZona Roja, hacia el sudeste, bajo control britnico e inclua Basora ha-cia el sur (actual Irak) y un enclave palestino alrededor de Haifa. Por

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  • otra parte, se constituyeron dos zonas bajo influencia de ambas poten-cias, la llamada Zona A (parte de la actual Siria) y la Zona B al sur de laanterior, francesas y britnicas respectivamente. Por ltimo, a la iz-quierda del mapa, en el sector occidental se puede observar una peque-a porcin del territorio palestino, que pas a ser zona intenrnacionaliza-da bajo la administracin de un codominio franco-britnico.

    Sin embargo, la poltica colonial (fundamentalmente britnica), cuyoobjetivo principal era consolidar su posicin en Medio Oriente y desha-cerse rpidamente del problema sionista, mostrara fuertes ambivalen-cias. El sionismo haba intentado por todos los medios obtener el reco-nocimiento a nivel mundial para su movimiento, basndose en la legiti-midad de su reclamo para adquirir el status de nacin para el pueblojudo. De esta manera, y como consecuencia del origen europeo delmovimiento, ese reconocimiento poda encontrarse seguramente enEuropa y sus principales potencias; de all que la alianza entre el sionis-mo y los britnicos no haya sido producto de las apetencias de los pri-meros por apoderarse de Palestina, como muchas veces se ha sealadode manera prejuiciosa, sino que surge como nica estrategia posiblesustentada en un profundo desconocimiento de una realidad histrica ycultural preexistente que fue, en definitiva, funcional a los intereses co-lonialistas. El 2 de noviembre de 1917, una carta enviada por el canciller

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  • britnico Sir Arthur Balfour a Lord Rotschild, conocida como La Decla-racin Balfour, reconoci la disposicin del Reino Unido para estable-cer un Hogar Nacional Judo en Palestina:

    (...) El gobierno de Su Majestad ve con agrado el establecimiento en Palestina de unhogar nacional para el pueblo judo y utilizar sus mejores medios para facilitar ellogro de este fin, quedando sobreentendido que no se har nada que perjudique losderechos civiles, religiosos de comunidades no judas existentes en Palestina.14

    Las intenciones reales de esta promesa son de naturaleza discutible;para algunos autores como Ahmad Khalid,15 la Declaracin serva de pre-texto para canalizar las aspiraciones del sionismo y, simultneamente, pro-vocar una divisin dentro del mundo rabe, hastiado de la opresin deEstambul, pero al mismo tiempo, temeroso de una inminente descomposi-cin del Califato que amenazaba siglos de historia y civilizacin, y quefortaleca cada vez ms su conciencia nacionalista. A esta altura de losacontecimientos, la compra de tierras y la obtencin de la Cdula Realque otorgaba definitivamente la propiedad a los inmigrantes judos estabandetenidas y los feroces enfrentamientos entre colonos sionistas y campe-sinos rabes se intensificaban. La ambigedad con la que se manejabanfranceses y britnicos demostraba los importantes beneficios que podaobtener el imperialismo con esta poltica de doble standard, apoyando alsionismo como factor desequilibrante y, al mismo tiempo, trazando alianzacon clases dominantes severamente cuestionadas, pero que aprovecha-ban esta situacin (de crecientes enfrentamientos entre poblados judos yrabes) para instigar una propaganda antijuda que perpetuara una situa-cin de crisis funcional a la penetracin capitalista.

    1.5.2 El auge de la conciencia nacionalista rabe.Las consecuencias del sistema de Mandatos.

    Con la firma del Tratado de Versailles (1919), se precipit el final dela belle poque y el comienzo de una etapa marcada por las luchasindependentistas en los pueblos del tercer mundo, contra la opresin delimperialismo y, en muchos casos, por la bsqueda de una identidad na-cional que ayudase a reconstruir civilizaciones destruidas tras siglos deesplendor y relativa autonoma. Los particularismos histricos de lospueblos de Medio Oriente sufrieron las fisuras provocadas por la impo-sicin de un sistema ajeno al tradicional modelo agrario y mercantil,predominante durante siglos, que implicaba la fragmentacin de un mo-saico de regiones all donde nunca haban existido fronteras, o eran me-ramente tribales y clnicas. En consecuencia, el nacimiento del nacio-nalismo rabe es entendido como reaccin a la ocupacin francobri-

    14 Trascripcin literal de un fragmento de la Declaracin Balfour, 2 de noviembre de1917, documento enviado por Sir Arthur James Balfour al Barn Edmond Rotschild.Extrado de Muoz Mosquera, Andrs, 1999.15 Khalid, Ahmad, 2002.

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  • tnica, pero tambin a la oposicin creciente que suscitaban las nuevasburguesas pro-coloniales y el auge del problema palestino.

    La firma del Tratado de Laussane (1923) por parte de la Sociedadde las Naciones y el lder republicano turco, Mustafa Kemal (Ataturk),que decreta el fin formal del Imperio Otomano y confina a Turqua a suslmites actuales, es percibido por la comunidad de fieles, en las desam-paradas provincias rabes, como la agona y muerte del Califato. Pre-viamente, en 1920, el Tratado de San Remo, firmado por las principalespotencias, ratificaba la Declaracin Balfour rechazada por los rabes-y decida establecer un sistema de protectorados llamados Mandatos,tomando como referencia el Acuerdo Sykes-Picot y transgrediendo losdeseos de independencia de los pueblos rabes. El artculo 22 del Pactode la Sociedad de las Naciones seala que los principios del Pacto seaplicarn a colonias y territorios que hayan dejado de estar bajo sobera-na de los Estados que gobernaban con anterioridad y que estn habita-dos por pueblos an no capacitados para dirigirse por s mismos yenfatiza que el bienestar y el desarrollo de estos pueblos constituye unamisin sagrada de civilizacin, lo que puede ser entendido como la im-posicin llana de una poltica colonialista mediante la creacin de gobier-nos con jefes en muchos casos extranjeros, economas de enclave pro-veedoras de recursos bsicos y fuente de un importante mercado parala importacin de manufacturas. Parte de la estrategia de dominacin sevio reflejada en la creacin de algunas monarquas aliadas tras el disfrazde una supuesta independencia que garantizara la continuidad de la ex-pansin colonialista; tal es el caso del Reino Hashemita de Transjorda-nia (actual Jordania), fundado en 1928 sobre la margen oriental del RoJordn por el rey Abdullah, en un sector de lo que los rabes denominanla Palestina histrica. A esta se suman, tambin, algunas monarquascontroladas directamente por la ocupacin britnica, como es el caso deIrak (tambin alcanzado por el sistema de Mandatos), creada en 1921y gobernada por el Rey Faisal, o el Egipto de Faruk16, cuya independen-cia es obtenida algunos aos despus, pero siempre bajo la impronta deldominio colonial.

    El Mandato sobre Palestina que entrara en vigencia en septiembre de1922, reconoce de hecho la conexin histrica del pueblo judo conPalestina y menciona en su artculo 2 que el Mandatario debe serresponsable para poner el territorio bajo tales condiciones polticas, ad-ministrativas y econmicas que aseguren el establecimiento del hogarnacional judo. Ms adelante, insiste en la creacin de una Agencia

    16 Para quien desee profundizar sobre este perodo y conocer ms rigurosamente lasparticularidades de la compleja sociedad iraqu, sugerimos consultar Kader, Abdel, 1962 yMuoz, Gema Martn, 2000.

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  • Juda como rgano directivo de la minora juda en Palestina y en elartculo 6 afirma que La Administracin de Palestina (...) facilitar lainmigracin juda bajo condiciones aceptables y deber animar la crea-cin de asentamientos judos en el territorio. El duro golpe que significla entrada en vigor del Mandato para las aspiraciones polticas de losrabes incrementara las luchas contra la ocupacin, pero tambin, con-tra los colonos sionistas. Estos, a partir de la tercera y cuarta Aliah(entre 1919 y 1923, y 1924 y 1936, respectivamente), aumentaron elcaudal inmigratorio que comenzaba a revertir la tendencia demogrfica.Este hecho, bautizado por los rabes como la Nakba (desgracia), pro-dujo la convergencia de diversos actores polticos, con posturas ideolgi-cas de naturaleza vaga y difusa, pero que se caracterizan por el rechazoa la democracia liberal europea, a la modernidad entendida en el sentidode la sumisin de los propios valores culturales (y no al rechazo a losavances de la ciencia). Esto cre una atmsfera hostil hacia el proyectosionista, del que se saban excluidos y al que ligaban indefectiblemente ala penetracin imperialista.

    En el mapa 2 se puede ver claramente el territorio palestino que quedbajo el Mandato: el borde oscuro corresponde al rea que los judosesperaban como posible territorio nacional. Como se puede observar, lasexpectativas de los sionistas incluian una porcin de Transjordania (ac-tual Jordania). Por otra parte, el rea gris (Transjordania) corresponde a

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  • la porcin de territorio concedida a Gran Bretaa en la Conferencia deSan Remo (1920) que completaba el Mandato.

    Sin embargo, los diferentes movimientos que surgen al calor de lasgrandes rebeliones populares no poseen la fuerza suficiente para propo-ner un proyecto de raz revolucionaria ni la conviccin suficiente paraadoptar ideologas de izquierda, ya sean moderadas o de tipo marxista-leninista, sino que se ven influenciados principalmente por las ascenden-tes burguesas urbanas, las capas medias de comerciantes, funcionariosy profesionales, que reivindican su condicin de rabes con derecho asu autodeterminacin, pero no cuestionan ni la propiedad privada ni elmodo de produccin capitalista. Como afirma Valabrega,

    (...) an manteniendo las exactas caractersticas nacionales y sin interrumpir deter-minadas tradiciones culturales o religiosas, conformndose a las exigencias, a lamentalidad y a las costumbres locales, el emerger de nuevas clases y grupos econ-micos favoreci en gran medida la formacin de organizaciones polticas ms mo-dernas, bien con la acogida de ideas exteriores, bien con el logro de los primerosobjetivos independentistas. Por otra parte, sera errneo no tener en cuenta lo queen varios casos tuvo de artificioso la tentativa de implantar entre las gentes rabespartidos segn el significado parlamentario del trmino, con la intencin de repro-ducir la experiencia de organizacin tpica de Europa en la era de la expansincapitalista. (...) En general, el partido poltico que se afirma entre las dos guerras esbastante distinto del que se suele conocer en el viejo continente; ante todo, seresiente todava de la costumbre de origen feudal y latifundista de asentarse sobreel prestigio y el poder econmico de una o ms grandes familias; en segundo lugar,desde el punto de vista programtico, rehuye por lo general las afirmaciones dema-siado claras y prefiere ser portavoz de las aspiraciones un tanto vagas: eliminacinde la presencia de ejrcitos extranjeros, implantacin de un poder autnomo yconstitucional, realizacin de reformas sociales, etc.17

    De modo que, independencia y reformismo parecen ser las claves deesta primera expresin del nacionalismo rabe. Siguiendo con la clasifi-cacin realizada por Valabrega, hacia los aos 30, el escenario polticoen las colonias rabes era el siguiente:

    1. Partidos de Centroderecha, por lo general, interlocutores de lapotencia colonial y ligados al parlamentarismo constitucional.

    2. Derecha fascista, en general anti-obrera y anti-imperialista, laica yactivista.

    3. Movimientos religiosos (bsicamente islmicos), tradicionalistasy con una fuerte vinculacin con la violencia y algunos actos terroristascontra las potencias extranjeras.

    4. Partidos y movimientos de izquierda heterogneos, desde mar-xistas e intelectuales progresistas, hasta islmicos ms modernos.

    17 Valabrega, Guido, 1971.

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  • Concretamente, algunos de estos movimientos fueron protagonistas ex-cluyentes durante las dcadas de 1920 y 1930, preconizando la liberacinnacional, pero desde puntos de vista a menudo contrapuestos, influidos endistinto grado por la presin de las potencias ocupantes. As, el Wafdegipcio, quizs el ms importante de los partidos surgidos luego de la pri-mera posguerra, era un movimiento de tendencia burguesa, nucleado prin-cipalmente alrededor de la pequea y mediana (ascendente) burguesaurbana, los mandos medios del ejrcito vanguardia revolucionaria en ladcada de 1950-, comerciantes y algunos cuadros de la burocracia admi-nistrativa surgida con el desarrollo de la infraestructura colonial. Deveni-do popular y revolucionario aunque no ms all del discurso-, cuya bazaprincipal es la lucha por la liberacin nacional, pero con el objetivo implci-to de consolidar a dicha burguesa como clase dominante. Por su parte, ycomo resultado del fuerte resurgir de un espritu religioso que intenta re-cuperar el viejo esplendor de los comienzos del Califato y reconstruir laumma, nacen en 1928 Los Hermanos Musulmanes18. Fundado por elclrigo Hasan al-Banna, este movimiento predica el Panislamismo porsobre el Panarabismo de los grupos ms nacionalistas, repudiando lacultura y educacin impuesta por los britnicos y rechazando la ocupacina travs de la organizacin de brigadas que llevaran adelante la yihadcontra las potencias y que persiguen la imposicin de la sharia (ley cor-nica o religiosa) como forma de gobierno. Otras fuerzas, tanto de izquier-da como de derecha, tambin se disputaban el espacio poltico, aunquecon menor xito. As, coexistan grupos tan heterogneos como el Parti-do del Pueblo sirio, de raz nacionalista, democrtico y laico, los partidosNacional Sirio, las Falanges Libanesas, el Joven Egipto, de tendenciafascista, y el Partido Comunista Palestino (PKP) primer partido deeste tipo en Medio Oriente- y del Pueblo libans, dentro de la izquierdarevolucionaria, ms radicales y hostiles no slo hacia las potencias colo-niales sino tambin hacia el sionismo.

    Sin embargo, esta conciencia nacionalista era embrionaria, en un pero-do de la historia donde las masas rabes debieron afrontar un fuerte pro-ceso de urbanizacin, que las alejaba de los campos, las obligaba a vendersu fuerza de trabajo y las despojaba de sus estructuras tradicionales, frag-mentando su cohesin e imponiendo una lgica econmica para la cual noexisti ningn devenir histrico. Estas masas comenzaron a migrar haciaurbes construidas con el estilo europeo, refugindose en la marginalidad.Entre tanto, las lites fueron grandes beneficiarias del proceso de moder-nizacin, principalmente, las burguesas compradoras y aquellos terra-

    18 En el captulo 3 realizaremos un anlisis ms detallado de este importante movimientopoltico, antecedente fundamental para entender el surgimiento de los movimientos isl-micos a partir de la dcada del 60 y 70, fuertemente consolidados a partir de la RevolucinIran de 1979.

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  • tenientes que haban vendido sus tierras luego de la cada del sultanatoOtomano. Por otra parte, el problema palestino comenzaba a cobrar sin-gular relevancia. Esto no slo debido a la presencia colonial en la reginsino tambin al agravamiento producido por el aumento de la inmigracinsionista: la compra de tierras y mayor desposesin de los campesinos, lapresin demogrfica, el desempleo y la decepcin que significaba paraellos no compartir los frutos de la modernizacin y la supuesta mejora enlas condiciones de vida que traera para la regin la presencia de un pue-blo supuestamente ms avanzado cientfica y culturalmente19.

    Esta etapa, marcada por una creciente oposicin al dominio colonial,el rechazo incondicional al sionismo y la permeabilidad hacia ideologasde lucha por la liberacin, inclusive dentro del campo del pensamientoislmico, ha sido comnmente denominada por la literatura como el pe-rodo liberal20. Las estructuras anquilosadas en el aparato burocrticoy militar, creado por la administracin mandataria, no gozaban del con-senso de la mayor parte de los grupos sociales. An cuando la carenciade una intelectualidad revolucionaria, como se seal con anterioridad,no permita que fluyeran esas sinergias hacia un proyecto claro de eman-cipacin y transformacin radical de la base social y poltica. Esta situa-cin era reforzada por la sensacin, principalmente en las capas mediasy bajas, de que la modernidad impuesta forzosamente por occidente yforjada fuera del mundo rabe, a travs de revoluciones polticas, tecno-lgicas y del pensamiento, se haban suscitado como una especificidadeuropea, ajena a la historia de los pueblos de Medio Oriente, y que sereproducan slo mediante un proceso de adaptacin e imitacin, funcio-nal a la expansin imperialista. Como expresara Mohamed Arkoun,

    En las grandes ciudades favorecidas por la colonizacin, una lite nfima, muy amenudo en posesin de las ventajas de la clase dominante de siempre y de las de lacultura moderna, acepta con ms o menos reservas integrarse en un sistema queespera poder democratizar. En las ciudades ms tradicionales, la resistencia a lapenetracin extranjera en nombre de los valores araboislmicos se torna reivindica-cin nacionalista cuando el empobrecimiento de las masas aldeanas y rurales y lapresin demogrfica de los estratos urbanos amenazados por el paro suministranlas fuerzas sociales indispensables para la lucha pro liberacin. Aislados, y prontodesacreditados, los reformistas occidentalistas han de apartarse o sumarse a laburguesa tradicional para encuadrar las masas populares en movimiento.21

    19 Es interesante notar que los dirigentes sionistas ms respetados, como Herlz o ChaimWeizmann, estaban profundamente convencidos de los beneficios que traera a la pobla-cin arabo-musulmana la presencia del sionismo, en el sentido de transmitir los valoresculturales de occidente como el progreso tcnico y cientfico (por ejemplo, a travs de laintroduccin de modernas tcnicas agrcolas), intelectual, e incluso, poltico, debido alimportante avance que significaba su forma de organizacin social colectivista, reforzadapor los principios de la Revolucin Francesa.20 Ver Muoz, Gema Martn, 1999 y Arkoun, Mohamed, 1992.21 Arkoun, Mohamed, 1992.

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  • En los hechos, en la tensa situacin acaecida en Palestina en la dca-da de 1930, donde la resistencia a la ocupacin y la oposicin a la com-pra de tierras por parte de colonos judos ocasionaba violentas revueltas,la presencia de los Hermanos Musulmanes (como fuerza principal)demostraba que, an cuando los movimientos polticos laicos y naciona-listas reivindicaban la lucha anticolonial, el Islam continuaba siendo unacada vez ms importante base de apoyo para las masas, ahora compro-metido con la lucha poltica. Las revueltas de 1936-1939, ferozmentereprimidas por el gobierno mandatario, tuvieron como vctima ms noto-ria a un campesino militante de Hermanos, Ezzadim al-Kassam, quiense transformara en mrtir para el pueblo palestino y llevara a replan-tear la poltica colonial respecto al sionismo. El resultado fue la publica-cin del Libro Blanco de Palestina, que prohiba expresamente la inmi-gracin sionista. Las consecuencias de la compra de tierras a latifundis-tas rabes y el rechazo explcito a la incorporacin de los campesinosdesclasados en el seno de su organizacin social comenzaban a hacerpeligrar el sueo sionista del Estado. Paradjicamente, las clases domi-nantes nativas se amalgamaban a estas potencias, aprovechando el cre-ciente sentimiento anti-sionista de las masas para explotarlo en su pro-pio beneficio.

    Por otra parte, la situacin en Europa en la dcada del 30 y principiosdel 40, con la confrontacin blica en marcha, era para los judos peoran que en los aos de los pogroms. Las persecuciones, confinamientosa guetos y ejecuciones en masa en campos de concentracin por partedel nazismo, intensific la inmigracin, que devino ilegal tras la prohibi-cin britnica y aceler la presin sobre la comunidad internacional res-pecto de la necesidad de crear el Estado. Sin embargo, an dentro de lacomunidad juda de Palestina, se podan apreciar fuertes contradiccio-nes, respecto a las consecuencias de desplazar a la poblacin nativa ycrear un Estado slo judo. Tambin en relacin a ser aliados de GranBretaa (que utilizaba una poltica ambivalente y, simultneamente, pro-hiba la inmigracin) y a mantener ese espritu pionero fundado en elsocialismo, frente a las presiones de los sectores hegemnicos dentro dela colectividad que aspiraban a crear una sociedad clasista y burguesa,tendencia que finalmente prevalecer cuando se concrete la fundacindel Estado de Israel en 1948.

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  • Captulo 2

    HACIA UNA NUEVA CONFLICTIVIDAD: LA CREACIN DEL ESTADO DE ISRAEL MEDIO ORIENTE EN UN CLIMA DE GUERRA PERMANENTENosotros los judos, hemos sufrido en la dispora las humillaciones habidas y por

    haber. Y hacemos cuanto est a nuestra mano para que nunca ms se nos humille. Enjusta reciprocidad, debemos poner todo nuestro empeo en evitar humillar al prjimo.

    Gershon Shaked1

    2.1 Introduccin

    El final de la Segunda Guerra implic un drstico giro en el conciertode la poltica mundial y de Medio Oriente en particular. El viejo esplen-dor de las potencias europeas se vio socavado por el debilitamiento queprodujo en sus economas el enorme esfuerzo desplegado durante lacontienda y la prdida relativa de poder frente a los nuevos rivales, otro-ra aliados durante el conflicto, que asomaban como los dueos de lanueva hegemona: Estados Unidos y la Unin Sovitica. En 1945, co-menzaba la Guerra Fra, donde la estrategia de dominacin no pasabaya por la ocupacin de territorios y la creacin de administraciones co-loniales, sino por la configuracin de espacios geoestratgicos aliados alos distintos bloques el occidente capitalista y el oriente socialista-; pro-ceso caracterizado fundamentalmente por la descolonizacin de Asia yfrica, la independencia poltica de sus pueblos y su incorporacin a larbita del llamado Tercer Mundo. Sin embargo, lejos de derrumbarse,el imperialismo se afirmara con la hegemona norteamericana (ratifica-da con la cada de la Unin Sovitica en 1989) y la posicin estratgicade Medio Oriente, en el contexto de lo que Zbigniew Brzezinski llamarael gran tablero mundial.2 En ste, el Medio Oriente resultaba espec-ficamente relevante debido a la importancia de sus recursos petrolerosy su ubicacin geogrfica, que lo converta en una especie de pivoteentre los dos bloques. La necesidad de reafirmar las posiciones domi-nantes en una regin caracterizada por el enorme descontento de lasmasas y las clases subalternas, que aspiraban principalmente a su eman-cipacin del poder colonial de antao y a la expulsin del sionismo (alcual consideraban el principal agente del imperialismo en Medio Orien-te), se transform en el objetivo fundamental de esta nueva hegemonaliderada por Estados Unidos, dispuesto a convertirse en el rbitro delos nuevos conflictos. Las desprestigiadas monarquas teocrticas crea-das durante la primera posguerra, en especial la Saud,3 marcaron des-

    1 Escritor y crtico literario israel. Citado por Carmel, Hesi; Derogy, Jacques, 1989, p. 284.2 Brzezinski, Zbigniew, 1998.3 En 1926, Ibn Saud se proclam rey de Hedjaz y del Nejd, que al unificarse en 1932formaron la actual Arabia Saud. Fuente: Dossier Palestina, www.nodo50.org.

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  • de un principio sus preferencias hacia occidente. Estas se sustentabanen las fabulosas posibilidades econmicas que se abran para sus litesfrente a la nueva potencia del otro lado del Atlntico, principalmentedebido a la crucial importancia del petrleo como insumo bsico para eldesarrollo capitalista, cuyo impulso sera enorme en las dcadas de 1950,1960 y 1970. Por otra parte, con la creacin de las Naciones Unidas en1947 como rgano supranacional para la resolucin de conflictos a es-cala global, y ante las legtimas demandas del pueblo judo que exigareparaciones histricas luego del terrible genocidio sufrido durante elnazismo, la constitucin del Estado apareca como un hecho irreversibleante la presin de la comunidad internacional, sensibilizada por los ho-rrores del Holocausto y conciente de que sta era la nica manera desatisfacer dichas exigencias. No obstante, es preciso sealar que estasituacin no iba a carecer de hondas incongruencias y de un abiertorechazo por parte de los pases rabes, cada vez ms comprometidoscon la situacin de Palestina (al mismo tiempo que la legitimidad de susgobernantes se encontraba severamente daada, considerados respon-sables directos de la prdida de identidad frente a occidente y la derrotaen el terreno poltico ante el sionismo). Los crecientes enfrentamientosblicos entre el flamante Estado de Israel y sus vecinos rabes fueron laconsecuencia emergente de los profundos antagonismos heredados dela etapa colonial, los cuales erosionaron las legtimas aspiraciones detodos los protagonistas a desarrollarse en paz y en libertad.

    2.2 La nueva realidad sociopoltica:el Estado de Israel vis vis el Mundo rabe2.2.1 El Plan de particin de Palestina.Un destino impensado para millones de rabes.

    Durante siglos, los palestinos se haban establecido en su mayora cercade las montaas, viviendo de las pasturas y del comercio bajo un rgimende vida semi-nmada caracterstico de las tribus rurales musulmanas querepresentaban hacia 1948 un 65% de la poblacin. El fuerte proceso deurbanizacin comenzado en la etapa colonial haba empujado a miles decampesinos hacia las ciudades habitualmente dominadas por las minorascristianas y, en muchos casos, debieron vender su fuerza de trabajo acolonos judos afincados principalmente en las planicies costeras. Las li-tes palestinas conformadas por dos familias principales, los Husaynis ylos Nashashabis4, se haban resignado frente al colapso del sueo de la

    4 Ambas familias haban compartido la hegemona de la sociedad palestina desde los tiemposdel Imperio Otomano. Los Husaynis aparecan como ms poderosos respecto a sus rivales,ocupando importantes posiciones en Jerusaln y ligados estrechamente al poder de Estambul(de hecho ocuparon cargos dentro de la administracin del sultananto), de cuyo seno esoriginaria la dinasta hachemita. De all se explica su slida vinculacin con Gran Bretaa y,en consecuencia, los destacados cuadros intelectuales formados en sus universidades. Encontraste, los Nashashabis poseen una organizacin ms tradicional, centrada en la perspec-

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  • Gran Siria es decir, formar junto a Siria un gran reino rabe-, divididasfundamentalmente por disputas de poder histricas (que las llevaron aaliarse con britnicos y franceses respectivamente) y ms tarde por laderrota que se producira en la primera guerra contra Israel.

    La evolucin del componente demogrfico en Palestina era otro as-pecto a tener en cuenta. Es conveniente recordar que, como sealamoscon anterioridad, uno de los objetivos principales de la poltica sionistaera la reversin de la tendencia demogrfica, la cual era claramentedesfavorable para los judos a la hora de constituir el nuevo Estado: enefecto, hacia 1946, sobre un total de 1.912.112 habitantes en territoriopalestino, slo 608.225 eran judos5, algo ms del 30%. Aunque valedecir que desde 1930 (auge de la inmigracin sionista), las proporcionesde su poblacin respecto del total haba ascendido de un 16% en 1931 aun 28% en 1936, demostrando que la tendencia era creciente y que elobjetivo era desplazar a la poblacin nativa para legitimar los reclamosterritoriales frente a la comunidad internacional, algo que ya estaba sus-cripto en el documento del Mandato.

    Por lo tanto, y ante la eventualidad del final del Mandato el 15 de mayode 1948, las Naciones Unidas suscribieron en Asamblea General el Plande particin de Palestina con Unin Econmica a travs de la Reso-lucin 181 (II)6. Esta propone el reparto del territorio con fronterasdelimitadas, la conformacin de dos estados y la internacionalizacin dela ciudad de Jerusaln, descartando propuestas ms integradoras comola creacin de un Estado binacional con autonoma de las comunidadesrabes y judas, modelo sugerido fundamentalmente por los pases delTercer Mundo. En el punto 3 del apartado A de su primera parte (futuraconstitucin y gobierno de Palestina), la resolucin seala que un Esta-do rabe y uno Judo independientes respectivamente y un rgimenespecial para la ciudad de Jerusaln deben ser puestos en vigencia dosmeses antes de la evacuacin de las fuerzas mandatarias, enfatizandoen el artculo 9 del apartado B que durante la transicin ningn judopodr establecer residencia en el rea del Estado rabe propuesto y lomismo para los rabes respecto del rea designada para el Estado judo.

    tiva familiar, alejada de los crculos intelectuales occidentales y, por ende, con un acceso alpoder algo ms limitado. No obstante, durante los aos del Mandato, ambas familias profun-dizaron su lucha antisionista y llegaron a plantear la cuestin de la independencia, fundandopartidos polticos y disputando espacios de poder. Sobre todo, luego de la guerra de 1948 y laanexin de la Margen Occidental a Transjordania. Ver Blufstein, Ariel, 2000.5 The Anglo-Palestine Yearbook 1947-8, Londres 1948. Citado en Said, Edward; Ali-Lughod y otros, 1985, p. 216.6 Resolucin firmada y puesta en vigencia el 29 de noviembre de 1947 por la UNSCOP(United Nations Special Comisin of Palestina). Fuente: www.un.org/domino.un.org/UNISPAL.NSF.

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  • Adems, obliga a ambas partes a redactar una constitucin democr-tica (artculo 10), algo que el Estado de Israel jams cumplimentara.

    El mapa 3 seala como era el reparto territorial en el momento decelebrarse el Plan de particin y a su vez, como quedara conformada laregin luego de su puesta en marcha. La zona bicolor corresponde alproyecto de Estado judo y la zona gris a la proyectada para el Estadorabe. Sin embargo, ya existan tierras en propiedad de colonos judos(que corresponden a las manchas oscuras sobre el mapa) que databande la poca del Mandato Britnico.

    Ms adelante, en el captulo 1 de la Declaracin de la Asamblea, refe-rido especficamente a los Lugares Santos, se decide que en stos debeexistir una absoluta libertad de acceso y movilidad para todos los ciuda-danos, sean rabes o judos y que las construcciones religiosas y sitiossagrados deben ser preservados (artculo 3) y puestas a resguardolas minoras religiosas. Por otra parte, en el captulo referido a los dere-chos de ciudadana, hace hincapi en la obligacin de cada Estado dereconocer y respetar la voluntad de aquellos residentes que decidanadoptar su nacionalidad, asegurando el completo goce de derechos civi-les y polticos. Resulta subyacente sealar este punto, ya que comoobservaremos en captulos posteriores, la conducta del Estado de Israel

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  • luego de su fundacin ha sido completamente violatoria de estas dispo-siciones y sucesivamente condenada por la ONU.

    Uno de los puntos ms sensibles del plan era el referido al problemadel agua. En efecto, para sustentar el desarrollo econmico de los futu-ros estados, era una condicin indispensable determinar el uso del re-curso acaso ms valorado en la regin, de modo de garantizar el accesoa las fuentes de irrigacin para los cultivos. En la seccin D, referida ala Unin Econmica, destaca la importancia de la irrigacin, puntuali-zando en el artculo 2e que el acceso para ambos estados y la ciudadde Jerusaln a las fuentes de energa y el agua debe determinarse sobreuna base de no discriminacin, algo que en las dcadas posteriores seconvertir en uno de los ejes fundamentales del fortalecimiento del po-der israel en la regin y fuente de graves crisis econmicas.

    Pero, sin lugar a duda, el punto de discusin fundamental era la cuestinde los territorios y los lmites de cada Estado, adems del rgimen especialpara la ciudad de Jerusaln. Como advertamos al comienzo de este cap-tulo, la considerable brecha poblacional entre judos y rabes y la distribu-cin territorial de las colonias sionistas respecto a las aldeas y ciudadespalestinas eran claramente desfavorables para los primeros, lo que hacasospechar que, de utilizarse un criterio ecunime en el momento de fijarlmites, la conformacin de ambos estados sera desequilibrada. Sin em-bargo, el Plan otorgaba 53% del territorio palestino al futuro Estado judo,el 47% restante al Estado rabe, junto con un enclave costero en la ciudadde Jaffa, y prevea la internacionalizacin de la ciudad de Jerusaln,sujeta a un rgimen especial de administracin fiduciaria por parte deNaciones Unidas. El plan no slo no logr obtener el consenso de losrabes, sino que suscit un enrgico rechazo debido a lo que considerabanera una expropiacin de vastas extensiones territoriales histricamentehabitadas por los rabes. Como se observa en el mapa 3, los territoriosotorgados a los rabes se encontraban prcticamente desconectados en-tre s, tanto la Franja de Gaza como la Margen Occidental o Cisjorda-nia, esparcidos de manera irregular. Es posible especular con la idea deque durante el perodo de compra de tierras por parte de la Agencia Juda,los criterios utilizados por la autoridad mandataria para su concesin dista-ban mucho de ser homogneos y las consecuencias emergentes de lapoltica colonial iban a verse dramticamente en los aos inmediatamenteposteriores a la constitucin del Estado de Israel.

    Por ltimo, la situacin de Jerusaln se ratificaba a travs del rgimenespecial que pretenda convertir a la ciudad en una zona neutral, accesi-ble a todas las comunidades. En el artculo 1(a) del Estatuto de la Ciu-dad, obliga a proteger y preservar los intereses espirituales y religiososde las tres grandes creencias monotestas, el Islam, el Judasmo y el

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  • Cristianismo. En el punto 2(b) manifiesta su profundo compromiso paraalentar y apoyar el desarrollo pacfico de las mutuas relaciones entreambos pueblos palestinos en la Tierra Santa, enfatizando el carcterde ciudad desmilitarizada y neutral (artculo 4(a)) y garantizando lalibertad de trnsito, visita y residencia controladas por el gobierno aut-nomo de la ciudad (artculo 8).

    2.2.2 La creacin del Estado de Israely el auge de la conciencia nacionalista rabe.

    El 14 de mayo de 1948 Israel declaraba su independencia a travs desu lder poltico ms importante, David Ben Gurion, quien se transforma-ba as en el primer jefe de Estado de la flamante nacin. El nuevo Esta-do fue rpidamente reconocido por los Estados Unidos y la Unin So-vitica (con algunas horas de diferencia), ante el repudio generalizadodel mundo rabe, cuyos representantes polticos encontraban una opor-tunidad para tratar de restaurar una legitimidad minada por aos de alian-zas con occidente y el descontento de las masas populares y los secto-res medios, ampliamente proscriptos de la vida poltica y social. Lasdesprestigiadas monarquas de Faruk en Egipto, de Faisal II en Irak y deAbdullah en Jordania y la Siria de las dictaduras militares pro-francesastrataban de aprovechar el rechazo hacia la creacin del Estado de Israelpara canalizar sus crisis internas y la dilacin de las transformacionesestructurales en el enemigo sionista, al que consideraban responsablede la situacin cada vez ms dramtica de cientos de miles de palestinosque vean con alarma la posibilidad de perder sus hogares. Qu le ga-rantizaba a los rabes palestinos que el Estado de Israel los albergaraen su seno, cuando la idea pionera del sionismo era reforzar el carcterjudo del mismo? En el caso del nuevo Estado rabe Palestino, bajoqu condiciones sera constituido, si sus promotores pertenecan a laLiga rabe estrechamente vinculada a los intereses imperialistas?

    Algunos intelectuales rabes sostenan que la verdadera razn por lacual unilateralmente Israel haba declarado su independencia, en esafecha, responda al presunto vaco legal que implicaba el vencimientodel mandato (previsto para el 15 de mayo) que permitira a los ejrcitosrabes invadir la regin y combatir contra los sionistas; la declaracin dela Independencia y el reconocimiento de la comunidad internacional ins-tauraran un nuevo status quo favorable a los reclamos de Israel7. Estacontroversia fue tal vez alimentada por los endebles regmenes rabes ysus decadentes clases dominantes, las cuales albergaban un profundotemor a que la ofensiva israel desplegara un xodo masivo de palestinoshacia sus territorios, acrecentando las ya insostenibles situaciones do-

    7 Este tipo de argumentaciones (en esencia discutibles) fueron esgrimidas por autores comoKhalid, Al, 2002.

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  • msticas. En suma, la convergencia de estos hechos polticos sumi aambos pueblos en una profunda crisis, cuya consecuencia inmediata fueel estallido de la Primer Guerra rabe-Israel el 15 de mayo de 1948(Guerra de la Independencia para los israeles), iniciada tras los ata-que de los ejrcitos rabes (Siria, Egipto y Jordania). La intencin mani-fiesta de estos era que la Resolucin 181 no fuera puesta en vigor yevitar que se prolongara una sangrienta guerra civil en los territoriospalestinos que pudiera desbordarse hacia sus fronteras.

    El resultado final de la contienda fue un claro triunfo de Israel -con elapoyo de occidente- que contaba con una fuerza militar superior y unafortaleza moral de la que carecieron sus adversarios. Es as como seconsolidaron las posiciones territoriales israeles a travs de la ocupa-cin de amplios sectores adjudicados por la Resolucin 181 al futuroEstado rabe-Palestino, extendiendo las fronteras del 53% original a un78% (ver mapa 4). En este se pueden observar los territorios ocupadosa partir de 1948. La zona gris, corresponde a la Margen Occidental(Cisjordania) y a la Franja de Gaza, adjudicados a los rabes en 1947. Elresto (el sector manchado del mapa) muestra la conformacin delEstado de Israel luego del Armisticio de 1949, correspondiendo los pun-tos negros a todas las aldeas judas ocupadas (y consolidadas) entre1948 y 1967. Como se desprende del mapa, lo que qued de los territo-

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  • rios rabes fueron dos reas completamente incomunicadas, con unafranja central ocupada por el ejrcito sionista

    La retrica israel justific la ocupacin y posterior anexin de los terri-torios (que aislaba completamente la Franja de Gaza de Cisjordania) porrazones de seguridad para el naciente Estado, generando duras controver-sias no slo en la comunidad internacional (la Unin Sovitica y el bloquesocialista rechazaron indeclinablemente la anexin de la regin de Galilea,el enclave de Jaffa, el corredor occidental de Cisjordania y el sur de Gazaal este del Sina) sino tambin al interior de la sociedad israel.

    2.2.3 Las ambivalencias de Israel y sus consecuencias

    Si bien la creacin del Estado de Israel, basado en la tica pionera desus fundadores, asuma un carcter esencialmente laico, democrtico yobrero, no pocas contradicciones encerraba la realidad con la que emer-gi. Ya desde la declaracin de la Independencia se pudieron observarestas contradicciones, a partir de una retrica que mezclaba reivindica-ciones polticas histricas con singulares afirmaciones de ndole religio-sa, lo que aliment peligrosamente la idea de un Estado devenido teocr-tico antes que democrtico. En varios pasajes se pueden percibir estasinconsistencias:

    El Eretz Israel fue la cuna del pueblo judo (...) All obtuvo por primera vez sunacionalidad (...) despus de haberse visto desterrado por la fuerza de su territorio, elpueblo judo se mantuvo fiel a l durante toda su dispersin y nunca dej de orar.

    Resulta evidente que, por un lado, se acenta el aspecto poltico (rei-vindicacin nacional), al hablar de la cuna del pueblo judo, pero, por otrolado, da una idea de sustento religioso, al destacar que el pueblo nuncadej de orar (reivindicacin religiosa). Ms adelante, luego de ratificarun derecho reconocido a partir de la Declaracin Balfour y reafirmadoen el Mandato, seala que

    La catstrofe que agobi recientemente al pueblo judo la masacre de millones dejudos en Europa- fue otra demostracin inequvoca de la urgente necesidad desolucionar el problema de su falta de territorio restableciendo en Eretz Israel elEstado judo, que les abrira de par en par las puertas de la patria a todos los judosy le concedera al pueblo judo el status de miembro con plenos privilegios de lacomunidad de las naciones (...) El Estado de Israel estar abierto a la inmigracinjuda de todos los pases (...) basado en las enseanzas de los profetas hebreos,mantendr una completa igualdad social y poltica de derechos para todos susciudadanos sin distincin de credo, raza o sexo y salvaguardar los lugares santosde todas las religiones.

    En consecuencia, esta declaracin avala el carcter de Estado judopor sobre cualquier otra condicin, desechando cualquier posibilidad deconfigurar un espacio comn entre rabes y judos como, por ejemplo, lacreacin de un Estado binacional. Esto significa que, mientras es discu-tible asignar el atributo de ser judo a la condicin de nacin (habida

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  • cuenta de que la vasta mayora de los judos del mundo no emigraronhacia Israel sino que mantuvieron sus respectivas nacionalidades) porla sencilla razn de que la nocin de judo remite ms a una entidadreligiosa, s es vlido hacerlo cuando se habla de hebreo, ya que estadenominacin sugiere una concepcin de etnicidad mucho ms compa-tible con una reafirmacin nacional por su identidad cultural y un destinopoltico comn. Para afianzar ms claramente la idea, resulta indispen-sable recurrir a Uri Avnery, quien seala que:

    Hay solidaridad, hay afinidad, pero el judasmo mundial no constituye una naciny s los hebreos israeles. El sionismo cre algo que nunca intent hacer conscien-temente, una nueva nacin. Y en el momento de su triunfo, se ha vuelto obsoleto;al obtener sus fines, sent las bases de su propia negacin.8

    Posteriormente afirma que,La Declaracin de la Independencia proclama que Israel es un Estado judo y estoest encajado en su estructura legal. La ley de retorno da a todos los judos del mundoel derecho automtico a venir y establecerse en Israel. Sin embargo, qu es serjudo?quin es judo? No existe una clara definicin legal (...) Las cortes de Israeldecidieron que una persona deja de ser juda si adopta otra religin, lo que muestraque ser judo es bsicamente una cuestin religiosa. Si es as, cmo puede haberseparacin entre Estado y sinagoga? (...) Solamente el repudio de esta idea del nacio-nalismo israel, puede eventualmente convertir a Israel en un Estado secular.9

    Por lo tanto, el proceso de conformacin del Estado de Israel presentun carcter dual. El pueblo judo era esencialmente obrero pero los secto-res dominantes y los que ejercan el poder poltico principalmente el La-borismo10- eran bsicamente pequeo burgueses ligados a la social de-mocracia europea y pertenecientes a la mayora ashkenazi. As, la evolu-cin histrica y las condiciones objetivas de la poblacin juda en Palestinadeterminaron que Israel se conformara como un Estado situado entre unademocracia liberal occidental y una repblica popular, aunque ostensible-mente inclinado hacia el primero de ambos rdenes, como uno de los ejesde este nuevo mundo bipolar. Luego de la guerra de 1948, Israel dio elpaso decisivo hacia su alianza con el mundo capitalista, particularmentecon Estados Unidos, alejando las perspectivas de revolucin socialista enel pas: no solamente anex de manera ilegal territorios otorgados a losrabes, sino que, a nivel interno, el gobierno de Ben Gurion disolvi elPalmaj (vanguardia de las fuerzas populares), aplic una poltica de divi-sin dentro de los kibutzim sector avanzado dentro de la economa so-

    8 Avnery, Uri, 1970, pp. 178/9.9 Idem, p. 181.10 A grandes rasgos, podemos decir que el Laborismo tiene su origen en una escisin delpartido Mapai, surgido de la Histadrut (la central obrera sionista) que toma el nombre deMapam en 1948 y, tras su separacin de este movimiento en 1954, adopta el nombre deAdjut Haadov o Partido Laborista. Su lder ms relevante es el Primer Ministro David BenGurion. En sus comienzos era socialista y muy vinculado a los kibutz, pero luego de lacreacin del Estado produjo un claro giro hacia Estados Unidos y occidente.

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  • cialista-, reprimi a los movimientos de izquierda dentro de stos y convir-ti a la Histadrut en un movimiento cada vez ms burocrtico y mercan-tilizado. Se sancionaron leyes tendientes a favorecer la propiedad priva-da, se estimul la entrada de capitales principalmente norteamericanos-y la divisin ejercida en los kibutz oblig a la mayora de ellos a convertir-se en empresas capitalistas. Por otra parte, la secularizacin del Estadonunca sera completa y, de hecho, aparece como un objetivo que proba-blemente obstaculiz la consolidacin del proyecto nacionalista, como su-gera Avnery en el prrafo anterior.

    El final de la guerra, en 1949, no signific de ninguna manera el co-mienzo de un proceso de paz. Este debi esperar ms de cuarenta aospara iniciarse y la idea de una resolucin inmediata para el conflicto eravirtualmente imposible, ya que una de las consecuencias ms nefastasde la contienda fue precisamente la destruccin de miles de hogarespalestinos; los sobrevivientes emigraron a Gaza y Cisjordania, luegoanexadas por Egipto y Jordania, convirtindose en refugiados. En con-clusin, los cinco problemas fundamentales que deba enfrentar Israelde aqu en adelante fueron:

    1. El problema de la inmigracin. Despus de la firma del armisticiode 1949, se produce un fenomenal caudal inmigratorio favorecido por lasancin de la Ley de Retorno de 1950. Este fue muy heterogneo11 ytriplic en pocos aos la poblacin del pas, favorecido por la sancin dela Ley de Retorno de 1950. La absorcin de semejante ola inmigrato-ria cont con la ayuda financiera de Estados Unidos, lo que implic laadhesin definitiva del gobierno de Ben Gurion al bloque capitalista. As,se configur en Israel una estructura social particular, con judos proce-dentes de sitios y culturas muy diferentes entre s. Insertos en un modode produccin capitalista, se intensificaron sus antagonismos, eviden-ciando las contradicciones tpicas de una sociedad de clases. Muchosde los sionistas que haban luchado contra el imperialismo britnico y elnazismo, se apoderaron del Estado y devinieron en clase dominante12.

    11 Los inmigrantes tenan procedencias diversas: judos alemanes, soviticos y de EuropaCentral, aproximadamente 45000 que se encontraban en Chipre tras el bloqueo britnicode 1945, magrebes y unos 230000 sefarades nativos de Irak y el Yemen. Ver: Abdel-Kader,A. R., 1962.12 Siguiendo el interesante anlisis de Abdel Kader, encontramos que acertadamente sealaque las teoras emanadas de todas las expresiones de los diversos movimientos sionistas,que hablaban de la amalgama de los hijos de Israel reunidos en una patria fraternal recupe-rada tras una dispersin de siglos, y en la que reinara la justicia social, parecan materiali-zarse con el triunfo de la independencia. Pero bast que el pueblo se viera dentro de susfronteras y con sus plenos derechos internacionalmente reconocidos como Estado paraque surgieran las primeras desilusiones. Los antiguos rubios europeos, los ashkenazieshaban de convertirse en patrones y los de piel morena, los pobres sin cultura, los sefaradesen subproletariado que con su trabajo deban hacer fructificar los capitales norteamericanos,bajo la gerencia del Histadrut. Ver: Abdel-Kader, A. R., 1962, pp. 293/4.

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  • 2. El problema de la economa. Antes de la creacin del Estado, laestructura econmica de Israel funcionaba, fundamentalmente, bajo laforma de kibutz en el sector agrcola (rgimen de produccin colectivoy planificado) y en el sector industrial con algunas empresas coordina-das por la central sindical Histadrut y la Agencia Juda, que estimulabanel desarrollo y la tecnologa a travs del Instituto de InvestigacionesRejovot y las Universidades de Haifa y Jerusaln. Luego de la funda-cin del Estado, la inmigracin masiva contribuy a resolver el problemade la escasez de mano de obra y se descubrieron y explotaron riquezasnaturales en el desierto del Neguev. Obviamente, como parte de la lgi-ca de las clases dominantes y dada la aguda necesidad de dinero para sudesarrollo, fue casi ntegramente financiado por capitales extranjeros.

    3. El problema de las fronteras. A partir de la ocupacin y anexinde parte de los territorios asignados a los rabes, stas se hicieron cadavez ms extensas. Como consecuencia, se profundiz cada vez ms lanecesidad de Israel de alimentar un ejrcito numeroso, a menudo justifi-cada por razones de seguridad e integridad de sus habitantes. Esto obe-deca no slo a los potenciales conflictos blicos sino tambin a las in-cursiones permanentes de los militares rabes.

    4. El problema de los refugiados en los pases rabes. De los 650000rabes que vivan en Palestina antes del armisticio, slo 150000 perma-necieron en sus hogares, mientras que el resto emigr hacia campos derefugiados cerca de las fronteras, estrictamente vigiladas por fuerzasmilitares. Esta situacin deriv en una mutua comprensin entre los re-fugiados y sus vecinos, quienes eran reprimidos ante esta situacin decuasi-abandono que sufran.

    5. El problema de las minoras. Entre los no judos que aceptaron laciudadana israel haba rusos, armenios, caucsicos, rabes cristianos ymusulmanes, entre los cuales se contaban unos quince mil nmadas. Sinembargo, la adopcin por parte de los rabes de su nueva ciudadanacomplicara severamente la democracia israel: comenzaron a militari-zarse los barrios donde estos vivan y se produjo una suerte de crimina-lizacin de las minoras, algo que se agravara con el correr de los aos.

    2.2.4 El Nacionalismo rabe y el problema palestino

    El revs de 1948 signific para los rabes mucho ms que una derrotamilitar: represent la clara conviccin de que el destino de sus pueblos(con los palestinos como smbolo) se vea severamente comprometidofrente a la herencia de la etapa colonialista y el fortalecimiento de unadversario que haba extendido peligrosamente sus fronteras y haba ven-cido prcticamente sin molestarse. Regmenes monrquicos altamentecorrompidos (Irak y Egipto) y pseudo-repblicas parlamentarias (como

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  • Siria), donde los partidos polticos dominantes pertenecan a minoras con-fesionales (alaues) y familias tradicionales, eran dignos representantesde esa herencia, que en un perodo de treinta aos haba logrado imponercon xito el modo de produccin capitalista adecuado a sus necesidadesimperiales, creando burguesas nativas frreamente anti-populares y pro-occidentales, en detrimento de las experiencias autctonas.

    La profunda decepcin que haba provocado la sumisin del Wafd alcorrompido rgimen de Faruk en Egipto, cuando en los aos 20 y 30apareca como la vanguardia de la nueva burguesa y los sectores me-dios urbanos, produjo un vaco ideolgico y de representatividad en lasmasas empobrecidas y la clases medias descontentas, que fue captadopor algunos cuadros medios del ejrcito muy influyentes, agrupados entorno a los Oficiales Libres. Estos oficiales, de origen rural en muchoscasos, provenan de familias agricultoras pero no latifundistas, a diferen-cia de la casta militar tradicional vinculada a Gran Bretaa y la monar-qua. Su origen era ms bien de clase media, con un aceptable nivelcultural y educativo y con la poderosa conviccin de que, aglutinando ala amplia mayora de ciudadanos disconformes y postergados, era posi-ble tomar el poder y realizar las transformaciones estructurales que re-quera la sociedad.

    El proyecto gir en torno del concepto de Panarabismo, idea un tantoambigua que haca especial hincapi en una identidad comn con elresto del mundo rabe, tanto en lo cultural como en lo religioso. Laretrica naciona