tÍtulo: factores que influyen en la decisiÓn de no …no tener hijos a tener uno se mantiene...
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TÍTULO: FACTORES QUE INFLUYEN EN LA DECISIÓN DE NO TENER UN
SEGUNDO HIJO1.
Autor de contacto:
Dra. Dña. Cristina Rodríguez Ruiz de Linares
Instituto Europeo de Postgrado
Coautores:
Dr. D. Francisco Salinas Ramos
Universidad Pontificia de Salamanca (campus Madrid)
Dra. Dña. Lourdes Susaeta Erburu
Universidad Complutense de Madrid
Palabras claves: mujer, familia, fecundidad, maternidad, teoría fundamentada.
Resumen
Desde la evidencia del descenso de la natalidad en España a partir de los años 70, esta
investigación tiene el objetivo de profundizar en las causas que subyacen en la decisión
de las mujeres que han optado por no afrontar una segunda maternidad.
Metodológicamente abordamos esta investigación utilizando la teoría fundamentada
(Glaser y Strauss, 1967), que nos va a permitir, mediante entrevistas en profundidad,
hacer un estudio introspectivo que nos ayude a entender cómo han vivido las mujeres de
la muestra la experiencia de la maternidad.
Desde el análisis de las entrevistas y, siguiendo con la técnica propuesta por Glaser y
Strauss, se identifican tres categorías emergentes. La interrelación entre estas y el peso
1 Este artículo se basa en la investigación realizada para la tesis doctoral titulada: “Factores que determinan la decisión de no tener un segundo hijo: un análisis de la mujer española en la década de los 60”. Fue presentada en la Universidad Pontificia de Salamanca (campus Madrid) el 2 de diciembre del 2015.
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especifico que ha tomado cada una de ellas en la experiencia de la primera maternidad
ha dado como resultado una categoría central que se ha tipificado en cinco perfiles de
mujeres/madres que explican las razones, así como las circunstancias, por las que
decidieron no tener un segundo hijo. Esta tipificación se considera la principal
aportación teórica de esta investigación.
La relevancia de esta tipología radica principalmente en que nos permite identificar
diferentes “modelos de mujer” y especificar las distintas barreras y los obstáculos que
han tenido que afrontar en su experiencia ante la maternidad. Pretendemos que este
estudio consiga proporcionar ciertas claves sobre el tipo de acciones que las
instituciones sociales podrían poner en marcha para apoyar las verdaderas necesidades
de la mujer en su condición de madres.
Introducción
Esta investigación nace desde la inquietud de analizar las dificultades con las que cuenta
la mujer española a la hora de poder compaginar su faceta profesional y su rol de madre.
Esta problemática, con la que se encuentra la mujer de hoy, es una de las causas de la
reducción en la natalidad. Añadir que, en España, las familias con un solo hijo están
aumentando más que en otros países (Castro-Martín y Martín García, 2013)2. Por ello,
se ha querido abordar científicamente las causas por las que cada vez más mujeres
deciden no tener un segundo hijo.
Por su parte, expertos como, Delgado y Castro (1998), Bernardi y Requena (2003) o
Delgado (2011), entre otros, aseguran que en España existe lo que se denomina «déficit
de natalidad», es decir, hay una correlación negativa entre el número de hijos que una
mujer tiene y los que en realidad le gustaría tener. Según Van Peer (2002, citado en
Bernardi y Requena, 2003: 29), «el déficit de natalidad –la discrepancia entre el número
deseado y el tenido de niños– es más acusada en España que en otros países europeos».
2 Según Castro-‐Martín y Martín García (2013:64) , «el porcentaje de mujeres nacidas en 1965 con un hijo (27,6%) casi cuadruplica el de las nacidas en 1940 (7,4%)».
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La siguiente tabla muestra el número medio de hijos deseados, el número medio de
hijos nacidos vivos y la diferencia entre ambas cifras de los años 1985, 1995, 1999 y
2006, respectivamente, en España.
Tabla I. Número medio de hijos deseados y número medio de hijos nacidos vivos Mujeres de 15-49. España, 1985-2006
1985 1995 1999 2006 Diferencia 1985-2006
a) Número medio de hijos deseados 2,62 2,2 2,08 2,16 -0,46
b) Número medio de hijos nacidos vivos 1,56 1,3 1,07 1,05 -0,51
c) Diferencia entre “a” y “b” -1,06 -0,9 -1,01 -1,11
Fuente: Delgado (2011: 76).
Estos datos ponen de manifiesto la realidad existente en nuestro país y dejan constancia
de que hay un déficit real entre el número de hijos que una mujer desea tener y el
número de hijos que realmente tiene. Sin embargo, observando las cifras en detalle, y
viendo que la tendencia es hacia un único hijo de media, se puede vislumbrar que el
dilema llega, sobre todo, cuando se debe tomar la decisión de tener un segundo hijo o
no.
Al mismo tiempo, el que cada vez se tengan menos hijos es un problema para la
sociedad. Es importante destacar en este punto, que España se encuentra rozando el
límite de los países catalogados como de muy baja fecundidad, habiendo contado en el
año 2014 con un índice sintético de la fecundidad de 1,32 hijos por mujer en edad fértil
(INE, 2015). Pero el dato más preocupante es que, nuestro país, no alcanza el remplazo
generacional desde hace 35 años, desde el 1980 concretamente, lo que nos lleva a tener
una pirámide de población desequilibrada con todos los desajustes que esto produce en
la sociedad.
En 1971, España, dentro de los países de la Europa de los 15, registraba uno de los
índices de fecundidad más altos y, en solo cuatro décadas, se ha puesto a la cola,
convirtiéndose en uno de los países que menos nacimientos registra. Son muchas las
causas asociadas a esta disminución pero, como una de las más evidentes, se podría
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citar la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo, lo que ha alterado la
estructura que había hasta entonces en las familias (basada en el formato del «hombre
ganador del pan» y la mujer que se queda en casa). Otro de los factores relacionados
con la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y a un sistema educativo de
mayor nivel es que ha aumentado la edad media3 en la que se tiene el primer hijo, con lo
que se reduce, por lo tanto, el periodo que las madres dedican a la maternidad. Esto
dificulta enormemente la transición al segundo hijo y posteriores, puesto que, a partir de
los 35 años, la capacidad biológica reproductiva disminuye notablemente (Bongarts,
1982).
Esta tardanza en la primera maternidad es uno de los factores que influyen en el número
total de hijos y en los años que una mujer dedica a tener familia. Según Castro-Martín y
Martín-García (2013: 64), «la proporción de familias numerosas ha caído en picado:
apenas el 12,5% de la mujeres nacidas en 1965 tenía tres o más hijos, comparado con el
60,7% de las mujeres nacidas en 1940. Por otro lado, el porcentaje de mujeres nacidas
en 1965 con un hijo (27,6%) casi cuadruplica el de las nacidas en 1940 (7,4%). Las
familias con un hijo –y por lo tanto el número de hijos que nacen sin hermanos– ha
aumentado mucho más en España que en otros países. […] En España, la progresión de
no tener hijos a tener uno se mantiene relativamente alta (el 87,5% en la generación de
1965), y no ha variado demasiado en las últimas décadas». Esto nos pone de manifiesto
que, en nuestro país, la idea de la no maternidad no se contempla excesivamente como
opción de vida, pero lo que cada vez se hace más difícil, es la transición del primer al
segundo hijo, o del segundo al tercero.
Según lo explicado anteriormente y, a la luz de cifras expuestas, queda de manifiesto
cómo ha cambiado el concepto que la mujer tenía de la maternidad. La mujer ha pasado
de no tener ningún rol protagonista fuera de las tareas domésticas a estar dotando a la
familia de recursos económicos muy beneficiosos para los hogares, lo cual, al mismo
tiempo, ha dificultado mucho la vida de las madres trabajadoras, al complicar su
logística diaria, al igual que la de sus parejas. El problema que tiene España es que esta
trasformación del papel de la mujer no se ha hecho de manera escalonada, como en el
3 Según Delgado (2011), la edad media de la maternidad en 1980 estaba en 25,1 años y en 2009, en 29,6 años. Es decir, en tres décadas se ha retrasado 4,5 años.
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resto de países europeos (exceptuando los de la Europa mediterránea), sino que todo ha
acontecido de manera muy repentina y, sobre todo, muy apresurada.
A continuación se presenta la disposición de este artículo, dividido en cinco apartados:
en el primero, se detallan los objetivos de la investigación; en el segundo, se explica la
metodología utilizada; en el tercero, se muestran los resultados; el cuarto expone la
discusión de los mismos; finalmente, en el quinto apartado, se presentan las
conclusiones del estudio.
Objetivos de la investigación
Esta investigación no ha aspirado a centrarse en el prisma macroeconómico del
problema, sino que su interés principal radica en descender al plano de la mujer/madre4.
De esta manera, se pretende profundizar en la comprensión de los factores que
determinan la decisión de no tener un segundo hijo, ya que hasta que una mujer no tiene
un primer hijo, no es consciente de lo que es la maternidad en su sentido más amplio.
El objetivo de la investigación es doble:
1.- Realizar un estudio introspectivo en el que las mujeres/madres, al revivir su
primera maternidad, ofrezcan las claves necesarias para entender cómo vivieron la
llegada de su primer hijo.
2.- Conocer las barreras y los obstáculos que han condicionado la decisión de no
tener un segundo hijo.
Metodología
El objetivo final de esta investigación ha sido averiguar las razones que subyacen en la
decisión de no tener un segundo hijo. Como en este tipo de decisiones entran en juego
infinidad de factores que no son fácilmente cuantificables, se ha optado por aplicar la 4 Es conveniente aclarar que los autores asumen que la reproducción es cosa de dos. Se ha elegido la figura de la mujer/madre de la década de los 60 porque fue a partir de entonces cuando el papel de la mujer en la sociedad cambia y porque se considera que la función de utilidad de la madre es diferente a la del padre, puesto que es ella la que, físicamente, se encarga de traer a los hijos al mundo.
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metodología cualitativa, para poder, así, entender de una manera más profunda las
causas que afectan a esta decisión.
Dentro del análisis cualitativo, se ha trabajado con la teoría fundamentada, la cual es
muy adecuada para estudios cualitativos exploratorios. La teoría fundamentada fue
desarrollada por Barney G. Glaser y Anselm L. Strauss y presentada en 1967 en su obra
The Discovery of Grounded Theory: Strategies for Qualitative Research. Su principal
aportación consiste en el estudio de fenómenos sociales desde el prisma del
interaccionismo simbólico (Glaser y Strauss, 1967, Bowers, 1988).
La razón de haber utilizado la teoría fundamentada en esta investigación radica en que,
en una decisión tan compleja como la de tener o no un segundo hijo, entran en juego
numerosos factores que deben ser analizados desde el interior de las personas, para que
ellas mismas sean conscientes, desde la verbalización de sus relatos, de cómo han
llegado a tomar la decisión, en el transcurso de su periodo reproductivo, de no tener un
segundo hijo. La teoría fundamentada permite una obtención y un tratamiento de los
datos que van a posibilitar llegar a la raíz de los testimonios vitales de las mujeres de la
muestra y de esta manera, obtener una mejor comprensión de las razones por las que
toman sus decisiones.
Cómo características más sobresalientes de la teoría fundamentada caben destacar, en
primer lugar, su poder explicativo en relación con las conductas humanas. El
planteamiento de sus creadores era obtener acceso a la vida y al entorno de los
individuos con el fin de hacer sociología. En segundo lugar, su énfasis en la creación de
teoría a partir de los testimonios de las personas en estudio. Sus fundadores la definen
como un método inductivo para el desarrollo de modelos teóricos, esto significa que la
teoría emerge desde la información recogida en el trabajo de campo, es decir, al mismo
tiempo que se realiza la investigación se va construyendo la teoría tomando como base
los testimonios de las personas en estudio y no de supuestos marcados con anterioridad
ni de marcos teóricos existentes. Esto dará lugar a un ordenamiento conceptual que
permitirá identificar similitudes y/o patrones de conducta. Aclarar que cuando se dice
“teoría”, se hace referencia a la teoría sustantiva que según Glaser y Strauss va
surgiendo de los testimonios explicando la realidad social que está siendo objeto de
estudio.
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Población, muestra y recogida de información
En cuanto a los criterios de inclusión de la población se trata de mujeres españolas con
un solo hijo. Es importante precisar que no formaban parte de la población las mujeres
cuya razón para no tener un segundo hijo fuera médica o de fertilidad. Todas ellas
nacidas en de la década de los 60 y residentes en la Comunidad de Madrid.
Asimismo se ha contado con dos variables más: la variable ocupación, que se divide en
mujeres trabajadoras a tiempo completo, parcial o amas de casa y la variable formación,
en la que se contempla mujeres con estudios universitarios o secundarios.
La muestra final fue de veintiséis mujeres/madres. Es importante anotar en este punto
que en la teoría fundamentada, la muestra no está prefijada de antemano, sino que se
empieza a trabajar con una selección de sujetos que encajan en el perfil y es durante el
transcurso de la investigación cuando el investigador va ampliando la muestra hasta que
la información que se obtiene no aporta nada nuevo al estudio. A esto se le denomina,
índice de saturación5.
En cuanto al método de recogida de la información, fue mediante entrevistas en
profundidad. El primer paso, fue elaborar un guion abierto, del cual se hizo una prueba
piloto, para asegurarnos que se entendía el motivo de la entrevista y probar su validez.
Esto permitió matizar el guion antes de comenzar con el trabajo de campo. Aclarar que
en ningún caso el guion se utilizó como mecanismo de control ni se formularon
preguntas cerradas, la idea era que se tratara de una conversación donde cabía la
improvisación.
Las entrevistas en profundidad fueron hechas durante los meses de marzo, abril, mayo y
junio del año 2014. Tuvieron una duración media de una hora y cuarenta y cinco
minutos. Estas fueron enteramente grabadas y se hizo una transcripción exhaustiva de
las mismas. Es necesario añadir que el trabajo del entrevistador debe ser interpretativo,
es decir, es importante valorar aspectos sutiles de la conversación como un tono de voz,
5 Precisar en este punto que una vez que se obtuvo la muestra final de 26 mujeres/madres se hicieron algunas entrevistas adicionales para asegurarnos de que se había conseguido la cota de información redundante.
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un silencio, etc., ya que estos pueden ser fundamentales para el análisis de los
testimonios, porque ayudan a contextualizar y amplían el significado de la palabra.
Resultados
A continuación se exponen los resultados obtenidos en el trabajo de campo que van a
permitir profundizar en la comprensión de las causas que llevan a una mujer/madre a
decidir no tener un segundo hijo. Esta mujer/madre tiene unas características específicas,
ya que ha vivido la maternidad en una sola ocasión y ha decidido no volver a repetir
esta experiencia. Para ello, durante la entrevista, se ha hecho un recorrido de su vida en
el tiempo, analizando temas esenciales para la investigación, como por ejemplo, las
razones que les impulsaron a ser madres por primera vez y cómo lo vivenciaron.
Por lo tanto, son madres que reviven su pasado, más o menos lejano: para algunas tres
años, para otras veinticinco, que es la edad que tienen sus hijos actualmente, pero todas
con experiencias diferentes de la maternidad. Descubrir las razones por las que una
mujer no tiene un segundo hijo es acceder a un territorio de fuerte contenido emocional,
al que algunas mujeres nunca antes habían entrado, un espacio de gran intimidad que ha
permitido desvelar motivaciones estrechamente arraigadas en el inconsciente de la
mujer, no siempre fáciles de verbalizar.
Las categorías emergentes
A partir del discurso de la mujer/madre en su primera maternidad, se han identificado
tres dimensiones de análisis sobre las que se profundiza en la experiencia de ser madre.
Estas dimensiones, que según la teoría fundamentada se denominan «categorías
emergentes», son: la renuncia, el apoyo y las expectativas.
Las tres categorías emergentes del estudio están estrechamente ligadas entre sí, de tal
manera que solo a partir de la interrelación entre ellas se entiende plenamente la
vivencia de la maternidad y, lo que es más relevante para este estudio, las razones por
las que se decide no tener un segundo hijo.
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A continuación, se pasa a analizar cada categoría emergente, comenzando por la
renuncia, ya que es la variable que adquiere un papel más importante en la decisión de
ser madre por primera vez, seguida del apoyo y de las expectativas.
La renuncia
La renuncia adquiere diferente formas y es clave para la vivencia. Está arraigada en el
yo más íntimo de la mujer, ya que implica una dejación importante de sus propios
intereses e inquietudes.
«Cuando mi hijo6 era pequeño, pasé temporadas en que pensaba: “¡Pero qué mierda de vida es esta, nada de tiempo para ti! Todo es tu marido o tu hijo”». EP11: (45/Corredor del Henares/Ama de casa/Estudios universitarios de grado medio)
La renuncia se puede vivir desde el deber, desde la carga o desde la naturalidad. El
deber otorga a la renuncia una carga moral muy fuerte conformándose la maternidad
como un compromiso adquirido. Se muestra en mujeres con mentalidad conservadora
que viven en un contexto tradicional donde los patrones culturales han sido trasmitidos
por las madres o por las abuelas. Son el reflejo de la responsabilidad vivida en su
máximo exponente, con alta tolerancia al sacrificio y, en el hogar, lo tienen todo muy
controlado y organizado.
«Mi madre no entiende por qué queremos trabajar, con lo a gustito que una está en casa encargándose de todo […] y en estos tiempos os creéis que todos somos iguales, pero no es verdad, hay que tener claro que el hombre es el hombre y la mujer es la mujer y que hay ciertas cosas que hay que mantenerlas, porque, como las igualemos, vamos a perder nosotras…». EP3: (51/Cinturón sur/Ama de casa/Estudios secundarios)
Si la renuncia desde el deber nacía desde un compromiso adquirido, la renuncia desde
la carga mana desde una obligación impuesta. Se vislumbran mujeres que viven su rol
de madres en un contexto de soledad y un fuerte sentimiento de abandono en su
desarrollo como mujeres. Viven la maternidad con altas dosis de incertidumbre y de
alguna manera, también se podría decir, que de cierto “sometimiento” hacia su pareja.
6 Para respetar aún más la identidad de las entrevistadas, no se ha expresado en los verbatims si su hijo era niño o niña. En todos se ha empleado de forma genérica la palabra «hijo».
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«Yo me encargo de todo. Para mí el lunes o el domingo son iguales. Se asume que este es mi trabajo. Mi marido no ayuda nada en la casa; hemos tenido muchas broncas por esto, pero no llegan a nada y ya lo he asumido, porque si no tendría que divorciarme». EP20: (49/Zona noroeste/Ama de casa/Estudios universitarios superiores)
Para finalizar con la categoría emergente de la renuncia, las mujeres que viven la
renuncia desde la naturalidad, asumen la renuncia como algo lógico dentro del
proceso de ser madres. Consideran que es un momento de sus vidas que lleva implícito
ciertos cambios en algunas rutinas diarias, pero no tienen sensación de abnegación de su
propio yo y, todo lo vivencian, como algo pasajero. Son en general mujeres
trabajadoras, seguras de sí mismas y que tienen claro que desean desarrollarse al
margen de la maternidad.
«Cuando nació X [nombre del hijo], no me concedieron la jornada partida, por lo que dejé de trabajar hasta que tuvo 6 años y fue al colegio. Luego me reincorporé de nuevo. Echaba de menos trabajar. Todos los días en el parque es un poco aburrido». EP17: (54/Zona noroeste/Trabaja fuera del hogar/Estudios universitarios de grado medio)
El apoyo
El apoyo del entorno adquiere un peso relevante en la vivencia de la maternidad y es
esencial en la percepción de la experiencia y definitivo en la decisión de no ser madre
por segunda vez. La falta de apoyo implica una carga de trabajo extra y mucha
responsabilidad, lo que lleva de nuevo a una dejación intensa de la vida de la
mujer/madre. El apoyo cuenta con tres pilares básicos: la pareja, los abuelos y las
instituciones sociales públicas.
La ayuda por parte de la pareja es esencial y la percepción de la vivencia da un giro de
180 grados si se cuenta con esta ayuda o no. La ayuda de la pareja se convertirá en una
razón de peso (consciente o inconsciente) de los motivos por los que no se tiene un
segundo hijo. Se percibe en las entrevistas dos líneas de actuación diferentes, por una
parte hombres a los que les cuesta evolucionar en ese rol doméstico dentro del hogar;
pero al mismo tiempo, mujeres a las que les es difícil hacer ese traspaso de roles,
situándose en muchos casos en una situación bipolar.
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«… mi marido estaba como loco, pero luego a la que me lo “endiñan” es a mí… Mi marido es muy cómodo, no me ayuda nada, ni con los deberes, y nunca le escucha por la noche, es que no se ha levantado nunca… y la verdad que a mi hijo no lo cambio por nada… pero tú ten hijos, ¿eh? Es bonito al menos uno, pero son muchos los sacrificios, aunque también hay recompensas…». EP18: (46/Zona noroeste/Trabaja fuera del hogar/Estudios universitarios superiores)
En cuanto al segundo pilar, los abuelos (sobre todo las abuelas) juegan un papel
primordial en el día a día de las familias españolas siendo, en muchos casos, los que
permiten que sus hijas puedan trabajar. De las mujeres entrevistadas, aquellas que
pueden contar con la ayuda de sus padres, todas se sienten muy aliviadas al hablar del
refuerzo que esto supone, pero también son conscientes de que no se puede o no debe
abusar de los abuelos, ya que no debe ser su responsabilidad asumir la carga global del
hogar o de los nietos.
«¡Mi santa madre! Ella ha sido todo para mí. Todo, mi madre, y desde luego que seguir con mi vida profesional ha sido gracias a mi madre. Es incondicional». EP23: (47/Zona noroeste/Trabaja fuera del hogar/Estudios universitarios superiores)
El ultimo pilar son las instituciones sociales públicas, en el transcurso de esta
investigación, las entrevistadas demandan una mayor ayuda por parte de las
instituciones públicas, sobre todo, a la hora de poder conciliar trabajo y familia.
También se tiene que matizar que muchas de ellas no sabían el tipo de ayudas existentes
o con qué se puede o no contar. Las más conocedoras de la materia han sido las mujeres
con más necesidad de ayuda por no poder apoyarse en su entorno más cercano y, el
discurso de estas últimas, es una queja continua sobre las pocas ayudas que existen para
apoyar a las madres con hijos.
«No hay nada de ayudas, ¡nada! Y lo más horrible es lo de las guarderías públicas. En mi distrito solo hay 21 plazas… ¡para todo el distrito! Además, es la “pescadilla que se muerde la cola”… solo puedes acceder a ellas si tienes trabajo… pero no puedes buscar trabajo si no tienes guardería. Además, el plazo de inscripción es de abril a junio y, si tienes trabajo antes, pues tienes que decir que no o buscarte la vida, porque a ver dónde dejas a la criatura… y las guarderías privadas son carísimas. Estás siempre sometida a mucho estrés». EP24: (46/Zona noroeste/Trabaja fuera del hogar/Estudios universitarios superiores)
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Las expectativas
La última categoría emergente son las expectativas. Las expectativas que una mujer
tenga de la maternidad, así como la manera en que estas se vayan o no cumpliendo,
determinarán la vivencia final. Cabe aclarar que todas las mujeres entrevistadas
reconocen que su primera maternidad ha supuesto para ellas un acto de amor y deseo
culminado pero esto no quita para que muchas asuman que ha habido un desequilibrio
entre sus expectativas antes de ser madres y su experiencia real. Este desequilibrio
viene, sobre todo, porque son mujeres con una idea prefijada de tener una maternidad
más moderna que la que ha tenido la generación precedente, con menos renuncias, con
menos dosis de sacrificio y, sobre todo, que les permita tener una vida paralela a la de
su hogar.
Además, la ilusión de un hijo tranquilo y ordenado cambia, entre otras cosas, con las
pocas horas de sueño y esto se vuelve exponencial cuando no pueden contar con ayudas
dentro o fuera del hogar. Muchas manifiestan una sensación de todo lo hago sola, lo que
va unido a una gran carencia de tiempo personal. Es lógico pensar que, para lo bueno y
para lo malo, nadie sabe o es consciente de lo que supone tener un hijo propio hasta que
no lo tiene en brazos.
«… yo es que todo lo veía muy fácil, porque… como iba a estar en casa... No esperaba que tener un hijo fuera así… pensaba que era más fácil y cuando además es tan largo y no puedes hacer nada que te apetezca… por otro lado estás a gusto… pero no puedes hacer nada que te apetezca». EP9: (46/Corredor del Henares/Ama de casa/Estudios secundarios)
La categoría central: 5 perfiles de mujeres/madres
Como ha quedado patente, es del análisis pormenorizado de las entrevistas de donde
surgen las tres categorías emergentes y solo de la interacción entre ellas se entiende
plenamente la vivencia de la maternidad. Esta interacción da lugar a una categoría
central, la cual, se ha tipificado en 5 perfiles que representan diferentes maneras de vivir
la maternidad y que son explicativas de las razones por las que no se tiene un segundo
hijo, es decir, especifican por qué y bajo qué circunstancias deciden no ser madres por
segunda vez.
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Aclarar en este punto que las categorías emergentes son comunes a todas las
mujeres/madres del estudio. Lo que es diferente es el peso específico que cada una de
estas categorías emergentes tome en la experiencia de la maternidad y esto es lo que va
a encuadrar a cada mujer/madre en uno de los perfiles que componen la categoría
central. Los perfiles en los que se tipifica la categoría central se han denominado:
mujer/madre sacrificada, mujer/madre agotada, mujer/madre sola, mujer/madre
satisfecha y mujer/madre intoxicada.
Mujer/madre sacrificada
«… porque es una labor nuestra, es de los padres y no hay que delegarla en nadie, porque es de los padres… y hay que sacrificarse… ¿Qué nos sacrificamos mucho?… Pues sí… ¿Qué tenemos menos vida social de la que nos gustaría?… Pero lo estamos haciendo por algo muy importante y eso se hace en casa… cuando yo veo por ahí niños todo el día fuera de casa digo… ¡Uf!… ¿Qué les pueden enseñar sus padres?». EP13: (50/Corredor del Henares /Ama de casa/Estudios secundarios)
Son mujeres que viven la renuncia desde el deber con un discurso muy tradicional y en
ocasiones sexista, herencia recibida en sus hogares de origen. Consideran el tener hijos
como una condición inherente al matrimonio y a su sexo. Se percibe mucha obsesión y
dedicación a todos los aspectos que engloba la familia. En cuanto a la categoría
emergente del apoyo, esta no adquiere un peso importe ya que son mujeres que como se
ha dicho consideran que su función primordial es cuidar de sus hijos por lo que no se
plantean si su marido colabora o no, porque piensan que lo lógico es que eso lo hagan
ellas. Respecto a las expectativas se puede decir que existe un gap entre lo que
esperaban y lo que realmente ha sido. Son mujeres con un discurso incongruente ya que,
por una parte se describen como madres perfectas pero, después de casi dos horas de
entrevista se entrevén ciertas carencias ya que han vivido la maternidad con una alta
dosis de abnegación y se podría decir que se han saturado en el intento de ser madres
perfectas.
Mujer/madre agotada
«Por ser madre he renunciado a tener una vida». EP16: (45/Corredor del Henares/Ama de Casa/Estudios universitarios)
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Viven la renuncia desde la carga y se perfilan mujeres que se han visto obligadas a
renunciar a su trabajo desde que han tenido a su hijo, por lo que cuentan con un discurso
que nace desde la resignación. La categoría emergente del apoyo también toma una
significación alta ya que no pueden contar ni con su pareja, que se desentiende
completamente, y tampoco con su familia que por diversas razones no pueden echar una
mano. Esto les produce una gran falta de libertad y les obliga a renunciar a la vida
profesional que tenían antes de que naciera su hijo.
A esto hay que unirle que, como ocurre también en el resto de los perfiles, no tienen
apoyo para poder conciliar trabajo y familia, o bien, por carencia de ayudas públicas o,
porque en el mercado laboral les cuesta poder encontrar trabajos que tengan horarios
compatibles con los de sus hijos. En cuanto a las expectativas les ha sorprendido que la
maternidad fuera una tarea tan demandante de tiempo y esfuerzo y además insisten en
que pensaban que era una actividad que se hacía más entre dos.
Mujer/madre sola
«Siempre estoy rezando para no ponerme mala, porque no me lo puedo permitir. Yo no tengo tiempo de deprimirme».
EP4: (46/Cinturón sur/Ama de casa/Estudios universitarios superiores)
La característica principal de estas mujeres es que han vivido o están viviendo la
maternidad en solitario que es distinto que en soledad como el perfil anterior. En cuanto
a la categoría emergente de la renuncia es curioso que no vivencian la maternidad con
alta dosis de renuncia como en el caso anterior, sino que se puede decir que la viven con
“cierta” naturalidad. Esto, obviamente, está condicionado al carácter de cada una y a la
relación que tengan con el padre del su hijo (si lo hay) y lo que puedan o no contar con
los abuelos. Por ello, la categoría emergente que más peso toma en este perfil es el
apoyo, ya que son mujeres que, o han optado por la maternidad en solitario o, en
momento de la entrevista estaban separadas, en la mayoría de los casos por razones
derivadas de la llegada de su hijo. Son mujeres que cuando hablan de su ex pareja hacen
comentarios del estilo: “la paternidad se le quedo grande y la relación se acabó
erosionando”.
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En el caso de la mujer sola, el trabajar es algo ineludible ya que ellas llevan la carga
logística completa del hogar (y en muchos casos también la económica). Este perfil
también cuenta con un discurso muy claro sobre todas las dificultades que se encuentran
las mujeres trabajadoras para poder compatibilizar el rol de madre y el de profesional.
En cuanto a las expectativas son madres que reconocen haber querido tener otros hijos
si hubiesen tenido otra situación. Al final admiten que una experiencia maravillosa, la
han vivido o la están viviendo con mucha intranquilidad por el exceso de
responsabilidad que conlleva el compatibilizar los roles de madre, padre y profesional.
Mujer/madre satisfecha
«Pues el estado del embarazo era como culminar el tema de lo que es una familia, pero no cambió la rutina de nuestras vidas, no fue un cambio radical que trastocó nada, ¡no!, hacíamos lo mismo». EP12: (46/Corredor del Henares/Trabaja fuera del hogar/Estudios universitarios superiores).
Son mujeres que han sido capaces de encontrar un equilibrio entre su vida personal,
profesional y su rol como madres, por lo tanto viven la renuncia con naturalidad
considerando que todas los cambios que han tenido que realizar en sus quehaceres
diarios son pasajeros y reconocen que tener a su hijo no ha alterado en demasía la vida
que tenían hasta ese momento. Como no podía ser de otra manera, son mujeres que
encuentran apoyos en su entorno, o bien tienen un marido más colaborador, o pueden
contar con los abuelos; lo importante es que sienten que pueden ser sustituidas cuando
lo necesitan, por lo que no tienen ese agobio continúo de cómo organizarse con su hijo.
En cuanto a las expectativas no se puede decir que haya desequilibrios, si bien
reconocen que les da pena que su hijo no tengas hermanos, ellas están plenas con una
sola maternidad.
Mujer/madre intoxicada
«Compramos esta casa porque la queríamos llenar de niños y al final ha sido nuestra cárcel. Mi marido dice que tenemos que pagar la hipoteca y mantenerla y entonces no podemos tener otro hijo. Nos ha condicionado la ambición. Mi madre me decía que me veía más preocupada por mantener el ritmo y que no pensábamos en la base, que fue la compra de la casa para tener hijos. Mi hermana tiene tres hijos y una casa más pequeña, pero la veo más feliz».
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EP6: (46/Cinturón sur/Trabaja fuera del hogar/Estudios universitarios de grado medio)
La mujer/madre intoxicada tiene muchas similitudes con el perfil de la mujer/madre
satisfecha en cuanto a lo que se refiere a la renuncia, el apoyo y expectativas. Han
vivido la renuncia con naturalidad, se han sentido relativamente apoyadas en su entorno
y las expectativas que tenían con respecto a la maternidad han superado lo que ellas
pensaban que iba a ser esa experiencia. La razón de ponerlas en un perfil a parte es que
estas sí que están muy arrepentidas por no haber tenido un segundo hijo, sobre todo
porque reconocen que el no haberlo tenido se debe a que priorizaron, en ciertos
momentos de su vida, aspectos que durante las entrevistas son conscientes de que son
banales, pero en ese momento no las dejaron ver más allá, como por ejemplo: su carrera
profesional, no querer arriesgarse a renunciar a dos buenos sueldos, contar una casa más
grande, meterse en el círculo de la pereza, temer perder la silueta, etc. Esta es la razón
por la que se les ha denominado intoxicadas, porque antepusieron otras necesidades en
el periodo vital en el que podía tener cabida un segundo hijo y cuando quisieron
planteárselo de nuevo, ya no era un buen momento desde un punto de vista biológico.
Discusión de los resultados
Son muchas las transformaciones que han acaecido en las estructuras sociales de los
países desarrollados durante las últimas décadas, pero si hay una que merece mención
especial es el cambio vivido por el papel de la mujer en la sociedad, que ha supuesto
uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX. Además, en España, esta
revolución en el rol de la mujer ha coincidido en el tiempo con la transición
democrática, lo que la dotará de características específicas, fruto del retraso en el
proceso de cambio respecto a nuestros vecinos europeos. La mujer ha pasado de estar
«recluida» en su casa, a ser una de las protagonistas más destacadas en las
transformaciones que están teniendo lugar en las últimas décadas.
Se partía de una situación muy radical después de haber vivido cuarenta años de
nacionalcatolicismo, con unas ideas muy tradicionales y machistas sobre el papel que la
mujer tenía que ocupar en el hogar y en la sociedad. Cabe recordar que se hacía
referencia a cómo debían ir vestidas (Nicolás Marín, 2005), se consideraba que no
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estaban a la altura intelectual de los hombres (Martín Gaite, 1987) y, sobre todo, se las
instaba a que su papel principal debía ser el de esposa y madre.
Bajo estas ideas costumbristas, la religión católica jugaba un papel de primer orden
(Requena, 2008). Las mujeres, al margen del hogar, ayudaban en la iglesia y en actos
benéficos, pero no les estaba permitido trabajar sin autorización de su marido, exigencia
esta última que no se abole en nuestro país hasta el año 1975. Asimismo, el acceso a la
formación universitaria o el poder realizar una carrera profesional suponía un camino
lleno de trabas. Obviamente, había una prohibición plena hacia la información sexual, el
uso de métodos anticonceptivos y el aborto.
Durante los años 60, este escenario comienza a transformarse lentamente haciéndose
más acusado este cambio en los años 70. Se podría decir que la sociedad empieza a
modernizarse y tienen una mayor cabida las preferencias que cada mujer quiera seguir
en cuanto a su modelo de vida (Hakim, 2005, 2010). La edad media de la primera
maternidad se retrasa, tal como se ha visto, en más de cuatro años en apenas tres
décadas (Delgado, 2011). De las mujeres/madres del estudio, trece de ellas tuvieron a
sus hijos con más de treinta años, y seis, con más de treinta y cinco.
Asimismo, pertenecen a una generación en la que el divorcio es algo nuevo, pues en
España no se establece de manera legal hasta el año 1981. A pesar de eso, ocho de ellas
se encontraban separadas en el momento de la entrevista, y otras tres reconocían no
estar separadas formalmente pero como si lo estuvieran. En este punto, cabe destacar
que algunas de las entrevistadas afirmaron, durante el estudio, que el momento de su
separación fue difícil, no solo en el plano personal, sino también porque era algo que su
familia de origen y núcleo más cercano acogía con «vergüenza», ya que en ese
momento se consideraba que era algo que solo «hacían las famosas».
Unido a esto, los métodos anticonceptivos empiezan a desempeñar un papel crucial en
el control que la sociedad tiene sobre la fecundidad. Todas las mujeres del estudio
reconocen haber utilizado este tipo de métodos para que el segundo hijo no llegara,
independientemente del motivo por el que querían que no llegase. Esta posibilidad de
ejercer, como mujeres, su libertad individual, y de poder realizar sus elecciones
personales es algo «relativamente nuevo» para las mujeres de la década de los 60, ya
que anteriormente, en España, las mujeres no tenían derecho al acceso de métodos
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contraconceptivos ni a formación sobre la materia. En el análisis de las entrevistas
realizadas para este estudio se ha podido constatar que, a pesar de que los métodos
anticonceptivos se legalizaron en nuestro país en el año 1978 –bastante tarde en
comparación con otros países europeos–, las mujeres del estudio tenían un
conocimiento del tema amplio y ningún reparo para hablar de ello.
Lo expuesto hasta el momento deja constancia de que la generación a la que pertenecen
las mujeres de la muestra está marcada por el gran cambio social vivido por el rol
femenino en los hogares y que afecta, de lleno, a la organización familiar. Desde los
años 60, la mujer entra con fuerza en la formación y en el mercado de trabajo,
obligando a cambiar la estructura basada en el hombre «ganador del pan» para pasar a
un formato más igualitario en el que la mujer comparte la responsabilidad económica
del hogar con el hombre. Asimismo, las mujeres nacidas en la década de los 60
comienzan su vida adulta a partir de 19787, momento de grandes cambios en España, ya
que la democracia acaba de instaurarse. Además, ese mismo año nace la Constitución
española, en la que varios de sus artículos hacen referencia al principio de igualdad
entre mujeres y hombres (artículos 9.2, 10.1, 10.2, 14 y 23.1, en concreto).
De todos modos, aunque la transición se iniciaba con buenas intenciones, España no ha
sido un país donde el cambio hacia la igualdad entre hombres y mujeres haya sido fácil,
ni desde un punto de paridad profesional, ni en la repartición igualitaria de las tareas del
hogar. Esto va a llevar consigo muchas barreras y obstáculos que se encuentran las
mujeres en el proceso de ser madres y qué les han influido en la decisión de no tener un
segundo hijo. Estas trabas se estudian en este trabajo desde dos enfoques diferentes. El
primero, se encuadra en las experiencias que viven las mujeres dentro de su hogar y,
que están muy vinculadas con las herencias adquiridas del pasado y con las
desigualdades de género. El segundo, se enmarca dentro de las dificultades que padecen
fuera de su casa y, que están relacionadas con la poca concienciación existente por parte
las empresas con respecto a la conciliación laboral y familiar, además de la escasa
ayuda que encontraron por parte de las instituciones sociales públicas para poder
compaginar la maternidad y la faceta profesional.
7 En 1978, las nacidas en 1960 tenían 18 años.
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Centrándonos en las barreras y obstáculos vividos dentro del hogar, la mayoría de las
entrevistadas viven como su «gran talón de Aquiles» la poca ayuda que reciben por
parte de sus parejas, los cuales asumen que ellas son las encargadas del trabajo
doméstico y que, aunque trabajen fuera de casa igual que ellos, el hogar es un «ámbito»
que no les corresponde. Valiente (1997: 228) comenta un factor que también se ha
podido percibir en el análisis de las entrevistas, y es que «se da implícitamente por
válida la hipótesis de que la mayor parte de los hombres no participan en las tareas
domésticas y en el cuidado de los hijos porque esta no-participación constituye un
privilegio al que no están dispuestos a renunciar».
El descrito es uno de los puntos angulares del estudio y, queda claro en los resultados,
cómo afecta en la decisión de no tener un segundo hijo el hecho de que la mujer/madre
no se sienta ayudada por su pareja, si bien se puede afirmar que las madres/madres
agotadas y solas son las que lo viven de una manera más intensa. Las primeras, desde la
abnegación y asumiendo que han renunciado «a todo» por ser madres; las segundas,
desde la intranquilidad de verse solas ante todo el trabajo que conlleva el hogar y el
niño. Pero, en ambos casos, esa realidad hace que se vean truncadas las expectativas que
tenían con respecto a la maternidad reconociendo, en muchos casos, que pensaban que
era «otra cosa». En el resto de perfiles, la sacrificada lo vive como «es lo que toca», y
las satisfechas e intoxicadas cuentan con maridos «relajados» en el ámbito doméstico
pero que, de alguna manera, colaboran, aunque sea mínimamente, por lo que ellas se
sienten menos condicionadas y sin esa sensación de «abnegación» que tiene el resto.
Otro punto a destacar es que trabajen o no, tampoco quieren repetir el papel de sus
madres, ya que son personas que han estudiado y trabajado hasta que han tenido a su
hijo, por lo que el quedarse en casa es algo que les parece tedioso y les desmotiva
enormemente. Asimismo, en esta superposición de roles no se puede «culpar» solo a la
pareja de no adaptarse a los nuevos tiempos, sino que también se vislumbra que a la
mujer le cuesta hacer ese traspaso de roles y se encuentra en plena búsqueda de su
nueva identidad.
En cuanto a las barreras y obstáculos que encuentran las mujeres/madres fuera de su
hogar, autores como Valiente (1997), Durán (2000, 2005), Tobío (2002, 2005) y
Esping-Andersen (2004), entre otros, hacen referencia a cómo, en los países del sur de
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Europa, su estado del bienestar se ha basado en el hombre «ganador del pan», lo que
provoca que haya muy poca conciencia de ayuda por parte de las instituciones sociales a
las familias, en concreto a la mujer.
El problema principal descansa en poder conciliar trabajo y familia, sin dejar de lado el
componente económico propio del trabajo. De todos modos, cabe matizar en este punto
que a pesar de la repercusión económica, la traba fundamental radica en el coste
indirecto, es decir, en las rentas dejadas de percibir por los “perjuicios” que la
maternidad acarrea sobre la vida profesional.
En el caso de las mujeres/madres que han formado parte de la presente investigación, se
puede decir que comparten una gran preocupación por los costes indirectos que les ha
supuesto tener un hijo. En concreto, afirman que, una vez que tuvieron el primer hijo, se
encontraron con muy pocas facilidades dentro mercado de trabajo en cuanto a la
posibilidad de encontrar fórmulas flexibles como trabajos a media jornada, teletrabajo u
horarios compatibles con los de sus hijos. Esto hizo que los abuelos, en muchos casos,
se convirtieran en la figura principal para que la mujer pudiera ir a trabajar, ya que la
intervención estatal para favorecer familia-empleo era –y sigue siendo– muy limitada
(Tobío, 2002, 2005), a lo que hay que añadir una red de guarderías públicas muy
deficiente (Valiente, 1997, Navarro, 2006 y Baizan, 2009), que hace que las mujeres de
la muestra tuvieran muy difícil compatibilizar ambas actividades.
Si bien lo explicado anteriormente lo sufren todas las mujeres/madres de la muestra, es
más acusado en el perfil de mujer/madre sola, ya que, al no tener pareja, si no pueden
contar con la ayuda de sus padres o de su entorno, perciben toda la carga del hogar para
ellas solas y esto les produce mucha zozobra, al verse carentes de ayudas por parte de
las instituciones sociales públicas.
En el caso de la mujer/madre agotada, esta dificultad para compatibilizar ambas tareas
ha provocado que se hayan visto obligadas a dejar su trabajo fuera del hogar al
convertirse en madres, y una vez que los niños comenzaban a ir al colegio todo el día,
siempre les ha resultado difícil volver a retomar su vida profesional. Asimismo, las
mujeres/madres intoxicadas reflejaban una vida a contrarreloj para no renunciar a su
trabajo. Conscientes de que si «bajaban el ritmo» podían perder el empleo o no
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desarrollarse profesionalmente, priorizaron su faceta laboral cerrándose temporalmente
a la maternidad. Esto, años más tarde, les ha llevado a un arrepentimiento del que no se
han repuesto.
A la luz de los datos aportados es posible afirmar que la maternidad ha sido (y sigue
siendo) un periodo muy complicado en la vida de estas mujeres y se han sentido, por
unos motivos u otros, muy limitadas y condicionadas para vivir esa experiencia
plenamente. Tal como ya se ha citado anteriormente, la tradición en nuestro país ha sido
el apoyo a la familia desde el seno de esta misma. Los Gobiernos de los países
mediterráneos de la Unión Europea han dado por descontada la autosuficiencia de los
hogares en lo relativo a cuidados personales y apoyo material, dando lugar a una
política familiar pasiva y poco desarrollada (Flaquer, 2004).
Esta sensación de sentirse tan poco apoyadas por parte de las administraciones sociales
públicas ha hecho que estas mujeres/madres hayan tenido una percepción de futuro
mucho más incierta, ya que no podían contar con ciertos recursos por el hecho de ser
madres (como ocurre en otros países). McDonald (2001) establece que si la percepción
de futuro es imprecisa, los individuos tenderán hacia la seguridad y renunciarán o
retrasarán la decisión de tener hijos. En este sentido, afirma que no es posible saber, con
seguridad absoluta, cuáles son los beneficios y los costes de tener un niño, pero, en
general, la gente considera que está tomando una determinación que puede cambiar el
curso de su vida y, por lo tanto, su decisión dependerá de la certeza que tenga sobre la
misma.
Conclusiones
Razones contextuales e históricas, debido al periodo concreto de nuestro análisis, van a
influir en las conclusiones de este estudio. El marco social común a todas las mujeres
nacidas en la década de los 60 está muy condicionado por las herencias adquiridas del
pasado, que se intercalan, a su vez, con muchos cambios que traen «aires de
modernidad». Son mujeres que viven su maternidad en un modelo basado en la
diferenciación de género y además, es un momento de gran transformación política y
social en España, y esto las hace estar entre dos mundos y tener que luchar por
reconstruir su nueva identidad en una sociedad cambiante.
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Se encuentran inmersas en una sociedad en la que están aconteciendo muchas
transformaciones que hacen que la vida de la mujer haya cambiado más que la del
hombre, sobre todo como consecuencia de su incorporación al mercado laboral. En esta
nueva realidad, la mujer/madre de la muestra se siente «desarropada» y carente de
ayudas por parte de las instituciones sociales públicas. Vive su maternidad en un
momento en el que se sobreentiende la solidaridad familiar y la conciliación se
soluciona «dentro del hogar». Asimismo, se encuentra con un mercado laboral rígido
con pocas posibilidades de flexibilización de horarios, que son muy distintos de los
escolares.
A la luz de los resultados obtenidos y, desde el análisis introspectivo realizado a las
mujeres madres al revivir su maternidad, nos encontramos con que el perfil de la mujer
nacida en los años 60 y con un solo hijo tiene tres características principales. La primera,
es el de una mujer saturada, con una identidad sin resolver y que lastra muchos valores
del pasado que las limitan; en segundo lugar, una mujer que está en reconstrucción
perdida en un modelo social marcado por patrones dominantes basados en la
diferenciación de género y, en tercer lugar, una mujer bipolar, que quiere, pero le cuesta
romper con el pasado.
En cuanto a las barreras y los obstáculos que han condicionado la decisión de no tener un
segundo hijo, estas quedan reflejadas en la tipificación de los cinco perfiles de
mujeres/madres expuestos anteriormente. Estos representan diferentes maneras de vivir la
maternidad y son explicativos de las razones por las que no se tiene un segundo hijo.
Como conclusiones generales a los cinco perfiles nos encontramos con una generación
que se ha enfrentado de golpe a una sociedad en pleno cambio y donde su nuevo papel,
les ha obligado a vivir su día a día haciendo juegos “malabares” y sobre todo, donde se
detecta la necesidad de una mayor alineación de las instituciones sociales con la realidad
de la mujer en su condición de madres.
Cabe destacar en este punto, que a pesar de todos esos avances logrados desde la
instauración de la democracia en España, todavía quedan muchas asignaturas pendientes,
sobre todo en lo que se refiere a temas de desigualdad salarial y de conciliación de trabajo
y familia. En nuestro país, es una realidad evidente la doble carga que la mujer acarrea al
ocuparse de manera más acusada que los hombres de las tareas del hogar y el cuidado de
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los hijos, al mismo tiempo que desarrolla su actividad profesional. Además, no se puede
dejar de lado la triste realidad de la violencia de género, todavía presente en nuestra
sociedad. Tras años de cambio silencioso, el fenómeno de los malos tratos a las mujeres
ha supuesto, de nuevo, un claro protagonismo a las políticas de género. En realidad, todo
esto no ha hecho sino demostrar lo mucho que todavía queda por conseguir en el camino
de la verdadera igualdad entre sexos, una materia en la que, además de las leyes, resulta
fundamental un auténtico cambio en los valores de nuestra sociedad.
A la luz de esta realidad, cabe remarcar que el hecho de obviar soluciones a este problema
no queda limitado únicamente a un inconveniente para la mujer y para las familias que no
cumplen sus deseos reproductivos, sino que, desde un punto de vista de la sociedad en su
conjunto, mantener unos niveles tan bajos de fecundidad va a acarrear dificultades muy
serias para lograr el mantenimiento de los planes de pensiones y el crecimiento
económico adecuado de nuestro país.
Como línea de investigación futura nos parece interesante conocer cómo evolucionan los
cinco perfiles descritos, en continuidad con el estudio longitudinal de cohortes sucesivas.
De este modo, poder validar la categoría central y estudiar la aparición/extensión de
alguno de los perfiles y sus causas. En este marco, sería útil averiguar cuáles de las
barreras y los obstáculos que tuvieron las mujeres de la década de los 60 siguen vigentes
en el 2016, si existen limitaciones nuevas y qué salidas se les están dando a estos nuevos
impedimentos desde las instituciones públicas.
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