trump, la pandemia, venezuela, china y la reelección · 2020. 5. 19. · ciaba con bombos y...

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12 Trump, la pandemia, Venezuela, China y la reelección Alberto Adrianzén M.* Tom Engelhards en su libro “El fin de la cultura de la victoria” afirma que en EEUU luego de la derrota en Vietnam en 1975, “el impulso básico de los dirigentes políticos y militares de EEUU (como de tantos otros norteamericanos) no (fue) forjar una nueva relación con el mundo, sino recons- truir una perdida identidad triunfal”. Ello es cierto. La guerra en Vietnam, como antes la revolución China, la guerra de Corea, la revo- lución cubana, y después la sandinista y la islámica, digamos, empañaron no solo esa imagen victoriosa que había logrado construir al final de la llamada Se- gunda Guerra Mundial, sino también dañar un or- den internacional que giraba en torno sus intereses. En la década de los ochenta EEUU se dedicó a re- construir esa imagen de ser siempre un país “vic- torioso”. Eso fue la llamada Guerra de las Galaxias que Reagan entabló contra la ex Unión Soviética; la invasión a Granada en 1984, a Panamá en 1989, y la implosión o el fin del comunismo (lo que Fukuyama calificó como “el fin de la historia”). A esta imagen aportó la derrota en los años noventa, gracias al li- derazgo internacional de EEUU y legitimado por la ONU, de los iraquíes luego de invadir Kuwait. En el nuevo milenio el ataque terrorista a las Torres Geme- las de Nueva York el 11 de setiembre de 2001 fortale- ció exponencialmente esta necesidad de reconstruir esa “imagen victoriosa” que lo llevó a militarizar las relaciones internacionales, a “vigilar al mundo” y a pretender construir un sistema internacional unipo- lar bajo el mando, una vez más, de los EEUU. Parte de este proceso, alimentado por la teoría del “choque de civilizaciones” fue el nacimiento de la islamofo- bia, la lucha contra el terrorismo internacional y el odio a los migrantes. Luego vino la invasión a Afga- nistán y después, tras varios de años de campaña y presiones políticas de los sectores neoconservado- res, la invasión a Iraq tras la mentira de que Hussein tenía un arsenal de “armas de destrucción masiva”. Las guerras en las que ha participado EEUU desde el siglo pasado hasta ahora no se han desarrollado en su territorio sino más bien lejos de éste. No ha tenido que reconstruir su país ni física, ni económica, ni de- mográficamente, como sucedió en Europa, Vietnam o como sucederá en el futuro en Irak. Las guerras, como es el caso de EEUU, dinamizan su economía y permiten un mayor desarrollo, es decir, son una suerte de “keynesianismo militar”. Ello lo ha llevado no solo a crear un gran complejo industrial-militar que influye en la política interna y externa de los distintos gobiernos, sino también a desplegar una política exterior imperial para aumentar su poder en el mundo. Además, a favorecer a transnacionales y empresas privadas que ahora “prestan servicios” al ejército norteamericano, como es el caso en Iraq, Afganistán y en otros países. El neoliberalismo tam- bién “privatiza” las guerras. En esos años también nace lo que Naomi Klein ha llamado acertadamente la “Doctrina del Shock” que consiste en (luego de desastres naturales, invasiones militares o grandes crisis económicas) apropiarse de los países, aplicar políticas neoliberales para pri- “…la pandemia del COVID-19, al aumentar la competencia entre los países para conseguir insumos médicos, frena los afanes belicistas de EEUU.”

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Page 1: Trump, la pandemia, Venezuela, China y la reelección · 2020. 5. 19. · ciaba con bombos y platillos “el inicio de un colosal despliegue de buques de guerra, aeronaves y tropas

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Trump, la pandemia, Venezuela, China y la reelecciónAlberto Adrianzén M.*

Tom Engelhards en su libro “El fin de la cultura de la

victoria” afirma que en EEUU luego de la derrota en

Vietnam en 1975, “el impulso básico de los dirigentes

políticos y militares de EEUU (como de tantos otros

norteamericanos) no (fue)

forjar una nueva relación

con el mundo, sino recons-

truir una perdida identidad

triunfal”. Ello es cierto. La

guerra en Vietnam, como

antes la revolución China,

la guerra de Corea, la revo-

lución cubana, y después la sandinista y la islámica,

digamos, empañaron no solo esa imagen victoriosa

que había logrado construir al final de la llamada Se-

gunda Guerra Mundial, sino también dañar un or-

den internacional que giraba en torno sus intereses.

En la década de los ochenta EEUU se dedicó a re-

construir esa imagen de ser siempre un país “vic-

torioso”. Eso fue la llamada Guerra de las Galaxias

que Reagan entabló contra la ex Unión Soviética; la

invasión a Granada en 1984, a Panamá en 1989, y la

implosión o el fin del comunismo (lo que Fukuyama

calificó como “el fin de la historia”). A esta imagen

aportó la derrota en los años noventa, gracias al li-

derazgo internacional de EEUU y legitimado por la

ONU, de los iraquíes luego de invadir Kuwait. En el

nuevo milenio el ataque terrorista a las Torres Geme-

las de Nueva York el 11 de setiembre de 2001 fortale-

ció exponencialmente esta necesidad de reconstruir

esa “imagen victoriosa” que lo llevó a militarizar las

relaciones internacionales, a “vigilar al mundo” y a

pretender construir un sistema internacional unipo-

lar bajo el mando, una vez más, de los EEUU. Parte

de este proceso, alimentado por la teoría del “choque

de civilizaciones” fue el nacimiento de la islamofo-

bia, la lucha contra el terrorismo internacional y el

odio a los migrantes. Luego vino la invasión a Afga-

nistán y después, tras varios de años de campaña y

presiones políticas de los sectores neoconservado-

res, la invasión a Iraq tras la mentira de que Hussein

tenía un arsenal de “armas de destrucción masiva”.

Las guerras en las que ha participado EEUU desde el

siglo pasado hasta ahora no se han desarrollado en

su territorio sino más bien lejos de éste. No ha tenido

que reconstruir su país ni física, ni económica, ni de-

mográficamente, como sucedió en Europa, Vietnam

o como sucederá en el futuro en Irak. Las guerras,

como es el caso de EEUU, dinamizan su economía

y permiten un mayor desarrollo, es decir, son una

suerte de “keynesianismo militar”. Ello lo ha llevado

no solo a crear un gran complejo industrial-militar

que influye en la política interna y externa de los

distintos gobiernos, sino también a desplegar una

política exterior imperial para aumentar su poder

en el mundo. Además, a favorecer a transnacionales

y empresas privadas que ahora “prestan servicios”

al ejército norteamericano, como es el caso en Iraq,

Afganistán y en otros países. El neoliberalismo tam-

bién “privatiza” las guerras.

En esos años también nace lo que Naomi Klein ha

llamado acertadamente la “Doctrina del Shock” que

consiste en (luego de desastres naturales, invasiones

militares o grandes crisis económicas) apropiarse

de los países, aplicar políticas neoliberales para pri-

“…la pandemia del COVID-19, al aumentar la competencia

entre los países para conseguir insumos médicos,

frena los afanes belicistas de EEUU.”

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vatizar y controlar su economía y sus recursos na-

turales, con el argumento de llevar la democracia

y la libertad al mundo. En este contexto se puede

entender mejor la trama de las actuales relaciones

entre EEUU y Venezuela, más allá de la opinión que

se tenga de su gobierno y de sus políticas, buenas o

malas.

Venezuela significa para EEUU varias cosas. Una de

ellas es el control de las reservas petrolíferas más

grandes del mundo; otra, el intento por reconstruir

una imagen victoriosa militarizando creciente-

mente su política exterior y consolidando su domi-

nación sobre América Latina Lo curioso es que esa

imagen, que la ganó derrotando al fascismo, hoy

gracias a Donald Trump- tiene el mismo rostro de

su antiguo enemigo y se puede reflejar en el retiro

de los fondos de EEUU a la OMS y el incremento de

los recursos a la OTAN.

La Propuesta de EEUUEl 26 de marzo, el Departamento de Justicia de

EEUU anunció que iba a enjuiciar por “narcoterro-

ristas” a las principales figuras del gobierno del pre-

sidente Nicolás Maduro. El mismo Mike Pompeo,

Secretario del Departamento de Estado de EEUU,

ofreció una recompensa de US$ 15 millones para

quienes ayuden al arresto de Maduro. El fiscal ge-

neral, William Barr, encargado de llevar este caso

en EEUU, dijo por su parte: “Anunciamos cargos

criminales contra Nicolás Maduro por llevar ade-

lante una sociedad narcoterrorista con las FARC

por los últimos 20 años”. A esto se sumó el senador

Marco Rubio, quien afirmó que Venezuela era un

narcoestado y promotor del “terrorismo interna-

cional”.

Cinco días después, el 31 de marzo, el mismo Mike

Pompeo que días antes había ofrecido 15 millones

de dólares por la cabeza de Maduro como una suer-

te de réplica de la justica del “lejano oeste”, anun-

ciaba al mundo que EEUU estaba dispuesto a “le-

vantar las sanciones a Venezuela” si se aceptaba la

creación de un “Gobierno de Transición”.

La propuesta norteamericana, según la agencia la

Voz de América (V.A), consistía en que este nuevo

gobierno de transición convocara a nuevas elec-

ciones en un plazo máximo de doce meses. Sin

embargo, el paquete de propuestas tenía también

otras condiciones. Una de ellas, en este “camino a

la democracia”, como lo llamó Pompeo, era la crea-

ción de un Consejo de Estado que se convertía en el

único Ejecutivo del país, y que estaba integrado por

miembros de la oposición interna y del gobierno,

los cuales designaban a un Presidente, que no podía

ser ni Maduro ni Guaidó, que se convertía a su vez

en Presidente del país y convocaría a alecciones,

y que ordenaba, lo que Pompeo llamó: "la salida de

las Fuerzas de Seguridad extranjeras", una manera

poco diplomática de referirse a la supuesta presen-

cia de tropas cubanas en Venezuela.

Pompeo reconoció, así

dice la nota de la V.A., que

Washington ha trabajado

con Guaidó para esbozar

esta propuesta y aseguró

que tanto el presidente in-

terino como su equipo "en-

tienden que Nicolás Madu-

ro debe irse". También dijo:

“Esperamos que se lo tome

en serio; lo hemos dejado

claro desde el principio,

Nicolás Maduro no volve-

rá a gobernar Venezuela

jamás. Eso no ha cambiado". También recordó que,

apenas la semana pasada, el departamento de Justi-

cia de su país presentó cargos contra el presidente

Maduro por narcotraficante.

Mikita Yo/Unsplash

“...Mike Pompeo que días antes había ofrecido 15 millones de dólares por la cabeza de Maduro como una suerte de réplica de la justica del «lejano oeste», anunciaba al mundo que EEUU estaba dispuesto a “levantar las sanciones a Venezuela” si se aceptaba la creación de un «Gobierno de Transición».”

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En dicha conferencia de prensa estaba presente

Elliott Abrams, un viejo y conocido neoconservador

que trabajó en la administración Reagan conspiran-

do contra la revolución sandinista y que hoy volvía

al gobierno de Trump con el cargo de “representante

especial de Estados Unidos para Venezuela”. Abrams

afirmó, entre otras cosas, que “el plan del departa-

mento de Estado se basa en las propuestas presen-

tadas por el equipo de Guaidó en la ronda de nego-

ciaciones que tuvo lugar el año pasado en Barbados.

Con ello se refería a unas reuniones, sobre todo la

del mes de julio de 2019, auspiciadas por Noruega

en Barbados entre la oposición y el gobierno de Ma-

duro, en las cuales se discutió la posibilidad de una

transición como una salida política a la situación

venezolana, que consistía, entre otros puntos, en

nuevas elecciones con nuevas autoridades electo-

rales y el levantamiento de sanciones económicas e

individuales impuestas por EEUU. En esa reunión,

que el propio Guaidó decidió suspender sorpresiva-

mente, un portavoz del Departamento de Estado de

los EEUU reiteró: “Cualquier discusión sobre una

transición debe incluir la partida de Maduro como

condición previa para las elecciones”.

En setiembre del año pasado esas negociaciones

no solo habían naufragado, sino que el gobierno

de Maduro había iniciado conversaciones con una

fracción de la oposición de la Asamblea Nacional

para buscar una salida a

la crisis venezolana. Una

posibilidad era el regreso

de los diputados chavistas

a la Asamblea Nacional

(BBC, 17/09/19). Por eso la

respuesta del gobierno de

Maduro al plan de Pompeo

fue inmediata: “Las decisio-

nes de Venezuela se toman

en Caracas, en el Palacio de

Miraflores, bajo la consti-

tución venezolana. Noso-

tros no estamos tutelados

ni por Washington ni por

ninguna otra capital. Ellos pierden su tiempo en su

laberinto”, aseguró el canciller venezolano Jorge

Arreaza en una entrevista concedida a la emisora

colombiana Blu Radio.

El dos de abril, es decir, dos días después de la pro-

puesta norteamericana de promover una “transición

democrática” en Venezuela, el ya famoso Grupo de

Lima emitía una nota de prensa en la cual anuncia-

ba su apoyo a la propuesta “del Presidente encarga-

do Juan Guaidó, desde la Asamblea Nacional de Ve-

nezuela, para constituir un Gobierno de Emergencia

Nacional que incluya a todos los sectores políticos

y sociales del país”, así como también su “aprecio”

a la “importante propuesta de los Estados Unidos

de América, marco para la Transición Democrática

en Venezuela, para la formación de un Gobierno de

Transición y resaltamos su coincidencia con el ob-

jetivo del Grupo de Lima de garantizar el retorno a

la democracia en Venezuela mediante la celebración

de elecciones presidenciales y parlamentarias libres,

justas y transparentes”. Con ello, el Grupo de Lima,

en el que participa activamente el gobierno del pre-

sidente Vizcarra, no solo ratificaba su papel de ser

un grupo presión sino también su condición de ope-

rador político de la diplomacia de la administración

Trump.

La operación militar más grande de occidenteCuriosamente ese mismo día Donald Trump anun-

ciaba con bombos y platillos “el inicio de un colosal

despliegue de buques de guerra, aeronaves y tropas

en el Caribe y el Pacífico como parte de una opera-

ción antinarcóticos diseñada para frenar el tráfico

de drogas en la región, especialmente frente a las

costas de Venezuela”. Trump calificó a la opera-

ción como “la más grande de Occidente” (INFOBAE:

02/04/20).

Como precisa INFOBAE esta operación “está bajo el

control del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de

Estados Unidos, pero contará con la ayuda de otros

países”. Nos imaginamos que son los del famoso

Grupo de Lima. El objetivo sería aumentar la vigi-

lancia y represión del tráfico de drogas, del cual “el

régimen venezolano” se beneficiaba. Este operativo

militar en que se utilizaban “medios navales, aéreos

y terrestres, involucrando a las Fuerzas Armadas y

también a la Guardia Costera” era no solo un avi-

so que el “gobierno de transición” tal como quería

EEUU era la única opción, sino que también consti-

tuía, en la práctica, un bloqueo naval contra Vene-

zuela. Es decir, una real amenaza militar.

Ello fue ratificado por el cubano-norteamericano y

ahora director para América Latina del Consejo de

Seguridad Nacional, Mauricio Claver Carone, al afir-

mar que la situación de Venezuela es muy parecida

a la que se vivió en los años 80 cuando el dictador

panameño y agente de la CIA Manuel Noriega, fue

acusado de ser un narcotraficante. Como se sabe,

“…ahí están los buques, helicópteros, aviones,

soldados con su armamento en los mares del Caribe en la “más grande operación

en Occidente”, según Trump, listos para atacar a Venezuela. Solo falta la

orden. El único problema, o el principal, es que la Venezuela

actual no es el Panamá del 89 cuando fue invadido por

EEUU.”

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Noriega fue finalmente “removido” del poder luego

que EEUU en 1989 invadiera ese país y lo captura-

ra: “En Venezuela, tenemos una particularidad que

no hemos tenido desde la década de los 80 en Pa-

namá: un personaje que usurpó los poderes de un

Estado y los puso al servicio del narcoterrorismo.

Lo vimos con Noriega en los años 80 y lo estamos

viendo actualmente con Nicolás Maduro en Vene-

zuela, eso crea una amenaza a sus vecinos y a Es-

tados Unidos”, dijo en una entrevista con el canal

EVtv. (INFOBAE: 03/04/20). El mensaje no puede

ser más claro.

ColofónPocos días después del anuncio de Donald Trump

sobre el inicio de este “colosal” operativo militar

en el Caribe, el “más grande en occidente”, Iván

Duque, presidente de Colombia, el gobernante más

entusiasta admirador de Trump y el mayor aliado

de EEUU en la región, hizo otro anuncio en la mis-

ma dirección. Duque dijo que se había iniciado la

quinta fase de la Campaña Internacional contra el

narcotráfico en la que participan 25 países. Según

Duque, este operativo “es quizás la mayor estrate-

gia del mundo contra el narcotráfico”. Todo indica

que este operativo militar comenzó meses atrás. En

enero, Colombia, Brasil y EEUU realizaron ejercicios

militares conjuntos en los que participaron tropas

aerotransportados que tenían como “objetivo” recu-

perar un aeropuerto en manos enemigas. Ejercicios

militares similares se realizaron entre los meses de

febrero y marzo.

Por eso cuando Iván Duque anunció el inicio de la

llamada quinta fase de la Campaña Internacional

contra el narcotráfico, comenzó a circular el rumor

de fuentes bien informadas, que la invasión o la

agresión militar contra Venezuela por EEUU, y por

otros 24 países más que conformaban una supuesta

fuerza multinacional, era inminente y que solo fal-

taba la orden para que ésta se inicie.

Han pasado varios días y

todavía no se ha dado la

orden de asalto. Una po-

sibilidad es que EEUU y

la oposición venezolana

estén esperando, una vez

más, el “desplome” del go-

bierno de Maduro tanto

por la crisis interna como

por el bloqueo internacio-

nal, para provocar, como

dice el periodista venezo-

lano Leopoldo Puchi en un

reciente artículo (“Tran-

sición o golpe militar”),

la fractura de las Fuerzas Armadas Bolivarianas,

es decir una insurrección militar que acabe en un

golpe militar y en la salida de Maduro. En realidad,

Protesta contra Elliot Abrams de movimiento CodePink en su comparecencia ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos,

13 de febrero de 2019/revistadefrente.cl

“...cuando Iván Duque anunció el inicio de la llamada quinta fase de la Campaña Internacional contra el narcotráfico, comenzó a circular el rumor de fuentes bien informadas, que la invasión o la agresión militar contra Venezuela por EEUU, y por otros 24 países más que conformaban una supuesta fuerza multinacional, era inminente...”

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no es la primera vez que ensayan una estrategia de

este tipo. El intento de la oposición encabezada por

Guaidó, con la ayuda de Colombia y de otros países,

de llevar “ayuda humanitaria” a Venezuela e iniciar

un conflicto fronterizo fue una de ellas. Lo mismo

se buscó hace más de un año, cuando Guaidó se au-

toproclamó “presidente interino” y fue reconocido

como tal por varias docenas de países de la región y

del mundo. A ello habría que sumarle, por un lado,

las indecisiones de Brasil, ya sea por la oposición de

sectores militares en ese país de dar su apoya a una

invasión a Venezuela, como también por el visible

deterioro político del otro aliado personal de Trump:

Jair Bolsonaro; y por el otro lado, la bronca abierta

de Trump con los militares norteamericanos, como

da cuenta Max Boot en un reciente artículo (“Trump,

los militares y la corrosión de las relaciones civiles

y militares”), publicado en Foreign Affairs en abril

de este año.1

También la pandemia del COVID-19, al aumentar

la competencia entre los países para conseguir in-

sumos médicos, frena los afanes belicistas de EEUU.

Según la BBC, “si un gobierno de América Latina

quiere enviar un avión a

China a recoger los insu-

mos que ha comprado para

combatir la pandemia de

COVID-19: ¿qué ruta, con

escalas incluidas, debe to-

mar la aeronave para que

el cargamento llegue a su

destino, sin que otro Es-

tado se lo embargue en el

camino?”. En Francia se ha

denunciado que un pedido

de estos insumos que ya

estaban listos para ser em-

barcados, fueron compra-

dos en efectivo en el mismo

aeropuerto por EEUU y lle-

vados directamente a ese

país (11/04/20). Estos recla-

mos incluyen a países ami-

gos del gobierno de Trump

como Brasil. Según este

país : “Estados Unidos envió 23 de sus aviones de

carga más grandes a China para recoger el material

que habían adquirido. Muchas de nuestras compras

que esperábamos confirmar para abastecer, fracasa-

ron" (economíadigital.es: 07/04/20). Aquí en nuestro

país, Pilar Mazzetti, Jefa del Comando COVID-19 dijo

en Arequipa que el gobierno pensaba enviar el avión

presidencial a China para recoger insumos médicos

y así evitar que el avión sea interceptado por otro

país y el cargamento confiscado.

Sin embargo, habría que señalar que la capacidad de

Venezuela de resistir el bloqueo, las sanciones eco-

nómicas, y ahora último la pandemia, es escasa, ya

que lo encuentra en uno de sus peores momentos si

vemos el desplome del precio del petróleo que está a

menos de 30 dólares el barril, su nivel más bajo des-

de 1999. Según la Agencia Internacional de Energía,

este sería el peor año de la historia para el negocio

petrolero. No hay que olvidarse que Venezuela es

el país que tiene la mayor cantidad de reservas de

petróleo probadas en el mundo, pero también que

depende principalmente de ese petróleo para expor-

tarlo y mover su economía. En este contexto, como

dijo hace un par de años el ex embajador de EEUU

en Venezuela, William Brownfield, en una entrevis-

ta para la Voz de América: “quizá la mejor solución,

sería acelerar su colapso (se refiere a Venezuela)”,

a través de sanciones a la industria petrolera, que

afectarían al pueblo. Por eso hoy Venezuela y el go-

bierno de Maduro viven su hora más crítica.

El otro problema es el propio Trump que no sabe

qué hacer en este contexto. Es decir, si enfrenta de

manera responsable la epidemia del COVID-19 que

hoy azota su país, y que lo ubica, por responsabili-

dad principal de su administración, como una de las

naciones con más contagiados y muertos del mun-

do; o sí, más bien, ataca a Venezuela como una for-

ma, no solo de presentar un triunfo de su gobierno,

sino también de elevar el “espirito patriótico y na-

cionalista” de los norteamericanos para subir en las

encuestas y ganar más votos para su futura reelec-

ción. En realidad, lo que obsesiona a Trump no es ni

la pandemia ni Venezuela, es su reelección de fines

de este año. No está seguro qué le trae más réditos

en este contexto: o enfrentar la pandemia o atacar a

Venezuela. El reciente anuncio que ha hecho Trump

de que EEUU se sale de la OMS porque está, práctica-

mente, dominada por la China, así como también la

denuncia de que el virus COVID-19 fue “creado” por

los laboratorios del gobierno Chino, no es solo ex-

presión de su permanente enfrentamiento con ese

país o de su crítica y rechazo visceral a los organis-

mos internacionales; sino también de su búsqueda

de una nueva “guerra fría”, ya sea para esconder en

el presente su fracaso e irresponsabilidad frente a la

epidemia, como también levantar un nacionalismo

que raya con el fascismo como un camino para su

reelección.

“…Trump que no sabe qué hacer en este contexto. Es

decir, si enfrenta de manera responsable la epidemia

del COVID-19 que hoy azota su país, y que lo ubica, por responsabilidad principal

de su administración, como una de las naciones con más

contagiados y muertos del mundo; o sí, más bien, ataca

a Venezuela como una forma, no solo de presentar un

triunfo de su gobierno, sino también de elevar el “espirito

patriótico y nacionalista” de los norteamericanos

para subir en las encuestas y ganar más votos para su

futura reelección.”

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Trump está tan obsesionado con ella que ha logrado,

como informa el Washington Post, que el “Departa-

mento del Tesoro ordene que se imprima el nombre

del presidente Trump en los cheques de ayuda que el

servicio de impuestos se apresura a enviar a millones

de estadounidenses” (WP: 14/04/20). Algo verdadera-

mente inédito en ese país, pero que expresa bien su

desesperación o mejor dicho sus dudas respecto a si

será capaz de ganar o no la reelección en noviembre

próximo. Incluso, días antes que anuncie las nuevas

medidas para frenar la crisis económica, la agencia

alemana de noticias Deutsche Welle (DW) informó

que Trump “amenazó con usar sus potestades ejecu-

tivas para forzar un receso del Congreso y así poder

nombrar funcionarios cuyas nominaciones, según

él, están siendo bloqueadas por legisladores demó-

cratas”. Otros hechos son los enfrentamientos entre

Trump y los gobernadores demócratas que se niegan

a levantar la cuarentena. Incluso, Trump ha llama-

do a sus seguidores a que rodeen los edificios donde

están estos gobernadores para exigirles que pongan

fin a la cuarentana. Trump camina a construir un

régimen de excepción que le facilite su relección en

noviembre, porque Estados Unidos está siendo “ame-

nazado (o atacado)” por la epidemia del COVID-19,

la China, Venezuela, Cuba, los organismos interna-

cionales como la OMS, la ONU, los demócratas y los

liberales que promueven la globalización. Todo ello

coincide con su campaña reeleccionista y su lema

“America First” (EEUU Primero), sin importarle que

sus seguidores y los soldados norteamericanos desfi-

len sobre los cadáveres de miles de personas.

Mientras tanto, ahí están los buques, helicópteros,

aviones, soldados con su armamento en los mares

del Caribe en la “más grande operación en Occiden-

te”, según Trump, listos para atacar a Venezuela.

Solo falta la orden. El único problema, o el principal,

es que la Venezuela actual no es el Panamá del 89

cuando fue invadido por EEUU. Mientras todo esto

ocurre, me pregunto qué opinan tanto el Grupo de

Lima como nuestra Cancillería, tan activos cuando

se trata de hablar sobre Venezuela y de apoyar a

Trump, y tan mudos cuando se requiere defender la

soberanía de los países de América Latina y la vida

de sus gentes.

Lima, 20 de abril 2020.

* Sociólogo, columnista y analista politico.

1. Dicho artículo está disponible en español a través del siguiente enlace: https://revistaojozurdo.pe/2020/04/24/fewmen/ (Nota del Comité Editorial)