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Trabajo relacionado con la lectura “Relato de un náufrago”: 3o años juntos en una isla Anna Sabaté, Laia Bosch, Anna Vargas y, Carla Rodríguez. Abril 2020

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Trabajo relacionado con la lectura “Relato de un náufrago”:

3o años juntos en una isla

Anna Sabaté, Laia Bosch, Anna Vargas y, Carla Rodríguez.

Abril 2020

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Noticia:

¿Qué le sucedió al delincuente más peligroso de la República y la policía Victoria Pérez después de desaparecer en el Caribe?

El hijo de los desaparecidos regresa después de 30 años y nos cuenta todos los detalles. El martes 14 de julio de 1987, el delincuente más peligroso se dio a la fuga, y en una excitante persecución la señorita Pérez se adentro en las profundidades del mar tormentoso, en busca de Cristian Reyes. Hoy en día conocemos gracias a Diego Reyes Pérez (el hijo de los naufragados), todo sobre su desaparición. Las autoridades decidieron ir en su búsqueda cuando, el muchacho, les cuenta que sus padres ya no siguen con vida después de desarrollar varias enfermedades en la isla. En esta larga y impactante experiencia que han vivido los protagonistas, pudieron superar las adversidades que les puso el mar y las que conlleva vivir en una isla desierta. A parte, pudieron tener una vida feliz, uniéndose tanto que acabaron enamorándose y teniendo un hijo.

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Entrevista:

Diego Reyes Pérez, hijo de los náufragos Victoria Pérez y Cristian Reyes nos recibe para explicarnos la vivencia de sus padres y él en una isla desierta después de naufragar y ser buscados durante años. 1.- ¿Qué te contó tu padre sobre sus delitos? -Él siempre fue sincero conmigo además de consciente y responsable de sus actos pasados. Mi padre era un humilde mecánico, el cuál no ganaba nunca suficiente como para llegar a fin de mes. Un día, le llegó una gran oportunidad para ganar dinero fácilmente, una empresa fabricante de coches llamada Safford lo contrató para sabotear todos los coches que reparara que no fueran de dicha marca. Él sabía que lo que le estaban ofreciendo no era correcto ni legal pero aún así lo hizo, ya que simplemente era poner ruedas pinchadas, o piezas de coche defectuosas… Al largo del tiempo, la empresa le fue pidiendo nuevos requisitos y él lo aceptaba, pero vio que estos dañaban físicamente a los propietarios de los vehículos, y quiso dejarlo inmediatamente y denunciarlo, pero la empresa le recordó que, si informaba de lo ocurrido se inculparía a sí mismo, que ellos no le habían obligado a nada y que no tenían nada que perder ya que tenían el poder absoluto. Moría gente y la policía investigaba así que, antes de que descubrieran que Safford estaba detrás de todo esto, la propia empresa denunció al mecánico por lo ocurrido y la policía lo declaró atentado a la sociedad.

2.- ¿Por qué Victoria no se esforzó por volver a Santo Domingo y entregar a Cristian a las autoridades?

-Al principio mi madre quería hacerlo, pero no era capaz ella sola de controlar a un fugitivo y volver de vuelta a tierra, así que decidió velar por su seguridad y esperar a que la policía los encontrase. En todo esto mi padre hacía todo lo posible para hacerle ver a Victoria que le habían chantajeado, y que le estaban culpando injustamente.

3.- ¿Cómo surgió la historia de amor entre tus padres?

-Al principio, no congeniaban bien; mi madre estaba furiosa con él por haberla hecho llegar a esa situación de naufragar y a la vez un poco asustada por lo que podría hacer. Tras seis días naufragando en el Caribe, hablaron de lo ocurrido y ella se dio cuenta de que Cristian era buena persona. Entonces Victoria empezó a confiar en él y se empezaron a conocer realmente. Tras varios meses en la isla su relación iba mejorando, hasta que se enamoraron. Al cabo de un año y medio me tuvieron a mí y allí es cuando empezó todo.

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4.- ¿Con qué sobrevivisteis en la isla? -Sobrevivimos con los elementos de la lancha que trajeron mis padres: sus ropas, el equipamiento policial de Victoria y un botiquín. Pasado un tiempo en la isla, aprendieron a cultivar sus propios alimentos y a hacer su propia ropa y casa.

5.- ¿Por qué no regresaron de la isla tus padres?

-Aunque mi madre sabía toda la verdad y defendería a Cristian, no podría salvarlo de la cárcel porque la empresa con sus contactos y poder, lo encarcelarían costase lo que costase y decidieron quedarse en la isla por seguridad y libertad.

6.- ¿Qué peligros os acecharon?

- Realmente había muchos peligros; en la isla nos acechaban continuamente los animales, tormentas, enfermedades...Cuando yo nací mis padres ya sabían como actuar en todas las situaciones y que hacer para sobrevivir. Aprendimos a vivir junto a ellos y a alimentarnos con los recursos que nos daba el lugar.

7.- ¿Cómo os sentisteis al estar solos en la isla?

-La verdad es que estar en una isla solos es difícil porque no hay nadie a quien poder acudir si hay una emergencia o algo urgente, y eso te hace dudar sobre tu seguridad, pero al fin y al cabo nos teníamos los unos a los otros y eso te hace sentir fuerte, sabías que no estabas solo del todo.

8.- ¿Cuál fue el motivo por el que viniste solo a tierra y no con tus padres?

-Simplemente vine solo, ya que, mis padres corrían el peligro de ingresar en prisión, mi padre como fugitivo y mi madre como cómplice. Cristian y Victoria desarrollaron una enfermedad lo cual significó un motivo más para no regresar y pasar sus últimos días de vida en la cárcel.

9.- ¿Cómo conseguiste venir a Santo Domingo desde la isla?

- Mi padre desde el primer día en que nací empezó construir una barca con lo que quedó de la lancha para poder regresar, con los conocimientos que tenía de mecánica. Cuando él enfermó, yo ya tenía 13 años y como él no podía seguir haciendo su trabajo, con lo que me había enseñado, seguí construyendo mi billete a tener una vida corriente.

A los 20 años ya había acabado de construir la barca, me despedí de mis padres y ya han pasado 8 años desde que llegué.

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10.- ¿Por qué has esperado tanto tiempo para contarlo todo?

-He tardado tanto en contarlo porque he estado esperando la muerte de mis padres debido a sus enfermedades, para que las autoridades no los pudieran detener y vivieran sus últimos días de vida en paz y libres.

11.- ¿Qué haces ahora que ya no estás en la isla?

-He empezado una nueva vida; trabajo usando los conocimientos que adquirí gracias a mis padres. He intentado dejar el pasado atrás pero nunca podré olvidar mis recuerdos, además también estoy intentando borrar el mal nombre que le dieron a Cristian y que su mala reputación no sea un obstáculo para mi, ya que le acusaron por algo que no era ni es justo, y conseguiré que haya más justicia en el mundo.

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30 años juntos en una isla

Anna Sabaté, Laia Bosch, Anna Vargas y, Carla Rodríguez.

Abril 2020

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Índice Prólogo

Capítulo I

Capítulo II

Capítulo III

Capítulo IV

Capítulo V

Capítulo VI

Capítulo VII

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Prólogo:

Hoy, 14 de julio de 1987, el fugitivo llamado Cristian Reyes iba a ser encarcelado en Ciudad Colonial. Él era un mecánico que saboteó un montón de coches, al principio simplemente ponía ruedas pinchadas, o piezas de coche defectuosas… pero a lo largo del tiempo, sus atentados dañaban físicamente a los propietarios de los vehículos y a veces hasta provocando su explosión. Moría gente y la policía investigaba así que una empresa fabricante de automóviles llamada Safford, al ver el peligro que corrían sus productos y reputación, decidió investigar y según ellos dicen, Cristian, el mecánico, era el culpable y lo denunciaron; la policía creyó a Safford y declaró el suceso como atentado a la sociedad.

Cuando acabó el traslado de Cristián Reyes de la prisión de Santo Domingo a la de Ciudad Colonial a las 23:00, hubo una explosión en el coche de policía que guiaba al furgón que contenía a Cristian, provocando así que, cuando estábamos a punto de llegar al futuro hogar del delincuente, nos detuviéramos y diéramos tiempo a que Cristian, mediante chanchullos y artimañas que había realizado previamente con compañeros infiltrados en la policía, escapara y se dirigiera al puerto de la ciudad. Yo, Victoria Pérez, no estaba dispuesta a que huyera y no pagará por los crímenes que había cometido, así que nos embarcamos en una excitante persecución. Mis compañeros no me siguieron, vieron que Cristian se dirigía al agua y no quisieron arriesgarse a morir, ya que había una gran tormenta, pero a mi no me importó, solo pensaba en hacerle pagar. Llegamos al muelle, y aunque lanzaba disparos y lo amenazaba, él no cedió, sino que, en lugar de eso, saltó a una moto acuática que supongo que ya tenía preparada y yo fui en busca de algún vehículo para atraparlo.

Capítulo I:

El motivo por el cual fui detrás del fugitivo, sabiendo lo peligroso que era a causa de la tempestad, fue porque sabía que, si no lo atrapaba, un fugitivo estaría suelto y mi instinto policial hizo que fuera detrás de él. Me metí en el mar sin pensarlo dos veces, cogí una lancha que había en el puerto y me dirigí hacia Cristian Reyes, pero era bastante difícil ya que él iba en una moto acuática que era más rápida que mi lancha.

Cada vez era más difícil avanzar con la lancha por las grandes olas, y su moto estaba en peligro constantemente hasta que de repente una enorme ola tumbó el vehículo de Cristian y yo fui rápidamente a socorrerlo; me acerqué hacia él como pude y le extendía mi mano para que pudiera subir, pero él me la rechazaba diciendo que prefería morir a ir a la cárcel por un delito que no había cometido, así que, le dije que le daría la oportunidad de explicarse y convencerme de su inocencia para que yo pudiera testificar a su favor (obviamente era mentira), pero a cambio, tenía que subir a la lancha.

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Finalmente conseguí convencerle y quedamos los dos a salvo. Sin darnos cuenta, ya habían pasado más de 10 minutos, miramos a nuestro alrededor, y no vimos más que agua y grandes olas que nos intentaban tumbar, no veíamos tierra, y no teníamos ni idea de en qué dirección se estaba dirigiendo la lancha porque nos quedamos sin combustible y el motor se estropeó porque la moto le golpeó. Estábamos perdidos.

Capítulo II:

Hacía ya cinco horas desde el suceso, y la tormenta había cesado, pero no las olas y seguía sin haber rastro de tierra. Estaba asustada, no tenía nada con lo que poder contactar con mis compañeros ni con nadie. Cristian no me dirigía la palabra ni la mirada y eso me ponía furiosa, pero la verdad es que no sabía el porqué. Entonces hurgué en la lancha y únicamente encontré un botiquín, nada para comer ni para sobrevivir allí más de dos días, y me puse muy nerviosa, así que, me levanté y entonces Cristián se me quedó mirando y le dije:

- ¿Para sobrevivir aquí tendremos que colaborar, yo olvidaré que eres un fugitivo y tu que soy policía de acuerdo?

Y entonces él asintió.

Las horas fueron pasando, hacía frío y los dos estábamos empapados...si caíamos enfermos, moriríamos. Entonces él me dijo:

- Yo no tendría que estar aquí ¿sabes?

Era la primera vez que me hablaba y miraba.

- ¿Por qué? Has matado a gente, te mereces estar encerrado de por vida. - Safford. - ¿Qué? - Han sido ellos. ¿No te parece curioso que ningún coche de su empresa

saliera perjudicado? Ellos me contrataron.

No sabia que pensar, era un delincuente… había huido…pero… ¿y si decía la verdad? Entonces le dije:

- ¿Por qué aceptaste formar parte de ese plan y provocar esos accidentes? - No tenía dinero para llegar a fin de mes ni para comer, yo solo era un

mecánico, pero entonces llegaron ellos y me propusieron ese trato. - ¿Qué trato? - Me dijeron que me pagarían una gran cantidad de dinero si saboteaba todos

los coches que llegaran a mi taller que no fueran de su empresa, para que así la gente confiara solo en ellos. Al largo del tiempo, la empresa me fue pidiendo nuevos requisitos y yo lo aceptaba, pero vi que estos dañaban físicamente a los propietarios de los vehículos, y quise dejarlo inmediatamente y denunciarlo,

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pero la empresa me recordó que si informaba de lo ocurrido me estaría inculpando a mi mismo, y perdería, ya que tenían el poder absoluto. La policía investigaba así que, antes de que descubrieran que Safford estaba detrás de todo esto, la propia empresa me denunció por lo ocurrido y así llegué hasta aquí, no iba a permitir que me metieran en la cárcel injustamente.

- ¿Y a dónde pensabas llegar con la moto? - No lo sé, a algún lugar para luego poder huir.

Seguimos hablando y le creí, no le vi maldad y aunque sabía que lo que había hecho estaba mal, empecé a confiar en él.

Capítulo III:

Ya pasaron unos cinco días desde que estábamos en la barca muertos de hambre y sin fuerza alguna. Había miles de peces a nuestro alrededor cada día y enfurecíamos porque, aunque diseñamos un artefacto de pesca con algunas cosas del botiquín no lográbamos pescar ningún pez y tampoco teníamos cebo. El único día que conseguimos saciar nuestra hambre fue el tercero, pero para nuestra mala suerte, atraímos a los tiburones y estos intentaron dañar nuestra lancha sin éxito, le daban golpes y algunos hasta intentaban saltar dentro ya que, el olor a sangre les enloquecía. Todos los días sentíamos una sed insoportable y no la podíamos calmar porque si bebíamos mucha agua de mar, acabaríamos deshidratados y moriríamos.

A medida que pasaban los días, Cristian y yo conectábamos más, hablábamos de cómo era nuestra vida, de nuestras familia y amigos, nuestro pasado, y como queríamos que fuera nuestro futuro. Solo nos teníamos el uno al otro y la única manera de hacerlo más soportable y matar el tiempo era esa.

Sinceramente, no sé si era por la situación o porque no había hablado con nadie más desde hacía cinco días, que, aunque parecían pocos se hacían largos en el mar, pero sentía como que entre Cristian y yo había algo, algo más que una simple amistad y no era la única que lo percibía.

En las últimas horas de nuestra aventura en el mar, entre risas y llantos noté que cada vez estábamos más unidos y la química entre nosotros era palpable. Mientras estábamos teniendo una conversación, él cada vez se acercaba más a mi, mi corazón cada vez se aceleraba más y más hasta que llegó al punto en el que esos latidos no me permitían escuchar lo que me decía y entonces me miró fijamente y se lanzó a besarme, pero vi una isla y grité:

- ¡Cristian, Cristian, hay una isla a lo lejos!

Empezamos a remar con lo que podíamos, lo intentamos con las manos, pero al llevar tantos días en el mar no teníamos fuerzas y nuestro cuerpo estaba lleno de ampollas por el sol, así que tras muchos intentos seguíamos sin avanzar y finalmente nos rendimos. Cristian empezó a romper la lancha, cogió un trozo de madera y el cristal

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del salpicadero, yo no entendía qué estaba haciendo, pero al cabo de unos segundos lo comprendí, íbamos a utilizarlos como remos. Tardamos una hora en llegar, pero al fin lo conseguimos.

Capítulo IV:

Al pisar tierra nos sentimos a salvo, pero aún no sabíamos los peligros que escondía la pequeña isla. Nos abrazamos con fuerza todo y que estamos agotados y tras unos segundos de mirarnos intensamente, nos besamos.

Ese fue nuestro quinto y último día en el mar, y empezó nuestra gran aventura en tierra.

Durante una semana nos estuvimos alimentando de cocos y frutos que encontrábamos, pero entonces decidimos centrarnos, ¿queríamos huir de allí o quedarnos? Pasaron los días y tras bastantes disputas llegamos a la conclusión de que, si volvíamos, los dos íbamos a ir a prisión y eso era justamente lo que no queríamos ya que nos habíamos enamorado, por eso deseábamos vivir libres uno al lado del otro.

Fabricamos nuestra propia casa con materiales que nos proporcionaba la naturaleza, plantamos las semillas de los frutos que comíamos y así producimos nuestra propia comida. El agua la conseguimos de un río cercano a nuestra cabaña y la hervíamos para desparasitarla.

Todo parecía ir bien hasta que llegaba la noche y salían los animales salvajes, de los cuales también nos alimentábamos y protegíamos con mi armamento policial.

Al cabo de unos meses Cristian y yo, ya controlábamos perfectamente la situación, sabíamos cómo sobrevivir, y nos conocíamos la isla de cabo a rabo. Éramos felices juntos, no necesitábamos nada más.

2 años después

Capítulo V:

Durante estos dos años ocurrieron una barbaridad de cosas, entre ellas, intoxicaciones o heridas, pero por suerte teníamos el botiquín y aprendimos a fabricar nuestras propias medicinas con plantas y frutos.

Llevaba una temporada con muchas náuseas y aunque tomaba las medicinas adecuadas, estas no cesaban y mi vientre aumentó de tamaño. Cristian estaba preocupado por lo que me estaba pasando, pero yo tenía el presentimiento que no era nada malo, y así era, ya que descubrimos que estaba embarazada.

Pasaron 8 meses y finalmente nació Diego; era precioso, igual que su padre.

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Después de su nacimiento, decidimos que Diego no podía pasarse el resto de su vida en una isla no poblada y sin los recursos ni experiencias que tendría un niño normal y corriente, así que Cristian, con los restos de la lancha y mas materiales, empezó a construir un bote para que cuando nuestro hijo fuera mayor, pudiera ir a la civilización.

13 años después

Capítulo VI:

Durante estos años de vida de Diego, le enseñamos todo lo que necesitaba saber sobre la isla y sus peligros, por donde tenía que ir y qué sitios era mejor no pisar, cómo sobrevivir, conocimientos básicos que se les proporciona a los niños en las escuelas, pero sobretodo, le enseñamos a ser una buena persona y le explicamos todo sobre nuestras vidas pasadas sin dejarnos ningún detalle, los delitos de Cristian y que les hizo quedarse en la isla. Su padre también le inculcó todos sus conocimientos sobre mecánica y eso le permitió seguir adelante con el proyecto de construir una barca cuando su padre desarrolló una enfermedad.

7 años después

Diego ya tenía 20 años y la barca tras mucho esfuerzo y dedicación ya estaba terminada; llegó el momento de despedirse de su familia y de la isla que fue su hogar para siempre y empezar a vivir una vida corriente entre la multitud.

Cargamos la barca con alimentos, medicinas, ropa y recuerdos para que nunca olvidará su vida pasada y finalmente sabiendo que su padre y su madre estaban enfermos y que lo querían más que a sus propias vidas, se marchó.

Capítulo VII:

Mi nombre es Diego Reyes Pérez y soy hijo de los náufragos Victoria y Cristian.

Después de pasar toda mi vida en una isla únicamente con mis padres, estoy emocionado por poder decir que he pisado tierra poblada.

Mi vida en la isla ha sido feliz, he sido libre, aunque siempre he necesitado algo más, nunca he estado satisfecho pero mis padres me han enseñado todos los conocimientos y valores para venir aquí a Ciudad Colonial.

Estaba a punto de llegar a la ciudad cuando en medio del mar me encontró un agradable pescador, llamado Fernando Costa. Me preguntó qué hacía allí con solo veinte años, a lo que yo le respondí explicándole mi historia y la de mis padres. Fernando, me contó que la conocía y que no se podía creer que hubieran sobrevivido a tal tempestad, también me dijo que él estaba a favor de mi padre y que Safford era una empresa capaz de cualquier cosa para salvar su pellejo y ganar dinero. Entonces, me preguntó que tenía pensado hacer y al ver que yo no tenía nada, ni dinero ni gente

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a la que acudir, me acogió en su humilde hogar y me enseñó todo lo que necesitaba saber, y yo para agradecerle todo lo que hacía por mi, me ofrecí a trabajar con él en el mar ya que tenía muchos conocimientos sobre este.

Hoy día 28 de setiembre de 2017, he decidido al fin contar en la revista Hnews quien soy y la verdadera historia de mis padres. Muchos se preguntarán porque razón he tardado 8 años en contarlo, y es porque he estado esperando la muerte de Victoria y Cristian debido a sus enfermedades, para que las autoridades no los pudieran detener y vivieran sus últimos días de vida en paz y libres.

Fin

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