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Integración económica en el mundo globalizado de las comunidades indígenas a través del modelo cooperativo
Políticas públicas e associativismo agrícola no nordeste do Brasil
Competências para a autogestão: as cooperativas rurais de Pernambuco, Brasil Cooperación y desarrollo local: cooperativas rurales de ahorro y crédito del Sur de Santander, Colombia
Algunas consideraciones en torno a la desaparición de cooperativas de ahorro y préstamo en México
Las mujeres en las teorías económicas, en el pensamiento feminista y en la economía solidaria
« L’effet participation » : citoyenneté et santé, un facteur de distinction de l’économie sociale ?
Contribución de la Cooperativa Tosepan Titataniske al desarrollo humano de sus socios
Réseau des universités de atives et les associations s Amériques en études sur les coopér
Volume 6, Numéro 1 Octobre 2008
Red universitaria s y asociativismo
de las Américas en estudios cooperativoVolumen 6, Número 1 Octubre 2008
Rede universitaria s e associativismo
das Américas em estudos cooperativoVolume 6, Número 1 Outubro 2008
Network of the univers tives and associations
ities of Americas in studies on cooperaVolume 6, Number 1 October 2008
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Université d rbrooke CUS e She
COMITÉ EDITORIAL COMITÊ EDITORIAL COMITÉ ÉDITORIAL LEADING COMMITTEE
Ernesto Molina, Université de Sherbrooke, Coordinador del comité
al Rural de Pernambuco Eduardo Acuña, Universidad de Chile Angelo Brás Fernandes Callou, Universidade Feder
Javeriana Marietta Bucheli, Pontificia Universidad [email protected] SUPERVISIÓN TÉCNICA SUPERVISÃO TÉCNICA TECHNICAL SUPERVISION
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SUPERVISION TECHNIQUE
Ernesto Molina, IRECUS, Université de Sherbro MONTAJE AJUSTE DA PÁGINA MISE EN PAGE
arole Hébert, IRECUS, Université de Sherbrooke C
PAGESETTING
EDITADO POR EDITADO POR ÉDITÉE PAR PUBLISHED BY
tration IRECUS – Faculté d’adminisUniversité de Sherbrooke
ul. de l’Université ke (Québec) Canada
2500, boherbrooSJ1K 2R1 © uniRcoop, 2008
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INDICE SUMÁRIO T
ABLE DES MATIÈRES CONTENTS
NOTAMOT
EDITORIAL EDITORIAL DE LA RÉDACTION EDITOR'S INTRODUCTION 5
Integración económica en el mundo globalizado de las comunidades indígenas a través del modelo cooperativo 9
AndréMarie
Martin, Christina Barría Knofp, Graciela Lara Gómez, María Piriz Carrillo, Ève Fortin et Sonia Cardina López Cerón
Políticas públicas e associativismo agrícola no nordeste do Brasil 33
Angelo
Brás Fernandez Callou et Maria Salett Tauk Santos
Competências para a autogestão: as cooperativas rurais de Pernambuco, Brasil 48
Jimmy
Peixe Mc Intyre, Ronice Franco de Sá et Emanuel Sampaio Silva
Cooperación y desarrollo local: cooperativas rurales de ahorro y crédito del Sur de Santander, Colombia 67
R icardo Dávila Ladrón de Guevara
Algunas consideraciones en torno a la desaparición de cooperativas de ahorro y préstamo en México 82
G raciela Lara Gómez
Las mujeres en las teorías económicas, en el pensamiento feminista y en la economía solidaria 98
Giuseppina Sara Da Ros « L’effet participation » : citoyenneté et santé, un facteur de distinction de l’économie sociale ? 118
P atrick Guiol et Jorge Muñoz
Contribución de la Cooperativa Tosepan Titataniske al desarrollo humano de sus socios 144
JC
airo Emílio Rojas Meza, Leobardo Jiménez Sánchez et oncepción Sánchez Quintanar
R éseau – Red – Rede – Network uniRcoop AMERICAS 169
NOTA EDITORIAL El proyecto « Modelos de intercooperación para las Américas », financiado por la Agencia canadiense de desarrollo internacional (ACDI), terminó en junio del 2007. Podemos decir que se trata de un modelo excepcional de colaboración universitaria et de compromiso con el desarrollo del medio: se ha creado una verdadera comunidad académica sobre las diferentes organizaciones de la economía social y solidaria, constituida por profesores, investigadores y estudiantes. Durante 5 años, esta comunidad ha trabajado para construir nuevos conocimientos que ofrecen a las cooperativas instrumentos adaptados a su identidad con el fin de mejorar su eficacia.
Al principio, fue necesario construir una base de conocimientos científicos sólidos así como metodologías de trabajo a distancia. Luego, pasamos a la etapa de difusión de los conocimientos y a la transferencia de los modelos de nterci ooperación a las cooperativas, siempre trabajando juntos y haciendo avanzar aún más la investigación. Mencionemos algunos resultados cuantitativos del proyecto : 166 profesores e investigadores así como 421 estudiantes trabajaron durante 5 años en la construcción de nuevos conocimientos; 10 350 estudiantes y cooperativistas fueron forma r s ados 6 núm
dos g acias a las actividade del proyecto; 3 libros fueron edit y eros de la revista uniRcoop fueron publicados. Usted tiene ahora acceso al Volumen 6, Número 1, 2008, de la revista
uniRcoop. El financiamiento de la ACDI terminó pero el proyecto continúa dando resultados. La revista ha debido adaptarse a las nuevas condiciones: ella es ahora accesible únicamente en línea, ya no habrá formato impreso. Evidentemente se trata de una decisión dolorosa pero necesaria ya que no tenemos los recursos financieros para hacerlo. Por otra parte, los miembros de la red han continuado colaborando, como ha sido su costumbre, en el trabajo del comité editorial y de los comités de lectura, pero el trabajo voluntario ha contribuido también en la traducción de los resúmenes y en la revisión lingüística de los textos. Finalmente, el apoyo del Instituto de investigación y de educación para las cooperativas y las mutuales de la Universidad de Sherbrooke (IRECUS), al liberar el tiempo necesario de su personal para e supervisiól trabajo de montaje, n técnica y coordinación de la revista ha sido indispensable. Gracias a todos los autores y a todos los colaboradores.
Los frutos de la red uniRcoop están siempre presentes: la producción de conocimientos científicos continúa y la revista uniRcoop publica los resultados de investigaciones de los miembros de la red y de otros investigadores que tienen como nocimientos sobre el cooperativismo y el asocia
proyecto común la divulgación de coivismo. Qué la lectura les sea de provecho ¡ t¡
ERNESTO MOLINA Coordinador del comité editorial
EDITORIAL O projeto “Modelos de Intercooperação para as Américas”, financiado pela Agência Canadense de Desenvolvimento Internacional (ACDI), terminou em junho de 2007. Podemos dizer que se trata de um modelo excepcional de colaboração universitária e de compromisso com o desenvolvimento do meio: se criou uma verdadeira comunidade acadêmica sobre as diferentes organizações da economia social e solidária, constituída por professores, pesquisadores e estudantes. Durante 5 anos, esta comunidade trabalhou para construir novos conhecimentos no sentido de oferecer às cooperativas instrumentos adaptados a sua identidade para melhorar sua eficácia.
No começo, foi necessário construir uma base de conhecimentos científicos sólidos assim como metodologias de trabalho a distância. Em seguida, passamos à etapa de difusão dos conhecimentos e de transferência dos modelos de intercooperação às cooperativas, sempre trabalhando juntos no sentido de avançar ainda mais a pesquisa.
Mencionamos alguns resultados quantitativos do projeto: 166 professores e pesquisadores assim como 421 estudantes trabalharam durante 5 anos na construção de novos conhecimentos; 10 350 estudantes e cooperativistas foram forma números dos graças às atividades do projeto; 3 livros foram editados e 6 da revista uniRcoop foram publicados.
Vocês têm acesso agora ao Volume 6, Número 1, 2008, da revista uniRcoop. O financiamento da ACDI terminou, porém o projeto continua dando resultados. A revista teve que se adaptar às novas condições: ela é agora acessível unicamente na versão eletrônica, já não haverá formato impresso. Evidentemente, trata‐se de uma decisão dolorosa, porém necessária já que não temos recursos financeiros para fazê‐la. Por outro lado, os membros da rede continuam colaborando, como de costume, no trabalho do comitê editorial e dos comitês de leitura, porém o trabalho voluntário tem contribuído também na tradução dos resumos e na revisão lingüística dos textos. Finalmente, o apoio do Instituto de pesquisa e educação para as cooperativas e as mutuarias da Universidade de Sherbrooke (IRECUS), para liberar o tempo necessário de seu pessoal para o trabalho de montagem, supervisão técnic vista foi ind a t d ra e coordenação da re ispensável. Agr decemos a o os os auto es e a todos os colaboradores.
Os frutos da rede uniRcoop estão sempre presentes: a produção de conhecimentos científicos continua e a revista uniRcoop publica os resultados de pesqu de outros pesquisadores que têm como projeto comum a divulgação de conhecimentos sobre o cooperativismo e o associativismo.
isas dos membros da rede e
ue a leitura seja proveitosa! Q
ERNESTO MOLINACoordenador do comitê editorial
MOT DE LA RÉDACTION Le projet « Modèles d’intercoopération pour les Amériques », financé par l’Agence canadienne de développement international (ACDI), a pris fin en juin 2007. Nous pouvons dire qu’il s’agit d’un modèle exceptionnel de collaboration universitaire et d’engagement dans le développement du milieu : une véritable communauté académique sur les différentes organisations de l’économie sociale et solidaire, constituée de professeurs, professionnels de recherche et étudiants, s’est créée. Pendant 5 ans, cette communauté a travaillé à construire de nouvelles connaissances pour offrir aux coopératives des outils adaptés à leur identité afin d’améliorer leur efficacité.
Au début, il a fallu construire une base de connaissances scientifiques solides ainsi que des méthodologies de travail à distance. Nous sommes ensuite passés à l’étape de diffusion des connaissances et de transfert des modèles d’intercoopération vers les coopératives, tout en continuant à travailler ensemble et en poussant toujours plus loin la recherche.
Mentionnons quelques résultats quantitatifs du projet : 166 professeurs et professionnels de recherche ainsi que 421 étudiants ont travaillé pendant 5 ans à construire de nouvelles connaissances; 10 350 étudiants et coopérateurs ont été formé a v éuniRc
s grâce aux ctivités du projet; 3 li res ont été dités et 6 numéros de la revue oop ont été publiés. Vous avez accès aujourd’hui au Volume 6, Numéro 1, 2008, de la revue
uniRcoop. Le financement de l’ACDI est terminé, mais le projet continue à donner des résultats. La revue a dû s’adapter aux nouvelles conditions : elle est uniquement accessible en ligne, il n’y aura donc pas de format imprimé. Décision douloureuse, bien sûr, mais nécessaire puisque nous n’avons pas les ressources financières pour le faire. D’autre part, les membres du réseau ont continué à collaborer, comme à leur habitude, au travail du comité éditorial et des comités de lecture, mais le bénévolat a aussi été mis à contribution pour la traduction des résumés et la révision linguistique des textes. Finalement, l’appui de l’Institut de recherche et d’éducation pour les coopératives et les mutuelles de l’Université de Sherbrooke (IRECUS), en dégageant le temps nécessaire de son personnel pour le travail de mise en page, de super ion de la revision et de coordinat vue a été indispensable. Merci à tous les auteurs et à tous les collaborateurs.
Les fruits du réseau uniRcoop sont encore présents : la production de connaissances scientifiques continue et la revue uniRcoop publie les résultats des reche de d’autres chercheurs, qui ont pour projet comm s sur le coopératisme et l’associativité.
rches des membres du réseau etn la divulgation de connaissanceonne lecture à toutes et à tous ! uB
ERNESTO MOLINACoordinateur du comité éditorial
EDITORIAL The project « Models of InterCooperation for the Americas » funded by the Canadian International Development Agency (CIDA) came to an end in June 2007. We can say that it’s an exceptional model of cooperation between universities and of commitment in the development of one’s social sphere: a real academic community on the different organizations of the social and solidarity economy made up of professors, research professionals and students was founded. For a period of five years kthis community has wor ed at elaborating new concepts in order to offer cooperatives more efficient tools adapted to their identity.
At the beginning, a solid base of scientific knowledge as well as a working methodology permitting an efficient cooperation in spite of the distances had to be elaborated. We then moved on to circulating the knowledge and to the transferring
e hof models of inter cooperation to the cooperativ s w ile continuing our own cooperation pushing our research still further. Here are a few digits that describe the project: 166 professors and research professionals and 421 students have worked during 5 years at elaborating new knowledge; 10 350 students and co operators were educated through the project’s differwere
ent activities; 3 books were edited and 6 editions of the uniRcoop journal published. Starting today you can access the Number 1, Volume 6, 2008 edition of the
uniRcoop journal. CIDA’s funding has ended but the project continues to produce results. However, the journal had to adapt to the new reality: it is only available on‐line, there will be no paper edition. It was of course a tough decision to take but inevitable since we do not have the financial resources to print it. On the other hand, the members of the group have continued, as usual, to collaborate to the editorial and revision committees, but voluntary work also contributed to the translation of résumés and to the proof reading of texts. Finally, the indispensable support of the Institute for Research and Education on Cooperatives and Mutuals of the Sherbrooke University (IRECUS), by allowing its personnel to supervise and coordinate the page making of the journal is acknowledged. Our thanks go to all authors and contributors.
UniRcoop’s network still bears fruits: the production of scientific knowledge continues and the uniRcoop journal publishes the result of the researches of the memb rk and that of other researchers the work of whom ontri knowledge on cooperation and association.
ers of the netwobutes to spreading Enjoy the reading!
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ERNESTO MOLINA
Editorial committee coordinator
Integración económica en el mundo
lobalizado de las comunidades indígenas través del modelo cooperativo
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NDRÉ MARTIN niversité de Sherbrooke, Canadá
CRISTINA BARRÍA KNOFP U
niversidad de Chile, Chile
GRACIELA LARA GÓMEZ U
niversidad Autónoma de Querétaro, México
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ARÍA PIRIZ CARRILLO niversidad Nacional de La Plata, Argentina
MU
ARIEÈVE FORTIN niversité de Sherbrooke, Canadá
SONIA CAROLINA LÓPEZ CERÓN Pontificia Universidad Javeriana, Colombia RESUMEN • El presente trabajo es resultado de la investigación del Comité Académico “Comunidades indígenas y cooperativismo”, en el que se conjuntan el estudio de cinco realidades autóctonas de América. El encuentro de diversas realidades, desde la etnia Innu de Québec, pasando por la comunidad Otomí de México, la etnia Páez de Colombia, hasta el otro extremo del continente con los Aymarás en Chile y los Kollas en Argentina, conducen a desarrollar un rico conglomerado de particularidades culturales con un denominador común, en todas ellas, se han desarrollado distintas experiencias basadas en el modelo cooperativista como opción para su desarrollo. El estudio de caso permitió evaluar la aplicabilidad del modelo cooperativo como estrategia de etnodesarrollo para las comunidades indígenas en América. La investigación que aquí se presenta abre nuevas líneas de debate en torno al tema, pues como un modelo integrado e integrante, devela el potencial de una filosofía que, a través de la educación se abre a las culturas promoviéndolas. La transformación que subyace en las experiencias estudiadas posee el potencial e ser la respuesta a los embates de la globalización que excluye a las minorías ndígenas pdi rovocando la desaparición de sus culturas. RESUMO • O presente trabalho é resultado da pesquisa do Comitê Acadêmico “Comunidades Indígenas e Cooperativismo”, no qual se reúne o estudo de cinco realidades autóctonas das Américas. O encontro de diversas realidades, desde a etnia Innu, no Québec, passando pela comunidade Otomí, no México, à
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etnia Páez, na Colômbia, até o outro extremo do continente com os Aymarás, no Chile, e os Kollas, na Argentina, leva a desenvolver um rico conglomerado de particularidades culturais, com um denominador comum: em todas elas se têm realizado distintas experiências baseadas no modelo cooperativista como opção de desenvolvimento. O estudo de caso permitiu avaliar a aplicabilidade do modelo cooperativo como estratégia de etnodesenvolvimento para as comunidades indígenas das Américas. A pesquisa aqui apresentada abre novas linhas de debate em torno do tema, pois, como modelo integrado e integrante, revela o potencial de uma filosofia que promove as culturas ao se abri a elas por meio da educação. A transformação que subjaz nas experiências estudadas possui o potencial de ser a resposta aos embates da globalização que exclui as minorias indígenas e provoca o desaparecimento de suas culturas. RÉSUMÉ • Le présent travail est le résultat d’une recherche réalisée par le comité académique « Communautés Indigènes et Coopératisme », dans lequel nous retrouvons l'étude de cinq réalités autochtones du nord au sud de l'Amérique. Depuis le groupe ethnique des Innus du Québec, en passant par la communauté Otomí du Mexique, de l'ethnie Páez de la Colombie, et jusqu'à l'autre bout du continent avec les Aymaras au Chili et les Kollas en Argentine. Ces rencontres nous ont permis de reconnaître un ensemble riche de particularités culturelles avec un dénominateur commun : celui basé sur le modèle coopératif comme option pour leur développement. Les études de cas ont permis d'évaluer l'applicabilité du modèle coopératif comme stratégie de l'ethnodéveloppement pour les communautés indigènes en Amérique. La recherche que nous présentons maintenant conduit à de nouveaux horizons de débats autour d’un modèle intégré et intégrant aux fonctionnalités philosophiques particulières qui, à travers l'éducation, s’ouvre aux cultures et en fait même la diffusion. La transformation qui sous‐tend les expériences étudiées s’annonce comme une possibilité réelle d'être une réponse aux forces e la globalisation qui exclut la majorité des indigènes en provoquant la isparition de .dd leurs cultures SUMMARY • The present work is the result of the investigation of the Academic Committee “Comunidades indígenas y cooperativismo” (Indigenous Communities and Economical Cooperative system), in which we find the study of five indigenous realities from the north to the south of America. From the Quebec Innus’ ethnic group to the Mexican Otomi community, from the Colombian Páez ethnic group to, at the other end of the continent, the Chilean Aymarás and the Argentinian Kollas, The encounter of diverse realities allowed us to acknowledge a rich group of cultural features with a common denominator: the cooperative model as an option for their development. The method of case study allowed us to assess the applicability of the cooperative model as a strategy for the ethno‐development of indigenous communities in America. The work which we now present, result in new lines of debate around a model integrated and integrating to the particular philosophical functionalities which, through education, opens up to cultures and in fact even promotes them. The transformation that underlies the experiences that have been studied could reveal itself to be a valuable response to the forces of globalization that exclude the indigenous minority and cause the disappearance of their cultures.
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INTRODUCCION
Proponer una reflexión en torno al cooperativismo y las etnias indígenas en América es dar una mirada crítica sobre dos grandes culturas conducidas por fundamentos y principios diversos: la cultura autóctona y la cultura occidental, siendo esta última la que ha dominado en el ámbito cultural, económico, social y político, sobre los pueblos indígenas de América desde el siglo XVI, repercutiendo hondamente en la forma en como se perciben a sí mismos y como son percibidos por el resto de la sociedad. Un hecho es incuestionable: a pesar de ser descendientes directos de los pobladores originales del continente, no existe un solo país en América en el que los derechos de estos pueblos sean plenamente reconocidos y, sobre todo, respetados. La mayoría de las etnias indígenas ocupan, actualmente, como lo hicieron desde el siglo XVI, el último peldaño de la pirámide social en América y la discriminación ha sido una constante a la que se han enfrentado cotidianamente.
La lucha de los pueblos indígenas por revertir las condiciones de injusticia, discriminación y opresión a las que han sido sometidos desde hace siglos no es nueva, ya que desde la segunda mitad del siglo XX se han gestado cambios legales que reconocen derechos a los pueblos indígenas. Así, el concepto del etnodesarrollo (Organización Internacional del Trabajo, 1989) postulado en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptado en la sesión 76, del 27 de junio de 1989, es el punto de par ida del estudio, proponiendo el modelo cooperativo como una vía para redimir a los pueblos autóctonos de América.
t
1. ETNODESARROLLO: LA ID A CONTEMPORÁNEA DEL
DESARROLLO INDÍGENA
La nueva postura adoptada por tratados internacionales, como el presentado por la OIT, apunta al fomento del desarrollo de las comunidades indígenas a partir de políticas de desarrollo, para promover una economía sustentable en el modelo económico actual, donde puedan mantener sus tradiciones culturales ancestrales; tal fenómeno se ha conocido como desarrollo con identidad o Etnodesarrollo. Al respecto, la OIT ha adoptado dos convenios, siendo el último firmado en 1989, conocido como Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales N° 169. En este documento se plasma la importancia de entregar las herramientas necesarias para un desarrollo étnico propicio para las comunidades, a través de múltiples programas de apoyo. En él se descubre también una promoción viva de los derechos y libertades de los pueblos indígenas (artículo 3‐1), de la importancia fundamental de promover y proteger sus valores ancestrales (artículo 5‐1) para
EOLOGÍ
realizar así su propio proceso de desarrollo (Artículo 7‐1) (Organización Internacional del Trabajo, 1989).
Para Bonfil Batalla (1982) el Etnodesarrollo es la capacidad social de un pueblo para construir su futuro, aprovechando para ello las enseñanzas
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de su experiencia histórica, los recursos reales y potenciales de su cultura, con base en un proyecto que se defina en función de sus propios valores y aspiraciones. El Etnodesarrollo apela a una concepción dinámica del concepto de cultura, pues supera los enfoques anteriores que la consideraban como un estereotipo de rasgos culturales. En esta nueva perspectiva, la cultura se define a través de las decisiones que el grupo realiza en cuanto a sus recursos propios y ajenos, así como por los propósitos que como grupo quiere cumplir para conformar la idea de desar . o o r r orollo Esto es lo que se entiende p r C nt ol Cultu al (B nfil Batalla, 1982).
Con esta concepción dinámica de la cultura que sostiene el Etnodesarrollo, se cambia el enfoque estático y descriptivo que generalmente se ha tenido de los grupos indígenas, a otro que pone su énfasis en los procesos de decisión sobre los elementos o recursos culturales que la componen, para poder alcanzar un propósito social definido internamente por el grupo. Es decir, incorpora una dimensión política al análisis cultural (Augurto, 2004).
Por tanto, es necesario que el grupo conforme una cultura autónoma y apropiada según sus decisiones, sobre el carácter de los recursos con que cuenta. En este sentido, la autogestión de los grupos indígenas, se hace necesaria para poder cumplir a plenitud con esta idea de Etnodesarrollo. No habrá liberación del indígena si no se le deja gozar plenamente del derecho de autogestión, sin imposiciones de ninguna índole (Colombres, 1977).
El punto clave que presenta el modelo cooperativista para llevar a cabo un desarrollo con identidad, tiene relación con que el énfasis esté puesto en el control de los asociados de su propio destino, pues serán ellos quienes habrán de tomar las decisiones sobre sus procesos productivos, realizando una autogestión desde el grupo, estableciendo lazos con entidades externas, manteniendo el bienestar del grupo y no cayendo en explotación ni abusos de poder en las relaciones comerciales. Para que este proceso tenga éxito, es necesaria la educación de los miembros en una formación que los introducirá al modelo cooperativo y que al mismo tiempo, cuente con un enfoque que se construya a partir de la realidad que los rodea.
2. ORIENTACIÓN METODOLÓGICA
La investigación se basa en la metodología cualitativa de estudio de caso, permitiendo un acercamiento holístico a las realidades estudiadas. Se retoma la idea de que la realidad es una construcción social, lo que requiere de un acercamiento acucioso a los sujetos sociales que construyen su propio contexto, a partir de sus tradiciones, sus valores, su esencia como comunidades indígenas (Berger y Luckman, 1972). Además, permite realizar una observación más profunda de la experiencia de los grupos, presentando actores dinámicos que se encuentran enlazados a una serie de
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variables que cruzan su realidad. De esta manera, será posible reconocer las particularidades culturales que envuelven a las comunidades, inser ótándonos en su lógica para poder comprender su relaci n con el contexto nacional y global.
El objetivo general de la investigación incluyó el hecho de evaluar la aplicabilidad del modelo cooperativo como estrategia de desarrollo viable para las comunidades indígenas en América. Esta investigación presenta dos interrogantes: ¿Por qué el modelo cooperativo es considerado como una alternativa viable para el desarrollo de las comunidades indígenas? y, ¿cuál e d a o es l impacto e l inserción del modelo co perativo en una realidad autóctona?
La estrategia de selección de los casos fue ubicar experiencias cooperativas autóctonas. Por ende, se consideró la situación política y legal de las etnias de cada uno de los países arriba mencionados, describiendo su entorno económico y el rol desarrollado por agentes gubernamentales e interventores. Se destacó el impacto de la instauración del modelo cooperativista en sus realidades y cómo influye en sus raíces culturales. Para facilitar el análisis de los datos, se construyó un instrumento al que se le denominó de la manera siguiente: matriz de análisis de datos, que fue útil para establecer factores determinantes en el estudio, de modo que al momento de realizar la superposición de las experiencias para su comparación, se pueda contemplar las variables. Los criterios considerados fueron los siguientes: desarrollo histórico, rol de la economía interna y xterna, rol del interventor en la cooperativa, percepción de los miembros y radición cultural. et 3. DESCRIPCION DE LOS CASOS
La amplia diversidad de los grupos culturales estudiados y las particularidades rescatadas en los estudios de caso en este trabajo de investigación, permiten destacar la realidad de cinco comunidades indígenas (Cuadro 1).
CUADRO 1 Características generales de las comunidades indígenas estudiadas
Características Generales
Argentina Canadá Chile Colombia México
Nombre de la etnia
Kollas Innus Aymarás Nasa ‐Paeces Otomíes
Lengua Quechua Innu Quechua Nasa Yuwe Otomí Número de integrantes de la etnia
200,000 15,000 48,500 141,500 646,875
Clasificación económica
Baja Baja‐Media Baja Estrato uno (pobres)
Pobreza extrema
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Organización política
Comuni‐dades Reserva Comuni‐
dades Cabildos Comunidad
Propiedad territorial
Colectiva Gobierno Gobierno Colectiva Propiedad privada
Fuente: Elaborado por los autores
3.1. El estudio de caso de Argentina. Cooperativa agropecuaria y artesanal Unión Quebrada y Valles, Cauqueva ltda, Maimará, Jujuy
En Argentina ya desde la Constitución Nacional se trata el tema de las comunidades aborígenes en su artículo 75 de la Reforma de 1994, lo que const i l ituyó un s gnificativo avance en a política de reconocimiento de la diversidad étnica y cultural de la Nación.
El Estado Nacional cuenta con el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), el cual tiene entre otras responsabilidades, la de crear canales interculturales para la implementación de los derechos de los pueblos indígenas consagrados en la Constitución Nacional. Tal entidad descentralizada tiene participación indígena y colabora directamente con el Ministerio de Desarrollo Social, lleva un registro de las comunidades, coordina acciones con los gobiernos provinciales, asesora a las comunidades a través de talleres de capacitación, promueve la participación de las comunidades en la formulación y ejecución de proyectos de desarrollo con identidad, ofreciendo apoyo técnico y finan ciero, es responsable de arbitrar y regular la entrega de tierras aptas para el desarrollo humano.
La cooperativa CAUQUEVA Ltda. (Cooperativa Agropecuaria Unión Quebrada y Valles Ltda.) es una cooperativa agropecuaria y artesanal que tiene por objetivo elevar el nivel de vida de sus asociados, a partir de la producción y comercialización tanto de sus productos ancestrales, como de productos fruti hortícolas. Se constituyó el 16 de enero de 1996 y es el fruto de tres años de intenso trabajo de organización y capacitación. Está integrada por la Comunidad Kolla, que se ubica en Jujuy (en las localidades de Tumbaya, Tilcara y Humahuaca) y Salta (en Iruya), que constituyen la micro e u región g ográfica denominada Quebrada de H mahuaca, que cuenta aproximadamente con unos 200,000 habitantes.
A través de las actividades de producción y servicios, créditos, comercialización y formación y; capacitación ha logrado mejorar el nivel de ingresos de los asociados de la cooperativa, y de algunos productores más; a partir de la disminución de costos de producción, la disminución de pérdidas por falta de venta de productos; el control de precios frente al intermediario, la incorporación a buenos precios de productos andinos a los mercados de mayor poder adquisitivo, la identificación de los productos de la Quebrada de Humahuaca en numerosos mercados del país, la incorporación y difusión de los tubérculos andinos en restaurantes de primer nivel y en el consumo masivo de las grandes ciudades.
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3.2. El estudio de caso de Canadá. Coop rativa de solidaridad Nimilupan Nitshina , Reserva d Mashteuiatsh, Québec
Los pueblos indígenas de Canadá son reconocidos por la Constitución canadiense de 1867, como pueblos de las Primeras Naciones, de los mestizos y de los Inuits. Existen entre estos grupos distinciones culturales, lingüísticas y geográficas muy importantes. Los pueblos autóctonos de Canadá son formados de comunidades muy ricas y diversificadas, según el censo de 2001, habría 976.305 canadienses de origen autóctono de los cuales 690,101 son descendientes de las Primeras Naciones, 290,000 Mestizos, y 45,000 Inuits, de una población total de 32 millones de habitantes
etsh e
1. La comunidad autóctona en Canadá representa el 3.3% de la población y está dividida en 612 colectividades autóctonas llamadas "bandas", que son grupos de autóctonos para quienes las tierras han sido reser s e r r vada , de ahí l nombre de ese va, que es el territorio específico en donde viven (Estadística Canadá, 2001).
Una reserva indígena es un territorio cuyo uso se encuentra especificado por la "Ley federal sobre los indios". Estas regiones generalmente están cerca de los lagos y ríos, corresponden a los lugares en los que ellos habitaban originalmente. Aunque muchos indígenas creen que las reservas les pertenecen por derecho, la Ley sobre los indios estipula que el título de las reservas es confiado al gobierno canadiense, quien posee los títulos de propiedad oficiales relativos a las reservas. El "Ministerio de los Asuntos indígenas y del Norte de Canadá" controla y administra las reservas de las Primeras Naciones en nombre de la constitución. La Ley prohíbe la cesión y venta de tierras. En una reserva, un consejo de banda (el consejo autóctono elegido que gobierna la reserva) está formado de un jefe y sus consejeros. Los consejos de las Primeras Naciones pueden adoptar reglamentos que rigen el derecho de vivir en la reserva, pero estos reglamentos no pueden infringir los derechos de residencia que se derivan de la Ley sobre los indios.
La legislación sobre los indios es la principal ley federal que contiene el estatuto de los indígenas del gobierno local, de gestión de las tierras de las reservas y del dinero poseído en común por ellos. La ley vigente se formuló en 1951 y sus medidas estaban fundadas sobre la ley colonial y las Proclamaciones reales. En 1985, la ley fue considerablemente modificada cuando el parlamento adoptó el proyecto de ley C‐31, la finalidad era hacer concordar la ley con la Declaración de los Derechos y Libertades para garantizar un tratamiento por igual a hombres y a mujeres.
Cuando los franceses llegaron a Québec a principios del siglo XVII, su estilo de vida era sedentario, en contraste con las características nómadas de los autóctonos. Con el tiempo, el gobierno se dio cuenta que para protegerlos, era necesario el establecimiento de reservas, por ser lo más benéfico para ellos. De esta manera, se garantizaba la extensión de tierra para los indígenas. La opinión de la población que respeta la cultura indígena afirmaba que esta medida era una estrategia del gobierno para
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despojarlos de los títulos territoriales que ancestralmente les pertenecían. Teniendo en cuenta la complejidad de la historia social y
constitucional de Canadá, los derechos legales especiales de los que gozan los autóctonos difieren de una región a otra y no se aplican del mismo modo a todos los grupos. La ley constitucional sobre los indios de 1869 pretendía regularizar el estatuto, haciendo de ellos ciudadanos “privilegiados”, con el fin de protegerles del resto de la población, particularmente, reservando para ellos tierras en las cuales serían los únicos que podían habitarlas. Esta medida tuvo por resultado impedirles intercambiar sus tierras por alcohol u objetos usuales que deseaban procurarse. Las condiciones sociales difíciles en la mayoría de las reservas, reflejan el descuido histórico y político del gobierno canadiense hacia las poblaciones de descendencia indígena. El alejamiento y aislamiento de la mayoría de las reservas ha contribuido a los fenómenos de desempleo y suicidio. El desempleo es aproximadamente del 25% de la población económicamente activa, alcanzando un número de personas aun más elevado, en las reservas alejadas en donde las economías tradicionales se redujeron.
En la comunidad autóctona Innu en Québec se estudió una cooperativa de solidaridad2, la Cooperativa de Solidaridad Nimilupan Nitshinatsh de la Reserva Mashteuiatsh (población de 4691 autóctonos), su misión es dar servicios de mantenimiento domiciliario, esta figura es reciente en Quebec con apenas diez años de existencia. La reserva se denomina Mashteuiatsh, que significa Punta Azul, está situada cerca del lago St‐Jean a más o menos 400 Km. al norte de la ciudad de Québec, en ella habita la etnia de los Innus, una de las once etnias que viven en la provincia de Québec, donde históricamente han coexistido en la orilla norte del río St‐Laurent. Es una comunidad de 4,690 innus, con 15,000 habitantes de la misma tribu en todo el territorio de Québec. Es una reserva clásica del pueblo autóctono canadiense con su consejo de banda y que cuenta con los servicios del gobierno federal. Los Innus hablan francés, inglés y muchos de ellos hablan todavía el idioma Innu. La cooperativa es la única que existe en la reserva. Sin embargo, hubo intentos de formar y desarrollar otras cooperativas sin mucho éxito. La cooperativa de solidaridad fue constituida el 12 de enero de 2004, tiene 110 socios (20 trabajadores, 87 utilizadores y 3 socios de sostén), está dedicada a servicios domiciliarios, sus socios trabajadores ejecutan tareas en las casas de los socios utilizadores y de otros que no lo son. Por eso el nombre de la cooperativa significa "Estar bien en su casa".
3.3. El estudio de caso colombiano. Cooperativa indígena de producción y
comercialización Coopitayo Ltda., Comunidad Páez
En Colombia, desde la época de la conquista, se han desarrollado diferentes instrumentos jurídicos para tratar el tema de las comunidades indígenas. En un primer momento se buscaba una integración de las comunidades a la
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corona española, como esclavos o como hombres libres. Posteriormente, se comenzó a buscar la protección de sus tierras por medio de la creación de los resguardos3, decisión que surge por el importante decrecimiento del número de indígenas.
Actualmente, el principal instrumento de política pública en Colombia es la Constitución Política de 1991. En este documento se enfatiza la protección de las comunidades indígenas y de etnias como los afrodescendientes, así como la protección de su lengua, sus tierras, su igualdad y libertad. El congreso de Colombia, máximo organismo de legislación, ratificó el convenio 169 de la OIT por medio de la ley 121 de 1991. De esta manera, se vincula Colombia a la preocupación mundial por la defensa de las libertades y costumbres de los indígenas. Sin embargo, en lecturas acerca de la evaluación de la puesta en práctica del convenio 169 en Colombia, se encuentra que la realidad no refleja las propuestas de este convenio. Al respecto, la Ley 100 de 1993, ley que crea el sistema de seguridad social e integral, no menciona la posibilidad de que los indígenas tengan sus propias instituciones prestadoras de servicios de salud.
El pueblo Páez representa el 16.93% de la población indígena de Colombia, compuesto por 118,845 personas (Etnias de Colombia, 2006). Inicialmente se ubicaba solamente en el departamento del Cauca, en la zona de Tierradentro, vertiente oriental de la cordillera Central, región sur de los Andes colombianos. Sin embargo, se ha ido extendiendo a los otros departamentos, y en la actualidad existen 96 resguardos en seis depar e stamentos. Su lengua es l Nasa Yuwe, y gran parte de u población habla español.
La familia es la unidad económica y social básica de la etnia. Un miembro importante de la organización sociopolítica es el médico tradicional: Thë Wala, encargado de supervisar la relación de los indígenas con el mundo sobrenatural. La organización política se forma a partir de las asambleas, órgano de autoridad máxima, que eligen los cabildos4. Los cabildos se componen del gobernador, el comisario, el alcalde, los alguaciles y el fiscal. El que preside el cabildo es el gobernador y sus funciones son adjudicar parcelas, intermediar entre la comunidad y las autoridades regionales, departamentales o nacionales, organizar el trabajo comunitario y establecer los castigos pertinentes para aquellos que hayan violado la ley.
El cultivo principal es el maíz y lo mezclan con otros cultivos como arveja, fríjol, caña. La tierra representa para los paeces la esencia de la vida, razón por la que este pueblo ha defendido sus tierras desde la colonización española. También realizan actividades de ganadería extensiva y de ganadería caballar, por su servicio de carga para trasladar la caña papelera. El grupo Paéz ha desarrollado en los últimos años actividades de inserción a la economía nacional, entre ellas se encuentra la aromática de hoja de coca. A nivel político, respaldan la izquierda colombiana y han presentado públicamente su inconformidad con las políticas del gobierno actual. Su actividad productiva es básicamente agrícola, enfocada en el autoconsumo
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y el policultivo a pequeña escala (Etnias de Colombia, 2006). La Cooperativa Indígena de Producción y Comercialización ‐ Coopitayó
Ltda., cuenta con 17 miembros de la comunidad indígena Páez, resguardo de Pitayó que conformaron una organización cooperativa buscando mejorar las condiciones de acceso a las mercancías que no producían. Sus integrantes han reconocido la importancia de trabajar solidariamente con el fin de mejorar su calidad de vida y entablar un vínculo comercial equilibrado con la economía externa. Con el apoyo de la Central de Cooperativas Agropecuarias (CENCOA) se ha tejido una historia de casi 22 años. En la actualidad, la cooperativa cuenta con 56 asociados, todos miembros de la comunidad Páez, y la actividad central es la producción y comercialización de quesos, fue constituida legalmente el 10 de mayo de 1985 en la cabecera municipal del resguardo indígena Páez de Pitayó, se ubica en el occidente del departamento del Cauca y pertenece al municipio de Silvia. Inicialmente se conformó una cooperativa de consumo informal a comienzos de los años ochenta, lo que se buscaba era reducir los precios de los productos que se importaban al resguardo, pues las tiendas encargadas e esta actividad, cobraban un sobre costo muy alto por los productos que omercializaban. dc 3.4. El estudio de caso de Chile. Cooperativa de abastecimiento de
energía eléctrica de Socorama Ltda. COOPERSOL, comunidad Aymara
En Chile todas las etnias autóctonas se encuentran legisladas bajo la ley 19,253 Nueva Ley Indígena promulgada en 1993. Según este decreto, son reconocidas como comunidades indígenas todas aquellas agrupaciones que: a) Provengan de un mismo tronco familiar, b) Reconozcan una jefatura tradicional; c) Posean o hayan poseído tierras indígenas en común, y d) Provengan de un mismo poblado antiguo. A pesar de encontrarse reconocidas como comunidades indígenas, aún Chile no ha puesto en marcha el convenio Nº 169 de la OIT sobre el reconocimiento como un Pueblo Indígena y agrupaciones tribales al interior del país. Esto implica que las tierras que están ocupadas por las comunidades indígenas son de carácter fiscal, y propias en cuanto a que la agrupación haya hecho un traspaso efectivo de las propiedades. Por otro lado, las comunidades se encuentran regidas por la Constitución Nacional, por lo tanto, no se reconocen tribunales internos con leyes propias. Con ello, el desarrollo de varios aspectos de la cultura se ve limitado, en cuanto al desarrollo de ritualidades y creencias que en cierto modo contradicen lo especificado en las leyes chilenas. A todo lo anterior se suma que el territorio ocupado por las comunidades está enmarcado dentro de los límites geopolíticos establecidos por los acuerdos internacionales. En este sentido, la principal problemática se centra en que los Aymarás se distribuyen territorialmente abarcando Bolivia, Perú y Chile, entre los cuales no pueden establecer una
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relación expedita debido al fuerte control de aduanas y a la exigencia en el cumplimiento de requisitos para poder traspasar las fronteras.
Según el último Censo Poblacional realizado en Chile en el año 2002, el número de habitantes que se reconocían pertenecientes a la etnia aymará ascendía a 48,501 personas. La población aymará se ubica geográficamente en su mayoría en la zona del Norte Grande del país, en donde su territorio se extiende desde las orillas del lago Titicaca y la cordillera de los Andes, hasta el noreste argentino, concentrándose también entre Perú y Bolivia, en donde la etnia es aún más numerosa (296,465 y 1’237,658 personas respectivamente). A pesar de que Chile representa la menor población entre los tres países, la etnia aymará es considerada la segunda minoría étnica en importancia luego de la mapuche, constituyéndose en un grupo humano que mantiene sus tradiciones culturales ancestrales, tales como la lengu que t la, corresponde al quechua, su es ructura fami iar, la vida comunitaria y su producción económica ligada al pastoreo y la agricultura.
En cuanto a su producción económica, la población indígena ha mantenido la condición de pastores y agricultores, siendo estas prácticas desarrolladas hace ya más de dos mil años por estos grupos. A pesar de esta antigüedad, han sabido acomodarse a las técnicas productivas frente a un medi do a verso, para poder generar alimentos para su población y lograr una cierta fuente de ingreso.
La situación identitaria de los grupos aymarás podría considerarse como en proceso de crisis, sin embargo, este grupo cultural ha enfrentado a lo largo de su historia continuos contactos con otras sociedades, adecuándose y adaptándose a los contextos que se le presentan. De este modo, la dominación Inca, la conquista Española, y finalmente la “chilenización” impuesta por el Estado, han sido períodos en los cuales las comunidades indígenas han sabido, a pesar de todas las adversidades, mantenerse como grupo cultural particular, incorporando elementos forán aeos, tanto en los sistemas productivos como en ctividades sociales y culturales.
La Cooperativa Coopersol Ltda., está dedicada al abastecimientos y administración de la energía eléctrica en los pueblos precordilleranos de la región de Arica. Está integrada principalmente por aymarás radicados en Arica (capital regional) y provenientes de las comunidades altiplánicas. Fue fundada el año 1994 y cuenta con un total de 180 socios y 220 “conectados” (al suministro eléctrico). Los pueblos abastecidos son Chapiquiña, Pachama, Belén, Lupica, Saxamar, Ticnama y el Complejo Fronterizo Chungará. La cooperativa fue creada para dar respuesta a la problemática específica del pueblo de Socoroma, lugar de origen de gran parte de los socios, cuestión que, por diferentes motivos no se logró, pero que amplió el ámbito de acción hacia los poblados aledaños, estableciendo la administración del sistema energético que ya estaba implementado. De este modo, Coopersol se instala como una empresa de carácter cooperativo que participa del mercado energético del norte de Chile, en una zona de bajísima rentabilidad
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económica, emergiendo como la única propuesta clara y concreta de abas ecimiento de energía eléctrica en la zona a partir del trabajo de los propios aymarás.
t
3.5. El estudio de caso de México. Cooperativa “El triunfo NTÖTE de San
Ildefondo s.c. de r.l.”, Comunidad otomí
México ocupa el octavo lugar en el mundo respecto a diversidad cultural. Los pueblos indígenas integran cerca de 12 millones de personas que representan el 12.7% de la población nacional. Se encuentran diseminados en cerca de 20 mil localidades, en donde se hablan cerca de 60 lenguas. Son poseedores aproximadamente de la quinta parte de la superficie total del país, del 28% de los bosques templados y del 50% de selvas que existen en propiedad social en México. Las principales presas hidroeléctricas del país tales como la Angostura, Malpaso, Chicoasén, Aguamilpa y Presidente Alemán, se ubican y abastecen de agua de mantos ubicados en los territorios indígenas. De las localidades que concentran 70% o más de población indígena, el 95.4% son de muy alta y alta marginación, los índices muestran que menos del 5% cuenta con trabajo, ingresos, educación y servicios en sus viviendas (CDI, 2006).
Por lo que toca a la legislación, desde 1990 se firmó el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo que remite a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, reconociendo en el artículo 2º, los derechos de los Pueblos Indígenas. A partir del año 2001, se han modificado varias leyes reglamentarias federales y locales, con el objetivo de reconocer los derechos de los pueblos indígenas e instrumentar los mecanismos jurídicos que permitan su ejercicio. En lo que respecta al Estado de Querétaro, fundamentalmente ha sido una entidad pluricultural y multilingüe, cuya riqueza cultural tiene sus inicios en las diversas sociedades que ocuparon ese territorio antes y después de la Conquista. La población indígena está integrada por 47 mil 420 habitantes, en su mayor parte otomíes, quienes son el grupo étnico más numeroso con el 86.8%. Esta etnia se localiza principalmente en los municipios de Amealco de Bonfil y Tolimán. Dadas las condiciones de alta marginación que priva en la mayor parte de las comunidades indígenas, el rezago en infraestructura social es alto, el 25.4% de las viviendas carece de energía eléctrica y el 31.5% de agua potable. La construcción de sus viviendas se hace con materiales que les proporciona el medio ambiente (Anuario Económico, 2004).
En el municipio de Amealco de Bonfil la población indígena es de 19,661 habitantes, distribuidos en 50 comunidades, los habitantes de esta zona casi habían perdido su identidad lingüística debido al acoso discriminatorio al que han sido sometidos. La persistencia de su identidad otomí, el uso de sistemas y cargos civiles y religiosos, la práctica de la lengua materna y su organización social conocida como Mengú5 le garantiza
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a este pueblo indígena conservar y trasmitir su cultura, con una forma de familia basada en el patrilinaje. Los habitantes usan las tradicionales vestimentas Ñañhú que consisten en trajes de manta bordados con grecas y figuras multicolores. La estructura política se integra por un Presidente Municipal, un Delegado, Policía Municipal y un encargado de la administración del Municipio. El rezago en la infraestructura social es alto, la mayoría de las viviendas carece de agua potable y energía eléctrica. La construcción de las viviendas se realiza con la colaboración de los familiares y vecinos. La economía de la región es débil y con fuerte dependencia del ingreso externo para subsistir. Por tanto, se ha visto estimulada la emigración como estrategia de supervivencia, ocupando esta actividad un lugar preponderante en la economía de la comunidad, algunos indígenas se han incorporado al comercio informal y las mujeres se dedican a la venta de muñecas, la elaboración de artesanías, que involucra a la mayoría de las familias indígenas, destacando los bordados, tejidos, confección de productos de uso doméstico y decorativo, la producción de muñecas, alfarería y la explotación de sillar para ser utilizado en la construcción. Los otomíes de esta zona practican la agricultura y ganadería de subsistencia (Anuario Económico, 2004).
El estudio de caso se realizó en la comunidad otomí de San Ildefonso, comunidad que forma parte del municipio de Amealco de Bonfil, al Sur del Estado de Querétaro, México. La cooperativa está dedicada exclusivamente al otorgamiento de micro créditos para sus socios, los que son destinados a actividades productivas. En un futuro cercano pretenden incursionar en la captación de ahorro y dar servicio a otras comunidades cercanas. La Sociedad Cooperativa de Responsabilidad Limitada “El Triunfo Ntöte de San Ildefonso S.C. De R.L.” (Ntöte significa triunfo en otomí), está ubicada en la localidad de San Ildefonso Tultepec, a 20 kilómetros del Municipio de Amealco de Bonfil. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la población es de 1,920 habitantes, según el censo levantado por la comunidad, se cuenta con una población de 13,500 habitantes, la mayoría habla español, algunos son bilingües y sólo unos pocos hablan el otomí. En cuanto a sus actividades cooperativas, se puede afirmar que en la comunidad ya se tenían experiencias solidarias aisladas. No obstante, el proyecto cooperativo al que pertenece “El Triunfo Ntöte”, parece ser el más representativo de la zona. Éste se gesta en 1999, a partir de la iniciativa de un grupo de religiosas de la Congregación de la “Asunción” las que establecieron vínculos con “Jade Grupo Cooperativo Mexicano” organización de la sociedad civil que promueve el desarrollo local de comunidades indígenas en situación de pobreza, generando alternativas de progreso. El trabajo de “Jade”, fue reforzado con la participación directa de otra organización filial: “Impulsora de Alternativas Regionales” (IDEAR), quien elaboró y ejecutó el proyecto de desarrollo local que actualmente se lleva a cabo en la comunidad. El proyecto consideraba la creación de cooperativas de producción, consumo y servicios que
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involucran solamente a miembros de la comunidad. En 2002 se identifica la necesidad de crear una cooperativa, cuya actividad preponderante estuviera centrada en el otorgamiento de crédito productivo. En consecuencia, se constituye formalmente el 25 de octubre de 2004 la cooperativa “El Triunfo Ntöte” contando con la participación activa de 340 socios, agrupados en Grupos de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio (GAMEPS), cada grupo se integra por tres y hasta diez personas, quienes en forma conjunta solicitan los créditos que aplicarán a proyectos productivos individuales. Todos se comprometen de manera solidaria a responder por el pago del crédito, en caso de que alguno de sus integrantes no lo haga. Los recursos provienen principalmente de una organización perteneciente a “Jade”, denominada: Acción Ciudadana para la Educación la Democracia y el Desarrollo, Asociación Civil (ACCEDDE), cuya función es actuar como intermediario financiero. Las cooperativas creadas a partir de esta iniciativa, constituyen el programa de desarrollo más relevante de la comunidad que ha sido elogiado por el gobierno estatal y federal.
Las características de las cinco cooperativas autóctonas seleccionadas pueden verse en el cuadro 2.
CUADRO 2
Matriz comparativa de las Cooperativas Indígenas
Argentina Canadá Chile Colombia México
Nombre de la Cooperativa
CAUQUEVA Nimilupan Nitshinatsh Coopersol Coopitayó
El Triunfo Ntöte de San
nso IldefoFecha de Fundación 1996 2004 1994 1985 2004
No. De Socios
150 110 177 56 340
Actividad Agropecuaria Domiliario
Servicios ci‐s
Abastecimiento de Electricidad
Producción de Lácteos Crédito
Fuente: Elaboración de los autores
4. LOS RESULTADOS
4.1. Desarrollo histórico
4.1.1. Motivación inicia
Haciendo el análisis transversal de los casos, se reconoce que las cooperativas nacen de la identificación de una necesidad específica y no solucionada en las comunidades. Se trata de satisfacer necesidades básicas en las comunidades (Canadá con los servicios domiciliarios y Chile con la
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energía eléctrica), de la comercialización de productos hacia el resto de la sociedad (Argentina y Colombia) o de servicios financieros para apoyar iniciativas de desarrollo local (México). En las cinco cooperativas, el proceso para llegar a la idea del modelo cooperativo como solución es similar. Primero, hay un ejercicio de identificación de las necesidades, se genera un diagnóstico formal en conjunto con un agente exterior (México); puede ser un problema identificado por la propia comunidad (Colombia, Chile y Argentina); o puede ser una solicitud de parte de entidades presentes en la comunidad (Canadá). La profundidad del ejercicio de identificación depende de la experiencia, de la cohesión del grupo, y sobre todo, de la implicación de agentes exteriores en el proceso. En segundo lugar, un grupo de personas de la comunidad hace un listado de las soluciones posibles, la idea de la cooperativa como solución organizacional proviene del exterior, por una cooperativa exitosa cercana que sirve de odelo y que es considerada como la forma de organización más onveniente. Es el caso de Canadá y Colombia. mc 4.1.2. Toma de decisión
En la toma de decisión para fundar las cooperativas influyó el agente interventor, quien propone el cooperativismo como alternativa, el grupo indígena lo acepta y lo implementa de la forma más conveniente. Los impulsores son miembros del gobierno regional (Chile), agentes de organismos de desarrollo local (México) o del consejo municipal de la comunidad (Canadá). Una vez que la decisión es tomada, se formaliza la constitución de la cooperativa, integrándose los órganos de dirección, para que los dirigentes extiendan la acción cooperativa a la comunidad adhiriendo nuevos socios. La toma de decisiones responde a una demanda mediada por un interventor, pero una vez que la organización se establece, as decisiones y estrategias de desarrollo son decididas por el grupo ndígena.
li 4.1.3. Liderazgo
En Canadá y Colombia, el liderazgo es gerencial, es decir, las responsabilidades del desarrollo de la cooperativa son asumidas por la mesa de representantes o el gerente, sin consultar a la base, que cuenta con un número reducido de socios. En términos de liderazgo, es importante destacar las características del socio y la relación de uso con la cooperativa. En el caso de Canadá, los beneficiarios (socios utilizadores) son personas de edad avanzada, que no tienen mucho interés en participar de las reuniones de la cooperativa, pero que requieren de un servicio puntual. En Argentina, Chile y México el liderazgo es democrático, por tanto, las responsabilidades del desarrollo de la cooperativa son asumidas por la mesa de representantes, consultando a la base. En la cooperativa mexicana, las
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decisiones son tomadas por los consejos directivos, que consultan a los ocios a través de las reuniones de GAMEPS, ellos cuentan con la asesoría ermanente de IDEAR, la agencia interventora. sp 4.2. Rol de la economía interna y externa
4.2.1. Procedencia de los recursos naturales
Los casos analizados en los cinco países, muestran poca homogeneidad en cuanto a la obtención de los recursos naturales, sólo en Argentina, los recursos utilizados son autóctonos, pues se trata de vegetales que se han ultivado ancestralmente; el proyecto incluye el rescate de variedades de apas andinas, choclos y cereales como la quinoa y la kiwicha. cp 4.2.2. Procedencia de los recursos financieros
El origen de los recursos financieros en la cooperativa Argentina procede de los socios. En las cooperativas de Canadá y México interviene el Estado y otros organismos para proveer de financiamiento. En Chile y Colombia los recursos son proporcionados por los socios y otros agentes externos. En la cooperativa “CAUQUEVA, Ltda.” de Argentina, los recursos que se invierten en la cooperativa provienen exclusivamente de los socios y nunca han recibido apoyos financieros gubernamentales. En la cooperativa Nimilupan Nitshinatsh de Canadá, los recursos financieros son utilizados para pagar los salarios de los socios trabajadores, el financiamiento proviene del consejo de banda a través de un programa federal que se llama MAINC, que cubre el servicio brindado por la cooperativa a los autóctonos de la reserva solamente, la cooperativa envía la factura, según un contrato, al consejo de banda y éste efectúa el reembolso. Solamente los autóctonos tienen derecho a esta subvención. Otra fuente de financiamiento, deriva de un contrato que se mantiene con otra cooperativa de servicio a domicilio de St‐Félicien, que es un centro administrativo del área. St‐Félicien obtiene subvenciones del ministerio de salud de la provincia de Québec para ayudar en labores de limpieza a las personas enfermas, en convalecencia o en edad avanzada. Tanto una persona autóctona de la reserva como una que no lo es, puede también recibir esta subvención para este servicio prestado por la cooperativa de la reserva. Igualmente los socios, dependiendo de su clasificación aportan una sola vez al capital de la cooperativa. Por ejemplo, un socio utilizador entrega 10 dólares canadienses, un socio trabajador 50 y un socio sostén 100.
En el caso de Coopersol (Chile) el financiamiento es de carácter mixto, aportado por el Estado chileno, los propios asociados, y la cooperativa. El Estado es un agente financiero de relevancia pues entrega la infraestructura necesaria (postes, tendido eléctrico, etc.) para abastecer de energía eléctrica a la zona. En el caso de Colombia, el origen de los aportes procede
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de sus asociados y de la Central de Cooperativas Agropecuarias (CENCOA). Han obtenido apoyo económico de la Konrad Adenauer y la Christian Children Foundation; también se han logrado apoyos financieros del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria ‐ INCORA, la gobernación y la alcaldía del Cabildo. En el caso de México, la cooperativa “El Triunfo Ntöte” obtiene sus recursos principalmente de fuentes externas. Inicialmente, el Gobierno del Estado de Querétaro otorgó un donativo de 500,000.00 pesos (46,000 dólares EUA), que fue destinado a la creación de un fondo de garantía, para que a su vez la intermediaria financiera, Acción Ciudadana para la Educación, la Democracia y el Desarrollo, Asociación Civil ACCEDDE) otorgara financiamiento a la cooperativa y fuera canalizado a us socios. (s 4.2.3. Procedencia de los recursos humanos
Las cinco cooperativas muestran homogeneidad en lo que respecta a socios, rabajadores y directivos, pues provienen de las mismas comunidades ndígenas. ti 4.2.4. Emprendimiento económico
Argentina y Chile muestran un emprendimiento económico propio, que refiere a la obtención de recursos financieros a partir de la iniciativa de los socios. En Canadá, Colombia y México las cooperativas buscan recursos en el exterior a través de las agencias interventoras que principalmente los obtienen del gobierno; además, los afiliados entregan recursos a la cooperativa por los productos o servicios prestados. Por ejemplo, en el caso de México, reciben el pago de rendimientos por los créditos otorgados, en la cooperativa Canadiense los recursos económicos que provienen de los ocios son por los servicios prestados, y en Colombia por la venta de los roductos lácteos. sp 4.2.5. Beneficiario de la cooperativa
En todas las cooperativas los beneficiarios son solamente miembros de la comunidad indígena, la explicación es que la creación de estas entidades es l resultado de la búsqueda de una solución a problemáticas concretas de s comunidades.
ela 4.3. Rol del interventor en la cooperativa
4.3.1. Rol económico
El aporte económico de las instituciones interventoras es central. Sólo en la de Argentina no se ha recibido ayuda económica. En las cooperativas de
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Colombia y de Chile, los recursos financieros que vienen del exterior apoyan las actividades de las cooperativas estudiadas, los recursos ocasionales provienen de redes de financiamiento público en forma de crédito o de ubvenciones. En Canadá y México, sin la intervención económica externa, as cooperativas tendrían problemas en cuanto a su sobrevivencia. sl 4.3.2. Rol educativo
El artículo 27‐1 del Convenio 169 se refiere a la importancia de la educación de los pueblos indígenas (Organización Internacional del Trabajo, 1989). Asimismo, el quinto principio trata de la educación6, la capacitación y la información de los socios. En los casos estudiados se destaca que los cooperativistas identifican más la palabra educación como sinónimo de capacitación, por lo que se utiliza el concepto ‘educación’ referido a la formación técnica de base económica y administrativa. Los casos de Argentina, Chile y Colombia son los más ilustrativos, pues la educación ha sido considerada como capacitación, sin embargo, en la cooperativa Kolla se reconoce el alcance de la educación cooperativa, sin practicarla. En Canadá y México, el concepto de capacitación técnica va más allá, pues se trata de discernir y tomar conciencia de las necesidades de los indígenas, de su identidad y proyectos fundamentales, antes de introducir el modelo cooperativo, no sólo como una solución de efecto inmediato, sino que se busca sensibilizar a los socios en el tema de la educación cooperativa, destacando principios y valores. En la cooperativa otomí de México, el rescate de los valores ancestrales ha sido el primer paso para la comprensión del cooperativismo, extraído de una realidad ajena, buscando l nexo que existe entre sus propios valores culturales y los valores de la ooperación. ec 4.3.3. El acompañamiento
El acompañamiento es la actividad de educación, capacitación, información, apoyo contable y administrativo, que lleva a cabo un organismo interventor en forma permanente. En las cooperativas Kolla, Aymara y Nasa, se contó con acompañamiento al inicio el cual ha continuado en forma esporádica. En el caso de la cooperativa Innu, éste se dio al inicio para la constitución y administración. Cuando los socios identifican alguna necesidad tratan de resolverla y en caso de no poder hacerlo por sí mismos, recurren al apoyo de agencias externas, tal situación se ha dado esporádicamente. La cooperativa otomí, es el único caso en que se identifica que el compañamiento del agente interventor ha sido permanente, pues se ha poyado en educación, administración, aspectos contables, entre otros. aa
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4.4. Percepción de los miembros de la cooperativa
4.4.1. Percepción de la importancia de la cooperativa para los socios
En todos los casos de estudio, la evaluación que hacen los miembros sobre la importancia de la cooperativa va de conforme a satisfecho. En las cooperativas mexicana y argentina, la característica común es que los socios están satisfechos con el desarrollo y beneficios que les brinda la cooperativa. En la cooperativa otomí, los socios perciben que el acceso al crédito es una oportunidad para iniciar o fortalecer sus negocios, además de crear fuentes de trabajo. En los casos chileno, canadiense y colombiano, la percepción es de conformidad, los socios consideran que la cooperativa s importante, sin embargo, aún no perciben cambios importantes en su ida cotidiana. ev 4.4.2. Proyección de la calidad de vida con la cooperativa
Las cooperativas argentina y chilena presentan una similitud, los socios han proyectado un desarrollo integral significativo en su calidad de vida a partir de la cooperativa. En el caso canadiense, el hecho de que el servicio se prestara antes de la formación de la cooperativa y de que el trabajador no perciba cambios sustanciales en su situación laboral, es condicionante a la hora de hacer la valoración del impacto cualitativo en sus condiciones de vida. En la cooperativa colombiana, los socios tienen clara la importancia de la cooperativa como una organización que contribuye al mejoramiento de su calidad de vida, sin embargo, se han tomado decisiones de gestión que no han generado los resultados esperados por los socios. En lo que toca a los socios de la cooperativa mexicana, ellos perciben que el impacto en su calidad de vida es mediano, pues han tenido beneficios inmediatos a partir del otorgamiento de créditos productivos, que han apoyado sus negocios, ampliando la capacidad de venta y en consecuencia sus rendimientos, sin mbargo, reconocen que aún falta mucho por hacer, como diversificar la inalidad del crédito para aplicarlo a mejoras en sus viviendas y en la salud. ef 4.4.3. Participación del socio en la cooperativa
En Argentina la participación de los socios es regular, las causas no se deben solamente a la falta de interés, sino a las características propias de la zona donde se encuentra inserta la cooperativa. En el caso mexicano, la nutrida participación de los socios es evidente, ello se refleja a través de la asistencia a las asambleas, por el interés de participar en los consejos directivos y en las reuniones de GAMEP. La colaboración de los socios hace que éstos se mantengan informados e interesados en el acontecer diario de la organización, ellos pueden plantear sus necesidades y problemáticas de grupo o personales y las posibles soluciones, fomentando la democracia. En el caso colombiano, los socios están distanciados de la dirección que
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dejaron en manos de un gerente quien centraliza las decisiones. Los socios de la cooperativa canadiense están descubriendo un panorama cooperativo que les ofrece nuevas oportunidades como la participación activa en las decisiones y los proyectos, de esta manera, se han dado cuenta que la empresa es suya, a partir de la inserción del modelo cooperativo. Los socios‐utilizadores se han dado cuenta de un cambio de mentalidad en las personas que prestan el servicio. En el caso chileno, dadas las características de la modalidad de servicios públicos, la participación es acotada, las decisiones son tomadas por la dirigencia, pues los asociados sualmente priorizan la utilización del servicio, perdiendo de vista que son sociados a una cooperativa. ua 4.5. Tradición cultural
4.5.1. Cambio cultural
En la cooperativa Otomí y Kolla, el cambio cultural es visto a través de la inserción del modelo cooperativo en las comunidades, que no ha significado un cambio sustantivo en las tradiciones de los indígenas. La percepción de los otomíes es que la organización fomenta su cultura, pero no es identificado como un objetivo de la cooperativa. En la comunidad, principalmente las mujeres portan con orgullo el vestido indígena, sin embargo resaltan que actualmente las jóvenes están perdiendo esa tradición, avergonzándose de su cultura; el uso de la vestimenta otomí por parte de los consejeros de los cuerpos directivos, les proporciona una sensación de igualdad y cohesión, evitando así la discriminación. Las etnias Innu y Aymará muestran cambio cultural parcial, pues la actividad cooperativa ha influido en algunos de los cambios observables en sus tradiciones culturales que no son consideradas importantes. Al tomar conciencia del trabajo colectivo los Innus, han observado que hace falta una mayor comunicación con los ancianos en su lengua original, para fomentar el respeto a la persona y a la tradición. Los cooperativistas Innu tratan de hablar en sus lenguas y de respetar la cultura, estas acciones son ahora parte del cambio cultural. La cooperativa es el instrumento para motivar la reflexión en este asunto. En la comunidad Nasa, el cambio cultural no se ha producido por la cooperativa, el cambio ha sido un proceso largo que se ha intensificado durante los últimos cincuenta años, la mayor parte de los abitantes del casco urbano desconocen su lengua y prácticas como, la inga y el trabajo comunitario, que se han venido extinguiendo.
hM 4.5.2. Fortalecimiento cultural
En las comunidades Aymara y Nasa la actividad cooperativa ha contribuido en el fortalecimiento de las tradiciones culturales, puede resaltarse que el cooperativismo contribuye al desarrollo de la cultura autóctona. En el caso
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argentino, la acción más clara de la cooperativa en la preservación de la cultura fue la creación de un museo, en el que colaboraron no sólo los socios, sino el resto de la comunidad. En la cooperativa mexicana, el fortalecimiento y de la cultura otomí es más bien un objetivo considerado por la agencia interventora, que ha sido trasmitido a la cooperativa mediante la capacitación, resaltando la riqueza cultural de la etnia. En la cooperativa canadiense, las actividades de la cooperativa permiten reafirmar la cultura, sin que haya medios para fortalecerla en la comunidad. l contar sólo con socios‐trabajadores autóctonos permite un sentimiento e identidad cultural. Ed 4.5.3. Difusión cultural
La acción directa de las cooperativas argentina, chilena, colombiana y mexicana se reduce a sus espacios locales. En el caso canadiense, la difusión cultural es de corto alcance, esto es por las acciones que la ooperativa lleva a cabo para que se conozcan las tradiciones; sólo pactan en la organización y un poco en la reserva.
cim CONCLUSIONES
En un mundo donde prevalece la polarización de la riqueza, enormes desigualdades sociales y discriminación, particularmente para los grupos minoritarios, como las etnias indígenas, el estudio de cinco grupos autóctonos tan dispersos geográficamente cobra importancia central, pues los indígenas, miembros de las cooperativas, ven en estas organizaciones una alternativa para mejorar su calidad de vida, de su familia y de la comunidad. La dinámica generada por la actividad económica en la mayoría de las cooperativas es de baja escala, no obstante, más que un impacto económico inmediato, ello significa detonar un potencial que hasta hace poco era desconocido para ellos. De esta manera, la comunidad organizada es capaz de generar desarrollo viable que en este momento es incipiente, sin embargo, la cooperativa es un agente que moviliza recursos económicos hacia la comunidad indígena.
En la creación de las cooperativas, el liderazgo local fue central, ya que fueron los dirigentes indígenas de la sociedad civil quienes motivaron a que la comunidad tomara conciencia de sus necesidades y problemas. El colectivismo es reconocido como una práctica inherente a las culturas étnicas, no obstante, la participación de los interventores es clave en el proceso de inserción del modelo cooperativo, por lo que la idea del cooperativismo proviene del exterior. A pesar de ello, debe entenderse que un modelo que es reapropiado y puesto en funcionamiento en una realidad diferente, será asimilado de acuerdo a las particularidades de cada cultura, por tanto, el cooperativismo en las etnias Kolla, Innu, Aymará, Páez y Otomí, es entendido, practicado y sentido de acuerdo a la esencia cultural de cada
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una de las comunidades. Finalmente, debe reflexionarse que la educación cooperativa es el eje
central de todo emprendimiento de esta naturaleza. No obstante, en la mayoría de las cooperativas estudiadas la educación cooperativa es aún incipiente, circunscribiéndose sólo a la capacitación, que ha quedado principalmente, a cargo de los interventores. Ello hace necesario concebir acercamientos nuevos sobre qué hacer entre la cultura cooperativa y los valores étnicos que son su esencia. Un acercamiento cooperativo apropiado permitirá responder a sus necesidades reafirmando su identidad cultural frente a los embates del mundo globalizado. Puede proponerse la hipótesis siguiente: si el modelo economicista, dominante y globalizado actual uniformiza las culturas reduciéndolas a simple formalidad local y folklórica, el movimiento cooperativo permite además de la riqueza económica y social común, la creación de una riqueza cultural inalienable. Entonces, la cooperativa en un contexto indígena proporciona una posibilidad real de inclusión autónoma en el universo económico global. El aspecto comunitario que día a día se vive en las comunidades indígenas, lleva a recapacitar que una acción cooperativa integrada fortalecería la cultura, convirtiéndola en una ventaja que provocaría beneficios económicos, sociales, culturales y políticos. Al revalorizarse la cultura indígena, puede onseguirse que la persona sea vista como un fin y no como un medio, lo ual es fundamental en el paradigma cooperativo. cc NO S 1. Las comunidades autóctonas de Canadá existen bajo la jurisdicción del
gobierno federal, excepto los Cris, los Inuits y los Naskapis, quienes son
TA
regidos por el Convenio de la Baie‐James y del norte quebequense. 2. Una cooperativa de solidaridad se caracteriza por la diversificación de su
membresía y su apertura a la colaboración. En ella se agrupan miembros que son utilizadores de los servicios ofrecidos por la cooperativa y miembros que son trabajadores en el seno de ésta. Se distingue por el carácter incluyente de su membresía: los empleados, los utilizadores y los socios de apoyo tienen derecho a opinar en la gestión, en la orientación de la cooperativa y en las decisiones. La cooperativa es propiedad de los tres tipos de socios: el socio utilizador, que recibe bienes y servicios para su uso personal, a bajo costo y de óptima calidad; el socio trabajador, que trabaja en la cooperativa en las mejores condiciones posibles (cuanto más satisfechos estén los socios utilizadores, la cooperativa puede ofrecer mejores condiciones de trabajo; cuanto mejores sean las condiciones de trabajo, la cooperativa puede ofrecer mejores servicios); y el socio de apoyo o sostén, que es propietario de la cooperativa y que está interesado en el éxito del proyecto sin recibir un servicio de éste pues no utiliza los servicios de la cooperativa ni trabaja en ella. No obstante, éste apoya la realización del proyecto pues cree en la misión de la cooperativa. Es decir, los tres tipos de socios comparten el hecho de ser
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copropietarios de la cooperativa y todos se interesan en el éxito de la organización.
3. El Resguardo es “una institución legal y sociopolítica de origen colonial y de
carácter especial, conformada por una comunidad o parcialidad indígena que, con un título de propiedad comunitaria, posee su territorio y se rige para el manejo de éste. En su ámbito interno, el resguardo se rige por una organización ajustada al fuero indígena, es decir, con pautas y tradiciones culturales propias” (Etnias de Colombia, 2006).
4. El Cabildo, es una institución o entidad administrativa (caso en España, para la
comunidad autónoma de canarias). En Colombia el artículo 3 de la Ley 89 de 1980 reglamenta: “En todos los lugares en que se encuentre establecida una parcialidad de indígenas habrá un pequeño Cabildo, nombrado por éstos conforme a sus costumbres El período de duración de dicho Cabildo será de un año, del 1º de enero al 31 de diciembre. Para tomar posesión de sus puestos, los miembros del Cabildo no necesitan otra formalidad que la de ser reconocidos por la parcialidad ante el Cabildo cesante y a presencia del Alcalde del Distrito…” (Alcaldía de Bogota, 2008).
5. Questa y Utrilla (2006: 18) señalan que “En la casa se ubica el grupo
doméstico o ar mengú, que está integrado por los miembros de la familia que habitan en una casa (ngú) y que, con base en el trabajo de todos sus participantes,
ulogran s supervivencia.”. 6. ¿Cómo definir el concepto de educación? Podría decirse del concepto de
Educación que es el conjunto de procesos y métodos que permite a todo ser humano acceder progresivamente a su cultura y a la cultura humana. Es la acción inicial y última que permite elevar a la humanidad para que pueda ver el conjunto de su riqueza, y así, liberarse mejor. Es pues un proceso global y liberador de una experiencia auténticamente humana que desea el despertar a sí mismo, al mundo y a las cosas. Hablar de la educación es tratar y precisar valores, finalidades existenciales fundamentales, es el descubrimiento de un sentido por la vida con discernimiento y espíritu crítico (Martin, 2005).
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Políticas públicas e associativismo agrícola
o no de te do B asil n r s r
LLOU ANGELO BRÁS FERNANDES CAARIA SALETT TAUK SANTOS
1 MU
2 niversidade Federal Rural de Pernambuco, Brasil
RESUMO • O presente estudo mapeia as políticas públicas brasileiras para o associativismo e cooperativismo e analisa a experiência governamental do Programa de Combate à Pobreza Rural (PCPR), na Associação dos Trabalhadores Rurais da Comunidade de Japaranduba, estado de Pernambuco, Brasil. O mapeamento foi desenvolvido a partir da literatura sobre políticas públicas e dos sites das principais organizações governamentais do país. Entrevistas foram realizadas com os associados, técnicos e gestores do PCPR. RÉSUMÉ • Ce travail présente le portrait des politiques publiques brésiliennes de l’associationnisme et du coopératisme et analyse l’expérience du Programme de la Lutte contre la Pauvreté Rurale (PCPR) chez l’Association des travailleurs ruraux de la communauté de Japaranduba, dans l’État de Pernambuco au Brésil. Ce portrait fut élaboré à partir de la littérature disponible sur les politiques publiques ainsi que des sites Internet offerts par les principales organisations gouvernementales du pays. Des entrevues avec les membres, avec les techniciens et les administrateurs du PCPR, furent également réalisées. SUMMARY • This text presents a description of the Brazilian cooperative system and associationism public policies and analyses the experience of the Fight Against Rural Poverty Program (PCPR) within the Japaranduba rural workers’ association in the State of Pernambuco, Brazil. This portrait was drawn with the available literature on the public policies and also by consulting the Internet sites of the country’s main government agencies. nterviews were also conducted with the members, technicians and dministratoIa rs of the PCPR. RESUMEN • Este trabajo presenta el mapa de las políticas públicas brasileñas de asociativismo y cooperativismo y analisa la experiencia del Programa de Combate a la Pobreza Rural (PCPR), en la Asociación de trabajadores rurales de la comunidad de Japaranduba, estado de Pernambuco, Brasil. El mapa fue desarrollado a partir de la literatura sobre políticas públicas y los sitios de las rincipales organizaciones gubernamentales del país. Fueron realizadas ntrevistas con asociados, técnicos y administradores del PCPR. pe
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INTRODUÇÃO
A expressão Políticas Públicas no Brasil, diferentemente dos países anglo‐saxões, está ligada, segundo Schwartzman, à palavra “política”. Para ele, esta se refere “tanto ao processo de disputa por cargos e negociações de interesses na sociedade quanto à implementação de ações governamentais específicas, na área de educação, saúde, meio ambiente, redução da pobreza, entre outras” (Schwartzman, 2004: 175). Em língua inglesa, pontu
3
a ainda Schwartzman, politics e policy têm sentidos distintos. A primeira, diz respeito à “política” e, a segunda, à “política pública”.
No caso brasileiro, os dois verbetes estão imbricados, pois as políticas públicas dependem, de alguma maneira, da correlação de forças políticas vivida em cada momento histórico da sociedade. Aspecto que determina, em última instância, como os problemas sociais, econômicos, políticos e cultu o os ã grais sã percebidos e interpretad para uma aç o overnamental (Schwartzman , 2004: 175, 181, 183).
Nessa perspectiva, parece haver consenso entre os pesquisadores brasileiros de que as políticas públicas de corte social no Brasil passaram por três gerações. A primeira, que vai de 1930 até o início da década de 80; a segunda que se estabelece com a Constituição de 1988; e a terceira que se organiza a partir do Plano de Combate à Fome e à Miséria pela Vida (PCFM), em meados da década de 90 (Faria e Castro, 1989; Draibe, 1998; Schwartzman , 2004; Lubambo e Coêlho, 2005).
Dentro desse cenário, o presente estudo mapeia as políticas públicas ligadas ao campo do associativismo e cooperativismo no Brasil e analisa uma a c a iexperiênci bem‐sucedida de asso iativismo rural po ada por uma organização governamental.
Do ponto de vista metodológico, o mapeamento foi desenvolvido tendo como lastro a literatura disponível sobre políticas públicas relacionadas ao campo social e ao associativismo/cooperativismo. Foram utilizadas, também, informações colhidas na Internet, particularmente nos sites das principais organizações governamentais brasileiras – federais e estaduais –, para identificar e caracterizar as principais políticas públicas para o campo de estudo aqui definido ou a ele relacionado.
A segunda parte da pesquisa teve caráter empírico e foi realizada no Município de Chã Grande, na Zona da Mata em Pernambuco. A escolha desse município prendeu‐se ao fato de ali existir comunidades rurais cuja exper a fo it eiência associ tiva ra reconhecida como ex osa, por g stores governamentais ligados ao Programa de Combate à Pobreza Rural (PCPR).
Participaram desse programa governamental, noventa e quatro famílias das comunidades de Mutis, Muntuns, Japaranduba, Matias, Macaquinhos e Sítio Macacos. Foram financiados projetos de kit irrigação e construção de casas de bombas d´água num valor de R$ 485.501,91 (quatrocentos e oitenta e cinco mil quinhentos e um reais e noventa e um centavos) (FECAMP/Projeto Renascer, 2004). Chã Grande está a 73 km do Recife, capital de Pernambuco. Possui uma população de 19.303 habitantes,
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e é considerada de grande potencialidade para o desenvolvimento da horticultura e floricultura (Projeto Renascer, 2006a). É no âmbito dessas comunidades que foi escolhida a unidade de análise da pesquisa empírica.
1. AS TRÊS GERAÇÕES DE POLÍTICAS PÚBLICAS: REPERCUSSÕES
NO ASSOCIATIVISMO
A primeira geração das políticas públicas se configurou pela “criação das primeiras leis de proteção ao trabalhador e as primeiras instituições de previdência social...” (Schwartzman, 2004: 183). A despeito dos impactos que essas políticas possibilitaram ao longo do tempo, em termos de “proteção social” e de “maturidade institucional”, ou seja, oferta universal de serviços básicos e amplas dimensões burocrático‐organizacionais assumidas pelos serviços prestados, como se refere Draibe (1998: 2), os resultados dessas ações foram incipientes frente às necessidades da população. Diz a autora que a primeira geração das políticas públicas revelou‐se
“quase nula a sua capacidade de incorporação social, deixando à margem do progresso um vasto contingente de excluídos de todo o tipo, em especial os trabalhadores rurais; as populações rurais e das cidades pequenas do Nordeste; as camadas pobres e miseráveis das regiões metropolitanas.” (Draibe, 1998: 3).
Com efeito, essa geração de políticas públicas, especificamente àquelas voltadas para o desenvolvimento do meio rural, tomou corpo no Brasil a partir dos anos de 1940, por meio dos serviços de Extensão Rural. Com uma rede de agências que se ampliou por todo território nacional, à medida que o país se industrializava ‐ vindo a atingir, no final dos anos 60, a “maturidade institucional” de que fala Draibe (1998) –, a Extensão Rural mostrou‐se muito mais comprometida com os médios e grandes produtores rurais do que com a pequena produção agrícola. Os agricultores familiares, com suas formas específicas de organização produtiva e social, com seus movimentos sociais reivindicatórios, pouca repercussão tiveram na formulação e implementação dessas políticas públicas. O caráter vertical, não participativo e “apolítico” de intervir nos contextos sociais rurais desfavorecidos tornou‐se mais evidente no período da ditadura militar, entre 1964 e 1979 (Callou, 2007). Aspecto político que contribuiu para certa apatia das comunidades rurais frente às exigências participativas atuais das políticas de combate à pobreza rural, particularmente no Nordeste.
Com o soerguimento dos movimentos sociais após a Anistia de 1979, e a conseqüente redemocratização do país, que culmina na Constituição de 1988, o Brasil vai vivenciar um processo de descentralização estatal. O que está posto é o envolvimento da sociedade civil no controle das ações governamentais, tornando o setor público mais transparente e mais aberto à participação social. É, portanto, em nome das normas constitucionais da
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descentralização, que o poder local assume relevância no terreno das políticas públicas e, com ele, as formas associativas de participação popular, até então relegadas a um plano secundário na formulação dessas políticas (Lubambo e Coêlho, 2005: 41).
Desse modo, a segunda geração das políticas públicas no Brasil surge com a nova Constituição, mas também com a Lei Orgânica da Assistência Social (1993), quando define no seu artigo primeiro que “A assistência social, direito do cidadão e dever do Estado, é Política de Seguridade Social não contributiva, que provê os mínimos sociais, realizada através de um conjunto integrado de ações de iniciativa pública e da sociedade, para garantir o atendimento às necessidades básicas” (Brasil, s.d.).
Os anos 90 vão institucionalizar essa nova perspectiva de ação pública, a contar, particularmente, do Programa de Combate à Miséria e à Fome pela Vida (1993), como já observamos, e do Programa Comunidade Solidária (1995) (Draibe, 1998). É durante essa década que são criados no Brasil, segundo Abramovay (2003), 27 mil conselhos municipais. São fóruns burocraticamente constituídos, assemelhados aos encontrados na Europa e no Canadá, cuja função, em geral, é a de planejar, monitorar e fiscalizar a aplicação de recursos financeiros repassados do governo federal ou estadual para implementação de políticas públicas municipais (Abramovay, 2003; Côrtes, 2005). A participação ativa dos atores locais por meio das suas coope
representações de base (sindicatos, associações de produtores, rativas etc.) torna‐se fundamental nesse processo. Fazem parte dessa segunda geração de políticas públicas no Brasil, o
Plano Nacional de Educação Profissional (PLANFOR), de 1996, o Programa de Jovens e de Alfabetização Solidária, o Programa de Geração de Renda (PROGER), de 1995, o Programa de Crédito para Reforma Agrária (PROCERA), o Programa de Apoio à Agricultura Familiar (PRONAF), entre outros (Draibe, 1998). São também dessa geração as experiências de Orçam q e íento Participativo, ue voluíram de 36 munic pios entre 1993‐1996, para 140 municípios, entre 1997‐2000 (Lubambo e Coêlho, 2005: 42).
A terceira geração de políticas públicas no cenário brasileiro se propõe, principalmente, “a alterar não somente a distribuição dos gastos sociais, mas também a qualidade dos serviços prestados, assim como o marco institucional e legal dentro do qual as atividades econômicas e a vida social possam desenvolver‐se” (Schwartzman, 2004: 184). Nesse sentido, em 2003, essas proposições aparecem na agenda política do governo Luiz Inácio Lula da Silva. Vale destacar, pelos menos, dois pontos dessa agenda: 1) as políticas para aumentar a capacidade produtiva dos setores socialmente desfavorecidos, nas quais estão previstas o crédito, a produção e a comercialização dos produtos dos setores populares; e 2) a descentralização das políticas, já preconizadas pela Constituição de 1988, medi184).
ante estímulo à participação dos atores locais (Schwartzman, 2004: Assim, se no passado as reivindicações populares para participar dos
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processos decisórios públicos constituíram‐se numa bandeira de luta dos movimentos sociais agora é o próprio Estado quem faz o chamamento à participação. Isto é, passa‐se, ou pretende‐se passar, de uma “política de metas”, como se refere Schwartzman (2004: 186‐187), para uma “política de mobilização”. Não é à toa que a temática do associativismo e do cooperativismo, da organização comunitária e da formação de diferentes conselhos municipais de desenvolvimento vêm assumindo, nos últimos anos, uma relevância sem precedentes no âmbito governamental brasileiro. Esses temas estão presentes nos discursos e nas possibilidades de financiamento de projetos produtivos e infra‐estruturais do atual governo, por meio do Ministério da Agricultura, Pecuária e Abastecimento (MAPA), da Secretaria Especial de Aqüicultura e Pesca (SEAP), do Ministério do Desenvolvimento Agrário (MDA), do Ministério do Trabalho e Emprego (MTE), particularmente nas questões voltadas ao associativismo e à economia solidária. Outras organizações federais também possuem financiamentos, especificamente voltados ao associativismo, como é o caso da Financiadora de Estudos e Projetos (FINEP), do Ministério de Ciência e Tecnologia (MCT)4 que, por meio do PRONIC, apóia o cooperativismo popular via Incubadora Tecnológica de Cooperativas Populares (ITCP).5 Por outro lado, alguns ministérios vêm articulando consultorias e cursos para formação de técnicos no campo do associativismo e do cooperativismo, em seus diferentes níveis.6 Aspectos que denotam o quanto o manto da partic o e â ipação e da mobilização s cial está acolhendo ssas inst ncias de governo.
Embora as organizações não‐governamentais, voltadas para os contextos populares desfavorecidos, tenham surgido, por assim dizer, já modeladas para ações sociais de caráter participativo ‐ diferenciando‐se claramente, portanto, das ações da primeira geração das políticas públicas ‐, é interessante observar que, na conjuntura política atual, o terceiro setor parece alimentar‐se das ações das políticas públicas e vice‐versa. Uma espécie de mutualismo, em que há benefícios para ambos os setores. Se, tradicionalmente, as ONGs atuaram nos espaços deixados pelas políticas públicas, hoje elas se aliam às organizações governamentais para cobrir esses espaços em sistema de parcerias. Talvez o exemplo mais concreto seja o aparecimento das Organizações da Sociedade Civil de Interesse Público (OSCIPE), cuja regulamentação jurídica no Brasil é relativamente recente (1999).7 Esses aspectos levam‐nos a pensar sobre o lugar mesmo onde começam e onde terminam as “políticas públicas” no Brasil. Isto parece sobressair‐se, se considerarmos que o momento atual está marcado pelas propostas de concertação na perspectiva do desenvolvimento local. O que significa dizer, que os atores sociais locais (cooperativas, associações, sindicatos, ONGs, organizações governamentais, empresas privadas etc.) opera teconô
m, social e politicamente, na busca conjunta de es ratégias micas para o desenvolvimento endógeno. A despeito da importância política e social que representa hoje, no
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país, o chamamento dos contextos populares à participação na formulação e implantação de políticas públicas, particularmente no combate à pobreza, é importante salientar que a perspectiva participativa nas ações governamentais dos anos de 1970, particularmente no meio rural, serviram muitos mais aos interesses políticos dos organismos governamentais e privados, do que das populações desfavorecidas. Ainda que Schwartzman (2004: 187) afirme que as “políticas de metas” e as “políticas de mobilização” (de “cima para baixo” e de “baixo para cima”) não são necessariamente excludentes, parece interessante, ao menos, tecer algumas observações sobre o porquê da mudança do discurso e das práticas verticais das organizações governamentais (e, de certa maneira, das ONGs, na m m a d à ca li nedida e que se “ ssociam”, ca a vez mais, s políti s púb cas), os dias atuais.
Nesse sentido, parece‐nos pertinente trazer para hoje os questionamentos de Ammann, do final dos anos de 1970, sobre a participação no terreno do Desenvolvimento de Comunidades:
“por que o Desenvolvimento de Comunidade e a participação passaram a assumir tanta importância nas políticas de desenvolvimento nacional? Que condições histórico‐estruturais e conjunturais determinam essa relevância e
n estímulo quais as intenções veladas ou ma ifestas no à participação?” (Ammann, 1982: 18).
A pertinência dessas perguntas se coloca, na medida em que as mudanças dos discursos e das práticas na implementação das políticas públicas não podem, a nosso ver, estar apenas vinculadas às exigências legais, constitucionais, de descentralização e de participação dos contextos sociais desfavorecidos na construção de “políticas de mobilização”. Mesmo que a isso também se relacione a atual conjuntura sociopolítica brasileira, digamos, mais à esquerda. Há que se acoplar, entretanto, a esses “determinantes”, os processos de globalização que alcançaram nosso país a partir da década de 1990 exigindo a redução das ações do Estado na sociedade civil. Nessas condições, o “emagrecimento” do Estado passa a ser uma exigência. E para que isso ocorra, diz Santos (2002: 38), é preciso uma “forte intervenção estatal”. Quer dizer, “O Estado tem de intervir para deixar de intervir, ou seja, tem que regular a sua própria desregulação.”
É nessa perspectiva que devemos ampliar a nossa compreensão sobre a descentralização das políticas públicas nos contextos sociais pobres e excluídos do meio rural, pautada, cada vez mais, no associativismo, na participação comunitária e nos conselhos de desenvolvimento municipal. Ora, sabemos que a criação e disseminação das associações e dos conselhos de desenvolvimento, particularmente no meio rural, vêm ocorrendo muito mais em virtude das exigências das organizações governamentais, do que mesmo de uma “vontade política” das comunidades à participação. Abramovay, em estudo sobre os conselhos municipais faz a seguinte afirmação:
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a) Os conselhos são formados estritamente como contrapartida à exigência legal para obtenção de recursos públicos por parte dos municípios e não expressam uma dinâmica local significativa (...)
b) A participação da comunidade nas reuniões do conselho não é significativa. Dos vinte casos estudados (...) em apenas cinco participavam
s representantes de associações de produtores não integrante diretos do conselho (...)
.c) Metade dos presidentes dos conselhos estudados (. .) eram os próprios secretários da agricultura (...)
consel (q
d) Dos 20 hos examinados ...) 13 têm caráter consultivo e apenas uatro deliberativos (Abramovay , 2003: 60‐65).
No campo do associativismo e do cooperativismo, estudos revelam “distorções” similares às encontradas nos conselhos de desenvolvimento (Pires, 2004). O Programa de Apoio ao Pequeno Produtor Rural (PAPP), do qual e desdobrará o Programa de Combate à Pobreza Rural (PCPR), objeto desta pesquisa, é um dos exemplos a ser considerado.
s
2. O PROGRAMA DE COMBATE À POBREZA RURAL
Desenvolvido em dez estados do nordeste brasileiro (incluindo o norte de Minas Gerais), o PAPP pretendeu, segundo orientações do Banco Mundial, agente financiador do Programa, apoiar pequenos projetos em que os beneficiários estivessem organizados em associações. Estas associações seriam responsáveis pela identificação das necessidades da comunidade e elas próprias administrariam os projetos financiados. Assim se expressa um dos relatórios de avaliação, no que se refere ao associativismo:
“Os dados (...) permitem inferir (...) que a adesão das comunidades rurais às associações se dá muito mais em virtude das exigências associativas realizadas pelo governo para que as populações tenham acesso aos benefícios públicos de desenvolvimento, do que mesmo em virtude de um processo organizativo/participativo da população rural (...) assim, a perspectiva do PAPP de ir ao encontro daquele nível de organização da população rural fica
margens m fd ca ca ram cr all
comprometida, dando a considerar o associativismo (...) co orte ten ência a racterísti s me ente buro áticas.” (C ou e Santos, 1996).
É nesse cenário das políticas públicas brasileiras mais contemporâneas que escolhemos o Programa de Combate à Pobreza Rural (PCPR) como objeto de análise. De abrangência nos nove estados que compõem o Nordeste, região considerada como uma das mais pobres do Brasil, o PCPR segue a tendência das políticas públicas descentralizadoras. Calcado no associativismo, na participação comunitária e nos conselhos de desenvolvimento municipal, o Programa pretende garantir a participação ativa dos atores sociais locais nos processos de decisão e de gestão das ações governamentais contra a pobreza.
O Estado de Pernambuco por ter se notabilizado no cenário nacional, a partir de 1999, pelas experiências participativas inovadoras realizadas por
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meio do Programa Governo nos Municípios (PGM), nos dois períodos da administração Jarbas Vasconcelos (1999‐2002 e 2003‐2006) (Lubambo e Coêlho, 2005), revelou‐se como locus significativo para o desenvolvimento da pesquisa. Significativo porque ao se pretender analisar, neste trabalho, experiências bem‐sucedidas de políticas públicas que envolveram o associativismo no meio rural, parece metodologicamente aconselhável que se volte a atenção para universos governamentais que privilegiaram atuações sociais baseadas na organização comunitária. A experiência do PGM em Pernambuco foi fundamental para o desenvolvimento do Progr ma de Combate à Pobreza Rural nas suaa s duas etapas: PCPR I (1997‐2001) e PCPR II (2003‐2006).
O Programa de Combate à Pobreza Rural recebeu nos vários estados nordestinos um nome “fantasia”. Em Pernambuco chama‐se, hoje, Projeto Renascer, o qual está ligado à Secretaria de Desenvolvimento Social e Cidadania do Governo do Estado. Para financiar os subprojetos nas comunidades rurais, as estratégias do PCPR I contemplavam as associações comunitárias para que estas fizessem parte tanto da formulação quanto da implementação dessa política pública. Tais associações, por sua vez, submetiam suas demandas, ou subprojetos, ao Programa de Apoio Comunitário (PAC) ou ao Fundo Municipal de Apoio Comunitário (FUMAC), espécie de versão primária do Conselho Municipal de Desenvolvimento Rural. Instâncias essas, mediadores entre a comunidade e o governo. Aprovados os subprojetos, eram então repassados os recursos para o PAC/FUMAC, os quais deveriam acompanhar as associações no desenvolvimento dos subprojetos (Projeto Renascer, 2000; FECAMP/Projeto Renascer, 2004).
Interessa‐nos aqui mais de perto o PCPR II, pois se propôs a dar passos mais inovadores e aperfeiçoados em relação ao associativismo e à descentralização das políticas públicas no combate à pobreza rural em Pernambuco. O fio condutor conceitual que perpassa explicitamente a proposta do PCPR II vincula‐se à perspectiva de que a descentralização das políticas públicas confere autoridade e poder de decisão às associações, comunidades e municípios. Aspecto que possibilita, na visão do Projeto Renascer, incidir de maneira mais direta e eficaz contra a pobreza rural em prol do desenvolvimento local (Projeto Renascer, 2000: 17). “Representa, diz a proposta do PCPR II, uma efetiva mudança da escala de poder, conferindo às unidades comunitárias e municipais capacidade de escolhas e definições sobre suas prioridades e diretrizes de ação e sobre a gestão de programas e projetos” (FECAMP/Projeto Renascer, 2004: 17).
Nesse lastro conceitual, o Projeto Renascer não dissimula a influência dos processos de globalização e sua repercussão na fragmentação dos espaços territoriais e, com ele, a diminuição da presença do Estado, como abordamos anteriormente. Assim se expressa o PCPR II: “Com a globalização diminui a força centralizada do Estado, aumenta a necessidade de organização e cria espaços para a organização e intervenção das instâncias locais na mobilização da sociedade e das energias locais frente
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aos desafios mundiais” (Projeto Renascer, 2000: 22). Portanto, não podemos apenas atribuir à Constituição de 1998 e seus desdobramentos legais e políticos a descentralização das políticas públicas no Brasil. Uma compreensão mais acurada do associativismo rural na sua relação com as políticas públicas brasileiras, não pode prescindir, a nosso ver, dessas determinações exógenas.
O Estado de Pernambuco ocupa uma área de 98.307 Km2. Possui uma população de 7,4 milhões de habitantes e conta, atualmente, com 184 municípios. A economia rural do Estado está voltada principalmente para agricultura, pecuária e pesca. A cana‐de‐açúcar, na Zona da Mata, é o principal produto agrícola pernambucano. Está em expansão nessa região a floricultura e fruticultura (Projeto Renascer, 2000; Pires, 2004; Andrade, 2005).
No que diz respeito aos aspectos sociais, o Estado de Pernambuco enfrenta, na grande maioria dos seus municípios, problemas de oferta de saneamento básico, de tratamento de água e de uma coleta de lixo adequada. O analfabetismo na população com 15 anos ou mais de idade é de 26,4%. O Índice de Desenvolvimento Humano (IDH) médio do Estado é de 0,615 pa. Alguns municípios possuem um dos IDH mais baixos do ís (Projeto Renascer, 2000: 5).
É dentro dessa realidade social que o Projeto Renascer, por meio do PCPR II, busca superar, no âmbito rural, as condições de pobreza. Com 74,6% de empréstimos do Banco Mundial e 25,4% do próprio Governo do Estado, o Projeto investiu em sete modalidades de subprojetos: infra‐estrutura econômica e hídrica; investimentos produtivos; desenvolvimento humano; tecnologia; sistema de comercialização; capacitação; e desenvolvimento institucional (Projeto Renascer, 2000: 3, 20). O montante dos investimentos, entre 2003 e 2006, ficou na ordem de R$ 81.118.489,38 oitenta e um milhões, cento e dezoito mil, quatrocentos e oitenta e nove eais e trinta e oito centavos) (Projeto Renascer, 2006b: 2). (r
3. CHÃ GRANDE E A COMUNIDADE DE JAPARANDUBA
O Município de Chã Grande, na Zona da Mata pernambucana, foi considerado pelos gestores do Projeto Renascer como um dos territórios onde se observaram experiências bem‐sucedidas no campo do associativismo como estratégia de combate à pobreza rural. Participaram dessa ação pública noventa e quatro famílias das comunidades de Mutis, Muntuns, Japaranduba, Matias, Macaquinhos e Sítio Macacos. Foram financiados projetos de kit irrigação e construção de casas de bombas d´água num valor de R$ 485.501,91 (quatrocentos e oitenta e cinco mil quinhentos e um reais e noventa e um centavos) (Projeto Renascer, 2006b: 4). A comunidade de Japaranduba foi escolhida como unidade de análise desta pesquisa pelo fato de ter sido apontada como uma das mais bem organizadas do Município, do ponto de vista do associativismo.
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Japaranduba fica a poucos quilômetros da sede do município e chega‐se ao local por estradas vicinais. As casas, de alvenaria, ficam dentro dos sítios, separadas umas das outras, a maioria delas construídas à beira dessas estradas. Aspecto que facilita não apenas o acesso dos seus moradores, mas também à comercialização dos seus produtos agrícolas, horticultura, floricultura e fruticultura, vendida a atravessadores que vêm à Comunidade. A comunidade possui luz elétrica, escola pública (ensino funda e, mental), uma creche, posto de saúde próximo, e vive, principalmentda horticultura, fruticultura e floricultura.
Em 15 de março de 1988, foi criada, e registrada em cartório, a Associação dos Trabalhadores Rurais da Comunidade de Japaranduba. Sem fins lucrativos, essa associação é “destinada à representação dos produtores junto a entidades estaduais, federais e municipais e prestação de serviços aos seus associados” (Estatuto, 1998). Atualmente, possui 27 sócios (no início eram 17 associados), a Associação de Japaranduba, nos seus dezoito anos de funcionamento, dá sinais de que vem superando as dificuldades comuns ao exercício do associativismo ‐ opiniões divergentes, desuniões temporárias, rasgos de individualismo (Ata de Reunião, 2003; Ata de Reunião, 2005) ‐, ao revelar uma gestão e um nível de organização bastante diferenciados em relação a outras organizações apoiadas pelo Projeto Renascer. A Associação, que não possui sede própria, realiza reuniões periódicas e mantém suas atas atualizadas; tem assento, e participa, do Conselho Municipal de Desenvolvimento Sustentável do Município, junto com outras associações rurais, organizações não‐governamentais, empresas privadas e o poder público local; realiza renovação da diretoria, mediante eleições; discute e exclui, por regimento, sócios que não contribuem com a entidade8; socializa, na Associação, as discussões levadas no Conselho Muni r a u u a , cipal9, faz a gestão da c eche que judo a constr ir n comunidade a qual acolhe 30 crianças de Japaranduba, entre outros aspectos.
Técnicos do Projeto Renascer que atuaram em Chã Grande e Japaranduba também são de opinião de que a Associação reflete um bom nível organizacional e de empoderamento que, segundo eles, decorre de uma e lsérie de ações qu foram (e ainda são) desenvo vidas, há anos, por organizações não‐governamentais na região (AMAS, SERTA, entre outras).
Assim articulada, a Associação de Japaranduba teve aprovado, em 2004, pelo Renascer, o Projeto Kit Irrigação e Construção de Casa de Bomba D´água. Como vimos anteriormente, para se ter acesso a essa política pública, os agricultores devem estar formalmente vinculados a uma associação, e suas demandas‐projetos só serão atendidas se aprovadas, em primeira instância, pelo Conselho Municipal de Desenvolvimento. Cump e õ recursoridas ssas exigências, as associaç es poderão solicitar s governamentais para o desenvolvimento de suas comunidades.
Foram aprovados para Associação de Japaranduba 17 kits para irrigação e 7 casas de bomba d´água que atingiram 17 famílias, ou seja, aproximadamente 85 habitantes do local.10 A justificativa do projeto se
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apoiou nos seguintes pontos: a comunidade já desenvolvia atividades de irrigação, mas de maneira anti‐econômica; o projeto não teria impacto ambiental; e as condições do solo e clima, bem como a água de boa qualidade da região, eram favoráveis à horticultura, atividade esta, por seu turno, já tradicional em Chã Grande (FECAMP/Projeto Renascer, 2004). Como contrapartida do projeto, ficou a cargo da Associação, principalmente, a prestação de contas ao Renascer do material comprado e a contratação de mão‐de‐obra para a montagem do sistema de irrigação. Com essa intervenção, o Renascer pretendeu reduzir o êxodo rural, melhorar a renda dos agricultores, ampliar a produção local e atingir, pela técnica da microaspersão, áreas maiores de horticultura em Japaranduba e comunidades vizinhas (FECAMP/Projeto Renascer, 2004). O ponto de partid s t níve o la, em dúvida, foi pau ado no l alcançad pe o associativismo formal da comunidade.
Na implementação do Projeto Kit Irrigação, em Japaranduba, as estratégias de comunicação se limitaram, basicamente, a contatos interpessoais dos técnicos do Projeto Renascer com os agricultores associados, durante as reuniões da Associação, do Conselho Municipal de Desenvolvimento Sustentável ou por meio dos cursos de capacitação, como os de associativismo e gestão de projetos, que o Projeto Renascer promovia na comunidade.
A participação de Japaranduba no projeto irrigação ocorreu, segundo os técnicos entrevistados, sem maiores obstáculos tendo em vista, o bom nível organizacional e de empoderamento da Associação e o conhecimento da prática de irrigação aprimorado pelas capacitações oferecidas pelo Projeto Renascer.
Passados quase três anos da implementação do Projeto Kits Irrigação em Japaranduba, os agricultores entrevistados são unânimes em afirmar que melhoraram suas condições de vida, em virtude, sobretudo, do aumento da produção de flores (crisântemos), hortaliças (pepino, chuchu, coentro, brócolis cebolinha, pimentão) e frutas (principalmente a graviola), em decorrência da irrigação por aspersão. A maioria dos agricultores de Japaranduba vive em casas de alvenaria, tem acesso à luz elétrica, alguns possuem motocicletas, que são comumente utilizadas para levar as crianças à creche e à escola. Afirmam os entrevistados, ainda, que a Associação teve um papel fundamental no acesso aos kits de irrigação, pois não teriam participado desse tipo de política pública se não estivessem organizados formalmente. Pudemos observar, por meio das entrevistas e das reuniões que participamos na Associação e no Conselho Municipal de Desenvolvimento, além das observações em campo, que muitos outros projetos, oriundos de políticas públicas, foram concluídos ou estão em curso na comunidade (habitação, luz elétrica, vacinação de animais, creche), muitos deles apoiados também pelo Projeto Renascer. Atualmente, a Associação discute a possibilidade de instalação, na comunidade, de uma fábrica de doce a partir de um apoio internacional.
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Apesar desse trabalho bem‐sucedido de aprendizagem coletiva por meio do associativismo rural, é interessante observar que alguns agricultores que receberam o kit irrigação declararam que enfrentam problemas ligados, principalmente, à comercialização. Alegam que já houve uma iniciativa de cooperativismo na região, mas ficou inviabilizada pelos atravessadores, os quais passaram a comprar a produção agrícola local por preço u o as s peri res aos p gos pela cooperativa. Aspecto que acabou por desmontar e desmobilizar os agricultores envolvidos com a iniciativa.
Ao lado disso, há depoimentos, dos entrevistados, que entre os associados de Japaranduba existem agricultores que estão se transformando em atravessadores. Pois compram os produtos agrícolas de seus vizinhos na comunidade, arrendam transporte e comercializam esses produtos em Recife. É de se perguntar, se essas iniciativas individualizadas de co amercialização não estari m, de alguma maneira, comprometendo as formas associativas construídas ao longo do tempo na localidade?
Outro aspecto que pode ser observado em Japaranduba é a falta de assistência técnica efetiva aos agricultores, o que acarreta, de maneira recorrente, e em muitos casos, de maneira consciente, o uso indiscriminado de agrotóxicos. Há evidências, ainda, de que os agricultores não planejam os custos de produção (luz elétrica, estrume, defensivos agrícolas etc.) e, conseqüentemente, os lucros advindos do seu trabalho na atividade. Nesse sentido, podemos inferir que a Associação dos Trabalhadores Rurais da Comunidade de Japaranduba não vem discutindo, efetivamente, sobre as possibilidades de combater a intermediação nem, tampouco, procurando apoio nas organizações (governamentais e não‐governamentais) para plane o mjar a produçã agrícola de uma maneira ambientalmente ais sustentável.
Apesar dessas dificuldades em curso, a autonomia revelada pela Associação, ao desenvolver a horticultura e floricultura irrigadas, reafirma a opinião dos gestores do Projeto Renascer de que Chã Grande é, de fato, uma experiência bem‐sucedida de associativismo para o desenvolvimento local municipal. Vimos, entretanto, que esse êxito no campo do associativismo está relacionado aos contatos anteriores de Japaranduba com organizações voltadas à mobilização comunitária. Tal aspecto animou, de alguma maneira, os trabalhadores rurais a criar uma associação formal na comunidade. Nesse sentido, o Projeto Renascer, como política pública que privilegia esse tipo de associação, acolheu a demanda dos agricultores de Japar sanduba, reafirmando e fortalecendo o associativismo como e tratégia de desenvolvimento local.
Considerando a análise aqui realizada sobre as políticas públicas brasileiras no campo do associativismo, bem como a experiência do Projeto Renascer em Pernambuco, podemos inferir que os governos (federal, estadual e municipal) têm, no associativismo formal, sua viga mestra para promover, na atualidade, o desenvolvimento dos contextos rurais desfavorecidos. Entretanto, se, por um lado, essas políticas contribuem para
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estimular e reafirmar o movimento associativista, se diferenciando, portanto, das políticas públicas do passado, por outro, parece deixar à margem outros desenhos associativos, de caráter não‐formal, presentes nos contextos populares do campo. Refletir sobre esses outros desenhos de associativismo, como estratégia de combate à pobreza, parece fundamental como desafio às políticas públicas atuais. Como se sabe, redes informais de comunicação e mobilização estão sendo estruturadas nas comunidades, a despeito das agências governamentais exigirem o associativismo burocrático como condição de acesso às políticas de desenvolvimento rural.
NOTAS 1. Professor Titular da Universidade Federal Rural de Pernambuco, Brasil,
Coordenador do Programa de Pós‐Graduação em Extensão Rural e Desenvolvimento Local (POSMEX) da UFRPE. [email protected]
2. Professora Associada da Universidade Federal Rural de Pernambuco, Brasil,
Vice‐Coordenadora do Programa de Pós‐Graduação em Extensão Rural e rra.com.br Desenvolvimento Local (POSMEX) da UFRPE. mstauk@te
3. Este texto parte de um projeto de pesquisa mais amplo, Políticas Públicas para
el fomento y consolidación del Asociativismo y el Cooperativismo en el Medio Rural de América Latina, desenvolvido interpaíses (Chile, Cuba, Colômbia, Costa Rica e Brasil), em 2007, com financiamento da Rede Universitária das
c o iAméri as em Estudos C operativos e Assoc ativismo (UNIRCOOP). 4. Associativismo Sobre isso, consultar, Departamento de Cooperativismo e
ltura.gov.br(DENACOOP), www.agricu ; http://www.presidencia.gov.br/estrutura_presidencia/seap/; http://www.mda.gov.br/; http://www.setec.mt.gov.br/html/internas.php?tabela=paginas&codigoPagina=14; http://www.mte.gov.br/empregador/EconomiaSolidaria/default.asp; http://www.finep.gov.br/
As ITCPs estão articuladas numa rede que envolve 22 instituições brasileiras 5. de ensino público federal, a maioria de nível superior.
6. Recentemente, o Ministério de Desenvolvimento Agrário (MDA) financiou três
cursos de especialização e um de aperfeiçoamento em cooperativismo para técnicos de várias regiões do Brasil na Universidade Federal Rural de Pernambuco (UFRPE), Universidade Federal de Viçosa (UFV) e Universidade
a o Ido V le dos Sin s (UN SINOS). 7. As OSCIPEs são organizações não‐governamentais que adquirem
reconhecimento oficial e legal por parte do Estado para operar recursos públicos sem fins lucrativos. Vide, por exemplo, a “política pública” do Programa Um Milhão de Cisternas, da rede Articulação no Semi‐Árido
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Brasileiro (ASA). A ASA reúne organizações em prol do desenvolvimento social do semi‐árido. No Brasil, o semi‐árido abrange 86,48% dos estados nordestinos. www.asabrasil.org.br
. Tema discutido e aprovado na reunião da Associação do dia 17 de abril de 8
2007, da qual participamos. 9. Tivemos a oportunidade de participar da reunião ordinária do Conselho
Municipal de Desenvolvimento Sustentável de Chã Grande, em 16 de abril de 2007.
10. Entre os agricultores estão: Amarino Horácio, José de Barros Filho, Wanderley
de Farias, José Davino dos Santos, José Ronildo (vice‐presidente da Associação dos Trabalhadores da Comunidade de Japaranduba), José Alves e Selma.
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Competências para a autogestão: as
oop ra s rurais de Pernambuco, Brasil c e tiva IMMY PEIXE MC INTYRE J
Universidade Federal Ru ONICE FRANCO DE SÁ
ral de Pernambuco – UFRPE, Brasil
RUniversidade Federal de Pe MANUEL SAMPAIO SILVA
rnambuco – UFPE, Brasil
EUniversidade Salgado de Oliveira – UNIVERSO, Brasil
RESUMO • O artigo trata de parte de uma pesquisa interinstitucional, a qual pretendeu estudar as competências para a autogestão de pequenas cooperativas rurais. Nesse artigo, estudamos uma cooperativa de Pernambuco que pudesse sinalizar as competências necessárias ao aperfeiçoamento dos procedimentos organizacionais nas pequenas cooperativas. Na cooperativa estudada, remarcamos o desenvolvimento de competências de aprendizagem pragmática, onde o conhecimento só é considerado um valor a partir de sua aplicação prática nos processos de trabalho. A competência para a aprendizagem permanente na cooperativa demonstrou ser capaz de responder às necessidades de seus associados para apropriação e atualização dos procedimentos de trabalho, ocupando um alto grau de receptividade no contexto cooperativo, ao mesmo tempo, em que se torna uma ferramenta de desenvolvimento de habilidades cognitivas capaz de modificar práticas de trabalho. Assim, a inovação é mais que uma imposição do mercado, é um fenômeno generalizado que passa pela aprendizagem do ontexto das relações de trabalho e pelo ato de tentar fazer as coisas orretamentecc . RÉSUMÉ • Cet article présente les résultats partiels d’une recherche interinstitutionnelle qui avait comme objectif d’étudier les compétences pour l’autogestion de petites coopératives rurales. Ainsi, nous avons étudié une coopérative de Pernambuco‐Brésil capable de donner des pistes sur les compétences nécessaires à l’amélioration des procédures organisationnelles des petites coopératives. Dans notre étude, nous avons remarqué la mise en valeur du développement des compétences d’apprentissage plus pragmatique, où la connaissance n’est considérée valable qu’à partir de la pratique dans les processus de travail. La compétence pour l’apprentissage permanent a été capable de répondre aux besoins des associés pour qu’ils puissent apprendre et être mis au jour des procédures de travail. Pour cela, cette compétence est très bien reçue dans le contexte coopératif et représente un outil de développement des habilités cognitives nécessaires au changement des pratiques de travail. De plus, l’innovation a été vue comme un phénomène généralisé qui nécessite l’apprentissage du contexte des
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relations de t ravail, plus que d’une simple imposition du marché de travail. SUMMARY • This article is part of a research inter‐institutionnel, which sought to examine the skills for self‐management of small rural cooperatives. In this article, a cooperative study of Pernambuco that could signal the skills necessary for improving organizational procedures in small cooperatives. In the cooperative study, emphasize the development of skills of learning pragmatic, where knowledge is only considered a value from their practical application in the processes of work. The responsibility for learning in the cooperative shown to be capable of meeting the needs of its members for ownership and upgrade procedures of work, with a high degree of receptivity in the context cooperative at the same time, which becomes a tool for the development of cognitive skills capable of changing working practices. Thus, innovation is more than an imposition of the market, is a widespread henomenon that involves the learning of the context of labour relations and he act of trypt ing to do things properly. RESUMEN • El artículo trata de parte de una investigación inter‐institutional que visó examinar las competencias de auto‐gestión de las pequeñas cooperativas rurales. En este artículo, un estudio cooperativo de Pernambuco que pode ser indicio de las competencias necesarias para la mejora de procedimientos de organización en pequeñas cooperativas. En el estudio cooperativo, remarcamos el desarrollo de habilidades de aprendizaje pragmático, en donde el conocimiento se considera sólo un valor cuando de su aplicación práctica en los procesos de trabajo. La responsabilidad de la cooperativa en el aprendizaje muestra ser capaz de satisfacer las necesidades de sus miembros para la propiedad y los procedimientos de actualización de los trabajos, con un alto grado de receptividad en el contexto de cooperación, al mismo tiempo, que se convierte en una herramienta para el desarrollo cognitivo de habilidades capaces de cambiar las prácticas de trabajo. Así, la innovación es más que una imposición del mercado, es un fenómeno eneralizado que implica el aprendizaje del contexto de las relaciones aborales y el hecho de tratar de hacer las cosas correctamente. gl
APRESENTAÇÃO
O texto é parte de uma pesquisa interinstitucional, financiada pela Agência Canadense de Desenvolvimento Internacional – ACDI, em que participaram um grupo de pesquisadores de cinco universidades das Américas1. Ele foi produzido a partir dos resultados setoriais da pesquisa realizada pelo grupo de pesquisadores da Universidade Federal Rural de Pernambuco (UFRPE) e Universidade Federal de Pernambuco (UFPE).
Como objeto de pesquisa, essas duas universidades escolheram para o estudo a Cooperativa dos Avicultores e Suinocultores do Alto Pajeú (COPASA), que desenvolve sua atividade agroindustrial no setor da avicuprodu
ltura em Pernambuco, com inserção nas tecnologias de gestão de ção. A presente pesquisa teve como proposta estudar as competências para
50 • • uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008 a autogestão de pequenas cooperativas rurais a partir de uma cooperativa de Pernambuco que favorecesse uma visão das competências necessárias ao a r to e t i q pe feiçoamen dos proc dimen os organizac onais nas pe uenascooperativas rurais.
O interesse justifica‐se pelas dificuldades apresentadas pelas pequenas cooperativas para se inserirem no mercado e se consolidarem como empreendimento. No nosso ponto de vista, os problemas das pequenas cooperativas rurais para se firmarem como organizações sustentáveis estão relacionados com a maneira como elas se articulam e são autogeridas, tanto no nível interno, como no externo ao empreendimento. Essas constatações são frutos de pesquisas anteriores realizadas pelos Comitês Acadêmicos da UNIRCOOP, como: Fatores favoráveis à inovação organizacional no empreendimento cooperativo (20052006), a partir de uma matriz com categorias de fatores favoráveis específicos e transversais nas dimensões político‐administrativo, comunicação, relações organizacionais e de tomada de decisão para a inovação organizacional nas pequenas cooperativas e na pesquisa sobre Acción Cooperativa en el Medio Rural: Herramienta para el Desarrollo Local Sustentable (20042005).
Realizados os estudos prévios, partiu‐se para buscar as respostas capazes de responder à questão de pesquisa: quais são as competências necessárias para a autogestão de pequenas cooperativas rurais numa persp a nt ectiv de desenvolvimento local suste ável, a partir da visão e da experiência dos próprios envolvidos com o setor cooperativo?
Para aprofundarmos o conhecimento sobre a temática em estudo realizamos uma revisão de literatura e nos baseamos em alguns autores, partindo do pressuposto que tanto as organizações quanto os indivíduos são sistemas complexos e dinâmicos ‐ abordagem sistêmica (Senge, 2002). Adotamos também o enfoque de learning organization para discutir as competências em razão de seu relacionamento estreito com o objetivo desta pesquisa. A definição mais simples e corrente é que a competência seria formada pelo conjunto de conhecimentos, habilidades e atitudes. Diversos autores como Picarelli Filho (2002) acrescentou o “saber”, Boog e Boog (2002) acrescentaram o “saber fazer” e o “querer fazer”. Trabalhamos, ainda, a visão francesa (Le Boterf, 1999; Zarifian, 2001) e a americana (Mc Clelland, 1993; Spencer e Spencer, 1993) numa perspectiva de gestão baseada nas competências (Fischer, 2001; Green, 2000; Fleury, 2001), de competências e aprendizagem individual (Nonaka e Takeuchi, 1997) e de aprendizagem organizacional (Prahalad e Hamel, 1990; Senge, 2002) e nas conexões entre aprendizagem e competências (Brandão, 2001). No que diz respeito à gestão das pequenas cooperativas rurais nos apoiamos nos fundamentos teóricos de Dávila (2004); Silva e Dávila (2002) e Mc Intyre e Silva (2000; 2002). Sobre cooperativismo rural e sua relação com o desenvolvimento local nos baseamos nos estudos de Ramos (2003), Isola et al. (2005) e Mc Intyre e Franco de Sá (2006).
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A nossa pesquisa consistiu num estudo de caso exploratório e
interpretativo (Yin, 1984 e 2001) de abordagem qualitativa. O desenho da pesquisa foi qualitativo porque se pretendeu conhecer a forma de autogestão cooperativa do ponto de vista dos envolvidos diretamente na atividade cooperativa. Teve como intenção compreender o processo de autogestão de pequenas cooperativas rurais e para isso trabalhou‐se sempre observando as competências necessárias nas dimensões político‐institucional, econômica, ambiental e social.
Apesar de haver um quadro que define dimensões e subdimensões de estudo adotamos a análise temática (Paillé e Mucchielli, 2003) para a compreensão do processo de autogestão e para categorizar as competências emergentes desse processo. Critérios de veracidade, aplicabilidade, consistência e neutralidade foram observados (Guba e Lincoln, 1989).
Na coleta das informações, adotamos a triangulação dos dados com vista a obtermos mais consistência dos resultados. Neste aspecto, foram realizados estudos documental, observações e entrevista semi‐estruturada. instrumento de coleta foi um roteiro de entrevista semi‐estruturada, egistradas para posterior transcrição. Or 1. CONTEXTO DA COOPER TIVA
O Nordeste do Brasil ocupa uma área de 1.542 mil Km² do território brasileiro, onde estão situados 09 estados, entre eles o Estado de Perna cli
A
mbuco. O ma se caracteriza como um elemento marcante da paisagem que se reflete na sua divisão territorial, em três grandes áreas.
A primeira, região da zona da mata, é marcada pelo alto índice de precipitação pluviométrica, com duas estações bem definidas, verão e inverno, com predomínio da cultura da cana‐de‐açúcar para exportação. Em seguida, temos a região agreste com uma distribuição mais regular de chuvas e com maior susceptibilidade as estiagens, tendo como atividade econômica principal a agricultura voltada para o abastecimento interno do Estado e a pecuária de leite. Finalmente, a região do sertão ou semi‐árido marcada pela baixa precipitação pluviométrica e longas estiagens, pouco propí n cia para a produção agrícola que não seja irrigada. A pri cipalatividade da região é a pecuária, bovina e caprina.
Com o intuito de possibilitar o desenvolvimento da região do semi‐árido pernambucano, desde a metade do século XX, o governo brasileiro vem emprenhando esforços para dinamizar a economia, a partir da estruturação de atividades produtivas que permitam um maior equilíbrio na geração de emprego e renda. Programas de financiamento e apoio à agric a d stenha b t
ultura e pecuária foram desenvolvidos, embor muitas es as ações, m demonstrado um aixo impac o e uma pequena duração. Mais recentemente, na década de 1990, um conjunto de ações foi
52 • • uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008 desencadeado através de programas governamentais para apoiar uma política de desenvolvimento econômico e social no semi‐árido nordestino. Entre esses programas, se destacou o Fundo de Desenvolvimento Constitucional para o Nordeste ‐ FNE, que possibilitou aos pequenos e médios produtores rurais acessarem a recursos financeiros para investimentos priorizando ações através de cooperativas que estivessem integradas em complexos produtivos (Silva, 2008).
No caso da experiência objeto de nosso estudo, a Cooperativa dos Avicultores e Suinocultores do Alto Pajeú (COPASA), esta política apoiou a formação de um sistema agroindustrial ligado à avicultura, a partir de uma lógica de desenvolvimento induzido, via inserção de tecnologias modernas no setor agrícola.
Essa proposta de modernização e industrialização do setor agrícola, apoiada pelo Banco do Nordeste, procurou fomentar um modelo de produção diferenciada, através da aplicação de alto nível de tecnologia, especialização do trabalho voltado para a produção de aves, em larga escala para o mercado regional. Este programa surge a partir da desestruturação do ciclo de atividades oriundo do binômio gado‐algodão, sem grandes perspectivas de crescimento econômico.
O sistema agroindustrial levado a termo na região do sertão do Pajeú, teve como proposta integrar os produtores avícolas, associados à Cooperativa dos Avicultores e Suinocultores do Alto Pajeú (COPASA), fundada em 20 de novembro de 1995, com os agentes fornecedores de insumos, de beneficiamento e comercialização, com um papel de destaque para a Agropecuária Serrote Redondo Ltda., empresa de capital fechado (Silva, 2008).
Nesse projeto, a COPASA, por meio de seus associados, passou a ser o agente de intermediação entre o produtor e as demais organizações do mercado, assumindo o papel de principal fornecer frango de corte, assegurando o fornecimento de matéria‐prima para a agroindústria. Os associados da COPASA se tornaram os principais consumidores de insumos agrícolas, e passam a demandar maior assistência técnica, além de insumos – bens de consumo durável fornecidos pela revenda agropecuária. A agroindústria, por sua vez, disponibilizou pintos, ração e assistência técnica, assegurando a compra dos produtos e o processo de comercialização (Silva, 2008).
Durante a consolidação dos empreendimentos, ocorreu financiamento de 100 galpões para produção de aves de corte, cada um com capacidade para a 1 c f abrig r 0 mil aves a ada 45 dias. Também foi apoiada a ormação de reserva hídrica para consumo dos animais na propriedade (Silva, 2008).
Com a estruturação desse processo, foi transformado o ritmo de produção e de vida, como também o ciclo financeiro ‐ compra, pagamento, venda e recebimento. A relação gerada entre os produtores associados e a agroindústria permitiu um fluxo contínuo e constante de renda na região do semi‐árido marcada pela sazonalidade da produção. As grandes variações
• • 53 uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008 nos ciclos de finanças gerados para os produtores da região trouxeram modificação nas relações de trabalho nas propriedades rurais. Os associados tiveram um incremento na quantidade e na freqüência, pelas entregas periódicas de aves, visto que, a cada 45 dias (em média), os produtos são entregues para o abatedouro. Neste fluxo de pagamento a cooperativa funciona como agente de centralização das operações. Após a entrega da produção e depois de calculado o coeficiente de eficiência de produção, a cooperativa passou a receber os pagamentos pela produção dos cooperados, tendo a incumbência de administrar os resultados financeiros, retendo um percentual para amortização do empréstimo e para saldar as compras efetuadas na loja da cooperativa.
Diante dos resultados alcançados e o volume de recursos financeiros administrados e aplicados em instituições financeiras oficiais ou privadas, os associados da COPASA levantaram a possibilidade de criação de uma cooperativa de crédito. Esta idéia suscitou o apoio do poder político local, a partir de uma proposta de criação de uma cooperativa de crédito para administrar os recursos financeiros da COPASA e dos “copasa”, denominação dada aos integrantes desta cooperativa. Assim, em 20 de dezembro de 1999, com o apoio técnico de um superintendente aposentado do Banco do Brasil, associado à cooperativa, ocorreu a criação da Cooperativa de Crédito Rural do Alto Pajeú (CREDIPAJEÚ) para movimentar todas as perações financeiras dos produtores associados a COPASA. o
2. ESTRUTURA DE FUNCIONAMENTO DA COPASA
A COPASA possui sede própria, com telefone, fax, computadores e acesso à nternet, além de uma revenda de produtos agropecuários. O quadro social da cooperativa é composto por 174 associados que têm como principal atividade a avicultura de corte.
A estrutura de gestão é composta por 01 conselho de administração e 06 m do c l membros não remunera s. Existe um onselho fisca co posto de 06 membros, 03 efetivos e 03 suplentes.
Atualmente, todos os associados são proprietários de terra, e a cooperativa por utilizar um sistema de gestão informatizado, conta somente com o r e03 funci ná ios que desempenham as atividades, todos com nsino médio completo, sendo 02 mulheres.
O nível de participação desses associados nas assembléias gerais ordinárias durante os dois primeiros anos de fundação foi de aproximadamente 80%. Já em 1999 e 2000 a participação declinou para 28% de participação nas assembléias e atualmente encontra‐se em torno de 46% do total de associados.
Em parceria com o SEBRAE2, SENAR3 e Agropecuária Serrote Redondo Ltda., anualmente, cerca de 100 associados recebem capacitação em manejo de aves.
54 • •
uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008
A COPASA utiliza como ferramenta principal de gestão o planejamento das suas atividades articulada à produção da agroindústria. Entre os aspectos analisados pelos dirigentes da cooperativa no processo produtivo para assegurar a competitividade estão as instalações, maquinários e equip l e uamentos que são uti izados pelos concorr ntes locais, de o tras regiões do país e do exterior.
A cooperativa utiliza como ferramenta de comunicação com seus associados, o boletim informativo colocado na sede da cooperativa, o elefone e as reuniões. Atualmente a COPASA é a maior cliente e depositante e recursos financeiros na CREDIPAJEU. td 3. RESULTADOS E DISCUSSÃO
O Comitê Acadêmico reunido em Recife, em janeiro de 2007, construiu uma matriz que objetivava a padronização de critérios a serem pesquisados para a busca de competências de gestão de pequenas cooperativas rurais em diferentes países. Há de se considerar, nesse caso, que a apresentação dos contextos é fundamental para que se entenda que cada realidade é única. No en
ftanto, a padronização permite que se faça uma análise cruzada entre
as di erentes cooperativas. A nossa constatação, ao tentar repassar os resultados encontrados, é
que a matriz engessou sobremaneira essa transposição. Por isso, apresentaremos a matriz, a principio e depois aprofundaremos a discussão, abordando competências e correlacionando‐as com depoimentos que nos parecem importantes para ilustrar a categorização feita. Na matriz original, havia a dimensão ambiental, que nosso caso, não apareceu de forma clara e por isso foi retirada.
Como podemos verificar na matriz acima, as competências destacadas foram:
a) Do ponto de vista da gestão:
• Orientação para mudanças; • Adaptabilidade e flexibilidade diante de um ambiente dinâmico; Busca de soluções para novas situações;
• tados voltados 5•
Cooperação e comprometimento com a busca de resuls;
• ropriados e são planejados; para objetivos compartilhado
erados ap• Os riscos são consid
• Aproveitam oportunidades;
• Possuem iniciativa; Visão compartilhada como base. Dirigentes ins iram os membros a agir. Capacidade de negociação, desenvol endo hab para negociação.
• considerando contexto,
p• v ilidades
4
Estabelecimento de estratégias flexíveis recursos e planos de ação.
e avaliação. • Iniciam a criação de mecanismos d
b) Do ponto de vista do conhecimento: • A aprendizagem contínua para melhorar continuamente o desempenho
• • 55
uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008
ind vidual e col tivo é referida em tod s as entrev stas como ponto forte da cooperativa;
• Há ênfase no desenvolvimento da capacidade de negociação e no conhecimento dos custos de produção e da conseqüência dos mesmos
or parte dos cooperados.
i e a i
nos custos finais do produto, p
c) Do ponto de vista dos recursos: • Uso dos recursos com seriedade e responsabilidade e ênfase também na aprendizagem para esse uso.
d) Do ponto de vista da intercooperação: • c p s nA riação de uma cooperativa de crédito local re re e ta uma grande competência na área de articulação;
as n• O estabelecimento de comunicação horizontal e a valorização da comunicação informal são forças detectad a análise.
Nesta pesquisa centramos nossa atenção, durante as entrevistas, em verificar aquelas competências voltadas para o desempenho dos gestores no manejo e gestão do empreendimento. Portanto, após compararmos os resultados de coleta dos dados com a literatura estudada, no que diz respeito aos fundamentos apresentados por Wood e Picareli Filho (1997) e Oderich (2006), podemos constatar a presença de 06 categorias de competências que se destacam de maneira complementar e transversal em 03 funções da COPASA: social, política e institucional.
56 • •
uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008
INTERCOOPE
RAÇÃO
Articulação
Com o
comércio local
(depende da
cooperativa) e
com o poder
público.
Articulação
também com
SEBRAE e
OCEPE para
cursos.
Comunicação
Relacionam
ent
o interpessoal
efetivo,
respeitando as
diferenças
entre as
pessoas.
RECURSOS
CONHECIMENTO
Formação
Foram oferecidos
cursos, visitas,
treinamentos, de
forma a fomentar
a aprendizagem
contínua para
melhorar
continuamente o
desempenho
individual e
coletivo.
GESTÃO
Planejam
ento
Estratégico
O planejam
ento foi
contingencial, conseqüente ao
desenvolvimento econômico.
Houve orientação para
mudanças: desenvolveram
e
aprimoraram
a adaptabilidade
e flexibilidade diante de um
am
biente dinâm
ico.
Tomada de Decisão
Coletivam
ente, a partir da
busca de soluções para novas
situações.
Operacionalização
Com cooperação e
comprom
etimento com a
busca de resultados voltados
para objetivos
compartilhados
4 .
IMPACTO NO
DESENVOLVIMENTO
Geração de emprego e
trabalho: 500 pessoas
no mercado de
trabalho. 100 famílias
diretamente
beneficiadas.
FUNÇÕES
SOCIAL
MATRIZ DA
S COMPETÊNCIAS PARA AS COO
PERATIVAS RU
RAIS
• • 57
uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008
INTERCOOPE
RAÇÃO
Atores
A Cooperativa
de crédito
(CREDIPAJEU)
oferece
empréstim
os
com taxas m
ais
baixas que os
administrados
por bancos
privados.
Articulação
Para o
desenvolvimen
to de políticas
públicas:
perfuração de
poços e
abastecimento
d’água.
RECURSOS
Tecnológicos
Equipamentos atualizados e
apropriados. Tecnologia de
produção. Capacidade de
utilizar de forma adequada a
tecnologia existente.
Financeiros
Investimentos do Banco do
Nordeste e do PRON
AF5
com valorização da
seriedade responsabilidade
e capacidade de oferecer
resultados em relação ao
capital investido.
Materiais
Uso racional dos recursos
materiais objetivando
elevação de resultados
econôm
icos.
CONHECI
MENTO
Habilidades
Conheciment
o dos custos
de produção
e da
conseqüênci
a dos
mesmos nos
custos finais
do produto,
por parte
dos
cooperados.
Expertise
Capacidade
de
negociação.
GESTÃO
Planejam
ento
Estratégico
Tomam
riscos
apropriados,
planejados,
aproveitam
oportunidades.
Possuem iniciativa.
Tomada de Decisão=
Visão compartilhada
como base. Dirigentes
inspiram
os m
embros
a agir.
Operacionalização
capacidade de
negociação,
desenvolvendo
habilidades para
negociação.
Planejam
ento
Estratégico
estabelecimento de
estratégias flexíveis
considerando
contexto, recursos e
planos de ação.
Iniciam a criação de
mecanismos de
avaliação.
IMPACTO NO
DESENVOLVIMENTO
Ganhos representam
dobro do salário
mínimo nacional para
os agricultores.
Fortalecimento do
comércio local.
Criação da cooperativa
de crédito.
Criação da cooperativa
de crédito local a
partir da COPASA.
FUNÇÕES
ECONÔMICA
POLÍTICO
INSTITUIONAL
58 • •
uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008
3.1. Competência interaci nal para desenvo vimento de suas atividades produtiv s
Presente na cooperativa pela capacidade dos gestores de integrar e interagir as diferentes etapas de produção com os diferentes seguimentos da cadeia produtiva, desde a produção, comercialização e capitalização. Um exem
o la
plo concreto foi a iniciativa de criação e integração da cadeia produtiva do frango da CREDIPAJEU.
Nesse aspecto, no que se refere ao cumprimento da função econômica da COPASA, a cooperativa tem propiciado um ambiente de intercooperação cooperativa no desenvolvimento de suas atividades produtivas.
“E a produção de frango, o emprego que é gerado. Ela gera dinheiro e também é a principal fonte de renda de muita gente. O emprego aqui no comércio depende da criação de frango. E a cooperativa também fez com que fosse criado a CREDIPAJEU e é ela quem é o principal cliente da cooperativa. É a intercooperação. Praticamos o princípio da intercooperação”.(Conselheiro Fiscal)
Também foi possível constatar que a partir dos resultados alcançados com o empreendimento, a cooperativa, desde a sua criação no ano de 1995, tem contribuído para o desenvolvimento local, tanto no que se refere à dinamização da economia local através do aporte de recursos financeiros para o comercio local, como para a geração de renda por meio da criação de trabalho, emprego diretos e indiretos na região refletindo na geração de
da, no consumo, na dinamização do comercio local e na elevação da eita de impostos municipais.
renrec 3.2. Competências para a solução de problemas
Como podemos verificar nas entrevistas, a cooperativa tem demonstrado uma competência para solucionar de maneira satisfatória os freqüentes problemas que se apresentam no desenvolvimento do empreendimento. Neste aspecto, podemos verificar que a cooperativa, no intuito de resolver seus problemas econômicos cotidianos e futuros, tem se articulado com organizações financeiras, com vistas à captação de financiamento de investimentos para ampliar a sua capacidade de produção e assim ampliar o seu mercado de atuação.
“Quando tá muito fora desse parâmetro o técnico vai lá e vai conversar com ele para ver onde ele errou. Vai tentar detectar as causas. Vai conversar com o tratador, com o dono da granja. A avicultura são detalhes (...)” (Técnico)
A partir da parceria com a Cooperativa de Crédito, CREDIPAJEU, à qual os cooperados também são associados, a COPASA dá uma demonstração de visão estratégica para consolidação e fortalecimento do empreendimento. Neste caso específico, a decisão de concentrar todas as suas operações
• • 59 uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008 financeiras na COPASA, tende a propiciar um ambiente de integração de suas atividades cooperativas num sistema cooperativo local. Isto posto, tal decisão de política institucional tem levado a CREDIPAJEU a estimular os investimentos locais, uma vez que a cooperativa de crédito, para remunerar os de de. pósitos, tem que se capitalizar através de investimentos na localida
“A cooperativa de crédito aqui na região é a Credipajeú. O que a gente movimenta aqui é tudo em cima da cooperativa de crédito e daí nós adquirimos equipamentos mais baratos para a criação de caprinos e ovinos. A Copasa tem 100 na agricultura e avicultura e 196 sócios e a Credipajeú tem em torno de 1000”.(Vice‐presidente)
3.3. Competência de aprendizagem para o desenvolvimento das atividades
As diferentes práticas e processos exigidos pela atividade de produção e criação de frango de corte, relatadas nos depoimentos dos entrevistados apontaram para uma preocupação por parte da cooperativa em reduzir o quadro de desconhecimento e desinformação dos seus associados. Neste aspecto, a cooperativa tem se preocupado em implementar programas de forma p a mção específica voltada para a rática agropecuária e ssi ilação de tecnologia no manejo da atividade avícola e conservação do meio ambiente.
Quanto à capacitação para a educação cooperativa, os resultados apontaram particularmente para o fortalecimento da dinâmica associativa articulada com o ambiente local.
“Eu diria que a cooperativa é uma escola. Bota‐se um professor que sabe mais que os alunos, e ele vai ensinar. Só que a cooperativa é de uma maneira diferente. Ela não precisa ir lá por obrigatoriedade. Ele vai porque precisa melhorar. Ele precisa baixar custo. Então isso acontece na cooperativa. (...) O dono do sítio, o associado da cooperativa, construiu um galpão para 10 mil frangos. Ele no início o dono, a mulher e o filho ‐ se tiver filho ‐ vão lá e eles, eles cuidam, cuidam dia e noite do pinto e do frango e tiram um excelente resultado. Ele teve que trabalhar para ter uma conversão alimentar para baixo de 2, um GPD (ganho de peso diário) ótimo, uma mortalidade baixa, para ter um rendimento ótimo. Então quando se faz o resultado final do lote se pega diversos fatores que ele teve durante a produção e se coloca em algumas fórmulas e ele vai te dar o valor que vai receber, que se chama viabilidade do lote.” (Técnico)
“(...) Quando chegou teve que pegar a prática, mesmo sem saber direito teve que aprender. Tinha a orientação do técnico que andava ai e orientava a gente como era. A gente foi pegando. Como estes outros, todos começaram sem prática e aí a gente foi ensinando e ensinando e todo mundo aprendeu.” (Produtor)
“A maioria tinha um pequeno galpão, coisa pouca. Não tinha experiência. Com o financiamento, teve que ter curso para os cooperados e também para os granjeiros. (..) Ninguém sabia como fazer. Ninguém tinha prática de um grande galpão. Tudo era pequeno e aí os galpões para 10 mil galinhas tinham que ter
60 • •
uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008
produção. O preço não foi mais por quilo como estavam acostumados, mais foi por fator de produção. Tiveram que aprender a trabalhar com o fator, senão
a sl s
não tinh lucro. (...) Todo ano tem curso. O técnicos da Serrote vêm e dão curso para os granjeiros, em manejo.” (Conse heiro Fi cal)
Diante das citações acima, podemos supor que no processo de aprendizagem, o tipo de capacitação mais valorizado pela cooperativa e seus associados é, saber fazer. Esta forma de capacitação se sobressaiu no cotidiano de trabalho da cooperativa, no entanto, em nada invalida a importância dos outros saberes. O saber fazer na cooperativa se exprime através das atitudes comportamentais e tende a desempenhar um papel preponderante como elemento integrador das técnicas de trabalho com as competências inovadoras e os processos de produção.
Assim, a aprendizagem permanente representou um determinante para que a cooperativa possa superar suas dificuldades e modificar seus procedimentos de produção a partir da assimilação de novos conhecimentos e assim, responder adequadamente aos problemas cotidianos da cooperativa.
Finalmente, constatou‐se, ainda, que a aprendizagem permanente na COPASA representa um elemento importante aos processos de assimilação de técnicas inovadoras num setor de atividade de alta competitividade, como é o caso do mercado avícola no Estado de Pernambuco.
3.4. Competência no processo de articulação
A COPASA demonstrou uma competência no processo de articulação local interi nstitucional. A articulação é feita tanto de maneira formal comoinformal, dependendo do conteúdo da comunicação.
Assim, a articulação tende a desempenhar um papel preponderante para a materialização das ações com os parceiros internos e externos à coope f d e erativa avorecen o um clima de confiança e resp ito ntre os atores durante o cotidiano de trabalho.
Ainda no que diz respeito aos processos de articulação e comunicação, podemos verificar a presença de atitudes por parte dos dirigentes que favorecem a socialização das informações. Neste aspecto podemos supor que dois fenômenos se apresentam como motivadores da socialização das informações: o primeiro ocorre por conta da necessidade dos participantes de se apropriar da tecnologia para racionalizar e maximizar seus processos produtivos; e o segundo, está relacionado com a necessidade de resolver os problemas diários provocados pelas inovações pela própria atividade que requer um monitoramento permanente, pois m descuido pode acarretar em prejuízos irreparáveis. eu 3.5. Competência de p rticipação para a cooperação
A competência para a cooperação se expressa, sobretudo, por meio das
a
• • 61 uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008 relações institucionais e da comercialização. O elenco de atividades da cooperativa voltadas para a elevação da produtividade faz com os seus cooperados mantenham estreitas relações com a COPASA. Essa atitude tem propiciado o fortalecido da cultura da cooperação e conseqüentemente propiciado ganhos que são materializados de maneira individual e coletiva.
“Eu acho que hoje graças às cooperativas que a gente consegue uma melhorar, sem as cooperativas não teríamos condições de ter um volume de produção. A cooperativa permite negociar preço (..). Então realmente é o grande achado se todo mundo pudesse se associar. E se todo mundo se unisse a força é muito
a cooperativmaior... Todos participam, tem um a que pode negociar (Técnico).
“Sempre participo das reuniões, falamos e reclamamos. Mas a gente ta lá. Participando das reuniões. Semana passada teve uma reunião na COPASA para discutir esta questão do preço. Tinha muita gente. A gente tava discutindo o preço do frango que estava muito baixo. E discutiu também o empréstimo do banco do nordeste, que não queria dar direito a gente de nada. E tudo isso foi discutido (Produtor).
Como podemos verificar nos depoimentos acima, é a partir da participação para a cooperação que é possível remover os obstáculos e superar as dificuldades encontradas no desenvolvimento de suas atividades. Também podemos perceber nas entrevistas uma disposição dos entre c ti a ivvistados para a organização ole va que favorece cooperat a a obter ganhos sociais e econômicos.
Portanto, concluímos que os cooperados, da COPASA, têm demonstrado capacidade para buscar resultados em equipe a partir de uma visão a d in compartilhada e de uma c paci ade para terpretar e comunicar fatos, e com isso promover um ambiente propício à comunicação.
Finalmente, a consciência por parte dos cooperados de que a cooperação é um instrumento importante de organização econômica, tem também propiciado a formação de redes como forma de fortalecimento político para interferir nas formulações de políticas locais. Neste aspecto, podemos supor que muitas das ações da cooperativa tenham uma epercussão direta no combate à exclusão social e na geração de trabalho e enda. rr 3.6. ompetência estr tégica empreen edora
Essa competência é entendida por Oderich (2006) como sendo a capacidade pessoal do indivíduo para uma visão sistêmica no enfrentamento de novos desafios. Neste aspecto, a COPASA tem favorecido entre os seus cooperados a criação de uma visão compartilhada voltada para
C a d
novas maneiras de agir no aproveitamento de novas oportunidades. “Hoje a COPASA é uma cooperativa que tem um projeto em andamento e que não tem previsão de entrada de novos sócios para a área de avicultura. Nós estamos vendo através de reuniões como vai ser à entrada de novos sócios. A
62 • •
uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008
pretensão da diretoria é diversificar as atividades para não ficar numa coisa só. Queremos expandir em outros setores como, agricultura, bovinocultura, caprinocultura e ovinocultura. O nosso propósito é sempre expandir” (Vice‐presidente).
Nesse aspecto podemos verificar que a cooperativa está preocupada em diversificar suas atividades para agregar valores e assim se fortalecer socialmente e economicamente na região a partir de uma visão de futuro. Essa ua patitude tem s justificativa no com ortamento empreendedor de seus participantes e representa um desafio de inovação.
Constata‐se, ainda, a necessidade entre dirigentes e associados, de encontrar alternativas possíveis que propiciem a criação de um clima organizacional que seja favorável às inovações. Neste aspecto, a partir de uma visão estratégica, a cooperativa está buscando o novo para fazer diferente num contexto de mercado altamente competitivo, tendendo a provocar transformações arriscadas no ambiente organizacional. Segundo Mc Intyre et al. (2006) a “abertura ao risco” tende a provocar mudanças comportamentais na organização, que vão se refletir no contexto de trabalho, todas as vezes que a cooperativa se deparar com o novo e desconhecido, pois tende a influenciar diretamente a maneira de trabalhar individualmente e coletivamente, passando a organização a perceber o risco não como uma ameaça, mas como uma oportunidade para que a cooperativa se consolide no mercado.
Assim, baseado nos extratos de entrevistas, a competência estratégica e empreendedora foi uma característica presente na COPASA a partir do desejo de fazer diferente. Esse tipo de competência, quando presente na organização, tende a favorecer as mudanças comportamentais voltadas para o fortalecimento do empreendedorismo, a partir de uma dinâmica que impu malsiona seus participantes a to rem decisões em contextos de incertezas.
Essas decisões, freqüentemente, têm relação com a visão estratégica numa perspectiva de construção coletiva, onde a participação e o entimento de pertencimento tendem a contribuir para a formação dos ovos valores voltados para o empreendedorismo coletivo. sn CONCLUSÕES
Na COPASA, objeto de nosso estudo foi possível observar as competências que são trabalhadas e apropriadas pelos cooperados em 03 funções cooperativas das 04 definidas pelo quadro de análise: a social, econômica e de política institucional. Já em relação à função ambiental pouco foi referido nas entrevistas realizadas. Neste aspecto, podemos levantar duas suposições que justificariam a ausência da categoria para o desempenho da função ambiental por parte da cooperativa.
A primeira suposição tem a ver com o tipo de atividade que ela desenvolve: avicultura. Este tipo de atividade não causa nenhum impacto
uniRcoop • Vol. 6, # 1, 2008 • 63 ambiental, a criação de aves é realizada de maneira confinada com tecnologia de produção e sua lucratividade está diretamente relacionada com o volume de produção. Devido a estes aspectos pouca atenção é dada pela o às vo a b q co perativa políticas ltad s para o meio am iente, uma vez uesuas atividades não geram nenhum impacto nocivo ao ambiente.
A segunda suposição tem relação com o estágio atual de desenvolvimento da cooperativa, uma vez que ela se encontra em plena expansão, necessitando se consolidar num mercado altamente competitivo. Neste aspecto, todos os esforços estão voltados para a elevação da produtividade e comercialização dos seus produtos não dispondo de recursos financeiros para investir em programas ambientais.
Um outro aspecto que remarcamos na nossa conclusão tem relação com as competências para favorecer a intercooperação que estão engajadas de forma a valorizar a eficácia das boas relações institucionais. Este fator tem favorecido o desenvolvimento de competências de aprendizagem pragmática, onde o conhecimento só é considerado um valor a partir de sua aplicação prática nos processos de trabalho. Assim, antes mesmo de se introduzir novos conteúdos que poderão favorecer a formação de novas comp aetênci s, eles terão que ser legitimados pelo contexto das cooperativas.
Nesse aspecto, a competência para a aprendizagem permanente na cooperativa demonstrou ser capaz de responder às necessidades de seus associados para apropriação e atualização dos procedimentos de trabalho. Dessa forma, a aprendizagem ocupa um alto grau de receptividade no contexto cooperativo, ao mesmo tempo, em que se torna uma ferramenta de desen t d ognivolvimen o e habilidades c tivas capaz de modificar práticas de trabalho.
Seguindo a mesma ordem de idéias, não poderíamos deixar de destacar a competência estratégica empreendedora a partir de uma visão de futuro visando a diversificação das atividades cooperativas e conseqüentemente o seu fortalecimento nas atividades econômicas rurais.
Nessa perspectiva, a cooperativa tem plena clareza que a inovação é mais que uma imposição do mercado, ela é um fenômeno generalizado que passa pela aprendizagem do contexto das relações de trabalho, pela aprendizagem de fazer as coisas corretamente, pelo abandono de velhos onceitos que só poderão ser reformulados a partir da implicação dos articipantes no processo produtivo. cp NO S 1. Universidade Federal Rural de Pernambuco ‐ Programa de Associativismo
para a pesquisa, ensino e extesão (PAPE) –BRASIL; Pontificia Universidad Javeriana – Colombia; Fundación Universitaria de San Gil‐UNISANGIL. – Colombia; Universidad de la República DO Uruguay ‐Unidad de Estudios
TA
64 • uniRcoop • Vol. 6, # 1, 2008
Cooperativos; Universidad de El Salvador; Universidade Federal de
rasil. Pernambuco ‐ Núcleo de Saúde Pública e Desenvolvimento Social, B
SEBRAE – Serviço Brasileiro de Apoio a Micro e Pequena Empresa. 2.
3. SENAR – Serviço Nacional de Aprendizagem Rural. 4. “Eles conseguem mostrar muita coisa ao criador. Aqui no sertão tão sem
oportunidade da cooperativa conseguir isso: o sucesso. Quando eu sou sozinho, eu não quero mostrar o meu sucesso porque eu não quero um concorrente. Eu quero trabalhar sozinho. Já a cooperativa, ela vê esse lado e ela consegue se manter. Então realmente é o grande achado se todo mundo pudesse se associar. E se todo mundo se unisse a força era muito maior.” (Técnico).
. Programa Nacional de Agricultura Familiar. 5
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Cooperación y desarrollo local: cooperativas rurales de ahorro y crédito del Sur de
antander, olomb a S C i RICARDO DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA Pontificia Universidad Javeriana, Colombia [email protected] RESUMEN • La Unidad de Estudios Solidarios de la Pontificia Universidad Javeriana ha venido realizando desde 1993 estudios de caso alrededor del tema de éxito e innovación en la gestión cooperativa en cooperativas rurales de ahorro y crédito ubicadas en las provincias del sur del departamento de Santander, en Colombia. El artículo presenta los principales resultados que se han obtenido en la realización de cinco estudios de caso. Se exponen en primer lugar los argumentos principales para destacar cómo las cooperativas hacen parte de un paradigma de ventaja competitiva: los fundamentos de ese paradigma, la especificidad cooperativa, la particularidad de la gestión y la organización cooperativa. El artículo resume los principales aspectos de la metodología utilizada en los estudios de caso realizados entre 1993 y 2005, y culmina planteando, a modo de conclusiones, los principales resultados obtenidos que se resumen en siete aspectos básicos o rasgos comunes que caracterizan dicho enfoque gerencial. RESUMO • A Unidade de Estudos Solidários da Pontifícia Universidade Javeriana vem realizando desde 1993 estudos de caso em torno do tema do êxito e inovação da gestão cooperativa em cooperativas rurais de poupança e crédito situadas nas províncias do sul do departamento de Santander, na Colômbia. O artigo apresenta os principais resultados obtidos em cinco estudos de caso. Expõem‐se, em primeiro lugar, os argumentos principais para destacar como as cooperativas fazem parte de um paradigma de vantagem competitiva: os fundamentos desse paradigma, a especificidade cooperativa, a particularidade da gestão e a organização cooperativa. O artigo resume os principais aspectos da metodologia utilizada nos casos estudados entre 1993 e 2005, e culmina no delineamento, à guisa de conclusões, dos principais esultados obtidos que se resumem em sete aspectos básicos ou traços omuns que r irc caracte izam o d to enfoque gerencial. RÉSUMÉ • L’Unité d’études solidaires de l’Université Pontificia Javeriana a réalisé, depuis 1993 en Colombie, des études de cas sur le thème de la réussite et de l’innovation en gestion coopérative dans les coopératives rurales d’épargne et de crédit des provinces du sud du département de Santander. L’article présente les principaux résultats obtenus dans la réalisation de cinq études de cas. En premier lieu, sont exposés les principaux arguments pour souligner comment les coopératives sont parties prenantes d’un paradigme davantage coopératif : les fondements de ce paradigme, la spécificité coopérative, la particularité de la gestion et l’organisation coopérative.
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L’article résume les principaux aspects de la méthodologie utilisée dans les études de cas réalisées entre 1993 et 2005, puis présente, à titre de conclusion, les principaux résultats obtenus, qui se résument en sept éléments fondamentaux ou traits communs caractérisant un tel mode de gestion. SUMMARY • The Pontifica Javeriana university solidarity studies’ unit has conducted, in Colombia since 1993, a number of case studies on success and innovation in cooperative management, within the rural credit unions in the southern provinces of the Santander Department. This article presents the main results obtained through five such cases. To start with, the main arguments that emphasize the importance of the cooperative paradigm for these cooperatives are put forward: the foundations of this paradigm, the specifics of a cooperative, in its management and in its general organization. The article summarizes the main aspects of the methodology used in the cases studied between 1993 and 2005 and presents, as a conclusion, the chief results obtained which are summed up in seven fundamental elements or common features of such a management method.
INTRODUCCIÓN
Este artículo presenta los resultados de investigación que dan cuenta de un tipo de organización y empresa particular que en el momento actual de crisis que vive el mundo, tiene un gran potencial de desarrollo equitativo, incluyente y democrático. Estos resultados se enmarcan dentro de un proyecto de investigación internacional INTERMAN INNOVATIVE PROGRAMME que desde 1991 se viene realizando en Asia, Africa y América Latina1. A este proyecto se articuló la Unidad de Estudios Solidarios (UNES) desde 1993 y se dedicó a estudiar casos de organizaciones y empresas con mode ilos de gestión ex tosos e innovadores en el marco del sistema de economía solidaria existente en el país2.
En el mundo de las facultades y escuelas de Administración, en Colombia, ha predominado la enseñanza de un paradigma organizacional y empresarial coherente con el modelo de empresa transnacional y multinacional, propia del mundo desarrollado y muy alejado de la realidad empresarial nacional. Este fenómeno se aplica también para la contexto de la empresa y la organización cooperativa, con un agravante adicional consistente en que, en la gran mayoría de estas facultades y escuelas, el fenómeno cooperativo no se conoce y por lo tanto no se enseña y se le tiene relativamente marginado de los procesos docentes e investigativos que llevan a cabo profesores e investigadores.
La Unidad de Estudios Solidarios (UNES) de la Universidad Javeriana, consciente de este proceso de invisibilidad social que sufre el modelo cooperativo en el mundo académico, ha impulsado desde comienzos de la década de los años ochenta el estudio en profundidad de este fenómeno para conocer, tanto el papel que juega en los procesos de desarrollo económico y social que se están produciendo en el país, como el tipo de gestión que se produce al interior de esta organización.
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1. LA CRISIS DEL MUNDO ACTUAL Y EL PARADIGMA DE LA VENTAJA COOPERATIVA
El momento de crisis profunda que se vive hoy en día y que se manifiesta en el aumento imparable de la pobreza, producto del fracaso del modelo de economía centralmente planificado y del creciente proceso de concentración de riqueza que ha generado el desarrollo capitalista, ha vuelto a poner en el orden del día el tema de la cooperativa como una forma organizacional y empresarial que puede potenciar procesos de desarrollo de carácter equitativo, incluyente y democráticos, además de enfrentar favorablemente los procesos de globalización y apertura económica que recorren el planeta entero. Existe hoy en día en el mundo una corriente de pensamiento que valida un campo epistemológico; el campo de la gestión estratégica cooperativa (Ramírez, 2002: 23‐63). Este paradigma plantea claramente la diferencia entre la cooperativa y el paradigma de la firma capitalista, aduciendo que la cooperativa tiene particularidades propias a su identidad, que son las que la conducen a la concentración de la ventaja cooperativa que es el concepto central que desarrolla esta vertiente.
La ventaja radica en la naturaleza misma de la cooperativa que la hace totalmente accesible a toda propuesta de cambio y mejoramiento de situaciones sociales, económicas y culturales. Ramírez (2002) destaca tres aspectos que permiten justificar un campo de conocimiento específico de la gestión estratégica de las cooperativas que son: El campo de aplicación específica que funda la teoría en estrategia cooperativa sobre una base ontológica de su objeto de estudio, denominado el paradigma de la cooperativa. El reconocimiento de una multiplicidad de actores y entornos; ya sea la presencia de una categoría de actores en interacción con la empresa que les es común (Vienney, 1980), o la interacción cooperativa al interior de un aparataje complejo de integración cooperativa (Blanco, 1991), o la cooperativa vista como variedad de grupos que adoptan una empr Prévost, Davis y Spear, todos ellos citado
esarialidad cooperativa (Malo, s en Ramírez, 2002: 23‐63). Un tercer aspecto corresponde a la necesidad de nuevas herramientas y
teorías en estrategia cooperativa; ya que todo modelo o técnica de gestión ligada a los valores o a los principios de cooperación debe reproducir esos valores o respetar esos principios. El objetivo es el de concebir nuevas herramientas de gestión conformes a las realidades cooperativas (Prevost, 1990), planteamiento que ha sido retomado por Lafleur (2002) para producir una propuesta de teoría de la estrategia propia de la cooperativa, fundamentada en el modelo de los ocho desafíos como base para producir acciones estratégicas. En esta propuesta, lo importante es que el objeto de la estrategia se entienda en forma diferente a como lo hace el paradigma que representa a la firma de capital accionario3.
Ramírez (2002) define el paradigma de gestión estratégico como el conjunto de valores y supuestos de la gestión que le da legitimidad al despliegue de las acciones estratégicas de la organización en cuestión y
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define tres elementos que son el fundamento de la ventaja cooperativa. El primero corresponde al propósito de la formulación estratégica en la cooperativa que corresponde al servicio y a la calidad en el servicio y permite diferenciar claramente la gestión de la cooperativa de la gestión en general; da pie para plantear cuatro criterios de diferenciación e identificación esenciales a la cooperativa: a) la participación en la propiedad : propiedad común; b) la participación en el poder : una persona, un voto; c) la participación en los resultados : según el uso de los servicios; y d) la participación comunitaria.
El segundo concierne a la filosofía de gestión que se define como el conjunto de valores y supuestos sobre los que se basa y se justifica la acción cotidiana de la gestión estratégica, siendo muy importante la coherencia y la congruencia que deba existir entre el contenido teórico de la estrategia y la forma de emprender el proceso, así como entre la creencia, los valores y supuestos, sobre los que se basa la gestión de la cooperativa. Entre los valores más reconocidos se encuentran la mutualidad, la autonomía, la justicia distributiva y la lealtad basada en la confianza. Este último, aunque no es exclusivo de la cooperativa, se potencia entre los interesados por ésta gracias a la estructura del modelo (Ramírez, 2002: 44‐46). Se da así la posibilidad del descubrimiento de una forma particular de gestión, sustentada en una serie de valores y principios propios de la doctrina cooperativa, que se convierten en los parámetros para la evaluación de dicha gestión y son la base para la generación de ventajas competitivas.
El tercer fundamento se refiere al modo de gestión de la formulación estratégica de la cooperativa que se alimenta de dos conceptos, el primero relacionado con la “concepción” de la estrategia y el segundo con el de “liderazgo” en el proceso y que, al parecer de Prévost, citado por Ramírez (2002: 44‐46), alimentan el modo de gestión y se convierten en una de las características de la estrategia cooperativa. Este modo tiene que ver con el empoderamiento que pueden tener los actores dominantes en la definición del contenido y la forma que tome la estrategia, elemento capital para la formulación y el éxito de la estrategia realizada. La formulación de la estrategia en la cooperativa no es un proceso neutral sino un proceso que mplica la elección de un enfoque teórico, que debe considerar el paradigma e la cooperativa, es decir, el paradigma de la ventaja cooperativa. id 2. LA ESPECIFICIDAD COOPERATIVA
La anterior corriente de pensamiento se complementa con los planteamientos que hace Bastidas (2004: 32‐36), quién considera necesario profundizar en las razones que permiten identificar las peculiaridades de la cooperativa. Apoyándose en la definición de cooperativa que la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) aprobó en el Congreso Internacional de Manchester, en 1995, a la que complementa con los planteamientos de valores y principios, identifica cinco peculiaridades que conforman lo que él
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llama la especificidad cooperativa y que son las siguientes: a) La cooperativa tiene una dimensión asociativa y una dimensión empresarial, que constituye una condición fundamental y diferenciadora de la estructura y el funcionamiento de la cooperativa; b) La cooperativa como una asociación autónoma de personas, quiénes asumen la dirección y el control de la actividad empresarial; c) La cooperativa como empresa de propiedad comú a fundn; d) La responsabilidad social c racterística amental de la cooperativa; y e) El no ánimo de lucro.
Como se puede apreciar entonces, la propuesta de la especificidad cooperativa permite tener en cuenta elementos adicionales a los planteados en el apartado anterior, que consolidan la idea de la cooperativa como una forma de organización y empresa que tiene diferencias sustanciales en comparación con las otras organizaciones y empresas con las que convive otidianamente, tales como las empresas capitalistas, públicas, mixtas y amiliares. cf 3. EL GOBIERNO COOPERATIVO, EL NÚCLEO BÁSICO, EL CRITERIO
DE IDENTIDAD Y LA FUNCIÓN GERENCIAL COOPERATIVA
Teniendo en mente que el fracaso de una cooperativa afecta a muchas personas se ha desarrollado el concepto de gobierno cooperativo, entendido este como el conjunto de instituciones y normas mediante las cuales los asociados controlan el cumplimiento de los objetivos que se ha fijado la cooperativa (Coque, Dávila y Mataix, 2000) el cual tiene relación directa con la participación del asociado en la vida de su organización. Como anota Coque (2003: 74‐75), lo interesante en el caso cooperativo es que el gobierno empresarial se identifica con la participación ya que refleja una cultura organizacional fuertemente condicionada por principios y valores donde la democracia y la participación tienen una amplia resonancia. Como expresión del gobierno cooperativo se desarrolló, en un estudio anterior, el concepto de núcleo básico (Dávila y Forero, 1987), concepto utilizado para representar el espacio de gestión en la cooperativa, en lo que tiene que ver con la dirección y el control y en él se expresa correctamente el gobierno cooperativo, que estaría formado por los asociados directivos y la gerencia.
El gobierno cooperativo estaría constituido por la asamblea general, el consejo de administración (la dirección), la junta de vigilancia (el control) y la gerencia o unidad de coordinación. Al gobierno le corresponde cohesionar y desarrollar los diversos elementos presentes en la dimensión asociativa y la dimensión empresarial de la cooperativa, así como los recursos financieros y materiales a su disposición. De igual manera tiene la obligación de preservar la identidad cooperativa.
Al tratar el tema de gobierno en el contexto cooperativo y rescatar la importancia de la existencia de una cultura organizacional participativa y democrática, toma nuevamente importancia el criterio o principio de
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identidad cooperativo como criterio diferenciador, como rasgo común fundamental cooperativo (Dávila, 2004: 42), ya que hace referencia al doble papel que juega el asociado, ya sea como dueño y como usuario de la organización de la que es propietario. Al contrario de lo que sucede, por ejemplo, en la empresa capitalista donde el accionista juega principalmente le rol de dueño.
Finalmente, el planteamiento de identificar a la cooperativa como una forma particular y específica de organización, empresa y gestión, se complementa cuando se toma en consideración el concepto de función gerencial cooperativa que desarrollan Laflamme y Roy (1995), según el cual esta función esta conformada por cinco grandes actividades o funciones; la función de carácter socioeconómico, la función de movilización social, la función de habilidad empresarial en cuanto innovación, ínter cooperación y desarrollo comunitario, la función administrativa y la función de coordinación de áreas específicas. En este planteamiento se puede considerar que las tres primeras funciones son propias y características del odelo cooperativo en tanto que las dos últimas son compartidas con los tros modelos de empresas y organizaciones. mo 4. A NIZACIÓN SOLIDARIA
Para el caso de Colombia (Dávila, 2004: 33), hablar de la organización solidaria tiene importancia, dado el desarrollo de una práctica social empresarial y organizacional normativizada por una propuesta legislativa que basada en la constitución de 1991, la ley 79 de 1988 y la ley 454 de 1998, da origen al sistema de economía solidaria y que en esta última ley contiene una definición de principios solidarios y un marco conceptual para dicho sistema, que en principio acoge a cooperativas, fondos de empleados y asociaciones mutuales pero que puede amparar a un buen número de entidades, organizaciones, empresas e instituciones si nos escudamos en la definición del sistema colombiano de economía solidaria expuesto en el artículo 2 de la ley 454 de 1998, que lo define como "un conjunto de fuerzas sociales identificadas con prácticas solidarias, autogestionadas, democráticas y humanistas, con ánimo de servicio más que de lucro y que adem
L ORGA
ás, están interesadas en el desarrollo integral del ser humano…” (Congreso de la República de Colombia, 1998).
Entonces, para el caso colombiano existe una legislación que acoge y a fuerza legal al tipo particular y específico de organización y empresa que e ha venido presentando en los apartados anteriores. ds 5. LA CUESTIÓN METODOLÓGICA
La cuestión metodológica se tradujo en la utilización del método de estudio de caso para llevar a cabo la investigación. Tomada esta decisión se discutieron los criterios que deberían tener los casos escogidos. También se
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definieron los elementos centrales que debían contener éstos y las principales variables a investigar.
El estudio de caso es un estudio a profundidad que está orientado a la descripción e interpretación de una situación particular, que da más importancia a la comprensión del fenómeno estudiado que a la medición, ya que interesa principalmente entender las dinámicas presentes dentro de un proceso y a extraer de fenómenos concretos, las particularidades propias y las dificultades del objeto de estudio (Silva y Dávila, 2006).
Ramírez (1999:13), interpretando a Yin, menciona que el estudio de caso como metodología de investigación en Ciencias Sociales y específicamente en administración y dirección, se constituye en una valiosa alternativa investigativa, más aún en medios como el latinoamericano tradicionalmente dependiente de la literatura anglosajona, dado que permite identificar y rescatar un buen número de prácticas gerenciales innovadoras.
El instrumento básico es la triangulación de métodos, combinando la utilización de técnicas cuantitativas y cualitativas; las primeras facilitan la comprensión del fenómeno estudiado y las segundas permiten la medición de algunos de los aspectos considerados importantes en el transcurso de los estudios realizados. Otra característica del estudio de caso es el uso de información construida o suministrada por los mismos actores del caso.
Hasta la fecha se han realizado seis estudios de caso, cinco de ellos en el sector cooperativo, Central cooperativa de promoción social, Coopcentral (C1) entre 1993 y 1995 (Dávila y Silva, 1996), Cooperativa de Servicios Múltiples de Barichara, Comulseb (C2) en los años 1997 a 2000 (Dávila, 2002), la cooperativa de ahorro y crédito para el desarrollo solidario de Colombia, Coomuldesa (C3) 1997 a 1999 (Bucheli, 2002), la cooperativa de ahorro y crédito del Valle de San José (C4)(Dávila, 2003) y la cooperativa de ahorro y crédito de Guadalupe, Multicoop Ltda (C5) (Dávila 2004). Un sexto caso se realizó en los años 2000 y 2001 y estudió el caso de una fundación campesina dedicada a la promoción social y el desarrollo productivo, el caso de la Fundación San Isidro en Duitama, Boyacá (Pérez et al, 2000).
El primero caso, Central cooperativa de promoción social, Coopcentral (C1), corresponde a una central cooperativa de carácter regional que desarrolla intermediación financiera con presencia en varios departamentos del país; el tercer caso, la cooperativa de ahorro y crédito para el desarrollo solidario de Colombia, Coomuldesa (C3), es una cooperativa financiera tiene una cobertura regional manteniendo presencia en 10 municipios del sur de Santander y los tres casos restantes, la Cooperativa de Servicios Múltiples de Barichara, Comulseb (C2), la cooperativa de ahorro y crédito del Valle de San José (C4) y la cooperativa de ahorro y crédito de Guadalupe, Multicoop Ltda. (C5), son cooperativas de ahorro y crédito de ámbito local, la primera de ellas es multiactiva y las dos restantes son especializadas.
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Los cinco casos estudiados se encuentran ubicados en un territorio determinado, el sur del departamento de Santander, Colombia, en el cual se encuentran tres provincias muy reconocidas por sus identidades culturales, religiosas y políticas, las provincias de Guanentá, Comunera y de Vélez. Este territorio tiene una población aproximada de 500.000 personas, asentados en 52 municipios, en los cuales predomina una economía campesina diversa, heterogénea, dinámica y poliactiva. Las bases sociales de las cooperativas estudiadas están conformadas en buena parte por pequeños y medianos productores campesinos, empleados y funcionarios, maestros y profesores, comerciantes, transportadores, artesanos, amas de casa y estudiantes.
Las técnicas de recolección de información que se utilizaron en cada no de los cinco casos se pueden apreciar en el cuadro 1. u
CUADRO 1 Técnicas de recolección de información utilizadas
Técnicas usadas Caso 1 Caso 2 Caso 3 Caso 4 Caso5 Coopcentral Comulseb Coomuldesa Valle de San Multicoop José Revisión Bibliográfica XX XX XX XX XX Informes y estudios Análisis Documental XX XX Entrevistas en XX XX XX XX XX Profundidad Encuestas XX XX Asociados Grupo Focal XX XX XX XX XX F uente: Elaborado con base en los estudio de casos individuales
6. LOS PRINCIPALES RESULTADOS CENTRADOS EN LA CARACTERIZACIÓN DEL ENFOQUE GERENCIAL Y ORGANIZACIONAL ENCONTRADO
Los principales resultados de los estudios realizados se centran en aspectos que tienen que ver con la caracterización de un enfoque gerencial y organizacional particular. En todos los casos estudiados los resultados hallados se pueden plantear en términos de los aspectos complejos de la administración, que son comunes a los casos analizados y al papel que juegan en el desarrollo rural y local y a enmarcarlos dentro de la teoría de las organizaciones y la gestión. Para el efecto se va a hablar de siete aspectos básicos o rasgos comunes que caracterizan dicho enfoque gerencial.
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6.1. Son organizaciones privadas con preocupaciones públicas y sociales
Los estudios de caso realizados se caracterizan porque asumen un grado de compromiso, hacia los objetivos de carácter social que hace borroso el límite entre la acción pública y la acción privada, con las diferencias propias de una realidad diversa y heterogénea. Esta situación es más evidente cuando la experiencia se ubica en un contexto local o rural, donde la existencia de una organización del tamaño y las implicaciones que tienen las cooperativas estudiadas, las convierten en actor de primer orden, tanto en el nivel municipal como en el regional, en el cual actúan, ya que es en estos espacios donde se aprecia claramente el gran potencial que significa para mu s t , la co nidad en la cual e encuentran inscri as al manifestarse como activos agentes de desarrollo.
Son organizaciones en las que prevalece la preocupación por el bienestar general y por la comunidad, antes que el bienestar individual. Las cooperativas representan un modelo donde la preocupación por el otro, la úsqueda de la ayuda mutua y el deseo de satisfacer las necesidades, son lementos centrales que las caracterizan. be 6.2. Son organizaciones basadas en el poder de la acción colectiva
Los casos estudiados son una muestra de lo que se puede lograr con la puesta en marcha de la acción colectiva. Las cooperativas recurren de manera genuina a los valores democráticos, ya que los consideran un principio básico de acción que les permite diferenciarse de las otras organizaciones y empresas con las que conviven y compiten cotidianamente, en las que el capital es un elemento definitorio de poder. La existencia de un principio democrático es lo que permite que la gente piense, decida y actúe por sí misma. La acción colectiva que se expresa en las cooperativas estudiadas es una forma de expresión autónoma, que parte de unas comunidades que han decidido asumirla para poder mantenerse articuladas al modelo de desarrollo que se está implementando en el país y vitar, de esta manera, la exclusión y marginamiento que genera la escasa resencia del estado en los municipios donde se encuentran. ep 6.3. Son organizaciones fundamentadas en la cultura local
Los casos estudiados se caracterizan por la habilidad que tienen para construir una capacidad organizacional y de gestión basada en las costumbres y la cultura local. Al contrario de ciertos estilos administrativos que ignoran y no tienen en cuenta, conscientemente, los valores tradicionales y las costumbres locales, como lo mencionan Samper y Dávila (1995:13). Los casos estudiados incluyen patrones informales de comportamiento tales como la confianza, el conocimiento que genera la vecindad, los alzos de sangre. La identidad cultural, política y religiosa, cuando se trata de reclutar empleados, otorgar un crédito, diseñar un nuevo servicio.
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6.4. Son organizaciones y empresas diferentes
Al modelo organizacional de empresa multinacional o grande y mediana empresa nacional, en aspectos tales como los objetivos, la misión, la estructura organizacional, las prácticas gerenciales y electorales, ya que constituyen un paradigma propio de empresa que se denomina la ventaja cooperativa (Ramírez, 2002: 29‐30). Las cooperativas desarrollan un esquema organizacional y de gestión apropiado para su medio económico, social, cultural y político. En este rasgo las diferencias de comportamiento se acentúan más, ya que alguna de las cooperativas estudiadas da mayor mportancia a la dimensión empresarial que a la dimensión asociativa, roducto del desconocimiento que se tiene del modelo. ip 6.5. Son organizaciones que desarrollan una gestión social basada en
valores
Las cooperativas estudiadas son casos típicos donde la gestión se ha basado en valores de honestidad, confianza, liderazgo, compromiso y transparencia. La existencia de estos valores fue el elemento central que les permitió a la mayoría de ellas (4 de 5) superar los efectos de la crisis del sector financiero que se dio en los años 1997 a 1999 en el país, que acabó no sólo con 49 cooperativas financieras y los tres bancos cooperativos que existían para la época, sino con varias de las instituciones financieras privadas y estatales que conformaban el sector financiero colombiano. Fue la confianza de los asociados en los núcleos básicos honestos y comprometidos que los dirigían, lo que propicio que rodearan a sus cooperativas y no las abandonaran en plena crisis
6.6. La cooperativa, una empresa de participación
En los diversos estudios realizados por profesores españoles reunidos en la Escuela de Estudios Cooperativos, de la Universidad Politécnica de Madrid, España, se ha venido planteando una teoría de organización, gestión y empresa que tiene que ver con la participación. Para ellos, las cooperativas son antes que nada empresas de participación (García‐Gutiérrez, 1988), en la que se produce una participación interna, los diferentes modos que permiten a los asociados implicarse en su cooperativa y una participación externa, las relaciones que cada cooperativa establece con su entorno (Coque, 2003: 66). Lo que se prioriza en este planteamiento es todo aquello elacionado con la cultura organizacional participativa y democrática que se ncuentra tanto en la teoría como en la práctica cooperativa. re 6.7. El liderazgo, un elemento fundamental
El modelo cooperativo es un modelo que da importancia a la imagen del líder al interior de la organización. Pero a un líder que debe reunir una serie
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de características básicas que le permitan comprender el papel que esta propuesta puede jugar en una situación determinada. Este ha sido un aspecto que ha tenido especial relevancia en las cooperativas estudiadas ya que han mostrado ser un medio propicio para el desarrollo de un tipo de liderazgo más individual que colectivo. Este proceso comenzó con base en una experiencia de desarrollo endógeno que se llevó a cabo en las provincias del sur de Santander, impulsado por el Secretariado de Pastoral Socia l de la Diócesis de San Gil y Socorro en el sur del departamento de Santander.
Este proyecto contó con recursos de la cooperación internacional. El territorio donde se ubican las cooperativas estudiadas, muestra como una característica interesante de analizar, todo aquello que tiene que ver con la evolución que se ha venido dando en el liderazgo. De un liderazgo centrado en las personas a un liderazgo centrado en la acción colectiva, que entiende la importancia de las decisiones consensuadas frente a las decisiones por mayoría, a pesar del tiempo que el consenso demanda. Este avance que se ha dado en la relación entre el asociado y la cooperativa, se manifiesta principalmente en la consolidación de un núcleo básico en el cual los difere ntes actores presentes (directivos y gerencia) juegan papeles que pretenden darse en el marco de una gestión democrática y participativa.
Este momento se produce en el ciclo de vida de empresas que se acercan ya a medio siglo de existencia, donde el tiempo que la experiencia ha logrado sostenerse se considera un factor de éxito. Es decir, que las cooperativas estudiadas. han logrado superar una nueva fase en su proceso de desarrollo y evolución. Corresponde a la experiencia que ha desarrollado una segunda generación, en todas las cooperativas estudiadas. La generación que viene después de la generación de los impulsores y primeros cooperativistas que se comenzaron a producir en el país.
CONCLUSIONES
Los r dos estudios ealiza permiten llegar a las cuatro siguientes conclusiones:
En primer lugar, con base en los cinco casos estudiados se puede plantear que en el modelo organizacional y empresarial cooperativo contiene una serie de elementos desde los cuales se pueden construir ventajas competitivas. Esto parece evidente para el caso de las cooperativas rurales de ahorro y crédito (CRAC). También es clara la necesidad de realizar un mayor número de estudios en otras regiones del país, para iniciar un proceso de comparación y análisis de las diferentes experiencias, que a este nivel existen en Colombia.
Por otra parte, se confirma el papel que las CRAC pueden desarrollar como activos agentes de desarrollo local y rural. Uno de los principales aportes, que de manera reiterativa presentan los casos estudiados al interior de las comunidades en las cuales se desenvuelven, es su papel como
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agentes dinamizadores de la cultura local y el de representar la experiencia empresarial más importante que existe en dichos territorios.
Una tercera conclusión indica que relacionando el marco teórico con los resultados obtenidos se puede apreciar que el mayor reto que se le puede asignar a las cooperativas rurales de ahorro y crédito es el de ampliar la capacidad social y creativa, tanto en asociados como en la comunidad, de los conceptos esenciales que conforman el modelo; democracia, solidaridad, participación y autogestión. Debe hacerlo partie n e e e trndo de la co sid ración de aprendizaje social que se ncu n a detrás de la forma cooperativa que representa la cooperativa.
Finalmente, las cooperativas estudiadas, excepto en el caso de Coopcentral, han logrado conjugar los elementos de empresa, asociación y comunidad, en una reunión que ha sido posible porque quienes las vienen conduciendo en sus últimos años tienen relativamente claro que la misión que debe cumplir la organización, es la de satisfacer las necesidades que ienen sus dueños, es decir los asociados que las conforman, y la omunidades en las cuales están inscritas. tc NO S 1. Este proyecto internacional ha sido impulsado desde 1991 por INTERMAN
(Internacional Management Development Network) y tiene como objetivo principal realizar procesos de investigación alrededor del tema éxito e innovación en la gerencia, con base en estudios de caso. Se ha llevado a cabo en 17 países de Asia, Africa y América Latina. EL coordinador para América Latina ha sido el profesor Carlos Dávila L. de G. de la facultad de
TA
Administración de la Universidad de los Andes, Bogotá (INTERMAN, 1991). 2. Con el apoyo de la red UNIRCOOP (Red Universitaria de las Américas en
Estudios Cooperativos y Asociativos) que agrupa a 22 universidades del continente con programas docentes e investigativos alrededor de estas áreas de estudio, se ha impulsado la realización de tres estudios de caso nacionales y tres estudios de caso internacionales.
3. Lafleur analiza los enfoques de estrategia para su momento y reflexiona acerca
de los enfoques de la construcción de teoría en estrategia, el análisis estratégico de la cooperativa y los desafíos cooperativos desarrollando un modelo integrador de la estrategia y los desafíos. Plantea 8 desafíos que son los siguientes (Lafleur, 2002):
a. Desafío del buen gobierno cooperativo: Estructura organizacional diferente a la de la empresa tradicional en razón a la propuesta caracterizada por los siguientes elementos; Un miembro = un voto y Asamblea con pleno poder. Se traduce en el derecho y en la obligación de participar por parte de los miembros.
b. Desafío de la Inversión y la Capitalización; caracterizado por remuneración limitada al capital invertido, miembro = usuario, reserva inalienable e inversión y capitalización principalmente en manos de los asociados.
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c. Desafío de la intercooperación dada por agrupación en federaciones o
confederaciones donde las cooperativas de base son dueñas de la “Oficina Central” y no al revés.
d. Desafío del Servicio / Producto; el fin de la cooperativa es el de responder a una necesidad con un servicio o producto a precios competitivos, más allá de la relación calidad/ precio, en el cual la personalidad cooperativa agrega valor al producto o servicio.
e. Desafío de los valores cooperativos donde no se puede negar la entrada a ningún participante del proyecto cooperativo y la oferta del producto o servicio se da a todos por igual y buscando dar respuesta a una misma necesidad proveniente de diferentes miembros que tienen diversas solicitudes.
f. Desafío de la Relación de Uso donde el desarrollo se concibe en torno al conjunto de productos y servicios relacionados con una necesidad de sus miembros, por ello la cooperativa está “ligada y cautiva” a esta situación y
i e u lel objet vo s maximizar la relación de so y no el retorno sobre a inversión.
g. Desafío del Desarrollo; según el cual la cooperativa está orientada a generar una dinámica de desarrollo local pues mientras mas saludable sea
n lla comu idad, as condiciones serán más favorables para el desarrollo de la cooperativa.
h. Desafío de la Educación Cooperativa, educar a los asociados para que puedan visualizar los valores de la cooperativa como un valor agregado de la operación y para que el miembro‐usuario valore el producto o servicio cooperativo sobre el de la empresa tradicional.
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esaparición de cooperativas de ahorro y résta o M xico
dp m en é GRACIELA LARA GÓMEZ Ug
niversidad Autónoma de Querétaro, México [email protected] RESUMEN • A partir de un recorrido histórico del movimiento cooperativo de ahorro y crédito popular en México de 1951 a 2001, se analizan los elementos del ambiente organizacional que han propiciado la desaparición de cooperativas de ahorro y préstamo. En el presente estudio se aborda la perspectiva teórica de la ecología poblacional, que considera a las organizaciones como parte de los procesos de selección natural, planteando que aquellas que no se adapten a su ambiente de referencia, invariablemente desaparecerán. Para ello, se seleccionaron dos elementos centrales: el contexto legislativo y los fraudes perpetrados a través de cooperativas. Pudo establecerse que desde su fundación, las Cajas Populares han operado en un ambiente técnico e institucional débil, en el cual han predominado problemáticas vinculadas con la regulación lo que demuestra por una parte la inexistencia de una ley para las cooperativas de ahorro y préstamo, y por otro lado; inconsistencias en la regulación existente. Todo ello ha contribuido en diferentes épocas al nacimiento de nuevas organizaciones de este tipo que, en l corto plazo, han desaparecido principalmente por haber sido utilizadas nadecuadaei mente en perjuicio de los asociados. RESUMO • A partir de uma perspectiva histórica do movimento cooperativo de poupança e crédito popular no México, de 1951 a 2001, analisam‐se elementos do ambiente organizacional que tem provocado o desaparecimento de cooperativas de poupança e crédito. No presente estudo aborda‐se a perspectiva teórica da ecologia populacional, que concebe as organizações como parte dos processos de seleção natural, considerando que aquelas que não se adaptam a seu ambiente de referência, invariablemente desaparecerão. Para este estudo foi seleccionado dois elementos centrais: o contexto legislativo e as fraudes executadas por meio das cooperativas. Pode‐se observar que desde sua fundação, as caixas populares têm operado em um ambiente técnico e institucional frágil, no qual predominam problemas vinculados à regulação, o que demonstra, por um lado, a inexistência de uma lei para as cooperativas de poupança e crédito, e, por outro, inconsistências na regulação existente. Todo isso tem contribuído, em diferentes épocas, ao nascimento de novas organizações desse tipo que, em curto prazo, desaparecem, principalmente, em virtude de terem sido utilizadas inadecuadamente, com prejuízos aos associados. RÉSUMÉ • On fait une analyse des éléments de l’ambiance organisationnelle qui ont provoqué la disparition des caisses d’épargne au Mexique. Il s’agit
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d’une recherche qui fait un parcours chronologique de ce mouvement du coopératisme populaire situé entre l’année 1951 et l’année 2001. On a fait cette étude depuis une perspective théorique de l’écologie de la population, étude qui analyse les organisations comme des éléments qui font partie du processus de sélection naturelle en stipulant que toute organisation qui n’ait pas la possibilité de s’adapter à son environnement naturel de référence est condamnée à disparaître. Cette recherche porte sur deux aspects centraux, à savoir celui de la loi et celui qui fait référence aux fraudes qui ont été commises à travers les caisses d’épargne et le coopératisme. La participation de la part du gouvernement mexicain en ce qui concerne la mise en pratique d’une loi pour réglementer le coopératisme au Mexique par rapport à la législation de ces organisations a été plutôt faible. Cette situation démontre qu’il n’y a ni loi ni législation effective qui fasse face à cette problématique. Ce fait de ne pas avoir une loi qui aide à bien faire fonctionner le coopératisme au Mexique a contribué à la naissance et à la disparition de différentes caisses ’épargne, fait qui vient affecter directement l’image qu’on a de ces rganisationdo s économiques et surtout, le patrimoine des associés. SUMMARY • The elements of the organizational atmosphere that have favored the disappearance of popular credit unions are analyzed from the historical journey of the cooperative movement of savings and popular credit in Mexico from 1951 to 2001. In this study, the theoretical perspective of the ecology of the population is approached, which considers the organizations as part of the natural selection process, stating that those who do not adapt themselves to their environment of reference will disappear. Two main elements were chosen for this: the legislative context and frauds perpetrated through cooperatives. It was established that since its foundation, the Popular Credit Unions have been working in a weak technical and institutional environment in which problems linked to the regulation have predominated. On the one hand, this shows the inexistence of a law for the popular credit unions, and on the other hand, inconsistencies in the existing regulations. All this has contributed, in different periods, to the origin of new similar organizations hat have disappeared within a short time, mainly for being used inadequately o the detriment of the associates. tt
INTRODUCCIÓN
Para explicar las causas que propician la adaptación o desaparición1 de las organizaciones de ahorro y crédito popular mexicanas a su medi a n e ro ambiente organizacional de referenci , es ec sario conoce un poco de su historia.
Para Velásquez (1991) es innegable que el antecedente más significativo de las cooperativas de ahorro y préstamo mexicanas es sin duda, la fundación de las cajas populares que fueron organizaciones creadas con la intención de apoyar a los sectores económicamente desprotegidos y librarlos del agio imperante. Los inicios del movimiento se remontan al año de 1949, cuando gracias a las gestiones del sacerdote Pedro Velázquez Hernández, los presbíteros Carlos Talavera y Manuel Velázquez Hernández,
84 • • uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008 tienen acceso a la Universidad de San Francisco Javier en Antigonish, Nueva Escocia, Canadá, con la finalidad de estudiar métodos de educación popular. Sin embargo, durante su estancia en Canadá, se encontraron con unas organizaciones conocidas bajo el nombre de caisses populaires. A su regreso, los presbíteros plantearon la posibilidad de difundir en México la doctrina aprendida con el propósito de atenuar las necesidades del pueblo, promoviendo aquel modelo, el cual se adecuó a la realidad mexicana.
El proceso de integración propuesto contemplaba la asociación de individuos de la clase trabajadora, cuyos principales objetivos fueron combatir la usura y promover la educación. Así el ahorro en común fue fundamental para proveer a los asociados de préstamos con un interés razonable y sin ánimo de lucro. Éste fue el principio de un movimiento que oficialmente se fundó en 1951 y que adoptó su nombre de las cajas de Quebec.
En breve tiempo, las cajas populares mexicanas dejan de ser manifestaciones aisladas y de escasa trascendencia, para convertirse en entidades con una función social, ocupando un espacio económico no considerado por otros entes financieros, demostrando que tenían la capacidad de organizarse. Fueron fundadas pretendiendo ser cooperativas, figura no contemplada en la legislación de aquella época, por lo que les fue imposible obtener una personalidad jurídica. Esa es la razón por la que durante muchos años actuaron sin una ley que las rigiera, ciñendo su actuación a normas creadas por quienes las presidían, tales como estatutos, reglamentos y políticas internas.
Desde su fundación en 1951 y hasta el año de 2001 –fecha de la última legislación en esta materia–, el accidentado camino por el que transitaron las cajas populares hasta convertirse en lo que son hoy en día, cooperativas de ahorro y préstamo, se resume en la publicación de dos legislaciones estatales y tres federales. En ese intervalo de tiempo, se suscitaron contecimientos que influyeron en la desaparición de estas organizaciones ociales. as Vertientes teóricas en torno a las organizaciones
Desde que Hannan y Freeman (1977) expusieron la perspectiva ecológica poblacional, se han originado debates en torno a su validez para dilucidar los fenómenos de desaparición de organizaciones (Aldrich y Pfeffer, 1976; Astley y Van de Ven, 1986). No obstante ello, este enfoque teórico se ha venido utilizando ampliamente, permitiendo generar explicaciones en torno a la fundación y mortandad organizacional1 (Swaminathan, 1996; Singh, Tucker y Meinhard, 2001). El eje de la teoría son los sistemas biológicos con énfasis en la evolución y la selección natural, cuya aplicación queda referida a los procesos del entorno que influyen en las variaciones de la población organizacional, propiciando su adaptación o desaparición. Se parte de la siguiente proposición: La adaptación y supervivencia de las diversas
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estructuras organizacionales: a) ¿será producto de un proceso de selección del entorno?, o, ¿será más bien resultado de adaptaciones individuales al entorno? Lo cierto es que aquellas organizaciones que habrán de sobrevivir, serán las que logren ser capaces de generar cambios y adapt ue ermiaciones q les p tan vencer, o por lo menos coexistir, con otras similares.
La teoría admite asimismo que las organizaciones dependen de su medio ambiente, entre otras razones, por la necesidad que tienen de recursos externos para operar y sobrevivir (Hatch, 1997; Pfeffer, 2000; Scott y Meyer, 2001). Entonces, el ambiente puede ser conceptualizado como un ente existente fuera de los límites de la organización (Hatch, 1997) y que desde la visión de Hawley (en Hall, 1996) incluye todos aquellos fenómenos externos que influyen en la población bajo estudio de manera real o potencial. Existen elementos ambientales que influyen poderosamente a la organización, pues la relación entre ella y su ambiente es más que una relación simbiótica; es la absorción de elementos que en ocasiones ejercen presión, orillando a la organización al cambio. Según Pfeffer (2000) el cambio puede manifestarse a través de la adaptación de estructuras para satisfacer las exigencias del entorno y, hacer a la organización más eficaz que otras que no lo son, por tanto, las que no se adapten a su entorno desaparecerán. Por su parte, Swaminathan (1996) ha señalado que las organizaciones fundadas en condiciones ambientales adversas tienen una mayor probabilidad de desaparecer.
El ambiente según la perspectiva moderna se define por los elementos que lo conforman; los caminos para identificarlos según Hatch (1997) son tres: analizar la red interorganizacional, el ambiente general y el ambiente internacional‐global.
• En el primero, se asume que la organización interactúa con otros miembros de su ambiente para la obtención y colocación de bienes o servicios, coexistiendo con actores que regulan tales intercambios; esta red se compone de proveedores, clientes, competidores, agencias de regulación y otros interesados en la acción organizacional.
• En el segundo, se incluye lo expuesto en el primer planteamiento, pero otorgando una importancia central a los elementos que tendrán efecto
mbiesobre el a nte, como son el aspecto social, cultural, legal político, económico, tecnológico y físico.
• El tercero, incluye los elementos del ambiente internacional global, que tiene que ver con aquellos elementos que se localizan fuera de las fronteras de la nación, como son las organizaciones internacionales, entre ellas, las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Tratado
e l a .
Gen ra sobre Ar nceles y Comercio; y las firmas de consultores internacionales
Desde el punto de vista de los elementos que lo componen, el ambiente se ve como la interrelación de múltiples actores. Además, se clasifica en dos sectores, el técnico y el institucional (Scott y Meyer, 2001;
86 • • uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008 Scott, 2001). El concepto de sector social al que aluden Scott y Meyer (2001), incluye a las organizaciones que actúan en la misma área, las cuales se identifican por la similitud de sus servicios, productos o funciones; junto con las organizaciones que influyen de manera crítica en el desempeño de las organizaciones focales, por ejemplo, los proveedores y los clientes, los dueños y los reguladores, las fuentes de fondos y los competidores. Por tanto, el sector bancario es situado en un ambiente técnico y de alta institucionalización, lo que indica que por dedicarse a actividades financieras, las organizaciones objeto de estudio, deberían incluirse igualmente en dicha área, sin embargo, ello no ocurre así, pues el ambiente en e que participan es débil, debido entre otras causas a la inconsistencia de las legislaciones que han surgido a partir de 1986.
l
METODOLOGÍA
El tema se aborda desde una perspectiva histórica, recurriendo al análisis de los hechos a través del tiempo, es una investigación diacrónica que se apoya en técnicas documentales. Para la recopilación de información se accedió a libros, folletos y otros documentos editados por organizaciones del sector cooperativo2, así como a documentos legislativos e información publicada en periódicos y revistas especializadas. A través del estudio se busca responder a la siguiente pregunta de investigación: ¿cuáles son los eleme ambient inf as ntos ales que luyen en la desaparición de las cooperativde ahorro y préstamo en México?
En el estudio se puso especial interés en las particularidades de la política confusa y la regulación de estas entidades financieras, cuya influencia en el ambiente organizacional ha permitido u obstaculizado su funcionamiento. Para ello, se consideró importante rescatar la escasa información relacionada con la estadística del sector, tratando de establecer evidencias de desaparición de organizaciones, para posteriormente seleccionar dos elementos del entorno. El primero, que tiene que ver con la desaparición de organizaciones como consecuencia de actos ilícitos perpe trados por algunas cooperativas y, el segundo, queda referido a la existencia o carencia de regulación.
No puede dejar de reconocerse que explicar qué factores son los causantes de la desaparición de organizaciones es un fenómeno complejo que involucra un mayor número de variables que las que ahora se proponen, a pesar de ello, los aspectos señalados se estudian a la luz de la teoría ecológica poblacional, conformando la propuesta que sugiere que los lementos señalados están vinculados con esquemas de desaparición de las ooperativas de ahorro y préstamo. ec DISCUSIÓN
Considerando la posición teórica de Hannan y Freeman (1977) los
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mecanismos de selección natural y la influencia de elementos ambientales determinarían los patrones de sobrevivencia y desaparición de las cajas populares y cooperativas de ahorro y préstamo. Así, la propuesta de Hatch (1997) es útil para examinar la vinculación de las cajas populares y cooperativas con algunos procesos medioambientales de su entorno, siendo identificados elementos tales como: sociales, culturales, económicos, legales y políticos. Son los elementos legales y políticos los que interesa analizar, pues el contexto en el que ha estado inmerso el sector de ahorro y crédito popular2 ha propiciado una política confusa la cual genera incertidumbre, debido a una regulación imperfecta. Con el fin de elucidar algunos conceptos considerados importantes, entiéndase por política confusa a la ausencia o debilidad de legislación y a las decisiones gubernamentales que disminuyen las posibilidades de perennidad y desarrollo duradero del sector cooperativo. Por regulación, entiéndase al conjunto de leyes y reglas formu r s ór nladas po el Congre o de la Unión y ganos subordi ados del Ejecutivo Federal aplicables al sector.
Previo al estudio de política confusa y regulación, se consideró importante examinar las diversas evidencias referidas a la información estadística del sector de ahorro y crédito popular.
Estadísticas
Pocos años después de su fundación, las cajas populares se organizaron en federaciones y una confederación que fue fundada en 1964. En esa época, la finalidad primordial fue estructurar una confederación sin fines de lucro cuyo objetivo fuese integrar, promover y representar al movimiento en el ámbito nacional e internacional. Las funciones más relevantes de la confederación fueron las siguientes: el fomento a la educación cooperativa, el asesoramiento técnico, así como propiciar nuevas formas y sistemas de finan lo P e tíciamiento cooperativo entre s socios. ara se entonces exis an unas 500 cajas con más de 30 mil asociados (Eguía, 2001).
Como consecuencia de la aplicación de la Ley General de Organizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito, que contemplaba la existencia de las Sociedades de Ahorro y Préstamo, el movimiento de cajas populares se escindió, pues no se consideraron órganos de integración de segundo y tercer nivel. Esa fue la razón por la que la Confederación Mexicana de Cajas Populares a través de su Comisión de Legislación, propuso la integración del movimiento en una caja popular única que en el corto plazo resultaría en la Caja Popular Mexicana. Imperial (2005) señala que en ese momento, diciembre de 1992, el movimiento contaba con 237 cajas a las que estaban adheridos 540,268 socios. La estructura organ cizacional en ese tiempo incluía una confedera ión y nueve federaciones que cubrían la mayor parte del territorio nacional.
Los datos mostrados en el resumen ejecutivo del “Censo de las Sociedades con Actividades de Ahorro y Crédito Popular” a cargo del Banco
88 • • uniRcoop Vol. 6, # 1, 2008 Mundial, son los que más se han acercado a la realidad del sector de ahorro y crédito popular, ya que dicho organismo estimó que para 2002 existían 657 intermediarios financieros, que prestaban servicio a cerca de 2.6 millones de personas, entre los que se incluyeron 247 cajas populares con 6 mill33 mil socios, así como 157 cooperativas con más de 1 ón de socios (Bansefi, 2002).
La información más reciente es del año 2007, que provee datos del sector en forma parcial, son los publicados por el Consejo Mexicano del Ahorro y Crédito Popular (Comacrep, 2007), organización que agrupa a 2´356,711 de asociados, pertenecientes a ocho federaciones, sin proporcionar datos del número de cooperativas. Según este organismo, ellos representan al 80% del sector de ahorro y crédito popular en México.
Desafortunadamente, de la revisión de los datos, no pudo obtenerse una base para establecer patrones de desaparición de cajas populares o cooperativas, pues únicamente se evidenció que entre 1964 y 1992, desaparecieron 263 organizaciones, creciendo el número de asociados. Es importante señalar que en la construcción de las estadísticas, no se ha contado con la participación de organismos oficiales, aun cuando en la Ley General de Sociedades Cooperativas, se detalla que la estadística nacional stará a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social, tal precepto hasta el omento no ha sido puesto en funcionamiento.
em Desaparición de organizaciones como consecuencia de actos ilícitos perpetrados por algunas cooperativas
El primer elemento estudiado incluye a las organizaciones que incurrieron en actos ilícitos en contra de sus asociados, causándoles daño patrimonial. Lara (2005) señala que la realidad del sector de ahorro y crédito popular ha dejado constancia de la continua desaparición de organizaciones a causa de fraudes que han dañado la economía de los sectores más vulnerables de la población.
Imperial y Ramírez (2001) explican este fenómeno a través de lo que han llamado historia de quebrantos, señalando que en agosto de 1994 se publica la Ley General de Sociedades Cooperativas, la que fue utilizada para la creación de seudo cajas populares que no consideraron en su integración, la filosofía del cooperativismo y cuyo principal objetivo fue el lucro. A partir de ese momento, se desencadenan una serie de quiebras y fraudes, donde resultaron implicadas muchas cooperativas que fueron administradas por indiv n v aron iduos si escrúpulos que apro ech en su beneficio, el nicho de oportunidad que presentaba una ley sin causales de infracción y sanción.
Existen casos documentados de desaparición d’organizaciones a consecuencia de quebrantos. Uno de ellos ocurrió en 1996, cuando se constituyeron 26 cooperativas en las que la misma persona era el Presidente del Consejo de Administración. Este fue posiblemente el fraude que generó mayor impacto, afectando 25 Estados del país, implicando a las
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sucursales de la Caja Popular Puerto Vallarta, con matriz en el Estado de Colima. Su fundador fue José Ocampo Verdugo, conocido también como JOV, quien ya había participado en un fraude anterior, con la Caja Los Dos Laredos en el Estado de Tamaulipas. A principios de 2000, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en su carácter de autoridades financieras, solicitaron congelar las cuentas bancarias de JOV en todas las sucursales por 24 horas. El 9 de marzo del mismo año la Procuraduría General de la República descongeló las cuentas por 48 horas para después volver a congelarlas. Esta decisión ocasionó que miles de socios manifestaran su inconformidad ante diferentes instancias, solicitando la devolución de su dinero sin obtener éxito, por lo que decidieron constituir el Consejo Nacional de Ahorradores. Tal organización ofrecía como principal atractivo rendimientos de hasta el 47% anual, logrando obtener recursos financieros por alrededor de 667 millones de dólares anuales. Se estima que fueron 210 mil 469 las personas defraudadas por este ilícito. A raíz del fraude y la detención de José Ocampo Verdugo, el gobierno federal promovió la creación del fideicomiso que administra el “Fondo de Fortalecimiento de Sociedades y Coop A P a yerativas de horro y rést mo y de Apo o a sus Ahorradores”, que permitió pagar parcialmente a los defraudados (Imperial y Ramírez, 2001).
Pocos años después en el año de 2004, tomando el mecanismo de operación de la Caja Los Dos Laredos y de la Caja Popular Puerto Vallarta, fueron abiertas por todo el país 17 sucursales de la organización denominada: “Cooperativa de Vivienda Popular Juntos Organizados Venceremos JOV”, para 2007 la cooperativa cerró sus puertas afectando a 10 mil ahorradores en Veracruz, Campeche, Jalisco y Puebla principalmente (Gutiérrez, 2007).
Otras cooperativas y sociedades de ahorro y préstamo en diversos Estados de la república, se vieron involucradas en actos ilícitos que causaron su desaparición, de ello, Imperial y Ramírez (2001) refieren algunos de los casos como sigue:
• La Sociedad de Ahorro y Crédito del Noreste “El Arbolito” que recibió autorización para operar como Sociedad de Ahorro y Préstamo en noviembre de 1993, en menos de cinco años de operación llegó a tener 67 sucursales en los Estados de Sonora, Sinaloa, Baja California y Jalisco. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público le retiró el permiso para operar en enero de 1999, al detectar tres depósitos por un monto de aproximadamente 1’057,000 dólares en una sucursal de Mexicali hechos por un inversionista, no socio, del que se desconoce
q zsu identidad, el uebranto de esta organi ación afectó a 57 mil personas por más de 1´052,000 dólares.
• La Caja Popular Real San Sebastián en San Luis Potosí, defraudó a 2 mil personas en 1994.
• En Hidalgo, durante 1995 se declararon en quiebra la Organización Gremial de Retiro, la Caja Popular el Puente y la Caja Popular Venceremos; entre todas perdieron más de 9´143,000 dólares.
90 • •
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• Otro quebranto fue el de la Caja Popular del Sol, que en el año 2000 se declaró insolvente, pues tenía pasivos por más de casi 74 millones de dólares, activos de 30 millones y una pérdida de casi 43 millones. El agravio fue para 27 mil ahorradores.
• La Cooperativa Alianza de Capital Social cerró sus puertas el 12 de marzo de 2001, después de haber desviado 263 millones de dólares para una campaña política del alcalde de Tonalá.
• Otro de los delitos ocurrió en la Caja Popular Villagrande que tenía relación directa con las filas del Partido de la Revolución Democrática, ejerció funciones en Guanajuato, en los municipios de Villagrán, Apaseo el Grande, Cortazar, Irapuato, León, Valle de Santiago, Celaya y Pueblo Nuevo; la caja tenía un total de 5 mil 934 socios, quienes fueron defraudados en conjunto por más de 3 millones de dólares. Asimismo, en los Apuntes legislativos del Poder Legislativo del Estado de Guanajuato se señala que durante 2005 se apoyó a 7 300 socios afectados por las Cajas Populares Insurgentes, Villagrande y del Sol, por un monto superior a 13 millones de dólares.
• En Querétaro los fraudes de las cajas Renacimiento, El Puente, Credicaja, Progreso, Carrillo Puerto y las Campanas superaron los 7,700 millones de dólares en pérdidas, los conflictos fueron internos y los socios no se manifestaron.
• La Caja Popular 12 de Octubre, ubicada en Comonfort, Guanajuato, y vinculada a la agrupación política denominada “Unión Nacional Sinarquista”, contaba con 1000 socios; de ellos, 53 presentaron denuncias por fraude por un monto de casi 67,000 dólares.
• En la ciudad de Celaya, Guanajuato, se tuvo una importante quiebra a cargo de la Caja Juan Pablo II.
• En Jerécuaro, Guanajuato cerró sus puertas la Caja de Ahorro La Roca de Oro afectando a 8 mil personas.
Como puede verse, las evidencias más consistentes de desaparición de rganizaciones, están formadas en su mayoría por entidades que en su onstitución fueron legalmente reconocidas como cooperativas. oc Existencia o carencia de regulación
El otro elemento a considerar es la legislación, pues es a través de ella que son identificados preceptos que han influido en la desaparición de las cooperativas. Como ya se ha mencionado, en el año de 1951, la regulación existente no consideraba las actividades realizadas por las cajas populares. Así que los fundadores intentaron incluirlas en la Ley General de Sociedades Cooperativas de 1938 sin mayor éxito. Es en 1967 cuando el movimiento organizado inicia gestiones para tratar de conseguir la regulación, ya que la falta de reconocimiento jurídico generaba problemas. Algunos problemas generados fueron evidentes, puesto que algunas personas usufructuaron en su beneficio los activos y el prestigio de las organizaciones, aprovechando la confianza que la
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asamblea general de socios depositaba al nombrarlos como administradores.
Desafortunadamente las gestiones emprendidas por el sector de cajas populares no rindió frutos y la carencia de un esquema jurídico adecuado, dio como resultado que empezaran a proliferar otras agrupaciones que, utilizando la denominación de ‘caja popular’ efectuaban operaciones financieras no autorizadas, que no contaban con el conocimiento y vigilancia de autoridades federales o locales. Todo ello derivó en una serie de anomalías en el funcionamiento de las cajas, principalmente por carecer de p l jurídicaersona idad que les permitiera actuar legítimamente ante terceros.
Desde 1951 y hasta la primera legislación, transcurrieron 35 años, pues como iniciativa del Gobierno de Querétaro, se publica la Ley de Sociedades de Solidaridad Económica (1986) y un año después en Zacatecas, se da a conocer la Ley de Cajas Populares del Estado de Zacatecas (1987), ambas con competencia exclusiva en el ámbito local. En la primera de ellas, se crea la figura de Sociedad de Solidaridad Económica, mientras que en la segunda se recobra la denominación de Caja Popular. El objeto de ambas leyes estuvo encaminado a regular la constitución, el objeto social, finalidad, funcionamiento, autorización, registro y control de tales organizaciones.
Algunos años después en 1991, se publica la primera ley federal, que fue el resultado de la reforma a la Ley General de Organizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito, introduciendo la figura jurídica de Sociedad de Ahorro y Préstamo, con lo que se pretendió renovar el papel y funcionamiento de las cajas populares, incorporándolas a la economía formal como intermediarios financieros. El propósito de regulación fracasó, en virtud de que entre 1992 y 1995 la Secretaría de Hacienda y Crédito Público autorizó veinte sociedades de ahorro y préstamo, de las que sólo sobreviven diez, mismas que deberán transformarse en cooperativas de ahorro y préstamo.
Pocos años después, en 1994 se logra la publicación de la Ley General de Sociedades Cooperativas, abrogando la anterior de 1938, en ella se reconoce por vez primera a las cooperativas de consumo con actividad de ahorro y préstamo. Tal legislación no resolvió, la urgente necesidad de contar con entidades seguras para los socios, pues se omitió regular aspectos de control financiero, supervisión y sanción. No obstante, lo sobresaliente es que se reconoce por primera vez a las cooperativas de consumo con actividad preponderante o complementaria de ahorro y préstamo, para posteriormente en 2001, incluir la denominación de cooperativa de ahorro y préstamo. Las facilidades mostradas por la ley para constituir cooperativas fueron notorias, en virtud de la fundación de muchas de ellas en diversas regiones del territorio nacional, la consecuencia fue la gran cantidad de quebrantos en perjuicio de los socios quienes perdieron su patrimonio.
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De la revisión de los preceptos de la Ley General de Sociedades Cooperativas (2001), se ubicó el artículo 10, el cual debería coadyuvar a la desaparición de organizaciones y cuyo texto dice: “Las sociedades que simulen constituirse en sociedades cooperativas o usen indebidamente las denominaciones alusivas a las mismas, serán nulas de pleno derecho y estarán sujetas a las sanciones que establezcan las leyes respectivas...” No obstante, la disposición citada no tiene mayor consecuencia, debido a que la ley n s t q i se lo establece los upues os en ue podrá ub car tal simu ación y mucho menos las sanciones a imponer.
Finalmente, en 2001 como respuesta a los múltiples fraudes perpetrados, se publica la Ley de Ahorro y Crédito Popular que es una regulación que expresamente tiene primacía en su aplicación sobre la ley cooperativa. Dicha ley contiene preceptos tendientes al control y a la sana administración de las cooperativas, para ello, se han establecido mecanismos financieros y de supervisión, pretendiendo sentar las bases para el eficiente control del sector. No obstante, la visión de la autoridad administrativa, apunta a la desaparición de algunas entidades a pesar de que la legislación es vista como un elemento que permitirá hacer más eficiente a las cooperativas, quedando condicionada la desaparición de algunas de ellas al no cubrir los requisitos señalados en la ley, o por ser clasificada en la categoría D, que se refiere a las cooperativas que deberán desa cer, por los resultados negativos que arroje la evaluación de los orga os internacionales (Cuadro 1).
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CUADRO 1 Diversas categorías de clasificación para las entidades del sector de
ahorro y crédito popular, México.
Categoría Características
A Son las que cumplen con los indicadores financieros, organizacionales y operativos para obtener la autorización de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores.
B
Son las que tienen una alta probabilidad de ser autorizadas, pero no cumplen con los indicadores señalados para la
or zcategoría A. Tales gani aciones requieren de asistencia técnica.
C
Son organizaciones con una alta problemática en el cumplimiento de los indicadores, tienen una situación frágil y complicada que requiere pasar a un proceso profundo de organización, ya que requieren recursos externos para poder funcionar y poder alcanzar los requisitos para su autorización. Probablemente pueden tener continuidad a través de una fusión o escisión.
D hay que ordenada
Son las organizaciones sin viabilidad alguna, “que más bien ayudarles a bien morir, a tener una terminación para que no contaminen al resto”.
Fuente: Lara (2005)
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Al respecto, la autoridad considera que un segmento de las organizaciones integrantes del sector no cumplirá con las disposiciones de ley, lo que implicará su eventual desaparición. No obstante, hasta el momento no se cuenta con evidencias que confirmen la desaparición de cooperativas en virtud de la publicación y aplicación de la Ley. Las autoridades del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi) consideran que las cajas de ahorro que dejarán de existir son las que hoy no son viables financieramente, estiman que de las 650 organizaciones existentes sólo sobrevivirá la mitad. (Sagarpa, 2002).
Puede inferirse el ambiente técnico e institucional que ha prevalecido en el movimiento cooperativo mexicano por más de medio siglo, ha sido por demás débil, pues la lentitud con la que se han emitido leyes, la ambigüedad y debilidad de mecanismos de supervisión y sanción, han coadyuvado a que sea de esa manera. Esta situación ha tratado de subsanarse a través de regulaciones complementarias, sin que existan logros evidentes, pues no se ha podido integrar a la mayoría de las cooperativas en el esquema legal. A pesar de ello, debe mencionarse que existen evidencias claras de cooperativas que han sabido adaptarse a su ambiente de referencia, pues originalmente fueron fundadas como cajas populares y han sobrevivido a los embates de un ambiente organizacional incierto Por ejemplo, la Caja Popular Mexicana, es el resultado de la fusión de cajas populares de 24 estados de la república, fue autorizada en 1995 como sociedad de ahorro y préstamo y su existencia se remonta a 1951, actualmente esta en proceso de tra a Pop
nsformarse en cooperativa de ahorro y préstamo (Historia Cajular Mexicana, 2008). En resumen, el acontecer histórico de las organizaciones estudiadas
así como los eventos más relevantes, pueden observarse en la figura 1.
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FIGURA 1 De cajas populares a cooperativas de ahorro y préstamo, México.
Fuente: Elaboración propia
1951
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CONCLUSIONES
La teoría ecológica poblacional coadyuva a esclarecer la razón por la cual las organizaciones desaparecen o se adaptan a un entorno que las influye potencialmente. El estudio de elementos ambientales como la política confusa y la regulación, son centrales para conocer cómo éstos impactan en la desaparición de las cajas populares y cooperativas de ahorro y préstamo en México. El estudiar el fenómeno a partir de la perspectiva histórica, fue útil para reconocer a las cajas populares como un modelo reapropiado de la realidad canadiense, cuyo arquetipo fue introducido a México por la iglesia católica, siendo concebido como un movimiento que favor a recería a las mayorías, haciendo ccesible el ahor o y crédito, especialmente para la población pobre.
Con el paso del tiempo el sector cooperativo se fue expandiendo, generándose problemáticas relacionadas básicamente con dos aspectos, la legislación y el uso abusivo de una figura que fue reconocida por las instancias federales cuarenta años posteriores a su fundación oficial. A pesar de lo anterior, se han realizado esfuerzos por parte del Gobierno Federal a p iz a ad a p ra ropiciar un ambiente organ acion l ecuado, par el óptimo desarrollo del sector de ahorro y crédito popular.
Con el estudio, pudo establecerse que la desaparición de organizaciones del sector cooperativo presenta un escenario plagado de incertidumbre, pues se desenvuelve en un ambiente débil. Ello es una realidad que se ha visto agudizada por la ausencia o inconsistencia de la legislación, lo que ha contribuido a la constitución de organizaciones que en el corto plazo han desaparecido, entre otras cosas, por haber sido utilizadas con fines utilitarios y para llevar a cabo actos indebidos, en perjuicio de los socios mediante fraudes y quiebras. Cabe decir que algunas cooperativas fund as inicialmente como cajas populares, continúan operando debidamente, lo que hace improbable su desaparición.
ad
NO S 1. La muerte, mortandad, declinación o desaparición organizacional, ocurre
cuando una organización fracasa, cierra sus operaciones o concluye su vida
TA
jurídica. 2. Para el presente trabajo se considera que en el sector cooperativo o sector de
ahorro y crédito popular, quedan incluidas las Cooperativas de Ahorro y Préstamo, las Sociedades de Ahorro y Préstamo y las Cajas Populares.
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n el pensamiento feminista y en la conom a s li a ia
ee í o d r IUSEPPINA SARA DA ROS G
Corporación de Análisis Económico – CORDANEC, Ecuador
RESUMEN • A raíz de la creciente incorporación de las mujeres al trabajo remunerado no doméstico y de la inclusión del concepto de género en el análisis de la problemática femenina, se han desarrollado, a partir de la década de los setenta del siglo pasado, diferentes teorías económicas para explicar las discriminaciones sexuales y las desventajas laborales de las que éstas son objeto. Los enfoques económicos de origen neoclásico son los que presentan las mayores limitaciones, pues únicamente consideran las incidencias de orden sexual en el ámbito del mercado del trabajo. Las teorías feministas, al integrar factores culturales y sociales, han logrado explicar de manera más integral las desigualdades y discriminaciones existentes en contra de las mujeres, a nivel no sólo laboral sino también social y familiar, y la permanencia en el tiempo de dichas situaciones de exclusión e iniquidad. En este artículo se analizan las principales orientaciones teóricas respecto de la problemática en cuestión; también, se estudian las relaciones entre el pensamiento feminista y la economía solidaria, tratando de evidenciar las osibilidades que esta última ofrece para avanzar hacia la eliminación de la ubordinac ó y discriminación dps i n e la mujer en el hogar y en la sociedad. RESUMO • A partir da crescente incorporação das mulheres ao trabalho remunerado não‐doméstico e a inclusão do conceito de gênero nas análises da problemática feminina, foram desenvolvidas, a partir da década de setenta do século passado, diferentes teorias econômicas para explicar as descriminações sexuais e as desvantagens em que as mulheres estão submetidas no mundo do trabalho. Os enfoques econômicos de origem neoclássica são os que apresentam as maiores limitações, pois consideram, unicamente, as incidências de ordem sexual no âmbito do mercado de trabalho. As teorias feministas, ao integrar fatores culturais e sociais, têm conseguido explicar, de maneira mais abrangente, as desigualdades e discriminações existentes contra as mulheres, em nível não apenas do trabalho, mas também social e familiar, e a permanência, ao longo do tempo, dessas situações de exclusão e iniqüidade. Neste artigo, analisam‐se as principais orientações teóricas a respeito da problemática em questão; também se estuda as relações entre pensamento feminista e economia solidária, tratando de evidenciar as possibilidades que sta última oferece para avançar até a eliminação da subordinação e iscriminaçed ão da mulher em casa e na sociedade. RÉSUMÉ • À l’origine de l’incorporation croissante des femmes au travail rémunéré non domestique et de l’inclusion du concept de genre dans l’analyse
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de la problématique féminine, ont été développées, à partir de la décade des années 1970, différentes théories économiques visant à expliquer les discriminations de sexe et les désavantages dont elles font l’objet sur le marché du travail. Les approches économiques d’origine néoclassique sont celles qui revêtent les plus grandes limites, car elles ne considèrent que les facteurs d’ordre sexuel intervenant dans le milieu du travail. En intégrant les facteurs culturels et sociaux, les théories féministes ont réussi à expliquer de façon plus complète les inégalités et discriminations existantes à l’égard des femmes, non seulement au niveau du travail, mais aussi aux niveaux social et domestique, de même que la persistance dans le temps de ces situations d’exclusion et d’iniquité. L’article analyse les principales orientations théoriques relatives à la problématique mentionnée. Sont aussi étudiées les relations entre la pensée féministe et l’économie solidaire, cherchant à montrer les possibilités offertes par cette dernière pour l’élimination de la ubordination et de la discrimination exercées à l’égard de la femme, au foyer t dans la soci .se été SUMMARY • As a result of the increasing incorporation of women into the remunerated and non domestic labour force and of the inclusion of the concept of gender in the analysis of the female issue, different economic theories have been developed, since the nineteen seventies, to explain sexual discriminations and the labour disadvantages which women are subjected to. The neoclassic economic approaches present the greatest limitations, because they consider the incidences of sexual order only in the labour market context. The feminist theories, integrating cultural and social factors, have succeeded to explain in a more integral way the existing inequalities and discriminations against women, not only in terms of labour but also socially and in the family context, and the permanence of these situations of exclusion and inequity overtime. In this article the main theoretical directions with respect to the female issue are analyzed; also, the relations between feminist thought and the solidarity economy points of view, trying to demonstrate the possibilities that this latter one offers to advance towards the elimination of women’s subordination and discrimination in the home and society.
INTRODUCCIÓN
Dado que el problema de la opresión y discriminación de la mujer ha estado prácticamente ausente en la tradición teórica del pensamiento económico, los movimientos feministas han impulsado, en las últimas décadas del siglo pasado, la reflexión en torno a dicho tema y, desde una óptica de género, han pues lto en discusión algunos de los fundamentos conceptua es de la teoría económica.
El análisis feminista se ha centrado en distintos aspectos como el ámbito de la economía, el concepto de trabajo, el mercado laboral y la iguald ón iad de oportunidades, el binomio producci / reproducc ón, la asignación intrafamiliar de tareas y la sostenibilidad de la vida.
Abordar los aspectos señalados implica una revisión previa de los postulados teóricos de las diferentes escuelas económicas, algunas de las
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cuales en sus versiones más modernas, que, de cierta manera, han ntroducido el problema de la discriminación femenina en el análisis del ercado laboral.
im 1. EL PENSAMIENTO NEOCLÁSICO CONTEMPORÁNEO
Al analizar el mercado del trabajo del lado de la oferta, el enfoque neoclásico de la teoría del capital humano1 parte de dos principios básicos: la existencia de una competencia perfecta y la determinación de niveles salariales en función de la productividad y, por ende, de las características del capital humano, el causante de la diferente valoración de hombres y mujeres. Este último no se mediría simplemente en función de los años de educación formal recibidos sino también de la experiencia y capacitación adquirida (Blau y Jusenius, citados en Baca, 2002: 315). De ahí que las mujeres, al acumular menos capital humano, por la prioridad que darían al ámbito familiar, tendrían menores niveles de ingreso.
Las tareas reproductivas y las actividades en el hogar determinarían para las mujeres una vida laboral corta y descontinuada. Sin embargo, no existiría discriminación de género, pues la división del trabajo al interior del hogar sería el resultado de acuerdos y consensos entre sus miembros en pos de “una maximización de utilidades no individual sino del conjunto de la unidad doméstica” (Mincer y Polachek, citados en Baca, 2002: 314).
La explicación acerca de la situación de las mujeres en el mercado del trabajo, propuesta por la teoría del capital humano, se complementa con el pensamiento económico de la New Home Economics, entre cuyos más importantes representantes cabe señalar a Gary Becker (1981). Para dicha escuela, la organización doméstica debe ser considerada no sólo como unidad de consumo sino también de producción. Según sus exponentes, las decisiones de los integrantes de un hogar en materia de repartición de su tiempo total de trabajo, entre actividades domésticas y de mercado, responden a la necesidad de alcanzar una óptima asignación de los recursos disponibles; por lo cual, si cada persona se especializa en sus ventajas comparativas, atributos de los que está mejor dotada, la producción conjunta del hogar se incrementará y será más eficiente; es decir, la familia maximizaría su bienestar.
Esta visión de la unidad familiar se basa en el supuesto que existe armonía, altruismo y ausencia de conflicto en los hogares, lo que obviamente no corresponde a la realidad, pues ‐por lo general‐ los intereses de los integrantes son contrapuestos. Además, dicho enfoque no explica porqué las mujeres serían las más dotadas para especializarse en las actividades domesticas mientras que los hombres para el trabajo de mercado. Falta, por tanto, una mayor profundización de los factores sociales y cultroles
urales sobre los cuales se ha elaborado esa concepción y asignación de . En efecto, en su explicación, los teóricos de esas corrientes neoclásicas
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no consideran el papel fundamental que la tradición, la religión y la comunidad juegan en la constitución de “normas sociales” que condicionan el comportamiento femenino; tampoco toman en consideración las relaciones de poder y dominación que priman en el ámbito familiar, por encima de eventuales preferencias y consensos. El control ejercido por los hombres sobre los recursos y los medios de producción constituiría otro impo rtante obstáculo para la realización, por parte de las mujeres, de actividades económicas dentro de los circuitos del sistema económico.
Esos factores serían los verdaderos causantes de la situación de discriminación tanto pre‐laboral (desigualdades en las oportunidades educativas) como laboral de la que son objeto las mujeres, pues, es a partir de las diferenciaciones biológicas existentes que se han construido onductas, comportamientos, actitudes, valores y símbolos diferenciados egún género. cs 2. LA PERSPECTIVA DE LA SEGMENTACIÓN DEL MERCADO LABORAL
En contraposición con la teoría neoclásica analizada, que considera al mercado de trabajo como cualquier otro mercado2, la teoría de la segmentación del mercado laboral reconoce la heterogeneidad y la dinámica propia de su funcionamiento. Según sus principales exponentes, entre los cuales se señalan a Doeringer y Piore (1971), existiría, en efecto, un mercado laboral dual y segmentado: uno, el primario, con mejores condiciones laborales y niveles salariales, estabilidad y posibilidades de promoción profesional; otro, el secundario, con características opuestas.
Esta visión permite comprender de mejor manera la discriminación y segregación de género, pues “con ese planteamiento, se evidencia que el mercado de trabajo no es perfectamente competitivo ni los actores se encuentran con igualdad de oportunidades” (Baca, 2002:320). Se abre así la posibilidad para interpretaciones alternativas de la problemática, desde la perspectiva de la demanda de mano de obra ya no sólo desde la oferta, y se introducen elementos nuevos para el análisis, a partir del reconocimiento de pat i arones soc o‐culturales desfavorable para l mujer en términos de oportunidades de inserción laboral.
Según ese enfoque teórico, los mercados segmentados presentan sistemas de reglas, canales de información y conductas laborales diferentes. Al momento de contratar personal, los empresarios se orientarían de modo preferencial hacia el mercado primario donde se concentra la mano de obra masculina, puesto que consideran que los hombres tienen una mejor formación educativa y una mayor experiencia profesional. Factores externos al mercado laboral, como los estereotipos sobre las calidades femeninas y sus responsabilidades familiares, tendrían efectos decisivos en las determinaciones de los empleadores; de ahí que la discriminación y segregación femenina se seguirían perpetuando.
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3. EL ENFOQUE MARXISTA
Para el pensamiento marxista “La mujer no nació oprimida; su opresión coincide, en la historia, con el surgimiento de la opresión y explotación del conjunto de los hombres y mujeres que trabajan” (Toledo, 2000: 8). Las raíces de esta opresión estarían dadas por el sistema de producción basado en la propiedad privada y por la división de la sociedad en clases. Puesto que la opresión de la mujer tiene una raíz económica, el camino para conseguir su liberación es la abolición de la propiedad privada; esto permitiría transferir a la sociedad en su conjunto las responsabilidades familiares que recaen sobre la mujer. Libres de estas cargas, las mujeres podrían romper las cadenas de su servidumbre doméstica y “cultivar sus plena i omo s capac dades c miembros creativos y productivos de la sociedad, y no sólo reproductivos” (Toledo, 2000: 8).
Puesto que el modo de producción determina la superestructura cultural que condiciona los comportamientos humanos y los roles sociales de hombres y mujeres, es fundamental el papel que juega la familia en la sociedad capitalista. Según afirma Engels (1884), en el “Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, la situación de subordinación de la mujer se relaciona con el surgimiento de la familia monogámica burguesa, pues la mujer pasó de un contexto social (matriarcado) donde era valorada a una situación de sumisión al hombre, al “pater familia” (patriarcado). En efecto, en la sociedad patriarcal, la ‘diferencia’ fue considerada ‘desigualdad’, lo que ocasionó para la mujer una posición de subordinación jerárquica al hombre. Por su lado, la familia, desde el ámbito privado, se transformó en el mecanismo apropiado para reproducir y hacer internalizar los estereotipos consi erados inherentes a cada sexo, y excluyentes para hombres y mujeres.
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4. EL ANÁLISIS FEMINISTA
El movimiento feminista no es un movimiento social homogéneo, pues prese f p s lanta ‐a su interior‐ di erentes enfoques y erspectivas; tres on s principales tendencias: la liberal, la marxista y la radical.
La corriente liberal se remonta a las reivindicaciones por el sufragismo universal en los Estados Unidos y cobra fuerza, luego de cierto estancamiento, a partir de los años sesenta del siglo XX, sobre todo en el mundo anglosajón. Betty Friedan es, sin duda, su mayor portavoz.
El feminismo liberal considera que las mujeres ‐por razones históricas y económicas‐ se encuentran en desventaja porque no disponen de las mismas oportunidades que los hombres. Existe una injusta discriminación, tanto legal como de otro tipo, que impide su autorrealización. Integrar plenamente a la mujer en lo público y en el mercado, implicaría darle igual acceso a la educación, la capacitación y el trabajo, así como a los recursos económicos y productivos. Por tanto, la marginación de las mujeres es algo que podría eliminarse con cambios legales, no estructurales3, y una mejor
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incorporación de ellas en la esfera pública. En la esfera privada deberían adoptarse estrategias basadas en las responsabilidades compartidas entre géneros.
La corriente marxista‐socialista surge también en los años sesenta del siglo XX y aglutina a mujeres de la nueva izquierda como Sheyla Rowbothan, Zillah Eisenstein y Juliet Michell. Las feministas que adoptan ese enfoque consideran que la opresión de género y la capitalista están relacionadas y son mutuamente dependientes. Su fundamento se encuentra en la separación entre trabajo productivo y trabajo reproductivo que se originó en las sociedades burguesas. Los hombres, al no tener obligaciones en el cuidado de la familia, tuvieron acceso a la esfera pública y su trabajo fue valorado en el mercado. “Las mujeres responsables del trabajo reproductivo, es decir, de todo lo que está relacionado con el cuidado, alimentación y mantenimiento de los miembros de la familia, fueron relegadas a la esfera de lo privado y su trabajo, no transado en el mercado, fue devaluado y desestimado” (Pineda, 2004: 5).
Desde ese punto de vista, entonces, la discriminación femenina está relacionada más con una determinada estructura socio‐económica que con un determinismo biológico (diferentes características de cada sexo). En efecto, la subordinación de la mujer es funcional al sistema capitalista, pues garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo en el ámbito familiar y constituye un “ejercito industrial de reserva” para la esfera productiva. En este último caso, “actúa como fuerza competitiva en base a dos mecanismos: forzando a la baja los niveles salariales y presionando a los trabajadores para que se sometan a una mayor explotación”, garantizando así una mayor tasa de beneficio para el capital (Ribas y Sajardo, 2004: 89).
Cuanto más dependiente es un país, mayores son las desigualdades y más explotada es la mujer. En los países en desarrollo, las transformaciones registradas en las últimas décadas en el mercado del trabajo, donde se ha asistido a una creciente feminización de la fuerza laboral, corresponden a la necesidad del sistema capitalista de disponer de abundante mano de obra no calificada para emplearla en actividades repetitivas y que no requieren de mayores conocimientos. Por ser la mujer más paciente y necesitada económicamente, se adapta con mayor facilidad que el hombre a realizar actividades repetitivas y monótonas, y peor remuneradas. Con eso, el capitalismo logra disponer de mano de obra barata y fácilmente reemplazable o desechable (según las necesidades) y, además, consigue que la mujer no abandone las tareas domésticas de reproducción, supliendo así las limitaciones de los servicios sociales públicos.
Para las feministas marxistas, la óptica del género es limitante, pues restringe la lucha a simples reivindicaciones reformistas dentro del sistema capitalista, evadiendo los aspectos de fondo de la opresión que afecta tanto a hombres como a mujeres, es decir, a la clase trabajadora en su conjunto. “Todo los problemas sociales tienen un carácter de clase, porque se relacionan con la estructura económica de la sociedad” (Toledo, 2000: 15).
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La corriente feminista radical considera más bien limitante y reduccionista enfocar el problema de la mujer únicamente desde a una visión economicista y de clase. La subordinación femenina no involucra sólo aspec tos económicos sino también culturales, ideológicos, psicológicos yantropológicos. La cuestión de la mujer es una cuestión de género4.
El género femenino y el género masculino son construcciones socio‐culturales, históricamente establecidas y derivadas de las diferencias sexuales existentes entre hombres y mujeres. Para Christine Delphy (1970), una de las principales exponentes de dicha corriente, la causa principal de la opresión de la mujer es el patriarcado, es decir, la dominación masculina.
Por tanto, la opresión de la mujer no puede ser eliminada reformando leyes y haciendo que hombres y mujeres compartan responsabilidades, como plantean las feministas liberales; tampoco puede lograrse cambiando la estructura económica de la sociedad a la manera de las feministas marxistas. Hay que eliminar las desigualdades naturales entre los sexos y, sobre todo, la reproducción como factor de dominación, introduciendo técni icas de reproducción artific al. Ésta sería la única manera para alcanzar la liberación definitiva de la mujer (Toledo, 2000: 8).
Para el feminismo de la diferencia o cultural, “los hombres y las mujeres actúan y piensan de manera diferente debido a la formación de su identidad” (Pineda, 2004:5‐6). De ahí que esta corriente se ocupa principalmente de los condicionantes sociales y culturales que marcan la orma en que las mujeres se relacionan; sus intereses, vínculos afectivos y reocupfp
aciones.
Síntesis de las Principales Perspectivas Teóricas Feministas Enfoques Causas de la
discriminación de la mujerSoluciones
Liberal No tienen las mismas oportunidades que los hombres de acceso a la educación, capacitación,
s y recursos económicoproductivos
Cambios legales Responsabilidades
compartidas entre géneros
Marxista Socialista
Opresión capitalistaSeparación entre trabajo roductivo y reproductivo
) p(sociedad burguesa
es Lucha de clas Cambio de la
estructura la económica de
sociedad Radical Sociedad patriarcal
Problema de género (desventajas de género en las relaciones de poder)
Cambio en las relaciones de poder y en el dominio sexual (hombre – mujer)
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De la diferencia o cultural
Condicionamientos culturales en la formación de identidades
nte valoración de lo lino y de lo femenino
Cambio de carácter cultural (en el modo de pensar y valorar)
Diferemascu
Elaboración: La autora Al interior del movimiento feminista, además de las diferencias de
enfoque señaladas y resumidas en el anterior cuadro, existen marcadas discrepancias acerca de los aspectos a considerarse en el análisis de la problemática de la mujer. Las divergencias más marcadas, según Teresa De Laure e sntis (s.d.:2‐5), stán relacionada directamente con desigualdades de raza, clase social y aspectos étnicos y culturales.
Las divisiones y polarizaciones que han surgido en el movimiento feminista son el resultado del debate político e intelectual que se ha dado a su interior, entre las principales exponentes, y de la dinámica asumida en el ámbito social externo por las críticas emitidas en determinados contextos y situaciones históricas. Por ejemplo, en los años setenta, el debate se centró en la dicotomía teoría‐praxis; en la década de los ochenta, la discusión se orientó, inicialmente, en términos de identificación lesbiana en contraposición de aquella heterosexual; y, luego, en torno a la relación raza‐género, en que se habló de un feminismo blanco u occidental en oposición a un feminismo tercermundista y negro.
De Laurentis (s.d.:6) señala que: “La teoría feminista, vista desde una perspectiva histórica más amplia, no es simplemente una teoría de la opresión de la mujer al interior de la cultura dominante […]. Es, más bien, una teoría en fase de desarrollo del sujeto mujer como sujeto social, cuya constitución incluye obviamente el sexo y el género, pero también, y en igual medida, la sexualidad, la raza, la clase, la cuestión étnica y cualquier otra división socio‐cultural significativa; una teoría, por tanto, del sujeto socia jer que puede prescindir de su historia específica, emergente y confl a”.
l muictiv
5. HACIA UNA REFORMULACIÓN FEMINISTA DE LA ECONOMÍA
El aporte del análisis feminista ha tenido relevantes influencias sobre la teoría económica tradicional. En su constante revisión de las principales corrientes de pensamiento, la llamada economía feminista ha puesto en evidencia los ‘sesgos androcéntricos’ de dicho pensamiento (restricción del ámbito de observación al mercado y al trabajo remunerado) y la necesidad de incorporar al estudio de la economía las relaciones de género, como eje crucial para entender los sistemas de opresión de la mujer.
El análisis realizado se ha centrado en dos momentos fundamentales: el primero se manifestó en la década de los setenta, cuando se introdujeron los conceptos de género y patriarcado, y se planteó la necesidad de
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profundizar las relaciones del sistema patriarcal con el capitalista. El segundo, a partir de los años noventa, dio lugar a nuevas propuestas que se elaboraron a partir de una serie de críticas generadas a aquellos conceptos iniciales.
En lo que concierne al primer momento, las estrategias feministas se centraron en la ‘deconstrucción’ del discurso androcéntrico del pensamiento económico neoclásico, centrado en el mercado, y en el uso de una c lategoría analítica diferente: la de la sostenibi idad de la vida (Pérez Orozco, 2004: 89).
El análisis parte del reconocimiento que en el pensamiento clásico existía una concepción más amplia de la economía con respecto a la teoría neoclásica del mercado; en efecto, para los clásicos, la economía estudiaba las leyes económicas que regían la producción, la distribución, el mercadeo y el consumo de los bienes materiales para la satisfacción de las necesidades humanas. El paso de las necesidades humanas al intercambio mercantil implicó un cambio en el centro de atención “desde los valores de uso a los valores de cambio, desde las relaciones sociales a las fuerzas del mercado (oferta y demanda). […] La mano invisible del mercado (y su fuerza motriz, el interés egoísta) se convirtió en el principio sagrado de la eficiencia económica y el bienestar social” (Pérez Orozco, 2004: 91). La característica definitoria del trabajo pasó de ser si producía algún bien material a si su producto podía intercambiarse por dinero.
El marxismo, aunque retomó los conceptos de producción y trabajo propios de los clásicos y los profundizó, al privilegiar la lucha de clase sobre cualquier otro tipo de conflicto social, dejó de lado todos aquellos servicios o trabajos que eran prestados en forma personal, pues todos ellos constituían, desde el punto de vista del capital, trabajos improductivos; en efecto, su principal interés era analizar el carácter de los trabajos asalariados y su relación con la valorización del capital. De ahí que la problemática de la mujer no tuvo en la visión marxista la debida relevancia.
Con la escuela marginalista, y sucesivamente con la neoclásica, se perdió “toda perspectiva sobre la interrelación entre los mercados y la denominada esfera reproductiva” (Pérez Orozco, 2004: 92), y el estudio de la ec d a d z q s onomía se re ujo a l s activida es moneti adas ue pa an por el mercado.
Los intentos de la economía feminista para hacer visible la contribución de las mujeres a la economía partieron del debate sobre el trabajo doméstico. Desde una perspectiva marxista, se pretendió demostrar que el trabajo femenino, aunque realizado en el espacio privado de los hogares, era imprescindible para el funcionamiento de la estructura económica, ya que se necesita de esas actividades no remuneradas para garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo. De ahí su reivindicación “de la existencia de toda una esfera económica, mantenida en la sombra, de la cual las mujeres eran las principales protagonistas” (Pérez Orozco, 2004: 95). Se evidenció, además, las conexiones existentes entre la esfera
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monetizada y la no monetizada, pues éstas no operan de forma aislada sino interrelacionada. Por tanto, la economía no es solamente mercado y trabajo asalariado sino también hogares y trabajo doméstico; las mujeres están plenamente presentes en la economía y doblemente presentes en el merc iado del trabajo (tanto en la esfera monet zada como en la no monetizada).
El concepto de trabajo se amplía, entonces, para abarcar también actividades realizadas sin pasar por el mercado y sin recibir una contraparte monetaria, y que forman parte de una división social de las tareas. Según esa nueva visión, los mercados son la esfera pública, en la que el sistema capitalista produce bienes y servicios y donde se genera la opresión de clase; los hogares, por su parte, constituyen la esfera privada donde el patriarcado establece una opresión de género, garantizando la reproducción de la fuerza de trabajo. De ahí que el capitalismo y el patriarcado son dos sistemas interrelacionados que permiten entender las opresiones de clase y género5.
El afán de determinar dichas interrelaciones dio lugar a dos posturas enfrentadas: la primera, considera la subordinación del patriarcado a los intereses del capitalismo; por ende, el origen de la opresión de la mujer y su superación están subsumidos en la lucha de clase; su vertiente económica se agrupa en torno al debate sobre trabajo doméstico. La segunda, remarca la independencia o primacía del patriarcado con respecto al capitalismo y, por tanto, la independencia de la lucha de las mujeres. Posteriormente, aparece la ‘teoría de los sistemas duales’, que considera al capitalismo y al patriarcado como semi‐autónomos y, por ende, aboga por un estudio simultáneo de ambos para entender la problemática de la opresión de la mujer (Pérez Orozco, 2006: 2‐3).
Finalmente, para superar las variadas limitaciones surgidas en el intento de valorizar el trabajo oculto de las mujeres, el análisis feminista adopta una nueva estrategia e introduce el concepto de ‘sostenibilidad de la vida’, que hace referencia a cómo las personas resuelven sus necesidades de bienes y servicios, considerando tanto los requerimientos biológicos como los de carácter afectivo y de participación social.
Varios son los servicios que contribuyen a la sostenibilidad de la vida, como ‐por ejemplo‐ aquellos que hacen referencia a los trabajos de cuidado, lo qu e e m u e r mite dir ctamente a la proble ática de quiénes as men la responsabilidad de dichos cuidados.
Las autoras que examinan dicha temática consideran que no necesariamente esos trabajos invisibles y no remunerados son el resultado de relaciones afectivas, de altruismo o solidaridad; “pueden también ser consecuencia de la coerción, del sentido del deber o de relaciones de poder. Y, sin que siem e embargo, puede decirse pr aportarán la generación directa de bienestar” (Pérez Orozco, 2004: 113).
Frente a un Estado de bienêtre en retroceso, la responsabilidad de garantizar la vida recae en última instancia sobre los hogares. Para la
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economía feminista, la familia constituye la unidad económica básica del sistema capitalista, pues se adapta constantemente a los cambios que se registran en el mercado y que determinan los ciclos económicos de una sociedad. La realidad evidencia que son las mujeres que realizan la mayoría de las actividades domésticas, de ahí que son ellas quienes posibilitan la sostenibilidad de la vida y que mitigan los reajustes económicos.
Una importante contribución al debate sobre la desigual asignación intrafamiliar de recursos y tareas ha sido proporcionada por el modelo de “conflicto cooperativo” de Amartya Sen. Según dicho modelo, la distribución de titularidades y recursos no es fruto de la decisión libre de sus miembros sino de los diferentes grados de poder que tiene cada uno. Rigen relaciones de cooperación en tanto que los resultados de ésta sean preferibles a los que derivan de una ruptura. Sin embargo, puede surgir un conflicto de interés cuando se trate de decidir entre diferentes opciones que beneficien claramente a alguno de los miembros sobre los otros; esto daría lugar a un proce q so de negociación ue se resolvería con la adopción de una de las opciones o con la ruptura familiar (Murguialday, 2000: 3).
Un elemento clave de las relaciones intrafamiliares es el poder de negociación que tiene cada integrante; dicho poder está relacionado con una serie de factores como la percepción de la importancia de las aportaciones personales al bienestar familiar (ingresos económicos y otras contribuciones), el nivel de disposición a supeditar la propia conveniencia a la de los demás, y ‐por último‐ la capacidad de algunos para ejercer coerción, intimidación o fuerza sobre los otros. Los diferentes niveles de poder también se derivan de factores culturales, costumbres y actitudes sociales, percepciones del entorno, etc.
El análisis de Sen (1990) pone de relieve cómo los conflictos de género existen en todas clases sociales, por lo cual es primordial profundizar los factores que subyacen a la subordinación de la mujer en el ámbito familiar y el escaso poder de negociación de lo que dispone para poder entender su opresión y discriminación social.
6. UN PRIMER BALANCE
A pesar de las diferentes maneras de enfocar el problema de la discriminación y subordinación de la mujer, es evidente que se trata de una cuest
ión compleja que involucra aspectos históricos, sociales, económicos y políticos.
Para llegar a un pleno reconocimiento de los derechos de las mujeres se debe tomar en cuenta las condiciones específicas de su vida, lo que remite a numerosos aspectos que condicionan dicho reconocimiento, entre los c uales cabe señalar la educación, como pre‐requisito para una participación efectiva en la vida social.
La educación debe ser entendida como el conjunto de medios que permiten a las mujeres desarrollar y ejercer su creatividad y sus
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capacidades; al respecto, son importantes la educación a la solidaridad y la educación a la economía, pero no para integrarse en los roles tradicionales sino para acrecentar su capacidad de elegir de manera aceptable para toda la colectividad; la educación al consumo, para romper con el mito del bienestar entendido como aumento del gasto en bienes y servicios; y la educación a la ciudadanía responsable (Sabourin, 1999:19).
La autonomía económica, la capacidad de expresión y la libertad de acción son las principales aspiraciones, personales y colectivas, expresadas por las mujeres. Las mujeres que reivindican la igualdad de derechos y la posibilidad real de ejercerlos desean ser sujetos activos de su propia vida y ‐al mismo tiempo‐ actoras sociales, políticas y económicas en las sociedades donde viven y donde aspiran a ser consideradas como personas y ciudadanas, en su integralidad y sin limitación alguna.
Las mujeres no pueden ocupar equitativamente su lugar en un sistema socio‐económico que no solamente mantiene desigualdades sino que contribuye a crearlas; se requiere entonces cambiar las “reglas del juego”, es decir, cuestionar los valores, el sentido de la vida y de los seres humanos; así mismo, interrogarse sobre las finalidades y las formas de organización de la convivencia social.
La corriente de pensamiento económico feminista han encontrado en la economía solidaria iniciativas y experiencias que, inspiradas en una serie de valores fundamentales como la cooperación, la solidaridad y la igualdad, han permitido desarrollar nuevos modelos organizacionales, tanto empresariales como sociales, renovando de alguna manera las relaciones económicas entre seres humanos.
Al respecto, la pregunta conceptual y operacionalmente relevante que la teoría feminista se hace con respecto de la economía solidaria es si ésta permite efectivamente avanzar en la eliminación de la subordinación de la ujer en lo doméstico y social, para construir una sociedad basada en la quidad de género. me 7. LAS MUJERES EN LA ECONOMÍA SOLIDARIA
La economía solidaria surgió inicialmente como una alternativa económico‐social destinada a paliar las fallas del mercado que marginaban a una parte importante de la población del sistema económico. Sucesivamente, adquirió una nueva perspectiva al perfilarse como un modelo alternativo al hegemónico neoliberal, pues, más allá de ofrecer respuestas a las limitaciones del sistema vigente, proponía “una manera diferente de hacer econo imía”, más solidaria y humana, “que mplica comportamientos sociales y personales nuevos” (Razeto, citado en: Sarria, 2006: punto a).
Ese propósito de reconceptualizar la economía, construyendo otro paradigma, tiene evidentes afinidades y puntos de vistas compartidos con la teoría económica feminista, así como la crítica a los fundamentos de la economía capitalista y su vertiente neoliberal, el intento de redefinir el
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objeto de estudio de la misma economía, el reconocimiento y afirmación de la importancia de las actividades no monetarias y no de mercado, la reval n orizació del factor trabajo y del trabajo femenino en particular, el análisis de la unidad familiar6 y de su papel socio‐económico, entre otros.
Ambos enfoques teóricos, el feminista y el solidario, coinciden, además, sobre la importancia de los factores culturales en la determinación de lo que es masculino y femenino y en los prejuicios sociales hacia la mujer. De ahí que “la situación de subordinación que sufren las mujeres en el ám r abito social y familiar se reproduce en el luga de trab jo” (Ribas y Sajardo, 2004: 97).
Las eventuales desigualdades de género que también presentarían ciertas experiencias de economía solidaria serían atribuibles a las influencias que ejerce el entorno en el que se desarrollan. Sin embargo, es evidente la mayor preocupación y sensibilidad hacia los problemas sociales que la economía solidaria posee y su mayor capacidad para enfrentarlos y encontrar mecanismos de respuesta. Ésta, además, es portadora de valores culturales y sociales distintos a los que predominan en el conjunto de la sociedad, pues están basados en los principios de igualdad, equidad, autoayuda, solidaridad y participación democrática. Las organizaciones que se conforman bajos esos principios, además de transmitirlos en su entorno y hacia el resto de la sociedad, se constituyen en verdaderos mecanismos de inclusión y reivindicación social para los sectores más débiles y discr n uimi ados, lo q e explica la presencia mayoritaria de las mujeres entre las principales protagonistas de esas nuevas formas de hacer economía.
La economía solidaria propone una concepción distinta acerca del trabajo y la sociedad en general. El trabajo se concibe como una actividad grupal y social, en la que muchos colaboran para lograr un resultado común, sobre la base de un compromiso y un riesgo compartido.
Por la importancia que otorga al trabajo comunitario, rescatando una forma de organización del factor trabajo basada en la autoayuda, la economía solidaria ha revalorizado la presencia de las mujeres en los grupos y asociaciones que surgen y se desarrollan en el espacio de la vecin
tdad, operando con lógica y valores más próximos a su identidad y
cos umbres. Los conocimientos y competencias tradicionales son para las mujeres
las herramientas fundamentales que les permiten tomar iniciativas y agruparse. “Valorar los conocimientos técnicos tradicionales, indispensables para la vida pero a menudo despreciados ‐incluso por las propi cami r c el as mujeres‐, es el no más co to hacia la re onquista d aprecio de una misma” (Palmieri y Foufelle, 2004: 5).
Las experiencias de economía solidaria, al promover espacios de encuentro y trabajo, hacen posible que las mujeres sean copartícipes de un mismo proceso de cambio en lo personal y social. Esas prácticas les permiten generar ingresos propios, logrando su autonomía financiera respecto del cónyuge, y ser partícipes de relaciones de trabajo basadas en el
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compañerismo y en la gestión democrática. En efecto, dichas iniciativas colectivas responden a múltiples necesidades que van desde la resolución de p m roblemas de la vida cotidiana hasta la afir ación de la libertad individual y la integración social.
Algunos sectores feministas consideran que la economía solidaria representa “una regresión para las mujeres, una vuelta a los valores ancestrales de la familia y de la mujer guardiana del hogar, y también una aceptación de la precarización del trabajo” (Palmieri y Foufelle, 2004: 6); viceversa, otros sectores ‐con los que coincidimos‐ reconocen, más bien, que es un medio para alcanzar una democracia económica y devolver al trabajo invisible de las mujeres su justo lugar y valor.
Al realizar actividades de carácter solidario, las mujeres han aprendido la importancia de operar organizadas y de desarrollar su ciudadanía; es decir, a reconocer sus derechos en lo público y privado y a luchar en contra de la violencia doméstica y social. Así mismo, han ganado espacio en su entorno y logrado reconocimiento para sus capacidades; todo esto, les ha permitido alcanzar una mayor autoestima como personas.
Las actividades de economía solidaria tienen varios impactos positivos en la sociedad y para la superación de la discriminación de las mujeres. Tres serían sus principales contribuciones (Guerín, citado en Nobre, 2003: 4): en primer lugar, el énfasis puesto en la utilización y presencia de recursos no monetarios (como ‐por ejemplo‐ las prácticas de reciprocidad entre los miembros del grupo y la existencia de relaciones de confianza); luego, el haber centrado su atención prioritaria en la resolución de las necesidades humanas (y no en la acumulación de capital) y, finalmente, el favorecer la creac ión de un espacio donde las personas pueden comprender y ejercer sus derechos.
Este último aspecto remite al debate histórico para el feminismo acerca de la separación entre público y privado, entre producción de bienes y servicios y reproducción y cuidado de las personas; el primero atribuido a los hombres y el segundo a las mujeres. La economía solidaria “rompe esa separación, estableciendo una nueva intermediación entre Estado, mercado y familia” (Guerín, citado en Nobre, 2003: 4).
Sin embargo, esa última característica es generadora de nuevas críticas, pues hay sectores que consideran que se instrumentalizan las prácticas de solidaridad de las mujeres para abaratar los costos de los programas gubernamentales focalizados a los estratos más pobres de la población. En efecto, son las mujeres quienes se hacen cargo de programas como el de salud comunitaria, alimentación popular (comedores), cuidado infantil (guarderías comunales) y albergues para indigentes. El éxito de muchas de estas políticas de alivio a la pobreza “se sustenta en una ampliación del trabajo de las mujeres a escala familiar o comunal, costo que resulta invisible para los diseñadores y ejecutores de políticas, por ser un trabajo no remunerado […] Se instrumentaliza la capacidad de las mujeres para construir redes familiares y sociales con otras mujeres, para satisfacer
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necesidades comunes de sus familias y de otras familias” (Guillén, 2002:3). Por tanto, queda abierta la cuestión “si los grupos de economía
solidaria, al crear nuevas prácticas de gestión, una nueva cultura del trabajo y una contracultura en términos de cómo se produce y de cómo se consume, pueden ser un cantero de experimentos de relaciones no‐jerárquicas, de fortal
ecimiento de autonomía y de constitución de derechos” (Nobre, 2003: 5).
Aunque el debate sobre las mujeres en la economía solidaria es todavía incipiente, las contribuciones de las experiencias innovadoras que se han dado en muchos países de América Latina, a partir de la década de los ochenta del siglo pasado, permiten reconocer que, en el desarrollo de esas prácticas, las mujeres han aprendido a organizarse, a desarrollar su ciudadanía (reconociendo sus derechos en lo público y privado), a enfrentar la violencia doméstica y social, a ampliar sus capacidades, en el sentido que Amartya Sen (1998) le confiere, a desarrollar una distinta personalidad y a valorarse como personas, a generar dinámicas colectivas, a compartir valores sustentados en una identidad común, a romper barreras de prejuicios y exclusión, a generar cambios en el medio social (de proximidad) y a construir una verdadera democracia participativa.
Todo eso resalta el valor intrínseco de la solidaridad y su potencial para la construcción de un proyecto económico alternativo, basado en la proclamación de la igualdad de derechos entre géneros y en el reconocimiento social del trabajo de la mujer tanto en la esfera doméstica como comunitaria.
En síntesis, la economía solidaria se proyecta como un medio para poder avanzar hacia una sociedad más equitativa y democrática. Es precisamente a partir del reconocimiento y revalorización de las capacidades de las mujeres, del fomento de un diálogo social y de la uperación de las barreras entre los espacios privados‐domésticos y los spacios públicos que se podrá luchar contra las desigualdades entre sexos. se CONCLUSIONES
La revisión realizada en este artículo de los principales postulados de las teorías económicas, relativos a las causas de la discriminación y segregación laboral de la que son objeto las mujeres, ha permitido evidenciar sus limitaciones y la necesidad de adoptar perspectivas de análisis más amplias, no sólo de carácter económico, para entender dicha problemática. De ahí la inclusión de los enfoques feministas, pues, al integrar factores sociales y culturales, han permitido aportar nuevos elementos a la discusión y avanzar en el entendimiento de las razones de dicha situación.
En su marco analítico, las corrientes feministas consideran y examinan tanto la esfera productiva como la reproductiva y diferencian los conceptos de sexo y género. Esta diferenciación permite desligar las características biológicas de hombres y mujeres de las desigualdades sociales y de los
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supuestos que justificaban la división del trabajo en el ámbito doméstico, social y laboral.
El objetivo primordial de gran parte del movimiento de mujeres no es la gu a x s o nerr entre se os in la lucha co tra las hegemonías culturales que imponen roles y conductas diferenciadas para hombres y mujeres.
Al respecto, se ha considerado importante reflexionar sobre qué oportunidades y desafíos ofrece la economía solidaria, por los valores éticos que la sustentan, para promover y generar cambios sociales y modificaciones en los patrones colectivos vigentes, en favor de la construcción de una verdadera democracia basada en la equidad de género.
Las experiencias que se han dado en las últimas décadas, sobre todo en los países en desarrollo, permiten afirmar que su aporte ha sido significativo, pues las organizaciones conformadas bajo los principios de cooperación y ayuda mutua han permitido la incorporación de las mujeres, en calidad de pequeñas emprendedoras, al mercado laboral, superando así su situación de exclusión y segregación. Las mujeres ya no son receptoras pasiv das de programas de ayuda social sino las actoras principales e su propio cambio.
Las actividades micro‐empresariales desarrolladas, en muchos casos en las mismas viviendas, han diluido la separación entre lo público y privado, rompiendo con el esquema dicotómico que otorga dominio y poder a lo público y subvalora las actividades desempeñadas en lo privado (Pineda, 2004: 9). La participación de la mujer en el mercado del trabajo y su protagonismo en la esfera económica han conllevado a una mejor distribución del trabajo reproductivo en el ámbito familiar, lo que ha implicado incorporar a los hombres al proceso de cambio.
Para lograr una verdadera transformación social y cultural se requiere de alianzas estratégicas entre hombres y mujeres, pues sus identidades de género conllevan aspectos relacionados con la diferenciación social y desiguales niveles de poder. Restringir el proceso de concienciación a lo femenino, dejando de lado los problemas asociados a la vida privada y a las relaciones familiares, sólo agravaría la situación de las mujeres. Su empoderamiento “debe ser complementado con cambios en las actitudes y comportamientos sociales e individuales de los hombres, si se quiere que sea sostenible” (Pineda, 2004:10). La independencia económica que adquieren las mujeres trabajadoras y la distinta personalidad que desarrollan, basada en una nueva percepción de sí misma y en una mayor autoestima, las transforman en interlocutoras válidas para los hombres y aumentan su poder al interior del hogar y de la comunidad donde viven.
Las organizaciones de economía solidaria favorecen el proceso de empoderamiento de las mujeres y, por ende, la equidad de género gracias a una serie de factores, entre los cuales cabe señalar los siguientes: buscan el bienestar responsable, garantizan la satisfacción de necesidades básicas, permiten desarrollar capacidades y se sustentan en el trabajo en equipo (Farah, 2006:215). Es decir, las mujeres que actúan en esas organizaciones
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persiguen no sólo el bienestar individual y familiar sino de toda la comunidad (esto se da sobre todo en las comunidades campesinas); además, a través de la capacitación que reciben desarrollan confianza en sí mismas y en sus potencialidades, mejorando su autoestima. Finalmente, el hecho de tener un empleo digno y respetado por el entorno, de compartir actividades y experiencias con el grupo del cual son miembros desarrolla su sentido de pertenencia e identificación con la organización, la que promueve su participación en condiciones de igualdad. Todos esos aspectos permiten romper con los prejuicios sociales y culturales sobre sus limitadas posibilidades de desempeño autónomo en lo económico y de realización en lo personal y colectivo.
El hecho que las organizaciones de economía solidaria estén basadas en valores como la igualdad y la equidad reafirma el principio de la equivalencia de géneros. Sin embargo, no siempre el entorno social, impregnado de estereotipos y de estructuras discriminatorias hacia la mujer, se vuelve receptivo de esa nueva manera de actuar y pensar. Por tanto, hay que avanzar en la construcción de un proyecto alternativo de sociedad basado en el reconocimiento del trabajo femenino en el ámbito familiar y comunitario; garantizar el acceso en paridad de condiciones al mercado de trabajo formal y patrocinar una distribución compartida de esponsabilidades en el hogar entre hombres y mujeres, sólo así se podrá lcanzar una verdadera equidad de género. ra NO S 1. Desarrollada principalmente por Gary S. Becker (1964) en el libro Human
TA
Capital.
2. Los teóricos neoclásicos, tanto en su versión ortodoxa como en la más contemporánea, no distinguen en sus supuestos el mercado de trabajo de los demás mercados, partiendo del postulado de que los niveles de empleo y de salario real se determinan en la intersección de las curvas de oferta y demanda de fuerza de trabajo, en un mercado de competencia pura y perfecta. Por lo tanto, el salario real debería ajustarse naturalmente a la productividad marginal física del trabajo. No se dan así explicaciones adecuadas sobre los desequilibrios persistentes en el mercado laboral y que han inspirado la aplicación de políticas de empleo basadas en la flexibilización en el uso de la fuerza de trabajo y en la discriminación salarial de la mujer, como parte de la estrategia de reducción de los costos laborales.
3. Dicha corriente promueve la creación de organismos que planteen esas reivindicaciones. Respondiendo a dicha convocatoria y contando con el apoyo de Betty Friedan, se conforma, en 1966, The Nacional Organization for Women – NOW, un grupo de presión en pro de los derechos civiles y políticos de las mujeres (Robinson, s.d.: 3).
4. Uno de los principales aportes feministas fue diferenciar entre los conceptos de sexo y género; con eso, se logró desligar la desigualdad social entre
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hombres y mujeres de sus referencias biológicas, y se dio paso a una nueva perspectiva de lucha, ya no entre sexos si no de género (de hombres y mujeres) contra los condicionamientos culturales.
5. Esta visión de la problemática femenina universaliza la noción de opresión de género y desconoce las diferencias existentes entre mujeres; en efecto, el concepto de trabajo doméstico (realizado en la familia nuclear) es típicamente occidental y no contempla otras experiencias presentes en diferentes realidades como, por ejemplo, la latinoamericana.
Para una mayor profundización de ese aspecto, ver: Razeto, 1993:123‐138. 6.
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« L’effet participation » : citoyenneté et santé, un facteur de distinction de
écon mie sociale ? l’ o ATRICK GUIOLP 1
Université de Re JORGE MUÑOZ
nnes, France
2 Université de Bretagne Occidentale, France RÉSUMÉ • Dans cet article, les auteurs s’interrogent sur les effets de la mise en place d’une politique de participation des salariés dans l’entreprise. Deux dimensions sont abordées, l’une relative aux opinions et comportements des salariés, l’autre à la souffrance psychique au travail et à son impact sur la santé. Deux enquêtes réalisées à des intervalles différents ont retenu le critère de la gouvernance de préférence au statut juridique pour comparer des échantillons de sociétés opposées par leur management participatif ou autoritaire. La première montre des contrastes significatifs entre les deux groupes d’entreprises. En termes de choix politiques, de tolérance, de satisfaction dans les relations sociales ou d’activités de loisir, les différences sont presque systématiquement en faveur des salariés des entreprises participatives. La deuxième révèle dans quelle mesure une gestion autoritaire et un mauvais climat social ont un impact sur la santé des travailleurs. Là, comme dans les pratiques socioculturelles, une différence nette émerge et la question de la « reconnaissance » apparaît, une fois de plus, centrale. Les auteurs soulignent, ainsi, l’intérêt de rendre plus visibles les vertus des valeurs participatives dont les organisations é .de l’ conomie sociale se prévalent SUMMARY • In this article, the authors reflect on the consequences of implementing a policy of employee contribution. Two aspects are studied; one is the opinions and behaviours of the employees, the other is psychic suffering at work and its impact on one’s health. Two inquests, separated in time, looked into the governance rather than the legal constitution of two types of businesses: one with a consulting management, one with a directive management. The first inquest reveals important differences between the two groups of businesses. In terms of political choices, of tolerance, of satisfaction through social relations or leisure activities, the differences are almost systematically in favour of the employees of the consulting management. The second inquest reveals the impacts of a directive management and of a negative social atmosphere on the health of the employees. Here, as in the sociocultural ways of governing, a clear difference is revealed and the question of “recognising” the contribution of employees is once more central. The authors thereby underline the importance of emphasising the virtues of the “participating values” that the organisations of the social economy sector take pride in.
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RESUMEN • En este artículo, los autores se interrogan sobre los efectos de la puesta en práctica de una política de participación de los asalariados en la empresa. Dos dimensiones son abordadas, una relativa a las opiniones y comportamientos de los asalariados, la otra al sufrimiento síquico del trabajo y su impacto en la salud. Dos encuestas realizadas a intervalos diferentes retuvieron preferentemente el criterio de la gobernabilidad al estatuto jurídico para comparar las muestras de sociedades opuestas respecto al `management’ participativo o autoritario. La primera muestra contrastes significativos entre los dos grupos de empresas. En términos de elección política, de tolerancia, de satisfacción en las relaciones sociales o actividades de diversión, las diferencias son casi sistematicamente en favor de asalariados de empresas participativas. La segunda encuesta revela en que medida una gestion autoritaria y un clima social malo tienen un impacto en la salud de los trabajadores. Allí, como en las prácticas socioculturales, una diferencia neta emerge y la cuestión del ‘reconocimiento’ aparece, una vez más, como central. Los autores subrayan, así, el nterés de hacer más visibles las virtudes de los valores participativos que prevalecen n las organie izaciones de la economía social. RESUMO • Neste artigo, os autores se interrogam sobre os efeitos de se por em prática uma política participativa dos assalariados numa empresa. Duas dimensões são abordadas: uma relativa às opiniões e comportamentos dos assalariados, a outra em relação ao sofrimento psíquico do trabalho e seu impacto na saúde. Duas enquetes realizadas em intervalos diferentes se detiveram, preferencialmente, no critério da governabilidade ao estatuto jurídico para comparar as amostras de organizações opostas em relação ao “managemente” participativo ou autoritário. A primeira apresenta contrastes significativos entre os dois grupos de empresas. Em termos de escolha política, de tolerância, de satisfação nas relações sociais ou atividades de diversão, as diferenças são quase sistematicamente a favor dos assalariados das empresas participativas. A segunda enquete revela em que medida uma gestão autoritária e um mal clima social tem um impacto na saúde dos trabalhadores. Ali, como nas práticas socioculturais, uma diferença nítida emerge e a questão do ‘reconhecimento’ aparece, uma vez mais, como central. Os autores sublinham, assim, o interesse de se tornar mais visível as virtudes dos valores participativos que prevalecem nas organizações da economia social.
INTRODUCTION
Les pratiques participatives dans l’entreprise exercent‐elles une influence sur les salariés ? Vraisemblablement en ce qui concerne leurs comportements professionnels, du moins peut‐on le supposer dès lors que des managers d’entreprises capitalistes se sont emparés de ces techniques pour « gérer les ressources humaines ». Mais une telle influence existe‐t‐elle sur tous les autres types de comportements, dans et hors l'entreprise, qu'ils soient d'ordre psychologique, culturel, religieux, syndical, politique, sanitaire ? La question mérite d’être posée car, s’il est des domaines de responsabilité qui interpellent l’économie sociale et solidaire par excellence ne seraient‐ce pas ceux de la santé des travailleurs, d’une part, et de leur conscience de citoyen, d’autre part ? En d'autres termes, les techniques de management participatif, même imaginées pour un environnement de
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sociétés capitalistes, agissent‐elles à leur insu hors du champ pour lequel lles ont été prévues ? Et si oui, comment ? On tentera de répondre à ces uestions grâce à deux enquêtes complémentaireseq
3 réalisées en France.
1. ORIGINE DE L'ENQUÊTE
On connaît les reproches que les maîtres‐penseurs du socialisme autoritaire ont voulus définitifs à l’encontre du mouvement coopératif. Ils renvoient à la supposée supériorité du socialisme dit « scientifique » sur le socialisme dit « utopique », décrétant la disqualification de toute voie associationniste en procès de « collaboration de classe ». La présente étude vise donc à s’émanciper de ce genre de polémique doctrinale. Pour privilégier les réalités sur les discours, au risque, d'ailleurs, de découvrir des vérités dérangeantes pour les uns ou les autres, et de bouleverser les idées reçues, on s'est attaché à porter un regard clinique sur le management participatif des entreprises et ses éventuels effets sur les salariés qu’il s’agisse de leurs comportements so iopolitiques ou de leur santé. Comparant deux échantillons d'entreprises : cparticipatives, d'une part, et non participatives, d'autre part.
2. LA MÉTHODOLOGIE DES « CAS TÉMOINS » POUR COMPARER L’IMPACT DES FORMES DE POUVOIRS DANS L’ENTREPRISE
Qu’il s’agisse de la première ou de la seconde enquête, la méthode suivie fut la même. Dans le premier cas, nous avons étudié une vingtaine d’entreprises et interrogé par questionnaire plus de 800 salariés. Dans la seconde étude, les salariés n’ont pas fait l’objet d’un sondage mais ce fut le cas pour 234 médecins généralistes ainsi que pour un panel de médecins du travail relatif à un échantillon d’entreprises beaucoup plus important (128) reposant sur une population de 35 000 salariés4. Nous avons recueilli leur vécu. Ce second temps « comparatif » sur la base d’une variable discriminante (le type de management), a, ensuite, donné lieu à une vérification statistique car, bien que considérés comme suffisamment autorisés, ces témoignages et avis n’en demeurent pas moins restreints aux limites d’un sondage d’opinion. L’exploitation statistique des données santé mises à disposition par la Caisse de Sécurité sociale de la zone étudiée (Accidents du Travail, Maladies Professionnelles et arrêts i a é h lo s e malad es) sur la b se de ces mêmes c antil ns e t venu contrôler et confirmer leur expérience professionnelle.
Cette stratégie méthodologique – que l’on peut qualifier de « combinatoire » ‐ a donc consisté à réunir sur un même outil un ensemble de techniques d’enquête permettant, étape par étape, une progression dans la construction des indicateurs.
Dans les deux cas nous nous sommes attachés à isoler la variable unique à savoir : les formes de pouvoir que traduisent les politiques de gestion de l’entreprise et la nature de la direction du personnel. En effet, selon qu’elles accordent une place assez large aux techniques de motivation du personnel
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en privilégiant la concertation et l’intéressement, c’est‐à‐dire la participation ou, au contraire, qu’elles s’appuient sur une conception autoritaire de la hiérarchie, l’impact sur le psychisme du travailleur peut ne pas être nécessairement le même. Et si son univers idéologique s’en trouve affecté, de même pourra‐t‐il en être en ce qui concerne sa santé. Mais, jusqu’à quel point ? Cette méthode par isolement d’une variable n’est rien d’autre que la « méthode des cas témoins », un classique des enquêtes sanitaires. Elle implique d’éviter tout biais en prenant soin de composer les deux échantillons par paires d’entreprises aux profils similaires en tous points (branches, activités, tailles, environnement géographique), exceptées leurs directions qu’on a recherché aussi opposées que possible.
Déceler si les méthodes participatives d’ordre « managérial », à visées exclusivement économiques, entraînent des incidences non économiques dans l'univers idéologique des salariés (et si oui, lesquelles ?), revient à détecter ce que l'on appelle, en médecine des « effets secondaires », ou en science des « effets de bord ». Ainsi, peut‐on juger des effets d'une structure par elle‐même, au‐delà ‐ voire à l’encontre ‐ des intentions de ceux qui la mettent en œuvre, indépendamment de tout présupposé idéologique. En l’occurrence, s’agissant des formes de pouvoir dans l’entreprise, on entendra par gestion « participative » l’admission des salariés ou leur exclusion à toute forme de contribution à la marche de l’entreprise, à commencer par un contexte d’ouverture ou de fermeture au dialogue social. Les formes de pouvoir ne sont, en effet, pas indifférentes (Meister, 1969 et 1974; Fleurbaey, 2006). Les plus ouvertes d’entre elles renvoient aux règles de fonctionnement démocratique pour développer des activités marchandes. Elles rejoignent en cela les caractéristiques inhérentes à l’économie sociale qui propose un modèle de l’homme au travail respectueux de ces principes tout en étant animé par une éthique de l’impact social. Les entreprises coopératives se trouvent naturellement interpellées par cette problématique dans la mesure même où leur projet se caractérise, entre autres, par la participation des salariés. D’ailleurs, si le critère de la gouvernance effective a été retenu de préférence au statut juridi l ’ r tque de l’entreprise, i va sans dire qu au tit e des en reprises sélectionnées dans la catégorie des « participatives » figurent des scoop.
Les questions posées aux salariés lors de la première enquête portaient sur tous les aspects de la vie quotidienne, professionnelle comme extra professionnelle, privée comme publique : perception des rapports sociaux et de la vie au travail, problèmes de hiérarchie, représentation des conflits sociaux et modalités d'interventions syndicales ou extra‐syndicales, choix des projets éducatifs pour les enfants, loisirs et pratiques culturelles, etc., sans oublier les évolutions de sensibilité politique et les proximités partisanes. Toutes ces questions représentaient environ une heure d'entretien par interviewé. On n’en évoquera, ici, qu’un très petit nombre.
L'application de filtres dans les cas litigieux a permis de gommer tout éventuel biais pour ne retenir que l'effet de la variable « culture
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d'entreprise : participative / non participative ». Ainsi, ont été comparées, des personnes à niveau de diplôme égal, salaire égal, formation religieuse semblable, sensibilité syndicale ou politique identique, voire à parcours scolaire (public ou privé) similaire entre chaque échantillon. Toujours ou presque, une différence persistait, suffisamment significative. Au terme de cette enquête, l'hypothèse de départ semble globalement se vérifier : il y a bien corrélation forte entre modèles de gestion des entreprises et univers de représentations et de pratiques des salariés.
Ainsi, la seconde étude a‐t‐elle eu pour point de départ cet acquis. La problématique proposée vise à détecter l’existence d’éventuelles corrélations entre l’ambiance au travail (terme générique) et le « coût santé » global (non limité aux accidents du travail) dans les entreprises concernées. Plus spécifiquement, elle s’attache aux effets santé de l’environnement psychosociologique au travail à travers la culture d’entreprise et le type de relation d’autorité dans les processus décisionnels qui y le r it d lpréva nt, ce qui evient à considérer la place fa e au salarié ans a marche de l’entreprise.
Autre précision qui découle du préalable précédent : on a délibérément pris, ici, le terme participation dans son acception la plus extensive, liant les notions d’intéressement, de dialogue et d’intégration à la vie de l’entreprise du moment qu’elles étaient authentiques et non fictives. Ce qui revenait à en retenir, de fait, l’ambition minimale, c'est‐à‐dire managériale et non politique. Se limiter aux pratiques gestionnaires utilitaristes en retrait certain par rapport aux exigences les plus élevées de l’économie sociale (notamment le principe : un homme une voix) s'imposait en vertu d'un principe de réalité : le panel disponible. Mais si la restriction est substantielle, l'inconvénient qu’elle représente nous est apparu acceptable. Mieux même, elle peut se transformer en avantage. En effet, si une « participation patronale » à visée uniquement productiviste exerce une influence sur les comportements non‐économiques des salariés, le développement d'une « participation » plus constituée et politiquement plus ambitieuse en terme de choix de société devrait a fortiori induire ce type d'effets d'une manière au moins aussi marquée5. D'un point de vue sociologique, affirmons encore une fois que ce ne sont pas les intentions des acteurs décisionnels qui comptent ni leur idéologie, mais les faits par eux‐mêmes. Ensuite, la méthode nous a permis de décliner les distinguos, côté participatives, entre les entreprises capitalistes et les coopératives.
3. DES RÉSULTATS CONCLUANTS QUI VIENNENT CORROBORER D’AUTRES ENQUÊTES
Comme on va le voir, l’impact des deux types opposés de management a révélé que la présence de pratiques participatives et l’ouverture de la direction au dialogue social génère un climat qui n’est pas sans effet, notamment sur la santé des travailleurs. On savait qu’un lien du même
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ordre a déjà été observé dans d’autres domaines tels celui de la consommation (Benoit‐Guilbot et Moscovici, 2000). En matière de santé des présomptions existent sur l’effectivité d’incidences de cette nature, repérées plutôt jusqu’à présent davantage sous forme d’effets pervers à imputer aux accroissements de stress constatés dans les situations où une responsabilisation excessive pèse sur un salarié, généralement un cadre moyen. Mais, à l’inverse de ce genre de situations individuelles extrêmes, dès lors qu’on s’attache aux distinctions globales de management nous disposons d’indications de nature différente grâce à la thèse d’un chercheur britannique effectuée en Italie du Nord, lequel explore les incidences bénéfiques d’un environnement « égalitaire » imputable à un fort tissu coopératif (Erdal, 2000). Plus récemment, les travaux réalisés par Lorenz et leyre (2005) montrent clairement une différence flagrante entre les
s de management et surtout de participation des salariés. Vamode
4. OPINIONS ET COMPORTEMENTS, REFLET D’UNE CULTURE D’ENTREPRISE ?
De la première enquête, il apparaît clairement que la culture d’entreprise et plus particulièrement le management participatif influe hors du champ du travail pour lequel il est conçu, confirmant cet « effet de bord » auquel nous faisions allusion. Nous pouvons l'appeler « l'effet participation » (Guiol, 1998). Signe d'un modelage des m l détermine les at lenta ités, celui‐ci titudes des salariés de a manière suivante :
Côté entreprises participatives : une appréhension de la société caractérisée par une plus grande ouverture à l'extérieur, par un attachement plus marqué aux valeurs de la société démo‐libérale, par une vision plus positive du monde. Côté entreprises non participatives : prévalent au contraire des attitudes de rétraction sur l'espace privé, une adhésion plus forte à une mentalité de tonalité traditionnelle, une vision plus inquiète du présent et de l'avenir. Le clivage ouverture / défiance y est très fort comme ont pu en témoigner les réactions des interviewés en fin d'entretien lorsqu'il leur était proposé de nous offrir la possibilité ‐ grâce à un système garantissant l'anonymat par rapport au questionnaire ‐ de les joindre ultérieurement pour tout autre étude éventuelle, ou compléments de la présente enquête. Cette faculté laissée à leur appréciation a donné des résultats extrêmement contrastés et révélateurs. Très peu de personnes ont accepté de laisser leurs coordonnées dans les entreprises non participatives, alors que les salariés des entreprises participatives les laissaient bien plus volontiers.
Autre constat frappant : le niveau contrasté de satisfaction dans les relations sociales selon les deux types d'entreprises. À l'évidence, au modèle participatif correspond un degré de satisfaction très supérieur à celui enregistré dans l'autre cas. Ainsi les relations sociales sont jugées « très bonnes » ou « plutôt bonnes » par 82 % des salariés dans les
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entreprises participatives, contre 47 % dans les entreprises non participatives, avec, d'ailleurs, de faibles variations selon l'appartenance syndicale (tableau 2). Ce qui est à mettre en relation avec l'opinion des salariés sur la conflictualité des relations sociales.
TABLEAU 1 Degré de satisfaction dans les relations sociales (%)
Entreprise part tive icipa
Entreprise non parti tive cipa
Très bonnes Plutôt bonnes Pas bonnes Pas bonnes du tout
12,06 1 9,66,91,4
6,240,9 39,3 13,6
TABLEAU 2 La perception des relations sociales dans l'entreprise
selon le filtre syndical Entreprises
Salariés participatives nonparticipatives
perception des relations
appartenance syndicale
bonnes&
bonnes très
pas bonnes&
pas bonnes d u tout
bonnes&
bonnes très
pas bonnes &
pas bonnes d u tout
CGT CFDT Non syndiqués 84 % 16 % 59 % 41 %
73 %85 %
27 %15 %
36 %34 %
64 % 66 %
Celle‐ci apparaît inversement proportionnelle au taux de satisfaction.
Indice supplémentaire : les salariés des « participatives » ont le sentiment d'être plus étroitement associés à la vie de leur entreprise. De là, découlent plusieurs types de comportements spécifiques : l'effet de barrière de la relation hiérarchique joue notoirement moins dans les entreprises participatives que dans les entreprises non participatives. Les salariés s'y montrent plus ouverts à l'idée d'inviter à leur table leurs supérieurs hiérarchiques ou leurs subordonnés. Quant à la place de la discussion dans l'entreprise, elle apparaît également contrastée. Sans aller jusqu'à opposer un monde de la parole à un monde du silence, on constate que l'expression, active dans les deux cas, se déploie dans des registres différents. Du côté des entreprises participatives, l'échange porte sur des sujets impliquant une plus grande confiance entre locuteurs voire une intimité (tels que les choix politiques). Du côté des entreprises non participatives, le registre apparemment moins convivial, en tout cas plus vindicatif, se traduit par une plus grande discrétion sur la vie hors entreprise (famille politique,
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télévi propension sion) et, par une plus marquée à l'évocation des problèmes liés à la vie de l'ent eprise. r
Au fond, l'entreprise participative se singularise par sa réceptivité plus marquée aux questions ne relevant pas directement du travail. Les entreprises non participatives, en revanche, sont nettement moins ouvertes aux influences extérieures. Mais c'est dans la vie des salariés hors entreprise que se révèle de la manière la plus significative l'incidence des modèles de gestion des ressources humaines. On pouvait légitimement s’interroger sur le fait de savoir qui de l’entreprise ou de l’origine de la personne l’emporte ? Effet de recrutement ou effet de modelage ? L'effet de modelage s’est révélé tangible tant au niveau des représentations que des pratiques.
En ce qui concerne les représentations on obtient des visions distinctes de l'histoire immédiate. Versant entreprises participatives, elle se présente sous des traits plutôt progressiste / optimiste, se manifestant par une réelle confiance dans l'avenir et par une forte positivation du présent ; versant entreprises non participatives, prévaut au contraire une vision tendanciellement rétrogressive / pessimiste. Ainsi, sont‐ils 62,8 % dans les entreprises participatives pour estimer que l'on vit plutôt mieux qu'il y a vingt ans contre 44,7 % dans les entreprises non participatives.
Le rapport à la tradition laisse également apparaître des distinguos. Manifestement, les salariés des entreprises non participatives s'y montrent plus fidèles que leurs homologues des entreprises participatives. On le relève à la distribution traditionnelle des rôles au sein de la famille, à leur attachement plus marqué envers une conception directive de la pédagogie avec valorisation de la fonction disciplinaire. Par ailleurs, la contestation de l'organisation du travail ne les conduit pas jusqu'à la remise en cause d'un modèle d'autorité de facture patrimoniale. Interrogés sur la question des réformes à introduire dans l'entr t seprise, ils font prévaloir une nouvelle dis ribution de bénéfices plutôt qu'un renforcement des capacités de contrôle du pouvoir.
La question de la liberté est également révélatrice. Globalement, les salariés des entreprises participatives se rallient plus volontiers que leurs homologues à un ethos libéral en matière de mœurs : leur permissivité semble plus affirmée. Mais là où se manifeste de la manière la plus avérée la différenciation des comportements, c'est sans nul doute sur la capacité de se mobiliser en vue de défendre les droits fondamentaux ou d'aborder de grandes causes. Ont été examinés : le droit de grève, l'avortement, la liberté d'enseignement, l'aide au tiers‐monde, le droit d'expression ‐ Lois Auroux, l'équilibre écologique de la planète, les garanties offertes aux travailleurs émigrés en situation régulière (cf. tableau 3), etc. À cet égard, ils se montrent plus concernés par toutes formes de régression susceptibles d'affecter l'espace public démocratique.
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TABLEAU 3 Protesteriez‐vous si un gouvernement remettait en cause les garanties offertes aux travailleurs immigrés en situation régulière ? (Réponse selon le
niveau de revenu de la personne interrogée) entreprises
Selon le niveau de revenu Du salarié interviewé
participatives non participatives
protestation pas de protestation protestation pas de
protestation
moins de 762 € (moins de 1205 $ US) 10671372 € (1688 – 2170 $ US) 1677 3048 € (2653 – 4822 $ US)
61,1 %
80,7 %
82,3 %
39,9 %
19,3 %
17,7 %
45,6 %
63,8 %
75,8 %
54,4 %
26,2 %
24,2 %
Ainsi seraient‐ils plus nombreux à protester dans l'hypothèse d'une
remise en cause du droit de grève (88,4 % contre 78 %) ou d'une atteinte au sta ut des immigrés (72 % contre 55 %) ou encore d'une menace affectant le droit de propriété (tableau 4). t
TABLEAU 4
Protesteriez‐vous si un gouvernement remettait en cause le droit de propriété ? (Pour l'ensemble, suivant que l'on est syndiqué ou non,
et selon l'appa ce sy ) rtenan ndicaleentreprises
Statut du salarié
participatives n rticionpa patives plutôt plutôt
pas plutôt plutôt pas
ensemble 78,2 % 21,8 % 36% 64 % Syndiqués CFDT CGT
91,0 %66,0 %81,0 %
9,0 %34,0 %19,0 %
66,7 %58,8 %63,0 %
34,1 % 41,2 % 37,0 %
Non syndiqués 77,0 % 23,0 % 66,3 % 33,7 % Cette attitude est à mettre en relation avec le niveau d'intérêt des
populations interrogées pour la politique en général. À noter toutefois que le moindre écart – et cela mérite attention ‐ concerne
la réprobation très forte que soulèverait une éventuelle remise en cause du droit d'expression dans les entreprises (88 % contre 84 %).
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Dans le champ des pratiques, on constate que même en opérant une disso sociales u p ti
e elle ciation entre pratiques , c lturelles et oli ques, les
comportements pour chacune d'entr s ne sont pas identiques. S’agissant des pratiques sociales, il apparaît que la sociabilité
institutionnelle via principalement l’engagement associatif est toujours plus intense dans les entreprises participatives que dans les entreprises non participatives (2 à 3 points d'écart en général, jusqu'à 10 points pour les associations sportives). Il en va de même de la sociabilité informelle : la fréquence des pratiques conviviales (invitations à dîner) est plus forte dans les foyers relevant du premier type d'entreprises. De même qu'on y invitera plus volontiers un supérieur hiérarchique lors d'une soirée dansante, chose proprement impensable dans l’autre catégorie. L'examen des pratiques culturelles conforte l'analyse : on lit davantage de journaux et de magazines dans les entreprises participatives que dans les autres. Les réponses révèlent un lectorat plus assidu, dans tous les cas de figure, du côté des salariés des entreprises participatives. Identiquement, on regarde plus fréquemment dans les premières les émissions culturelles, scientifiques et d'actualité. Enfin, on s'y montre plus assidu aux séances de cinéma. À niveau de diplôme identique, le personnel des entreprises participatives vit son r le modeapport au monde sur d'une plus grande ouverture à la fois intellectuelle et sociale.
Restent les pratiques politiques. Leur intensité est en lien étroit avec le degré d'intérêt pour la chose politique. Dans les entreprises non participatives, on relève un taux d'inscription sur les listes électorales deux fois inférieur et un refus de réponse trois fois supérieur. Dans le même sens, dans les entreprises participatives, 24,7 % déclarent ne pas souhaiter une participation plus active à la vie politique ; ils sont 44 % dans les entreprises non participatives.
La perception même de la chose politique fait l'objet d'une approche différenciée. Plus nombreux sont les salariés des entreprises non participatives à éprouver un sentiment de complexité à son égard et à considérer qu'il faut être un spécialiste pour la comprendre. Dans cette prédisposition à la « remise de soi » chère à Bourdieu (1981), 10 points d'éca les i rt séparent. L’ouverture aux att tudes et devoirs de citoyens’affirme sans ambages du côté des participatives.
Là aussi, l'application des différents filtres (par Catégories Socio‐Professionnelles CSP, âge, niveau de diplôme, niveau de salaire, cursus scolaire public/privé, pratique religieuse) ne modifie pas le clivage. Bien sûr, l'effet « diplôme », prévisible, joue effectivement. Plus on gravit l'échelle de la formation scolaire ou universitaire plus le sentiment de maîtrise de la chose politique augmente. L'écart devient même infime pour les cadres et ingénieurs diplômés du supérieur. L'intérêt pour la politique n'est pas énorme dans les deux cas, avec toutefois 9 points d'intérêt en plus du côté des entreprises participatives et, surtout, un désintérêt nettement plus fort dans les entreprises non participatives.
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Cet écart se retrouve dans l'orientation des opinions. Bien que, des deux côtés, les réponses laissent percer un scepticisme réel quant à la pertinence du clivage Droite / Gauche dans l'interprétation de la vie politique, le glissement de l'identité partisane s'opère avec une intensité plus marquée dans les entreprises participatives. Non seulement, les salariés s'y repèrent mieux, mais ils apparaissent évoluer davantage en faveur des aspirations progressistes. Une évolution pleinement perceptible dans le rapport aux opinions familiales d'origine (tableau 5).
TABLEAU 5 Évolution politique par rapport aux opinions paternelles (%)
Entreprise parti tive cipa
Entreprise non part tive icipa
Beaucoup plus à droite Un peu plus De même sensibilité Un peu plus à gauche Beaucoup plus à gauche Ne sait pas 18,1 31,5
1,2 8,7 37,6 22,1 12,2
2,5 10,4 32,6 17,3 5,8
Le niveau des chiffres absolus, d'abord, vient rappeler que le monde des
salariés de l'industrie constitue un électoral resté bien plus marqué à gauche que l'ensemble de la population française, du moins jusque dans les années 1990. Cette caractéristique en faveur des candidats progressistes apparaît encore plus évidente dans les entreprises participatives avec une moyenne de 43 % d’écart entre les deux pôles opposés contre 23 % d’écart dans les autoritaires. Pour le moins, la participation n'a pas contrarié cette prédisposition. En revanche, la qualité de catholique pratiquant se révèle être un paramètre très prégnant qui réduit sensiblement cet écart par une nette prédisposition à voter à droite (10 % d’écart seulement parmi eux en faveur de la gauche au sein des entreprises participatives et encore moins chez les autoritaires avec 1 % d’écart), mais cette prédisposition s’estompe spectaculairement dès lors qu’il s’agit des catholiques non‐pratiquants dont le vote se rapproche de celui des sans‐religions. Là, l’écart moyen s’élève à 50 % chez les catholiques non‐pratiquants et 55 % chez les sans‐religions des entreprises participatives. Dans les entreprises autoritaires, il atteint respectivement 28 % et 34 %. Dans les deux cas, la gauche fait se r s meilleurs sco es parmi les bas et moyens salaires et les moins bons aux extrémités, du côté des hauts et très bas salaires.
À l'évidence, à chacune des deux cultures d'entreprise correspond une mentalité propre induisant des comportements spécifiques : aux entreprises participatives est associé un comportement ou se mêlent ouverture et réceptivité à l'extérieur. On pourrait parler d'une culture d'acteur, plus impliqué sur la scène sociale et politique. À l'inverse, prédomine dans les entreprises non participatives un comportement de réserve, voire de moindre perméabilité au changement, se doublant d'une propension à la rétraction sur
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l'espace privé. Le moins que l'on puisse dire c'est que la participation n'est pas cet obstacle tant redouté à l'émancipation des salariés, bien au contraire.
Ce constat permet de mettre au clair un certain nombre de préjugés des années 60. Ainsi, les ex‐opposants de « gauche » aux orientations participatives, qu'ils soient syndicaux ou politiques, avaient raison de craindre une perception moins conflictuelle des clivages de classes, une plus grande identification aux intérêts de l'entreprise, mais tort de croire que cela se traduirait par une plus grande aliénation et une moindre politisation des salariés. Au contraire, ceux‐ci évoluent dans le sens d'un plus grand intérêt pour la chose publique, d'une moindre passivité et d'un plus grand progressisme. À l’inverse, le patronat, lui aussi de tout temps assez largement hostile pour des raisons opposées, a peut‐être eu raison de craindre une plus grande politisation ‐ avérée par ce glissement à gauche ‐ mais tort de croire que celle‐ci se solderait aux dépens de l'entreprise par une plus grande agitation revendicative. Au contraire, la responsabilisation croît avec l'intérêt porté à l'outil de travail et à ses performances.
5. L’IMPACT SUR LA SANTE : UN BONUS AU PARTICIPATIF
L’existence d’un « effet participation » sur les comportements et opinions des salariés prouvée, qu’en est‐il de la santé ? Tout invite à se poser la question. D’abord, parce que la santé a toujours témoigné du degré de développement d’une société et qu’elle relie intimement l’individu à son environnement. Ensuite, parce que la sollicitude accordée aux mesures de sécurité matérielle, d’ergonomie, de confort ou d’hygiène au travail, n’épuise pas le sujet. On sait désormais, grâce aux nombreuses études sur le stress et notamment aux apports de Karasek et Theorell (1990) et Dejours (1993), que le climat relationnel dans l’organisation, le degré d’autonomie et la reconnaissance envers le salarié ou, au contraire, sa déficience comptent parmi les moins anodins des déterminants psychosociaux de la santé des salariés. Les entreprises coopératives et mutualistes qui font de la gestion des ressources humaines un domaine formalisé autour de principes émocratiques invitent à ce que l’on se penche sur l’évolution actuelle de ce omaine pour voir si des différences d’impact sont observées. dd 5.1. L’avis unanime des mé ec ns du travail s r le rôle du climat social
À en croire les médecins du travail (MT) sollicités dans le cadre de l’enquête, le mode de directions des ressources humaines ne serait pas sans effet, non plus, en matière sanitaire. Tous s’accordent à témoigner de l’existence de divergences dans la gestion des ressources humaines et à établir la corrélation avec une graduation des niveaux psychopathogènes. Par précaution, avant de les interroger pour chacune des entreprises de l’échantillon sous leur responsabilité nous avions pris soin de leur demander s’ils avaient rencontré, au cours de leur carrière professionnelle,
d i u
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des différences flagrantes dans les gestions du personnel. Leur expérience du terrain ne laisse aucun doute : à la quasi unanimité (98,8 %), ils ont répondu avoir été confrontés à des univers contrastés, voire opposés, dans la manière de gérer les hommes au sein de l’entreprise, montrant bien qu’ils sont convaincus de la variété des modes de direction des ressources humaines. Quant à savoir s’ils établissent une modulation de l’incidence de ces modes sur la santé, la réponse nous a été donnée par la question suivante : « si vous exercez dans plusieurs entreprises, pouvezvous établir un lien entre les psychopathologies et la gestion du personnel ? ». Dans l’affirmatif, une échelle graduée de 1 à 10 leur permettait de positionner leur avis quant au degré psychopathogène de chaque nature d’exercice du pouvoir (ventilée en six catégories, de la plus autoritaire à la plus participative et coopérative). 65 % des MT ont répondu OUI à la première uestion. Quant à la graduation des positionnements regroupée en deux ôles extrêmes, elle donne le graphique, ci‐dessous : qp
GRAPHIQUE 1
Graphique N° 1Classement des médecins du travail du dégré psychopathogénetique du mode de management. Echelle de 1 à 10
0 0 0 0
811
15
40
47
2420
9
23
38
45
25
17
41 0 0 0
-10
-5
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Très directive et autoritaire
Très participativecoopérative
Linéaire (Très participativecoopérative)
Linéaire (Très directive etautoritaire)
NB/ Les deux courbes représentent, au sein de chacune des deux familles de management, le nombre de citations pour chacun des degrés de l’échelle de prédisposition psychopathogénique (le degré le plus faible étant 0, et 10 le lus fort). Résultat éloquent : le degré le plus cité du côté participatif est le 3 t, dupe côté autoritaire, le 8.
La courbe à traits discontinus (reliant les ronds) représente les réponses relatives aux entreprises à management de tendance autoritaire. La droite en gras représente le trend de cette courbe, c’est‐à‐dire la tendance linéaire calculée en fonction des résultats cumulés à partir des réponses relatives au mode de management directif. Cette droite indique l’orientation générale.
La situation est totalement inversée lorsque l’on observe la courbe en pointillée (reliant les triangles) relative aux entreprises à management participatif. La droite à trait fin qui en représente le trend illustre cette
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moindre prédisposition psychopathogène à mesure que le management s’ouvre au dialogue participatif. Les deux figures sont diamétralement opposées. On peut en conclure que les MT se montrent conscients d’une anière remarquablement homogène du lien sous‐jacent entre types de estion du personnel et niveaux de risque psychopathologique. mg 5.2. Du cl mat social la gestion du personnel o établir
S’ils sont unanimes à reconnaître l’effet du climat social, les MT sont toutefois plus réservés à établir la connexion avec les modes de gestion du personnel. Ils font preuve à cet endroit d’une prudence que l’on décèle par le taux élevé des non‐réponses. Selon que le libellé des questions use du terme « climat » ou « gestion », il induira un pourcentage distinct de non‐répon c l
i à : quelle relati n ?
ses. Quasi nul dans le premier as, ce taux sera é evé dans le second, les répondants étant, en revanche, dans leur quasi‐totalité, affirmatifs.
Sans doute, la prudence des non‐répondants exprime‐t‐elle leur pudeur ou un doute sur leur légitimité à intervenir sur un terrain qui ne leur apparaît pas naturellement relever de leur compétence. En somme, tandis que le « climat » est le constat d’un résultat qui s’impose à eux comme un fait objectif et peut, à ce titre, entrer sans réserve dans un diagnostique, la « gestion » s’annonce, au contraire, comme un processus situé en amont dans lequel ils ne se sentent pas légitimes à intervenir. Leur parole médicale hésite à être partie prenante. Pourtant, ce lien de dépendance entre climat et gestion se trouve validé à travers la méthode des « cas témoins », puis vérifié dans ses conséquences sanitaires lors de la phase finale de l’étude par le verdict des statistiques officielles de la Sécurité sociale (Guiol et Muñoz, 2006). On rappellera, au demeurant, que la relation avait déjà été analysée par Meister6 et a fait, plus récemment, l’objet d’une étude comparative internationale (sur cinq pays) menée par un chercheur italien (Bernardi, 2006) ; lequel a assez largement confirmé ce lien de cause à effet. La perspective est, d’ailleurs, de plus en plus admise au plan international où l’on observe la réalisation croissante d’enquêtes de type comparatif consacrées aux modèles d’organisation du travail. Quoique prudents, les MT de nos échantillons abondent dans le sens de cette relation entre mode de gestion, mode d’organisation et climat de travail (Lorenz et Va eyre, 2005). l
5.3. « L’effet participation » serait-il modulable selon la CSP ?
Du type de management ou de la catégorie socioprofessionnelle, lequel de ces deux facteurs l’emporte ? Pour tester le poids de la CSP, nous avons posé à nos interlocuteurs la question suivante : « Si vous deviez choisir, diriezvous que les constats de psychopathologie ou de souffrance au travail, vous apparaissent davantage fonction de la CSP ou fonction du climat social régnant dans l'entreprise ? ». La déclinaison des réponses proposées leur
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permettait d’établir une hiérarchie d’incidence entre la catégorie professionnelle, le climat social, les deux à égalité, ou de citer un autre facteur. De ces quatre cas de figure se dégage une nette prédilection des médecins pour le second : à 65,2 % ils se prononcent en faveur d’une explication exclusive par le « climat social ». Alors que 27 % seulement s’accorde à privilégier l’interaction des deux variables dans l’interprétation des constats de psychopathologie, et qu’une infime minorité (2 %) estime préférable de se déterminer uniquement à partir de la catégorie professionnelle. Voilà une répartition sans ambiguïté et extrêmement instructive qui met en évidence la dimension relationnelle du phénomène examiné. À cet égard, la régulation sociale propre au modèle coopératif apparaît plus flagrante encore. Aucun de ces professionnels de la santé en entreprise n’y considère la CSP comme ayant une influence sur la souffrance au travail. À l’inverse, ils sont 90 % à penser que le climat social joue un rôle tandis que leurs homologues des entreprises capitalistes ne sont que 56 % à partager le même avis. La question de la souffrance ne résulte pas d’un attribut particulier, attaché à un individu, mais d’une interdépendance. Or, justement celle‐ci prend une forme toute différente dans des entreprises de type coopérative ou mutualiste.
Reste à s’interroger sur la manière dont les MT perçoivent la position des différentes CSP par rapport aux deux variables que sont le type de management et les prédispositions aux situations psychopathogènes. Au terme d’une analyse des correspondances multiples on constate l’existence d’un lien ténu entre type de management et CSP. Ainsi, l’ouvrier représenterait‐il la catégorie la plus exposée dans les entreprises de type « autoritaire » alors que le cadre supérieur y serait moins sujet aux problèmes psychopathologiques. De même, l’analyse oppose‐t‐elle les cadres moyens aux ouvriers. Sur la projection, les premiers sont situés à proximité immédiate des entreprises « très participatives » et « plutôt participatives » alors que les seconds jouxtent les entreprises « autoritaires ». Cette répartition signifie qu’aux yeux des MT le mode de management affecte différemment les salariés en fonction de leurs statuts au sein de l’entreprise. Globalement, plus l’agent est situé haut dans la hiérarchie plus il a de chances de ne pas être affecté par un management autoritaire. Ainsi, les cadres supérieurs se distinguent des employés notamment sur l’axe des entreprises ouvertes au dialogue et sans distinction alors que les ouvriers et les cadres moyens s’opposent notablement sur l’axe des entreprises participatives et autoritaires.
Certes, une telle projection ne fait que présenter la perception que se font les MT de l’impact santé des différents types de management sur les catégories socioprofessionnelles. Pourtant, les outils d’explication sont là. Parmi eux, figure la part d’autonomie dont ces catégories disposent au sein d’univers de travail aussi opposés, même si le fait d’occuper une fonction hiérarchique ne se traduit pas obligatoirement par une autonomie plus grande dans l’organisation comme l’ont montré les travaux de Crozier et
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Friedberg (1977). D’un point de vue strictement structurelle, les cadres sont mieux placés que les ouvriers pour résister aux contraintes bien que celles‐ci dépendent également des configurations locales à l’intérieur de l’entreprise. Globalement, toutes les formes de projection testées montrent que, pour l’ensemble des CSP, le degré de risque psychopathologique est plus fort à mesure qu’on s’éloigne de la gestion participative. Ce risque est tout particulièrement élevé dans les entreprises dites autoritaires. Elles montrent, aussi, que l’influence du mode de management est proportionnellement plus marquée chez les ouvriers que chez toute autre catégorie. Ce sont eux qui auraient le plus à gagner à l’instauration d’une gestion participative. Elles laissent, enfin, entrevoir une spécificité pour les cadres moyens.
Ces témoignages ne sont pas exempts de subjectivité, certes, mais ils consignent la manière dont certains acteurs en position d’observateurs permanents et avertis – ici, les médecins ‐ vont interpréter la réalité sociale de l’entreprise. On en retiendra qu’ils prennent implicitement en compte l’interférence supposée du caractère autoritaire ou participatif de la variable managériale qu’ils intègrent de façon significative dans leurs jugements sur l’état de santé des salariés. Pour préciser davantage encore la lecture de cette relation les réponses par catégories d’entreprises ont été agrégées selon deux pôles. D’une part, les entreprises « autoritaires » et « plutôt autoritaires » et de l’autre les entreprises « assez participatives » et « très participatives ». Il en résulte la représentation suivante :
GRAPHIQUE 2
Ce regroupement en deux items extrêmes offre une vision différente qui montre combien les écarts santé pour chacune des catégories apparaissent toujours dans le même sens, en faveur de la gouvernance
Regroupement des réponses pour les deux modes de management les plus opposésNombre de citations cumulé
52
12
79
77
80
8 15
23
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
Ouvriers Employés Cadres Moyens Cadres supérieurs
Très directive et plutôt directiveAssez et très participative
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participative, mais avec une ampleur variable selon la CSP. On y voit bien que ce sont les catégories les plus basses qui se distinguent avec les plus importants écarts, signe qu’elles sont les plus exposées aux incidences des modes de management. Ce sont elles qui souffriraient le plus dans les systèmes autoritaires (ouvriers et employés) tandis que les cadres moyens se singularisent en apparaissant les moins bénéficiaires du mode participatif. Une singularité qui pose la question de la place des hiérarchies intermédiaires dans une organisation prônant la participation directe ou, en tout cas, une certaine autonomie des salariés (Bellini et Labit, 2005).
Si nous revenons à la situation des ouvriers et employés dans les entreprises non‐participatives, l’examen qu’en font les MT laisse penser qu’ils considèrent la gestion autoritaire comme étant plus significativement pathogène. Que nos interlocuteurs appartiennent à l’échantillon des entreprises participatives ou non participatives ne change rien à leur constat général : au terme de leur expérience épidémiologique ils sont majoritaires dans les deux groupes à opter pour l’effet plus préjudiciable du management autoritaire. Est‐ce à dire qu’une telle observation confirme les conclusions des recherches concernant l’autonomie et la liberté décisionnelle ? Impossible à ce stade de trancher de manière catégorique. L’enquête pose en revanche la question de la perception que les MT peuvent avoir de la position des salariés au sein des entreprises et, plus particulièrement, de leur degré de résistance aux injonctions. En effet, tout se passe comme si les catégories supérieures étaient automatiquement moins sujettes aux contraintes de l’activité productive ou qu’elles y échappent, faisant ainsi écho à la plupart des études effectuées sur les conditions de travail, lesquelles évoquent la variable CSP dans l’atténuation des répercussions sur la santé des salariés (Bué, Coutrot et Puech, 2005).
Néanmoins, la figure précédente montre, aussi, que l’incidence de la CSP est secondaire par rapport à l’impact du management.
5.4. La prédominance du type de gouvernance confirmée à l’aune de la santé saisie comme instrument de médiation sociale
Une autre observation conforte la prééminence du climat social et, avec celui‐ci, la prédominance confirmée du type de gouvernance ; et ce, jusqu’à impliquer le statut juridique de l’entreprise au point de distinguer celles organisées sous forme de coopérative. Cette confirmation résulte de la perception que les MT rapportent de la conduite des salariés à leur égard. Jusqu’à quel point les travailleurs se saisissent‐ils de la santé et l’instrumentalisent‐ils comme outil de médiation sociale pour exprimer un malaise plus général ou tenter de résoudre des difficultés personnelles ? La esure du phénomène est éloquente (graphique N° 3) car elle montre une ette différence entre les entreprises. mn
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GRAPHIQUE 3
3,10%0,00%
18,80% 16,70%
9,40%
0,00%
28,10%
16,70%
25,00%
16,70%15,60%
50,00%
0,00%5,00%
10,00%15,00%20,00%25,00%30,00%35,00%40,00%45,00%50,00%
Trèssouvent
Assezsouvent
Souvent Parfois Rarement Jamais
Les salariés se saisissent-t-ils de la santé comme médiation sociale ?
Autres entreprisesCoopératives
À l’intérieur même des entreprises considérées comme participatives et ouvertes au dialogue social, les résultats penchent assurément en faveur des coopératives. Là, les MT n’observent que très peu de conduites instrumentalisant la santé. Dans 50 % des entreprises coopératives, les MT n’ont « jamais » constaté ce genre d’attitude. Alors que pour les rubriques, « parfois », « souvent », « assez souvent » et « très souvent », ce sont systématiquement les MT attachés aux sociétés capitalistes qui signalent davantage ce genre de recours à des problèmes de santé comme mode de médiation sociale7. Probablement, règne dans les entreprises coopératives une autre manière d’appréhender la question des conditions de travail dont es effets se distinguent davantage en période d’accroissement des roblèmes liés à l’intensification du travail. lp 5.5. Derrière la question du « climat social » : le prodigieux besoin de
reconnaissance
Malgré leur réticence à se positionner par rapport au libellé « gestion », les médecins du travail font preuve d’une bonne perception de la nature du pouvoir dans leurs établissements. Ceux interrogés pour des entreprises de type autoritaire sont plus nombreux à considérer que la gestion du personnel mérite d’y être définie comme « très directive » (11,4 % contre seulement 1 % du côté des participatives). Au total, 74 % des premiers ont choisi les libellés allant de « sans distinction » à « très autoritaire ». À l’inverse, 69 % de leurs confrères qui relèvent d’une entreprise ouverte au dialogue social ont choisi les réponses allant de « sans distinction » à « très participatives ». Il n’y a donc pas incohérence même si le résultat n’épouse pas le cas type idéal. Globalement, les médecins se repèrent relativement bien entre les gouvernances sans qu’ils n’aient jamais eu connaissance de
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notre classification. Comment alors expliquer les discordances marginales ? Soit certains médecins n’identifient pas assez nettement leur établissement, soit nos échantillons n’ont pas abouti à une sélection aussi contrastée qu’il eut été souhaitable, soit un mélange des deux facteurs. Néanmoins, l’écart est su n t a Cffisamme t proban pour v lider la distinction. e clivage interpelle la question de la reconnaissance du salarié sur son lieu de travail.
Dans le contexte actuel de régression du mouvement ouvrier, d’effondrement de ses mythes mobilisateurs et de dilution de ses pratiques solidaires, le triomphe du libéralisme économique favorise une nouvelle forme de socialisation des rapports au travail qui privilégie l’individualisme au détriment du collectif. Les conséquences pour le salarié ne sont pas anodines en termes de perception de soi (Thuderoz, 1995). Celles imputables, notamment, à la souffrance causée par un déficit de reconnaissance sociale dans son activité professionnelle. Cette question est à la base non seulement des dysfonctionnements inter‐individuels mais touche, aussi, à l’essence même des pratiques et structures participatives. On a voulu tester sur cette problématique l’expérience des MT, en s’accordant, bien sûr, au préalable sur la signification exacte à attribuer au terme « reconnaissance ». Celle‐ci dépasse, à nos yeux, les simples notions de rétributions financières ou de gratifications honorifiques, pour viser le lien social lui‐même. Or, ce dernier a tellement évolué dans sa nature et sa forme que la proximité avec autrui ne suffit plus à donner du sens à l’activité. L’interdépendance et l’interconnaissance qui contribuent au développement des relations sociales à l’intérieur d’une entreprise se sont altérées. Or, l’engagement professionnel postule l’acceptation de l’idée que les acteurs sociaux ne sont pas seulement impliqués pour partager un objectif commun dans l’organisation du travail mais que cet engagement appelle une certaine réciprocité dans les rapports sociaux. Selon Honneth, cette réciprocité est à la base de la reconnaissance sociale dans notre société (Honneth, 2000). Plus précisément, la reconnaissance passe par un déplacement de l’approche et vise à laisser de côté les approches ontologiques de la reconnaissance qui considèrent que celle‐ci est attachée à un individu. Pour Honneth, il faut s’intéresser à l’intersubjectivité qu’implique la reconnaissance. Cette dernière est un processus qui suppose la conscience d’autrui notamment pour une activité telle que celle du travail. Autrement dit, une réciprocité entre soi et autrui. Dans ce sens, les travaux effectués par Dejours (1993) et Paugam (2000), convergent pour montrer et alimenter l’idée que les salariés font l’expérience du « mépris social »8. Le mépris social étant cette forme de dénégation de l’autre dans son existence sociale (Honneth, 2000). L’individu recherche dans son activité professionnelle une communauté dans laquelle il puise des caractéristiques stables lui permettant de forger son identité sociale et de donner une signification à ses conduites. L’intensification du travail et certaines formes de management freinent ou rendent difficile tout semblant de reconnaissance sociale. Selon Honneth il existe trois formes de
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reconnaissance sociale : l’amour, le droit et la solidarité. La première désigne la forme primitive de rapport d’un individu à son entourage et peut caractériser une communauté précise et restreinte. Les liens affectifs occupent ici une place centrale et sont illustrés pour l’essentiel par la famille. La seconde forme de reconnaissance sociale, le droit, implique « tout d’abord que la relation dans laquelle l’alter et l’ego se respectent réciproquement comme des sujets de droit parce qu’ils ont l’un comme l’autre connaissance des normes sociales qui président, dans leur communauté, à la répartition légitime des droits et des devoirs » (Honneth, 2000 : 133). Enfin la troisième forme, la solidarité, caractérise l’honneur social ou l’estime social. « La solidarité, explique Honneth, désigne en première analyse une sorte de relation d’interaction dans laquelle les sujets s’intéressent à l’itinéraire personnel de leurs visàvis, parce qu’ils ont établi entre eux des liens d’estime symétriques » (Honneth, 2000 : 156).
Dans le cas qui nous intéresse ici, ce sont les deux dernières formes de reconnaissance sociale qui entrent en jeu. Pour la juridique, nous observons dans bien des situations l’impossibilité pour les salariés de faire respecter les normes communes ainsi que la répartition légitime des droits et des devoirs. Les différentes formes de violence au travail, les licenciements abusifs, le non‐respect des normes de sécurité, etc., sont autant d’éléments qui se conjuguent dans le déni de reconnaissance. Mais la reconnaissance sociale se trouve aussi questionnée du côté de l’idée de la solidarité. En effet, dans certaines entreprises on observe un mépris social s’installer au travers de l’omission ou la minorisation de la prise en compte de l’itinéraire personnel des salariés. L’estime réciproque que les interactions sociales devraient instaurer ne parvient pas à subsister car les modes d’organisation ne tiennent pas compte des réalités personnelles. La mise en pré‐retraite constitue une forme de mépris social pour certains salariés. Elle occulte leur parcours en ne tenant nullement compte des acquis qu’ils représentent. Une véritable reconnaissance consisterait, ici, à valoriser ces salariés en leur offran faire fructifier lt la possibilité de eur expérience auprès des nouveaux embauchés par une transmission des savoirs.
Cette absence de reconnaissance envers les salariés est apparue de manière suffisamment flagrante en plusieurs occasions pour retenir notre attention. Qu’observent à cet égard nos médecins ? À la question : « Vos patientssalariés exprimentils des doutes ou des récriminations quant à… », suivait une série d’items relatifs à la trop grande pression subie et aux difficultés à gérer le temps, à la fatigue ou à la perception d’une insuffisante résistance physique de leur part, à un manque de reconnaissance à leur égard, à un déficit ou une inadéquation de leurs qualités professionnelles, ou à d’autres facteurs.
Or, c’est avec une fréquence tout à fait spectaculaire qu’est apparu l’item privilégié par un grand nombre de salariés : celui de la récrimination du manque de reconnaissance à leur égard. Cette plainte affiche une prédominance indéniable avec un score de 54 %, loin devant les autres
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items (difficulté à gérer le temps : 27 %, fatigue physique : 9 %, inadéquation professionnelle : 2 %). Encore, s’agit‐il de chiffres globaux car lorsque l’on analyse l’ordre de classement des items, le « manque de reconnaissance » arrive toujours largement devant dans la catégorie des items cités au premier rang ; il figure même à égalité avec celui qui arrive en tête au second rang. C’est dire la prégnance du phénomène. Il désigne, à n’en pas douter, une source majeure de souffrance au travail. Or, qu’interpelle un tel déficit de reconnaissance sinon un état de relations insatisfaisantes dans l’entreprise et, plus avant, une spécificité du management ?
D’ailleurs, lorsque l’on demande au MT de s’exprimer plus particulièrement sur l’entreprise pour laquelle il est interrogé, on observe des écarts significatifs de réponse pour certains items. Selon que le médecin parle pour une entreprise « participative » ou une entreprise « autoritaire » les chiffres diffèrent. Ainsi, au premier rang des 38 % de MT ayant placé en tête la récrimination d’un « manque de reconnaissance », 59 % d’entre eux émanent des entreprises « autoritaires ». Sous un autre angle de présentation, si l’on aborde la ventilation des résultats au sein de chaque catégorie d’entreprise l’analyse des réponses souligne davantage encore l’écart : 48 % des MT des entreprises autoritaires classent au premier rang le « manque de reconnaissance » contre 26 % de leurs confrères des entreprises dites participatives. Pour ces derniers, c’est « le fait de ne pas pouvoir gérer le temps » qui arrive en tête avec 31 % des réponses, autrement dit un paramètre plutôt imputable au contexte économique imposé à l’entreprise qu’à la nature de sa direction et de sa gestion des ressources humaines. Là réside également une surprise majeure concernant les entreprises coopératives. Celles‐ci se singularisent, aux yeux des MT, comme des entreprises où « le fait de ne pas pouvoir gérer le temps » (40 %) prime sur la question « de la résistance physique (épuisement profe , reléguant à la troisièmssionnel) » (30 %) e place seulement « le manque de reconnaissance » (20 %).
En un mot, si le « manque de reconnaissance » classé en tête dans les entreprises capitalistes et dans les deux groupes de MT, est patent, on observe néanmoins des différences révélatrices dans sa déclinaison. Il semblerait que le mode de management jouerait un rôle de médiateur ou de modulateur qui reste à préciser. Ainsi, lorsque les réponses données par les MT sont cumulées sans tenir compte de leur classement par rang, on obtient un écart très net (16 points) entre entreprises autoritaires et participatives. Cet écart est toutefois moindre entre les plus « participatives » des entreprises capitalistes et les coopératives puisque de 1 point seulement pour le manque de reconnaissance ; leçon significative s’il en est.
Un dernier item vient conforter ces présomptions relatives au type de management. Il est d’autant plus éloquent qu’il vient bousculer la prudence dont font preuve habituellement les travailleurs dans leurs déclarations
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devant le médecin d’entreprise. Une forte propension de salariés des entreprises non‐participatives n’hésite pas à se plaindre d’un climat conflictuel ou délétère dans leur entreprise : 68 % de ceux que rencontrent en temps normal les MT. Ce chiffre global est moins élevé pour les participatives : 50 %. Mais la ventilation des réponses est sans appel. Comparativement, les médecins des entreprises autoritaires sont sept fois plus nombreux que leurs homologues des participatives à témoigner du caractère fréquent de ce genre de plainte (item « très souvent » formulé à 14 % contre 2 %). À l’inverse, ils sont deux fois moins nombreux à évoquer la graduation « rarement » (18 % contre 36 %). Enfin, lorsque l’on extrait les entreprises coopératives, celles‐ci se distinguent une fois encore par le plus faible pourcentage de récriminations : 40 % de plaintes uniquement.
5.6. « L’effet participation » vérifié par les statistiques de la Sécurité
sociale
Restait à vérifier les dires de nos interlocuteurs en les passant au crible de la critique des statistiques officielles de la Caisse Régionale d’Assurance Maladie. Le résultat est concluant. Les chiffres montrent le caractère fondé du lien partiel de la santé au type de management. Non seulement les résultats globaux, toutes branches confondues, pour les années 2001‐2002‐2003, font apparaître entre entreprises « autoritaires » et entreprises « participatives » un écart moyen au dépens des premières, de 1,14 % pour les accidents du travail, de 1,50 % pour les maladies professionnelles et de 1,66 % pour les arrêts, mais d’autres indices confortent la tendance. La durée des arrêts, notamment, révèle la gravité des atteintes. Elle s’avère plus longue du côté des « autoritaires ». L’accentuation des écarts varie ensuite selon la branche. Lorsque l’on observe les activités pénibles ou dangereuses, un effet loupe tend à confirmer les présomptions sur cette corrélation. Plus la branche est à risque plus le taux d’accidents ou de pathologies augmente dans les entreprises « autoritaires » et plus l’écart se creuse avec les « participatives » (comme dans les transports où les écarts d’accidents atteignent jusqu’à 13 % et 15 %) et plus la durée des arrêts y devient importante. À l’inverse, les écarts sont minimes voire inexistants lorsque la branche relève de secteurs d’activité peu sujets à accidents du travail (services) ou à main d’œuvre hautement qualifiée (industrie de précision).
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GRAPHIQUE 4
Un complément d’enquête en cours porte, pour les années 2005‐2007, sur les consommations médicales et pharmaceutiques courantes, notamment en produits psychoactifs (somnifères, antidépresseurs, anxiolytiques), en consultations de médecins généralistes, de rhumatologues, en séances de kinésithérapies et en arrêts maladies. Les premières tendances font apparaître au sein de l’échantillon un écart sensible au dépend des « autoritaires », de l’ordre de 18 % en consommations pharmaceutiques. Le différentiel est moindre pour ce qui concerne les séances de kinésithérapie (9 %), voire faible pour les consultations de généralistes (4 %) ou quasi nul pour les rhumatologues. L’écart se creuse de nouveau au registre des indemnités journalières d’arrêt pour accidents du travail dont le nombre s’élève à 5 % de plus du côté des « autoritaires » mais à 36 % en jours d’arrêt et à 45 % en coût, lesquelles font également valoir 3 % de plus en nombre d’arrêts maladie. Contre toute atten o i
Arrêts consécutifs aux accidents et maladies professionnelles selon l'entreprise et la branche
5,90%
10,73%
1,72% 1,86%
7,60%
3,31%
6,60%6,67%
0,00%
2,00%
4,00%
6,00%
8,00%
10,00%
12,00%
Transport ATransport P BTP A BTP P
Alimentation A
Alim
te, n constate que le secteur des accidents est peut être celu qui présente la plus grande sensibilité à ces variations.
Au terme de cette enquête destinée à tester l’impact supposé d’un facteur constitutif des déterminants psychosociaux de la santé au travail ‐ en la circonstance le type de pouvoir que la direction de l’entreprise exerce sur le personnel ‐ on constate que ce mode de direction, et à travers lui le statut concédé à l’apporteur de travail, intervient bel et bien sur l’état de santé des salariés selon des degrés qui, au demeurant, peuvent être éminemment variables selon les branches d’activité. Les médecins spécialisés en environnement au travail reconnaissent que l'univers industriel est traversé, à secteur identique, par l'existence de différences flagrantes dans la gestion des ressources humaines. Mieux, leurs témoignages unanimes établissent une relation progressive entre le degré d'autoritarisme de la direction et la propension de l'entreprise à devenir un terrain propice aux pathologies ; inversement, pour les établissements qui bénéficient d’une ouverture participative, au nombre desquelles figurent des coopératives. Il semblerait que les entreprises s’approchant le plus d’un
entation P
Gros équipements A
Gros équipements P
Transport A
Transport P
BTP A
BTP P
Alimentation A
Alimentation P
Groséquipements A
Groséquipements P
A= AutoritaireP = Participative
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modèle participatif voire coopératif seraient en meilleure position.
CONCLUSION
Associé aux effets que ce même modèle « participatif » induit sur les opinions et comportements des salariés à travers un plus grand libéralisme culturel et une implication plus affirmée dans l’engagement citoyen ainsi qu’une plus grande attention aux performances de l’entreprise, cette moindre fragilité aux facteurs psychosociaux de la santé au travail est digne de considération. La promotion des bénéfices imputables à cette organisation participative n’en est pas moins improbable ; elle se heurte à la dimension idéologique bien peu rationnelle d’un obstacle majeur : la question du pouvoir. Au regard de ce contraste de condition salariale, l’économie sociale devrait donc s’ériger en pionnier de la recherche de nouvelles combinaisons de pratiques managériales et sociales innovantes, et assumer sans complexe une gouvernance adossée à une éthique démocratique. En ce sens, l’économie sociale et coopérative trouverait là matière à se positionner en acteur de éférence et en expérimentateur privilégié, n’hésitant pas à se prévaloir d’un pport original et exemplaire au bien commun. ra NOTES
Chargé de recherche au CNRS/CRAPE UMR 6051/IEP Rennes 1 France. 1. Courriel : patrick.guiol@univ‐rennes1.fr
Maître de conférences Université de Bretagne Occidentale, ARS EA3149 2 . France. Courriel : jorge.munoz@univ‐brest.fr
3. Sous la direction de Patrick Guiol, la première enquête a été menée en
collaboration avec Jacques Le Goff et Philippe Portier, la seconde avec Jorge Muñoz.
Au final, 128 entreprises ont été retenues sur une présélection de plus du 4. double.
5. La construction des échantillons a été menée avec l’expertise de partenaires,
principalement les Inspections du travail (régionale et départementales) et les centrales syndicales. Un questionnaire d’identification des gouvernances d’entreprise comprenait 25 questions fermées sur critères objectifs, 12 questions fermées sur critères subjectifs, plus une question ouverte de libre expression afin de permettre aux délégués syndicaux de préciser leurs avis.
6. « Quelque soit le moment où nous examinons le problème, le climat de travail
dans les entreprises autogérées (et nous avons trouvé les mêmes tendances dans la coopération) tend à être meilleur que celui des entreprises privées similaires » (Meister, 1974: 251).
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7. Les résultats présentés ci‐dessus ont été soumis au test de Fisher et Chi². 8. La reconnaissance se définit, en psychodynamique du travail, par deux types
de jugements : un jugement d’utilité par lequel le travailleur voit ‐ ou non ‐ son apport à l’entreprise reconnu et un jugement de beauté à travers lequel il perçoit si l’on considère qu’il agit de belle manière, ce jugement comportant lui‐même deux volets : l’un de conformité aux usages du métier, et l’autre d’originalité grâce au style et à la manière personnelle dont il exerce son métier. Ces jugements qui émanent de la hiérarchie mais, aussi, des pairs ou des clients ont un impact important sur l’image de soi.
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Contribución de la Cooperativa Tosepan Titataniske al desarrollo humano de sus oc s s io JAIRO EMILIO ROJAS MEZA, LEOBARDO JIMÉNEZ SÁNCHEZ Y CONCEPCIÓN ÁNCHEZ QUINTANAR S
Colegio de Postgraduados Campus Puebla, México RESUMEN • La contribución de las cooperativas al desarrollo humano es un problema poco estudiado en México. El artículo forma parte de los resultados de la investigación de tesis Doctoral del autor principal, que tiene como objetivo conocer el grado de desarrollo humano alcanzado por los socios de la Cooperativa Tosepan Titataniske con presencia en cinco municipios indígenas de la Región de Cuetzalan, Sierra Norte del Estado de Puebla, México, en el año 2006. La selección fue aleatoria, obteniendo 65 unidades muestrales, 36 socios y 29 socias. Se tomó como grupo control el mismo número de no socios. Se consideraron ocho variables: ingreso, educación, nutrición, vivienda, seguridad, participación, autoestima e identidad étnica, que permitieron la construcción del Índice Mejorado de Desarrollo Humano (IMDH). Se encontró que los socios de la Cooperativa obtienen un IMDH de 0.70, mayor que los no socios 0.54, siendo significativo estadísticamente. Los atributos de la cooperativa para lograr un mayor IMDH podrían estar relacionados a su proceso organizativo y la generación de capacidades de autogestión para atender l sa necesidades de sus socios.
RESUMO • A contribuição das cooperativas ao desenvolvimento humano é um problema pouco estudado no México. O artigo faz parte dos resultados de uma tese de doutorado do autor principal, que tem como objetivo conhecer o grau de desenvolvimento humano alcançado pelos sócios da Cooperativa Tosepan Titataniske existente em cinco municípios indígenas da Região de Cuetzalan, Sierra Norte do Estado de Puebla, México, no ano de 2006. A seleção foi aleatória, obtendo 65 unidades de amostra, 36 sócios e 29 sócias. Considerou‐se como grupo de controle o mesmo número de não‐sócios. Oito variáveis foram consideradas: ingresso, educação, nutrição, habitação, segurança, participação, auto‐estima e identidade étnica, que permitiram a construção do Índice Melhorado de Desenvolvimento Humano (IMDH). Observou‐se que os sócios da Cooperativa obtiveram um IMDH de 0,70, maior que os não‐sócios, 0,54, sendo significativo estatisticamente. Os atributos da cooperativa para conseguir um maior IMDH poderiam estar relacionados a seu processo rganizativo e à geração de capacidades de autogestão para atender às ecessidad
on es de seus sócios. RÉSUMÉ • La contribution des coopératives au développement humain est une question peu étudiée au Mexique. L’article fait partie des résultats de recherche de la thèse de doctorat de l’auteur principal, qui avait comme objectif de connaître le degré de développement humain obtenu par les
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membres de la Coopérative Tosepan Titataniske, présente dans cinq villages indigènes de la région de Cuetzalan, Sierra Norte de l’État de Puebla au Mexique, en 2006. La sélection des répondants fut aléatoire et mena à un échantillon de 65 membres de la coopérative, soit 36 hommes et 29 femmes. Un groupe contrôle formé du même nombre de non membres fut constitué. Un total de huit variables furent prises en considération, soit le revenu, l’éducation, l’alimentation, le logement, la sécurité, la participation, l’estime de soi et l’identité ethnique, qui permirent la construction de l’Indice amélioré de développement humain (IMDH). Il fut constaté que les membres de la coopérative obtinrent un IMDH de 0,70, plus élevé que celui des non membres, 0,54, et que cette différence était statistiquement significative. Les caractéristiques de la coopérative qui permettraient d’obtenir un IMDH plus levé pourraient être reliées au mode d’organisation et au développement des ompétenc séc e d’autogestion pour répondre aux besoins des membres. SUMMARY • The contribution of cooperatives to human development is not much studied in Mexico. This article is part of the results of the main author’s research for his PhD thesis which aimed at evaluating the human development attained by the members of the Tosepan Titataniske cooperative present in five villages of the Sierra Norte, Cuetzalan region of the State of Puebla, Mexico, in 2006. The selection of the respondents was random and led to a sample of 65 members of the cooperative, 36 men and 29 women. A control group made up of the same number of men and women was also formed. A total of eight variables were considered: income, education, nutrition, housing, security, participation, self esteem and ethnical identity which permitted the drawing up of an index of the enhancement of human development (IMDH). It was observed that the members of the cooperative obtained a higher IMDH of 0,70 compared to 0,54 for the non‐members of the control group and this differential was considered statistically significant. The characteristics of the cooperative giving access to a higher IMDH could be linked to the type of organization and to the self‐management skills developed to address the needs of the members.
INTRODUCCIÓN
La incidencia de las organizaciones campesinas, en particular de las cooperativas en el desarrollo humano ha sido poco estudiada; a pesar de que estas han sido consideradas como un modelo alternativo al enfoque tradicional orientado al crecimiento económico (Levi, 2001:51) e incluso como la tercera y la única vía válida para la emancipación de la sociedad (Sangines, 2001:XXXI). Se seleccionó la Sociedad Cooperativa Agropecuaria Regional Tosepan Titataniske (SCARTT) como caso de estudio, con el propósito de conocer hasta que punto ésta organización ha contribuido al desarrollo humano de sus socios y cuales han sido los factores asociados con este.
La SCARRT surgió en 1977 en una situación regional caracterizada por una combinación de tres crisis, la dependencia económica – política, de identidad y un problema ecológico – demográfico (Sánchez y Almeida,
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2005:10). Se ubica en la Sierra Norte del Estado de Puebla, su población presenta un 90% de alta o muy alta marginalidad (Villa, 2005:108). A lo largo de sus treinta años de existencia, esta cooperativa ha orientado su acción colectiva a resolver un conjunto de necesidades de los socios que mayoritariamente pertenecen a población indígena Náhuatl de la región.
Se asume un enfoque amplio del desarrollo, por medio de la construcción de un Índice Mejorado del Desarrollo Humano (IMDH) el cual considera la naturaleza humana, expresada en sus necesidades humanas fundamentales y sus capacidades (Neef et al., 1989) que supera la visión aún reducida del Índice de Desarrollo Humano (IDH) utilizado por el PNUD. No obstante, toma de éste dos de las tres variables: ingreso y educación, que se expresan por medio del Índice de Ingreso (II) y el Índice de Logro Educativo (ILE). La educación es un satisfactor de la necesidad de conocimiento (Neef et al., 1989:11) y además mejora las capacidades humanas es decir es un fin y un medio del desarrollo. El ingreso, puede permitir la adquisición de satisfactores, particularmente bienes y servicios (López‐Calva et al., 2006:15). Se omitió del modelo del PNUD, la variable longevidad que está relacionada con la esperanza de vida al nacer por razones metodológicas y por considerar que la cooperativa no ha tenido incidencia en ella.
Adicionalmente a la medición de las variables mencionadas, se tomaron seis dimensiones del Desarrollo a Escala Humana propuesto por (Neef et al.,1989:11). Estas son: nutrición, vivienda, seguridad, participación, autoestima e identidad étnica. La nutrición y la vivienda son satisfactores de la necesidad de sobrevivencia o fisiológicas (Maslow, 1977:23). La seguridad es una necesidad relacionada con la certidumbre de satisfacción de las necesidades de orden primario (Maslow, 1977:23). La participación, autoestima e identidad étnica, se refieren a las necesidades humanas de pertenencia y autovaloración positiva de los individuos (Neef et al., 1989:42).
Se asume como hipótesis, que los socios y socias de la SCARTT han logrado un mayor desarrollo humano expresado en mayores índices de satisfacción de sus necesidades humanas, que los no socios y que existen diferencias significativas en la mayoría de las dimensiones consideradas. Los atributos que permiten el mayor desarrollo humano están relacionados con tmayores capacidades generadas por el proceso de autoges ión cooperativa, que les ha permitido atender las necesidades de sus socios.
Para ubicar la investigación en el contexto, es pertinente hacer una revisión del proceso de la acción colectiva de la SCARTT para la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales de sus socios.
1. L COOPERATIV TOSEPA TITAT NISKE Y SU ENTORNO SOCIO E O ÓMICO
Hacia la década de 1970 el campo mexicano estaba caracterizado
A A N AC N
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simultáneamente por el desarrollo de un sector agrícola empresarial creado a través de la modernización y expansión de la producción y por el crecimiento de la exclusión de un amplio sector campesino. A pesar que desde 1940 hasta la mitad de la década de 1960 el sector productivo había experimentado un crecimiento sostenido del 5%, la pobreza alcanzaba el 65% de la población rural (Cernea, 1979:3). Es en este contexto, que en 1973 el Gobierno Federal crea el Programa de Inversiones Públicas de Desarrollo Rural (PIDER) orientado a crear fuentes permanentes de trabajo y la realización de infraestructura social y productiva (Echeverría, 1976:68). Una vez diseñado el PIDER, por decisión gubernamental y mediante acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) se hace responsable a ésta dependencia de las acciones de promoción agropecuaria, la que a su vez encomendó al Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas, una de las unidades administrativas desconcentradas.
Es así, que en 1974 se crea el Plan Zacapoaxtla, ubicada en la micro región PIDER 32, que abarcaba siete municipios, entre ellos Cuetzalan del Progreso. El plan tuvo como objetivo general aumentar el ingreso de los campesinos por medio del crecimiento de los rendimientos productivos, principalmente de cultivos básicos. Después de los tres primeros años de ejecución (1977) los técnicos del Colegio de Postgraduados reconocieron que los resultados eran mínimos en función del objetivo propuesto, por lo que decidieron hacer un cambio de estrategia, el cual contempló definir las prioridades a partir de las necesidades de los productores organizados. Los técnicos plantearon, que si bien obtenían bajos rendimientos del maíz y otros cultivos, de nada les serviría lograr mayor productividad, por que en el mercado sus productos tenían un bajo precio; y que en ese momento el problema principal era los precios altos del azúcar y otros productos básicos, que les eran vendidos a los campesinos, por los intermediarios de Cuetzalan hasta cuatro veces más alto del precio oficial. El testimonio de Don Epifanio García, socio fundador de la cooperativa, recogido en nuestro Diario de campo el 25 de octubre de 2006, es elocuente: ″los intermediarios de Cuetzalan nos vendían el Kg. de azúcar a $ 12.50, cuando el precio oficial era de $ 2.50″. Lo anterior refleja que las prioridades de un programa de desarrollo rural definidas desde la percepción de los funcionarios y técnicos no sie r s a smp e corre ponde con las necesid des urgente de las poblaciones a quienes van dirigidos.
Era finales de 1977, cuando la Cooperativa Tosepan Titataniske contaba con 660 miembros, organizados en 10 comunidades del municipio de Cuetzalan, año en el que lograron por medio de una gestión organizada y con el apoyo de los técnicos del Plan Zacapoaxtla, que la Unión Nacional de Productores de Azúcar les aprobara una cuota de 20 toneladas mensuales de ese producto. Éste fue distribuido entre los socios en pequeñas tiendas las cuales se organizaron en cada comunidad participante. Además, en dichas tiendas fueron agregando otros productos básicos a precios
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razonables. Para 1979 la organización contaba con 3,651 miembros ubicados en 33 comunidades de cinco municipios de la región.
El auge de la naciente organización propició que los intermediarios, quienes además tenían poder político en el municipio de Cuetzalan e influencia a nivel de los Gobiernos del Estado y Federal emprendieran una campaña de desprestigio hacia la naciente organización, que en cierto grado les mantuvo las puertas cerradas en términos de apoyos provenientes del estado y la federación. No obstante, la experiencia inicial con la gestión de productos básicos a precios oficiales, les dio confianza y la capacidad para gestionar y así también presentar sus experiencias y logros ante las autoridades de los diferentes órdenes de gobierno. Estas gestiones les permitieron que en 1980 lograran el reconocimiento legal como SCARTT, posibilitándoles el acceso a los programas derivados de políticas públicas. A partir h t de esa fec a, la coopera iva empieza a participar en diferentes programas.
A mediados de 1980 y a partir de la experiencia de las tiendas comunitarias, la cooperativa logró acceso a la administración en su zona de influencia, del Programa CONASUPO – COPLAMAR, destinado al abasto de productos básicos para las zonas marginadas del país, en el marco del Sistema Alimentario Mexicano implementado en el Sexenio del Presidente José López Portillo. Una vez en marcha el abasto de productos básicos, la organización orientó su acción colectiva hacia otros aspectos del mejoramiento integral de las condiciones de vida de los socios. Dando inicio a la generación de capacidades en la comercialización de sus principales cultivos (café y pimienta negra), a la diversificación de actividades productivas, al mejoramiento de la vivienda, la promoción de las capacidades individuales por medio de la educación no formal (capacitaciones) y formal, aprovechando programas públicos como los de alfabetización, ofrecidos por el Instituto Nacional de Educación de Adultos (INEA), entre otros.
• El proceso organizativo y la atención de las necesidades de los socios
Tanto los asesores técnicos como los socios y socias de la SCARTT, progresivamente fueron reconociendo las ventajas y también las dificultades de la toma de decisiones colectivas, por lo que establecieron dos niveles de participación: 1) a nivel local, las asambleas comunitarias de socios y 2) en el ámbito regional, la asamblea de representantes locales. Si bien, el número de socios y comunidades que ha participado en la organización ha sido variable a lo largo de su historia, la forma básica de participación en la toma de decisiones se ha mantenido. La estructura local o comunitaria de la SCARTT está integrada por un Presidente, un Secretario y un Vocal, misma que se replica en el nivel regional. Los representantes de las codeno
operativas locales integran el máximo órgano de decisiones, al que le minan asamblea de representantes. La frecuencia de reuniones en los dos niveles se ha modificado
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relativamente; cuando inició la cooperativa las reuniones regulares locales y regionales eran dos veces al mes; en la actualidad, éstas se realizan una vez por mes. Un instrumento organizativo básico de la SCARTT han sido las comisiones de trabajo, las que han respondido a las prioridades y necesidades establecidas por los socios y socias. Algunas de ellas, han desaparecido una vez logrado el objetivo de su creación; así por ejemplo, la comisión de abastecimiento de productos básicos funcionó hasta que los precios regionales de tales productos fueron regularizados. En cambio, otras comisiones como la educativa, de producción y comercialización de café y pimienta, se han mantenido a lo largo de la historia de la organización e incluso ésta última ha logrado el status de cooperativa de comercialización, subordinada a las decisiones de la asamblea regional. Una instancia creada en 1998, es la Caja de Ahorro y Crédito “Tosepantomin”; fue con s uformada para dar respue ta a la falta de financiamiento de s s asociados.
A continuación, se discute la perspectiva teórica adoptado en la nvestigación, considerando que los principios y la naturaleza del ooperativismo se relacionan con la el enfoque de desarrollo humano. ic 2. DESARROLLO HUMANO, POLÍTICAS PÚBLICAS Y COOPERATIVISMO
El enfoque del desarrollo humano logra su mayor construcción teórica en la década de 1980, no obstante, ha sido una preocupación constante de pensadores a lo largo de la historia. Aristóteles, se refirió a la vida buena como aquella que está orientada hacia el requerimiento del bien humano, cuya realización se hace posible a través de la provisión de ciertas condiciones que permiten a los seres humanos vivir como tales (Severine, 2001:75). Kant y Marx planteaban que los seres humanos eran el verdadero fin de todas las actividades y no solamente medios (Fromm, 2005:7). Sin embargo, quizá, uno de los autores que más aportó al conocimiento de la naturaleza humana fue Maslow (1977:49) con la teoría de las necesidades básicas. A mediados de la década de 1980 surge la concepción del Desar orollo a Escala Humana formulada p r el Centro de Alternativas para el Desarrollo (Neef et al., 1989:11).
Esta concepción del desarrollo se sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, la autodependencia y las articulaciones orgánicas de los seres humanos. Es decir, los procesos de autogestión en el nivel de escala local son fundamentales, porque es allí donde es posible la interacción de los individuos. Desde esta perspectiva, las personas son vistas como agentes activos involucrados, dada la oportunidad en la construcción de su propio destino y no solamente como receptores pasivos de programas de desarrollo (López‐Calva et al., 2006:15). De acuerdo con Boltvinik (2005:10) el concepto de necesidades es esencial para entender a nuestra especie humana y para poder evaluar nuestra situación.
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La perspectiva humana del desarrollo encuentra correspondencia con el concepto de cooperativismo, el cual es definido como una asociación autónoma de personas que se unen voluntariamente para satisfacer sus necesidades comunes y aspiraciones por medio de una empresa propiedad conjunta, democráticamente gobernada (ICA, 1995:13‐15). El cooperativismo es una expresión de la economía social; su consolidación se asocia a la presencia de políticas públicas particulares, tales como: la existencia de incentivos específicos y de marcos regulatorios apropiados (Castillo et al., 2005:12).
3. METODOLOGÍA
El estudio de campo se realizó en el período de Noviembre 2006 a Febrero 2007, se condujo una encuesta en 27 comunidades de los municipios de Cuetzalan del Progreso, Jonotla, Zoquiapan, Tlatlauquitepec y Zapotitlan de Méndez del Estado de Puebla, donde tiene presencia la operación ninterrumpida de la SCARTT desde su reconocimiento legal en 1980 hasta a fecha. il 3.1 Pobl n y muestra
Se tomó como población el padrón de socios y socias activos de la cooperativa del año 2005, que corresponde a 789 (447 socios y 342 socias). La muestra se determinó de forma aleatoria y probabilística. Se aplicó la fórmula que considera la varianza máxima para variables binomiales; dond
ació
e 0 < p < 1, P (p – 0.1 < p < p + 0.1) = 0.95. Resultando una muestra de 65 socios; de estos 36 fueron socios y 29 socias.
Se utilizó como patrón de comparación el mismo tamaño de muestra para no socios y no socias. Estos fueron seleccionados al azar, considerando los siguientes criterios: Primero, que habitaran en la comunidad de los socios seleccionados aleatoriamente. Segundo, que no hubiese pertenecido a la organización cooperativa y tercero, que habitara lo más próximo a la casa del socio seleccionado.
3.2. Va i medr ables y técnicas de ición
Ingreso: El ingreso familiar se integró por diferentes aportaciones. Entre estas, las de origen agropecuario, jornales, empleo asalariado, remesas y subsidios. Para el cálculo del Índice de Ingreso (II), se utilizó la función logarítmica utilizada por el PNUD en la medición del Índice Desarrollo Humano (Marcero, 2001:25). Además, se realizó la comparación de medias or cada componente del ingreso y el total, utilizando una prueba aramétrica a ipp
de compar ción de med as.
Educación: Se midió de acuerdo al Índice del Logro Educativo (ILE)
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utilizado por el PNUD (Marcero, 2001:25) en la construcción del Índice de esarrollo Humano. Además se aplicó una prueba paramétrica de omparaciónDc de medias. Nutrición: Esta variable se midió a través del método antropométrico (estatura y peso) y el recordatorio de los alimentos consumidos en las últimas 24 horas. Para obtener el peso de las personas se utilizó una báscula de cristal HCG – QB, de sensores individuales de alta precisión, plataforma de 32 * 33 centímetros, con capacidad máxima de 159 Kg. de peso, pantalla LCD, con auto apagado. La estatura se determinó con una cinta de tres metros de longitud. Éste índice se construyó considerando tres
e rición: el consumo de energía, proteínas y lípidos. component
s de la nut
CEactual – CEmínimo CEmáximo – CEmínimo
Donde:
ICE =
ICE = Índice de Consumo de Energía
CEactual = Consumo de Energía Actual de acuerdo al recordatorio de
24 horas
CEmínimo = o E í l C nsumo de nergía m nimo, toma e valor de 0.
CEmáximo = Consumo máximo de Energía, se tomó el valor de 2400 calorías como una estimación promedio del consumo requerido para hombres y mujeres en edades mayores a los 21 años (De Krause, 1999:28). Para la construcción del Índice de Consumo de Proteínas (ICP) y el Índice de Consumo de Lípidos (ICL) se siguió el mismo procedimiento del ICE. Con la excepción de los valores máximos que fueron 64.88 para el ICP y 47.51 para el ICL, considerando la edad, peso y estatura de hombres y mujeres mayores de 21 años (De Krause, 1999:28). El Índice de Nutrición se calculó a partir del promedio simple de cada índice parcial dividido entre tres. Para a estimación de las diferencias nutricionales de los elementos considerados e aplicó unls a prueba paramétrica de comparación de medias. Vivienda: Para el cálculo del Índice de Calidad de la Vivienda (ICV) se siguió la propuesta de D’ Ancona (2001:139). Ésta plantea que la construcción de un índice suele acompañarse de la ponderación. En este sentido, ponderar supone asignar ‘’pesos’’ a los distintos valores que presentan los indicadores, en un intento de expresar diferencias en la importancia relativa de éstos en el índice compuesto. Los componentes considerados en el ICV fueron los siguientes: Componente Pared (CP), Componente Piso (CP), Componente Techo (CT), Componente Acceso a Energ eTama
ía Eléctrica (CAE), Componente Acceso a Agua (CAA), Compon nte ño de la Vivienda (CTV), Componente Valorativo de la Vivienda (CVV). La ponderación para el Componente Pared (CP) fue: madera (1),
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ladrillo (2), piedra (3), Bloque (4), el valor máximo posible es 260 y el mínimo 65. Para el Componente Piso (CP): tierra (1), cemento colado (2), piso decorado (2.5). El valor máximo posible es 162.5 y el mínimo 65. Para el CT: lámina de cartón (1), lámina de asbesto (2), teja (2.5) y loza colada (3), el valor máximo posible es 195 y el mínimo 65. Para el CAE: si (1), no (0), el valor máximo posible es 65 y el mínimo 0. Para el CAA: manantial (1), pozo (2), agua potable entubada (3), el valor máximo posible es 195 y el mínimo 65. Para el CTV: muy inadecuado (0), inadecuado (0), regular (1), adecuado (2), muy adecuado (3), el valor máximo posible es 195 y el mínimo 0. Para el CVV: muy desagradable (0), desagradable (0), regular (1), agradable (2) y muy agradable (3), el valor máximo posible es 195 y el mínimo 0. Cada uno de los siete componentes de este índice tiene el mismo eso, por lo que la suma simple de ellos se divide entre siete. Se aplicó la rueba no papp ramétrica de comparación para dos muestras independientes. Seguridad: El Índice de Seguridad (IS) se construyó a partir de cinco preguntas formuladas en la escala ordinal de Likert. Los aspectos considerados fueron: Satisfacción con la Alimentación de la Familia (SAF), Satisfacción con las Condiciones de la Vivienda (SCV), Seguridad en la Vivienda (SV), Seguridad de Recibir Financiamiento en los próximos cinco años (SRF), Seguridad de Recibir Asistencia Técnica (SRAT).
La ponderación otorgada los dos primeros componentes (SAF y SCV) fue la siguiente: insatisfecho (0), poco satisfecho (1), regularmente satisfecho (2), satisfecho (3), muy satisfecho (4). El máximo puntaje posible por ítems es 260, que resulta de multiplicar los 65 instrumentos aplicados por 4, que corresponde a la respuesta muy satisfecho, y el mínimo posible es 0 en un escenario que todas las respuestas fuesen insatisfecho. Para los ítems (SV, SRF y SRAT) fue: inseguro (0), poco seguro (1), regularmente seguro (2), seguro (3), muy seguro (4), el valor máximo y el mínimo es igual a los dos primeros ítems del índice. El índice es el resultado del promedio imple. Se aplicó la prueba no paramétrica para dos muestras ndependientes.si Participación: El Índice de Participación Comunitaria (IPC) se construyó tomando como referente el Índice de Participación Ciudadana de la Red Interamericana para la Democracia (RID). Para ello, se consideraron diez espacios potenciales de participación dentro de la comunidad, estos son: Participación en Partidos Políticos (PPP), Participación en Organizaciones Religiosas (POR), Participación en Organizaciones Comunitarias (POC), Participación en Actividades Deportivas (PAD), Participación en Faenas (PF), Participación en Organizaciones Cooperativas o Sindicales (POCS), Participación en el Comité de Padres de Familia de la Escuela (PCPF), Participación en Actividades Artísticas (PAA), Ejercicio del Derecho al Voto (EDV), Participación en Manifestaciones (PM). La construcción del índice es producto de la suma del Promedio de Espacios en los que Participa
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Actualmente (PEPA), más el Promedio de los Cargos Actuales (PCA) en s Cargos en el Pasado (PCP). dicha
organizaciones y el Promedio de los
PEPA + PCA + PCP ‐ Valormínimo Valormáximo promedio – Valormínimo
El valor mínimo es 0, es decir que no haya participación y el valor áximo promedio se fijó en 10 (RID, 2005:5). Se aplicó una prueba aramétrica d
IPC =
mp e comparación de medias. Autoestima: El Índice de Autoestima (IA) se construyó tomando como base los 25 componentes del instrumento de la Escala de Adultos Stanley Coopersmith (Coopersmith, 1976:25). La ponderación otorgada fue (1) para autoestima alta y (0) para autoestima baja. El Valor Máximo posible por cada ítem es 65 y el Valor Mínimo 0. El Valor Actual, es el resultado promedio de las respuestas de Autoestima alta. Para cada ítem se calculó su ndice, nte fí
siguiendo la siguie órmula:
Autoestimaactual ‐‐ Autoestimamínima Autoestimamáxima – Autoestimamínima
El Índice de Autoestima es el resultado de sumar los índices parciales de cada ítem y dividirlo entre 25. Los componentes son los siguientes: Los Problemas me Afectan Poco (PAP), me cuesta trabajo Hablar en Público (HP), si Pudiera Cambiaría muchas cosas (PC), Tomo una Decisión Fácilmente (TDF), Soy una Persona Simpática (SPS), me Enojo Fácilmente (EF), me cuesta Trabajo Acostumbrarme a algo Nuevo (TAN), soy Popular entre la Gente de mi Edad (PGE), mi Familia generalmente Toma en cuenta mis Sentimientos (FTS), Me doy por Vencido Fácilmente (MVF), mi Familia Espera Demasiado de mi (FED), me cuesta Mucho Trabajo Aceptarme (MTA), mi Vida es muy Complicada (VC), mis Compañeros casi siempre Aceptan mis Ideas (CAI), tengo Mala Opinión de mi Mismo (MOM), muchas veces me Gustaría Irme de mi Casa (GIC), con frecuencia me Siento a Disgusto con mi Trabajo (SDT), soy Menos Guapo que la mayoría de la gente (MG), si Tengo algo que Decir generalmente lo Digo (TDD), mi Familia me Comprende (FC), los Demás son Mejor Aceptados que yo (DMA), Siento que mi Familia me Presiona (SFP), con Frecuencia me Desanimo en lo que Hago (FDH), muchas veces me Gustaría Ser otra Persona (GSP), se puede Confiar uy Poco en mi Persona (CPP). Para identificar la significancia se aplicó la rueba no p
IA =
mp aramétrica para dos muestras independientes. Identidad: El Índice de Identidad Étnica (IIE) se construyó considerando la Escala de Identidad Étnica Multigrado (EIEM) desarrollado por Phinney (1992:158). La escala consta de 15 ítems, con un nivel de medición ordinal de Likert de cinco posibles respuestas. La ponderación otorgada fue la siguiente: muy en desacuerdo (0), en desacuerdo (0), Indiferente (1), de acuerdo (2), muy de acuerdo (3). El máximo puntaje posible es 195, que
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resulta de multiplicar 65 por 3, que corresponde a la ponderación otorgada para la respuesta muy de acuerdo. El mínimo posible de identidad étnica es 0, en un escenario en el que todos los encuestados respondieran muy en desacuerdo o en desacuerdo.
Los 15 ítems son los siguientes: Grupo Étnico al que Pertenece (GEP), Feliz de Pertenecer a mi Grupo Étnico (FPGE), me siento Ligado a mi Grupo Étnico (LGE), Comprometido con mi Grupo Étnico (CGE), estoy Bien con mi Tradición Étnico (BTE), Orgulloso de Pertenecer a mi Grupo (OPG), Conocer más sobre la Historia, Tradiciones de mi Grupo étnico (CHT), Consciente de mis Raíces Étnicas (CRE), No se cual es el Papel que juega mi Grupo en mi Vida (NPGV), No me he Preocupado por aprender más sobre la Cultura e Historia de mi grupo (NPCH), Entiendo lo que Significa para mi Pertenecer a un Grupo étnico (ESPG), Pienso sobre como se podría ver Afectada mi Vida por el hecho de pertenecer a mi Grupo étnico (PAVG), Asisto a Organizaciones que están compuestos por personas de mi Grupo (AOG), Participo Activamente de las Tradiciones (PAT), Asisto a Organizaciones donde se Promueven las Tradiciones (AOPT). Para el cálculo de los índices parciales por ítem se siguió el procedimiento para la construcción del Índice de Autoestima. El IIE es el resultado de sumar los índices parciales y dividirlo entre 15. Se aplicó la prueba no parametrica para dos muestras independientes. Índice Mejorado del Desarrollo Humano (IMDH) El IMDH, está integrado por el promedio simple de cada uno de los índices parciales del desarrollo humano. Estos son los siguientes índices: Ingreso (II), Logro Educativo (ILE), Nutrición (IN), Calidad de la Vivienda (ICV), Seguridad (IS), Participación (IP), Autoestima (IA) y el Índice de Identidad tnica (É
IIE).
V + IP + IIE + IS + IA II + IE + IN IC 8
Resultados Inicialmente se presenta la caracterización general de los dos grupos en comparación (socios y no socios), particularmente tomando las variables sociales: edad, escolaridad, tiempo de pertenecer a la cooperativa, acceso a tierra. Así mismo, se presentan los resultados en forma de índice por cada una de las variables consideradas, con sus pruebas de significancia por tem, y al final se integran en una unidad global que es el Índice Mejorado el Desarrollo Humano (IMDH).
IMDH =
íd Caracterización de los grupos en comparación Edad y escolaridad Se nota una ligera diferencia en la edad de ambos grupos, los socios presentan un mínimo de 24 años y un máximo de 82, con un promedio de
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5 1 años (Cuadro 1).
CUADRO 1 Edad y a r pa ni 2 escolarid d, Coope ativa Tose n Titata ske, año 006
Categoría Edad en años Escolari dda en años Mínimo Máximo Pr ioomed Mínimo Máximo Pro io med
Socio 24 82 51.00 0 15 4.88 No socio 21 80 46.75 0 10 3.69 Prueba t 0.05* 0.07* Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad.
En los no socios el mínimo es de 21 años, el máximo de 80 y un promedio de edad de 46.75 años. Existiendo diferencia significativa (0.05). En escolaridad presentan diferencias tanto en el máximo de años cursados como en el promedio. Los socios logran un máximo de 15 años y un promedio de 4.88 años cursados. Mientras los no socios tienen un máximo de 10 años y un promedio de 3.69, no obstante, esta diferencia no es significativa (0.07) Como se verá más adelante en la construcción del índice e educación, esta ligera diferencia en el promedio está determinada por un ivel más bajo de analfabetismo entre los socios. dn Conformación de las familias En ambos grupos las familias están conformadas por un número similar de individuos. El mínimo en ambos grupos es de dos personas y el máximo son 12. En el promedio existe una ligera diferencia, mientras los socios tienen 5.6 integrantes los no socios 5.5 (Cuadro 2), no existiendo diferencias stadísticas significativas (0.483). El promedio muestra la tendencia de las amilias de esta región de conformar familias relativamente medianas. ef
CUADRO 2 Integrantes de las familias y tiempo de pertenecer a la
Cooperativa Tosepan Titataniske año 2006 Categoría No. Int s famiegrante lia Tiempo nde perte ecer a la
coop. Mínimo Máximo Pro diome Mínimo Máximo Pr o om die
Socio 2 12 5.6 1 29 15.89 No socio 2 12 5.5 ‐‐ ‐‐ ‐ ‐
0.483 NS Prueba t
NS, No Significativo Tiempo de pertenencia a la cooperativa Con relación al tiempo que tienen los socios de pertenecer a la cooperativa Tosepan Titataniske, el mínimo es un año y el máximo 29 años, el promedio es de 15.89 (Cuadro 2).
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Acceso a la tierra En el acceso a la tierra propia existe diferencia estadística significativa. Si bien ambos grupos presentan individuos que no tienen tierra propia, tanto en el máximo como el promedio las diferencias son evidentes. El máximo de ierra propia de los socios es 9.75 ha, y el promedio es de 1.6, mientras que os no socios poseen un máximo de 3 ha y un promedio de 0.74. tl
CUADRO 3 Acceso a tierra propia y alquilada de socios y no socios
e se an 2Coop rativa To pan Titat iske, año 006 Categoría Áre /a iaprop ha Área taqu ne re / ha
Mínimo Máximo Pro iomed Mínimo Máximo Pro io medSocio 0 9.75 1.6 0 0.75 0.69
No socio 0 3.0 0.74 0 1.0 0.43 Prueba t 0.00** 0.00**** Si f bgni icativo en el nivel 0.01 de proba ilidad.
En relación al área que rentan ambos grupos, existe diferencia significativa. Si bien los socios rentan un máximo de 0.75 ha y los no socios 1 ha, el promedio de renta es mayor en los socios con 0.69 ha, comparado con 0.43 ha de los no socios. Se debe señalar que la totalidad del área rentada por ambos grupos, es utilizada en la siembra del cultivo de maíz. Índice de Ingreso De esta variable es pertinente mencionar tres aspectos: Primero, que los socios obtienen un índice de 0.30, superior a los no socios que es de 0.23. Segundo: que esta cifra es baja, considerando el promedio de ingresos para ambos grupos, los socios viven con el equivalente de 1.62 dólar al día y los no socios con 1.10 dólar. Tercero: en la estructura de ingresos, la actividad agropecuaria representa un 24.59% del ingreso total de los socios, mientras para los no socios es del 17%, diferencia que es significativa. Por jornal diario, los no socios obtienen el 24% de ingreso total, mientras los no socios el 11.57%, no obstante, tal diferencia no es significativa estadísticamente, ambos grupos utilizan como estrategia de vida la venta de mano obra.
Por empleo fijo o estable, los socios obtienen el 18.87% del total, y los no socios el 14%, siendo estadísticamente no significativa. Por remesas, los no socios obtienen mayor ingreso que los socios (18% y 10.99% respectivamente). No obstante, la diferencia estadística no es significativa; sugiriendo, que las familias de ambos grupos tienen como una de sus estrategias económicas la migración principalmente a la Ciudad de México y Puebla. Por subsidios, los socios reciben 29.10% en relación al ingreso total, y los no socios el 22%, siendo la diferencia significativa en términos estadísticos.
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CUADRO 4 Estructura de ingresos y nivel de significancia entre socios no socios
de la Cooperativa Tosepan Titataniske, año 2006 Categoría Ingreso+
Agr ioopecuar Ingreso Jornal
Ingreso empleo
Ingreso negocio
Ingreso R emesas
Ingreso subsidio
Ingreso Total
Socio 53,860.33 25,335.79 41,330.26 10,688.19 24,077.49 63,709.13 219,001.20 % 2 4.59% 1 1.57% 1 8.87% 4. 88% 1 0.99% 2 9.10% 100%
No socio 24, 4 257.8 34, 6 596.8 21, 5 166.0 8, 3 083.0 26, 9 225.0 32, 7 542.7 14 6 64,781.% 17% 24% 14% 5% 18% 22% 100%
Valor t 3.45 1.39 1.62 0.57 0.27 5.62 4.71 Significancia * NS NS NS NS ** **
* Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad. ** Significativo al 0.01 de probabilidad. + el ingreso se expresa en moneda USA considerando el tipo de cambio de 10.84 pesos mexicanos por un dólar correspondiente el mes de Diciembre del 2006, según el Banco de México (www.banxico.org.mx)
La diferencia de un mayor subsidio agropecuario recibido por los
socios está relacionado a la posesión de una mayor área de tierra y que éstos además, reciben el incentivo a la cafeticultura orgánica certificada que no es recibida por los no socios. En este sentido, la cooperativa ha logrado mejorar este ingreso a partir de un esfuerzo de transformar la producción de café convencional por orgánica, resultando obtener no solo un mejor ingreso por los precios en el mercado internacional, sino también, el reconocimiento a través de la política pública de incentivos que administra el Consejo Poblano del Café. La diferencia global a favor de los socios, es el resultado de la combinación de un mayor acceso a activos como la tierra, a los servicios que brinda la cooperativa, a los subsidios productivos, que les permite obtener mejores ingreso por la comercialización de sus productos Índice de Logro Educativo (ILE) El resultado muestra un índice superior entre los socios de la cooperativa (0.79), mientras los no socios alcanzan 0.71 (Cuadro 5), siendo significativo n términos estadísticos. Este índice fue construido considerando las amilias de ambos grupos y no solamente para los socios o no socios. ef
CUADRO 5 Índice de Logro Ed vo y su signific cia estadística ucati an
Categoría Comp ntesone TBM TA ILE
Familia Socios 0.69 0.83 0.79 Familia no socios 0.69 0.72 0.71 Prueba t 0.99 NS 0.02* 0.03*
* Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad.
La diferencia en el ILE radica en el menor porcentaje de analfabetismo de las familias de socios 16.6%. Mientras las familias de no socios alcanzan
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un 28% de analfabetismo; es decir hay un mayor aprovechamiento por parte de los socios de la política pública que coordina el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos del país. En la Tasa Bruta de Matrícula, ambos grupos presentan un índice de 0.69. Este resultado, es debido en gran parte a que los jóvenes hijos de socios y no socios concluyen la preparatoria o la secundaria y luego migran principalmente a la Ciudad de Puebla o al Distrito Federal, en busca de trabajo en el marco de las estrategias económicas familiares. Las opciones para ingresar a la niversidad o alguna institución técnica superior son limitadas, por los ostos que implica mantener a sus hijos en este sistema de educación. uc Índice de Nutrición (IN) El resultado refleja una insuficiencia en el consumo energético, de proteína y de lípidos en ambos grupos (Cuadro 6). Sin embargo, los socios de la cooperativa suplen en 0.72, 0.78 los dos primeros y solamente en 0.49 el consumo de lípidos, alcanzando un IN de 0.66. Mientras, los no socios ogran cubrir su demanda de energía, proteínas y lípidos en 0.67, 0.71 y .36, respectivamente, con un IN de 0.58. l0
CUADRO 6 Índice de Nutr n y su sig ancia esta ica ició nific díst
Categoría Componentes CCE CCP CCL IN
Socios 0.72 0.78 0.49 0.66 No socios 0.67 0.71 0.36 0.58 Prueba t 0.10 0.30 0.00** 0.57 NS
* Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad. ** Significativo al 0.01 de probabilidad.
En los tres componentes del índice se observan diferencias entre
ambos grupos, no obstante, solamente en el Componente Consumo de Lípidos existe diferencia significativa. En el consumo de energía, la diferencia si bien no es significativa, se acerca a 0.05, este resultado, puede estar relacionado al mayor ingreso que perciben los socios de la cooperativa. De acuerdo a Gallegos y Trueba (2006:166) existe una relación asombrosamente estrecha entre el ingreso y los factores nutricionales. La CARTT, ha realizado un conjunto de esfuerzos tendientes a mejorar la utrición de sus asociados. Sn Índice de Calidad de la Vivienda (ICV) Los socios de la cooperativa presentan un mayor ICV, de 0.70, en relación a los no socios que logran un índice de 0.63, el cual es significativo estadísticamente (Cuadro 7). En las puntuaciones parciales del índice, los Componentes Acceso Agua y a Energía Eléctrica son los que presentan la
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mayor puntuación. 0.89 y 0.86 respectivamente para los socios y 0.80 y 77 para los no socios, no existiendo diferencias significativas. Estos dos son ienes públicos bastante generalizados en las comunidades de la región de studio. be
CUADRO 7 Índice de dad la Vivienda sig anc tad Cali de y su nific ia es ística
Categoría C on somp ente CP CP CT CAE CAA CTV CVV ICV
Socios 0.83 0.61 0.63 0.89 0.86 0.60 0.48 0.70 No socios 0.77 0.54 0.58 0.80 0.77 0.51 0.43 0.63 Prueba Wilcoxon Z
0.55 0.08 0.17 0.23 0.25 0.05* 0.30 0.02*
* Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad.
En los componentes pared, piso y techo los socios logran un índice parcial de 0.83, 0.61 y 0.63 respectivamente, mientras los no socios 0.77, 0.54 y 0.58, ligeramente más bajo, sin embargo, estadísticamente no existen diferencias significativas. En el CTV, el índice parcial es 0.60 para socios y 0.51 para no socios, existe diferencia estadística (0.05), es decir hay una mayor satisfacción de los socios con el tamaño de su vivienda.
La diferencia en el ICV, podría estar relacionada al esfuerzo realizado por la cooperativa en el mejoramiento de los componentes pared, piso y techo, por medio de proyectos gestionados ante las instancias de gobierno Federal y Estatal. Así, por ejemplo, en 1995, en plena crisis internacional de los precios del café, la cooperativa logró que se aprobara un proyecto de mejoramiento de la vivienda para 600 socios y socias. En el año 2003, construyó una vivienda modelo sustentable, con el propósito de que sus asociados adoptaran algunos componentes. Recientemente en el 2005, estionó un proyecto para la construcción de 25 viviendas para socios y ocias, el cual fue aprobado. gs Índice de Seguridad (IS) Los socios de la cooperativa muestran un mayor Índice de seguridad IS, 0.73 con relación a los no socios 0.50 (Cuadro 8). Este índice ha sido construido a partir de dos grupos de componentes. El primero, se refiere a la valoración que hacen los dos grupos acerca de la Satisfacción con la Alimentación Familiar (SAF), las Condiciones de la Vivienda (SCV), y de que tan Seguros se sienten en sus Viviendas (SV). Estos tres componentes, están relacionadas con las necesidades básicas fisiológicas, alimento y protección (Maslow, 1977:50). Los socios muestran una mayor satisfacción con la alimentación familiar, las condiciones de la vivienda y se sienten más seguros en sus viviendas con 0.65, 0.66 y 0.74 respectivamente. Los no socios alcanzan índices parciales de 0.58, 0.55 y 0.68 respectivamente,
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eS
xistiendo diferencias altamente significativas en los componentes SAF y CV.
CUADRO 8 Índice de Segu d y prueba de nificarida sig ncia
Categoría
Com eponent s IS SAF SCV SV SRF SRAT
Socios 0.65 0.66 0.74 0.79 0.81 0.73 No socios 0.58 0.55 0.68 0.38 0.33 0.50 Prueba Wilcoxon Z
0.00** 0.01* 0.09 0.00** 0.00** 0.00**
* Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad. ** Significativo al 0.01 de probabilidad.
Un segundo grupo de componentes, está referido a la seguridad que
sienten tanto socios como no socios de poder recibir los Servicios de Financiamiento (SRF) y Asistencia Técnica en los próximos cinco años (SRAT). En estos aspectos existen claras diferencias, mientras los socios alcanzan índices parciales de 0.70 y 0.81, los no socios de 0.38 y 0.33; resultados altamente significativos en términos inferenciales (Cuadro 8). La mayor seguridad de los socios de acceder a crédito y asistencia técnica, está relacionado a la capacidad que tiene la cooperativa de brindar estos servicios a sus asociados. La organización cuenta con una Caja de Ahorro y Crédito y ha formado un equipo de promotores indígenas con capacidades para asesorar a los socios en la producción y comercialización de café orgánico, pimienta y miel virgen. Por otro lado, los no socios se sienten menos seguros de recibirlos, debido a las restricciones del Estado para ofertar estos servicios. Índice de Participación (IP) Los procesos de toma de decisiones colectivas o democracia directa son satisfactores sinérgicos que no solo contribuyen a la satisfacción de la necesidad de participación, sino que estimulan y contribuyen a la satisfacción simultánea de otras necesidades, como el conocimiento, la autoestima, identidad y seguridad (Neef et al., 1989:42). Los socios de la cooperativa participan en promedio de 5.23 espacios organizativos comunitarios, tienen 1.8 cargos y en el pasado tuvieron 1.31 cargos en promedio (Cuadro 9). Mientras los no socios participan actualmente en un promedio de 2.91 espacios comunitarios, tienen en promedio .34 cargos en esos espacios y tuvieron en el pasado un promedio de .54 cargos. 00
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CUADRO 9 Índice de Particip Comun a y su prueba de significancia ación itari
Categoría
Comp ntesone IPC PEPA PCA PCP
Socios 5.23 1.80 1.31 0.83 No socios 2.91 0.38 0.54 0.38 Prueba t 0.00** 0.00** 0.00** 0.00** ** Significativo en el nivel 0.01 de probabilidad.
En los tres componentes considerados en el IPC existen diferencias estadísticas significativas entre ambos grupos. Este resultado coincide con el encontrado por Gordon (2004:6) en el sentido de la capacidad desarrollada por los socios de un grupo de cooperativas en Estados Unidos, de relacionarse en diferentes espacios sociales, tales como la actividad política partidaria y el desarrollo comunitario. Desde esta perspectiva, staríamos frente a la constatación de una contribución importante de la CARTT a la formación de liderazgo comunitario en la región de influencia. eS Índice de Autoestima (IA) Los socios logran un índice de Autoestima de 0.84, mayor al de los no socios que es de 0.67 (Cuadro 10c), el que es altamente significativo estadísticamente. En los 25 componentes de la escala los socios logran índices parciales mayores a los no socios, y en 16 de estos existen diferencias significativas. Los componentes en los que existen estas diferencias se relacionan con aquellas habilidades sociales tales como hablar en público HP, facilidad para tomar decisiones TDF, facilidad para acostumbrarme a algo nuevo TAN, popularidad entre la gente de la misma dad PGE y algunas vinculadas a las aptitudes para enfrentar los desafíos de a vida MVF, en los que los socios logran una diferencia significativa. el
CUADRO 10a Diferencias en el índice de Autoestima y prueba de significancia
Categorías
Componen ste
PAP HP PC TDF SPS EF TAN PGE FTS MVF
Socios 0.82 0.75 0.52 0.75 0.80 0.66 0.63 0.92 0.97 0.95 No socios 0.74 0.46 0.35 0.49 0.63 0.57 0.42 0.75 0.88 0.80 Prueba 0.29 0.00** 0.05* 0.00** 0.03* 0.28 0.01* 0.00* 0.04* 0.00* Wilcoxon Z
** Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad. * Significativo al 0.01 de probabilidad
Se nota una clara tendencia a la no significancia estadística en aquellos componentes relacionados a la familia, entre ellos mi familia espera demasiado de mi FED, muchas veces me gustaría irme de mi casa GIC
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(Cuadro 10b), mi familia me comprende FC, siento que mi familia me presiona SFP (Cuadro 10b) mostrando el papel que juega la familia en las onas rurales y en particular en regiones indígenas, en términos de la ohesión social y en la autoestima de sus miembros. zc
CUADRO 10b Diferencias en el índice de Autoestima y prueba de significancia
Categoría Compon sente
FED MTA VC CAI MOM GIC SDT MG Socios 0.94 0.83 0.74 0.91 0.97 0.86 0.75 0.82 No socios 0.92 0.63 0.55 0.82 0.89 0.77 0.35 0.62 Prueba 0.73 0.01* 0.02* 0.12 0.08 0.17 0.00* 0.01* Wilcoxon Z
* Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad. b ** Significativo al 0.01 de pro abilidad.
Cabe mencionar, que en algunos componentes de autopercepción individual, “como me cuesta mucho trabajo aceptarme como soy MTA, mi vida es muy complicada VC, con frecuencia me siento a disgusto con mi trabajo SDT”, los socios alcanzan una diferencia significativa en relación a los no socios (Cuadro 10b). Lo anterior sugiere el papel de la cooperativa como generador de capacidades como la autoconfianza y autovaloración social entre sus asociados. La diferencia global en el Índice de Autoestima podría atribuirse a la dinámica de participación de los socios y socias dentr r eo de la organización cooperativa, ca acterizado por ser un mod lo de autogestión, de toma de decisiones colectivas.
Al respecto (Sangines, 2001:V) al referirse a los productos de las cooperativas autogestivas de México Distrito Federal y Guerrero, afirma que las personas sienten que recuperan la palabra y la dignidad. Este hallazgo coincide, con los planteamientos de (Neef, et al. 1989:14) en el entido de que el desarrollo humano se construye a partir del rotagonismo real de las personas. sp
CUADRO 10c Diferencias en el índice de Autoestima y prueba de significancia
Categorías Com ntepone s
IA TDD FC DMA SFP FDH GSP CPPSocios 0.97 0.92 0.82 0.86 0.94 0.83 0.92 0.84 No socios 0.80 0.88 0.52 0.77 0.72 0.74 0.71 0.67 Prueba 0.00** 0.38 0.00** 0.17 0.00** 0.29 0.00** 0.00** Wilcoxon Z
** Significativo al 0.01 de probabilidad.
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Índice de Identidad Étnica (IIE) La identidad étnica es considerada como aquella parte del autoconcepto de un individuo que se deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo social, junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia. Los socios de la cooperativa muestran un mayor Índice de Identidad Étnica (0.71), que los no socios, 0.60 (Cuadro 11a), el que es altamente significativo. De los 15 componentes que integran el índice, se pueden distinguir tres tipos de tendencias. La primera, relacionada al conocimiento de Pertenencia al Grupo Étnico (GEP); ambos grupos, socios y no socios alcanzan un puntaje alto (0.92 y 0.90) respectivamente, no xistiendo diferencias significativas; es decir ellos y ellas mayoritariamente e autoidentifican como Nahuas o Totonacas. es
CUADRO 11a Índice de Id ad É ca y ivel ign ncientid tni su n de s ifica a.
Categorías
C onenomp tes GEP FPGE LGE CGE BTE OPG CHT CRE
Socios 0.92 0.83 0.78 0.72 0.78 0.73 0.53 0.74 No socios 0.90 0.71 0.69 0.65 0.68 0.61 0.44 0.69 Prueba Wilcoxon Z
0.55 0.01* 0.00** 0.02* 0.00** 0.10 0.10 0.75
** Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad. * Significativo al 0.01 de probabilidad
La segunda, está relacionada al significado valorativo y emocional de dicha pertenencia. Estos son: FPGE, LGE, CGE, BTE, OPG, CHT, CRE, NPGV, NPCH, ESPG y PAVG. En todos los componentes los socios (as), logran mayores índices parciales, existiendo diferencias significativas en: FPGE, LGE, CGE NPCH, ESPG y PAVG. Esto demuestra que si bien como se reflejó en el primer componente, existe una alta conciencia de pertenencia a los grupos étnicos de referencia, no así al interés de dedicar tiempo para conocer su historia, tradiciones y costumbres, ni existe una conciencia clara del papel que juega esta en sus vidas. Aunque se destaca, que en ambos aspectos los socios obtienen mayores puntajes, lo que podría adjudicarse a una mayor dinámica de participación dentro de la cooperativa y otros spacios, donde generalmente se acceden a información relativa a sus tnias. ee
CUADRO 11b Índice de Identidad Étnica y su nivel de significancia de socios y no socios
de la Cooperativa Tosepan Titataniske, año 2006
Categorías C pon som ente
NPGV NPCH ESPG PAVG
AOG PAT A OPT IIE
Socios 0.55 0.61 0.61 0.82 0.75 0.61 0.73 0.71
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No socios 0.41 0.52 0.52 0.56 0.50 0.53 0.53 0.60 Prueba 0.19 0.00** 0.02* 0.01* 0.00** 0.03* 0.00** 0.00** Wilcoxon Z
* Sig*
nificativo en el nivel 0.05 de probabilidad. * Sig inif cativo al 0.01 de probabilidad.
La tercera tendencia, está relacionada a las conductas étnicas de participación en el grupo. Estas son: AOG, PAT, AOPT. La puntuación de los socios son: 0.75, 0.61 y 0.73 respectivamente, mientras los no socios de 0.50, 0.53 y 0.56. En términos de la estadística inferencial existen diferencias significativas en las tres componentes (Cuadro 11b). Este tercer grupo sugiere una mayor participación de los socios en espacios comunitarios en los que se fortalecen sus conductas étnicas, por lo que hay ongruencia entre estos resultados y los del segundo grupo relacionado al ignificado valorativo y emocional de la pertenencia al grupo étnico. cs Índice Mejorado de Desarrollo Humano (IMDH) Los socios alcanzan un Índice Mejorado de Desarrollo Humano de 0.70, mayor que el de los no socios (0.54), el que es significativo estadísticamente (Cuadro 12). Cabe destacar, que los socios logran mayores índices parciales en las ocho variables consideradas, existiendo diferencias altamente significativas en los Índices de Ingreso, seguridad, participación, autoestima, e identidad étnica y significativa en los índices de educación, calidad de la vivienda; no se encontró diferencia significativa en el índice de nutrición. Las diferencias estadísticas mayores entre ambos grupos se encuentran en aquellos índices que expresan satisfacción de necesidades humanas de orden subjetivo, por ejemplo (participación y autoestima) iendo menores en aquellos que expresan necesidades materiales como la limentación y la vivienda. sa
CUADRO 12 Comparación del Índice Mejorado de Desarrollo Humano
Nombre del Índice Puntuación Socios
Puntuación no os soci
Pr eueba d inferencia
Índice de Ingreso (II) 0.30 0.23 0.00** Índice de Educación (IE) 0.79 0.71 0.03* Índice de Nutrición (IN) 0.66 0.58 0 .57 NSÍndice de Calidad de la Vivienda 0.70 0.63 0.03* Índice de Seguridad (IS) 0.73 0.50 0.00** Índice de Participación (IP) 0.83 0.38 0.00** Índice de Autoestima 0.84 0.67 0.00** Índice de Identidad Étnica (IIE) 0.71 0.60 0.00**
IMDH 0.70 0.54 0.05*
** Significativo en el nivel 0.01 de probabilidad. * Significativo en el nivel 0.05 de probabilidad
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Esta tendencia sugiere que los socios de la cooperativa Tosepan han
participado en el proceso de acción colectiva, no solamente motivados por incentivos o necesidades de orden material como se ha pensado, sino también por la satisfacción de necesidades subjetivas. Al respecto (Boltvinik 2005:24) afirma que el enfoque convencional de las necesidades humanas que se satisfacen únicamente con objetos para los que se requieren solo recursos económicos monetizables o peor aún, solo ingresos corrientes, lleva a una concepción parcial del desarrollo o florecimiento humano. De este trabajo es pertinente destacar los siguientes tres aspectos, primero: es conveniente identificar las sinergias producidas entre satisfacción de necesidades y capacidades individuales y colectivas como elementos esenciales del desarrollo humano.
Desde esta perspectiva, es sugerente considerar que los mayores ingresos de los socios podrían estar no solamente influidos por el acceso a una mayor área de tierra, sino también por el mayor índice educativo, vivienda, seguridad, participación, autoestima e identidad étnica y las capacidades de gestión regional que ha logrado la organización cooperativa. El segundo aspecto de las necesidades humanas, es su papel de fines y medios a la vez. Desde esta perspectiva, el mayor índice de educación de los socios (Gráfica 1) es un fin en si mismo porque satisface la necesidad humana de entendimiento, pero a la vez es un medio que puede contribuir a una mejor comprensión de la nutrición y la autoestima, por citar un ejemplo. Es decir, medios, en tanto son capacidades para satisfacer otras necesidades. Lo anterior sugiere como argumenta (Neef et al., 1989:36) que ya no se trata de relacionar necesidades solamente con bienes servicios que presuntamente las satisfacen; sino de relacionarlas, además, con rácticas sociales y formas de organización. yp
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Desde esta perspectiva, la SCARTT mantiene desde 1977 formas de organización de autogestión a nivel de comunidades y un espacio de toma de decisiones a nivel regional donde concurren los representantes de las cooperativas comunitarias. El tercer aspecto a destacar es la relación entre individuo, organización y las políticas públicas como factores fundamentales para alcanzar el desarrollo humano. En este sentido, el individuo es el fin y actor central para la satisfacción de sus necesidades, por medio de lo que llamaremos capacidades primarias y recurre a la organización cooperativa, la cual potencialmente posee el atributo de satisfacer necesidades no materiales (subjetivas) por ejemplo, la identidad y la autoestima.
Por otro lado, genera capacidades secundarias en el sentido de poder emprender procesos de acción colectiva a partir de decisiones deliberadas tendientes a satisfacer ciertas necesidades que no pueden ser satisfechas por la acción del individuo o la familia. En consecuencia, la capacidad de gestión de la organización cooperativa en este caso, es un mecanismo ideal para la instrumentación de las políticas públicas que pretenden trasladar bienes y servicios, que no pueden ser generados por el individuo, familia, cooperativa o el mercado.
En el caso que nos ocupa, la educación formal, bienes productivos y mejoramiento de viviendas, son ejemplos relevantes. Se puede asegurar que el IMDH superior de los socios de la cooperativa es producto de una combinación de las capacidades individuales, de autogestión organizativa y de la políticas públicas en materia educativa, infraestructura social y productiva.
s
CONCLUSIONES
Los socios de la Cooperativa Tosepan Titataniske logran un mayor Índice Mejorado de Desarrollo Humano (IMDH) en relación a los no socios el cual es estadísticamente significativo, lo que sugiere que el proceso de autogestión de la organización han desempeñado una función importante en la satisfacción de sus necesidades humanas fundamentales y por ende a la generación de capacidades. Organizaciones de ésta naturaleza, con autonomía propia y libertad de decisión pueden contribuir a una mayor efecti avidad de las políticas públicas para mejorar los ctuales niveles de pobreza en zonas consideradas como marginadas.
En este trabajo se ha probado una metodología para medir y hacer visible el grado de satisfacción de necesidades humanas fundamentales de orden subjetivo como la seguridad, participación, autoestima e identidad étnica y se destaca que estas necesidades se pueden satisfacer en escalas locales donde es posible la interacción horizontal de los individuos. Reafirmando que el desarrollo humano no solo se relaciona con el acceso a bienes y servicios sino con prácticas sociales y formas de organización democráticas como las cooperativas. Destaca el papel central de las
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políticas públicas mediante la consideración de las prioridades definidas por los miembros de la Cooperativa, lo que sugiere, que el desarrollo humano es resultante de un proceso de aprendizaje a través del tiempo. El caso de la Cooperativa Tosepan indica que esta interacción debiera estab r o o slece se en bases permanentes de un trabaj c ntinuo con us correspondientes evaluaciones.
No es posible generalizar estos resultados al conjunto de las cooperativas mexicanas, muchos menos al cooperativismo internacional en su conjunto. Se requiere investigar y establecer comparaciones del impacto que éstas ejercen en el desarrollo de sus socios, considerando el contexto económico, social y cultural en el cual se desenvuelven y su propia práctica organizativa. Desde la perspectiva metodológica, una de las debilidades del método empleado es no contar con una línea de base, tanto de socios y no socios de la cooperativa, que permitiese aislar algunos factores que pudiesen distorsionar las variables estudiadas. Por ello, se sugiere para futuros trabajos la utilización de diseños cuasi experimentales que fortalezcan la validez y confiabilididad de los resultados. Mediante el tablecimiento de evaluaciones sistemáticas, que incorporen diferentes rtes transversales en una línea de tiempo.
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COMITÉS DE LECTURA COMITÊS DE LEITURA COMITÉS DE LECTURE
COMMIREVIEW TTEES Eduardo Acuña (Universidad de Chile), Marietta Bucheli (Pontificia Universidad Javeriana), Angelo Brás Fernandes Callou (Universidade Federal Rural de Pernambuco), Miguel Fajardo (UNISANGIL), Jean‐Paul Gravel (Université de Sherbrooke), Michel Lafleur (Université de Sherbrooke), Maria Luiza Lins e Silva Pires (Universidade Federal Rural de Pernambuco), Ernesto Molina (Université de Sherbrooke)
TRADUCCIÓN TRADUÇÃO TRADUCTION TRANSLATION Angelo Brás Fernandez Callou (Universidade Federal Rural de Pernambuco), Jean Charron (Université de Sherbrooke), Jean‐Paul Gravel (Université de Sherbrooke), André Martin (Université de Sherbrooke), Sandra Serrano Molina (Université de Sherbrooke)
Red universitaria de las Américas en estudios cooperativos y asociativismo Rede universitaria das Américas em estudos cooperativos e associativismo
es universités des Amériques en études sur les coopératives et les associations the universities of Americas in studies on cooperatives and associations
Réseau dNetwork of UNIVERSIDADES MIEMBROS DE LA RED Université de Sherbrooke (Canada) Université de Moncton (Canada)
México) ro (México)
Universidad Autónoma Chapingo (uerétaCuba)
Universidad Autónoma de QLa Habana (
Universidad de Universidad de Puerto Rico
a Universidad de Costa RicUniversidad de El Salvador
Panamá s
Universidad de Universidad Nacional Autónoma de Hondura Pontificia Universidad Javeriana (Colombia)
UNISANGIL (Colombia)
Ecuadorcuador)
Pontificia Universidad Católica del o (E
e Venezuela Universidad Técnica de AmbatUniversidad Central d Universidad de Chile
la República (Uruguay) Universidad de Universidad Nacional de La Plata (Argentina)
asil) Universidade Federal Rural de Pernambuco (Br
rasil) rasil)
Universidade do Vale do Rio dos Sinos (BRio de Janeiro (B
á (Brasil) Universidade Federal de Universidade Federal do Paran COMITÉ DE DIRECCIÓN COMITÉ DE DIREÇÃO COMITÉ DE DIRECTION DIRECTION COMMITTEE
idad Javeriana
ersRicardo Dávila, Darío Castillo Sandoval, Pontificia UnivMónica Rodríguez, Mario Radrigán, Universidad de Chile
e Costa Rica e Federal Rural de Pernambuco
Mayela Cubillo, Dalia Borge Universidad dJimmy McIntyre, Angelo Brás, UniversidadMichel Lafleur, Université de Sherbrooke Beatriz Díaz, Universidad de La Habana
BASE DE DADOS DATA BASE BASE DE TOS BANQUE DE DONNÉES UNIRCOOP se encuentra indexada en un nuevo servicio UNIRCOOP est indixée dans un nouveau service UNIRCOOP se encontra indexada num novo serviço UNIRCOOP is indexed in a new service
DA
La Red Internacional de Revistas Científicas especializadas en el ámbito de la Economía Social y Cooperativa El ICSEJ: La red de revistas L ICSEJ es la Red Internacional de Revistas Científicas especializadas en el ámbito Ede la Economía Social y Cooperativa. Esta red fue creada en mayo de 2005, durante el Congreso científico de la Alianza Cooperativa Internacional, por los editores de las revistas Annals of Public and Cooperative Economics, Ciriec‐España, Revue Internationale de l'Economie Sociale, Review of Internacional Cooperation, Journal of Cooperative Studies y Journal of Rural Cooperation, con el objeto de cooperar en el intercambio de información y de impulsar la visibilidad de la creciente producción científica que se está generando n esta área de conocimiento, el cual no se halla adecuadamente reconocido en las
nales.
ebases de datos nacionales e internacio
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