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El Quijote en las aulas 2005 IV Centenario El Quijote CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Propuesta Didáctica/Experiencia Título: EDUCACIÓN EN VALORES A PARTIR DE LA LECTURA DEL QUIJOTE Autores: Emilio Ortíz Ramón, Manuel Martín Cid (?), María José Naranjo Naranjo Centro: I.E.S. Pino de Montano de Sevilla Recomendada para alumnado de: de Bachillerato

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El Quijote en las aulas2005 IV Centenario El Quijote

CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN

Propuesta Didáctica/Experiencia

Título: EDUCACIÓN EN VALORES APARTIR DE LA LECTURA DELQUIJOTEAutores: Emilio Ortíz Ramón, Manuel Martín Cid(?), María José Naranjo NaranjoCentro: I.E.S. Pino de Montano de SevillaRecomendada para alumnado de: 1º deBachillerato

El Quijote en las aulas2005 IV Centenario El Quijote

CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN

EDUCACIÓN EN VALORES A PARTIR DE LA LECTURA DEL QUIJOTEEN EL CURSO 1º DE BACHILLERATO

DEPARTAMENTO DE LENGUA CASTELLANA Y LITERATURADEL I.E.S. PINO MONTANO DE SEVILLA

*********************

PRESENTACIÓN

A la memoria de nuestro compañero y amigo Manuel Martín Cid

El presente trabajo es producto de la puesta en práctica, durante el Curso Académico 2003-2004de un proyecto de lectura de algunos fragmentos del Quijote desde el punto de vista de laEducación en Valores como contenido transversal del Currículo general del curso Primero deBachillerato. Puesto que el libro es de lectura obligatoria, a la vez que se realizaba su estudioliterario y lingüístico, seleccionamos una serie de textos, más o menos amplios, para lasistematización y el estudio de las actitudes sociales que podían enmarcarse en los siglos XVI yXVII como valores positivos o negativos, con su posterior confrontación respecto a la épocaactual. A partir de ahí establecimos una serie de objetivos que podrían enumerarse del siguientemodo:

- Extraer los valores sociales propios de la época de Cervantes.- Respecto a esos valores sociales, distinguir las ideas peculiares y propias de

Cervantes frente a las comunes de la época.- Distinguir similitudes y diferencias entre los valores sociales de la época cervantina y

los actuales.- Profundizar en el conocimiento de la sociedad cervantina para valorar los avances

sociales desarrollados en nuestra época.- Conocer, ante los problemas sociales y morales que se plantean, las soluciones que

aporta el Quijote y la resolución que en casos semejantes se da en la época actual.- Diferenciar las Instituciones que en los siglos XVI y XVII proponían los valores sociales

y las que velan por ellos en el siglo XXI.- Profundizar en el conocimiento de los valores que se defienden en nuestra época y

observar la evolución producida desde los siglos XVI y XVII.

Los contenidos se eligieron a partir de una serie de temas que aparecen en el Quijote. Seprocuró que fueran aquellos que pudiesen ofrecer una relación con determinados problemas de laépoca actual o que plantearan cuestiones significativas en el momento en que se escribió la obra,pero siempre intentando la aplicación a nuestros días como referente inmediato. Así, seseleccionaron los siguientes:

- Fines de la Caballería Andante y valores que defiende. Posibles relaciones con laépoca actual.

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- El tema de la existencia mítica de una “Edad de Oro” en los primeros tiempos de lahistoria del ser humano.

- El tema de la paz.- Los temas de la enseñanza y la educación del ser humano.- El tema de la religión.- Cualidades éticas del gobernante.- El tema de la justicia. Concepto y formas de impartirse.- El tema de la libertad.- La intolerancia como problema social.

Como actividades fundamentales, el alumnado debía leer en casa los textos seleccionados ypreparar las respuestas a los cuestionarios –que adjuntamos al final de cada tema- para serdebatidas en clase. Al final de cada debate, el alumno o la alumna elaboraba una breve redaccióncon sus opiniones y conclusiones personales. La evaluación del profesor se fundamentaba en lacorrección idiomática y en la capacidad de síntesis y actitudes críticas del alumno o la alumnadesarrollados en dicha redacción personal.

El trabajo del presente Curso Académico nos predispone a aportar para el próximo nuevasactividades en las que el grupo de profesores está ya trabajando, como es la búsqueda de textosde otros autores contemporáneos a Cervantes para confrontarlos con las ideas del autor delQuijote y examinar las posibles influencias o diferencias mutuas.

Lamentamos el fallecimiento, producido el 23 de enero del presente año de 2004, de nuestrocompañero y amigo Manuel Martín Cid, que nos aportó varios textos de los seleccionados para elcomentario y muchas propuestas de trabajo. Se nos fue sin tiempo para poner en práctica élmismo sus ideas. Agradecemos la continuidad en el trabajo de la compañera que vino al Institutoen su lugar, María José Naranjo Naranjo.

I

LA CABALLERÍA ANDANTE: FINES Y VALORES QUE DEFIENDE

De acuerdo con los argumentos que da don Quijote sobre los motivos que le hacen salir al mundocomo caballero andante, observamos que existe una finalidad social, encaminada sobre todo ala defensa de las personas más débiles de la época, abandonadas a su suerte o no defendidascabalmente por la Justicia de los siglos XVI y XVII. Don Quijote siempre defiende la necesidad dela existencia de la Caballería Andante en un mundo en que sólo se encuentran protegidos los máspoderosos.

Seleccionamos una serie de fragmentos en que se aprecia lo anteriormente expuesto:

1) Motivos para salir don Quijote al mundo:

[...]Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efeto supensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza,según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que emendar,y abusos que mejorar y deudas que satisfacer. [...] (I, II)

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[...]Esto, pues, señores, es ser caballero andante, y la que he dicho es la orden de su caballería;en la cual, como otra vez he dicho, yo, aunque pecador, he hecho profesión, y lo mesmo queprofesaron los caballeros referidos profeso yo. Y así, me voy por estas soledades y despobladosbuscando las aventuras, con ánimo deliberado de ofrecer mi brazo y mi persona a la máspeligrosa que la suerte me deparare, en ayuda de los flacos y menesterosos. [...](I, XIII)

__________________

[...]Lo que juzgó de don Quijote de la Mancha el de lo verde [el Caballero del Verde Gabán] fueque semejante manera ni parecer de hombre no le había visto jamás: admiróle la longura de sucaballo, la grandeza de su cuerpo, la flaqueza y amarillez de su rostro, sus armas, su ademán ycompostura: figura y retrato no visto por luengos tiempos atrás en aquella tierra. Notó bien donQuijote la atención con que el caminante le miraba, y leyóle en la suspensión su deseo; y, comoera tan cortés y tan amigo de dar gusto a todos, antes que le preguntase nada, le salió al camino,diciéndole: -Esta figura que vuesa merced en mí ha visto, por ser tan nueva y tan fuera de las quecomúnmente se usan, no me maravillaría yo de que le hubiese maravillado; pero dejará vuesamerced de estarlo cuando le diga, como le digo, que soy caballero

destos que dicen las gentes que a sus aventuras van.

Salí de mi patria, empeñé mi hacienda, dejé mi regalo, y entreguéme en los brazos de la Fortuna,que me llevasen donde más fuese servida. Quise resucitar la ya muerta andante caballería, y hamuchos días que, tropezando aquí, cayendo allí, despeñándome acá y levantándome acullá, hecumplido gran parte de mi deseo, socorriendo viudas, amparando doncellas y favoreciendocasadas, huérfanos y pupilos, propio y natural oficio de caballeros andantes; y así, por misvalerosas, muchas y cristianas hazañas he merecido andar ya en estampa en casi todas o lasmás naciones del mundo. Treinta mil volúmenes se han impreso de mi historia, y lleva camino deimprimirse treinta mil veces de millares, si el cielo no lo remedia. Finalmente, por encerrarlo todoen breves palabras, o en una sola, digo que yo soy don Quijote de la Mancha, por otro nombrellamado el Caballero de la Triste Figura; y, puesto que las propias alabanzas envilecen, esmeforzoso decir yo tal vez las mías,y esto se entiende cuando no se halla presente quien las diga; asíque, señor gentilhombre, ni este caballo, esta lanza, ni este escudo, ni escudero, ni todas juntasestas armas, ni la amarillez de mi rostro, ni mi atenuada flaqueza, os podrá admirar de aquíadelante, habiendo ya sabido quién soy y la profesión que hago.[...]

La respuesta de su oyente, el Caballero del Verde Gabán, denota la incredulidad social ante laspersonas que se dedican a hacer el bien a los necesitados:

Calló en diciendo esto don Quijote, y el de lo verde, según se tardaba en responderle, parecía queno acertaba a hacerlo; pero de allí a buen espacio le dijo: -Acertastes, señor caballero, a conocer por mi suspensión mi deseo; pero no habéis acertado aquitarme la maravilla que en mí causa el haberos visto; que, puesto que, como vos, señor, decís,que el saber ya quién sois me lo podría quitar, no ha sido así; antes, agora que lo sé, quedo mássuspenso y maravillado. ¿Cómo y es posible que hay hoy caballeros andantes en el mundo, y quehay historias impresas de verdaderas caballerías? No me puedo persuadir que haya hoy en latierra quien favorezca viudas, ampare doncellas, ni honre casadas, ni socorra huérfanos, y no locreyera si en vuesa merced no lo hubiera visto con mis ojos. ¡Bendito sea el cielo!, que con esahistoria, que vuesa merced dice que está impresa, de sus altas y verdaderas caballerías, sehabrán puesto en olvido las innumerables de los fingidos caballeros andantes, de que estaba llenoel mundo, tan en daño de las buenas costumbres y tan en perjuicio y descrédito de las buenashistorias. (II, XVI)

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2)Causas fundamentales de la creación de la Caballería Andante:

Las encontramos en varios textos:

a)En el discurso de la Edad de Oro:

[...]Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó laorden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a loshuérfanos y a los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco elgasaje y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi escudero; [...](I, XI)

b) En otros capítulos:

[...]Pero no es merecedora la depravada edad nuestra de gozar tanto bien como el que gozaronlas edades donde los andantes caballeros tomaron a su cargo y echaron sobre sus espaldas ladefensa de los reinos, el amparo de las doncellas, el socorro de los huérfanos y pupilos, el castigode los soberbios y el premio de los humildes. [...](II, I)

3) Comparación entre los religiosos y los caballeros andantes: estos últimos son ministrosde Dios y brazos de éste por los que se ejecuta su justicia en la tierra:

[...]-Paréceme, señor caballero andante, que vuestra merced ha profesado una de las másestrechas profesiones que hay en la tierra, y tengo para mí que aun la de los frailes cartujos no estan estrecha. -Tan estrecha bien podía ser -respondió nuestro don Quijote-, pero tan necesaria en el mundo noestoy en dos dedos de ponello en duda. Porque, si va a decir verdad, no hace menos el soldadoque pone en ejecución lo que su capitán le manda que el mesmo capitán que se lo ordena. Quierodecir que los religiosos, con toda paz y sosiego, piden al cielo el bien de la tierra; pero lossoldados y caballeros ponemos en ejecución lo que ellos pide[n], defendiéndola con el valor denuestros brazos y filos de nuestras espadas; no debajo de cubierta, sino al cielo abierto, puestospor blanco de los insufribles rayos del sol en verano y de los erizados yelos del invierno. Así que,somos ministros de Dios en la tierra, y brazos por quien se ejecuta en ella su justicia. Y, como lascosas de la guerra y las a ellas tocantes y concernientes no se pueden poner en ejecución sinosudando, afanando y trabajando, síguese que aquellos que la profesan tienen, sin duda, mayortrabajo que aquellos que en sosegada paz y reposo están rogando a Dios favorezca a los quepoco pueden. No quiero yo decir, ni me pasa por pensamiento, que es tan buen estado el decaballero andante como el del encerrado religioso; sólo quiero inferir, por lo que yo padezco, que,sin duda, es más trabajoso y más aporreado, y más hambriento y sediento, miserable, roto ypiojoso; porque no hay duda sino que los caballeros andantes pasados pasaron muchamalaventura en el discurso de su vida. [...] (I, XIII)

Cuestiones

1) ¿Qué grupos sociales de la época se consideran más desfavorecidos?

2) A partir de los textos anteriores, indicar la situación social de la mujer en la época deCervantes.

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3) Señala las posibles causas de la incredulidad del Caballero del Verde Gabán ante lafunción social que se atribuye a sí mismo don Quijote.

4) Diferencias y similitudes entre los religiosos y los caballeros andantes.

5) ¿Serían necesarios en el mundo actual los caballeros andantes? ¿Quiénes desempeñanhoy la defensa de las personas más desfavorecidas?

II

EL TEMA DE LA “EDAD DE ORO”

Se trata de un tópico renacentista basado en los autores clásicos (Ovidio, Virgilio...), que a su vezlo tomaron del poeta griego Hesíodo, quien en su obra Los trabajos y los días distinguía cuatroedades: oro, plata, bronce, hierro, de las que la primera fue la más feliz para el ser humano.

El principio fundamental de la Edad de Oro residía en la solidaridad entre los habitantes de laTierra. A partir de ahí destaca:

- La no existencia de la propiedad privada: todas las cosas son comunes.- La no existencia del trabajo como medio para ganar el sustento.- Todo era concordia. El estilo de vida habitual se basaba en la paz y la amistad.- El vestido era el imprescindible y nunca simbolizaba la riqueza.- La no existencia del fraude y el engaño.- Igualdad de la justicia para todos.- Expresión del amor tal como se sentía.- La mujer vivía libremente.

Don Quijote añade que la Caballería se instituye cuando se acaba la Edad de Oro para “defenderlas doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y menesterosos”.

[...]Después que don Quijote hubo bien satisfecho su estómago, tomó un puño de bellotas en lamano, y, mirándolas atentamente, soltó la voz a semejantes razones: -Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y noporque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase enaquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estasdos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le eranecesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarlede las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto.Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas lesofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república lassolícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha desu dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de sucortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicasestacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era pazentonces, todo amistad, todo concordia; aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado aabrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella, sin ser forzada, ofrecía,por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a loshijos que entonces la poseían. Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas devalle en valle y de otero en otero, en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eranmenester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que secubra; y no eran sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y la por tantosmodos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos y yedraentretejidas, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas como van agora nuestras

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cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado.Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modoy manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. Nohabía la fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y llaneza. La justicia se estabaen sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, quetanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había sentado en elentendimiento del juez, porque entonces no había qué juzgar, ni quién fuese juzgado. Lasdoncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, sola y señora, sin temorque la ajena desenvoltura y lascivo intento le menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto ypropria voluntad. Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunquela oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire,con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hacedar con todo surecogimiento al traste. Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia,se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas ysocorrer a los huérfanos y a los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quienagradezco el gasaje y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi escudero; que, aunque por leynatural están todos los que viven obligados a favorecer a los caballeros andantes, todavía, porsaber que sin saber vosotros esta obligación me acogistes y regalastes, es razón que, con lavoluntad a mí posible, os agradezca la vuestra. [...] (I, XI)

Cuestiones

1) ¿Por qué no vivimos en la actualidad en una Edad de Oro? ¿Qué aspectos de nuestraépoca se diferencian con más claridad?

2) ¿Nuestra civilización actual lleva camino de acercarse a una Edad de Oro o, por elcontrario, va alejándose cada vez más? Justificar la respuesta.

3) ¿Crees que existió realmente una Edad de Oro?

III

EL TEMA DE LA PAZ

En un mundo militarizado, con guerras constantes de tipo religioso o étnico, como el de los siglosXVI y XVII, es difícil encontrar textos en que se defienda la paz. Es el momento en el que algunosfilósofos o juristas defienden la llamada “guerra justa”. No obstante, determinados autores, bienpor ideas religiosas o filosóficas, defendieron la paz como un bien para toda la Humanidad. En elQuijote, libro escrito por un antiguo soldado orgulloso de su pasado militar, no encontramosapenas textos en que se defienda la paz en el sentido en que lo haríamos hoy. Repasemosalgunos fragmentos que nos pueden aclarar las ideas cervantinas sobre este tema.

1) Don Quijote (Cervantes), en el discurso sobre las armas y las letras, hace una defensa delas armas en el sentido de que originan y guardan la paz. Es una idea propia de undefensor como Cervantes del uso de las armas contra el enemigo y que don Quijoteasume por su propia profesión de caballero andante. Lo característico de las letras es quellevan el alma a Dios (las letras divinas, de carácter religioso) y procuran la justiciadistributiva (las letras humanas). La conclusión del discurso es una defensa de las armasfrente a las letras. La paz es producto del uso de las armas.

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[...]-Verdaderamente, si bien se considera, señores míos, grandes e inauditas cosas ven los queprofesan la orden de la andante caballería. Si no, ¿cuál de los vivientes habrá en el mundo queahora por la puerta deste casti[l]lo entrara, y de la suerte que estamos nos viere, que juzgue ycrea que nosotros somos quien somos? ¿Quién podrá decir que esta señora que está a mi lado esla gran reina que todos sabemos, y que yo soy aquel Caballero de la Triste Figura que anda porahí en boca de la fama? Ahora no hay que dudar, sino que esta arte y ejercicio excede a todasaquellas y aquellos que los hombres inventaron, y tanto más se ha de tener en estima cuanto amás peligros está sujeto. Quítenseme delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a lasarmas, que les diré, y sean quien se fueren, que no saben lo que dicen. Porque la razón que lostales suelen decir, y a lo que ellos más se atienen, es que los trabajos del espíritu exceden a losdel cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese su ejercicio oficio deganapanes, para el cual no es menester más de buenas fuerzas; o como si en esto que llamamosarmas los que las profesamos no se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden paraejecutallos mucho entendimiento; o como si no trabajase el ánimo del guerrero que tiene a sucargo un ejército, o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como con el cuerpo. Si no,véase si se alcanza con las fuerzas corporales a saber y conjeturar el intento del enemigo, losdisignios, las estratagemas, las dificultades, el prevenir los daños que se temen; que todas estascosas son acciones del entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo. Siendo puesansí, que las armas requieren espíritu, como las letras, veamos ahora cuál de los dos espíritus, eldel letrado o el del guerrero, trabaja más. Y esto se vendrá a conocer por el fin y paradero a quecada uno se encamina, porque aquella intención se ha de estimar en más que tiene por objetomás noble fin. Es el fin y paradero de las letras..., y no hablo ahora de las divinas, que tienen porblanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como éste ninguno otro se lepuede igualar; hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributivay dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes se guarden. Fin, porcierto, generoso y alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta como merece aquel a que lasarmas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombrespueden desear en esta vida. Y así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron loshombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en losaires: "Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra, a los hombres de buena voluntad"; y a lasalutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos, fuedecirles que cuando entrasen en alguna casa, dijesen: "Paz sea en esta casa"; y otras muchasveces les dijo: "Mi paz os doy, mi paz os dejo: paz sea con vosotros", bien como joya y prendadada y dejada de tal mano; joya que sin ella, en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno.Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mesmo es decir armas que guerra. Prosupuesta,pues, esta verdad, que el fin de la guerra es la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras,vengamos ahora a los trabajos del cuerpo del letrado y a los del profesor de las armas, y véasecuáles son mayores. De tal manera, y por tan buenos términos, iba prosiguiendo en su plática don Quijote que obligó aque, por entonces, ninguno de los que escuchándole estaban le tuviese por loco; antes, comotodos los más eran caballeros, a quien son anejas las armas, le escuchaban de muy buena gana;[...] (I, XXXVII)

2) Don Quijote intenta imponer la paz entre dos pueblos enfrentados (Episodio del rebuzno):

[...] Todos le dijeron que dijese lo que quisiese, que de buena gana le escucharían. Don Quijote,con esta licencia, prosiguió diciendo: -Yo, señores míos, soy caballero andante, cuyo ejercicio es el de las armas, y cuya profesión lade favorecer a los necesitados de favor y acudir a los menesterosos. Días ha que he sabidovuestra desgracia y la causa que os mueve a tomar las armas a cada paso, para vengaros devuestros enemigos; y, habiendo discurrido una y muchas veces en mi entendimiento sobre vuestronegocio, hallo, según las leyes del duelo, que estáis engañados en teneros por afrentados, porque

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ningún particular puede afrentar a un pueblo entero, si no es retándole de traidor por junto, porqueno sabe en particular quién cometió la traición por que le reta. Ejemplo desto tenemos en donDiego Ordóñez de Lara, que retó a todo el pueblo zamorano, porque ignoraba que solo VellidoDolfos había cometido la traición de matar a su rey; y así, retó a todos, y a todos tocaba lavenganza y la respuesta; aunque bien es verdad que el señor don Diego anduvo algo demasiado,y aun pasó muy adelante de los límites del reto, porque no tenía para qué retar a los muertos, alas aguas, ni a los panes, ni a los que estaban por nacer, ni a las otras menudencias que allí sedeclaran; pero, ¡vaya!, pues cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni frenoque la corrija. Siendo, pues, esto así, que uno solo no puede afrentar a reino, provincia, ciudad,república ni pueblo entero, queda en limpio que no hay para qué salir a la venganza del reto de latal afrenta, pues no lo es; porque, ¡bueno sería que se matasen a cada paso los del pueblo de laReloja con quien se lo llama, ni los cazoleros, berenjeneros, ballenatos, jaboneros,ni los de otrosnombres y apellidos que andan por ahí en boca de los muchachos y de gente de poco más amenos! ¡Bueno sería, por cierto, que todos estos insignes pueblos se corriesen y vengasen, yanduviesen contino hechas las espadas sacabuches a cualquier pendencia, por pequeña quefuese! No, no, ni Dios lo permita o quiera.

Los varones prudentes, las repúblicas bien concertadas, por cuatro cosas han de tomar las armasy desenvainar las espadas, y poner a riesgo sus personas, vidas y haciendas: la primera, pordefender la fe católica; la segunda, por defender su vida, que es de ley natural y divina; la tercera,en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta, en servicio de su rey, en la guerrajusta; y si le quisiéremos añadir la quinta, que se puede contar por segunda, es en defensa de supatria. A estas cinco causas, como capitales, se pueden agregar algunas otras que sean justas yrazonables, y que obliguen a tomar las armas; pero tomarlas por niñerías y por cosas que antesson de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonablediscurso; cuanto más, que el tomar venganza injusta, que justa no puede haber alguna que lo sea,va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos biena nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen; mandamiento que, aunque parecealgo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo,y más de carne que de espíritu; porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, nipudo ni puede mentir, siendo legislador nuestro, dijo que su yugo era suave y su carga liviana; yasí, no nos había de mandar cosa que fuese imposible el cumplirla. Así que, mis señores, vuesasmercedes están obligados por leyes divinas y humanas a sosegarse. -El diablo me lleve -dijo a esta sazón Sancho entre sí- si este mi amo no es tólogo; y si no lo es,que lo parece como un güevo a otro. [...](II, XVII)

Cuestiones

1) Resume el contenido del discurso de las armas y las letras e indica las ideas de donQuijote sobre ambas. ¿Tienen sentido en el mundo actual? ¿Cuál es tu posición respectoa los argumentos vertidos por don Quijote?

2) Relaciona la actuación de don Quijote a lo largo de todo el libro y las ideas que defiendeen el discurso.

3) En el segundo texto, ¿qué causas indica don Quijote para tomar las armas? ¿Existen parati causas que justifiquen una guerra?

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IV

LA EDUCACIÓN DEL SER HUMANO

Don Quijote defiende la idea de que los padres permitan que los hijos desarrollen su propiavocación, frente a lo que era habitual en la época, en que los hijos debían cumplir los deseos delos padres en cuanto a su profesión, estudios, matrimonio, etc.

-Yo, señor don Quijote -respondió el hidalgo-, tengo un hijo, que, a no tenerle, quizá me juzgarapor más dichoso de lo que soy; y no porque él sea malo, sino porque no es tan bueno como yoquisiera. Será de edad de diez y ocho años: los seis ha estado en Salamanca, aprendiendo laslenguas latina y griega; y, cuando quise que pasase a estudiar otras ciencias, halléle tanembebido en la de la poesía, si es que se puede llamar ciencia, que no es posible hacerlearrostrar la de las leyes, que yo quisiera que estudiara, ni de la reina de todas, la teología.Qu[i]siera yo que fuera corona de su linaje, pues vivimos en siglo donde nuestros reyes premianaltamente las virtuosas y buenas letras; porque letras sin virtud son perlas en el muladar. Todo eldía se le pasa en averiguar si dijo bien o mal Homero en tal verso de la Ilíada; si Marcial anduvodeshonesto, o no, en tal epigrama; si se han de entender de una manera o otra tales y talesversos de Virgilio. En fin, todas sus conversaciones son con los libros de los referidos poetas, ycon los de Horacio, Persio, Juvenal y Tibulo; que de los modernos romancistas no hace muchacuenta; y, con todo el mal cariño que muestra tener a la poesía de romance, le tiene agoradesvanecidos los pensamientos el hacer una glosa a cuatro versosque le han enviado deSalamanca, y pienso que son de justa literaria. A todo lo cual respondió don Quijote: -Los hijos, señor, son pedazos de las entrañas de sus padres, y así, se han de querer, o buenoso malos que sean, como se quieren las almas que nos dan vida; a los padres toca el encaminarlosdesde pequeños por las pasos de la virtud, de la buena crianza y de las buenas y cristianascostumbres, para que cuando grandes sean báculo de la vejez de sus padres y gloria de suposteridad; y en lo de forzarles que estudien esta o aquella ciencia no lo tengo por acertado,aunque el persuadirles no será dañoso; y cuando no se ha de estudiar para pane lucrando, siendotan venturoso el estudiante que le dio el cielo padres que se lo dejen, sería yo de parecer que ledejen seguir aquella ciencia a que más le vieren inclinado; y, aunque la de la poesía es menos útilque deleitable, no es de aquellas que suelen deshonrar a quien las posee. [...] (II, XVI)

Cuestiones

1) ¿Qué problemas, contrarios a sus ideas, observa el hidalgo en las inclinaciones literariasde su hijo? ¿Son problemas reales o más bien imaginados por el hidalgo? ¿Cuál sería elplanteamiento en el mundo actual?

2) Haz un resumen de la respuesta de don Quijote y confróntalo con tus propias ideas sobreel tema de la vocación personal.

3) ¿Existe alguna obra literaria en el siglo XVIII que plantee la libertad de la mujer para elegirmarido?

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V

EL TEMA DE LA RELIGIÓN

Es curioso observar que los temas religiosos aparecen con mayor intensidad en la Primera que enla Segunda parte del Quijote. En los últimos años de su vida, Cervantes se acerca a la religióncatólica con mayor intensidad que en la época de su juventud y primera madurez, hasta el puntode hacerse terciario franciscano, que es como ser fraile sin abandonar su vida familiar o lasobligaciones cotidianas de la vida laica.

Muchas teorías se han vertido sobre las ideas religiosas de Cervantes. Hay críticos que hanseñalado una ascendencia e influencia judía y otros han insistido en sus ideas erasmistas. Elerasmismo, tan marcado en algunos autores del siglo XVI, consistía en una visión, alejada delcatolicismo oficial, que defendía una religión íntima y personal, carente de manifestacionesexternas tales como los edificios o iglesias dedicadas al culto, las imágenes, las procesiones, loshábitos eclesiásticos, etc. Para los críticos que defienden el erasmismo cervantino hay algunosepisodios, sobre todo en la Primera parte de la obra, que denotan en cierto modo esas ideas deCervantes, entre los que sobresalen los referidos a visiones de don Quijote que puedenpresuponer una cierta crítica a la religiosidad externa del catolicismo. Hemos seleccionadoalgunos textos para su apreciación.

A) Crítica hacia las formas externas, que sustituyen a la religión como aspecto íntimode la personalidad:

1) Formas de vestir de los frailes, que hace que don Quijote los confunda, al verlos a lolejos, con bultos negros que pueden ser brujos o encantadores que han raptado a unaprincesa:

[...] Estando en estas razones, asomaron por el camino dos frailes de la orden de San Benito,caballeros sobre dos dromedarios: que no eran más pequeñas dos mulas en que venían. Traíansus antojos de camino y sus quitasoles. Detrás dellos venía un coche, con cuatro o cinco de acaballo que le acompañaban y dos mozos de mulas a pie. Venía en el coche, como después sesupo, una señora vizcaína, que iba a Sevilla, donde estaba su marido, que pasaba a las Indiascon un muy honroso cargo. No venían los frailes con ella, aunque iban el mesmo camino; mas,apenas los divisó don Quijote, cuando dijo a su escudero: -O yo me engaño, o ésta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto; porque aquellosbultos negros que allí parecen deben de ser, y son sin duda, algunos encantadores que llevanhurtada alguna princesa en aquel coche, y es menester deshacer este tuerto a todo mi poderío. -Peor será esto que los molinos de viento -dijo Sancho-. Mire, señor, que aquéllos son frailes deSan Benito, y el coche debe de ser de alguna gente pasajera. Mire que digo que mire bien lo quehace, no sea el diablo que le engañe. -Ya te he dicho, Sancho -respondió don Quijote-, que sabes poco de achaque de aventuras; loque yo digo es verdad, y ahora lo verás. Y, diciendo esto, se adelantó y se puso en la mitad del camino por donde los frailes venían, y, enllegando tan cerca que a él le pareció que le podrían oír lo que dijese, en alta voz dijo: -Gente endiablada y descomunal, dejad luego al punto las altas princesas que en ese cochelleváis forzadas; si no, aparejaos a recebir presta muerte, por justo castigo de vuestras malasobras. Detuvieron los frailes las riendas, y quedaron admirados, así de la figura de don Quijote como desus razones, a las cuales respondieron:

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-Señor caballero, nosotros no somos endiablados ni descomunales, sino dos religiosos de SanBenito que vamos nuestro camino, y no sabemos si en este coche vienen, o no, ningunasforzadas princesas. -Para conmigo no hay palabras blandas, que ya yo os conozco, fementida canalla -dijo donQuijote. Y, sin esperar más respuesta, picó a Rocinante y, la lanza baja, arremetió contra el primero fraile,con tanta furia y denuedo que, si el fraile no se dejara caer de la mula, él le hiciera venir al suelomal de su grado, y aun malferido, si no cayera muerto. El segundo religioso, que vio del modo quetrataban a su compañero, puso piernas al castillo de su buena mula, y comenzó a correr poraquella campaña, más ligero que el mesmo viento. [...] (I, VIII)

2)Aspecto tétrico de los entierros:

[...] En estas y otras pláticas les tomó la noche en mitad del camino, sin tener ni descubrir dondeaquella noche se recogiesen; y lo que no había de bueno en ello era que perecían de hambre;que, con la falta de las alforjas, les faltó toda la despensa y matalotaje. Y, para acabar deconfirmar esta desgracia, les sucedió una aventura que, sin artificio alguno, verdaderamente loparecía. Y fue que la noche cerró con alguna escuridad; pero, con todo esto, caminaban,creyendo Sancho que, pues aquel camino era real, a una o dos leguas, de buena razón, hallaríaen él alguna venta. Yendo, pues, desta manera, la noche escura, el escudero hambriento y el amo con gana decomer, vieron que por el mesmo camino que iban venían hacia ellos gran multitud de lumbres, queno parecían sino estrellas que se movían. Pasmóse Sancho en viéndolas, y don Quijote no lastuvo todas consigo; tiró el uno del cabestro a su asno, y el otro de las riendas a su rocino, yestuvieron quedos, mirando atentamente lo que podía ser aquello, y vieron que las lumbres seiban acercando a ellos, y mientras más se llegaban, mayores parecían; a cuya vista Sanchocomenzó a temblar como un azogado, y los cabellos de la cabeza se le erizaron a don Quijote; elcual, animándose un poco, dijo: -Esta, sin duda, Sancho, debe de ser grandísima y peligrosísima aventura, donde será necesarioque yo muestre todo mi valor y esfuerzo. -¡Desdichado de mí! -respondió Sancho-; si acaso esta aventura fuese de fantasmas, como me lova pareciendo, ¿adónde habrá costillas que la sufran? -Por más fantasmas que sean -dijo don Quijote-, no consentiré yo que te toque en el pelo de laropa; que si la otra vez se burlaron contigo, fue porque no pude yo saltar las paredes del corral,pero ahora estamos en campo raso, donde podré yo como quisiere esgremir mi espada. -Y si le encantan y entomecen, como la otra vez lo hicieron -dijo Sancho-, ¿qué aprovechará estaren campo abierto o no? -Con todo eso -replicó don Quijote-, te ruego, Sancho, que tengas buen ánimo, que la experienciate dará a entender el que yo tengo. -Sí tendré, si a Dios place -respondió Sancho. Y, apartándose los dos a un lado del camino, tornaron a mirar atentamente lo que aquello deaquellas lumbres que caminaban podía ser; y de allí a muy poco descubrieron muchosencamisados, cuya temerosa visión de todo punto remató el ánimo de Sancho Panza, el cualcomenzó a dar diente con diente, como quien tiene frío de cuartana; y creció más el batir ydentellear cuando distintamente vieron lo que era, porque descubrieron hasta veinte encamisados,todos a caballo, con sus hachas encendidas en las manos; detrás de los cuales venía una literacubierta de luto, a la cual seguían otros seis de a caballo, enlutados hasta los pies de las mulas;que bien vieron que no eran caballos en el sosiego con que caminaban. Iban los encamisadosmurmurando entre sí, con una voz baja y compasiva. Esta estraña visión, a tales horas y en taldespoblado, bien bastaba para poner miedo en el corazón de Sancho, y aun en el de su amo; yasí fuera en cuanto a don Quijote, que ya Sancho había dado al través con todo su esfuerzo. Lo

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contrario le avino a su amo, al cual en aquel punto se le representó en su imaginación al vivo queaquélla era una de las aventuras de sus libros. Figurósele que la litera eran andas donde debía de ir algún mal ferido o muerto caballero, cuyavenganza a él solo estaba reservada; y, sin hacer otro discurso, enristró su lanzón, púsose bien enla silla, y con gentil brío y continente se puso en la mitad del camino por donde los encamisadosforzosamente habían de pasar, y cuando los vio cerca alzó la voz y dijo: -Deteneos, caballeros, o quienquiera que seáis, y dadme cuenta de quién sois, de dónde venís,adónde vais, qué es lo que en aquellas andas lleváis; que, según las muestras, o vosotros habéisfecho, o vos han fecho, algún desaguisado, y conviene y es menester que yo lo sepa, o bien paracastigaros del mal que fecistes, o bien para vengaros del tuerto que vos ficieron. -Vamos de priesa -respondió uno de los encamisados- y está la venta lejos, y no nos podemosdetener a dar tanta cuenta como pedís. Y, picando la mula, pasó adelante. Sintióse desta respuesta grandemente don Quijote, y,trabando del freno, dijo: -Deteneos y sed más bien criado, y dadme cuenta de lo que os he preguntado; si no, conmigosois todos en batalla. Era la mula asombradiza, y al tomarla del freno se espantó de manera que, alzándose en lospies, dio con su dueño por las ancas en el suelo. Un mozo que iba a pie, viendo caer alencamisado, comenzó a denostar a don Quijote, el cual, ya encolerizado, sin esperar más,enristrando su lanzón, arremetió a uno de los enlutados, y, mal ferido, dio con él en tierra; y,revolviéndose por los demás, era cosa de ver con la presteza que los acometía y desbarataba;que no parecía sino que en aquel instante le habían nacido alas a Rocinante, según andaba deligero y orgulloso. Todos los encamisados era gente medrosa y sin armas, y así, con facilidad, en un momentodejaron la refriega y comenzaron a correr por aquel campo con las hachas encendidas, que noparecían sino a los de las máscaras que en noche de regocijo y fiesta corren. Los enlutados,asimesmo, revueltos y envueltos en sus faldamentos y lobas, no se podían mover; así que, muy asu salvo, don Quijote los apaleó a todos y les hizo dejar el sitio mal de su grado, porque todospensaron que aquél no era hombre, sino diablo del infierno que les salía a quitar el cuerpo muertoque en la litera llevaban. Todo lo miraba Sancho, admirado del ardimiento de su señor, y decía entre sí: -Sin duda este mi amo es tan valiente y esforzado como él dice. Estaba una hacha ardiendo en el suelo, junto al primero que derribó la mula, a cuya luz le pudover don Quijote; y, llegándose a él, le puso la punta del lanzón en el rostro, diciéndole que serindiese; si no, que le mataría. A lo cual respondió el caído: -Harto rendido estoy, pues no me puedo mover, que tengo una pierna quebrada; suplico avuestra merced, si es caballero cristiano, que no me mate; que cometerá un gran sacrilegio, quesoy licenciado y tengo las primeras órdenes. -Pues, ¿quién diablos os ha traído aquí -dijo don Quijote-, siendo hombre de Iglesia? -¿Quién, señor? -replicó el caído-: mi desventura. -Pues otra mayor os amenaza -dijo don Quijote-, si no me satisfacéis a todo cuanto primero ospregunté. -Con facilidad será vuestra merced satisfecho -respondió el licenciado-; y así, sabrá vuestramerced que, aunque denantes dije que yo era licenciado, no soy sino bachiller, y llámome AlonsoLópez; soy natural de Alcobendas; vengo de la ciudad de Baeza con otros once sacerdotes, queson los que huyeron con las hachas; vamos a la ciudad de Segovia acompañando un cuerpomuerto, que va en aquella litera, que es de un caballero que murió en Baeza, donde fuedepositado; y ahora, como digo, llevábamos sus huesos a su sepultura, que está en Segovia, dedonde es natural. -¿Y quién le mató? -preguntó don Quijote. -Dios, por medio de unas calenturas pestilentes que le dieron -respondió el bachiller. -Desa suerte -dijo don Quijote-, quitado me ha Nuestro Señor del trabajo que había de tomar envengar su muerte si otro alguno le hubiera muerto; pero, habiéndole muerto quien le mató, no hay

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sino callar y encoger los hombros, porque lo mesmo hiciera si a mí mismo me matara. Y quieroque sepa vuestra reverencia que yo soy un caballero de la Mancha, llamado don Quijote, y es mioficio y ejercicio andar por el mundo enderezando tuertos y desfaciendo agravios. -No sé cómo pueda ser eso de enderezar tuertos -dijo el bachiller-, pues a mí de derecho mehabéis vuelto tuerto, dejándome una pierna quebrada, la cual no se verá derecha en todos losdías de su vida; y el agravio que en mí habéis deshecho ha sido dejarme agraviado de maneraque me quedaré agraviado para siempre; y harta desventura ha sido topar con vos, que vaisbuscando aventuras. -No todas las cosas -respondió don Quijote- suceden de un mismo modo. El daño estuvo, señorbachiller Alonso López, en venir, como veníades, de noche, vestidos con aquellas sobrepellices,con las hachas encendidas, rezando, cubiertos de luto, que propiamente semejábades cosa malay del otro mundo; y así, yo no pude dejar de cumplir con mi obligación acometiéndoos, y osacometiera aunque verdaderamente supiera que érades los memos satanases del infierno, quepor tales os juzgué y tuve siempre. [...]

La aventura termina con la excomunión de don Quijote:

[...] [En esto volvió el bachiller y le dijo a don Quijote:] -Olvidábaseme de decir que advierta vuestra merced que queda descomulgado por haber puestolas manos violentamente en cosa sagrada: juxta illud: Si quis suadente diabolo, etc. -No entiendo ese latín -respondió don Quijote-, mas yo sé bien que no puse las manos, sino estelanzón; cuanto más, que yo no pensé que ofendía a sacerdotes ni a cosas de la Iglesia, a quienrespeto y adoro como católico y fiel cristiano que soy, sino a fantasmas y a vestiglos del otromundo; y, cuando eso así fuese, en la memoria tengo lo que le pasó al Cid Ruy Díaz, cuandoquebró la silla del embajador de aquel rey delante de Su Santidad del Papa, por lo cual lodescomulgó, y anduvo aquel día el buen Rodrigo de Vivar como muy honrado y valiente caballero. En oyendo esto el bachiller, se fue, como queda dicho, sin replicarle palabra. [...] (I, XIX)

3) Aventura de los disciplinantes. Crítica a los aspectos externos de una procesión religiosa,en la que don Quijote llega a confundir la imagen de una Virgen con una dama a la quellevan maniatada y prisionera:

[...] Era el caso que aquel año habían las nubes negado su rocío a la tierra, y por todos los lugaresde aquella comarca se hacían procesiones, rogativas y diciplinas, pidiendo a Dios abriese lasmanos de su misericordia y les lloviese; y para este efecto la gente de una aldea que allí juntoestaba venía en procesión a una devota ermita que en un recuesto de aquel valle había. Don Quijote, que vio los estraños trajes de los diciplinantes, sin pasarle por la memoria lasmuchas veces que los había de haber visto, se imaginó que era cosa de aventura, y que a él solotocaba, como a caballero andante, el acometerla; y confirmóle más esta imaginación pensar queuna imagen que traían cubierta de luto fuese alguna principal señora que llevaban por fuerzaaquellos follones y descomedidos malandrines; y, como esto le cayó en las mientes, con granligereza arremetió a Rocinante, que paciendo andaba, quitándole del arzón el freno y el adarga, yen un punto le enfrenó, y, pidiendo a Sancho su espada, subió sobre Rocinante y embrazó suadarga, y dijo en alta voz a todos los que presentes estaban: -Agora, valerosa compañía, veredes cuánto importa que haya en el mundo caballeros queprofesen la orden de la andante caballería; agora digo que veredes, en la libertad de aquellabuena señora que allí va cautiva, si se han de estimar los caballeros andantes. Y, en diciendo esto, apretó los muslos a Rocinante, porque espuelas no las tenía, y, a todogalope, porque carrera tirada no se lee en toda esta verdadera historia que jamás la dieseRocinante, se fue a encontrar con los diciplinantes, bien que fueran el cura y el canónigo y

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barbero a detenelle; mas no les fue posible, ni menos le detuvieron las voces que Sancho le daba,diciendo: -¿Adónde va, señor don Quijote? ¿Qué demonios lleva en el pecho, que le incitan a ir contranuestra fe católica? Advierta, mal haya yo, que aquélla es procesión de diciplinantes, y queaquella señora que llevan sobre la peana es la imagen benditísima de la Virgen sin mancilla; mire,señor, lo que hace, que por esta vez se puede decir que no es lo que sabe. Fatigóse en vano Sancho, porque su amo iba tan puesto en llegar a los ensabanados y en librar ala señora enlutada, que no oyó palabra; y, aunque la oyera, no volviera, si el rey se lo mandara.Llegó, pues, a la procesión, y paró a Rocinante, que ya llevaba deseo de quietarse un poco, y, conturbada y ronca voz, dijo: -Vosotros, que, quizá por no ser buenos, os encubrís los rostros, atended y escuchad lo quedeciros quiero. Los primeros que se detuvieron fueron los que la imagen llevaban; y uno de los cuatro clérigosque cantaban las ledanías, viendo la estraña catadura de don Quijote, la flaqueza de Rocinante yotras circunstancias de risa que notó y descubrió en don Quijote, le respondió diciendo: -Señor hermano, si nos quiere decir algo, dígalo presto, porque se van estos hermanos abriendolas carnes, y no podemos, ni es razón que nos detengamos a oír cosa alguna, si ya no es tanbreve que en dos palabras se diga. -En una lo diré -replicó don Quijote-, y es ésta: que luego al punto dejéis libre a esa hermosaseñora, cuyas lágrimas y triste semblante dan claras muestras que la lleváis contra su voluntad yque algún notorio desaguisado le habedes fecho; y yo, que nací en el mundo para desfacersemejantes agravios, no consentiré que un solo paso adelante pase sin darle la deseada libertadque merece. En estas razones, cayeron todos los que las oyeron que don Quijote debía de ser algún hombreloco, y tomáronse a reír muy de gana; cuya risa fue poner pólvora a la cólera de don Quijote,porque, sin decir más palabra, sacando la espada, arremetió a las andas. Uno de aquellos que lasllevaban, dejando la carga a sus compañeros, salió al encuentro de don Quijote, enarbolando unahorquilla o bastón con que sustentaba las andas en tanto que descansaba; y, recibiendo en ellauna gran cuchillada que le tiró don Quijote, con que se la hizo dos partes, con el último tercio, quele quedó en la mano, dio tal golpe a don Quijote encima de un hombro, por el mismo lado de laespada, que no pudo cubrir el adarga contra villana fuerza, que el pobre don Quijote vino al suelomuy mal parado. Sancho Panza, que jadeando le iba a los alcances, viéndole caído, dio voces a su moledor queno le diese otro palo, porque era un pobre caballero encantado, que no había hecho mal a nadieen todos los días de su vida. Mas, lo que detuvo al villano no fueron las voces de Sancho, sino elver que don Quijote no bullía pie ni mano; y así, creyendo que le había muerto, con priesa se alzóla túnica a la cinta, y dio a huir por la campaña como un gamo. Ya en esto llegaron todos los de la compañía de don Quijo[te] adonde él estaba; y más los de laprocesión, que los vieron venir corriendo, y con ellos los cuadrilleros con sus ballestas, temieronalgún mal suceso, y hiciéronse todos un remolino alrededor de la imagen; y, alzados los capirotes,empuñando las diciplinas, y los clérigos los ciriales, esperaban el asalto con determinación dedefenderse, y aun ofender, si pudiesen, a sus acometedores; pero la fortuna lo hizo mejor que sepensaba, porque Sancho no hizo otra cosa que arrojarse sobre el cuerpo de su señor, haciendosobre él el más doloroso y risueño llanto del mundo, creyendo que estaba muerto. El cura fue conocido de otro cura que en la procesión venía, cuyo conocimiento puso en sosiegoel concebido temor de los dos escuadrones. El primer cura dio al segundo, en dos razones, cuentade quién era don Quijote, y así él como toda la turba de los diciplinantes fueron a ver si estabamuerto el pobre caballero, [...] (I, LII)

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B) Actitudes de la Iglesia contrarias a la libertad humana: La censura de libros. En elfragmento siguiente es el cura el encargado de hacer el escrutinio de los libros dedon Quijote y de considerar cuáles deben ser condenados al fuego:

[...] En estas pláticas y en otras semejantes, llegaron al lugar a la hora que anochecía, pero ellabrador aguardó a que fuese algo más noche, porque no viesen al molido hidalgo tan malcaballero. Llegada, pues, la hora que le pareció, entró en el pueblo, y en la casa de don Quijote, lacual halló toda alborotada; y estaban en ella el cura y el barbero del lugar, que eran grandesamigos de don Quijote, que estaba diciéndoles su ama a voces: -¿Qué le parece a vuestra merced, señor licenciado Pero Pérez -que así se llamaba el cura-,de ladesgracia de mi señor? Tres días ha que no parecen él, ni el rocín, ni la adarga, ni la lanza ni lasarmas. ¡Desventurada de mí!, que me doy a entender, y así es ello la verdad como nací paramorir, que estos malditos libros de caballerías que él tiene y suele leer tan de ordinario le hanvuelto el juicio; que ahora me acuerdo haberle oído decir muchas veces, hablando entre sí, quequería hacerse caballero andante e irse a buscar las aventuras por esos mundos. Encomendadossean a Satanás y a Barrabás tales libros, que así han echado a perder el más delicadoentendimiento que había en toda la Mancha. La sobrina decía lo mesmo, y aun decía más: -Sepa, señor maese Nicolás -que éste era el nombre del barbero-, que muchas veces leaconteció a mi señor tío estarse leyendo en estos desalmados libros de desventuras dos días consus noches, al cabo de los cuales, arrojaba el libro de las manos, y ponía mano a la espada yandaba a cuchilladas con las paredes; y, cuando estaba muy cansado, decía que había muerto acuatro gigantes como cuatro torres, y el sudor que sudaba del cansancio decía que era sangre delas feridas que había recebido en la batalla; y bebíase luego un gran jarro de agua fría, y quedabasano y sosegado, diciendo que aquella agua era una preciosísima bebida que le había traído elsabio Esquife, un grande encantador y amigo suyo. Mas yo me tengo la culpa de todo, que noavisé a vuestras mercedes de los disparates de mi señor tío, para que lo remediaran antes dellegar a lo que ha llegado, y quemaran todos estos descomulgados libros, que tiene muchos, quebien merecen ser abrasados, como si fuesen de herejes. -Esto digo yo también -dijo el cura-, y a fee que no se pase el día de mañana sin que dellos no sehaga acto público y sean condenados al fuego, porque no den ocasión a quien los leyere de hacerlo que mi buen amigo debe de haber hecho. Todo esto estaban oyendo el labrador y don Quijote, con que acabó de entender el labrador laenfermedad de su vecino; y así, comenzó a decir a voces: -Abran vuestras mercedes al señor Valdovinos y al señor marqués de Mantua, que vienemalferido, y al señor moro Abindarráez, que trae cautivo el valeroso Rodrigo de Narváez, alcaidede Antequera. A estas voces salieron todos, y, como conocieron los unos a su amigo, las otras a su amo y tío,que aún no se había apeado del jumento, porque no podía, corrieron a abrazarle. El dijo: -Ténganse todos, que vengo malferido por la culpa de mi caballo. Llévenme a mi lecho y llámese,si fuere posible, a la sabia Urganda, que cure y cate de mis feridas. -¡Mirá, en hora maza -dijo a este punto el ama-, si me decía a mí bien mi corazón del pie quecojeaba mi señor! Suba vuestra merced en buen hora, que, sin que venga esa Hurgada, lesabremos aquí curar. ¡Malditos, digo, sean otra vez y otras ciento estos libros de caballerías, quetal han parado a vuestra merced! Lleváronle luego a la cama, y, catándole las feridas, no le hallaron ninguna; y él dijo que todo eramolimiento, por haber dado una gran caída con Rocinante, su caballo, combatiéndose con diezjayanes, los más desaforados y atrevidos que se pudieran fallar en gran parte de la tierra. -¡Ta, ta! -dijo el cura-. ¿Jayanes hay en la danza? Para mi santiguada, que yo los queme mañanaantes que llegue la noche.

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Hiciéronle a don Quijote mil preguntas, y a ninguna quiso responder otra cosa sino que le diesende comer y le dejasen dormir, que era lo que más le importaba. Hízose así, y el cura se informómuy a la larga del labrador del modo que había hallado a don Quijote. El se lo contó todo, con losdisparates que al hallarle y al traerle había dicho; que fue poner más deseo en el licenciado dehacer lo que otro día hizo, que fue llamar a su amigo el barbero maese Nicolás, con el cual se vinoa casa de don Quijote,

CAPÍTULO VIDel donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron

en la librería de nuestro ingenioso hidalgo el cual aún todavía dormía. Pidió las llaves, a la sobrina, del aposento donde estaban los libros,autores del daño, y ella se las dio de muy buena gana. Entraron dentro todos, y la ama con ellos,y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños; y,así como el ama los vio, volvióse a salir del aposento con gran priesa, y tornó luego con unaescudilla de agua bendita y un hisopo, y dijo: -Tome vuestra merced, señor licenciado; rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador delos muchos que tienen estos libros, y nos encanten, en pena de las que les queremos darechándolos del mundo. [...] (I, V y VI)

Cuestiones

1) ¿Observas en los episodios del apartado a algunos aspectos que podrían denotar lasideas erasmistas de Cervantes? Justifica la respuesta.

2) ¿Estás de acuerdo con la idea de la religión como específica de la intimidad del serhumano y contraria a manifestaciones externas que puedan coaccionar la libre actuaciónsocial de la persona? Justifica la respuesta.

3) Infórmate de la naturaleza de la Inquisición y relaciónala con el tema de los DerechosHumanos.

4) Observa la sumisión de algunos personajes de los textos a las ideas religiosas católicasde los siglos XVI y XVII. ¿Qué personajes son? ¿Cómo se aprecian sus actitudes sumisasa la religión oficial católica?

5) Antes de la aprobación de la Constitución de 1978, la Iglesia tenía derechos de censurasobre las obras literarias, artísticas y de pensamiento. ¿Crees que hoy debería existiralgún tipo de censura oficial, ya sea religiosa o política, para las creaciones artísticas –pintura, escultura, cine...-, literarias, de pensamiento o para el periodismo informativo?Justifica la respuesta mediante argumentos a favor o en contra de la censura.

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VI

CUALIDADES ÉTICAS DEL GOBERNANTE

Don Quijote hace una selección de las cualidades éticas del gobernante en los consejos que da aSancho cuando éste va a tomar posesión del gobierno de la ínsula Barataria. Son notables lasinfluencias bíblicas en Cervantes, sobre todo de los libros Eclesiástico, Sabiduría y Proverbios.

Entre las cualidades, destacan las siguientes:

4) El temor de Dios, que da origen a la sabiduría.5) El conocimiento de sí mismo.6) No es un obstáculo la humildad del linaje, ya que ello no impide el triunfo personal.7) El respeto a la propia familia y a la esposa.8) Ha de impartirse una justicia igual para todos.9) El juez, en los casos de duda, ha de ser misericordioso.

En esto llegó don Quijote, y, sabiendo lo que pasaba y la celeridad con que Sancho se había departir a su gobierno, con licencia del duque le tomó por la mano y se fue con él a su estancia, conintención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio. Entrados, pues, en su aposento, cerró tras sí la puerta, y hizo casi por fuerza que Sancho sesentase junto a él, y con reposada voz le dijo: -Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que, antes y primero que yo haya encontrado conalguna buena dicha, te haya salido a ti a recebir y a encontrar la buena ventura. Yo, que en mibuena suerte te tenía librada la paga de tus servicios, me veo en los principios de aventajarme, ytú, antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te vees premiado de tus deseos. Otroscohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan lo que pretenden; yllega otro, y sin saber cómo ni cómo no, se halla con el cargo y oficio que otros muchospretendieron; y aquí entra y encaja bien el decir que hay buena y mala fortuna en laspretensiones. Tú, que para mí, sin duda alguna, eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sinhacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más nimás te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice nada. Todo esto digo, ¡oh Sancho!,para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que des gracias al cielo, quedispone suavemente las cosas, y después las darás a la grandeza que en sí encierra la profesiónde la caballería andante. Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está, ¡oh hijo!,atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y saque aseguro puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos noson otra cosa sino un golfo profundo de confusiones. Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer aDios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el másdifícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana quequiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura laconsideración de haber guardado puercos en tu tierra. -Así es la verdad -respondió Sancho-, pero fue cuando muchacho; pero después, algohombrecillo, gansos fueron los que guardé, que no puercos; pero esto paréceme a mí que nohace al caso, que no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes. -Así es verdad -replicó don Quijote-, por lo cual los no de principios nobles deben acompañar lagravedad del cargo que ejercitan con una blanda suavidad que, guiada por la prudencia, los librede la murmuración maliciosa, de quien no hay estado que se escape. Haz gala, Sancho, de lahumildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que note corres, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador

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soberbio. Inumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidadpontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos que te cansaran. Mira,Sancho: si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para quétener envidia a los que los tienen [de] príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtudse aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. Siendo esto así, como lo es, que siacaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches ni leafrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gustaque nadie se desprecie de lo que él hizo, y corresponderás a lo que debes a la naturaleza bienconcertada. Si trujeres a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a gobiernos demucho tiempo estén sin las propias), enséñala, doctrínala y desbástala de su natural rudeza,porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujerrústica y tonta.Si acaso enviudares, cosa que pu[e]de suceder, y con el cargo mejorares de consorte, no la tomestal que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla, porque en verdad tedigo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en laresidencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no sehubiere hecho cargo en la vida. Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener muchacabida con los ignorantes que presumen de agudos. Hallen en ti más compasión las lágrimas delpobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entrelas promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre. Cuandopudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que noes mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo. Si acaso doblares la vara de la justicia,no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia. Cuando te sucediere juzgar algúnpleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso. No teciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres, las más veces,serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda. Si algunamujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de susgemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razónen su llanto y tu bondad en sus suspiros. Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la penadel suplicio, sin la añadidura de las malas razones. Al culpado que cayere debajo de tu juridiciónconsidérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y entodo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente,porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro verel de la misericordia que el de la justicia. Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, seránluengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tushijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, yen los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarántus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he dichoson documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para adornodel cuerpo.

Cuestiones

1) Selecciona en el texto las cualidades indicadas en la introducción.

2) Subraya en el texto y justifica las cualidades que también deberían darse en ungobernante actual. ¿Qué otras cualidades añadirías?

3) Selecciona algunos gobernantes actuales, tanto españoles como extranjeros, e indica lascualidades positivas y negativas que ves en ellos.

4) ¿Qué cualidades positivas te gustaría apreciar en los gobernantes de la España actual?

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VIIEL TEMA DE LA JUSTICIA

CRÍTICAS DE DON QUIDE IARTIR JUSTICIALa “aventura de los galeotes” es una completa visión crítica de la forma de impartir justicia en laépoca de Cervantes. Los distintos personajes muestran las causas de su condena como la formapoco ortodoxa en que han recibido sentencias, a veces desproporcionadas, en relación a losdelitos. Don Quijote trata de suplir esa desconsideración con su actuación personal, aunque endeterminados momentos no reciba el agradecimiento debido por parte de los condenados.Insertamos el capítulo I, XXII completo para realizar un análisis detenido.

CAPÍTULO XXIIDe la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que,

mal de su grado, los llevaban donde no quisieran ir

Cuenta Cide Hamete Benengeli, autor arábigo y manchego, en esta gravísima, altisonante,mínima, dulce e imaginada historia que, después que entre el famoso don Quijote de la Mancha ySancho Panza, su escudero, pasaron aquellas razones que en el fin del capítulo veinte y unoquedan referidas, que don Quijote alzó los ojos y vio que por el camino que llevaba venían hastadoce hombres a pie, ensartados, como cuentas, en una gran cadena de hierro por los cuellos, ytodos con esposas a las manos. Venían ansimismo con ellos dos hombres de a caballo y dos de apie; los de a caballo, con escopetas de rueda, y los de a pie, con dardos y espadas; y que asícomo Sancho Panza los vido, dijo: -Esta es cadena de galeotes, gente forzada del rey, que va a las galeras. -¿Cómo gente forzada? -preguntó don Quijote-. ¿Es posible que el rey haga fuerza a ningunagente? -No digo eso -respondió Sancho-, sino que es gente que, por sus delitos, va condenada a serviral rey en las galeras de por fuerza. -En resolución -replicó don Quijote-, comoquiera que ello sea, esta gente, aunque los llevan, vande por fuerza, y no de su voluntad. -Así es -dijo Sancho. -Pues desa manera -dijo su amo-, aquí encaja la ejecución de mi oficio: desfacer fuerzas ysocorrer y acudir a los miserables. -Advierta vuestra merced -dijo Sancho- que la justicia, que es el mesmo rey, no hace fuerza niagravio a semejante gente, sino que los castiga en pena de sus delitos. Llegó, en esto, la cadena de los galeotes, y don Quijote, con muy corteses razones, pidió a losque iban en su guarda fuesen servidos de informalle y decille la causa, o causas, por que llevanaquella gente de aquella manera. Una de las guardas de a caballo respondió que eran galeotes, gente de Su Majestad que iba agaleras, y que no había más que decir, ni él tenía más que saber. -Con todo eso -replicó don Quijote-, querría saber de cada uno dellos en particular la causa de sudesgracia. Añadió a éstas otras tales y tan comedidas razones, para moverlos a que dijesen lo que deseaba,que la otra guarda de a caballo le dijo: -Aunque llevamos aquí el registro y la fe de las sentencias de cada uno destos malaventurados,no es tiempo éste de detenerles a sacarlas ni a leellas; vuestra merced llegue y se lo pregunte aellos mesmos, que ellos lo dirán si quisieren, que sí querrán, porque es gente que recibe gusto dehacer y decir bellaquerías. Con esta licencia, que don Quijote se tomara aunque no se la dieran, se llegó a la cadena, y alprimero le preguntó que por qué pecados iba de tan mala guisa. El le respondió que porenamorado iba de aquella manera.

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-¿Por eso no más? -replicó don Quijote-. Pues, si por enamorados echan a galeras, días ha quepudiera yo estar bogando en ellas. -No son los amores como los que vuestra merced piensa -dijo el galeote-; que los míos fueronque quise tanto a una canasta de colar, atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tanfuertemente que, a no quitármela la justicia por fuerza, aún hasta agora no la hubiera dejado de mivoluntad. Fue en fragante, no hubo lugar de tormento; concluyóse la causa, acomodáronme lasespaldas con ciento, y por añadidura tres precisos de gurapas, y acabóse la obra. -¿Qué son gurapas? -preguntó don Quijote. -Gurapas son galeras -respondió el galeote. El cual era un mozo de hasta edad de veinte y cuatro años, y dijo que era natural de Piedrahíta.Lo mesmo preguntó don Quijote al segundo, el cual no respondió palabra, según iba de triste ymalencónico; mas respondió por él el primero, y dijo: -Este, señor, va por canario; digo, por músico y cantor. -Pues, ¿cómo -repitió don Quijote-, por músicos y cantores van también a galeras? -Sí, señor -respondió el galeote-, que no hay peor cosa que cantar en el ansia. -Antes, he yo oído decir -dijo don Quijote- que quien canta sus males espanta. -Acá es al revés -dijo el galeote-, que quien canta una vez llora toda la vida. -No lo entiendo -dijo don Quijote. Mas una de las guardas le dijo: -Señor caballero, cantar en el ansia se dice, entre esta gente non santa, confesar en el tormento.A este pecador le dieron tormento y confesó su delito, que era ser cuatrero, que es ser ladrón debestias, y, por haber confesado, le condenaron por seis años a galeras, amén de docientos azotesque ya lleva en las espaldas. Y va siempre pensativo y triste, porque los demás ladrones que alláquedan y aquí van le maltratan y aniquilan, y escarnecen y tienen en poco, porque confesó y notuvo ánimo de decir nones. Porque dicen ellos que tantas letras tiene un no como un sí, y queharta ventura tiene un delincuente, que está en su lengua su vida o su muerte, y no en la de lostestigos y probanzas; y para mí tengo que no van muy fuera de camino. -Y yo lo entiendo así -respondió don Quijote. El cual, pasando al tercero, preguntó lo que a los otros; el cual, de presto y con muchodesenfado, respondió y dijo: -Yo voy por cinco años a las señoras gurapas por faltarme diez ducados. -Yo daré veinte de muy buena gana -dijo don Quijote- por libraros desa pesadumbre. -Eso me parece -respondió el galeote- como quien tiene dineros en mitad del golfo y se estámuriendo de hambre, sin tener adonde comprar lo que ha menester. Dígolo porque si a su tiempotuviera yo esos veinte ducados que vuestra merced ahora me ofrece, hubiera untado con ellos lapéndola del escribano y avivado el ingenio del procurador, de manera que hoy me viera en mitadde la plaza de Zocodover, de Toledo, y no en este camino, atraillado como galgo; pero Dios esgrande: paciencia y basta. Pasó don Quijote al cuarto, que era un hombre de venerable rostro con una barba blanca que lepasaba del pecho; el cual, oyéndose preguntar la causa por que allí venía, comenzó a llorar y norespondió palabra; mas el quinto condenado le sirvió de lengua, y dijo: -Este hombre honrado va por cuatro años a galeras, habiendo paseado las acostumbradasvestido en pompa y a caballo. -Eso es -dijo Sancho Panza-, a lo que a mí me parece, haber salido a la vergüenza. -Así es -replicó el galeote-; y la culpa por que le dieron esta pena es por haber sido corredor deoreja, y aun de todo el cuerpo. En efecto, quiero decir que este caballero va por alcahuete, y portener asimesmo sus puntas y collar de hechicero. -A no haberle añadido esas puntas y collar -dijo don Quijote-, por solamente el alcahuete limpio,no merecía él ir a bogar en las galeras, sino a mandallas y a ser general dellas; porque no es asícomoquiera el oficio de alcahuete, que es oficio de discretos y necesarísimo en la república bienordenada, y que no le debía ejercer sino gente muy bien nacida; y aun había de haber veedor yexaminador de los tales, como le hay de los demás oficios, con número deputado y conocido,como corredores de lonja, y desta manera se escusarían muchos males que se causan por andar

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este oficio y ejercicio entre gente idiota y de poco entendimiento, como son mujercillas de pocomás a menos, pajecillos y truhanes de pocos años y de poca experiencia, que, a la más necesariaocasión y cuando es menester dar una traza que importe, se les yelan las migas entre la boca y lamano y no saben cuál es su mano derecha. Quisiera pasar adelante y dar las razones por queconvenía hacer elección de los que en la república habían de tener tan necesario oficio, pero noes el lugar acomodado para ello: algún día lo diré a quien lo pueda proveer y remediar. Sólo digoahora que la pena que me ha causado ver estas blancas canas y este rostro venerable en tantafatiga, por alcahuete, me la ha quitado el adjunto de ser hechicero; aunque bien sé que no hayhechizos en el mundo que puedan mover y forzar la voluntad, como algunos simples piensan; quees libre nuestro albedrío, y no hay yerba ni encanto que le fuerce. Lo que suelen hacer algunasmujercillas simples y algunos embusteros bellacos es algunas misturas y venenos con quevuelven locos a los hombres, dando a entender que tienen fuerza para hacer querer bien, siendo,como digo, cosa imposible forzar la voluntad. -Así es -dijo el buen viejo-, y, en verdad, señor, que en lo de hechicero que no tuve culpa; en lode alcahuete, no lo pude negar. Pero nunca pensé que hacía mal en ello: que toda mi intenciónera que todo el mundo se holgase y viviese en paz y quietud, sin pendencias ni penas; pero no meaprovechó nada este buen deseo para dejar de ir adonde no espero volver, según me cargan losaños y un mal de orina que llevo, que no me deja reposar un rato. Y aquí tornó a su llanto, como de primero; y túvole Sancho tanta compasión que sacó un real de acuatro del seno y se le dio de limosna. Pasó adelante don Quijote, y preguntó a otro su delito, el cual respondió con no menos, sino conmucha más gallardía que el pasado: -Yo voy aquí porque me burlé demasiadamente con dos primas hermanas mías, y con otras doshermanas que no lo eran mías; finalmente, tanto me burlé con todas que resultó de la burla crecerla parentela, tan intricadamente que no hay diablo que la declare. Probóseme todo, faltó favor, notuve dineros, víame a pique de perder los tragaderos, sentenciáronme a galeras por seis años,consentí: castigo es de mi culpa; mozo soy: dure la vida, que con ella todo se alcanza. Si vuestramerced, señor caballero, lleva alguna cosa con que socorrer a estos pobretes, Dios se lo pagaráen el cielo, y nosotros tendremos en la tierra cuidado de rogar a Dios en nuestras oraciones por lavida y salud de vuestra merced, que sea tan larga y tan buena como su buena presencia merece. Este iba en hábito de estudiante, y dijo una de las guardas que era muy grande hablador y muygentil latino.Tras todos éstos, venía un hombre de muy buen parecer, de edad de treinta años, sino que almirar metía el un ojo en el otro un poco. Venía diferentemente atado que los demás, porque traíauna cadena al pie, tan grande que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas a la garganta, launa en la cadena, y la otra de las que llaman guardaamigo o piedeamigo, de la cual decendíandos hierros que llegaban a la cintura, en los cuales se asían dos esposas, donde llevaba lasmanos, cerradas con un grueso candado, de manera que ni con las manos podía llegar a la boca,ni podía bajar la cabeza a llegar a las manos. Preguntó don Quijote que cómo iba aquel hombrecon tantas prisiones más que los otros. Respondióle la guarda porque tenía aquel solo más delitosque todos los otros juntos, y que era tan atrevido y tan grande bellaco que, aunque le llevaban deaquella manera, no iban seguros dél, sino que temían que se les había de huir. -¿Qué delitos puede tener -dijo don Quijote-, si no han merecido más pena que echalle a lasgaleras? -Va por diez años -replicó la guarda-, que es como muerte cevil. No se quiera saber más, sinoque este buen hombre es el famoso Ginés de Pasamonte, que por otro nombre llaman Ginesillode Parapilla. -Señor comisario -dijo entonces el galeote-, váyase poco a poco, y no andemos ahora a deslindarnombres y sobrenombres. Ginés me llamo y no Ginesillo, y Pasamonte es mi alcurnia, y noParapilla, como voacé dice; y cada uno se dé una vuelta a la redonda, y no hará poco. -Hable con menos tono -replicó el comisario-, señor ladrón de más de la marca, si no quiere quele haga callar, mal que le pese.

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-Bien parece -respondió el galeote- que va el hombre como Dios es servido, pero algún día sabráalguno si me llamo Ginesillo de Parapilla o no. -Pues, ¿no te llaman ansí, embustero? -dijo la guarda. -Sí llaman -respondió Ginés-, mas yo haré que no me lo llamen, o me las pelaría donde yo digoentre mis dientes. Señor caballero, si tiene algo que darnos, dénoslo ya, y vaya con Dios, que yaenfada con tanto querer saber vidas ajenas; y si la mía quiere saber, sepa que yo soy Ginés dePasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares. -Dice verdad -dijo el comisario-; que él mesmo ha escrito su historia, que no hay más, y dejaempeñado el libro en la cárcel en docientos reales. -Y le pienso quitar -dijo Ginés-, si quedara en docientos ducados. -¿Tan bueno es? -dijo don Quijote. -Es tan bueno -respondió Ginés- que mal año para Lazarillo de Tormes y para todos cuantos deaquel género se han escrito o escribieren. Lo que le sé decir a voacé es que trata verdades y queson verdades tan lindas y tan donosas que no pueden haber mentiras que se le igualen. -¿Y cómo se intitula el libro? -preguntó don Quijote. -La vida de Ginés de Pasamonte -respondió el mismo. -¿Y está acabado? -preguntó don Quijote. -¿Cómo puede estar acabado -respondió él-, si aún no está acabada mi vida? Lo que está escritoes desde mi nacimiento hasta el punto que esta última vez me han echado en galeras. -Luego, ¿otra vez habéis estado en ellas? -dijo don Quijote. -Para servir a Dios y al rey, otra vez he estado cuatro años, y ya sé a qué sabe el bizcocho y elcorbacho -respondió Ginés-; y no me pesa mucho de ir a ellas, porque allí tendré lugar de acabarmi libro, que me quedan muchas cosas que decir, y en las galeras de España hay mas sosiego deaquel que sería menester, aunque no es menester mucho más para lo que yo tengo de escribir,porque me lo sé de coro. -Hábil pareces -dijo don Quijote. -Y desdichado -respondió Ginés-; porque siempre las desdichas persiguen al buen ingenio. -Persiguen a los bellacos -dijo el comisario. -Ya le he dicho, señor comisario -respondió Pasamonte-, que se vaya poco a poco, que aquellosseñores no le dieron esa vara para que maltratase a los pobretes que aquí vamos, sino para quenos guiase y llevase adonde Su Majestad manda. Si no, ¡por vida de...! ¡Basta!, que podría serque saliesen algún día en la colada las manchas que se hicieron en la venta; y todo el mundocalle, y viva bien, y hable mejor y caminemos, que ya es mucho regodeo éste. Alzó la vara en alto el comisario para dar a Pasamonte en respuesta de sus amenazas, mas donQuijote se puso en medio y le rogó que no le maltratase, pues no era mucho que quien llevaba tanatadas las manos tuviese algún tanto suelta la lengua. Y, volviéndose a todos los de la cadena,dijo: -De todo cuanto me habéis dicho, hermanos carísimos, he sacado en limpio que, aunque os hancastigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer no os dan mucho gusto, y que vais aellas muy de mala gana y muy contra vuestra voluntad; y que podría ser que el poco ánimo queaquél tuvo en el tormento, la falta de dineros déste, el poco favor del otro y,finalmente, el torcidojuicio del juez, hubiese sido causa de vuestra perdición y de no haber salido con la justicia que devuestra parte teníades. Todo lo cual se me representa a mí ahora en la memoria de manera queme está diciendo, persuadiendo y aun forzando que muestre con vosotros el efe[t]o para que elcielo me arrojó al mundo, y me hizo profesar en él la orden de caballería que profeso y el voto queen ella hice de favorecer a los menesterosos y opresos de los mayores. Pero, porque sé que unade las partes de la prudencia es que lo que se puede hacer por bien no se haga por mal, quierorogar a estos señores guardianes y comisario sean servidos de desataros y dejaros ir en paz, queno faltarán otros que sirvan al rey en mejores ocasiones; porque me parece duro caso haceresclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres. Cuanto más, señores guardas -añadió donQuijote-, que estos pobres no han cometido nada contra vosotros. Allá se lo haya cada uno con supecado; Dios hay en el cielo, que no se descuida de castigar al malo ni de premiar al bueno, y noes bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres, no yéndoles nada en ello.

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Pido esto con esta mansedumbre y sosiego, porque tenga, si lo cumplís, algo que agradeceros; y,cuando de grado no lo hagáis, esta lanza y esta espada, con el valor de mi brazo, harán que lohagáis por fuerza. -¡Donosa majadería! -respondió el comisario- ¡Bueno está el donaire con que ha salido a cabo derato! ¡Los forzados del rey quiere que le dejemos, como si tuviéramos autoridad para soltarlos o élla tuviera para mandárnoslo! Váyase vuestra merced, señor, norabuena, su camino adelante, yenderécese ese bacín que trae en la cabeza, y no ande buscando tres pies al gato. -¡Vos sois el gato, y el rato, y el bellaco! -respondió don Quijote. Y, diciendo y haciendo, arremetió con él tan presto que, sin que tuviese lugar de ponerse endefensa, dio con él en el suelo, malherido de una lanzada; y avínole bien, que éste era el de laescopeta. Las demás guardas quedaron atónitas y suspensas del no esperado acontecimiento;pero, volviendo sobre sí, pusieron mano a sus espadas los de a caballo, y los de a pie a susdardos, y arremetieron a don Quijote, que con mucho sosiego los aguardaba; y, sin duda, lopasara mal si los galeotes, viendo la ocasión que se les ofrecía de alcanzar libertad, no laprocu[ra]ran, procurando romper la cadena donde venían ensartados. Fue la revuelta de maneraque las guardas, ya por acudir a los galeotes, que se desataban, ya por acometer a don Quijote,que los acometía, no hicieron cosa que fuese de provecho. Ayudó Sancho, por su parte, a la soltura de Ginés de Pasamonte, que fue el primero que saltó enla campaña libre y desembarazado, y, arremetiendo al comisario caído, le quitó la espada y laescopeta, con la cual, apuntando al uno y señalando al otro, sin disparalla jamás,no quedó guardaen todo el campo, porque se fueron huyendo, así de la escopeta de Pasamonte como de lasmuchas pedradas que los ya sueltos galeotes les tiraban. Entristecióse mucho Sancho deste suceso, porque se le representó que los que iban huyendohabían de dar noticia del caso a la Santa Hermandad, la cual, a campana herida, saldría a buscarlos delincuentes, y así se lo dijo a su amo, y le rogó que luego de allí se partiesen y seemboscasen en la sierra, que estaba cerca. -Bien está eso -dijo don Quijote-, pero yo sé lo que ahora conviene que se haga. Y, llamando a todos los galeotes, que andaban alborotados y habían despojado al comisariohasta dejarle en cueros, se le pusieron todos a la redonda para ver lo que les mandaba; y así, lesdijo: -De gente bien nacida es agradecer los beneficios que reciben, y uno de los pecados que más aDios ofende es la ingratitud. Dígolo porque ya habéis visto, señores, con manifiesta experiencia, elque de mí habéis recebido; en pago del cual querría, y es mi voluntad, que, cargados de esacadena que quité de vuestros cuellos, luego os pongáis en camino y vais a la ciudad del Toboso, yallí os presentéis ante la señora Dulcinea del Toboso y le digáis que su caballero, el de la TristeFigura, se le envía a encomendar, y le contéis, punto por punto, todos los que ha tenido estafamosa aventura hasta poneros en la deseada libertad; y, hecho esto, os podréis ir dondequisiéredes a la buena ventura. Respondió por todos Ginés de Pasamonte, y dijo: -Lo que vuestra merced nos manda, señor y libertador nuestro, es imposible de toda imposibilidadcumplirlo, porque no podemos ir juntos por los caminos, sino solos y divididos, y cada uno por suparte, procurando meterse en las entrañas de la tierra, por no ser hallado de la Santa Hermandad,que, sin duda alguna, ha de salir en nuestra busca. Lo que vuestra merced puede hacer, y esjusto que haga, es mudar ese servicio y montazgo de la señora Dulcinea del Toboso en algunacantidad de avemarías y credos, que nosotros diremos por la intención de vuestra merced; y éstaes cosa que se podrá cumplir de noche y de día, huyendo o reposando, en paz o en guerra; peropensar que hemos de volver ahora a las ollas de Egipto, digo, a tomar nuestra cadena y aponernos en camino del Toboso, es pensar que es ahora de noche, que aún no son las diez deldía, y es pedir a nosotros eso como pedir peras al olmo. -Pues ¡voto a tal! -dijo don Quijote, ya puesto en cólera-, don hijo de la puta, don Ginesillo deParopillo, o como os llamáis, que habéis de ir vos solo, rabo entre piernas, con toda la cadena acuestas.

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Pasamonte, que no era nada bien sufrido, estando ya enterado que don Quijote no era muycuerdo, pues tal disparate había cometido como el de querer darles libertad, viéndose tratar deaquella manera, hizo del ojo a los compañeros, y, apartándose aparte, comenzaron a llover tantaspiedras sobre don Quijote que no se daba manos a cubrirse con la rodela; y el pobre de Rocinanteno hacía más caso de la espuela que si fuera hecho de bronce. Sancho se puso tras su asno, ycon él se defendía de la nube y pedrisco que sobre entrambos llovía. No se pudo escudar tan biendon Quijote que no le acertasen no sé cuántos guijarros en el cuerpo, con tanta fuerza que dieroncon él en el suelo; y apenas hubo caído, cuando fue sobre él el estudiante y le quitó la bacía de lacabeza, y diole con ella tres o cuatro golpes en las espaldas y otros tantos en la tierra, con que lahizo pedazos. Quitáronle una ropilla que traía sobre las armas, y las medias calzas le queríanquitar si las grebas no lo estorbaran. A Sancho le quitaron el gabán, y, dejándole en pelota,repartiendo entre sí los demás despojos de la batalla, se fueron cada uno por su parte, con máscuidado de escaparse de la Hermandad, que temían, que de cargarse de la cadena e ir apresentarse ante la señora Dulcinea del Toboso. Solos quedaron jumento y Rocinante, Sancho y Don Quijote; el jumento, cabizbajo y pensativo,sacudiendo de cuando en cuando las orejas, pensando que aún no había cesado la borrasca delas piedras, que le perseguían los oídos; Rocinante, tendido junto a su amo, que también vino alsuelo de otra pedrada; Sancho, en pelota y temeroso de la Santa Hermandad; don Quijote,mohinísimo de verse tan malparado por los mismos a quien tanto bien había hecho.

Más adelante, en otro capítulo, ante el cura, el barbero y otros personajes, don Quijote justifica laacción de haber liberado a los galeotes:

[...] -No más: cesen mis alabanzas -dijo a esta sazón don Quijote-, porque soy enemigo de todogénero de adulación; y, aunque ésta no lo sea, todavía ofenden mis castas orejas semejantespláticas. Lo que yo sé decir, señora mía, que ora tenga valor o no, el que tuviere o no tuviere seha de emplear en vuestro servicio hasta perder la vida; y así, dejando esto para su tiempo, ruegoal señor licenciado me diga qué es la causa que le ha traído por estas partes, tan solo y tan sincriados, y tan a la ligera que me pone espanto. -A eso yo responderé con brevedad -respondió el cura-, porque sabrá vuestra merced, señor donQuijote, que yo y maese Nicolás, nuestro amigo y nuestro barbero, íbamos a Sevilla a cobrarcierto dinero que un pariente mío que ha muchos años que pasó a Indias me había enviado, y notan pocos que no pasan de sesenta mil pesos ensayados, que es otro que tal; y, pasando ayer porestos lugares, nos salieron al encuentro cuatro salteadores y nos quitaron hasta las barbas; y demodo nos las quitaron, que le convino al barbero ponérselas postizas; y aun a este mancebo queaquí va -señalando a Cardenio- le pusieron como de nuevo. Y es lo bueno que es pública famapor todos estos contornos que los que nos saltearon son de unos galeotes que dicen que libertó,casi en este mesmo sitio, un hombre tan valiente que, a pesar del comisario y de las guardas, lossoltó a todos; y, sin duda alguna, él debía de estar fuera de juicio, o debe de ser tan grandebellaco como ellos, o algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso soltar al lobo entre lasovejas, a la raposa entre las gallinas, a la mosca entre la miel; quiso defraudar la justicia, ir contrasu rey y señor natural, pues fue contra sus justos mandamientos. Quiso, digo, quitar a las galerassus pies, poner en alboroto a la Santa Hermandad, que había muchos años que reposaba; quiso,finalmente, hacer un hecho por donde se pierda su alma y no se gane su cuerpo. Habíales contado Sancho al cura y al barbero la aventura de los galeotes, que acabó su amo contanta gloria suya, y por esto cargaba la mano el cura refiriéndola, por ver lo que hacía o decía donQuijote; al cual se le mudaba la color a cada palabra, y no osaba decir que él había sido ellibertador de aquella buena gente. -Estos, pues -dijo el cura-, fueron los que nos robaron; que Dios, por su misericordia, se loperdone al que no los dejó llevar al debido suplicio. (I, XXIX)

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CAPÍTULO XXX

Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacara nuestro enamorado caballero de la asperísima

penitencia en que se había puesto

No hubo bien acabado el cura, cuando Sancho dijo: -Pues mía fe, señor licenciado, el que hizo esa fazaña fue mi amo, y no porque yo no le dije antesy le avisé que mirase lo que hacía, y que era pecado darles libertad, porque todos iban allí porgrandísimos bellacos. -¡Majadero! -dijo a esta sazón don Quijote-, a los caballeros andantes no les toca ni atañeaveriguar si los afligidos, encadenados y opresos que encuentran por los caminos van de aquellamanera, o están en aquella angustia, por sus culpas o por sus gracias; sólo le toca ayudarlescomo a menesterosos, poniendo los ojos en sus penas y no en sus bellaquerías. Yo topé unrosario y sarta de gente mohína y desdichada, y hice con ellos lo que mi religión me pide, y lodemás allá se avenga; y a quien mal le ha parecido, salvo la santa dignidad del señor licenciado ysu honrada persona, digo que sabe poco de achaque de caballería, y que miente como unhideputa y mal nacido; y esto le haré conocer con mi espada, donde más largamente se contiene. Y esto dijo afirmándose en los estribos y calándose el morrión; porque la bacía de barbero, que asu cuenta era el yelmo de Mambrino, llevaba colgado del arzón delantero, hasta adobarla del maltratamiento que la hicieron los galeotes. [...] (I, XXX)

Podemos considerar que la aventura concluye cuando los cuadrilleros de la Santa Hermandadintentan detener a don Quijote y éste vuelve a justificar su acción liberadora:

[...] Es, pues, el caso que los cuadrilleros se sosegaron, por haber entreoído la calidad de los quecon ellos se habían combatido, y se retiraron de la pendencia, por parecerles que, de cualquieramanera que sucediese, habían de llevar lo peor de la batalla; pero uno dellos, que fue el que fuemolido y pateado por don Fernando, le vino a la memoria que, entre algunos mandamientos quetraía para prender a algunos delincuentes, traía uno contra don Quijote, a quien la SantaHermandad había mandado prender, por la libertad que dio a los galeotes, y como Sancho, conmucha razón, había temido. Imaginando, pues, esto, quiso certificarse si las señas que de don Quijote traía venían bien, y,sacando del seno un pergamino, topó con el que buscaba; y, poniéndosele a leer de espacio,porque no era buen lector, a cada palabra que leía ponía los ojos en don Quijote, y iba cotejandolas señas del mandamiento con el rostro de don Quijote, y halló que, sin duda alguna, era el queel mandamiento rezaba. Y, apenas se hubo certificado, cuando, recogiendo su pergamino, en laizquierda tomó el mandamiento, y con la derecha asió a don Quijote del cuello fuertemente, queno le dejaba alentar, y a grandes voces decía: -¡Favor a la Santa Hermandad! Y, para que se vea que lo pido de veras, léase este mandamiento,donde se contiene que se prenda a este salteador de caminos. Tomó el mandamiento el cura, y vio como era verdad cuanto el cuadrillero decía, y cómoconvenía con las señas con don Quijote; el cual, viéndose tratar mal de aquel villano malandrín,puesta la cólera en su punto y crujiéndole los huesos de su cuerpo, como mejor pudo él, asió alcuadrillero con entrambas manos de la garganta, que, a no ser socorrido de sus compañeros, allídejara la vida antes que don Quijote la presa. El ventero, que por fuerza había de favorecer a losde su oficio, acudió luego a dalle favor. La ventera, que vio de nuevo a su marido en pendencias,de nuevo alzó la voz, cuyo tenor le llevaron luego Maritornes y su hija, pidiendo favor al cielo y alos que allí estaban. Sancho dijo, viendo lo que pasaba: -¡Vive el Señor, que es verdad cuanto mi amo dice de los encantos deste castillo, pues no esposible vivir una hora con quietud en él!

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Don Fernando despartió al cuadrillero y a don Quijote, y, con gusto de entrambos, lesdesenclavijó las manos, que el uno en el collar del sayo del uno, y el otro en la garganta del otro,bien asidas tenían; pero no por esto cesaban los cuadrilleros de pedir su preso, y que lesayudasen a dársele atado y entregado a toda su voluntad, porque así convenía al servicio del reyy de la Santa Hermandad, de cuya parte de nuevo les pedían socorro y favor para hacer aquellaprisión de aquel robador y salteador de sendas y de carreras. Reíase de oír decir estas razonesdon Quijote; y, con mucho sosiego, dijo: -Venid acá, gente soez y malnacida: ¿saltear de caminos llamáis al dar libertad a losencadenados, soltar los presos, acorrer a los miserables, alzar los caídos, remediar losmenesterosos? ¡Ah gente infame, digna por vuestro bajo y vil entendimiento que el cielo no oscomunique el valor que se encierra en la caballería andante, ni os dé a entender el pecado eignorancia en que estáis en no reverenciar la sombra, cuanto más la asistencia, de cualquiercaballero andante! Venid acá, ladrones en cuadrilla, que no cuadrilleros, salteadores de caminoscon licencia de la Santa Hermandad; decidme: ¿quién fue el ignorante que firmó mandamiento deprisión contra un tal caballero como yo soy? ¿Quién el que ignoró que son esentos de todo judicialfuero los caballeros andantes, y que su ley es su espada; sus fueros, sus bríos; sus premáticas,su voluntad? ¿Quién fue el mentecato, vuelvo a decir, que no sabe que no hay secutoria dehidalgo con tantas preeminencias, ni esenciones, como la que adquiere un caballero andante eldía que se arma caballero y se entrega al duro ejercicio de la caballería? ¿Qué caballero andantepagó pecho, alcabala,chapín de la reina, moneda forera, portazgo ni barca? ¿Qué sastre le llevóhechura de vestido que le hiciese? ¿Qué castellano le acogió en su castillo que le hiciese pagar elescote? ¿Qué rey no le asentó a su mesa? ¿Qué doncella no se le aficionó y se le entregórendida, a todo su talante y voluntad? Y, finalmente, ¿qué caballero andante ha habido, hay nihabrá en el mundo,que no tenga bríos para dar él solo cuatrocientos palos a cuatrocientoscuadrilleros que se le pongan delante? (I, XLV)

CAPÍTULO XLVIDe la notable aventura de los cuadrilleros, y la gran ferocidad

de nuestro buen caballero don Quijote En tanto que don Quijote esto decía, estaba persuadiendo el cura a los cuadrilleros como donQuijote era falto de juicio, como lo veían por sus obras y por sus palabras, y que no tenían paraqué llevar aquel negocio adelante, pues, aunque le prendiesen y llevasen, luego le habían dedejar por loco; a lo que respondió el del mandamiento que a él no tocaba juzgar de la locura dedon Quijote, sino hacer lo que por su mayor le era mandado, y que una vez preso, siquiera lesoltasen trecientas. -Con todo eso -dijo el cura-, por esta vez no le habéis de llevar, ni aun él dejará llevarse, a lo queyo entiendo. En efeto, tanto les supo el cura decir, y tantas locuras supo don Quijote hacer, que más locosfueran que no él los cuadrilleros si no conocieran la falta de don Quijote; y así, tuvieron por biende apaciguarse, y aun de ser medianeros de hacer las paces entre el barbero y Sancho Panza,que todavía asistían con gran rancor a su pendencia. Finalmente, ellos, como miembros dejusticia, mediaron la causa y fueron árbitros della, de tal modo que ambas partes quedaron, si nodel todo contentas, a lo menos en algo satisfechas, porque se trocaron las albardas, y no lascinchas y jáquimas; y en lo que tocaba a lo del yelmo de Mambrino, el cura, a socapa y sin quedon Quijote lo entendiese, le dio por la bacía ocho reales, y el barbero le hizo una cédula delrecibo y de no llamarse a engaño por entonces, ni por siempre jamás amén. [...] (I, XLVI)

Cuestiones

1) Enumera los distintos delitos de los galeotes. ¿Cuáles de ellos constituyen alguna formade delito en la actualidad?

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2) ¿Qué opinas de la forma de impartir Justicia en la época de Cervantes? ¿Crees que esuna actuación desproporcionada o se ajusta al contexto político, social, cultural y religiosode la época?

3) Según el testimonio de un galeote, ¿era posible “comprar” con dinero la actuación de losjueces u otras personas relacionadas con la Justicia?

4) Don Quijote justifica la existencia de la alcahuetería. ¿Por qué la defiende? ¿Quécircunstancias sociales se daban en la época cervantina para su existencia? ¿Esnecesaria en la actualidad? Enumera algunos personajes de ese mismo oficio en laliteratura española

5) ¿Qué motivaciones sociales, políticas y económicas se producen para el surgimiento dela novela picaresca? ¿Existen algunas formas de picaresca en la actualidad? Si existen,¿son del mismo carácter que las de la época cervantina? ¿Qué temas tratarías si tepropusieras escribir una novela picaresca?

6) ¿Qué motivos aduce don Quijote para justificar el hecho de liberar a los galeotes?

7) Tras conocer la biografía de Cervantes, ¿podría tener éste algún motivo personal paracondenar o criticar las formas de actuación de la Justicia?

8) ¿Aparece Ginés de Pasamonte en algunos otros capítulos del Quijote? Si es así, analizasu comportamiento social ante Sancho y don Quijote.

VIII

EL TEMA DE LA LIBERTAD

Pocas veces aparece en el Quijote, de forma directa, el tema de la libertad. Si bien lo encontramosgeneralmente relacionado con otros motivos, como el de la Justicia en el caso de la “aventura delos galeotes”, hemos seleccionado un texto en el que observamos algunas opiniones de donQuijote sobre el tema que tratamos:

[...] Cuando don Quijote se vio en la campaña rasa, libre y desembarazado de los requiebros deAltisidora, le pareció que estaba en su centro, y que los espíritus se le renovaban para proseguirde nuevo el asumpto de sus caballerías, y, volviéndose a Sancho, le dijo:-La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; conella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, asícomo por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayormal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, laabundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en metad de aquellosbanquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve, me parecía a mí que estaba metido entrelas estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos;que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son atadurasque no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan, sinque le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo! [...] (II, LVIII).

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Cuestiones

1) Analiza el concepto de libertad que aparece en el texto.

2) ¿Qué concepciones de la libertad existen en la actualidad?

3) ¿Qué libertades defiende la Constitución española? ¿Hay algún límite para la libertadpersonal en nuestra Constitución?

4) ¿Cómo se trataba el tema de la libertad religiosa o política en la época cervantina?

5) ¿Conoces algunos autores españoles de los siglos XVI y XVII que escribieron, bien deforma directa o indirecta, sobre el tema de la libertad personal, religiosa o política?

IX

EL TEMA DE LA INTOLERANCIA

En el Quijote aparecen varios casos en que los personajes, bien de hecho o de palabra, muestranla existencia de la intolerancia, propia de la época, hacia personas de diferente religión, etnia,ideas, etc. La propia actitud de los caballeros andantes con los vencidos, que se convierten enseres sometidos a su caprichosa voluntad, denota la tendencia al desprecio hacia lo más débiles osometidos en una sociedad en que ostentan el poder las clases sociales elevadas o la jerarquíamilitar y religiosa. Sin embargo, la obra de Cervantes, en que don Quijote siempre se inclina por eldébil o el perseguido –dejando de lado, claro está, las actuaciones procedentes de la forma depensar generalizada en la sociedad de los siglos XVI y XVII o las que se derivan de la ideología yestilo caballerescos- la hace convertirse en un producto raro de su época que se enfrenta enmúltiples ocasiones a las actitudes habituales de su momento histórico.

Hemos seleccionado el caso de un producto de la intolerancia religiosa: el del personaje moriscoRicote, que se vio obligado, junto con su familia, a huir de España durante la persecución, decarácter étnico y religioso, a que fue sometido este pueblo. Llama la atención que Ricote señala aAlemania como modelo de país tolerante.

[...] y, apartando Ricote a Sancho, se sentaron al pie de una haya, dejando a los peregrinossepultados en dulce sueño; y Ricote, sin tropezar nada en su lengua morisca, en la puracastellana le dijo las siguientes razones: -«Bien sabes, ¡oh Sancho Panza, vecino y amigo mío!, como el pregón y bando que Su Majestadmandó publicar contra los de mi nación puso terror y espanto en todos nosotros; a lo menos, enmí le puso de suerte que me parece que antes del tiempo que se nos concedía para quehiciésemos ausencia de España, ya tenía el rigor de la pena ejecutado en mi persona y en la demis hijos. Ordené, pues, a mi parecer como prudente, bien así como el que sabe que para taltiempo le han de quitar la casa donde vive y se provee de otra donde mudarse; ordené, digo, desalir yo solo, sin mi familia, de mi pueblo, y ir a buscar donde llevarla con comodidad y sin lapriesa con que los demás salieron; porque bien vi, y vieron todos nuestros ancianos, que aquellospregones no eran sólo amenazas, como algunos decían, sino verdaderas leyes, que se habían deponer en ejecución a su determinado tiempo; y forzábame a creer esta verdad saber yo los ruinesy disparatados intentos que los nuestros tenían, y tales, que me parece que fue inspiración divinala que movió a Su Majestad a poner en efecto tan gallarda resolución, no porque todos fuésemosculpados, que algunos había cristianos firmes y verdaderos; pero eran tan pocos que no sepodían oponer a los que no lo eran, y no era bien criar la sierpe en el seno, teniendo los enemigos

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dentro de casa. Finalmente, con justa razón fuimos castigados con la pena del destierro, blanda ysuave al parecer de algunos, pero al nuestro, la más terrible que se nos podía dar. Doquiera que estamos lloramos por España, que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patrianatural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea, y en Berbería, yen todas las partes de Africa, donde esperábamos ser recebidos, acogidos y regalados, allí esdonde más nos ofenden y maltratan. No hemos conocido el bien hasta que le hemos perdido; y esel deseo tan grande que casi todos tenemos de volver a España, que los más de aquellos, y sonmuchos, que saben la lengua como yo, se vuelven a ella, y dejan allá sus mujeres y sus hijosdesamparados: tanto es el amor que la tienen; y agora conozco y experimento lo que sueledecirse: que es dulce el amor de la patria. Salí, como digo, de nuestro pueblo, entré en Francia, y,aunque allí nos hacían buen acogimiento, quise verlo todo. Pasé a Italia y llegué a Alemania, y allíme pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchasdelicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad deconciencia. Dejé tomada casa en un pueblo junto a Augusta; juntéme con estos peregrinos, quetienen por costumbre de venir a España muchos dellos, cada año, a visitar los santuarios della,que los tienen por sus Indias, y por certísima granjería y conocida ganancia. Andanla casi toda, yno hay pueblo ninguno de donde no salgan comidos y bebidos,como suele decirse, y con un real,por lo menos, en dineros, y al cabo de su viaje salen con más de cien escudos de sobra que,trocados en oro, o ya en el hueco de los bordones, o entre los remiendos de las esclavinas, o conla industria que ellos pueden, los sacan del reino y los pasan a sus tierras, a pesar de las guardasde los puestos y puertos donde se registran. Ahora es mi intención, Sancho, sacar el tesoro quedejé enterrado, que por estar fuera del pueblo lo podré hacer sin peligro y escribir o pasar desdeValencia a mi hija y a mi mujer, que sé que está en Argel, y dar traza como traerlas a algún puertode Francia, y esde allí llevarlas a Alemania, donde esperaremos lo que Dios quisiere hacer denosotros; que, en resolución, Sancho, yo sé cierto que la Ricota mi hija y Francisca Ricota, mimujer, son católicas cristianas, y, aunque yo no lo soy tanto, todavía tengo más de cristiano quede moro, y ruego siempre a Dios me abra los ojos del entendimiento y me dé a conocer cómo letengo de servir. Y lo que me tiene admirado es no saber por qué se fue mi mujer y mi hija antes aBerbería que a Francia, adonde podía vivir como cristiana.» A lo que respondió Sancho: -Mira, Ricote, eso no debió estar en su mano, porque las llevó Juan Tiopieyo, el hermano de tumujer; y, como debe de ser fino moro, fuese a lo más bien parado, y séte decir otra cosa: que creoque vas en balde a buscar lo que dejaste encerrado; porque tuvimos nuevas que habían quitado atu cuñado y tu mujer muchas perlas y mucho dinero en oro que llevaban por registrar. -Bien puede ser eso -replicó Ricote-, pero yo sé, Sancho, que no tocaron a mi encierro, porque yono les descubrí dónde estaba, temeroso de algún desmán; y así, si tú, Sancho, quieres venirconmigo y ayudarme a sacarlo y a encubrirlo, yo te daré docientos escudos, con que podrásremediar tus necesidades, que ya sabes que sé yo que las tienes muchas. -Yo lo hiciera -respo[n]dió Sancho-, pero no soy nada codicioso; que, a serlo, un oficio dejé yoesta mañana de las manos, donde pudiera hacer las paredes de mi casa de oro, y comer antes deseis meses en platos de plata; y, así por esto como por parecerme haría traición a mi rey en darfavor a sus enemigos, no fuera contigo, si como me prometes docientos escudos, me dieras aquíde contado cuatrocientos.[...]-No quiero porfiar, Sancho -dijo Ricote-, pero dime: ¿hallástete en nuestro lugar, cuando se partiódél mi mujer, mi hija y mi cuñado? -Sí hallé -respondió Sancho-, y séte decir que salió tu hija tan hermosa que salieron a verlacuantos había en el pueblo, y todos decían que era la más bella criatura del mundo. Iba llorando yabrazaba a todas sus amigas y conocidas, y a cuantos llegaban a verla, y a todos pedía laencomendasen a Dios y a Nuestra Señora su madre; y esto, con tanto sentimiento que a mí mehizo llorar, que no suelo ser muy llorón. Y a fee que muchos tuvieron deseo de esconderla y salir aquitársela en el camino; pero el miedo de ir contra el mandado del rey los detuvo. Principalmentese mostró más apasionado don Pedro Gregorio, aquel mancebo mayorazgo rico que tú conoces,

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que dicen que la quería mucho, y después que ella se partió, nunca más él ha parecido en nuestrolugar, y todos pensamos que iba tras ella para robarla; pero hasta ahora no se ha sabido nada. -Siempre tuve yo mala sospecha -dijo Ricote- de que ese caballero adamaba a mi hija; pero, fiadoen el valor de mi Ricota, nunca me dio pesadumbre el saber que la quería bien; que ya habrásoído decir, Sancho, que las moriscas pocas o ninguna vez se mezclaron por amores con cristianosviejos, y mi hija, que, a lo que yo creo, atendía a ser más cristiana que enamorada, no se curaríade las solicitudes de ese señor mayorazgo. -Dios lo haga -replicó Sancho-, que a entrambos les estaría mal. Y déjame partir de aquí, Ricoteamigo, que quiero llegar esta noche adonde está mi señor don Quijote. -Dios vaya contigo, Sancho hermano, que ya mis compañeros se rebullen, y también es hora queprosigamos nuestro camino. Y luego se abrazaron los dos, y Sancho subió en su rucio, y Ricote se arrimó a su bordón, y seapartaron. [...] (II, LIV)

Cuestiones

1) Investiga en libros de historia de España y elabora un resumen o esquema amplio de loscapítulos referentes a la expulsión de los judíos y de los moriscos -así como de susconsecuencias sociales, políticas y religiosas- producida a finales del siglo XV yprolongada durante todo el siglo XVI.

2) ¿Qué consecuencias sociales, políticas y religiosas trajo para toda la población de lapenínsula Ibérica la llamada “Reconquista” en la Edad Media? Elabora un resumen ycomenta lo que te parezca más llamativo desde el punto de vista actual de los DerechosHumanos.

3) Elabora un listado de obras literarias que desde finales del siglo XV y a lo largo de lossiglos XVI y XVII tratan los temas de las guerras y la expulsión de los moriscos.

4) Señala algunas consecuencias que trajo consigo para los judíos su expulsión o laobligatoriedad de convertirse al cristianismo. ¿Sabrías indicar obras literarias en que sepuede apreciar este problema, si no de forma directa, al menos de forma velada?

5) Haz un breve trabajo sobre la historia de los protestantes españoles de los siglos XVI yXVII. Investiga también sobre la obra traductora y la vida personal de Casiodoro de Reinay Cipriano de Valera. ¿Están relacionados ambos personajes con algún monasteriocercano a la ciudad de Sevilla?

6) Investiga sobre la vida y la obra de Bartolomé de las Casas e indica su actitud ante losindios de América.

7) ¿Qué grupos sociales consideras discriminados en la España actual? Señala lasmotivaciones de tipo étnico, religioso o social que puedan existir. Analízalosconfrontándolos con la Carta de los Derechos Humanos y con la actitud de los distintospartidos políticos.

8) ¿Cuál es la actitud oficial actual de la iglesia católica frente a las personas de otrasreligiones o de ideas políticas no católicas o de tendencias homosexuales? ¿Cómo tratael tema de la igualdad entre el hombre y la mujer? ¿La iglesia católica no oficial –porejemplo, los cristianos de base o los grupos obreros católicos- responde de la mismamanera o se mantiene alejada de las ideas oficialistas? ¿Cómo tratan estos mismosproblemas las iglesias evangélicas o protestantes? ¿Y el islamismo, judaísmo, budismo uotras religiones? Analiza estos temas desde el punto de vista de la tolerancia y el respetoa la dignidad humana.