textos para comentar de literatura medieval

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TEXTO 1 Los guerreros de Mío Cid dicen a voces que abran, pero están dentro con miedo, y no responden palabra. Aguijó el Cid su caballo y a la puerta se acercaba; el pie sacó del estribo y la puerta golpeaba. Nadie la pudo abrir, que estaba muy bien cerrada. Una niña de nueve años se acercó y así le hablaba: «¡Oh Campeador, que en buena hora ceñiste la espada! Abriros lo prohíbe el rey, anoche llegó su carta con advertencias muy graves, con lacre real sellada: bajo ninguna razón podremos daros posada; nos quitarán, si lo hacemos, nuestros bienes y las casas, e incluso nos sacarán los ojos de nuestras caras. Si nos causáis este daño, oh Cid, no ganaréis nada. Mejor que os ayude Dios con toda su gracia santa». Y cuando acabó de hablar, la niña tornó a su casa. Comprende el Cid que es del rey de quien ya no tiene gracia. Y se alejó de la puerta, por Burgos veloz pasaba; y llegó a Santa María: allí del caballo baja, allí se hincó de rodillas, y emocionado rezaba. Terminada su oración, el Cid de nuevo cabalga. TEXTO 2 Lo invitarían con agrado, pero ninguno lo osaba el rey don Alfonso tenía muy gran saña; antes de la noche entró en Burgos su carta, en gran recaudo y debidamente sellada: que a mío Cid Ruy Díaz, que no le diese nadie posada, y aquel que se la diese supiese, por su palabra, que perdería sus bienes, más los ojos de la cara, y aun además los cuerpos y las almas. Gran pesar tenían las gentes cristianas: se esconden de mío Cid, no osan decirle nada. El Campeador se encaminó a su posada; cuando llegó a la puerta la encontró bien cerrada, por miedo del rey Alfonso así la prepararan: que si no la quebrantase a la fuerza, no se la abriesen por nada. Los de mío Cid con altas voces llaman, los de dentro no les querían replicar palabra. Aguijó mío Cid, a la puerta se acercaba, 1

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Page 1: Textos Para Comentar de Literatura Medieval

TEXTO 1

Los guerreros de Mío Cid dicen a voces que abran,pero están dentro con miedo, y no responden palabra.Aguijó el Cid su caballo y a la puerta se acercaba;el pie sacó del estribo y la puerta golpeaba.Nadie la pudo abrir, que estaba muy bien cerrada.Una niña de nueve años se acercó y así le hablaba:«¡Oh Campeador, que en buena hora ceñiste la espada!Abriros lo prohíbe el rey, anoche llegó su cartacon advertencias muy graves, con lacre real sellada:bajo ninguna razón podremos daros posada;nos quitarán, si lo hacemos, nuestros bienes y las casas,e incluso nos sacarán los ojos de nuestras caras.Si nos causáis este daño, oh Cid, no ganaréis nada.Mejor que os ayude Dios con toda su gracia santa».Y cuando acabó de hablar, la niña tornó a su casa.Comprende el Cid que es del rey de quien ya no tiene gracia.Y se alejó de la puerta, por Burgos veloz pasaba;y llegó a Santa María: allí del caballo baja,allí se hincó de rodillas, y emocionado rezaba.Terminada su oración, el Cid de nuevo cabalga.

TEXTO 2

Lo invitarían con agrado, pero ninguno lo osaba

el rey don Alfonso tenía muy gran saña;

antes de la noche entró en Burgos su carta,

en gran recaudo y debidamente sellada:

que a mío Cid Ruy Díaz, que no le diese nadie posada,

y aquel que se la diese supiese, por su palabra,

que perdería sus bienes, más los ojos de la cara,

y aun además los cuerpos y las almas.

Gran pesar tenían las gentes cristianas:

se esconden de mío Cid, no osan decirle nada.

El Campeador se encaminó a su posada;

cuando llegó a la puerta la encontró bien cerrada,

por miedo del rey Alfonso así la prepararan:

que si no la quebrantase a la fuerza, no se la abriesen por nada.

Los de mío Cid con altas voces llaman,

los de dentro no les querían replicar palabra.

Aguijó mío Cid, a la puerta se acercaba,

sacó el pie del estribo, un fuerte golpe le daba;

no se abre la puerta, que estaba bien cerrada.

Una niña de nueve años ante su vista estaba:

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Page 2: Textos Para Comentar de Literatura Medieval

“Ya Campeador, en buena hora te ceñiste la espada.

El rey lo ha vedado, de él entró anoche su carta,

en gran recaudo y debidamente sellada:

que no os osaríamos abrir ni acoger por nada,

si no perderíamos nuestros bienes y las casas,

y además los ojos de las caras.

Cid, con nuestro mal, no vais a ganar nada;

mas el Creador os valga con todas sus virtudes santas”.

Esto la niña dijo y se volvió a su casa.

Ya lo ve el Cid que del rey no tenía gracia.

Apartóse de la puerta, por Burgos aguijaba,

llegó a Santa María, entonces descabalga.

Se hincó de rodillas, de corazón rogaba.

La oración hecha, entonces descabalga.

Mio Cid Ruy Díaz, el que en buen hora ciñó espada,

acampó en la glera, cuando no lo acoge nadie en casa;

a su alrededor, una buena compaña.

Así acampó el Cid, como si estuviera en la montaña.

TEXTO 3

Con lágrimas en los ojos, muy fuertemente llorando,

La cabeza atrás volvía y quedábase mirándolos.

Y vio las puertas abiertas, y cerrojos quebrantados,

y vacías las alcándaras sin las pieles, sin los mantos,

sin sus pájaros halcones, sin los mudados.

Suspiró entonces el Cid, que eran grandes sus cuidados.

Habló allí como solía, tan bien y tan mesurado:

-Gracias a ti, Señor Padre, Tú que estás en lo más alto,

los que así mi vida han vuelto, mis enemigos son, malos.”

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