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Conspiración contrael riesgo

El riesgo es consustancial a la vida. A pesar de esta evidencia, desdelos inicios de la sociedad industrial dedicamos esfuerzos y másesfuerzos a conspirar contra el riesgo. Desearíamos eliminarlode nuestras vidas; vivir seguros. Batalla perdida.De hecho, esta conspiración empezó hace siglos. En Cataluña inven-tamos la Taula de Canvi (Mesa de Cambios), precedente local delas modernas compañías de seguros. Estas organizaciones, segúnafirma el sociólogo Salvador Giner en la entrevista de este númerode Medi Ambient. Tecnologia i Cultura, son las más representati-vas de la modernidad. No le falta razón. Más tarde – acabada laSegunda Guerra Mundial – Europa, con el permiso de EstadosUnidos, diseñó el Estado de bienestar. Los americanos temían alcomunismo. Ahora, dicen, se tiene que replantear. Ya no se aguantaeconómicamente.Seguros –los últimos son los que cubren los daños ambientales–,coches más seguros, trabajos para toda la vida, planes de jubilación,seguridad social... La conspiración continúa. Gran paradoja: quere-mos eliminar el riesgo y, en cambio, crece día a día. Y es que elriesgo es un concepto complejo. Como afirma el sociólogo de laUniversitat AutònomadeBellatera, JosepEspluga, «Las consecuenciasreales de los riesgos vienen dadas siempre a través de interpreta-ciones sociales, y están siempre ligadas a valores e intereses degrupo». En las sociedades pobres, en las que se pasa hambre, lapercepción del riesgo es radicalmente diferente a la percepciónde las sociedades que tienen las necesidades básicas cubiertas.

La percepción del riesgo crece a pasos agigantados en las socie-dades ricas. Accidentes de tráfico –con un gran número de muer-tos, sobre todo los fines de semana–, alimentos transgénicos, crisisecológicas globales... Hemos querido dedicar este número de larevista Medi Ambient. Tecnologia i Cultura a analizar, desde unaperspectiva crítica, la sociedad del riesgo.Narcís Mir, ingeniero industrial y economista, dibuja los perfiles dela sociedad del riesgo y argumenta su creciente importancia. JosepEspluga, profesor de sociología ambiental en la Universitat Autò-noma de Barcelona, aborda las diferentes aproximaciones alconcepto de riesgo y aporta una visión crítica. Funtowicz y Ravetzprofundizan en el concepto de complejidad y argumentan quela ciencia hegemónica necesita a la ciencia posnormal para refle-xionar sobre los retos ambientales de hoy en día. José Luis de lasHeras, responsable del Pool de Riesgos Ambientales, ofrece la pers-pectiva de las compañías de seguros. Una entrevista con Salva-dor Giner y las secciones habituales de normativa, escrita por IgnasiDoñate, y actualidad completan este número. Un conjunto deartículos que ayudan a comprender que hay que aceptar un ciertoriesgo. Porque la vida es riesgo e incertidumbre. Hoy más quenunca•Lluís RealesDirector de Medi Ambient. Tecnologia i cultura

Editorial

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La importancia del riesgo en lasociedad moderna: la sociedad delriesgoNarcís Mir SolerIngeniero industrial y economista. Miembro delpatronato del Instituto de Estudios de laSeguridad (IDES)

La denominada «sociedad del riesgo» es unnuevo paradigma social, fruto de lamodernización de la sociedad industrial,que se caracteriza porque la lógica de laproducción de riesgos domina a la lógica dela producción de riqueza. Para demostrar laimportancia creciente del riesgo en lasociedad contemporánea, el autor formulauna ley estructural del riesgo y contrasta suvalidez.

¿Es el riesgo un factor importante en la actual fasede desarrollo de la sociedad industrial? ¿Y, si es impor-tante, esta importancia es coyuntural o quizás puedaconsiderarse el riesgo un factor estructural del procesode modernización? ¿Es temerario hablar de la apari-ción de una nueva figura social —la sociedad delriesgo— originada como consecuencia del procesode modernización de la sociedad industrial?Todas estas preguntas —y otras— forman parte delvivo debate que tiene lugar hoy en día sobre la tras-cendencia de la producción de riesgos en las socie-dades industriales desarrolladas. Los partidarios de laaparición de una nueva forma social —la sociedaddel riesgo— defienden que, mientras que en la socie-dad industrial la lógica de la producción de riquezadomina a la lógica de la producción de riesgos, elpropio desarrollo de este modelo de sociedad estáprovocando una inversión de esta dominante; y queeste cambio de lógica tiene repercusiones sociales.Pero esto no es todo. La sociedad del riesgo implicatambién otros cambios sociales originados por elproceso de pérdida de tradiciones en las formas devida surgidas con la sociedad industrial: trabajo, fami-lia, estratificación social, etc.He de advertir, ante todo, que el objetivo de esteartículo no es, ni mucho menos, dar respuesta a todasestas preguntas. Me limitaré a apuntar, para empezar,unas pinceladas sobre las características de la socie-dad del riesgo, y después me centraré en un análi-sis mucho más concreto del riesgo en la sociedadmoderna.

Los perfiles de la sociedad del riesgo

La sociedad del riesgo es una nueva forma socialque surge como consecuencia de la modernizaciónde la sociedad industrial. De acuerdo con este para-digma, el nacimiento de esta nueva forma social nose produce por un estallido político, sino como conse-cuencia de la propia modernización de la sociedadindustrial. Tal como afirma Beck, «la sociedad indus-trial se despide del escenario de la historia mundialpor la puerta de atrás de los efectos secundarios».La sociedad del riesgo tiene dos caras. En la primeracara, encontramos la pérdida de la inocencia de lasfuerzas productivas. La industrialización representóuna materialización del pensamiento ilustrado. Elhombre creyó que con la razón dominaría la natu-raleza y la transformaría, sometiéndola para satisfa-cer sus necesidades. Y este proceso sería lineal, esdecir, sin límites. Hoy en día vemos que la producciónde riqueza va acompañada de la producción de riesgo.Aquello que en un principio podría verse como efec-tos secundarios del desarrollo, en la actualidad reclama

un estatuto de igualdad con los efectos positivos, esdecir, reclama convertirse en variables endógenas delmodelo de desarrollo.La segunda cara de la sociedad del riesgo está rela-cionada con el hundimiento de las coordenadas socia-les de la sociedad industrial, tanto en lo referente ala pérdida de las tradiciones de sus formas de vidacomo en la relación entre ciencia y sociedad, y polí-tica y sociedad.En la pérdida de las tradiciones en las formas devida de la sociedad industrial encontramos la pérdidade peso de la segmentación de la sociedad en clasescomo categoría útil para explicar los cambios socia-les; la crisis del modelo de familia (manifestada enla incorporación de la mujer al trabajo, el aumentogeneralizado de la tasa divorcios y el incremento delas familias monoparentales); la desestandarizacióndel trabajo productivo y su individualización, etc.Vemos, en definitiva, un proceso de individualizaciónde la desigualdad social.En este artículo me limitaré a la primera dimensiónde la sociedad del riesgo. Empezaré por señalar lascaracterísticas básicas de este paradigma.

1. Se origina por causas modernasNo cabe duda de que los riesgos no son un inventode la Edad Moderna. No obstante, no estaban ligadosal propio desarrollo, mientras que ahora se ven origi-nados por el propio proceso de desarrollo. De estemodo, tanto los procesos de producción como losbienes producidos no sólo aportan utilidad, sino, a suvez, riesgo. Pensemos en la fisión nuclear, el alma-cenamiento de residuos nucleares, la contamina-ción ambiental, el riesgo de determinadas indus-trias, los vehículos automóviles. Estos efectossecundarios colaterales son no deseados, pero acom-pañan sistemáticamente a la producción de riqueza(y de utilidad) y adquieren un papel cada vez másrelevante. Tanto es así que hoy en día ya nadie habladel desarrollo, sino del desarrollo sostenible, haciendohincapié, en el terreno simbólico, en la importanciade los efectos colaterales. En definitiva, el proceso demodernización se vuelve reflexivo, en el sentido deque se toma a sí mismo como objeto y problema.

2. Globalización del riesgoEsta globalización tiene dos vertientes. Por una parte,los efectos son transnacionales: el caso Chernóbil,el efecto invernadero, el efecto sobre la capa de ozono,a la contaminación transfronteriza, etc. Por otra parte,la globalización económica implica un proceso detransferencia de las fuentes de peligro: la carne de las«vacas locas», la fuga de cesio-137 de la planta de Aceri-nox, en Cádiz, que nos ha alertado sobre los peli-gros de los flujos internacionales de chatarra; etc.

3. Componente de futuro del riesgo«Frente a la evidencia palpable de las riquezas, los ries-gos presentan cierto aspecto incorpóreo... Por unaparte, muchos peligros y destrucciones ya son reales:aguas contaminadas o moribundas, la destrucción delbosque, nuevas enfermedades, etc. Por la otra, la verda-dera pujanza social del argumento del riesgo radicaen la proyección de amenazas para el futuro». (1)

Así pues, los riesgos tienen un clarísimo componenteprobabilístico. Lo que sucede es que las consecuen-

cias y los daños que se han manifestado nos permi-ten acotar el componente probabilístico y hacer mejo-res predicciones.

4. Percepción del riesgoMientras que gran parte de los bienes que consumi-mos los percibimos directamente, no ocurre así conlos nuevos riesgos, que quedan fuera de la percep-ción humana inmediata. Basta con fijarse en los efec-tos nucleares, los efectos de la contaminación, de lareducción de la capa de ozono, el efecto invernadero,las sustancias nocivas en los alimentos, etc., para darsecuenta de que hay que utilizar la ciencia para hacervisibles estos riesgos y poder interpretarlos como peli-gros. Para obtener un buen conocimiento de estosriesgos, la ciencia utiliza sus herramientas habituales:realiza experimentos, utiliza instrumentos de mediday elabora teorías. Esto lleva a concluir que la cien-cia fija los riesgos y que la población percibe losriesgos. Sin embargo, las teorías obtenidas presen-tan un elevado grado de incertidumbre, es decir,además del componente determinista existe un elevadocomponente estocástico o probabilístico, elementoque permite la intervención de un elevado númerode presiones sociales y políticas, y que otorga unagran importancia al papel de los medios de comu-nicación en la adquisición de la conciencia de riesgo.En definitiva, el riesgo podrá verse reducido, incre-mentado o eliminado de la conciencia.Todo esto implica que la sociedad del riesgo se instalaen un entorno de especulación. Supongamos quela sociedad vive tranquila. En un determinadomomento, un estudio científico pone de manifiestolos efectos perniciosos de, por ejemplo, la reducciónde la capa de ozono, del efecto invernadero, de laexplosión demográfica o de cualquier otra cuestión.De inmediato se alzan voces que se oponen o ponenen duda los resultados de este estudio: o bien porlas hipótesis de partida, o bien por el desconocimientoque se tiene sobre los efectos que puede provocar undeterminado factor, o por la metodología del estudio,etc. Los medios de comunicación intervienen paraincidir en este debate y aparecen dos fuerzas contra-puestas: por una parte, la de la mala noticia, que siem-pre es de impacto, y que se ve apoyada por el estu-dio científico y por la opinión favorable de grupossociales que quieren informar a la sociedad sobre lagravedad de la situación; y por la otra, la de la presiónde otros grupos sociales que pueden verse perjudi-cados por las medidas que deberían adoptarse comoconsecuencia de la aceptación del estudio originaly que aportan otro u otros estudios científicos queneutralizan o matizan sensiblemente el primero.Dado que los riesgos se consideran reales cuandola población los vive como tales, todo dependeráde la capacidad de influir de las diferentes fuerzas yde las circunstancias de las personas. No hemos deolvidar que la miseria es actual y se experimenta direc-tamente y que el riesgo es invisible y futuro. Poreste motivo, la percepción del riesgo sólo se puedeproducir en sociedades desarrolladas. Como conse-cuencia del conjunto de informaciones, la sociedadpuede adquirir conciencia del riesgo. Si es así, derepente el problema pasa a formar parte de las agen-das políticas y se desarrolla una pudiente dinámicapolítica. Cuando requiere una actuación programada

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y continua, se incorpora a los programas de los parti-dos políticos y se la menciona, con solemnidad, inci-diendo en la sensibilidad por el problema. Sólo asípuede el partido político captar adhesiones en elmercado de los votos. Ni tan sólo aquellos partidosque no aprecian la importancia del problema puedenpermitirse el lujo de excluirlo de la agenda, a menosque deseen verse tildados de irresponsables. La percep-ción del riesgo es, por lo tanto, una característica impor-tante de la sociedad del riesgo, y le confiere un impor-tante carácter político.

5. Una dialéctica naturaleza-sociedadLa sociedad del riesgo supone el final de la contra-posición entre naturaleza y sociedad. Mientras que lamodernidad y su manifestación en el proceso de indus-trialización consideraban la naturaleza como algo dadoque tenía que someterse, el propio proceso de indus-trialización ha destruido la idea de la naturaleza comoalgo no social. En la actualidad, nos encontramosen todas partes con una naturaleza artificial, en elsentido de que no se deja abandonada a su suerte.Por lo tanto, los problemas del medio ambiente nopueden considerarse como problemas del entorno,sino como problemas sociales, es decir, como proble-mas del ser humano que tienen repercusiones ensus condiciones económicas, culturales y políticas. Endefinitiva, la sociedad ya no puede entenderse de unamanera autónoma respecto a la naturaleza.

6. Estado de excepciónEl control del riesgo puede suponer unas mayoresposibilidades de intervención del estado. Tal comoafirma Ulrich Beck... «es más probable que bajo lapresión del peligro inminente se definan las respon-sabilidades, se centralicen las competencias de actua-ción y se fijen todos los detalles del proceso de moder-nización con controles y planificaciones burocráticas...La sociedad del riesgo no es una sociedad revolu-cionaria, sino más bien una sociedad de las catás-trofes. En ella, el estado de excepción amenaza conconvertirse en el estado normal.La gravedad de los peligros ambientales descritos parala vida de las plantas, de los animales y de los sereshumanos legitima de algún modo a los autores con labuena conciencia de la moral ecológica y les permiteemplear un lenguaje en el que hay bastantes expre-siones como control, autorización oficial y supervi-sión oficial. Resulta revelador que con el argumentode la gravedad de los daños al medio ambiente seexijan posibilidades y derechos más o menos ampliosde intervención, planificación y gestión.En pocas palabras, se dibuja el panorama de un auto-ritarismo científico-burocrático.» (2)En definitiva, se observa que para impedir los «efec-tos secundarios civilizadores» se pueden producir unos«efectos secundarios políticos» que amenazan el ejer-cicio de la democracia.Hasta ahora me he referido a los postulados que defi-nen los contornos de la sociedad del riesgo. El análi-sis que voy a hacer a partir de ahora tiene un carác-ter más microeconómico, en un intento de explorarla importancia relativa del riesgo en el proceso demodernización de la sociedad industrial. Por estemotivo, voy a utilizar un concepto operativo del riesgoy a formular una ley de comportamiento del riesgo.

Más adelante presentaré indicios que permiten consi-derar plausible la ley formulada. Finalmente, identi-ficaré criterios para la creación de valor en seguridad.

La importancia creciente del riesgo en lasociedad moderna

Para poder obtener proposiciones mensurables enrelación con el riesgo, conviene definirlo primerode un modo operativo(3). La palabra riesgo se utilizacon diversas acepciones: contingencia desfavorablea la que está expuesto alguien o alguna cosa, incer-tidumbre derivada del ejercicio de una actividad empre-sarial, peligro incierto, etc. Yo voy a utilizar, en esteartículo, el concepto matemático-estadístico del riesgo,que no es otra cosa sino la esperanza matemáticade la pérdida.Si consideramos un suceso al que se puede asociarun valor de probabilidad (P) y un daño o efecto (S= Severity), el riesgo (R) estará definido por el productode esta probabilidad por el valor del efecto, es decir:

R = P · S

Donde

0 ≤ P ≥ 1

Estos efectos se pueden medir de diferentes formas:en términos económicos, en número de siniestros, enpérdidas de vidas humanas, en lesiones personales,etc. De este modo, si un accidente se produce conuna frecuencia de una vez cada diez años y provocaveinte muertos, el riesgo será:

R = 1/10 x 20 = 2 muertos /año

Si por este mismo accidente se evalúan las pérdidasen 1.500 millones de pesetas, el riesgo será:

R = 1/10 x 1.500 = 150 millones de pesetas /año

En definitiva utilizaremos como valor de riesgo la espe-ranza matemática de la pérdida, que no es sino el valorde las pérdidas que podemos esperar a largo plazo.Cuando las fuentes de peligro son diversas y los efec-tos de un suceso también lo son (lesiones, pérdidaspatrimoniales, etc.) se hace necesaria la utilización deuna unidad común de medida. En este caso, las pérdi-das se expresan en unidades monetarias, para poderagregarlas.A menudo me referiré, de un modo genérico, a losobjetos de riesgo. Entendemos por objeto de riesgoo fuente de peligro cualquier elemento cuyo uso opresencia implique un riesgo. Es decir, el uso del objetoo la presencia del objeto lleva asociada la probabili-dad de que se produzca un suceso que entrañe dañospara las personas, los bienes o el medio. Por lo tanto,dentro del concepto de objeto de riesgo, se puedenencontrar productos, equipamiento, instalaciones,vehículos, etcétera.La utilización de estos objetos en la vida de las perso-nas y en las organizaciones sociales responde al hechode que antes de ser productores de riesgo son produc-tores de utilidades —entendiendo el concepto deutilidad en un sentido amplio—, de ahí que se incor-

poren a gran velocidad a la sociedad. El paradigmade la sociedad del riesgo pone de relieve el papelde cada vez más importante que adquieren los efec-tos secundarios en relación con las utilidades. En estesentido, el riesgo no solo se asocia a un aconteci-miento singular (un accidente), sino también a losdaños que de forma continua se pueden producirsobre el entorno.

Ley del desbordamiento del riesgoUna vez definido el riesgo, pasaré a demostrar que enlas sociedades modernas el riesgo adquiere unacreciente importancia relativa. Por este motivo, voya analizar el crecimiento natural del riesgo en relacióncon la renta y en relación con el número de habitantesde un territorio. Hemos de entender por crecimientonatural del riesgo el que se produciría si la sociedadno introdujese nuevas medidas correctoras, sean detipo tecnológico, organizativo etc. con el objeto deneutralizarlo.Así pues, considero que, en la fase actual de desarro-llo de la sociedad industrial, la tasa de crecimientonatural del riesgo es superior a la tasa de crecimientode la renta. A raíz de ello, también se puede afirmarque en aquellas sociedades que experimentan uncrecimiento de la renta per cápita, la tasa de creci-miento natural del riesgo será superior a la tasa decrecimiento de la población y, por lo tanto, se incre-mentará el riesgo por persona.Cuando hay una relación lineal entre objetos de riesgoy renta —hipótesis muy plausible— el crecimientonatural del riesgo con la renta puede adoptar dosformas: o bien una función lineal cuando no haya inte-rrelación o sinergias (en relación con el riesgo) entrelas fuentes de peligro, o bien una función acelera-damente creciente (con pendiente de reciente) cuandolos objetos de riesgo presenten interrelaciones.Podemos aclarar la cuestión con un ejemplo: la intro-ducción de ascensores en un sistema social provocaun crecimiento lineal del riesgo, es decir, cada uno deellos incorpora la misma cantidad de riesgo y no modi-fica los valores de riesgo de los ya existentes (yaque no modifica ni su probabilidad de accidentes,ni los efectos de los propios accidentes). En cambiono sucede lo mismo con los vehículos automóviles.Diez vehículos iguales conducidos por diez personasiguales en diez carreteras iguales provocan un riesgototal diez veces superior al riesgo de un único vehí-culo. No es así, en cambio, si consideramos estos diezvehículos iguales con las diez personas iguales perosólo en una carretera. El riesgo total es superior alde diez veces el riesgo de un único vehículo. Y, porlo tanto, el riesgo por vehículo ha aumentado. Otroejemplo sería la saturación del tráfico aéreo, queprovoca un crecimiento más que proporcional delriesgo.Antes que nada, hemos de advertir que esté es elcrecimiento del riesgo —que hemos definido comonatural— que se observaría si la sociedad no reac-cionase ante el fenómeno. Como tendré ocasión decomentar más adelante, no ha de ser así, sino quelas sociedades, para que los riesgos no se desbor-den, pueden asignar cada vez más recursos econó-micos a la prevención y protección, tanto en formade nuevas tecnologías como de innovaciones orga-nizativas.

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Aparte de la interrelación de los objetos de riesgo, hayotros factores que refuerzan este crecimiento acele-rado. Se trata de los siguientes:1. La introducción de fuentes de peligro que propor-

cionan más utilidades, pero a la vez, más riesgo.Por ejemplo, en la actualidad, los automóviles sefabrican para circular a velocidades mucho máselevadas, hecho que implica un mayor riesgo.

2. Un uso más intensivo de los objetos de riesgo.No es lo mismo tomar un avión una vez al añoque viajar en él cada semana. No es lo mismo hacerun viaje de mil kilómetros que uno de diez mil. Aquíla variable que se modifica es el tiempo de expo-sición a la fuente de peligro. De hecho, podemosobviar esta consideración si cuando hablamos deluso de objetos de riesgo nos referimos a los servi-cios de estos objetos (viajar en avión diez horasen lugar de una significa que el número de unida-des de servicio en el primer caso es diez veceslas unidades de servicio del segundo).

3. La localización del riesgo con la modernidad. Estaglobalización, tal como he mencionado, tiene dosvertientes: por una parte, la globalización econó-mica comporta un fuerte incremento de los flujosinternacionales de productos y, por tanto, de fuen-tes de peligro concreto; y por la otra, los efectosson cada vez más transnacionales y, en algunoscasos, universales.

4. La conversión «de efectos secundarios latentes»en «efectos secundarios visibles». Sería el caso delefecto invernadero, de la reducción de la capade ozono, etcétera. La ciencia produce esta visi-bilidad de los efectos, de la que antes no éramosconscientes.

Todo esto nos permite afirmar que el crecimientode la renta va acompañado de un crecimiento natu-ral del riesgo que es, ceteris paribus, claramente acele-rado. En valores porcentuales, el crecimiento porcen-tual del riesgo es superior al crecimiento porcentualde la renta.Si en lugar de referir el crecimiento natural del turismoa la renta, lo referimos al número de habitantes, obser-varemos un crecimiento natural todavía más acele-rado, si tenemos en cuenta que en los países desa-rrollados ha sido una constante el crecimiento de larenta per cápita.En definitiva, podemos afirmar que en las sociedadesindustriales el crecimiento económico va acompa-ñado de un crecimiento del riesgo y si no se intro-ducen permanentemente medidas correctoras sedesbordará dicho riesgo, tanto en relación con la rentacomo en relación con el número de habitantes.De hecho, esto es lo que intuye Jacques Attali cuandoafirma que «la emergencia de nuevos riesgos liga-dos a la globalización no podrá gestionarse más quecon la asignación de un porcentaje creciente de larenta mundial a los gastos en seguros». (4)

La observación de la realidad

Pero, en la realidad, ¿se observa este crecimiento rela-tivo del riesgo? No necesariamente, ya que los pode-res públicos destinan o inducen a que se destinen másrecursos económicos para frenar dicho crecimientorelativo del riesgo. Estos recursos adoptan la formade innovaciones tecnológicas, de actuaciones admi-

nistrativas, de actividades de revisión y mantenimientoobligatorias, etcétera; todo esto con el objetivo dereducir el riesgo. Es decir, son recursos destinados adisminuir la probabilidad de los sucesos no deseadosy los daños, en caso de que se produzcan. Tampocoes ajeno al objetivo de reducir el nivel de riesgo laexpulsiónde determinadas actividades de mayor riesgohacia países con menores niveles de exigencia, quesuelen coincidir con países subdesarrollados. Recor-demos que ante la disyuntiva de miseria o riesgo siem-pre es preferible el riesgo.Es decir, es posible que no se observe este desbor-damiento debido a las inversiones y gastos destina-dos a prevención y protección. Sin embargo, sí debe-ríamos observar algunos signos que nos permitieraninferir la existencia de fuerzas latentes que empujanhacia un crecimiento relativo del riesgo.A continuación, expondré algunos indicadores queme permitan inferir, de manera tentativa, la existen-cia de esas fuerzas latentes.

Accidentes gravesEn primer lugar, disponemos de los datos corres-pondientes a los cien accidentes más graves ocurri-dos entre 1957 y 1986. Su clasificación por décadasse puede ver en el cuadro 1.Estas cifras muestran que el número de accidentesse ha duplicado, aproximadamente, cada 10 años.Esto significa un crecimiento interanual del 6,8%, valorque está por encima de las tasas de crecimiento econó-mico global del conjunto de las economías afectadas.Es evidente que el número de accidentes, descono-ciendo sus efectos, no es un indicador integral delriesgo. Sin embargo, se puede afirmar que los efec-tos negativos han crecido en el transcurso de estosaños y, en consecuencia, los valores de los dañosmanifestarían una tasa de crecimiento todavía supe-rior.

Riesgo de accidentalidad en la circulaciónde vehículos automóvilesPara el análisis utilizaré los datos del cuadro 2, quecorresponden a España.En el apartado anterior hemos visto que la ley de creci-miento natural del riesgo descansaba, en primerainstancia, en una buena correlación entre la renta yel número de objetos riesgo. Pues bien, la correlaciónobservada entre el parque de vehículos y el PIB real,utilizando el periodo comprendido entre 1974 y 1996,es de 0,9816. En consecuencia, podemos hablar deuna excelente relación lineal. El ajuste de una funciónlineal por mínimos cuadrados ordinarios (MCO)proporciona una función lineal estadísticamente signi-ficativa.A continuación, analizaré tres series: número de acci-dentes, número de siniestros y coste de la siniestra-lidad.

• Número de accidentesUtilizo aquí el número de accidentes (NA) con vícti-mas (muertos y heridos), registrados por la DirecciónGeneral de Tráfico, como medida de riesgo. Su evolu-ción histórica se ve reflejada en la figura 1. Comopuede verse, su tendencia es creciente.

Distingo tres periodos:Las primeras 18 observaciones, correspondientes alperíodo 1972-89 (18 años y, por tanto, un espacio muysignificativo de tiempo), definen un período tenden-cialmente creciente con el punto más alto en el año1989. El cambio de tendencia coincide con la apro-bación de la Ley de tráfico de vehículos y seguridadvial. Sin embargo, durante todo este primer períodode crecimiento se aprobó un gran número de medi-das de seguridad vial. Entre otras, podemos mencio-nar:• Máximoporcentaje de alcohol en conductores 0,8 g/l• Obligatoriedad del cinturón de seguridad en carre-

tera• Límites de velocidad en vías urbanas e interurbanas• Primer plan de seguridad vial• Obligatoriedad del casco en motocicletas por carre-

tera• Luces de cruce obligatorias para motocicletas• Regulación sobre tiempo de conducción y descanso• Regulación de la inspección técnica de vehículos

(se impone para los turismos en el año 1986, aunquelos efectos no se manifestaron hasta más tarde,debido al período transitorio y a la progresiva bajade vehículos que no cumplían con las condicio-nes técnicas mínimas exigibles)

El segundo período, que comprende desde 1990 a1994, está formado por 5 observaciones, con unareducción del número de accidentes.El tercer período lo forman los años 1995-97 y mues-tra un repunte del aumento de accidentes con unaspendientesparecidas a lasmás altas del primerperíodo.

• Número de siniestrosSi en lugar de referirnos al número de accidentes regis-trados por la Dirección General de Tráfico nos referi-mos al número de siniestros registrados por las compa-ñías aseguradoras (esun registromuchomenos selectivo,ya que contabiliza cualquier suceso automovilísticocon daños), obtenemos para el período 1988-1997 laevolución histórica reflejada en la figura 2.La gráfica es contundente: no aparecen los cambiosestructurales que veíamos con el número de acci-dentes. La evolución se ajusta a una recta monóto-namente creciente.

• Coste de la siniestralidadÉste es un dato integrador que recoge el coste econó-mico,pagadopor lascompañíasaseguradoras,originadopor la siniestralidad de los automóviles. Su evoluciónhistórica en el período 1988-1997 se ve en la figura 3.Es necesario recordar que dicho coste de la sinies-tralidad (CS) está expresado en pesetas constantes refe-ridas al año 1986 (para que se puedan comparar conla serie del PIB en pesetas constantes, con base 1986).Se constatandosperíodos, conunaobservaciónde tran-sición: el primerperíodo comprendedesde 1988 a 1991y está caracterizado por un fuerte crecimiento; y elsegundo, que comprende desde 1993 a 1997, por unamarcadaestabilización. Enelmedio apareceunaobser-vación de transición, que corresponde al año 1992.Con estas observaciones podemos construir los cuadros3 y 4.En el cuadro 3 se pueden observar tres períodos.En el primero (1972-89) la tasa de crecimiento delnúmero de accidentes es superior a la tasa de creci-

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miento del PIB y del número de habitantes. En elsegundo (1989-94) se produce una reducción delnúmero de accidentes, a pesar de seguir creciendo —aunque a menor velocidad— el PIB y el número dehabitantes. Finalmente, en el tercer período (1994-96), la tasa de crecimiento del número de acciden-tes vuelve a ser superior a la tasa de crecimiento delPIB y del número de habitantes.En consecuencia, parece observarse la existenciade una fuerza latente que provoca periódicamente uncrecimiento del riesgo por encima del crecimiento delPIB y del número de habitantes.El cuadro 4 es mucho más desolador, ya que por todoel período se mide una tasa de crecimiento del númerode siniestros y del coste de la siniestralidad superiora la tasa de crecimiento del PIB y del número de habi-tantes.

Sobre la creación de valor en la seguridad

Si hemos visto que el riesgo tiene una importanciarelativa creciente, y el riesgo es un daño, la primeracuestión que nos planteamos es por qué los agen-tes decisorios no destinan más recursos para redu-cir estos daños. De entre el conjunto de respuestas,yo resaltaría tres:• En primer lugar, por qué entre la miseria y el riesgo

las personas escogen el riesgo. Sólo hace falta vercuál es el segmento de trabajadores que sufre másaccidentes laborales.

• En segundo lugar, por qué el agente decisoriomuy probablemente tomará una decisión miope,ya que los costes de reducción del riesgo son inme-diatos y ciertos, mientras que los daños espera-dos son futuros e inciertos.

• Y, en tercer lugar, por las externalidades negati-vas asociadas al riesgo. Es decir, los efectos nega-tivos desbordan al agente decisorio y pueden afec-tar a muchas otras personas y bienes, tanto públicoscomo privados.

Por este tercer motivo, sobre todo, la intervenciónde los poderes públicos es ineludible.La segunda pregunta que nos hacemos es cuál debeser el criterio que oriente la intervención pública. Paraeso tenemos que suponer que la intervención públicaestá orientada a la creación de valor en materia deriesgo. Esta creación de valor queda especificada porla reducción de riesgo. Pero, ¿hasta dónde se reduce?O bien, ¿cómo se distribuye esta reducción entre dife-rentes poblaciones de fuentes de peligro? Es decir,¿cómo se diseñan políticas públicas de seguridad efec-tivas?Para analizar los diferentes tipos de políticas públicasque pueden aplicarse en materia de seguridad es nece-sario definir previamente, tal como he mencionadoantes, cuáles son los objetivos o finalidades socialesque se quieren conseguir. Una vez definidos, se puedehacer un análisis de la política pública aplicada paraver si nos acerca o no al objetivo social que hemosfijado. Max Weber, al analizar el comportamiento social,distinguía cuatro tipos de actuaciones: actuación racio-nal respecto al objetivo (sería, por ejemplo, una actua-ción bajo el principio de la racionalidad económica);actuación racional respecto al valor (sea de justicia,de ética, de igualdad, religioso, etc.); actuación afec-tiva (determinada por impulsos, emociones o estados

de ánimo); y actuación tradicional (basándose enun hábito).Aquí, al plantearnos la actividad pública como un ejer-cicio de racionalidad, nos encontramos en la primeratipología: racionalidad con relación a un objetivo.Actuar racionalmente respecto al objetivo sugiere laidea de metodicidad y neutralidad afectiva. No es posi-ble analizar políticas públicas si no tenemos defi-nido antes el objetivo de la actuación. Yo realizaréel análisis suponiendo que se persigue un objetivo deracionalidad económica. Si se escoge otro, dicho análi-sis nos serviría para saber la desviación que se provoca(en términos económicos) sobre la optimización econó-mica. Primero, he de definir el concepto de riesgoóptimo. Suponemos que la reducción del riesgo sigueuna curva de costes marginales crecientes (figura4). Es decir, reducir las primeras unidades de riesgoes relativamente barato pero la reducción de suce-sivas unidades se realiza a costes cada vez mayores.Por otra parte, al hacer un análisis económico, el riesgoexpresará los daños esperados valorados en términoseconómicos.Defino el riesgo óptimo como aquel valor del riesgoque minimiza el valor económico total, que es la sumadel daño esperadomás el coste destinado a la reduccióndel riesgo. Un punto de equilibrio puede verse de unaforma intuitiva: las primeras unidades invertidas en lareducción del riesgo nos producen una reducción dedaños (en valores económicos) superior a la inver-sión realizada; por tanto, esta operación es rentabley conviene seguir destinando recursos a la reduccióndel riesgo (ver figura 4).Sin embargo, a partir de un punto (en la figura es elpunto A), el coste de la reducción del riesgo serámás elevado que la reducción de los daños espera-dos. Éste es el punto óptimo y aquí nos debemos pararsi seguimos un principio de racionalidad econó-mica, que aquí se concreta en la minimización delos costes totales (minimización del área a + b). Elriesgo óptimo es R*.La técnica de análisis de proyectos para acercarnos alriesgoóptimoesel análisis coste-beneficio. Si, encambio,el problema que se plantea no es determinar la inver-sión necesaria para llegar al riesgo óptimo, sino quedisponemos de una determinada cantidad de recur-sos y queremos reducir lo máximo posible el riesgo,entonces estamos ante un problema de coste-efectivi-dad.Mientrasqueel análisis coste-beneficiobuscadeter-minar el coste necesario para llegar a obtener el riesgoóptimo, el análisis coste-efectividad parte de un presu-puesto dado y busca cómo asignarlo entre diferentesobjetos de riesgo para reducir al máximo el nivel deriesgo (máximaefectividad).Obien, apartir deunobje-tivo determinado de reducción de riesgo, obtener ladistribucióndecostesparaqueel coste total seamínimo.Se puede demostrar que la solución óptima, en estesegundo caso, se consigue distribuyendo el presu-puesto de manera que, en el equilibrio, las variacio-nes marginales del riesgo por unidad monetaria inver-tida sean iguales para todas las fuentes de peligro(u objetos de riesgo). La solución encontrada es perfec-tamente racional. Si no fuera así sería posible sacaruna unidad monetaria destinada a un objeto de riesgoy destinarla a otro que tuviera el valor marginal dereducción más alto, con lo que conseguiríamos unareducción total de riesgo superior. Seria beneficioso

realizar esta reasignación de recursos hasta que llegá-semos a la igualdad formulada antes.Cuando lo que se pretende es la reducción del riesgoy llegar al riesgo óptimo disponemos de un conjuntode políticas públicas. No es objeto del presente artí-culo realizar una descripción detallada y una evalua-ción de la efectividad de estas políticas públicas.Me limitaré, simplemente, a enumerarlas:1. La regulación directa, fijando unos estándares de

seguridad.2. Dar responsabilidad al particular acompañándolo

de la intervención de las compañías asegurado-ras.

3. Impuestos al riesgo.4. Subvenciones a la reducción del riesgo.Hay una quinta política pública, en una situación toda-vía muy poco madura, que consiste en delimitar unespacio o burbuja de riesgo, determinar unos dere-chos de propiedad (permisos de riesgo transferibles),definir unas reglas de funcionamiento del mercadoy dejar que éste regule las transacciones de los permi-sos de riesgo transferibles.

Como conclusión

En este artículo he pretendido justificar la crecienteimportancia del riesgo en la sociedad moderna, formu-lando una ley estructural del riesgo y observando sila realidad nos da pistas que puedan confirmar su vali-dez. Después he dado unos criterios (el de coste-bene-ficio y el de coste-efectividad) que sean orientado-res de la intervención pública, cuando el principioque guía su actuación es la creación de valor en segu-ridad y éste se mide por el cumplimiento del obje-tivo de la eficiencia.Cuando para una determinada población de fuen-tes de peligro estamos por debajo del riesgo óptimo—lo que es muy probable que suceda en buena partede los casos— la simple reducción del riesgo ya signi-fica creación de valor.Si de lo que se trata es de distribuir un conjunto derecursos entre diversas fuentes de peligro, o entrediversas poblaciones de fuentes de peligro, hemosvisto que es el criterio del coste-efectividad el que guíala decisión si se quiere alcanzar un objetivo de eficien-cia en el uso de los recursos. Sin embargo, tambiénsería posible utilizar otros criterios, como puede serel de alcanzar una determinada distribución de ries-gos, personales o territoriales. Pensemos que el origende una actuación de esta naturaleza no necesaria-mente se puede producir como consecuencia de lacesión a la presión de determinados grupos de inte-rés (stakeholders), sino que podría ser para neutra-lizar no tanto el riesgo objetivo de una población sinola «percepción del riesgo» de dicha población paraunas determinadas fuentes de peligro.Todo este análisis tiene identidad propia. Sin embargo,lo he considerado como un análisis parcial que tienecomo referente un constructo social conocido como lasociedad del riesgo, si bien los parámetros que defi-nen dicho constructo tienen un abaste social muchomás amplio. Me sentiría plenamente satisfecho si esteanálisis parcial sirviera para abrir un debate sobre laimportancia del riesgo en la sociedad moderna y, deaquí, sobre si bajo el paraguas del riesgo hay una

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categoría teórica fuerte que permite postular la emer-genciadeunanueva forma social: la sociedaddel riesgo.Referències(1) BECK, U. La sociedad del riesgo. Ediciones Paidós

Ibérica, 1998.(2) BECK, U., op. cit.(3) MIR, N. Una introducció a l’economia del risc indus-

trial. Edicions UPC, 1997.(4) ATTALI, Jacques. «Geopolítica de los riesgos en

el siglo XXI». Gerencia de riesgos, nº 58.

Política ambiental en situaciones decomplejidadS. FuntowiczJoint Research Centre de la Comisión Europea,Ispra (Italia)J. RavetzRMC Ltd., Londres (Inglaterra)

Las políticas ambientales deben gestionaruna realidad a menudo definida en términosmeramente científicos, a pesar de que esarealidad se compone de incertidumbres yvalores humanos que el análisis científico nocontempla. La ciencia normal, por lo tanto,topa con serias dificultades para proponersoluciones a los problemas a los que seenfrenta la política ambiental. ¿Es la cienciainútil? No, es insuficiente, y lejos derenunciar a la sistemática del estudiocientífico, la ciencia postnormal supone unaayuda para dotar de un enfoque nuevo a lasestrategias de resolución de problemas.

El medio ambiente, en relación con la política, esun campo especialmente estimulante. Existen innu-merables detalles que afectan a muchos problemasconcretos y que requieren análisis y gestiones dife-renciadas. Además, no deben pasarse por alto lasamplias cuestiones estratégicas que deben servir debase al trabajo normativo, como por ejemplo, losaspectos relacionados con la sostenibilidad. Hayque recordar que nada se puede realizar con untotal aislamiento, pues las cuestiones están interre-lacionadas, los problemas se extienden a diferentesniveles de espacio y tiempo y las incertidumbres decualquier clase y de diferente grado de dificultad afec-tan tanto a los datos como a las teorías.Esta situación es nueva para los legisladores. Por unlado, el medio ambiente se encuentra en el ámbito dela ciencia: los fenómenos de interés pertenecen almundo de la naturaleza. Por otro lado, los métodosde investigación son totalmente diferentes de aque-llos concebidos para la ciencia occidental tradicional,que tuvo que conquistar y controlar la naturaleza.Ahora tenemos que gestionar nuestro entorno, adap-tarnos a él y establecer algunas correcciones. Sabe-mos que no somos —y que realmente nunca hemossido— «los amos y poseedores de la Naturaleza» queDescartes imaginaba cuando describía nuestra funciónen el mundo (Descartes, 1638).Para ocuparnos de estos nuevos objetivos necesita-mos nuevas herramientas intelectuales. Una imagende la realidad que reduce los fenómenos complejosa elementos sencillos y atómicos puede ser muy efec-tiva para la experimentación controlada y la cons-trucción de la teoría abstracta, pero no es el enfo-que más conveniente para las tareas de la políticamedioambiental actual. El pensamiento científicobusca regularidad, simplicidad y certidumbre en losfenómenos y en las intervenciones, pero estos facto-res pueden reprimir la comprensión de los problemasy pueden dificultarnos la visión de los métodos apro-piados para solucionarlos. A continuación presen-taremos y explicaremos varios conceptos que puedenaportar elementos de un marco que nos ayudará aentender los problemas medioambientales. Sonconceptos nuevos y todavía se están desarrollando.No existe ninguna ortodoxia que afecte a su conte-nido o a las condiciones de su aplicación.El primer concepto que trataremos será el de comple-jidad, que es el concepto principal y que hace refe-rencia a la estructura y a las propiedades de los fenó-menos y a los problemas de la política medioambiental.

Los sistemas complejos no sólo son complicados; porsu naturaleza, implican una pluralidad de perspecti-vas legítimas y de muchos puntos que no son del todoverificables, con lo cual se crean muchas incerti-dumbres. Por este motivo, las metodologías de la cien-cia tradicional, basadas en experimentos de labora-torio, son poco adecuadas para este nuevo contexto.La metodología más general para solucionar proble-mas complejos relacionados con la ciencia es la cien-cia postnormal (Funtowicz y Ravetz 1993, 1997a), quese centra en unos aspectos de la solución de proble-mas que no se acostumbran a tratar en la práctica cien-tífica habitual: la incertidumbre y el exceso de valo-res. Además, este tipo de ciencia aporta razonescoherentes sobre la necesidad de que se participe másen los procesos de la política científica, sobre todoteniendo en cuenta las nuevas tareas de garantía decalidad en estas áreas problemáticas.

Complejidad

Es muy probable que cualquier persona que intentecomprender los problemas del medio ambiente quededesconcertada al ver la cantidad de problemas exis-tente, su variedad y su complicación. La tentaciónnatural es intentar reducir estos problemas, conver-tirlos en elementos más sencillos y manejables, comosi se tratara de modelos matemáticos y simulacionesde ordenador. Al fin y al cabo, éste ha sido el métodomás satisfactorio de la ciencia y la tecnología occi-dental hasta nuestros días. Pero los problemas medio-ambientales tienen unas características concretas,por lo que los métodos reduccionistas no logranlos éxitos deseados. Con el término complejidadqueremos hacer referencia a estos problemas.La complejidad es una propiedad que tienen ciertostipos de sistemas; de hecho, se establece una distin-ción entre sistemas simples y sistemas complejos. Lossistemas simples se pueden observar (en la teoría oen la práctica) mediante un análisis simple, lineal ydeterminista. Así son las explicaciones científicas clási-cas, sobre todo aquellas de los campos que disfru-tan de un gran prestigio, como la física matemática.A veces este tipo de sistema necesita más variablespara ser explicado o controlado de las que, senci-llamente, se pueden utilizar en la teoría. Cuandoesto ocurre, el cometido requiere otros métodos yel sistema se complica. La distinción entre ciencia eingeniería —ésta última acaece cuando están en juegomás de media docena de variables— es un buen ejem-plo de la distinción entre sistemas simples y comple-jos.Con la auténtica complejidad, debemos afrontar distin-tos fenómenos. Hay muchas definiciones de comple-jidad —todas con puntos en común— que derivan delas diversas áreas de la práctica científica con sistemasecológicos, organismos, instituciones sociales o simu-laciones artificiales de cualquiera de estos ejemplos.En este artículo utilizamos una visión más generalde este concepto. En primer lugar, pensamos en unsistema —conjunto de elementos y subsistemas—definido por sus relaciones dentro de una especiede jerarquía o jerarquías. Esta jerarquía puede serde inclusión o de escala, como en el caso de un ecosis-tema con (pongamos por caso) una laguna, un arroyo,la cuenca y la región, a un nivel ascendente. O puede

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ser una jerarquía de función, como en un organismocon diferentes órganos. Una especie y cada uno desus miembros forman un sistema con jerarquías deinclusión y de función. Los sistemas medioambien-tales pueden incluir también subsistemas humanose institucionales, que a su vez son sistemas. Estetipo de sistema es muy especial, se le denomina refle-xivo. Además, en estos sistemas, los elementos tienenfines propios, que pueden conseguir de modo inde-pendiente o, incluso, oponiéndose a las funcionesasignadas por la jerarquía (Funtowicz y Ravetz 1997b).En primer lugar un sistema es un constructo intelec-tual que algunos humanos han impuesto a un conjuntode fenómenos y a sus explicaciones. A veces es nece-sario dejar al observador fuera del sistema, pero enlos casos de sistemas con componentes humanos einstitucionales, esto es contraproducente. Así pues,en sistemas medioambientales, el observador y elanalista están arraigados en sus propios sistemas socia-les, geográficos y cognitivos. Desde un punto de vistapolítico, una de las propiedades más básicas de lossistemas complejos analizados y observados se puededenominar «la teoría del elefante», con lo que se quierehacer referencia a la fábula india que trata de cincohombres ciegos que, tocando la pata de un elefante,intentan adivinar de que objeto se trata. Cada unode ellos concibe el objeto según su propio procesoparcial de formación de imágenes. Después se permiteque un observador desconocido vea el todo, no sólouna parte, y él es el único que ve que es un elefante.Esta parábola nos recuerda que los observadores yanalistas de un sistema complejo operan con cier-tos criterios de selección de fenómenos, estableciendounas prioridades, y con unos valores y obligacionesintrínsecos. De hecho, esta selección en la observa-ción y el análisis no es puramente subjetiva o arbi-traria, pero lo que es obvio es que ninguno de losaspectos estudiados, individualmente, puede englo-bar todo el sistema. Al observar el proceso comoun todo, nos podríamos preguntar si la conciencia deestas limitaciones existentes es inherente a la compren-sión personal sistemática o si está excluida. De todosmodos, en ausencia de esta conciencia, dispone-mos de unos conocimientos técnicos un poco anti-cuados y cuando el análisis se enriquece con estosconocimientos, obtenemos la ciencia postnormal.Podemos explicar este concepto deunmodomás siste-mático, basándonos en dos propiedades clave de lossistemas complejos. Una de estas propiedades es lapresencia de incertidumbres importantes e irreducti-bles de varios tipos en los análisis. La otra es la multi-plicidaddeperspectivas legítimasencualquierproblema.Por lo que se refiere a la incertidumbre, tenemos unaespecie de «efecto Heisenberg», donde los actos deobservación y de análisis forman parte de la activi-dad del sistema que se está estudiando, y por tanto,lo influyen de varios modos. En sistemas sociales refle-xivos es muy conocido, se refiere al riesgo moral, alas profecías autorrealizables y al pánico colectivo.Pero existe otra causa de incertidumbre muy caracte-rística de los sistemas complejos. Una causa que derivadel hecho de que cualquier análisis (de hecho, cual-quier observación) tiene que tratar con un sistema arti-ficial, normalmente truncado. Los conceptos queenglo-ban la información existente sólo coincidiránaccidentalmente con los límites y estructuras que son

importantes para un problema político dado. Por esolas estadísticas sociales ymedioambientales estándispo-nibles normalmente (si existen) en agregados crea-dos por los gobiernos, que tienen otras cosas en lacabeza. Los datos se han de someter a una interpre-tación, a una manipulación para que sean pertinen-tes para el problema que tienen entre manos. Ademásde las obvias y técnicas incertidumbres que comportala recogida de datos, la información presentará unasincertidumbres estructurales aún más profundas, unasincertidumbres que no se podrán confrontar con elanálisis cuantitativo, que de hecho puede ser deci-sivo para la calidad de la información presentada.Un análisis similar nos lleva a la conclusión de que noexiste una única perspectiva privilegiada de un sistema.Los criterios de selección de datos, un truncamientode los modelos y la formación de conceptos teóri-cos están cargados de valores y los valores son aque-llos insertados en el sistema societal o institucional enel que se ha desarrollado la ciencia. No se trata deproclamar el relativismo o la anarquía. Más bien sequiere recordar que el proceso de decisión sobre polí-ticas medioambientales tiene que incluir el diálogoentre los que presentan un interés por el problemay los que se comprometen a solucionarlo. Tambiénse sugiere que el proceso hacia una decisión puedeser tan importante como los detalles de la decisiónque finalmente se toma.Como ejemplo de esta pluralidad de perspectivas,podemos imaginar a un grupo de personas mirandola ladera de una montaña. Una de estas personasve un tipo concreto de bosque; otra se fija en unaexcavación arqueológica; otra, en un barrio perifé-rico en construcción y otra descubre un problema deurbanismo. Cada persona utiliza su formación paraevaluar lo que ve, en relación con su trabajo. Suspercepciones están condicionadas por una varie-dad de estructuras cognitivas e institucionales, conelementos explícitos y tácitos. En un proceso polí-tico, sus diferentes visiones podrían acabar en conflictoe, incluso, algunos interesados podrían llegar a negarla legitimidad de los compromisos y la validez dela percepción de los demás. Cada persona percibesu propio elefante, por así decirlo. La responsabili-dad del supervisor es ver los sistemas parciales desdeuna perspectiva más amplia y encontrar alguna coin-cidencia entre todos ellos, para que se produzcaun acuerdo o como mínimo una aquiescencia en unapolítica. Para aquellos que tienen una tarea inte-gradora, es útil comprender que esta diversidad y losposibles conflictos que surjan no son accidentes desa-fortunados que se puedan eliminar con una ciencianatural o social mejorada: son unos rasgos inhe-rentes al carácter del sistema complejo, como la laderade la montaña.Estas dos propiedades clave de sistemas complejos—la incertidumbre radical y la pluralidad de pers-pectivas legítimas— ayudan a definir el programa.Demuestran por qué la política medioambiental nose puede formar alrededor del camino lineal ideali-zado de la acumulación de datos para después apli-carle el conocimiento científico. En realidad, la forma-ción política está inmersa en un subsistema que asu vez forma parte de un sistema complejo global delque el problema medioambiental es otra parte.

Ciencia postnormal como puente entre lossistemas complejos y la política ambiental

La idea de una ciencia que sea postnormal comportauna cierta paradoja y posiblemente un aire de miste-rio. Por normalidad entendemos dos cosas. Una esla idea de una ciencia de investigación que consistenormalmente en resolver enigmas dentro de un para-digma incontestable e indiscutible, ésta es la teoría deT.S. Kuhn (Kuhn 1962). La otra es la presunción deque la política medioambiental todavía es normal, demodoque la rutina de los expertos para resolver proble-mas proporciona una base adecuada de conocimientopara las decisiones políticas. Obviamente, los inves-tigadores y los expertos tienen que realizar una rutinade trabajo con problemas a pequeña escala; la cues-tión es cómo establecen el marco de estudio, quiénlo establece y con qué grado de conciencia del proceso.En una situación normal, hablando de ciencia o polí-tica, el proceso se realiza en gran parte de modo implí-cito y es aceptado inconscientemente por aquellosque quieren formar parte de él. La gran lección de losúltimos años es que esto ya no es válido. Es lo quese podría denominar «rechazo de la espléndida narra-tiva» postmoderna o política verde, que nos parecebien siempre que se haga fuera de nuestro ámbito.Sean cuales sean las causas, no podemos continuarasumiendo la presencia de este tipo de normalidaddel proceso político, sobre todo en relación con elmedio ambiente.Lo que nos lleva a la ciencia postnormal es que enlas ciencias que dependen de los resultados en rela-ción con los debates medioambientales, normalmentelos hechos son inciertos, los valores son discutibles,los intereses son importantes y las decisiones, urgen-tes.Alguien puede decir que estos aspectos no se tendríanque englobar bajo el paraguas de la ciencia, pero larespuesta podría ser que estos problemas están entodas partes y que cuando se hace referencia a la cien-cia (como tiene que ser), las condiciones son todomenos normales. La distinción de hechos científi-cos objetivos duros y juicios valorizadores subjeti-vos suaves se ha invertido. Muy a menudo tenemosque tomar decisiones políticas duras cuando las apor-taciones científicas con las que contamos son irre-mediablemente sencillas.La diferencia entre las antiguas y las nuevas condi-ciones se puede observar en las dificultades actua-les de la aproximación económica clásica a la políticamedioambiental. Tradicionalmente, la economía inten-taba mostrar cómo los objetivos sociales se podíanalcanzar mejor mediante mecanismos que funcio-naban automáticamente en un sistema esencialmentesencillo. La metáfora de la «mano invisible» de AdamSmith comportaba la idea de que la interferencia dela conciencia en los trabajos del sistema económicono haría ningún bien, sino todo lo contrario, muchodaño; y esta visión se ha mantenido hasta nuestrosdías. Ahora bien, para alcanzar la sostenibilidad, losmecanismos automáticos son claramente insuficien-tes. Incluso cuando se utilizan más los mecanismosde fijación de precios que el control para poner enpráctica las políticas económicas, los precios los tieneque fijar, conscientemente, una agencia, que seconvierte en una mano controladora sumamente visi-

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ble. Si los hechos externos son inciertos e irreversi-bles, no pueden haber precios ecológicamente correc-tos en los mercados actuales (con estructuras de dere-chos de propiedad adecuadas) o en los mercadosficticios (mediante una valoración de contingenteso de otras técnicas económicas). En el mejor de loscasos un sistema de toma de decisiones puede esta-blecer los precios ecológicamente corregidos. Asípues, están en juego las hipótesis, las teorías, las visio-nes y los prejuicios de los agentes que fijan las polí-ticas, y a veces todo ello es bastante visible de caraal público. Y el público también se da cuenta de lasvisiones opuestas y contrastadas en el terreno polí-tico, todas ellas plausibles y que no admiten refuta-ción. He aquí un sistema social y teniendo presentelos términos mencionados anteriormente, es realmenteun sistema complejo, reflexivamente complejo.

El principio de calidad

En estos contextos de complejidad, existe un nuevopapel para la ciencia natural. Los hechos que se ense-ñan en los libros de texto continúan siendo necesa-rios, pero ya no son suficientes porque hacen refe-rencia a una versión estandarizada del mundo natural,una visión a menudo relacionada con las condicio-nes artificialmente puras y estables de un experimentode laboratorio. El mundo real, con la interacciónque mantenemos para obtener la sostenibilidad, nose parece demasiado a la situación del laboratorio.Aquellos que se han convertido en expertos acredi-tados por medio de unos estudios académicos tienenun conocimiento muy valioso de estos problemasprácticos. Pero posiblemente también se tendrán querecuperarse de los prejuicios adquiridos inconscien-temente durante su aprendizaje. Al contrario de laimpresión transmitida por los libros de texto, en lapráctica muchos problemas tienen más de unarespuesta plausible y muchos no tienen ninguna.Además, en el mundo artificial de la formación acadé-mica, es completamente inconcebible que los proble-mas se puedan abordar y solucionar de un modo queno sea mediante los conocimientos acreditados de losexpertos. Generalmente, los sistemas de gestión deproblemas medioambientales que no se estudian desdeel punto de vista científico y que no se pueden expli-car con principios científicos son descartados comoproducto de la tradición ciega o de la causalidad. Ycuando personas sin titulación académica intentanparticipar en los procesos de innovación, evalua-ción o decisión, sus esfuerzos son vistos con menos-precio o desconfianza. Estas actitudes no surgen dela malevolencia; son el resultado inevitable de unaformación científica que presupone y adoctrina sobrela presunción de que todos los problemas son senci-llos y científicos y que se tienen que resolver con laanalogía del libro de texto.Pero cuando la analogía del libro de texto falla, la cien-cia —en el contexto de la política— debe conver-tirse en ciencia postnormal. Cuando los hechos soninciertos, los valores discutibles, los intereses fuer-tes y las decisiones urgentes, el principio orienta-tivo tradicional de la ciencia de investigación y el prin-cipio de consecución de la verdad o, como mínimo,del conocimiento objetivo se han de modificar sustan-cialmente. En las condiciones postnormales, estos

conceptos pueden ser un lujo, incluso una irrelevancia.En la Ciencia postnormal el principio orientativo esmucho más fuerte: el principio de calidad.Se podría argumentar que la calidad siempre ha sidoel principio efectivo en la ciencia de investigaciónpráctica, pero en realidad, la filosofía e ideología domi-nante de la ciencia a menudo la han olvidado. Parala ciencia postnormal, la calidad es crucial y hace másreferencia al proceso que al producto. Los círculospolíticos se percatan cada vez más de que en proble-mas medioambientales complejos donde faltan buenassoluciones y se necesita el soporte de todos los inte-resados, la calidad del proceso de toma de decisio-nes es absolutamente crítica para que la decisiónobtenga buenos resultados. Este nuevo modo dever las cosas se refiere tanto al aspecto científico dela toma de decisiones como a cualquier otro aspectoque resulte procedente.

Ciencia con valores

La ciencia postnormal se puede relacionar con lasestrategias complementariasmás tradicionalesmedianteun diagrama (ver figura 1). En este diagrama se puedenobservar dos ejes: incertidumbres de los sistemas eintereses de la decisión. Cuando su importancia esmínima, nos encontramos en el terreno de la cien-cia segura y normal, donde la competencia es comple-tamente efectiva. Cuando aumenta la importanciade uno de esos ejes, la aplicación de las técnicasrutinarias ya no es suficiente; en dichos casos, se nece-sita habilidad, criterio y, a veces, valentía. Hoy endía esto se denomina asesoramiento profesional,teniendo presente los ejemplos del cirujano o del inge-niero superior. La sociedad moderna ha dependidode los ejércitos de científicos aplicados, que han hechoavanzar las fronteras del conocimiento y de la técnica;los profesionales, por su parte, han representadoun papel aristocrático, como innovadores o comoguardianes.Siempre ha habido problemas que la ciencia no hapodido resolver. De hecho, el gran hito alcanzado pornuestra civilización ha sido domesticar la naturalezade muchos modos diferentes. Gracias a esto, paraun sinnúmero de personas la vida es más segura, másútil y más cómoda de lo que se podía haber imagi-nado en los primeros tiempos. Pero ahora nos damoscuenta de que la conquista de la naturaleza no haacabado. Al enfrentarnos con la naturaleza en su estadoreactivo, encontramos incertidumbres extremas ennuestra comprensión de sus sistemas complejos, unasincertidumbres que no se solventarán con el merodesarrollo de las bases de datos o con la potencia infor-mática. Y teniendo en cuenta que estamos todos impli-cados en la gestión de los recursos del mundo natu-ral para nuestro provecho personal y social, cualquierpolítica de cambio está obligada a afectar a nues-tros intereses. Por ese motivo, en cualquier estrategiade resolución de problemas, los intereses de la deci-sión de los diversos interesados también se debentener en cuenta.Ésa es la razón por la que el diagrama tiene dos dimen-siones y esto es una innovación para las descripcio-nes de ciencia, asumida tradicionalmente por estarexenta de valores. Pero en cualquier problema realde gestión del medio ambiente, ambas dimensiones

son inseparables. Si las conclusiones no están total-mente determinadas por los hechos científicos, losvalores del agente condicionan las interferencias (natu-ralmente y legítimamente). Ésta es una parte nece-saria de la práctica de la investigación; todas las prue-bas estadísticas tienen valores incorporados, y esto seobserva, por ejemplo, en la elección de límites confi-denciales numéricos y la gestión de datos aislados queexigen unos juicios que a veces se pueden aproximara la ciencia postnormal en su complejidad. Si los inte-reses son muy altos (como cuando una instituciónes amenazada seriamente por una política), entoncesuna política defensiva exigirá desafiar cada paso delargumento científico, aunque las incertidumbres delos sistemas sean realmente poco importantes.Estas tácticas son sólo incorrectas cuando las llevana cabo, en secreto, científicos que se presentan comojueces imparciales cuando de hecho son abogadoscomprometidos con una causa. Ahora hay muchasiniciativas —que no dejan de aumentar en númeroy en importancia— para incluir círculos más ampliosde personas en la toma de decisiones y en la ejecu-ción de los problemas medioambientales.Con la contribución de todos los interesados en casosde ciencia postnormal no es que se persiga única-mente una más amplia participación democrática. Eneste caso los problemas son muy diferentes de losde la ciencia de investigación, la práctica profesio-nal o el desarrollo industrial. Cada uno de ellos tienesus propios sistemas para asegurar la calidad de losproductos de su trabajo, ya sean los colegas del ámbito,las asociaciones profesionales de evaluación o elmercado. Para estos nuevos problemas, la calidaddepende del diálogo abierto entre todas las partesafectadas. Esto es lo que se denomina comunidad delámbito, que no sólo se compone de personas conacreditación institucional, sino de todas aquellascon deseo de participar en la resolución del problema.Fuera de contexto, dicha propuesta puede parecerque implica una dilución de la autoridad de la cien-cia y que nos lleva al terreno de la política. Pero noestamos aquí para hablar de las áreas tradicionales deinvestigación y del desarrollo industrial, sino parahablar de aquellas áreas donde los problemas de cali-dad son cruciales y los mecanismos tradicionalesde garantía de calidad son claramente inadecuados.Como este contexto de ciencia tiene relación con lapolítica, en el hecho de que se amplíe el ámbito dedebate fuera de los círculos tradicionales —en la exten-sión de dicha comunidad del ámbito— se puede obser-var cierta analogía con tiempos pasados, cuando sehicieron concesiones en otros terrenos; cuando sepermitió, por ejemplo, que los trabajadores formaransindicatos y cuando las mujeres pudieron votar. Entodos estos casos, había profecías negativas que nose cumplieron.En lo relativo a la formación de una política medio-ambiental en condiciones de complejidad, es difícilimaginar una alternativa viable a la extensión de losmiembros de las comunidades del ámbito. Ya se estáncreando agrupaciones de este tipo, cada vez más, yesto ocurre cuando las autoridades no ven otra salidao cuando saben que ninguna política puede triun-far sin una amplia base de consenso. Entre estos gruposse encuentran los jurados populares, los grupos deatención, las conferencias de consenso o cualquier

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otro grupo con otro de los muchos nombres que seles ha dado. Tanto la denominación como la formay las competencias son extremadamente variadas.Pero todos tienen un elemento importante en común:garantizan la calidad de las propuestas políticas, inclu-yendo un elemento científico, basándose en cualquierciencia que puedan dominar durante el periodo depreparación, y todos sus veredictos tienen un gradode fuerza moral y por tanto, de influencia política.

Soluciones reales a problemas reales

Juntamente con esta función evaluadora y reguladorade las comunidades del ámbito, está surgiendo otrafunción, una función más profundamente involucradaen el proceso político. Especialmente a nivel local, seha visto, reiteradamente, que la gente, con la práctica,no sólo se ocupa del medio ambiente sino que encuen-tra modos ingeniosos y creativos —parcialmentetecnológicos— para su mejora. La calidad no radicaúnicamente en la verificación sino también en la crea-ción, porque la gente puede imaginar soluciones yreformular problemas con métodos que los exper-tos acreditados, con la mejor intención del mundo,no encuentran normales.Nadie puede garantizar que el restablecimiento dela calidad dentro de las comunidades del ámbito serealizará fácilmente y sin errores. Pero en el procesode extensiónde las comunidades del ámbito por mediodel enfoque de la ciencia postnormal, podemos obser-var una vía abierta, tanto para la ciencia como paralos problemas complejos del medio ambiente.La Comisión real sobre contaminación del medioambiente del Reino Unido ha creado recientementeuna especie de manual para la práctica de la cienciapostnormal. En el informe 21, sobre el establecimientode normas medioambientales, se realizan unas obser-vaciones y recomendaciones que reflejan un nuevopunto de vista. Así pues, sobre la incertidumbre, sedice:9.49: No se ha concebido ningún método satisfac-torio para medir el riesgo para el medio natural, nitan siquiera un principio, y aún menos se ha definidola escala de riesgos que se podría considerar tole-rable.En lo referente a los valores, tenemos lo siguiente:9.74: Cuando las normas medioambientales estánfijadas o se han emitido juicios sobre los proble-mas medioambientales, las decisiones tienen quecomportar la comprensión de los valores de las perso-nas [...];En cuanto a la extensión de las comunidades de pares:9.74 (continuación): Las formas tradicionales deconsulta, aunque han proporcionado puntos de vistaútiles, no son un método adecuado para articularlos valores;Y para la pluralidad de perspectivas legítimas:9.76: Una exploración más rigurosa y más amplia delos valores de las personas requiere una discusión y undebate para permitir que se considere una variedad depuntos de vista y de perspectivas y que se desarro-llen valores individuales.[(Comisión Real sobre Contaminación Ambiental delReino Unido 1998) Capítulo 9 - Conclusiones].

Conclusión

La inadecuación del enfoque tradicional de la ciencianormal se ha mostrado reveladora en la dramáticaclaridad del episodio de las vacas locas. Durante añoslos investigadores y asesores acreditados asegura-ron al gobierno británico que el riesgo de transmisióninfecciosa a los humanos era casi inexistente. No dieronimportancia a los intereses implicados en la políticaoficial, para la cual la alarma pública y los gastosdel gobierno eran los aspectos prioritarios. Despuésse confirmó la existencia de enfermos infectados ydurante un breve periodo de tiempo el gobierno admi-tió que una epidemia de enfermedad degenerativaera un riesgo no cuantificable. La situación se descon-troló y el rechazode los consumidores no sólo amenazóla carne de vaca británica sino seguramente toda laindustria cárnica europea. Teniendo en cuenta la situa-ción, se tuvo que tomar una dura decisión sobre elganado que se tenía que sacrificar. Pero se partía deuna base muy frágil: simples estimaciones sobre elnúmero de cabezas de ganado que se tenían que sacri-ficar para tranquilizar a los consumidores de carne. Asu vez, los detractores independientes –a los que sehabía tratado con bastante dureza- fueron admiti-dos en el debate. Sin desear de ningún modo unasconsecuencias como estas, el Ministerio Británicode Agricultura, Ganadería y Pesca creó una situa-ción de extrema incertidumbre, en la que se desco-nocían los intereses reinantes y en la que se legiti-maba la ampliación de la comunidad con derecho aopinar.El enfoque de la ciencia postnormal no se ha de enten-der como un ataque a los expertos acreditados sinomás bien como una ayuda. El mundo de la ciencianormal en el que fueron formados, tiene su lugardentro de un estudio científico del medio ambiente,pero es necesario que se complemente con unaconciencia de la naturaleza postnormal de los proble-mas con los que nos enfrentamos. La gestión de siste-mas naturales complejos como si fueran meros ejer-cicios científicos nos ha llevado a la actual situación,donde se combinan triunfos y peligros. Estamospresenciando la emergencia de un nuevo enfoqueen lo referente a las estrategias de resolución deproblemas. En este enfoque la función de la cien-cia continúa siendo fundamental, pero entra dentrode un contexto que tiene en cuenta las incertidum-bres de los sistemas naturales y la relevancia de losvalores humanos.•

Bibliografía

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Ulrich Beck y las dimensiones socialesdel riesgoJosep EsplugaSociólogo, profesor de sociología ambiental de laUniversidad Autónoma de Barcelona

El sociólogo alemán Ulrich Beck es el formu-lador del concepto de risk society (sociedaddel riesgo) que intenta describir la nueva moder-nidad, es decir, la estructura social en trans-formación que caracteriza al capitlismo tardío.En esta «modernidad reflexiva» el riesgo es unconstructo social no una probabilidad clara-mente objetivable. A pesar de la potencialidaddemuchasdesus ideas, launiveralidadqueBeckasocia a muchos de los riesgos contemporáneosrefleja el etnocentrismo de su propuesta.

En algunos pasajes de su curiosa etnografía tituladaEl antropólogo inocente, Nigel Barley hace referen-cia a las relaciones que los dowaios —una pequeñatribu del Camerún— mantienen con el medio ambienteen el que viven y del que extraen sus recursos bási-cos. Uno de los fragmentos más chocantes desde laóptica de un occidental medianamente ilustrado es elsiguiente:

En lo tocante a «vivir en armonía con la naturaleza»,los dowaios tenían mucho camino por delante. Confrecuencia me reprochaban que no me hubiesellevado una ametralladora de la tierra de los blan-cos para poder erradicar de este modo los patéti-cos rebaños de antílopes que todavía existían ensu territorio. Cuando los dowaios empezaron a culti-var algodón para el monopolio estatal, se les entre-garon grandes cantidades de pesticidas, que ellosaplicaron inmediatamente a la pesca. Lanzabanel producto a los ríos para recoger después los pecesenvenenados que flotaban en la superficie. Esteveneno sustituyó rápidamente a la corteza del árbolque habían utilizado tradicionalmente para ahogara los peces. «Es fantástico —explicaban—. Lo echasen el agua y lo mata todo, peces pequeños y pecesgrandes, en muchos kilómetros». (Barley, 1996: 122).

Se ha de añadir que, evidentemente, los peces muer-tos eran objeto posteriormente de un tratamiento culi-nario y su destino era el de ser comidos por los miem-bros del poblado, y que diversos expertos ya les habíanadvertido del riesgo que suponía comer peces enve-nenados, pero los dowaios hacían caso omiso deesa información, que en su sistema social y culturales poco significativa. Una actitud similar se encuen-tra entre los habitantes de Bielorrusia, que cada otoñosalen masivamente a recoger setas en los bosquesgravemente afectados por la radioactividad de Cher-nóbil, aunque saben muy bien (han sido objeto deintensas campañas informativas) que precisamentelas setas acumulan dosis importantes de contamina-ción radiactiva. Desde la racionalidad y la escala devalores occidentales se podría pensar que los dowaiosdel profesor Barley están poniendo en práctica uncomportamiento altamente perjudicial para su saludy para el medio ambiente en el que viven. Pero pareceque lo hacen sin demasiadas precauciones ni remor-dimientos, ni sentido alguno de la responsabilidad,lo cual lleva a pensar un poco en el concepto de riesgo.¿Acaso no ven el peligro los dowaios? ¿Quizás seanunos irracionales? ¿Es sólo una cuestión de ignoran-cia por su parte? ¿Un científico europeo tiene másgarantías de comportarse de manera saludable que

un dowaio? ¿Se pueden controlar todos los riesgosque afectan a la salud? ¿Quién es responsable de losriesgos? ¿Estamos dispuestos a tomar algún tipo demedidas para evitar riesgos?

El riesgo como concepto emergente

El incremento y la difusión de la conciencia de riesgoen nuestra sociedad son, en cierta manera, paradó-jicos, si se considera que al mismo tiempo que aumentael desarrollo tecnológico y disminuyen las probabi-lidades objetivas de muerte (o daño), aumentan losmiedos, los temores y las ansiedades de muchos secto-res ciudadanos. No deja de resultar sorprendente elincremento de la conciencia de riesgo difuso, por lacual en el ambiente en el que vivimos, en la comidaque comemos, en los instrumentos que utilizamos,en los espacios que atravesamos, etcétera, se identi-fican cada vez más numerosos factores de riesgo.La explicación de esta aparente paradoja presentamúltiples caras. Entre los principales aspectos sepueden citar las incertidumbres con las que se encuen-tra la ciencia para controlar los efectos de ciertas tecno-logías (genéticas, químicas, nucleares, etcétera); lamayor sensibilidad al riesgo por parte de la poblacióngracias a la mayor presencia social de informaciónsobre los riesgos (se ha de destacar el papel temati-zador de la información en una sociedad mediáticacomo la actual); o la evidencia cada vez más exten-dida socialmente de los efectos colaterales del procesode modernización (que se configuran como riesgosque no se encuentran distribuidos de manera social-mente homogénea, sino de manera desigual, tantosincrónica como diacrónicamente entre las genera-ciones futuras).Todo ello configura una forma de nueva e insurgentecultura del riesgo que dificulta la sesión del riesgo ysu uso político en el marco de las instituciones clási-cas de la sociedad industrial, con el agravante de laintroducción de las generaciones futuras como suje-tos de referencia. ¿Cuáles son los criterios apropiadospara identificar y definir los riesgos? ¿Qué nivel deseguridad se puede considerar suficientemente seguro?¿Se ha de adoptar un grupo de criterios uniformes paragestionar todo tipo de riesgos? ¿Quién ha de designardicho criterio? ¿A quién corresponde la responsabi-lidad si el criterio se manifiesta inadecuado? Estas otrascuestiones del mismo tipo constituyen el punto esen-cial del debate sobre el riesgo, y permiten sospe-char que no existe el riesgo obvio, ni su distribu-ción es homogénea, por lo cual, cuestiones tanreiteradas como la de «¿Quién lo paga?» se vuelvenmuy problemáticas e incluso dejan de ser útiles parala gestión del riesgo.

Diversas aproximaciones al concepto deriesgo

A pesar de la utilidad y de la centralidad del conceptode riesgo, su uso normalmente se acompaña de unaconsiderable imprecisión en la definición y en elconcepto en muchas de las disciplinas que lo utili-zan (aunque matemáticos y economistas lo usancon bastante definición, la mayoría de las cienciassociales no lo hacen). Se pueden individualizar dosgrandes líneas epistemológicas en lo tocante a la

conceptualización del riesgo tecnológico, desde postu-ras más realistas hasta las más hermenéuticas:Por una parte, existen las definiciones estadístico-probabilísticas basadas en criterios científico-técnicosen el sentido positivista, de carácter cuantitativo, dondeel riesgo es una propiedad objetiva de un aconteci-miento o de una actividad, y se pueden medir proba-bilísticamente para calcular sus efectos adversos. Elorigen de esta definición se puede encontrar en laingeniería, la estadística, la física o la química. Desdeeste enfoque el riesgo tiene su referente entre losdaños por las pérdidas esperadas y se puede redu-cir a un valor numérico. En lo que respecta a sus conse-cuencias se caracteriza por ser un concepto unidi-mensional, es decir, que sólo contempla una únicadimensión de consecuencias: Los daños físi-cos/biológicos. Esta única dimensión, además, seconsidera universal, es decir, relevante en cualquierlugar y momento histórico (de aquí su utilidad prác-tica). Mediante un cálculo de probabilidades de magni-tudes de los daños se puede realizar una estimaciónnumérica promediada sobre el tiempo y/o espacio,susceptible de ser comparada con criterios de valo-ración preestablecidos, y que permite la toma de deci-siones. Todos los estudios toxicológicos, epidemio-lógicos, probabilísticos, de árboles de fallo de sistemas,etc. usan esta perspectiva de análisis del riesgo. Laeconomía y las teorías de decisión racional tambiénparticipan en parte de esta perspectiva, con unaconcepción de riesgo unidimensional pero basada enpérdidas esperadas, en lugar de daños físicos, dentrode una operación coste-beneficio.Por otra parte, además de las definiciones más estric-tas (y restrictivas) realizadas desde las ciencias natu-rales y alguna ciencia social positiva como la econo-mía, el riesgo se considera también, desde ciertasperspectivas de las ciencias sociales, como un productosociocultural, de tal manera que la definición mismadel riesgo se considera histórica y culturalmente varia-ble y se fundamenta en convenciones sociales. En estesentido, la definición del riesgo se puede abordardesde una perspectiva más hermenéutica o inter-pretativa, haciendo referencia a aquello que está másvinculado a su significado, a los aspectos persona-les, sociales y culturales. De un modo general, el riesgose puede entender como la evaluación de la posibi-lidad de un efecto adverso como consecuencia de unpeligro (Puy). Se insiste en el carácter multidimen-sional del riesgo, en el sentido de que, además dela dimensión numérica de probabilidades y pérdi-das cuantificables, comporta otra serie de aspectoscualitativos que las personas tienen en cuenta a lahora de juzgar o evaluar un riesgo: tales como el gradode voluntariedad en la exposición al mismo, la inme-diatez o la demora de sus efectos, la credibilidad delas instituciones que lo gestionan, etcétera. Desdelas ciencias sociales no resulta fácil contemplar elriesgo como un concepto objetivo y unidimensio-nal, ya que un mismo riesgo se llena de significa-dos distintos en función de las personas o contex-tos y los diferentes momentos. Desde esta perspectiva,el riesgo es más bien una construcción social. Casoscomo las amenazas a la salud, las desigualdades,los sentimientos de injusticia, el control coercitivo,y otros factores que no pueden ser determinadospor los análisis científicos objetivos, se reconstru-

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yen a través de las creencias y pensamientos racio-nales de los diversos agentes sociales. En la defini-ción y construcción de un riesgo se ven reflejados losintereses y los valores de cada grupo o instituciónimplicados en el proceso. Desde esta perspectiva, laspolíticas de riesgo nacen de una lucha constante detodos los actores participantes para incluir su signi-ficado del riesgo en la agenda pública e imponerloa otros.En este sentido, los análisis técnicos del riesgo no sonnecesariamente superiores a otras construcciones delriesgo, ya que también están basados en conven-ciones de grupos (de expertos), intereses específi-cos de elites y valores y juicios implícitos. Las conse-cuencias reales de los riesgos vienen dadas siemprea través de interpretaciones sociales, y están siem-pre ligadas a valores e intereses de grupo.Los dowaios de Barley pueden ilustrar casos en losque la identificación e interpretación de algunos facto-res de riesgo dependen de creencias propias de cadagrupo social, que las asocian a la posibilidad de queocurran determinados daños de mayor o menor magni-tud. Por ejemplo, en palabras del Barley:

A los dowaios les extrañaba que las serpientes ylos escorpiones me diesen tanto miedo y que, encambio, evitase atropellar a la más horripilantede las aves, el búho. Una vez me vieron recoger uncamaleón, cuya picadura consideraban mortal,después de que unos niños lo hubiesen estado tortu-rando, para dejarlo en un árbol. Para ellos aque-llo era una locura. Pero la más útil de mis locurasera estar dispuesto a tocar las garras de un osohormiguero; los dowaios no las tocan jamás de lavida, por miedo a que sus penes queden perma-nentemente flácidos. Si se clavan las garras en elfruto del baobab y se pronuncia el nombre de lavíctima, las garras se pueden utilizar para matar aun hombre. Así, al caer el fruto, la persona morirá.Los dowaios que habían matado un oso hormiguerome requerían públicamente y me ofrecían las garrascomo muestra de sus buenas intenciones respectoa sus vecinos. Entonces yo tenía que llevarlas alcampo y enterrarlas lejos de los lugares frecuen-tados. Esta tarea de controlador de la contamina-ción cosmológica que yo desarrollaba era muy apre-ciada. (Barley,1996:165)

En nuestra sociedad, las instituciones encargadasde gestionar los riesgos realizan a menudo análisistécnicos objetivos, pero sólo esto no garantiza el controlde la respuesta social, con lo cual la gestión del riesgose puede ver enormemente dificultada.

Elementos comunes a las diferentesperspectivasLas distintas concepciones del riesgo comparten, almenos, tres consideraciones:1) La distinción entre realidad y posibilidad. Si el futuro

se considerase o bien predeterminado o bien inde-pendiente de las actividades humanas del presente,el término riesgo no tendría sentido (Renn). Si eldestino de una persona estuviese predeterminado,no habría necesidad de anticipar resultados futu-ros, más allá de la simple curiosidad, ya que endefinitiva las consecuencias no podrían ser evita-

das. Si se acepta la distinción entre realidad y posi-bilidad, el término riesgo denota la posibilidadde que un estado de realidad no deseado puedasuceder como resultado de acontecimientos natu-rales o de actividades humanas. De acuerdo coneste planteamiento, el riesgo es un concepto descrip-tivo y, a la vez, normativo, ya que permite esta-blecer un modelo en el cual los seres humanospueden hacer conexiones más o menos casualesentre unas acciones y sus efectos, y, además, obligaa suponer que los efectos no deseables (daños)pueden eliminarse o mitigarse si los acontecimientoso acciones causantes se evitan o se modifican.Pensar en aquello que constituye un riesgo y encuáles pueden ser sus consecuencias lleva a iden-tificar unos factores, unos peligros, una pobla-ción expuesta, unas instituciones responsablesde garantizar una seguridad, y, además, a establecerunos parámetros que establezcan lo que se hade hacer (o, más a menudo, aquello que no seha de hacer). Normalmente, considerar la posibi-lidad de un riesgo en una población implica laexigencia de reducirlo o eliminarlo. De este modo,alrededor del riesgo se organiza un proceso deci-sorio (político) con, como mínimo, tres clases desujetos: los responsables de la generación del riesgo,los administradores públicos y los ciudadanos.

2) La otra idea subyacente a todas las perspectivas deestudio es que la presencia del riesgo comportala posibilidad de pérdidas o daños. Se consideraque las pérdidas (o daños) son las consecuen-cias del riesgo. Para definir o evaluar un riesgo,lo primero que tendría que hacerse es determi-nar cuáles son los posibles ámbitos de conse-cuencias que se van a considerar. Como ya se hacomentado, diferentes tipos de estudios han iden-tificado diversas dimensiones tales como el dañofísico y el biológico, el bienestar psicológico de losindividuos, el impacto sobre el medio ambiente,el impacto económico, etc. El riesgo no es una únicamagnitud, sino que cada una de estas dimensio-nes suponen unas consecuencias distintas, amenudo difícilmente conmensurables y agregablesentre sí.Por otra parte, es obvio que no todos los indivi-duos perciben la realidad del mismo modo, yque hay diferencias sustanciales entre el signifi-cado que adquieren las cosas para unas perso-nas y para otras, en función de sus característi-cas individuales, de sus experiencias, del entornosocial en el que viven y del contexto local deinteracción en el que tiene lugar la percepción ola acción, entre otros posibles factores. Las dife-rencias más notables, o que han recibido una mayoratención por parte de los estudiosos en lo rela-cionado con el tema que nos ocupa, son las dife-rencias entre expertos y profanos (Wynne). Loscriterios utilizados por el público para estimar lagravedad o significación de una posible pérdidano sólo tienen que ver con las dimensiones bioló-gicas (tales como mortalidad o morbilidad), sinotambién con otras dimensiones psicológicas, socia-les y culturales, algunas de las cuales están muyrelacionadas con sus convicciones éticas y mora-les sobre la justicia y sobre el tipo de sociedadesen las que desean vivir (Douglas). Así, es posi-

ble que el horror de una catástrofe no dependasólo del número de víctimas (que es el indicadortradicionalmente más utilizado), sino también dela violación de algún sentimiento de justicia quelas personas comparten (aspecto de naturalezaintangible y variable en el tiempo), etc. Además,se ha de tener en cuenta que distintos grupos socia-les afectados e implicados de manera desigual porel riesgo pueden evaluar su significación de distintaforma, y es una cuestión política el decidir a quégrupo se atiende con preferencia.

3) Además, las diferentes perspectivas sobre el riesgose ven afectadas por una incertidumbre intrín-seca en su esencia (Puy), hasta el punto de queel propio concepto de riesgo llega a equipararsecon el de incertidumbre. Esta incertidumbre surgióal intentar determinar, por ejemplo, en qué medidalas personas prefieren o rechazan el riesgo frentea la seguridad. Además, aparece una incertidum-bre respecto a los posibles ámbitos o dimensionesen los que pueden presentarse las pérdidas, lo quepermite suponer que cuanto mayor sea esta incer-tidumbre mayor será el riesgo (esta incertidum-bre afecta tanto a los análisis de profanos comoa los de expertos). También se puede hablar deincertidumbres para referirse al nivel (magnitud)de las pérdidas que pueden ocurrir, ya que inclusocuando se llegan a conocer los ámbitos que podríanverse afectados, se mantiene la incertidumbre sobrela probabilidad de que tales pérdidas se produz-can o no (a mayor probabilidad mayor es el riesgo).

Muchos de los estudios sobre riesgos, especialmentedesde la perspectiva estadístico-probabilística, sólocontemplan la incertidumbre en el sentido de proba-bilidad de pérdidas físico-biológicas, pero no los demásaspectos mencionados (percepción del riesgo, bienes-tar psicológico de los individuos, costes y benefi-cios económicos, desconocimiento y temor, senti-miento de injusticia, etc.). Algunas experiencias dedesastres demuestran que, en realidad, la escala delos daños es mucho más amplia, y que provoca reper-cusiones que los análisis pretendidamente realistasu objetivos no pueden recoger. Con gran sensatez,pero de una manera muy ilustrativa, V. Amato (1995)exponía las consecuencias de un riesgo con el efectode las ondas producidas por una piedra lanzada aun estanque, que en su expansión afectan en primerlugar a las víctimas directamente implicadas, despuésa la empresa responsable, y a continuación se veránafectadas otras empresas y posteriormente otros secto-res industriales. Aquí se podrían añadir los daños ala imagen de estas empresas, los daños al sistema polí-tico que había garantizado unos derechos a sus ciuda-danos, etc. Un caso real ampliamente documentadoes el del incidente ocurrido en 1979 en la central nucleardeThreeMile Island, donde se demostró que el númerode muertos, heridos y daños a la propiedad sóloson una pequeña parte del conjunto de las pérdidasgenerales. En este caso no se produjeron ni muer-tes ni excesivas preocupaciones por posibles enfer-medades posteriores pero se ocasionaron impor-tantes daños sociales: la empresa gestora de lainstalación se fue a pique, y se impusieron enormescostes a la industria nuclear y a la sociedad en gene-ral a través de una mayor reglamentación del sector,se redujo la operatividad de los reactores a escala

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mundial, y se generó una fortísima oposición de laopinión pública internacional a la energía nuclear. Enla actualidad, esta oposición se ha extendido inclusoa otras tecnologías, como las de la industria químicao de la ingeniería genética, que generan desconfianzay poca credibilidad entre ciertos sectores sociales.Si se acepta que el riesgo es multidimensional, lapretensión de captar su idea global mediante unnúmero no permite dar una explicación satisfacto-ria sobre las acciones sociales, individuales o colec-tivas, relacionadas con éste. Desde este punto de vista,el análisis cuantificador resulta excesivamente rígidoy reduccionista para dar cuenta de los fenómenossociales que rodean a las vivencias del riesgo.

Algunas notas sobre el análisis de la sociedadcontemporánea

Se podría pensar que vivimos en una época curiosao especial en la que las cosas cambian con mucha rapi-dez, y que quizá nos encontremos en un momentohistórico de transición. Pero, probablemente, la histo-ria de la humanidad nunca ha sido nada más que unproceso de transición, de cambios continuos y azaro-sos, por lo que nuestra época tampoco tendría por quéser distinta a otras épocas anteriores o posteriores. Sinembargo, nosotros en la actualidad vivimos y expe-rimentamos con más o menos preocupación, y tene-mos, a menudo, la necesidad de dibujar un esquemaque nos permita situarnos y explicar ciertos fenóme-nos que nos afectan o que nos hacen titubear, queerosionan nuestras convicciones, la confianza o nues-tra manera de ser y estar en el mundo. Normalmente,los investigadores sociales aceptan la hipótesis de quela manía moderna de querer explicar la sociedadprocedede la épocade la industrialización en la Europadel siglo XIX, una época en la que se hacen paten-tes los cambios drásticos en las formas de vida, enlas instituciones, en los sistemas políticos, en losvalores sociales y culturales. La sociedad industrialconlleva todauna serie deproblemas sociales (aumentode las desigualdades, concentraciónurbana conpobrescondiciones de salubridad, desarraigo, siniestralidadlaboral, etc.), pero al mismo tiempo también la posi-bilidad de emancipación, de generar acciones colec-tivas encaminadas a disputar el poder a los grupostradicionalmente poderosos para poder conseguir unanueva sociedad. Así pues, el siglo XIX vio aparecercierto número de utopías apoyadas en el progresotécnico y científico, que proponían un mundo racio-nalmente mejor como alternativa a la sociedad indus-trial burguesa. En aquel contexto todo parecía indi-car que la razón científica constituía la base adecuadapara generar conocimientos válidos sobre la reali-dad, y para fundamentar la toma decisiones sobrelos asuntos que afectan al conjunto de la sociedad.El conocimiento técnico permitiría dominar las condi-ciones que rigen la vida humana, y nos liberaría de lasconstricciones tradicionales de la naturaleza. Durantemuchas décadas ésta ha sido la imagen social de laciencia y de la técnica, como a instancias legitima-doras de una idea de progreso ilimitado y de controly dominio sobre todo tipo de recursos.A finales del siglo XX, algunas de estas premisas yano son tan evidentes. Cada vez es mayor el númerode conflictos sociales relacionados con problemas

derivados del propio desarrollo tecnológico y de laimpredictibilidad demuchos de los fenómenos comple-jos que afectan al actual orden social. El esquema querendía pleitesía a la sociedad industrial comienza ano ser todo lo válido que sería necesario, de tal modoque aparecen nuevas formas de análisis y de expli-cación de la sociedad. Precisamente, es en este puntoen el que puede situarse la obra de Ulrich Beck, comouno de los estudiosos que propone un sugerentemarco de análisis a través de lo que se ha dado enllamar la sociedad del riesgo.

Hacia la sociedad del riesgoUlrich Beck comparte la hipótesis de que el procesode modernización está erosionando seriamente lasociedad industrial y parece dar paso a nuevas confi-guraciones sociales (incorporadas, a pesar de todo,a un sistema capitalista en transformación). Beckobserva una serie de indicadores de estos cambios:la creciente importancia de nuevas relaciones socia-les que van más allá de la estricta sociedad de clases,tales como los nuevos movimientos ciudadanos (comu-nismo, pacifismo, feminismo, etc.), la nueva pobreza,los nacionalismos, los fundamentalismos, etc.; tambiénobserva la redefinición del papel de la familia nuclear;la modificación de los límites entre el ámbito del trabajoy el no trabajo, las nuevas relaciones entre produc-tores y consumidores, la consolidación de una bolsade paro estructural; de igual modo, se detecta tambiénque la ciencia pierde su imagen de neutralidad y seenfrenta a una duda metódica, tanto en lo relacionadocon el objeto de estudio como con los efectos socia-les de su aplicación; y, en definitiva, se acaban cons-tatando graves dificultades para poder satisfacer cier-tas promesas importantes del proyecto moderno(libertad, democracia no formal, etc.).En este contexto, Beck postula el concepto de socie-dad del riesgo, definida como un estadio de la socie-dad moderna en el que la producción de riesgos polí-ticos, ecológicos e individuales está —cada vez más—fuera del control de las instituciones encargadas degarantizar la seguridad de la sociedad. Desde las insti-tuciones de decisión política aún se continúa dandopor supuesto que la realidad natural y social se puededominar y controlar tecnológicamente, al tiempo quese considerapermitidoel tolerar unosniveles residuales,más o menos provisionales, de riesgo. Pero cada vezresulta más evidente que la ciudadanía empieza aformarse una imagen diferente de los riesgos a losque se ve expuesta, y todo ello da lugar a la pérdidade legitimidadde las instituciones encargadasde contro-larlos. Desde diversos focos ciudadanos y de opiniónpública seexpresa lapreocupacióncrecientey ladescon-fianza respecto a las instituciones, ya que se percibeque se convierten en focos de producción y de legi-timación de peligros incontrolables, sobre la base deunas rígidas relaciones de propiedad y de poder. Estafase de advenimiento de la sociedad del riesgo surgede manera visible en los países occidentales a partir demediados de los años ochenta del sigloXX. En la socie-dad del riesgo, los objetivos ya no son tanto el domi-nar la naturaleza o liberar a los seres humanos de lasconstricciones tradicionales sino, además (en cambio),hacer frente a los problemas resultantes del propiodesarrollo tecno-económico. En este sentido, se intro-ducen elementos decisivos, se habla demodernización

reflexiva. Beck entiende la modernización reflexivacomouna transformaciónde la sociedad industrial, quese produce sin planificación y de manera latente enel transcurso normal y autónomode la modernización,y que supone una radicalización de la modernidad,que desvincula la sociedad industrial de sus perfilesy premisas. Si la modernización simple supuso unadisolución y sustitución de las formas de la sociedadtradicional por las industriales (a través de la raciona-lidad teleológica), la modernización reflexiva, concep-tualizada por Beck, supone la disolución y sustitu-ción de las formas de la sociedad industrial por otrostipos de formas sociales. Pero, segúnBeck, estamoder-nización reflexivanohade tendernecesariamentehaciala autodestrucción, sino a la autotransformación y, porlo tanto, puede conllevar un potencial positivo parael futuro de la sociedad.

Reflexividad críticaEl proceso de modernización que tuvo lugar en lasociedad industrial se pensó y se justificó en términosde globalización, de expansión permanente, y el hechode que el progreso pudiese volverse contra sí mismo,hasta el punto de autosuprimirse, no dejaba de versecomo algo inaceptable, sencillamente no era perti-nente. Pero la expansión y difusión masiva del cono-cimiento científico y tecnológico ha propiciado enesta sociedad la capacidad de autoconfrontación yreflexión crítica respecto a las consecuencias y ries-gos que comporta el proceso de modernización. Seda la paradoja de que el agotamiento de los recur-sos y de los fundamentos de la modernización indus-trial no es imputable a enemigos externos al sistemacontra los que movilizarse y subrayar una identidadcomún, sino que ha de atribuirse a agentes inter-nos, al propio proceso de modernización industrial.En definitiva, se constata que en la sociedad moderna,los mismos indicadores que pueden servir para expli-car el bienestar, también pueden servir para expli-car las pérdidas y daños (o consecuencias del riesgo)hecho que genera, entre el público, inseguridad, angus-tia y cierta conciencia de riesgo difuso permanente.Se ha de añadir que, para Beck, en la sociedad delriesgo, la distribución de beneficios y la distribu-ción de riesgos no es equitativa, sino que siempre haygrupos sociales que reciben más beneficios y otrosmás daños. Pero los riesgos derivados de los efec-tos colaterales del desarrollo tienen una naturaleza talque sus efectos alcanzan a toda la población en mayoro menor medida, por lo cual, en palabras de Beck,todos nos vemos expuestos, incluso los miembros delas generaciones futuras.La sociedad del riesgo se origina allí donde los siste-mas de normas y las instituciones sociales fracasana la hora de conseguir la seguridad prometida frentea los peligros desencadenados por la toma decisio-nes. Para defenderse y relativizar esta afirmación,los responsables de la toma de decisiones acostum-bran a señalar que la inseguridad y las amenazas noson un problema específico de la sociedad actual, sinoque ya se ha observado en todas las culturas y épocas.En opinión de Beck, en esta nueva modernidad hayun rasgo específico determinante: los peligros y losriesgos se producen a raíz de decisiones sociales.Es decir, los peligros y los riesgos no son atribuiblesa la naturaleza, a los dioses, a los demonios ni a

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otras instancias metafísicas, sino que dependen dedecisiones adoptadas desde diversas institucionessociales (públicas o privadas). El hecho de que lasdecisiones generen peligros duraderos (y que gene-ren también beneficios económicos) tiene un desta-cable significado político: las garantías de protec-ción —seguridad— son refutadas públicamente,con lo cual, a menudo, queda en entredicho la legi-timidad de quienes deciden. Las decisiones se argu-mentan con promesas de utilidad económica, técnicao social, y se ven sometidas a unas normas que hande garantizar su control. A menudo, se constata quelos sistemas normativos establecidos no cumplen susexigencias de control, y, además, estos aspectos acos-tumbran a quedar al margen de los debates públi-cos. Se observa también que existen diversas y dife-rentes percepciones sobre las consecuencias y lospeligros. De este modo, se ve muy dificultado el intentode organizar y establecer prioridades. La contradic-ción entre promesas de racionalidad y control y laaparición de los efectos nocivos, impulsa las deman-das ciudadanas (reclamaciones, movimientos civiles,etc., contra las coaliciones de intereses y burocra-cias institucionalizadas, a menudo con capacidadrepresora).Para huir de este aluvión de dudas, las institucionesencargadas de garantizar la seguridad (que necesi-tan para legitimarse en su papel) buscan con frui-ción la manera de encontrar criterios objetivos de refe-rencia que puedan generar consenso entre los diversosagentes sociales. Se ha de señalar que, para conse-guirlo, los discursos científicos pasan a ser instru-mentos privilegiados, en especial los conocimien-tos obtenidos a partir de las disciplinas más positivistas.Las metodologías de análisis de riesgos se conviertenen instrumentos imprescindibles para gestionar losconflictos sociales derivados de instalaciones tecno-lógicas percibidas como generadoras de riesgos. Perotal y como se ha expuesto anteriormente, no resultasuficiente la evaluación de las probabilidades y magni-tudes de los daños físicos o biológicos, sino que sehan de conocer otras dimensiones de naturaleza psico-social y cultural.

Algunas valoraciones críticas alplanteamiento de Beck

Beck otorga gran importancia a la distinción entre losriesgos de la sociedad industrial y los riesgos de lanueva sociedad reflexiva (riesgos ecológicos, riesgosderivados de las tecnologías punta, etc., que preo-cupan de manera especial a la gente hoy en día), ysupone que las diferencias más relevantes son, porun lado, que estos últimos no están vinculados única-mente con su lugar de origen, y que tienen unas reper-cusiones globales, y por lo tanto se viven con una grancarga de angustia, y por otro lado, que son el resul-tado de decisiones sociales.En primer lugar, tendría que discutirse hasta qué puntoestá tan claro que los riesgos actuales tienen unasrepercusiones globales y producen una precariedaduniversal, o, al menos, que dicha precariedad o expo-sición a riesgos sea percibida como tal de forma univer-sal. Es decir, si aceptamos que la respuesta social alriesgo depende de múltiples dimensiones difícilmentecuantificables y no agregables entre sí, que dependen

de factores personales, sociales y culturales diferen-tes en cada caso, no está tan claro que aquello queunos grupos perciben como un riesgo evidente seacompartido por otros grupos sociales o culturales.Si continuamos con el caso de los conocidos dowaios,es evidente que ellos identifican unos riesgos allí dondenosotros no lo haríamos, y viceversa. Considerarque los riesgos que nosotros percibimos afectan atodos supone olvidar o menospreciar las dimensio-nes psicológicas, sociales y culturales que conformanel concepto de riesgo.En este sentido resulta interesante la crítica de M.Rustin, que supone que los intelectuales de la parterica del mundo, como Beck, han concentrado suspensamientos en la universalidad de los riesgos porquese encuentran a sí mismos excesivamente incluidosen sus campos de acción. Y se podría añadir que elintento de aplicar la escala de valores propia a todotipo de grupos sociales no deja de ser una forma deetnocentrismo.En la obra de Beck, los riesgos se presentan como unacosa objetiva, como instancias que el autor suponeque deberían de preocupar a todo el mundo, porque,aún cuando uno no se dé cuenta, se está expuesto deun modo real. La risk society de Beck no parece darledemasiada importancia a la tesis (apuntada por elpropio Beck) de que la propia existencia de los ries-gos depende del conocimiento que se tenga de ellos,es decir, de la naturaleza construida de los mismos(en el sentido de Douglas y Wildawsky). Desde estaóptica, el que un determinado riesgo sea provocadoo no por decisiones humanas se relativiza, ya quela propia significación del riesgo, su percepción einterpretación, como realidad social construida quees, no es unívoca. Un riesgo que los expertos cien-tíficos consideran objetivamente producto de la natu-raleza, otros individuos pueden verlo relacionado condecisiones humanas, y viceversa.Acentuar el énfasis en la dimensión social y culturaldel riesgo evita caer en el etnocentrismo de pensarque los riesgos generados por el desarrollo de la socie-dad moderna han de ser vividos como tales por todoel mundo y en todos los lugares. De este modo, nopodemos tildar de arriesgados los comportamientoso actitudes de gente que no comparte el conocimientoo la estructura de valores y símbolos asociados a undeterminado riesgo. Las acciones sociales que pondránen práctica los diferentes agentes sociales ante los ries-gos van a depender de cómo se han categorizado yde qué significados culturales y sociales se les otorgapor parte de aquellos grupos. En este sentido, es perfec-tamente explicable que los búhos sean un enormefactor de riesgo para los dowaios, mientras que paranosotros no dejan de ser más que unas aves inocen-tes, incluso bastante simpáticas. Lo mismo, pero ensentido inverso, podría decirse de los pesticidas.En resumen, la teoría de la sociedad del riesgo vienea dejar constancia del cambio de agendas político-sociales que se han producido en la sociedad tardo-capitalista, pero no parece ir mucho más allá de lossupuestos de las teorías del postindustrialismo delos años setenta. En general, se trata de un modeloque quiere explicar las transformaciones de la socie-dad industrial a través de factores de cambio queno se habían planificado, factores que generan proble-mas importantes (externalidades y efectos colatera-

les) que acabarán transformando la estructura social.Aun así, los pensadores de la sociedad capitalistaindustrial clásica ya habían tenido en cuenta los ries-gos y efectos indeseables que genera el sistema capi-talista (Marx, Weber, etc.).Desde el punto de vista que aquí se defiende, se argu-menta que, en la sociedad contemporánea, el carác-ter industrial ha adoptado nuevas formas a causadel desarrollo tecnológico, pero las relaciones deexplotación entre poseedores y desposeídos se mantie-nen de cierta manera, y los mecanismos de funcio-namiento del capitalismo no han dejado de actuaren un mundo colonizado por el mercado. Sin embargo,lo que puede haber cambiado de manera sustanciales la vivencia de estas desigualdades, que en la socie-dad contemporánea ya no determinan de manera tanclara la construcción de las entidades sociales delas personas, tal como, supuestamente, lo hacían enla sociedad capitalista clásica. Beck se refiere a estefenómeno en términos de individualización de lasdesigualdades.De manera general, la idea de Beck de la sociedaddel riesgo y de la modernización reflexiva aportaun modelo sugerente de organización social, unproyecto de práctica democrática más profunda, antesque una descripción estricta de la sociedad actual. Susplanteamientos suponen una acusada democratiza-ción de las instituciones, incluso de la ciencia (cuyaautoridad se había dado por descontada hasta ahora).Este proyecto exige una reconstrucción de las insti-tuciones y de sus culturas, ya que para gestionar elriesgo antes se ha de reconstruir la confianza. Pero,posiblemente, el mérito más destacable de la obra deBeck consiste en que representa una llamada de aten-ción ante el panorama que se nos presenta en un hori-zonte cercano: algo parecido a un autoritarismo cien-tífico-burocrático.«Con el crecimiento de los peligros, surgen en la socie-dad del riesgo desafíos completamente nuevos parala democracia. La sociedad del riesgo contiene unatendencia a un totalitarismo legítimo en la defensacontra los peligros, con el pretexto de impedir sushipotéticos daños. Los efectos secundarios políti-cos de los efectos secundarios civilizadores amena-zan el sistema político-democrático en su esencia,sistema que cae de este modo en el dilema de obien fracasar ante los peligros producidos sistemá-ticamente, o bien derogar los principios básicosmediante normas autoritarias, propias de un estadoautocrático. Acabar con este dilema es una de lastareas esenciales del pensamiento y de la actuacióndemocráticos en el futuro inmediato de la sociedaddel riesgo.» (Beck,1998: 88)Sólo hay que añadir que la incorporación de las dimen-siones sociales al análisis y evaluación de los ries-gos tecnológicos y ambientales es un paso importantepara caminar en esta dirección•

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Asegurar el daño ambientalJosé Luis de las HerasGerente del Pool de Riesgo Medioambiental

La conservación del medio es un derecho de lacolectividad y genera por tanto la obligacióncomún de preservarlo. Esta idea estáprofundamente implantada en la sociedad,con lo que cabe concluir que el deterioroambiental genera responsabilidades en lapersona que lo causa. En este sentido, elMinisterio de Medio Ambiente trabaja en laelaboración de una Ley de responsabilidadcivil por daños debidos a actividades conincidencias sobre el medio ambiente. El autoranaliza esta norma desde el punto de vista delos seguros.

El deterioro ambiental genera responsabilidades paraquien lo causa: «El que contamina, paga».Los legisladores, tanto enEspaña comoenotros países,tienen la misión de incorporar en normas concretasla aplicación práctica de este principio y al hacerlo seenfrentan condificultades que sederivande la especialnaturaleza delmedio ambiente comoobjeto deprotec-ción, y de la gran sensibilidad que hoy día genera enla sociedad todo lo relacionado conelmedio ambiente.Por otra parte, dado que toda actividad y en particu-lar toda industria genera un riesgo medioambiental,existe una amplia coincidencia por parte de los empre-sarios yde laopiniónpública en la ideadequeel seguroes un instrumento que puede garantizar que las acti-vidades conpotencial de contaminar aporten a la socie-dad una confianza que compense el riesgo que crean.Al ser el seguro un mecanismo que se basa en la posi-bilidad de previsión de los riesgos mediante su evalua-ción, es imprescindible para su buen funcionamientoque las «reglas de juego», en este caso, las normas querigen la responsabilidadcivilpordañosalmedioambiente,sean claras y de consecuencias previsibles, lo que porotra parte, constituye una aspiración común de lostitulares de industrias con potencial incidencia medio-ambiental -los que pueden ser reclamados- y los inte-resados en la conservación, y en su caso restauración,del medio ambiente, es decir, de toda la sociedad.En este artículo vamos a intentar reflejar el puntode vista del seguro, con un enfoque práctico y cons-tructivo, de los problemas y posibles solucionesrelacionados con la responsabilidad civil por dañosal medio ambiente y su aseguramiento.

Conceptos básicos sobre responsabilidades

Como punto de partida para los comentarios poste-riores, es interesante recordar los siguientes principios:La responsabilidad es la carga que nace para el queincumple una obligación; puede consistir ena) Una sanción.- Impuesta por la Autoridad compe-

tente, con el fin de que el responsable no vuelva aincumplir la Ley; la sanción puede ser• Penal.- Cuando se impone por incumplir la ley

penal, es decir, por cometer un delito o falta. Sólolo pueden dictaminar los tribunales penales.

• Administrativa.- Cuando se impone por el incum-plimiento de otras leyes o reglamentos que llevanaparejadas sanciones administrativas (multas,suspensión de actividad, etc.)

b) Una indemnización u obligación de reparar.- Queserá exigida por la persona o entidad que resulteperjudicada o dañada.

Es interesante hacer notar que la ResponsabilidadPenal o la Administrativa se imponen normalmentepor el incumplimiento en sí mismo y no tienen comofin resarcir el daño, aunque la sanción sea económica(multas), mientras que la Responsabilidad Civil secontrae por el daño o perjuicio causado, indepen-dientemente de que se haya infringido o no una norma.Para mayor claridad, el campo de actuación de cadatipo de responsabilidad en dicho esquema puede resu-mirse gráficamente (ver taula 1)En consecuencia, pueden darse las situaciones quese representan en el siguiente cuadro (ver taula 2):

¿Cuándo existe responsabilidad civil?

Se impone una tendencia cada vez más generalizada,sobre todo en el ámbito de las responsabilidadesempresariales, a aplicar criterios objetivos, es decir,se entenderá que una empresa es responsable civilde un daño causado cuando se den las siguientescircunstancias:• Se ha causado un daño o perjuicio a un tercero.• El daño es injusto, es decir, la empresa no tiene dere-

cho a causarlo.• Existe una relación de causa-efecto entre dicho daño

y un hecho atribuible a la empresa considerada.Para evitar incurrir en responsabilidad civil no es sufi-ciente cumplir con la normativa que rige la activi-dad; hay que evitar en lo posible situaciones de riesgo,por leve que éste sea, extremando la prevención,porque el profesional o empresario que causa un dañosuele ser declarado responsable.

La regulación de las responsabilidadesambientalesResponsabilidad administrativa y penal. En lalegislación española, estatal y autonómica, es muyabundante el establecimiento de obligaciones yresponsabilidades administrativas dirigidas a la protec-ción del medio ambiente; en todas ellas se impo-nen deberes de prevención, organización, informa-ción o limitaciones de las actividades contaminantesy las correspondientes sanciones en caso de incum-plimiento.Por otra parte, las últimas revisiones del Código Penalincorporan disposiciones concretas para los llamadosdelitos ecológicos; se describe una serie de compor-tamientos delictivos y se establecen las correspon-dientes penas para dichos comportamientos.

Responsabilidad civil. Podemos definirla comola carga que nace para el que ha causado un daño aotro, consistente en la reparación de los daños y perjui-cios originados. Los daños se pueden causar sin infrac-ción de una norma concreta o como consecuencia deun comportamiento ilegal, por ello, tanto en las leyesadministrativas como en el Código Penal se estableceque, si el infractor ha causado un daño con su compor-tamiento estará sujeto, aparte de la sanción corres-pondiente, a responsabilidad civil, es decir, a la obli-gación de reparar el daño causado.Dicha responsabilidad civil, sin embargo, no tiene unaregulación específica para los daños almedio ambiente,quedando sujeta a las normas generales del CódigoCivil y, en su caso, las normas de responsabilidad Civilpor delito incorporadas en el Código Penal.

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¿Esnecesariaunaregulaciónespecíficaderespon-sabilidad civil por daño al medio ambiente?

A juzgar por la actividad normativa que, en estosúltimos años, están llevando a cabo los legisladoresde varios países europeos y de la propia Unión Euro-pea, la respuesta es afirmativa.

Por otra parte, todos ellos están de acuerdo en queeste instrumento legal es muy útil; en una comuni-cación dirigida a la Comisión Europea, con motivo dela presentación del proyecto del llamado «Libro Blanco»en enero de 1997, la Comisaria de Medio Ambientepresentaba los siguientes argumentos a favor de laresponsabilidad civil como mecanismo de proteccióndel medio ambiente:• Permite implantar eficazmente el principio «Quien

contamina, paga».• Impulsa el cumplimiento de la legislación medio-

ambiental.• Estimula el autocontrol de los agentes económicos,

lo que redunda en una mejor gestión medioam-biental y previsión de los daños.

La Comisaria defiende asimismo que dicho régimensea armonizado en el ámbito de la Unión porque:• Actualmente existen suficientes diferencias entre

los regímenes nacionales de responsabilidad civilmedioambiental para crear distorsiones en la compe-tencia.

• Un régimen armonizado puede ayudar a reducirestas diferencias y por tanto las distorsiones conse-cuentes.

¿En qué medida la legislación actual en España es insu-ficiente para resolver con eficacia los problemas queplantea el daño al medio ambiente como objeto deresponsabilidad civil?

Requisitos para que pueda exigirse con éxitola responsabilidad civil, en el Derecho Comúna) Producción de un daño o perjuicio, que debe ser

cuantificable o estimable por algún medio.b) Atribución del daño a una actuación -o falta de

actuación- de un sujeto responsable (legitima-ción pasiva); dicha actuación, según el Código Civil,deberá ser negligente.

c) Derecho del que reclama (legitimación activa).d) Reclamar dentro del plazo para ello.e) Capacidad del responsable para reparar el daño

(solvencia).Para aplicar estos requisitos al campo del medioambiente, nos encontramos con los siguientes incon-venientes:a) Gran parte de los daños medioambientales no

pueden ser valorados económicamente, por no serreemplazables y no ser objeto de apropiación.

b) Con frecuencia, el deterioro ambiental es el resul-tado del cúmulo de actuaciones de una pluralidadde sujetos, por lo que la atribución individual deresponsabilidades es problemática. La obligacióndel reclamante de demostrar que el que ha causadola contaminación lo ha hecho por negligencia esotro obstáculo a menudo insuperable.

c) El medio ambiente en sí mismo no es propiedadde nadie, aunque las consecuencias de su dete-rioro sí pueden sufrirlas personas o entidadesconcretas, en su salud o en su patrimonio. Pode-

mos hablar, por tanto, de un daño primario o directo(la contaminación del agua del río) y de uno indi-recto o consecuencial (La pérdida de la cosechaque se regaba con el agua ahora contaminada).El derecho a reclamar de los perjudicados se limitaa los daños a sus personas o a los bienes de los queson titulares, por lo que la restauración de los bienesque no tienen propietario (res nullius) no podríaser exigida por nadie.

d) El plazo para el ejercicio de las acciones por respon-sabilidad civil extracontractual (plazo de pres-cripción) es, en el Derecho Español, de un año acontar desde que el perjudicado tuvo conocimientodel daño y pudo reclamar ; teniendo en cuentala lenta evolución que enocasiones tienen las conse-cuencias de los daños medioambientales, pareceque este plazo puede resultar excesivamente corto.

e) La reparación de ciertos elementos naturales a vecesno es técnicamente posible; y a menudo tampocolo es reemplazarlos por otros equivalentes.

Por otra parte, para aquellos daños que aún no hayansidodescubiertos, el plazodeprescripciónno comienzaa transcurrir, por lo que el causante de un daño toda-vía latente, podría seguir siendo responsable porun plazo indeterminado, ya que no existe plazo regu-lado para la caducidad de su responsabilidad .En consecuencia, parece justificado el esfuerzo de loslegisladores por encontrar fórmulas específicas enesta área. En España, como es sabido, el Ministeriodel Medio Ambiente está trabajando desde hace másde dos años en un proyecto de norma denominada«Ley de Responsabilidad Civil por Daños Causadospor Actividades con Incidencia Medioambiental"; anali-zaremos a continuación, desde un punto de vistaasegurador, en que medida y con qué acierto resuelveeste anteproyecto las carencias de la legislación comúny que problemas suscitará previsiblemente su apli-cación, intercalando además algunas sugerenciasen aquellos aspectos que consideramos mejorables.En estos comentarios no se hacen consideraciones deoportunidad política o económica, limitándonos avalorar la norma en cuanto a las soluciones que ofrecea los problemas antes enumerados y a la previsibleeficacia y seguridad de su funcionamiento.

El proyecto de ley

Como se ha dicho, la ley de responsabilidad civilpor actividades con incidencia ambiental puede consi-derarse necesaria y positiva en la medida en que sedirija a llenar lagunas existentes en la aplicabilidad delas actuales normas a esta materia.Los cambios substanciales que introduce, en relacióncon leyes anteriores son, a grandes rasgos, los siguien-tes:1. Impone la responsabilidad expresa por el deterioro

del medio ambiente y la consiguiente obligaciónde restaurarlo, aún cuando los elementos natura-les dañados no sean propiedad de titulares concre-tos (art. 1.2 c y d).

2. La responsabilidad es objetiva, (art. 3.1), es decir,el perjudicado no necesita demostrar que el compor-tamiento del causante del daño ha sido negligente.

3. El contaminador puede ser declarado responsa-ble del daño incluso cuando la contaminaciónemitida (humos, vertidos, etc.) está por debajo

de los máximos autorizados por la Administración,(art. 4.3).

4. Cuando sean varios los que han contribuido a unmismo daño, la responsabilidad será solidaria(art. 3.2).

5. Las asociaciones para la protección del medioambiente y las Administraciones públicas están legi-timadas para exigir la restauración del medio dañado(art. 5.2 b)

6. Las actividades sujetas a la regulación están obli-gadas a ofrecer garantías de resarcimiento para ejer-cer actividades reguladas (art. 14)

Los elementos nuevos enumerados inciden en cadauno de los inconvenientes que se han señalado enel apartado anterior, creando posibilidades de recla-mación que hasta ahora no estaban expresamentereguladas y que se refieren a los conceptos por losque se puede reclamar, las personas que pueden recla-mar y las condiciones para hacer la reclamación.No obstante, en consideración a las enormes reper-cusiones económicas que pueden acarrear las recla-maciones basadas en esta ley, es deseable que suredacción sea clara y sus mecanismos eficaces y equi-tativos al atribuir responsabilidades sin lo cual correel peligro de constituir una fuente de conflictos quegravarán inútilmente la gestión de muchas activida-des económicas, no redundando en una mejor protec-ción del entorno.La experiencia de otros países, en los que dos terce-ras partes de los recursos financieros destinados origi-nalmente a la restauración del medio ambiente se hanconsumido en litigios y peritaciones, debería servirde estímulo para hacer un especial esfuerzo de crea-tividad al regular esta materia.Los comentarios que se formulan a continuación enrelación con cada uno de los puntos señalados tienencomo único fin contribuir en este sentido

Responsabilidad por el deterioro del medioambienteEl daño necesario para que se produzca la respon-sabilidad regulada en esta ley se divide en dos concep-tos diferentes; el daño y el deterioro del medioambiente; para que el primero quede comprendidoen el ámbito de la ley, debe haberse producido «...a través de un elemento del medio ambiente, actuandoéste como transmisor de los efectos de la accióndañosa».El concepto de medio ambiente puede decirse, portanto, que es la piedra clave de esta ley, ya que esla que delimita su ámbito de actuación, evitandoque invada áreas ya contempladas por otras, o ya sufi-cientemente reguladas o no adecuadas a los plante-amientos que aquí rigen.Indirectamente, la ley define medio ambiente (art.1.2c) sumando una serie de conceptos, cuando definedeterioro del medio ambiente como «toda degrada-ción del medio ambiente que...sea...ocasionada poruna modificación de las condiciones físicas, químicaso biológicas sobre la fauna, la flora, la gea, el suelo,el aire, el agua, el paisaje, el patrimonio histórico artís-tico y la estructura y funcionamiento de los ecosis-temas presentes o relacionados con el área afec-tada».No existiendo conceptualmente nada que objetara esta definición, sin embargo debemos ser cons-

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cientes de que multitud de actividades humanas(particulares, industriales o de otro tipo) causan exac-tamente estos efectos, de forma más o menos acusada,efectos que están previstos y consentidos y reci-ben la autorización de las Administraciones compe-tentes. Pensemos por ejemplo en la incidencia sobreel medio ambiente que tiene una autopista o la quese puede producir en la propia construcción deuna planta industrial, la misma posiblemente que,en su fase de funcionamiento va a estar sometidaa esta ley.Resulta necesario distinguir por tanto los casos dedeterioro del medio ambiente que generarán respon-sabilidad civil de aquellos que la sociedad todavíaasume como inevitables o que considera que soncompensados por otros factores de bienestar paracuya implantación se causan aquéllos. Para ello consi-deramos necesario describir con mayor precisiónlos diferentes «daños o deterioros» que generaríanresponsabilidad en base a esta ley.Por otra parte, algunos conceptos que se citan en ladefinición como elementos integrantes del medioambiente, no tienen, en la práctica, posibilidad de serincluidos como objeto directo de actuación para elresarcimiento por el daño causado; éstos son, «elpaisaje» y «la estructura y funcionamiento de los ecosis-temas presentes o relacionados con el área afec-tada». Restaurar el paisaje o los ecosistemas pasa nece-sariamente, de ser esto posible, por reponer a suestado anterior la flora, la tierra, el agua o el patri-monio histórico artístico que los componían hastael momento de su destrucción o deterioro.A continuación se hace una propuesta de definiciónen sustitución de los apartados b y c del artículo 1º,propuesta que concuerda con las diferentes solu-ciones para la reparación, que se comentarán en elsiguiente apartado.A efectos de esta Ley se distinguen dos clases de daños:a) Deterioro de los elementos naturales: destrucción

o pérdida de calidad o de utilidad causados a latierra, el agua o el aire.

b) Daños que sean consecuencia del deterioro defi-nido en el apartado a. Se dividen en tres tipos:b.1)Daño personal: Lesión corporal, enferme-

dad, muerte, sufrimiento físico, psíquico omoral, causados a personas físicas.

b.2)Daño material: destrucción, desgaste, rotura operdida de valor o de utilidad de cosas, y lesión,enfermedad o muerte causados a animales quepertenezcan a personas.b.3)Daños a flora o fauna: Lesión, deterioro, enfer-medad o muerte de animales o plantas que no perte-nezcan a personas, así como deterioro o destrucciónde sus hábitats o de las condiciones necesarias parasu reproducción.

Perjuicio: la pérdida económica, consistente en gastossobrevenidos o en ingresos no obtenidos.Estas observaciones están directamente relaciona-das con el contenido del Artículo 1 apartado d delProyecto, en le que se regula la Reparación en espe-cie. En dicho apartado se establecen tres tipos de accio-nes alternativas, siendo la segunda y la tercera suple-torias respectivamente de la anterior:a) Reposición de los bienes a su estado anterior.b) Si no es posible, establecimiento de medidas

compensatorias equivalentes.

c) Si tampoco es posible, indemnización económicaque «en el caso de deterioro del medio ambiente,se destinará a la realización de actuaciones ambien-tales de compensación y mejora del medio dete-riorado».

Observaciones a este sistemaEn el caso de daños, (daños personales o patrimo-niales) o perjuicios, de los regulados en el apartadob), que no pueden ser reparados (muerte o secue-las físicas, por ejemplo), dar prioridad a las medidascompensatorias sobre la indemnización rompe conla práctica actual y complica innecesariamente la reso-lución de conflictos. A este respecto y para los dañospersonales, sería muy aconsejable la referencia a lascuantías de indemnización que se fijan en el llamadobaremo para accidentes de la circulaciónEn el caso de deterioro del medio ambiente, nos encon-tramos con la dificultad de valorar los bienes que,no pudiendo ser restaurados, no son propiedad denadie y están fuera del mercado; independientementede los diversos sistemas de valoración ensayadosen el mundo, hay que reconocer que las decisionestomadas al respecto tienen un componente muy subje-tivo y nada consensuado y son una importante fuentede inseguridad jurídica.En este sentido, exigir, como solución b, medidascompensatorias «equivalentes» mantiene la incerti-dumbre y la inseguridad.Por otra parte, la alternativa c consideramos que esun rodeo para llegar de nuevo al mismo sitio, es decir,la «realización de actuaciones ambientales de compen-sación y mejora del medio deteriorado», con lo que elproblema continúa sin resolver.

Propuesta

Al regular las obligaciones de restauración, debe-mos pensar que hay alteraciones como la de la capade ozono, el cambio climático, la erosión progre-siva del suelo, para las que no existen técnicas desa-rrolladas de restauración o valoración económica yno se ajustan bien a un sistema de responsabilidadcivil.Hay que reconocer que este instrumento legal, aúnsiendo muy eficaz, no puede abarcar todos los aspec-tos de la restauración del daño al medio ambiente,debiendo ser complementado por actuaciones de laAdministración que tienen más encaje en ámbitosde derecho público. Las obligaciones de resarcimientopara la aplicación individual del principio «el quecontamina paga» deberían limitarse a aquellos aspec-tos en los que es posible evaluar objetivamente eldaño o llevar a cabo las acciones de restauración. Acontinuación se da una propuesta alternativa que, ensustitución del apartado 2.d serviría para delimitar lasobligaciones del responsable con arreglo a esta ley:El responsable estará obligado a la reparación delos bienes dañados y a la indemnización por aquellosque no puedan ser reparados y por los perjuicioscausados y en concreto a:La reparación por cuenta propia o el abono a los terce-ros que estén legitimados para reclamar o a sus dere-chohabientes, de las indemnizaciones a que dieralugar la responsabilidad civil por los daños, deterioroy perjuicios causados, según las siguientes normas:

a) En el caso de deterioro de los elementos naturales,hará frente al costo de su limpieza o de su reti-rada y sustitución, en la medida de lo posible,por el procedimiento más viable en términos derelación costo-eficacia, hasta devolverlos al estadoen que se encontraban antes de la causación deldaño. En caso de no ser posible su restauración,indemnizará por la pérdida de utilidad econó-mica o del valor de mercado de dichos bienes.

b) En el caso de daños causados a consecuencia deldeterioro de los elementos naturales, estará sujetorespectivamente a las siguientes obligaciones:b.1)Por los daños personales, indemnización porel costo del tratamiento para la curación de las lesio-nes y/o la que corresponda por muerte o lesio-nes que no puedan curarse y por periodos de inca-pacidad y otros conceptos, conforme a los baremosestablecidos en el «Sistema para la Valoración deDaños y Perjuicios Causados a las Personas en Acci-dentes de Circulación», incluido en la Ley de Usoy Circulación de Vehículos a Motor.b.2)Por los daños materiales, el costo de reposi-ción y/o el tratamiento para la curaciónde los anima-les dañados y el costo de reparación o reposiciónde las cosas dañadas.b.3)Por los daños a flora o fauna, el costo decuración o reposición de especies y el restableci-miento de las condiciones necesarias para su viday reproducción, en la medida de lo posible porel procedimiento más viable en términos de rela-ción costo-eficacia, hasta devolverlos al estadoen que se encontraban antes de la causación deldaño. Si no es posible, en todo o en parte, la cura-ción, reposición o reparación de las plantas o anima-les dañados o de sus condiciones de vida, se indem-nizará por la pérdida de utilidad económica o devalor de mercado de dichos bienes.

c) En el caso de perjuicios, indemnizará aquellos quequeden justificados.

En lo que se refiere a la valoración de elementos natu-rales, a efectos de indemnización cuando no es posi-ble su restauración después de un daño, quedaría muyjustificado emprender trabajos de valoración y bare-mización que aporten fórmulas objetivas, aunque seanparciales, para algunas de las áreas para las que hoyno existen criterios.

1.Responsabilidad objetiva, (art. 3.1), es decir, el perju-dicado no necesita demostrar que el comportamientodel causante del daño ha sido negligente.Los criterios de responsabilidad civil objetiva estánampliamente implantados en la práctica para los dañoscausados con motivo de actividades peligrosas o enámbitos de actuación profesionales o empresaria-les, por lo que parece lógico aplicarlo al regulado poresta ley y por tanto, no merece objeción alguna.

2. Responsabilidad solidaria cuando sean varios losque han contribuido a un mismo daño (art. 3.2).Este sistema facilita la reclamación al perjudicado,lo que puede considerarse positivo, pero no favoreceel principio de «el que contamina paga», la expe-riencia enseña que la aplicación estricta de la soli-daridad tiene como consecuencia que quien final-mente paga la contaminación no es el que más hacontribuido al daño ni el que mayor riesgo genera

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de volver a contaminar, sino el que cuenta con mayorsolvencia y cobertura de sus riesgos, aunque hayaproducido una contaminación menor y la relación deésta con el daño causado sea menos evidente.Por otra parte, sería deseable encontrar una fórmulapara evitar que recaiga exclusivamente sobre los indus-triales la responsabilidad por los llamados «riesgos deldesarrollo», es decir, el riesgo de que, por la evolu-ción técnica o social, se descubran pasado el tiempoefectos negativos de las actuaciones que, cuando seestaban llevando a cabo, se consideraban benefi-ciosas o, al menos, inocuas. La Administración públicaha sido eximida recientemente de esta responsabili-dad , por lo que las actividades de titularidad publicapodrían causar daños de este tipo sin generar respon-sabilidad para sus titulares, mientras que las priva-das sí la generarían.

3. El contaminador puede ser declarado responsa-ble del daño incluso cuando la contaminación emitida(humos, vertidos, etc.) está por debajo de los máxi-mos autorizados por la Administración, (art. 4.3). Lamayor parte de las industrias (y de los particulares yactividades no industriales) necesitan producir algode contaminación en su actividad. Las Administra-ciones Públicas autorizan esta «cuota de contamina-ción», que establecen según sus estimaciones sobrelas posibilidades de dilución de los medios (los ríos,la atmósfera) a cambio de la autorización, la Admi-nistración cobra a las industrias autorizadas un canon,que debe utilizar en poner medios para que la conta-minación autorizada no provoque daños. Los empre-sarios ni tienen competencia ni posibilidad alguna decontrol para evaluar los riesgos de dicha contami-nación cumulativa.No parece equitativo que la responsabilidad por losposibles daños que se causen con esa contaminaciónautorizada por la Administración, asumible según susestimaciones, se exija a los que ya han pagado sucanon; parece más adecuado que sea la propia Admi-nistración la que afronte la responsabilidad por lasconsecuencias de sus errores al calcular la capaci-dad del medio ambiente de diluir la carga contami-nante sin deterioro.

4. Derecho de asociaciones interesadas en la protec-ción del entorno a exigir la restauración del mediodañado (art. 5.2 b). Es lógico que, siendo la conser-vación del medio ambiente interés de toda la socie-dad, sus representantes, ya sean Administracionespúblicas o entidades no gubernamentales, deseenestar facultados para emprender acciones para ladefensa de este patrimonio común.No obstante, no puede ignorarse que cualquier acti-vidad de las reguladas está expuesta a que perso-nas o entidades con intereses contrarios a la mismapuedan utilizar la acción de responsabilidad civiltemerariamente, debiendo responder por ello, encaso de demostrarse la temeridad. En consecuen-cia, sería conveniente establecer requisitos adecua-dos para que la entidad colectiva reclamante demues-tre su interés en el objeto de la reclamación, así comoun mecanismo de exigencia de responsabilidad yde garantías financieras similar al que se establecepara los potenciales responsables de los dañosmedioambientales.

Considérese por ejemplo la contestación social quetiene, con mayor o menor fundamento, cualquier insta-lación de tratamiento de residuos, hoy por hoy nece-saria, por parte de los vecinos de la zona y las posi-bilidades que esta ley pone en sus manos para influiren su viabilidad futura .

5. Obligación de ofrecer garantías de resarcimientopara ejercer actividades reguladas (art. 14). Ha detenerse en cuenta al regular las garantías obligato-rias que las coberturas de los seguros no pueden, porsu propia naturaleza, abarcar todas las responsabili-dades reguladas en la ley.En el siguiente apartado se explican las aportacio-nes que el seguro puede hacer como mecanismode prevención y de garantía, así como las limitacio-nes de su ámbito de actuación, haciendo también unaserie de recomendaciones para la mayor eficacia deun sistema de seguros obligatorios relacionados conel riesgo medioambiental.

El seguro de responsabilidad civil ambiental

Las personas o entidades expuestas al riesgo deResponsabilidad Civil tienen la aspiración lógica deprotegerse contra las consecuencias económicas deeste riesgo; a la vez, las autoridades competentesen materia de protección del medio ambiente, procu-ran que los sujetos con potencial para causarle daños,cuenten con suficiente respaldo financiero para hacerfrente a sus eventuales responsabilidades. Para garan-tizar dicho respaldo, se recurre a la obligatoriedad decontratar determinadas garantías financieras, entre lasque está el seguro de Responsabilidad Civil.El seguro tiene un papel relevante cuando se tratade buscar protección o garantía del efectivo cumpli-miento de la obligación de indemnizar por daños almedio ambiente; se le reconoce un triple efecto:• Cumple una función de redistribución de riesgos

que favorece el desarrollo de la economía, en lamedida en que facilita una previsibilidad y perio-dificación de determinados costes sujetos a facto-res aleatorios.

• Por los métodos de cálculo de primas y condicio-nes en las que basa su actividad, favorece la equi-dad distributiva de dichos costes, atribuyéndolosa los distintos asegurados en proporción a la magni-tud del riesgo creado por cada uno.

• Por último, contribuye notablemente a fomentarla prevención del industrial expuesto al riesgo, yaque su control y reducción repercuten directamenteen mayor probabilidad de aceptación del riesgoy, en su caso, mejores condiciones de cobertura yreducción de las primas. Esto concuerda con la fina-lidad de la norma que, estableciendo mecanis-mos más eficaces para exigir responsabilidades,contiene implícita una finalidad disuasoria, promo-viendo una mayor diligencia de los individuos oentidades expuestos a causar un daño.

Los aseguradores, por tanto, están llamados a cola-borar con las autoridades para ajustar en lo posible elámbito de cobertura a las responsabilidades esta-blecidas, si bien, existen áreas de responsabilidad queno pueden ser cubiertas por el seguro, por la propianaturaleza de este contrato, o por limitaciones técni-cas.

Estos aspectos deberían tenerse en cuenta por el legis-lador, para evitar promulgar disposiciones de asegu-ramiento obligatorio que, por su carácter imprecisoo excesivamente amplio, generen inseguridad o impo-sibilidad de cumplimiento por falta de oferta en elmercado de seguros.

Limitaciones de la cobertura del seguro– Limitaciones temporales.-Al ser el seguro un contratode carácter temporal para hechos futuros, debe dejarfuera de la cobertura:• Contaminaciones que ya se han causado al contra-

tar el seguro.• Daños con periodos de latencia muy prolonga-

dos desde que se anula la póliza.En este sentido, la aplicación de la norma a accio-nes u omisiones anteriores, que contempla la Dispo-sición Transitoria única del Anteproyecto, genera inse-guridad y una importante laguna para el campo deaplicación de la cobertura del seguro.

– Limitaciones por la forma de producirse el sinies-tro.- por el carácter aleatorio del contrato de seguro,quedan fuera de él:

• Hechos intencionados del empresario (propieta-rio o director).

• Hechos habituales o que se produzcan por el simplefuncionamiento normal de la actividad.

• La responsabilidad que se atribuya automáticamentea una industria por su participación en la conta-minación, independientemente del volumen devertidos y su peligrosidad.

• Contaminación por niveles tolerables o toleradoslegal o reglamentariamente.

– Limitaciones en el alcance de la cobertura.- Respon-sabilidades por daños o perdida de bienes que nosean susceptibles de valoración con parámetros obje-tivos, aunque sí podrán asegurarse en la medidaque sea posible y técnicamente viable su repara-ción o reposición.

– Prohibición de asegurar sanciones.- Los dañosmencionados se resarcirán en muchas ocasiones enforma de sanción ejemplarizante y no compensa-ción por el costo concreto del bien dañado, queno suele ser evaluable de forma objetiva. Tienenpor tanto una naturaleza común con las multas ysanciones, que son personales y, no transferiblesal seguro . Asimismo cualquier otra responsabilidadque pueda ser exigida y, a la vez, determinada porla Administración, y no en un procedimiento Civil,plantea problemas para su cobertura, ya que esun fundamento básico del seguro de Responsabi-lidad Civil mantener la posibilidad de defensa delasegurado en condiciones de igualdad procesal conel reclamante.

– Evaluación y selección de riesgos.- Por otra parte,Es evidente que existen industrias que no se encuen-tran en condiciones medioambientales adecuadas.Estas, teóricamente no deberían recibir autorizaciónpara operar, pero debido a que la autoridad enesta materia recae sobre las Administraciones Auto-nómicas, las exigencias ambientales para la conce-

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sión de licencia pueden no coincidir entre sí y, asu vez, pueden ser distintas de los criterios de acep-tabilidad de riesgos de los aseguradores, quienesllevan a cabo sistemáticamente un análisis previode la industria a asegurar. Llegado el caso, puedeocurrir (ha ocurrido en ocasiones) que una indus-tria con autorización provisional concedida por laAdministración, no pueda obtener el seguro por noser aceptable para el asegurador.

Este problema sólo puede resolverse mediante untrabajo previo de armonización de criterios de acep-tabilidad, por parte de aseguradores, Administracio-nes y otros usuarios, como entidades financieras,etc•

1 El Libro Blanco sobre la Responsabilidad Medio-ambiental es un documento en el que está traba-jando la Comisión Europea, con carácter de reco-mendación a los Gobiernos de los países miembros,con el que se pretenden sentar las bases de las legis-laciones nacionales en esta materia. Dicho docu-mento recoge las conclusiones extraídas como conse-cuencia del debate suscitado en su día por el llamado«Libro Verde de la Comisión sobre la Restauracióndel Daño Ambiental», de mayo de 1993 y que, asu vez, era fruto de deliberaciones en el seno dela Comisión que fueron iniciadas oficialmente en elaño 1989, con el objetivo de promulgar una Direc-tiva. Esto nos da idea de la dificultad que está encon-trando la Unión Europea para la armonización dela regulación del daño medioambiental

2 Con excepción del establecido para la responsa-bilidad civil por daños causados por productos defec-tuosos(3 años), de la que no trataremos en este artí-culo.

3 Salvo para la responsabilidad del fabricante pordaños causados por productos defectuosos (10 años).

4 El texto que se comenta es el distribuido por el Minis-terio con fecha 29 de marzo de 1999

5 Sistema para la Valoración de los Daños y PerjuiciosCausados a las Personas en Accidentes de Circu-lación, que fue incorporado como anexo de la Leyde Uso y Circulación de Vehículos a Motor, por laLey 30/1995, de 8 de noviembre, de Ordenacióny Supervisión de Seguros Privados, en su disposi-ción Adicional Octava; este baremo se ha utili-zado muy frecuentemente para la valoración econó-mica de daños personales en otros ámbitos ajenosal de la circulación de vehículos y tiene como ventajaque da seguridad y uniformidad en las pautas devaloración.

6 La Ley 4/1999, de modificación de la Ley 30/1992,de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de Admi-nistraciones Públicas y del Procedimiento Admi-nistrativo Común, en su artículo 141, estableceque «No serán indemnizables los daños que se deri-ven de hechos o circunstancias que no se hubie-sen podido prever o evitar según el estado de losconocimientos de la ciencia o de la técnica exis-tentes en el momento de producción de aquéllos».

7 Ver también artículo 9 del Proyecto, sobre el esta-blecimiento de medidas preventivas, en el que sefaculta al reclamante para exigir incluso la parali-zación e incluso la clausura temporal total o parcialde la actividad.

8 La naturaleza confusa, entre sanción y obligacióncivil se refleja en varias disposiciones de derechoadministrativo, en las que se impone al infractorla obligación de restaurar el medio contaminado,contemplando como referencias para el cálculo delvalor de los elementos que no puedan restaurarse,el ahorro o el beneficio obtenidos por el infractor;ver por ejemplo el artículo 57 del Dto. 833/88, deresiduos peligrosos.

Entrevista con Salvador GinerSociólogo

Salvador Giner nació en Barcelona en el año1934. Licenciado en Derecho por laUniversidad de Barcelona, estudiósociología en las universidades de Colonia yChicago. Catedrático en la Universidad deBarcelona, Giner ha impartido clases pormedio mundo. Autor de numerosas obras ymanuales de referencia, actualmente dirigeel Insituto de Estudios Sociales Avanzadosde Barcelona, que depende del ConsejoSuperior de Investigaciones Científicas(CSIC). Este conocido sociólogo, además desus tradicionales aportaciones teóricas,también trabaja actualmente eninvestigaciones relacionadas con temasambientales y en lo que denomina sociedadde la incertidumbre. Asimismo, participahabitualmente en tertulias y programastelevisivos y escribe artículos de opinión enperiódicos de calidad.

"Queremos cuadricular el mundo pero cada vez esmás incierto"

Siempre resulta clarificador que un sociólogoexprese sus puntos de partida teóricos.¿Cuáles son los suyos?

He partido siempre de un enfoque conflictivista. Esdecir, creo que nada explica mejor la realidad queel conflicto social. El conflicto es una lucha de dife-rentes grupos y personas por los recursos escasos.Desde este punto de vista se entiende mejor el mundoque desde la perspectiva funcionalista o armoni-cista. Asimismo, tengo una posición racionalista; nosoy posmoderno, soy tradicionalista.

Es decir, hay que volver a plantear lamodernidad.

La modernidad siempre se tiene que volver a plan-tear; este es, por definición, el trabajo de la cienciasocial. Los sociólogos tenemos que explicar clara-mente lo que pensamos. Hay muchos profesionalesque lo explican; en cambio, otros no lo hacen, comoes el caso de los sociólogos que se dedican a hacerencuestas. Son ad hoquistas. Hacen estudios socio-lógicos cuando en realidad son informes que no partende ningún posicionamiento teórico.

Pero, precisamente la estadística la inventóun sociólogo...

Ciertamente. Era un médico y sociólogo belga inte-resado en la problemática social. Observó, por ejem-plo, que había más matrimonios durante el mes demayo que en el mes de enero, lo que no es ningúndescubrimiento especial. También reparó en que habíamás suicidios en verano que durante el invierno.Analizó estos datos de manera probabilística e inventóla estadística. Ésta es una herramienta muy útil perola investigación sociológica va más allá. En mi libroIntroducció a la sociologiaexplico claramente mi posi-cionamiento teórico. En física nuclear o bioquímica

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quizá no sea necesario que el investigador eviden-cie sus referencias ideológicas, pero en ciencias socia-les hay que enseñar las cartas.

Y cuando las cartas están sobre la mesa,¿Cuáles son sus líneas de investigaciónactuales?

Últimamente he trabajado a fondo en dos obras impor-tantes: La societat catalana y el Diccionari de Socio-logia, publicado por Alianza Editorial. Y ahora estoyescribiendo una historia del pensamiento sociológico.A pesar del trabajo que dan estos libros, también parti-cipo en dos investigaciones: el proyecto Ulysses y,junto a colegas de la Universidad de Bolonia, en Italia,en un proyecto sobre la incertidumbre. En términossociológicos, no me gusta hablar de riesgo sino deincertidumbre y de márgenes de inseguridad.

Más adelante me gustaría que abordase enprofundidad las diferencias que ustedestablece entre sociedad del riesgo y sociedadde la incertidumbre. Pero antes me gustaríaque explicase qué es la investigación Ulysses.

Ulysses es uno de los proyectos que tenemos en elInstitut d’Estudis Socials Avançats (IESA) del CSIC. Esun proyecto internacional donde participan diferentespersonas del IESA, entre ellas David Tàbara. El obje-tivo es estudiar hasta qué punto la ciudadanía entiendela crisis ecológica, hasta qué punto la teoriza y la razonay qué medidas está dispuesta a tomar para controlar lasituación.

O sea, un estudio sobre la percepciónciudadana de las crisis ecológicas globales.

No es exactamente la percepción. Esta palabra me damucho miedo; la percepción siempre va acompañadade la construcción. El ser humano percibe, pero acontinuación explica y generaliza. Pasa de lo descrip-tivo (la percepción) a lo prescriptivo (lo que hayque hacer)

¿Qué metodología han utilizado?

La metodología consiste en explicar detalladamentea grupos elegidos de ciudadanos la situación ambien-tal con objetividad. Por ejemplo, ponemos sobre lamesa los niveles de contaminación. El siguiente pasoes recoger las discusiones. En lugar de realizar sondeos,reunimos a grupos de ciudadanos y recogemos susopiniones concretas. El criterio de elección es el habi-tual de la sociología: una muestra estratificada. Lagente viene con muy buena disposición y habla muchoporque siente que participa. Este análisis de cómoconstruyen los ciudadanos la crisis global se lleva acabo en seis países europeos.

¿Se pueden anticipar resultados?

Una cosa está muy clara: la teoría de la masa estúpiday manipulada por la televisión no se aguanta porningún lado. Cuando la gente tiene la oportunidad dehablar y expresarse, generalmente lo hace con muchacoherencia. Emiten opiniones juiciosas aunque en

ocasiones haya cierta dispersión de ideas. Experien-cias como Ulysses nos llevan a la necesidad de volvera plantear los mecanismos democráticos; hay que irmás allá del tema electoral. La nueva democracia setiene que plantear y orientar hacia la consulta popu-lar y los debates, hay que estimular la participaciónde la ciudadanía. Observemos, por ejemplo, el casode las tertulias radiofónicas, a menudo criticadas.

¿Cómo se explica su éxito?

Cuando escuchamos a un grupo de personas deba-tiendo a través de las ondas, proyectamos y nos iden-tificamos con la conversación. A los seres humanosles gusta el diálogo. El cierto éxito de las tertulias creoque se explica por las opiniones contrastadas y lasensación que tiene el oyente de estar en comunióncon un grupo de personas.

En relación a la participación ciudadana, hoyen día se habla mucho de democraciaelectrónica. ¿Cree que la red puede impulsarnuevos escenarios de democracia másparticipativa?

En un mundo que se mundializa y desde el puntode vista de la gobernabilidad, el problema es hastaqué punto los ciudadanos pueden intervenir en la vidapública. Ciertamente, el flujo innovador tecnoló-gico tiene unos efectos de gran alcance para la gober-nabilidad. Soy bastante escéptico sobre los posiblesefectos positivos para la democracia.

Por qué?

De hecho, la posibilidad que plantean las nuevastecnologías de la información es el referéndum cons-tante. Pero esto tiene inconvenientes. Por una parte,¿qué porcentaje de ciudadanos está conectado a estasnuevas tecnologías? Por la otra, existe el problema dela manipulación. Por ejemplo, un grupo social muyactivo pero poco representativo puede enviar milesde cartas al Senado. La militancia activa puede compen-sar la falta de representatividad. También son impor-tantes los rasgos de desigualdad que caracterizan a lasociedad de la información. ¿Quién dispone de termi-nal? De los que tienen acceso, ¿qué porcentaje disponedel nivel de formación suficiente para utilizar adecua-damente la herramienta?

Pero esta desigualdad también tiene lugar enotros ámbitos. La realidad en la red deja deser un reflejo de la sociedad...

Es cierto quehay elites depoder, de conocimiento, unaclase media-alta que controla y una gran mayoría cuyaopinión casi no cuenta. Pero buscar información útilen la red requiere tiempo. El análisis del tiempo es unacuestión muy importante, a la que se dedica poca aten-ción; en cambio, en Italia hay destacados grupos desociólogos que se dedican al estudio del tiempo.

En estos tiempos, al final del milenio, se estáperfilando una nueva sociedad...

Desde el siglo XVIII.

El modelo de la sociedad industrial haentrado en crisis...

En absoluto. Ésta es una afirmación de los posmo-dernos. Por ejemplo, Internet no es otra cosa que laprolongación del telégrafo y de la radio, que sí rompie-ron los conceptos de espacio y tiempo. Estamos en elparadigma de la modernidad, una modernidad avan-zada, pero modernidad al fin y al cabo. El caso máscaracterístico de hoy es la mundialización del capi-talismo. Empezó en el siglo XVI -cuando Magalla-nes llegó a Manila- y se cierra con los satélites quetodavía evolucionarán durante 100 o 200 años más.Ciertamente, el cambio es a veces más acelerado.Pienso, por ejemplo, el caso de mi propio padre. Hijode un pueblo de Alicante, ha vivido la diligencia, eltren, el avión, Internet. De hecho, desde el siglo XVIIIconstruimos un discurso centrado en el futuro. La granparadoja de la modernidad es que estamos en unasociedad dirigida hacia la prospectiva, el cálculo deprobabilidades y el fordismo. En nuestra cultura hatriunfado el pensamiento positivista de Comte perotambién Marx había diseñado un futuro muy concreto.No olvidemos que los rusos hacían planes quinque-nales.

Los hábitos familiares y laborales se estánmodificando muchísimo. También en elámbito económico vivimos una transición deuna economía basada en el átomo a unaeconomía basada en lo intangible...

Efectivamente. Todo esto ya lo demostró Daniel Bellen el año 1962 en un libro excelente. De todas formas,es preocupante que tengamos que analizar la socie-dad de la información a partir de libros que tienenmás de treinta años.

¿ Y las aportaciones de Manuel Castells?

La obra importante es la de Bell, a mi parecer. Nohe leído todo el libro de Castells pero recuerdo unconjunto de reflexiones sobre los llamados «tigres asiá-ticos» que no se han cumplido. En cualquier caso,el trabajo de Castells ha sido considerable.

Las ideas de Castells son hoy objeto de debatey los medios de comunicación les prestanmucha atención...

Qué quiere que le diga. Estamos en una sociedaddonde ha triunfado Walt Disney en lugar de Karl Marx.Es la cultura de la trivialización y el parque temá-tico. Manda la mediatización. Estamos en un mundode confusión y los medios comunicación no hacenque la situación mejore, sino al contrario, enredan,trivializan la situación y hacen que la gente crea debuena fe que la aportación de un determinado señores original, cuando en realidad no lo es. En Cata-luña, por ejemplo, consideramos como el gran filó-sofo local a una persona que en realidad es un peque-ñajo de la filosofía catalana. Pasan cosas muysorprendentes.

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Volviendo al concepto de sociedad del riesgo,¿ cree que es un punto de referencia paraexplicar la sociedad de hoy en día?

Creo que como modelo no sirve. Un paradigma es lainterpretación de la sociedad moderna hecha por KarlMarx.Yno soymarxista, ni lo he sidonunca, pero reco-nozco la potencia del marxismo. También es un para-digma la interpretación liberal del mundo modernohechaporHayek. Pensadoresde referenciaparamí sonRaymond Aron, Karl Marx y Daniel Bell.

Pero la seguridad y el riesgo son dosconceptos de la modernidad...

Hay un hecho indiscutible: el riesgo ha aumentadoen todas aquellas sociedadesque sehanconjuradoparaeliminarlo. La modernidad es una gran conspiraciónpara eliminar el riesgo. Sin ir más lejos, en Barcelonase inventó laMesadeCambiosparahacer frenteal riesgo.La Mesa de Cambios era una compañía de segurosque financiaba los barcos que no volvían de Oriente.La instituciónmás significativadelmundomoderno sonlas compañías de seguros. Asimismo, el Estado bene-factor es un tipo de compañía de seguros. Para dismi-nuir el riesgo cobramos para la jubilación y queremosser funcionarios. Laparadoja esquevivimos en la socie-dad antirriesgo y, a pesar de esta obsesión, cada díaproducimosmás riesgo. Pensemos en los accidentes detráfico, que aumentan en todo el mundo.

¿Cómo valora las aportaciones del sociólogoalemán Ulrick Beck, que ha desarrollado laidea de la sociedad del riesgo?

Creo que Beck no ha hecho grandes aportacionespero ha tenido el mérito de concretar una idea potente.Beck ha expresado con precisión y contundencia unasituación paradójica: nuestra sociedad conspira paraalcanzar más seguridad y tranquilidad y, en cambio,produce más y más riesgo. Weber y Marx hicieronalgunas aportaciones sobre estas cuestiones y Beckha sido quien ha cohesionado y dado forma a las ideas.Comparto los planteamientos de Beck pero yo prefierohablar de sociedad de la incertidumbre más que desociedad del riesgo.

¿Qué caracteriza a esta sociedad de laincertidumbre?

Es una sociedad que conspira para controlar y cuadri-cular elmundo; quiere tenerlo todobajo control. Buró-cratas, planes estratégicos, ministerios y consejerías adiestro y siniestro. Tenemos la obsesión cartesiana decuadricular el mundo. La paradoja es que este mundoresulta cadavezmás incierto.Nospreocupasinospodre-mos retirar, si los impuestos podrán financiar nuestrajubilación. La contradicción es que los avances de lamedicina alargan la vida ynohay suficientedineroparaasegurar las jubilaciones. La llamada sociedaddel cono-cimientoesen realidad la sociedaddeldesconocimiento.Porunaparte, nos acompañan losgrandes interrogantesde siempre, laspreguntas eternas. ¿Mequieremi compa-ñera? ¿Me querrá siempre?Otro componente de mi teoría de la incertidumbre esque nadie, ni el señor Beck , puede demostrar que la

sociedad es más insegura hoy que ayer. No hace nicuatro días, los seres humanos morían de una gripe odeuncólico.Hoyyanadiemueredeunataquedeapen-dicitis, y si te pilla en lo alto de una montaña inclusote envían un helicóptero para rescatarte. Los plantea-mientos apocalípticos, que tanto gustan a los mediosde comunicación, son tramposos. No se puede olvi-dar que en el siglo XIX la gente moría de una coz decaballo, de gripe y que el mundo en la época de Romaera brutal. En definitiva, la sociedad preindustrial teníamuchos más riesgos que la industrial.

Quizá la diferencia es que el ser humano hadesarrollado una serie de herramientastecnológicas que pueden poner en peligro laexistencia del hombre sobre la Tierra...

No niego que la bomba atómica tenga muchos peli-gros o que las crisis ecológicas globales planteennume-rosos interrogantes sobre el futuro. No quiero trivia-lizar las ideas de Beck pero creo que se tienen quematizar. El riesgo es consustancial a la condiciónhumana.

Ciertamente, vivimos mejor que nuestrosantepasados. También es cierto que hemosdesarrollado herramientas tecnológicas quenos hacen creer que somos más poderososque la naturaleza. Este es un cambio que nospuede llevar a la extinción de nuestraespecie...

Yo no soy catastrofista, pero hay cifras objetivas queresultan preocupantes. Las tendencias demográficasobligan a encender todas las alarmas. En este sentido,creomás en la sociología prescriptiva queen la descrip-tiva. Más que analizar fríamente lo que pasa, se tieneque decir qué hay que hacer. Los sociólogos tenemosqueaconsejar, no sólodescribir loquepasaenelmundo

¿Algún consejo?

Para mí hay una cosa muy clara. Tenemos que distin-guir entre austeridad y pobreza. La sociedad del futurotiene que ser más austera pero no necesariamente máspobre. No podemos continuar, por ejemplo, con lalocura de los automóviles. Creo que sido un gran errorconstruir aparcamientos en los centros de las ciuda-des. Por tanto, tenemos que atrevernos a eliminaraparcamientos y autopistas para disminuir el númerode coches. Quiero un mundo austero con escuelasbuenísimas, universidades excelentes, tranvías, metrosligeros, donde se proteja la naturaleza. Tenemosque ser más austeros, repartir la riqueza y reducir elriesgo hasta donde podamos. El hombre es un ser quepiensa. Como decía Sócrates, una vida no examinadano vale la pena ser vivida. Un hombre que no piensasu condición, no es tal.

¿ Cree que vamos hacia el colapso?

Vamos directos hacia el colapso. El único remedioposible es aplicar la razón. No soy catastrofista. Simple-mente afirmo que vamos directos a la catástrofe sino nos salva la razón. La única esperanza es que seimponga el análisis racional de la realidad•

Normativa ambiental

De la reparación de los daños a lagestión de los riesgos ambientalesIgnasi Doñate

1.- Introducción

Los desastres ecológicos causados por accidentesen grandes instalaciones químicas, centrales nucle-ares o los causados por vertidos de crudo en acci-dentes de grandes petroleros generaron inevitable-mente la conciencia de la gran capacidad dedestrucción ecológica de la que es capaz la inter-vención humana en la segunda mitad del siglo XX.Las víctimas de estos desastres acudieron en algu-nos casos ante los tribunales para exigir daños y perjui-cios personales. Así se desarrollaba la tradicionaldemanda de responsabilidad civil por daños, peroaplicada al sector ambiental.La responsabilidadcivil aplicadaal sector ambientalpusodemanifiesto las limitacionesdeestafigura jurídicacomoherramienta eficazpara reparar los daños y, sobre todo,para prevenirlos. En este ámbito de la prevención yaen los años 60 se inició el proceso de identificación delas sustancias más peligrosas para la salud humana ypara el medio ambiente. Posteriormente, los grandesaccidentesdeSeveso,Bhopal... fueroneldetonantepararegular el control de los riesgos que se derivaban de lapropia existencia de las grandes instalaciones indus-triales, preferentemente químicas.Esta identificación de las sustancias peligrosas y delas grandes instalaciones susceptibles de ser fuentede graves perjuicios ambientales dio lugar a la nece-sidad de evaluar los riesgos concretos que se deri-vaban. La necesidad de evaluar los riesgos era para-lela a la nueva noción de responsabilidad por losriesgos. Se viajaba de la responsabilidad por dañosa la responsabilidad por riesgos.El aumento de los daños que se iban derivando dela sucesión de grandes accidentes y la concienciade los riesgos que se derivan de la utilización deciertos productos y tecnologías nos ha llevado a laconsideración del riesgo ambiental como una calidadendógena de nuestra sociedad contemporánea. Enuna sociedad donde el riesgo está por todas partes,con incidencia grave o leve, la demanda de seguri-dad se ha ido valorizando dando lugar al concepto degestión del riesgo como sistema de gestión encami-nado a su minimización mediante una serie de contro-les y de instrumentos.Esta gestión de riesgo ha traspasado la mera finalidadde prevención de desastres ambientales, para pasara introducirse en las estrategias de definición de lacalidad los productos, calidad que una vez homolo-gada por una comunidad de estados permite la librecirculación de los productos en dicho ámbito.

2.- La limitación de la responsabilidad civil(RC) ambiental

Un primer problema de la RC ambiental es concre-tar qué entendemos por daños ambientales. Dadala diversidad de daños en el tiempo, en la forma yen el espacio resulta muy difícil acotar lo que es ylo que no es un daño ambiental.

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A esta dificultad es necesario añadirle la difícil deter-minación de quiénes son las personas o entidades quetienenderechoencadacasopara reclamar la reparacióndeldaño. La titularidadde los recursosnaturales, ¿aquiéncorresponde? ¿Quién puede reclamar por la extinciónde una especie? A esta dificultad corresponde tambiénla complejidad de identificar cuál es la causa del dañoy cómoactuar cuandonos encontramos conunaplura-lidad de causas. La determinación de la relación causa-efecto es uno de los aspectos técnicamente y real-mente más complejos en las reclamaciones por dañosambientales. Así, las dificultades específicas se presen-tan tanto con relación a la delimitación de daño, delconcepto de medio ambiente, del establecimiento dela causa-efecto, de ladeterminaciónde los responsablesy de los titulares que pueden en cada caso tener dere-cho a demandar una reparación del daño...Pero, fundamentalmente, la limitación de la figura dela RC es que no tiene una función directamente preven-tiva, sino que se aplica al tratamiento de daños yaaparecidos, independientemente de su posibilidad deprevención futura.

3.- De la RC a la responsabilidad por riesgo

La necesidad de dar un carácter preventivo a la RC,con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, ha hechosurgir lo que se llama responsabilidad por riesgo, unaresponsabilidad que se atribuye al titular de una fuentede peligro. En este sentido, la Directiva 85/374/CEE,del Consejo, en materia de responsabilidad por losdaños causados por productos defectuosos, atribuyóal titular mercantil la responsabilidad de los dañosderivados del comercio de sus productos.La jurisprudencia, apesar deestar dominadapor el prin-cipio de responsabilidad por culpa, atribuye progresi-vamente responsabilidades, incluso si sonde actos líci-tos, cuando éstos suponen unos daños para terceraspersonas. Así, de la culpaderivadade la falta de respetoa las disposiciones reglamentarias, se pasa a la acep-tación de la culpa cuando se constata que no se haactuadocon ladiligenciaposibley socialmenteadecuada.Actualmente, para evitar la RC es necesario tener comonorma «agotar la diligencia requerida por las circuns-tancias concurrentes en cada caso». La demostra-ción de que se ha actuado con diligencia correspondeal propio comerciante , al que se le atribuye la presun-ción iuris tantum de que es culpable si el mismo nodemuestra que ha actuado con toda la diligencia posi-ble. Así es como en este proceso, consagrando prác-ticamente el principio a favor del perjudicado y encontra del comerciante, se propone como objetivoque todos los daños y perjuicios deben dar lugar a unresarcimiento responsabilizando al fabricante o comer-ciante que, a pesar de cumplir las leyes, no haya tenidouna diligencia necesaria y socialmente exigible enel proceso de poner un producto en el mercado.

4.- La demanda de seguridad en la sociedaddel riesgo

4.1.- La seguridad como formulaciónpositiva del riesgoEl riesgo se puede entender como la posibilidad deque suceda un hecho perjudicial concreto. Por elcontrario, la seguridad es el resultado de una serie

de condiciones o situaciones que tienden a minimi-zar el riesgo. El concepto de seguridad no es asimi-lable a la exención de riesgo sino a su minimiza-ción.La seguridad no es tal, se convierte en una tenden-cia más que en una realidad, en un objetivo imposi-ble de alcanzar al 100%, pero es posible acercarse aella. Técnicamente, las exigencias de seguridad sonobligatorias y reciben el nombre de normas o regla-mentos técnicos. Así, el control de seguridad es obli-gatorio y previo a introducir el producto en el mercado,aunque no hay que confundir la seguridad con laidoneidad funcional del producto o de la instala-ción.

4.2.- La seguridad general de los productosEn este entorno conceptual, por producto seguro hayque entender cualquier producto que, en condicio-nes normales o razonablemente previsibles, inclu-yendo la duración, no represente ningún riesgo o sola-mente riesgos mínimos, compatibles con el uso delproducto y considerados admisibles en el respeto aun nivel elevado de protección de la salud y de laseguridad de las personas.De acuerdo con la Directiva 92/59/CEE del Consejo,relativa a la seguridad general de los productos, elcriterio de seguridad de los productos incorpora lossiguientes elementos:• Las características del producto y, entre ellas, su

composición, embalaje, las instrucciones para elmontaje y para el mantenimiento.

• El efecto del producto sobre otros, cuando razo-nablemente se pueda prever un uso conjunto delprimero con los segundos.

• La presentación del producto, incluyendo desdeel etiquetado, las posibles instrucciones de uso yde eliminación, hasta cualquier otra indicación oinformación que deba dar el fabricante.

• Las categorías de consumidores que estén en condi-ciones de mayor riesgo en el uso del producto, espe-cialmente los niños.

• Desde un punto de vista normativo, la posibili-dad de alcanzar niveles superiores de seguridadrespecto a otros productos o el hecho de fabricarproductos que presenten un riesgo menor no es uncriterio válido para considerar que un productoes inseguro o peligroso.

Las obligaciones de seguridad afectan no sólo al fabri-cante, sino que también pueden repercutir sobrelos distribuidores de los productos, independiente-mente de las medidas de control de los productos, lasregulaciones de conformidad y las obligaciones delos estados a la hora de regular y difundir los crite-rios de seguridad

5.- El riesgo ambiental

5.1.- Concepto, magnitud y gravedad delriesgo ambientalEl riesgo ambiental comporta que exista un elementode incertidumbre en el hecho de infligir daños impor-tantes al medio ambiente. El riesgo, a pesar de serprevisible por naturaleza, reúne los componentesde inesperado, repentino y accidental.La magnitud de un riesgo se determina mediantedos factores globales: la probabilidad de que se

produzca el siniestro y la gravedad de sus conse-cuencias, o sea, que el riesgo (R) es igual a la proba-bilidad (P) multiplicada por la gravedad (G).Por su parte, la gravedad del siniestro tiene como facto-res la importancia intrínseca del objeto material delsiniestro y el entorno donde se ha producido. Losdaños y perjuicios del accidente deberán ser repa-rados por sus causantes o responsables, lo que haceque dicha reparación nos sitúe en el ámbito de laresponsabilidad empresarial, aunque no excluye queen algún caso excepcional la responsabilidad de unaccidente ambiental recaiga en uno o varios parti-culares. Por este motivo, cuando se habla de riesgoambiental siempre hacemos referencia a personas oentidades que, por los productos que utilizan o porlas instalaciones que gestionan, son los causantesde un riesgo al medio ambiente que, por su magni-tud, puede comportar tener que responsabilizarse dela reparación de unos daños demasiado a menudoincalculables.

5.2.- Las normativas comunitarias deevaluaciónEn el 1.993 se dictaron las primeras disposiciones deevaluación de riesgo para la salud humana y parael medio ambiente, aplicada a las sustancias exis-tentes en la Unión Europea. Así, se introdujo unprocedimiento de evaluación mediante el que seasignaba a cada uno de los estados miembros dela Unión Europea la responsabilidad de evaluar elriesgo ambiental de las sustancias contenidas en unaslistas prioritarias. De acuerdo con esta evaluación,el Estado ponente en cada sustancia propondría aun Comité de representantes de los propios esta-dos una estrategia de prevención que podríacomprender las posibles medidas para limitar lacomercialización y el uso de aquellas sustancias segúnla Directiva 76/769/CEE.Hasta el momento se han publicado tres listasque contienen en total 110 sustancias declaradasprioritarias para su evaluación por los estados miem-bros. Los principios de evaluación de riesgo quetienen que tener en cuenta los estados miembrosponentes en cada sustancia se recogieron poste-riormente en el Reglamento (CE) nº 1488/94 dela Comisión.Este Reglamento instituye que la evaluación delriesgo comportará la determinación del peligro–identificación de los efectos adversos que unasustancia puede provocar–, la evaluación de la rela-ción dosis (concentración)-respuesta (efecto), laevaluación de la exposición y la caracterización delriesgo, entendida como la estimación de la inci-dencia y gravedad de los efectos adversos proba-bles. La disposición recoge los criterios técnicosespecíficos de los riesgos para la salud humana y,por separado, los criterios de los riesgos para elmedio ambiente.Los mismos criterios adoptó la Directiva 93/67/CEEde la Comisión, relativa a las sustancias peligrosasreguladas en la normativa sobre clasificación, enva-sado y etiquetado de dichas sustancias, instauradacomo principios de evaluación.

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6.- Los riesgos de accidentes graves: de lasinstalaciones industriales a las sustanciaspeligrosas

6.1.- Los accidentes graves en determinadasinstalaciones industrialesEl accidente de Flixborough en 1973, el de Beek en1975 y el de Seveso en 1976 crearon la consciencia dela gravedad de los peligros y del riesgo que compor-taban determinadas instalaciones industriales. Unaaproximación al concepto de riesgo se realizó conla Directiva 82/501/CEE, medida legislativa reactivaal accidente de Seveso, dirigida a prever los accidentesgraves que se podrían derivar de determinadas acti-vidades industriales catalogadas en 10 categorías bási-camente centradas en la industria química, petro-lera o del gas o bien que trabajasen con cantidadesimportantes de 10 sustancias específicas recogidas enla Directiva.Se trataba de una Directiva que afectaba tanto a cier-tos tipos de instalaciones en función de los proce-sos industriales, como a las instalaciones que traba-jasen con cantidades significativas de ciertos productos.Una Directiva que no daba ninguna definición de peli-gro, ni de riesgo pero que inició un proceso de armo-nización necesario, dada la magnitud de los acci-dentes que tenían un claro alcance internacional.La limitación de la Directiva en su concepción apli-cativa sólo a los procesos industriales que relacionaba,hizo que la catástrofe de Bhopal motivase la amplia-ción de las actividades industriales afectadas y lareducción de los valores límite fijados, a la vez que seaprobó la Directiva 87/216/CEE. Asimismo, el acci-dente de la empresa Sandoz en Basilea y la corres-pondiente contaminación del Rhin motivó la nuevaDirectiva 88/610/CEE que introdujo las actividadesde almacenaje de sustancias o preparados peligro-sos y mejoraba la información al público sobre todoslos elementos relativos a su seguridad.En 1989, a la vista de los accidentes de Bhopal y deMéjico que pusieron de manifiesto los riesgos queplanteaba la proximidad entre los asentamientos indus-triales y las zonas residenciales, el Consejo planteóla necesidad de pedir la directiva en materia de plani-ficación de la ocupación del suelo en el momentode autorizar nuevas instalaciones o cuando el desarro-llo urbanístico se hiciera alrededor de instalacionesindustriales ya existentes.Esta normativa sobre accidentes en las instalacionesindustriales tambiénpedía una ampliaciónde su ámbitode actuación y un mejor intercambio de informa-ción entre los estados miembros. Muestra de esta preo-cupación es que el quinto programa de actuaciónambiental insistía en la necesidad de una mejor gestiónde los riesgos y de los accidentes.La lista vigente entonces especificaba determinadostipos de instalaciones y en cambio excluía otros quepresentaban idénticos riesgos, dando lugar a que seescapasen a la normativa comunitaria posibles fuen-tes de accidentes graves. Esta constatación llegó ala conclusión de que era necesario pasar de unalista de instalaciones industriales concretas a una afec-tación de todo tipo de instalaciones que utilizasenciertas sustancias peligrosas en cantidades suficien-temente importantes como para poder originar unaccidente grave.

66.2.- La Directiva 96/82/CE, del Consejo, de 9de diciembre de 1996, relativa al control delos riesgos inherentes a los accidentes degraves en que intervengan sustanciaspeligrosasEsta Directiva entró en vigor el día 3 de febrero de1997 y dejaba un plazo de 24 meses a los estados paraque dictasen las normas para su transposición interna.Así pues, el día 3 de febrero de 1999 acabó dicho plazoy, en consecuencia, todos los ciudadanos comuni-tarios podían invocar esta nueva Directiva tanto si handictado o no las normas internas de aplicación a cadaEstado miembro.

6.2.1.- Los puntos de partida de la DirectivaLos accidentes graves en instalaciones industrialesnormalmente se han debido a defectos de gestión ode organización. Por este motivo, era convenientedeterminar a escala comunitaria los principios bási-cos para los sistemas de gestión que tienen que permi-tir prevenir y controlar el peligro de accidentes gravescomo limitar sus consecuencias.La Directiva unifica los criterios con relación a lainspección de establecimientos por parte de los esta-dos, a fin de que no se deriven otros niveles diferentesde protección. La mejora de la protección ambiental pide quelos responsables de las instalaciones proporcionena las autoridades competentes la informaciónadecuada en forma de un informe de seguridad quecontenga datos sobre el establecimiento, las sustan-cias peligrosas existentes, la instalación o alma-cenamiento, los posibles accidentes graves y lasformas de gestión.Se constata el efecto dominó en establecimientos quepor su localización o proximidad a núcleos urbanoso a determinados ambientes pueden aumentar laprobabilidad y la posibilidad de agravar los acci-dentes, lo que reincide en la necesidad de contarcon una información más amplia, de un adecuadointercambio de información y de una cooperaciónrelativa a la información del público.Para situaciones límite, en dichos establecimientosque trabajan con cantidades importantes de sustan-cias peligrosas, es necesario implantar planes de emer-gencia externos e internos y crear sistemas que garan-ticen que dichos planes se comprueben, revisen yse apliquen. En este sentido, la directiva disponeque los planes internos de emergencia se deben consul-tar con el personal, así como los planes de emergenciaexternos se deben consultar con la población. Para mejorar la protección ambiental, los planes terri-toriales han de tener en cuenta la necesidad, a largoplazo, de asegurar la separación adecuada entre zonas.En el ámbito de la información se constata que elpúblico debe tener acceso a los informes de segu-ridad elaborados por los industriales y que las perso-nas afectadas por un accidente grave deben dispo-ner de elementos de información suficientes parapoder actuar correctamente en dichos casos. La Direc-tiva prevé que el industrial debe informar adecua-damente a las autoridades y proporcionarles los datosnecesarios para evaluar en cada caso las consecuenciasdel accidente. Los estados deben informar no sólo delos incidentes, sino también de los conatos de acci-dente que tenga un cierto interés.

6.2.2.- Definiciones La Directiva es actualmente la disposición legal comu-nitaria que afronta con más precisión la problemáticarelativa a los riesgos ambientales y en dicho sentidorecoge las definiciones de los conceptos más rele-vantes:• Establecimiento, la totalidad de la zona bajo control

de un industrial en la que haya sustancias en unao varias instalaciones o actividades comunes o cone-xas.

• Instalación, comunidad técnica de un estableci-miento donde se producen, utilizan, manipulan oalmacenan sustancias peligrosas.

• Substancias peligrosas, son las sustancias, mezclaso preparados, enumerados en la parte 1 del anexo1 de la Directiva (que incluye 30 sustancias), oque cumplan los criterios establecidos en las 10 cate-gorías de sustancias y preparados recogidas en laparte 2 del anexo 1.

• Accidente grave, un hecho, como una emisión,incendio o explosión importantes, que resulte deun proceso no controlado durante el funcionamientode cualquier establecimiento al que se le aplique laDirectiva, que suponga un peligro grave, ya seainmediato o diferido, para la salud humana o parael medio ambiente, dentro o fuera del estableci-miento y en el que intervengan una o varias sustan-cias peligrosas.

• Peligro, la capacidad intrínseca de una sustanciafísica para ocasionar daños a la salud humana oal medio ambiente.

• Industrial, cualquier persona física o jurídica queexplote o posea el establecimiento o la instala-ción o, si está previsto en la legislación nacional,cualquier persona en la que se haya delegado, enrelación con el funcionamiento técnico, un deter-minado poder económico.

• Riesgo, la probabilidad de que se produzca un efectoespecífico en un periodo de tiempo determinado oen circunstancias determinadas.

6.2.3.- Las actividades excluidas de la DirectivaSin embargo, la Directiva no se aplica a los estable-cimientos militares, a los peligros creados por las radia-ciones ionizantes, a los transportes de sustancias peli-grosas y a su almacenaje temporal, a los transportespor canalizaciones, a las actividades de extracción deminerales y a los vertederos de residuos.

6.3.- El transporte de mercancías peligrosasLas medidas que impone la Directiva relativas al controlde los riesgos inherentes a los accidentes graves enlos que intervengan sustancias peligrosas han deser complementadas especialmente por las legisla-ciones estatales que regulan el transporte de las sustan-cias peligrosas. A escala comunitaria este transportelo encontramos afectado básicamente por las siguien-tes directivas:

6.3.1.- Directiva 93/75 de condiciones mínimas exigi-bles a los barcos, que posteriormente ha sido modifi-cada en diversas ocasiones, siendo la última modi-ficación la recogida en la Directiva 98/74.

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6.3.2.- Directiva 94/55 de aproximación de las legis-laciones de transporte por carretera, modificada poste-riormente por la Directiva 96/86/CE.

6.3.3.- Directiva 96/49/CE de aproximación de laslegislaciones de transporte por ferrocarril, adaptadaposteriormente al progreso técnico por la Directiva96/87/CE.

6.4.- Los residuos peligrososFinalmente, el resto de medidas importantes aplica-bles a la prevención de riesgos son las previstas paralos residuos peligrosos y sus traslados transfronteri-zos.

6.4.1.- Los residuos peligrosos en la Unión EuropeaLa Directiva marco de residuos (75/442/CEE, modi-ficada por la 91/156/CEE) cuando se trata de residuospeligrosos, debe ser complementada por las normasespecíficas de la Directiva 91/689/CEE que recogeexpresamente la definición de residuo peligroso, yque fue modificada posteriormente por la Directiva94/31/CE del Consejo. Los residuos a los que se aplica esta normativa espe-cífica son los que contiene la Lista de Residuos Peli-grosos de la Decisión del Consejo, de 22 de diciem-bre de 1994, a pesar de que existe la de carácter másgeneral, recogida en el Catálogo Europeo de Resi-duos. La problemática específica de incineración de los resi-duos peligrosos dio lugar a la aprobación de la Deci-sión de la Comisión, de 21 de abril de 1997, sobremétodos de medición armonizadora para determinarla concentración en masa de dioxinas y furanos en lasemisiones atmosféricas

6.4.2.- El Convenio de Basilea, para el control de laeliminación y el transporte transfronterizo de resi-duos peligrosos.El Convenio de Basilea, de 22 de marzo de 1989,fue aprobado por la Comunidad Económica Europeacon la Decisión del Consejo de 1 de febrero de 1993que recoge como anexo el texto íntegro del Conve-nio.Para incorporar de una manera ordenada el Conve-nio de Basilea a la normativa comunitaria se aprobóel Reglamento 259/93, relativo a la vigilancia y alcontrol de los traslados de residuos en el interior, ala entrada y a la salida de la Comunidad Europea.Dicho reglamento fue modificado parcialmente porel Reglamento (CE) núm. 120/1997 del Consejo, en elsentido de prohibir totalmente las exportaciones deresiduos peligrosos destinados a operaciones de reci-clado o valorización hacia países no miembros dela OCDE. Las progresivas limitaciones a las exporta-ciones de desechos peligrosos a terceros países hanaumentado con la Decisión 97/640/CE del Consejo,por la que se aprueba la enmienda del Convenio deBasilea.

6.4.3.- La normativa básica en España y en Cataluña Pese a la unificación de tratamiento de los residuosa partir de la Ley 10/1998, sigue básicamente en vigorel Reglamento de residuos tóxicos y peligrosos apro-bado por el Real Decreto 833/1998, modificado poste-riormente por el Real Decreto 952/1997. Los objeti-

vos de la Administración española en el sector de resi-duos peligrosos para el periodo 1995-2000 se reco-gen en el Acuerdo del Consejo de Ministros de 17de febrero de 1995, por el que se aprueba el PlanNacional de Residuos Peligrosos (B.O.E nº 114 de13/5/1995).La regulación catalana aparece en el Decreto legis-lativo 2/1991, por el que se aprueba la refundición delos textos legales vigentes en materia de residuosindustriales.Así, en el ámbito de los residuos industriales, semantiene vigente una regulación específica que consa-gra la competencia de la Generalitat de Cataluña paraadoptar las medidas necesarias para fomentar las acti-vidades relacionadas con la minimización, el trata-miento en origen y el aprovechamiento o eliminaciónde los residuos industriales, asegurando que dichasactividades se efectúan en las condiciones adecuadaspara proteger el medio y el aprovechamiento los recur-sos naturales.La normativa actual regula los programas de actua-ción de la Junta de Residuos, no sólo en lo relativoa la minimización, reciclaje y tratamiento de residuos,sino también en lo relativo a la restauración de áreasdegradadas y a la adopción de medidas urgentes parala gestión de residuos industriales, desde la promo-ción de instalaciones de tratamiento residuos hasta laordenación de la actividad de gestión.Se mantiene la categoría de residuos industriales espe-ciales, para los que existe un registro específico y cuyagestión está sometida a una autorización específicade la Junta de Residuos que regula también su reco-gida, transporte y condiciones de gestión.

7.- Otras estrategias de seguridad aplicables asustancias y preparados peligrosos

7.1.- Clasificación, envasado y etiquetaje delas sustancias y preparados peligrosos. La clasificación, envasado y etiquetaje de las sustan-cias peligrosas fueron regulados específicamente porla Directiva 67/548/CEE, del Consejo, una de lasúltimas adaptaciones al progreso técnico ha sido elde la Directiva 98/98.Los principios de evaluación del riesgo para el serhumano y para el medio ambiente, tal como se hamencionado, se establecieron mediante la Directiva93/67/CEE de la Comisión. La lista actual de las sustan-cias peligrosas es la aprobada por la Directiva 93/90.Complementando la anterior normativa, la Direc-tiva 88/379 instauró la clasificación, envasado y etique-taje de preparados, adaptada posteriormente alprogreso técnico mediante la Directiva 89/178.

7.2.- Limitación de la comercialización y usode determinadas sustancias y preparadospeligrosos Esta limitación fue institucionalizada por la Direc-tiva 76/769, que ha sido modificada en 16 ocasio-nes, siendo la última la realizada mediante la Direc-tiva 96/56.

8.- La gestión del riesgo ambiental

Mediante la expresión gestión del riesgo se hace refe-rencia al conjunto de estrategias y de instrumentos

que permiten identificar el riesgo allí donde esté yevaluar su importancia en función de la instalacióny de su entorno. De acuerdo con el diagnóstico y laevaluación del riesgo se deberá adoptar un programade actuación ambiental.

8.1.- Identificación y diagnóstico ambientalEl primer paso en el proceso de gestión del riesgopasa por la identificación de la actividad creadora delriesgo y de su entorno, identificación fundamen-tada en la información básica para situar todos susparámetros. En el proceso de identificación se buscantoda las situaciones de riesgo posibles. El conoci-miento de los accidentes ambientales habidos hastamomento y los datos de los niveles de contaminaciónalcanzados en cada caso son elementos importan-tes en esta fase de identificación de riesgos.Aparte de la identificación de los riesgos, será nece-sario verificar si el establecimiento cumple la norma-tiva ambiental en lo relativo a las emisiones, vertidos,residuos, ruidos, vibraciones, radiaciones y cualquiertipo de parámetro ambiental que se deba tener encuenta.En la misma fase de diagnóstico ambiental será nece-sario entrar en los procesos de gestión ambientaldel establecimiento: grado de concienciación de ladirección, grado de aplicación de las técnicas de controlambiental, el organigrama de la empresa y los pode-res de cada uno de los niveles de mando, la forma-ción del personal, los sistemas de alarma y control,el mantenimiento de las instalaciones, la aplicabili-dad de un plan de emergencia y si existe o no unadefinición clara de la política ambiental de la empresa.

8.2.- EvaluaciónLa evaluación empezará por los riesgos de mayorprovisionalidad, yendo a buscar las causas de los ries-gos, realizando una estimación de su gravedad yuna aproximación al nivel de probabilidad de quesucedan.

8.3.- PrevenciónDe acuerdo con la evaluación realizada se crearáun plan de gestión ambiental para prevenir los ries-gos, empezando por los más graves, los que puedansuponer el cierre de la actividad o que puedan compor-tar una alta carga financiera, hasta llegar a los mássencillos y de fácil prevención. El plan debe definiruna política ambiental y unos objetivos que se tenganque alcanzar. Se creará un programa de actuacionesy un procedimiento de seguimiento. Finalmente, seredactará un programa de auditorías ambientales queevalúen de una manera sistemática, documentada,periódica y objetiva el funcionamiento de la organi-zación, el sistema de gestión y el equipo dirigido ala protección del medio ambiente.

8.4.- FinanciaciónBasados en los principios de «quien contamina paga»y de la responsabilidad objetiva de los daños ambien-tales y con una previsión de costes cada vez más altos,se deberá realizar un plan de financiación asociadoal nivel de riesgo ambiental diagnosticado y evaluado.Dicha financiación se hará normalmente con la crea-ción de fondos internos o externos suficientes,buscando las máximas ventajas fiscales. La necesidad

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de este tipo de fondos específicos se deriva de ladificultad de conseguir normalmente un asegura-miento externo del riesgo ambiental.

9.- Mecanismos de gestión de riesgo

Actualmente, la gestión del riesgo a escala comuni-taria viene asociada a una diversidad de mecanismos,unos de carácter obligatorio y otros voluntarios.

9.1.- El control integrado de lacontaminaciónEl proceso de autorización o licencia de las activi-dades que puedan suponer un riesgo ambiental esel primer control y evaluación que se realiza de dichosriesgos. La Directiva 96/61/CE del Consejo, fue laprimera piedra de este nuevo sistema de control dela contaminación. Esta Disposición parte de que laplena coordinación del procedimiento y de las condi-ciones de autorización de cualquier tipo de activi-dades contribuirá a alcanzar el nivel máximo de protec-ción del medio ambiente en su conjunto.La Directiva instaura un marco general de prevencióny control integrados de contaminación, disponiendo delas medidas necesarias para una efectiva prevencióny control integrados de la contaminación favoreciendoun desarrollo sostenible. La Directiva asume un conceptoamplio de contaminación definiéndola como la intro-ducción directa o indirecta, mediante la actividad humana,de sustancias, vibraciones, calor o ruido en la atmós-fera, en el agua o en el suelo, que puedan tener efec-tos perjudiciales para la salud humana o la calidaddel medio ambiente, o que puedan causar daños en losbienes materiales o deteriorar o perjudicar el disfruteu otros usos legítimos del medio ambiente.En Cataluña, este control integral fue introducido porla Ley 3/1998, de la intervención integral de la Admi-nistración Ambiental. Con esta ley, que entró en vigorel día 30 de junio de 1999, se declaró inaplicable elReglamento de actividades molestas. Finalmente,mediante el decreto 136/1999, de 18 de mayo, seha aprobado que el Reglamento General de desplie-gue de la ley 3/1998 sobre la intervención integralde la administración ambiental y se adapten sus anexos.

9.2.- La evaluación de impacto ambientalCon la Directiva 85/337 se instituyó por primera vezel sistema de evaluación de impacto ambiental de cier-tos proyectos, entendida como un procedimientode intervención administrativa de proyectos públicoso privados para prever sus efectos directos o indi-rectos sobre el ser humano, la fauna y la flora, el suelo,el agua, el aire, el clima y el paisaje, los bienes mate-riales y el patrimonio cultural y la interacción entretodos estos factores.Los planes comunitarios de la técnica de evaluaciónde impacto ambiental son el principio de prevención,la integración de la política ambiental en las diver-sas políticas y el principio de respeto a las políticasnacionales sobre la protección ambiental y sobreexportación de los recursos energéticos. Sin embargo, la normativa de evaluación de impactoha estado marcada por la falta de un adecuado cumpli-miento de una parte de los estados miembros, loque habría influido en una falta de desarrollo regla-mentario de dicha técnica de evaluación.

De acuerdo con la Directiva 97/11/CE, los estadosmiembros pueden actualmente instaurar un proce-dimiento único para cumplir los requisitos de la norma-tiva de impacto y los requisitos de la Directiva 96/61/CEdel Consejo, relativa a la prevención y al controlintegrados de la contaminación.

9.3.- El etiquetaje ecológicoLa concesión de la etiqueta ecológica a un productoconstituye un proceso que obliga a realizar una ciertaevaluación del riesgo que puede comportar unproducto en su conjunto. Por este motivo, el sistemainstaurado con el Reglamento 880/92 ha sido gené-ricamente implantado entre los países de la UniónEuropea y específicamente a dado lugar al estable-cimiento de criterios para diversos productos (lava-doras, lavavajillas, frigoríficos...). En España, la conce-sión del etiquetaje ecológico fue regulada por elReal Decreto 589/94.

9.4.- La responsabilidad civilLa Unión Europea sigue teniendo como uno de susmecanismos de gestión de riesgos el de la RC pordaños ambientales, una RC cada vez más basada enla responsabilidad objetiva que simplifica la recla-mación de daños, incentiva la prevención. Sería nece-sario definir a qué tipo de actividades se aplicaría yestablecer los instrumentos financieros específicos dereparación de los daños. De la teoría de la respon-sabilidad civil por daños ambientales se hizo eco laComisión Europea en su comunicado del año 1993llamado Libro Verde sobre la reparación del dañoecológico.

9.5.- La internalización de costesLa gestión de los riesgos que comporta asumir inter-namente la totalidad de los costes ambientales gene-rados en un establecimiento o por el lanzamientode algún producto. Por este motivo, la Unión Euro-pea promueve la internalización de los costes comomecanismo imprescindible para realizar una gestiónadecuada de los riesgos, gestión que no excluyauna parte de los costes reales por medio de la exter-nalización de los mismos.

9.6.- Las auditorías ambientalesEl sistema voluntario de gestión y auditoría ambien-tales, a pesar de no hablar específicamente de ries-gos, es otro instrumento de gestión de riesgo enca-minado a la mejora de la gestión ambiental y a laregulación de los instrumentos adecuados para hacerlo. El Reglamento 1836/93, del Consejo, por el que sepermite que las empresas del sector industrial se adhie-ran con carácter voluntario a un sistema comunita-rio de gestión y auditoría ambientales (EMAS) se desa-rrolló en España mediante el Real Decreto 85/96.Posteriormente, con la Decisión 97/264 de la ComisiónEuropea se reconocieron los procedimientos de certi-ficación (EMAS) y con la Decisión 97/265, de 16 de abrilde 1997, sobre el reconocimiento de la norma inter-nacional ISO 14001:1996 y de la norma europea ENISO 14001:1996 se instauraron las nuevas especifica-ciones para sistemas de gestión medioambiental, deconformidad con el artículo 12 del Reglamento.

10.- Epílogo

Así pues, la gestión del riesgo ambiental constituyeen la actualidad un compendio de mecanismos enca-minados a prevenir los peligros ambientales. Dichoobjetivo cabalga por encima de los preexistentes meca-nismos de RC o de los tratamientos específicos desustancias peligrosas, lo que hace que constituyaun complejo sistema normativo. Una complejidadevidente por la pluralidad disposiciones, pero tambiény sobre todo, por la cada día más difícil posibilidadde gestionar la seguridad en un marco de riesgocreciente y global. Gestionar el riesgo es actualmenteel reto científico y tecnológico más paradigmático delas sociedades ricas, que pretenden hacer sosteni-ble su excesivo y discriminatorio consumo de recur-sos •

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Actualidad

Congreso de Riesgos Naturales

«El entorno natural ha dejado de ser fuente de recur-sos y base de la propia existencia para convertirse enespacio de ocio... Como consecuencia de estas activi-dades [de ocio] se está produciendo un claro aumentode la accidentabilidad: deportes de aventura practica-dos de forma incontrolada, intoxicaciones por setas,picadas, acampadas en zonas de riesgo... «. Con estaspalabras expresaban los organizadores del 1º Congresode Riesgos Naturales, celebrado en mayo pasado enSant Celoni, la necesidad de un encuentro donde sereflexionase sobre el aumento de los riesgos (para laspersonas y para el entorno) que se asocian a los nuevosusos de lo que se suele llamar el entorno natural.La Universitat Autònoma de Barcelona, a través delCentro de Estudios Ambientales, el Ayuntamientode Sant Celoni y el Hospital de Sant Celoni fueronlos organizadores de dicho encuentro, que se celebrólos días 7 y 8 de mayo con el título «Riesgos naturales.Gestión y prevención de las incidencias ambienta-les sobre la salud y las actividades humanas». Elcongreso, el primero dedicado específicamente alos riesgos naturales que se celebra en nuestro país,estuvo dirigido por Teresa Romanillos (Hospital deSant Celoni) y Martí Boada (Universitat Autònoma deBarcelona). Diversas entidades apoyaron la iniciativa:Generalitat de Cataluña, Diputación de Barcelona,Consejo Comarcal del Vallès Oriental, CESPA y labo-ratorios Almirall Prodesfarma.

Los nuevos retos de nuestro estilo de vida

El estilo de vida contemporáneo, cuya actividad seconcentra alrededor de los centros urbanos, comportauna nueva relación entre el ser humano y lo que seidentifica como Naturaleza, que es el entorno pocoartificializado. Dicho entorno natural se define encontraposición al que constituye el medio cotidiano—un ambiente urbano poco confortable— y seconvierte en el destino de la huida, de esa escapadanecesaria de fin de semana o de vacaciones para hacermás soportable la vida en el núcleo de la ciudad. Esteuso del entorno natural se basa en la implantación deuna serie de pautas de comportamiento de consumoque hasta ahora le eran ajenas como, por ejemplo,la intensificación del turismo rural y el consiguienteincremento de la frecuentación de los bosques.Huelga decir que esta clase de invasión urbanita y derevalorización del mundo rural ha tenido y tiene efec-tos positivos claros en las economías locales, por logeneral bastante deprimidas. El peligro proviene deldesequilibrio que se desprende de una explotacióndemasiado intensiva, y que puede desembocar en ladestrucción del principal recurso que tienen estas comu-nidades: el paisaje y la tranquilidad. De esta manera,y paradójicamente, las formas contemporáneas de recu-perar la naturaleza y aproximarse al conocimientodel entorno han llegado acompañadas de un peligroreal de degradación paisajística, por una parte y, por laotra, de la acentuación de los riesgos que, en lugarde afectar directamente al medio, afectan a los quedisfrutan de él: el número creciente de visitantes aumentalas probabilidades de sufrir un accidente.Por ejemplo, desde 1970 los accidentes que podríamosdenominar tradicionales han disminuido en la zona

del Montseny (accidentes en trabajos forestales y agrí-colas o en canteras), pero han aumentado los sinies-tros ligados al tráfico rodado y los nuevos usos lúdi-cos de esta área montañosa. Éstas son las principalesconclusiones del estudio sobre riesgos globales ymortalidad asociada al macizo del Montseny que elbiólogo Martí Boada presentó en el seno del Congresode Riesgos Naturales.Por otra parte, según los datos aportados por el geógrafoDavid Saurí, los aludes de nieve han causado unas 40víctimas mortales en los Pirineos españoles en la últimadécada, mientras que hasta hace muy poco era un riesgoignorado a causa de la poca incidencia social que tenía.¿Que significa esto? ¿Se han agravado cada vez máslos fenómenos naturales? La respuesta es un no contun-dente porque, en palabras de Saurí, «todos los exper-tos coinciden en el hecho de que lo que ha aumen-tado no es el factor peligrosidad, sino la vulnerabilidadsocial y territorial», es decir, se han magnificado tanto elnúmero de gente que se encuentra expuesta a losefectos de la catástrofe natural como las situacionesde riesgo (campos de cultivo abandonados y ocupadospor arbustos que facilitan la generación y expansión deun incendio, construcciones en las zonas inundadas delos ríos, contención de los caudales, frecuentación dezonas sensibles a los desprendimientos de nieve, etc.).

Multidisciplinariedad y visión global

En definitiva, la transformación que actualmente expe-rimenta nuestro entorno natural exige un cambioen el tipo de políticas dirigidas a su gestión que inevi-tablemente se vuelve más compleja. Por tanto, concluyeDavid Saurí, es necesaria una política de escenifica-ción de los riesgos y planificación territorial que permitauna gestión preventiva eficaz.Por otra parte, es necesario profundizar en el logrode una multidisciplinariedad efectiva, requisito queconfiguró uno de los ejes centrales del debate ocasio-nado en el congreso. La colaboración entre profesio-nales de diversas disciplinas, que se presenta comorequisito fundamental para llevar a término una gestiónterritorial integradora y eficaz, ya quedó esbozada enlos perfiles de los ponentes: médicos, geógrafos, gesto-res de la administración pública, periodistas, aboga-dos, filósofos, biólogos, psicólogos, educadores ambien-tales... Sin embargo, a pesar de la diversidad, es necesarioque la conjunción de los trabajos realizados desde dife-rentes campos de conocimiento sea real, es decir,que se organice en un proyecto común. Sin la ideade empresa compartida, la riqueza proporcionada porla diversidad formativa de los casi 50 ponentes quehablaron en Sant Celoni, no sólo se pierde sino quesu combinación acaba siendo inoperante.De todo esto se deriva, por tanto, que la manera deplantear los objetivos y diseñar las estrategias deesta acción política podría ser el tema central delpróximo congreso. Además, y dado que cualquierpolítica de prevención y gestión de riesgos natura-les debería enfocarse desde la multidisciplinarie-dad, la manera en que esta diversidad disciplinar puedearticularse sería, huelga decirlo, otro tema de espe-cial interés para el 2º Congreso de Riesgos Naturales...¿O se debería decir Riesgos Sociales? •J.C.

Premios Medio Ambiente 1999

Con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente,celebrado el 5 de junio, el Departamento de MedioAmbiente de la Generalitat de Catalunya otorgó, comocada año, los Premios Medio Ambiente. En la convo-catoria de 1999 la Institución Catalana de Historia Natu-ral y la empresa de fabricación de papel Paperera AlierS.A. fueron las ganadoras.El Departamento premió a la Institución Catalanade Historia Natural (ICHN) por «la constante dedica-ción al estudio, protección y formación para un mejorconocimiento del medio». La concesión del PremioMedio Ambiente 1999 coincide con el centenariode la entidad, fundada en 1899 y parte integrantedel Instituto de Estudios Catalanes desde 1917. LaICHN es la responsable de trabajos fundamentalespara el asentamiento y difusión del pensamientoambientalista en nuestro país como, por ejemplo, elLlibre blanc de la natura, Els sistemes naturals del deltade l’Ebre y Els sistemes naturals de les Illes Medes.Actualmente, trabaja en la redacción de la Estrate-gia catalana para la conservación y uso sosteniblede la diversidad biológica.En cuanto al otro galardonado con el Premio MedioAmbiente 1999, la empresa Paperera Alier S.A., elDepartamento le reconoce una doble tarea en la conser-vación del entorno. Por un lado, el apoyo a entida-des y asociaciones que trabajan en esta línea. Por elotro, la puesta en marcha de un Sistema de GestiónMedioambiental que ha comportado una serie demejoras en la factura ambiental de la papelera: cons-trucción de un vertedero propio para tratar correc-tamente los residuos y elaboración de un Plan deDescontaminación Gradual que ha conllevado la insta-lación de una depuradora biológica; además, Pape-rera Alier S.A. fue la primera española que consi-guió la etiqueta ecológica «Ángel Azul», que concedeel ministerio de medio ambiente de Alemania •J.C.

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Ecología del ocio

Història del pensament biològic Josep Lluís BaronaUniversitat de València, 1998, 234 págs.

Los antiguos tenían sus interpretaciones de los fenó-menos naturales, basadas sobre todo en mitos queintentaban explicar lo que no lograban entender. Yhasta las sociedades prehistóricas y primitivas seremonta en este libro el autor. Esta parte de la histo-ria del pensamiento común biológico, no siempre sufi-cientemente bien expuesta, es una excelente y atrac-tiva introducción a la evolución, ya más racional,de estas ideas. La biología clásica griega, la Edad Mediay el Renacimiento son los siguientes capítulos. Pero,obviamente, son los apartados referidos a los siglosXVII y XVIII y el desarrollo contemporáneo los másextensos.Este libro ofrece una visión muy completa del pensa-miento biológico, y no sólo porque el autor se refierea épocas que, como hemos mencionado, a menudoquedan un poco olvidadas, sino porque incide entodos los aspectos que han conformado este pensa-miento a lo largo de la historia. Esto significa dar sucorrespondiente valor no sólo a los elementos cien-tíficos, sino también a los factores culturales, reli-giosos, sociales y filosóficos que han influido y confor-mado esta evolución. Por otra parte, Barona ha descritoun amplio marco, y por esta razón presta atencióna temas más médicos —circulación de la sangre, estu-dios anatómicos— y a disciplinas que desempeñanun papel importante en el conocimiento de los seresvivos, como es la química fisiológica y la bioquí-mica •X.D.

El significado de la evoluciónRobert J. RichardsAlianza Editorial, Madrid, 1998, 230 págs.(versión original: The Meaning of Evolution,University of Chicago, 1992)

Todavía hoy la evolución y su historia generan inten-sos debates, que engloban la génesis y desarrollo deestas ideas, las posibles derivaciones ideológicas desus interpretaciones y los detalles más científicos dela teoría. El subtítulo de este libro no atraería a muchoslectores no especializados: La construcción morfoló-gica y la reconstrucción ideológica de la teoría deDarwin. Y a pesar de que no es un texto dirigido aun público amplio, sí contiene suficientes elementoscomo para interesar a más personas además de losevolucionistas o historiadores de la biología. Richardsexplica el concepto de evolución y su variación a lolargo del tiempo, es decir, la evolución de la evolu-ción. El autor desarrolla sobre todo la idea de la reca-pitulación, a la que dio forma teórica en primer lugarJohn Hunter en el siglo XVIII, pero que encuentrasu gran defensor en Ernst Haeckel. Básicamente mani-fiesta que la ontogenia recapitula la filogenia, es decir,que el desarrollo del embrión resume las fases de evolu-ción de la especie. El repaso a esta idea y a su influen-cia en el evolucionismo y en Darwin da mucho de síy Richards le dedica la mayor parte del libro. Después,

en el último capítulo critica la visión histórica quehan defendido Stephen Jay Gould y Ernst Mayr. Esen esta parte donde observamos cómo el análisis deuna idea científica favorece un debate ideológicobastante interesante. Y no es necesario mencionar que,por la talla de los implicados y la contundencia de algu-nas afirmaciones, bastante polémicos •X.D.

La biología del futuro. ¿Qué es la vida? Cincuenta años despuésMichael P. Murphy y Luke A.J. O'Neill(editores)Tusquets, Barcelona, 1999, 262 págs. (versiónoriginal: What is life? The next fifty years.Speculations on the Future of Biology,Cambridge University Press, 1995)

En 1943, el físico E Schrödinger, uno de los padres dela mecánica cuántica, impartió unas conferencias quesignificarían una de las aportaciones intelectualmentemás enriquecedoras de la historia reciente de laciencia. La tesis principal era que la nueva física podíaexplicar una cosa tan compleja como la herencia yla termodinámica de los seres vivos. La popularidadde los textos, que serían editados al año siguiente,y su influencia en los debates científicos e intelec-tuales siguen muy vivas, como nos lo demuestraeste libro.La obra reúne aportaciones de especialistas de diver-sos campos que analizan no sólo las ideas del físicoaustríaco —para quien el volumen es una forma derendirle homenaje— sino también aspectos muy diver-sos de la biología moderna y de su incidencia socialy humana. Así, investigadores de campos tan dife-rentes como representan Stephen Jay Gould, JaredDiamond, Roger Penrose o Christian de Duve tratandiversos aspectos sobre la vida, la evolución, la culturay el lenguaje. Un libro que, como suele ser normaen esta colección «Metatemas», incita a la reflexión yal debate •X.D.

Diccionario de SocioecologíaRamon FolchPlaneta, 1999, 325 págs.

Este es un diccionario atípico de una disciplina tambiénatípica, como mínimo, por su nombre. La colecciónde los diccionarios de autor pretende que intelectualesde diversos campos expongan las ideas más impor-tantes a través de entradas de términos concretos. Estoda pie a un diccionario que no puede ser de simplesdefiniciones y a una elección que no intenta ser exhaus-tiva, sino contribuir a una exposición que trate unatemática con detenimiento. El ecólogo Ramon Folchno se ha limitado a redactar un diccionario sobre sudisciplina ni ha mantenido en el título el nombreque todo el mundo utiliza para denominar su espe-cialidad. Al formar este neologismo, Folch ya demues-

tra sus intenciones: la ecología es una disciplina cien-tífica concreta, pero para entender los problemasambientales actuales y estudiar sus soluciones es nece-sario incorporar los factores sociales, económicos ypolíticos. El libro, además de facilitar una lectura,ya sea seguida o por partes, ofrece una visión bastanteamplia del pensamiento del autor. Muchas entradaspueden llamar la atención a más de uno: adversi-dad, antropocentrismo, arte y ciencia, cister, emoción,incertidumbre, internalización, multidisciplinar,pietismo, realismo mágico, rock duro, rurbano (sic)...No se trata de una dispersión de temas, sino de unalista que en la línea del autor intenta relacionar laecología —es decir, el estudio de las relaciones de losseres vivos entre sí y con el entorno— con los diver-sos factores que la sociedad moderna hay ido intro-duciendo. Todo esto mostrando, en cada entrada, unagran sensibilidad y una gran preocupación por losdesequilibrios y las injusticias •X.D.

Producción + LimpiaMiquel Rigola Departament de Medi Ambient– Rubes Editorial,Barcelona, 1998, 140 págs.

Es cierto que cualquier actividad industrial produceresiduos y contaminación. También es cierto que esuna simple cuestión de supervivencia reducir al mínimoestos efectos. Este libro —editado en versiones cata-lana y castellana— no nos habla de producción limpia,sino de producción más limpia, según la expresióninglesa cleaner production. No se trata de eliminarcualquier efecto ambiental, pero sí de intentar que seamínimo. Y esto viene forzado no sólo por la lógicaque obliga a cuidar el entorno, sino también —y supo-nemos que para algunos, sobre todo— por una legis-lación ambiental cada vez más estricta.Este libro es eminentemente práctico y útil. Si bienempieza con una exposición general sobre que esla P+L y su evolución histórica, enseguida pasa a expli-car qué condicionantes y dificultades tiene su apli-cación y cómo afecta a los diversos procesos indus-triales. Los diversos capítulos, claros y concisos,exponen la evaluación de tecnologías, el diseño deproductos y procesos, los sistemas de gestión de aguay de energía y la forma de medir los progresos logra-dos. El apéndice hace referencia a 23 sectores produc-tivos concretos, de los que ofrece las característicasprincipales y presenta bibliografía específica. En defi-nitiva, este libro sencillo es herramienta muy bien estu-diada y elaborada para que todos los profesionalespuedan plantearse los objetivos de reducir el impactoambiental y, al mismo tiempo, gestionar mejor suproducción •X.D.

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La tècnica contra la democràciaMichel ClaessensLa Campana, Barcelona, 1998, 243 págs.(versión original: Ed. du Seuil, París, 1998)

Solemos pensar —y no sin razón— que el desarro-llo científico y tecnológico favorece la libertad de lademocracia. Pero cuando este desarrollo se basa másen la necesidad de incentivar el consumo por elconsumo y no en satisfacer las necesidades básicasde la mayoría de la población, nos podemos equi-vocar menos si decimos que la técnica va contra lademocracia. Este ensayo, subtitulado La ruptura progre-siva entre ciencia y sociedad, el autor, un periodistacientífico que trabaja en la DG XII de la ComisiónEuropa —Ciencia, Investigación y Desarrollo— y que,por tanto, conoce bien el tema, explica de qué formael desarrollo tecnocientífico se ha apartado de los obje-tivos básicos y ha iniciado un camino divergente dela democracia participativa. Claessens aporta diver-sos ejemplos según los que parece que el ser humanose tenga que adaptar a los nuevos productos y crearsecada vez más necesidades para favorecer un desarro-llo exagerado, acelerado y a menudo ilógico. Tambiénafirma que los medios de comunicación se han conver-tido en transmisores de una imagen triunfalista y amenudo callan los trabajos que no van en la línea másoficial. Claessens propone que los ciudadanos tenganmás cultura científica y más información para poderparticipar más en las decisiones tecnocientíficas queles afectan. Sin embargo, esto no será fácil, mien-tras se reduzcan en diversos países las horas de clasede ciencia y tecnología en la enseñanza general ymientras los medios de comunicación no incorpo-ren elementos claros para juzgar, sin partidismos,los beneficios y los riesgos de los avances tecno-científicos •X.D.