templo en jerusalem

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TISHA B’ AV 5769

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TISHA B’ AV 5769

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Boletín especial de

Tisha B’ Av

9 de Av 5769

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El Primer Templo

La construcción del Templo comenzó durante el cuarto año del gobierno de Salomón. Se tardó en construirlo aproximadamente 7 años, lo que implica que debió de terminarse en el año 961 antes era común. El Templo propiamente dicho debió ser un edificio largo y bastante estrecho, orientado sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste. El edificio debió tener una longitud de aproximadamente 30 metros, 9 metros de ancho y una altura de casi 3 metros. En la fachada oriental se construyó una escalera, junto a la puerta de la entrada. A ambos lados de ésta se erigieron dos columnas, llamadas Jaquim y Boaz, la primera a mano derecha de la entrada y la segunda a su izquierda. Los sacerdotes y el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta chapada de oro, de aproximadamente 10 metros de alto y 4 de ancho. Trás de esa puerta se encontraba el vestíbulo de entrada, el «Ulam». Después de este vestíbulo, se encontraba la estacia principal, el «Hekal» o Santo, iluminado a través de unas ventanas altas. Después de la muerte de Salomón, el templo sufrió profanaciones no sólo con las invasiones sino con la introducción de deidades siro-fenicias en ciertos periodos y sólo se restauró en varias ocasiones como en los reinados de Ezequías y Josías. Finalmente fue destruido por el rey babilónico Nabucodonosor II en 587 antes de la era común, que además llevó cautiva a una gran parte de los habitantes del Reino de Judá hacia tierras caldeas.

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El Segundo Templo

Después del cautiverio en Babilonia, en 517 antes era común, los persas autorizaron a los judíos a reconstruir el templo. Alrededor del 19 antes era común, Herodes el Grande comenzó una masiva renovación y expansión del templo. Éste fue demolido y se construyó uno nuevo en su lugar. La nueva estructura es referido algunas veces como el Templo de Herodes, pero también se le sigue llamando Segundo Templo ya que los rituales de sacrificios continuaban sin disminución durante todo el proceso de construcción. En el 66 de esta era, la población judía se rebeló en contra del Imperio Romano. Cuatro años después, el año 70 de esta era, las legiones romanas bajo las órdenes de Tito reconquistaron y luego destruyeron la mayor parte de Jerusalén y el Segundo Templo. El arco de Tito, localizado en Roma fue construido para conmemorar la victoria de Tito en Judea representa los soldados romanos llevándose el Menorah del templo. Jerusalen fue arrasada por el Emperador Adriano nuevamente en el año 135 de esta era.

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El relato de Flavio Josefo

¿Quién fue Flavio Josefo? Flavio Josefo (en griego antiguo Ἰώσηπος / Iốsêpos, en hebreo והיתתמ ןב ףסו / Yosef bar Mattityahu o Yossef ben Matityahou, es decir, hijo de Matías), historiador judío, nació alrededor del año 37 d.C, en el seno de una familia sacerdotal de Judea ligada a la monarquía de los asmoneos. Es decir era judío. Fue testigo presencial de los acontecimientos que se produjeron antes, durante y tiempo después de la destrucción del Segundo Templo por parte de Tito. De: “La Guerra de los judíos” “CAPITULO V 1.- Como dije, el templo estaba edificado sobre una colina muy fuerte. Al principio la parte llana de su cumbre apenas bastaba para el santuario y al altar, ya que los alrededores eran abruptos y escabrosos. EL rey Salomón, que fue el constructor, lo protegió con una muralla por el lado oriental y añadió un claustro sobre un terraplén preparado con tal fin, permaneciendo la casa santa desnuda por las otras partes. Pero se añadieron nuevos terraplenes en los siglos siguientes, aumentando la extensión plana. Después se derribó el muro por el norte y se aumentó el espacio suficiente para dar cabida a todo el templo. Cuando se hubo elevado murallas en sus tres lados, desde el pie de la colina, y se hubo llevado a cabo una tarea mucho mayor de lo que era de esperar ( en la que se invirtieran muchísimos años y los tesoros sagrados, que, en cuanto quedaban exhausto, volvían a henchirse con los tributos enviados a Dios desde todos los lugares de la tierra habitable), se rodeó de claustros los patios superiores, y después el patio inferior del templo. Su parte más baja se levantó hasta una altura de trescientos codos y en ocasiones más , pero no se veía la hondura de los fundamentos, pues se llenaron los valles cn tierra, con el deseo de que estuvieran al mismo nivel que las callejas de la ciudad; también se emplearon piedras de cuarenta codos. La abundancia de recursos y la liberalidad del pueblo llevaron a emprender unas obras superiores a cuanto pueda decirse, mientras que con tesón y esfuerzo se llevaron a cabo una empresa de la que ni siquiera se esperaba el fin. 2.- Dignos de tales fundamentos era las edificaciones levantadas sobre ellos. Los claustros eran dobles y los soportaban columnas de veinticinco codos de alto, de una sola pieza de mármol blanco; los techos se componían de cedro delicadamente tallados. La natural magnificencia, el excelente pulimento y la armonía de las juntas de estos claustros ofrecían una perspectiva notabilísima; en la fachada no tenían adorno alguno de pintor ni entallador. Los pórticos del patio exterior, tenían una anchura de treinta codos y su circuito, que incluía la torre Antonia, era de seis estadios. Los patios el aire libre estaban pavimentados con gran diversidad de piedras. En el tránsito desde estos primeros claustros el

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segundo patio de templo, había una diversidad de piedra alta de tres codos, muy elegante. Había en ella pilares equidistantes declarando en letras griegas y romanos que ningún extranjero debía penetrar en el santuario, pues el segundo patio del templo llamábase el Santuario. Se subía a él por catorce gradas. Este patio era cuadrado y tenía un muro privativo. La altura de sus edificios pasaba por fuera de los cuarenta codos, pero la ocultaba una escalinata; en el interior quedaba reducida a veinticinco. Construido escalonadamente en la parte más alta de la colina, no se pía ver todo lo de dentro, cubierto por la misma colina. Más allá de las catorce gradas había un espacio plano de diez codos; después venían más escalones, cada uno de ellos de cinco codos, que llevaban a las puertas, ocho por el norte, y por el sur, cuatro a cada lado y dos necesariamente por el Este. En este sitio las mujeres tenían un lugar privado para rezar, de aquí que su hubo de practicar una segunda entrada para ellas en el muro frente a la primera. También había una en el lado septentrional y otra en el meridional, por las cuales se pasaba al patio de las mujeres, que no podían cruzar las otras puertas: no siquiera podían traspasar su propio muro. Este reciento se reservaba a las hembras de nuestra patria y a las de otras naciones, siempre y cuando fuesen del mismo pueblo. La porción occidental de este patio carecía de puerta. La muralla era continua y fuerte. Los claustros que mediaban entre las puertas se dirigían hacia las cámaras sustentados por hermosas y grandes columnas; eran sencillos y no diferían más que en la grandeza de los del patio inferior. …4.- El lugar más sagrado de todo el templo estaba en medio y se llega a él por doce gradas. De frente, la altura y la anchura era de cien codos, y por detrás tenía cuarenta codos menos, porque la fachada se alargaba como dos hombros, veinte codos por cada lado… La fachada estaba cubierta de oro, que relucía también en cuanto había en esta primera porción de la casa, de modo que todo en ella parecía brillar a ojos de los recién llegados. .. Como ya hemos comentado…la entrada que se hallaba en esta primera parte de la casa, lo mismo que su pared, estaba forrada de oro: en lo alto tenía pámpanos dorados, cuyos racimos poseían las dimensiones de un hombre. …CAPITULO VI 1.- Los hombres belicosos de la ciudad y los revoltosos partidarios de Shimón ascendían, descontados los idumeos, a diez mil, mandados por cincuenta jefes, de los cuales Shimón era el supremo. Los idumeos que la ayudaban eran cinco mil, con ocho capitanes, siendo los más famosos de ellos, Iaacov, hijo de Sosas y Shimón hijo de Cathla. Juan que dominaba el templo, tenía seis mil guerreros a las órdenes de veinte jefes, más dos mil cuatrocientos zelotes, pasados a su bando, dirigidos por su anterior cabecilla Eleazar y Shimón, hijo de Arino. Como ya indicamos, el pueblo era la presa que se disputaban estas facciones, que robaban a los que no se sumaban a sus maldades. Shimón era duelo de la ciudad alta, de la gran muralla hasta el Cedrón, de gran parte del viejo muro hasta donde dobla en Siloé hacia el Oriente, en el palacio de Monobazo, rey de los adiabenos allende el Eufrates, de la fuente, del Acra, que no es más que la ciudad inferior, e, incluso, del palacio de Elenam madre de Ofla y del valle de Cedrón. Los contendientes habían quemado los lugares

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interpuestos, transformándolos en campo de batalla, pues sus diferencias no concluyeron siquiera cuando los romanos acamparon muy cerca de las murallas, Poco duró la duda que despertó el primer ataque de los romanos, pues volviendo a su anterior demencia, se separaron, pelearon y, en fin hicieron cuanto los sitiadores podían hacer. Pero los sufrimientos que debidos a los romanos no tuvieron tanta monta como los que ellos mismos se produjeron. Todas las calamidades que se abatieron sobre la ciudad después de su mando no pudieron estimarse inauditas, porque fue más desdichada antes de la conquista que cuando entraron en ella los conquistadores. En una palabra afirmo que la revolución destruyó la ciudad y que los romanos destruyeron la revolución, hazaña ciertamente más difícil que tomar y abrir los muros. Por tanto, se podrán atribuir, con razón, a los de casa la parte odiosa de los acontecimientos y a los romanos la parte justa. Cada cual lo considere pues, según le den a entender los hechos. 2.- Estando los asuntos internos en dicha situación, Tito recorrió todo el exterior de Jerusalén con un cuerpo de caballería escogido buscando el sitio más adecuado para atacar. Comprendiendo que no podía dar el salto por la parte de los valles, casi inaccesible, o batir la primera y sólida muralla con la máquina de guerra, decidió acometer por el sepulcro de Yohanan, el sumo sacerdote, donde era más baja y el segundo muro se no se unía con ella a causa de que la ciudad nueva estaba habitada. Desde allí tendría fácil entrada hacia el tercero, por el cual pensaba poder conquistar la población superior y, a través de la torre Antonia, el templo… … Las armas ofensivas de las legiones eran maravillosas, las más extraordinarias eran las de la décima, que arrojaban dardos y piedras a mayor distancia que las demás, rechazando no solo a los judíos que salían sino a los que se guarnecían en las murallas. Las piedras lanzadas pesaban u talento y cubrían una trayectoria de dos o más estadios. Nada aguantaba su empuje; caían tanto los primeros con quienes chocaban como los que se hallaban detrás… …LIBRO SEXTO: CAPITULO I: Los acontecimientos de Jerusalén iban de mal en peor cada día, irritando a los sediciosos pues hacía presa en ellos la misma hambre que atormentaba al pueblo. Los cadáveres amontonados constituían una visión espantosa y emanaba un hedor horrible que detenía a los deseosos de salir a luchar con el enemigo. Pero los autores de diez mil asesinatos, que marchaban en orden de batalla, no se asustaban ni se compadecían cuando marchaban pisoteándolos; ni aún tenían por mal agüero maltratar a los muertos. Con las mismas manos manchadas de sangre de sus compatriotas, se aprestaban a abalanzarse sobre sus enemigos los romanos. 5.- Tito se retiró a la torre Antonia, resuelto a asaltar el templo a primeras horas de la mañana siguiente, embistiendo el santuario desde todos los ángulos. Hacía mucho que Dio lo había condenado al fuego. Sonó la hora fatal, tras el correr de los siglos: fue el décimo día de Loos, el mismo día en que fue también incendiado por el rey de Babilonia… Uno de ellos sin que nadie se lo mandase y sin vergüenza ni temor de su proeza tan enorme, cogió una madera encendida y aupado por un

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compañero, prendió fuego a una ventana de oro, por la cual era posible entrar en las estancias de la parte septentrional del santuario. Las llamas se propagaron. Los judíos se desesperaron a tal grado que ya no les importaba sus mismas vidas ni de reservar sus fuerzas, puesto que iba a desaparecer lo que hasta entonces había sido el objeto de su máxima vigilancia. CAPITULO V: 1.- Mientras el templo ardía ocurrió el saqueo de cuanto se hallaba a mano y la matanza de todos los que eran presos fue inmensa. No hubo misericordia para la edad ni respeto para la dignidad: niños, ancianos, gente profana y sacerdotes perecieron de igual modo. EL fragor del incendio era tal, que de lejos parecía que toda la ciudad estaba en llamas. Nadie imaginaba algo tan sublime o más espantoso que aquel estruendo producto de las llamas que lo devoraban todo…

CAPITULO VI: 1.- Tras la huida de los sediciosos a la ciudad, la quema del santuario y el incendio de los edificios contiguos, los romanos plantaron sus estandartes en la puerta oriental del templo y luego de ofrecerles sacrificios a sus dioses, proclamaron con grandes aclamaciones de júbilo emperador a Tito. Los romanos habían reunido tanto botín en los saqueos, que el peso de otro se vendió en Siria en la mitad de su valor anterior. Finalmente el templo había sido quemado en su totalidad.” (Flavio Josefo: La Guerra de los judíos)

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Como podemos apreciar en extensu, este historiador, aunque tengo muy serias dudas acerca de su objetividad como tal, de alguna manera y muy a pesar del sesgo, nos legó acontecimientos que sucedieron horas y minutos antes de la gran tragedia de la destrucción de nuestro segundo templo, describiendo crudamente todo lo que sucedía en esos momentos. Deseo también aportar de nuestras fuentes legítimas, otro punto de vista para que tengamos una visión global de lo ocurrido y que cada uno de nosotros podamos sacar nuestras propias conclusiones. “Los siguientes párrafos, extraídos de “La Odisea del Tercer Templo”, escrito por el Rabino Israel Ariel y el Rabino Jaim Richman de El Instituto del Templo, (Copyright en el registro de la propiedad literaria 1993, ya no disponible en impresión), narra el cuento de una nación que se enfrenta a la destrucción y que, con gran fuerza de voluntad, dirige cada pensamiento y acción hacia el día cuando esa tragedia se convertirá en alegría - con la reconstrucción del Gran Templo de Jerusalem. El Templo Sagrado Está en Ruinas El poderoso Imperio romano, que gobernó sobre gran territorio del mundo antiguo, enroló las fuerzas más finas de la élite de legiones en Judea. No se puso ningún esfuerzo en recobrar el honor perdido en la rebelión que se arrojó en Jerusalén contra la ocupación de los Cesares. La campaña tenía un único objetivo: la rebelión debe ser apagada. La ciudad fue sitiada por muchos largos meses. La población, que seguía combatiendo, pero ahora muriéndose lentamente por el hambre, todavía se negaba a rendirse ante los conquistadores romanos. Con sus últimas fuerzas, los héroes de Judea lucharon para proteger al Templo. Cuando la destrucción estaba cada vez mas cerca y ya era inevitable, los sacerdotes ocultaron muchas de las vasijas sagradas en varias ubicaciones a través del Templo y Jerusalem. Los Últimos Momentos del Templo Hasta los últimos minutos de la guerra, los sacerdotes siguieron llevando a cabo sus tareas sagradas, incluso que los patios del Templo fluían con la sangre de los asesinados y el fuego rugía en las entradas. El alcance de la tragedia es registrado en las palabras de los rabinos: "El día en el que el Templo fue destruido era el noveno día del mes de Av. era la conclusión del Shabat, y el fin del ciclo del séptimo año. Era durante el tiempo del (cambio sacerdotal) de Yehoyiriv". "Los sacerdotes y los levitas se pararon en la plataforma y continuaron cantando... y no dejaron de hacerlo hasta que el enemigo entró y los subyugó". (BT Erjin 11: B)

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"Cuando el Sumo Sacerdote vio que el Templo Sagrado estaba en llamas, él subió al techo del Santuario junto con un grupo de jóvenes sacerdotes. Ellos sostenían las llaves del Templo en sus manos y hablaron ante el Santo, Bendito es El: ¡”Maestro del Universo! Parece que nosotros no fuimos dignos de ser fieles servidores hacia Ti- toma de regreso las llaves a Tu casa'! Seguidamente, ellos tiraron las llaves hacia arriba. La imagen de una mano pareció en los cielos y las tomó... "" Y cuando los sacerdotes y los levitas vieron que el Templo Sagrado era consumido verdaderamente por las llamas, ellos tomaron las liras y las trompetas... y se hundieron en el fuego". (Eija Rabtai) El servicio del Templo se cortó durante el progreso de la destrucción – ya que su interrupción nunca puede ser imaginada; ni en la guerra, ni en la destrucción. Ni siquiera mientras el fuego ardía dentro del Templo mismo. El Talmud y el Midrash presentan una descripción detallada de cada etapa de la destrucción. Las imágenes vívidas también son proporcionadas por Flavio Josefo, un testigo ocular de la destrucción y el desfile de victoria en Roma. Los sabios describen la jornada recorrida por Tito en su retorno a Roma desde Jerusalem: " Tito quitó el velo (que separaba entre el Santuario y el Kodesh Kodashim) y lo esparció como si fuera una red. El reunió todas las vasijas sagrados y las colocó adentro, y entonces se embarcó hacia Roma, para jactarse y buscar honor". (BT Gittin 56) Aunque a niveles simplemente políticos y militares hubo muchas victorias más significativas para el Imperio romano que la destrucción de Judea, ellos decidieron conmemorar este acontecimiento y preservarlo para futuras generaciones - el monumento célebre, el "Arco de Tito". Aquí la captura de Judea es celebrada, y el desfile de la victoria del saqueo de las vasijas del Templo que llegan a Roma, pueden ser vistas incluso hoy mismo. Durante largos y amargos años, esta escena llegó a ser el símbolo del exilio judío, pero la esperanza nace en los momentos más oscuros...

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(En este relieve se aprecia la Menorah del Templo, llevada por los romanos,

celebrando su triunfo luego de la destrucción del Segundo Templo) "El Día que el Templo Fue Destruido - El Mesías nació" Los romanos tenían la convicción de que la saga de la historia judía había terminado. Según su comprensión, el pueblo judío seria dispersado y asimilado, y desaparecería de escena. Pero en realidad, ocurrió todo lo contrario: el pueblo judío junto fuerza interior y se prepararon para el largo exilio, acompañado de sufrimiento y persecución. Un nuevo centro espiritual fue establecido en la tierra de Israel por el Rabino Iojanan ben Zakai, en un modesto asentamiento llamado Kerem. Pero el símbolo y bandera de la nación permaneció el mismo, dondequiera que viajar…el Templo Sagrado. La nación no se sometió a la derrota espiritual, ni dudaron por un minuto de que el Templo debía ser reconstruido:” El mismo día (en el que el Templo fue destruido), Menajem (el Mesías) nació” (JT Berajot 2:4). Esta hermosa declaración del Midrash expresa el corazón y conciencia del pueblo judío y la experiencia colectiva judía: esperanza y renacimiento nacen en la misma tragedia. La promesa de la eventual redención estaba presente en el mismísimo momento de la destrucción. Los peores momentos del final parecen únicamente reforzar el cumplimiento de la promesa del regreso al servicio Divino – la reconstrucción del Templo Sagrado. Ya en el momento de la destrucción, los sabios de Israel tomaron precauciones y arreglos fueron hechos para preparar a la nación para reedificar el Templo en el primer momento posible. Hubo también varias tentativas históricas a través del exilio de erigir el Templo y renovar el servicio – ya que los rabinos plantaron estas semillas profundamente, inmediatamente cuando el Templo fue destruido. Ellos sabían que estas semillas crecerían finalmente y darían resultado... la hora del establecimiento del Tercer Templo.

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Tishá B’Av es en el judaísmo, el principal día de ayuno y abstinencia en recuerdo de una serie de acontecimientos que se dieron en distintos años pero en la misma fecha. Su nombre hace referencia al noveno día (Tisha) del mes hebreo de Av, que cae en la canícula. A este día también se le suele llamar el “día más triste en la historia judía’’ y tradicionalmente conmemora la destrucción del Primer Templo por Nabucodonosor, la destrucción del Segundo Templo por Tito, 556 años más tarde; la caída de Betar (y por consiguiente, el colapso en la Rebelión de Bar Kojba seguido por la intensa persecución conducida por Adriano), la expulsión de los judíos de Inglaterra por el Rey Eduardo I, la expulsión de los judíos de Francia, y el destierro de los judíos de España por el rey Fernando y la reina Isabel en 1492. Muchas cosas juntas en un mismo día que no se dieron por mera casualidad. El ayuno conmemora los dos eventos más tristes, es decir la destrucción de los dos Templos principalmente por cuanto la Gloria de Hashem moraba en ellos, pero también por las demás desgracias que acaecieron en Tishá B’Av. Otro acontecimiento que se dio en este día, en el año 1312 antes de la era común, es decir 16 meses después de la salida del pueblo de Israel de Mitzraim liderados por Moshé, y por sus trasgresiones, fue que toda persona que fuese mayor de 20 años al momento de salir de Mitzraim, fueron condenados a perecer en el desierto, retrasándose cuarenta años el ingreso a la Tierra Prometida, es decir, hasta que dicha generación muriese. Como dijimos, la manera de recordar tanta tragedia junta es por medio del ayuno, afligiendo la carne y recordando con tristeza tanta calamidad y pidiendo ya sea en grupo o en silencio la ansiada Guelá de nuestro pueblo. Veamos más en detalle los principales acontecimientos de este día de Tishá B’Av: Según la Mishná (Taanit, 4:6), hay cinco eventos que justifican el ayuno y la abstinencia el 9 de av: 1. Este día, Moshé mandó 12 espías para informarle sobre la tierra de Canaán. Los espías regresaron con malas noticias, y los hijos de Israel sollozaron,

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temieron y se desesperaron por no poder ingresar a la Tierra Prometida. Este día vendría a ser solemnizado por las generaciones venideras de los Hijos de Israel (Números cap. 13-14). 2. Los babilonios arrasaron el Templo de Salomón (el primero) y toda Judea liderados por Nabujadneser en el 586 a. C., condenado a la población al exilio de Babilonia. Un exilio que trajo mucha tristeza y que se puede ver muy claramente en el Tehilim 137: “ Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. En los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras. Allí nuestros carceleros nos pedían cantos, y nuestros opresores, alegría: "¡Canten para nosotros un canto de Sión! ¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor en tierra extranjera?" Toda persona que por alguna u otra razón ha tenido que estar fuera del lugar donde nació, perfectamente puede saber la nostalgia que demanda recordar su patria. Con mucha más razón ellos que fueron llevados a la fuerza y añoraban tanto su tierra. 3. El Segundo Templo fue destruido por el Imperio Romano en el año 70 de la era común, llevando a los judíos a una diáspora de dos mil años. Desgracia asaz anunciada por Hashem si el pueblo no se enmendaba, en Devarim “28:36 El Señor los deportará, a ti y al rey que hayas puesto para que te gobierne, a una nación que ni tú ni tus padres conocían, y allí servirás a otros dioses, dioses de madera (cristianismo) y de piedra (Islamismo)”; 28:49 El Señor alzará contra ti a una nación lejana, que avanzará desde los extremos de la tierra con la velocidad del águila (Los estandartes romanos llevaban águilas) . Será una nación cuya lengua no entiendes, (latín) 28:50 un pueblo de aspecto feroz, que no sentirá compasión del anciano ni se apiadará del niño. 4. La revuelta de Simón bar Kojba contra Roma fracasó y Bar Kojba, el Taná Rabí Akiva y miles de sus seguidores fueron asesinados. Según el Talmud, la destrucción del Segundo Templo comenzó el 9 y terminó el 10 de av, cuando las llamas acabaron de arrasarlo por completo, convirtiéndose en una triste agonía, ver dos días consecutivos como el Templo se extinguía sin poder hacer nada. Debe haber sido un espectáculo tremendo veamos más en detalle: “Los romanos, aunque era un esfuerzo tremendo recoger la madera, erigieron sus plataformas en veintiún días, luego de despejar toda el área en un círculo alrededor del pueblo hasta una distancia de diez y seis kilómetros, como se mencionó antes. El campo y la Ciudad ofrecían a la vista un espectáculo penoso, porque donde una vez había habido un paisaje hermoso de bosques y parques, no existía nada más que desierto y tocones de árboles. Nadie –ni siquiera un extranjero– que hubiera visto la Judea Antigua y los gloriosos suburbios de la Ciudad, y que ahora observara su estado de desolación, podría evitar suspirar de dolor ante un cambio tan

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grande, porque todo rastro de belleza había sido borrado por la guerra, y nadie que lo hubiera conocido antes y de pronto volviera al lugar lo habría reconocido: aun estando allí, habría continuado buscando la Ciudad. (Flavio Josefo, La guerra de los judíos, p. 303) Estos romanos expulsaron a los judíos, y avanzaron hasta el templo. En ese momento uno de los soldados, sin esperar órdenes, y sin sentir preocupación ni temor ante la enormidad de la tarea, y con la prisa que le infundía una cierta furia divina, agarró alguno de los materiales que estaban ardiendo, y con la ayuda de otro soldado que lo levantó, prendió fuego a una ventana dorada, que daba a un pasillo que conducía a las salas que rodeaban al templo, en el lado norte. Cuando subieron las llamas, los judíos lanzaron gritos ante semejante desgracia, y fueron corriendo para impedirlo, y ya no intentaron salvar su vida, ni se esforzaron por contener su fuerza, porque el templo estaba consumiéndose por el fuego [...] así fue que el templo quedó reducido a cenizas. [...] Tampoco es posible imaginar nada más grande o más terrible que ese clamor; porque a la vez se oía el grito de las legiones romanas, que marchaban al unísono, y el triste clamor de los sediciosos, que se veían rodeados de fuego y espada [...] la gente llena de consternación lloraba tristemente por la calamidad que los amargaba. [...] Pero la tristeza era más terrible que el desorden, porque se hubiera creído que la colina misma en la que estaba el templo ardía, como si se incendiara por todos lados. (Josefo, Antigüedades xi. 1.2) Es imposible hacer un relato detallado de su conducta indignante, pero podemos resumir diciendo que ninguna otra ciudad sufrió jamás horrores como esos, y ninguna generación de la historia engendró semejante crueldad. Al final degradaron a toda la raza hebrea para hacer que su propia maldad pareciera menos indignante a los ojos de los extranjeros, y confesaron la triste realidad de que eran esclavos, la escoria de la humanidad, bastardos y parias de su país. [...] Ciertamente, cuando desde la ciudad alta vieron arder el Templo no se inmutaron, aunque muchos romanos se conmovieron hasta las lágrimas. (Josefo, La guerra de los judíos, p. 292) Cuando el fuego alcanzó gran altura, los judíos lanzaron un grito que se equiparaba a la calamidad y corrieron para impedirlo, ya sin pensar en salvar su vida ni en dosificar su fuerza; porque lo que hasta entonces habían protegido con tanta devoción desaparecía frente a sus ojos. (Josefo, La guerra de los judíos, p. 323)” Copyright 2009 The American-Israeli Cooperative Enterprise. Posteriores calamidades del 9 de av * Urbano II declara las Cruzadas en 1095 * Quema del Talmud en 1242

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* En 1290, firma del edicto de Eduardo I de Inglaterra expulsando a los judíos de Inglaterra. * El Decreto de la Alhambra expulsa a los judíos de España el 3 de Agosto de1492 * Primera Guerra Mundial en 1914 * Campo de exterminio de Treblinka, inauguración y primeras muertes en 1942 * Muerte de 85 personas y más de 120 heridos en el atentado a la AMIA (Asociación Mutua Israelita Argentina) por un grupo islámico terrorista el 18 de julio de 1994 en Buenos Aires * En el año 2005 como parte del Plan de retirada unilateral israelí desalojan por la fuerza a los Judíos residentes en la franja de Gaza. Sin embargo, después de la retirada de dichas tierras, la situación del conflicto árabe-israelí no ha variado sustancialmente. Definitivamente tenemos muchas razones para afligir nuestro cuerpo mediante un ayuno el dia 9 de Av, especialmente lo crudo de la descripción de la destrucción del Segundo Templo, nos hace correr lágrimas por nuestro rostro, primero de vergüenza, que por los pecados de Israel todo esto se dio y segundo, porque el solo hecho de imaginarme el Segundo Templo ardiendo y el desalojo de Hashem es algo que impacta sobremanera mi neshamá. Si por un momento pudiésemos describir incluso lo que el mismo Hashem sintió en esos momentos, creo que fue más doloroso para El que para todo su pueblo. Para mi personalmente, nada describe mejor este instante que un triste relato que nos legó Rab. Chaim Hakodesh titulado “Mi Amado ha bajado a Su jardín” en el cual nos dice tristemente: “Un criminal ha violado Mi Santuario santo. Los preciados hijos de Tzión fueron tratados como alfarería barata. Mi Templo fue arrasado desde sus fundamentos. Las aguas turbulentas han pasado sobre Mi… Compañera de Mi alma, ¿por qué te quejas? Tu rectitud y tu amor no se ocultan de Mi. De hecho, ¡desde el día de tu exilio Yo también me convertí en un errante. Como una ave errante Yo dejé Mi Casa”... No he entrado a Mi Casa desde el día que fuiste exiliada a fin de no ser enfrentado con mi inmensa angustia…” La verdad cualquier comentario al texto citado está demás, solo percibimos el inmenso dolor que produjo a nuestro Di-s tal devastación. A pesar que las Lamentaciones de Jeremías se refieren al pesar de la devastación del Primero de los Templos, se ajustan igualmente al dolor producto de la destrucción del segundo: “¡Ay! Mi cabeza, la grandeza el poder y la gloria se han marchado de Mi cabeza. Se han ido la gloria y el esplendor. Nadie tiene que ver con mi alma. Mi alma es despreciada y no encuentro paz. “Tus pecados y trasgresiones son la causa de todo esto: Juntos fuimos exiliados para que te atormente” (Primera lamentación)

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Como hemos podido apreciar in extensu en esta breve recopilación hay en demasía suficientes razones para afligirnos y llevar a nuestros corazones todas estas cosas y palpar y sentir y volver a vivir el sufrimiento y la vergüenza que sufrió nuestro pueblo entonces. Que Hashem ponga término pronto a nuestro exilio y que Su misericordia se extienda en toda Su creación y nos mande a nuestro amado y esperado Mashíaj.

Leyes de Tishá be Av Hay cinco cosas prohibidas en Tishá beAv: 1) comer y beber, 2) lavarse, 3) untarse el cuerpo con aceites, 4) calzar zapatos de cuero, y 5) mantener relaciones íntimas. No hay diferencia entre la noche de Tishá beAv y el día en cuanto a estas prohibiciones. Luego de la puesta del sol en la víspera de Tishá beAv ya se considera de noche y todas estas restricciones comienzan a regir desde entonces. Todos están obligados a ayunar en Tishá beAv, incluso mujeres embarazadas y en período de lactancia. Sin embargo, un enfermo puede comer, aunque su enfermedad no ponga en peligro su vida, pero deberá abstenerse de comer manjares, ingiriendo sólo lo estrictamente necesario para su bienestar físico. Si Tishá beAv acaece en domingo y la persona enferma necesita comer durante el ayuno, debe recitar la Havdalá antes de comer [pues no se recitó la noche anterior debido a Tishá beAv]. En Tishá beAv no se puede enjuagar la boca hasta luego de haber finalizado el ayuno. Pero si la persona siente una insoportable molestia por ello, está permitido. Está prohibido bañarse tanto con agua fría como con agua caliente. Sin embargo, si las manos están sucias, se las puede lavar. Asimismo, está permitido lavarse las manos al levantarse por la mañana —netilát iadáim shajarit— al igual que todos los días, y también después de hacer uno sus necesidades. Sin embargo, en estos casos no debe lavarse toda la mano sino sólo los dedos, hasta los nudillos. En la mañana, mientras los dedos todavía están húmedos luego de haber hecho natilát iadáim, uno puede refregarse los ojos con ellos, pero si están muy sucios puede enjuagárselos con agua como de costumbre. Al cocinar y preparar comida, la mujer puede lavar los alimentos como de costumbre, pues su intención no es lavarse las manos. La prohibición de calzar zapatos rige solamente para aquellos confeccionados con cuero. Los zapatos de lona, goma o plástico se pueden utilizar. Sin embargo, si están cubiertos de cuero o tienen suela de cuero, no se pueden calzar. Si uno

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debe atravesar un sendero lleno de espinas, o se encuentra en una zona poblada por gentiles [que se burlarían de su apariencia], puede calzar zapatos comunes en ese lugar. En Tishá beAv está permitido bañar a un bebé y untar lociones y aceites sobre su piel tal como se hace habitualmente. Todas las prohibiciones mencionadas rigen a partir de la puesta del sol de la víspera de Tishá beAv y se extienden hasta la finalización del ayuno con la salida de las estrellas el día siguiente. En Tishá beAv se prohíbe el estudio de Torá ya que éste trae alegría a la persona. Sin embargo, ciertas partes sí se pueden estudiar, como ser: — El tercer capítulo del tratado Moéd Katán, que habla de las leyes del duelo y la excomulgación [sin profundizar en su análisis]. — El comentario del Midrash sobre el Libro de Lamentaciones, además de la interpretación de otros exegetas. — El Libro de Job (Iyov) con sus comentarios, pues, al igual que Lamentaciones, despierta un sentimiento de pena y dolor en el lector. — Los capítulos de admonición y tragedias registrados en Jeremías —salteando aquellos versículos que hablan de consuelo—. — Las agadot sobre la destrucción del Gran Templo que se encuentran registradas en el tratado talmúdico de Guitín. En Tishá beAv no se debe saludar a un amigo y preguntarle cómo se encuentra; ni siquiera decirle “buenos días”. Sin embargo, si alguien nos saluda, debemos responderle para evitar que se moleste, pero en voz baja. En este día no se debe enviar regalos a familiares y amigos. En Tishá beAv se acostumbra no realizar cualquier tipo de trabajo que demande un período prolongado de tiempo, pues ello distrae a la persona y la aparta del sentimiento de duelo. Lo antedicho se aplica sólo hasta el mediodía [de Tishá beAv], luego de este tiempo está permitido; sin embargo, es adecuado que cada uno sea riguroso consigo mismo y se abstenga de realizar estos trabajos hasta que finalice el ayuno. En la noche de Tishá beAv, y hasta el mediodía, uno debe sentarse siempre sobre el suelo o sobre una banqueta baja de menos de tres palmos [24 cm.] de alto.

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Se debe evitar caminar por las calles o mercados para no llegar a tener conversaciones vanas que distraigan a uno del sentimiento de duelo que caracteriza a este día, y la persona también debe abstenerse de realizar actividades que conducen a la frivolidad. Algunos acostumbran a no dormir en una cama en Tishá beAv; en cambio, duermen sobre colchones colocados sobre el piso. De cualquier modo, uno debe cambiar [aunque sea un poco] sus hábitos en el dormir; por ejemplo, quien habitualmente duerme con dos almohadas, debe utilizar sólo una. Algunos colocan una piedra debajo de la almohada o el colchón, en recuerdo de la destrucción del Gran Templo. Se acostumbra a comenzar a preparar la comida para el final del ayuno sólo después del mediodía. No se deben oler fragancias o especias en Tishá beAv, ni tampoco fumar en público [sólo en privado, en caso de necesidad]. No se deben vestir ropas finas en Tishá beAv, aunque no sean nuevas. Muchos acostumbran lavar los pisos y limpiar sus casas luego del mediodía de Tishá beAv, en anticipación a la redención mesiánica que esperamos. Además, según la tradición, el Mashíaj nació en Tishá beAv. Se dice que aquel que come o bebe en Tishá beAv, y ello no se debe a motivos de salud, no tendrá el privilegio de ver el regocijo de Jerusalén. Y todo aquel que llora y guarda duelo por Jerusalén merecerá ver su alegría, como asevera el versículo (Isaías 66:10): Regocijaos en ella todos los que la lloráis. Gentileza de Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana “Nosotros en el Tiempo” gabriEL kadmiEL