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OCUPA TODO EL ESPACIOGuía urbana

S U M A R I O 1 4 1

Director y editor Eduardo Mora. Asistente Karol Montero.Consejo editor Manuel Argüello, Gustavo Induni, David Kaimowitz, Luis Poveda.Diagramación e impresión Litografía e Imprenta Segura Hermanos, tel. 279 9759.Circulación Enrique Arguedas.

Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional,tel.: 277 3688, fax: 277 3289, apartado postal: 86-3000, Costa Rica,[email protected], w w w . a m b i e n t i c o . u n a . a c . c r

Editorial¿Cultivar árboles foráneos en Costa Rica?

Olman MurilloDesmitificación del debate entre especies

exóticas y nativas

Ronnie de Camino¿Especies nativas o exóticas? Ése es el dilema

Quírico JiménezCultivo de árboles en Costa Rica: ¡nativos y exóticos!

Eladio ChavesEspecies nativas en contraste con introducidas

Eugenio GonzálezLas nativas ya merecen mayor impluso

Juan FiguerolaNativos y exóticos, pero conservando la biodiversidad

Óscar SánchezUso de especies en la reforestación en Costa Rica

Guillermo Navarro y Miroslava MoránNativas o exóticas según pertinencia eonómica

O T R O S T E M A S

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79

1214161820

Gisselle Monge y Olivier ChassotCreado el Refugio Nacional de Vida Silvestre Maquenque 23

U.S. FISH & WILDLIFE

SERVICE

DE

PA

RTMENT OF THE INTERIO

R

Ilustración de portada: Félix Valloton

E N J U L I O

T E M A D E P O R T A D A

2 Junio 2005

Expansión de la piña en Caribe norte.

Capítulo Ambiental del TLC

Implicaciones del TLC: caso Metalclat Co.

Refugio de Vida Silvestre Isla San Lucas

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E D I T O R I A L

¿Cultivar árboles foráneosen Costa Rica?

En el marco del Convenio sobre la Diversidad Bio-lógica (CDB) se define especie foránea como la in-troducida fuera de su ámbito natural de distribu-

ción, presente o pasado, incluyendo cualquier parte, ga-metos o semillas que pudieran sobrevivir y reproducirse(decisión VI/ 23 de la Conferencia de las Partes Contra-tantes). Considerando esta definición, vemos que ennuestro país hay innumerables especies foráneas (llama-das también exóticas o introducidas), muchas de ellas fo-restales, maderables o no. La gran mayoría están tanbien adaptadas a las condiciones de su nuevo ambienteque resulta difícil admitir que se trata de especies traí-das de otros sitios. Algunas, por cierto, son más exitosasque las mismas nativas.

El artículo 8 (h) del CDB señala que cada ParteContratante debe controlar, erradicar o evitar la intro-ducción de las especies foráneas que amenacen los eco-sistemas, los hábitat o las especies. ¿Pero cómo determinarel grado de amenaza que representa una especie foráneapara la biodiversidad nativa? Es una pregunta difícil.Con frecuencia solo podemos conocer con certeza losimpactos reales de una introducción una vez que ha te-nido lugar. Sin embargo, la existencia de ciertos hábitosinvasivos (incluyendo la hibridación con otras especies)constituye un buen indicio para actuar con cautela. Decualquier modo, investigar y darle seguimiento a estasespecies en su lugar de origen, antes de ser introducidas,debería de ser la primera regla. Aunque otro aspectocrucial es cumplir con los protocolos de cuarentena,porque las introducciones planeadas a menudo van dela mano de las no intencionales. De hecho, es extensala lista de introducciones accidentales al traer materialbiológico de otros lugares. Uno de los últimos ejemploses la introducción de la broca del café (una especie deescarabajo) en la región de Los Santos, mediante la dis-tribución de semilla contaminada. La lección es bastan-te clara: debemos prevenir.

Pero la verdad es que hoy tenemos una buena canti-dad de especies forestales foráneas ampliamente distri-buidas en el territorio nacional, algunas de ellas llevandécadas de convivencia con las nativas, y otras hastamás de un siglo. A través de incentivos fiscales y de otraíndole se ha venido estimulando su cultivo comercial,con miras a proveer una fuente alternativa de produc-tos forestales y disminuir la presión sobre el bosque na-

tural. Bien podríamos entonces preguntarnos qué efec-tos ha tenido esta práctica sobre la biodiversidad, si haafectado la fauna y la flora silvestres, si ha estimulado larecuperación de la cobertura boscosa natural y qué im-pactos ha tenido sobre las economías locales y la econo-mía nacional. Las respuestas a estas interrogantes atra-viesan por el tema de la escala (espacial y ecológica) delos proyectos de reforestación, puesto que la siembra deunos pocos árboles foráneos en la finca de un agricultorno tiene los mismos efectos potenciales que una planta-ción comercial de gran envergadura.

Tal vez la clave para poner todo esto en perspectivasea revisar el propósito con el que se siembran los árbo-les. Porque para el dueño de un potrero que produce bo-vinos su reemplazo por una plantación forestal implicauna decisión monetaria: ¿cuán rentable es una activi-dad en comparación con la otra? Pero para una comu-nidad local la reforestación de una ladera dentro delárea de recarga que abastece los nacientes utilizados porellos para obtener el agua puede ser un asunto entera-mente distinto: el objetivo ya no es el negocio sino laprotección de un recurso esencial. Aun más, una mismaespecie de árbol (foránea o nativa) puede cumplir dife-rentes funciones. Baste un ejemplo: la melina, que esuna de las especies forestales foráneas más plásticas yampliamente utilizadas, ha sido empleada en colosalesplantaciones comerciales (recordemos la península deOsa), pero también para propiciar la regeneración delbosque natural en áreas denudadas. Este último uso,menos conocido, ha permitido establecer una serie deislas de vegetación en el Corredor Biológico Rincón Ca-cao, que pretende interconectar los parques nacionalesRincón de la Vieja y Guanacaste.

La idoneidad de cada especie forestal para un proyec-to dado es, por lo tanto, el producto de una serie de fac-tores, algunos inherentes a la especie misma pero mu-chos otros dependientes del contexto biofísico y socioe-conómico. Lo que sí parece indiscutible es que existenvarias especies nativas que deberían ser consideradaspara los proyectos de reforestación, sean éstos con finescomerciales o no. Y a medida que aumente nuestro co-nocimiento sobre ellas, el mercado de la madera y laspolíticas estatales de reforestación tendrán que abrirlesnuevos espacios, compitiendo con las especies foráneas.

Gustavo Induni

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Las primeras experiencias con plantaciones foresta-les en el país a escala importante se realizaron conespecies exóticas: teca (años cincuenta, por la

compañía bananera en Parrita), melina (años sesenta,por la empresa papelera en Manila de Siquirres), coní-feras y eucaliptos (años sesenta, en la restauración delas zonas afectadas por las erupciones del volcán Irazú yde los alrededores de los embalses del Instituto Costa-rricense de Electricidad en Cachí). En todos estos casoslas experiencias fueron relativamente exitosas a pesardel bajo nivel tecnológico empleado. Ya en los años se-tenta, cuando se inició en nuestro país la Dirección Ge-neral Forestal, se comenzaron ensayos con especies na-tivas y exóticas a lo largo y ancho del territorio nacio-nal. Los resultados fueron favorables para las especiesexóticas ensayadas (pino tropical, eucalipto y ciprés),pero muy irregulares para las especies nativas, con re-sultados aceptables para el pochote (Bombacopsis quina-ta), laurel (Cordia alliodora) y jaúl (Alnus acuminata),entre otras (Camacho 1981). Experiencias similaresocurrieron en casi todo el mundo tropical: en las colo-nias europeas de África y Asia se hicieron numerosasintroducciones de especies de coníferas (principalmen-te pinos), eucaliptos, teca y melina, propiciadas por losingleses, daneses y franceses, mayoritariamente (unaexcelente revisión sobre el tema de plantaciones exóti-cas puede encontrarse en Growing Exotic Forests [Zobelet al. 1987].) La plantación comercial con especies na-tivas en Costa Rica se inició a finales de los años seten-ta (Cordia alliodora), sin embargo no fue sino hasta fina-les de los ochenta que comenzó un trabajo sistematiza-do para la evaluación e incorporación de especies fores-tales nativas (Butterfield y Espinoza 1995), proceso quese enriqueció posteriormente con aportes del Catie(proyecto Coseforma [ITCR-GTZ]) y Fundecor (Mü-ller 1993, Murillo et al. 2001, Badilla et al. 2002) hastanuestros días.

Por cultivo de madera se entiende la producción demadera en forma intensiva, a un precio competitivo,

de alta calidad, bajo los principios del manejo sostenibley certificado. En términos prácticos, se traduce en el

principio de que todo árbol plantado debe producir ma-dera con valor comercial (Murillo 2004a). El conceptode cultivo de la madera está fundamentado en tres ejesprincipales: semilla + suelo + manejo, los cuales debenutilizarse con la mejor tecnología, procedimientos ycondiciones disponibles si se desea lograr alcanzar nive-les de competitividad a nivel internacional.

Se debe cultivar madera únicamente con las espe-cies y en los sitios que permitan alcanzar altos niveles deproductividad y competitividad internacional. Debe en-tenderse que el cultivo de madera tiene sentido en sitiosde relativamente alta fertilidad natural. Son sitios cuyapendiente de terreno no supera el 20-25 por ciento, sinproblemas severos de acidez, de moderado a alto conte-nido de nutrimentos y capacidad de intercambio catió-nico efectivo, moderada profundidad de suelo y, de par-ticular importancia, en sitios con un buen acceso todoel año y facilidades para acceder a los puertos de embar-que. En estos sitios es donde hoy hay piña, caña de azú-car, café, arroz, palma aceitera y ganado de engorde y deleche. La decisión de cultivar madera en este tipo de si-tios compite claramente con otras opciones de inver-sión sumamente atractivas y con flujos financieros máscortos. Para que una especie forestal logre competir aeste nivel, el mercado y el precio internacional de sumadera debe ser sumamente atractivo, de modo quepueda justificar una inversión de tan largo plazo. La efi-ciencia y el control de calidad deben ser los principiosen que se sustente la actividad. Aquí no es posible im-provisar, ensayar especies nuevas, utilizar cualquier se-milla, no invertir en el suelo y en el manejo oportuno dela plantación. En este contexto, la discusión no es sobresi la especie es exótica o nativa, sino sobre el tamaño yla estabilidad del mercado de su madera, los canales decomercialización y, principalmente, su precio. A mane-ra de ejemplo: teca (Tectona grandis) es en estos mo-mentos, en nuestro país y posiblemente en la mayoríade los países tropicales, una de las pocas especies fores-tales que ha logrado alcanzar estas condiciones.

La siembra de árboles en zonas urbanas, cuencas hi-drográficas, zonas escénicas, zonas de protección, paraatracción de avifauna y fauna en general, etcétera, de-be ubicarse como otro tipo de plantaciones forestalespero no como un cultivo de madera. Este tipo de plan-taciones, así como la promoción de la regeneración de

4 Junio 2005

Olman Murillo, ingeniero forestal, es profesor e investigador en el InstitutoTecnológico de Costa Rica ([email protected]).

O L M A N M U R I L L O

T E M A D E P O R T A D A

Desmitificación del debateentre especies exóticas y nativas

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bosques naturales, son formas correctas de repoblaciónforestal que fueron concebidas con otro tipo de objeti-vos, no con el fin último de producción de madera dealta calidad, de manera eficiente, de grandes volúme-nes, etcétera.

Desde el punto de vista científico, una especie exóti-ca es la especie plantada fuera de su ámbito de dis-

tribución natural. Es decir, el pochote (Bombacopsis qui-nata) ocurre en el Pacífico seco y central del país, peroes una especie exótica si se le planta en la zona norte deCosta Rica. De la misma manera, aquellas especies conuna amplia distribución natural, sobre ambientes mar-cadamente diferentes (suelos, pisos altitudinales, latitu-des), logran conformar la existencia de poblaciones(procedencias) con diferencias genéticas y de adaptabi-lidad que podrían ser a veces mucho más marcadas queentre dos especies cercanas. Por ejemplo, si plantamoscebo (Vochysia guatemalensis) en la zona norte del paíscon semilla recolectada en la zona sur, será una proce-dencia exótica a pesar de que la especie ocurre en for-ma natural en ambas zonas del país.

Si se sigue el principio estrictamente científico, eltérmino debería extenderse también al ambiente de laplantación. Es decir, si cultivamos un árbol en la mismaregión donde ocurre esa misma especie en forma natu-ral, el ambiente en que se plantará será radicalmente di-ferente al ambiente natural en el que evolucionó y seadaptó esa misma especie. El suelo sufrirá modificacio-nes importantes (mecanización, fertilización, drenaje,encalado, otros), las condiciones de competencia porluz, agua y nutrimentos son también muy diferentes alas del bosque natural (cientos de individuos de la mis-

ma especie y edad sembrados a determinada distancia).Por lo tanto, toda plantación forestal se realiza en unambiente exótico para esa especie. Es claro, entonces,que la discusión sobre plantaciones con especies exóti-cas y nativas, bajo esta perspectiva científica, pierde ab-solutamente toda base.

Hay varias condiciones que favorecen el cultivo deespecies exóticas. Quizás la de mayor importancia sea eltamaño del mercado internacional y el precio de susmaderas. Para lograr incorporar a ese mercado la made-ra de una especie local, es necesario el trabajo discipli-nado de investigación y desarrollo durante no menos de20-30 años. Segunda condición es la existencia de todoun paquete tecnológico disponible para la especie exó-tica, con el cual es muchas veces posible conseguir in-formación, resultados de investigaciones, experiencias aescala comercial, semilla mejorada en muchos casos yen volúmenes comerciales, etcétera. Tercera condiciónes satisfacer los requerimientos de los capitales de in-versión en madera, que en estos momentos requierende resultados, de experiencia, de seguridad de inversiónen un cultivo que tiene un plazo de 15 a 20 años. Paraobtener esta información se requiere de un sinnúmerode esfuerzos en investigación y desarrollo, que no es po-sible conseguir en menos de 20-30 años de trabajo con-tínuo. Y la cuarta condición se refiere a la escala de pro-ducción: los inversionistas requieren del desarrollo deproyectos de cultivo de madera en pocos años y a esca-la relativamente grande. La disponibilidad de semillamejorada o seleccionada para satisfacer este tipo de de-manda requiere de no menos de tres años de trabajoefectivo en mejoramiento genético (Murillo 2004b).

5Junio 2005

T E M A D E P O R T A D A

Plantación de amarillónJ. Figuerola

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6 Junio 2005

T E M A D E P O R T A D A

Especies maderables nativas podrían cultivarse en si-tios con condiciones de marginalidad para las especiesexóticas (acidez del suelo, excesiva humedad, excesivaduración del período seco). Además podrían cultivarsepara el desarrollo de productos madereros de muy altacalidad y valor (muebles, pisos, otros) que logren inser-tarse en mercados muy selectos (análogo a la estrategiade exportación de Costa Rica basada en el nicho demercado de cafés finos), para los que se producirían ma-deras "gourmet". Se restringe entonces al cultivo de ma-deras semiduras o duras. Y también podrían cultivarsemaderas blancas y suaves, cuya oportunidad radica enun mercado de tamaño significativo, como ocurre hoydía con las tarimas, embalajes y plywood; ideales tam-bién para un mercado de producción de papel, por aho-ra casi inexistente en nuestro medio. La especie cebo(Vochysia guatemalensis) es un claro ejemplo de una es-pecie con una posibilidad real de insertarse en este tipode nichos de mercado, compitiendo con la exótica me-lina (Gmelina arborea), desplazándola inclusive en sitioscon suelos ácidos.

El cultivo de maderas en el país es ya una realidad. Sebasa mayoritariamente en el cultivo de teca casi ex-

clusivamente para exportación y le sigue el cultivo demelina, por ahora utilizada mayoritariamente para elabastecimiento de mercados internos (tarimas, ply-wood, puertas, construcción, muebles, otros). La tasaanual de plantación se estima alcanza las 5 a 6.000 ha(Murillo 2004b). Las posibilidades de expandir el culti-vo de madera se basan en la posibilidad de: (1) desarro-llar material genético y silvicultural para sitios con al-gún grado de marginalidad para otras opciones del usode la tierra (con un precio menor por la tierra); (2) de-sarrollar sistemas de cultivo de madera que no impli-quen la compra de la tierra -consorcios industriales po-drían establecer alianzas con dueños de tierra para lo-grar expandir cultivos de madera de alto rendimiento yproductividad-; (3) desarrollar sistemas agroforestalesbasados en material genético de alto rendimiento, el

cual es un modelo ideal para el sistema cooperativo na-cional, principalmente cafetalero, con grandes posibili-dades e impacto social; (4) crear grupos de investiga-ción en inteligencia de mercados que busquen nichosde productos de madera de alto valor -debe recordarseque el mercado y el precio son quizás los elementos másefectivos para estimular el cultivo de maderas-, y (5)continuar con el desarrollo de paquetes tecnológicos delas especies nativas cebo, jaúl, pilón, amarillón (Termi-nalia amazonia) y botarrama (Vochysia ferruginea), prin-cipalmente en el desarrollo de productos madereros -es-tas especies se plantan ya hoy día a escala comercial enel país y cuentan con programas de mejoramiento gené-tico que constituyen un fenómeno a nivel latinoameri-cano de incorporación exitosa de especies nativas.

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasBadilla, Y., O. Murillo y G. Obando. "Reforestación con especies nativas enla zona norte del país", en Seminario Nacional sobre Especies Nativas. 3-5 deabril, 2002. INISEFOR, Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica.Camacho, Pablo. 1981. Informe general del proyecto de "Ensayos de adaptabi-lidad y rendimiento de especies forestales en Costa Rica". Instituto Tecnológicode Costa Rica/Ministerio de Agricultura y Ganadería. Costa Rica.Butterfield, Rebeca y Mariano Espinoza. "Screening trial of 14 tropicalhardwoods with an emphasis on species native to Costa Rica: fourth yearresults", en New Forests 9, 1995.Müller, Eva. 1993. Estado actual del conocimiento sobre especies forestales pa-ra la reforestación en Costa Rica. Documento del proyecto COSEFOR-MA/ITCR. Costa Rica.Murillo, Olman et al. "Perspectivas de la reforestación en las zonas altas deCosta Rica", en Biocenosis 15 (1-2), 2001.Murillo, Olman. (2004a). "Hacia el cultivo de madera en Costa Rica", enCongreso Suelos Forestales. Octubre 11-13, 2004. INISEFOR, UniversidadNacional. Heredia.Murillo, Olman. (2004b). Establecimiento y manejo de Rodales y Huertos Se-milleros con el fin de fortalecer la capacidad nacional de producción de materialmejorado para la reforestación en Costa Rica. Consultoría. Fondo Nacional deFinanciamiento Forestal. Proyecto Ecomercados – Reforesta. San José, Costa Ri-ca.Zobel, Bruce, Gerrir Van Wyk y Per Stahl. 1987. Growing Exotic Forests.John Wiley and Sons Inc. New York.

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AA LALA VENTVENTAA

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7Junio 2005

T E M A D E P O R T A D A

El tema de discusión, si usar especies nativas o es-pecies exóticas en la reforestación en Costa Rica,es pertinente en este momento, lo fue en el pasa-

do y lo será en el futuro. Es una nueva de las infinitasformas que tiene el dilema hamletiano. Quiero empe-zar con una anécdota simpática. El profesor GerardoBudowski iniciaba uno de sus cursos en Catie con la si-guiente pregunta a sus alumnos: ¿qué desayunó ustedesta mañana? La respuesta variaba de año en año, peropodría haber sido la siguiente: un vaso de jugo de na-ranjas, un plato de frutas con mango, banano y sandía,arroz y frijoles, huevos fritos y una taza de café con le-che. Budowski decía entonces algo como: (1) las naran-jas son originarias del sudeste de China, provincias deYunnan y Guangxi, (2) los mangos son originarios deleste de India, Assam en Burma o posiblemente de la re-gión malaya, (3) las sandías son originarias de África delNorte y Asia Central, (4) los bananos son originariosdel sudeste de Asia y del Pacífico Occidental, (5) elarroz es originario de Asia y dentro de ella de China, (6)los frijoles son originarios de México y América Central(¡por fin!), (7) las gallinas son originarias de China y (8)las primeras evidencias del consumo de leche de vacason de Mesopotamia. Y remataba su comentario agre-gando: "pero después de todo fue un buen desayuno,que además no le causó ningún mal si no comió en ex-ceso" (Borel 2005). Y yo me permito agregar que si va-riamos la dieta del desayuno también variaremos el es-pectro geográfico de origen de nuestro alimento mati-nal. Desayunos realmente nativos solo se acostumbranen las regiones más remotas de cada país.

Cabe entonces preguntarse si estábamos equivoca-dos al introducir las naranjas, mangos, sandías, bana-nos, arroz, gallinas y ganado vacuno. La respuesta siguesiendo difícil: no es ni sí ni no, pues a lo mejor el hechode las introducciones por sí mismas no ha sido negati-vo, pero en algunos casos la forma y la escala de las mis-mas sí lo ha sido. Vale la pena preguntarse en cuáles deestas especies y géneros ha existido descuido y exagera-ción. Probablemente el único caso claro de los enume-rados ha sido el ganado vacuno, que ha sido introduci-do masivamente reemplazando bosques por pastizales.¿Es que no deberíamos sembrar arroz o café, un culti-

vo que está completamente incorporado al paisaje y lacultura costarricense? La fruta pan o árbol pan, la man-zana de agua y muchas otras especies habituales del pai-saje nacional son también exóticas, y al no haberseconvertido en especies invasivas, nadie está pensandoen erradicarlas.

Las especies exóticas más usuales en la reforestaciónen Costa Rica son la Tectona grandis y la Gmelina arbo-rea, ambas originarias de Asia (India, Bangladesh, Bur-ma). Tanto la teca como la melina son prácticamentemonocultivos naturales en sus regiones de origen, aligual que muchas de las coníferas -como los pinares enCentroamérica. Al sembrar esas especies como planta-ciones puras no estamos sino imitando a la naturaleza.Además, ninguna de las dos especies han sido reporta-das en otros lugares como invasoras. También hay otrasespecies forestales exóticas, como la Leucaena sp. y al-gunos Eucalyptus muy usados en sistemas agroforestales,que han sido de gran utilidad a las familias campesinasde Costa Rica y de Centroamérica; las especies nativasen sistemas agroforestales también son de gran utilidadpara los campesinos. En esos casos, la respuesta a cuá-les son mejores, las exóticas o las nativas, la dejaría a losagricultores, junto con la libertad de elegir aquéllo queles signifique mayor utilidad para sus sistemas de vida.Ni el forestal ni el biólogo deben imponer sus puntos devista al agricultor, quien es finalmente el que vive de latierra.

Recuerdo haber plantado algunas hectáreas de cao-ba en el estado de Amazonas, cuando en realidad ladistribución natural de la especie en Brazil es en el es-te, en el estado de Pará. ¿Es la caoba una exótica enAmazonas? Pregunta muy difícil de responder. Solo quelos arbolitos, después de seis o siete años, no presentanataques de Hypsiphilla grandela, pues la plaga no se en-cuentra en el estado de Amazonas.

Podríamos hacer un paralelo de ventajas y desventa-jas para la reforestación, no solo de las especies exóticassino también de las nativas, y nos será más fácil enten-der que el problema no está en el tipo de especie, sinoen la forma y la magnitud de la reforestación:

Para mí, como un profesional que he estado plan-tando y manejando bosques por largos años, el sentidode la discusión no es el dar una respuesta absoluta. Unarespuesta que dijera que las especies exóticas son incon-venientes, que probablemente satisfaría a muchos am-

R O N N I E D E C A M I N O

¿ Especies nativas o exóticas?Ése es el dilema

Ronnie de Camino Velozo es profesor e investigador en la Universidad para laPaz.

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8 Junio 2005

T E M A D E P O R T A D A

bientalistas, sería falsa. También sería falsa la respuestade que las especies exóticas son lo mejor, que probable-mente satisfaría a los propietarios de grandes masas deplantaciones monoespecíficas (Binggeli 2001). Mi res-puesta es que una plantación mal hecha es siempre ma-la y una plantación bien hecha es muy positiva, sea conespecies exóticas o especies nativas. Adicionalmente,parte de mi respuesta, es documentar seria y científica-mente toda afirmación, tanto sobre las bondades comosobre las desventajas de plantaciones con exóticas y connativas. Pienso que es tiempo de ir erradicando la emo-ción y el juicio de valor; hay que dar respaldo a los jui-cios con evidencias no manipuladas. Además, es funda-mental tener un control adecuado de las introduccionesde nuevas especies exóticas, así como de la introduc-ción de las nativas en sistemas diferentes de aquellos enque se dan en la naturaleza (Bossard 1997, Haysom yMurphy 2003.)

Es necesario que en Costa Rica los centros académi-cos desarrollen protocolos para determinar la invasivi-dad de las especies exóticas así como para determinarlos impactos de las especies nativas plantadas en siste-mas diferentes a los naturales. Adicionalmente, se debe

de establecer sistemas de monitoreo de las especies ysistemas que puedan presentar mayor riesgo. Mayor ri-gurosidad se requiere de ahora en adelante con las plan-tas aún no introducidas, así como la aplicación de mé-todos de manejo del riesgo. Entonces, en lugar de unadiscusión bizantina, entre sordos y ciegos, podremosavanzar en mejorar los aspectos económicos, sociales yambientales de las decisiones que estamos tomando.

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasBinggeli, Pietro. "The human dimensions of invasive woody plants", enMcNeely, J. A. (ed.). 2001. The great reshuffling - Human dimensions of in-vasive alien species. IUCN. Gland.Borel, Roland. 2005. Comunicación personal.Bossard, Carla. 1997. An initial assessment of exotic and invasive plant speciesin Sri Lanka’s flora and their impacts. Forestry and Environment Symposium.Department of Forestry and Environmental Science. University of Sri Jayewar-denpura. Sri Lanka.Diver, Steve. 1997. Use of Eucalyptus in Reforestation Projects. University ofArkansas. USA.Haysom, K. A. y S. T. Murphy. 2003. The status of invasiveness of forest treespecies outside their natural habitat: a global review and discussion paper. Fo-rest Health & Biosecurity Working Papers. CABI Bioscience. Forest ResourcesDevelopment Service Working Paper FBS/3E. Forest Resources Division FAO,Rome, Italy. Forestry Department.

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9Junio 2005

T E M A D E P O R T A D A

Un árbol, nativo o exótico, es un árbol esté dondeesté. Como lo escribí en algún momento, "nadamás perfecto ha creado la naturaleza, a través de

tantos años de evolución, que un árbol. Este impresio-nante ser amigo de todos no solo es refugio, alimento ymedicina, sino que es la esencia de la vida hecha reali-dad. Es oxígeno, agua y belleza, y con su magnificencianos brinda armonía, amor y respeto por la naturaleza".El árbol ha sido uno de los principales soportes para eldesarrollo de la humanidad. No en vano son los seresvivos más longevos del planeta, alcanzando algunos deellos más de 6.000 años de edad, como el Pinus longae-va en Estados Unidos, y qué decir de las monumentalessequoias (Sequoia sempervirens), que son los árboles másaltos del mundo, alcanzando hasta 110 metros de altu-ra. Sin embargo, estos seres amigos de todos no solo hansido utilizados en forma benéfica por la ciencia -comouna especie de sauce (Salix sp) de donde se extrajo elácido acetil salicílico que dio origen a la aspirina-, sinoque también, lamentablemente, han sido subutilizadosy en infinidad de casos hasta denigrados haciéndolosmorir entre cenizas con su corazón abierto a las incle-mencias del tiempo.

El modelo de desarrollo económico dominante enCosta Rica ha propiciado solo una concepción mercan-til y economicista del uso de nuestros prodigiosos recur-sos forestales, ricos en biodiversidad y fuente de una ga-ma interminable de bienes y servicios, reduciendo suaprovechamiento al uso estrictamente maderable (Ji-ménez y Poveda 1996). Esto ha provocado no solo sudepredación sino que, además, ha encendido una aler-ta por la degradación genética a que han sido sometidosmuchos de nuestros árboles maderables más importan-tes, como la caoba (Swietenia macrophylla). Razón por laque el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) hahecho bien en vedar el aprovechamiento de 18 especiesmaderables desde 1997, entre las que por ejemplo estáel bálsamo o chirraca (Myroxylon balsamum) (Jiménez,1999). Hoy, lamentablemente, las consecuencias de es-te modelo de desarrollo lo vemos constantemente ex-presado en la deforestación, en la contaminación de losmantos acuíferos y las aguas superficiales y en los gravesproblemas de erosión y degradación de nuestros suelos,

además de que se ha destruido el potencial forestal delpaís.

Miles de nuestros árboles mueren entre las llamas,otros por una ridícula suma de dinero, como ceibas(Ceiba pentandra) de 500 años de edad y 60 metros dealtura por cuyas vidas se paga 30.000 colones para serconvertidas en plywood o formaleta. Otros árboles, co-mo el cenízaro (Samanea saman), han sido convertidosen muebles, otros en puertas, como el caobilla (Carapaguianensis), otros en gabinetes, como el cedro (Cedrelaodorata), en artesanía, como el cocobolo (Dalbergia re-tusa), y en casas como el roble coral (Terminalia amazo-nia), para así satisfacer una necesidad terrenal. Si la ma-dera es necesaria e importante pues se debe de pagar elprecio justo y lograr que el conjunto de árboles que for-man nuestros bosques sean valorados por lo que son,como seres vivientes, para que así todas las especiespuedan seguir existiendo a perpetuidad para el disfrutede muchas otras generaciones de costarricenses.

Lamentablemente, otros miles de árboles (y sus bos-ques de pertenencia) han caído debido a las malas polí-ticas agropecuarias de nuestros gobiernos y, más recien-temente, en las últimas décadas, debido a un "manejoforestal" descontrolado e insostenible, como se demos-tró en la península de Osa, donde entre los años 1997 y1999 más de 16.000 árboles fueron cortados medianteplanes de manejo forestal, entre ellos sobresaliendo elnazareno (Peltogyne purpurea), con más de 3.000 indi-viduos talados (Barrantes et al. 1999). Es más, en estemismo periodo en nuestro país se cortaron más de70.000 árboles mediante planes de manejo sin tomar encuenta los cortados en forma ilegal. El panorama paralos bosques y árboles nativos de nuestro país se ha tor-nado sombrío y con seguridad hemos llegado casi alagotamiento de nuestros bosques productivos, reduci-dos ahora a fragmentos a lo largo y ancho de todo elpaís.

El cultivo de árboles y todo tipo de plantas foráneasha sido una actividad milenaria en el planeta.

Según Jorge León (Com. pers.), la introducción demuchas plantas de interés económico por lo general seha hecho en países con tecnologías más avanzadas ocomercialmente más importantes, como los europeos yJapón, donde una gran mayoría de las plantas cultiva

Q U Í R I C O J I M É N E Z

Cultivo de árboles en Costa Rica:¡nativos y exóticos!

Quírico Jiménez, ingeniero forestal, es diputado

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das son exóticas. Además, se ha comprobado que algunasplantas son más productivas en otras latitudes que ensus propios sitios de origen, como el cacao (Theobromacacao) y la yuca (Manihot sp), nativas de América peroaltamente productivos en África; y el árbol de hule (He-vea brasiliensis), ampliamente cultivado en Indonesia.El café (Coffea arabica), foráneo, ha sido ampliamentecultivado y con un gran rendimiento en muchos paísesamericanos (León 1987).

Aunque no hay una fecha exacta, el cultivo de árbo-les foráneos en Costa Rica se remonta a mediados delsiglo diecinueve, con la introducción desde Guatemaladel ciprés (Cupressus lusitanica) como ornamental, aun-que posteriormente ha sido más utilizado como rompe-vientos para proteger el ganado de leche. Debido a queuna gran parte de nuestros árboles nativos son de uncrecimiento entre lento y moderadamente lento, desdehace varias décadas se ha incrementado el uso de árbo-les foráneos en monocultivos para la producción de ma-dera, dentro de los que sobresalen actualmente la teca(Tectona grandis) y la melina (Gmelina arborea), ambostraídos del continente asiático. Otras especies, como elpino (Pinus caribaea) y diversos eucaliptos (Eucalyptussp), también han sido utilizadas con este propósito. Hoyen día el cultivo de estas especies, en especial la teca yla melina, ha producido industrias forestales de gran im-portancia en varias zonas del país.

Sin embargo, el interés de los costarricenses por losárboles exóticos no se puede desligar del interés por unagran cantidad de otras plantas, algunas de las cuales esposible que fueran introducidas a nuestro país desde elsiglo trasanterior, pasando muchas de ellas a constituirfuente de trabajo para miles de costarricenses, como elcafé y el banano (Musa sp), que además han sido algu-nos de los principales productos de exportación denuestro país. Las plantas ornamentales se han introdu-cido por docenas a Costa Rica, y muchas han sido del

beneplácito del pueblo, pues son ampliamente cultiva-das en los jardines y reproducidas y vendidas en viverosde plantas ornamentales. Entre éstas vale la pena des-tacar algunos arbustos tan conocidos como la rosa (Ro-sa sp), la veranera (Bougainvillea glabra) y el clavelón(Hibiscus rosasinensis), además de árboles como la caña-fístula (Senna fistula) y el orgullo de la india (Langers-troemia speciosa), que producen flores atractivas y degran belleza, de color amarillo y morado respectivamen-te.

La hierbas exóticas no podrían faltar, pues son im-portantes y abundantes, tales como la gloxinia (Gloxiniasp) y la violeta (Saintpaulia sp) tan común en nuestrascasas. Las plantas medicinales tampoco faltan en lagran mayoría de los hogares rurales, sobresaliendo el ro-mero (Rosmarinus officinalis) y la menta (Menta sp). Deigual manera, los frutales no solo han dado alimento alos costarricenses sino que comunidades enteras se de-dican a su cultivo: entre ellos están todos los cítricos(Citrus sp), el banano (Musa sp), el mango (Mangiferaindica), etcétera. Algunos árboles hasta han sido utiliza-dos como rompevientos y hoy día es utilizada incluso sumadera -por ejemplo el ciprés (Cupressus lusitanica).Muchas de estas especies exóticas han sido traídas anuestro país desde los confines del planeta, la mayoríade zonas tropicales y subtropicales.

El principal riesgo que se corre al traer especies forá-neas es que sus semillas, sus plántulas y sus mismos ár-boles pueden ser atacados por patógenos nativos que noexisten en sus zonas de origen. En otros casos, si las es-pecies no pasan por cuarentenas adecuadas, quizá elpeor riesgo es que contagien a nuestras especies nativascon enfermedades que podrían causar un daño irreme-diable. Algunas de estas especies foráneas han llegado yeventualmente podrían llegar a desplazar a nuestras es-pecies nativas, que son de gran importancia por el papel

T E M A D E P O R T A D A

Plantación de laurelA. Mata

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que juegan en el ecosistema, comoes el caso del manicillo (Arachissp), cuyo cultivo se ha excedido enzonas verdes y jardines, con el ries-go adicional de que alberga insec-tos plaga y babosas que trasmitenenfermedades. También se ha ob-servado que luego de cosechar lasplantaciones de melina (Gmelinaarborea) los tocones producen re-brotes tan robustos y la cosecha desemillas es tan prolífica que cadasemilla que cae al suelo germina ymuchos de los bosques secunda-rios en la península de Osa y de laregión Huetar Norte sufren una"melinización" incontrolable.

Según Luis Poveda (Com.pers.), los fracasos en el uso de ár-boles foráneos en nuestro país noson comunes; sin embargo, la im-portación de semilla no certificadapudo dar al traste con las planta-ciones de algunas especies. Se co-noce, por ejemplo, el cultivo delcadam (Anthocepalus cadamba), unárbol asiático que se cultivó con elobjetivo de producir madera en lazona de Turrialba y que creció ma-ravillosamente los primeros ocho odiez años, pero un hongo nativoatacó la raíz y todos los árbolesmurieron. También se conoce elfracaso de las plantaciones del ár-bol africano Terminalia ivorensis,que lamentablemente fueronabandonadas y hoy quedan solo al-gunos representantes aislados enla región norte del país.

En los últimos años el cultivode melina se ha incrementado ennuestro país y, pese a que en mu-chos casos el manejo silviculturalde las plantaciones no ha sido elmejor, con seguridad hoy éstas sonuna fuente de empleo para mu-chos costarricenses y, además, pro-ducen madera que es utilizada pa-ra varios propósitos. La utilizaciónde ésta le resta ímpetu al saqueode los árboles nativos de nuestrosbosques. Sin embargo, la verdad esque en nuestro país tenemos variasespecies nativas de rápido creci-miento que la podrían sustituir, ta-les como el gallinazo (Schyzolobiumparahyba), la jacaranda (Jacaranda

copaia) y el algodón (Croton smit-hianus), entre otras; lo que hacefalta es el interés de los reforesta-dores en utilizarlas.

Entonces, si queremos poneren una balanza las ventajas y lasdesventajas de la utilización de es-pecies exóticas o foráneas compa-rándolas con las nativas, no pode-mos tapar el sol con un dedo ni ob-viar el hecho de que Costa Ricaposee una prodigiosa biodiversidadque nos daría dónde escoger paradiferentes propósitos entre todaslas plantas, desde las hierbas y ar-bustos hasta los bejucos, las pal-mas y los árboles. Pero no podemosolvidar que tanto las plantas nati-vas como las exóticas producengran cantidad de beneficios. Poresto es que, antes de usarlas, tene-mos que valorar, primero, la utili-zación que se le dará a la especie:para plantación forestal, comorompevientos, como ornamental,como frutal, como alimento, comomedicina, etcétera; segundo, eluso que tiene el suelo donde secultivará la especie, pues no es lomismo cortar bosque para haceruna plantación, como se hizo haceun par de décadas, que establecerésta en un potrero; y, tercero, paralas exóticas, la posibilidad de quepuedan causar algún problema oenfermedad a nuestras especiesnativas.

Por otro lado, lo queramos o noy a pesar de que como mencionépreferiría el cultivo de plantas na-tivas, no podemos olvidar ni dejarpasar el hecho de que también to-das las plantas exóticas producenoxígeno, muchas producen bellezacomo ornamental y alimento paralas aves, como el poró gigante(Erythrina poeppigiana); otras pro-ducen fina y atractiva madera, co-mo la teca (Tectona grandis); otrasalegran nuestros jardines y nues-tras casas, como la hortensia (Hy-drangea sp), y otras nos sirven dealimento, como el melón (Cucumismelo) y la naranja (Citrus sinensis).

Nuestras ciudades y carreterasdeben embellecerse, pero esto de-biera lograrse con aquellas espe-

cies -nativas o exóticas (una mez-cla de las dos)- cuya floración esatractiva, como el brachichito(Sterculia acerifolia), que produceuna bella floración rojiza, o que os-tentan un follaje siempreverde, co-mo el almendro de montaña (An-dira inermis) de bella floración mo-rada, o el aceituno (Simaroubaglauca), que produce un brillantefollaje. Son muchas las especiesimportantes para embellecer nues-tras ciudades y nuestras casas; sinembargo, por desconocimiento opor irresponsabilidad no debemosabusar de su uso como se ha hechocon el laurel de la india (Ficus ben-jamina), árbol que no debe serplantado en nuestras ciudadespues sus raíces son tan fuertes quedañan la infraestructura y las ca-rreteras.

Con todos estos antecedentes,como costarricenses y humanos nopodemos dejar pasar el hecho, talvez "romántico", de que las plantascomo seres vivientes son nuestrashermanas, y son tantos los benefi-cios que nos han brindado silen-ciosa y desinteresadamente que lomínimo que debemos hacer es se-guirlas cultivando y disfrutando desus bondades. Cultivar árboles uotras plantas nativas o foráneas enCosta Rica es importante, solo te-nemos que tener claro el sitio don-de se cultivarán y sobre todo el ob-jetivo de su cultivo.

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasBarrantes, G. et al. 1999. Evaluación de los pla-nes de manejo forestal autorizados en el periodo1997-1999 en la Península de Osa. Cumplimien-to de normas técnicas, ambientales e impacto sobreel bosque natural. Documento elaborado para laFundación Cecropia. San José.Jiménez, Q. 1999. Árboles maderables en peligrode extinción en Costa Rica. Editorial Inbio. SanJosé.Jiménez, Q. y L. Poveda. "Lista actualizada delos árboles maderables de Costa Rica". Aportesal Desarrollo Sostenible, 2, 1996. UniversidadNacional.León, J. 1987. Botánica de los cultivos tropicales.Instituto Interamericano de Cooperación parala Agricultura. San José.

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Durante muchos años se han presentado polémicaso controversias por la introducción de especiesexóticas en los programas de reforestación en los

distintos países, y en muy pocos casos los programas de re-forestación a nivel nacional han estado precedidos de unprograma de investigación y prueba de las distintas espe-cies susceptibles de usar en forma comercial que permitie-ra hacer una buena selección de ellas de acuerdo a lascondiciones de sitio y a los objetivos para los cuales seplantaron.

Generalmente, son varios los factores que hacen quese planten más especies introducidas que nativas, entreellos están: (1) la disponibilidad de información, puestoque, cuanto más conocida una especie, mayor seguridaden el comportamiento de ella en un sitio determinado; (2)la disponibilidad de semilla, dado que cuando se inicia unplan de reforestación se requiere grandes cantidades deella y la de las especies nativas pocas veces está disponi-ble; (3) el hecho de que generalmente se busca que las es-pecies tengan un rápido crecimiento inicial para que pue-dan ocupar el sitio rápidamente y así disminuir los costosde mantenimiento, y (4) el hecho de que el comporta-miento de la madera juvenil es importante en función depoder utilizarla desde los primeros aclareos (Evans 1999,Inisefor 2002).

El término exótico no siempre se usa en un sentido eco-lógico, sino que comúnmente se refiere a fronteras políti-cas en vez de naturales. Por ejemplo, algunas especies delo que hoy es Myanmar se consideraron exóticas en Indiacuando los dos países se separaron en 1937; y lo mismo su-cede en Costa Rica cuando utilizamos especies que no sedan naturalmente en los sitios de plantación. Del mismomodo, la frase especie nativa quizás no tenga mucho signi-ficado. Aunque una especie nativa de una zona puede es-tar mejor adaptada al sitio que una no nativa, el sitio enque se está plantando casi nunca se parece al sitio dondela especie nativa crecía en forma natural (Wadsworth2000).

Existen muchas especies que crecen en bosques tropi-cales naturales y muchas son muy valiosas como para jus-tificar su plantación para uso comercial. No es un argu-mento importante descubrir si la especie es nativa o intro-ducida respecto de un sitio que ha sido repetidamenteaclarado, quemado, cultivado o pastoreado. Estos cambios

posiblemente son tan fuertes que las especies que se en-contraban en el antiguo bosque nativo quizás sean las quetengan una menor adaptación a ese sitio después de sufrirtanta alteración. Una amplia capacidad de adaptación atales condiciones caracteriza a los eucaliptos y a los pinos,al género Gmelina y a la teca (Tectona grandis), lo que ex-plica en gran medida su gran popularidad en los trópicos(Ibid.).

En la selección de especies, el desempeño futuro quetenga una especie es más importante que el origen. Si serechaza arbitrariamente las especies introducidas se exclu-ye muchas que quizás nunca tuvieron la oportunidad deemigrar al sitio pero que no les falta capacidad de adapta-ción para ello, o que no eran tan efectivas como para com-petir con las especies latifoliadas. Un ejemplo en Centroa-mérica es las coníferas, que quedaron rezagadas en sitiosde muy baja fertilidad o en condiciones extremas, condi-ciones que les permite competir favorablemente con lasespecies latifoliadas.

Según Evans (1992), Wadsworth (2000) e Inisefor2002), para ser exitoso en una plantación forestal un ár-bol introducido debe:

1. ser capaz de servir un propósito particular mejor quelas especies locales disponibles;

2. ser apropiado al clima y al suelo de la región;3. tener rápido crecimiento y regeneración y buena

producción de hojarasca;4. ser resistente a peligros como incendios, insectos,

enfermedades y pastoreo;5. ser de fácil propagación o buena disponibilidad de

semilla;6. ser resistente a condiciones limitantes como baja

fertilidad, sequía, suelos compactados o con pH alto o ba-jo, etcétera;

7. tener alguna utilidad adicional a su efecto restaura-dor -por ejemplo, producir leña, buen carbón, forraje nu-tritivo, vainas comestibles, madera, néctar, etcétera;

8. tener nula o poca tendencia a adquirir una propaga-ción invasora incontrolable;

9. tener presencia de nódulos fijadores de nitrógeno omicorrizas que compensen el bajo nivel de nitrógeno, fós-foro y otros nutrimentos en el suelo, y

10. favorecer el restablecimiento de las poblaciones deelementos de la flora y la fauna nativas, proporcionándo-les alimento o un ambiente adecuado para su desarrollo.

E L A D I O C H A V E S

Eladio Chaves, ingeniero forestal, es vicedecano de la Facultad de Ciencias deTierra y Mar de la Universidad Nacional.

Especies nativas encontraste con introducidas

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Estos requisitos parecieran severos y es razonable pre-guntar cómo un árbol introducido puede ser capaz de de-sempeñarse mejor que las especies nativas. Sin embargo,algunas especies exóticas prometedoras tienen un vigor yuna tasa de crecimiento extraordinarios. Una vez que sedecida cuál es el producto final deseado en la plantación,los requisitos climáticos y las tolerancias de las especiesadecuadas para estos productos deberán ser compatiblescon las condiciones prevalecientes en el lugar de planta-ción. Las especies seleccionadas deberán ser capaces dedesarrollarse y producir bien bajo las condiciones ambien-tales particulares del lugar. Los silvicultores generalmenteno se detienen mucho a pensar si la especie es introduci-da o nativa, sino que deben poner mayor atención a queella cumpla con los objetivos para los cuales se establece laplantación. El éxito de una plantación se determinará porel grado en que logre cumplir con los objetivos propuestosy ninguna decisión es de mayor importancia para este éxi-to que el escoger las especies adecuadas para un sitio de-terminado. Las especies que se seleccionen no solo influi-rán el tratamiento silvicultural y su administración sinoque también determinarán la utilización final de la cose-cha.

La introducción de especies exóticas quizás esté conde-nada al fracaso si éstas no provienen de un ambiente simi-lar, y, por otro lado, podrían escaparse de las manos y na-turalizarse, algo que la mayoría de las veces se consideraindeseable. Aun la especie exótica seleccionada con el ma-yor cuidado necesita de ensayos para comprobar su adap-tabilidad y desempeño en el sitio mientras la plantación semantiene en pequeña escala.

La invasión de especies es el proceso mediante el cualunas cuantas especies se propagan dentro de un ecosiste-ma, desplazando o eliminando la mayor parte o la totali-dad de las que de forma natural habitan en éste. Este tipode afectación puede cambiar un hábitat entero, haciéndo-lo inhabitable incluso para la comunidad natural original.Esta situación se presenta más en las zonas subtropicales,donde la vegetación no es tan agresiva, que en las zonastropicales. Sin embargo, no todas las especies exóticas seconvierten en invasoras, y no siempre todas las invasionesson producidas por especies exóticas o introducidas, sinoque algunas especies nativas también pueden convertirseen invasoras cuando se produce una alteración significati-va dentro del ecosistema (Harrington y Ewel 1997).

Es imposible lograr un solo beneficio de una plantación.Casi todas las especies de árboles pueden conservar los

suelos, servir de rompevientos, proveer sombra a cosechasde alimentos o forraje, albergar vida silvestre y, si se cose-chan, rendir algún tipo de biomasa útil. Entre las especiesadaptadas existe preferencia por las que proveen benefi-cios ambientales, pero aun más crítica resulta la utilidadde la madera. La utilidad de la madera en todos los luga-res está dictada por el tamaño y la forma de los árboles ylas características intrínsecas a la madera. Los árboles ade-cuados para propósitos múltiples, si se adaptan deben serpreferidos en cualquier lugar sobre los que solo sirven pa-ra quemarse como combustible (Butterfield 1995).

En Costa Rica, las plantaciones comerciales iniciaronen 1978: principalmente se plantó melina, teca, ciprés, pi-no y algunos eucaliptos; entre las especies nativas que seutilizaron estuvieron el laurel, el pochote y el jaúl. Esteproceso no fue acompañado de un programa de investiga-ción que generara la información silvicultural necesariapara evaluar el desarrollo de las diferentes especies. El usode las especies nativas se dio más por intuición y porquelas mismas regeneraban o se presentaban en forma fre-cuente en esos sitios. Pero, una vez que se plantaron en ro-dales más densos, los factores limitantes, principalmente lafertilidad del suelo, afectó el desarrollo especialmente dellaurel. El jaúl, por las características propias de la especie,tuvo un buen desempeño en los sitios plantados; con elpochote, a pesar de que presentó un buen crecimiento enla mayoría de los sitios, con un volumen comercial entrelos 25 y 30 años, se encontró el problema de que producepoco duramen, lo que hace a la madera poco atractiva co-mercialmente.

De las especies introducidas algunos eucaliptos presen-taron problemas de crecimiento en suelos de baja fertili-dad natural. De estas primeras plantaciones a escala co-mercial se tiene experiencias positivas y otras poco alenta-doras. La mayoría de las plantaciones ya se han comercia-lizado antes de alcanzar el turno silvicultural, sobre todopor la escasez del suministro de productos forestales pro-venientes del bosque natural.

A partir de los años noventa, buscando alternativas enlos sitos de vocación forestal, se estableció una serie deproyectos de investigación en los que se centró el interéspor el uso de especies nativas en la reforestación. Los es-fuerzos de muchas instituciones dan como resultado el usode nuevas especies para reforestar, como es el caso del ce-bo (Vochysia guatemalensis), del pilón, (Hieronyma achor-neodes), del botarrama (Vochysia ferruginea), del amarillón(Terminalia amazonia), etcétera. Varias circunstancias con-vergieron para que se diera el clima aceptable para el usomás intensivo de estas especies en los proyectos de refores-tación: resultados no satisfactorios con las especies intro-ducidas, experiencias positivas en cuanto a crecimiento yadaptación de las especies nativas, apertura de técnicos yprofesionales y de la política del gobierno, surgimiento deorganizaciones no gubernamentales con especial interésen este tópico, presión de grupos ecologistas y sistematiza-ción de información de experiencias.

T E M A D E P O R T A D A

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasButterfield, R. "Promoting biodiversity: advances in evaluating native spe-cies for reforestation", en Forest ecology and management 75 (1-3), 1995.Evans, J. 1992. Plantation forestry in the tropics. Oxford Science Publications-/Clarendon Press. Oxford.Inisefor. 2002. Especies forestales nativas. Taller seminario especies forestales na-tivas (2002 abril 4-5: Heredia, Costa Rica). Memoria /Instituto de Investigacióny Servicios Forestales. Costa Rica.Harrington, A. R y J. J. Ewel. "Invisibility of tree plantations by native andnon-indigenous plant species in Hawaii", en Forest Ecology and management99 (1-2), 1997.Wadsworth, F. H. "Producción Forestal en América Tropical", en USDA.2000. Manual de argicultura 710-S.

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Unas de las preguntas básicas con las que se en-cuentra el reforestador es la de cuál especieplantar y cuáles son los criterios que se deben de

tomar en cuenta en la selección de especies. En cuantoa los aspectos técnicos y científicos sobre la selección deespecies existe suficiente material publicado y disponi-ble. Se debe tener presente que, cualquiera que sea laespecie, la reforestación con fines comerciales buscamaximizar los beneficios, para lo cual se consideran trescriterios básicos: (1) el costo de establecimiento y ma-nejo de la plantación, (2) la productividad de la especieen los sitios disponibles y (3) el valor o utilidad del pro-ducto final a obtener. Bajo estos criterios cabe la pre-gunta acerca de la relevancia de que la especie sea na-tiva o exótica. Al respecto, Cornelius (1994) sugirióque el origen de las especies no debe de influenciar omodificar los criterios arriba mencionados, porque elcosto de establecimiento y manejo de una plantaciónforestal no está relacionado con el hecho de utilizar es-pecies nativas o exóticas; además, no existe evidenciade que las especies nativas o exóticas difieran en la tasade sobrevivencia, en la susceptibilidad a plagas y en laproducción de biomasa, y, finalmente, aunque las espe-cies exóticas puedan ser más difíciles de comercializarlocalmente siempre existe un mercado.

La reforestación en Costa Rica se inició como unarespuesta para aliviar las altas tasas de deforestaciónque sufrían los bosques naturales y como una alternati-va para suplir la creciente demanda de productos made-reros. Hacia finales de la década de los setenta se incen-tivó la reforestación; sin embargo, siempre flotó la pre-gunta respecto de cuáles especies utilizar. En vista de laurgencia de reforestar, se recomendó utilizar principal-mente especies exóticas. ¿Por qué especies exóticas si denuestros bosques naturales, en su mayoría primarios, seexplotaban o extraían un número superior a 100 espe-cies forestales o madereras? Existen varios argumentosa favor y en contra del uso de especies exóticas para lareforestación. Como cualquier empresa, la reforestaciónes una actividad que requiere una inversión. Para el re-forestador es necesario tener información sobre la in-versión y, tratándose de árboles, sobre su crecimiento,

requerimientos silviculturales (suelos, clima), manejocultural, calidad de la madera, mercado, etcétera. Enese sentido, para las especies exóticas ya existía ese pa-quete tecnológico desarrollado y probado, lo cual fue unatractivo para los reforestadores. Por otro lado, la infor-mación para las especies nativas era muy escasa y dis-persa, e, incluso, para algunas especies comerciales nose conocía con certeza ni su especie botánica. Otros ar-gumentos a favor de las especies exóticas fueron: (1) alser una especie exótica no hay muchos problemas deplagas y enfermedades, (2) existe información detalladasobre manejo y producción de semillas -para algunas es-pecies los programas de mejoramiento genético tienenvarias generaciones de información- y (3) existe merca-do y tecnología para la comercialización de la madera -entre otros.

En algunos casos, los resultados obtenidos con lasespecies exóticas no fueron los esperados, lo cual no sedebió al simple hecho de que las especies utilizadas fue-ran exóticas, sino a factores propiamente de manejo,como la mala selección de especies y sus procedencias,la mala selección de sitios y el mal manejo cultural, en-tre otros. Experiencias exitosas con especies exóticasexisten en Chile y Sudáfrica con Pinus spp., en Brasilcon Eucalytpus spp. y otros casos más. A nivel nacional,se han obtenido experiencias exitosas con el ciprés (Cu-pressus lusitanica) en las partes altas del Valle Central,con melina (Gmelina arborea) en la península de Nico-ya, así como con teca (Tectona grandis) en diversos sitiosdel país.

Como una alternativa para la reforestación comer-cial se han sugerido las especies nativas. Si bien es cier-to por varias décadas se ha realizado investigación conespecies nativas, inicialmente ésta se orientó hacia es-pecies de uso múltiple (forrajeras, cercos vivos y leña,entre otros), en algunas zonas prioritarias (como sitioscon climas secos y estacionales) y no precisamente parala producción de madera. Algunos ejemplos concretos yexitosos fueron las experiencias obtenidas con Gliricidiasepium y Bombacopsis quinatum por el proyecto Madele-ña del Catie.

Adicionalmente, la efectiva utilización de especiesnativas en la reforestación comercial se limitó por unaserie de argumentos desfavorables, algunos de ellos "mi-tos", lo que impidió la incorporación de muchas especies

E U G E N I O G O N Z Á L E Z

Las nativas ya merecen mayor impulso

Eugenio González, ingeniero forestal e investigador en especies forestales nati-vas, es director de la Estación Biológica Palo Verde de la Organización paraEstudios Tropicales.

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aun en programas de investigación. Afirmaciones talescomo que "las semillas de las especies nativas no se pue-den germinar", que "las especies nativas de bosques tro-picales no pueden crecer en plantaciones a campoabierto" y que "la calidad de la madera de las especiesen plantación a campo abierto es mas baja" –entreotros- siempre se utilizaron como argumentos que favo-recieron la utilización de especies exóticas. Consideran-do los cientos de especies que existen en los bosquestropicales, es razonable pensar que no todas reúnen lascaracterísticas deseadas para la reforestación; sin em-bargo, las investigaciones en las últimas dos décadas pa-recen aportar suficiente evidencia en contra de tales ar-gumentos.

Ensayos realizados en las tierras bajas del Caribe denuestro país han mostrado el potencial que las especiesnativas pueden tener en la reforestación comercial. Deesta forma, Espinoza y Butterfield (1990) mostraron có-mo el pilón (Hieronyma oblonga), el botarrama (Vochy-sia ferruginea), el chancho o mayo (Vochysia guatemalen-sis) y el cedro maría (Calophyllum brasilienses), entreotras, sobrepasaron por mucho la sobrevivencia y la ta-sa de crecimiento de las especies exóticas y nativas uti-lizadas en la reforestación comercial en ese momento.Ensayos posteriores en la misma región confirmaron asílas observaciones preliminares sobre el potencial de lasespecies nativas en la reforestación (González y Fisher1994, Butterfield y González 1996). Resultados simila-res han sido reportados para otras especies y regionesdel país, como es el excelente crecimiento de roble co-ral (Terminalia amazonia) en la zona sur de Costa Rica.

Paralelamente a los ensayos de adaptabilidad y cre-cimiento se realizaron estudios en colección y manejode semillas, sistemas de producción en vivero, manejode plantaciones e incluso ensayos de progenie. La infor-mación generada y ya disponible, aunque para un pe-queño grupo de especies nativas, ha dejado en el pasa-do algunos mitos sobre las especies nativas y mostradoque éstas tienen alto potencial y merecen ser conside-radas en la reforestación comercial. Los estudios dispo-nibles también han aportado evidencia para creer que,aunque existen muchas especies nativas comerciales ennuestros bosques, algunas tendrán que ser objeto de es-tudios más detallados. Ejemplo concreto ha sido el vai-nillo (Stryphnodendron microstachyum) que, aunque semostró como una especie con alto potencial por su so-brevivencia y crecimiento, todas las plantaciones mu-rieron después del tercer o cuarto año. Para otras espe-cies, aunque con alto valor comercial hoy día, existenserias limitaciones en la producción y germinación desemillas (por ejemplo, el olla de mono –Lecythis ampla-y el guácimo blanco –Goethalsia meiantha-), lo que ha-ce pensar en la necesidad de una estrategias diferentepara la reforestación comercial con estas y otras espe-cies.

Desde el punto de vista ecológico, toda plantaciónforestal, sea con especies nativas o exóticas, crea

un ambiente ecológicamente diferente comparado conun bosque natural. Si bien es cierto el uso de especiesexóticas en la reforestación comercial ha sido favoreci-do, hoy día existe suficiente información técnica y cien-tífica para considerar algunas especies nativas en losprogramas de reforestación. Aunque la información dis-ponible para las especies nativas puede considerarseaun preliminar, pues la investigación forestal es a muylargo plazo, es recomendable que un determinado por-centaje de la plantación se realice con las especies nati-vas de mayor potencial. Esta acción, acompañada de unprograma de investigación, permitirá generar informa-ción valiosa sobre el comportamiento de las especiesnativas en plantaciones extensivas y a más largo plazo.Por otro lado, cuando se trate de plantaciones foresta-les no se trata de favorecer una especie porque sea na-tiva o exótica, sino que de lo que se trata es de favore-cer la diversidad genética y favorecer las especies mejoradaptadas a las condiciones particulares de cada sitio.

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasCornelius, Jonathan. "Nativas versus exóticas: una distinción de impor-tancia en la selección de especies?", en Revista Forestal Centroamericana10(3), 1994. Costa Rica.Espinoza, M. y R. Butterfield. "Adaptabilidad de 13 especies nativas ma-derables bajo condiciones de plantación en las tierras bajas húmedas delAtlántico, Costa Rica", en Salazar, Rodolfo, 1990. Manejo y aprovecha-miento de plantaciones forestales con especies de uso múltiple: Actas ReuniónIUFRO, Guatemala, Abril 1999. Costa Rica.González, E. y R. Butterfield. "Adaptabilidad de diferentes especies fores-tales en pastizales degradados en las tierras bajas del Atlántico de CostaRica", en Revista Forestal Centroamericana 16(5), 1996. Costa Rica. González, E. y R. F. Fisher. "Growth of native forest species planted onabandoned pasture land in Costa Rica", en Forest Ecology and Manage-ment 70, 1994, Elsiever Science B.V. The Netherlands.

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T E M A D E P O R T A D A

Hace treinta años en Costa Rica nadie había oídohablar de teca o melina, pero hoy en día estosárboles oriundos de India y Asia tropical se en-

cuentran por doquier en todas las zonas bajas del país.La historia forestal de Costa Rica está marcada por laintroducción de especies provenientes de remotas re-giones: pinos y cipreses de Europa y Norteamérica, eu-caliptos de Australia, llamas del bosque de África... Pa-ra el costarricense promedio, imaginarse una Costa Ri-ca sin estos árboles es tan improbable como imaginárse-la sin café o banano. ¡Valga la comparación! Pues tantonuestro grano de oro como la más típica de nuestras fru-tas son también especies introducidas, igual que los pas-tos forrajeros, los animales domésticos, muchas denuestras hortalizas y la mayoría de productos que con-forman nuestra canasta básica.

En Costa Rica, la introducción de especies es enton-ces un rasgo intrínseco de nuestro crisol de culturas. Ylas plantas y animales introducidos son elementos pro-pios del ser costarricense. Incluso podríamos agregarque el 98 por ciento de los costarricenses descienden deuno o más inmigrantes, "introducidos" durante los últi-mos cinco siglos. Preguntarnos si tiene sentido o no cul-tivar árboles foráneos resulta, pues, un contrasentido.Sin embargo, la pregunta nos invita a reflexionar sobrelas políticas de reforestación en Costa Rica.

Primero, ubiquémonos en nuestro entorno natural.Las condiciones tropicales de humedad y temperatura,con doce horas diarias de luz, son óptimas para la vida.Una extraordinaria combinación de llanuras, montañasy cordilleras con altitudes superiores a los 3.000 m quese yerguen sobre una cintura de tierra tendida entre elmar Caribe y el océano Pacífico, han hecho posible queel segundo país más pequeño de Centroamérica conten-ga ecosistemas tan diversos como gélidos páramos y cá-lidos bosques tropicales, matizados por abundantes ríosy volcanes generadores de suelos productivos. Pero lamayor riqueza de Costa Rica es su biodiversidad. Porello no debe sorprendernos que desde tiempos inmemo-riales este territorio fuera punto de encuentro y desarro-llo, no solo de especies de plantas y animales, sino deculturas indígenas del norte y el sur del continente.

Con la Conquista se abrieron las puertas del mundo.

Migraciones, introducción de plantas y animales, nue-vas plagas y enfermedades... Grandes extensiones debosques dieron paso a nuevos paisajes. Oleadas de inmi-grantes desplazaron y asimilaron a los indígenas. Espe-cies exóticas reemplazaron y aislaron a las nativas. Pocoa poco, se fue implantando una nueva concepción delmundo. La floreciente cultura costarricense se constru-yó a partir de costumbres y técnicas importadas de Eu-ropa, complementadas después con aportes de África yAsia.

En el proceso, introducimos especies de árboles y lasadaptamos a nuestro medio; y en muchos casos no sepudo adaptar nuestro medio a ellas. El tema de la intro-ducción de especies forestales no significa mayor pro-blema. En cambio, las plantaciones extensivas de pocasespecies sí son una verdadera bomba de tiempo para lasilvicultura tropical.

Observemos los bosques tropicales: encontramosque su principal característica es la riqueza y diversidadde especies, lo que contrasta con los bosques de zonastempladas. Una hectárea de bosque tropical albergamás de trescientas especies de árboles; en un bosquetemplado difícilmente se encuentran más de veinte. Porello no es raro que en las zonas templadas prosperen tanbien las plantaciones de pocas especies, pues se aseme-jan a su medio natural. En cambio, en países tropicalescomo Costa Rica las plantaciones extensivas de pocasespecies son opuestas a las condiciones ecológicas, tra-yendo, entre otras, las siguientes consecuencias: (1)Generan condiciones favorables para la proliferación deplagas y enfermedades, lo que conlleva la aplicación desustancias químicas que contaminan y alteran el am-biente y la vida de los organismos. (2) Empobrecen lossuelos: en los bosques tropicales los suelos mantienenun balance entre la producción y el gasto de elementosy microelementos químicos; en estos mismos suelos lasplantaciones de pocas especies se concentran en unospocos elementos y rompen el balance; los suelos so-breexplotados se transforman en sustratos inertes quedemandan fertilizantes químicos para seguir producien-do y el entorno se convierte en una gran sala de cuida-dos intensivos. (3) Erosionan los suelos: las plantacio-nes extensivas de pocas especies generalmente son coe-táneas (de una misma edad), y al cosecharlas se aplicala tala rasa (se talan todos los árboles a la vez); losfrágiles suelos quedan expuestos al sol y la lluvia, se la-

J U A N F I G U E R O L A

Nativos y exóticos peroconservando la biodiversidad

Juan Figuerola, ingeniero forestal, es coordinador del Grupo de Trabajo deBosques de la Federación Costarricense para la Conservación de la Naturaleza(Fecon) ([email protected]).

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van en poco tiempo y se pierden, y al erosionarse losproblemas se trasladan a grandes distancias, llegandoincluso a provocar la muerte de arrecifes de coral porexceso de sedimentos y sustancias químicas. Y no im-porta si son plantaciones de especies exóticas o nativas.El problema no radica tanto en las especies como en labiodiversidad y la permanencia de los nuevos ecosiste-mas.

Frente a esta realidad, algunos ecologistas propone-mos adoptar el método de reforestación denomina-

do restauración ecologista del bosque tropical (Baltodano2004: 18-20), que consiste en propiciar la regeneraciónnatural del bosque, asistiéndola con la siembra esporá-dica, dispersa y diversa, de árboles de la mayor cantidadde especies (nativas y exóticas), respetando la ecologíade los bosques tropicales. Esta práctica ha sido desarro-llada durante años, a distintas escalas y de diferentesmaneras, a lo largo y ancho del país; incluso en la zonanorte existe una experiencia que ha sido ampliamentedocumentada (Quirós 2002: 124-128). En el Saíno dePital de San Carlos, veinte años atrás, Félix Díaz Rive-ra y su familia decidieron emprender un sueño y consi-guieron transformar su parcela de nueve hectáreas depiña en un bosque, experiencia tica que ya le ha dado lavuelta al mundo (Coecoceiba AT 2003).

La restauración ecologista y la regeneración naturalson dos formas dignas y honrosas de reforestación tropi-cal. Por reforestación entendemos la recuperación orestauración de la foresta o bosque tropical, con toda sudinámica y complejidad ecológica. Desde el punto devista de la ecología tropical las plantaciones no son bos-ques, por lo tanto no son reforestación. Simplementeson cultivos industriales extensivos, como el banano yla palma africana.

Sin embargo, el sector industrial maderero costarri-cense rechaza la restauración y la regeneración naturaly ha impuesto, bajo el nombre de reforestación, lasplantaciones extensivas de pocas especies. Con esto nosolo pecan por engaño, sino que niegan la posibilidad dedesarrollar una cultura forestal propia, respetuosa de laecología, que sea fuente de bienestar y calidad de vidapara los costarricenses. La prueba la encontramos en laszonas con menores índices de desarrollo humano, queson irónicamente las zonas con más bosques, riqueza ydiversidad ecológica. Y es que quien ha dominado la po-lítica forestal de Costa Rica es precisamente el sectorindustrial maderero, cuyo único interés ha sido produ-cir la mayor cantidad de madera y dinero en el menortiempo posible, dejando de lado la ecología y el desarro-llo de las comunidades.

¿Es posible revertir esta situación? Es muy difícil,pues el sector maderero industrial defiende poderosa-mente su derecho a dirigir las políticas de reforestacióna su conveniencia: las plantaciones extensivas de pocasespecies se han convertido en un medio para cobrar in-centivos o pagos de servicios ambientales para refores-

tación; el sector promueve empresas transnacionalesque vienen en busca de mano de obra barata y exencio-nes de impuestos (la melina es un ejemplo: fue introdu-cida por Ston Forestal para producir pulpa de papel y,después que la empresa se fue del país, miles de hectá-reas de plantaciones quedaron a la deriva, abandonadaso produciendo con bajos rendimientos madera de bajacalidad para tarimas -en el mejor de los casos).

Además, el sector maderero industrial trasciende losprocesos de industrialización y comercialización de lamadera. Su red de influencias se extiende a otros secto-res, como por ejemplo el académico. En las dos univer-sidades estatales donde se imparte la carrera de ingenie-ría forestal (Universidad Nacional e Instituto Tecnoló-gico de Costa Rica) prevalece la línea de pensamientomaderera sobre la ecológica, e igualmente ocurre en elCatie. Y es que las plantaciones extensivas de pocas es-pecies, además de promover tecnologías importadas yajenas a nuestro medio, son piezas de un modelo econó-mico global basado en el consumismo compulsivo, don-de se considera exitoso y competitivo a quien es capazde producir más dinero.

Por eso encontramos siempre a los mismos persona-jes definiendo políticas en la Cámara Costarricense Fo-restal, dando clases en las facultades de ingeniería fores-tal, repartiéndose consultorías en las juntas directivasde Fonafifo (Fondo Nacional de Financiamiento Fores-tal) y de la Oficina Nacional Forestal (ambas depen-dencias del Ministerio del Ambiente pero integradaspor una mayoría de representantes del sector madere-ro), respaldados por el ejército de regentes forestalescon fe pública del Colegio de Ingenieros Agrónomos.Por eso, por ejemplo, para acceder a los pagos de servi-cios ambientales para reforestación con especies nativasen Osa, un requisito es sembrar únicamente arbolitosde los viveros de Hojancha (Guanacaste) o del Catie(Turrialba). Y por eso Fonafifo fomenta la "reforesta-ción" a través de pagos de servicios ambientales para"manejo de rebrotes de melina".

Mientras el sector maderero industrial siga manejan-do las políticas de reforestación en Costa Rica, propues-tas innovadoras -socialmente equitativas y ecológica-mente viables-, como la de la restauración ecologistadel bosque tropical, tendrán que enfrentarse a grandesobstáculos.

Por nuestra parte, seguiremos insistiendo, pues cree-mos que la única reforestación posible, responsable ycomprometida con el futuro de Costa Rica es aquellaque sirva para producir madera pero también para pre-servar los suelos, los mantos acuíferos, las riberas de losríos, los ecosistemas y la biodiversidad. Y que tenga lu-gar para todas las especies, nativas y exóticas.

T E M A D E P O R T A D A

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasBaltodano, Javier. "Restauración ecologista del bosque tropical", en Ambien-tico 129, 2004.Coecoceiba AT. 2003. La restauración ecologista del bosque tropical. ImprentaIberia. San José.Quirós, J., V. Meza y F. Mora. 2002. Taller seminario especies forestales nativas.Memoria / Inisefor.

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T E M A D E P O R T A D A

Cuando se debe decidir sobre el uso de las especiesen los proyectos de reforestación es convenientetener en consideración las siguientes preguntas:

¿Por qué las y los propietarios de la tierra o los desarro-lladores de proyectos hacen o establecen plantaciones?¿Qué interés tiene la sociedad en las plantaciones fores-tales y qué se espera de éstas? ¿Qué requerimientos eco-lógicos tiene cada especie a plantar? ¿Qué conocemosde la silvicultura y la fenología de las especies? En lasrespuestas a esas interrogantes están posiblemente lasdecisiones que llevan a escoger una u otra especie o lascombinaciones de ellas.

En la mayoría de los casos, vamos a encontrar perso-nas o empresas que plantan para obtener una recupera-ción de la inversión, pero no solo eso, sino también unrendimiento adecuado de la misma y ojalá en el menortiempo posible. En otros casos, están quienes se intere-san en recuperar poblaciones de especies amenazadas oen vías de extinción, o establecer plantaciones en fun-ción de la fauna local, la recuperación de cuencas hi-drográficas y/o la combinación de esas y otras opciones.

Como es conocido, en Costa Rica la reforestación seinició a finales de la década de los años setenta con elprograma de incentivos forestales, concretamente conla deducción de impuesto de renta por parte de las per-sonas o empresas que establecían plantaciones foresta-les. Este programa buscó revertir mediante un estímulofiscal el proceso de deforestación que venía ocurriendoen Costa Rica y que alcanzó niveles preocupantes, conlas consecuencias que aún hoy estamos sufriendo. En-tonces, el estado decidió invertir para recuperar tierrasde vocación forestal allí donde los desarrolladores de losproyectos -en algunos casos- tuvieron como meta apro-vechar el escudo fiscal que se ofreció para establecerplantaciones forestales que proveerían la materia primapara la industria forestal.

En esta etapa de la reforestación hubo mucho apren-dizaje respecto del uso de especies y la selección de si-tios, la recolección de semillas, la producción en vive-ros, el establecimiento de las plantaciones. Éste fue unperíodo en que predominó el uso de las especies nativasestableciéndose cerca de 15.000 hectáreas con laurel(Cordia alliodora), 10.000 ha de pochote (Bombacopsis

quinatum), 5.600 ha de eucalipto (Eucalyptus deglupta),1.600 ha con guanacaste blanco (Albizia guachapele),unas 1.600 hectáreas con pino (Pinus caribaea) y apro-ximadamente 2.000 ha con jaúl (Alnus acuminata). Es-tas plantaciones generaron muchas expectativas, algu-nas de las cuales no se cumplieron, y también muchaslecciones aprendidas que permitieron mejorar en mu-chos aspectos, con lo que fue posible evitar en lo suce-sivo los yerros cometidos.

Entre lo aprendido en ese periodo está que la estra-tegia de incentivo fiscal limitó la participación de aque-llos propietarios de tierra con potencial para la refores-tación pero que no tenían que pagar renta, por lo que,lógicamente, el esquema no les brindó ningún estímulopara establecer plantaciones forestales.

Respecto del uso mismo de las especies, entre las quehubo predominio de las nativas, hubo serias dificultadespara alcanzar las expectativas. Por ejemplo, el laurel,que fue la especie con mayor cantidad de área plantada,enfrentó problemas de crecimiento, de falta de merca-do para los productos intermedios y de plagas y enfer-medades, tales que hicieron que los reforestadores per-dieran el interés por seguir propagando esa especie. Enel caso del pochote, el problema más importante se pre-sentó con la madera de los primeros raleos: ésta es unamadera blanca, en su mayor parte albura, lo que ocasio-nó un desinterés por la especie ya que esta situación hi-zo que los turnos de cosecha previstos se alargaran másde lo que económicamente era aceptable para los refo-restadores.

Finalizada esta generación de incentivos, el esquemacambió y en 1986 se revisó la legislación forestal y conla Ley forestal No 7132 se crearon los certificados deabono forestal (caf), títulos valores con los que se reco-nocía, una vez establecida la plantación, las inversionesrealizadas en proyectos de reforestación. Aun más, paraproyectos menores a 10 ha el sistema caf permitió girarlos recursos antes de que la plantación estuviera esta-blecida, tramitando los proyectos a través de organiza-ciones que garantizaban el uso eficiente de los recursos,proveían las plántulas, la asistencia técnica y, en algu-nos casos, hasta la industrialización de los productos.En esta segunda generación de incentivos se incremen-tó el uso de especies exóticas como la melina (Gmelinaarborea) y la teca (Tectona grandis) sin abandonar del to-do el uso de algunas especies nativas como laurel

Ó S C A R S Á N C H E Z

Uso de especies en la reforestaciónen Costa Rica

Oscar Sánchez Chaves, ingeniero forestal, es coordinador de pagos de serviciosambientales del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo)

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(Cordia alliodora) y jaúl (Alnus acuminata). Al igual queen el período anterior, en éste hubo aciertos y desacier-tos, pero de alguna manera se empezó a corregir loserrores de los años anteriores. Se tuvo mayor cuidadoen la selección de los sitios a plantar y una mejor técni-ca en la selección del material vegetativo a propagar,pero se dió una deficiencia generalizada en el manejo delas plantaciones que ha incidido en la calidad de la ma-dera y, consecuentemente, en el precio que se obtieneen el mercado de ella. Para este período de los caf las re-gulaciones establecidas limitaban hasta en un 10 porciento del área total de los proyectos el uso de especies"nuevas", de las que aún no había plantaciones en elpaís. Esto con el fin de ir generando a nivel nacional lainformación para decidir posteriormente sobre la propa-gación y conocer el comportamiento local de esas espe-cies, fueran nativas o exóticas.

En el período 1986-1995 también se estableció unamodalidad de incentivo que básicamente permitía obte-ner la protección de las fincas contra precaristas y la ad-quisición de bienes exonerados de impuestos necesariospara establecer las plantaciones. Esta modalidad cono-cida como reforestación con recursos propios atrajo elinterés de empresas que invirtieron de manera impor-tante en plantaciones de teca y melina, sobresaliendoempresas como Flora y Fauna S. A, ubicada en la zonanorte del país, que estableció unas 2.000 ha de teca ycerca de 75 ha de nativas; Bosques de Puerto Carrillo,hoy conocida como Panamerican Wood, que tambiénplantó unas 3.000 ha con teca; Precious Woods Ltd.,con unas 2.543 ha de teca, 970 ha de pochote y 260 hade otras nativas -ubicadas estas tres empresas en Gua-nacaste-; Ston Forestal, que plantó cerca de 15.000 hade melina en la zona sur del país; Ecodirecta con 900 hade teca y nativas y Barca S.A. con 600 ha de teca.

Luego del período de los caf hay una nueva genera-ción de estímulos para los reforestadotes: el pago por ser-vicios ambientales, establecido en la Ley forestal vigente(Nº 7575), la cual reconoce que las plantaciones: (a)mitigan gases efecto de invernadero, (b) protegenaguas, (c) mejoran el paisaje y (d) protegen la biodiver-sidad al producir madera que si no sería extraída de losbosque naturales. En esta etapa se ha continuado plan-tando melina y teca, que en conjunto abarcan alrededorde 12.000 ha en los años 1997 al 2004, de estas un 75por ciento aproximadamente corresponde a la primeraespecie. Pero actualmente hay un interés por el uso deespecies nativas, entre ellas: almendro (Dipteryx pana-mensis), botarrama (Vochysia ferruginea), cebo (Vochysiaguatemalensis), pilón (Hyeronima alchorneoides), amari-llón (Terminalia oblonga), cedro maría (Calophyllum bra-siliense); de éstas y otras en los últimos ocho años enconjunto se ha plantado cerca de 12.500 ha.

En este período de los psa ya no existen restriccionesrespecto del uso de las especies, siendo una decisióncompartida entre el o la propietario/a y su asistente téc-nico o regente, para lo cual, atendiendo el objetivo de

la plantación, se consideran las características del sitio,las necesidades ecológicas de las especies y los mercadosy usos de las especies, siempre considerando que el fac-tor económico tiene el mayor peso en la decisión porunas u otras especies. Es importante hacer notar que apartir del año 2003 se aceptan proyectos con las espe-cies forestales vedadas según diferentes decretos porconsiderarlas en vías de extinción, pero lamentable-mente el área solicitada bajo esta opción es muy baja.También a partir de 2005 se ha considerado como unaopción de reforestación la regeneración natural siemprey cuando el sitio cumpla con una cantidad mínima debrinzales y/o latizales de valor comercial que garanticenque se establezca una masa forestal de valor.

Finalmente, podríamos decir que en nuestro paístanto las especies exóticas como las nativas han genera-do buenas y malas experiencias, y las decisiones parausar unas u otras depende de las condiciones del sitio,del desarrollo tecnológico, de los recursos disponibles,del tiempo que el reforestador esté dispuesto a esperarpor el retorno de su inversión y del conocimiento mis-mo acumulado de las diferentes especies que minimicela incertidumbre que siempre ronda en una actividad detan largo plazo como es la reforestación.

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Hace más de dos décadas el gobierno costarricen-se estableció un programa de fomento del culti-vo de madera, por medio de plantaciones fores-

tales, para contrarrestar los procesos de deforestación ypor el miedo de una futura carencia de madera. Con laperspectiva de que lo que crece más rápido es lo másrentable, en las etapas iniciales del programa se favore-cieron especies forestales de rápido crecimiento y cuyasilvicultura era más conocida, privilegiándose, enton-ces, especies exóticas como -entre otras- ciprés, melina,teca, pino y eucalipto. Así, la efectividad de la actividadde reforestación se midió más por la cantidad de áreasembrada que por la calidad y el valor de las maderascultivadas. El resultado fue positivo en términos de re-cuperación del área con cobertura forestal en el país; sinembargo, la comercialización del producto fue proble-mática porque la falta de un buen manejo forestal, encuanto a podas, raleos y control de sanidad, redujo lacalidad de la madera. Además, faltaban mercados paramaderas de diámetros menores y, sobre todo, para las deespecies exóticas, que tuvieron que comercializarse ini-cialmente como maderas de baja calidad en productosindustriales como tarimas.

Por lo anterior, si se pretende seguir fomentando lasplantaciones forestales como parte de una estrategia na-cional, la actividad debiera de orientarse desde otropunto de vista: el de los beneficios económicos prove-nientes de los mercados de madera y de servicios am-bientales. A continuación se explicará el rol del árbol -o el bosque- como capital y se expondrá cómo esta vi-sión condiciona la edad de cosecha, la escogencia de laespecie forestal y el sistema de producción.

El árbol y el bosque, incluyendo las plantaciones fo-restales, como productores de madera pueden ser

considerados depósitos de riqueza. Puesto que el tiem-po es uno de los insumos más característicos de la pro-ducción de madera, la actividad se asemeja bastante ala compra de un certificado a plazo o de una acción enla cual se invierte con la esperanza de que con el pasodel tiempo se dé un retorno atractivo. Evidentemente,los árboles y los bosques producen muchos beneficiosque van más allá de los financieros, pero el análisis fi-

nanciero es un buen marco de referencia (Klemperer1996) para evaluar la aceptación de la actividad por lasociedad, más aun considerando la voluntad de pagarpor los servicios ambientales de los árboles cultivadospara madera. Al igual que el dinero asegurado en uncertificado a plazo crece a cierta tasa de interés, el ár-bol, al ser al mismo tiempo el producto y la fábrica, iráalmacenando volumen cada año. Desde el punto de vis-ta del productor, el árbol no solo crecerá en volumen si-no también en términos de valor considerando el mer-cado de la madera que se está cultivando (volumen xprecio). Si se considera el certificado a plazo como elcosto de oportunidad de invertir en una plantación fo-restal, podremos decir que como inversionistas vamos acortar los árboles cuando la tasa de crecimiento porcen-tual del valor del capital invertido (árboles y tierra) seaigual o inferior a la tasa de interés que este capital ga-naría en un certificado a plazo. Tal vez la pregunta fun-damental del cultivo de madera que debemos rescatares: ¿cuándo se van a cortar los árboles, para empezar agozar del retorno sobre el capital invertido? Preguntadifícil incluso dentro de un contexto financiero. Así co-mo la corta final del árbol depende del crecimiento por-centual de su valor, éste depende a su vez de varios fac-tores: la especie forestal, con su patrón de crecimientoy su precio, que reconoce de forma implícita la calidadde la madera y su demanda respecto de su abundanciay de la dificultad de obtenerla o producirla. Otros fac-tores que afectan la corta final son las condiciones de si-tio, el sistema silvicultural o de producción, el tipo deproducto, la intensidad del manejo forestal y otros fac-tores únicos del inversionista como su conocimiento dela actividad, su nivel de liquidez y la impaciencia.

Tradicionalmente, en Costa Rica el cultivo de made-ra se ha orientado tratando de encontrar una espe-

cie forestal que se ajuste a los requerimientos del terre-no, en lugar de definir primero el producto forestal y eltipo de madera que el mercado está demandando. Lapregunta, entonces, sería si esa especie se puede produ-cir eficientemente en un terreno específico o se proce-de a la búsqueda del área apta para su producción. Conesto en mente podemos discutir el dilema entre especiesexóticas y nativas. Se piensa que las especies nativaspueden aportar mayores beneficios ecológicos y quecuentan con mayor resistencia a las condiciones del me

G U I L L E R M O N A V A R R O Y M I R O S L A V A M O R Á N

Nativas o exóticas segúnpertinencia económica

Guillermo Navarro, economista forestal, y Miroslava Morán, ingeniera forestal,son investigadores en el Catie ([email protected]) ([email protected]).

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dio y a la presencia de pestes y enfermedades. Sinembargo, el término nativo es poco explícito, porqueque una especie sea nativa de Costa Rica no significaque podrá desarrollarse exitosamente en cualquierparte del país; entonces, el término debería de estar másligado a la distribución natural que a un espacio políti-co. En todo caso, la variación genética de las especiesrespecto de procedencias y variedades también debierade ser un factor de consideración; por ejemplo, laespecie Cordia alliodora, de amplia distribución enCentroamérica y Suramérica, ha desarrollado fenotipos(variedades) y adaptaciones (procedencias) genética-mente diferentes debido a los accidentes geográficosdonde se han desarrollado poblaciones aisladas. Es asíque podemos estar utilizando una especie que ocurre enel país (nativa), pero utilizando una procedencia o var-iedad diferente como si se tratara de una especie exóti-ca. Por otro lado, muchas especies exóticas han proba-do tener buenos resultados en Costa Rica, comoGmelina arborea, Tectona grandis y algunas especies deeucalipto y pino. Sin embargo, malas experiencias conespecies nativas y exóticas han tenido que ver con lafalta de cuidado a la hora de empatar la especie con elsitio: por ejemplo, omitiendo detectar un nutrientecrítico o ausencia de micorhyzas necesarias para eldesarrollo. Una vez que hemos definido un productoforestal, se puede decir que cuando una especie nativacumple con los objetivos del cultivo (producto) y deadaptación al sitio, vale la pena considerarla como unabuena alternativa (Evans 1992).

En general, el mercado de la madera está aúnrestringido a ciertas especies; sin embargo, en los últi-mos años, a raíz de la carencia de madera, muchosárboles considerados no comerciales han pasado a sercomerciales, como el poró, el ceibo, el jobo y el guáci-mo colorado; y muchos otros han pasado del estatus demaderas blancas o formaleta al de maderas semiduras,como el fruta dorada, el jaúl y el espavel. Además,muchas especies nativas no son tan conocidas interna-cionalmente y no cuentan con un mercado en el cortoplazo; aunque eso no significa que no se pueda llegar asu comercialización a gran escala. De hecho, la empre-sa Portico realiza grandes exportaciones de un productoacabado procedente de la especie nativa Carapa guia-nensis, caobilla, aunque eso ha supuesto un esfuerzoconsiderable de mercadeo para posicionar tal especiecomo un tipo selecto de caoba.

Por otra parte, se ha comprobado que la velocidadde crecimiento de la especie no debería de ser tandeterminante para la rentabilidad del cultivo. Navarro(2004) demuestra que inversiones forestales con laurely teca, dos maderas semiduras de medio crecimiento,una nativa y una exótica, con precios de madera en piede entre $80/m3 y $110/m3, con rotaciones de 22 y 24años, son 12 y 48 veces más rentables –respectiva-mente- que la melina, de rápido crecimiento y con pre-cios de $50/m3 y con rotaciones de solo 11 años. Por lotanto, independientemente de que la especie sea exóti-

ca o nativa, debe de existir una adecuada relación pre-cio-patrón de crecimiento para que el cultivo de ellapueda asegurar un retorno de la inversión considerandolos costos de todos los capitales invertidos(dinero,tierra,maquinaria, mano de obra, know-how, etcétera).

Las plantaciones forestales, como sistema silviculturalintensivo, tienen un flujo de caja que por lo general

contempla una inversión inicial fuerte, correspondientea la reforestación, y posteriormente se debe de asumiruna serie de costos anuales destinados a cubrir las acti-vidades de mantenimiento y algunos tratamientos silvi-culturales para llegar a producir madera de calidad. Amuchos productores la falta de liquidez les imposibilita,pues, dedicar parte de sus tierras al cultivo forestal, pe-ro ese problema puede solventarse utilizando sistemasde producción forestal ajustados a los tipos de produc-tores. Sistemas atractivos para pequeños productoresson el agroforestal y el silvopastoril, en los que el culti-vo principal puede absorber los costos de mantenimien-to del cultivo forestal y éste ayudar a la capitalización delas fincas.

Como con cualquier producto, la rentabilidad de laproducción de madera también está condicionada porla existencia de un mercado atractivo, estable y crecien-te. Se calcula que en el mercado tico de madera habrá,en 2010, un déficit de más de 850.000 m3 (Arce y Ba-rrantes 2004). Por otro lado, Costa Rica tiene condicio-nes especiales para producir maderas tropicales semidu-ras que le dan ventajas comparativas naturales, porquese ubica dentro de los rangos de distribución de made-ras nativas de alto valor comercial como la caoba, el ce-dro amargo y el cocobolo, que pueden crecer con buenritmo, además de que existen condiciones favorablespara el transporte gracias a la cortedad de las distanciasentre los sitios de cosecha, las industrias y los puertos.

Hay una necesidad nacional de fortalecer el sectorde producción de madera cultivada, que tiene la res-ponsabilidad de satisfacer una creciente demanda demadera de alta calidad y que, además, cuenta con el po-tencial para ser competitivo nacional e internacional-mente, pero para esto se requiere un marco legal e ins-titucional claro, sin el no puede desarrollarse una acti-vidad comercial competitiva y creciente. Asimismo, porla naturaleza de la actividad debe de promoverse meca-nismos financieros innovadores que solventen las nece-sidades de capital de inversión y producción, para locual tiene que haber una política clara que promueva lacreación de fondos de inversión forestal en el sistemabancario nacional y que éste termine por reconocer elárbol como garantía prendaria que le permita un rol im-portante en tanto activo que apoye al inversionista al fi-nanciamiento de otras actividades productivas. Al igualque en otros países desarrollados, debiéramos de reco-nocer como parte del portafolio de inversiones de fon-dos estratégicos de captación (como, p. e., los de pen-siones) la compra y el establecimiento de plantacionesforestales de especies de alto valor comercial, ya que se

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ajustan a las condiciones de una actividad de largoplazo, tienen un premium de riesgo bajo y cuentan conun retorno muy aceptable.

Otra necesidad de los productores forestales es la degozar de liquidez adelantada de los ingresos netos de lacosecha final, para lo que se debe de fomentar un mer-cado de madera inmadura y fortalecer el mercado deservicios ambientales orientándolo a que los pagos poréstos se den en los años en que se han brindado a lasociedad. Por otro lado, se requiere otros apoyos insti-

tucionales como los seguros de cosecha, las subastas demadera, la ayuda para la creación de empresas proce-sadoras y comercializadoras orientadas por el mercado yel tipo de producto. Todo esto dentro de un marco insti-tucional coherente y desregularizado que promueva elcultivo de maderas y con el apoyo de un sistema de ver-ificación forestal que desincentive la tala y la comer-cialización ilegal del recurso forestal proveniente de ladestrucción de bosques naturales.

RefReferencias biberencias bibliográficasliográficasArce, H. y A. Barrantes. 2004. La madera en Costa Rica. Fonafifo. San José.Chagoya, J. L. 2004. Investment analysis of incorporating timber trees in livestock farms in the sub-humid tropics of Costa Rica. Tesis Mg. Sc., Catie. Costa Rica. Klemperer, W. D. 1996. Forest Resource Economics and Finance. de Camino R. "¿Son las plantaciones forestales un negocio rentable?", en Conservación del bosque en Costa Rica. Academia Nacional de Ciencias. Programa Cen-tro Americano de Población. Costa Rica. Sf.Evans, J. 1992. Plantation Forestry in the Tropics. Clarendon Press. Oxford. Navarro, G. A. "Diseño y análisis microeconómico de los mecanismos monetarios de fomento a las plantaciones forestales en Costa Rica", en Revista Recursos Na-turales y Ambiente 43, 2004.

Plantación de botarramaA.Mata

4.000

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El 13 de junio de 2005, el ministro de Ambiente y el pre-sidente de Costa Rica, mediante el decreto 32405-Mi-nae, promulgaron la creación del Refugio Nacional de

Vida Silvestre Mixto Maquenque en la zona de influencia dela lapa verde. Asimismo, las áreas silvestres protegidas exis-tentes: reservas forestales Cerro El Jardín y Cureña, humeda-les Laguna de Tamborcito y Palustrito Laguna Maquenque,creados en 1994, cambiaron a la categoría de Refugio Nacio-nal de Vida Silvestre, como parte del Refugio Nacional de Vi-da Silvestre Mixto Maquenque. Los límites de la nueva áreasilvestre protegida permanecen como fueron propuestos me-diante el decreto 31215-Minae en 2003. De esta delimita-ción se excluye el Refugio Nacional de Vida Silvestre Corre-dor Biológico Fronterizo. El nuevo decreto reconoce que es-ta zona es de gran importancia por estar situada en el Corre-dor Biológico Binacional El Castillo-San Juan-La Selva, quees continuidad del Corredor Biológico Mesoamericano entreNicaragua y Costa Rica, y que a su vez constituye el últimobloque de cobertura forestal natural significativo que permi-te mantener la conectividad biológica entre ambos países,por lo que esta área conectahábitats clave y corredoresde vida silvestre que previe-nen el aislamiento de espe-cies y de ecosistemas nati-vos.

Desde mediados de losochenta se desarrollaron di-versas iniciativas para el manejo integrado de las áreas prote-gidas del sureste de Nicaragua y la zona norte de Costa Rica,entre ellas la conocida como Sistema Internacional de ÁreasProtegidas para la Paz (Sí-a-paz), planteada por Mario Bozaen 1992, que fue la que animó el proceso de elaboración dela primera propuesta técnica de establecimiento del ParqueNacional Maquenque en la zona de humedales de Tamborci-to. En 1997 nació el proyecto del Corredor Biológico Mesoa-mericano que busca establecer diversos corredores biológicosen el país, entre ellos el Corredor San Juan-La Selva, conso-lidado en 2001 por medio de un comité ejecutivo integradopor 17 organizaciones de la sociedad civil y del estado. Esecomité retomó dentro de sus principales metas la iniciativade establecimiento del Parque Maquenque recomendada porel equipo de investigación del Centro Científico Tropical. En2002, cuando el Ministerio del Ambiente decidíó apoyar alcomité ejecutivo del Corredor San Juan-La Selva en la inicia-tiva de establecimiento del Parque Maquenque, esa entidadnombró a un representante directo suyo y a otro del Acahn-Pital para que dieran seguimiento a las acciones referidas alproyectado Parque.

En junio de 2003, el Gobierno restringió el uso de los re-

cursos y estableció los límites preliminares del propuesto Par-que Maquenque mediante el decreto 31215-Minae, que cau-só inquietud entre los pobladores de la zona y por ello el co-mité ejecutivo preparó una nueva versión del decreto con ba-se en las recomendaciones de los propietarios de la zona. Enese mismo año, Conservación Internacional financió un es-tudio de tenencia de la tierra y un plan de manejo para elárea del futuro Parque y, además, el comité ejecutivo del Co-rredor San Juan-La Selva organizó con el Minae dos tallerescon propietarios de Maquenque en el que se constituyó laFundación Maquenque Bosques para la Humanidad, integra-da por propietarios de fincas y cuyo fin es participar en la ges-tión y manejo del área protegida mientras ésta no reciba lacategoría de manejo de parque nacional.

En 2004, el comité ejecutivo, junto con el Centro de De-recho Ambiental y de Recursos Naturales, concluyó el estu-dio de tenencia de la tierra en las 60.000 ha del área, identi-ficándose cerca de 850 propiedades. Y ese mismo comité es-tá analizando con la Organización de Estudios Tropicalesimágenes de satélite del año 2003, producidas por la Misión

Carta, con el fin de ofrecerun mapa preciso de la co-bertura forestal del pro-puesto Parque y priorizarasí sitios para la compra se-lectiva de tierra. Desde sep-tiembre de 2004, gracias alfinanciamiento del CEPF-

Conservación Internacional, el comité ejecutivo del Corre-dor San Juan-La Selva se encuentra animando un proceso deordenamiento territorial y de definición de uso de los recur-sos naturales con miras a la elaboración del plan de manejodel Refugio Nacional de Vida Silvestre Mixto Maquenque,en forma consensuada con los principales actores locales, loscuales solicitaron la creación de un área silvestre protegidade carácter mixto en lugar de la propuesta original de parquenacional. Con base en los diagnósticos económico, social,geológico, hidrológico, legal y biológico, se organizó una seriede talleres en la zona norte en mayo de 2005 con el fin de dara conocer los resultados de los estudios a los interesados, darseguimiento al diálogo abierto con los propietarios de Ma-quenque y recoger los insumos del público sobre la zonifica-ción y administración del Refugio.

El decreto gubernamental de creación del Refugio Ma-quenque es motivo de gran regocijo para el comité ejecutivodel Corredor San Juan-La Selva, cuyos miembros han lucha-do desde los noventa para que se establezca un área silvestreprotegida en la zona de anidamiento de la lapa verde, una es-pecie sombrilla, cuya conservación asegura la protección demás de 200 especies de fauna y flora bajo algún grado de ame-naza y de un bosque biológicamente diverso, dominado por elalmendro (Dipteryx panamensis).

Creado el Refugio Nacional deVida Silvestre Maquenque

Guisselle Monge y Olivier Chassot son directores del Proyecto de Investigación yConservación de la Lapa Verde (del Centro Científico Tropical) y coordinadores delComité Ejecutivo del Corredor Biológico San Juan-La Selva.

por Guisselle Monge y Olivier Chassot

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