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EL FEUDALISMO

PAGE 50

TEMA 26

EL FEUDALISMO (AMPLIACIN)

2EL FEUDALISMO

3FUNDAMENTOS DEL SISTEMA FEUDAL

5CRONOLOGA DE LA FEUDALIZACIN

5SEORES Y CAMPESINOS

5FRANQUICIAS Y LIBERTADES CAMPESINAS

5REVOLUCIN BURGUESA

5Las ciudades en el mundo feudal

5Inicios del corporativismo

5Conflictos urbanos de clase

5LA IGLESIA EN EL FEUDALISMO

5LA PENNSULA IBRICA

5CRISIS DEL FEUDALISMO

5LA CRISIS DE LA BAJA EDAD MEDIA

5Interpretacin de la crisis

5Otras perspectivas

5Crisis Socioeconmica y espiritual

5Trastornos demogrficos

5Mortandades en el siglo XIV

5La recuperacin demogrfica

5El mundo rural

5Ciudades, artesana y comercio

5Conflictos sociales

5Caractersticas de los conflictos

EL FEUDALISMO

La interpretacin ms convencional y clsica del feudalismo basa su explicacin en: las relaciones entre seores y vasallos en la sociedad rural poco evolucionada; la descentralizacin de las jurisdicciones, como consecuencia del debilitamiento del poder civil; la aparicin de los feudos, que absorben alodios de campesinos libres, y el predicamento ideolgico de una "sociedad trifuncional".

La de los "milites" que guerrean y defienden al cuerpo social, los "bellatores"; los "oratores" o clrigos, que atienden las necesidades espirituales de la sociedad cuya salvacin tiene encomendada; y los "laboratores", o trabajadores de la tierra, que producen para alimentar y sostener materialmente a los otros dos grupos ociosos econmicamente.

Pero el feudalismo es, adems, o por encima de los aspectos jurdico-institucionales e ideolgico-funcionales, un "modo de produccin" en una sociedad que, con un bajo nivel tecnolgico, slo se permite unidades reducidas de produccin agraria en las que la fuerza de trabajo tiene como base la familia campesina.

Familia que, si es acomodada, puede poseer pequeas propiedades trabajadas en comn o con ayuda de terceros, y si no es el caso termina entregando sus bienes a un seor a cambio de proteccin y cobertura fiscal, pasando a depender personal y jurdicamente del mismo.

Pero si en el campo la unidad de produccin se base en la fuerza de trabajo familiar, en las ciudades es la familia menestral y el taller artesano lo que conforma dicha unidad de produccin, basada en la fuerza de trabajo familiar con sus aprendices y oficiales correspondientes; por lo que al hablar de feudalismo no hay por que excluir, por sistema, al mbito urbano del multiforme espacio europeo de los siglos XI al XIII.

En la sociedad feudal, las relaciones de produccin son las fundamentadas entre los grandes propietarios rurales y la masa de campesinos en diferentes grados de dependencia.

Se trata de relaciones de produccin en las cuales el excedente de la renta campesina se extrae a travs de exacciones, multas, derechos jurisdiccionales y prestaciones de trabajo personal que constituyen la renta feudal de la clase dominante.

Clase dominante que conforma la superestructura poltica, ya sean seores, dignidades eclesisticas (seoros laicos o clericales) o incluso las llamadas monarquas feudales, manifestando su poder a travs de las jurisdicciones Contrariamente a la clasificacin de los tres rdenes, que tiene un soporte ms ideolgico que prctico, entre los grandes seores se encuentran los de condicin laica y tambin los obispos, abades y establecimientos religiosos, que se integran en el estamento de los poderosos seores feudales, pues tienen igualmente dominios con el mismo sistema de explotacin.

Interrelacin que se extiende tambin al poder monrquico y su vinculacin con los nobles, como ha destacado Ch. Petit-Dutaillis en su clsico y fundamental libro sobre "La monarqua feudal en Francia e Inglaterra".

De ah que, como seala R. Hilton, en dicha sociedad feudal haba latente un conflicto de clases que iba a aflorar a travs de enfrentamientos, revueltas y levantamientos campesinos.

Pero en el caso de las ciudades la pregunta es si existe contradiccin entre el hecho urbano y la feudalidad, y si las clases urbanas no encajaban en el seno de la sociedad feudal.

Porque, por un lado, los artesanos iban a desarrollar unos esquemas sociales contrapuestos a los feudales y, por otro, parece que fueron tanto los pobres y marginados como la burguesa mercantil quienes amenazaron continuamente el sistema.

Acaso la solucin sea considerar que el feudalismo es un fenmeno mltiple, poliforme y heterogneo -pudindose hablar de variantes regionales y hasta de cultura y civilizacin, excediendo la cronologa medieval y la geografa europea-, pero con unos signos de identidad homologables en toda circunstancia y condicin, centrados en el secuestro de las libertades y de la autoridad civil, el dominio del excedente de la renta campesina y la acaparacin de poder territorial y jurisdiccional en detrimento de la autoridad pblica.

Sin embargo, si antes del siglo X encontramos elementos prefeudales, protofeudales e, incluso, para algunos autores, ya plenamente feudales, nadie duda de que los siglos de la plena Edad Media fueron en Europa los de la madurez de la sociedad feudal.

O ms bien de las sociedades feudales, por el polimorfismo antes apuntado, sociedades que exigieron de los campesinos una parte cada vez mayor del excedente, despus de haber satisfecho los productores su inmediata necesidad, con idea de asegurarse los seores una renta aadida a la propia y comerciar con ella en los mercados locales, algunos controlados por los mismos seores, a cambio de la obtencin de elementos propios de su estirpe y condicin: armas, tejidos, joyas o suelo urbano.

Y si en principio los derechos campesinos fueron entregados en especie, poco a poco se transformaron en renta en moneda que iba a sufrir con mayor desajuste los efectos de las variaciones de los precios y la devaluacin a partir del siglo XIII.

En lo que respecta a la ciudad, la definicin de M. Postan como una isla en medio de un mar feudal, siguiendo en esta apreciacin a Pirenne, debe matizarse, pues hubo elementos importantes del feudalismo en las ciudades de esta poca.

Los historiadores del fenmeno urbano han tendido a concentrar su atencin en aspectos concretos -materiales y sociales- de las ciudades, sin atender al reflejo que las estructuras de la sociedad feudal tuvieron en ellas, ya fuera desde el punto de vista socio-econmico o ideolgico.

Muchas ciudades de mercado y muchos burgos ofrecen en alguna etapa de su evolucin comercial componentes propios de la sociedad feudal.

As, pequeas concentraciones mercantiles se asemejan a los feudos sin dejar de ser urbanas, pues una parte de la poblacin se dedica permanentemente al intercambio de bienes y servicios, siendo modestos comerciantes los que atienden a los campesinos que acuden al mercado para obtener dinero efectivo de sus productos, y menestrales o artesanos quienes surten dicho mercado elaborando objetos que adquieren los campesinos.

Durante los siglos del crecimiento y la expansin muchos campesinos adquirieron mercancas ofrecidas por los artesanos y productores urbanos y, antes de que en el siglo XIV las dificultades lo impidieran, compraron y vendieron despus de satisfacer rentas e impuestos al poder seorial y fiscal.

Desde luego, la estructura social de estas pequeas urbes distaba mucho de la que presentaban ciudades de mayor envergadura, pues disponan de artesanos de poca monta y albergaban en su recinto a campesinos humildes que vivan en ellas con el trabajo de la tierra.

En estas ciudades reducidas, ni el capital comercial era significativo ni existan monopolios en manos de mercaderes poderosos ni los artesanos representaban un grupo social dominante en el poder administrador de las mismas.

De hecho ni los menestrales ni los comerciantes podan ser nombrados magistrados porque el regimiento comunal lo ostentaban los seores laicos o eclesisticos, o el prncipe en su caso.

Pero el fenmeno global del feudalismo es suficientemente complejo y requiere un tratamiento que aborde la totalidad de la cuestin a travs de los diversos elementos que lo componen, las diferentes situaciones que lo animan y las formas que lo acompaan en su manifestacin de poder y notoriedad.

FUNDAMENTOS DEL SISTEMA FEUDAL

El sustantivo "feudum" (feudo), que origina el adjetivo "feudalis" (feudal), se introduce tardamente en la terminologa latina y se usa para designar la posesin de bienes reales (tierra) cedidos a un seor a cambio de que ste se comprometa a prestar servicios militares al monarca.

Su virtualidad principal se desarrolla y extiende a lo largo de los siglos XI al XIII, la poca considerada como clsica del feudo, pero su fortaleza y enraizamiento en la sociedad medieval se debe, por un lado, al instrumento conectivo del vasallaje y, por otro, a la superioridad y homogeneidad de los intereses seoriales frente al manso o tenencia a censo de los campesinos.

Las frmulas y normas utilizadas en la concesin y transmisin de un feudo se consolidaron en este tiempo de la plenitud medieval, aumentando el simbolismo del ceremonial que ha heredado formas anteriores e implantado otras nuevas: "inmixtio manuum" o colocacin de las manos entre la del seor superior, que constituye el homenaje (hominium); juramento de fidelidad con la doble promesa verbal y gestual sobre los libros o reliquias sagradas, sacralizndose el acto; sculo de paz y, finalmente, ceremonia de investidura por la que el seor entrega al vasallo el derecho real del feudo.

As se cierra un pacto feudo-vasalltico que liga estrechamente a los contratantes y les obliga a mantenerse mutuamente fieles por encima de cualquier eventualidad, pues la ruptura del pacto representa una accin criminal y punible.

Ahora bien, de la identificacin cada vez mayor entre vasallaje y beneficio (o feudo), es el segundo elemento el que acaba predominando, de manera que -como apunta P.

Iradiel- "antes era un hombre el que libremente se declaraba vasallo para obtener un beneficio, y ahora el vasallo declara su fidelidad porque previamente ha obtenido un feudo, sobre todo en los pases de la Europa meridional donde la investidura preceda siempre al homenaje, que vena condicionado por aquella.

La condicin de vasallo sin feudo resulta un hecho transitorio y cada vez ms excepcional.

Por eso algunos autores encuentran lcito hablar, antes del ao mil, de instituciones vasalltico-beneficiarias y, despus del ao mil, de instituciones feudo-vasallticas".

Esto nos lleva a la cuestin de la indefinicin o definicin de los trminos feudales, as como tambin a las corrientes interpretativas al respecto, desde la negacin misma del feudalismo en R. Boutrouche hasta la consideracin de que todas las sociedades desarrolladas fueron feudales en algn momento de su historia (interpretacin marxista -esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo-), pues bien una minora dirigente habra explotado a la mayora campesina a travs de la renta feudal.

Ello porque hay muchas formas de entender tal fenmeno socioeconmico: la basada en una serie de instituciones jurdico-polticas sobre el fundamento del contrato o pacto entre hombres libres a travs de los vnculos y lazos de dependencia correspondientes, coincidiendo con el fraccionamiento del poder y la debilidad de la autoridad pblica, as como tambin con la fragmentacin de la propiedad (F. L. Ganshof); la que identifica un modelo de sociedad, llamada feudal, que exclusiviza la actividad rural y garantiza la vertebracin de las relaciones sociales en torno al seoro (M.

Bloch); o aquella que comprende el feudalismo como una forma de gobierno, de organizacin de la sociedad, de la economa y hasta del Estado, en relacin con un modo de produccin feudal (R. Hilton o P. Iradiel).

Pero quiz sea una consideracin global del fenmeno la ms adecuada, de forma que se comprenda el sistema feudal con dos componentes: el seoro rural y el rgimen feudal; entendiendo el primero como la forma de poseer la tierra los seores y de dividir la propiedad entre dominio eminente (el poder del seor sobre la tierra) y dominio til (derecho real del campesino sometido al anterior); y el segundo (o feudalismo limitado) como un sistema de gobierno entre los hombres, comprendiendo las relaciones de los diversos focos locales del poder seorial y de estos con la autoridad publica superior (imperial, real, condal, etc.) y crendose una cadena de relaciones, obligaciones y derechos mutuos que soporta la viabilidad del sistema y su fortaleza.

Mientras que en el seoro rural se concentra el poder econmico de los grandes latifundistas sobre los campesinos que trabajan o habitan sus tierras, el predicamento social de los mismos, su capacidad de mando, de coercin (ban o jurisdiccin) y de control social, en el rgimen feudal se entremezclan la capacidad econmica con la legitimidad institucional y poltica.

Slo que, mientras que el seoro es una realidad histrica que se encuentra con independencia del poder feudal y de su rgimen, dicho rgimen feudal se soporta fielmente sobre el seoro explotado por el titular sobre la exaccin de la renta campesina.

En el feudalismo es la tierra, por tanto, el fundamento del poder y en torno a ella se establecen las relaciones de propiedad y de posesin, se originan y modifican las condiciones de los campesinos, se desarrollan las nuevas tcnicas agrcolas y se perfila la institucin seorial.

Pero la patrimonializacin de la tierra, a travs del feudo, conlleva la subdivisin hereditaria, las alienaciones o enajenaciones de todo tipo, la subinfeudacin y hasta la posibilidad de que una mujer o un infante herede el feudo a pesar de que los dos estn inhabilitados e incapacitados para la funcin militar.

Y si en principio el seor poda oponerse a dichos traspasos o les sacaba partido mediante una tasa o laudemio, despus tan slo le qued la posibilidad de recuperar el feudo al mismo precio que el pagado por el comprador por medio del derecho preferente del retracto feudal.

Por otro lado, las obligaciones recprocas venan establecidas ya desde tiempo atrs: mantener y proteger el seor al vasallo y ofrecer al seor el auxilio y consejo (auxilium et consilium ) con colaboracin personal y prestacin de ayuda en la hueste, cabalgada, etc.

Poco a poco el simbolismo del ceremonial antes expuesto y la ideologizacin del sistema corrobor el triunfo de la aristocracia feudal sobre el conjunto social europeo.

Como recoge P. Iradiel, de la fragmentacin del poder pblico -estudiado por P. Toubert a travs del "encastillamiento"- se pasara en lo poltico a los nuevos principados territoriales y despus a las monarquas feudales -ya sealadas por Ch. Petit-Dutaillis-, llegndose a una situacin en la que los seores feudales, al explotar la renta y el feudo, se convirtieron en los garantes de que la redistribucin de los beneficios obtenidos por la explotacin de la tierra recayese en la clase dominante.

Aunque en ello, las variantes nacionales y aun regionales impidan ofrecer un panorama uniforme y revelador de una situacin equiparable en toda Europa.

CRONOLOGA DE LA FEUDALIZACIN

El proceso de feudalizacin atraves, no obstante, una serie de pasos previos (antes de su consolidacin) a partir del siglo XI y tampoco fue un fenmeno esttico e incorregible, sino revelador del cambio social, econmico y mental de toda una poca.

En principio, el origen ms remoto del sistema feudal hay que buscarlo en la serie de cambios estructurales que tuvieron lugar en la transicin de la Antigedad al Medievo europeo tras la conformacin de lo que se ha dado en llamar la civilizacin romano-brbara; especialmente en lo que concierne a la fragmentacin del poder tardorromano imperial y los mecanismos jurdico-sociales a travs de los cuales el Estado romano perciba y administraba el impuesto agrario.

A este respecto las teoras e interpretaciones llamadas fiscalistas -de pervivencia de la fiscalidad romana hasta el ao mil- y defendidas por autores como Durliat y Depeyrot en Francia o J. M. Salrach en Espaa, abundan en la perduracin ms que en la interrupcin y plantean una nueva visin de la transicin que en muchos aspectos llevan hasta el siglo X (como hacen G. Bois o P. Bonnassie).

Aunque otros aspectos tambin influyeron en dicha transicin al debilitarse las redes del intercambio comercial y de la circulacin monetaria, provocando asimismo el hundimiento de la vida urbana, ms lentamente en unas reas (como las mediterrneas) que en otras y llegando a desaparecer en unos lugares cuando en otros se mantuvo un nivel y estructura aceptables.

Resultando de todo ello el proceso de ruralizacin conocido y el fortalecimiento de los grandes fundos como centros locales de poder, junto con la fusin o la desaparicin de la aristocracia senatorial romana respecto de la militar germnica.

Tras el parntesis carolingio prosper, en primer lugar, el incremento del dominio territorial de la aristocracia militar y del control de los grandes propietarios y, en segundo, la apropiacin del excedente campesino a travs de la coercin y la instrumentacin jurdica de los hechos consumados en el expolio total o parcial de la renta; convirtindose los propietarios de la tierra en usurpadores del excedente campesino en beneficio propio y para epatar ante sus iguales (pares), despus de haberse iniciado en el sistema como redistribuidores de recursos entre las clases dependientes y serviles.

De ah que -como ha indicado G. Bois-, mientras los grandes dominios, an minoritarios, evolucionaron hacia una identificacin de los antiguos esclavos y los nuevos colonos, los pequeos, por su parte, siendo en mayor nmero, hicieron perdurar el esclavismo; lo que refuerza las teoras continuistas en lo social, al igual que hemos visto con las fiscalistas en lo hacendstico, hasta el ao mil.

Los intentos carolingios de reconversin y utilizacin de los vnculos privados, que postergaban a los particulares frente a los poderosos (potentes) en busca de su proteccin, como base de un sistema de gobierno valido para su vasto Imperio, fracasaron.

Pero si bien con el fracaso acab por hundirse el Estado, la disgregacin del poder sembr la semilla del sistema feudal que sobrevivi a las estructuras carolingias y represent un modelo implantado en todo el Occidente europeo con mayor o menor intensidad.

En efecto, el feudalismo represent una respuesta prctica -que luego los historiadores han convertido en terica a travs de sus interpretaciones- a los problemas surgidos en las relaciones sociales, las estructuras productivas y las dependencias polticas.

Pero dicho fenmeno se introdujo lentamente en etapas acompasadas, cuyos resultados no acabaron de completarse hasta el siglo XIII, para adentrarse en otra transformacin durante los siglos bajomedievales, con las crisis y recuperaciones del sistema.

El distanciamiento entre los milites y los campesinos fue cada vez mayor.

La aristocracia militar -heredera o no de la poca carolingia y otnida- se fue haciendo con grandes dominios rurales explotados a travs de instrumentos socioeconmicos y jurdicos garantizados por las leyes y cdigos feudales (de lo acostumbrado o lo escrito).

Pero fue la apropiacin del excedente de la renta campesina lo que represent una postura de fuerza y ventaja frente al debilitado campesinado que recurri a los seores, de buena voluntad u obligados por las circunstancias; circunstancias que llevaron a este campesinado, que pudo tener sus propios medios de produccin, a perder libertades de maniobra con sus rentas y caer finalmente en la servidumbre.

Mientras tanto, las solidaridades verticales de los linajes aristocrticos fortalecieron a la clase seorial mediante la cohesin del grupo familiar y la vinculacin entre superiores e inferiores en una relacin clientelar, consolidada a travs de la prestacin recproca de servicios y ayudas que se correspondi con la entrega de feudos, tenencias, honores, etc.; aumentando an ms los lazos vasallticos y acabando por convertir los dispendios de las concesiones en vitalicios y hereditarios.

Pese a ello, la misma aristocracia no lleg nunca a constituir un grupo homogneo y en bloque, pues la gradacin de su categora socio-poltica y de la interdependencia entre s fue variada y escalonada: desde el rey hasta el ltimo de los caballeros que formaban parte del squito de cualquiera de los barones, condes, duques o potentes.

Establecindose una jerarquizacin de funciones, responsabilidades y ejecuciones de acuerdo con las categoras de los beneficios, pero conducentes en todos los casos hacia la configuracin de una aristocracia de estirpe o de sangre (de linaje), solidaria dentro del clan y tambin entre si como principal arma de defensa de sus intereses y predominios frente a las agresiones del resto del cuerpo social identificado o no con el sistema (campesinos dependientes, alodiales, burgueses, etc.).

El incremento, a veces continuado, del poder econmico, del prestigio social y del predicamento jurdico-poltico, acab finalmente por convertir al seor feudal en un usurpador de los poderes pblicos por un lado (capacidad militar, justicia, fiscalidad) y en un controlador de la economa campesina a travs de las exacciones y prestaciones que sobre las rentas del campesinado hicieron recaer los seores pare componer la renta feudal (integrada por derechos, censos, dcimas y otros conceptos).

Como define Iradiel, "las cesiones o privatizacin del seoro y de la jurisdiccin significaban de hecho la feudalizacin del poder y de la justicia.

Poder y justicia secuestrados al poder central y legtimo para el momento histrico, soterrando a la sociedad civil que desde el Bajo Imperio romano haba ido sumergindose en una indefinicin favorecedora de todo poder autcrata que surgiera, como as fue, en el panorama poltico de la poca".

Toda esta transformacin de la sociedad rural fue recreando como colofn una mentalidad feudal, sostenida por una base ideolgica compartida por los protagonistas encumbrados, soportada por los dependientes, legalizada por las leyes, legitimada por la Iglesia y perdurable, al menos sin contestacin generalizada, hasta el siglo XIV.

De hecho el esquema trifuncional de la sociedad de los rdenes (bellatores, oratores y laboratores), sin dejar de ser sobre todo un horizonte terico, una aspiracin compartida y un esquema mental, no desmereci en su xito desde que Adalbern de Lan (en el siglo X), en su celebre poema "Carmen ad Robertum regem francorurn" acuara tal frmula y la realidad le diera el contenido suficiente como para superar cualquier ataque ideolgico o poltico.

Todava, pues, en el siglo XIII, el esquema en concreto es incontestable, a pesar de que algunos juristas comiencen a incluir como un grupo aparte el de los "burgenses" o pobladores de las ciudades.

Pero la materializacin de la feudalidad se soportar fundamentalmente sobre la doble base de la explotacin seorial de la tierra, con un rgimen jurdico propio, y la fidelidad (fidelitas) que, como expresa a principios del siglo XI Fulberto de Chartres, debe tenerse presente a travs del juramento, el cual ser "sano y salvo, seguro, til, honesto, fcil y posible".

SEORES Y CAMPESINOS

La tierra es, en el sistema feudal, el instrumento material por el que la minora dominante ejerce su dominio sobre el campesinado dentro del marco del llamado seoro banal, que en la sociedad rural es el resultado de la perduracin del "sistema vilicario carolingio".

Perduracin documentada a travs del aumento de la mano de obra asalariada para la explotacin de la reserva y su desgajamiento en lotes entregados a cambio de censos o contratos temporales y permanentes; contribuyendo tambin a ello la tendencia por parte de los seores a desprenderse de la explotacin directa de sus dominios.

El incremento de sus rentas fue, por tanto, el objetivo permanente de la aristocracia feudal: a travs de las de carcter territorial o solariego, las jurisdiccionales y las obtenidas como regalas o monopolios.

Pero, al margen de visiones predominantemente jurdico-institucionales o eminentemente socioeconmicas, el seoro banal se exterioriza a travs de prestaciones que asimilan los derechos por la tierra y las precedentes tributaciones romano-imperiales: censos, tallas, corveas, etc.; aranceles sobre mercancas en circulacin por el dominio seorial: teloneos, portazgos, lezdas, etc.; obligaciones militares (fonsadera), reparacin de vas y castillos; multas o calonias (por la asuncin de la justicia); derechos seoriales a la manutencin y alojamiento en los desplazamientos; y monopolios sobre los molinos, lagares, batanes e incluso la venta en el mercado.

Es decir, todos aquellos ingresos que el realengo manejar igualmente pero al servicio del monarca en la Hacienda pblica que, en muchos casos, sern arrendados por los administradores reales para disponer anticipadamente de sus devengos necesitados por los prncipes para atender las obligaciones del Estado, de los sbditos y de su propia casa.

La sociedad feudal se articula, por tanto, en torno a dos clases sociales fundamentales: la de los seores y la de los campesinos.

Pero, as como el segundo termino no ofrece dificultad de interpretacin, al menos en cuanto se refiere al colectivo ligado al trabajo de la tierra por cuenta propia (con categora alodial, de alodio o explotacin libre) o ajena en diversos grados de dependencia y servidumbre, el termino "seor" puede llegar a ser equivoco por sus mltiples significados en la plenitud del Medievo.

As, en el marco feudovasalltico, el trmino tiene un valor relativo y no absoluto, pues, como recuerda J. Valden (recogiendo interpretaciones de otros autores), "alguien que sea seor de otros vasallos puede, a su vez, ser vasallo de un seor superior a l".

Desde el punto de vista socioeconmico, sin embargo, todo aquel que se denomina como tal posee tierras en las que hay campesinos que las trabajan pare l y sobre los cuales ejerce un poder por el que obtiene beneficios que engrosan sus rentas.

Eso s, las formas por las que dicha dominacin de los seores sobre los campesinos se llevaban a cabo no eran exactamente las mismas que haban estado vigentes antes del siglo X.

Buena parte del campesinado era jurdicamente libre en la disponibilidad de unas tierras sobre las que mantena el usufructo y con capacidad de transmisin en herencia; porque, aun formando parte de grandes dominios, la explotacin campesina de sus predios particulares se haca, por lo general, con iniciativa propia: lo que ha hecho definir el feudalismo a G. Bois como "la hegemona de la pequea produccin individual".

Adems, los campesinos solan disponer de sus propios instrumentos de labor, rudimentarios y primitivos por lo general, pero indispensables; as como tambin de la fuerza de trabajo personal sobre la base de la unidad de produccin familiar, ms el acceso a bienes comunales como aguas, pastos o bosques.

De suerte que los campesinos podan subsistir sin los seores pero stos, en cambio, no sin aquellos; aunque la evolucin de las relaciones feudales fueran estrechando cada vez ms la dependencia campesina de los seores y apretando paulatinamente con mayor contundencia el dominio seorial sobre el campesinado: a travs de la fuerza militar, su justicia, el poder poltico adquirido con el secuestro de las libertades publicas, etc.

De forma que en la sociedad feudal el poder econmico y el poltico se encontraban en una misma realidad.

La explotacin campesina por parte de los seores era para extraer la "plusvala" del excedente agrario cada vez mayor en beneficio de los dominadores y en detrimento de los dominados.

Circunstancias histricas permitieron adems aumentar la presin seorial sobre los campesinos, retrocediendo ostensiblemente la propiedad alodial, acosada de continuo por la codicia de los poderosos; perdiendo libertades las comunidades rurales y disminuyendo, por contra, la reserva seorial por la paulatina reconversin de las prestaciones de trabajo en rentas monetales.

Reconversin que afect tambin a los obradores seoriales al disminuir la produccin propia y poder contar con los elaborados en los talleres urbanos, introducidos en el seoro a travs del comercio.

Los intentos por gestionar y trabajar directamente las reserves por parte de los seores fracasaron por lo general, y ello sucedi tanto en los dominios laicos como en los eclesisticos (por ejemplo los cistercienses), por lo que acabaron por arrendar dichas reservas mediante contratos a perpetuidad o temporalmente a cambio de rentas prefijadas.

Si bien la mayor rentabilidad la proporcionaba la tierra que se ceda a censo a los campesinos (mansos, tenencias, etc.), los cuales tenan el dominio til de la misma pero no su plena propiedad que retena el seor.

Mansos y tenencias eran fuentes de percepcin de rentas seoriales y tambin constituan la mejor garanta de continuidad del poblamiento rural, porque las posibilidades de transmisin por herencia y de subarrendamiento evitaba el anquilosamiento y empobrecimiento de la tierra puesta en explotacin por los campesinos a cambio de las tributaciones estipuladas en su momento.

Estas tributaciones eran recogidas por lo que se puede entender en la actualidad como la renta feudal: conjunto de censos, prestaciones, diezmos, corveas y otros conceptos por los que el seor controlaba la produccin campesina y se garantizaba una disponibilidad de bienes y servicios que l mismo no poda proporcionarse por su propia cuenta.

En resumen, la conjuncin de rentas obtenidas por el derecho dominical con las derivadas de las jurisdicciones y teniendo en el centro la tierra y su explotacin, constituye esa renta feudal (que algunos autores llaman seorial) que con muchas variantes entregaban los campesinos a los seores, dentro de los diversos grados de dependencia, en una triple distribucin: la renta en especie, en dinero y en trabajo.

Por debajo, pues, de la concepcin trifuncional de la sociedad como modelo ejemplificador en la conciencia de la plenitud medieval de los siglos XI al XIII, la dicotoma seores-campesinos subsiste a lo largo de la Edad Media, y aun de la Moderna, porque -siguiendo a B. Clavero-, "la contradiccin entre el seor y el colono es una contradiccin originaria del feudalismo".

La consagracin del poder feudal se manifest en la poca a travs del castillo (fortaleza, mota, donjon, etc.) que representaba el poder seorial por excelencia; como lo representaba, desde el punto de vista del seoro eclesistico, el monasterio o la catedral, donde un abad y su comunidad, o un obispo y su cabildo, explotaban dominios territoriales con fundamento similares a los de los seores del mundo; si bien en este caso no haba la variedad de seores que en el mundo haba, desde el propio prncipe hasta el caballero, en un escalonamiento nobiliar que en Espaa iba desde el "ricohombre" al caballero, hidalgo o infanzn.

FRANQUICIAS Y LIBERTADES CAMPESINAS

La dificultad por generalizar el fenmeno feudal a travs de un panorama nico y enmarcador de una situacin transplantable a cualquiera de las coordinadas temporales o geogrficas, no impide, sin embargo, perseguir lo que E.

Mitre denomina como "la marcha hacia el enfranquecimiento rural", que fue especialmente generosa en algunas latitudes europeas e hispnicas a partir del siglo XII.

Dicho proceso de enfranquecimiento o de franquicia, se dio sobre todo en la expansin de las nuevas roturaciones, pero tambin oper en las viejas tierras explotadas anteriormente y desde antiguo.

Los resultados al respecto fueron causados por el aligeramiento progresivo de las cargas feudales, en unos casos (Flandes, Alemania o norte de Francia), o por un planteamiento "ex novo" que intentaba atraer poblacin capaz de roturar y defender la tierra, en otros (Pennsula Ibrica, por sus especiales condiciones repobladoras y reconquistadoras sobre zonas despobladas o de extremadura).

A este respecto pueden resultar extremos los casos en los que intereses militares de defensa u ofensiva permitieron a la autoridad pblica (el rey, los nobles, las rdenes militares) ser condescendientes y flexibles con los repobladores; situacin frecuente en los reinos hispnicos.

Pero, por lo general, el asentamiento en nuevas zonas de colonizacin fue generoso por parte del poder colonizador, con relajamiento en prestaciones, facilidad en los censos y derechos seoriales y, en algunos casos, cierta autonoma local: paso en Espaa de la foralidad a la municipalidad, comunidades asentadas en los polders de Flandes o campesinos instalados al este como consecuencia de la expansin alemana oriental.

Cartas de franquicia, fueros locales y cartas de poblacin registran las condiciones de los asentamientos en tierras nuevas o recuperadas despus del abandono; con privilegios y concesiones extremadamente generosas en algunos casos que benefician a grupos aldeanos de diferente nivel econmico y distinta dependencia seorial o real.

Pero no siempre estas franquicias fueron dadas espontneamente por los seores o los prncipes a cambio de nada, en ocasiones lo fueron despus de un proceso reivindicativo y revelador de tensiones contenidas o enfrentamientos sofocados por la fuerza de las armas o la justicia real, puesta al lado de la seorial.

Fueros locales, cartas de poblacin y documentos de franquicia recogen por lo general una serie de presupuestos dirigidos a la limitacin de las obligaciones de los repobladores y la fijacin de las obligaciones de los promotores; afectando a aldeas, comunidades y villas que en toda Europa, pero expresamente en las periferias septentrionales y meridionales, lograron ventajas y exenciones entre los siglos XII y XIII especialmente, aunque este movimiento liberador no se interrumpi en la baja Edad Media.

La abolicin de malos fueros y malos usos, que tantas veces recogen los documentos de franquicia, insinan un cambio de una situacin precedente de sujecin a estrechos vnculos hacia una liberalizacin de cargas y prestaciones, o al menos hacia una regulacin ms o menos acordada: desde los textos de creacin de comunas a los de ubicacin de comunidades a travs de un texto legal de carcter foral.

Aunque, como escribe Reyna Pastor, fuero no siempre equivale a carta de franquicia, sino tambin a mayor sujecin y dependencia normalizada y legalizada a travs de un documento legal.

REVOLUCIN BURGUESA

Con este titulo publicaba J. L. Romero un libro en el ano 1967, y en Buenos Aires, en el que preludiaba algunos aspectos fundamentales de la quiebra del sistema feudal que luego otros autores retomaran partiendo de sus postulados o inicindose en la investigacin por cuenta propia, hasta coincidir con l en parte de sus interpretaciones sobre la presencia burguesa en la sociedad feudal.

Actualmente sigue, no obstante, pronuncindose la siguiente interrogante: se puede hablar de burguesa en el marco del feudalismo europeo de los siglos XI al XIII? Pues bien, es a travs del encaje de las ciudades en la estructura del poder feudal, por un lado, y la defensa de dicho poder feudal frente al movimiento corporativo, por otro, como se puede establecer dicha relacin entre dos realidades que en principio deben aparecer como antagnicas e incompatibles: la sociedad feudal de seores y campesinos y la ciudad de mercaderes y artesanos.

Las ciudades en el mundo feudal

Las pequeas ciudades-mercado desempearon un destacado papel a la hora de generar un movimiento comercial importante dentro del mundo feudal.

Pero, y las concentraciones medias y de mayor dimensin? Admitieron sus componentes menestrales y patricios las imposiciones de los seores del entorno en beneficio de sus intereses? Mostraron sus contradicciones? Cayeron en el conformismo de un sistema que incluso a ellos benefici? En principio tambin en esto hay contrastes muy acusados.

Por ejemplo, en Inglaterra, durante los siglos posteriores a la era anglosajona, el 70 por 100 de las grandes ciudades permanecan bajo la soberana directa de la monarqua feudal, contribuyendo a la hacienda real con cantidades considerables a cambio de que la realeza permitiera a las oligarquas comerciales la administracin de dichas ciudades con jurisdiccin y franquicia propias.

Mientras que en Francia, por el contrario, eran pocas las ciudades que se mantenan bajo la directa soberana capeta hasta finales del siglo XIII; siendo frecuente en este reino la existencia, en cambio, de ciudades de seoro y jurisdiccin eclesistica.

Como recoge R. Hilton, si en Francia el 42 por 100 eran ciudades episcopales, siendo los seores feudales el obispo y los cabildos, en Inglaterra apenas un 30 por 100 de las ciudades de importancia eran episcopales, y aun en ellas se trataba de hecho de ciudades reales.

Y algo parecido suceda con las ciudades de dominio abacial en ambos reinos antes de que comenzaran los enfrentamientos del siglo XIV tras iniciarse la Guerra de los Cien Aos.

Respecto a las ciudades intermedias, y tambin en algunas de mayor dimensin urbana y concentracin humana, existan en ellas una serie de burgos asociados al centro urbano pero dentro de jurisdicciones feudales, ms en el continente: es lo que suceda con la Isla de Francia, en el corazn de Pars, en relacin con burgos asociados de carcter seorial en ambas mrgenes del Sena; en Poitiers, con cinco burgos seoriales extramuros o en Marsella, con tres ciudades simultaneas: la del obispo, la del capitulo de la catedral y la del vizconde, ms el burgo que haba comenzado a crear el abad de San Vctor bajo su poderosa jurisdiccin y dominio.

Y por mencionar un ejemplo ingls, en York, ciudad importante del reino insular, el arzobispado, el captulo, la abada de Santa Mara y el hospital de San Leonardo eran propietarios feudales y con jurisdicciones separadas, ms la de la representacin burguesa que gobernaba la ciudad en nombre del rey.

Evidentemente no todas las ciudades ofrecan este panorama.

Aquellas que constituan centros administrativos contaban con numerosos funcionarios reales y feudales, en las episcopales residan cargos eclesisticos, en las eminentemente comerciales eran los comerciantes quienes dominaban y en las de carcter predominantemente militar abundaban las guarniciones de caballeros.

Pero, en cualquier caso, la nueva clase emergente de los artesanos y comerciantes serva a los seores laicos o clericales, explotando a los inferiores en los talleres y obradores para obtener manufacturas con las que contentar la codicia y avidez de los poderosos que demandaban sus productos adquiridos por los beneficios obtenidos, a su vez, de la explotacin campesina en sus dominios.

Todo un crculo cerrado, de amplitud autrquica, que slo se rompa en las grandes ciudades que contaban con una poderosa clase menestral y comercial, dirigida por un patriciado reconocido que gobernaba los concejos y municipios sin tener en cuenta ni la economa ni la fuerza de los seores feudales.

Situacin que se daba en las ciudades-estado del norte de Italia casi de manera excepcional.

Ahora bien, incluso en muchas ciudades liberadas de los yugos seoriales de procedencia agraria, la organizacin de menestrales o mercaderes presentaba un panorama anlogo al del campo feudalizado, porque la sociedad rural se basaba en la "unidad de produccin familiar" y la fuerza de trabajo de sus miembros, y la urbana en la unidad de produccin del obrador con sus dependientes operarios o servidores.

De ah que quienes emigraban a la ciudad desde el campo encontraran unas estructuras similares en cuanto a dependencias y clientelas se refiere, pues en uno y otro caso era la "unidad familiar" la fuente principal del trabajo y el rendimiento en favor de terceros.

Por otro lado, por lo general, el patriciado que gobernaba muchas ciudades en los siglos XII y XIII era sobre todo propietarios rurales y delegados de los grandes seores feudales, que ejercan su ministerio (como anteriormente lo hicieron vicarios y ministeriales) para salvaguardia del seor del que ellos mismos dependan y al que representaban en las villas, comunidades aldeanas o ciudades (urbs, civitas, vicus, burgo, portus son sinnimos de agrupaciones de aldeas, comunas o pequeas ciudades rurales y comerciales).

Y si en principio dichas ciudades fueron dirigidas por delegados feudales (como algunas ciudades reconquistadas por el rey de Aragn en el siglo XII: Zaragoza, Tudela) y no por mercaderes, luego, o bien dichos delegados comenzaron a interesarse por los negocios y el gran comercio, rompiendo su vinculacin feudal, o bien siguieron ajenos a dichas actividades, en manos de otros sectores pero ya sin tanta dependencia seorial.

Dependencia que, en otros casos, lleg con mayor o menor presin hasta el final del periodo.

Fue precisamente la divisin de intereses lo que provoc a la larga los enfrentamientos y conflictos entre los seores feudales y quienes gobernaban la ciudad, los negocios o las finanzas; como sucedi en la Pamplona del siglo XIII (capital del reino de Navarra), cuando colisionaron los intereses feudales del obispo, los burgueses de los francos y los de los navarros, con guerras entre barrios y altercados violentos.

Conflictos que interesaban aqu desde la perspectiva del estudio de la integracin de las ciudades en el marco feudal de la poca, y que hay que diferenciar de los surgidos en el estricto seno de la sociedad urbana entre comerciantes y menestrales o dentro de cualquiera de estos sectores profesionales de la produccin, la distribucin y el consumo.

En definitiva, como escribe E. Mitre, la conquista de las libertades urbanas se hizo en estos siglos en el propio marco feudal, porque la finalidad de quienes dirigan la rebelin no era destruir el orden feudal, sostenido con fortaleza ideolgica y prctica, sino integrarse en el buscando un lugar adecuado dentro del mismo.

Y fueron los seores laicos y eclesisticos quienes reconocieron paulatinamente la necesidad de encontrarles un lugar en el orden social del tiempo que corra: el tiempo del feudalismo.

Pero, en todo caso, los testimonios de las violencias engendradas en el seno de la sociedad feudal por parte de quienes intentaban destruirlo (Len en 1112, Santiago de Compostela en 1117 contra el obispo Gelmrez, etc.), muestran que se iba abriendo una brecha en el juicio de Guibert de Nogent que lleg a decir que: "comuna era un nombre nuevo detestable".

Inicios del corporativismo

La otra cuestin es la de la defensa del poder feudal frente al movimiento corporativo que lleg a amenazar su integridad.

Pues bien, suele considerarse que las corporaciones de oficio fueron una estructura de solidaridad horizontal que se cruz en la solidaridad vertical y jerarquizada de la clase dominante feudal.

Pero, esas corporaciones de artesanos, gentes de oficio y comerciantes, buscaban los mismos fines solidariamente o con egosmo corporativo y discriminador? Es verdad que al comienzo las cofradas sociales, como las exclusivamente religiosas, fueron una manifestacin de solidaridad bienintencionada, pero luego fueron cayendo en la dominacin y control de los seores o de las mismas corporaciones de oficio.

Muchas cofradas religioso-sociales fueron absorbidas por estas corporaciones de oficio que establecan un control jerrquico de la sociedad urbana, buscando la tica profesional a travs del ejercicio de un monopolio inviolable para los intrusos y advenedizos, impidiendo los comerciantes, por ejemplo, la venta por los artesanos de sus propios productos y llegndose a establecer entre el burgus mercader y el menestral la misma distancia que haba en el campo entre el propietario feudal y el campesino obstaculizado en su desarrollo por las cortapisas seoriales.

La diferencia entre la gran produccin y distribucin de mercancas con respecto al pequeo comercio, basado en la reducida produccin artesana espontnea, llegara a ser abismal; hasta el punto que en el primer caso se puede hablar incluso de un capitalismo mercantil de las grandes transacciones internacionales, y en el segundo de una oferta encorsetada todava por los obstculos seoriales, que servan para controlar el mercado local y la distribucin, limitando las posibilidades de desarrollo y el consumo interesado.

Adems, entre la clase feudal y los pequeos comerciantes va a existir otro tipo de estrecha relacin y dependencia.

La establecida por la necesidad de acudir los seores a los prstamos de los comerciantes y la premura de estos ltimos por garantizarse la adquisicin de sus mercancas en el entorno seorial y con las mayores facilidades del seor para dicho consumo.

En el Londres del siglo XII, los personajes ms importantes eran los funcionarios o delegados de los grandes seores feudales que se asociaban en una cofrada de servidores suyos, siendo comerciantes de vino para la aristocracia y para el rey, y especializndose despus (en el XIII) en el gran comercio, chocando con las corporaciones de oficio que defendan otros intereses; antes de que a fines de dicha centuria todas las corporaciones urbanas londinenses fueran dominadas por los grandes comerciantes.

Fenmeno repetido en distintas ciudades europeas por los mismos siglos.

Otras ciudades eran administradas por magistrados delegados del rey (bailes) con funciones diversas segn los casos, pero aplicando al regimiento y gobernacin principios similares a los de cualquier otro seor feudal.

En ellas, los intereses burgueses los defendieron las gildas (gilda mercatoria), a cuyos miembros acabara entregando el rey el gobierno urbano.

Dentro de este avance hacia la autonoma municipal hay que situar el progreso en el movimiento comunal agrario o urbano.

Cuando los burgueses conseguan garantas de autonoma administrativa y judicial para su ciudad, una asamblea de vecinos organizaba la defensa, se preocupaba de la fiscalidad y aseguraba el orden y la justicia a travs de la eleccin de magistrados que, con diversos nombres (escabini, cnsules, pahers) regan sus destinos como un seoro colectivo que poda explotar, a su vez, a las aldeas prximas de la periferia con carcter exclusivamente rural (seoro urbano, alfoz, contado).

No obstante, en ocasiones se produjo un retroceso posterior de las libertades ciudadanas cuando se pas de un rgimen participativo a otro oligarquizado o monopolizado por un sector o clase preeminente, identificado con el patriciado.

De forma que muchas sociedades urbanas fueron presa de un nuevo despotismo despus de haberse liberado con grandes dificultades del dominio feudal.

Los nuevos grupos sociales, extraos a las comunidades tradicionales y asentados en las ciudades, crearon a la larga nuevas tensiones sociales, adoptando una postura de disidencia frente a situaciones establecidas.

En el intento de evadirse de la antigua condicin, adquirieron una cohesin cuando sus miembros alcanzaron conciencia de grupo, contribuyendo a dicha conciencia la impresin que tenan de estar excluidos de la comunidad tradicional feudalizante.

Las coacciones con las que la clase seorial se beneficiaba de la explotacin y el control campesino, hicieron mella en los que empezaban a rechazar el sistema imperante.

Guibert de Nogent (siglo XII) escribi al respecto que los mutuos furores animaban a los seores contra los burgueses y a los burgueses contra los seores ( recordemos la revuelta de los burgueses de Sahagn, estudiada a fondo por Reyna Pastor); porque, como escribe J. L. Romero, "los odios hicieron su parte, pero acaso contribuy ms a vigorizar la conciencia de grupo la posesin en comn de ciertas normas y la coincidencia en ciertos valores.

Quienes dependan de su trabajo, de su xito y de su enriquecimiento para perfeccionar su ascenso social y mejorar sus condiciones de vida adquirieron del trabajo, del xito y de la riqueza una nueva idea.

Se desarroll en ellos una mentalidad mercantil, y quienes la adquirieron comenzaron a regirse por valores desusados hasta entonces, cuya defensa contribua a estrechar sus filas.

Las clases privilegiadas fueron a sus ojos clases ociosas, y el ocio adquiri para ellos un valor negativo; siendo valores positivos, en cambio, la riqueza en primer lugar, pero, adems, nuevos principios morales relacionados con su actividad, como la honradez, que tendera a confundirse con el honor burgus.

Muy pronto, las actitudes espontneas se haban transformado en normas expresas que revelaban el vigor de la conciencia de grupo".

Conflictos urbanos de clase

El feudalismo nos aparece como una sociedad de clases en la que hay que incluir las ciudades, y como tal sociedad de clases conoci los conflictos propios de los diferentes intereses, aspiraciones y evoluciones de dichas clases.

Ahora bien, si por una parte hay que considerar los conflictos existentes entre las ciudades y los elementos feudales, por otra se debe hacer igualmente con los suscitados entre los menestrales y los comerciantes, que constituan oligarquas econmicas y polticas frente a aqullos y otros sectores medianos y modestos; sin olvidar las tensiones entre maestros de oficio y otras categoras laborales que dieron lugar a veces a enfrentamientos violentos.

En lo relativo a los conflictos de las ciudades con el poder feudal, la lucha estuvo en la aspiracin de los comerciantes urbanos a partir del siglo XI por llegar a conseguir "cartas de franqueza" que les permitiera la autonoma administrativa como entes locales, la libertad personal para comerciar, un comercio libre dentro de la ciudad sin tasas feudales o revirtiendo en favor de los burgueses, para controlar el intercambio, y tambin una jurisdiccin interna para todos los habitantes de la ciudad; jurisdiccin que si segua administrada por los delegados seoriales no reclamara que los burgueses fuesen juzgados por tribunales feudales ajenos a la ciudad.

Estas aspiraciones de autonoma tras la consecucin de privilegios comunes por las ciudades enfranquecidas lo eran en contra de la autoridad real o seorial, pero servan asimismo para privilegiar a las oligarquas mercantiles en contra de los artesanos y clases bajas.

Por eso, aun cuando se ha hablado fervorosamente del movimiento comunal (sobre todo en Francia), acaso se ha exagerado la importancia de dicho movimiento como liberacin burguesa del yugo del feudalismo; porque en realidad no represent tal liberacin.

En la Francia comprendida entre el Loira y d Rin, a fines del siglo XII apenas haba veinte ciudades constituidas en comunas, y algunas veran suprimido despus su rgimen abierto, pues en realidad -como ha demostrado Petit-Dutaillis- aun existiendo en ellas conflictos violentos, dichas comunas no eran movimientos dirigidos en contra de la feudalidad sino que los propios monarcas feudales y los seores que rodeaban la corte las mantenan y alimentaban frente a los seores feudales que las administraban, tratndose por tanto de conflictos, si los hubo, dentro del seno feudal y entre feudales ms que entre stos y burgueses o de los burgueses entre s.

Ahora bien, si en el norte el movimiento comunal fue un hecho controvertido y contradictorio por las razones expuestas hasta ahora, en el medioda se formaron algunos gobiernos urbanos llamados consulados, en los cuales sus primeros miembros fueron a menudo de la pequea nobleza y de la burguesa comercial -como recuerda R. Hilton-.

De hecho, el paso del "gobierno seorial al consular" se pudo hacer sin violencias y con el acuerdo entre los condes y seores con los cnsules.

Se puede discutir, no obstante, si el movimiento comunal que tuvo en Francia tanto predicamento sirvi para otras regiones como movimiento liberalizador de los yugos seoriales de la monarqua o de los particulares laicos o eclesisticos.

Comunas existieron en otras reas continentales e insulares, como en Inglaterra, pero muchas de estas comunas nunca fueron una seria amenaza para la monarqua o sus seores privados.

As lo demuestra el hecho de que Londres, por ejemplo, recibi en 1130 una carta de franquicia dada por la monarqua a la que siguieron otras ciudades; a pesar de que algn cronista recogiera una mala impresin de la comuna (lo hemos visto con Guibert de Nogent), como sucede a fines del siglo XII con el monje Ricardo de Devizes, quien escribe: "la comuna es el temor de la plebe, el temor del reino y la tibieza de los sacerdotes".

En Inglaterra, algunas ciudades lograrn con este movimiento comunal que los burgueses compren los privilegios necesarios para actuar con libertad mediante el arriendo al rey de todas las rentas reales cuando la monarqua necesitaba dinero corriente para sus necesidades.

Y aunque algunas franquicias se abolieron en momentos de crisis poltica, otras se mantuvieron.

No obstante lo cual, se puede ratificar el juicio de Petit-Dutaillis al decir que buena parte de las ciudades europeas -especialmente las de Francia e Inglaterra- eran "seoros colectivos" en una sociedad feudal.

De forma que, sin particularizar, las ciudades podan ejercer su dominio sobre el alfoz como un seoro ms; la ciudad poda autoadministrarse sin desvincularse del todo del poder feudal que la haba soportado en principio; y, finalmente, algunos gobiernos urbanos ejercieron un control feudal sobre la masa de la poblacin a travs del predominio oligrquico de una minora de comerciantes que controlaban la actividad productiva de los artesanos y operarios, en general, como los seores rurales hacan con la renta campesina.

Claro que la plusvala urbana se explotaba de diferente manera que en el seoro feudal, pero la coercin era la misma en su sentido represivo y acosador.

En este cruzamiento de intereses, jurisdicciones y aspiraciones, aparte de los conflictos jurisdiccionales, ms similares a los producidos en la sociedad rural, existieron conflictos entre las diversas clases sociales.

Conflictos en los que el argumento ms socorrido era el de enfrentar a poderosos con dbiles (comerciantes con artesanos, artesanos con oficiales y aprendices, etc.), a unas clases con otras, dentro de una dinmica de lucha de clases urbanas con una mentalidad feudal.

Sin embargo, aun reconociendo que exista una fuerte jerarqua de clases y que haba algunas familias burguesas que controlaban los oficios, la produccin y la distribucin de bienes y servicios, creando antipatas en el resto, los conflictos vinieron ms bien por la continua queja de la poblacin de las ciudades a causa de la poltica impositiva.

Los maestros artesanos, los comerciantes, los trabajadores y las gentes de la ciudad en general, sintindose excluidos del gobierno municipal, contemplarn los impuestos como una sustraccin que los poderosos de la comunidad manejaban para descargarse ellos mismos y hacer recaer su peso sobre el resto.

Fue, por ello, a causa de la percepcin de impuestos por la monarqua o los prncipes feudales en general, pero tambin por las cargas concretas de los gobiernos urbanos, por lo que vinieron los conflictos que, si bien fueron de mayor envergadura en la baja Edad Media, alteraron la paz y el orden en el medio urbano de Europa.

En cuanto a las relaciones entre maestros y oficiales, hay que tener en cuenta que los menestrales maestros de oficio fueron a veces cabecillas de los movimientos en contra de los abusos impositivos tanto como lo fueron asimismo en contra del cerramiento de los campos comunales, aspecto este ltimo que causara igualmente alteraciones.

Pero, a la vez, tenan que apoyarse en la oligarqua urbana pare sofocar la rebelda de los oficiales contra ellos, deshaciendo la idea idlica de que el taller menestral medieval era un oasis de paz y concordia, cuando lo frecuente fue precisamente lo contrario.

Todos estos movimientos y enfrentamientos en el seno de las ciudades que constituyeron un captulo importante dentro de la llamada por J. L. Romero "revolucin burguesa en el mundo feudal" hace que se pueda pensar que las revueltas y contestaciones no eran irracionales; se trataba de movimientos de clase y en ocasiones acogan otras protestas aadidas de pobres, menesterosos y desalmados; los cuales, al provocar particularmente la agresividad, en muchos casos cruenta, han dado pie para interpretar los alzamientos, rebeliones y asaltos como movimientos espordicos sin ideario ni finalidad concrete.

Visin que desde los propios contemporneos a los hechos hasta hoy mismo se ha sostenido en algunos ambientes del poder o de la historiografa.

En resumen, la identificacin entre los poderes feudales y los grandes mercaderes hizo que ni siquiera los movimientos comunales fueran dirigidos, por sistema, contra los principios del feudalismo, puesto que los intereses de ambos grupos eran los mismos.

Lo que no significa, sin embargo, que en el ambiente urbano predominase la armona en muchos casos.

El estudio de la ciudad, aunque se pueda hacer aisladamente desde la componente fsica, topogrfica, urbanstica y de planificacin durante los siglos XI al XIII -es decir, en su materialidad-, encajndola en un apartado contrastado con el medio rural, en cuanto se le acompaa de vida y relacin social -es decir, econmica y fiscal- se inserta en el sistema feudal imperante en estos siglos de la madurez del fenmeno del feudalismo.

Porque, como hemos visto, la sociedad urbana no fue entonces ni una sociedad asptica, ni separada totalmente de la mentalidad y condicionantes rurales, ni tampoco desclasada.

Los mecanismos de acceso al poder municipal, consular, comunal o concejil sirvieron pare crispar la relacin entre clases, distanciar dentro de las propias clases, que depuraban sus dirigentes, y crear una conciencia de dependencia feudal en los oficios y talleres, de libertad de actuacin secuestrada y de rentas sustradas por la fiscalidad real o urbana en favor de la oligarqua dominante.

Lo cual no es simplemente un discurso terico sino una realidad contrastada en los ejemplos conocidos hasta ahora.

LA IGLESIA EN EL FEUDALISMO

Si bien el panorama general del feudalismo cubre en mayor o menor medida lo referente al feudalismo eclesistico, puesto que los mecanismos y resultados de su aplicacin en los seoros de la Iglesia son similares a los del feudalismo laico, conviene abundar en algunas consideraciones exclusivas.

La Iglesia estaba integrada plenamente en el sistema feudal de estos siglos, incluso dentro de la propia organizacin jerrquica e institucional, al menos como tal Iglesia, no como comunidad de creyentes que es el cristianismo.

Un claro ejemplo es el del clero alemn, donde arzobispos y obispos estaban sometidos al emperador; situacin repetida igualmente en Inglaterra o en Francia, cuando el soberano decida sobre los nombramientos de prelados para las sedes episcopales ms allegadas a la monarqua.

Incluso la simona, tan extendida, permita remunerar la eleccin y reservar la sucesin entre los parientes.

Y, de cualquier forma, abades y prelados pertenecan con frecuencia al orden nobiliar, estando impregnados por ello del espritu del feudalismo en su sistema de relaciones vasallticas y clientelares.

Prioratos, colegiatas y captulos catedralicios solan acoger a miembros de las familias feudales y prosperar al amparo de sus tierras y propiedades sobre las que se levantaban.

Sin olvidar que muchos bienes de la Iglesia se convertan en feudos hereditarios ntegros o segregados del total, en unos casos por confiscacin y en otros por voluntad de los mismos eclesisticos.

Un caso muy especial era el de aquellos obispos que dominaban sobre la ciudad en la que se asentaba su sede episcopal, obteniendo abundantes beneficios de las regalas, monopolios y derechos explotados seorialmente a travs de sus delegados, influyendo en la vida urbana desde una posicin de fuerza feudal y moral, acuando incluso moneda y administrando como lo hiciera el rey o sus funcionarios.

Pero, adems, los seoros o dominios del obispo o del captulo catedralicio se repartan con frecuencia por el entorno o se diseminaban en tierras lejanas recin conquistadas y repobladas para la Cristiandad, como sucedi en Espaa con la Reconquista.

En algunas ciudades de Francia, Inglaterra o norte de Italia, condes y seores compartan la jurisdiccin con el obispo, cuando no estaban sometidos a su autoridad.

Y en Alemania, la necesidad de contar el emperador con los patrimonios episcopales, por la debilidad de las tierras imperiales, convirti a los prelados en condes, inicindose el camino hacia la formacin de principados-electorales como los de Maguncia, Trveris y Colonia, o de principados-episcopales como el de Lieja.

Esta intromisin del poder feudal en la Iglesia seria fuente de conflictos permanente a raz de los intentos de la reforma gregoriana del ultimo cuarto del siglo XI, que sent las bases de la preeminencia de la Iglesia sobre el poder temporal y la condena de los vicios provocados por la contaminacin de los clrigos en el disfrute de bienes temporales y responsabilidades pblicas mundanas.

Se ha dicho que, tras la reforma gregoriana, la Iglesia se convirti en un movimiento de contestacin al rgimen feudal, pero ello no fue exactamente as.

Una cosa es que se relajara la presin laica sobre ella y se evitara la intrusin en la eleccin de los cargos, y otra que se apartara -lo que no hizo, evidentemente- del orden feudal que sus mismos idelogos y propagandistas sostuvieron en su mayor parte hasta el final del medievo.

En realidad, de la reforma surgi un movimiento de reclamacin de las iglesias y bienes usurpados a la Iglesia por los poderes laicos y un espritu nuevo de vuelta a la separacin de los dos poderes, temporal y espiritual, sin renunciar el Papa a su primaca por encima, incluso, del emperador: teocracia pontificia.

Pero dentro de la Iglesia, tanto los monasterios, como los obispados o los dominios de las rdenes militares, que en la Pennsula Ibrica fueron extensos y poderosos por haber colaborado en la Reconquista y haberse asentado en las tierras nuevas como brazo defensivo de la monarqua, aplicaron un rgimen de explotacin de la tierra similar al del orden feudal de los laicos.

Los cistercienses, por ejemplo, intentaron en principio administrar y trabajar por s mismos sus dominios y acabaron cedindolos a campesinos que laboraron sus granjas.

En este caso, y como escribe I. Alfonso al respecto, "las relaciones de dominacin y subordinacin estuvieron presentes en la organizacin de la produccin en los dominios cistercienses, y en su economa implic tambin coercin y dominacin seorial" Coercin y dominacin seorial que la Iglesia en general aplic a la explotacin de sus recursos rurales y urbanos, y que en algunos casos origin revueltas, actuaciones criminales y represiones.

LA PENNSULA IBRICA

Las especiales caractersticas que definen la reconquista y expansin latino-cristiana en la Pennsula Ibrica (enfrentada desde antes del siglo XI con el Islam de al-Andalus), aceleradas en stos siglos del crecimiento con la ampliacin de los dominios hispano-cristianos desde el norte cantbrico y pirenaico hasta el valle del Tajo, el del Ebro, el Guadalquivir, Valencia y Baleares durante los siglos XI al XIII, justifican la atencin particular al desarrollo del feudalismo ibrico que, sin apartarse de las grandes lneas de accin y ejecucin, ofrece aspectos peculiares vistos de diferente forma por la historiografa al uso.

El libro de Julio Valden sobre el "Feudalismo" y el captulo dedicado en el mismo al "Feudalismo en Espaa" nos permite, adems, disponer de una revisin actualizada del problema que integrado en el conjunto del libro tambin reciente sobre "Las claves del feudalismo" nos presenta su autor, P. Iradiel. Problema que particularmente desarrolla asimismo J. M. Mnguez en su visin actualizada de "La Reconquista".

Debe tenerse en cuenta que la Pennsula Ibrica iba a convertirse en estos siglos en una frontera poltica, econmica y cultural entre dos mundos enfrentados pero tambin complementarios: el cristianismo-feudal occidental por un lado (con una economa de base fundamentalmente agraria] y el urbano-comercial musulmn oriental por otro.

Aqul invadiendo progresivamente de norte a sur la refinada civilizacin de al-Andalus y el segundo abandonando poco a poco su originalidad para replegarse paulatinamente en la contaminacin occidental que las nuevas invasiones almoravide (siglo XI) y almohade (siglo XII) quisieron evitar antes del descalabro definitivo de las Navas de Tolosa en 1212.

En este marco geopoltico hay que situar la gestacin del feudalismo hispnico, su evolucin y expansin de norte a sur, en un proceso que condicion e implic a todos los reinos peninsulares (Castilla y Len, Aragn y Catalua, Navarra o Portugal).

Comenzando por el hecho de que se admite sin reservas la instalacin en Espaa de las instituciones feudo-vasallticas y de los seoros laicos y eclesisticos, aunque varen algunas interpretaciones al respecto que suponen un adelanto o retraso, segn los historiadores, del fenmeno poltico y socioeconmico del feudalismo y una mayor o menos feudalizacin de las estructuras productivas.

Ahora bien, al margen de interpretaciones exclusivamente jurdico-institucionales, que en Espaa han tenido una larga y fructfera tradicin, o de revisiones socioeconmicas, ms renovadoras y actualizadas, y tambin ms polemizadas, nadie niega la situacin mayoritariamente dependiente del campesinado, la proliferacin e imposicin de vnculos familiares y de linaje entre los miembros de la clase dirigente o la difusin y potenciacin de los seoros en las tierras ya ocupadas o en las de nueva ocupacin cristiana y desalojo musulmn.

Las mismas leyes que propiciaban la repoblacin y los asentamientos en las tierras y comunidades recuperadas para los reinos del norte (fueros especialmente) sealaban ya una diferenciacin social muy marcada y acusaban la funcin militar en aquellas zonas de Extremadura en donde el riesgo pareca significar patente de corso y garanta de absoluta libertad, cuando fueron caballeros y rdenes militares en general quienes se repartieron el dominio seorial de comunidades de aldea, villas y pequeas ciudades con cierto potencial artesano-comercial.

Y ni siquiera algunas ciudades escaparan de la dependencia feudal o eclesistica, como en el resto del Occidente europeo no peninsular.

El que en muchos casos el protagonismo de la expansin y repoblacin agraria correspondiera a la iniciativa de los campesinos bajo el aliciente de las ventajas ofrecidas por la autoridad pblica del rey, no significa que despus la situacin cambiase hacia un rgimen de dependencia que convirti a campesinos libres en siervos.

El hecho de una mayor o menor influencia carolingia antes del ao mil no impone sealar diferencias abismales entre el feudalismo noroccidental del Cantbrico al Duero (y de este ro al Tajo) y el nororiental pirenaico y cataln.

El paso de una sociedad gentilicia pirenaica a otra feudal se hizo similarmente en el rea astur-leonesa.

Los tpicos sobre la absoluta libertad de las extremaduras, tanto al oeste como al este (castellana o aragonesa) se resuelven igualmente a favor de una limitacin manifiesta y condicionada por la diversidad social de los que acudieron a ellas para asentarse y empezar una nueva vida en muchos casos, huyendo de la justicia, de la presin familiar y local o de la exclusin de la herencia.

Todo ello en un marco de actuacin que, con algunas peculiaridades en determinados casos, ofrece un panorama bastante parecido en todos los reinos y seoros.

Como seala Valden, y certifican otros autores para escenografas concretas (Mnguez para Castilla, Salrach para Catalua), "la feudalizacin, contemplada en su acepcin amplia, que engloba tanto las relaciones sociales de base como a las establecidas entre los miembros de la cpula dirigente (relaciones feudo-vasallticas en sentido estricto), se propag por la Pennsula Ibrica al comps del progreso de las armas cristianas sobre el poder poltico islmico.

As sucedi en el valle del Ebro, en la Catalua Nueva, en La Mancha, en Extremadura, en las Baleares, en el reino de Valencia o en la Andaluca Btica.

Ni que decir tiene, sin embargo, que las modalidades concretas de cristalizacin de los elementos feudales variaron en funcin del tiempo y del territorio especfico sobre el que se aplicaban, pero tambin de la mayor o menor presencia de poblacin heredada de al-Andalus".

Esto s que fue una novedad y sustancial diferencia hispnica que no se encuentra en el resto de Europa: la presencia de musulmanes en los dominios seoriales y en las ciudades bajo control cristiano una vez ganado el pas para la romanidad occidental por los reyes peninsulares.

Son las comunidades mudjares protegidas del monarca por una jurisdiccin especial pero sometidas a regmenes fiscales onerosos que acabaron por arruinarlas en la baja Edad Media.

En efecto, en la repoblacin aragonesa y valenciana permanecieron muchos musulmanes (mudjares) en tierras sometidas a seores feudales a partir del siglo XIII; en la Mancha y el sur del Tajo, las rdenes militares establecieron grandes y poderosos seoros; y en la Andaluca Btica, como estudia M. Gonzlez, existieron "donados" entre la Iglesia, las rdenes mencionadas y los nobles que acudieron a la llamada de una tierra abandonada por el Islam con mayor tristeza que el resto.

As, en el siglo XIII, culminado el gran proceso reconquistador (que se rematara ms localizadamente en los siglos bajomedievales), toda la Pennsula Ibrica, incluida Portugal, estara cubierta por una red de dependencias, relaciones y vinculaciones feudo-seoriales en las que "la dicotoma seores-campesinos era, sin duda, el eje de la estructura social.

Los seores obtenan rentas de sus propiedades y ejercan derechos jurisdiccionales.

Y los campesinos, aunque disponan del dominio til de la tierra, se encontraban bajo la dependencia de aquellos".

CRISIS DEL FEUDALISMO

A finales del siglo XIII, Europa occidental y buena parte de la periferia haban llegado al limite de la expansin y el crecimiento ininterrumpido que habra que matizar, no obstante, a niveles regionales.

La propia evolucin econmica haba desarrollado formas de produccin con lazos estrechos de dependencia y promovido concentraciones campesinas y urbanas que serian proclives a inevitables conflictos y enfrentamientos.

Entre las reas ms desarrolladas econmicamente, Flandes ofreca una gran produccin dirigida sobre todo a la exportacin, Inglaterra presentaba un estado avanzado de la revolucin econmica que conoci ms tarde y en el resto los efectos del desarrollo haban beneficiado desigualmente a unos y otros pases.

El norte de Italia, por su parte, segua manteniendo un buen nivel desde el despegue de sus ciudades-estado, que haba sido pionero en la produccin y el comercio internacional.

En el campo, sin embargo, la brecha abierta entre campesinos y seores se fue haciendo cada vez ms profunda.

Un ejemplo puede ser significativo.

En Picarda, una de las regiones agrcolas ms prsperas, se dieron una serie de cambios sociales desde el siglo XIII motivados por el progreso de las tcnicas; perceptible en la multiplicacin de molinos y arados, diferenciacin de cultivos y extensin de una rotacin regular.

Cambios que distanciaron a quienes fueron capaces de acudir a los nuevos instrumentos y tcnicas (consiguiendo aumentar los rendimientos, recuperar corveas y mejorar los cultivos) de los que no supieron o no pudieron hacerlo, convirtindose la posesin de un tiro de labor en la lnea de fractura porque su carencia hacia ms difcil las tareas, se remuneraban peor y eran limitadas.

Estos cambios afectaron tambin a los seores, y no es suficiente con enfrentarlos simplemente a los campesinos de los que tambin les fue aislando la dedicacin militar y los hbitos de clase.

Porque debieron adaptarse al progreso tecnolgico, a la contestacin de los campesinos sobre las estructuras seoriales que empezaban a ser cuestionadas y a la obligada divisin sucesiva de la propiedad por el fuerte desarrollo demogrfico que perjudic a los campesinos y facilit, en muchos casos, la absorcin por seoros potentes de carcter feudalizante.

En la regin picarda, estudiada por Fossier, hacia 1300, sobre unos cien seoros con alrededor de trescientas a cuatrocientas aldeas, unos treinta o treinta y cinco eran del rey, los infantes o la Iglesia, quince de los grandes linajes vinculados a familias condales, otras diez a diversos agrupamientos y el 40 por 100 restante se reparta entre varias centenas de familias seoriales.

En las ciudades, el desarrollo econmico, la progresiva organizacin del mundo del trabajo y la preocupacin por la presin financiera propici asimismo un cambio de situacin desde el siglo XIII.

Las agrupaciones de artesanos se haban ido consolidando desde el XIII, sufriendo diversos avatares al ser presionadas y desaparecer algunas de ellas; a pesar de lo cual fueron en aumento, reforzando su solidaridad y adquiriendo los medios y estrategias necesarias para contrarrestar el predominio patricio.

Pero cuanto ms creca una ciudad mayor era el volumen de las cargas comunes, sobre todo si se trataba de una ciudad de peso en las finanzas del Estado; el cual se organizaba sobre una mayor distribucin y control fiscal, entre otros medios conducentes a un mejor gobierno y atencin a las urgencias del gasto publico que deba satisfacer el tesoro.

Los municipios fueron aumentando los impuestos, y si dicho crecimiento era consecuencia de la expansin, tambin signific un elemento revelador de las contradicciones y distanciamientos sociales, pues en el desigual reparto de las cargas financieras se crearon tensiones y se manifestaron privilegios y abusos.

A todo ello hay que aadir el endeudamiento cada vez mayor tanto en el campo como en la ciudad y que, con frecuencia, era un signo de empobrecimiento, de retroceso y de necesidad.

En las regiones y lugares en los que se haba llevado a cabo una expansin acusada, tras el esfuerzo que supona adquirir el equipamiento y mejorar los cultivos o la produccin artesana, una buena parte de sus protagonistas comenzaba a verse arrastrada por la carga de las rentas constituidas por los prstamos, porque los solicitantes de dichos prstamos se presentaban como vendedores de renta y, a cambio de una suma de dinero que reciban de inmediato, se comprometan a pagar a su comprador una renta que llegaba a ser perpetua.

As pues, en la medida en que el agravamiento de las obligaciones sociales surge como consecuencia de la expansin, el desarrollo del crdito al consumo puede considerarse como un efecto indirecto.

Se utilizan los prstamos para lo necesario, lo superfluo y tambin para pagar los impuestos; aumentndose la dificultad en el reembolso posterior.

El paso del endeudamiento por la creciente inviabilidad para enjugarlo sera fuente de discordia, y no slo contra los judos, pues no eran los nicos prestamistas.

En definitiva, las consecuencias sociales de la expansin y las contradicciones del sistema econmico comenzaban a pasar factura.

El contraste entre los ms ricos y los ms pobres se acentuaba al ser cada vez ms real y tangible, no slo terico o ideolgico.

Y las deudas contradas recaeran con mayor atosigamiento en los grupos medios e inferiores.

No debe sorprendernos, adems, que en aquellas zonas ms desarrolladas, como Italia del norte, precoces en el desarrollo urbano y comunitario, los contrastes fueran an mayores, y los poderosos se opusieran al progreso del comn por defender sus privilegios y negocios.

Es decir, nuevos tiempos, nuevos problemas como el del abastecimiento, los monopolios comerciales y las contribuciones.

El mismo vocabulario utilizado para descalificar los movimientos urbanos de las clases bajas es sintomtico del menosprecio que encerraba, en el fondo, prevencin: conjuracin, conspiracin, conventculo, confederacin; aparte de la psicosis que dichos movimientos provocaron entre quienes eran objeto directo de los ataques: magistrados, maestros, patricios, etc.

Sin embargo, las alianzas ocasionales entre unos grupos y otros, que luego se deshacan para reconvertirlas en otras de diferente composicin, fue la nica del siglo XIII.

La diferente dimensin de las fortunas, por otro lado, es uno de los cambios sustanciales en las estructuras de la sociedad rural durante la ltima fase de la expansin agraria (el siglo XIII), y si anteriormente la jerarqua se basaba en los privilegios y garantas jurdicas heredadas o adquiridas, diferenciando tambin los distintos grados de libertad o dependencia, ahora las diferencias eran de disponibilidad econmica.

En las regiones en las cuales no haba desaparecido del todo la barrera entre libertad y servidumbre en las mentes confundidas ahora por los cambios de los tiempos, no se estableca tan radicalmente la diferencia por la fortuna que s operaba en el medio urbano, pero la situacin econmica determinaba el estatuto jurdico personal y la reconversin en moneda de muchas rentas en especie obligara finalmente a los campesinos a vender sus excedentes a precios ms bajos si eran apremiados en las tasas seoriales.

Pero este es un tema controvertido.

Se ha escrito y defendido que la ruina de muchos seoros advino cuando comenzaron a predominar las rentas obtenidas de los campesinos en moneda y disminuyeron las de especie.

La razn aducida es que, mientras los productos entregados podan venderse despus en el mercado segn los precios de cada momento, la moneda, devaluada con frecuencia a partir del siglo XIII, empobreci a aquellos seores que haban acordado una renta fija en metlico al margen de sus oscilaciones.

Pero este proceso fue lento, irregular y tardo, al menos para antes del 1300.

Y eso porque la crisis de la feudalidad se puede entender de muchas maneras y desde diferentes perspectivas, sin que ello sirva pare atestiguar la desaparicin del sistema.

Nada ms lejos, el feudalismo sufri una primera crisis a finales del siglo XIII y comienzos del XIV pero ni desapareci ni en todos los casos se debilit, porque la reconversin, la adaptacin y la resistencia fueron otras salidas que los siglos bajomedievales propiamente dichos conocieron.

Para Le Goff; por ejemplo, la crisis de la feudalidad se presinti en cada uno de los sectores productivos.

El hambre que volvi a Europa a partir de 1270, las devaluaciones monetarias, la crisis textil y los dems contratiempos no pesaron de igual forma sobre todos los sectores, pero afect a todos ellos en mayor o menor medida.

Las variaciones de la moneda empobrecieron a quienes dependan de una renta fija o de un salario.

A este respecto son sintomticos los movimientos de las ciudades con industria paera desde 1260 (Brujas, Douai, Tournai, Provins, Caen, Orleans, etc.), como lo es tambin la decadencia de las ferias de Champaa, sntoma de los cambios en las orientaciones comerciales vigentes hasta entonces.

Las ciudades de mayor o menor rango no fueron, por tanto, el nico escenario de la contestacin y la protesta.

Las primeras revueltas campesinas asoman en el horizonte de Francia, pionera en ello tambin como lo fue Italia en otras facetas (1251 es el inicio).

Adems, con frecuencia, los movimientos campesinos o urbanos de carcter ms popular tendrn un componente religioso y hasta hertico (como el de los pastorelos).

Grupos de adolescentes pululan por este pas dedicndose a la mendicidad y acabando por engrosar los grupos de begardos y beguinos.

Pero lo ms destacado de esta crisis econmico-social es que, si por un lado estos movimientos representan el contrapunto laico a las rdenes mendicantes, siendo condenados en 1311 por la Iglesia, por otro la crisis afectar particularmente a la aristocracia militar y rural, es decir, a la nobleza.

La disminucin real de las rentas fijadas en moneda o en especie no proporcional a la cosecha, el alza de los precios agrarios estancada, cuando no empezando a retroceder, y el esfuerzo por mantener el rango militar que defina su funcin y justificaba su preeminencia, frente al ascenso de grupos sociales inclinados al favor de los prncipes, atosig a los seores.

Pero, ante todo, la incapacidad pare reconvertir sus dominios a favor de los nuevos vientos, termin de sentenciar la debilidad de muchos seoros que se extinguieron a la vez que lo hacan algunos linajes por causas diversas: falta de descendencia, empobrecimiento y cada en desgracia o degeneracin biolgica a causa de la prctica endogmica.

La crisis de la feudalidad se acelerar desde finales del siglo XIII porque, y sta puede ser otra visin, no poda haber una completa integracin econmica del sistema feudal: de hecho -nos dice A. Guerreau en su anlisis del sistema feudal como ecosistema-, esa integracin supondra una dominacin de los comerciantes que sera contradictoria con las bases del sistema feudal; y por la misma razn, esa dominacin por parte de una clase no feudal fue una condicin previa (y no consecuencia) de la puesta en marcha de un nuevo sistema econmico.

Pero an podran esbozarse otras razones pare entender en su globalidad la crisis de la feudalidad desde el siglo XIII.

Dejando aparte las conquistas exteriores, la mayor parte de las cuales estaban ligadas a una lgica cristiana y eclesistica (Reconquista, Cruzadas, etc.), la dinmica de las guerras internas mantena viva la llama de la caballera.

Porque la guerra era el principal elemento de cohesin del sistema feudal.

Las expediciones militares o las correras eran los mejores medios pare hacer efectivos los vnculos feudales y actualizarlos jerrquica y horizontalmente.

Los resultados de estas incursiones militares eran habitualmente la ampliacin de la tierra con la conquista y del linaje con los matrimonios.

En resumen, la guerra, ya fuera externa o interna, lejana o prxima, concertada o espontnea, supona la dominacin sobre tierras, hombres y propiedades, el prestigio y el poder; lo que representaba capacidad econmica y social, junto con virtualidad jurdica, pare intervenir entre los dependientes al aumentarles o disminuirles su libertad.

Pero tambin aportaba la guerra vnculos matrimoniales suplementarios que reforzaban las redes de parentesco fundadas con anterioridad.

Con lo cual, la guerra, aparte de un factor econmico importante por lo que sus resultados provocaban (movilizacin de riquezas, ampliacin de recursos, incorporacin de dominios), serva para reactualizar la superioridad feudal, la fijacin de su categora dominical y la solidaridad de clase encumbrada entre los integrantes de las familias de la aristocracia.

Todo lo que atentaba contra dicha superioridad significaba un asomo de crisis para la clase feudal, y cualquier amenaza del resto de la sociedad, aun la ms alejada y ajena al sistema, significaba una agresin al orden establecido que la monarqua, los prncipes y la misma Iglesia no estaban dispuestas a consentir; porque la monarqua, los prncipes y los eclesisticos formaban parte del cuerpo social de la feudalidad, y tras el derrumbe del sistema podan caer ellos mismos despus.

La crisis del feudalismo, que no acab con l sino que lo empez a transformar y adaptar a las nuevas realidades a partir del siglo XIII, hay que situarla, por tanto, en el contexto de las transformaciones y mutaciones europeas producidas desde entonces.

Dichas transformaciones no fueron consecuencia exclusivamente de los cambios producidos en el seno de los diversos grupos sociales predominantes en la sociedad del siglo XIII, porque tambin influyeron enormemente los reajustes econmicos derivados del inicio de la recesin en ese siglo XIII bifronte que nos ofrece una primera mitad de final de la larga etapa de la prosperidad y otra segunda con avisos de dificultades y parlisis del crecimiento, como apunta Le Goff al analizar concretamente los aos 1270-1330.

Hasta ese momento, durante los siglos del crecimiento ininterrumpido, la produccin se haba mantenido ligada estrechamente al consumo, de manera que la especulacin y la especializacin quedaron reducidas a los productos suntuarios y de sobreabastecimiento.

El hombre constitua la fuerza econmica esencial y la acumulacin de capital de forma indiscriminada era interpuesta todava por las doctrinas sobre el lucro y la usura por parte de la Iglesia; aunque, al menos hasta el siglo XIII, la proporcin de numerario que se fue introduciendo en los intercambios mercantiles y negocios financieros no fue lo suficiente como para favorecer la simple especulacin, y tanto los seores como los campesinos acomodados tendieron a guardar sin reinversin o a gastar sin control.

Fue poco despus cuando los pilares de la economa tradicional, que hasta entonces no haban requerido ajustes ni reconversiones, comenzaron a desmoronarse y la bsqueda consciente y permanente de la ganancia, as como la apropiacin y explotacin de la plusvala iban a estar en el fondo de las transformaciones sociales desde la centuria del 1200, arrumbando a los sectores ms inmovilistas y facilitando el lanzamiento de los ms arriesgados y dinmicos en la inversin y los negocios.

Buena parte de la masa campesina desasistida y desocupada, dispersa y acosada por el hambre, la coaccin y la necesidad, y que empez a proliferar con la crisis, pudo verse integrada en las nuevas explotaciones dependientes de los medios ciudadanos, los cuales, aun en momentos de dificultad y disminucin de la mano de obra, no dudaron en aplicar nuevos procedimientos y mejoras en las explotaciones rurales, al igual que lo hicieron en los talleres y obradores artesanales; aunque, a la larga, la desigual distribucin de los beneficios en general originase el antagonismo y los conflictos de clase.

El afn de lucro y la disponibilidad dineraria permiti superar algunas barreras en las ganancias controladas y disparar la bsqueda efectiva de la obtencin de beneficios de manera ininterrumpida, la inversin de parte de los mismos para sostener el crecimiento y la dedicacin del resto a la mejora de la calidad de vida y la ostentacin pblica y privada.

Con todo lo cual se acentu la distancia entre superiores e inferiores a medida que las crisis se iban asentando en el panorama europeo de finales del XIII.

Por otro lado, los prncipes y gobernantes necesitaron apostar por el dinero, su multiplicacin y disposicin temporal para atender las mltiples inversiones necesarias para el funcionamiento del Estado.

Lo cual signific tambin un motor para el desarrollo de muchos negocios burgueses que se apoyaron en la intromisin en el sistema de financiacin de dicho Estado a travs del arrendamiento de los impuestos, al adelantar al rey o al gobernante el importe de aquellos recobrando con creces dicho importe y obteniendo beneficios para su disfrute posterior.

Cada vez ms el justo precio de la plena Edad Media se fue sustituyendo por el juego de la oferta y la demanda, y las fluctuaciones en los precios y salarios generaron desajustes monetarios que redundaron en distorsiones sociales dentro de los crculos artesano-industriales, mercantiles o financieros de la Europa ms desarrollada: Flandes, Inglaterra, norte de Francia e Italia o el Mediterrneo aragons.

En este nuevo juego de la oferta y la demanda, de la monetalizacin y la bsqueda del beneficio absoluto, la guerra se asumi como actividad econmica destinada a aumentar el capital disponible y potenciar o quebrar mercados y rutas comerciales; se acrecent la avaricia de los Estados y de sus regidores por aumentar los impuestos de continuo, introduciendo con frecuencia los de carcter extraordinario, y se provoc la pauperizacin de los sectores dependientes exclusivamente de rentas fijas reconvertidas en moneda al ir quedando devaluadas con la depreciacin del cambio monetario y las fluctuaciones de los precios en general.

Por todo lo cual la pregunta se acenta al hacerla, finalmente, en el siguiente sentido: crisis del feudalismo o transformacin y preparacin para la nueva situacin bajo-medieval que se anunciaba ya a partir de la segunda mitad del siglo XIII?

LA CRISIS DE LA BAJA EDAD MEDIA

La expresin "crisis de la Baja Edad Media", u otras similares, como "gran depresin", est firmemente asentada en la historiografa contempornea.

Con ella se elude a la presencia, lgicamente en la poca de referencia, de una serie de manifestaciones de muy diversa naturaleza que trastocaron la evolucin seguida por la sociedad en el tiempo que le precedi.

Tradicionalmente se ha puesto el acento en los aspectos demogrficos, econmicos y sociales de la mencionada crisis.

El retroceso experimentado por la poblacin europea, particularmente a consecuencia de la difusin de las epidemias de mortandad, la cada de la produccin, ante todo en el medio rural, las bruscas alteraciones de los precios y de los salarios y, finalmente, la acentuacin de las tensiones sociales, que alcanzaron cotas desconocidas, seran la