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1 1.1. Introducción La evaluación es un proceso complejo lleno de matices, que pueden enriquecer la enseñanza si se aplica con buen criterio, en caso contrario puede caer en “saco roto” y no servir más que para calificar, poner un número o nota, que bien poco tiene que ver con la realidad. 1.2. Tipos de evaluación La clasificación de los distintos tipos de evaluación que presentamos a continuación está realizada atendiendo a distintos criterios. De ella no debe deducirse que unos tipos y otros de evaluación se excluyan mutuamente. Muy al contrario, emplearemos uno u otro atendiendo al propósito de la evaluación, a los impulsores o ejecutores de la misma, a cada situación concreta, a los recursos con los que contemos, a quienes sean los destinatarios del informe evaluador (documento en el que se redactan las conclusiones de la misma), y a muchos otros factores. Clasificaremos los diferentes tipos de evaluación atendiendo a los siguientes criterios: EVALUACIÓN FINALIDAD EXTENSIÓN AGENTE EVALUADOR INTERNA: AUTOEVALUACIÓN. HETEROEVALUACIÓN COEVALUACIÓN MOMENTO DE APLICACIÓN CRITERIO DE COMPARACIÓN FORMATIVA SUMATIVA GLOBAL PARCIAL EXTERNA INICIAL PROCESUAL FINAL IMPACTO AUTORREFERENCIA HETERORREFERENCIA CRITERIAL NORMATIVA: BLOQUE 5. EVALUACIÓN DE LAS ACCIONES FORMATIVAS Tema 1. La evaluación

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1.1. Introducción

La evaluación es un proceso complejo lleno de matices, que pueden enriquecer la

enseñanza si se aplica con buen criterio, en caso contrario puede caer en “saco roto” y no

servir más que para calificar, poner un número o nota, que bien poco tiene que ver con la

realidad.

1.2. Tipos de evaluación

La clasificación de los distintos tipos de evaluación que presentamos a continuación está

realizada atendiendo a distintos criterios. De ella no debe deducirse que unos tipos y otros de

evaluación se excluyan mutuamente. Muy al contrario, emplearemos uno u otro atendiendo al

propósito de la evaluación, a los impulsores o ejecutores de la misma, a cada situación concreta, a

los recursos con los que contemos, a quienes sean los destinatarios del informe evaluador

(documento en el que se redactan las conclusiones de la misma), y a muchos otros factores.

Clasificaremos los diferentes tipos de evaluación atendiendo a los siguientes criterios:

EVALUACIÓN

FINALIDAD EXTENSIÓN AGENTE EVALUADOR

INTERNA: AUTOEVALUACIÓN.

HETEROEVALUACIÓN COEVALUACIÓN

MOMENTO DE

APLICACIÓN

CRITERIO DE

COMPARACIÓN

FORMATIVA SUMATIVA

GLOBAL PARCIAL

EXTERNA INICIAL PROCESUAL

FINAL IMPACTO

AUTORREFERENCIA HETERORREFERENCIA

CRITERIAL NORMATIVA:

BLOQUE 5. EVALUACIÓN DE LAS ACCIONES FORMATIVAS

Tema 1. La evaluación

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1.2.1. Tipos de evaluación según su finalidad o función

• Función formativa o finalidad formativa

En este caso la evaluación se utiliza preferentemente como estrategia de mejora y para ajustar

sobre la marcha, los procesos educativos de cara a conseguir las metas u objetivos previstos. Es la

más apropiada para la evaluación de procesos, aunque también es formativa la evaluación de

productos educativos siempre que sus resultados se empleen para la mejora de los mismos. Suele

identificarse con la evaluación continua.

• Función sumativa.

Suele aplicarse más en la evaluación de productos, es decir, de procesos terminados, con

realizaciones precisas y valorables. En este caso, con la evaluación no se pretende modificar, ajustar

o mejorar el objeto de la evaluación, sino simplemente determinar su valía, en función del empleo

que se desee hacer del mismo posteriormente. Ejemplos claros son: la evaluación de libros o

materiales escolares para su selección, la experimentación de un programa concreto, la selección de

un trabajador en una empresa, la prueba de acceso a la universidad, etc. Se consideran aptos o no

aptos para una finalidad y se obra en consecuencia (se eligen o rechazan unos materiales, se acepta

o rechaza el programa, se contrata o no al trabajador o se promociona o no al alumno a la

Universidad).

1.2.2. Tipos de evaluación según su extensión

• Evaluación global

En ella se pretende abarcar todos los componentes o dimensiones del alumno, del centro

educativo, del programa etc. Se considera el objeto de la evaluación de un modo holístico, como

una totalidad interactuante en la que cualquier modificación en uno de sus componentes o

dimensiones tiene consecuencias en el resto. Con este tipo de evaluación la comprensión de la

realidad evaluada aumenta, pero no siempre es necesaria ni posible.

• Evaluación parcial

Pretende el estudio o valoración de determinados componentes o dimensiones de un centro,

de un programa educativo, del rendimiento de un alumno etc.

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1.2.3. Tipos de evaluación según los distintos agentes evaluadores

• Evaluación interna

Es aquella que es llevada a cabo y promovida por los propios integrantes de un centro, un

programa educativo, etc. A su vez, la evaluación interna ofrece diversas alternativas de realización:

autoevaluación, heteroevaluación y coevaluación.

o Autoevaluación: los evaluadores evalúan su propio trabajo (un alumno su rendimiento, un

centro o programa su propio funcionamiento y resultados etc.). Los roles de evaluador y

evaluado coinciden en las mismas personas.

o Heteroevaluación: evalúan una actividad, objeto o producto, evaluadores distintos a las

personas evaluadas (el Consejo Escolar al Claustro de profesores, un profesor a sus

alumnos, etc.).

o Coevaluación: Es aquella en la que unos sujetos o grupos se evalúan mutuamente:

alumnos y profesores mutuamente, unos y otros equipos docentes, el equipo directivo al

Consejo Escolar y viceversa. Evaluadores y evaluados intercambian su papel alternativa-

mente.

• Evaluación externa

Se da cuando agentes no integrantes de un centro escolar o de un programa evalúan su

funcionamiento. Suele ser el caso de la "evaluación de expertos". Estos evaluadores pueden ser

inspectores de educación, miembros de la administración, investigadores, equipos de apoyo a la

escuela, etc.

Estos dos tipos de evaluación son muy necesarios y se complementan mutuamente. En el caso

de la evaluación de centros sobre todo, se está extendiendo la figura del "asesor externo", que

permite que el propio centro o programa se evalúe a sí mismo, pero le ofrece su asesoría técnica y

cierta objetividad por su no implicación en la vida del centro.

1.2.4. Tipos de evaluación según el momento de su aplicación

• Evaluación inicial o diagnóstica

Se realiza al comienzo de una acción formativa, de un curso académico, de la implantación de

un programa educativo, del funcionamiento de una institución escolar etc. Consiste en la recogida

de datos sobre la situación de partida. Es imprescindible para iniciar cualquier cambio educativo,

para decidir los objetivos que se pueden y deben conseguir y también para valorar si, al final de un

proceso, los resultados son satisfactorios o insatisfactorios.

Con ella se puede determinar el nivel inicial del participante en lo que respecta a:

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- Conocimientos previos

- Habilidades

- Actitudes

- Expectativas

• Evaluación procesual o formativa

Consiste en la valoración, a través de la recogida continua y sistemática de datos, del

funcionamiento de una acción formativa, de un centro, de un programa educativo, del proceso de

aprendizaje de un alumno, de la eficacia de un profesor, etc., a lo largo del periodo de tiempo fijado

para la consecución de unas metas u objetivos. La evaluación procesual es de gran importancia

dentro de una concepción formativa de la evaluación porque permite tomar decisiones de mejora

sobre la marcha.

• Evaluación final o sumativa

Consiste en la recogida y valoración de unos datos al finalizar un periodo de tiempo previsto

para la realización de un aprendizaje, un programa, un trabajo, un curso escolar, etc., o para la

consecución de unos objetivos.

• Evaluación del impacto o postformativa

Su objetivo es, finalizada la acción formativa y transcurrido un tiempo (3 a 6 meses), seguir al

alumno-trabajador en el ámbito laboral para constatar el mantenimiento y utilidad de la formación

recibida.

1.2.5. Tipos de evaluación según el criterio de comparación

Decíamos anteriormente que cualquier valoración se hace siempre comparando el objeto de

evaluación con un patrón o criterio.

En este sentido, podríamos distinguir inicialmente entre dos situaciones distintas (Vélaz, B.

Segalerva, M, 1.995):

• Autorreferencia

En caso de que la referencia sea el propio sujeto (sus capacidades e intereses, las metas que se

había propuesto alcanzar, considerando el tiempo y el esfuerzo invertidos por el sujeto, y teniendo

en cuenta sus aprendizajes previos) o cualquier otro objeto de la evaluación en sí mismo (por

ejemplo, las características de partida de un programa, los logros educativos de un centro en el

pasado, etc.), estaremos empleando la AUTORREFERENCIA como sistema.

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• Heterorreferencias

En el caso de que las referencias no sean el propio sujeto, centro, programa, etc., lo que se

conoce como HETERORREFERENCIAS, nos encontramos con dos posibilidades:

o Referencia o evaluación criterial: Se considera evaluación criterial aquella en la que se

comparan los resultados de un proceso educativo cualquiera, con los objetivos previamente

fijados, o bien con unos patrones de realización, con un conjunto de situaciones deseables y

previamente establecidas. Es el caso en el que comparamos el rendimiento del alumno con

los objetivos que debería haber alcanzado en un determinado plazo de tiempo, o los

resultados de un programa de educación compensatoria con los objetivos que éste se había

marcado, y no con los resultados de otro programa.

o Referencia o evaluación normativa: El referente de comparación es el nivel general de

un grupo normativo determinado (otros alumnos, centros, programas o profesores).

En realidad, lo correcto es conjugar siempre ambos criterios para realizar una valoración

adecuada, aunque en el caso de la evaluación de alumnos nos parece siempre más

apropiada la evaluación que emplea la autorreferencia o la evaluación criterial.

El empleo de uno u otro tipo de evaluación dependerá siempre de los propósitos de la

evaluación y de su adecuación al objeto de nuestra evaluación.

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2.1. Metodologías de evaluación. Cuantitativa versus cualitativa.

Si existe un tema polémico en lo relativo al ámbito de la evaluación de procesos formativos,

este es el que contrapone los dos formas de hacer evaluación: la cuantitativa y la cualitativa.

En el siguiente cuadro se presentan las asunciones o presupuestos de la evaluación de

programas cuantitativa (experimental, positivista, también llamada convencional) y cualitativa (o

naturalista) planteados por Guba (1987).

CUANTITATIVA CUALITATIVA

Ontológicos

Realismo: Existe una realidad

independiente de cualquier

observador en la que rigen principios,

la verdad es definida como la

representación de la realidad

Relativismo: Existen varias realidades

socialmente construidas en las que no

rigen principios ni leyes generales. La

verdad es una construcción consensuada

Epistemológicos

Objetivismo: El conocimiento de la

realidad puede darse con

independencia del observador en tanto

en cuanto existen una serie de

garantías de la observación

Subjetivismo: La relación entre el

observador y lo observado es de tal

naturaleza que el producto de la

investigación es una pura creación de ésta

Metodológicos

Intervencionismo : El control, la

manipulación y la medición son

garantías necesarias para la

investigación científica

Hermenéutica: La metodología

compromete al propio observador que se

convierte en el principal instrumento en la

comprensión del fenómeno objeto de

estudio.

2.1.1. Enfoque o metodología cuantitativa

Atendiendo a la diferenciación de García Ramos, J.M. (1989), la base disciplinar del enfoque

cuantitativo-experimental la constituyen la psicología y pedagogía experimentales, cuya

metodología científico-experimental está fundamentalmente dirigida a la identificación de

Tema 2. Metodología de la evaluación.

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relaciones causales entre variables. Usa, por tanto, diseños experimentales y cuasi experimentales

en la investigación que realiza. Su preocupación fundamental es la de garantizar la validez interna

(control) y externa (poder de generalización) del diseño de investigación, entendido éste como

“plan, estructura y estrategia que utiliza el investigador para controlar la varianza” (Kerlinger,

1975) de la variable dependiente. Usa, pues, el control y la comparación de grupos, técnicas de

muestreo, manipulación activa de variables independientes y técnicas estadísticas de análisis de las

unidades de datos, que pueden ser sujetos, grupos, centros, etc. Para la medida y manipulación de

variables utiliza preferentemente instrumentos de medida fiables y válidos tales como test, pruebas

objetivas, cuestionarios, etc.

En este enfoque, el evaluador se sitúa como persona independiente al fenómeno a evaluar

(programa o centro), al objeto de garantizar la objetividad de los procedimientos y de su

interpretación.

2.1.2. Enfoque o metodología cualitativa

Por otra parte, García Ramos, J.M. (1989) sitúa el enfoque cualitativo en la perspectiva

fenomenológica, de base inductiva, generalista y subjetiva. Se preocupa por el proceso básicamente

y dentro del marco social. Su base disciplinar la constituye la sociología y la antropología, cuyas

metodologías buscan describir la realidad y siempre desde la perspectiva de sus protagonistas.

Utiliza, por tanto, métodos etnográficos, estudios de casos, observación participante y triangulación

de la investigación que realiza. Se apoyan en la idea de que la evaluación es observación e

interpretación, comprensión de lo que sucede, para extraer conclusiones propias. Busca el estudio

minucioso de la realidad a través de datos cualitativos que ofrezcan un cuadro coherente, una

interpretación lógica de la realidad. Como técnicas de obtención de datos utilizan todo tipo de

instrumentos: cuestionarios, estudios de casos, observación, anecdotarios, entrevistas, etc. Las

variables del estudio son, algunas definidas previamente, otras emergentes en el proceso mismo de

la evaluación.

En este enfoque el evaluador interacciona con el fenómeno estudiado, sea un programa o un

centro, pues es preciso que comprenda las relaciones que se dan dentro del programa, entre los

participantes, desde dentro mismo del programa.

Ambos enfoques –cuantitativo y cualitativo- representan posiciones totalmente contrapuestas

que no suelen darse en estado puro en las prácticas evaluativas, aunque en ellas, siempre predomina

uno en mayor medida que el otro.

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Actualmente las prácticas evaluativas complementan ambos enfoques, constituyéndose como

metodologías mixtas que conjugan aspectos, instrumentos, técnicas, etc, tanto cuantitativos como

cualitativos

2.2. Diseño del plan de evaluación y seguimiento formativo

La implementación de un Plan de Evaluación conlleva el desarrollo de las fases de

planificación, ejecución y elaboración/publicación de conclusiones. Las técnicas de análisis de

datos y el tratamiento y análisis de los mismos es otro aspecto fundamental a considerar en el

diseño del plan de evaluación el cual va a tener como eje vertebrador el carácter continuo y global

de la evaluación que nos va a proporcionar una información significativa y continuada que permite

la regulación y la mejora de la calidad de la formación.

Otro aspecto importante de la evaluación es el seguimiento formativo, que nos va a indicar la

eficacia en el uso de los distintos recursos formativos, al objeto de mejorar el aprovechamiento de

los mismos, así como su elección.

2.2.1. Características generales y fases

El sistema de evaluación en el centro, organismo, entidad o institución que lo implemente, si

efectivamente debe proporcionar una información significativa y continuada que permita la

regulación y la mejora de la calidad de la formación, sólo puede ser abordada desde una estrategia

global y colectiva. Parece entonces necesario describir, al menos globalmente, las características de

un Plan de evaluación de los procesos de enseñanza, en el que cada proceso evaluador específico

debe insertarse en la totalidad de la evaluación, antes de que específicamente nos centremos en las

características propias de los elementos más importantes a considerar en la evaluación del proceso

de enseñanza (programaciones, proyectos curriculares, etc.).

La evaluación global y sistemática de los procesos de enseñanza en un centro formativo es un

proceso complejo que exigirá:

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2.2.1.1.- Fase de Planificación

Donde se determinarán las características básicas del proceso evaluador y se redactará el plan

de evaluación.

Las principales tareas y aspectos a especificar en este momento serían:

• Delimitación del campo evaluable

Esto es: Las dimensiones, ámbitos, componentes o unidades de análisis sobre los que vamos

a actuar.

Lógicamente, el primer paso del proceso debe ser determinar y especificar las variables más

relevantes para determinar el valor de aquello que queremos evaluar. Por ejemplo, determinando la

programación como ámbito o dimensión fundamental para la evaluación, dentro de ella podríamos

distinguir, a su vez, dos subdimensiones fundamentales:

• Proceso de elaboración y seguimiento;

• Elementos básicos y decisiones generales.

De igual modo, asumida la selección de la organización como ámbito de evaluación, habría

que decidirse por cuáles serían las dimensiones fundamentales objeto de atención (Estructura

organizativa, Funcionamiento interno, Recursos, etc.).

A su vez el contenido de toda Evaluación debe de estar constituido por los siguientes

aspectos:

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1. Aspectos de contexto: hacen referencia al entorno en el que se llevan a cabo los programas,

incluyendo las necesidades del alumnado, oportunidades externas para mejorar los

programas, los problemas a solucionar, y las metas y prioridades que podrían requerir

modificación. Esta información es importante para dirigir y valorar los esfuerzos de mejora

y diseñar el proceso de planificación estratégico del Programa.

2. Aspectos de entrada: son aquellos referidos a la política que se va a llevar a cabo, a las

programaciones de trabajo, las partidas presupuestarias destinadas al programa, las

actividades extraescolares, los horarios y calendarios de trabajo, la formación del

profesorado, la participación de los padres, las infraestructuras a utilizar y los medios y

materiales destinados al Programa.

3. Aspectos de proceso: son los aspectos que se generan desde la puesta en marcha hasta la

finalización e inciden en el desarrollo del Programa. Se analizan las actividades del

profesorado, se diagnostican defectos en las programaciones, en general, comprende

descripciones y juicios respecto a los responsables de la formación a la hora de ofrecer los

servicios para los que está creado el Programa.

4. Aspectos de producto: incluyen las descripciones y la valoración de los resultados de los

programas. Compara los resultados alcanzados por el alumnado con las necesidades

evaluadas del mismo, considerando los déficits como consecuencia de un programa

defectuoso o de una deficiente puesta en práctica del mismo.

Para cada una de las subdimensiones se establecerán un conjunto de elementos evaluables o

indicadores, que constituyen la unidad elemental de contenido con significado propio, y darán

lugar a la creación de los ítems que componen los cuestionarios creados para recoger la información

susceptible de ser evaluada.

• Definición de indicadores o criterios de calidad en relación con cada una de las dimensiones

o subdimensiones seleccionadas para la evaluación.

Los indicadores van a ser los patrones o criterios con los que vamos a comparar el objeto de

evaluación para emitir después un juicio de valor, es decir, para afirmar qué aspectos del mismo

satisfacen esos estándares de calidad y cuáles no y tomar las decisiones oportunas de reajuste,

modificación, etc.

Los indicadores fijados para cada ámbito, dimensión o subdimensión, señalan la descripción

de su estado ideal o deseable, en relación con el cual deberemos valorar la discrepancia del estado

real, para emitir valoraciones positivas o negativas, y ello en diferentes grados.

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Los indicadores pueden ser tanto cualitativos como cuantitativos, sobre todo en relación con

algunos aspectos (p.e. resultados de los alumnos, recursos económicos, número de sesiones de

trabajo, número de profesores que ha acudido a cursos de perfeccionamiento, ... ), y su uso

combinado suele ser necesario en el ámbito educativo para poder emitir valoraciones ajustadas e

informadas desde puntos de vista diversos.

• Seleccionar las fuentes, técnicas e instrumentos apropiados para la recogida de la

información y su posterior análisis.

La complejidad de un proceso de evaluación como el que se describe, lógicamente exige el

empleo de diferentes y variadas fuentes, técnicas e instrumentos de recogida de información.

Por lo que se refiere a las fuentes, habría que hacer una doble consideración:

1. Las principales fuentes documentales a considerar, de acuerdo con las necesidades de

información que en cada caso se precisen, son:

• Documento que refleje la programación y las unidades didácticas de la formación.

• Reglamento de funcionamiento del centro, entidad, organización, etc.

• Inventario sobre instalaciones y equipamientos.

• Documentación económica del centro.

• Informes de la Inspección.

• Actas de los consejos de dirección.

• Actas e informes de los docentes.

• Actas de las sesiones de evaluación.

• Registros de tutoría.

2. Las fuentes personales son también una fuente de información fundamental, si se quiere que

efectivamente la evaluación trascienda la frontera de la valoración intuitiva y exclusiva, por

ejemplo, por parte del equipo directivo. Por lo tanto, y en función de las necesidades de información

propias de cada dimensión, será necesario consultar a todos los implicados indirectamente en los

procesos de formación.

Por lo que se refiere a los procedimientos, técnicas e instrumentos para la recogida de

información, a continuación se detallan algunos criterios que se deberían cumplir en su elección:

• Ser variados, de modo que permitan evaluar los distintos tipos de capacidades y de

contenidos curriculares y contrastar datos de evaluación referidos a los mismos aprendizajes

o similares obtenidos a través de distintos instrumentos.

• Dar información concreta sobre lo que se pretende, sin introducir variables que distorsionen

los datos que se obtengan con su aplicación.

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• Utilizar distintos códigos (verbales, orales o escritos, cónicos, gráficos, etc.), de modo que

se adecuen a las distintas aptitudes, necesidades y estilos de aprendizaje de los alumnos sin

que el código dificulte el contenido que se pretende evaluar.

• Ser aplicables en situaciones habituales de la actividad educativa.

• Permitir evaluar la transferencia de los aprendizajes a contextos distintos de aquellos en los

que se ha adquirido, comprobando así su funcionalidad.

Algunos, al menos, deben poder ser aplicados tanto por el docente como por los alumnos en

situaciones de autoevaluación o de coevaluación.

En el próximo punto de este tema se reflejan con mayor detalle las técnicas e instrumentos

utilizados más habitualmente en los procesos evaluativos.

Por lo que se refiere a las técnicas para el análisis de datos, al igual que las técnicas e

instrumentos de recogida de información, en el punto posterior de este tema se indican con mayor

detalle.

• Determinar los momentos para la recogida y valoración de datos

En este sentido es especialmente importante recordar que se trata de una evaluación que debe

ser continua, y que se extiende, por tanto, a todos los momentos de la acción docente. Se deberá

entonces considerar en el plan un proceso ininterrumpido que se inicia con el diagnóstico de la

situación -evaluación inicial- y que pretende mejorar la acción docente mediante la continua

observación y reflexión conjunta -evaluación procesual-. En él las conclusiones o valoraciones

globales en un determinado momento -evaluación final- nunca cerrarán el proceso, sino que

llevarán a decisiones y acciones que a su vez seguirán siendo evaluadas en un mecanismo continuo

de realimentación (MEC, 1993). Finalmente, se llevará a cabo una –evaluación postformativa- ,

normalmente a los 3 o 6 meses de finalizado el proceso formativo, al objeto de evaluar en el

impacto de la formación recibida (información detallada en la Unidad Didáctica I de este módulo

en el punto Tipos de Evaluación). No obstante, la evaluación del proceso de enseñanza habrá de

situarse en el tiempo que el propio centro determine.

• Determinar los responsables, en cada caso, de los procesos concretos de evaluación.

En muchos de los casos la propia normativa establece la responsabilidad de los procesos

evaluativos en las propias entidades o centros que desarrollan los planes de formación, siendo, en

otros casos, necesaria la intervención de agentes externos a los centros formativos.

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2.2.1.2.- Fase de Ejecución

O puesta en práctica de la evaluación sobre todos los ámbitos contemplados en el Plan.

Implica a todos los participantes, pero deberá ser coordinada por quien ostente la responsabilidad de

la evaluación.

2.2.1.3.- Fase de elaboración y publicación de conclusiones

Implica la realización del informe final de la evaluación y reflejará todos los aspectos

analizados que se describen en el Plan de evaluación. Si se ha tratado de una evaluación dirigida a

la mejora intrínseca del plan, el informe hará referencia a todos los aspectos susceptibles de mejora.

Si se ha tratado de una evaluación dirigida a la toma de decisiones, el informe irá dirigido a enfocar

a la entidad responsable de la evaluación a la toma de decisiones en base a criterios

predeterminados.

2.3. Recogida de datos

A pesar de las peculiaridades que pueda presentar la evaluación en la diversidad de procesos

formativos, en este punto vamos a materializar los criterios anteriormente expuestos, bajo la forma

de algunas técnicas e instrumentos concretos, que presentan un alto grado de adaptabilidad a las

distintas circunstancias que rodean a los procesos de enseñanza-aprendizaje. Fundamentalmente

destacaremos tres conjuntos de técnicas para la recogida de información sobre los procesos y los

resultados del aprendizaje de los alumnos:

2.3.1. Observación Sistemática

Podría definirse como: “el examen atento que un sujeto realiza sobre otro u otros sujetos o

sobre determinados objetos y hechos, para llegar a un conocimiento mayor sobre ellos, mediante la

obtención de una serie de datos generalmente inalcanzables por otros medios” (Casanova, 1992,

citado en Escamilla y LLanos. 1995).

Para que la observación sea sistemática, es necesario precisar en cada ocasión qué se pretende

observar, los instrumentos adecuados y los períodos de tiempo para la recogida de información.

Dentro de esta técnica, cabría señalar dos variantes complementarias, que deben combinarse:

• Observación directa

La observación directa, por parte del docente, consiste en la observación de los procesos por

los cuales el alumno construye su aprendizaje, estando éste presente (estrategias que utiliza, ritmo

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de trabajo, actitud que manifiesta, tiempo que emplea, recursos que utiliza, dificultades que

encuentra y cómo las resuelve, etc.).

• Observación indirecta

La observación indirecta es la que se realiza sobre el resultado de las tareas y actividades

que lleva a cabo el alumno y que, normalmente, se concreta en algún producto: escritos, gráficos,

mapas, producciones plásticas, esquemas, respuestas a problemas o preguntas, etc.

2.3.2. Entrevista

Puede definirse como: “una conversación intencional” (Casanova, 1993, p. 77). Es una

técnica de gran valor para obtener información sobre la opinión, actitudes, problemas,

motivaciones, etc. del alumnado y de sus familias.

Para ser utilizada con provecho exige:

• La definición de objetivos

• La delimitación de la información que se desea obtener

• El registro de los datos esenciales que se han obtenido

Puede ser de dos tipos:

• Formal, o previamente preparada por el entrevistador. A su vez cabría distinguir entre:

o Estructurada. La entrevista se realiza siguiendo un cuestionario a modo de guión

que se sigue estrictamente durante la entrevista.

o Semiestructurada. El educador tiene un guión previamente elaborado que le ayuda

a orientar y dirigir la entrevista, pero no se sigue estrictamente, habiendo lugar para

la improvisación y la espontaneidad.

o Libre o Abierta . La entrevista se realiza sin guión previo y los temas van surgiendo

sobre la marcha.

• Informal, o sin preparación previa (en ella el entrevistador, en una situación de encuentro

espontáneo, recoge información relevante).

2.3.3. Realización de pruebas específicas de evaluación

En todo caso, se debe huir del tradicional examen, y ello exige que las pruebas a utilizar sean

variadas y en ellas quedarán implícitas no sólo conceptos, sino también procedimientos (esquemas,

resúmenes, definiciones personales, planteamiento de relaciones creativas, etc.) y actitudes (interés,

esfuerzo en aspectos como orden, limpieza, claridad, etc.). Por último, es preciso subrayar que en

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ningún caso la valoración de los aprendizajes de los alumnos puede llevarse a cabo sobre la sola

información recogida mediante una de estas técnicas.

2.3.4. Técnicas y procedimientos para evaluar los conocimientos previos de los alumnos

Por su relevancia y significación dentro de un modelo constructivista de la enseñanza y el

aprendizaje, orientado a la construcción de aprendizajes significativos, destacaremos especialmente

algunas propuestas concretas para evaluar los conocimientos previos del alumno. Algunas de las

más extendidas son:

• La voluntariedad (manifestación voluntaria o elicitación) de concepciones previas mediante

la provocación del conflicto cognitivo.

Se trata en este caso de poner al alumno ante situaciones (problemas a resolver, grupos de

discusión entre iguales, experimentos, lecturas, etc.) que provoquen un conflicto entre sus propias

creencias, concepciones y explicaciones, y las de otros compañeros o las que demuestra la

experiencia real. Con estas situaciones se persigue que el alumno manifieste “aquello que sabe”

(es decir, sus creencias, concepciones y explicaciones personales) y, al hacerlo, facilite al profesor

tomar decisiones sobre “qué debe aprender” y, aún más, “cómo puede y debe aprenderlo”. En

definitiva, permite planificar estrategias que provoquen el cambio conceptual.

• La utilización de técnicas de representación de conceptualizaciones

En la utilización de técnicas de representación de esquemas conceptuales Novak y Gowin

(1984) proponen la utilización de mapas cognitivos y conceptuales como instrumento de enseñanza

y de evaluación (inicial, procesual y/o final). Por la difusión que ha tenido su utilización entre los

profesionales de la educación, nos parece interesante su inclusión como técnica de manifestación

voluntaria o elicitación de conceptos.

Es conveniente distinguir claramente entre “mapa cognitivo” y “mapa conceptual”. El

primero responde a la representación gráfica de las conceptualizaciones previas que manifiesta el

alumno (acerca de algún concepto más o menos general, como, por ejemplo: vida, mamífero,

electricidad, etc.).

Por su parte, “un mapa conceptual” es un recurso esquemático para representar un conjunto

de significados conceptuales incluidos en una estructura de proposiciones. Un mapa conceptual

también puede hacer las veces de “mapa de carreteras” (rutas de aprendizaje), que se pueden seguir

para conectar los significados de los conceptos, de forma que resulten proposiciones. Así, las frases

“la hierba es verde”, “la hierba es un vegetal”, “la hierba crece” etc., dan lugar a un incremento en

el significado del concepto hierba.” (Novak, pp.33 y 34). El mapa conceptual es, entonces, la

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representación correcta de una conceptualización dada, destinada a poner de manifiesto conceptos y

proposiciones, o relaciones entre conceptos. Esta técnica suele elaborarla el docente para programar

mejor la enseñanza.

Los mapas conceptuales, contrastados con los mapas cognitivos de los alumnos, pueden

emplearse para evaluar los progresos que hacen los alumnos en la formación y relación de los

conceptos básicos (funcionando el mapa conceptual como criterio de evaluación).

2.4. Instrumentos de registro

Las técnicas de evaluación necesitan de instrumentos específicos que garanticen la

sistematicidad y rigor necesarios en el proceso de evaluación. Algunos de ellos poseen el carácter

de documentos oficiales, que facilitan el registro de datos y el intercambio de información entre

docentes (de distintos niveles o cursos de un mismo organismo, de diferentes organismos,…)

Otros instrumentos, los seleccionados por cada docente o equipo de docentes, hacen posible

el registro de los datos de la evaluación continua y sistemática y se convierten así en el instrumento

preciso y ágil que garantiza la viabilidad de los principios de una evaluación como la que venimos

definiendo a lo largo del tema. Estos son, entre otros:

2.4.1. Listas de control o inventarios

Se definen como:

Tipos de registro que consisten habitualmente en una tabla de doble entrada, en la que se

recoge la relación de datos observables del objeto de nuestra evaluación. Para cumplimentarla,

simplemente hay que marcar con un determinado signo el apartado correspondiente (o consignar

“si"), cuando efectivamente el objeto de evaluación posee el rasgo prefijado (Casanova, 1992).

2.4.2. Escalas de estimación o evaluación

Se definen como:

Instrumentos que permiten constatar una serie de datos observados, relativos a algo que se

desea conocer para su valoración, bien sea un objeto, una persona, el funcionamiento de una

institución, etc.

Cada elemento observado se valora con la gradación que se considere más oportuna y más

adecuada a lo que se evalúa. Existen muchos tipos de escalas, entre los que pueden destacar:

• Escalas numéricas: valoran cada elemento mediante una serie ordenada de números.

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• Escalas gráficas: valoran cada elemento dentro de un continuo, sobre el que habitualmente

hay que marcar.

• Escalas descriptivas: valoran cada elemento a partir de descripciones valorativas del tipo

de nunca-casi, nunca-rara vez, en ocasiones-regularmente-siempre.

2.4.3. Cuestionarios

Se definen como:

Un conjunto de preguntas que los sujetos deben responder por escrito respecto a algún

aspecto o dimensión.

En función del tipo de respuesta, existen:

• Cuestionarios abiertos: el sujeto responde a la preguntas sin pautas previas.

• Cuestionarios cerrados, son aquellos en los que el sujeto debe responder a unas

alternativas de respuesta.

Los tipos de preguntas o ítems de un cuestionario pueden ser, ordenadas de menor a mayor

apertura: de emparejamiento, de respuesta alternativa, de elección múltiple, de llenar un espacio, de

respuesta corta y de ensayo (Tenribrink, 1988).

2.4.4. Fichas de seguimiento

Se definen como:

Listas de control a las que se incorpora una escala temporal, para hacer un seguimiento en el

tiempo del rasgo o aspecto a evaluar.

2.4.5. Pruebas sociométricas

Se definen como:

Cuestionarios dirigidos a un colectivo (grupo de alumnos de un aula, grupo de profesores de

un centro, etc.) a los que se demanda información sobre el mapa social de ese grupo para identificar

amistades, conflictos, preferencias, incompatibilidades, tipos de relación, liderazgo, habilidades o

dificultades sociales, etc.

2.4.6. Anecdotarios

Se definen como:

Instrumentos para registrar hechos o sucesos auténticamente significativos del

comportamiento de los sujetos o de la vida de la escuela.

En ellos se consigna por separado, para garantizar la máxima objetividad:

18

• Hecho o acontecimiento

• Fecha y lugar

• Personas implicadas:

o Descripción del hecho (por parte de los distintos implicados)

o Valoración de los hechos (por parte del profesional de la educación)

• Solución o decisiones adoptadas:

o Recomendaciones y observaciones para el futuro

Como ocurre con cualquier método, técnica o instrumento de evaluación, en el caso de los

instrumentos, lo más importante es que se adecuen a los propósitos de la evaluación y nos den la

información que necesitamos. Para ello, deben derivarse siempre de los indicadores previamente

definidos.

2.5. Técnicas para el análisis de datos

Para el análisis de datos podemos encontrar una alta diversidad de pruebas, tanto cualitativas

como cuantitativas, que sintetizan la información y permiten ofrecer conclusiones significativas

sobre los procesos evaluativos. En este apartado trataremos algunas de ellas.

2.5.1. El análisis de contenidos/tareas

Es una técnica cualitativa que puede ser utilizada para analizar el trabajo del alumno a medida

que éste aprende, y se aplica de modo fundamental en la valoración de comunicaciones orales o

escritas.

El análisis de contenido es esencialmente un procedimiento de cálculo. Las producciones de

los alumnos se analizan para comprobar la ausencia o presencia de determinadas características

importantes (p.e. palabras bien escritas, verbos usados creativamente, etc.), se cuentan, y el número

conseguido se compara con algún estándar y entonces se forman juicios de valor sobre la calidad de

la comunicación (Teribrink, 1984; citado por Escamilla y LLanos, 1995).

El análisis de contenido básicamente comprende las siguientes fases:

• Determinación y concreción de la unidad de análisis (texto oral u escrito, situación

problemática, tema completo, etc.).

• Identificación, selección y estructuración de las categorías de análisis.

• Codificación de los datos.

19

Este tipo de análisis se puede hacer extensivo a todo tipo de tareas, y puede servir para

averiguar cómo y qué aprende el alumno y, sobre todo, donde están los errores y las dificultades

que encuentra en su proceso de aprendizaje. Estos datos son imprescindibles para llevar a cabo una

verdadera evaluación formativa. Es decir, nos permite conocer los resultados del aprendizaje

durante el proceso, sin tener que esperar a que éste concluya.

2.5.2. Programas estadísticos de análisis de datos

Existen programas estadísticos que analizan la información recabada a través de un proceso

evaluativo, tanto a nivel cualitativo como a nivel cuantitativo. Es de gran utilidad y uso, por

ejemplo, el SPSS, programa de análisis estadístico que ofrece resultados producto de la tabulación

previa de todos los casos, relativos a estadísticas descriptivas, inferenciales y multivariadas, así

como análisis de consistencia interna y validez de las pruebas evaluativos empleadas, esto es, datos

relativos a la correcta o incorrecta construcción de pruebas objetivos de medida.

2.5.3. La triangulación

La triangulación es una técnica cualitativa de análisis de datos que permite evaluar el proceso

de aprendizaje de los alumnos a través de distintos enfoques y fuentes de información.

En el caso de la evaluación del aprendizaje de los alumnos, ya se trate de una evaluación

diagnóstica, procesual o de resultados, la aplicación de la técnica de triangulación multimodal

supondría:

• Triangulación del objeto de la evaluación: en este caso, de las capacidades de los

alumnos, obteniendo información de diversas actividades del alumno, como estrategias y

procedimientos de trabajo, interacciones sociales (de trabajo y juego), actitud que manifiesta

ante el aprendizaje u otras situaciones, etc.

• Triangulación de las técnicas de evaluación: observación (directa o indirecta), entrevista

(con o sin mapas conceptuales o cuestionarios), aplicación de pruebas (objetivas, de

ensayo..) etc.

• Triangulación de tareas: escritas u orales, con o sin material didáctico o de consulta, tareas

abiertas o cerradas, etc.

• Triangulación de momentos: antes, durante y después del proceso de

enseñanza/aprendizaje.

• Triangulación de evaluadores: autoevaluación, heteroevaluación (por parte del profesor,

los compañeros, otros profesores, el orientador, los padres) y coevaluación.

• Triangulación de espacios y situaciones: dentro y fuera del aula, en situaciones

académicas o de ocio, individualmente y en grupo etc.

20

La triangulación, no sólo favorecerá la emisión de un juicio de valor o una toma de decisiones

más ajustada y educativa, sino que permitirá la evaluación integral e integrada de los aprendizajes.

2.6. Los diferentes agentes evaluadores

El seguimiento de los aprendizajes de los alumnos, a través de los criterios determinados y su

concreción en las experiencias de aprendizaje, lo realizará el propio docente. Esta alternativa, recibe

la denominación de heteroevaluación.

Sin embargo, y de manera gradual, habrá que estimular al alumno para que vaya formulando

opiniones sobre su propio trabajo (qué les ha aportado, dificultades encontradas, interés y esfuerzo,

etc.). Solo así será posible avanzar hacia una auténtica autoevaluación.

El empleo de esta forma de evaluación desde edades muy tempranas reporta diversas

ventajas:

• Permite la construcción de aprendizajes significativos por parte del alumno, al hacerle

reflexionar sobre su propio aprendizaje. Este tipo de actividad metacognitiva está en la base

de un aprendizaje autónomo, responsable y significativo.

• Aumenta la motivación del alumno, en tanto en cuanto éste se siente responsable de su

aprendizaje.

• Aumenta la autonomía y responsabilidad del alumno, puesto que las motivaciones para

aprender ya no van a ser sólo extrínsecas, sino también intrínsecas al propio alumno.

• Permite la formación de un autoconcepto ajustado (el alumno va tomando conciencia de sus

posibilidades, en el mejor sentido).

• Facilita una mejor relación profesor-alumno, ya que no se identifica al profesor como único

juez de los progresos del alumno.

• El profesor tiene una fuente más de información para emitir su propia valoración, lo que

redundará en la adopción de decisiones más justas.

• Facilita la adopción de adaptaciones curriculares individuales (de apoyo, refuerzo o

ampliación), deseadas por el propio alumno, lo que las torna más eficaces.

En ocasiones, emprender un trabajo coevaluador también puede ser de gran valor formativo

(alumnos y profesores se evalúan mutuamente). El análisis de aspectos tales como cuál ha sido su

aportación al trabajo en grupo, si les ha beneficiado el trabajo, qué ventajas e inconvenientes ven en

él, si sería conveniente trabajar en esa línea en el futuro, etc., pueden conducir al desarrollo de

actitudes vinculadas a la capacidad de diálogo, la búsqueda de soluciones compartidas, la reflexión

sobre elementos que a todos nos afectan, etc.

21

Cuando se habla de evaluación, normalmente se entiende como una actividad cuyo fin es

valorar el rendimiento de los alumnos. Pero la evaluación no se queda simplemente ahí, sino que

llega a todos los elementos que participan en el proceso formativo y que son susceptibles de mejora.

A la hora de implementar un proceso formativo, siempre, lo primero que debemos

plantearnos, es qué objetivo pretendemos conseguir. Tanto el desarrollo en sí de la formación como

su impartición giran en torno a ese objetivo. La evaluación de los procesos formativos nos servirá

para ir detectando los aspectos susceptibles de mejora en las fases de diseño, implantación y

desarrollo de la formación y, por otro lado, la evaluación de los resultados de la formación nos

permitirá conocer si nuestros alumnos han conseguido alcanzar los objetivos de la formación que se

planteaban inicialmente o no.

Todo ello va integrado en un Plan de Evaluación que contempla todos los aspectos a tener en

cuenta en el proceso propio de la evaluación. Desde qué aspectos se tienen que medir; qué personas

van a verse implicadas; sobre qué ámbitos nos vamos a centrar; qué técnicas vamos a utilizar para

recoger la información; cómo vamos a analizar esta información; de qué manera podremos emitir el

informe final; y, qué consecuencias puede tener éste último, o lo que es lo mismo, qué finalidad

conseguimos con la implementación y el desarrollo de un Plan de Evaluación.

22

3.1. Introducción.

Un instrumento imprescindible para poder comprobar la eficacia de la formación es el

proceso evaluativo.

Como formadores, responsables directos o indirectos de la formación impartida, no podemos

olvidar que la evaluación debe planificarse desde el primer momento, después de establecer los

objetivos y en función de ellos. La revisión periódica del desarrollo de la formación es un

instrumento de dirección que se aplica a una intervención pedagógica en su totalidad como vía para

identificar los puntos débiles de la formación y atenuarlos sobre la marcha.

Con la evaluación llegamos a una parte fundamental del proceso formativo, en ella se tratará

de comprobar si los objetivos que nos habíamos propuesto se han conseguido y en que medida.

Tema 3. Evaluación de procesos formativos

23

3.2. La evaluación de los procesos formativos

3.2.1. Concepto de evaluación: ¿Qué es evaluar?

La Real Academia Española de la Lengua define la palabra evaluar con diferentes acepciones.

Estas son:

1. Señalar el valor de algo.

2. Estimar, apreciar, calcular el valor de algo.

3. Estimar los conocimientos, aptitudes y rendimientos del alumnado.

El elemento clave de la evaluación es el de la valoración de la realidad evaluada (Pérez, J.

1989). Cuando esa realidad está constituida por las producciones del alumnado se suele hablar,

aunque incorrectamente, de evaluación del rendimiento. Sin embargo, si analizamos la valoración

comprenderemos la complejidad del acto, la necesidad de elementos conexos y la conveniencia de

extender o ampliar el concepto.

Atendiendo a la definición de Carballo, R. (1990), la evaluación está presente en toda

actividad humana que requiera la asignación intencional de valor a un objeto, fenómeno o persona,

asignación que normalmente se hace a partir de determinados criterios, más o menos explícitos o

formalizados y más o menos asumidos por la persona que evalúa, que actúan como elementos de

referencia y contraste con los que comparar la realidad objeto de evaluación.

Bien es cierto que, tradicionalmente, se ha atribuido el concepto de la evaluación a la

valoración final tras la implementación de un proceso formativo, exclusivamente. Este tipo de

evaluación que se centra en la medición de los resultados obtenidos tras la aplicación de pruebas de

conocimiento, conducentes a la emisión de una calificación emitida en base a una escala de valor

(ya sea numérica o de otro tipo), no deja de ser, en la actualidad, una fase más del proceso

evaluativo global –más adelante profundizaremos en ello-.

Antes de ello, sería conveniente clarificar la diferenciación entre conceptos que con el paso

del tiempo han tendido a confundirse sistemáticamente. Estos son:

• Evaluación

• Calificación

• Medida

El término evaluación se ha incorporado, hoy en día, a todos los sectores de la actividad

humana y no sólo a la actividad educativa. La evaluación, según García, J.M. (1994), en general,

aspira a conocer y valorar, no sólo los resultados conseguidos, sino también la correlación que

existen entre éstos y los medios utilizados.

24

La evaluación pretende valorar el resultado del proceso de enseñanza-aprendizaje; la eficacia

de un programa formativo; de una institución educativa; teniendo en cuenta, así mismo, todos las

variables intervinientes en el proceso formativo: alumnos, profesores, programas, estímulos

educativos, ambiente social, clima, etc.

Por otro lado, el término calificación es un elemento básico y fundamental que permite

expresar cualitativa y cuantitativamente el juicio global o específico que corresponde con mayor o

menor fiabilidad y objetividad, al resultado de la actividad del estudiante. En este juicio, según García, J. M. (1994), se suele querer expresar el grado de suficiencia o

insuficiencia de los conocimientos, destrezas o habilidades demostradas por un alumnos, como

resultado de algún tipo de prueba, examen o ejercicio.

El tercer término a tener en cuenta es el de medida, considerada esta como la asignación de

un numeral a un objeto. Para calificar, hay que medir primero. Sin medición no es posible hablar de calificación

mínimamente objetiva y fiable, y por ende, no es posible hablar tampoco de evaluación.

Continuando con el análisis del concepto de evaluación, podemos considerar que evaluamos

con el objetivo de tomar decisiones. En el contexto formativo, evaluamos para mejorar la

enseñanza y el aprendizaje. De hecho, la evaluación formativa debe abarcar todo el conjunto de

factores significativos que inciden, no sólo en el aprendizaje, sino en la formación integral de los

sujetos. Pero a la vez, debe referirse también a todo el conjunto de elementos que forman parte del

proceso educativo, condicionando o facilitando la mejora de los educandos.

25

Validación VS Evaluación.

Atendiendo a la definición de Solé, F. y Mirabet, M (1997), el seguimiento formativo

consiste en:

Validación consiste en revisar sistemáticamente cada una de las etapas del plan de formación para

comprobar si la elaboración, planificación y ejecución del plan de formación han sido las

adecuadas, y, en lo posible, medir los cambios reales de la empresa debidos a la formación y

compararlos con los que hubieran tenido sin ella.

La evaluación difiere de la validación en que intenta medir la rentabilidad económica de la

formación, o sea, determinar los costes y beneficios de las acciones de formación. En este sentido,

la validación es el paso que debe llevar a la evaluación.

Evaluación VS Assessment

Por otro lado, según Fernandez-Ballesteros, R. (1996), en un plano técnico, la evaluación

emerge como tal en los países anglosajones bajo la rúbrica inglesa de “evaluation” y no bajo la

rúbrica de su sinónimo “assessment”. A pesar de que ambos términos son sinónimos (en inglés), en

26

la literatura especializada tienen usos diferentes: mientras “assessment” suele utilizarse referido a

personas (por ejemplo, se evalúa psicológicamente a un sujeto), “evaluation” suele estar referido en

mayor medida a objetos (por ejemplo, se valora una obra de arte, un puesto de trabajo, un programa

o intervención social). A pesar de esto, en español se han traducido los términos “assessment” y

“evaluation” con el mismo vocablo castellano: “evaluación”.

3.3. Objetivo de la evaluación

Cuando definimos el objetivo de la evaluación, nos estamos haciendo la siguiente pregunta:

¿para qué evaluamos los procesos formativos? Podríamos darle un doble enfoque a la respuesta,

dependiendo de las funciones que la evaluación pueda tener a nivel externo e interno.

Las funciones externas de la evaluación consisten en la utilidad que se le va a dar a ésta

por parte de las entidades responsables del programa de formación.

Entre las posibles utilidades de la evaluación, podemos mencionar las siguientes:

• Proporcionar información y comprensión sobre el programa de formación a los responsables

de su ejecución.

• Ayudar al desarrollo y expansión del programa de formación, realizando planificaciones

más efectivas y asentando las bases para su continuación y expansión.

• Sirve para defender y apoyar iniciativas tomando como referente la información sobre los

efectos del programa formativo.

• Ayuda a identificar los éxitos de las innovaciones.

• Mejora el nivel de información de todos los miembros implicados.

• Fundamenta la toma de decisiones acerca de su difusión y distribución de recursos.

Las funciones internas de la evaluación hacen referencia a las repercusiones que ésta

tendrá en la mejora del programa formativo.

Cabe destacar las siguientes:

• Comprobar el nivel de satisfacción respecto a las necesidades iniciales detectadas.

• Servir de base para una mejora continua, desarrollar nuevos servicios o mejorar los ya

existentes.

• Proporcionar información rigurosa sobre la marcha del programa, en vistas a plantear

posibles reajustes.

27

• Establecer un feedback constante sobre la eficacia del programa.

• Analizar el programa, identificar sus posibilidades y limitaciones, y conocer qué

dimensiones abarca y cuales no.

• Aportar datos que posibiliten una reflexión crítica sobre el programa en su conjunto, o sobre

cualquiera de las variables analizadas individualmente.

3.4. Ámbitos de la evaluación

Los ámbitos de la evaluación son los diferentes aspectos susceptibles de ser evaluados

dentro de un plan de formación.

Como se ha indicado anteriormente, la evaluación ya no se centra en los resultados de la

formación, sino que engloba ámbitos como:

• Conocimientos, destrezas y actitudes.

• Los programas educativos, el currículo.

• Los materiales curriculares y didácticos.

• Los recursos educativos tecnológicos.

• La práctica docente.

• Los centros educativos/formativos.

• El sistema educativo en su conjunto, y,

• La propia evaluación (metaevaluación)

28

Como consecuencia de ello, se convierte en un hecho asumido que objeto de evaluación

puede ser cualquier fenómeno, situación o actor educativo. Así, el ámbito y campo de aplicación de

la evaluación se extiende a alumnos, profesores, directivos, instituciones, Administración, etc.

3.5. Principios de la evaluación

Atendiendo a la definición de los principios esenciales de la evaluación que conviene tener

presente en el proceso formativo, en cualquier momento y situación, podemos considerar que:

• La evaluación es un proceso constituido por fases bien determinadas e interrelacionadas

entre sí. Éstas serían: planificación del proceso, obtención de la información necesaria,

formulación de juicios de valor y toma de decisiones.

• La evaluación debe estar integrada de manera que constituya una fase más de todo lo que

conforma la programación y desarrollo del currículo.

• Las actividades evaluadoras deben ser consideradas como parte integrante del proceso

didáctico, o siendo, en ningún momento, metas en sí mismas.

• La evaluación debe ser continua. Las actividades de evaluación son fundamentalmente un

proceso continuo de apreciación, que debe acompañar a cualquier tipo de actividad

didáctica, de manera que sus efectos no se conozcan sólo al final, al contrastar los resultados

conseguidos, sino durante todo el proceso educativo. Si no fuera así, no podrían tomarse

decisiones en el momento oportuno, sin esperar al final, cuando muchas veces no es posible

corregir el fallo que se produjo mucho antes. El carácter permanente y estable de la

evaluación proporciona una continuidad al proceso, garantizando un proceso constante en

dirección a los objetivos señalados.

• Antes de comenzar una evaluación, deben ser definidos los objetivos formativos que

iluminen todo el proceso y permitan evaluar con rigor los resultados. Por eso, la evaluación

debe ser criterial . Si no existen criterios previos, la evaluación no existe, ya que pierde

todo punto de referencia y entre de lleno en la anarquía, la indefinición y la ambigüedad.

• El proceso evaluador ha de ser flexible, no estableciendo normas fijas y rígidas. Sin

embargo, es aconsejable un mínimo de normas a seguir, que sirvan de orientación, de

consejo, de punto de partida en el que cada centro, equipo docente o profesor se inspirará al

confeccionar, preparar, elegir y seleccionar las pruebas. Son los criterios de evaluación.

• La evaluación debería ser recurrente, reincidiendo mediante la retroalimentación (feed-

back- sobre el desarrollo del proceso), perfeccionándolo de acuerdo con los resultados que

se vayan alcanzando.

29

• Es preciso, así mismo, utilizar instrumentos variados de recogida de datos, atendiendo,

siempre que sea posible, a los dos campos o sistemas de medición: descriptivo o cualitativo

y cuantitativo.

• La evaluación ha de ser decisoria, ya que los datos e informaciones debidamente tratadas e

interpretadas, facilitan la emisión de juicios de valor que, a su vez, propician y fundamentan

la toma de decisiones.

• Así mismo, debe ser un proceso formativo, ya que su objetivo principal consiste en

perfeccionar y enriquecer tanto el proceso como los resultados. Lo que interesa,

esencialmente, es poner en evidencia el progreso que el alumno hace en relación con sus

aptitudes, intereses y propósitos, reflejando las posibles deficiencias del proceso y

orientando su corrección.

• El proceso evaluador tiene un carácter cooperativo, en cuanto afecta a un conjunto de

personas: alumnado y profesorado, que deben participar activamente en cada una de las

fases del proceso.

30

4.1. Evaluación de los resultados de la formación: eficacia, efectividad y

eficiencia.

Llegamos al punto de analizar los efectos o resultados del desarrollo de procesos formativos

una vez que éstos se han implementado de una determinada manera.

Los tres términos a los que hacemos referencia son: eficacia, efectividad y eficiencia. Cada

uno de estos vocablos se utiliza con una significación técnica relativamente precisa que trataremos a

continuación.

Consideraremos, atendiendo a la diferenciación de Fernández-Ballesteros, R. (1996), que:

“…si tras la implantación de un programa formativo, los objetivos establecidos han sido

alcanzados, el programa será eficaz”.

Pero al implementar un proceso formativo no se pretenden sólo y exclusivamente que se

cumplan objetivos propuestos, sino también que se obtengan resultados. En este sentido, la

evaluación tendría por objetivo establecer, independientemente de los objetivos establecidos por

el planificador de la intervención, si el programa ha conseguido unos determinados efectos.

Cuando esos efectos son positivos podemos considerar que el programa evaluado ha sido

efectivo.

La distinción entre un programa eficaz o efectivo puede ser clarificada a través de un

ejemplo -tomado de Fernández Ballesteros, R (1996)-. De todos es conocido el Programa “Barrio

Sésamo”. Éste fue diseñado en los EEUU en los años sesenta con el propósito de lograr compensar

las desigualdades entre distintas clases sociales en el aprendizaje escolar. Tras su implantación en

distintas condiciones y mediante la utilización de un diseño sumamente riguroso, se realizó una

evaluación de resultados en la que se puso de manifiesto la falta de eficacia del programa: no se

habían logrado compensar las diferencias sociales, cuando se aplicaba el programa. Tras haberse

aplicado el programa, los niños de clases sociales más altas seguían teniendo ejecuciones

superiores a los niños de clases sociales bajas, en sus rendimientos escolares. Sin embargo, los

evaluadores realizaron una segunda evaluación en la que trataron de examinar otros efectos, como

por ejemplo, si los niños que habían pasado por el programa –independientemente de su clase

social-, aprendían más rápidamente a leer y escribir que los que no habían pasado por el

programa. Los resultados pusieron de manifiesto que el programa era efectivo; es decir, produjo

efectos positivos en las unidades que habían pasado por el programa comparativamente con las que

no había pasado por él.

Tema 4. Evaluación de los resultados de aprendizaje

31

Finalmente, los responsables de la implementación de procesos formativos pueden estar

interesados en saber:

…si los resultados obtenidos están en relación con los recursos y/o los medios puestos a

contribución para conseguir unos determinados objetivos. En este caso, se tratará de realizar un

análisis entre medios y objetivos con el fin de comprobar hasta qué punto un programa es

eficiente.

4.2. Evaluación de la eficacia de la formación

La evaluación de la eficacia de la formación se centra en los procesos evaluativos que

tratan de medir el grado de aprendizaje en que se han adquirido y/o desarrollado los

conocimientos, habilidades y/o actitudes perseguidas con la impartición de un curso-programa

de formación (Andrés, Mª P. 2001).

La consecución de los objetivos de aprendizaje, previamente marcados, requiere de:

• Una adecuada organización del curso.

• Su metodología.

• El material didáctico.

• El establecimiento de las condiciones físicas y psicológicas.

• Aspectos del diseño del curso y del trabajo del formador.

• Esfuerzo, deseo, motivación y capacidad del alumno.

32

Esta evaluación se practica al finalizar el curso-programa de formación, aplicando el

método más adecuado a la finalidad perseguida con él, por lo que cuanto más claros y especificados

estén estos objetivos, más fácil será la aplicación de este nivel de evaluación.

La utilidad de la evaluación del aprendizaje reside en que permite a los responsables del

curso-programa de formación determinar:

• El grado de cumplimiento de los objetivos de aprendizaje planteados

• Predecir la efectividad de la formación en el puesto de trabajo

• Adaptar el curso-programa para mejorar la asimilación de sus participantes

• Contribuir a evaluar el potencial de desarrollo profesional de sus beneficiarios.

Sin embargo, el aprendizaje no garantiza la aplicación de lo aprendido al trabajo, ni la

mejora en los parámetros de rendimiento organizacional, por lo que, desde el punto de vista de la

inversión en formación, deberá complementarse con los restantes niveles de evaluación existentes.

Las técnicas que se aplican para realizar la evaluación del aprendizaje dependen del objetivo

que se trate de lograr con él, es decir, si trata de que el participante adquiera o desarrolle

conocimientos, habilidades y/o actitudes (clasificación de Andrés, Mª P. 2001)

4.2.1. Evaluación de conocimientos

Referida al hecho de medir los conocimientos adquiridos por el alumno/a tras la

implementación de un proceso formativo, estableciendo niveles de adquisición de conocimiento.

Las técnicas utilizadas para evaluar el aprendizaje de conocimientos son las pruebas de

conocimiento, también conocidas como pruebas de lápiz y papel.

Podemos encontrarnos con varias formas de aplicar este tipo de pruebas:

• Elaboración y redacción de informes. Los participantes expresan los conocimientos

adquiridos, su utilidad y aplicación con su trabajo, los relacionan con sus conocimientos

previos, etc.

• Cuestionarios que deben contestar los alumnos asistentes al curso. Las preguntas de estos

cuestionarios pueden ser:

o Abiertas: en ellas se pide que se desarrollen algún contenido objeto de aprendizaje.

Este tipo de programas es útil cuando se persigue un nivel de objetivo de dominio

metodológico, esto es, un conocimiento con detenimiento de los contenidos.

o Cortas: donde se solicita a los alumnos que expongan los conceptos, principios,

enumeraciones u otros conocimientos adquiridos de forma breve y concisa. Es

recomendable utilizar estas preguntas cuando se persiga un objetivo de nivel de

cierto dominio del contenido.

33

o Cerradas: presentan un número limitado de respuestas sobre las que el alumno

deberá seleccionar una o varias para demostrar los conocimientos adquiridos. Pueden

ser:

� De selección múltiple en las que se ofrecen varias alternativas siendo una de

ellas la correcta.

� De verdadero o falso.

� De completar huecos en blanco utilizando los términos aprendidos.

� De relación de términos con definiciones, imágenes, números etc.

La utilización de preguntas cerradas es pertinente cuando se persigue un objetivo de

información y/o adquisición de lenguaje.

De todas estas técnicas, las más fáciles de utilizar y de corregir son los cuestionarios con

preguntas cortas y cerradas, mientras que los informes y las pruebas con preguntas abiertas

proporcionan respuestas extensas con información amplia, requiriendo bastante tiempo para su

corrección y propiciando subjetividad en las valoraciones, ya que cada respuesta dada por diferentes

alumnos/as, es diferente.

4.2.2. Evaluación de habilidades

Las habilidades pueden ser motoras, intelectuales e interpersonales. Se adquieren y,

consecuentemente, se demuestra su aprendizaje mediante la práctica, por lo que, cuando constituyan

el principal objetivo de un curso-programa de formación la técnica más oportuna para evaluarlas

son las pruebas situacionales.

Las pruebas situacionales limitan las circunstancias del trabajo en que los alumnos

tendrán que aplicar las habilidades adquiridas durante el desarrollo de la acción-programa. Para

emular tales situaciones y diseñar estas pruebas se utilizan las descripciones de puestos de

trabajo, observaciones de los trabajadores, de las condiciones de trabajo, entrevistas, etc.

Una vez diseñada la prueba situacional durante su aplicación se llevará a cabo una

observación del alumno, bien directamente o bien indirectamente mediante grabaciones de su

comportamiento en vídeo, grabaciones de audio que sirvan para analizar la conducta obtenida y

compararla con la conducta deseable para poder valorar el grado de aprendizaje de las habilidades.

34

4.2.3. Evaluación de actitudes

Las actitudes reflejan la posición mental, afectiva y actitudinal de un individuo ante un

determinado hecho, producto, cliente, idea, etc. Se aprenden por la imitación de personas con

capacidad de influir en el alumno.

Las actitudes de las personas se manifiestan frecuentemente a través de su comportamiento,

aunque hay algunas que están ocultas, como sus temores, prejuicios, y consecuentemente no se

manifiestan con él. Precisamente la dificultad para comprobarlas hace que la técnica más adecuada

para valorar su adquisición sean las escalas de actitud.

Estas escalas consisten en un cuestionario donde se presentan una serie de afirmaciones sobre

las que el alumno deberá emitir un juicio de valor u opinión, mostrarse de acuerdo o en desacuerdo,

de modo que permitan determinar su disposición positiva, negativa o neutra ante un tema u objeto

determinado (Ramírez, 1997). Una modalidad sencilla y económica de estas escalas son las de tipo

Likert.

4.3. Evaluación de la transferencia, los resultados y la rentabilidad de la

formación.

La evaluación de la transferencia, los resultados y la rentabilidad conseguida con la

formación…

… analiza el impacto que esta actividad o proceso formativo ha tenido en la organización,

empresa o entidad sobre la que se ha ejecutado.

4.3.1. Evaluación de la transferencia

Este tipo de evaluación trata de comprobar si los receptores de la formación han aplicado lo

aprendido en su puesto de trabajo y en qué grado lo han hecho.

La existencia de la transferencia no depende únicamente del trabajador, sino también de que

se presente la ocasión para aplicar los conocimientos y/o habilidades adquiridos en el curso.

Al mismo tiempo, existen una serie de factores que dificultan la transferencia de lo aprendido

al puesto de trabajo. Se presentan a continuación:

• Actitudes negativas ante la formación:

o De los superiores directos que dificultan y/o proporcionan los recursos y condiciones

que le permitan la transferencia.

35

o De lo propios empleados al resistirse a la formación y no estar dispuesto a aplicar lo

aprendido una vez finalizada.

o De los compañeros que boicotean las nuevas ideas o procedimientos que pretenden

aplicar quienes asisten a cursos de formación.

• Falta de medios:

o La empresa u organización carece de medios que permitan poner en práctica las

competencias adquiridas por los trabajadores al incorporarse al trabajo.

• Exigencias del trabajo diario:

o Hacen que el trabajador caiga rápidamente en los mismos hábitos que antes y no pueda

poner en práctica aquello que aprendió.

• Exigencia de comportamientos distintos y/o nuevos al de los trabajadores que no han

recibido formación.

• Falta de correspondencia con las necesidades de la empresa u organización.

• Percepción de contenidos como inadecuados o irrelevantes por parte del personal

formador.

(Fuente: Andrés, Mª P. 2001)

Los procedimientos empleados para comprobar si la transferencia ha tenido lugar, así como los

problemas o barreras que la han dificultado, esto es, cómo se evalúa la aplicación de lo aprendido al

puesto de trabajo, son varios:

• La observación directa de quien recibe la formación, normalmente realizada por su

superior, para apreciar si se produce la transferencia y los cambios logrados en su

comportamiento, siguiendo generalmente una lista de comprobación de conductas

previamente elaborada en la que se especifican los comportamientos que deben

manifestarse.

• Las entrevistas estructuradas o semiestructuradas , realizadas al alumno, en las que se trata

de apreciar la transferencia, posibles barreras que la hayan impedido, etc.

36

• El seguimiento de alguno de los indicadores de comportamiento profesional, relativos a las

funciones y tareas determinadas por el puesto de trabajo.

4.3.2. Evaluación de los resultados

Trata de comprobar en qué medida la formación, gracias a la transferencia y mejora en su

comportamiento, ha contribuido a mejorar indicadores de rendimiento de la organización, tales

como la producción, calidad del servicio prestado, ahorro de tiempos, etc.

Los procedimientos para evaluar tanto la transferencia como los resultados pueden ser los

siguientes, atendiendo a la clasificación de Kirkpatrick (1994):

• Usar un grupo de control si es posible.

• Dejar cierto tiempo para que el cambio de comportamiento tenga lugar y se produzcan los

resultados.

• Evaluar el comportamiento y/o resultados antes y después del programa.

• Investigar y/o entrevistar a los alumnos.

• Aplicarlo, si es posible, a todo el personal que haya participado en el proceso formativo.

• Repetir el proceso las veces que se estime conveniente

• Considerar los costes y los beneficios que reporta hacer este tipo de evaluación

4.3.3. Evaluación de la rentabilidad o impacto

Trata de estimar la rentabilidad económica obtenida con la inversión realizada.

El objetivo, en este caso, no es fácil ya que trata de valorar la formación en términos

económicos y, aunque detallar los costes de la formación no conlleva demasiada complejidad,

medir los beneficios de la misma resulta tarea compleja porque, en muchos casos, es imposible

calcular con exactitud las repercusiones monetarias de la formación (Barba, Mª. I. 2001).

Vamos a pasar a analizar dos tipos de medidas que pueden ofrecer una solución al objeto de

poder conocer los efectos de la formación en los resultados de la organización. Éstos son:

- Medidas de efectividad o análisis coste-eficacia

- Medidas de rentabilidad o análisis coste-beneficio

• Medidas de efectividad o análisis coste-eficacia

En este caso sólo es necesario que los costes de la formación estén expresados en términos

económicos. Todo lo que interviene en la formación, desde el análisis de necesidades hasta la

evaluación tiene un coste. Sin embargo, no existe un estándar que señale cuáles son los costes de un

proceso formativo y, aunque existen muchas calificaciones, debe ser cada organización la que

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elabore un esquema adaptado a sus características particulares y lo mantenga a lo largo del tiempo.

En la siguiente tabla se muestra una posible clasificación de los costes formativos

(Fuente: Barba, Mª I. 2001)

• Medidas de rentabilidad o análisis coste-beneficio

Es preciso, en este caso, que tanto los costes como los beneficios se puedan cuantificar

monetariamente. De este modo se podrá comparar la inversión realizada con las mejoras obtenidas.

Mientras que los costes son los mismos que los que se utilizan en las medidas de efectividad,

los beneficios lógicamente varían. Phillips (1997) establece cuatro grandes categorías de resultados

de la formación que pueden ser fácilmente expresados en términos económicos. En la siguiente

tabla se muestran algunos ejemplos.

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(Fuente: Phillips, 1997)

A partir de los dos tipos de medidas podemos considerar que ambas sirven para solucionar

algunas de las dudas a que la organización se enfrenta cuando tiene que valorar los efectos de la

formación sobre los resultados organizativos. La elección entre una y otra dependerá, lógicamente,

de los datos de que se disponga, aunque se recomienda usar de forma complementaria los dos tipos

de medidas.

39

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