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Encuentros* LITERATURA: 100 años del nacimiento de la escritora Carmen Laforet ESCENARIOS: Muere Theodorakis, símbolo del alma griega ARTE: Las portadas de discos más icónicas SUPLEMENTO DE CULTURA DEL DIARI DE TARRAGONA SÁBADO 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021 Ilustración: Mikel Casal

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Page 1: SUPLEMENTO DE CULTURA DEL DIARI DE TARRAGONA SÁBADO 25 DE

Encuentros*LITERATURA: 100 años del nacimiento de la escritora Carmen Laforet ESCENARIOS: Muere

Theodorakis, símbolo del alma griega ARTE: Las portadas de discos más icónicas

SUPLEMENTO DE CULTURA DEL DIARI DE TARRAGONA SÁBADO 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

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02 Encuentros* DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

Literatura

ALOMA RODRÍGUEZ El año 1945 empezó con un terri-ble disgusto para César González-Ruano, que se veía ganador de la primera edición del premio Na-dal. Sin embargo, al filo de la re-cepción de originales, había llega-do un manuscrito, escrito por una chica de veintidós años, que rom-pía los moldes, inauguraba la lite-ratura de posguerra y seguía un camino tímidamente iniciado ha-cia el final de su producción lite-raria de algunos escritores mayo-res. Era Nada, la que ha pasado a ser la novela canónica de la pos-guerra española, la que aparece en los manuales, la que se comen-ta en el instituto y se recomienda leer. Su autora era Carmen Lafo-ret, una joven nacida en Barcelo-na, criada en Las Palmas de Gran Canaria y que había conseguido el permiso paterno para trasladar-se a Barcelona, a la casa de unos familiares, para seguir sus estu-dios. Poco después, había cambia-do Barcelona por Madrid, y la fa-milia paterna por una tía. Había escrito la novela en la mesa de la casa de la tía, quizá arrebatada, quizá un poco como se escriben las cosas que se necesitan soltar. Luego diría que la redacción le había llevado unos meses. Pero la

novela llevaba con ella mucho tiempo.

Lo que inaugura Nada es la no-vela de posguerra, pero en una línea nada tremendista, de eso se encargaba ya Camilo José Cela. La posguerra de Nada es como el aire, que está y no se ve. Como Andrea, la protagonista de su pri-mera novela, Laforet entendió lo que fue la guerra al ver las conse-cuencias, las ruinas, la pobreza, el hambre a su vuelta a Barcelona. En Canarias no había frente: se celebraban con fervor los avances del bando nacional y las bombas quedaban lejos. Andrea tiene que intuir lo terrible que ha sido todo por las huellas que ve, y ese dejar fuera de foco algunos de los acon-tecimientos de la trama es una estrategia narrativa de la que La-foret se sirve hasta hacerla el cen-tro de la estructura: su protago-nista es sobre todo testigo. Es testigo de las broncas familiares y de las situaciones violentas en las

que la pobreza, los celos, el deseo, los rencores y el juego están mez-clados y revueltos. Es testigo del amor de su amiga Ena y su novio. Es testigo de las reuniones de sus amigos bourgeois-bohemes. Tam-bién uno de los nudos de la nove-la, lo que transcurre en la habita-ción de Román entre él y Ena, queda fuera de plano. Andrea tie-ne algunos momentos de acción:

Para Anna Caballé, Laforet es el caso más claro de enfrentamiento entre un creador y su obra

Carmen Laforet hacia el silencio

Se celebra el centenario de Carmen Laforet, autora de Nada, con la que ganó la primera convocatoria del premio Nadal a los veintitrés años

Carmen Laforet

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03Encuentros*DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

los dulces, le encantan los dulces y se gasta el dinero que le manda su padre en esas chucherías, una fiesta de cumpleaños donde des-cubre que es Cenicienta sin hada madrina y ese paseo en el que re-cibe un primer beso en absoluto solicitado. Aunque esas cosas le pasen a ella, su papel es más bien pasivo, de observadora.

Es más o menos habitual leer que Nada es una novela existen-cialista, pero quizá no lo sea tan-to. También la etiqueta de pos-guerra puede llevar a equívocos y hacer que se espere una novela gris, y nada más lejos: es una no-vela llena de colores, con descrip-ciones de la ciudad y paseos en busca de la sensualidad y la abun-dancia de colores, sabores y sen-saciones.

Nada fue el inicio, tan fulguran-te que casi cegó el resto del cami-no: a partir de ahí, Carmen Lafo-ret se pasaría la vida huyendo de los focos, de las atenciones de pe-riodistas, justificándose, tratando de no molestar demasiado, de apartarse del ruido para reencon-trarse con su voz y sus temas. A Nada le siguió La isla y los demo-nios, después La mujer nueva. Las nouvelles reunidas en Siete nove-las cortas, reeditadas ahora en Menoscuarto; los artículos de Puntos de vista de una mujer, edi-tado en Destino, como la reedi-ción de Nada, o las crónicas de sus viajes a Estados Unidos en Pa-ralelo 35, se suman a La insola-ción, la primera entrega de una trilogía inacabada, de cuya segun-da parte, Al volver la esquina hu-bo galeradas pero quedaron sin corregir. Carmen Laforet intenta-ba zafarse de una interpretación autobiográfica de sus textos, o

más bien habría que decir que no quería que se usaran sus libros para juzgar su vida. Era un talen-to puro, como bien vio Ramón J. Sender, con quien mantuvo du-rante años una correspondencia. Sender vio el talento y la fragili-dad: en sus cartas le anima a es-cribir todo el rato y a pesar de

todo. Antes se había escrito, breve pero intensamente, con Elena For-tún. Laforet creía que separarse de su marido, y padre de sus cin-co hijos, sería como una libera-ción: sería ella y podría, por fin, escribir. Pero no fue así, surgieron otras preocupaciones: dónde vivir, la relación con los hijos, etc. Las ediciones de Nada se sucedían y las liquidaciones llegaban, pero Laforet nunca se compró una ca-sa, el dinero pasaba por ella.

Laforet escribía, pero rompía mucho, según cuentan Anna Ca-ballé e Israel Rolón en la biografía de la escritora que titularon Una mujer en fuga (RBA). Para Caba-llé, el de Laforet es el caso más claro de enfrentamiento entre un creador y su obra. Carmen Laforet dejó de escribir, al final de su vida no podía ni firmar. Aunque es probable que siguiera llevando novelas consigo, como había lle-vado la de Andrea antes de sen-tarse a redactar.

Lecturas

Nada Carmen Laforet Editorial Destino

La insolación Carmen Laforet | Editorial Idea, 2005

Al volver la esquina Carmen Laforet | Editorial Austral

El libro de Carmen Laforet Agustín Cerezales | Destino, 2021

La mujer nueva Carmen Laforet | Ed.Destino, 2020

Puntos de vista de una mujer Carmen Laforet | Editorial Destino

Carmen Laforet. Una mujer en fuga Anna Caballé ye Israel Rolón- Barada RBA libros, 2019

Laforet se pasaría la vida huyendo de los focos, de las atenciones de periodistas, para reencontrarse con su voz y sus temas

La isla y los demonios Carmen Laforet | Editorial Idea, 2005

Siete novelas cortas Carmen Laforet Editorial Menoscuarto, 2021

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04Encuentros* DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

Literatura

MARC CAELLAS Me cito para comer con el buen Guillem Martínez. Llega de pasar el fin de semana en Llançá, en ca-sa de unos amigos. Me cuenta que deja Madrid, donde se instaló po-co antes de la pandemia, en un piso pagado por CTXT, el medio para el que trabaja. Hablamos de lo deprimente que nos parece Cu-ba, de las ganas de pasar más tiempo en Italia o de lo complica-do de tener vida social a partir de cierta edad siendo soltero. Las pa-rejas te ven como una amenaza (quizás lo eres), y a las mujeres incluso más (posiblemente lo son), dice Guillem. La pregunta es ¿qué tipo de amenaza? Di no a los valores familiares, que diría Giorno. Guillem confía en que su libro Los domingos (editorial Anagrama) tenga algunas reseñas porque siente que es un libro im-portante, aunque al instante con-fiesa no tener amigos en la prensa catalana, lo cuál hará difícil que se escriba sobre él. Me firma un

ejemplar llamándome “un raro de Barcelona, de los que ya quedan pocos”. Las raras artes. Guillem fuma como un condenado. En dos horas, calculo que se fuma unos diez o doce cigarrillos, la mayoría ni los termina. Dice que le da mu-cho placer fumar. En lugar de pos-tre, nos metemos un expreso y dos chupitos de Jameson. Guillem me recuerda que la clave de un buen whisky es el agua, y que por ese motivo el whisky Dyc no es del todo malo: el agua de Segovia es de las mejores de España. No sé si creerle. Serán los complejos. Guillem pasó la pandemia en compañía del señor Dewars, sin ninguna resaca, y terminó de per-filar este libro que nos convoca cuyo origen son unos textos pu-blicados en domingo que le per-mitieron al autor aflojar la soga de ahorcamiento cotidiano que es seguir al pie del cañón la actuali-dad política en España.

Los domingos es un libro de esos que llamamos, simplificando, inclasificables. Es una colección

de textos seleccionada y editada por Ignacio Echevarría, quién los llama “confidencias filosóficas”. Son también una suerte de bio-grafía afectiva construida en cua-dros, una carta de platos sazona-dos con anécdotas tan tiernas como jugosas, toda una mitogra-fía personal “en la que juegan un importante papel la historia fami-liar, la tradición republicana y

anarquista, cierta estética de la derrota y cierto swing del charne-guismo asumidos durante la in-fancia en Cerdanyola del Vallés”, acota el crítico.

Los domingos es un libro bello, de esa belleza te permite pensar mejor. Guillem sabe que es posi-

ble vivir sin belleza, pero que duele mucho. Guillem sabe que el día que consigues producir belle-za es un día para enmarcar por-que ese día lograste una verdad mayor que la verdad. Los domin-gos es un libro político, que expli-ca la pesadilla que fue el comu-nismo, el del este, y el nuestro, camuflado, en del que sólo sacan prebendas los que están en el par-tido, la iglesia, la familia. Los do-mingos es también un libro ca-chondo, en el que el sexo casi siempre es amoroso, exótico y ro-mántico, ya sea con una jamaiqui-na en una rave o con una natural de la tribu de Cam, con una piel suave como una nube. Los domin-gos es un libro divertido porque su autor sabe que el humor es al-go parecido al sexo, “su fósil más depurado. También se practica mirando a los ojos. Como el sexo, te hace sentir que el otro importa, sorprende y está destinado a ne-gociar la felicidad contigo”.

Son textos poéticos que te atra-pan desde el primer párrafo. “Ha-

ce poco, a las tantas, me despertó un grito. Era una mujer haciendo el amor. Emitía ese tipo de voz que sólo se produce en el abando-no, cuando surge de algún punto de la garganta un tono que nunca jamás se utiliza para otras funcio-nes. No se utiliza para comprar el pan, ni para hablar de política. Tampoco, y he aquí lo importante y fascinante, se utiliza para hablar de metafísica, o de amor, o para concertar un matrimonio. Esa voz es algo, por tanto, esencial. Es de-cir, es la esencia de algo. Supongo que de la individualidad. Es la voz verdadera de alguien”.

De la poesía también llega o sa-le Jaime Rodríguez Z. Aunque en su biografía se define como escri-tor, periodista y editor, los que lo conocemos pensábamos que era la poesía lo que le movía el piso, pero ahora, de golpe, nos dimos cuenta que es un narrador de la puta madre (con perdón), capaz de conmover de una manera que me hizo sospechar si el papel de su libro tenía rastros de alguna

un libro divertido porque su autor sabe que el humor es algo parecido al sexo

Nuevas viejas masculinidades

Dos libros híbridos cargados de poesía

El escritor y periodista Guillem Martínez (Cerdanyola del Vallès, 1965), reúne en ‘Los domingos’ una selección de textos publicados durante los últimos años en la revista digital CTXT.

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05Encuentros*DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

Cuando terminó el confinamiento, el año pasado, salí con sed a la calle. Necesitaba libros. Por una parte, quería entrar en la librería de mi barrio y darles un abrazo (con distancia). Por otra, estaba ham-brienta de nuevas historias, poemas distintos, obras antiguas de mis lecturas de cabecera. Me pasé leyendo los tres meses que estuvimos encerrados y confieso que, a nivel lectora, fue una de las mejores épocas de los últimos años. A aquella sensación solo se le parece la de la infancia, cuando una lee sin tener nada más en la cabeza. Ahora había cosas –una pandemia, nada menos–, pero el tiempo ocupado se liberó y los libros fueron los únicos capaces de romper las ventanas por las que solo cabía medio cuerpo.

Una de esas autoras fue Sharon Olds. Confieso que mi librería está más ocupa-da por poemarios en mi lengua que por poetas extranjeros, pero Sharon Olds es una de esas excepciones que confirma que las reglas carecen de sentido. Como Mary Oliver, otra suerte de escritora. En el prólogo de uno de mis libros, Joan Margarit concluía diciendo que debía leer a Olds. No sabía que ya contaba con ella entre mis lecturas. Pero fui más consisten-te y al acabar el confinamiento me hice con uno de sus primeros libros en una de esas librerías que siempre tienen lo que no buscas pero necesitas. Así, llegó a mis manos «Los muertos y los vivos», editado en 1983, por el que Olds ganó el National Book Critic’s Circle Award for Poetry, en una edición bilingüe estupenda de Bartleby Editores.

«Los muertos y los vivos» es una obra de arte. Es una batalla que empieza en la más cruel de las guerras y termina en una paz merecida. Olds habla de los asesina-dos en las guerras, del dolor de la relación tóxica con su padre, de cómo esta le marca para el resto de su vida, del perdón a su madre, de la llegada de los amantes crueles, de los amores genero-sos, de los hijos que son hijos para siempre.

No se lo pierdan. Ya deseen abrir una ventana o mirarse por dentro. Sharon Olds puede hacer ambas cosas.

La poeta de la guerra y la paz

Poesía

ELVIRA SASTRE Escritora y traductora literaria http://www.elvirasastre.net/

Buena parte de la historia se desarrolla en las calles de Dublín. FOTO:

PUBLICDOMAINPICTURES.NET

Novela

ANA PUNSET Frances y Bobbi son amigas de toda la vida, y también ex aman-tes. A sus veintiún años, la prime-ra se ha convertido en una poeta de visión comunista que realiza veladas literarias mientras la se-gunda, una idealista radical, la acompaña. Las dos estudiantes parecen tener clara su postura an-te la vida, ante la realidad política y social irlandesa. En una de esas veladas, conocen a una reconoci-da autora llamada Melissa que las adentra en un mundo de lujo y formalidades al que no están para nada acostumbradas. Casas de lujos, viajes a Francia, amigos in-fluyentes… Dentro de ese mundo está Nick, su marido, un intere-sante actor, un ser “luminosamen-te atractivo” que enseguida capta la atención de Frances, mientras Melissa capta la de Bobbi.

Con una prosa cuidada, llena de matices, Sally Rooney expone la realidad de estas dos mujeres y la implosión que supone para ellas

entrar a formar parte del entorno de Melissa y Nick, en una relación a cuatro que se complica cuanto más se profundiza en ella, siem-pre con ese trasfondo de un Du-blín que trata de superar la crisis económica, dejando atrás las con-venciones. Rooney recoge los re-cursos narrativos clásicos y los aleja de su motivación original, despojándolos de la esencia de su origen, como sucede por ejemplo con los diálogos. Haciendo refe-rencia al título de la obra, ‘Con-versaciones con amigos’, la novela se construye a base de diálogos que no están puntuados, porque fluyen y desarrollan por sí mismos la historia, que son sus personajes y las relaciones que se establecen entre ellos.

En esta novela, Rooney habla, como dice la adivinanza, de lo que parece oro y plátano es, la máxima que rige la manera de conectar de Frances, que elige re-fugiarse en su gran inteligencia para no explorar el resto de sí misma. Cuanto más se la conoce, más quedan en evidencia sus es-fuerzos por ocultar su verdad in-terior, una verdad que ni siquiera contempla ella misma, llegado el punto de que agota verla sufrir y no querer decirlo, incluso física-mente, cuando experimenta esas menstruaciones que le hacen per-der la conciencia. Hasta que al final no puede ignorar lo inevita-ble, verse como realmente es.

Oro parece, plátano esLa novela debut de la autora irlandesa será adaptada a la televisión por la BBC y Hulu

Título: Conversaciones entre amigos Autor: Sally Rooney Editorial: Literatura Random House Precio: 19,90 €

Lecturas

Los domingos Guillem Martínez Galaxia Gutemberg

Solo quedamos nosotros Jaime Rodríguez Z. Galaxia Gutemberg , 2021

sustancia psicotrópica aún no descubierta por la policía. Y es que en Solo quedamos nosotros (Galaxia Gutenberg) Jaime narra en primera persona su descenso a los infiernos del Covid y de la masculinidad de una manera tan tierna como tronchante. Así co-mo fue difícil contener las lágri-mas en una primera lectura en Vice de su odisea por la sala de urgencias de un hospital público, es directamente imposible no sol-tar ruidosas carcajadas leyendo Stand up (for your rights), texto que debería ser nominado, y ga-nar, al premio de mejor monólo-go/conferencia TED/guión Emmy de este año y seguramente de algún otro. Es un texto que viene con risas enlatadas inclui-das, una nueva tecnología que debe haber inventado Jorge Ca-rrión mientras lleva a cabo una de sus sesiones de Paddle Surf. Si todo esto les parece muy alucina-do prueben a leer Solo quedamos nosotros, sin acento, sobrios y después me cuentan cuál es la serie de la que Jaime escribe una delirante crítica.

Solo quedamos nosotros inau-gura de forma brillante una nueva serie llamada Interespecies, que se propone abordar las claves cul-turales, sociológicas, tecnológicas y científicas de nuestra época.

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06Encuentros* DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

“A mi padre siempre le han gusta-do las teorías de la conspiración. Sobre el 11-S se ha dicho y escrito de todo. De hecho, las conspira-ciones en general llevan veinte años en auge…En fin, lo que sí fue cierto es que rápidamente hu-bo una guerra”, se dice Juliette, la protagonista de 11 de septiembre de 2001, El día que cambió el mundo, un retrato generacional cuyas viñetas se encadenan con el vigor de una película de anima-ción Con la premisa del viaje a Nueva York en 2021 de una joven

que, en 2001, tenía 14 años, el periodista Baptiste Bouthier y la dibujante Héloïse Chochois no só-lo han gestado un cómic-docu-mental modélico sobre el 11-S sino que, además, articulan un discurso sobre la desrealización de las imágenes del poder y la es-fera pública acaecida a partir de esas fechas. A través de una na-rrativa clara, casi pedagógica, y de un trazo forjado en la herencia de David Mazzuchelli, Scott McCloud y Dupuy y Berberian, Bouthier y Chochois parecen in-

vocar la extraña desazón que cualquier millennial puede tener de un mundo que, en ocasiones y de manera trágica, parece haber adquirido los tintes de un cómic de serie-B de la Guerra Fría.

Al estupor causado por los aten-tados, concebidos dentro de una escalada de actos terroristas cu-yos orígenes habría que rastrear en toda una serie de intereses geopolíticos que se remontan al intento de Estados Unidos por crear un Vietnam para la Unión Soviética tras la invasión de Afga-

nistán en 1979, se suman las Black Ops, las operaciones encu-biertas de la CIA, los centros de detención y tortura opacos como Abu Ghraib o Cobalt y la flagrante omisión de la imagen de Osama Bin Laden tras su asesinato. Por entre los espacios intericónicos que separan las viñetas, la incer-tidumbre parece ir ganando terre-no a lo largo de este recorrido histórico, mientras el relato de Juliette repara, sobre todo, en los cambios que el 11-S ha provocado sobre las formas de la vida coti-diana, desde la vigilancia raciali-zada hasta el control biopolítico de los smartphones o la restric-ción en las libertades civiles. Es en dobles páginas como la 132, donde se explica el proceso de examen del equipaje de Juliette en el aeropuerto de Nueva York, donde comparece la mejor heren-cia de los despliegues de Chris Ware, justo antes de que, en el epílogo del libro, de igual modo que en películas como Waltz with Bashir, de Ari Folman, se apele a imágenes fotográficas para desve-lar que, probablemente, el cómic es uno de los mejores medios pa-ra explicar la complejidad del mundo en la era de las fake news, los Deep Fakes y las redes socia-les. IVAN PINTOR IRANZO

Cómic

Bienvenidos al desierto de lo real

Literatura

Libro sobre imágenes

En ocasiones, un libro sobre las imágenes puede ser también un libro de imágenes. Todavía ensom-brecidos por la estela de una pan-demia que ha velado, de manera masiva nuestros rostros detrás de mascarillas capaces de uniformi-zar la apariencia en la misma me-dida que los comportamientos de nuestros cuerpos han sido discipli-nados en el espacio público, las redes sociales parecen haberse convertido en el espacio privile-giado para la exhibición del rostro en su triple condición de aparien-cia facial, máscara social y cons-trucción desprovista de singulari-dades concebida para una audien-cia lo más amplia posible. A través de las páginas del extraordinario tratado antropológico sobre el ros-tro Faces, Hans Belting no sólo instruye una travesía por la histo-ria de la representación facial en

Occidente, sino que crea una ver-dadera historia de los modos de construcción del rostro, la másca-ra y la apariencia como modo de construcción político y cultural.

A partir de una aproximación plural, en el que La vía de las más-caras de Claude Lévi-Strauss coe-xiste con la reescritura de la histo-ria del arte de Georges Didi-Hu-berman, la reflexología, la psico-logía o las neurociencias, Belting examina el lugar del rostro, que como señalaba Lévinas, siempre es algo para el otro, desde un mundo en el que el otro, la alteri-dad, ha sido extirpada. ¿Cómo pensar el rostro en un momento en el que la gran parte de la po-blación aplica filtros sobre sus fo-tos de Instagram y los estudios de biometría demuestran que en las videoconferencias observamos más nuestro propio rostro que el

de nuestros amigos, colegas o amantes? La experiencia última de la muerte, en la que la suma de máscaras y experiencias deja al descubierto el punto final de to-dos los gestos, constituye el inicio de un viaje a través de máscaras mortuorias, bustos y figuras voti-vas que se remontan, al menos a la estatuilla de Ain Ghazal del 7000 aC que se conserva en el Musée del Louvre y, pasa por los retratos de Al Fayum, las investi-gaciones sobre el gesto de Darwin y Duchenne de Boulogne, la sig-naléctica policial de Bertillon o Galton, el cine de Bergman o las infinitas posibilidades de la foto-grafía digital.

Si Émile Durkheim se refirió al ser humano de la Edad Moderna como “homo dúplex”, un indivi-duo en el que máscara y persona se combinan en una alianza que

posibilita “el sí mismo como rol”, el principio de indescriptibilidad literaria del rostro humano —¡prueben a describir un rostro sin mostrar ninguna imagen!— apun-ta en la actualidad hacia otros lu-gares. El reconocimiento facial se ensambla sin solución de continui-dad en nuestros smartphones y en sistemas policiales como el Dra-gonfly Eye chino, en los selfies que cedemos gustosos a cualquier em-presa y en la biometría de Tik Tok, en un tránsito desde el homo dú-plex a lo que escritor y ensayista Eloy Fernández Porta denominara el “homo sampler”. “La facialidad se ha convertido en el branding de máscaras que ocupan el lugar de rostros”, señala Belting, mientras nuestros ojos recorren, sin dete-nerse, miles de rostros en el scroll infinito de nuestras apps. IVAN PIN-TOR IRANZO

Homo sampler

Título: Faces. Una historia del rostro. Traducción: Jesús Espino Nuño Autor: Hans Belting Editorial: Akal, 144 páginas, 23,75€

Título: 11 de septiembre de 2001. El día que cambió el mundo Autores: Baptiste Bouthier, Héloïse Chochois Editorial: Norma Editorial, 144 páginas, 23€.

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07Encuentros*DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

ALOMA RODRÍGUEZ

La parcela es el debut en la nove-la de Alejandro Simón Partal (Es-tepona, 1983), que llega en Caba-llo de Troya, bajo la dirección del cineasta Jonás Trueba. La parcela hace referencia a un lugar tam-bién no físico, un espacio en el que residen los secretos, no nece-sariamente malos, ha explicado

Simón Partal en alguna entrevista citando a John Updike, quien de-cía que las buenas novelas tenían secretos. La parcela es una histo-ria de amor entre dos hombres, un refugiado sirio y un profesor universitario. Se encuentran en una parada de autobús de un cen-tro comercial en Boulogne-sur-mer, muy cerca de Calais, donde se estableció un campo de refu-

giados en 2015, allí los migrantes esperaban poder cruzar a Reino Unido. Son dos seres un poco abatidos, cada uno por sus cir-cunstancias, su historia es la de una salvación también. A partir de ahí, sobre eso y con eso, Simón Partal reflexiona sobre el amor (“Vivir a partir de la presencia de alguien es una de las formas más salvajes del amor”) y el deseo. Pe-

ro los libros buenos, además de secretos, están hechos de muchas capas, y La parcela lo es. Lo es en ejecución: Simón Partal combina el sentido poético, el gusto por la metáfora, con una prosa más afi-lada según le convenga para crear así una novela que juega con el ritmo y los tonos. Huye de la com-placencia y del paternalismo, y se atreve a entrar en terrenos resba-ladizos o ambiguos.

Sabe cómo hacer que aparezca el humor, sin hacer ruido, casi co-mo sin querer, casi siempre con todo lo que tiene que ver con la universidad; sabe saltar hacia atrás en el tiempo y hablar de su adolescencia. Esos recuerdos des-piertan a partir de la enfermedad del padre, que no aparece, porque como en las mejores historias de miedo, lo más importante no se ve. De ese volver atrás tira tam-bién para hacer un retrato, o al menos apuntar dos o tres cosas importantes, sobre el sur de Espa-ña en los noventa, que tiene que ver con la idea de poseer y del status, ligado a lo económico.

En cierto modo, La parcela es un libro que ilumina las hipocre-sías: la de quienes protestan con-tra el campo, la de los profesores que se atribuyen investigaciones de sus alumnos, la de las institu-ciones, la de escritores que quie-ren contar lo que sucede en un lugar sin apenas pisarlo, la de los editores de revistas que siempre se guían por un interés otro que

no revelan, la de los pasajeros de un crucero dispuestos a rescatar a quienes viajan en patera hasta que las chicas empiezan a pasar demasiado tiempo con ellos, la que todos cargamos a veces sin darnos cuenta. El protagonista de La parcela hace un camino hacia la humildad y el agradecimiento que se plasma sobre todo en sus clases, para las que siempre tiene a mano una cita de Montaigne o de Marc Augé o un poema. Entre tanto hay sacudidas, literarias y

metafóricas, hay humor, amor, sexo, deseo, y una rave organiza-da por los refugiados. Es compli-cado decir de qué habla La par-cela porque habla de nosotros, del ser humano, con sus aristas y sus zonas luminosas. Entre las muchas virtudes de este libro, es-tá la de huir del cliché para aden-trarse en otros terrenos mucho más interesantes y reveladores, y hacerlo no solo desde el qué sino desde el cómo. Como ha explica-do Simón Partal, su libro “aspira a una luz apaciguadora, lejos del fogonazo”.

La parcela es una historia de amor entre dos hombres, y tiene otras muchas capas: habla del ser humano, con sus aristas y sus zonas luminosasLa primera novela del poeta Alejandro Simón Partal cuenta una

historia de amor entre un refugiado sirio y un profesor universitario abatido por la enfermedad de su padre

Amor, deseo y salvación en Calais o dos hombre se aman

Alejandro Simón Partal (Estepona, 1983).

La Parcela Alejandro Simón Partal Editorial Caballo de troya

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08Encuentros* DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

HOLOGRAMAS: NOSTALGIA DEL FUTUROALAN SALVADÓ El concierto virtual que el grupo Abba dará en Londres en 2022 en motivo de su reencuentro es el pretexto para reflexionar sobre los hologramas, sus usos y sus significados.

Si alguien se pasea por la web de Industrial Li ght & Magic, empresa especializada en efectos especia-les creada por George Lucas en 1975, encontrará entre los proyec-tos en proceso de producción (como The Mandalorian o Jurassic Park: Dominion) Abba: The Voyage. Cuando hace unas semanas se activaba toda la pirotecnia mercantil para promo-cionar el lanzamiento de un nuevo disco del popular grupo sueco, 40 años después de su disolución, también se anunciaba un concierto virtual en Londres interpretado por sus «Abbatares» (juego de palabras de los propios creado-res), hologramas rejuvenecidos de los 4 integrantes del grupo. No es azaroso que sea la misma Indus-trial Light & Magic la encargada de crear los hologramas que escenifi-carán el reencuentro del grupo sueco cuando fue el propio Lucas en Star Wars quien popularizó el motivo del holograma en la ficción cinematográfica mediante la imagen de la princesa Leia, proyectada por el robot R2D2, pidiendo ayuda al viejo Obi-Wan Kenobi. Aquella comunicación holográfica, que reescribía formalmente toda la tradición clásica de los cuentos y mitos del rapto de princesas a manos de un malvado, se convirtió en una de las iconografías más célebres de la saga galáctica. De hecho, tanto en las precuelas como en las secuelas (y otras derivadas) del film funda-cional, los hologramas han reaparecido en múltiples variantes y matices, poniendo en evidencia que una de las formas de represen-tar el futuro dentro del género de la ciencia-ficción es el holograma, la presencia virtual de un cuerpo en la ausencia o bien en la distancia real. Quizás ha sido en el relato distópico de Blade Runner 2049 de Denis Villeneuve donde la reflexión tanto existencial como visual alrededor del holograma se ha

hecho con mayor profundidad, con la inolvidable escena de sexo en la que el holograma de Joi (un asistente de inteligencia artificial) se sobrepone al cuerpo real de una prostituta para consumar el amor entre la primera y el caza replican-tes protagonista. La yuxtaposición entre el cuerpo virtual y el cuerpo real llevada a cabo por Villeneuve escenifica la técnica del morphing tan habitual en la creación de los efectos especiales contemporá-neos, donde se capturan mediante infinidad de cámeras los movi-mientos y gestos de los actores reales para posteriormente generar una imagen digital que se sobre-pone al cuerpo real.

De hecho, y volviendo al proyec-to Abba: the voyage, los 4 integran-tes del grupo sueco, como si de un film de ciencia-ficción se tratara, han sido filmados desde múltiples ángulos para posteriormente crear sus avatares rejuvenecidos que son los que estarán encima del escenario; el registro de cuerpos y rostros envejecidos para la proyección de cuerpos y rostros de hace 40 años. La operativa holográfica en el mundo de la

música pop no es novedosa porque tanto con Michael Jackson como con Whitney Houston, ya se han llevado a cabo conciertos con sus hologramas en el centro de atención. La diferencia es que en estos dos casos ambos ya estaban muertos y el holograma era la única vía para materializar el deseo (imposible) de los fans. Por otro lado, existe la variante de grupos de música como Gorillaz o la estrella pop Hatsune Miku que existen (para el público) solo como entidades holográficas. Tanto en un caso como en otro, se explora la vertiente fantasmática del hologra-ma de crear una imagen tridimen-sional de alguien que está muerto o bien que no existe propiamente. Sin embargo, el caso de Abba: the voyage es paradigmático de la nostalgia contemporánea, en esta voluntad de vivir y relacionarse con un tiempo embalsamado, a través de replicar cuerpos desmaterializa-dos que pueden ponerse en escena en cualquier tiempo y lugar. La imagen de los 4 cantantes enfundados en los trajes (ciberné-ticos) para la captura fotográfica de sus gestos y movimientos, recuer-da sin duda a la fascinante The Congress de Ari Folman, donde la actriz protagonista firmaba un contrato con una productora para ceder su imagen para la eternidad, pudiendo ser insertada en cual-quier película futura.

La factoría de George Lucas, no solo especializada en los efectos especiales sino también en la nostalgia (con historias y merchan-dising que nos remiten continua-mente a nuestra niñez), también ha introducido los hologramas en determinadas atracciones de los parques temáticos Disney. La ilusión óptica y el placer de ser «engañados» visualmente es otra de las vías de representación en la que podemos enmarcar los hologramas, convertidos también en una fuente de entretenimiento. El proyecto Abba: the voyage se presenta, pues, como una derivada más de esta transformación de la realidad, convertida en parque temático. La experiencia de un concierto (del pasado) convertida en un auténtico simulacro (del presente).

Ensayo gráfico

El caso de Abba: the voyage es paradigmático de la nostalgia contemporánea, en la voluntad de vivir un tiempo embalsamado

La Industrial Light & Magic de George Lucas serà la encargada de crear los hologramas que escenificarán el reencuentro del grupo sueco

La operativa holográfica en la música pop no es novedosa, con Michael Jackson o Whitney Houston se han llevado a cabo conciertos con sus hologramas

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09Encuentros*DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

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10 Encuentros* DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

Arte

DÉBORAH CAMAÑES

A principios del mes de septiem-bre, el cantante canadiense Drake revolucionaba internet publican-do en Instagram la portada de su nuevo álbum de estudio titulado “Certified Lover Boy”; un espera-do disco que llevaba ya más de nueve meses de retraso. El can-tante anunció en las redes que el disco saldría el tres de septiembre subiendo una imagen de la porta-da: un fondo blanco con emojis de embarazadas de diferentes et-nias y colores, y etiquetando al artista británico Damien Hirst co-mo autor de la misma.

A las elaboradas teorías por parte de los fans de Drake, como las que relacionaban los nueve meses de retraso con los nueve meses de una gestación, o los que creían que era un guiño al día del lanzamiento (se lanzó en “Labor Day”, una suerte de Día del traba-jo en Estados Unidos, haciendo alusión a que en inglés “labor” también significa parto), se unie-ron también las teorías lanzadas por los seguidores del trabajo de Hirst. A pesar de las airadas críti-cas que despertó en un principio la portada, muchos vieron en esta pieza una vinculación con dos de sus obras más conocidas; por un lado, la imponente escultura de la “Virgen madre” (2005), una mu-jer embarazada de diez metros de altura a camino entre el arte pú-blico y el estudio anatómico, y “Painting spots” (2012), su famo-

sa serie de topos de colores sobre fondo blanco.

Blur y Red Hot Chilli Peppers Para Hirst esta no es su primera intervención en el mundo de las portadas de álbumes ni en el de la música en general, ya que ha diseñado varias cubiertas para el grupo británico The Hours y tam-bién para la banda californiana Red Hot Chili Peppers, como la de “I’m with you” editado en 2011. El polémico artista británico tam-bién dirigió “Country House”, el videoclip de uno de los grandes éxitos de la banda de Britpop “Blur”. El grupo liderado por Da-mon Albarn también ha colabora-do con artistas como Banksy para su álbum “Think Tank” (2003) o con el ilustrador Julian Opie para su “Greatest Hits” (2000)

Tanto Blur como Red Hot Chili Peppers han demostrado en va-rias ocasiones su sensibilidad ar-tística colaborando con otros ar-tistas como Julian Schnabel o Banksy. Stella, la hija de Schna-bel, era pareja allá por el 2002 del guitarrista John Frusciante, integrante de Red Hot Chili Peppers. Los de california envia-ron al artista unas mezclas preli-minares con ocho canciones de lo que iba a ser su disco “By the Way” (2002), y a partir de ahí Schnabel utilizó para el diseño de portada una de sus expresivas pinturas con la que dejó encanta-da a la banda.

Sonic Youth Otro grupo que triunfó en los no-venta, fueron los neoyorquinos Sonic Youth, que durante décadas representaron los más altos están-dares del cool con su música, su estilo, sus videoclips dirigidos por Spike Jonze, Mark Romakek, Todd Haynes o Harmonie Korine, y también por sus portadas donde colaboraron artistas como Richard Price, Gerard Richter y Raymond Petibon o Mike Kelley.

Kim Gordon, bajista de los So-nic Youth, estudió en una escuela de arte en Los Ángeles, donde co-noció a Mike Kelley y Cindy Sher-man. Más adelante trabajaría co-mo asistente para el galerista La-rry Gagosian, donde a pesar de las precarias condiciones de tra-bajo, conocería a otros artistas que formarán parte de la impron-ta visual que dejaría Sonic Youth.

Para la portada de “Daydream Nation” (1988) utilizarían el cua-dro titulado “Kerze” (Vela) que Gerard Richter pintó en 1983. Es-te álbum no es no solo uno de los mejores de la banda, sino es que es considerado como uno de los discos más influyentes de la histo-ria del rock.

En su disco “Goo” (1990) la portada contiene la historia de una novela condensada en pocas palabras dentro de un dibujo os-curo e innegablemente genial de Raymond Pettibon. Para “Dirty” (1992) contaron con los retratos que Mike Kelley hizo a unos co-chambrosos muñecos de trapo.

Las portadas de discos más icónicas hechas por artistas como Damien Hirst, Jeff Koons o Andy Warhol

Arte en las portadas

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Kelley además, produciría algu-nos vídeos para la banda e incluso compartiría escenario con ellos en más de una ocasión.

Durante 20 años, el grupo estu-vo colaborando estrechamente con artistas, tocando en clubes de art-punk, museos y galerías, creando una fusión sin preceden-tes entre rock y arte. Kim Gordon, que también escribió en revistas de arte, es hoy en día una renom-brada artista visual representada por 303 Gallery, una de las gale-rías más importantes del mundo artístico. La banda supo acercar el arte contemporáneo a jóvenes que de otra manera no habrían tenido contacto con es mundo, además de promocionar a muchos artistas que más tarde se conver-tirían en auténticas estrellas.

The Velvet Underground Sonic Youth recogían en cierta manera el espíritu underground y arty de los también neoyorquinos The Velvet Underground. Quizás una de las portadas más icónicas de la historia del rock es precisa-mente la que Andy Warhol hizo para la banda liderada por Lou Reed. Warhol había diseñado en su época como ilustrador portadas para discos de jazz, pero la más emblemática es sin duda el pláta-no maduro que aparece en la por-tada de The Velvet Underground & Nico (1967). La fruta fálica alu-día a los temas sensuales del ál-bum y a las representaciones de-senfrenadas de la lujuria y los placeres de la carne. Las primeras ediciones incluían incluso pegati-nas que se podían despegar y que permitían a los compradores des-vestir el plátano impreso, anima-dos por la excitante sugerencia textual de «Pelar lentamente y ver». Algo similar hizo también con la portada de “Sticky Fingers” (1971) de los Rolling Stones, que incluía una cremallera incorpora-da a la imagen de unos vaqueros muy ajustados en la entrepierna. Para la portada que diseñó para Aretha Franklyn (“Aretha” 1986) se contuvo un poco más y utilizó uno de sus coloridos retratos pop con la reina del Soul mirando fija-mente al espectador con un look muy ochentero.

David Bowie Keith Haring es otro de los artis-tas de los ochenta que participó en el diseño de varias portadas, entre ellas el sencillo de David Bowie “Let’s dance” (1983); dos figuras fundiéndose en un abrazo con su indiscutible estilo, compo-niendo una imagen a tono con el mensaje de amor y conexión que transmitía la canción. Haring era un gran aficionado a la música, y la disfrutaba tanto en las fiestas y sesiones de sus amigos djs, como en su estudio. Sus vibrantes dibu-jos, omnipresentes en el Nueva York de los 80, podían verse tam-bién en la mítica discoteca neo-yorquina Paradise Garage. A su vez, David Bowie, ávido compra-dor de arte, poseía alguna de las obras de Haring en su colección personal.

Lady Gaga Otro de los grandes artistas que han trasladado su obra a las por-tadas de discos es Jeff Koons, que trabajó para Lady Gaga diseñan-do la cubierta de su álbum ARTPOP (2013). Para ello, creó una escultura de la cantante des-nuda, con una gigantesca esfera azul brillante (“Gazing Ball”) en-tre las piernas y fragmentos de obras de arte famosas, como El nacimiento de Venus. Lady Gaga se había declarado en más de una ocasión admiradora del cotizado artista pop conocido por sus

obras monumentales de vibrantes colores y sus provocativas escul-turas de estilo kitsch. Para ARTPOP, Koons combina dos de sus piezas más conocidas: por un lado «Woman in Tub» (1988) y por otro su serie de “Gazing Balls”, que también aparecerán cuando Gaga interpretó “Applau-se” en los VMA de 2013. La escul-tura a tamaño real pudo verse en diferentes exposiciones en mu-seos internacionales, como en la retrospectiva que el Guggenheim Bilbao le dedicó al artista en 2015.

Art Basel - Basel (Suiza) Del 24 al 26 de septiembre Este fin de semana vuelve una de las citas clave en el calenda-rio de ferias de arte contempo-ráneo que parecen despegar tras el parón de casi dos años. La feria suiza, que tiene tam-bién sede en Miami y Hong Kong, es uno de los grandes eventos que está definiendo los protocolos en la era post-Covid, haciendo malabares entre respetar las normas y sortear contagios y a la vez, evitar la pérdida de galeristas y asistentes. A pesar de la caída de contagios de forma general en toda Europa, los visitantes de Art Basel han experimenta-do cambios de criterio para la asistencia, haciendo temer a los organizadores una pérdida masiva en la participación de la feria. Primero Estados Unidos emitió una advertencia de «no viajar» a Suiza y las autoridades del país establecieron algunos requisitos estrictos para la entrada a eventos de gran envergadura que fueron comunicados a los exhibidores en el último momento, como que además de la prueba de vacunación, los asistentes están obligados a recoger el certificado Covid-19 suizo en papel antes del ingreso a la feria. Pero el punto crítico fue cuando se comunicó que los asistentes extracomunitarios vacunados con Astrazeneca no tendrían acceso al evento al ser una vacuna no reconocida por las autoridades. Art Basel rectificó a principios de esta semana y, aunque ya pueden obtener su certificado, todos temen que tantas medidas y cambios perjudique seriamente a la feria. La colección Morozov - Fundación Louis Vuitton (París, Francia) Del 22 de septiembre de 2021 al 22 de febrero de 2022. La Fundación Louis Vuitton de París reabre sus puertas tras la crisis sanitaria repescando la potente programación que tenían prevista para el 2020/2021. Truncada la inaugu-ración en abril por la quinta ola que azotó Europa, esta semana celebra su apertura con “Iconos del arte moderno: La colección Morozov”, una de las coleccio-nes de arte impresionista y moderno más importantes del mundo. Será la primera vez que la colección de los hermanos

Mikhaïl e Ivan Morozov, céle-bres coleccionistas de princi-pios del siglo XX, viaje fuera de Rusia. La exposición reunirá una selección de obras de renombrados artistas franceses como Manet, Rodin, Monet, Pissarro, Toulouse-Lautrec, Renoir, Sisley, Cézanne, Gau-gin, Van Gogh, Bonnard, Matisse, Vlaminck, Derain y junto a maestros rusos como Repin, Vrubel, Korovin, Serov, Goncharova o Malevich entre otros. Además, también por primera vez fuera del Ermitage, se podrá ver un montaje expositivo muy especial; la Sala de Música de la mansión de los Morozov. Una instalación de siete paneles que encargó Ivan Morozov a Maurice Denis y que cuenta con cuatro esculturas de Aristide Maillol. La exposi-ción se abre además con dos conciertos excepcionales a cargo de la Orquesta del Teatro Mariinsky. David Zwirner - Making a great exhibition

¿Cómo explicarle cómo se crea una obra de arte a un niño?, o ¿a qué se dedica un comisario?, o ¿cómo explicarle cómo se organiza una exposi-ción?, o simplemente, ¿qué es una exposición? El todopode-roso galerista neoyorquino David Zwirner y su homónima editorial fundada en 2014, dedicada a la publicación de catálogos y ensayos de arte contemporáneo, ha lanzado este mes un libro para niños de 3 a 7 años que pretende explicar estas cuestiones de forma simple y divertida. A través de las coloridas ilustra-ciones de Rose Blake, artista conocida por libros infantiles sobre arte, nos muestra las diferentes profesiones que hacen posible una exposición: desde el artista en su estudio, el comisario diseñando el montaje, hasta los diseñadores de iluminación o de espacio expositivo. Conceptos comple-jos de un mundo que pocas veces tiene en cuenta a los más pequeños y que Zwirner cree que merece la pena explicar.

Miradas Internacionales dirige la vista a las manifestaciones culturales fuera de nuestras fronteras, desde exposiciones, artes escénicas, publicaciones o ferias

Miradas POR DEBORAH CAMAÑES

Miradas Internacionales

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12 Encuentros* DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

VIOLETA KOVACSICS

Hacia el final de la nueva versión de “Dune”, el protagonista afir-ma con contundencia: “esto es solo el comienzo”. Y así es, o así debía ser. La adaptación que el cineasta Denis Velleneuve ha he-cho del clásico de ciencia ficción de Frank Herbert nacía con una clara vocación serial. Así, el “Du-ne” que ahora llena las salas de cine de paisajes arenosos y cons-piraciones de aristócratas futuris-tas apenas es la primera parte, cuyo final invita a una segunda parte. La continuación, sin em-bargo, tendrá que esperar: la ba-talla entre Villeneuve y Warner, a raíz de la decisión de gran pro-ductora americana de estrenar la película tanto en cines como en HBO Max. Purista de las salas de cine, como Christopher Nolan, otro director entre el mainstream de altos vuelos y la mirada auto-ral, a Villeneuve no le sentó bien que su película, una exaltación visual, se pudiera ver directa-mente en formato doméstico. Y así, aquel “esto es solo el comien-

zo” ha quedado extrañamente en entredicho.

Pero el pulso serial de “Dune” no es exclusivo de su final abierto, sino que se desparrama por toda la película: las secuencias se van entrelazando, avanzan bajo el principio del gancho serial, se dan pie las unas a las otras, sobre todo aquellas que tienen que ver con las intrigas palaciegas. En el fon-do, la historia de Paul y su fami-lia, los Atreides; la conspiración del barón Harkonnen; y las creen-cias en el mesías de los Fremen ya estaban pensadas originariamente como una saga. No es extraño, en este sentido, que la nueva “Dune” con sus “casas” de familias nobles y sus oscuras intrigas, recuerde a “Juego de tronos”: seguramente, el universo de George R. R. Mar-tin le debe mucho al de Herbert. A la vez, el “Dune” de Villeneuve le debe mucho a la narrativa se-rial de sagas televisivas como “Juego de tronos”. Se cierra así un círculo.

Villeneuve, de hecho, parece empeñado en adecuar las estéti-cas y narrativas del pasado a los

Pantallas

la serie que quiso serDenis Villeneuve adapta la novela de Frank Herbert con la intención de dotarla de un pulso serial

“Dune” de Jodorowsky.

“Dune” de Lynch.

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13Encuentros*DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

Se puede ver

Director: Pedro Almodóvar Plataforma: Disponible en Netflix

Los abrazos rotos

POR VIOLETA KOVACSICS El estreno de “Madres paralelas”, la nue-va película de Pedro Almodóvar, nos invita a revisar la filmografía del del di-rector más singular del cine español. Así, vale la pena rescatar “Los abrazos rotos”, en la que se servía de la historia de un cineasta ciego para hablar tanto de las pasiones como de la materia mis-ma del cine. Planteada en dos tiempos –la actualidad y el principio de los años noventa–, “Los abrazos rotos” alcanza sus mejores momentos cuando se aden-tra en los dominios del noir. Eso sí, Al-modóvar huye del canon clásico para mezclar el género con el metalenguaje. Así, una secuencia de espionaje desem-boca en la mejor escena del filme: en una mansión, Lena (Penélope Cruz) se despide de su posesiva pareja poniendo voz a las imágenes sin sonido que el hi-jo de este ha grabado. Almodóvar crea una escena de gran belleza, montando seguidos los planos de ella en la panta-lla, girándose y marchándose tras la despedida, y en la habitación, reprodu-ciendo el mismo gesto. Mientras, una dobladora va leyendo los labios de Lena en la pantalla. Almodóvar, artista de la imagen, realiza, también, uno de sus mejores trabajos sobre el sonido.

Estreno cine

Cry Macho De Clint Eastwood

POR VIOLETA KOVACSICS Al comienzo de “Cry Macho”, la última película de Clint Eastwood, Mike Milo viaja en coche por el entorno tejano, lle-ga a la oficina de un rancho donde le echan, y de vuelta a su casa contempla-mos una serie de recortes periodísticos que nos lo presentan como lo que fue, una leyenda del rodeo. En apenas un momento, Eastwood ha presentado tan-to al personaje como el tono de una pe-lícula en la que la vejez ocupa un lugar central. He aquí el don de un cineasta clásico: capaz de narrar sin grandes as-pavientos, de ser claro y preciso.

“No puedo curar la vejez”, dice Milo al joven mexicano al que está acompañan-do hasta la frontera con los Estados Uni-dos cuando le preguntan si puede sanar al perro del sheriff local. Eastwood ha hecho una película sobre el paso del tiempo, sobre un cowboy que puede ha-ber perdido sus aptitudes, pero que en realidad conserva sus dones. Ya se sabe que quien tuvo, retuvo; y eso sirve tanto para Milo como para el propio East-wood. El director californiano venía de ahondar en algo muy propio de nues-tros tiempos: las películas basadas en hechos reales (El francotirador, Sully, 15:17 Tren a París, Richard Jewell, to-das ellas en torno a la figura poliédrica del héroe). En “Cry Macho” vuelve a los dominios de “La mula” y, especialmente, de “Gran Torino”. No solo se expone co-mo hombre maduro, mayor, arrugado y obstinado; sino que lo hace en contra-posición al otro: en “Gran Torino”, el vecino asiático; en “Cry Macho”, el chico mexicano.

Aunque su última película se revela a partir del viaje, de la road movie e in-cluso del espíritu del western, la acción es mínima. Su espíritu es esencialmente humanista e introspectivo, quizá, por-que Eastwood se sabe en un momento muy similar al de su protagonista. Aun-que se retrata a si mismo a partir de la vejez, resulta bonito observar como el otrora seductor y hombre duro todavía se presenta como tal. De hecho, la pelí-cula trata precisamente sobre algo que ha planeado sobre los personajes de Eastwood, la dureza del “macho” y la sensibilidad del llanto. Quizá por esto, las mejores escenas no son las de las pe-leas (protagonizadas en verdad por un gallo), sino las conversaciones bajo la luz tenue de una vela, en la que los per-sonajes se abren en canal.

nuevos tiempos. Hizo lo propio con “Blade Runner 2049”, en la que el impasible Ryan Gosling mi-raba a los ojos de un Harrison Ford que se aparecía como el fan-tasma del pasado cinematográfi-co. En “Dune”, se aparecen los recuerdos de la versión ochentera que dirigió un por entonces joven David Lynch. “Dune”, de hecho, ha pertenecido siempre al domi-nio de un cine radical: Lynch tras-ladó el planeta arenoso a su habi-tual territorio de lo extraño; y Alejandro Jodorowsky intentó sin éxito adaptar la novela de Her-bert, con la idea de emular cine-matográficamente los efectos del LSD. Para Lynch, aquella película supuso una disputa con el produc-tor, el tycoon europeo De Lauren-tis. Para Jodorowsky, “Dune” que-dó en el cajón de los proyectos fallidos y malditos, dando pie a un maravilloso documental, “Jo-dorowsky’s Dune”. Ante este pa-norama de cineastas de universos excéntricos, la película de Ville-neuve es de una limpieza rotun-da: con un dominio absoluto de los efectos digitales, el universo

que retrata, tanto cuando se ins-tala en los interiores palaciegos como cuando lo hace en el vasto desierto. Es más, ya en “Sicario” había probado sus capacidades para desplegar la fascinación a partir de espacios abiertos y ári-dos; y en “La llegada” supo crear un universo propio.

Las capacidades estéticas de Vi-lleneuve resultan conmovedoras, especialmente, y de ahí su persis-tencia en creer en el lienzo enor-me de la gran pantalla cinemato-gráfica. En “Dune”, no solo trasla-da a la contemporaneidad la esté-tica del planeta Arrakis. Si en el

“Dune” de Lynch los personajes dominantes eran hombres blan-cos, Villeneuve insiste en acentuar la diversidad. Los Fremen todavía se presentan con ojos azulos, pero con facciones racializadas; y aun-que el padre de Paul Atreides si-gue jugando un rol importante y ciertamente buenista, la madre del héroe que crece para descu-brir si acaso es el mesías del que tanto hablan cobra un peso espe-cial. Encarnada por Rebecca Fer-guson, su papel es quizá de los más ambiguos en una película que tiende a la simplicidad en el retrato de sus personajes. Su ca-pacidad para el matiz, para la su-tileza, para decir cuando calla,

contrasta con la figura de Thimo-tée Chalamet, joven estrella del cine independiente. Este es su pri-mer papel principal en una blockbuster. Aquí ya no está en el universo neurótico de Woody Allen, ni en el romanticismo vera-niego de Luca Guadagnino; ni en los mundos femeninos de Greta Gerwig. Aquí su misión es la de aguantar el peso de un viaje me-siánico bajo el lienzo de los efec-tos especiales. Acostumbrado a encarnar una juventud sofistica-da, no sabe trasladar ese don a un espacio tan peculiar como el del planeta Arrakis, acostumbrado quizá a los paisajes de Lombardía o de Nueva York. Para ser justos, sin embargo, cabe decir que tam-poco Kyle MacLachlan, actor feti-che de Lynch, logró transmitir el viaje de un joven que comienza como un torpe aprendiz y termina como la gran promesa de Arrakis, un final por el que habrá que es-perar a una incierta segunda par-te.

La adaptación de Denis Velleneuve nació con una clara vocación serial

Villeneuve insiste en acentuar la diversidad

“Dune” de Villeneuve.

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14 Encuentros* DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

JORDI PALMER El pasado 2 de septiembre moría en Atenas Mikis Theodorakis a la edad de 96 años a causa de infar-to agudo de miocardio. Composi-tor de reconocida fama mundial, fue un verdadero símbolo nacio-nal griego por su importancia no solo musical, sino también ideoló-gica y política que le llevó a vivir la cárcel y el exilio e incluso ser ministro del gobierno griego.

Nacido en 1925 en la isla de Quíos, en el seno de una familia amante del folclore griego y fer-vientemente ortodoxa, bien pron-to descubrió su precoz talento por la música, empezando a compo-ner sin apenas haber recibido cla-se de música ni tocar ningún ins-trumento. Tanto es así que con 17 años y en plena Segunda Guerra Mundial dio su primer concierto. Tras la contienda bélica marchó a estudiar a París donde tuvo como profesores a reputados músicos como Olivier Messiaen y Eugène Bigot.

Tras obtener en 1957 el primer premio del Festival de música de Moscú por su ‘Suite n 1 para pia-no y orquesta’, en los años sesenta regresó a Grecia, algo que fue de-finitorio de su trayectoria porque significó un retorno a los orígenes que a partir de entonces marcaría su producción. En su obra musical se incluyen más de treinta bandas

sonoras de películas, con ‘Zorba, el griego’ como la más conocida, pero también tuvo su papel desta-cado como compositor de sinfo-nías, óperas, ballets, conciertos y música de cámara, además de musicar a muchos poetas griegos, algo que fue primordial para lle-var al gran público la poesía de la Grecia moderna, entre ellos los premios Nobel Yorgos Seferis y Odysseas Elytis, que se populari-zaron entre la población griega gracias a Theodorakis.

La música de la película ‘Zorba el griego’ le catapultó a la fama mundial a la vez que sirvió de vehículo transmisor de la música tradicional griega. Con todo, el conocido ‘sirtaki’ bailado por el protagonista del film, Anthony Quinn, junto a Alan Bates, fue una creación ex-profeso para la filmación con coreografía de Giorgos Provias. Gracias a Theo-dorakis el ‘sirtaki’ es hoy en día uno de los estereotipos culturales griegos y se basa en danzas ante-riores pero es, en realidad, un in-vención de 1964.

Más allá de la música En todo caso, su biografía va mu-cho más allá de la música. Con una personalidad arrolladora, Theodorakis fue un hombre com-prometido con sus ideas políticas que le llevaron a unirse a la resis-tencia contra italianos y alema-

nes en la Segunda Guerra Mun-dial. En su biografía se cuenta una detención en 1943 por ayu-dar a familias de griegos judíos, algo que contrastó con sus duras críticas posteriores al estado de Israel.

Vinculado al comunismo, en 1963 fundó las Juventudes Lam-brakis y entró por primera vez en el parlamento griego como dipu-

tado por la alianza de socialistas y comunistas Unión Democrática de la Izquierda (EDA). Posterior-mente pasó por prisión por opo-nerse a la dictadura ultra-dere-chista de los coroneles (1967-1974), que lo mantuvo encarcela-do y desterrado durante tres años. Basta con saber que la misma dic-tadura llegó a prohibir su música para entender la importancia po-lítica de Theodorakis, algo que le llevó a componer de forma clan-destina y conseguir que algunos de sus temas fueran interpretados por griegos en el extranjero como Melina Mercouri y María Faran-douri mientras un movimiento de

Escenarios

Gracias a Theodorakis el ‘sirtaki’ es hoy en día uno de los estereotipos culturales griegos pero es, en realidad, un invención de 1964

Mikis Theodorakis mucho más que un compositor

A principios de septiembre murió en Atenas el más reconocido compositor griego del siglo XX, un hombre comprometido con su tiempo y con su país, que destacó también como activista y político

Theodorakis consiguió interrelacionar su trayectoria musical y política FOTO: IPPA STAFF

Anthony Quinn y Alan Bates bailando el ‘sirtaki’ en ‘Zorba,

el griego’.

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15Encuentros*DIARI DE TARRAGONA SÁBADO, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021

intelectuales, entre los cuales Ar-thur Miller, Laurence Olivier, Yves Montand, Dmitri Shostakóvich, Leonard Bernstein y Harry Bela-fonte exigía su libertad.

En 1970, el compositor fue libe-rado y Theodorakis cogió el cami-no del exilio, con París como lugar de residencia. Desde allí trabajó contra la dictadura y tras la caída del régimen de los coroneles vol-vió a Grecia, donde volvió a ser elegido diputado en los periodos 1981-1986 y 1989-1993 además de ser nombrado Ministro sin car-tera en el gobierno de coalición entre centro derecha y comunis-tas de Constantinos Mitsotakis. En 1983 recibió el Premio Lenin de la Paz.

Más recientemente se significó en su rechazo a la política exterior de Estados Unidos y entre sus ac-ciones más destacadas se encuen-tra un concierto benéfico en pro-testa por los bombardeos de la OTAN contra Serbia en 1999, en el marco de las guerras de des-membración de Yugoslavia.

Sus últimos pasos en política fueron a principios de la pasada década, cuando en plena crisis que derivó en el rescate financie-ro del país por parte de la Unión Europea y el Fondo Monetario In-ternacional fundó Spitha, un mo-vimiento políticamente transver-sal que intentaba superar la crisis sin depender de la intervención

extranjera. En aquel tiempo no dudó en oponerse a la formación política de ultraderecha Alba Do-rada.

El compendio de su vida fue pues, el de una relación de sus facetas artística y política, a me-nudo interrelacionadas, lo que dieron lugar a que algunas de sus composiciones se convirtieran en símbolo de lucha antifascista. Con todo, el mundo le seguirá recor-dando por su inmortal sirtaki de ‘Zorba, el griego’, un personaje ficticio que, de hecho tenia mucho del mismo Theodorakis, como es-píritu libre y encarnación del al-ma griega.

ROGER MAS

Totes les flors Satélite K

Roger Mas ha querido celebrar sus 25 años de trayectoria musi-cal con un trabajo de pura deli-cia. El de Solsona llegó a la ma-durez hace muchos discos ya, pero mantiene esa capacidad de reinventarse sin alejarse nun-ca de esa sonoridad tan simple y a la vez compleja y de ese uni-verso lleno de referencias telúri-cas y contacto con la naturale-za. Su primer single ‘Amb la po-lla i amb l’ou’, que no es más que un pequeño homenaje a la cocinera Carme Ruscalleda y que ha sufrido censura en Face-book por hablar de gallinas jó-venes, es una muestra de lo que sabe hacer Mas con una letra y una música sencilla. El disco cuenta con las colaboraciones de Els collons del pare Rababa i de Quico Pi de la Serra, quien examina las capacidades ‘blue-seras’ de Mas en ‘Si us blau’, quién las demuestra sobrada-mente. Otras canciones que son miel auténtica son la que dan nombre al disco y ‘Tu vols àngels xisclant’. En resumen, una obra que muestra y de-muestra que el de Solsona es uno de los cantautores más im-portantes de la actual escena catalana.

ELVIS COSTELLO

Spanish Model UME

Singular ejercicio el que ha lle-vado a cabo Elvis Costello en su último disco, adaptar al castella-no el disco ‘This year’s model’, editado en 1978, con la colabo-ración de cantantes hispano-americanos entre los cuales Draco Rosa, Juanes, Luis Fonsi, Francisca Valenzuela, Morat, Jorge Drexler, Fito Páez, La Mari-soul, Nina Diaz y Raquel Sofía. A partir del audio original conser-vado por el productor Sebastian Krys, el viejo disco cobra nueva vida, con un idioma diferente y acabados completamente ines-perados. En el fondo, esta aven-tura tiene la ventaja de que per-mite dar una nueva dimensión a canciones que tienen ya más de cuarenta años, que ahora, con esas sonoridades latinoameri-canas que aportan los colabora-dores suenan como si hubiesen sido compuestas ayer mismo. Sin embargo, no deja de subya-cer el mensaje de que a Costello ya se le han acabado las ideas y el nuevo trabajo no es más que una huida hacia adelante. Qui-zás los fans preferirían menos aventuras y recuperar al Coste-llo de siempre. Ojo, no por ello es un disco malo, solo que es un poco raro.

Discos

Entre su trayectoria política se incluye haber sido ministro sin cartera del gobierno griego FOTO:

KOEN SUYK ANEFO

El compositor pasó por prisión por oponerse a la dictadura de los coroneles (1967-1974), que lo mantuvo encarcelado y desterrado durante tres años

Entre su trabajo destaca el de popularizar la poesía de la Grecia moderna, entre ellos los Nobel Yorgos Seferis y Odysseas Elytis

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16 encuentros* DIARI DE TARRAGONA DISSABTE, 25 DE SETEMBRE DE 2021Encuentros* 25.09.21