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7/31/2019 Stocking - Epílogo. La extinción del hombre paleolítico http://slidepdf.com/reader/full/stocking-epilogo-la-extincion-del-hombre-paleolitico 1/10 GEORGE W. STOCKING JR. “EPÍLOGO: LA EXTINCIÓN DEL HOMBRE PALEOLÍTICO”. En: Victorian Anthropology , Nueva York, The Free Press, 1987, pp. 274-283. De las 349 clases de artículos exhibidos en la Exposición del Palacio de Cristal 1  que habían sido elaborados por los habitantes de lo que aún entonces era llamado la Tierra de Van Dieman, sólo cuatro representaban las manufacturas de su población aborigen, Enviados por un médico del poblado de Hobart —quien más tarde se convertiría en la principal autoridad en lingüística de Tasmania— consistían en collares de caracol, canastas de caña simple y fibra, un modelo de recipiente rudimentario para cargar agua hecho con hojas de alga, y cuatro pequeñas réplicas de atados de corteza de árbol unidos con paja, que eran su único medio de navegación. 2 Si el buen Dr. Joseph Milligan hubiera tenido éxito en recolectar muestras de cada forma material de la cultura aborigen tasmania, habría podido agregar sólo algunas más: herramientas de piedra, pequeños palos para hacer fuego, lanzaderas dentadas, arpones endurecidos por el fuego, pieles de canguro para acarrear a los niños o para protegerse del frío, cuerdas de fibra para trepar los árboles, y quizás también las tumbas cónicas de corteza de árbol en las que algunos tasmanios enterraban las cenizas y los huesos de sus muertos. Las viviendas de los vivos eran refugios toscos transitorios y el clima templado no requería por lo general más abrigo que la grasa y el carbón con que los tasmanios cubrían sus cuerpos pequeños y escarificados. Subsistían en una isla densamente forestada del tamaño de Irlanda en base a la caza, la mariscada y la recolección de productos vegetales; y probablemente nunca sumaron más que unos pocos miles de personas. Estaban divididos en cuatro o cinco grupos dialectales, que se dividían a su vez en subgrupos acéfalos. Sus miembros erraban por sectores particulares del terreno escarpado y montañoso, involucrándose unos con otros en guerras frecuentes pero relativamente benignas. Separados por 150 millas de mar abierto de 1 El Palacio de Cristal, una imponente construcción enteramente realizada en cristal sobre una estructura de hierro, fue erigido en las afueras de Londres para albergar la Gran Exhibición de los  Trabajos de la Industria de las Naciones, la primera de las exposiciones de las naciones inaugurada en 1851. Esa catedral de cristal expresaba con magnificencia el poderío alcanzado merced al desarrollo tecnológico y el progreso material de la Inglaterra Victoriana. Todas las naciones fueron invitadas a participar, incluyendo las colonias británicas y el imperio chino. Sus diversas contribuciones, ilustrativas del respectivo grado de civilización alcanzado por cada una de ellas, fueron clasificadas y exhibidas bajo las categorías “Materias Primas,” “Maquinismo”, “Manufacturas”  y “Bellas Artes” aunque agrupadas por nacionalidad y origen geográfico. En la sección inglesa, el increíble espectáculo causado por el movimiento de telares mecánicos, máquinas de vapor, bombas centrífugas y hasta locomotoras en funcionamiento dejaba perplejos a sus visitantes —muchos de ellos obreros, campesinos y granjeros que llegaban desde lejanas localidades gracias a los progresos del ferrocarril—, mostrando los beneficios derivados del liberalismo económico y de la división del trabajo. En contraposición, los aportes de las colonias británicas fueron ubicados en su mayoría bajo la categoría “Materias Primas”. Al reunir así en un mismo espacio una gran variedad de objetos disímiles provenientes de naciones y regiones distintas, la exposición evidenciaba la unidad del género humano; a la vez que ponía de manifiesto que no todos los hombres habían alcanzado el mismo estadio en la escala del progreso humano. El abismo entre los toscos objetos de los tasmanios  y los de la industria británica, francesa o alemana provocaba entre los espectadores una sensación de (dis)continuidad temporal, de modo que el Palacio aparecía ante algunos como “un precipicio en el tiempo”. Resumen extractado del mismo texto de G. W. Stocking (Jr.) (1987): “Prologue: A Precipice in Time”. En: Victorian Anthropology. The Free Press, Nueva York, páginas 1 a 6. 2  Official Catalogue (1851): Official descriptive and illustrated catalogue of the great exhibition [of] 1851, Londres, IV, pág. 992.

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GEORGE W. STOCKING JR.

“EPÍLOGO: LA EXTINCIÓN DEL HOMBRE PALEOLÍTICO”.En: Victorian Anthropology , Nueva York, The Free Press, 1987, pp. 274-283.

De las 349 clases de artículos exhibidos en la Exposición del Palacio de Cristal1 que habían sido elaborados por los habitantes de lo que aún entonces era llamadola Tierra de Van Dieman, sólo cuatro representaban las manufacturas de supoblación aborigen, Enviados por un médico del poblado de Hobart —quien mástarde se convertiría en la principal autoridad en lingüística de Tasmania— consistían en collares de caracol, canastas de caña simple y fibra, un modelo derecipiente rudimentario para cargar agua hecho con hojas de alga, y cuatropequeñas réplicas de atados de corteza de árbol unidos con paja, que eran su únicomedio de navegación.2 Si el buen Dr. Joseph Milligan hubiera tenido éxito enrecolectar muestras de cada forma material de la cultura aborigen tasmania, habríapodido agregar sólo algunas más: herramientas de piedra, pequeños palos parahacer fuego, lanzaderas dentadas, arpones endurecidos por el fuego, pieles decanguro para acarrear a los niños o para protegerse del frío, cuerdas de fibra paratrepar los árboles, y quizás también las tumbas cónicas de corteza de árbol en lasque algunos tasmanios enterraban las cenizas y los huesos de sus muertos. Lasviviendas de los vivos eran refugios toscos transitorios y el clima templado norequería por lo general más abrigo que la grasa y el carbón con que los tasmanioscubrían sus cuerpos pequeños y escarificados. Subsistían en una isla densamenteforestada del tamaño de Irlanda en base a la caza, la mariscada y la recolección deproductos vegetales; y probablemente nunca sumaron más que unos pocos miles depersonas. Estaban divididos en cuatro o cinco grupos dialectales, que se dividían a

su vez en subgrupos acéfalos. Sus miembros erraban por sectores particulares delterreno escarpado y montañoso, involucrándose unos con otros en guerrasfrecuentes pero relativamente benignas. Separados por 150 millas de mar abierto de

1 El Palacio de Cristal, una imponente construcción enteramente realizada en cristal sobre unaestructura de hierro, fue erigido en las afueras de Londres para albergar la Gran Exhibición de los Trabajos de la Industria de las Naciones, la primera de las exposiciones de las naciones inauguradaen 1851. Esa catedral de cristal expresaba con magnificencia el poderío alcanzado merced aldesarrollo tecnológico y el progreso material de la Inglaterra Victoriana. Todas las naciones fueroninvitadas a participar, incluyendo las colonias británicas y el imperio chino. Sus diversascontribuciones, ilustrativas del respectivo grado de civilización alcanzado por cada una de ellas,

fueron clasificadas y exhibidas bajo las categorías “Materias Primas,” “Maquinismo”, “Manufacturas” y “Bellas Artes” aunque agrupadas por nacionalidad y origen geográfico. En la sección inglesa, elincreíble espectáculo causado por el movimiento de telares mecánicos, máquinas de vapor, bombascentrífugas y hasta locomotoras en funcionamiento dejaba perplejos a sus visitantes —muchos deellos obreros, campesinos y granjeros que llegaban desde lejanas localidades gracias a los progresosdel ferrocarril—, mostrando los beneficios derivados del liberalismo económico y de la división deltrabajo. En contraposición, los aportes de las colonias británicas fueron ubicados en su mayoría bajola categoría “Materias Primas”. Al reunir así en un mismo espacio una gran variedad de objetosdisímiles provenientes de naciones y regiones distintas, la exposición evidenciaba la unidad delgénero humano; a la vez que ponía de manifiesto que no todos los hombres habían alcanzado elmismo estadio en la escala del progreso humano. El abismo entre los toscos objetos de los tasmanios y los de la industria británica, francesa o alemana provocaba entre los espectadores una sensaciónde (dis)continuidad temporal, de modo que el Palacio aparecía ante algunos como “un precipicio en el

tiempo”. Resumen extractado del mismo texto de G. W. Stocking (Jr.) (1987): “Prologue: A Precipicein Time”. En: Victorian Anthropology. The Free Press, Nueva York, páginas 1 a 6.2  Official Catalogue  (1851): Official descriptive and illustrated catalogue of the great exhibition [of] 

1851, Londres, IV, pág. 992.

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EPÍLOGO: LA EXTINCIÓN DEL HOMBRE PALEOLÍTICO 

1802, más tarde los describió como “la realización de aquellas brillantesdescripciones de felicidad y simplicidad del estado de naturaleza del cual yo tantasveces, leyendo, había sentido el seductor encanto”.5 Tales ecos de la tradición delBuen Salvaje ya no se escucharon entre los colonizadores enviados al año siguientepor el Gobernador de Nuevas Gales del Sur en un intento por limitar la influenciafrancesa en el área. El grupo de cuarenta y nueve personas que zarpó del Puerto de

 Jackson para fundar el poblado de Hobart incluía veinticuatro convictosincorregibles, ocho soldados entrenados para palparlos cada mañana en busca decuchillos, un supervisor, un gobernador militar, un cirujano y una docena de otroscolonos libres, la mitad de ellos mujeres. Desde el comienzo, el orden social fueprecario entre la población blanca intrusa, y cuando un numeroso grupo deaborígenes se acercó al asentamiento en fervorosa persecución de canguros en elotoño de 1804, los militares, ansiosos y descontentos, respondieron con un ataqueconocido como la “Masacre de Risdon”. Luego de cargar a sus muertos y heridos devuelta hacia las montañas, los tasmanios se mantuvieron bien alejados de losconvictos colonizadores por algunos años.

Sin embargo, fueron perseguidos hasta el interior por convictos fugitivos quevivían de la caza de canguros, por los que en los primeros tiempos el gobiernoofrecía una recompensa ya que la colonia se veía a menudo amenazada por elhambre. Hasta alrededor de 1820, cuando estas bandas de bushrangers  fueronpuestas bajo control por el teniente gobernador Sorell, infligieron atroces crueldadesa los tasmanios, como matarlos por sus mujeres o para alimentar a sus propiosperros, llegando incluso a asarlos vivos. Un relato frecuentemente citado habla deun bushranger  llamado Carrots que mató a un tasmanio por su ginebra, obligandoluego a la mujer a colgarse del cuello la cabeza sangrante de su marido.6 

Al principio, los tasmanios parecen haber sufrido estas atrocidades con poca

resistencia. Pero a partir de 1820, cuando la emigración y la deportación desdeInglaterra acrecentaron tanto la población de convictos como la de colonos libres, ladifusión de agricultores y pastores comenzó a ejercer una presión mortal sobre losterritorios de caza tribales. Al estar imposibilitados de retroceder hacia losterritorios ocupados por grupos tribales antagonistas, los nativos se vieronobligados a socorrerse con las provisiones y reservas de los colonos. Estos, por suparte, los trataban como animales depredadores, colocando trampas de acero enbarriles de harina y disparándoles desde los árboles. Los tasmanios respondieronatacando las granjas circundantes y las cabañas de los pastores. Un grupo lideradopor un aborigen australiano parcialmente aculturado llamado “Mosquito” aterrorizóa los pastores del área de la costa este, hasta que Mosquito fue capturado y

ejecutado en 1825. Cada vez más, los colonos clamaban por protección militar y,aunque tanto Sorell como su sucesor —el coronel George Arthur— se inclinaban a

unieran en poblados y si “el derecho de propiedad excitara en ellos el deseo de una feliz emulación”,entonces se incrementarían los recursos efectivos del ambiente físico, su status social mejoraría y su“temperamento se haría más robusto”. Péron abandona así la tradición de Rousseau y el optimismoigualitario de la Revolución Francesa para abrazar el evolucionismo social en una versión poligenistaracial a partir de la cual la civilización constituía el logro de una raza en particular. Extractado deStocking, G. W. (Jr.) (1982): Race , Culture and Evolution. Essays in the History of Anthropology . TheFree Press, Nueva York, páginas 15 a 41.5 Francois Péron, citado en Bonwick, James (1870a): The Last of the Tasmanians , Londres, pág. 27.

Otras fuentes sobre la historia de las relaciones entre europeos y tasmanios son Davies, David(1974): The Last of the Tasmanians , Nueva York; Travers, Robert (1968): The Tasmanians , Cassell,Australia; Turnbull, Clive (1948): Black War , Melbourne.6 Bonwick, J. (1870a): op. cit ., pág. 61.

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considerar los ataques de los nativos como una respuesta justa a “la agresiónoriginada por los habitantes blancos”, el gobierno adoptó gradualmente una políticamás activa.7 

Para esta época existían importantes intereses económicos en juego. Un grupode especuladores londinenses había invertido un millón de libras en la Compañía dela Tierra de Van Dieman, dirigida por el teniente gobernador de la isla. Dichacompañía poseía más de medio millón de acres, en donde los canguros fueronexterminados y reemplazados por ovejas. La población blanca de la isla seduplicaba casi cada cinco años y alrededor de la mitad estaba integrada por colonoslibres. Los nuevos colonos, que sentían poca responsabilidad por las tempranascrueldades de [os convictos y que aun menos manifestarían sentimientos dehermandad hacia negros desnudos que amenazaban sus granjas y manadas, notuvieron problema en disfrazar sus propios intereses de indignación justiciera.Como dijo el editor del Colonial Times  en 1826: “Nosotros no hacemos ningúndespliegue pomposo de filantropía... El gobierno debe trasladar a los nativos; si no,serán perseguidos como bestias salvajes y destruidos”. De hecho, la destrucción

avanzaba a un ritmo rápido. En julio siguiente, el periódico dio a conocer lamatanza y las heridas infligidas a sesenta tasmanios en represalia por el asesinatode un colono. En otro incidente ocurrido ese año, una banda de alguaciles atrapóentre unas rocas a un “tumulto” de setenta nativos, “arrastrando a las mujeres y losniños por las rocas y destrozando sus cerebros”.8 

Así, a comienzos de 1828, el gobernador Arthur se vio obligado a implementarla alternativa del traslado, estableciendo una línea de puestos militares paramantener a los nativos aislados en la rigurosa y estéril franja oeste de la isla.Quienes vivían al este y que no pudieran ser “inducidos por medios pacíficos apartir” iban a ser expulsados por la fuerza. “Bandas errantes” de convictos a

quienes les había sido prometida la emancipación fueron enviadas a los bosquespara apresar a los nativos; y si bien fue instituida una recompensa de cinco libraspor cada uno que fuera entregado vivo, algunos observadores estimaban que seasesinaba a nueve por cada tasmanio que era traído vivo. Aun así, la “GuerraNegra” continuó también cobrándose un saldo progresivo de blancos; en un distrito,99 colonos fueron asesinados en “luchas agrícolas” entre 1826 y 1831.

Cuando todo lo demás parecía haber fracasado, en el otoño de 1830 Arthur seembarcó en uno de aquellos tragicómicos emprendimientos que en los siguientescien años iban a convertir a la dominación imperial en una suerte de absurdoextremo. Intentó conducir a los nativos desde las áreas colonizadas hacia una

pequeña península en la costa sudeste, movilizando un total de 3000 soldados,convictos y voluntarios civiles, como si arrease ganado hacia una estancia. Cuando —después de algunas semanas de ardua caminata a través de las escarpadasmontañas de la región central— los tasmanios habían sido supuestamente corridoshacia la costa, la fuerza fue dispuesta en intervalos de 45 yardas formando una“Larga Línea Negra” continua que se cerraba gradualmente sobre el istmo de lapenínsula. Pero cuando —a un costo de 30000 libras y cuatro soldados británicosaccidentalmente muertos a lo largo del camino— se cerró la trampa, al explorar nopudo encontrarse ni siquiera un nativo.

Previsiblemente, Arthur fue sometido a un tratamiento algo cáustico en elColonial Times , que recordaba el viejo verso sobre el rey de Francia avanzando y

7 Travers, R. (1968): op. cit ., pág. 148.8 Citado en Bonwick, J. (1870a): op. cit ., pág. 241, 216.

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EPÍLOGO: LA EXTINCIÓN DEL HOMBRE PALEOLÍTICO 

retrocediendo en la montaña con cuarenta mil hombres. Más tarde se las arreglópara convencer a sus superiores en Londres de que todo aquello había valido lapena; “evidentemente atemorizados por la fuerza que fue entonces puesta enmovimiento”, los tasmanios se habían “conducido de manera mucho más pacífica”.9 Como se demostró más tarde, en esa época quedaban menos de 300 nativos vivos yla demostración de fuerza de la Línea Negra pudo haber sido un factor para

convencerlos de que aceptaran lo que resultó ser la solución final de Arthur alproblema tasmanio: la fuerza monolítica y todopoderosa del amor cristiano.

El hombre que materializó el objetivo de Arthur fue George Augustus Robinson,un señor narigón, corpulento y de estampa florida —como extraído de Dickens— quien había arribado con su esposa y sus siete hijos para vivir y trabajar comoalbañil en el poblado de Hobart. Robinson, un celoso metodista wesleyano, * ocupósu tiempo libre tratando de convertir convictos y preocupándose por el destino delos nativos. Cuando en 1829 Arthur hizo público el anuncio en el que solicitaba un“hombre resuelto de buen carácter” para vivir en la isla de Bruni y hacerse cargo delos tasmanios traídos por cazadores de recompensas, Robinson parece haber sido el

único candidato. A comienzos del año siguiente, antes de que Arthur concibiese su“Línea Negra”, Robinson propuso su propio plan para concluir con la Guerra Negra.Convencido de que los tasmanios eran criaturas racionales, simplemente iríadesarmado hacia los bosques y por medio de la voz de la dulce razón “lospersuadiría de que los europeos sólo deseaban mejorar su condición”, de maneraque ellos “pudieran volverse civilizados y ser restituidos como miembros útiles de lasociedad, en lugar de permanecer como seres feroces y sedientos de sangre”.10 

Acompañado por siete aborígenes de la isla de Bruni, Robinson erró sin éxitopor el este y el norte durante meses. A la larga, las sonrisas y baratijas repartidaspor sus intérpretes femeninas le permitieron establecer contacto. Hubo muchos

momentos tensos, al borde de la violencia, y un incidente dramático en el que fuesalvado de morir ahogado por su compañera Truganina, pero al fin la cristiana vozde la razón de Robinson —reforzada por los designios de la desesperaciónaborigen— permitió que cumpliera su misión. Hacia comienzos de 1835 ya habíatraído consigo a los últimos habitantes de unos 200 caseríos tasmanios; nobleesfuerzo de conciliación por el cual fue recompensado con un total de 8000 librasen dinero y derechos de tierra, así como con el puesto de comandante del campo deconcentración cristiano al cual sus cautivos fueron enviados.

Luego de probar varias reservas que resultaron mortalmente inhospitalarias, afines de 1831 el gobernador Arthur había decidido ubicar a los tasmanios en la isla

de Flinders, un amplio sector de tierras inútiles para la agricultura ysuficientemente provistas de canguros como para que “el entretenimiento de la cazaocupara sus mentes”, pero lo suficientemente alejado del extremo noreste de Tasmania de modo que no pudieran materializar ninguna mezquina ilusión deescape.11 Para la época en que Robinson se hizo cargo, el campo había alcanzadoun cierto orden, luego de haber atravesado un extenso período de contiendasintertribales, de desgobierno militar y de rebelión abierta, Robinson diseñó un planpara inculcar la ética protestante entre su banda indefensa de cazadores exhaustos,lanzándose al trabajo de reforma con todo su metódico celo misionero. La manera

9 Great Britain Parliamentary Papers (House of Commons), 1834: Aboriginal Tribes  (North America ,

New South Wales , Van Diemen’s Land , and British Guiana ), Vol. 44, N° 617, agosto 14, pág. 153.* John Wesley, fundador del Metodismo (Nota de las traductoras ).10 Citado en Bonwick, J. (1870a): op. cit ., pág. 241; Davies, D. (1974): op. cit ., pág. 64.11 Great Britain..., 1834, pág. 159.

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de civilizar salvajes fue involucrarlos en el nexo del dinero. Robinson les inspiraría“un interés en la adquisición de la propiedad” y “[os hábitos de la vida civilizada” através del “establecimiento de un medio circulante entre ellos”, pagándoles por sutrabajo, eliminando raciones, poniéndole un precio a todo y organizando unmercado semanal.12 

A juzgar por el informe de Robinson de la primera mitad de 1837, “el trabajo deeducación y civilización cristianas” estaba triunfando, “más allá de cualquierambiciosa expectativa”. En lugar de “vagabundear por el asentamiento, desatentos eindiferentes”, los tasmanios estaban ahora completamente ocupados en trabajosútiles, entretenimientos inofensivos, ejercicios religiosos y asistencia a la escuela.Ya no “espectadores pasivos, sino actores y aun agentes”, habían abandonado sugrasa y ocre por ropa y vestidos comprados con los ahorros de sus míseros salariosdiarios de lo y 15 centavos cada uno. Todos practicaban sus “abluciones diarias” y,quienes podían costearlos, comían ahora con cuchillos y tenedores. El orden eramantenido por una policía aborigen elegida por la asamblea plenaria y las “orgíasnocturnas” (corrobories)* habían cesado hacía mucho tiempo; sus “salvajes

entonaciones” habían sido desplazadas por “melodías sagradas”. Todos podían, unavez catequizados, decir quién había hecho el mundo y con qué propósito y sabíanqué les ocurriría a aquellos hijos de Dios que fueran al infierno. Aunquecomúnmente considerados sólo como un vínculo entre la especie humana y lassalvajes, los tasmanios habían demostrado tal “precocidad de intelecto” como parasobrepasar “por lejos” al “mediocre grado de la mayoría de los habitantes europeosen Tasmania” y como para silenciar para siempre las cavilaciones de los másescépticos y prejuiciosos de mente.13 

Robinson admitió un “serio inconveniente para el éxito de la empresa”. Aunque“toda ventaja de la vida civilizada” les había sido suministrada, los tasmanios

persistían en morirse como moscas.14

Durante el período de seis meses de suinforme, siete habían muerto de inflamación visceral aguda o crónica, cuatro deneumonía, uno de “debilidad general” y siete por causas no informadas -lo que unose ve tentado a traducir como efectos de la dieta, la vestimenta e industriaeuropeas, y de la más absoluta desesperación—. Como quiera que sea, quedabanahora menos de loo y Robinson predijo que se extinguirían a menos que pudieranser transportados hacia Nueva Holanda, donde se entremezclarían y la “declinaciónno sería observada”. Cuando esa opción fue ordenada por el Gobernador y elSecretario Colonial en Londres, Robinson aceptó un ofrecimiento de 500 libras poraño como Protector de Aborígenes en Australia del Sur, donde sirvió por quinceaños antes de retirarse a Inglaterra en 1853 para disfrutar de los frutos de sus

esfuerzos misionales. Seis años antes, los entonces 45 tasmanios sobrevivienteshabían sido retirados a su último hogar: “un miserable conglomerado de chozas yconstrucciones” ubicadas en Oyster Cove, junto al poblado de Hobart en dondeentraron en estrecho contacto con la lacra de la sociedad blanca tasmania.15 Privados por su muerte del dudoso cuidado del último superintendente de lamisión, fueron dejados a la franca negligencia de un administrador ausente y

12 Citado en Bonwick, J. (1870a): op. cit ., pág. 254.* Los Corrobories son un festival nativo australiano para celebrar las victorias tribales (nota de las 

traductoras ).13 Great Britain Parliamentary Papers (House of Commons), 1839: Australian aborigines. Copies or 

extracts of despatches relative to the massacre of various aborigines of Australia in the year of 1838 ,and respecting the trial of their murderers . Vol. 34, N° 526, Agosto 12, páginas 6-21.14 Citado en Bonwick, J. (1870a): op. cit ., pág. 255.15 Bonwick, J. (1870a): op. cit ., pág. 274.

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EPÍLOGO: LA EXTINCIÓN DEL HOMBRE PALEOLÍTICO 

rápidamente declinaron hasta convertirse en un grupo abandonado y consumidopor el ron.

Para la época de El origen de las especies  de Darwin, la extinción de sudesfavorecida raza estaba garantizada irrevocablemente ya que las nueve mujeressobrevivientes habían sobrepasado la edad fértil, William Lanney, el último hombreque había abandonado Oyster Cove para convertirse en marinero, murió de diarreapor cólera en 1869. Aunque el gobierno rechazó el pedido realizado por la RealSociedad de Tasmania para que su cuerpo fuera entregado a su museo, el cráneo deLanney fue robado aun antes de su entierro (al parecer por el Real Colegio deCirujanos de Londres) y el cuerpo fue saqueado de la tumba poco después. Paraevitar que se repitiera este ultraje, el gobierno mantuvo en secreto los preparativosfunerarios de la última mujer, Truganina, la compañera de Robinson a quien salvóla vida. Sólo algunos años después de su muerte en 1876, el cuerpo de Truganinafue exhumado de manera que su esqueleto pudiera ser exhibido en el Museo Tasmanio.

Los tasmanios, literalmente “borrados de la faz de la tierra” en el espacio dealgunas breves décadas de colonialismo europeo, dejaron pocos rastros en elregistro etnográfico. Sin embargo, los relatos de los tempranos exploradores, lasnarraciones de los colonos y algunos esfuerzos más de hombres como el Dr.Milligan (quien dirigió su traslado a Oyster Cove), así como los artefactos y huesosde los nativos mismos, proveen de algún soporte material a las inquietudesantropológicas contemporáneas. Etnólogos, antropólogos físicos y evolucionistassocioculturales usaron como pudieron los restos de la trágica historia de lostasmanios. Aquellos que se preocuparon por sus consecuencias éticas, lo hicieronen general para “unirse con los filántropos en el lamento por su infeliz destino”. Elcual había privado a la antropología de material de un gran “valor científico”, como

notó Tylor.16

Aun así, estas especulaciones no carecían de un cierto tonoapologético y podrían ser leídas como una suerte de argumento científico dirigido alavar la inocultable mancha moral del exterminio de los tasmanios.

Para el etnólogo tradicional, el origen de los tasmanios fue algo así como unenigma. Geográficamente distantes de cualquier grupo excepto de los australianos, y careciendo de cualquier medio de navegación adecuado para mares abiertos,diferían no obstante de sus parientes geográficos más probables en determinadosaspectos críticos, incluyendo la carencia de cualquier conocimiento del boomerang .Prichard se inclinó a relacionarlos con los papúas sobre la base de fundamentosfísicos y culturales; pero Latham, quien había investigado su lenguaje, encontró

afinidades tanto con los australianos como con los habitantes de Nueva Caledonia ydejó como pregunta abierta si habían llegado a Tasmania desde Australia del Sur, Timor o Nueva Caledonia.17 Tales cuestiones continuaron siendo debatidas en uncontexto post-darwiniano, con Huxley argumentando que eran una clase de negrito  que había venido desde Nueva Caledonia, “por medio de fragmentos de tierra queformaban una cadena de islas hoy sumergidas”, y con Sir William Flower optandopor el arribo desde Australia antes del advenimiento de la “raza nativa existente”.18 En parte quizás porque esto implicaba que su reciente extinción no había carecidode antecedentes, la idea de que los tasmanios habían quedado aislados en la tierrade Van Dieman por la acción de una raza australiana neolítica invasora pareció

16 Tylor, E. B. (1899): Prefacio de Roth, H. L. (1899): op. cit ., VII.17 Prichard, J. C. (1855): The Natural History of Man , pág. 467-468; Latham, R. G. (1851): Ethnolgy of the British Colonies and Dependencies , Londres, pág. 222.18 Citado en Roth, H. L. (1899): op. cit ., pág. 182, 221.

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sugerir a fines del siglo una “solución definitiva” del “problema tasmanio” —aunqueaún hoy sigue siendo tema de debate—.19 

Los tasmanios proveyeron de escaso material para los antropólogos físicosdebido a que eran pocos, estaban muy lejos y quemaban los cuerpos de susmuertos, sólo cuando su declinación estuvo muy avanzada se reconoció “laimportancia de preservar sus restos óseos” y se tomaron medidas “para resguardarlos especimenes que aún quedaban disponibles” —uno de ellos aparentementeaquel desagradable esqueleto que se exhibía en la vitrina de la SociedadAntropológica—. Knox tuvo acceso sólo a un cráneo de tasmanio y, hacia 1900, las“series de observaciones más abarcadoras” eran las realizadas en ocho cráneos porantropólogos físicos del Museo de Historia Natural de París, Aunque, según algunosobservadores bastaba sólo uno para demostrar “la apariencia salvaje y siniestra quereviste toda la fisonomía” y a pesar de que los 70 cráneos reunidos hacia 1900parecían distinguirse de ¡os de sus vecinos australianos, la limitada evidencia de laosteología tasmania fue, en general, de menor interés antropológico que ciertascircunstancias relacionadas con su extinción.20 

La más importante de ellas fueron las relaciones sexuales de hombreseuropeos con mujeres aborígenes, A muchos autores les sorprendía el fracasoatribuido a una población de “varones ingleses atléticos e inescrupulosos” no sólopara “producir una raza intermedia, sino también para dejar no más de uno o dosespecimenes adultos como producto de sus repugnantes uniones”. El poligenistafrancés Paul Broca usó evidencia anecdótica de este tipo para apoyar la idea de querazas humanas diferentes eran especies distintas, entre las cuales una hibridación“eugenésica” completa era imposible.21 Otros, en contraste, se impresionaron por ladeclaración del viajero polaco Strzelecki quien señaló que las mujeres tasmaniasque habían tenido hijos mestizos estaban a partir de entonces incapacitadas para

producir niños con machos aborígenes, Aunque Darwin concluyó que semejanteevidencia “casi carecía de valor”, más tarde usó la “destacable” infertilidad de lasmujeres tasmanias para teorizar sobre el impacto de la competencia racial en elsistema reproductivo humano, El mismo Darwin se inclinó a considerar “laliberalidad de las mujeres” como menos importante que los “cambiantes hábitos devida” en la inducción de la esterilidad tasmania; pero otros escritores lo vieron comoun ejemplo que verificaba la verdad de la aseveración: “la prostitución vicia lospoderes de las hembras en todas partes del mundo”. En el contexto victoriano,semejante especulación sólo podía tener como efecto aligerar la carga moralvinculada con el destino de los tasmanios. Al demostrar que “fue la ausencia denacimientos más que la frecuencia de las muertes lo que completó la destrucción

del grupo”, fue posible convertir su exterminio en “declinación” o aun en“degeneración” —en la que los tasmanios mismos estaban implicados por su“liberalidad”—.22 

19 Roth, H. L. (1899): op. cit ., pág. 223; Plomley, N. J. B. (1969): op. cit ., XII.20 Roth, H. L. (1899): op. cit ., pág. 191-192, 197. Cf. Knox, Robert (1850): The Races of Men: A Philosophical Enquiry into the Influences of Race over the Destinies of Nations , Londres: 1862; Davis, J. B. (1874): On the Osteology and Peculiarities of the Tasmanians , a Race of Man Recently Become Extinct , Haarlem, Holanda.21 George Gliddon, citado en Bonwick, J. (1870a): op. cit ., pág. 316, 386-87; Broca, Paul (1864): On 

the Phenomenon of Hybridity in the Genus Homo , Trans, & ed. C. C. Blake, Londres, páginas 45-49.22 Darwin, Erasmus (1874): The Descent of Man , and Selection in Relation to Sex . Nueva York: 1883,2a. edición, pág. 170, 184 y 187; Calder, J. E. (1874): Some account of the wars of extirpation andhabits of the native tribes of Tasmania. J. Anth. Inst . 3: 7-28, pág. 13; Bonwick, J. (1870a): op. cit .,pág. 386.

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EPÍLOGO: LA EXTINCIÓN DEL HOMBRE PALEOLÍTICO 

Para los evolucionistas socioculturales resultaba claro que tal declinación nopodía ser tomada como evidencia de que los tasmanios habían sido alguna vezcivilizados. Muy por el contrario, se encontraban muy cerca de la base en la escaladel progreso humano y (de acuerdo con Wallace) hubieran permanecido aun másabajo si los esfuerzos civilizatorios del señor Robinson no hubieran operadoretrospectivamente para elevar la estimación de su capacidad aborigen, que para

algunos era más alta que la de los australianos, Herbert Spencer sintetizó en unatabulación sistemática el status cultural de los tasmanios en el volumen de suDescriptive Sociology dedicado a “las razas más bajas y a los negritos”. Aunque su“desarrollo de tácticas militares contra los blancos” era evidencia de superfectibilidad, los tasmanios fueron caracterizados negativamente por la mayoríade los autores. Carecían de “concepciones generales, aun del orden más simple”,tenían “muy pocas leyes o costumbres establecidas”, no tenían jefatura “excepto entiempos de guerra”, apenas poseían algún “sentimiento estético” y su naturalezamoral no era “tanto positivamente repugnante como negativamente inatractiva”.Sobre la base del informe del Dr. Milligan sobre su lenguaje, Spencer (o DavidDuncan, su comentador) sugirió que el mismo era tan irregular que el significadotenía que ser “inferido de una manera extraordinaria por medio del tono, losmodales y los gestos”.23 

En contraste, Tylor no estaba convencido respecto de la evidencia lingüística deMilligan. Pero, si bien tenía dudas sobre si los tasmanios representaban un ejemplodel desplazamiento gradual del lenguaje gestual por el oral, estaba en cambioseguro que se encontraban “entre las tribus más inferiores conocidas por laetnología”. En Primitive Culture  utilizó con frecuencia los populares relatosetnográficos de James Bonwick para documentar los diversos rasgos de la tempranareligión animista. Sin embargo, más tarde Max Müller usó a los tasmanios parailustrar “lo indignos de confianza que eran los informes sobre las ideas religiosas delos salvajes”. Argumentó que toda etapa o forma de creencia religiosa, incluyendo elmonoteísmo, podía ser documentada a partir de los contradictorios datos incluidosen un resumen de etnografía tasmania publicado bajo el patrocinio de Tylor en1890.24 Sin embargo Tylor siguió siempre convencido que cualquier huella demonoteísmo era el resultado del “intercambio con extranjeros civilizados”. En 1893recordó con cierta autosatisfacción que había sido él quien había hecho “lasprimeras alusiones” acerca de la similaridad entre las herramientas de lostasmanios y las encontradas entre los sedimentos del río Somme. Aludía a unartefacto entregado a la Sociedad Arqueológica de Somerset y a una conversaciónque tuvo en 1862 en Londres con el Dr. Milligan. Aunque Milligan prosiguió en el

tema cuando regresó a Tasmania, el espécimen de Somerset fue el único disponibleen Inglaterra hasta comienzos de la década de los 90, cuando Tylor consiguió que leenviaran desde Tasmania una colección de alrededor de 150 para el Museo PittRivers. Sobre la base de ésta y otras evidencias, Tylor concluyó que la pieza mástemprana no era excepcional sino que los tasmanios “usaban habitualmenteimplementos de piedra modelados y bordeados mediante tallado, y no molidos nipulidos”. Eran así “representantes vivos de la temprana Edad de Piedra, dejadosatrás en cuanto a desarrollo tecnológico incluso por las antiguas tribus del Somme

23 Wallace, A. R. (1879): Australasia , Londres, pág. 349; Spencer, Herbert (1874): Descriptive 

Sociology : Lowest Races , Negrito Races , and Malayo-Polynesian Races , Londres, tabla V.24 Tylor, E. B. (1865): Researches into the Early History of Mankind and the Development of Civilization . 2a. ed. Londres: 1870, páginas 78-80, 194-98, 334; 1873 passim ; cf. Bonwick, J.(1870b): Daily Life and Origin of the Tasmanians , Londres; Müller, F. M. (1892): Anthropological Religion, Londres , páginas 428-35.

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GEORGE W. S TOCKING JR.

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 y del Cuse”. En ellos, el hombre paleolítico “deja de ser una criatura de laabstracción filosófica para devenir en una realidad conocida”.25 

Uno adquiere un sentido de la función apologética de esta ecuación en los doslibros que James Bonwick publicó en 1870, luego de regresar a Inglaterra tras unaprolongada estadía en Tasmania. Allí equipara “las crueldades de los Blancos” con“los ultrajes de los Negros”: Bonwick no tenía duda que los ingleses se habíanapropiado de la tierra de los tasmanios, les habían privado de todo derecho y leshabían infligido las más obscenas crueldades. Consciente de la ironía de losesfuerzos civilizatorios de Robinson, que fue en realidad algo así como unrousseauniano de los últimos días, contrastando la “libertad de movimiento en losbosques” de los aborígenes con “la rutina de la civilización moderna”. Pero, pese aque escribió con el expreso deseo de estimular “algún benevolente deseo de bendecira las rudas tribus puestas bajo nuestro dominio”, Bonwick ubicó a los tasmaniosdel otro lado de una brecha cultural casi infranqueable: “físicamente, tenemosrelaciones con ellos, lo que incita a la simpatía y nos parece conocerlos; pero moral y mentalmente nuestra posición como europeos es tan diferente y nuestros medios

para estudiarlos tan limitados, que estamos incapacitados para comprendernuestra identidad a partir de ellos”.26 

El surgimiento de un estilo antropológico que podría haber facilitado esacompresión fue en general un fenómeno del siglo XX. En la cosmovisiónevolucionista de la antropología victoriana, la ecuación paleolítica comprometió demanera fundamental la comprensión de la unidad humana. Es cierto que Tylor,siempre fiel al monogenismo, vio a la ecuación como desbaratando “cualquier líneaimaginaria de separación entre el hombre del Drift  y el resto de las especieshumanas”.27 Pero si esto acercó a los hombres del Drift , la ecuación paleolíticaprodujo lo opuesto en relación con los tasmanios. Dejados atrás en el tiempo por los

ancestros de los europeos habían sobrevivido a su época en muchos miles de años. y cuando los dos extremos de la escala de tiempo cultural fueron finalmentepuestos en contacto espacial allá, en los lejanos confines del mundo, la extinciónfue simplemente una cuestión de rectificar la escala y colocar a los tasmanios devuelta en el mundo muerto de la prehistoria al cual pertenecían. La ecuaciónpaleolítica no sólo ayudó a distanciar el horror de la extinción tasmania; pareciótambién estampar el sello de la ciencia antropológica sobre su destino.* 

25

Tylor, E. B. (1892): On the limits of savage religion, J. Anth. Inst ., 21: 283-301, pág. 283; (1893):On the Tasmanians as representatives of paleolithic man, J. Anth. Inst ., 23: 141-152, pág. 141, 142,147; (1899): Preface to Roth, H. L. (1899) op. cit ., pág. IX; Cf. Milligan, J. (1863): Note on the shell-mounds of the Tasmanians. Trans. Ethnol. Soc. Lond ., 2: 128, pág. 128.26 Bonwick, J. (1870a): op. cit ., Cap IV, pág. 71, 255, 327, 334; (1870b):op. cit ., pág. 1.27 Tylor, E. B. (1893): op. cit ., pág. 142.* La “extinción” de los tasmanios, que constituyó un “evento” claramente definido para los victorianosacostumbrados a construir la “raza” en términos cuasi-poligenistas, parece más problemática en elcontexto antropológico y político actual. De hecho, europeos y aborígenes tasmanios dejaron unanumerosa progenie, que sobrevivió especialmente en las islas del estrecho de Bass hacia el norte de Tasmania. En varias ocasiones durante el siglo posterior a la muerte de Truganina se registrarondisputas en torno de los derechos sobre las tierras y la caza de petreles En 1978, el informe de uncomité de investigación afirmaba que había entre 4000 y 5000 descendientes de “una mezcla de

grupos étnicos que incluyen aborígenes tasmanios y australianos, europeos y maoríes, todos loscuales tienen derecho a reclamar derechos sobre las tierras en Tasmania e islas adyacentes” [Ellis,V. R. (1981): Trucanini: Queen or Traitor? , Camberra, pág. 164; Mansell, M. (1981): Tasmania. EnAboriginal Landrights: A Handbook , ed. N. Peterson, páginas 128-139, Camberra.]