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SOY EL NÚMERO CUATRO

LOS ARCHIVOS PERDIDOS #8

REGRESO A PARAÍSO

PITTACUS LORE

Sinopsis

Descubre qué pasó luego del ataque de los mogadorianos a Paraíso,

Ohio, desde la perspectiva de Mark James, el matón convertido en aliado de

Número Cuatro.

Después de que Cuatro deja el pueblo para encontrar al resto de la garde,

Mark debe quedarse atrás para lidiar con las consecuencias. Su escuela

quedó destruida, su casa quedó hecha cenizas y, aún peor, es que Mark

ahora sabe la espeluznante verdad: los extraterrestres viven entre nosotros, y

algunos buscan destruirnos. Incluso con el FBI vigilándolos a él y a Sarah

Hart, Mark intenta regresar a una vida normal. Pero cuando Sarah

desaparece, él sabe que no puede quedarse sentado sin hacer nada. Su

búsqueda para encontrarla lo guiará a nuevos aliados, y a una sorprendente

revelación sobre los planes de los mogadorianos para una invasión.

CAPÍTULO

UNO Traducido por Silvifu

Durante mi primera semana en mi nueva escuela, tengo que seguir

recordándome quién soy. No es como si hubiera perdido la memoria o algo.

Sé quién soy en un sentido literal, pero tengo que obligarme a recordar lo

que significa ser yo. Así que toda la semana me he repetido un pensamiento

en la cabeza:

«Eres Mark James».

Es lo que pienso el lunes, cuando un idiota me empuja mientras intento

encontrar un asiento libre en una clase de pre-cálculo llena de extraños.

«Eres Mark James, al que todos admiraban en tu antigua escuela. Estos

idiotas aprenderán».

Y el miércoles, cuando alguien saquea mi taquilla mientras levantaba

pesas y me obliga a llevar la ropa sudada del gimnasio durante los dos

últimos periodos.

«Eres Mark James, el mejor mariscal de campo de la región. Sólo están

celosos».

Y el jueves durante el almuerzo, cuando estoy sentado en la parte de

atrás de mi camioneta, pasa alguien en un Camaro viejo y ruidoso y me

lanza un vaso grande de zumo de naranja mientras grita lo que creo es

«pirata imbécil».

«Eres Mark James, el mejor jodido atleta que los Piratas de la secundaria

Paraíso han visto».

Si alguien me hubiera preguntado hace un año lo que me deparaba el

futuro, probablemente habría dicho algo como «Mark James, mariscal de

campo estrella del estado de Ohio». Puede que si hubiese tomado una o dos

cervezas me hubiera atrevido a decir. «Mark James, reclutado en primera

ronda por la NFL».

Lo que no habría dicho, lo que nunca me hubiera imaginado, sería algo

remotamente parecido a: «Mark James, superviviente de un ataque

alienígena».

Durante toda mi vida, el futuro pareció dispuesto ante mí. Tan pronto

lancé mi primer pase, supe lo que quería hacer: mariscal de campo de la

secundaria Paraíso, estrella universitaria de fútbol americano, la NFL con

suerte. Pero ahora el futuro es una estupidez oscura que no puedo predecir,

y siento que toda mi vida ha estada orientada hacia algo que ni siquiera

importa, a algo que puede ni existir si nos termina conquistando un grupo

de alienígenas con superpoderes. Quiero decir, usé mi trofeo del

campeonato regional para asesinar a un extraterrestre. Un mogadoriano. Un

montón de idiotas pálidos de otro planeta vinieron a la Tierra a cazar a un

extraterrestre, de apariencia muy humana, llamado John Smith (já) y a su

amiga invisible. Luego destruyeron mi secundaria, mi reino, y casi me

mataron a mí en el proceso.

Murieron algunas personas, y supongo que debería considerarme

afortunado, pero no me siento así. Me siento como alguien que acaba de

descubrir que los vampiros existen o que la realidad en realidad es un

videojuego elaborado.

Todo el mundo sigue adelante, como de costumbre, pero el mundo ha

cambiado para mí.

Sólo unas pocas personas saben lo que sucedió realmente en la

secundaria Paraíso. Todo el mundo cree que la escuela está en ruinas porque

el raro y nómade chico nuevo, John Smith, se volvió loco un día, saltó por la

ventana del director y volvió más tarde esa noche para causar daños

enormes que destrozaron la mitad del edificio. Luego abandonó la ciudad.

Se dice que es como un terrorista adolescente, miembro de una célula

durmiente, o un psicópata… depende de quién cuente la historia.

Pero una escuela en ruinas no puede interponerse en el camino de la

educación, así que ahora todos los de Paraíso nos envían a la ciudad vecina

donde hay un edificio en pie para nosotros. Da la casualidad de que la

escuela más cercana es la secundaria Helena, nuestra mayor rival, a la que

machaqué en el mejor partido de mi vida, coronando una temporada invicta

al aniquilar por completo a su defensa. Así que, sí, supongo que entiendo

por qué no soy el chico más adorado de la escuela. Es sólo que nunca pensé

que pasaría mi último semestre del instituto limpiándome refresco de

naranja del pelo. Puede que si siguiera siendo el antiguo Mark James lo

hubiera encontrado divertido, de alguna manera. Soñaría con formas de

vengarme de los demás, formas para gastarles una broma y reírme una

última vez con mis compañeros del fútbol. Pero llenar la taquilla de alguien

con estiércol ya no está tan alto en mi lista de prioridades, no ahora que sé

que seres de otro mundo caminan junto a nosotros y que una completa

invasión alienígena es posible en cualquier momento. Desearía que el

estiércol siguiera en un puesto alto en mi lista de cosas por hacer.

Algunos compañeros de equipo me han dicho que estoy más silencioso y

parezco diferente desde que pasó, pero no puedo hacer nada. No tiene

sentido hablar de coches e irse de fiesta cuando literalmente casi me aplastó

alguna clase de monstruo extraterrestre. ¿Cómo se supone que tengo que

volver a ser el amante de la diversión, el Mark James cervecero después de

todo eso? Ahora siempre soy el Mark «paranoico de que los alienígenas

vengan a cazarme» James.

No puedo lidiar con la nueva secundaria. Demonios, seguramente me

merezca esto por tratar como a la mierda a gente como John allá en Paraíso.

Sólo es un semestre, y luego me habré graduado. Puede que incluso sean

capaces de arreglar el auditorio de la secundaria a tiempo para que camine

por el escenario en Paraíso. Lo que apesta es no poder decirles a todos lo que

está pasando. Me meterían en una institución mental. O peor, esos

extraterrestres malvados, los mogs, me perseguirían e intentarían callarme.

Al menos tengo a Sarah para hablar. Ella estuvo allí, luchó conmigo y casi

murió a mi lado. Mientras tenga a Sarah, no creo que me vuelva loco.

CAPÍTULO

DOS Traducido por Silvifu

Los estudiantes se trasladan entre Helena y Paraíso en los típicos buses

escolares, pero pude convencer el director para que me dejara ir en mi coche.

Le dije que quería quedarme hasta tarde y ejercitarme, que no quería que lo

que pasó en Paraíso me impidiera ser una máquina imparable de fútbol

americano. Dijo que le parecía bien; imagino que en parte porque espera que

todo lo que haga en el futuro deje en buen lugar a la secundaria Paraíso, y en

parte porque todos en la ciudad se sienten mal por mí porque di una fiesta y

unos chicos quemaron mi casa por accidente.

No creo que eso tuviera algo que ver con los extraterrestres. Por lo menos

me he asegurado de aclararles a todos los que insinúan que John hizo

estallar mi casa, que en realidad los culpables fueron un par de drogadictos

en el sótano, que estaban quemando cosas por diversión. Eso por lo general

calla a la gente, especialmente a los adultos que les gusta fingir que cosas

como esas nunca pasan en el bueno y antiguo Paraíso. Además, John salvó a

Sarah y a mis dos perros; hay un video en YouTube para probarlo. Nadie

debería culparlo por aquella noche. No hay nada que decirle por eso.

Me encuentro con Sarah en el estacionamiento después del último timbre

del viernes de nuestra primera semana en Helena. Ella me espera junto a mi

camioneta. El día está algo gris, y ella lleva un suéter a cuadros que hace que

sus ojos prácticamente resplandezcan azules. Se ve preciosa.

Siempre se ve preciosa.

Sarah Hart fue (es) el amor de mi vida. Incluso después de que

abandonara las animadoras y volviera a la secundaria como un tipo de emo-

hipster que de repente no quería salir con el mariscal de campo estrella.

Incluso después de que me dejara y empezara a salir con un alienígena.

Le sonrío mientras me aproximo, muestro todos los dientes. Es un reflejo,

no puedo evitarlo. Ella me sonríe también, pero no con tantas ganas como

me gustaría.

Incluso con el mantra de «Eres Mark James» en mi cabeza todo el día, a

veces no me siento yo del todo. En vez de ser el tipo frío y compuesto que

siempre he sido, he empezado a preocuparme por una guerra intergaláctica

y por si los mogs me vigilan mientras desayuno. Pero incluso cuando me

empiezo a preguntar si debería estar construyendo un refugio antibombas

en medio del bosque o algo así, una parte de mí quiere quedarse en el

mundo que conocía antes de que hubiera pruebas definitivas de alienígenas

en la Tierra, donde sólo soy un chico que intenta recuperar a su ex-novia.

Si toda esta experiencia penosa ha tenido algún lado bueno, es que ahora

veo mucho más a Sarah. Me gusta pensar que salvarle la vida de John la

impresionó, y puede que incluso le mostrara que soy más de lo que ella

pensaba. Algún día cuando todo esté dicho y hecho, Sarah va a recuperar la

cordura y se dará cuenta de que incluso si John es un extraterrestre bueno,

sigue siendo un maldito E.T. Y yo estaré esperando, incluso si eso significa

combatir contra invasores espaciales para mantenerla segura y mostrarle

que soy mejor que él.

La espera es una porquería.

―Te lo estás buscando, ¿verdad? ―dice mientras me acerco.

Al principio me siento confundido, pero luego me doy cuenta de que

asiente hacia mi pecho, a mi nombre bordado en dorado sobre el lado

izquierdo de mi chaqueta del equipo de la secundaria Paraíso.

―¿Qué, esto? ―le pregunto, flexionando un poco e inflando el pecho―.

Sólo estoy representando a nuestra escuela. Es una forma de traer un pedazo

de Paraíso al infierno, de esa manera todos nos sentiremos como en casa.

Ella pone los ojos en blanco.

―Los estás provocando.

―Son el menor de mis problemas estos días.

―Lo que sea ―dice ella―. Tu camioneta huele a refresco de naranja.

Una vez dentro de mi camioneta, Sarah apoya la cabeza contra la ventana

del pasajero y exhala un largo suspiro, como si hubiese estado conteniendo

el aliento todo el día. Parece cansada. Hermosa, pero cansada.

―Hoy me gané un nuevo apodo en biología ―dice, con los ojos cerrados.

―¿En serio?

―«Sarah Corazón Sangrante». Estaba intentando explicar que John no es

un terrorista que va a hacer explotar la Casa Blanca. Literalmente alguien

dijo que había oído que iba a hacer explotar la Casa Blanca.

―¿Ahora quién se lo está buscando?

Ella abre los ojos lo suficiente para verme.

―Siento como si todo lo que hago ahora es defenderlo, pero todos los

demás se niegan a escuchar. Y cada vez que intento decir que ellos no saben

toda la historia, pierdo un amigo. ¿Sabías que Emily cree que secuestró a

Sam? Y ni siquiera puedo decirle que eso no es verdad. Todo lo que puedo

decirle es que John no haría eso, y luego ella me mira como si yo fuera parte

de un enorme complot para destruir Estados Unidos o algo. O peor, una loca

de amor en estado de negación.

―Bueno, aún me tienes a mí ―le digo tranquilizadoramente―. Y yo

intento defender a John siempre que puedo. Aunque creo que no se me da

muy bien. Todos los chicos del equipo creen que pudo patearnos el trasero

después del paseo en Halloween porque lo entrenaron como agente especial

ruso o algo.

―Gracias Mark ―dice Sarah―. Sé que puedo contar contigo. Es sólo

que…

Abre los ojos y mira por la ventana mientras recorremos unos campos

vacíos, sin acabar su frase.

―¿Qué? ―pregunto, aunque sé qué pasa. Siento que la sangre en mis

venas empieza a acelerarse.

―Nada.

―¿Qué, Sarah? ―pregunto.

―Es sólo que me gustaría que John estuviera aquí. ―Me da una sonrisa

triste―. Para defenderse solo.

Por supuesto, lo que de verdad quiere decir es que le gustaría que John

estuviera aquí porque lo extraña. La está matando no saber dónde está o qué

está haciendo. Por un momento, me siento como mi yo antiguo otra vez y

aprieto el volante con las manos. Quiero encontrar a John Smith y darle un

puñetazo directo a la mandíbula, y seguir golpeándolo hasta que me

sangren los nudillos. Quiero despotricar y decir que si él de verdad la

amaba, no la habría dejado aquí para que la criticaran y se burlaran de ella.

Debería haberse quedado y ser un hombre, incluso si se fue para encontrar

otros extraterrestres como él para salvar al planeta. Si yo estuviese en su

lugar, habría encontrado una manera de mantener a Sarah y a la Tierra a

salvo. Y feliz.

No puedo creer que este sea el tipo de conversaciones que ahora

mantengo conmigo mismo a diario.

Cuando me cabreo con John sueno como el Mark con el que Sarah

rompió, así que en vez de criticarlo, me trago la ira y cambio de tema.

―He estado pensando mucho en lo que ha pasado últimamente, en cómo

el FBI y los otros han estado manejando esto. Mi papá dice que es un poco

raro que estén manteniendo alejadas a las autoridades locales. Quiero decir,

él es el alguacil y no le dicen nada de lo que está pasando.

―Sí, pero ¿no se supone que es para mantener en secreto la

investigación? ― pregunta Sarah―. Ese es el trabajo del FBI, ¿no?

―Mi papá no lo cree. Al menos deberían informarlo, incluso aunque no

pudiera decirle al resto de sus oficiales lo que está pasando. Además, sé que

encontraron algunos cuerpos en la escuela y que había muchos daños, pero a

John le pasaron directamente a la lista de los más buscados del FBI. Eso

parece un poco extremo, ¿no? Sobre todo si consideramos que no hay

evidencia real de que John estuviera detrás de todo esto.

―Entonces ¿qué? ¿Crees que es algún tipo de conspiración del gobierno?

―Se endereza en el asiento y se inclina hacia mí.

―Sólo creo que puede que sepan más sobre lo que está pasando con la

gente de John de lo que quieren hacernos creer. Supongo que algunos de los

trajes negros son lo bastante listos como para darse cuenta de que no fue un

adolescente enfadado el que dejó marcas de garras gigantes en el campo de

fútbol.

―Dios, Mark, empiezas a sonar como Sam ―me dice. Luego se encoje de

hombros―. Pero imagino que tenía razón sobre algunas de esas cosas que

todos considerábamos locuras. Eso tendría sentido. Quiero decir, si pasan

cosas como esta por todo el país, alguien debe estar siguiéndole la pista,

¿verdad? El FBI apareció muy rápido. ¿Tal vez están trabajando con la…

especie de John?

No puedo creer que Sarah se haya enamorado de alguien que pueda

clasificarse como otra especie.

―O pueden estar trabajando con los monstruos de espadas brillantes ―le

digo―. Lo que querría decir que permitimos que el enemigo se instalara en

la ciudad.

Sarah vuelve a apoyar la cabeza contra la ventana.

―¿Dónde estás, John? ―susurra, su respiración empaña el vidrio―.

¿Dónde estás?

Nos quedamos en silencio durante el resto del viaje a casa.

Lo único en lo que puedo pensar es en la promesa que le hice a John

mientras todo se derrumbaba en la escuela: que mantendría a Sarah a salvo.

Por supuesto que lo haría. Lo habría hecho incluso si no me lo hubiese

pedido. Pero me revuelve las entrañas saber que está pensando en él,

mientras yo soy el que la está cuidando, en realidad.

CAPÍTULO

TRES Traducido por anadegante

Después de dejar a Sarah en su casa, cambio a modo detective.

Ha pasado poco tiempo desde «los extraterrestres son reales y están

atacando tu escuela», pero desde entonces, he estado intentando obtener la

mayor cantidad de información posible sobre lo que está pasando. Me

gustaría decir que lo hago en caso de que la Tierra tenga que luchar y así

poder encargarme de los tipos malos, pero creo que es sólo porque necesito

hacer algo, y porque me gusta ser una persona con conocimiento, de

preferencia el que tenga la última palabra. Quizá eso es lo que me hace un

mariscal de campo tan bueno. Es sorprendentemente difícil pasar de ser el

tipo que sabe todo lo que pasa en la escuela, a un deportista tonto que ni

siquiera se daba cuenta de que había una guerra a su alrededor.

Eso puedo arreglarlo, sólo tengo que reunir información.

Al mismo tiempo, me da algo de qué hablar con Sarah además de si creo

o no que John ―y los otros, pero sobre todo John― está bien, incluso si eso

me hace sonar un poco al loco de Sam.

Tomo el camino largo a casa y conduzco pasado la escuela. No es que me

pueda acercar, porque las autoridades tienen toda el área alrededor muy

bien cercada.

No es la policía la que tiene el control ahora; si fuera así, probablemente

podría acampar en el césped de la escuela si quisiera, porque mi papá es el

alguacil. No, hay gente de rango mucho más alto a cargo de la investigación,

como el FBI, y supongo que otras corporaciones gubernamentales de tres

letras de las que los civiles se supone no sabemos nada.

Hay un montón de personas con trajes negros caminando por los

alrededores de Paraíso estos días, y supongo que tiene sentido, porque esta

mierda es del tipo Área 51. Una vez había intentado meterme a escondidas a

la escuela a través de los bosques que la rodean, pero tenían todas las zonas

de alrededor iluminadas con reflectores gigantes por la noche. No pude

recorrer unos pocos metros más allá del borde los árboles, porque alguien

podría haberme visto.

Habría sido una linda ocasión para tener cerca a esa chica alienígena, a

Seis, y sus poderes de invisibilidad.

Hoy reconozco al policía que está apostado para asegurar que nadie baje

la calle que lleva a la escuela. Todd sólo es tres o cuatro años mayor que yo.

En sus días fue una gran estrella de fútbol americano en la ciudad, y siempre

le gusta arrinconarme cuando estoy en la estación para hablar de juegos y

estadísticas. Dudo por un segundo y después decido probar mi suerte.

Quiero saber que está pasando en la escuela. Quizá si puedo acercarme lo

suficiente para ver qué clase de trabajo detectivesco están haciendo, pueda

formarme una idea de cuánto saben o no. Quizá incluso pueda hablar con

uno de ellos para sonsacarles algunos secretos si no veo a ninguno de los

tipos pálidos caminando por ahí.

Me doy una vuelta y regreso a la escuela. Al hacerlo, me quito la

chaqueta del equipo, la tiro al asiento trasero, y dejo la mochila encima.

―Eh, hola ―saludo, estacionando junto a Todd. Hay un par de conos de

tráfico frente a mi parachoques―. ¿Qué tal todo?

―Me estoy congelando el trasero para proteger este terreno sagrado

―contesta, mientras mete las manos a los bolsillos y señala con la cabeza

hacia la escuela. No sí está bromeando o no con lo del «terreno sagrado»,

porque definitivamente es del tipo que hablaría sobre los días de gloria de

su escuela secundaria hasta el día de su muerte.

―Sí ―digo, esforzándome por sonar casual―. De todos modos, ¿qué

están haciendo ahí? Quiero decir, escuché que el lugar es un desastre, pero

papá dice que no les cuentan si encontraron algo útil o no.

―Todo es información clasificada ―confirma Todd, levantando las cejas

sólo un poco para hacerlo sonar realmente importante―. Ya sabes, cosas del

tipo de seguridad nacional. Aparentemente, al gobierno no le gusta mucho

que trates de destruir una escuela.

―Seguro, amigo. ―Asiento―. Oye, en realidad dejé mi chaqueta del

equipo en el vestidor de atrás antes de que sucediera todo este desastre y…

sé que suena estúpido, pero me siento desnudo sin ella. ¿Crees que podría

entrar corriendo a buscarla? Quiero decir, probablemente la sentías igual

cuando estabas acumulando touchdowns, ¿cierto? Es como una segunda piel.

Algo raro pasa en el rostro de Todd. Se queda en silencio, y pareciera que

acabara de oler algo fétido. Al final, sólo sacude la cabeza.

―No puede ser, amigo ―dice lentamente―. El lugar está fuera de los

límites. Ni siquiera puedo acercarme a la escuela.

―Sí, pero…

―No ―repite. Esta vez no hay cabida para argumentos.

Echo un vistazo y trato de ver lo más lejos posible hasta donde termina la

calle que da a la escuela, pero todo lo que distingo es un puñado de

camionetas todo terreno negras, y un par de figuras en movimiento vestidas

de negro.

Todd se aclara la garganta y vuelvo de golpe al presente.

―Está bien ―digo―. Pensé que debería preguntar. ―Fuerzo una

sonrisa―. Pero si le pasa algo a mi chaqueta, te perseguiré por el resto de tu

vida.

Todd esboza una sonrisita mientras retrocedo y me alejo de la escuela.

«¿Ni siquiera lo dejan acercarse a la escuela? ―pienso―. ¿Qué demonios

están haciendo ahí?»

CAPÍTULO

CUATRO Traducido por anadegante

La casa de mi abuela es una casa antigua en el campo, de dos pisos y

llena de tantos paneles de madera que en el interior da la sensación de

cabaña. Ahí es donde nos alojamos mis papás y yo desde que nuestra casa es

básicamente una pila de cenizas. Mis papás iban a empezar a ver si

construían algo nuevo cuando todo se volvió una locura en el pueblo, así

que ahora estamos acampando con Nana (la mamá de mi papá)

indefinidamente.

Apenas logro bajar de la camioneta cuando Abby, nuestra golden

retriever, se para en las patas traseras y trata de lamerme la cara. Dozer,

nuestro bulldog, se pone de pie en el porche y por un momento parece que

también vendrá a saludarme, antes de dejarse caer y empezar a roncar.

Adentro, la casa huele delicioso, a carne asada y puré de papás. Es el

favorito de mi papá, lo que significa que probablemente hoy está de mal

humor, y que Nana está tratando alegrarlo. Mi suposición es justificada,

porque cuando mi abuela se asoma de la cocina, me dice que mamá se

quedará en Cleveland unas cuantas semanas más visitando a su familia, lo

que, conociendo a mi mamá, es su código para decir «me estoy volviendo

loca en esta casa con mi suegra». Ha estado actuando algo rara y distante

desde el incendio, pero continúo diciéndome que las cosas van a estar bien y

que ella regresará a Paraíso una vez que todo se haya terminado.

Papá llega a casa poco tiempo después que yo. Creo que es una de las

ventajas de que lo excluyan de una gran investigación: llega a tiempo para la

cena cada noche. Lanza su sombrero oscuro de alguacil sobre una mesa

cercana a la puerta de entrada y se dirige al cuarto de invitados donde se

está quedando, escaleras arriba. Pronto baja de nuevo vestido con una

sudadera y pantalones de mezclilla, y los tres nos sentamos para cenar en la

antigua mesa redonda de Nana que debe pesar dos toneladas.

Nana da las gracias y nos pregunta cómo nos fue en nuestro día. Doy una

vaga respuesta de que me fue bien en la escuela; en cuanto a lo que mi

familia sabe, no hay diferencia en quien era en Paraíso y quien soy en

Helena. Papá hace algunas preguntas sobre si la administración ya decidió si

Paraíso tendrá un equipo de béisbol esta primavera, o si nos fusionaremos

con nuestra nueva escuela, lo que sería peor que no tener béisbol. Me encojo

de hombros y regreso a mi cena.

Eventualmente, tengo la oportunidad de preguntar por la investigación.

―Hoy vi a Todd ―digo entre bocados de carne―. Me dijo que ni

siquiera a él no lo dejan andar por las instalaciones de la escuela, aunque se

supone que está ahí para proteger el lugar.

―Oficial Charleston ―me corrige papá, masticando mientras dice el

apellido de Todd―. Se supone que no debe estar cotilleando sobre los

asuntos de la policía. Y por sobre todo, no sobre la investigación.

―Fue mi culpa. Me detuve por ahí cuando vi que él estaba a cargo del

control de la carretera. Lo obligué a conversar conmigo. No te preocupes, no

me dejó avanzar ni un paso.

Papá no dice nada, sólo sigue masticando, con los ojos posados sobre el

plato. Me aclaro la garganta un poco y continúo hablando.

―Así que, eh, ¿has ido a la escuela? ¿Qué han estado haciendo? ¿Alguna

idea de qué o quién es el culpable?

―El chico Smith y su padre son los culpables ―dice papá, repitiendo

como un loro lo mismo que todo el mundo ha estado diciendo.

Quiero corregirle y decirle que Henri de hecho no es el padre de John,

que era una clase de guardián que nos protegió a Sarah, a mí y a los otros…

que murió en el proceso, y que observé mientras cremaban su cuerpo en una

ceremonia detrás de un pobre motel cercano.

Pero por lo que sabe papá, John Smith sólo era un chico tranquilo que

compartía algunas de mis clases, y yo estaba muy lejos de la secundaria

Paraíso la noche en que todo se vino abajo. Así que sólo pregunto:

―Pero ¿cómo pueden estar seguros de que fue él?

―Están seguros ―replica papá con brusquedad, lo que significa que ya

ha terminado de hablar sobre el tema.

―¿Quién quiere más panecillos? ―pregunta Nana.

―Sí, pero ¿qué pruebas tienen ellos? ―pregunto, sintiéndome un poco

mal por ignorar a mi abuela―. Deben tener algo si siguen diciéndoles a

todos que él lo hizo.

Papá deja caer su tenedor en el plato y me mira al otro lado de la mesa.

―¿Sabes quiénes son «ellos» a los que continúas mencionando, Mark?

―Eh, más o menos. El FBI, por ejemplo.

―Y probablemente has visto suficientes películas para saber cómo

trabaja el FBI. Y qué les pasa a las personas que hacen preguntas sobre

investigaciones ultra secretas, ¿cierto?

―Seguro ―digo―. Bolsas negras sobre la cabeza y esas cosas.

―No sé nada sobre eso, pero lo último que quiero es que mi hijo termine

en problemas porque estuvo hurgando sobre cosas que debería haber dejado

estar. Es bastante malo que Sarah estuviera envuelta con este chico. Lo

último que quiero es que tú también te veas envuelto.

―Claro ―contesto.

Toma de nuevo su tenedor y continúa comiendo, pero la cabeza me da

vueltas. «Sarah estuviera involucrada con este chico». No es el hecho de que

sea verdad lo que me hace un nudo en el estómago, es el hecho de que papá

lo sepa.

Busco en mi cerebro, intentando recordar algún momento en el que

pueda haber mencionado antes que Sarah y John estaban saliendo, o incluso

después de que todo esto pasara, pero no puedo recordar ninguno. El chico

que me pateó el trasero y me robó a mi chica no es exactamente el tipo de

cosas que comentaría con mi familia. Si papá sabe que Sarah estuvo

«involucrada» con John, es por la investigación. Lo que significa que el FBI y

quien quiera que esté en Paraíso justo ahora también lo saben.

―Te llegó otra carta de la Estatal de Ohio el día de hoy ―dice Nana

mientras me ofrece una segunda ronda de puré de patatas.

Algo lindo de vivir en un pequeño pueblo es que si tu casa se quema, el

cartero probablemente te encontrará de todas formas.

―La leeré después.

―Igual que las demás cartas de otras universidades que dijiste que

también revisarías, ¿cierto? ―pregunta papá―. ¿Las que están en una pila

sobre tu escritorio? Fui y las miré más temprano, y la mitad de ellas ni

siquiera están abiertas.

―Es que… ―comienzo, pero no lo entendería.

―Jesús, Mark. ¿Tienes alguna idea de cuánta suerte tienes? ¿Tienes

alguna idea de cuántos chicos matarían por tener escuelas peleándose por

obtener tu atención? ¿Por tener siquiera la mitad del dinero en becas que

estos lugares te ofrecen sólo por hacer lo que amas, jugar fútbol? ¿Qué tan

ingrato…?

Sigue hablando, pero me distraigo un poco. Cuando considero de nuevo

lo duro y aburrido que pensaba era el proceso de aplicación para

universidades, me siento como un idiota. Pero era lo más importante en mi

vida en ese entonces, intentar recordar si había enviado o no todas las

transcripciones correctas y las cartas de recomendación. Ahora me doy

cuenta de que hay cosas mucho más grandes de las que preocuparse.

Papá continúa sermoneándome. Normalmente es un tipo amable, bueno

con nosotros y siempre está ahí cuando lo necesito. Sin embargo, lo único

que no le gusta es cuando se siente inútil, cuando las cosas se le escapan de

las manos o de su jurisdicción y lo excluyen del asunto. Entonces se torna

irritable y comienza a convertirse en un verdadero idiota en casa.

Supongo que eso es algo que debo haber heredado de él.

CAPÍTULO

CINCO Traducido por niki26

Alex Davis me manda un texto después de la cena. Es un receptor abierto

un año más joven que yo, parte de mi círculo cercano en la secundaria

Paraíso. Al parecer, sus padres están fuera de la ciudad para el fin de

semana, y se las ingenió para conseguir todo un barril de cerveza. Todos los

que conocemos van a ir. «No se permite fuego lol» me escribe.

Le mando un texto a Sarah para preguntarle si quiere ir, pero dice que

no, como esperaba. Invitarla es sólo un gesto.

Últimamente, ninguno de los dos está de ánimo para ir de fiesta.

Cualquier otro viernes por la noche en los años anteriores a que los mogs

invadieran Paraíso, yo hubiera estado con mis amigos ―tal vez con Sarah―

de fiesta en la casa de alguien o en un claro en el bosque con nuestros coches

alrededor. Pero ahora no veo el punto. Hay una guerra alienígena que podría

estallar de un momento a otro y cuando eso suceda, no quiero tener resaca.

Al principio, mis amigos (mis compañeros de equipo), me molestaron

mucho por mi recién descubierta falta de vida social. Entonces le dije a la

amiga de Sarah, Emily, que no me sentía cómodo en fiestas desde que mi

casa se quemó. La verdad es que no es cierto, pero Emily es algo chismosa, y

muy pronto ya nadie me molestaba por quedarme en casa. O por lo menos,

la mayoría de la gente no me molestaba.

Le contesto a Alex y le digo que no iré; él me dice que soy una nena.

Durante medio minuto considero ir a patearle el trasero para recordarle

quién de nosotros fue el JMV1, pero sólo pongo mi teléfono en modo

silencioso y me dirijo arriba.

Mi habitación solía ser la oficina de mi abuelo, antes de morir. Por lo

menos, todo el mundo la llamaba su «oficina», aunque sólo era una

1 Jugador más valioso.

habitación de invitados donde mi abuela almacenaba todos sus viejos libros

de historia, un baúl de la marina y cosas por el estilo. Tiene un escritorio y

un sofá desplegable, que es todo lo que necesito.

Lo primero que hago cuando me siento en el escritorio es iniciar sesión en

este blog que empecé a seguir, llamado Alienígenas Anónimos. Me lo encontré

por casualidad, en los primeros días después de la batalla en la escuela, y a

pesar de su nombre tonto, resultó ser bastante interesante. Uno de los

administradores, un tipo que va por el nombre GUARD, publicó una

historia del periódico local y escribió un montón de cosas diciendo que toda

la destrucción en la escuela secundaria podría ser una tapadera para

actividad extraterrestre. Al principio pensé que GUARD podría ser de por

aquí, pero el incidente en Paraíso en realidad fue sólo uno de muchos

accidentes o sucesos que él había catalogado de relacionado con

extraterrestres. Por lo menos en este caso, había acertado; incluso había

hecho la conexión de que el «John Smith» al que todo el mundo seguía

culpando probablemente no era exactamente de este mundo.

Buscando en los archivos del blog, me encontré con un par de historias

parecían tener algo que ver con los lorienses o con los mogs. Las entradas

del sitio más que nada son del tipo que se encuentran revistas de

supermercado que tienen por titular: «¡Elvis sigue vivo!»; pero algunas

entradas suenan verdaderas, o al menos podrían ser ciertas, dado lo que he

visto. Sabía que podía ayudar al blog contándoles algo de lo que sé, y al

hacer eso podría conseguir que me ayudaran a buscar pistas para saber

dónde podrían estar John, Sam y la Chica Invisible.

Así que después de navegar por el blog por un rato, contacté a GUARD y

le dije que era de Paraíso y que creía que podría estar en lo cierto. Me envió

un par de correos electrónicos extraños, llenos de instrucciones que me

hicieron considerar si estaba tratando con un jodido lunático con sombrero

de papel de aluminio. Los correos contenían una guía sobre cómo ocultar mi

dirección IP, contraseñas para acceder a las secciones restringidas del blog y

reglas de cuándo y cómo podría ponerme en contacto con él; pero después

de un tiempo, empezamos a conocernos. Supongo que empecé a confiar en

él, porque en poco tiempo le conté lo que pasó en la escuela esa noche.

Pero GUARD no lo sabe todo. He visto suficientes reportajes en los

noticieros para darme cuenta de que debería cuestionar la identidad de

cualquier persona que me encuentre en Internet, sobre todo ahora que sé

que los mogs harían cualquier cosa para encontrar a John y a los demás. No

le dije mi nombre, ni nada, sólo que vi cosas que me hicieron un verdadero

creyente. En el blog, voy con el nombre JOLLYROGER182, nombre que robé

de las banderas de cráneo y tibias cruzadas que flameaban en los juegos de

fútbol americano de los Piratas de Paraíso, y de las cosas de la marina que

mi abuelo enmarcó en la habitación de arriba. Formó parte del batallón 182

en la marina. Me pregunto qué diría si le dijera que estoy preparándome

para tal vez tener que luchar un día por la Tierra.

Unas cuantas personas más son habituales del blog, o «editores», como

nos hacemos llamar. Por lo general, toma largo tiempo ganarse el título, pero

de verdad debo haber convencido a GUARD de que soy de fiar, porque me

dio pleno acceso al blog bastante rápido. Los demás están bien y todo, pero

GUARD es el cabecilla de facto, y el más serio sobre todo lo que está

pasando.

Estoy feliz de ver que esté en línea. Comenzamos a charlar

inmediatamente.

JOLLYROGER182: que hay, hombre?

JOLLYROGER182: algo nuevo sta noch?

GUARD: Hola, JR. Sigo tratando de darle sentido a esa cosa en TN.

GUARD está convencido de que una extraña tormenta en Tennessee fue

producto de uno de los poderes lorienses, pero no hemos sido capaces de

localizar ninguna prueba. La historia vino de un oficial de policía que bebió

demasiado whisky una noche, y comenzó a gritarle a todo el mundo en un

bar que unos niños mágicos con el poder de controlar tormentas estaban

destrozando todo el estado y, de alguna manera, la noticia llegó al periódico

local. Llamé para ver si podía hablar con el oficial, fingiendo ser del

Departamento de Policía de Paraíso, pero me dijeron que el tipo había sido

trasladado a otro condado y que no podían ponerme en contacto con

él. Tengo la sospecha de que como cuando tus papás te dicen que enviaron a

tu perro a una bonita granja al norte del estado, cuando en realidad lo

sacrificaron, pero en versión del FBI; probablemente aporta más evidencia

de que se trataba de John y los otros, más que cualquier otra cosa.

JOLLYROGER182: quieres q investigue 1 poco más? Puedo tratar d llamar

d nuevo.

GUARD: No. Echa un vistazo a esto. ¿Suena familiar?

Me envía un enlace a una publicación en un diario en línea. Es de una

chica llamada Meredith, de Miami. Comienza muy triste: sus padres piensan

que ella consume drogas y la han ingresado a varias instituciones. No

entiendo por qué le interesa a GUARD. Entonces, después de unos párrafos,

entiendo de lo qué habla: la razón de que sus padres piensen que consume

drogas, es porque dice que vio a un tipo cualquiera usando lo que ella

describe como «poderes mentales» para lanzar a su novio contra la pared de

una cafetería en Miami, y lo mantuvo clavado allí a un par de metros del

suelo.

Mi ventana de chat resuena mientras estoy leyendo.

GUARD: ¿Qué piensas? ¿Telequinesis?

GUARD: ¿Podría ser tu amigo? La marca de tiempo en la entrada del

diario es de ayer, pero ella no dice cuando ocurrió lo de la cafetería.

GUARD: Le envié un correo electrónico para obtener más información,

pero no me ha respondido.

JOLLYROGER182: espera.

Por suerte, la chica nombró las instalaciones donde la habían registrado

sus padres y su nombre completo. Poner ese tipo de cosas en Internet no es

la movida más inteligente, pero es genial para mí. Busco el hospital y llamo

a recepción.

―Hola ―digo, cuando una mujer responde―. Estoy tratando de

ponerme en contacto con Meredith Harris.

―Un momento ―dice la mujer. Por unos momentos oigo el repiqueteo

de teclas de fondo, antes de que su voz vuelva otra vez―. Oh, lo siento,

señor, pero la Sra. Harris fue dada de alta hace unos días.

―Oh, hm… ―digo, tratando pensar en mi siguiente pregunta. Me doy

cuenta de que probablemente debería haberlo pensado más antes de llamar,

pero pensar antes de actuar no es mi estilo. Sigo mi instinto.

―Hm, eso no puede ser correcto ―continúo. En la pantalla de mi

ordenador veo la fecha de la entrada del diario, y algo hace clic en mi

cabeza: «Va a ser más fácil de averiguar si John estaba en Miami si sé

primero cuándo internaron a esta chica en el hospital».

―Tal vez tengo el número equivocado. ¿Cuándo fue ingresada su

Meredith Harris?

―Bueno… ―dice la mujer. Puedo decir que está reacia a darme más

información.

―Por favor, señora, es mi hermana. Sólo intento asegurarme de que sé

dónde está.

Debo de haber mostrado la cantidad justa de tristeza, porque me da una

fecha, una que pone a Meredith Harris en el hospital en el momento en que

yo intentaba patearle el trasero a John en el paseo de Halloween.

Le doy las gracias a la mujer en el otro extremo de la línea y cuelgo, y

luego le respondo a GUARD.

JOLLYROGER182: no hubo suerte. Llamé al hospital. A la chica la

ingresaron mientras que John Smith estaba aquí

GUARD: ¿Tal vez el incidente se produjo antes de que él llegara a

Paraíso?

JOLLYROGER182: no creo que aparecieran sus poderes hasta que llegó

aquí

Al menos, eso es lo que John le dijo Sarah. En todas nuestras

conversaciones sobre lorienses y mogs, básicamente he llegado a saber todo

lo que le contó de sí mismo.

GUARD: Ah. Bien. Tal vez sea otro loriense entonces.

JOLLYROGER182: debe ser un tonto rogando para ser comida de mogs.

GUARD: Están sucediendo muchas cosas. Muchas actividades extrañas.

GUARD: Tengo la sensación de que muy pronto todo llegará a un

momento decisivo. ¿Tú no?

Odio estar de acuerdo con él.

Me quedo en línea un poco más antes dar por terminada la noche.

Esforcé demasiado los ojos y siento un dolor de cabeza en proceso. Me

tumbo en la cama y pienso en la misma escena que se ha repetido en mi

cabeza un millón de veces desde que todo se volviera loco. Ni siquiera es

uno de los momentos más extraños, como cuando un maldito monstruo

lagarto nos atacó, o cuando el perro de John se convirtió en una especie de

dragón, o cuando los extraterrestres malos se convirtieron en cenizas después

ser apuñalados. Fue cuando estaba en la casa de John.

Fue cuando me enteré de que existían los extraterrestres.

Había ido a la casa de John para preguntarle sobre el

video. Ese estúpido video que alguien había filmado con su teléfono, de John

volando como Superman de mi casa en llamas, con Sarah y los perros

pegados a él. Había terminado en medio de una pelea entre él y el tipo que

creía era su padre, Henri. Y entonces empezaron a ocurrir cosas raras. Henri

dejó de moverse, como si estuviera congelado en su lugar; supongo que John

estaba usando telequinesis, ahora que lo pienso. Dijeron algo de que Sarah

estaba en problemas, y entonces John simplemente desapareció. Se fue

corriendo, supongo, todo el camino a la escuela.

Después de que se hubiera ido, Henri fue capaz de moverse de

nuevo. Había estado furioso porque nadie respondía mis preguntas, pero no

podía dejar de sentirme mal por el chico; parecía que estaba a punto de

romperse en todas las formas posibles. Seguí haciendo preguntas, pero él

siguió ignorándome. Entró a otra habitación y cuando volvió a salir, llevaba

una escopeta y una caja cerrada y tallada con todo tipo de extraños

símbolos. Cuando se dirigió a su camioneta, noté que iba a algún tipo de

misión. Pero fui rápido, llegué allí antes que él, y me planté en el asiento del

pasajero. Necesitaba saber lo que estaba pasando. Sobre todo si Sarah estaba

involucrada.

―No tengo tiempo para lidiar contigo ―había dicho Henri mientras

subía a la camioneta―. ¡Fuera!

¿Qué se supone que debía hacer? ¿Cómo iba a reaccionar a eso?

―Si Sarah está en peligro, me llevas con ella ―le dije―. No importa lo

que pase. ―Y lo decía en serio. De pronto, eso era lo único que importaba.

Henri me había mirado larga y fijamente antes de echar a andar la

camioneta. Mientras salíamos de su camino de entrada, empujó el cofre

cerrado sobre mi regazo.

―¿Qué es esto? ―le pregunté.

Henri se limitó a sacudir la cabeza.

―Muchacho, tienes mucho que aprender en los próximos cinco minutos.

Luego todo se fue al infierno.

Acostado en mi cama plegable en casa de Nana, pienso en esa

interacción, preguntándome por qué subí a la camioneta en primer lugar. La

verdad, no lo sé. Mirando atrás, quizá debería haber llamado a papá, o dejar

que Henri fuera solo. O llevar a cabo cualquier número de opciones que no

me pusieran en la zona de peligro de los mogs. Pero algo me dijo que fuera

con él. Me alegro de haberlo hecho. Quiero decir, salvé a John esa noche, y

probablemente a Sarah también.

Sin embargo, una pequeña parte de mí desea nunca haberse metido en

esa camioneta, que Henri no me hubiera hablado de la guerra hacia la que

estábamos conduciendo: una batalla en la Tierra entre dos razas alienígenas.

Una parte de mí desea que simplemente me hubiera alejado. La vida

habría sido mucho menos complicada de esa manera.

CAPÍTULO

SEIS Traducido por niki26

A la mañana siguiente, me doy cuenta de que tengo que decirle a Sarah

que el FBI y la policía saben sobre ella y John. Habíamos asumido que ya

sabían, pero cada trozo de información concreta que podamos encontrar, nos

ayuda a formar una imagen más clara de lo que está pasando. Además,

quiero hablarle de las cosas que he estado investigando con GUARD.

Sólo le he hablado de Alienígenas Anónimos de forma abstracta, he

mencionado los artículos que encontré en línea, pero no le he explicado que

ahora soy parte de un blog súper-nerd sobre conspiraciones alienígenas. Tal

vez hoy es el día para decírselo.

Ella accede a reunirse conmigo para el almuerzo, y para cuando llego a la

pizzería en la plaza del centro de la ciudad, ya está ahí.

―Hola ―saludo mientras me deslizo en la cabina frente a ella. Me mira

con preocupación, observando alrededor con nerviosismo. Estoy

confundido―. Si no quieres pizza, podemos ir a otro lugar.

―No ―dice, con una sonrisa forzada―. Es un día algo raro.

―¿Cómo es eso?

―¿Hay una mujer pelirroja de traje negro detrás de mí? ―susurra Sarah.

Frunzo el ceño con confusión y miro por encima del

hombro. Efectivamente, unas mesas detrás de nosotros, una mujer pelirroja

con ropa oscura bebe un café mientras lee de una tableta electrónica.

―Sí, ¿por qué?

Sarah exhala un suspiro largo y firme, y niega con la cabeza.

―Fuimos a cenar la noche anterior, y ella estaba allí. Esta mañana fui

correr, y ella pasó a mi lado en coche cuatro veces. Ahora está aquí.

―Mierda ―murmuro―. Bueno, ahí va lo que tenía que decirte.

―¿Qué quieres decir? ―Se endereza en el asiento, preocupada.

―Papá mencionó que el FBI sabía que tenías alguna conexión con

John. Pero no me imaginaba que te estaban siguiendo.

―Mierda ―exclama.

Nos quedamos en silencio unos momentos, tratando de averiguar qué

hacer a continuación. Finalmente, el silencio se ve interrumpido cuando la

camarera se acerca para tomar nuestra orden.

―Hola, Mark ―saluda con dulzura. He comido suficiente pizza aquí en

mi vida como para recibir un espacio en salón de la fama. Me conoce

bien―. ¿Qué puedo hacer por ti?

―Hola. Eh, queremos una mediana mitad carne, mitad vegetariana. ―La

orden que Sarah y yo solíamos pedir―. Y un refresco para mí.

La camarera me sonríe y luego se vuelve hacia Sarah. Hace una mueca, la

que obviamente quiere que Sarah vea.

―¿Quieres algo? ―pregunta, con un filo en la voz.

Esta es la vida de Sarah ahora: la novia del bombardero loco. Quiero

hacer una escena, pero me trago las ganas porque al parecer ya estamos

recibiendo suficiente atención. Sarah vuelve la cabeza y fija los ojos en la

camarera con una mirada que reconozco. He estado en el extremo receptor

de esa mirada demasiadas veces; es el tipo de mirada que te hace pensar que

se te va a derretir la cara.

―Una soda de dieta, señora ―contesta, enfatizando la última palabra.

La camarera pone los ojos en blanco y se aleja. Sarah simplemente

suspira.

―Por Dios, algunas personas… ―comento.

―No son algunas personas, son todas las personas. Quiero decir, la mitad

de la población piensa que soy una especie de zorra terrorista. Incluso si no

lo dicen, deberías ver las miradas que recibo. Y eso sin contar las personas

que me siguen.

―Está bien, así que, ¿qué hacemos ahora? ¿Huir y tratar de encontrar a

John y los demás? Voy a ir contigo si lo haces. Demonios, yo conduzco.

No tengo ningún deseo de ir en una búsqueda de los lorienses a ciegas,

pero si Sarah quiere ir, no voy a dejar que se vaya sola. Y tengo que admitir

que la idea de un viaje por carretera con Sarah es atractiva, incluso si se

trata de localizar a su novio extraterrestre.

―¿Cómo podríamos encontrarlos siquiera? ―pregunta.

―En realidad ―le digo, bajando la voz―: He estado haciendo una

especie de investigación sobre todo… bueno, ya sabes. Todo. Hay otras

personas por ahí que saben de estas cosas. Gente como Sam, que el resto de

nosotros creíamos locos. He estado hablando con algunos, y creo que

podríamos haber averiguado un poco más sobre lo que está pasando.

―¿Qué quieres decir? ―pregunta Sarah, animándose―. ¿Qué tipo de

cosas?

―Bueno, ahora que he visto a John y a Seis en acción, como que entendí

lo que tenía que buscar. Una chica en Miami vio cómo a su novio lo elevaban

en al aire con telequinesis. No era John, pero podría haber sido uno de los

otros como él. Tal vez alguien que está en contacto con John. Y uno de los

otros blogueros ha estado haciendo seguimiento a un tipo en la India, al que

algunos de los lugareños han estado adorando como a un dios.

―Sí, pero ¿cómo saber si estos blogueros, o las personas que están

escribiendo sobre ello, no son sólo un montón de gente loca?

―Bueno, un día o dos después de que John y los otros se fueron de

Paraíso, un oficial de policía en Tennessee detuvo a unos adolescentes que

conducían un coche sospechoso, pero antes de que pudiera detenerlos, una

especie de viento sobrenatural básicamente lo sacó volando del camino.

―Sarah levanta las cejas, con un brillo de esperanza en los ojos―. ¿Suena

familiar?

―Seis.

―Eso es lo que pensé.

Ella sonríe, pero sólo dura unos segundos antes de que la realidad de la

situación se asiente.

―Podrían estar en cualquier parte ―dice.

―Sí.

―Así que ni siquiera tenemos un lugar concreto para empezar nuestra

búsqueda.

Hacemos una pausa cuando vuelve la camarera, posa la bebida que

ordené frente a mí, y estampa la de Sarah contra la mesa, lo que provoca que

unas gotitas de refresco de dieta salten del borde del vaso. Luego se va sin

decir una palabra.

―Podríamos ir de todos modos ―sugiero, intentando no sonar

embelesado con la idea de todo ese tiempo a solas con Sarah―. Salir de este

pueblito y dejar que todo se calme.

Me da una sonrisita y niega con la cabeza.

―Mi familia… ―dice, pero noto que en su mente sobrepasé mis límites,

y sueno demasiado a un ex novio que está intenta eliminar la parte de

«ex»―. Además, si John regresa a buscarme, se sentirá destrozado si no me

encuentra.

―Sería un idiota si regresa a Paraíso ―murmuro sin pensar, así que trato

de explicarme―. Quiero decir, con todos esos tipos de traje merodeando por

aquí.

Como si hubiera oído su señal, la mujer pelirroja se levanta, camina hacia

nosotros, y se sienta en la cabina junto a Sarah. Antes de que pueda

reaccionar, otra persona de traje oscuro se sienta a mi lado, un hombre en la

treintena, de piel olivácea y el pelo negro muy corto.

Estamos atrapados en la cabina.

―¿Qué demo…? ―empiezo a decir.

―Eres Mark James ―dice la mujer pelirroja―. El hijo del alguacil. Y tú

eres Sarah Hart.

―¿Qué quie…? ―dice Sarah.

―Soy la agente Walker, del Buró Federal de Investigaciones, y este es mi

compañero, el agente Noto. Espero que no les importe si nos unimos a

ustedes.

―Nos importa ―le digo, entrecerrando los ojos.

La agente Walker sonríe. Noto no ha dicho una palabra, ni ha hecho nada

más que mirarnos a Sarah y a mí. Me pregunto qué tan cerca estaba de

nosotros. ¿Me oyó hablar sobre el blog? ¿Sabe de lo que hemos estado

hablando?

―Sólo estamos tratando de formarnos una idea de lo que pasó con John

Smith en la ciudad. Como probablemente saben, él es una persona de gran

interés. Hay varias recompensas increíblemente generosas por cualquier

información sobre su paradero. ―Gira su atención hacia mí―. Por cierto,

sentí mucho oír de lo que le pasó a tu casa, pero estoy segura de que el

dinero de la recompensa podría ayudar mucho en la reconstrucción.

¿De verdad está intentando sobornarme para que le dé información sobre

John?

―Después de todo, me han dicho que el incendio comenzó en una fiesta

tuya ―continúa―. Estoy segura de que te has estado preguntando cómo

puedes compensar a tus padres después de algo así.

Abro un poco la boca, y siento como si me hubiera golpeado en el

estómago.

―Me ha estado vigilando ―dice Sarah, cambiando de tema―. La

he visto.

―Por supuesto que me has visto ―dice la mujer―. Queríamos que

supieras que estamos aquí, manteniendo la ciudad a salvo.

―Me está siguiendo ―dice Sarah, apretando un poco los dientes.

―Simplemente estoy haciendo mi trabajo al asegurar que corroboramos

cada pista.

―¿Y cree que Sarah es una pista? ―pregunto.

―Creemos que sabes más acerca de John Smith de lo que podrías darte

cuenta siquiera. ―Walker nunca quita los ojos de Sarah―. Salías con

él. Debes tener alguna información que pudiera ser relevante para nuestra

investigación. Algo que nos pueda ayudar a descifrar lo que pasó en la

escuela exactamente.

―Apenas lo conocía ―dice Sarah, bajando la mirada a la mesa―. No

estábamos saliendo.

―Vimos un vídeo en el que parecía salir volando de tu casa en llamas

―me dice la mujer. Se vuelve hacia Sarah―. Y te cargaba en sus brazos.

Sarah sonríe.

―Es una locura lo que se puede hacer con cámaras y un par de horas

frente al computador, ¿no? ―pregunta.

―Sam siempre fue bueno en ese tipo de cosas cuando hacíamos

presentaciones en la escuela ―agrego―. Probablemente fue él.

Sarah me patea debajo de la mesa. No entiendo por qué hasta que la

agente se vuelve hacia mí y sonríe.

―Samuel Goode. Su madre, Patricia Goode, es enfermera. Su padre es

Malcolm Goode, un… ―Hace una pausa por un momento antes de sonreír

un poco―. Su paradero actual es desconocido. Sam tampoco ha estado en

casa desde aquella noche. Su madre está muy preocupada por él. Sería

bueno si tuviera la seguridad de que su hijo está vivo.

―Sam está… ―comienza a decir Sarah, pero luego se detiene. Reconozco

la expresión de su cara. Está tratando de conectar todos los puntos y trazar

cuidadosamente lo que va a decir.

Hablar con cuidado nunca ha sido mi fuerte.

―Sam Goode es un chiflado que cree en teorías de conspiración ―le

digo, recostándome un poco contra la cabina―. Ese pequeño imbécil usaba

la misma camiseta de la NASA todos los días de la semana. Debería oír el

tipo de cosas de las que habla. Alienígenas. Los Illuminati. Personalmente,

creo que es su forma de llamar la atención, cuando todos se enfocan en mí y

en mis compañeros de equipo. Probablemente se hartó por fin y salió

corriendo, con la cosa de la escuela como una excusa. Es inteligente, pero

también es un cobarde total. Confíe en mí cuando le digo que no sabría qué

hacer en una pelea. No es exactamente el material terrorista. Si me pregunta,

probablemente está cazando a Pie Grande en el bosque de algún lugar. Ahí

es donde yo trataría de encontrarlo, por lo menos.

Tomo un gran trago de mi refresco y echo un vistazo a Sarah, que me

mira con una mezcla de disgusto y confusión. Le doy una pequeña patada

debajo de la mesa, y se las arregla para sonreírme.

Aprovecho la oportunidad y me inclino hacia adelante para tomar las

manos de Sarah. Son suaves y tiemblan levemente. Se las sujeto con firmeza,

a pesar de su impulso inicial a alejarse.

―¿No es así, cariño? ―pregunto, esbozando la sonrisa más grande

posible.

―Probablemente es cierto ―murmura.

―Bueno, eso es muy esclarecedor, Sr. James ―dice la agente Walker.

―Creo que estoy lista para irme ahora ―dice Sarah, arrastrándose hacia

Walker.

La agente no se mueve.

―Pero ni siquiera has comido ―dice. Por lo que puedo decir, el agente

Noto no ha hecho nada más que respirar.

―No tengo hambre ―dice Sarah.

―¿Por qué no hablamos un poco más?

―Oh, ¿nos está acusando de algo? ―pregunto.

―¿De qué tendríamos que acusarlos? ―pregunta Walker con una sonrisa

una pizca demasiado forzada.

―Nada. ―Me encojo de hombros―. Sólo sé que no nos puede mantener

aquí a menos que realmente nos vaya a arrestar o algo. Mi papá dice

siempre que así funcionan las leyes.

Walker suelta unas cuantas risas cortas, que parecen decir: «¡Qué tierno

que pienses que así funcionan las cosas por aquí!» Sin embargo, sale de la

cabina. El agente Noto la sigue.

―Si recuerdan algo ―dice Walker, sacando una tarjeta de visita del

bolsillo de su traje, la que extiende hacia Sarah―, háganoslo

saber. Estaremos en contacto.

En un instante, Sarah sale de la cabina y se dirige hacia la puerta. Me

toma un poco más de tiempo salir, y Walker está de pie en mi camino

cuando me paro.

―Esa chica es un problema ―dice, todavía con la tarjeta―. No la dejes

hundirte junto con ella.

Nos miramos por un momento. Sus ojos son de color claro e intensos. Por

último, tomo la tarjeta, me la meto en el bolsillo y paso junto a ella. A la

salida, la camarera redondea la esquina con nuestra pizza humeante.

―Oye, ¿a dónde vas? ―pregunta, claramente molesta.

Me encojo de hombros y apunto a la agente Walker.

―La pelirroja va a pagar por nuestro almuerzo ―le digo. Y entonces me

voy.

CAPÍTULO

SIETE Traducido por Yann Mardy Bum

Sarah me está esperando unas tiendas más adelante. Cuando me acerco,

comienza a caminar rápidamente, y tengo que correr unos cuantos pasos

para alcanzarla.

―¿Qué fue todo eso? ―pregunta.

―Tendrás que ser un poco más específica ―le digo.

―Todo ese asunto de Sam, para empezar.

―Estaba tratando de cubrirme el trasero, si es que no creían ya que

estaba con John antes de que yo mencionara su nombre como un estúpido.

Trataba de despistarlos.

―Está bien. ¿Y eso de tomarme la mano? ¿Qué fue eso?

Me detengo y me vuelvo hacia ella. Estamos en la esquina. El viento le

azota el cabello de un lado a otro del rostro, y parece a punto de llorar. No

tengo ninguna duda de que los agentes están todavía vigilándonos, así que

doy un paso al costado para asegurarme de que no puedan ver su rostro

desde la pizzería.

―Sarah, si piensan que eres su novia, seguirán vigilándote ―digo

suavemente―. Ya lo sabes. Sólo estaba tratando de alejarlos de ti también.

―Puedo cuidarme sola ―me espeta.

―Sé que puedes, pero no deberías. John no debería haber…

―Lo sé ―me interrumpe, molesta―. Créeme, lo sé. Soy muy consciente

de la gravedad de la situación. De todo. Y si hubiera algo que pudiera hacer

para arreglarlo, lo haría. Casi deseo que hubieran arrestado a John, porque

así al menos sabría dónde está y que se encuentra a salvo.

El viento silba un poco mientras estamos ahí, sin hablarnos. Quiero

abrazarla, tocarla de alguna forma, y necesito una buena cantidad de fuerza

de voluntad para recordar que asusté a Sarah, que perdí a la única persona

que me importa, y a la única persona con la cual puedo hablar de todo lo

que está pasando.

Además de un montón de personas cualquiera en Internet, que

probablemente son viejos que viven en los sótanos de sus madres y

sobreviven en base a café y cereales.

Además, ya la presioné todo lo posible el día de hoy.

―Sam no cree en Pie Grande ―dice Sarah finalmente con una leve

sonrisa―. Ya hablamos de eso antes. Ninguna cacería de Pie Grande para él.

―Llegados a este punto, ya no estoy seguro de no creer en Pie Grande

―digo.

Esto le saca una pequeña sonrisa, la que me hace sonreír a mí.

―No lo sé. Creo que confío en Sam en este caso. Está muy por delante de

nosotros con todas estas cosas de extraterrestres. Probablemente sabe más de

la historia de John de lo que sabe el mismo John.

Eso es cierto. Es algo que voy a archivar para el futuro. ¿Qué sabía Sam?

¿Cómo lo descubrió? Y ¿habrá dejado algún registro?

―Tengo que salir de aquí ―continúa Sarah.

―Bueno, ¿dónde quieres ir?

Niega con la cabeza.

―Sólo necesito estar sola por un tiempo ―dice, mientras busca sus llaves

en el bolso.

―¿Estás segura de que es una buena idea? ―pregunto―. Puedo

acompañarte, si quieres. O podemos quedarnos en algún lugar público

donde nadie te moleste.

―Gracias, pero voy a estar bien. Además, mis hermanos están en casa

este fin de semana y no hay nada que les guste más que actuar de rudos y

protectores de su hermanita pequeña. Hablaremos después, ¿de acuerdo?

―Está bien.

La veo marchar y me aseguro de que llegue bien a su coche. Es sólo una

mancha en el camino cuando se activan mis sentidos y empiezo a unir cabos

sobre nuestro extraño encuentro en la pizzería. El agente Noto estaba

sentado detrás de mí. ¿Eso significa que también me siguen?

Paseo un rato por el pequeño centro de la ciudad, concentrado a medias

en aclarar mis ideas y en mantenerme atento por si tengo una sombra detrás,

fingiendo leer una revista o algo así.

Pero no hay nadie. Al menos, nadie que pueda ver.

La tarjeta que me dio la agente Walker no me dio ninguna información.

Está en blanco, salvo por un número de teléfono, que va directamente al

contestador cuando llamo del único teléfono público que conozco en

Paraíso. No dejo mensaje. En vez de eso, ingreso al blog «Alienígenas

Anónimos» desde mi teléfono y le mando un mensaje a GUARD, diciéndole

que tuve un raro encuentro con el FBI y el número de contacto que me

dieron. GUARD es bueno con las computadoras y esas cosas, así que quizás

puede usar su conocimiento para averiguar algo.

Cuando vuelvo a la camioneta, me encuentro con Kevin, un línea

ofensivo del equipo de la secundaria. Es un gigante, con parches de pelo rojo

por todo el rostro que casi dan la impresión de ser una barba real. Casi. Un

par de los miembros más jóvenes del equipo están con él, pero se quedan

atrás y dejan que él lidere el grupo. Me pregunto si eso es lo que parecía

cuando andaba por la ciudad con mi propia pandilla.

―Amiiigoo ―exclama cuando me ve. Hacemos una elaborada serie de

apretones de manos y golpes de puño.

―Estábamos comprando hamburguesas y te vimos hablando con Sarah.

Parecía bastante intenso. ¿Qué está pasando entre ustedes? ¿La estás

seduciendo ahora que el Hombre Bomba no está?

Me lleno de rabia y siento que el rostro se me vuelve rojo de ira.

―Míralo ―dice uno de los más jóvenes―. Se está sonrojando.

―No hables así de Sarah ―digo, apretando la mandíbula.

Todo el grupo exclama «Ooooh» como si se tratara de la audiencia de un

estudio de televisión.

―Lo siento, hombre, no me había dado cuenta de que estaban juntos de

nuevo.

―No lo estamos ―digo, tratando de sonreír―. Pero estoy en eso.

―Debe ser difícil ser la sobra de un terrorista ―dice Kevin con una

sonrisa―. Te hace considerar qué habrá visto en un tipo como él.

Me muevo antes de pensar. En un instante tengo a Kevin contra la pared,

y lo sostengo de las mangas de su chaqueta de cuero. Podrá ser un gigante,

pero yo soy rápido y después de años de entrenamientos de fuerza y de

levantar pesas, no soy exactamente un peso liviano.

Siento como si me fuera a explotar una vena en la cabeza. Ha pasado un

tiempo desde que estuve en una pelea, una pelea de verdad. Desde que los

mogs tomaron la secundaria. E incluso esa vez, pasé la mitad del tiempo

escondido con Sarah en un aula. Una parte de mi quiere descargarse con

Kevin, golpearlo hasta que me sienta mejor por toda la mierda que viene

saliendo mal.

Pero no lo hago. Puede que sea un idiota, pero aunque todo haya

cambiado para mí, para él todo sigue igual que siempre.

La expresión de Kevin va de la sorpresa, al miedo, y de ahí a algo más,

algo más amigable.

Algo así como el reconocimiento.

―Miren, chicos ―dice, se da vuelta hacia el resto, que espera sus

instrucciones―. Mark James HA VUELTO.

Mi pulso disminuye un poco y, de repente, me siento un poco drogado.

Sonrío.

―John Smith tenía mis sobras ―digo―. Sólo reclamo lo que era mío

desde el principio.

Los chicos se ríen y se burlan de mí. Uno grita demasiado fuerte: «¡Es

Mark James, perras!», y la gente que va por la calle nos mira con

desaprobación.

―Vamos a la casa de Alex para tratar de vaciar su barril de cerveza,

¿vienes o qué? ―pregunta Kevin.

―Sí, hombre ―contesto, sin siquiera pensarlo. Se siente

sorprendentemente bien andar por ahí con los muchachos de nuevo.

Entonces, siento un zumbido en mi bolsillo.

―En un rato ―digo―. Dile a Alex que llegaré más tarde.

―De acuerdo ―dice Kevin, y después de otra serie elaborada de

apretones de manos y palmadas, se van.

Saco mi teléfono. Es un mensaje de GUARD:

¿Has oído algo sobre el agente Purdy?

CAPÍTULO

OCHO Traducido por Yann Mardy Bum

Paso el resto de la tarde en casa con la computadora, hablando con los

editores del blog. Las tardes de sábado deben ser el momento lento para las

teorías de conspiración, porque GUARD y su otro editor llamado FLYBOY

están en línea y con ganas de hablar.

FLYBOY parece agradable, pero es mucho más escéptico sobre las cosas

de las que hablamos GUARD y yo. Lo que es bueno, creo. A veces pienso

que necesitamos una persona racional que sea nuestro cable a tierra.

Resulta ser que GUARD llamó al número que la agente Walker me dio y

recibió el mismo correo de voz, pero no dejó mensaje. Unos minutos más

tarde, su teléfono sonó, aunque él había bloqueado su número. GUARD

respondió, porque no es la clase de persona que deja escapar una

oportunidad así. La persona del otro lado de la línea siguió preguntándole

cómo consiguió el número, pero GUARD hizo una buena jugada diciendo

que él sabía lo que estaba pasando en Paraíso y que quería hablar con

alguien a cargo.

Finalmente, lo atendió un tipo del FBI llamado Purdy.

Según GUARD, Purdy era un tipo muy terco que sonaba realmente

molesto y ansioso por colgar, hasta que le dijo que sabía sobre los mogs.

Esto, aparentemente, obtuvo su atención. Sólo que entonces GUARD ya no

quería hablar, y Purdy no le daba ninguna información sobre lo que el FBI

sabía o no sabía.

FLYBOY dice que eso no significa nada, pero pienso de otra forma: si este

Purdy trabaja para el FBI y sabe de qué está hablando GUARD, eso prueba

que el FBI sabe lo que realmente está sucediendo.

La única pregunta sería cuánto es lo que saben. Y a quién están tratando

de ayudar.

Charlamos en línea un par de horas mientras tratamos de averiguar todo

lo posible sobre Purdy, pero todo lo que encontramos es una foto de un

hombre en apariencia testarudo, de pie en el fondo en una conferencia del

gobierno. No es mucho para seguir adelante. No es nada, en realidad.

Mi teléfono vibra constantemente por los mensajes de mis compañeros

que me esperan en casa de Alex. Tienen más y más errores de ortografía a

medida que van pasando las horas. Finalmente me rindo, y me preparo para

salir una vez que mi cerebro está tan lleno de conspiraciones del gobierno y

conclusiones por la mitad, que siento que podrían salírseme por los oídos.

Cuando le digo a papá que voy a casa de Alex para salir con los chicos, una

gran sonrisa se forma en su rostro.

―Es bueno verte salir y ser un estudiante de secundaria de nuevo ―me

dice―. Pensé que te habías convertido en una especie de solitario.

Me encojo de hombros y dejo salir una risa forzada; me voy antes de que

la conversación se vuelva más profunda. Estoy casi afuera cuando me grita.

―Mi camioneta está estacionada detrás de la tuya. Llévatela, si no te

importa. ―Me tira sus llaves.

―Seguro ―le digo. La camioneta de papá, la cosa que le gusta conducir

cuando no está de servicio y quiere alejarse de la patrulla policial, es

pequeña, de una sola cabina. Una porquería, pero no voy muy lejos.

Estoy atento a cualquier coche que me siga, pero no veo ninguno.

Además, tomo todas las carreteras secundarias, que es lo más clandestino

que se puede ser en Paraíso.

Pienso en llamar a Sarah para ver si quiere venir, pero sé que dirá que no.

Sobre todo ahora que el FBI no le quita los ojos de encima. (¿Se molestaría el

FBI en venir a meterse con un puñado de borrachos menores de edad?).

Además, conozco lo suficiente a los chicos como para saber que empezarán a

hablar de mí y de ella, o de ella y John, y lo último que necesita es que la

acose un grupo de jugadores de fútbol borrachos.

Como esperaba, todos están bastante ebrios en casa de Alex. La mitad del

equipo está ahí, y por un rato se siente como cualquier sábado por la noche

de los últimos años.

Aun así, me paso las pocas horas que estoy ahí tomando de la misma

cerveza caliente, sólo por si acaso necesito estar en mi sano juicio. Nadie

parece darse cuenta de que no me sirvo más, mientras sostengo un vaso de

plástico rojo en mis manos y hago de cuenta que bebo todo el tiempo.

Cuando se empieza a hacer tarde, me escapo por la parte de atrás hasta la

camioneta de mi padre.

No me molesto en decir adiós a nadie, mañana por la mañana nadie va a

recordar a qué hora me fui, y recibiré uno o dos mensajes en los que hablan

de resacas y de si llegué bien a mi casa. Estoy a punto de arrancar cuando

me doy cuenta de que hay una llave extra en el llavero de papá. Una llave de

nuestra antigua casa, una para la de mi abuela, y algunas más con goma en

la parte de arriba: las llaves de la estación.

Se me eriza el pelo de la nuca, mientras considero las posibilidades de lo

que esto podría significar.

Por lo que me dijo papa, básicamente, el FBI está trabajando en la escuela.

Eso significa que a esta hora sólo debe haber un par de oficiales en la

estación. Tal vez un par de agentes también. Pero me manejo bastante bien

allí. Si me dejara caer por la estación, probablemente podría descubrir la

forma de colarme por la recepción y llegar a la oficina de papá, donde debe

guardar todo tipo de archivos. Aunque el FBI se los haya llevado, aún deben

estar los informes iniciales. Lo que sea que hayan visto papá y sus oficiales

esa noche.

Si pudiera revisarlos, tal vez podrían aportar algo más a la investigación.

Conduzco hacia la estación antes de tomar conciencia y arrepentirme.

CAPÍTULO

NUEVE Traducido por Andrés_S

Todd es el único oficial en servicio. Creo que soy el hombre más

afortunado del mundo hasta que pone los ojos en blanco y da un suspiro

interminable mientras entro.

―Vete a casa, Mark ―dice secamente.

―Todd, hombre, ¿qué haces aquí tan solo?

―Alguien mencionó que estaba hablando con civiles mientras estaba de

servicio ayer, y me cambiaron al turno de la madrugada. Por eso.

―Ah ―le digo. Ups.

―Además hubo un tipo de incendio eléctrico en las afueras de la ciudad

al que todo el mundo tenía muchas ganas de ir. ―Inhala y arruga la nariz un

poco―. Jesús. Hueles a taberna.

No estoy muy sorprendido; la casa de Alex olía como si la hubieran

rociado con cerveza barata. Aun así, ese incendio eléctrico son noticias

geniales para mí.

―Estaba en una fiesta ―replico, con un encogimiento de hombros―.

Alguien me debe haber derramado algo encima, ya sabes cómo es. Tú

mismo me has contado de los fiestones épicos que daban cuando estabas en

el equipo.

Todd esboza una amplia sonrisa y se enfrasca en una historia que he

escuchado centenares de veces, de la vez que se emborrachó con los

miembros élite del equipo, debajo de una mesa en el bosque, en su décimo

octavo cumpleaños. Sonrío, asiento y me digo que nunca voy a ser como este

tipo cuando me haga más viejo. Si es que los seres humanos no somos la

mano de obra alienígena o algo parecido para entonces.

Por fin acaba.

―Hombre, eso suena tan brutal ―le digo, forzando una sonrisa―. Estoy

súper celoso. De todos modos, sólo vine a recoger algunas cosas que papá

me dejó en su oficina.

Todd asiente y me señala la puerta de mi padre, todavía sonriendo por

sus recuerdos. Abro la oficina con las llaves de papá y cierro la puerta

suavemente. El lugar es un desastre de archivos esparcidos por la mesa, y de

hojas apiladas aparentemente sin ningún orden sobre cada superficie.

Empiezo a rebuscar entre las pilas, pero después de unos minutos de

exploración, todo lo que encuentro son multas de tráfico de hace una

semana y un papeleo interminable de cosas que no tienen nada que ver con

John o con los mogs. Entonces me doy cuenta de que obviamente, esas cosas

no van a estar por ahí a plena vista, así que uso una de las llaves pequeñas

en el llavero para abrir el archivador del escritorio de papá. Después de

pasar de un tirón algunas carpetas, encuentro lo que estoy buscando:

ESCUELA SECUNDARIA PARAISO.

Sí.

El primer archivo que saco está lleno de informes de los incidentes

iniciales, y acuerdos de confidencialidad de los primeros interrogados. Lo

lanzo sobre la mesa para ojearlo después. El segundo archivo es el premio

mayor: fotos de página entera de la destrucción de la escuela. Las zanjas por

todo el campo de fútbol y los enormes trozos de pasto arrancado que

reconozco como huellas, los cartuchos de escopeta que recubren el aula en la

que nos escondimos un rato, el auditorio destrozado. Todas las señales

apuntan al hecho de que tal vez se trataba de algo más que la obra de un

adolescente con una venganza contra la escuela.

El pulso me golpetea mientras me tomo mi celular y empiezo a sacar

fotos de las fotos. Puedo subirlas todas al blog más tarde. GUARD y los

demás se van a volver locos cuando vean esta mierda. Paso las fotos tan

rápido como puedo, registrando cada una. Mi cerebro es un hervidero y

puedo escuchar el golpeteo de la sangre en mis oídos.

Tal vez por eso no escucho entrar a nadie.

De repente, alguien me tira del cuello de la camisa y la chaqueta, y me

ahorca. Me giran y la sorpresa hace que se me caiga el teléfono. Las

fotografías del archivo se esparcen por el suelo. Espero encontrarme cara a

cara con un mogadoriano, o con uno de los agentes.

Pero es peor.

Es papá.

―¿Qué diablos crees que estás haciendo? ―grita.

―Papá, sólo estaba…

―¿Tienes alguna idea de la cantidad de problemas en que te meterías si

alguien más te atrapara aquí? ¿O en cuantos problemas estaría yo?

―Papá, déjame ex…

―Este es un asunto de seguridad nacional Mark. Cristo.

Me empuja hacia atrás con mucha fuerza, me tropiezo y caigo al suelo

duro mientras papá recoge mi teléfono. Toca la pantalla y elimina

sistemáticamente todas las fotos que he tomado, mientras maldice todo el

rato. Entonces me doy cuenta de lo extraño que es que esté aquí en uniforme

a estas horas de la noche. Lo que haya pasado con el incendio de esta noche,

debe haber sido lo bastante importante como para llamarlo.

Cuando termina de borrar cosas, simplemente se queda ahí mirándome

por unos instantes.

―Vete a casa, Mark ―dice, enfatizando cada sílaba―. Y quédate allí.

Papá comienza a entregarme el teléfono, cuando mi tono de mensajes de

texto suena dos veces, así que en vez de entregármelo, vuelve la pantalla

hacia él para ver lo que dice.

Ahí es cuando su cara se torna completamente pálida.

―¿Qué?

Él no responde, sólo me pone de pie y medio me arrastra fuera de la

oficina.

―¡Todd! ―grita, e inmediatamente Todd aparece junto a la puerta―.

Afuera, ahora.

―Papá, ¿qué está pasando?

Él sigue arrastrándome; podría resistirme, pero se nota que está furioso.

Algo anda mal, algo malo ha ocurrido.

Cuando llegamos a la patrulla de Todd, papá abre de golpe la puerta de

atrás del lado del conductor y me empuja al interior. Me las arreglo para

arrancarle el teléfono de las manos mientras entro, y papá cierra la puerta de

un golpe antes de que se dé cuenta que se lo quité. Le grita a Todd:

―Llévalo directamente a casa de mi madre. Si opone resistencia,

arréstalo.

Todd me mira sacudiendo la cabeza, mientras mi papá corre hasta su

patrulla, gritando algo en su radio.

Sólo entonces cuando miro mi teléfono. Hay dos mensajes de Sarah.

OMG John está aquí.

No vengas pero si pasa algo extraño te envío 1 msj.

Mierda.

La mente me empieza a ir a toda velocidad mientras pienso qué hacer a

continuación. Llamo a Sarah inmediatamente. Cuando ella no responde, le

escribo:

PAPA VIO EL MENSAJE. VA X JOHN. VAYANSE

Y luego me doy cuenta de lo que esto significa. Papá va a llamar al FBI, a

la policía… diablos, al cuerpo de bomberos. Todos están a punto reunirse en

casa de Sarah, y ella no lo sabe. Probablemente estará besándose con un

maldito extraterrestre, y el FBI y la fenómeno esa de la Agente Walker van a

encontrarla.

Empiezo a golpear el puño contra el metal que separa los asientos

delanteros y traseros, gritando mientras Todd se sube al coche.

―¡NO! Tenemos que ir por ella. Todd, amigo, llévame a donde Sarah.

Tienes que llevarme donde Sarah ahora mismo. Vamos, vamos, vamos.

―Al único sitio al que voy a llevarte es a casa.

Sigo golpeando el metal hasta que me empieza a salir sangre de los

nudillos; Todd golpea su propio puño contra la reja, gritándome que me

calle, luego murmura insultos para sí. Estoy escribiéndole frenético a Sarah,

cuando él dice:

―Y yo que pensaba que la explosión en casa de los Goode iba a ser lo

más interesante de la noche.

La casa de los Goode. Explosión.

Mi cabeza trata de encajar todo, mientras ignora el dolor en mi mano y el

latido de la sangre en mi cerebro.

John está aquí, en Paraíso, probablemente con Sam y Seis. Hubo una

explosión en la casa de Sam. Llamaron a todos los policías por eso. Si hubo

una explosión, eso debe significar que hubo una pelea, y las únicas personas

con las que John estaría peleando…

Los mogs.

Los mogs están aquí. Vinieron tras John. Y John está con Sarah.

CAPÍTULO

DIEZ Traducido por Andrés_S

Me quedo en casa por el resto de la noche. Tampoco es que realmente

tenga otra opción, porque Nana se sienta en una silla a la bajada de la

escalera, con un ojo en mi puerta y otro en mi camioneta afuera; es la

centinela personal de papá. No tengo duda de que si doy un paso fuera de la

casa, habrá un oficial dispuesto a recogerme antes de que incluso pueda

llegar a la calle. Lo último que necesito es que me lancen a una celda, aunque

es posible que en realidad me acercara más a Sarah.

Sarah. Ella es en lo único que puedo pensar. En la oficina del segundo

piso, me vuelvo loco paseándome de aquí para allá, con la esperanza de que

ella esté bien y de que si las cosas se ponen feas, al menos John sea capaz de

mantenerla a salvo. Por mucho que lo odie, tengo que creer que no importa

lo que pase, él la protegerá. Le escribo un SMS a GUARD y le digo que la

mierda estalló en Paraíso, pero no me contesta. Tenía que ser esta la única

noche que no está pegado a una de sus pantallas.

Le escribo a papá unas mil veces, en primera instancia para pedir

disculpas y luego para preguntar qué ha pasado. Papá no responde, hasta

que finalmente le pido que sólo me diga si Sarah está bien, y él responde con

una sola palabra mágica: «Sí».

Por lo menos tengo eso.

Mientras me paseo, escucho el viejo escáner policiaco de papá, el que

saqué de su habitación. Hay tantos gritos y charla que apenas puedo

entender nada. Dicen algo de un sospechoso que fue puesto en custodia,

entonces un montón de estática. Oigo el nombre de Sarah y alguien

mencionando la estación de Paraíso, y luego alguien dice algo acerca de una

instalación de «Dumont». Después de eso, todos los mensajes se detienen, la

radio permanece en silencio.

Alguien debió darse cuenta que las radios de la policía no eran lo

bastante seguras. Me imagino a la agente Walker tirando un enchufe gigante

que desactiva todo el sistema radiofónico, aunque sé que así no es como

funciona esto en realidad.

Hago una búsqueda en Internet de «Complejo Dumont del FBI» y

encuentro algunos artículos acerca de un complejo del FBI enorme y

estrictamente custodiado en Dumont, Ohio, más o menos a dos horas de

distancia.

Si Sarah ha sido arrestada, debo creer que se encuentra detenida en la

cárcel de la estación, y no que la enviaron a una prisión secreta del FBI.

Así que al amanecer me tomo el riesgo y me dirijo escaleras abajo y salgo

al patio delantero. Nana ya no está en su puesto, así que supongo que sus

órdenes sólo eran asegurarse de que me quedara toda la noche.

Subo a mi camioneta y me dirijo a la ciudad. El teléfono de papá ahora va

directamente al buzón de voz. Estaciono frente a la estación, observando,

tratando de echarle un vistazo a Sarah o a cualquier persona que entre o

salga. Cada vez que se abre la puerta delantera, el pecho me golpetea, sólo

para decepcionarme cuando sale alguien que no es Sarah. Cada vez que esto

sucede me preocupo un poco más.

Son un poco pasadas las ocho de la mañana cuando sale Sarah, y me

siento súper-cargado de felicidad y alivio. Sigue aquí, la dejaron ir. Tal vez

esto va a terminar bien, después de todo.

Sarah parece un poco asustada. Por instinto primario quisiera saltar del

coche y correr directamente hacia ella, pero en lugar de ello, conduzco junto

a ella mientras camina por la calle.

―Sarah ―le digo mientras me acerco a la acera. La parte blanca de sus

ojos es ahora de color rojo, como si hubiera estado llorando recientemente―.

Entra.

―Mis papás vienen por mí ―me dice―. Vinieron a la estación cuando se

dieron cuenta de que no estaba en casa, y de que todo era una locura afuera,

pero los agentes de la recepción les hicieron volver a casa, amenazando con

arrestarlos si se quedaban a hacer preguntas sobre lo que pasó. Les dije que

me recogieran en la tienda de comestibles para que no tuvieran que volver a

entrar en la estación. Les iban a hacer muchas preguntas.

―Diles que te llevo a casa.

―Perdí mi teléfono móvil.

―Puedes usar el mío ―le digo, inclinándome y abriendo la puerta del

lado del pasajero. Después de unas breves llamadas y un montón de «En

cinco minutos cuando esté en casa les explico», me devuelve el teléfono y

pone la cabeza entre las manos.

―¿Qué vas a decir? ―le pregunto.

―No lo sé, ya se me ocurrirá algo. Tal vez pueda decirles que necesito

dormir un poco antes de hablar.

―¿Estás bien?

―No ―contesta por entre los dedos―. John regresó. Me puse muy

emocional y rara con él porque me sentía tan deprimida por todo, antes de

que apareciera por arte de magia, y luego el FBI me atrapó. No sé dónde está

John ahora, y ahora estoy oficialmente vinculada a una persona que de

alguna manera está relacionada con todo esto. He estado sentada en una sala

de interrogatorios durante las últimas tres horas.

―¿Qué les dijiste?

―Nada ―dice ella―. Era esa agente Walker y algunas otras personas.

Noto. Y un tipo llamado Purdy.

Reconozco el nombre- El agente con el que GUARD habló por teléfono.

¿Es él el que está a cargo de todo lo pasa en la ciudad?

Sarah continúa.

―Querían saber por qué vino a verme John, yo les dije que era porque

nos besamos unas cuantas veces antes de que él se volviera loco, que

probablemente pensó que lo haría de nuevo si venía y me lanzaba piedritas

a la ventana, como si estuviéramos en una especie de comedia romántica.

Me hice la tonta.

―¿Y te creyeron?

―No, no lo creo. Pero me dejaron ir, por lo menos. Pero tienen a John,

creo que eso es todo lo que les importaba, en realidad. Me acaban de decir

que me asegurara de no dejar la ciudad o tendría problemas. ―Sacude la

cabeza―. Dijeron que estoy en la maldita lista de exclusión aérea, ya sabes, la

lista de los que tienen prohibido abordar aviones en Estados Unidos; como si

fuera a tratar de huir del país o algo así.

―Mierda.

―Lo sé. ―Sarah se tironea el borde de su suéter gris―. Me siento tan

estúpida. Esto es mi culpa.

―No, es culpa mía. Papá vio el mensaje que me enviaste. No debí dejar

que eso sucediera.

Parece sorprendida por un segundo, incluso feliz de que lo que pasó

anoche pudiera no haber sido su culpa. Entonces su cara se pone triste de

nuevo.

―Probablemente me observaban de todos modos. Debería haberle dicho,

pero en lugar de eso sólo, salí corriendo afuera. Estaba tan feliz de verlo.

―No sabes si te tenían vigilada.

―No sé lo que han hecho con él ―dice ella. Su voz está a punto de

quebrarse―. John…

―Creo que está en Dumont. Hay una especie de instalación del FBI cerca

de la frontera del estado.

―¡¿Qué?! ―prácticamente grita. Salta en su asiento y se lanza contra el

cinturón de seguridad―. Tenemos que ir. Tengo que hablar con él. Tengo

que explicarle que no lo hice.

―De ninguna manera, Sarah. Estabas detenida y fuiste interrogada

porque te sorprendieron con él. Puedes no darte cuenta de esto ahora, pero

podrían haberte arrestado por ayudar a un criminal. El tipo está en la lista

de los más buscados, Sarah. No te voy a llevar a una prisión del FBI para que

te puedas meter en más problemas. Eso no es lo que él hubiera querido.

Las palabras salen a borbotones de mi boca, y de repente estoy oyendo la

voz de John en mi cabeza, diciéndome que tengo que asegurarme de que

esté a salvo. Y ahora mismo, eso significa que debo mantenerla lo más lejos

que pueda de lorienses y mogs.

―Además ―le digo, suavizando un poco la situación―. Tiene

superpoderes. ¿De verdad crees que va a permanecer encerrado por mucho

tiempo?

―Supongo que tienes razón. Sam estaba con él, pero Seis no. Apuesto

que ella va a rastrearlos si están en problemas.

―Estoy seguro. No me gustaría hacer enfadar a esa chica.

Sarah frunce el ceño un poco, pero no puedo descifrar lo que significa la

expresión.

―Tengo que comprar un teléfono nuevo ―comenta―. O tratar de que el

FBI me devuelva el mío. ―Se tranquiliza un poco―. Sí, claro; como si fuera

a pasar.

―Tienes que comprar un teléfono desechable.

―¿Un qué?

―Tú sabes ―le digo―. Como los que tienen en programas de traficantes

de drogas y esas cosas. Un teléfono celular de prepago. Ya sabes que el FBI

va a estar monitoreando todos los mensajes de texto y llamadas que recibes

en tu antiguo número.

―Dios. ¿Ahora somos como los traficantes de drogas? ―pregunta,

mirando por la ventana de mi camioneta como la he visto hacer una y mil

veces―. ¿Cómo es que nuestras vidas se convirtieron en esto?

―No me eches la culpa ―le digo―. Culpa a la guerra inminente por

nuestro planeta entre los extraterrestres humanoides y los bastardos con

cara de tiburón y espadas mágicas.

Cuando la dejo, sus padres están a la espera en el porche delantero.

Observo mientras sus expresiones pasan desde la preocupación, al alivio, a

la furia y luego a una extraña mezcla de todas ellas. Me quedo en la

camioneta, pero su padre se asegura de lanzarme una mirada que me dice

de una manera nada sutil que me está culpando por lo sucedido con su hija.

Después de todo, soy el ex novio fiestero que tenían que mantener alejado

desde que inició el verano. Mi pecho se desinfla un poco. Tal vez dejarla en

la puerta no fue la mejor idea. Perdió su celular, pero si tengo suerte, le

permitirán quedarse el computador para «propósitos escolares». De lo

contrario, no hay forma de que los Hart vayan a dejarme ver o hablar con su

hija.

La tarde está bien avanzada cuando finalmente recibo respuesta de papá,

que ha estado trabajando desde que me sorprendió en su oficina. Me llama

mientras estoy sumergido en la investigación de una serie de círculos de

cosecha a unos condados al oeste de aquí, aunque estoy bastante seguro de

que no son más que engaños y no tienen nada que ver con extraterrestres

reales.

―Hola ―le digo cuando contesto el teléfono. No estoy seguro de si se

debo esperar que me grite o se disculpe. Probablemente lo primero. En su

lugar, oigo un largo suspiro al otro extremo de la línea.

―Oh, gracias a Dios ―exclama papá.

Se escucha tan aliviado. ¿Qué creía que me había sucedido?

―¿Qué pasa? ―le pregunto.

―¿Dónde estás?

―En casa.

―Bien. ¿Has hablado con Sarah?

―No desde esta mañana.

―Escucha. ―Hace una pausa por un momento y luego empieza a hablar

más tranquilo―. Quédate donde estás. No puedes salir de casa. Supongo

que los agentes se llevaron el teléfono de Sarah como parte de las evidencias,

pero si puedes, escríbele un mensaje diciéndole que permanezca en casa

también. Es una buena chica. Siempre me agradó, no debería estar envuelta

en todo esto.

―Papá, ¿qué está pasando? ―De súbito mi imaginación se pone salvaje y

me imagino naves mogadorianas aterrizando por todo Paraíso; aunque no

tengo idea de cómo lucirían.

―De verdad no puedo decírtelo, pero ha pasado algo que está haciendo

que el FBI se vuelva loco. Es posible que una o dos personas que a las que

detuvimos recientemente, ahora tengan un paradero desconocido. Parece

que están ocurriendo cosas raras en Dumont, que es a donde los llevaron.

Sólo quiero asegurarme de que a ninguno de ustedes se le ocurriera la idea

brillante de huir con sus compañeros de clase si ellos se aventuran de nuevo

a la ciudad.

John y Sam. Escaparon.

No les tomó mucho tiempo.

―Me quedaré aquí, papá.

Mientras me despido, ya estoy en mi computadora, enviándole un correo

a Sarah.

Su respuesta es una página completa de signos de exclamación.

GUARD es la siguiente persona que contacto. Le conté que uno de mis

amigos fue arrestado para interrogación, y que uno de los lorienses fue

puesto bajo custodia. Está feliz de saber que John escapó.

GUARD: IMPRESIONANTES noticias. Necesitamos más alienígenas

buenos ahí fuera.

JOLLYROGER182: DEF!

GUARD: Supongo que esto significa que ya sabemos para quién están

trabajando los federales.

JOLLYROGER182: q kieres dcir?

GUARD: Si el FBI estuviera trabajando con los lorienses, no habría tenido

que escapar ¿verdad?

Me recuesto en mi silla. Tiene razón, por supuesto que tiene razón. Si el

FBI se llevó a John en custodia e interrogó a Sarah después de los hechos,

definitivamente no están trabajando a nuestro favor.

JOLLYROGER182: mierda

GUARD: ¿Dijiste que el agente Purdy estaba en la investigación?

JOLLYROGER182: y algunos otros, una mujer llamada Walker también.

GUARD: Parece que ha llegado el momento de que amplíe mi

investigación sobre Purdy.

JOLLYROGER182: Pense q habias dicho q encontrast todo lo q pudist.

GUARD: Hay otras maneras.

CAPÍTULO

ONCE Traducido por DarkRaven86

Sarah y yo tenemos nuestra primera oportunidad de platicar en la escuela

al día siguiente. El FBI (en un raro acto de bondad), no les informó a los

papás de Sarah sobre los eventos de la noche del sábado, así que, en lo que a

ellos respecta, Sarah sólo había estado fuera muy pasado su toque de queda

y se vio envuelta en el intento de capturar al buscado criminal John Smith.

Como parte de su castigo, está bajo un estricto horario, uno que incluye

viajar ida y vuelta de la secundaria Helena en el bus, sin más tiempo de

calidad conmigo. Es un fastidio, pero pasará.

Estoy esperando cerca de la entrada a la escuela fingiendo leer interesado

un libro de la clase de inglés cuando ella llega. Nos miramos fijamente y

señalo con la cabeza hacia el desierto pasillo que conduce detrás del

auditorio de la escuela.

―Hola ―me saluda, se ve de buen ánimo, una gran mejoría en

comparación a la última vez que hablamos.

―Hola, tú ―le contesto―. ¿Cómo lo llevas?

―Estoy bajo confinamiento parental en estos momentos, pero aparte de

eso, estoy bien. ―Aparta la mirada de mí―. No he sabido nada de Ya Sabes

Quién.

―No me preocuparía por eso; por lo que sé, pudieron escapar sin

problemas. ―Y entonces comprendo a lo que se refiere: John escapó, pero no

se puso en contacto con ella, no volvió por ella―. Oh pero… ¿estoy seguro

de que está pensando en ti?

Es, con mucho, más una pregunta que una declaración.

―Está bien. He tenido mucho tiempo para pensar en ello mientras me

atrincheraba en mi habitación. Es obvio por qué no volvió por mí. No es

como si fuera a dejar a mi familia y salir corriendo por el mundo, luchando

con extraterrestres… o lo que sea que esté haciendo, y volver aquí sólo para

verme, me pondría en peligro. Estoy segura que cuando llegue el momento

correcto, vendrá por mí.

Grandioso. Es posible que una parte de mi estuviera deseando que todo

este asunto de «me interrogó el FBI sobre mi novio arrestado» la hiciera

entrar en razón. Parece que tengo más que esperar.

―Sólo desearía que hubiera alguna forma de que pudiéramos descubrir

qué harán ahora.

Algo hace clic en mi mente y veo ante mí una forma en que Sarah y yo

podamos pasar algún tiempo juntos.

―¿No has faltado a ninguna clase de arte después del almuerzo, verdad?

―pregunto.

―Verdad ―contesta con una pizca de sospecha―. Apenas llevamos dos

semanas aquí.

―Bien, trataremos de reunir alguna información. ―Hace un gesto de

confusión y yo sonrío―. No puede ser coincidencia que haya una explosión

en la casa de los Goode, la misma noche en que John está en el pueblo, ¿no

es así?

―Por supuesto que no ―contesta Sarah, y en sus labios comienza a

formarse una sonrisa maliciosa.

―Es imposible dormir durante una explosión; apuesto a que la señora

Goode vio algo, quizás incluso llego a hablar con Sam. Quiero decir, ya

sabes que ha estado preocupada por él; quizá Sam le dio alguna pista sobre

hacia dónde se dirigían.

―Y ¿qué hacemos con la clase de arte?

Me encojo de hombros.

―Digamos que se nos pinchó una rueda en el almuerzo. Puedes

permitirte unas cuantas ausencias sin justificar. ¿Dónde está tu sentido de

aventura, Sarah Corazón Sangrante?

Ella esboza una sonrisa.

―No te atrevas a decirme que intento llevar una vida aburrida.

Al almuerzo, dejamos el infierno y regresamos a Paraíso.

La casa de Sam está a las afueras de la ciudad, por lo que conduzco por

todos los caminos secundarios posibles; lo último que necesito es

encontrarme con papá cuando se supone que debo de estar levantando

pesas a veinticinco minutos de aquí.

Tocamos el timbre unas cuantas veces y deambulamos por el porche,

pero no aparece nadie. Me asomo por la ventana del frente, entre unas

cortinas de encaje, pero no parece haber luz en el interior.

Después de cinco minutos, caminamos hasta la parte trasera de la casa,

donde veo por qué la policía se apresuró a llegar a la casa de los Goode

exactamente. La mitad del patio trasero está quemado; pareciera que

hubieran volado un pozo o algo parecido en mil pedazos. Una ventana

enorme está quemada y cubierta con una lona de plástico. Me trae recuerdos

repentinos de cómo lucia la escuela durante el ataque mog.

―Definitivamente estuvieron aquí ―dice Sarah, acercándose a mi lado.

―Pero no hay evidencia de que esto haya sido más que un incendio. No

hay armas ni nada. Tuvieron que habérselo llevado todo.

―El equipo de limpieza es minucioso.

Asiento y volvemos a la camioneta, derrotados. Estoy listo para conducir

de vuelta a Helena, cuando Sarah lo ve.

―Mark ―susurra.

Está señalando a algo en el retrovisor del lado del pasajero. Giramos al

mismo tiempo e inmediatamente veo lo que atrajo su vista. Hay una

camioneta negra estacionada en medio del camino, como a una cancha de

fútbol de distancia. Sin moverse. El parabrisas tintado es tan oscuro, que ni

siquiera puedo distinguir si hay alguien adentro o no.

―Ese coche… ―comienzo a decir.

―No luce amigable ―Sarah termina mi pensamiento.

Pongo mi camioneta en marcha y comienzo a conducir, con los ojos fijos

en el retrovisor, rogando que esa camioneta se quede donde está.

No lo hace.

―Mark ―dice Sarah.

―Lo sé. ―Presiono con fuerza el pie contra el acelerador. Me digo que

esto es sólo una coincidencia, pero no hay manera de convencer a mi mente

para que lo crea.

―Nos está alcanzando ―informa Sarah; está completamente girada en el

asiento, sujetando con las manos el apoyacabeza.

Echo un vistazo al velocímetro. Ya voy a noventa kilómetros por hora en

una zona con límite de cuarenta, pero acelero incluso más.

―¡MIERDA! ―grita Sarah. Vuelvo a mirar el retrovisor justo a tiempo

para ver el parachoques delantero del coche despareciendo bajo la parte

trasera de mi camioneta.

El coche me da un golpecito bastante ligero; probablemente no lo

bastante fuerte para causar algún daño, pero sí lo suficiente para que lo

sintamos, y sacudirnos bastante fuerte. Se aleja un poco, pero todavía nos

sigue a unos metros de distancia. Acelero instintivamente y el coche hace lo

mismo.

―Vuelve a ponerte el cinturón de seguridad ―le grito a Sarah, que se lo

había quitado para no perder de vista al vehículo.

―¿Qué hacemos? ―pregunta.

Mi mente se acelera. No puedo bajar la velocidad. Por suerte, la calle en

la que estamos es bastante recta, pero se aproxima una curva que no seré

capaz de tomar a esta velocidad.

―No lo sé ―murmuro. Voy a ciento vente y acelerando, pero el vehículo

no se rinde. Apenas puedo distinguir a alguien detrás del volante, sólo una

vaga mancha negra con la forma vaga de humano. Me pregunto por un

segundo si será un mog o un agente del FBI, o un tipo nuevo de

extraterrestre que ni siquiera sabíamos que existía, porque es una

posibilidad bastante factible en este punto.

―¿Qué quieren? ―pregunto.

―Obviamente asesinarnos ―grita Sarah. Se agarra de su asiento.

Nos acercamos a la curva de la carretera cuando, de repente, el coche se

posiciona en el carril contrario y acelera hasta quedar paralelo a nosotros. El

polarizado de la ventana del coche hace que sea imposible ver algo aparte

del reflejo del mundo exterior, como si el coche fuera una especie de

máquina automática sedienta de sangre sin ningún conductor en su interior.

Sarah jadea.

―¡Mierda! Va a…

Veo lo que ella supone una fracción de segundo antes de que pase.

Presiono de golpe los frenos. Sarah grita. El coche negro se lanza hacia mi

carril, evitando el capó de mi camioneta por lo que parecen centímetros.

Siento los frenos antibloqueo bombeando bajo mis pies, mientras la caja de

carga de mi camioneta comienza a deslizarse hacia la derecha.

―¡SUJÉTATE! ―grito, sujetando con una mano en el volante y con la

otra el brazo de Sarah, como si fuera capaz de mantenernos en un solo lugar

si comenzamos a rodar. Siento que la camioneta comienza a darse vuelta.

Pero no rodamos.

La camioneta se inclina, luego se estremece, y finalmente se detiene

después de girar un cuarto de vuelta. El humo de los neumáticos quemados

se esparce en el aire a nuestro alrededor, y me llena la nariz con el hedor de

hule quemado. Tengo contraído cada músculo del cuerpo, y ya sé que tendré

algún tipo de contusión donde me estrellé contra el cinturón de seguridad.

No hay rastro del coche negro. Desapareció en la curva.

―¿Te encuentras bien? ―le pregunto a Sarah, que me mira y asiente.

Tiene el cabello sobre la cara y los ojos muy abiertos. Se retuerce un poco y

me doy cuenta que la tengo sujetada demasiado fuerte. La suelto. Siento los

dedos rígidos.

Pongo la camioneta en neutral y comienzo a temblar un poco; siento que

la adrenalina fluye en mi interior.

Frente a nosotros, aparece el coche negro y se detiene al comienzo de la

curva en el camino.

―Mark ―dice Sarah―, sácanos de aquí.

Y entonces, empieza a salir humo de las ruedas de la camioneta al

arrancar. Viene directo hacia el asiento del pasajero de mi camioneta.

La pongo en reversa para tratar de salirnos de su camino, pero soy

demasiado lento. No hay forma en que salgamos del camino a tiempo.

Y entonces, en el último segundo, el coche se desvía a la derecha y nos

evita por completo, para continuar avanzando por el camino desierto.

Presiono el acelerador y arranco lo más rápido posible. Termino chocando

contra un árbol alto y delgado. Se cae con un crujido y se hace astillas.

Observamos mientras el vehículo desaparece de nuevo de la vista, y esta

vez se aleja kilómetros y kilómetros. Respiro como si hubiera completado la

línea de ataque en el partido de fútbol más intenso de mi vida. A Sarah le

tiemblan las manos.

―¿Qué demonios fue eso? ―pregunto.

―Creo que eso significa que estábamos hurgando donde no deberíamos.

―Ese coche acaba de intentar matarnos.

―No ―dice Sarah, negando con la cabeza―. Sólo estaban tratando de

asustarnos, de advertirnos sobre lo que podría pasar si seguimos

investigando. Si nos involucramos más.

Observo el reloj. El periodo después de almuerzo está por comenzar en

Helena. Con mano temblorosa, pongo la camioneta en marcha y me dirijo

hacia nuestra nueva escuela. Ahora mismo, no hay nada más para nosotros

en Paraíso.

CAPÍTULO

DOCE Traducido por DarkRaven86

Papá ya se encuentra en casa cuando regreso de la escuela esa noche, lo

que es extraño porque últimamente ha estado llegando a casa una hora

después que yo. Estaciono mi camioneta a un costado de la casa; tiene un

buen agujero en el parachoques, y un raspón de pintura en la puerta trasera,

lo que me gustaría ocultarle el máximo tiempo posible. Estúpido árbol.

Escucho una discusión cuando entro. Me dirijo al comedor, donde Nana

está regañando a papá por algo. Hay varias latas de cerveza en la mesa.

Entro cuando él está a mitad de una frase.

―…bastardos no tienen de derecho de echarme de mi propia maldita

oficina.

―Puede que seas adulto ―dice Nana―, pero no usarás lenguaje como

ese bajo mi techo.

Me ven al mismo tiempo y Nana se mueve para acompañarme fuera del

comedor, mientras mi papá vuelve a darle un trago a su cerveza.

―¿Qué está sucediendo? ―pregunto.

―Aparentemente, el FBI tomó el control de la estación de policía de tu

padre ―contesta Nana, empujándome hasta la cocina y señalando un plato

con galletas. Sacudo la cabeza.

―¿Qué?

―No está muy complacido. Tal parece que un hombre llamado Perty o

Purdy o algo así, lo echó de su propia oficina.

Purdy.

―¿Cómo pueden hacerlo siquiera? ―pregunto.

Nana sólo se encoge de hombros.

―No le preguntaría en este momento si fuera tú. Démosle su espacio.

Asiento. He visto a papá beber cervezas toda mi vida, pero no estoy

seguro de haberlo visto beber como hoy. O verlo realmente borracho. Así

que me dirijo a las escaleras para guardar cosas y revisar lo que me he

perdido en línea durante mi viaje de vuelta desde Helena, mientras trato de

descifrar por qué motivo el FBI tomaría la estación de policía. La parte lógica

en mí me dice que es sólo porque John escapó y les preocupa que vaya a

volver aquí, pero también hay una idea persistente en el fondo de mi mente:

¿Tendrá esto algo que ver con el hecho de que hoy yo haya estado hurgando

en la casa de los Goode? ¿Es esta otra advertencia del FBI? ¿Una más sutil

que un coche intentando sacarme de la carretera, pero definitivamente más

personal?

Sacudo la cabeza. Esto tiene que ser por la búsqueda de John y Seis. Al

menos eso es lo que tengo que creer.

Me disgusta que Sarah no esté en línea para chatear. Quiero contarle

sobre este nuevo acontecimiento, pero ahora que perdió su teléfono y sus

padres vigilan el teléfono fijo, el Internet es mi única forma de comunicarme

con ella. Cuando veo que no está conectada, le envío un correo diciéndole

que tengo nuevas noticias que querrá escuchar, pero sin mencionar nada

específico.

Más tarde esa misma noche ―una vez que papá está inconsciente viendo

repeticiones en el sillón de la planta baja― recibo un mensaje de un número

que no conozco:

Hola. ¿Has escuchado de algún avistamiento de John?

Supongo que Sarah compró un nuevo celular, después de todo. Espero

que sea uno desechable. Le escribo de vuelta:

No, pero creo que eso es bueno.

Pasan unos cuantos segundos, cuando me llega una respuesta.

Sí, sólo desearía que pudiéramos ser de más ayuda

Suspiro y escribo de nuevo.

Hacemos todo lo q podemos. Pueds llamarme? Tngo cosas q contart

Y luego, nada.

Me acuesto en sofá plegable con el celular en el pecho, esperando sentirlo

vibrar mientras miro el techo. Trato de ordenar las cosas en mi cabeza. El FBI

básicamente se ha tomado Paraíso. Están trabajando para los mogs, o al

menos, no están de lado de los lorienses. Y más temprano, algún loco trató

de matarnos a Sarah y a mí, o de aterrorizarnos lo suficiente para que

dejemos de andar husmeando.

Pero no puedo dejar de hacerlo, no puedo simplemente volver a cómo

eran las cosas antes de que todo se volviera loco en la escuela. Lo que

significa que esas cosas podrían volverse incluso más peligrosas para mí y

para Sarah.

Comienzo a preguntarme qué haría mi familia si un día desapareciera, si

el FBI o los mog me capturaran. ¿Qué pensarían los editores del blog?

¿Toda la búsqueda y los hallazgos que había intentado encontrar serían

para nada?

Después de un momento me llevo el computador a la cama y comienzo a

escribir todo lo que puedo recordar sobre los mogs en el ataque a la escuela.

Es en parte un relato como testigo presencial, y parte como perfil de los

extraterrestres malvados. No quiero olvidar ningún detalle, y podría ser

muy útil un día, si alguna vez tenemos que explicarle a la gente lo que

realmente pasó esa noche… o enseñarles cómo luchar contra los mogs. O por

si me involucro demasiado y desaparezco de repente.

Dejo el documento guardado como proyecto privado en el blog, no muy

seguro sobre qué hacer con él. Publicarlo sólo hará que el FBI venga a

buscarme… o los mogs. Probablemente aparecerían a mitad de la noche y

me destriparían con sus armas resplandecientes. No es una imagen

reconfortante, y probablemente es el motivo de que tenga una terrible

pesadilla cuando finalmente logro dormirme. Comienza grandioso, uno de

esos sueños que parecen tan mundanos al principio que no tienes duda de

que lo que estás viendo es la realidad.

Sarah y yo estamos en una vieja cabaña que mi familia usa para

vacaciones en Míchigan, una en la que no recuerdo haber estado desde que

tenía doce años. Estamos sentados en la habitación que siempre solía

reclamar como mía, aquella con dos camas gemelas cubiertas con esas

increíbles mantas eléctricas de entre las que me rehusaba a salir en las frías

mañanas. Pero no hace frío en el sueño. De hecho, parece primavera, todo

está bañado en una pacífica luz dorada.

Sarah esta sobre una de las camas y yo estoy sobre la otra y estamos

conversando. Ella me dice algo sobre una competencia de porristas que se

aproxima, y yo le digo que lo hará perfecto. Sarah sonríe tanto. Los dos

estamos muy felices. El sueño está lleno de felicidad, como si estuviera en el

aire que respiramos.

Y entonces escuchamos un ruido afuera. Miro por la ventana y veo una

bestia gigantesca, una de las criaturas que atacó la escuela; un monstruo

mog, de ojos amarillos, garras y cuernos. Viene directo hacia a nosotros.

Me aparto y voy a agarrar a Sarah, pero ella no está. Unos soldados mogs

se han colado en la habitación, con espadas que brillan de diferentes colores.

Todos están sonriendo con esa mueca enferma, mostrando los dientes grises.

Uno de ellos tiene a Sarah.

Ella estira una mano y grita mi nombre. Doy un paso hacia ella. Y

entonces, algo sale de su pecho, justo en el lugar donde está su corazón.

Algo largo, filoso y brillante.

Sarah grita. Abre mucho los ojos, y su cuerpo se vuelve laxo. Y luego ya

no está. Su cuerpo se vuelve ceniza y se esparce por el aire como si fuera una

extraterrestre.

Es mi propio grito el que me despierta, sudando en la oficina de arriba.

Le escribo a Sarah al número nuevo, pero no responde.

Debe estar dormida.

En algún momento tuve que haberme quedado dormido de nuevo,

porque lo siguiente que sé, es que la luz se está filtrando por las ventanas y

huelo tocino cocinándose en la planta baja. Estoy un poco desorientado, pero

me dirijo hacia el baño, me lavo los dientes y esas cosas antes de reunirme

con Nana en la cocina.

―Tu padre sigue durmiendo arriba en su habitación ―me informa, con

algo de frialdad en la voz―. Probablemente lo estará por un rato. Y

despertara con un pésimo humor. ―Sonríe un poco―. Le sienta bien.

Tomo un trozo de tocino de la creciente pila que tiene junto a la cocina y

devoro la mitad de una mordida.

―¿Estará bien, verdad? ―pregunto.

―Oh, por supuesto. Los hombres James siempre han sido una raza

testaruda. ―Nana levanta una blanca ceja al mirarme―. Tú no eres la

excepción.

Me hago el dolido, como si me hubiera herido con una bala imaginaria.

Ella se ríe. Luego, alguien llama a la puerta. Me lanza una mirada

interrogativa, pero sólo meneo la cabeza. Nana suspira.

―Apuesto a que vienen por tu padre. ―Mira su delantal cubierto de

grasa.

―Yo los entretendré ―le digo―. Usted vaya a despertarlo, no le gritará

mucho.

Ella me da una palmadita en el hombro y se aleja. Meto el resto de tocino

en mi boca y me dirijo hacia la puerta de enfrente, esperando encontrar a

Todd o a uno de los suplentes de papá.

En lugar de eso, abro la puerta y veo a la agente Walker. A los pies del

porche se encuentra el agente Noto, con las manos cruzadas frente a él.

Mi cara debe reflejar sorpresa, porque la agente Walker levanta una

mano frente a su pecho como si tratara de tranquilizarme.

―¿Qué quieren? ―pregunto, sin intentar esconder el enojo en mi voz.

Por lo que sé, fueron estos dos quienes trataron de sacarnos del camino ayer

a Sarah y a mí.

―Cálmese Sr. James ―dice Walker frunciendo el ceño―. Sólo estamos

aquí para hacerle algunas preguntas.

―Estoy seguro que sí.

―Sr. James… Mark, es imperativo que nos digas todo lo que sepas sobre

lo Sarah Hart iba a hacer después de la escuela el día de ayer.

―¿Por qué les contaría?―pregunto.

―Porque Sarah no llegó a casa anoche ―replica Walker.

El silencio desciende sobre el porche. No sé decir si lo estoy imaginando,

o si es causado por el repentino golpeo en mis oídos.

―¿Qu… qué quiere decir? ―me las arreglo para balbucear.

―Sus padres la reportaron desaparecida anoche ―explica Walker―. En

vista de que la Srta. Hart es una persona de interés, hemos pasado por alto el

periodo normal de espera requerido para declararla persona desaparecida, y

pasamos directo a la investigación. Así que te pregunto de nuevo, Mark:

¿Qué hizo Sarah después de la escuela el día de ayer?

Sacudo la cabeza. Nada de esto tiene sentido. Hablé con ella justo anoche.

Me escribió. Ella…

El mensaje. De un número desconocido. Pudo haber sido cualquiera.

Una voz se sigue repitiendo en mente. «Sarah desapareció. Sarah

desapareció».

―Nada ―digo―. Quiero decir, no lo sé. No he hablado con ella desde el

almuerzo de ayer. Tomó el bus a casa.

La agente Walker asiente. Se ve satisfecha con esa respuesta. Por un

momento su rostro cambia, como si se quitara algún tipo de mascara, y me

mira con preocupación; quizá incluso con lástima, como si deseara poder

hacer algo por mí, tal vez darme un abrazo. Pero el momento pasa, y su

expresión de acero resurge, con una sonrisa pegada en los labios.

―Bien, estaremos en contacto ―dice, alejándose de la puerta. Luego

entra en uno de los ubicuos SUV negros que han inundado nuestra ciudad.

Sarah desapareció.

Fallé al protegerla.

«¿Qué se supone que haga ahora?»

No, esa es una pregunta fácil de responder. La encontraré.

Pero, ¿cómo se supone que lo haré?

CAPÍTULO

TRECE Traducido por Leo Pirez

Me toma un tiempo darme cuenta de que John pudo haber venido por

ella, así que estoy sentado pegado a mi computador, revisando mi teléfono

cada dos minutos, con la esperanza de que ella me envíe algún tipo de

mensaje diciendo que está bien. Sarah debe saber que me estoy volviendo

loco, y me hará saber que está a salvo.

Los días pasan sin ninguna palabra de ella, y comprendo que me estoy

aferrando una esperanza sin fundamento. Si ella estuviera con John, habría

encontrado una manera de ponerse en contacto conmigo. No me dejaría

atrás así como así.

Es tan fácil mirar el día en que desapareció y ver las cosas que debería

haber hecho. Cuando ella ―o quien sea que fuera― me envió un mensaje de

ese número desconocido. No debería siquiera haberla dejado sola después

de lo que pasó con el coche negro en la casa de Sam. Me siento como un

idiota. Me siento inútil.

Tengo que hacer algo.

Estoy prácticamente pegado al blog, pero sólo soporto investigar en

Internet por un rato. No puedo quedarme sentado y no hacer nada. Me voy

a volver loco.

Algo repiquetea al fondo de mi mente y recuerdo cuando Sarah me dijo

que Sam probablemente sabía más sobre lo que sucedía con los lorienses y

los mogs que cualquiera de nosotros.

Su patio era un campo de batalla. Su madre probablemente está asustada

y no se está quedando en la casa. La ventana trasera fue volada en pedazos y

sólo cubierta con un plástico.

Sería la cosa más fácil del mundo entrar por ahí. Si Sam tenía una mejor

idea de lo que estaba pasando entre los mogs y los lorienses, tal vez se dejó

atrás algunas pistas que puedo usar.

Son casi las dos de la mañana cuando me escabullo por las escaleras

vestido con ropa negra, encogiéndome cada vez que cruje un escalón. Nadie

se levanta para detenerme a excepción de los perros, pero estoy preparado

para ellos. Con unos trozos de carne seca, Abby y Dozer están lo más

silenciosos que pueden estar.

Mantengo las luces de la camioneta apagadas hasta que ya estoy en el

camino. Paso por la casa de Sam un par de veces para saber si hay alguien

alrededor, pero parece que no hay nadie en casa. Estaciono a unas casas de

distancia, sólo por si acaso. No hay ningún coche afuera, y un vistazo rápido

al garaje me dice que allí tampoco. Toco la puerta sólo para asegurarme de

que nadie responda. Está mortalmente tranquilo dentro.

Bingo. Casa vacía.

Tomo una respiración profunda y me concentro. Me he colado en unas

cuantas casas durante mi vida, pero nunca implicó allanamiento de morada.

Me digo que no es gran cosa, y que tengo que hacerlo. Cualquier

información que obtenga nos ayudará; cualquier información me llevará un

paso más cerca de encontrar a Sarah.

Empujo el plástico, subo por la ventana en el patio trasero y termino en el

comedor. No es difícil saber qué habitación es la de Sam: la que tiene un

letrero que dice ENTRAR BAJO SU PROPIO RIESGO. Cruzo la alfombra marrón

que cubre el pasillo y entro.

La habitación de Sam está cubierta de afiches que me recuerdan por qué

todos pensábamos que era un bicho raro en la escuela. Star Wars, Alien,

Starship Troopers, y al menos dos banderas diferentes de la NASA. Me

imagino que donde quiera que esté ahora, está usando la misma vieja y

andrajosa camiseta de la NASA.

Después de golpearme la cabeza contra un montón de bolas pintadas

colgando en medio de su techo, empiezo a mirar alrededor. No estoy seguro

de por dónde empezar mi búsqueda, así que sólo empiezo a mover las cosas

en su escritorio. El problema es que podría apuntar a cualquier lugar en la

habitación de Sam y mi dedo aterrizaría en algo «fuera de lo común».

Examino cuidadosamente las figuras de acción, imágenes borrosas del

cielo, y un telescopio que al parecer intentaba reparar. Por accidente rompo

el brazo de un modelo de robot y me siento mal por casi una fracción de

segundo, antes de recordar que Sam está en algún lugar con John y

probablemente ni siquiera recuerde que existe el modelo. Por último, me

encuentro con algo que me llama la atención.

Me siento en la silla del escritorio de Sam, y abro una copia de una

pequeña revista llamada Ellos Caminan Entre Nosotros. Parece una fotocopia.

Está llena de conspiraciones alienígenas, hombres lagarto, y otros artículos

que suenan a locuras, como que el monstruo de Lago Ness es en realidad un

caballo de mar extraterrestre. Hojeo unos artículos antes de leer un titular

que me hace temblar.

LA RAZA MOGADRIANA

BUSCA APODERARSE DE LA TIERRA

El artículo no es más que un adelanto de una historia más grande que

saldría el mes siguiente, pero no puedo encontrar el próximo número en

ningún lugar. Tomo una foto del artículo y la portada de la revista y se lo

envío en un mensaje a GUARD. Va a enloquecer cuando lo vea. Tal vez

pueda ayudarme a localizar las personas que lo escribieron, personas que

puedan saber más sobre lo que está pasando y cómo puedo encontrar a

Sarah.

GUARD responde con rapidez.

GUARD: VAYA.

JOLLYROGER182: lo se. Pueds ncontrar algo + sobre la revista?

Recojo unos discos sueltos de la mesa, en caso de que tengan archivos de

interés. Por desgracia, no veo ningún tipo de computador; Sam se lo llevó, o

alguien más ya se hizo con él. Con una pila de revistas bajo el brazo, salgo

de la habitación de Sam y atravieso su casa, mirando las fotos de su familia

que alineadas en las paredes. El papá de Sam aparece en algunas,

mirándome a través de unas gafas gruesas muy parecidas a las que Sam

siempre usaba. Apenas recuerdo a Malcolm Goode de fiestas de la escuela y

esas cosas cuando yo era un niño. Miro hacia abajo, a la pila de basura que

técnicamente me estoy robando de la habitación de su hijo.

―Lo siento ―murmuro, y luego me dirijo al patio trasero, esta vez por la

puerta de atrás.

En el exterior me congelo al ver movimiento en el bosque, cerca del

extremo del patio. Pienso en correr, pero si no hay nada allí, eso me haría

ver más sospechoso. Justo cuando me empiezan a sudar las manos de los

nervios, un búho sale volando del bosque. Exhalo, intentando convencerme

de que eso es lo que debí haber visto.

El lado de la casa proyecta una sombra en la que desaparezco, al

presionarme contra el revestimiento de vinilo. Me quedo ahí, mirando el

camino, por lo que se siente un largo tiempo, tratando de ver cualquier

movimiento o luces, cualquier cosa que sugiera que hay un sedán negro listo

para atropellarme. Pero sólo están la brisa, el sonido de los pájaros y los

insectos en algún lugar del bosque. Por último, me dirijo de nuevo a mi

camioneta. Me estoy felicitando en silencio por el trabajo bien hecho, cuando

me doy cuenta de que esto significa que el loco que estaba detrás de

nosotros el otro día, en realidad sí estaba detrás de Sarah. Que

probablemente la mantienen prisionera en este momento.

O peor.

CAPÍTULO

CATORCE Traducido por Ailena

Me quedo despierto la mayor parte de la noche enviando fotos y

escaneos de las revistas a GUARD. Él hace su magia con Internet y me envía

varios números de teléfonos de las personas que publican Ellos Caminan

Entre Nosotros. Me pregunta si quiero que él llame, pero me hago

responsable de eso. Yo soy el que ahora está leyendo minuciosamente cada

columna de cada número que Sam tenía, esperando que algo, cualquier cosa,

me dé una pista sobre dónde podrían estar las personas que tienen a Sarah.

Y si uno de ellos, sobre dónde podrían haber escapado John, Seis y Sam. Si

puedo encontrarlos, pueden utilizar sus superpoderes para rescatar a Sarah,

sin problema.

«Sin problema». Lo repito una y otra vez en mi cabeza, esperando que

creerlo en algún momento.

Al día siguiente, después de la escuela, compro un teléfono desechable y

empiezo a llamar a los números que me envía GUARD mientras conduzco a

casa. Los tres primeros que marco han sido desconectados; no es una buena

señal. Sin embargo, el cuarto y último número sí conectan. De hecho, se

queda llamando por siempre, sin buzón de voz. Después de unos veinte

tonos, cuelgo y llamo de nuevo. Cuento veinte más, y luego cuelgo y llamo

de vuelta.

Nunca he sido muy sutil.

Después del tercer timbre, alguien cuelga el teléfono. Oigo el sonido

sordo de un segundo de conexión.

«Así que hay alguien ahí».

Aprovecho la oportunidad y llamo de nuevo. Esta vez, la respuesta es

inmediata.

―¿Qué quieres? ―La voz al otro extremo de la línea es inestable y muy

aguda. Es la voz de un hombre. Por el ritmo de su respiración, parece que

está hiperventilando.

―Hola, soy… ―Busco un segundo antes de aterrizar en un nombre―.

Roger.

―Lo que quieras, Roger, tienes el número equivocado. No vuelvas a

llamar.

―Sólo estoy tratando de conseguir un poco de información sobre Ellos

Caminan Entre Nosotros. ¿Es uno de los escritores o editores, o lo que sea?

―Ya te dije, tienes el número equivocado.

Clic. La voz en el otro extremo ya no está.

Golpeo el tablero con el puño y pienso qué hacer a continuación.

Entonces digo: «Al diablo», y vuelvo a marcar. Esta vez, el hombre suena

molesto cuando responde.

―No. Llames. Otra vez.

―Mi amiga está en problemas ―dejo escapar. El otro tipo se queda en

silencio, así que continúo―. Está desaparecida. Tiene algo que ver con los

mogadorianos. Sólo quiero encontrarla, sólo quiero saber que ella está bien.

Me hundo de nuevo en el asiento del conductor, y golpeo la cabeza

contra el reposacabezas.

―Por favor ―le digo.

Se escucha un largo suspiro al otro extremo de la línea. Cuando la voz

regresa, parece que el tipo está llorando.

―Ya no publicamos el boletín. Ellos se lo llevaron todo. ¿Qué más

quieres de nosotros? ¿Qué más quieres? Se lo llevaron todo.

―¿Quiénes son «ellos»? ―le pregunto, pero puedo adivinar―. ¿Los

mogadorianos? ¿Te encontraron?

No hay respuesta del otro lado. Me alejo el teléfono del oído y me quedo

mirándolo por un momento antes de colgar. No debería sorprenderme de

que este fuera el destino de la revista. Demonios, me sorprende que dejaran

a alguien con vida.

Le envío un mensaje a la GUARD con la conversación, y luego le hago

una propuesta.

JOLLYROGER182: la gente que se suscribió a Ellos Caminan Entre

Nosotros sabia de los mogs. estaba en su revista.

GUARD: Sí. Lo sabemos.

JOLLYROGER182: deberíamos cambiar el nombre de nuestro blog.

facilitar que nos encuentren los verdaderos creyentes.

GUARD: ¿Quieres que nos convirtamos en la nueva ECEN?

JOLLYROGER182: creo que puede ayudarnos a encontrar algunos nuevos

reclutas. y cuantas más personas en esto, más posibilidades tengo de

averiguar qué pasó con Sarah

GUARD: Nos convertirá en objetivo aún mayor si los mogadorianos

cerraron la antigua ECEN.

JOLLYROGER182: pero eres 1 genio de los pc. direcciones e IPs

imposibles de rastrear. no estoy preocupado.

GUARD: Hagámoslo. Te estoy enviando un archivo encriptado. La

contraseña es: planeta de monstruo marino.

Sé exactamente de lo que está hablando. Esta mañana antes de salir para

la escuela, nos habíamos burlado de un artículo viejo que encontré en Ellos

Caminan Entre Nosotros, que decía que los krakens de mar provienen del

planeta Schlongda. Fue quizás la primera vez que tuve una pista de que

GUARD tenía un lado no tan serio. Ahora que Sarah se ha ido, él es

prácticamente la única persona con quien puedo hablar sobre todo lo que

está pasando. Sé que no lo he visto en persona y que ni siquiera he hablado

con él por teléfono, pero parece la persona más inteligente que he conocido.

Las cosas que puede hacer con un portátil y conexión a Internet, me dejan

sin palabras.

Y cuando llego a casa y abro el archivo que me envió al computador, no

estoy nada menos que asombrado.

Estoy mirando un archivo de texto que enumera un montón de

información sobre el agente Purdy. No cosas como su biografía o en que está

trabajando, sino números que contienen un poder muy diferente. Números

de teléfono, cuentas bancarias y contraseñas.

Le escribo un mensaje a GUARD.

JOLLYROGER182: como demonios conseguiste todo esto????!

GUARD: Soy un genio con el Internet.

GUARD: Ah, imprime y luego elimina ese archivo. NUNCA ESTUVO

AQUÍ.

JOLLYROGER182: puedes entrar a su correo y esas cosas?

GUARD: Lo estoy intentando, pero son cosas de intranet. Un firewall

muy, muy fuerte. Un montón de cosas fuera de línea también.

JOLLYROGER182: y si tuvieramos su computador del trabajo?

JOLLYROGER182: podría abrirlo 1 de estas contraseñas?

GUARD: Esa es una historia diferente.

GUARD: Espera. ¿Estás a punto de hacer algo realmente estúpido?

Me he estado muriendo por entrar en acción de alguna forma. Creo que

acabo de encontrarla.

CAPÍTULO

QUINCE

Traducido por Ailena

Antes dejar la casa de Nana, dejé algunas notas sobre mi escritorio. Si me

atrapan, hay una posibilidad de que me lancen a una camioneta negra y que

nunca vea la luz del día otra vez. Así es como trabaja el FBI y los

mogadorianos, ¿verdad? Si ese es el caso, no quiero que mi familia piense

que hui por ellos o algo así; quiero que sepan que no los abandonaría sin

razón.

Y si es posible, que probablemente también deberían salir de Paraíso.

Esta ciudad se está volviendo demasiado peligrosa. Dejo una nota separada

dirigida a mamá, diciéndole que siento no haber llamado y que debería

llevar a papá y Nana a Cleveland. De esa manera van a estar juntos, y fuera

de la central de los mogadorianos.

Espero que no tengan que leer las notas.

También creé una entrada de blog automática, con el borrador que escribí

antes sobre lo que de verdad sucedió en la secundaria Paraíso. Si no me

conecto y ajusto el tiempo de la entrada ―si me secuestran― se publicará en

una semana. Tal vez otros puedan aprender de lo que sabía. Tal vez sean

capaces de encontrar a Sarah si yo no puedo.

Estaciono la camioneta en un callejón cerca de la estación, desde donde

puedo ver las puertas de entrada a través de una valla de tela metálica. Hay

un par de agentes pululando en el interior, pero eso es todo lo que puedo

ver. Le escribo un mensaje a GUARD, que creará una distracción para mí:

llamará a una de las líneas telefónicas que el FBI ha requisado, e informará a

quien responda de que un adolescente de manos resplandecientes y el poder

de mover cosas con la mente, acaba de entrar a una parada de camiones

fuera de la ciudad. Lo que sea que haya dicho, debió ser convincente, porque

los agentes salen volando de la estación, suben a sus todoterrenos negros y

desaparecen por las calles oscuras. Me pregunto brevemente si a papá lo

llamarán para que asista. Espero que tenga el estado físico necesario para

mantener el ritmo, si tiene que hacerlo.

Un agente se queda en la recepción, pero ya descubrí una forma de

evitarlo. Hay una ventana en el baño de hombres con un pestillo que está

roto desde que era un niño. Recuerdo que una vez un policía novato se

quedó fuera de la estación cerrada con llave, y se quedó atascado trepando

la ventana. Pero soy más atlético de lo que era él, y después de cruzar la

calle y de merodear por el costado de la estación, estoy apoyando los brazos

contra un fregadero de porcelana mientras arrastro el resto de mi cuerpo al

interior, teniendo cuidado de cerrar la ventana tan suavemente como puedo

con un pie.

Estoy dentro. Ahora sólo tengo que permanecer oculto.

Salgo al pasillo donde están los baños y algunos armarios, y me asomo en

la esquina.

Hay algunas filas de escritorios entre el agente en la parte delantera, que

parece estar pegado a la pantalla del computador, y yo. La oficina de papá

está al otro lado de la estación, a unos veinte metros de distancia. «Sólo dos

primeros down2 ―me digo―. Es pan comido».

Estoy en la mitad de la estación cuando se abre la puerta del despacho de

papá.

Me toma medio segundo tirarme al suelo y rodar debajo de un escritorio,

donde contengo la respiración y trato de luchar contra el temblor de mis

manos. Debo haber sido lo bastante rápido, porque los dos hombres que

salen de la oficina no paran de hablar.

―Te digo, la situación aquí está bajo control ―dice la voz de un hombre

con un ligero resuello―. Mis agentes son…

―Si las cosas de verdad estuvieran bajo control, Cuatro no podría entrar

y salir de esta ciudad en medio de la nada como si fuera su nave de guerra

privada ―brama el otro hombre, con voz de bombo―. Nunca debería haber

2 Tiempo en el que se lleva a cabo una jugada en fútbol americano.

dejado Paraíso en las manos de alguien que no podía manejar la situación. A

partir de ahora, mis soldados se harán cargo.

Me aplasto contra el suelo y presiono la cara contra el fondo del

escritorio, lo que me ofrece un espacio de tres a cinco centímetros para ver.

―Eso no es necesario ―dice el hombre jadeante. Su cara es de color rosa

y de forma porcina; tiene una nariz grande y abultada, como si se la hubiera

quebrado demasiadas veces.

Lo reconozco de la foto que GUARD y yo encontramos en Internet:

Purdy. Al menos eso significa que la oficina de papá estará vacía si se van. Si

se quedan, bueno, estoy completamente jodido. El otro hombre es un

mastodonte. Mide por lo menos dos metros de algo, y tiene el pelo negro

azabache recogido en una cola de caballo que desaparece bajo su abrigo

negro. Desde atrás, es un muro de hombre. Una montaña.

―Tu utilidad se agota, Purdy ―advierte―. No dejes que se desgaste por

completo.

El gigante da un paso adelante, luego hace una pausa. Gira el rostro hacia

la parte de atrás de la estación, hacia mí, como si hubiera oído algo. Los ojos

del hombre son casi completamente negros y reflejan las luces fluorescentes

del techo.

Estoy mirando a un mogadoriano. Reconocería esos aterradores ojos

negros en cualquier parte. No respiro. Si pudiera detener el latido de mi

corazón, lo haría con el fin de evitar que me descubriera.

Pero se da la vuelta, y le ladra a Purdy:

―Llévame hasta Número Cuatro.

«Se refiere a John ―pienso―. Sólo tengo unos minutos antes de que se

den cuenta de que la llamada era falsa».

Tan pronto se cierra la puerta de la estación, ruedo de debajo de la mesa

y atravieso de puntillas la habitación.

Afortunadamente, el agente de la recepción está tratando parecer tan

ocupado como sea posible mientras escribe ruidosamente sobre el teclado, lo

que me da por lo menos un poco de cubierta con el ruido.

La suerte se queda de mi lado: las llaves de papá todavía funcionan.

Una vez que estoy de pie en la oficina de papá, me permito un segundo o

dos para exhalar y recomponerme, aunque el hecho de que casi me

atraparan y de que probablemente haya visto un mogadoriano de alto

rango, es difícil de superar. La oficina ha cambiado bastante desde la última

vez que estuve aquí, cuando papá me sacó a rastras la noche en que

apresaron a John. Hay unas cajas grandes ubicadas en una esquina al

parecer llenas de todos los archivos y documentos que solían desbordar del

lugar cuando era de papá. Ahora el escritorio está ordenado, de manera muy

compulsiva, lo que para mí son buenas noticias, porque significa que no

tendré que rebuscar mucho.

Tomo asiento en la silla detrás del escritorio y reviso algunos de los

documentos y archivos. No me dicen nada. Todos son notas y boletines del

tipo de cosas que suben a la web del FBI; información pública. Estoy

buscando algo un poco más secreto que eso.

El portátil de Purdy es negro y elegante, como algo salido de una película

de espías. Lo abro mientras retiro un trozo de papel del bolsillo que tiene

todas las cosas que GUARD me envió. Efectivamente, el equipo está

protegido con contraseña. Escribo el código que GUARD catalogó como la

contraseña de acceso principal de Purdy y así nada más, estoy dentro, estoy

en un computador del FBI.

―Dios te bendiga, GUARD ―susurro.

El escritorio está plagado de archivos. En la parte inferior de la pantalla

hay algunas aplicaciones. Abro el correo electrónico de Purdy, pensando que

podría ser la forma más fácil de obtener información sobre Sarah. La

primera contraseña de GUARD es un fracaso, pero la segunda me permite

ingresar.

Escribo el nombre de Sarah en la barra de búsqueda tan rápido que lo

escribo mal dos veces. Finalmente, logro ingresarlo y aparecen más de

cincuenta correos electrónicos con su nombre. Me estremezco al pensar

cuántas veces aparecerá mi nombre en estos correos, pero no estoy aquí para

eso. Reviso primero los correos más recientes hasta que doy en el clavo.

La detenida Hart ha sido transferida a la instalación en Dulce.

«Dulce». Reconozco el nombre inmediatamente de números atrasados de

Ellos Caminan Entre Nosotros y de viejas entradas en el blog. Es un nombre

que aparece todo el tiempo, una base secreta gubernamental donde

supuestamente siempre suceden cosas raras. Un área 51 a pequeña escala.

Sarah se encuentra detenida en Dulce, Nuevo México. A medio país de

distancia.

Tengo que ir a Nuevo México.

Me pongo a buscar en otros correos, cuando escucho que se cierra de

golpe la puerta de la estación, seguido de una sarta de maldiciones de la que

suena como la voz de Purdy.

Mierda. Frente a mí hay una gran cantidad de información, tal vez

suficiente para cambiar el rumbo de la batalla entre los lorienses y los

mogadorianos. Una batalla que decidirá lo que le sucederá a la Tierra. Tenía

la esperanza de tener más tiempo en el computador, y luego simplemente

salir a hurtadillas y dejar que Purdy creyera que nunca estuve aquí. Si me

voy ahora, puedo tratar de encontrar a Sarah y averiguar por mi cuenta qué

más está pasando entre el FBI y los mogadorianos. Pero si tomo el

computador, si me robo este portátil del FBI, tal vez pueda ser el héroe. Con

la ayuda de GUARD, puedo descifrar todo el disco duro. Quién sabe lo que

podríamos encontrar. Sarah puede ayudar, una vez que la haya salvado. Si

este portátil tiene buena información, tal vez pueda salvarlos a todos.

¿Y Sarah no quedaría impresionada con eso?

―A la mierda ―exclamo. Desconecto el enchufe de la pared y me pongo

el portátil bajo el brazo.

Mientras Purdy reprende al agente de la recepción, abro una de las

ventanas de la oficina de papá y me escurro. En un instante, estoy en mi

camioneta, saliendo disparando por el callejón. Le echo una última mirada a

la estación mientras me alejo en coche. Purdy sigue en el frente. Bien. Tal vez

me dé un tiempo antes de que se note lo que pasó.

Justo el tiempo suficiente para dejar Paraíso.

CAPÍTULO

DIECISÉIS Traducido por The Lightstairs

Desayuno en un restaurante a unas horas de Paraíso: una humeante pila

de panqueques y dos tiras de tocino. Nunca he sido un gran bebedor de café,

pero estoy en mi tercera taza. Necesito estar alerta y despierto. Tengo un

largo camino por delante.

Entre bocados de panqueques, giro mi teléfono desechable en la mesa. Mi

teléfono real se encuentra a un costado de la carretera a las afueras de

Paraíso, completamente limpio de toda mi información personal y hecho

añicos luego de que le pasara la camioneta por encima. Toda la información

que necesito está en mi teléfono desechable ahora. Me preocupa que Sarah

no tenga mi número por si intenta contactarme, pero no puedo arriesgarme

a que alguien me rastree. Además, sigo teniendo correo electrónico, y planeo

enviarle correos a diario hasta que la vuelva a ver. Le pediré a GUARD que

me enseñe a bloquear mi dirección IP o a rebotar mis correos a un satélite, o

algo así.

Ya cancelé mi entrada automática en el blog. Se quedará en mi carpeta de

borradores por ahora. No estoy preparado para deshacerme de toda esa

información. Algo me dice que debo guardarla para después, cuando pueda

usarse más estratégicamente.

Pensé en llamar a mi familia y tratar de explicarme mejor, pero no puedo

arriesgarlo. No lo entenderán, y darles información sobre a dónde voy y qué

estoy haciendo, es peligroso para ellos. Sólo espero que no estén muy

molestos. Con algo de suerte, Sarah y yo volveremos a tiempo para el baile

de graduación. Asumiendo que Paraíso siga existiendo.

El restaurante está muy solo, porque el sol apenas está saliendo en la

distancia, pero sigo cauteloso. Espero a que se vaya el último anciano en la

mesa detrás de mí, antes de sacar el computador y abrirlo. No estoy seguro

de por dónde empezar. Tal vez sería mejor si le enviara un correo a GUARD

con todo…

«No». Si algo de aquí me será de ayuda para encontrar a Sarah, necesito

la información ahora, más información que la ciudad en dónde está.

Necesito saber cómo puedo ayudarla.

Reviso algunos correos electrónicos, la mayoría está lleno de terminología

que no reconozco. Me digo que con el tiempo analizaré cada palabra en estas

correspondencias. Parece haber problemas entre el FBI y el Departamento de

Defensa Nacional; me devano el cerebro tratando de recordar cualquier cosa

sobre mi clase de gobierno estadounidense para saber qué hace el

Departamento de Defensa Nacional, aparte de hacer algo relacionado con

mantener seguro al país. También hay un montón de referencias a un

secretario que está ayudando a los mogs, pero no sé por qué el agente Purdy

esta tan interesado en un asistente de oficina.

Después de un rato tomo un descanso de los correos electrónicos, y

empiezo a buscar algo de información en otros lugares. Hago clic en el

escritorio del computador y una carpeta me llama la atención: ProMog.

«Mogs».

Hago doble clic en la carpeta, pero en vez de abrirse como debería, un

terminal de acceso por contraseña parpadeaba en la pantalla. No solicita

nombre de usuario, sólo un campo de contraseña flotando en lo alto del

escritorio. Trato de escapar de ahí seleccionando otra carpetas, pero no me

permite hacer nada. Saco la lista de contraseñas que GUARD me envió y

trato con la que me dio acceso al computador. Una pequeña «X» roja aparece

bajo el campo de contraseña.

«Vale».

Intento con la siguiente y aparece otra «X» roja. Al apretar la tecla enviar

por tercera vez, comprendo lo que probablemente significan las «X».

―Oh no, no, no, no ―le susurro. Pero es demasiado tarde. Ya la jodí.

Aparece una tercera «X» y de repente se escucha un zumbido desde el

interior del equipo, como si el disco duro girara a toda marcha. En el fondo

veo que los archivos desaparecen del escritorio. Por último, la pantalla se

queda en negro. El botón de encendido no responde.

―¡No! ―grito―. ¡Hijo de perra!

Golpeo el puño contra la mesa y los platos resuenan. Los dispersos

clientes en el restaurante voltean a verme. La camarera se apresura hacia mi

mesa.

―¿Todo está bien aquí? ―pregunta, con un tono en su voz más de

molestia que de preocupación.

―Sí ―le digo, sacando mi billetera―. Es que… perdí mi tarea.

Empiezo a entregarle mi tarjeta de crédito, pero la aparto antes de que

pueda tomarla. He visto demasiados programas de crimen para saber que

no debo dejar rastro. Así que en cambio le entrego un billete de veinte

dólares y me pregunto si ya es demasiado tarde para ir a un cajero

automático, si al hacerlo atraeré una horda de agentes del FBI en

helicópteros desde el cielo.

Estoy furioso conmigo mismo, y cuando salgo del restaurante, pienso en

lanzar el portátil al aire y patearlo hasta llegar al estacionamiento. Pero

todavía puede ser útil. Apenas estoy aprendiendo estas cosas de

computación. Tal vez GUARD pueda sacar algo del disco duro de todas

formas, tal vez incluso pueda conseguir información que podría ayudar a los

lorienses y al resto del mundo, si los mogs un día deciden invadir a escala

masiva.

Me meto en la camioneta y salgo a la carretera. Casi no hay coches a la

vista. Tengo el sol a la espalda y los ojos inyectados en sangre por todo el

café, pero estaré bien. Mejor esto que quedarme dormido mientras

conduzco. Después de todo, son otras veinte horas para hasta llegar a Nuevo

México.

Sobre el

Autor

Pittacus Lore es el más importante de los ancianos

que alguna vez gobernaron el planeta Lorien. Ha

estado en la Tierra durante los últimos doce años,

preparándose para la guerra que decidirá el futuro de

este planeta. Su paradero es un misterio.

AGRADECIMIENTOS

Traductora a cargo

Pamee

Traductores

Silvifu

Anadegante

Niki26

Yann Mardy Bum

Andrés_S

DarkRaven86

Leo Pirez

Ailena

The Lightstairs

Corrección final y diseño

Pamee

Agradecimientos especiales a Rodrigo de Los Legados de Lorien en

Facebook, por ayudar en la lectura final.