solo para varones

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SOLO PARA VARONES JOVENES

Boyd K Packer

Hablo a los jóvenes del Sacerdocio Aarónico: sólo a varones jóvenes. Deseo comentar un tema que los padres deberían discutir con sus hijos. Siendo que algunos jóvenes no tienen consigo a su padre y siendo que algunos padres (y algunos obispos) no saben cómo proceder en esto, deseo encarar un tema muy personal, un tema que es importante para cada varón joven. Vosotros habéis recibido un cuerpo mortal con el cual vivir la experiencia de la vida terrenal. Mediante él seréis probados. Vuestro cuerpo es el instrumento de vuestra mente y el cimiento de vuestro carácter. Ese cuerpo contiene poderes que, si los usáis apropiadamente, con tribuirán grandemente a vuestra exaltación. Si usáis este don (es decir, estos poderes) dignamente, os servirá a través de toda la eternidad. Nunca os avergoncéis de vuestro cuerpo. No hay dos cuerpos que sean iguales. Algunos jóvenes se preocupan porque les parece que su cuerpo no está bien proporcionado. Creen que son demasiado bajos o demasiado altos, demasiado corpulentos o demasiado delgados, o demasiado fuera de proporción en alguna otra forma. Las proporciones físicas poco tienen que ver con el éxito, particularmente en lo que concierne al éxito espiritual. Estad agradecidos por vuestro cuerpo. Esforzaos por mantenerlo saludable mediante una alimentación, descanso y ejercicio adecuados. Desarrollad vuestro cuerpo hasta alcanzar su más plena y útil capacidad. Desarrollad vigor varonil y control; no dejéis entrar a vuestro cuerpo nada que pueda

dañarlo. No uséis tabaco, alcohol, drogas ni ninguna otra substancia dañina. El varón joven debe aprender a gobernar su cuerpo. Así como su temperamento, siempre debe mantenerlo bajo completo control. A veces eso no es fácil de hacer. Dentro de vuestro cuerpo tenéis el poder de crear. Un día encontraréis a quien será vuestra cónyuge y desearéis intensamente expresar plenamente vuestro amor a ella. La expresión justa de este amor físico en el matrimonio tiene la aprobación del Señor. Ella entonces podrá concebir y dar a luz a un niño o una niña, un bebé del cual vosotros seréis el padre. Este es un poder muy sagrado. El Señor ha mandado que lo uséis solamente con la persona con la cual estéis legítima y legalmente desposados. Ha decretado sanciones serias por el uso indebido del mismo. Este poder comienza temprano en la vida, con algunos de vosotros cuando apenas entráis en la adolescencia. Hay un propósito para esto, pues con este poder vienen los atributos de la virilidad. Comenzáis a notar cambios en vuestra estatura y en vuestra voz; la barba y otras características masculinas vienen a ser parte de vuestro aspecto. Vuestros sentimientos también cambian. Este poder físico influirá en vosotros emocional y espiritualmente también. Comienza a daros forma y acomodaros para que parezcáis, sintáis y seáis lo que tenéis que ser como padres. La ambición, el valor, la fuerza física, emocional y espiritual, vienen a ser parte de vosotros porque ahora sois hombres. Os interesáis vivamente en las jóvenes, y deseáis estar con ellas. Deberíais tener este interés. Este poder de creación afecta vuestra vida varios años antes de que debáis expresarlo plenamente. Siempre debéis proteger ese poder con sabiduría viril. Debéis esperar hasta el momento de vuestro casamiento para entonces usarlo. ¿Qué haréis con estos deseos durante esa espera? Muchachos, debéis controlarlos. Se os prohibe usarlos ahora a fin de que podáis usarlos con dignidad y virtud y plenitud de gozo en el momento adecuado de la vida. Deseo explicar algo que os ayudará a entender vuestra joven hombría y os ayudará a desarrollar autocontrol. Cuando este poder reproductor comienza a formarse, se le puede comparar al hecho de poseer una pequeña fábrica dentro de vuestro cuerpo, una fábrica planeada para producir el producto que puede generar la vida. Esta pequeña fábrica comienza a trabajar silenciosamente siguiendo un plan normal y ya esperado, un plan de crecimiento, y comienza a producir la substancia creadora. Seguirá haciéndolo posiblemente durante toda vuestra vida. Opera lentamente. Esta es la forma en que debe ser. Usualmente, a menos que os

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entrometáis con ella, difícil mente os daréis cuenta de que está funcionando. A medida que os aproximáis a la madurez, esta pequeña fábrica ocasionalmente producirá un exceso de esa substancia. El Señor ha provisto una forma para que sea liberada. Sucederá sin ayuda o sin resistencia alguna de parte vuestra. Probablemente una noche soñaréis algo, y durante el sueño la válvula de escape que controla la fábrica se abrirá y dejará escapar todo ese exceso. La fábrica y el escape automático funcionan según su propio itinerario. El Señor planeó que así fuese. Debe regularse así misma. Esto no sucederá muy a menudo. Tal vez pase un período largo de tiempo y no habrá necesidad de que eso ocurra, y cuando ocurra, no tenéis necesidad de sentiros culpables. Es la naturaleza de la virilidad joven y es parte del proceso de llegar a ser un hombre. Hay, sin embargo, algo que vosotros no debéis hacer. A veces el joven no entiende, porque probablemente se ve animado por compañeros imprudentes o indignos para que se entrometa con esa fábrica. Tal vez se acaricie a sí mismo y abra la válvula de escape. Esto no debéis hacer vosotros, pues si lo hacéis, la pequeña fábrica comenzará a producir mayor cantidad de la substancia. Y en ese caso os veréis tentados una y otra vez a darle escape. Rápidamente podéis esclavizaros a un hábito, uno que no es digno, uno que os dejará deprimidos y con sentimientos de culpa. Resistid esa tentación; no seáis culpables de entro meteros o de jugar con este sagrado poder de creación. Mantenedlo en reserva para la época en que pueda ser empleado con rectitud. Tal vez alguno de vosotros no haya entendido plena mente hasta ahora. Probablemente vuestro padre no os habló, y es posible que ya hayáis sido culpables de entro meteros con estos poderes. Tal vez ya hayáis desarrollado un hábito. ¿Qué hacer entonces? Primeramente, quiero que sepáis esto. Si estáis luchando con esta tentación y tal vez no habéis podido resistir del todo, el Señor aún os ama. Esto no es algo tan malvado, ni es una transgresión tan grande que el Señor vaya a rechazaros por causa de ella, pero sí puede rápidamente llevaros a la clase de transgresión que es grande. No es agradable para el Señor, ni lo es para vosotros; tampoco os hace sentir dignos ni limpios. Hay maneras de conquistar ese hábito. Ante todo debéis dejar sola a esa fábrica; si no os entrometéis con ella, ella comenzará a aminorar su marcha. El resistir la tentación de entrometerse con ella antes de que aminore la marcha no es fácil; llevará semanas, y tal vez meses. Pero podéis hacer que la fábrica vuelva a su marcha lenta, normal.

Tengo otras sugerencias. El poder para evitar tales hábitos o para destruirlos descansa en vuestra mente, no en vuestro cuerpo. No permitáis que esa parte física de vosotros sea la que tome el mando; permaneced en el control. Condicionad vuestro cuerpo para que haga la voluntad de vuestra mente. Para hacer esto debéis mantener la mente con pensamientos dignos. Apartad vuestros pensamientos de las cosas que os puedan llevar al mal. El ejercicio físico vigoroso ayuda a los jóvenes en muchas formas. Vosotros sois sumamente vulnerables cuando estáis sin hacer nada o cuando estáis desanimados. Este es el momento de poneros en guardia. Conozco una forma de mantener pensamientos dignos. Me ha ayudado a mí y la expliqué en una ocasión durante un discurso en una conferencia general. Permitidme repetirla para vosotros. Probablemente el desafío más grande para la gente de cualquier edad, particularmente para los jóvenes, y lo más difícil que enfrentaréis en la vida terrenal, sea controlar vuestros pensamientos. Según el hombre piense “en su corazón, tal es él” (Prov. 23:7). Quien pueda controlar sus pensamientos se ha conquistado a sí mismo. Cuando yo tenía unos diez años de edad, vivíamos en una casa rodeada por una huerta. Parecía que nunca había agua suficiente para los árboles. Los canales, abiertos a arado en la primavera, pronto se veían llenos de zarzas. Un día, a cargo del turno del regadío, me encontré en dificultades. A medida que el agua comenzaba a bajar por las zanjas, atascada por las hierbas y malezas, comenzó a desparramarse en todas direcciones. Yo corrí por los charcos tratando de levantar los bordes de las canaletas. Tan pronto como rellenaba un borde roto, aparecía otro. En eso, un vecino se acercó a través del huerto; miró durante un momento y luego con unos pocos golpes vigorosos de la pala, limpió la canaleta quitándole las hierbas hasta dejar que el curso de agua siguiera por la zanja preparada. “Si quieres que el agua permanezca en el curso trazado, tendrás que prepararle el camino por el cual debe ir”, dijo. Yo he llegado a darme cuenta de que los pensamientos, como el agua, permanecerán en su curso si les hacemos un lugar por el cual puedan ir. De otro modo, nuestros pensamientos, así como el agua, seguirán el curso de menor resistencia, siempre buscando los niveles más bajos. Se me dijo cientos de veces, o más, mientras fui creciendo, que los pensamientos deben ser controlados, pero nadie me dijo cómo hacerlo. Yo quiero deciros, jóvenes, de una manera en la que podéis controlar vuestros pensamientos y esa manera está relacionada con la música.

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L a mente es como un escenario. Con la excepción de cuando uno está dormido, el telón está siempre abierto. Siempre hay algo que se está representando en ese escenario. Tal vez sea una comedia, una tragedia, interesante o aburrida, buena o mala; pero siempre hay algo representándose en el escenario de la mente. ¿Habéis notado que sin esfuerzo alguno, de vuestra parte, en medio de casi cualquier representación, puede, furtivamente, venir un pensamiento ensombrecido desde las bambalinas que puede acaparar vuestra atención? Estos pensamientos delincuentes tratarán de acaparar la escena. Si les permitís seguir adelante, todos los pensamientos de virtud abandonarán el escenario. Seréis abandonados, porque habréis consentido, a la influencia de pensamientos malos. Si cedéis a ellos, ellos representarán para vosotros en el escenario de vuestra mente cualquier cosa hasta los límites de vuestra tolerancia. Tal vez representen un tema de amargura, celos u odio. Tal vez sea algo inmoral, vulgar o depravado. Una vez que están sobre la escena, si los dejáis, ellos improvisarán las persuasiones más inteligentes para mantener vuestra atención. Sí, ellos pueden hacer que todo parezca interesante y también pueden convenceros de que es algo inocente porque no se trata más que de pensamientos. ¿Qué podéis hacer en un momento como ese, en el que el escenario de vuestra mente está dominado por los diablillos de los pensamientos impuros, ya sea que se trate de los que son grises y parecen casi puros o de los inmundos que no dejan lugar a duda? Si podéis controlar vuestros pensamientos, podéis vencer los hábitos, aun hábitos personales degradantes. Si podéis aprender a dominarlos, tendréis una vida feliz. Esto es lo que yo quisiera enseñaros. Elegid de entre la música sacra de la Iglesia un himno que sea vuestro favorito, uno con palabras que eleven y cuya música sea reverente, uno que os haga sentir inclinados a la inspiración. Repetidlo en vuestra mente con mucha atención. Aprendedlo de memoria. Aunque no hayáis tenido entrenamiento musical, podéis repetir un himno en la memoria. Y bien, usad ese himno como el lugar al cual vayan vuestros pensamientos. Haced de él una canaleta de emergencia. Siempre que encontréis a estos actores oscuros escurriéndose desde las bambalinas de vuestro pensamiento al escenario de vuestra mente, pensad en ese himno. A medida que la música comienza y las palabras empiezan a aparecer en vuestros pensamientos, los pensamientos indignos se retirarán avergonzados. Eso cambiará el ambiente entero en el escenario de la mente. Como es algo que eleva y es puro,

los pensamientos bajos desaparecerán. Ya que la virtud, por elección, no se asocia con 1a inmundicia, el mal no puede tolerar la presencia de la luz, así que no tiene elección. Con el tiempo os encontraréis, ocasionalmente, tarareando interiormente la música. Al reexaminar vuestros pensamientos, descubriréis que alguna influencia del mundo que os rodea impulsó a un pensamiento indigno para que se adentrase en el escenario de la mente, y la música comenzó casi automáticamente. Una vez que aprendáis a limpiar el escenario de vuestra mente - limpiarlo de pensamientos indignos- mantenedlo ocupado aprendiendo cosas dignas; cambiad vuestro medio de manera que os rodeen cosas que sirvan para inspiraros pensamientos buenos y edificantes. Manteneos ocupados con cosas que sean rectas. Otra cosa ayudará a evitar y a vencer ese tipo de hábitos. En momentos de tentación especial dejad de participar de una comida, o de dos. A esto lo llamamos ayunar, bien sabéis. Tiene un efecto poderoso sobre uno físicamente. Sirve para desviar parte de esa energía física para nutrir a vuestro cuerpo. Templa los deseos y reduce la tentación. El ayuno os ayudará enormemente. En las Escrituras, el ayuno y la oración generalmente se mencionan juntos. La oración es un instrumento poderoso para bendecir a los jóvenes. Si un misionero, por ejemplo, cae en estas prácticas indignas, el Espíritu del Señor lo abandona. Cuando ora y ayuna, el Espíritu del Señor lo sostiene. Pronto desarrolla un control y dignidad varoniles. Resistid esas tentaciones. No os entrometáis con vuestro cuerpo. Si ya lo habéis hecho, dejad de hacerlo: ahora. Haced eso a un lado y venced. La señal de la virilidad digna es el autocontrol. Este poder es ordenado para la procreación de vida y como sello de unión en el convenio matrimonial. No debe ser mal usado. No es para usarse prematuramente; sino para ser usado por esposo y esposa y en ninguna otra forma. Si lo usáis mal, lo lamentaréis. ¡Ahora una advertencia! Casi vacilo en mencionarla, pues no es agradable. Debe ser catalogada como transgresión grave. Pero hablaré claramente. Hay algunas circunstancias en las que los jóvenes pueden sentirse tentados a manosearse unos a otros, a tener contacto con otros, físicamente, en formas desusadas. Los jóvenes Santos de los Últimos Días no deben hacer eso. A veces eso comienza en un momento de ociosidad, en el que los muchachos están jugando. Pero no se trata solamente de una

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tontería pasajera. Es sumamente peligroso. Esas prácticas, por más tentadoras que sean, son perversión. Cuando el varón joven está buscando su camino hacia la madurez, tales experiencias pueden desviar sus deseos normales y pervertirlo no solamente en lo físico sino también emocional y espiritualmente. La intención fue que usásemos este poder solamente con nuestra cónyuge en el matrimonio. Repito, clara mente, las travesuras físicas con otro hombre son prohibidas. Han sido prohibidas por el Señor. Hay algunos hombres que animan a los jóvenes a unirse a ellos en estos actos inmorales. Si alguna vez alguien se os acerca para invitaros a participar en algo así, resistid con toda vuestra fuerza. Mientras yo estaba en una misión, en cierta ocasión, un misionero dijo que tenía algo que confesar. Yo estaba muy preocupado porque él no podía llegar a decirme claramente qué es lo que había hecho. Después de animarlo con paciencia, finalmente me dijo mascullando las palabras: “Le pegué a mi compañero. “Oh, eso es todo”, dije con gran alivio. “Pero le pegué tan fuerte que lo tiré al suelo”, repuso. Después de enterarme un poquito más en cuanto a la situación, mi respuesta fue: “Bueno, está bien. Alguien tenía que hacerlo y no habría sido bueno que tina Autoridad General resolviese el problema en esa forma.” Yo no recomiendo ese curso de acción a vosotros, pero tampoco lo menosprecio. Vosotros debéis protegeros. Hay una falsedad que se está repitiendo y dice que algunas personas nacen con la atracción hacia los de su propio sexo, y que no hay nada que puedan hacer al respecto. Son simple mente “así” y únicamente pueden ceder a esos deseos. Esa es una mentira maliciosa y destructiva. Aunque esa mentira es una idea convincente para algunos, proviene del diablo. A nadie se le encierra en esa clase de vida. Desde nuestra existencia premortal fuimos dirigidos a cuerpos físicos. No hay desacuerdo de cuerpos y espíritus. Los varones deben llegar a hombres - masculinos, hombres varoniles para finalmente ser esposos y padres. No hay nadie predestinado al uso pervertido de estos poderes. Aun aquellos que han sido arrastrados a prácticas incuas y están sujetos por hábitos casi inflexibles, pueden escapar. Si alguno de vosotros parece estar atrapado en eso, escapad. Id a vuestro padre u obispo, ¡Id ahora! Vuestros padres, vuestro obispo, los siervos del Señor, los ángeles del cielo y el Señor mismo os ayudarán a redimiros de ello. Jóvenes Santos de los Últimos Días, no os entrometáis con estos poderes, ni con vosotros mismos ni en compañía de otros. Nunca dejéis

que otros os manoseen o toquen aquellas partes muy personales de vuestro cuerpo, las cuales son un eslabón esencial en la marcha de la creación. Muchos de los que integran el mundo, estoy seguro, se divertirán a costa de este consejo. Dejadlos que se diviertan. Ellos viven otra norma, una norma más baja. Nosotros vivimos la norma del Señor y continuaremos enseñándola. Es normal y apropiado que los jóvenes varones se sientan cada vez más interesados en las jóvenes señoritas, en comenzar a salir juntos, con la finalidad de seleccionar a una compañera eterna. Nosotros alentamos eso, pero tened cuidado. Mantened puras y castas esas relaciones con las jóvenes. Reservad esos poderes otorgadores de vida, para el matrimonio. Generalmente el joven varón está físicamente desarrollado para el matrimonio mucho antes de estar emocional, espiritual o materialmente calificado para ello. En el tiempo debido, cuando todas las cosas estén en equilibrio, estaréis listos. Después de haberos mantenido en control físico, después de haber madurado lo suficiente emocional y espiritualmente y de tener algunos medios materiales, entonces llegará el momento de casaros. Entonces podréis entrar en el nuevo y sempiterno convenio. Vosotros y vuestras novias seréis sellados por tiempo y por toda la eternidad. Estos poderes sagrados que otorgan la vida entonces serán liberados para vuestro uso. Llegarán a ser un vínculo unificante en vuestro matrimonio. Mediante ellos llegaréis a ser padres. Pero por ahora, preparaos y seguid el consejo dado en la Escritura: “Sed limpios, vosotros los que lleváis los vasos del Señor” (D. y C. 133:5). Dios os bendiga, jóvenes hermanos nuestros, a medida que os esforcéis por ser limpios. Siéndolo complaceréis al Señor a su profeta, de quien doy testimonio, en el nombre de Jesucristo. Amén.