sobre la fe

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Sobre la Fe

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Debemos penetrar en la mente y alma de los insignes hombres de fe para rescatar de ellos las virtudes que les fueron propicias y a nosotros son necesarias para sentir a pie desnudo el camino de la fe y llevarnos a ser protagonistas de la propia.

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Sobre la FeJ. SANTÍ

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Debemos penetrar en la mente y alma de los insignes hombres de fe para rescatar de ellos las virtudes que les fueron propicias y a nosotros son necesarias para sentir a pie desnudo el camino de la fe y llevarnos a ser protagonistas de la propia.

De otra manera ¿Por qué no nos es posible llegar a la fe? Pero a la fe que transforma vidas, que nos vuelve obedientes a Dios, a la fe que seca toda fuente de llanto, a la fe que tranquiliza, a la fe que da saciedad, a la fe que quita la angustia, a la fe que mitiga el dolor, a la fe que da certeza, a la fe de Abraham, Isaac y Jacob, “acreciéntanos la fe Señor”.

La barrera del hombre es el pensamiento crítico, el juicio humano, la solución palpable, la maquinación de respuestas sólidas, la matemática del pensamiento, un riguroso proceso donde el peso, la esencia, lo visible, lo palpable, lo calculado, el riesgo, nos lleve a resultados lógicos donde la expresión de los procesos sean identificables, tangibles y por supuesto, humanamente asimilables.

Esto es lo que nos aleja de la fe, mejor dicho, esto es lo que nos aleja de la aplicación de la fe.

Dios mío, ayúdame a hacer tal cosa… que yo tengo decidido. Esta frase nos da a entender el deseo humano. Dios mío, sé tú quien dé acomodo a las cosas y situaciones, guíame Señor. Y en esta otra dejamos que sea Dios quien exprese su sabiduría en nuestra vida.Es impresionante la grieta que se interpone dando distancia a la fe y el pensamiento o resolución humana en los problemas de la vida, el abismo abierto, entre ambas es precisamente lo que aleja al hombre común del hombre de fe. Caminamos en un sonambulismo bastante cristiano, llenos de amor y de ¿fe en Dios,? pero al reflejo de la transparencia en el manantial de Dios cuando nos miramos al despertar, nos damos cuenta que nuestro pensamiento son raíces profundas y recias, ancladas a la lógica, a lo natural, al instinto casi animal, al sentimiento de poder y superioridad, a querer manipular y doblegar o a la demostración de nuestra fuerza, y encumbrándonos en el mí, en el yo lo puedo, “es como lo digo” (frase para mi muy peligrosa en este punto). Cuando surge el yo creo, ya me di cuenta, yo sé y la reflexión puramente lógica cautiva en el pensamiento humano, estamos apartándonos de la fe.

De ahí que la adquisición del concepto fe en los más, es la aceptación afirmativa con desconocimiento parcial o total de su significado, de cómo actúa y cómo debe llevarse a cabo el proceso de la incógnita fe.

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La experiencia de la fe aplicada, experimentada, vivida, es un rasgo extraño, escaso, marginativo, pero muy posiblemente de elección voluntaria, que nos muestra la Biblia en contados casos. Aplicada por personas excepcionales con resultados demoledores, triturantes sobre los razonamientos más duramente diamantinos, diría yo, pulverizante de la lógica, juicio y razonamiento humano, ¿Cómo pues ahora pretendemos ayudamos de un banquillo para alcanzar la altura de la fe en Dios? (siendo que le desconocemos en algunos aspectos) Porque la experiencia de la fe la tenemos lejos de ser expresada con claridad, entendida, sabida, aún más lejos de ser experimentada. Permanecen sus jardines tras rejas que no hemos visitado, en la oscuridad y hermetismo, el procedimiento, la aplicación, el lienzo sobre el cual podemos vaciar los tintes para obtener un paisaje claro y nítido, vivencial de la fe y la pócima por así decirlo, que nutra nuestra visión y fortalezca nuestro cuerpo en la preparación del individuo para soportar los alcances de la fe con la potencia con la que les sucedió a las personas excepcionales que la vivieron.

La fe en su mínima expresión mueve montañas –Si tuvieras fe del tamaño de un grano de mostaza-- Para que actúe la fe debemos por así decirlo, evaluar toda capacidad de discernimiento para lo posible, toda fuerza para desplazar algo o alguien, todo ingenio creativo o creador, toda maquinación propositiva, todo empeño humano, la fuerza, el cálculo, la perspicacia, el anhelo, la sagacidad, en fin y toda sustancia humana de esfuerzo físico, intelectual o emocional para perder toda fuerza de gravedad que nos afirma en la tierra y flotar en la fe (para no envenenar la fe) –porque mi yugo es ligero y fácil mi carga. (Porque la fe no actúa donde se posa la mano del hombre). Flotar en el aspecto y por el motivo para el cual aplicamos la fe sin flotar en la vida (es decir, sin darnos al abandono,) la cual se debe llevar conforme a los mandamientos bíblicos.

De todo cristiano es conocido el suceso donde Pedro da un par de pasos sobre las aguas y el punto en que duda y comienza a hundirse. Es este lapso de tiempo cuando pide al Señor que mande que él también pueda caminar sobre las aguas, es cuando la fe se expresa y podemos analizarla: Primeramente tenemos a Pedro pidiendo a nuestro Señor mande camine sobre las aguas hacia Él. Baja y camina, pero cuando duda y empieza a hundirse es cuando el pensamiento humano, lógico, le impide creer que lo que está haciendo: caminar sobre el agua: es posible. Aquí toda duda implica la razón humana, el conocimiento y la experiencia y en este momento lo improbable, lo imposible, el saber humano, el pesimismo, la incredulidad, todo conjugado en una negación a que tal hecho pueda producirse y humanamente hablando, así es: pero todo este pensamiento humano es del que debemos desprendernos, desactivarlo, para dejarnos mover por la fe.

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La fe es un camino cimentado donde la razón se agrieta y resquebraja, la fe no tiene base subterránea, tiene soporte celestial, su cimiento es Cristo.

La fe es volar, flotar, no en el viento, ni en el espacio, porque el viento está corrompido, aún el espacio es conocido, es desprenderse de toda sustancia sobre la cual ejerce atracción la gravedad, no refiriéndome sólo a la fuerza de atracción terrestre, si bien a la fuerza de atracción de lo supuesto según el entendimiento humano y a la malsana fuerza de atracción del pesimismo y la incredulidad “y conocerás la verdad y la verdad te hará libre”, por ello fe es vivir en libertad.

El que conoce a nuestro Señor y cree en Él, está en la fe. La fe, son las puertas abiertas a Dios y su potencia. La fe es nuestra seguridad, la mano que se extiende para sacarte del mundo y llevarte al cielo.

¿Qué es la fe?Hebreos 11: Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.

La fe se muestra en muchos aspectos de la vida como nos indica Hebreos 11, pero ¿cómo dejar que llegue a nosotros la potencia de Dios por nuestra fe?

La fe es creer, pero primeramente busquemos respuesta a: ¿cómo llegar nosotros a la potencia de la fe? Porque la fe “en principio” es un anhelo del que intenta en constancia los caminos de Cristo, y Ud. amigo lector es quien debe: si Dios así lo quiere procurar los caminos del Sr. Y creer en Él, Para que por misericordia otorgue fe, pues nuestro Señor Jesucristo lo señaló varias veces diciendo “tu fe” te ha salvado.

Sabemos que David al ver cómo intimidaban al ejército de El Rey Saúl no vaciló en pedir enfrentar al gigante. ¿David sabía que Dios estaba con Él? ¿Cuánta fe tenía David? Porque al enfrentarse a una fuerza visiblemente mayor que Él en altura, físico, presencia guerrera: El ejército juzgaba que lógica y matemáticamente según su equipamiento, no tendría oportunidad. Pero David sostenidos por una fe indoblegable, aunque por todos lados le podían gritar y comprobar por enfrentamientos vistos que era imposible, una locura, a la cual acción no correspondía alguna esperanza, sino solamente el fracaso, el vergonzoso sentir de la derrota anunciada. A lo cual: Dios contesto con sus hermosas y bien sabidas respuestas que corroboran su potencia para humillación de los incrédulos y misericordia a los que en verdad le aman con la derrota del gigante y el temor infundido en el ejército filisteo sabedores de que ese era el anuncio de Dios frente a ellos.

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La fe, con que irrespetuosa seguridad se dice “si, yo tengo fe” y añadimos “mucha fe” pero es una fe asustadiza, temerosa a las alturas, con un pie muy sensible y cansadizo, impropia para caminos pedregosos, nostálgica, no acostumbrada a la soledad, ni a la distancia, endeble, quebradiza, cabizbaja, con atrofia muscular y osteoporosis, tan enferma y doliente, que tenemos que evitar ejercitarla de hecho: nos asustaría a muchos echar a andar ese armatoste ruidoso y oxidado, el cual bajo llave guardamos allá, entre los artículos en desuso pero asignándole un valor sentimental y a eso llamámosle nuestra fe, todo un clásico fuera de circulación, inservible, deteriorado, recordando sus hazañas… por fe Hebreos 11.2,3,4.etc. Sí, esta fe que nosotros guardamos dándole un valor meramente sentimental, es la que hizo de David lo que fue, de Abraham padre de naciones, de Noé un nuevo comienzo, es una fe que debe vivir y nosotros insistimos en vivir de su recuerdo porque está muerta en nosotros.

Para muestra basta un botón, los profetas esperaron, los ruegos fueron una sola vez porque entendían que Dios ya los había escuchado, nunca exigieron.

La fe nuestra, en nuestros días no representa ni hace memoria, ni se asemeja a la fe bíblica, de hecho es toda una extrañeza, un algo espinoso a lo cual nadie quiere acercarse.Es una oquedad revestida de papel dorado con colguijes de cuentecillas de vidrio, bonita, pero no vale nada, no soporta nada, no es más que un sonido desprendido de nuestra voz luego del cual nos tapamos la boca, así como sin darnos cuenta, solo por llenar el requisito.

Y bajó Pedro de la barca y andaba sobre el agua, pero al darse cuenta que el viento era fuerte, dudó y se hundía. ¿En qué momento empezó a hundirse? Cuando dudó, cuando el sentido común le incapacito para asimilar la potencia de Dios, la razón tendió sus redes atrapándolo con la lógica, el cálculo, lo material y el pesimismo. Evitando por su incredulidad traspasar los umbrales del mundo terreno, a las maravillas celestiales de la potencia de Dios. La fuerza de gravedad del pensamiento humano tirando sus pesadas anclas al mundo y su ciencia.¡Pero, hubo dado unos pasos! Sí, cuando absorto en Jesucristo, cautivo en nuestro Señor, obediente, seguro por el llamado: pero cuando reaccionó al hecho de lo humanamente inconcebible, cuando le falto la fe, levantó una barrera, una muralla, el lindero entre lo terreno y lo celestial.

La fe, la desconocida inseparable amiga mía, la fe una experiencia por vivir, por tanto inexperto en la fe. La fe, una fuerza enorme frente a ti, un mundo ¿acaso abarca tu mirada la redondez del mundo? Cómo pues

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siendo la fe enorme, podrás contemplarla menos aún decir qué forma tiene. La fe encerrada en el entendimiento de los elegidos de Dios, de los cuales nos cuestionaríamos ¿cómo pudieron hacer eso? dato con el cual nos damos cuenta que no podemos apreciar, entender a tales hombres y sus ideas, ¿cómo podremos entender su fe,? la cual permanece velada a nuestro entendimiento, y si velada, ¿cómo entonces la experimentaremos.?

La fe no actúa para que en la rosticería el pollo más grande te toque a ti, ni para que a ti te atiendan más rápido en los trámites burocráticos. Leamos nuevamente en Hebreos 11:2 y más; la fe actúa, siendo una potencia por misericordia de Dios en hechos trascendentales, graves, de vida o muerte, no en caprichos triviales. La fe de los hombres como Noé, Enoc, Moisés, culminó en hechos donde se muestra en una pequeña expresión la potencia de Dios.

La fe es la fuerza inexplicable dada por Dios que sustenta la flaqueza, es la alabanza a Dios del que todo lo ha perdido, es la paz del desahuciado sabedor de que al morir en Cristo, en realidad vivirá eternamente.

Por tanto, fe es una palabra celestial sin dominio terrenal. Fe es la negación total de toda fuerza material, de todo lo visible e invisible y del yo mismo puesto que al estar en la fe dejamos que actúe libremente, li-bre-men-te la potencia de Dios, negamos el pensamiento humano en toda reflexión lógica dando paso a la acción celestial, el movimiento creador, la sabiduría de Dios moldeando a voluntad para su gloria.Todos recordamos la frase “y vio Dios que era bueno” y no sólo bueno, excelente, único, excepcional, porque así es. ¿Quién no agrada sus sentidos en un brillante amanecer,? en las cumbres nevadas, paisajes, en ver las grandes fieras, las bellas mariposas, ¿Quién no se asombra con la inmensidad de los mares y sus sollozos cuando rompe la ola contra la roca o el complejo sistema solar o más allá con el espacio y sus estrellas? Además sabemos que vivir bajo todo mandamiento de Dios es tender a la perfección del hombre, de la mujer, de la familia, la sociedad, la humanidad, pero nos negamos a la perfección y a la belleza de mundo que Dios nos dio. Pero volvamos al punto tratado: si sabemos que la sabiduría y la perfección está en Dios, ¿Por qué no dejamos en sus manos…tal cosa o asunto y por qué no dejar que el moldee…tal aspecto en mí?Y sabedores que nosotros somos imperfectos ¿porque nos empeñamos en echar a perder las cosas queriendo resolver lo que por demás, nos supera? No acaso Dios dijo –déjame tus cargas-Creemos en Dios, tenemos fe en Él, pero nos parece que el día está muy nublado, que hace mucho viento, que el sol calienta demasiado, que a aquel todavía no le tocaba, que tarda en responderme, que no es tan

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malo unirme a un infiel, ¿y porque me dice que deje? si no quiero dejarle mi carga a Cristo,¡ entonces!??? ¿Esta es nuestra fe?La fe del reproche, de la insatisfacción, la fe del desacuerdo, la fe del sufrimiento, del auto flagelarse despreciando a nuestro Señor Jesucristo cuando nos dice que le dejemos a Él nuestras cargas.- Mi yugo es fácil y mi carga ligera,- identifica tu carga, ¿cuál es tu aflicción? y déjala en manos del Señor, “pero déjala,” (No la compartas al prójimo que solo le das a saber por qué sufres y está en el mismo plano que tú, no puede hacer mas que escucharte)

Si tienes fe en Dios, déjale tu carga que en esto estoy plenamente seguro que sabrá bien qué se debe hacer y lo hará. Jesucristo dijo: Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados, aquí tenemos su promesa, déjale tu carga ¿o tampoco quieres ser consolado?

La fe ¿cosa escurridiza?, porque sucede que la tenemos, pero cuando es necesaria no aparece por ningún lado. En mi caso particular, fui un hombre sin fe, bautizado, miembro en plena comunión, seguidor de Cristo a mi muy humano pensar, fiel, creyente, pero un día, un suceso del cual fui enterado fríamente, puso a prueba mi fe y fallé, me derroté, me hundí, me desencajé de la vida, de la razón, de la cordura, olvidé a Dios y sus promesas, volví mi vida un andar sin razón de vivir y de andar.

Las cosas felices de mis recuerdos desaparecían y llenaban de huecos mi pasado, mi presente y el porvenir, no había sombras, existía un vacío que dejaba sin paredes ni techo, ni piso a la construcción de mi vida, el llanto salaba mis alimentos y mis ojos permanecían abiertos, aún con fatiga, era difícil unir mis párpados, parecían incansables aún por las noches, como mirando el mundo, pero alejados en mi interior buscando sin saber qué habían perdido, extraviados, movido violentamente por olas de desesperanza y agobio y tristeza que anudaban mi garganta hasta la asfixia sin permitir articular palabra alguna que no detonara en llanto, si, el freno al llanto era no hablar, no dejar que me vieran de frente, cara a cara para evitar a toda costa que descubrieran mi semblante de tristeza, de día mis ojos se movían de uno a otro lado y mis pies me trasladaban pero mi visión penetraba en un doloroso y profundo pensar, respondiendo lo que ya era innecesario, preguntándome lo incontestable a las situaciones y resolví para bien en mi imaginación mil veces lo sucedido, el centro del universo fue la tragedia, yo y mi pesar, yo juez, yo quien indica con el dedo, yo justificándome, yo víctima. En la esfera de los sentimientos había mutilado las vías que permiten que ingresen las sensaciones que causa la risa y la risa misma, todo gusto y su dicha, quedaba solamente en mi un trozo amorfo reuniendo tristeza, llanto, dolor, pesar, se me estrujaba el corazón de sentimiento,

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mi pesar en el día eran probaditas de hiel al recordar mientras desahogaba un suspiro lastimero de desesperanza en una lenta agonía en mi diario vivir, mientras rompían sus cauces los ríos salados que desbordaban tras mis párpados.

Así, trastornado, con una herida aun sangrando, la cual si era posible yo aún hundía más el filo que me hería en los movimientos de mi insensatez; pasado un tiempo, empezaron a haber momentos, no quiero decir lúcidos, porque la turbiedad de ellos no me lo permite pero si de una espontánea y fugaz reflexión, donde me di cuenta que algo en mí no andaba bien, mi percepción era tan diminuta que no me daba cuenta que, no sólo era algo, si a mal, todo no andaba bien en mí.

Luego el sueño, el sueño profundo, ocasional, me ganaba en la carrera por agotamiento físico, emocional y anímico, despertando sin querer despertar y al abrir los ojos el vacío, contemplando las paredes de la habitación, sin nada que sentir, sin querer hacer nada, ni saber nada y el sueño nuevamente: si habría de trabajar, mi mente se perdía en un tornillo, en contemplar un cable, en mirar cómo trabajaba una máquina, escapaba de mi dolor y de mi cuerpo, al final del día no sabía cómo habían pasado todas las horas, mas no había importancia en ello, sólo era un día más y entonces empecé a llenarme de programas televisivos, iniciaba el día viendo un programa, evitando los silencios, evitando los recuerdos, quiero ruido en mis oídos, comentarios de programas en todo momento, en todo lugar. Adquiero una televisión de bolsillo, empiezo a reír nuevamente , pero el motivo de mi dolor siempre estará allí, debo enfrentarlo y vivirlo periódicamente, ahora mi tristeza son segmentos en mi vida que me tienen en un vaivén, cual dama que ha perdido el tacón de un zapato, mas sigue andando en una irregularidad vacilante, no llega el sentido de vivir a mi razón, pero empiezo a darme cuenta del caos en mi vida, dentro de mí; luego, en unos días más, por primera vez , me asusto, no por el pesar que me colocó en esta situación, sino por el cercenamiento que llevé a cabo de todos los miembros que integran a un ser humano, como una persona apta, capaz, consciente, cuerda, sujeta a la razón, pensante, reflexiva, pero trágicamente sin fe.

Puse distancia suficiente para no ir al templo, aunque conocía los hechos de fe bíblicos, no tenía una experiencia en mi vida que fuera indicio de “fe” y lo que implica. Busqué consuelo acercándome a algúnos hermano, pero no hallé que mitigaran mi pena, nadie supo qué decirme o estaba tan trastornado, que no entendí sus palabras desorientado y ahogándome en un pozo de soledad y aislamiento, la inquietud por asistir al templo, por leer la Biblia, eran como un llamado lejano de alguien de quien podía simplemente callando, ocultar mi presencia para no hacer caso “Dios perdone mi desobediencia”, porque ahora sé que el llamado era la

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misericordia de Dios, la cual rechacé más de una vez, pero asistí a fin de cuentas al templo cuestionando mi rumbo y el beneficio en tanto caminaba, sin embargo y de primera instancia, los primeros datos del mensaje alertaron no a mis sentidos, sino a mi alma, brindándole una caricia y un consuelo a mi corazón maltrecho, fui bebiendo de a poco las palabras y me reconfortaron, me volvieron la razón de vivir, de pronto me imaginé como una planta desmayada por el sol a la cual al regarla empieza a erguir sus hojas porque ha saciado su sed.

Ese mensaje fue el primer alimento espiritual que le permití digerir a mi alma desfallecida: entonces empecé a creer verdaderamente en Dios, mi primera experiencia vivida en carne propia del amor de Dios por mí, pecador, porque el mensaje se sujetaba en línea directa a contestar mis somnolientas preguntas de mis noches de angustia y llanto, sólo faltó que dijeran: Jorge, esta es la respuesta que tu alma está buscando con tanto empeño. Tu pregunta está contestada, el problema resuelto y dejóse para mi entender en los silencios del orador interpretar con astucias el alma, Un “ya deja de sufrir y de ahogar tus ojos en llanto”Más que escuchar el mensaje, parece que me dediqué a sentirlo porque no acierto a recordar palabras, pero si el beneficio, la calma obtenida, luego, empiezo a entender…algo, pero al fin entiendo. No todo mensaje es igual cada domingo y tuve que llegar precisamente en esta ocasión y ahora mi pregunta es ¿en verdad yo quise venir? ¡Juzgue usted! Se dice que el trabajo del Espíritu Santo es la labor de convencimiento, bueno, pues conmigo labora horas extras. “Gracias Dios por esto”. Pues yo sé cuánto trabajo da convencer a un animalito que rumia sus lamentos echando a mitad de carretera de que se mueva de ahí, que se levante, que ese no es un buen lugar para estar, que debe continuar su camino.

Y me pregunte: ¿Es fe, la que se encuentra envuelta en lloro sin cesar? Gritos, pataleos, reproches a Dios, los tan escuchados ¿por qué Dios mío?, el desacuerdo con Dios: No, este espectáculo lo dan las ataduras a la razón humana, los sin remedios del que vive en la sinrazón de la vida como los evolucionistas dicen: naces, creces, te reproduces y mueres; ese vacío, causa tales dolores y sufrimiento. La vida les es una, (es decir con termino) y lastimeramente se les echa a perder a los incrédulos, para los que el fin de la vida es el sepulcro y piensan que se vive en vano, y toda acción del hombre es dada a el olvido en el tiempo.

Existe un espejismo desarrollado por el anhelo de la fe en todo cristiano, todos decimos tener fe y al cuestionar ¿qué es fe? la respuesta es puramente bíblica Hebreos 11.1. Siguiente pregunta: ¿y tú, tienes fe? y la respuesta por lo general es un rotundo sí.

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Pero esto no acaba aquí, la curiosidad nos lleva a preguntar más: ¿cómo sabes que tienes fe? ¿En tu vida existen o existieron eventos en los que esa fe se haya puesto a prueba por ti? O el decir tengo fe está siendo arrojado en tus palabras por el absurdo en que caerías si eres cristiano y no tienes fe, porque le fe debe experimentarse en nosotros mismos, debe ser la fuerza divina que nos soporta cuando la flaqueza humana por cualquier problema o evento traumático nos quiera despojar de nuestra identidad más que nada cristiana sabedor de la vida eterna, porque el que vagabundea sin saber el porqué de la vida, vacío de toda esperanza, sintiendo que debe vivir la vida porque al morir todo acaba, en el sinsentido de: “nada importa, todo se vale” sabemos que fe no tiene, ni le interesa qué es, pero ¿un cristiano sin fe? Cómo es eso posible, bueno pues eso es posible al entender que la fe debe ser una experiencia que te transporta del yo sirviéndome del mundo al yo instrumento servidor de Dios.

Ahora, un cristiano que duda de tener fe, es alguien aunque no lo parezca más cuerdo que uno que dice tengo sin haber vivido la fe.

La fe es esa aurora que alumbra, esa pequeña lucecilla que va creciendo en tus momentos difíciles, cuando el desasosiego te persigue para cubrirte de una espesura nocturna y ahogarte en ella, pero la fe que se tiene ya no te permite vivir en oscuridad. Dijo Cristo: “yo soy la luz del mundo” y no te lo permite, no porque esa terrible oscuridad no exista, las tragedias existen “Dios nos libre” pero a todos nos puede acontecer alguna. Sin embargo la fe; como dice la Biblia, sabedores que sólo somos advenedizos en este mundo, es decir: entender que estamos de paso, que tenemos conciencia de la vida eterna, como la secuencia en el tiempo a nuestra existencia presente y si creemos en las promesas de Dios “las bienaventuranzas” podemos dar por hecho (haciendo una ejemplificación muy simple diré: qué caso tiene que el niño llore por la leche de chocolate que ya no está en el envase si solamente mami la vacío a un vaso limpio) que aún en la pérdida de hoy, todo cristiano será restaurado, por demás está decir que completo, y hermanos míos estos es maravilloso, festivo, alegre, irrisorio por la dicha vertida, porque sí, nuestro Señor sanó a paralíticos, limpió de lepra, dio vista a los ciegos, imaginémonos hermanos sin dolencias, jóvenes por siempre; y yo ya necesito una estiradita facial: algunos como Pablo decían: ya quiero estar allá, pero debo cumplir mi ministerio aquí.

Y tomaré una línea más para asombrarme e imaginar: qué sorpresa tan agradable para los que sean dignos; ¡y si yo lo fuera! ¿Qué diré al mirar mi reflejo? ¡Al sentir toda función motriz sin impedimento ni dolencia! (Esta es una promesa de nuestro Señor Jesucristo) por eso hermanos, ¿porque sufrir? ¿Tragedia aquí? La única tragedia es morir siendo

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mundano. Y a fin de cuentas los eventos, sucesos difíciles no acaso solo son una oportunidad más para mostrarle a El Señor que pase lo que pase dejamos la vida en sus Benditas manos sabedores que todo será restituido en la resurrección y entendiendo además que este corto tiempo de vida terrenal tendrá muy poca significancia en la vida eterna.

¿O acaso no has olvidado caídas de niño? golpes, raspones.: Si tú que lees, el día de hoy eres adulto, o si ya paso tiempo de algún accidente y ya sano ¿Cómo lo recuerdas? Hay algunos arañones que llevamos cicatrizados en la piel de los cuales los llegamos a recordar hasta riendo de ellos. Imagina hermano que un día allá en una morada celestial que pudieras recordar acompañado del que hoy perdiste y el viendo de alguna manera el suceso que te preguntara ¿oye, por qué llorabas tanto? : ¿Qué contestarías? ¿Qué no sabías a dónde van los que morimos en Cristo? O imagina al que sin manos por algún accidente: luego se convierte a Cristo viendo su pasado y como le lloraba a sus manos. Llega a las moradas eternas, se mira completo y piensa para sí cuanto drama hice y ríe por que le es una mera caricatura el tiempo que desperdicio en lloro y ahora lleva 500 años en una morada celestial. En un evento cualquiera por doloroso que sea: ¿no está Dios contigo? Todo pasará y será restaurado tú y los tuyos, juntos en el Señor algún día. Pero si no está contigo El Señor Dios; entiendo tu aflicción, porque de lo acontecido nada tiene remedio. Y vive, vive desenfrenado, porque la vida se te acaba, para estos lo que ya no están en el envase; fue derramado. Ya no hay, se perdió. Aquí si hay porqué llorar y sufrir amargamente.

La fatalidad inserta por la sinrazón de la vida causa los más graves estragos en las personas: llantos, pesares, dolores incurables e insuperables todos.

Mas el que está en la fe mira la herida, se duele, sufre, pero despliega en Él (En Jesucristo) toda certeza de las promesas divinas y la presencia del que todo lo puede, (Dios) por quien todo supera y ante el cual: todo suceso trágico o grave, se vuelven ejercicios de fe en camino a la eternidad prometida.

Pero volvamos a la pregunta que nos interesa, ¿cómo puedes decir que tienes fe? Sin la experiencia de la fe, ¿cómo calcula uno poseer fe? Porque se dice: tengo fe. ¿Y se vive en el llanto? tengo fe, ¿y estoy desesperado? tengo fe, ¿y me doy al abandono? Tengo fe, ¿y vivo a disgusto? tengo fe, ¿pero nada nos satisface?

Ejemplifiquemos, casi todos conocemos las cajas de toques en las que nos dan a sujetar en cada mano un fragmento de tubo, conectados estos dos a una caja que regula la electricidad generada y que es conducida a

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nosotros por estos tubos que sujetamos, pues bien, cuantos voltios soportaría usted y he aquí su pensamiento certero “no lo sabe”, pero sabemos que la electricidad causa una sensación no agradable “da toques”, algunos ni siquiera sabrán qué son los toques eléctricos, pero se los han mencionado. Cuestionemos nuevamente apoyándonos en lo tratado, ¿tienes fe? ¿Cómo lo sabes? ¿Cuánto soporta tu fe? ¿Has experimentado la fe? Sabemos qué es la fe, sabemos qué son los toques ¿cuánto soportas? ¿Lo has experimentado?

Hermano, ¿te arrojarías en paracaídas? ¿No lo sabes? ¿No tienes experiencia de ello? Pues sólo cuando estés en la arista para saltar lo sabrás, antes es muy posible que al decir que si hables, por puro orgullo y arrojo, la valentía sabedora de que no se verá en una situación que lo exponga a eso, ¿te arrojarías de la plataforma de diez metros a la alberca? Prueba hermano. Sabes que caerás en agua, eres buen nadador pero no tienes esa experiencia.

En fin, para sustentar la aceptación de que somos o se es hombre de fe, no sólo debemos haber escuchado qué es, ni quiénes son los hombres sobresalientes que tuvieron fe, si bien tener la experiencia de la fe sobrevenida por la creencia en Dios. Cuando se falla en la fe es posible que deba hacerse un nuevo recorrido en los caminos de nuestro Señor Jesucristo. La fe es el último peldaño en la trayectoria del camino cristiano yJudas es el mejor ejemplo bíblico de que el cúmulo de conocimientos en nuestro Señor Jesucristo no son indicios de fe, pueden ser sólo una apariencia exterior sobre un vacío de fe, un envolver el aire, en papel dorado, sólo para ser vistoso, mas sin valor alguno por dentro.

No andamos por vista, sino por fe, “Pablo”. En esta pequeña frase el hombre espiritual halla acomodo cuando sus manos están vacías del mundo y llenas de Dios.El hombre que cree lo narrado en la Biblia, el que tiene fe espera en lo que vendrá en certidumbre, amando la vida terrena como la oportunidad de preparación para la espiritual como el estudio y practica para su graduación y recibimiento.

La fe, está donde la probidad y probabilidad humana no existe, ni hay medida comparativa en cuanto a la posibilidad de poder realizarlo humanamente.

La fe rebasa la expectativa humana, cayendo en la inverosimilitud, por la deficiencia de rasgos o motivos que nos lleven a su entendimiento.

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La fe es una fuerza desarrollada por la gracia de Dios en misericordia hacia nosotros, que no sucumbe, ni se debilita. Es un camino que se extiende hacia el poder de Dios.

La fe, es el esfuerzo que consiste precisamente en lo contrario, de alguna manera debe uno no forzar, no ejercer presión, no acosar respuestas ávidos de saber cómo y porqué.

La fe entonces empieza donde termina todo poder y esfuerzo humano de movimiento, de hacer y se continua en un movimiento celestial inercial continuo más allá de nuestra visión y cálculo, en la luz, más oculto a nosotros, en armonía con la voluntad de Dios, si es que nosotros esperamos en la certeza de que suceda. “deja tus cargas a Dios”.

La fe es la voluntad de creer, pero sólo después de haber aceptado, creído y practicar la vida Cristiana según la historia bíblica, pues de otra manera la pregunta sería: ¿En qué tienes fe?

¿Cómo creer en la Biblia? Son muchos aspectos que trata la Biblia, muchas narraciones históricas, pero algo muy importante es: “La educación bíblica” según los mandamientos y ahora el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Por lo cual el cristiano debe en el mejor de los casos llevar una vida fuera de vicios, desórdenes, agresiones y habría que enumerar toda maldad en nuestra sociedad con lo cual logra un equilibrio de paz, armonía con los demás, buena reputación, dominio de sus emociones, en general una plenitud de vida y aceptación total de ser lo que se es en conformidad con Nuestro Señor Jesucristo.

Siendo una prueba ineludible de que vivir en paz para logar la plenitud en vida, lograr el respeto, el amor, la concordia, la integridad del ser humano responsable, capaz, razonable, fiel, se puede siguiendo todo consejo bíblico.

Mas los que no creen en Dios, nunca han practicado el consejo de Dios, por tanto no han tenido la experiencia de vida cristiana y niegan lo que desconocen con sus beneficios, ventajas, fortalezas.

Porque tanto, al llevar una vida cristiana el individuo, la pareja, la familia desarrollan la certeza de conciencia de que los consejos de Dios para vivir en paz y armonía son verdaderos y en esas verdades hallan la inteligencia, pero es una inteligencia superior, no común, ni humana, la inteligencia de la sabiduría del creador Dios perfecto y único, por lo cual la conciencia según lo experimentado de que la Biblia se sujeta a la verdad, nos lleva a concluir que si podemos creer en la Biblia, y no sólo

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por esto, ya que sólo he tomado un aspecto de lo que trata la Biblia, siendo esto sólo un compendio.

Creer, yo creo en Dios Padre Todopoderoso, creador de toda la tierra, en Jesucristo, etc. Es la vela del navío, sin la cual no se va a ningún lado, pero fe es elevarse en el aire, donde sólo se requiere del viento que sopla para avanzar, sin necesidad de que la mar sustente dicho navío. Pienso, humanamente hablando, que los apóstoles creían en Cristo, así de manera sencilla, y tomaban en cuenta el que resucitara a los muertos; pero la fe se les desarrollo cuando vieron a Cristo resucitado y más aún, cuando se elevó en la nube ante ellos.

Con lo cual, quiero concluir que: El que cree, en el mejor de los casos vive cristianamente (porque hasta los demonios creen y no se arrepienten).

Y por otra parte el que cree puede desarrollar la fe si Dios así lo permite después del proceso de creer con plena conciencia de lo que se cree.

Siendo esto dos formas diferentes de conclusión de la vida cristiana: creer y vivir cristianamente sin experimentar la fe y creer y vivir Cristianamente habiendo experimentado un suceso de fe en la vida, sabiéndome aprobado. Mas, ¿quién humanamente hablando aprueba dicho suceso?Podría decirse que el hombre de fe no es el que más sufre, si bien el que deja de sufrir, por la fe que ha desarrollado sólo por la gracia de Dios. Si la conciencia de lo que se cree se desenvuelve y toma forma por la práctica vivencial.

La conciencia de la fe florece a la luz de la experiencia, al transitar personalmente sus caminos los cuales carecen de atajos y pareciera que se agradan de la paciencia, la resistencia a toda inclemencia, a la sed y al obstáculo que impide ver más allá de dónde estamos, para que al culminar, la impresión de lo otorgado por Dios sea más sorpresivo, más dichoso, más sabio, más, mucho más de lo decible y esperado.

La fe es un alimento espiritual que nos fortalece en los momentos, en los sucesos trágicos de aflicción, que salen de todo control humano y al tomarlo nos aleja de toda seducción humana de remediar.

La fe es dejar la debilidad de la carne para asirse de la fuerza del espíritu.

Cuando se alcanza la fe, desaparece la necesidad material, de ver, oír, palpar, del cálculo preciso y su resultado y se abren las puertas a la voluntad de Dios.

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Tener fe: en un ejemplo, sin ánimo de causar ofensa, pero que nos ilustra a mi parecer claramente el proceso hasta alcanzar la fe: Es el del gusano que arrastra su pesado cuerpo con toda su incredulidad y los pesares del mundo y su movimiento, mísero, pequeño, si acaso hecha una mirada al cielo, ve seres alados pero aun así niega para sus adentros una conquista tal, le mueven pero le estremecen las alturas, “el evangelio” mas si en algún momento por alguna circunstancia (la predicación) se adentra, empieza a envolverse y a transformarse: es necesario dejar atrás ese feo estado larvario y creer a plenitud hacerse crecer las alas. Mas dotarse de alas no es suficiente, habrá que probar para qué sirven: porque ahora, creer sin ser limitados por los argumentos humanos de lo imposible es volar por la fe, elevarse y darnos cuenta que creer es toda una transformación y volar es echar mano de todo ese cúmulo de aprendizaje que debe volvernos más ligeros y aptos para la fe que nos sustenta en Dios, en la verdad y la vida.

Desde la altura de Dios, todo es pequeño y tener fe es ser llevado por Él a echarle una miradita a todo aquello que te aflige sabedor que tu lugar está allá, a sus pies, algún día sirviendo al Señor, entonces: ¿por qué afligirse si este trayecto es momentáneo? ¿Qué significa esto mirado a distancia, desde tal altura y en la eternidad?

Si creemos en Dios y sus promesas, sufrir es sólo una necia decisión, y mala además, porque si creemos y esperamos volver a encontrarnos en la resurrección, nos es lícito decirle al que perdió las piernas, hermano en Cristo: tú y yo algún día caminaremos juntos para servir a nuestro Señor y Dios: porque también algún día el que falto de miembros superiores levantará los brazos agitando las manos para alabar a Dios y que dicha la del ciego que su primer mirar sea un mundo sin corrupción.

Creer la Biblia te capacita, te involucra, te proporciona herramientas, te muestra logros, te enseña los alcances de la fe, pero no te indica cómo estaba la mente de aquellos que ejecutaron los grandes hechos de fe. ¿Cómo lo tomaron, cómo hicieron para tener una fe tal?

Largura de ánimo, paciencia. Certeza en la promesa divina.Los hombres de fe, sólo esperaron, sin queja ni duda alguna.

A mí, dirán algunos: mi problema no me lo resuelve la fe. Pero el problema no lo trae propiamente el evento trágico, el susto doloroso, los golpes de la vida, por decirlo de algún modo, las contrariedades, la adversidad.

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En realidad el problema somos nosotros, porque no sabemos cómo resolver y queremos hallar la solución a aquella dificultad que nos rebasa. ¿Cuándo te rebasa una dificultad? Cuándo te cambiará la vida. Por ejemplo, una muerte, el hecho de pérdida patrimonial, enfermedad incurable, accidente que incapacita, pero también hay dificultades que nos proponemos a nosotros mismos, por ejemplo: casamiento con una persona inconversa, Dios dice: no, mas faltos de fe, decimos: sí, porque yo quiero, con todo lo que implica y complica toda la vida de un cristiano, t-o-d-a.

Nos damos cuenta de que nos rebasa una dificultad, cuando no se solucionará en poco tiempo, ni con nuestro esfuerzo, ni con esfuerzo de más personas, no se trata del arreglo de un automóvil, pues por difícil que parezca, hay quien los repara, esto es cuando la sabiduría no se encuentra al alcance de algún ser humano y alguien se te acerca para consolarte, está contigo en tu dolor, te comprende, y esto de primera instancia está bien, pero si continuas tu aflicción y te pobreteas, pobre de mí, y te refugias en que te ven con lástima y piden por ti, el que pidan por ti en oración es bueno, pero estás cometiendo un error, en el sentido en el que Dios dice: “deja tus cargas en mi”, debes dejar de concertar con el mundo y todo pensamiento humano porque desgraciadamente la primera dirección errada y contraria a Dios es en las grandes aflicciones de la vida ¿y ahora que voy a hacer? ¿Ahora qué va a pasar? ¿Ahora quién me va a ayudar? Yo no voy a poder o no puedo. Todo esto tiene amarras al mundo, a lo humano, al pensamiento desventurado, son las ataduras del pesimismo, todo ello en realidad es nuestra la tragedia del supuesto cristiano, se expresa en tres palabras, falta de fe y se resume en una sola: incredulidad.

Es aquí donde una fe Davídica, puede vencer al gigante que se levanta delante de nosotros y nos amenaza, es aquí donde debemos romper toda atadura al yo y mi fuerza y mi búsqueda de: ¿quién me ayudará? debemos negarnos a mirar a nuestro derredor por auxilio, es donde el pensamiento humano se vuelve un lastre y ancla y cuando debemos cesar de cargar con todo ello, apartarlo y allegarnos a Dios ir adelante en nombre de nuestro Señor, confiar en Él, creer en Él, tener fe en Él, aquí en esta oscuridad es cuando la luz se expresa, dejemos que ilumine, que nos llene, que nos rodee, seamos parte de ella, esperando con calma, que la potencia de Dios mueva las cosas en la aceptación de parte nuestra de que toda promesa se cumplirá.

Tenemos que ser como niños, para heredar el reino de Dios, a propósito de esto, les cuento. Un pequeño en un salón es dejado por su papá un momento a cierta distancia, ya es de noche y se va la luz, el pequeño aunque hay más gente comienza a llamar a su papá muy simplemente diciendo papá, papá, el señor contesta: aquí. Y el niño por la voz va

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hacia él. Para el niño este es un evento donde hay aflicción y se refugia en su papá.

Otro niño ve que viene un balón hacia donde él y su padre y busca refugio tras él. Mientras le sujeta fuerte y aprieta la carita contra las piernas del papá, cerrando los ojos, en espera del impacto que recibirá papá al que toma por escudo.

Veamos, ambos niños tenían presente que su papá es su protección, confiaban en él: En el primer caso, el niño le busca: En el otro caso, el niño simplemente se aferró a él, dejó que el daño lo soportara el papá, porque el niño sabía que no se quitaría para protegerlo, no buscaron al vecino, no dijeron: ¿Ay, qué será de mí? Ni se negaron a la protección paternal, podríamos decir valga la expresión - que tuvieron fe en su padre.- ¿Y usted a quién busca? en casos de aflicción grave, mayor a la fuerza del hombre, por ello, supongo debemos ser como niños para heredar el reino de Dios.En este asunto, el padre es la máxima figura y la primera que se considera en un estado de pensamiento limpio de cualquier inclinación adulta a tomar en cuenta a los de su derredor. No existe en su mente la posibilidad de auxiliarse de otra persona para ser asistido en su aflicción, ni busca resolver por sí mismo y con sus fuerzas la amenaza que le lastimaría de no estar su padre allí, el problema en cada caso rebasa a los pequeños.

Observemos con toda cautela que este desarrollo de la aplicación de la fe está implícito y redunda en la Biblia, tengamos a Abraham como ejemplo, dejó todo y se fue sin saber a dónde iba, poniendo la fe en Dios ¿para quién no sería un evento traumático? En el que interpondríamos de primera instancia el ¿por qué? ¿Para qué? Aquí lo tenemos todo cambiarlo por no sé qué, suena a locura, es decir, nos ataríamos al pensamiento humano, al pesimismo humano, a la incredulidad. La cadena a nuestro tobillo y el otro extremo al mundo. En la iglesia a la que asisto, se enamoran de Dios, las madres de familia, pero en correspondencia a su falta de fe indicaré lo siguiente: Dios puso a prueba a Abraham pidiéndole a su único hijo y él dice la escritura se levantó muy de mañana en obediencia a Dios, por cumplir. Y aquí sucedió en algún momento que cuando un joven recibió el llamado del Señor, para ser pastor, la mamá le trató de convencer de que esa era una mala decisión, ahora ¿cuánta fe hay en esa mamá?Recordemos que Ana pidiendo a Dios, engendró a Samuel y le llevó apenas fue destetado para dejarlo con Elí, sirviendo a Jehová y aquí paréceles abominación que un joven quiera dedicarse a Dios. ¿Nadie vio para dónde corrió la fe?

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Del suceso de Abraham podemos notar que el experimentó la fe al salir de donde estaba para acudir al llamado de Dios. Y Dios cuantas veces te dice “deja tus cargas en mi” y “mía es la venganza, yo pagaré” y Que hay de que Jesucristo sanó todo enfermo y libró de demonios.

Otra observación importante es que Abraham no fue diciendo ¿pobre de mí? ¿Qué voy a hacer en el desierto? Él simplemente esperó en Dios y con cuanta paciencia.

Abraham dejó todo y simplemente hizo lo que Dios le pidió. David se enfrentó a un gigante mas no haciendo gala de él, si a bien en el nombre de Dios. Y Pablo dice ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí. Y Jesucristo dice: yo hago lo que dice mi Padre. Yo, en mi pensamiento muy humano pienso que por ello también Dios les cambiaba el nombre, haciendo notar que no eran los mismos si bien alguien nuevo. “Volver a nacer” Y cuál es el común denominador en ellos, no ser ellos mismo, si bien instrumentos de Dios, movidos por Dios, por la fe y no seres caprichosos que hacen lo que les viene en gana, para ellos primero está la voluntad de Dios. La fe es dejarnos mover por la potencia divina: la incredulidad es echar a andar el chirriante pensamiento de la maquinaria humana con todos sus alegatos.

Al abordar este tema de pronto pareciera que siendo adultos al escaparnos de toda inocencia y todo sentimiento o impulso de búsqueda paternal de protección, llevamos adheridos la lógica, el pensamiento crítico, lo que es natural, el sentido común, el resultado meramente físico de acción y reacción y este apego es el que nos demuestra qué tan lejos estamos de la fe, pero sólo es una apreciación de vistazo, del que mira fugazmente procurando no ser visto, sin embargo, estas adherencias podemos desprenderlas y volver por decirlo así a esa inocencia de infante, donde el dejarnos llevar por la mano paternal era nuestro vivir y buscábamos esa protección, teniendo en boca un “cárgame papá” y con brazos extendidos podíamos mirar cuán grande era él y ese dormir tan en calma en sus brazos, ¿ha visto a algún infante o bebé? Que al decirle: te vas con…alguien extraño. Él prefiere los brazos del padre y llora si le quieren alejar de él, ese asirse es el que debemos entender, esa protección suya e inigualable que sólo encontramos en el amor paternal de Dios, como la primera instancia para pedir ayuda en nuestros momentos difíciles. Señor, papá Dios ¿me cargas? Señor, papá Dios ¿me abrazas? ¿No acaso Dios te espera con los brazos abiertos? ¿No acaba el llanto de los chiquitos al abrazarlos su padre? ¿No es Él, el que brinda el mejor consuelo?

Pero es precisamente la falta de “Nuestro Padre Dios” lo que lleva a vagabundear a la gente con su sufrimiento a cuestas, mas en ocasiones no es porque no lo tengan, a mal, es porque no lo reconocen, no saben

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que está allí, pero el peor de los casos es el de aquellos que lo conocen lo saben presente, pero no quieren ir a Él. Paréceles que no los puede ayudar.Pero hermanos, tenemos experiencias en la vida adulta que hacen alusión al proceso de la fe, de una manera lejana, sin conexión, puesto que éstas son experiencias terrenas y aquéllas sublimes y divinas.

¿Qué hace el que siembra la semilla? Espera su brote, la riega, le cuida y todo crecimiento lo deja en las manos de Dios, él sabe que brotará: bajo tierra no se ve qué sucede de la semilla, no entiende cómo se transforma, él no puede hacer más de lo que hizo, (sembrarla) y no está en casa preocupándose, llorando porque quizá no salga, y de seguro que si siembra semilla de capulín, crecerá un árbol de capulines, si de naranja, crecerá un naranjo.

En este caso ¿Cuando el Señor no cumplió? y en vez de lo sembrado creció otra planta o cuando tuviste que pedirle al señor que si sembraron papa, no sea que salga zanahoria, es algo que damos por hecho.

Pues así la fe. Contémosle a Dios nuestras aflicciones y dejemos que Él haga que las cosas sucedan y nosotros demos por hecho que así será. Dios no te dará sandías si siembras peras. ¿Quién va, y fuerza a que crezca un árbol a jalones? está en las manos de Dios.

Hermano, le invito hoy a que siembre un árbol del fruto que más le agrade, vaya por la semilla y siémbrela. (Esto es un ejercicio de fe, muy terrenal pero que le ayudará a empezar a entender la fe en Dios). Riéguela, sabe de antemano que dará frutos, ¿en cuánto tiempo? No lo sé, según el elegido, pero ese tiempo llegará, no lo descuide (no se aparte de su “fe terrena”) y espera uno, dos años, tres, no desespere, algunos grandes de la fe murieron sin ver los frutos de la promesa de Dios, mas no por faltar el verla ellos mismos no se hubo cumplido. Ninguno de ellos apresuró al Señor, deje las cosas en las manos de Dios, todo fruto será cortado a su tiempo. Hágalo hermano, para que se dé cuenta y experimente la paciencia, el dejar algo en las manos de Dios, esperar en Él, sin preocuparse de que pasará bajo tierra, dentro de la semilla, sabiendo usted que el fruto esperado vendrá gracias a Dios a su tiempo.

Hay en el mundo cosas y sucesos que nos infunden fe, por decirlo así, y lo aceptamos sin más, porque en todo lugar se diseminan.

¿Quién antes de conocer el horno de microondas podría creer que algo se calentaría dentro de esa caja sin fuego o sin una resistencia eléctrica? ¿O que en tu receptor de señal telefónica móvil podrías comunicarte con

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alguien lejano, aún en el cerro sin cable alguno esté donde esté? Y son cosas que no vemos pero creemos en ellas y tenemos la experiencia de que así es. Sabemos bien que lo terreno es para todos. Es lo común, la tecnología en la que creemos sin entender cómo sucede ni porqué, ya no nos sorprende.

Pero un darnos a la fe, un creer a Dios nos muestra reacios, dudosos, no nos atrevemos a dejar en las manos de Dios nuestras grandes aflicciones y desventuras y con el -sí,- cuestionamos todo: ¿Cómo le va a hacer? ¿Cómo me doy cuenta que Él actúa? Y hermanos míos, la duda, la pregunta, el querer ver cómo sucede, son precisamente la dolencia del que no ha encontrado la salud, nuestro Señor Jesucristo siempre supo cómo debía terminar su vida, en la cruz por nosotros y no anduvo sufriendo toda la vida por ello, al final pidió al Padre que si fuera posible apartara esa copa: sin embargo expreso en obediencia respetuosamente: pero no sea como yo, sino como tú. El Padre decidió y nuestro Señor simplemente enfrentó las cosas hasta el final. Pero el que no pone las cosas en manos de Dios por la fe no le queda más que sufrir siempre. Está solo, es comprensible.

Una oración de fe. Gracias Señor, porque en ausencia de todos, Tú estás conmigo. Déjate llevar al cielo, movido por la potencia de Dios, dejando las débiles fuerzas humanas que no te han podido librarte en lo terreno: ¿y si la carne es débil? ¿Qué hacer para fortalecerse Cristianamente? Ejercítate en lo espiritual, que es el mayor musculo del hombre, más, movido por Dios.

La miopía espiritual no nos permite ver los hechos trascendentales que trae una fe paciente, pero aquellos que gozaron de una visión en plena salud bíblicamente hablando, fueron los que mantuvieron el paso para declararnos que más allá del alcance de nuestra visión existe el movimiento de Dios, el cumplimiento de sus promesas y no es necesario tenerlas cerca de nuestros deteriorados ojos para saber que existen, sólo debemos avanzar y el paisaje se verá más claro cada vez, más nítido y real.Fe es lo que necesita este débil visual para ver mejor y la luz de Dios en las tinieblas.

¿Qué cualidad debe tener entonces el hombre de fe? ¿No sólo debe ser un buen cristiano? ¿Qué encontramos en Abraham) En su mente, más que en sus hechos.

Veamos en nosotros como sucede: el primer movimiento es el alcanzarnos Dios en su bendita misericordia, nosotros luego tengamos la voluntad de creer como un segundo movimiento y al tener tal voluntad, nosotros estamos dispuestos a hacer “lo que el Señor quiera y mande”

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rompemos nuestra muralla y hacemos un boquete a nuestras gruesas losas para que penetre la luz (si así somos de herméticos, así estamos de aislados con gruesos muros, en una lobreguez habitamos ) y miramos aquella luz ocultándonos un poco de ella, pues nuestros ojos no están habituados a un brillo tal, a la claridad, a esa transparencia diáfana.

¿Qué estaba entonces en la mente de Abraham, de Noé?Si mandares a un niño o a un adolescente a comprar un algo que él desconoce, que existe seguro que querrá comprarlo en donde tú le dijiste (mala broma) pero en esa obediencia hay ingenuidad, inocencia, como la hay en un bebé el cual tapándose los ojos cree que nadie le puede ver o encontrar por el hecho, de que él no puede ver a nadie.

Esa inocencia existía en la mente adulta de Noé y Abraham, no existía en cuanto la relación con Dios y sus promesas, el cálculo, el pensamiento humano, ni la (importante) sensación de engaño, traición, fraude, de lo cual gozamos hoy en día en todo lugar, además de una vigorosa paciencia, y las promesas de Dios forjaban en sus mentes escudos impenetrables para ellos acuñados en roca estaba escrito: “Dios dijo y así será” y sobre esa idea construían su vida, sobre esa frase y anclados a ella en su mente actuaron sus movimientos: llevarlo a cabo, construir el arca, ofrecer a su único hijo, esperar por ser padre de naciones, sacaré a Israel de bajo yugo egipcio así lo dijo Dios y lo hizo, hoy nuestro Señor Jesucristo nos dice -yo soy la verdad y la vida el que crea en mi tendrá vida eterna- ¿existe en ti lo necesario para tener fe? Porque para Abraham esperar era obediencia a Él, en tanto la vida seguía a su alrededor en el caos en la incredulidad.

Moisés esperaba en Dios, aunque todos alrededor suyo desesperaban por estar bien vividos o vividores. Noé construía su salvación obediente al Señor y todos a su alrededor estaban ya perdidos en su desobediencia. Abraham tuvo fe en el Señor y nadie en su derredor humanamente veía algún indicio de la grandeza prometida. Su fuerza entonces ¿de dónde venía?, no era fuerza humana, era potencia de Dios, no hay mezclas homogéneas con la fe, no es un poco “lo que yo quiero a mi manera” y un poco “lo que Dios diga.”

La fe es una idea fija imperturbable donde un sonido discorde la desmerece, se necesita una armonía plena en la forma de pensar, hablar, actuar, sentir, esperar, estar dispuestos y alejarse de todo placer que brinda el mundo, pues éstos son un distractor entre Dios y tú. Porque el que ama a Dios no ama al mundo y el que ama al mundo no ama a Dios.La fe en nosotros es el corazón y su compás, donde la arritmia es su enfermedad, su propensión a desfallecer. Pero la fe, esa potencia

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enorme, que todos vemos a distancia, esa construcción imponente pareciera, que sólo es un edificio deshabilitado del que mucho nos dice la Biblia, todos hablan, comentan, sabemos que guarda. Pero nuestro pie… ¿está hecho para caminar tales distancias?La fe, tal cual la presenta la Biblia, no podemos digerirla. ¿Es la fe una dote más? ¿Un músculo inactivo que necesita de una aislada voluntad en nosotros para moverlo? Dios dice que nos otorga dones ¡es un don ¡ pero si es esto último, para ese don es necesaria a falta de una experiencia en ella, una percepción que lo descubra y no tenemos descubierta tal percepción. Porque hablamos de fe sin una experiencia tal que nos involucre y si no estamos involucrados, no estamos dentro.

Sin embargo, la fe también necesita de un estado de conciencia en el cual esta conciencia nos permita tener el concepto fe, como un algo negado a lo natural, a lo terreno, al tiempo y espacio nuestro, al hombre común, a lo trivial, entendiendo con esto que el movimiento que nos lleve será del todo en un lenguaje desconocido dado en una matemática en donde proporciones minúsculas multiplicadas por la potencia de la fe arroja resultados enormes y a nuestra condición terrenal, será, un algo extraño, incomprensible y sublime, por lo que cualquier intento de explicación humana abre una interrogante más.

¿En qué estado mental se encontraban los hombres de fe? Abiertos a Dios, trabajaban en lo suyo, peor esperando en Dios. ¿En qué estado mental estamos hoy? Abiertos al mundo. El nuevo teléfono, la nueva aplicación, la personita que me acompañará, nuevo empleo, más sueldo, más motor, más sabor, más playa, mejor juego, mayor diversión. “Estamos esperando qué nos ofrece el mundo”. El gran distractor se encuentra al abrir los ojos y ver el mundo y sus transformaciones, que nos inspiran a desear algo de ellas, disfrutar la obra del hombre y su embrujo sobre nosotros.

Cuando alguien hace un esfuerzo físico, constante, ¿Cómo termina? Sudoroso, agitado, cansado. Cuando alguien sufre un gran susto ¿Cómo se le ve?: asustado, acobardado, temeroso. Ahora, ¿qué expresa el rostro en el que ha alcanzado la fe? La tranquilidad, no por el control sobre las emociones, angustias, si a bien la tranquilidad por la ausencia de emociones o angustias porque todo lo ha dejado en manos de Dios y tiene fe en Él.

Ejemplifiquemos, cuando los egipcios en su caballería se acercaban al pueblo de Israel, este pueblo decía: ¿¡nos has sacado para que muramos en el desierto!? Mejor nos fuera servir a los egipcios. Pero extendió su mano Moisés y la mar se retiró. En Éxodo 13. 11,12 se manifestó el horror del desamparado, del que en la vida le impacta todo lo visto, todo lo lógico, la amenaza frente a si en la angustia de su insignificancia ante

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lo que no podrá superar, y en Moisés está expresada la fe que espera en Dios y su potencia. Él nada puede hacer por ello, clama y todo lo deja en manos del Señor Todopoderoso.

La expresión de la fe, implica y se basa en la inocencia, es ser tan inocentes, tan niños, que nos dejemos llevar de la mano por nuestro amado Padre Dios. Por decir algo: Cubrir nuestras necesidades para vivir, necesitan un equilibrio lejos de vivir para cubrir nuestras necesidades. Y así es como guio Dios a su pueblo esos 40 años, con lo necesario para vivir. ¿Qué hemos aprendido? ¿A pedir más carne cuando estamos hartos de carne?

Nos es dada la fe como una probadita del manjar celestial: Dios dejando caer desde el cielo una gota a probar: en tanto tú, tomas de lo que te ofrece toda mano mundana, que te tiene “¡satisfecho!” No quieres ni una gota más. Pero este lleno de todo bocado mundano, lastimeramente sufre hambre de Dios.Más el que lleno de Dios ¿qué querrá del mundo? Bien se dice: donde está Dios, no falta nada. ¿A usted qué le falta el día de hoy?

Para el pensamiento humano la fe es una sinrazón.Para la inteligencia divina, los males del hombre son la sinrazón.Pero analicemos cuántas interrogantes plantea una sinrazón, al menos al pensamiento y experiencia humana.

Suponga usted que se encuentra en un declive muy pronunciado, liso, libre de obstáculos y tiene una esfera en mano la cual coloca en la parte superior del declive. ¿Qué pasará? Pensó lo natural: rodará hacia abajo ¿pero, si no rueda? Suponga usted que esto suceda, que aunque la impulse, llegue inmediato a un estado de reposo en ese declive. Estamos pensando mundanamente, un suceso extraño a nosotros, cuántas interrogantes surgen: ¿Qué lo detiene? ¿Será que la esfera no sabe que debe rodar? ¿Qué magnetismo actúa en él? ¿Así no debe ser? Tiene que rodar, nuestra percepción está habituada a eso y nuestra experiencia y la física y la gravedad terrestre, todo demostrado.

Vayamos ahora al plano celestial: Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo nos vino a enterar que hay sucesos que allá no existen, que no son naturales celestialmente hablando. Concluimos entonces por todo lo anterior y humanamente hablando que: El hombre enclavado en el plano terrenal, debe superar toda actuación de este escenario siendo tal superación el presentarse ante el Señor limpio de toda astucia humana y consecuencia de fuerza, acción y movimiento declarada y sustentada por la ciencia, experiencia y “la normalidad”.

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Para interpretar la vida desde lo celestial, lo perfecto, desde la dirección de Dios, con una nueva conciencia de la vida y de las cosas demostradas a través de los siglos por profecías cumplidas, por prácticas que exaltan la veracidad y la sabiduría en ellas, donde el ejercicio de la fe, sublima a los que creyeron en Dios, toda esta reinterpretación de la vida nos expone y dispone nuestras mentes preparándonos ante un escenario donde tú debas estar presto para actuar en fe, con la fe en Dios en medio de todos los hilos del titiritero mundano, tú, libre de ataduras al prepararte en fe por la verdad.

Y conocerás la verdad y la verdad te hará libre. La fe en Dios es la máxima expresión de su potencia. Cuándo por misericordia, Dios te liberara del mundo y sus conquistas. ¿Cuál es la fe llamarada de petate, la fe tras el escritorio? –La fe simulada.La fe de Pedro al bajar de la barca y dirigirse al Señor. Esta misma que junto al Señor le hizo decir que iría con Él a donde fuera y luego le negó tres veces y posiblemente, muy posiblemente también sea la fe nuestra. Esta fe que arde dentro de nosotros por el instante en que el gozo extasía, llega a su cima, una cima alegre, venturosa, convincente: pero que disuaden las voces de individuos, de la naturaleza, de la experiencia terrenal, y nos aleja de concebir como verdad, como la potencia que son: los hechos de la fe. Porque para establecer con plena conciencia el concepto de fe: El cristiano, primero la tiene que experimentar.

En este tiempo y antes de éste también ya es sólo una falta de conciencia el no darse por enterado que existen fuerzas manejadas por el hombre que son invisibles y que en tiempos remotos tomarían por loco a todo el que propusiera que se podrían crear tales fuerzas y manejarlas: tales como, las microondas, ondas de radio, telecomunicaciones, magnetismo e internet.

Y nosotros mismos somos o éramos en cierto grado una hermética caja negra, porque; ¿Sabe usted dónde se genera su voluntad? ¿Cómo viaja la orden de mover un dedo de la mano, desde que usted lo concibe y hasta ese dedo? ¿Cuántos y cuáles músculos debe mover? ¿Realmente tiene conciencia de ello? Y bien, si no ve las microondas, la señal de su televisión, ¿cómo llegan? y en cuanto a su voluntad de mover un dedo, su mano, el pie, no sabemos sus caminos: pero experimentemos qué sucede aquello aunque nunca hemos sabido ni sentido cómo sucede. Por eso creemos que es posible, que existe, porque lo presenciamos. Ahora cuando le contamos al ciego de nacimiento que existen colores y no sabemos decirle cuántos ¿cómo los explicamos? Cómo le decimos del brillo de las estrellas sin ningún punto de referencia en su experiencia visual, si no existe tal. Para ellos su conocimiento por el tacto y oído: son

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el cálculo. –Le diríamos- cinco pasos a la izquierda: libre de barreras e irregularidades, en el camino, después: elevaciones, un foso, desniveles, inclinaciones, barras de sujeción, obstáculos. Él escucha por su parte: ruidos de motores, bullicio, sonidos extraños y entre ellos: “la voz es la identidad de la persona”.

¿Cómo describirle el mundo visible y toda la belleza de la creación de Dios? al que ha vivido siempre en la oscuridad, ¿cómo le demuestras los colores, los brillos, los tonos de piel? él debe tocar para entender algunas cosas pero este sentido aunado por demás al oído y el olfato, el gusto ¿qué le dirán del colorido campo visual? Pero él cree por lo que le dicen “los que pueden ver” y ellos los pueden guiar.

¿No entonces nos hará falta un sentido para percibir los colores de la fe? Cuenta la biblia que Balaam después de golpear a su asno este le contesto y luego, el Ángel “ABRIÓ los ojos de Balaam” para que se diera cuenta que estaba ante este Ángel.Es decir: que si Dios quiere en su misericordia para con nosotros nos permitirá la fe, nos abrirá los ojos para ver la fe y a nosotros nos corresponderá mantenernos en ella.Abraham, Moisés, ellos son guías, ellos si percibían la fe, ahí donde nosotros somos ciegos para ellos, la claridad, los colores, el día y la noche, siempre han estado allí, mas nuestra ceguedad obedece a la voluntad de permanecer cerrados de ojos, pero la potencia de Dios está allí, más ¿cómo describirte los colores celestiales?, el arcoíris que colorea Dios con sus acuarelas. Todo lo que dibuja, los trazos, del poder de la fe y que quedaron grabados en la historia bíblica. Se necesita otro lenguaje, otra capacidad que inicia creyendo en nuestro Señor Jesucristo, otro modo de entender la vida, necesitas un nuevo corazón para sentir, se necesita hacerte entender que posees tal órgano que te permite percibir la fe, necesitas limpiarte de toda impregnación terrena, dejar la evolución, la etapa de primate dejar de ser Siempre medio hombre y medio animal.

Lo más difícil de romper es la costumbre, ese grillete que te encadena de pies, manos y pensamiento, esa falsa estabilidad que alimenta toda tu forma de ser, ese ¿balance? Que otorga a tus razones afirmación en el hacer, por la constante vuelta de repetición y resultado, obvios, mejor dicho: petición y decepción, acuerdo y desacuerdo, suma y división, ligados en un volver al principio: porque esta es la vida del hombre mundano: tiene un acuerdo de pareja y surge la infidelidad. Se siente seguro por su riqueza y viene el desastre. Cree que porque tiene para lujos, será feliz siempre y le viene la desdicha por una enfermedad.

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Volverse a Cristo es sentirse espino y volverse lirio en una plena afirmación de que lo sabido por la costumbre y por la constante impregnación del medio mundano no favorece la vida, la destruye.

Pero, ¿cómo salir de todo eso? Constrúyete la habitación espiritual y múdate allí, pero no te lleves nada de lo que tienes, vacíate de todo, que Dios dirá cómo amueblarlo y verás que tu nueva construcción; si tu dejas que Dios te guíe, pronto empezará a desprender olores gratos, deliciosos aromas, perfume de un hogar y su sosiego, desgraciadamente el hombre busca lo fácil, la insinuación perversa a sus oídos, el mundo y sus conquistas le acarician, se dan a él como una casquivana.

Disculpe usted pero: ¿no nos estábamos volviendo a Cristo? Bien, una vez superada la etapa de primates (la evolución), independientes de los yugos mundanos y recién llegados a habitación nueva, reestructuremos la vida, el hogar, la familia según lo dicta Dios, donde tal reinterpretación te llevara de popa a proa y te daras cuenta que si tienes un objeto en mano y lo sueltas, no va a caer, se elevara, que si sueltas una esfera en una pendiente rodara hacia arriba, que no evolucionaste del animal, que eres creación de Dios, esta reinterpretación dice: Que no tiene más el que más se allega de lujos, sino el que menos necesita de ellos.

Que un hombre vacío es el que siempre anda buscando y jamás llena su causa y un hombre pleno es el que está satisfecho con lo que tiene.Que ames a tu enemigo. –JesucristoQue mientras menos desees del mundo, más recibirás en el cielo.Que para Dios no huele mejor el que más se perfuma y mejor se baña, sino el que no lleva inmundicia en su corazón.Que en la ostentación se agrada al mundo y en la humildad a Dios.Que el muy más pequeño es el más grande de los hombres.Que una puerta estrecha es mejor que una amplia.Que la moneda que depositas en la mano de los pobres aumenta tu capital en el cielo.Que la vida no es un largo camino al sepulcro, sino un breve espacio de tiempo hacia la vida eterna.Que el amor al prójimo sin ser moneda enriquece al ser humano.Que morir en Cristo es ganancia.Que el más justo no es el que mejor imparte justicia, sino el que perdona el agravio.Que el cristiano no vagabundea con la mirada perdida en el cielo, sino que mira el camino hacia su próxima morada.Que ese silente sollozo de dolor en lo oculto lo escucha Dios al oído.Que la vida no es un valle de lágrimas, es una alegre alabanza a Dios.Que la mujer no es el sexo débil, sino el vaso frágil al que se debe cuidar.

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Que la felicidad y el decoro en la presencia y el rostro de la mujer es el hermoso reflejo del hogar que se precia de abrigarla.Que solo cuando tus manos sueltan el mundo están preparadas para abrazarte a DiosQue cuando te independizas del pecado alcanzas tu libertad.Que al volverte a Cristo naces a la vida dejando un pasado de muerte.Donde todos nos alegramos hoy porque es un día más cerca de la presencia del Señor.

Volverse a Cristo no es un balance entre el bien y el mal, tal como lo denuncia el amar al enemigo, es el extremo contrario; caminar sobre el agua, es dejar todo concierto de la razón y el pensamiento humano innecesarios en esta reinterpretación de la vida para llegar a la fe.

No dejando nuestra congregación, como algunos tienen por costumbre,

mas exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el

conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por el pecado. Sino

una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de devorar

a los adversarios. El que menospreciare la ley de Moisés, por el

testimonio de dos o de tres testigos muere sin ninguna misericordia:

¿Cuánto pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al

Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento, en la cual

fue santificado, é hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Sabemos quién es

el que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra

vez: El Señor juzgará su pueblo. Horrenda cosa es caer en las manos del

Dios vivo. Empero traed a la memoria los días pasados, en los cuales,

después de haber sido iluminados, sufristeis gran combate de

aflicciones: Por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones

fuisteis hechos espectáculo; y por otra parte hechos compañeros de los

que estaban en tal estado. Porque de mis prisiones también os

resentisteis conmigo, y el robo de vuestros bienes padecisteis con gozo,

conociendo que tenéis en vosotros una mejor sustancia en los cielos, y

que permanece. No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande

remuneración de galardón: Porque la paciencia os es necesaria; para

que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque

aun un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Ahora el justo

vivirá por fe; Mas si se retirare, no agradará a mi alma. Pero nosotros no

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somos tales que nos retiremos para perdición, sino fieles para ganancia

del alma.

Hebreos 11. 25-39.

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