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Simbolismo y poder en Tapacarí Mercedes del Río Las quebradas paralelas de Arque y Tapacarf constituyen los corredores naturales de acceso y comunicación entre el altiplano occidental y los valles centrales de Cochabamba. Ambas cruzan un espacio interecológico transversal, el cual estuvo controlado hegemónicamente por los Soras. Al tiempo de la conquista, estos territorios separaban, a modo de cuña, las cabeceras de los Pacajes, Quillacas y Carangas, ubicadas en el altiplano, de los centros políticos de la llamada "confederación charca" localizados más al sur. Este territorio cobró un valor estratégico para los intereses cusqueños ya que constituía el enlace entre el camino troncal ubicado en las tierras altas y el valle de Cochabamba, importante centro estatal de cereales y, a su vez, paso obligado de las tropas hacia la frontera chiriguana. Aún hoy resulta difícil deslindar si los Soras fueron originarios de esta zona o mitimaes trasladados de regiones distantes en algún momento de la historia del Tawantinsuyu para controlar a una población multiétnica. No obstante, podemos afirmar que sus curacas fueron cercanos colaboradores de los cusqueños. Ayudaron a la expulsión de los Chuis del valle de Cochabamba, aportaron el mayor contingente de mano de obra al mismo y proveyeron servicios estables para el Estado como fueron los cumbicamayos y pastores de los rebaños del Inca(l). En cada uno de sus centros políticos más importantes se edificaron ins- talaciones estatales donde se aprovisionaban periódicamente los guerreros, mi- No. 1, julio 1990 77

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Simbolismo y poder en Tapacarí

Mercedes del Río

Las quebradas paralelas de Arque y Tapacarf constituyen los corredores naturales de acceso y comunicación entre el altiplano occidental y los valles centrales de Cochabamba. Ambas cruzan un espacio interecológico transversal, el cual estuvo controlado hegemónicamente por los Soras. Al tiempo de la conquista, estos territorios separaban, a modo de cuña, las cabeceras de los Pacajes, Quillacas y Carangas, ubicadas en el altiplano, de los centros políticos de la llamada "confederación charca" localizados más al sur.

Este territorio cobró un valor estratégico para los intereses cusqueños ya que constituía el enlace entre el camino troncal ubicado en las tierras altas y el valle de Cochabamba, importante centro estatal de cereales y, a su vez, paso obligado de las tropas hacia la frontera chiriguana.

Aún hoy resulta difícil deslindar si los Soras fueron originarios de esta zona o mitimaes trasladados de regiones distantes en algún momento de la historia del Tawantinsuyu para controlar a una población multiétnica. No obstante, podemos afirmar que sus curacas fueron cercanos colaboradores de los cusqueños. Ayudaron a la expulsión de los Chuis del valle de Cochabamba, aportaron el mayor contingente de mano de obra al mismo y proveyeron servicios estables para el Estado como fueron los cumbicamayos y pastores de los rebaños del Inca(l). En cada uno de sus centros políticos más importantes se edificaron ins­talaciones estatales donde se aprovisionaban periódicamente los guerreros, mi-

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tayos, chasquis, llameros y funcionarios administrativos. Tal fue el caso de Paria, centro administrativo y cabecera que unificaba a los Soras, en éuyos depósitos se guardaba el maíz destinado al Cusco, o también el centro de Incararay cercano a Sipesipe o el tambo de Tapacarf.

Durante el gobierno de Huayna Capac, sus chacras y pastos distribuidos en forma discontinua en esa franja transversal, fueron confirmados y/o reasigna­dos respetando los principios de complementariedad ecológica.

Como resultado de esta alianza, sus curacas fueron ascendidos a "incas de privilegio" con destacadas tareas en la administración incaica, cobrando así un fuerte prestigio y autoridad que pudieron conservar y transmitir durante la etapa colonial.

En el presente artículo efectuaremos algunas reflexiones acerca del ejercicio del poder de los curacas de Tapacarf durante la etapa colonial. Nos motivó efectuar este acercamiento contar, entre otros documentos, con las memorias testamentarias de Don García Mamani, cacique principal de Tapacarf, redactadas a fines de 1571.

El valor de este testimonio, cuyos originales se encuentran en el Archivo Histórico de Cochabamba, Bolivia, reside en que permite evaluar y comprender algunos símbolos de poder y prestigio vigentes entre las autoridades surandinas y, en cierto modo, medir el comportamiento de los caciques descendientes de los linajes de los señores máximos en un contexto colonial temprano, ya que aún no se habían instrumentado las reformas toledanas.

LA ORGANIZACION SOCIOPOLITICA DE TAPACARI

El pueblo de Tapacarf, situado al pie de la confluencia de tres ríos y a una altura de 2.900 m., se ubica sobre un pequeño llano rodeado por elevados cerros. Su privilegiada localización geográfica facilitaba el flujo del activo tránsito que circulaba por las escasas rutas que comunicaban las tierras altas con los valles.

Esta localidad constituía el centro donde se reunían las jerarquías políti­cas locales inclusive desde tiempos anteriores a las reducciones toledanas. Allí poseían sus principales viviendas y gobernaban a una de las poblaciones más numerosas de la región(2).

Los agustinos fueron los primeros doctrineros a cargo de las tareas religiosas en la encomienda de Tapacarf perteneciente a Gómez de Solfs (1549-66) y más tarde a Remando de Zárate, casado con Luisa de Vivar, viuda del anterior(3). Esta encomienda congregaba a una población multiétnica confor­mada por Soras, Moyos Moyos e indios Yungas. En tanto los Moyos Moyos se hallaban al servicio de Gómez de Solís en La Plata, los pocos indios Yungas del valle de Ayopaya trabajaban en la chacra e ingenio de azúcar de su encomen­dero. Estos últimos eran "mitimaes advenedizos " e "yndios sueltos y de diferen­tes provincias", muchos de ellos originarios de regiones más cálidas y organi­zados en unos pocos ayllus cuyas autoridades no estaban tradicionalmente sub-

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ordinadas a las de Tapacarí(4). Por último, los Soras, ordenados en mitades simbólicas (anan/urin) como los anteriores, constituían el grueso de la población. Sus ayllus explotaban recursos complementarios en un conjunto de islas territo­riales distribuidas entre el altiplano orureñ.o (Hurmire, Khoa, Guancané y Poopó) y los fértiles valles de la cuenca baja del río Tapacarí, las cuales fueron confir­madas y amojonadas por los capitanes de Huayna Capac(5). Después de la conquista, organizaron a partir de las parcelas y pastizales ubicados en las tierras altas sus "bienes de comunidad"(6) con un sentido y administración diferentes al de las tierras comunitarias de reserva o sobrantes (Moyabamba, Itapaya, Apa­runire, Cotaquina, Guancarani, etc.)(7) usufructuadas por los curacas para afron­tar el pago de las exacciones coloniales, motivo de fuertes tensiones y conflic­tos que se prolongarán hasta por lo menos el siglo XVIII (B. Larson 1987, 1988).

Entre 1563-66, la Orden de San Agustín dispuso fundar en Tapacarí su séptimo convento prioral y erigir una iglesia para continuar con la dificultosa y reticente cristianización de la población indígena. Esta frecuentemente retomaba y se protegía entre las estancias y quebradas aledañas no sólo para dedicarse a sus tareas agropastoriles sino también para celebrar sus antiguos ritos pues, como comentaba Calancha en el siglo XVII, si bien " ... frequentan los Sacramentos, no son muy dados a las cosas del culto".

Los frailes habían elegido los entornos de un antiguo tambo para em­plazar su monasterio, aprovechando el camino incaico que enlazaba durante el Tawantinsuyu los depósitos de Paria con el valle de Cochabamba. El tambo se hallaba en las afueras de Tapacarí " ... en las tierras del ynga llamadas moya­bamba que nadie osava tomarlas ni labrarlas por ser tierras del ynga ... ", pues estaban dedicadas a " ... tener ganados para servir en este pueblo [Tapacarí] con las carnes a los pasageros que van al cuzco y a los chiriguanaes y son agora del repartimiento .. . "(8)

Parte de esas tierras fueron utilizadas para el trazado de las calles del pueblo nuevo llamado Valverde de Tapacarí en 1575(9). Lamentablemente, hoy no quedan restos arqueológicos del tambo pues fue arrasado y totalmente destrui­do hace unos pocos añ.os por las crecientes del río Huateca (Hyslop 1984). No obstante, gracias al registro histórico y a la memoria de sus actuales habitantes, hoy podemos convalidar esta importante presencia.

El tambo de Tapacarí, junto a otras estructuras en piedra estucadas de estilo incaico llamadas Hualla Tampu (3.840 m.) y Kullku Tampu (4.100 m.), jalonaba el camino que accedía hasta los depósitos de Paria (posiblemente el actual sitio Anocariri, según Hyslop) al norte de Oruro.

Las principales autoridades políticas de Tapacarí durante el siglo XVI pertenecían a prestigiosos linajes cuyos antepasados habían obtenido importan­tes beneficios por su valor y lealtad al Cusco.

Durante el gobierno de Huayna Capac, se destacaron dos jefes locales Soras llamados Condo y Achacata, quienes garantizaron el aporte de un impor­tante contingente de trabajadores al enclave estatal de Cochabamba para cultivar por lo menos ei 13% de los suyos o franjas transversales que cortaban el valle

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de norte a sur (Wachtel 1981). La cercanía al valle pennitfa que los mitayos enviados por los curacas de Tapacarí acudieran con sus alimentos a las chacras del Inca en los momentos de mayor trabajo, aportando de esta fonna un servicio que ocasionaba bajos costos para el Estado. Mientras tanto, en el valle, quedaban en fonna pennanente unos cuarenta cultivadores a cargo de un curaca menor de Tapacarí, que controlaba la organización de las tareas en las chacras y la custodia de los graneros(lO).

Es evidente que esta empresa de enonne magnitud, que afectaba a unos 14.000 trabajadores de distintas naciones con asignaciones pennanentes o tem­porarias, sólo fue factible bajo un estricto y severo control de bienes y servicios a cargo de funcionarios organizados bajo un sistema jerárquico. Los jefes locales de los mitimaes fueron quienes comprometieron esta mano de obra cuando sellaron la alianza con los cusqueí"los, retribuyendo así los "generosos" privilegios otor­gados por el Inca. Así, Achacata, jefe de Tapacarí, obtuvo el útulo honorífico de "Inga", designándosele funciones especiales en la administración provincial. Esto se desprende de los testimonios de todos los testigos de un pleito por curacazgo fechado en 1586. Al examinar algunas declaraciones, se destaca la de Don Alonso Cota, cacique de Capinota, quien escuchó:

" ... a sus padres e abuelos y sus antepasados tratando de los linajes y señores principales de toda esta provincia de los charcas y entre ellos se tratava e plati­cava del ynga achacata que fue uno de los mas principales señores y caciques que en el tiempo del ynga guayna capa avia en toda esta dicha provincia e como tal tenia el señorío y goviemo desde la provincia de omasuyo e urcosuyo hasta chlle e que andava e le trayan en andas y siempre asistía con el dicho guayna capa ... "

Francisco Tanquire, cacique principal del Paso, oyó a sus padres y abuelos que " ... ynga achacata fue el cacique principal de tapacary e governador que fue por el ynga guayna capa desde vilcanota e omasuyo y urcosuyo e hasta las provincias de chile ... "

Otros, como Don Pedro Siquita, destacan el prestigio militar de este cacique, gobernador y capitán general del Inca, a quién asisúa " ... por ser per­sona tan prinzipal y de mucho valor ... "(11)

El Estado tuvo que delegar necesariamente tareas administrativas en una serie de funcionarios, muchos de ellos de origen local, otorgándoles diferentes rangos y atributos a lo largo de su extenso territorio. Por el momento no pode­mos precirnr con mayor profundidad los límites y responsabilidades concretas de las nuevas funciones de Achacata en el aparato estatal; sabemos sólo que éstas abarcaban todo el Collao y Charcas. Por su capacidad de mando y fidelidad al Cusco, fue ascendido al status de "inca de privilegio", recibiendo en recompensa un suyo cultivado por los mitayos estatales en la chacra Anocaraire del valle bajo de Cochabamba, junto a otros jefes leales como Condo (Soras), Guarache (Quilla­cas), Vilca y Achacapa (Carangas)(12).

El otro cacique de Tapacarí, llamado Condo, no sólo obtuvo un suyo en

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la misma chacra sino además una "casa" en la chacra de Londo (2.400 m.), ubicada muy cerca de Charamoco e Itapaya. Junto a ella estaba la "casa" de otro jefe regional, llamado Consara, quien, de acuerdo al "Memorial" de Charcas de 1582, fue " ... señor de los omasuyos y charcas ... ", de 10.000 vasallos y capitán general del Inca (Espinoza Soriano 1969.)

Un documento que ilustra sobre un amojonamiento efectuado por Huayna Capac a los Soras de Paria, describe ambas casas como límites territoriales:

"Los moxones e limites de las tierras que dio el ynga guayna capa a los yndios soras de paria la viexa ... ". "Saliendo del dicho pueblo de capinota para cocha­bamba dos leguas del dicho pueblo en tondo esta por moxon dos paredones junto al camino real que eran las casas de consara e condo es el limite de los soras e los dichos yndios del paso e tiquipaya"(l3).

La mayoría de los mojones de Tapacarí fueron cerros, pampas, ríos o, como en este caso, construcciones de complejo significado pues estaban en íntima relación con sus ancestros y dioses locales, cobrando así un sentido más pro­fundo que la versión cusqueña, que indicaba la necesidad del Estado de delimitar los derechos de acceso a tierras, pastos y agua para evitar las fricciones ínterétni­cas e imponer así la Pax Incaica (Murra 1978; Bouysse-Cassagne y Harris 1987).

De acuerdo a otros testimonios, los indios más viejos de la región cele­braban en esas mismas chacras de Londo ciertas ceremonias secretas, una vez caído el Estado incaico. Inclusive, se comentaba en 1584 que la mujer de un principal y el niño que llevaba en brazos fueron ahorcados por acción del "demonio" en el huayco de Londo (D. Pereira 1986). El aporte de nuevas fuentes nos pcnnite señalar con certeza que esos paredones, restos de las antiguas "casas" de Condo y Consara, delimitaban un espacio sagrado adonde acudían a festejar, con taquíes y borracheras, sus ceremonias clandestinas(14). Los linderos de esas chacras delimitaban una extensión vital donde ejecutaban sus ritos, conformando un espacio sagrado y opuesto a otro de carácter negativo propio de la tierra salvaje. Las casas de ambos señores fueron, entonces, sus huacas y el lugar donde se concentraba la fuerza de sus ancestros, a quienes aún se podía invocar. Pero también ellas fueron la morada de los diablos (saxra, supay); es decir, el alma de sus muertos a quienes se debía mochar y challar para que fueran gene­rosos con los vivos (G. Taylor 1980; Bouysse-Cassagne y O. Harris 1987.). Estas actividades tan celosamente _practicadas Una y otra vez, especialmente por los mitayos del valle antes de acudir a Potosí, pennitfan restaurar y reconstruir los signos e identidades colectivas al recordarse durante fiestas y ceremonias los hechos principales de sus señores regionales. Es evidente que estos ritos rela­cionados con el culto a los antepasados constituyeron instrumentos sagrados del poder de los curacas coloniales pues contribuían a asegurar la renovación de la sociedad.

La presencia de Achacata y Condo da cuenta de la organización dualista de Tapacarí como en la mayoría de los grupos andinos, cuyas consecuencias se harán sentir a lo largo de la vida política de esta región. Estos señores integraron

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importantes familias cuyos miembros y descendientes también. cumplieron ac­tividades relacionadas con el Estado, obteniendo por este motivo legitimidad de origen del poder, el cual se prolongó una vez caído el Tawantinsuyu.

Así, por ejemplo, a cargo de la parcialidad de urinsaya estaban los descendientes del Inga Achacata: " ... ynga achacata que fue señor prinzipal de todo el dicho repartimiento de cuya sangre descienden los dichos juan toco y don tucas ala sus subcesores ... ", quienes, " ... quando el dicho juan toco y sus antecesores an tenido hijos y sobrinos en el tiempo del ynga los an ocupado en otras cosas fuera de su rrepartimiento dándoles cargos y recomendandoles sus negocios ... "(15)

Don Juan Toco, perteneciente al ayllu callana de urinsaya, fue además cacique principal de todo el repartimiento de Tapacarí y máxima autoridad con­finnada por los españoles durante la Visita General. Esto demostraría el mayor poder que venían sustentando las autoridades de la parcialidad de urinsaya a lo largo de este período, debido a que, con el correr del tiempo, el control político .seguía un ritmo alternado entre ambas mitades(16). Don Lucas Ala, del mismo ayllu callana y pariente del anterior, fue la "segunda persona" de la parcialidad de urinsaya. Por lo tanto, los de "abajo" contaban entonces con un "cacique principal" y su "segunda persona".

Cuadro 1

Linaje de Don Andrés Ala (urinsaya)

Inga Achacata Principal de Tapacarí y Gobernador y Capitán General de Huay­na Capac desde V ilcanota a Chile.

Chicori " ... heredero del casicazgo principal del repartimiento de tapacary ... ", de la parcialidad de urinsaya.

Andrés Ala Cacique principal de urinsaya " ... que lo hicieron llevar preso a1la [Paria] como el mas seí'\or principal de tapacary ... " " ... para que hiziese y mandase dar recaudos a los espaí'\oles ... " durante las guerras civiles. A su muerte retiene el cargo Gomez Hevana (es un tumo y no vitali­cio) y más tarde Juan Toco.

Lucas Ala En 1575, Núí'\ez Bazán lo confirmó a cargo de la "segunda persona de urinsaya". A su muerte, lo retiene su "hermano'.', hasta que su hijo fuera mayor.

Andrés Ala Hijo de Lucas Ala.

Fuente: A.H.C., Exp. 52 El linaje de Achacata fue más amplio y en este litigio tan sólo se pretende legitimar a Don Andrés Ala, mediante una sucesión ajustada a los moldes patrilineales europeos.

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Lamentablemente, hasta el momento no contamos con ninguna evidencia documental acerca de los linajes de anansaya, tal vez descendientes de Condo y al que pertenecía el cacique principal Don García Mamani, contemporáneo de las autoridades mencionadas como detallaremos más adelante. Sin embargo, pode­mos afirmar que la mitad de "arriba" o anansaya también tenía su "cacique principal" y su "segunda persona", ambos del mismo ayllu Chillaua. En 1575, el Virrey Toledo asignó igual salario tanto a los caciques de anan como a los de urin, en reconocimiento del mismo rango, aunque, como hemos afirmado, con un mayor predominio de la mitad inferior, que detentaba el control político del grupo en su totalidad(l 7). Una organización similar la hallamos en Sipesipe, donde habitaba un conjunto multiétnico de Soras, orfebres "yngas" y yungas entre otros grupos, a cargo de un principal y su segunda en cada mitad, quienes por otro lado sujetaban a los demás "caciques de ayllos de pachacas ... "(18).

Esta organización estaría demostrando la existencia no solo de una dualidad en el mando (anan/urin), sino también la presencia de dos señores sub­alternos en cada mitad, mostrando así una cuatripartición en el esquema organi­zativo, tal vez como resabio de un modelo impuesto por el gobierno cusqueño y respetado por los nuevos invasores. Sin embargo, la organización de Tapacarí fue más compleja.

ANANSAYA

URINSAYA

Cuadro 2

Ayllus de Tapacarí

Malconaca (?)

Chio

Chillaua Cavalli Cupilivi Tami Pi cho Sulca

Collana Catas a

Uulcasupo

Guancané Cuchire Tancanica

ulca Amaro

El ayllu Collana de urinsaya, como su nombre lo indica, significa ex­celente, cosa prima, el primero (L. Bertonio 1984 [1612]: 50); junto a Chillaua de anansaya fueron cada uno de ellos "cabeza de parcialidad", a los cuales se fueron adscribfendo las sucesivas autoridades. Así, por ejemplo, en 1620 el

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Gobernador Don Juan de Zárate Liro, si bien pertenecía al ayllu Cavalli, pasó cuando obtuvo su cargo al ayllu Chillaua, por ser ése el principal(l9).

El juicio por cacicazgo ya mencionado de 1586, resulta muy elocuente al respecto ya que permite deslindar la presencia de un "cacicazgo" al interior de la parcialidad de urinsaya, denominado "Chio", el cual englobaba a 4 ayllus. Su principal era Don Pedro Guarache, quien tenía dúo o asiento de mando y era obediente a su vez al cacique principal Don Andrés Ala en los primeros años después de la conquista:

" ... el qual cacique que tenia duho de los ayllos de cuchi y guancane y tancanica y sulcamaro el qual fue subjeto al padre de don lucas ala que este fue señor principal de todo el reparúmiento de tapacary de la parcialidad de hanansaya y hurinsaya ... ";

o también cuando el corregidor dijo que "Pedro Guarache que fue prin­cipal de quatro ayllos de chioamaro ... "(20), encontrándose por lo tanto esa par­cialidad menor subordinada a las principales autoridades de toda la mitad de urinsaya, y tal vez su mando haya sido el origen de la función de "segunda persona". Entonces este último cargo tenía, entre otras tareas, la de gobernar a un grupo de ayllus subordinados a la autoridad del cacique principal de urinsaya. Ambas funciones (cacique principal y segunda) podían caer en manos de distin­tos linajes y el desempeño del cargo de menor jerarquía no significaba necesaria­mente el paso previo a la ocupación de esa instancia política superior como era la de cacique principal de mitad.

Posiblemente en la mitad de anansaya existía otra mitad menor llamada "malconaca", aunque la falta de información nos impide conocer la cantidad de ayllus involucrados. Tanto Chio como Malconaca fueron unidades sociopolíticas menores, relacionadas también con la asignación de tareas y de tierras. Así por lo menos se demuestra en el valle de Cochabamba, donde cada una de ellas tenía un suyo en la chacra Colchacollo para que sus cultivadores trabajaran en él(21).

Por último, no podemos dejar de mencionar otros interrogantes a propósito de las unidades mínimas. En el listado de ayllus (cuadro 2) figura el nombre del ayllu "catasa" y de la parcialidad "malconaca", los cuales están presentes entre los Carangas de Corquemarca(22). Así también el ayllu "cavalli" (Kawalli) se repite insistentemente entre los Quillacas Asanaques divididos a su vez en sección de arriba y abajo en Kulta, Challapata, Condo y Cacachaca (T. Abercrombie 1986).

¿Simple coincidencia de nombres de ayllus? o ¿fueron desplazamientos efectuados por los cusqueños? o tal vez ¿la presencia de ayllus Carangas y Quillacas indica un control de recursos previo a la llegada de los Soras, quedan­do más tarde sujetos a sus jerarquías políticas? Una vez más, estos y nuevos ejemplos revelan la urgencia de profundizar los estudios comparativos sobre las unidades sociopolíticas menores a un nivel regional.

El somero cuadro presentado sobre la organización sociopolítica de Tapacarí vigente en las primeras décadas después de la irrupción española, resulta,

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sin embargo, de gran utilidad para comprender el comportamiento político de sus dirigentes, en su mayoría descendientes de los "señores máximos" Soras. Por cierto, estos últimos, como hemos puntualizado, acrecentaron su poder local tanto en su expresión simbólica como secular, en virtud de su alianza con otro poder mayor, exterior y fuertemente centralizado como fue el cusqueño. Así se beneficiaron con bienes, riquezas y otros privilegios, todos ellos signo de su alta investidura.

Más tarde fueron huacas veneradas por sus pueblos, a partir de las cuales se activaban y recreaban las identidades y vínculos colectivos. Sus herederos, los curacas coloniales, pudieron en principio contar con una cuota importante del poder alcanzado por sus antepasados, aunque esta vez restringido al ámbito local. Para reproducirlo en el seno de su propia sociedad, debieron redefinir sus pautas de comportamiento tradicionales de acuerdo no solo a las nuevas exigencias coloniales, sino también a los valores que se fueron moldeando en la sociedad nativa local, los cuales conferían en definitiva la legitimidad necesaria para el desempeño de sus funciones.

Tomaremos un ejemplo concreto y particular para reflexionar sobre la gestación de ese comportamiento cacical pleno de matices sincréticos y multi­facéticos. Partiremos entonces del estudio del patrimonio de un curaca de anan­saya llamado Don García Mamani, quien representa a la primera generación de dirigentes coloniales después del ocaso de los señores regionales(23). Posible­mente alcanzó a vivir los últimos años del gobierno incaico y afrontar en su plenitud el nacimiento de un nuevo sistema económico mercantil. Tal vez una muerte prematura lo sorprendió en ese mundo colonial temprano en el cual aún se destacaba la figura del encomendero y en donde las reformas toledanas no se habían hecho sentir (reducciones, mita, monetización del tributo).

Su nombre tiene un contenido simbólico muy fuerte pues representa el encuentro de dos mundos y culturas diferentes, en el cual el curaca se destacaba como figura mediadora entre las demandas de la sociedad indígena y las exac­ciones coloniales. Por un lado, la palabra García evoca al visitador de Tapacarí y posiblemente a su primer encomendero, el Capitán Garcilaso de la Vega, quien a su vez también había participado en años anteriores en la derrota de los señoríos charqueños en Cochabamba. Su nombre representaba la fuerza de su poder en el nuevo sistema. Por el otro, la voz aymara Mamani significa "halcón o cóndor", pero también "provincia o distrito" y, por lo tanto, "señor de muchos vasallos" (L. Bertonio 1984 [ 1612): 213). Dos nombres significativos para un patrimonio muy sugerente.

WS "TESOROS" DE UN CURACA DE ANANSAY A

A principios del mes de septiembre de 1571, el cacique principal Don García Mamani se encontraba enfermo y próximo a su muerte en una de sus viviendas del pueblo viejo de Tapacarí(24). Lo asisúan en tal oportunidad algunos caciques destacados, el Prior del Convento Fray Francisco Becerra y el español

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Miguel Martínez, junto a principales e indios del común, para redactar un in­ventario y memoria de sus bienes. Si bien este documento guarda en su aspecto formal los cánones hispanos, no constituye un verdadero testamento ya que carece, entre otros detalles, de la firma de un escribano; tiene una gran cantidad de enmiendas y agregados y carece de la fórmula introductoria que caracterizaba a este tipo de documentos en esa época. Su lectura ofrece algunos inconvenientes pues, sin duda, estas "memorias testamentarias" fueron redactadas por alguno de los dos espaiíoles presentes en el mundo rural de Tapacarf, quienes debieron transcribir las frecuentes voces aymaras. Analicemos su contenido, así como también las pautas de comportamiento que se desprenden de ellas.

Al igual que otros dirigentes de la región, Don García Mamani había conformado una familia poligínica de por lo menos 7 mujeres, con una descen­dencia de 15 hijos. Entre ellos se hallaban dos hijas "bastardas" llamadas Leonor Pacoma y María Ybama, posiblemente adoptadas de algún pariente pues ex­presamente no se mencionan los nombres de sus respectivas madres (cuadro 3)(25). El mismo número de esposas tenía Don Juan Toco, cacique de urinsaya y de todo el repartimiento de Tapacarf, o Don Hemando Cuyo, cacique vecino del repartimiento de Tiquipaya del valle de Cochabamba. Indudablemente, estas prácticas datan de una gran antigüedad, por lo cual fueron legitimadas y amplia­mente difundidas por el gobierno incaico pues para esa época la recompensa de mujeres a los jefes leales permitía no sólo renovar las alianzas políticas con los grupos dominados, sino también incidir durante las etapas críticas de las suce­siones cacicales. Sin embargo, no podemos considerar que fueran estas cos­tumbres restrictivas a ciertas autoridades ya que, como hemos comprobado, en Tiquipaya también estaban vigentes, de acuerdo al padrón de la Visita General en el resto de la población (Gordillo y del Río 1989)(26). Si bien en los primeros aiíos después de la conquista continuaron con todo vigor, las frecuentes pre­siones religiosas y de la administración colonial fueron controlando poco a poco los concubinatos hasta llegar a un número que no superaba a las 2 ó 3 mujeres reconocidas al finalizar el siglo XVI.

Hasta el momento no es posible detectar a qué ayllu, parcialidad o grupo pertenecían las esposas de García Mamani ya que el padrón demográfico más temprano que contamos para Tapacarf data del año 1620(27). Por otra parte, el cambio y sobre todo la repetición de un mismo nombre en diferentes ayllus observados en este registro hacen imposible la reconstrucción del parentesco o sucesiones cacicales.

Naturalmente, el gran número de mujeres de García Mamani constituía un signo de status y jerarquía. Sin duda, la poligamia constituyó una gratifica­ción de naturaleza económica que facilitaba la conformación de grandes unidades productivas. Las mujeres proveían servicios, tierras y alianzas que ampliaban fundamentalmente la base de su poder, el cual se vería reforzado a su vez por las futuras uniones matrimoniales de sus hijos. Este privilegio, por otra parte, también se asociaba al conjunto de obligaciones relacionadas con el manteni­miento de la cohesión social de la comunidad, de modo que el desequilibrio que

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Anarmi

o Madalena Coama

o Inés

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provocaba la poligamia de los jefes sobre el tejido social se resolvía con el conjunto de contraprestaciones dirigidas a la reproducción social del grupo.

A pesar de la fuerte resistencia que encontraron los frailes de San Agustín para " ... arrancarle los Idolos ... "(28) a los nativos de Tapacarí, a los pocos años de su tarea evangelizadora impusieron la iglesia como lugar para entierros y a su vez símbolo del poder institucional. Con una concepción ambivalente y for­mal del cristianismo y sometido por otra parte a las presiones de Fray F. Becerra al momento de su muerte, nuestro curaca dispuso que lo sepultaran en la capilla mayor de la iglesia de su pueblo y que estos rel/giosos oficiaran numerosas misas, de acuerdo a las costumbres de la época y como signos que también demostraban su mayor riqueza y status. Con su cristianización y aceptación del bautismo, se vio también coaccionado a considerar a una mujer y su descenden­cia como "legítima" y a consagrar el matrimonio con ella. A las otras, que in­tegrarían la línea de descendencia "bastarda", también las dotó de bienes para su sustento, aunque en menor escala (cuadro 4) . De esta forma, recompuso las líneas hereditarias al modelo europeo (mayorazgo) y redactó formalmente sus memorias testamentarias, tal vez por temor a que sus herederos perdieran legiti­midad en el cargo. En ellas otorgó a cada una de sus esposas la custodia de los bienes de sus respectivos hijos hasta que se convirtieran en miembros adultos de la comunidad; a Miguel Martínez le encomendó el cobro de las deudas en dinero entre los nativos y a su "hermano" Don Gerónimo Chiriguano, el cobro de otras deudas en Potosí y el cuidado de sus yuntas. También nombró por "albaceas" a los caciques Don Lucas Ala (urinsaya) y a Hemando Copacallo (anansaya) para que llevaran el correspondiente inventario en sus quipus y al citado español Martínez a cargo de este documento.

Al único hijo varón que asignó el rango de "legítimo" fue a Cristóbal Tame, cuyo nombre coincidía con el de un ayllu de anansaya (Tame) y por tal motivo heredó la mayor cantidad de bienes de fuerte contenido simbólico e importancia económica. El resto de los varones recibió una parte menor de su patrimonio en forma desigual (no sólo en su número, sino también en la impor­tancia de sus signos). Inclusive dentro de esta línea "bastarda", repitió la cos­tumbre de legar una mayor proporción a uno de los varones de la misma madre, posiblemente el de mayor edad. En cambio, la herencia de las hijas mujeres (legítimas o bastardas) fue más igualitaria: tan sólo se destacaron las primeras por contar con una vivienda compartida con su madre, el uso de yeguas y de un pequefio fondo de 560 pesos corrientes para disfrutarlos junto a su hermano Cristóbal. Su viuda legítima, Isabel Yspalla, recibió, además de la mencionada casa, una chacra en Achuche para compartir con las "criadas" de García Mamani.

¿Quiénes eran estas últimas? Como en el caso de Huánuco, sospechamos que bajo la categoría "criadas" se encubrían las prácticas poligámicas, ya que no consta ningún bien testado a sus mujeres bastardas. En la visita efectuada por Iñigo Ortiz de Zúfiiga en 1562 se utilizaba el nombre "mancebas" o "mujeres de servicio" para sefialar no sólo a las esposas secundarias, sino también, y simul­táneamente, una clase de status de servicio a disposición del curaca, quien a su

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vez por "generosidad" las podía donar a hombres de menor status que trabajaban para él (Murra 1967; Mayer 1984).

Fuera de sus mujeres, también contaba con otras personas a su cargo y bajo su protección que le brindaban frecuentes servicios. Yanaconas, criados, viejos y pobres gozaban de la tradicional hospitalidad y de sus gestos generosos. El hecho de tenerlos presentes en sus "memorias" y dejarles algunos bienes (ganado, tejidos de abasca y convites) constituía en definitiva y de acuerdo a las normas vigentes en su sociedad no sólo un deber propio de su cargo, sino una manifestación del ejercicio efectivo y secular de su poder.

Por otra parte, es indudable que la posibilidad de contar con una mayor capacidad productiva, movilización de recursos y de prestaciones laborales en sus distintas islas territoriales, constituía un mecanismo clave para la acumula­ción de reservas. ¿Cuál era su destino?

Es muy difícil deslindar a través de este tipo de fuentes los bienes que formaban parte del dominio privado de este jefe de aquellos pertenecientes a la comunidad, especialmente cuando se trata de tierras, producción agrícola y/o animales. Entendemos que los curacas de Tapacarí tenían derecho al usufructo de las parcelas sobrantes o de reserva de la comunidad, muchas de las cuales habían pertenecido al estado incaico. Estos terrenos fueron el motivo de las endémicas disputas entre los principales curacas de cada mitad. Su administra­ción y control permiúa solventar las cargas comunitarias (tributo, abastecimiento de mitayos, afrontar crisis climáticas) y contribuir en años de mayor estabilidad a la acumulación de reservas, de forma tal que conformaron el eje de las expre­siones de conflicto y violencia interna manifiestas a lo largo del período colo­nial(29). Don García Mamani poseía una chacra en Cocaraya, ubicada hacia la desembocadura del río Tapacarí y a media legua de Itapaya, otras río arriba en Achuche y Aparumire y una huerta en Tapacarí, en tanto los camélidos estaban en la puna a cargo de pastores. Como se puntualiza expresamente en el tes­tamento, parte de estos recursos servía para mantener a su extensa parentela, otra parte la redistribuía entre los indios que efectuaban servicios y estaban a su cargo, acumulando asimismo ciertas reservas para enfrentar, de ser necesario, los gastos colectivos. Este sería quizás el objetivo de los 100 cameros de la tierra y de las cargas de granos y tubérculos no asignados a ningún heredero. Pero también es indudable que la posibilidad de contar con excedentes facilitaba su inserción en los mercados a través, por ejemplo, de la venta de granos en La Plata o de harina en Potosí. entre otros negocios. Es evidente que los montos totales en pesos corrientes declarados por este curaca no llegaban a cifras ex­traordinarias, como muestran los cuantiosos fondos personales que administra­ban otros jefes contemporáneos, como el cacique de Tacna, Don Diego Caqui, quien tenía fuertes intereses en el circuito comercial interregional (F. Pease 1988). No obstante, estos vínculos mercantiles le permitían, entre otros objetivos, afian­zar las redes sociales no sólo en Tapacarí a través de préstamos o adelantos tran­sitorios de plata otorgados especialmente a los de la mitad anansaya (805 pesos 4 tomines comentes, en tanto los de urinsaya debían 40 pesos corrientes), sino

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también al exterior del grupo mediante la ayuda a los jefes vecinos, como los caciques de Paria y Sipesipe.

Si bien este curaca necesitaba de un cierto éxito hispánico para insertarse en la sociedad colonial, aún mantenía los símbolos rituales nativos que permitían preservar un espacio para las prácticas y creencias de su pueblo.

El patrimonio de García Mamani se caracterizaba por ser mayoritaria­mente de carácter suntuario, constituyendo estos objetos, en términos andinos, su mayor riqueza. Sin duda, parte del mismo perteneció a alguna autoridad de anansaya o miembro de la generación anterior a este curaca y expresaba, por lo tanto, las tradiciones locales. Otros bienes tal vez fueron regalos del Inca a sus antepasados por servicios prestados, del mismo modo que el Inga Achacata recibió notables privilegios en el mismo período. Pero también es muy posible que este curaca colonial acrecentara en esta etapa ciertos bienes andinos como recursos simbólicos que permitían enfrentar las situaciones de crisis y subalter­nidad ya que estos contribuían a profundizar y recrear las solidaridades de su sociedad. Las prácticas rituales también contenían formas de resistencia a la sociedad colonial al rechazar desde el plano simbólico el sistema instaurado y desafiar su orden hegemónico. Tanto los bienes heredados como aquellos incre­mentados en la etapa colonial respondían a un patrón tradicional andino al que obedecían las autoridades de esta región, matizados a su vez por símbolos de privilegio de origen hispano. Desde una perspectiva general de significación, po­demos afirmar que el derecho al uso de estos objetos en sí mismos (hispanos o andinos) expresaba su rango y la necesaria desigualdad social que reforzaba su dominio local y simultáneamente su legitimación con el Estado colonial. Sin embargo, la ausencia de mayores detalles en sus diseñ.os debilita notablemente nuestro análisis ya que en ese plano se encuentran las claves para desentrañ.ar el contenido simbólico más profundo. Esto impide identificar no sólo el origen cultural de sus bienes (cusqueñ.o y/o aymara y a qué grupo en particular de estos últimos), sino también el grado de su status y las insignias o accesorios asociados al cargo(30).

De modo tal que utilizaremos en este análisis un parámetro comparativo cusqueñ.o sin significar con ello una identificación. Esto se debe en parte a la ausencia de resultados arqueológicos comparativos a nivel regional y sobre todo a los interrogantes planteados sobre el origen y función de los Soras en este contexto.

Comenzaremos entQnces con el examen de algunos instrumentos sagra­dos del poder como fueron ciertos objetos de oro y plata pertenecientes a este curaca. Los únicos objetos que destaca expresamente que heredó de su "padre" son el hacha, arma y símbolo de mando, así como también un adorno de oro utilizado en la frente llamado arana, lo cual hace pensar que fueron signos aso­ciados con el cargo.

Según Rowe (1946), las insignias de realeza en tiempos del inca eran los adornos agregados al llauto (trenzado o tejido) y no el llauto en sí mismo. Si bien en nuestro ejemplo no se mencionan los llautos, se destacan los pillos que, de

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acuerdo a González Holguín, eran una variedad y se usaban como coronas o cordones alrededor de la cabeza. Algunos tenían hilos de plata\.y sobre ellos se agregaban estampas en forma de cascabeles y ornamentos frontales como la mencionada arana de oro.

También figuran otros objetos, posiblemente emblemáticos, como el brazalete de plata o chipana, aros de plata o jaro, medallas de oro llamadas esquisos y anulas de plata que se usaban sobre el pecho. Es posible que estas últimas se refirieran a los discos de metal que se colgaban del cuello, otorgadas por méritos en la guerra. Por otro lado, su nombre evoca a la palabra "anata" o "juego" en aymara (Bertonio 1984 [1612]: 19). Actualmente, en algunas regiones se usa ese nombre para designar las batallas rituales o tink.u (Cereceda 1987: 212), de modo que también podríamos deducir que se trataban de placas pectora­les utilizadas en los violentos enfrentamientos. También se mencionan 84 estam­pas de plata grandes que se ponían sobre la camiseta "un día señalado", rela­cionando su uso con alguna ceremonia. Las mismas rememoran las figuras cortadas en láminas de oro y/o plata martillada del espesor del papel que se cosían a las telas formando patrones (chaquiras) en la costa peruana o a las argollas redon­das cosidas a las prendas en el Cusco (Rowe 1946)(31), aunque no eran priva­tivas de esas zonas.

Es importante destacar que el uso de vajilla y adornos del traje en oro (chuqui) como en plata (colque) se relacionaba con el poder, la religión y el rango social (Lechtman 1974). Ambos metales se asociaban con el sol y la luna respectivamente y durante el Tawantinsuyu se reservaba su uso para el Inca, linajes reales, culto y como regalos especiales otorgados por el Inca. Los vasos de plata denominados aquilla servían para beber chicha y se usaban en pares en las diferentes ceremonias, como se puede apreciar en los conocidos dibujos del cronista Guarnan Poma de Ayala(32). Generalmente uno de esos vasos se ofrecía a las huacas locales con la mencionada bebida. Como es factible apreciar en diferentes crónicas, estas costumbres persistieron con vital energía durante la colonia, cuando se celebraban las frecuentes ceremonias(33).

Fuera de los adornos metálicos, el testamento también hace referencia a unas 40 plumas, algunas rojas y otras amarillas, que dejó a sus hijos varones. Las plumas de guacamayos también fueron consideradas un lujo pues no se tenía fácil acceso a ellas. Es factible que éstas provinieran de la quebrada de Caquihoyo o de la Magdalena, cerca del cerrillo Callapa Chulpa (valle de Cochabamba) " ... donde se criaban antiguamente guacamayos ... "(34). De colores brillantes, rojo, azul y amarillo, combinaban con las tonalidades de algunos tejidos y tam­bién tenían un uso ceremonial(35). Por su tamaño no fueron usadas sobre telas pues los textiles se cubrían con plumas más pequeñas. Para estas más grandes debemos pensar en adornos, tal vez tocados para la cabeza, sostenidas con vinchas o adornando los chucos con piedras y chapas de oro, aunque también cabe la posibilidad de usarlas en pectorales o cosidas en sombrillas o alfombras (Millo­nes y Schaedel 1980).

En cuanto al vestido del curaca, estaba compuesto por una camiseta

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(ccahua) y una manta (llacota) cuadrada que se anudaba sobre el pecho, con­feccionadas con lana de vicuña, alpaca o pafios de Castilla y algunas con apli­caciones de plata. Totalizaba su patrimonio en tejidos 41 mantas, 124 camisetas, 11 chucos o sombreros y un paño labrado a mano. Debajo de la camiseta usaba zaragüelles colorados de paño o algodón, prenda españ.ola que reemplazaba al taparrabos, completando su vestimenta con un sombrero de fieltro, botas de cordobán (piel de cabra) o zapatos, todos ellos de origen europeo, así como también el uso de mula y sus arreos (espuelas, freno y silla), los cuales consti­tuían nuevos símbolos propios de la etapa colonial, pero que tenían la misma función: demostrar el privilegio de su cargo.

Los tipos de telas utilizados para mantas, camisetas y quizás bolsas eran: a) Cumbi: son tejidos muy finos, lujosos y bellos, de uso restringido a

las altas jerarquías, elaborados por artesanos especializados. Aunque descono­cemos si los habitantes de Tapacarí dominaban estas técnicas, sus vecinos, los Soras de Sipesipe, fueron hábiles tejedores de "ropa del ynga"(36) e inclusive los de Paria llegaron a tributar tejidos cumbi a su encomendero(37). Sin embargo, sabemos que en las zonas más altas de Tapacarí, sus habitantes se dedicaban a la caza de vicuñas, con cuya lana se hacían los tejidos finos, pues en el tes­tamento figuran" ... ochenta cordeles muy delgados para tomar bicuñ.as e guana­cos ... "(38) Este curaca poseía 5 mantas de diversos colores y 2 camisetas en esta tela que quedaron para su hijo Cristóbal.

b) Abasca: son telas rústicas confeccionadas por cada unidad doméstica, de uso cotidiano y no ritual como los cumbis. Poseía en esta tela 30 mantas y 30 camisetas que dejó a sus hijos varones, a los pobres e inclusive a una de sus hijas mujeres.

c) Paflo de Castilla: eran telas importadas con las cuales se hacía la ropa andina (mantas y camisetas), legada a 5 hijos varones.

d) Hay otras telas quizás con hilos de plata (80 camisetas de plata de tola) y unas 1000 (bolsas?) de chipe, hechas posiblemente en red de lana, que quedaron para su principal heredero.

En cuanto a los colores, se menciona frecuentemente el colorado y el azul, "cusqueñ.os" por excelencia. Teresa Gisbert (1987) recuerda, basándose en Bertonio, que el rojo y el azul fueron los colores del unku incaico, azul hasta la rodilla y luego más abajo rojo. Por otra parte, Betanzos ([1551] 1987) señ.alaba que los incas hacían vestir de colorado a los señ.ores que tomaban prisioneros en el Cusco en señ.al de sometimiento o posesión, ya que la vestimenta y los adornos contenían símbolos de identidad y expresaban su visión del mundo(39). Además figuran varias tonalidades de amarillo (churi, quillo) y el negro (camiseta de "anpara negra", ¿fiesta?), que sugiere un uso ceremonial(40). En un solo caso se indica expresamente la presencia de una manta con tres listas de diferentes colores (kechu), las cuales expresan el equilibrio entre los opuestos (T. Gisbert 1987; V. Cereceda 1987), aunque no hace referencia acerca de los ornamentos sobre las telas, los cuales nos hubieran orientado acerca de sus huacas y dioses locales. ·,

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La textilería de Tapacarí constituye uno de los pocos ejemplos en el Alto Perú de fuerte influencia cusqueñ.a debido al uso de urdimbre suplementaria y a la decoración con rombos o zigzag, aunque aún falta demostrar si se trata de un ascendiente prehispánico (T. Gisbert 1987: 230).

Finalizaremos el análisis de los bienes de García Mamani con algunas reflexiones a propósito de la sugerente descripción que hiciera Betanzos de la ceremonia de iniciación para los jóvenes nobles (huarachicuy), dispuesta por el Inca Yupanqui, utilizando este relato tan solo como paradigma interpretativo. El cronista señ.alaba que la ceremonia se iniciaba en el. cerro Guanacauri, donde los jóvenes, vistiendo una camiseta negra y manta blanca, efectuaban sacrificios a la huaca y ofrecían" ... dos vasos pequeñ.os de chicha y delos al novel beba él uno y el otro delo a beber al ídolo el cual derrama delante del...". Luego bajaban al Cusco y sus parientes les reemplazaban el vestido por una camiseta colorada con una lista blanca y otra azul, una cinta colorada en la cabeza y una alabarda grande y alta de oro y plata. Así ataviados competían en una carrera a cuyo término el ganador -" ... como buen orejon y denle por sobrenombre guarnan que dice halcón ... " - prometía fidelidad al Sol, al Inca y su disposición para acudir a la guerra. Por último, los vestían con camiseta y una manta muy pintada en cumbi (" ... unas orejas grandes de oro colgando con un hilo colorado atadas y que le pongan una benera en la cabeza una cinta muy pintada que llaman Pilla­callauto e que encima desta le pongan una diama de pluma y luego le pongan una patena de oro encima desta cinta e que este hecho le pongan un braguero nuevo ... ") en señ.al de pasaje a la adultez. Así bajaban a la plaza, donde los esperaban los señ.ores principales, " ... vestidos de unas camisetas largas e colo­radas ... ", para derramar dos vasos de chicha frente a sus alabardas; finalmente, representaban una batalla y pelea en ese lugar( 41 ).

Es indudable que muchos de los signos presentes en este relato figuran en el inventario de Don García Mamani, quien, por otra parte, es preciso recordar, no representaba la jerarquía principal de Tapacarí.

Es cierto que no podemos deslindar con seguridad cuáles fueron los bienes heredados de sus antepasados ni su origen cultural, y en particular los objetos estrictamente emblemáticos de aquellos que operaban en un contexto ritual generalizado; sin embargo, lo que nos interesa destacar es que todos ellos evocan el prestigio de una época, "la del tiempo del inga", y de un concepto de autoridad vigente en esa región donde la ingerencia cusqueñ.a y fas consecuen­cias de su política de transformaciones y fragmentaciones émicas habían sido notables.

Muchos de los atavíos utilizados por los curacas de Tapacarí expresaban tambien las antiguas relaciones con el Estado y transmitían los medios para cohesionar esa sociedad. Tener vínculos reales o ficticios con los linajes locales ascendidos por el Inca y a su vez reafirmar e inclusive reproducir las conductas "nobles" con todos sus privilegios y símbolos durante la colonia, fue un mecanis­mo no sólo para acceder sino también para detentar el poder en Tapacarí, ya que tales fueron los valores respetados y esperados por su población.

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Pero también como mediadores o bisagras entre dos mundos fueron incorporando desde muy temprano nuevos signos e intentando nuevos caminos y experiencias en medio de las tensiones de la sociedad colonial. Las experien­cias mercantiles, la utilización de fondos comunales y los nuevos símbolos de privilegio les permitían enfrentar el desafío de la ruptura de los lazos étnicos o territoriales( 42).

Estas conductas fuertemente arraigadas continuaron vigentes a principios del siguiente siglo. Así se percibe en una "Memoria de agravios", efectuada en 1611 por los indios de Tapacarf contra sus autoridades de anansaya. Más allá de los condicionamientos que se perciben en este discurso, originados por los inte­reses de otros agentes coloniales que pugnaban con los caciques por la mano de obra, es fácil advertir que Don Fernando Mamani y Don Femando Sarsuri, miembros de la élite dirigente de Tapacarf, disponían y a su vez reproducían en un nuevo contexto los privilegios que sustentaron sus antepasados: usufructo para ellos y sus mancebas de las tierras comunales cultivadas por viejos y jóvenes, apiris para sus esposas, uso de vajilla y piezas de oro y plata, excesos sexuales y con la bebida, cobro de la tasa doblada, trajinería, etc. (43) .

Todos ellos no constituyen símbolos aislados, sino que se resignifican con la práctica concreta del poder no sólo económico, sino también político, el cual a su vez atempera y refuerza la resistencia del impacto colonial.

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Mercedes del Río Esmeralda, 860, 3er. piso F

(1007) Buenos Aires Argentina

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NOTAS

(1) Diferentes documentos presentan a los Soras siempre junto a otro grupo denominado Casaya. Según Calancha (C. XXID, pág. 1467), éstos fueron mitimaes trasladados al altiplano por el Inca. Actualmente me encuentro desarrollando otros trabajos donde se discute con mayores deta­lles la relación entre los Soras y el Estado Inca.

(2) En 1575, el repartimiento de Tapacarí totalizaba unas 6.014 personas, de las cuales 1173 eran tributarios; en cambio, en Sipesipe había 819 tributarios, en Tiquipaya 504 y en Paria sumaban 3801 , de los cuales 420 eran Soras, 823 Casayas y 2558 Uros.

(3) C.0.G.V. Nº 542 "Apuntes sobre las encomiendas de Paria, Sipesipe, Caracollo y Tapacana" (sic). De acuerdo a este documento, el Capitán Garcilaso de la Vega fue, por cédula de 1540, el prime encomendero de Tapacarí (dato aún dudoso). A los pocos años, esta encomienda pasó por cédula de Vaca de Castro a Alonso Pérez de Castillejo, quien la disfrutó hasta su muerte en 1540, provocada por los partidarios de Gonzalo Pizarro durante las guerras civiles . Debía recibir el tributo de 850 indios de la "provincia de los Soras" y otros 100 Moyos Moyos que le servían en La Plata (R. Loredo 1940: 55). Una vez concluido el alzamiento, La Gasea compensó con esta encomienda al General Gómez de Solís por su solidaridad con la causa del Rey hasta 1566. A su muerte pasó a su viuda, casada unos años más tarde con Hemando de Zárate, quienes la disfrutaron por el resto del siglo XVI. Según el Inca Gar­cilaso de la Vega (1943 [1608]), el nombre indígena de esta provincia era Tapac-ri.

(4) A.G.N.M. Sala XIII, 17-10-4. Estos indios estaban organizados en los ayllus Collana y Cayau

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(anansaya) y Guataca (urinsaya), y fueron los yanaconas de Gómez de Solís y luego de Hemando de Zárate " ... y el dicho General [Gómez de Solís] se auia servido dellos en la labor de las dichas heredades y chacaras de hayopaya ... ". Estos indios yungas se agregaron "de voluntad" al repartimiento de Tapacarí sin la obligación de acudir a la mita de Potosí. No queda claro si estos mitimaes del pueblo de Ayopaya llegaron a esa zona en tiempos del Inca o con posterioridad ya que hay evidencias de que algunos tributarios se agregaron al mismo después de la batalla de Cochabamba. Inclusive sabemos que en 1560 debieron vender algunas tierras para comprar ovejas, pues sus mujeres aún poseían vestidos de algodón, lo que en cierto modo indica un traslado reciente. Sus parcelas estaban en el camino que bajaba desde Tapacarí hasta dar con las rutas de Pocusco y Caracollo. A.H.C., Exp. 16, 1568/1674 ..

(5) "Saliendo de paria para la venta del medio ocho leguas de paria e umo urouro esta un moxon ... ". "Saliendo de paria hacia la venta del medio zinco leguas de paria es el límite de los pastos que el ynga dio a los soras de paria e a los yndios de tapacary. Saliendo de paria para ycoata quatro leguas de paria es el limite de los soras e yndios de tapacary de los pastos que el ynga dio a los yndios de paria". A.H.C., Exp. 19.

(6) El administrador de los "bienes de comunidad" de Tapacarí en 1592 era Pedro Caxinas. Según las declaraciones de sus curacas Hemando Copacallo y Juan Layme, estaban integra­dos por: una estancia llamada Palea con 429 vacas y 13 yeguas, otra estancia llamada Totora con 11.000 ovejas de castilla y 5.500 de vientre y 147 cabras, 3 estancias de ganado de la tierra llamadas Hormire, Andavi y Khoa con 1670 cabezas de ganado y 233 cameros. Asimismo, cada año elaboraban y vendían sus quesos, así como también los cameros. Tenían además un molino de trigo y maíz, un tambo llamado Las Peñas y algunos intereses por censos a cobrar. A.H.C., Exp. 46.

(7) " ... eran tierras del ynga mas sanas para la comunidad llamada uancarany y Jornada aparo­myre y cotaquina oca así tierras de ytapaya como de los yanocos del ynga y otras tierras . .. " A.H.C., Exp. 30. .

(8) A.H.C., ibidem.

(9) A.H.C., Exp. 8. Los 42 pueblos y estancias dispersas en 30 leguas fueron reducidos en: a) Valverde de Tapacarí con 700 tributarios, b) puna de pasina (se trata de Santiago de Hurmire cuya fundación no se concretó para esa fecha), para 450 tributarios y, por último, e) en Ayopaya los 27 indios yungas tributarios. A su vez, las tierras de Moya (huerto) fueron usadas para " ... la dicha tierra de moya esta cerca del pueblo [Tapacan1 para trazar las calles para el pueblo y tiene necesidad el pueblo de la dicha tierra de moya para povlar y reducir por falta de tieras .. . ". A.H.C., Exp. 30.

(10) A cargo de los mitimas estaba el cacique Pomacallo: " ... vio este testigo que al dicho tiempo del ynga residían siempre de hordinario en las dichas chacaras de potopoto yllaurco y col­chacollo quarenta yndios de tapacary poco mas o menos que tenian a cargo beneficiar las dichas chacaras y de ellos era cacique que los tenia a cargo pomacallo cacique de tapacary ... ". En cambio, los mitayos" ... venyan a beneficiar las chacaras del ynga no senbraban en el valle antes trayan de sus tierras sus comidas para comer y acabadas de beneficiar se volvían a sus tierras ... " A.H.C. Exp. 16. Sobre un total de 77 suyos, los Soras de Tapacarí cultivaban 10 suyos y 1/3 (N. Wachtel 1981).

(11) A.H.C., Exp. 52. El subrayado es de la autora.

(12) "El quarto dio a hachacata cacique principal de tapacari. El quinto que dio el dicho guaina capa a condo cacique principal que entonces era de tapacari de quien proceden estos decla­rantes". A.H.C., Exp. 17.

(13) A.H.C., Exp. 19.

(14) En un litigip entre los indios del Paso y Tiquipaya (Cochabamba) con Diego Guzmán

No. 1, julio 1990 99

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(A.H.C., A.R. 1512), se indica que las tierras de Londo fueron " ... guaca e lugar de sus falsos ydolos y adoratorios antiguos ... ", donde los indios hacían sus " .. . bon:¡icheras y taquies y otros ynsultos e maldades ... ", especialmente los más viejos y mitayos que " ... paran en el dicho asiento de londo a beber ... " (citado por David M. Pereira 1980).

(15) A.H.C., Exp. 52.

(16) Véase Luis M. Glave (1989: 288), quien analiza el control político cruzado entre las auto­ridades de anansaya y urinsaya de Asilla entre 1594 y 1725.

(17) A.H.C., Exp. 8; Exp. 52; A.H.P., Caja Real 18; A.G.N., Sala IX, 17-2-5.

Los caciques principales al tiempo de la Visita General fueron: a) Juan Toco, cacique de todo el repartimiento de Tapacarí y principal de urinsaya, quien tenía un salario de 100 pesos ensayados; b) Lucas Ala, segunda persona de urinsaya con 50 pesos ensayados; c) Fran­cisco Ochazara, cacique principal de anansaya con 100 pesos ensayados; y d) Gerónlmo Chlriguana, con 50 pesos ensayados.

(18) A.H.P., Caja Real 18. La pachaca es la unidad administrativa y decimal que incluye a 100 unidades domésticas. Para un estudio detallado de la misma véase Katherine folien 1978 "Inca admlnlstration In the Tlticaca Basln as reflected at the provincial capital of Hatunqolla", Ph. D. Univ. of California, Berkeley.

(19) A.G.N., Sala XIII, 18-1-3.

(20) A.H.C., Exp. 52.

(21) En la chacra Colchacollo del Valle de Cochabamba, el Inca asignó: " . .. el terzero a la par­cialidad de chio del repartimiento de los soras de tapacari. El catorzeno a la parcialidad malconaca indios soras de tapacari" (citado por N. Wachtel 1981). En el amojonamiento efectuado por Huayna Capac para los Soras de Paria, se mencionan frecuentemente los linderos con los malconaca de Tapacarí. En los registros posteriores, especialmente las revisitas, no figuran en ningún momento los nombres "chio" ni "malconaca".

(22) A.G.N., Sala XIII, 18-5-3.

(23) Las fuentes consultadas sobre García Mamani indican que este curaca fue "cacique princi­pal", sin detallar la mitad a la que pertenecía. Consideramos que era de "anansaya" por varias evidencias: Juan Toco era el cacique principal de todo el repartimiento de Tapacarí para esa fecha; su hijo y principal heredero, Cristóbal Tame, llevaba un nombre de un ayllu de anansaya; su "hermano" Gerónimo Chiriguano fue "segunda persona de anansaya" después de su muerte y, por último, porque su mayor apoyo económico lo efectuaba a los ayllus de esa mitad.

Otros trabajos sobre el rol de los curacas surandinos son: J. Murra (1978), S. Rivera (1978), R. Choque (1978), F. Pease (1988), T. Saignes (1987), L. Glave (1989), entre otros.

(24) Recordemos que para esa fecha aún no se había fundado la Villa de Oropesa, de modo que los funcionarios locales, y entre ellos el Corregidor Gerónimo de Osario, se hallaban en el asiento de Canata (Cochabamba).

(25) A similares conclusiones llega L. Millones (1987: 164) cuando analiza un padrón del Cusco de 1689.

(26) En Tiquipaya (1575) la practicaban 4 curacas y simultáneamente 20 tributarios entre casados, viudos y reservados y su número no superaba las dos o tres mujeres.

(27) Los padrones demográficos que hemos analizado para Tapacarí son: A.G.N. Sala XIII, 18-1-1; 17-10-4; 18-1-31. A.H.C. Exp. 8 "Memoria de los yndios que quedaron en el padrón de

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la Visita General..."

(28) Fray A. de la Calancha comenta que fue " .. . trabajosa aquella conversión a los principios i oy no deja olgar a los buenos doctrinantes, porque aunque ay mucho Cristianismo i se fre­quentan los Sacramentos, no son muy dados a las cosas del culto, ... " (1981 [1638]: 1150). Fray Juan del Canto y Fray Miguel de Acosta fueron los primeros agustinos que ayudaron a congregar a los indios en el pueblo de Tapacarí. Mas tarde, Fray Francisco Becerra fue Prior de Tapacarí hasta 1575, cuando pasó a Huancarama, Abancay. Según Calancha, perdió el juicio por sus severas penitencias y murió en el Convento de Lima (op. cit.: 1475).

(29) Véase B. Larson 1988. En el A.H.C. hay otras fuentes que documentan la pugna desatada por las principales autoridades de Tapacarí por la utilización de las tierras de Moyabamba en 1580. Estas fueron ocupadas por Don Gerónimo Chiriguana, segunda persona de anan­saya, para hacer más de 20 chacras para los indios "pobres" de su parcialidad. Sobre estas tierras de reserva, entró Juego un capitán de urinsaya llamado Juan lño con indios forasteros y el apoyo del corregidor Francisco de Hinojosa, amenazando y atemorizando a Don Gerónimo pues " ... andava armado con arcabuz e otras armas e que si no Je matava que se las ponya a pleyto e sacarselas aunque no fuesen suyas ... " (Exp. 52). Más tarde sobre Moya bamba y otras de reserva como Aparumire, ltapaya, etc., entraron Don Juan Toco y los principales de su linaje de urinsaya

(30) Según José L. Martínez (1986, 1988), los objetos emblemáticos de los curacas andinos eran el asiento o dúo, el uso de andas y trompetas, la ropa de cumbi y las plumas.

(31) Debemos recordar que en Sipesipe había una población multiétnica y entre ella un grupo de orfebres originarios de lea.

(32) Véase las figuras del cronista Felipe Guarnan Poma de Ayala (1988 [1613]) de las páginas 80, 126, 220 y 262.

(33) F. Guarnan Poma comenta que el Dr. Avila, extirpador de idolatrías, les quitó " ... mucha cantidad de oro y plata y bestidos y plumages y otras galanterias bestidos de cunbe, auasca, topos, camigetas, porongos, aquillas todo de plata, oro. Los quales tenian para dansar y holgar en las fiestas" (op. cit.: 1022). Sin embargo, esta actitud no ocurrió en Tapacarí ni en el Alto Perú. Para ello será necesario profundizar las relaciones entre los curacas y religiosos, en este caso de la O.S.A.

(34) A.H.C. Exp.

(35) Garcilaso de la Vega comenta que " . .. las plumas de la cola que son muy largas y muy galanas las estimaban en mucho los indios para engalanarse en sus fiestas .. . " (L. VIII, C. XXI).

(36) A.H.C. Exp. 17. V arios testigos se presentan como "tejedores de ropa del ynga" en Sipesipe.

(37) En Paria le tributaban a Don Lorenzo de Aldana tejidos cumbi (M. del Río 1990).

(38) Estos animales se cazaban Qlltes de las lluvias. Los lazos de lana de llama trenzada servían para arrear a los animales salvajes, como las escasas vicuñas, para esquilarlos. Según Murra (1978: 135), el Estado Inca dejó, según una ficción legal, en manos de los curacas y su grupo la caza de estos animales para luego exigirles su lana. L. Bertonio (1984 [1612]: 107) indica que a los cazadores de vicuña que vivían en la puna se los llamaba "lari lari", nombre que perdura hasta la actualidad pues hoy se llama "laris" a los pastores monolingües de las zonas altas de Tapacarí (Dandler 1987: 660).

(39) El cronista Betanzos se refiere a los prisioneros Soras de Huamanga llevados por Inca Yupanqui al Cusco y allí los vestían con " ... camisetas y borlas habían de ser coloradas ... " (C. XIX). '\

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(40) Se usan también camisetas tejidas con lana negra para las ceremonias de iniciación. Véase Cieza de León (L. III, C.7); Cobo (LXIII, C.30); Betanzos (C. XIV). \.

(41) Betanzos 1987(1551], C. XIV.

(42) T. Saignes (1987a, 1987b) efectúa un análisis general para Charcas sobre esta problemática.

<43) A.G.N. Sala XIII, 17-10-4.

ABREVIA TURAS

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ANEXO

[Archivo Histórico Municipal de Cochabamba, Bolivia, Exp. No 21 1572/1669)

[Afio 1572, F.338-339v.J

[F.338) E después de lo susodicho en cinco días del mes de hebrero del dicho afio de mil e quinientos y setenta e dos afios ante el dicho sefior corregidor e por ante my el dicho Pedro de Galvez escribano parescio presente Don Lucas Ala albacea que dixo ser de Don García Mamany difunto y en cumplimyento en lo proveydo e mandado en el auto desta otra hoja por el dicho señor corregidor dixo quel de presente trae el quipo de todos los bienes que a savido y entendido y tener noticia aver dexado el dicho Don Garcia Mamany difunto hazer dellos ynventario como por el dicho señor corregidor lesta mandado los quales bienes estan en el pueblo de Tapacarí en poder de la muger del dicho Don Garcia Mamany y de los frayles questan en el dicho repartimiento y otras partes que son las siguientes

- primeramente cinco cocos a manera de cubilete de plata questan en poder de Ysabel Yspalla muger del dicho Don Garcia Mamany. - yten una anuta de plata que se ponen en el pecho los yndios questa en poder de la dicha Y savel Y spalla. / [F. 338v] yten ochenta e quatro estampas grandes de plata que se ponen un día señalado en la camyseta questan en poder de la susodicha. - yten diez estampas a manera de cascaveles que ponen en los pillos que estan en poder de la dicha lo qual es de plata. - yten una chipana de plata en poder de la dicha. - yten un perco de plata en poder de la dicha. - yten dos ysquisos de oro que se ponen por medallas en poder de la dicha. - yten una arana de oro que se ponen en la frente en poder de la dicha. - yten cinco camysetas de pafio de castilla de colores en poder de la dicha. - yten cinco mantas de cumbe de colores en poder de la dicha. - yten dos camysetas de cumbi en poder de la dicha. - yten doze camysetas de abasca en poder de la dicha. - yten diez y siete mantas de abasca en poder de la dicha. - yten cinco chucos en poder de la dicha. - yten quatro pillos en poder de la dicha./ [F.339) yten dos caraguelles de pafio de castilla en poder de la dicha. - yten unos caraguelles de lienco en poder de la dicha. - yten dos sonbreros de fyeltro biejos en poder de la dicha. - yten siete chuses e frecadas en poder de la dicha. - yten dos cordeles para tomar guanacos en poder de la dicha que son muy gordos. \

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- yten otros ochenta cordeles muy delgados para tomar bicufias e guanacos en poder de la dicha. \. - yten un par de botas de cordoban biejas en poder de la dicha. - yten dos pares de capatos traydos en poder de la dicha.

- todos los quales dichos bienes de suso declarados estan en poder de la dicha Ysabel Yspalla muger ligitima del dicho Don García Mamany segun de suso esta dicho. - yten declaro el dicho Don Lucas Ala estar una cedula de ciento e treynta pesos en que se vendio una mula del dicho difunto en poder/ [F.339v] de Fray Fran­cisco Bezerra Prior de Tapacarí. - yten dixo averle enviado el pastor que guarda el ganado del dicho Don García Mamany por quipo aver trezientos y diez carneros e ovejas de la tierra chicas e grandes en lo qual por no lo aver contado no se certifyca mas de lo quel dicho ovejero le enbio dezir. - los quales dichos bienes de suso contenidos ynventario por bienes del dicho Don García Mamany e juro de presente no saver de otros bienes que se remyte a· lo que paresciere por el testamento e paresciendo lo declarara e ynventariara para que se sepa y entienda dello el qual juramento hizo en forma de derecho e lo firmo de su nombre e dixo estar el dicho testamento en poder de Miguel Martinez en la ciudad de La Plata y el dicho sefior corregidor que presente se hallo lo firmo asymesmo siendo testigos Diego Mexia de Ovando e Cristobal de Arevalo.

Geronimo Osorio - Don Lucas Ala - Ante mi Pedro de Galvez, escribano público y del Cabildo [Rubricadas].

[Afio 1571, F.340-343v.]

[F.340] Memorias de las haziendas que tengo y los reparto a mis hijos y a mis hijas es los siguientes

Testamento de Don García

[Al margen: entregose todo eso a Ysabel madre del dicho Christoval hijo de Don Garcia].- primeramente le de a mi hijo legetimo Chri.stoval Tame una anota de plata y mas una anara de oro y mas un colque perco y mas una hacha de sequita y mas una anara de oro [intercalado: de mi padre] y mas una hacha de sequita de mi padre y mas ochenta camisas de plata de tola y mas mil [ en blanco] de chipe y mas un esquiso de oro y mas dos chucos y mas dos pillos y mas vein­teseis pillos de plata y mas una piesa de aquilla de plata [intercalado: grande] y mas una aquilli [intercalado: chiquita ?] de plata y mas una jaro de plata y mas una vico de limpe y mas dos camisitas de castilla colorado y mas una camisita de azul y mas una manta de colorado y mas una manta de pafio y mas una

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sonbrero y mas una saraguaylla de colorado y mas una saraguaylla de algodón y mas una paño a manos labrado y mas dos piesas de botas y mas dos piesas de espuelas y mas una escrivanias y mas tres mantas de abasca y mas siete camisas de abasca y mas una silla de estraveto y mas un freno y un almohasa y mas veinte [intercalado: quatro] plumas de bacamayos y mas cinquenta lazos y mas una urcoñe y mas una caxa de lansetas y mas una mula que yo tengo le mando al dicho mi hijo Christobal o se benda luego y se le de el dinero della ensillada y enfrenada.

[Al margen: entregose todo esto a su madre Ocharme madre del susodicho].­yten le de a mi hijo bastarte Martín A viri una pieza de aquilla de plata y mas una camisita de paño colorado y mas una manta de quecho y mas una manta [intercalado: de churi] y mas tres mantas de abascas y mas quatro camisitas de abasca [intercalado: de churi] y mas una choco y un pillo y mas seis plumas de guacamayo y mas un sonbrero y mas una silla de estreveto y mas treynta y un lazo y mas una urcoñe./

[F.340v.] Yten le de a mi hijo Jeronimo Cacilla bastardo al hermano de Martín Aviri una jarrilo de plata y mas una chuco y mas una camisita de colorado de paños de castilla.

[Al margen: entregose a Ines Quisuma madre de Hemando].- yten le de a mi hijo Hemando Yocra bastardo una camisita de hampara negra y mas una una [sic] chuco y mas catorze pillos de plata y mas quatro plumas de guacamayos de churi y mas una manta de abasca y mas una camisita de abasca.

[Al margen: entregose esto a Madalena Anarme madre del dicho].- yten le de a mi hijo Bartolomi Canaviri bastardo una pieza de jaro de plata y mas una manta de guillo y mas una camisita de azul paños de castilla y mas una chuco y mas un pillo y mas seis plumas coloradas de guacamayos y mas tres mantas de abascas y mas un camisita de abasca.

[Al margen: entregose a Madalena Coama madre]. - yten le de a Francisco Lampara bastardo una manta de abasca y mas dos camisitas de abascas. - yten le de a mija Luisa Urcori bastardo una manta de abasca y mas una camisita de abasca.

- yten le de para los pobres yndios dos camisitas de abascas y mas una manta de abascas. [Al margen: ... para dallas a los pobres]./

[F.341] Memoria de la plata corriente que devo a personas particulares.

- a Don Alonso Collarana del ayllo de tame devo dies pesos y medio que los

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devo para los yndios de su ayllo a quien le an de pagar de mis vienes. - al dicho Don Alonso debo para si mesmo otros doze pesos ccmientes. - a Francisco Ochasara difunto del dicho ayllo debo otros diez y seis pesos los quales se an de pagar a sus herederos de mis vienes. - a Don Francisco Taca del ayllo de suylca debo nuebe pesos mando que se le paguen de mis bienes. - a Isabel Llacchi debo dos pesos mando que se le paguen de mis vienes. Y mas le mando a la dicha dos bellones de lana. - yten debo a Don Geronimo Chiriguana ochenta pesos. - a Miguel Martinez debo veynte pesos. - a Don Carlos Aribiri debo veynte pesos.

Memoria de la plata corriente que me deben a mi Don Garcia Mamany particu­lares los quales pesos mando y es mi boluntad que los cobre Miguel Martinez.

[Al margen: 10 pesos]- Don Martin Ochani cazique de Paria me debe diez pesos que le preste en Chuquisaca para pleytos. [Al margen: 82 pesos].- Don Juan Toco cazique de Tapacari me debe ochenta y dos pesos los quarenta y dos que le dio Ala del ayllo de libi que me los tenia y los quarenta que le dio en mi nombre Don Martin Ochany. [Al margen: 30 pesos].- Don Simon Yauca del ayllo de catasa me debe treynta pesos. [Al margen: 36 pesos] Miguel [intercalado: Achacata] cazique de Sipesipe me debe treynta y seis pesos. [Al margen: 30 pesos].- Don Garcia Casilla del ayllo de tame me debe treynta pesos. [Al margen: 40 pesos] .- el dicho Don Garcia me debe otros quarenta pesos corrientes los quales pagara de oy en seis meses. [Al margen: 1 peso 4 tomines].- Martin Cayo del ayllo piccho debe un peso 4 tomines [Al margen: 32 pesos; total 261 pesos 4 tomines] .- yten Don Carlos Chinosi del ayllo de tame me debe treynta y dos pesos que me los guarda en su poder./ [F.341 v. Al margen: 60 pesos].- Baltasar Aribiri del ayllo picho me debe sesenta pesos - que me los tiene en guarda - los quales pagara de oy en un año. [Al margen: ojo].- Pedro de Castro hijo del Licenciado Castro me debe un caballo que le preste que me costo setenta pesos. [Al margen: 10 pesos].- yten a Agustin Pirca del ayllo de guancane me debe diez pesos. [Al margen: 40 pesos].- yten Gomez yanacona que fue de Gomez de Solis me debe quarenta pesos. [Al margen: 2 pesos; total: 373 pesos 4 tomines].- Alonso platero me debe dos pesos. - Martin Yucruca del ayllo de picho me debe quatro cientos pesos que me tiene en guarda y depósito.

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- Diego Quispia del ayllo de sulca me debe ducientos pesos que me tiene en guarda y depósito. destos mando se repartan desta manera. - a Christobal mi hijo ligitimo mando se le den en siendo de edad ciento y sesenta pesos. - a tres hermanas suyas mis hijas ligitimas mando que se les de a Ysabel Anarmi cinquenta pesos - a Maria Canama treynta pesos - a Ines Caharmi diez pesos. - a Martín Arbiri mi hijo bastardo que ube en Juana Ocharmi le mando dar ciento y diez pesos. . - a Jeronimo Casilla mi hijo hermano del dicho Martín Abiri ochenta pesos mando se le paguen de mis vienes. - a Bartolome Canabiri mi hijo bastardo que ube en Madalena Anarmi mando se le den cien pesos. - a Marcos Chaquile hermano del dicho Bartolome mando se le den cinquenta pesos. - a Francisco Lampara mi hijo bastardo que ube en Madalena Coama mando que se le den ciento y beynte pesos. - a Hemando Yucura hijo bastardo mio que ube en Ines Quisoma mando se le den cinquentapesos. - a Maria Titima mi hija que ube en Ines Caharme mando se le den quarenta pesos. - a Juana Cayoma que ube en Ynes Quisuma le mando diez pesos. - a Luisa Urcuri mi hija que ube en Ysabel Pacsima le mando treynta pesos.

[F.342) - yten declaro que tengo quarenta bacas las quales quiero que sesten ansi proyndibisas para las necesidades que se les ofrezcan a los dichos mis hijos para con ellas alquilar yndios para sus chacaras digo con la carne dellas. - yten declaro que tengo setenta cabecas de cabras las quales mando se repartan entre mis yanaconas por lo que les soy a cargo y por descargo de mi conciencia. - yten declaro que tengo quatro yuntas de bueyes los quales tienen sus adrecos de rejas y yugos y todo lo necesario los quales tenga en su poder Don Geronimo mi hermano para que con ellos se beneficien las chacaras de mis hijos hasta que ellos sean de hedad para lo poder hazer y despues se repartiran entre ellos. - yten tengo tres nobillos los quales despues que yo muera mando que los maten y los repartan entre los yndios pobres del pueblo. - yten declaro que tengo quatrocientas y siete cabecas de obejas de la tierra chicos y grandes que sentienden con las crías que tienen los quales estan en la puna. - yten declaro que tengo cien cameros de la tierra. - las quales quatro cientas y siete obejas mando que se repartan en esta manera.

- a Christobal [intercalado: Tame) mi hijo lexitimo cien cabecas de las dichas obejas chicas y ,ftrandes. - a las tres herm'anas de Christobal mis hijas lexitimas mando a Ynes Caharme

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diez obejas- y a Ysabel Ananne beynte cabecas - y a Maria Canama diez obejas chicas y grandes. \.. - a Martin Abiri mi hijo bastardo le mando cinquenta obejas chicas y grandes. - a Geronimo Casilla mi hijo bastardo treynta obejas. - a Bartolome Canabiri mi hijo bastardo le mando treynta obejas chicas y gran-des./ [F.342v.].- a Francisco Lanpara mi hijo bastardo le mando treynta obejas chicas y grandes. - a Hemando Yucara mi hijo bastardo le mando beynte obejas chicas y grandes. - a Maria Titima mi hija bastarda le mando beynte obejas chicas y grandes. - a Leonor Pacoma le mando cinco obejas. - a Juana Cayoma le mando cinco obejas. - a Luysa Hurqury le mando beynte obejas. - a Maria Ybama le mando cinco obejas - las quales confieso ser mis hijas bastardas. - a Juan Cayo criado mio le mando quatro obejas. - a Cayoma yndia vieja le mando dos obejas y un camero. - a Maria Taquima yndia vieja le mando un camero y una obeja. - a Bilca yndio viejo le soy a cargo una obeja mando que se la paguen le den otra por ella.

- yten quiero y es mi boluntad que si Dios fuere servido de llebanne desta presente bida mi cuerpo sea sepultado en la capilla mayor de la yglesia deste pueblo de Tapacari. - yten quiero y es mi boluntad que el vicario desta dicha yglesia Fray Francisco Bezerra diga por mi anima nuebe misas y de mis vienes se le pague la limosna dellas. - yten declaro que en Potusi tengo y me deben seiscientos pesos de maiz y harina que enbiado alla - los quales quiero que los cobre Don Jeronimo mi hennano quien conoze quien los debe y dellos de quarenta pesos a Fray Francisco Bezerra vicario de Tapacari para que diga veynte misas y en su ausencia al que fuere vicario - y de los demas pesos mando los tenga y guarde el dicho Don Jeronimo en su poder hasta que mis hijos sean de hedad y despues se lo reparta a ellos como fuere su boluntad entiendese confonne a derecho y a justicia y sean para mis hijos lexitimos y no para los demas./ [F.343] - yten declaro que tengo quatro yeguas grandes las quales se den a mis hijos lexitimos. - yten tengo una chacara en torpa ques de los yndios de Orellana. - yten en ytapaya tengo dos chacaras que se dizen cocaraya y la otra de Garcia Chiriguanca para que se le restituya - la primera se dara a mi hijo lexitimo. - yten tengo dos chacaras en aparomire de maiz y la otra de trigo las quales se repartan entre todos mis hijos. - yten una chacara en achuche la qual se de a mi muger lexitima y a mis criadas. - yten una guerta en este pueblo la qual se de a mi hijo lexitimo.

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- yten tengo quatro casas la mejor para mi hijo lexitimo y la otra mejor despues della [testado: a Martín Abiri] y la otra a Bartolome Canaviri y la pequefia para mi muger y mis hijas lexitimas. - yten una casa que tengo abajo del monesterio mando a mi hijo bastardo Martín Abiri. - yten declaro que tengo y treynta y dos cargas de maiz la mitad en este pueblo y la mitad en guayco y mas otras cinquenta cargas que estan por desgranar y mas ay en la ciudad de La Plata otras beynte carga[s] las quales tiene un yndio llamado Y cho y mas ay en la puna otras treynta cargas de chuño con otras diez cargas de quinua. - yten tengo treynta y cinco cargas de trigo.

- yten declaro y es mi boluntad que sean mis testamentarios y albaceas tenedores de mis hijos y mis bienes Miguel Martinez y Don Lucas Ala cazique de Tapacari y a Don Hemando Copacallo los quales puedan en esto que aqui he testado y los demas bienes mios que parecieren hazer y disponer en todo y por todo conforme a derecho y al bien de los dichos mis hijos - la qual memoria y testamento quiero que valga por mi ultima boluntad para siempre jamas el qual mande hazer es­tando enfermo en la cama del cuerpo y sano del entendimiento estando presentes el muy reverendo padre Fray Francisco Bezerra vicario del/ [343v.] monesterio de Tapacari y los dichos albazeas y Don Jeronimo Chiriguana y Don Pedro Ybafia y otros muchos principales e yndios del dicho repartimiento de Tapacari y porque yo el dicho Don Garcia Mamany testador no se firmar rogue al dicho sefior Fray Francisco Bezerra firmase por my el qual lo firmo juntamente con Miguel Martinez y Don Lucas Ala y Don Pedro Ybafia que fueron los que se pudieron hallar para poder firmar ques fecho en Tapacari en siete de setiembre de mil e quinientos y setenta y un afios. A ruego del dicho Don Garcia Mamany, por testigo Fray Francisco Bezerra -Miguel Martinez - Don Lucas Ala - Don Pedro Hevana [Rubricado].

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