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169 Silvia Monti Raquel, la judía de Toledo: construcción de un mito literario Silvia Monti Universidad de Verona La narración de los amores del rey castellano Alfonso VIII con la bellísima judía de Toledo atraviesa varios siglos de historia literaria española para inspirar más tarde a una serie de autores extranjeros fascinados por el aura misteriosa y las múltiples implicaciones de esta antigua leyenda. 1 Como es sabido, la historia de su génesis y de las posteriores reelaboraciones literarias ha sido reconstruida, partiendo de las pioneras afirmaciones de Menéndez y Pelayo, por James A. Castañeda, en el estudio introductorio a su edición de la comedia de Lope de Vega Las paces de los reyes y judía de Toledo. 2 Más recientemente se han sucedido otros numerosos ensayos 1 Me refiero a la historia de la judía de Toledo como si de una leyenda se tratara, aunque no hay que descartar la hipótesis que pueda tener un fundamento histórico. Acerca de esta cuestión, véase Gerold Hilty , “¿Tiene raíces históricas el motivo de la judía de Toledo?”, in Idem, Íva.l con la edat el corazón creçiendo. Estudios escogidos sobre problemas de lengua y literatura hispánicas, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt 2007, pp. 583-593. En cuanto a los autores extranjeros que han utilizado el tema, recuerdo a los franceses Jacques Cazotte, autor de la novela corta Rachel ou la belle Juive (1778-1788), y Eugene Scribe, quien escribió el libreto para la ópera en cinco actos La juive de Jacques Fromental Halévy, estrenada en París con gran éxito en 1835; en lengua alemana en 1789 apareció el drama de Johann Christian Brandes, Rahel oder die schöne Jüdin, seguido por el poema Alphons und Rahel de Gottlieb Konrad Pfeffel en 1797; sin embargo el mejor y más conocido tratamiento del tema le corresponde al drama Die Jüdin von Toledo del escritor austriaco Franz Grillparzer, quien lo acabó en 1855, aunque el texto permaneció inédito hasta después de su muerte y fue estrenado en Viena en 1873; en 1955 el escritor judeo-alemán Lion Fuechtwanger rescató la leyenda en su novela en tres partes, Spanische Ballade, traducida al español con el título La judía de Toledo (Edaf, Madrid 1992). 2 James A. Castañeda, A Critical Edition of Lope de Vega’s Las paces de los reyes y judía de Toledo, The University of North Caroline Press, Chapel Hill 1962.

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  • 169

    Silvia Monti

    Raquel, la juda de Toledo:construccin de un mito literario

    Silvia MontiUniversidad de Verona

    La narracin de los amores del rey castellano Alfonso VIII con la bellsima juda de

    Toledo atraviesa varios siglos de historia literaria espaola para inspirar ms tarde

    a una serie de autores extranjeros fascinados por el aura misteriosa y las mltiples

    implicaciones de esta antigua leyenda.1 Como es sabido, la historia de su gnesis

    y de las posteriores reelaboraciones literarias ha sido reconstruida, partiendo de las

    pioneras afirmaciones de Menndez y Pelayo, por James A. Castaeda, en el estudio

    introductorio a su edicin de la comedia de Lope de Vega Las paces de los reyes

    y juda de Toledo.2 Ms recientemente se han sucedido otros numerosos ensayos

    1 Me refiero a la historia de la juda de Toledo como si de una leyenda se tratara, aunqueno hay que descartar la hiptesis que pueda tener un fundamento histrico. Acerca de esta cuestin, vase Gerold Hilty, Tiene races histricas el motivo de la juda de Toledo?, in Idem, va.l con la edat el corazn creiendo. Estudios escogidos sobre problemas de lengua y literatura hispnicas, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt 2007, pp. 583-593. En cuanto a los autores extranjeros que han utilizado el tema, recuerdo a los franceses Jacques Cazotte, autor de la novela corta Rachel ou la belle Juive (1778-1788), y Eugene Scribe, quien escribi el libreto para la pera en cinco actos La juive de Jacques Fromental Halvy, estrenada en Pars con gran xito en 1835; en lengua alemana en 1789 apareci el drama de Johann Christian Brandes, Rahel oder die schne Jdin, seguido por el poema Alphons und Rahel de Gottlieb Konrad Pfeffel en 1797; sin embargo el mejor y ms conocido tratamiento del tema le corresponde al drama Die Jdin von Toledo del escritor austriaco Franz Grillparzer, quien lo acab en 1855, aunque el texto permaneci indito hasta despus de su muerte y fue estrenado en Viena en 1873; en 1955 el escritor judeo-alemn Lion Fuechtwanger rescat la leyenda en su novela en tres partes, Spanische Ballade, traducida al espaol con el ttulo La juda de Toledo (Edaf, Madrid 1992).

    2 James A. Castaeda, A Critical Edition of Lope de Vegas Las paces de los reyes y juda de Toledo, The University of North Caroline Press, Chapel Hill 1962.

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    Silvia Monti

    dedicados a diferentes etapas de la historia literaria de esta leyenda o a determinados

    motivos.3 En el presente trabajo me ocupar principalmente de la construccin del

    mito de la juda de Toledo y de su reelaboracin en los tres textos teatrales espaoles

    ms conocidos: el de Lope, el de Mira de Amescua/Diamante y el de Garca de la

    Huerta, y me detendr especialmente en la evolucin de la figura de la protagonista.

    Es difcil establecer cul es la primera documentacin de la leyenda, dada la

    dificultad de datar los manuscritos de muchas obras medievales. La mayor antigedad

    se la disputan los Castigos e documentos del rey don Sancho4 y la llamada Primera

    crnica general, ambas obras redactadas en las ltimas dcadas del siglo XIII.5

    Incluso con estas incertezas, se puede afirmar que las primeras documentaciones de

    la historia se remontan a casi un siglo despus de los hechos narrados, considerados

    la causa de la derrota de Alfonso VIII en la batalla de Alarcos el 19 de julio de 1195.

    Un siglo es un intervalo de tiempo no excesivo, pero que los historiadores de la

    literatura medieval consideran suficiente para permitir la interpolacin de un elemento

    legendario incluso en las crnicas ms autorizadas.

    Sin entrar en los problemas histrico-filolgicos relacionados con las varias

    redacciones de la Crnica general, me interesa subrayar que el episodio, que en los

    Castigos y documentos y en la Primera crnica general era de carcter meramente

    moralista, se enriquece poco a poco con elementos novelescos. De hecho, en las

    3 Entre los primeros, cito por ejemplo el artculo de Felipe Pedraza Jimnez, La juda de Toledo: gnesis y cristalizacin de un mito literario, Jos Abella Llusi, Antonio Fernndez Molina (eds.), Maran en Toledo, Universidad de Castilla La Mancha, Ciudad Real 1999, pp. 19-38 y el de Juan Antonio Ros Carratal, Versiones decimonnicas de la leyenda de la Juda de Toledo, Anales de Literatura Espaola, 5 (1986/87), pp. 425-436; entre los estudios temticos se pueden recordar los ensayos de Gerold Hilty ahora recogidos en el volumen citado en la nota 1. Existe abundante bibliografa sobre las distintas versiones de la leyenda, especialmente sobre la Raquel de Garca de la Huerta, que es imposible indicar aqu.

    4 La obra, cuya fecha de redaccin segn los estudiosos oscila entre 1284 y 1295, auque puede ser incluso ms tarda, fue publicada por Pascual de Gayangos en Escritores en prosa anteriores al siglo XV, BAE, LI, Madrid 1860, pp. 79-228. Existe otra edicin de 1952 indicada en la nota 6.

    5 Segn Ramn Menndez Pidal, que la publica con este ttulo en NBAE, 5, Bailly-Baillire, Madrid 1906, la obra fue escrita entre 1270 y 1289; sin embargo el relato de los amores de Alfonso con la juda aparece slo en el texto de uno de los 16 manuscritos utilizados por Menndez Pidal para su edicin y en una glosa marginal de mano posterior en otro.

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    Silvia Monti

    primeras versiones el amor adltero de Alfonso VIII est asociado, como ya he dicho,

    a la derrota de Alarcos y a la muerte de los hijos varones del rey, hechos interpretados

    como seal de la ira de Dios hacia el monarca pecador. Elemento importantsimo en

    la versin de la crnica es la aparicin del ngel que invita al soberano a arrepentirse.

    Alfonso enseguida se da cuenta de su error y, para expiar el pecado, manda construir

    en Burgos un monasterio y un hospital. Esta narracin subraya, ms que el aspecto

    pasional del episodio, su carcter devoto y moral, en lnea con las recopilaciones

    de milagros medievales, de los cuales utiliza la estructura narrativa tpica:

    accin pecaminosa ofensa a Dios cada en desgracia aparicin milagrosa/intervencin sobrenatural arrepentimiento expiacin con obras pas y regreso a un comportamiento recto.

    En las dos primeras documentaciones de la historia, la figura de la amante del rey

    recibe una atencin mnima: Por siete aos que visc mala vida con una juda de

    Toledo, diole Dios grand llaga e grand majamiento en la batalla de Alarcos en que fue

    vencido6 es la sinttica alusin en la obra atribuida a Sancho IV. Poco ms aade

    la Primera crnica general, sino indicar dnde tiene lugar la relacin ilcita del rey:

    ovo de fazer pesar a Dios en siete aos que mor en la judera de Toledo con una

    juda despendiendo y mal su tiempo;7 la crnica nos dice, as pues, que el rey convive

    con la juda en la judera de Toledo y no en una residencia real. Sin embargo es

    interesante notar que en los Castigos e documentos, cuyo fin era instruir al heredero

    al trono (el futuro Fernando IV), el episodio de los amores adlteros del rey aparece

    al final de un captulo, el XXI, que trata en realidad de la castidad, pero que trasluce

    un despiadado antisemitismo. En l se previene al infante contra la copulacin con

    mujeres judas porque son de ley e de generain de aquellos que mataron a tu sennor

    Jesu Cristo [], que escupieron a Jesu Cristo, tu sennor, en la faz [] que fizieron

    desabor a nuestro sennor Jesu Cristo,8 aunque an peor son tratadas las moras.9

    6 Castigos e documentos para bien vivir ordenados por el rey don Sancho IV, ed. de Agapito Rey, Indiana University Press, Bloomington 1952, p. 133 (cursiva ma).

    7 Cito por la ed. revisada por Diego Cataln, Gredos, Madrid 1977, II, p. 685 (cursiva ma).

    8 Castigos e documentos (supra, nota 6), pp. 126-127.9 Cf.: "Otrosy, mio fijo, non quieras contar con la mora por muger, mas cuentala por bestia"

    [] Que te dire mas? El moro non es sinon perro e la mora non es sinon commo vna perra. E quien peca con mora por conplir su voluntad, es tanto commo si pecase con perra o con bestia", Castigos e documentos (supra, nota 6), pp. 128-132.

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    En la llamada Segunda crnica general o de 1344, volvemos a encontrar el

    episodio transformado en un perfecto relato legendario, rico en detalles novelescos

    y con una verdadera estructura narrativa. El rey se acaba de casar y desde Burgos

    vuelve con la reina a Toledo. Aqu ve a una juda muy fermosa e pagse tanto della

    que dej a la reina y encerrse con la juda sin que nada ni nadie pudiera alejarlo

    de ella. Se precisa aqu que estuvo encerrado con ella siete meses, intervalo de

    tiempo que al redactor o al copista le debi de parecer ms plausible que los arduos

    siete aos. Aunque el enamoramiento sea atribuido a la incomparable belleza de la

    mujer, la permanencia del rey a su lado olvidndose de las obligaciones reales, es

    imputada a fechyzos e esperamientos que le ella saba faer. Se narra, por ltimo, la

    decisin de los nobles de matar a la juda y su sanguinaria realizacin (degollronla

    e a quantos con ella estavan).10 Sigue la aparicin del ngel y el arrepentimiento

    del rey. Notamos, as pues, que aparece citado aqu por primera vez el trgico fin de

    la mujer a manos de los nobles de Castilla y que este hecho sanguinario precede al

    sencillo eplogo milagroso de las versiones ms antiguas, que se refera slo a Alfonso

    y nada deca de su amante.

    Segn Pedraza Jimnez, sin duda los continuadores y refacedores del texto alfons

    quedaron intrigados con la historia de los amores clandestinos de Alfonso VIII [] y

    pusieron evidente empeo en dar sentido al conjunto de la historia.11 Sin embargo, a

    m me parece ms probable que, en el tiempo transcurrido entre la primera y la segunda

    redaccin de la Crnica, hubieran empezado a circular algunos cantares que podran

    haber elaborado la leyenda, aadindole elementos literarios, y que estos textos hayan

    sido usados como fuentes por los redactores de la segunda versin de la Crnica, los

    cuales por otra parte se remiten errneamente a la autoridad del arzobispo Rodrigo (es

    decir, Rodrigo Ximnez de Rada), que sin embargo no menciona el hecho.

    A pesar de que se le concede todava poco espacio, se puede notar que en la versin

    de 1344, a medio siglo de distancia de las documentaciones anteriores, la figura de la

    amante del rey empieza a tomar forma, aunque por medio de la adicin de elementos

    negativos. Adems de juda y bellsima, ahora la amada del rey es tambin una mujer

    versada en encantamientos y hechizos; pero es sobre todo la muerte violenta lo que le

    hace adquirir el rango de verdadero personaje mtico, imprimindole ese sello trgico

    10 Todas las citas proceden del ms. 10.815 de la Biblioteca Nacional de Madrid, fol. 145 r y v, pud Castaeda (supra, nota 2) pp. 17-18.

    11 Pedraza Jimnez (supra, nota 3), pp. 23-24.

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    que ser el elemento caracterstico de su figura y que la har inolvidable. Por lo dems,

    dice la Crnica que el rey, despus de la muerte de la mujer, fue tan cuitado que no

    saba que faer, que tanto la amava que se quera perder por ella, por una mujer que

    el cronista unas lneas ms abajo no duda en definir como aquella maldita juda.12

    Como se ve, en las pocas lneas de esta narracin encontramos ya delineados

    casi todos los elementos que intervienen en la creacin de un mito: un protagonista

    heroico (el rey de Castilla), una mujer bellsima y sensual aunque an sin nombre

    perteneciente a una etnia extranjera, la pasin opuesta a la razn de estado, la

    muerte trgica de ella y, por ltimo, la intervencin sobrenatural capaz de restablecer

    el orden alterado por el despreciable acontecimiento.

    La siguiente versin de la Crnica general, la de 1541 de Florin de Ocampo,

    introduce solo una variante de importancia respecto a las anteriores, la del nombre de

    la amada del rey: la hasta ahora annima juda muy fermosa se convierte en una

    juda que ave nombre Fermosa;13 mientras que los razonables siete meses vuelven a

    ser los ms inquietantes siete aos. Con el nombre de Fermosa, la herona pasar de las

    crnicas a las primeras documentaciones meramente literarias, representadas por los

    romances, que en los aos siguientes tratarn el caso sin aadir nuevos elementos.

    Ya en estas versiones ms antiguas de la leyenda podemos distinguir claramente

    dos motivos que, entrelazndose, constituyen el ncleo narrativo profundo: el primero

    es el amor ilcito de un soberano, que lo aleja de las obligaciones de gobierno; el

    segundo tiene que ver con la connotacin tnico-religiosa de la mujer, que causa el

    enamoramiento y, en un sentido ms amplio, el conflicto que establece una oposicin

    entre la poblacin autctona y el extranjero. Segn las circunstancias en que se escriba

    y los fines que el autor se plantee, veremos prevalecer uno u otro de estos factores

    en las posteriores obras literarias que harn revivir la historia de la desgraciada juda

    toledana.

    Como es sabido, ser Lope a principios del XVII quien dar un nuevo impulso

    a la antigua leyenda, elaborndola primero en los versos finales del canto XIX de la

    Jerusaln conquistada y, posteriormente, en la comedia Las paces de los reyes y juda

    de Toledo.14 En ambas versiones, en la cuestin de los amores clandestinos de Alfonso

    12 pud Castaeda (supra, nota 2), p. 18.13 Florin de Ocampo, Las cuatro partes enteras de la Crnica de Espaa, Agustn de Paz y

    Juan Picardo, Zaragoza 1604, f. 386, pud Castaeda (supra, nota 2), p. 20.14 Acerca de la insegura cronologa de las dos obras remito a Pedraza Jimnez (supra, nota

    3), quien sugiere 1605-1609 para la composicin de los ltimos cantos de la Jerusaln y

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    es fcil leer entre lneas tambin las vicisitudes personales del mismo escritor, que

    durante los aos de la realizacin de las dos obras, casado con Juana de Guardo, viva

    un apasionado y notorio romance con Micaela de Lujn.

    En el poema pico de Lope, lo que nos interesa es un aadido posterior a la

    primera redaccin, que contena solo diecisis libros y en realidad poco tiene que

    ver con el tema de la obra. El episodio se nos presenta como una prueba ulterior a la

    que es sometido el hroe del poema, Alfonso VIII, a su regreso a la patria despus

    de la cruzada en Tierra Santa, en la que en realidad no tom parte. Interesado ms

    en el lirismo de los versos que en la coherencia narrativa y en ningn caso en la

    veracidad histrica, Lope concede poco espacio a la figura de la amante del rey, de

    la que slo recuerda su excepcional belleza. Es importante sealar, sin embargo,

    que el dramaturgo, no satisfecho con el nombre de Fermosa u olvidndose de l, se

    encarga de rebautizar a la juda de Toledo con el nombre bblico de Raquel. Desde

    ese momento, no solo la juda de Toledo ser conocida con este apelativo, sino que

    adems en la construccin de su personaje literario confluirn algunos elementos

    mticos propios de la Raquel de la que se enamora el patriarca Jacob. El mismo autor

    establece una relacin directa entre el relato bblico y la joven juda toledana:

    Llambase Raquel, que aun quiso el cielo

    que la imitase en nombre y hermosura

    y fuese el rey Jacob en el desvelo.15

    A pesar de ser fiel a la crnica de Ocampo, Lope en su poema atena los tonos

    antisemitas, parece poco interesado en el conflicto poltico y evita subrayar el

    aspecto didctico-moralista del episodio; ms bien, segn Pedraza, la Jerusaln es

    posiblemente el primer texto que trata con simpata estos amores adlteros.16 Sin

    embargo, es en la comedia o tragicomedia Las paces de los reyes donde Lope ampla

    a su gusto la antigua leyenda, que pasa de ser un breve inciso narrativo intercalado en

    un texto ms extenso, a convertirse en el tema de una obra propiamente dicha con un

    estatus literario autnomo.

    1604-1609 para la redaccin de la comedia, que en cualquier caso y con razones vlidas, considera posterior a la del poema.

    15 Lope de Vega, Jerusaln conquistada, ed. de Joaqun Entrambasaguas, CSIC, Madrid 1951, p. 379.

    16 Pedraza Jimnez (supra, nota 3), p. 29.

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    Silvia Monti

    Las paces de los reyes y juda de Toledo, publicada en la Sptima parte de 1617,17

    est constituida por dos secciones diferentes. En el primer acto se escenifican ciertos

    acontecimientos de la infancia de Alfonso, hasta su coronacin a los quince aos. Los

    actos segundo y tercero estn dedicados por completo a la cuestin que nos interesa.

    La escasa cohesin entre las dos partes ha sido sealada a menudo por los estudiosos

    actuales como un grave defecto de la obra, aunque, bien mirado, Lope en este drama

    lo nico que hace es seguir el tpico esquema de las popularsimas comedias de santos,

    que implican la escenificacin de diferentes momentos de la vida de los protagonistas,

    incluso con notables parntesis temporales.

    A pesar del evidente desarrollo de la trama, Lope no altera sustancialmente la

    leyenda, sino que la enriquece con detalles y personajes secundarios, incorporndola

    a una realidad accesible al espectador de principios del XVII. En el centro del inters

    del drama ya no se sita, como en las crnicas medievales, la triple culpa del rey

    (considerado adltero, traidor a la fe cristiana e infiel a los deberes reales) y su

    expiacin, sino un autntico caso de pasin prohibida y trgica. Es bastante curioso

    notar que en esta obra el papel de protagonista pasa de Alfonso a las dos mujeres

    que l ama y que la accin se resuelve en un conflicto a distancia entre las dos. Ser

    de hecho Leonor, la reina ofendida, la que instigar a los nobles castellanos a matar

    a Raquel, con lo que obtendr ms tarde el restablecimiento de la paz domstica (las

    paces de los reyes), con la ayuda de la aparicin del ngel al rey. Raquel no tiene armas

    para defenderse y morir asesinada, apenas con el tiempo necesario para declarar que

    ha abrazado la fe de su Alfonso. Pero Lope ha dotado a la bella juda desde su

    primera aparicin de una fuerte personalidad y de sentimientos independientes. Si en

    los textos anteriores apareca como objeto annimo de la concupiscencia real, ahora

    la ha transformado en protagonista activa de la trgica historia. Incluso es ella quien

    se siente atrada por Alfonso antes de que l la vea, mientras se baa en el Tajo con

    su hermana. Y es ella quien considera fra y distante a la noble y bella reina venida

    del norte y cree ms apropiado para el guerrero Alfonso un temperamento ardiente y

    animado de una espaola y, consecuentemente, el suyo. Porque Raquel, an antes que

    juda, se considera espaola:

    17 Entre los trabajos crticos dedicados a esta obra sealo, por su relacin con el tema que estamos tratando, Jess Caas Murillo, Las paces de los reyes y juda de Toledo, de Lope de Vega, un primer preludio de Raquel, Anuario de Estudios Filolgicos, XI (1988), pp. 59-80 (en la nota 2 vase la bibliografa crtica).

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    Silvia Monti

    Yo, Sibila, aunque no soy

    cristiana, soy espaola:

    que basta esta gracia sola. (vs. 1140-43)18

    Una declaracin fundamental esta de Raquel, que resta importancia al conflicto

    tnico-religioso muy acentuado sin embargo en las versiones posteriores frente

    al pasional. Una Raquel, por tanto, que se siente espaola, a pesar de su religin

    juda, y que muere en la fe cristiana solo puede revelarnos la simpata del autor hacia

    ella. De hecho la Raquel de Lope ni es prfida ni tiene sed de poder, no aparece

    como usurpadora de las prerrogativas reales sino solo como mujer enamorada y

    correspondida con la misma intensidad o an mayor, aunque lo que vive sea un amor

    ilcito y por eso deba pagar con la muerte. Ni siquiera se le tacha de encantadora: slo

    el heredero Enrique la acusar de ser la hechicera de mi padre (v. 2107) e Illn,

    incitando a los compaeros al asesinato, la comparar metafricamente con Circe

    y Medea (Entrad, hidalgos, y muera/ la Circe que al Rey cautiva,/ y la hechicera

    Medea! [vs. 2404-06]). La sospecha de que practica la brujera recae, sin embargo,

    sobre la reina; su marido la acusa de haber recurrido a la magia para obstaculizar su

    encuentro con la amante: Vive el cielo, que lo entiendo,/ y que todos son hechizos/

    de Leonor, para quitarme/ el gusto que emprendo y sigo! (vs. 1849-52).

    En el proceso de transformacin de una figura legendaria indefinida en personaje

    literario, Lope se preocupa de dotarla no slo de un nombre apropiado y de una

    verdadera personalidad, sino tambin de una familia: en su tragicomedia Raquel tiene

    un padre (David), un hermano (Lev) y una hermana (Sibila). Los dos primeros tienen

    un papel poco importante; Sibila realiza la funcin ms relevante de interlocutora de la

    protagonista en la primera parte del segundo acto; aunque sea descrita como razonable

    y prudente y como la nica que intenta alejar a su hermana de su pecaminosa pasin

    por el rey, ser cruelmente asesinada junto a Raquel por los nobles castellanos, con la

    poco convincente motivacin por que sea/ esta venganza famosa (v. 2440).

    En definitiva, la tragicomedia de Lope, con sus golpes de escena, sus cambios

    de ambientacin, el estrpito de las armas entrelazado con versos de amor uno de

    los pasajes ms intensos y de gran autenticidad es con toda seguridad el lamento

    de Alfonso por la muerte de Raquel, las escenas paralelas en contrapunto y las

    intervenciones sobrenaturales, hace revivir en un contexto extremadamente evocador

    18 Cito por la ed. de Castaeda (supra, nota 2).

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    Silvia Monti

    la historia de la juda de Toledo, estableciendo sus rasgos esenciales, que de ahora en

    adelante caracterizarn a la desafortunada herona literaria.

    Si en el texto de Lope, Raquel es representada como una herona romntica,

    protagonista de una desgraciada historia de amor, en la comedia de Antonio Mira

    de Amescua La desgraciada Raquel, estrenada probablemente en 1635 pero ya

    escrita en 1625, y publicada en 1667 como obra de Juan Bautista Diamante, con el

    ttulo paradigmtico La juda de Toledo,19 su personaje se enriquece con esos rasgos

    de ambicin y sed de poder, que lo convierten en una figura ms rica de matices

    y ambigua; al mismo tiempo se incrementa en este texto el peso del conflicto tnico

    y poltico frente al pasional. El tratamiento de la historia en el drama de Mira parece

    ms una ampliacin del de Jerusaln, que una elaboracin del de Las paces de los

    reyes.20

    En la obra de Mira, el encuentro de Raquel con el rey Alfonso no es casual, sino

    que ha sido cuidadosamente preparado. Raquel es enviada por su padre, a peticin

    del rabino Rubn, como portavoz de la comunidad juda de Toledo para pedirle al

    rey la derogacin del reciente decreto de expulsin del reino, que ha sido impuesto a

    su gente.21 Ni qu decir tiene que la bellsima juda consigue su objetivo y al mismo

    tiempo conquista y es conquistada por Alfonso. Instalados los dos en la quinta de

    Fernando Illn, Raquel empieza a mostrar su astucia y su sed de poder, logrando que

    los asuntos de estado sean tratados all mismo y que el rey termine por delegar en ella

    las decisiones ms importantes, convirtindola en rbitro absoluto de cada cuestin.

    Ausente el personaje de Leonor la reina es nombrada solo tres veces en toda la

    comedia, la muerte de la juda es decidida, segn la tradicin, por una conspiracin

    de los nobles castellanos y propiciada por la ausencia del rey, que se haba ido de caza

    19 Acerca de la autora de la comedia, vase Rafael Gonzlez Caal, De La desgraciada Raquel a La juda de Toledo: una autora complicada, Roberto Castilla Prez-Miguel Gonzlez Dengra (eds.), La teatralizacin de la historia en el Siglo deOoro espaol, Universidad de Granada, Granada 2001, pp. 241-259. La comedia de Mira de Amescua ya en 1635 haba sido presentada a la censura que haba suprimido algunas partes, como seal Hugo Albert Rennert, Mira de Amescua et La juda de Toledo, Revue Hispanique, VII (1900), pp. 119-140; cf. tambin Donald Alan Murray, ed., Cicritical Edition of La desgraciada Raquel, Stanford University, 1951(tesis sin publicar).

    20 Cf. Castaeda (supra, nota 2), pp. 69-70.21 En realidad la legislacin de Alfonso VIII acerca de los judos parece que fue bastante

    tolerante; cf. Pilar Len Tello, Judos de Toledo, CSIC, Madrid 1979, I, p. 40.

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    intempestivamente. Sin embargo, el asesinato de Raquel no es perpetrado directamente

    por los conspiradores, sino por algunos soldados a quienes les ha sido encomendado y

    que lo cometen fuera de escena: el espectador puede slo or las ltimas palabras de la

    mujer, con las que reivindica la sinceridad de su amor por Alfonso. A su llegada, el rey

    no puede hacer otra cosa que llorar a la amada exnime. Alfonso, preso de la ira y el

    dolor, jura vengarla y la comedia termina aqu sin que asistamos ni a la consumacin

    de la venganza ni al arrepentimiento del soberano.22

    Respecto al texto de Lope, Mira simplifica notablemente la trama a favor de un

    estudio pormenorizado del carcter de Raquel que se convierte en protagonista

    absoluta del drama, dotndola de una personalidad no preconcebida sino en constante

    evolucin a medida que se van sucediendo las escenas. Otro dato importante es la

    presencia concreta en el drama de la comunidad juda de la ciudad y del conflicto

    poltico-religioso que la enfrenta al resto de la poblacin. De hecho Raquel pasa de

    ser la simple causa y objeto del triple pecado del rey a convertirse en la representante

    de su pueblo, al que logra salvar de la expulsin, pero que ms tarde la condenar por

    haberse convertido en concubina del rey. Contrariamente a las versiones anteriores, el

    drama empieza en un ambiente judo y con una clara problemtica poltica. Son estos

    los elementos predominantes que en la Desdichada Raquel se entrelazan con la historia

    del amor pecaminoso hasta casi superponerse a ella. Quiz no sea casual para Mira

    este inters por un tema an vigente en la literatura espaola de las primeras dcadas

    del XVII, dada la persistencia de la cuestin de los conversos y los consecuentes

    procesos inquisitoriales, a pesar de que los judos ya haban sido expulsados haca

    ms de un siglo. El mismo autor, sometido en 1631 en su ciudad natal (Guadix) a un

    proceso de comprobacin de limpieza de sangre en el que testificaron ms de treinta

    personas y tras el cual result apto para el puesto de archidicono de la ciudad, era

    en realidad descendiente de una familia conversa de origen portugus, adems de

    hijo ilegtimo.23 Como en el caso de Lope y sus mltiples amores adlteros, tambin

    22 ste es el sorprendente final de la versin impresa como obra de Diamante. Distinto y msaceptable es el del manuscrito de 1625, en el que, despus de la salida del rey para Illescas, el gracioso anuncia al pblico una segunda parte, que tratar de la venganza de Alfonso y la aparicin del ngel.

    23 Carlos Asenjo Sedano, Notas para una biografa de Mira de Amescua, Agustn de la Granja y Juan Antonio Martnez Berbel (eds.), Mira de Amescua en Candelero, Universidad de Granada, Granada 1996, I, pp.15-27.

  • Raquel, la juda de Toledo

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    Silvia Monti

    esta segunda versin dramtica parecera por lo tanto destacar los vnculos de la obra

    con las vivencias personales de su autor. En cualquier caso, en el texto de Mira de

    Amescua, como a menudo sucede en los escritos de autores de antigua ascendencia

    juda, transluce un fuerte antisemitismo, encarnado sobre todo en la ambicin

    desmesurada e insana de Raquel.

    La comedia de Mira parece ser la fuente inmediata del poema en 76 octavas reales

    de Luis de Ulloa y Pereira, conocido con el ttulo abreviado de Raquel, escrito hacia

    1637.24 Ya Menndez y Pelayo haba afirmado:

    Toma [Ulloa] el asunto de Raquel desde el punto de vista poltico, como una

    leccin a los reyes viciosos y negligentes. [] El autor piensa menos en Alfonso

    VIII y en Raquel, que en Felipe IV y sus mancebas. Por eso hizo una obra

    apasionada y viva en lo poltico y sentencioso, y muy fra en la parte afectiva y

    desinteresadamente potica del argumento.25

    En este poema, que tal vez representa la ms significativa versin no teatral en

    lengua espaola de la historia de Raquel, Ulloa acenta, en efecto, el aspecto moral

    y ejemplar de la cuestin, proyectndola, como bien dice Menndez y Pelayo, en la

    situacin poltica contempornea.

    Para llegar a la versin teatral ms clebre habr que esperar hasta el ltimo tercio

    del siguiente siglo. Me refiero a la Raquel de Vicente Garca de la Huerta, estrenada

    en Orn en 1772 y despus triunfalmente en Madrid algunos aos ms tarde (1778),

    24 El poema, que circul manuscrito durante varios aos, fue publicado annimo en 1643 (sin pie de imprenta: cf. el ejemplar R-12137 de la Biblioteca Nacional de Madrid) con el ttulo Alfonso VIII, rey de Castilla, prncipe perfecto, detenido en Toledo por los amores de Hermosa o Raquel, hebrea, muerta por el furor de los vasallos y se volvi a publicar en 1650 (Madrid, Imprenta Real); slo en 1659 se incluy en la edicin de los Versos de Ulloa. Gonzlez Caal, en el artculo citado (supra, nota 18), p. 247-48, no descarta la hiptesis contraria, eso es, que haya sido el poema de Ulloa la fuente de la comedia de Mira, basndose en una sugerencia de Jos Lara Garrido acerca de la posibilidad de anticipar la fecha de redaccin del poema a 1634 (cf. Jos Lara Garrido, La Raquel de Ulloa y Pereira, stira poltica contra el Conde-Duque de Olivares, El Crotaln, I (1984), pp. 229-253.

    25 Marcelino Menndez y Pelayo, Estudios sobre el teatro de Lope de Vega, edicin preparada por Adolfo Bonilla y San Martn, Librera General de Victoriano Surez, Madrid 1919-1927, IV, pp.101-102.

  • Raquel, la juda de Toledo

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    Silvia Monti

    pero ya escrita y representada en privado quiz algunos aos antes.26 La Raquel fue

    publicada al menos once veces en vida de su autor y todava hoy es con seguridad el

    texto ms ledo y citado del teatro espaol del siglo XVIII. Sera interesante detenerse

    a examinar las razones de la popularidad de este drama, escrito voluntariamente

    como un hbrido de teatro nacional barroco y tragedia neoclsica o como se deca

    entonces al estilo francs, pero por razones de tiempo me limitar a analizar los

    aspectos relacionados con la evolucin de la leyenda y del personaje de Raquel.

    El drama de Garca de la Huerta, que utiliza como fuente el poema de Ulloa,

    presenta un principio in medias res o, mejor dicho, prximo al eplogo trgico de

    la historia. A esta decisin est obligado el autor por respeto a la regla aristotlica

    de unidad de tiempo. Garca de la Huerta respeta estrictamente incluso la unidad de

    lugar: todo el drama se desarrolla en la sala del antiguo alczar de Toledo. En cuanto

    a la versificacin, el autor utiliza exclusivamente el romance heroico, es decir, en

    endecaslabos.

    Tambin al dramaturgo dieciochesco le interesa menos el conflicto sentimental

    que el poltico. De hecho, tambin en este caso est ausente la figura de la reina y

    Alfonso se debate exclusivamente entre las obligaciones de estado y los sentimientos

    personales. Como en otras versiones, tambin en sta el rey termina siendo un

    personaje secundario, a pesar de que todo el drama gira alrededor de su persona.

    El protagonismo se lo disputan de hecho Raquel y Hernn Garca de Castro. Si

    a ella se le reserva el componente sentimental y humano de la cuestin, el noble

    castellano que en trminos actuales podramos definir como lder de la oposicin al

    predominio poltico de la mujer es el portavoz del autor en el conflicto institucional.

    Hernn Garca encarna al mismo tiempo la figura del hroe nacional dotado de valor,

    altruismo, humildad, patriotismo y fidelidad absoluta al propio soberano, pero no a un

    rey inepto, sometido a la tirana de una mujer ambiciosa y desptica, sino ms bien a

    una idea de soberano ideal repetidamente evocada durante toda la tragedia.

    Escrita en aos en que el problema judo era prcticamente inexistente en Espaa,

    la Raquel usa la pertenencia tnico-religiosa de la protagonista en sentido metafrico

    para aludir a la injerencia en los asuntos de estado de personajes extranjeros, en

    especial del ministro reformador Esquilache (el italiano Squillace), blanco de una

    26 Juan A. Ros, en varios estudios y en la Introduccin a la edicin de la obra (Ctedra, Madrid 1988, p. 27), afirma que es probable que fuera escrita ya en 1765 y representada enla Casa de Alba antes del motn de Esquilache.

  • Raquel, la juda de Toledo

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    Silvia Monti

    insurreccin popular guiada por la aristocracia y el clero, que oblig en 1766 al

    rey Carlos III a destituirlo. Es significativo, de cara a probar el paralelismo entre la

    conspiracin contra Raquel y el llamado motn de Esquilache, que en la tragedia de

    Garca de la Huerta, por primera vez, al movimiento de protesta de los nobles se una

    el pueblo toledano, cuya presencia amenazante, aunque no aparezca en escena, es

    percibida con fuerza por el espectador. Es el pueblo el que, al grito (fuera de escena)

    de Muera Raquel para que viva Alfonso, pide la cabeza de la odiada juda ya a mitad

    del primer acto. Los nobles castellanos, cuya conducta segn el propsito del autor

    ha de resultar intachable y justificada por la razn de estado, se emplean en sedar la

    revuelta, pidindole al rey que aleje a Raquel y que expulse a los judos. Slo en un

    segundo momento, cuando Alfonso ha revocado su decreto de expulsin a causa de las

    splicas de ella y le ha concedido ulteriores honores y poderes, Garca se ve obligado

    a instigar a los nobles a recurrir a la eliminacin fsica de la mujer, que sin embargo,

    es llevada a cabo por Rubn, el desleal consejero de Raquel. Este personaje, creado

    por Garca de la Huerta a partir del rabino que figuraba en la obra de Mira, resume en

    s las caractersticas negativas del judo segn las tradicionales creencias populares:

    se muestra interesado, astuto, repulsivo, cobarde, traidor. Sus frecuentes dilogos con

    Raquel permiten que la presencia del elemento judo sea ms consistente en esta obra

    respecto a las versiones anteriores, si bien el antisemitismo del texto se ha de leer

    como una expresin genrica de xenofobia en defensa de los valores nacionales. Por

    lo dems, a los habituales insultos en contra de los judos de que estn salpicados los

    tres actos, se opone por primera vez la voz de las mismas vctimas amenazadas por

    el decreto de expulsin. Dice Rubn a Raquel al principio del segundo acto, en un

    lamento que, aunque interesado, manifiesta un tono sincero que no puede dejar de

    recordarnos que el mismo autor pas muchos aos de su vida en el exilio:

    El llanto deja;

    deja intiles quejas y sollozos

    a mejor ocasin, y considera

    que el general destierro que esperamos

    atemoriza a todos y consterna.

    El pacfico hogar, el quieto albergue,

    edificados por las manos nuestras,

    quedarn de su dueo abandonados

    a injusto poseedor; y las riquezas,

    que acumul la industria y la fatiga,

    apagarn su avara sed apenas.

  • Raquel, la juda de Toledo

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    Silvia Monti

    Considranos ya, que fugitivos

    peregrinamos apartadas tierras,

    y entre brbaros dueos arrastramos

    del cuello esclavo la servil cadena.

    Ancianos, nios, jvenes, mujeres

    de la suerte que aguardan se lamentan,

    y el triste sollozar de Idumeo

    msica es que al castellano alegra. (II, 15-28) 27

    En cuanto a Raquel, la constriccin de los lmites de tiempo en que se desarrolla

    la accin de este drama permite concederle ms espacio al anlisis psicolgico del

    personaje, mucho ms complejo y contradictorio que en los textos precedentes. Ms

    all de su astucia, ambicin y deseo de poder, esta nueva Raquel, que se nos presenta

    en el momento en que ya siente vacilar su situacin, muestra tambin su fragilidad

    e inseguridad, debido a que es consciente de haberse elevado hasta una posicin que

    no le corresponde.

    Tomen ejemplo en m los ambiciosos

    y en mis temores el soberbio advierta

    que quien se eleva sobre su fortuna

    por su desdicha y por su mal se eleva. (III, 299-302)

    El discurso que dirige al rey a mitad del segundo acto es una obra maestra de habilidad

    oratoria, en el que se mezclan la expresin de sentimientos autnticos y frases

    estudiadas para conmoverlo y conseguir as algo que parece absolutamente imposible

    y que sin embargo lograr obtener: la derogacin del decreto de expulsin y de su

    alejamiento de la corte emitido poco antes por Alfonso. En su splica Raquel recurre a

    la antfrasis, negando todo lo que exactamente est pidiendo; por el contrario muestra

    una angustiosa conformidad con lo que le ha sido ordenado, por muy doloroso que

    sea, haciendo gala de un total espritu de obediencia inspirado en el inmenso amor que

    profesa por el rey. Sin embargo, no es necesario decir que el xito en esta desesperada

    empresa no llevar a otra cosa que al final trgico de la desafortunada herona.

    Finalmente, como ltima observacin, no me parece del todo intil llamar la

    atencin sobre el hecho de que hayan desaparecido de este texto, escrito en plena

    poca ilustrada, tanto las intervenciones sobrenaturales como las referencias a

    27 Cito por la ed. de Juan A. Ros, Ctedra, Madrid 1988.

  • Raquel, la juda de Toledo

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    Silvia Monti

    encantamientos o magias de cualquier tipo.

    En conclusin se puede afirmar que las obras teatrales que hemos examinado, ms

    all de las diferencias en el tratamiento de la leyenda que dramatizan, evidencian

    algunos elementos comunes, que podemos resumir en tres puntos. El primer elemento

    y el ms importante es la ductilidad de la historia de la juda de Toledo, es decir, sus

    posibilidades de adaptacin a las expectativas del pblico y a la situacin poltico-

    cultural del periodo en que se representa; esto quiere decir que el episodio del adulterio

    del rey Alfonso con una bellsima hija de Israel, adems de mantener la propia

    valencia literaria intrnseca, es susceptible de asumir ulteriores significados, segn el

    periodo histrico en que se hace revivir el episodio y las intenciones del nuevo autor. Y

    esta posibilidad de ser plasmada cada vez de manera diferente es justo lo que define la

    materia mitolgica, como he afirmado al principio. El segundo aspecto tiene que ver

    con la escasa caracterizacin tnico-religiosa de la protagonista: su judasmo no va

    casi nunca ms all del simple dato consabido y no es confirmado por otros elementos

    (caractersticas, lenguaje, creencias). Es ms, en la versin de Lope la propia Raquel

    subordina su pertenencia religiosa al hecho de ser, antes que nada, espaola. Slo en

    la reelaboracin dieciochesca el tema judo parece adquirir un mayor relieve, si bien

    en trminos negativos y slo como alegora a una xenofobia generalizada, opuesta a la

    exaltacin de la nacin espaola. Por ltimo, se puede observar que en todos los textos

    prevalece el elemento patritico encarnado en una monarqua guerrera y sustentada

    por una aristocracia de sangre.

    Por lo que respecta a la evolucin de la figura de Raquel, es innegable que a partir

    de la obra de Lope adquiere rango de personaje trgico a todos los efectos, un

    personaje en parte negativo, pero capaz de redimirse por la sinceridad del sentimiento

    que profesa por el rey castellano. Raquel fascina al lector moderno, precisamente

    porque es una figura contradictoria y compleja, caracterizada por una ambigedad

    inevitable, que procede de su pertenencia a otra etnia y a otra religin, pero que

    aumenta la sugestin dramtica de este personaje. Incluso cuando, como en el caso

    de Mira y de Garca de la Huerta, los autores parecen menos interesados en su figura

    que en el valor ejemplar de los hechos, Raquel parece casi escapar a sus esquemas y

    erigirse en protagonista de una historia que la convertir en vctima de circunstancias

    que la superan pero, al mismo tiempo, en vencedora de sus enemigos desde el punto

    de vista potico. Las muchas reelaboraciones, que difundirn la desgraciada historia

    del rey Alfonso y de la bella juda incluso fuera de Espaa, se encargarn de demostrar

    la gran vitalidad y la fascinacin de este personaje, marcado por el amor imposible y

    la muerte violenta.