sic. literatura y otros errores

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CONTENIDO Director Gener al Ovidio Ríos Director Editorial Jaime Coello Dirección de Arte y Diseño Jonathan I Carbajal Consejo Editorial Dolores Castro Mayra Inzunza Alberto Chimal Alejandro Velásquez Betancourt Rodrigo Solis Mónica Lavín Julián Castruita Josefina Mena Abraham César Pellicer Óscar Wong Tanya de Fonz Marco Fonz de Tanya Asesoria Editorial José Manuel Ríos Guerra César Cruz Antonio Zavaleta Fernando Daniel García Tovar Manuel De la Vega Gustavo Casas Corrección de estilo Gustavo Maynez F otogr afía Berenice De la Cruz Antonio García Juan José Meza Noemí Nieves W eb Master Adrián de la Cruz Eduardo Lima Colabor adores Darzee Aime O Santiago Ortega (México) Daniela Vargas (México) Adán Echevarría (México) 1 2 Contenido Editorial 3 11 Poesía Teatro 13 24 Cuento Ensayo 28 41 Génesis Entrevista 50 Otros Errores SIC literatura y otros errores Año 1 Número 1 Publicación trimestral Certificado de reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derecho de Autor en trámite. Certificado de Licitud de Título en trámite. Ésta publicación aún no tiene domici- lio. Impresa en Editorial Progreso S.A de C.V. Sabino 293, Colonia Santa Maria la Rivera Delegación Cuaúhtemoc, C. P. 06400 México D. F. Distribuida por SIC. Se agradecerá la reproducción total o parcial del contenido siempre que se mencione la fuente (si no, no agradeceremos). Los textos y fotografías son responsabilidad del autor. Los anuncios publicitarios son responsabilidad de las empresas. Registro ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (a estas alturas ya deben saberlo: “en tramite”) Precio en portada $30 pesos mexicanos / U. S. dls $4. (5 Euros) Agradecemos la colaboración de todos los que enviaron trabajo y por diversas razo- nes no aparecen en este número, esperamos que no provoque distancia. También a las empresas que hacen posible este anhelo por difundir la literatura y otros errores, ya que preferimos equivocarnos en el invento que morir en el nientendo. (sic) www.letrasic.com [email protected]

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Revista de literatura. único número.

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Page 1: Sic. Literatura y otros errores

CONTENIDODirector General Ovidio Ríos

Director EditorialJaime Coello

Dirección de Arte y DiseñoJonathan I Carbajal

Consejo EditorialDolores CastroMayra InzunzaAlberto Chimal

Alejandro Velásquez BetancourtRodrigo SolisMónica Lavín

Julián CastruitaJosefina Mena Abraham

César PellicerÓscar Wong

Tanya de FonzMarco Fonz de Tanya

Asesoria EditorialJosé Manuel Ríos Guerra

César CruzAntonio Zavaleta

Fernando Daniel García TovarManuel De la Vega

Gustavo Casas

Corrección de estiloGustavo Maynez

Fotografía

Berenice De la CruzAntonio GarcíaJuan José MezaNoemí Nieves

Web MasterAdrián de la Cruz

Eduardo Lima

ColaboradoresDarzee Aime O Santiago Ortega

(México)Daniela Vargas (México)

Adán Echevarría (México)

1

2

Contenido

Editorial

3

11

Poesía

Teatro

13

24

Cuento

Ensayo

28

41

Génesis

Entrevista

50Otros Errores

SIC literatura y otros errores Año 1 Número 1 Publicación trimestral Certificadode reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derecho de Autor en trámite.Certificado de Licitud de Título en trámite. Ésta publicación aún no tiene domici-lio. Impresa en Editorial Progreso S.A de C.V. Sabino 293, Colonia Santa Maria laRivera Delegación Cuaúhtemoc, C. P. 06400 México D. F. Distribuida por SIC. Seagradecerá la reproducción total o parcial del contenido siempre que se mencionela fuente (si no, no agradeceremos). Los textos y fotografías son responsabilidad delautor. Los anuncios publicitarios son responsabilidad de las empresas. Registro anteel Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (a estas alturas ya deben saberlo:“en tramite”) Precio en portada $30 pesos mexicanos / U. S. dls $4. (5 Euros)Agradecemos la colaboración de todos los que enviaron trabajo y por diversas razo-nes no aparecen en este número, esperamos que no provoque distancia. También alas empresas que hacen posible este anhelo por difundir la literatura y otros errores,ya que preferimos equivocarnos en el invento que morir en el nientendo. (sic)

[email protected]

Page 2: Sic. Literatura y otros errores

De pronto salimos del sueño

sólo vinimos a soñar,

no es cierto, no es cierto

que vinimos a vivir sobre la tierra.

TOCHIHUITZIN COYOLCHIUHQUI

A poco más de dos años de haber salido de circulación; dos años de la

muerte de Ad Livitum algunos reincidentes hemos vuelto iguales pero dis-

tintos. Seguimos apostando a la difusión y promoción literaria y visual tanto

la del día de hoy como de pretéritos tiempos; creemos en el criterio único

de la calidad y mantenemos la apertura del espacio, en fin que mantenemos

la invitación para todo aquel(la) interesado(a) en tomar nuestras páginas.

Con este primer número de Sic. Literatura y otros errores hemos reunido un

abanico de plumas amplio y sustancioso, nacional e internacional. Este

ejemplar, el mismo que ahora tienes en las manos es producto de los dolo-

res de parto de un grupo numeroso de creadores y artistas de diversas áreas.

No todos aquellos que aparecen entre las páginas se encuentran vivos, ni

están todos muertos, pero están siendo en este macabro natalicio...

En principio proponemos la muerte. Oximorónico comienzo de esta aven-

tura literaria y visual, a la usanza de nuestras más coloridas tradiciones nos

mofamos del fracaso y de la muerte comenzando esta publicación con un

número dedicado al fin de la existencia. ¡Celebremos el nacimiento de este

sueño con el fasto de la Parca! Cualquiera de sus avatares, La Santísima, La

Llorona… ¿Donde quiera que nos encuentre, bienvenida sea...?

Penas ignotas

de madre arrebatada...

¡Ay, ayyy... mis hijos!

jaime coelloeditor

Leo Lobos (Chile)Sonia A. Otero Farias

(Uruguay)Mariana Domínguez Uribe

(México)Blas Valdez (México)

Juan Antonio Sánchez (México)Maria Cristina Beatriz Valle

(Argentina)Edel Morales (Cuba)

Miguel Meza (México)Ángel Lipizano (México)Cristiane Grando (Brasil)

Alejandro Murillo (México)Elisena Ménez Sánchez

(México)Eliana Pérez Gonzalez

(México)Itari Martha (México)Sofía Ortega (México)

Diana Pinedo (México)Manuel Romero (México)Myrna Ramos (México)

Alejandro Sánchez (México)Edgar Omar Avilés (México)

Bruno Bichir (México)Nicolas Huet Bautista (México)

César Panini (México)Magdalena González Chavez

(México)Antonio Cerezo Contreras

(México)

En portadaMictlantecuhtli

Page 3: Sic. Literatura y otros errores

¡Oh, Señor! Vierte un hatchis que anonade y aduermaen mi cráneo sin luz. Mi razón esta enferma,

haz, Señor, que me duerma.

Vierte en mí los vapores del sopor, el amargolicor que me aniquile; llegue mi alma a un letargo

muy callado, muy largo.

Porque ya sólo espero tu piedad infinitay el rubor de vivir, como una ola maldita

me sacude y agita;

porque no he penetrado tu designio secretoal donarle una vida a mi espíritu inquieto

sin destino ni objeto;

porque ya me penetra como un hálito heladohasta el fondo del alma el tenaz desagrado

de haber sido engendrado.

¡Oh, Señor! Vierte un hatchis que anonade y aduermaen mi cráneo sin luz. Mi razón esta enferma,

haz, Señor, que me duerma.

LEZCANO, Antenor. Camagüey. (1839-1878). Fundadorjunto con Salvador Cisneros Betancourt del periódico refor-mista El Camagüey. Fue director de El Popular (1868,Camagüey). Marchó al exilio en México y allí colaboró en El Cultivador(1873) y fundó junto con Nicolás Azcárate, El Eco deAmbos Mundos (1876). Dirigió una escuela de agricultura,a la cual dotó de una Revista Agrícola, redactada por élmismo y subvencionada por el gobierno de México. Autor

de varios libros.

Publicado por primera vez en Revista Moderna, 1 de juliode 1898, año I, núm. 1.

ORACIÓN

Antenor Lescano

Page 4: Sic. Literatura y otros errores

Cuando la tristeza nos inunda nos gotea de los ojos

cae por el cauce seco de la nariz hasta la boca donde escurre en cascadas

por labios afilados y sin que nos demos cuenta quedamos pintados de un color invisible que de algún modo atrae a otros tristes.

Los tristes le crecen al suelo como cipreses al cementerio.

Vagan por las calles disfrazados de espectros, cabezas gachas, sonrisas dibujadas

en el polvo de sus caras, ojos que brillan con el tinte del llanto seco.

Tarde o temprano los tristes se encuentran, se toman de las manos y danzan

un ritmo que al mismo tiempo es feroz y es lento: una danza de ahogados en el fondo del mar más

muerto.

Los tristes danzan tomados de las manos y a través de sus ojos trastocados

la libertad lleva una máscara macabra, el amor es el abismo que se abraza

a los pies del equilibrista que tropieza y la muerte…

la muerte es un gran alivio.

Rodrigo Solís Arechavaleta nació el 11 de diciembre de 1970, enla ciudad de México. Estudió un año de ingeniería en electrónicay un año de ingeniería biomédica. De estos estudios salió la nove-la de ciencia-ficción “El andar del gato” que está recién terminaday en espera de conseguir un editor audaz. Luego cursó una diplo-matura en la Escuela de Escritores, de la Sociedad General deEscritores de México (SOGEM).

Rodrigo Solís.

LOS TRISTES

Page 5: Sic. Literatura y otros errores

IComo si no fuese suficienteDespojarte de la vidaFrente a las frías máquinas

Como si el desiertoExigiera tu sangreLluvia en veranoPara ver flores en suscactus

Como si tus lamentoFuesen el viento nece-sarioQue arrastra la arenaPara cubrir los labios

Como si tu piel morenaDe manera inevitableFuese tambor que llamaA los impunes

Como si sólo tu carneFuese el alimento predilectoDe buitres y perros

IIQue sean tus pezones cercenadosLos ojos con los que mirenA su madre

Que sean tus gritosQue funden tímpanosSus cantos cuando busquen,Miserable, consuelo

Que sean el color de tu carne golpeadaEl tono del maquillajeDe sus días felices

Que sea tu aromático cabello trenzadoLa soga en que cuelguen a diario

Todos y cada unoDe sus sueños

Que sea tu tormentoSu desayuno,

comida y cenaY tu cruz

Leña verde ardiendoen el centro de su

pecho.

Antonio Cerezo Contreras. Nacióel 23 de marzo de 1977 en elDistrito Federal. En 1983, a partirde los seis años, ayudó a un señora aprender a leer y escribir.Descubrió que había personasadultas que no saben leer y escri-bir, lo que le impactó mucho ydecidió alfabetizarlo. Esa acciónmarcaría el objetivo de su vida:enseñar a los demás lo que sabe.Tenía 24 años al momento de sudetención (2001 y actualmentesigue preso) y estudia la carrera deFilosofía en la UNAM.

MUERTAS DE CIUDAD JUÁREZ

Antonio Cerezo Contreras Preso de Conciencia.

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Page 6: Sic. Literatura y otros errores

“Cuando yo me muera, que me tiren a un lote baldío” -Julio Haro

Cuando yo me muera, cúlpese a todo el mundo.

Hágame el favor, Señor Juez De armar un tremendo pedo.

Póngase bravo, afile el colmillo, Que todos se hagan responsables.

Embargue los bancos, las residencias, Que paguen.

Que no se hagan bueyes, Señor Juez, Que indemnicen a mi cadáver Que se les paguen horas extras a las lombrices.

Que nadie se escape, Que todos al calabozo O al paredón O a chingar a su madre. Pero que cada uno de los vivos Se muera conmigo.

Usted mismo, electrocútese O pegue el brinco a la hoguera; Que mis padres vayan a juicio por dejarme morir, Que a Cecilia le den ocho mil años de cárcel Por hacerme tanta falta en la tumba.

Que se rompan todos los focos de esta ciudad, Que se vacíen las cervezas en las coladeras, Que un ejército de ratas siga mi cortejo fúnebre, Que en mi entierro también ellas se hundan.

Asegúrese de que a cada mujer se le rebane un seno, Que las mamilas de mis hijos se rellenen con leche y

con ponzoña, Que el Papa se calle la boca, Que me saquen los dos ojos y que en los agujeros Metan los huevos de mi peor enemigo.

Que me den una última merienda: Que me sambutan la lengua de Fito en la boca. Señor Juez, Señor Juez, O quien sea que quede vivo cuando yo me muera: Muérase conmigo, no sea marica, culero.

Señor Juez O Señor de la Basura o Barrendero O quien encuentre mi cuerpo: No me deje aquí, no pegue carrera. Siéntese un ratito, sacúdame la tierra; Le contaría un cuento, un chiste, o de mi día en laoficina, Si pudiera.

¿Se dio cuenta como la muerte lo hace humilde auno? Le baja los humos, lo convierte en lodo, Le arranca los dientes.

Por eso, no se vaya: Si no se muere el mundo no importa, Es únicamente que de pronto Me sentí muy solo.

Diego Villaseñor. Guadalajara, México. 1978. Fundador delmovimiento del antiprosema, director de la Editorial Gavetay la Revista Masmédula. Ha sido publicado en los periódi-cos Público, El Informador, El Occidental. Publicó el pla-quette “Algunos choritos y antiprosemas” en La TortilleríaEditorial y es coautor de la antología de narrativa “De tantocontar 4”

CUANDO YO ME MUERA

Diego Villaseñor

Page 7: Sic. Literatura y otros errores

Libre de la enfermedad aun en medio de la enfermedadYagyu Munenori

He visto tanta mierda de perroen las calles de París que debocaminar con cuidado en la nochees cuando me parece entoncesescuchar a niños y niñas fantasmasreír en la fila a la entrada delzoológico que para ellos aquí se levanta:un desfile de elefantes blancos cruzala plaza del Louvre haciendomalabares con obras de arte y restosde arqueologías extraterrestres, jirafascorren por los Campos Elíseos comiendolas luces navideñas que crecen en sus árboles, ballenas, delfines, patos salvajes nadan por el Senatragando turistas desprevenidosque encienden flashes en sus narices leones copulan hambrientossobre los tejados como reliquiasde cristal de una ciudad inminente...

Hipopótamos ebrios se atascan en suscalles serpenteantes, en sus arcos triunfales, en su torre famosa...

Galeristas confusoscorren tras caballos libres decarrusel que llevan grabada una estrellade oro en su flanco...

Bandadas de aves tropicales cubren la luna

de plumas de plástico queosos vestidos a la moda soplan

con ventiladores nucleares desdeglobos que intermitentes subeny bajan por escaleras invisiblesque águilas ciegas traen desde Nôtre-Dame...

Campanas-nubes cargadas deperfumes humanos lluevenal final de esta noche sobreel zoológico de plasma y todovuelve en los ojos de un gato sabiamente a ser luz solar y París Parísesotro día.

Leo Lobos

UNA VISITA AL ZOOLÓGICO FANTASMA

* LEO LOBOS (Santiago de Chile, 1966) Poeta, artistavisual, ensayista y traductor. Estudios universitarios de cas-tellano, filosofía, bibliotecología, y comunicación. LeoLobos ha escrito en diversas publicaciones y leído sus tex-tos de arte y literatura en Chile, Argentina, Brasil, Perú,Cuba, Estados Unidos, España, Francia y Alemania. Co-fun-dador del colectivo multidisciplinario “Los jinetes del sala-rio púrpura” a comienzos de los noventa, y a finales de lamisma década del movimiento cultural “Pazific Zunami”junto a los artistas visuales Alex Chellew y Rafael Insunza.El año 2002 Leo Lobos recibe la beca UNESCO Aschbergde literatura y desarrolla una residencia creativa en CAMACCentre d´art. Marnay Art Centre en Marnay-sur-Seine,Francia. El año 2003 desarrolla una residencia creativa enJardim das Artes en Cerquilho, São Paulo, Brasil, donde rea-liza actividades de comunicación y relaciones internaciona-les además de pintar, dibujar y escribir. Ha publicado Cartasde más abajo (1992), Ángeles eléctricos (1997), Camino acopa de oro (1998), Turbosilabas. Poesía reunida 1986-2003 (2003) y como traductor Caminantes de CristianeGrando (Chile 2003 y Brasil 2004) entre otros. Contacto conel autor : [email protected]

Page 8: Sic. Literatura y otros errores

Jaime Coello. Licenciado en Comunicacióny Periodismo (U.N.A.M. E.NE.P. Aragón.) Hapublicado en PC Magazine en español, ElMundo del Café, El Placer de Tomar Café,Neurona (descanse en paz), Ad Livitum(descanse en paz), Eidéthica, Registro,Impulso Universitario, Algunos de sus textoshan aparecido en sitios de internet talescomo www.vinculando.org y www.lacuartacaida.com

¿NO CESARÁ SU LLANTO?

A la memoria de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y Chihuahua.

Ruina por la arena viene,Malas nuevas, con abrojos,Hiel, cadáver y despojos.Macabro teatro perenne:La vida que se detiene.Madres, niñas; ellas... dramas.En Juárez prenden las llamasFuribundas del oprobio.Un patrón bestial cual obvioPor ser mujer no la amas.

Jaime CoelloMuerte lenta Juan José Meza

Page 9: Sic. Literatura y otros errores

El martes, en un paso de montaña, murió un amigo.Otros dos murieron el jueves, en calles distintasde la misma ciudaddonde enmudezco y me oculto y escribo.En el agua salada del mar vi morir el viernesa un cuarto amigo,y antes de llegar a él murió también el quinto:quemado como un paria en la ácida envoltura desalitre.El lunes, todavía el lunes, tiraban fichas a la mesay burlábamosla muerte —de otros, dijimos, será de otros.Y como un relato trucado, una más de sus muchasficciones,escuché la noticia imposible en un largo reportaje elmiércoles:la muerte brutal y simple del primero.Ayer sábado, sin que los médicos sepan todavía porqué,murió mi sexto amigo, el más sabio y dispuesto, elmás joven.No necesito ninguna señal cuando el domingo termi-napara entender quién está muriendo—protegido impunemente en esta casa de todos lospeligros.

Edel Morales (Cabaiguán, Cuba, 1961) Escritor, investiga-dor y promotor cultural. Ha publicado los poemariosViendo los autos pasar hacia Occidente, 1994, y Escriturasvisibles, 1999. Seleccionó y prologó el catálogo de jóvenespoetas cubanos Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo, 2000,y la muestra La Estrella de Cuba. Inventario de una expedi-ción, 2004, todos por la editorial Letras Cubanas. En el2002 la editorial canaria Globo publicó su poemario Lejosde la corriente, corregido y aumentado para EdicionesUnión en el 2004. También en el 2004 Ediciones Luminariapublicó su relato testimonial Los pies en la tierra. Obtuvo,entre otros, los premios Revolución y Cultura, 13 de marzoy Razón de Ser. Sus textos aparecen en numerosas antolo-gías, publicaciones periódicas y sitios digitales de la isla yde otros países. Poemas suyos han sido traducidos al inglésy al francés. Ha impartido conferencias y realizado lecturasen Cuba, España, Venezuela, Argentina, Puerto Rico,México, Estados Unidos y Alemania. Miembro de la Uniónde Escritores y Artistas de Cuba y Miembro de Honor de laAsociación Hermanos Saíz de escritores y artistas jóvenes.Le fue conferida la Distinción Por la Cultura Cubana. Esdirector del Centro Cultural Dulce María Loynaz y de larevista de literatura y libros La Letra del Escriba. Reside enLa Habana.

SEMANA

Y describo el vacío en las formas de esta muerte:el día que se va me lleva hacia la Nada.

Edel Morales

Page 10: Sic. Literatura y otros errores

Quiero que a solas esta nochecuando estés frente al espejo

confieses, ansiosa y desarmada,le cuentes del galope de mis besos

Quiero que al peinar tus cabellos,peines en ellos mi recuerdo.Sean las gotas del perfume

mis labios, anidando en tu pecho

Quiero los frutos de tu huertoy llover, lloverte tierra adentro.

Quiero en la vigilia de tu cuerpodesvelar el sueño de lo eterno

Quiero que a solas esta nochecuando estés frente al espejo

duermas abrazada a mi nombreallí estaré, no importa que esté lejos

Quiero que a solas esta nochebrindes y cantes con la luna

conversa muy largo con la noche...No le mientas, ella sabe que estoy muerto

Gustavo Máynez Tenorio

QUIERO

Gustavo Maynez Tenorio.Reportero y escritor, egresado de laSOGEM, editor y corrector de estilo de ElMundo del Café y El Placer de Tomar Café.Ha publicado en la editorial Plaza y Valdezel libro titulado Canciones y fue editor delas revistas internas del Hospital Infantil deMéxico y de la Lotería Nacional. El textoque nos regala es la letra una canción de suautoría.

Page 11: Sic. Literatura y otros errores

La gran pregunta nos persigue. ¿De qué estamoshechos? ¿De dónde venimos y a dónde vamos? Unmomento transitorio de locura del sueño de alguienque se niega a revelarnos lo más inaudito. Qué hace-mos aquí y para qué. ¿Tiene sentido todo esto? Ya seaen fiesta, en llanto, en dolor, en ausencia, violenta oredentora, la muerte nos cuestiona. ¿Hasta aquí? ¿Esoes todo? ¿Tanto o tan poco para ese momento? ¿El finúltimo? Mientras esto dure, ¿vivir hasta morir?Derrocharlo todo, violarlo todo, pasar por encima detodo y de todos en aras de la propia satisfacción intras-cendente pero justificada por sacarle jugo a ese breveinstante. Las moscas viven un día. ¿Vale la pena estre-llarnos contra el vidrio que impide la salida? Los mexi-canos cargamos a cuestas el temor, el respeto, la cele-bración, el ritual. La muerte es nuestra enseñanza ynuestro castigo. Nuestro pecado y nuestra penitencia,nuestro pase directo a la vida eterna y feliz junto algran señor de barbas blancas sospechosamente anglo-sajón omnipotente que bajo las faldas esconde unaimponente Cuatlicue que nos aguarda maternal pararegresarnos al origen de la tierra y el maíz y así quizádarle sentido a nuestro paso fugitivo. Volver al polvopero no a la insignificancia que somos sino polvo deestrellas. Nezahualcoyotl y Shakespeare, poetas, sub-versivos, soñaron. Morir, dormir, morir, dormir, morir,dormir, tal vez soñar, sólo venimos a soñar. Y de esesueño no despertar jamás. Dulce paz, la nada. No haynada me dijo un compañero actor. El actor sueña quemuere en escena, su escencia es morir, Aristóteles nospauta, la ficción nos exige esa muerte y no hay nadadespués. Nada. La nada. ¿Pero si lo que sigue essoñar? ¿Y de ese sueño no despertar jamás? ¿Cómocrear? ¿Cómo ordenar el caos y reventar las puertas dela percepción sin morir? Este sueño, poeta devenidoen instigador subversivo de las buenas conciencias yalquimista de las grandes pasiones del alma, ¿este

hombre? ¿mujer? ¿homosexual? ¿muchos? ¿ninguno?,¿todos los poetas? este Shake (del inglés “agitar”) nosconfronta, nos sacude. Spear (el motor interno) el pro-vocador. Efectivamente Shakespeare tenía razón:“Estamos hechos de la misma materia que los sueños”El teatro y la vida en términos de la física cuántica esuna verdad ficticia. Nada es cierto por lo tanto todo esposible. Habrá vida después de la muerte y todo valela pena. El teatro es provocador que agita concienciasy sacude el alma de los locos que transitamos, noparamos, no nos quedamos, transitamos este mundoeste tiempo cósmico haciéndolo posible gracias anuestro paso por el mismo. Nosotros le damos sentidoa la muerte. El teatro es un espejo, los actores chama-nes; creamos puentes de enlace para intentar enten-der. En una de las más perturbadoras obras que jamásse hayan escrito Shakespeare sentencia: “La vida es uncuento narrado por un idiota con gran aspaviento yque nada significa”. La Vida Es Sueño y vivimos por nomorir. El Gran Teatro Del Mundo. El teatro nos revelalo que no es posible terminar de explicar con la cien-cia. En el día a día el Foro Shakespeare enclavado enla colonia Condesa del DF, muere todos los días paraseguir soñando. Ven y confronta con nosotros lasdudas en este acto subversivo para seguir buscando laluz. ¿Ser o no ser? Tal vez soñar.

TAL VEZ SOÑAR

Bruno Bichir. Actor mexicano, adicto al teatrosubversivo y revolucionario.

Bruno Bichir.

Page 12: Sic. Literatura y otros errores

PersonajesAsesinadoPolicía (amante del asesinado)Comandante

El lugar será una calle oscura y solitaria.El día será uno de muertos. La hora, ochotreinta de la noche. El policía acordona la zona. El cadáver del Asesinado yace en el piso. Entra el comandante.

COMANDANTEAsí que (PAUSA) usted la engañaba con su… Esposa… Mismo (PAUSA) Ochenta puñaladas en la espalda… (PAUSA). Irremediablemente

ASESINADO(PAUSA) (PAUSA) (PAUSA) (SILENCIO) (LARGOSILENCIO) (SILENCIO MENOS LARGO)

POLICÍAMire tengo. (PAUSA) (PAUSA) (ENOJADO) (MENOS ENOJADO) (CASI MUCHO ENOJADO)Yo soy suicide… Está asesinado.No lo… .¿Habrá usté asesinado?

ASESINADO¿Conocía a la amante? Soy culpable de muerteSe asesinó a el espalda. ¿Tima?

COMANDANTEExactamente. (Perplejo) (No tan perplejo) (Pero algode perplejo)ASESINADOSu esposa.

POLICÍAAsí que usté lo encontró.

SALE EL ASESINADO

FIN

“ASESINATO DE LA MUERTE ORIUNDA”Obra teatral corta

César Panini

César Villaseñor Panini, mejor conocido como CésarPanini nació y creció en la ciudad de México. Vive y tra-baja en la ciudad. Decidió abandonar la preparatoriapara dedicarse a estudiar actuación y trabajar sobre losescenarios. Encontró su refugio como actor, y en unmomento de su vida decidió mezclar sus estudios deactuación con la práctica de la escritura y la producción.De 33 años de edad trabaja defendiendo con pasión, lapasión por el teatro. Si la muerte le cayera en estemomento todos dirán “Cómo trabajó el canijo, fue unnecio y su necedad lo llevó a no separase nunca del tea-tro, del cine y la televisión” Escribió y actuó el Strand Up“El pan para la masa” entre otros. Actualmente de talleresd Stand Up, participa en el Match de improvisación losfines de semana en el teatro Helénico vayaa a verlo,funciones hasta la primera semana de diciembre, y estamontando una obra de teatro del absurdo que el escribióbajo seudónimo.

Page 13: Sic. Literatura y otros errores

Mi mirada se pierde en aquel portón. Ya casi terminala hora de visita y nuevamente nadie se ha acordadode mí. He aprendido a odiar los domingos y todosesos días festivos en que las personas acuden a visitara sus familiares. Mis compañeros son afortunados,despliegan en sus mejillas una sonrisa; a algunos otrosles escurren las lágrimas por sus maltratadas mejillascuando ven que se acerca el entrañable ser. Creo queyo ya no podría hacerlo, mis músculos se han atrofia-do. Por lo menos nunca falta alguien que esté comoyo. En ocasiones nos hacemos compañía para mitigarel dolor, pero hoy está cada quien en su dormitorioesperanzado. Ya son casi dos años de la última vezque mi hija Elena y mi hijo Andrés vinieron y platica-ron conmigo poniéndome al corriente de la familia.Aún tengo presente ese día. Me dio gusto escucharque mi nietecita Fabis fuera tan aplicada en la escue-la y que siempre estuviera en el cuadro de honor;recuerdo que ella se negó rotundamente a que medejaran aquí pero, con su edad, quién le iba a hacercaso. Me alegró también oír que por fin Andrés hubie-ra encontrado a una buena mujer. Me prometió traer-la muy pronto para que le diera el visto bueno y mibendición… Sigo esperando ese día. Ojalá Rubén yGloria nunca se hubieran mudado, ellos sí veníancontinuamente.

Me preocupa que hayan dejado de dar eldinero de la cuota, por eso las atenciones han dismi-nuido. Mi dormitorio ya luce claramente sucio y des-cuidado. Cualquier día de éstos me echan; ya hanamenazado con hacerlo.

Recuerdo el día que me fugué para ir a recla-marles a todos su olvido. Por un momento creí que lesalegraría saber de mí. Deseaba contarles que, aunquetriste por el abandono, me encontraba bien, que siellos lo deseaban, me regresaba, pero con la condi-ción que me vinieran a ver más seguido. Ni siquiera aFabis le agradó; claro, como ya es toda una señorita ya

piensa ahora en los novios. Lo único que me queda esrecordar aquellos días en que la levantaba por losaires en mis brazos. Malos hijos. Ni una semana medejaron estar con ellos. ¡Desdichados! Correrme demi propia casa. Sí; lo único que deseaban era mi dine-ro. ¡Víboras, cuervos! Pero, ¿por qué?, ¿por qué lohicieron de ese modo? Eso de ir por el cura para pedir-me que me fuera fue de muy mal gusto. Pero esto nose queda así, cualquier día de estos me salgo de nuevoy verán que no es fácil deshacerse de mí... ¡Ay!,alguien se acerca hacia acá, ojalá sean ellos… No, noes a mí, han venido a visitar a mi compañero Eustacio,de él si se acordaron. Qué bello, traen varios ramos deflores y un par de arreglos florales. Casi puedo oler loscrisantemos, margaritas y tulipanes; ésos eran misfavoritos. Quisiera que un pétalo viniera a posarsesobre mí. Vengan, siéntense en mi lápida si gustan,prometo que en esta ocasión no me voy a molestar.

Alejandro Sánchez

DÍA DE VISITAS

Alejandro Sánchez nació en su casa en la Cd. de Méxicoel 31 de agosto de 1977. Es licenciado en Ciencias de laComunicación por la Universidad Anáhuac del Sur conun Diplomado en Creatividad por la UniversidadAutónoma Metropolitana (UAM).Es escritor y actualmente labora como guionista de tele-visión y coordinador de contenido en otros proyectostambién televisivos. Es redactor y editor de la revista “Yodiscapacitado”, dirigida a las personas con discapaci-dad. Ha participado en la filmación de cortometrajes yen otras ocasiones como locutor comercial. Cuenta conestudios en locución, doblaje y actuación.Actualmente participa dentro del Taller Integral deCuento, impartido por el escritor Alberto Chimal.En el 2005 obtuvo dos Primeras Menciones Honoríficasen Concursos de Minificción convocados por losGrupos Culturales Fatal Espejo y Osiazul. Ha publicadoen el suplemento Arena del diario Excelsior. Uno de suscuentos ha sido seleccionado para incluirse dentro deuna antología, próxima a publicarse.

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Adán Echeverría

Miras indiferente por el agujero de la pistola. Desdeeste plano puedes ver el perímetro del tubo y, en suoscuridad, pretendes alcanzar los recuerdos que, con-vertidos en un manojo de luciérnagas, encandilan losinstantes de rabia que atravesaban tu vida cada noche,cuando ella se retorcía las manos, esperando salierasde las crisis depresivas que te despertaban el instintode fiera, y conducían los dedos hacia el cuchillo, paratrazar sobre el brazo líneas de sangre, simulando aga-llas enrojecidas de algún pez muerto, o incluso teempujaban a tirarle golpes a las paredes y las puertas,causándote heridas superficiales en los nudillos, todopor la impotencia de controlar los celos.Observas tu carne adherirse al metal del arma.Colocas de tal forma el instrumento en la mano hastasentir que son la misma cosa, combinación de ele-mentos que los conforman, para ser un solo materialviscoso, un miembro transformándose en otro para serparte del mismo. Introduces el metal a la boca y loasientas sobre la lengua. Las imágenes corren vertigi-nosas, indescifrables, a través de tu mirada en el vacío,tu mente las genera: son una cascada arrastrando elmiedo que te inspira la ley y su terrible justicia; eldolor del cuerpo de ella precipitando lágrimas, quecomo un ácido van desfigurando el rostro; no puedesaceptar que hayas sido tú el que causó esas heridas ala mujer que amas, indelebles marcas que sobrepasa-ran el tiempo, esa desfiguración que le impusiste. Y enel calidoscopio de escenas que fabrica la mente, elcuerpo, carne flácida, inerte, de aquel tipo sin nom-bre, sin historia, con quien la encontraste. Ese animalque quiso atreverse a tus dominios, que intentó aden-

COMIENZO

Lágrima Juan José Meza

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trarse para atrapar a tu hembra, y te ha hecho conver-tirte en la imagen de furia que atesoras.No hay sonidos. Habían, pero la concentración sobrela mano que se transforma, con lentitud, con decisión,te han hecho dejar de escuchar aquellos golpes dimi-nutos, angustiados gritos que esperan al otro lado dela puerta, afuera del cuarto donde te escondes. Estecuarto iluminado por ventanas amplias, con las pare-des repletas por las fotografías que te sacaste con ella,los mismos muebles y los rincones que te proporcio-nan paz: estas en casa. La luz filtra constante y, sobrelos ojos, desboca el resplandor. Su calor te atraviesa ylos estertores de los músculos, el sudor espeso quemanaba de tus poros, producto de la huida, ceden.Todo esta quieto, solo percibes el movimiento de tumano recorriendo el arma. Lejos han quedado elcadáver del amante y los pedazos marcados del rostrode ella que tanto te gustaba. Sabes que no hay otrasalida y estas decidido a comenzar de nuevo, a rena-cer. El sabor acre de la heladez del fierro hace que tulengua recorra el cañón para calentarlo. Como si alpasar el proyectil la temperatura no fuera suficiente. Elcerebro lanza las últimas indicaciones al miembromutado y se activa el gatillo.Del otro lado de la puerta (tan pequeña ahora) los gri-tos y los golpes arrecian hasta hacerla ceder. Las per-sonas entran en estampida: unas con la cara descom-puesta por las lágrimas, otras con el rencor y el enojopalpitando en la frente. Ella viene con ellos, afligida,con el rostro sin marcas, limpio, sin sangre, ni huellasen la piel. Los contemplas a todos desde cada ángulo,desde todas partes. Intentas contener la luz que esca-

Adán Echeverría. Mérida, Yucatán (1975). Escribe poemas ycuentos. Biólogo con Maestría Producción Animal por laUniversidad Autónoma de Yucatán (UADY). Ha publicadolos poemarios El ropero del suicida (Editorial Dante, 2002)y Delirios de hombre ave (Ediciones de la UADY, 2004).Participa en los libros colectivos Litoral del relámpago: imá-genes y ficciones (Ediciones Zur, 2003) y Venturas, nubes yestridencias (ICY-INJUVY, 2003). Ganador del 1er.Certamen de Poesía Joven Jorge Lara (2002). Con la Becadel Foecay, categoría jóvenes creadores (2003), realizó lacreación de su poemario Xenan-kó, que se publicará con elapoyo del PACMYC (2005). Segundo lugar en el PremioNacional de Poesía Rosario Castellanos y Mención dehonor en el Premio Nacional de Cuento José AmaroGamboa, convocados por la UADY (2004); Mención dehonor en el Premio Estatal de Poesía José Díaz Bolio (2004).Publica en Navegaciones Zur del Centro Yucateco deEscritores, A.C (CYE); en Abisal del InstitutoQuintanarroense de Cultura; en Luna zeta de Oaxaca; enAcequias de la Universidad Iberoamericana de Torreón,Coahuila; en la revista Tierra Adentro de CONACULTA; enel suplemento Arena del periódico Excélsior (DistritoFederal). Integrante del Centro Yucateco de Escritores, A.C.Coordinó el taller de creación literaria del INJUVY (2003-2004) y participa en el taller del CYE

pa de tus ojos. Visualizar las voces, enfocar sus manos.Todos revolotean a tu alrededor. Los observas precipi-tarse sobre el envase de tu cuerpo, como aves de rapi-ña, sacudirlo en busca del brillo en tu mirada. No haynadie alrededor. Las amplias ventanas de la habitaciónen que te refugiaste se abren con el viento. Eres esevendaval de emociones que en espirales gira sobre tucadáver, preso ante la luz que filtra.

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Edgar Omar Avilés

Genaro, seguido por sus dos hermanos, observa concuriosidad al nuevo en brazos de su madre. Los cua-tro parpadean a la vez.—¿Qué tanto miran?, ¡váyanse a calentar la sopa yluego se sirven! —grita a los niños, que prestos sedirigen a poner leña en el fogón—. Venga al cuartocomadre, quiero contarle algo. —Bueno, pero rápido que ya empezó la procesión.Las dos mujeres, prematuramente avejentadas, sesientan en el borde de la cama. Antonia estira unpoco la mano izquierda para subir volumen a laradio, que no tiene ninguna estación sintonizada; sumano derecha sostiene con firmeza al bebé.—Es demasiado raro comadre..., usted sabe de loque le hablo.—No se preocupe, son cosas de escuincles. Siemprequieren arremedar al más mayor.—Pue’que sí. Pero hasta cuando Genaro se baña losotros se menean, como si estuvieran bajo la mangue-ra. O empiezan a restregarse. —¿Y su viejo ya lo sabe? —pregunta mientras cruzalos brazos.—No, con eso de que nomás viene a encargarlos yse va pa’ la capital.—¡Mmmm, que caray! —exclama molesta y volteahacia la tarde, que se cuela por la ventana: ve uncielo sin nubes donde el intenso sol no hace desapa-recer a la luna.—Una vez vi a Genaro patear una piedra y que derepente siento algo en la panza, cuando aún estabaen espera del tercero.—Eso pasa a veces. ¿Pa’ cuándo bautiza al chilpaya-te?—Después de la cuarentena. Ayer de pura curiosidadles conté los lunares, cada uno tiene setenta y ocho

—dice y mata una mosca en su mejilla.—Pero muchos salen por requemarse, o por tragararañas. —Y la semana pasada mientras le daba de comer, elchiquito me mordió bien fuerte; aunque no tienedientes me la dejó bien lastimada. Luego supe queaquél se estaba comiendo una manzana.—Se hubiera puesto clara de huevo, es rebuena.La procesión desfila junto a la casa, los devotos seríen con fuerza para ahuyentar a los días difíciles.—Y así es diario; seguido dicen las mismas palabrasa la vez. Si se enferma, los otros también se ponenun poco malos.—¿No serán puras coincidencias?, no se acuerda quea Canuta una vez...—No. Además como que se parecen mucho entreellos. —Dicen que sacrificar una coneja preñada es buenopa’ que no haya tanta chiripa. —Ya lo intenté rete hartas veces. Pa’ mí que es ciertolo que me dijo mi ‘amá cuando yo estaba en esperadel segundo.—¿Y qué le dijo? —inquiere con rapidez, a la parque clava la mirada en la fotografía de una anciana.—Que yo sólo tendría un hijo. —Pos’ si ya tiene cuatro.—Nomás tengo uno. Los otros se me hace que reen-carnan del mayorcito —las arrugas de su frente sepronuncian aún más, mientras observa al bebé quemueve la mano como si usara una cuchara.—¡Ay, comadre...!, qué cosas se le ocurren. —No, en serio. Ya pasó una vez en la familia y notiene caso gastar centavos en balde.—¿Y qué piensa hacer? —Darles a los tres más grandes de eso pa’ las ratas,

GENARO

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ya hasta lo puse en la sopa. Ahorita se lo han deestar tomando.Afuera se oye el chillido de un puerco, al ser ahorca-do por el líder de la procesión.—¿Cómo se le ocurre?, ¡hizo una pendejada! —dicemoviendo la cabeza de derecha a izquierda.—Pos’ porque los cuatro son el mismo; sólo eracuestión de ver con cuál me quedaba. Yo me dije:“Mejor con el chiquito, así vive más”. —Pos’ sí le pensó en eso... ¡¿Qué le pasa al chilpaya-te?! —pregunta muy asustada. Antonia responde concalma, después de respirar profundamente:—Ya ve, se lo digo, a éste también le dan los retorti-jones. Pero no se preocupe, nomás los otros se pon-drán tiesos. Pa’ cuando lo bautice le voy a poner Genaro.

Édgar Omar Avilés. (Michoacán, 1980) es egresadode la Escuela de Escritores de la Sogem. Recibió elPremio de Cuento Punto de Partida, así como algu-nas menciones honoríficas en distintos certámenesde cuento, como en el Premio Carmen Báez y enel de Ficción Súbita Sofía Platín. Obtuvo el primerlugar en el Premio Binacional México-Québec deCuento. Reside en el D. F. desde 1999.

Rostros Noemi Nieves

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Estaba trabajando cuando me avisaron que mi abuelahabía muerto; llevaba varias semanas postrada encama, y para mí, desde que no se movía ya estabamuerta. No necesitaba saber la noticia más que paraacudir al velorio, enterarme: más que una pena, fuecomo un alivio, pues ya sufría demasiado.

Era dos de octubre, así que debía atravesartoda la ciudad soportando el tráfico provocado porlas marchas, pero no tenía sentido apresurarse: laabuela no iba a ir a ningún lado.

En la ciudad la muerte se vuelve algo tancotidiano que no nos detenemos a verla cuando senos para enfrente. Decimos “nos vemos mañana”,como si ese mañana estuviera garantizado.

Mientras más me acercaba al lugar dondevelaban a mi abuela más deseaba no llegar, a lafamilia sólo la veía en año nuevo y esta situaciónadelantaba el encuentro tres meses, inevitablementetendría que saludar a todos y soportar la voracidadcon que te dicen “pero ¡cómo has engordado!” o“que flaco estas, ¿qué no comes?”.

La abuela se empezó a sentir mal desde hace comotres semanas, estaba comiendo con ella y mi mamá,cuando me dijo:–Pásame la cerveza que está en el refri, hijo.Mi abuela no era una viejita adorable como la quecuidaba a Piolín, más bien era una vieja mañosa quesiempre le gustaba hacer trampa: tenía diabetes perose las ingeniaba para comer pastel cada que alguiencumplía años. Su mayor alegría era irse de comprascon sus hijas y comerse unos tacos al pastor a pesarde que el doctor se lo tenía prohibido. Cuando llega-ba una sirvienta al departamento, nunca duraba mas

de cinco días porque ella se encargaba de hartarla.Las sirvientas se iban algunas veces porque eran muyhuevonas, pero la mayoría, porque no eran capacesde soportarla; les decía que hacían mal su trabajo yademás les exigía hacer dos cosas a la vez, o estaren dos lugares al mismo tiempo. Y cuidado se per-diera algo porque la principal y única sospechosasiempre era la chacha.Le pasé la cerveza y se la empezó a tomar. Cuandoquiso robarse un pedazo de pastel que estaba en lamesa, no pudo ni agarrar el tenedor. Como era bienterca lo siguió intentando una y otra vez hasta quemi mamá se dio cuenta que ya no coordinaba subrazo. Sólo le dijo:–Cálmate mamá, ahorita te sirvo.–Llévame al hospital, hija –alcanzó a contestar muyespantada.Rápido saqué la silla de ruedas y salimos corriendo ala clínica; como siempre en el seguro social tardabanmucho en atenderla.–Quédate aquí con tu abuela, yo voy a avisarle a tustías –dijo mi madre.Yo no sabía que hacer, mi abuela diez años atráshabía tenido una embolia que le había paralizado laparte izquierda del cuerpo, y ahora ese brazo, elmismo brazo que sólo le servía para agarrar las torti-llas, el brazo que tenía diez años sin mover, se estira-ba y contraía, pero sin ninguna voluntad.–Estíralo hijo, estíralo –suplicaba.–Cálmese, se va a poner bien –le mentía.Media hora después llegó mi tía Angélica.–¿Dónde está mi madre? –dijo ruidosamente. A miabuela la habían inyectado y ya estaba más tranquilay mi tía al verla dijo: –¡Ay máma! Tú y tus pinches

BIENVENIDA SEA

José Manuel Ríos Guerra

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hoteles de paso.

Al llegar al estacionamiento del velatorio, ahí esta-ban todos, la mayoría de negro, aunque destacaba,José, mi primo que traía una playera blanca. Bajé delcarro, y fue José el que me recibió diciéndome:

–Tardaste mucho.La playera blanca tenia impresa la cara del

Che Guevara, era un dibujo y no la clásica fotografíade Korda. En la parte inferior derecha decía: “Encualquier lugar, donde nos encuentre la muerte,bienvenida sea”.

–Muy conveniente –le dije.–Es que vengo de la marcha –contestó.Pasamos e inició el ritual de los saludos y los

abrazos, escuché que una prima me dijo:–Pero ¡cómo has engordado!No hice caso del insulto/saludo y seguí

caminando, a lo lejos alcancé a ver a mi tío Miguel,me sorprendió porque llevábamos más de seis añossin saber nada de él, estaba flaco y barbón, entremás me acercaba oía una voz, la misma voz delinsulto, que decía:

–¡Es un milagro, mi abuelita lo llamó!Mi tío desde joven no hacía otra cosa que

tomar y vagar, y justo el día de la muerte de sumadre se aparecía cuando todos lo dábamos pormuerto. Me le acerqué más y le dije:

–¿Por qué viniste?–Extrañaba a tu abuela –contestó con una

tranquilidad absoluta.Mi prima, cuando llegaba un conocido o

familiar, se lanzaba a sus brazos repitiendo “¡miabuelita lo llamó!”. La gente se le quedaba viendocomo si fuera un bicho raro, tanto a ella como a mitío.

El más grande orgullo de mi abuela fue sacar adelan-te a sus seis niñas y sus dos niños sin ayuda denadie, sin pedirle un favor a nadie. Cuando murió miabuelo, tuvo que salir de Monclova, una ciudad tran-quila, casi un pueblo en 1960, pero no tan tranquiloya que mi abuelo no murió por una enfermedad nien un accidente: a él lo mataron y cuando esto suce-dió había que salir corriendo porque los niños ya noeran tan niños, casi adolescentes capaces de recor-

Amado Nervo Berenice de la Cruz

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dar, y ese recuerdo convertirse en rencor para des-pués buscar vengar la muerte de su padre. Tambiénhabía que aprender todo lo que ella creía que nuncaiba a aprender (con mi abuelo ella no tenía ni quevoltear una tortilla en el comal, pues había tres sir-vientas a su servicio), vendió todo lo que tenían omejor dicho lo malbarató.

Las niñas fueron inscritas en un internado demonjas, de esos donde sólo aceptan gente pobrepero blanca, y así vivieron fuera de todas las dificul-tades económicas, pero lejos de cualquier cariño quepudieran haber recibido en casa.

Los niños en cambio consiguieron trabajo yse olvidaron de cualquier posibilidad de estudiar. Elmás grande se dedicó principalmente a malgastar eldinero que ganaba en alcohol y apuestas, y el otro acomprar lo que podía con su mísero sueldo, que aúnasí le dio para adquirir un departamento enCoyoacán, la zona de la ciudad que más le gustaba ami abuela, o al menos, la que sí podía pagar a travésde un crédito. Ella por su parte empezó a venderfayuca, conocía a muchas actrices que salían en latele y les vendía joyas y pendejada y media que traíade Estados Unidos.

La abuela no se distinguía por ser la másjusta, mientras Jorge (el más chico) se mataba traba-jando y ella lo envolvía en una dinámica consumista.Miguel seguía su vida de vago gracias a que empeña-ba todo lo que compraba mi abuela a expensas deJorge; un día era la plancha o la grabadora, se des-aparecía por meses y siempre regresaba, pero sólopara molestar a su hermano. Se vestía con su ropa,se dormía en su cama; para la abuela era como si nopasara nada, un día Miguel salió con la televisión yno regresó, después de mucho tiempo mi abuela nosdecía “vayan a buscarlo” y sus nietos le bromeába-mos “pero abuela sí ayer lo vi, iba en un mercedescon dos morras”. “Esa es mi cruz” nos contestabatristísima, Miguel ya no regresó, hasta hoy.

En la noche, mis tías se quedaron a velar el cuerpo yen lugar de estar en un ambiente sombrío y triste,parecía que volvían a la infancia en aquel internadolleno de prohibiciones, pero juntas otra vez, eracomo si volvieran a ser niñas, porque cuando esta-

ban en el internado lo único que les faltaba era laabuela, como ahora. No había suficientes sillas paraque todas velaran sentadas, así que si alguna osabapararse para ir al baño o fumar un cigarro inmediata-mente perdía su lugar, entre más minutos pasaron,más escandaloso se volvió el juego de las sillas, y nilas llamadas de atención del personal ni el cuerpomuerto de mi abuela pudieron detenerlas y sólo lasdetuvo el alba.Al otro día fuimos a cremar el cuerpo. Pensar que miabuela renegó siempre del Seguro Social y del ISS-STE, le repugnaba tener que ir a consultas y revisio-nes, no soportaba las largas filas, ni la prepotenciade enfermeras ni doctores, pero sus últimos momen-tos de vida los pasó en una clínica del seguro socialy sus primeros momentos de muerta los pasó en unvelatorio del ISSSTE. Tal vez, en lo único que coinci-díamos mi abuela y yo era en nuestra pasión por lalectura, aunque nunca hablábamos de literatura, ellatenía su cuarto lleno de libros, a veces me pregunta-ba por qué si había leído tanto, era tan insensible alos problemas de otras personas.Ahí estábamos mi familia y yo en esa gran farsa,unos lloraban y otros ponían cara de que nada seríaigual, pero lo cierto es que mientras depositaban lascenizas en la urna, yo no sentía que acudiéramos nia nuestra pena ni a la pena de otros, porque lo querealmente sentíamos era un enorme alivio de no sernosotros los que ya no viviríamos más; nos reunía-mos sólo para constatar quienes quedábamos todavíay esperar no ser los siguientes. En ese momento lamuerte me pareció algo ajeno a la vida, porquecuando ella llegue nosotros ya no estaremos.

José Manuel Ríos Guerra. Nació en Tulancingo,Hidalgo en 1980. Llegó a la Ciudad de México paraestudiar en la Universidad Autónoma Metropolitana en1998, estudiaba Comunicación cuando filosofaba,ahora estudia Filosofía en la Universidad NacionalAutónoma de México y se comunica mejor. Es autor deuna novela inédita intitulada “La vida es un mal chis-te”. Fundador en 2001 de la publicación extintaAd Livitum.

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cerebro seguía dándole vueltas al asunto ése del reca-do. Desvestí a Susana pensando en otra mujer. Le hiceel amor pensando en otra mujer. Luego, al abrazarnosdesnudos en la cama, agotados, me sentí tan culpableque quise confesarle todo. Pero justo antes de que lohiciera, ella empezó a contarme acerca de un admira-dor secreto que tenía, un admirador que llevabameses enviándole apasionados anónimos. Susana melo contaba como si no le diera importancia, como sifuera una anécdota más: yo me desmoronaba por den-tro, caía en la cuenta de que el recado de la mañanano iba dirigido a mí. Tuve que inventarle una excusapara salir del cuarto, para salir a la calle. Necesitabaaire. Necesitaba darle varios puñetazos a un árbol. Mevestí muy a la carrera, bajé las escaleras, y al abrir lapuerta... te sorprendo semiagachado, a punto de des-lizar un recado por debajo de la puerta. Me mirasasustado, con los ojos grandes, como venado a mediacarretera hipnotizado por las luces de un trailer. Nopuedo evitar arrollarte, golpear tu cabeza contra elpiso una y otra vez. Luego te arrastro hasta mi carro yte meto en la cajuela. Manejo hasta un cerro solitario,donde precisamente ahora estoy cavando una fosaimprovisada, anónima, mientras te cuento la historiade tu muerte.

LA ANÓNIMA

Blas Valdés

Precisamente en el día de mi boda alguien me mandaun recado anónimo. ¡Y qué recado!

Siempre te he amado, desde niños. Tantos años, tantasoportunidades y nunca me animé a decirte. Hoy tecasas y te juro que me lleva el diablo. Cuando supe lode tu boda pensé en comprar una pistola y eliminar ami competencia. Pero es inútil. No me queda más quepresentarme en la iglesia, perderme entre los invita-dos, seguir siendo una sombra en tu vida.

Este parrafito salido de quién sabe dónde me sacudiócomo no te imaginas. Me olvidé de los preparativos yterminé yendo a un parque. Durante horas estuve sen-tado en una banca, mirando al vacío como un demen-te. Pasé lista a todas las mujeres de mi vida, amigas,primas, vecinas, tratando de encontrarle un rostro aesa declaración anónima.

Más tarde, mientras me ponía el smoking, seguía pen-sando en esas palabras. Aún parado en medio de laiglesia, frente al cura, no podía sacarme de la cabezaese recado. Susana se acercaba hacia el altar, sonrien-te con su vestido de novia, atrayendo la mirada detodos, y yo, como un canalla, en vez de admirarla,buscaba entre los invitados a la anónima, a esa mujerllena de pasión. Hasta me sorprendí deseando que sepresentara con un arma, que le disparara a la novia ycorriera hacia mis brazos. Me da vergüenza admitirlo,pero me casé con Susana maquinalmente, sin entu-siasmo.

Después de la ceremonia, durante la fiesta, sentía queme ahogaba de ansiedad. Me puse paranoico, creyen-do que la anónima me observaba. Pasada la medianoche, cuando nos fuimos a estrenar la nueva casa, mi

Blas Valdez. Autor de la novela Rompecabezas (Plaza &Valdés, 2002) y del libro de cuentos Restos de Corazón(Tierra Adentro, Conaculta, 1998). Como artista multime-dia ha expuesto en: State of the Arts (Los Ángeles);Mexartfest (Kyoto); Borderhack (Tijuana); File (Sao Paulo);entre otros festivales. Actualmente cursa el Doctorado enEstudios Internacionales en Alliant InternationalUniversity. Más info: http://www.blasvaldez.com

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Manuel Romero

Terminaba ya el día y ella todavía no tenía para darde comer a sus hijos. Se dirigió a la casa de laSeñora; allí conseguiría algo, pues siempre tenía desobra. Al parecer no había nadie; el apuro era grande y ellapensó en sus pobres hijos pidiéndole comida, enton-ces trepó decidida por la enredadera y así logro entraral jardín. Vio una ventana abierta y no espero ni unsegundo; ya dentro de la casa, busco el camino a ladespensa, la cual se encontraba abierta.Un paraíso se revelo frente a sus ojos, por fin tenía alalcance lo que más necesitaba: COMIDA. Su estomago, vacío durante varios días, produjo rui-dos diversos, mientras que su boca se humedecía conla saliva y su mente se inundaba con los pensamien-tos de lo felices que serian sus hijos al ver tanta comi-da. Una vez superado el trance que le produjo aque-lla visión, regresó a la realidad y se decidió por ungran jamón serrano que se asomaba bajo un paño dealgodón. Justo cuando avanzaba para pepenar ese gran jamón,se percato de que no podía mover una de sus piernas,la cual literalmente estaba pegada al suelo; trato dezafarse, pero sólo logró pegarse más. Hizo uso detodas sus fuerzas sin lograr liberarse; no pudo más ycayo de bruces rendida por el cansancio, adhiriéndo-se entonces la mayor parte de su cuerpo a la superfi-cie pegajosa en que se encontraba. Nuevamente vol-vió a insistir tratando una y otra vez, pero de nadasirvió ningún esfuerzo, el pegamento cubría todo sucuerpo. Sintió que la angustia se desbordaba fuera desi y sin poder evitarlo cayó en un letargo de incon-ciencia. Un sueño invadió su mente entonces. En este, llegabaa su casa cargando esa gran pierna de jamón y sushijos felices la vitoreaban dando vueltas entorno a

ella. De pronto una voz en la lejanía la despertó desu sueño, al parecer la Señora y su familia se encon-traban de regreso. La angustia por el momento difícilen el que se hallaba volvió a hacerse presente; teniaque salir de ahí antes de que alguien la encontrara enesa absurda situación. Se esforzó nuevamente parapoder despegarse, sintió un gran dolor pero la bús-queda de la libertad nublaba su mente y de prontofue como si la piel comenzara a desgarrarse, y real-mente era lo que ocurría. Pero esto no acabo con su

Sentada en la tumba Jonathan I Carbajal

La Buena Madre

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Los afilados dientes se hundían en su carne justocuando ella permitió brotar una lágrima de su ojoizquierdo. Pese a todo el sufrimiento, ella se encon-traba feliz, pues sus hijos podrían sobrevivir a ese fríoinvierno. Sentía alegría, pues trascendía por ella y ensus hijos. Que en pocos meses tendrían fuerzas paraprocrear y alimentar a sus propias familias. Su cola semeneo por un par de segundos como si tratara deabrazar a sus hijos y finalmente expiró.

determinación de liberarse. Ella veía aterrada comoparte de su piel y cabellos se desprendían, para que-dar fijos en el suelo, mientras el dolor se incrementa-ba más y más.Ya había librado casi todo su cuerpo cuando un ruidola hizo voltear y ahí, al pie de la puerta de la alacena,se encontraba la señora de la casa, que con un ceñode asco se horrorizó ante la grotesca imagen y actoseguido corrió pidiendo ayuda a gritos.Justo en ese momento ella logró despegarse comple-tamente y mal herida se arrastro, se incorporó ycomenzó a correr, dándose a la fuga; mientras loshabitantes de la casa permanecían inmóviles, escan-dalizados por la sorpresa y sin saber como actuar,indecisos ante la situación.La puerta de la calle se encontraba abierta, así queella aprovecho el momento para escabullirse; en esola señora salió con una escoba junto con más perso-nas armadas de manera similar, con actitud agresiva.Como si fuera prófuga de alguna prisión de máximaseguridad, ella corría entre los transeúntes que, sor-prendidos por su aspecto, se hacían a un lado. Unpolicía que dormía recargado en una banca, nopudo evitar que su perro persiguiera a la intrusa; elcual mostrando los dientes, ladro y se dio a la carrera.Ella sintió el aliento babeante de aquel canidoseguirla de cerca pero apresuró su paso de maneraque logró perderlo, llegando finalmente al callejóndonde su morada y sus hijos se encontraban. Trasobservar que nadie la hubiera seguido entro pordebajo de un par de tablas, ahí entre cajas y cartones,encontró su refugio. Una vez en el resguardo de suhogar, llamo a sus ocho hijos; estos se sorprendieronal ver el estado en que su madre se encontraba, san-grante, con espacios de piel depilados y algunos otrosdesgarrados. Esto los entristeció y por instantes susestómagos dejaron de recordarles la falta del alimen-to. Ella se lamentó con un tenue quejido y finalmen-te, con un suspiro, se tendió moribunda sobre elsuelo duro. Uno por uno sus hijos la rodearon e, inclinándosepara llorar, la acariciaron y besaron en un inútilintento por reanimarla. Pero luego acercando susencorvados cuerpos, los hambrientos pequeñueloscomenzaron un atroz rito. Tumba Berenice de la Cruz

Manuel Romero. Escritor mexicano nacido enGuadalajara, Jalisco un lluvioso sábado de 1978, despuésde pasar dos semanas en la incubadora y un par de añosde vida nómada se estableció en el Distrito Federal(1981),donde radica actualmente. Realizo estudios deFísica en la UNAM sin embargo su vocación literariacomenzó desde su mas tierna infancia. Sus obras inclu-yen un libro de cuentos “el Venado y el Colibrí” y “Nico”una novela infantil, ambas aun por publicar.

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ridad admirable que representa, para los vivos, la fe enla vida”, y agrega:Se vive y se muere solo. La diferencia estriba en que,mientras vivimos, hay seres que nos odian y que nosaman. Nos envidian o nos desprecian; pero el quesabe que va a morir está más allá del odio y del amor,de la misma envidia y hasta del desprecio.

En el caso de La muerte de Iván Ilich, el protagonistase enfrenta a este razonamiento mediante un procesode degradación de la vida que lo encamina hacia unatransformación emocional (e incluso espiritual) hastallegar a su muerte, como en un acto de liberación,anulando todos sus temores.En esta novela resalta aún más el distanciamientoentre los sanos y quien se acerca a su muerte: IvánIlich, además de saberse inútil ante sí mismo y unestorbo para sus hijos y esposa, debe padecer la indi-ferencia de sus amigos y, peor aun, de su familiares,irritándose ante la alegría, la salud y la fuerza de losotros que no logran comprender su estado ni su trans-formación.Comprende que la felicidad es efímera y que mientrasse es sano y se vive en la opulencia, la gente te quie-re; pero que cuando padeces un terrible mal, lo únicoque desean los que te rodean es que te mueras paraque ellos puedan llevar una existencia normal.

Así, ante la muerte, los seres humanos no sólo nosdiferenciamos de los dioses (en caso de considerar suexistencia) y de los animales, sino también de nuestroscongéneres, transformándonos en individuos incom-prendidos al momento de nuestro proceso de extin-ción.

ESENCIA DEL HOMBRE: SU FINITUD

Elisena Ménez Sánchez

Uno de los conflictos que más atormentan al hombrees el de enfrentar su propia muerte.Como organismos inteligentes, los humanos nos sabe-mos seres destinados a morir y en función de ello vivi-mos, a pesar de no siempre pensar en nuestra propiamuerte e incluso de querer rebasar el límite de la mor-talidad con nuestros actos que deseamos nos den tras-cendencia en los siglos.El poema épico de Gilgamesh, el ensayo Reflexiónsobre la muerte de Torres Bodet y la novela La muertede Iván Ilich de León Tolstoi son ejemplos de cómo elhombre enfrenta su circunstancia a través de la esen-cia que lo separa de los animales y de los dioses, esen-cia que no es ni su finitud ni su incapacidad paraalcanzar la inmortalidad, sino su absoluta concienciade saberse un ser para la muerte.En el Gilgamesh, a diferencia de los hombres, los dio-ses son inmortales; para ellos la muerte no existe y,por lo tanto, no tienen conciencia de ella; por suparte, los animales, aun siendo mortales, carecen deesta conciencia, para ellos la muerte es impensable.Ante lo imposible y lo impensable, el hombre se haceconsciente de su finitud.En los textos citados de Bodet y Tolstoi se presenta otracaracterística del ser humano consciente de estehecho: el hombre que, por falta de salud, se aproximaa su muerte sufre un distanciamiento del resto de loshombres enajenados del proceso degenerativo de lavida.En este sentido, en su ensayo, Torres Bodet afirma quevivir es un acto de egoísmo como también lo es eltemor de morir porque quien comienza a aproximar-se al final de sus días se queda solo ante su propiaangustia, contemplando el “espectáculo de esa solida-

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Ante la diferencia y el aislamiento, el camino hacianuestra muerte termina siendo no sólo un proceso dedegradación física, sino también un punto medular enque, como unidades, hallamos ante nosotros mismosla vida que se va.Luego entonces, la verdadera razón de vivir tal vezsólo sea ese instante en que se precipitan las horas, losdías y los años vividos para entender nuestra existen-cia de individuos en función de nosotros mismos y delos otros, aceptando con ello queSomos, apenas, gotas de un río inmenso. Si una sepierde, millones y millones se disponen a remplazar-la. Nada acaba con el ente que acaba, sino -a losumo- su oscuro estremecimiento. La única ley positi-va de la existencia es la de no atar el destino delmundo a la de la dimensión de lo individual.

Al final, somos un grano de arena en el cosmos, perocon una esencia: la conciencia de haber sido.Habrá que preguntarse ahora, ¿qué finalidad tiene estaesencia después de muertos? Por supuesto, esta res-puesta cada quien podrá encontrarla en el instante deabsoluta soledad, al enfrentar su propia muerte.

Elisena Ménez Sánchez (nacida el 29 de diciembre de1970 en el municipio mexiquense de Teoloyucan)radica en la ciudad de Toluca, Estado de México. Eslicenciada en Letras Latinoamericanas y actualmentees estudiante de la Escuela de Escritores de laSociedad General de Escritores de México (SOGEM).En 1988 obtuvo la beca anual del Centro Toluqueñode Escritores, con la edición de su poemario Carcaj depalabras, y ese mismo año se incorporó a la Unión deEscritores Mexiquenses, Asociación Civil.

1 Jaime Torres Bodet. “Reflexión sobre la muerte”; enJosé Luis Martínez. El ensayo mexicano moderno.Colección Letras Mexicanas, FCE.2 Ibidem.3 Guadalupe Obón L. “Prólogo”, en León Tolstoi. Lamuerte de Iván Ilich. Editorial Nuevo Talento.México.4 Jaime Torres Bodet. “Reflexión sobre la muerte”;en: Op. cit.

Mermaid Daniela Vargas

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Alejandro Murillo

Las mismas cinco muertes se representan mediante lavisión de dos autores distintos. Uno basado en el otro,Sofia Coppola y Jeffrey Eugenides dieron cuenta de susgrandes talentos a través de sus respectivas ÓperasPrimas, película y novela para ser precisos, ambasarropadas por el mismo título: Las vírgenes suicidas.

Al morir, la vida de quien muere se convierte en laserie de recuerdos que son conservados por quienes leconocieron. Para un grupo de jóvenes el recuerdo nofue suficiente. Para el escritor y la cineasta, la sistemá-tica reconstrucción que estos jóvenes hicieron alrede-dor de sus cinco seres más queridos se convirtió en elprimer gran desafío profesional.

Como algo que por prohibido es más anhelado, ungrupo de jovencitas, recluidas injustamente por unamadre que tan sólo intentaba bien educarlas a base dela supresión del contacto entre ellas y el exterior, seconvierten en objetos de culto de sus vecinos, sobretodo luego de la artificiosa muerte en conjunto deellas: las vírgenes suicidas.

Bautizadas por Jeffrey Eugenides y confirmadas porSofia Coppola, las hermanas Lisbon encarnan la fasci-nación humana hacia aquello improbable: un tiempotruncado que jamás se conocerá, la finitud de unavisión ahora imaginada.

Tarea compleja la de reconstruir la vida a partir de lamuerte, en ambas obras esa complejidad se manifies-ta mediante sus propios lenguajes. En la novela laspiezas son todas palabras estructuradoras de accio-nes, situaciones, sensaciones e imágenes a partir de lafigura del narrador que cuenta y describe. En la pelí-cula, las piezas son los varios lenguajes que estructu-

ran sentidos narrativos, abstractos y conceptuales,mediante el narrador en off, las secuencias claramen-te oníricas, la música diegética y no diegética, el diá-logo sin función dramática, y el privilegio del desarro-llo cronológico contra la discontinuidad temporal delestilo de la novela.

Ambas obras demuestran originalidad y talento de susautores, hábiles en la construcción de una historiaajena que ha de componer el primer intento paracomprender los suicidios, así como la invocación deltiempo improbable que no ha logrado desprendersede su mal olor.

Considerada un nuevo clásico contemporáneo, lanovela de Eugenides escudriña la muerte a través delrompecabezas de hechos que describe el narrador:una cúmulo discontinuo en el tiempo, cuyo presen-te/pasado (la vida de las suicidas) se yuxtapone alfuturo/presente (la influencia de su muerte y la misiónde unir los eslabones del misterio), sucediendo entreambos la inclusión y exclusión de breves declaracio-nes esporádicas por parte de personajes entre cuyaslíneas se descubre el sentido que tienen para el todonarrado. Con su tono naturalista y las palabras frías, lanovela se dedica a reacomodar estas piezas en buscade una explicación que corte la ansiedad por esetiempo improbable.

De esta manera, el suicidio como preocupación de lasautoridades escolares da pie a la voz de un preocupa-do padre de familia, mientras que el enigma de lashermanas abre paso a la crucial declaración, añosdespués, de Trip Fontaine, único hombre exitoso quealcanzó a sentir el amor de las Lisbon a través de lacatorceañera Lux. Sin embargo, la función de incluirtanto al primero como al segundo testimonios dentro

LOS SUICIDIOS VÍRGENES

Continúa en la pág. 31

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encontramos:El sueño de Quetzalcoatl, título del primer cortome-traje del Génesis de la Animación Mexicana, la histo-ria comienza con la victoria ante los españoles el 13

Jonathan I Carbajal

Génesis es el movimiento artístico-cultural mexicanoque agrupa a creadores de distintas áreas de expre-sión, para consolidar estilos propios de nuestra identi-dad nacional, para producir propuestas innovadoras ycompetitivas a cualquier estilo ya existente en elmundo, partiendo del hecho de no haber sido con-quistados por los españoles, valorando, utilizando yevolucionando nuestras raíces prehispánicas.

Así surgen el Génesis de la animación, literatura,música, videojuegos, ilustración e historieta, apoyadopor diversas metodologías en constante enriqueci-miento por los creadores, para que este movimientocobre fuerza y sea reconocido en todo el mundo, y seconvierta en la base de una nueva identidad artística.El lugar de encuentro impreso de los creadores se cen-trará en la revista SIC Literatura y otros Errores, el laweb, mediante el portal www.mx-genesis.com conforos, descargas, encuestas, contacto etc. así comoimpulsado por talleres, cursos, conferencias, concur-sos, exposiciones, publicaciones, etc.

Todos pueden ser creadores del Génesis, el formarparte del Génesis no tiene costo, únicamente tienesque comenzar a generar propuestas, cada creadorconserva enteramente su autoría y el Génesis seencarga de darle difusión a cada propuesta mediantediversos medios, como lo es el portal de Internet.Dentro del marco del propuestas, como ejemplo Génesis de la Animación Mexicana

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de agosto de 1521, el imperio azteca alcanza la mayorcumbre tecnológica, transcurre el año de 1902, pormedio de un joven guerrero el verdadero diosQuetzalcoatl guía a los hijos del sexto sol en una bata-lla sin descanso, buscando conquistar a aquellos quealguna vez cruzaron el mar con el fin de destruir nues-tra ciudad y nuestros dioses.

Así da inicio el Génesis el movimiento artístico-cultu-ral sin precedentes en México, es el momento de dejarde producir para nosotros mismos y trabajar en unmismo sentido, con la firme convicción sobre nuestrasraíces, las cuales no se quedaron en el pasado, estánmás vivas que nunca, y esta vez nadie podrá detener-las, una bienvenida a todos los hijos del sexto sol.

Jonathan I Carbajal, diseñador de laComunicación Gráfica en la UAMAzcapotzalco, becado por cuatro añospor la SEP-Pronabes con alto promedio.Ganador del logotipo de los 30 años dela UAM, miembro del equipo ganadordel logo del 70 aniversario del IPN, asícomo distintos reconocimientos porimagen, siete exposiciones individualesy colectivas, 45 ilustraciones y 12 porta-das de revista publicadas, director deArte de la Revista SIC Literatura y otroserrores, creador del movimiento artísti-co-cultural Génesis y coordinador delGénesis de la Animación Mexicana,Ilustrador, diseñador gráfico , animadory pintor.

Cortometraje: El sueño de Quetzalcoatl

Tenochtitlan

Guacamayas desenbarcando eneuropa, El sueño de Quetzalcoatl

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del tiempo no impulsa acción alguna o espera el cam-bio en el drama de los protagonistas, sino que expre-sa la decadencia del principal sospechoso dentro deesta historia: la adicta, prejuiciosa y paranoica gente.

El virtuosismo de Eugenides consiste en deconstruir elmito para construir a los mitófilos, imponiendo lavisión del adulto sobre su adolescencia; el quinteto dehermanas funciona como punto de partida estilístico,dentro de una narrativa norteamericana actual gustosade la discontinuidad temporal ya sea por medio derelatos paralelos (Las Horas) como de narracionescomplejas en su mensaje implícito y sus significadossintomáticos, seduciendo la imaginación humanapara que reconstruya la crítica a partir de la descrip-ción de algo efímero pero poco trivial.

La película de Sofia Coppola se toma libertades en laadaptación, descarta una buena cantidad de páginasque para el libro son importantes, haciendo al narra-dor parte de la estructura y no la base de la misma; asíel rompecabezas permite una visión más cercana deladolescente y las suicidas, sin que permee el punto devista de quien cuenta la historia.

Tras la muerte de la primera virgen, el sacerdote buscaplaticar con la madre Lisbon, subiendo unas escalerasaparentemente en buen estado; el padre Moody da unpaso a través de un plano cerrado que nos descubre elplato sucio con el bocadillo. A la primera lectura, losaspersores de agua y el bocadillo descompuesto amitad de la escalera pasan un tanto inadvertidos. Setrata de partes de un todo que Sofía Coppola maximiza.

Asimismo, la directora debutante explota la no fun-ción dramática de los diálogos, recuperando lo que enel libro sólo se describe (“al pasar por delante de lascasas, hacían comentarios sobre las familias que viví-an en ellas, lo que indicaba que nos habían estadoobservando con el mismo interés que nosotros aellas”), sin que el guión le gane a la realización,mediante diálogos que nunca dejan de ser cotidianos.Se mantiene al narrador sin que este interfiera más quecomo el frío vocero que convoca el resultado delrecuento de hechos, y se busca que su preocupaciónpor recuperar la historia de las hermanas sea también

la de explicar la actitud de los adultos de aquéllaépoca.

Lo inadvertido a simple lectura se vuelve claro y mag-nificado a simple vista; el mundo adolescente seforma no por estructuras dramáticas sino por sentidosfuera de la diégesis, la cual, si se replantea, se convier-te en una exploración alejada de las visiones típicasdel adolescente en el cine, la cual además alcanza ungrado más profundo y amplio en su reflexión sobre lamuerte como impulsor de la memoria y la obsesiónpor la vida, así como querer revivir lo que ha queda-do enterrado.

Sin quedar escritas con sangre las únicas razones delos suicidios, se defiende al adolescente y se explorasu mundo, sin intervenirlo más que para intentar des-cifrar cinco vidas que siempre serán improbables.

La muerte significa no más presente ni futuro, sólo unpasado, la única herramienta para un grupo de adul-tos desde siempre fascinados con cinco hermanas dejuventud truncada por decisión propia, acaso noinmadura ni inconsciente.

El mundo que descubrimos mediante la novela seamplía en el filme, sin que este nuevo mundo sea unacondensación del original. A la inversa, la película deSofía Coppola se apoya en la esencia de un relatomoderno cuyo lenguaje permite describir y proporcio-nar una mayor cantidad de referencias que en el filmeserían excesivas. El virtuosismo de Sofía Coppola con-siste en ampliar lo esencial de la novela sin que eso sevuelva una evidencia de nada, sino la lógica del rom-pecabezas que se intenta completar, la subordinaciónde la vida propia para dedicarla obsesivamente aponer a caminar aquello que yace estático bajo la tierra.

Alejandro Murillo es originario de Delicias, Chihuahua.Actualmente cursa el séptimo semestre de Ciencias dela Comunicación en la UNAM. Ha colaborado para elfancín Sensacional de Cineastas, y actualmente sostie-ne un programa de radio por internet en viastereo.com.

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y los sueños y, desde luego, estos elementos ligados alviento. Hay un cuento de Eraclio Zepeda, enBenzulul, llamado justamente Viento. Mi memoria noes muy clara al respecto, aunque de pronto recuerdoa Revueltas, a ese cuento, Dios en la tierra, donde elviento es sórdido, devastador, ardiente, definidor de ladivinidad cuando pasa por la Tierra. En fin.

En ocasiones el viento es un espacio lírico, aunqueobviamente sirve de contención: circunda a las cosas,las conjura; tiene alas luminosas, a veces sórdidas;reposa sobre el agua como caricia de ninfa, o de hada.Por algo asume diversidad de nombres: céfiro, aura,soplo, hálito, brisa, etc., etc., etc. También se conjun-ta con el fuego y devasta los bosques (otra imagenpavorosa de Chiapas, desde luego). Robert Gravesrecuerda las invocaciones de los druidas, en La can-ción de Amergin, manejada en La diosa blanca. Lainspiración surge cuando el viento se desplaza entrelos árboles, o se desliza caminando sobre el agua delos lagos. Es una influencia determinante en todas lasculturas, tanto como fuerza primordial tanto comoenergía combinada con la tempestad. Los tornados enNorteamérica demuestran su poder devastador.

De alguna manera el viento es un soporte del mundo,rompe y corrompe, a veces purifica. Significa unafuerza primordial. Es el soplo de Morgana o el silbidode Melusina al metamorfosear su cuerpo un viernespor la noche. Su color, Azul Darío; su aroma, como unespléndido vino degustado por Berceo; su textura,verde cocodrilo, a la manera de Efraín Huerta, ElGrande. Alguien habló ya de la Rosa de los vientos ylos atenienses de la Torre de los vientos. En su primer

POÉTICA DEL VIENTO

Óscar Wong

La memoria personal me lleva a los inicios de 1987,unos meses después del fallecimiento de mi esposa.Llegué a la costa una madrugada, con mis hijos muypequeños, pegados a mí, aterrados por el viento queazotaba como un dragón voraz: volaban anuncioscomerciales, desprendidos por los zarpazos enfureci-dos de Long, el dragón de viento. Es una imagen quela tengo muy grabada. En la costa chiapaneca haytemporadas donde el aire azota muy fuerte, sobre todoen otoño. En mi infancia lo escuchaba en medio de laoscuridad, o desplazándose entre la lluvia huracana-da. Es terrible ver a la naturaleza descargando su furor.El dragón, ese animal mítico para mis ancestros chi-nos, originalmente fue un tótem para los pescadores,el conde del viento o Fei Lian; para mí es un elemen-to substancial no sólo en mi poesía sino en la vidacotidiana. El viento me remite al hálito cósmico, alespíritu celestial, a los ocho trigramas que aparecencombinados en el I Ching de mis ancestros. Es esadimensión donde se esparce la voz poética, dondesurge la Luz.

Cuando se habla del viento, de inmediato pienso enlas sábanas que llevan a Remedios la Bella en Cienaños de soledad, de García Márquez, o bien a la cara-cola de Piggy, el gordito personaje de WilliamGolding en El señor de las moscas, resonando no paraconvocar a una nueva asamblea, sino presagiando ladesgracia, el final funesto que le aguarda. Percey B.Shelley tiene un poema, Ode to the West Wind, dondeinvoca y evoca esa energía, indómita, cósmica deno-minada viento, a veces como una trompeta profética,o como hojas resecas. Pienso en los libros deBachelard, ligados al espacio, a la ensoñación, al agua

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sentido es vectorial, desde la segunda perspectiva, uncontenedor, un hálito sutil que devasta y acasopetrifica.

Ignoro si haya una poética del viento. Y si la hay debióhabilitarla Bachelard, o Dilthey. Desde mi particularpunto de vista una poética del viento establecería ínti-mas relaciones con el agua, la tierra y el fuego; seríauna materia como los sueños, parte de un paraísoinmemorial, religioso; el viento es esa voz poética queirrumpe en la realidad, para conjurarla o devastarla; esel hechizo de Merddin, la invocación de Taliesin paramodificar a la naturaleza y asustar a los falsos bardos:la englynn cobrando existencia. Es la poesía misma,revelándose, develándose en esas combinacionessonoras, llameantes en sus significados, que se perpe-túan en un canto estremecedor. Es la firma para la pazde Efraín Huerta, transformando el entorno social, eldestino del mundo, nuestro futuro. Revelación o con-juro, el viento es el Logos que a través de su sonoridadcrea, construya, genera ámbitos novedosos y, porende, el orbe cobra sentido. Un día estaré lúcido parateorizar sobre esta singular poética.

Óscar Wong (Tonalá, Chiapas, agosto 26 de 1948) espoeta, narrador y ensayista. Becario del INBA-FONAPASen crítica literaria (1978-1979) y del Centro Mexicano deEscritores en ensayo (1985-1986).Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ramón LópezVelarde 1988 con el libro Enardecida luz (UNAM, Colec.El Ala del Tigre, Méx., 1992) y el Certamen LiterarioRosario Castellanos en Cuento 1989 con el volumen Laedad de las mariposas (Talleres Gráficos de la Nación,Méx., 1990).Es autor de Hacia lo eterno mínimo. Otra lectura de“Muerte sin fin” (Sría. de Cultura de Puebla, 1995), Apesar de los escombros (FNCA/Nautilium, Méx., 1995),Espejo a la deriva (Edit. Praxis, Méx., 1996), La pugnasagrada. Comunicación y poesía (Edic. Coyoacán, Méx.,1997, 1ª. reimp., 2004), Chiapas. Nueva fiesta de pájaros(Edit. Praxis, Méx., 1998), Cantares del Escriba(Cuadernos de Malinalco, Toluca, Edoméx., 1999),Chiapas. Dimensión social de la narrativa (Edaméx.,Méx., 1999), Espuma negra (poemas, UAEM/Edit. La Tintade Alcatraz, Toluca, Edoméx., 2000), Piedra que germina(Instituto Sonorense de Cultura, Hermosillo, Son., 2001) yEl secreto del verso (Linajes Edit., Edoméx., 2001).Recientemente publicó el poemario Rubor de la ceniza(Edit. Praxis, Colec. Dánae, Méx., 2002), Fulgor de la des-dicha (Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, Edoméx.,2002) y Razones de la voz (CNCA, Colec. Práctica Mortal,Méx., 2002). Ha colaborado en diversos medios de comu-nicación social. Radica en la ciudad de México.

Zompantli Juan José Meza

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manera admirable en Un hogar sólido, de ElenaGarro, donde los difuntos discuten entre sí cómo reci-birán al recién fallecido, cuyo funeral se celebra arri-ba. Mientras se ponen de acuerdo, buscan sus tibias,sus peronés y sus clavículas a fin de estar completoscuando baje el nuevo finado. Es la misma familiaridadalegre de Jesusa Palancares, la protagonista de Hastano verte Jesús mío, la novela-testimonio de ElenaPoniatowska, quien narra cómo los deudos, conten-tos, sepultan a un difunto entre música y cohetes: “Elentierro no fue triste porque nosotros venimos a la tie-rra prestados. Si van llorando, les quitan la gloria”.

Para Octavio Paz, el mexicano no sólo seburla de la muerte sino que se muestra indiferenteante ella. Es más, la desprecia, aunque la festeje y lerinda uno de los más singulares cultos: “Adornamosnuestras casas con cráneos —dice el poeta en Todossantos, día de muertos—, comemos el Día de losDifuntos panes que fingen huesos y nos divierten can-ciones y chascarrillos en los que ríe la muerte pelona,pero toda esta fanfarrona familiaridad no nos dispen-sa de la pregunta que todos nos hacemos: ¿qué es lamuerte?”.

A esta pregunta intentan contestar tal vez dosescritores mexicanos desde perspectivas de conviven-cia con la muerte radicalmente distintas: Juan Rulfo yRosario Castellanos, uno, desde el mito colectivo; laotra, desde la intimidad dolorosa y cotidiana con lamuerte.

En ¡Vida, nada te debo!, uno de sus más emo-tivos ensayos acerca de Rosario Castellanos, ElenaPoniatowska señala que ninguna escritora mexicanaestuvo tan ligada a su muerte ni habló tanto de ellacomo la poeta chiapaneca: “Hojear el libro Poesía noeres tú es toparse con la muerte a la vuelta de cada

LETRAS VIVAS PARA EL DIA DE MUERTOS

Miguel Meza

Como resultado de su visita a la isla deJanitzio en el Lago de Pátzcuaro, en 1946, RayBradbury escribió un extraño poema, El día de muer-te, donde relata su experiencia de la fiesta de difuntoscelebrada en el cementerio del pueblo. La imagen delas familias llevando comida a sus muertos y ciriosencendidos para velar junto a las tumbas toda lanoche, lo impresionó vivamente. Si bien el escritornorteamericano había vivido sucesos intensos duranteese día —la exhibición de las momias de Guanajuato(que lo aterraron) y la muerte de un toro en la plaza deMéxico—, la convivencia festiva de los lugareños enesa tradición mortuoria del dos de noviembre le resul-tó fascinante; pero también macabra y difícil de enten-der: “Toda la tierra olía a muerte antigua y en todoslados las cosas corrían hacia la muerte o estabanmuertas”, recuerda el autor de Crónicas marcianas.

Muchos escritores extranjeros han consigna-do esta fascinación ante la visión mexicana de lamuerte. Una mujer entre ellos, madame FrancesCalderón de la Barca, recuerda la fiesta de difuntos ensus memorias sobre nuestro país, Vida en México(1842), un clásico de la literatura de viajes y entre lasmejores descripciones del México de la época. Aquí,la condesa Calderón se extiende sobre esta festividadcon la visión de una protestante que pronto se conver-tiría al catolicismo. Otro escritor, el poeta RobertHayden, inicia su poema sobre México con densasimpresiones acerca de la ceremonia del Día deDifuntos en Juchitán; y Malcolm Lowry, que mantuvouna relación ambivalente de amor-odio con nuestropaís, destaca la característica alegría de los mexicanosante la muerte.

Esta alegría burlona, ejemplificada magistral-mente en las calaveras de Posada, se escenifica de

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dueños de la situación, los que van a visitar a losdifuntos”.

Con la certeza de que estamos sólo de pasosobre la tierra, los poetas náhuatls profundizaron en elsentido de la vida: “¿He de irme como las flores queperecieron?/ ¿Nada quedará de mi nombre?/ ¿Nada demi fama aquí en la tierra?/ Al menos mis flores, almenos mis cantos./ Aquí en la tierra es el momentofugaz./ ¿También es así en el lugar donde de algúnmodo se vive?/ ¿Hay allá alegría, hay amistad?/ ¿Osólo aquí en la tierra hemos venido a conocer nuestrosrostros?”.

El tabú de la muerte —que se manifiesta ensublimaciones simbólicas y conjuratorias de loscementerios, de los velatorios y los entierros higiéni-cos— dejará de representar una prohibición y untemor, cuando al arte de vivir bien se una el arte delbien morir. El culto a la vida, si de verdad es profundoy total, dice Paz, es también culto a la muerte. “Unacivilización que niega a la muerte acaba por negar ala vida”. En este sentido se orienta la antroposofía deThomas: “El hombre, si conoce mejor la muerte, no sedesvelará más por huir de ella u ocultarla. Apreciarámejor la vida; la respetará antes que nada en losotros”.

página: la muerte o el desamor, que es una forma demuerte.” Como quería Rilke, Castellanos cultivó unamuerte fecunda con su forma personal de vivir la vida;sin embargo, no fue dueña de este trance cuando seelectrocutó con una lámpara en su casa de Israel el 7de agosto de 1974.Juan Rulfo representa, con una contundencia conclu-yente, esta extraña convivencia de los mexicanos conla muerte. De hecho Pedro Páramo ocurre en la tierrade los muertos, a donde los vivos se desplazan paracumplir el mito del eterno presente de la muerte. EnRulfo, el tiempo del mito —ensayo iluminador sobrela obra del escritor jalisciense— Carlos Fuentes afirmaque para cada personaje la muerte está en el origen:lo primero que debemos recordar es la muerte. PedroPáramo “es la historia de la entrada de Juan Preciadoal reino de la muerte, no porque encontró la suya, sinoporque la muerte lo encontró a él”.En la celebración del Día de muertos —anota el antro-pólogo francés Louis-Vincent Thomas en su monu-mental trabajo Antropología de la muerte— perviveun ritual, descuidado en la mayoría de las culturasoccidentales, donde lo normal es el rechazo de lamuerte, la expulsión de los muertos a los cementeriosperiféricos y la relación individual y neurótica conellos. Sólo en México, dice, se cultiva la creencia deque el alma de los difuntos, la de los niños primero,después la de los adultos, retorna a su familia, respec-tivamente, los días 1 y 2 de noviembre. Esta visita ofi-cial de los muertos a los vivos es una creencia difun-dida principalmente entre los estratos más pobres dela población. Pero el ritual ha devenido ya, en elMéxico actual, a cumplir sólo con un formalismosocial, pues ahora predominan las creencias católicasmás ortodoxas: “ahora son los vivos, absolutamente

Miguel Meza (México, 1957). Poeta y crítico litera-rio. Es autor del poemario Destellos de mareas(Praxis 2004). Es director de la revista literaria Tropoa la uña. Reside en Cancún desde 1986.

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y todos saltan hacia todas partes y corren despavori-dos y doña Rotunda grita casi tan alto como las amíg-dalas libertadas y Emilín se queda como muerto, ale-lado, y todos huyen y se pierden por las calles y en lossitios oscuros y los agujeros de las ratas y nadie losencontrará, nadie, nunca, nunca, nunca?

BETANIA

Alberto Chimal (Toluca, México, 1970) es narradory ensayista. Ha publicado El rey bajo el árbol flori-do (1996), El secreto de Gorco (1997), Gente delmundo (1998), El ejército de la luna (1998) y El paísde los hablistas (2001). Con el libro Éstos son losdías obtuvo el Premio Nacional de Cuento San LuisPotosí 2002.

Alberto Chimal

Emilín, el curandero, se apersona deprisa, que sus ser-vicios son por eso apreciados: hola buenas nochesmuchas gracias ya vine señora, hablamos después demis emolumentos que el tiempo apremia, dónde está,ah, sí, éste es, un momento, no, no, espere, no peroEmilín no escucha las voces angustiadas de la señoraRotunda, quien grita porque el señor Rotundo, queyace en la cama, está meramente borracho y extenua-do y quien yace muerto es Rotundito, niño glotón enel otro cuarto que por su voracidad se comió el pancon matarratas, y Emilín en vez de aplicar al niño susdivinos poderes invoca a Jesús y a Lázaro sobre donRotundo, e implora el favor divino sobre don Rotundo,y pide resucitar a don Rotundo que está vivo, y es asíque grita el pobre hombre, grita de un dolor de vocesmúltiples porque los cabellos que le quedan en lacabeza se levantan y se retuercen, negros, pringosos,asustados, su panza se ondula y sus pliegues formanlabios que gritan, sus uñas se quiebran y gritan y lostrocitos gritan, su bigote salta de la cara y salta por elcuarto, la mano izquierda gime porque se sabeizquierda y a la vez no sabe qué estará haciendo laderecha, los dedos de los pies rompen la cárcel de laspantuflas y quieren escapar, todos quieren escapar, lasnalgas sometidas que se agitan para un lado y para elotro porque deben salir, la nariz quiere dedicarse a laliteratura, las tetillas se saben pequeñas y asustadas ymás bien entierran la cabeza y todo lo demás en la tie-rra que es la carne, el corazón valeroso quiere salir adivulgar las formas de su pasión, los pies son propor-ción y los genitales belleza, exclaman, y ¿quién leharía caso al frío y retorcido cerebro, al inútil delbazo, a alguna vértebra cervical más bien cerval quechillan por la unidad cuando todo el cuerpo explota,no más años de malestar, no más convivencia forzada, Angel I Noemi Nieves

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La carretera era angosta y vieja, llena de baches porlos que Hernán pasaba volando sin bajar de 65 Km. Xh. Alrededor del camino se podía ver una abundantemaleza que le daba marco a la esperanza, “vamosValentín, aguanta, ya casi llegamos”. El camino leparecía eterno, y el dolor lo entorpecía; comenzó unallovizna leve que caía acariciando el largo pelaje deValentín mientras se esforzaba por regular su respira-ción, todavía más lenta. Al salir de una curva, frente ala mirada de Hernán se dibujó una bifurcación. De lanada, delante del auto el camino se partió en dos. Elauto se detuvo, indeciso su conductor miró el retrovi-sor en busca de algún lugareño que lo pudiera orien-tar pero no encontró a nadie, no era posible que aque-llas condiciones empeoraran todavía más; los minutoseran preciosos y el casi nulo movimiento sobre suspiernas lo obligaron a decidir rápido y a favor de unacorazonada: tomo el camino de la izquierda.

La carretera comenzó a empeorar y la maleza a crecera orillas del camino, Hernán rezaba por que la deci-sión hubiera sido la correcta. Pensaba en su perro, simoría él se iba a morir también, le hablaba suave,como tratando de arrullarlo con el deseo de que nosintiera dolor. Desesperado por el incierto camino ypor la falta de señales y presencia humana aceleró yaceleró sin importarle los daños que los grandesbaches pudieran dejar en su auto. Después de diezminutos de camino estaba convencido de que habíatomado la ruta que no lo llevaría al pueblo; de prontodetrás de sus lágrimas de impotencia pudo ver elmedidor de gasolina: ¡estaba en ceros!. Le tembló elcorazón al considerar, por primera vez, el irremedia-ble final de su tarde. La maleza alrededor del caminose iba tupiendo cada vez más sin permitir mirar a tra-

LA MALEZA

Diana Pinedo

Jamás imaginó que sus vacaciones pudieran manchar-se con un suceso tan terrible coronado por la impru-dencia; tal vez fuera el asar, el cosmos, una hora queestaba marcada, Dios, una desgracia... Como fuera,pensaba que nunca se lo perdonaría mientras presio-naba hasta el fondo el acelerador y sentía el peso delcuerpo tibio del Valentín sobre sus piernas. “Un acci-dente, un maldito accidente. ¡Por favor que estésoñando!” suplicaba en sus pensamientos.

No debió haber sido así. El tiro se le había escapadojusto cuando el Valentín acababa de echarse a acom-pañarlo en el interior de la cabaña. Valentín, su lealamigo, su compañero. El enorme labrador color mielyacía sobre su regazo bañado en su sangre y las lagri-mas de su amo que corrían incesantes. Fue el cacho-rro más grande de la camada y era un animal enormepara su raza. Ahora respiraba con dificultad y tenía lamirada débil mientras su amo le suplicaba mil perdo-nes y le juraba que encontrarían ayuda, él se pondríabien y hasta lo dejaría comer una bolsa completa desus bocados favoritos. Hernán había caído en un vértigo de sentimientos quele impedía reaccionar acertadamente. Lo primero quese le ocurrió fue tomar a su amigo y salir rumbo alpueblo más cercano (que se encontraba a 20 minutosde las cabañas donde se hospedaban) en dónde poderencontrar un veterinario o un hospital.No conocía el camino, sabía de aquel pueblo por susanfitriones de las cabañas. Hernán y Valentín habíanllegado hacia dos días por la carretera principal, asíque sabia que de ese lado la ayuda más cercana esta-ba por lo menos a dos horas. La situación era apre-miante y cualquier minuto lo elejaba de la necesidadde arreglar con un parche el terrible accidente.

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vés ella y ocultando la poca luz que aun reinaba en elcamino. El auto empezó a bajar su velocidad por faltade gasolina hasta que quedó parado por completo,Hernán se había dado por vencido. Acaricio a Valentín tratando de contener las lágrimas,estaba dispuesto a quedarse así, a tratar de darle cari-ño en sus últimos minutos. En ese momento escuchóuna música vieja que salía de entre la maleza. Unapizca de esperanza regreso a su mirada, Valentín aunvivía, “todavía podía ser posible”. De donde venía lamúsica debía estar el pueblo, por lo menos una casaen donde quizá podría encontrar un médico que loayudara; decidió ir tras la última esperanza, seguiría lamúsica hasta dar con ella y ahí, ahí sí debía encon-trar ayuda para su amigo. Se levantó tratando de nomolestar al animal que yacía ya desangrado en suspiernas, parecía un trapo, sin peso en su cuerpo.Hernán sabia que Valentín tenía un gran apego por suamo, no le gustaba estar solo y no hubiera queridoabandonarlo en aquellas condicione. Le murmuropalabras cariñosas al oído y prometio regresar con laayuda tan rápido que ni siquiera se daría cuenta.Hernán echó a andar abriéndose paso con las manospor los arboles y la maleza sin saber que Valentínmoriría tres minutos después de su partida.

La vegetación era espesa, no le permitía avanzar conrapidez, la música que al principio era tenue poco apoco aumentaba; la esperanza hacia que Hernán semoviera sin sentir el rechazo de la maleza que parecíaser el mayor enemigo de su empresa. Avanzaba endirección a la música sin darse cuenta cuánto y cómose alejaba del auto, de haber tenido la necesidad deregresar no hubiera precisado la dirección de su puntode partida. Por fin tropezó con un pedazo de cemento que le gol-peó el pie izquierdo, se detuvo a revisar el obstáculomientras la música sonaba mas alto que nunca. Erauna musiquilla extraña, parecería como salida de ungramófono de los años cincuenta, era únicamente lamelodía pues no descifraba ninguna letra. El pedazode cemento con el que tropezó era un cimiento, uncimiento de una construcción existente en armoníacon la maleza que la cubría casi por completo, una

construcción en ruinas envuelta para regalo por latupida y verde vegetación. Hernán sentía que al salirde aquellos escombros encontraría la ayuda. El sudorlo cubría por completo, sus pantalones estaban llenosde la sangre de Valentín y sus facciones estaba man-chadas por el dolor y la impotencia. Se abrió camino por entre las yerbas que lo aturdían acada paso enredándose entre sus pies, acariciándolocon saña y dejándole marcas de rasguños por todoslados. Logró entrar entre los escombros y avanzar condificultad; ahora además de la música se podían escu-char murmullos, ya no había duda, efectivamentehabía encontrado una población, había gente y entremás gente pudiera encontrar aumentaba la posibilidadde encontrar un médico. Los murmullos iban enaumento y Hernán avanzaba lo más rápido que podía.No hubiera podido precisar cuantos metros dejó trasde sí, lo cierto es que a él le parecieron infinitamentelejanos de su objetivo, la maleza empezó a ser mástenue, más rala y a permitir el paso de su nuevo visi-tante.

Por entre las yerbas podía ver el camino, no sabia siera una casa, un salón o qué cosa, el lugar en ruinasera enorme pero al final de los escombros, en dondela maleza comenzaba a desaparecer, logró vermuchas personas. Parecía un banquete, una fiesta;había mesas y estaban llenas de gente atendidas pormeseras que se movían con maestría entre los espa-cios. Hernán salió por fin de la vegetación y se encon-tró parado frente a aquellas personas, rompió en llan-to y gritando preguntó por un médico. La gente lomiró sorprendida. Un hombre y una mujer, ayudadospor una mesera alta de cabellos rubios recogidos enun chongo, lo ayudaron a sentarse, le ofrecieron unvaso con agua y le pidieron que se tranquilizara parapoder entender su demanda. Hernán intentó recupe-rarse rápidamente y contar entre llanto la historiaterrible, tenía que regresar al auto lo más rápido posi-ble y no lo haría solo, necesitaba un médico. Todaaquella gente concurrida en el extraño restauranteinternado entre la maleza lo observaron llenos de las-tima, pero no había nadie que lo pudiera ayudar.Hernán se levanto súbitamente de la silla empujandoa la rubia mesera y pidió que le prestaran un teléfono.

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Niña Noemi Nieves

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carretera; los ancianos contestaron que por allí nopasaba ninguna camino. Los nervios de Hernán no estaban para bromas, teníaque regresar a lado de Valentín y salir de aquel lugarque ya comenzaba a molestarle, se sentía perdido yatrapado en un lugar indeseable. Buscando con lamirada la salida encontró una pequeña rejilla que lellegaba a la cintura; era negra y oxidada, caminóhacia ella, la abrió y echó a andar para quedar nueva-mente internado entre la maleza. Avanzó pensando enla locura de aquella gente extraña, le creyó encontrarla salida demasiado pronto, se apresuró a llegar hastaella cuando se percató de que estaba entrando en elmismo edificio en ruinas, en el mismo restaurante,lamisma gente sentada tranquilamente en las mesitas yque dirigieron su rostro hacia él que llegaba dejandonuevamente atrás la maleza. No entendía, ¿habíacaminado en círculos?, ¿qué pasaba? Rompió en iragritando que era suficiente de bromas y exigiendo quele indicaran la salida de aquel lugar. Todos los presen-tes lo miraron con condescendencia sin inmutarseante su crisis y su llanto que rompía el equilibrio esta-blecido. La mesera rubia se acercó y le susurró aloído:

No era usted al que esperábamos, no debía esta aquí,este lugar no tiene salida. No comprendo cómo entró-Mi perro, no quiero que muera, por favor déjenmesalir- Dijo ya casi sin fuerzas por la desesperación quele arrebataba el dominio de sus movimientos-No se preocupe, ahora ya está aquí, nosotros le vamosayudar.

Hernán levantó la mirada para darse cuenta que todoslos habitantes del irreal lugar lo rodeaban por com-pleto hasta impedirle la respiración. El pánico lo dejóhelado al ver los rostros de las personas desfigurándo-se, lo acariciaban con sus horribles brazos que setransformaron en yerbas, enredaderas que componí-an la vegetación y que comenzaron a asfixiar aHernán enredándolo entre la maleza para consumirlomientras escuchaba a lo lejos los ladridos de bienve-nida de su Valentín.

El teléfono estaba en el piso superior, dentro de unaoficina, la mesera se marchó dudosa en dirección a laoficina, el confundido visitante dedujo que le presta-ria ayuda.Hernán tubo la sensación de encontrarse en un sueño,el lugar era irreal. Escondido entre la maleza habíaencontrado un restaurante con muchas personascomo suspendidas en el tiempo, estaban vestidas a lamoda antigua, las mujeres usaban grandes sombrerosde paja y los hombres vestían trajes y frac como deotra época. El lugar parecía extraviado en el tiempo,como flotando. Qué hacia un lugar así escondidoentre la espesa vegetación, parecía estar rodeadocompletamente de maleza, era imposible encontrarseen aquel oasis increíble que de pronto parecía existirsin problemas entre la hostil naturaleza.La mesera regresó con la noticia de que la oficinadonde estaba el teléfono estaba cerrada y era imposi-ble accesar. Hernán buscó con la vista la salida deaquel lugar que parecía que lo habían despegadocomo una estampilla de una ciudad antigua y lo habí-an depositado entre la maleza sin oportunidad de queel tiempo avanzara por falta de comunicación con elexterior. Valentín esperaba y Hernán no podía demorase más,agradeció las atenciones y preguntó por la salida a loque la mesera le contestó extrañada.- ¿salida? No necesitamos una salida, ¿cómo entróusted aquí?.Por entre la maleza- Respondió Hernán tambiénextrañado por la pregunta.Ya entiendo, ¿y dice que su mascota lo esta esperan-do?Necesito un medico fue un accidente- dijo casi apun-to de crisis.¡Ha!, ya entiendo... - Y lo miró de una manera que aHernán le asustó

No quiso saber más, aquel lugar no le daba buenaespina, se marcharía inmediatamente, para seguir bus-cando en otra parte. Cuando estaba a punto de hacer-lo recordó que había caminado sin detenerse a verifi-car el rumbo ni el tiempo, no sabía en dónde estabasu auto. Se alejó de la mesera para preguntar a unapareja de ancianos en qué dirección quedaba la

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Berenice De La Cruz

Ciudad Juárez se ha convertido en sinónimo de femi-nicidio. En esta ciudad fronteriza es donde más de400 mujeres de distintas edades, han desaparecido endiversas circunstancias, las investigaciones policíacasno arrojan nada, sin embargo los cuerpos que se hanencontrado dicen más que las autoridades, en sumayoría mutilados, con rasgos de violación y eviden-tes marcas de torturas las víctimas son sometidas afuertes vejaciones y finalmente abandonadas en eldesierto, en ranchos o propiedades particulares.Amnistía internacional señaló hace tres años a 81 fun-cionarios públicos involucrados en casos de negli-gencia u omisión de funciones que han encubierto odificultado las investigaciones para dar con los res-ponsables, sin embargo solamente a 3 de ellos, demenor rango de responsabilidad, se les ha investiga-do, sin mayores consecuencias.Ante la clara indiferencia de las autoridades y totalimpunidad con que actúan los asesinos, han surgidodiversas organizaciones, que buscan más allá deresolver el problema, mantener informada a la socie-dad civil y sostener buenos lazos de comunicaciónpara así evitar más crímenes en esta zona.Uno de estos organismos es el dirigido por laArquitecta Josefina Mena, que bajo el nombre de“Grupo de Tecnología Alternativa” (GTA); solicitóhace tres años la cooperación de la organizaciónholandesa Mamacash para financiar el proyecto deRadiofem el cual pretende ser ese lazo de comunica-ción con la sociedad civil. Actualmente producencon la colaboración de los actores Itari Marta, SandraBurgos y Fernando Briones la radionovela escrita porAngélica Sánchez llamada “Y sino te oyen… grita,grita fuerte”.

Regina Quiñones que al lado de Fernando Brionesdirige esta obra, comenta que la finalidad de la pues-ta, no es la de obtener una retribución económicasino que la gente se entere de determinados proble-mas como es el caso de las muertas de Juárez,“Josefina me invitó a colaborar, y me gustó porquesupera el amarillismo, no sólo arroja cifras, sino sílogra ponerte en su lugar y pensar que si le sucedieraa mi mamá, a mi hermana, ¿yo qué haría?”. Radiofem es una radio comunitaria para CiudadJuárez operada por las familias de mujeres asesinadasy desaparecidas, realizó su primera emisión el ochode marzo de 2005 y se encuentra en la frecuencia de107.9 de FM. Josefina Mena considera que con este esfuerzo se acti-va la participación de la gente, comenta que la radioesta generando más apoyo comunitario, lo vimos en elcaso de la niña Airis que cuando la secuestraron hubomucha más participación de la sociedad de Juárezbuscando a Airis y de hecho la encontraron en unbote de esos azules de plástico de 230 litros ence-mentada adentro, solamente su piecito salía; o seaque fue una búsqueda muy organizada para encon-trarla, en la cual la participación de la comunidad deJuárez fue singularmente considerable, evidentementemayor. Resalta que todas las mujeres siempre sonencontradas por la sociedad civil y no por las autori-dades.Para ella, aparte de lograr una mayor comunicación,son también importantes las alianzas que se crean apartir de la presentación de la radionovela y Radiofementre las muertas de Juárez y grupos de sindicatoscomo el de Telefonistas, Radio Neza y otras organiza-ciones de obreros y campesinos, y organizaciones

LAS MUERTAS DE JUÁREZ, TERRORISMO DE ESTADO

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políticas como el Frente Internacionalista contra elFeminicidio.Josefina explica que hay tres niveles de lucha en con-tra del feminicidio uno de ellos es el parlamentario,porque hay leyes que lo apoyan, existe una ley quedice que si alguien reporta a una mujer o persona des-aparecida, la policía no tiene que mover un dedosino hasta que pasen 72 horas; como sabemos en lamayor parte de los casos y esto ya es un hecho regis-trado, las muchachas cuando las secuestran logransobrevivir como máximo cuatro días o sea, que cuan-do la policía las empieza a buscar, aunque la encuen-tren ya no tiene caso porque ya estaría muertas, des-pués de días de torturas. Otra ley dice que si se lograra encontrar a la mujersecuestrada, si no se encuentran a sus victimarios infraganti, y las personas que la están torturando se van,y no los encuentran en el acto criminal, no vale. Unamás es lo que varios Estados de la República consi-deran como violación: si por ejemplo, un hombre le

introduce a una mujer, un tubo por el ano hasta atra-vesarle los pulmones, como le hicieron a Azucenaeso no es violación; la penetración tiene que llevarsea cabo con el propio órgano sexual del violador, paraque sea considerado un acto de violación. Nuestroslegisladores ya deberían haber cambiado todas estasleyes. Este tipo de acción política es inminente yemergente en la sociedad Mexicana actual; ¿cómopodemos olvidar “el pasado” –la guerra sucia y lasuciedad que le precedió y que representa un verda-dero lastre para el desarrollo de los Mexicanos- si elpresente es aún más sórdido e intolerable.Otro nivel de lucha es el que tiene que ver con losotros poderes, aquí están las comisionadas para querelacionen el contexto federal con el feminicidio y dealguna manera solucionen lo que esta pasando enJuárez. Mena comenta que los esfuerzos de la socie-dad civil, de las madres y familiares de las víctimas, yde amplios sectores de la sociedad, no han incididoen mucho, a ninguno de estos niveles; la estructura

Cruz II Jonathan I Carbajal

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de poder que genera las condiciones de un feminici-dio, con las características físicas y jurídicas, como seda en Juárez, ha prevalecido y es más, ha adquiridomás fuerza; con características diferentes, pero hacrecido en otras zonas del país. Por eso consideraque nosotras como mujeres, como trabajadoras, comosociedad lo que podemos hacer es quitarle la basesocial de apoyo que sostiene esa estructura de poder;dado que los poderosos son intocables, nosotroscomo organizaciones, tenemos que reconocer que sitenemos que des-instrumentalizar la impunidad; ypor eso creamos la radio porque las mujeres de Juárezno tienen ni celulares ni siquiera teléfonos públicos,entonces la radio sirve para comunicarnos con ellas.Es imposible luchar contra el crimen organizado sinosotras, las mujeres, no podemos ni siquiera comu-nicarnos entre nosotras...cómo podemos organizar-nos? las mujeres Mexicanas rescatamos nuestro dere-cho a la comunicación alternativa, como una herra-mienta que en verdad nos proteja del Feminicidio,porque nuestro gobierno y en general, nuestro sistemapolítico, no lo está logrando. GTA fundada en 1978, con el objetivo de reciclar des-echos líquidos y sólidos a bajo costo comienza a tra-bajar con las mujeres de Ciudad Juárez, en 1998cuando la Universidad de Texas en el Paso los invitó ainstalar 300 sanitarios ecológicos que ellos fabricanpero además su trabajo lo complementan con obrasde teatro sobre temas ecológicos, estas obras se pre-sentaron en comunidades de Ciudad Juárez y asícomenzaron a enterarse de lo que allí sucedía y queaunque ya tenia unos años de estar sucediendo dealguna manera se minimizaban los hechos. Mena recuerda que Instalaron un baño a una familiaque vivía a unos metros del basurero y asegura que enningún lugar existen las condiciones como las que seviven en Juárez, que no hay luz, ni agua, el 60 porciento no tiene pavimentación, la ciudad esta muyestratificada. A veces con techos hechos de colcho-nes ciudad Juárez es una ciudad improvisada cuyaviolencia es increíble. Una gran mayoría de las mujeres asesinadas, fueronsecuestradas en el trayecto de su trabajo a su casa yviceversa, siendo empleadas de maquiladoras o decomercios en el centro de la ciudad.

Se sabe que las poleas que echan a andar la maquina-ria de Ciudad Juárez son el narcotráfico y la maquila,en la actualidad existen aproximadamente 500maquiladoras que violan abiertamente artículos de laLey Federal del Trabajo para adecuarlas a sus interesescomo emplear a menores de edad y no tener quegarantizar a su retiro el pago de indemnizaciones.También han podido regresar a trabajadoras por llegardos minutos tarde y en el trayecto de regreso o bienpor cambios en el horario de salida ser secuestradas yaparecer sus restos meses después. El grupo considera que las muchachas de Juárez debe-rían escuchar la radionovela a través de RadioFempero Josefina dice “como no nos dejan hacer eso nostrajimos la radio para acá. En Juárez no es tan sencillohacer acciones como esta, en Juárez corres un peligromuy grande”. Josefina y Regina coinciden en que es una manera dehacer algo y no quedarse callado, haciendo un traba-jo hormiga, un trabajo de base donde si cada quienhace algo dentro de su propio campo esto no perma-nece. Porque qué caso tiene hacer todo lo que hace-mos cotidianamente cuando no hay respeto por lasmujeres, cuando las torturan sin piedad a pequeñasincluso de cuatro años, en un lugar donde se está per-diendo la humanidad. A más de una década de distancia aún no se sabequienes son los responsables de estos crímenes, el sis-tema económico, político y social en su conjunto seperfila como el principal culpable de la degradaciónsocial; que lejos de contrarrestarla, se expande en lossectores más conservadores del país. Con la actuaciónde la arquitecta Josefina Mena y la construcción de losactores de esta obra recordamos el sentido humanita-rio que nuestra insípida democracia pretende seguirmatando.

Berenice De La Cruz es periodista, estudió en la ENEPAragón. Nació en la Ciudad de México en 1978 su pasiónes la fotografía.

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“Victoriano fue condenado a muerte. (Al Gobierno) loguiaban razones didácticas (...) El poder no podía des-perdiciar la ocasión de montar un espectáculo quefuese una lección para la oposición (...)”.Ahora: Lo que realizó el Gobierno Salvadoreño, en elcaso del Guerrillero Victoriano Gómez, fue un espec-táculo que fuera una lección para aquellos en descon-tento, para los que se rebelan, afirma el periodistapolaco. Pero esta teoría por supuesto no es suya,muchos filósofos y sociólogos importantes comoRousseau, Locke, Montesquieu, Hobbes, Spinoza yWeber, entre otros, han hablado, estudiado, analizadoy explicado los procederes del Estado, la naturalezadel Gobierno. La justificación a este tipo de accionesestá basada en un Contrato Social, en esa legitimidadque le damos al Estado (el Gobierno por decirlo así)de defender el bienestar de la comunidad, haciendorespetar la voz de la mayoría, que, a pesar de muchos,no es la voz de todos, utilizando incluso, si es necesa-rio, la violencia física y simbólica; cabe aclarar queestas no son teorías mías, (o tal vez ni siquiera cabeaclararlo). Pero Kapuscinski nunca hace eso, utilizateorías que ya ha enunciado alguien más, se las apro-pia (se las fusila, para ir de acuerdo con su texto) y noda ningún crédito a nadie.Este espectáculo de la muerte a manera de correctivosocial, como el que describe el autor, no es nadanuevo. A Jesucristo lo crucificaron en lo alto del cerrodel Gólgota para que todos lo pudieran ver, y supieranlo que puede pasar si eres disidente, si tratas de ir encontra de lo “establecido”; por supuesto no es el únicocaso, ni siquiera se cuántos pudieran ser el número desituaciones de esta índole, pero me imagino que milesen toda la historia de la humanidad desde que se creóel Gobierno Civil; otro ejemplo, los franceses convo-

EL ESPECTÁCULO DE LA MUERTE; AL PUEBLO: PAN Y TELEVISIÓN

Manuel de la Vega

A mis Compañeros de la UAM-X, en especial aRodrigo, el necio.

Existe un texto de Ryszard Kapuscinski, (consideradoen la actualidad el mejor periodista del mundo; apesar de que algunos dicen [ ¿quiénes?, ¿verdad? ] queKapuscinski no hace crónica periodística, ni reportaje,ni cuento, ni artículo, ni relato, ni ensayo... es decir,¿alguien sabe qué escribe “el mejor periodista delmundo”?, pues, quién sabe... así son estos tiempos. Lomás que he oído es que sus escritos son un “híbrido”de varios géneros. Muy posmoderno, supongo. Muyen el gusto de todos. No el mío), en el que describe laejecución de un Líder Guerrillero Salvadoreño. Unaparte de este texto dice así:“El guerrillero Victoriano Gómez murió el 8 de febre-ro (de 1971) en San Miguel, una pequeña ciudad de ElSalvador. Fue fusilado en el estadio (de Fútbol), en unasoleada tarde (...) Todo estaba preparado de tal mane-ra que daba la impresión de que de un momento aotro iba a dar comienzo un partido de fútbol (...)”.Y así continúa con la crónica del hecho en sí mismo,tal y como pasó, hasta que fusilan al Guerrillero:“Los disparos del pelotón de fusilamiento abatieron aVictoriano (...) Todo había acabado (...) No sé qué máspuedo añadir (...)”.Pero, después de la crónica, viene la parte en la queel Periodista, muy osadamente, trata de dar su puntode vista sobre el origen y propósito de este hechosocial, es decir, lanza dramáticamente una valoraciónde la conducta cometida por el GobiernoSalvadoreño, sin ser cuidadoso en tener, aunque sea,un poquito de rigor metodológico ni investigativo,(estoy hablando específicamente de un texto, no detodos), así que el escrito termina así:

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caban a la comunidad a asistir al “evento” de la gui-llotina en el que, se dice, rodaban diario hasta ciencabezas, y cada vez que una caía, toda la gente grita-ba y agitaba los brazos y se enloquecía, era tambiénun espectáculo, la diferencia es que no había televi-sión, ni radio, ni cine. La similitud es que, seguro,había entonces también, como en el caso deVictoriano Gómez o en un partido de fútbol, aquellosque estaban a favor de los que iban a morir y los queestaban, después de todo, a favor de sus verdugos;claro que los que simpatizaban con los primeros ya nose iban a atrever a decirlo tan fácilmente, o por lomenos esa era la idea.Por eso creo que lo realmente nuevo son las cámarasde televisión, es decir, los medios de comunicación yla influencia que éstos tienen sobre la población y laposibilidad que otorgan para poder llevar el mensajea muchas personas más, en el sentido de difundir esemensaje de miedo a un sector mucho más amplio dela sociedad, sino es que a todos, inclusive dentro yfuera de las fronteras nacionales. El dar la posibilidadde que este hecho sea visto por otras sociedades es laforma, para bien o para mal, de legitimar la postura deun gobierno ante este tipo de situaciones. La opiniónpública se vuelve loca, totalmente loca, los deDerechos Humanos brincan aterrados por los aires,por supuesto, pero el sentido del mensaje ya fuecobrado, los que lo entendieron pueden calmarse ylos que no, si tienen suficiente valor, pueden seguir encontra.Digamos que hay, tentativamente, dos clases de ejecu-ciones, las públicas y las privadas (esta sí es una teo-ría mía, aunque no dudo que alguien más ya hayaescrito sobre ello). La diferencia entre unas y otrasradica en la forma de gobierno del país que las lleve acabo. Un país con gobierno Monárquico uOligárquico (viendo un poco hacía el pasado) tendríaque realizar las ejecuciones públicas, mientras queuno Democrático (viendo un poco hacía el presente yfuturo) las hará de forma privada, en secreto, bajo elagua. Me viene a la cabeza un ejemplo para contex-tualizar el tipo de ejecuciones privadas: El asesinato, amanos de las autoridades mexicanas, del líderGuerrillero Lucio Cabañas (el Victoriano Gómez mexi-cano quiero suponer). Cuando mataron a Cabañas

nadie lo supo en el momento, no hubo cámaras detelevisión, no se dio a conocer la noticia del hecho enel momento en que ocurrió, sino que poco a poco fuesaliendo a la luz, no se hizo de este hecho un actopúblico, pero de todas formas todos terminamos porenterarnos, tal vez porque, según Barthes, vivimos enuna época en la que tarde o temprano todo lo privadose hace público. Si es así, entonces, esta teoría termi-nará por perder validez.¿Por qué se realizó y se mantuvo en secreto la muertedel Guerrillero Mexicano?Porque México nunca a dado al mundo la imagen deser un gobierno represor, aunque, tal vez, en el fondosí lo sea; la postura que ha mantenido nuestro país esla de un gobierno que respeta los derechos humanos(con sus claras excepciones: el 68 y el 71), que le haabierto sus puertas a todos los perseguidos políticos deotros países, a saber: los Españoles, en la Guerra Civily los Chilenos, en el Golpe de Estado, entre otros.Precisamente por eso, el asesinato del LíderGuerrillero Mexicano no podía haber sido un actopúblico. A nosotros los mexicanos no es necesariomandarnos un mensaje de esa forma, hay otras formasde meternos miedo. De hecho, la mayoría de losmexicanos parece que siempre andamos con miedo, yprecisamente por ser mayoría no hay necesidad dematar a alguien en un estadio de fútbol. Aquí las cosasse hacen “a la sombra”, y eso nos cusa más temor.El texto de Kapuscinski vale mucho la pena sólo por laparte meramente descriptiva del hecho; porque éltiene la virtud de haber estado allí, de describir loshechos tal como son, tal como fueron. Eso es lo ver-daderamente valioso de sus escritos. Pero entoncessale sobrando la explicación, tal vez sociológica, talvez política, tal vez filosófica, que él da acerca de estehecho, porque lo expresa de una manera en la queparece que es él quien está dando cuenta y explica-ción de esta forma de actuar del Gobierno, no sólo delSalvadoreño sino de cualquier otro; cuando en reali-dad nada de lo que él expresa en la conclusión delrelato sobre la muerte de Victoriano Gómez es nuevo.Ni él, ni yo con lo que pude haber incluido en mitexto, estamos “descubriendo el hilo negro”. Ya bas-tante bien da cuenta de este tipo de situaciones y for-mas de proceder del Gobierno el sociólogo francés

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Michel Foucault en su espléndido libro “Vigilar yCastigar”.Y no se crean, todo viene desde más atrás en el tiem-po, ya lo decían los Romanos: Al pueblo: pan y circo,y entonces echaban a los leones a los pobres cristia-nos, sólo porque creían en algo diferente, porque esta-ban en contra de lo que debía ser “normal”, de lo esta-blecido; mientras tanto los demás, el pueblo, estabaen las gradas, viendo, gritando, disfrutando, gozandoel espectáculo de la muerte. La única diferencia realentre entonces y ahora es el poder de la televisiónpara expandir el mensaje, y que hay una “masa” degente (“la mayoría silenciosa”, como le llama JeanBaudrillard) que nunca deja de verla.

Manuel de Vega nació en la ciudad de México en1973. Estudió la licenciatura de Comunicación Socialen la Universidad Autónoma MetropolitanaXochimilco, Fue editor del fanzin ¨los Inadaptados¨.Ganó el primer lugar de cuento inédito en la II feriaUniversitaria de Arte, con su publicación el ¨ÚltimoApóstol¨. Ha colaborado para distintas publicacionescomo: Complot, Ciénega, Anfetamina Alternativa, Adlivitum, entre otras. Actualmente es director de plane-ación de Sin Tiempo Productions proyecto de comuni-cación dedicado a fotografía y video, cultural y docu-mental. su correo electrónico es: [email protected]

Nota: el texto citado de Ryszard Kapuscinski se titula: “Victoriano Gómez Ante las Cámaras de Televisión”, apa-rece en el libro: La Guerra del Fútbol y Otros Textos, Anagrama, 2002, pp. 216-218.

Mort Daniela Vargas

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Doce años más tarde el Kunsthaus Tacheles(http://super.tacheles.de/cms/) sigue siendo un faro decreación, un epicentro de acción artística que a partirdel proyecto de creadores chilenos OPERACIÓNCABALLO DE TROYA-LA RECONQUISTA(2)(Kunsthaus Tacheles 13 de Junio al 07 de julio del2002, Berlín-Alemania) se transforma, como lo fue enel pasado entre Este-Oeste, en un proceso de acerca-miento y confrontación estética entre los ejes Norte-Sur. Un calce profundo entre los planteamientos esté-ticos del Grupo Tacheles y los fundamentos de la pro-puesta de CABALLO DE TROYA, retomando así elplanteamiento del artista alemán Joseph Beuys, cuan-do habla del arte entendido como un puente de uniónde los opuestos. Ambas propuestas muestran un idea-lismo neorromántico en lo que se refiere a la inter-vención activa del arte en la sociedad y su cotejo conlas bases socioculturales que la estructuran (alemanay chilena). La desilusión ideológica entendida comouna semilla de una propuesta incisiva y sarcástica deun trabajo creativo que busca emocionar consternan-do. Los seis artistas de CABALLO DE TROYA partencomo mensajeros de un discurso periférico: La castra-ción del colonizador por el colonizado del artista yproductor general de este proyecto Rafael Insunza, elnarcisismo nacionalista de Víctor Hugo Bravo, el mis-ticismo critico presente en los experimentos de alqui-mia de Paulina Jarpa, las imágenes de las violentasdesarticulaciones de lo femenino en la posmoderni-dad de Patricia Planella, los anormales anónimos res-catados con rigor arqueológico por Gonzalo Rabanal,más los textos teóricos y las cartografías sobre rostrosde Mauricio Bravo, son buenos ejemplos como diceeste ultimo de una toma de distancia critica, respectode los discursos artísticos actuales donde lo edificantey lo políticamente correcto parecen reinar. Por otro

TACHELESLa Ruina Reencontrada

Por Leo Lobos*

En una disciplina como el arte, se hace ya muy difícilencontrar algo que sorprenda, que te enganche, perocomo toda excepción hace una regla y todo análisisparticular puede ser útil para definir lo general en estácuestión, creo tenemos una oportunidad, o más bienotra oportunidad de realizar un buen viaje, apreciaruna obra o simplemente dar una mirada a un sitio deinterés histórico, gracias a aquellos creadores quecomo decía el poeta español Miguel Hernández:“harán de cada ruina un prado/de cada pena un frutode alegría”.

En febrero de 1990, a tan sólo meses de la caída delmuro de Berlín, los integrantes del Grupo Tacheles(1),junto con artistas de ambos lados de la ciudad realizanla acción de arte denominada La Toma de la Ruina. LaRuina era el antiguo centro comercial judío de Berlín(Tacheles proviene del jiddisch), uno de los primerosedificios de concreto de la ciudad, abandonado tras lasegunda guerra al lado oriental de Berlín durante 45años. Con esta acción artística se da origen alKunsthaus Tacheles, Centro de Arte Contemporáneoque se emplazó como un lugar de creación, difusión ydesarrollo de proyectos provenientes de todas las áreasdel arte. Mediante la autogestión y la ayuda del esta-do alemán unificado, que pagaba sueldos de obrero alos artistas, se remodeló parcialmente el lugar, mante-niendo el concepto de ruina dentro del proyecto dereconstrucción del edificio, pues este no solamentereflejaba la ruina material y social dentro de la historiaalemana, sino que además la de los ideales de laizquierda que sufrían su ruina parcial, tras los hechoshistóricos ocurridos ese año. El lema estético que fun-damento la toma de la ruina fue precisamente ese “losideales están arruinados, salvemos La Ruina” (Die ide-ale sind ruiniert, rettet die Ruine).

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lado se refieren a la reconquista de un espacio ya unavez ocupado y a la confrontación estética del margen(arte suramericano tercer mundista) con el centro (artealemán contemporáneo). Desarrollar una iniciativa deesta naturaleza, dar un salto transatlántico e instalarseen el epicentro del arte alemán es una aventura cultu-ral destacable y señera. Este conjunto cosmético deencantamiento denominado CABALLO DE TROYA sedirige a la imaginación y al hacerlo cobra sentido enel cotidiano de esa palabra: el poder del estado, elpoder de las armas, el poder de los privilegiados, elpoder de los señores y el poder del arte. Se trata deuna relación muy compleja, a veces estos poderes seenfrentan, otras se confirman mutuamente arrastrán-donos con los hilos invisibles de la emoción a vivirexperiencias que sin dudar podemos llamar significa-tivas.

Grupo Tacheles fundado en la RDA el año 1987 por:André Greiner-Pool, Leo Kondeyne, Rafael Insunza,Tatjana Galler, Alexander Kriening y Trötsch Tröger.Este grupo realizó un proceso de acercamiento y con-frontación estética, cumpliendo la función de puenteentre la cultura occidental y la oriental de Alemaniaentre los años 1987-1990.

CABALLO DE TROYA fundado por Rafael Insunza,Paulina Jarpa, Gonzalo Rabanal, Víctor Hugo Bravo,Patricia Planella y Maurio Bravo en La Reina, Santiagode Chile el año 2001. En septiembre de ese año reali-zan la exposición Caballo de Troya-La Gestación enel Club de Viña del Mar, V Región-Chile, donde parti-cipan también los artistas: Sebastián Preece, ClaudioCorrea, Antonio Becerro y Marcelo Arce. EnDiciembre del 2001 realizan la exposición Caballo deTroya-La Antesala en el Goethe Institut de Santiago deChile. En diciembre del año 2002 realizan Caballo deTroya-La Convocatoria en el Museo de Arte Modernode Castro-Chiloe-Chile. Y en el 2003 el ProyectoArgos Dos-Earthworks en la IX Región de laAraucania-Chile, que esta centrado en diversas accio-nes de arte en la naturaleza, trabajando con la expe-riencia de descender tres ríos de esta región delmundo.

Bibliografía:

Caballo de Troya (La gestación), Catálogo exposición Clubde Viña del Mar Septiembre 2001. Organizada por el Clubde Viña del Mar con el auspicio de la Universidad Católicade Valparaíso y la Refinería de Petróleo de ConCon S.A.Texto de Sergio Rojas “Voluntad de inscripción e ironía” deAgosto 2001.

Operación Caballo de Troya (La Reconquista), Catálogoexposición Kunsthaus Tacheles, Junio-Julio 2002, Berlín-Alemania. Producción General Rafael Insunza Figueroa,Coproducción Paulina Jarpa Luco y Gonzalo Rabanal,Diseño Paulina Jarpa Luco y Claudio Stevens Aguayo.Patrocinan Goethe Institut de Santiago, Kunsthaus Tachelesde Berlín, Con el auspicio de Ministerio Secretaria Generalde Gobierno, Ministerio de Educación, Ministerio deRelaciones Exteriores, Embajada de Chile en Alemania,Botschaft der Bundesrepublik Deutschland Santiago deChile, LAN Chile y All Color. Texto de Maurio Bravo“Guerreros, mercenarios y delincuentes”(Krieger, söldnerund Verbrecher). Edición Bilingüe Chileno-Alemán.

CD-ROM Tacheles. Berlín-Alemania, 1993.

* LEO LOBOS (Santiago de Chile, 1966) Poeta, artistavisual, ensayista y traductor. Estudios universitarios decastellano, filosofía, bibliotecología, y comunicación.Leo Lobos ha escrito en diversas publicaciones y leídosus textos de arte y literatura en Chile, Argentina, Brasil,Perú, Cuba, Estados Unidos, España, Francia y Alemania.Co-fundador del colectivo multidisciplinario “Los jinetesdel salario púrpura” a comienzos de los noventa, y a fina-les de la misma década del movimiento cultural “PazificZunami” junto a los artistas visuales Alex Chellew yRafael Insunza. El año 2002 Leo Lobos recibe la becaUNESCO Aschberg de literatura y desarrolla una residen-cia creativa en CAMAC Centre d´art. Marnay Art Centreen Marnay-sur-Seine, Francia. El año 2003 desarrolla unaresidencia creativa en Jardim das Artes en Cerquilho, SãoPaulo, Brasil, donde realiza actividades de comunicacióny relaciones internacionales además de pintar, dibujar yescribir. Ha publicado Cartas de más abajo (1992), Ánge-les eléctricos (1997), Camino a copa de oro (1998),Turbosilabas. Poesía reunida 1986-2003 (2003) y comotraductor Caminantes de Cristiane Grando (Chile 2003 yBrasil 2004) entre otros. Contacto con el autor: [email protected]

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ANGEL II Noemi Nieves

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viejo padre con pasos firmes entró a la casa, se sentójunto a nosotros, alrededor del ardiente fuego, cena-mos fuimos a descansar y nos dormimos.

Mi padre se levantó de madrugada, salió aorinar, en el silencio de la noche, en lo alto del cieloescuchó un ruido extraño, como un pájaro gigantesacudiéndose; levantó la mirada, sin distinguir nada,sólo la sonriente luna, las estrellas fugaces, el murmu-llo del manso viento; luego otra vez: krus, krus,cruz el

graznido del pájaro achin3, sintió escalofríos, de surostro brotaron pequeñas gotas de sudor, se persinó.Tres veces graznó el pájaro, tres veces maldijo la cruzde la muerte. Mi padre entró a la casa con leña en susbrazos para hacer lumbre; al calor del sagrado fuegoextendió las manos, muy pensativo, extraño, muyextraño, con mucha preocupación y serenidad en sumirada, cómo si fuera a brotar llamas de todo su cuer-po. Pero de repente sintió emoción, hoy es el primer

día de fiesta, el sba k’in4 del patrono San Miguelarcángel, donde reunimos nuestros corazones, ensal-zamos y engrandecemos al gran señor protector delcorazón del cielo y del corazón de la tierra, cuidador

de los Sots’il viniketik5 de este pueblo: los que tene-mos en préstamo el espacio, robamos aire, ensucia-mos a la madre tierra. A mi pobre viejo le urgía ir arezar a nuestro gran Dios, estrechar la mano con sus

amigos, tomar una copa de pox6 en la gran celebra-ción. Decidió despertar a su inseparable compañerade vida.

-¡Oye mujer! Levántate, levántate, ya es tarde.Mi madre se levantó temblando de frío, antes

de comenzar sus quehaceres se acercó al fuego paracalentarse. También se levantó mi hermano Sebastiány mi hermanito Manuel se despertó, el último retoñode mis padres, por eso se llama igual que mi papá; es

el verdadero k’exolal7, el pequeño heredero de podery sabiduría. Mi padre miró fijamente a mi madre, le

Ti slajebalza lajeleLo’il a’yejLA ÚLTIMA MUERTE

Nicolás Huet Bautista1

Somos una hojaSomos una hierbaSomos un bejucoSomos un árbolSólo respiramos un ratoSólo ensuciamosA la sagrada madre tierra.

-Florido gran señor/ florido padre/ te suplico/ te ruego/por tu hijo/ por tu joven/ que esté bajo tus manos/ queesté bajo tus pies/ los días que presta tu espacio/ ensu-cia tu tierra/ gran señor… -Con este tierno canto enlos labios de mi padre, y con su copal, sahumaba elcuerpo de aquel hombre pálido y moreno, víctima delcastigo de los dioses del cielo y de la tierra; luego conun pollo negro limpió su cuerpo para llamar y fortale-

cer su ch’ulel2. El pequeño Andrés, hijo y acompañan-te del enfermo, no desvió su mirada de los movimien-tos del curandero. Por la mejilla del hombre cadavéri-co resbaló una lágrima, conmovidos su corazón y sualma por el poder de la palabra salvadores de su vida,él estaba seguro que su destino se conducía por elsendero de la muerte. Pero no, el viento elevó al espa-cio el aromático humo del copal, llevándose las últi-mas enfermedades, en este final de su curación; flore-cieron sonrisas, el paciente y su hijo se despidieronhasta perderse en la sombra negra de los gigantescosárboles.

En sol se ocultaba entre las montañas; milesde golondrinas se entretejieron en el espacio con losrayos dorados del atardecer, acompañando la músicadel silencio y el cántico de los pequeños seres. Mi

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comentó.-¡El ichin!... ¡Hay Dios mío! ¡Dios mío!

¿Quién será que va a morir? Ya tiene tiempo que nohabíamos escuchado a ese pájaro maligno.

-Papá, ¿el ichin es el mensajero de los Diosesdel mal? –pregunté, muy atento a su respuesta.

-Sí hijo, es el anunciador de la muerte…peroqué bueno que ya se levantaron, ayuden a su madrepara que no lleguemos tarde a la procesión de nuestro

Santo Patrono, me urge estar junto a nuestro Dios, sen-tirme feliz.

Mi hermano Sebastián, obediente como siem-pre, empezó a moler el pozol mientras mi madrehacía tortillas; en uno momentos desayunábamos parairnos felices y barrigones a la fiesta; pero nuestro ale-gría acabó cuando del fuego brotaron chispas muyfuertes, gajos del hombre azul-dorado que señalabana mi pobre viejo.

Circulo de la vida, o ¿de la muerte? Antonio García

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-¡Oh Dios, Señor! ¿Quién vendrá a verme?Este aviso es mensaje de visita; pero es demasiadofuerte; puede significar otra cosa –dijo mi padre sor-prendido. Reapareció su preocupación, se mirada tris-te, no terminó de comer.

Mi madre, apurada siempre apurada por ver-nos presentables y alegres, no es amante de la habla-duría, para ella el trabajo es pesado, pero es parte dela vida; en su juventud pensó muy bién antes de unirsu destino al de mi padre. Él era el joven y guapo, ele-gante mensajero de la palabra. Sacó de una canastalas ropas limpias para la fiesta; al poco rato estábamosbién vestido, elegantes. Don Manuel, mi padre, concamisa blanca bordada de estambre azul oscuro, de laque resaltaban figuras de cruces, flores y aves; su cal-zón de algodón como un gran pañal; su ancha fajaroja cuyas puntal colgaban a cada lado de sus piernas,casi tocando la tierra, se distingue como uno más delos verdaderos hombre sots’iletik de éste pueblo, sím-bolo de poder y de hombría; su sombrero de palma dealas anchas en forma de comal y al hombro su chama-rra negra bien doblada, a los pies sus viejos huara-ches. Así vestíamos Sebastián y yo, con nuestro trajebien blanco, las fajas rojas como mi padre, muestra dedignidad.

Mi madre con blusa y toca blanca, enaguaazul oscura, a su cintura una faja de lana pintada derojo, su cabello adornado con su chujol, pareciera ungeranio en flor pero descalza.

Tomamos el camino al jteklum8. Mi padrecaminaba adelante, guiador de nuestro sendero y denuestra vida; yo agarrado a su mano y atrás Sebastián,luego mi madre con el pequeño Manuel sobre laespalda. Avanzábamos bajo la fresca sombra de losgrandes árboles, todo verde, verde, adornados entreflores, nuestro pasos acompañados por los cantos delas pequeñas aves que vuelan de lado a lado y susmiradas alertas al vernos pasar; en su zigzagueo uncolibrí casi choca en el rostro de mi padre; nuestrasfaja se confundían entre los colores de las flores, cru-zamos montaña tras montaña, arroyos, sonreíamos,carcajeábamos porque era el primer día de fiesta; flo-recían nuestros corazones de alegría.

En el camino fueron apareciendo más fami-lias, contentas igual que nosotros, las mujeres entre

sus brazos llevaban flores rojas, blancas y amarillas,un adorno más en sus trajes multicolores. Al acercar-nos al pueblo caminábamos en procesión entre muje-res, hombre y niños.

Al pisar las primeras piedras de las calles deljteklum, mis padres consiguieron el alimento de nues-tro señor; se escuchaba el tronar de los cohetes y lamúsica; cerca de la iglesia comenzó el tan, tan, tan,de las campanas, justo cuando llegamos. Los sacrista-

nes9 del pueblo comenzaron a tocar tambores y flau-tas, fuimos recibidos como pequeños dioses de la tie-rra. En las gradas del templo, en fila, estaban sentadoslos funcionarios religiosos: alguaciles, alféreces, capi-tanes, alcaldes regidores y menores, todos luciendosus trajes ceremoniales y amarradas a sus cabezas unacinta roja y negra, símbolo de los prestigiados kuch j-

abtel patenik10. Todos platicaban, algunos con copasde pox en la mano, otros fumando tabaco, cuyo olorse confundía con la fragancia de la juncia verde.Reinaba felicidad entre ellos, tal como lo ilusionabami padre, quién al pisar la alfombra verde saludó alprimer funcionario que llegó a toparse con él:

-Tote tzatz’ tote, chavauke, sob ikliman kuxlej

tote11 -dijo e incline su cabeza a la altura del pechodel Viejo alcalde.

El carguero sereno, hizo lo mismo y contestó:-La’ tote, satz’ tote, muk’ xana’uke, sob ikli-

man kuxlej tote12.Seguimos adelante, mi padre pedía permiso y

los viejos agradezco jkuch abteletik se hacían a unlado, ya en la puerta, antes de entrar al misterioso tem-plo nos persinamos hacia las cuatro direcciones de latierra, los cuatro pilares del universo. Ahora sí estamosjunto a los dioses, en el paraíso de llantos, murmullosy palabras floridas brotando de los labios y corazonesde los indios huixtecos; entre rosas, alcatraces blan-cos, geranios y crisantemos, incienso y velas; lugardonde se entregan sufrimientos y alegrías. Nos dirigi-mos al pie del gran Dios blanco vestido con trajesextraños, con alas anchas como queriendo volar alcielo; le entregamos nuestras humildes ofrendas y fue-ron bien aceptadas, vimos cómo en unos instantesfueron consumidas por nuestro gran protector.Después salimos.

Sonaban tambores y flauta con ímpetu; los

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alféreces, alguaciles y capitanes bailaban frente a fren-te en columnas de cuatro en cuatro, sus pies y cuer-pos se sacudían al ritmo de la música y de los casca-beles de sus trajes de gala; pasamos con mucho cui-dado para no interrumpir el ritual. A mi padre uno delos funcionarios le invitó el primer trago de pox, y fuellevado junto a los guardianes de la palabra, se sentóentre los cargueros, nosotros buscamos un espacioentre la multitud.

Mi padre sonreía y conversaba con sus viejosamigos, bebía pox y fumaba tabaco; nunca lo habíavisto tan feliz; y con razón, estamos en el pueblo juntoa los dioses.

Después del baile ceremonial todos se levan-taron, se persinaron y se retiraron del lugar; mi padrese despidió, con pasos lentos caminó entre la multi-tud, su gran sombrero se movía de un lado a otro rom-piendo espacio entre la gente, unos con trajes limpiosy elegantes, otros sucios, harapientos y descalzos,pero todos disfrutaban la gran fiesta. Entre plática ysaludos corrió el tiempo.

Ahora el sol en medio del gran manto azul deluniverso. De nuevo repican las campanas. Los sacris-tanes comenzaron a tocar sus tambores y flautas. En lapuerta de la iglesia asomó el rostro de la imagen delpatrono San Miguel, bien adornado, parado en unacama de madera, sostenido por los hombros de cuatrocargueros, que se tambaleaban al bajar las gradas. Losindios sots’iletik se aglomeraron para acompañar alsanto protector en aquellas calles tejidas de piedrasanchas. Con rezos, cantos, música, flores, velas,incienso y cohetes caminamos por todo el pueblo, lacabeza del Dios blanco casi chocaba con la techum-bre de las casas, escoltada por banderas de diferentescolores. El tronido de los cohetes parecía partir la tie-rra, el tan tan de las campanas seguía, seguía y seguía.Así caminamos calle tras calle.

Por fin regresamos a la iglesia, agotados,sudorosos. A los sacristanes pareciera pesarles lasmanos, hacían grandes esfuerzos por seguir tocandolos tambores. La imagen del patrón, sonriente, disfru-taba su ceremonia, lo acompañamos hasta su lugar enel templo. Otra vez mis padres lloraron y rezaroncomo llenos de culpa y de sentimientos, siempre pro-nunciaban “Dios mío, danos vida, cuídanos”; pidie-

ron mucho por nuestra vida. Nos despedimos delSanto patrono, besamos su rostro, su traje brillante ysalimos. Nos dirigimos cerca del cabildo, en una delas aceras nos sentamos juntos, veíamos a alguaciles,alféreces y capitanes correr al galope de los caballos,pobres animales, se quejaban, corrían y corrían ofre-ciendo a los dioses sus esfuerzos; todo era hermoso.

En las cantinas la muchedumbre bebía pox ycervezas, ahí estaba un viejo canoso, ojos negros,cejas paradas, moreno, de carácter fuerte, de nombrePedro Ok’il, a su lado otro hombre, más joven, nosveían de reojo, parecíamos extraños en el pueblo. Alacercarme a ellos alcancé a escuchar algunas pala-bras:

-Compadre, ya viste quién está aquí, el viejobrujo, el malvado, el pukuj –expresó el señor.

El más joven volteó su rostro hacia mi familia.-Aaah, sí compadre, está muy feliz – contes-

tó.Siguieron tomando pox, después de un rato

platicaron de lo mismo.-Compadre, el pinche viejo es muy fuerte, es

terrible su ch’ulel, domina a todos los naguales delpueblo. Me he topado con él en las montañas, en loalto del cielo; hemos probado nuestros poderes perosiempre me vence, puede convertirse en viento y rayo,conoce mucho el camino del espacio, siempre viaja ala tercera capa de las nubes. Cada vez que lucho conél o libero el ch’ulel de un paciente, me deja casimuerto, creo que algún día me matará ese maldito, esfamoso y buscado, cura todas las enfermedades, tam-bién cuando hace maldades puede matar, es muymalo, ha matado mucha gente: a nuestras familias,nuestros hijos; es el principal culpable de las muertesen este pueblo.

-Sí, tienes razón, todos dicen que es malo;pero ¿qué podemos hacer con los señores intocablesde este mundo?, esos señores hablan con los dioses ytienen la libertad de hacernos daño –dijo el amigo.

Don Pedro acercó su boca a l oído del másjoven, solamente movían la cabeza, cuchicheaban, alrato el amigo alzó la voz.

-Está bien, don Pedro.-Así me gusta, que mi compadre sea hombre;

¡salud!

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-Salud.Después se levantaron y desaparecieron entre

la gente.Estos hombres platicaban de otra persona. Mi

padre tiene el espíritu bueno, cura mucha gente, suboca siempre pronuncia palabras buenas; además esmuy respetado, mejor hay que ver la fiesta.

Más tarde regresamos a la casa; lleno de orgu-llo y felicidad, igual que en la mañana, en el caminoalcanzamos algunas familias y las rebasamos; ya en lacasa no quería quitarme la faja y la ropa limpia, seveía empobrecida mi alegría.

Llegó el día esperado, por la tarde Pedro Ok’il descol-gó su vieja escopeta, la limpió varias veces, le pusomucha pólvora y municiones. Después afiló su granmachete; lo colgó junto a su escopeta. Al terminar decenar, cargó sus armas y su morral, se internó entre lasmontañas y como viejo fantasma vagó por la serranía,plas, plas, plas se escuchaban sus pasos al pisar lashojas muertas, iluminaba el camino con su vieja apo-cadora, llegó a un lugar donde alumbraba con másganas la claridad de la madre luna. Se sentó frente aun frondoso árbol y prendió un cigarro, mientrasfumaba acariciaba sus bigotes y sus cabellos.

De diferentes partes de la serranía bajabanmás personas, en un instante se acercó uno, apagó suapocadora y dijo:

-Señor, ¿ya estás aquí?-Si, que bueno que ya llegó, ¿A quienes más

invitaste? –respondió don Pedro con voz ronca.-Solamente a José Vázquez, no tardará en

venir.-Bueno señor, esperamos un rato, tal vez por

ahí vienen bajando. Yo también convencí a dos ahori-ta los conocerás.

Primero llegaron los invitado de don Pedro;enseguida su convencido de Martín. Se juntaron cincopersonas, don Pedro expresó:

-Qué bueno que ya llegaron señores, acomó-dense, sentémonos a platicar.

Todos buscaron su lugar, uno quedó de pie,parecía sostener el frondoso árbol que les cubría de lamirada de la madre luna, con sus viejos fusiles a laespalda fumaban y bebían pox, el murmullo de las

palabras se desvanecían con el ruido de las hojas y elviento, las fugaces luciérnagas confundiéndose miste-riosamente con la lumbre de los cigarrillos. PedroOk’il, Nicolás Moxan y Antonio Huet. Saben que enesta tierra hemos sufrido desde hace varios añoshemos sufrido, ¿cuántos niños se han muerto?, ¿cuán-tos de nuestras familias han desaparecido? Es culpa dealgún compañero, por un señor, sabemos quién es, elviejo Manuel Bolom, él nos ha hecho más daño. Poreso creo que es necesario darle fin a estas maldades¿Cómo ven, señores?

-Tienes razón compadre. Señores es cierto,existen personas de corazón fuerte, quienes solamen-te maldades hacen, yo desde hace tiempo estoy espe-rando que le den su merecido, pero parece que no hayhombres, no existen valientes en este lugar, por eso sejactan y son in tocables –expresó José.

-Tú Antonio, ¿qué dices? –preguntó don

Calavera Bailarina Juan José Meza

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Pedro. Antonio prefiorió callarse, temblaba su cora-zón, aprovechó para tomar otra vez de la botella, des-pués expresó:

-Miren señores, a mí nadie me ha hechodaño, tampoco soy Dios para castigar a un compañe-ro sin saber qué hace, qué piensa, realmente no séqué decirles.

-Mira señor Antonio, tú estas con nosotros, nose vale traicionarnos; tú tienes que acompañarnos, sino primero te eliminamos ¿Verdad señores? –amena-zó el viejo Ok’il. Antonio aceptó contra su voluntad.

Esa misma tarde el corazón de mi padre fueinvadido por sentimientos. Nos platicó que una nocheantes convivió con su ch’ulel y con sus seres desdemuchos años atrás desaparecidos y estuvo dialogandocon los dioses de la muerte. Casi llegaba la nochecuando asomó Martín, llegó para ponerse de acuerdoen la salida de la finca Cuxtepeques, la fiesta lo dejósin ningún centavo y tenía que recuperarse trabajandoen la Concordia. Al ver a su amigo mi padre se alegrómucho, comenzó a platicar y platicar de sus sueños,de la fiesta, de los trabajos, así llegó al alto grado dela noche y olvidó sus preocupaciones y sentimientos.

Afuera José Vázquez y Sebastián Ok’il espia-ban nuestra casa, en unos momentos regresaron consu grupo.

-Llegó el tiempo señores, tú, Antonio, te diri-ges atrás de la casa; tú Sebastián a mano derecha; túNicolás a lado izquierdo; José y yo en la puerta.Caminen no tengan miedo, traten de no hacer ruido,si alguien quiere escapar hay que seguirlo y tirarle,son cinco personas, nos toca una a cada uno; biensaben: el que falle también arriesgará su vida-.Caminaron lentamente rumbo a la casa, bañados derocío de la noche, pasaron el pequeño arroyo quedividía el monte, se separaron a los lugares señalados,cruzaron sigilosamente el campo que alegraba lacasa. Se aproximaron más, más y más, escucharonclaramente al voz del viejo Manuel. Eran las doce dela noche, con más ímpetu avanzaban listos para des-cargar el coraje y el odio de muchos años; don Pedroy José a unos pasos de la puerta bajaron sus fusiles ala altura de sus pechos, listos para jalar el gatillo, elviejo Ok’il movió la cabeza, en dos brincos llegaronhasta la puerta y la empujaron con mucha fuerza:

-¡Épale, cabrones!Mi padre quiso ponerse de pie, al momento

recibió una descarga de fusil en pleno pecho; alcancéa ver cómo se desplomó frente a la vieja cruz. DonMartín logró escapar empujando a los asesinos; escu-ché los gritos atrás de la casa: “échale, síguele, dale,no lo dejes escapar”, tronaban y tronaban balazos. Mimadre llevaba entre los brazos a mi pequeño herma-no, corría y corría por todos lados, lloraba, gritabaincesantemente. Los machetes zumbaban en el aire, elviejo Ok’il logró pegar un machetazo a mi madre,comenzó a bañarse en sangre pero siguió luchandopor su vida. En una de las esquinas de la casa escuchéel grito de mi hermano Sebastián, destrozaban sucuerpo como si destrozaran un trozo de leña. Otra vezel viejo Pedro alcanzó de un machetazo a mi madre,cayó boca abajo con su pequeño hijo, cubriéndolocomo una gallina cubre sus polluelos contra el frío.Los quejidos fueron desvaneciéndose poco a poco.Miré cómo destrozaban el cuerpo de mi madre sincompasión, por diferentes partes volaban pedazos decarne, el filoso metal regaba sangre por todos lados.Mi mente recordó el krus, cruz del pájaro ichin, elmensajero de la muerte; mis ojos veían brotar la granchispa azul-dorado del sagrado fuego, como la vi conmis padres en la mañana del sbak’in de nuestro SantoPatrono. Pedro Ok’il se acercó a mí, vi el gran metalque se levantaba en el aire regándome sangre, lerogué llorando que no me golpeara… de pronto elgolpe sobre mi cabeza, me invadió la oscuridad delosil balamil. La chipa dorada del sagrado fuego pocoa poco se fue apagando en mis ojos, el graznido delpájaro se fue alejando de mí.

En la puerta asomaron Sebastián y Nicolás. Alver la casa en silencio llena de sangre y muerte, susodios acumulados fueron convertidos en alegría; veri-ficaron que no existieran señales de vida; con pasosagigantados salieron y cruzaron el campo, hasta ocul-tarse en el cobijo de la oscuridad de la montaña.

En mi casa todo era silencio, cuerpos destro-zados, sangre, más sangre; de un manojo de lumbresalía humo que dibujaba figuran en el vacío. Afuera elsusurro de los pequeños animales nocturnos, el rugirdel viento enfurecido jugando con la claridad de laluna.

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devuelto el ck’ulel y la sabiduría de mis padres. Estoyen otro sba k’in de nuestro santo Patrono, luciendo eltraje limpio de mi padre, su faja ancha y roja bienajustada a mi cintura, cuyas puntas casi tocan el suelo,símbolo de la sinceridad de la palabra y de la digni-dad, don Martín me la entregó hace mucho.

En las gradas del templo un pobre viejo sen-tado, pareciera doblarse en dos, sí, Pedro Ok’il.

Caminé hacia el anciano; al acercarme a el seapoyó en su bastón, apenas logró ponerse de pie, losaludé con el gran saludo de nuestro pueblo, me pre-guntó amablemente:

-¿Quién es usted, señor?-Me llamo Miguel Bolom, hijo del finado

Manuel Bolom.El anciano respiró con ansiedad; con pasos

sigilosos dio media vuelta, caminó con dificultadrumbo a donde se oculta el sol… Durante veinte añoshe robado el aire en este espacio, he ensuciado lamadre tierra, el esplendor de la palabra me ha fortale-cido, aprendí del rugir del viento y del canto de lasaves que el respeto a los pequeños dioses de la tierraes más poderoso que la venganza.

1 Hijo de esta Madre Tierra, del Padre Sol; maya tsotsil crecido con trece palabras y con trece cantos.2 Esencia o espíritu.3 Lechuza.4 Primer día de fiesta.5 Hombres murciélagos.6 Aguardiente.7 Hijo menor que sustituye al padre.8 Pueblo.9 Personas quienes tocan el tambor y las flautas.10 Los que ocupan un cargo religioso: cargueros.11 Padre, gracias a la vida, la vida es temprano,padre, quién no pudo, quién no supo, padre te doylas gracias.12 Bienvenido señor, que este bien y fuerte nuestroseñor, en verdad el dador es Dios.13 Demonio.

De repente escuché un pequeño suspiro, elgemido de un niño parecía ocultarse bajo la tierra,cerca del fogón, traté de mirar, era en vano, no distin-guí nada, pero escuchaba que algo se movía; el queji-do se convirtió en llanto incesante. El dolor me inva-dió, solamente escuché cómo se arrastraba mi peque-ño hermano en diferentes lados; de pronto se quedócallado, vencido por el cansancio, sosteniendo supequeña cabeza en el cuerpo de mi padre.

Toda la noche mi palabra fue robada por losdioses, solamente mis ojos atestiguaban; el tiempo fuemuy prologado miré la claridad de la luna desvane-cerse poco a poco, sentí el intenso frío de la madruga-da.

Floreció el alba, cómo cualquier día queacostumbrábamos salir y visitar a los pacientes de mipadre. Sólo el arruinante silencio; atrás de la casa elts’ik, ts’ik, tsik de las pequeñas aves jugando entre lasparedes, un poco más allá entre lo árboles un pájarode cuatrocientas voces alegra su campo. Mi pequeñohermano se despertó, sin derramar lágrimas, tal comoun niño educado y alegre; empezó a juguetear el cuer-po de mi padre, la sangre muy roja como el color desu faja cuando caminábamos al jteklum, a la fiesta,pero al verlo no despertar lo dejó en paz, con la fuer-za de sus manos se arrastró al cuerpo de mi madre,acariciaba los pedazos de carne y jugueteaba la san-gre, en unos instantes parecía un pequeño monstruoasesino, rojo, bien rojo su cuerpo, su ropa y su cabe-llo, al mismo tiempo llevaba a su boca coágulos desangre y la comía, ¡ah, el mísero de mi hermano esta-ba hambriento!

Alguien se acercaba, escuché sus pasos. Seasomaron rostros a la puerta, unos los conocí en lafiesta del jteklum, otros muy extraños, con ojos sor-prendidos miraron los cuerpos, los movían, en mediode la gente reconocí a mí tío, escuché, llévenlo,escóndanlo, no lo dejen sufrir más al pobre pequeño”,lo vi retirarse con él llorando. Los señores se acerca-ron donde yo estaba tirado, me miraban tristes, resba-laban lágrimas en su rostro; uno de ellos dijo: “¡miracómo se mueve su cerebro del pobre niño, quién sabesi vivirá!”, entre dos me sacaron, y de mi hermanonunca supe nada.

Ha pasado mucho tiempo, tiempo que me ha