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Dilemas y conflictos del desarrollo industrial argentino. Análisis y propuestas de Marcelo Diamand Eduardo Javier González Luego de la profunda crisis política y económica producida en diciembre del 2001 cuando forzado por una gran movilización y manifestaciones populares, amén de una violencia inusitada representada en saqueos a diversos comercios, el entonces presidente Fernando De La Rúa decide renunciar, poniendo fin abruptamente al gobierno de la “Alianza”. Para entender debidamente este hecho cabe recordar los objetivos principales que se había fijado Alianza”: finalizar con un modelo de exclusión social, producto de la aplicación de la filosofía económica neoliberal; combatir la alta desocupación a la cual se había llegado como consecuencia de esa política y que alcanzó al 20% a fines del año 2000. revisar la escandalosa y amplia política de privatizaciones desarrollada durante la década de los 90; erradicar la corrupción dentro del Estado Por lo tanto, a raíz del fracaso en la realización de estos objetivos y del desemboque en un verdadero colapso social que se verifica en diciembre de 2001, se abre nuevamente un amplio debate sobre el desarrollo de las fuerzas productivas en nuestro país y más particularmente acerca de las posibilidades de volver a tener industrias que generen empleo. Esas reflexiones incluyen también la factibilidad en la aplicación de aquellas políticas macroeconómicas por parte del Estado que puedan impulsar ese camino productivo y que permitan reducir los altos índices de desocupación y generar las condiciones para una más equitativa distribución de la riqueza. Este tipo de debate no resulta novedoso en la Argentina. En otro trabajo damos cuenta de las diferentes posiciones de Se agradecen los comentarios y sugerencias de Américo García. Los posibles errores u omisiones son responsabilidad del autor. 1

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Dilemas y conflictos del desarrollo industrial argentino. Análisis y propuestas de Marcelo Diamand

Eduardo Javier González

Luego de la profunda crisis política y económica producida en diciembre del 2001 cuando forzado por una gran movilización y manifestaciones populares, amén de una violencia inusitada representada en saqueos a diversos comercios, el entonces presidente Fernando De La Rúa decide renunciar, poniendo fin abruptamente al gobierno de la “Alianza”. Para entender debidamente este hecho cabe recordar los objetivos principales que se había fijado “Alianza”:

finalizar con un modelo de exclusión social, producto de la aplicación de la filosofía económica neoliberal;

combatir la alta desocupación a la cual se había llegado como consecuencia de esa política y que alcanzó al 20% a fines del año 2000.

revisar la escandalosa y amplia política de privatizaciones desarrollada durante la década de los 90;

erradicar la corrupción dentro del Estado

Por lo tanto, a raíz del fracaso en la realización de estos objetivos y del desemboque en un verdadero colapso social que se verifica en diciembre de 2001, se abre nuevamente un amplio debate sobre el desarrollo de las fuerzas productivas en nuestro país y más particularmente acerca de las posibilidades de volver a tener industrias que generen empleo. Esas reflexiones incluyen también la factibilidad en la aplicación de aquellas políticas macroeconómicas por parte del Estado que puedan impulsar ese camino productivo y que permitan reducir los altos índices de desocupación y generar las condiciones para una más equitativa distribución de la riqueza.

Este tipo de debate no resulta novedoso en la Argentina. En otro trabajo damos cuenta de las diferentes posiciones de distintos actores sociales en torno al proceso de industrialización en la Argentina en las décadas de los 60 y 701, pero aquí queremos profundizar en las ideas y propuestas de uno de ellos, Marcelo Diamand, por las repercusiones que sus reflexiones y las líneas de políticas recomendadas tienen en el proceso actual del país.

Marcelo Diamand fue un ingeniero electrónico devenido en un estudioso de la economía política. En el año 1973 publicó uno de sus libros “Doctrinas económicas, desarrollo e independencia”2, en el cual completó un conjunto de ideas acerca de la economía argentina y de las teorías económicas a partir de las cuales se la había analizado y que eran la base de la aplicación de las políticas económicas. En el prefacio, el autor aclara que el libro ha sido el producto de una década de reflexiones sobre enfoques simultáneos: la del empresario industrial que vivió y experimentó las distintas vicisitudes de las Se agradecen los comentarios y sugerencias de Américo García. Los posibles errores u omisiones son responsabilidad del autor.1 García, Américo: El debate acerca de la industrialización en la Argentina”. Material de la cátedra. Mimeo. 20142 Diamand, Marcelo; “Doctrinas Económicas, desarrollo e independencia”; H.Garetto Editor; Rafaela, Prov. De Sta Fe; reedición año 2010.

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diversas políticas del Estado; la del directivo de las entidades empresariales defensora de los intereses industriales y un puente permanente entre los empresarios industriales y los gobiernos; la de asesor de varios gobiernos que le permitió impulsar y concretar ciertas leyes económicas; y, por último, del propio esfuerzo personal donde integra las experiencias y las ideas en un modelo teórico coherente, correspondiente a la realidad argentina. Destacamos esto último ya que Diamand propone confrontar no únicamente los déficits en el desarrollo de la industria de la Argentina; sino además, cuestionar la ineficiencia de las teorías internacionales en su implementación mecánica en la estructura económica de nuestro país.

La estructura productiva desequilibrada

Diamand entiende que la forma que adquirió el desarrollo industrial en algunos países cuyas exportaciones provienen principalmente del sector primario han determinado lo que el denomina una “estructura productiva desequilibrada” (EPD).

“Se trata de una estructura productiva compuesta de dos sectores de niveles de precios diferentes: el sector primario, agropecuario en nuestro caso, que trabaja a precios internacionales, y el sector industrial, que trabaja a un nivel de costos y precios considerablemente superior al internacional.”3

La EPD generó en nuestro país una industria nacional volcada hacia el consumo interno ya que se veía imposibilitada de exportar en forma constante, debido a que sus precios eran más altos que lo de sus competidores internacionales. Además, la principal fuente de ingresos de moneda extranjera eran las exportaciones de origen mayormente primario (la actividad agropecuaria para el caso de nuestro país) siendo utilizadas esas divisas en la adquisición de bienes de capital o insumos industriales no elaborados localmente.

Escasez de divisas

Por lo tanto: “…la principal característica económica de la EPD es su tendencia a recaer periódicamente en crisis de la balanza de pagos.4 A raíz de la peculiar configuración de precios que la caracteriza, la industria se ve forzada a restringirse al abastecimiento del mercado interno y la provisión de divisas pasa a depender, casi exclusivamente, de las exportaciones primarias…(de tal manera que) el abastecimiento de divisas queda siempre a cargo del sector primario, limitado, sea por las condiciones de oferta, sea por las de la demanda mundial, o por ambas a la vez…”5 Deja de esta manera plasmado, Diamand, la recurrente crisis que impone al país ese déficits de divisas extranjeras.

3 Diamand, Marcelo: “La estructura productiva desequilibrada argentina y el tipo de cambio”, en Desarrollo Económico Vol 12 N° 45, 1972.4 La balanza o balance de pagos registra todas las transacciones monetarias que un país o sus residentes realizan con el resto del mundo, transacciones que incluyen movimientos de mercancías y de dinero.5 Diamand, Marcelo; Op.Cit.

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Ventajas comparativas

Al analizar el proceso histórico, la forma de inserción económica de nuestro país al mercado mundial y el surgimiento de la EPD como consecuencia de esa especialización en la producción y exportación de materias primas de origen agrario, este autor Indica que la adopción de ese perfil productivo responde a una lógica de la doctrina económica clásica tradicional, formulada por Adam Smith y David Ricardo, la “División Internacional del Trabajo”.

Básicamente el concepto expresa que los países deben buscar una especialización en aquellas actividades económicas en las que tengan ventajas comparativas, es decir, esta formulación teórica económica nos induce a priorizar los sectores en los cuales se produce a menores costos que los internacionales y se traduce en precios muy competitivos en los países de destino de exportación.

Por tal motivo, para la Argentina, las grandes planicies, la fertilidad de la tierra y las condiciones climáticas y fitozoográficas conocida como Región de la Pampa Húmeda, cumplen perfectamente con esa mirada de pensamiento económico y, efectivamente, la explotación tanto ganadera como la actividad agraria genera una ventaja comparativa tal, que siguiendo la forma de pensamiento de Smith como la de Ricardo, no es conveniente desarrollar otras ramas de la actividad productiva, como por ejemplo, la actividad industrial.

David Ricardo, con quien a la distancia polemiza Diamand al considerarlo uno de los principales exponentes y uno de los fundadores de la corriente de pensamiento económico denominada “Clásica”, expresó6 que las variaciones de los precios de las mercancías pasa por el trabajo utilizado y las habilidades que adquiera la mano de obra en un lapso de tiempo; es decir, los mismos pensadores clásicos nos enseñan que una industrialización lleva un lapso de tiempo o la implementación de una política industrial sostenida con el tiempo. Por eso Ricardo afirmó:

“…podemos concluir con fundamento que, cualquiera sea la desigualdad que haya podido existir originalmente entre ellas (las variaciones de precios entre las mercancías), cualquiera el ingenio, la habilidad o el tiempo necesarios para la adquisición de una clase de destreza manual, por encima de los necesarios para adquirir otra clase, esta desigualdad sigue siendo aproximadamente la misma de generación en generación…”7

Cabe hacer la salvedad que el mundo de 1817 vivido por Ricardo no es comparable con la increíble velocidad del desarrollo científico- tecnológico verificado internacionalmente desde mediados del siglo XIX hasta nuestra contemporaneidad. Así el término y pensamiento usado por Ricardo para ejemplificar las diferencias de precios y de su resultante: las ventajas comparativas, es la explicación del desarrollo de la industria. Ello requiere, a su vez, de la necesaria evolución de varias actividades industriales

6 Ricardo, David; “Principios de Economía Política y Tributación”; cuya primera edición data del año 1817 y publicada en Londres; Reino Unido de Gran Bretaña.7 Ricardo,David; Op.Cit.

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interconectadas entre sí y que como todo proceso evolutivo transcurre “de generación en generación”. Es en esencia un proceso continuo con el tiempo lo que Diamand propugna para el desarrollo industrial nacional.

Por supuesto que esta forma de elaboración del pensamiento de Ricardo, lo congela a la llegada a altos grados de “habilidades” industriales, en ese momento para Gran Bretaña de 1817 en exclusividad, para dar fundamento a la División Internacional del Trabajo” materializada en el comercio internacional. 8

Con tal estructura de pensamiento “clásico” sostenido por aquellos economistas que en la Argentina la aceptaban en forma acrítica, Diamand mantuvo varias discusiones, especialmente contra la idea de que la única vía de desarrollo de nuestro país era la de una Argentina productora de mercancías originadas en nuestra “pampa”, lo cual implicaba desechar por compleja o “ineficiente”-sea por los precios comparados con los internacionales, la calidad tanto de la mano de obra como de los productos industriales- la producción industrial argentina, debido a que nunca alcanzaríamos ese grado de desarrollo de las fuerzas productivas industriales de los ingleses u de otros países desarrollados.

El “Modelo Agroexportador” cuya vigencia fue desde la Organización del Estado Nacional, a partir de la Década de 1880, hasta el comienzo de la Gran Depresión en la Década de 1930 marcó el ingreso al comercio exterior de nuestro país siguiendo al pie de la letra los dictados de los principios ricardianos.

No obstante, este paradigma teórico entra en crisis tanto operativa como explicativa de la economía al iniciarse las consecuencias de la crisis de 1930. En crisis operativa a causa de la tendencia decreciente de los precios de exportación. La necesidad de ahorrar divisas abrió para la Argentina un proceso de industrialización parcial y limitado que es lo que habitualmente conocemos como “modelo de sustitución de importaciones”.

Para Diamand, luego de los comienzos del proceso de industrialización por sustitución de importaciones, este se hace cada vez más lento. “Se inicia un proceso de divergencias entre el crecimiento del sector industrial consumidor de divisas, que no contribuye a producirlas, y la provisión de estas divisas a cargo del sector agropecuario. Esta divergencia es responsable de la crisis de balanza de pagos en la Argentina y constituye el principal limitador de crecimiento del país. La expansión de la producción interna hace crecer las importaciones. Una vez que se agotan las reservas, el país se ve forzado a una devaluación.” 9

La evolución económica de la Argentina resulta de esta manera alta y esencialmente inestable, lo que desencadena desequilibrios periódicos, 8 Ricardo, David; Op.Cit.; ver el capítulo “Sobre el comercio exterior” donde pone el ejemplo de lo beneficioso que es vender productos de trabajadores industriales ingleses y aprovechar la ventaja comparativa de importar vinos de Portugal.9 Diamand, Marcelo: “La estructura productiva desequilibrada argentina y el tipo de cambio”, en Desarrollo Económico Vol 12 N° 45, 1972.

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básicamente provenientes del sector externo, por esas diferencias que se producen entre el crecimiento de las importaciones como consecuencia de la expansión del sector industrial y las limitaciones de las exportaciones. Sobreviene así la venta y caída de las reservas internacionales, debidas a la mayor necesidad del sector industrial y a movimientos especulativos que comienzan a presionar sobre el valor del tipo de cambio. A ello le siguen las fugas de capitales al exterior y finalmente el proceso desemboca en una brusca devaluación de la moneda nacional.

Productividad

Diamand analiza en forma simultánea al concepto de EPD, el concepto de productividad con el objetivo de, por un lado, discutir en términos teóricos para demostrar la necesidad de generar reflexiones y no aceptar dogmáticamente las “supuestas verdades inamovibles” de las usinas de pensamiento económico mundial y, por el otro, trata de demostrar como una mirada diferente del concepto de “productividad” sirve para fundamentar el desarrollo de la actividad industrial.

Crítica Diamand los análisis de los economistas clásicos al confundir los conceptos de productividad con el de eficiencia. Al asociarlos equivocadamente la producción industrial es tan ineficiente cuyos precios resultan muy poco competitivos o, mejor dicho, resultan muy caros en el mercado internacional y, al ser un fenómeno constante en nuestra industria: “… (una vez calificada) la realidad (de nuestra industria local) como “ineficiente”, se les adjudica la categoría de fenómeno patológico, indigno de ser analizado en el plano intelectual…”10

Aunque parecería ser una mera disputa intelectual, esta discusión oculta no sólo la posibilidad de retomar un desarrollo industrial, con todo el proceso de desarrollo que lleva a cualquier tipo de sociedad11; sino además, Diamand enriquece el concepto de productividad con otras variables económicas, culturales y sociales.

Por tal motivo, al concepto de productividad lo vincula con: a.- dotación de recursos naturales: es una obvia relación de dependencia ya que existen países cuya riqueza se basa en yacimientos mineros, yacimientos petrolíferos o de plantaciones. b.- la capitalización física está dada por la “densidad” de equipamiento per cápita en máquinas y equipos y el detalle de la estructura económica del país. c.- la capitalización social nos explica Diamand: “…es menos tangible, pero determina, asimismo, la productividad de mano de obra y consiste en conocimientos, tecnología, organización productiva y social, capacidad

10 Diamand, Marcelo; “Doctrinas Económicas, desarrollo e independencia”; H.Garetto Editor; Rafaela, Prov. De Sta Fe; reedición año 2010.11 Waisman,Carlos; “Inversión del desarrollo en la Argentina”; Edit. Eudeba; Bs.As.2008. Una de las tantas hipótesis trabajadas en su libro, relaciona en forma constante el indudable crecimiento de las fuerzas productivas industriales de los EE.UU. con el afianzamiento del sistema republicano y democrático con altos estándares de libertades políticas e índices de desarrollo de su sociedad en términos socioculturales.

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administrativa, grado de evolución, empresas, etc….”12. Como se puede apreciar la explicación brindada sobre la productividad no sólo se mide o se alcanza por la eficiencia de la mano de obra en su puesto de empleo, sino que además, esta variable tiene que ver con un desarrollo sociocultural e institucional tanto de los trabajadores como de los empresarios. d.- las condiciones de contexto, está dada por el marco de las normativas político-institucional y por la estabilidad de las decisiones administrativas dictadas por el Estado que pueden alentar o desactivar una actividad económica y, desde ya, esto incide fundamentalmente en la productividad de la mano de obra y del sector económico en su conjunto.

De esta manera, expone que la corriente de pensamiento económica clásica y las modernas lecturas monetaristas, actualmente denominadas la “ortodoxia económica”, asocia la productividad de la mano de obra con la eficiencia en el desempeño en el lugar de trabajo, midiendo la productividad según las cantidades obtenidas por la unidad de recursos empleados. Desde la concepción ortodoxa, la productividad se detecta para diferentes factores de la actividad económica tales como, la del capital, la de la mano de obra, la de la tierra. Pero Diamand se ocupa de la productividad lograda por la mano de obra, midiéndola por el valor hora/hombre expresado en dólares para obtener su comparación internacional. Diamand relaciona la eficiencia de la mano de obra con la presencia de una máquina “…producto de acumulación de capital y tecnología, que permite multiplicar cientos de veces el esfuerzo físico…”13

Por tal razón, Diamand asigna importancia al proceso histórico de industrialización para contrarrestar esa Estructura Productiva Desequilibrada (EPD) en la Argentina y si bien, no resigna el análisis micro empresarial que realiza exhaustivamente cualquier empresario sobre la cuestión de la eficiencia de la mano de obra y otros aspectos de su empresa, como vimos con anterioridad no es la única variable de análisis sobre la productividad.

Diamand insiste en que la productividad dentro de la sociedad industrial no sólo pasa por la medición hora/hombre de la producción o tomar la “eficiencia” a secas como las únicas variables de análisis sobre este tema; sino que además, deben confluir :”…la capacidad y voluntad de los que dirigen y ejecutan las áreas (de producción), la productividad depende de la organización alcanzada por la sociedad y por las empresas, …(generando) la posibilidad de planificar la producción de antemano, con el fin de racionalizar los métodos, las tareas y la investigación y, finalmente, del nivel de tecnología que se ha conseguido…”. De allí que tiene un efecto multiplicador sobre:”…la capacitación, los conocimientos y la cultura general de la población…”14 .

Limitaciones de la atracción al capital extranjero

12 Diamand, Marcelo; Op. Cit.13 Diamand, Marcelo; Op. Cit.14 Diamand,Marcelo; Op. Cit.

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En países de EPD, como la Argentina, ¿cuál debería ser el trayecto a seguir para el desarrollo industrial? Uno de los principales escollos es la falta de acumulación de capital que pueda ser invertido en la actividad industrial y el “estrangulamiento” del sector externo por falta de divisas. Se ha intentado una forma tradicional de subsanar ese estrangulamiento mediante la atracción de capitales extranjeros. Pero estos capitales exigen un grado importante de “confianza” en términos de un control político y de las distintas variables económicas por parte del Estado. Ante tal situación, los diferentes gobiernos solicitaron préstamos al Fondo Monetario Internacional (FMI), debieron realizar planes económicos que controlaran la importación y mejoraran el valor de las exportaciones para solucionar los estrangulamientos de la balanza de pagos. La excepción han sido los gobiernos peronistas que no solicitaron préstamos al FMI con el fin de lograr una política financiera autónoma de los centros financieros internacionales, que precisamente no interfiriera en el proceso de industrialización.

Al analizar la realidad económica del país Diamand llega a la conclusión que el capital extranjero no llegó a cumplir el objetivo de ser la rueda de auxilio para el desarrollo industrial. Por consiguiente, afirma: “…el desarrollo industrial exclusivo hacia adentro, financiado mediante aportes de capitales extranjeros, lleva forzosamente a una situación explosiva del sector externo, que tarde o temprano desemboca en una crisis de balanza de pagos…”15

Cabe acotar al respecto que la solución propuesta por quienes propician la incorporación de inversiones extranjeras al desarrollo nacional solamente puede aportar en el corto plazo, pero que a la larga esos “aportes” llevan a la salida de capitales en concepto de remisión de utilidades, dividendos, pagos de regalías por el uso de patentes y tecnologías, cuando no a diversas maniobras que les permiten sus operaciones con empresas vinculadas, todo lo cual termina agravando la situación del sector externo.

Crítica a las corrientes económicas argentinas

Este autor expone una fuerte crítica a las propuestas económicas que se ensayaron durante el proceso de industrialización entre los años 1940 y 1970. Esquematiza estas propuestas en dos diferentes corrientes: a) el paradigma clásico, o lo que hoy denominaríamos el neoliberalismo; b) el pensamiento y la política nacional populista. La primera propuesta postula el libre funcionamiento de los mercados, lo cual supuestamente generaría un sistema económico eficiente, y aglutina los intereses de los sectores agropecuario, financiero y exportador agrario. La segunda ha expresado políticamente a una parte importante de la población y persigue objetivos de pleno empleo y de una mejor distribución de la riqueza, por eso la llama también expansionista

Diamand realiza una serie de críticas hacia las políticas que impulsaron procesos de industrialización. En primer término, analiza a los intentos efectuados por la corriente “nacional-populista”, llevados adelante en forma muy clara durante las presidencias de Perón; pero engloba en esta crítica, a todos aquellos que enarbolaron ese tipo de estrategia industrialista.

15 Diamand, Marcelo; Op.Cit.

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Para comenzar la crítica, insiste en su visión del problema de abastecimiento de divisas y en como esta cuestión ha sido soslayada por esa corriente del pensamiento argentino:

“…El populismo, siempre con excepción de importantes sectores dentro de la corriente nacional, muestra una sistemática ceguera ante el papel limitador del sector externo….”16

Esa visión crítica abarca también a los pensadores que sostienen la existencia del subdesarrollo por la histórica limitación del intercambio desigual y el deterioro constante de los términos de intercambio. Raúl Prebisch fue el gran exponente de esta última concepción, en la cual los países centrales y de gran desarrollo industrial venden sus mercancías industriales con un alto valor agregado y a mayor precio en términos globales sobre los precios de los países periféricos y exportadores de materias primas, con un bajo valor agregado; razón por la cual, los países periféricos se ven imposibilitados de lograr una acumulación de capital que les permita realizar un proceso de industrialización.17

No obstante, vale la pena aclarar que Diamand polemiza acerca de este análisis originado por Prebisch y lo llevan al extremo. Por esta razón, llama la atención al decir:

”…recurre a menudo al diagnóstico que alega el deterioro de los términos de intercambio, percibe este deterioro como una simple pérdida de ingreso y no como un efecto limitador sobre la producción. En otras palabras, ve en la perdida de cada dólar únicamente la pérdida de este dólar y no de varios dólares adicionales que se dejan de producir internamente…”.18

Lo que quiere decir el autor con esta afirmación es que el deterioro de los términos de intercambio como consecuencia de la especialización exportadora en bienes primarios cuyo valor va cayendo en relación a los bienes industriales, no solamente implica esa pérdida de valor en sí misma, sino que la especialización señalada implica también pérdidas de valor por lo que no se produce internamente y que ahora debe importarse por un valor mayor.

De tal manera que:

”…Este punto ciego impide a los populistas percibir que el aumento de la actividad interna no acompañado de políticas específicas de balanza de pagos lleva, forzosamente, a la limitación externa…”19

Lo que él hace notar en esta crítica es que desde el pensamiento que denomina populista pareciera haber una tensión o una oposición entre mercado interno y exportación. Es decir, los volúmenes que se exportan le restan

16 Diamand, Marcelo; Op. Cit.17 Prebisch, “Capitalismo Periférico”; FCE; Bs.As.; 196818 Diamand, Marcelo; Op.Cit.19 Diamand, Marcelo;Op.Cit.

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consumo al mercado interno. En ese sentido, le achaca a la corriente nacional-populista un prejuicio antiexportador. Y dice:

“Su origen es la herencia cultural que hace interpretar el presente en términos de los conflictos del pasado. La historia de las EPD se caracteriza por la lucha entre dos tendencias: la proteccionista, que quería canalizar el desarrollo hacia la producción para el consumo interno y la librecambista, que presionaba para canalizarlo hacia la exportación. Dentro de este planteo el aumento de las exportaciones se identificaba con lo antipopular, ya que aparecía como una alternativa al consumo interno. Lo que no han entendido los populistas es que la culpa por el sacrificio del mercado interno no la tenían nunca las exportaciones, sino la falta de una protección adecuada que impedía iniciar y mantener la producción para el consumo interno y canalizaba las divisas ganadas con exportación hacia la adquisición de bienes terminados…”20

Dos cuestiones podemos puntualizar aquí. Por una parte, ese prejuicio real sobre el que llama la atención Diamand estaba alimentado por el estancamiento de la producción agropecuaria que determinaba que cuando la economía nacional crecía, aumentaban la producción industrial, el empleo y los salarios y, por lo tanto, había un mayor consumo interno. Este último hacía que disminuyeran los saldos exportables. Y el ciclo expansivo se agotaba cuando sobrevenía la crisis externa y la solución más a mano era la devaluación de la moneda nacional. La devaluación determinaba la caída de las importaciones, un menor empleo industrial y el deterioro salarial y con ello la disminución del consumo interno. La economía ajustaba por la vía de la recesión económica, esto es, menos actividad, más desocupación y bajos salarios. En decir, que en la propia realidad económica, dada la forma en que se desarrollaban los ciclos productivos existía esa tensión entre consumo interno y exportaciones. Es por ello que Diamand propiciaba un aumento de la producción agropecuaria y mayores exportaciones, tanto provenientes de este sector como de la producción fabril. Cabe hacer notar que en la actualidad en algunos sectores todavía subsiste esta tensión entre consumo interno y exportaciones. En los últimos años se han producido algunos episodios en este sentido que afectaron a la producción de carne vacuna y al abastecimiento de trigo para la industria molinera.

La otra cuestión es que llevando el análisis crítico de Diamand a la situación actual de la Argentina puede visualizarse que esa falta de protección del mercado interno que él remarca y que hace que en muchos casos las divisas obtenidas de las exportaciones se canalicen hacia la adquisición de bienes terminados, aparece hoy muy claramente como producto de la extranjerización de buena parte de la producción argentina después de las políticas de los años noventa, de la mayor composición de insumos importados en buena parte de la producción industrial (el caso de la industria automotriz, por ejemplo, en la cual sólo el 27 % de sus componentes son de producción nacional) y de la importación lisa y llana de bienes de consumo de lujo (los eufemísticamente llamados bienes de alta gama).

20 Diamand, Marcelo:Op.Cit.

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Por lo tanto:

”…el sector externo es una clave del desarrollo y las exportaciones no significan una disminución del consumo, sino que son una herramienta esencial del crecimiento…”;

ya que como nuestro proceso industrial requiere de bienes de capital e insumos industriales que no se fabrican en la Argentina, siempre el sector industrial busca abastecerse de divisas extranjeras para poder comprar al exterior estos insumos. Es en la búsqueda de divisas que Diamand insiste en la posibilidad de exportar productos manufacturados y, en su medida, ir reduciendo como única alternativa la provisión de divisas provenientes de las exportaciones agropecuarias. Por estas razones, concluye:

”…sin perjuicio del esfuerzo sustitutivo, es absolutamente imprescindible generar más divisas. En consecuencia el camino hacia la independencia económica pasa forzosamente por el del crecimiento de las exportaciones…”.21

Critica al desarrollismo

Aunque existió una sustancial diferencia de la modalidad en el proceso de industrialización por substitución de importaciones entre la experiencia nacional-populista y la concepción ideológica y su práctica en el gobierno del Presidente Frondizi, caracterizado como “desarrollismo-frigerismo”, Diamand esboza las siguientes críticas:

“…el desarrollismo o frigerismo atribuye los problemas económicos del país a su dependencia comercial, recurriendo –igual que el populismo- al diagnóstico estructuralista...” (la mirada que citamos con anterioridad de Raúl Prebisch) ...”que alega el deterioro de los términos de intercambio. Como solución a la dependencia que se crearía debido a este presunto deterioro propugna un drástico cambio en la estructura productiva por vía de una política substitutiva llevada hasta sus últimas consecuencias, que permita lograr el autoabastecimiento en todos los rubros básicos de la economía…” 22

Otra punto fundamental en el análisis del desarrollismo-frigerista es la insuficiencia del capital nacional para profundizar el proceso de industrialización, cuyos pasos agigantados formularon las dos presidencias nacional-populista de Perón.

Este análisis llevó al gobierno desarrollista de Frondizi a la promulgación de dos leyes muy importantes:

21 Diamand,Marcelo;Op.Cit.22 Diamand,Marcelo; Op.Cit.

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1.- Ley 14.780 de “Radicación de Capitales” cuyo punto principal era la garantía y trato igualitario a las inversiones extranjeras del mismo tenor que a los capitales locales. 2.- Ley 14.781 de “Promoción Industrial” que otorgaba beneficios a aquellas inversiones extranjeras que se destinasen a la actividad industrial.

Estas leyes produjeron un gran cambio en la infraestructura productiva industrial ya que impactó enormemente en la industria automovilística, petroquímica, la industria química en su amplio abanico de subramas.

Diamand está de acuerdo con el diagnóstico efectuado por los desarrollistas Frondizi y Frigerio que el déficit de la balanza de pagos proviene por ese desigual intercambio; no obstante, él entrevé un error conceptual que llevó a esta dupla “desarrollista” a esa encerrona que genera la falta de divisas extranjeras para hacer frente a las necesidades constantes de abastecer de insumos y bienes de capital importados para una industria de consumo interno:

“…la incoherencia que surge entre el objetivo postulado de independencia económica y la dependencia a la que se llega, parte de la identificación que hace el frigerismo de la insuficiencia de capitales con la insuficiencia de divisas. De la misma manera que el populismo, el frigerismo no entiende la diferencia entre el dinero interno y las divisas…” por lo tanto: “…alega como causa de estancamiento el deterioro de los términos de intercambio, lo interpreta sólo como una pérdida de ingreso. Sin darse cuenta que trae también un problema específico del sector externo mucho más importante, ya que cada dólar que falta redunda en una pérdida de 10 de producción interna…”23

Siguiendo con esta tensión problemática, en su ya clásico texto, Mario Rapoport comenta:

“…la prosperidad de los años ’60 y ’61 se relacionaba asícon la afluencia de inversiones extranjeras; pero el fuerte déficit en el balance comercial, que alanzó un máximo de 496 millones de dólares en 1961, y las mayores salidas de divisas por el pago de utilidades de las empresas extranjeras e intereses de la deuda externa reflejadas en el rubro Servicios (y que se expresan en el saldo negativo dela cuenta corriente) llevaban a predecir una nueva crisis del balance de pagos en cuanto disminuyera esa entrada de capitales…”24

Diamand señaló que el gobierno desarrollista-frigerista tuvo que generar una enorme cantidad de inversiones en infraestructuras –algunas realmente imprescindibles como las que debió emprender en su “Batalla por el Petróleo” no sólo vinculada a la actividad extractiva sino además, la construcción de nuevas refinerías de YPF- y deuda externa para hacer frente, entre otros problemas, a ese desarrollo industrial propugnado por las cuantiosas inversiones extranjeras. Ese gran acumulado de Deuda Externa que

23 Diamand, Marcelo;Op.Cit.24 Rapoport, Mario; “Historia Económica, Política y Social de la Argentina”; Ediciones Macchi;Bs.As.; 2000.

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perjudicará la acumulación de divisas impidió canalizarlas potencialmente a un proceso de mayor industrialización en la Argentina.

Así, el aumento de la deuda externa que conjugado a una caída de las exportaciones agrarias (sea por una caída de los precios internacionales de las materias primas, o por medidas proteccionistas de los países compradores de la producción agraria o por caída de la producción nacional agropecuaria) le generó al gobierno desarrollista-frigerista una aguda crisis de la balanza de pagos por una abrupta caída de las reservas de divisas extranjeras a mediados de 1961.

Por tal razón, esta situación le impuso al gobierno de Frondizi tomar una senda propugnada por los economistas clásicos; es decir, llevar a una restricción de la política monetaria y formuló medidas que frenaron el consumo interno de bienes industriales produciendo en consecuencia una rebaja del poder de compra de los trabajadores y de este modo, reducir las erogaciones de divisas como producto de la importación de bienes de capital o insumos industriales necesarios para la demanda de mercancías del mercado interno.

Como vimos más arriba, el concepto del “contexto externo”, explicó la situación de crisis política que arrastró al golpe de estado del gobierno desarrollista-frigerista de Frondizi. Debido a la imposibilidad de contener los innumerables planteos formulados por los altos jefes de las FF.AA.; el descontento de los trabajadores por las medidas económicas que afectaron tanto el poder de compra de su salario como también, las suspensiones y los despidos y, así como también, se sumó la crisis política latente por la continuidad de la proscripción del peronismo.

Todos los factores enumerados en este complejo “contexto externo” llevó al golpe de estado del 29 de marzo de 1962, poniendo fin a la experiencia desarrollista.

Y a la Revolución Argentina

El Gral. Onganía asumió el gobierno al derrocar al Presidente de la UCR-Del Pueblo, Dr. Arturo Illia, en junio de 1966 autoproclamado como Revolución Argentina.

El breve gobierno de Illia decidió no llevar a cabo las recetas propuestas por los economistas clásicos, también denominados liberales. Es decir, el gobierno radical practicó una política de control de cambios, se suspendieron algunas importaciones de bienes suntuarios y postergaron importaciones de bienes de capital. Además, este período coincidió con un aumento de las exportaciones agropecuarias; razón por la cual, hubo una mayor disponibilidad de divisas y una moderada expansión monetaria.Heredó por efecto de arrastre una dinámica de aumentos salariales que empezaron a realizarse durante el año 1962 para reconquistar el poder de compra del salario perdido por las sucesivas devaluaciones. Esto provocó una “inflación de costos” por las recomposiciones salariales.

12

La mirada de Diamand al respecto es que al no solucionar los problemas fundamentales de la economía argentina, al menos “…permitió reactivarla y mantenerla dentro de un régimen moderadamente expansivo. Su mayor éxito ha sido el incremento del producto bruto en uno 9%, operado en 1965 junto con la disminución de la deuda exterior…”25.

No obstante, una fracción importante del sector empresariado industrial transnacionalizado obró para la formulación del golpe de estado de junio de 1966 entre otros motivos:

“…tanto la anulación de los contratos petroleros como el proyecto de ley de medicamentos y la regulación de la industria automotriz fueron considerados desafortunadas intervenciones del Estado en la actividad económica privada…”26.

Junto con el insoluble problema de la proscripción tanto de Perón como de sus partidarios en la vida política de la nación, el activismo de los gremios de identidad peronista crearon un clima político destituyente. Además, por aquellos años vía instrucción en los EE.UU. a los cuadros militares latinoamericanos, se los formó al calor de la “Doctrina de Seguridad Nacional” cuyo “…objetivo era mantener el orden interno de sus respectivos países frente a la amenaza comunista y sobre todo a la Revolución Cubana, y justificaba las actitudes golpistas…27

El gobierno de facto del Gral. Onganía a comienzos del año 1967 designó al cargo del Ministerio de Economía a Krieger Vasena , quien desempeñó el cargo hasta el año 1969.

El nuevo ministro integró la Comisión de Estudios Económicos de la UIA, con la intención de formular el plan y estrategia económica de la autodenominada “Revolución Argentina” del gobierno de facto de Onganía. Entre las primeras normativas de política económica implementada por Krieger Vasena, fueron:

“… medidas preparatorias liberalizadoras habituales, consistentes en la eliminación de controles de cambio y en la supresión de prohibiciones a importar –restricciones que habían sido restablecidas después de 1963 (por el gobierno del Dr. Illia) fueron acompañadas esta vez por un tipo de devaluación especial, compensada mediante el establecimiento simultáneo de derechos a la exportación tradicional (hoy popularmente conocidas como las “retenciones”) y por la reducción de los recargos a la importación…”.28

A esta medida se la conoció como de “devaluación compensada” con un criterio de llevar a un tipo de cambio más cercano a la paridad del sector industrial y de esta manera, poder fomentar las exportaciones industriales y

25 Diamand, Marcelo;Op. Cit.26 Rapoport, Mario; Op.Cit.27 Rapoport, Mario; Op.Cit.28 Diamand, Marcelo; Op.Cit.

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evitar el traslado de ingresos al sector exportador agrario pampeano, objetivo que empieza a lograrse. Cuando más arriba explicábamos el concepto de productividad según el análisis formulado por Diamand, observábamos el concepto denominado “condiciones de contexto” que lo vincula a todas aquellas medidas de política económica que formula la conducción del Estado. Por este motivo, Diamand, analizó el abandono del camino de la obtención de divisas mediante las exportaciones industriales y el retorno a las políticas económicas “clásicas”, también calificadas como de “liberales” que cambiaron las condiciones de contexto y empezaron con:

“… el abandono simultáneo de algunas medidas promocionales (hoy se los conoce como los subsidios a las actividades industriales) existentes desde antes, con lo cual se neutralizó la mayor parte del beneficio logrado. A medida que transcurría el tiempo,… se mantuvo la política de cambio fijo (luego de una gran devaluación del 40% hecha en marzo de 1967). La única compensación fue la reducción de los derechos a la exportación tradicional. Se fue descolocando así cada vez más a la industria, hasta anular el pequeño beneficio remanente que obtuvo al comienzo. Es así como la historia se fue repitiendo otra vez: bastó un cierto incremento de las reservas para restar toda prioridad a los esfuerzos tendientes a la expansión de las exportaciones. …”29

Si bien la política efectuada por la Revolución Argentina fue el desarrollo de ramas industriales de substitución de importaciones, las denominadas “complejas”, y que en cierto aspecto lo logra30. Aunque estos logros se verán frenados por la falta de medidas de intervención política del estado en beneficio del conjunto de la actividad industrial. Diamand se refería a la tolerancia del estado en la importación de bienes de capital desgravados (sin recargo alguno de impuesto aduanero) generando una desmotivación y falta de protección a esa rama de la industria que pudiera suplir esa importación, pudiendo utilizar potencialmente los recursos y mano de obra local. Así:

“…La eliminación de las prohibiciones de importar, la disminución paulatina de la protección arancelaria,…, la ausencia de un eficaz control de valores en la aduana y mayores facilidades para importar bienes de capital ha llevado a un incremento espectacular de las importaciones, las que de 1070 millones de dólares en 1967 se incrementaron hasta 1680 millones en 1970 y hasta casi 1900 millones en 1971…”31. De esta manera empieza a producirse el momento no deseado que es el déficit de la Balanza de Pagos con la falta de divisas y las restricciones a toda la actividad económica que esto genera.

29 Diamand, Marcelo; Op.Cit.30 Rapoport, Mario; Op. Cit. Invitamos a leer el balance realizado en términos industriales por la Revolución Argentina, puntualizando nuestro desacuerdo con la interrupción por la fuerza de los gobiernos electos democráticamente y sostenedores del principio fundamental de la república que es la división de los poderes y la consulta periódica popular, a través de las elecciones. 31 Diamand, Marcelo;Op.Cit.

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Además, cabe acotar, que otro suceso de contexto político pone un final inesperado a la Revolución Argentina. Nos referimos a la impresionante movilización obrero-estudiantil y la ocupación de la ciudad capital de Córdoba conocido como el “Cordobazo”, producido el 29 de mayo de 1969 en el lugar donde se hallaba la mano de obra más calificado y mejor remunerada del país, promovió una “corrida” en el mercado de cambios, produciéndose la renuncia del ministro. de economía, Krieger Vasena.

A modo de conclusión

Hemos intentado de mostrar el pensamiento de Marcelo Diamand con el criterio de aproximarnos a la comprensión de unos de los temas importantes del siglo XX , cuya falta de resolución nos llevó a la profunda crisis económica, social y política en el 2001 y que aún estamos debatiendo su resolución.

Nos estamos refiriendo a poder lograr un desarrollo industrial para nuestras fuerzas productivas y, en carácter transitivo, un desarrollo y bienestar de nuestra población.

Hicimos una especial puntualización en la equivocada conceptualización de la “ineficiencia” en la productividad industrial nacional. Equivocada porque, como bien citamos a Diamand, una cuestión es medir la eficiencia de una masa laboral o de un trabajador y muy distinto es el concepto productividad donde intervienen otras variables. Por ejemplo: los recursos naturales, la capitalización física, la capitalización social y las condiciones de contexto.

Por tal razón, en un ensayo sobre Diamand, los economistas Amico, Fabián y Fiorito, Alejandro explican ese común error de los analistas económicos.: “…en el tipo de cambio “pampeano” (hoy se trataría de un tipo de cambio “sojero-financiero”), cuando se traducen en dólares, los precios industriales resultan superiores a los internacionales. Enseguida Diamand aclara un gran malentendido. Distintos analistas han tendido a explicar la carencia de exportaciones industriales y los más altos precios fabriles como resultante de una presunta “ineficiencia” del sector industrial. En verdad, la industria no es que no exporta por ser ineficiente sino porque no puede competir con la productividad natural del agro, del mismo modo que los precios industriales en Venezuela se deben a la incapacidad de la industria local de competir con el petróleo venezolano y los altos precios industriales chilenos a su incapacidad de competir con el cobre chileno…”32

De tal manera, como una aproximación para la resolución de la encrucijada del desarrollo industrial argentino es interesante destacar cual debería ser el papel a desempeñar por el Estado:

“…esta conjugación de una elevada productividad del sector primario y la falta de una adecuada acción reguladora del Estado que pueda bloquear la presión revaluatoria está en el fondo de los recurrentes ciclos argentinos. Es en esta dinámica estructural donde pueden hallarse las razones de ciertas paradojas trágicas del desarrollo argentino cuando más robusto es el sector agropecuario, cuando más intensamente el

32 Amico,F. y Fiorito, A.; Op.Cit.

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país explota sus recursos naturales, cuando más granos y soja exporta…hay más pobreza y exclusión social, y mayores porcentajes de población que devienen “sobrantes”…33

La mirada de Diamand busca una salida heterodoxa a los problemas de las recurrentes crisis de los distintos momentos de “stop” del proceso de desarrollo industrial. O sea, evitar ese famoso cuello de botella producido en la balanza de pagos, donde la necesidad de divisas para importar bienes de capital o insumos industriales inexistente en la fabricación local utilizando las divisas provenientes de la exportaciones primarias y en forma paralela, no poder exportar bienes industriales debido a sus precios para nada competitivos con los internacionales.

Si la única solución pasa por la devaluación constante de nuestra moneda con respecto al dólar, puede afectar a otras variables como la “confiscación devaluatoria” al poder de compra del salario que simultáneamente produciría una caída en el consumo del mercado interno lugar de máxima concentración del consumo de la producción industrial.

Por tal motivo Diamand sostiene como un principio de solución: “…otorgar una mayor capacidad de exportar a la industria con instrumentos selectivos, que compensen la desventaja fabril relativa de forma análoga a cómo lo hacía la protección para el mercado interno. Los instrumentos claramente serían tipos de cambios múltiples (y no un tipo de cambio del dólar), con un dólar industrial superior al dólar primario (refiriéndose a aquel dólar proveniente de las exportaciones agropecuarias), reembolsos de impuestos y promoción del crédito (todas aquellas medidas a lo que hoy llamamos política de promoción industrial), o un tipo de cambio alto con retenciones para las exportaciones primarias, como se hizo desde 2003 en Argentina…”34

Si bien hemos visto que los sucesos históricos no se repiten en forma idéntica, sí ha ocurrido una repetición de mecanismos similares en la formulación de la Industria por substitución de importaciones que han generado momentos de expansión y luego momentos de estancamiento o lisa y llanamente de destrucción; como por ejemplo: durante el proceso histórico iniciado por la última dictadura cívico-militar (1976-1983) hasta la “reforma” del Estado Nacional realizado por el Presidente Menem a partir del 1° de abril de 1991, el “Plan de Convertibilidad”, donde muchos gérmenes de actividades industriales y de producción de bienes de capital desaparecieron como consecuencias de la implementación de políticas destinadas a la especulación financiera y la primacía del simplista criterio de la “eficiencia” que no dejó margen para elaborar una estrategia que genere un desarrollo de las fuerzas productivas industriales.

Entendemos, entonces, que la profundidad de la crisis manifestada entre los aciagos días del 19 y 20 de diciembre de 2001, ese tocar fondo, junto al

33 Amico,F. y Fiorito, A.; “La “estructura productiva desequilibrada” y los dilemas del desarrollo argentino”; en “Ensayos en honor a Marcelo Diamand”; Miño y Dávila Editores y la Universidad Nacional de Moreno; Bs. As.; 2008. 34 Amico,F y Fiorito, A; Op.Cit.

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pensamiento “heterodoxo” de Marcelo Diamand nos ayudará a reflexionar no sólo sobre un aspecto técnico y económico traducido en el desarrollo de las actividades industriales sino además, la búsqueda de una sociedad más pujante, mejor preparada para los desafíos científicos-tecnológicos del porvenir y más justa, en términos del usufructo de las riquezas producidas, y su aún más justa distribución.

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