sensación de pobreza

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@agushaime @nebianchi_ @ivancachanosky @facundocalegari @ivancarrino @trocasni @kyorebeun @missladrillos @mariasolitude @martinyeza @unsubversivo @yamilsantoro

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E-book explicando las diferentes sensaciones y definiciones sobre la pobreza actual en la Argentina. Compilador: @ipetrella Autores: @nebianchi_ @ivancachanosky @facundocalegari @ivancarrino @trocasni @kyorebeun @missladrillos @mariasolitude @unsubversivo @yamilsantoro @martinyeza @agushaime

TRANSCRIPT

Page 1: Sensación de pobreza

@agushaime

@nebianchi_ @ivancachanosky

@facundocalegari @ivancarrino @trocasni

@kyorebeun

@missladrillos @mariasolitude

@martinyeza@unsubversivo @yamilsantoro

Page 2: Sensación de pobreza

IVAN PETRELLA

Prólogo

BIO

@ ipetrella

Theodor Adorno cierra Mínima moralia: reflexiones desde la vida dañada con una idea: que la tarea principal del pensamiento es la de “forjar perspectivas que desplazan y alienan al mundo, revelándolo, con sus grietas y fisuras, tan indigente y distorsionada como se verá un día bajo la luz mesiánica.” No hace falta aclarar que los autores que escriben en Sensación de pobreza no poseen la luz mesiánica. Pero sí tienen linternas acumuladas durante el verano para hacerle frente a los habituales cortes de luz. Con eso alcanza para iluminar muchas de las grietas y fisuras de la realidad política nacional.

La idea de armar este pequeño y artesanal ebook nació una tarde entre medialunas y Cindor. La meta es modesta: presentar y discutir ideas. Nada más. Los autores no forman un colectivo ni se ha fundado un grupo. Cada uno firma su nota y no se hace cargo de las notas de otros. Yo tampoco me hago cargo de ninguna de las opiniones acá presentes. Soy simplemente un compilador. De más está decir que las opiniones y posibles errores, sean conceptuales, de datos, o falta de acentos, son de los autores: están las direcciones de twitter por si alguien quiere discutir directamente con alguno de ellos.

¿Quiénes escriben? Los autores no son los típicos opinólogos de la política nacional. Todos tienen 30 años o menos, vienen de distintos lugares intelectuales y a ninguno le interesa demasiado la distinción partidaria. Alguno escribe en un medio o diario. Entre ellos hay simpatizantes o militantes del Peronismo, del Radicalismo, del Pro, de Unión por Todos, del Partido Liberal Libertario y otros que no comulgan con ningún partido en particular. Que no estén interesados en distinciones partidarias no quiere decir que no existan diferencias políticas en las ideas que promulgan. Las hay, pero las diferencias políticas se pueden debatir y, en el mejor de los casos, se puede buscar una síntesis superadora. Las diferencias partidarias, en cambio, muchas veces parecen talladas en piedra y terminan limitando el debate y la posibilidad de encontrar soluciones a problemas concretos.

El lector encontrara una diversidad de estilos y enfoques: presentaciones académicas del flagelo de la pobreza en el país, discusiones teóricas sobre nuestra cultura democrática argentina, análisis de políticas públicas, testimonios personales sobre la pobreza sufrida en carne propia, diatribas y poesía. @unsubversivo e @ivancachanosky presentan, de manera panorámica, la realidad de la pobreza económica que sufrimos. @facundocalegari explica porqué el “kirchnerismo no considera que los medios de la democracia tengan que guardar relación con los fines de la democracia”, mientras que @martinyeza argumenta que el

Kierkegaard, Dewey, Dostoyevksy, Marechal, Borges, Cohen, Rovira, Pugliese, teología de la liberación,

Padre de familia (el dibujito animado). Helado de chocolate amargo.

Director Académico de @fpensar

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kirchnerismo “ha logrado generar la idea de que hacen mucho por los pobres pero nada para que dejen de serlo” y @kyorebeun, quien pasó de vivir en su infancia en una casa tomada a irse becado por la Universidad de Buenos Aires a Alemania, cuenta su experiencia personal y concreta con la pobreza.

@mariasolitude y @misladrillos desenmascaran el clientelismo de una política de vivienda que se maneja con “zonas grises” donde el Estado está ausente, @yamilsantoro hace lo mismo con una “cultura del pobrismo” que le sirve a ese mismo Estado como herramienta de poder e @ivancarrino marca la diferencia entre la riqueza adquirida de manera honesta y aquella que surge por la alianza entre gobiernos y empresarios corruptos. Además, @nebianchi_ pide dejar atrás el verticalismo de la obediencia debida a dirigentes, nuestro/a colaborador/a secreto/a nos recuerda que la plata, lamentablemente, no crece en árboles y que no hay una bóveda sin fondo para financiar cualquier gasto educativo, @agushaime analiza el programa “Conectar Igualdad” y @trocasni nos regala su poema “un mundo de sensaciones pobres.”

En una de sus canciones, Anthem, Leonard Cohen canta “olvídate de tu perfecta ofrenda. Hay una fisura, todo tiene una grieta. Así es como entra la luz.” En la política nada es perfecto y nada está terminado — es, al mismo tiempo, frustración y oportunidad. Este volumen es un modestísimo intento de lanzar una discusión que permita que entre cada vez más luz.

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En órden alfabético...

Page 5: Sensación de pobreza

NICOLAS E. BIANCHI

Un viajero, como Kerouac, pero sin el talento literario (ni la prosa pesada). Hincha de Riquelme, George Orwell,

los Redondos y la libertad. También abogado internacionalista.

Filosofía de nuestras miserias políticas

BIO

@nebianchi_

La política argentina tiene una pobreza argumental y de debate que nunca deja de sorprenderme. Sobre todo cuando una de las pasiones nacionales es justamente la discusión. Pero si bien en este país se discute absolutamente todo, a la hora de discutir política estamos influenciados por la cultura fanática y futbolera, por lo que todo se reduce a consignas y chicanas. La irracionalidad como construcción política.

Nuestra política es una política irracional, que no distingue entre fines y medios. Una construcción irracional se estructura, en general, de forma vertical, de arriba para abajo, donde los de arriba someten a los de abajo a sus caprichos, mientras que estos solo pueden obedecer. Es la consecuencia de un país de raíces autoritarias, un país que no nació, en palabras de Hugo Wast, de la entraña plebeya, sino de la entraña militar. Tanto la sociedad como los partidos políticos se estructuran de forma vertical, y es en los partidos políticos donde al militante, cual recluta, se le piden sacrificios de todo tipo, entre ellos que sacrifique su capacidad de emitir críticas, de expresar opiniones distintas, de disentir y de presionar para que el partido o el Lider del partido adopte una cierta postura. Enmarcados en este aspecto cultural, los partidos políticos buscan soldados.

En la política argentina el que opina distinto y se anima a expresar sus reservas es visto como un librepensador, como un enemigo para la propia tropa, una persona que no se la juega y que será la primera en traicionar a los demás. Son justamente estos mercenarios aplaudidores los primeros en acomodarse por donde soplan los nuevos vientos. Esta concepción no escapa tampoco a los jóvenes. Nadie puede negar que en la década en la que se afirma ha resurgido la participación política de la juventud, la agrupación más populosa y paradigmática de nuestro tiempo es La Cámpora. Lo curioso de La Cámpora es que, a pesar de contar con cargos, funcionarios y diputados propios, no se les conoce un solo proyecto o idea que hayan introducido en la agenda política. Esto denota dos cosas: su verticalismo y su apoyo sin condiciones y, en consecuencia, su conservadurismo. Ninguna de las medidas que ellos mismos consideran progresistas, salieron de sus cabezas: son meros testigos y aplaudidores de una realidad que les pasa por al lado, de la que no tienen permitido opinar, tan sólo bancar: el poder por el poder mismo.

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Al negarnos la posibilidad de opinar distinto, nos perdemos de nuevas perspectivas que son las que generan debate: porque el debate político, el debate realista y no el debate de antinomias, jerarquiza la política. Nos permite observar matices y a la vez analizar en perspectiva nuestra propia posición y las de los demás.

Es que cuando no existe debate, las opiniones envejecen. Para apoyar un proyecto o sentirse parte de un proceso político, no puede ser requisito estar 100% de acuerdo con todo lo que ese espacio realiza. Desconfío de quién esté de acuerdo con todo, desconfió de quienes repiten un relato a través del cual fantásticamente se pretende trazar una línea coherente sobre la realidad política. Los hombres son contradictorios, no existe hombre que no se contradiga, por lo tanto no puede existir un proceso político que no se contradiga. Para saltear la contradicción inherente al ser humano, y armar un relato que parezca coherente hay que apelar al viejo gran aliado del poder (hoy del kirchnerismo): la reinterpretación de la historia. La historia se vuelve a escribir para probar que el Elegido nunca se equivoca. Los relatos mienten. Tal como escribiera George Orwell en 1984, “quien controla el presente, controla el pasado y quien controla el pasado, controla el futuro”. se denosta a todo aquel que esté en contra del grupo de poder que ese programa defiende. En estos programas, se pueden observar 5 o 6 panelistas que opinan exactamente igual acerca de todos y cada uno de los temas. . Estos programas acomodan la realidad para explicar el presente y, desde allí, controlar férreamente el futuro. Se resaltan ciertos hechos y ciertas personas, se las ensalza, se las baña en bronce y se las presenta como Líderes impolutos a los que es necesario obedecer (aunque le dicen “acompañar”, claro).

Cuando se centra exclusivamente en liderazgos carismáticos o mesiánicos, la política se convierte en una política irracional. Porque nuestra simpatía por las personas surge, la mayoría de las veces, no por apoyar sus ideas sino por nuestra inteligencia emocional. Cuando seguimos al Líder de un modo paternalista, nos comportamos como un niño con su progenitor: adoramos sin límites, no escatimamos en alabanzas e insultos, pataleamos, nos ofuscamos, nos defraudamos y llegado el caso, odiamos visceralmente.

Para ejemplificar esta relación emocional con la política, es bueno recordar las palabras de la diputada oficialista Diana Conti que, al ser consultada acerca de si era posible que el Gobierno la defraudara, contestó: “cuando vos estás enamorado no ves la desilusión, no la admitís, porque al otro vos lo investiste de algo que te completa”.

Cuanto más irracional es la política de un país, cuanto más vertical son sus partidos, cuanto más pobres son en argumentos sus debates, menos poder de decisión tiene la gente sobre su propio destino. Habrá que esperar de la política del futuro una vuelta de página a esta irracionalidad chata que obtura los debates necesarios. Habrá que esperar que los disensos que vienen con la pluralidad de la vida política florezcan dentro de cada fuerza política. Es necesario un cambio de paradigma. Las nuevas construcciones políticas quizá se deban basar en ideas y principios morales. Que cada uno tome tres o cuatro ideas que considera irrenunciables y tres o cuatro principios morales, y se junte con la gente que piensa parecido, aunque no necesariamente igual. Tal vez con suerte dejemos de ser miles empujados por un puñado de dirigentes, para ser miles que se empujan entre sí, desafiando los límites a cada paso.

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KYORE BEUN

La pobreza dentro de la pobreza.

BIO

@kyorebeun

Cada vez que pasamos por delante de un diminuto local que queda en Almagro (en donde mi familia vivió unos meses durante mi infancia), mi mamá me cuenta la siguiente historia:

“Fue en una pizzería de la avenida Corrientes. Estábamos vos, todavía un bebé, tu papá y yo. Delante de nosotros teníamos una pizza muy grande de queso y jamón. Corté el primer pedacito de una porción y lo traté de enfriar con soplidos, pero se ve que no alcanzó, porque cuando te lo llevé a la boca te quemaste y empezaste a llorar.

Cerré los ojos y cuando los abrí de vuelta me encontré en una habitación de dos metros por cuatro. La pizza había sido parte de un sueño arrebatado por la realidad. Por aquellos días solía soñar con comida todas las noches.

Me despertó tu llanto. Estabas transpirando porque los rayos calientes del sol que atravesaban la ventana te estaban pegando directamente en la cara. Desperté a tu papá por la desesperación. La hoja de diario, que habíamos pegado con agua en la ventana la noche anterior, no aguantó el calor y estaba sobre el suelo, todo seco y deshecho. Tu papá fue a mojar, apurado, otra hoja de diario al baño.

En esa época no teníamos nada. Vivíamos arriba de un kiosco en un cuarto hermético. La única manera de resguardarte un poco de ese verano era eso que hacíamos todas las noches: mojar hojas de diario y pegarlas en la ventana para aliviar un poco la temperatura.

Cuando uno es pobre la desesperación se presenta en todas las formas posibles. Incluso en una hoja de diario. De todas maneras tuvimos épocas peores. Como cuando vivimos en un sótano o en una casa abandonada porque no teníamos donde caernos muertos.”

De esta y otras maneras mi heroína me recuerda de dónde viene mi familia y hacia dónde queremos ir. La vida de mis padres es una historia de un optimismo asombroso. Una historia de pobreza material en su comienzo, pero no de esperanza ni de esfuerzo.

Para mí, todo es interracial. El asado lo acompaño con arroz. Rosarino, coreano 2da generación. Cuasi abogado, repre-

senté a la UBA en Viena y en Hamburgo. Vocal de la Cámara de Empresarios

Coreanos en Arg., laburo en Discurso y Comunicación.

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La colectividad coreana en la Argentina.

Las últimas décadas de la historia de Corea del Sur estuvieron marcadas, entre otras cosas, por una gran emigración de coreanos hacia diferentes destinos: Estados Unidos, Brasil, Argentina, Australia, etc. Cualquier lugar prometedor de progreso era un destino atractivo para nosotros.

Mis padres llegaron a este gran país en el año 1986 sin conocer el idioma, con veinte dólares en sus bolsillos, los anillos de casamiento y varios bolsos que los coreanos llamamos “imin gabang” (bolso de inmigrante). Vendieron todo para poder sustentarse las primeras semanas en Buenos Aires.

Vivimos en casas abandonadas, en casas de allegados y en sótanos sin agua caliente. En pocas palabras, fuimos muy pobres como muchos otros coreanos, pero con mucho trabajo salimos adelante.

La colectividad coreana es una isla: un subsistema social, cultural y económico conviviendo con y dentro del sistema argentino. Los coreanos cumplimos con las normas argentinas, pero también tenemos nuestras propias reglas sociales, comerciales y culturales. Es decir, conformamos en armonía una pequeña nación dentro de otra nación.

La primera generación de coreanos en la Argentina se instaló en villas de emergencia, como la de Retiro, en barrios como Villa Soldati, en Presidente Mitre, en el bajo Flores y en el complejo departamental de Ciudadela. No sólo era una pobreza dentro de la pobreza misma, sino que también era una pobreza relegada sin contención estatal. La Argentina estaba muy ocupada entre dictaduras y democracias.

Por eso, para los migrantes coreanos fue inevitable reagruparse en torno a diferentes círculos dentro de la comunidad. Necesitaron defenderse de las diferencias culturales e idiomáticas, de la incomprensión y el miedo, y de la indiferencia. Razonablemente, en sus inicios, interactuaron con la sociedad argentina sólo por ósmosis y necesidad.

Es interesante, sin embargo, que estas circunstancias no hayan logrado impedir que la colectividad coreana termine formando parte de la clase media y alta argentina. Es un caso exitoso de movilidad social ascendente que sirve como estímulo para repensar la pobreza estructural de la Argentina.

¿Qué pasó en este subsistema y qué falta en el sistema?

Si desmenuzamos el progreso coreano encontramos varios factores. Culturalmente, los cimientos de la comunidad se caracterizaron por revestirse de sólidos mandamientos como el sacrificio, la unidad de la familia, el trabajo, la solidaridad, la disciplina y la educación. Económicamente, la comunidad generó recursos gracias a una camada de coreanos que llegó con capital que invirtió en el rubro textil.

Estos engranajes impulsaron a que se conforme un modelo de organización con una fuerte predominancia de diferentes sistemas de ayuda intracomunitarios basados en la confianza, sin una gran injerencia estatal. En otras palabras, en este subsistema la ayuda vino de adentro, de los propios pares que compartían las mismas miserias y fortunas, y no de afuera. La colectividad nunca tuvo una presencia fuerte en la agenda pública del gobierno y

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prácticamente prescindió de ayuda o contención social del Estado. En su juicio siempre fue más rentable trabajar que protestar o impulsar reclamos sociales.

Esto no significa que haya sido totalmente autosuficiente ni que haya estado blindada de factores exógenos, porque sí necesitó coyunturas económicas favorables para progresar. Pero fuera de esto, no precisó nada más aparte de que la dejen “ser” con sus propios valores y que no la persigan ni la estigmaticen.

Ese “ser” se definió a través de muchas decisiones. La decisión de sacrificar, de ser optimista, de descansar en el esfuerzo. Pero en mi entendimiento, la decisión más crucial fue buscar la unión en una identidad y en una visión a futuro, y no en un enemigo común, como por ejemplo el resentimiento hacia otras clases. Esto es muy importante, porque define una unión que se basa en un valor positivo interno y genera un resultado positivo hacia la sociedad. Si la colectividad hubiese decidido unirse por un factor negativo externo hubiese creado un espejismo y sólo hubiese conseguido confrontar con la sociedad.

Cuando a mis padres les pregunto qué los movió a ellos cada mañana cuando lo único que veían era una realidad negra, me responden: “vos, futuro, esperanza y convicción. Y sueños. Muchos sueños.” Probablemente, ésta es una respuesta común en toda la generación anterior a la nuestra dentro de la colectividad.

No obstante, los sueños solos no alcanzan. Es difícil encontrar un horizonte de progreso si la desesperación y la asfixia son los platos habituales que hay que digerir todos los días, porque la política complota con tal realidad y además la explota. En la Argentina, lamenta-blemente, la desesperación de la pobreza es un recurso administrado y manipulado por la clase dirigente.

La experiencia de mi colectividad derrumba muchos mitos, prejuicios y excusas del siste-ma. La pregunta es, ¿por qué seguimos buscando pretextos?

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IVAN CACHANOSKY

Argentina: el dilema de la pobreza, en la teoría y en la práctica

BIO

@ivancachanosky

Hablar sobre pobreza siempre es difícil debido a la amplitud de su definición y debido también, a la sensibilidad del tema. Por este motivo, el presente trabajo analizará el tema de la siguiente manera: En primer lugar, resaltando la complejidad para definir qué es pobreza. Segundo, la solución que proponen los gobiernos. Luego, en tercer lugar, se verán cifras correspondientes a Argentina. Cuarto, se observará como analizar la pobreza con un enfoque alternativo y por último, quinto, una conclusión.

Con este orden se pretende primero estudiar la teoría en lo que respecta a la pobreza para luego ver el caso particular de Argentina.

La dificultad de definir la pobrezaDiversos autores que tratan el dilema de la pobreza intentan buscar la definición más adecuada y la conclusión que podemos sacar es que resulta imposible obtener una definición objetiva de la pobreza.

Sin embargo, muchos escritores e investigadores suelen enfocar la “definición” por alguno de los siguientes caminos: 1) Fragmentar a la población en porcentajes o 2) Determinar una Canasta Básica que debe cubrirse.

Ambos traen sus complicaciones. El primer enfoque, en definitiva no resuelve mucho el dilema, ya que si, por ejemplo, se divide a la población en 4 partes (por ejemplo, el 25% más rico, un segundo grupo de 25% de la población menos rica, un tercer tramo también de 25% y un último 25% con los más pobres), por más que todos dupliquen su poder adquisitivo siempre seguirá habiendo la misma cantidad de pobres; 25% es 25%. Con esto no quiere expresarse que dividir la población en porcentajes no sea útil para realizar investigaciones, pero vincularlo a la pobreza no es del todo correcto por lo ya mencionado. Además, indirectamente trae aparejada la idea de que existe una torta fija la cual no podría ampliarse y eso no es correcto (punto que se verá más adelante).

Iván Cachanosky es Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Católica Argentina y

candidato a Magister en Economía Aplicada por la misma Universidad.

Se desempeña como analista económico en la Fundación Liber-

tad y Progreso.

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Por otro lado, el segundo enfoque, más utilizado, pareciera ser más acertado y su problema básicamente radica en la subjetividad de determinar que es una “Canasta Básica”. Henry Hazlitt, en su libro “La Conquista de la Pobreza” señala un trabajo de Rose D. Friedman de 1965 donde encontraba que la línea divisoria entre pobres y no pobres variaba según la estimación privada que se tomaba; para algunos era de U$S 3.000, para otros de U$S 2.200. Así sucedieron casos, donde dependiendo las cifras que se consideraban, en Estados Unidos la pobreza podía ser del 20% o del 10%.

En definitiva, estas diferencias surgen debido a que la Canasta Básica, generalmente debe cubrir una alimentación “adecuada”, pero ¿qué es adecuada? Es aquí donde comienzan las subjetividades que derivan en distintas cifras.

Nuevamente, con esto no quiere plantearse que realizar estimaciones es incorrecto, simplemente es importante marcar el punto de la complejidad de medir la pobreza. Y más grave aún, al tratarse de cuestiones subjetivas, el riesgo de que los gobiernos corrompan las estadísticas con fines políticos.

Solución propuesta por GobiernosLa mayoría de los gobiernos busca solucionar o reducir la pobreza por medio de la redistribución de la riqueza. De allí que dividan a la población en porcentajes según sus ingresos. De esta manera, por medio de impuestos le quitan a los que más tienen para entregarles a los que menos tienen. El fin es noble sin dudas, no es la idea cuestionar en este momento eso. Pero más allá de la nobleza, ¿es eficiente?

El riesgo de la ayuda estatal radica en el peligro de que se mezcle con fines políticos. Por ejemplo, en Argentina, existe una cantidad enorme de planes sociales que intentar seguirlos a todos resulta casi imposible. En un reciente video (http://www.youtube.com/watch?v=OiN6UXwlLQQ) de la Fundación Libertad y Progreso, puede verse como dichos planes crecieron de manera fenomenal en los 10 años del gobierno Kirchnerista. Sin embargo, lejos están estos planes sociales de lograr el objetivo principal, que es sacar a la gente de la pobreza definitivamente. Lo que se logra en cambio es generar dependencia y la costumbre a no trabajar y peor aún, en algunos casos, clientelismo político. Los planes sociales brindan pescado a los más necesitados, pero la verdadera solución radica en enseñar a pescar. El ya mencionado Henry Hazlitt señala que en un estudio que se realizó en Brooklyn en 1972 revelaba información donde se presenciaban familias que habían vivido hasta tres generaciones del asistencialismo sin trabajar.

Aún así, con planes sociales incluidos, en Argentina los niveles de pobreza continúan altos, si se toman cifras privadas.

Corrupción de datos en ArgentinaEntre los mayores logros que se jacta de haber logrado el gobierno actual, se encuentra la gran reducción de la pobreza y la indigencia en el país. Néstor Kirchner comenzó a gobernar un país en donde más de la mitad de la población se encontraba por debajo de la línea de la pobreza mientras que la indigencia llegaba a casi un 25% para el 2003.

Evidentemente, con cifras tan elevadas de pobreza e indigencia, reducirlas fue algo que pudo lograrse. Según el Indec, para el año 2012, la pobreza se redujo al 7% mientras que la indigencia al 0,9%. Sin embargo, a partir del año 2007, las cifras publicadas por el Indec

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comenzaron a volverse cuestionables.

Por este motivo, el observatorio de deuda social de la UCA realiza un seguimiento de los niveles de pobreza e indigencia donde se pueden observar números muchos más elevados que los publicados por el Indec.

Para no caer en la línea de pobreza, el sueldo de una persona debe superar el de la Canasta Básica Total (CBT).

Un dato importante es que los estudios privados del Observatorio de Deuda Social revelan datos de pobreza e indigencia a nivel nacional hasta el año 2010 y en el período 2010-2012 solo para nivel urbano.

Examinando primero el período 2003-2010, puede apreciarse que a partir del 2007, comienzan a haber estimaciones privadas que siguen un rumbo opuesto a los datos revelados por el gobierno. Mientras para el gobierno la pobreza continúa reduciéndose, para las estimaciones privadas aumenta como puede observarse en el siguiente gráfico:

Porcentaje de PobrezaNivel Nacional

Fuente: Libertad y Progreso en base a Indec y Observatorio de Deuda Social

A partir del 2007, a medida que avanzan los años, puede observarse dos realidades distintas: 1) la del Indec y 2) la de las estimaciones privadas.

Tomando los datos a nivel urbano, la situación continúa agravándose. Es decir, el Indec continúa publicando datos que revelan que la pobreza disminuye mientras que las estimaciones privadas rondan el 22-25%. Esto puede observarse en el siguiente gráfico:

Porcentaje de PobrezaNivel Urbano

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Fuente: L&P en base a Indec y Observatorio de Deuda Social

A nivel urbano, en el año 2010, la pobreza casi alcanzó un 30%. Por otro lado, si bien en el 2011 se redujeron las tasas de pobreza; ambos volvieron a incrementarse en el 2012 generando un panorama no muy alentador teniendo en cuenta que uno de los principales problemas de las altas tasas de pobreza es la inflación, la cual el gobierno no logra controlar. Según estimaciones privadas, la inflación alcanzó un 25,6% en el 2012 y muchas consultoras privadas estiman niveles similares o superiores para fines del 2013.

Si bien el Kirchnerismo heredó un país en llamas con pobreza elevada, teniendo en cuenta las estadísticas privadas solo pudo reducirlas a los niveles que se encontraban previo a la entrada a la crisis. Por ejemplo, hacia finales de 1998 la pobreza rondaba el 26%, muy lejos del mundo paralelo de fantasías del Indec del 7%.

Enfoques alternativos sobre la pobreza

Se ha mencionado que una de las soluciones propuesta por los gobierno es la redistribución. Si hay redistribución es porque se entiende que hay desigualdad. Sin embargo, no es la desigualdad lo que hay que examinar sino más bien si los más carenciados pueden crecer o no. Ya que concentrarse en la desigualdad puede desviarnos del objetivo principal: disminuir la pobreza lo más que se pueda.

El enfoque de la distribución trae aparejado el problema de que se piensa en una torta fija. Steve Horwitz señala en un video (http://www.youtube.com/watch?v=vDhcqua3_W8) publicado por “Learn Liberty” que el porcentaje depende del tamaño de la torta. Horwitz se pregunta, ¿qué es mejor, comer 1/6 de pizza o un 1/9 de pizza? La respuesta dependerá del tamaño que tenga la pizza. En otras palabras, tener una menor participación puede implicar estar mejor, dependiendo el tamaño de la torta. Es por esta razón que centrar el debate en la redistribución nos desvía del objetivo principal. Algunos economistas y políticos suelen afirmar que lo que existe es una torta fija; es decir, que si alguien es rico es a causa de empobrecer a otra persona. En otras palabras, toman a la economía como un juego de suma cero donde si uno gana es porque otro necesariamente pierde. Dicha afirmación es totalmente falsa y puede observarse fácilmente en las siguientes imágenes donde se mide en el eje de las “Y” la expectativa de vida mientras que en el eje de las “X” se mide el PBI per cápita. Los redondeles representan a los países del mundo. A mayor tamaño de redondel, mayor es la población de dicho país.

Page 14: Sensación de pobreza

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Expectativa de Vida y PBI per cápitaAño 1800

Fuente: Gapminder

Ahora, si observamos el mismo gráfico pero para el año 2011 podremos apreciar como todos los países progresaron en mayor o menor medida.

Expectativa de Vida y PBI per cápitaAño 2011

Fuente: Gapminder

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La colectividad coreana en la Argentina.

Las últimas décadas de la historia de Corea del Sur estuvieron marcadas, entre otras cosas, por una gran emigración de coreanos hacia diferentes destinos: Estados Unidos, Brasil, Argentina, Australia, etc. Cualquier lugar prometedor de progreso era un destino atractivo para nosotros.

Mis padres llegaron a este gran país en el año 1986 sin conocer el idioma, con veinte dólares en sus bolsillos, los anillos de casamiento y varios bolsos que los coreanos llamamos “imin gabang” (bolso de inmigrante). Vendieron todo para poder sustentarse las primeras semanas en Buenos Aires.

Vivimos en casas abandonadas, en casas de allegados y en sótanos sin agua caliente. En pocas palabras, fuimos muy pobres como muchos otros coreanos, pero con mucho trabajo salimos adelante.

La colectividad coreana es una isla: un subsistema social, cultural y económico conviviendo con y dentro del sistema argentino. Los coreanos cumplimos con las normas argentinas, pero también tenemos nuestras propias reglas sociales, comerciales y culturales. Es decir, conformamos en armonía una pequeña nación dentro de otra nación.

La primera generación de coreanos en la Argentina se instaló en villas de emergencia, como la de Retiro, en barrios como Villa Soldati, en Presidente Mitre, en el bajo Flores y en el complejo departamental de Ciudadela. No sólo era una pobreza dentro de la pobreza misma, sino que también era una pobreza relegada sin contención estatal. La Argentina estaba muy ocupada entre dictaduras y democracias.

Por eso, para los migrantes coreanos fue inevitable reagruparse en torno a diferentes círculos dentro de la comunidad. Necesitaron defenderse de las diferencias culturales e idiomáticas, de la incomprensión y el miedo, y de la indiferencia. Razonablemente, en sus inicios, interactuaron con la sociedad argentina sólo por ósmosis y necesidad.

Es interesante, sin embargo, que estas circunstancias no hayan logrado impedir que la colectividad coreana termine formando parte de la clase media y alta argentina. Es un caso exitoso de movilidad social ascendente que sirve como estímulo para repensar la pobreza estructural de la Argentina.

¿Qué pasó en este subsistema y qué falta en el sistema?

Si desmenuzamos el progreso coreano encontramos varios factores. Culturalmente, los cimientos de la comunidad se caracterizaron por revestirse de sólidos mandamientos como el sacrificio, la unidad de la familia, el trabajo, la solidaridad, la disciplina y la educación. Económicamente, la comunidad generó recursos gracias a una camada de coreanos que llegó con capital que invirtió en el rubro textil.

Estos engranajes impulsaron a que se conforme un modelo de organización con una fuerte predominancia de diferentes sistemas de ayuda intracomunitarios basados en la confianza, sin una gran injerencia estatal. En otras palabras, en este subsistema la ayuda vino de adentro, de los propios pares que compartían las mismas miserias y fortunas, y no de afuera. La colectividad nunca tuvo una presencia fuerte en la agenda pública del gobierno y

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Es muy claro que este segundo gráfico muestra que todos mejoraron su posición con respecto al año 1800. De esto se desprende que entonces la economía no es un juego de suma cero, sino que la torta crece. En otras palabras, la riqueza puede crearse. Una vez entendido esto entonces vale la pena reforzar la idea de que más que de distribución, lo que hay que buscar es generar riqueza, de lo contrario nos encontraremos siempre redondeando para abajo.

Ludwig von Mises en su libro Liberalismo señalaba que no hay mejor progreso que un libre mercado basado en la competencia. Es ese sistema lo que transforma el lujo de hoy en la necesidad del mañana haciendo que todos mejoremos nuestra calidad de vida. En épocas anteriores, el viajar era solo un lujo que solo reyes podían darse. Hoy en día, gran parte de la población puede viajar.

Estos progresos se dieron principalmente a la Revolución Industrial y la apertura al comercio. Y lo mejor de todo es que son los países más pobres quienes salen beneficiados de la apertura al comercio ya que solo deben tomar o imitar tecnologías más avanzadas sin la necesidad de tener que incurrir en los gastos de descubrirlas por ellos mismos.

Conclusión

Lo primero que es importante recordar es que, si bien la pobreza es una tragedia, la misma se redujo significativamente luego de la Revolución Industrial. Antes de la Revolución Industrial la pobreza era masiva alcanzando cifras de hasta 80%. Sin embargo, luego de la Revolución Industrial, la pobreza masiva desapareció para instaurarse lo que Hazlitt denomina “bolsas de pobreza”. Es decir, hay sectores pobres, pero no una población empobrecida.

El desafío en la actualidad es como reducir al máximo esas “bolsas de pobreza” y la manera más eficiente es creando riqueza y no distribuyéndola. Distribuir riqueza lo que terminará por generar es poco incentivo para trabajar y producir. Paradójicamente es la producción, guiada por el sistema de precios, lo que hace reducir la pobreza en los países

Page 16: Sensación de pobreza

prácticamente prescindió de ayuda o contención social del Estado. En su juicio siempre fue más rentable trabajar que protestar o impulsar reclamos sociales.

Esto no significa que haya sido totalmente autosuficiente ni que haya estado blindada de factores exógenos, porque sí necesitó coyunturas económicas favorables para progresar. Pero fuera de esto, no precisó nada más aparte de que la dejen “ser” con sus propios valores y que no la persigan ni la estigmaticen.

Ese “ser” se definió a través de muchas decisiones. La decisión de sacrificar, de ser optimista, de descansar en el esfuerzo. Pero en mi entendimiento, la decisión más crucial fue buscar la unión en una identidad y en una visión a futuro, y no en un enemigo común, como por ejemplo el resentimiento hacia otras clases. Esto es muy importante, porque define una unión que se basa en un valor positivo interno y genera un resultado positivo hacia la sociedad. Si la colectividad hubiese decidido unirse por un factor negativo externo hubiese creado un espejismo y sólo hubiese conseguido confrontar con la sociedad.

Cuando a mis padres les pregunto qué los movió a ellos cada mañana cuando lo único que veían era una realidad negra, me responden: “vos, futuro, esperanza y convicción. Y sueños. Muchos sueños.” Probablemente, ésta es una respuesta común en toda la generación anterior a la nuestra dentro de la colectividad.

No obstante, los sueños solos no alcanzan. Es difícil encontrar un horizonte de progreso si la desesperación y la asfixia son los platos habituales que hay que digerir todos los días, porque la política complota con tal realidad y además la explota. En la Argentina, lamenta-blemente, la desesperación de la pobreza es un recurso administrado y manipulado por la clase dirigente.

La experiencia de mi colectividad derrumba muchos mitos, prejuicios y excusas del siste-ma. La pregunta es, ¿por qué seguimos buscando pretextos?

FACUNDO CALEGARI

Politólogo (UBA), consultor. Liberal y pragmatista.

Entre la buena prensa del excéntrico Ben Franklin y la mística del

Monticello de Jefferson, me quedo con la templanza de John Adams...

El kirchnerismo y sus problemas: Breves apuntes sobre la violencia y los cerdos asados.

BIO

@facundocalegari

En una de sus obras más originales y agudas, titulada “El Hombre y sus problemas”, John Dewey dedicó buena parte de sus esfuerzos intelectuales al análisis sobre el estado de la filosofía de su época en relación con lo humano. Allí afirmaba que los grandes sistemas filosóficos habían descuidado temas prácticos de interés fundamentalmente humano por abocarse a justificaciones sobrenaturales, a las cuestiones como “el Ser”, “la Realidad” o “lo Verdadero”, todas éstas consideradas como cuestiones esenciales de la filosofía. Quiero afirmar que, mediando el buen criterio y alguna cuota de responsabilidad intelectual, esa misma afirmación puede realizarse cuando se analizan las energías que gasta el kirchnerismo al ocuparse de cuestiones alejadas del sufrimiento humano, entendido este como dimensión primaria de lo político (al menos para los liberales como yo, claro).

El costado práctico del discurso del kirchnerismo fundacional sigue pensando que se pueden sacar cosas buenas del ejercicio ascético del antagonismo, de los sacrificios personales por “la causa” y del encolumnamiento de la militancia detrás de la figura paternal del líder y su gracia iluminada. Organizaciones sociales, frentes electorales, juventudes, soldados, hasta ministerios: todos dedicados al amontonamiento de relatos vinculados a una emancipación forzosa que sólo cabe en el ideario de minorías iluminadas. Sólo basta con dar un repaso a los argumentos principales de agrupaciones como Kolina, La Cámpora, el Movimiento Evita, Unidos y Organizados, Negros de Mierda y Tupac Amaru durante la conmemoración del “Día del Montonero”. Pero lo más interesante reside en que en todos los casos persisten dos dimensiones que operan en paralelo: en primer lugar, una idea que redime la violencia política de un pasado reciente; y luego, un manto metafísico e indiscutible que envuelve toda la cuestión, como si estuviéramos (finalmente!) en presencia del relato final, de la politicidad última. Así, los apologetas del kirchnerismo justifican violentar las instituciones democráticas hoy de la misma manera que justifican la violencia montonera. Para ellos en el nacimiento del país hay ya una violencia originaria, este sería un país donde profundas divisiones existen desde el principio y se han convertido en hábitos culturales que forman una grieta entre las partes. La violencia, según esta visión, es parte constitutiva de una democracia representativa. Hagamos el intento de repasar lo que sigue, porque nunca es en vano: la violencia, en cierto nivel que necesariamente se acota en las instituciones, es natural a la política (no hace falta ahondar en Max Weber para dar cuenta de

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ello). Pero hay que ser claros al señalar que el monopolio de la violencia física legítima no tiene absolutamente nada que ver con el abuso político de la violencia que pregona el kirchnerismo.

¿Y por qué esa relación con la violencia? Mi primera respuesta: sencillamente porque el kirchnerismo no considera que los medios de la democracia tengan que guardar relación con los fines de la democracia. Aclaro este argumento con un ejemplo literario.

Charles Lamb escribió “Essays of Elia” en 1823. En uno de los ensayos principales, titulado “A dissertation upon roasted pigs”, el relato de Lamb narra la historia de Bo-bo, quien comienza un involuntario incendio en la pequeña porqueriza de cerdos sagrados de su familia. Consternado al ver a los sacros cerdos totalmente rostizados, Bo-bo abraza a uno de ellos, quemándose inmediatamente. Por obra de sus reflejos motores introdujo en su boca los dedos ardientes para calmar el dolor, dando lugar a una experiencia completamente novedosa, casi mágica… por primera vez había experimentado el sabor de un cerdo asado. En adelante, Bo-bo y su familia se dedicaron a construir porquerizas, llenarlas con cerdos e incinerarlas sistemáticamente con la finalidad de degustar los deliciosos cerdos asados. Pero, ¿para qué tanta destrucción si siempre es posible utilizar otros medios para asar un cerdo? Lo cierto es que transcurrió algún tiempo hasta que por las propias contingencias de la historia alguien descubriera la posibilidad de asar cerdos colocándolos encima de estructuras de metal calentadas con brazas.

Fue, otra vez, el propio John Dewey quien utilizó el ensayo de Charles Lamb para llegar a la conclusión de que dentro de los contornos de la vida democrática los medios y los fines de la política deben guardar relación. Es fácil de entender y funciona a la perfección en la práctica: no es posible utilizar medios no democráticos con la finalidad de mejorar nuestra vida en democracia. Esta es una premisa intelectual y práctica que representa una significativa utilidad cuando se analiza el presente de la democracia argentina, porque los simpatizantes más fervorosos del kirchnerismo parecen sostener la idea de que cualquier cosa vale en el camino hacia la tan mentada emancipación. O lo que es lo mismo, cualquier medio es utilizable cuando se pretende “democratizar”.

Sólo para clarificar el argumento, algunos ejemplos: el kirchnerismo estatiza los fondos de las ex AFJP porque considera que el sistema previsional debe ser administrado por el Estado, y en el camino decide que la ANSES debe utilizar esos fondos para el pago de gastos corrientes del aparato gubernamental, hipotecando la capacidad de reproducción del sistema previsional en su conjunto; el kirchnerismo plantea la lucha contra “EL” monopolio mediático, pero a la vez crea otro monopolio estatal de medios adictos utilizando el dinero de los contribuyentes; el kirchnerismo decreta la ampliación de las Asignaciones Familiares, pero lo hace obturando la posibilidad de determinar democráticamente los recursos tributarios necesarios para hacer de ese ingreso un piso sistemático y no un techo que limita su impacto; el kirchnerismo busca la “industrialización sustitutiva”, pero sólo a sabiendas de que necesita manipular estadísticas para hacernos creer que el empleo industrial y la participación de la industria en el PBI mejoran con respecto al pasado reciente; el kirchnerismo plantea la necesidad de mejorar la regulación del mercado de capitales, pero lo hace dotando a la Comisión Nacional de Valores (AKA, el poder ejecutivo) de la potestad de implantar veedores y/o interventores en las empresas cotizantes.

Se podrían nombrar decenas de ejemplos, pero creo que el punto es claro: el militante profesional (es decir, pago), que pone el cuerpo sin repasar sus impulsos por el intelecto,

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Por otro lado, el segundo enfoque, más utilizado, pareciera ser más acertado y su problema básicamente radica en la subjetividad de determinar que es una “Canasta Básica”. Henry Hazlitt, en su libro “La Conquista de la Pobreza” señala un trabajo de Rose D. Friedman de 1965 donde encontraba que la línea divisoria entre pobres y no pobres variaba según la estimación privada que se tomaba; para algunos era de U$S 3.000, para otros de U$S 2.200. Así sucedieron casos, donde dependiendo las cifras que se consideraban, en Estados Unidos la pobreza podía ser del 20% o del 10%.

En definitiva, estas diferencias surgen debido a que la Canasta Básica, generalmente debe cubrir una alimentación “adecuada”, pero ¿qué es adecuada? Es aquí donde comienzan las subjetividades que derivan en distintas cifras.

Nuevamente, con esto no quiere plantearse que realizar estimaciones es incorrecto, simplemente es importante marcar el punto de la complejidad de medir la pobreza. Y más grave aún, al tratarse de cuestiones subjetivas, el riesgo de que los gobiernos corrompan las estadísticas con fines políticos.

Solución propuesta por GobiernosLa mayoría de los gobiernos busca solucionar o reducir la pobreza por medio de la redistribución de la riqueza. De allí que dividan a la población en porcentajes según sus ingresos. De esta manera, por medio de impuestos le quitan a los que más tienen para entregarles a los que menos tienen. El fin es noble sin dudas, no es la idea cuestionar en este momento eso. Pero más allá de la nobleza, ¿es eficiente?

El riesgo de la ayuda estatal radica en el peligro de que se mezcle con fines políticos. Por ejemplo, en Argentina, existe una cantidad enorme de planes sociales que intentar seguirlos a todos resulta casi imposible. En un reciente video (http://www.youtube.com/watch?v=OiN6UXwlLQQ) de la Fundación Libertad y Progreso, puede verse como dichos planes crecieron de manera fenomenal en los 10 años del gobierno Kirchnerista. Sin embargo, lejos están estos planes sociales de lograr el objetivo principal, que es sacar a la gente de la pobreza definitivamente. Lo que se logra en cambio es generar dependencia y la costumbre a no trabajar y peor aún, en algunos casos, clientelismo político. Los planes sociales brindan pescado a los más necesitados, pero la verdadera solución radica en enseñar a pescar. El ya mencionado Henry Hazlitt señala que en un estudio que se realizó en Brooklyn en 1972 revelaba información donde se presenciaban familias que habían vivido hasta tres generaciones del asistencialismo sin trabajar.

Aún así, con planes sociales incluidos, en Argentina los niveles de pobreza continúan altos, si se toman cifras privadas.

Corrupción de datos en ArgentinaEntre los mayores logros que se jacta de haber logrado el gobierno actual, se encuentra la gran reducción de la pobreza y la indigencia en el país. Néstor Kirchner comenzó a gobernar un país en donde más de la mitad de la población se encontraba por debajo de la línea de la pobreza mientras que la indigencia llegaba a casi un 25% para el 2003.

Evidentemente, con cifras tan elevadas de pobreza e indigencia, reducirlas fue algo que pudo lograrse. Según el Indec, para el año 2012, la pobreza se redujo al 7% mientras que la indigencia al 0,9%. Sin embargo, a partir del año 2007, las cifras publicadas por el Indec

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suele desestimar las críticas al gobierno porque las considera “superficiales”, está convencido de que los medios no importan, de que lo importante es el camino liberador en el que se encuentra el pueblo argentino. Creo que se equivocan torpemente cuando desestiman las herramientas que utilizan para pensar y hacer política, porque evaluar los medios es evaluar una herramienta con respecto a la utilidad del fin en sí mismo. Y porque los logros significativos para la democracia surgen de medios cuidadosos. Quiero pensar que, como sociedad, algún día empezaremos a valorar los medios que nuestros representantes utilizan para hacer política, ya que la valoración de medios no es apriorística ni representa un paraíso moral en el desvarío de un opositor con poco sueño: valorar medios es un ejercicio siempre cambiante y que se traduce en hipótesis necesarias para la coordinación de nuestra vida en comunidad.

Para pensar alguna nueva forma de narrar lo político habrá que empezar creyendo en nosotros mismos como ciudadanos, dando cuenta de que la conflictividad social a la que apela el kirchnerismo para antagonizar constantemente no guarda relación con la violencia de las décadas de los 60´s y 70´s. Habrá que pensar que no es posible concederle al kirchnerismo la utilización de la violencia como medio para la emancipación (siquiera discursivamente), porque no es posible pensar que la violencia del pasado tiene algo que ver con los problemas del presente. En lugar de ello, habrá que señalar que lo que falta para resolver las cuestiones más acuciantes de nuestra democracia es consensuar cuestiones humanas (“de Estado”, si se quiere) y crear herramientas que canalicen conflictos que se derivan de 10 años de un crecimiento socio-económico exponencial en los que no se proyectó el futuro, sino que se administró el presente y se glorificó el pasado. Lo que se necesita para la política democrática del futuro es acordar la coparticipación federal para que las provincias y los municipios dejen de ser chantajeados; repensar si el IVA al 21% es lo mejor para las clases trabajadoras y si las exenciones financieras son parte de un sistema tributario progresivo; si nuestro sistema de transporte metropolitano puede seguir funcionando en las actuales condiciones o si es necesario que Nación, Provincia y Ciudad se pongan de acuerdo e innoven en la construcción del tan mentado ente de transporte; si las economías regionales pueden seguir existiendo sobre la base del tipo de cambio o si se necesitan otras formas de vinculación de lo local con lo global; si hay que seguir mirando la matriz productiva para insistir en lo mismo de siempre o si hay que trabajar para agregar -es decir, crear- nuevos inputs; si podemos tomar decisiones sustanciales sobre la base de la información que nos provee un INDEC maniatado hasta el escándalo; si se puede “combatir” a los monopolios generando otros monopolios tan malos como los primeros (ya sea creando medios de comunicación estatales o sosteniendo oligopolios productivos mediante las promociones industriales); si la moneda local puede renunciar a su rol de garante de los ahorros ciudadanos o si los ciudadanos, con el fruto de sus ahorros o con la ayuda de un par de programas hipotecarios más o menos modestos pueden salir del inquilinato al que parecen condenados.

Quienes por fuera del kirchnerismo entiendan que hacen falta diagnósticos y acciones innovadoras para luchar contra el padecimiento humano estarán en condiciones de aportar ideas más útiles para la construcción de nuevas formas políticas. Y queda para estas nuevas formas políticas el intento por rever los anclajes culturales más arraigados en torno a la violencia y la política argentina. También queda el rechazo a la idea de que quienes aun no habíamos nacido en 1976 llevamos a cuestas la pesada carga de la violencia política sistematizada y sus catastróficos resultados. Queda para los jóvenes, e incluso para todos aquellos que durante la última dictadura tenían apenas unos 10 o 12 años, la chance de permitirse pensar que esa agenda no es propia, que es posible dejar de sufrir el yugo de las

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comenzaron a volverse cuestionables.

Por este motivo, el observatorio de deuda social de la UCA realiza un seguimiento de los niveles de pobreza e indigencia donde se pueden observar números muchos más elevados que los publicados por el Indec.

Para no caer en la línea de pobreza, el sueldo de una persona debe superar el de la Canasta Básica Total (CBT).

Un dato importante es que los estudios privados del Observatorio de Deuda Social revelan datos de pobreza e indigencia a nivel nacional hasta el año 2010 y en el período 2010-2012 solo para nivel urbano.

Examinando primero el período 2003-2010, puede apreciarse que a partir del 2007, comienzan a haber estimaciones privadas que siguen un rumbo opuesto a los datos revelados por el gobierno. Mientras para el gobierno la pobreza continúa reduciéndose, para las estimaciones privadas aumenta como puede observarse en el siguiente gráfico:

Porcentaje de PobrezaNivel Nacional

Fuente: Libertad y Progreso en base a Indec y Observatorio de Deuda Social

A partir del 2007, a medida que avanzan los años, puede observarse dos realidades distintas: 1) la del Indec y 2) la de las estimaciones privadas.

Tomando los datos a nivel urbano, la situación continúa agravándose. Es decir, el Indec continúa publicando datos que revelan que la pobreza disminuye mientras que las estimaciones privadas rondan el 22-25%. Esto puede observarse en el siguiente gráfico:

Porcentaje de PobrezaNivel Urbano

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cuestiones impuestas por el capricho de sectarismos que anclaron sus ideas en el pasado en lugar de hacerlo en la proyección del futuro. Será necesario recuperar identidades robadas por el proceso militar y el juzgamiento de los responsables, pero buscando una mejor justicia, sin redimir viejas violencias. Decididamente, los actores de estas nuevas formas políticas necesitarán darle una oportunidad a la cooperación y un descanso al ya gastado uso político de la violencia.

Los conflictos no son mucho más que dimensiones de la vida política que a veces operan positivamente sobre la sociedad, otras lo hacen negativamente y hasta a veces sencillamente operan como obturadores, como imposibilidades de la política. Lo inteligente será entender que la historia, toda historia, es siempre hipotética y nunca está exenta de re-interpretaciones ante nuevas evidencias y nuevos problemas. En la obra que animó esta reflexión, John Dewey reconocía que la “relatividad” era necesaria ante los embates de los absolutismos políticos o filosóficos, y eso también queda para las nuevas formas políticas: habrá que narrar más hipótesis y construir más metáforas, todas ellas humanas, originales y cooperativas. Habrá que soltarle la mano a los absolutismos, a todos ellos. Pero sobre todo al absolutismo que circunda la idea y la práctica de la violencia política.

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Fuente: L&P en base a Indec y Observatorio de Deuda Social

A nivel urbano, en el año 2010, la pobreza casi alcanzó un 30%. Por otro lado, si bien en el 2011 se redujeron las tasas de pobreza; ambos volvieron a incrementarse en el 2012 generando un panorama no muy alentador teniendo en cuenta que uno de los principales problemas de las altas tasas de pobreza es la inflación, la cual el gobierno no logra controlar. Según estimaciones privadas, la inflación alcanzó un 25,6% en el 2012 y muchas consultoras privadas estiman niveles similares o superiores para fines del 2013.

Si bien el Kirchnerismo heredó un país en llamas con pobreza elevada, teniendo en cuenta las estadísticas privadas solo pudo reducirlas a los niveles que se encontraban previo a la entrada a la crisis. Por ejemplo, hacia finales de 1998 la pobreza rondaba el 26%, muy lejos del mundo paralelo de fantasías del Indec del 7%.

Enfoques alternativos sobre la pobreza

Se ha mencionado que una de las soluciones propuesta por los gobierno es la redistribución. Si hay redistribución es porque se entiende que hay desigualdad. Sin embargo, no es la desigualdad lo que hay que examinar sino más bien si los más carenciados pueden crecer o no. Ya que concentrarse en la desigualdad puede desviarnos del objetivo principal: disminuir la pobreza lo más que se pueda.

El enfoque de la distribución trae aparejado el problema de que se piensa en una torta fija. Steve Horwitz señala en un video (http://www.youtube.com/watch?v=vDhcqua3_W8) publicado por “Learn Liberty” que el porcentaje depende del tamaño de la torta. Horwitz se pregunta, ¿qué es mejor, comer 1/6 de pizza o un 1/9 de pizza? La respuesta dependerá del tamaño que tenga la pizza. En otras palabras, tener una menor participación puede implicar estar mejor, dependiendo el tamaño de la torta. Es por esta razón que centrar el debate en la redistribución nos desvía del objetivo principal. Algunos economistas y políticos suelen afirmar que lo que existe es una torta fija; es decir, que si alguien es rico es a causa de empobrecer a otra persona. En otras palabras, toman a la economía como un juego de suma cero donde si uno gana es porque otro necesariamente pierde. Dicha afirmación es totalmente falsa y puede observarse fácilmente en las siguientes imágenes donde se mide en el eje de las “Y” la expectativa de vida mientras que en el eje de las “X” se mide el PBI per cápita. Los redondeles representan a los países del mundo. A mayor tamaño de redondel, mayor es la población de dicho país.

IVAN CARRINO

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Sensación de corrupción

BIO

@ivancarrino

Estudié administración en la UBA y después economía en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Analista

económico de la Fundación Libertad y Progreso. Sueño con una Argentina que

pelee la punta del ránking de PBI per Cápita y no que esté peleándola en el

de corrupción.

A menudo se habla de la brecha que existe entre ricos y pobres como si ese fuera el punto central que debería abordar la política pública. Como la brecha entre los que tienen y los que tienen menos es ridículamente grande, se argumenta, el estado debe intervenir para nivelar, sacándole a unos para darle a otros y así crear una sociedad más equitativa.

Parto de la suposición de que si mi vecino es 100 veces más rico que yo pero su riqueza es producto de su esfuerzo personal y la recompensa de un trabajo que la sociedad le retribuye, entonces no hay problemas. ¿Pero qué sucede si, en realidad, su riqueza y sus ingresos no se deben al premio que la sociedad le otorga sino, más bien, a que el de al lado tiene algún contacto con el poder de turno?

En la sociedad argentina actual existe una generalizada sensación de corrupción evidenciada en rankings internacionales y en el inexplicable crecimiento patrimonial de cantidad de funcionarios públicos.

Esto hace que el foco en “los que tienen” y “los que no tienen” cobre particular importancia ya que los primeros son siempre, al menos en el imaginario colectivo, sospechosos de ganar lo que tienen a costa de los demás. Las consecuencias de este sistema son graves, por lo que es necesario que se le preste la mayor de las atenciones: la corrupción inevitablemente lleva a brechas de ingreso injustas e inmorales.

El ejemplo de la familia Gates y la familia Carrino

Para graficar la idea del problema de la creciente brecha entre los que tienen y los que no tienen, vamos a comparar al abuelo Carrino, con el padre de Bill Gates. Una vez que nos imaginamos a estas dos personas podemos suponer que mi abuelo tenía un ingreso de 2000 (pesos, dólares, euros, onzas de oro… usted decide), mientras que el padre de Bill Gates tenía un ingreso de 2500. En eso momento, la brecha entre ambos individuos era de un 25%. Es decir, el ciudadano más rico ganaba un 25% más que el ciudadano más pobre.

El ejemplo es tomado de una clase magistral del Dr. Martín Krause que se encuentra disponible en internet en el siguiente link:http://www.youtube.com/watch?v=Ve0dGjM_mV8

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Expectativa de Vida y PBI per cápitaAño 1800

Fuente: Gapminder

Ahora, si observamos el mismo gráfico pero para el año 2011 podremos apreciar como todos los países progresaron en mayor o menor medida.

Expectativa de Vida y PBI per cápitaAño 2011

Fuente: Gapminder

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Ahora bien, volviendo a la actualidad, pasaremos a comparar los ingresos del archifamoso creador de Microsoft con un apenas principiante economista. Por ponerlo en términos numéricos, Iván Carrino tiene ingresos por 3000, mientras que Bill Gates los tiene por 30000. Como puede observarse, la brecha entre el ciudadano pobre y el ciudadano rico se multiplicó y ahora “los ricos” ganan 10 veces más que “los pobres”. Sin embargo, hay tres cosas para destacar.

En primer lugar, si bien Bill Gates está mucho mejor que su padre, en términos relativos yo estoy mejor que mi abuelo. Con el paso del tiempo, entonces, todos hemos ido mejorando respecto de nuestros antepasados. En segundo lugar, dado que la tecnología evoluciona y los empresarios compiten por ganarse al consumidor, los bienes en la economía suelen bajar de precio y los salarios reales suben en el tiempo, por lo que mis 3000 de hoy pueden comprar más y mejores cosas que los 2000 de mi abuelo.

Por último, y aquí lo más importante, todos sabemos que Bill Gates merece plenamente su fortuna puesto que ha creado un instrumento que revolucionó al mundo y por el que muchísimas personas estuvieron y están gustosas de ofrecer su dinero a cambio. La fortuna de Bill Gates es la consecuencia de una “win-win situation”, es decir, una situación en la que todos se benefician.

El problema: la familia Gates está “enchufada”

Ahora bien, esta situación cambia cuando Bill Gates, o el individuo que sea, logran multiplicar de una manera sideral su patrimonio sin que exista esta situación en la que todos ganan. Por ejemplo, si en lugar de Bill Gates nuestro personaje del ejemplo anterior fuera un ladrón, tenemos que decir que su fortuna es consecuencia de un esquema donde unos ganan (él y sus colaboradores) pero otros pierden (las víctimas de sus robos). En este contexto, parece razonable que uno se preocupe por la mala distribución del ingreso.

Algo similar sucede cuando aquellas personas que logran acceder a excelentes posiciones económicas no lo hacen como consecuencia de ofrecer a la sociedad algo que ésta demanda, sino más bien gracias al conocimiento de alguien que, dentro del gobierno, tenga el poder para administrar algún presupuesto.

En este sentido, si los ricos de una sociedad se vuelven ricos porque reciben la dádiva, la protección, el contrato amigo, la licitación poco transparente o directamente dinero a cambio de prestar su nombre para figurar como testaferros de los que administran el estado, la brecha entre ricos y pobres comienza a derivar en un problema de injusticia profundo.

Ya no es importante si mi situación mejoró respecto de la de mis antepasados o si yo mismo progresé económicamente en la vida. El problema ahora es que los ricos no son ricos como retribución a su valiosa contribución a la sociedad sino que, todo lo contrario, son ricos gracias a que extraen de la sociedad una tajada que no les pertenece, evitando que esos recursos vayan a destinos que lo necesitan de manera más urgente.

Por qué no es lo mismo si el acomodo no usa el poder político.

Alguno podrá objetar que situaciones parecidas también suceden en los ámbitos privados. Solo basta conocer al que tenga el poder en una organización privada o una firma comercial, para que conseguir trabajo, por ejemplo, sea más fácil.

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Por otro lado, es posible coimear a un gerente de compras para que, en lugar de los productos de la competencia, se elijan los que mi compañía ofrece y así dejar ilegítimamente fuera de la carrera al más idóneo. Cierto.

Sin embargo, existen dos puntos para destacar. En primer lugar, cuando estas maniobras se llevan a cabo, tarde o temprano se reflejan en el cuadro de ganancias y pérdidas de la empresa. Si la compañía contrató a Pedro porque era sobrino del gerente pero Pedro es un vago, seguramente la empresa no funcionará de manera óptima, pudiendo quedarse fuera del mercado por la fuerza de la competencia.

En segundo lugar, el dinero que está en juego cuando la corrupción se da en el ámbito privado es, valga la redundancia, privado. Es decir, el dinero pertenece a las partes que contratan y, en última instancia, alguien tendrá que soportar el quebranto, pudiendo darse cuenta, o no, de lo que están funcionando mal.

Sin embargo, en el caso de la corrupción cuando se da en el ámbito de lo público, los que pierden son los contribuyentes – todos nosotros – que estamos obligados a pagar impuestos para sostener a un estado que tiene tareas muy precisas y que bajo ningún punto debería desviarse de ellas para favorecer a los amigos de los funcionarios de turno.

La corrupción como sistema

Si que la familia Gates esté enchufada es la norma dentro de una sociedad, se puede decir que esa sociedad vive en un sistema corrupto. A menudo, a este sistema se le conoce con el nombre de “capitalismo de amigos”. El capitalismo de amigos es el sistema económico en el que la rentabilidad de los negocios depende de las conexiones políticas. Este sistema incentiva a las empresas a apoyar a determinados políticos para, luego, cobrarse los favores.

En un sistema de capitalismo de amigos, la fuente de la riqueza de unos es el contacto con algún funcionario. Esto se da principalmente porque el gobierno tiene el poder para cambiar u operar libremente sobre las reglas del juego. Un ejemplo puede ser el empresario que se acerca al poder y pide que se eleve una barrera arancelaria para proteger su negocio. El negocio del empresario, por supuesto, obtendrá un beneficio. Podemos suponer, además, que el empresario pagó al funcionario para obtener dicha protección. Claramente, ambas partes de este acuerdo se benefician, sin embargo, la sociedad pierde porque, al no haber competencia, debe pagarle al empresario en cuestión el precio que quiere y soportar la calidad que éste ofrezca sin poder contrastarla con la de los productos internacionales.

Otro ejemplo son las contrataciones públicas. Cuando el gobierno tiene que realizar obras, suele contratar a firmas especializadas. Ahora bien, los que solventamos al estado somos los contribuyentes, de modo que si el estado pierde plata, nadie se hace cargo sino que ese costo está muy diluido entre toda la población. El incentivo que tiene el funcionario que lidia con la empresa para pasarle al estado una factura por el doble de su valor es, entonces, grande.Como se puede ver, en los sistemas donde prima la corrupción y el acomodo, el incentivo no está en producir para la gente sino en ver cómo arreglar al funcionario de turno para que ambos lucren a costa de esa gente.

Randal Holcombe: “Crony Capitalism: By-Product of Big Government” disponible en http://mercatus.org/publication/crony-capitalism-product-big-government

Es muy claro que este segundo gráfico muestra que todos mejoraron su posición con respecto al año 1800. De esto se desprende que entonces la economía no es un juego de suma cero, sino que la torta crece. En otras palabras, la riqueza puede crearse. Una vez entendido esto entonces vale la pena reforzar la idea de que más que de distribución, lo que hay que buscar es generar riqueza, de lo contrario nos encontraremos siempre redondeando para abajo.

Ludwig von Mises en su libro Liberalismo señalaba que no hay mejor progreso que un libre mercado basado en la competencia. Es ese sistema lo que transforma el lujo de hoy en la necesidad del mañana haciendo que todos mejoremos nuestra calidad de vida. En épocas anteriores, el viajar era solo un lujo que solo reyes podían darse. Hoy en día, gran parte de la población puede viajar.

Estos progresos se dieron principalmente a la Revolución Industrial y la apertura al comercio. Y lo mejor de todo es que son los países más pobres quienes salen beneficiados de la apertura al comercio ya que solo deben tomar o imitar tecnologías más avanzadas sin la necesidad de tener que incurrir en los gastos de descubrirlas por ellos mismos.

Conclusión

Lo primero que es importante recordar es que, si bien la pobreza es una tragedia, la misma se redujo significativamente luego de la Revolución Industrial. Antes de la Revolución Industrial la pobreza era masiva alcanzando cifras de hasta 80%. Sin embargo, luego de la Revolución Industrial, la pobreza masiva desapareció para instaurarse lo que Hazlitt denomina “bolsas de pobreza”. Es decir, hay sectores pobres, pero no una población empobrecida.

El desafío en la actualidad es como reducir al máximo esas “bolsas de pobreza” y la manera más eficiente es creando riqueza y no distribuyéndola. Distribuir riqueza lo que terminará por generar es poco incentivo para trabajar y producir. Paradójicamente es la producción, guiada por el sistema de precios, lo que hace reducir la pobreza en los países

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Este “desvío” de fondos no solo genera una brecha entre ricos y pobres que escandaliza sino que, al dirigir el dinero al lobby y al tráfico de privilegios, este no va a satisfacer las verdaderas necesidades de la gente, lo que termina aumentando el nivel de pobreza de la sociedad..

El caso argentino

En nuestro país, según Transparency International, existe una considerable “sensación” de corrupción. De hecho, la organización en cuestión mide la “percepción de corrupción” en un índice donde aparecen 176 países. En ese ranking, nuestro país ocupa el puesto 102, bien lejos no solo de países como Dinamarca o Finlandia sino también de Chile..

Por otro lado tenemos un país con un gasto público que asciende al 36% del PBI y aumenta al 35% anual, con un alto nivel regulatorio y una gran presencia del estado sobre la actividad privada. Como contracara, tenemos grandes empresarios amigos del poder y, al mismo tiempo, un grupo de funcionarios que ha visto su patrimonio incrementado de una manera significativa desde que ingresaron en el gobierno.

El caso más llamativo es el del Secretario de Comercio interior, Guillermo Moreno, cuyo patrimonio creció 28 veces desde el año 2003. Veintiocho, por si quedan dudas. De cerca lo sigue Ricardo Echegaray, titular de la AFIP, cuyo patrimonio creció 20 veces desde el 2003 al 2011. El patrimonio de la presidente creció unas 12 veces desde que llegó al poder mientras que el de Amado Boudou creció solo 170 por ciento, pero solo en el período de 4 años que abarca de 2007 a 2011.

Conclusión

Lo que prevalece en la Argentina es una economía reprimida donde el que se enriquece lo hace gracias a “arreglar” con el poder de turno y, por tanto, a expensas de todos los que solventan al estado.

Esta dinámica genera una brecha entre ricos y pobres, o entre los que tienen más y los que tienen menos, que fomenta el resentimiento y la desconfianza hacia el sistema.La riqueza de unos comienza a ser sospechada más y más de ser la causante de la pobreza de otros y nada bueno puede esperarse de esta situación.

Finalmente, se debe dar una solución a este esquema. Nuestra propuesta es radical: si el estado no existiera esto no pasaría. Sin embargo, dado que el estado existe y no es razonable proponer su eliminación, lo que debe hacerse es limitarlo lo más posible en su poder y tamaño, así como en su capacidad para otorgar beneficios de manera discrecional.Solo de esta forma terminaremos con el capitalismo de amigos y daremos paso a un sistema donde la brecha podrá ser creciente o decreciente, pero la pobreza será progresivamente eliminada y todos viviremos mucho mejor.

Según las conservadoras cifras del Banco Interamericano de Desarrollo. Lo que se evidencia en el Índice de Libertad Económica de la fundación Heritage: http://www.heritage.org/index/ranking Los datos se extraen de las declaraciones juradas de los funcionarios, presentados por el Diario La Nación en su edición On Line: http://www.lanacion.com.ar/1546303-los-bienes-de-los-funcionarios-en-la-primera-news-application-de-la-nacion

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NICOLAS CASTRO

Un mundo de sensaciones pobres

BIO

@trocasni

Ser pobre es no tener y querer tener lo que uno no tiene.Pasar hambre es ser pobreComer mal y de la basura es ser pobre.Vivir de la basura de los demás, es ser pobre.Los poetas son pobres.Seremos felices, o más felices, cuanto entendamos que somos lo que somos. Ahí seremos felices y podremos cambiarlo, o luchar por ello.La pobreza se hace carne, Ojalá los pobres pudieran comerMe dice un amigo, “chupamembrillo” le dicen a los paqueros de la villa, le dicen así, porque no tienen glucosa para darle y así los tratan, con membrillo.Sociedad en estado de pobreza.No saber quien es uno y vivir con rencor eso es ser pobre

Cigarrillos tirados y rescatados,madres ausentes, siete hermanos que comparten cama, baño, platos, vasos, ropa.Solo uno va a la escuela. Madres jóvenes, poetas perdidos, marginados.Pulso mineral de los muertos, mejor perro vivo que león muerto.

Pero que hacemos, los pobres no piensan si son pobres o no se si se hacen cargo que lo son y los demás tratan de ignorarlo. Tratamos.

Ser pobre te obligar a ser emprendedor.

El kirchnerismo, cumplió 10 años y los llamó la década ganada.No hace falta ser poeta, ni economista, para entender o ver, que en estos las penurias, de los más débiles económicamente han crecido. Y las esperanzas, quien sabe donde han quedado

Poeta, manager,Productor. Hincha de Atlanta 100 %

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suele desestimar las críticas al gobierno porque las considera “superficiales”, está convencido de que los medios no importan, de que lo importante es el camino liberador en el que se encuentra el pueblo argentino. Creo que se equivocan torpemente cuando desestiman las herramientas que utilizan para pensar y hacer política, porque evaluar los medios es evaluar una herramienta con respecto a la utilidad del fin en sí mismo. Y porque los logros significativos para la democracia surgen de medios cuidadosos. Quiero pensar que, como sociedad, algún día empezaremos a valorar los medios que nuestros representantes utilizan para hacer política, ya que la valoración de medios no es apriorística ni representa un paraíso moral en el desvarío de un opositor con poco sueño: valorar medios es un ejercicio siempre cambiante y que se traduce en hipótesis necesarias para la coordinación de nuestra vida en comunidad.

Para pensar alguna nueva forma de narrar lo político habrá que empezar creyendo en nosotros mismos como ciudadanos, dando cuenta de que la conflictividad social a la que apela el kirchnerismo para antagonizar constantemente no guarda relación con la violencia de las décadas de los 60´s y 70´s. Habrá que pensar que no es posible concederle al kirchnerismo la utilización de la violencia como medio para la emancipación (siquiera discursivamente), porque no es posible pensar que la violencia del pasado tiene algo que ver con los problemas del presente. En lugar de ello, habrá que señalar que lo que falta para resolver las cuestiones más acuciantes de nuestra democracia es consensuar cuestiones humanas (“de Estado”, si se quiere) y crear herramientas que canalicen conflictos que se derivan de 10 años de un crecimiento socio-económico exponencial en los que no se proyectó el futuro, sino que se administró el presente y se glorificó el pasado. Lo que se necesita para la política democrática del futuro es acordar la coparticipación federal para que las provincias y los municipios dejen de ser chantajeados; repensar si el IVA al 21% es lo mejor para las clases trabajadoras y si las exenciones financieras son parte de un sistema tributario progresivo; si nuestro sistema de transporte metropolitano puede seguir funcionando en las actuales condiciones o si es necesario que Nación, Provincia y Ciudad se pongan de acuerdo e innoven en la construcción del tan mentado ente de transporte; si las economías regionales pueden seguir existiendo sobre la base del tipo de cambio o si se necesitan otras formas de vinculación de lo local con lo global; si hay que seguir mirando la matriz productiva para insistir en lo mismo de siempre o si hay que trabajar para agregar -es decir, crear- nuevos inputs; si podemos tomar decisiones sustanciales sobre la base de la información que nos provee un INDEC maniatado hasta el escándalo; si se puede “combatir” a los monopolios generando otros monopolios tan malos como los primeros (ya sea creando medios de comunicación estatales o sosteniendo oligopolios productivos mediante las promociones industriales); si la moneda local puede renunciar a su rol de garante de los ahorros ciudadanos o si los ciudadanos, con el fruto de sus ahorros o con la ayuda de un par de programas hipotecarios más o menos modestos pueden salir del inquilinato al que parecen condenados.

Quienes por fuera del kirchnerismo entiendan que hacen falta diagnósticos y acciones innovadoras para luchar contra el padecimiento humano estarán en condiciones de aportar ideas más útiles para la construcción de nuevas formas políticas. Y queda para estas nuevas formas políticas el intento por rever los anclajes culturales más arraigados en torno a la violencia y la política argentina. También queda el rechazo a la idea de que quienes aun no habíamos nacido en 1976 llevamos a cuestas la pesada carga de la violencia política sistematizada y sus catastróficos resultados. Queda para los jóvenes, e incluso para todos aquellos que durante la última dictadura tenían apenas unos 10 o 12 años, la chance de permitirse pensar que esa agenda no es propia, que es posible dejar de sufrir el yugo de las

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La pobreza toca más de cerca, no esquiva a nadie.

La crisis golpea fuerte, siempre a las clases trabajadoras. Inmigrantes, ilegales.

En la puerta lateral de la parroquia, un grupo de vagabundos rescata en sus platos guardados, un poco de sopa caliente. Durante el día, son invisibles, en la calle, son más que transparentes los pobres.

Ser pobre es padecer más que nadie las "Las sequías, inundaciones y olas de calor” Nacer en la pobreza, vivir rodeado de violencia, la vida así no es nada fácil.Sin documentos.Vivir sin padre.Sociedad de pobres.Nacen pobres. El comienzo no se repite, pero deja marcas, es el origen.Terremotos clandestinos, Bocas del infierno

TAL VEZ SEA NECESARIO ESRIBIR EN MAYUSCULAS.O en letras grandesPOBRE.

Familias con hambre.Te alimento con poesía..No alcanza.Dice Goethe que toda poesía es poesía de circunstancias.Ficción y realidad

No será demasiado tarde…La sociedad llega tarde a los poetas,Pero la poesía llega antes a la sociedad.

Escribir es rezar al aire, pero funciona.“Títulos liberales como rocas,Gentiles hombres, sólo de sus bocas” grita Guillén.Una forma de respirar “La muerte no consiste en morir sino en ser olvidados”

Pobre Argentinatremendo poder de voluntadtiene la Argentina pobre.

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cuestiones impuestas por el capricho de sectarismos que anclaron sus ideas en el pasado en lugar de hacerlo en la proyección del futuro. Será necesario recuperar identidades robadas por el proceso militar y el juzgamiento de los responsables, pero buscando una mejor justicia, sin redimir viejas violencias. Decididamente, los actores de estas nuevas formas políticas necesitarán darle una oportunidad a la cooperación y un descanso al ya gastado uso político de la violencia.

Los conflictos no son mucho más que dimensiones de la vida política que a veces operan positivamente sobre la sociedad, otras lo hacen negativamente y hasta a veces sencillamente operan como obturadores, como imposibilidades de la política. Lo inteligente será entender que la historia, toda historia, es siempre hipotética y nunca está exenta de re-interpretaciones ante nuevas evidencias y nuevos problemas. En la obra que animó esta reflexión, John Dewey reconocía que la “relatividad” era necesaria ante los embates de los absolutismos políticos o filosóficos, y eso también queda para las nuevas formas políticas: habrá que narrar más hipótesis y construir más metáforas, todas ellas humanas, originales y cooperativas. Habrá que soltarle la mano a los absolutismos, a todos ellos. Pero sobre todo al absolutismo que circunda la idea y la práctica de la violencia política.

AGUSTINA HAIME

Conectar sin igualdad

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@AGUSHAIME

En abril del año 2010 el gobierno nacional anunció el Programa “Conectar Igualdad”, a través del Decreto Presidencial N°459/10, sumándose al “Plan de Inclusión Digital Educativa”, ambos enfocados en la distribución de laptops de uso personal para docentes y estudiantes.

De acuerdo con el sitio web oficial, el programa “…busca recuperar y valorizar la escuela pública con el fin de reducir las brechas digitales, educativas y sociales en toda la extensión de nuestro país”. Para lograr esto, se fijó como meta la distribución gradual de 3 millones de netbooks (computadoras portátiles) durante el período 2010-2012, a estudiantes y docentes de escuelas públicas de nivel secundario, de educación especial (primarias, secundarias y de formación integral), y de Institutos de Formación Docente (en este último caso sólo se entregan computadoras a estudiantes y profesores de carreras correspondientes a la enseñanza media y especial). Dado que las netbooks son de uso personal pueden utilizarse tanto en el ámbito escolar como en la casa. El programa también previó establecer y mantener la estructura que requieren las nuevas tecnologías, tales como la instalación eléctrica adecuada, la conexión a Internet, el asesoramiento técnico, la capacitación docente, y la producción de contenidos digitales para la enseñanza a través de las computadoras.

La introducción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la educación resulta relevante desde una dimensión social y en vista de las nuevas demandas económicas y laborales presentes en el siglo XXI. Desde lo social, su introducción permitiría garantizar una mayor inclusión y justicia social a través de una educación de mayor calidad ligada a la posibilidad del acceso a la “alfabetización digital”. La escuela se transformaría en el espacio privilegiado para la transmisión de los conocimientos y habilidades necesarios para la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Por otro lado, los empleos exigen de forma creciente la posesión de habilidades vinculadas a las tecnologías para la realización de distintas actividades y tareas. Por esta razón, es necesario que las escuelas ofrezcan los conocimientos y las habilidades que los estudiantes necesitan para estar preparados para las demandas del mercado laboral. Esto último se relaciona, a su vez, con la dimensión social ya que la posesión de habilidades y conocimientos relacionados con las TIC permitiría mejores posibilidades de inserción laboral y de trabajos mejor calificados y remunerados. El Estado

Estudié Ciencia Política, ahora cursando maestría en Políticas Públicas, bailarina

en mis ratos libres.

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A menudo se habla de la brecha que existe entre ricos y pobres como si ese fuera el punto central que debería abordar la política pública. Como la brecha entre los que tienen y los que tienen menos es ridículamente grande, se argumenta, el estado debe intervenir para nivelar, sacándole a unos para darle a otros y así crear una sociedad más equitativa.

Parto de la suposición de que si mi vecino es 100 veces más rico que yo pero su riqueza es producto de su esfuerzo personal y la recompensa de un trabajo que la sociedad le retribuye, entonces no hay problemas. ¿Pero qué sucede si, en realidad, su riqueza y sus ingresos no se deben al premio que la sociedad le otorga sino, más bien, a que el de al lado tiene algún contacto con el poder de turno?

En la sociedad argentina actual existe una generalizada sensación de corrupción evidenciada en rankings internacionales y en el inexplicable crecimiento patrimonial de cantidad de funcionarios públicos.

Esto hace que el foco en “los que tienen” y “los que no tienen” cobre particular importancia ya que los primeros son siempre, al menos en el imaginario colectivo, sospechosos de ganar lo que tienen a costa de los demás. Las consecuencias de este sistema son graves, por lo que es necesario que se le preste la mayor de las atenciones: la corrupción inevitablemente lleva a brechas de ingreso injustas e inmorales.

El ejemplo de la familia Gates y la familia Carrino

Para graficar la idea del problema de la creciente brecha entre los que tienen y los que no tienen, vamos a comparar al abuelo Carrino, con el padre de Bill Gates. Una vez que nos imaginamos a estas dos personas podemos suponer que mi abuelo tenía un ingreso de 2000 (pesos, dólares, euros, onzas de oro… usted decide), mientras que el padre de Bill Gates tenía un ingreso de 2500. En eso momento, la brecha entre ambos individuos era de un 25%. Es decir, el ciudadano más rico ganaba un 25% más que el ciudadano más pobre.

El ejemplo es tomado de una clase magistral del Dr. Martín Krause que se encuentra disponible en internet en el siguiente link:http://www.youtube.com/watch?v=Ve0dGjM_mV8

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debe, entonces, asumir la responsabilidad de preparar al sistema educativo para que forme a todos los ciudadanos en el uso de las TIC.

Como es sabido entre los especialistas en política pública, el primer momento en el “ciclo de vida” de un proyecto consiste en la identificación y definición del problema que fundamenta una intervención en el mundo social. Si bien en el caso del programa Conectar Igualdad este problema no se encuentra explicitado en ningun tipo de documento oficial, resulta evidente que viene a querer solucionar el déficit de acceso a las nuevas TIC. En otras palabras, el problema es la existencia de una “brecha digital”, una desigualdad en las posibilidades de acceso a las TIC dentro de la población argentina (especialmente entre los distintos sectores socioeconómicos).

Un segundo problema al que el programa trata seguramente de dar respuesta es al déficit de acceso a una educación de calidad que incorpore a las TIC para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Veamos algunos indicadores al respecto. Según datos del censo del 2001 – los últimos existentes previos a la implementación del programa – 71 de cada 100 adolescentes entre 13 y 18 años asistían a un establecimiento de nivel medio, existiendo grandes diferencias entre la población urbana y rural, sobre todo para el último tramo de la escolarización (15 a 17 años): mientras que sólo 56% de los jóvenes que vivían en zonas rurales concurrían a escuelas secundarias, en el sector urbano éstos representaban un 82%.

Con respecto a la tasa de retención escolar, si se compara el número de alumnos/as que ingresaron al primer año del nivel medio en el año 2000 y de aquellos que en el año 2004 lograron acceder al quinto año, se observa que solo un 50,8% pudo llegar a finalizar sus estudios en el tiempo considerado “ideal” (sin repitencias ni abandonos) para hacerlo. La tasa de repitencia, según datos para los años 2005-2006, era mayor en la educación estatal (con una diferencia de casi 9 puntos respecto a la enseñanza privada) y en los primeros años de la escolaridad secundaria. En el año 2009 la tasa de repitencia en el nivel secundario seguía siendo más alta en los primeros años, con un valor de 12,45% en el ciclo básico (7º, 8º y 9º año) en comparación a 7,41% en el ciclo orientado (10º, 11º y 12º). Por último, la tasa de egreso en el nivel secundario mantuvo valores similares entre los años 2000 y 2008. Para el período 2000-2001, ésta tuvo un valor de 74% para el primer ciclo de nivel secundario y de 50,8% para el segundo ciclo. Y, para el período 2007- 2008, tuvo un valor de 72% para el primer ciclo y de 52% para el segundo.

A más de dos años de su implementación, ¿el programa ha logrado dar respuesta a los pro-blemas que le dieron origen?. Por un lado, ha tenido un gran impacto en el equipamiento informático de los establecimientos educativos: para fines del año 2010 las escuelas pasaron de un promedio de una computadora cada 27 estudiantes a un modelo uno a uno. Por el otro, todavía no se han visto resultados fuertes en términos de igualdad social y de acceso a una educación de calidad por parte de los sectores más desaventajados.

Los estudios evaluativos existentes (impulsados por el gobierno) destacan la falta de inte-gración de las computadoras en las actividades curriculares dentro del aula y la poca inte-gración entre los docentes y esta nueva herramienta, resultando en cambios pedagógicos limitados. Muchos docentes perciben a las netbooks como una herramienta que los interpe-la en sus respectivos roles. Se deben aumentar las actividades de capacitación docente de modo que puedan apropiarse de ellas e incorporarlas efectivamente en el aula, y se supere la disparidad de conocimientos en el manejo de esta herramienta informática entre estu-diantes y docentes. Asimismo, el programa debe intensificar las estrategias de alfabetiza-ción digital masivas de modo de generar mejores condiciones para su

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implementación. La introducción de una computadora por alumno solo podrá ser exitosa cuando exista un piso básico de cultura tecnológica que asegure su utilización efectiva. Además, debería fomentarse la inclusión de las TIC en los proyectos educativos y la planifi-cación anual de las escuelas: la instalación de computadoras no modificará los modos de enseñar y aprender si no se planifica e implementa una innovación que apunte al fortaleci-miento de la tarea pedagógica de la institución escolar.

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Por otro lado, es posible coimear a un gerente de compras para que, en lugar de los productos de la competencia, se elijan los que mi compañía ofrece y así dejar ilegítimamente fuera de la carrera al más idóneo. Cierto.

Sin embargo, existen dos puntos para destacar. En primer lugar, cuando estas maniobras se llevan a cabo, tarde o temprano se reflejan en el cuadro de ganancias y pérdidas de la empresa. Si la compañía contrató a Pedro porque era sobrino del gerente pero Pedro es un vago, seguramente la empresa no funcionará de manera óptima, pudiendo quedarse fuera del mercado por la fuerza de la competencia.

En segundo lugar, el dinero que está en juego cuando la corrupción se da en el ámbito privado es, valga la redundancia, privado. Es decir, el dinero pertenece a las partes que contratan y, en última instancia, alguien tendrá que soportar el quebranto, pudiendo darse cuenta, o no, de lo que están funcionando mal.

Sin embargo, en el caso de la corrupción cuando se da en el ámbito de lo público, los que pierden son los contribuyentes – todos nosotros – que estamos obligados a pagar impuestos para sostener a un estado que tiene tareas muy precisas y que bajo ningún punto debería desviarse de ellas para favorecer a los amigos de los funcionarios de turno.

La corrupción como sistema

Si que la familia Gates esté enchufada es la norma dentro de una sociedad, se puede decir que esa sociedad vive en un sistema corrupto. A menudo, a este sistema se le conoce con el nombre de “capitalismo de amigos”. El capitalismo de amigos es el sistema económico en el que la rentabilidad de los negocios depende de las conexiones políticas. Este sistema incentiva a las empresas a apoyar a determinados políticos para, luego, cobrarse los favores.

En un sistema de capitalismo de amigos, la fuente de la riqueza de unos es el contacto con algún funcionario. Esto se da principalmente porque el gobierno tiene el poder para cambiar u operar libremente sobre las reglas del juego. Un ejemplo puede ser el empresario que se acerca al poder y pide que se eleve una barrera arancelaria para proteger su negocio. El negocio del empresario, por supuesto, obtendrá un beneficio. Podemos suponer, además, que el empresario pagó al funcionario para obtener dicha protección. Claramente, ambas partes de este acuerdo se benefician, sin embargo, la sociedad pierde porque, al no haber competencia, debe pagarle al empresario en cuestión el precio que quiere y soportar la calidad que éste ofrezca sin poder contrastarla con la de los productos internacionales.

Otro ejemplo son las contrataciones públicas. Cuando el gobierno tiene que realizar obras, suele contratar a firmas especializadas. Ahora bien, los que solventamos al estado somos los contribuyentes, de modo que si el estado pierde plata, nadie se hace cargo sino que ese costo está muy diluido entre toda la población. El incentivo que tiene el funcionario que lidia con la empresa para pasarle al estado una factura por el doble de su valor es, entonces, grande.Como se puede ver, en los sistemas donde prima la corrupción y el acomodo, el incentivo no está en producir para la gente sino en ver cómo arreglar al funcionario de turno para que ambos lucren a costa de esa gente.

Randal Holcombe: “Crony Capitalism: By-Product of Big Government” disponible en http://mercatus.org/publication/crony-capitalism-product-big-government

Arquitecta, Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad

de Buenos Aires.

MARIA SOLEDAD GAGO

Vivienda e infraestructura: ¿empoderar o empobrecer?

BIO

@mariasolitude

Politóloga (UBA). Radical. Entre el antiacuerdismo de Alem y el

antipersonalismo de Alvear, me quedo con los de jamón y queso.

GABRIELA SALDAÑA

BIO

@missladrillos

¨La transformación que ha experimentado este espacio, que se traduce en ladrillos, en construcción de mampostería, en chapas, implica y expresa la profunda transformación que

ha tenido el país en estos años". Cristina Fernández de Kirchner sobre la expansión de la Villa 31, año 2010.¨

En la última década, las políticas en infraestructura y vivienda podrían describirse como un circuito de desinversión y gestión de la precariedad. En distintos niveles del Estado se adoptó la modalidad de delegar en organizaciones sociales tareas de infraestructura y vivienda, en algunos casos bajo la forma de cooperativas. El recurso inicialmente es valorado por gran parte de la sociedad como una suerte de justa reivindicación: sectores sociales postergados que se auto-organizan son escuchados y reciben del Estado un lugar de privilegio para la anhelada solución de problemas históricos.

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Este “desvío” de fondos no solo genera una brecha entre ricos y pobres que escandaliza sino que, al dirigir el dinero al lobby y al tráfico de privilegios, este no va a satisfacer las verdaderas necesidades de la gente, lo que termina aumentando el nivel de pobreza de la sociedad..

El caso argentino

En nuestro país, según Transparency International, existe una considerable “sensación” de corrupción. De hecho, la organización en cuestión mide la “percepción de corrupción” en un índice donde aparecen 176 países. En ese ranking, nuestro país ocupa el puesto 102, bien lejos no solo de países como Dinamarca o Finlandia sino también de Chile..

Por otro lado tenemos un país con un gasto público que asciende al 36% del PBI y aumenta al 35% anual, con un alto nivel regulatorio y una gran presencia del estado sobre la actividad privada. Como contracara, tenemos grandes empresarios amigos del poder y, al mismo tiempo, un grupo de funcionarios que ha visto su patrimonio incrementado de una manera significativa desde que ingresaron en el gobierno.

El caso más llamativo es el del Secretario de Comercio interior, Guillermo Moreno, cuyo patrimonio creció 28 veces desde el año 2003. Veintiocho, por si quedan dudas. De cerca lo sigue Ricardo Echegaray, titular de la AFIP, cuyo patrimonio creció 20 veces desde el 2003 al 2011. El patrimonio de la presidente creció unas 12 veces desde que llegó al poder mientras que el de Amado Boudou creció solo 170 por ciento, pero solo en el período de 4 años que abarca de 2007 a 2011.

Conclusión

Lo que prevalece en la Argentina es una economía reprimida donde el que se enriquece lo hace gracias a “arreglar” con el poder de turno y, por tanto, a expensas de todos los que solventan al estado.

Esta dinámica genera una brecha entre ricos y pobres, o entre los que tienen más y los que tienen menos, que fomenta el resentimiento y la desconfianza hacia el sistema.La riqueza de unos comienza a ser sospechada más y más de ser la causante de la pobreza de otros y nada bueno puede esperarse de esta situación.

Finalmente, se debe dar una solución a este esquema. Nuestra propuesta es radical: si el estado no existiera esto no pasaría. Sin embargo, dado que el estado existe y no es razonable proponer su eliminación, lo que debe hacerse es limitarlo lo más posible en su poder y tamaño, así como en su capacidad para otorgar beneficios de manera discrecional.Solo de esta forma terminaremos con el capitalismo de amigos y daremos paso a un sistema donde la brecha podrá ser creciente o decreciente, pero la pobreza será progresivamente eliminada y todos viviremos mucho mejor.

Según las conservadoras cifras del Banco Interamericano de Desarrollo. Lo que se evidencia en el Índice de Libertad Económica de la fundación Heritage: http://www.heritage.org/index/ranking Los datos se extraen de las declaraciones juradas de los funcionarios, presentados por el Diario La Nación en su edición On Line: http://www.lanacion.com.ar/1546303-los-bienes-de-los-funcionarios-en-la-primera-news-application-de-la-nacion

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El estímulo a la acción directa también es un elemento distintivo de la década. Tradicionalmente, la ocupación de tierras e inmuebles que dio origen a la formación de villas miseria fue un recurso de facto, alentado por omisión ante la falta de políticas eficaces en la materia. La novedad de estos años fue la ocupación de terrenos o de edificios planteada como vía legítima de acceso a la vivienda y solución al problema habitacional y de infraestructura. Esta modalidad es analizada positivamente desde Cátedras Universitarias, organismos de investigación y agrupaciones políticas, e incluso se manifiesta en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este enfoque, además, se materializa en formas variadas de asistencia que se implementan desde las Secretarías de Vivienda y Hábitat del Estado Nacional y de los Estados Provinciales.

Nos hallamos, entonces, ante un planteo que apunta a la sensibilidad por la necesidad extrema: no es posible no tener techo. No hay organización familiar, no hay vida sin un techo. ¿Cómo objetar estas políticas y estas intenciones, si hasta están expresadas en el articulado de nuestras constituciones?

Populismo y legalidad Estatal: las consecuencias en el área de infraestructura y vivienda.

Los populismos se definen por una serie de características que van desde las formas autoritarias de gobierno hasta las visiones maniqueas de la sociedad. Se identifican por una combinación de atributos que tienden a empequeñecer la concepción de ciudadanía y a menospreciar la importancia del buen funcionamiento institucional, desembocando en una visión cargada de prejuicios y descargas emocionales. Bajo estas formas políticas no sólo se intensifica el clientelismo y el paternalismo, sino también los vicios del patrimonialismo y las legalidades informales. La legalidad del Estado no logra extenderse eficazmente a lo largo del territorio, de modo que quedan espacios para la reproducción de la ilegalidad, superpuesta a la legalidad estatal o coexistiendo con ella.

En este marco, el discurso populista del empoderamiento de sectores vulnerables y la delegación de funciones en organizaciones sociales deriva en una suerte de tercerización. A partir de estas políticas, las organizaciones devienen cautivas del gobierno, o bien en poderes paraestatales al margen de la formalidad. Las supuestas bondades de la acción directa son capturadas rápidamente por liderazgos y organizaciones ajenas a la problemática de la vivienda y la infraestructura. Como consecuencia, las soluciones se postergan y quedan sujetas a las alianzas con el gobierno de turno o sometidas a vaivenes relacionados con la puja política del momento.

El aliento a la autogestión, toma de tierras y generación de asentamientos, por otra parte, expone al ciudadano a obras precarias o nulas, sin infraestructura de servicios, pero también a situaciones de vulnerabilidad y abandono. Con o sin organizaciones sociales o políticas de por medio, surgen en torno a villas y ocupaciones zonas grises de informalidad. Es manifiesto el avance del mercado negro inmobiliario de las villas, sistemáticamente

Manual de Urbanismo para Asentamientos precarios (FADU). Una guía para la concreción de asentamientos, desde toma de terrenos, ocupación y trazado de loteo, hasta la gestión de servicios públicos y regularización de títulos de propiedad. http://issuu.com/gigiuba2010/docs/manual_web2. Artículo 31.2: Auspicia la incorporación de los inmuebles ociosos, promueve los planes autogestionados, la integración urbanística y social de los pobladores marginados, la recuperación de las viviendas precarias y la regularización dominial y catastral, con criterios de radicación definitiva.

Hacemos referencia a las ya conocidas zonas marrones de Guillermo O’Donnell. De aquí en adelante usaremos la metáfora de “zonas grises” para definir las nuevas situaciones de vulnerabilidad ciudadana.

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ignorado por la política oficial, en la que el ciudadano sin recursos es cliente cautivo, obligado a convivir y negociar con organizaciones ilegales, ajeno a toda normativa que no sea el estado de necesidad. En estos casos, las decisiones políticas tienden a perpetuar el estado de precariedad, retroalimentando el circuito clientelar y abriendo nuevas zonas de conflicto.

Las zonas grises pueden eventualmente escalar a situaciones extremadamente graves. Los episodios de enfrentamiento y violencia  por tomas de tierras comenzaron a hacerse frecuentes, y llegaron a producirse nueve muertes en tres casos: Parque Indoamericano (Ciudad de Buenos Aires, 2010), Libertador General San Martín (Jujuy, 2011), y Humahuaca (Jujuy, 2012).

La extensión de zonas grises, marginalidad y estados paralelos es inherente a una política que bajo el discurso del empoderamiento termina por favorecer situaciones de precariedad y abandono del ciudadano.

El estado, las universidades y los centros de producción de conocimiento han optado por asistir la carencia, multiplicando la vulnerabilidad y el conflicto. Cabe preguntarse si se trata de empoderar o de empobrecer. En estos sectores la atención se centró en tutelar y organizar la precariedad, siendo notoria la falta de interés en diseñar políticas de créditos a largo plazo para la construcción y compra de vivienda, o de garantías bancarias y seguros de caución para permitir el acceso al mercado de alquileres a ciudadanos hoy condenados al mercado negro y a subsidios, por citar apenas dos ejemplos.

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La pobreza toca más de cerca, no esquiva a nadie.

La crisis golpea fuerte, siempre a las clases trabajadoras. Inmigrantes, ilegales.

En la puerta lateral de la parroquia, un grupo de vagabundos rescata en sus platos guardados, un poco de sopa caliente. Durante el día, son invisibles, en la calle, son más que transparentes los pobres.

Ser pobre es padecer más que nadie las "Las sequías, inundaciones y olas de calor” Nacer en la pobreza, vivir rodeado de violencia, la vida así no es nada fácil.Sin documentos.Vivir sin padre.Sociedad de pobres.Nacen pobres. El comienzo no se repite, pero deja marcas, es el origen.Terremotos clandestinos, Bocas del infierno

TAL VEZ SEA NECESARIO ESRIBIR EN MAYUSCULAS.O en letras grandesPOBRE.

Familias con hambre.Te alimento con poesía..No alcanza.Dice Goethe que toda poesía es poesía de circunstancias.Ficción y realidad

No será demasiado tarde…La sociedad llega tarde a los poetas,Pero la poesía llega antes a la sociedad.

Escribir es rezar al aire, pero funciona.“Títulos liberales como rocas,Gentiles hombres, sólo de sus bocas” grita Guillén.Una forma de respirar “La muerte no consiste en morir sino en ser olvidados”

Pobre Argentinatremendo poder de voluntadtiene la Argentina pobre.

NICOLAS MERCHENSKY

Pobreza económica estructural

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@unsubversivo

La coyuntura internacional de la última década se ha presentado como una verdadera oportunidad para las economías emergentes. Los precios internacionales de las materias primas experimentaron un aumento tan notable como duradero. La reacción de nuestra economía frente a esta coyuntura sirvió para que los sectores tradicionales vinculados al sector agropecuario volvieran a posicionarse dentro de nuestra matriz productiva.

Este nuevo orden posibilitó que nuestra economía, como todas las demás economías de América Latina, experimentara un fuerte crecimiento que, si bien permitió aliviar relativamente la situación caótica de hace unos años, está demostrando resultar insuficiente para darle una solución definitiva a nuestra crisis recurrente. Por esto, nos preguntamos si volver a las lides de los principales países productores de materias primas fue verdaderamente aprovechar la oportunidad que se ha presentado, o si por el contrario, el estancamiento actual obedece a una matriz productiva que no ha encontrado la forma de expandirse a pesar de las condiciones excepcionales.

El punto de quiebre.

A principio del siglo XX, el auge del esquema de división internacional del trabajo encontraba a nuestra economía de producción primaria entre las ocho principales economías del planeta.

Sin embargo, en algún punto siglo pasado, se produce el quiebre de esa ya antigua división. El desarrollo de la ingeniería genética y la biotecnología, sumados al aumento de la productividad por la tecnificación agraria, el riego artificial y la creación de fertilizantes orgánicos, permitieron, entre otros factores, que los países industrializados pudieran convertir vastas áreas improductivas en extensas explotaciones agropecuarias, comenzando a autoabastecerse.

El quiebre puede notarse en al avance de los países industrializados en la producción primaria. Entre 1934 -1938, Argentina producía el 19% del total del trigo que se exportaba y el 65% del maíz mientras que Estados Unidos, abocado a su poderío industrial, producía el 6 y el 10% respectivamente. Hacia 1975, la producción nacional había descendido al 3,6%

Desarrollista desde muy temprana edad. Estudié Ciencias Económicas en la UBA

y actualmente curso la Maestría en Economía de la Universidad de San

Andrés. Presido la Fundación Desarrollo y Política.

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del trigo total y al 6,2% total del maíz. Estados Unidos, por su parte, había aumentado su participación al 47 y al 48% respectivamente. La consecuencia más visible de este aumento en la producción de materias primas fue el deterioro de los términos de intercambio.Los últimos 40 años de la vida del país han sido difíciles para una economía agotada, que se debate entre recetas más o menos ortodoxas, más o menos liberales y más o menos progre-sistas, pero sigue condicionando su supervivencia exclusivamente a la producción primaria.

Una economía rica.

En los últimos diez años, se ha producido una reversión en la relación de intercambio. Con la irrupción de los “gigantes” asiáticos, aumentó de manera exponencial la demanda inter-nacional de materias primas y puso en pausa a la vieja teoría cepaliana: los commodities han alcanzado niveles de precios altísimos.

El inicio de esta nueva coyuntura coincidió con nuestra implosión de 2001. La salida de la convertibilidad permitió que el país retomara su añejo sendero agroimportador, de exporta-ción de materias primas e importación de productos de alto valor agregado. Así, nuestra capacidad instalada comenzó a ponerse en movimiento, reduciendo los elevados niveles de ociosidad registrados en el anochecer de la convertibilidad.

Pero una vez colmada la capacidad instalada, comienzan a surgir algunos síntomas poco alentadores. En el sector externo, un progresivo aumento de las importaciones que amenaza el superávit comercial: pasamos de 9 mil millones de dólares en 2003 a 70,79 mil millones en 2011. En el frente doméstico, la inflación.

Es preciso apuntar que hay una correlación muy fuerte entre la inflación en Argentina y la oferta de bienes y servicios de producción vernácula disponibles en el mercado. Una vez colmada la capacidad instalada, el creciente consumo con escasa inversión productiva pro-dujo ese desequilibrio troncal. Desde aproximadamente fines del 2006, la economía nacio-nal viene mostrando cada vez de forma más nítida que está lejos de ser saludable. Y el hecho de que el peso de su evolución haya recaído enteramente en el sector agropecuario, es uno de los principales problemas que enfrenta.

Una economía pobre.

Dicha recuperación parcial corrió el velo de la pobreza económica estructural que presenta la economía Argentina. Con el sector agropecuario como motor, el crecimiento fue dejándo-la cada vez más en evidencia. Y no es sino a partir de ella que se desprenden la gran mayoría de los problemas económicos que enfrenta el país en este momento. Veamos nuestros reflo-tados viejos cuellos de botella.

En lo que refiere al sector energético, el crecimiento del consumo no fue acompañado por el crecimiento de la producción. En electricidad, Argentina pasó de producir 97,17 mil millo-nes de kwh en 2003 a 115,4 mil millones en 2012. Hubo un incremento del 18%. En el mismo tiempo, Brasil pasó de producir 321,2 mil millones de kwh a 509,2 millones.

En petróleo, la producción nacional fue de 780.000 barriles diarios en 2003 y de 763.000 en 2010. Acá también interesa ver a Brasil, pues hasta 1997, producíamos la misma cantidad de barriles diarios. En 2003 la producción brasileña ya era de 1.750.000 b/d, para pasar a produ-cir en 2010, 2.301.000. Entre 2003 y 2010 redujimos un 3% la producción petrolera. La

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debe, entonces, asumir la responsabilidad de preparar al sistema educativo para que forme a todos los ciudadanos en el uso de las TIC.

Como es sabido entre los especialistas en política pública, el primer momento en el “ciclo de vida” de un proyecto consiste en la identificación y definición del problema que fundamenta una intervención en el mundo social. Si bien en el caso del programa Conectar Igualdad este problema no se encuentra explicitado en ningun tipo de documento oficial, resulta evidente que viene a querer solucionar el déficit de acceso a las nuevas TIC. En otras palabras, el problema es la existencia de una “brecha digital”, una desigualdad en las posibilidades de acceso a las TIC dentro de la población argentina (especialmente entre los distintos sectores socioeconómicos).

Un segundo problema al que el programa trata seguramente de dar respuesta es al déficit de acceso a una educación de calidad que incorpore a las TIC para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Veamos algunos indicadores al respecto. Según datos del censo del 2001 – los últimos existentes previos a la implementación del programa – 71 de cada 100 adolescentes entre 13 y 18 años asistían a un establecimiento de nivel medio, existiendo grandes diferencias entre la población urbana y rural, sobre todo para el último tramo de la escolarización (15 a 17 años): mientras que sólo 56% de los jóvenes que vivían en zonas rurales concurrían a escuelas secundarias, en el sector urbano éstos representaban un 82%.

Con respecto a la tasa de retención escolar, si se compara el número de alumnos/as que ingresaron al primer año del nivel medio en el año 2000 y de aquellos que en el año 2004 lograron acceder al quinto año, se observa que solo un 50,8% pudo llegar a finalizar sus estudios en el tiempo considerado “ideal” (sin repitencias ni abandonos) para hacerlo. La tasa de repitencia, según datos para los años 2005-2006, era mayor en la educación estatal (con una diferencia de casi 9 puntos respecto a la enseñanza privada) y en los primeros años de la escolaridad secundaria. En el año 2009 la tasa de repitencia en el nivel secundario seguía siendo más alta en los primeros años, con un valor de 12,45% en el ciclo básico (7º, 8º y 9º año) en comparación a 7,41% en el ciclo orientado (10º, 11º y 12º). Por último, la tasa de egreso en el nivel secundario mantuvo valores similares entre los años 2000 y 2008. Para el período 2000-2001, ésta tuvo un valor de 74% para el primer ciclo de nivel secundario y de 50,8% para el segundo ciclo. Y, para el período 2007- 2008, tuvo un valor de 72% para el primer ciclo y de 52% para el segundo.

A más de dos años de su implementación, ¿el programa ha logrado dar respuesta a los pro-blemas que le dieron origen?. Por un lado, ha tenido un gran impacto en el equipamiento informático de los establecimientos educativos: para fines del año 2010 las escuelas pasaron de un promedio de una computadora cada 27 estudiantes a un modelo uno a uno. Por el otro, todavía no se han visto resultados fuertes en términos de igualdad social y de acceso a una educación de calidad por parte de los sectores más desaventajados.

Los estudios evaluativos existentes (impulsados por el gobierno) destacan la falta de inte-gración de las computadoras en las actividades curriculares dentro del aula y la poca inte-gración entre los docentes y esta nueva herramienta, resultando en cambios pedagógicos limitados. Muchos docentes perciben a las netbooks como una herramienta que los interpe-la en sus respectivos roles. Se deben aumentar las actividades de capacitación docente de modo que puedan apropiarse de ellas e incorporarlas efectivamente en el aula, y se supere la disparidad de conocimientos en el manejo de esta herramienta informática entre estu-diantes y docentes. Asimismo, el programa debe intensificar las estrategias de alfabetiza-ción digital masivas de modo de generar mejores condiciones para su

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expropiación de la petrolera YPF en 2012, fue una respuesta tardía a este largo estancamien-to y sus resultados todavía son un misterio.

En lo que respecta al gas, la situación no es demasiado diferente: pasamos de una produc-ción de 41.040.000.000 metros cúbicos en 2003 a una producción menor en 2010: 40.100.000.000 metros cúbicos.

Con tarifas congeladas y escasa inversión estatal, Argentina ha pasado de ser exportador de energía a importador. El país gastó cerca de 10.000 millones de dólares en importar energía en el año 2012, y según datos del primer trimestre de 2013, las importaciones alcanzarán este año los 15.000 millones. El cepo cambiario se explica en gran parte por este desequili-brio.

El caso del acero, una de las principales materias primas industriales, también manifiesta la pobreza estructural de nuestra economía: la producción anual se mantiene constante –unas 5 millones de toneladas anuales. No está demás apuntar que Brasil produce hoy 7 veces más.

Con las comunicaciones pasa algo similar. Un sinfín de camiones y colectivos hacen de las nuestras unas de las rutas más peligrosas del mundo. Solamente entre 2003 y 2012, se pro-dujeron más de 70.000 muertes. El crecimiento económico tampoco fue acompañado de mejoras de infraestructura en transporte. El 80% del PBI viaja en camiones, mientras el siste-ma ferroviario sigue en desuso y la navegación interna –sumamente más económica– es inexistente.

Además del déficit en infraestructura, los préstamos del sistema financiero argentino al sector privado y público no financiero, se ubican en torno al 14% del PBI. Un nivel realmente bajo, si se lo compara con otras economías de América Latina como Brasil, 60% del PBI; Chile, 95%; Colombia, 30%; o Perú, 29%. En otros países desarrollados el nivel de crédito respecto del PBI es aun más alto: Canadá, 128% o Australia, 127%.

Pero además de nuestro nivel infra crediticio, es muy escasa la porción del crédito que se destina a los sectores productivos: el 33% del total lo toman personas físicas asalariadas –créditos al consumo–, el 26% se lo lleva el sector de servicios, la industria manufacturera el 17% y la producción primaria –actividad tradicional– el 13%.

Por su parte, en lo referente al comercio exterior, el tipo de cambio actual también va en des-medro de nuestros sectores productivos. De la misma manera que la salida de la convertibili-dad nos posicionó como una economía competitiva, la inflación ha ido apagando esa com-petitividad hasta la actualidad: hemos vuelto a tener una moneda fuerte que dificulta al sector exportador y favorece a los importadores.

Esta diferencia entre lo que en nuestra economía abunda –materias primas de origen animal y vegetal– y lo que escasea, es la principal obstrucción económica que encuentra la inversión productiva para desenvolverse. Y esto es de una importancia vital, dado que la falta de inver-sión repercute directamente en la creación de empleo.

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implementación. La introducción de una computadora por alumno solo podrá ser exitosa cuando exista un piso básico de cultura tecnológica que asegure su utilización efectiva. Además, debería fomentarse la inclusión de las TIC en los proyectos educativos y la planifi-cación anual de las escuelas: la instalación de computadoras no modificará los modos de enseñar y aprender si no se planifica e implementa una innovación que apunte al fortaleci-miento de la tarea pedagógica de la institución escolar.

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La exigüidad de la inversión.

Si bien la situación económica actual es recesiva, Argentina ha venido creciendo en torno al 10% anual. En ese tiempo, la inversión bruta interna fija media, fue cercana al 20% del PBI, un nivel aparente aceptable, hasta que se observa el de otros países que también crecen al 10%: en China, la inversión es del 44% y en India, del 40%. El doble de inversión a igual crecimiento.

Pero a su vez, hay que aclarar que invertir mucho no significa invertir bien, lo que resulta válido para Argentina, en donde la inversión –hasta antes de la recesión actual– estaba com-puesta en un 55% por la construcción, y en un 45% por equipos durables de producción.

Los efectos de la inversión en la construcción son de corto o mediano plazo, diferentes a los producidos por la inversión en equipos,  que tienen la particularidad de ampliar la capacidad instalada.

Así, ese 45% de inversión en equipos resulta insuficiente, y más aún si se toma en cuenta que de ese total, solamente se produce en el país el 32%. El 68% restante es importado, lo que significa que el 31% del total de la inversión, fueron herramientas y máquinas importadas para el ensamble automotriz y el campo.

De esta manera, la inversión productiva neta –excluyendo los sectores automotriz y agrope-cuario– se ubica en torno al 4% del PBI, un nivel realmente muy por debajo de lo que el país necesita.

Pero además, la pobreza de energía, de transporte, de acero y de la gran mayoría de los insumos industriales básicos en general, sumados a la pobreza del crédito y a la inestabilidad de nuestro sistema jurídico, no es solo enemiga de la inversión interna, sino también de la inversión extranjera directa.

Argentina ha recibido en 2012 cerca de 12,5 mil millones de dólares en Inversión extranjera directa. Menos que Colombia –15,8– bastante menos que Chile –30,3– y sensiblemente menos que Brasil, que recibió el año pasado 65,3 mil millones de dólares.

La correlación entre la exigüidad de la inversión y nuestra pobreza económica estructural es tan fuerte, como lo es la de la falta de inversión con la falta de empleo.Sociedad económicamente pobre.

Frente a estos graves desajustes, una de las primeras medidas tomadas fue la intervención del INDEC. Para el INDEC, la pobreza afecta a 2,2 millones de personas, el 5% del total. Esto no parece correcto, teniendo en cuenta la multiplicación de las villas miseria y que cerca de 10 millones de personas viven del asistencialismo estatal. Para el Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica, la pobreza afecta al 27% de la población, es decir a más de 11 millones.

Así como la inversión es clave en la generación de puestos de trabajo, el trabajo es clave para combatir la pobreza. Por esto, la pobreza estructural de nuestra economía es una de las principales obstrucciones que imposibilitan la creación de empleo genuino.Se acerca el fin de ciclo y la falta de respuestas de la gestión actual abre las posibilidades de un cambio. Con la coyuntura internacional jugando a favor, nuestro país está en perfectas

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¨La transformación que ha experimentado este espacio, que se traduce en ladrillos, en construcción de mampostería, en chapas, implica y expresa la profunda transformación que

ha tenido el país en estos años". Cristina Fernández de Kirchner sobre la expansión de la Villa 31, año 2010.¨

En la última década, las políticas en infraestructura y vivienda podrían describirse como un circuito de desinversión y gestión de la precariedad. En distintos niveles del Estado se adoptó la modalidad de delegar en organizaciones sociales tareas de infraestructura y vivienda, en algunos casos bajo la forma de cooperativas. El recurso inicialmente es valorado por gran parte de la sociedad como una suerte de justa reivindicación: sectores sociales postergados que se auto-organizan son escuchados y reciben del Estado un lugar de privilegio para la anhelada solución de problemas históricos.

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condiciones de realizar las correcciones necesarias para encarar una nueva faz expansiva, pero que supedite el crecimiento económico a la expansión y diversificación de la produc-ción nacional. Será entonces cuando podremos señalar que nuestra economía es rica no debido a los volúmenes de la cosecha de soja, sino debido a la participación creciente de mano de obra nacional, en el proceso productivo.

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El estímulo a la acción directa también es un elemento distintivo de la década. Tradicionalmente, la ocupación de tierras e inmuebles que dio origen a la formación de villas miseria fue un recurso de facto, alentado por omisión ante la falta de políticas eficaces en la materia. La novedad de estos años fue la ocupación de terrenos o de edificios planteada como vía legítima de acceso a la vivienda y solución al problema habitacional y de infraestructura. Esta modalidad es analizada positivamente desde Cátedras Universitarias, organismos de investigación y agrupaciones políticas, e incluso se manifiesta en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este enfoque, además, se materializa en formas variadas de asistencia que se implementan desde las Secretarías de Vivienda y Hábitat del Estado Nacional y de los Estados Provinciales.

Nos hallamos, entonces, ante un planteo que apunta a la sensibilidad por la necesidad extrema: no es posible no tener techo. No hay organización familiar, no hay vida sin un techo. ¿Cómo objetar estas políticas y estas intenciones, si hasta están expresadas en el articulado de nuestras constituciones?

Populismo y legalidad Estatal: las consecuencias en el área de infraestructura y vivienda.

Los populismos se definen por una serie de características que van desde las formas autoritarias de gobierno hasta las visiones maniqueas de la sociedad. Se identifican por una combinación de atributos que tienden a empequeñecer la concepción de ciudadanía y a menospreciar la importancia del buen funcionamiento institucional, desembocando en una visión cargada de prejuicios y descargas emocionales. Bajo estas formas políticas no sólo se intensifica el clientelismo y el paternalismo, sino también los vicios del patrimonialismo y las legalidades informales. La legalidad del Estado no logra extenderse eficazmente a lo largo del territorio, de modo que quedan espacios para la reproducción de la ilegalidad, superpuesta a la legalidad estatal o coexistiendo con ella.

En este marco, el discurso populista del empoderamiento de sectores vulnerables y la delegación de funciones en organizaciones sociales deriva en una suerte de tercerización. A partir de estas políticas, las organizaciones devienen cautivas del gobierno, o bien en poderes paraestatales al margen de la formalidad. Las supuestas bondades de la acción directa son capturadas rápidamente por liderazgos y organizaciones ajenas a la problemática de la vivienda y la infraestructura. Como consecuencia, las soluciones se postergan y quedan sujetas a las alianzas con el gobierno de turno o sometidas a vaivenes relacionados con la puja política del momento.

El aliento a la autogestión, toma de tierras y generación de asentamientos, por otra parte, expone al ciudadano a obras precarias o nulas, sin infraestructura de servicios, pero también a situaciones de vulnerabilidad y abandono. Con o sin organizaciones sociales o políticas de por medio, surgen en torno a villas y ocupaciones zonas grises de informalidad. Es manifiesto el avance del mercado negro inmobiliario de las villas, sistemáticamente

Manual de Urbanismo para Asentamientos precarios (FADU). Una guía para la concreción de asentamientos, desde toma de terrenos, ocupación y trazado de loteo, hasta la gestión de servicios públicos y regularización de títulos de propiedad. http://issuu.com/gigiuba2010/docs/manual_web2. Artículo 31.2: Auspicia la incorporación de los inmuebles ociosos, promueve los planes autogestionados, la integración urbanística y social de los pobladores marginados, la recuperación de las viviendas precarias y la regularización dominial y catastral, con criterios de radicación definitiva.

Hacemos referencia a las ya conocidas zonas marrones de Guillermo O’Donnell. De aquí en adelante usaremos la metáfora de “zonas grises” para definir las nuevas situaciones de vulnerabilidad ciudadana.

Educación, o como sacar plata de los arboles

BIO

Parece más aceptable en Argentina pisar pollitos en cámara que pronunciarse por un cambio en la lógica de la educación universitaria gratuita, de ingreso irrestricto, y que apuesta a la masividad. En los claustros de las universidades públicas el tema es tabú y su discusión impensable. La universidad debe ser, para siempre, tan abierta y accesible como las plazas y los parques.

Con tal lógica, algunos académicos argentinos se expresaron airadamente contra Umberto Eco cuando el escritor planteó que un exceso de alumnos puede atentar contra la calidad de la enseñanza y las actividades académicas. El planteo de Eco es poco discutible: lo que se define como exceso no puede, por regla, ser deseable. Pero el escándalo de las almas bellas de la universidad pública local fue sobre todo provocado por la noción de “universidad de elite”, obscena para los campeones de la gratuidad y la masividad.

Por supuesto, el nudo de las reflexiones de Eco no reside en el número de alumnos (dudo que su diagnóstico de la universidad actual se parezca a la sensación de viajar en el subte en hora pico) sino en la merma de la calidad académica, considerando imposible que los profesores puedan dedicar un tiempo razonable y suficiente a cada uno de sus alumnos si deben ocuparse de demasiados. La respuesta de algunos (pocos) especialistas en educación fue cauta: rechazar de plano la idea de educación para elites, pero admitiendo que la masividad plantea un problema irresuelto para la calidad. El resto (muchos) omitieron mencionar este dilema, sosteniendo a viva voz que la universidad puede ser gratuita y también masiva y también de ingreso irrestricto y también de alta calidad.

Esta segunda posición, sin embargo, es ante todo anticientífica: no provee, nunca, evidencia alguna. Simplemente ninguna universidad del mundo conocido cumple satisfactoriamente con todas las condiciones. Las mejores universidades generalmente optan tanto por cobrar una elevada matrícula como por seleccionar rigurosamente a sus alumnos, la mayoría implementando además sistemas de becas para los aspirantes más destacados. Unas pocas universidades ofrecen gratuidad o matrículas de bajo costo –pero siempre apuntando a la selección estricta por méritos.

? Colaborador/a Secreto/a

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ignorado por la política oficial, en la que el ciudadano sin recursos es cliente cautivo, obligado a convivir y negociar con organizaciones ilegales, ajeno a toda normativa que no sea el estado de necesidad. En estos casos, las decisiones políticas tienden a perpetuar el estado de precariedad, retroalimentando el circuito clientelar y abriendo nuevas zonas de conflicto.

Las zonas grises pueden eventualmente escalar a situaciones extremadamente graves. Los episodios de enfrentamiento y violencia  por tomas de tierras comenzaron a hacerse frecuentes, y llegaron a producirse nueve muertes en tres casos: Parque Indoamericano (Ciudad de Buenos Aires, 2010), Libertador General San Martín (Jujuy, 2011), y Humahuaca (Jujuy, 2012).

La extensión de zonas grises, marginalidad y estados paralelos es inherente a una política que bajo el discurso del empoderamiento termina por favorecer situaciones de precariedad y abandono del ciudadano.

El estado, las universidades y los centros de producción de conocimiento han optado por asistir la carencia, multiplicando la vulnerabilidad y el conflicto. Cabe preguntarse si se trata de empoderar o de empobrecer. En estos sectores la atención se centró en tutelar y organizar la precariedad, siendo notoria la falta de interés en diseñar políticas de créditos a largo plazo para la construcción y compra de vivienda, o de garantías bancarias y seguros de caución para permitir el acceso al mercado de alquileres a ciudadanos hoy condenados al mercado negro y a subsidios, por citar apenas dos ejemplos.

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Pero el mérito, desafortunadamente, se ha vuelto una cualidad con mala prensa en la Argentina reciente. La selección basada en méritos, se argumenta, excluye, discrimina, estigmatiza. ¿Debería acaso reemplazarse por una discriminación positiva? De ningún modo, se responde: la universidad debe, a toda costa, incluir, incorporar, contener. Que se vengan los chicos de todas partes. ¿La calidad? Bueno, alcanza con enunciarla. Estamos orgullosos de nuestras universidades públicas. Sus ubicaciones poco lucidas en los rankings internacionales no molestan demasiado. Son rankings etnocéntricos, suele escucharse.

“Una universidad de calidad sólo lo es realmente si es una universidad de calidad para todos”, respondía a Eco el decano de una universidad pública del conurbano. “Simétricamente, una universidad para todos sólo lo es efectivamente si es una universidad de la más alta calidad”. Lo quiero todo, y lo quiero ya, o el síndrome de inmadurez eterna. Pero la calidad es casi imposible de verificar a nivel local. La CONEAU destaca explícitamente que no realiza rankings de universidades (no olvidemos que los órdenes de mérito “estigmatizan”) y sus informes de evaluación por universidad contienen excesiva descripción y escasa valoración. Internacionalmente hace ya varios años que las universidades brasileñas o chilenas las vienen superando en logros, y todas siempre por debajo de las universidades europeas o americanas.

Supongamos por un momento que hemos renunciado a la calidad en nombre de la inclusión universal –en todo caso planteándola como un logro postergable. ¿Son las universidades locales realmente abiertas y para todos? En cualquier caso, si la universidad masiva, gratuita y de libre ingreso está beneficiando a los jóvenes de hogares más pobres, los datos estadísticos se están esforzando por disimularlo. El censo del 2010 muestra que en el segmento de 25 a 29 años (esto es, en edad de haber asistido a las universidades florecientes e inclusivas de la década ganada) hay 8 veces más graduados universitarios de hogares con necesidades básicas cubiertas que de hogares vulnerables. Esto sin considerar estudios de posgrado, ya que sólo 128 jóvenes de hogares pobres cursaban en 2010 un nivel post-universitario. 128 en total, entre millones de jóvenes. Ni vale la pena el esfuerzo de calcular porcentajes.

De todas maneras, desde que casi la mitad de los chicos de 17 años de hogares pobres está fuera de la escuela (el doble que en hogares no pobres), ni aún las más generosas y abiertas puertas universitarias podrían absorberlos. Y esta no es evidencia manipulada por perversos ideólogos del neoliberalismo noventista sino datos censales relevados por el nacional y popular INDEC, que en su sitio web homenajea al ex-presidente Néstor Kirchner con el slogan “Censo 2010, millones de lágrimas censadas”: en vista de tales resultados educativos, tras de años de crecimiento económico, las lágrimas ciertamente se justifican.

Para completar el cuadro, en Argentina se gradúan 27 alumnos por cada 100 que ingresan, mientras en Brasil y Chile estas cifras alcanza a 50 y 59 respectivamente. El sacro derecho a la educación superior es por el momento el derecho de algunos a entrar a la universidad, y el de pocos, muy pocos, a egresar con un título en regla.

De este modo, de la universidad gratuita, para todos y de calidad, sólo queda la gratuidad. La calidad no ha sido destacable, el ser para todos parece desmentido por un triste 7% de graduados entre los jóvenes de 25 a 29 años. La mayoría de los países hoy debate cómo ampliar el acceso a estudios superiores, sin perder la calidad. Hemos fracasado en ambos terrenos: producimos pocos universitarios, y por lo general en universidades de excelencia modesta.

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La coyuntura internacional de la última década se ha presentado como una verdadera oportunidad para las economías emergentes. Los precios internacionales de las materias primas experimentaron un aumento tan notable como duradero. La reacción de nuestra economía frente a esta coyuntura sirvió para que los sectores tradicionales vinculados al sector agropecuario volvieran a posicionarse dentro de nuestra matriz productiva.

Este nuevo orden posibilitó que nuestra economía, como todas las demás economías de América Latina, experimentara un fuerte crecimiento que, si bien permitió aliviar relativamente la situación caótica de hace unos años, está demostrando resultar insuficiente para darle una solución definitiva a nuestra crisis recurrente. Por esto, nos preguntamos si volver a las lides de los principales países productores de materias primas fue verdaderamente aprovechar la oportunidad que se ha presentado, o si por el contrario, el estancamiento actual obedece a una matriz productiva que no ha encontrado la forma de expandirse a pesar de las condiciones excepcionales.

El punto de quiebre.

A principio del siglo XX, el auge del esquema de división internacional del trabajo encontraba a nuestra economía de producción primaria entre las ocho principales economías del planeta.

Sin embargo, en algún punto siglo pasado, se produce el quiebre de esa ya antigua división. El desarrollo de la ingeniería genética y la biotecnología, sumados al aumento de la productividad por la tecnificación agraria, el riego artificial y la creación de fertilizantes orgánicos, permitieron, entre otros factores, que los países industrializados pudieran convertir vastas áreas improductivas en extensas explotaciones agropecuarias, comenzando a autoabastecerse.

El quiebre puede notarse en al avance de los países industrializados en la producción primaria. Entre 1934 -1938, Argentina producía el 19% del total del trigo que se exportaba y el 65% del maíz mientras que Estados Unidos, abocado a su poderío industrial, producía el 6 y el 10% respectivamente. Hacia 1975, la producción nacional había descendido al 3,6%

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“Universidad de los trabajadores”, “para las mayorías”, “con oportunidades para todos” es, al final del día, el moto de individuos de clase media que se avergüenzan de su origen (un popular deporte de la militancia universitaria es la demostración del “yo me hice de abajo/ mis viejos son laburantes”) y que en la práctica disfrazan el privilegio de no pagar por su capacitación.

La defensa de la educación gratuita puede ser legítima. Pero hoy no es democratizadora, ni igualadora. Ningún reclamo por la educación lo es hoy en Argentina si omite centrarse en la principal exclusión, aquella generada por una escuela media publica erosionada en calidad y expulsora de pobres. Y una universidad gratuita que no exija de sus alumnos los mayores esfuerzos y sacrificios en términos de dedicación y rendimiento académico no hace más que dilapidar los recursos que la escuela media necesita desesperadamente.

La naturalización de que la universidad es gratis y por tanto no cuesta ha hecho estragos en la mente de muchos jóvenes idealistas. Hace poco escuché a un reciente graduado de Comunicación Social sosteniendo cuán indeseable e innoble es que los medios de comunicación se conciban como un negocio lucrativo. Pero adicionalmente expresaba vehementemente su oposición a los bajos salarios para quienes trabajan en tales medios, y a que las empresas del rubro no garantizaran el acceso a tecnología de última generación. Inclusive señalaba la importancia de que los periodistas de los medios cooperativos y comunitarios no se resignaran a trabajar en condiciones precarias, y exigieran idénticas condiciones de remuneración y confort.

La difícil combinación entre reclamar que los medios no sean negocios y el derecho a condiciones de trabajo similares como mínimo las de las oficinas de Google , con el consiguiente obstáculo de financiamiento, no apareció en ningún tramo del discurso. Otra vez la ecuación imposible: gratuidad y masividad y excelencia y ser ricos y ser sanos y jamás envejecer.

Tal vez jóvenes idealistas de este tipo podrían beneficiarse de la educación gratuita y adquirir nociones básicas de economía, que no de botánica y dendrología, para aprender que, lamentablemente, el dinero no crece en los árboles. Y que una administración racional y realista de recursos en educación tal vez podría permitir que más jóvenes de hogares más desfavorecidos adquieran títulos de administradores, de agrónomos, de especialistas en forestación. De adultos que finalmente sí puedan lograr algo parecido a sacar plata de los árboles.

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del trigo total y al 6,2% total del maíz. Estados Unidos, por su parte, había aumentado su participación al 47 y al 48% respectivamente. La consecuencia más visible de este aumento en la producción de materias primas fue el deterioro de los términos de intercambio.Los últimos 40 años de la vida del país han sido difíciles para una economía agotada, que se debate entre recetas más o menos ortodoxas, más o menos liberales y más o menos progre-sistas, pero sigue condicionando su supervivencia exclusivamente a la producción primaria.

Una economía rica.

En los últimos diez años, se ha producido una reversión en la relación de intercambio. Con la irrupción de los “gigantes” asiáticos, aumentó de manera exponencial la demanda inter-nacional de materias primas y puso en pausa a la vieja teoría cepaliana: los commodities han alcanzado niveles de precios altísimos.

El inicio de esta nueva coyuntura coincidió con nuestra implosión de 2001. La salida de la convertibilidad permitió que el país retomara su añejo sendero agroimportador, de exporta-ción de materias primas e importación de productos de alto valor agregado. Así, nuestra capacidad instalada comenzó a ponerse en movimiento, reduciendo los elevados niveles de ociosidad registrados en el anochecer de la convertibilidad.

Pero una vez colmada la capacidad instalada, comienzan a surgir algunos síntomas poco alentadores. En el sector externo, un progresivo aumento de las importaciones que amenaza el superávit comercial: pasamos de 9 mil millones de dólares en 2003 a 70,79 mil millones en 2011. En el frente doméstico, la inflación.

Es preciso apuntar que hay una correlación muy fuerte entre la inflación en Argentina y la oferta de bienes y servicios de producción vernácula disponibles en el mercado. Una vez colmada la capacidad instalada, el creciente consumo con escasa inversión productiva pro-dujo ese desequilibrio troncal. Desde aproximadamente fines del 2006, la economía nacio-nal viene mostrando cada vez de forma más nítida que está lejos de ser saludable. Y el hecho de que el peso de su evolución haya recaído enteramente en el sector agropecuario, es uno de los principales problemas que enfrenta.

Una economía pobre.

Dicha recuperación parcial corrió el velo de la pobreza económica estructural que presenta la economía Argentina. Con el sector agropecuario como motor, el crecimiento fue dejándo-la cada vez más en evidencia. Y no es sino a partir de ella que se desprenden la gran mayoría de los problemas económicos que enfrenta el país en este momento. Veamos nuestros reflo-tados viejos cuellos de botella.

En lo que refiere al sector energético, el crecimiento del consumo no fue acompañado por el crecimiento de la producción. En electricidad, Argentina pasó de producir 97,17 mil millo-nes de kwh en 2003 a 115,4 mil millones en 2012. Hubo un incremento del 18%. En el mismo tiempo, Brasil pasó de producir 321,2 mil millones de kwh a 509,2 millones.

En petróleo, la producción nacional fue de 780.000 barriles diarios en 2003 y de 763.000 en 2010. Acá también interesa ver a Brasil, pues hasta 1997, producíamos la misma cantidad de barriles diarios. En 2003 la producción brasileña ya era de 1.750.000 b/d, para pasar a produ-cir en 2010, 2.301.000. Entre 2003 y 2010 redujimos un 3% la producción petrolera. La

YAMIL SANTORO

¿Ser o no ser pobre? Esa es la cuestión.

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@yamilsantoro

¿Si no hay pecador qué necesidad hay de un redentor? ¿Si no hay pecado, existe el pecador?Yamil Santoro

Ser pobre y estar pobre. Dos nociones que debemos diferenciar para poder desarmar la idea de pobreza y pensar en cómo resolverla.

¿Existe ser pobre? Damos por sentado que los pobres existen y debemos definir qué es ser pobre primero. Cualquier criterio técnico que utilicemos para determinar la línea de pobreza nos creará inmediatamente más o menos pobres y una simple variación metodológica hará que alguien deje inmediatamente de serlo. Estos milagros contables que opera el INDEC en Argentina, por ejemplo, no tienen consecuencias reales sobre las personas y la realidad. Si esta vía fuera efectiva para reducir la pobreza no tendríamos pobres en el mundo. La forma en que llamamos a las cosas no nos ofrece más que una herramienta para relacionarnos con las cosas en sí.

Ser pobre es un título, una marca, un tecnicismo. Sólo se puede ser pobre dentro de un relato, de un discurso que defina una medida relativa: se es pobre en relación a algo que se entiende como rico o suficiente. Hablar de “los pobres” implica discursivamente adoptar de forma implícita una serie de presupuestos para crear esta categoría.

Hablemos de personas con carencias, no nos sirve hablar de pobres. Todos tenemos carencias, nos faltan cosas (materiales o inmateriales) para satisfacer nuestras necesidades. Algunas necesidades reflejan carencias que son esenciales para sobrevivir, otras para desarrollarnos y otras para reafirmarnos como individuos. La pobreza como tal no puede dejar de existir porque es una construcción subjetiva entre dos puntos: entre lo que es y lo que alguien dice que debería ser.

Pero más allá de la remisión subjetiva de la pobreza, la diferencia entre ser pobre y estar pobre debe entenderse a partir de la forma en la que se constituye la identidad de cada individuo. Si su circunstancia sirve de justificación para asignarle ciertos valores o que se identifique con ciertos hábitos, entonces podemos afirmar que está adoptando o se lo está

Docente y empresario. Estudiante de Derecho y Ciencia Política UBA.

Miembro de Unión por Todos. Bloguero polémico.

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expropiación de la petrolera YPF en 2012, fue una respuesta tardía a este largo estancamien-to y sus resultados todavía son un misterio.

En lo que respecta al gas, la situación no es demasiado diferente: pasamos de una produc-ción de 41.040.000.000 metros cúbicos en 2003 a una producción menor en 2010: 40.100.000.000 metros cúbicos.

Con tarifas congeladas y escasa inversión estatal, Argentina ha pasado de ser exportador de energía a importador. El país gastó cerca de 10.000 millones de dólares en importar energía en el año 2012, y según datos del primer trimestre de 2013, las importaciones alcanzarán este año los 15.000 millones. El cepo cambiario se explica en gran parte por este desequili-brio.

El caso del acero, una de las principales materias primas industriales, también manifiesta la pobreza estructural de nuestra economía: la producción anual se mantiene constante –unas 5 millones de toneladas anuales. No está demás apuntar que Brasil produce hoy 7 veces más.

Con las comunicaciones pasa algo similar. Un sinfín de camiones y colectivos hacen de las nuestras unas de las rutas más peligrosas del mundo. Solamente entre 2003 y 2012, se pro-dujeron más de 70.000 muertes. El crecimiento económico tampoco fue acompañado de mejoras de infraestructura en transporte. El 80% del PBI viaja en camiones, mientras el siste-ma ferroviario sigue en desuso y la navegación interna –sumamente más económica– es inexistente.

Además del déficit en infraestructura, los préstamos del sistema financiero argentino al sector privado y público no financiero, se ubican en torno al 14% del PBI. Un nivel realmente bajo, si se lo compara con otras economías de América Latina como Brasil, 60% del PBI; Chile, 95%; Colombia, 30%; o Perú, 29%. En otros países desarrollados el nivel de crédito respecto del PBI es aun más alto: Canadá, 128% o Australia, 127%.

Pero además de nuestro nivel infra crediticio, es muy escasa la porción del crédito que se destina a los sectores productivos: el 33% del total lo toman personas físicas asalariadas –créditos al consumo–, el 26% se lo lleva el sector de servicios, la industria manufacturera el 17% y la producción primaria –actividad tradicional– el 13%.

Por su parte, en lo referente al comercio exterior, el tipo de cambio actual también va en des-medro de nuestros sectores productivos. De la misma manera que la salida de la convertibili-dad nos posicionó como una economía competitiva, la inflación ha ido apagando esa com-petitividad hasta la actualidad: hemos vuelto a tener una moneda fuerte que dificulta al sector exportador y favorece a los importadores.

Esta diferencia entre lo que en nuestra economía abunda –materias primas de origen animal y vegetal– y lo que escasea, es la principal obstrucción económica que encuentra la inversión productiva para desenvolverse. Y esto es de una importancia vital, dado que la falta de inver-sión repercute directamente en la creación de empleo.

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pensando desde el “ser pobre”. En cambio, si se entiende su carencia como una circunstancia, y que a pesar de eso desarrolla sus propios valores o define su identidad podemos afirmar que está siendo pobre; una condición particular.

Tal estado no nos dice nada en si acerca de la persona. No explica ni cómo llegó ahí, ni qué perspectivas tiene de salir. Para entender a la carencia de cada persona debemos estudiar su entorno y su persona, la visión de la carencia como algo transitorio nos obliga a explicarla, entenderla, un compromiso. Si bien podemos establecer ciertas regularidades en determinados grupos y hablar de carencias generalizadas, no de pobres. El riesgo radica en la constitución de una identidad a partir de la carencia. La internalización de la carencia como un dato acerca de la persona. Esta internalización puede darse en quien padece la carencia o en quien lo observa.

Visto desde quien lo padece, independientemente del nivel de bienes y servicios que el individuo tenga disponibles para satisfacer sus necesidades puede poseer diversas opiniones acerca de su estado. Puede padecer o no su situación. Puede verlo como un hecho a superar o como una tragedia injusta. La forma en la que cada persona elabora su situación le permitirá encarar diversas soluciones o respuestas que pueden ser cooperativas, apoyándose en otros, o competitivas, procurando desplazarlos.

Los observadores, quienes no comparten la carencia, también puede verse tentados de construir la imagen de la persona a partir de sus carencias. Al estigmatizar a alguien con el rótulo de pobre lo emplazamos en un lugar determinado dentro del universo cultural que difícilmente derive en algo positivo. Se lo margina, se lo esconde, se lo evita. Lo pobre remite a algo negativo y así quienes quedan encuadrados en esta categoría resultan separados. Así se tiende a la guetización, a la constitución de una identidad basada en el ingreso y el lugar de residencia.

Resulta sumamente ventajoso para el observador considerar que alguien es pobre. Si asociamos su identidad a la pobreza y lo tomamos como algo dado nos desentendemos de su particularidad, de su historia, de su origen y de sus proyectos.

Como contracara del estigma del pobre aparece el populismo dispuesto a capitalizar a los culturalmente marginados con el discurso del pobre. Todo discurso sirve para distribuir poder. Y así como la idea de pobre antes servía para marginar, el populismo aparece para hacer de la pobreza una virtud. Aparece así el pobrismo, el culto a lo pobre. Se exacerban las contradicciones y busca constituir una identidad grupal a partir de las carencias planteando una contradicción con aquellos que no son “pobres”.

Nace así la contracultura del pobrismo que construye una épica desde la lógica del resentimiento. Y así, quienes tenían carencias pasaron de ser los marginados, los excluidos, los oprimidos, a servirle de fundamento discursivo a grupos políticos para llevar adelante su programa de gobierno motivado en el revanchismo por el pobre. Un relato de recomposición histórica que pretende justificar la violencia contra el diferente, el excluido del relato.   Antes el sistema ignoraba al “pobre” y lo marginaba. Ahora lo requiere, lo necesita y lo reproduce. Se reivindica la guetización y se estructura desde el poder un discurso que busca hacer de las miserias una causa épica con un culpable o responsable determinado. Así los padecimientos particulares, hilvanados en un discurso gubernamental, se utilizan como arma política contra otros actores sociales.

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La exigüidad de la inversión.

Si bien la situación económica actual es recesiva, Argentina ha venido creciendo en torno al 10% anual. En ese tiempo, la inversión bruta interna fija media, fue cercana al 20% del PBI, un nivel aparente aceptable, hasta que se observa el de otros países que también crecen al 10%: en China, la inversión es del 44% y en India, del 40%. El doble de inversión a igual crecimiento.

Pero a su vez, hay que aclarar que invertir mucho no significa invertir bien, lo que resulta válido para Argentina, en donde la inversión –hasta antes de la recesión actual– estaba com-puesta en un 55% por la construcción, y en un 45% por equipos durables de producción.

Los efectos de la inversión en la construcción son de corto o mediano plazo, diferentes a los producidos por la inversión en equipos,  que tienen la particularidad de ampliar la capacidad instalada.

Así, ese 45% de inversión en equipos resulta insuficiente, y más aún si se toma en cuenta que de ese total, solamente se produce en el país el 32%. El 68% restante es importado, lo que significa que el 31% del total de la inversión, fueron herramientas y máquinas importadas para el ensamble automotriz y el campo.

De esta manera, la inversión productiva neta –excluyendo los sectores automotriz y agrope-cuario– se ubica en torno al 4% del PBI, un nivel realmente muy por debajo de lo que el país necesita.

Pero además, la pobreza de energía, de transporte, de acero y de la gran mayoría de los insumos industriales básicos en general, sumados a la pobreza del crédito y a la inestabilidad de nuestro sistema jurídico, no es solo enemiga de la inversión interna, sino también de la inversión extranjera directa.

Argentina ha recibido en 2012 cerca de 12,5 mil millones de dólares en Inversión extranjera directa. Menos que Colombia –15,8– bastante menos que Chile –30,3– y sensiblemente menos que Brasil, que recibió el año pasado 65,3 mil millones de dólares.

La correlación entre la exigüidad de la inversión y nuestra pobreza económica estructural es tan fuerte, como lo es la de la falta de inversión con la falta de empleo.Sociedad económicamente pobre.

Frente a estos graves desajustes, una de las primeras medidas tomadas fue la intervención del INDEC. Para el INDEC, la pobreza afecta a 2,2 millones de personas, el 5% del total. Esto no parece correcto, teniendo en cuenta la multiplicación de las villas miseria y que cerca de 10 millones de personas viven del asistencialismo estatal. Para el Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica, la pobreza afecta al 27% de la población, es decir a más de 11 millones.

Así como la inversión es clave en la generación de puestos de trabajo, el trabajo es clave para combatir la pobreza. Por esto, la pobreza estructural de nuestra economía es una de las principales obstrucciones que imposibilitan la creación de empleo genuino.Se acerca el fin de ciclo y la falta de respuestas de la gestión actual abre las posibilidades de un cambio. Con la coyuntura internacional jugando a favor, nuestro país está en perfectas

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El pobre comienza a ser un sujeto constituido dentro de un discurso de poder dominante que lo necesita siempre carente para poder reproducirse. Por otra parte, al constituir al pobre procurará obtener el apoyo de otros actores sociales para defenderlo frente a un supuesto agresor. Y así el populismo encierra en su núcleo a quienes aquejados por una carencia material terminan siendo el combustible para una maquinaria de distribución de poder.

Pero las carencias persisten, las personas siguen con sus dolencias, padecimientos y carencias. Al espíritu de guetización se lo vence ofreciendo soluciones más efectivas y demostrando que existen formas más eficientes de satisfacer las necesidades y mejorar la calidad de vida.

El desafío es romper la idea de que determinado tipo de carencias te definen como persona. Hay que erradicar la etiqueta de pobre del documento de identidad. Una vez superada la idea de pobreza, comienza el genuino desafío: ocuparnos de las carencias y las necesidades.

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condiciones de realizar las correcciones necesarias para encarar una nueva faz expansiva, pero que supedite el crecimiento económico a la expansión y diversificación de la produc-ción nacional. Será entonces cuando podremos señalar que nuestra economía es rica no debido a los volúmenes de la cosecha de soja, sino debido a la participación creciente de mano de obra nacional, en el proceso productivo.

MARTIN YEZA

Chupar membrillo. Sensación de pobreza.

BIO

@martinyeza

“El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a sí mismo.

Así pues, el progreso depende del hombre irrazonable.”George Bernard Shaw

Recorrer cualquier barrio de los conurbanos que tiene Argentina, sea en Mendoza, Santa Fé, Córdoba (¡sí, no hay solo un conurbano en la Argentina!) o el área metropolitana de Buenos Aires ofrece una imagen más parecida a la ficción que a la realidad.

Alrededor de las cinco de la tarde en las afueras de las “villas” se puede ver como desfilan chicos, en su mayoría entre doce y quince años-y más chicos también-, con la cabeza inclinada hacia un costado y la mirada enajenada, cerca de los lugares donde llega el transporte público (tren o colectivo) para poder robarle a los que llegan de trabajar o estudiar y vienen desde el centro. Estos chicos están bajo los efectos destructivos e irreversibles del paco, la epidemia de los pibes pobres, en un escenario que parece más una película de George Romero o la más reciente serie “The walking dead” que la de un país en el que hay un 5,4% de pobreza para el INDEC y un desempleo del 7,6% -casi como Noruega o Suecia-.

Según el SEDRONAR se consumen 400.000 dosis diarias de paco y según datos, no oficiales -pero los únicos que hay al respecto- de la Red de madres contra el paco, mueren dos pibes por semana solo en el conurbano bonaerense, ya que su consumo produce la muerte cerebral en seis meses.

Es de las drogas que más rápido produce adicción y dependencia. Un mes de consumo deja secuelas para toda la vida. Esta droga de los pobres, tiene una trampa cruel, a primera vista parece barata porque su precio oscila entre 2 y 6 pesos la bolsita y se fuma colocándola sobre una virulana dentro de una lata que hace las veces de pipa. A fin de cuentas termina siendo cara, porque no alcanza con una dosis diaria, siendo que sus efectos duran entre 4 y 5 minutos. Así deben comprarse entre 8 y 9 dosis diarias, que terminan generando un gasto que supera a otras drogas y que los obliga, en definitiva, a tener que conseguir plata como sea.

Coordinador de la Dirección de Juventud de la Ciudad de Buenos Aires. El parecido con Néstor Kirchner es solo

físico.  

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Parece más aceptable en Argentina pisar pollitos en cámara que pronunciarse por un cambio en la lógica de la educación universitaria gratuita, de ingreso irrestricto, y que apuesta a la masividad. En los claustros de las universidades públicas el tema es tabú y su discusión impensable. La universidad debe ser, para siempre, tan abierta y accesible como las plazas y los parques.

Con tal lógica, algunos académicos argentinos se expresaron airadamente contra Umberto Eco cuando el escritor planteó que un exceso de alumnos puede atentar contra la calidad de la enseñanza y las actividades académicas. El planteo de Eco es poco discutible: lo que se define como exceso no puede, por regla, ser deseable. Pero el escándalo de las almas bellas de la universidad pública local fue sobre todo provocado por la noción de “universidad de elite”, obscena para los campeones de la gratuidad y la masividad.

Por supuesto, el nudo de las reflexiones de Eco no reside en el número de alumnos (dudo que su diagnóstico de la universidad actual se parezca a la sensación de viajar en el subte en hora pico) sino en la merma de la calidad académica, considerando imposible que los profesores puedan dedicar un tiempo razonable y suficiente a cada uno de sus alumnos si deben ocuparse de demasiados. La respuesta de algunos (pocos) especialistas en educación fue cauta: rechazar de plano la idea de educación para elites, pero admitiendo que la masividad plantea un problema irresuelto para la calidad. El resto (muchos) omitieron mencionar este dilema, sosteniendo a viva voz que la universidad puede ser gratuita y también masiva y también de ingreso irrestricto y también de alta calidad.

Esta segunda posición, sin embargo, es ante todo anticientífica: no provee, nunca, evidencia alguna. Simplemente ninguna universidad del mundo conocido cumple satisfactoriamente con todas las condiciones. Las mejores universidades generalmente optan tanto por cobrar una elevada matrícula como por seleccionar rigurosamente a sus alumnos, la mayoría implementando además sistemas de becas para los aspirantes más destacados. Unas pocas universidades ofrecen gratuidad o matrículas de bajo costo –pero siempre apuntando a la selección estricta por méritos.

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Su tratamiento de rehabilitación requiere de tratamiento psicológico y actividades de integración social en centros especializados de adicciones y una dieta basada en el consumo de glucosa para contener la ansiedad y calmar los efectos secundarios de la abstinencia. Frente al desfinanciamiento que han padecido estos centros por parte del Estado en los últimos 5 años, los profesionales han debido ingeniárselas para suplir la glucosa utilizando membrillo como insumo, que es barato. “Para hacerlo durar”, en lugar de comerlo, lo chupan. Es por esto que es común en barrios de emergencia –villas- escuchar que a los chicos que pasaron por este tratamiento les griten “¡Andá a chupar membrillo!”.

Hay un escenario cruel en Argentina, en el que parece haber una guerra de pobres contra pobres. Hablo con Maximiliano Sahonero, de Lugano, quien dirige un centro cultural, donde se desarrollan actividades sociales de contención y una cooperativa de construcción desde la que se dedican a trabajar en la urbanización cultural en villas. Maximiliano me cuenta que en el grupo hay pibes que se mandaron macanas de todo tipo y que los chicos necesitan cariño y afecto, sentirse parte de algo, hacerse rutinas diarias para ordenarse y ahí es donde conseguir trabajo es la máxima aspiración. Para colaborar en este proceso dan talleres de fileteado, actividades con la murga, y desde el centro cultural dan talleres de oficios y a medida que van creciendo y pasando pruebas ven de ir generando laburo desde la cooperativa para que además en algún momento sepan que pueden llegar a tener su casa. Con este método no hubo un solo pibe que volviera a estar en la mala.

Me dice que uno de los chicos del grupo que consumía paco y se sometió al tratamiento de rehabilitación le confesó “A veces a la noche me despertaba con alucinaciones, sacado, y me iba a la heladera a buscar membrillo desesperadamente y le ponían candado por miedo a que uno se robe las cosas y las venda para poder comprar paco, como hacía cuando consumía”.

Los esfuerzos individuales o grupales son como los de un bombero intentando apagar un incendio forestal con vasos de agua. Es el único caso, tal vez, donde los que defienden al Estado intervencionista y el Estado mínimo, parten del mismo diagnóstico: que el Estado está presente. El Estado no solo no está presente sino que además no operan las reglas de la democracia, todo es más similar a pequeños feudos o células mafiosas que lucran con la necesidad. Esto no es una novedad.

El narcotráfico se ha instalado en Argentina y con este tipo de drogas de laboratorio se han creado a un costo muy bajo ejércitos de pibes pobres que les permiten mantener el control de la in-seguridad en los barrios. La policía no puede meterse y se sabe, por declaraciones de Ministros, que incluso existe una connivencia entre la policía y el narcotráfico, protegidos, inevitablemente por ciertos actores políticos.

La realidad es que el Estado hoy no está presente. Ojalá llegue el día en que no debamos necesitar ningún Estado para que el progreso sea posible porque las barreras de la inequidad no atormentan a la sociedad y la vuelven contra sí misma. Pero si llegara ese día, utópico, no sería en nada parecido a la falta de Estado que sufrimos. Por eso no es una opción: es una postura cínica e impracticable.

Más aun, el Estado presente y sensible seguramente no será tan eficaz en su gasto como un Estado reducido a su mínima expresión, pero por mal que le pese a muchos ultra liberales

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Pero el mérito, desafortunadamente, se ha vuelto una cualidad con mala prensa en la Argentina reciente. La selección basada en méritos, se argumenta, excluye, discrimina, estigmatiza. ¿Debería acaso reemplazarse por una discriminación positiva? De ningún modo, se responde: la universidad debe, a toda costa, incluir, incorporar, contener. Que se vengan los chicos de todas partes. ¿La calidad? Bueno, alcanza con enunciarla. Estamos orgullosos de nuestras universidades públicas. Sus ubicaciones poco lucidas en los rankings internacionales no molestan demasiado. Son rankings etnocéntricos, suele escucharse.

“Una universidad de calidad sólo lo es realmente si es una universidad de calidad para todos”, respondía a Eco el decano de una universidad pública del conurbano. “Simétricamente, una universidad para todos sólo lo es efectivamente si es una universidad de la más alta calidad”. Lo quiero todo, y lo quiero ya, o el síndrome de inmadurez eterna. Pero la calidad es casi imposible de verificar a nivel local. La CONEAU destaca explícitamente que no realiza rankings de universidades (no olvidemos que los órdenes de mérito “estigmatizan”) y sus informes de evaluación por universidad contienen excesiva descripción y escasa valoración. Internacionalmente hace ya varios años que las universidades brasileñas o chilenas las vienen superando en logros, y todas siempre por debajo de las universidades europeas o americanas.

Supongamos por un momento que hemos renunciado a la calidad en nombre de la inclusión universal –en todo caso planteándola como un logro postergable. ¿Son las universidades locales realmente abiertas y para todos? En cualquier caso, si la universidad masiva, gratuita y de libre ingreso está beneficiando a los jóvenes de hogares más pobres, los datos estadísticos se están esforzando por disimularlo. El censo del 2010 muestra que en el segmento de 25 a 29 años (esto es, en edad de haber asistido a las universidades florecientes e inclusivas de la década ganada) hay 8 veces más graduados universitarios de hogares con necesidades básicas cubiertas que de hogares vulnerables. Esto sin considerar estudios de posgrado, ya que sólo 128 jóvenes de hogares pobres cursaban en 2010 un nivel post-universitario. 128 en total, entre millones de jóvenes. Ni vale la pena el esfuerzo de calcular porcentajes.

De todas maneras, desde que casi la mitad de los chicos de 17 años de hogares pobres está fuera de la escuela (el doble que en hogares no pobres), ni aún las más generosas y abiertas puertas universitarias podrían absorberlos. Y esta no es evidencia manipulada por perversos ideólogos del neoliberalismo noventista sino datos censales relevados por el nacional y popular INDEC, que en su sitio web homenajea al ex-presidente Néstor Kirchner con el slogan “Censo 2010, millones de lágrimas censadas”: en vista de tales resultados educativos, tras de años de crecimiento económico, las lágrimas ciertamente se justifican.

Para completar el cuadro, en Argentina se gradúan 27 alumnos por cada 100 que ingresan, mientras en Brasil y Chile estas cifras alcanza a 50 y 59 respectivamente. El sacro derecho a la educación superior es por el momento el derecho de algunos a entrar a la universidad, y el de pocos, muy pocos, a egresar con un título en regla.

De este modo, de la universidad gratuita, para todos y de calidad, sólo queda la gratuidad. La calidad no ha sido destacable, el ser para todos parece desmentido por un triste 7% de graduados entre los jóvenes de 25 a 29 años. La mayoría de los países hoy debate cómo ampliar el acceso a estudios superiores, sin perder la calidad. Hemos fracasado en ambos terrenos: producimos pocos universitarios, y por lo general en universidades de excelencia modesta.

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creer que un balance positivo o la eficiencia en sí misma son más importantes que solucionar problemas de personas que lo necesitan es descabellado.

Esto supone otro problema: la insensibilidad e incapacidad del Estado para resolver los problemas del Siglo XXI aplicando recetas del Siglo XIX.

Argentina ha vivido en los últimos años, un proceso de cambios culturales, positivos, que implicó una tolerancia y sensibilidad hacia la idea de que es importante ayudar a que los más humildes no deban vivir en condiciones tan adversas y que el Estado tiene un rol que cumplir allí. Ésta ha sido una oportunidad desperdiciada. El kirchnerismo, actor principal de esta década, ha logrado generar la idea de que hacen mucho por los pobres pero nada para que dejen de serlo. Reducen el problema de la pobreza, entre muchas otras cosas, a una cuestión de plata, para ellos el rol del Estado frente a la pobreza es un combo entre Asignación Universal por hijo, Fútbol para todos y 25.000 viviendas sorteadas por lotería nacional.

Es aquí donde la Argentina del Siglo XXI y el progreso tiene un deber fundamental: romper las fronteras de la discusión estéril que se da entre los que abogan por un institucionalismo anti-transformador o la transformación anti-institucional.

La idea de progreso del Estado y la clase política en general no está a la altura de las circunstancias. No se puede hablar de pobreza en Argentina sin hablar y pensar en progreso, horizontes de progreso, oportunidades, posibilidades, herramientas. Que el progreso es bueno en sí mismo y cómo es posible transitar esta senda del modo más justo posible.

Los grandes cambios que revolucionaron los últimos dos siglos se dieron cuando las sociedades decidieron ser inclusivas. Una inclusión que no consta solamente en entregar dinero y que no se produce solo por dinero. Esto se ve con la incorporación al mercado laboral de la mujer, los esclavos y los marginados socialmente del sistema. Cuando el mundo se decidió a incorporar a estos se dieron las tasas de crecimiento del PBI mundial más altas de la historia y el crecimiento mundial pasó del 0,3% al 3% aproximadamente.

Esto implica, inevitablemente, una visión de mundo que ofrezca cual es nuestra perspectiva sobre muchos de los fenómenos que acontecen en el mundo y qué cosas son importantes.

Pensar el progreso es pensar la democracia y pensar la democracia es pensar en la administración de los recursos estatales. Hoy la democracia se desarrolla de forma más pura en las municipalidades porque es donde gobernantes y gobernados tienen un vínculo más directo. Hoy se encuentran entrampadas entre el deber de tener que llevarse bien con el poder turno para conseguir obras o tener que arreglarse con los impuestos de alumbrado que no alcanzan. En 1853 las municipalidades apenas existían y la Constitución Nacional fue pensada a partir de las provincias, que por deformación del ejercicio luego de una serie de reformas, devino en un hiperpresidencialismo fáctico, donde el 65% de los recursos estatales son administrados por el Estado Nacional. Esto requiere una reflexión de la clase política sobre el rol de las instituciones del futuro.

Abordar la idea de progreso de manera integral y justa implica establecer las bases para que la próxima generación haya avanzado por encima de la anterior. Tener que trabajar y educarse para poder tener un mejor trabajo y así sucesivamente de modo progresivo.Se deberán repensar las formas a partir de las cuales se va a redistribuir riqueza, siendo que el trabajo y la asistencia social son insuficientes, así como será importante pensar de qué manera generar riqueza en un mundo cada vez más especializado y competitivo.

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“Universidad de los trabajadores”, “para las mayorías”, “con oportunidades para todos” es, al final del día, el moto de individuos de clase media que se avergüenzan de su origen (un popular deporte de la militancia universitaria es la demostración del “yo me hice de abajo/ mis viejos son laburantes”) y que en la práctica disfrazan el privilegio de no pagar por su capacitación.

La defensa de la educación gratuita puede ser legítima. Pero hoy no es democratizadora, ni igualadora. Ningún reclamo por la educación lo es hoy en Argentina si omite centrarse en la principal exclusión, aquella generada por una escuela media publica erosionada en calidad y expulsora de pobres. Y una universidad gratuita que no exija de sus alumnos los mayores esfuerzos y sacrificios en términos de dedicación y rendimiento académico no hace más que dilapidar los recursos que la escuela media necesita desesperadamente.

La naturalización de que la universidad es gratis y por tanto no cuesta ha hecho estragos en la mente de muchos jóvenes idealistas. Hace poco escuché a un reciente graduado de Comunicación Social sosteniendo cuán indeseable e innoble es que los medios de comunicación se conciban como un negocio lucrativo. Pero adicionalmente expresaba vehementemente su oposición a los bajos salarios para quienes trabajan en tales medios, y a que las empresas del rubro no garantizaran el acceso a tecnología de última generación. Inclusive señalaba la importancia de que los periodistas de los medios cooperativos y comunitarios no se resignaran a trabajar en condiciones precarias, y exigieran idénticas condiciones de remuneración y confort.

La difícil combinación entre reclamar que los medios no sean negocios y el derecho a condiciones de trabajo similares como mínimo las de las oficinas de Google , con el consiguiente obstáculo de financiamiento, no apareció en ningún tramo del discurso. Otra vez la ecuación imposible: gratuidad y masividad y excelencia y ser ricos y ser sanos y jamás envejecer.

Tal vez jóvenes idealistas de este tipo podrían beneficiarse de la educación gratuita y adquirir nociones básicas de economía, que no de botánica y dendrología, para aprender que, lamentablemente, el dinero no crece en los árboles. Y que una administración racional y realista de recursos en educación tal vez podría permitir que más jóvenes de hogares más desfavorecidos adquieran títulos de administradores, de agrónomos, de especialistas en forestación. De adultos que finalmente sí puedan lograr algo parecido a sacar plata de los árboles.

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En 2005 por ley nacional y acuerdo de todas las provincias se estableció un aumento del presupuesto del 3.5% al 6% para la educación, y los cada vez peores resultados que arrojan los estudios que se dedican a medir la calidad educativa demuestran que no todo se soluciona con plata. Que los problemas estructurales implican innovación estructural institucional, y visión.

Mucha visión.

Otro de los desafíos del progreso estará en la construcción de un contrato social práctico –no moral- basado en ejes simples como la jerarquización del transporte público para que sea digno, acceso a la propiedad privada, protección del espacio público –sistemas de recolección de basura más óptimos- de cara a un mundo en el que los problemas ambientales serán cada vez mayores y mejor seguridad.

Por último, avanzar hacia una cultura que entienda que los liderazgos de tipo caudillista serán geniales para hacer películas en Hollywood pero será mejor que hagan películas con otra cosa y podamos tener liderazgos más tranquilos, con temperamentos despojados de convicciones férreas y nociones románticas de batallas que ya no tienen sentido.

Ocuparse de los problemas y generar equipos para solucionarlos, para que “chupar membrillo” sea, en una década, una frase que los pibes ya no entiendan.