san isidoro de sevilla. etimologías

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ISIDORO DE SEVILLA: ETIMOLOGÍAS. Empecemos haciendo una breve introducción sobre la vida, y la época en que se movió San Isidoro de Sevilla. San Isidoro de Sevilla, que murió el 636, tenía unos 20 años menos que su hermano San Leandro, y es casi contemporáneo de Mahoma, al que sobrevivió cuatro años. Su padre, llamado Severiano, pertenecía a una familia hispano-romana de elevado rango social; su madre, en cambio, era de origen visigodo y, según algunos autores (fruto de la fantasía y del empeño de dar a Isidoro un abolengo real), estaba emparentada con la realeza. Se formó con lecturas de san Agustín y san Gregorio; estudió en la escuela Catedralicia de Sevilla, que su hermano había fundado, donde aprendió latín, griego y hebreo. Al morir su hermano Leandro, arzobispo de Sevilla, lo sucedió en el gobierno de la diócesis, y su episcopado duró 37 años, del 599 al 636. Vivió en una época de transición entre la decadencia de la Edad Antigua y del mundo romano. En ese contexto, se propuso recomponer las debilitadas estructuras culturales de España, y desplegó todos sus recursos pedagógicos para contrarrestar la creciente influencia de las culturas consideradas bárbaras. Propició el desarrollo de las artes liberales, del derecho y de las ciencias, Fue un escritor muy prolífico y un infatigable compilador y recopilador. Compuso numerosos trabajos históricos y litúrgicos, tratados de astronomía y geografía, diálogos, enciclopedias, biografías de personas ilustres, textos teológicos y eclesiásticos, ensayos valorativos sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, y un diccionario de sinónimos. Su obra más conocida es Etimología (hacia 634), nombre que viene del contenido de uno de los libros en que se divide. Es una monumental enciclopedia que refleja la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII. Está elaborado basándose en las obras de los escritores clásicos más conocidos en el momento. Este texto, también llamado Orígenes y dividido en veinte libros, 1

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Capítulo XXIX del libro I. De etymologia.

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ISIDORO DE SEVILLA: ETIMOLOGÍAS.

Empecemos haciendo una breve introducción sobre la vida, y la época en que se movió San Isidoro de Sevilla.

San Isidoro de Sevilla, que murió el 636, tenía unos 20 años menos que su hermano San Leandro, y es casi contemporáneo de Mahoma, al que sobrevivió cuatro años. Su padre, llamado Severiano, pertenecía a una familia hispano-romana de elevado rango social; su madre, en cambio, era de origen visigodo y, según algunos autores (fruto de la fantasía y del empeño de dar a Isidoro un abolengo real), estaba emparentada con la realeza.Se formó con lecturas de san Agustín y san Gregorio; estudió en la escuela Catedralicia de Sevilla, que su hermano había fundado, donde aprendió latín, griego y hebreo. Al morir su hermano Leandro, arzobispo de Sevilla, lo sucedió en el gobierno de la diócesis, y su episcopado duró 37 años, del 599 al 636. Vivió en una época de transición entre la decadencia de la Edad Antigua y del mundo romano.En ese contexto, se propuso recomponer las debilitadas estructuras culturales de España, y desplegó todos sus recursos pedagógicos para contrarrestar la creciente influencia de las culturas consideradas bárbaras. Propició el desarrollo de las artes liberales, del derecho y de las ciencias,Fue un escritor muy prolífico y un infatigable compilador y recopilador. Compuso numerosos trabajos históricos y litúrgicos, tratados de astronomía y geografía, diálogos, enciclopedias, biografías de personas ilustres, textos teológicos y eclesiásticos, ensayos valorativos sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, y un diccionario de sinónimos.Su obra más conocida es Etimología (hacia 634), nombre que viene del contenido de uno de los libros en que se divide. Es una monumental enciclopedia que refleja la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII. Está elaborado basándose en las obras de los escritores clásicos más conocidos en el momento. Este texto, también llamado Orígenes y dividido en veinte libros, tuvo enorme influencia en las instituciones educativas del Medioevo y fue impreso diez veces entre 1470 y 1529. Casi un siglo después de su muerte fue declarado Doctor de la Iglesia por el papa Inocencio XIII.En el monasterio de San Isidoro, anticipo de las grandes abadías medievales, ocupa un lugar preeminente la biblioteca, el armarium. Su biblioteca es, sin duda ninguna, una de las más completas de la época. Asombra pensar cómo ha podido reunir tantas obras, muchas venidas desde muy lejos. Lee despacio y toma notas, llena innumerables cuadernos con referencias con todo lo que le interesa de cada obra que ha leído. Aquí ya aparece, como veremos a lo largo de su obra, el espíritu metódico y ordenador de Isidoro. Si pasamos a preguntarnos por los autores que conocía y leía, no es exagerado decir que a todos. Todo el interesa, no solo la Teología o la Filosofía. Estudia y escribe acerca de la Historia, Cosmografía, Física e incluso Medicina, entre otras. Admira a Tertuliano, San Jerónimo, San Agustín, Hilario de Poitiers, entre otros. En cuanto a la historia pagana, consulta a Suetonio, Salustio, Tito Livio, Julio César y Varrón. Conoce a fondo a los filósofos Demócrito, Platón, Aristóteles, Epicuro, Lucrecio o Heráclito.

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Y su cultura literaria abarca a todos los clásicos, como Virgilio, Cicerón, Catón, Horacio, Ovidio, Séneca o Catulo, entre otros muchos. Siente una profunda adoración por estos clásicos, que dejan una profunda huella en todos sus escritos. Pero adopta la misma postura que San Agustín: aunque es un clásico y disfruta con los versos virgilianos y las odas de Horacio, recomienda a sus monjes que no los lean.En cuanto al estilo de sus escritos, hay que reconocer que no tiene mérito literario, pues escribe en el latín de la época. Es un estilo monótono, siempre con los mismos giros. Puede comenzar diez o doce párrafos de la misma forma. Pero tiene el mérito de ser muy conciso, claro, sin cargazón de figuras retóricas. Va derecho a lo que quiere decir y lo dice con pocas palabras. Ahora consideremos con detenimiento la obra máxima de San Isidoro, aquella en donde brilla todo su genio y que por sí sola hubiera bastado para inmortalizar su nombre: las Etimologías. Es la obra que mas influencia ha tenido en la Edad Media, y es un compendio de todo su pensamiento en las distintas ramas del saber. Es la obra de la madurez de Isidoro, es el fruto de sus largos años de estudio, es la síntesis de todos aquellos apuntes de sus innumerables lecturas.Invirtió más de veinte años en la composición de esta obra. Las Etimologías u Orígenes son una enciclopedia, la primera que se compuso y la que sirvió de base a las que más adelante se hicieron. Se llaman así porque quieren explicar el significado de cada palabra de acuerdo con su origen.Dos causas resultan en cuanto se comienza la lectura de las Etimologías. Es la primera el espírito eminentemente ordenador que ya indicamos otras veces y que llama más la atención por ser precisamente lo contrario, el acumular conocimientos diversos en total desorden, lo usual de los autores de esa época. La segunda es el sorprendente instinto filosófico y científico que guía a Isidoro para escoger en tanta variedad de teorías y doctrinas antiguas, a cual más peregrina, lo que le parece ser más seguro, mas conforme a la verdad. Se presenta también a primera vista en las Etimologías su asombrosa erudición, probablemente la mayor de su tiempo, sobre todo por su amplitud; porque Isidoro da la impresión de ser más que un pensador profundo y especializado, un entendimiento enciclopédico que busca conocimientos generales acerca de todas las materias. Es interesante entresacar algunos nombres de autores que él cita en las Etimologías, para tener alguna idea de lo que habían sido las lecturas que inspiraron esta obra.Constan de veinte libros. Los tres primeros parecen ser una especie de compendio del mismo plan de estudios que Isidoro había implantado desde hacía casi cincuenta años en su escuela de Sevilla. Nos es una fuente inmejorable para tener una idea exacta de lo que abarca la instrucción más esmerada en esa época y del método que se seguía. Las Etimologías, según la expresión del autor mismo en el Prefacio, “es una obra que trata del origen de ciertas cosas”. Los nombres de los veinte libros son: l) la Gramática; 2) la Retórica y la Dialéctica; 3) la Aritmética, la Geometría, la Música y la Astronomía; 4) la Medicina; 5) las Leyes y Cronología; 6) los Libros y los Oficios de la Iglesia; 7) Dios y las jerarquías del Cielo y de la Tierra; 8) la Iglesia y las herejías; 9) Las lenguas, los pueblos, los reinos, los títulos oficiales; l0) Las palabras, en orden alfabético; ll) El hombre y los monstruos; l2) Los animales; l3) El universo y sus partes, o la cosmología; l4) La tierra y sus divisiones, o la geografía; l5) Los caminos y los edificios públicos; l6) Los minerales y los metales; l7) Agricultura; l8) L a guerra y los juegos; l9) La navegación, la edificación y la indumentaria; 20) La alimentación y la utilería. Es un repertorio y un léxico mucho más que una obra propiamente científica. Según el método indicado y uniformemente aplicado, se trata de que el nombre que designa cada

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cosa corresponda exactamente a su naturaleza. Desgraciadamente no siempre es así: muchas denominaciones son arbitrarias, e inalcanzable su significación precisa. El procedimiento sistemático al que se ciñe San Isidoro lo lleva muy a menudo a torturar las palabras para descubrir etimologías y a dar explicaciones que no las aclarar. No son más que juegos de palabras, y a veces muy infantiles para ser espirituales.Pasemos ahora a mostrar el texto seleccionado para hacer la traducción y comentario. Se trata del capítulo XXIX del libro I, titulado De etymologia.

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FRAGMENTO. LIBRO I. CAPÍTULO XXIX. DE ETYMOLOGIA.

[1] Etymologia est origo vocabulorum, cum vis verbi vel nominis per interpretationem colligitur. Hanc Aristoteles SUMBOLON, Cicero adnotationem nominavit, quia nomina et verba rerum nota facit exemplo posito; utputa "flumen" quia fluendo (gerundio) crevit, a fluendo dictum. [2] Cuius cognitio saepe usum necessarium habet in interpretatione sua. Nam dum videris (pasivo) unde ortum est nomen, citius vim eius (genitivo is ea id) intellegis. Omnis enim rei inspectio etymologia cognita planior (comparativo) est. Non autem omnia nomina a veteribus secundum naturam inposita sunt, sed quaedam et secundum placitum, sicut et nos servis et possessionibus interdum secundum quod placet nostrae voluntati nomina damus. [3] Hinc est quod omnium nominum etymologiae non reperiuntur, quia quaedam non secundum qualitatem, qua genita sunt, sed iuxta arbitrium humanae voluntatis vocabula acceperunt. Sunt autem etymologiae nominum aut ex causa datae, ut "reges’ a [regendo et] recte agendo, aut ex origine, ut "homo" quia sit ex humo, aut ex contrariis ut a lavando "lutum" dum lutum non sit mundum, et "lucus" quia umbra opacus parum luceat. [4] Quaedam etiam facta sunt ex nominum derivatione, ut a prudentia "prudens’; quaedam etiam ex vocibus, ut a garrulitate "garrulus’; quaedam ex Graeca etymologia orta et declinata sunt in Latinum, ut "silva" "domus" [5] Alia quoque ex nominibus locorum, urbium, [vel] fluminum traxerunt vocabula. Multa etiam ex diversarum gentium sermone vocantur. Vnde et origo eorum vix cernitur. Sunt enim pleraque barbara nomina et incognita Latinis et Graecis.

TRADUCCIÓN

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[1] La etimología es el origen de los vocablos, cuando la fuerza de la palabra o del nombre se deduce por la interpretación. A esto Aristóteles denominó symbolon, Cicerón anotación, porque hace conocidos a los nombres y a las palabras de las cosas tras poner un ejemplo; por ejemplo “flumen” (río) porque por fluir se produjo, de fluir dicho. [2] (De) este conocimiento a menudo es necesario utilizarlo en su interpretación. Pues cuando crees de dónde nació el nombre, mas pronto conoces la fuerza de éste. En efecto es más fácil la observación de todas las cosas cuando se conoce la etimología. Pero no todos los nombres fueron puestos por los antiguos conforme a la naturaleza, sino que unos según su placer/capricho, así como también nosotros damos nombres a veces a siervos y posesiones según lo que place a nuestra voluntad. [3] De aquí es que no se encuentren las etimologías de todos los nombres, porque algunas recibieron los nombres no según la cualidad con la que son originadas, sino según el arbitrio de la voluntad humana. Ahora bien, hay etimologías de nombres dadas o por la causa, como “reges” (reyes) de “regendo” (rigiendo) y de “recte agendo” (haciendo rectamente), o por el origen, como “homo” (hombre) porque es de “humo” (tierra), o de los contrarios como de lacando “lutum” (lodo) cuando el lodo no es limpio, y “lucus” (bosque, derivado de “lux” (luz)) porque opaco por la sombra poco luce. [4] Otros también han sido formados por la derivación de los nombres, como de prudencia “prudens” (prudente); otros por las voces, como de “garrulitate” (charla) “garrulus” (charlatán); otros procedentes de una etimología griega también fueron declinados en latín, como “silva” (bosque) o “domus” (casa). [5] Otras cosas también de los nombres de los lugares, ciudades o ríos adquieren sus nombres. Y muchas cosas de las lenguas de los distintos pueblos designan el nombre. De donde el origen de ellas se distinga con dificultad. Hay en efecto muchos nombres bárbaros desconocidos para los latinos y los griegos.

COMENTARIO

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El léxico es el aspecto más ligado a la realidad y cambia como ella. Al cambiar la realidad en la Edad Media también cambia el vocabulario (desarrollo de neologismos, locuciones…).Quizá en el léxico es donde el latín medieval presenta su complejidad más claramente.Con frecuencia ciertas palabras subsisten solo en determinadas épocas o lugares, y con determinados autores, lo que también alude a la realidad de cada momento. Por lo que solo podemos hablar de tendencias.Los escritores medievales se encuentran con la dificultad de escribir en una lengua aprendida y que ha de ser adaptada a la realidad del momento.La tarea principal es la preocupación por la palabra, lo que les lleva al virtuosismo técnico.El concepto de Etimología y la fórmula empleada por Isidoro para exponerlo: etymologia est origo uocabulorum, cum uis verbi uel nominis colligitur, al igual que el título dado a la obra, en unas ocasiones Etymologiae, en otras Origines, han sido objeto de diversos estudios, no sólo mediante el análisis interno del pasaje, sino en relación con la historia de esta técnica gramatical practicada en el mundo griego, la evolución misma del concepto expresado por el término, etc.Debemos partir de la base de que la etimología antigua no se limita a ser, que lo es, una técnica y una práctica para averiguar el origen de las palabras y la explicación o la razón de por qué esas palabras designan la realidad y cuáles son las relaciones que se establecen entre el referente y la realidad designada; pero, además, debemos considerar que la etimología, y la práctica etimológica, son el reflejo y la materialización concreta de una de las ideas lingüísticas básicas de la Antigüedad, la búsqueda de la relación entre las palabras y las cosas que designan (búsqueda aún hoy vigente); es decir, de los mecanismos seguidos por el hombre para designar por medio de palabras las cosas, y que remonta, en última instancia, a la que puede considerarse como primera y principal reflexión lingüística, la del origen mismo del lenguaje y su carácter convencional o natural.Debemos pensar que, más que estar ante la etimología antigua, nos hallamos ante el "pensamiento etimológico" antiguo.Con la forma de glosar la traducción ciceroniana de la etimología llevada a cabo por Isidoro, el autor parte del ejercicio concreto y gramatical de έτυμολογεīν, y no del análisis abstracto y filosófico del acto de conocimiento que se opera mediante la técnica etimológica, y aúna este ejercicio intelectual particular en el conjunto de su actividad erudita: dar una etimología es, para él, notar, esto es, observar y tomar nota. Pero este "tomar nota", significa añadir toda suerte de explicaciones y notas a la palabra de la que se está haciendo la etimología.Según Fontaine, la etimología, en tanto que práctica, es para Isidoro un principio dinámico y un proceso cognitivo, así como el resultado de ese proceso: un conocimiento que puede limitarse a las palabras, pero que alcanza a la realidad, a las cosas, si las palabras que las designan están bien formadas "según la naturaleza" de esas cosas. Este proceso tiene dos facetas, una la interpretatio, por la que se activa, por así decir, la etimología, es decir, la traducción mental, otra la adnotatio, esto es, la transcripción gráfica de esta traducción. Pero, por otra parte, la etimología es también el resultado último y estático, en definitiva el producto, de ese proceso doble. Remite así a la realidad que constituye el origen o causa primera del valor semántico de un vocablo (uis uerbi). Es precisamente en este sentido, el de resultado del proceso, en el que se resuelve e identifica la "ecuación" isidoriana, etymologia est orígo, ya que orígo es, a su vez, la denominación del resultado del proceso.

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Pero no sólo esto, etymologia mantiene aún en época de Isidoro un valor de técnica o arte, junto al que ha adquirido el de forma, por lo que podrá identificarse en cada caso, según su aparición con orígo, nota o adnotatio, aunque sea la primera identificación la más frecuente e importante. La definición dada por Codoñer: "La etymologia coincide con el orígo vocabulorum, es decir, con el 'origen' de un referente concreto, siempre y cuando este referente debidamente interpretado (per interpretationem) como reflejo del objeto al que se refiere, sirva para explicar la cualidad o cualidades que se consideran básicas en dicho objeto (uis nominis uel uerbi)". Añade después: "Etymologia es el resultado de sumar a origo ciertos condicionamientos expresados en la oración de cum que lo acompaña (cum uis uerbi uel nominis per interpretationem colligitur)". Origo es, pues, el elemento básico o nuclear de la definición de etimología, Pero esta origo ha de ir necesariamente acompañada de la interpretatio, si se quiere "entender de modo definitivo el significado de la palabra. La suma o la combinación de ambos constituyen, en realidad, una forma de definición, una etymologia".Debe tenerse presente, pues, que la equivalencia no se da entre etymologia y origo, sino que ha de entenderse en conjunto en la definición dada para la primera como origo uocabulorum, cum uis uerbi uel nominis per interpretationem colligitur, es decir la suma de un elemento o instrumento de denominación que busca la procedencia de la palabra (unde ueniat) y un elemento de explicación (interpretatio) que justifica la etimología de la misma, por qué recibe ese nombre (pues la etimología responde, en definitiva, a la cuestión cur). Vocabulum no es simplemente la palabra (nomen, uerbum) sino "el instrumento denominativo a través del cual se manifiesta una palabra", cuya presencia se manifiesta así en la estructura sintagmática, desde un punto de vista lingüístico, pero se presenta también como un elemento concreto dotado de vida desde el punto de vista ideológico en la concepción isidoriana. Podríamos decir, entonces, que la origo de ese uocabulum, la procedencia, es el punto de partida vital sobre el que se debe trabajar para llegar a comprender por qué recibe la denominación. El largo y complejo capítulo isidoriano no se limita a establecer la definición de etimología, y la ecuación etymologia est origo uocabulorum que aquí se comenta, sino que incluye, como puede verse en el texto arriba expuesto, las consideraciones fundamentales de en qué medida es posible alcanzar a conocer todas las etimologías, ya que no siempre los nombres se han impuesto según la naturaleza de las cosas por parte de los antiguos (non autem omnia nomina a ueteribus secundum naturam inposita sunt), sino que en ocasiones se han realizado de forma arbitraria (sed quaedam et secundum placitum), adoptando de este modo un planteamiento mixto entre el viejo debate de la designación de las palabras por naturaleza o convención.A continuación establece los tipos de etimología que pueden darse. Isidoro plantea cinco tipos de etimologías posibles, según hayan sido dadas: ex causa, ex origine, ex contrariis, ex nominibus deriuatione, ex uocibus y ex nominibus locorum, urbium, fluminum ... Pero hay una división entre las tres primeras y las siguientes, que es observable en la propia redacción del texto, con la introducción mediante Quaedam etiam facta sunt ex nominum deriuatione ... Y, sobre todo, pueden clasificarse internamente de forma algo distinta. Las tres primeras pueden reducirse, en rigor, a dos: ex causa y ex origine, es decir, como señala Codoñer de un lado, en las palabras cuyo origen se relaciona con la naturaleza del referente, y que serían tanto las dadas ex causa como las impuestas ex contrariis, y de otra parte las relacionadas con la procedencia material del referente.El segundo grupo, en cambio, introduce otro tipo de procedimiento: concretamente la derivación, estableciendo una clasificación que, como ya se ha advertido en diversas ocasiones, parece obedecer a una gradación de dificultad creciente: derivación formal,

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mediante sufijación de palabras de un mismo lexema, denominada explícitamente por Isidoro como deriuatio; nombres onomatopéyicos, derivados de los nombres de animales o seres que realizan los sonidos que dan lugar a esas formaciones (ex uocibus); nombres de origen griego, pero latinizados (ex etymologia orta et in latinum declinata); palabras derivadas de topónimos (lugares, ciudades, ríos) y, por último, palabras de origen extranjero, cuya origo es apenas averiguable.

BIBLIOGRAFÍA

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Fontaine, Jacques. Isidoro de Sevilla: Génesis y originalidad de la cultura hispánica en tiempos de los visigodos. Turnhout, Bélgica. Ediciones Encuentro, 2002.

Velázquez, Isabel. Latine dicitur, vulgo vocant. Aspecto de la lengua escrita y hablada en las obras gramaticales de Isidoro de Sevilla. Logroño. Fundación San Millán de la Cogolla, 2003.

Quiles, Ismael (S .I.) San Isidoro de Sevilla: biografía, escritos, doctrinas. Madrid. Espasa-Calpe, 1965

The latin library. Christian latin. Isidore of Sevilla. Liber I. <http://www.thelatinlibrary.com/isidore/1.shtml>

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