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FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007 - 1 - ROSA FALCÓN (directora del Foro Complutense) Hola, buenas tardes. Disculpen el retraso, pero coincide con otro evento de la universidad en el paraninfo, en el mismo espacio. Y sólo unas palabras de bienvenida. Benjamín, gracias por estar hoy en el Foro. Yo quería pedirles, rogarles un minuto de silencio porque, desgraciadamente, el director de la Fundación General de la Universidad Complutense, Rafael Martínez Cortiña, economista, presidente de la Sociedad de Economistas, discípulo de José Luis Sampedro, falleció antesdeayer, y sólo querría rogarles, éste es el primer acto público después de su fallecimiento, y querría rogarles un minuto de silencio, por favor. Muchísimas gracias. Yo voy a hacer una presentación muy breve de Benjamín porque creo que estamos todos deseando escucharle. Simplemente recordarles que ha publicado las novelas: Raro, Nunca le des la mano a un pistolero zurdo, Dónde crees que vas y quién te crees que eres, Alguien se acerca, No sólo el fuego, en fin, una serie de novelas, y también es autor de varios ensayos y libros de poemas. Ha sido también premio de Ensayo de Humanidades José Ortega y Gasset en 2002. Su obra poética está resumida en volúmenes como El Ecuador, El iceberg, Marea humana, y creo que últimamente ha publicado otro libro recientemente, que no tengo el dato, pero comentabas que habías publicado (B. Prado: “Marea humana”). Es Marea humana, creí que había otro después, porque la última novela que ha publicado es Mala gente que camina. Y yo creo que va a hablar un poco sobre esa novela, independientemente del título de la conferencia. Contarles que tiene como punto de partida una investigación en la que mezcla presente y pasado y alterna el dato, la anécdota y la denuncia. Y lo que comienza como el relato de un profesor que prepara una conferencia se transforma en una indagación sobre la España de la posguerra, la transición democrática, la literatura y el papel de los intelectuales franquistas y su memoria. Y yo creo que sobre esta historia, partiendo un poco de esta base, pues cuéntanos un poco sobre la historia de la novela, el comienzo y relacionándolo un poco con la conferencia que querías dar. Muchas gracias, Benjamín, por estar hoy en el Foro.

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FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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ROSA FALCÓN (directora del Foro Complutense)

Hola, buenas tardes. Disculpen el retraso, pero coincide con otro evento de la

universidad en el paraninfo, en el mismo espacio. Y sólo unas palabras de bienvenida.

Benjamín, gracias por estar hoy en el Foro.

Yo quería pedirles, rogarles un minuto de silencio porque, desgraciadamente, el

director de la Fundación General de la Universidad Complutense, Rafael Martínez

Cortiña, economista, presidente de la Sociedad de Economistas, discípulo de José Luis

Sampedro, falleció antesdeayer, y sólo querría rogarles, éste es el primer acto público

después de su fallecimiento, y querría rogarles un minuto de silencio, por favor.

Muchísimas gracias. Yo voy a hacer una presentación muy breve de Benjamín

porque creo que estamos todos deseando escucharle. Simplemente recordarles que ha

publicado las novelas: Raro, Nunca le des la mano a un pistolero zurdo, Dónde crees

que vas y quién te crees que eres, Alguien se acerca, No sólo el fuego, en fin, una serie

de novelas, y también es autor de varios ensayos y libros de poemas. Ha sido también

premio de Ensayo de Humanidades José Ortega y Gasset en 2002. Su obra poética está

resumida en volúmenes como El Ecuador, El iceberg, Marea humana, y creo que

últimamente ha publicado otro libro recientemente, que no tengo el dato, pero

comentabas que habías publicado (B. Prado: “Marea humana”). Es Marea humana, creí

que había otro después, porque la última novela que ha publicado es Mala gente que

camina. Y yo creo que va a hablar un poco sobre esa novela, independientemente del

título de la conferencia.

Contarles que tiene como punto de partida una investigación en la que mezcla

presente y pasado y alterna el dato, la anécdota y la denuncia. Y lo que comienza como

el relato de un profesor que prepara una conferencia se transforma en una indagación

sobre la España de la posguerra, la transición democrática, la literatura y el papel de los

intelectuales franquistas y su memoria. Y yo creo que sobre esta historia, partiendo un

poco de esta base, pues cuéntanos un poco sobre la historia de la novela, el comienzo y

relacionándolo un poco con la conferencia que querías dar.

Muchas gracias, Benjamín, por estar hoy en el Foro.

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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BENJAMÍN PRADO (escritor)

Gracias a ti y a vosotros por venir.

El silencio es duro, ¿verdad? Se guarda un minuto de silencio y es tremendo, y

en eso consiste justamente una dictadura o un sistema dictatorial, en imponer el silencio,

no solamente en cometer atrocidades, sino en que las atrocidades pasen desapercibidas,

queden impunes. Ésa es la razón por la que esta novela se abre, con bastante mala

intención, con un verso de Luis Rosales que dice: “No basta que callemos y además no

es posible”. Es un verso en el que yo veo, más que arrepentimiento, fatalidad. Lo que

leo en ese verso, por otra parte, de un poeta a quien yo admiro mucho, Luis Rosales,

(creo que su libro La casa encendida es uno de los grandes libros de la poesía del siglo

XX, y algunas otras cosas), y con el que, además, tuve cierta relación a través de Rafael

Alberti que, en fin, me hizo apreciarlo como persona, no así su historia, no así su pasado

y, sobre todo, no así lo que trasluce, yo creo, ese verso. “No basta que callemos y

además no es posible”. Si hubiéramos podido seguir callando, si hubiéramos seguido

ocultando aquel horror que nosotros ayudamos a establecer, lo habríamos hecho, eso es

lo que yo leo en ese verso.

Yo no sabía nada absolutamente del tema del que trata esta novela. No tenía ni

idea de que en España hubiera niños robados. Y cuando un día, al llegar a casa, puse la

televisión, yo estaba escribiendo otra novela, estaba escribiendo una novela que tenía el

mismo narrador, que también estaba escribiendo un ensayo sobre Carmen Laforet, a

quien yo mismo he dedicado una pequeña monografía. ¿Te acuerdas de que además

estuvimos aquí en la Complutense hablando con Agustín Cerezales? Era otra novela. Él

también hacía un viaje a Estados Unidos, también iba a Atlanta, pero una vez que se

subía al avión rumbo a Atlanta, la novela era otra. Cuando llegué una noche a casa y

puse la televisión, apareció un reportaje de TV3 sobre los niños robados por la dictadura

a los republicanos, y yo verdaderamente me quedé perplejo. Pensé: “Pero cómo que

niños robados. Los niños robados es un problema de Argentina, de Chile, de Uruguay,

de los años 70. Por qué no sé yo nada de niños robados, por qué no sabe casi nadie nada

en este país de niños robados”. Y entonces me pareció una historia digna de ser contada,

me pareció una historia que casi resultaba increíble que nadie hubiese contado y, desde

luego, me pareció una historia de novela, con lo cual, a partir de ese momento, yo

durante los siguientes cuatro años sólo hice dos cosas en mi vida que fueron investigar y

estar asustado, asustado porque cada vez que entraba en una librería lo hacía convencido

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de que algún miserable habría escrito mi novela ya y habría contado la historia de los

niños secuestrados. No fue así, y voy a contar ahora cómo la hice y por qué la hice

también.

Realmente pensar que el silencio del que os hablaba al principio es lógico dentro

de una dictadura, para eso existen las dictaduras, para imponerle el silencio a la gente a

través de la censura, a través de las prohibiciones, a través del miedo, las cárceles, los

crímenes, el exilio y, sobre todo, a través del NODO y de toda la publicidad que

conlleva siempre un régimen dictatorial; después ya no tiene ningún sentido. Y cuando

uno se pregunta por qué aquí no sabemos nada de niños (yo es que cuando entra Isabel

me peino siempre para estar más guapo), por qué no sabemos nada de niños

secuestrados y de niños robados, seguramente eso significa que aún vivimos en un país

en el que no se ha hecho una reflexión histórica completa, en el que no se han saldado

del todo las cuentas con la parte más negra de nuestro pasado. Y eso explica no

solamente que no sepamos nada de niños robados, eso explica también que aún estemos

discutiendo a estas alturas si hay que desenterrar o no desenterrar a los muertos de la

represión, si hay que quitar o no hay que quitar las estatuas del dictador de las calles o si

hay que declarar o no declarar –en mi opinión, así debería ser– ilegales, por ejemplo,

todos los juicios que realizó el franquismo, juicios en los que os recuerdo que de lo que

acusaban los golpistas a los detenidos era de auxilio a la rebelión, lo cual es toda una

paradoja, sin duda.

A mí me parece magnífico, de verdad, me encanta vivir en un país donde nos

sumamos rápidamente a la idea de la primera ministra o de la presidenta alemana de

convertir en un delito internacional el negacionismo, la negación del Holocausto, me

parece fantástico, yo estoy muy orgulloso de que España se sume a eso rápidamente. Y

estoy muy orgulloso también de vivir en un país donde los jueces van a perseguir a los

dictadores de Chile, a los dictadores argentinos. Pero me encantaría también que se

persiguiera a los dictadores españoles, me encantaría también que alguien juzgase desde

el Tribunal Supremo el franquismo, me encantaría también que la apología del

franquismo fuese un delito, me parecería fantástico. Así que animo a los jueces

garzones de este país a que también miren un poco hacia nuestra propia historia, además

de mirar a la historia de los demás.

Yo tengo serias dudas, y es una de las razones por las que escribí esta novela y

por las que hago otras cosas que hago a menudo, tengo serias dudas sobre nuestra

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transición democrática, no sobre la transición, que creo que en su momento seguramente

fue la mejor que se podía hacer y que creo que, además, le ha dado buenos resultados a

este país; sí sobre esa idea de que la transición fue perfecta, lo dejó todo sellado,

resuelto, suturado para siempre y absolutamente intocable. No estoy tan de acuerdo con

eso. Creo que la transición española se pactó con los restos del franquismo, creo que la

transición española dio lugar, por ejemplo, a la Ley de Amnistía del año 1977, uno de

cuyos puntos dice que “quedan absueltos todos los delitos de sedición y rebelión militar

y todos los hechos derivados de ellos”, y ya sabéis lo que hay debajo de la palabra

“hechos” en este caso: mucha sangre, muchos crímenes, mucha injusticia. Y creo que

todas esas personas que a mí, como a tantos otros, me acusan de reabrir heridas (No son

espíritus, es Acebes. No hay espíritu que valga), me acusan de guerracivilista y de

querer remover el pasado, pues yo siempre les recuerdo que aquel a quien asusta la

verdad, aquel a quien la verdad le resulta incómoda, suele ser porque es un heredero

intelectual, o por lo menos en algún punto de su mentalidad, un heredero intelectual de

las dictaduras, de los dictadores y de esos regímenes que consisten en prohibirle a la

gente, por ejemplo, que estudien lo que ha pasado en su país. Es un poco extraño

realmente.

Repito siempre que la Historia y el olvido hacen mala pareja. El otro día me

comentaba un compañero periodista que le decía Julio Llamazares que memoria

histórica le parecía una pareja de términos redundantes, y yo estaría muy feliz si de

verdad en algún momento en este país memoria e Historia son temas redundantes. El

problema es que ahora se ha querido construir una Historia sin memoria, una Historia

sin la memoria de los perdedores de una guerra, sin la memoria de los represaliados, y

así no se puede construir, entonces a la palabra Historia se le cae la hache mayúscula

inmediatamente y se queda con una modesta hache minúscula, más parecida a las

historias de las novelas, de los libros, más parecida a la ficción que a la narración de los

hechos, que es la Historia con hache mayúscula, y los hechos son todo.

El otro día, en Salamanca, el Partido Popular se negó a que le quitaran el título

de alcalde de la ciudad a Franco, de alcalde honorífico. Me resulta extraño realmente.

Me resulta extraño vivir en un país donde todavía hay políticos en activo, algunos en

este mismo ayuntamiento, que aseguran que no hay que quitar una estatua de Franco de

su pedestal porque es parte de la Historia. Bueno, realmente yo creo que si es así, habría

que hacerle también una estatua quizá a los asesinos de Carrero Blanco, que también

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son parte de la Historia, y quizá al lado de la estatua de lo abogados laboralistas de la

calle Atocha debería estar la estatua de sus asesinos, que también son parte de la

Historia. Entonces, yo me conformaría con que pusiéramos un límite: no le hagamos

estatuas a los asesinos, hagámoselas a todos los demás: a Juanita Reina, a Zidanne, a

cualquiera que pueda ser, pero no a un asesino, y con ese límite tan modesto

seguramente solucionábamos el problema.

Cuando yo me puse a escribir la historia de los niños robados, como es una

historia que no está contada en los libros grandes, en las monografías, pues hay que

buscarla a libros pequeños, hay que ir a buscarla a libros publicados por ayuntamientos,

por diputaciones, a libros que cuentan la represión puerta a puerta y apellido a apellido

casi, por ejemplo, los libros de algunas supervivientes de las cárceles franquistas

también, de Tomasa Cuevas, de Juana Doña. Tomasa Cuevas, por ejemplo, al salir de la

cárcel de Ventas, que está muy presente en la novela, cogió un magnetófono y fue

grabando testimonios de las sobrevivientes.

Yo fui buscando eso por ahí, por Internet, hablé con los amigos de la Asociación

para la Recuperación de la Memoria Histórica, y fui reconstruyendo la historia. Al

reconstruir la historia, digamos que es un libro partido en dos, por una parte es una

novela, que es lo único que yo puedo, quiero y tenía la intención de escribir, no soy

historiador, ni ganas ni capacidad tengo para serlo, pero quería escribir una novela como

las de Galdós. ¿Cómo son las novelas de Galdós?, que siempre repito que es sin duda el

mejor novelista del siglo XIX; ni Balzac ni Dickens, en absoluto, Galdós es el mejor sin

duda. ¿Qué hace Galdós? Pues deja caer un personaje, como quien deja caer una gota de

tinta en el agua, que lo cambia todo, no solamente porque obliga a ese personaje de

ficción a relacionarse con personas reales, con seres reconocibles y vivir

acontecimientos ciertos, sino que obliga también a los personajes reales a comportarse

como seres de ficción. Y lo digo porque (Me queda una córnea todavía, no te preocupes,

con ésa sigo la conferencia), lo digo porque hay, por ejemplo, quien me ha acusado de

tratar muy mal a Dionisio Ridruejo, y es verdad. En Barcelona, Jordi Gracia, que

seguramente es la persona que más sabe de Dionisio Ridruejo y su mayor defensor, hizo

una presentación de la novela que me gustó mucho, dijo: “Como historiador, la visión

de Ridruejo que das es intolerable para mí; como novela, creo que funciona bien porque

es uno de los malos de la novela y por lo tanto puedes reducir parte de la complejidad

de Ridruejo de alguna manera para simbolizar lo que hicieron todos estos simpáticos

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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escritores falangistas que tanto rescribieron sus biografías a lo largo de los años”. Al

final hablaré de eso.

Qué despacio pasa el tiempo cuando hablo yo. Los personajes reales de la

historia básicamente son tres o cuatro. El primero de ellos es el psiquiatra y coronel del

Ejército Antonio Vallejo Nájera, el abuelo de los actuales Vallejo Nájera que andan

vallejonajareando por ahí. Hay uno de ellos que siempre amenaza con ponerme una

gran denuncia, y cada vez que voy a un programa de televisión o a una radio, va allí,

pide las cintas y se las lleva; debe tener más cintas mías que de Elvis Presley. Y yo

siempre le recomiendo que, más que denunciarme, se lea a su abuelo. Qué culpa tengo

yo de que su abuelo en el año 1956 estuviera escribiendo que había que reinstaurar la

Santa Inquisición, decía”, bueno, un poco adaptada a los tiempos”, eso sí, pero Santa

Inquisición al fin de cuentas. Vallejo Nájera era, como os digo, psiquiatra, director del

sanatorio de Ciempozuelos, por ejemplo, catedrático de la universidad, representante

incluso de la psiquiatría española en algunos congresos muy importantes, en París, por

ejemplo, y era un tipo que tenía básicamente dos ideas. La primera era que defendía la

eugenesia, ya sabéis, es decir, el control de la raza. Todas aquellas personas con

minusvalías físicas o psíquicas debían ser apartadas, se les debía prohibir procrear,

vamos, y debían ser apartadas de la sociedad, en algún momento incluso tiene la teoría

de que hay que aislarlos en granjas y demás. También tenían esa teoría algunos

intelectuales de izquierdas en los años 20, por cierto. El propio Gregorio Marañón tiene

un libro, que se llama Amor, conveniencia y eugenesia, donde acaba por decir que a

aquellos que sean declarados inhábiles para el servicio militar se les tiene que prohibir

procrear también, extraña teoría, por otra parte. Tenía dos teorías básicas Vallejo

Nájera, como digo, defendía la eugenesia, y a ello dedica algunos de sus libros, y

después había descubierto, había hecho serias investigaciones psiquiátricas y había

descubierto que el marxismo es una enfermedad mental y que además es una

enfermedad contagiosa. Y os reís, porque tiene gracia, os reís, pero de esa idea es de

donde sale la famosa teoría, muy cara a los fascistas de la época, de separar el grano de

la paja, es decir, quitarles a los rojos, llamémosles así, los hijos para dárselos a familias

que los reeduquen en el nuevo nacionalsocialismo. Esto parece una chaladura, pero me

gusta repetir que cuando pones a un loco o a un dictador entre la locura y el Boletín

Oficial del Estado, las distancias se acortan tanto que llegan a mezclarse.

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Entonces, esta locura, empieza la guerra, y Vallejo Nájera se la cuenta a Franco,

y Franco inmediatamente lo nombra director del Servicio Psiquiátrico del Ejército y lo

pone a trabajar en el tema, y eso va a acabar en el asunto del robo de los niños. Va a

acabar a través de la organización que fundó el segundo personaje importante de la

novela, el segundo personaje histórico importante de la novela que es Mercedes Sanz

Bachiller, la viuda del caudillo, llamémosle así, falangista Onésimo Redondo, que era la

peor rama posible de la Falange. Alguna gente se ha indignado conmigo porque lo he

comparado con un grupo terrorista, pero es que lo que hacía Onésimo Redondo es lo

que hoy llamamos terrorismo. Onésimo Redondo ponía bombas en las comisarías,

entrenaba pistoleros en un polideportivo que alquiló a orillas del río Pisuerga, en

Valladolid (casi todo venía de Valladolid en aquélla época, casi todo lo malo, menos mi

madre, que es de Valladolid), disparaba sobre los manifestantes, en fin. Mercedes Sanz

Bachiller lo siguió en todas sus algaradas, contenta y feliz, como su mujer y su

camarada, hasta el momento en que a Onésimo Redondo lo matan aquí, en lo que

llamamos el Alto de los leones. ¿Por qué lo llamamos el Alto de los leones? Siempre se

llamó el Alto del león. Yo subía mucho ahí con Alberti, que le gustaba mucho subir allí

a comer, y Rafael decía: “No, no es el Alto de los leones, es el Alto del león. ¿No lo

ves? Ahí hay un solo león de piedra”. Luego me he enterado de que es que “los leones”

eran Onésimo Redondo y sus camaradas, que mataron ahí, en el puerto, por eso se llama

el Alto de los leones, pero en realidad es “del león”. Bueno, cuando a Onésimo le

matan, junto a otros leones, en el Alto, su mujer tiene una visión autobiográfica,

llamémoslo así, del dolor (según algunas teorías, incluso cuando le dan la noticia por

teléfono, se desmaya y el hijo que estaba esperando lo pierde), y entonces se da cuenta

de que tiene que hacer algo, de que tiene que fundar una asociación de beneficencia,

unos comedores caritativos donde se atienda y se dé de comer un plato de sopa fascista

a los hijos de los republicanos. Es verdad que les daban el plato de sopa después de

hacerles rezar un padrenuestro y cantar un Cara al sol, siempre debajo de una foto de

José Antonio y otra de Franco, pero es verdad que gracias a eso comían.

Es una extraña idea de la caridad: primero matamos, encarcelamos o mandamos

al exilio a vuestros padres, después, ejercemos la caridad, pero no es tan extraño si

pensamos que lo que estaban haciendo no era sólo ejercer la caridad, era exactamente

seguir las teorías del profesor Vallejo Nájera, del coronel Vallejo Nájera. Esas teorías

eran que no se trata de (...), se trata de reeducarlos, llevarlos al nacionalsocialismo y

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convertirlos en personas modélicas del nuevo Estado, digamos. Y eso es así no porque

lo diga yo, sino que es así porque, una vez más, si vamos al Boletín Oficial del Estado,

comprobaremos que lo es. Franco dictó dos leyes, una en el año 1940, otra en el año

1941 (muy pronto, fijaos), según las cuales todos los niños que ingresaran en un

hospicio del Auxilio Social, el Estado inmediatamente pasaba a tener su tutela, los

padres, las familias perdían la patria potestad y ésta pasaba al Estado, que por lo tanto

ya podía cambiarle los apellidos y dárselos a quienes quisiera. De manera que por ahí la

teoría de Vallejo Nájera acababa desembocando en los comedores caritativos de lo que

primero se llamó Auxilio de Invierno, cuando lo creó en Valladolid Mercedes Sanz

Bachiller, y después, cuando se extendió rápidamente, como la pólvora, por toda

España, se terminó llamando Auxilio Social.

En esos comedores, hombre, se ejercía la caridad, y también se ejercía la

crueldad. Yo cito algún caso en la novela, por ejemplo, el de la mujer del poeta Félix

Grande, también muy buena poeta ella misma, Francisca Aguirre. A ella la metieron en

un hospicio del Auxilio Social junto con sus dos hermanas, al mismo tiempo que a su

madre le rapaban el pelo, le daban aceite de ricino y la metían en una cárcel, y a su

padre lo detenían también. Todos los días unas señoras del Auxilio Social y unas

caritativas monjitas, según cuenta ella, les recordaban que eran escoria, que no merecían

el plato de sopa que les iban a dar, que eran hijos de asesinos y de ateos, pero que la

caridad y la benevolencia del nuevo Estado les iba a mantener con vida y les iba a dar

una educación incluso. Hasta un día, que una monjita y una señora del Auxilio Social

fueron a buscar a Paca y a sus dos hermanas, las llevaron a la capilla y les dijeron:

“Tenéis que rezar hoy con mucho interés porque justo ahora, en este momento, están

fusilando a vuestro papá”, y así era. De manera que se ejercía la caridad pero también se

ejercía el sadismo en muchos casos.

El tercer personaje histórico de la novela, una santa: doña Pilar Primo de Rivera.

Primero, ella quería ser la dama por antonomasia del franquismo y ella quería ser la

viuda oficial del régimen; es verdad que viuda de su hermano José Antonio, lo cual ya

implica cierta rareza. Ella era un poco rara. Yo siempre cuento que llevaba en el bolso,

según se dice, el cerrojo de la cárcel en la que estuvo encerrado José Antonio en

Alicante, y yo nunca me he fiado de una mujer con cerrojo en el bolso, no sé vosotros, ,

en fin, parece raro. E inmediatamente vio a Mercedes Sanz Bachiller como su gran

enemigo, como la mujer que le podía quitar su lugar de honor en el régimen, y más aún

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cuando a Mercedes Sanz Bachiller se le ocurre, ni más ni menos, que decirle a Franco

que realmente está muy bien lo del Auxilio social, pero que, claro, como se nutre de

voluntariado, pues a veces tienen problemas y demás, que lo que había que hacer era

crear una especie de servicio militar para mujeres y que entonces asistir a los comedores

de Auxilio Social, entre otras cosas, ya no fuese una elección sino un deber. Y así nació

el Servicio Social, así nació esa mili para mujeres, que es verdad que no hacían gran

cosa, hacían canastillas, bailaban bailes regionales, aprendían a hacer recetas, cantaban

himnos, iban a los comedores de Auxilio Social, pero si no lo hacías y si no te ponían la

chapita no sé si azul o roja en la solapa, pues no podías, por ejemplo, tener un pasaporte,

no podías firmar un contrato de trabajo, no podías comprarte casi nada, creo que no

podías ni entrar en los espectáculos públicos, ni el carné de conducir ni nada por el

estilo, de manera que no tenía tanta gracia.

Las luchas entre Pilar Primo de Rivera y Mercedes Sanz Bachiller yo creo que

eran luchas de poder pero también había una lucha ideológica entre ellas. ¿Por qué?

Porque Mercedes Sanz Bachiller, incluso dentro del fascismo, incluso como

componente inequívoco del régimen de Franco, tenía, por ejemplo, una idea de la mujer

mucho menos cavernícola, por decirlo así, que la que tenía Pilar Primo de Rivera, cuyo

modelo femenino, que fue el que se instauró, para gran placer de Franco, era justamente

el opuesto al que se había intentando llevar a cabo en la República. Os recuerdo que la

República aprobó el voto femenino, el sufragio universal, no existía hasta ese momento.

Yo siempre cito como uno de los momentos, en mi opinión, más emocionantes de toda

la historia del parlamentarismo español la famosa discusión entre Victoria Kent y Clara

Campoamor: una de ellas dice que no se le puede dar el voto a las mujeres porque las

mujeres están sometidos a los patronos, a los maridos, y que entonces, si se lo dan, va a

ganar la derecha, y es cierto, ganó la derecha, ganó Gil Robles; la otra contesta: “Ya,

pero es que ser demócrata consiste justo en eso, en darle el voto incluso a aquel que ya

sabes que te va a quitar el poder”. Me pregunto qué políticos de hoy en día serían

capaces de pensar y decir algo parecido en el Parlamento, a mí ya se me ocurren dos que

no. El modelo de la Sección Femenina, el modelo de doña Pilar Primo de Rivera es

justo lo opuesto: una mujer que tiene que volver a su casa, una mujer que tiene que estar

absoluta y completamente supeditada al hombre, en condiciones de práctico esclavismo,

que no debe tener aficiones, que es indecente si tiene casi un trabajo y que no tiene que

formar parte de ninguna de las maneras no digo de la vida política ya, que sería

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impensable, sino incluso de la vida real casi, de la realidad, es un personaje aparte,

supeditado completamente al hombre.

Una de las razones por las que el personaje de la novela tenía que ser

obligatoriamente un jefe de estudios, un profesor, alguien que está investigando, era

para que citase, porque si no citas las cosas, hoy día, leídos desde nuestra mentalidad y

desde nuestra posición, los panfletos y los libros de la Sección Femenina realmente es

que parecen cómicos. Es verdad que una vez leí un trozo que suelo leer porque es muy

divertido, y cuando se estaba la gente riendo, una señora veterana desde el centro de la

sala dijo: “Pues no tiene ninguna gracia”, y yo entendí que no debía tener ninguna

gracia para ella.

Voy a volver al Boletín Oficial del Estado para que no parezca que me invento

las cosas. En el Boletín Oficial del Estado salió una ley por la cual el Estado le concedía

a las mujeres créditos que se pagaban teniendo hijos a cambio de que dejaran sus

trabajos y volvieran a sus casas, no era obligatorio pero era una posibilidad. De manera

que el Boletín Oficial del Estado es tan extraño cuando el Estado es el Estado de

Franco, por ejemplo, y el franquismo.

“Mujer, hacer deporte no es decente, y además –decía una de las publicaciones–

qué mejor deporte que el trabajo doméstico. Limpiar los altillos de los armarios produce

unos bíceps fuertes y torneados, arrodillarse para fregar el parqué produce rodillas

musculosas, fregar los platos produce un pecho no sé qué”. Hay cosas peores, siempre

leo esto, pero es que me divierte mucho. Luego además, porque las señoras tenían una

cierta perversión, al final de todas estas historias, bailaban bailes regionales, hacían

canastilla, pero luego había el momento de retirarse, había que retirarse con el marido a

la cama. Esto tan extraño es un panfleto de la Sección Femenina que se titula

“Economía doméstica para bachillerato y magisterio”, y está publicado en el año 1958,

ni más ni menos. Por resumirlo un poco, viene a decir que cuando llegue tu marido a

casa lo primero que tienes que hacer es quitarle los zapatos y ponerle las zapatillas.

Dice: “En el caso de que tenga alguna afición, no lo perturbes ni le canses hablándole de

ella. Apaga los electrodomésticos para no perturbarle con el ruido”. ¿Quién tendría

electrodomésticos en España aparte de doña Carmen Polo? Pero, claro, ya se cena y tal,

y luego pues pasa lo que pasa. Dice: “Una vez que ambos os hayáis retirado a la

habitación, prepárate para la cama lo antes posible, teniendo en cuenta que, aunque la

higiene femenina es de máxima importancia, tu marido no quiere esperar para ir al baño.

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En lo que respecta a la posibilidad de relaciones íntimas, es importante recordar tus

obligaciones matrimoniales. Si él siente la necesidad de dormir, que así sea, no le

presiones o estimules. Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente,

teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer.

Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido tuyo será suficiente para

indicar cualquier goce que hayas podido experimentar”. Ahora viene lo mejor, dice: “Si

tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes. Es

probable que tu esposo caiga entonces en un sueño profundo, así que acomódate la ropa,

refréscate y aplícate crema facial nocturna y tus productos para el cabello. Puedes

entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana, eso

te permitirá tener lista una taza de café para cuando despierte”. Y ése era el modelo que

se quería imponer, desde luego tan distinto al de la época de la República. Un modelo

ñoño, un modelo retrogrado, pero que explica muy bien lo que era el régimen

franquista, un régimen de absoluta opresión y absoluto sometimiento.

Ésos son los personajes reales de la novela, más el que más problemas me ha

causado de toda la novela, al que sin embargo dedico menos espacio, que es el poeta

Dionisio Ridruejo, mal poeta, por cierto, pésimo poeta, pero muy buen narrador sin

embargo; yo creo que si sumas el número de páginas en las que aparece, pues saldrán a

lo mejor 9 o 10 de casi 500, yo creo. ¿Por qué produce tanta irritación meterse en este

país con alguien como Ridruejo? ¿Es que de verdad Ridruejo era una persona tan

intachable? ¿De verdad ha sido uno de los padres de la democracia? ¿Fue de verdad ese

opositor temprano y feroz e inmisericorde a Franco que se ha convertido casi en una

leyenda? ¿Fue tan sincero en su arrepentimiento de lo que había hecho, como dicen sus

partidarios? Pues mirad, unas cosas, sí, y otras cosas, menos que sí.

Ridruejo desde luego no fue Laín Entralgo. Claro, me lo estaba preguntando

ahora un periodista: ¿Qué le parece a usted el libro Descargo de conciencia? Digo:

“Pues, mira, a mí me parece que en el año 1977 usted se puede descargar de lo que

quiera. Si se hubiera usted descargado en el año 1950, 1956 o 1960, pero en el año 1977

su Descargo de conciencia lo que delata es una falta de conciencia absoluta por su

parte, en mi opinión”. Y una idea generalizada que creo que cuajó bastante en esta

época –yo voy a explicar mi teoría de por qué– de que los españoles somos imbéciles, y

como somos imbéciles, se nos puede decir una cosa y luego la contraria y nos las vamos

a creer las dos. Hay ciertos ex presidentes que siguen pensando lo mismo. Se te puede

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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decir que sólo existe un tipo de terrorismo, pero luego se te puede decir que existen dos:

el que te hace ganar las elecciones y el que te las hace perder, por poner un ejemplo

nada simpático. Se puede llamar a ETA un movimiento de liberación y luego se puede

decir que dialogar con ellos es un acto criminal. Como decía un chiste del Roto, que me

gusta mucho: salían dos personajes y uno decía: “Diálogo”, y el otro decía: “Sí, pero sin

hablar”. Pues algunos están por esa senda, pero, en fin, no estamos hablando de eso.

Ridruejo le manda a Franco una carta, muy conocida, muy pronto además, en el

año 1945 o 1946, o una cosa así. Ridruejo era fascista, era programáticamente fascista;

Franco, no, Franco ni se sabe lo que era, pero desde luego no fascista. Ridruejo era

fascista, y porque era fascista se va, por ejemplo, a la División Azul a combatir para

defender a Hitler frente a los aliados; y porque era fascista hace una revista tan volcada

en la admiración hacia Mussolini, que era a quien en realidad admiraba, más que a

Hitler, tan, tan volcada en Mussolini y tan laudatoria para Mussolini y el fascismo

italiano que Franco se la cierra por ser demasiado facha; cuando ve que la cosa se va

escorando hacia los aliados les cierra la revista. En la famosa carta del año 1946,

Ridruejo le dice a Franco cosas tremendas, le dice: “Márchate. Vete porque esto

funciona como tinglado pero no como Estado. Es un país corrupto”. Pero se cita menos

la primera parte de la carta, en la que explica por qué está tan descontento, y lo que dice

en esa primera parte de la carta es que está descontento porque España no es fascista,

porque no se sigue el ideario de José Antonio Primo de Rivera, porque la Falange ha

sido apartada de los puestos de gobierno y entregada a la Iglesia, al Opus, etcétera.

En sus memorias, Ridruejo, que es una persona de la que se alaban todas las

virtudes y se señalan poco algunas otras cosas, y, por ejemplo, te dicen: “Oye, pero

cómo te vas a meter con Ridruejo, que en el año cuarenta y pocos publicó y prologó la

poesía completa de Antonio Machado”, un republicano tan confeso que decía que el

momento más importante de su vida fue cuando siendo niño entró en el Retiro y oyó un

mitin de Pablo Iglesias y, según él, eso cambió toda su vida, republicano hasta su último

aliento, como todo el mundo sabe. Claro, es verdad, eso es cierto. También es verdad

que hay que leerse el prólogo a esa poesía de Antonio Machado en la que lo está

haciendo Ridruejo es intentar vaciar de contenido ideológico la poesía de Machado y la

figura de Machado para convertirlo en un poeta folclórico, en un poeta popular, en un

poeta cercano al régimen, o que hubiera sido cercano al régimen cuando se hubiera dado

cuenta de su error. Y eso se lo dice también en una carta que le manda a Eugenio D’Ors,

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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y le dice: “No basta con derrotarlos, hay que asumir sus principales mitos e intentar

hacerlos nuestros”. Y Eugenio D’Ors lo repite en su nuevo glosario, en un decálogo

sobre Antonio Machado, en el que da las diez razones por las que Machado hubiera

terminado siendo un poeta del régimen: cómo se iba a mezclar una persona de su porte

nobiliario y de sus orígenes con la gentuza de la República –dice–, cómo iba a traicionar

a su hermano, cómo iba a alejarse de la Iglesia cuando en la poesía de Machado hay un

evidente misticismo y demás. Y el propio Ridruejo escribe en un libro que se llama

Poesía en armas, y que no es el libro que vosotros creéis, una cosa sobre Machado en la

que dice ni más ni menos que esto: “Hoy, cerrado el rencor en la alegría, al cumplir el

volumen de tu gloria, con un ala de fiel melancolía, trae España tu muerte hacia su

historia y hace hierro de amor tu poesía, vengando de ti mismo su memoria”. Tremendo,

“vengando de ti mismo su memoria”. Ese libro se llama Poesía en armas, pero no es el

libro que se conoce de Ridruejo y que ha hecho fortuna, porque, además, el título de

Poesía en armas ha hecho fortuna y se ha publicado muchas veces en sus obras

completas y demás, porque éste es un libro publicado en el año 1946, creo, éste es un

libro en el que cuenta su campaña en Rusia y éste es un libro en el que realmente no

existe la política (es un libro sobre la estepa, la soledad del combatiente, etcétera). Pero

es que un día resulta que en una librería “de viejo” encuentro otro libro no publicado en

el año 1946 sino publicado en el año 1941 que también se llama Poesía en armas, que

no puede ser, evidentemente, el de la campaña de Rusia y que los poemas que tiene no

son los poemas de las estepas ni los poemas de la soledad del combatiente, sino ese

poema de Antonio Machado, bastantes sonetos a José Antonio Primo de Rivera, de los

que sólo salvo tres o cuatro, e incluso un soneto a Franco: “Padre de paz en armas, tu

bravura ya en occidente extrema la sorpresa, en levante dilata la hermosura, al norte es

muro y en el sur, empresa, mientras reclama toda su aventura el pueblo que acompaña

tu promesa”. ¿Y por qué publica alguien dos libros distintos con el mismo título? Pues

yo creo que está muy claro: para solapar el primero con el segundo.

De manera que Ridruejo no es, en mi opinión, ese personaje intachable que

reconoció cada uno de sus errores, que se arrepintió de ellos y que se transformó en un

demócrata convencido. Pero sí que se transformó en un demócrata convencido, eso es

cierto, incluso terminó fundando un partido al que se acercaron personas a quien yo

quiero y respeto muchísimo como Caballero Bonald, por ejemplo, que mientras escribía

la novela me decía: “Es un disparate que te metas con Ridruejo”. Y yo le decía:

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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“Léetelo y luego me lo cuentas. Léetelo otra vez y mira algunas cosas que a lo mejor te

han pasado desapercibidas, como esto”. Lo que pasa es que acabó siendo al mismo

tiempo demócrata y joseantoniano, con lo cual, lo que debía de ser por encima de todo

era un ingenuo. Él en el año setenta y tantos sigue diciendo que José Antonio es el

hombre peor interpretado de su época, y habla de él como de una persona absolutamente

contraria a la violencia y cuyos problemas políticos se derivaban de su oposición a la

violencia. Y yo recuerdo que en el mitin fundacional de la Falange de lo que habló José

Antonio fue de que él en la única dialéctica en la que creía era la dialéctica de los puños

y las pistolas. El discurso que dieron en Madrid él y Ledesma Ramos fue tan violento

que los asistentes salieron a la calle y se liaron a puñetazos con una manifestación

obrera que había en las cercanías. De manera que yo creo que Gandhi tampoco era, me

da la sensación.

En medio de toda esta historia de niños robados, prohibiciones, censuras y

demás, yo cuento la historia de ficción de una novelista llamada Dolores Serma, de la

que estoy muy orgulloso porque cuando me venían a entrevistar los periodistas siempre

me confesaban que antes de la entrevista habían mirado en Google a ver qué ponía de

Dolores Serma, y, claro, sólo salía yo. Es una mujer que nace en Valladolid, muy cerca

de Miguel Delibes, es vecina de Miguel Delibes, de hecho, amiga de Miguel Delibes de

la infancia, jugaban juntos en las praderas de San Isidro. Delibes la ayuda, por ejemplo,

para que Cela la invite a sus famosas conversaciones en el hotel Formentor, en Palma de

Mallorca, para que la publique alguna cosita en (...), e incluso cuando el propio Delibes

termina dirigiendo El norte de Castilla le publica algunas críticas. Y ella aparece en

algunos libros de personajes de la época que la citan siempre de manera lateral, como

alguien, bueno, pues que andaba por allí aspirando a escribir. Aparece en las memorias

de Caballero Bonald, por cierto; aparece en las memorias de Carlos Barral; el propio

Delibes la cita en un ensayo sobre la literatura de posguerra, la narrativa de posguerra.

El narrador de la novela, que es, como sabéis, un profesor de instituto que

prepara su trabajo sobre Carmen Laforet, la conoce por casualidad. Porque un día,

mientras está en su despacho recibiendo a los padres y madres de los alumnos díscolos,

con problemas, él hace lo que hace un amigo mío que es jefe de estudios y me cuenta

que cuando el padre se pone pesado sube a tope el radiador para que se muera de calor y

se vaya antes, y entonces él hace lo mismo, intenta echarlos todo el rato, luego lo baja

para que tengan frío y se vayan antes. Y esta madre de un alumno le dice que qué está

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haciendo, que qué prepara, y cuando le dice que una conferencia sobre Carmen Laforet,

ella le dice: “Hombre, mi suegra conoció a Carmen Laforet”. De hecho, en el año 1944,

el año mítico en el que Carmen Laforet llega de Barcelona, se mete en el Ateneo de

Madrid y escribe Nada, una obra maestra, Dolores Serma, que es su amiga, está con ella

esas tardes escribiendo a su vez otra novela que se llama Óxido, y que es la única cosa

que ha publicado en su vida, que además la publicó muy tarde porque la publica en el

año 1960 y además en una pequeña imprenta de Valladolid.

A Juan Urbano le gusta muchísimo la madre, por una parte, esa madre de

alumno díscolo (yo conocí también a la madre y me gustaba un montón también, de

manera que le comprendo perfectamente), le gusta muchísimo la madre y quiere, en fin,

tomar algo con ella, incluso tomársela a ella si es posible, pero, por otra parte, le

interesa el tema desde un punto de vista que yo creo que es algo que está muy presente

en la novela, que a mí me interesaba mucho que estuviera presente en la novela, que es

el talento, la capacidad del talento para imponerse a toda dictadura, a toda prohibición, a

toda censura. Y eso es cierto. Él piensa, bueno, cuando empiece a conocer un poco de

Dolores Serma, que es una señora de la Sección Femenina, que es una señora no sólo

del Auxilio Social sino que era la secretaria personal de Mercedes Sanz Bachiller,

durante un corto tiempo en el Auxilio Social, después, cuando Mercedes Sanz Bachiller

fue teniendo diversas ocupaciones, por ejemplo, en Industria, y al final, cuando puso un

hotel junto con su segundo marido; porque se casó dos veces, y eso no se lo perdonaron

nunca, yo creo que fue parte de su caída. En aquel país tan machista y tan... (...) hotel en

Torremolinos y demás.

Y entonces, según va descubriendo un poquito quién es Dolores Serma, Juan

Urbano, que es el narrador de la novela, dice: “Es fantástico porque lo voy a utilizar

para mi conferencia. Diré: una persona joven como Carmen Laforet, a quien no conocía

nadie, que no tenía padrinos, llega de Barcelona, se mete en el Ateneo y escribe en unos

meses una obra maestra que se impone y la convierte inmediatamente en una persona

tan reconocida y tan respetada que incluso hoy día, tantos años después, sigue siendo

Nada el segundo libro más estudiado de toda la literatura española, después del Quijote,

por encima de La familia de Pascual Duarte. (Imaginaos cómo se puso Carmen

Laforet). Y, sin embargo, le pongo al lado a Dolores Serma, que escribía con ella, una

mujer del régimen, bien relacionada, de la Sección Femenina, secretaria personal de

Mercedes Sanz Bachiller, pero que no tuvo el talento suficiente y escribió una pequeña

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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novela. Voy a anteponerlo”. E incluso piensa: “Voy a escribir un libro entero

anteponiendo el talento de todas aquellas personas, como fue Carmen Laforet, que se

impusieron a todo”; o como fue Luis Martín Santos con su maravilloso Tiempo de

silencio, como fue Ana María Matute con su novela Los hijos muertos, como sería un

poquito después Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama, con Alfanhuí. Mientras que es

verdad que todos hemos conocido o hemos oído hablar de personas que en los años 60-

70 juraban sobre diecisiete biblias tener una obra maestra escrita en el cajón que no

podían publicar porque no era el momento, pero que en cuanto muriese Franco la

sacarían y causaría una revolución literaria. Lo que es cierto es que Franco murió y las

novelas no aparecieron, y mientras tanto sí publicó sus libros Carmen Laforet, sí publicó

sus libros Juan Marsé, sí publicó sus poemas Blas de Otero, sí publicó sus poemas

Gabriel Celaya, y, con censura o sin censura, escribieron, por ejemplo, en el caso de los

novelistas, yo creo que los libros que todavía hoy en día son los libros fundacionales de

la narrativa española actual. No se puede escribir una novela si no te has leído a Juan

Marsé, a Martín Santos o a Ana María Matute, en mi opinión, o a Carmen Laforet. Si no

sales de ahí, ¿de dónde demonios vas a salir?; algunos salen de sitios muy raros, pero

eso, allá ellos.

La sorpresa se la lleva Juan Urbano cuando, camino de Atlanta, lee un ejemplar

de la novela modestamente publicada por Dolores Serma, Óxido, y se da cuenta, número

uno, de que, contra lo que él había pensado, es una buena novela, una novela rara, una

novela kafkiana, extraña para la época, que era una época de tanta ampulosidad, tanta

retórica, de todos aquellos escritores pomposos que parecían llenos de oropeles y con

una adjetivación selvática que no había cristo que se la comiera. Se trata de un libro

muy frío, muy duro, muy kafkiano, que cuenta la historia de una mujer. Parece un libro

de Beckett. Y he dicho de Beckett. El otro día me encontré un librero en Valencia que

me contó que le entró un chaval en la librería y le dijo: “¿Tienes las Rimas y leyendas de

Beckham?”. Éste es Samuel Beckett. Es una mujer que baja a la calle a buscar a su hijo,

que ha salido a jugar, y no lo encuentra. Va de calle en calle, pregunta y no está, de

comercio en comercio, luego va a otro barrio, luego a otro, le dicen que no, hay quien le

dice que qué dice, que ella no tiene ningún hijo, que qué está diciendo. Ya la detienen,

la rapan, le dan a beber aceite de ricino, en fin, una historia muy extraña hasta que, al

final, consigue encontrarlo. Le extraña que esté bien escrita, que sea una novela tan

extraña para lo que se estilaba en la época y le extraña aún más darse cuenta de que, por

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alguna noticia que él tiene, esa novela parece denunciar precisamente el terrible asunto

de los niños robados por la dictadura. Y cómo es que una mujer del Auxilio Social,

cómo es que la secretaria de Mercedes Sanz Bachiller, cómo es que una mujer de la

Sección Femenina, del régimen, digamos, denuncia esto.

Yo creo que en aquellos momentos, como sabéis todos, muchas personas

tuvieron... Después de la sangre vienen los disfraces, por lo general. Hay quien se

disfraza por motivos mezquinos, como aquellos que se disfrazaron a sí mismos y

disfrazaron sus libros de otra cosa para vivir igual de bien después de Franco de lo que

habían vivido con Franco y además pasar a la Historia como liberales. Y hay quien se

disfraza porque tiene que ayudar a alguien, porque disfrazado le resulta más fácil salvar

del horror a alguna persona a la que quiere o que depende de alguien a quien quiere. Y

ésa es un poco la historia de Dolores Serma: la búsqueda de uno de estos niños (no voy

a contar mucho más porque no habéis leído la novela y por si tenéis intención de leerla)

y el miedo de encontrarlo. El poeta Juan Gelman, como sabéis, tuvo un asunto parecido

con su nieta, y me contaba un día que, claro, el problema es que a veces cuando las

familias encontraban a los niños, los niños no querían saber nada de ellos, les decían:

“Mira, mi familia es ésta. Además, tú eres un subversivo y de alguna manera he sido

educado en el odio a todo aquello que tú representas. De manera que desaparece”. Por

cierto, Juan tuvo suerte y su nieta ha adoptado el apellido Gelman, que él temía que no

quisiera y sí quiso.

¿Cuántos niños eran? Eso no se sabe. Porque había dos clases de niños: los que

estaban dentro de las cárceles (que estaban con sus madres en las cárceles) y los que

estaban dentro de las madres, digamos. Los que estaban dentro de las cárceles podían

estarlo hasta los cinco o seis años, y nadie sabe cuántos son porque no estaban censados

como población reclusa, por lo tanto, es difícil saberlo. Hay miles de testimonios, eso sí,

de que murieron miles de ellos; morían de tifus, de disentería, de desnutrición. Hay

cientos de testimonios de que todas las mañanas en las enfermerías de la cárcel había

cinco o seis cadáveres de niños para enterrarlos de cualquier manera. Y algunos de estos

niños, de cinco o seis años, son los que consiguieron reconstruir su historia y los que

han dejado su testimonio porque recuerdan, algunos recordaban que sus padres no eran

ésos. Claro, yo tengo una hija de seis años y mi hija me conoce, si se la das a otro y le

dice que “tu padre es ése”, mi hija sabe que no, estoy seguro de que lo recordaría. Y

algunos de esos niños consiguieron desandar el camino del horror y encontrar a sus

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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familias o ser encontrados por ellas. Algunos, por cierto, llegaron a tener hasta cinco o

seis padres y madres porque, si no les gustaban, los devolvían y se llevaban otros; si el

niño era díscolo o te salía así un poquito Zaplana y tal, lo devolvían y se llevaban otro.

Los otros niños estaban dentro de sus madres, como digo. Sus madres estaban

embarazadas, y en las últimas dos semanas de gestación las llevaban a una especie de

sucursal siniestra de la cárcel de Ventas que era “la prisión de madres lactantes”, así se

llamaba, que construyeron a orillas del río Manzanares. En esa prisión, cuando los niños

nacían se los llevaban supuestamente para bautizar y a la madre la solían fusilar a las

dos horas. Claro, de esos niños no ha quedado rastro realmente en muchos casos, y yo

siempre digo que como no ha quedado rastro, pues habrá ahora mismo, quizá en esta

sala, quizá caminando por la calle de San Bernardo o Noviciado, personas que por edad

podrían no ser quienes creen ser y podrían no provenir de donde creen provenir, porque

fíjate qué fácil es que eso haya ocurrido. Y es muy fácil porque fueron muchos casos, no

se puede decir cuántos, pero sí se puede decir, por ejemplo, que el nuevo responsable

del Auxilio Social, cuando echan a Mercedes Sanz Bachiller, que la echan por sus

peleas con doña Pilar Primo de Rivera, por la intervención en esas peleas con el

cuñadísimo Ramón Serrano Suñer, que también defendía la decencia de la familia, y

todo eso mientras él mismo, además de estar con la hermana de Carmen Polo, tenía una

relación con la hermana de la escritora Carmen de Icaza, que fue la sustituta asimismo

de Mercedes Sanz Bachiller en el Auxilio Social, tantos que el nuevo responsable, un

burócrata de la Falange que ponen a llevar el Auxilio Social, manda una carta casi en el

año 1950 a todos las directoras de los hospicios diciendo: “Oye, cuidado, que se nos

está yendo este tema de las manos, porque me llegan cientos de reclamaciones de

personas que se llevan a los niños no ya para criarlos como hijos, sino para criarlos

como esclavos, para criarlos como mano de obra gratuita, para criarlos como criados

realmente. Tenemos que tener cuidado con esto”. Y en una entrevista que le hacen a

Vallejo Nájera, él, muy satisfecho, dice: “Esto va muy bien. Hemos conseguido

reeducar ya a miles y miles”. De manera que estamos hablando de miles y miles, no

estamos hablando de una docena, ni de dos, ni de doscientos.

De eso trata la novela, y por eso yo creo, para terminar, ya casi llego a la hora,

creo que no solamente estoy en absoluto desacuerdo con las personas que me acusan y

nos acusan a los que hablamos de estas cosas de reabrir heridas, no solamente pienso

que estas cosas se deben contar, sino que creo que no es posible la salud democrática de

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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un país si no está contado este tipo de asuntos que otros quieren mantener en el olvido.

En mi opinión, no se puede hacer una democracia a base de épocas tachadas de la

Historia, a base de personas e instituciones intocables, a base de acontecimientos que no

conviene remover. Yo creo que la Historia con quien hace muy buena pareja es con la

libertad, con la libertad de volver la vista todo lo atrás que uno quiera y de interpretar

las cosas otra vez desde el principio si hace falta.

Y yo creo que si la literatura puede ser una cosa, en algunos casos, no siempre,

hay muchos tipos de literatura, hay muchos tipos de novela, pero puede existir ese tipo

de novela que de alguna manera quiera animar a lo mejor a un verdadero historiador

(yo, como os he dicho antes, ni lo soy, ni lo quiero ser, ni lo podría ser porque no tengo

la preparación que hace falta para ello), animar a un historiador a que de verdad saque a

la luz todos estos acontecimientos negrísimos de nuestra historia y, modestamente,

convertir a la literatura, como dije más o menos en el enunciado de esta pequeña charla,

en un enemigo irreconciliable del olvido, que los muertos de las fosas comunes que

quieran sacar sus familiares puedan sacarlos y, además, el Estado ayude a sacarlos, que

la mención y el aliento del franquismo sea un delito (como está muy bien que lo sea el

del Holocausto), que se anulen todos los juicios a los que fueron sometidas personas,

como os decía antes, defensoras de la legalidad a quienes se acusaba de auxilio a la

rebelión, lo cual es una paradoja cruel, y que se rehabilite la memoria de todas las

personas que por defender un gobierno, mejor o peor, pero desde luego democrático y

elegido por la gente, pues fueron asesinados, fueron condenados, tuvieron que partir

para el exilio o, como en este caso, sus hijos les fueron robados para entregárselos a

personas que consideraban mejores que ellas. Y recordad que lo contrario de la memoria

no solamente es el olvido, es algo peor; lo contrario de la memoria en algunos casos es

la impunidad, y yo creo que no hay peor veneno para un país que la impunidad. De

verdad que si solamente para que algunos hechos y algunos acontecimientos de nuestra

historia hayan dejado de ser tan impunes, si sólo para eso ha servido escribir esta

novela, pues creo que valieron la pena los cuatro años de mi vida que dediqué a hacerla.

Y nada más. Muchas gracias.

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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ROSA FALCÓN (directora del Foro Complutense)

Muchas gracias, Benjamín. Después de esta magnífica conferencia y

comentarios sobre la novela y sobre Historia, desde luego que estamos de acuerdo en

que la Historia es amiga de la libertad, de la verdad también, y es la única forma para no

olvidar, nuestra memoria, que al final es lo único que somos.

No sé si alguien quiere hacer alguna pregunta. No has comentado nada del título,

pero es también unos versos de Machado. Machado es el poeta de la memoria también.

No sé si alguien quiere hacer alguna pregunta, quiere intervenir.

- Buenas tardes. Te felicito por tu valentía y por tu actitud. Se ha dicho muchas

veces, se ha escuchado (...) de la tragedia, se ha referido muchas veces lo que estoy

diciendo (...) un lugar común muy trágico, que, una vez acabada la guerra, el bando

franquista mató más gente que todas las dictaduras latinoamericanas juntas a lo largo de

los 70 y comienzos de los 80. O sea, si juntamos todas las dictaduras, todas las barbaries

ocurridas de Guatemala para abajo a lo largo de los 70 y comienzos de los 80, pues

sumando el número de víctimas, (...) Franco mató más gente que todas las dictaduras

latinoamericanas juntas, lo cual da una dimensión de la barbarie y de la tragedia que

significaba para las personas vinculadas a la España republicana.

Yo quisiera referir brevemente todos los aspectos relacionados con las

responsabilidades que pudiera tener la izquierda tradicional respecto de lo que es el

rescate de la memoria de todas estas personas (...) genéricamente. Yo creo que (...)

muchas cosas que fueron realmente insuficientes, o muchas cosas que estuvieron bien

tanto durante la transición como, probablemente, en los primeros años del Gobierno del

Partido Socialista, pero hubo muchísimas cosas insuficientes. Yo creo que es en ese

período donde, sobre todo durante el Gobierno socialista, se pudieron hacer muchísimas

cosas, y hay muchas formas de hacerlo, no solamente directamente denunciando ese

genocidio, porque evidentemente lo es, sino muchas formas de abordar este asunto que,

desde luego, no se hizo, creo yo.

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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BENJAMÍN PRADO (escritor)

Vallejo Nájera creía que el marxismo era contagioso; yo no creo que el miedo

sea hereditario, no creo que haya que heredar el miedo de otras generaciones, y no creo

que hoy día tengamos ninguna necesidad de tenerle temor incluso a los aspectos más

oscuros de nuestra historia.

Yo no sé si en los años en los que Felipe González era presidente del Gobierno

se podían hacer algunas de las cosas que se han hecho ahora, lo puedo dudar; lo que me

extraña es que ahora mismo todavía Felipe González esté diciendo que la transición es

intocable y que todo aquel que quiera tocar la transición está cometiendo un error no

sólo político sino histórico. Es su opinión, desde luego no es la mía. Yo creo que

además ha servido, su opinión y la de algunos otros líderes de su partido, ha servido

para que la ley de la memoria histórica que se iba a haber aprobado este año se haya

quedado en casi nada, porque al final sigue basándose en un equilibrio forzado que

además ya no existe, es mentira. En el caso, por ejemplo, de la recuperación de los

restos, es que el franquismo ya recuperó a sus muertos, claro. ¿Y Paracuellos no fue un

horror? Pues claro que fue un horror, quién lo puede dudar, pero se recuperaron los

cuerpos de Paracuellos.

Me extraña que piense eso Felipe González. Me extraña muchísimo, por

ejemplo, que la familia de García Lorca, de quien yo soy además muy amigo, yo quiero

mucho a Laurita García Lorca, me extraña muchísimo que se oponga tan ferozmente a

que se saquen los restos de García Lorca. Yo lo he intentado explicar muchas veces, lo

he escrito además en algún artículo en el diario El País, alguno que se llamaba de hecho

“Desentierren a Lorca, por favor” que yo sabía que la iba a enfadar y la enfadó. Yo le he

dicho, mira, Laura, yo creo en la libertad, es lo primero, y en este caso creo en la

libertad de los familiares para decidir si quieren o no quieren recuperar los restos de sus

parientes, por supuesto. El que prefiera que su padre, su abuelo, su abuela o su marido

esté en una fosa común, bueno, pues tiene todo el derecho del mundo, piensa que esa es

parte de su historia, que su historia acabó así y que no hay que remover eso. Pero, claro,

es que Lorca no es un muerto normal. En España, según los más optimistas, la guerra

causó medio millón de muertos, 600.000; según los más pesimistas, un millón. Lorca

fue uno más, pero es el símbolo de toda esa muerte y toda esa represión, de todos esos

crímenes. Incluso yo creo que a estas alturas, y me encantaría que así fuera, creo que es

el símbolo de los crímenes incluso de los dos bandos, yo creo que era igual, porque el

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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horror no tiene bandera ni tiene ideología. Realmente es como el muerto oficial de la

guerra, el símbolo del horror, de la arbitrariedad. Hombre, ¿no sería estupendo también

que fuera el símbolo de la recuperación de los restos, el símbolo del final de la

impunidad?, porque para mí eso sigue siendo la impunidad, aparte de que fosa común

significa muerte en compañía y Lorca está enterrado con otras personas cuyos familiares

sí quieren rescatar los restos. Y yo además escribí en ese artículo que incluso no me

parecería mal que a Lorca se le desenterrara y se le hiciera ahí su propia tumba, que

fuera el lugar simbólico de los paseos y del espanto, ¿por qué no?, eso me parecería

bien.

Pero creo que muchas cosas, que no sé si se podían hacer en 1982 o en 1985, sí

se podían hacer un poquito mejor ahora, con un poquito más de valor, con un poquito

más de coraje y estando un poquito menos asustados de cosas que hoy en día ya no

tienen por qué atemorizarnos porque vivimos en una democracia asentada, porque

existen unas clases medias que no existían en el año 36 y porque no creo, sinceramente,

que suframos ningún peligro de involución, entonces, un poquito más de valor no

estaría mal, en mi opinión.

- En primer lugar, te felicito porque ha estado magnífico, ha estado muy bien. Y

en segundo lugar, sobre este tema a mí me gustaría que tomáramos conciencia la

sociedad y todo el mundo de que habría que conseguir que la Iglesia quitara esas placas

que siguen existiendo recordando a los vencedores muertos, que ya han sido bastante

celebrados por cuarenta años, y sin embargo los que fueron vencidos siguen, en general,

en el anonimato (...) contemplando día tras día la exhumación de cadáveres. Yo soy del

Bierzo y sé que allí se han hecho muchas y se sigue haciendo.

BENJAMÍN PRADO (escritor)

Allí empezó todo, allí empezaron todas las exhumaciones.

- Claro, por eso digo. Y hay incluso algunos pueblos donde han hecho un

monumento a los asesinados por el franquismo. (...) en el ayuntamiento, detrás de la

iglesia. Y, bueno, pues si los vencedores siguen en las iglesias con las placas ahí,

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imposibles de quitar, y con las cruces y tal, pues o quitan eso, o ponen a los vencidos

también, (...) maneras de hacerlo, convencer a la Iglesia de eso. Pero quién la convence

si está cada vez más escorada hacia la intolerancia y hacia el nacionalcatolicismo.

Yo pienso también que Felipe González pudo haber hecho algo más, pero,

bueno, ya no es cuestión de lamentarse, pero eso con la Iglesia de entonces, que

entonces era una Iglesia tolerante, respetuosa, pero, claro, ya (...) “Tarancón al

paredón”. Lo triste es que efectivamente ha ido evolucionando hacia peor en todos los

sentidos.

BENJAMÍN PRADO (escritor)

La Iglesia ha ido evolucionando hacia atrás, lo cual es un tipo de evolución un

poco extraña. Es curioso que haya habido tan poco cambio. Porque la Iglesia estaba con

Franco desde el principio. En plena guerra lo primero que hicieron fue la llamada (de

eso se habla en la novela) “Carta colectiva del Episcopado español”, alentada por el

cardenal Gomá, en la que ofrecía su apoyo incondicional al levantamiento militar. Lo

primero que hizo Franco fue entregar su espada de la victoria, que está aquí, la pusieron

en Madrid. Y fue indudable el apoyo de la Iglesia, un apoyo completo y sin fisuras

realmente.

La verdad es que ha evolucionado muy poco, pero no solamente en el tema del

franquismo, sino en todos los demás temas. Yo hace poco estaba leyendo uno de esos

libros de religión que quieren que los niños estudien, cuando realmente ni siquiera se da

la religión como mitología o como historia sino como ideología, de manera doctrinaria,

y había un párrafo que me divirtió mucho. Decía: “Las tres razones por las que está

demostrado históricamente la existencia de Jesucristo”, y la tercera era muy buena,

decía: “Al estar Jesucristo situado en un momento y lugar históricos concretos y reales y

no existir ningún personaje real e histórico de esa época que haya demostrado la

inexistencia de Jesucristo, esto demuestra la existencia de Jesucristo”. Y yo pensé, claro,

y la de Godzilla. Entonces, claro, si estamos en ese punto, realmente cómo puedes

pensar que Rouco y sus hermanos evolucionen hacia ningún sitio. Si es que siguen muy

cerca de esas posiciones reaccionarias. Es que salen a las manifestaciones a las que

salen y se niegan a ir a las manifestaciones a las que se niegan a ir, y dicen lo que dicen

de los derechos de las personas, dicen lo que dicen de las bodas entre personas del

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mismo sexo, dicen lo que dicen de los derechos constitucionales de las regiones o

autonomías de este país, dicen lo que dicen hasta de la eutanasia, y no se dan cuenta del

contrasentido en el que viven. Realmente, cuando una persona quiere morir de manera

libre, la Iglesia dice “eso es un crimen”, y cuando una persona en África no se quiere

morir de sida, le dicen “condones, no”, de manera que la Iglesia a aquellos que no se

quieren morir los manda a la muerte y a aquellos que se quieren morir les prohíbe

terminantemente que se mueran, o sea, es de tal incongruencia. La verdad es que yo casi

me conformaría con que antes de evolucionar políticamente, evolucionaran moralmente,

digamos. O sea, los millones de personas que mueren en África y podrían no morir

usando, también se mueren de otras cosas los pobres, pero usando, entre otras cosas, un

preservativo, pues, bueno, es de una incongruencia tan grande que qué puede esperar

uno.

- Lo peor es que sigue teniendo muchísimo poder, sobre todo desde (...). No sé si

recordáis una viñeta de Roto en la que aparecía un cura con el (...) y decía: “En la

escuela (...) de religión y en la Iglesia de política”. Pues es lo mismo, exactamente lo

mismo (...) hablando de la política, no de (...), sino de la política contra el Gobierno,

hizo algo que era como para llevarlo al Tribunal de La Rota. Dijo: “Y de Fernández de

la Vega prefiero no hablar porque es mejor que hubiera abortado su madre”.

BENJAMÍN PRADO (escritor)

O sea, un fino ideólogo, por lo que veo. Bueno, yo tampoco creo que haya que

tener tanto miedo a eso, lo digo porque parece que sí que se le tiene.

- Y en las pequeñas ciudades todavía más.

BENJAMÍN PRADO (escritor)

Sí, hay algo atávico por ahí todavía.

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- Quería preguntarte si era la primera vez que te enfrentabas a un estudio tan

exhaustivo históricamente a la hora de escribir una novela, porque tus novelas anteriores

–te pregunto– no sé si te exigieron tanto, alguna de las historias eran también reales, y

de qué manera eso condiciona a la hora de escribir ficción. Después, también quería

preguntarte, después de estos cuatro años, cómo te ha afectado a tu faceta como poeta, si

esa inmersión en esta historia te afecta a la hora de escribir poesía o no, y qué tiene esta

novela de tus novelas anteriores, si guarda alguna conexión con alguno de tus

personajes o de tu manera de concebir la literatura.

BENJAMÍN PRADO (escritor)

Voy a responder al último kilómetro de la pregunta, primero. No, en poesía no

me afecta en nada, de hecho, acabo de publicar un libro de poemas que iba escribiendo

casi a la vez. Yo la poesía la puedo escribir a la vez que escribo novela, de hecho,

necesito de vez en cuando dejar un poco la novela y pensar en un endecasílabo. De

manera que no, y acabo de publicar un libro hace una semana.

Hice otra novela que se llamaba No sólo el fuego que también trataba un tema

histórico, en ese caso contaba la historia de un niño de los que los republicanos

mandaron a Centroamérica. Me lo pasé muy bien porque para escribir la novela estuve

escribiéndola del natural y estuve por allí viajando. Mientras hacía promoción de otra

novela, pues estuve viajando por El Salvador, por Panamá, por Costa Rica, por México

también, y buscando los lugares donde iban los niños exiliados e intentando comer lo

que comían, meterme en los volcanes en los que se metían y, en las peores noches,

beber lo que bebían también, lo cual tuvo buenos resultados para mi novela y malos

para mi hígado, sin duda; bebí cosas como algo que se llamaba “mataburros” o

“mataborricos”, algo así, que al segundo trago estabas KO, estaba hecho con no sé qué

cosa de una palma sacada de un coco o algo así. Lo que pasa es que la escribí de manera

distinta. Aquella novela la escribí precisamente así, viajando, moviéndome, yendo a

buscar los sitios, intentando copiar la manera de hablar de la gente de cada lugar; ésta la

tuve que escribir en silencio, en mucho silencio, porque como era un tema tan

escondido, tan oculto, pues todo se trató de investigar, de leer, de buscar fuentes, de

irme donde tuviera que irme para hablar con alguien o para buscar algún documento que

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me interesara. La verdad es que son novelas en ese sentido, en intención, parecidas, pero

en manera de trabajo, muy distintas.

Y en cuanto a si me ha afectado, bueno, pues la verdad es que me apetece seguir

escribiendo novelas de éstas, de hecho, creo que voy a escribir ahora otra; ésta son los

años 40, quizá escriba una sobre finales de los 50. Me ha divertido mucho disfrazarme

de Galdós y escribir una especie de pequeño episodio nacional. Quizá siga con ello. Me

ha afectado para bien. Me apetece más esto que hacer otras cosas ahora, de pronto, así

que creo que seguiré por ahí. Seguiré con mi personaje de Juan Urbano, que me divierte

mucho. Me pregunta alguna gente por qué puse el nombre (lo siento por los que no lo

hayáis leído), por qué puse el nombre del narrador sólo al final (da igual, no afecta a la

lectura). Pues porque yo quería que hiciera un viaje muy largo, muy largo, muy difícil,

muy complicado, que muy pocas personas son capaces de hacer, y que consiste en

cambiar una sola letra, pasar del “cinismo” al “civismo”, y cambiar esa ene por una uve

no es tan fácil, muy pocas personas son capaces de hacerlo. Él es muy cínico al

principio, como mucha gente. O sea, el peor del personaje de la novela es el niño

robado, que significa para mí lo peor de este país que es la gente que no solamente no

respetó la lucha de sus padres por sacarlos adelante y en condiciones terroríficas para

sobrevivir y para que no se les hundiera el barco, sino que, además, terminaron

entregándose a todo aquello que significaba lo contrario, lo opuesto a sus familias, y

miran para otra parte, lo niegan todo, no les interesa, viven desinteresados de ese tipo de

realidades. Miran para otra parte, y no hay mayor distancia que mirar para otra parte, es

la distancia más larga que existe en el planeta; no hay kilómetros que la midan ni

cuentakilómetros que la midan. Miras para otro lado y entonces estás a una eternidad de

cualquier cosa. Pues a lo mejor una manera de hacer que algunas miradas caigan en

lugares vacíos de nuestra historia es escribir novelas como ésta, de manera que voy a

seguir escribiéndolas en principio. Claro que eso lo digo hoy, y yo soy muy bueno no

estando de acuerdo conmigo mismo, igual mañana pienso otra cosa, ahora mismo mi

intención es hacerla, sí.

- Lo primero, un elogio a la novela. A mí me encantó y la he recomendado

muchísimo, o sea, que eso es lo primero. Pero, además, ahora un homenaje también a

los secundarios de tu novela, a los personajes secundarios. Tienes a una Virginia que me

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encanta, me parece un personaje maravilloso; tienes a una madre que me encanta porque

es una madre...

BENJAMÍN PRADO (escritor)

Todo el mundo tiene una madre, eso no es un gran mérito.

- Bueno, no, pero en la novela es una madre que la enfrentas a las posiciones del

protagonista y que además es la voz del pueblo, y estás oyendo tantas veces “los otros

hicieron lo mismo”, o sea, es el Pepito Grillo con lo que todo el mundo te sale cuando

empiezas a defender cosas serias. Y la madre te sale por peteneras, pero es una madre

seria, a mí me gusta porque la has tratado con mucho respeto, es una mujer culta, o sea,

no la pones como... Cuando he dicho la voz del pueblo no es realmente así, es una mujer

culta, es una mujer con la que puedes hablar, con la que puedes dialogar, que a mí me

gusta mucho, por eso digo lo de personajes secundarios, porque no has hablado ni de la

madre ni de Virginia, que me parecen dos personajes muy interesantes.

Y ahí entra lo segundo, los temas secundarios, o sea, por eso digo un homenaje a

la cosa secundaria, tanto a los personajes como a lo secundario. No es esto que tú has

estado hablando y que, evidentemente, es el centro de la novela, sino lo secundario, los

valores, por ejemplo. Los valores del protagonista son importantísimos, pero los valores

del niño es que son los temas secundarios que me parecen importantísimos de la novela.

Lo quería resaltar simplemente como homenaje porque no se ha tratado aquí, no los has

tratado, y para mí por supuesto que los temas históricos me parecen lo básico, y por eso

me parece muy bien que sea el centro de tu exposición, pero sin olvidar que además

estás defendiendo unos valores, estás defendiendo unas posiciones que no son lo

principal de la novela pero que son muy importantes, simplemente eso, un homenaje.

BENJAMÍN PRADO (escritor)

Y además los personajes están ahí por algo. La madre, imagínate, es mi madre, y

al final de la novela el narrador quiere a su madre como yo a la mía, o sea, mucho, y

dice: “Bueno, es que a nadie se le puede acusar de haber sido engañado”. Tanto NODO,

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tanta publicidad, tanta historia tergiversada y tanta verdad oficial, pues terminan por

engañar a la gente. Y si es culta y si es el pueblo, es que nosotros somos muy cultos. No

lo fuimos cuando el burro de Franco quiso cargarse este país, y se lo cargó, pero antes y

después hemos vuelto a serlo; ya quisieran los franchutes, ni de aquí a Lima. (...) Pero el

taxista también. O sea, precisamente lo que ocurrió en este país a finales de los años 20

y 30 es que se estaba, y eso es lo que mató, entre otras muchas cosas, la dictadura, es

que se estaba convirtiendo en el país más culto de Europa, en el país donde la gente

tenía una intención artística más señalada.

Es que aquí las cosas no ocurren por casualidad. Los tontos creen que las cosas

pasan por casualidad, y todos esos enemigos de la historia prefieren reducirlo todo a una

sucesión de casualidades azarosa, y no es verdad. La generación del 27, no solamente

me refiero a los poetas, no solamente me refiero a Alberti, a Lorca, a Cernuda y a

Salinas, y fíjate lo que estoy diciendo, me refiero también a músicos como Joaquín

Rodrigo, que, por cierto, era muy de derechas, me refiero también a científicos como

Severo Ochoa, me refiero a pintores también como Dalí, a escultores como Alberto

Sánchez, a filósofas como María Zambrano, a novelistas como Paco Ayala, como Rosa

Chacel, a políticas como Victoria Kent o Clara Campoamor, o a escritoras como María

Teresa León, tanta gente. Eso es una casualidad. De pronto, en este país resulta que por

pura casualidad nació en Sevilla Luis Cernuda, Alberti en Cádiz, Lorca en Granada y

Salinas en Santander. Qué casualidad más extraña. No, claro que no era una casualidad;

lo que pasaba es que existía la Institución Libre de Enseñanza, existía la Residencia de

Estudiantes, existieron las misiones pedagógicas, es decir, existía un caldo de cultivo

político que estaba convirtiendo a este país en el mejor país que España ha sido nunca,

en mi opinión, y en el que tuvo la oportunidad de ser sin duda el país puntero de

Europa. Yo recomiendo a la gente que dude de lo que acabo de decir que se lea la

memoria de la revista que hacía la Residencia de Estudiantes y viera quiénes eran los

conferenciantes que venían a la Residencia a dar sus conferencias. Si venía un científico

era Einstein, que estuvo; si venía un poeta era Paul Valéry, que estuvo; si venía un

músico era Stravinsky, y de ahí para arriba. Y eso no es una casualidad, eso es la

consecuencia de una política, no solamente de una política cultural inteligente, sino de

una idea política que consiste en pensar que la cultura es el mejor alimento que se le

puede dar a un país, la cultura y la educación, y también la sanidad y también la

economía, pero la cultura y la educación primero. Y lo que significó el franquismo,

FORO COMPLUTENSE “Escritores en la Biblioteca”: BENJAMÍN PRADO Jueves, 8 de febrero de 2007

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como significa toda dictadura de cualquier signo, es justamente el deseo contrario:

mantener a la gente lo más ignorante posible para poder manejarla lo mejor posible y

que se puedan creer hasta las doctrinas de la Sección Femenina, puesto que como ya no

provienen las cosas de la cultura sino del mito, pues entonces todo valía.

Afortunadamente hemos salido de eso.

ROSA FALCÓN (directora del Foro Complutense)

Pues yo creo que podríamos terminar aquí si no hay ninguna intervención más.

Sólo recordarles que el próximo jueves día 15 tendremos a José María Ridao, sobre el

pensamiento histórico de Manuel Azaña. Y muchas gracias, Benjamín.