roldán hervás j. m. la republica romana

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  • 8/10/2019 Roldn Hervs J. M. La Republica Romana

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    Jos Manuel Roldn Hervs

    La RepblicaRomana

    Editorial OCANO

    1976

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    I. LA CIVILIZACIN DE LA ROMA PRIMITIVA

    INTRODUCCIN

    La Italia primitiva

    Las civilizaciones itlicas, de las que Roma forma parte, jugaron un

    importante papel en el desarrollo de los rasgos especficos de la ciudad del Tber. Pero el

    proceso de formacin de estas civilizaciones sigue presentando numerosas dificultades, no

    obstante las nuevas aportaciones en los campos de la arqueologa y de la lingstica. Slo a

    partir del siglo VIII a.C., cuando los primeros colonos griegos desembarcaron en las costas de

    Italia, puede trazarse con cierta seguridad, aunque fragmentariamente, la historia de los

    pueblos que han habitado la Pennsula. Antes de esta fecha, la investigacin se enfrenta, sobre

    todo, al viejo problema de la relacin entre poblacin autctona y eventuales invasiones, que,

    en su mutua interrelacin, han conformado los rasgos constitutivos de los pueblos de la

    protohistoria italiana.

    La indoeuropeizacin de Italia

    El problema clave en este proceso es el de la indoeuropeizacin de Italia, esto es,

    el de la entrada en la Pennsula de nuevos elementos de poblacin, procedentes de Europa

    Central y del rea del Egeo, que, ms dinmicos y con nuevos aportes culturales, desplazaron o

    se superpusieron en amplias regiones a la poblacin autctona.

    Con el Bronce final y la transicin a la Edad del Hierro, desde finales del siglo

    XIII a.C., se produjeron en la Pennsula, como en otros mbitos del Mediterrneo y del Oriente

    Prximo, importantes cambios, ligados a desplazamientos de pueblos. Por toda Italia se

    extendi un nuevo tipo de enterramiento: la inhumacin fue sustituida por la incineracin.

    Recipientes de cermica, que contenan las cenizas de los cadveres, se enterraban en

    pequeos pozos, formando extensos cementerios, los llamados campos de urnas., difundidos

    por toda Europa, desde Catalua a los Balcanes. El nuevo rito se pone en relacin con la

    llegada a Italia, en diferentes momentos, de nuevos elementos de poblacin, procedentes de

    Europa central y del rea de Egeo, que se expandieron por distintas regiones en un proceso

    mal conocido, pero decisivo para la configuracin del mapa tnico y cultural italiano.

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    Con la Edad del Hierro, se presenta en Italia una enorme variedad de elementos

    culturales mezclados, algunos de carcter nuevo, como revela la documentacin arqueolgica.

    Sin duda, su manifestacin ms importante y rica es el la cultura de Villanova,llamada as por

    una aldea, cercana a Bolonia, donde se individualizaron sus primeros rasgos especficos. Su

    ncleo fundamental se encuentra en las regiones de la Emilia y Toscana, aunque se expandi

    por otras regiones de Italia. Sus caractersticas fundamentales son las tumbas de cremacin en

    grandes urnas de cermica negra, de forma bicnica, y el desarrollo de la metalurgia.

    Los villanovianos construan sus aldeas de cabaas en lugares elevados. Estos

    ncleos fueron evolucionando, como consecuencia del crecimiento demogrfico, la mejora de

    la tecnologa y el desarrollo de los intercambios, hasta convertirse en el germen de autnticas

    ciudades.

    Las restantes culturas de la Edad del Hierro presentes en Italia tienen menos

    inters, ya que su caracterstica ms acusada es su apego a viejas formas heredadas de la Edad

    del Bronce. A partir del 1400 a.C., en el Bronce pleno, se haba afirmado en el Apenino central

    una civilizacin llamada precisamente apennica, de pastores seminmadas, que practicaban

    la inhumacin para enterrar a sus muertos, vivan en cabaas o en cavernas y utilizaban una

    cermica, hecha a mano, de color negro, con decoracin en zigzag y punteado. Estos pastores

    trashumantes se extendieron por el Lacio y por las regiones meridionales de Apulia y

    Campania. Lentamente con la afirmacin de la Edad del Hierro, desde comienzos del I milenio

    a.C. y en contacto con nuevos elementos culturales y de poblacin, daran lugar a las

    civilizaciones itlicas histricamente conocidas.

    La civilizacin etrusca

    El perodo orientalizante

    En el siglo VIII a.C., en los asentamientos villanovianos de la Toscana,

    tuvo lugar una evolucin que condujo a la aparicin de las primeras estructuras urbanas,

    proceso ligado a un importante crecimiento econmico y a una mayor complejidad en la

    estructura social. La agricultura, dotada de nuevos adelantos tcnicos, como la construccin de

    obras hidrulicas, produjo cultivos ms rentables; se increment la explotacin de los

    yacimientos mineros de la costa y de la vecina isla de Elba, que favoreci el desarrollo de la

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    industria metalrgica, y se potenciaron los intercambios de productos con otros pueblos

    mediterrneos.

    Paralelamente, la poblacin de las antiguas aldeas villanovianas se concentr en

    ciudades, tanto en la costa (Cerveteri, Tarquinia, Vulci, Vetulonia...), como en el interior

    (Chiusi, Volsinii, Perugia, Cortona...). En el marco de la ciudad, la primitiva sociedad,

    asentada sobre bases gentilicias, sufri un proceso de jerarquizacin, manifestado en el

    nacimiento de una aristocracia, acumuladora de riquezas, que pas a ejercer el control sobre

    el resto de la poblacin.

    Todo este proceso coincidi con una transformacin de los rasgos caractersticos

    de la cultura villanoviana, que se abri a influencias orientalizantes, es decir, a elementos

    culturales procedentes de Oriente, predominantes en toda la cuenca del Mediterrneo desde

    finales del siglo VIII a.C. A partir de esta fecha se sedimentaron las caractersticas propias

    del pueblo etrusco.

    El problema etrusco: orgenes y lengua

    La brusca aparicin de un pueblo, con una cultura muy superior a la de las

    restantes comunidades itlicas, hizo surgir, ya en la Antigedad (Herdoto, Dionisio de

    Halicarnaso), el llamado problema etrusco, polarizado fundamentalmente en dos cuestiones,

    sus orgenes y su lengua, sobre los que la ciencia moderna an discute. Incluso el propio

    nombre del pueblo no est bien determinado: los griegos los conocan como tirsenos o

    tirrenos; los romanos, como tusci ; ellos, a s mismos, se daban el nombre de rasenna.

    El problema de los orgenes se centra fundamentalmente en el dilema de

    considerar a los etruscos como un pueblo procedente de Oriente, con rasgos definidos, que

    emigr a la pennsula Itlica en una poca determinada, o suponer que la cultura etrusca es el

    resultado de transformaciones internas de la poblacin autctona villanoviana, al entrar en

    contacto con las influencias culturales orientalizantes, que manifiesta la comunidad (koin)

    mediterrnea a partir de finales del siglo VIII a.C.

    No puede negarse el paralelismo de muchos rasgos artsticos, religiosos y

    lingsticos de los etruscos con Oriente y, ms precisamente, con Asia Menor. Pero, en todo

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    caso, el pueblo etrusco slo alcanz su carcter de tal en Etruria, donde la incidencia de

    factores econmicos y sociales precisos, hizo surgir un conglomerado de ciudades-estado, que,

    a partir de finales del siglo VIII a.C., crearon una unidad cultural a partir de distintos

    elementos, tnicos, lingsticos, polticos y culturales.

    En cuanto a la lengua, aunque conocemos ms de 10.000 inscripciones etruscas,

    escritas en un alfabeto de tipo griego, y, por ello, sin dificultades de lectura, no ha sido posible

    hasta el momento lograr un satisfactorio desciframiento. En el estado actual de la

    investigacin, slo es posible constatar que no est emparentada con ninguna de las lenguas

    conocidas de la Italia antigua y, aunque su estructura bsica parece preindoeuropea, contiene

    componentes de tipo indoeuropeo. As, la lengua etrusca, en la que se unen rasgos autctonos

    con otros procedentes del Mediterrneo oriental, vendra a ser un producto histrico,

    resultado tambin del complejo proceso de formacin del propio pueblo etrusco.

    La expansin etrusca

    El comienzo de la historia etrusca est ligado a la aparicin en la Toscana de los

    motivos de decoracin, ricos y complejos, de la koin orientalizante mediterrnea, que

    sustituyen a la decoracin geomtrica lineal villanoviana. Su explicacin se encuentra en el

    sbito enriquecimiento del pas, ligado a la explotacin y al trfico del abundante metal -cobre

    y hierro- de la Toscana. Gracias a esta riqueza, las ciudades etruscas estuvieron pronto en

    condiciones de competir en el mar con los pueblos colonizadores del Mediterrneo occidental,

    fenicios -sustituidos a partir del siglo VI a.C. por los cartagineses - y griegos, mientras

    extendan por el interior de la Pennsula sus intereses polticos y econmicos fuera de sus

    propias fronteras.

    Su fuerza de expansin llev a los etruscos hasta las frtiles tierras de

    Campania, donde fundaron nuevas ciudades como Capua, Pompeya o Nola. Tambin por el

    norte, los etruscos alcanzaron la llanura del Po hasta la costa adritica, donde fundaron

    numerosas ciudades, entre las que sobresalen Mantua, Mdena, Rvena, Felsina (Bolonia) y

    Spina.

    Pero en la primera mitad del siglo V a.C., las nueva coyuntura de la poltica

    internacional signific el comienzo de la decadencia etrusca. El tirano de Siracusa, Hiern,

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    derrot a los etruscos en aguas de Cumas, lo que signific el desmoronamiento de la influencia

    etrusca en el sur de Italia. En Campania, el vaco poltico dejado por la debilidad etrusca fue

    aprovechado por los pueblos del interior, oscos y samnitas, que ocuparon la frtil llanura. Ms

    tarde, a comienzos del siglo IV a.C., la invasin de los galos puso fin a la influencia de los

    etruscos en el valle del Po y la costa adritica. Por esta poca, ya haban comenzado los

    conflictos con la vecina Roma, que fue anexionando una a una las ciudades etruscas. Cien aos

    despus, toda Etruria haba perdido su independiencia y, a comienzos del siglo I a.C., Roma

    anexion todo el territorio etrusco, que fue perdiendo su identidad cultural y olvid incluso su

    lengua, suplantada por el latn.

    Organizacin poltica

    Cuando se produjo el proceso de urbanizacin que transform las antiguas

    aldeas villanovianas en autnticas ciudades fortificadas, el sistema poltico dominante en

    Etruria fue el de la ciudad-estado, es decir, ncleos urbanos con un territorio circundante,

    polticamente independientes unos de otros y, en ocasiones, incluso rivales. No obstante, con

    el tiempo, se introdujo un principio de federacin, que congregaba a las ciudades etruscas en

    un santuario, cerca del lago de Bolsena, el Fanum Voltumnae, bajo la presidencia de un

    magistrado, elegido anualmente por los representantes de la confederacin, el praetor

    Etruriae. Pero esta liga tuvo un carcter fundamentalmente religioso y slo en contados

    momentos logr una eficaz unin poltica y militar.

    A la cabeza de cada ciudad en las pocas ms primitivas estaba un rey (lucumo),

    con atribuciones de carcter poltico, religioso y militar. Estas monarquas evolucionaron

    hacia regmenes oligrquicos, con magistrados elegidos anualmente, los zilath o pretores,

    presididos por unzilathsupremo. Como en otros regmenes oligrquicos, las magistraturas se

    completaban con un senado o asamblea de los nobles de la ciudad, y, slo en poca tarda y

    tras violentas conmociones sociales, se inici una apertura de las responsabilidades polticas al

    conjunto del cuerpo ciudadano.

    La sociedad

    La sociedad etrusca era de carcter gentilicio. La pertenencia a una gens, es

    decir, a un grupo de individuos que hacan remontar sus orgenes a un antepasado comn, era

    condicin fundamental para el disfrute de los derechos polticos y abra un abismo social

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    frente a aquellos que no podan demostrarla. Las gentes se articulaban en familias, que

    constituan un ncleo no slo social sino econmico, puesto que se integraban en ellas,

    adems de los miembros emparentados por lazos de sangre, los clientes,es decir, individuos

    libres, ligados a la familia correspondiente por vnculos econmicos y sociales, y los esclavos.

    En el sistema social originario, un grupo de gentes,se elev sobre el resto de la poblacin libre

    para constituir la nobleza, que termin monopolizando el aparato poltico a travs del control

    de los medios de produccin y de su prestigio social.

    De esta poblacin libre, que constitua la base de la sociedad etrusca, apenas

    contamos con datos. Slo es posible suponer que el artesanado, ligado a una economa urbana,

    jug un importante papel, a juzgar por la cantidad y calidad de los trabajos en cermica,

    bronce, hierro y orfebrera que ha rescatado la arqueologa.

    Finalmente, frente a la sociedad de hombres libres, la verdadera clase inferior

    estaba representada por un elemento servil, numricamente importante, adscrito a las

    distintas ramas econmicas: agricultura, minas, servicio domstico... Estos siervos tenan la

    abierta la posibilidad de alcanzar el estatuto de libres mediante su manumisin, los llamados

    lautni .

    En su conjunto, pues, la sociedad etrusca se estructuraba en una pirmide, cuya

    cspide estaba constituida por unas pocas familias nobles, que ejercan su control sobre la

    masa libre, gracias al monopolio de la riqueza y del poder poltico, y cuya base descansaba en

    la poblacin servil, que, con su trabajo, garantizaba el poder econmico de esta nobleza.

    Las evidentes tensiones que una sociedad as generaba, produjo en algunas

    ciudades etruscas, hacia mitad del siglo III a.C., revueltas populares, que condujeron a la

    transitoria democratizacin de las instituciones polticas y a la superacin de algunos de los

    privilegios de la nobleza.

    La cultura etrusca: religin y arte

    De las manifestaciones culturales etruscas, hay dos, la religin y el arte,

    especialmente interesantes por la huella que marcarn en la civilizacin romana y por los

    problemas que plantean.

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    Los etruscos consideraban su religin como revelada, es decir, transmitida a

    los hombres por la propia divinidad: un geniecillo, Tages, se habra aparecido un da a un

    campesino de Tarquinia para dictar a toda Etruria las reglas fundamentales de la religin. Esta

    ciencia religiosa se contena en libros sagrados, divididos en tres series: los haruspicini, que

    trataban del examen de las vsceras de las vctimas; los fulguraleso interpretacin del rayo, y

    losrituales,en los que se contenan los preceptos y clusulas que deban regir la religin del

    individuo o colectivo con la divinidad. El conjunto de rituales y prcticas, de doctrina y

    teologa, se englobaba bajo el nombre de disciplina etrusca y era tan complejo que exiga la

    dedicacin de sacerdotes especializados. El aspecto ms importante de esta disciplinaes, sin

    duda, la preocupacin obsesiva por desvelar el futuro, por penetrar en los misterios del destino

    y, por supuesto, prevenirse en el caso de que este futuro fuera desfavorable. La figura del

    haruspex, que, con el conocimiento de unas tcnicas precisas, puede desvelar este destino,

    especialmente, mediante el examen del hgado de animales, es clave en la comprensin de la

    religin etrusca y goz de enorme prestigio, no slo en el mundo propiamente etrusco, sino en

    las culturas vecinas y, especialmente, en Roma.

    Las divinidades etruscas, poco conocidas, fueron precisndose a travs de los

    contactos con el mundo griego . Estaban presididas por una trada, Tinia, Uni yMenrva,

    asimilada a Jpiter, Juno y Minerva, a la que se veneraba en templos tripartitos, de los que el

    ms famoso es, sin duda, el romano del Capitolio, construido en el perodo de influencia

    etrusca. Otras divinidades importantes eran Sethlans (Vulcano), Thurms (Mercurio), Maris

    (Marte) y Turan (Venus), entre otros. Pero, junto a los dioses principales, destaca en la

    mitologa etrusca la enorme proliferacin de semidioses y potencias demonacas, genios y

    espritus de ultratumba, que conocemos bien por su continua representacin en tumbas y

    sarcfagos y que desvelan la concepcin etrusca sobre el destino tras la muerte.

    Esta obsesin por el ms all condujo a cuidar con especial esmero el lugar de

    reposo del difunto, rodendolo de todo lo necesario para asegurar la continuidad de su vida.

    Las cmaras funerarias, excavadas en la roca y alineadas en autnticas ciudades de los

    muertos, son an hoy la ms impresionante manifestacin de la cultura etrusca y fuente

    inagotable de documentacin. Estas tumbas, que reproducen en piedra la vivienda con su

    mobiliario, fingido en relieve o pintado, atesoran en sus paredes el impresionante testimonio

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    de sus frescos, que nos abren plsticamente aspectos de la vida cotidiana y del largo viaje del

    alma ms all de la muerte.

    El arte etrusco, del que contamos con manifestaciones en los campos de la

    arquitectura, pintura, escultura, cermica y artes menores, manifiesta un fuerte influjo griego,

    que alcanza a todos los campos, temas, tipos y esquemas y que convierten a Etruria en el

    elemento portador e irradiador del mundo cultural helnico a los pueblos itlicos. No

    obstante, esta influencia griega no llega a anular por completo la originalidad etrusca, que se

    manifiesta, por ejemplo, en el uso del arco y de la bveda en las construcciones, o en la cruda

    realidad, incluso grotesca o caricaturizadora, de los rasgos humanos en las esculturas, frente a

    las tendencias idealizadoras griegas.

    En conclusin, el papel esencial de Etruria en la historia de la Italia primitiva

    consiste en haber organizado, definido y transmitido a otros pueblos itlicos -y, sobre todo, a

    Roma- un tipo de civilizacin, elaborada directamente en la Pennsula a partir de elementos

    orientales y con la fuerte influencia del ms evolucionado mundo griego, que aceler el

    desarrollo histrico de estos pueblos y di un carcter ms homogneo a sus respectivas

    culturas.

    Los griegos en Italia

    La presencia de griegos en Italia es consecuencia del vasto movimiento de

    colonizacin que, a partir del siglo VIII a.C., abarc a todas las costas del Mediterrneo. La

    colonizacin griega encontr su mbito principal de expansin en el sur de Italia y en Sicilia y

    fue obra de ciudades castigadas por la crisis agraria, potencias comerciales como Rodas,

    Corinto, Calcis o Eretria, o regiones predominantemente agrcolas como la Megride, Acaya o

    Laconia.

    La cronologa de las primeras fundaciones es incierta. Al parecer fueron los

    calcidios los pioneros de una ruta comercial hacia las riquezas metalrgicas de Etruria con su

    instalacin, hacia 770, en la isla de Pithecussai (isla de los monos, en Isquia), a la que

    siguieron las colonias de Cumas,

    Zancle, Region, Naxos, Leontinos y Catania. El ejemplo de los

    calcidios fue seguido por otras ciudades griegas, que fueron fundando colonias en las costas

    sicilianas y de la Italia meridional hasta transformar estas regiones en una nueva Grecia, la

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    Magna Grecia, con sus mismas frmulas poltico-sociales evolucionadas y su avanzada tcnica

    y cultura, aunque tambin con sus mismos problemas polticos, econmicos y sociales: los

    aqueos fundaron Sbaris, Crotona y Metaponte, tres poleis que alcanzaran una gran

    prosperidad. A los dorios se debe Mgara; Siracusa fue fundada por Corinto, y en Tarento se

    instalaron exiliados de Esparta. Otras colonias fueron Gela y Agrigento, en Sicilia, fundadas

    por los rodios; Mgara Hiblea y Selinunte, obra de los megarenses.

    La aportacin de estos griegos occidentales para el desarrollo histrico de

    Italia se cumpli, sobre todo, en el campo cultural. Sus huellas se aprecian en los campos de

    las instituciones poltico-sociales, como la propia concepcin de la polis; en la economa, con

    la extensin de cultivo cientfico de la vid y el olivo, y en diversas manifestaciones de la

    cultura: religin, arte y escritura.

    Los pueblos de la Italia primitiva

    Frente a las culturas annimas que pueden rastrearse en la Edad del Bronce y

    primera parte de la Edad del Hierro, a partir del siglo VII a.C., gracias a la civilizacin etrusca

    y a la presencia estable de griegos, es posible ya individualizar en Italia una serie de pueblos,

    con rasgos culturales y lingsticos precisos, decantados como consecuencia de la incidencia

    de distintos elementos tnicos, lingsticos y culturales, a lo largo de varios siglos, sobre la

    base autctona de la poblacin.

    La Italia septentrional

    En el norte, en la costa tirrnica, entre el Arno y el Rdano, a lo largo del golfo de

    Gnova y en los Alpes Maritimos, encontramos a los ligures, como resto de una etnia ms

    amplia anterior, divididos en distintas tribus. Los testimonios lingusticos evidencian un

    sustrato preindoeuropeo, sobre el que incidi un elemento indoeuropeo; la arqueologa, por

    su parte, indica la falta de uniformidad inherente a la heterogeneidad de sus componentes. La

    presin posterior etrusca por el sur y celta por el norte contribuyeron a restringir an ms su

    rea de expansin, que qued limitada a regiones montaosas de los Alpes y de los Apeninos

    septentrionales, mientras otros grupos se fundieron en una mezcla cltico-ligur.

    Ms al oriente, al norte del valle del Po, los cursos del Trentino y del alto Adigio

    albergaban a los retios, posiblemente tambin preindoeuropeos, sobre los que ejercer ms

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    tarde su influencia la cultura etrusca. Hasta muy tarde no fueron absorbidos por la cultura

    romana.

    Finalmente, el mbito nordoriental con fachada al Adritico, estaba ocupado por

    los vnetos, que darn nombre a la regin de Venecia. Se trata de una poblacin claramente

    indoeuropea, cuyos rasgos culturales se emparentan con los pueblos ilirios del otro lado del

    Adritico, cuya lengua conocemos bien por un gran nmero de inscripciones y que mantendr

    su personalidad frente a las presiones etruscas y celtas hasta su romanizacin a partir del siglo

    III a.C.

    Los protolatinos

    Aparte de los etruscos, el resto de Italia aparece habitada por poblaciones que

    tienen en comn la utilizacin de lenguas de tipo indoeuropeo. Estas lenguas estn divididas

    en un gran nmero de dialectos, en muchos casos muy distantes entre s, lo que indica la

    complejidad de circunstancias que llevaron a su formacin. Un primer grupo, el ms antiguo,

    es el que recibe convencionalmente el nombre de protolatino. Es, sin duda, indoeuropeo, pero

    muy anterior a las distintas civilizaciones itlicas de poca histrica, lo que hace pensar en una

    primera emigracin indoeuropea en la pennsula, en torno a comienzos del II milenio a.C.. Las

    reas ocupadas por estas poblaciones fueron el Lacio, donde se individualizan latinos y

    faliscos, el valle del Garigliano, con los auruncos, y el oriente de Sicilia, habitada por sicanos y

    sculos.

    Los pueblos itlicos

    Un fondo cultural comn, con caratersticas particulares de desarrollo en sus

    correspondientes sedes histricas, tienen las numerosas poblaciones que, bajo el nombre de

    itlicos, se extienden a lo largo de la cadena apennica. Se trata de poblaciones montaesas,

    pobres y primitivas, que vivan de la caza y del pastoreo. Sus ridos terrenos impedan el

    desarrollo de la agricultura y los problemas de subsistencia y superpoblacin les empujaban a

    hacer incursiones sobre las tierras de la llanura. En poca histrica, en muchos casos, an no

    se encontraban fijados, lo que origin traslados de poblacin, tanto pacficos como violentos,

    que mantienen el eco de las conmociones que debi sufrir Italia desde finales de la Edad del

    Bronce. Una institucin peculiar, el ver sacrum o primavera sagrada contribua a su

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    expansin: segn un antiqusimo ritual, una determinada generacin era consagrada a la

    divinidad y, en primavera, guiada por su ttem sagrado, emigraba en busca de nuevas tierras.

    Los diversos dialectos que hablaban pertenecen a dos grupos, el osco, en el que

    se incluyen los samnitas y otros pueblos de la Italia meridional, ligados a ellos, y el umbro

    septentrional, al que pertenecen los propios umbros, los volscos y quizs los sabinos. Entre los

    siglos VIII y IV a.C., estos grupos de poblacin crearon estados, ocuparon territorios y

    pusieron las bases para la colaboracin y el enfrentamiento con las otras civilizaciones de la

    Pennsula.

    En el norte, lindantes con Etruria, el grupo ms importante es el de los umbros,

    que dieron nombre a la regin de Umbria. Estamos bien informados de su idioma y de algunos

    de sus rasgos sociales gracias al testimonio de un magnfico documento de ndole religiosa

    hallado en Gubbio, las Tablas Iguvinas.

    Entre el Apenino y el Adritico se hallaban establecidos picenos,

    pretuttios, vestinos, marrucinos y marsos. Ms al sur y tambin en la costa adritica, se

    desplegaban frentanos, apulios, ypigos y mesapios , gran parte de cuyos rasgos culturales

    convergen con los de pueblos asentados al otro lado del Adritico.

    En la vertiente tirrena, alrededor del Lacio y empujndolo contra el mar, se

    individualizan los grupos de ecuos, volscos, hrnicos y sabinos, cuya belicosidad y fuerza

    expansiva les llevar a largas guerras contra sus vecinos, que llenan los dos primeros siglos de

    la historia exterior de la repblica romana.

    Tambin las tribus itlicas del Apenino meridional comenzaron a partir del siglo

    V a.C. una enrgica actividad migratoria hacia el sur, Lucania y el Bruttium, y hacia el oeste,

    hacia la llanura campana, donde pusieron fin a la influencia etrusca y arrinconaron en Npoles

    a los griegos. Pero, instalados en la llanura campana, las influencias etrusca y griega les

    empujsron a una simbiosis cultural caracterstica, que diferenci profundamente su cultura de

    la de los grupos samnitas del interior. Aqu, en la agreste geografa de los Abruzzos, se form

    tambin por la misma poca una confederacin de tribus -hirpinos, caudinos, pentros y

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    caracenos- que, englobados bajo el nombre de samnitas,pronto se convertira en una de las

    fuerzas ms expansivas de la Italia meridional, luego, enemigos encarnizado de Roma.

    La civilizacin itlica

    Comn a todas estas poblaciones fue la fragmentacin poltica, favorecida por

    las condiciones del territorio. Slo el santuario representaba un elemento de cohesin,

    aunque, en caso de guerra, se unan en confederaciones muy elsticas.

    Probablemente, como en el caso de Roma, la forma originaria de gobierno fue la

    monarqua, que dio paso con el tiempo a modificaciones institucionales: el mando unitario del

    rey fue sustituido por magistrados de carcter colegial, con nombres distintos: en Lucania y

    Campania, se atestiguan los medices; en las comunidades umbras, los marones; entre los

    sabinos, los ostoviri.Apenas si tenemos huellas de instituciones asamblearias y no es mucho

    mayor nuestro conocimiento sobre los respectivos ordenamientos sociales.

    Obras de arte dispersas, como el famoso Guerrero de Capistrano del siglo VI

    a.C., el Marte de Todi, del V, las terracotas o las pinturas funerarias samnitas de los siglos V y

    IV, muestran, dentro de sus lmites, la capacidad de asimilacin que desarrollaron estas

    poblaciones itlicas de elementos culturales y modos de vida procedentes de civilizaciones ms

    evolucionadas como la griega o la etrusca.

    Es en este mundo donde se insertan los orgenes de Roma, cuyos modestos

    comienzos estn unidos al horizonte itlico.

    1. La formacin de Roma como ciudad

    El rea lacial

    Entre Etruria y la Campania, la llanura del Lacio, cuyo corazn est constituido

    por los montes Albanos, se extiende frente a la costa tirrena, limitada al este por los

    contrafuertes del Apenino, al norte por el curso de los ros Tber y Anio y al sur por el

    promontorio Circeo. La escasez de recursos del Lacio -una pobre agricultura y ausencia de

    minerales en su subsuelo- se compensa por su privilegiada situacin, en el cruce de caminos

    entre las dos regiones ms desarrolladas de la Italia antigua, Etruria y Campania.

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    La cultura lacial

    Aunque el territorio del Lacio estuvo habitado desde la Edad del Bronce, con

    restos materiales que se adscriben a la cultura apennica, el periodo clave en la conformacin

    de su poblamiento estable lo representa el periodo de transicin del Bronce al Hierro, en torno

    a los siglos XI-X a.C. Es entonces cuando la llanura se cubre de aldeas, que dan origen a una

    manifestacin cultural denominada lacial, dividida por los arquelogos en cuatro fases.

    La evidencia arqueolgica del primitivo Lacio no permite sacar conclusiones de

    tipo etnolgico. Sin embargo, el sbito aumento de poblacin con que se abre la cultura lacial,

    la adscripcin indoeuropea de la lengua latina y el carcter de las instituciones poltico-

    sociales y religiosas coinciden en la suposicin de un asentamiento de grupos de ascendencia

    indoeuropea sobre el fondo mediterrneo, para conformar con el tiempo, de forma estable, la

    etnia y cultura del Lacio.

    Las aldeas latinas, extendidas en la ladera occidental y meridional de los montes

    Albanos y a lo largo de la campia romana, contenan una poblacin de pastores y

    agricultores, cuya conciencia de pertenecer a un tronco comn, el nomen Latinum, se

    conserv en una liga, constituida por las primitivas comunidades, los prisci Latini, cuya

    organizacin, segn un sistema de divisin tripartita, evidencia su procedencia indoeuropea.

    Las comunidades latinas, los vici, se acomodaron en sus relaciones a las

    exigencias de una liga, compuesta de formaciones polticas independientes, mediante el

    aglutinante de la veneracin a una divinidad como Iuppiter Latiaris, en la falda de monte

    Albano. Como consecuencia de su proximidad al santuario comn, la aldea de Alba Longa

    tom una preeminencia religiosa sobre las dems, que, al correr del tiempo, se traslad a

    otras comunidades, con nuevos lugares de culto, como el santuario de Venus, en Lavinium, y

    los de Diana, en Aricia o en el Aventino, que, en cualquier caso, no consiguieron desterrar el

    tradicional respeto por el venerable santuario lacial.

    La influencia de la cultura etrusca en el Lacio marc su impronta en la liga, que

    evolucion segn el modelo de la constitucin de la liga etrusca, producindose el paso del

    derecho consuetudinario a tratados escritos y a una legislacin precisa. En la fiesta anual de la

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    liga, las Feriae Latinae, se celebraba una comida religiosa a la que cada miembro aportaba

    algo, y el ltimo da se sacrificaban vctimas por el bienestar de todos los latinos. Tambin se

    elega el magistrado ejecutivo anual, el dictator latinus,y el consejo de la liga, el concilium,y

    se discuta y decida sobre circunstancias comunes vitales, en especial, cuestiones de guerra y

    paz, con los problemas relativos al reclutamiento del ejrcito federal e incluso la instalacin de

    mercados. Pero igual que en la liga etrusca, la nueva constitucin federal llevaba en su seno

    grmenes de descomposicin, que permitieron alianzas parciales entre distintos miembros de

    la liga y rivalidades entre las comunidades, que forman el trasfondo de la creciente afirmacin

    de Roma sobre el resto de la federacin.

    Los orgenes de Roma

    Roma, en sus orgenes, no puede considerarse aislada de la historia primitiva del

    Lacio, del cual es una aldea o conjunto de ellas y, ni siquiera, de las ms importantes. So pena

    de perder perspectiva histrica es necesario tener siempre en cuenta estos humildes orgenes.

    El sitio de Roma se levanta en el extremo noroeste del Lacio, en su frontera con

    Etruria, marcada por el Tber, a unos 25 kilmetros de la costa. El ro excava su curso en un

    conjunto de colinas frente a una isla, la Tiberina, que permite el vado del ro y constituye, por

    ello, el paso natural desde Etruria a la llanura latina. Desde el punto de vista topogrfico, una

    colina, el Palatino, ocupa una posicin central, rodeada por otras: Capitolio, Quirinal, Viminal,

    Esquilino, Celio y

    Aventino. Entre estas colinas se extendan depresiones atravesadas por

    pequeos cursos de agua. La principal era el valle del Foro, por donde discurra un arroyo, el

    Velabro, que desembocaba en el Tber por el Foro Boario. Estas depresiones eran pantanosas

    y, en consecuencia, insalubres. Por ello, la poblacin hubo de concentrarse en las alturas, que

    ofrecan una fcil defensa, en aldeas independientes, separadas unas de otras por las zonas

    pantanosas.

    El problema de los orgenes de Roma no es otro que el de penetrar, con garantas

    cientficas, en el proceso de transformacin de esas primitivas aldeas del Tber en un

    aglutinamiento ciudadano, lo que, desde el punto de vista social, se plasma en la transicin de

    una estructura tribal a una sociedad articulada en clases, en el marco de una ciudad-estado.

    La tradicin literaria

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    La documentacin literaria antigua pertenece a una poca posterior en siete u ocho

    siglos al periodo que describe. Son, fundamentalmente, los relatos de Livio, Virgilio y Dionisio

    de Halicarnaso, que tratan de armonizar las leyendas griegas y romanas con que la fantasa

    adorn los primeros tiempos de una ciudad que se haba convertido en la primera potencia del

    mundo conocido. Pero, frente a las tendencias, que an no hace mucho tiempo dominaban en

    la investigacin, de eliminar de la historia de Roma este conjunto de leyendas por

    considerarlas en conjunto falsas y fantsticas, un paso adelante ha sido el aprovechar este

    material elaborado de antiguas tradiciones, para entreabrir el panorama de la poca primitiva

    romana, sobre todo, mediante su comparacin con otros documentos no manipulados, como

    son los restos arqueolgicos, considerablemente aumentados gracias a las excavaciones

    recientes, y otros elementos interesantes como la topografa, el folklore, la religin, el derecho

    y la onomstica.

    Veamos, en primer lugar, los datos de la tradicin. Tras la cada de Troya, Eneas, hijo

    del troyano Anquises y de la diosa Venus, tras un largo y accidentado viaje, arrib, con su hijo

    Ascanio y otros compaeros, a las costas del Lacio, donde se estableci y muri. Tras su

    muerte, Ascanio fund la ciudad deAlba Longa, que se convirti en la capital del Lacio y fue

    cabeza de una dinasta, de cuyo tronco surgieron Rmulo y Remo, fundadores de Roma. Una

    disputa entre los dos hermanos acab con la muerte de Remo a manos de Rmulo, a quien los

    dioses haban sealado como gobernante de la naciente ciudad. Rmulo cre las primeras

    instituciones y, despus de reinar treinta y ocho aos, fue arrebatado al cielo. Tras su muerte,

    se sucedieron en el trono de Roma seis reyes, hasta el ao 509 a.C., fecha de instauracin de

    la Repblica.

    Se trata de un perodo de alrededor de 250 aos, un lapso de tiempo excesivamente largo

    para considerarlo digno de crdito. Sin duda, los reyes romanos fueron ms de siete, aunque

    en las figuras que recuerda la tradicin, ms bien smbolos de determinadas virtudes que

    personajes concretos, existen algunos elementos reales que pueden ser tomados en

    consideracin.

    Rmulo, el fundador, es, sin ms, una creacin legendaria, al que se atribuye la

    conduccin de una guerra contra la vecina poblacin de los sabinos, concluida con la

    asociacin al trono de su rey Tito Tacio. Es, adems del fundador de la ciudad, el creador de

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    las primeras instituciones polticas y del primitivo ordenamiento social. A su sucesor, el sabino

    Numa Pompilio, se le considera el creador de las instituciones religiosas, con la fundacin de

    los principales colegios sacerdotales y la organizacin del calendario. El tercer rey, Tulo

    Hostilio, es el paradigma de guerrero, a quien se atribuyen las primeras guerras de conquista,

    que culminan con la destruccin del viejo centro latino de Alba Longa. El cuarto rey, Anco

    Marco, ltimo de la fase preurbana latino-sabina, rene los elementos caractersticos de

    Rmulo y Numa, como rey conquistador pero tambin como organizador religioso.

    Los ltimos tres reyes sealan un cambio decisivo en la historia de la Roma

    arcaica: la entronizacin de monarcas que la tradicin considera etruscos, a finales del siglo

    VII a.C., y la definitiva urbanizacin de la ciudad. El primero, Tarquinio Prisco, es recordado

    por su poltica de conquista en el horizonte exterior latino, por sus reformas polticas y por su

    labor urbanstica. Le sigue Servio Tulio, a quien se atribuyen dos importantes iniciativas

    poltico-constitucionales, la creacin de distritos territoriales, las tribus, y el ordenamiento

    centuriado. Cierra la serie Tarquinio el Soberbio, prototipo de tirano que, con su crueldad y

    violencia, precipitar la cada de la monarqua.

    Los testimonios arqueolgicos

    Esta tradicin literaria apenas concuerda con los testimonios arqueolgicos. Es muy

    poco lo que puede salverse del relato tradicional sobre los orgenes de Roma, pero tampoco ha

    de rechazarse por completo, sobre todo, por lo que respecta a la segunda fase de la

    monarqua, la etrusca. Con la ayuda de otros documentos, en especial los arqueolgicos, es

    posible entreabrir el panorama de estos orgenes con ciertas garantas, todava ms si los

    insertamos en el contexto arqueolgico del Lacio contemporneo, del que Roma constituye

    una parte integrante.

    El territorio que ocupara Roma aparece habitado desde el Paleoltico, aunque

    los primeros objetos hallados dentro de los posteriores muros de la ciudad proceden del

    Calcoltico, entre 1800 y 1500 a.C. Desde estas fechas e intermitentemente siguen restos de la

    Edad del Bronce. Es evidente su adscripcin a la llamada cultura apennica,que se extiende

    por la pennsula Itlica durante esta poca.

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    A partir del siglo X a.C., con el Bronce final y el comienzo de la Edad de Hierro,

    se observan una serie de rasgos que permiten imaginar el comienzo de una larga etapa de

    transformacin, que lleva a las aldeas, en principio aisladas y con una economa

    predominantemente pastoril, a un proceso de aglutinacin en un recinto ms amplio, gracias

    al catalizador que supone la fuerte influencia de la vecina cultura avanzada de Etruria. tnica y

    culturalmente, este proceso ha de adscribirse a una poblacin formada por la superposicin,

    en la Edad del Bronce, de un estrato indoeuropeo, los latino-faliscos, a un substrato

    preindoeuropeo, sobre el que se difunden, como en el resto del Lacio, elementos de la cultura

    de Villanova y de la vecina Campania. Este proceso se encuentra terminado hacia comienzos

    del siglo VI, y ello autoriza a considerar el periodo comprendido entre ambas fechas

    (1000-780/75) como poca preurbana.

    Es a partir del siglo X a.C., en la fase lacial I (1000-900 a.C.), cuando se produce

    el asentamiento definitivo de poblaciones en el lugar de Roma: grupos de tumbas en el

    Palatino y en el valle del Foro prueban la existencia, durante esta fase y la siguiente, II A

    (900-830 a.C.), de pequeos asentamientos, posiblemente de carcter parental, esparcidos

    por el valle del Foro y por las alturas cercanas del Capitolio, Palatino y Quirinal.

    El panorama arqueolgico atestigua importantes cambios en las fases siguientes,

    II B (830-770) y III (770-730/720). Contina el poblamiento en el Palatino, pero se

    interrumpe el del valle del Foro, y en el Quirinal apenas si se atestiguan exiguos grupos de

    habitacin diseminados, mientras los restos funerarios se concentran en el Esquilino. La

    interpretacin unitaria consideraba estos datos como expresin de la dilatacin del

    poblamiento desde el ncleo del Palatino, que termin por dotarse de un sistema defensivo, un

    agger: Roma habra iniciado as su fase proto-urbana. No obstante, si comparamos los datos

    arqueolgicos con la situacin contempornea en el Lacio, se deduce una interpretacin

    distinta. La fase II B es en todo el Lacio una poca de violencia de la que no escapan los

    asentamientos romanos. Puede suponerse la llegada de nuevas gentes, que introducen un

    factor de desestabilizacin y de violencia con enfrentamientos entre distintas comunidades.

    Hasta el final de la fase III, los restos arqueolgicos que afloran en las colinas

    romanas no manifiestan un carcter homogneo: es evidente el aferramiento a la tradicin,

    con industrias caseras, de las aldeas aisladas. En la religin romana ha quedado un recuerdo

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    de estos tiempos de aislamiento en la procesin de los sacra Argeorum. Esta procesin

    discurra a travs de una serie de capillas, levantadas en algunas de las colinas, pero, en lugar

    de describir un nico contorno a lo largo de todas ellas, progresaba irregularmente en cuatro

    crculos distintos, correspondientes a las fronteras de los distintos asentamientos preurbanos.

    Slo con el comienzo de la fase IV A (730/720-630/620) el panorama se

    estabiliza: vuelve a reocuparse el Foro, pero ya no como cementerio sino como ncleo de

    habitacin. Tambin vuelve a habitarse el Quirinal y se mantiene la necrpolis del Esquilino.

    Posiblemente tenemos un reflejo religioso de esta nueva situacin en la tradicin referente al

    Septimontium, una fiesta que celebraba la poblacin de los siete montes (Palatual, Germal,

    Velia, Subura, Fagutal, Cispio y Oppio) independientemente, pero en el mismo da. La

    limitacin de la fiesta al mbito citado, con exclusin del Quirinal, Viminal y Capitolio, parece

    indicar la unificacin de unos cuantos poblamientos para constituir una realidad ms amplia,

    que no obstante no incluye la totalidad de los poblamientos romanos.

    A partir de la tradicin que refleja el Septimontium, la poblacin se extiende, no

    slo al resto de las colinas, sino a los valles intermedios, al tiempo que se evidencian progresos

    en la industria, ms homognea, gracias a la apertura de sus habitantes a influjos externos,

    especialmente de Etruria.

    La consecuencia ms importante de esta apertura es el crecimiento de las posibilidades

    econmicas que conlleva la diferenciacin de fortuna, evidente en las necrpolis de las colinas.

    Paralelamente a esta formacin de clases socialmente diferenciadas por sus medios

    econmicos, las antiguas chozas de barro se transforman en casas y se organiza la ciudad,

    mediante un sinecismo de las aldeas en torno al Foro.

    Este se llevara a cabo cuando en la comunidad se incluyen las colinas

    restantes, alcanzndose con ello la unidad topogrfica sobre la que se cimentara la Urbs en la

    ltima fase lacial, la IV

    B (630/620-580/575). Pero importa llamar la atencin sobre el hecho

    de que la aparicin de la ciudad romana no es un suceso aislado, sino inserto en un contexto

    histrico mucho ms amplio en el que participan otras ciudades del Lacio, que no es otro que

    la formacin de una koin cultural etrusco-latina.

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    2. La civilizacin durante la monarqua romana

    a) La Roma preurbana

    El ordenamiento gentilicio

    Como en el resto del Lacio, la organizacin poltico-social de la Roma primitiva

    era gentilicia: sus elementos bsicos originarios, la gens y lafamilia,constituan el ncleo de

    la sociedad.

    La propia estructura y el ordenamiento histrico de la gens confirman su

    carcter arcaico y su preexistencia al Estado. La gens estaba formada de un complejo de

    grupos menores, ligados por un vnculo mtico a un progenitor comn. Se trataba de un

    organismo cerrado, y la admisin en su seno se produca por medio del voto de los gentiles,

    directamente (cooptatio) o de modo indirecto, a travs de la inclusin en una familia de la

    misma. La gens tena su territorio en el pagus o aldea y estaba dirigida por un jefe, cuyos

    poderes no es posible precisar. La solidaridad gentilicia se manifestaba en distintos campos y,

    en primer lugar, en el religioso. Cada gens contaba con una divinidad particular y renda culto

    a sus difuntos, de forma exclusiva.

    La economa de esta primitiva comunidad de gentes era muy simple y

    rudimentaria, si tenemos en cuenta los datos arqueolgicos. Los bosques y pastizales con

    abundante agua eran favorables a la atraccin de grupos que tuvieran en la ganadera y el

    pastoreo su fundamental actividad econmica. Por el contrario, la agricultura apenas tiene al

    principio importancia, dada la escasa fertilidad del suelo y la limitacin de cultivos. La misma

    produccin de utensilios indica que la poblacin de las colinas viva aislada de las grandes

    corrientes de trfico. Slo paulatinamente progres una agricultura de tipo extensivo, al

    comps de la estabilizacin de la poblacin de las aldeas. La propiedad era de carcter

    colectivo; perteneca, por tanto, al grupo: constitua su sede y el instrumento imprescindible

    para el pastoreo de los rebaos.

    La gens no era un grupo esttico; evolucion, paralelamente al proceso de

    transformacin de los grupos tribales primitivos, como organizacin poltica. Este proceso

    estuvo conectado no slo con motivos de ndole econmica la necesidad de defensa contra la

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    rapia de otros grupos, sino tambin de organizacin interna. La gens, con sus cultos e

    instituciones propias, se configur as como un pequeo estado, que impuso a sus miembros

    unas normas de conducta, en parte heredadas del pasado (mores) y, en parte, impuestas por

    comn acuerdo (decreta).

    Las instituciones polticas

    El rey

    La investigacin ha demostrado que, antes de la fundacin de la ciudad, ya hay

    testimonios de reyes, es decir, rgulos de las distintas comunidades aldeanas cuyos nombres,

    naturalmente, no conocemos, pero que estn probados por testimonios lingusticos, como el

    propio trmino indoeuropeo de rex ,y sacrales, en fiestas cuyos nombres no derivan de una

    divinidad, sino que indican un acto sacral, como por ejemplo, el regifugium. En cambio, es

    hipottico su carcter, fundamentos de poder, prerrogativas y funciones.

    Su evolucin, desde los orgenes, puede, sin embargo, rastrearse a travs del

    estudio de algunos elementos de la religin romana, que lleva a la idea de una direccin de las

    aldeas reunidas, en sus comienzos por colegios religiosos, especialmente por el de los

    pontfices, cuyo rector, el pontifex maximus,an aparece en poca histrica investido de las

    dos cualidades inherentes al rey, el imperium y los auspicia. Esta situacin debi cambiar

    pronto por razones de defensa, cuando hubo que recurrir a un comandante, elegido por sus

    cualidades personales. Este primer rex ductor no sabemos si fue un jefe accidental o

    permanente, pero, en una segunda fase, asumi tambin funciones religiosas. El

    reconocimiento de las relaciones entre rey y divinidad contribuy a consolidar su posicin, lo

    que no quiere decir que no siguieran manteniendo una influencia notable los jefes de los

    grupos gentilicios y familiares, que, reunidos en un senado, constituan el consejo real.

    En su origen, la monarqua estaba basada en un principio contractual. El

    conjunto de lospatres investa de poderes al rey, que puede considerarse desde ese punto de

    vista como un magistrado, un primus inter pares, cuyos poderes y prerrogativas aunque

    vitalicios, no eran absolutos, ya que estaba sometido al control de la clase aristocrtica, cuyo

    rgano de representacin poltica era el senado. Es cierto que, una vez determinado, el rey se

    converta en el jefe absoluto de la comunidad en los campos poltico, militar, judicial y

    religioso.

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    La caracterstica esencial de la monarqua de los tres primeros reyes, Numa Pompilio,

    Tulo Hostilio y Anco Marcio, es la de estar fundada sobre una base sacral proporcionada por

    losauspicia.Los jefes de las gentes, lospatres, reunidos en consejo real, el senado, tenan el

    derecho de practicar la ceremonia y determinar al rey. Durante el intervalo entre dos reyes, el

    poder supremo era ejercido por grupos de diez senadores, que se turnaban de cinco en cinco

    das, en virtud de la institucin del interregnum, que aseguraba la continuidad de la

    comunidad por la fuerza de los auspicia:, caracterizada por la frmula auspicia ad patres

    redeunt.

    El senado

    El desarrollo del senado, una de las ms enraizadas instituciones polticas de la historia

    de Roma, arranca, pues, de poca preurbana, y est en ntima relacin con el progresivo

    desenvolvimiento de la estructura social de la comunidad. Originariamente constituan el

    senado lospatres familiae de ah el nombre depatres que llevarn los senadores, pero no

    todos, puesto que, desde el comienzo, qued limitado su nmero por un principio de seleccin,

    el de la edad. Formaban, pues, parte del senado los patres seniores, sinnimo de senes,

    anciano, de donde procede el nombre de senatores. El senado era, pues, una asamblea de

    ancianos y tena un origen muy anterior al rey. En la primitiva organizacin poltica de las

    primeras aldeas hubo de ser el rgano poltico decisivo, pero a medida que el rey afianz su

    autoridad, el senado se convirti en un mero rgano consultivo. Ms an, era el propio rey el

    que decida sobre el reclutamiento de sus miembros entre los ms caracterizados patres

    familiarum, los pertenecientes a la clase econmicamente dominante. De todos modos, el

    senado, aunque con un poder limitado, siempre mantuvo una gran autoridad, la auctoritas

    patrum, cargada de contenido religioso, como manifiesta la institucin del interregnum.

    Las curias

    Junto al senado, y paralelamente a la ampliacin de la aldea primitiva, la comunidad

    romana se organiz sobre la base de las curias, el ms antiguo ordenamiento poltico de la

    comunidad romana. Como tal, las curias servan tambin para fines militares, como base del

    reclutamiento y como unidades tcticas. En un principio, habra una curia por aldea, lo que

    llevara a un aumento progresivo de su nmero al comps del aglutinamiento de las aldeas en

    un organismo unitario ms grande. Slo en un segundo estadio, como consecuencia de una

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    profunda reforma del sistema administrativo, en la fase etrusca de la monarqua, se limitara

    su nmero a treinta. Cada presidente de curia, el curio,junto a su competencia en la esfera

    sacral y legal, detentaba el mando militar del cuerpo de ejrcito formado por su curia, a las

    rdenes del comandante supremo de la tropa de las aldeas, el rex.

    Gracias a esta funcin militar, las curias cumplan tambin un papel poltico, que

    evidencia la voluntad del rey de integrar el conjunto de la poblacin romana en un cuerpo

    poltico unitario, por encima de la organizacin gentilicia. Reunidos en asamblea, los comitia

    curiata,an muy rudimentarios, puesto que su papel se reduca a aclamar y no a discutir,

    cumplan la funcin de proclamar la entronizacin del rey con la aprobacin de la lex curiata

    de imperio, mediante la cual los varones armados reconocan en el rey a su nuevo jefe. Su

    funcin era tambin de carcter sacral y podan ser convocadas por el rey para asuntos de

    naturaleza sacro-judicial, en concreto, la proclamacin del calendario, los llamados comicia

    calata.

    Las tribus gentilicias

    La complejizacin del ejrcito y su articulacin hizo necesario un rudimento de leva,

    que, a su vez, slo poda conseguirse mediante una distribucin racional de la poblacin. No

    otra explicacin puede tener la divisin de la poblacin romana en tres tribus,Ramnes, Tities

    yLuceres,cuyo origen y primitivo carcter tantas teoras ha suscitado. Lo nico seguro es que

    las tribus son ms recientes que las curias y no anteriores a la formacin de la comunidad del

    Septimontium, a partir de la fase IV A. Cada una de las tres tribus deba proporcionar un

    escuadrn de jinetes al mando de un tribunus celerum. Pero no es tanto una funcin tctica la

    que cumple la caballera, como social. Lo mismo que en otras sociedades primitivas, la

    posesin de un caballo es una cuestin de prestigio y, en consecuencia, la caballera se

    presenta en sus orgenes como expresin de la clase aristocrtica.

    Evolucin econmica y social de la Roma preurbana

    En la transformacin de las estructuras sociales de esta comunidad primitiva de

    pastores tuvo una importancia decisiva el horizonte exterior vecino y su evolucin a partir de

    la segunda mitad del siglo VIII a.C., caracterizado por la expansin de la vecina Etruria a lo

    largo de la costa tirrena, hacia Campania. La apertura de una va terrestre hacia Campania

    signific la inclusin del Lacio en el horizonte etrusco, pero lo decisivo es que esta va deba

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    cruzar necesariamente el Tber, y el paso ms adecuado estaba, sin duda, muy cerca de su

    desembocadura, all donde el ro puede vadearse fcilmente por la existencia de una isla en su

    ltimo recodo, frente a las colinas romanas.

    La propia vecindad de las comunidades aldeanas del Tber al territorio etrusco, an

    antes de la apertura de esta ruta terrestre, debi influir en la ruptura de las condiciones

    inmovilistas y dio lugar a importantes transformaciones en la vida econmica. La arqueologa

    demuestra cmo, frente a las montonas industrias locales, a partir del finales del siglo VIII

    a.C., se observan trabajos de metal etruscos y cermica de bucchero, junto a imitaciones de

    cermica griega de estilo protocorintio y corintio. Las uniformes tumbas muestran ahora, en

    sus ajuares, categoras en cuanto a riqueza, lo que indica una diferenciacin de fortuna.

    Desde el punto de vista social, las nuevas posibilidades econmicas de desarrollo, el

    aumento de poblacin consiguiente, la diferenciacin de fortuna producida por el libre juego

    de la actividad econmica y el establecimiento de individuos procedentes de otras regiones,

    entre otras causas, tenan que producir necesariamente la formacin de clases sociales

    diferenciadas. Algunas gentes supieron aprovecharse en mayor medida de las nuevas

    posibilidades y comenzaron a monopolizar la mayor parte de la riqueza disponible con la

    intencin de convertirse en clase dominante.

    La clientela

    Esta nueva situacin de poder que experimentan algunas de las gentes se

    evidencia en el fenmeno de la inclusin en su seno de una verdadera clase de sometidos, los

    clientes.La institucin de la clientela supone en la historia primitiva de Roma el primer

    fenmeno limitado de divisin en clases.

    La clientela aparece siempre en el interior de la gens como una categora de sometidos,

    que tiene una serie de obligaciones frente al patronus y que, en correspondencia, son

    protegidos y asistidos por ste a travs de un vnculo recproco de fidelidad que liga a ambos,

    lafides.La defensa y asistencia al cliente por parte delpatronus estn contrarrestadas por la

    obligacin de obediencia (cliensviene de cluens, el que obedece) y prestacin de operaeo

    das de trabajo al patrn, lo que pone en evidencia cmo un vnculo de subordinacin

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    econmica constitua la base de esta relacin, cuyo fundamento era de carcter social y tico, y

    no estrictamente jurdico.

    El desarrollo de la clientela muestra, as, por una parte, la ruptura de una

    sociedad igualitaria, de la que emergen familias destacadas por su poder econmico, que

    pueden permitirse prescindir de parte de sus medios de produccin para drselos a individuos

    desclasados, los clientes. Pero tambin significael punto de arranque de la formacin de una

    aristocracia, con una superioridad no slo econmica, sino tambin social -el prestigio que le

    proporcionan el conjunto de sus clientes- , una aristocracia, que tiende a convertirse en

    hereditaria. Esta aristocracia conseguir del rey un reconocimiento de derecho de su situacin

    preeminente. Sus cabezas, los patres, que proporcionan los cuadros del senado, presionarn

    para conseguir el privilegio de perpetuar hereditariamente su condicin de senadores. As

    nacer el patriciado, constituido por los patricios, los hijos de lospatres ms eminentes por

    poder econmico y por prestigio social, directamente ligados con las gentesdepositarias de las

    tradiciones, de las normas consuetudinarias de vida, de los procedimientos y ritos cultuales.

    La plebe

    En una ciudad en desarrollo como Roma, la inmigracin se convirti en un

    fenmeno cada vez ms importante, no asimilable socialmente en la estructura gentilicia de la

    clientela. Los inmigrantes, dedicados a actividades comerciales y artesanales, permanecan

    marginados, aislados, sin una integracin vlida en los cuadros tradicionales de la sociedad,

    conocidos y designados slo por su carcter de multitud: es la plebs, trmino que tiene la

    misma raz quepleo oplus, o que el griego pleths,muchedumbre. Su ncleo, en continuo

    crecimiento, dar lugar a la formacin y desarrollo de un nuevo componente social, no

    vinculado a las viejas tradiciones gentilicias y abierto a las sugerencias culturales que viene de

    Etruria y Campania. Roma es todava, no obstante, un modesto ncleo en el contexto del

    primitivo Lacio, extendido en un rea de unos cien kilmetros cuadrados, limitada entre el

    Tber y el Anio, con una poblacin no superior a los tres mil habitantes.

    b) La Roma etrusca

    En la segunda mitad del siglo VII a.C., cuando comienza en la cultura lacial el

    perodo IV

    B , Roma avanza por el camino de la urbanizacin. Desaparecen del Foro romano

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    los rastros de habitacin y se convierte en centro de la vida pblica. Una vez cumplida la

    unificacin de las colinas de la mano de la monarqua preurbana, el cambio decisivo en la

    transformacin de Roma en una ciudad-estado tiene lugar con la subida al poder de reyes de

    procedencia etrusca, a partir de finales del siglo VII. No se trata slo de una transformacin

    material. Paralelamente a la monumentalizacin de la naciente ciudad, tiene lugar la

    redefinicin de sus habitantes como ciudadanos de una comunidad poltica unitaria.

    Los reyes etruscos

    Tres son los reyes que la tradicin adscribe a la fase etrusca, Tarquinio Prisco,

    Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio. Aunque existen dudas sobre su autenticidad, no slo en

    sus nombres, sino en el nmero y orden de sucesin, lo importante es que esta poca, que

    cubre la mayor parte del siglo VI a.C., tiene importantes consecuencias para el desarrollo

    material, poltico y social de Roma.

    Durante mucho tiempo, se consider que, con Roma, todo el Lacio, desde finales

    del siglo VII a.C., haba sido conquistado por los etruscos. Esta dominacin habra sido el

    resultado de la existencia de intereses etruscos en Campania y de la necesidad de control de

    uno de los pasos fundamentales en la va terrestre hacia el sur. La creciente significacin de

    Roma como punto de apoyo en la lnea de comunicacin con Campania, habra impulsado a

    las potencias a rivalizar en la posesin de este nudo de trfico y a arrebatrselo, segn las

    circunstancias, unas a otras. Segn esta teora, la dominacin etrusca en Roma no habra sido

    obra de caudillos guerreros, sino consecuencia de la posicin dominante de unas ciudades

    etruscas sobre otras, que trataban de asegurar, mediante el control de Roma, la llave de la va

    de Campania. As la dominacin etrusca sobre Roma no habra evolucionado pacfica y

    linealmente, sino en forma de violentas conmociones con las que varias ciudades etruscas

    impusieron sucesivamente su dominacin, como Tarquinia, Cerveteri, Vulci, Veyes o Chiusi.

    Hoy este punto de vista se encuentra casi unnimemente abandonado. Roma

    nunca fue sometida a una conquista militar; permaneci como una ciudad latina, aunque

    abierta a las influencias de sus poderosos vecinos del norte, como parte de una gran koin

    cultural etrusco-latina.

    Tarquinio Prisco

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    La llegada al poder del primer rey etrusco, Tarquinio Prisco, no fue consecuencia

    de una empresa militar ni conllev acto alguno de violencia. Tarquinio, oriundo de Tarquinia,

    es presentado en la tradicin como hijo de un griego de Corinto, Demarato, que, solicitado por

    los exponentes de los nuevos estratos en formacin, comerciales y artesanales, fue aceptado

    por el patriciado y elegido rey a la muerte de Anco Marcio.

    Al nuevo rey se le atribuyen importantes iniciativas en el campo urbanstico. La

    ciudad se dota de calles regulares, como la Sacra Via, y de importantes obras pblicas y se

    organiza en torno al valle del Foro, que se convierte en el centro poltico y comercial de la

    urbs.

    Con ser importantes las huellas materiales de la nueva monarqua, es todava

    ms trascendental la incidencia de la monarqua en el desarrollo de las instituciones poltico-

    sociales de la ciudad antigua, que ayudaron a completar el proceso de formacin del estado y

    marcaron, con ello, un punto de partida para la propia constitucin romana a lo largo de su

    historia.

    Tras la monarqua de los tres primeros reyes, la llamada etapa etrusca est

    caracterizada en la tradicin por la ausencia de una base sacral en la realeza. El rey se

    seculariza y pierde parte de sus atributos religiosos; su poder est fundamentado en la fuerza,

    en detrimento del papel del senado. Pero ms bien se trata de un distanciamiento de la base

    sacral que hasta ahora los patres venan transmitiendo al monarca. En efecto, en el campo

    religioso, el rey se esfuerza en elevar el papel de Jpiter ptimo Mximo a la categora de

    divinidad protectora de toda la comunidad poltica, de la que l se erige en jefe y busca en esta

    divinidad suprema la fuente de su imperiumpersonal. En lugar de recibir los auspicios de los

    patres, los toma directamente del propio Jpiter y el populus se limita a aclamarlo como rey

    de designacin divina. No es pues a travs de los patres cmo el rey recibe el poder, sino

    mediante una investidura sacra. Con ello, la tradicin ha reflejado de alguna manera las

    consecuencias del proceso de constitucin de un estado unitario en el marco de la ciudad, bajo

    la autoridad del rey, en detrimento de la primitiva organizacin gentilicia.

    A Tarquinio Prisco se le achaca una poltica de conquista: sus empresas

    guerreras trataron de extender la influencia romana por el territorio al otro lado del Anio,

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    donde llev a cabo la incorporacin de viejos centros de los Prisci Latini, cuyos habitantes,

    trasladados a Roma, reforzaron el componente tnico latino.

    La expansin romana exiga una radical reforma de la milicia, que Prisco

    acometi con el objetivo de crear un autntico ejrcito ciudadano, eliminando su primitivo

    carcter gentilicio. Para ello, trat de adaptar la estructura de las curias a la de las tribus, en

    razn de diez a una. Cada una de las treinta curias as obtenidas deban proporcionar cien

    infantes y diez jinetes, con lo que se constituy un ejrcito de tres mil infantes y trescientos

    jinetes, bajo el mando de tres tribuni militumy otros tantos tribuni celerum,respectivamente.

    Prisco procur tambin reforzar los lazos entre rey y ejrcito, desarrollando los componentes

    de la nocin de imperium, expresada con signos visibles de impronta etrusca: los doce lictores,

    que acompaaban al monarca portando lasfasces con la doble hacha y las varas, smbolo del

    derecho del monarca a castigar incluso con la pena de muerte, la silla de marfil sobre el carro

    (sella curulis), el cetro rematado por el guila, el manto de prpura o la corona de oro.

    Las reformas de Prisco atentaban a los principios de la aristocracia gentilicia y

    no se produjeron sin contrastes. Precisamente para disminuir su influencia, Prisco emprendi

    tambin una reforma del senado, base del patriciado, incrementando su nmero hasta la cifra

    de trescientos miembros con la inclusin de lospatres minorum gentium, es decir, exponentes

    de familias no pertenecientes a la aristocracia y con menor poder econmico. Pero tambin se

    apoy en las nuevas clases urbanas, dedicadas a actividades comerciales y artesanales,

    establecidas en la ciudad al calor del desarrollo econmico. Roma se extiende ya por una

    territorio de unos ochocientos kilmtros cuadrados, con una poblacin de ochenta mil

    habitantes, de los que quince o veinte mil tienen su domicilio en el casco urbano. Este

    espectacular incremento de poblacin impuso nuevos problemas a la defensa de la ciudad. El

    agger de tierra o murus terreus, construido, segn la tradicin por Anco Marcio, fue

    sustituido por otro de piedra, lapideus.

    Servio Tulio

    Segn la tradicin, Tarquinio fue asesinado por los hijos de Anco Marcio. Sin

    duda, en el relato subyace el eco del enfrentamiento del rey con el patriciado. Fue Servio Tulio

    quien ocup el trono, un personaje, incluso misterioso por el nombre -no etrusco-, del que

    tenemos referencias en la propia tradicin etrusca. En efecto, en una tumba de Vulci, est

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    representado un personaje,Macstrna , en el acto de liberar a Celio Vibenna y matar a un

    Tarcbunies Rumach (Tarquinio Romano). Sabemos por un discurso del emperador Claudio

    que esteMacstrna, sin duda, etrusquizacin del trmino latino magistero comandante, era,

    efectivamente, un etrusco de Vulci, que expulsado de su ciudad, tras los hermanos Celio y Aulo

    Vibenna, consigui ser rey de Roma. La representacin de la tumba manifiesta el

    enfrentamiento entre Servio Tulio y los Tarquinios, sin duda, en relacin con la propia muerte

    de Prisco.

    A Servio Tulio se le atribuyen importantes iniciativas poltico-institucionales,

    polarizadas esencialmente en una doble reforma, que se engloba bajo la etiqueta de

    constitucin serviana: la creacin de distritos territoriales, que suplantan a las antiguas

    tribus, como base de la organizacin poltico-social de la poblacin romana, y el

    perfeccionamiento de la organizacin militar, a travs del ordenamiento centuriado de base

    timocrtica, es decir, fundamentado en la distinta capacidad econmica de los ciudadanos.

    Las tribus territoriales

    La necesidad de unificar a la poblacin libre de todo el espacio romano

    (ager Romanus)-residente tanto en el ncleo urbano como en el campo circundante-, en un

    ncleo poltico homogneo, llev a Servio a dividir este espacio en distritos territoriales,

    denominados tribus , y adscribir a los ciudadanos romanos en uno u otro, de acuerdo con su

    domicilio. As, el ncleo urbanizado fue dividido en cuatro distritos o regiones,en las que se

    incluyeron las cuatro tribus urbanas, y el territorio circundante, en un nmero indeterminado

    de tribus rsticas (diecisis, segn la tradicin). Con ello, la primitiva organizacin gentilicia -

    es decir, fundamentada en criterios de sangre- del cuerpo ciudadano fue sustituida por otra de

    carcter territorial, basada en el lugar de residencia. Desde ese momento, la condicin de

    ciudadano, es decir, de individuo dotado de derechos polticos reconocidos, estuvo unida a su

    pertenencia a una tribu.

    Con la reforma, las tribus vinieron a sustituir a las curias en las

    principales funciones que stas cumplan y, aunque no desaparecieron, perdieron toda su

    importancia como base de la organizacin ciudadana y unidades de reclutamiento militar.

    El ejrcito hopltico

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    En cuanto a la reforma militar, a Servio se le atribuye la organizacin de

    un ejrcito de carcter hopltico, ordenado en su armamento y funciones de acuerdo con el

    poder econmico de sus componentes, y en la paralela participacin poltica de los ciudadanos

    romanos, segn los mismos criterios, en unas nuevas asambleas, los comitia centuriata. Pero

    su esencia va ms all de una simple reforma del ejrcito o de las asambleas: es el punto de

    llegada de un largo proceso constitucional, en el que la base del estado deja de ser la gens,

    frente al civeso ciudadano. Indica, por tanto, la superacin del fundamento gentilicio de la

    sociedad por la constitucin de la ciudad-estado.

    En el siglo VI a.C., Roma conoci la nueva tctica militar, desarrollada en

    Grecia en el siglo anterior, conocida como hopltica,y basada en la sustitucin del antiguo

    combate individual "caballeresco", por choques de unidades compactas, uniformes en

    armamento, que basan su fuerza precisamente en la cohesin de la formacin. Naturalmente,

    la tctica requiere la participacin de mayor nmero de combatientes, que, en

    correspondencia con las cargas militares, aspiran a una mayor representacin poltica. Por

    consiguiente, esta tctica no fue sino la consecuencia de profundos cambios en una sociedad,

    que, debido al desarrollo econmico, se haca cada vez ms compleja.

    La constitucin centuriada

    La reforma del ejrcito presupone la formacin y el afianzamiento de

    clases sociales capaces de soportar la obligacin de las armas y, al propio tiempo, interesadas

    en asumirla para tener acceso a la responsabilidad poltica. Estas clases ya no se ordenarn

    segn su base gentilicia, sino por su poder econmico, que constituye el fundamento de la

    llamada constitucin centuriada,atribuida a Servio.

    Aunque la constitucin centuriada, tal como la conocemos, corresponde al

    estadio final de un proceso que culmina en poca posterior, no hay duda de que sus cimientos

    se insertan en las nuevas condiciones polticas, econmicas y sociales de la Roma de la

    segunda mitad del siglo VI a.C. La constitucin se basaba en una nueva distribucin de los

    ciudadanos en dos categoras, classis e infra classem, segn sus medios de su fortuna,

    divididas en centuriae. No se trataba slo de una organizacin poltica, sino militar: los

    ciudadanos contribuan con sus propios recursos a la formacin del ejrcito y, por ello, de

    acuerdo con su fortuna, se les exiga un armamento determinado. Qued as constituido un

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    ejrcito homogneo, compuesto de un ncleo de infantera pesada, la classis, articulado en

    sesenta centurias, base de la legin romana, que, en caso de necesidad, era apoyado por

    contingentes provistos de armamento ligero, reclutados entre los infra classem.Por encima de

    la classis, existan 18 centurias de caballera, los supra classem,designados por el rey entre la

    aristocracia.

    La constitucin centuriada supona un nuevo esquema social. El terico

    igualitarismo de la organizacin en curias quedaba superado ahora por la divisin de los

    ciudadanos en propietarios (adsidui), que constituan, de acuerdo con la mayor o menor

    extensin de sus tierras de cultivo, la classis y la infra classem, y los proletarii, es decir,

    quienes por no contar con propiedades inmuebles, eran considerados slo por su prole, su

    descendencia. Estos ltimos, en los que se incluan no slo los privados de fortuna, sino

    aquellos cuyos recursos econmicos no procedan de la tierra -comerciantes, artesanos-,

    estaban excluidos del servicio en el ejrcito, pero tambin de derechos polticos. Se constitua

    as una pirmide social, en cuya cspide se encontraban los supra classem, los caballeros,

    seguidos, en segundo y tercer lugar, respectivamente, por los ciudadanos encuadrados en la

    classis y en la infra classem,y, en ltimo lugar, losproletarii.

    El reflejo poltico de esta nueva organizacin del ejrcito qued plasmado

    en una nueva asamblea ciudadana, los comicios por centurias (comitia centuriata),en los que

    participaban slo los ciudadanos que contribuan decisivamente a la formacin del ejrcito, es

    decir, las centurias ecuestres y las de la classis. Las infra classem y los proletarios estaban

    excluidos.

    Frente a la monarqua de Tarquinio Prisco, interesado en dar una base

    popular a su poder frente a las ambiciones de la aristocracia patricia, la obra de Servio

    descubre unos componentes aristocrticos de fortalecimiento de la nobleza, aunque adaptados

    a las nuevas circunstancias de la poca y a las necesidades del estado: fortalecimiento de las

    familias patricias con el incremento de las centurias de caballera, derechos polticos plenos

    slo para los grandes propietarios, marginacin de los medianos y pequeos propietarios -

    participantes en las cargas militares, pero no en los derechos polticos- , y exclusin de los

    proletarios.

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    Tarquinio el Soberbio: el final de la monarqua

    Si tenemos en cuenta el carcter conservador y aristocrtico de la

    tradicin romana, no debe extraar que, frente a la figura de Servio Tulio, considerado padre

    de la constitucin romana y nuevo fundador de la ciudad, el ltimo rey romano aparezca como

    el paradigma de todos los vicios y crueldades, como un tirano, que, con sus injusticias y

    crmenes, concit tal odio hacia la realeza que Roma prescindi de esta institucin a lo largo

    de toda su historia.

    Esta tradicin slo puede ser explicada desde el odio del patriciado hacia

    un monarca, que, tras las huellas de su antecesor, Tarquinio Prisco, trat de apoyar su

    gobierno en bases populares, beneficiando a sus componentes, en contra de los intereses de la

    aristocracia. Con una poltica personalista, al margen de los consejos del senado, Tarquinio

    dedic su atencin a la poblacin marginada por la constitucin de Servio Tulio, favoreciendo

    en especial el desarrollo de las actividades mercantiles y artesanales, con medidas como la

    construccin de grandes obras pblicas, entre ellas el monumental templo de Jpiter sobre el

    Capitolio, o la extensin de los intereses comerciales de Roma en el mar Tirreno, que

    documenta el tratado firmado en 509 a.C. con la potencia martima de Cartago.

    Al destronamiento de Tarquinio ese mismo ao por una conjura

    palaciega, sigui, segn la tradicin, la abolicin de la monarqua y su substitucin por una

    nueva forma de gobierno: la res publica.

    La religin arcaica

    El siglo de la monarqua de procedencia etrusca modific profundamente en

    Roma mentalidad y estructuras. Es especialmente notable el influjo en el campo religioso de la

    religin griega.

    La religin romana, desde sus inicios, se desarroll como una tpica religin de

    campesinos. La palabra latina religio no designaba originariamente el culto a la divinidad ni

    el sentimiento de la fe, sino la relacin general de los hombres con la esfera de los sagrado y,

    especialmente, la impresin de encontrarse continuamente ante una serie de peligros de orden

    sobrenatural.

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    Esta actitud, tpica de una mentalidad agrcola, dominada por la idea de un

    universo incomprensible y sometido al capricho de fuerzas invisibles y misteriosas, se basaba

    en la creencia de fuerzas sobrenaturales, los numinao 'espritus, presentes por todas partes,

    que actuaban sobre la tierra, a veces, para ayudar a los hombres y, ms a menudo, para

    atormentarlos. Por ello, las formas de expresin religiosa, en forma de ritos, sacrificios y

    plegarias, con un rgido formalismo, tenan como finalidad la proteccin contra estas fuerzas.

    La actitud religiosa fundamental de los romanos estaba dictada por la

    pietas, el reconocimiento del poder de los dioses y de los lazos que los unan con los hombres.

    Era necesario concer su voluntad y tratar de mantener su favor con sacrificos y plegarias. Pero

    la relacin del indiviudo con la divinidad no se produca de modo directo, sino a travs de

    intermediarios. En el seno de la familia, la clula fundamental de la sociedad, elpater familias

    era el responsable de esta relacin; en el estado, sacerdotes oficiales se encargaban de llevar a

    cabo este contacto con los doses.

    Son de poca monarquica los principales colegios sacerdotales que encontramos

    en Roma, fundados, segn la tradicin, por Numa Pompilio. El ms importante de ellos era el

    de los pontifices, presidido por el pontifex maximus. Este sacerdote estaba considerado como

    el lugarteniente del rey para todas las cuestiones relativas a la organizacin de la religin

    pblica, depositario e intrprete de las tradiciones y del derecho divino. El colegio de los

    augures tena como misin fundamental la consulta de los auspicios en nombre de la ciudad

    y, por ello, disfrutaban de un protagonismo muy destacado en la vida pblica. Los flamines,

    por su parte, eran sacerdotes especializados en el culto a una divinidad concreta; existan

    quince flamonia, pero los principales eran los flamines Dialis, Martialis y Quirinalis,

    dedicdos respectivamente al culto de Jpiter, Marte y Quirino. LosFetiales cuidaban de las

    relaciones de Roma con el exterior, sobre todo en lo respectivo a la declaracin de guerra y los

    tratados de paz. El colegio de las Vestales, el nico sacerdocio estrictamente femenino, por su

    parte, tena como funcin principal el mantenimiento del fuego sagrado. Otras cofradas de

    poca monrquica era la de los Salios, un sacerdocio de carcter militar, cuy actividad se

    mova en relacin a la preparacin ritual de las campaas de guerra, y los Fratres Arvales,

    sacerdocio de gran antigedad, cuya accin se enmarcaba en el mbito de los rituales agrarios.

    La cultura: los primeros foros de Roma

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    Durante el siglo de la monarqua etrusca, a pesar de la fuerte influencia de los

    poderosos vecinos del norte y del establecimiento en Roma de un buen nmero de inmigrantes

    etruscos (exista incluso un barrio etrusco o vicus Tuscus cerca del Tber), Roma sigui

    siendo una ciudad latina, incluso en la lengua. Las inscripciones ms antiguas que conocemos,

    elLapis Niger, un texto de poca monrquica de carcter religioso, y el vaso de Duenos, estn

    en latn con letras del alfabeto griego, no sabemos si directamente importado de los griegos de

    Cumas o a travs de la mediacin etrusca. As pues, el mundo cultural greco-etrusco fue el que

    ense a los romanos a leer y a escribir.

    Desde comienzos del siglo VI a.C., coincidiendo con el reinado de Tarquinio

    Prisco, el panorama arqueolgico de Roma es excepcional, caracterizado por una gran riqueza

    arquitectnica y monumental. La ciudad se puebla de edificios levantados con las nuevas

    tcnicas arquitectnicas ensayadas poco antes en Etruria, y las antiguas cabaas de tapial y

    paja se sustituyen por casas con cimientos de piedra, paredes de ladrillo y cubrimiento de

    tejas, de acuerdo con un plan urbanstico previamente concebido. El Capitolio y el valle del

    Foro se convierten en las principales reas pblicas. En el primero, domina el gran templo de

    tres cellae consagrado a la Trada Capitolina, Jpiter, Juno y Minerva, el mayor del mundo

    itlico, para cuya decoracin los reyes hicieron venir de Etruria grandes artistas, entre ellos, el

    clebre Vulca de Veyes.

    A los pies de Capitolio, el valle del Foro, atravesado por la Via Sacra, se fue

    cubriendo de edificios pblicos, de los que el ms importante era laRegia, la casa del rey, un

    conjunto donde se encontraba la residencia real, el complejo de Vesta, con el templo dedicado

    a la divinidad y la casa de las Vestales, y las capillas de Ops y Marte, los dioses de la

    abundancia agrcola y de la guerra, respectivamente. En otro lugar de Foro, estaba el

    Comitium,con la Curia Senatus, el centro poltico de la ciudad. Junto a l, el Volcanal estaba

    dedicado al culto en honor de Vulcano, un dios del fuego, luego asimilado al griego Hefesto, y

    no lejos se hallaba el mundus, uno de los monumentos ms arcaicos de Roma, una fosa

    incluida dentro de un templete, dedicada a los dioses infernales, Dis Pater y Proserpina, va de

    comunicacin entre el cielo, la tierra y los infiernos.

    Con el Foro del Capitiolio, el Foro Boario, rea portuaria al lado del Tber

    dividida por el arroyo del Velabro, se configur en poca etrusca como un segundo gran

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    espacio pblico, donde se daba culto a Hrcules, en el ara maxima,y al par de diosas Fortuna

    y Mater Matuta, en dos templos gemelos, construidos en poca de Servio Tulio. Finalmente, en

    el Aventino, tambin en la misma poca, se construy un templo a Diana, con la intencin de

    presentar a Roma ante los latinos como una ciudad con pretensiones de hegemona, si

    tenemos en cuenta la importancia de este culto en el antiguo Lacio.

    Y, en efecto, con sus 285 hectreas de extensin, provista de un recinto murado

    de siete kilmetros de dimetro, el llamado murus servianus, y adornada con importantes

    monumentos civiles y religiosos, la Grande Roma dei Tarquinii era, a finales del perodo

    monrquico, una de las principales ciudades del Lacio.

    Bibliografa

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    MONEDERO, A.J.,La polis y la expansin

    colonial griega. Siglos VIII-VI, Madrid, 1991; ELVIRA, M.A.,El enigma etruco, Madrid, 1988;

    TORELLI, M.,Storia degli Etrusci, Roma, 1984; MARTNEZ PINNA, J., La Roma primitiva,

    Madrid, 1988; MANGAS, J.-BAJO, F.,Los orgenes de Roma, Madrid, 1989; OGILVIE, R.M.,

    Roma arcaica y los etruscos, Madrid, 1984

    II. LA CIVILIZACIN DE LA ROMA REPUBLICANA

    La repblica romana y el dominio del Mediterrneo

    El sometimiento de los pueblos de Italia

    La poltica de afirmacin del poder real y el apoyo a los estratos de poblacin al

    margen de la organizacin gentilicia determin una revuelta del patriciado romano, que, en la

    fecha de 509 a.C., segn la tradicin, consigui expulsar al ltimo rey, Tarquinio el Soberbio, y

    sustituy la monarqua por un nuevo rgimen, la libera res publica.

    Las guerras del siglo V a.C.

    La joven repblica patricia hubo de hacer frente a una comprometida situacin

    interior contra la presin simultnea de etruscos, latinos y pueblos montaeses vecinos. La

    victoria sobre los latinos en la batalla del lago Regilo y el posterior pacto con la liga (el foedus

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    Cassianum) permitieron a Roma detener las correras sobre la llanura latina de los ecuos y

    volscos en una guerra federal, mientras combata en solitario en su frontera septentrional

    contra la poderosa ciudad etrusca de Veyes por el control del bajo valle del Tber. Ecuos y

    volscos fueron vencidos hacia el 430 a.C. y en sus territorios se establecieron romanos y

    latinos en colonias federales para prevenir nuevas incursiones, que facilitaron a la larga el

    proceso de fusin entre los viejos enemigos. Tras la cada de Veyes, despus de un legendario

    sitio de diez aos, a comienzos del siglo IV (396 a.C.), Roma era, con un territorio de unos

    2.500 kilmetros cuadrados de extensin, la ciudad ms fuerte del Lacio.

    La lucha de estamentos: patricios y plebeyos

    Pero paralelamente Roma hubo de modificar profundamente sus estructuras

    poltico-sociales como consecuencia del agrio enfrentamiento entre los dos estamentos que

    conformaban la sociedad romana: patricios y plebeyos. La aristocracia patricia que haba

    suplantado al rey, ejerca un control absoluto sobre la poltica, la religin y el derecho, dado

    que slo sus miembros podan acceder a las magistraturas, al senado y a los cargos

    sacerdotales. La plebe, acaudillada por sus estratos ms acomodados, se rebel contra esta

    situacin, reclamando igualdad de derechos polticos y jurdicos y, para interesar a las capas

    humildes, aadi luego tambin reivindicaciones de carcter econmico.

    La plebe, para una mayor eficacia en la accin reivindicativa, se dio una

    organizacin con unos jefes reconocidos, los tribunos de la plebe, dotados de poderes

    extraordinarios; una asamblea propia, los concilia plebis tributa, y un cuartel general, el

    Aventino, en el que se levantaba el templo donde se honraba a la trada plebeya, Ceres, Lber y

    Lbera y se custodiaban los archivos plebeyos.

    Poco a poco la vieja estructura gentilicia fue cediendo ante una nueva

    constitucin de carcter timocrtico, el llamado ordenamiento centuriado, que conceda el

    poder ya no slo a los patricios sino a las clases acomodadas en general y, por tanto, tambin a

    los plebeyos enriquecidos. Con la aparicin de los comicios por centurias, la repblica patricia

    fue sustituida por una nueva repblica oligrquica, en la que la contraposicin entre patricios

    y plebeyos, se sustituy lisa y llanamente por la de pobres y ricos. Sobre todo, tras la

    aprobacin de las leyes Licinio-Sextias, en 367 a.C., el proceso de lenta fusin entre patriciado

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    y plebe acomodada dio un gigantesco paso, al asegurar a los plebeyos ricos la posibilidad de

    alcanzar las mximas magistraturas, incluido el consulado.

    La conquista de la Italia centro-meridional: las guerras samnitas

    Gracias a la pacificacin social lograda en