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Salvadme Reina Número 143 Junio 2015 Vueltos hacia lo alto

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Heraldos del EvangelioRHE143_ES - RAE162_201506

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Salvadme Reina

Número 143 Junio 2015

Vueltos hacia lo alto

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Colección

La colección “Lo inédito sobre los Evangelios” es una publicación de la Librería Editrice Vaticana

Reservas y pedidos en el teléfono 902 19 90 44 o por email en [email protected]

También disponibles en formato eBook: www.comentandolosevangelios.comEncuadernación en rústica (157 x 230 mm) con ilustraciones a todo color

“Lo inédito sobre los Evangelios”

E sta original obra de monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP, compuesta por siete volúmenes, tiene el mérito de poner la teología al alcance de todos, mediante comentarios a los Evangelios de los domingos y solemnidades

del año.Publicada en cuatro idiomas —español, inglés, italiano y portugués— con un total de 200.000 ejemplares vendidos, la colección ha encontrado una calurosa acogida por su notable utilidad exegética y pastoral.

Ciclo BVol. III: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (448 páginas)Vol. IV: Domingos del Tiempo Ordinario (544 páginas)

Ciclo CVol. V: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (446 páginas)Vol. VI: Domingos del Tiempo Ordinario (495 páginas)

Vol. VII: Solemnidades – Fiestas que pueden tener lugar en domingo – Miércoles de Ceniza – Triduo Pascual – Otras Fiestas y Memorias (431 páginas)

Ciclo AVol. I: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (464 páginas)Vol. II: Domingos del Tiempo Ordinario (495 páginas)

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Escriben los lectores � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � 4

Puente y roca (Editorial) � � � � � � � � � � � � � � � � 5

La voz del Papa – El impetuoso viento de la santidad

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �6

Comentario al Evangelio – La justa medida del fervor eucarístico

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �8

El milagro eucarístico de Tumaco

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �34

Sabía usted���

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �37

Heraldos en el mundo

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �26

Como el cedro del Líbano���

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �50

Los santos de cada día

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �48

Historia para niños��� Buenos y malos la reciben, pero���

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �46

Sucedió en la Iglesia y en el mundo

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �40

El arte sacro - Camino para el encuentro con Dios y sus misterios

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �20

La palabra de los Pastores – Arco que une a los hombres a Dios

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �38

San Efrén el Sirio – Cítara del Espíritu Santo

� � � � � � � � � � � � � � � � � � � � � �16

Año XIII, número 143, Junio 2015

Periódico de la Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima

SumariO

Salvadme Reina

Director Responsable:D. Eduardo Caballero Baza, EP

Consejo de Redacción: Hno. Guy de Ridder, EP, Hna. Juliane

Campos, EP, Diác. Luis Alberto Blanco, EP, Hna. Mariana Morazzani, EP, Severiano

Antonio de Oliveira

Administración:C/ Cinca, 17

28002 – Madrid R.N.A., Nº 164.671

Dep. Legal: M-40.836- 1999Tel. sede operativa 902 199 044

Fax: 902 199 046

www.salvadmereina.org [email protected]

Con la Colaboración de la Asociación Internacional Privada de Fieles de Derecho Pontificio

Heraldos del evangelio

www.heraldos.org

Montaje: Equipo de artes gráficas

de los Heraldos del Evangelio

Imprime:Biblos Impresores, S.L. - Madrid

Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos, indicando su fuente y

enviando una copia a la redacción. El contenido de los artículos es responsabilidad

de los respectivos autores.

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4      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

EscribEn los lEctorEs

Todo mi equipo de policías la leía

En primer lugar quiero felicitar-los por el brillante trabajo realizado. Como católico me siento muy orgu-lloso de los Heraldos del Evangelio. Hasta hace poco recibía su revista, pero como he cambiado de direc-ción, ya no me llega y me gustaría volver a recibirla. Todo mi equipo de policías la leía y yo sentía que eso era una verdadera evangelización. Dios los bendiga siempre.

José Henrique Martins Flores Capitán de la Policía Militar

São Paulo – Brasil

Belleza y profundidad de los arTículos

Gracias por el precioso libro Lo Inédito sobre los Evangelios, de Mons. João Scognamiglio Clá Dias. Al ir leyéndolo, de a poco voy cono-ciendo y disfrutando más de la vida del Señor.

Con la revista Heraldos del Evan-gelio aprendo a reflexionar sobre la belleza y la profundidad de sus ar-tículos, lo que hace embellecer mi alma y comprender poco a poco, a través de su lectura y meditación, el esplendor y alegría que emana de la conversión.

Muchas gracias, mis oraciones diarias para ustedes.

Laura Salas de Fantoni Santiago – Chile

ayuda en la preparación de la caTequesis

La revista Heraldos del Evangelio es maravillosa. Todo su contenido es para mí de mucha importancia, so-bre todo el Evangelio. Me ha ayuda-

do bastante en la preparación de mis encuentros de catequesis.

Los cuentos infantiles, el santoral y los testimonios de los lectores ha-cen que podamos reflexionar un po-co acerca de nuestra vida, de nues-tra realidad. La revista está de enho-rabuena por su trabajo de evangeli-zación.

Solange da Silva Cordeiro Curitiba – Brasil

una de las mejores ediciones que he leído

La revista Heraldos del Evange-lio número 139, del pasado mes de febrero, me ha hecho muy feliz. La calidad de los escritos de todos los autores me ha fascinado extraor-dinariamente. Para mí ha sido una de las mejores ediciones que he leí-do. Tanto es así que pienso guardar-la para leerla y releerla, porque sus enseñanzas me han impresionado. Normalmente suelo pasarlas a otras personas una vez leídas. Ésta no. Muchas gracias y que Dios bendiga a su asociación.

Nicolás Benítez Valencia Las Palmas de Gran Canaria – España

una revisTa con espíriTu de verdad

Esta es una revista con espíritu de verdad. Nos da buenas enseñan-zas y consejos, que debemos poner en práctica en el día a día de nues-tras vidas. Me encantan las Histo-rias para niños... ¿o adultos llenos de fe? y los artículos del P. Juan Carlos Casté.

Yaquelina Iris Milla Rondoya Lima – Perú

“Buscar” almas y dejarlas más cerca de dios

La parte de la revista que más me gusta es la sección Heraldos en el

mundo, en la que aparecen los He-raldos en varios lugares difundiendo el Reino de María...

Quiero felicitarlos por la revis-ta, por todos sus artículos, y decir-les que la espero ansiosa cada mes, porque su lectura me fortalece es-piritualmente. Tengo sed de todo lo que habla de María Santísima. Rezo todos los días para que Ella les fortalezca en esa linda misión de buscadores de almas, pulirlas y dejarlas más cerca de Dios.

Mery Valderez Medeiros Cruz Independencia – Brasil

llevar la palaBra de dios a Todos los rincones

Lo que siempre me llama la aten-ción en la revista es la labor que aparece en Heraldos en el mundo, sin discriminación, sin importar el lugar, la etnia, porque lo más im-portante es llevar la Palabra de Dios a todos los rincones. Evangelizar es poner a Dios en los corazones de ca-da ser humano, es llevar amor a to-dos.

Alessandra Benato Zak Curitiba – Brasil

aprecio especialmenTe la porTada y conTraporTadas

La revista es preciosísima. Me gusta mucho leer y releer las histo-rias que se publican en cada ejem-plar. Aprecio especialmente la por-tada y contraportadas: qué bonitas son. El propio manosear las páginas es placentero. Difícil es elegir sólo una sección para comentarla, por-que para cada ocasión hay una lec-tura apropiada. Por lo tanto, no pue-do sino elogiarla.

Leiva Ribeiro Damasceno López São Paulo – Brasil

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Salvadme Reina

Número 143

Junio 2015

Vueltos

hacia lo alto

L

Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      5

Editorial

a renovación de todas las cosas, traída por Jesucristo, elevó el culto a Dios bastante más alto de todo lo que le había precedido, tanto es así que bien podríamos preguntarnos si el sacerdocio de la Antigua Ley

tuvo alguna razón de ser. Sin embargo, en su más remoto origen encontramos una explícita determinación del mismo Dios.

En efecto, en el Sinaí no le entregó a Moisés únicamente los Diez Manda-mientos, grabados en piedra de su propia mano (cf. Ex 32, 16), sino un amplio código de normas, muchas de las cuales de carácter litúrgico y ritual. Y entre ellas constaba la decisión divina de establecer como sacerdotes al servicio de su culto a Aarón y a sus hijos (cf. Ex 28, 1).

Pero cuando Moisés volvió al campamento halló a su pueblo dado a la ido-latría con un becerro de oro (cf. Ex 32, 1-19); y el brillo de su ira aglutinó a su alrededor a los hijos de Leví que, en un acto de manifiesto y radical rechazo al pecado del pueblo, conquistaron así el privilegio de ser consagrados definiti-vamente al servicio de Dios (cf. Ex 32, 26-29).

Al igual que, por la circuncisión, Abrán fue separado para Yahvé entre los demás hombres (cf. Gn 17, 10-14), y Moisés había sido levantado en oposición al faraón y a todo Egipto (cf. Ex 3, 16-20), así también quiso el Señor que el sa-cerdocio de la Antigua Ley naciera bajo el signo de la contradicción; un sig-no que acompaña a todos los que de hecho quieren servir a Dios, desde el mo-mento en que el Creador instituyó una enemistad eterna entre la Virgen y la serpiente (cf. Gn 3, 15). Enemistad, y por tanto lucha, cuyo paladín se caracte-riza por el repudio categórico y combativo a los errores del tiempo y por la ad-hesión inflamada e incondicional a la causa de Dios, levantándose como ejem-plo para todos.

Los ritos del sacerdocio levítico, no obstante, eran sólo sombra e imagen de la realidad celestial (cf. Hb 8, 5), ya que estaban en vigor nada más “hasta el momento del orden nuevo” (Hb 9, 10). Su razón de ser consistía en servir de prefigura y en preparar el camino para algo mucho mejor. Efectivamente, Je-sucristo, “perfecto para siempre” (Hb 7, 28) y proclamado sumo sacerdote por el Padre (cf. Hb 5, 10), fue constituido mediador de una Alianza mucho “más valiosa” (Hb 7, 22): “santo, inocente, sin mancha, separado de los pecados y encumbrado sobre el Cielo” (Hb 7, 26) es el único capaz de ofrecer a Dios un sacrificio verdaderamente agradable, perfecto y definitivo.

Esa excelsa perfección suya elevó también el signo de contradicción a su máxima expresión, porque hizo de Él el objeto del odio más grande, en un clí-max de lucha cuyo desenlace fue un auge de glorificación. Al ser Cristo el Su-mo, Eterno y Único Sacerdote, el sacerdocio estará siempre asociado a la figu-ra de la piedra de tropiezo, como elemento constitutivo.

A los ministros ordenados, partícipes del sacerdocio eterno del Señor, les corresponde perpetuar en la tierra la misión profética de dividir las aguas. Puente entre Dios y los hombres, el sacerdote también es, por tanto, la roca en el río que divide los campos entre buenos y malos, haciendo que se revele el interior de los corazones. ²

Puente y roca

El Nuncio Apos-tólico en Brasil durante la ceremo-nia de ordenación sacerdotal realiza-da en la basílica de Nuestra Señora del Rosario el 25/4/2015

Foto: Leandro Souza

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El impetuoso viento de la santidad

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6      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

La voz deL PaPa

¿Qué fue lo que llevó a fray Junípero a abandonar su patria, su familia, la cátedra universitaria y su comunidad franciscana en Mallorca, para ir hacia los extremos confines de la tierra? Sin duda, la pasión por anunciar el Evangelio “ad gentes”.

o te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación has-ta el confín de la tierra”

(Hch 13, 47; cf. Is 49, 6). Estas pala-bras del Señor, en el pasaje de los He-chos de los Apóstoles que acabamos de leer, nos presentan la misionarie-dad de la Iglesia que es enviada por Jesús a salir para anunciar el Evange-lio. Así sucedió, desde el primer mo-mento, con los discípulos cuando, des-encadenada la persecución, salieron de Jerusalén (cf. Hch 8, 1-3). Esto es válido también para la multitud de mi-sioneros que llevaron el Evangelio al Nuevo Mundo y al mismo tiempo de-fendieron a los indígenas contra los abusos de los colonizadores.

Entre ellos estaba también fray Junípero; su obra de evangeliza-ción nos trae a la memoria los pri-meros “12 apóstoles franciscanos” que fueron los pioneros de la fe cris-tiana en México. Él fue protagonis-ta de una nueva primavera evangeli-zadora en esas extensas tierras que, desde hacía doscientos años, habían sido alcanzadas por los misioneros provenientes de España, desde Flo-rida hasta California. Mucho tiem-po antes de que llegasen los peregri-nos del Mayflower al litoral atlántico norte.

La vida y el ejemplo de fray Juní-pero ponen de relieve tres aspectos: su impulso misionero, su devoción mariana y su testimonio de santidad.

Pasión por anunciar el Evangelio “ad gentes”

En primer lugar, fue un incansa-ble misionero. ¿Qué fue lo que llevó a fray Junípero a abandonar su patria, su tierra, su familia, la cátedra univer-sitaria y su comunidad franciscana en Mallorca, para ir hacia los extremos confines de la tierra? Sin duda, la pa-sión por anunciar el Evangelio ad gen-tes, o sea el ímpetu del corazón que quiere compartir con los más lejanos el don del encuentro con Cristo: el don que él mismo en un primer mo-mento había recibido primero y expe-rimentado en su plenitud de verdad y belleza. Como Pablo y Bernabé, co-mo los discípulos en Antioquía y en toda Judea, él fue colmado de alegría

Francisco durante su homilía en el Pontificio Colegio Norteamericano de Roma, 2/5/2015

No es posible separar a la Virgen María del corazón del pueblo americano. En efecto, Ella constituye la raíz común de este continente

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      7

Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librería Editrice Vaticana. La versión original de los documentos reproducidos en esta sección se puede consultar en www.vatican.va

y de Espíritu Santo al difundir la Pa-labra del Señor.

Este celo nos provoca, ¡es un gran desafío para nosotros! Estos discí-pulos misioneros, que encontraron a Jesús, Hijo de Dios, que a través de Él conocieron al Padre miseri-cordioso y, movidos por la gracia del Espíritu Santo, se proyectaron hacia todas las periferias geográficas, so-ciales y existenciales, para dar testi-monio de la caridad, ¡nos desafían!

A veces nos detenemos a exami-nar escrupulosamente sus virtudes y, sobre todo, sus límites y sus mi-serias. Sin embargo, me pregunto si hoy somos capaces de responder con la misma generosidad y la misma va-lentía a la llamada de Dios, que nos invita a dejarlo todo para adorarlo, para seguirlo, para encontrarlo en el rostro de los pobres, para anun-ciarlo a los que no han conocido a Cristo, y por ello, no se han sentido abrazados por su misericordia.

El testimonio de fray Junípero nos llama a dejarnos implicar, en pri-mera persona, en la misión continen-tal, que encuentra sus propias raíces en la Evangelii gaudium, en la alegría del Evangelio.

Devoción a Nuestra Señora de Guadalupe

En segundo lugar, fray Junípero encomendó su compromiso misionero a la Santísima Virgen María. Sabemos que antes de partir hacia California quiso ir a consagrar su vida a Nuestra Señora de Guadalupe, y a pedirle, pa-ra la misión que estaba por iniciar, la gracia de abrir el corazón de los colo-nizadores y de los indígenas.

En esta invocación podemos ver todavía a este humilde fraile arro-dillado ante la “Madre del mismísi-mo Dios”, la “Morenita”, que llevó a su Hijo al Nuevo Mundo. La ima-

gen de Nuestra Señora de Guadalu-pe estaba presente —o al menos lo estuvo— en las veintiuna misiones que fray Junípero fundó a lo largo de la costa de California.

Desde entonces, Nuestra Seño-ra de Guadalupe se convirtió, de he-cho, en la Patrona de todo el con-tinente americano. No es posible separarla del corazón del pueblo americano. En efecto, Ella constitu-ye la raíz común de este continente. ¡La raíz común de este continente!

Es más, la actual misión conti-nental se confía a Ella que es la pri-mera y santa discípula misione-ra, presencia y compañía, fuente de consolación y esperanza. A Ella que está siempre a la escucha para cui-dar a sus hijos americanos.

Que un viento impetuoso de santidad recorra América

En tercer lugar, hermanos y her-manas, contemplamos el testimonio de santidad de fray Junípero —uno de los padres fundadores de los Es-tados Unidos, santo de la catolici-dad y especial protector de los his-panos del país—, para que todo el pueblo americano descubra la pro-pia dignidad, consolidando cada vez más la propia pertenencia a Cristo y a su Iglesia.

Que en la comunión universal de los santos y, en especial, en la co-rona de los santos americanos, nos acompañe fray Junípero Serra e in-terceda por nosotros, junto a tan-tos otros santos y santas que se han distinguido con diversos carismas. [...] Y muchos otros santos y már-tires que no menciono ahora, pero que rezan ante el Señor por sus her-manos y hermanas que son aún pe-regrinos en esas tierras. Ha habido mucha santidad en América, mucha santidad sembrada.

Que un viento impetuoso de san-tidad recorra el próximo Jubileo ex-traordinario de la misericordia en todas las Américas. Confiando en la promesa hecha por Jesús, que he-mos escuchado hoy en el Evangelio, pidamos a Dios esta particular efu-sión del Espíritu Santo.

Seamos solamente discípulos misioneros de Jesús

Pidamos a Jesús Resucitado, Se-ñor de la Historia, que la vida de nuestro continente americano se arraigue cada vez más en el Evange-lio que ha recibido; que Cristo esté cada vez más presente en la vida de las personas, de las familias, de los pueblos y las naciones, para la ma-yor gloria de Dios.

Y que esta gloria se manifieste en la cultura de la vida, la fraterni-dad, la solidaridad, la paz y la jus-ticia, con amor preferencial y dili-gente hacia los más pobres, a través del testimonio de los cristianos de las diversas comunidades y confe-siones, de los creyentes de otras tra-diciones religiosas y de los hombres de recta conciencia y de buena vo-luntad. ¡Oh Señor Jesús, nosotros somos solamente tus discípulos mi-sioneros, tus humildes cooperado-res para que venga tu Reino!

Llevando esta invocación en el co-razón, pido la intercesión de Nues-tra Señora de Guadalupe, y también la de fray Junípero y los demás san-tos y santas americanos, para que me conduzcan y me guíen en mis próxi-mos viajes apostólicos a América del Sur y América del Norte. Por eso os pido a todos vosotros que continuéis rezando por mí. ²

Fragmentos de la homilía en el

Pontificio Colegio Norteamericano de Roma, 2/5/2015

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8      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

12 El primer día de los Áci-mos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: “¿Dón-de quieres que vayamos a pre-pararte la cena de Pascua?”. 13 Él envió a dos discípulos diciéndoles: “Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14 y en la casa adon-de entre, decidle al dueño: ‘El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a

comer la Pascua con mis dis-cípulos?’. 15 Os enseñará una habitación grande en el pi-so de arriba, acondiciona-da y dispuesta. Preparádnos-la allí”.16 Los discípulos se marcha-ron, llegaron a la ciudad, en-contraron lo que les había di-cho y prepararon la Pascua. 22 Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la ben-dición, lo partió y se lo dio diciendo: “Tomad, esto es mi

cuerpo”. 23 Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos be-bieron. 24 Y les dijo: “Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. 25 En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. 26 Después de cantar el himno, salieron para el mon-te de los Olivos (Mc 14, 12–16.22–26).

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La Última Cena, por el Maestro de Sigena - Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona (España)

a EvangElio A

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      9

La justa medida del fervor eucarístico

Comentario al evangelio Solemnidad del SantíSimo Cuerpo y Sangre de CriSto (CorpuS ChriSti)

Considerar la magnitud de la generosidad divina manifestada en la Eucaristía contribuye a medir cuál debería ser nuestro ardor por ese inigualable sacramento.

I – El HombrE DIos sE Da En alImEnto a los HombrEs

Para contemplar, aunque sea por unos ins-tantes, la elevación y la belleza del misterio de la Encarnación del Verbo, es imprescindible la luz de la fe, porque el entendimiento humano, abandonado a su mera capacidad, no es capaz de lograrlo. Si no fuera por el auxilio de la gra-cia, nunca se podría admitir que Dios quiso ma-nifestarse al mundo de esa forma, promoviendo la unión de la naturaleza divina con la huma-na en la segunda Persona de la Santísima Tri-nidad. Jesús es verdaderamente hombre —con inteligencia, voluntad y sensibilidad, y con un cuerpo pasible, cuyo origen era milagroso, pe-ro que se fue desarrollando normalmente con-forme a las leyes de la naturaleza— y al mismo tiempo es plenamente Dios. Dios reclinado en un pesebre; Dios discutiendo en el Templo con los doctores de la ley; Dios que vive con sus pa-dres en Nazaret; Dios que abraza la vida públi-ca; Dios que es crucificado... ¡Cuántos actos de adoración y de gratitud deberíamos hacer cada vez que consideramos ese misterio, y con cuán-to fervor convendría que le pidiésemos al Señor que aumentara nuestra fe en Él!

Ahora bien, si ésa es nuestra admiración ante la grandeza del Verbo que “se hizo carne y ha-bitó entre nosotros” (Jn 1, 14), no menos ardo-rosa debe ser nuestra actitud frente a la Sagra-da Eucaristía, el misterio que resume todas las maravillas realizadas por Dios para nuestra sal-vación.1 Como bien observa el P. Monsabré, “la Encarnación es la obra maestra de Dios. Pero esa propia obra maestra, personal y viva, Jesu-cristo, el Hijo de Dios encarnado, no se confor-ma con publicar, a la manera de las obras maes-tras humanas, la gloria del sublime artista que la ha creado; sumamente inteligente, bueno y po-deroso, ha querido realizar también una obra capital, entre todas las que su Padre celestial le ha ordenado llevar a cabo. Esta obra es la Eu-caristía”.2

Así, en la Encarnación, el Hijo eterno de Dios se oculta en la carne; en la Eucaristía, Je-sús vela no sólo su Persona divina, sino su hu-manidad, bajo las especies de pan y vino. En la Encarnación, pasó a vivir y a actuar como noso-tros, desde el interior de la santidad increada, sustancial e infinita de Dios. En la Eucaristía, quiere habitar en nuestro interior con su Cuer-po, Sangre, Alma y Divinidad. En la Encarna-

Abandonado a su mera capacidad, el entendimiento humano no logra alcanzar el misterio de la Encarnación del Verbo

Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP

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10      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

ción, la comunicación y la unión fueron solamente con una naturaleza singular, la humanidad santísima de Cristo; en la Eucaristía, Jesús se une a todo aquel que lo recibe, como Él mismo lo dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él” (Jn 6, 56). Dicha unión en-tre Dios y el hombre es la más íntima que se pueda imaginar, inferior solamente a la unión hipostática. ¡Es algo tan grandio-so que causa asombro!

El Evangelio de hoy, al traer a nuestra consideración la narración de la institu-ción de este sacramento, “el más impor-tante y el culmen de los demás”,3 invi-ta a meditar sobre su inagotable riqueza y a crecer en la devoción a él. El propio Salvador ansiaba este momento, como lo manifestó a sus discípulos al principio de la Última Cena: “Ardientemente he deseado co-mer esta Pascua con vosotros, antes de pade-cer” (Lc 22, 15).

II – El mIstErIo DE la fE por ExcElEncIa

El divino Maestro iba de camino a Jerusalén cuando, por tercera vez, les anunció a los discípulos su Pasión (cf. Mt 20, 17–19; Mc 10, 32–34; Lc 18, 31–34). Más tarde, ya después del Domingo de Ramos, les reveló la fecha exacta de ese acontecimiento: “Sabéis que dentro de dos días se celebra la Pascua y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado” (Mt 26, 2).

Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, reunidos en la casa de Caifás, conspiraban contra Jesús y deliberaban sobre los medios de prenderlo con astucia y matarlo. Pero como temían provocar un tumulto entre la multitud, decidieron actuar solamente cuando terminara la fiesta (cf. Mt 26, 4–5). Fue entonces cuando Judas Iscariote los buscó para ofrecerles su pérfida contribución para el crimen. Le prometieron treinta monedas de plata, “y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo” (Mt 26, 16).

La cena que inauguró la verdadera Pascua

12 El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le di-

jeron a Jesús sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?”.

Las conmemoraciones de la Pascua, prin-cipal festividad judaica, se extendían a lo lar-go de una semana. El primer día era reserva-do para la cena solemne en la que se comía el cordero pascual, siguiendo las indicaciones da-das por Dios a los israelitas cuando salieron de Egipto (cf. Ex 12, 1–14). Como el pan fermenta-do estaba prohibido en ese período, se consu-mían panes sin levadura, de ahí que la solem-nidad fuera también conocida como la fiesta de los Ácimos.

Ahora bien, Jesucristo es el verdadero Cor-dero Pascual, “Cordero sin defecto y sin man-cha, previsto ya antes de la Creación del mun-do” (1 P 1, 19–20). Por lo tanto, la ceremonia que los Apóstoles se dedicaban a preparar se-ría el inicio de la realización de todo lo que la Pascua israelita prefiguraba, pues en la cena de aquella noche Jesús consagraría “el principio de su sacrificio, es decir, de su Pasión, entregándo-se a sus discípulos en los misterios de su Cuer-po y su Sangre”.4

Una suave invitación a Judas13a Él envió a dos discípulos diciéndoles: “Id a la ciudad,...”

Como Judas Iscariote era el responsable de la logística del Colegio Apostólico, a él le co-

Fue entonces cuando Judas Iscariote los buscó para ofrecerles su pérfida contribución para el crimen

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      11

rrespondía tomar providencias para la celebra-ción. No obstante, la narración de otro evan-gelista indica que Pedro y Juan fueron los discípulos a los que el Señor les encargó ese tra-bajo (cf. Lc 22, 8). Con divina delicadeza y bon-dad, el Maestro dejaba vislumbrar a Judas que sabía del crimen que tramaba con los sanedri-tas. Si hubiera habido en el traidor un resto de amor a Dios y de sentido común, el proceder de Jesús le habría aguijoneado la conciencia, lle-vándolo a darse cuenta de la inmensa gravedad de aquel pecado y a desistir de su intento. Sin embargo, no ocurrió nada de eso porque su co-razón estaba completamente endurecido por el mal.

Podemos hacer aquí una aplicación a nuestra vida espiritual. A veces, las personas con quie-nes convivimos —sea un superior, sea un com-pañero o incluso un inferior— nos dan a enten-der que perciben en nosotros un defecto mal combatido o nos advierten de una situación ma-la en la que nos encontramos. Ante estas aler-tas, ¿habremos cerrado nuestras almas, imitan-do la perversidad de Judas?

El divino Maestro quiso evitar perturbaciones durante la cena

13b “...os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, 14 y en la casa adonde entre, decidle al due-

ño: ‘El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a co-mer la Pascua con mis discípu-los?’. 15 Os enseñará una habita-ción grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Prepa-rádnosla allí”.

El recinto escogido por el Redentor como escenario del acto de suma impor-tancia que realizaría era una gran habita-ción amueblada con distinción y categoría (cf. Lc 22, 12). Bonitas alfombras, tapices, cortinas y un refinado mobiliario contri-buían a crear un ambiente agradable. De acuerdo con las costumbres de la época, en los banquetes las mesas eran coloca-das formando una “U” y los invitados no comían sentados como hoy, sino reclina-dos en divanes distribuidos por el lado ex-terior de la mesa. El lado interior se de-

jaba libre para facilitar el servicio. El lugar de honor —que en aquella ocasión sería ocupado por el Señor— quedaba en el centro.

Judas, ávido de conocer las circunstancias y el lugar de la cena —porque pensaba que ese sería el momento apropiado para entregar al Maestro—, ciertamente oía con atención aque-llas indicaciones. Pero Jesús deseaba celebrar la Pascua sin ninguna interrupción; “no quería ser turbado de sus enemigos antes que llegase ‘su hora’ y, sobre todo, antes de la manda y amoro-so legado de la Sagrada Eucaristía que quería hacer a su Iglesia”.5 Por eso instruyó a los dos apóstoles de manera que al traidor le fuese im-posible descubrir con anterioridad dónde sería la cena, demostrándole aún, de forma indirecta y majestuosa, que estaba al tanto de todo. Ante esta nueva lección, Judas una vez más se resiste obstinadamente y su maldad aumenta.

La tibieza de los Apóstoles16 Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.

San Pedro y San Juan ejecutaron con gran prontitud la misión que el Maestro les había confiado. Además de conseguir el cordero sin defecto, de un año —que se inmolaba en el Templo después del mediodía con el rito que correspondía a la Pascua—, prepararon tam-

Si hubiera habido en el traidor un resto de amor a Dios y de sentido común, el proceder de Jesús le habría aguijoneado la conciencia

La traición de Judas y la Última Cena, por Giovanni Canavesio - Frescos de la capilla de Notre Dame des Fontaines, La Brigue (Francia)

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bién los otros alimentos prescritos por la ley, como los panes ácimos y las hierbas amargas, que representaban los sufrimientos del pueblo hebreo durante el cautiverio en Egipto.6

Analicemos, en este pasaje, otro aspecto de la actitud de los dos apóstoles. Al encontrar “lo que les había dicho”, ambos pudieron compro-bar cuán densas de significado y sabiduría eran sus palabras. Sería de esperar que, impresiona-dos por tal constatación —sin duda acompaña-da de gracias especiales—, le preguntasen al Señor la razón exacta de la elección de aquel lu-gar y del simbolismo de lo que iba a ocurrir allí. Sin embargo, en el Evangelio no hay nada que apunte hacia esa iniciativa de los dos apóstoles, porque no estaban habituados a reflexionar so-bre la trascendencia de lo que el divino Maes-tro les decía, ni sobre sus ejemplos, actitudes y gestos. ¡Qué diferente era la actitud de María que, dotada de ciencia infusa, guardaba todas esas cosas en su corazón (cf. Lc 2, 51)!

¿Y nosotros? ¡Cuántas oportunidades se nos ofrecen para que profundicemos en nues-tros conocimientos sobre la doctrina católica, para penetrar en algún aspecto de la fe o en un punto de la moral, y no manifestamos in-terés! ¿No será esto una falta? Pidámosle hoy perdón a Jesús, por intercesión de su Madre Santísima, por nuestras negligencias en ese sentido.

Por otro lado, ¿cuál era el estado de alma de los demás apóstoles? En el fragmento del

Evangelio seleccionado para esta solemnidad se omiten algunos versículos que narran el ini-cio de la cena y el momento en que el Salvador reveló a los Doce que uno de ellos lo traicio-naría. La pregunta que entonces le hicieron, uno tras otro —“¿Seré yo?” (Mc 14, 19)—, pue-de ser interpretada como un síntoma del estado de tibieza en el cual se encontraban. Las pala-bras de Jesús les llegaron hasta el fondo del al-ma, y cada uno, consciente de su propia falta de fervor, se planteó el problema: “¿No será un re-cado para mí?”. Y el hecho de que no descon-fiasen de Judas también es un indicio de esa si-tuación espiritual. Convivían con él, sabían que “era un ladrón; y como tenía la bolsa, se lleva-ba de lo que iban echando” (Jn 12, 6), pero no sospecharon de que sería capaz de una infamia mayor.

En tal atmósfera de tibieza general y, peor aún, con la traición anidada en el corazón de uno de los Apóstoles, Jesucristo va a instituir el Sacramento del amor.

La palabra de Jesús es creadora22 Mientras comían, tomó pan y, pro-nunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: “Tomad, esto es mi cuer-po”. 23 Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos be-bieron. 24 Y les dijo: “Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por mu-

chos. 25 En verdad os di-go que no volveré a be-ber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.

Las palabras de estos ver-sículos —que son repeti-das casi sin variaciones por los otros sinópticos y por San Pablo (cf. Mt 26, 26–29; Lc 22, 17–20; 1 Co 11, 23–25)— constituyen el funda-mento de nuestra fe en la Eucaristía.

Todo lo que es revelado por Dios es misterio de la fe, pero la Eucaristía lo es por excelencia. Cuando el sacer-

Los Apóstoles convivían con Judas y sabían que era un ladrón, pero no sospecharon que fuera capaz de una infamia mayor

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La comunión de los Apóstoles - Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, Santander (España)

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dote pronuncia la fórmula de la Consagra-ción, tenemos que creer que el pan y el vi-no que vemos, probamos, olemos y hasta tocamos con la lengua, y cuya aparien-cia no ha cambiado, pasaron a ser el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Los sentidos nos engañan —y no sólo en asuntos de fe—, pues perciben úni-camente los accidentes y no cap-tan la sustancia. Pero, gracias a la fe que ilumina la inteligencia, sa-bemos que allí está Jesús Sacra-mentado.

¿Cuál es la razón que nos lleva a aceptar esa verdad? La afirma-ción: “Esto es mi cuerpo... Éste es el cáliz de mi sangre...”. Porque la pa-labra del Señor es divina; por consi-guiente, es creadora, es ley, es “viva y eficaz” (Hb 4, 12), produce aquello que significa y “permanece para siem-pre” (Is 40, 8). Al ciego que le suplicó su curación, bastó responderle “anda, tu fe te ha salvado” (Mc 10, 52), y el hombre recupe-ró la vista en aquel instante. Y cuando le orde-nó al muerto de cuatro días, “Lázaro, sal afue-ra” (Jn 11, 43), éste retornó a la vida ipso facto. Del mismo modo, si Él, “Hijo todopoderoso de Dios, capaz de las más grandes y de las más in-comprensibles maravillas, me dice, mostrándo-me el pan: ‘Esto es mi cuerpo’, estoy obligado a tomar sus palabras al pie de la letra”.7

El Doctor Angélico señala varios motivos para explicar la conveniencia de que se oculte a nuestra sensibilidad la sustancia del cuerpo y sangre de Cristo. Entre otros, así lo ha dispues-to la Divina Providencia, porque si en la Hostia viésemos al Señor en su estado físico, no ten-dríamos valor para comulgar.8 Fue muy bonda-doso con nosotros al cubrirse con el velo de las sagradas especies.

La alegría de Dios en darse26 Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.

Este versículo final es bellísimo, tanto por el episodio que narra como por su profundo sim-bolismo. Antes de marchar hacia el monte de los Olivos, donde se iniciaría el drama de la Pa-sión, Jesús cantó junto con los Apóstoles un lin-

do himno de acción de gracias titulado Hallel, propio de la liturgia hebraica para la celebra-ción de la Pascua. ¡Qué magnífica sería la voz del Maestro entonando ese cántico, con el que manifestaba su alegría por haber instituido la Eucaristía y por el hecho de que su Madre San-tísima y Él mismo habían comulgado!

Este pasaje —que, de por sí, nos llevaría a extensas consideraciones— resalta el deseo in-finito de darse que existe en el seno de la San-tísima Trinidad. Dios, inmutable y eterno, no necesitaba de la Creación. Ése fue un supre-mo acto de liberalidad, de entrega y de gene-rosidad, cuyo ápice es la Eucaristía, pues crear para comunicar su felicidad a los seres inte-ligentes y estar siempre a su disposición ya es bastante; pero crear para que, en cierto mo-mento, el Verbo se encarne y, siendo Dios, se ofreciera a los hombres como alimento, ¡es ini-maginable! ¡Ni siquiera los ángeles podrían co-gitar algo tan osado!

Si en la Hostia viésemos al Señor en su estado físico, no tendríamos valor para comulgar

Adoración eucarística en la basílica de Nuestra Señora del Rosario,

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El deber de la reciprocidad

En esta osadía vemos cuánto nos ama Dios a cada uno de nosotros. Realizó el orden del universo con vistas a la Eucaristía, porque quiere unirnos a Él de una forma extraordi-naria y hacerse nuestro esclavo. Así es, por-que cuando el sacerdote pronuncia la fórmula de la Consagración, Él obedece su voz, opera la transubstanciación y renueva, de forma in-cruenta, el Sacrificio del Calvario. Por lo tan-to, la Eucaristía es símbolo de la esclavitud de Dios a nosotros, pero sobre todo de nuestra esclavitud a Él; pues si de esa manera se entre-ga a nosotros, también hemos de entregarnos nosotros a Él sin reservas.

A esas completa confianza y reciprocidad con relación a Jesús Eucarístico es a las que la Solemnidad de Corpus Christi nos está invitan-do. Apartemos de nuestro horizonte el egoísmo, el pragmatismo, los intereses personales y con-templemos, con alegría y entusiasmo, esa dona-ción de Dios hacia nosotros y, además, la posibi-lidad que nos concede de retribuírselo con amor semejante, guardadas las debidas proporciones entre Creador y criatura. Tal ha de ser nuestro empeño.

III – la EucarIstía, maría y nosotros

Expresión sin igual de la benignidad de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía es el hecho de poder adorarlo expuesto en la custo-dia. Si el sol nos aporta ventajas para nuestra sa-lud física, mucho mayor es el beneficio que el Creador del Sol prodiga a nuestra salud espiri-tual cuando estamos delante de Jesús Hostia.

Nuestra conciencia ante la Eucaristía

No obstante, como nuestras disposiciones no siempre corresponden a lo que Él espera de no-sotros, es oportuno que nos detengamos en ha-cer un examen de conciencia. En mi día a día, ¿cómo es mi devoción a la Eucaristía? ¿Tengo la costumbre de centrar en ella mi atención, acti-vidades y preocupaciones? Al pasar delante del Santísimo Sacramento, en una iglesia, ¿procu-ro adorarlo con fervor? ¿O me dejo llevar por la rutina? ¿Comulgo en la Santa Misa, persuadi-do de que Nuestro Señor Jesucristo sale del co-pón contento por unirse a mí y, al entrar en mi ser, me santifica el alma y el cuerpo? Después

de la Comunión, ¿mi acción de gracias tiene la adecuada solidez y fervor? ¿Le agradezco el haberme hecho tabernáculo suyo, establecien-do conmigo una relación que jamás tendrá con un sagrario material, por más precioso que éste sea, y el haber estado en consonancia conmigo purificando mis intenciones, dándome fuerzas sobrenaturales y robusteciéndome las virtudes y los dones del Espíritu Santo?

Debo recordar que entre los que recibieron la Eucaristía en la Última Cena estaba el traidor de Jesús...9 ¿No será que alguna vez tuve, como él, la desgracia de comulgar sacrílegamente, es decir, habiendo cometido una falta grave que me había despojado de la gracia de Dios? Le su-plicaré al Señor, con mucha energía, que esto no me suceda a mí nunca.

Con su Sagrado Corazón desbordante de afecto, pero también de justicia, Jesús hoy nos está interpelando a cada uno de nosotros: “¿Qué has hecho con ese beneficio extraordina-rio, el mayor tesoro que te he dejado?”. Y de sus labios oiré un reproche por las veces que lo recibí con tibieza; o deprisa, llevado por distrac-ciones voluntarias; o en medio de una culpable insensibilidad; o incluso manchado por el peca-do, si hubiese incurrido en esta desgracia...

El sagrario más excelso

Es posible que, al llegar a este punto de la lectura, sintamos que la conciencia nos acusa. Volvámonos entonces hacia la Santísima Vir-gen, en cuyo claustro virginal —el más perfec-to de los sagrarios— el Niño Jesús vivió duran-te nueve meses.

No es difícil imaginar su estado de espíri-tu en ese período de gestación. Por más que estuviese ocupada con sus labores cotidianas o conversando con otras personas, todo su ser se concentraba en el divino Huésped que lleva-ba dentro de sí. ¡He aquí el verdadero recogi-miento! Todos sus pensamientos, sentimientos y emociones convergían en Jesús, y, fuertemente apasionada por Él, lo adoraba en cuanto Dios y lo amaba en cuanto hijo suyo. Fue la única ma-dre que pudo amar a su hijo con total intensidad sin el menor recelo de amarlo más que a Dios... ¡porque era el propio Dios! Abismada en su hu-mildad y en el completo olvido de sí misma, se consideraba como “Aquella que no es”, y reve-renciaba continuamente a “Aquel que es”, en su seno purísimo. Magnífico espectáculo de mo-

Desbordante de afecto, pero también de justicia, Jesús nos está interpelando a cada uno de nosotros: “¿Qué has hecho con ese beneficio extraordi-nario que te he dejado?”

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destia y excelsitud inconcebibles. Un corazón materno hecho de magnanimidad, del que su-ben y bajan movimientos grandiosos, semejan-tes a las olas del mar o al sonido de melodías celestiales... Unas veces se eleva en un arrebato por el ser Infinito, otras se inclina lleno de ter-nura sobre el pequeño Infante.

También yo, cuando comulgo, acojo en mi in-terior al Verbo Encarnado con su Cuerpo, San-gre, Alma y Divinidad, y allí permanece como en un trono, durante cierto tiempo. Con los ojos fijos en el ejemplo marial de compenetración y gratitud a Dios, me golpearé el pecho implo-rando perdón a Jesús por todas mis comunio-

¡Oh Madre mía, tú que amas tanto a Jesús, haz que Él se apodere de mi corazón!

La Última Cena - Iglesia de San Juan Bautista, Quejana (España)

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nes gélidas y, dirigiéndome a la Santísima Vir-gen, le pediré: “Oh María, que identificabas tu pensamiento con el del Señor; que armonizabas tu vida con la suya; ¿qué piensas, Madre mía, de mi indiferencia para con Aquel que, siendo mi Creador y Redentor, me has dado por herma-no? Oh Madre mía, tú que amas tanto a Jesús, haz que yo lo ame. Tú que lo puedes todo ante el Señor, obtenme que Él se apodere de mi co-razón. ¡Amarlo es todo! ¡Adorarlo es todo! Si lo amo como debo, a ejemplo tuyo, la Eucaristía será el centro de mi existencia, el lugar sagrado de mi felicidad, la fuente de mi generosidad. Oh Madre mía, que esa sea tu obra en mi alma”. ²

1 Cf. SANTO TOMÁS DE AQUI-NO. De Sacramento Eucharis-tiæ. C. I.

2 MONSABRÉ, OP, Jacques-Marie-Louis. Le Mystère Eucharistique. In: Exposition du Dogme Catho-lique. Grâce de Jésus-Christ. II - Eucharistie. Carême 1884. 9.ª ed.

París: P. Lethielleux, 1905, v. XII, p. 5.

3 SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma Teológica. III, q. 65, a. 3.

4 SAN BEDA. In Marci Evangelium Expositio. L. IV, c. 14: ML 92, 270.

5 FILLION, Louis-Claude. Vida de Nuestro Señor Jesucristo. Pasión,

Muerte y Resurrección. Madrid: Rialp, 2000, v. III, p. 100.

6 Cf. Ídem, p. 102.7 MONSABRÉ, op. cit., p. 21.8 Cf. SANTO TOMÁS DE AQUI-

NO. Suma Teológica. III, q. 75, a. 5.

9 Cf. Ídem, q. 81, a. 2.

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Cítara del Espíritu Santo

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P. Hugo Vicente Ochipinti González, EP

San efrén el Sirio

El Paráclito no sólo hablaba por su boca, sino que cantaba con sonidos armoniosos a través de su laringe, haciendo que vibrara la gracia en las almas que escuchaban sus himnos.

Los tres asedios de Nísibe

Mientras la fama de santidad de Efrén iba en aumento, así como la admiración de sus conciudadanos, el rey persa Sapor II, enemigo acérrimo de la cruz de Cristo, ansiaba conquis-tarle la ciudad a los romanos. Intentó asediarla tres veces y en las tres oca-siones fue repelido por los cristianos.

Fue en esa época cuando Efrén compuso las conocidas Carmina Nisi-bena —Canciones de Nísibe—, en las que “canta en términos y figuras bí-blicas las gestas y las peripecias ocu-rridas en la ciudad de Nísibe para de-fender su fe católica y no caer bajo el dominio de los paganos de Persia”.1

Se cuenta que durante uno de esos asedios la población vio al diácono Efrén subiendo a las murallas de la ciudad y una vez allí trazó con mucha determinación una gran señal de la cruz con la que maldijo a las milicias del monarca invasor. Enseguida, co-mo guiadas por una mano invisible, nubes de moscas y otros insectos ca-yeron sobre el ejército enemigo: en-traron en las trompas de los elefan-tes, en las orejas y los ollares de las

iglo IV: el cristianismo emer-ge de las catacumbas, santos ilustres marcan la Historia; no obstante, las herejías tam-

bién irrumpen con fuerza y dinamis-mo en Oriente, en su vano intento de cubrir a la Santa Iglesia con su tene-brosa sombra.

En ese contexto histórico nace en Nísibe, escenario de continuas bata-llas entre persas y romanos, una luz destinada a brillar con especial ful-gor en el firmamento de la Iglesia: Efrén el Sirio, diácono y doctor de la Iglesia.

Discípulo de un obispo y santo

Existen pocos datos seguros acer-ca de su infancia. Según algunos de sus biógrafos, su madre era cristia-na, pero su padre, sacerdote pagano, le prohibió que educara a su hijo de acuerdo con las leyes del Evangelio. Pero al no poder evitar que en el al-ma del niño floreciera una honda in-clinación hacia el cristianismo, lo ex-pulsó de casa.

Entonces Efrén acudió al obis-po, Santiago, que lo acogió como a

un hijo: le dio una profunda forma-ción catequética y le administró el santo Bautismo. Al percibir gozo-samente cómo el joven se destaca-ba por su inteligencia y sabiduría, le concedió a los 18 años la ordena-ción diaconal.

Poco después, entre mayo y junio del 325 tuvo lugar el primer Conci-lio de Nicea, marco histórico en la lucha contra las insidiosas doctri-nas de Arrio. Se sabe que Santiago participó en él y se cree que el joven diácono también compareció como secretario del santo obispo.

Concluida la asamblea, Efrén empezó a dar clases en la escuela teológica abierta en Nísibe, como medio de combatir las herejías que proliferaban por sus calles y plazas. Se dedicó de cuerpo y alma a esa ta-rea con tanto empeño que en po-co tiempo logró llevar a un elevado grado de formación el nivel de sus alumnos. Con gran perspicacia y sa-biduría, libró una batalla sin tregua en la defensa de la fe, cuyo resultado no se hizo esperar: muchas almas re-gresaron al camino de la salvación.

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caballerías y de las bestias de carga provocando un enorme alboroto que obligó la retirada de las tropas.

Sin embargo, lo que los arrogan-tes empeños militares de los persas no pudieron conseguir, unos años más tarde el emperador Joviano se lo entregó sin esfuerzo como parte del precio de un tratado de paz... Forza-dos a elegir entre el destierro, la es-clavitud o la muerte en manos de los paganos, los cristianos se vieron obli-gados a marcharse de su tierra.

Teología y poesía se unen

Efrén se fue hacia Edesa y se ins-taló en una gruta abierta en un acan-tilado de los alrededores, decidido a dedicarse por entero a la contem-plación y la ascesis. En ese privile-giado lugar escribió la mayor par-te de sus obras, todas revestidas de gran riqueza teológica y adornadas con una peculiaridad: la poesía.

Lo específico del trabajo de San Efrén, subraya Benedicto XVI en una audiencia general, “consis-te en que unió teología y poesía. Al acercarnos a su doctrina, desde el inicio debemos poner de relieve que hace teología de forma poética. La poesía le permite profundizar en la reflexión teológica a través de para-dojas e imágenes”.2

No tardó mucho tiempo para que los eclesiásticos de Edesa se percata-ran de la sabiduría y santidad fuera de lo común de aquel ermitaño y en-seguida le invitaron a que estructura-

glos, conforme lo iban pidiendo la ne-cesidad y utilidad del pueblo cristiano, esto es, cuando hacía falta robuste-cerlo contra un peligro común, o de-fenderlo contra los insidiosos errores de la herejía, o animarlo y encenderlo con mayor frecuencia para que cono-ciese y venerase con mayor devoción algún misterio de la fe, o algún benefi-cio de la divina bondad”.5

Lleno de elocuencia, sabiduría y santidad, compuso poesías y can-ciones, impregnadas de belleza, de riqueza doctrinaria y de unción so-brenatural, para que se cantaran en las asambleas. Para ello reunió a un grupo de vírgenes cristianas, fa-vorecidas con especiales dotes mu-sicales, y les enseñó a declamar los poemas y a cantar los himnos que él había compuesto. Muy pronto esas poesías y canciones resonaban me-lodiosamente en toda la ciudad. La gente las memorizaba con mucha fa-cilidad a causa de la genialidad de las composiciones.

De ese modo, se difundió por to-dos los rincones de Edesa el perfume de las enseñanzas evangélicas. Sus ver-sos —a pesar de sencillos y accesibles al pueblo, hechos para que se canta-ran en medio de todos— tenían tan-to encanto, hermosura y densidad de doctrina que San Efrén pasó a la histo-ria de la Iglesia con el título de la cíta-ra del Espíritu Santo. Se diría, comen-ta Plinio Corrêa de Oliveira, “que el Espíritu Santo no sólo hablaba por su boca, sino que cantaba por los sonidos

armoniosos de su laringe y ha-cía que la gracia vibrara en las al-mas, al diapasón de la cítara con que cantaba”.6

Esos magníficos dones poé-ticos y musicales se dirigían mu-

ra una incipiente escuela teológica en esa ciudad. Al ver la devastación que causaban en sus habitantes las sectas heréticas, el santo asceta aceptó.

Empezaba así una nueva etapa de su apostolado. En poco tiempo reunió a su alrededor a numerosos discípu-los, a los que se empeñó en darles una sólida formación. En una carta dirigi-da a uno de ellos, le aconsejaba: “Hijo mío, arráigate en la humildad y harás que las virtudes de Dios te acompa-ñen. [...] No hay medida para la belle-za del hombre que es humilde. No hay pasión, cualquiera que sea, capaz de acercársele al hombre que es humil-de, y no hay medida para su belleza”.3

Citarista del Espíritu Santo y bardo de María

No fue nada fácil la lucha del san-to diácono contra las herejías y los re-sultados iniciales eran escasos. Prosi-guió, no obstante, sin desanimarse e, inspirado por el Espíritu Santo, en-contró un medio eficaz para propa-gar la buena doctrina en la disputa contra los herejes: a través de la litur-gia. No sin razón, porque, como en-seña el Papa Pío XI, “para instruir al pueblo en las cosas de la fe y atraer-le por medio de ellas a los íntimos go-ces del espíritu, mucho más eficacia tienen las fiestas anuales de los sagra-dos misterios que cualesquiera ense-ñanzas, por autorizadas que sean, del eclesiástico magisterio”.4

Esas festividades nacieron y fueron instituidas “en el transcurso de los si-

Efrén acudió a su obispo, que lo acogió como a un hijo y le administró el Bautismo

Iglesia y tumba del obispo Santiago en Nísibe, actual Nusaybin (Turquía)

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Nos dio un fruto lleno de dulzura

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La Virgen con el Niño - Mosaico de la basílica de San Apolinar, Ravena (Italia)

a Virgen me invita a cantar el misterio, que contemplo

con admiración. Hijo de Dios, dame tu admirable don, haz que temple mi lira, y que logre repre-sentar la imagen completamente bella de tu bien amada Madre.

La Virgen María da a luz a su Hijo permaneciendo virgen, amamanta al que alimenta a las naciones, sostiene en su casto re-gazo al que sustenta el univer-so. Ella es Virgen, Ella es Madre, ¿qué es lo que no es?

Santa de cuerpo, enteramente hermosa de alma, pura de espí-ritu, sincera de inteligencia, per-fecta de sentimientos, casta, fiel, pura de corazón, leal, está llena de todas las virtudes.

Que en María se regocije toda la estirpe de las vírgenes, pues una de entre ellas ha alumbrado al que sostiene toda la Creación, al que ha liberado al género humano gi-miente en la servidumbre.

Que en María se regocije el viejo Adán, herido por la ser-piente. María da a Adán una descendencia, que le permite aplastar a la serpiente maldita, y le cura de su herida mortal.

himno de San efrén a la virgen maría

Que los sacerdotes se regocijen en la Virgen bendita. Ella dio a luz al sumo Sacerdote, que se hizo Él mismo víctima. Puso fin a los antiguos sacrificios, haciéndose víctima que apacigua al Padre.

Que en María se regocijen todos los profetas. En Ella se cumplieron sus visiones, se realizaron sus pro-fecías, se confirmaron sus oráculos.

Que en María se gocen todos los patriarcas. Así como Ella re-cibió la bendición que les fue pro-metida, así Ella en su Hijo les hi-zo perfectos. Por Él, en efecto, los profetas, justos y sacerdotes, se han encontrado purificados.

En lugar del amargo fruto co-gido por Eva del árbol fatal, Ma-ría dio a los hombres un fruto lleno de dulzura. Y he aquí que el mundo entero se deleita con el fruto de María.

El árbol de la vida oculto en medio del Paraíso, creció en Ma-ría. Salido de Ella extendió su sombra sobre el universo, esparció sus frutos sobre los pueblos más lejanos y sobre los más cercanos.

María tejió un vestido de gloria y se lo dio a nuestro primer padre. Él había escondido su desnudez en-

tre los árboles, y es ornado ahora de pudor, de virtud, de belleza. Al que su esposa lo había tirado al suelo, su Hija lo eleva; sostenido por Ella, se levanta como un héroe.

Eva y la serpiente le habían tendi-do una trampa, Adán cayó en ella; María y su regio Hijo se inclinaron sobre él y lo sacaron del abismo.

La viña virgen dio un racimo, cuyo dulce jugo devuelve la alegría a los afligidos. Eva y Adán en su an-gustia cataron el vino de la vida, y hallaron en él completa consolación.

AMANN, Émile. Le dogme catholique dans les Pères de l’Église.

2.ª ed. París: Gabriel Beauchesne, 1922, pp. 221-223

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chas veces hacia una luminosa estrella que brillaba con especial fulgor en la mente y en el corazón de Efrén: María Santísima. Tenía por Ella una devoción profunda y tierna que lo acompaña-ba a cada paso. En honor a la Virgen Madre compuso un incontable nú-mero de oraciones y de melodías, las cuales proclamaban ya en aquellos remotos tiempos glorias y privilegios de María que el magisterio infalible de la Iglesia más tarde vendría a definir.

El encuentro de dos grandes santos

A la par de San Efrén, brillaban en esa época otros tres grandes as-tros de la historia de la Iglesia, deno-minados Padres Capadocios: San Ba-silio Magno, San Gregorio de Nisa y San Gregorio Nacianceno. Tres obis-pos que, al igual que el diácono de Edesa, dedicaron su vida a defender de los errores de las herejías el reba-ño confiado a su custodia.

Los ecos de la fama de santidad de uno de ellos, San Basilio, llegaron a Efrén, que emprendió un largo via-je a Cesarea de Capadocia para co-nocerlo personalmente. Y el santo obispo, a su vez, se llenó de entusias-mo al ver la fulgurante santidad de su visitante. De este encuentro surgió una estrecha amistad que unió para siempre a esos dos varones de Dios.

San Efrén sacó bastante prove-cho espiritual de esa estancia jun-to a San Basilio, y regresó a Edesa con mucha gratitud hacia la Divina Providencia, por haberle concedido tamaña gracia. En varias ocasiones quiso Basilio conferir al diácono la ordenación sacerdotal, incluso ele-

cuerpos. Se entregó con admirable denuedo a la ruda tarea de socorrer a aquellos infelices. Los atendía en sus necesidades, los animaba en sus sufrimientos, los confortaba en sus angustias. Infatigable en tan cari-tativa labor, cierta mañana, sintió en sí mismo los síntomas de la pes-te. Era la voz del Señor que des-de su interior lo estaba llamando

para que recibiera la recompensa en el Cielo, que “será muy grande” (cf. Gn 15, 1).

Transidos de dolor, sus discípu-los lo asistieron durante su enferme-dad. Ya en el umbral de la muerte el santo maestro daba aún una últi-ma lección. Les pide que en lugar de honores funerarios, le fuese ofreci-do algo mucho más valioso: las san-tas oraciones, el suave perfume del incienso espiritual que se eleva a Dios a favor de su alma, el mayor bien que se le puede hacer a quien se presenta ante el juicio divino.

Así coronó Efrén una vida mar-cada por la entrega completa en fa-vor de la verdadera doctrina, de la salvación de las almas, en fin, de la glorificación de la Santa Iglesia Ca-tólica. Fue, en palabras de San Juan Crisóstomo, “azote del perezoso, consuelo del afligido, educador, ins-tructor y exhortador de la juventud, espejo de monjes, guía de peniten-tes, aguijón para los herejes, reser-vorio de virtudes, y hogar y aloja-miento del Espíritu Santo”.7

Por eso, el esplendor de su santi-dad se irradió muy pronto por todo el mundo. De hecho, afirma San Grego-rio de Nisa, “es conocido en casi todo lugar en el que brilla el sol”.8 ²

1 BREYDY, Miguel. San Efrén Siro. In: ECHEVERRÍA, Lamberto de; LLORCA, SJ, Bernardino; REPETTO BE-TES, José Luis (Org.). Año Cristiano. Madrid: BAC, 2004, v. VI, p. 212.

2 BENEDICTO XVI. San Efrén el sirio. Audiencia general, 28/11/2007.

3 SAN EFRÉN DE SIRIA. Epístola a un discípulo. In: Congregación para el Clero: http://www.clerus.org.

4 PÍO XI. Quas primas, n.º 20.5 Ídem, n.º 21.6 CORRÊA DE OLIVEIRA,

Plinio. Conferencia. São Pau-lo, 6/11/1972.

7 SAN JUAN CRISÓSTOMO. Orat. de consumm. sæc.,

apud Benedicto XV. Principi Apostolorum Petro.

8 SAN GREGORIO DE NISA. Vita S. Ephrem, apud Bene-dicto XV, op. cit.

varlo a la dignidad episcopal, pero sin éxito alguno, porque se conside-raba indigno de tan alto ministerio.

Un esplendor de santidad que se irradió por todo el mundo

En torno al año 378, Dios envió a Efrén una última prueba, destinada a coronar de modo magnífico su exis-tencia de incansable lucha a favor de la Santa Iglesia. Edesa fue asolada por una terrible peste, que llevó a la eternidad a muchos de sus habitan-tes y dejó a numerosos otros postra-dos en el lecho de dolor. Tales circuns-tancias abrieron para el santo diácono un nuevo campo de batalla, en el que se consagraría de manera generosa a Cristo: la asistencia a los enfermos.

Quien hasta entonces había he-cho mucho por las almas empeza-ba a ocuparse ahora también de los

Fue, en palabras de San Juan Crisóstomo, “azote del perezoso y

consuelo del afligido”

San Efrén - Mosaico del monasterio de Néa Moní , Quios (Grecia)

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Camino para el encuentro con Dios y sus misterios

20      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

ción de la música sacra, destacando el primordial papel del arte en la li-turgia: “La Iglesia ha reconocido y fomentado en todo tiempo los pro-gresos de las artes, admitiendo en el servicio del culto cuanto en el curso de los siglos el genio ha sabido ha-llar de bueno y bello, salva siempre la ley litúrgica”.6

También Pío XI, en la constitu-ción apostólica Divinis cultus, afir-maba: “Importa, pues, muchísimo, que cuanto sea ornamento de la sa-grada liturgia esté contenido en las fórmulas y en los límites impuestos y deseados por la Iglesia, para que las artes, como es deber esencial suyo, sirvan verdaderamente como nobilí-simas siervas al culto divino”.7

Sublimando la dimensión litúrgica, decía Pío XII en la encíclica Media-tor Dei: “todo cuanto pertenezca a los edificios sagrados, a los ornamentos y a las cosas del servicio de la liturgia, aparezca limpio y en consonancia con su fin, que es el culto a la divina Ma-jestad”.8 Y en la encíclica Musicæ sa-cræ el mismo pontífice aseguraba que el arte religioso “con sus obras no se propone sino llegar hasta las almas de

podríamos llamar una obra de arte, puesto que en la celebración litúrgica “nada debe ser vulgar, precipitado, improvisado; todo requiere armonía, dignidad, reverencia”.4

Cabe subrayar, por tanto, la im-portante acción evangelizadora que la transmisión de la belleza ejerce a tra-vés de esos elementos, si las cosas des-tinadas al culto fueran “en verdad dignas, decorosas y bellas, signos y sím-bolos de las realidades celestiales”.5

Constante preocupación de los Papas

San Pío X, en el motu proprio Tra le sollecitudini, promovía la restaura-

Desde su origen, el cristianismo comprendió el valor de las artes y usó sus multiformes lenguajes para comunicar el inmutable mensaje de salvación.

a manifestación de la fe, en la Iglesia y por la Iglesia, no se restringe a una actitud in-terior. Se refleja también “a

través de una serie de expresiones ex-ternas, orientadas a evocar y subrayar la magnitud del acontecimiento que se celebra”,1 enseñaba San Juan Pablo II.

Aunque los actos litúrgicos, en cierto modo, podrían llevarse a cabo con dignidad en cualquier sitio, re-vistiéndose de ornamentos sencillos y usando paramentos de poco valor artístico, no obstante, “en el desarro-llo de la Iglesia, como sociedad cató-lica cultual, el tema artístico es muy digno de tenerse en cuenta, pues en toda manifestación externa del culto debe buscarse siempre la mayor dig-nidad y el máximo decoro”.2

A través de los objetos que se uti-lizan en el culto se puede fomentar la compenetración ante el misterio que se está viviendo, así como la piedad y la tan deseada participación plena, consciente y activa de los fieles. “El arte ha de ser un elemento expresivo, digno y funcional en el espacio y en el ambiente de la celebración”.3 Por eso es bueno y saludable buscar lo que

P. Fernando Néstor Gioia Otero, EP

el arte SaCro

“En toda manifestación externa del culto debe buscarse siempre la mayor dignidad y el máximo decoro”

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      21

paramentos sacerdotales o vasos sa-grados de celebración, y pensaban, en definitiva, que sería mejor desti-nar a los pobres esos recursos. “Dife-rentes padres manifestaron el deseo de que la Iglesia suprimiese todo el lujo innecesario en el culto divino”.12

Otros, en sentido opuesto, ale-gaban que había que disponer de lo mejor para el servicio de Dios, y ba-saban sus argumentos en la respuesta que el Señor le dio a Judas Iscariote —a quien en realidad no le importa-

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los fieles para llevarlas a Dios por me-dio del oído y de la vista”.9

En su famosa Carta a los artistas, San Juan Pablo II mostraba los efec-tos del clima descristianizado de los últimos siglos, que “ha llevado a ve-ces a una cierta separación entre el mundo del arte y el de la fe, al me-nos en el sentido de un menor inte-rés en muchos artistas por los temas religiosos”.10 No eran otros los mo-tivos que llevaron a la constitución Sacrosanctum Concilium a advertir con severidad que fueran rechaza-das aquellas obras artísticas que “re-pugnen a la fe”.11

Un choque de tendencias

En este delicado tema, no fue pe-queño el choque entre dos marcadas tendencias durante los trabajos pre-conciliares.

Unos estaban en contra de lo que podría suponer un mayor gasto en la construcción y ornamentación de las iglesias, en la confección de costosos

ban los pobres, sino el dinero, por-que era un ladrón (cf. Jn 12, 6)— en el episodio de la mujer que derra-mó sobre la divina cabeza un perfu-me muy caro de nardo puro y en el hecho de que Él no hubiera rechaza-do tan “lujoso” homenaje. Al contra-rio, Cristo, que se hizo pobre y pedía la pobreza a los Apóstoles, elogió ese gesto: “Jesús replicó: ‘Dejadla, ¿por qué la molestáis? Una obra buena ha hecho conmigo. Porque a los po-bres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando que-ráis; pero a mí no me tenéis siempre” (Mc 14, 6-7). Por consiguiente, ¿no es legítimo —preguntaban los de esta corriente— practicar la virtud de la magnificencia en lo que atañe al cul-to divino? Esto en nada hiere el espí-ritu de pobreza.

Para eludir un enfrentamiento, la propuesta conciliar final, a respecto de la liturgia y el arte sacro, acabó recomendando a los ordinarios que “busquen más una noble belleza que

Cortejo final de una Misa celebrada en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, 16/5/2014

“Nada debe ser vulgar, precipitado, improvisado; todo requiere armonía, dignidad, reverencia”

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la mera suntuosidad. Esto se ha de aplicar también a las vestiduras y or-namentación sagrada”.13

No confundir belleza con esplendor fastuoso

Ocurre que en muchas ocasiones se confunde erróneamente belleza con lujo y —al tratar de evitar, además de la “mera suntuosidad” o el “esplen-dor fastuoso”14— se termina optando por lo que podríamos considerar no só-lo una falta de refinamiento, sino tam-bién el mal gusto y la vulgaridad. Es lo que suele verse con frecuencia en el ar-te sacro contemporáneo, en algunos estilos de arquitectura religiosa y en determinados ambientes católicos.

El hombre, creado a imagen y se-mejanza de Dios, también expresa “la verdad de su relación con Dios Crea-dor mediante la belleza de sus obras artísticas”.15 Pero a menudo, so pre-texto de simplicidad evangélica o de austeridad, se llega a empobrecer el culto divino quitándole su grandeza, tanto en una arquitectura desprovista de encanto, como en una música ale-jada de lo sagrado, o en unas imáge-nes de formas extrañas y artísticamen-te pobres, o incluso en el uso de los objetos de gusto discutible y hechos de material de calidad inferior al no-ble sacramento que se celebra.

Desde la Antigüedad el ser huma-no, movido por la piedad, ha ofreci-do en los actos de adoración a Dios los mejores de los utensilios que po-seía, como nos lo demuestra el Anti-guo Testamento. Con el cristianismo, idéntico sentimiento ya se manifestaba entre los fieles de los primeros siglos, atestiguado, por ejemplo, con la cons-trucción de majestuosos templos. Co-mo sabemos, muchos de ellos fueron palacios de patricios o de ricos propie-tarios que los habían donado a la Igle-sia, algunos de los cuales aún hoy día se conservan. Su suntuosa y admirable decoración interior son una prueba de la devoción y generosidad de los fieles incentivada por la Iglesia naciente.

Tras las huellas de San Francisco de Asís

Cristo no pidió que se practica-ra la pobreza con relación al cul-to divino. Desposado místicamente con ella, San Francisco de Asís com-prendió muy bien el consejo evangé-lico y rogaba a sus hijos espirituales, seguidores precisamente de su parti-cular espíritu de pobreza, que hon-raran todas las cosas referentes al Santísimo Sacramento y a la liturgia.

En cierta ocasión escribió: que “los cálices, los corporales, los ornamentos del altar y todo lo que concierne al sa-crificio, deben tenerlos preciosos. Y si el santísimo cuerpo del Señor estuviera colocado en algún lugar paupérrima-mente, que ellos lo pongan y lo cierren en un lugar precioso según el manda-to de la Iglesia, que lo lleven con gran veneración y que lo administren a los otros con discernimiento”.16 Ejemplo concreto de tal mentalidad lo podemos apreciar en el exterior rústico y sobrio de la basílica de Asís que contrasta con su interior lleno de esplendor.

Sin duda, “el ornato realza la be-lleza de las cosas, así como el bar-niz destaca la nobleza y la calidad de una madera”.17 Y “los atavíos orna-mentales, el arte decorativo, son, en este sentido, elementos fundamen-tales de la vida en este mundo”.18

Como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, “El arte sacro es verdadero y bello cuando corres-ponde por su forma a su vocación propia: evocar y glorificar, en la fe y la adoración, el misterio trascenden-te de Dios”.19

Ambientes que favorecen la acción de lo sobrenatural

La celebración litúrgica bella, en sus ornamentos, en el ceremonial, en el canto, en las construcciones, arre-bata las almas hacia lo sobrenatural y las anima a abandonar las vías del pe-cado y progresar en la virtud.

Por esa razón, en otros tiempos “el arte de los templos era el libro donde aprendían los fieles las ver-dades de la fe. Fue una cultura de

Armonía entre arte y religión

Pio X – “La Iglesia ha reconocido y fomentado en todo tiempo los progresos de las artes, admitiendo en el servicio del culto cuanto el genio ha sabido hallar de bueno y bello”

Pio XI – “Importa muchísimo que las artes sirvan verdaderamente como nobilísimas siervas al culto divino”

Pio XII – El arte “con sus obras no se propone sino llegar hasta las almas de los fieles para llevarlas a Dios por medio del oído y de la vista”

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imágenes, que perdura incluso des-pués de que la imprenta nos intro-dujo en la cultura de la idea y del lenguaje”.20 Así como hay melodías capaces de crear un ambiente favo-rable al recogimiento, a la oración, a la elevación de espíritu, al equilibrio interior, por su efecto apaciguador, es imperioso constatar como los am-bientes influencian a fondo al espíri-tu humano, tanto para el bien como para el mal.

Esto se debe a que “existe una profunda interacción entre el hom-bre y el espacio que lo rodea. El hombre se refleja en él y, por con-siguiente, comunica alguna cosa de sí mismo a los otros”.21 Así, genera-ciones de fieles impregnados de es-píritu católico edificaron catedrales románicas y góticas que nos deleitan con su magnificencia arquitectónica, y por la fuerza de presencia simbóli-ca constituyen espacios que ejercen una sagrada influencia sobre la gen-te. Porque “el espacio litúrgico y su adorno tiene una grandísima impor-

tancia en vista de una evangeliza-ción correcta, nueva y adecuada”.22

El arte sacro debe estar al servicio de la liturgia

Como indicaba Pablo VI, “el ar-te es un medio de incomparable efi-cacia para la evangelización”.23 Aun-que la Iglesia no ha considerado como propio ningún estilo, incenti-va a los ordinarios que promuevan y favorezcan “un arte auténticamen-te sacro”,24 y que excluyan “aquellas obras artísticas que repugnen a la fe, a las costumbres y a la piedad cris-tiana y ofendan el sentido auténti-camente religioso, ya sea por la de-pravación de las formas, ya sea por la insuficiencia, la mediocridad o la falsedad del arte”.25

Por consiguiente, el arte sacro debe estar al servicio de la religión y, si hay medios económicos, no se tie-ne que evitar lo artísticamente be-llo porque sea más costoso y optar por lo feo si da menos gastos... Por cierto, un argumento bastante discu-

tible. Repugnar a la fe, las costum-bres y la piedad; depravación de las formas, insuficiencia, mediocridad o falsedad del arte... cuántos calificati-vos para identificar el estilo de arte que la Sacrosanctum Concilium con-sideraba contrario a la belleza.

No se puede negar que en de-terminados aspectos como el de la funcionalidad ha habido avan-ces tecnológicos en las construccio-nes modernas. Sin embargo, hemos de considerar “la incidencia negati-va que sin duda produce en el cam-po de la creación artística religiosa y de la destinada a la liturgia, el clima sociocultural envolvente, caracteri-zado por el pensamiento débil, el va-cío espiritual, la pérdida de valores morales y la secularización”.26

Esa producción artística, en ge-neral, —y en el terreno de lo sagra-do especialmente— llevada a cabo por especialistas influenciados por el mundo paganizado ha dado lugar a expresiones que no reflejan el arte sacro, llegando a ofender, en no po-cos casos, el “sentido auténticamen-te religioso”.

El mundo tiene necesidad de la belleza

Todo esto resalta el motivo por el cual Pablo VI incentivaba a los artis-tas a seguir el camino del pulchrum: “Este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, co-mo la verdad, es quien pone alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une las generacio-nes y las hace comunicarse en la ad-miración”.27

En ese sentido, la conocida Carta a los artistas de San Juan Pablo II, de 1999, es un punto de referencia en el tema de la relación fe-arte-belle-za. En ella el pontífice muestra có-mo la Iglesia tiene necesidad del ar-te —pero de un arte bello— para la transmisión del Evangelio, por-

Armonía entre arte y religión

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Pablo VI – “Este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza”

Juan Pablo II – “El arte posee esa capacidad peculiar de reflejar uno u otro aspecto del mensaje, traduciéndolo en colores, formas o sonidos”

Benedicto XVI – El arte puede “transformarse en un camino de profunda reflexión interior y de espiritualidad”

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“Los cálices, los corporales, los ornamentos del altar y todo lo que concierne al sacrificio, deben tenerlos preciosos” (San Francisco de Asís)

que “el arte posee esa capacidad pe-culiar de reflejar uno u otro aspec-to del mensaje, traduciéndolo en colores, formas o sonidos que ayu-dan a la intuición de quien contem-pla o escucha. Todo esto, sin privar al mensaje mismo de su valor tras-cendente y de su halo de misterio”.28

El llamamiento que insistente-mente viene siendo hecho a los ar-tistas desde el final del Concilio Vati-cano II, parece que no ha calado. La crisis del mundo moderno ha llevado al ser humano a perder la noción de los misterios de nuestra fe y es como si lo espiritual se hubiera diluido.

Ante los más admirables monu-mentos legados por la civilización cristiana, muchos no reaccionan co-mo debieran, no se dejan arrastrar por “aquel océano infinito de belle-za, en el que el asombro se convier-te en admiración, embriaguez, gozo indecible”.29 Es el efecto del adorme-cimiento producido en las almas por la secularización de la vida moderna.

El arte y la belleza tienen el co-metido de despertar a la humanidad de su letargo y llevarla a redescubrir la profundidad de esa dimensión es-piritual y religiosa, porque “la alian-za establecida desde siempre entre el Evangelio y el arte” implica, para los artistas, una invitación a “adentrarse

con intuición creativa en el misterio del Dios encarnado y, al mismo tiem-po, en el misterio del hombre”.30

Una “via pulchritudinis”

Así como Dios se manifiesta en la hermosura de la Creación —“el cie-lo proclama la gloria de Dios, el fir-mamento pregona la obra de sus ma-nos” (Sal 18, 2)—, también las obras del hombre honesto reflejan el en-canto de la virtud. Por lo tanto, exis-te una relación entre la belleza mate-rial y la moral. Dicha relación íntima es el fundamento de una via pulchri-tudinis, es decir, es necesario usar la belleza en sus más variadas formas como medio de evangelización, pa-ra llevar a las almas a Dios, que es la Belleza en esencia. Porque todo lo que de bello existe refleja en cier-to sentido ese atributo divino. Amar la belleza, encantarse con ella, es un medio de crecer en el amor a Dios.

Como bien les decía Benedic-to XVI a los artistas, en el encuentro realizado en la Capilla Sixtina, en noviembre de 2009, “el arte, en to-das sus expresiones, cuando se con-fronta con los grandes interrogantes de la existencia, con los temas fun-damentales de los que deriva el sen-tido de la vida, puede asumir un va-lor religioso y transformarse en un

San Francisco en éxtasis, por Pedro de Mena - Catedral de Toledo (España)

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      25

1 SAN JUAN PABLO II. Eccle-sia de Eucharistia, n.º 49.

2 RIVERA, Juan Francisco. El arte y los objetos sagrados. In: MORCILLO GONZÁ-LEZ, Casimiro (Org.). Con-cilio Vaticano II. Comenta-rios a la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. 2.ª ed. Ma-drid: BAC, 1965, t. I, p. 582.

3 SECRETARIADO NACIO-NAL DE LITURGIA DE ESPAÑA. Ambientación y arte en el lugar de la cele-bración. In: CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA. Celebrar en belleza. Barcelo-na: CPL, 2006, p. 160.

4 MICÓ BUCHÓN, José Luis. Liturgia Católica. Bogotá: San Pablo, 2004, p. 90.

5 CONCILIO VATICANO II. Sa-crosanctum Concilium, n.º 122.

6 SAN PÍO X. Tra le sollecitudi-ni, n.º 5.

7 PÍO XI. Divini cultus.8 PÍO XII. Mediator Dei,

n.º 232.9 PÍO XII. Musicæ sacræ, n.º 11.10 SAN JUAN PABLO II. Carta

a los artistas, n.º 10.11 CONCILIO VATICANO II,

op. cit., n.º 124.12 SCHMIDT, Herman. La

Constitución sobre la Sagra-da Liturgia. Texto, historia, comentario. Barcelona: Her-der, 1967, p. 126.

13 CONCILIO VATICANO II, op. cit., n.º 124.

14 INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO, n.º 292.

15 CCE 2501.16 SAN FRANCISCO DE ASÍS.

Primera carta a los custo-dios, n.os 3-4. In: Directo-

rio Franciscano: http://www.franciscanos.org.

17 CORRÊA DE OLIVEI-RA. Plinio. Ornato, ele-mento fundamental da vi-da. In: Dr. Plinio. São Paulo. Año XI. N.º 128 (Noviembre 2008); p. 20.

18 Ídem, ibídem.19 CCE 2502.20 MICÓ BUCHÓN, op. cit.,

p. 91.21 SIRBONI, Silvano. El len-

guaje simbólico de la Litur-gia. Los signos que manifies-tan la fe. Bogotá: San Pablo, 2006, p. 141.

22 Ídem, p. 146.23 BEATO PABLO VI. Discor-

so in occasione della mostra d’arte moderna sul volto di Cristo, 22/10/1974.

24 CONCILIO VATICANO II, op. cit., n.º 124.

25 Ídem, ibídem.26 LÓPEZ, Julián. La liturgia y

el arte en el Magisterio de la Iglesia. In: CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA, op. cit., p. 56.

27 BEATO PABLO VI. Con-cilium Œcumenicum Vati-canum II Sollemni Ritu Con-cluditur. Message aux artistes, 8/12/1965.

28 SAN JUAN PABLO II. Carta a los artistas, n.º 12.

29 Ídem, n.º 16.30 Ídem, n.º 14.31 BENEDICTO XVI. Discur-

so con ocasión del encuentro con los artistas en la Capilla Sixtina, 21/11/2009.

32 CCE 2502.33 MICÓ BUCHÓN, op. cit.,

p. 93.

El arte sacro auténti-co, bello y verdadero, es un instrumento que “lleva al hombre a la adoración, a la oración y al amor de Dios”

camino de profunda reflexión inte-rior y de espiritualidad”.31 El arte sa-cro auténtico, bello y verdadero, es un instrumento que “lleva al hom-bre a la adoración, a la oración y al amor de Dios Creador y Salvador, Santo y Santificador”.32

En esa via pulchritudinis, una vez más se une al arte sacro —y formando parte de éste— la liturgia, con su be-lleza y su inigualable función evangeli-

Interior de la basílica de San Francisco, Asís (Italia)

zadora, puesto que ella necesita expre-sarse a través de un lenguaje y también de signos. No quiere decir que el arte sea imprescindible a la liturgia, pero le es muy conveniente, ya que “el arte no es una cubierta de la liturgia, un valor añadido, sino que es parte esencial de su lenguaje. Por eso se podría calificar, al arte religioso, como ‘lugar teológi-co’, es decir, camino para el encuentro con Dios y sus misterios”.33 ²

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Doce nuevos pastores para el rebaño de Dios

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26      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

ordenaCioneS preSbiteraleS en la baSíliCa de nueStra Señora del roSario

as ordenaciones presbiterales son siempre moti-vo de particular alegría porque enriquecen a la Iglesia con nuevos pastores dedicados en adelan-

te a la santificación de la grey del Señor.Por consiguiente, en medio de un especial ambien-

te de júbilo fue como transcurrió la ceremonia de ordenación presbiteral de doce diáconos de la sociedad clerical de vida apostólica de derecho pontificio Virgo Flos Car-meli, presidida por Mons. Giovanni d’Aniello, Nuncio Apostólico en Bra-sil, y que se llevó a cabo en la basí-lica de Nuestra Señora del Rosa-rio, el pasado 25 de abril, fiesta de San Marcos, evangelista.

Calurosas palabras de bienvenida

Al inicio de la celebración Mons. Sergio Aparecido Colombo, en cuya diócesis se localizan la basí-lica y el seminario de los Heraldos del Evangelio, le expresó al nuncio su más calurosa bienvenida por su primera visi-ta a la diócesis de Bragança Paulista: “Mu-chas gracias por su generosidad, por su presen-cia siempre tan amiga, siempre tan acogedora. Y en la persona de Su Excelencia, rindo homenaje filial al San-to Padre, el Papa Francisco. Le pido que le transmita a Su Santidad el cariño y la disponibilidad mía y de toda nues-

tra diócesis. Le pido que nos bendiga en este año que ella cumple 90 años de su creación e instalación”.

Por su parte, Mons. d’Aniello manifestó su gratitud y contento por el afecto con el que estaba siendo recibi-

do y prometió una nueva visita para conocer más a fondo la diócesis.

Una realidad encantadoraA continuación Mons. Giovanni

d’Aniello se dirigió al fundador de los Heraldos diciendo: “Monseñor Scog-namiglio, muchas gracias también a usted por la elección de haberme escogido a mí para imponer las ma-nos sobre estos nuevos presbíteros y hacerlos sacerdotes de Dios. Gra-cias por la acogida que he tenido desde ayer en esta realidad que de-finiría encantadora”.

Y añadió: “Una realidad que me está impresionando, porque —co-

mo dije ayer en la iglesia del semina-rio menor— esta variedad de colores

me da una idea de cómo es la Iglesia: un conjunto de gracias, un conjunto de perso-

nas, un conjunto de funciones que forman una armonía. Y dan precisamente vitalidad a esta Iglesia

que es una. Y que manifiesta esa unidad en estar ligada a Cristo, en la veneración también de su Madre, que aquí reverenciamos como Nuestra Señora del Rosario”.

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      27

Universalidad de la Iglesia – La diversidad de origen de los doce candidatos, procedentes de seis países de tres continentes, fue un elocuente símbolo de la universalidad de la Iglesia. En las fotos, un neo sacerdote de Bombay recibe

el cáliz, un lisboeta le da el abrazo de la paz al nuncio y uno oriundo de Japón participa en el cortejo de entrada.

En las manos del fundador – Tras haber hecho la promesa de obediencia en las manos del nuncio, los candidatos al sacerdocio renovaron sus votos perpetuos en las manos de su superior general, y fundador de los

Heraldos, Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. Especialmente conmovedor fue también el abrazo de la paz.

Convivencia fraterna – Las palabras de bienvenida de Mons. Sergio Aparecido Colombo al Nuncio Apostólico realzaron el clima de hermandad y de unión eclesial en el que se desarrolló la ceremonia. A la derecha,

Mons. Giovanni d’Aniello y Mons. João Scognamiglio Clá Dias conversan en la sacristía.

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28      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

Visita a las casas de formación – Monseñor d’Aniello conoció la casa de formación Contemplación Marial, situada en Embu das Artes, de la rama masculina; y la Casa Monte Carmelo, de Caieiras, de la femenina. En ésta

también funciona el Instituto Filosófico-Teológico Santa Escolástica y una iglesia abierta al público.

Setenta y ocho concelebrantes – Sacerdotes provenientes de varios países concelebraron la Eucaristía con Mons. Giovanni d’Aniello, Mons. Sergio Aparecido Colombo y Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. En las fotos:

durante la oración de ordenación (foto 1), en la imposición de las manos (foto 2) y junto a los neo presbíteros (foto 3).

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Ordenación diaconal de heraldos

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      29

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l 21 de abril, trece acólitos pertenecientes a los He-raldos del Evangelio recibieron por las manos de

Mons. Benedito Beni dos Santos, obispo emérito de Lore-na, el orden del diaconado. Entre ellos había dos españoles, un guatemalteco y diez brasileños de diversos estados: São Paulo, Minas Gerais, Espírito Santo y Pará. Le correspon-dió a un heraldo de Belén agradecer a Mons. Beni dos San-

tos la amistad con la que honra a la asociación, recordando que ésa era la octava ordenación presbiteral o diaconal de los heraldos que él presidía. Arriba: propósito de los elec-tos. Abajo: Monseñor Benedito y monseñor João conver-san en la sacristía (foto 1), presentación de los candidatos (foto 2), promesa de obediencia (foto 3), imposición de las manos (foto 4) y entrega del libro de los Evangelios (foto 5).

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XII Encuentro Nacional del Apostolado del Oratorio

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30      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

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os Heraldos del Evangelio realizaron el 18 de abril su XII Encuentro Nacional del Apostolado del Oratorio,

que congregó a más de 11.000 personas en el Santuario de Fátima.

El programa empezó en la basílica de la Santí-sima Trinidad con la coronación de la imagen del Inmaculado Corazón de María, seguida de la Celebración Eucarística presidida por Mons. Antonio Francisco dos Santos, obis-po de Oporto. Después hubo adoración al Santísimo Sacramento y rezo del Rosario.

Monseñor Santos invita a ser discípulos misioneros

En su homilía, el prelado transmi-tió a los presentes un alentador mensaje para una entrega cada vez mayor al ser-vicio del prójimo.

Recordando que los Apóstoles, “prime-ros discípulos misioneros, se preocuparon en recorrer las ciudades conocidas por enton-ces y allí fueron heraldos del Evangelio”, Mon-señor Santos les animó a imitarlos.

“Hoy, como discípulos misioneros, somos en-viados a recorrer el corazón y la vida de las personas, de

las instituciones y de las culturas, muchas veces sin salir de nuestra tierra. Portugal también es tierra prometida y tie-rra de misión, que queremos hacerla cada vez más una tie-

rra evangelizada y evangelizadora”.

Celebrar el carisma y la espiritualidadY añadía: “En esta peregrinación al San-

tuario de Fátima queremos celebrar el caris-ma y la espiritualidad de los Heraldos del Evangelio y su inserción en la unidad y en la comunión de la Iglesia en Portugal, en las diferentes diócesis en las que estáis presentes, y agradecer a todos los que a lo largo de este tiempo lo hacéis todo pa-ra valorar la vida de los cristianos, de las familias y de las comunidades, concreta-mente en la dimensión mariana, eucarís-tica y vocacional”.

* * *El encuentro anual del Apostolado del

Oratorio en Fátima tiene por objetivo ex-presar la gratitud y el reconocimiento a la

Virgen María por las abundantes gracias de-rramadas sobre ese apostolado, que se expande

por el mundo entero.

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      31

Una gran familia – Procedentes de todos los rincones de Portugal, once mil personas se congregaron en el Encuentro Nacional del Apostolado del Oratorio en el Santuario de Fátima. Todos se sentían unidos en una misma

fe, cimentada en la Eucaristía y en el amor a la Santísima Virgen.

Aspectos de la ceremonia – Mons. Antonio Francisco dos Santos lleva la custodia durante la adoración al Santísimo. Entrada procesional del obispo y los sacerdotes concelebrantes. Los fieles durante la Celebración Eucarística. Los peregrinos

se dirigen a la capilla de las apariciones. En el destaque: jóvenes de la rama femenina portan la imagen peregrina.

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Apostolado del Oratorio en México

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Costa Rica – Por invitación del maestro estadounidense Carl St. Clair, el coro local de los Heraldos participó en dos presentaciones de la Orquesta Sinfónica Nacional, interpretando cantos gregorianos como introducción a los movimientos de la obra “Vetrate di Chiesa”, de Ottorino Respighi. Los actos, que formaban parte de las celebraciones del 75º aniversario de la orquesta, tuvieron lugar los días 24 y 26 de abril en el Teatro Nacional de Costa Rica, en San José.

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l pasado 10 de abril, la imagen peregrina del Inmacu-lado Corazón de María llegó a la parroquia de Rin-

cón de Dolores, de Ciudad Hidalgo, diócesis de Michoa-cán. Fue recibida por los participantes del Apostolado del Oratorio, que la acompañaron procesionalmente has-ta la iglesia matriz (foto 1), donde el párroco presidió la Santa Misa. Ese mismo día, se entregaron dos oratorios

en la capilla de Guadalupe, en la localidad de Cuchipi-tio (foto 2), y el día 12 once oratorios más fueron bende-cidos y entregados por el párroco de San Mateo Apóstol, en el vecino pueblo de Irimbo (foto 3). En la parroquia de San José, en Ciudad Hidalgo, se realizó un encuentro de formación con coordinadores de dicho apostolado (fo-to 4), tras lo cual se entregaron cuatro nuevos oratorios.

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      33

Retiro en Mota del Marqués – En la segunda semana de abril, Cooperadores y amigos de los Heraldos hicieron un retiro espiritual en Mota del Marqués (Valladolid). Las meditaciones fueron dirigidas por el P. José Francisco

Hernández Medina, EP. Cada día los retirantes rezaban el Santo Rosario en conjunto y participaban en la Santa Misa.

Madrid – Los Heraldos participaron en la tradicional Misa y procesión en honor a la Virgen del Milagro, en las Descalzas Reales. Este año fue presidida por el Cardenal Francesco Coccopalmeiro, Presidente del Consejo

Pontificio para la interpretación de los Textos Legislativos. Al día siguiente el prelado visitó la casa de los Heraldos.

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Guatemala – En mayo, casi mil cien personas se reunieron en Academia de los Heraldos situada en San José Pinula, a las afueras de la capital del país, para participar en la devoción del Primer Sábado. Siguiendo el consejo

dado por Nuestra Señora en Fátima, se rezó el Rosario intercalando meditaciones a cada misterio.

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El milagro eucarístico de Tumaco

34      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

En una pequeña isla del litoral Pacífico, en pleno siglo XX, ocurrió un hecho cuya grandeza recuerda a ciertos acontecimientos extraordinarios narrados en las Escrituras.

ficial – Circular – Urgen-te. Bogotá, 6 de febrero de 1906. Gobernadores, por orden del Excelen-

tísimo Señor Presidente transcri-bo siguientes noticias: Tumaco, 31 de enero.– Hoy a las 10 a. m. terrible te-rremoto. Algunas casas desmantela-das; barracas hundidas; varias bode-gas destruidas, [...]. Pánico en general, pues mar amenaza terriblemente”.1

Con este dramático telegrama enviado desde la capital a todo el país, Colombia tomaba conocimien-to de lo ocurrido en Tumaco, isla de la costa sudoeste, escasamente habi-tada en aquel tiempo: un movimien-to sísmico de enormes proporciones prenunciaba la llegada de un devas-tador tsunami. Y no era la primera vez que una gigantesca ola amena-zaba con sumergirla...

Una isla castigada por el mar

Dos siglos antes, en 1738, Pedro Vicente Maldonado, gobernador de la antigua provincia de Esmeraldas, a la que pertenecía la isla, describía la realidad con la que se encontró al vi-sitar la ciudad: “Tumaco estaba apar-tada 6 leguas —unos 34 km— de la costa, [...]. Tenía 3/4 de legua de cir-cunferencia, el suelo arenisco, con árboles frutales, el mar había desen-

terrado a los difuntos sepultados en la iglesia. Tenía 300 habitantes...”.2

¿Cuántas veces las aguas habrán castigado a ese territorio insular? Es curioso destacar que en 1906 la isla contaba con 2.500 habitantes y do-ce años más tarde, incluso habien-do pasado por varias catástrofes, la población excedía ya el número de 22.000... ¿Acaso su gente se sentía atraída por el riesgo?

Un pintoresco relato de esa época, elaborado por un escritor natural de dicha región, responde al parecer a esa cuestión, cuando describe la relación que había entre el mar y aquellas islas: “Nacidas, embellecidas y habitadas ya las criaturitas, empieza este Saturno3

desapiadado a pretender comérselas. Cambia el curso de la corriente, para cogerlas desprevenidas; levanta ava-lanchas inusitadas, para atacarlas por detrás; se revuelca en su lecho de con-chas y coralinas este monstruo inquie-to, para quitárselas de encima, cual si le hicieran cosquillas como las moscas al caballo. Entonces los hombres in-cautos que edificaron sobre arena, le-vantan los gritos al Cielo y hacen me-moriales al Gobierno”.4

Por lo general, se produce un tsu-nami cuando un terremoto submari-no alcanza una enorme magnitud. Lo que acometió a Tumaco en 1906, de

8,8 grados (Mw) en la escala de Ri-chter, fue “considerado como uno de los más grandes registrados en la his-toria sísmica del mundo. [...] El even-to se sintió en toda la región Pacífica y Andina de Colombia y Ecuador”.5

Lo que desconocían los funda-dores de esa pequeña localidad era que a 100 km de la playa, en las pro-fundidades oceánicas, se encontra-ba la principal falla sísmica del te-rritorio colombiano... Si lo hubieran sabido quizá se lo habrían pensado dos veces antes de establecer allí sus residencias. Tal vez lo haya permi-tido Dios para manifestar, de mo-do admirable, cómo su protección se derrama abundantemente sobre los que en Él confían.

Región agraciada por Dios

En el primer mapa de la provin-cia, elaborado en 1749, aparece Tu-maco como una población carac-terizada por un arraigado fervor católico: un conjunto de quince ca-sas alrededor de una iglesia.

A unos 200 km de Tumaco, en el departamento de Nariño, se en-cuentra Ipiales, ciudad favoreci-da por la presencia milagrosa de Nuestra Señora de las Lajas. Sobre la gruta, en cuyas paredes la miste-riosa imagen fue encontrada graba-

Hno. Sebastián Correa Velásquez, EP

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      35

da en la piedra, en 1754, se levantó un santuario, en el que miles de pe-regrinos reciben incontables favores sobrenaturales hasta nuestros días.

En 1888, Nariño acogía a un gru-po de misioneros agustinos recoletos, procedentes de España. Al frente de ellos estaba el padre Ezequiel Moreno y Díaz que, poco después de su llega-da, fue nombrado obispo de la dióce-sis de Pasto, a la que estaba vinculada Tumaco. El incansable celo por las al-mas de este misionero agustino lo ele-vó a la honra de los altares: en 1975 se-ría beatificado por Pablo VI y en 1992 el Papa Juan Pablo II lo inscribiría en el catálogo de los santos.

No obstante, una de las mayores pruebas de la predilección divina por aquella región está relacionada precisamente con el célebre aconte-cimiento de Tumaco.

Misteriosa preservación de las aguas del maremoto

La siguiente narración, publica-da por expertos del servicio geoló-

gico colombiano acerca de la catástrofe sísmica de

1906, nos deja con un interrogante sobre la llegada del tsunami a la ciudad.

Muestran que después de que una primera ola se dispersara al romper con violencia contra dos is-lotes, “llegó una segunda ola, la cual igualmente pasó sin causar daños, sin embargo, más tarde se notó que una de las dos islas que protegían a la ciudad había sido arrasada por el mar. Varias casas ubicadas en la cos-ta fueron tumbadas por la ola, otras fueron averiadas fuertemente, pero no hubo ninguna víctima”.6

Pero en la costa del continente la situación fue muy diferente. “En una distancia de 80-100 km había muchas poblaciones y plantaciones que fueron destruidas sin excepción, como también lo fueron aquellas lo-calizadas a lo largo de los muchos ríos, la mayoría probablemente por la gran ola de marejada que siguió al terremoto. La pérdida en vidas humanas se estima en total en 500-1000; sin embargo, es probable que la cifra exacta jamás se conozca”.7

¿Cómo se explica que localidades vecinas e incluso otras muy distantes fueran arrasadas por las aguas del ma-remoto y que de Tumaco sólo se diga que el movimiento sísmico “dejó des-truidas y averiadas algunas casas”?8

Fray Bernardino García de la Con-cepción, también agustino recoleto de

la provincia de Panamá, al noroeste co-lombiano —bastante lejano del epi-centro—, cuenta que su ciudad “esta-ba en la mayor bajamar, y de repente (lo vi yo) vino la pleamar y sobrepasó el puerto, entrando en el mercado y lle-vándose toda clase de cajas: las embar-caciones menores que estaban en seco, fueron lanzadas a grande distancia”.9

Se ve claramente que Tumaco se había librado de la inundación que se generalizó a su alrededor. ¿A qué se debió tan misteriosa preservación?

Inminencia de un trágico cataclismo

Unos años antes de tales aconte-cimientos, dos agustinos recoletos fueron asignados por el santo obispo de Pasto, Mons. Ezequiel Moreno y Díaz, para que cuidaran de las almas de aquellos parajes. Eran fray Gerar-do Larrondo de San José, nombrado párroco de Tumaco, y fray Julián Mo-reno de San Nicolás de Tolentino.

Hasta el 31 de enero de 1906 ha-bían ejercido su ministerio sin ma-yores dificultades, en medio de un pueblo de acentuada apetencia re-ligiosa. Sin embargo, la mañana de aquel día, a las 10:36 h, la tierra tem-bló de un modo horrible, derribando todas las imágenes que se veneraban en la iglesia parroquial. Asumidos por el pánico, los fieles acudieron al encuentro de los religiosos, rogán-doles que organizaran una proce-sión para implorarle a Dios su pro-tección en esa emergencia.

Los sacerdotes trataron de cal-mar a la multitud, infundiéndoles confianza. Pero cuando les llegó la noticia de que el mar ya había retro-cedido un kilómetro de la playa, se dieron cuenta de que estaban ante la inminencia de un trágico cataclismo.

La inmensa ola se detuvo

El padre Larrondo se apresuró a ir a la iglesia y sacó del sagrario una gran hostia consagrada y un copón pa-ra protegerla. Se dirigió rápidamente

El nombramiento de San Ezequiel Moreno y Díaz como obispo de Pasto y las apariciones de la Virgen en Ipiales, son signos de predilección de la

Divina Providencia por el departamento de Nariño

Basílica de Nuestra Señora de las Lajas, en Ipiales. En el destaque, San Ezequiel Moreno y Díaz en torno al año 1898

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hacia la gente y levantando la Sagrada Forma exclamó: “Vamos, hijos míos, vamos todos hacia la playa, y que Dios se apiade de nosotros”.10 La multitud, antes sobrecogida por el miedo, se vio animada por un valor inexplicable y, sin dudarlo, se encaminó hacia el peli-gro, impelida por la presencia de Jesús Sacramentado y por la fe de su pastor.

Pronto el P. Larrondo ya se encon-traba pisando el terreno antes bañado por las aguas. En la playa los feligreses no paraban de rezar, mientras divisa-ban a lo lejos una aterradora pared de agua que avanzaba a gran velocidad. Atónitos, contemplaban cómo el sa-cerdote, esperando impávido que la

ola se acercara, erguía hacia lo alto la Sagrada Especie y con ella trazaba una gran señal de la cruz...

¡Un momento inolvidable! Si en el mar Rojo antaño las aguas se abrie-ron, aquí “la ola avanzó todavía un poco, pero antes de que el P. Larron-do y el P. Julián se pudieran dar cuen-ta de lo que estaba pasando, la po-blación, emocionada y conmovida, gritaba: ‘¡Milagro! ¡Milagro!’. La in-mensa ola que amenazaba con des-truir el pueblo de Tumaco se detuvo de repente como bloqueada por una fuerza invisible más grande que la de la naturaleza, mientras que el mar volvía a su estado habitual”.11

A los sollozos de terror se su-cedieron lágrimas de alegría, y el P. Larrondo mandó que se dieran prisa en traer la custodia para en-tronizar la Sagrada Hostia, dos ve-ces milagrosa. Entonces recorrió, con toda pompa, las calles y alrede-dores de la ciudad salvada del exter-minio. A partir de esa fecha, el pue-blo empezó a reunirse en la iglesia parroquial todos los años, para agra-decer el estupendo milagro realiza-do por la presencia del Santísimo Sacramento, comparable en grande-za —nos atrevemos a decirlo....— a los que se narran en la Sagrada Es-critura. ²

En poco más de un siglo la aldea de Tumaco se transformó en una ciudad de casi 200.000 habitantes

A la izquierda, vista aérea de la isla de Tumaco en la actualidad; a la derecha, la iglesia parroquial de San Andrés (arriba) y la sede de la Prefectura Apostólica (abajo) fotografiadas en la década de 1910 y 1930, respectivamente

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1 MEYER, Hansjürgen (Org.). Nosotros, Tumaco y el am-biente: un texto para recono-cer el sitio en que vivimos. Bogotá: Ministerio del Inte-rior y de Justicia de Colom-bia, 2005, p. 24.

2 Ídem, p. 25.3 En la mitología romana, Sa-

turno era la deidad que de-voraba a sus propios hijos.

4 TRIANA, Miguel. Por el sur de Colombia. Excursión pin-

toresca y científica al Putu-mayo. Bogotá: Biblioteca Popular de Cultura Colom-biana, 1950, p. 34.

5 GONZÁLEZ URBINA, Francisco Javier; SÁN-CHEZ PASTAS, María Ca-rolina. Evaluación de ame-naza por tsunami. Trabajo de grado para optar al título de ingeniero civil. Bogotá: Pon-tificia Universidad Javeria-na, 2011, p. 193.

6 RUDOLPH, Emil; SZIRTES, Sigmund. El terremoto co-lombiano del 31 de enero de 1906. Publicaciones ocasio-nales del OSSO (Observato-rio Sismológico del Sur Occi-dente) N.º 1. Cali: Universi-dad del Valle, 1991, p. 8.

7 Ídem, ibídem.8 GONZÁLEZ URBINA;

SÁNCHEZ PASTAS, op. cit., p. 194.

9 CORRO DEL ROSARIO, OSA, Pedro. Agustinos amantes de la Sagrada Euca-ristía. 3.ª ed. Monachil: San-ta Rita, 1957, p. 237.

10 Ídem, p. 235.11 MELONI, Sergio. Les Mi-

racles Eucharistiques dans le monde. París: François-Xavier de Guibert, 2009, pp. 140-141.

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Sabía usted...

¿Qué imagen de Cristo libera a un preso todos los años?

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¿Por qué los días de la semana en portugués se dicen de

forma diferente?os antiguos romanos les pusie-ron a los días de la semana nom-

bres de divinidades paganas: solis dies, lunæ dies, martis dies, mercurii dies, io-vis dies, veneris dies, saturni dies (día del Sol, de la Luna, de Marte, de Mer-curio, de Júpiter, de Venus, de Satur-no). En casi la totalidad de los idio-mas europeos —incluso en la lengua romance gallegoportuguesa hablada en gran parte del territorio luso has-ta el siglo XV— se ha conservado esa costumbre. Así, el día de la Luna dio origen al lunes español, al lundi de los franceses y al monday de los pueblos de habla inglesa.

na imagen del Señor con la cruz a cuestas, venerada bajo la ad-

vocación de Nuestro Padre Jesús Na-zareno “El Rico”, sale en procesión la noche del Miércoles Santo por las ca-lles de Málaga, España. El desfile se detiene en la plaza del Obispo y los portadores dejan en el suelo el pesa-do trono (como son conocidas las an-das en esa localidad). Ahí está, ansio-so, a la espera de la imagen, un preso del centro penitenciario de Alhaurín de la Torre. Accionado por un inge-nioso mecanismo, el brazo de “El Ri-co” se levanta y traza en el aire una cruz, por la que concede al condena-do el perdón de la pena que le queda-ba por cumplir. Y el feliz indultado se une a la procesión.

¿Cuál es el origen de ese privilegio?Se remonta al año de 1759, cuan-

do una terrible peste asolaba la ciu-dad de Málaga. Asilos y hospitales

San Martín Catedral de Braga (Portugal)

Nuestro Padre Jesús Nazareno “El Rico” - Iglesia de Santiago Apóstol,

Málaga (España)

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estaban abarrotados; se hacían difí-ciles las tradicionales celebraciones de Semana Santa. Los presos de la cárcel, donde aún no había llegado la enfermedad, pidieron permiso para llevar en procesión la imagen de Je-sús Nazareno que se veneraba en el vecino convento de San Luis el Real.

Por miedo a que se fugaran les fue denegada la autorización. Pero los reclusos se amotinaron, se apo-deraron de la imagen de Jesús el Ri-co y la llevaron en triunfo por las calles de la ciudad. Después la de-volvieron al convento y regresaron todos a la cárcel. Ninguno aprove-chó la ocasión para escaparse.

Conmovido por la generosa ac-ción de esos presos, el rey Carlos III concedió al Dulce Jesús el privile-gio de liberar a un penado todos los Miércoles Santo. Y la costumbre se mantiene hasta hoy. ²

Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con tal criterio. En el si-glo VI, San Martín, obispo de Bra-ga, consideraba que no era propio de cristianos usar en el calendario nom-bres de divinidades paganas y deci-dió adoptar en el terreno civil el mo-do eclesiástico de denominar a esos días: segunda-feira, terça-feira, quar-ta-feira, quinta-feira y sexta-feira. Los fieles de la diócesis bracarense aco-gieron con entusiasmo su idea y, con el paso del tiempo, en el reino lusita-no acabó prevaleciendo sobre la no-menclatura pagana del gallegoportu-gués y otras lenguas neolatinas.

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Arco que une a los hombres a Dios

38      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

La paLabra de Los pastores

Mons. Giovanni d’AnielloNuncio Apostólico en Brasil

El sacerdote es una imagen de Cristo para la humanidad. Verdad asustadora ésta, ¡pero maravillosa!

ada Celebración Eucarís-tica es un acto de alaban-za a Dios y nos hace sentir, a pesar de nuestra indigni-

dad, hijos amados por Él. La Sagra-da Eucaristía —ese don que Cristo nos da para que tomemos conciencia de nuestra humanidad, de nuestros propios límites, pero al mismo tiempo de la grandiosidad de su amor por no-sotros— nos muestra cómo nos ama verdaderamente de modo especial. Jesús no tiene nada que pedirnos, só-lo darnos. Hasta dio su propia vida por amor a nosotros.

Esto nos lleva a sentir siempre más la pequeñez de nuestra natura-leza y la grandeza de Dios. Y el he-cho de que hoy estemos reunidos aquí para llevar a cabo la ceremo-nia de ordenación presbiteral de do-ce diáconos nos hace sentir aún más ese amor de Dios para con nosotros.

Responsabilidad y grandeza

Queridos amigos, al principio de esta celebración, he observado los artísticos arcos que se ven en esta basílica, todos muy bonitos. Y me vi-no a la mente una comparación: son como debe ser un sacerdote. Así co-mo el arco une dos columnas, el sa-cerdote une a la humanidad a Dios y a los hombres entre sí. Nosotros los

sacerdotes debemos tener esas dos características: tener la mirada vuel-ta hacia lo alto, pero sin olvidar lo que está a nuestro alrededor.

La cruz es algo extraordinario, porque nos muestra lo que debemos hacer, especialmente nosotros, lla-mados a mirarla siempre como el ins-trumento de nuestra redención. Es-ta cruz, que es horizontal y vertical al mismo tiempo, nos convoca a mirar hacia lo alto, para poder después mi-rar a nuestro alrededor; a tener nues-tro corazón orientado hacia el Señor, a fin de que podamos dar a nuestros hermanos el amor de Dios.

El sacerdote es una imagen de Cristo para la humanidad. Ha de ser alter Christus. Verdad asustadora és-ta, ¡pero maravillosa! Cristo quiere estar presente en todos los momen-tos de nuestra vida, dentro de noso-tros, en nuestra humanidad, y elige a pobres personas como nosotros.

Nunca me imaginé que sería ele-gido para el sacerdocio. No tengo na-da de especial, no tengo inteligen-cia, no poseo cualidades, pero Dios ha querido elegirme, sabiendo muy bien que Él iba a transformarme, con la condición de que yo fuera dócil a su voluntad, me dejara modelar por sus divinas manos, como la arcilla de la cual el alfarero saca un bonito ja-

rrón. Así, el sacerdote debe ser una masa en las manos de la Providen-cia, ser dócil para que Dios modele en él su propia imagen, hacer de él un instrumento apto para dispensar a los demás la gracia divina. Hoy se habla mucho de clonación. Que Cris-to pueda “clonarse” en cada uno de nosotros, de manera que los demás puedan verlo a través de nosotros.

¡Cuánta responsabilidad, pero también cuánta grandeza! ¡Y cuán-ta humildad se requiere para guiar-nos en nuestra misión!

Vuestra fuerza está en la Eucaristía

La primera lectura habla de al-gunas características del presbíte-ro: “Revestíos todos de humildad en el trato mutuo” (1 P 5, 5). Y yo añadiría hoy: revestíos de humildad también en vuestras relaciones con Dios. A menudo nos creemos super-dotados, súper inteligentes e incluso pensamos que no necesitamos rezar más porque ya lo tenemos todo... Y nuestras relaciones con Dios se pre-sentan como algo innecesario, por el hecho de que ya lo tenemos to-do. Tengamos la humildad de consi-derarnos siempre inútiles ante Dios; de reconocer que necesitamos siem-pre pedirle las gracias indispensa-

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bles para dar testimonio de Él; de saber que, a pesar del don del sacra-mento del Orden, tenemos que ser siervos y no patrones ni maestros.

Continúa la lectura: “Sed sobrios, velad” (1 P 5, 8). ¡Ser sobrios y ser vi-gilantes! Hemos de tener esa vigilan-cia porque el mundo parece ir con-tracorriente, parece que ya no tiene valores ni verdaderos sentimientos, ni siquiera tiene ese sentido de mi-rar a lo alto: sólo mira alrededor. Por lo tanto, debemos ser vigilantes y so-brios. ¿Cómo? Mirando siempre ha-cia lo alto, permaneciendo unidos a Cristo en la Eucaristía. En ella está vuestra fuerza.

“A las almas, las convertimos de rodillas”, decía San Carlos Borro-meo. Es decir, por la oración. Que en vuestra vida, por tanto, nunca fal-te ese valioso recurso.

Sin oración, la acción será una actividad humana, del sacerdote, no de Dios en beneficio de los de-más. Luego permaneced siempre en contacto directo con Él, rezad con-tinuamente, pidiéndole fuerzas pa-ra cada uno de vosotros. Sobre to-do manteneos unidos a Cristo en la Eucaristía. El encuentro personal con Jesús Eucaristía sea el momen-to más importante de la vida de ca-da sacerdote.

Tened en cuenta que en breve todos vosotros, nuevos sacerdotes, seréis las manos de Cristo, los ojos, los oídos, la boca de Cristo. Y debéis haceros dig-nos de esa inmensa gracia, porque los fieles quieren ver en la persona de ca-da uno de vosotros al alter Christus. En cada sacerdote —no temo decirlo— quieren ver a un hombre extraordina-rio. Dios os ha elegido para que seáis hombres extraordinarios; tenéis, por tanto, el deber de serlo.

Insisto entonces, por amor de Dios, que la Eucaristía sea el mo-mento más importante de vuestra vida. Porque Nuestro Señor Jesu-cristo es el primero y el último, es el principio y el objetivo final de vues-tras acciones del día a día y de toda vuestra existencia.

Sed totalmente de Dios

Encontraréis dificultades, sin du-da, no nos hagamos ilusiones a ese respecto, el mundo nos pone dificulta-des. Pero si estáis unidos a Cristo y, so-bre todo, si miráis hacia la Virgen Ma-ría, Madre de Dios y nuestra, Ella os ayudará y hará que esas dificultades fortalezcan todavía más vuestra entre-ga a Dios, vuestra decisión de ser en-teramente de Él y así estar totalmente al servicio de los hermanos, de ser el arco, el puente entre ellos y Dios.

Afirmó San Agustín en uno de sus sermones: “Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano” (Sermo CCCXL, n.º 1: ML 38, 1483). A partir de ahora seréis sacerdo-tes de Dios para beneficio del pue-blo, seréis intermediarios entre Dios y la comunidad. Sed siempre dignos. Puedo deciros, con humilde sinceri-dad, que os acompañaré a cada uno de vosotros en este camino en el cual ciertamente encontraréis obstácu-los. Y vosotros sacerdotes debéis acompañarnos con vuestras oracio-nes a nosotros los obispos, que tene-mos mayores responsabilidades. Es-ta ayuda mutua hace que estemos más unidos y podamos trabajar jun-tos por el bien de la Iglesia y de la hu-manidad, para que el Reino de Dios esté presente siempre en nosotros.

¡Felicidades, queridos amigos! Si-gamos adelante, confiando en que Nuestra Señora Aparecida coja a cada uno de nosotros de la mano y nos acompañe en esta caminata de la Iglesia a través de los siglos, para poder ser auténticos pastores e hijos de Dios. ²

Homilía en la basílica de Nuestra

Señora del Rosario, 25/4/2015 – Traducción del texto transcrito de la

grabación, sin revisión del autor

Presentación de los candidatos antes de la ordenación S

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40      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

El número de católicos sigue creciendo

La edición del Anuario Pontifi-cio de 2015 señala que el 17,7% de la población mundial es católica, con un aumento del 11% de Bautis-mos en el período comprendido en-tre 2005 y 2013. El número de ca-tólicos en el mundo en 2005 era de 1.115 millones, alcanzado la cifra de 1.254 millones en 2013.

El papel preponderante de ese in-cremento le corresponde al continen-te africano, donde el número de cató-licos creció un 34%, mientras que la población lo hacía sólo un 1,9%. En América Latina, donde el 63% de los habitantes se declaran católicos, el au-mento del número de fieles equiva-le al crecimiento de la población. En Asia el aumento de católicos fue lige-ramente superior al crecimiento de-mográfico: 3,2% frente al 2,9%.

Fallece el decano de los presbíteros de Martinica

La isla caribeña de Martinica se vistió de luto por el fallecimiento, el pasado 21 de abril, de Mons. Gastón Jean-Michel, decano de los presbíte-ros de ese territorio del ultramar fran-cés. Expiró a los 103 años, tras haber ejercido el sacerdocio durante ca-si ocho décadas. En un conmovedor ejemplo de abnegación, Mons. Jean-Michel estuvo en activo hasta febre-ro de 2014, cuando la enfermedad le obligó a retirarse. En el 2009 fue ele-vado a la dignidad de monseñor como “prelado y familiar de Su Santidad”,

por el Papa Benedicto XVI. Entre otras obras, Mons. Jean-Michel se distinguió por la fundación de la emi-sora católica Radio Saint-Louis.

femeninas se triplicó en los últimos veinticinco años en Inglaterra y en Gales, pasando de 15 a 45.

Un ejemplo de esas vocaciones es el de la doctora Theodora Hawk-sley, de 29 años, investigadora de postdoctorado de la Universidad de Edimburgo, que ingresó recien-temente en la Congregación de Je-sús, en Willesden, North London. “Entrar en la vida religiosa fue una decisión nacida de la caridad. Un reconocimiento de que mi vida, pau-latina y concretamente, se estaba re-ordenando en función del amor a Dios, y ésa es la relación que aprecio por encima de cualquier otra”. La superiora general de dicha Orden, la Hna. Jane Livesey, comenta que las postulantes “son atraídas principal-mente por nuestro carisma ignacia-no y por nuestra fundadora, la Vene-rable Mary Ward, pionera de la vida religiosa apostólica femenina”.

Los obispos españoles homenajean a Santa Teresa de Jesús

El 23 de abril los 78 obispos de la Conferencia Episcopal Españo-la (CEE) se trasladaron a Ávila, ciu-dad natal de Santa Teresa de Jesús, para clausurar allí su Asamblea ple-naria y de este modo rendirle un ho-menaje especial en el V centenario de su nacimiento.

Acompañados por el Nuncio Apostólico en España, Mons. Renzo Frattini, los prelados recorrieron los lugares más significativos relaciona-dos con la vida de la santa, y conclu-yeron su peregrinación con una Eu-caristía celebrada en la iglesia de Santa Teresa, edificada en el local de su casa natal.

Durante la homilía el arzobis-po de Valladolid y presidente de la CEE, el cardenal Ricardo Blázquez, señalaba: “Ponemos nuestros traba-jos y esperanzas ante la santa que en sus tiempos recios se desvivió por forjar amigos fuertes de Dios. Su in-tercesión nos alienta en nuestra si-

Brasil tiene un santuario más de Adoración Perpetua

El día 12 de abril fue inaugurado en la parroquia de San Sebastián, de Campo Grande, en el estado de Ma-to Grosso do Sul, el nuevo Santua-rio Archidiocesano de Adoración Perpetua. Dos días antes había si-do celebrada una Eucaristía duran-te la cual 150 fieles recibieron la in-vestidura de adoradores oficiales, los cuales se irán turnando cada dos horas con el fin de mantener el san-tuario abierto al público día y noche.

Este templo es el primero de ese estado brasileño que dedicará las 24 horas del día a la adoración al Santísimo Sacramento. El arzobis-po metropolitano de Campo Gran-de, Mons. Dimas Lara Barbosa, co-mentaba durante la Eucaristía de inauguración que era “un momen-to histórico para nuestra archidió-cesis, porque se trataba de la reali-zación de un antiguo sueño de toda una comunidad. Y —enfatizaba— en el Domingo de la Divina Miseri-cordia, para abrillantar la fiesta”. La Misa fue concelebrada por el obispo emérito Mons. Vitorio Pavanello y por varios presbíteros.

Crece en Inglaterra el número de novicias

Según el National Office for Vo-cation, órgano oficial de la Iglesia Católica en Gran Bretaña, el núme-ro de novicias de las congregaciones

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El santuario de San José de Anchieta es declarado Santuario Nacional

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tuación que reclama ante los desa-fíos pastorales una disponibilidad decidida y alegre para continuar el camino a que ella nos invitó en Al-ba de Tormes a punto de morir: ‘Es tiempo de caminar’ ”.

Un millón de personas inscritas para venerar la Sábana Santa

Las previsiones de afluencia de peregrinos para venerar el Santo Su-dario de Turín han llevado a los or-ganizadores a hacer un registro de los visitantes, concediendo horarios específicos para acercarse a la vene-rable reliquia. Según el responsable de la exposición de la Sábana San-ta, Marco Bonatti, “hasta el momen-to —el 19 de abril— tenemos un mi-llón de registrados y puede ser que llegue hasta dos”.

En una entrevista concedida a EWTN, Bonatti afirmó que todo ha sido organizado con vistas a recibir una verdadera avalancha. Además

dijo que “este es un evento impor-tante para la ciudad de Turín y pa-ra toda la Iglesia porque no sucede siempre, han pasado cinco años des-de la última vez que se ha expuesto”.

La visita es gratuita, pero por mo-tivos de organización se requiere una inscripción obligatoria a través del si-tio www.sindone.org. La exposición se inició el 19 de abril con una Eu-caristía solemne y será clausurada el 24 de junio. En la página web men-cionada se puede contemplar una fo-to de la Síndone en alta resolución, con comentarios en lenguaje técni-co y desgarrador sobre todos los su-frimientos que pueden ser conside-rados en el Santo Sudario, como por ejemplo: “En la parte derecha del pecho se encuentra una gran mancha de sangre que fluía de una herida en forma de óvalo [...]. Las característi-cas de esta herida son importantes, porque muestran que fue provocada después de la muerte”.

Correos de Filipinas conmemora el aniversario del Santo Niño

En 1521 Fernando de Magallanes regaló una imagen del Niño Jesús a la esposa del jefe de la tribu Cebú, Juana Hara Jumamay, que fue la pio-nera en la conversión del archipiéla-go a la fe católica. Poco después, la imagen se perdió y fue encontrada en 1565 en una cabaña carbonizada.

Para celebrar los 450 años del ha-llazgo del Santo Niño la empresa fili-pina de Correos, The Philippine Pos-tal Corporation (PHLPost), imprimió en relieve tridimensional 30.000 sellos

esde el pasado mes de abril el santuario de San José de Anchieta, en el estado brasileño de

Espírito Santo, se convirtió en Santuario Nacional, y el Apóstol de Brasil pasó a ser oficialmente patrono de ese país junto con Nuestra Señora Aparecida.

Erguido en vida del santo en la aldea de Reriti-ba, fundada por él, el santuario es centro de la ac-tual ciudad de Anchieta, en la costa sur de Espírito Santo. En él se atesoran abundantes recuerdos del Apóstol de Brasil, que evangelizó aquella región du-rante más de dos décadas, y donde falleció.

El mencionado reconocimiento fue hecho durante la última Asamblea General de la Conferencia Nacio-nal de los Obispos de Brasil a petición del P. César Au-gusto dos Santos, rector del santuario y vice postulador de la causa de canonización de San José de Anchieta.

El decreto de canonización equipolente del Após-tol de Brasil fue firmado por el Papa Francisco el 3 de abril de 2014. El día 24 de ese mes hubo una so-

lemne Misa de Acción de Gracias en la iglesia del Gesú, en Roma, presidida por el Santo Padre y con-celebrada por nueve cardenales y treinta obispos, muchos de ellos brasileños.

Fachada del santuario, construido en vida del santo

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conmemorativos con tinta dorada de 21 quilates. El director general, Josie Dela Cruz, afirmaba que “la PHLPost rinde homenaje a la imagen del Señor Santo Niño de Cebú, fuente de espe-ranza y de fe del pueblo, que es reco-nocida históricamente como la reliquia religiosa más antigua de Filipinas”.

Al mismo tiempo, se celebran los 450 años de presencia de la Orden agustiniana en las islas, así como el 50 º aniversario de la elevación a la categoría de basílica menor de la iglesia del Santo Niño de Cebú, don-de se venera la imagen.

Plenaria en la ciudad de Melčice, emitió un decreto por el cual el cuarto y quinto misterios gozosos del Santo Rosario deberán mencio-nar también el nombre de San José, esposo de la Virgen María. La de-cisión se apoya en un parecer favo-rable de la Comisión Teológica de dicha Conferencia Episcopal, que llegó a la conclusión de que existe fundamento bíblico para hacer esa alusión en ambos misterios.

La fórmula oficial es: “Jesús es presentado en el Templo por la San-tísima Virgen y San José” y “Jesús es hallado en el Templo por la Santísi-ma Virgen y por San José”. Entre las razones presentadas por los especia-listas para tal iniciativa se encuentra la de profundizar en la comprensión y veneración del padre adoptivo del Hijo de Dios. Para los obispos eslo-vacos, dicha mención en los misterios es consecuencia natural de la intro-ducción, desde 2013, del nombre de San José en la Oración Eucarística.

La catedral de Ratisbona reforma el edificio del coro de niños cantores

Con una sencilla ceremonia, se ini-ció el 22 de abril la reforma y amplia-ción del complejo educativo del coro de la catedral de San Pedro, de Ratis-bona (Alemania). Para el año lectivo 2016-2017 los alumnos dispondrán de dieciséis aulas y salones para ensayos. Una planta será acondicionada para los estudios de ciencias naturales, tec-nología e informática.

El coro de niños cantores fue fun-dado en el año 975 por el obispo Wolfgang de Ratisbona y, por tanto, tiene más de mil años de existencia. Se encarga del canto de diversas li-turgias desarrolladas en la catedral. Está compuesto por 360 jóvenes que viven en régimen de internado en di-cha institución y, junto con la forma-ción musical, cursan la enseñanza media, además de recibir formación catequética y religiosa.

Casi 600 sacerdotes se ordenarán este año en Estados Unidos

La Conferencia Nacional de los Obispos Católicos de Estados Uni-dos informó que el país tiene 595 candidatos al presbiterado que se-rán ordenados en el transcurso del presente año, lo que constituye un incremento del 24,7% con relación al año anterior, en el que se realiza-ron 477 ordenaciones.

Desde 1965, el número anual de or-denaciones venía disminuyendo, pe-ro la tendencia se revertió. De los ac-tuales seminaristas, cerca del 70% ya rezaba el Santo Rosario antes de op-tar por la vocación religiosa y partici-paban en las adoraciones eucarísticas.

Primera capilla dedicada a Santa María de Jesús Crucificado

El pasado 18 de abril fue consa-grada en Ibillin, aldea situada entre Nazaret y Haifa, la primera capilla dedicada a María de Jesús Crucifi-cado, religiosa canonizada por el Pa-pa Francisco el 17 de mayo. Mariam Bawardi nació en esa misma ciudad el 5 de enero de 1846 y entró en la Orden del Carmen en 1867.

Por su vida ejemplar, fue elevada a la honra de los altares la que el Pa-pa San Juan Pablo II llamaba “hija de Tierra Santa”. El arzobispo de Akka, Mons. George Bacouni, así comenta-ba el acontecimiento: “Todos lo agra-decemos, sobre todo por este don di-vino: la santidad de Mariam Bawardi, hija de esta parroquia. Es una gracia que no merecemos, pero es un don gratuito del Señor. Agradezcámoselo a Dios que nos ha concedido esta ca-pilla dedicada a la santa”.

Histórica iglesia será restaurada en San Petersburgo

El Ayuntamiento de San Peters-burgo, Rusia, anunció que va a res-taurar en breve la iglesia de San Esta-nislao, construida entre 1823 y 1825. Fue confiscada durante la revolución comunista de 1917 y transformada en depósito, fábrica de producción de máscaras antiguas y, finalmente, tienda de la empresa Rot Front.

En 1996 el edificio fue devuelto a la comunidad católica en avanzado esta-do de deterioro. Particularmente da-ñados quedaron el tejado y la fachada. El padre Krzystof Pozharsky, al anun-ciar su restauración, pidió oraciones por el satisfactorio desarrollo de los trabajos, que finalizarían el 10 de octu-bre de este año, fecha prevista para la nueva consagración del templo.

Los católicos eslovacos mencionarán a San José en el rezo del Rosario

La Conferencia Episcopal de Es-lovaquia, reunida en su 80 ª Sesión

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Aparecida acoge la 53 ª Asamblea de la CNBB

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      43

a 53 ª Asamblea General de la Conferencia Nacional de los Obis-pos de Brasil (CNBB en sus siglas en portugués), realizada del 15 al

24 de abril en el Santuario Nacional de Aparecida, elegía para el próxi-mo cuatrienio a Mons. Sergio da Rocha, arzobispo de Brasilia, como nuevo presidente de la CNBB y a Mons. Murilo Sebastián Ramos Krie-ger, SCJ, arzobispo primado de Brasil, como vicepresidente. Sustituyen al cardenal Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida, y a Mons. Leonardo Ulrich Steiner, OFM, obispo auxiliar de Brasilia, que venían desempeñando dichos cargos desde el 2011.

El día 16, el episcopado brasileño había enviado un afectuoso men-saje al Papa emérito Benedicto XVI, felicitándolo por su 88 º aniver-sario de su natalicio y celebrando su elección al pontificado el día 19. “Elevamos a Dios, por la materna intercesión de la Beatísima Virgen María, la Madre Aparecida, nuestras más fervorosas oraciones a favor de la salud y bienestar de Su Santidad y, al mismo tiempo, de acción de gracias por los inestimables beneficios que su pontificado ha represen-tado para la Iglesia y para toda la humanidad, con su pastoreo segu-ro, sabio y marcado por la santidad”, escribían los prelados brasileños.

Y después de pedirle oraciones por los trabajos de la reunión e in-formarle de las pautas de la misma, añadían: “La cercanía espiritual de Su Santidad para con nosotros es muy apreciada en esta asamblea, al igual que en varias otras ocasiones, acordándonos de su inolvida-ble presencia en nuestro país, [...] circunstancia que permanece inde-leblemente marcada en el corazón de los brasileños. Feliciter! Tempo-ra bona habeas! Ad multos annos!”.

Piden la canonización del presbítero fallecido en el Titanic

El padre Thomas Byles, un de-dicado sacerdote inglés de 42 años que viajaba a Nueva York para ce-lebrar el matrimonio de su herma-no, habría pasado quizá desaperci-bido para la Historia si no hubiera sido por su heroica actuación la no-che del 15 de abril de 1912.

Se encontraba a bordo del Titanic aquella fatídica noche y en dos ocasio-nes se negó a subir a los botes salva-vidas que le ofrecieron, para no aban-donar a los que aún permanecían en el famoso transatlántico. Prefirió que-darse para oír confesiones y llevar consuelo a los que muy probablemen-te no sobrevivirían a la tragedia.

Más de cien años después de esos acontecimientos, el párroco de Santa Elena, Essex (Inglaterra), el P. Gra-ham Smith, anunció la apertura de una página web (www.fatherbyles.com) dedicada al heroico sacerdote, que estuvo al frente de esa comuni-dad desde 1905 hasta la fecha de su muerte. El sitio contiene fotografías de su vida, artículos de su autoría pu-blicados en periódicos de la época y testimonios de su valiente actuación durante el naufragio, con vistas a dar inicio al proceso de su beatificación.

El Parlamento Europeo reconoce la importancia histórica de Cluny

El día 11 de marzo el Parlamen-to Europeo concedió a la abadía be-nedictina de Cluny, Francia, el Sello de Patrimonio Europeo por la in-fluencia que ejerció dicho monaste-rio en la formación de la identidad del continente a lo largo de los si-glos. La entrega del título tuvo lugar el 15 de abril en Bruselas.

La abadía de Cluny fue fundada por Guillermo I de Aquitania el 2 de septiembre del 909 y su influencia se extendió pronto por toda Europa. Se calcula que 1.200 monasterios fue-ron fundados, reformados, adminis-trados o influenciados por la abadía

En las fotos: Misa de apertura, presidida por el cardenal Raymundo Damasceno; Mons. Sergio Rocha durante los trabajos; vista de conjunto del Centro de Eventos durante la sesión de apertura

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Homenaje al padre Alberto Ramírez

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44      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

l pasado 31 de marzo fallecía el P. Mario Alber-to Ramírez Zuluaga como consecuencia de un

aneurisma que sufrió el día anterior mientras estaba celebrando la Misa. Nacido el 24 de enero de 1940, destacó por una profunda erudición, pero tam-bién supo granjearse, por su humildad y su deseo de ayudar a los demás, el cariño de los que lo conocieron.

Las exequias se celebraron el día 1 de abril en la capilla de la Universi-dad Pontifica Bolivariana. Fueron pre-sididas por el arzobispo de Medellín, Mons. Ricardo Tobón Restrepo, y con-celebradas por cuatro obispos y por ca-si un centenar de presbíteros. El templo desbordaba de gente que quiso ma-nifestarle su último adiós.

El P. Ramírez era doctor en Teo-logía por la Universidad de Lovaina, Bélgica. Fue redactor del Documento final del Sínodo de Medellín de 1973 y tuvo un destacado papel en la preparación de diversos documentos del CELAM. Con recursos propios y el apoyo de amigos, dirigió la casa Bosconia, albergue para gente que vivía en la ca-lle. Creó la Fundación La Fraternidad, para la edu-

cación de niños necesitados. Siempre solícito con los que le pedían orientación académica, fue director de tesis de varios sacerdotes heraldos. En enero de 2010 estuvo en São Paulo, Brasil, para impartir un curso in-

tensivo a los alumnos de Filosofía y Teología de los Heraldos del Evangelio.

En el funeral, sus más cercanos afirma-ban: “No dejaba de hablar sobre los He-raldos con admiración”, un sentimien-to sin duda retribuido por todos los miembros de esa institución que lo co-nocieron. Manifestaba particular con-sideración con relación a Mons. João

Scognamiglio Clá Dias, EP, sobre cuya te-sis doctoral —O dom de sabedoria na mente,

vida e obra de Plinio Corrêa de Olivei-ra— comentó: “Monseñor no realizó su trabajo simplemente como investi-gador de una rica literatura, como es

ciertamente la que nos dejó el Dr. Plinio, sino también, y sobre todo, como testigo fidedigno de la vida de este gran hombre de quien me atrevería a decir, por la im-presión que dejó en mí el testimonio de monseñor, que fue uno de los mayores hombres de la Historia de la Iglesia en los últimos tiempos”.

El P. Alberto Ramírez dando clases en 2010

a lo largo de los siglos. Con el objeti-vo de registrar y documentar esa rea-lidad histórica se ha creado la plata-forma Clunypedia (www.clunypedia.com), que, entre otras informacio-nes, contiene un detallado mapa in-teractivo de la localización de dichos monasterios y modelos en 3D de di-versas piezas arquitectónicas. Ha si-do concebida “para dar a conocer y comprender mejor el papel que des-empeñaron Cluny y los lugares clu-niacenses en nuestra historia. Se tra-ta de ayudar en la preservación y promoción del patrimonio material e inmaterial. La intención es hacer de Clunypedia un medio inteligen-te para fortalecer una determinada identidad cultural europea”.

En la actualidad tan sólo que-da una pequeña parte del conjunto

arquitectónico original, destruido y saqueado durante la Revolución Francesa.

encuentro de profesionales de la co-municación, que discurrirán sobre las nuevas estrategias en ese terreno.

“Para una sociedad rápida y ve-loz, urge que la comunicación social paute alternativas que evalúen otros elementos, como el respeto por los humanos, valoración del bien, del heroísmo, de la solidaridad y de la vida. Pensar en comunicación so-cial a partir de valores y principios”, explica la página web dedicada al evento (www.muticom.com.br).

El mutirão tendrá lugar del 15 al 19 de julio en el Centro de Con-venciones de Vitoria. Participan en su organización las diócesis de Ca-choeiro do Itapemirim, Colatina y San Mateo, por iniciativa de la Co-misión de Comunicación de la Con-ferencia Episcopal Brasileña.

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La ciudad brasileña de Vitoria sede del 9 º Muticom

Ética en las comunicaciones será el tema de la 9 ª edición del Mutirão Brasileño de Comunicación (Muti-com). La provincia eclesiástica del estado de Espírito Santo acogerá a los participantes de todo el país en el

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Misa mozárabe en el Altar de la Cátedra

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      45

l sábado 16 de mayo, el arzobispo de Toledo y Pri-mado de España, Mons. Braulio Rodríguez Pla-

za, presidió en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro una solemne Misa en Rito Hispano-Mozá-rabe. Fue uno de los momentos auges de la peregrina-ción organizada por el arzobispado a la Ciudad Eterna, a la que concurrieron unas 300 personas.

En la Eucaristía participaron los cardenales Gian-franco Ravasi, Manuel Monteiro de Castro, Santos Abril y Castelló, Salvatore De Giorgi, Julián Herranz Casado, Franc Rodé y Renato Raffaele Martino; ade-más del Prelado del Opus Dei, monseñor Javier Eche-varría, varios arzobispos y obispos, así como más de un centenar de sacerdotes. Estuvieron presentes el minis-tro español de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García Margallo, el embajador de Espa-ña ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, y el vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina, Guzmán Carriquiry Lecour.

El Santo Padre envió un mensaje firmado por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, invi-tando a los presentes “a mantener vivas las raíces por

las que el mensaje de Cristo nos ha llegado”. Y aña-día: “Entre ellas, se encuentra ese antiquísimo rito, que manifiesta no sólo la riqueza litúrgica con la que desde hace siglos se han expresado los discípulos de Jesús, sino también el testimonio de comunidades va-lientes y creativas, que han sabido preservar su identi-dad cristiana aun en condiciones difíciles y hostiles, y que son un ejemplo también para nuestros días”.

El Rito Hispano-Mozárabe data de finales del si-glo V, siendo estructurado en su forma definitiva por San Isidoro de Sevilla. En la cate-dral primada y en la parroquia mozárabe de las Santas Justa y Rufina, de Tole-do, diariamente se cele-bran Misas en ese rito, que también es usado en otros sitios como en la iglesia visigótica de San Juan Bautista, en la localidad palentina de Baños de Cerrato.

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Centenares de peregrinos de la archidiócesis de Toledo participan en la Celebración Eucarística en Roma. Arriba: el arzobispo primado de España, Mons. Rodríguez Plaza, durante el ofertorio

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Buenos y malos la reciben, pero...

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46      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

hiStoria para niñoS... ¿o adultoS llenoS de fe?

n la sacristía de la iglesia pa-rroquial, fray Cayetano ex-plicaba a sus alumnos de catequesis los efectos de la

Eucaristía:—Buenos y malos la reciben, pe-

ro el resultado es bastante diferente: para los buenos conlleva la vida eter-na, para los malos, la condenación.

La afirmación sorprendió al pe-queño Alberto, un vivaz monaguillo de 11 años que asistía a la clase em-belesado.

—Fray Cayetano, ¿cómo pue-de Jesús hacer eso? ¿No ha venido a salvar a los pecadores? —pregun-tó el niño.

—Sí, Alberto. El Señor tiene mu-cha alegría en darse como alimento a los que lo aman, aunque estén lle-nos de flaquezas y defectos. No obs-tante, si alguna persona lo recibe sin las debidas disposiciones y sin mos-trar arrepentimiento, es imposible que Él no se sienta ofendido. ¿No te parece lógico?

Sonaron las campanas del Ánge-lus y el religioso terminó la clase. Los alumnos se despidieron del piadoso fraile y salieron charlando muy ani-mados. Alberto, sin embargo, anda-

Alberto se puso a rezar para que una gracia tocara el corazón de Andrés. Sin embargo el tiempo transcurría y no daba señales de arrepentimiento...

ba en silencio, perplejo con lo que acababa de oír: ¿cómo es posible que Dios, tan misericordioso y bondado-so, al entrar en el alma de un peca-dor no produzca buenos efectos?

Iba pensando todavía en ese asunto cuando llegó a su casa y se encontró a su hermano mayor, An-drés, discutiendo otra vez con su madre. Ésta era una mujer muy pia-dosa, rezaba el Rosario y comulga-ba todos los días con fervor. No se podía decir lo mismo de Andrés, que nunca rezaba, raras veces se acercaba a los sacramentos y, si las circunstancias lo obligaban a asistir a Misa, comulgaba sin haber confe-sado antes los graves pecados que cometía.

Al contemplar esa triste escena, Alberto se acordó de las palabras que acababa de oír y pensó: “Así que cuando Andrés va a comulgar sin arrepentimiento, Jesús es terrible-mente ofendido. Tengo que hacer algo. Si mi hermano se convirtiera... ¡qué alegría le daría al Señor!”.

Desde ese mismo día, Alberto se puso a rezar para que una gracia to-cara el corazón de Andrés y cayera en sí. También empezó a ofrecer pe-

queños sacrificios por su conversión sin decírselo a nadie. Pero el tiempo transcurría y el joven no daba seña-les de arrepentimiento... Al contrario, parecía más empedernido en el mal.

Los meses fueron pasando y se acercaba la Solemnidad de Corpus Christi. Toda la ciudad comenzó a prepararse para decorar con alfom-bras, flores y tejidos las calles por donde pasaría el Santísimo Sacra-mento. Fray Cayetano llamó a Al-berto para que le ayudara en la cere-monia como monaguillo y tuvo que dedicar varias tardes a ensayar.

Por fin llegó el gran día. La Santa Misa, seguida de la procesión euca-rística, sería por la mañana. Alberto se vistió de monaguillo y acompañó a sus padres hasta la iglesia. Andrés se negaba a ir. Sólo prometió, ante los insistentes ruegos de su madre, que se asomaría a la ventana y ha-ría una profunda inclinación cuan-do pasara la Custodia. Alberto redo-bló sus oraciones y le pidió a Jesús ardientemente que ese mismo día le diera a su hermano una gracia de entera transformación...

Repicaron las campanas anun-ciando el comienzo de la Celebra-

Hna. Patricia Victoria Jorge Villegas, EP

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      47

ción Eucarística. Se entonó el can-to de entrada y el cortejo empezó a moverse. El incienso se esparcía por todo el templo, adornado espléndi-damente con flores y velas. Los or-namentos de los sacerdotes y diá-conos, con ricos bordados de oro, relucían con un brillo especial.

Antes del Evangelio el coro cantó a varias voces la secuencia litúrgica Lauda Sion: “Lo reciben los buenos y los malos [...]. Muerte para los ma-los y vida para los buenos: ved como son diferentes los efectos que pro-duce el mismo alimento”... Al escu-char estas afirmaciones, Andrés se quedó muy pensativo.

En el sermón, fray Cayetano pro-nunció sus palabras con tanta fogo-sidad y amor que conmovieron a los fieles. Al terminar la Misa, la proce-sión salió con toda pompa. Jóvenes, niños y mayores precedían al palio llevando una vela.

La ceremonia terminó y el pue-blo se dispersaba saludándose con entusiasmo. Solamente uno pare-cía triste: Alberto. ¿Dónde estaría Andrés? No lo había visto ni siquie-ra en la ventana... Preocupado, sa-lió corriendo hacia su casa a buscar

a su hermano y no lo en-contró. Recorrió todo el pueblo, pero no lo halló. Finalmente, volvió a la iglesia, ya vacía, y lo vio arrodillado en el último banco, con la cara baña-da en lágrimas.

Al sentir la presen-cia de Alberto, Andrés se volvió e intentó hablar. Sólo unas palabras salie-ron de sus labios, entre-cortadas con sollozos:

—¡Soy un miserable!Una vez que se tran-

quilizó un poco, le contó lo ocurrido:

—Cuando oí las cam-panas, sentí un enorme deseo de comulgar. Y

aunque sabía que mi alma no esta-ba limpia, decidí hacerlo... Vine a la iglesia y me quedé cerca de la puerta.

—Pero, Andrés, ¿no sabías que no podías? —respondió Alberto.

—Ya lo había hecho otras ve-ces... Sin embargo, hoy todo fue dis-tinto. Contemplando a las personas que se acercaban a comulgar, veía a Jesús muy ale-gre, deseando en-trar y permane-cer en el alma de cada una de ellas. Pero si pensaba en mí mismo aproxi-mándome, el Se-ñor se me pre-sentaba con una fisionomía de có-lera, como si me dijera: “¡No oses cometer un sacri-legio!”.

—Hay que re-conocer que eso es así: comulgar sin estar preparado es una grave ofensa a Dios —le dijo Al-berto.

—Entonces me vino a la memo-ria todas mis faltas y me dio un de-seo muy grande de confesarlas para poder recibir la Sagrada Comunión y contentar a Jesús, al que tantas ve-ces he hecho sufrir.

Alberto no podía contenerse de tanta felicidad: ¡el Señor había oído sus oraciones! Se apresuró a avisar a fray Cayetano, para que le adminis-trara a su contrito hermano el sacra-mento de la Reconciliación.

Mientras Andrés se confesaba, Alberto se acordó de la enseñanza de fray Cayetano: Jesús, de hecho, siente mucha alegría al visitar a las almas que lo aman y tratan de agra-darlo. Pero siente repulsa y cólera ante los que reciben la Sagrada Eu-caristía de forma indigna, sin haber lavado antes el pecado de su alma en las aguas regeneradoras de una buena confesión.

Tras este episodio que marcó sus vidas, Alberto y Andrés hicieron el firme propósito de confesarse con frecuencia y nunca más pecar, para que Jesús los acogiera siempre con alegría en el momento de la Sagrada Comunión. ²

Alberto se encontró a Andrés discutiendo con su madre

“Ya lo había hecho otras veces, pero hoy fue distinto”

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48      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

Los santos de cada día ____________________________ Junio1. San Justino, mártir (†c. 165 Roma).

San Simeón, eremita (†1035). Nació en Siracusa, Italia, de pa-dre griego. Después de haber lle-vado vida eremítica en Belén y en el monte Sinaí, murió finalmente recluido en la torre de la Puerta Negra de Tréveris, Alemania.

2. Santos Marcelino y Pedro, márti-res (†304 Roma).

Beato Sadoc, presbítero, y compañeros, mártires (†1260). Religioso dominico de Sando-mierz, Polonia, fue víctima de los tártaros junto con cuaren-ta y ocho religiosos más mientras cantaban la Salve Regina.

3. San Carlos Lwanga y compañe-ros, mártires (†1886 Kampala - Uganda).

San Cono, monje (†s. XIII). Religioso del monasterio de San-ta María de Cadossa, en Lucania, Italia. Murió muy joven.

4. San Francisco Caracciolo, pres-bítero (†1608). Fundador de la Congregación de los Clérigos Re-gulares Menores, que murió con 44 años en Agnone, Italia.

5. San Bonifacio, obispo y mártir (†754 Dokkum – Países Bajos).

San Doroteo de Tiro, obispo y mártir (†s. IV). Siendo todavía presbítero sufrió muchas perse-cuciones en tiempo de Dioclecia-no, pero consiguió sobrevivir has-ta los 107 años, cuando fue mar-tirizado en Tiro, Líbano, durante el reinado de Juliano.

6. San Norberto, obispo (†1134 Magdeburgo - Alemania).

Beato Inocencio Guz, presbí-tero y mártir (†1940). Sacerdo-te franciscano polaco, asesinado en el campo de concentración de Sachsenhausen, Alemania.

7. Domingo. Solemnidad del Santí-simo Cuerpo y Sangre de Cristo.

Beata María Teresa de Sou-biran La Louvière, virgen (†1889). Fundadora de las Her-manas de María Auxiliadora, en Toulouse, Francia. Fue expulsa-da injustamente de su obra y pa-só el resto de su vida en profun-da humildad.

8. Beato Nicolás de Gesturi, religio-so (†1958). Sacerdote capuchino, del convento de Cagliari, Italia. Siempre dispuesto a ayudar a los indigentes, animó a muchos otros a la práctica de la caridad para con los pobres.

9. San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia (†373 Edesa - Turquía).

San José de Anchieta, presbí-tero (†1597 Reritiba - Brasil).

Beata Ana María Taigi, ma-dre de familia (†1837). Soportó con paciencia el carácter violen-to de su marido y se dedicó a la educación de sus siete hijos. Fa-vorecida por el don de la profe-

cía, se convirtió en consejera de santos e ilustres eclesiásticos, en Roma.

10. Beato Enrique de Bolzano, laico (†1315). Carpintero, daba todo lo que tenía a los pobres; redu-cido a la mendicidad al final de su vida, compartía con los demás mendigos las limosnas que conse-guía, en Treviso, Italia.

11. San Bernabé, apóstol.Santa Rosa Francisca María

de los Dolores, virgen (†1876). Transformó un grupo de piado-sas mujeres en la Congregación de las Hermanas de Nuestra Se-ñora de la Consolación, en Tor-tosa, España.

12. Solemnidad del Sagrado Cora-zón de Jesús.

San Gaspar Bertoni, presbíte-ro (†1843). Fundador de la Con-gregación de los Sagrados Estig-mas de Nuestro Señor Jesucristo, en Verona, Italia.

13. Inmaculado Corazón de María.San Antonio de Padua, presbí-

tero y doctor de la Iglesia (†1231 Padua - Italia).

San Fandila, presbítero y monje (†853). Degollado en Cór-doba, España, en tiempo del emir Mohamed I.

14. XI Domingo del Tiempo Ordi-nario.

San Metodio, obispo (†847). Antes de ser electo Patriarca de Constantinopla, fue monje en la isla de Quios, Grecia, y recurrió a Roma para defender el culto de las sagradas imágenes.

15. Santa María Micaela del Santí-simo Sacramento, virgen (†1865 Valencia - España).

Beata Albertina Berkenbrock, virgen y mártir (†1931). Asesina-

Beata María Teresa de Soubiran La Louvière

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Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      49

Los santos de cada día ____________________________ Junioda a los 12 años en San Luis, Bra-sil, por defender heroicamente su castidad.

16. San Aureliano, obispo (†551). Obispo de Arlés y vicario del Pa-pa Virgilio en la Galia, fundó un monasterio masculino y otro fe-menino en su diócesis, a los que les dio una regla propia.

17. San Pedro Da, mártir (†1862). Carpintero y sacristán arrojado a la hoguera en Qua Linh, Viet-nam, en tiempo del emperador Tu Duc.

18. Santa Isabel, virgen (†1164). Su-periora del monasterio benedicti-no de Schönau, Alemania.

19. San Romualdo, abad (†1027 Marcas - Italia).

Santa Juliana Falconieri, virgen (†c. 1341). Fundó en Flo-rencia, Italia, el instituto de las Hermanas de la Orden de los Siervos de María, llamadas, por su hábito, Mantelatas.

20. Beata Margarita Ebner, vir-gen (†1351). Religiosa domini-ca que sufrió muchas enfermeda-des, destacándose en la práctica de las mortificaciones en Mödin-gen, Alemania.

21. XII Domingo del Tiempo Ordi-nario.

San Luis Gonzaga, religioso (†1591 Roma).

San José Isabel Flores, pres-bítero y mártir (†1927). Capellán de Matatlán, México, degollado durante las persecuciones reli-giosas en Zapotlanejo.

22. San Paulino de Nola, obispo (†431 Nola - Italia).

Santos Juan Fisher, obispo, y Tomás Moro, mártires (†1535 Londres).

San Flavio Clemente, mártir (†96). Cónsul romano, martiriza-do por negarse a adorar a los dio-ses paganos, durante la persecu-ción de Domiciano.

23. San José Cafasso, presbítero (†1860). Se dedicó a la formación espiritual y cultural de los futu-ros clérigos y a reconciliar con Dios a los condenados a muerte en Turín, Italia.

24. Solemnidad de la Natividad de San Juan Batista.

San Teodgaro, presbítero (†c. 1065). Misionero que evan-gelizó y construyó en Vestervig, Dinamarca, la primera iglesia de madera.

25. San Guillermo de Vercelli, abad (†1142). Gran apóstol de la vida de oración y contemplación, fundó numerosos monasterios en la Ita-lia meridional. Murió en Goleto.

26. San Pelayo, mártir (†925 Córdo-ba - España).

San Josemaría Escrivá de Ba-laguer, presbítero (†1975 Roma).

Beato Santiago Ghazir Haddad, presbítero (†1954). Sa-cerdote capuchino fundador de la Congregación de las Herma-nas Franciscanas de la Cruz del Líbano, en Beirut.

27. San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia (†444 Ale-jandría - Egipto).

San Sansón, presbítero (†560). De origen romano, vi-vió desde joven en Constantino-pla, donde fue ordenado y fundó un hospital. Utilizaba sus conoci-mientos médicos en beneficio de los pobres.

28. XIII Domingo del Tiempo Ordi-nario.

San Ireneo, obispo y mártir (†c. 202 Lyon - Francia).

Santa Vicenta Gerosa, virgen (†1847). Junto con Santa Barto-lomea Capitanio, fundó el Insti-tuto de las Hermanas de la Cari-dad (o las Hermanas de la Virgen Niña), en Lovere, Italia.

29. Solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.

Beato Raimundo Lulio, religio-so y mártir (†1316). Terciario fran-ciscano. Hombre de gran cultura y eminente doctrina, se esforzó en el diálogo con los sarracenos y via-jó al norte de África para esa fi-nalidad. Fue asesinado cuando re-gresaba a Mallorca, España.

30. Santos Protomártires de la Igle-sia Romana (†64 Roma).

Beato Zenón Kovalyk, presbí-tero y mártir (†1941). Sacerdo-te redentorista, muerto en la pri-sión, en Lviv, Ucrania.

Visión de San Romualdo, por Pseudo Jacopino - Pinacoteca Nacional,

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Como el cedro del Líbano ...

50      Heraldos del Evangelio · Junio 2015

Dios quiso construir para sí un templo esplendoroso, alto como el cedro del Líbano, inmaculado y adornado con numerosas gracias y privilegios, cuyo agradable perfume atrae a los buenos y ahuyenta a los malos.

n las regiones montañosas de Oriente Próximo cerca-nas al mar Mediterráneo, Dios invita al hombre a con-

templar una belleza natural entera-mente mítica. Allí se encuentran pai-sajes llenos de misterio y poesía que parecen sacados de una leyenda, en los que se yerguen los famosos cedros del Líbano. Unos árboles frondosos y majestuosos, cuyo follaje se mantiene siempre verde, y que pueden alcanzar los 40 metros de altura y vivir durante siglos, atravesando incólumes invier-nos y veranos.

Esos imponentes vegetales sopor-tan bien la sequía, pero necesitan la luz y el calor solar para desarrollar-se plenamente. De ahí su preferen-cia por la cimas de los montes, don-de suelen formar bosques puros o mezclados con abetos de Cilicia, pi-nos salgareños o algunas especies de Juniperus, por ejemplo. Cuando se encuentran en medio de otras espe-cies, los cedros se levantan altaneros por encima de ellas, llevándonos a pensar en aquella pléyade de almas que se vuelven sublimes por su fide-lidad y que, destacándose en el pa-norama de la Historia, apuntan ha-cia el Cielo: los santos.

A semejanza de los cedros, tam-bién ellos crecen bajo la acción del Sol de Justicia, Jesucristo, y a medi-da que progresan en la perfección van distanciando su corazón de las cosas de la tierra para fijarlo en las maravillas del Cielo. Con las raíces bien cimentadas en la práctica de los Mandamientos y en la frecuen-cia a los sacramentos, resisten no sólo a las arideces de la vida espiri-tual, sino también a las tempestades de las pruebas: “se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la ca-sa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios” (Sal 91, 13-14).

Ahora bien, si tan excelente ár-bol representa a los justos, con más razón aún simboliza a María, la Reina de todos los santos, a quien se aplica aquel pasaje del Eclesiás-tico: “Crecí como cedro del Líba-no” (24, 17).

Para que entendamos mejor es-te elogio bíblico, es necesario recor-dar que la madera del cedro, aromá-tica e incorruptible, fue utilizada por el rey Salomón para revestir el Tem-plo de Jerusalén, como lo describe la Sagrada Escritura: “El cedro del in-terior se hallaba trabajado con bajo-rrelieves de calabazas y capullos de

flores abiertos; todo era de cedro, no se veía la piedra” (1 R 6, 18).

De forma análoga, Dios quiso construir para sí un templo esplen-doroso e inmaculado: desde toda la eternidad, predestinó a María San-tísima para que fuera la Madre de su Hijo unigénito y la preparó para esa misión, preservándola de la co-rrupción del pecado y adornándola con numerosas gracias y privilegios, cuyo agradable perfume atrae a los buenos y ahuyenta a los malos.

La expresiva figura del cedro apli-cada a María está consignada por la Iglesia en el hermoso texto del Pe-queño Oficio de la Inmaculada Con-cepción, cuyo rezo permite a los fieles exaltar las grandezas de la Virgen y, al mismo tiempo, experimentar las dul-zuras de su maternal bondad. Por eso, al llamarla en esa oración “Cedro de la castidad”,1 tenemos la seguridad de que Ella, aunque elevada por encima de todas las criaturas, se compadece de cada uno de sus hijos y por ellos se vuelca para alzarlos al Cielo. Porque si Ella fue “el camino por el cual el Todopoderoso bajó hasta los más pe-queños”, también Ella es “el camino por el cual los más pequeños pueden subir hasta el Todopoderoso”.2 ²

Hna. Adriana María Sánchez García, EP

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Como el cedro del Líbano ...

Junio 2015 · Heraldos del Evangelio      51

1 CLÁ DIAS, EP, João Scognamiglio. Pe-queno Ofício da Imaculada Conceição comentado. 2.ª ed. São Paulo: ACNSF, 2010, v. I, p. 243.

2 CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. La-dainha de invocações a Nossa Senho-ra. In: Opera Omnia. Reedição de escri-tos, pronunciamentos e obras. São Pau-lo: Retornarei, 2011, v. III, p. 411.

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Cedro del Líbano del parque del Castillo de Hautefort, Dordogne (Francia)

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V osotros, todos los que tenéis sed, venid a beber en esta fuente. ¡Daros prisa! ¿Por

qué lo retrasáis un solo instante? ¿Teméis acaso perjudicar la bondad de vuestro Re-dentor si os dirigís al Corazón de su Madre? ¿Pero no sabéis que María nada es, nada tie-ne, nada puede sino de Jesús, por Jesús y en Jesús; que es Jesús el que lo es todo, lo puede

todo y lo hace todo en Ella? ¿No sabéis que Jesús no sólo reside y permanece continua-mente en el Corazón de María, sino que Él mismo es el corazón de su Corazón y que, por tanto, acercarse al Corazón de María es lle-gar hasta Jesús; honrarlo es honrar a Jesús; invocarlo es invocar a Jesús?

Del Leccionario de San Juan Eudes

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