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Heraldos del EvangelioRHE141_ES - RAE160_201504

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  • Salvadme Reina

    Nmero 141 Abril 2015

    Aniversario de la aprobacin

  • Coleccin

    La coleccin Lo indito sobre los Evangelios es una publicacin de la Librera Editrice Vaticana

    Reservas y pedidos en el telfono 902 19 90 44 o por email en [email protected]

    Tambin disponibles en formato eBook: www.comentandolosevangelios.comEncuadernacin en rstica (157 x 230 mm) con ilustraciones a todo color

    Lo indito sobre los Evangelios

    E sta original obra de monseor Joo Scognamiglio Cl Dias, EP, compuesta por siete volmenes, tiene el mrito de poner la teologa al alcance de todos, mediante comentarios a los Evangelios de los domingos y solemnidades del ao.Publicada en cuatro idiomas espaol, ingls, italiano y portugus con un total de 200.000 ejemplares vendidos, la coleccin ha encontrado una calurosa acogida por su notable utilidad exegtica y pastoral.

    Ciclo BVol. III: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua Solemnidades del Seor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (448 pginas)Vol. IV: Domingos del Tiempo Ordinario (544 pginas)

    Ciclo CVol. V: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua Solemnidades del Seor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (446 pginas)Vol. VI: Domingos del Tiempo Ordinario (495 pginas)

    Vol. VII: Solemnidades Fiestas que pueden tener lugar en domingo Mircoles de Ceniza Triduo Pascual Otras Fiestas y Memorias (431 pginas)

    Ciclo AVol. I: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua Solemnidades del Seor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (464 pginas)Vol. II: Domingos del Tiempo Ordinario (495 pginas)

  • San Luis Mara Grignion de Montfort El primer apstol de los ltimos tiempos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32

    Saba usted que...?

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25

    La palabra de los Pastores Convertos y creed en el Evangelio

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38

    Sucedi en la Iglesia y en el mundo

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40

    Historia para nios... Flores para un altar

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46

    Los santos de cada da

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48

    Belleza casi paradisiaca

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

    Misteriosa prefigura del Sacerdote Eterno

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22

    Heraldos en el mundo

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

    La misericordia convive con la justicia

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36

    Seamos apstoles de apstoles...

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17

    Comentario al Evangelio Los Apstoles o las Santas Mujeres?

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8

    La voz del Papa Volveos a Dios de todo corazn

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6

    Misin divina, promesa de inmortalidad (Editorial) . . . . . . . 5

    Escriben los lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

    Ao XIII, nmero 141, Abril 2015

    Peridico de la Asociacin Cultural Salvadme Reina de Ftima

    SumariO

    Salvadme Reina

    Director Responsable:D. Eduardo Caballero Baza, EP

    Consejo de Redaccin: Guy de Ridder, Hna. Juliane Campos, EP,

    Luis Alberto Blanco, Hna. Mariana Morazzani, EP, Severiano Antonio

    de Oliveira

    Administracin:C/ Cinca, 17

    28002 Madrid R.N.A., N 164.671

    Dep. Legal: M-40.836- 1999Tel. sede operativa 902 199 044

    Fax: 902 199 046

    www.salvadmereina.org [email protected]

    Con la Colaboracin de la Asociacin Internacional Privada de Fieles de Derecho Pontificio

    Heraldos del evangelio

    www.heraldos.org

    Montaje: Equipo de artes grficas

    de los Heraldos del Evangelio

    Imprime:Biblos Impresores, S.L. - Madrid

    Los artculos de esta revista podrn ser reproducidos, indicando su fuente y

    enviando una copia a la redaccin. El contenido de los artculos es responsabilidad

    de los respectivos autores.

  • 4HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    EscribEn los lEctorEs

    Del obispo De Miao, inDiaMuchas gracias por su amable

    carta y por la revista. Enhorabuena por el excelente trabajo que estn realizando. He conocido alguna co-sa acerca de ustedes por la revista, pero les agradecera que me manda-sen ms detalles sobre los Heraldos del Evangelio, pues estoy seguro de que me sern muy tiles y de que un da podremos trabajar juntos en la expansin del Reino de Dios. Que se haga su voluntad.

    La revista es realmente muy til y muy rica en informacin e invita a reflexionar. Gracias por sus agrada-bles artculos e inspirador conteni-do que incluye fotografas tan bien seleccionadas.

    Por favor, no dejen de envirme-la. Les agradecera que me manda-sen dos ejemplares: uno para m, los sacerdotes y la gente que nos visita, y otro para el seminario menor, que no dista muy lejos de aqu. Yo mis-mo puedo entregrsela, pues estoy seguro de que los chicos van a ganar mucho con ella.

    Cuenten con mis oraciones y re-cen por todos nosotros.

    Mons. George Pallipparambil, SDB Obispo de Miao India

    la revista es un tesoroQueremos agradeceros en nom-

    bre de la Madre abadesa, Mara Tri-nidad, y de la comunidad vues-tra generosidad por tantos envos-re-galos y animaros a seguir trabajando con tanta ilusin en la extensin del Reino de Dios, sobre todo con la re-vista, que es un tesoro por la presen-tacin, la puntualidad, los grabados y

    sobre todo por el contenido de los ar-tculos. Sigan adelante con esa cate-gora de revista. Nosotras les ayuda-mos con nuestra oracin pidiendo por todas las intenciones ltimamente en-comendadas, especialmente por sus sacerdotes.

    Sor Mara Sagrario Zrate Villa, OSC Convento de Santa Clara

    Castrojriz Espaa

    lo inDito sobre los evangelios

    Les estoy muy agradecida por su atencin y por el reenvo de la revis-ta extraviada. Sin embargo, me ha sorprendido que la revista se enviara y que yo no la recibiera. Estoy sus-crita a otras publicaciones y eso no sucede. Me gusta bastante la revista Heraldos del Evangelio y deseo sin-ceramente que este tipo de impre-vistos no volvieran a ocurrir.

    Aprovecho la ocasin para de-cirles que, la pasada Navidad, me regal a m misma la coleccin completa de Lo indito sobre los Evangelios, de Mons. Joo Scogna-miglio Cl Dias, EP. Al hacerlo no imaginaba la preciosidad que iba a recibir. Slo he ledo los dos prime-ros volmenes y, a parte de la in-cuestionable calidad de los libros, sea en la impresin, sea en los tex-tos o en las ilustraciones, ya he en-contrado varias respuestas y nu-merosas explicaciones a preguntas que guardaba en el corazn. Son palabras que vienen a iluminar mi caminar, a revigorar mi fe, a refres-car mi amor a la Iglesia.

    Le agradezco al Espritu Santo el haber inspirado tan hermosa obra y a Mons. Joo Scognamiglio Cl Dias por su dedicacin, por su disposi-cin, por su s a Dios, nuestro Padre.

    Ana Cristina Ramos Ro de Janeiro Brasil

    MaDurez espiritual

    Aprovecho esta oportunidad pa-ra agradecerles la recepcin de la revista Heraldos del Evangelio, que ha contribuido bastante a mi madu-rez espiritual y a un mayor conoci-miento de las actividades de la Igle-sia Catlica en el mundo. Todo ello gracias a la labor verdaderamente misionera de los Heraldos del Evan-gelio.

    Joo da Cruz Nbrega Correia San Lorenzo Brasil

    Mara presente en Mi casa

    Tengo mucha fe, y esta fe es la que me hace vivir da a da con gran serenidad, porque s que a mi lado siempre est la amada Virgen Ma-ra, mi madre, mi amiga ms queri-da y sincera. Y tambin gracias a vo-sotros, a esos maravillosos momen-tos en que leo vuestra revista y vues-tra correspondencia, Ella siempre est presente en mi casa.

    Rosa Mirabile Npoles Italia

    gua para prograMa raDiofnico

    Siempre que recibo la revista Heraldos del Evangelio me quedo en la duda de qu artculo devo-rar primero... A La voz del Papa, Comentario al Evangelio y Heral-dos en el mundo les doy prioridad. La uso como gua para la presen-tacin diaria de un programa de radio, en la Meruoca FM 105.9. Los santos de cada da tambin son comentados, as como algunos ar-tculos seleccionados sobre los que siempre hay interaccin con los oyentes, especialmente por telfo-no, en directo.

    Manoel Rodrigues do Nascimento Meruoca Brasil

  • Salvadme Reina

    Nmero 141

    Abril 2015

    Aniversario

    de la aprobacin

    C

    Abril 2015 HeraldosdelEvangelio5

    Editorial

    uando Dios quiso reservarse para s un pueblo, llam a Abrahn y, ha-bindose asegurado de su fidelidad, lo hizo depositario de la Alianza (cf. Gn 15, 18). Este modo de proceder obedece a un principio de sa-

    bidura usado por Dios en su actividad de gobernar: siempre que quiere llevar a cabo una obra llama a alguien a su lado y le confa la ejecucin de su plan.

    En virtud de la alianza as establecida, resulta una tal unin entre Dios y su elegido que l se hace uno con ste: la alianza sellada en lo alto del Si-na se dio entre Dios y Moiss (cf. Eclo 45, 8); el rechazo a Moiss por par-te del pueblo (cf. Nm 14, 2), fue sentida por Dios como si fuera contra l mismo (cf. Nm 14, 11); y la alianza entre Yav e Israel haba sido concedida de tal manera en funcin de Moiss que Dios se dispuso a darle otro pue-blo, cuando ste se rebel (cf. Ex 32, 10). Por otro lado, quien se una a Moi-ss se volva partcipe de la unin de ste con Dios, como ocurri con Jo-su: Como estuve con Moiss, estar contigo (Jos 1, 5). Tenemos otros ejemplos de alianzas en No (cf. Gn 6, 18), Geden (cf. Jc 6, 16), David (cf. 2 Cro 21, 7), Isaas (cf. Is 42, 6) y tantos otros...

    As, para la realizacin de sus grandes planes, Dios hace grandes a cier-tos hombres al investirlos de una gran misin. En el Antiguo Testamen-to eran los profetas y los jueces; en el Nuevo Testamento son los hombres providenciales y los fundadores.

    Lo es, por ejemplo, un San Francisco de Ass al que el Papa Inocen-cio III vio en sueos sustentando la Baslica de San Juan de Letrn como smbolo de la importantsima misin de pilar que desempeara en el seno de la Iglesia. Tambin lo es un Santo Domingo, un San Ignacio, un San Vi-cente de Pal o un San Juan Bosco... Todos ellos, cada uno a su modo, han conseguido del Cielo la respuesta divina a los problemas de su tiempo. Sobre todo, estos instrumentos del Espritu Santo sirven de pretexto a la Iglesia militante para que, a lo largo de su peregrinar en esta tierra, pueda manifestarle a la Historia nuevas luces y nuevas maravillas que, hasta en-tonces, permanecan ocultas en su interior.

    A los profetas del Antiguo Testamento se les exiga por indicacin de Moiss que un milagro ratificase el origen divino de su mensaje (cf. Dt 18, 21-22). Sin embargo, en el Nuevo Testamento la santidad del hom-bre providencial, su integridad de vida y su fidelidad a la vocacin recibida de Dios son los testimonios ms autnticos de la divinidad de su misin.

    La Iglesia es inmortal (cf. Mt 16, 18), pero al ser una sociedad visible necesita tener miembros (cf. Ef 4, 11-12), verdaderos hijos, en los que se manifieste esa promesa hecha por Cristo. Dios llama a quien l quiere (cf. Rm 9, 16) para amparar a su Iglesia; y actuando de esta forma hace que su inmortalidad pase por aquellos que son llamados a protegerla.

    Misin divina, proMesa de inMortalidad

    El cardenal Franc Rod, CM, preside la Misa de accin de gracias por el XIV aniversario de la aprobacin pontificia de los Heraldos del Evangelio - Iglesia de San Benedetto in Piscinula, Roma

    Foto: Daniel Hollmann

  • Volveos a Dios de todo corazn

    C

    6HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    La voz deL PaPa

    Somos criaturas limitadas, pecadores siempre necesitados de penitencia y conversin. Cun importante es escuchar y acoger esta exhortacin en nuestro tiempo!

    omo pueblo de Dios co-menzamos el camino de Cuaresma, tiempo en el que tratamos de unirnos

    ms estrechamente al Seor para compartir el misterio de su Pasin y su Resurreccin.

    La liturgia de hoy nos propone, ante todo, el pasaje del profeta Joel, enviado por Dios para llamar al pue-blo a la penitencia y a la conversin, a causa de una calamidad (una inva-sin de langostas) que devasta la Ju-dea. Slo el Seor puede salvar del flagelo y, por lo tanto, es necesario invocarlo con oraciones y ayunos, confesando el propio pecado.

    Oracin y camino de conversin cada vez ms autnticos

    El profeta insiste en la conver-sin interior: Volved a m de todo corazn (2, 12).

    Volver al Seor de todo cora-zn significa emprender el camino de una conversin no superficial y transitoria, sino un itinerario espiri-tual que concierne al lugar ms nti-mo de nuestra persona. En efecto, el corazn es la sede de nuestros sen-timientos, el centro en el que ma-duran nuestras elecciones, nuestras actitudes. El volved a m de todo corazn no slo implica a cada per-

    sona, sino que tambin se extiende a toda la comunidad, es una convoca-toria dirigida a todos: Reunid a la gente, santificad a la comunidad, lla-mad a los ancianos; congregad a los muchachos y a los nios de pecho, salga el esposo de la alcoba y la es-posa del tlamo (v. 16).

    El profeta se refiere, en particu-lar, a la oracin de los sacerdotes, observando que va acompaada por lgrimas. Nos har bien a todos, pe-ro especialmente a nosotros, los sa-cerdotes, al comienzo de esta Cua-resma, pedir el don de lgrimas, para hacer que nuestra oracin y nuestro camino de conversin sean cada vez ms autnticos y sin hipo-cresa. Nos har bien hacernos es-ta pregunta: Lloro? Llora el Pa-pa? Lloran los cardenales? Lloran los obispos? Lloran los consagra-dos? Lloran los sacerdotes? Est el llanto en nuestras oraciones?.

    Practicar las buenas obras confiando nicamente en la recompensa del Padre

    Precisamente este es el mensaje del Evangelio de hoy. En el pasaje de Mateo, Jess relee las tres obras de piedad previstas en la ley mosai-ca: la limosna, la oracin y el ayu-no. Y distingue el hecho externo del

    hecho interno, de ese llanto del co-razn. A lo largo del tiempo estas prescripciones haban sido corrodas por la herrumbre del formalismo ex-terior o, incluso, se haban transfor-mado en un signo de superioridad social.

    Jess pone de relieve una tenta-cin comn en estas tres obras, que se puede resumir precisamente en la hipocresa (la nombra tres veces): Cuidad de no practicar vuestra jus-ticia delante de los hombres para ser vistos por ellos... Cuando hagas limosna, no vayas tocando la trom-peta por delante como hacen los hi-pcritas... Cuando recis, no seis como los hipcritas a quienes les gusta rezar de pie para que los vea la gente... Y cuando ayunis, no pon-gis cara triste, como los hipcritas (Mt 6, 1.2.5.16). Sabed, hermanos, que los hipcritas no saben llorar, se han olvidado de cmo se llora, no piden el don de lgrimas.

    Cuando se hace algo bueno, ca-si instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admira-dos por esta buena accin, para te-ner una satisfaccin. Jess nos invita a hacer estas obras sin ninguna os-tentacin, y a confiar nicamente en la recompensa del Padre que ve en lo secreto (Mt 6, 4.6.18).

  • Abril 2015 HeraldosdelEvangelio7

    Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librera Editrice Vaticana. La versin original de los documentos reproducidos en esta seccin se puede consultar en www.vatican.va

    Dejmonos reconciliar con Dios

    Queridos hermanos y hermanas: El Seor no se cansa nunca de tener misericordia de nosotros, y quie-re ofrecernos una vez ms su per-dn todos tenemos necesidad de l , invitndonos a volver a l con un corazn nuevo, purificado del mal, purificado por las lgrimas, pa-ra compartir su alegra.

    Cmo acoger esta invitacin? Nos lo sugiere San Pablo: En nom-bre de Cristo os pedimos: que os reconciliis con Dios! (2 Co 5, 20). Este esfuerzo de conversin no es solamente una obra humana, es dejarse reconciliar. La reconcilia-cin entre nosotros y Dios es po-sible gracias a la misericordia del Padre que, por amor a nosotros, no dud en sacrificar a su Hijo unignito.

    En efecto, Cristo, que era jus-to y sin pecado, fue hecho pecado por nosotros (cf. 2 Co 5, 21) cuan-do carg con nuestros pecados en

    la cruz, y as nos ha rescatado y jus-tificado ante Dios. En l pode-mos llegar a ser justos, en l pode-mos cambiar, si acogemos la gracia de Dios y no dejamos pasar en vano este tiempo favorable (2 Co 6, 2). Por favor, detengmonos, deteng-monos un poco y dejmonos recon-ciliar con Dios.

    Somos criaturas limitadas, necesitadas de penitencia y conversin

    Con esta certeza, comencemos con confianza y alegra el itinera-rio cuaresmal. Que Mara, Madre inmaculada, sin pecado, sostenga nuestro combate espiritual contra el pecado y nos acompae en este mo-mento favorable, para que llegue-mos a cantar juntos la exultacin de la victoria el da de Pascua. Y en se-al de nuestra voluntad de dejarnos reconciliar con Dios, adems de las lgrimas que estarn en lo secre-to, en pblico realizaremos el ges-

    to de la imposicin de la ceniza en la cabeza.

    El celebrante pronuncia estas pa-labras: Acurdate de que eres pol-vo y al polvo volvers (cf. Gn 3, 19), o repite la exhortacin de Jess: Convertos y creed el Evange-lio (cf. Mc 1, 15). Ambas frmu-las constituyen una exhortacin a la verdad de la existencia humana: so-mos criaturas limitadas, pecadores siempre necesitados de penitencia y conversin.

    Cun importante es escuchar y acoger esta exhortacin en nues-tro tiempo! La invitacin a la con-versin es, entonces, un impulso a volver, como hizo el hijo de la pa-rbola, a los brazos de Dios, Padre tierno y misericordioso, a llorar en ese abrazo, a fiarse de l y enco-mendarse a l.

    Homila en la Misa del Mircoles de Ceniza, 18/2/2015

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    A la izquierda, Francisco venera a la imagen de la Virgen al final de la Misa del Mircoles de Ceniza. A la derecha, frailes dominicos participando en la ceremonia, tradicionalmente realizada en la baslica de Santa Sabina

    Que Mara, Madre inmaculada, sin pecado, sostenga nuestro combate espiritual contra el pecado y nos acompae en este momento favorable

  • 8HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    1 El primer da de la semana, Mara Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando an estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. 2 Ech a correr y fue donde estaban Simn Pedro y el otro discpulo, a quien Jess amaba, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Seor y no sabemos dnde lo han puesto. 3 Salieron Pedro y el otro discpulo camino del sepulcro. 4 Los dos corran juntos, pero el otro discpulo corra ms que Pedro; se adelant y lleg primero al sepulcro; 5 e, in

    clinndose, vio los lienzos tendidos; pero no entr. 6 Lleg tambin Simn Pedro detrs de l y entr en el sepulcro: vio los lienzos tendidos 7 y el sudario con que le haban cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. 8 Entonces entr tambin el otro discpulo, el que haba llegado primero al sepulcro; vio y crey. 9 Pues hasta entonces no haban entendido la Escritura: que l haba de resucitar de entre los muertos (Jn 20, 19).

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    La Resurreccin de Cristo Iglesia de San Miguel,

    Grobllesheim (Alemania)

  • Los Apstoles o las Santas Mujeres?

    Abril 2015 HeraldosdelEvangelio9

    Comentario al evangelio Domingo De PasCua De la resurreCCin Del seor

    La diversidad de comportamiento entre los seguidores del divino Maestro el da de su Resurreccin nos indica cmo agradar a Dios aun siendo imperfectos.

    I Es la Pascua dEl sEorDespus de cuarenta das de espera y de pe-

    nitencia, en Semana Santa hemos ido acom-paando de cerca los inenarrables dolores de Nuestro Seor Jesucristo. Y finalmente cele-bramos su Resurreccin misterio esencial de nuestra redencin, cuyas alegras y aleluyas se extendern cincuenta das, en recuerdo del tiempo que Jess estuvo junto a los suyos en la tierra, hasta que subi a los Cielos, y de la fase en la que la Virgen y los Apstoles aguardaron la venida del Espritu Santo. Es un perodo de jbilo, pues significa el paso de la vida anterior, marcada por la culpa original, a la vida nueva trada por Jess, abriendo las puertas del Cielo, que estaban cerradas para la humanidad.

    Muerte y Resurreccin del Hombre Dios

    Entre los efectos de la cada de Adn es-t la prdida del don de inmortalidad y, en consecuencia, la separacin del alma y del cuerpo al final de la vida, sufrimiento tan tremendo, horroroso e intenso que no hay palabras capaces de expresarlo. Quin ha

    regresado para describir ese trgico mo-mento?

    Sin embargo, Jess, que jams cometi ni una falta, quiso pasar por ese trance y soportar los dolores de la muerte como los padeceremos nosotros, para retribuirle a Dios la gloria que le fue negada por el pecado y redimirnos. Y cuan-do, inclinando la cabeza, entreg su espritu y su alma sacrosanta abandon ese cuerpo adorable y sagrado, ambos permanecieron unidos a la di-vinidad.

    Como se muestra en los Evangelios, la Pa-sin del Seor sigui un proceso: despus de ser juzgado, flagelado, abofeteado, coronado de es-pinas y de llevar la cruz a cuestas, su agona du-r cerca de tres horas (cf. Mt 27, 45; Mc 15, 33; Lc 23, 44). Y slo cuando l realiz cuanto juzg necesario realizar, es cuando lleg la hora marcada, no por la necesidad, sino por su volun-tad; no por las exigencias de su naturaleza, si-no por su poder.1 En cambio, su Resurreccin fue repentina. He aqu un aspecto de este mis-terio que debemos tener siempre presente: al tercer da Cristo, de modo instantneo, retoma

    Cuando su alma sacro-santa abando-n ese cuerpo adorable, ambos per-manecieron unidos a la divinidad

    Mons. Joo Scognamiglio Cl Dias, EP

  • 10HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    su cuerpo por su poder divino. Pero ya no era un cuerpo mortal como el nuestro que haba asumido a lo largo de su vida terrena por un mi-lagro negativo2, sino que lo hace en su estado normal, o sea, glorioso, como corresponda a la bienaventuranza de su alma. Y esto por un sim-ple acto de su divina voluntad.

    Imaginemos que en ese momento la inmen-sa piedra que cerraba el sepulcro se desplaza de su sitio. Haba sido sellada por los miembros del sanedrn, que adems se empearon en poner una guardia en el lugar para evitar que el cuer-po fuera robado. Los prncipes de los sacerdo-tes y los fariseos no tenan fe, pero eran profun-damente inteligentes y saban que todo cuanto Jess haba prometido se haba cumplido, lo que les llev a hacer deducciones claras con respecto a la posibilidad de que sucediera algo inesperado (cf. Mt 27, 62-66). As pues, los soldados fueron los primeros despus, sin duda, de Mara San-tsima3 que tuvieron conocimiento de la Resu-rreccin. Asustados, salieron corriendo para con-tarles lo ocurrido a los sanedritas. stos, presa del pnico, llegaron a pagarles para que difundieran

    el rumor de que por la noche los discpulos de Je-ss se haban llevado el cuerpo (cf. Mt 28, 11-13). Estas son las reacciones inmediatas ante un acon-tecimiento que fijara definitivamente el rumbo de la Historia de la salvacin.

    II El tEstImonIo dEl dIscPulo amado

    El apstol San Juan demuestra un celo es-pecial al escribir su Evangelio. Lo redact, en calidad de testigo ocular, para personas que no tuvieron contacto con Jesucristo resucitado, lo que constituye un privilegio de los Once, de las Santas Mujeres y de los discpulos. Estos ltimos sumaban ms de quinientos, que se encontraron con l quiz en Galilea (cf. 1 Co 15, 6), y es pro-bable que hubiesen presenciado su Ascensin a los Cielos, en Betania (cf. Lc 24, 50-51). En este sentido, declara San Pedro en la primera lectura (Hch 10, 34a.37-43), extrada de los Hechos de los Apstoles: Dios lo resucit al tercer da y le concedi la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con l despus de su Resurreccin de entre los muer-tos (10, 40-41). En efecto, el Seor tuvo la deli-cadeza de comer en su compaa para que per-dieran todo recelo de que fuese un fantasma. Vieron, creyeron, y algunos hasta pudieron to-carlo; otros, en cambio, sern llamados a creer sin ver, viviendo de la fe de los primeros.

    Una fe tan robusta, firme e inquebrantable, que los llev a propagar por todas partes la no-ticia de la Resurreccin del Seor, dispuestos a sufrir el martirio, si fuera necesario, en la de-fensa de esa verdad que haban constatado. As pues, los Apstoles enfrentaron ufanos las per-secuciones ms terribles, y acabaron dando tes-timonio de este extraordinario episodio con sus propias vidas. De esta manera, la fe catlica se expandi por el mundo entero, hasta el pun-to de que Tertuliano afirmaba sobre los cristia-nos que se multiplicaban en el Imperio Roma-no: Somos de ayer y ya llenamos todas vuestras cosas: ciudades, islas, fortalezas, municipios, concejos, los mismos campamentos, las tribus, las decurias, el palacio, el senado, el foro, slo os hemos dejado vuestros templos. [...] Podra-mos emigrar y dejaros en estado de vergenza y de desolacin.4 San Agustn,5 muy sagaz e in-teligente, lleg a decirles a los incrdulos de su

    La Virgen fue, sin duda, la primera que tuvo conocimiento de la Resurreccin

    La Resurreccin de Cristo Colegiata Baslica de Manresa (Espaa)

    Ser

    gio

    Hol

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  • Abril 2015 HeraldosdelEvangelio11

    poca que al negar la Re-surreccin mostraban una gran necedad, porque si el Seor no hubiese resucita-do, entonces haba hecho un milagro mucho mayor: la di-fusin de la Iglesia Catlica por todo el orbe sin haber resurgido de entre los muer-tos.

    Analicemos, desde es-ta perspectiva, el fragmento que recoge la liturgia del do-mingo de Pascua, junto con los relatos de los otros evan-gelistas.

    Imprudencia temeraria?1 El primer da de la semana, Mara Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando an estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

    San Marcos narra que fueron tres las muje-res que salieron por la maana temprano ha-cia el sepulcro: Mara Magdalena, Mara la de Santiago y Salom (Mc 16, 1). A primera vista, cmo definir su proceder?

    Imprudencia! No planearon nada o, como mucho, lo hicieron de manera insuficiente, no usaron la razn y actuaron por impulso. A fin de cuentas, saban perfectamente que el cuerpo de Jess ya haba sido preparado (cf. Mt 27, 59-61; Mc 15, 46-47; Lc 23, 53-55), pues antes de su en-tierro haba pasado por un cuidadoso proceso en las manos de Nicodemo y de Jos de Arima-tea, que compraron para ello los mejores per-fumes y blsamos (cf. Jn 19, 38-40). Adems de todo esto, el sagrado cuerpo del Seor ha-ba sido depositado en una tumba tapada con una enorme losa puesta sobre rales y que ha-ba sido lacrada. Cmo lograran moverla esas tres mujeres? Solamente en el camino pensa-ron en este detalle: Quin nos correr la pie-dra de la entrada del sepulcro? (Mc 16, 3). S, quin les iba a prestar ayuda a esas horas de la maana, en un lugar custodiado por guar-dias (cf. Mt 27, 66)? Otra circunstancia agravan-te eran las prescripciones del Derecho romano, que prohiban la violacin de una sepultura, lo que en realidad tambin es contrario al derecho natural. Estaban dispuestas a transgredir las le-

    yes civiles, en un rgimen tan estricto como el del Imperio.

    Es evidente que tampoco pidieron permiso a San Pedro ni a los otros apstoles, que cierta-mente no se lo habran dado, pues saban de la sospecha de los judos de que el cuerpo podra ser robado y no queran dar pie a posibles ca-lumnias al mandar a unas mujeres al sepulcro en una hora impropia. Era una accin compro-metida, porque aunque no consiguiesen ni si-quiera aproximarse, la mera tentativa ocasiona-ra un escndalo y sera interpretada como una actitud sugerida por los Apstoles, con el obje-tivo de sondear las condiciones del lugar para llevarse el cadver. En apariencia, su intencin estaba fundamentada tan slo en la irreflexin, la locura, la imaginacin y la fantasa. Habr sido eso exactamente? Este punto lo vamos a analizar con calma ms adelante. Finalmente, cuando se encontraron con la tumba abierta y vaca, resolvieron informar a los Once, rpida-mente.

    Una autoridad ms respetada que los vnculos familiares

    2 Ech a correr y fue donde estaban Simn Pedro y el otro discpulo, a quien Jess amaba, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Seor y no sabemos dnde lo han puesto. 3 Salieron Pedro y el otro discpulo camino del sepulcro. 4 Los dos corran juntos, pero el otro discpulo corra ms que Pedro; se adelant y lle

    La accin era comprome-tida, porque aunque no consiguiesen ni siquiera aproximar-se, la mera tentativa ocasionara un escndalo

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    Las Santas Mujeres ante el sepulcro vaco Baslica de San Marcos, Venecia (Italia)

  • 12HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    g primero al sepulcro; 5 e, inclinndose, vio los lienzos tendidos; pero no entr.

    Mientras tanto, dnde se encontraban los Apstoles? Reunidos en el Cenculo, con las puertas y ventanas cerradas: el extremo opues-to de la actitud imprudente de las mujeres. Ante la noticia de la desaparicin del cuerpo, San Pedro y San Juan salieron corriendo pa-ra confirmar la veracidad del anuncio de San-ta Mara Magdalena. Era lo que les correspon-da hacer ante tal sorpresa.

    San Juan se adelant y lleg el primero al se-pulcro, porque era joven y gil, mientras que San Pedro ya senta sobre s el peso de las dca-das. Es llamativo el respeto que el evangelista muestra por Pedro, en atencin a su edad. s-te es un aspecto real, sin duda, pero no el ms importante. Sabemos que los familiares gozan de precedencia sobre los cuerpos de sus falle-cidos, incluso con relacin a las autoridades. Ahora bien, por ser pariente del Seor, Juan te-na derecho a entrar de inmediato en el sepul-cro antes que Pedro, que no posea ningn vn-culo sanguneo con el Maestro. Sin embargo, al comprender que haba sido constituido Jefe de la Iglesia naciente, el discpulo amado ignor los lazos humanos y se detuvo en la entrada es-perando a que el primer Papa llegase.

    La incomprensin de San Pedro6 Lleg tambin Simn Pedro detrs de l y entr en el sepulcro: vio los lienzos tendidos 7 y el sudario con que le haban cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

    Al entrar en el sepulcro y verlo todo en orden segn la descripcin de este versculo, San Pedro concluy que el cuerpo no haba sido robado. Es incontestable que la nica preocupacin de un ladrn consiste en hurtar aquello que desea y que nunca se va a preocupar en dejar en su correspondiente lugar los objetos que acaba de remover; por el contrario, el caos es el indicio comn de su paso por una casa. Si alguien hubiera cambiado la localizacin del cuerpo comenta San Juan Crisstomo no lo habra desnudado para hacerlo. O, si lo hubieran robado, no se habran tomado la molestia de quitar el pauelo de la cabeza y enrollarlo y colocarlo aparte. Cmo lo habran hecho? Habran tomado el cuerpo tal y como estaba.6 A

    pesar de las evidencias, San Pedro no entendi lo que haba sucedido y no crey. Todava no haba recibido una gracia especial para creer en la Resurreccin.

    El discpulo amado crey por la fe de la Virgen8 Entonces entr tambin el otro discpulo, el que haba llegado primero al sepulcro; vio y crey. 9 Pues hasta entonces no haban entendido la Escritura: que l haba de resucitar de entre los muertos.

    Muy distinta fue la reaccin del discpulo amado. Entr, inspeccion la tumba junto con San Pedro y crey. Por consiguiente, fue el pri-mero en tener fe despus de la Virgen Ma-ra, aun sin haber tenido contacto alguno con Jess resucitado y, en este sentido, super inclu-so a Santa Mara Magdalena. Cmo se expli-ca esto? Bienaventurados los limpios de cora-zn, porque ellos vern a Dios (Mt 5, 8). De hecho, la condicin de apstol virgen confera a San Juan una elevada visin de la realidad y una sabidura superior.

    No nos olvidemos tampoco de la escena al pie de la cruz: Jess, al ver a su Madre y junto a Ella

    Al entrar en el sepulcro y verlo todo en perfecto orden, San Pedro concluy que el cuerpo no haba sido robado

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    San Pedro y San Juan ante el sepulcro vaco Biblioteca del Monasterio de Yuso, San Milln de la Cogolla (Espaa)

  • Abril 2015 HeraldosdelEvangelio13

    al discpulo al que amaba, dijo a su Madre: Mujer, ah tienes a tu hijo. Luego, dijo al discpulo: Ah tienes a tu Madre. Y desde aquella hora, el disc-pulo la recibi como algo propio (Jn 19, 26-27). Fiel a los designios del Seor, la guardar como su bien, sustituir junto a Ella a su divino Amigo; la amar como su propia madre; ser amado por Ella como un hijo.7 Es natural que desde enton-ces se estableciera un entrelazamiento profundo y una relacin de amistad ntima entre ambos. C-mo seran las conversaciones de Mara con Juan! En circunstancias tan trgicas como stas, el te-ma de los coloquios habr sido la Pasin y Muerte de Jesucristo. Mara Santsima, aunque con el al-ma traspasada por el dolor, era la nica que con-servaba encendida la certeza de la Resurreccin del Seor, mientras todos los dems, insuficientes en la fe, eran incapaces de alcanzar el significado de aquello que Jess les haba revelado repetidas veces: el Hijo del hombre tiene que ser entrega-do en manos de hombres pecadores, ser crucifica-do y al tercer da resucitar (Lc 24, 7). La Iglesia viva, por tanto, de su extraordinaria fe.

    En una combinacin de sufrimiento, ale-gra y santa ansiedad, la Virgen arda en deseos de que su Hijo resurgiese y se lo habra confia-do a San Juan para consolarlo, manifestndole igualmente el momento en que eso se dara. As que cuando Santa Mara Magdalena irrumpi en el Cenculo y cont que el cuerpo no esta-

    ba en el sepulcro, l se acord inmediatamente de las palabras de Mara Santsima. Y ms tar-de, al constatar que no se trataba de un robo, supo discernir en la meticulosa disposicin de los lienzos y del sudario, la mano de aquel Se-or que es el orden por excelencia, el propio or-den del universo. Y crey! Por eso escribe estos versculos para convencer a los que no vieron y deberan creer, como si dijese: Cre sin haber visto y solamente despus recib la confirma-cin. Vosotros tambin tenis que creer.

    III antE la rEsurrEccIn: amor o IndIfErEncIa?

    Corto fue el espacio de tiempo transcurrido entre los episodios narrados en este fragmen-to y la aparicin de Jess a las Santas Mujeres, que salieron enseguida a dar la Buena Nueva de la Resurreccin a los Apstoles (cf. Mt 28, 9-10; Mc 16, 9-10; Jn 20, 14-18). Sin embargo, su re-accin fue de incredulidad (cf. Mc 16, 11), por-que ellos lo tomaron por un delirio y no las cre-yeron (Lc 24, 11), dejndolos sobresaltados (cf. Lc 24, 22). El contraste entre la postura de los discpulos guarecidos por miedo a los ju-dos (cf. Jn 20, 19) y la de Santa Mara Magda-lena y sus compaeras muestra que mientras los hombres son prudentes y se guan por la razn, las mujeres cometen locuras... Pero aun as, c-

    mo procedi Jess ante la cautela de unos y la temeridad de otros?

    A los Apstoles les ech en cara su incredulidad y dureza de corazn, porque no haban credo a los que lo haban visto resucita-do (Mc 16, 14), y slo se present ante ellos despus de haber ido al encuentro de las mujeres, a quie-nes, por el contrario, demostr complacencia, adems de haber-les enviado ngeles (cf. Mt 28, 1-7; Mc 16, 5-7, Lc 24, 4-7; Jn 20, 12-13) que las trataron con especial cor-tesa. Y ms an, los discpulos, que eran los encargados de divul-gar la verdad por el mundo ente-ro, acabaron siendo evangelizados por las Santas Mujeres que, al salir corriendo para anunciar la Resu-rreccin, se convirtieron en aps-toles de los Apstoles.

    La Virgen arda en deseos de que su Hijo resurgiese y se lo habra confiado a San Juan para consolarlo

    La Virgen y San Juan veneran las reliquias de la Pasin Convento de San Pedro de Alcntara,

    Arenas de San Pedro (Espaa)

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  • 14HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    El amor conquista la benevolencia de Dios

    Entonces se sobreentiende que a Jesucris-to le gustan las actitudes irreflexivas? De hecho, el amor de ellas no era totalmente puro al estar mezclado con imprudencias. Basta observar que la Virgen no se sum a la aventura, seal de que sta no estaba exenta de un cierto desatino. Y ellas mismas al comienzo tampoco creyeron en-seguida, ya que el aviso que dieron a San Pedro y a San Juan hablaba solamente de la desaparicin del cuerpo. No obstante, posean un amor ms intenso que el de los Apstoles. Su conducta, a pesar de los defectos, es la de quien ama.

    Esto pone de relieve una realidad impresio-nante sintetizada en la clebre frase de San Agus-tn: Dilige, et quod vis fac,8 ama y haz lo que quie-ras. Cuando hay caridad, aun siendo imperfecta, Dios acepta nuestras disposiciones con benevo-lencia y las perfecciona. As, entre la prudencia de los discpulos y el desvaro de las Santas Mujeres, el Seor se inclina por esto ltimo. Por qu? En el comportamiento prudente no haba amor y en el insensato s lo haba. Si Jess premi la auda-cia, fue gracias a algo de saludable y santo liga-do a ella.

    La supremaca del amor

    Qu conclusin podemos sacar de este episo-dio para beneficio de nuestra vida espiritual? Sir-ve para mostrarnos lo importante que es la razn

    y que la doctrina debe ser asimilada de modo exi-mio. Pero, al mismo tiempo, manifiesta que la osa-da basada en una intuicin proveniente del amor puede sobrepujar la accin originada por el sim-ple conocimiento. Esto es as porque la audacia es-t vinculada al don de consejo, y ste es superior a la virtud de la prudencia. Ahora bien, si alguien ac-ta de acuerdo con la prudencia, sus actos son hu-manos, aun siendo auxiliados por la gracia; mien-tras que por el don de consejo el alma recibe una inspiracin certera que trasciende la razn dis-cursiva, mediante la cual escoge el camino a se-guir y, saltando las premisas, llega rpidamente a la conclusin, bajo una mocin del Espritu Santo. Incontables hechos, en el transcurso de los siglos, revelan esto mismo. Se cuenta que Hernn Cor-ts, para prevenir la defeccin de los hombres de su comitiva tentados de abandonarlo en la he-roica gesta de conquistar el inmenso Mxico para Nuestro Seor Jesucristo con unos cuantos cente-nares de soldados, mand que destruyeran las naves de su propia flota, con la finalidad de impe-dirles la retirada. Audacia llevada al extremo, reso-lucin pica, que no fue fruto de un pausado silo-gismo, sino de una infusin del don de consejo. Es como una madre que, por su instinto materno, dis-cierne con claridad la enfermedad de su hijo que los mdicos no consiguen descubrir.

    Principio ste que Joseph de Maistre expres con tanta propiedad: La raison ne peut que par-ler, cest lamour qui chante,9 la razn slo pue-

    de hablar, es el amor el que canta. Y tambin Pascal, en su famo-

    sa sentencia: El corazn tie-ne razones que la razn no comprende.10 De hecho, ese amor es fuente de consejo, de entusiasmo, de ciertos arro-jos que difcilmente brotan del mero raciocinio. Por tan-to, lo primordial es amar, por-que nuestra santa religin es excesivamente grande pa-ra que sea solamente enten-dida o para que adhiramos a ella a partir del mero in-

    telecto. Con Santa Teresa del Nio Jess, es necesario ex-

    clamar: Comprend que slo el amor haca actuar a los miembros de la Igle-sia y que si el amor se extin-

    A los Apstoles les ech en cara su incredulidad y dureza de corazn

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    Aparicin a los Apstoles en el Cenculo - Catedral de Notre Dame, Pars

  • Abril 2015 HeraldosdelEvangelio15

    guiera, los apstoles ya no anunciaran el Evange-lio, los mrtires recusaran derramar su sangre... Comprend que el amor encerraba en s todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que abarcaba todos los tiempos y todos los lugares... En una pa-labra, que es eterno!.11

    Si condenssemos el Evangelio en un nico trmino, ste sera amor. He aqu una de las im-portantes enseanzas contenidas en los relatos evanglicos de la Resurreccin. Con el corazn abrasado entregumonos a Cristo por entero, sabiendo que nuestras audacias son recibidas por l con benevolencia.

    IV la rEsurrEccIn: PrEnuncIo dE la glorIa

    rEsErVada a los bautIzados

    En muchos pases de tradicin cristiana es costumbre conmemorar la Resurreccin con el intercambio de huevos de Pascua. Bello smbo-lo, porque el huevo contiene en s un germen de vida. Representa el inestimable beneficio tra-do por la Resurreccin del Seor, prefigura de la nuestra.

    La Resurreccin nos conquist la vida verdadera

    Estbamos muertos, porque cargbamos con la herencia del pecado original cometido por nuestros padres Adn y Eva, pero el Sal-vador nos obtuvo una vida nueva, infinitamen-te ms valiosa que la humana: la participacin en la propia vida divina. Y este tesoro mere-ce ser tratado con especial cario, dirigien-do nuestro amor en la direccin correcta, segn las enseanzas de la liturgia del do-mingo de Pascua.

    Por eso San Pablo nos recomienda en la segunda lectura (Col 3, 1-4) que, una vez muertos para los vicios y resucitados con Cristo, orientemos nuestras preocupacio-nes hacia lo que viene de lo alto y no ha-cia las cosas concretas que desvan los ojos y el corazn de nuestro destino eter-no, como los difuntos que ya no cuidan de sus antiguos quehaceres al de-jar esta tierra. Cunta agitacin, fruto del egosmo y de la va-nidad! Cunta ilusin con el mundo, los elogios, la re-percusin social! Cun-

    ta atencin a la salud y al dinero! Cuidados que, hasta en aquello que tienen de legtimo, nos arras-tran y nos oscurecen los horizontes, y constituyen una falta contra el Primer Mandamiento, tan po-co considerado en nuestro examen de conciencia.

    La alegra de la resurreccin final

    Tengamos presente, pues, que Jesucristo ven-dr a juzgar a los vivos y a los muertos. Entonces, a una voz de mando suya, en un slo instante, las almas reencontrarn sus cuerpos, auxiliadas por los ngeles de la guarda, que se encargarn de reunir las cenizas.12 En cuanto peregrinamos en este valle de lgrimas, recordemos que ni-camente existen dos caminos al trmino de los cuales nos espera la eternidad feliz en el Cielo o la de sufrimiento e infelicidad en el infierno. No hay una tercera va.

    Despus de nuestra resurreccin, cuando al final salgamos de ese huevo, la contem-placin de Dios nos colmar de tanta alegra y consuelo que no habr ms posibilidad del menor sufrimiento. Ser un gozo espiritual, ya que nuestros ojos carnales no fueron he-chos para ver a Dios. Sin embargo, es necesa-rio que el cuerpo acompae al alma en ese es-tado, dada la entraable unin existente entre ambos. As, l se volver espiritualizado y el alma lo dominar hasta tal punto de que, por un simple deseo, ella le confeccionar sus pro-

    Cuando hay caridad, aun siendo imperfecta, Dios acepta nuestras disposiciones con benevolencia y las perfecciona

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    Aparicin a las Santas Mujeres - Catedral de Notre Dame, Pars

  • 16HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces tambin vosotros apareceris gloriosos, juntamente con l

    1 SAN AGUSTN. In Ioannis Evan-gelium. Tractatus VIII, n. 12. In: Obras. 2. ed. Madrid: BAC, 1968, v. XIII, p. 241.

    2 Cf. SANTO TOMS DE AQUI-NO. Suma Teolgica. III, q. 14, a. 1, ad 2.

    3 A respecto de este tema, ver: CL DIAS, EP, Joo Scognamiglio. Una mujer precedi a los evan-gelistas. In: Heraldos del Evan-gelio. Madrid. N. 56 (Marzo, 2008); pp. 10-17; Comentario al Evangelio del Domingo de Pas-cua de la Resurreccin del Seor Ciclo A, en el volumen I de la coleccin Lo indito sobre los Evangelios.

    4 TERTULIANO. Apologeticum, XXXVII: ML 1, 462-463.

    5 Cf. SAN AGUSTN. De Civitate Dei. L. XXII, c. 5.

    6 SAN JUAN CRISSTOMO. Ho-mila LXXXV, n. 4. In: Homilas sobre el Evangelio de San Juan (61-88). Madrid: Ciudad Nueva, 2001, v. III, p. 281.

    7 GURANGER, OSB, Prosper. LAnne Liturgique. Le Temps de Nol - I. 20. ed. Tours: Alfred Mame et fils, 1919, p. 328.

    8 SAN AGUSTN. In Epistolam Ioannis ad Parthos tractatus de-cem. Tractatus VII, n. 8.

    9 DE MAISTRE, Joseph. Essai sur le principe gnrateur des constitu-tions politiques et des autres insti-tutions humaines. Pars: L. Eccl-siastique, 1822, p. 19, nota 3.

    10 PASCAL, Blaise. Penses sur la re-ligion. C. II, n. 14. In: Penses. Dijon: Victor Lagier, 1835, p. 50.

    11 SANTA TERESA DE LISIEUX. Manuscritos autobiogrficos. Manuscrito B, 3v. In: Archivos del Carmelo de Lisieux. uvres de Thrse: http://www.archives-carmel-lisieux.fr.

    12 Cf. SANTO TOMS DE AQUI-NO, op. cit., Suppl., q. 77, a. 4, ad 4.

    pias ropas sin necesidad de recurrir a ilustres sastres. En el exterior trasparecern las ma-ravillas puestas en el interior por un don divi-no, conforme afirma San Pablo, aun en la se-gunda lectura: Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces tambin vosotros aparece-ris gloriosos, juntamente con l (Col 3, 4). La resurreccin producir en cada bienaven-turado una transformacin tan grande que no nos reconoceremos ni nosotros mismos.

    Cristo resucitado con Mara Santsima y los Apstoles - Catedral de Valencia (Espaa)

    se es el futuro que nos aguarda, tan su-perior a cualquier expectativa que no somos capaces ni siquiera de excogitar como ser. Ni el ojo vio, ni el odo oy, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado pa-ra los que lo aman (1 Co 2, 9). Pidamos a Cristo Jess que nos conceda, en su infini-ta misericordia, la plenitud de la vida sobre-natural conquistada por su Muerte y Resu-rreccin.

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  • Seamos apstoles de apstoles...

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    Abril 2015 HeraldosdelEvangelio17

    El acendrado amor con el que Santa Teresa consideraba el sacerdocio marc los sufrimientos y oraciones de la carmelita de Lisieux. Y creci an ms cuando pas a hacer el bien en la tierra desde el Cielo.

    La poblacin: Lisieux. La joven: Santa Teresa del Nio Jess y de la Santa Faz, patrona universal de las misiones, doctora de la Iglesia y pro-feta de una nueva va de santifica-cin para las almas.

    Ya se ha escrito mucho sobre ella y su pequea va de santidad, no obstante, en este artculo queremos resaltar un aspecto de su vocacin poco comentado.

    He venido al Carmelo para... rezar por los sacerdotes

    El 2 de septiembre de 1890, en el examen cannico previo a la profe-sin religiosa, le fue preguntado por qu deseaba ser monja carmelita y dio esta admirable respuesta: He venido [al Carmelo] para salvar al-mas y, sobre todo, para rezar por los sacerdotes.1

    De dnde proceda ese amor apostlico por el ministerio ordena-do en una adolescente de 17 aos? Podamos responder que de su pro-funda fe, de su inocencia, de la ex-celente formacin religiosa recibi-da en la intimidad familiar. Pero si analizamos su itinerario espiritual,

    ars, ltimos aos del si-glo XIX. Los esplendores de la Belle poque, la ale-gra de vivir, grandes fies-

    tas como las realizadas con ocasin de la visita del zar de Rusia, Alejan-dro III, deslumbran a los franceses y al mundo entero. En 1897, en las proximidades de la Ciudad de la Luz, una fantstica maquina voladora lo-gra elevarse 300 metros del suelo; y los hermanos Lumire exploran co-mercialmente su prodigioso invento: un aparato cinematogrfico.

    En aquellos tiempos cargados de racionalismo ateo, hechos como stos alimentaban el sueo utpi-co de una perpetua felicidad terre-nal y ayudaban a difundir la idea de que el progreso de la ciencia resol-vera todos los problemas de la hu-manidad.

    En esas circunstancias, en un pueblo de 16.000 habitantes, situado no muy lejos de Pars, agonizaba ba-jo los terribles efectos de una tuber-culosis una carmelita de tan slo 24 aos, inmolada como vctima expia-toria al Amor Misericordioso de Je-ss.

    P. Juan Carlos Cast, EP

    Celina y Teresa Martin, en 1881

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    Con esa inocencia y elevacin de espritu consideraba, en tan tierna edad, la figura del sacerdote

  • 18HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    su pequea va, veremos como ese amor inicial se fue desarrollando a lo largo de los aos hasta alcanzar una intensidad verdaderamente fue-ra de lo comn.

    Cuenta, en su encantadora Histo-ria de un alma, que en una clase de catecismo preparatoria para su pri-mera Confesin le pregunt a su hermana Mara si tena que decir-le al confesor que lo amaba de to-do corazn,2 puesto que era a Dios a quien le iba a hablar en la perso-na de su ministro. Con esa inocen-cia y elevacin de espritu conside-raba, en tan tierna edad, la figura del sacerdote.

    Recordemos, desde esta perspec-tiva, algunos aspectos de la historia de esa alma.

    Choque entre la visin elevada y la miseria humana

    Cuando, a la edad de 15 aos, se encendi en el alma de Teresa Mar-tin el vehemente deseo de hacerse carmelita, enfrent todos los obs-tculos para realizar dicho anhelo. Como en Francia se le cerraban to-das las puertas, decidi, con el apo-yo de su padre, ir a Roma para pe-dirle al Papa Len XIII la suspirada autorizacin.

    Hizo ese viaje con su hermana Celina y su padre, unindose a la pe-regrinacin de la dicesis de Cou-tances, compuesta por personalida-des de la alta sociedad normanda y por numerosos miembros del clero. Y ah se dio el choque entre la ele-vada visin que tena de la vocacin sacerdotal y la inevitable miseria hu-mana. As narra la adolescente pro-vinciana sus observaciones:

    La segunda experiencia que hi-ce tiene relacin con los sacerdo-tes. Como no haba vivido nunca en su intimidad, no poda enten-der el principal propsito de la re-forma del Carmelo. Rezar por los pecadores me encantaba, pero re-zar por las almas de los sacerdotes, que las crea ms puras que el cris-tal, me pareca bastante sorpren-dente... Ah, comprend mi voca-cin en Italia!.3

    Y explica a continuacin: Du-rante un mes he convivido con mu-chos sacerdotes santos y he visto que, aunque su sublime dignidad los eleva por encima de los ngeles, no dejan de ser hombres dbiles y fr-giles... Si los sacerdotes santos, a los que Jess llama en el Evangelio sal de la tierra, muestran en su conduc-ta que tienen una enorme necesidad

    de oraciones, qu se puede decir de los que son tibios? [...].

    Oh madre! Qu hermosa es la vocacin que tiene como objeti-vo conservar la sal destinada a las almas! sta es la vocacin del Car-melo, ya que el nico fin de nuestras oraciones y de nuestros sacrificios es ser apstol de apstoles, rezando por ellos mientras evangelizan a las almas con sus palabras y, especial-mente, con sus ejemplos.4

    Celina, recemos por los sacerdotes

    Siendo ya religiosa y avanzando en las vas de la santidad, trata de comunicar a Celina, su hermana y confidente, ese celo apasionado por la santificacin del clero: Oh, Ce-lina, vivamos para las almas... sea-mos apstoles... salvemos sobre to-do las almas de los sacerdotes, almas que debieran ser ms transparentes que el cristal... Ay!, cuntos malos sacerdotes, sacerdotes que no son lo bastante santos... Recemos, sufra-mos por ellos, y en el ltimo da Je-ss nos lo agradecer.5

    En otra carta, entusiasmada con ese apostolado, invita a su hermana a que, juntas, amen a Jess hasta la locura y a rescatar almas para l, y

    El nico fin de nuestras oraciones y de nuestros sacrificios es ser apstol de apstoles, rezando por ellos mientras evangelizan

    Claustro del convento de Lisieux unos aos despus de la muerte de la santa y fotogra-

    fa sacada por Celina en junio de 1896

  • Abril 2015 HeraldosdelEvangelio19

    aade: Oh Celina, siento que Jess nos pide a nosotras dos que calme-mos su sed dndole almas, principal-mente almas de sacerdotes.6

    El ltimo da de 1889 vuelve a la carga: Celina, si quieres, convirta-mos almas, necesitamos lograr que este ao muchos sacerdotes sepan amar a Jess!... que lo acaricien con la misma delicadeza con la que Ma-ra lo acariciaba en la cuna!.7

    Seis meses despus, nueva insis-tencia: Celina, recemos por los sa-cerdotes, oh s!, recemos por ellos. Que nuestra vida est consagrada a ellos; Jess me hace sentir todos los das que eso es lo que quiere de no-sotras dos.8

    Hermana espiritual de dos misioneros

    La alegra de la joven religiosa lle-ga a su auge cuando recibe el encar-go de ser hermana espiritual de dos misioneros. He aqu como na-rra este hecho: Desde haca mucho tiempo, vena deseando algo que me pareca irrealizable: tener un her-mano sacerdote. A menudo pensa-ba que si mis hermanitos no hubie-ran volado al Cielo, habra tenido la dicha de verles subir al altar. Pero co-mo Dios los eligi para hacerlos sus

    angelitos, ya no poda esperar ver mi sueo hecho realidad. Y he aqu que Jess no slo me ha concedido la gracia que deseaba, sino que me ha unido por los vnculos del alma a dos de sus apstoles, que se han conver-tido en hermanos mos.9

    El primero ocurri en el priora-to de la Madre Ins. sta le propuso ser hermana espiritual de un joven seminarista que peda al Carmelo la designacin de una religiosa que rezase por la salvacin de su alma y, despus de ser ordenado, por el xito de su misin en frica; y pro-meta a su vez acordarse siempre de ella en el Santo Sacrificio del Altar.

    Un tiempo despus, otra priora, la Madre Mara de Gonzaga, le en-carg que rezase por el progreso es-piritual de un joven misionero que pronto sera enviado a China. As reaccion nuestra santa:

    Madre, expresaros mi felicidad sera algo imposible; ver mi deseo cumplido de una manera tan ines-perada ha hecho que en mi corazn naciera una alegra que yo llamara infantil, pues he de remontar a los das de mi infancia para encontrar el recuerdo de esas alegras tan vivas que el alma es demasiado peque-a para contenerlas; haca muchos aos que no saboreaba esa clase de felicidad. Senta que a ese respecto mi alma estaba renovada, era como si hubieran tocado por primera vez unas cuerdas musicales que perma-necan hasta entonces en el olvido. Entenda las obligaciones que me impona, por eso me apliqu tratan-do de redoblar mi fervor.10

    Inmensos deseos que son un autntico martirio

    Admirada por la elevacin de al-ma de Santa Teresa, sor Mara del Sa-grado Corazn su hermana de san-gre y madrina de Bautismo le pidi que le ensease su va espiritual. Sor Teresa le respondi con una carta de 37 pginas manuscritas, uno de los

    textos ms elevados de toda la espiri-tualidad catlica. En esas lneas im-pregnadas de santidad, describe su vocacin en el corazn de la Igle-sia yo ser el amor y sus inmensos deseos que sern para ella un autnti-co martirio. Entre ellos, manifiesta su amor sacerdotal en trminos ardien-tes de celo por las almas:

    Ser tu esposa, oh Jess, ser car-melita, ser por mi unin contigo ma-dre de almas, debera bastarme... Pero no es as... Sin duda, estos tres privilegios carmelita, esposa y ma-dre, son mi vocacin. No obstante, siento en m otras vocaciones: siento la vocacin de guerrero, de sacerdo-te, de apstol, de doctor, de mrtir; en fin, siento la necesidad, el deseo de llevar a cabo por ti, Jess, las ha-zaas ms heroicas... Siento en mi alma el valor de un cruzado, de un zuavo pontificio; querra morir en un campo de batalla por la defensa de la Iglesia... Siento en m la vocacin de sacerdote; con qu amor, oh Je-ss, te llevara en mis manos cuando, a mi voz, bajaras del Cielo... Con qu amor te entregara a las almas....11

    Poco despus exclama:Oh s!, a pesar de mi pequeez,

    deseara iluminar a las almas como los profetas, como los doctores; ten-go vocacin de apstol... deseara recorrer la tierra, predicar tu nom-bre y plantar en suelo infiel tu cruz gloriosa. Pero para m, amado mo, no sera suficiente una nica mi-sin; deseara anunciar el Evangelio al mismo tiempo en las cinco partes del mundo, e incluso en las islas ms remotas. Deseara ser misionero no solamente durante algunos aos, si-no que querra haberlo sido desde la creacin del mundo y serlo hasta la consumacin de los siglos... Pero por encima de todo, mi amado Sal-vador, deseara derramar mi sangre por ti hasta la ltima gota.12

    Hemos de tener en cuenta que la que est escribiendo esas lneas em-bebidas de amor y de robusta fe, en

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  • 20HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    trminos de altsima teologa, es una joven sin estudios, slo posea la cul-tura religiosa de una buena monja de aquella poca. Por consiguiente, sus consideraciones son fruto de la accin del Espritu Santo en un alma inocente y especialmente elegida.

    Pasar el Cielo haciendo el bien en la tierra

    Atacada por una horrible tuber-culosis, sujeta a altsimas fiebres y frecuentes hemoptisis, ante las cua-les la medicina de entonces se mos-traba impotente, la joven religiosa lo enfrentaba todo con el valor de un guerrero en el campo de batalla. Sus hermanas anotaron sus lti-mas palabras y gestos, sin perci-bir que estaban recopilando ver-daderos tesoros. En ms de uno de esos postreros coloquios, sor Teresa manifiesta su amor por los sacerdotes y el deseo de ofrecerse por ellos en holocausto.

    En mayo de 1897, cinco meses antes de subir al Cielo, dijo: Es-toy convencida de la inutilidad de los medicamentos que tomo pa-ra curarme; pero me las he arre-glado con Dios para que de esto saque partido en beneficio de los pobres misioneros enfermos, que no tienen ni tiempo ni medios pa-ra tratarse. Le pido que los cure a ellos, en vez de a m, por medio de los medicamentos y del reposo que me obligan tomar.13

    Ese mismo mes de mayo su hermana, sor Mara del Sagrado Corazn, la vio andando por el jar-dn con mucha dificultad, obede-ciendo el consejo que le haba dado la enfermera. Sorprendida al verla casi sin fuerzas le recomend que in-terrumpiera el paseo y descansara; y recibi esta respuesta: Bueno, estoy caminando por un misionero. Creo que all, bien lejos, uno de ellos tal vez anda agotado en sus recorridos apostlicos y, para disminuir su can-sancio, le ofrezco a Dios los mos.14

    El 13 de julio le dijo: No puedo pensar mucho en la felicidad que me aguarda en el Cielo; una sola espe-ra hace latir mi corazn: el amor que recibir y el que podr dar. Y tam-bin pienso en todo el bien que me gustara hacer despus de mi muer-te: hacer que los nios pequeos sean bautizados, ayudar a los sa-cerdotes, a los misioneros, a toda la Iglesia....15

    Ese mismo da le confi: Si su-pieras los proyectos que hago, y las cosas que har cuando est en el Cie-lo... Empezar mi misin. Y qu proyectos tienes? Proyectos de volver

    con mis hermanas, y de ir all lejos a ayudar a los misioneros, y adems im-pedir que los pequeos salvajes mue-ran sin estar bautizados .16

    Veinte das despus, una queja: Oh, qu poco amado es Dios en la tierra!... incluso por los sacerdotes y los religiosos....17

    Tras sufrir una horrible hemop-tisis durante la madrugada del 17 de julio, le dijo a sor Ins de Jess, su hermana Paulina: Percibo que voy a entrar en descanso... Pero so-bre todo noto que mi misin va a co-menzar, mi misin de hacer amar a Dios como yo le amo, de darles a

    las almas mi pequea va. Si Dios satisface mis deseos, pasar mi cielo en la tierra hasta el fin del mundo. S, quiero pasar mi cie-lo haciendo el bien en la tierra.18

    Y aadi al da siguiente: Dios no me dara ese deseo de hacer el bien en la tierra despus de mi muerte, si l no quisiera realizarlo.19

    Teresa es el ngel de tu ministerio

    Dios habr realizado real-mente ese deseo? Respondemos con toda seguridad: S.

    El nmero de milagros obteni-dos por ella despus de su muer-te es impresionante. Bajo el ttulo Lluvia de rosas, fue publicada una coleccin de varios volmenes que contiene relatos muy deta-llados de los mismos, con decla-raciones de testigos, de mdicos y

    con otros datos concretos. Gran par-te de esos milagros beneficiaron a sacerdotes y misioneros en tierras le-janas.

    Especialmente significativo para el tema que nos ocupa es el testimo-nio que el sacerdote jesuita Anatole-Armand-Marie Flamrion hizo en el proceso de beatificacin de sor Tere-sa del Nio Jess, donde narraba la asistencia recibida en el ejercicio de su ministerio como formador de sa-

    Sobre todo noto que va a comenzar mi misin de hacer amar a Dios como yo le amo, de darles a las almas mi pequea va

    La hermana Teresa en la puerta de la enfermera, en agosto de 1897, poco antes de fallecer

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    artin

  • Abril 2015 HeraldosdelEvangelio21

    cerdotes y exorcista de la di-cesis de Pars.

    El P. Flamrion describe co-mo la santa carmelita se esfuer-za por ayudar a los que traba-jan en la obra de santificacin del clero y a librar a los sacer-dotes de los demonios que los tientan. Y explica que los n-geles cados temen, como muy contrarios a sus confabulacio-nes y favorables al progreso de las almas, los actos de obedien-cia, humildad, abandono con-fiado y amor practicados segn el espritu de la pequea va, enseada por la santa carmeli-ta. Para apoyar estas asercio-nes declara en el proceso, he aqu, entre muchos, algunos hechos que he recogido.20

    Difcil elegir entre tan-tas maravillas. Reproducimos unos pocos de los ejemplos ms ilustrativos:

    El demonio declaraba, por la boca de varios posesos, absoluta-mente desconocidos entre s, que sor Teresa del Nio Jess me asis-te en mi ministerio, precisamen-te porque me ocupo de la santifi-cacin de los sacerdotes. Teresa te estaba preparando desde hace mu-cho tiempo; Ella es quien dirige tu brazo; Es la Virgen la que te la ha enviado (exorcismo del 20 de enero de 1910).21

    Muchas veces, en diversas cir-cunstancias, el espritu maligno se

    vio forzado a confesar, espe-cialmente en el exorcismo del 30 de julio de 1910: Teresa es el ngel de tu sacerdocio y de tu ministerio junto a los sa-cerdotes. Y en el del 9 de di-ciembre del mismo ao: Tere-sa te ha sido dada a causa de tu misin... Te ayuda a favor de los sacerdotes.22

    Muri de amor, como lo haba pedido

    En medio de espantosos sufrimientos y una terrible aridez espiritual, Santa Tere-sa expir el 30 de septiembre, presentndole a Jess su lti-mo acto de amor en este valle de lgrimas. Y un maravillo-so xtasis, que dur el tiempo de rezar un Credo, observado por todos los que tuvieron el privilegio de estar presentes, da testimonio cierto de que

    ella enseguida alcanz la gloria ce-lestial.

    Muri de amor, como lo haba pedido. Y ahora, en vista de su ce-lo por la santificacin de los sacer-dotes y de las personas consagradas al servicio de la Iglesia, bien pode-mos conjeturar que, en el momento de dicho xtasis, tuvo conocimien-to del alto grado de santidad de mu-chas almas dedicadas ntegramente a la causa de la Iglesia y de nume-rosos sacerdotes que la servirn en el futuro.

    El nmero de mila-gros obtenidos por ella despus de su muerte es impresio-nante, gran parte de ellos beneficia-ron a sacerdotes y misioneros

    Curacin de un misionero del Congo Belga realizada por la santa en 1919 Carmelo de Lisieux (Francia)

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    lo M

    ikio

    1 SANTA TERESA DE LI-SIEUX. Manuscritos auto-biogrficos. Manuscrito A, 69v. In: Archivos del Car-melo de Lisieux. uvres de Thrse: http://www.archives-carmel-lisieux.fr.

    2 dem, 16v.3 dem, 56r.4 dem, ibdem.5 SANTA TERESA DE LI-

    SIEUX. Correspondencia. Carta 94. In: Archivos del Carmelo de Lisieux, op. cit.

    6 dem, Carta 96.7 dem, Carta 101.8 dem, Carta 108.9 SANTA TERESA DE LI-

    SIEUX, Manuscritos auto-biogrficos. Manuscrito C, 31v, op. cit.

    10 dem, 32r.11 dem, Manuscrito B, 2v.12 dem, 3r.13 SANTA TERESA DE LI-

    SIEUX. ltimas conversa-ciones. Cuaderno amarillo,

    21 a 26 de mayo, n. 5. In: Archivos del Carmelo de Li-sieux, op. cit.

    14 SANTA TERESA DE LI-SIEUX. Derniers entretiens. Pars: Descle de Brouwer, 1971, p. 650.

    15 SANTA TERESA DE LI-SIEUX, ltimas conversa-ciones. Cuaderno amarillo, 13 de julio, n. 17, op. cit.

    16 dem, A sor Mara del Sagra-do Corazn, 13 de julio

    17 dem, Cuaderno amarillo, 7 de agosto, n. 2.

    18 dem, 17 de julio.19 dem, 18 de julo, n. 1.20 LOS PROCESOS: la santidad

    de Teresa. Los testigos del proceso. Testigo 23, Anatole-Armand-Marie Flamrion, SJ. In: Archivos del Carmelo de Lisieux. Despus de 1897: http://www.archives-carmel-lisieux.fr.

    21 dem, ibdem.22 dem, ibdem.

  • Misteriosa prefigura del Sacerdote Eterno

    T

    22HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    Rey y sacerdote, Melquisedec despierta nuestra curiosidad por su misteriosa historia. Quin era ese singular personaje que San Pablo evoca como prefigura de Cristo?

    eres sacerdote eterno, segn el rito de Melqui-sedec. Estas palabras del Salmo 109 son proclama-

    das por la liturgia de la Iglesia duran-te la ceremonia de ordenacin pres-biteral, en el momento en que los nuevos ministros son revestidos de los ornamentos sagrados para la celebra-cin del Santo Sacrificio.

    No ha sido por pura casualidad que as lo dispuso la Esposa Msti-ca de Cristo. Al resaltar la persona de Melquisedec, prefiguracin del

    Eterno Sacerdote, ha querido ayu-dar a los fieles a entender mejor la sublimidad de ese ministerio, que hace a quien lo recibe capaz de ac-tuar in persona Christi Capitis.1

    Entonces analicemos, con ese ob-jetivo, algunos aspectos del misterioso personaje que surge ante nuestros ojos al principio de la Historia Sagrada.

    En el Antiguo y en el Nuevo Testamento

    La figura de Melquisedec apa-rece en las Escrituras en tres sitios:

    en el Libro del Gnesis, en el men-cionado Salmo 109 y en la Epsto-la a los Hebreos. Este ltimo escri-to pretende mostrar la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre el mosaico y, para ello, San Pablo pre-sentar a Melquisedec como prefi-gura de Jess.2

    Empecemos recordando su his-toria, como nos lo narra el Gnesis: Cuando Abrn volva de derrotar a Quedarlaomer y a los reyes aliados, sali a su encuentro el rey de Sodoma en el valle de Save, o sea el valle del

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    P. Millon Barros de Almeida, EP

    Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altsimo, sac pan y vino, y bendijo a Abrn

    Encuentro de Abrn con Melquisedec Museo catedralicio de Guadix (Espaa)

  • Abril 2015 HeraldosdelEvangelio23

    Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altsimo, sac pan y vino, y le bendijo diciendo: Bendito sea Abrn por el Dios Altsi-mo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios Altsimo, que te ha entre-gado tus enemigos. Y Abrn le dio el diezmo de todo (14, 17-20).

    La descripcin que nos hace el Gnesis no puede ser ms sucinta y misteriosa. Un rey-sacerdote de Sa-lem, que no aparecer nunca ms en la Historia Sagrada, despierta nues-tra curiosidad y alimenta el deseo de indagar un poco ms a respecto de este personaje.

    Prefigura del Rey de Justicia y de la Paz

    El principal dato que el Gnesis nos proporciona para identificarlo es el nombre de la tierra sobre la cual reinaba: Salem, identificada por la tradicin juda y cristiana con la ciu-dad de Jerusaln.

    El Salmo 75, explican los profeso-res de Salamanca en su clebre Bi-blia Comentada, considera a Salem y Sin como sinnimos. En el Salmo 110 [109] se compara a Melquisedec con el rey que debe reinar en Sin, la antigua colina llamada Jerusaln. [...] Salem sera, pues, un nombre di-minutivo que conserva slo la ltima parte del nombre.3

    Melquisedec era, por tanto, rey de la ciudad de la paz,4 y es as como lo considera San Pablo en su Epstola a los Hebreos cuando afirma que era rey de Salem, es decir, rey de paz (7, 2b). Pero el Apstol desvela una nueva e importante caracterstica del singular personaje al especificar que su nombre significa, en primer lugar, rey de justicia (7, 2a).

    Esos dos atributos, ensea el Doc-tor Anglico, acercan la prefigura al Figurado. El nombre Melquisedec se interpreta rey de justicia, y signi-fica a Cristo, que fue rey: Dar a Da-vid un vstago legtimo: reinar co-mo monarca prudente, con justicia y

    derecho en la tierra (Jr 23, 5). No s-lo se dice justo, sino tambin Rey de Justicia, el cual fue constituido por Dios para nosotros por sabidura y por justicia (cf. 1 Co 1, 30).5 Adems, prosigue Santo Toms,6 a Cristo le pertenece igualmente el ttulo de Rey de la Paz, porque, como dice el Aps-tol: l es nuestra paz (Ef 2, 14), y el salmista: Que en sus das florezca la justicia y abunde la paz (Sal 71, 7).

    Siglos despus, el Papa Benedic-to XVI enriquecer an ms esas re-

    flexiones al recordar que la verda-dera Jerusaln, el Salem de Dios, es el Cuerpo de Cristo; la Eucarista es la paz de Dios con el hombre.7

    Aspectos singulares de esa misteriosa figura

    En el texto del Gnesis, men-cionado antes, Melquisedec es ca-lificado de rey y sacerdote, usando para ello, por primera vez en la Sa-grada Escritura, la palabra hebrea

    chamada Jerusalm. [...] Salm seria, pois, um diminutivo que conserva

    apenas a ltima parte do nome.3

    Melquisedec era, portanto, rei da cidade da paz,4 e assim o considera

    So Paulo em sua Epstola aos Hebreus ao afirmar que ele era rei de Salm,

    isto , rei de paz (7, 2b). Mas o Apstolo desvenda uma nova e importante

    caracterstica da singular personagem ao acrescentar que era, conforme seu

    nome indica, primeiramente rei de justia (7, 2a).

    Estes dois atributos, ensina o Doutor Anglico, aproximam a prefigura

    do Figurado. O nome Melquisedec significa rei de justia e designa Jesus

    Cristo, que foi Rei: Suscitarei a Davi um germe justo, e reinar um Rei que

    ser sbio e praticar a equidade e a justia na Terra (Jr 23, 5). Ele no

    apenas chamado de justo, mas tambm de Rei de Justia, porque Se tornou

    sabedoria e justia para ns (cf. I Cor 1, 30).5 Alm do mais, continua So

    Toms,6 a Cristo pertence tambm o ttulo de Rei da Paz, pois, conforme diz

    o Apstolo: Ele a nossa paz (Ef 2, 14), e o salmista: Nos seus dias

    aparecer a justia e a abundncia da paz (Sl 71, 7).

    Sculos depois, o Papa Bento XVI enriquecer ainda mais estas

    reflexes ao lembrar que a verdadeira Jerusalm, a Salm de Deus, o

    Corpo de Cristo, a Eucaristia a paz de Deus com o homem.7

    Aspectos singulares desta misteriosa figura

    No texto do Gnesis, acima mencionado, Melquisedec qualificado de

    rei e sacerdote, usando para isso, pela primeira vez na Sagrada Escritura, a

    palavra hebraica (khn). Portanto, aquele que So Paulo apresenta

    como principal prefigurao de Cristo, Sumo e Eterno Sacerdote, tambm

    o primeiro em ser assim designado na Histria da salvao.

    (khn). Por lo tanto, el que San Pablo presenta como princi-pal prefiguracin de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, tambin es el pri-mero en ser designado de ese modo en la Historia de la salvacin.

    Otro rasgo importante: contra-riamente a las costumbres mosaicas instituidas ms tarde, ese rey-sacer-dote no ofrece animales, sino pan y vino, precisamente las materias ele-gidas por el divino Salvador para obrar la transubstanciacin. Es por eso que el Canon romano, despus de la Consagracin, en la oracin Supra qu, menciona entre otras prefiguraciones de Cristo a Mel-quisedec, sumo sacerdote del Dios Altsimo, que lleva pan y vino.8

    San Pablo destaca an otro as-pecto misterioso del rey-sacerdote de Salem: Sin padre, sin madre, sin genealoga; no se menciona el prin-cipio de sus das ni el fin de su vida (Hb 7, 3). Desde luego que el Aps-tol no ignoraba que Melquisedec tu-vo un padre y una madre, y que haba muerto. Sin embargo, lo que desea resaltar es que si tales pormenores fueron omitidos en el Gnesis, fue con permiso divino, a fin de acercar-lo al Hijo de Dios, en l prefigurado, y mostrar que el origen del sacerdo-cio de Jess no era del orden levtico.

    Comentando este pasaje de la Epstola a los Hebreos, Santo To-ms subraya la similitud de Melqui-sedec con el Salvador: Al decir sin padre, se alude al nacimiento virgi-nal de Cristo, que fue sin padre. La

    Melquisedec - Baslica de San Vital, Ravena (Italia)

    Ese rey-sacerdote no ofrece animales, sino pan y vino, materias elegidas por Jess para obrar la transubstanciacin

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  • 24HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    criatura que hay en Ella viene del Es-pritu Santo (Mt 1, 20). [...] Lo mis-mo, cuanto a la generacin eterna, dice: sin madre; para que no creas que esta generacin es material, co-mo la de la madre que de sus entra-as da parte a su hijo, sino espiritual, como el esplendor que procede del sol. [...] Sin genealoga. Y por dos causas no se pone su genealoga en las Escrituras: una, para darnos a en-tender que la generacin de Cristo es inefable: quin se preocupar de su estirpe? (Is 53, 8); otra, para indicar que Cristo, que es presentado como sacerdote, no pertenece a la estirpe levtica ni a la genealoga del Anti-guo Testamento; que tal es la inten-cin del Apstol.9

    Segn el rito de Melquisedec

    Vemos as la relacin entre Mel-quisedec y Jesucristo. El Nuevo Tes-tamento est latente en el Antiguo, y el Antiguo est patente en el Nue-

    vo, nos ensea el Concilio Vatica-no II,10 aadiendo que los libros del Antiguo Testamento ilustran y ex-plican el Nuevo Testamento. De manera que, despus de haber ana-lizado la prefiguracin, podemos observar a la divina Figura de un modo ms ilustrado.

    De todas estas verdades se des-prenden la grandeza y la belleza del sacerdocio de Cristo, nuestro Se-or. Al considerar atentamente las caractersticas del tipo, tenemos ms elementos para entrever de al-guna manera la perfeccin del Ar-quetipo. Y de esta forma podemos amar ms a Aquel que es sacerdo-te, segn el rito de Melquisedec (Sal 109, 4).

    El Nuevo Testamento est latente en el Antiguo, y el Antiguo est patente en el Nuevo, nos ensea el Concilio Vaticano II

    Nuevos presbteros son revestidos con los ornamentos durante la ceremonia de ordenacin sacerdotal realizada en la baslica de Nuestra Seora del Rosario el 22/8/2014

    Ser

    gio

    Ces

    pede

    s R

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    1 Cf. BENEDICTO XVI. Au-diencia general, 14/4/2010.

    2 Las singulares caracters-ticas de Melquisedec ha-cen de l una figura o ti-po de Cristo. Las relaciones entre Cristo y Melquisedec son expuestas [en la Epsto-la a los Hebreos] segn las reglas que seguan los rabi-

    nos para explicar la Sagrada Escritura (CASCIARO, Jo-s Mara et al. (Dir.). Notas. In: BBLIA SAGRADA. Braga: Edies Theologica, 1991, v. III, p. 383).

    3 COLUNGA, OP, Alberto; GARCA CORDERO, OP, Maximiliano. Biblia Comen-

    tada. Pentateuco. Madrid: BAC, 1960, v. I, p. 186.

    4 se es el sentido que San Pa-blo y Santo Toms, al igual que muchos etimologistas modernos, interpretan el nombre de la ciudad.

    5 SANTO TOMS DE AQUI-NO. Super Epistolam ad He-bros lectura. C. 7, lect. 1.

    6 Cf. dem, ibdem.7 BENEDICTO XVI. Encuen-

    tro con el clero de Roma, 8/2/2010.

    8 dem, ibdem.9 SANTO TOMS DE AQUI-

    NO, op. cit.10 Cf. CONCILIO VATICANO

    II. Dei Verbum, n. 16.

  • LLas campanas tambin reciben un bautismo

    Hay una imagen de Jess llamada Cristo de las Trincheras

    A

    Saba usted que...?

    Abril 2015 HeraldosdelEvangelio25

    l entrar en la sala capitular del famoso monasterio de Santa Mara de la Victoria, situado en Batalha (Por-

    tugal), el visitante se topa con una escena que despierta cu-riosidad: custodiado por una guardia de honor, una imagen de Cristo crucificado con las piernas mutiladas, una ma-no a menos y ostentando una perforacin en el centro del pecho preside la tumba al Soldado Desconocido. El as-pecto de la imagen, no obstante, no debe asustarnos, por-que es una hermosa muestra de la fe de los soldados por-tugueses que lucharon en la Primera Guerra Mundial. Conozcamos su historia.

    El 9 de abril de 1918 una divisin de infantera lusa se encontraba reagrupada en la ciudad francesa de Neu-ve-Chapelle, cerca de la frontera con Blgica. En medio de la llanura flamenca, a camino de la aldea de La Cou-ture, los soldados portugueses podan contemplar un al-tivo crucero con una imagen de nuestro Redentor en la cruz.

    Ese da un intenso fuego de artillera incendi y re-dujo a escombros todo lo que se encontraba en aquella planicie, dejndola cubierta de cadveres de combatien-tes, entre ellos 7.500 expedicionarios lusitanos. En la re-gin del campo de batalla, completamente devastada por el bombardeo, nicamente quedaba en pie la ima-gen de Cristo crucificado. Se mantena sobre los muo-nes de sus piernas, y tena los brazos abiertos en seal de

    la acogida prestada a los que a l se confiaron en la l-tima hora.

    Los supervivientes retiraron la imagen del campo de batalla deseosos de que ese monumento de fe y esperan-za fuera venerado en otro sitio. Aos ms tarde fue lle-vada a Portugal, dando origen a la devocin al Cristo de las Trincheras.

    os historiadores no se ponen de acuerdo sobre la fe-cha de la invencin de la campana. Consta que ya

    se fabricaban en China en torno al ao 2260 a. C. Tam-bin las hubo en Egipto y en Roma, donde eran llama-das tintinabula y usadas con diversas finalidades. Se servan de ellas los cristianos de la Iglesia primitiva para convocar sus asambleas? Probablemente s, pero la pri-mera referencia escrita sobre la utilizacin de esos sono-ros instrumentos con fines religiosos aparece en el ao 515, en una carta enviada por un dicono de la dicesis de Cartago.

    Como era una seal para la hora de las asambleas, San Cesreo de Arls (470-543) le dio el nombre de sig-num, de donde deriva el vocablo en portugus sino. El trmino campana procede del clebre bronce de la Cam-paa romana, usado en su fabricacin.

    De tal modo se introdujeron en la vida de la Iglesia que enseguida surgi una costumbre muy peculiar: el bautismo de las campanas. En algunos templos, an-tes de ser instaladas, el presbtero las asperga con agua bendita, las bendeca y les daba un nombre que con fre-cuencia era grabado en el metal as, el campanero po-da memorizar fcilmente la secuencia de los toques de la Pedro, Toms o Santiago, adecuada para llamar a los fieles a Misa, distinta de la usada para otras finalidades.

    A partir del siglo XVI el bautismo de las campanas se generaliz y su bendicin qued reservada al obispo diocesa-no o a un eclesistico designado por l para tal fin. Y empe-z a grabarse sobre el bronce no slo el nombre de la campa-na, sino tambin el de quien la bautizaba, de los padres que la fundieron, de los padrinos (es decir, los donantes) y, finalmente, la fecha de la ceremonia del bautismo.

    Permanentemente custodiado por una guardia de honor, el Cristo de las Trincheras llama la atencin de quien

    visita el Monasterio de Batalha

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  • LRoma: XIV aniversario de la aprobacin pontificia de los Heraldos

    26HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    a comunidad de los Heraldos del Evangelio de Roma conmemoraba el pasado 21 de febrero, en la iglesia de San Benedetto in Piscinula, el XIV

    aniversario de la aprobacin pontificia de la asociacin con una solemne Eucarista presidida por el cardenal Franc Rod, CM, prefecto emrito de la Congregacin de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostlica.

    Un hombre predilecto de la Providencia

    En su homila, record con especial afecto al funda-dor de esa familia espiritual, Mons. Joo Scognamiglio Cl Dias, hombre elegido por la Providencia para con-cebir, modelar y edificar con celo e inteligencia esta nue-va obra de la Iglesia.

    De manera similar al profeta Daniel, aadi el carde-nal, es un hombre predilecto sobre quien la Providencia ha querido depositar el tesoro del carisma, permitin-dole, no obstante, que sufra pruebas, enfermedades y otras formas de dolor, a fin de dejar claro a ojos de los hombres el carcter divino de esa obra.

    Algunas peculiaridades de la obra

    A partir de un agudo sentido de la observacin no exento de discernimiento, el cardenal Rod traz en po-

    cas palabras algunas de las caractersticas del funda-dor y de la asociacin: Una de las peculiaridades de Mons. Joo que marcan a fondo la obra de los Heral-dos del Evangelio es su actitud de constante y fervoro-sa splica a la Divina Providencia para conseguir todo lo que pueda serles til para mayor gloria de Dios y de su Iglesia, lo que incluye formar y guiar por el camino de la santidad a hombres y mujeres, construir templos, erigir seminarios y casas de estudio o de oracin, en conformi-dad con el propio carisma.

    Los Heraldos se caracterizan adems por celebrar la liturgia de forma solemne, enriqueciendo la celebra-cin con bonitos cantos e instrumentos musicales. Mon-seor Joo invita al mismo tiempo a sus hijos espiritua-les a tener una actitud de soberana libertad cristiana, superando el respeto humano del que los catlicos so-mos vctimas muy frecuentemente, a causa del secularis-mo dominante. As, se revisten de un hbito que no pasa desapercibido, cuya cruz roja y blanca busca ser reflejo de esa nueva luz que surge como una gracia de Dios para la Iglesia y el mundo del siglo XXI.

    Races de un rbol exuberante

    Despus de haber descrito los frutos de dicha obra, el cardenal se pregunta dnde encuentran su alimen-

  • Abril 2015 HeraldosdelEvangelio27

    Aspectos de la Celebracin Eucarstica Aspectos de la celebracin: llegada de la imagen peregrina del Inmaculado Corazn de Mara (1), el cardenal Rod durante el ofertorio (2) y diciendo la homila (3), algunos

    participantes en la celebracin (4) e incensacin de la imagen durante el canto del Magnficat (5).

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    to las races de este rbol exuberante?. Como respuesta apunt a la espiritualidad de los Heraldos del Evangelio centrada en la ardorosa devocin eucarstica y mariana y en su fidelidad al ministerio petrino.

    Slidamente apoyado en esas tres columnas, el fun-dador de los Heraldos dio un paso adelante: enriqueci a la familia espiritual de los Heraldos del Evangelio con una rama sacerdotal. La asociacin quedaba as provis-ta del insigne privilegio de celebrar cotidianamente la Eucarista, administrar los sacramentos y dar asistencia pastoral en las dicesis donde estn establecidas.

    Misioneros que difunden la devocin a Mara

    Quiso hacer una mencin especial a la Caballera de Mara, conjunto de misioneros heraldos que difunden la devocin a Mara, conduciendo de nuevo a sus parroquias a los que se encuentran en la periferia de la vida eclesial. Una iniciativa que evoca el impulso dado recientemen-

    te por el Papa Francisco para, con valor evanglico, salir a buscar a los ms lejanos (cf. Homila, 15/2/2015). Esa disposicin sealaba el purpurado de recorrer el mundo entero difundiendo la devocin a Mara est sim-bolizada por las botas que forman parte de su hbito.

    Personas por las que el fundador conserva especial gratitud

    Al final de la celebracin, el padre Ramn ngel Pe-reira Veiga, EP, le agradeca al cardenal la caritativa y paterna consideracin con que mira al fundador de los Heraldos y a su obra.

    En sus palabras tambin fueron recordadas otras per-sonas hacia las que el fundador mantiene especial gra-titud, como el Prof. Guzmn Carriquiry, subsecretario del Pontificio Consejo para los Laicos en la poca de la aprobacin y actual secretario de la Pontificia Comisin para Amrica Latina.

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  • C28HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    Retiros durante el Carnavalooperadores de los Heraldos del Evangelio de todo Brasil aprovecharon las vacaciones de Carnaval para

    promover la realizacin de ejercicios espirituales y cursos de formacin en sus respectivas ciudades durante ese pe-rodo. En Junda, 90 cooperadores del estado de So Pau-lo participaron en el retiro que tradicionalmente predica el P. David Francisco, EP. En Montes Claros lo hicieron ms de 65 cooperadores y simpatizantes, bajo la orientacin del P. Ricardo Basso, EP. Para los cooperadores de Belo Ho-

    rizonte lo coordin el P. Arnobio Jos Glavam, EP. El de Mairipor, promovido por los propios feligreses de la pa-rroquia de Nuestra Seora de las Gracias, estuvo a cargo del P. Erick Marchel, EP, y donde participaron 80 perso-nas. Adems, en Juiz de Fora fue impartido un curso sobre la Santa Iglesia y en Jaboato dos Guararapes otro sobre virtudes y vicios, con 80 participantes. Tambin 76 coope-radores y simpatizantes se reunieron en Salvador de Baha en un simposio sobre Sagrada Escritura.

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  • LCursos de formacin para jvenes

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    os aspirantes de los Heraldos del Evangelio se be-neficiaron igualmente de actividades culturales y

    religiosas organizadas especialmente para ellos durante las vacaciones de Carnaval.

    En Cuiab tuvo lugar un retiro espiritual en el que participaron aspirantes miembros de la comunidad lo-cal. En Campos dos Goytacazes jvenes de esta ciudad se reunieron con otros procedentes de Juiz de Fora pa-ra realizar un programa conjunto que inclua medita-ciones diarias, Santa Misa y confesiones. Jvenes de

    Curitiba y Maring asistieron a un curso de formacin impartido por el P. Hlio Rufilo, EP, en la capital pa-ranaense.

    La casa de los Heraldos en Vitoria recibi a aspiran-tes de Nova Friburgo y de Per, para llevar a cabo con-juntamente un programa de formacin y visitas cultura-les. Acompaados por el P. Jos Mario da Silva, EP, y el P. Jorge Jordn Vargas, EP, los jvenes conocieron el convento de Nuestra Seora de la Pea, en Vila Velha, y veneraron las reliquias de San Jos de Anchieta.

    Cuiab

    Vitoria

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  • 30HeraldosdelEvangelio Abril 2015

    Guatemala La fecha elegida por los cooperadores de los Heraldos del Evangelio de Guatemala para la renovacin anual de su compromiso con la institucin fue el aniversario de la aprobacin pontificia, el 22 de febrero. La Misa presidida por el P. lvaro Meja Londoo, EP, tuvo lugar en la capilla de la casa de formacin de San Jos Pinula.

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    Per La solemne Misa de accin de gracias por la aprobacin pontificia de los Heraldos celebrada en Lima fue presidida por Mons. James Patrick Green, Nuncio Apostlico en Per. Tuvo lugar el da 1 de marzo en la iglesia de

    Nuestra Seora de la Paz y cont con la participacin de numerosos cooperadores y amigos de la institucin.

    Colombia El general Carlos Ramiro Mena Bravo, director de Trnsito y Transportes de la Polica Nacional, acompaado por otros militares, condecor a la imagen del Inmaculado Corazn de Mara con la medalla Coronel Jos

    Arstides Puentes Blanco, en una ceremonia realizada el 12 de febrero en la iglesia de los Heraldos, en Tocancip.

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  • Misiones marianas en Toledo y Madrid

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    Abril 2015 HeraldosdelEvangelio31

    n febrero, numerosos hogares de Noez y Totans (Toledo) recibieron la visita de la Imagen del Inma-

    culado Corazn de Mara. Al final de la misin, el prro-co de ambas localidades, D. Carlos Gonzlez, consagr su feligresa a la Santsima Virgen (fotos 1 y 2). Asimismo, la parroquia del Beato Manuel Gonzlez, de San Sebas-

    tin de los Reyes (Madrid), acogi la Imagen Peregrina del 15 al 22 del mismo mes. En el tradicional Rosario pro-cesional, a pesar del intenso fro, fue numerosa la partici-pacin (foto 3). En la Misa conclusiva, el prroco, D. Jos Mara Marn, tambin consagraba las familias de su grey a la Madre de Dios (foto 4).

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    Repblica Dominicana El da de la Jornada Mundial del Enfermo, 11 de febrero, cooperadores de los Heraldos llevaron a la imagen del Inmaculado Corazn de Mara a los pacientes del Instituto de Oncologa de Santo Domingo.

    Dos sacerdotes heraldos administraron los sacrame