- Había una vez un planeta verde y perfecto. Sus ríos eran cristalinos y había animales de todo tipo. No existía la contaminación. Así comenzaba la historia que el abuelo Juan les contaba a sus dos pequeños nietos.- ¿Qué planeta era ese, abuelo? preguntaron los niños. - El planeta Tierra, les dijo.

- Pero cuando los humanos empezaron a poblarlo, muchos de sus recursos, como la madera de sus árboles, el agua de sus ríos y los animales se convirtieron en sus alimentos y en sus herramientas. Y poco a poco, el planeta se fue desgastando.

- ¿Y qué pasó, abuelo?- Que durante millones de años la Tierra ha sido una madre generosa y llena de amor que nos ha dado alimento y un hogar, por eso debemos cuidarla y protegerla. El abuelo Juan les explicó a los niños que cada uno de nosotros puede cuidar a la Tierra y les explicó la regla de las 3R

(reducir, reciclar y reutilizar). “Ahorrando agua, reciclando lo que aún puede ser usado y sembrando árboles, podemos hacer la diferencia”, les dijo.

Entonces, Juan David, el nieto mayor, tuvo una buena idea para realizarla con sus amigos por el Día del Medio Ambiente y así agradecer a la madre Tierra.

- En nuestra escuela hay un jardín que no tiene suficientes plantas, comentó. Le diré a mi profesora y compañeros que cada uno de nosotros llevemos plantas y hagamos un rincón en el que podamos recordar todo lo que la tierra nos regala a diario.

El abuelo Juan y los niños llevaron a la escuela plantas, envases grandes para hacer regaderas, palas y otras herramientas para crear el jardín.

En un día hermoso y lleno de sol, los niños y los profesores le dieron vida a un nuevo jardín, verde y perfecto, como la Tierra.

Autoría: Paulina Trujillo