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Revista destiempos N°58

Febrero-Marzo 2018

ISSN: 2007-7483 ©2018 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com

ÍNDICE ARTÍCULOS Y RESEÑAS

EPINICIOS GRATULATORIOS AL CONDE DE GALVE: ENTRE ENCOMIOS DE DEPENDENCIA Y GLORIFICACIONES AMERICANAS Leonor Taiano

7

ADONIS Y VENUS COMO TEXTO ESPECTACULAR Víctor Alan Ávila

27

DON QUIJOTE Y SANCHO: UN ASUNTO DE FE Verónica Cruz Vivanco

56

EN DEFENSA DE LA MUJER DOCTA: SUSANNAH CENTLIVRE Y LA EDUCACIÓN DE LA MUJER EN EL SIGLO XVIII Laura Martínez García

82

GIRONDO Y LANGE: EL INDISOCIABLE ENGARCE POÉTICO Omar Alejandro Ángel Cortés

102

LA INMINENCIA DE LA MUERTE EN “EL HOMBRE MUERTO”: DOS CUENTOS HOMÓNIMOS DE LEOPOLDO LUGONES Y HORACIO QUIROGA Elizabeth Castro Sandoval

111

LA POESÍA INDÍGENA DEL CHURQUI CHOQUE VILCA Alberto Julián Pérez

122

CREACIÓN LITERARIA

LA CITA Adrián Díaz Cárcamo

151

Revista destiempos N°58

Nueva época ISSN: 2007-7483

www.revistadestiempos.com

ARTÍCULOS Y RESEÑAS

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ISSN: 2007-7483 ©2017 Derechos Reservados www.revistadestiempos.com

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EN DEFENSA DE LA MUJER DOCTA: SUSANNAH CENTLIVRE Y LA EDUCACIÓN DE LA MUJER EN EL SIGLO XVIII

El denominado Siglo de las Luces o de la Ilustración supuso uno de los momentos más brillantes de la Historia mundial, un cambio radical en el pensamiento occidental, en la cultura y en la filosofía; como Kant

explica “la ilustración es la salida del hom-bre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro” (Kant y Vélez, «Respuesta», 1994, 7). El siglo XVIII supuso, por tanto, un giro de

360 grados en la episteme, en los discursos de verdad que regían todos los aspectos de la sociedad: un paso de un modo ‘medieval’ de entender el mundo hacia una concepción ‘pre-moderna’ del mundo y sus habitantes.

Es ente momento histórico donde se produce el paso de lo que Michel Foucault llama ‘dispositivo de alianza’ a un ‘dispositivo de sexualidad’, de un “sistema de matrimonio, de fijación y de desarrollo del parentesco, de trasmisión de nombres y bienes”(Foucault et al., Historia Sexualidad I, 2006, 63), violentamente repre-sivo y coercitivo, a un nuevo sistema de orden social, aparentemente más justo, más humano, pero igual-mente represivo y coercitivo. Como Foucault seña-la, estamos ante dos sistemas de poder que, mediante diferentes prácticas, normas, reglas y formulaciones, buscan un mismo fin: el ordenar y “controlar las poblaciones de manera cada vez más global” (64).

El dispositivo de alianza que regía las poblaciones medievales de Occidente está basado en tres pilares fundamentales: las enseñanzas bíblicas, el modelo de Galeno del único cuerpo y el binomio superior-inferior, tres discursos que se funden en un solo discurso de poder indiscutible, un sistema social que entrega el liderazgo y el poder absoluto al Rey, como cabeza visible

Laura Martínez-García Universidad de Oviedo Recepción: 16 de octubre de 2017 Aprobación: 24 de octubre de 2017

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del Estado y al padre de familia, en tanto en cuanto éste es el Rey de su propia familia o reino en miniatura (Cleaver, Household Government, 1603).1 Estamos pues, ante un sistema en que, como explica Amussen, “puesto que las esposas dependían de sus maridos, todas las mujeres estaban bajo el mandato del hombre, cuya autoridad se sustentaba de manera informal mediante la cultura, las costumbres y diferentes sistemas educativos, y de manera más formal, mediante la Ley”(An Ordered Society, 1994, 3).2

La teoría de los humores y el modelo del sexo único creados por Galeno de Pérgamo en la Antigua Roma no sólo son la base de la medicina de la época, sino que serían la base perfecta sobre la que sustentar un discurso hegemónico claramente patriarcal: puesto que las mujeres son, por naturaleza, seres más fríos y húmedos que los hombres, sus genitales se encuentran dentro de su cuerpo, no fuera por lo que “quedan como una versión imperfecta de lo que hubieran sido si se hubieran exteriorizado” (Laqueur, La construcción del sexo, 1994, 60), como ocurre en el caso del hombre. Asímismo, Aristóteles señalaba que la mujer era un ser imperfecto e inacabado (Sissa, «Filosofías del género», 1991, 119), una copia imperfecta del hombre que habría sido la primera y única criatura creada a imagen y semejanza de Dios (Fletcher, Gender, Sex and Subordination, 1999, 40).

Esta inferioridad física tenía como consecuencia una clara inferioridad intelectual: las mujeres no solo habitaban cuerpos más débiles, sino que tales cuerpos estaban dominados por intelectos muy inferiores, inca-paces de razonar en ciertos momentos y con propensión a actuar de manera impulsiva y salvaje; se establecen así una serie de dicotomías o binomios opuestos entre orden y desorden, educación y estado salvaje, razón y

1“A household is as it were a little commonwealth”. Traducción de la autora. 2“As wives were subject to their husbands, so women were subject to men, whose authority was sustained informally through culture, custom and differences in education, and more formally through the law”. Traducción de la autora.

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emoción, cuerpo y mente, divisiones en las que se identifica al hombre con el primer término y a la mujer con el segundo (Fletcher, Gender, Sex and Subordination, 1999, 23).3

Puesto que las mujeres son seres cuasi-salvajes y teniendo en cuenta que la única profesión a la que pueden aspirar es a ser esposas obedientes, se considera que la educación formal de la mujer es totalmente innecesaria: a pesar de que poseemos ejemplos históricos de eruditas durante esta época (Isabel de Castilla y sus hijas o Isabel de Inglaterra y su hermana María), estamos ante las hijas de las familias más acomodadas o pudientes, incluyendo familias reales como los Tudor (Goreau, Duty of a Woman, 1985, 1). Pero, incluso en estos casos, el contenido de la educación de estas mujeres era muy limitado. El caso de Luis Vives, uno de los humanistas más destacados del Renacimiento y tutor de la Princesa María de Inglaterra (Howe, Education and Women, 2016, 101), resulta muy curioso: a pesar de que su manual De Institutionae Feminae Christianae es una defensa de la educación femenina y una petición de mejora de esta instrucción, también expone “una visión limitada e incluso contradictoria de la educación apropiada para la mujer” (Wilcox, Women and Literature, 1996, 16) ya que en este tratado señala que, dado que la mujer no va a ostentar ningún cargo público o de responsabilidad, no necesita una educación exhaustiva, ni se le debe exigir tal educación: lo único que se espera de ella es que sea una mujer casta (Vives, The Education of a Christian Woman, 2007, 85).4

Así pues, el dispositivo de alianza o sistema medieval no contemplaba la posibilidad de educar a la mujer, ya que ésta era un ciudadano de segunda, una criatura irracional que debía ser controlada y 3“It was a limited and even contradictory vision of the proper education for women”. Traducción de la autora. 4 “In a woman no one requires eloquence or talent or wisdom or professional skills or administration of the republic or justice or generosity; no one asks anything of her but chastity. If that one thing is missing, it is as if all were lacking to a man”. Traducción de la autora.

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subyugada al poder masculino. Sin embargo, el siglo de las Luces, con sus avances científicos, desplazó a esta visión del mundo y los individuos hasta que “el dispositivo de alianza, con los mecanismos coercitivos que lo aseguran, con el saber que exige, a menudo complejo, perdió importancia a medida que los procesos económicos y las estructuras políticas dejaron de hallar en él un instrumento adecuado o un soporte suficiente” (Foucault et al., Historia Sexualidad I, 2006, 63), dando paso al dispositivo de sexualidad, un sistema social aun eminentemente patriarcal, pero aparentemente menos represivo y violento. Estamos ahora ante un discurso de poder estrechamente relacionado con los descubri-mientos científicos de Bacon y Descartes, con las filosofías del momento, y esto se refleja en su insistencia en basar el orden social no en el binomio hombre/superior-mujer/inferior, sino en la diferencia: los géneros ya no son copias imperfectas, sino dos entidades diferentes, cuyas características biológicas les hacen tener mayor predisposición para ciertas cualidades, contextos y actividades. Nace así el modelo de las dos esferas: el hombre, más fuerte físicamente, aguerrido, inteligente y capas, está mejor equipado para lidiar con el mundo exterior y sus retos. La mujer, de sentimiento delicados, capaz de grandes afectos y con una capacidad innata para la crianza, puede desarrollar todo su potencial en la seguridad de la casa, cuidando de los hijos y de las tareas domésticas.

A pesar de que este dispositivo de sexualidad está plagado de tratados en los que se habla de las grandes cualidades de la mujer y aunque las descripciones de los sexos que se implementan ahora parecen muy positivas, especialmente cuando se comparan con los textos bíblicos que sustentaban el dispositivo de alianza, tras esta aparente bondad se esconde una fuerza aún más represiva y restrictiva si cabe: alegando que el lugar natural de la mujer está en la casa, el dispositivo de sexualidad señala como anormal o antinatural a toda aquella mujer que se aventura fuera de su reino doméstico, a toda aquella mujer que osa adentrarse en la provincia masculina del conocimiento.

Si la mujer debe quedarse en la casa, su

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educación no debe ser académica, ya que no le resultará útil en su aparente esfera de influencia (la casa); así pues, la educación de la mujer debe de orientarse hacia lo moral, hacia lo ético (Fletcher, Gender, Sex and Subordination, 1999, 370):5 la mujer es la poseedora innata de la de la delicadeza de los sentimientos, de la nobleza, caridad y bondad y su educación debe estar orientada a desarrollar estas ‘cualidades’ innatas. Así pues, a pesar de encontrarnos en el siglo de la Ilustración, del cocimiento y de los grandes avances científicos, seguimos inmersos en un dispositivo discursivo eminentemente patriarcal, cuyos preceptos e ideas siguen enfocados hacia el domino y la subyugación de la mujer y a entorpecer su acceso a la educación.

En una época en la que la razón y la ciencia pasaron a ser la única verdad, un momento de la historia en que los héroes de la sociedad ya no eran los jefes militares sino los científicos, matemáticos y filó-sofos, la erudición femenina seguía siendo una rareza nada deseable en una esposa o en una hija, un rasgo peligroso y una señal de rebeldía que amenazaba con desestabilizar el sistema patriarcal de las dos esferas. “Los libros son parte de la prerrogativa del hombre, como bien señaló Sir Thomas Overbury en 1614” (Goreau, Duty of a Woman, 1985, 1),6 lo que hizo que la figura de la mujer erudita fuese el objeto de burla y censura por parte de los sectores más poderosos y conservadores de la sociedad. Ante la amenaza que suponían estas mujeres y debido a la profunda ansie-dad producida por la posibilidad de perder parte de su poder y privilegio, la burla y el desdén fueron algunos de los mecanismos más comunes para intentar restar importancia a la transgresión de roles de género que la presencia y visibilidad de la mujer erudita evidenciaba.

Uno de los casos más notales fue la publicación de la obra anónima The Female Wits (1696), en la que se satiriza la figura de tres de las primeras dramaturgas 5 “Education […] was moral above all else”. Traducción de la autora. 6“'Books are a part of a man's prerogative', as Sir Thomas Overbury expressed it in 1614”. Traducción de la autora.

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en el teatro británico: Delariviere Manley, Catherine Trotter and Mary Pix. En esta obra se presenta a las tres mujeres como poco talentosas, vanidosas e ignorantes. De hecho, se dice de Mary Pix que es “una mujer estúpida”, mientras que Manley es “una poetisa que admira demasiado sus propias palabras y que adora ser adulada” y se define a Trotter como “una dama que simula conocer varios idiomas y ha investido en sí misma el título de crítica” (Morgan, The Female Wits, 1981, 392).7

Pese a tales ataques y si bien es cierto que ambos dispositivos intentar disuadir a la mujer de entrar la esfera de conocimiento, muchas fueron las féminas que lo intentaron, con más o menos éxito: Sussanah Centlivre, la autora de la obra que nos ocupa, fue una de las mujeres que, ya en el siglo XVII intentaron romper las barreras de género que mantenían a la mujer fuera del mundo de la literatura y lo hizo en dos ocasiones: primero al unirse a una compañía teatral ambulante como actriz en un momento en que esta profesión era considerada sinónimo de prostitución; y segundo, una vez instalada en Londres, donde asistió en firmar todas sus publicaciones con su nombre real. Como cabe esperar, Centlivre tuvo que luchar contra aquellos que censuraban y rechazaban sus obras por haber sido escritas por una mujer, hombres que alegan que sus obras eran ridículas y de muy baja calidad, ya que habían nacido de la mente de una mujer. Su obra de mayor éxito The BusieBody (1709), que continuaba siendo representada en el siglo XX en teatros a ambos lados del Atlántico (Lock, Susanna Centlivre, 1979, 63), fue rechazada por los actores durante los ensayos, alegando estos que la obra era un sinsentido ridículo escrito por una simple mujer (Mottley, «A Compleat List», 2017).

Otro de sus grandes éxitos, The Gamester (1705), se publicó, por error, de manera anónima; uno de los 7 “a fool, female author […] a poetess that admires her own words and a great lover of flattery […] a lady that pretends to the learned languages and assumes to herself the name of critic”. Traducción de la autora.

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libreros que vendió esta publicación contó que un joven había llegado a su librería tras haber visto la obra varias veces; entusiasmado con la comedia, compró una copia del libro en el que no aparecía en nombre de la autora. Una vez que fue informado de que la obra había sido escrita por una mujer, arrojó el libro al suelo y exigió su dinero, aduciendo que ya había gastado demasiado dinero en esa obra y que estaba seguro de que, si todo Londres hubiese sabido que la autora era una mujer, nunca habría tenido tal éxito (Morgan, The Female Wits, 1981, 53).8

Aun así, no sólo se trata de una de las autoras más prolíficas de su época, habiendo creado 19 obras teatrales, 17 poemas e innumerables cartas (Martínez-García, «A Defence of Whig feminism», 2015, 85), sino que sus obras han sido puestas en escena casi tantas veces como las de William Shakespeare (Bratton, «Disappearance of Centlivre», 2000).Centlivre es una buena muestra del éxito que cosecharon alguna autoras que osaron desafiar los mandatos del sistema patriarcal, y sus obras promulgan un “individualismo feminista […] muy comprometido con las ideas políticas de los Whig, los derechos individuales de Lock y ciertas libertades para las mujeres”(Rosenthal, Playwrights and Plagiarists in Early Modern England, 1996, 206-7).9

Centlivre no sólo defiende el derecho de la mujer a disfrutar de ciertos derechos, sino que critica a aquellos que se mofan de la erudición y producción literaria femenina y sirva como ejemplo su prefacio a la comedia The Platonick Lady, “Mi musa ha decidido hacer este llamamiento, esperando encontrar entre esta multitud almas lo suficientemente grandes como para

8“a spark had seen [The] Gamester three or four times, and liked it extremely. Having bought one of the books [he] asked who the author was, and being told a woman, threw down the book and put up his money, saying he had spent too much after it already, and was sure, if the town had known that, it would never have run ten days”. Traducción de la autora. 9 “‘’feminist individualism,’ (…) committed to Whig politics, Lockean individual rights, and some freedoms for women”. Traducción de la autora.

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protegerla de la malicia mojigata y vulgar de aquellos que creen que demuestran tener gran juicio cuando rechazan todo lo que ha sido escrito por una mujer” (Morgan, The Female Wits, 1981, 54).10

Una de sus obras más famosas, The Basset Table (1705), incorpora entre sus personajes femeninos a Valeria, una joven dedicada por entero a la ciencia y el estudio de los fenómenos naturales; la inclusión de este personaje en la comedia, funciona como referencia al gran interés que el público en general sentía por la física, la biología y la astronomía durante el siglo de las Luces, y, a pesar de lo que alguno críticos han defendido, no es un retrato irónico o ridículo de la mujer ilustrada, sino una apasionada defensa de un grupo de mujeres estudiadas al que la propia autora pertenecía. Por tanto, este ensayo defiende que Valeria es no solo es “uno de los pocos ejemplos existentes en el teatro de la época de una científica y filósofa feminista y empática” (Pearson, The Prostituted Muse, 1988, 213),11 sino que a través de este personaje Centlivre busca expresar su opinión dentro del debate de la época sobre la educación de la mujer, tratando de defender y promover la educación femenina, desafiado las normas culturales de ambos dispositivos (de alianza y sexualidad) que insistían en prohibir a la mujer el acceso al conocimiento y, por tanto, a las esferas de poder. Como Milling explica, “el retrato positivo de las aspiraciones y actividades científicas de Valeria que Centlivre presenta en escena fue algo único en este periodo, y refleja el debate sobre la educación de la

10 “My muse chose to make this universal address, hoping among the numerous crowd to find some souls great enough to protect her against the carping malice of the vulgar world, who think that a proof of their sense to dislike everything that is writ by a woman”. Traducción de la autora. 11 “One of the few examples in the drama of the period of a sympathetic learned feminist, scientist and philosopher”. Traducción de la autora.

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mujer que primaba en Gran Bretaña y Francia en ese momento” (Centlivre, The Basset Table, 2009, 10). 12

Valeria no es el personaje principal de The Basset Table, obra cuya acción principal gira en torno a Lady Reveller, la tía de Valeria, reciente viuda y ávida jugadora de cartas. Tras enviudar, Lady Revelle res advertida por su prima, la “casta” Lady Lucy y por su “honorable” pretendiente Lord Worthy, del riesgo que entraña su pasión por el juego tanto para su fortuna como para su reputación. Tras una serie de trifulcas y encontronazos con su prima, su amante y su tío (el padre de Valeria, Sir Richard), la independencia de la que disfruta Lady Reveller como viuda, se ve comple-tamente destruida y sus días de juego y diversión quedan apartados por la intervención de Sir James, un libertino “encantador” que finge su intención de violar a Lady Reveller; la dama es rescatada por Lord Worthy, que ha ideado este plan en connivencia con Sir James y ésta finalmente accede a casarse con el caballero.

Ninguna comedia que se precie estaría completa sin una historia de matrimonios concertados; en este caso encontramos la historia secundaria de Valeria “la joven filósofa” (Centlivre, The Basset Table, 2009, 47) y científica, enamorada de Ensign Lovely pero a quien su padre pretende casar con un Capitán de la Marina; como viene siendo habitual en las comedias de maneras, la pareja recurrirá a las triquiñuelas y los engaños para finalmente convencer al padre de la joven de que apruebe su unión. Pese a que nos encontramos ante un argumento tradicional y convencional, la pareja no es ni mucho menos, arquetípica: en lugar de encontrarnos ante la “pareja ocurrente” o la “pareja romántica”, nos topamos con dos jóvenes que no encajan dentro de ninguna de las dos categorías, y esto se debe, principalmente a la peculiar actitud de Valeria y a su pasión por la ciencia, la filosofía y la experimentación. 12 “The positive picture of Valeria’s scientific aspiration and activity on stage was unique in the period and reflected the debate surrounding female education in Britain and France at the time”. Traducción de la autora.

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Una “pareja ocurrente” se enzarzaría en una guerra de intelectos y bromas, plagada de juegos de palabras, insinuaciones y demás chanzas; este no es el caso de Valeria y Lovely, ya que Valeria es una muchacha racional y directa, que no suele comprender la ironía y las pullas que los demás personajes hacen sobre su pasión por la ciencia. Esta naturaleza científica que hace de ella un ser altamente racional, también supone que Valeria y Lovely queden excluidos de la categoría de “parejas románticas”, de las que se esperan suspiros, palabras tiernas de amor y declaraciones de devoción. A pesar de que Lovely parece inclinarse más hacia este tipo de cortejo, sus intentos se ven frustrados por Valeria, cuyas respuestas y reacciones son profundamente racionales y directas, como vemos en este caso,

LOVELY: 'Tis strangely Surprizing.—But now let me be heard, for mine's the Voice of Nature too; methinks you neglect your self, the most Perfect Piece of all her Works. VALERIA: Why? What Fault do you find in me? LOVELY: You have not Love enough; that Fire would Consume and Banish all Studies but its own; your Eyes wou'd Sparkle, and spread I know not what, of Lively and Touching, o'er the whole Face; this Hand, when Press'd by him you Love, would Tremble to your Heart. VALERIA: Why so it does,—have I not told you Twenty Times I Love you,—for I hate Disguise; your Temper being Adapted to mine, gave my soul the First Impression;—you know my Father's Positive,—but do not believe he shall Force me to any Thing that does not Love Philosophy. LOVELY: But that Sea Captain Valeria. VALERIA: If he was a Whale he might give you Pain, for I should long to Dissect him; but as he is a Man, you have no Reason to Fear him. LOVELY: Consent then to Fly with me. VALERIA: What, and leave my Microscope, and all my Things, for my Father to break in Pieces? (Centlivre, The Basset Table, 2009, 78)

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Pese a que muchos han visto en la reacción de la dama una excesiva frialdad muy poco propia de la mujer, según los cánones del momento, muchos estudiosos sostienen que más que una mujer “antinatural”, Valeria es una mujer de ciencia y como tal, no entiende de juegos de palabras y circunloquios: su lenguaje es el lenguaje de la ciencia, directo, claro e inequívoco; su discurso es el del ensayo científico, que expresa de manera objetiva las preocupaciones de una mente práctica y acostumbrada al análisis desapa-sionado de aquello que está ante sus ojos. Valeria analiza su situación romántica y las posibilidades de éxito de su matrimonio con Lovely de la misma manera en la que observa, a través de su microscopio o de los múltiples instrumentos que plagan su laboratorio, los fenómenos naturales y especímenes que la rodean: de manera analítica y desprovista de toda pasión que pueda nublar su juicio. Son muchos los momentos en los que podemos ver a Valeria atrapada por su pasión por la ciencia y sus sentimientos hacia Lovely, momentos que ponen de manifiesto las discrepancias cómicas entre Valeria la científica y Valeria la mujer enamorada, pero sin llegar al extremo de humillarla” (Pearson, The Prostituted Muse, 1988, 214).13

La honestidad y la franqueza con la que Valeria se expresa le granjean la antipatía de muchos de los personajes de la obra en sí, siguiendo la tradición de la época en la que se ridiculiza a la mujer docta como criatura aberrante que abandona su lugar y destroza el orden social y doméstico (Centlivre, The Basset Table, 2009, 24).

La estricta división de sexos en binomios opuestos (masculino/femenino, público/privado, ciencia/moral, raciocinio/ternura), cala hondo en todos los aspectos de la vida diaria con el fin de asegurar la permanencia del dispositivo de sexualidad; una de las maneras en que se esparcen, afianzan y perpetúan estos roles de género es mediante la educación, tema de 13 “comic discrepancies between Valeria as scientist and Valeria as woman in love, but never to the extent of humiliating her character”. Traducción de la autora.

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debate entre las élites intelectuales del momento. La educación de los adolescentes es vista ahora como el modo de preparar a los futuros ciudadanos para los roles que deberán ejercer durante toda su vida; así, debe prepararse a los niños para un futuro en el que deberán de ocuparse no sólo del buen funcionamiento de su unidad familiar, si no del buen funcionamiento de las instituciones que sustentan la sociedad. Los niños deben de preparase para su futro en la vida pública, ya que este es el entorno natural en el que los varones, en virtud de sus supuestas cualidades innatas, medrarán y harán que la sociedad prospere. Asimismo, la educación de las niñas se orienta ahora a desarrollar lo que se entiende como sus cualidades innatas: la ternura, sensibilidad, su habilidad para la crianza y la delicadeza de sentimientos.

Parece que discurso de género promulgado por el dispositivo de sexualidad ofrece un retrato más positivo de la mujer, pintándola no como la fiera irracional del dispositivo de alianza, si no como una criatura delicada y sensible a la que se debe de proteger de la crueldad del mundo; así pues, la educación de la mujer, que antaño se veía como una ardua tarea orientada a inculcar en ellas los valores de castidad y obediencia, se interpreta ahora como un refuerzo de las cualidades naturales que toda mujer “normal” posee, además de ser un entrenamiento, como era el caso de los varones, para su futura profesión: esposa, madre y ama de casa (Fletcher, Gender, Sex and Subordination, 1999, 375).14

La educación de la mujer no era, por tanto, académica, sino una educación basada en la religión y la moral, ya que se creía que una mujer educada, podría resultar beneficiosa para la esfera doméstica (Fletcher, Gender, Sex and Subordination, 1999, 370; Centlivre, The Basset Table, 2009, 24); esta educación se ve además, como una manera de inculcar en las nuevas generaciones los valores patriarcales y las ideas 14 “Since marriage was the central institution through which women in the early modern patriarchal system were subordinated, the highest priority in their upbringing and training was their future effectiveness and obedience as wives”. Traducción de la autora.

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prevalentes sobre la mujer y su lugar en la sociedad: al integrar la ideología de género en la educación y sustentarla sobre una base científica, el sistema se aseguraba de que estos valores se perpetuarían en el tiempo: el dispositivo de sexualidad, mediante un discurso aparentemente positivo y encomioso de las cualidades “naturales” de la mujer, se aseguraba de que desde una muy temprana edad, la mujer entendiese que, debido a su naturaleza delicada, sus acciones debían de estar guiadas en todo por las de los varones (primero un padre, después un marido), de natural más racionales.

Valeria, parece haber tenido una educación poco común para la época ya que su formación no se ha orientado a la búsqueda de un marido, sino que, en lugar de aprender las “artes femeninas” ha sido ins-truida en campos que se consideraban, por entonces, exclusivamente masculinos (Goreau, Duty of a Woman, 1985, 1). 15 Esta pasión por el conocimiento mina la imagen de la mujer ideal que se promulgaba en aquel momento y su educación la hace capaz de ver lo injusto de un sistema que no da oportunidad ni acceso a las mujeres a la educación. De hecho, como tiempo después expresaría Mary Wolstonecraft, Valeria sueña con poder instaurar una escala para niñas, algo que los demás personajes, haciéndose eco de los prejuicios de la época y del debate imperante sobre la educación de la mujer, encuentran ridículo e incluso risorio,

LADY REVELLER: In my Conscience, Alpiew, this pritty Creature's spoil'd. Well, Cousin, might I Advise, you should bestow your Fortune in Founding a College for the Study of Philosophy, where none but Women should be admitted, and to Immortalize your Name, they should be call'd Valerians, ha, ha, ha.

15 “Knowledge that, traditionally, belonged to the masculine province”. Traducción de la autora.

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VALERIA: What you make a Jest of, Id'e Execute, were Fortune in my Power. (Centlivre, The Basset Table, 2009, 65-66).

La joven filósofa muestra la misma passion por la ciencia que su tía Lady Reveller muestra por el juevo y ambas son ridiculizadas por haber elegido pasatiempos tan poco femeninos y potencialmente peligrosos para el orden establecido, ya que ambos suponen un alto grado de independencia y libertad.

En el acto II escena i encontramos uno de los pasajes en los que Valeria demuestra de manera clara su desdén por los roles de género impuestos por la sociedad sobre la mujer; en esta escena vemos a la joven entrar apresuradamente en la habitación en la que se encuentran su tía y la sirvienta de esta (Alpiew) persiguiendo una mosca que ha escapado de su labora-torio justo antes de empezar su disección. Durante la conversación que sigue, Valeria les cuenta a ambas que ha diseccionado una paloma que la muchacha habría criado para verificar la verdad de la hipótesis que plantea que las palomas no tienen vesícula,

VALERIA: Well, but I’ll convince you then, I have dissected my Dove—and positively I think the Vulgar Notion true, for I could find none. LADY REVELLER: Oh, Barbarous; kill'd your pritty Dove! [Starting. VALERIA: Kill'd it! Why, what did you Imagine I bred it up for? Can Animals, Insects or Reptils, be put to a Nobler use, than to improve our Knowledge? Cousin, I'll give you this Jewel for your Italian Grey-hound. LADY REVELLER: What, to Cut to Pieces? Oh, horrid! (Centlivre, The Basset Table, 2009, 65).

Lady Reveller reacciona con sorpresa ante lo que ella considera crueldad por parte de su sobrina, muy probablemente expresando la opinión de muchos entre el público asistente: según los preceptos del dispositivo de sexualidad, una mujer cría animales debido a su natural tendencia a interesarse por el bienestar de otras

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criaturas; que un científico críe animales para diseccionarlos y estudiarlos no resultaría extraño, pero que Valeria traicione su propio “instinto” natural y no sienta ternura por estos animales, si no curiosidad científica, hace de ella una criatura extraña y aberrante ante los ojos del orden establecido.

La paloma es, además un símbolo de pureza, virginidad y ternura, guardando una estrecha relación con la maternidad, ya que en esta época se creía que las palomas eran los únicos pájaros que producían leche para alimentar a sus crías. Que Valeria haya sido capaz de sacrificar a esta criatura en aras de la ciencia sirve para subrayar aún más su carácter científico y práctico y para separarla aún más si cabe, del ideal femenino de la época.

Pese a que la mayoría de personajes (y Buena parte del público) no entienden la pasión de la joven por la ciencia y ven en ella a una mujer “antinatural”, ella se mantiene firme en su determinación, demostrando una gran fortaleza de carácter, tal y como la propia autora demostró al no desistir en su empeño de convertirse en escritora profesional, a pesar de los impedimentos que se encontró a su paso. Valeria rechaza las críticas de los demás personajes e incluso en sus contestaciones utiliza su conocimiento de historia y filosofía para prometer que no dejará sus estudios a un lado, “VALERIA: Mad! So Nero Banish'd Philosophers from Rome and the first of the Antipodes was condemn'd for a heterik” (Centlivre, The Basset Table, 2009, 65). De hecho, la joven no solo defiende la postura de la autora en cuanto a la educación de la mujer, sino que llega a expresar su convicción de que la supuesta inferioridad de la mujer con respecto del hombre no es algo que venga dado por la naturaleza, sino que se trataría de un constructo social (Pearson, The Prostituted Muse, 1988, 214)16, palabras que reafirman su postura proto-feminista y la de la propia autora 16 “She enters into some of the conventional debates about women, arguing, (...), that women's apparent inferiority is the result not of nature but only of 'Custom'”. Traducción de la autora.

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A pesar de la tradición teatral en la que se censura la educación femenina y en la que se ve la pasión científica de la mujer como una fuerza disruptiva que desbarata el orden social y la armonía doméstica, y habiendo sido testigos de los apasionados discursos de Valeria en favor de la educación femenina, Centlivre no castiga a Valeria por sus aspiraciones intelectuales ni tampoco la condena a una soltería que, por aquel entonces, supondría una derrota, sino que crea para su docta heroína un final feliz, en el que la joven no solo evita al pretendiente que su padre ha elegido para ella, sino que une su destino al del hombre que ama,

VALERIA: That's impossible; can I have Joy in a species so very different from my own? Oh my dear Lovely! We were only formed for one another; thy dear enquiring soul is more to me than ail these useless lumps of animated clay: Duty compels my hand, but heart is subject only to my mind, the strength of that they cannot conquer; no, with the resolution of the great unparallel'd Epictetus. I here protest my will shall never assent to any but to Lovely. (Centlivre, The Basset Table, 2009, 95)

Pese a que muchos pueden considerar este final anticlimático (en versiones modernas de la obra Valeria podría abandonar a todos sus pretendientes para, al fin, cumplir su sueño de abrir una escuela para niñas), Centlivre retrata a Valeria como ejemplo de las virtudes de la educación femenina, rechazando la idea de que esta educación pueda suponer la disrupción del orden doméstico, ya que las actividades científicas de Valeria no evitan que siga siendo obediente a su padre, fiel a su prometido y decidida a casarse y formar una familia, tal y como los cánones de la época marcan.

Aunque la obra nos presenta a tres mujeres cuyas aficiones las llevan a cruzar los límites impuestos por los roles de género de la época (Lady Reveller y Mrs Sago se adentran en el mundo del juego y Valeria en el de la ciencia), haciendo que el equilibrio de poder se resienta, sólo una de ellas saldrá victoriosa y recompensada de esta transgresión, como Pearson explica, “mientras Mrs Sago tendrá que abandonar sus escarceos y Lady

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Reveller el juego para ser buenas esposas, no se insiste en ningún momento en que Valeria abandone sus estudios” (Pearson, The Prostituted Muse, 1988, 214) 17.

Centlivre crea, pues, una nueva heroína, “una mujer independiente y culta, que se desmarca como una de las pocas criaturas racionales de toda la obra” (Centlivre, The Basset Table, 2009, 30),18 cuya transgresión de los roles de género establecidos se ve recompensada. Lejos de ser un personaje ridículo, “Valeria representa una imagen ciertamente positiva de la mujer docta, a través de la cual Centlivre consigue re-articular la incipiente tradición de ridiculizar a los personajes ilustrados”19. De hecho, la joven científica es uno de los personajes femeninos más transgresores de todos los creados por Centlivre: su pasión por la ciencia y el conocimiento, su defensa de la educación femenina y su discurso directo y honesto se unen para crear un personaje que claramente desafía las ideas prevalentes sobre los sexos en el siglo XVIII, cuestionando la filosofía y los dispositivos discursivos basados en la biología y los avances tecnológicos que identificaban al hombre con el raciocinio, la ciencia y la vida pública, relegando a la mujer al terreno de los sentimientos, la moral y la esfera doméstica.

El hecho de que Valeria dedique todos sus esfuerzos a la ciencia y la investigación supone la ruptura de la barrera que veta el acceso de la mujer al conocimiento y, por tanto, a las esferas de poder y creación de discursos de verdad. A pesar de que Valeria podría haber sido un retrato satírico de las bluestockings y de las mujeres doctas del siglo XVIII, su personaje, llevado en su pasión por la ciencia y la filosofía, expresa deseos y opiniones muy adelantados a

17 “while Mrs. Sago will have to give up adultery and Lady Reveller gambling in order to be good wives, there is no insistence that Valeria give up philosophy”. Traducción de la autora. 18 “the independent, learned female, who marks herself as one of the ‘rational creatures’ of the play”. Traducción de la autora. 19 “Valeria is a remarkably positive image of the female natural philosopher, through whom Centlivre reworked the developing stage tradition of mockery of the virtuosi” Traducción de la autora.

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su tiempo, articulando así un discurso proto-feminista de defensa de la educación de la mujer en un momento en que la instrucción femenina se encontraba en el centro de la discusión política y social.

A pesar de que muchos han interpretado el personaje de Valeria como una representación del rechazo que Centlivre sentía por estas bluestockings (mujeres doctas), parece bastante claro que la propia autora fue una mujer culta y bien educada, así como una apasionada defensora de la mejora de la educación femenina. Más que un personaje ridículo que cuestiona la figura de la mujer ilustrada, Valeria es “un retrato tierno y humorístico, más que uno satírico” (Pearson, The Prostituted Muse, 1988, 213),20 un reflejo de la experiencia personal de la propia autora, que tuvo que luchar contra el prejuicio de una sociedad que no permitía a la mujer acceso a la educación y la confir-mación de que, como Valeria misma dice, “the Resolution is in the Mind – Nothing can enslave that” (Centlivre, The Basset Table, 2009, 65).

20 “a sympathetic, humorous portrait rather than a satirical one”. Traducción de la autora.

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