revista destiempos n°45 raíces profundas que tocan la vida, la muerte, la infancia y la ausencia,...

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Revista destiempos N°45

Junio-Julio 2015 ISSN: 2007-7483 ©2015 Derechos Reservados

www.revistadestiempos.com

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UN CEREZO DE RAÍZ PROFUNDA, A PROPÓSITO DE AUNQUE CUBRAS MI CUERPO DE CEREZAS

Michelle Ruiz Valdez Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa

Existen diferentes variedades de cerezas, las que nacen de la tierra y las que nacen de la poesía. Gracia Iglesias, escritora madrileña nacida en 1977, inventa y ofrece un fruto propio: Aunque cubras mi cuerpo de cerezas. El libro contiene cincuenta y cuatro poemas en total, de los cuales treinta y cinco erigen un cuerpo (o la idea que la autora concibe de éste), y los diecinueve restantes son cerezas colocadas sobre él, como bien indica el título. Las cualidades del poemario son diversas, una de las más notables radica en las temáticas exploradas a partir de los contrastes. Iglesias proporciona algunos guiños de ello en las palabras liminares a la segunda edición, menciona: “mis versos se quedaron preñados de

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frutos rojos, dulces como pequeños pecados con su hueso de culpa en el centro; corazones de árbol, joyas fugaces de la naturaleza que simbolizan para mí el placer y la sensualidad, pero a la vez lo efímero, la fragilidad, la pérdida” (Iglesias, 3). Lo inscrito por la autora es apenas el inicio, pues los poemas poseen raíces profundas que tocan la vida, la muerte, la infancia y la ausencia, todas dentro del mismo plano: explorar la naturaleza de lo cotidiano.

LAS CEREZAS Las cerezas del poemario son estrofas de extensión breve que regularmente no exceden los cinco versos, sin embargo no es una regla, ya que se les puede encontrar de distintos tamaños y en contadas ocasiones por pares, todo depende de la temática colocada en ellas; se distinguen a los otros poemas del libro porque encima de cada una se encuentra dibujado un tallo que alude al fruto. Las cerezas tampoco sostienen un eje específico, por lo mismo ninguna desarrolla conexión con otra, todas funcionan como una sola unidad. En estas composiciones, la autora elige una acción cotidiana o una figura y la retrata con sencillez, para ello se apoya en los títulos, los cuales indican de manera directa la situación a tratar.

Un gato

Un gato hecho un ovillo

enciende a nuestros pies su pequeño motor

de confidencias (Iglesias 13)

PRIMERO, LA VOZ Aunque cubras... manifiesta una gran importancia hacia la construcción del sonido a través del ritmo interno de los versos y las voces líricas, en su mayoría femeninas. Ejemplo de cómo se maneja la armonía son los poemas “Éramos” y “Cómo no me escucháis voy a seguir gritando…”. En el primero el sujeto lírico recrea el ruido de la lluvia y la pena, y dota de sonoridad a las emociones por medio de lo enunciado: “sin más misterio / que el del oscuro ruido / de un adiós al caer” (Iglesias, 14). En el segundo poema, lo relevante es el estruendo, no es la lluvia sino la tormenta; la gradación

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ascendente es el recurso que da intensidad a los sucesos: “Sin lengua que interrumpa / la lucha del pulmón a todo trance / el estallido, el huracán, el trueno, / la avalancha.” (Iglesias 33).

Otra manera de encontrar un sonido más elaborado está en “(Kathreftis)”, donde la propuesta radica en introducir las letras del alfabeto griego como versos. Remitiendo al poema, éste es un “enjambre laborioso de palabras” (Iglesias 9), pues comienza con elementos caóticos y lúgubres, como los murciélagos o la noche, y conforme avanza también evoluciona la estridencia. “(Kathreftis)” sugiere su lectura a partir de la estructura externa, el poema simula un torbellino que desciende hasta quedar en silencio. De todas las composiciones líricas, es el único que pareciera estar pensado, sobre los otros, para ser entendido por medio de la lectura en voz alta.

DESPUÉS, EL TACTO, EL OLOR El tema erótico es propiamente un motivo dentro de Aunque cubras... Dicho efecto se consigue a través de evocar el sentido del tacto y el olfato; “Es demasiado tarde” da cuenta de ello: “Aún puedo oler a campo de batalla, / tu pelo y tus axilas, / el dorso de violín, / nuestro babel de bocas. / Te absorbo una vez más / y vuelves a crecerme / confinando el pudor entre la hiedra, / en forma de espiral.” (Iglesias 26). Como se puede apreciar, en las imágenes de “Es demasiado tarde” el tacto, la piel y los aromas fabrican el erotismo presente en ese poema y en otros como “A solas”, aunque esta segunda pieza enfatiza un acto sensual solitario:

A SOLAS en la humedad oscura todas vuestras caricias atormentan mis ingles y azoto una pared que me devuelve la carne que perdí en cada batalla. Ya sois arcilla en mí, ya sois el lirio seco de esta mano culpable. Crecéis, crezco en vosotros.

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Me derramo y no encuentro una sed suficiente para saciar la vida que me sobra. Dónde está la garganta capaz de sostenerme. Me penetra el vacío. Os busco, os busco a oscuras, os invento y os busco. Os busco sola. (Iglesias 17)

En el poema en cuestión, el sujeto lírico busca sentir y reconocerse usando el recuerdo y la memoria como puente. El erotismo también es complementado por las ilustraciones de Saray Pavón, quien crea imágenes que corresponden y relevan parte de la simbología que Iglesias plasma en su quehacer poético.

LUEGO, LA MUERTE Y EL AMOR En el poemario la muerte y el amor comunican ausencia y anhelo. “Y que todo es absurdo” retrata el acto de defunción de una voz femenina, el poema sostiene cierto corte existencial, donde la idea de la creación poética sirve como contrapeso de la muerte. La poesía es quien da vida a la voz principal y no a la inversa, así pues, se intercambian los valores respecto al proceso creativo: “Que estoy profunda-mente viva dentro de este ataúd, avispa/ prisionera pegada a un ventanal infranqueable, y escucho los/ herrajes que golpean la tapa de mis versos:/ rít-mi-co pal-pi-tar/ in-ter-mi-na-ble.”

La muerte y el amor no se mezclan en ninguna composición lírica, ambos temas se abordan de forma respec-tiva, la única similitud entre ellos quizá radica en la intención por desentrañar el origen de los sentimientos. Por el contrario, el amor y la ausencia son dupla constante, “Muk” refleja con claridad y belleza gran parte de la temática amorosa planteada en el libro:

Llegó como las cosas más sencillas, cuando la luz de octubre se estrellaba

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contra la tarde abierta. Traía los bolsillos desgarrados tan llenos de segundos y alrededor del cuello una gaviota que sostenía el aire. Me habló en todas las lenguas y yo le creí viento, semilla, fuego, agua, incluso hombre. Pero sólo era él, con su paso de sombra dulce como los hijos de la higuera. (Iglesias 40) La relación amor – distancia es identificable debido al

tiempo verbal, pues siempre se utiliza el pasado para aludir a la dicotomía. Así como en “Muk”, otras piezas rememoran al objeto del deseo, con la finalidad de recordar la pasión que ha quedado en el sujeto lírico; en apariencia no hay una intención reflexiva sólo un carácter nostálgico.

FINALMENTE, LA INOCENCIA Los contrastes de Aunque cubras mi cuerpo de cerezas están bien delimitados: por un lado, se encuentran temáticas densas, donde el mismo cromatismo de la imagen indica la oscuridad del verso, mientras que en otras, se juega con la luminosidad, la ternura y la inocencia de la infancia. “Valiente” invita a la sonrisa genuina y recuerda la osadía que hay en lo espontáneo:

Le daban miedo las pisadas las puertas entreabiertas las cortinas los pies de las esfinges la lengua de los gatos. Le asustaban la risa de los viejos y las fotos de niños con corbata los osos de peluche las gaviotas de cine de los años sesenta. Temía sobre todo ver llorar a su padre recorrer un pasillo cortarse con papel

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y morir cada noche. Pero era tan valiente que miraba a los ojos y derramaba el alma y decía te amo y era cierto. (Iglesias 11) Respecto a Aunque cubras... y la poesía de Gracia

Iglesias, Francisco Umbral dice: “Gracia Iglesias está en primera fila de estas poetisas jóvenes (curiosamente, abundan más las mujeres) que han tomado las ruinas numerosas y bizarras de alfa y omega, hasta llegar a la elegía sacratísima y perdurable de Claudio Rodríguez o el intelectualismo agresivo de José Ángel Valente.” (Iglesias, 4). Lo anterior pareciera un apunte demasiado generoso, hasta que el lector curioso se encuentra con la sorpresa de que existe cierta correspon-dencia en las imágenes de “El temblor” de Valente y “Éramos” de Iglesias, o descubre la similitud entre los elementos que crean el ritmo en los poemas de la autora madrileña y algunas construcciones en la sonoridad de los versos de Claudio Rodríguez; es entonces cuando las analogías hacen su parte y permiten reconocer a una escritora que ha meditado acerca de su ejercicio creativo.

Por tanto, el juego del cuerpo y las cerezas en la es-tructuración del poemario, el vínculo de la flora y la fauna con la naturaleza humana y el aprovechamiento de la voz lírica femenina configuran el estilo y la particularidad de Aunque cubras mi cuerpo de cerezas y terminan por perfilarlo como un texto de características sobresalientes, del cual seguirán naciendo nuevos frutos al leerlo.

BIBLIOGRAFÍA IGLESIAS LODARES, Gracia, Aunque cubras mi cuerpo de cerezas. Sevilla,

Asociación Di-Fusión-a2, 2014.