revista de la universidad de méxico no. 124 junio de 2014

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  • Jos Narro RoblesRector

    Ignacio SolaresDirector

    Mauricio Molina Editor

    Geney BeltrnSandra HeirasGuillermo VegaJefes de redaccin

    CONSEJO EDITORIALRoger BartraRosa BeltrnCarlos Fuentes Hernn Lara Zavalalvaro MatuteRuy Prez Tamayo

    NUEVA POCA NM. 124 JUNIO 2014

    EDICIN Y PRODUCCINCoordinacin general:Carmen Uriarte y Francisco NoriegaDiseo grfico: Rafael Olvera AlbaveraRedaccin: Edgar Esquivel, Rafael LunaCorreccin: Helena Daz Page y Ricardo MuozRelaciones pblicas: Silvia Mora

    Edicin y produccin: Anturios DigitalImpresin: EDAMSA Impresiones

    Portada: Vicente Rojo, busto de cartnde Marcel Duchamp

    Telfonos: 5550 5792 y 5550 5794Fax: 5550 5800 ext. 119Suscripciones: 5550 5801 ext. 216Correo electrnico: [email protected] www.revistadelauniversidad.unam.mxRo Magdalena 100, La Otra Banda, lvaro Obregn,01030, Mxico, D.F.

    La responsabilidad de los artculos publicados en laREVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICO recae, de ma -nera exclusiva, en sus autores, y su contenido no re -fleja necesariamente el criterio de la institucin; no sedevolvern originales no solicitados ni se entablarco rrespondencia al respecto. Certificado de licitud det tulo nm. 2801 y certificado de licitud de contenidonm. 1797. La REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MXICOes nombre registrado en la Direccin General de De -rechos de Autor con el nmero de reserva 112-86.

    UniversidaddeMexicoREVISTA DE LAUniversidad Nacional Autnoma de Mxico

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    EDITORIAL

    VIVIR SIN LBeatriz Espejo

    ENTREVISTA CON JOS LUIS MARTNEZ (1988). PROTAGONISTA DE LA CRTICA LITERARIAEmmanuel Carballo

    ARENAS EN CUBA Y FUERA DE CUBAEmmanuel Carballo

    EMMANUEL CARBALLO EN LOS SESENTA. ENTRETELASFelipe Garrido

    EMMANUEL CARBALLO. NUESTRO LTIMO GRAN CRTICOHernn Lara Zavala

    EMMANUEL CARBALLO Y MARTN LUIS GUZMNIgnacio Solares

    EMMANUEL CARBALLO. EL MAL NECESARIOGuillermo Vega Zaragoza

    ENTREVISTA CON EMMANUEL CARBALLO. TENEMOS UN MINUTO DE GLORIASilvina Espinosa de los Monteros

    CONVERSACIN CON VICENTE ROJO. LAS BSQUEDAS PARALELASHelena Dunsmoor

    REPORTAJE GRFICOOctavio Paz. Vicente Rojo. Discos visuales

    POEMASJos Ramn Enrquez

    JOS RAMN ENRQUEZ. UN RITUAL PARA TELMACOMara Teresa Gonzlez de Garay

    LOS AOS CON FEDORMargarita Pea

    EL OLIVO, EL POLVOFederico Campbell

    PENSAR EN ESPAOLJaime Labastida

    OCTAVIO PAZ. RETRATO DE UN POETA EN UNA PLACITA Y EN EL MUNDOJos de la Colina

    LA LEALTAD, LA DOBLEZ, LA PALABRAAdolfo Gilly

    RESEAS Y NOTAS

    LUCES Y SOMBRAS DEL CINE MEXICANOJos Woldenberg

    LO QUE NOS UNERosa Beltrn

    EL PADRE ES UNA BESTIA ENFERMAGeney Beltrn Flix

    LA CONVERSIN DE JACOBO ZABLUDOVSKYVicente Leero

    PRIMITIVO?Hugo Hiriart

    LOUIS MALLE Y JEANNE MOREAU EN LA MIRADA DE OCTAVIO PAZAdolfo Castan

    LOS MITOS Y SEAMUS HEANEYDavid Huerta

    INMERSIN EN LA SOMBRAMauricio Molina

    URGE: RAMON FERNANDEZ EN ESPAOLChristopher Domnguez Michael

    CHICO BUARQUE, 70 AOSPablo Espinosa

    JOS DE LA COLINA: JUEGO Y LIBERTADEdgar Esquivel

    FICCIN SENSORIALJos Gordon

  • EDITORIAL | 3

    Un siglo tan brillante para la literatura mexicana como lofue el XX no podra haberse registrado sin el trabajo, a menudo incmodo y polmico, de los portavoces de la cr-

    tica. En este panorama destaca de manera central el nombre de Emmanuel Carballo, quien naci en Guadalajara

    el 2 de julio de 1929 y falleci el pasado 20 de abril en la Ciudad de Mxico.

    Emmanuel, as a secas para quienes participamos mes con mes en la preparacin de esta Revista, fue una pre-

    sencia cercana y una voz viva en nuestras pginas pues nos vino confiando a lo largo de los ltimos aos sus escri-

    tos: revisiones, relecturas, acercamientos a diferentes aristas del espacio literario mexicano, sobre todo el de las

    dcadas de los aos cincuenta y sesenta. Poco antes de su lamentable partida nos envi un escrito de extraordina-

    rio inters: en l recuenta su relacin con el escritor cubano Reinaldo Arenas, el autor de El mundo alucinante. Por

    supuesto, incluimos este texto en el expediente que hemos reunido como homenaje a los trabajos y das de esta

    figura mayor de la crtica y la historia literaria.

    El entrevistador incisivo y erudito comparece en una conversacin con el estudioso, investigador y crtico al

    que consideraba su maestro: Jos Luis Martnez. En un ejercicio de reflexin en torno de su propia trayectoria, el

    entrevistador tambin est aqu como entrevistado: as ocurre en el dilogo que el autor de Ya nada es igual sostuvo

    con Silvina Espinosa de los Monteros. La esposa del crtico, la escritora Beatriz Espejo, recapitula con emotividad

    la odisea entraable de una vida en pareja. Colegas y amigos recuerdan y glosan las virtudes del francotirador que

    as como esgrima con dureza argumentos adversos ante la obra de muchos autores tambin supo advertir desde

    temprano el talento monumental de Juan Rulfo y Juan Jos Arreola: he aqu las aportaciones de Felipe Garrido,

    Hernn Lara Zavala, Ignacio Solares y Guillermo Vega Zaragoza.

    El periodismo y la literatura convivieron en el temperamento creativo de Federico Campbell, el autor de Pre-

    texta que registr los entrecruzamientos obsesivos del poder y la memoria. A partir de su fallecimiento el 15 de fe -

    brero pasado, la Ciudad de Mxico perdi a su tijuanense ms risueo y amable. Lo recordamos con el rescate de

    un relato suyo, y un texto memorioso de quien fue su primera esposa, la catedrtica y estudiosa Margarita Pea.

    Cercano a cumplir las siete dcadas de vida, Jos Ramn Enrquez, amante del teatro en sus mltiples vitrinas, ya

    sea en la dramaturgia, la direccin de escena o la crtica, entrega a estas pginas un poema de lo ms reciente de su

    produccin lrica. Mara Teresa Gonzlez de Garay, por su parte, analiza con las armas de la exgesis el tratamiento

    de la figura mitolgica de Telmaco, el hijo de Ulises, en Ritual de esto, la primera obra dramtica de Enrquez.

    La misma veta elusiva y apasionante de los vnculos entre los mitos y la poesa es revisada por David Huerta, en

    este caso a travs de una indagacin en la obra del escritor irlands Seamus Heaney, Premio Nobel de Literatura

    1995. Jos de la Colina, reciente recipiendario del Premio Xavier Villaurrutia por su libro De libertades fantasmas,

    hurga en la infancia de Octavio Paz en el pueblo de Mixcoac mediante el asedio ensaystico a una fotografa. Adolfo

    Castan tambin revisita los caminos del autor de Libertad bajo palabra, en una faceta poco divulgada: su escritura

    sobre cine. El poeta y filsofo Jaime Labastida hace un recorrido por el corpus filosfico escrito en espaol y Adolfo

    Gilly, por su parte, confronta la lealtad y la traicin en torno a las figuras de Felipe ngeles y Victoriano Huerta.

    La imaginacin visual de Vicente Rojo, uno de los artistas plsticos que desde el Medio Siglo ms ha aportado

    a la cultura mexicana, se halla presente en nuestro reportaje grfico.

  • ELCRTICO DEUNA POCA | 5

    Emmanuel Carballo

    El crtico deuna pocaAs, como el crtico literario de toda una poca ha quedado gra-

    bado el nombre de Emmanuel Carballo en los anales de la cul-

    tura mexicana. Para recordar a quien fue un colaborador siem-

    pre bienvenido en las pginas de esta Revista, hemos reunidouna serie de textos que sealan las estaciones de una trayecto-

    ria de escritura ambiciosa, inquisitiva y exigente.

    Dos aportaciones del propio Carballo ratifican sus no esca-

    sas virtudes de entrevistador y memorialista. Por un lado, in -

    cluimos en este expediente el ltimo texto que, pocos das antes

    de su fallecimiento, nos hiciera llegar: el relato de sus vnculos

    como editor con Reinaldo Arenas. Por otra parte, tenemos la con -

    versacin inteligente y amena, como es la norma en su famosa

    recopilacin de Protagonistas de la literatura mexicana queCarballo sostuvo con Jos Luis Martnez.

    La escritora Beatriz Espejo traza el retrato de su esposo no

    como hombre de letras sino el hombre de las pasiones com-

    partidas a lo largo de su travesa vital. Silvina Espinosa de los

    Mon teros ha recuperado un interesantsimo dilogo con Car-

    ballo. Felipe Garrido, Hernn Lara Zavala, Ignacio Solares y

    Guillermo Vega Zaragoza entregan sus lecturas y recuerdos

    del amigo y cmplice de aventuras literarias.

  • Lo he contado otras veces, pero cmo no recordar nues -tro primer encuentro? Parada en el estacionamiento de laUniversidad lo vi venir. Alto, delgado, cabello ala decuervo, corbata de moo, un optimismo exuberante querevelaban sus ademanes decididos y una confianza im -pertinente notable en el brillo agudo de sus ojos, en superfil bien dibujado, en su boca de labios carnosos conun lunarcito debajo. Acababa de ofrecer una conferen-cia, lo cual se convertira hasta su final, junto con susartculos, en parte de sus actividades constantes. Salaescoltado por una cauda de jovencitas festivas, manojode flores que seguan aplaudindolo; a su lado iba lamaestra ms prestigiada de la Facultad de Filosofa yLetras, por lo menos debido a sus actividades adminis-trativas, Mara del Carmen Milln. Emmanuel me des -cubri a la distancia esperando el coche que mandabande mi casa para buscarme y como rayo se acerc mos-trndose hechizado. Me pregunt por qu no haba idoa escucharlo, hacindome sentir una falta imperdona-ble. Dijo quin era, habl de sus colaboraciones, sac arelucir Mxico en la Cultura, La Gaceta y sus progra-mas de radio y televisin, rganos de publicidad delFon do de Cultura Econmica, La Gaceta Culturaldel Aire, XEQ y XEX, e Invitacin a la Cultura del canal 5.Al menos en ambientes instruidos, todo el mundo losco mentaba. Haca entrevistas, prlogos, criticaba li -bros, levantaba polmicas y conversaba frecuentemen-te con Pita Amor; ojos redondos para mirar al mundoy boca feroz para comerse a sus amantes y los suspicacesno distinguan entre el lobo y la Caperucita.

    En mi casa reciban dos peridicos que seoreabanel panorama informativo de entonces, Exclsior y Nove -dades, en cuyo suplemento Emmanuel era colaboradorestrella. Lo o con inters por su discurso, con asombropor su seguridad personal. Lo vi con encantamiento porsu guapura; sin embargo, adopt displicencia asegu-rndole que no lo conoca y complet la faena desde elvidrio trasero del automvil dicindole adis con los de -dos de la mano. A la maana siguiente me llam. Sali-mos dos o tres veces, siempre escapndome de clases alas cinco de la tarde. Oamos jazz en el nico lugar queabra temprano y llenaba su local con Tino Contrerasque fomentaba a sus seguidores o nos ponamos ro -mnticos escuchando (ahora s que era premonitorio)

    la voz de Rebeca cantando pausadamente, temor deser feliz... a tu lado. Miedo... de acostumbrarme a tuquerer.... Juntos intentamos conocer sin xito a Ma -ra Enriqueta y llegamos hasta su casa de la colonia San -ta Mara, cer ca del Quiosco Morisco, donde la se cues -traban unos sir vientes que heredaran a la viejita.

    Sin embargo, las escapadas duraron solo tres sema-nas. Cuando le entregaba un trabajo escolar, la mismamaestra Milln me enter de que Emmanuel estaba ca -sado y tena hijos. Algo que jams se me hubiera ocu-rrido. Incompatible con mi catolicismo juvenil y miscircunstancias familiares. Desilusionada, no volv a con -testar sus llamadas. Halagada, recuerdo el texto de un te -legrama que mand a Ciudad Victoria, donde me refu-gi en una fbrica textil de la cual pap era socio. Deca:Mi amor crece con su ausencia, ms literario que realpero sugestivo no obstante el solemne usted segn lasformalidades del trato acostumbrado. Nunca lo tuveen mis manos y solo supe de su contenido porque mipadre lo interfiri iracundo de que un hombre com-prometido enamorara a una muchacha de 17 aos. Ypara que la sangre no llegara al ro jur solemnementeque mi honor segua inclume y que las virginales rela-ciones estaban rotas.

    Poco despus, Juan Jos Arreola sac La otra herma -na, el primer nmero de sus Cuadernos del Unicornio.Se trataba de mis primeras prosas medio publicables?Emmanuel escribi una resea lcida en la que dejabatraslucir cierto anlisis psicoanaltico. Ahora veo que eneste segundo aspecto no tena mucha tela de donde cor -tar porque el escaso tiempo que salimos no alcanz pa -ra conocernos bien. De nuevo caus la indignacin demi familia y a pesar de ello me invit a un programa ra -diofnico. Algo indito y emocionante. Juan Jos se unial grupo de los indignados y decidi acompaarme co moun San Jorge dispuesto a defenderme del dragn; peroel dragn result muy amable, le hizo publicidad al cua -dernillo, a las colecciones incipientes y disfrut el trance,igual que antes y despus otros autores jvenes, de con-testar sus preguntas reflexionando sobre la propia obra.

    Por entonces haba hecho ya su revista Ariel en Gua -dalajara y organizado la primera exposicin de escultu-ra abstracta en el pas, por la cual lo acusaron a l y a susamigos Carlos Valds y Ernesto Flores de ser agentes de

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    Vivir sin lBeatriz Espejo

  • la CIA, antipatriotas, enemigos de la Escuela Mexicanaque marcaba, segn David Alfaro Siqueiros, una solaruta, y con tanto tesn y tantos frutos fincaron otrosartistas de mucha monta. Emmanuel haba tambin re -cibido algunos reconocimientos y demostrado que eraun apasionado de su oficio, que adoraba la literaturaquiz ms que a los seres humanos y que tambin erabueno como l solo para resistir golpes y lisonjas sin quese le moviera un pelo. Trabajaba bajo la direccin de Fer -nando Bentez y desde su columna El libro de la semanase mantena al tanto de lo ms reciente que sacabandiferentes editoriales nacionales y extranjeras. Redacta -ba artculos fulminantes y extenda cartas de nacimientoo defuncin. Descubri autores noveles, redescubri aotros que haban sido olvidados. Gan enemigos y ad -miradores y empez a tener prestigio por sus opinionessustentadas en la honradez que no mira conveniencias.Sostuvo siempre esa lealtad consigo mismo y con los de -ms y lo demostr en todas sus actividades e incluso co -mo jurado de premios literarios o simplemente comolector atento y sensible. Algunos escritores, me viene alpensamiento el nombre de Vctor Hugo Rascn Ban -da, dijeron que se les doblaban las piernas cuando le en -tregaban sus trabajos. Le tenan respeto y esperaban suveredicto entre temerosos y esperanzados. Ogro inco-rruptible comprometido con sus ideas, sostuvo de pa -labra y por escrito que su mam lo ense a equivocar-se solo y as le dedic una antologa importante sobrecuento y decidi que sus cenizas se cobijaran bajo latumba familiar en su amada Guadalajara donde le rin-dieron homenaje luctuoso digno de un jefe de Estadobajo el Paraninfo de la Universidad alabado cada que sepresentaba la ocasin.

    No en vano alguno de sus escritos se llaman Notas deun francotirador. Debera incluir muchas otras no re -copiladas. E incluso creo que a los siguientes tomos detintes autobiogrficos, Diario pblico 1966-1968 y P -rrafos para un libro que no publicar nunca, les habraacomodado el ttulo porque justific su postura inte-lectual afirmando que el crtico es una figura incmodapero necesaria.

    Por el tiempo a que me refer antes, Emmanuel ejer -citaba ya sus verdaderas dotes inquisitivas en una seriede conversaciones que integraron Protagonistas de la li -teratura mexicana. Se sirvi del ensayo, la crnica, laerudicin, la sagacidad. Invent as un gnero de en -trevista-ensayo para trazar lneas, fijar relaciones y ahon -dar en figuras que entonces empezaban a ser y hoy sonhonra y gloria de nuestras letras elevadas al Olimpo delos clsicos. Empez por integrantes del Ateneo de laJuventud: Martn Luis Guzmn, Julio Torri, AlfonsoReyes, Genaro Fernndez Mac Gregor, Jos Vasconce-los (quiz la mejor pieza de la serie). Sigui con Con-temporneos: Salvador Novo, Carlos Pellicer, Jaime To -

    rres Bodet, Jos Gorostiza. Los colonialistas: Artemiode Valle Arizpe, Julio Jimnez Rueda. Los integrantes dela gesta revolucionaria: Rafael F. Muoz, Agustn Y -ez, Mauricio Magdaleno, Nellie Campobello, RamnRubn. Remat con jvenes que cimentaban su reputa-cin: Juan Rulfo, Juan Jos Arreola, Rosario Castella -nos, Carlos Fuentes. Presenci el intercambio de cartasque cruzaron Elena Garro y l y la omisin de prrafossangrientos contra Octavio Paz que crey pertinenteguardar en sus cajones. Desde luego Paz nunca se ente-r. De haberlo sabido quiz no le habra espetado, desdela puerta de una recepcin por algn aniversario de larevista Vuelta: Te veo muy garrista. A lo cual Emma-nuel repuso: No soy garrista ni pacista. Soy amante dela buena literatura. Por eso mismo la ltima edicinde Protagonistas incluye una entrevista con Octavio.

    Me toc presenciar la segunda parte de uno de susdilogos ms chispeantes. Carlos Pellicer nos invit amerendar chocolate en jcara ahumada y tamales de pe -jelagarto en una noche cargada de emociones. Presen-ta su muerte y se despeda de los volcanes del Valle y delos amigos que estimaba. Me toc dejar a Emmanuel,grabadora en mano, en Avenida Cuauhtmoc a las puer -

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    Emmanuel Carballo y Beatriz Espejo

    Vernica R

    osales

  • tas de la casa modesta habitada por Mauricio Magdalenomoribundo y lleno de rencores. De vez en cuando inte-rrumpa la conversacin, olvidaba al entrevistador e in -crepaba a Yez retndolo cuando se encontraran en elotro mundo (fueron, como se sabe, secretario y subsecre -tario de Educacin Pblica durante el gobierno de DazOrdaz). Resulta muy impresionante que a la hora de ren -dir el alma algunos personajes todava guarden agravios,porque segn yo ante la muerte nada de be importar.

    Protagonistas de la literatura mexicana es una obramaestra en su tipo, un compendio imprescindible paralos investigadores y para cualquiera interesado en sabercmo se gestaron algunas memorias, novelas, cuentos ypoemas esplndidos. Emmanuel lo escribi gracias a sucultura, a sus investigaciones infaltables y a cualidadespoco comunes que le permitieron valorar la trayectoriade cada entrevistado. Gracias tambin a su sensibilidadartstica, pod, sin quitarle fluidez, de polvo y paja lalengua oral y dej las respuestas ms sabias e in -teresantes. Siempre con esa prosa suya contundente, hizogala de la malicia que le revoloteaba en la mirada y con-dujo a sus interlocutores hacia puntos lgidos que nin-guno dej de aclararle. Esto explica las aportaciones ypistas que aprovechan estudiosos de diferentes pases,quienes a veces lo citan y otras simplemente se lo fusi-lan en ensayos y tesis de grado. Y hasta dio ttulo a unprograma deportivo, Los protagonistas, de Jos RamnFernndez. Este libro conjuga varias caractersticas quedefinen a Emmanuel como escritor, un olfato muy finopara descubrir el talento, una informacin imprescin-dible sobre las distintas dcadas que analiza y un agudosentido del humor. En una portada memorable RafaelLpez Castro sintetiz su personalidad con un guantede box y una pluma Montblanc.

    Supo pronto que pertenecemos a un pas con grancapacidad de olvido. Dej la resea (que en su expe-riencia le acarreaba enemigos cada semana) y adopt lahistoria y las antologas literarias. De su enorme biblio-grafa, traigamos a cuento dos libros: Historia de las le trasmexicanas en el siglo XIX y otro de gran actualidad, Qupas es este? Los gringos y los Estados Unidos vistos por es -critores mexicanos de los siglos XIX y XX. Una cuestin deafinidades y profundas simpatas explica su admiracinpor Jos Vasconcelos, nuestro memorialista por exce -lencia, que encabeza la lista de sus autores preferidos.Supongo que de alguna manera le inspir la novsimaidea de sacar en Empresas Editoriales autobiografasprecoces de muchachos en quienes detectaba un futuroprometedor. Abri la serie Gustavo Sainz y siguieronJuan Garca Ponce, Salvador Elizondo, Toms Moja-rro, Vicente Leero que ha llamado a Emmanuel unrompemadres porque menospreci Los albailes. Si -guieron tambin Jos Agustn, Marco Antonio Montesde Oca, Ral Navarrete, Sergio Pitol y Juan Vicente Me -lo. Se prometan otros textos, entre ellos uno de JosEmilio Pacheco y otro de Jos de la Colina que nuncaaparecieron y uno ms de Parmnides Garca Saldaa,con prrafos notables y demasiadas incongruencias. Sepublicaban sesenta y tantas pginas prologadas siem-pre por el mismo Emmanuel. Al revisar la serie encon-tr una dedicatoria curiosa. Demuestra las volteretasque da la gente y la traigo aqu porque todo es materiade papel y tinta. Dice: Para el verdadero HenrquezUrea de cuando menos tres generaciones. Tres de lite-rarios, una fallida muestra de verismo, este show inso-portable de candor. Con odio porque me ha obligado aescribir. Con gratitud navidea. Con afecto para elresto del ao. Carlos Monsivis. Imagino que le dur

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    Con Beatriz Espejo

  • el afecto el resto del ao y luego se le acab misteriosa-mente. Porque Emmanuel ya no era uno de los caposde la mafia literaria? Porque su nombre dej de estar,donde estuvo aos, en la enorme marquesina de las pr -golas de la Alameda hoy desaparecidas? Porque Carlosya no necesitaba vejigas para nadar? Recreo el asuntocon mi desenfado entre veracruzano y yucateco, ya queCarlos y yo fuimos compaeros universitarios y eso meobliga a la benevolencia. Adems l, inteligente y em -peoso, lo mismo que Pacheco, llev a buen puerto einici su fama gracias a unas antologas de poesa en lossiglos XIX y XX, publicadas tambin por Empresas Edi-toriales. Emmanuel se las propuso y l mismo escribila del cuento. Y yo ni siquiera empec la de la prosa bre -ve que me pidi. Estaba demasiado metida en mis pro-blemas existenciales; pero todava no termino de arre-pentirme por haber perdido una oportunidad de las queno vuelven a presentarse.

    Las autobiografas precoces duraron 36 meses. En1968 subieron a la palestra unas hermanas mayores quecasi nadie recuerda. David Alfaro Siqueiros, Marte R.Gmez, Ermilo Abreu, Jess Silva Herzog, Vicente Lom - bardo Toledano, Alfonso Caso, Luis Garrido y FranciscoL. Urquizo dejaron, como generales que fueron, cartasabiertas para los soldados todava desconocidos de la pin - tura, la agronoma, la arqueologa, la milicia, el socialismo.

    En Mxico las polticas y conveniencias literarias soncomo las olas del mar, avanzan y retroceden; sin em -bargo, nadie dudara de que Emmanuel, nada envidiosodel bien ajeno y contento dentro de su cuerpo, estimu-laba vocaciones. Detectaba el talento y lo encauzabacuanto poda incluso en la Editorial Digenes, dondegast la herencia que le dej su madre. Redescubri aviejos casi olvidados, valor a eminencias de su genera-cin, entendi a los llamados onderos, se deslumbr conGabriel Garca Mrquez y Julio Cortzar antes de serentronizados a nivel mundial. Entendi que La treguade Mario Benedetti era una novela notable (de la cualse han vendido millones de ejemplares) y apoy a una se -rie de escritores cubanos de cuyos mritos ya nadie duda,como Reinaldo Arenas. Nos llevara buen rato enumerarlas escaleras que Emmanuel Carballo tendi o ayud atender para que otros las transitaran, desde mltiplesrevistas, suplementos, editoriales; desde sus ctedras uni -versitarias y clases en la Sogem, desde incontables foros.Casi nunca se neg a presentar libros de autores por losque apostaba o a sealarles virtudes y defectos.

    Aunque hizo cuentos y poemas rotundos, algo mi -sginos, muy interesantes y originales, su trayectoria lollev a la autobiografa con ttulo desencantado:Ya na -da es igual. Abord su infancia, adolescencia y primerajuventud en una Guadalajara reconstruida con esas pin -celadas sensibles que la madurez siente por las etapasjuveniles. Rescat en uno de los pasajes de mayor nfa-

    sis la imagen de su padre casi borrada como fotografadesdibujndose bajo el sol, reconstruy su cordn um -bilical, pasiones deportivas, noviazgos, amistades, va -caciones en Los Reyes, Michoacn, la silueta sobria dela casa del puente, su casa. Y termin el 13 de septiem-bre de 1953, recin casado, cuando abord el tren rum -bo a Mxico para presentarse al Centro Mexicano deEscritores: comparta el honor con Rulfo, Arreola, Cas -tellanos, Luisa Josefina Hernndez, Al Chumacero. Ca -da sesin debi de ser una gloria.

    En Ya nada es igual habl de un catolicismo incul-cado por los jesuitas, abandonado con escasos aspa-vientos. Al que debi ms experiencias auditivas, olfa-tivas y visuales que hondas revelaciones matafsicas. Losoros de custodias y retablos, la msica de los rganos,el tintn de las campanillas y el olor de los incensariosen el supremo instante de la consagracin lo llevaron aregiones de bienaventuranza que evoca nostlgico por-que las gozaba sin poner los puntos sobre las es o, a lomejor, no obstante su extrema inocencia, ya los pona.A propsito de su religin apunt: Si el infierno mepareca injusto y excesivo, si el purgatorio innecesario,al cielo lo consideraba una recompensa al que los hom-bres justos no podan aspirar con dignidad. Dios existepara todos y no solo para unos cuantos seres privilegia-dos. Por solidaridad y por conciencia de especie, elhombre debera revelarse contra la recompensa y tam-bin contra los intermediarios que en vez de aproxi-marlo a Dios lo alejan de los hombres. Este prrafotomado al azar retrata al contestatario, al inconforme,al que no se chupa el dedo, al ser humano preocupadopor los dems y dispuesto a pagar los precios que le im -ponen sus decisiones.

    Por ltimo, necesito confesar lo complicado y do -loroso que me resulta enjuiciar a una persona tan cer-cana, ligada a mi corazn desde que advert que existanlos conquistadores en el mundo, con la que acabaraca sada despus de algunas mutuas vicisitudes. Ratifica-mos nuestros votos en India frente al dulce embajadorJulio Faesler. Un cuento mo intenta retratar su vitali-dad imparable; se titula Los delfinios blancos, hablade un l y una ella que se encuentran y se proponen lafelicidad. Por supuesto, dej el final abierto... Como esfcil imaginar, tuvimos de todo. La mayor parte fuerontiempos aventureros y gloriosos premiados por un hijoextraordinario. Vivimos hombro con hombro casi 40aos. Disfrut su irona, sus frases ingeniosas, sus gus-tos, su ternura, su bonhoma disfrazada de malignidad,las opiniones de las pelculas que veamos juntos cadamircoles, su sombra protectora y hasta su genio explo-sivo. Disfrut su amor. Hoy me llena de tristeza la rea-lidad de vivir sin l, no escuchar sus pasos de giganterecorriendo el pasillo ni verlo sentado a la mesa espe-rando su platillo favorito.

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    A principios de los aos cincuenta era frecuente escu-char entre los escritores jvenes que Jos Luis Martnezestaba a punto de graduarse de Alfonso Reyes, en esemomento el pontfice de las letras patrias. Adems delreconocimiento del papel que don Alfonso cumplaentre nosotros, esta suposicin no era del todo inexacta.En lo fundamental, sin embargo, Reyes y Martnez noson miembros de la misma familia. Don Alfonso fueun escritor portentoso, innovador; Jos Luis ha sido uninvestigador admirable y admirado. Si estas son las di -ferencias, las simpatas entre ambos revelan cualidadesdel maestro puestas en prctica por el discpulo. Citoalgunas: el amor a las letras entendidas como una ocu-pacin fatal y desinteresada. El apego a nuestra tradi-cin y el apego asimismo a las grandes tradiciones uni-versales. El amor al trabajo intelectual, visto como unoficio culto sujeto a reglas. En otras palabras, Reyesense a Martnez a dejar de lado cualquier provincia-nismo, a entender correctamente la idea de pas y asentirse dichoso de que su vocacin ms esmerada fue -ra la universalidad.

    Sin que se haya propuesto como meta, Jos Luis havenido cumpliendo su carrera literaria de modo parale-lo a como lleg a la suya el polgrafo jalisciense JosMa ra Vigil, nacido en 1829 y muerto en 1909, a los80 aos. La poesa, para ambos, fue flor de juventud,como deca Carlos Gonzlez Pea al referirse a la obrade Vigil. Vigil y Martnez compusieron, en su primerajuventud, sendas antologas de letras mexicanas. DonJos Mara de los siglos XVI al XIX y Jos Luis de las mo -

    dernas, es decir, un poco mayores que l y de su propiaedad. Otra coincidencia: en 1874 Vigil dio a conocersu Nezahualcyotl, el rey poeta; en 1972 Martnez pu -blic Nezahualcyotl. Vida y obra, que rene los textosdel monarca de Texcoco tanto en verso como en prosa.Otra aproximacin entre ambos: en 1872 Vigil insertaen El Eco de Ambos Mundos Algunas observacionessobre la literatura nacional, que ampla y perfeccionaen 1876. Se trata de uno de los primeros textos tericosque fija el carcter de nuestras letras. En 1948 Mart-nez se atreve a poner al alcance de los estudiosos, tantoamigos como enemigos, Situacin de la literatura mexi -cana contempornea, panorama justo y explosivo. Unaltima correspondencia: Vigil ingres a la Academia dela Lengua el 29 de mayo de 1881 y fue el primer ocu-pante de la silla nmero quince. De 1894 a 1909, aode su fallecimiento, fue director de la Academia, en lacual figur tambin como bibliotecario; Martnez en -tr a la Academia en 1958 y desde 1960 es propietariode la silla nmero tres, que inaugurara Joaqun GarcaIcazbalceta. El ao de 1980 los acadmicos lo nombra-ron director de este cuerpo que vigila la salud de nues-tras letras. Jos Mara Vigil y Jos Luis Martnez sonescritores de la misma familia. Rodeados de libros porlos cuatro puntos cardinales. Don Jos Mara dedicsus laboriosos 80 aos a la apreciacin lcida de textosescritos en dos lenguas, la espaola y la mexicana. JosLuis ha consagrado 70 esforzados aos en llevar a laprc tica las ideas que sobre la crtica y la historia litera-ria tena Ignacio Manuel Altamirano. Esto no quiere

    Entrevista con Jos Luis Martnez (1988)

    Protagonistade la crticaliteraria

    Emmanuel Carballo

  • decir, por supuesto, que lo repita, sino que adapta susproposiciones a los nuevos tiempos que ahora vivimos.

    El Jos Luis Martnez que ms admiro, que leo yreleo es aquel que desde los aos cuarenta ha venidolevantando una obra maciza y necesaria, de la cual des-taco, en calidad de ejemplo, sus libros Literatura mexi-cana, siglo veinte, publicado en 49-50; La emancipa-cin literaria de Mxico, 1955 (un ao clave en la vidaliteraria de Martnez); Problemas literarios, de 1955, Laexpresin nacional. Letras mexicanas del siglo XIX, tam-bin de 1955. Sus prlogos admirables a cuatro tomosde las Obras completas de Justo Sierra; los prlogos jus-tos y novedosos a La literatura nacional de Ignacio Ma -nuel Altamirano y a la Obra de Ramn Lpez Velarde.Incluira tambin en esta lista, y como ejemplo, Mxicoen busca de su expresin: panorama de nuestras letrasque recoge Daniel Coso Villegas en su Historia generalde Mxico, textos hechos con ciencia y paciencia. Fru-tos de una investigacin y de un anlisis largo y juiciosohan llegado y, muchos de ellos, sobrepasado la mayorade edad y no resienten el paso del tiempo. El lector loslee, los consulta, les exige datos y juicios y los libros no sedan por vencidos. Cumplen una vez ms la finalidad parala cual fueron hechos: servir. Este es a grandes rasgos elJos Luis Martnez historiador y crtico literario, uno delos ms eficaces y significativos de los analistas mexica-nos de nuestro tiempo: Jos Luis Martnez, mi maestro.

    Si examinamos la generacin a la que pertenece JosLuis hay que referirse primero a su promocin (el gru -po ms pequeo), en el cual figura en primer trmino

    Al Chumacero, ese heredotapato nacido en Nayarit,Leopoldo Zea y Jorge Gonzlez Durn, jalisciense comoMartnez. La generacin de Jos Luis, despus del Ate-neo de la Juventud y Contemporneos, es la ms rica,trascendente y la que domina actualmente el panora-ma literario nacional. En ella figura Octavio Paz, el poe -ta vivo ms importante de Mxico.

    Al hablar de Jos Luis es necesario referirse a la pro -sa del siglo XX. Tres de los grandes narradores mexica-nos de ese siglo son amigos y miembros de su genera-cin: Jos Revueltas, Juan Jos Arreola y Juan Rulfo.Tam bin en esa generacin figura otro amigo suyo: Fran -cisco Pelez, conocido en las letras con el seudnimo deFrancisco Tario. Entre los crticos literarios brilla conluz propia el propio Martnez, el mejor y ms trascen-dente de su momento (los aos cuarenta y cincuenta) yuno de los maestros de la crtica que hoy se ejerce en elpas. Entre los dramaturgos figura Rafael Solana y entrelos pintores Juan Soriano y Ricardo Martnez. Esta essu generacin y con ella da sus primeros pasos. Prontoel grupo de Tierra Nueva y el de Taller se unen y se lesconoce como la generacin de Taller, la revista de Oc -tavio Paz.

    Mi primera pregunta es esta, cmo ves a cuaren-ta y tantos aos de distancia la generacin que comien-za a publicar sus textos en la revista Tierra Nueva?

    En los cuarenta bamos a la Facultad de Filosofala mayor parte del grupo, aunque, claro, no los pinto-res. Y all comenz a gestarse la idea de escribir y haceruna revista. Creo que el de la idea fue Jorge Gonzlez

    PROTAGONISTADE LACRTICA LITERARIA | 11

    Jos Luis Martnez

  • Durn y entonces, en aquella Universidad Nacional deMxico, pequea y fcil, casi todo era realizable sin nin -gn problema. Fuimos a platicar con el secretario ge -neral, le dijimos qu queramos y nos dijo: Vayan a veral director de la Imprenta Universitaria: dganle que leshaga la revista. Nos entrevistamos con Francisco Mon -terde, l estuvo de acuerdo y nos pidi que llevramosnuestros textos. As comenzamos. No nos restringimosfelizmente a llevarle solo las cuartillas sino que quisi-mos aprender a hacer la revista, y nos dedicamos sobretodo Al Chumacero y yo a aprender el arte tipogrficoen todos sus pasos. Empezamos por los linotipistas, losformadores, los prensistas, los correctores, y tambinfuimos aprendiendo poco a poco los nombres de cadacosa. Nos hicimos muy amigos de Julio Prieto que erael diseador de la pequea Imprenta Universitaria, deAntonio Acevedo Escobedo, que era el corrector y de donAlfredo Maillefert. Como pasos previos acudimos a vera don Alfonso Reyes, que era en ese momento el pa -triarca de las letras recin llegado de sus embajadas su -damericanas; nos recibi en una pequea oficina de lacalle Madero, donde organizaba La Casa de Espaa enMxico; le dijimos que queramos una colaboracinsuya y que le pusiera nombre a la revista. Hizo las doscosas, sugiri el nombre Tierra Nueva, nos dio su cola-boracin y comenzamos desde entonces una amistad quedurara hasta la muerte de nuestro muy querido donAlfonso. Y gracias a la revista se nos fue abriendo cami-no y nos permiti el conocimiento de muchas personas.As conoc a Octavio Paz que desde aquellos aos tenala marca de su enorme talento. Recuerdo que solamoscaminar despus de reunirnos en el Caf Pars, al ladode la Alameda. A Octavio le bastaba una pequea nu -

    be, una luz de la tarde en las frondas, para decir pala-bras tan hermosas como las que despus pona en suspoemas. Por aquellos aos, me viene ahora a la memo-ria, bamos a marchar, porque estbamos en guerra.

    Cmo fue eso?bamos a Chapultepec muy temprano a aprender

    a marchar. Estbamos juntos en la fila. Octavio se dis-traa, comenzbamos a hablar de la luz de la maana,de los rboles y perda la alineacin. El cabo lo repren-da con un grito. Y al fin Octavio me dijo: Quiz mefusilen pero yo no vuelvo a esto, y no volvi a marchar.Nos dieron unos uniformes muy feos, rifles de maderay desfilamos un 16 de septiembre, recuerdo.

    Ernesto Flores rememoraba en su lcido y breveestudio sobre Tierra Nueva que fue una revista de poe-tas, de poetas elegacos, de poetas que no haban sufri-do el dolor fsicamente, pero s mentalmente y que vi -van con la carga pesada de l encima. Cmo juzgas,Jos Luis, cuatro dcadas despus, Tierra Nueva?

    Parece, pienso yo, una revista de poetas, una re -vista de crticos literarios. Hay poca prosa narrativa ylos mejores textos son poemas, tanto de jvenes comode jvenes abuelos, de Enrique Gonzlez Martnez, deAlfonso Reyes, de los espaoles que llegaron desterra-dos a Mxico al perder la Guerra Civil, y que tanto hi -cieron en todos los campos: en las universidades, en lasletras, en la industria editorial. Pienso ahora en Enri-que Dez-Canedo, que quiz fue uno de los primeroscrticos de su generacin por la mesura, la ecuanimi-dad, la sabidura y la justeza en los juicios, uno de tuspri meros modelos de lo que debe ser el crtico literario.

    Adems de don Enrique, dame tu impresin actualsobre Tierra Nueva: qu signific en las letras mexicanas

    12 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MXICO

    Emmanuel Carballo en su biblioteca

  • de ese momento y, ya a toro pasado, cmo la juzgas aho -ra, qu signific y significa en la literatura mexicanatranscurridos casi 50 aos.

    S, es cierto que fueron importantes los poetas enesta revista, sobre todo Al Chumacero, aunque tambinrecibimos la colaboracin de Octavio Paz que pu blicuno de sus libros con nosotros, y tenamos colabo ra cio -nes de otras figuras. Creo que la crtica fue importante ytodos las practicbamos. La trabajaba mucho Al, Jorge,yo tambin y otras personas. Las colaboraciones querecibimos de narradores, sobre todo de amigos que nopertenecan al grupo, eran escasas. Pepe Revueltas enprimer lugar. En Tierra Nueva existieron las dos ramas:la rama potica y la rama crtica. El tipo de apreciacio-nes que hacamos de los libros recientes y los remotos nosdio un carcter muy peculiar. No ramos agresivos, noqueramos acabar con las generaciones precedentes.

    No fueron parricidas.Qu va, queramos mucho a nuestros mayores!

    En este momento quisiera recordar nuevamente y ren-dir homenaje a otro gran jalisciense, don Enrique Gon -zlez Martnez, de quien fuimos muy amigos. l nosllevaba muchsimos aos. Alguna vez, con uno de mishijos, viajbamos en automvil con un muchacho queresult bisnieto de don Enrique. Y le dije: Yo fui muyamigo de tu bisabuelo y me vio como si viera a Matu-saln. ramos amigos: l era muy muchachero, un hom -bre encantador. Nos reunamos en unas comidas lossbados, con Torri, a veces vena don Alfonso Reyes yGonzlez Martnez nunca faltaba. Los del grupo jovenramos Jaime Garca Terrs, Joaqun Dez-Canedo yyo. Don Enrique llegaba primero, y nos reclamaba: C -mo se han tardado, ya me he tomado dos copas y uste-des no aparecan. Y disfrutaba mucho, coma de todo,y vea a las muchachas con ojos alegres. Torri tambin.

    Jos Luis, ahora que ests a punto de llegar al mo -mento de las obras completas, si un editor te dijese elda de hoy que deberas recoger tus notas crticas a par-tir de Tierra Nueva, lo que publicaste posteriormenteen Letras de Mxico, El Hijo Prdigo, el suplemento deNovedades, hasta llegar al ltimo nmero del suple-mento de La Jornada, recogeras las primeras? Ya erasentonces un crtico hecho y derecho o estabas a puntode serlo?

    No, en absoluto. Yo he contribuido a armar algu-nas obras completas, pero ahora que me haces esta pre-gunta y que veo la amenaza cayendo sobre m, preferi-ra que no se publicaran, como no publicara muchasotras cosas. Tengo cajones llenos de escritos muy ela-borados. Como, por ejemplo, cuando comenc a estu -diar historia. Decid primero hacer una revisin a fondode cada historiador en cada obra importante; hice mo -nografas muy amplias de cada una de nuestras figurasdel siglo XVI. Despus de lecturas cuidadosas, de anotar

    todos los aspectos, de ver todos los juicios crticos, escri-b ms de mil pginas. Ese material acaso sea til comoinformacin. Para publicarlo tendra que revisarlo y po -nerlo al da. En este asunto hay que ser cuidadoso conrespecto a las obras iniciales. De Torri se est publican-do cuanto papel escribi, l que quiso la parquedad, lasobriedad, y dar solo la obra en su ltima elaboracin.As que no soy muy partidario de las compilacionesexhaustivas, a las que he contribuido y creo que estoycontribuyendo. Ahora, justamente, tengo el encargo, yestoy trabajando en eso, de terminar las Obras comple-tas de Alfonso Reyes.

    Ests cumpliendo en esas Obras completas lo quet quieres para ti, no editar las cosas de don Alfonsoque no sean excelentes?

    Voy a organizar cinco tomos: ensayos breves, fic-ciones, memorias, Mallarm y estudios goethianos; voya dar solo lo que don Alfonso consider valioso y a lis-tar lo dems. Por ejemplo, de los materiales que publi-c don Alfonso en la serie que llam Archivos solo voya aprovechar una pequea parte, no los trabajos diplo-mticos que son simplemente informes.

    Al hablar del Archivo de don Alfonso recuerdodos cartas y algunos sonetos perfectos cruzados entreRe yes y Gonzlez Martnez.

    Claro, estos textos s se incluirn.Otro tema que quiz se podra incorporar sera una

    seleccin de cartas (de ida y vuelta) de don Alfonso conlos principales escritores de aqu, all, de todos los pases.Basta de esos epistolarios que refieren cosas intrascen -dentes, de cortesa enviadas solo para salir del paso.

    De los epistolarios de Alfonso Reyes yo he co -menzado a editar las cartas cruzadas con Pedro Henr-quez Urea. Di un tomo de 600 pginas, solo del pe -riodo de 1908-1914. El segundo va a ser otro tomote,y cuando lo haga, si lo hago, comprender el periodo1914-1924; el ltimo del 24 hasta la muerte de donPedro. Adems se han publicado las cartas con Vascon-celos, con Torri; Serge I. Zatzeff, que vive en Calgary,Canad, se ocupa de recoger de los grandes basurerosliterarios las obras que hemos dejado olvidadas.

    Jos Luis, cmo podras definir tu crtica litera-ria aparecida en Tierra Nueva?

    Es una crtica impresionista de un lector que estaprendiendo a ser lector y est aprendiendo tambin aser crtico. En esos das empezaba a leer las teoras so -bre la crtica y a los grandes tericos de la crtica; piensoen Sainte-Beuve, en Thibaudet, en los crticos ingleses.Me gustaba mucho entonces la crtica de Henry James,siempre tan inteligente.

    Qu les recomendaras a los poetas que hacencrtica literaria y que no llegan todava a los 30 aos?

    Bueno, primero que se ocupen de los libros im -portantes. En general hay una tendencia a ocuparse de

    PROTAGONISTADE LACRTICA LITERARIA | 13

  • libros insustanciales, de los libros de los amigos y, encambio, se dejan a un lado obras de gran trascendencia.Voy a mencionar unos cuantos hechos: por ejemplo, unseor en Mxico traduce a Homero, por primera vezcompleto: nadie lo menciona. Se descubre una versinmayor que la conocida del Lienzo de Tlaxcala; en lugarde las ochenta y tantas lminas hay ciento cincuenta ytantas: nadie escribe sobre esto. Un profesor norteame-ricano, Bierhorst, hizo la primera traduccin completade nhuatl de los Cantares mexicanos, nada. Su interpre -tacin es tendenciosa y muy discutible, pero importan-te. No ha habido un solo estudio en las revistas co -munes y corrientes, salvo en las especializadas como losEstudios de Cultura Nhuatl. De todas estas cosas, deesfuerzos a veces importantes, enormes, como la apari-cin de la Biblioteca mexicana de Eguiara y Eguren quese ha iniciado, no se mencionan. Pero de los libros pe -queos, de cuentitos, de versitos, aparecen largas, com -plicadas exposiciones. De todas maneras ahora hay ungrupo nuevo de crticos inteligentes; pienso en algunosde estos jvenes que escriben en Vuelta, en Nexos y enLa Gaceta del Fondo, inteligentes y con una excelentepreparacin.

    Una revista que t dirigiste y tambin algn miem -bro de tu generacin, Letras de Mxico, fue la mejor pu -blicacin de los aos cuarenta que segua puntualmen-te el desarrollo de nuestras letras, de nuestra cultura.Fundada por Octavio G. Barreda, colaboraste en ella,hiciste parte (la primera) de tu aprendizaje como crtico,ensayista y mente rectora del pensamiento literario me -xicano. Qu me cuentas de ella, por dentro y por fuera?

    Fue una revista realmente til, quincenal, en for -ma de gaceta, de medio peridico. Barreda tuvo la inte-ligencia de ponerla cada vez ms en manos de los gruposjvenes que destacaban, que tenan cierta congruencia ylaboriosidad. Con el tiempo se las solt completamen-te. Yo fui, me acuerdo, uno de los directores en ciertosaos. bamos a la imprenta, con los materiales y tena-mos que ocuparnos sobre todo de la composicin tipo-grfica y la correccin. Adems en ella se publicabanbibliografas y necrologas de escritores, con sus respec-tivas bibliografas. Se incluan artculos importantes defondo, poemas, cuentos, pero sobre todo crtica. Fueuna revista en este aspecto muy valiosa.

    T influiste en Octavio Barreda o Barreda influ -y en ti sobre la manera de orientar la revista, de sacarlaadelante, de publicarla cada quince das?

    Barreda cuidaba solamente los aspectos, digamos,materiales y la marcha de la revista, en lo dems nos deja -ba absoluta libertad. Barreda fue un hombre encantadorque continuamente estaba haciendo bromas, diciendobarbaridades de la gente, de lo ms pesadas a veces, perosiempre ingeniosas. Tena mucho humor, simpata ygenerosidad.

    Despus de Letras de Mxico, que es una revistaeminentemente crtica, que publica como Tierra Nuevacrtica y poesa y poca prosa narrativa, aparece una re -vista que le da tambin inters a las traducciones y alteatro, a la pintura, a la creacin pictrica, a divulgar unanueva generacin de pintores mexicanos posterior ala Escuela Mexicana de Pintura. Me refiero a El HijoPrdigo. Hblame de ella.

    El Hijo Prdigo quiso ser una revista literaria pro-fesional.

    Cul pudo ser el modelo de El Hijo Prdigo?Te respondo con una pregunta. A cul se parece

    ahora? O a cul se pareca entonces?Tendra algo que ver, Jos Luis, con Vuelta?; en

    algunos sentidos segua la tradicin y en otros ejerca laruptura.

    El Hijo Prdigo, Emmanuel, tena una inten-cin flexible y amplia. El principal objetivo fue la pro -duccin propia mexicana. Recoga pocos textos exter -nos; de vez en cuando apareca algn ensayo de Remyde Gourmont, de Huxley o de Caillois, pero lo prin-cipal era lo propio, la creacin de escritores mexica-nos. El modelo de nuestras revistas cambi muchsimocon El Hijo Prdigo. El mrito de las buenas revistas esque nos abren campo muy amplio en el pensamientouniversal.

    Jos Luis, has dicho con cierta frecuencia que unade las cosas de las cuales debe huir un escritor es el adoc -trinamiento, la estrechez en las miras. No crees queVuelta, en su militante posicin ideolgica, est ha cien -do exactamente lo contrario de lo que le pides a unarevista, a un escritor?

    No, en absoluto. Yo soy muy partidario de Vueltay de Octavio Paz, y creo que su revista es una posibili-dad de apertura. Lo que ocurre es que el nico caminoque otros consideran viable es un camino muy estrecho,dogmtico, el de cierta izquierda. En Vuelta se mani-fiesta un pensamiento crtico, pero hacia uno y haciaotros lados, y sobre todo una apertura a las ideas de loshombres ms inteligentes de nuestro tiempo y a lascuestiones nacionales ms importantes.

    Ya que hablas de Paz, por qu no empezamoscon l, unos pequeos retratos entre personales y lite-rarios? Quin fue Paz y quin es ahora potica y ensa-ysticamente?

    Octavio Paz ha sido y es uno de los grandes escri-tores de siempre. En la cultura tiene esa dimensin uni -versal que inici don Alfonso. Octavio es nuestro ma -yor poeta, y como ensayista la brillantez y la amplitud desu registro son impresionantes, como lo han mostradolos tres tomos de la obra reciente Mxico en la obra deOctavio Paz. El primer tomo est dedicado a la historiay la poltica, el segundo a la literatura y el tercero al arte.Y recogen exclusivamente sus visiones mexicanas.

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  • Hace ventitantos aos Octavio era ya lo suficien -temente talentoso para ahondar en lo que llegara a serla segunda mitad del siglo XX?

    Yo lo conoc por los aos cuarenta y desde enton-ces qued fascinado. Me di cuenta de inmediato de queestaba frente a una personalidad excepcional. Al mis -mo tiempo era una persona a la que entonces le iba malmaterialmente, ganaba muy poco dinero, tena un tra-bajo miserable. En el Banco de Mxico contaba billetesviejos y atestiguaba su destruccin. De esa quema soloreciba unos cuantos pesos por su trabajo; tambin ensu vida personal, durante esos mismos aos, tuvo pro-blemas muy serios.

    Pasemos a Chumacero. En Al se descubra queiba a ser el gran poeta hermtico, el gran poeta de oficiodepurado y sumamente laborioso, el poeta de unos cuan -tos temas, los temas fundamentales de los grandes lri-cos de todos los tiempos?

    En Al exista una rara contradiccin. Por unaparte el relajamiento de excepcional simpata. Era ungran conversador, dicharachero, generoso, dispuestosiem pre a juerguear; al mismo tiempo un hombre deletras de veras enterado y con buen juicio y un poetade lucidez e intensidad nicas. Desde aquellos prime-ros aos de secundaria que compartimos en Guadala-jara, Al tena ya una buena biblioteca, acomodada encajones de jabn, y todos sus libros los haba forradoen papel de estraza y con ttulos en tinta roja. Posea lasnovelas de la Revolucin, por ejemplo, literatura rusay algunos de los clsicos. Tena muy buen ojo para sa -ber por dnde iban las cosas.

    Todos estamos de acuerdo en que Chumaceroes uno de los mejores poetas de nuestros das. Es tambinuno de los ms convincentes crticos de los ltimos 30 o40 aos. Cmo juzgas a Chumacero como crtico?

    Al ha hecho una recopilacin reciente, interesan -te, en el tomo llamado Los momentos crticos. Me gustael comentario que hizo de su poema Responso del Pe -regrino, que es uno de los grandes poemas mexicanos.Est lleno de implicaciones bblicas, recuerdos perso-nales, premoniciones. Al ha hecho ese comentario, o ex -posicin en prosa, que apareci en Vuelta en un artculode Marco Antonio Campos y que se public, despus,por separado. En este hermoso texto va desentraandoel secreto de cada una de las estrofas de su poema.

    Vayamos de los poetas de tu generacin a los her-manos mayores. Pienso en tres personas: Alfonso Reyes,Enrique Gonzlez Martnez y Enrique Dez-Canedo,que fueron para ti modelos de lo que deba ser el escri-tor, de lo que t queras ser cuando fueras grande, im -portante, serio.

    As fue. Gonzlez Martnez era un hombre, encon traste con su obra grave, lleno de jovialidad, de gra-cia y humor. No se le vea la seriedad que soportan los

    mayores. Gustaba comer bien, beber bien y, si era posi-ble, convivir con una muchacha. Alfonso Reyes, en cam -bio, practicaba ese sacrificio casi constantemente, esasrenuncias a ciertas cosas hermosas de la vida, para que-darse sentado da y noche escribiendo, que es la nicamanera como se producen las grandes obras.

    Se dice, Jos Luis, que t de joven estudiabas paraAlfonso Reyes, hasta qu punto es una broma o hastaqu punto es una verdad?

    Pudo ser una consecuencia. Nunca quise imitar-lo, pero el hecho es que acab siguiendo muchos de suspasos, aunque nunca fui un escritor total, como fue l,que todo lo convirti en literatura, hasta sus experien-cias mdicas, su angustia por la poltica. Del relato desu mal cardiaco se conoca una pequea versin, peroexiste un texto mucho ms amplio que describe el pro-ceso y la angustia de su padecimiento. Enrique Dez-Canedo, aunque ya estaba enfermo cuando lo frecuent,era admirable por su sabidura y su cultura manifestadassiempre mediante una voz suave y una sonrisa. Cuan doalguna vez, conversando con Alfonso Reyes, llegbamosa algo que no sabamos, don Alfonso deca: Vamos apreguntarle esto a Enrique, y l lo saba.

    PROTAGONISTADE LACRTICA LITERARIA | 15

  • Y ahora, cuando no sabemos algo, decimos: debe -mos preguntarle a Jos Luis. Jos Luis Martnez lo sabe.

    Yo digo que lo sabr al da siguiente. S dndeaveriguarlo casi todo.

    Pasemos al Jos Luis Martnez poeta. Los escasospoemas tuyos que conocemos, te gustan o te disgustan?

    No tienen importancia. Afortunadamente me dicuenta a tiempo de que no servan, que no tenan peso,y no insist en esa tecla.

    T que has escrito una antologa sobre El ensayomexicano, que has traducido a ensayistas de la antige-dad y la modernidad, qu es para ti el ensayo y dentro del cmo te consideras?

    Primero debo decir que me considero an comoun mal ensayista, porque no he hecho verdaderos ensa-yos. He hecho estudios ms o menos razonables, expo-siciones, pero no he hecho ensayos realmente impor-tantes, ni siquiera buenos. Quiz los haga cuando tengatiempo, cuando tenga menos agobio de tareas literariaspor cumplir. Porque para poder escribir con destreza senecesita reposo, mucho reposo.

    Pasemos al crtico literario. Te consideras buencrtico literario?

    Yo no soy nada entusiasta de mis propias cosas.Sin embargo, algunos de mis libros me disgustan me -nos. El mundo antiguo creo que es un libro til. Es unlibro necesario para la curiosidad, descubre muchas co -sas, explica con claridad la tradicin, la funcin de cier-tas ideas, la importancia de los mitos. En sus tomos uncurioso o un estudiante pueden averiguar quin fue y

    qu escribi Aristteles, quin fue Mahoma o qu es laBiblia, qu tiene dentro, cmo est hecha, quienes la hi -cieron, en qu lenguas, cul es la Biblia de los catlicos,cul la de los judos y los protestantes. Me costaron mu -cho trabajo, un constante esfuerzo para reducir a expo-siciones claras un conjunto enorme de informacin.Este libro en seis tomos me disgusta menos que otros.Por lo dems siempre he trabajado concienzudamenteen mis empresas, estn bien hechas, son claras, pero sque no son ni brillantes, ni luminosas, ni trascendentes.

    Creo que tu libro Literatura mexicana del siglo XX(dos tomos) nos hizo pensar, cuando lo publicaste, queera el borrador de una prxima obra definitiva sobrenuestras letras actuales.

    En su momento, 1949-1950, tuvo el inters desealar una serie de divisiones, clasificaciones, descrip-ciones de tendencias que hoy siguen siendo ms o me -nos vlidas: las separaciones por grupos, las relacionesentre ellos; esto fue til, y an lo siguen siendo, parajuzgar la primera mitad de nuestro siglo. Me gustaraponerla al da. Ponerla al da no es fcil, y menos aadirlas letras de casi otro medio siglo.

    De all parte la siguiente pregunta: por qu noproseguiste esta tarea tan necesaria?

    Porque comenz a interesarme mucho ms la his -toria de nuestro siglo XVI. Desde el principio me puse,primero, a apropiarme de la informacin suficiente. Elhistoriador tiene que conocer todas las informacionesacerca de la poca casi de memoria porque no puedeignorar ciertos hechos. Fernando Bentez me cont que

    16 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MXICO

  • cuando escribi La ruta de Hernn Corts, que todos lecelebramos, alguien le record que se haba olvidadode la batalla de Otumba. No olvidar un solo dato re quie -re un esfuerzo casi sobrehumano.

    A qu se debe tu dedicacin fundamental a lossiglos XVI, XVII y XVIII?

    Principio por el XVI. Llegu a l gracias a Neza -hualcyotl; fui a sus orgenes histricos y al cmulo deinformacin que existe en las crnicas antiguas sobre elrey de Texcoco, y esto me permiti iniciarme en el co no -cimiento de esa poca. Y me di cuenta de que nuestrosiglo XVI es el origen de lo que somos, que all nacen nues -tros bienes y nuestros males, nuestros problemas, nuestraspequeas fortunas. En l aparece el mundo mestizo quesomos, la explicacin del origen y de que el mundo pre -sente que conocemos hoy sigue siendo el mismo del sigloXVI. Cuando me preguntan si despus de todo el tiem-po que he dedicado al estudio de Corts estoy a favor oen contra de l, digo irritado no estoy a favor ni en con-tra, estoy a favor de comenzar a entenderlo, de comen-zar a saber quin fue l. En mi libro intento conocerlo,exponerlo y explicarlo y que cada quien forme su opi-nin despus, si lo cree necesario. En Mxico pas algomuy singular: Pepe Moreno Villa, un hombre muy agudoen su sencillez y elegancia, deca que a un espaol no sele ocurre ya seguir agraviando contra los invasores mo -ros. Es historia, es pasado. Pero aqu en Mxico todosigue vivo como si estuviera a la vuelta de la esquina yel agravio hubiera ocurrido ayer. Bueno, quiz todavano es suficiente el tiempo para esta digestin histrica,pero hay que apresurarla. Para que la digestin sea com -pleta es necesario que convivan los bienes y los malesque trajo consigo la Conquista. De no hacerlo nuestramirada no ser correcta.

    Jos Luis, yo considero que eres una especie deAn tonio Castro Leal al revs. Don Antonio escribi yescribi y escribi prlogos y prlogos y prlogos, y norecuerdo ninguno memorable. Cuando pienso que tam -bin has escrito muchos prlogos, encuentro cinco o seisexcelentes. Pienso, por ejemplo, en un prlogo perfec-to: yo no le quitara ni le aadira algo. Se podra seguirpublicando por los siglos de los siglos. Pienso en Laliteratura nacional, de Altamirano; pienso en los cuatroprlogos que pusiste a otros tantos tomos de las Obrascompletas de Justo Sierra. Pienso tambin en 1949-1950,cuando se celebr el centenario de Acua: tu prlogo aAcua es un buen prlogo, y pienso en el de Lpez Ve -larde que es casi inmejorable. Cmo te consideras comoprologuista?

    El de Acua es bastante bueno; sealo el modoen que este hombre pequeo e infortunado logr serpoeta y decir ciertas cosas, sobre todo expresar la cursi-lera de los amores e ilusiones estudiantiles, la fijacinpor la madre lejana, a la que se refiere aquel verso absur -

    do de en medio de nosotros mi madre como un dios.A qu mujer le gustara verse as acompaada? A Alta-mirano lo he honrado bastante; ahora he hecho unanue va edicin de sus estudios, aadiendo a los temasliterarios mexicanos los estudios sobre arte, y conside-rando tambin los estudios sobre temas de otras litera-turas. Los estudios sobre Sierra son buenos en conjuntoy estn admitidos en mi libro sobre ese tema: La expre-sin nacional. Hice los prlogos de Sierra por necesidad.Ya estaban repartidos, uno a cada especialista, y estos co -menzaron a fallar. Yez, que era el director de las obrascompletas, quera que el proyecto siguiera adelante, yentonces recurri a m.

    Jos Luis, pienso en las antologas que has prepa-rado, Poticas mexicanas, El ensayo mexicano moderno,El mundo antiguo, en las que indudablemente tienespreparadas, con sus papelitos y sus seales y que algnda prximo van a ser publicadas. Te consideras buenantlogo? No eres ni ingenuo ni sutil, sino enjundiosoy sabio.

    Algunas de estas antologas son buenas. Sobre to -do la de El mundo antiguo, de la que ya hemos hablado.

    Ahora podemos pasar a otras actividades, que encierto sentido estn en los suburbios de la creacin, lainvestigacin, la historia y la crtica. Pienso, por ejem-plo, en Jos Luis Martnez maestro, maestro en Mxi-co, en El Salvador, en otras partes del mundo.

    Fue una poca muy importante y me gust mu -cho. Haba muchachas bonitas, pero tambin inteligen -tes y sensibles. En la Facultad de Filosofa (UNAM) ensea -ba crtica literaria, mtodos de investigacin, literaturadel siglo XIX. Me gustaba hacerlo y fue aquella una po -ca feliz. Despus los deberes externos, las tareas pbli-cas me alejaron de la Facultad. Alguna vez volv, ya enla Ciudad Universitaria, y no entend aquel mundo untanto abigarrado.

    Abandonaste la crtica literaria, la docencia uni-versitaria; hay algo que no has abandonado de tus aosde aprendizaje al da de hoy, la investigacin. Qu es ycmo debe ser un investigador en Mxico, pensando ennuestras caractersticas como pas, como pueblo?

    No me gusta ofrecer una frmula, y menos decirque solo existe un sistema. Yo no sigo el sistema que lla-man fichar, es decir, hacer una lectura para anotar fi -chas que se guardan en varias entradas, y que luego seutilizan segn convenga al tema propuesto. Yo leo len-tamente y voy anotando lo que surge de la lectura. Des -pus comienzo por trazar una idea general de lo quequiero estudiar, hago un plan y comienzo con desarro-llos progresivos que voy ampliando. Luego realizo lec-turas bsicas informativas, de las que hago anotacio-nes. Una vez que tengo todo esto, trato de ordenarlo yllenar huecos. Aado ahora un consejo muy importan-te: nunca citar de memoria y menos de segunda mano.

    PROTAGONISTADE LACRTICA LITERARIA | 17

  • La mana de comprobar todo me ha dado el mejor re -sultado porque siempre encuentro nuevas cosas. Siem-pre encuentro en un escritor que me sirve de apoyo, dereferencia, otros datos importantes. Y, por supuesto,nunca hay que transcribir algo a partir de otra trans-cripcin. Y revisar y revisar y revisar, y de ser posible quelo vean otros ojos, porque si no uno mismo, despus deun tiempo, ya no ve las repeticiones, las incongruencias.Limpiar las frases, evitar las imprecisiones de tipo for-mal y avanzar paso a paso.

    Cuando publicaste Tierra Nueva aprendiste juntocon Al Chumacero todos o casi todos los secretos de latipografa. Soaste en ese tiempo que muchos aos des -pus ocuparas en el Fondo de Cultura Econmica lasilla de su fundador, Daniel Coso Villegas?

    El hecho es que s, siempre me gust mucho esatarea y cuando estuve en el Fondo me agradaba ayudaren todo lo posible, por ejemplo, a los traductores de loslibros histricos. Y les peda que nunca fueran a retra-ducir una cita escrita originalmente en espaol. Un li -bro de Keen redactado en ingls, La imagen azteca, medio mucho trabajo. El traductor me pasaba listas de las

    citas de las que haba que encontrar los originales y yome ocupaba en ello los fines de semana. Es ridculo,absolutamente, caer en las retraducciones. Y en las ta -reas propiamente tipogrficas quiero recordar la sabi-dura de Al. Yo me qued un poco atrasado, e ignorolos nuevos recursos de la impresin, que solo conozco entrminos generales. Fue muy satisfactorio hacer librosen equipo. En el Fondo de Cultura hay personas comoel maestro Jos C. Vzquez, como Al, que trabajan porgusto y amor a los libros y con gran conocimiento deloficio. Por supuesto que, aparte de esto, existen tam-bin los problemas materiales, de recursos, de distribu-cin, de comercio, que van enredando cada vez ms a laeditorial y van haciendo ms difcil la continuidad dela tarea cultural. Eso es algo que me preocupa mucho:se nos angosta la posibilidad de hacer alta cultura.

    Jos Luis, cmo empezaste a formar tu bibliote-ca que es una de las grandes bibliotecas no de Mxicosino de la lengua espaola? Heredaste libros?

    Hered de mi padre solamente dos libros. La ver-dad es que yo la he hecho a lo largo de mi vida.

    Y los trufas, como dicen los biblifilos, incluyen -do en ellos materiales pequeos e importantes que ten-gan que ver con el tema de libro?

    S, siempre aado en el libro correspondiente re -cortes, invitaciones, artculos o noticias que tienen quever con el autor o el tema.

    Y qu ordenacin sigues?No ordeno alfabticamente los libros sino por

    cam pos especiales del conocimiento; y luego cronol-gicamente. Comienzan por el principio, con las can-ciones de gesta, y terminan con los autores contempo-rneos; debo decir que separo los estudios histricos ycrticos y las antologas o las monografas sui generis. Ten -go secciones especiales de estudios literarios, de teo ra,de gramtica, de lexicologa.

    Los ordenas como un catlogo de editorial pres-tigiosa.

    En historia mexicana, aparte de la sucesin his-trica, hay una divisin importante que consulto a me -nudo, y secciones especiales, por ejemplo, de temas so -ciales o econmicos, de personajes e historiadores de lapoca, de estudios regionales, etctera. Ello me permi-te tener junta, aproximadamente, la documentacinso bre cada materia. Sin embargo, ya no me es posibleen todo caso hacer esto. No tengo tanto espacio paraponer junto lo que debe estarlo. Rodrigo, mi hijo, quevive conmigo, protesta; como no caben, estn por lomenos cerca.

    Y el fondo de literatura mexicana de tu bibliote-ca ms o menos de cuntos volmenes consta?

    La biblioteca en conjunto debe tener 40 o 45 mil,pero la literatura mexicana acaso sea la tercera parte. Lodems es de historia, de arte y revistas.

    18 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MXICO

  • ARENASEN CUBAY FUERADE CUBA | 19

    Este texto abarca de 1968 a 1992. En l expongo mi re -lacin editor-escritor con Reinaldo Arenas. Doy cabi-da a las simpatas y diferencias que se produjeron entrenosotros. De una amistad algo ms que convencionalpasamos, primero, a un silencio tenso y, posteriormen-te, a una incomprensin activa fomentada por l a par-tir de su salida de Cuba.

    Conoc a Reinaldo Arenas (en la edicin de Dige-nes de El mundo alucinante; la i latina, por error mo, seconvirti en y griega) a principios de 1968. Las prime-ras noticias acerca de l me las dieron amigos comunes.En Holgun, provincia de Oriente, Reinaldo naci el16 de julio de 1943, de padre desconocido y madrecampesina. Intuitivo e inteligente, ley en un peridi-co que en La Habana solicitaban inseminadores artifi-ciales de ganado. Escribi y le proporcionaron trabajo.Ya en la capital de la isla otro anuncio le abri las puer-tas de su vocacin, la literatura. El aviso demandabalectores para la seccin infantil de la Biblioteca Nacio-nal. Reinaldo confundi, como era de esperarse, lecturacon escritura. Escribi un cuento para nios pensandoen lo que a l le hubiese gustado or en los primerosaos de su vida. Lezama Lima y sus amigos (CintioVitier y Fina Garca Marruz), funcionarios los tres de labiblioteca, al leer el texto de Arenas se dieron cuenta deque en l se alojaba un poderoso escritor en estadonatural. Lo llamaron a su lado y su trabajo consisti enleer libremente de principio a fin en cada jornada.

    El primer escritor que lo sacudi con fuerza fueJuan Rulfo: lo conmovieron El Llano en llamas y PedroPramo. Encontr en esas obras coincidencias con su in -fancia y adolescencia vividas en dispersos asentamien-

    tos de su regin nativa, Oriente: una visin del mundoen la cual la fantasa superaba a la realidad y las leyen-das sobrenaturales, contadas por los campesinos, eranms reales que los hechos expuestos por las personas derazn. Como escritores Rulfo y Arenas son primos mso menos cercanos. En el primer libro de Reinaldo, Ce -lestino antes del alba (1967), se pueden encontrar, devez en cuando, ajenos a cualquier imitacin, procedi-mientos y recursos estilsticos y estructurales del pro-sista mexicano.

    En sus bsquedas librescas Arenas hizo otro des-cubrimiento de primera magnitud, las memorias deotro mexicano, fray Servando Teresa de Mier. Esas con - fesiones traviesas y pcaras, astutamente polticas yenrevesadamente religiosas, atiborradas de prisionesinjustas y escapatorias casi increbles le permitieronestablecer un parangn entre el dominico librrimoy l mismo; proyecta en el fraile, inconscientemente,sus deseos de huir de Cuba antes de que la revolucinarremeta brutalmente contra los homosexuales. Fueuna de las primeras llamadas de peligro hechas a estacomunidad.

    Arenas no valor polticamente los hechos narra-dos, pero Seguridad del Estado s advirti que la novelasurgida de esa provechosa lectura, El mundo alucinante(1969), era peligrosa y contrarrevolucionaria, pese a queocurra a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Debodecir, para no pecar de exagerado, que Arenas, conside-rado por s mismo una loca en su autobiografa Antesque anochezca (1992), no trata en esta obra de hacer pro -selitismo. Se solaza en las correras amorosas del fraile,en su rica vida diaria, en sus constantes luchas contra la

    Arenas enCuba y fuerade Cuba

    Emmanuel Carballo

  • autoridad, en sus encierros injustos, privaciones de la li -bertad que l mismo sufrir aos ms tarde.

    Aqu aparece Camila Henrquez Urea, la hermanamenor del sapientsimo don Pedro. Maestra sobresa-liente de la Universidad de La Habana, detectora comosu pariente de incipientes escritores con talento, Cami-la se comunic telefnicamente conmigo (me hospe-daba en el Hotel Habana Rivera) a principios de enerode 1968. Me pidi que leyera el manuscrito de la nuevanovela de Reinaldo Arenas (que me hizo llegar de in -mediato), un joven conflictivo y un lcido prosista queen sus momentos de sosiego sexual escriba prometedo -ra prosa narrativa. El manuscrito haba obtenido men-cin con derecho a publicarse (UNEAC, 1966) y estabaen boca de todos la tardanza de su aparicin. Algo raroocurra en la cspide. Le de inmediato el manuscrito,lo rele, y me di cuenta de que Camila tena razn: setrataba de la novela ms hermosa escrita en Cuba porun joven despus de 1959. Ms bella, mucho ms, queCelestino antes del alba, la primera y aun titubeante no -vela de Reinaldo.

    Esta fue mi primera impresin sobre El mundo: setrata de una novela de aventuras en la cual la poesa ven -ce a la lgica y el coraje de un hombre por alcanzar lalibertad (fray Servando) se impone a toda clase de in -fortunios. Alegre, desenfadada, picaresca, imaginativa,demoledora, recrea no solo la vida de un ser excepcio-nal sino tambin el mundo contradictorio y sorprenden -te (por lo atrevido) en que le toc vivir.

    Camila en vista de mi entusiasmo me invit a co -mer con Arenas en el restaurante 1830. All empez mi

    trato con el autor de ese manuscrito esplndido. Comopersona de carne y hueso me pareci un tipo dispuestoa ser l mismo pese a los obstculos que se le presenta-ran de all en adelante. Ao y medio despus, publica-da por mi Editorial Digenes, la novela saldra dedicadaa Camila y a uno de sus dos amigos queridos, VirgilioPiera. El otro, el ms entraable, su verdadero maes-tro, se llamaba Jos Lezama Lima.

    Lo conducente en ese momento era pedir el vistobueno al Instituto del Libro para publicar el manuscri-to. Lo hice y slo obtuve respuestas evasivas, como meocurri tambin con Celestino. Libro que, por cansan-cio, no publiqu.

    En carta del 25 de marzo de 1968 Reinaldo me cuen -ta el estado en que se encontraban mis peticiones he -chas al Instituto.

    Hace das solicit a Rolando Rodrguez (director del Ins-

    tituto, como debes recordar) el permiso para enviarte El

    mundo alucinante (lo solicit a travs de Desnoes y For-

    net), pero Rolando dijo que no recordaba nada y que t

    no le habas pedido ninguno de mis libros, ni Celestino ni

    El mundo. Como recordars, cuando nos vimos en el Ins -

    tituto, delante de Rolando, me dijiste que ya te haban

    dado la carta autorizando la publicacin de Celestino (re -

    cuerdas que yo te la iba a dar personal, como autor sim-

    plemente, y que t me respondiste que ya Rolando oficial -

    mente te la haba dado). Tambin recordars que cuan do,

    delante de m, le pediste a Rolando la autorizacin para

    publicar El mundo alucinante l te dijo que eso ha ba que

    consultarlo primero con el Departamento de Literatura

    20 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MXICO

    Reinaldo Arenas

  • (Desnoes y Fornet); pues bien ahora dice que l no dijo

    nada de eso y que no sabe nada y que tampoco te ha dado

    carta alguna autorizando la publicacin de Celestino.

    Como vers mi situacin es bastante molesta, ms si

    tienes en cuenta que Rolando es mi jefe y nada puedo

    hacer. Por eso te ruego, querido Carballo, me enves una

    carta confirmando lo que t y yo sabemos: que vas a edi-

    tar Celestino antes del alba y que solicitas el permiso para

    la publicacin de El mundo alucinante. Esta carta es muy

    necesaria para mostrrsela a Edmundo Desnoes y Am -

    brosio Fornet para que ellos autoricen el envo del ma -

    nuscrito de la novela para tu editorial.

    En estas confusas y lentas negociaciones priv porencima de todo la mala fe y el burocratismo. Mala feporque escondan detrs del lenguaje barroco la nega-tiva a la publicacin del libro. Burocratismo porque eljefe remita el problema a sus subordinados y estos astu -tamente lo regresaban ms enredado de como lo habanrecibido. En vista de que por ese camino no llegara-mos a ninguna parte, Reinaldo y yo optamos por otrasvas. El 28 de mayo de 1968 me envi esta carta en laque confiado y optimista me dice:

    tengo el gusto de enviarte una copia de El mundo aluci-

    nante. Perdona la demora, pero no he tenido oportunidad

    de remitrtela sino por va diplomtica. Tambin he escri-

    to a mi editor francs (ditions du Seuil) pidindole que te

    mande una fotocopia de la novela por si acaso se extraviara

    el manuscrito que te expido por conducto de la Sociedad

    de Amistad Cubano Mexicana. Espero que no haya nin-

    gn contratiempo. No obstante te agradecera mucho que

    en cuanto la recibas me lo comuniques de inmediato.

    Por supuesto que hubo contratiempos. El primero:que el manuscrito nunca lleg a mis manos. (A otrass?, me pregunto). Y yo era en ese momento presidentedel Instituto Mexicano Cubano de Relaciones Cultu-rales (la Sociedad de Amistad Cubano Mexicana). Elsegundo es chusco. La seorita Jacqueline Lesschaeve,de ditions du Seuil en vez de enviarme fotocopia de lanovela ofreci los derechos de edicin en espaol, Cu -ba incluida, me imagino. La propuesta no prosper.

    Arenas, como fray Servando, no se dio por vencido.Por segunda vez mand el manuscrito, en esta ocasina travs de una actriz cubana que, segn le dijo a Reinal -do, conoca a cientos de escritores mexicanos que, a suvez, deberan de conocerme a m. No recib el manus-crito; tampoco los que quedaron de enviar las casas edi-toriales francesas. Estos hechos me los cuenta en lacarta que ahora incluyo, del 7 de agosto de 1968:

    Espero que, finalmente, hayas recibido el manuscrito de

    mi novela. Fue muy difcil enviarlo. Pude hacerlo a travs

    de una compaera de teatro. Ella, segn creo, tiene rela-

    ciones con escritores mexicanos, quienes te habrn en tre -

    gado el manuscrito. No obstante, la editora francesa y la

    italiana quedaron (a peticin ma) de enviarte fotocopias

    de la novela. A propsito: esas copias se hicieron con mu -

    cha rapidez, de modo que cualquier error mecanogrfico,

    etc., puedes corregirlo, pues yo no tuve tiempo para ha -

    cerlo con el trajn de enviar lo ms rpidamente la copia.

    Segn parece las publicaciones extranjeras marchan

    bien. La edicin cubana es la que, por ahora, veo un poco

    lejana. Aunque la novela ha sido aprobada por los jura-

    dos del concurso nacional 1966 (Carpentier, Piera, etc.),

    luego por la comisin de lectores de la UNEAC y, despus,

    por la comisin de literatura del Instituto del Libro. A

    pesar de todas esas andanzas burocrticas la novela se en -

    cuentra, en estos momentos, en poder del director del

    Instituto del Libro (persona que t conoces). Y l no se

    decide a enviarla para la imprenta. Como vers, estima-

    do Carballo, la edicin cubana no es segura, a pesar de

    contar con todas las aprobaciones ya citadas. Esto es, des -

    pus de todo, una burla para la Unin de Escritores y

    Artistas de Cuba, ya que su autoridad y prestigio no cuen -

    tan para nada. El director es, en fin, quien decide. Ya pue -

    des imaginarte.

    Por eso ahora, ms que nunca, me interesa la edicin

    mexicana, ya que sera la primera edicin en la lengua

    original de la novela.

    Confo plenamente en ti, y aunque me hubiese gus-

    tado ver la edicin cubana, me alegra enormemente que

    se publique en Mxico, la tierra de Fray Servando.

    La nueva carta de Arenas se explica por s sola, salvoen un punto: el prximo viaje a Mxico de Lezama.Se habl de ello, se dieron los primeros pasos, se pensen un cursillo. Lezama por motivos de salud cancel elviaje. Es pertinente sealar, tambin acerca de viajes,esta cndida suposicin de Arenas: Yo, por ahora,querido Carballo, creo que no podr salir; quiz msadelante. l estaba consciente de que el Estado no selo permitira: salida no significa, en todos los casos, re -greso: menos en el suyo, que deseaba por todos los me -dios convertirse en cubano del exilio.

    He aqu la carta del 17 de octubre de 1968:

    Lezama me mostr el Paradiso editado por ustedes. Es

    genial. La primera edicin a nivel de la obra. Hasta ahora

    ningn libro cubano se haba editado en una forma tan

    bella y tan cuidada. Lezama, desde luego, est muy con-

    tento por su prximo viaje a Mxico. Espero que vaya pron -

    to con noticias de todo por aqu. Yo, por ahora, querido

    Carballo, creo que no podr salir, quiz ms adelante. De

    todos modos, si ustedes lo desean (yo, por mi parte, en -

    cantado) pueden hacer la invitacin (cuando salga El mun -

    do alucinante) dirigida al Consejo Nacional de Cultura.

    ARENASEN CUBAY FUERADE CUBA | 21

  • Muchas gracias por los libros que me enviaste (la edi-

    cin tambin es excelente). Conoca ya Los juegos verda-

    deros (de Edmundo de los Ros) en edicin de la Casa de

    las Amricas. El libro me gust mucho (tiene momentos

    extraordinarios). Me fascin Pasto verde (de Parmnides

    Garca Saldaa). Sobre las dos novelas quiero escribir.

    Tal vez pueda publicar en la Revista Casa.

    La manera ms operante y sencilla de que El mundollegara a Mxico consista en que yo trajese el manus-crito en uno de mis frecuentes viajes a la isla. As lohice. Como la obra, an indita, no estaba oficial-mente prohibida me pareci que propiciar su edicinen Mxico era una cuestin de salud pblica.

    A partir de ese acontecimiento, porque publicar Elmundo alucinante fue un acontecimiento literario ypoltico, mis amigos cubanos del aparato comenzarona mirarme con urbanidad pero sin afecto. La carta estfechada el 17 de mayo de 1969:

    Hace varios das Lezama me ley la ltima carta que le

    enviaste. Todo lo que ella contiene me alegra mucho. Y

    la noticia de la publicacin de mi libro (el prximo 16

    de junio). Espero que todo marche en la forma acostum -

    brada y ninguna presin por parte de algn ex novelista

    transformado en funcionario (Lisandro Otero?) cam-

    bie nuestros planes. La edicin francesa de El mundo ya

    est terminada, el libro sali en estos das a la calle, se -

    gn la ltima carta recibida. En cuanto al asunto de los

    derechos no te preocupes, ya le escrib a Claude Durand

    aclarndole que la edicin espaola de El mundo aluci-

    nante no estaba dentro del contrato estipulado con l y

    le ro gu que no te moleste ms. En la carta que l me

    enva est de acuerdo con mi solicitud y promete no

    volverte a escribir ni exigir nada. As que ya todo est

    arreglado.

    Cuntame cmo andan las cosas por all. Te envo

    La Gaceta de Cuba (ojal la recibas) en la que aparece la

    nota ma sobre la novela de Edmundo de los Ros (Los

    juegos verdaderos). Tuve que hacerla apresurado antes del

    cierre de La Gaceta; me hubiera gustado ser ms extenso

    y profundo.

    Lezama espera ir a Mxico; l tambin est escribien-

    do. A Reynaldo Gonzlez le satisface mucho que su en -

    sayo se publique all; este, al igual que mi Mundo, ahora

    dormitan aqu bajo el recelo implacable del inquisidor

    de turno. Pero ya llegar el momento, querido, ya se abri -

    rn las gavetas y la poesa, la furia, o simplemente el canto,

    fluir por las calles. Por ahora confiamos en la honesti-

    dad de gente como ustedes y otros que tan sinceramente

    se preocupan por divulgar la literatura cubana.

    PD: acurdate de la cinta de mquina, pues mi opus

    tres amenaza con enmaraar muchas pginas. Segundo

    oh: por favor, si puedes envame tambin una cuchilla de

    afeitar, pues mi barba se enreda ya entre mis pies y no

    tengo el privilegio de ser un Whitman.

    22 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MXICO

  • Arenas no se daba cuenta, o finga que no se dabacuenta, de que su situacin ante las autoridades y laso ciedad de escritores en particular no era mala sinopsima. Su conducta cvica desastrosa aumentaba laenemistad de los poderosos contra su actitud perso-nal. No todos, una de las figuras sobresalientes de losaos se senta, Julio Cortzar, lo vio como un escritorhecho y de recho aun cuando en la vida diaria parecie -ra el prototipo del hombre en estado natural que soa raRousseau.

    Esta carta del 21 de mayo de 1969 lo pinta comoun hombre rico en problemas sociales y literarios:

    Mi novela ya sali en Pars. Me enter por una crtica (de

    Claude Couffon) que sali en Le Monde y que un amigo

    mo me envi. No he podido adquirir el libro. Los edito-

    res dicen que me lo enviaron hace dos meses pero a mis

    manos no ha llegado. Te pido un favor: mndalo encar-

    gar a Pars (dos o tres ejemplares) y, te lo ruego, envame-

    los a Casa de las Amricas.

    Por ac todo est bien. Yo pas un mes en la agricul-

    tura por la Jornada de Girn; ahora, ms entusiasmado,

    me dispongo a terminar mi opus 4.

    En sus cartas Reinaldo se daba tiempo para hablarde sus amigos escritores: en este caso de Guillermo Ro -sales, a quien retrata ampliamente en Antes que anochez -ca, pgina 171. Esta carta, como todas las anteriores yposteriores, fechada en La Habana, data del 31 de ma -yo de 1969.

    Estas letras estn hechas bajo la emocin: acabo de leer

    una novela de un joven cubano que me parece excelente.

    Y que hara un Digenes prefecto. Se llama Sbado de

    Gloria, Domingo de Resurreccin y trata sobre la vida de los

    adolescentes que viven en La Habana durante los aos

    50 y pico. Es realmente deliciosa y de una gran calidad

    narrativa. Gan mencin en el Premio Casa del pa sado

    ao. Y, como sucede siempre, debi haber sido el pre-

    mio. El autor se llama Guillermo Rosales y tiene ahora

    unos veinte aos. Pero no te digo ms y trato, por todos

    los medios, de enviarte la novela. Ya la leers y te conven-

    cers por ti mismo.

    En la siguiente carta Reinaldo reitera su entusiasmopor Rosales. Le el manuscrito de la novela: obra muyimaginativa, muy potica, muy en el tono y el universode Arenas. Deshilvanada, area, con numerosos acier-tos y numerosas cadas. (No encuentro el original entremis papeles). En el momento de escribir estas lneas norecuerdo cul fue el asunto que me llev a visitar a Ro -lando Rodrguez, de quien el autor de El mundo aluci-nante habla con mucho desenfado en su autobiografa.All sin datos a la mano, y de memoria flaca, Arenas lo

    llama scar. Me envi esta misiva, de encubierta crti-ca poltica, el 3 de marzo de 1971:

    Te esper durante ms de dos horas aquella tarde, y todo

    fue intil. Imagino, pues, que el terrible Rolando Rodr-

    guez te retendra ms de la cuenta. (Hubo caf?). Bien.

    En vista de que no llegabas te dej el manuscrito de la

    novela de Rosales con Reynaldo [con y]. La has ledo?,

    qu te parece?... Yo estoy casi terminando una nueva

    novela que espero llegue a tus manos. Tambin, en com-

    paa de un joven poeta (pero no deseara que esto se

    divulgara), tramamos una de tus seductoras antologas

    (La muerte en la poesa cubana o el juego en la literatura

    cubana, etc.). Si esto llega a su fin (me refiero a las anto-

    logas, naturalmente) te la enviaremos. Oye, no te olvides,

    por favor, de enviarme otros quince ejemplares de El

    mundo. Te ruego, si has conseguido la edicin argentina

    de El mundo que public la Editorial Tiempo Contem-

    porneo el ao de 1970, me la enves. Si te es posible

    mndame, en el mismo paquete, En busca del tiempo per-

    dido en la edicin de bolsillo de Alianza Editorial. La tra-

    duccin es de Pedro Salinas y Consuelo Berges. Si no

    puedes mandarme todos los tomos envame A la sombra

    de las muchachas en flor y Sodoma y Gomorra.

    ARENASEN CUBAY FUERADE CUBA | 23

    Reynaldo Gonzlez, Reinaldo Arenas y Jos Lezama Lima

  • Este breve epistolario sufre una rotunda disminucina partir de 1971. La ltima carta que conservo de Rei-naldo est fechada en Nueva York el 9 de enero de 1980.El silencio mantenido por ambas partes es fcil de adi-vinar: profundas divergencias polticas. Estos desajus-tes nunca llegaron a las descalificaciones ni a los insul-tos. Produjeron, nicamente, el silencio.

    Antes de reproducir esta carta doy a conocer mi res-puesta a una consulta referida a l que me envi unaacadmica norteamericana. El matasellos asienta la fe -cha de salida: el 9 de enero de 1978. Hela aqu:

    Seorita Margarita Anderson Imbert, Biblioteca Latino-

    americana de la Universidad de Harvard, no hemos pu -

    blicado, ni sabemos quin sea el editor en lengua espao-

    la de la reciente novela de Reinaldo Arenas.

    Como dato curioso, y quizs intil, le cuento que Rei -

    naldo me refiri en La Habana, hace unos cuantos aos,

    la sntesis de la novela que preparaba en ese momento. El

    ttulo provisional era La vieja Rosa y describa la existen-

    cia de una seora (que personificaba a la Revolucin) y de

    sus hijos. La obra conclua cuando Rosa, metralleta en

    mano, mata a sus muchachitos.

    Atentamente Emmanuel Carballo, director de Edi-

    torial Digenes.

    Desde el arribo a Estados Unidos, Arenas adoptauna personalidad dividida: por un lado acepta el nuevopapel que le toc representar en una nacin capitalistaenemiga de la suya; por el otro, extraa con crecientevehemencia, conforme pasan los das, el pas que dejatrs, Cuba.

    Sus patrocinadores lo exhibieron como un caso t -pico, el del escritor enemigo nmero uno del castrismo:del mismo modo como cierto empresario de mala muer -te mostr la momia de fray Servando ante los vecinosazorados de algunos pueblos pequeos de Mxico.

    Entre el fraile de Nuevo Len y el novelista de Hol -gun se dan algunas coincidencias. Quiz por ellas Are -nas lo escogi como personaje para su novela ms di -fundida. La diferencia bsica se da al final de una yotra vidas: Servando muere en su cama, en el PalacioNacional, rodeado por las personas ms destacadas desu partido: all pronuncia, ante ellas, un discurso pa -ra explicar y justificar su vida y sus opiniones; Rei-naldo no muere de muerte natural, se suicida y culpadel deceso a su ene migo ms notorio, Fidel Castro. Suautobiografa Antes que anochezca recuerda en mo -men tos al Testamento de uno de sus posibles maes-tros, Franois Villon, con quien comparte la vida irre -gular, el panfleto inmundo, las malas compaasy los actos ms bochornosos. Su nombre se pronun-cia primero en Cuba y luego en Esta dos Unidos comosinnimo de reprobacin y escndalo.

    Sus diez aos finales contradicen la forma comovivi algunos de los asuntos ms importantes, decisi-vos como el amor, la amistad, el trato con la literatura.La carta final que me manda ofrece una imagen cidadel ltimo Reinaldo.

    Muy estimado Emmanuel Carballo: no he tenido noti-

    cias sobre el pago de las ediciones hechas por Digenes

    de El mundo alucinante. Ya estoy instalado en Nueva York,

    por lo que te ruego me enves el importe a la mayor bre-

    vedad. Mi direccin: 331 West 43 Street apt. 5C, New

    York, N. Y. 1036.

    Con saludos amistosos y con el mejor de los deseos

    por un ao nuevo feliz tu Reinaldo Arenas.

    Mi respuesta, de 1980, fue esta:

    Recordado Reinaldo Arenas: hace un momento lleg tu

    primera carta de los Estados Unidos y de inmediato la

    contesto.

    Nuestra relacin editor-escritor en ningn momen-

    to se bas (y t estuviste de acuerdo, relee la carta que me

    enviaste el 23 de enero de 1980) en las normas de la tica

    librera tradicional.

    Yo publico libros desde 1967 no como negocio sino

    como acto de servicio cultural y poltico. Desde el punto

    de vista financiero soy un editor pirata ya que publico a

    los grandes escritores (Benedetti, Nicols, t) para editar

    con sus ganancias a autores desconocidos como Edmun-

    do de los Ros, Parmnides Garca Saldaa y Lizandro

    Chvez Alfaro.

    No pago derechos de autor y autorizo a cualquier edi -

    tor que lo desee apropiarse, sin formalismos, de mis li -

    bros: son de todos.

    Tan no pienso en el negocio que invert mi herencia

    materna (no despreciable) en una aventura sin futuro

    halageo. Con que, querido Reinaldo, olvida tus ahora

    justas pretensiones de derechos de autor y desame suer-

    te, como yo te la deseo a ti.

    La respuesta de Reinaldo a esta carta tard en pro-ducirse doce aos y la incluye en su autobiografa, An -tes que anochezca, en las pginas 308 y 309.

    Desde que comenc a hacer declaraciones contra la tira-

    na que haba padecido durante veinte aos, hasta mis

    propios editores, que haban hecho bastante dinero ven-

    diendo mis libros, se declararon, solapadamente, mis ene -

    migos. Emmanuel Carballo, que haba hecho ms de cinco

    ediciones de El mundo alucinante y nunca me haba pa -

    gado ni un solo centavo, ahora me escriba una carta in -

    dignado, donde me deca que en ningn momento yo

    deb haber abandonado Cuba y, por otra parte, se negaba

    a pagarme: todo eran promesas, pero el dinero nunca

    24 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MXICO

  • lleg, pues aquella era una manera muy rentable de prac-

    ticar su militancia comunista. Ese fue tambin el caso de

    ngel Rama, que haba publicado un libro de cuentos mo

    en Uruguay; en lugar de escribirme una carta al menos

    para felicitarme por haber salido de Cuba, porque l

    saba la situacin que yo tena all, p