revista conservación ambiental. volumen 2, número 1, diciembre 2012

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Page 1: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012
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Revista Conservación Ambiental Fundación Ecomabi ISSN 0719-1618

La Revista Conservación Ambiental es una revista de libre acceso, publicada en formato digital (ISSN 0719-1618), cuyo objetivo principal es servir como un puente de comunicación entre el mundo aca-démico y la comunidad civil interesada en el desarrollo de temáticas relacionadas con la conservación del medio ambiente y la sustentabilidad. Posee un foco de atención amplio que trasciende las distintas disciplinas involucradas en estas temáticas, incluyendo áreas del conocimiento como biología, geogra-fía, sociología, ingeniería, economía, arquitectura y otras cuyos avances están implicados en la conser-vación del medio ambiente. Puesto que se trata de una publicación enfocada a un amplio público objetivo, la Revista Conservación Ambiental se encuentra abierta a recibir aportes de distintas índoles, publicando desde artículos de carácter netamente científicos, pasando por artículos de difusión y reportajes, hasta notas y comenta-rios de temas relevantes provenientes de la comunidad civil. Así la Revista Conservación Ambiental se transforma en una plataforma de comunicación para académicos, investigadores, estudiantes, profe-sionales y personas interesados en temas ambientales.

Editor en Jefe -Ignacio Fernández C.

Comité de Evaluación Científica: -Ignacio Fernández C. -Narkis Morales S. -Giselle Muschett R. -Javier Salvatierra C. -Camilo Del Río L. -Cristián Massad T.

Soporte Digital: Luis Olivares D. Este ejemplar corresponde al número uno del año dos de esta revista, y fue publicado con fecha del mes de Di-ciembre del año 2012 en Santiago, Chile.

La Revista Conservación Ambiental es publicada sólo en formato digital con periodicidad anual o semestral por la Fundación para la Conservación y Manejo Sustentable de la Biodiversidad (Fundación Ecomabi).

Revista Conservación Ambiental®

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Fundación Ecomabi®

Presentación de este número Un año ha pasado desde la publicación del primer ejemplar de la Revista Conservación Ambiental y hoy me en-cuentro nuevamente sentado frente a un computador con el objetivo de escribir el texto correspondiente a la presentación de la revista. Mi idea es hacer una mirada en retrospectiva que me permita hacer una evaluación de cómo ha evolucionado la revista durante este último año, sin embargo me doy cuenta que no es la revista la que debe ser evaluada, sino que el análisis debe estar enfocado en la relación con la institución de la cual de-pende, y por ende sobre el trabajo desarrollado por quienes hacen posible su publicación. En base a ello puedo decir que ha sido un año de enormes éxitos en términos institucionales, con participación en proyectos de inves-tigación, adjudicación de fondos concursables, y participación directa en diversas iniciativas, que más que hacer meros diagnósticos de los problemas, buscan implementar las soluciones que tantas veces cuesta transferir des-de el plano académico al mundo real. En términos generales este éxito institucional puede verse como algo in-conexo respecto a la evaluación de la revista, sin embargo el reconocimiento a la labor de transferencia de in-formación que como Fundación desarrollamos, también es un reconocimiento a la consigna principal bajo la cual gestamos la Revista Conservación Ambiental: “Promover la transferencia de conocimientos en un contexto transdisciplinario”. Aprovechando este espacio, quiero referirme brevemente a un elemento que creo relevante dejar en claro. Esto es que el concepto de transdisciplinaridad muchas veces es confundido con el de interdisciplinaridad. Si bien este último concepto implica la colaboración integrada de diversas disciplinas, la transdisciplinaridad va más allá, ya que su foco es generar instancias que además de incorporar diversas disciplinas, incorpore conocimien-tos que no están enmarcados en una rama disciplinaria como tal, sino que son parte de un conocimiento que trasciende (va más allá) a las distintas disciplinas, y que son parte del acervo cultural de nuestro planeta. Es en base a esta premisa que en la Revista Conservación Ambiental hemos abierto una sección especial llamada Ven-tana Abierta, en la cual promovemos la participación de un público diverso, que sin estar necesariamente ligado con el mundo de la academia, puede entregar y compartir un conocimiento que puede ser de enorme valor para comprender los problemas que afrontamos, y generar las soluciones para resolverlos. Junto con ello también nos hemos esforzado por desarrollar la sección de reportajes, con la cual pretendemos divulgar información y conocimiento de una forma diferente, y que de otra forma difícilmente podría ser transferida.

Foto portada En la foto se muestran parte de los participantes de la ceremonia de cierre del proyecto “Plan de Gestión Am-biental para la Conservación y Uso Sustentable del Sitio Prioritario Humedal Desembocadura Río Quilimarí”, pro-yecto financiado por el Ministerio de Medio Ambiente de Chile y desarrollado por la Fundación Ecomabi durante el año 2012 en las localidades de Quilimarí y Pichidangui. Si bien el objetivo particular del proyecto se enfoca en la conservación del humedal, y lo más representativo podría haber sido una foto de éste, la elección de la foto utilizada busca reflejar la importancia de lo discutido en la presentación de este número; esto es la integración del concepto de transdisciplinaridad. Así es como el mencionado proyecto fue comandado y coordinado por un equipo técnico-científico de la Fundación Ecomabi, pero al mismo tiempo integrando de forma activa a los dis-tintos estamentos relacionados con generar una solución a la problemática existente, incluyendo al municipio, empresarios, organizaciones de vecinos, centros educacionales, y residentes permanentes y temporales. Un pro-yecto exitoso no sólo debe demostrar buenos resultados, sino también que estos se mantendrán en el tiempo. Estos son los resultados que nos hacen sentido a la hora de trabajar para la protección y conservación de nuestro medio ambiente, y es por ello que a través de esta revista queremos promover la colaboración de todos ustedes en esta difícil, pero apasionante tarea.

Ignacio Fernández C.

Editor en Jefe Revista Conservación Ambiental

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Fundación Ecomabi®

Revista Conservación Ambiental

Volumen 2 ▪ Número 1 ▪ Diciembre 2012

NOTAS Y COMENTARIOS Modelos de distribución de especies: Software Maxent y sus aplicaciones en conservación N.S. Morales / Páginas 1-3 Los anfibios de Chile en medio de la tormenta global: Perspectivas y proyecciones para su conserva-ción A. Charrier / Páginas 3-5 CIENCIA AMBIENTAL Efectos de la fragmentación del paisaje en el tamaño y frecuencia de incendios forestales en la zona central de Chile M.B. Blondel ▪ I.C. Fernández / Páginas 7-16 Expectativas y percepción del rol del Estado en relación a las áreas protegidas y actividades extracti-vas al interior de éstas R.B. Delpiano / Páginas 17-24 REPORTAJE Entrevista: Conservación Biológica en Chile Fundación Ecomabi / Páginas 25-35 VENTANA ABIERTA Energía, territorios y poblaciones indígenas: Análisis retrospectivo del mega-proyecto hidroeléctrico Ralco J.H. Román / Páginas 37-42

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Revista Conservación Ambiental (2012) Volumen 2/Número 1/Notas y Comentarios/Páginas 1-5

www.ecomabi.cl Fundación Ecomabi®

Sección Notas y Comentarios

Modelos de distribución de especies:

Software Maxent y sus aplicaciones en

Conservación

NARKIS MORALES S. School of Environment, The University of Auckland. Auckland, New Zealand. [email protected] _________________________________________________

Introducción

La información disponible para realizar iniciativas de con-

servación en sitios degradados, o en aquellos compuestos

por especies raras o escasamente estudiadas, muchas veces

puede estar constituida por antecedentes incompletos. Esta

dificultad para obtener información del sitio puede ser

particularmente relevante cuando se intenta trabajar con

especies o ecosistemas circunscritos a pequeños fragmen-

tos inmersos dentro de una matriz alterada por el ser hu-

mano. La falta de información limita la capacidad para ge-

nerar programas a gran escala, y como consecuencia las

iniciativas propuestas en muchos casos tienen un éxito

limitado. Por ende un tema relevante en esta materia, es

poder predecir cuáles especies o grupos de especies po-

drían obtener mejores resultados para ser utilizadas en

proyectos de conservación para sitios específicos.

Para sobrepasar estas barreras de información los mo-

delos de distribución de especies pueden actuar como una

valiosa herramienta para determinar la distribución de

especies poco estudiadas o con información limitada, y

pueden ser de gran ayuda en la generación de información

biológica base no disponible. Los modelos de distribución

de especies son una herramienta empírica, robusta, repeti-

ble y fácil de utilizar, que pueden ayudar a identificar po-

tenciales zonas a conservar y/o restaurar (Philips y Dunik,

2008; Phillips et al., 2006,). Según Hernández et al. (2008),

su valor en conservación está basado en que 1) indica po-

tenciales sitios donde apuntar en el caso de necesitar hacer

exploraciones directas, 2) entrega lineamientos para de-

terminar el comportamiento de las especies frente a altera-

ciones exógenas, principalmente antrópicas y 3) entrega

información sobre sitios a conservar.

Hoy en día existen aproximadamente 16 modelos de

este tipo que utilizan distintos métodos, y datos para desa-

rrollar las predicciones (Elith et al., 2006). Dentro de estos

modelos se encuentra el programa (software) Maxent

(http://www.cs.princeton.edu/~schapire/maxent), un pro-

grama multiuso basado en una aproximación estadística

llamada máxima entropía que permite hacer predicciones

utilizando información incompleta, en este caso datos de

presencia u ocurrencia de la distribución potencial de una

especie (Philips et al., 2006, 2008).

A pesar de que existe un amplia gama de modelos simi-

lares, Maxent posee tres ventajas por sobre los demás:

Primero, se requiere solo datos de presencia, versus otros

modelos que requieren datos de presencia y ausencia;

segundo, su consistente buen desempeño en comparación

con otros 16 métodos similares (Elith et al., 2006), espe-

cialmente con un número pequeño de muestras (Elith et al.,

2006; Phillips et al., 2006; Hernández et al., 2008); y terce-

ro, su disponibilidad gratuita.

Aplicaciones de modelos de distribución de especies utili-

zando el programa Maxent

Un modelo de distribución de especies es básicamente una

caracterización de las condiciones ambientales adecuadas

para estas especies, que ayuda identificar donde están

espacialmente ubicados los sitios que cumplen con los re-

quisitos adecuados para las especies en estudio (Pearson,

2007). Esto hace que este método pueda ser utilizado en

diversas áreas dentro de una amplia gama de problemáti-

cas. Dentro de las diversas aplicaciones de Maxent que se

pueden nombrar se encuentran la priorización de zonas

para iniciativas de conservación biológica y restauración

ecológica, modelaciones de efectos del cambio climático

sobre los ecosistemas, y la evaluación de patrones de pro-

pagación de especies invasivas.

Conservación y restauración ecológica

El uso de esta aplicación combinada con herramientas SIG

ayuda en la generación de mapas de distribución actual y

potencial de especies nativas, lo que resulta fundamental

tanto para evaluar el estado de conservación de las espe-

cies, como para evaluar potenciales sitios para desarrollar

iniciativas de conservación y restauración. En Chile, Ziska et

al. (2009) utilizaron Maxent para determinar las áreas de

distribución y centros de diversidad de 27 especies de plan-

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Rev. Cons. Amb., Notas y Comentarios, Volumen 2, Número 1, 2012

2 Fundación Ecomabi®

tas monocotiledóneas, pertenecientes a la familia de las

bromeliáceas, de la cuales 20 son endémicas de nuestro

país. El objetivo principal fue utilizar esta información para

determinar el estado de conservación de estas especies.

Gracias a la información generada utilizando Maxent los

autores pudieron reclasificar las especies usando la nomen-

clatura de la IUCN.

Otro ejemplo de las aplicaciones de Maxent en el área

de Conservación y restauración ecológica es un proyecto

desarrollado por la Pontificia Universidad Católica, con

colaboración de la Fundación Ecomabi, en donde se integró

el producto de herramientas SIG vinculados a información

genética y la información generada por Maxent para eva-

luar el estado de conservación y priorizar sitios de restaura-

ción para dos especies de flora endémica de Chile central

amenazadas, el Lúcumo Chileno (Pouteria splendens) y el

Belloto del Norte (Beilschmiedia miersii).

Cambio climático

Maxent permite determinar o predecir cómo variaría la

distribución de una especie o un grupo de especies frente a

cambios ambientales de temperatura, humedad, entre

otros. Por ejemplo, se podría evaluar cómo se vería afecta-

da la producción frutal al ver restringida su área de distri-

bución, o al contrario al expandirse su potencial distribu-

ción a causa de un aumento de la temperatura atmosférica.

También puede resultar útil en determinar la distribu-

ción futura de plagas y como ésta podría extender su im-

pacto a zonas no atacadas actualmente bajo cambios am-

bientales específicos. El cambio climático no solo puede

afectar a las actividades económicas o de conservación de

especies, sino que también a la salud humana. Maxent ha

sido utilizado en los estudios de distribución de enfermeda-

des tropicales como la leishmaniasis, frente a potenciales

cambios en el clima (Gonzáles et al, 2010).

Especies invasoras

Nuestro país se ha declarado libre de algunas plagas que

podrían generar impactos económicos importantes en la

agricultura, ganadería e industria forestal. En este caso, el

uso de modelos de distribución podría ser utilizado para

establecer las zonas del país más propensas a ser afectadas

por plagas. Con esta información los muestreos preventivos

pueden ser enfocados a zonas específicas haciendo más

eficiente esta labor, con el consiguiente ahorro de recursos

económicos. En este caso un grupo de científicos norte-

americanos, ha usado Maxent para desarrollar mapas de

riesgo de algunas plagas, como por ejemplo Agrilus plani-

pennis, con el fin de ayudar en la asignación de recursos

para detección y tratamiento de las zonas más propensas a

ser afectadas (Sobek-Swant, 2012).

Por otro lado, no debemos olvidar la utilidad de Maxent

frente al potencial efecto de especies invasoras sobre espe-

cies nativas. Actualmente es posible determinar dónde

puede empezar una invasión y hacia donde se movería bajo

ciertas condiciones. Con esta información sería posible

detectar a tiempo y tomar acciones para mitigar las inva-

siones cuando éstas son aun pequeñas y focalizadas, evi-

tando así un daño irreparable a los ecosistemas naturales.

Conclusión

Si bien Maxent es una herramienta con múltiples aplicacio-

nes y validada por diversos estudios científicos, su uso ha

estado acotado principalmente como una herramienta para

la modelación de distribución de especies. Por el momento

la integración de sus resultados con otras fuentes de infor-

mación ha sido escasamente explorado, pero los escasos

estudios que han integrado múltiples variables han demos-

trado que es una herramienta con enormes potenciales en

otras áreas.

Por tanto la integración de Maxent con otras fuentes de

información disponible, puede transformarse en una he-

rramienta de gran valor para la generación de información

que permita hacer un uso más eficiente de los recursos,

predecir potenciales escenarios, y de esta manera aumen-

tar el éxito de proyectos de conservación, así como también

aquellos relacionados con el manejo de recursos naturales

productivos.

Literatura citada

Elith, J., Graham, C., Anderson, R., Dudík, M., Ferrier, S., Guisan,

A., Hijmans, R., Huettmann, F., Leathwick, J., Lehmann, A., et

al. (2006). Novel methods improve prediction of species’ dis-

tributions from occurrence data. Ecography, 29; 129-151.

González, C., Wang, O., Strutz, S.E., González-Salazar, C., Sánchez-

Cordero, V. & Sarkar, S. (2010). Climate change and risk of

leishmaniasis in North America: predictions from ecological

niche models of vector and reservoir species. PLoS neglected

tropical diseases, 4(1), e585.

Hernández, P., Franke, I., Herzog, S., Pacheco, V., Paniagua, L.,

Quintana, H., Soto, A., Swenson, J., Tovar, C., Valqui, T. et al.

(2008). Predicting species distributions in poorly-studied land-

scapes. Biodiversity and Conservation, 17; 1353-1366.

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Rev. Cons. Amb., Notas y Comentarios, Volumen 2, Número 1, 2012

Revista Conservación Ambiental 3

Pearson, R.G. (2007). Species distribution modeling for conserva-

tion educators and practitioners. Synthesis. American Museum

of Natural History. Disponible en http://ncep.amnh.org.

Phillips, S. & Dudík, M. (2008). Modeling of species distributions

with Maxent: new extensions and a comprehensive evalua-

tion. Ecography, 31; 161-175.

Phillips, S.J., Anderson, R.P. & Schapire, R.E. (2006). Maximum

entropy modeling of species geographic distribu-

tions. Ecological Modelling, 190; 231-259.

Sobek-Swant, S., Kluza, D.A., Cuddington, K. & Lyons, D.B. (2012).

Potential distribution of emerald ash borer: What can we learn

from ecological niche models using Maxent and GARP?. Forest

Ecology and Management, 281; 23-31.

Zizka, G., Schmidt, M., Schulte, K., Novoa, P., Pinto, R. & König K.

(2009). Chilean Bromeliaceae: diversity, distribution and eval-

uation of conservation status. Biodiversity and Conserva-

tion, 18; 2449-2471.

Sección Notas y Comentarios

Los anfibios de Chile en medio de la tor-

menta global: perspectivas y proyeccio-

nes para su conservación

ANDRES CHARRIER Red Chilena de Herpetología Investigador Fundación Senda Darwin [email protected]

_________________________________________________

En las áreas comprendidas por frías quebradas de las zonas

costeras de las Regiones de O’Higgins, del Maule y del Bio-

bío existió una pequeña especie de rana que presentaba

una estrategia única de reproducción. Su nombre Rhino-

derma rufum (Rana de Darwin del norte), especie endémica

de aquella región geográfica de Chile. En esta especie la

hembra luego del amplexus o abrazo nupcial, expulsaba los

huevos y los depositaba sobre terrenos húmedos, como

musgo o coberturas de hojarasca. Luego el macho se encar-

gaba de cuidar la ovipostura hasta que el movimiento de las

larvas al interior de los huevos hacía que éste las tragara.

Sin embargo este particular comportamiento no era perju-

dicial para las larvas, por el contrario, éstas eran deposita-

das al interior del saco vocal que el macho había dilatado

especialmente para el proceso reproductivo. Así es como

dentro de este saco vocal modificado ocurría la eclosión y

parte del proceso de metamorfosis, hasta que las larvas

alcanzaban la madurez suficiente para ser expulsadas hacia

su hábitat definitivo.

Este particular proceso en el cual el macho está encar-

gado de la reproducción de las crías es conocido como

“Neomelia”, y junto a la única otra especie conocida del

mismo género, Rhinoderma darwinii (Rana de Darwin del

sur), son las únicas especies de anfibios que tienen este

singular modo de reproducción. Pero a diferencia de R.

ruffum, en R, darwinii el proceso de metamorfosis ocurre

completo dentro del saco vocal.

Lamentablemente R. rufum se considera actualmente

extinta y los últimos registros de esta especie datan de

principios de la década de 1980 (Soto-Azat, 2013). El por

qué se extinguió esta rana es sumamente difícil de explicar.

En general explicar por qué se extingue una especie es tan

complejo como recomendar estrategias a implementar para

evitar su extinción. Pero uno de los factores que puede

estar implicado en su desaparición, es el alto grado de

fragmentación y degradación del hábitat al que ha sido

sometida esta zona por el cambio de uso de suelo para

faenas forestales (Soto-Azat, 2013).

El caso particular de la zona de Nahuelbuta

Uno de los sitios donde es más evidente el problema de

pérdida y degradación del hábitat es la zona de la Cordillera

de Nahuelbuta, al sur de Concepción. Esta es una zona que

presenta un alto endemismo de anfibios y cuyos bosques

nativos han sido casi totalmente reemplazados por planta-

ciones de pinos y eucaliptus (Smith-Ramírez, 2005).

En la zona de Nahuelbuta existen tres especies descritas

como endémicas de dichos bosques: Alsodes barrioi (Sapo

de pecho espinoso de Nahuelbuta), Telmatobufo bullocki

(Rana montana de Nahuelbuta) y Alsodes vanzolinii (Sapo

de pecho espinoso de Ramadillas), estas dos últimas son

hoy en día dos de las especies más difíciles de encontrar en

Chile. De hecho, actualmente T. bullocki es considerada la

quinta especie de anfibio más amenazada del mundo (Bai-

llie, 2012). A las amenazas producto del reemplazo del

bosque nativo por terrenos forestales, la conservación de

esta especie ahora debe lidiar con el interés por desarrollar

centrales eléctricas de paso en los principales ríos donde

esta especie se reproduce.

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4 Fundación Ecomabi®

Otros casos en el resto de Chile

Los casos de anfibios amenazados en la zona centro-sur de

Chile no son una excepción a la regla. A lo largo de todo

Chile, desde Visviri en el extremo norte, hasta la Patagonia

por el sur, los anfibios se encuentran bajo distintos grados

de amenaza, principalmente por el cambio de uso de suelo

y destrucción del hábitat (Ortíz & Díaz-Paéz, 2006).

En el Altiplano Chileno existe un género específico de

esa zona de la cordillera de los Andes, los Telmatobius. Este

es un grupo que ha evolucionado en ambientes alto andi-

nos. Sus hábitat son vegas, salares, ríos, e incluso aguas

termales, que se encuentran por sobre los 2000 msnm. en

zonas con prevalencia de bajísimas temperaturas y con

reducidas concentraciones de oxígeno (Formas, 2005). Los

Telmatobius son especies altamente especializadas para

vivir adentro del agua y dada la extrema sequedad de los

ambientes alto andinos no pueden sobrevivir fuera del

agua. Actualmente la principal amenaza para este género

se relaciona con la extracción de agua para faenas mineras

y suministro para consumo humano.

En la zona central de Chile la situación con los anfibios

tampoco es mejor. Calyptocephalella gayi (Rana Chilena),

especie endémica de Chile, ha sufrido durante años la caza

y la intervención de las cuencas donde habita producto de

la construcción de embalses y canalización de aguas para

regadío agrícola y otros consumos humanos.

En la cordillera de los Andes sobre los 2600 msnm. fren-

te a la ciudad de Santiago, específicamente entre los cen-

tros de esquí de El Colorado y La Parva, habita una especie

de anfibio considerada micro endémica, ya que su hábitat

se encuentra restringido solo a ese lugar: Alsodes tumul-

tuosus (Diaz, 1985). Las poblaciones de esta especie son

sumamente pequeñas, y su hábitat son apenas las vegas y

arroyos alto andinos entre los 2600 y los 3200 msnm (Diaz,

1985). Actualmente el hábitat de esta especie está siendo

fuertemente amenazado por el rápido auge y escasa plani-

ficación con que han crecido los centros de esquí. El boom

inmobiliario en la zona ha significado entre otros impactos,

la intervención de cuencas, la construcción de plantas de

tratamiento de aguas servidas que descargan en las cuen-

cas donde se reproduce la especie, y toneladas de basura

que año a año se acumula en el fondo de las quebradas.

Avances y Proyecciones

Lamentablemente en Chile no se cuenta con censos de

anfibios de larga data, por lo que se desconocen las dinámi-

cas poblacionales de sus especies y resulta difícil saber a

ciencia cierta cuál ha sido el efecto del cambio que han

sufrido sus ecosistemas sobre las tendencias poblacionales

de sus individuos. Sí sabemos que de las más de 60 especies

de anfibios que hay en Chile, más del 60 % se encuentra con

algún problema de conservación según el reglamento de

clasificación de especies del Ministerio de Medio Ambiente

2013.

Como una estrategia para la conservación de especies

de anfibios chilenos, desde el año 2009 el Zoológico de

Santiago y la Universidad de Concepción, comenzaron de

forma paralela un programa de conservación ex situ de R.

darwinii. Esta es una tarea compleja, ya que esta especie al

igual que la extinta R. ruffum, posee la particularidad de

presentar un proceso de neomelia en su etapa reproducti-

va. Afortunadamente los proyectos han sido sumamente

exitosos y ambos centros de reproducción han logrado

generar cientos de nuevos individuos.

La ejecución de estos proyectos hicieron que Rhinoder-

ma darwinii se transformara en un verdadero ícono para la

conservación de nuestros bosques y ha servido de semilla

para otros proyectos de conservación.

En la actualidad el centro de reproducción del Zoológico

de Santiago cuenta con un programa de reproducción de

Telmatobufo venustus (Rana montana de Vilches) y Telma-

tobufo bullocki. Así mismo, el centro de la Universidad de

Concepción está pronto a partir un programa de reproduc-

ción con otras especies de anfibios en peligro.

Si bien los programas de reproducción ex situ son una

poderosa herramienta de conservación, la cría de sapos y

ranas en acuarios bajo condiciones controladas no salvará a

las especies de su extinción en estado silvestre si no con-

servamos sus ecosistemas. Para ello debe hacerse un traba-

jo conjunto entre las instituciones del Estado, el sector

privado y la comunidad científica. En este sentido de poco

se pueden ver algunas iniciativas que apuntan en este sen-

tido. Es así como actualmente la empresa Forestal Arauco

se encuentra financiando un monitoreo de las poblaciones

de anfibios dentro del patrimonio de bosque nativo de la

empresa y además ha financiado la colocación de cuatro

cinturones de telemetría para hacer seguimiento a los mo-

vimientos de Telmatobufo bullocki, especie que de poco ha

pasado a ser reconocida como el nuevo ícono de la conser-

vación de anfibios en Chile.

Es de esperar que otras empresas forestales y mineras

empiecen a financiar programas de investigación y monito-

reo a largo plazo de estas especies. Así mismo, organismos

como el Servicio Agrícola Ganadero (SAG), la Corporación

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Rev. Cons. Amb., Notas y Comentarios, Volumen 2, Número 1

Revista Conservación Ambiental 5

Nacional Forestal (CONAF) y el Ministerio de Medio Am-

biente podrían coordinar esfuerzos para generar fondos

especiales para la investigación de anfibios nativos.

En el futuro posiblemente serán los Telmatobius del

altiplano los que tomen la bandera de la conservación.

Luego será Insuetophrynus acarpicus (Sapo de Mehuín), un

sapito micro endémico de los bosques de Mehuín en la

costa de Valdivia, el que alce la voz.

La consigna principal que está detrás de la conservación

de estas especies no es sólo la de salvar sus poblaciones o

hábitats, sino también hacer un llamado a evaluar la viabili-

dad del modelo de desarrollo que ha generado los proble-

mas. Debemos promover enfrentar nuestro futuro de una

manera diferente, de valorizar lo que tenemos y lo que

estamos perdiendo, de la misma forma como valorizamos la

energía eléctrica, los salmones en la zona de los fiordos, la

uva de los viñedos, el cobre del desierto y el agua que to-

mamos. Que nuestros hijos puedan escuchar el canto de la

rana de Darwin en primavera, o que los hijos de nuestros

hijos puedan ir al rio a contar larvas de rana chilena tiene

un precio que todos deberemos pagar. De alguna forma nos

han hecho creer que los países deben crecer, que el tamaño

de la economía debe incrementarse, pero nunca nadie nos

ha enseñado a preguntarnos por qué.

La extinción de una especie de anfibio con un sistema de

reproducción único en el mundo es un leve llamado de

atención que nos debe abrir a reflexionar. De lo que logre-

mos aprender de estos pequeños seres conocidos como

anfibios y de las decisiones que tomemos para hacer o no

hacer algo, no solo dependerá la conservación de ellos, sino

de todo nuestro patrimonio natural.

Literatura citada

Baillie, J. E. M, Ellen R. B. (2012). Priceless or Worthless?. Zoologi-

cal Society of London. 124 pg.

Díaz, N.,J. (1985). Microhabitat utilization by two leptodactylid

frogs in the Andes of central Chile. Oecologia, 66(3); 353-357

Formas R, A Veloso, JC Ortiz, (2005) Sinopsis de los Telmatobius de

Chile. Monografías de Herpetología, 7; 103-114.

Nahuelhual, L., Carmona, A., Lara, A., Echeverría, C., & González,

M. E. (2012). Land-cover change to forest plantations: Proxi-

mate causes and implications for the landscape in south-

central Chile. Landscape and Urban Planning, 107(1); 12-20.

Ortiz, J. C., & Díaz-Páez, H. (2006). Estado de conocimiento de los

anfibios de Chile. Gayana (Concepción), 70(1); 114-121.

Smith-Ramírez C., J.J. Armesto & C. Valdovinos (2005). Historia,

Biodiversidad y Ecología de los Bosques Costeros de Chile. Edi-

torial Universitaria, Chile. 500 pg.

Soto-Azat C, Valenzuela-Sánchez A, Collen B, Rowcliffe JM, Veloso

A, et al. (2013) The Population Decline and Extinction of Dar-

win’s Frogs. PLoS ONE, 8(6); e66957.

Page 10: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012

Blondel MB & Fernández IC (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 7-16

6 Fundación Ecomabi®

Page 11: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012

Revista Conservación Ambiental (2012) Volumen 2 / Número 1 / Páginas 7-16

www.ecomabi.cl Fundación Ecomabi®

Sección Ciencia Ambiental

Efectos de la fragmentación del paisaje en el tamaño y frecuencia de incendios

forestales en la zona central de Chile

MAX BLONDEL B. Facultad de Ciencias Biológicas, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile. Fundación Ecomabi. Santiago, Chile. IGNACIO FERNANDEZ C. Landscape Ecology and Sustainability Laboratory, Arizona State University. Tempe, Arizona. Fundación Ecomabi. Santiago, Chile. [email protected]

_____________________________________________________________________________________

Resumen. La zona de clima mediterráneo en Chile reúne más del 80% de la población y ha sido intensamente afectada por activida-des humanas, lo que ha causado una importante pérdida y fragmentación de los hábitats naturales. Esta zona además concentra la gran proporción de lo más de 5000 incendios forestales que en promedio ocurren por año en Chile. La suma de estos impactos ha llevado a que diversos ecosistemas de esta zona hayan sido catalogados en riesgo crítico, lo cual puede ser aún más complejo si se toma en cuenta que los procesos de fragmentación podrían alterar negativamente los regíme-nes de incendios. En este estudio evaluamos la relación entre los niveles de fragmentación de los ecosistemas nativos de la zona central de Chile, y su influencia en el tamaño y frecuencia de incendios forestales. Para ello calculamos cuatro métri-cas de paisaje para cinco formaciones vegetacionales nativas, utilizando técnicas de percepción remota basadas en imáge-nes satelitales de 4 años distintos. Dichas métricas fueron cruzadas con la base de incendios administrada por CONAF para los mismos años, y los resultados analizados para ver las relaciones existentes entre el nivel de fragmentación y el tamaño y frecuencia de incendios para los períodos analizados. Los resultados muestran que en el caso de las formaciones analiza-das no existe una relación consistente entre los indicadores de fragmentación y los regímenes de incendio. El tamaño de los incendios no respondió al grado de fragmentación en ninguna de las formaciones vegetacionales evaluadas. En el caso de la frecuencia de incendios sólo una formación mostró una respuesta significativa. Estos resultados sugieren que la frag-mentación pareciera tener una incidencia mayor en la ignición de incendios que en su propagación, pero que existen una serie de otros factores operando que dificultan evaluar el real impacto de la fragmentación en los regímenes de incendio. Palabras clave: Fragmentación del hábitat, Landsat, Densidad de parches, Densidad de borde, Bosque nativo Abstract. The Mediterranean climate zone in Chile harbours over 80% of the population and has been heavily impacted by human activities, which has caused a significant loss and fragmentation of natural habitats. This area also concentrates the large proportion of the more than 5,000 wildfires occurring on average per year in Chile. The addition of these impacts has led to several ecosystems of this area to been classified as in critical risk. This fact can be even more complex if we take into ac-count that the fragmentation processes could negatively alter fire regimes. In this study we evaluated the relationship be-tween levels of fragmentation of native ecosystems of central Chile, and its influence on the size and frequency of wildfires. To do this we calculate four landscape metrics for five native vegetation communities, using remote sensing techniques based on satellite images of 4 different years. These metrics were crossed with the fire database gathered from CONAF for the same years, and the results analyzed to see the relationship between the level of fragmentation and the size and fre-quency of fires. The results show that in the case of the native vegetation communities assessed, there is no consistent rela-tionship between the indicators of fragmentation and fire regimes. The size of the fire did not respond to the degree of fragmentation in any of the evaluated communities. Fire frequency was significant related with fragmentation metrics only in one community. These results suggest that fragmentation seems to have a higher incidence on fire ignition than in fire

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spread. However several other factors may be operating, making difficult to assess the real impact of fragmentation on fire regimes. Key words: Habitat fragmentation, Landsat, Patch density, Border density, Native forest

_____________________________________________________________________________________ Introducción

La pérdida y fragmentación del hábitat es considerada ac-

tualmente una de los principales agentes de amenazas para

la viabilidad de los ecosistemas nativos y sus especies

(Kuussaari et al., 2009). La fragmentación de los hábitats

naturales genera una disrupción de procesos ecosistémicos

claves, como la dispersión de organismos y propágulos,

modificando patrones reproductivos y afectando las diná-

micas poblacionales, lo que finalmente genera una serie de

efectos en cadena que pueden traducirse en la inviabilidad

del sistema (Fahring, 2003). Los procesos de fragmentación

no sólo generan impactos negativos sobre el componente

biótico de los ecosistemas, sino también pueden generar

cambios en los componentes abióticos, como temperatura,

vientos, radiación solar y humedad (Murcia, 1995). Estos

cambios se ven reflejados normalmente en un gradiente de

condiciones ambientales desde el borde del fragmento

hacia el interior, en donde la vegetación de los bordes está

sometida a mayores temperaturas, menor humedad, y

mayor incidencia de luz solar (Bustamante & Grez, 1995). La

muerte de individuos arbóreos y acumulación de materia

seca en los bordes de los fragmentos puede estar asociado

a un aumento en la frecuencia de incendios en sectores

fragmentados (Cochrane, 2002). Además la ocurrencia de

un incendio puede generar la fragmentación de nuevos

hábitat, y de este modo generar una mayor probabilidad de

nuevos incendios a través de un proceso sinérgico que

puede alterar significativamente los regímenes de fuego

(Fernández et al., 2010).

En Chile la zona que se ha visto más afectada por la per-

dida y fragmentación del hábitat han sido los ecosistemas

mediterráneos de la zona central del país. El ecosistema

mediterráneo de Chile cubre alrededor de un 16% del terri-

torio continental chileno, pero es hábitat de cerca del 50%

de las especies de plantas y vertebrados endémicos de

Chile (Arroyo et al., 2004). Este ecosistema ha sido catalo-

gados como uno de los 34 Hot-Spots de Biodiversidad exis-

tentes a nivel mundial, ya que corresponde a un área que

concentra un gran número de especies endémicas, pero

que se encuentran gravemente amenazados por tasas ex-

cepcionales de pérdida y degradación del hábitat (Myers,

2000).

En esta zona reside más del 80% de la población del

país, lo que históricamente ha generado presiones antro-

pogénicas producto del pastoreo excesivo, expansión de la

agricultura, deforestación, expansión urbana y cambio en

los regímenes de incendios forestales (Monetenegro, 2004;

Vogiatzakis et al., 2006). Es así como en los últimos 20 años

(período 1992-2012) el territorio que va desde la Región de

Valparaíso hasta la Región de la Araucanía ha sido afectado

por más de 108.000 incendios forestales, lo que representa

aproximadamente el 92% del total de incendios forestales

ocurridos en el país para dicho período (CONAF, 2013).

Los impactos generados por el ser humano en estos há-

bitats se reflejan en la existencia de estudios en que prácti-

camente la totalidad de las formaciones vegetacionales

presentes en estos ecosistemas han sido clasificados como

zonas en riesgo muy alto o crítico de conservación producto

de la incidencia de incendios forestales (Fernández et al.,

2010).

En vista de estos antecedentes, en este estudio tuvimos

como objetivo evaluar la relación existente entre los proce-

sos de fragmentación y los cambios en los regímenes de

fuego en Chile. Para ello, mediante técnicas de percepción

remota, se caracterizaron las dinámicas y configuraciones

temporales de la vegetación nativa mediterránea presente

en cinco formaciones vegetacionales de la zona central de

Chile, de manera de evaluar las potenciales interacciones

entre los patrones de fragmentación y los regímenes de

fuego asociados a cada formación.

Dos hipótesis principales fueron planteadas: (1) A medi-

da que un hábitat es fragmentado los parches de vegeta-

ción disminuyen en área y quedan más aislados, lo que

reduce la capacidad de propagación y el área afectada por

los incendios. (2) Al aumentar la fragmentación se esperaría

un aumento en la proporción del hábitat expuesto a cam-

bios abióticos (aumento de la proporción de borde), lo cual

a su vez, generaría condiciones más favorables para que

sucedan incendios, aumentando la frecuencia de estos.

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Revista Conservación Ambiental 9

Metodología

Área de estudio

El área de estudio comprendió cinco formaciones vegeta-

cionales (Gajardo, 1994) de la zona mediterránea de Chile

central, ubicadas entre la Región de Valparaíso por el norte

y la Región de O’Higgins por el sur (Figura 1). Las formacio-

nes estudiadas corresponden al Bosque Esclerófilo Costero

(B.E.C.), Bosque Esclerófilo de la Pre-Cordillera Andina

(B.E.P.), Matorral Espinoso del Secano Costero (M.E.S.),

Bosque Espinoso Abierto (B.E.A.) y Matorral Espinoso de la

Cordillera de la Costa (M.E.C.). Estas formaciones fueron

seleccionadas ya que corresponden a formaciones vegeta-

cionales catalogadas como prioritarias por Fernández et al.

(2010), lo que puede ser indicador del alto grado de frag-

mentación en el que se encuentran y de una marcada in-

fluencia de incendios forestales.

Adquisición de imágenes satelitales

Se utilizaron cuatro pares de imágenes multiespectrales de

los años 1987, 1989, 1999 y 2006, obtenidas del satélite

Landsat TM. Cada par de imágenes utilizadas fueron captu-

radas el mismo día, a excepción del año 1987 por falta de

disponibilidad, con una cobertura de nubes menor al 10%, y

con buena calidad de captura. Las imágenes de años distin-

tos fueron tomadas en meses diferentes, debido a que fue

imposible conseguir imágenes de buena calidad que co-

rrespondieran al mismo mes dentro del intervalo de años

estudiado. Con el fin de evitar distorsiones de naturaleza

fenológica en las respuestas espectrales de las imágenes, y

evitar el enmascaramiento de las escenas por nubes, se

seleccionaron escenas capturadas durante la temporada

seca, entre diciembre y marzo.

Pre-tratamiento digital de imágenes

No fue necesario corregir geométricamente las imágenes

debido a que éstas venían previamente ortorectificadas por

el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) con un

error aproximado de 50 metros (RMS<50). Las correcciones

atmosféricas y radiométricas de las imágenes se realizaron

mediante el método COST de substracción de oscuros de

Chávez (1996), pero omitiendo la variable TAU del método

COST, ya que en ciertas ocasiones ésta puede estar sobre

estimada, sobre todo en días muy claros y con ángulos de

zenith solar muy altos.

Para reducir los efectos topográficos sobre la señal es-

pectral capturada por el sensor del satélite se utilizó el

método de corrección topográfica de Minnaert, el cual

asume que la reflexión de la energía solar incidente sobre el

terreno no es reflejada uniformemente (Riaño et al., 2003).

Las constantes utilizadas para el modelo de corrección se

calcularon tomando pixeles de la imagen correspondientes

a zonas con pendientes mayores a 10° cubiertas por mato-

rrales, basándonos en el hecho de que la mayoría de las

zonas con terreno escarpado se encuentran cubiertas por

vegetación arbustiva.

Finalmente se implementó un método de mejoramiento

de la información espectral contenida en las imágenes sate-

litales mediante una conversión ortogonal conocida como

transformación de Kauth-Thomas (Kauth & Thomas, 1976).

Este método toma las 6 bandas espectrales originales de

Landsat convirtiéndolas en 3 bandas finales, cada una con

distinta información física; brillo, verdor, y humedad, per-

mitiendo una mayor comprensión y discriminación de la

composición de la superficie terrestre.

Figura 1: Área de estudio situada en la zona central de Chile entre las

regiones de Valparaíso y O’Higgins. Las líneas grises muestran los límites

políticos integrados de las regiones antes nombradas más la Región Me-

tropolitana. En colores se muestra la distribución de cada una de las cinco

formaciones vegetacionales analizadas en el estudio.

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Clasificación de las imágenes satelitales

La clasificación espectral de las imágenes se realizó en base

a la información territorial disponible en el Catastro de

Bosque Nativo de CONAF. A partir de la información dispo-

nible en el catastro se seleccionaron pixeles para realizar

una clasificación en 9 categorías de uso de suelo; matorral,

plantación, cultivos, praderas, urbano, minería, suelos des-

nudo, arena (costa), y agua.

El método utilizado para recolectar las firmas espectra-

les de entrenamiento en cada imagen es el denominado

como semilla, en el cual se escoge un píxel de la imagen, a

partir del cual se propaga un área de captura en forma

lateral y diagonal, a todos aquellos pixeles en un área de

1000 pixeles y que se encuentren en una distancia espectral

euclidiana menor o igual 9 unidades en referencia al píxel

seleccionado. Este método asegura la recolección de firmas

espectrales con información relativamente homogénea, con

lo cual se disminuye el riesgo de confusión espectral entre

los distintos tipos de coberturas. La capacidad del programa

para poder discernir entre las distintas firmas espectrales

recolectadas fue evaluada mediante el método de trans-

formación divergente, en el cual valores entre 1700 y 2000

representan una buena capacidad para poder discernir

entre el histograma de ambas firmas. En aquellos casos en

que las firmas espectrales de la misma clase presentaran

valores menores a 1700, se procedió a fusionar ambas fir-

mas en una sola.

Una vez recolectadas las firmas espectrales de las distin-

tas escenas se procedió a realizar una clasificación supervi-

sada de las imágenes con el método de máxima verosimili-

tud, el cual asigna cada píxel de la imagen a una de las fir-

mas espectrales recolectadas según la probabilidad de

pertenencia, en relación al conjunto total de pixeles reco-

lectados y asociados a una clase determinada.

Post-procesamiento de imágenes

Debido a que algunas firmas espectrales provenientes de

plantaciones y matorrales presentaban coeficientes de

divergencia transformada menores a 1700, y por lo tanto

una baja separabilidad, se realizaron dos clasificaciones

simultáneas para cada año. En primer lugar, se realizó una

clasificación en la cual se disminuyó a la mitad la probabili-

dad de asignación de clase de las firmas espectrales prove-

nientes de las plantaciones conflictivas en comparación con

los matorrales. En segundo caso, se realizó una clasificación

disminuyendo a la mitad la probabilidad de asignación de

clase de los matorrales conflictivos. Ambas clasificaciones

fueron posteriormente unidas en un solo mapa.

Posteriormente se recodificó el mapa de manera que las

9 clases iniciales pasaran a ser sólo 7; plantación, nativo,

cultivo, pradera, agua, urbano, y suelo desnudo. Debido a

que el número de muestras espectrales de suelos desnudos

es muy bajo, este tipo de cobertura tiende a confundirse en

la clasificación con la clase de cobertura urbana. Con el fin

de remediar esto se recodificó el raster ya clasificado, con-

virtiendo en suelos desnudos todos aquellos pixeles clasifi-

cados como urbanos ubicados fuera del perímetro de las

ciudades. De igual forma se procedió a convertir a clases

urbanas aquellos pixeles clasificados como suelo en el pe-

rímetro urbano, de forma similar a Schulz et al. (2010).

Finalmente se utilizó un filtro en las imágenes clasifica-

das mediante el método de la regla de la mayoría, en el cual

cada píxel de la imagen es analizado respecto a la de sus

vecinos, tomando un valor final de clase en base a la mayo-

ría de sus pixeles vecinos en sentido lateral y diagonal. En

este caso se utilizó un filtro de 7x7. Esta técnica es común-

mente utilizada para disminuir el llamado efecto “sal y

pimienta” que deja el proceso de clasificación espectral,

produciendo pixeles individuales dispersos en clases distin-

tas a las circundantes. Este efecto lleva finalmente a valores

de métricas distorsionadas y a un mayor nivel de error en la

producción de mapas categóricos.

Evaluación desempeño de la clasificación espectral supervi-

sada

Con el objeto de evaluar la calidad de los mapas temáticos

se llevó a cabo una evaluación de desempeño utilizando un

muestreo aleatorio estratificado para todas las clases a

excepción del suelo desnudo debido al bajo número de

puntos de control para comparar. Se utilizaron 350 puntos

aleatorios sobre los cuales se realizó una comparación en-

tre la clasificación supervisada y los datos del catastro de

CONAF. En aquellos años en los cuales no existía informa-

ción actualizada del catastro, como en 1987 y 1989, se

consideraron aquellos puntos que caían en coberturas que

no hubiesen cambiado en el tiempo. De no ser así, se pro-

cedió a reemplazar estos puntos por otros de forma aleato-

ria, de modo que cumplieran con el criterio anterior.

Análisis de fragmentación y regímenes de fuego

Una vez corroborada la calidad de las clasificaciones espec-

trales, se procedió a cuantificar la configuración espacio-

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Revista Conservación Ambiental 11

temporal de cada formación vegetacional, tanto a nivel de

clase como paisajístico. Con este fin se eligió un grupo de 4

métricas espaciales (PD, densidad de parches; LPI, índice

del parche más grande; ED, densidad de borde; y Área MN,

área promedio de los parches) con la capacidad de caracte-

rizar patrones de fragmentación que sean importantes para

interrelacionar este proceso con las características de los

regímenes de fuego.

Para caracterizar los regímenes de incendio de cada

formación vegetacional, se evaluó la frecuencia y el área de

propagación de los incendios asociados a los intervalos de

tiempo de cada imagen analizada a partir de los datos de

incendios forestales georeferenciados proporcionados por

CONAF para el período 1987-2006. Para disminuir los ses-

gos productos de la influencia de años más o menos secos

dentro de la incidencia de incendios, se decidió utilizar

como referencia el promedio de los incendios de tres años

consecutivos, tomando como año central el correspondien-

te a la imagen satelital con la cual se trabajó para estimar el

grado de fragmentación.

Una vez obtenidos los datos de las métricas de paisaje, y

del tamaño y frecuencia de incendios para las formaciones

vegetacionales para los cuatro períodos específicos (1987,

1989, 1999 y 2006), se procedió a cruzar dichos datos en

una matriz de correlaciones para determinar las relaciones

entre las métricas de paisaje y las características de los

incendios durante dichos períodos. Para estimar el grado de

significancia de los resultados se procedió a correr un mo-

delo de regresión simple para cada uno de los pares tempo-

rales analizados.

Resultados

Evaluación de la clasificación espectral supervisada

El desempeño obtenido para las clasificaciones fue de un

0,92; 0,92; 0,89 y 0,9 para los años 1987, 1989, 1999, y

2006 respectivamente. En todos los casos los coeficientes

kappa obtenidos fueron mayores a 0,8 lo que indica una

clasificación espectral satisfactoria, ya que valores de coefi-

cientes kappa mayores a 0,7 señalan una buen nivel de

concordancia entre la clasificación y las muestras tomadas a

partir del catastro (Cuadro 1). Los valores de desempeño

más bajos obtenidos a través de las distintas clasificaciones

corresponden a las clases de plantaciones y praderas. Este

menor nivel de desempeño se puede deber a potenciales

errores de clasificación entre plantaciones forestales y al-

gunas asociaciones de bosques nativo, y entre praderas y

matorrales nativos abiertos (Cuadro 1).

Fragmentación de las formaciones nativas

Los resultados de las 4 métricas espaciales usadas muestran

una clara tendencia de aumento en los niveles de fragmen-

tación de las formaciones vegetacionales nativas estudia-

das, con excepción del Bosque Espinoso Abierto, en donde

esta tendencia no es tan clara (Figura 2). En este sentido, en

las cinco formaciones vegetacionales ha existido una dismi-

nución del área promedio de parches y del índice de parche

más grande si se comparan los años 1987 y 2006, lo que es

un indicador de que en todas ellas se ha dado un fenómeno

de fragmentación del paisaje en este período. Ahora bien,

los resultados muestran que esta tendencia no ha sido

completamente unidireccional, sino que ha habido ciertos

períodos en que algunas formaciones vegetacionales pare-

cieran haber sido “desfragmentadas” (Figura 2). Sin embar-

go, para el caso particular de este estudio lo importante es

resaltar las diferencias entre las métricas de paisaje existen-

Cuadro 1: Evaluación de desempeño de la clasificación espectral super-visada. Valores de desempeño globales superiores al 85 % denotan como regla general un mapa temático confiable. Valores de coeficien-tes Kappa, superiores a 0.7, denotan un mapa confiable estadística-mente. El desempeño de usuario se refiere al nivel de muestras correc-tas obtenidas en la comparación.

.

Variable/Año 1987 1988 1999 2006

Desempeño Usuario

Plantación 0.83 0.80 0.80 0.86

Matorral 0.91 0.91 0.89 0.92

Cultivo 1.00 1.00 0.97 0.90

Pradera 0.90 0.91 0.83 0.81

Agua 1.00 1.00 1.00 1.00

Urbano 1.00 1.00 0.90 0.93

Desempeño Usuario Global 0.92 0.92 0.89 0.90

Coeficiente Kappa

Plantación 0.83 0.79 0.79 0.85

Matorral 0.77 0.75 0.71 0.84

Cultivo 1.00 10.00 0.96 0.87

Pradera 0.87 0.91 0.81 0.79

Agua 1.00 1.00 1.00 1.00

Urbano 1.00 1.00 0.89 0.92

Coeficiente Kappa Global 0.85 0.85 0.80 0.85

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12 Fundación Ecomabi®

tes para los años 1987 y 2006, de manera de evaluar si

efectivamente estas formaciones han sido sometidas a

procesos de fragmentación durante ese período.

Dentro de las 5 formaciones estudiadas aquella que pa-

reciera haber sido más afectada por procesos de fragmen-

tación durante el período 1987-2006 es el Bosque Esclerófi-

lo de la Precordillera Andina. Esta formación muestra un

aumento en la densidad de parches de casi tres veces (0,51

a 1,46), una disminución del LPI de casi 8 veces (58,00 a

9.06), y una reducción del área promedio de parches de

88,80 a 18,36 hectáreas, si se comparan los años 1987 y

2006 respectivamente (Figura 2).

Caracterización de regímenes de fuego

En relación a la caracterización de los regímenes de fuego

en las formaciones estudiadas, el tamaño de los incendios

pareciera haberse reducido en todas las formaciones vege-

tacionales para el período 1987-2006, a excepción del Ma-

torral Espinoso de la Cordillera de a Costa, en el cual el

tamaño de los incendios aumentó. Respecto a la frecuencia

de incendios forestales, ésta pareciera no responder a un

patrón claro, habiendo 2 formaciones en las cuales aumen-

ta, 2 en las cuales disminuye y una en la que no hay mayor

variación (Figura 3). En el caso del Matorral Espinoso del

Secano Costero y del Bosque Espinoso Abierto se observó

un aumento en la frecuencia de incendios, lo cual es coinci-

dente con la tendencia de incendios general del país para el

período. Sin embargo, el Bosque Esclerófilo Costero y el

Bosque Esclerófilo de la Pre-Cordillera Andino presentan

una progresiva disminución en la frecuencia de incendios

forestales, mientras el Matorral Espinoso del Secano Coste-

ro pareciera no haber tenido mayores variaciones en la

cantidad de incendios ocurridos por temporada (Figura 3).

Métricas de paisaje y regímenes de incendios forestales

Los resultados de las correlaciones entre las métricas de

paisaje y los regímenes de incendio para los períodos estu-

diados son ambiguos, y en términos generales no se en-

cuentran alineadas con las dos hipótesis principales plan-

teadas en este estudio.

En el caso de la primera hipótesis los resultados respec-

to al tamaño de incendios muestran que no existe ninguna

variable de paisaje que explique los cambios en las tenden-

cias del área promedio de los incendios que ocurren en las

diferentes formaciones vegetacionales estudiadas (Cuadro

2). En general los coeficientes de correlación obtenidos son

Figura 2: Resultados de las métricas de paisaje calculadas para cada una de las formaciones vegetacionales analizadas. PD y ED y Área MN repre-sentan valores basados en hectáreas. LPI representa el % de área cubier-ta por el parche más grande.

0.00

0.20

0.40

0.60

0.80

1.00

1.20

1.40

1.60

M.E.C. M.E.S. B.E.C. B.E.A B.E.P.

PD: Densidad de Parches

0

50

100

150

200

250

M.E.C. M.E.S. B.E.C. B.E.A B.E.P.

Area MN: Area promedio de Parche

1987 1989

1999 2006

0

10

20

30

40

50

60

70

M.E.C. M.E.S. B.E.C. B.E.A B.E.P.

LPI: indice de Parche más Grande

0

5

10

15

20

25

30

35

40

M.E.C. M.E.S. B.E.C. B.E.A B.E.P.

ED: Densidad de Borde

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Revista Conservación Ambiental 13

relativamente bajos (valor absoluto menores a 0,7), y nin-

guno de los coeficientes obtenidos en el rango superior

(mayor a 0,7) mostró establecer una relación significativa.

Para el caso de la segunda hipótesis, en donde se rela-

cionaba el grado de fragmentación con un aumento en la

frecuencia de incendios, los resultados tampoco exhiben

una clara relación que permita soportar dicha hipótesis de

forma concreta. Si bien 10 correlaciones superan el valor

absoluto de 0,7; lo que podría indicar algún tipo de rela-

ción, las correlaciones para el Bosque Esclerófilo Costero,

Bosque Espinoso Abierto y Bosque Esclerófilo de la Precor-

dillera, sugieren una relación inversa a nuestra hipótesis

(Cuadro 2).

Un caso excepcional a este resultado lo conforma la re-

lación entre la frecuencia de incendios y las métricas de

paisaje para la formación vegetacional del Matorral Espino-

so de la Cordillera de la Costa, en donde existe una relación

significativa entre el grado de fragmentación y el número

de incendios (Cuadro 2). En este caso los resultados indican

que a medida que aumenta el número de parches (PD)

aumenta la frecuencia de incendios en forma significativa,

aumento en el número de incendios que está inversamente

relacionado con el tamaño de los parches presentes (LPI,

Área MN) y levemente correlacionado con la densidad de

borde (ED) en la formación (Cuadro 2).

Discusión

Análisis de imágenes

La utilización de técnicas de percepción remota ha mostra-

do ser una herramienta efectiva a la hora de determinar los

patrones espacio-temporales del territorio (Holmgren &

Thuresson, 1998). Sin embargo, todo proceso de clasifica-

ción posee inherentemente un grado de error que debe ser

tomado en cuenta (Shao & Wu, 2008). En este caso existe

una tendencia de las praderas a confundirse con algunas

áreas definidas por el catastro como matorrales muy abier-

tos, como también de suelos desnudos a confundirse con

sectores urbanos. También existen sectores de vegetación

nativa densa que se confunden con plantaciones y vicever-

sa, cuya confusión se debe al nivel de resolución espectral

del satélite y a las alteraciones en la respuesta espectral

como resultado de la topografía escarpada del terreno. Si

bien se minimizó el efecto topográfico por el método de

Minnaert, las regresiones lineales por banda espectral pre-

sentaron una correlación menor a 0,7 (datos no mostra-

dos). Esto se debe a que las constantes varían dependiendo

tanto del tipo de cobertura utilizada, como a su nivel de

densidad. Sin embargo, el método de corrección empleado

ha probado ser en la práctica el más útil, sobre todo en

terrenos con altas pendientes (Riaño et al., 2003).

Aun considerando todas las fuentes de error que po-

seen los mapas categóricos realizados, la clasificación probó

ser satisfactoria, como es revelado por el porcentaje de

desempeño y las estadísticas kappa (Cuadro 1). En este

sentido los mapas, si bien poseen errores en cuanto a los

valores absolutos de algunas coberturas, permiten observar

patrones temporales de cambio de las coberturas y sus

configuraciones espaciales.

Nivel de fragmentación de las formaciones

Los resultados de las métricas de paisaje utilizadas sugieren

que la vegetación nativa ha perdido terreno como resultado

de su reemplazo para el desarrollo de actividades agrícolas

y expansión urbana, lo cual puede verse reflejado en el

aumento en la densidad de parches y en una reducción en

el tamaño promedio de los mismos (Figura 2). Esto quiere

Figura 3: Tamaño promedio (ha) y número de incendios forestales en las

formaciones vegetacionales analizadas. Cada barra representa el promedio

de tres años consecutivos, tomando como año central el indicado en la

leyenda.

0

5

10

15

20

25

M.E.C. M.E.S. B.E.C. B.E.A B.E.P.

Tamaño promedio incendios

0

200

400

600

800

1000

1200

M.E.C. M.E.S. B.E.C. B.E.A B.E.P.

Número de Incendios

1987 1989

1999 2006

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decir que si bien existe un aumento en la cantidad de par-

ches nativos, esto no es resultado de la creación de nuevos

parches, sino de la fragmentación y reducción del tamaño

de los parches originales. Estos resultados son concordan-

tes con otros estudios que han analizado la disminución de

la vegetación nativa producto de la fragmentación por

cambio de uso de suelo en la zona centro y sur de Chile

(Echeverría et al., 2006; 2008).

Las 5 formaciones estudiadas presentan una tendencia

a aumentar los niveles de fragmentación de vegetación

nativa en el largo plazo, aun cuando la tendencia entre

intervalos de años varíe dependiendo de la formación anali-

zada. De las cinco formaciones estudiadas el Matorral Espi-

noso de la Cordillera de la Costa pareciera ser el que se ha

visto afectado en un menor grado por procesos de frag-

mentación, lo cual pueda deberse a que esta formación se

encuentra en las partes altas y quebradas de cordones

montañosos y no en los valles (Fernández et al., 2010), lo

cual la hace menos susceptible al cambio de uso de suelo

para actividades humanas.

Por el contrario la formación vegetacional más afectada

por el proceso de fragmentación pareciera ser la del Bosque

Esclerófilo de la Precordillera Andina, formación que se

encuentra asociada al piedemonte andino y que probable-

mente ha sido fuertemente afectada por el desarrollo in-

mobiliario que ha tenido lugar en gran parte de la precordi-

llera andina de la Región Metropolitana (Romero & Vás-

quez, 2005).

El Bosque Espinoso Abierto es la única formación en la

cual la influencia de procesos de fragmentación no es evi-

dente en los resultados. De hecho al analizar el cambio en

la densidad de parches, esta formación es la única en la que

pareciera existir una leve tendencia inversa, lo que además

es soportado por una aparente disminución en la métrica

de densidad de borde (Figura 2). Sin embargo este último

resultado también podría estar relacionado con un cambio

en la forma de los parches que muchas veces se da asocia-

do a fenómenos de fragmentación, desde parches de for-

mas más complejas a parches de formas más simples, tal

cual ocurre en sectores afectados por actividades humanas

(Reed et al., 1996).

Variación en los regímenes de incendios forestales

Una de las suposiciones en que se basó este estudio fue

que durante el período 1987-2006 en Chile aumentó la

frecuencia de incendios forestales, pero disminuyó el ta-

maño promedio de los mismos (Fernández et al., 2010). Sin

embargo este patrón en los regímenes de incendio parecie-

ra no haberse desarrollado como regla general dentro de

las formaciones estudiadas, ya que si bien en términos

generales el tamaño de los incendios disminuyó en 4 de las

5 formaciones estudiadas, la frecuencia de ellos no mostró

una tendencia general al alza como pensábamos. De hecho

en dos de las formaciones existe una clara disminución en

el número de incendios para el período analizado (Figura 3).

Los factores que pueden explicar este resultado son diver-

sos, pudiendo incluir problemas como una cobertura tem-

poral inadecuada para detectar tendencias, errores en la

base de datos de incendios, formaciones vegetacionales

poco comparables, y un número de muestras (formaciones

vegetacionales) insuficientes.

Otro factor que puede haber influenciado en los resul-

tados es la utilización de registros de años con presencia de

fenómenos niño/niña. Si bien para disminuir dicho efecto se

utilizó el promedio de incendios de tres años, la duración de

fenómenos climáticos puede sobrepasar dicho período, por

lo que dicho promedio puede seguir incluyendo fuertes

distorsiones respecto a años considerados normales (Mon-

tecinos & Aceituno, 2003). Junto con ello otro elemento

externo que puede influenciar los regímenes de incendio,

sobre todo tomando en cuenta que en Chile el 99,9% de los

incendios son producidos por el hombre (Fernández et al.,

2010), es el rol del ser humano en la ignición y extinción de

los incendios. En ese sentido la disminución en la frecuencia

de incendios también puede estar ligada a mejores campa-

Tamaño Frecuencia Tamaño Frecuencia Tamaño Frecuencia Tamaño Frecuencia Tamaño Frecuencia

PD 0.67 0.98* -0.14 -0.61 -0.58 -0.91 § -0.07 -0.92 § -0.52 -0.88

ED 0.72 0.94 § 0.35 -0.64 -0.44 0.33 0.42 -0.59 0.01 -0.13

LPI -0.46 -0.97* -0.67 -0.61 0.52 0.89 -0.74 -0.16 0.75 0.66

Area MN -0.57 -1.00** -0.05 0.08 0.54 0.88 -0.22 -0.63 0.75 0.92 §

B.E.A. B.E.P.M.E.C. M.E.S. B.E.C.

Cuadro 2: Coeficientes de correlación entre las métricas de paisaje y el tamaño y frecuencia de incendios forestales en las formaciones vegetacionales analizadas. Valores de probabilidad indicados por símbolos: § <0,1; * < 0,05; ** < 0,005.

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Revista Conservación Ambiental 15

ñas de prevención de incendios, lo que puede haber dismi-

nuido las fuentes de ignición en aquellas formaciones vege-

tacionales en las que el hombre actúa como fuente de igni-

ción directa.

Fragmentación y regímenes de incendios forestales

Respecto al efecto de la fragmentación en el tamaño de los

incendios, si bien en los resultados se observa una tenden-

cia a la disminución en el tamaño de los incendios en 4 de

las 5 formaciones estudiadas, la reducción en el tamaño de

estos no estuvo correlacionada con ninguna de las métricas

de paisaje analizadas. Incluso al analizar en forma aislada

las dos formaciones que presentan los mayores valores de

correlación (Matorral Espinoso de la Cordillera de la Costa y

Bosque Esclerófilo de la Precordillera), no es posible obte-

ner una tendencia coherente, ya que ambas formaciones

muestran tendencias completamente inversas (Cuadro 2).

Es decir mientras en la primera formación el tamaño de los

incendios pareciera disminuir a medida que la fragmenta-

ción avanza, en la segunda la fragmentación conduciría a un

aumento del tamaño de los incendios, lo cual es contrario a

nuestra hipótesis.

En el caso del efecto de la fragmentación en la frecuen-

cia de incendios los resultados en general no estuvieron

alineados con nuestra hipótesis que predecía un incremen-

to del número de incendios a medida que aumentaba la

fragmentación. En 4 de las 5 formaciones analizadas no fue

posible encontrar tendencias significativas, he incluso algu-

nas de ellas parecieran tender a relacionarse de forma

inversa a nuestra hipótesis (Cuadro 2). Sin embargo, la

única formación que presentó correlaciones significativas

entre las métricas de paisaje y los regímenes de fuego (Ma-

torral Espinoso Costero), sugiere que en ciertas formacio-

nes vegetaciones si podría estar dándose una relación de

signo positivo entre la fragmentación del hábitat y la fre-

cuencia de los incendios forestales, tal como lo sugieren los

resultados de Cochrane (2002) en sus estudios realizados

en los bosques de la Amazonía.

La dificultad para encontrar relaciones significativas en-

tre las métricas de paisaje y los regímenes de incendio, no

necesariamente quiere decir que la fragmentación del hábi-

tat no tenga un efecto en el tamaño y frecuencia de incen-

dios forestales, sino más bien refleja la complejidad de las

variables que pueden estar implicadas en la ignición y pro-

pagación de los incendios, como la topografía, vientos,

temperatura, humedad y tipo de vegetación. Además de

ello es importante tener en cuenta las medidas de preven-

ción y control de incendios que pueden haber reducido

directamente la frecuencia y el tamaño de los incendios,

desacoplando de esta manera la relación temporal de los

regímenes de incendio con la fragmentación del paisaje.

Otro de los factores que pueden haber incidido en estos

resultados son potenciales errores en la discriminación del

uso de suelo al momento de clasificar las imágenes, que

pueden haber creado imprecisiones en la obtención de las

métricas de paisaje utilizadas para hacer los análisis. Por

ejemplo la imagen utilizada para hacer los análisis de frag-

mentación del año 1989 presenta grandes extensiones de

vegetación nativa quemada, principalmente matorrales, lo

cual podría haber afectado la medición realizada distorsio-

nando los valores reales de los índices de fragmentación

para aquellas formaciones con dominancia de vegetación

de tipo arbustiva.

Los resultados de este estudio muestran un aumento en

la fragmentación de las formaciones vegetacionales nativas

de la zona central de Chile. Si bien en base a los resultados

no es posible determinar si efectivamente existe un efecto

de la fragmentación en los regímenes de incendio, las hipó-

tesis aquí planteadas tampoco pueden ser descartadas, ya

que los efectos de la fragmentación podrían estar enmasca-

rados por factores topográficos, climáticos y antropogéni-

cos que pueden ser difíciles de aislar. Para ello es necesario

avanzar en el desarrollo de estudios que incorporen entre

otras cosas imágenes de mejor resolución, abarcar un ma-

yor período de tiempo, disminuir la resolución temporal,

abarcar una mayor cantidad de formaciones, evaluar la

respuesta en distintas escalas espaciales, y aplicar técnicas

de percepción remota que permitan obtener mejores resul-

tados en la clasificación de usos de suelos. Sin duda esta

información podría ser de relevancia para priorizar esfuer-

zos en la conservación de la vegetación nativa, así como

también para generar información de utilidad para la ges-

tión de recursos en la prevención y combate de incendios

forestales.

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Sección Ciencia Ambiental

Expectativas y percepción del rol del Estado en relación a las áreas protegidas y

actividades extractivas al interior de éstas

RODRIGO DELPIANO Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile. [email protected]

_____________________________________________________________________________________

Resumen. El año 2010 entró en vigencia una nueva institucionalidad ambiental en Chile, la cual asigna un rol más preponderante al Estado en relación al cuidado de la biodiversidad. Este nuevo cuerpo legal busca subsanar diferentes problemas presentes en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE). Uno de estos es la gran cantidad de leyes que norman la conservación de la biodiversidad en Chile. Altos de Cantillana es un área protegida donde confluyen diferentes intereses y actividades productivas, siendo la minería una de las principales. En este trabajo se determinó la importancia que los visi-tantes de las áreas naturales protegidas de la Región de Valparaíso y Región Metropolitana le asignan al rol del Estado en la protección de la biodiversidad a nivel nacional, y la opinión de estos con respecto a la realización de actividades extracti-vas al interior de la áreas protegidas, en especial, las relacionadas a la actividad minera. Los resultados indican que el pú-blico le asigna un rol preponderante al Estado como impulsor de áreas protegidas y que éste debería favorecer la creación de áreas protegidas privadas mediante diferentes mecanismos. A su vez los resultados señalan que los visitantes creen que no es compatible la conservación de la biodiversidad con el desarrollo de actividades extractivas, como minería. Palabras clave: Percepción, visitantes, Estado, actividades extractivas, minería. Abstract. During the year 2010 a new environmental legal framework was implemented in Chile, which increased the role that the State had in relation to the conservation of biodiversity. This new code looked to address different problems in the State National System of Protected Natural Areas (SNASPE). One of these problems was the large number of laws related with the conservation of biodiversity in Chile. Altos de Cantillana is a protected area in where different interests and productive activities take place, including mining. This study investigated the importance that visitors of protected areas of the Valpa-raíso and Metropolitan Region assigned to the role of the state in protecting biodiversity nationally-wide, and the opinion of the visitors with respect to the conduct of extractive activities within the protected areas, especially those related to mining. The results indicate that visitors assigns a key role to the State in managing protected areas, and also that the State should encourage the creation of private protected areas through different mechanisms. Results also indicate that visitors consider that extractive activities in protected areas, such as mining, are not compatible with biodiversity conserva-tion. Key words: perception, visitors, State, extractive activities, mining.

_____________________________________________________________________________________ Introducción El 12 de enero de 2010 se promulgó la Ley Nº 20.417 que reemplaza a la Ley Nº 19.300 como directriz máxima de la política ambiental de Chile, la cual establecía el rol del Esta-do en la conservación del patrimonio ambiental, mediante el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado (SNAS-PE). Bajo la nueva institucionalidad, se le asigna un rol más preponderante al Estado en el cuidado de la biodiversidad

nacional, siendo el Servicio de Biodiversidad y Áreas Prote-gidas el encargado de llevarla a cabo.

Este nuevo cuerpo legal debería procurar eliminar las

contradicciones en las que cayeron los anteriores, dejando

sin efecto las normativas que contravengan los acuerdos

internacionales. También, debería armonizar la dicotomía

existente entre la actividad minera y la protección de la

biodiversidad (Horvarth, 2007).

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18 Fundación Ecomabi®

Según el Código de Minería en el artículo 17º, el único

facultado para autorizar una explotación minera en cual-

quiera de las tres áreas de manejo del SNASPE, Parques

Nacionales, Reservas Nacionales y Monumento Natural,

cuando estos lugares hayan sido declarados de interés

científico para el Código de Minería, es el Presidente de la

República.

Diferentes autores han analizado las debilidades que

posee el SNASPE. Estos problemas pueden ser agrupados

según Oltremari (2002) en dos componentes, los cuales

explicarían en su totalidad las deficiencias del sistema. Es-

tos son la cobertura biológica y los procesos institucionales

y legales (Oltremari, 2002)

Cabe recordar, que si bien, Chile posee cerca del 30 %

de sus bosques nativos protegidos (CONAF, 1999), existe un

vacío respecto a la representatividad de algunos tipos fo-

restales. Esto se debe a que, pese a que el SNASPE cubre

casi un quinto del territorio nacional, el 80% de esa cober-

tura se encuentran en las regiones más australes, mientras

que los ecosistemas presentes en regiones como la Metro-

politana y la de O´Higgins se encuentran escasamente re-

presentados (Pauchard, 1999).

A lo anterior se suma que un 23,26 % del total de terri-

torio protegido corresponde a altas cumbres y campos de

hielo, reduciendo en gran medida el porcentaje de protec-

ción de especies vegetales (Luebert & Becerra, 1998). Todo

esto hace que el sistema sobrevalore algunos ecosistemas y

otros simplemente sean escasa o nulamente representa-

dos. Un ejemplo es el tipo forestal de bosque de Roble-

Hualo (Nothofagus oblicua-Nothofagus glauca) el cual po-

see una protección de sólo el 0,5 % de su distribución (Ol-

tramari, 2002). De hecho, para el año 2004, de las 85 for-

maciones vegetacionales existentes en el territorio nacio-

nal, un 67% se encontraban desprovistas de protección o

poco representadas en el SNASPE, y para satisfacer dicha

carencia se requeriría un aumento estimado de 1.690.000

hectáreas (Sepúlveda, 2004).

A nivel nacional, 85 de los 127 ecosistemas terrestres

presentan menos del 10% de su superficie remanente pro-

tegida. De éstos, 43 menos del 1% y 23 se encuentran sin

protección. Lo cual se traduce en que el 30% de los pisos

vegetacionales carezcan de resguardo, pese a que en la

zona Austral del país existe un alto grado de ecosistemas

protegidos. Esto se explica, porque la mayoría de éstos se

encuentran en sectores costeros, dejando a los más orien-

tales escasamente resguardados. Lo mismo sucede con los

ecosistemas y formaciones vegetacionales de las zonas

centro norte y centro sur, los que se encuentran con un

nivel bajo de protección (Pliscoff y Fuentes, 2008).

Así mismo, desde la creación del SNASPE, se condicionó

su existencia legal a la disolución de la CONAF como enti-

dad de derecho privado, cosa que nunca sucedió. Y a su vez,

según la convención de Washington, la superficie de Par-

ques Nacionales no puede ser modificada, salvo que así lo

ejerza la autoridad legislativa competente de cada país,

función que en Chile cumple el Congreso Nacional. Pero el

DL Nº 1.939 de 1977 le entrega la potestad de decidir sobre

cambios en el territorio de los parques al Ministerio de

Bienes Nacionales, o sea un organismo administrativo (Ol-

tremari, 2008).

En los últimos cinco años, la ciudadanía ha tomado un

rol activo en la defensa de la naturaleza a nivel nacional.

Conocidos son los casos de la lucha contra Hidro-Aysén,

contra la central Barracones, contra la explotación por par-

te de la empresa minera Barrick y últimamente sobre la

explotación minera en la Isla Riesco. En todos estos casos,

la defensa de la biodiversidad y de la naturaleza se alza

como bandera de lucha.

Dado este contexto, el objetivo de este estudio fue de-

terminar la importancia que los visitantes le asignan al rol

del Estado en la protección de la biodiversidad a nivel na-

cional. Así mismo, conocer la opinión de estos con respecto

a la realización de actividades extractivas al interior de las

áreas protegidas, en especial, las relacionadas a la actividad

minera.

Para ello se consideraron dos hipótesis: (1) Los usuarios

de áreas naturales protegidas comprendidas en las Regio-

nes de Valparaíso y Metropolitana, consideran que no se

deberían realizar actividades extractivas, como recolectar

hierbas u hojas, recolectar frutos, extracción de leña, ex-

tracción de tierra de hoja o producción de carbón en el

interior de áreas naturales protegidas. (2) Las actividades

extractivas mineras son consideradas incompatibles con la

conservación de la biodiversidad por los usuarios de áreas

naturales protegidas de las Regiones de Valparaíso y Me-

tropolitana.

Adicionalmente la investigación determinó el rol que

cumple el Estado como promotor de la conservación, en-

tendiendo que para muchas personas esta tarea es de su

exclusiva responsabilidad. Pero desde finales de los años

80, este rol ha sido cada vez asumido en mayor proporción

por los privados que han desarrollado sus propias áreas

protegidas. Para 1990 Chile contaba sólo con dos de estas

áreas, el Parque Oncol y el Santuario El Cañi, cifra que con-

trasta con las más de 500 de estas reservas que existen en

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Delpiano RB (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 17-24

Revista Conservación Ambiental 19

la actualidad. Muchas de las cuales han logrado paliar la

carencia de representatividad que poseen algunas forma-

ciones vegetacionales en el SNASPE.

Debido a la importancia que han tenido las Áreas Prote-

gidas Privadas (APP) para la conservación en Chile, es que

se hace necesario conocer si el público estaba dispuesto a

que el Estado las incentivase y apoyase no sólo institucio-

nalmente, sino que también económicamente.

Estas iniciativas de conservación de los privados, se han

desarrollado en forma espontánea y sin un marco legal que

las regule y que les dé una conducción en función de las

prioridades que requiere una adecuada estrategia para la

conservación a nivel nacional (García y Villarroel, 1998).

Abordar este problema requiere crear y fortalecer diferen-

tes modalidades de cooperación entre el mundo público y

el privado. Lo anterior pasa por la generación de políticas

que promuevan la creación de incentivos y medidas de

fomento a éstas (García y Villarroel, 1998).

Cabe recordar que el Santuario de la Naturaleza Altos

de Cantillana, es parte de este tipo de iniciativas, por cuan-

to, para su sostenibilidad financiera se hace relevante el rol

que tome el Estado como promotor de éstas.

Materiales y Métodos

Áreas de estudio

Este estudio se llevó a cabo en seis áreas naturales protegi-

das de las Regiones de Valparaíso y Metropolitana. Estas

áreas fueron: R.N. Rio Clarillo, R.N. Lago Peñuelas, P. N. La

Campana, S.N. Yerba loca, M.N. El Morado y el P.N. Aguas

de Ramón.

Modelo para estimar el tamaño de la muestra

El tamaño de la muestra se determinó empleando un sis-

tema que consta de dos métodos distintos. Por una parte la

fórmula para muestreo aleatorio simple, que establece el

número total de repeticiones que deben realizarse en base

al error tolerable para un nivel de confianza predetermi-

nado. Y por otra, se creó un modelo de estimación en base

a un sistema ideal de sustitución que contempló, tanto la

distancia de las áreas sustitutas, como sus semejanzas en

cuanto a servicios e infraestructura que se contemplan

idealmente para Altos de Cantillana, según los Planes de

Manejo diseñados por la Universidad Católica. Como pará-

metros para estimar la cantidad de encuestas a realizar, se

utilizó el número de visitas totales a las diez áreas seleccio-

nadas en base a los datos para el año 2009, proporcionados

por la Corporación Nacional Forestal (Conaf) en el caso de

los pertenecientes al Servicio Nacional de Áreas Protegidas

del Estado (SNASPE), por Latitud 90 en el caso del Santuario

de la Naturaleza Yerba Loca, por la Asociación de Municipa-

lidades Proyecto Protege, en el caso del Parque Natural

Aguas de Ramón y a la Asociación de Comuneros Cerro El

Roble, para la unidad del mismo nombre.

El total de visitantes fue de 201.836 personas. El cual se

desglosa de la siguiente manera: R.N. Rio Clarillo, 69.135;

R.N. Lago Peñuelas, 43.315; P. N. La Campana, 39.764; S.N.

Yerba loca, 19.000; M.N. El Morado, 13.158; R.N. Río Los

Cipreses, 11.223; P.N Aguas de Ramón, 3.008; R.N. El Yali,

1.904; P.N. Palmas de Cocalán, 1.179; Cerro El Roble, 150

visitantes.

En base a dicho total, el número de encuestas a realizar

quedó fijado, según la fórmula para muestreo aleatorio

simple, en 354, con un error relativo del 0,052. A su vez se

realizó el mismo cálculo para cada una de las unidades

seleccionadas, de manera de establecer el número ideal de

encuestas por área. La fórmula utilizada fue la siguiente:

PQZNhEPQZNhnh *2^)1(2^/)*2^*(

nh Tamaño de la muestra para la categoría h

Nh Tamaño de la población para la categoría h

Z Estadístico ne al 95%

E Error relativo

P Valor 0,5

Q Valor 0,5

Una vez comenzada la toma de datos, fue necesario hacer

algunos cambios a la selección de unidades bajo estudio.

Fue así como, dentro del mes de noviembre, se debieron

sacar de la investigación el P.N Palmas de Cocalán, la R.N El

Yali y el Cerro El Roble. Esto debido a la baja visitación que

mostraron dichas áreas. En el caso del P.N Palmas de Coca-

lán se debió a que este, si bien es parte del SNASPE, es de

propiedad de la Viña La Rosa y sus visitas son limitadas. A

su vez, la R.N El Yali fue una de las unidades que sufrió con

el terremoto del 27 de febrero de 2010 y el posterior ma-

remoto, por lo que se mantuvo cerrada por gran parte del

año, debido a que fue necesario hacer evaluaciones y arre-

glos. Por último el Cerro El Roble fue separado de la mues-

tra por tener una baja tasa de visitación. Con esto, las áreas

sustitutas quedaron en 6 unidades, ya que la R.N Río Cipre-

ses tuvo que ser excluida debido a problemas en los tiem-

pos de muestreo. Debido a esto el tamaño de la población

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se redujo a 187.380 visitas, por lo cual se debió a justar la

fórmula, quedando finalmente con un nivel de confianza

del 95%, con un error relativo del 0,066, para lo que el ta-

maño de la muestra se estimó en 220 casos.

El segundo método consideró que para la estimación de

la muestra de cada área se consideraran 15 variables, co-

rrespondientes a diferentes servicios e infraestructura.

Estas fueron: fácil acceso, guías o personal capacitado en

educación ambiental, señalética, letreros de interpretación,

miradores, áreas de picnic, áreas de camping, servicios

básicos (baño y agua potable), estacionamientos, Centro de

Educación e Información Ambiental (CEIA), kiosco o cafete-

ría, juegos para niños, senderos para discapacitados, parri-

llas para asado y acceso para mascotas.

Para la estimación de la muestra final se fijó un mínimo

de 20 encuestas por unidad estudiada. Luego cada seme-

janza de áreas sustituta con las variables analizadas fue

ponderada con un valor de 1, por lo tanto si un área tenía

13 semejanzas con Altos de Cantillana, la muestra se esti-

maba en 33.

Debido a que el costo de viaje es otra variable impor-

tante al momento de decidir un destino, se analizó el nivel

de sustitución de las áreas en base a este parámetro, consi-

derando la distancia de las áreas a las tres ciudades (San-

tiago, Viña del Mar y Rancagua). Se ponderó con un valor

de 2,5 cada sustitución de las áreas a Altos de Cantillana. De

esta manera el modelo quedó fijado de la siguiente ma-

nera:

nh Nmin (Ns*1) (Nd*2,5)

ciadissegúnáreadelnessustituciodeNúmeroNd

ManejodePlansegúniableslasconsemejanzadeNúmeroNs

hcategoríalaparamuestralademínimoTamañoN

hcategoríalaparamuestraladeTamañonh

tan

var

min

Al igual que en el caso de la fórmula de muestreo aleatorio

simple, en este caso también se eliminaron las unidades

que presentaron un número bajo de visitantes y de permi-

sos para realizar la investigación. A su vez, la Reserva Na-

cional Río Cipreses tuvo que ser eliminada debido a temas

logísticos con el cronograma de muestreo. De esta manera

el número total de encuestas por área quedó en 214 (cua-

dro 1).

UNIDAD SNASPE Nmin Ns Nd Nh

P. N . La Campana 20 12 2 37

R. N. Río Los Cipreses 20 14 1 36,5

R. N. Río Clari l lo 20 12 3 39,5

M. N. El Morado 20 8 1 30,5

S. N. Yerba Loca 20 10 2 35

P.N Aguas de Ramón 20 13 2 38

R. N. Lago Peñuelas 20 11 1 33,5

Tota l Encuestas 140 80 12 250

Cuadro 1. Valores de la muestra según modelo de sustitución

basado en servicios e infraestructura presente en cada área y

sus distancias aproximadas a las áreas naturales sustitutas.

Finalmente la muestra según área quedó repartida de la

siguiente forma: R.N. Rio Clarillo, 37; R.N. Lago Peñuelas,

34; P. N. La Campana, 38; S.N. Yerba Loca, 35; M.N. El Mo-

rado, 36 y P.N Aguas de Ramón, 40.

Instrumento de medición

Para la elaboración de la encuesta se hizo un trabajo previo

con diferentes informantes claves, de tal manera de crear

un instrumento de recolección de información lo más ce-

rrado y preciso posible, a la luz de las inquietudes y objeti-

vos del estudio.

El instrumento final comprendió 34 preguntas, todas ce-

rradas, salvo dos. Se hizo un conjunto de preguntas enfoca-

das a conocer el tipo de persona que visitaba las diferentes

unidades, con quienes iban, la frecuencia con la que visita-

ban el mismo lugar, el medio de transporte utilizado, la

ciudad de procedencia y el tiempo de permanencia. Tam-

bién se incluyeron preguntas sobre el motivo de la visita y

las actividades realizadas.

Un segundo grupo de preguntas se enfocaron en saber

si los entrevistados conocían las áreas protegida sustitutas,

si las habían visitado y cuántas veces en los últimos dos

años.

Un tercer conjunto de preguntas buscó profundizar so-

bre el conocimiento que tenían sobre Altos de Cantillana y

en caso de conocerlo, determinar cómo supieron de su

existencia, si habían oído hablar de la campaña de protec-

ción y difusión “Son de Cantillana, Protégelos”, cuáles

atractivos más representativos del área conocían y qué

actividades habían realizado en su visita.

Page 25: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012

Delpiano RB (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 17-24

Revista Conservación Ambiental 21

Un cuarto grupo de preguntas buscó indagar acerca de

la importancia que les asignaban los visitantes a determi-

nadas condiciones e infraestructuras que poseen las áreas

protegidas antes mencionadas.

Finalmente el último segmento de preguntas buscaba

conocer la opinión de los encuestados sobre el rol del Es-

tado en la creación y mantención de áreas protegidas y la

inclusión de los privados en esta labor. También sobre la

compatibilidad existente entre la conservación y algunas

actividades extractivas.

Recolección y análisis de datos

Los datos fueron recolectados mediante una encuesta apli-

cada a los visitantes de las áreas sustitutas definitivas, para

lo cual se consideró a ambos géneros en una proporción

cercana al 56% hombres y 43% mujeres. Esto basado en los

porcentajes de visitación que existe en las áreas protegidas

pertenecientes al SNASPE que según cifras del 2009 son de

un 55% de hombres y 45% de mujeres.

El trabajo se realizó sólo por un encuestador, para evitar

cualquier sesgo sobre la toma de datos. Se recogieron datos

sólo los fines de semana entre los meses comprendidos

desde el 9 de octubre de 2010, hasta el 16 de abril de 2011.

Se procedió a buscar a las personas dentro de las áreas,

específicamente en senderos o lugares de merienda. Las

condiciones principales para ser seleccionado fueron que se

tratasen de personas mayores de edad, fueran los jefes de

grupos o bien los que tomaran las decisiones al interior de

éste, y que estuvieran terminando su visita.

La cantidad de encuestas realizadas por día varió según

el área intervenida y la fecha, pudiendo llegar hasta un

máximo de trece encuestas y un mínimo de dos. Otra de-

terminante de la toma de datos, fue la hora del día en que

ésta se realizó, siendo aplicada principalmente dentro de

las 14:00 y 18:00. Esto para asegurar que las personas se-

leccionadas hubiesen permanecido lo suficiente como para

estar terminando su visita o bien para haber realizado va-

rias actividades dentro del área.

La validación de la encuesta se realizó mediante prue-

bas o pre-testeo realizados en septiembre de 2010 en el

Parque Natural Aguas de Ramón.

Resultados

Del total de 220 personas encuestadas, el 82% declaró

conocer al menos otra área protegida no comprendida

inicialmente en este estudio.

Para conocer la percepción que tenían los entrevistados

acerca del rol del Estado en esta materia, se les hizo la si-

guiente pregunta: Para Ud. ¿Cuán importante es que los

gobiernos se preocupen de implementar áreas protegidas?

El 93 % consideró que es muy importante y un 6,4 % sólo

importante. Una sola persona dijo considerarlo de regular

importancia y ninguna señaló considerarlo poco o nada

importante. Lo anterior se traduce en que, para casi la tota-

lidad o sea un 99,5 % de las personas encuestadas el rol del

Estado en la conservación de la biodiversidad mediante

herramientas in situ es preponderante (figura 1).

Figura 1: Grado de importancia que los visitantes asignan al rol del Es-

tado en la implementación de áreas naturales protegidas. Valores en

porcentaje respecto del total de respuestas.

Sin embargo estos porcentajes se reduce cuando se con-

sulta acerca de cómo perciben los usuarios que el Estado

protege, cuida y mantiene las áreas protegidas, ya que sólo

un 5 % considera que lo realiza muy bien, un 30% bien y un

53 % considera que su desempeño es regular en esta mate-

ria. Para un 11,4 % el Estado realiza una mala o muy mala

gestión al respecto (figura 2).

Figura 2: Percepción de los visitantes respecto al desempeño del Estado

en la protección, cuidado y mantención de áreas naturales protegidas.

Valores en porcentaje respecto del total de respuestas.

Page 26: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012

Delpiano RB (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 17-24

22 Fundación Ecomabi®

Las Áreas Protegidas Privadas han resultado ser una he-

rramienta efectiva en la protección de ecosistemas y espe-

cies poco representadas en el sistema estatal. Sin embargo,

para una efectiva contribución a la conservación, se re-

quiere que las APP tengan un lineamiento más estrecho con

las políticas y estrategias de conservación impulsadas por el

Estado. Para ello esté último debe generar los fomentos y

apoyos necesarios para que esta conjunción se produzca.

En base a lo anterior se les consultó a los visitantes so-

bre si los gobiernos deberían favorecer mediante beneficios

tributarios u otro mecanismo la formación de áreas prote-

gidas por parte de privados. A lo que un 84 % señaló que sí

y un 16% se mostraron en desacuerdo. Al preguntar por

qué se oponían, la respuesta estaba condicionada al hecho

que, según ellos, el rol de protección de la biodiversidad y

por ende de creación de áreas protegidas sólo le corres-

pondía al Estado y que de realizarlo los privados, estos sólo

lo harían por ambiciones económicas, por lo cual no res-

ponderían a un verdadero sentido conservacionista.

Esta percepción de la minoría se contradice con lo ex-

presado por los propios propietarios de APP, los que, según

el estudio de (Sepúlveda et al., 2003), un 66,4% han reali-

zado estas iniciativas por una motivación marcada princi-

palmente por la conservación de la biodiversidad y sólo un

13,4% lo hacen por considerarlas una buena inversión, el

20,2% restante responde a otros intereses.

Otra inquietud que se analizó en este estudio es la per-

cepción de los visitantes con respecto a si en la áreas pro-

tegidas se debería permitir la realización de actividades

extractivas como sacar hierbas u hojas, recolección de fru-

tos, extracción de tierra de hoja o producción de carbón.

Según la legislación chilena, la única categoría de con-

servación que permite la explotación de recursos dentro de

una unidad del SNASPE, son las Reservas Nacionales. Las

que corresponden a áreas con recursos naturales suscepti-

bles de sufrir degradación, o relevantes para el bienestar de

la comunidad, destinadas a la conservación y protección del

suelo, el sistema hídrico y las especies amenazadas de flora

y fauna silvestre, considerando la aplicación de tecnologías

de aprovechamiento racional y sustentable de los recursos

naturales y culturales.

Según el PNUD una de las amenazas a las que se ven

expuestas las áreas protegidas es precisamente la extrac-

ción ilegal o insostenible de recursos bajo actividades como

cosecha de madera y leña, la caza y el comercio de flora

nativa y fauna en peligro de extinción (PNUD, 2010)

Pese a que lo anterior podría suponer una contradicción

con las características de manejo sujetas a las Reservas

Nacionales, cabe señalar que algunas actividades extracti-

vas pueden ser realizadas de manera sostenible y permi-

tiendo respetar las características socio-culturales propias

de la localidad donde se encuentran.

De las personas encuestadas un 80 % considera que no

se debería permitir ninguna de las actividades extractivas

consultadas, un 15% considera permisible la realización de

algunas de las actividades y un 5% señaló que todas las

actividades deberían estar permitidas (figura 3). Al analizar

más en profundidad las respuestas anteriores, se observa

que del 15% que consideran permisible la realización de

alguna de las actividades extractivas consultadas, un 5%

sólo consideran posible la recolección de hierbas u hojas,

un 6,8% consideran tanto la recolección de hierbas u hojas

como también la recolección de frutos, un 1,8% sólo la

recolección de frutos, un 0,9% sólo la extracción de tierra

de hoja, un 0,5% sólo recolección de leña e igual porcentaje

considera a todas como posible a excepción de la produc-

ción de carbón.

Figura 3: Disposición de los visitantes a aceptar labores extractivas en

Áreas Silvestres Protegidas. Valores en porcentaje respecto del total de

respuestas.

En Chile la normativa vigente permite la desafectación

de áreas protegidas para la realización de faenas mineras,

previa autorización del Presidente de la República, cuando

estas hayan sido declaradas de interés científico para el

Código de Minería. Lo anterior supone la potencial coexis-

tencia de actividades extractivas del tipo minería en con-

junto con programas de conservación, lo cual podría pare-

cer contradictorio. De hecho, durante el “Segundo Congre-

so de Parques Nacionales y Áreas Protegidas”, celebrado en

Bariloche el año 2007, se llegó a la conclusión que las acti-

vidades mineras eran contradictorias a los fines de conser-

vación que poseen estas áreas (UICN, 2007).

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Delpiano RB (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 17-24

Revista Conservación Ambiental 23

Dadas estas diferentes posturas, pareció interesante

conocer la opinión de los visitantes respecto a esta disyun-

tiva, para lo cual se les preguntó sí a su juicio era compati-

ble la conservación con la actividad minera al interior de las

áreas protegidas. De los 220 entrevistados un 80% respon-

dió que no eran compatibles, mientras el 20% restante

respondió que ambas iniciativas eran compatibles.

Al relacionar esta pregunta con el área protegida en la

que se realizó la entrevista, se pueden observar diferencias

interesantes. Es así como los visitantes del Parque Natural

Aguas de Ramón, Monumento Natural El Morado y Santua-

rio de la Naturaleza Yerba Loca presentan mayores porcen-

tajes de aceptación de actividades mineras, con valores de

30%, 27,8% y 22,9% para los tres sectores respectivamente.

Mientras que los entrevistados en el Parque Nacional La

Campana, Reserva Nacional Lago Peñuelas y Reserva Na-

cional Río Clarillo, muestran menores porcentajes de acep-

tación con 8%, 12% y 13% respectivamente para las tres

áreas.

Si bien no existen diferencias significativas entre hom-

bres y mujeres, si se observa diferencias según edad, siendo

los visitantes más jóvenes, menores a 29 años, los que en

mayor proporción consideran que la minería y la conserva-

ción de la biodiversidad son compatibles, llegando a un

25%. En cambio, en los entrevistados entre 30 y 40 años

sólo un 15% considera compatible ambas actividades.

El nivel de educación formal también influyó en los re-

sultados, siendo los visitantes que tienen mayor nivel edu-

cativo quienes en mayor proporción consideran que ambas

actividades son compatibles. Un 23% de los encuestados

con estudios universitarios señalaron que son compatibles,

versus un 14% de los sin estudios universitarios completos.

Discusión y Conclusiones

En los últimos años se ha visto un incremento en las mani-

festaciones masivas por parte de la población con respecto

a megaproyectos y actividades económicas extractivas en

áreas protegidas o en sus cercanías, lo cual supone la exis-

tencia de una opinión de disonancia entre la conservación y

la extracción de recursos. A la luz de lo anterior, los resulta-

dos de este estudio indican que dicha percepción es ava-

lada por parte de la mayoría de los encuestados, lo cual

apoya la primera hipótesis considerada en este estudio.

Sin embargo, cabe señalar que son principalmente los

jóvenes con mayor nivel de formación académica, los que

opinan lo contrario, o sea consideran compatible la conser-

vación con actividades extractivas y en especial las relacio-

nadas al sector minero.

Pese a lo anterior, el hecho de que aproximadamente

cuatro quintos de los encuestados considere incompatible

la conservación con la minería aporta evidencia para acep-

tar la segunda hipótesis estipulada en este estudio, dejando

ver la dicotomía existente, según los usuarios de áreas

naturales protegidas de la Región de Valparaíso y Región

Metropolitana.

En Chile son escazas las investigaciones que estudien la

opinión de la ciudadanía y en especial, del público de las

áreas protegidas y las actividades extractivas. Aún más,

poco se conoce sobre la percepción de la gente con el con-

cepto mismo del extractivismo. Por cuanto se hace impe-

rioso profundizar en estos temas.

Por otra parte, el visitante que visita las áreas protegi-

das de la Región de Valparaíso y de la Región Metropolitana

es principalmente una persona informada sobre las áreas

protegidas en Chile y un asiduo visitador de éstas. Son per-

sonas que le asignan un rol preponderante al Estado y a los

Gobiernos en la creación e implementación de áreas dedi-

cadas a la conservación, pese a que la gran mayoría opina

que el Estado actualmente no realiza una buena gestión en

cuanto a la protección, mantención y cuidado de las áreas.

Pero este rol no sólo se lo atribuyen exclusivamente al Es-

tado, ya que son conscientes de que la protección de la

biodiversidad es una tarea mancomunada, donde deben

participar diferentes actores de la sociedad.

Lo anterior, es posiblemente la razón por la cual, la gran

mayoría considera que el Estado debería generar herra-

mientas y mecanismos, ya sean tributarios o de otra índole,

para favorecer la formación de áreas protegidas por parte

de privados.

Como lo expresan algunos autores (e.g. Sepúlveda,

1997; Villarroel, 1998), en Chile ya existen mecanismos para

el fomento de Áreas Protegidas Privadas en base a exencio-

nes de impuestos, principalmente territoriales, pero éstos

son poco efectivos, ya que los montos involucrados son

insuficientes para compensar el costo de oportunidad del

propietario de un predio. Más aún si se considera que los

impuestos territoriales en zonas rurales son generalmente

bajos (Sepúlveda, et al., 2003). Así mismo los incentivos

contemplados en la Ley 19.300, en cuanto le otorgan los

mismos tratamientos a las APP que a las unidades del

SNASPE -o sea junto a los territoriales, la exención de im-

puestos de primera categoría contemplados en la Ley de

Rentas y otros beneficios-, son insuficientes (Sepúlveda,

1997).

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Delpiano RB (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 17-24

24 Fundación Ecomabi®

Por lo tanto, lo interesante de esta investigación radica

en la demostración de la existencia de una disposición por

parte de los visitantes de las áreas protegidas a que se

desarrollen este tipo de mecanismos de fomento. Lo ante-

rior resulta importante, si se considera que para la gran

mayoría, la posibilidad de que exista una ley de donaciones

privadas para la conservación, semejante a la actual Ley de

Donaciones Culturales o Ley Valdez, es una necesidad real

en Chile.

En este sentido, para lograr un análisis más detallado

sobre estos incentivos y posibles compensaciones al costo

de oportunidad que significa el conservar un área, se re-

quieren futuras investigaciones que profundicen sobre esta

temática.

En la actualidad en Chile la figura de la donación está

contemplada dentro de la legislación, pero sólo genérica-

mente, sin existir un instrumento oficial como existe en el

caso de la cultura. Por lo tanto las donaciones hechas para

la conservación, sólo poseen como incentivo la exención del

IVA, al igual que cualquier otra donación (Villarroel, 1998).

Como comentan algunos autores (e.g. García, 1998; Villa-

rroel, 1998; Sepúlveda y Villarroel, 2006) las donaciones

privadas podrían ser una herramienta importante para

lograr sostenibilidad financiera en las APP, por cuanto los

resultados obtenidos en esta investigación reafirman la

necesidad de legislar respecto al tema, ya que para el pú-

blico que visita las áreas protegidas esta modalidad es, en

su mayoría, aceptada y considerada necesaria.

Literatura citada

CONAF (1999). Catastro y evaluación de recursos vegetacionales

nativos de Chile. CONAF/CONAMA. 89p.

Horvarth, A. (2007). Biodiversidad y SNASPE. Diario Estrategia.

Santiago, Chile. 20 septiembre.

Luebert, F. y P. Becerra. (1998). Representatividad vegetacional

del Sistema Nacional de Areas Silvestres Protegidas del Es-

tado (SNASPE) en Chile. Ambiente y Desarrollo XIV(2): 62 – 69.

García, D. y P. Villarroel. (1998). Las áreas silvestres protegidas de

propiedad privada en la legislación chilena. Ambiente y Desa-

rrollo XIV(4): 21-32.

Oltramari, J. (2002). Las áreas protegidas y la conservación de la

diversidad biológica. Pontificia Universidad Católica de Chile.

11p.

Oltramari, J. (2008). Sistema Nacional de Áreas Protegidas en

Chile, en busca de una institucionalidad. Agronomía y Forestal

35: 9-15.

Pauchard, A. (1999). SNASPE: nuevos desafíos para la conserva-

ción biológica”. Bosque Nativo, Junio: 5-10.

Pliscoff, P. y T. Fuentes. (2008). Análisis de Representatividad

Ecosistémica de las Áreas Protegidas Públicas y Privadas en

Chile. Informe Final. 103p.

PNUD. (2010). Documento de Proyecto del PNUD Creación de un

Sistema Nacional Integral de Áreas Protegidas para Chile: Una

Estructura Financiera y Operativa. PNUD. 94p

Sepúlveda, C. (1997). Incentivos para la creación y manejo de

Areas Silvestres Protegidas Privadas en Chile. Ambiente y

Desarrollo XIII(3): 38-46.

Sepúlveda, C., E. Letelier. y C. Seeberg. (2003). Documento de

Trabajo N 58, Incentivos apropiados para Áreas Protegidas Pri-

vadas: el enfoque y la experiencia del proyecto CIPMA_FMAM.

CIPMA. 40p.

Sepúlveda, C. (2004). “¿Cuánto hemos avanzado en conservación

privada de la biodiversidad?: el aporte de las Areas Protegidas

Privadas en perspectiva”. Ambiente y Desarrollo XX(1): 75-79.

Sepúlveda, C. y P. Villarroel. (2006). “Servicios ecosistémicos y

financiamiento de la conservación privada en Chile”. Ambiente

y Desarrollo XXII(1): 12-20.

UICN. 2007. Segundo Congreso de Parques Nacionales y Áreas

Protegidas, Bariloche. 12p.

Villarroel, P. 1998. “Cooperación Público-privada para la conserva-

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Page 29: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012

Revista Conservación Ambiental (2012) Volumen 2/Número 1/Reportaje/Páginas 25-35

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Sección Reportajes

Entrevista: Conservación Biológica en Chile.

Les preguntamos a importantes exponentes de la conservación biológica en Chile acerca

de los avances que el país ha tenido en esta materia, y respecto a cuáles creen ellos que

son los principales desafíos que tenemos por delante.

Entrevistados: Javier A. Simonetti Gloria Montenegro Ricardo Rozzi

_____________________________________________________________________________________

Javier A. Simonetti Profesor Titular, Departamento de Ciencias Ecológicas, Universidad de Chile.

“Chile tiene una experiencia y una tradición respetable en conservación bio-lógica. El país no lo hace mal, pero tiene la obligación de hacerlo mejor, porque hay que correr cada vez más rápido para mantenerse con las de-mandas sociales que crecen”

_____________________________________________________________________________________ Ecomabi: ¿Cuáles han sido sus líneas de investigación

desde los inicios de su carrera hasta hoy, y como ha ido

cambiando su foco hacia la conservación?

J.S.: Como biólogo me he dedicado a la ecología. Lo que

hacemos lo ecólogos es estudiar los factores que determi-

nan la distribución y abundancia de los organismos en el

espacio y en el tiempo. En ese marco me han interesado

persistentemente algunos elementos comunes a lo largo de

mi carrera profesional. El primero es la diversidad y los

elementos que determinan la diversidad. El segundo, el uso

del espacio. Cómo se dispone de ese espacio, y luego cómo

las actividades humanas afectan ese espacio, y por tanto a

la diversidad. En particular, me han interesado las interac-

ciones biológicas. Comprender cómo interactúan unas es-

pecies con otras y cómo eso determina diversidad en un

cierto lugar y tiempo, y cuáles son las consecuencias que

esa interacción tiene. El hacerlo explícito espacialmente se

debe al hecho que una de las amenazas mayores de la di-

versidad biológica son las formas en que las sociedades

humanas usan el espacio.

Nunca he tenido un organismo particular de estudio, no

soy experto en ningún grupo de plantas, animales, ni otros

organismos, a mí me interesan los temas. En particular me

interesa cómo las acciones humanas, en particular de sub-

sistencia como el uso de recursos, afecta la diversidad bio-

lógica, y por tanto en cómo podemos generar información

específica que sea atingente a la toma de decisiones res-

pecto de la conservación de la diversidad biológica. En ese

sentido ahí hay una convergencia evidente entre mis in-

tereses, lo que se refleja a lo largo de mi carrera. En general

me han interesado siempre los mismos temas.

Ecomabi: Yendo a la segunda pregunta. ¿Usted cree que

los resultados de las investigaciones académicas en el área

de la biología de la conservación han sido transmitidos a

Page 30: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012

Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

26 Fundación Ecomabi®

las instituciones o personas que están actualmente im-

plementando estrategias de conservación? Específicamen-

te, ¿cree usted que sus recomendaciones, por ejemplo lo

que usted ha escrito, han sido aplicadas en proyectos de

conservación?

J.S.: Hay un supuesto en tu pregunta que no necesariamen-

te es correcto, y que produce una dicotomía que ha sido

letal en la implementación o en la puesta en práctica de lo

que emerge como resultado de las investigaciones. Uno

supone que la gente que trabaja en la academia haciendo la

investigación científica, que por cierto en temas de conser-

vación va mucho más allá que lo meramente biológico, no

participa de las acciones de conservación, lo cual es una

suposición incorrecta. Una cosa es preguntar por cuánta de

la información generada en la academia se transmite a, y

otra es cuánta de la información es recibida por.

En mi ámbito tenemos clara una cosa, que una fracción

importante de los resultados de investigaciones que se

dicen pertinentes o referidos a la conservación de la diver-

sidad biológica, no termina con recomendaciones explícitas

y concretas respecto a la gestión de la biodiversidad. Por

ejemplo en un estudio reciente, establecimos que solo un

tercio de las publicaciones que están en las mejores revisas

destinadas a la conservación de la diversidad biológica

termina con recomendaciones, y eso hace que pierda fuer-

za las implicancias de la investigación, ya que el tomador de

decisiones, o el elaborador de políticas públicas no tiene a

que asirse.

Por otra parte, cuando dichas recomendaciones emer-

gen, cuando son explícitas, el elaborador de políticas nor-

malmente las ignora por distintos motivos. Puede ser por-

que no hay tiempo para leer una cantidad dispersa de ele-

mentos que muchas veces no están en su idioma natal, o

porque están tan dispersas que requeriría un trabajo de

síntesis. Normalmente lo que se traspasa son cuestiones

más sintéticas. ¿Cuánto se considera?, yo diría una fracción

muy menor de lo que realmente está disponible.

Chile ha generado, tanto en forma interna como con

colaboración externa, una importante cantidad de investi-

gación científica que puede ayudar a hacer más robustas las

políticas públicas y programas de acción enfocados en con-

servación. Ejemplos hay. La ley de pesca en las áreas de

recursos bentónicos es un potente ejemplo de como la

investigación científica desarrollada en el país se tradujo en

instrumentos de gestión. Eso sí en el ámbito terrestre el

traspaso ha sido bastante menor, aun cuando no me cabe

duda de que con la información disponible se debería y

podría hacer más.

Hay barreras por el lado de la academia y por el de los

tomadores de decisiones que impiden que la comunicación

sea fluida. Las barreras son muchas, y las desconfianzas

propias de cada lado son enormes, y ese es uno de los desa-

fíos mayores que enfrentamos. Se requiere que quienes

elaboran la política pública entiendan cuáles son las pre-

guntas cruciales para manejar la biodiversidad, y que la

academia se aboque a responder esas preguntas, pero que

haga propuestas concretas. Ahí hay un puente que hay que

tender, de manera que las dos partes sepan que empujan

hacia el mismo lado.

Ecomabi: ¿Eso es posible, imposible?, ¿Qué se ve en el hori-

zonte?

J.S.: Tenemos que ser optimistas que es factible, sino ce-

rremos el negocio. Porque si no es así ¿qué tendríamos?,

políticas públicas sin ningún asidero teórico, empírico, ni

conceptual, e investigaciones que van a avanzar en múlti-

ples ámbitos, pero que no van a guardar relación con la

biodiversidad. Yo creo que es perfectamente posible lograr

esta colaboración, pero va a requerir tiempo y esfuerzo.

Ecomabi: ¿Voluntades también?

J.S.: De todas maneras. Pero no me atrevo a decir si el pa-

norama es halagador o no. Es un escenario en el cual tene-

mos que trabajar, y eso se logra haciendo que los respon-

sables de los dos extremos, desde la génesis de la informa-

ción científica hasta su implementación en políticas públi-

cas, comprendan que son parte de un equipo y que ninguno

pesa más que el otro. Pero eso puede ser difícil.

Ecomabi: ¿Un problema de egos?

J.S.: No sólo los egos, sino que además hay cierta confusión

respecto de qué es lo importante. Hay una gran fracción de

la investigación que se dice pertinente a la conservación y

que en realidad no es pertinente. ¿Por qué?, porque la

conservación está de moda. Es muy importante proteger el

medioambiente y salvar las especies, sin embargo hay mu-

cho trabajo que dice ser biología de la conservación, pero

que es más biología per se que conservación, lo que genera

investigación que es tangencial para los objetivos de con-

servación. Aquí hay que despejar el grano de la paja para

poder generar el puente entre los investigadores y los ha-

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Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

Revista Conservación Ambiental 27

cedores de políticas. La conservación en estricto rigor es un

instrumento de desarrollo sustentable, por lo tanto es muy

distinto que simplemente ponerle un candado a la natura-

leza como algunos asumen.

Entonces los dos extremos, y la sociedad en su conjunto

debieran entender de qué se trata la conservación. Clara-

mente esto es una tarea difícil, pero se están haciendo los

esfuerzos.

Ecomabi: ¿Cómo qué esfuerzos?

J.S.: Por ejemplo, el año pasado reunimos a representantes

de los aparatos públicos encargados de gestión de la diver-

sidad biológica de numerosos países de América Latina, con

representantes de quienes teóricamente generan la infor-

mación científica. Juntamos expertos de Argentina, Perú,

Bolivia, Chile, México, Venezuela, entre otros países de

América. Hicimos dos talleres en los cuales reunimos a los

asistentes entre aquello que generan la información cientí-

fica y los que representan al aparato público. A ellos les

preguntamos ¿qué información requiere usted para hacer

una gestión efectiva y conservar efectivamente la biodiver-

sidad? Póngalo por escrito y después dígame si dispone de

esa información. Fuimos comparando los resultados y nos

dimos cuenta que emerge un patrón bien especial. En algu-

nos momentos no se sabe cuál es la pregunta importante, y

por tanto no se sabe en qué debe consistir la respuesta.

Por otra parte hay preguntas que son extremadamente

comunes a todos los sectores, a todos los países y eso es

muy potente y atractivo. Esperamos publicar dentro de

poco una lista de las 50 preguntas comunes a toda América

Latina.

Ecomabi: ¿Entonces, ese es el camino?

J.S.: Ese es un camino. Hay otros que no los hemos explora-

do todavía. Por ejemplo trabajar con la clase política direc-

tamente. Pero hay que ir paso a paso. ¿Es posible? Sí. Si no

fuera posible, estaríamos en otro negocio.

Ecomabi: La próxima pregunta tiene relación con lo que

estábamos conversando respecto a cómo el Estado incor-

pora las recomendaciones de la biología de la conserva-

ción, pero en este caso yendo a un punto más específico

¿Cómo cree usted que estamos a nivel país en relación al

cumplimiento de las metas del convenio de biodiversidad

(CBD)?

J.S.: Chile ha firmado múltiples convenios que guardan

relación con la diversidad biológica, múltiples convenios, la

CBD es uno de ellos. ¿Cómo anda el cumplimiento? “Parcial

nublado”. Hay algunas cosas en que Chile tiene una vasta

tradición y ha superado las metas cuantitativamente. Por

ejemplo, al decenio del 2010 todos los países del mundo

debieron haber tenido protegido aproximadamente un 10%

de sus ecosistemas representativos. Chile tiene un porcen-

taje mucho mayor que eso protegido, pero muy desigual en

términos de distribución y mal financiado. Por eso es “par-

cial nublado”. La cifra no me dice nada si no sabemos cuán

efectiva es esa protección, si no sabemos si los objetivos

perseguidos se logran.

Lo que tiene ahora Chile son desafíos no menores. Chile

tiene que cumplir de aquí al año 2020 metas como por

ejemplo restaurar el 15% de los hábitats degradados y ase-

gurarse que los sistemas productivos mantengan diversidad

biológica nativa. Estas tareas son tremendas, y en ellas no

solamente tiene responsabilidad los aparatos del Estado,

sino que es una responsabilidad social en la cual todos los

actores tienen que participar. Cada cual aportará con lo

suyo, pero no hay ninguno que pueda mirar al cielo y decir

“esto no me compete”, porque la verdad es que la Conven-

ción de Biodiversidad es una cuestión de orden social, un

instrumento de desarrollo en estricto rigor.

Ecomabi: ¿Y cómo se ve ese panorama?

J.S.: Chile cumple parcialmente, pero no por negligencia.

Hay algunas metas que son nuevas y que tenemos que

explorar cómo cumplirlas, pero yo diría que Chile tiene una

experiencia y una tradición respetable en conservación

biológica. El país no lo hace mal, pero tiene la obligación de

hacerlo mejor, porque hay que correr cada vez más rápido

para mantenerse con las demandas sociales que crecen. La

sociedad espera una mayor responsabilidad ambiental y

eso incluye el respeto por la diversidad biológica. Entonces

hay varios debates y la sociedad chilena empieza a discutir,

empieza a emerger, y por lo tanto las presiones son cada

vez más fuertes. Ahora no basta sólo con cumplir lo que ya

nos comprometimos, Chile debe hacerlo mejor que el mí-

nimo estándar que se exige.

Ecomabi: Desde su perspectiva, ¿Cuál ha sido el rol del

sector privado en el desarrollo de iniciativas de conserva-

ción?

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Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

28 Fundación Ecomabi®

J.S.: Es un rol reciente, por tanto inmaduro. Inmaduro en el

sentido que no ha tenido la oportunidad de explorar todas

las opciones. El sector privado debiera tener una participa-

ción cada vez más relevante. Hay que tener en cuenta que

una fracción importante del país está en manos privadas,

por lo tanto los efectos de las acciones sobre la diversidad

biológica son causados en parte importante por agentes

privados, y los privados deben hacerse responsables de sus

actos. Ahora esto va más allá de la clásica visión en que una

empresa compra un pedazo de tierra y lo declara parque o

reserva. Desde mi perspectiva esa es la versión primaria, lo

más básico que un privado puede hacer. Eso más bien ha

operado en base a actos voluntarios, porque en Chile hoy

en día hacer conservación privada no tiene ningún benefi-

cio tributario u otros incentivos.

Yo creo que el sector privado cada vez se va a ir incorpo-

rando más, porque los sectores productivos están cada vez

más afectos a normas nacionales e internacionales de pro-

ducción limpia, y satisfacción de requerimientos internacio-

nales que los obligan a satisfacer ciertas demandas o ade-

lantarse a las mismas. La producción forestal pasa por un

proceso de certificación forestal, la producción de vinos lo

mismo, y la producción de alimentos también. Por tanto el

rol de estos sectores seguramente va a ir más allá del mero

acto de reservar o comprar tierras o recursos para conser-

varlos. Eso va a implicar modificar las prácticas productivas,

de manera de hacerlas igual de productivas, pero mucho

más respetuosas con la diversidad biológica y el medio

ambiente. Yo creo que hay múltiples miradas donde se

puede hacer. Estamos empezando. Lo importante es que

empezaron.

Ecomabi: En base a su experiencia y los puntos conversa-

dos anteriormente, cuáles cree usted que son los principa-

les desafíos que tienen los científicos de la conservación

para avanzar en el desarrollo de iniciativas que permitan

conservar la biodiversidad en Chile.

J.S.: ¿En qué plazo?

Ecomabi: a 20 años.

J.S.: Yo creo que hay dos que son los más relevantes, el

primero más que el segundo.

El primer desafío es colaborar honestamente en poner

en valor lo que significa la diversidad biológica como ele-

mento constitutivo del patrimonio natural y cultural de

Chile. Ese es el principal desafío porque si la sociedad chile-

na valora la diversidad biológica como parte de su patrimo-

nio, tienes la base más potente. Porque ahí las decisiones

se hacen sobre una base mucho más sólida en donde sabes

que en cada decisión que tomas está en juego tu patrimo-

nio. Hoy en día esa valoración es muy parcial, muy limitada.

El segundo desafío está ligado al ámbito de la ciencia.

Este desafío es que la investigación científica contribuya

simultáneamente a atacar conceptual y empíricamente

problemas concretos de conservación, ya sea para evitarlos,

minimizarlos o compensarlos. Esa investigación debe pro-

poner concretamente vías para evitar, minimizar o resolver

problemas, y no que se quede simplemente en sugerencias

de poco peso.

Ecomabi: ¿Algún otro?

J.S.: No. Con esos dos tenemos suficiente para los próximos

años. Tú me dijiste 20 años. Yo esperaría que avanzáramos

muy rápido en los dos.

Ecomabi: Bueno y la última pregunta, que es una pregunta

más sintética ¿cuál cree usted que es el estado de conser-

vación de la conservación biológica en Chile?

J.S.: La pregunta supone que para que alguna de esas cate-

gorías de conservación sea aplicable se da por sentado que

la especie existe. Yo creo que tenemos una especie en for-

mación, por lo tanto no me atrevería a aplicarle una de esas

categorías. Yo diría que tenemos un embrión que está cre-

ciendo razonablemente, por lo tanto no me atrevería a

decir si es una especie en peligro de extinción o no, ya que

aún tenemos una especie en formación. Dicho esto, quiero

aclarar que Chile tiene una larga tradición en conservación,

que es distinto a la disciplina de la biología de la conserva-

ción. En la tradición, Chile tiene una historia que es muy

respetable. Piensa solamente que tenemos 100 años de

áreas protegidas en nuestro país y es una protección que

uno puede mirar atrás y aplaudir los esfuerzos. Sin embargo

es distinto decir que tenemos una disciplina de conserva-

ción en Chile. No hay que confundir la disciplina con accio-

nes que el país ha desarrollado. Como disciplina, yo diría

que estamos a nivel embrionario recién.

Ecomabi: Bueno, muchas gracias.

J.S.: No hay por qué.

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Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

Revista Conservación Ambiental 29

_____________________________________________________________________________________

Gloria Montenegro Profesora Titular, Departamento de Ciencias Vegetales, Facultad de Agrono-mía y Forestal, Pontificia Universidad Católica de Chile.

“Lo que hace falta es trabajar con la gente, o sea enseñar a conservar in si-tu, pero con todo lo que significa el ecosistema, con todo lo que ahí ocurre, incluyendo a la gente. Yo creo que lo que falta es trabajar el problema real en terreno, no sacamos nada con seguir haciendo documentos, si el cono-cimiento finalmente no se aplica”

_____________________________________________________________________________________ Ecomabi: En primera instancia, me gustaría saber a qué

está dedicada actualmente, y cómo se ha generado la

vinculación con la conservación biológica a lo largo de su

trayectoria

G.M.: Soy profesora titular aquí en la Universidad Católica,

llevo 41 años en la Universidad, casi mi vida entera. Me

formé aquí y después me fui a Estados Unidos. Cuando

llegué de Estados Unidos, por allá por la década del 70, aquí

nadie hablaba de conservación. Yo traía la diferencia entre

la preservación y conservación desde Estados Unidos, pero

aquí a la gente le cuesta hacer esa diferencia. La diferencia

es que cuando tú preservas algo, lo dejas intocado, no pue-

des usarlo, pero si lo conservas lo puedes utilizar. Este país

no puede darse el lujo de preservar y no tocar nada. La

conservación implica un uso sustentable, y eso significa que

tú puedes usar el recurso, pero preocupándote de que el

uso no disminuya las poblaciones naturales, y que éstas

puedan regenerarse.

Cuando llegué de Estados Unidos empecé a trabajar en

la biología de las especies del matorral de la zona central de

Chile. Cuando comentaba que estaba trabajando en la eco-

fisiología y morfofisiología de esas especies, algunos de mis

colegas, y en especial los agrónomos, me decían: “Gloria,

¿para qué trabajas en esas especies que no se las comen ni

las vacas?” Eso me marcó mucho.

Pasé mucho tiempo investigando en el matorral chileno

y tuve un proyecto bien grande con la Universidad Estatal

de San Diego en California, en el que analizamos la conver-

gencia evolutiva entre los ecosistemas de matorral de allá y

el de Chile. Luego empezamos a ver el impacto de la herbi-

voría, del fuego, pero siempre relacionado con las plantas.

Yo soy botánica, y desde ese punto de vista a mí me intere-

sa mucho ver que el recurso natural en cuestión se use,

pero en forma sustentable. A mí me interesa la flora nativa

o endémica útil. Entonces pensando en eso trabajé mucho

con las plantas medicinales. Estuve alrededor de 11 años

trabajando en plantas medicinales y haciendo bioprospec-

ciones. Bioprospección significa proyectar el recurso, por

ejemplo sacar un extracto, sacar algo que le sirva a la gente,

como un pigmento, cualquier cosa que pueda ser innova-

ción y que tú las llevas a patentes.

Así partí trabajando con plantas medicinales en un pro-

yecto extranjero llamado “Drug Discovery”, y después en

proyectos chilenos. A partir de esto, en la década de los 80

se me ocurrió trabajar con la gente que vende plantas me-

dicinales, algo que en Chile hacía muy poca gente. Trabaja-

mos con los lugareños que cosechaban plantas medicinales

para evaluar como estaban cosechando las plantas, y ver si

estaban dejando las yemas de renuevo para que estas pu-

dieran rebrotar después. A mí me interesaba saber cuáles

eran las tasas de regeneración de diferentes especies en

función de cómo se cosechaban. Como resultado de ese

estudio creamos los “theorical models of regeneration”, los

cuales fueron difundidos en Chile y en el extranjero, y sir-

vieron para capacitar en métodos de cosecha sustentable a

las personas que se dedicaban a colectar plantas.

De las plantas medicinales me derivé a los colmenares.

Un día vino un alumno y me dice: “profe, yo tengo colme-

nas y me gustaría saber el origen de mis mieles”. Por qué le

pregunté yo. Él me dijo que “porque las mieles no son todas

iguales, sino que dependiendo de dónde va a colectar néc-

tar la abeja, distintas son las características de la miel”. Con

eso empezamos a hacernos varias preguntas y nos plan-

teamos la hipótesis de que la miel hereda las propiedades

de las plantas, y que muchos de los compuestos activos que

están en las plantas la abeja los puede colectar a través del

néctar.

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Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

30 Fundación Ecomabi®

En el tema de las mieles he avanzado mucho, y ahora

somos capaces de caracterizar muy bien las distintas mieles

dependiendo de su origen floral. Ahora estoy trabajando en

un proyecto Fondef en polen apícola. Estamos viendo las

propiedades del polen y cómo podemos extraer productos

naturales del polen. Hace poco mandé a patentar un extrac-

to de polen apícola endémico del matorral de la zona cen-

tral que tiene propiedades antioxidantes y bactericidas.

Junto con este proyecto también estamos trabajando en un

proyecto apícola bien grande en la región de O’Higgins, en

la que tenemos proyectado trabajar con 500 apicultores. La

idea es certificar los productos, certificar el origen botánico

de las mieles, las propiedades de éstas y ver que otros pro-

ductos podemos generar de las mieles y el polen de la zona.

Pero además el proyecto busca reforestar las zonas donde

están los apicultores con especies de plantas nativas melífe-

ras, con lo que se entiende que el proyecto también tiene

un nexo directo con la conservación. De hecho tengo varios

alumnos trabajando en proyectos relacionados con investi-

gaciones apícolas, pero a estos estudiantes lo que les gusta

es la parte de conservación de los proyectos.

Ecomabi: Encuentro muy interesante el hecho de incluir a

las comunidades locales en sus investigaciones, me gusta-

ría que me contara un poco como se fue forjando esa idea

G.M.: Cuando estaba trabajando con plantas medicinales

me dije: ¿Qué sacamos nosotros con estudiar bien la biolo-

gía de estas especies, si nosotros no vamos a ser los que

vamos a ir a colectar y vender las plantas en el mercado?

Cuando andaba en terreno empecé a conocer a la gente

que colectaba, y de ahí empezamos a ver quiénes las ven-

dían en los mercados. Al principio estaban un poco temero-

sos, pero después nos tenían mucha confianza. Ahí empe-

zaron a contarnos como ellos cosechaban y recolectaban, y

cuáles eran otros problemas que había en los sectores don-

de crecían las plantas. Por ejemplo herbivoría por ganado.

Los llevamos varias veces a la Universidad y todavía tengo

mis amigas en los mercados. Ahí te das cuenta que ellos te

pueden entregar la parte etnobotánica, y después uno les

devuelve los beneficios con aplicaciones reales de los resul-

tados que uno obtiene.

Nosotros comenzamos con los talleres de capacitación y

de transferencia tecnológica a gente local y apicultores

hace muchos años. Eso realmente fue un impacto en aque-

lla época. Traíamos a la gente a la universidad y les enseñá-

bamos como hacer cosecha sustentable ubicando la posi-

ción de las yemas de renuevo de las plantas medicinales.

Les enseñamos como predecir el tiempo que se demoraría

la planta en recuperar la biomasa perdida en base a las

tasas de crecimiento, y como reforestar con especies nati-

vas melíferas en sitios degradados. Siento que eso fue una

gran contribución a la conservación de especies que gene-

ran un servicio ecosistémico.

Ecomabi: Otro de los temas en que estamos interesados es

saber cuál es su opinión respecto al rol que ha jugado el

Estado en la Conservación Biológica en los últimos años

¿Han cumplido los compromisos que han establecido?

G.M.: Me atrevo a decir que no mucho. Mira, a una la con-

tactan bastante por temas relacionados con áreas protegi-

das, catastros de biodiversidad y estrategias de conserva-

ción. Hace poco recibí unos cuestionarios para ayudar con

un catastro de biodiversidad. Esto quiere decir que el Esta-

do está trabajando en temas de conservación, pero estas

cosas también se hicieron antes. Por ejemplo, se implemen-

tó el Convenio de Biodiversidad y existe la Estrategia Nacio-

nal de Biodiversidad, que se las enseño a mis alumnos en el

curso de conservación, pero sabes lo que falta, la aplica-

ción.

Lo que falta es trabajar con la gente, o sea enseñar a

conservar in situ, pero con todo lo que significa el ecosiste-

ma, con todo lo que ahí ocurre, incluyendo a la gente. Yo

creo que lo que falta es trabajar el problema real en te-

rreno. No sacamos nada con seguir haciendo documentos,

si el conocimiento finalmente no se aplica. Estamos levan-

tando un cuestionario para saber cuál es la importancia que

tiene la biodiversidad y la conservación de la biodiversidad.

He contestado 10 mil cuestionarios respecto a eso, les sigo

contestando para que no digan que uno no quiere contes-

tar, pero hasta cuándo, veamos lo que se ha hecho antes,

tratemos de hacer algo con eso y generemos nuevas inicia-

tivas. Está bien, no nos podemos quedar dormidos, pero yo

creo que hay que ensuciarse, ponerse las botas y salir a

terreno.

Ecomabi: En relación a esto mismo, ¿cuál cree usted que

debiera ser el rol del Estado en la conservación de la biodi-

versidad?

G.M.: Yo creo que faltan comisiones que trabajen en te-

rreno. No me cabe ninguna duda que las debe haber, pero

si las hay, los que estamos trabajando con la gente sabemos

poco de eso, ya que a nosotros no nos están haciendo par-

tícipes. Obviamente uno está en un montón de proyectos y

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Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

Revista Conservación Ambiental 31

no siempre tiene el tiempo para estar en todas partes, pero

hay un montón de investigadores jóvenes que están sacan-

do sus magísteres y doctorados, y que no encuentran mu-

chas cosas que hacer. Porque en las universidades no hay

trabajo para mantenerlos a todos, y las empresas sólo con-

tratan a unos pocos. Entonces yo te digo, en Chile hay sufi-

ciente conocimiento para ser aplicado, pero hacen falta

medios para hacer esa transferencia de forma inmediata.

En general todos los documentos terminan con que se van

a realizar esfuerzos para reunir la información necesaria

para dictar las normas de manejo, pero al final esas normas

rara vez se dictan. Después cambian los gobiernos, y vol-

vemos a lo mismo. Eso sí yo debo reconocer que la Funda-

ción para la Investigación Agraria (FIA) en esto está hacien-

do un buen trabajo.

Mira, para resumir yo creo que se está haciendo bastan-

te, pero falta avanzar mucho en trabajar más en terreno, y

trasladar directamente las soluciones donde deben ser

aplicadas.

Ecomabi: Pasando a otro tema. Vimos el rol del Estado,

pero ¿qué pasa con el de los privados?

G.M.: La verdad es que en mi percepción, el privado tiene

poco interés en esto. A las empresas mientras tú le digas

que tu proyecto los va a ayudar a ser más ricos, felices, pero

aquí en Chile las empresas poco han aprendido a dar finan-

ciamiento para investigación. Y para temas de conservación

menos. O sea hay empresas que sí están entregando finan-

ciamiento, como la Fundación Copec, que se creó en con-

junto con la Universidad Católica para financiar proyectos

de investigación en recursos naturales, o algunas forestales

en que ellos mismos tienen sus laboratorios para hacer

investigación. En todo caso yo creo que en general a las

empresas lo que les interesa es demostrar que tienen con-

ciencia ambiental, y que están preocupadas de apoyar in-

vestigación en recursos naturales. Pero el empresario co-

mún y corriente, poco o nada le interesan estos temas.

Eso sí, hace poco me enteré de que habían empresas

constructoras que estaban mitigando con programas de

conservación, y ahora pueden descontar impuestos si fi-

nancian investigación. Pero yo creo que aún no hay con-

ciencia de parte de los empresarios. Aquí no hay un movi-

miento fuerte como en Estados Unidos o Europa donde las

empresas tienen un rol importante en el financiamiento de

la investigación. Por ejemplo aquí lograr una carta de apoyo

de parte de las empresas cuesta mucho, ya que siempre

quieren ver que ganan ellos con eso, y a mí a estas alturas

de mi vida me da lo mismo decirlo, pero falta mucho toda-

vía por concientizar a las empresas. Ese es un gran paso que

tiene que dar este país, que la gente que tiene recursos

apoye no sólo la investigación, sino también a disminuir la

pobreza y a aumentar el desarrollo económico que se pue-

de lograr haciendo conservación. Porque para mí la conser-

vación tiene tres puntos. El primero es la conservación

biológica, o sea la conservación de las especies. El segundo

es hacer un uso sustentable de los recursos naturales. Y

tercero que todo eso contribuya al desarrollo económico y

social, y que primariamente ayude a la zona o al lugar don-

de se obtuvieron esos recursos.

Ecomabi: Bueno, ahora ya un poco finalizando la entrevis-

ta, ¿cuáles cree usted que son los desafíos que se vienen

en el tema de la conservación en Chile o en Latinoamérica,

aparte de los que ya mencionó anteriormente?

G.M.: Creo que el gran desafío que tenemos es la disminu-

ción de la pobreza, porque ésta está directamente ligada a

la conservación de los recursos. Por ejemplo en África la

gente estaba arrasando con sus Tamarugos, si incluso se

comían la corteza, entonces si no disminuimos la pobreza

no sacamos nada de hablar de conservar recursos, conser-

vemos primero a la gente, y conservémosla bien.

Claro que Chile no es un país que no tiene la extrema

pobreza que uno ve en otros países, pero igual yo creo que

es importante trabajar en eso, desarrollar planes que invo-

lucren lo social, lo antropológico. Nosotros no podemos

conservar solamente los organismos, porque las poblacio-

nes deben conservarse en su interacción con otras pobla-

ciones, y dentro de ellas tenemos que incluir al hombre,

porque el hombre es parte de los ecosistemas. Por eso hay

que incorporar el componente social, hay que educar a la

gente y para eso tenemos que disminuir la pobreza. Hay

que subir a los cerros y hablar con los comuneros que están

arriba, y que ven como se utilizan los recursos, para ver si lo

están haciendo bien o mal. A lo mejor estas son gotitas de

agua, pero si todos tratamos de ser gotitas de agua, y el

gobierno colabora podemos hacer una manguera de agua

que llegue a distintas partes.

Ecomabi: Si uno tuviera que definir cómo es el estado de la

conservación biológica en Chile, ¿cómo la clasificaría?

G.M.: ¿El estado de la misma conservación? Yo creo que

actualmente es absolutamente vulnerable. Por ejemplo por

algún motivo alguien puede poner algo que contamina un

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Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

32 Fundación Ecomabi®

río y se genera un problema enorme que puede dañar todo

ese ecosistema, y no sólo las plantas y animales, sino tam-

bién a la gente que vive ahí y que obtiene recursos de ese

ecosistema. Falta todavía un político que se atreva a hacer

las cosas, que de la pelea por estos temas, porque yo soy

bien atrevida en esto, pero no tengo poder político para

hacer cambios. Por eso yo creo que el estado de la conser-

vación en Chile es todavía muy vulnerable

.

____________________________________________________________________________________

Ricardo Rozzi Profesor Titular, Universidad de Magallanes. Investigador Asociado, Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile. Director del Programa de Conservación Biocultural Sub-Antártica. Parque Et-nobotánico Omora, Puerto Williams, Chile.

“Yo creo que la conservación en Chile requiere ser más transdisciplinaria e intercultural. Intercultural en el sentido de un diálogo, un traspaso entre logos distintos, entre formas de ser distintas. Y transdisciplinaria en el sen-tido de instituciones distintas, desde los saberes cotidianos, de lo que es re-levante para las diversas comunidades, de los diversos saberes prácticos y teóricos, y en una acción conjunta”

_____________________________________________________________________________________ Ecomabi: ¿Cuáles han sido tus línea de investigación desde

tus inicios, y cómo has ido enfocándote en conservación?

R.R.: Mi aproximación a la conservación surge de una em-

patía de solidaridad, por decirlo así, con las aves, con los

árboles, pero también con las comunidades humanas. La

constatación de que en muchas situaciones la conservación

de la diversidad biológica va de la mano con el bienestar

humano. Por lo tanto, la conservación se transforma en un

imperativo ético, pero no puramente normativo, sino como

una cosmovisión unitaria de la vida en su diversidad huma-

na y otra-que-humana. Eso marcó todo el trabajo inicial y

todo el que hemos venido haciendo. Con ese enfoque hici-

mos un texto de conservación biológica donde participamos

127 coautores a lo largo de Latinoamérica donde se van

mostrando distintas entradas hacia esa idea central, que el

bienestar humano y la diversidad cultural y biológica van de

la mano; por eso la propuesta es una conservación biocul-

tural.

El otro estímulo muy fuerte es la omisión de la dimen-

sión ética y de la dimensión lingüística en la formación de

los biólogos chilenos. En el sentido que se les enseña una

planta, se les enseña un animal, pero no el cómo nos refe-

rimos a esa planta. Es como si habláramos de la planta en sí

misma, sin abordar los supuestos epistemológicos científi-

cos que están mediando la percepción cognitiva y material

con esa planta. Como consecuencia, los biólogos actúan

como si su disciplina presentara una aproximación objetiva

que contrasta con las otras disciplinas que parecieran me-

nos objetivas y de menor peso en cuanto a su conexión con

la realidad biofísica. Esta visión me parece por un lado abu-

rrida, y por otro, inaceptable por lo arrogante. Una de las

causas fundamentales de la homogenización biocultural es

que en la educación formal hoy se niega el espectro de

relaciones afectivas, espirituales, estéticas y lingüísticas con

la diversidad de la vida humana y otra-que-humana.

Es así como mi trabajo en la segunda década después

del ´95, se ha centrado en la ética ambiental, disciplina en

que elaborado un enfoque que está embebido en la diver-

sidad biológica y cultural, en cómo me concibo y cómo

cohabito para ser plenamente. Me interesa mucho porque

creo que en la diversidad biocultural hay opciones de justi-

cia eco-social y de sustentabilidad de la vida en su diversi-

dad. Creo que los problemas ambientales que tenemos en

Latinoamérica, a diferencia tal vez de otros continentes, no

derivan siempre de un exceso de población. Tenemos vas-

tos territorios, pero estos territorios pierden sus guardianes

humanos tradicionales al ocurrir una masiva migración rural

urbana. Los hábitats bioculturales ancestrales quedan hoy a

merced de una explotación que no tiene ninguna percep-

ción de la diversidad de vida que ahí respira, se reproduce y

crece. Así, se transforman sin ninguna consideración ética

los territorios con una visión mercantilista reducida al re-

torno de la inversión. Esa sustitución de una ética del convi-

vir y de cohabitar por un uso de mercancías que se transan

en el mercado ha sido terrible durante mi vida.

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Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

Revista Conservación Ambiental 33

Se ha reducido el espectro valórico y el espectro epis-

temológico del discurso público en Chile. Antes había un

mosaico mucho más rico de diversidad. La ética es funda-

mental porque no se trata sólo de investigación acerca de la

biodiversidad, sino que se trata primordialmente de vivir y

de convivir con esos cohabitantes con quienes compartimos

este pedazo de mar, este pedazo de aire, este pedazo de

agua, este pedazo de montaña en el que estamos cohabi-

tando. Eso es fundamental y por eso los últimos 15 años he

estado en la ética ambiental. Por eso estoy en Texas en el

Centro de Filosofía Ambiental trabajando en Latinoamérica

y con un proyecto en Cabo de Hornos; es desde un saber

práctico que se resiste y modifica los modelos teóricos.

Creo que hay un exceso de modelos teóricos que niegan la

heterogeneidad singular de cada ser, de cada comunidad,

de cada rincón y ahí hay un desafío muy grande, local y

global, en el trabajo contemporáneo en conservación.

Ecomabi: ¿Cómo crees que se está a nivel país en relación

al cumplimiento de las metas que se establecieron cuando

se ratificó el Convenio de Diversidad Biológica?

R.R.: No puedo contestar a nivel de un país homogéneo,

sino desde la heterogeneidad del Estado Nación, entre

Visviri y Cabo de Hornos, y particularmente desde la óptica

del trabajo en conservación biocultural que hemos venido

desarrollando en Cabo de Hornos. ¿Qué pasa con la ratifi-

cación del Convenio de Diversidad Biológica? Esta pregunta

implica otra acerca de cómo se implementa este convenio,

una pregunta que ha tenido muchas entradas, y grupos

muy activos como el CIPMA (Centro de Investigaciones Para

el Medio Ambiente) y líneas de pensamiento como la de

Manfred Max-Neef, que tiene una propuesta de desarrollo

a escala humana que toca lo ambiental y toca la humano.

Por otro lado hay políticas que han sido contradictorias

con el Convenio de Diversidad Biológica y han entrado en

conflicto con la diversidad de la vida. Por ejemplo, los sub-

sidios para monocultivos, donde se necesitarían mejores

indicadores del impacto real que tienen estos subsidios

para la sociedad a micro escala, y no solamente para el

producto interno bruto país. Hoy confrontamos la polémica

acerca de la mina de carbón en Isla Riesco en Magallanes.

¿Cuál es la información con que cuenta la ciudadanía acerca

de Isla Riesco y del proyecto minero que se plantea desa-

rrollar en esta isla? , ¿Cuál es el diálogo, más allá del voto a

favor o el voto en contra? En polémicas como ésta veo una

gran falencia que se ha ido acentuando con la prevalencia

de una plutocracia que ha minimizado la democracia en el

sentido de un diálogo participativo. Esta plutocracia conlle-

va una reducción de la diversidad simbólico-lingüística en

los discursos, en los anhelos, en las aspiraciones, en la poé-

tica del vivir.

La Convención de la Diversidad Biológica comienza re-

conociendo el valor intrínseco de la diversidad, reconocien-

do el valor estético y de recreación, entre otros. Pero son

reconocimientos para los cuales los biólogos y la ciudadanía

no tenemos un lenguaje para comprender apropiadamente

y asumir de manera práctica aquello que se plantea. ¿Qué

significa el valor intrínseco de la diversidad? ¿Cómo la afir-

mamos? La supresión del vocabulario filosófico y la supre-

sión del vocabulario ético no son indiferentes a este pro-

blema; el vocabulario económico representa sólo una frac-

ción de la vida y la cultura humana.

¿Dónde están los servicios que los seres humanos da-

mos a los ecosistemas?, ¿por qué no entramos en relacio-

nes de reciprocidad? Eso que parece locura traerlo a la

mano, es locura haberlo olvidado, porque somos mucho

más íntegros si nosotros servimos también a la tierra, si

nosotros servimos al mar.

Yo creo que tenemos que seguir trabajando articulando

mejor el discurso regional y nacional de la ratificación de un

tratado y un convenio, y ver el impacto que puede tener en

Chile. Y también ver cómo podemos embellecer y enrique-

cer este discurso global bioesférico desde Chile.

Ecomabi: Específicamente respecto al rol del Estado, ¿qué

ha hecho o qué no ha hecho? ¿Está tomando en cuenta

estos temas?

R.R.: Nuevamente voy a responder en relación a una expe-

riencia que conozco. En los 90 participé en el la definición

de sitios prioritarios para la conservación de la biodiversi-

dad, con CONAF, y durante el gobierno de Ricardo Lagos

participé con los gobiernos regionales y central en los pro-

yectos del Sendero de Chile y de los Sitios Prioritarios para

la Conservación con CONAMA. Fue un proceso fantástico,

porque en esa definición CONAMA tuvo dos grandes forta-

lezas: la descentralización y usar un criterio que no fue

solamente biológico ecológico, sino que fue también social,

humano, político y económico.

A inicios de los 2000s se generó un proceso muy intere-

sante de descentralización y de integración de lo biológico

con los componentes humano, social, político y económico

para la implementación del Convenio de Diversidad Biológi-

ca en Chile. Luego, se ha recaído en un desequilibrio que se

centra en modelos técnico-científicos de la distribución de

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Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

34 Fundación Ecomabi®

la biodiversidad, modelos que desconocen la heterogenei-

dad regional, principalmente de su componente humano-

político, componente que es fundamental porque al final la

conservación del sitio depende de lo que hagamos como

sociedad.

Ecomabi: Hemos hecho un poco la revisión del tema a nivel

sociedad y del tema a nivel Estado, pero ahora ¿Cuál es el

rol de los privados?

R.R.: Esta pregunta es muy relevante para mí. He acuñado

el término ética biocultural para explicitar que los seres

humanos tenemos una realidad biofísica que es agua, car-

bono, oxígeno, con la cual participamos de la naturaleza. Es

decir, estamos hechos de los mismos materiales y las mis-

mas estructuras celulares que los árboles. Eso genera una

esfera de vida que a principios del siglo XX Vernadsky llamó

biosfera, una esfera de vida en torno al planeta del cual

somos parte. Pero también participamos en nuestra vida

humana desde los discursos simbólico-lingüísticos, y a eso a

fines del siglo XX Krauss lo llamó logósfera, la esfera del

logos. Yo entiendo logos como palabra, como racionalidad y

también como participación, es decir, un orden que está ahí

en nuestra forma de pensar, pero que también está más

allá en el orden del mundo. Entonces los humanos y otros

seres participamos de un orden y eso nos permite comuni-

carnos en el mundo biofísico y simbólico-lingüístico. El tér-

mino ética por el lado biocultural llama la atención a recu-

perar nuestra conciencia de que somos plantas, animales,

tierra, agua, recuperar la dimensión biofísica, interdigitá-

damente con la dimensión simbólico lingüística; esa es la

intencionalidad epistemológica y axiológica de la ética bio-

cultural.

Para responder a tu pregunta del privado, la ética bio-

cultural orienta al ciudadano. Al ciudadano que quiere ser

feliz plenamente le indica que la vida feliz y justa no la al-

canza él solo, sino que al cohabitar plenamente con la co-

munidad de los seres de los cuales recibe afecto y a los

cuales da afecto, de los cuales recibe aire y a los cuales

devuelve aire; es decir, cohabitando con los miembros de la

comunidad de la que participa. Esta propuesta biocultural

se contrapone al proyecto social prevaleciente después de

la segunda guerra mundial que se basa en la ausencia de

límites para el mercado y el emprendimiento empresarial

individual. El ciudadano privado puede hacer lo que quiera,

depende del esfuerzo que le ponga, el límite es que no

tiene límites y la ética parece lo más aburrido. Sin embargo,

el no poner límites desconoce la organización del mundo

biofísico, simbólico lingüístico, de la cultura.

Por eso creo que es central recuperar una concepción

ética del privado. Una ética de reconectarse con su morada

interior, con sus sueños, sus amores, al mismo tiempo que

con las plantas, con los otros humanos, los otros-que-

humanos y consigo mismo. Una reconexión en la virtud con

prácticas que puede adquirir diversas formas, como una

meditación, ejercicios de respiración, nadar, orar, contem-

plar, prácticas del cultivo de una ética biocultural que ha-

cemos día a día en forma individual y en forma colectiva

como sociedad de seres vivos en el planeta. Esto es algo

que el privado debe recuperar como una disciplina que lo

lleve a ser plenamente. Falta la disciplina práctica del coha-

bitar. No todo se compra, tienes que sacarte la mugre, para

hacer matemático tienes que practicar mucha matemática,

para ser un pastelero tienes que hacer pasteles, no com-

pras solamente el pastel, es decir, hay un saber práctico del

vivir.

No somos puras máquinas de comercio, no somos sola-

mente consumidores y vendedores, somos seres humanos

que amamos y que además consumimos y lo pasamos bien

haciendo eso, pero si no le ponemos límites a eso perde-

mos todo el espectro humano, y además exterminamos

todo el espectro de otras vidas. Eso es inaceptable e invia-

ble.

Ecomabi: En la respuesta anterior llegaste de alguna for-

ma a la siguiente pregunta, que tiene que ver con cuáles

son los principales desafíos que tiene la biología de la

conservación en Chile.

R.R.: Yo creo que está bien implícito en lo dicho, pero sí hay

algo que me gustaría explicitar: yo creo que la conservación

en Chile y en Latinoamérica, que es lo que más conozco,

requiere ser más transdisciplinaria e intercultural. Intercul-

tural en el sentido de un diálogo, un traspaso entre logos

distintos, entre formas de ser distintas. Y transdisciplinaria

en el sentido de instituciones distintas, desde los saberes

cotidianos, de lo que es relevante para las diversas comuni-

dades, de los diversos saberes prácticos y teóricos, y en una

acción conjunta. Acercar el Estado con los diversos actores

pareciera una cuestión gigante, pero no es para nada gigan-

te, requiere descentralizar no sólo de Santiago hacia las

regiones, sino también en este marco jerárquico, por decir

así, de saberes institucionales.

Page 39: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012

Rev. Cons. Amb., Reportaje, Volumen 2, Número 1, 2012

Revista Conservación Ambiental 35

Ecomabi: ¿Cuál cree usted que es el estado de conserva-

ción de la conservación biológica en Chile?

Los que estamos en mayor peligro de extinción somos no-

sotros. El ser humano es el que está amenazado, por la

miseria, falta de agua, falta de techo, falta de alimento, la

falta de conciencia. El imperativo ético para hoy es no

oprimir la existencia de otros seres (humanos y otros-que-

humanos, como el mar, los ríos, las montañas, el cóndor, el

huemul), y para la post-historia es no dejar una huella de

nuestro paso por el planeta como una especie que no amó

la diversidad de la vida.

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36 Fundación Ecomabi®

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Revista Conservación Ambiental (2012) Volumen 2/Número 1/Páginas 37-42

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Sección Ventana Abierta

Ensayo:

Energía, territorios y poblaciones indígenas: Análisis retrospectivo del mega-

proyecto hidroeléctrico Ralco.

JAIME ROMÁN H. Núcleo de Estudios Étnicos y Multiculturales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santiago, Chile. [email protected]

_____________________________________________________________________________________ Resumen. En este ensayo se desarrolla una integración de las variables energía, territorios y población indígena en torno a un análisis retrospectivo del megaproyecto hidroeléctrico Ralco. En él se analiza desde el proceso de aprobación de la central, hasta los efectos que la implementación del proyecto causó en las comunidades indígenas que se vieron afectadas. Se plantea un análisis de caso que incluye la descripción del proceso político en torno al mismo y de la problemática energética del país. Por último se realiza una conclusión con respecto a la importancia y necesidad de generar una matriz energética nacional sustentable, que integre significativamente las variables territoriales desde el punto de vista de las poblaciones indígenas que en ellas se expresan. Palabras clave: Desarrollo Sustentable, Mapuche, Pueblos Indígenas, Política Energética, Hidroeléctricas.

_____________________________________________________________________________________ El caso Ralco en retrospectiva

Este proyecto, aprobado el año 1998 e inaugurado durante

el año 2004, consistió en la construcción de una central

hidroeléctrica en la cuenca superior del alto Biobío, área

cordillerana y territorio ancestral de comunidades mapu-

che-pehuenche. Este megaproyecto, por su dimensión y

complejidad ha sido considerado uno de los conflictos me-

dioambientales y étnico más emblemático de Chile en los

últimos años (Aylwin 2003). Esta iniciativa contempló la

construcción de una central de embalse de 1.222 millones

de metros cúbicos de agua cubriendo una superficie de

3.467 hectáreas para la generación de 570 MW de energía,

a un costo total de 463 millones de dólares aportados por el

Banco Mundial a través de ENDESA S.A., hoy ENDESA–

España, una de las empresas más grandes del país privati-

zada durante el régimen militar.

Esta central hidroeléctrica formó parte de un megapro-

yecto hidráulico conformado por una serie de seis centrales

eléctricas instaladas en la zona sur del país (i.e. Ralco, Pan-

gue, Llanquen, Aguas Blancas, Huequecura, Quitraman)

orientadas en parte a paliar la deficiente matriz energética

nacional, y que son expresión del modelo de desarrollo

implementado a partir de los años noventa por gran parte

de los países latinoamericanos, el cual se sustenta princi-

palmente en la explotación de recursos naturales.

Durante este período, en Chile como en toda América

Latina, se impulsó, a través del auspicio de organismos

internacionales como el Banco Mundial y el Banco Inter-

americano de Desarrollo, financiamiento hacia políticas de

planificación de proyectos bajo un enfoque de desarrollo

regional auto sostenido. Este estuvo orientado principal-

mente a la generación de electricidad, la irrigación para el

crecimiento agrícola de exportación, el control de inunda-

ciones para la creación de centrales hidroeléctricas, así

como la atracción de la industria hacia las cuencas hidrográ-

ficas y la construcción de infraestructura económica y so-

cial, iniciativas que tuvieron una gran acogida en los gobier-

nos de la región (Toro, 2011).

Desde la década de los setenta, el Estado chileno planifi-

có la construcción de una serie de centrales hidroeléctricas

en la región de la cuenca superior del río Biobío, territorio

ancestral de los indígenas mapuches y uno de los cauces

más largo del territorio chileno. El nacimiento del río Biobío

se ubica en las lagunas Icalma y Galletué, en la Región de la

Araucanía. Tiene un largo de 380 km, y su cuenca ocupa

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Roman JH (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 37-42

38 Fundación Ecomabi®

una superficie de 24.260 kilómetros cuadrados, abarcando

cerca del 45% de la superficie regional. El Biobío es conside-

rado como uno de los ríos con mayor potencial energético a

nivel hidroeléctrico, por esa razón, se ha convertido en un

recurso natural fundamental para el desarrollo de proyec-

tos hidroeléctricos (Toro, 2011)

Dentro del proceso de evaluación de impacto ambiental

al cual debió someterse el proyecto, la Comisión Nacional

de Medioambiente (CONAMA) solicitó el cumplimiento de

diversos compromisos por parte de la empresa ENDESA

para ser aprobado, lo cuales contemplaron intervenciones

en el área social y cultural que apuntaron a resarcir a las

familias pehuenches directamente afectadas. Entre estas

medidas se contempló la permuta de tierras por otras de

mejor calidad, de mayor superficie y con implementación

de infraestructura familiar y comunitaria. Por otra parte se

comprometió un plan de asistencia de continuidad por 10

años, a partir del 1 de abril del año 2000, que incluía: la

implementación de programas productivos agrícolas, gana-

deros y forestales, programas de desarrollo turístico, cultu-

ral y apoyo social a las comunidades. Además, para las fami-

lias indígenas indirectamente afectadas se comprometió un

plan de desarrollo a largo plazo que consideraba, progra-

mas de vivienda, educación infraestructura, cultura, turis-

mo, electrificación, protección de suelos y forestación de

terrenos.

El proceso político: Estado/Mapuche

Aun cuando dentro del proceso de negociación se estipula-

ron diversos compromisos, solo parte de estos fueron lle-

vados a cabo por Endesa. Si bien se realizaron tareas de

asistencia técnica en temas de agricultura y manejo de

recursos forestales, así como la entrega de nuevas vivien-

das a las familias, y se implementaron escuelas y sedes

sociales para quienes aceptaron la permuta de sus territo-

rios, la marca de este proyecto quedó refrendada en irregu-

laridades dentro del proceso de evaluación e implementa-

ción. Como resultado del proceso de evaluación este pro-

yecto fue rechazado por CONAMA, sin embargo, recibió

una segunda oportunidad en forma de Addendum, “obli-

gando” este trámite a una reevaluación del proyecto, lo que

finalmente resultó en la aprobación del Estudio de Impacto

Ambiental.

“ …Las deficiencias del estudio de impacto ambiental se

traducen en que el proyecto no se hace cargo, ni siquie-

ra ligeramente, de sus efectos más relevantes…lo que

implica que no se cumplen los requisitos de aprobación

que establece el artículo 16 de la ley de Bases del Me-

dio Ambiente. Por lo tanto, el comité revisor recomien-

da el rechazo del proyecto presentado en el estudio de

impacto ambiental Central Hidroeléctrica Ralco, de la

empresa Endesa.” (CONAMA, 1996).

En esta, la dimensión política del análisis del proyecto,

es donde se complejiza el escenario con variables muchas

veces no consideradas en las evaluaciones. Aparecen aquí

temáticas de territorio, personas, medioambiente, energía,

leyes y desarrollo, entre otras. Elementos que generaron

debates y discusiones para la toma de medidas de mitiga-

ción tanto ambiental como etno-territorial.

Por otra parte, según el análisis del Grupo de Acción por

el Biobío, existieron al menos cuatro grandes puntos que no

consideraba el EIA sobre el proyecto (GABB, 1998):

(1) No se contemplaba las características particulares de

la zona, la que tiene como peculiaridad ser una confluencia

de tres ecosistemas (seco por el norte + templado lluvioso

por el sur + mediterráneo por el valle central). Esto implica

que destruyendo ese punto de confluencia muchas especies

tendrán dificultad para migrar a otro sector idóneo

(2) No se contemplaba que entre las mentadas especies

había al menos 25 con problemas de conservación inclu-

yendo al Cóndor (Vultur gryphus), Zorro (Lycalopex cul-

paeus), Quique (Galictis cuja), Ciprés (Austrocedrus chilen-

sis) y Araucaria (Araucaria araucana)

(3) No se medían las consecuencias de entubar 10 km

del rio y secar el terreno sobre ellos, ni el hecho de inte-

rrumpir el flujo natural de sedimentos y nutrientes rio aba-

jo, ni tampoco el tránsito de especies en ambas direcciones

(4) No se estudiaron las consecuencias geológicas de

añadir 1.200 millones de toneladas de peso a la cuenca, lo

cual puede desestabilizar las placas en la región y hacerla

más vulnerable ante la eventualidad de erupciones volcáni-

cas o terremotos.

En este contexto el proyecto Ralco se transformó en un

golpe del Estado chileno al pueblo mapuche, debido princi-

palmente al rol que jugó este en su aprobación, así como

por no hacerse cargo de las irregularidades que el mismo

conllevaba. Por otra parte, la destrucción del ecosistema

del Biobío significó romper la relación del pueblo pehuen-

che con su tierra, así como acelerar su desaparición cultural

al perder la continuidad identitaria con su territorio y con

sus ancestros que yacían en él.

El proyecto Ralco y la autoridad ambiental de esos años

no consideró el derecho de la población Pehuenche a po-

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Roman JH (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 37-42

Revista Conservación Ambiental 39

seer territorios colectivos, desconociendo a su vez la fun-

ción protectora de la Ley Indígena de 1993. De esta manera,

la relocalización de 92 familias indígenas se realizó sin con-

sulta ni referencia a mecanismos jurídicos internacionales

como el tratado 169 de la OIT o a instituciones de carácter

nacional como CONADI o CONAMA.

Por otra parte, las acciones sin mayores regulaciones de

la empresa ENDESA afectaron las relaciones al interior de

las comunidades debido a las “manipulaciones” que realiza-

ron sus operadores para imponer el programa de permuta

de tierras mediante las compensaciones otorgadas, muchas

veces individualmente, fomentando profundas divisiones

en las estructuras tradicionales de resolución de conflictos

al interior de las comunidades.

A esas alturas el Proyecto Central Hidroeléctrica Ralco

pasó a denominarse el “conflicto Ralco”, el cual se extendió

por más de seis años, generando pérdidas irreparables,

como la inundación de más de 22.000 hectáreas considera-

das como territorio ancestral pehuenche, así como la re-

ducción en las confianzas articuladas entre pueblos indíge-

nas y el Estado chileno, en un proceso de relación interétni-

ca que se venía forjando desde finales de la década del

ochenta, momento en que indígenas y la concertación de

partidos por la democracia firman el acuerdo de nueva

imperial, aunando esfuerzos para derrotar al régimen mili-

tar.

Esta serie de irregularidades dejaría además en eviden-

cia debilidades de la ley indígena 19.253 y de la aplicación

de la ley de bases del medio ambiente 19.300, así como del

funcionamiento probo de los poderes del Estado y sus insti-

tuciones, los que guiados por líneas de acción enmarcadas

en una estrategia de desarrollo neoliberal no fueron capaz

de visualizar los impactos socio-ambientales, particular-

mente en su dimensión etno-territorial, ni en la pérdida del

recurso hídrico en manos de inversión extranjera.

Pese a las observaciones y deficiencias técnicas y jurídi-

cas del proyecto, su construcción fue aprobada en 1997 por

la Comisión Nacional del Medio Ambiente, CONAMA. A

pesar de las irregularidades encontradas, Endesa construyó

la represa. En abril de 2003, el Sexto Juzgado Civil de San-

tiago declaró nula la aprobación de la central Ralco. Para

entonces, la represa ya estaba construida en un 90 por

Ciento, pero el fallo impedía su llenado.

Esta situación obligó nuevamente al Ejecutivo a interve-

nir a favor de los privados y el proyecto a través de una

propuesta de compensaciones a las familias pehuenches,

con quienes suscribió dos memorando de entendimiento

que las conminaban a desistir de todas las acciones legales.

Después de este acuerdo, en mayo de 2004, Endesa

inundó el cementerio de Quepuca Ralco, sin trasladar los

restos de 56 pehuenches, violando el acuerdo y los dere-

chos de las comunidades. Los ecologistas señalaron su des-

contento con la resolución del proyecto:

«…Para los que hemos seguido a través del tiempo el

conflicto generado por Ralco, esta intervención estaría

poniendo fin al conflicto ambiental y cultural más em-

blemático del país en los últimos años, resulta sorpren-

dente... ha resultado en una violación manifiesta de los

derechos de los pueblos indígenas del país» (Aylwin,

2004).

Por sus características y la complejidad de las variables

que intervienen, este proyecto se transformó en un conflic-

to socio-ambiental que trajo nuevas dinámicas políticas, y

que dieron mayor espacio al reconocimiento de la confusa y

delgada línea divisoria entre Estado y Mercado, haciendo

evidente las múltiples fracturas ideológicas que sostenían el

principio de la centralidad simbólica del Estado-Nación

como agente de bien público y justicia social.

Una de los resultados inesperados que surgieron del

desarrollo y visibilización de este conflicto fue la identifica-

ción de los actores que se enfrentaban en el campo político

transicional que se configuraba durante las década de los

90. Por un lado el Estado que orientaba sus discursos y

prácticas a ganar legitimidad a pesar de los problemas que

el régimen militar dejó en las instituciones públicas. Por

otra parte la presencia de la empresa privada que hacia su

aparición con mayor fuerza en tanto era amparada por el

“modelo chileno de desarrollo”. Y por último, la población

indígena mapuche que venía a forzar y tensionar la supues-

ta homogeneidad cultural del país con discursos étnicos

sobre diversidad, territorios e identidad, ya no solo desde

una perspectiva reduccionista que los instalaba en el imagi-

nario chileno como campesinos pobres, sino que como

nuevos actores sociales con derechos ciudadanos y deman-

das de reconocimiento.

El conflicto por la construcción de Ralco surgió en un

momento en el cual lo étnico Mapuche en Chile, estaba

bajo dos polos interpretativos, por un lado una demanda

campesina (desarrollo y pobreza), y por el otro un recono-

cimiento étnico (identidad y territorios). Tensión vivida

tanto por la sociedad chilena como por la mapuche

(Foerster y Lavanchy, 1999). Si bien en un primer momento

se puede destacar la presencia de actores políticos y otros

agentes, específicamente los partidos políticos oficialistas

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40 Fundación Ecomabi®

de la "Concertación", así como expertos de instituciones

estatales, universidades, o los propios contratados para los

estudios de impacto ambiental, el escenario del conflicto se

delimitó al Estado a través de la CONAMA, a ENDESA, y a

los propios afectados pehuenche como actores principales.

La estrategia de desarrollo y su impacto en territorio ma-

puche.

Durante el proceso de transformación económica, política y

social promovido por el régimen militar, la macroregión sur

se vio afectada por una serie de políticas regionales, agra-

rias y macroeconómicas, de inspiración neoliberal. Tales

iniciativas dan cuenta de una arquitectura económica-

jurídica sistemática y coherente, desplegada entre 1974 a

1981 (Toledo, 2006).

Simultáneamente, se modificó el conjunto de los regí-

menes legales de propiedad de los recursos naturales -

aguas, minería, riberas- adecuándolos a una estricta lógica

neoliberal. Una década después, los resultados más eviden-

tes de este proceso en la macroregión sur fueron: la drásti-

ca transformación del territorio y la sociedad, la emergencia

de enclaves forestales y turísticos, y fundamentalmente el

acrecentamiento de conflictos socio-ambientales con un

componente étnico que complejizó e impactó estructural-

mente la organización del espacio y fronteras etno-

territoriales en el sur del país.

Sumado a estas reformas estructurales de la estrategia

de desarrollo territorial, la privatización de los recursos

hídricos y la instalación de megaproyectos hidroeléctricos

condujo a graves impactos en la gestión, propiedad y acce-

so a los recursos naturales. De acuerdo al Código de Aguas

de 1981, las aguas son bienes nacionales de uso público y el

Estado puede otorgar a los particulares el derecho de apro-

vechamiento de ellas. A través de la Dirección General de

Aguas, el Estado concedió tal derecho gratuitamente y a

solicitud de los interesados, siempre que existiera disponi-

bilidad de agua en el lugar donde se solicitaba. El impacto

de esta medida para las poblaciones indígenas, para quie-

nes el territorio no está disociado de sus recursos, fue el

enfrentarse de nuevo al Estado a partir de la legislación que

nuevamente los afectaba al separar la propiedad del agua

de la propiedad de la tierra.

Así, una vez concedido el derecho, el titular quedaba en

posesión del mismo tras su inscripción en el Conservador

de Bienes Raíces. Al igual que la concesión minera, este

derecho es un derecho real sobre las aguas; el titular que se

adjudica la concesión posee el dominio sobre el recurso y

por tanto, podrá usar, gozar y disponer libremente de él

(Toledo, 2006).

Lo relevante de tales disposiciones es que a diferencia

de la concesión minera, el poseedor del derecho de agua

recibía gratuitamente el derecho, y sólo con la reciente

reforma al Código de Aguas (año 2005) se establece un

cobro de patentes por no uso. Aunque la reforma establece

la necesidad de presentar un formulario y una memoria

explicativa para justificar la solicitud, tal disposición no rige

para derechos concedidos con anterioridad, sino sólo para

nuevos requerimientos, sin revertir el proceso previo de

concentración de la propiedad del agua, actualmente en

manos de grandes predios agrícolas, empresas forestales,

mineras y empresas hidroeléctricas transnacionales. Adi-

cionalmente, el trámite de solicitud de nuevos derechos

resulta complejo y engorroso para las comunidades que no

cuentan con asesoría técnica, legal y recursos apropiados.

En definitiva, el actual Código de Aguas sigue siendo un

instrumento en función de la iniciativa privada sobre los

recursos hídricos, reforzando la lógica de mercado que

opera en el manejo de los recursos naturales. Este instru-

mento no se corresponde con los criterios de sustentabili-

dad y derechos humanos que debieran caracterizar la ges-

tión de un recurso vital como el agua y que perjudica direc-

tamente a las comunidades y a los ecosistemas de todo el

país. (Toledo, 2006).

Esta situación se transforma en un escenario propicio

para la instalación de proyectos hidroeléctricos en territo-

rios del sur del país, quedando de manifiesto a partir de los

antecedentes del caso Ralco que la construcción de mega-

rrepresas es incompatible con el bienestar de las personas

que viven en los territorios que serán inundados. Este tipo

de intervenciones genera desplazamientos muchas veces

forzados, así como una reestructuración de las formas de

vida tradicionales, que deja a las poblaciones resituadas en

situación de vulnerabilidad social y cultural.

Otro caso que demuestra las problemáticas asociadas a

la construcción de centrales hidroeléctricas en zonas sensi-

bles es el caso de la central Pangue, también a cargo de

ENDESA. El proyecto Pangue, al igual que Ralco, fue cons-

truido sin consultar a las comunidades pehuenches de la

zona y sin tomar en cuenta los impactos ambientales que

traería consigo. De esta manera, al igual que en Ralco, la

construcción de esta central significó el traslado forzoso de

varias familias indígenas lejos de su territorio, transgre-

diendo sus derechos y su vida cotidiana en pos de “proyec-

tos de desarrollo”.

Page 45: Revista Conservación Ambiental. Volumen 2, Número 1, Diciembre 2012

Roman JH (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 37-42

Revista Conservación Ambiental 41

…Esto motivó a James Wolfensohn, presidente del Ban-

co Mundial, a admitir en 1998 que el apoyo prestado

por el banco al proyecto había sido un error, puesto

que "los indígenas pehuenches, que habitan el área, no

habían sido consultados» (Sohr, 2012).

Para paliar esta situación, Endesa creó la Fundación

Pehuén y realizó actividades de capacitación y apoyo al

turismo, talleres de liderazgo, alfabetización digital y activi-

dades culturales. Según el Informe de Sostenibilidad de

2010, setecientas familias se han beneficiado con estos

programas, pero no se establece el monto de la inversión

(Sohr, 2012).

Estos antecedentes del caso Ralco reflejan que las pre-

cauciones respecto al desarrollo económico a costa de las

culturas o entornos locales no ha sido, y tampoco es en la

actualidad, una prioridad a la hora de los análisis de factibi-

lidad de este tipo de proyectos.

Actualmente, las comunidades aledañas a las represas

viven en el desarraigo y afectadas por la modificación irre-

versible de sus territorios, donde también han desapareci-

do las barreras de contención naturales al deslave de cerros

y rebalse de ríos, dejándolas en una situación de vulnerabi-

lidad ecológica, social y cultural (Sohr, 2012).

¿Que nos demuestra esta situación? Que en Chile el

territorio, sus recursos, el agua y las personas, son ante

todo, un bien económico lo que se reafirma en situaciones

como la planteada anteriormente.

“La necesidad de generar una matriz energética nacional

sustentable”.

Al analizar el caso Ralco de manera integral es posible des-

prender la necesidad de generar una política energética

diversificada que considere los aspectos planteados en este

análisis, así como la necesidad de que el Estado de Chile

adopte una posición significativamente de mayor neutrali-

dad frente a los intereses de las empresas privadas. Si bien

es cierto que los proyectos que consideran la creación de

grandes centrales hidroeléctricas han sido frecuentemente

el blanco de titulares adversos debido a su impacto sobre

los territorios en los que se emplazan, también es cierto

que una política de desarrollo energético no puede des-

atender el potencial hidráulico de la región sur del país.

La creación de una megarepresa implica la anegación de

tierras y encierra un gran potencial de conflicto cuando se

cruza con variables étnicas o socio-ambientales significati-

vas, como lo es la relocalización de comunidades enteras.

Por otra parte, los embalses de grandes dimensiones pue-

den modificar el microclima de un territorio (Wittelsbürger,

2008), por lo tanto, se debiera considerar la construcción

de centrales de menor tamaño, pero mayor en número

como una alternativa mejor. Esto considerando además

que la energía hidráulica se somete a periodos de sequía

que relativizan su potencial.

La energía hidráulica, que en Chile representa al 21% de

la demanda de energía primaria (Wittelsbürger, 2008), se

encuentra contemplada como una fuente de energía reno-

vable. Sin embargo bajo este concepto es necesario afron-

tar los desafíos relacionados con las demandas socio-

ambientales y etno-territoriales que muchas veces presen-

tan elementos no renovables que se deterioran o se pier-

den. Aun así, en el Estado se siguen promoviendo las gran-

des centrales hidroeléctricas, y ahora se considera que las

mejores condiciones están dadas en la Patagonia (Región

Aysén). No obstante, esta política genera una fuerte oposi-

ción entre sectores ecologistas y parte de la comunidad

civil. La idea sería trabajar en el diseño de fuentes e iniciati-

vas de explotación de recursos hídricos con una perspectiva

sustentable y económicamente más eficiente, evitando

además que estas iniciativas queden inmediatamente so-

metidas al control de inversión y operación extranjera.

Para abordar estas situaciones es necesario reformular

el modelo neoliberal de desarrollo territorial que se impone

en todas las zonas del país a través de medidas que consi-

deren cambios en los regímenes de propiedad, concesión y

acceso a los recursos naturales (agua, subsuelo, biodiversi-

dad, patrimonio material e inmaterial), y generar políticas

nacionales de ordenamiento territorial pluriétnico que

consideren la interculturalidad como fenómeno intrínseco a

nuestra identidad nacional a través de planes y estrategias

regionales que integren la diversidad cultural como patri-

monio nacional.

Complementar el análisis de caso y las particularidades

del proceso de implementación de megaproyectos hidro-

eléctricos en territorios étnicos nos debe llevar a considera-

ciones específicas respecto a las estrategias en materia

energética que el país pretende desarrollar. Por una parte,

debemos considerar el componente de seguridad energéti-

ca que nos permita bajar o reducir la dependencia de im-

portaciones de productos energéticos, así como también

reducir el riesgo de interrupciones del suministro de los

mismos a nivel nacional. Por otra, debemos considerar el

componente económico y social que implica asegurar el

acceso universal de las fuentes de energía a toda la pobla-

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Roman JH (2012). Rev. Cons. Amb. 2(1); 37-42

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ción, así como mejorar continuamente la eficiencia energé-

tica.

Actualmente vemos la creciente presión sobre los eco-

sistemas locales y el impacto social que se ha generado

cuando han sido intervenidos desde este tipo de iniciativas.

Vemos además que producto de lo mismo, y principalmen-

te de la mala gestión en proyecto de esta naturaleza, se

reduce la confiabilidad en las iniciativas medioambientales

de desarrollo, las que están mayormente asociadas a exter-

nalidades negativas más que positivas, o por lo menos eso

es lo que se ha evidenciado en los últimos años.

Finalmente, las medidas para reducir el nivel de conflic-

to podrían incluir el fortalecimiento de mecanismos de

mediación, de transparencia y de procesos de gobernabili-

dad, de manera de facilitar y profesionalizar la toma de

decisiones, la participación y la integridad de las iniciativas

de desarrollo que involucren elementos y personas compo-

nentes de la diversidad cultural del país.

Literatura citada

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dentes y perspectivas. Revista Perspectivas (Departamento de

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Wirts-chaftsberatung, Berlin. Diálogo Político. Publicación tri-

mestral de la Konrad-Adenauer-Stiftung A. C. Año XXIV - Nº 4 –

Diciembre.

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Normas Editoriales

La Revista Conservación Ambiental se encuentra abierta a recibir artículos durante todo el año. Para ello los artículos deben tener como foco alguna temática concerniente a la conservación del medio ambiente, y ser desarrollado para alguna de las cinco secciones con que cuenta la revista:

1- Notas y Comentarios Su objetivo es que personas que posean un grado de expertise elevado en materias relacionadas con temas ambientales y sustentabilidad hagan una reflexión referente a temas considerados de relevancia para el acontecer nacional y/o global. (máx. 1.000 palabras + imágenes, sin abstract). 2- Ciencia Ambiental Corresponde a la sección más técnica de la revista. En ella se buscan publicar resultados no publicados de investigaciones enfocadas en el análisis de casos, que directa o indirectamente, sean relevantes para la conservación ambiental. El formato de los artículos en esta sección es similar al de las revistas del área científica (introducción, métodos, resultados, discusión), poniendo énfasis en aquellos temas transversales que no tienen cabida en el foco de las revistas existentes. (máx. 10.000 palabras + imágenes, más abstract de 250-350 palabras en español e inglés). 3- En Proceso Su objetivo es hacer difusión de resultados preliminares de iniciativas o investigaciones relacionadas con el ámbito de acción de la conservación ambiental y sustentabilidad. También busca servir como una herramienta de divulgación para proyectos o iniciativas que se encuentran en ejecución. (máx. 2.000 palabras + imágenes, más abstract de 200 palabras en español e inglés). 4- Reportaje Esta sección busca desarrollar un análisis periodístico de algún tema de relevancia para la conservación ambiental. Pudiendo desarrollarse en formato de entrevista o como una investigación periodística de algún tema que se crea importante. (sin formato preestablecido). Esta sección se encuentra a cargo del comité editorial de la revista, y normalmente no se acepta el envío de artículos para ser publicado en esta sección. 5- Ventana Abierta Sección destinada a la comunidad en general, poniendo énfasis en la participación de personas que sin estar directamente ligadas al mundo de la academia o investigación, se encuentran interesados en la conservación del medio ambiente. Este espacio se presenta como una plataforma para contar experiencias, proponer iniciativas, presentar ensayos sobre un tema*, hacer llamados de atención y/o hacer denuncias sobre algún problema ambiental contingente (máx. 500 palabras + 1 ima-gen, sin abstract), (*para enviar ensayos el límite de palabras son 4.000, más abstract en español de 100-150 palabras) ENVÍO DEL ARTÍCULO Los artículos deben ser enviados a la casilla de correo [email protected] en una sola carpeta nombrada con el nombre del autor principal y con las respectivas subcarpetas que se detallan a continuación para cada sección: Secciones: Notas y Comentarios, Ciencia Ambiental y En Proceso A. Sub Carpeta Texto: Archivo 1. Incluir título del artículo, autor(es) en orden en que aparecerán, filiación de los autores (para sección Notas y Co-mentarios no se requiere filiación), profesión del o los autores (sólo para sección notas y comentarios), correo electrónico de uno de los autores para contacto. Formato word (.doc), letra arial 10, espaciado sencillo. Archivo 2. Texto del artículo (sin título ni autores). Formato word (.doc), letra arial 10, espaciado 1,5. Títulos principales en negrita, títulos secundarios en cursiva, títulos terciarios en fuente normal.

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Archivo 3. Referencias. Formato word (.doc), letra arial 10, espaciado sencillo. Las referencias deben ir ordenadas por orden alfabético. En caso de que en las referencias se repita un mismo autor se ordenará primero aquella publicación más antigua. En aquel caso en que una referencia posea más de 9 autores se pondrán los 9 primeros autores seguidos de la sigla et al. Archivo 4. (no aplica para sección notas y comentarios). Abstract en español e inglés, más 5-7 palabras o conceptos claves en inglés y español. Formato word (.doc), letra arial 10, espaciado sencillo. B. Sub Carpeta Imágenes: Archivo 1. Incluir todas las imágenes asociadas al documento (cuadros y figuras) en archivo JPG o BMP. Cada archivo de ima-gen debe ser nombrado con un número correlativo a su aparición en el texto, (ej. imagen 1, imagen 2, ...) Archivo 2. Incluir en un solo archivo word (.doc) los textos asociados a cada una de las imágenes enviadas en el archivo 1, en párrafos separados precedidos por el número correspondiente a la imagen que hacen referencia. Dichos textos deben tener el título de la imagen, seguido de la explicación respecto del contenido de la imagen a la que hace referencia. Sección: Ventana Abierta A. Sub Carpeta Texto: Archivo 1. En un solo archivo incluir título del artículo, autores en orden en que aparecerán, respectivas profesión, ocupación y/o afiliación, correo electrónico de uno de los autores para contacto y texto del artículo. En el caso de ser un ensayo, incor-porar en el mismo archivo un resumen de 100-150 palabras, 3 a 5 palabras claves, y la bibliografía citada si corresponde. Formato word (.doc), letra arial 10, espaciado sencillo. B. Sub Carpeta Imagen (opcional): Archivo 1. Incluir la imágenes asociada al documento en archivo JPG o BMP. Archivo 2. Incluir en un archivo word (.doc) un título y texto explicativo para la imágenes enviada. CITAS Y BIBLIOGRAFIA Para obtener información respecto a los estilos de citas y bibliografía se ruega visitar la guía disponible en la página web http://www.ecomabi.cl/revista REVISION DEL ARTÍCULO Una vez recibido el artículo, éste se compaginará y será enviado al comité editorial para la selección de revisores internos y/o externos. La revisión consiste en un sistema doble ciego (anonimato en ambos sentidos), y el autor responsable del artículo sólo mantendrá contacto con el editor de la revista. Una vez revisado el artículo por los revisores designados, y en vista de los comentarios recibidos, el editor deberá tomar una de las siguientes cuatro decisiones respecto al artículo: aceptarlo sin mo-dificaciones, aceptarlo con modificaciones leves, aceptarlo condicionalmente con modificaciones mayores, desistir de publi-car el artículo. En todos los casos el editor se comunicará con el autor responsable para entregarle información respecto a la decisión, y los pasos a seguir en el proceso. *Para el caso de los artículos enviados a la sección "Notas y Comentarios", es posible que como parte del proceso de revisión el editor solicite al autor o autores del artículo enviar su Curriculum Vitae. *Para el caso de los artículos enviados a la sección "Ventana Abierta", es posible que el editor solicite información comple-mentaria para validar la información presentada en el artículo.

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