revista conocimiento 124

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revista conocimiento en linea 124

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Hacia un nuevo Hacia un nuevo intelectual intelectual

conteniDo

Con su proverbial agudeza, Gabriel Zaid analiza, pgina 4, quines son y quines no son intelectuales, y se remonta a las pocas en que el vocablo era simplemente adjetivo, hasta el momento en que se le dio

editorialDirectorioGobernador constitucional del estado de nuevo len licenciado Rodrigo Medina de la cruz Director General Doctor luis eugenio todd Subdirector licenciado Juan Roberto Zavala Director editorial Flix Ramos Gamio educacin Profesor ismael vidales Delgado ciencias Bsicas y del ambiente Doctor Juan lauro aguirre Desarrollo urbano y Social ingeniero Gabriel todd ciencias Mdicas Doctor David Gmez almaguer ciencias Polticas y / o de administracin Pblica contador Pblico Jos crdenas cavazos ciencias de la comunicacin Doctora Patricia liliana cerda Prez la ciencia es cultura licenciado Jorge Pedraza educacin Fsica y Deporte Doctor scar Salas Fraire las universidades y la ciencia Doctor Mario csar Salinas carmona Diseo licenciada lindsay Jimnez espinosa licenciado Javier estrada ceja arte Grfico arquitecto Rafael adame Doria circulacin Profesor oliverio anaya Rodrguez asistente editorial licenciada edith Flores ceballos

el uso de sustantivo; en entrevista de Mnica Mateos Vega, del peridico La Jornada, el escritor mexicano

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Cmo debe ser el intelectual del Twitter y el FaceBook

Carlos Fuentes considera, pgina 8, la literatura como un faro para un Mxicodesviado;elperiodistaHctor Aguilar Camn, entrevistado por

Hacia un nuevo intelectual: el de las redes sociales4 9 10 13 17 21 24 27 30 33 35 39 42 44Intelectuales Gabriel Zaid Fuentes ve a la literatura como un faro para un Mxico desviado Entrevista de Mnica Mateos Vega Mxico debe pensar en grande para ser un pas desarrollado Entrevista de Miguel Reyes Razo El libro electrnico: una realidad diferente Doctor Pedro ngel Palou Los intelectuales en Mxico: los grupos generacionales Doctor Enrique Surez iguez Los intelectuales y la democracia contempornea Doctor Xavier Rodrguez Ledesma El historiador ante los retos de la globalizacin Doctor Enrique Florescano Delapoiesisalciber-poeta Marco Fonz La gente de letras. El papel de los literatos en el mundo Maestro Alfonso Rangel Guerra El papel del poeta en la era virtual Jeannette L. Clariond Alegato por los intelectuales Doctor Sergio Elas Gutirrez Los intelectuales en la actualidad Rosaura Barahona El intelectual en el mundo de la tecnologa Licenciada Alejandra Rangel El papel de los intelectuales en el proceso de cambio social Doctora Esthela Gutirrez Garza

Miguel Reyes Razo, pgina 10, considera llegado ya el momento de que Mxico piense en grande para ser un pas desarrollado. Necesitamos dice- ms generadores de riqueza.

En consideracin del doctor Pedro ngel Palou, pgina 14, lo realmente importante en la aparicin del libro electrnicoesqueseponeenjuegola posibilidad de una nueva prctica de lectura; en su colaboracin, pgina 17, el doctor Enrique Surez iguez habla sobre grupos generacionales, como el Ateneo de la Juventud, los Siete Sabios, Contemporneos, Hiperin y El Espectador; para el doctor Xavier Rodrguez Ledesma, pgina 21, el uso indiscriminado del trmino democracia obliga a tomarlo ya con reservas, pues se ha convertido en una palabra hueca.

Portada

hacia un nuevo intelectual

conteniDo

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El nuevo intelectual, expuesto a leer 10 MB y a escuchar 400 MB diarios Maestro Rodrigo Soto El papel de los socilogos en el mundo contemporneo Doctor Vctor Ziga Los desafos del mundo actual en la sociologa poltica Doctor Jos Mara Infante Msica y msicos en la sociedad actual Doctor Arnoldo Nerio Los intelectuales orgnicos Profesor Ismael Vidales Intelectuales, cultura y poltica en los aos 70 Doctor Antonio Lpez Mijares El intelectual y el cine mexicano Entrevista de Gabriel Contreras Equilibrio y sentido tico, exigencia para el comuniclogo de nuestro tiempo Doctora Patricia Liliana Cerda Prez Concepcin Keith Raniere Innovacin y desarrollo tecnolgico, base de crecimiento y desarrollo de Sigma Alimentos Tiene nueva directora la Facultad de Salud Pblica y Nutricin de la UANL Construir el Estado cuatro nuevos planteles CECyTE en Nuevo Len Invertir el Estado $13.5 millones en el plantel CECyTE de Zuazua Otorgan premios anuales de periodismo y reconocimientos a la trayectoria profesional NOTA DE LA DIRECCIN: Esta edicin de la revista CIENCIA. CONOCIMIENTO. TECNOLOGA, fue realizada gracias al apoyo de FOMIX.El historiador Enrique Florescano, pgina 24, seala que los motivos que hoy mueven a ensear la histo-

consejo editorialPresidente del consejo de ciencia y tecnologa de nuevo len ingeniero Juan antonio Gonzlez archiga Director del Programa ciudad internacional del conocimiento ingeniero Jaime Parada vila caintRa ingeniero enrique espino Barros lozano iteSM M. c. Silvia Patricia Mora castro uanl Doctor Mario csar Salinas carmona Doctora Diana Resndez Prez Doctor alan castillo Rodrguez ingeniero Jorge Mercado Salas

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ria no difieren sustancialmente de los fines que animaron a nuestros antepasados; el poeta Marco Fonz hace hincapi, pgina 27, en el hecho de que, desde la antigedad, el poeta ha sido considerado como un humano-puente entre lo divino

70ciencia conociMiento tecnoloGia, revista mensual, con un tiraje de 10,000 ejemplares editor responsable: Dr. luis eugenio todd Prez. nmero de certificado de Reserva otorgado por el instituto nacional del Derecho de autor: 04-2008052311205700-102. nmero de certificado de licitud de ttulo: no. 14158 nmero de certificado de licitud de contenido: no. 11731. Domicilio de la Publicacin: andes no. 2722 col. Jardn obispado, Monterrey, nuevo len. imprenta: Milenio Diario de Monterrey, S.a. de c.v., con domicilio en ave. avena no. 17 col. Granja Sanitaria ixtapalapa, estado de Mxico. Distribuidor: Milenio Diario de Monterrey, S.a. de c.v. con domicilio en ave. eugenio Garza Sada Sur no. 2245 Monterrey, nuevo len.

y lo pagano; el maestro Alfonso Rangel Guerra, analiza en su colaboracin, pgina 30, el papel de

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los literatos en el mundo, en tanto que la poeta Jeannette L. Clariond analiza, pgina 33, el papel de este artista en la era virtual.

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www.conocimientoenlinea.com telfonos en la redaccin: 8346 7351 y 8346 7499 [email protected] las opiniones expresadas en los artculos son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Hacia un nuevo intelectual

eDitoRial

cmo debe ser el intelectual del twitter y Facebookarlos Fuentes acaba de editar un precioso libro que se llama La Gran Novela Latinoamericana, en el mismo, nuestro preclaro intelectual del siglo XX y principios del XXI, aclara que la cultura y la inteligencia no tienen nada que ver con erudicin y describe en su documento como los pueblos nativos tienen una inteligencia propia, prctica y elemental, sencilla, pero que produce resultados. l entonces nos da la razn a esta revista, en la que estamos preocupados porque los jvenes no leen y se dedican fundamentalmente al Facebook para comunicarse, as como a la brevedad del Twitter y a la intoxicacin con el internet para estar en contacto con la realidad y no como antes en nuestra poca que nos dedicbamos a estudiar profundamente un tema, a leer con avidez un libro y despus a generar una ideologa propia y posteriormente producir el cambio que la circunstancia y el entorno cultural requeran. En esta edicin hemos tratado de invitar a personalidades que han sido descritas como intelectuales, en nuestro pas, y que han colaborado mucho a formar un criterio del mexicano, puesto en este mundo de la globalizacin y por supuesto ellos han sido factor de presin para que la poltica del poder no se descarrile totalmente, sino que siga ciertos cauces de metodologa lgica y de respeto a los valores fundamentales de los derechos humanos, descritos con excelsitud en la revolucin francesa. La incgnita sigue vigente y la lectura de nuestros invitados en la revista, nos va a permitir gradualmente ir comprendiendo que as como el mundo cambi y como Steve Jobs, Bill Gates y Mark Zuckerberg, son los personajes ms importantes del mundo contemporneo, siendo tecnlogos y no intelectuales, as nosotros tambin tenemos que crear y adaptarnos a una nueva intelectualidad, tanto en el mundo social como en el poltico, pues hay que recordar como ejemplo vvido, que la cada de tres dictadores rabes, no fue producto de ninguna concertacin ideolgica como lo fue la revolucin rusa, francesa o la mexicana con nuestro mulo Flores Magon, sino que fue producto de las redes sociales, donde la gente comunicndose entre s lograron sacudir conciencias para terminar con ciertas dictaduras longevas y corruptas. Estamos entonces proponiendo, dentro de la limitacin de nuestras posibilidades, la germinacin de un nuevo pensamiento intelectual que tome en cuenta no slo nuestra experiencia anterior en el mundo de la cultura, sino la realidad de la generacin del Twitter, como yo le llamo, o la generacin del Facebook o el internet como el amo supremo del conocimiento actual. Por supuesto que en muchas cosas podemos no estar de acuerdo, porque los libros todava conservan el terciopelo del placer literario, pero s tenemos que aceptar que la generacin adulta tiene que

Mundo extrao el actual: se puede ser inteligente sin saber leer

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adaptarse a la nueva generacin y buscar juntos la realidad. Esperamos que esta revista nos de cierta esperanza a que el mtodo cientfico y cartesiano impere an en forma rpida o instantnea, ya que debemos recordar que el mundo slo lo cambia la ciencia y lo espiritualiza el arte y que los cambios sociales o polticos son circunstanciales y que muchas veces esos ltimos dependen de la modificacin del medio ambiente que la ciencia produce o del renacimiento de los valores espirituales, como lo sucedi posterior a la Edad Media en Europa. Esperamos encontrar a este nuevo intelectual, pero ojal no sea tan difcil como la tarea de Digenes cuando quiso encontrar a un hombre feliz, que puede ser aquel que conjugue la inteligencia emocional con la racional y ah en ese laberinto es donde est la utopa de la solucin integral que se describe en el gran libro, en que los seres humanos debemos amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Lstima que el internet, el twitter y el facebook no fueron programados para hacer el amor.

Pienso, luego existo

DESCARTES1596 a 1650

En mi poca, ramos importantes los que pensbamos. Y, ahora, seremos?

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CONOCIMIENTO

Gabriel ZaidGabriel Zaid, poeta y ensayista mexicano, naci en la ciudad de Monterrey, Nuevo Len en 1934. En el Instituto Tecnolgico y de Estudios Superiores de Monterrey obtuvo el ttulo de ingeniero mecnico administrador, y aunque ejerci varios aos como consultor independiente, su pasin por la poesa lo llev a dedicarse de lleno a la literatura, y en 1958 public su primer poemario. Como miembro del grupo editorial Vuelta, ha sido uno de los promotores y comentaristas de obra de Octavio Paz, nuestro Premio Nobel de Literatura. Ha destacado, en el plano del ensayo, por abarcar tanto el mbito cultural, como el poltico y social, lo mismo que en la organizacin de las calles, colonias y zonas postales de la Ciudad de Mxico. De l se ha dicho que su poesa se ha depurado con el paso del tiempo, para que cuarenta aos ms tarde aparezca por su rigor y limpidez como uno de los avatares ms afortunados del clasicismo en la segunda mitad del siglo veinte mexicano. Desde 1989 es miembro de la Real Academia de Letras Mexicanas, y su obra le ha valido ser objeto de diferentes premios de carcter nacional e internacional.

intelectualesGabriel Zaid Intelectual es el escritor, artista o cientfico que opina en cosas de inters pblico con autoridad moral entre las lites. 1. No son intelectuales a) Los que no intervienen en la vida pblica. b) Los que intervienen como especialistas. c) Los que adoptan la perspectiva de un inters particular. d) Los que opinan por cuenta de terceros. e) Los que opinan sujetos a una verdad oficial (poltica, administrativa, acadmica, religiosa). f) Los que son escuchados por su autoridad religiosa o por su capacidad de imponerse por va armada, poltica. administrativa, econmica. g) Los taxistas, peluqueros y otros que hacen lo mismo que los intelectuales, pero sin el respeto de las lites. h) Los miembros de las lites que quisieran ser vistos como intelectuales, pero no consiguen el micrfono o (cuando lo consiguen) no interesan al pblico. i) Los que se ganan la atencin de un pblico tan amplio, que resulta ofensivo para las lites. 2. La palabra se us primero como adjetivo: en francs, desde el siglo XIII; en ingls, desde el XIV; en espaol, desde el XV. Se volvi sustantivo a fines del XIX, para llamar a cierto tipo de personalidades. El paradigma apareci encarnado por Zola, cuando intervino en el caso Dreyfus. En particular, por su carta abierta al presidente de la repblica, publicada por el diario L'Aurore (13 I 1898) con un ttulo que pas a la historia: J'accuse. Terminaba con una letana: Acuso al teniente coronel Du Paty de Clam de haber creado este error por inconsciente y de sostenerlo despus con toda clase de maquinaciones; acuso al general Mercier de hacerse cmplice de esta iniquidad; acuso al general Billot de haber tenido en sus manos las pruebas de la inocencia de Dreyfus y de haberlas ignorado por razones polticas; acuso... A ttulo de qu se meta el famoso novelista contra las autoridades militares que haban declarado traidor al capitn (francs de origen judo) Alfred Dreyfus, por una supuesta venta de secretos militares a Alemania? El escritor no era judo, ni militar, ni abogado. No tena competencia en el ramo, ni inters particular que defender. No impugnaba la sentencia por va jurdica o militar. Fue

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perseguido legalmente por sus acusaciones, y tuvo que escapar del pas, aunque finalmente gan el caso: Dreyfus fue rehabilitado. CUARTO PODER Su intervencin puso en evidencia que la verdad pblica no est sujeta a la verdad oficial; que hay tribunales de la conciencia pblica, donde la sociedad civil ejerce su autonoma frente a las autoridades militares, polticas, eclesisticas, acadmicas. Mostr la aparicin de un cuarto poder, el de la prensa, frente al legislativo, ejecutivo y judicial. Hizo ver que las cosas de inters pblico (en este caso el antisemitismo) no pueden reducirse a tal o cual inters, competencia, jurisdiccin: que la guerra es demasiado importante para dejarla en manos militares, el derecho demasiado importante para dejarlo en manos de abogados. El intelectual est prefigurado en Jeremas y Scrates, pero el reconocimiento y bautizo de su papel social se dan con el "Yo acuso" de Zola y el "Manifiesto de los intelectuales en Pars, a fines del siglo XIX: cuando se desarrolla la conciencia liberal, el mercado del libro y la prensa masiva; cuando ser ciudadano y ser lector convergen en la imprenta; cuando la pgina toma el lugar del plpito, y el gora se convierte en el centro de la vida pblica. COMO SUSTANTIVO 3. Los diccionarios suelen referir el sustantivo intelectual a ciertas capacidades, gustos o especialidades, omitiendo la referencia decisiva: el papel social. Intelectual no es la persona especialmente inteligente, especialmente inclinada a la vida intelectual o especialista en el trabajo intelectual. Aunque los intelectuales son algo as como la inteligencia pblica de la sociedad civil, y aunque son vistos como personas muy inteligentes, no se distinguen por su inteligencia. Es fcil encontrar intelectuales menos inteligentes, menos preparados, menos cultos, que tal o cual persona que no figura como intelectual. La verdadera diferencia no es de capacidad, sino de funcin social. Funcin que no se caracteriza por el ramo, profesin, gremio, especialidad. El distingo entre trabajadores manuales e intelectuales (de por s insuficiente: los manuales usan la inteligencia, los intelectuales las manos) no sirve para el caso. Un sector cada vez mayor de la sociedad no cultiva los campos ni produce manufacturas, sino palabras, nmeros, imgenes, ideas, trmites. Pero muy pocos de los llamados trabajadores intelectuales (adjetivo) son intelectuales (sustantivo).

ESCRITORES 4. Todos los intelectuales escriben, aunque no todos son buenos escritores. Sus pronunciamientos recuerdan la oratoria parlamentaria, la teatralidad del discurso, del sermn, de la ctedra, de las mesas redondas y de las entrevistas por radio y televisin; pero su intervencin caracterstica no es oral, sino escrita. Algunos son grandes poetas o prosistas, de los gneros consabidos (la poesa, el teatro, la novela, el ensayo) o ignorados (la carta a la redaccin, el panfleto, la polmica, el manifiesto). Otros son escritores por necesidad: provienen de las artes o las ciencias, y escriben para opinar. En el caso de las artes vecinas de la literatura (las artes plsticas, el cine), se pudiera decir que "escriben" a travs de su arte; pero es raro que no intervengan, adems, con declaraciones y escritos propiamente dichos. En el caso de las ciencias, no puede ser de otra manera: los cientficos que actan como intelectuales lo hacen a travs de escritos no cientficos, lo cual se presta a confusiones: hay quienes piensan que lo no cientfico no puede ser tan serio como lo cientfico; o que las intervenciones en la vida pblica no son serias, a menos que provengan de los especialistas respectivos: Sajarov, que opine sobre fsica atmica y nada ms. Pero los trabajos cientficos pueden ser tan poco serios como cualquier otro, y la vida pblica rebasa los munditos especializados. Decidir sobre el uso de la bomba atmica no es algo que se pueda estudiar con un ciclotrn: es algo que rebasa los mtodos de la fsica. 5. No es una tautologa decir (como dijo Borges) que los clsicos son los libros ledos como clsicos. Tampoco es una tautologa decir que los intelectuales son los escritores seguidos como intelectuales. Un intelectual sin pblico no es un intelectual. Por eso, decir "nosotros los intelectuales suena a "nosotros los clsicos": asume una posicin ante el pblico que slo el pblico puede conceder. Lo que hace al intelectual es la recepcin de su discurso, ms que su discurso. Cuando su visin de las realidades o los sueos de la tribu llaman la atencin de la tribu, empieza a ser ledo como intelectual. Los intelectuales construyen espejos de inters para la sociedad: para distanciarse de s misma, desdoblarse, contemplarse, comprenderse, criticarse, fantasear. En el espejo de la pgina, crean experiencias especulativas, prcticas tericas, ejercicios espirituales, donde la sociedad se reconoce como pensante, crtica, imaginativa, creadora, en movimiento. CONCIENCIA DE LA SOCIEDAD Por eso, son vistos como la conciencia de la sociedad. Pero hay que tener cuidado con las metforas orgnicas. Ninguna persona fsica puede ser la conciencia de

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una persona moral. Lo que sucede es que una persona fsica construye espejos, mapas, brjulas, sextantes, anteojos verbales, para orientarse en la realidad, y sus artefactos circulan porque les sirven a los dems. En esos artefactos (no en su creador) reside lo que pudiera llamarse una conciencia comn: distintos ojos ven a travs de lo mismo. Esa conciencia compartida, ese haber visto, no necesariamente Io mismo, sino a travs de lo mismo, permite hablar de una conciencia comn, de una conciencia pblica, de una conciencia nacional, que hasta parece la conciencia de una persona superior (la Comunidad, el Pblico, la Nacin) que habla a travs del intelectual. Al hipostasiar esa conciencia compartida en la persona del intelectual, la tribu puede proyectar en l sus fantasas orgnicas (y l someterse a las proyecciones de los otros, engolosinado de encarnar algo superior). O lo endiosa en un Nosotros narcisista: como el espejo de la suprema inteligencia, rigor, preparacin, honestidad, de la buena conciencia tribal; o lo persigue como a su mala conciencia: la encarnacin de la arrogancia, la demencia, la estupidez, la frivolidad, la mala fe, la venta por treinta dineros a intereses inconfesables.

cin pastoral del clero catlico. Son vistos como oficiantes de un sacerdocio laico que tiene las llaves del reino civil: las claves de la conciencia nacional. Son, al mismo tiempo, la reforma (el lado crtico, protestante, de la conciencia nacional) y la tradicin catlica (la elite que se encarga de la conciencia de los dems). LA INTELLIGENTSIA 7. Los intelectuales son y no son la intelligentsia. La intelligentsia no es el conjunto de los intelectuales, como dicen algunos diccionarios: es todo el estamento letrado nacional. Hay una estrecha afinidad histrica, social, lingstica, entre los fenmenos que desembocan en estas designaciones, pero tambin hay diferencias. Los intelectuales son un conjunto de personalidades; la intelligentsia, un estamento social. Los intelectuales son profetas civiles y hasta cardenales civiles; la intelligentsia incluye tambin a los feligreses. Los intelectuales aparecen despus de la revolucin, la intelligentsia en los prembulos. Los intelectuales son el ego que se cree superego: crtico, moralista, juez por encima de las luchas parciales (au-dessus de la mle). La intelligentsia es el ego que se cree id: la poblacin educada que cree interpretar las mejores aspiraciones inconscientes del pueblo, y que acaba suplantndolo como su vanguardia consciente (donde hay id, hay ego). Los intelectuales son la crtica, la intelligentsia es la revolucin. Los intelectuales critican el nuevo estado revolucionario, la intelligentsia lo construye. Los intelectuales son afines al mundo editorial y periodstico, a ejercer sin ttulos, al trabajo free-lance. La intelligentsia es ms afn al mundo acadmico y burocrtico, a las graduaciones, a los nombramientos, a cobrar en funcin del calendario transcurrido. Los intelectuales suean con la santidad socrtica, mientras acumulan capital en la farndula de la opinin pblica. La intelligentsia suea

CASTA SACERDOTAL 6. En las sociedades tradicionales, la conciencia de la sociedad est a cargo de la casta sacerdotal. Pero, desde la Reforma, la ruptura de la conciencia individual con las autoridades religiosas rest fuerza a la conciencia tradicional objetivada en el clero. En las sociedades protestantes, cada fiel es su propia autoridad moral, hace su propia lectura de la revelacin, es su propio pastor, aunque escuche a los otros. En las sociedades catlicas, la ruptura con las autoridades religiosas fue tarda y mediatizada: no desde la conciencia individual, sino desde el estado, a partir de la Revolucin francesa. Paradjicamente, esta diferencia permite que en las sociedades protestantes, que llegaron primero a ser modernas, el jefe del estado pueda invocar a Dios (como en los Estados Unidos) y hasta encabezar la Iglesia (como en Inglaterra), sin especiales riesgos de integrismo. En cambio, en las sociedades catlicas, precisamente porque fueron reformadas desde arriba, no desde la conciencia individual, ronda siempre el fantasma del integrismo, como temor o tentacin: hay siempre una tensin entre las creencias populares y la ideologa oficial. En particular, las elites que encabezan la sociedad civil v que aspiran a una conciencia moderna, no pueden verla objetivada ni en el clero tradicional ni en la burocracia ilustrada. Esto favorece el papel de los intelectuales como una especie de clereca civil frente a la clereca del Estado y frente al clero propiamente dicho. Por eso, los intelectuales pesan ms en las sociedades catlicas que en las protestantes: son como la conciencia libre del laico protestante, pero en la fun-

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con la santidad platnica, mientras acumula capital en la grilla de los ascensos. Los intelectuales pasan de los libros al renombre, la intelligentsia pasa de los libros al poder. Tanto el concepto de intelectual como el de intelligentsia aparecen a fines del siglo XIX, en sociedades catlicas de modernizacin tarda: Francia y Polonia. En dos mundos, sin embargo, distintos: uno latino, otro eslavo; uno en la capital del siglo XIX, otro en la periferia; uno despus de la revolucin, otro antes. Pars acua el nuevo significado de la palabra intellectuel. Polonia acua el nuevo significado de la palabra inteligencia. Del polaco, la designacin pas al ruso como intelligentsiya, que el ingls y el francs adoptaron como intelligentsia a principios del siglo XX. La adopcin era til porque intelligence en ingls, adems de inteligencia, haba adquirido el significado de espionaje o recabacin de informes; y porque intelligence en francs, adems de inteligencia, haba adquirido el significado de entendimiento o complicidad. Adems, dejar en ruso la palabra intelligentsia recordaba su origen subdesarrollado y revolucionario: la casta educada y descontenta que aspiraba al poder, para encabezar la modernizacin de un pas atrasado. Ni Francia ni Inglaterra, a principios del siglo XX, estaban ya en ese caso.

LOS UNIVERSITARIOS Mxico s lo estaba, aunque no adopt la palabra. Por esos mismos aos (1908), Justo Sierra habl de un "cerebro nacional" con derecho al poder. Pudo haber dicho: "inteligencia nacional", intelectualidad o intelligentsia, pero no lo dijo. Finalmente, la intelligentsia mexicana se bautiz a s misma con otro nombre: "los universitarios", en una acepcin que (como intelligentsia) no es muy traducible. Cmo decir "los universitarios mexicanos" en ingls o en francs? En Francia, por ejemplo, universitaire se aplica a los que estn en la universidad, no a los que han pasado por ah. La comunidad de referencia se entiende en sentido estricto. En Mxico, la Universidad es como la Revolucin: un proceso interminable de superacin, una familia dominante, abierta a todos los que aspiren a lo alto; una bandera legitimadora del ascenso al poder. El colectivo intelectualidad, que, segn los diccionarios, se refiere al conjunto de los intelectuales o personas cultas de un pas o regin, se usa poco en Mxico. Circula ms desde 1948, pero como un madrileismo, recogido por Lara en un giro inmortal: En Chicote, un agasajo postinero con la crema de la intelectualidad...

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Carlos Fuentes, en su casa, durante la entrevista con La Jornada. Foto: Carlos Cisneros

Fuentes ve a la literatura como faro para un Mxico desviadoNota de la redaccin: Texto tomado del peridico La Jornada, exclusivamente en lo relativo a la evolucin de la novela latinoamericana. Jueves 19 de enero de 2012.

Mnica Mateos Vega

l

as grandes figuras de la novela latinoamericana y sus temas constantes (los conflictos sociales, el dictador y la barbarie, el mundo mgico de mito y lenguaje, la pica del desencanto) son los protagonistas del libro ms reciente de Carlos Fuentes (Panam, 1928), quien en entrevista con La Jornada habla de la literatura como punto de referencia de un pas que, en su opinin, se encuentra a la deriva. Mxico vive un mal momento porque los problemas del pas estn aqu, y los polticos all, a una distancia brutal con respecto a las respuestas, afirma. A propsito de la publicacin de su libro La gran novela latinoamericana (Alfaguara), propone a la literatura como faro de una nacin cuyo rumbo ahora est bastante desviado del camino.

Imitacin de la cultura Detalla que los buenos presidentes de Mxico han tenido buena gente alrededor: los gabinetes de Lzaro Crdenas, de Manuel vila Camacho, Miguel Alemn Valds o Adolfo Ruiz Cortines eran muy buenos, porque haba personas que saban lo que no saba el presidente. Si el presidente tiene que saber ms que sus colaboradores, entonces estamos mal. No obstante, contina, tampoco se trata de mantener juntos a los intelectuales con la clase poltica: hay acercamientos y alejamientos entre ellos, pero no es posible ni deseable que coincidan, porque el escritor siempre debe decir algo ms, ir ms lejos que el poltico, que est capturado en su momento, pues si no, no podra ser poltico; en tanto, el escritor puede ir ms all porque

en la gran novela latinoamericana hace un recorrido por la evolucin de ese gnero

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puede imaginar, y polticos con imaginacin hay muy pocos. En la literatura, detalla el autor de La silla del guila, hay un sentido de continuidad de la historia de Mxico y de Amrica Latina que no se da en la poltica ni en la economa, as como una riqueza brbara. Eso le permite ser una referencia para el mundo poltico y social, para reconocerse y no desviarse demasiado del camino. Pero la palabra literaria y la palabra poltica estn muy divorciadas, pues polticamente hemos vivido mucho de la imitacin, no de la continuidad de la cultura. Ganamos independencia, pero negamos a Espaa; queremos ser gringos, o franceses; con Porfirio Daz se trataba de convertir a Mxico en un pas francs. Con la Revolucin volvimos a ser nosotros, pero nuevamente estamos distanciados de nuestro ser y tenemos que recuperarlo: ah esta la cultura mexicana, para indicar quines somos: buenos, malos, pero as somos, de all venimos, de una imaginacin y una realidad conjuntas. Lo bueno de nuestra cultura es que tanto la imaginacin como la realidad siempre han estado hermanadas, no se pueden separar. Mientras que en la poltica constantemente hay un divorcio entre ambas. La gran novela latinoamericana, ensayo que propone un recorrido por la evolucin de ese gnero literario en el continente, es, puntualiza Carlos Fuentes, un libro personal, porque no hablo de todo el mundo, dejo cosas que no me interesan fuera y no menciono a mis enemigos. Con el mismo buen humor con el que charla acerca de su obra, en las pginas del citado volumen se lee: Se me acusar, con justicia, de darle un lugar preferente a mi propio pas, Mxico, y a sus escritores. As es (...) La razn es que stos, los incluidos, concuerdan ms con la lnea general especulativa de este libro. Y que si abundan los mexicanos es porque los conozco mejor, los he ledo ms y qu chingados!, como Mxico no hay dos. Medio siglo de dos clsicos Este 2012, Carlos Fuentes y sus lectores celebran los 50 aos de dos novelas ya clsicas del autor: Aura y La muerte de Artemio Cruz. Habr algn festejo especial? No, esos libros existen por s mismos, no les puedo pedir nada, no los toco. Me importan los libros que estoy escribiendo y, claro, recordar esos dos libros que para m son muy importantes y que tienen muchos lectores. En una reciente firma de libros, los lectores que llegaban tenan, en su mayora, entre 16 y 30 aos, y los libros que firm ms eran esos dos, precisamente. Me da mucho gusto!, quiere decir que Aura y La muerte de Artemio Cruz tienen una actualidad ajena a m, ya les pertenecen a los lectores. Con La muerte de Artemio Cruz tena una idea clara de recuperar el pasado inmediato de Mxico. Si La regin ms transparente quera ser la novela de una ciudad, La muerte... quera ser la novela de una poca, de una historia, de un pas que era representado en su agona por Artemio Cruz. La novedad tcnica fue que introduje tres per-

sonas y tres tiempos diferentes para dar la complejidad de la vida y muerte de Artemio Cruz; se era el propsito. En cambio Aura me vino a la cabeza estando con una muchacha en Pars. Sali, regres y en ese momento pas bajo una luz que la transform en una anciana. Luego entr y volvi a ser la de 19 aos, y dije, ay!, qu pasara si uno tuviera el poder, siendo anciano, de volverse joven. Ah est la novela! Me sent a escribirla en un caf. La escrib en cinco das, me sali muy rpido. El manuscrito de Aura, al igual que la mayora de los originales de sus novelas, novelas breves, cuentos cortos, obras teatrales, guiones cinematogrficos, escritos, discursos, entrevistas, traducciones, correspondencia, dibujos, documentos, fotografas, casetes de audio, video y cuadernos, se encuentran desde 1995 en la biblioteca de la Universidad de Princeton. Todo el material puede ser consultado por investigadores acreditados, con excepcin de la correspondencia entre Carlos Fuentes y Guillermo Cabrera Infante, Hlne Cixous, Julio Cortzar, Jos Donoso, Roberto Fernndez Retamar, Gabriel Garca Mrquez, Norman Mailer, Octavio Paz, Mara Ramrez, Philip Roth y Jean Seberg, la cual podr abrirse al pblico a partir del 1 de enero de 2021, o dos aos despus de la muerte del autor, lo que ocurra primero, por instrucciones de l mismo.

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Mxico debe pensar en grande para ser un pas desarrollado:Hctor aguilar camnEntrevista de Miguel Reyes Razo Es hora -casi arenga Hctor Aguilar Camn- de que Mxico sea el pas ballena que puede ser, y no el minsculo ajolote que se cree! Ya es tiempo de tener un pas prspero! Gran cosa sera -avizora el periodista-cronista-historiador- que la demanda de prosperidad se instalara entre nosotros como la de democracia en los 80 y 90 del siglo anterior. Si as ocurriera, los gobiernos se veran obligados a responder a esa demanda. Mxico debe verse a s mismo como nacin desarrollada. Pas prspero. Y equitativo. Y democrtico. -Cmo, doctor? Cundo? Conversa Hctor Aguilar Camn en la confortable atmsfera de su casa. Ocupa un moderno silln. Habla de perfil. Con la vista vuelta hacia macetones, fuente y bambes del inmediato jardn. Con buenas decisiones, una generacin de mexicanos hara la transformacin. Decisiones correctas. Dejar atrs discusiones empecinadas. Para hacer bien las cosas. Y abrir la economa a la competencia. Ampliar, profundizar nuestras relaciones con Estados Unidos. Crear Sistema de Seguridad Social Universal. Cobrar impuestos serios, justos. Invertir bien en educacin. Lo mismo que en seguridad. Se trata de resolver nuestros problemas. Aplicar justicia. Mejorar la rendicin de cuentas. Combatir la corrupcin...

Borzelli Photography

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Cambiar el chip mental nacional. Modificar ptica. En lugar de combatir pobreza, aspirar a crear riqueza. Propiciar el bienestar familiar. Aqu necesitamos Creadores de Riqueza -observa el director-fundador de Nexos-. Hoy vive la segunda generacin de Combatidores de Pobreza. La primera desarroll el Coplamar del presidente Lpez Portillo. Felipe Caldern encabeza la que instrumenta Oportunidades. Contamos con pocos Creadores de Riqueza. Necesitamos 50 como Carlos Slim. Quiz mejor 100 como Carlos Slim. Te imaginas a Mxico con 200 hacedores de riqueza como Carlos Slim? Sera un pas fantstico!. Casi una veintena de libros despus y 33 aos de vivir Nexos, abuelo de los gemelos de su hija Rosario, atento al desarrollo de Mateo y Cata, y a la conversacin y compaa y proyectos de ngeles Mastretta, Hctor Aguilar Camn dedica las horas de la maana a dirigir Nexos. La tarde, a leer, escribir, pensar...

Y cuando finalmente se alcanza el poder, bien puede surgir la codicia. Deseos de acumular ms riqueza. Ah, la codicia! Otra pasin. Nunca se tiene lo suficiente. Nunca se llenan las arcas. Es preciso llenarlas ms. En tiempos de reportero Hctor Aguilar Camn correteaba la nota. Cubri de punta a punta la gira del candidato Miguel de la Madrid. Tecleaba la crnica. Carlos Monsivis eligi algunas para su libro A Ustedes les Consta. Ver y contar el pas. En eso sigue. *Escritores e intelectuales que lo pretendieron, ni guas ni faros nacionales. -Qu tan real y eficaz fue el ascendiente de escritores e intelectuales en la vida de Mxico, doctor? Cumplieron papel de gua? De faro? De la vieja idea de que un intelectual traza el rumbo -identific. Del intelectual que igual que un faro ilumina moralmente al pas. -Pues yo creo que en Mxico nunca hubo eso! Existieron -existen s grandes escritores. Jos Vasconcelos, Octavio Paz, Jos Revueltas, Carlos Monsivis y Carlos Fuentes. Eran -son- figuras de gran rango intelectual. Pero nunca fueron faros de nada! Ni el pas les hizo caso. Ni influyeron decisiones estratgicas de Mxico. Y de los que decan por dnde ir, si lo decan en verdad, el pas nunca fue por donde ellos decan. Ellos se encuentran parados en la calidad de su obra. Mas no en la de su gua. Pero el papel que jugaron esos intelectuales de manera visible y pblica, hoy ha sido tomado de manera contundente por los medios de informacin. Los intelectuales de los que hablamos pertenecan a un pas poco democrtico. Coso Villegas -eminente, irritante- escribe un libro acerca de la manera de gobernar del presidente Luis Echeverra, fue un hito. Uno debe admirar la valenta y la oportunidad de Coso Villegas y tambin, que ms de la mitad del inters por esa obra se debi a la notoria opacidad del medio pblico en que se da. Hoy existe poco espacio como para que alguien venga, haga y diga algo de impacto tan novedoso como para transformar nuestra vida.

-Qu escribe hoy? Una suerte de Memoria de mis Padres. Una novela que se cumple en un da; 24 horas en la vida de un escritor que viaja, que va, que ve, que halla recuerdos de vida. Obra que se encuentra en fase melanclica. Entonces...! Pues ah surge el gran secreto. Voy como a la mitad. *Los polticos persiguen el poder con gran pasin tan slo para perderlo. -Qu le ha dejado su trato con polticos profesionales? Rio Hctor Aguilar Camn. Como si de una diablura, una travesura se tratara. Rio y dijo: Los polticos son mucho mejores en corto que en largo. Y mucho mejores en privado que en pblico... Call. Haba comido a toda prisa. Y participado en un programa de televisin con personajes de Amrica Latina y Estados Unidos. A esa hora de la tarde -ya casi las 7- le urga escribir su diaria columna periodstica. Condescendi: Esa -la de poltico- es una profesin desdichada. La gran pasin del poltico es el poder. Poder que por definicin constitucional no se tiene por mucho tiempo. Todo poder tiene plazo. Pero es pasin incesante. La vida -o al menos su mayor parte- la dedica el poltico a aspirar al poder. No lo tiene. Y lo acosa. Qu fatigante!

Borzelli Photography

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Hoy hay un medio de libertades ciertas...Y hay tambin una prensa independiente...La prensa es hoy un foro pblico... sta es la Era de los Intelectuales Pblicos. Ya estaba Hctor Aguilar Camn en un tema que le suscita -desde hace ms de 25 aos- severa reflexin. Los medios de informacin. Ya en su novela Morir en el Golfo el tema est presente. As continu diciendo Hctor Aguilar Camn: Su reflexin -la de los intelectuales pblicos- de alta calidad convive a diario con la rpida socializacin de ideas, de opinin que se da en los medios. Lo que esta noche se dice maana conocer una repeticin general. Se socializa la informacin. Sin que importe mucho su emisor original. Hoy estamos en situacin de pases donde la prensa hace el papel de intelectual colectivo. * La prensa pierde al probar que es independiente; no ayuda. Y aqu me hallo frente a la imagen de la serpiente que muerde su cola, dijo el entrevistado, quien resignado prosigui: Nuestro intelectual colectivo no es muy colectivo. Como deca Coso Villegas: De intelectual a intelectual crtico. Los medios de informacin hoy desaprovechan la libertad. Pareciera que lo nico -o lo que ms- les importa es seguir demostrando su independencia. Y la forma de dar prueba de su independencia es poner la lupa en un pas que no es. El pas que no sirve. En el fondo su descalificacin es un reproche al gobierno que no lo arregla. Por eso se escucha -hasta en el ms modesto conductor de radiodel ms novato, la rapidez con que sube al carrusel de la estridencia. A la descalificacin!: Este es el gobierno que tenemos... Ya est bien! Queremos otra cosa! No nos merecemos esto que tenemos! Y entonces la crtica -analiza muy entusiasmado- es grito. Y la reflexin acaba en cantinela. Acabamos contagiados de nuestra tarea sin intentar pensar colectivamente qu hacer como actores polticos al pas que no sirve. Ayudar a resolver sus problemas. Y ejercemos la libertad en la cadena de quejas e indignaciones. Hctor Aguilar Camn debe ponerse ante su computadora. Antes pasar frente a su sequoia que ocupa lugar de privilegio en el

jardn. Entrar en su estudio. Estar frente a libros, apuntes y un aparato de televisin frente al que hace algn tiempo recomendaba a la Seleccin nacional de futbol: Concentrancia...Concentrancia...Y explicaba a hermano, cuada, sobrinos y amigos novedosa estrategia para vencer a los once de Brasil. -Cmo est usted, doctor? -comenz el reportero la entrevista. Bien, muy bien. Ando muy optimista. Me gustara vivir en un pas ms optimista. No por la ingenuidad del optimismo, sino por lo que activa el optimismo: La salud de la voluntad. Siento, me quejo; queja que traigo con los medios de informacin, deprimido, acosado, desmoralizado. En grado muy superior al que debera. Mxico mide de ms sus males. Mxico es hoy un pas hipersensible a sus defectos. Y los medios de informacin tienen mucho que ver con esto. Los medios de informacin estn hoy muy atentos al Mxico que no sirve. Excepcin maravillosa la que presenciamos hace pocas semanas en el noticiario de Joaqun Lpez Doriga. Un dilatado -como debe ser- reportaje en las diferentes partes que recorre un ferrocarril ya bautizado La Bestia. Mujeres de Veracruz -habitantes del municipio Las Patronasmujeres muy pobres se las ingenian para dar, regalar, socorrer un poco de comida, algo de agua, a los aventureros que se juegan la vida trepados en el tren, ansiosos de llegar al norte de Mxico. Ah se ve la filantropa de pobre a pobre. Las Patronas son las que menos tienen. Y dan! Al ver ese gesto de Las Patronas me digo: Entonces Mxico no est tan mal. Pero por cada mirada inteligente, generosa, solidaria como el que nos arrancan Las Patronas, est el festn -celebracin?- de muertos, decapitados, descuartizados y desastres naturales, de indigencia de polticos, de rumor...De jodidez! Todo esto forma parte, es componente del Facilismo profesional!. La pura nota roja. El escndalo. El linchamiento. Todo eso vende. Y vende mucho. Son parte irresistible de nuestra mala ndole. Esa que se alegra, se refocila en el mal y en el rumor sobre los defectos ajenos. As que con la liberadora tarea de ver males de Mxico sin maquillaje, los medios de informacin incurren en la desdichada mana de la exageracin.

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Doctor Pedro ngel PalouPedro ngel Palou (Puebla, Mexico, 1966) es un prolfico novelista y ensayista. Se ha desempeado en la funcin pblica como secretario de Cultura del Estado de Puebla, y en la educacin superior a lo largo de 15 aos como profesor de Literatura y rector de la Universidad de las Amricas, en Puebla. Ha sido, asimismo profesor visitante en Pars (Sorbona Ren Descartes), con Michel Maffesoli. Es autor de 33 libros, incluidas su aclamada novela Como quien se desangra (Premio Xavier Villaurrutia 2003) y una triloga histrica sobre Zapata, Morelos y Cuauhtmoc, tres importantes hroes de la Historia de Mxico. Es presentador de la televisin pblica (History Channel y Canal 22), chef, rbitro de ftbol y periodista. El profesor Palou tiene un Doctorado en Ciencias Sociales, y fue reconocido con el Premio Nacional Francisco Xavier Clavigero, en Historia, por su libro sobre sociologa de la cultura en Mxico entre 1900 y 1940, La casa del silencio, aproximacin en tres tiempos a Contemporneos. En 2009, fue finalista de Planeta Casa Amrica, con su novela El dinero del diablo, publicada en 22 pases del mundo hispanoparlante. El doctor Palou es actualmente profesor investigador del Dartmouth College, en los Estados Unidos. [email protected]

el libro electrnico: una realidad diferente

Pedro ngel Palou asta hoy, el ritmo de la evolucin de las tecnologas no sobrepasaba la capacidad de asimilacin de cada generacin. En la era denominada digital, las cosas son diferentes, los relojes tcnicos y humanos ya no estn sincronizados. Segn la ley emprica de Moore, la potencia de los microprocesadores computacionales se duplica cada 18 meses, mientras que su costo desciende a la mitad. Para ilustrar esta evolucin podramos decir que si la industria automotriz llevara un ritmo similar de avance, los automviles que conducimos hoy costaran menos de 50 pesos, y con un litro de combustible recorreran ms de 350,000 kilmetros. Plantearse la cuestin de una competencia posible entre el libro impreso y el libro digital, en el sentido de una sustitucin del primero por el segundo, nos llevara a la posicin equivocada de un desmedido entusiasmo por la edicin digital o de una desesperacin total por el fin del libro impreso. Como se ha constatado en los ltimos cuatro siglos, ningn nuevo medio de comunicacin ha remplazado totalmente a un medio ya existente. Conviene recordar que en los Estados Unidos, el pas ms avanzado en el mundo digital, la venta de revistas registra un fuerte crecimiento y las visitas a las bibliotecas se dan en gran nmero an. El planteamiento central de mi reflexin es pensar el libro digital (entendido ste como la traduccin a un cdigo binario de todo tipo de mensaje en un soporte electrnico), como consecuencia de una verdadera revolucin cultural iniciada con la era digital. Mi postura urge a mesurar rpidamente las consecuencias, los riesgos y las posibilidades de esta revolucin, abandonando la cmoda posicin de espectador, convencido de que son las prcticas las que condicionan a las tcnicas y no a la inversa.

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EL UNIVERSO DIGITAL Y SUS DILEMAS El sueo que presenta la situacin en que la informacin sea accesible a todos, sin importar en qu lugar se encuentran, ha llegado a ser una realidad, si bien solamente en los pases ricos y para ciertos pblicos. El nmero de internautas es an pequeo, pero crece rpidamente. Actualmente, no existe ninguna institucin rectora de las polticas mundiales que no dependa de la world wide web; de all que el miedo a que se sufra un colapso, como se tema el primer da del ao 2000, es una posibilidad real y que regresa en determinados periodos cclicos. Gracias a la tecnologa digital, podemos compartir una lengua universal, capaz de transmitir en un slo soporte datos que hasta ahora eran incompatibles entre ellos. Esta cualidad de transmisin infinita y simultnea de informacin es o debera ser muy apreciada por los escritores, ya que la ambicin principal de un autor es la de ser ledo. El acto de escribir es, fundamentalmente, un deseo de comunicacin hacia un pblico. La escritura va a la par con la publicacin. Hablar, como ahora lo hago, es en alguna forma publicar directamente gracias a la voz. De hecho, en el siglo XVII, la publicacin oral ante un personaje importante daba mayor relevancia al escritor que la publicacin impresa de su obra. Escribir y publicar sobre papel es conservar la posibilidad de la comunicacin traspasando los obstculos del espacio y el tiempo. La tecnologa digital permite ir ms lejos: da al autor las mismas posibilidades de inmediatez de las que dispone un orador, adems de que la audiencia puede ser inmediatamente ampliada hasta dimensiones planetarias. Cmo este universo digital que se desarrolla ante nuestros ojos va a contribuir en la creacin de un universo diferente de comunicacin? En qu medida estas maravillosas tcnicas sabrn suscitar y desarrollar en el hombre el deseo de comunicar? En otras palabras, cmo acompaar y pensar el desarrollo del libro electrnico para que ste contine apoyando el gusto por la lectura, incluso si sta ha tomado histricamente caminos imprevisibles?

DEL LIBRO MONUMENTO AL LIBRO MOVIMIENTO Hablar del libro no es solamente evocar la relacin que une un autor a un lector; es hablar de elecciones de los autores, trabajo del texto y de la relacin de un pblico dado. Esto distingue al libro de la documentacin y de la base de datos. En esta acepcin del libro, se comprende que para que un autor llegue al pblico, necesita del concurso de profesionales de distintas materias; del editor, en primer lugar, pero tambin del impresor y del distribuidor, del librero y del bibliotecario. La naturaleza del objeto-libro, bajo su forma impresa, depende de una tecnologa de impresin del papel, aunque esta tecnologa no define al libro en s mismo. Subrayar esto no es decir que slo el contenido es lo que cuenta y que la nica misin del continente es mostrar lo que contiene. En realidad, se debe aceptar que un nuevo continente puede lograr un nuevo contenido y tambin puede cambiar la prctica de la consulta. Lo realmente importante en la aparicin del libro electrnico es que se pone en juego la posibilidad de una nueva prctica de lectura. Una tecnologa de informacin sin contenido no tendra sentido; pero un contenido que no utilizara y agotara las formas de nuevos continentes, tampoco tendra una amplia aceptacin entre el pblico de su tiempo. Para decirlo con el gran biblifilo Mckenzie: las formas producen sentido y crean sus lectores. De la misma forma en que el libro de papel pertenece simblicamente a su autor, y el editor descubre y asegura la visibilidad y la difusin de la obra, que es aceptada por un pblico destinado a ella, no es imposible imaginar que el libro digital se torne paulatinamente una pertenencia de la comunidad internauta. El lector podra ser invitado a un viaje descubridor aleatorio o programado. El editor deber en este caso comprender el sistema simblico y su especificidad frente a las otras formas de edicin, para mejorar el servicio proporcionado, buscar nuevos autores, seleccionar los campos literarios para difundir, y, por ltimo, encargarse de allanar el camino a los autores deseosos de plasmar su creacin en este medio. Los textos en la pantalla de la computadora no son solamente textos en una pantalla, sino un nuevo tipo de textos. Las palabras son las mismas que las impresas en un libro, pero pueden ser comunicadas mucho ms fcil y rpidamente. Sin olvidar algo ms importante, o mejor dicho, esencial: en la edicin digital, las palabras pueden ser modificadas por el lector; la textualidad no est ya circunscrita al libro.

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Frente a este cambio medular, la seleccin de lo que se introduce en el flujo de informaciones que circulan en la red es fundamental, ya que no podemos ignorar que la edicin en lnea adolece de un problema de credibilidad. La masa de informaciones disponibles puede ahogar la emisin de textos, si no existe una verdadera seleccin. Sabemos de la importancia de la cuarta de forros en la edicin de papel; en la edicin en lnea existe el equivalente, o mejor dicho muchos equivalentes, ya que podemos tener acceso inmediato a todas las sanciones producidas sobre una obra. La edicin en lnea traduce el carcter continuo y quasi infinito de la emisin de mensajes digitales, a la inversa de la edicin de papel, que representa un nmero finito de objetos. Podemos decir que los llamados motores de bsqueda pueden ayudarnos a "hojear" el contenido de la informacin; no obstante, nada dicen acerca de las cualidades reales de lo que circula en la red.

Desprovista de una funcin editorial, la red cambia progresivamente la naturaleza de los libros y las publicaciones; no solamente en su apariencia fsica, no solamente en su accesibilidad; sobre todo en su significacin profunda, ya que pone a los lectores en medio de un mar de informaciones, pero no provee los criterios para discernir lo que ella misma crea, y que en muchos sentidos es completamente nuevo. Mi posicin, aunque pueda juzgarse conservadora, es reivindicar el trabajo del editor. En ningn sentido deseo otorgar fundamentos a la censura o al poder constrictivo de las instituciones pblicas o privadas o a las frases de autopromocin de algunos editores, que afirman que toda edicin en papel per se es sinnimo de calidad. El editor, para serlo, debe construir un pacto de confianza y credibilidad con el lector; debe desempear su papel crucial de emisor en la recepcin de los escritos. Debemos reconocer su trabajo como responsable de la circulacin de las obras fundamentales que forman nuestra cultura. Los autores, los editores, los bibliotecarios tienen en algo comn y es que viven de la confianza del pblico; por ello tienen derecho a existir en la edicin digital. Sostengo que su funcin es ms que nunca importante, cuando ya se pregona que la edicin en lnea puede liberar al autor de las exigencias del editor, el distribuidor y el librero, y el lector puede escoger y crear su propia obra por la va de hipertextos, aadiendo y cambiando en el instante el libro que recibi. HIPERTEXTO E HIPOLECTURA. LA ACUMULACIN NO ES PENSAMIENTO La posibilidad de establecer vnculos entre diferentes textos crea una especie de historia sin fin. La tcnica del hipertexto no solamente permite el acceso a otros textos, sino que hace entrar realmente al lector en muchas fuentes y construye para l un universo nuevo. Ante estas enormes posibilidades de obtencin de informacin, se debe sealar la necesidad urgente de una cultura que pueda aprovechar todas las posibilidades de la tecnologa digital. Debemos saber qu buscamos y para qu lo buscamos; debemos saber no solamente leer, sino leer muy bien, para sacar partido de una pantalla y de un e-book. La aparicin de esta tecnologa exige una postura intelectual definida, fundada en el entusiasmo por las nuevas capacidades tecnolgicas, pero tambin en un espritu de organizacin y de un pensamiento estructurado. Parece que nunca dejar de desarrollarse la tcnica, pero definitivamente la cultura que puede manejar esta tecnologa de informacin no camina al mismo ritmo. Esta disparidad ha logrado que se perciba a la creacin multimedia como la cultura del fast thinking de un poco de todo y rpido. No, no podemos aceptar que el imperio del abstract multimedia dicte nuestros criterios de informacin. La llamada cultura digital conduce probablemente a un cambio radical de nuestro modo de pensar. Anlogamente, podemos evocar lo que la informacin televisada ha podido provocar, en particular con la acumulacin de imgenes no necesariamente articuladas: si no aprendemos a leer las imgenes en la tele, la impresin puede

LECTORES, AUTORES Y ELECTORES. LA DESAPARICIN DEL EDITOR El punto de vista que hemos esgrimido no es necesariamente compartido por todos; de facto, nuestros argumentos pueden ser tachados de conservadores. La mayor parte de los cibernautas y no cibernautas celebran que ya existe en la red una nueva comunidad lectora mundial, libre de las imposiciones editoriales. Segn esta tesis, el editor chocara con la capacidad del ciudadano para decidir por l mismo sus propios caminos e ir al encuentro del funcionamiento libre del cibermercado editorial. En la red, no hay editor, no hay director de coleccin, bibliotecarios ni libreros, porque lo que tienen en comn estos empleos o estos empleados es escoger, y, en una sociedad libre y democrtica, el que decide es el elector; perdn, quise decir el lector. Aparentemente, la red sera un gran libro sin autor. Gracias a la tecnologa digital, el lector puede en efecto ser al mismo tiempo autor, y con la informacin que se presenta en la pantalla de una computadora o en el e-book, en los cuales el autor es accesible, por medio de vnculos a todas las posibles biografas autorizadas y no autorizadas, crticas buenas y malas, vida personal etctera, el lector dispone de un material infinito para tornarse a su vez en un autor similar de quien pudo adquirir el libro. La tentacin de la autora y el reconocimiento registra un crecimiento inaudito en las pginas personales que circulan en la red.

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suplantar a la reflexin. Estemos seguros de que la cyberculture provocar sus propios trastornos. Leer un texto mudo es leer un texto construido de modo lineal, con numerosos prrafos; a su vez, stos son construidos con las mismas secuencias bsicas que llamamos frases. Este proceso es diferente a leer un texto sonoro y animado. Navegar de manera intuitiva en la pantalla no puede producir el mismo tipo de inteligencia. Son dos maneras de relacionarse con el mundo, consigo mismo y con los otros. Ya desde el momento en que el copista deja su lugar al impresor, el modo de transmisin de la informacin haba cambiado pero no su contenido [1]. La Biblia del copista y la de Gutenberg eran la misma Biblia en soportes diferentes, pero al menos finitos. Cierto es que los textos se percibieron siempre como algo mvil, a los cuales se les poda aadir siempre otros textos. La nocin de texto fijo apareci primero con la imprenta, y despus, en el siglo XVIII, con el triunfo de la propiedad literaria. En este sentido, es ms pertinente descartar la idea del fin de la era de papel, y pensar en una gran recepcin de bienvenida a un universo digital textual permanentemente en fluctuacin. En el mundo del hipertexto no puede haber textos estables; aqu lo escrito es movimiento material perpetuo. Por definicin, nunca podr ser el emisor de un pensamiento fijo y estructurado. En el texto digital, se puede leer sin vincular y vincular sin leer, acumular conocimientos sin pensar. Al contrario de un libro de papel, que en alguna forma fija el pensamiento en un estado estable y definitivo en el momento de la publicacin, el libro digital permite evoluciones continuas y permanentes. Desde este punto de vista, el libro digital no es realmente un libro, en el sentido de que permite un uso que no est limitado a la naturaleza misma del objeto. Podemos pasar del libro objeto al libro abierto, del libro monumento al libro flujo. La tendencia al manipular los libros digitales no es quitarles partes, sino aadirles; de hecho, la velocidad para adquirir informacin por medio de los vnculos adecuados produce una esplndida fascinacin. Pero creer

que el hecho de poseer un conjunto mayor de informacin en la pantalla o en cualquier soporte similar resume todo el conocimiento posible para el hombre sera completamente errneo. Al creer eso, estaramos privilegiando la lgica de acumulacin sobre el discernimiento. Y la acumulacin, a pesar de lo que digan los triunfantes economistas neoliberales no es el pensamiento. Es importante reafirmarlo dentro de esta infinidad textual que cotidianamente nos golpea, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que a medida que la sociedad cada vez ms se conoce en detalle, proporcionalmente deja de reconocerse en su conjunto. Sin la preparacin adecuada, Internet no puede ser ms que una ilusin; la red no permite acceder al saber, no otorga conocimiento; permite conocer una inmensa biblioteca; provee una cantidad de informacin fenomenal. Pero, qu maravillosa pcima lograr que esos datos se conviertan en conocimiento? Es una observacin banal para los profesores presentes, que son diarios testigos de los trabajos de los alumnos, cada vez mejor presentados, con ms referencias y mayor informacin, pero generalmente con una estructura dbil que no puede contener esa informacin, y con escasa capacidad de una reflexin personal a partir de la informacin mostrada. La maravillosa posibilidad de la hiperlectura no debe convertirse en una hipolectura. Claro que existe un lugar para ejercitarnos en la hiperlectura, sobre todo como investigadores, pero si dejamos que el reino multimedia por s solo gobierne la forma en que los jvenes y el lector en general se apropie de las creaciones, corremos el riesgo de corromper toda sustancia, buscando con placer enfermizo y vano comunicar todo, sin dialogar nada. No olvidemos nunca los temores que sobre la escritura tena el rey egipcio en Fedra, de Platn. La era digital da una fuerza renovada a este pasaje. El futuro no se impone, se construye. Debemos luchar contra toda forma de exclusin y engao. El libro digital no ser un progreso, si no podemos analizar todos los cambios culturales que puede producir en los lectores. Es nuestra responsabilidad preparar a los ms jvenes para que no sean absorbidos por la cultura, posiblemente maravillosa, pero igualmente peligrosa, del multimedia. Este llamado es ms urgente en un pas como el nuestro, que muestra alarmantes inequidades en la capacidad de aprehender conocimiento. El laisser faire nunca deber ser el lema de Internet.

[1] En realidad s haba cambiado. Y no, la biblia no es la misma biblia siempre, las formas diferentes que contienen una obra necesariamente producen un lector diferente, sin embargo estas digresiones no tienen pertinencia en esta lectura.

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Los siete sabios

los intelectuales en Mxico: los grupos generacionalesDoctor Enrique Surez-Iiguez Profesor Titular C de tiempo completo Facultad de Ciencias Polticas y Sociales / UNAM Investigador Nacional III Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias esiiguez2002@ yahoo.com.mx Enrique Surez-Iiguez

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n Mxico, durante ciertas etapas, ha habido grupos de intelectuales que, de manera ms o menos organizada, han participado en la vida social y cultural del pas, y ocasionalmente en poltica. Sus ideas y su obra que es lo principal y lo que los define- han contribuido al desarrollo de Mxico. Los llamo grupos generacionales porque, habiendo recibido influencias culturales y sociales similares, se organizan y expresan en tiempos determinados. Aqu tratar del Ateneo de la Juventud, los Siete Sabios, Contemporneos, Hiperin y El Espectador.

EL ATENEO DE LA JUVENTUD En 1907, el arquitecto Jess T. Acevedo cre una Sociedad de Conferencias cuyo propsito era propagar, pblicamente, el amor a las ideas nobles y bellas. Los intelectuales destacados de la poca, sin ningn apoyo oficial, se reunan cada mircoles por la noche en el elegante casino de Santa Mara. Esas conferencias se amenizaban con conciertos de msica clsica y con recitales de poesa, de suerte tal que fueron, en realidad, conferencias-conciertos. Su principal inters era la literatura y la filosofa. Fue

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Miembros del Ateneo de la Juventud en 1912. Foto tomada de: http://impreso.milenio.com/node/8526674

con la cultura general2 sin caer, por supuesto, en el nacionalismo chovinista. Despus de la cada de la dictadura de Porfirio Daz, el Ateneo se incorpor al rgimen de Madero. Vasconcelos fue nombrado su presidente y se pas a llamar Ateneo de Mxico. Se elev su radio de accin, se dio una orientacin humanista a la educacin del pueblo, se cre la Universidad Popular Mexicana y se trajeron conferencistas del extranjero. Con la revolucin, algunos miembros del Ateneo se afirmaron polticamente de manera abierta. Vasconcelos o Martn Luis Guzmn fueron ejemplos vivos. Otros salieron del pas, como Henrquez Urea o Alfonso Reyes. La revolucin los haca tomar partido. No podan ya permanecer en las reuniones de "plticas deliciosas" y discusiones platnicas, que Caso nostlgicamente recordaba en 1913. Casi todos los dems principiaron a tener cargos pblicos hasta desaparecer, como grupo, en 1914. La Universidad Popular, uno de sus principales logros, permaneci hasta 1922. LOS SIETE SABIOS En 1915 ingresaron a la Escuela de Jurisprudencia jvenes que deseaban aprender para labrarse un destino en la convulsionada Ciudad de Mxico. A esa generacin pertenecieron los Siete Sabios: Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gmez Morn, Alfonso Caso, Antonio Castro Leal, Jess Moreno Baca, Tefilo Olea y Leyva y Alberto Vsquez del Mercado. Algunos de los miembros del Ateneo haban sido profesores de la universidad y de la preparatoria, donde tuvieron discpulos destacados. Sobresalieron en esa labor dos atenestas: Pedro Henrquez Urea y Antonio Caso. El primero fue maestro de dos sabios: Antonio Castro Leal y Alberto Vsquez del Mercado, quienes, junto con Toussaint, fueron llamados por su maestro "Los Castros" (por Castro Leal). El segundo tuvo por discpulos a Lombardo Toledano (el ms cercano y preferido), Gmez Morn y Tefilo Olea y Leyva (tres sabios ms). De suerte tal, que se puede afirmar que los Sabios se formaron en gran parte bajo la direccin e influencia de algunos miembros del Ateneo. Quizs ello contribuy en sus concepciones y en el deseo de organizar reuniones que siguieran el ejemplo de las del Ateneo. "Los Castros" fundaron la Sociedad Hispnica de Mxico, para efectuar estudios literarios y crearon, asimismo, la revista Nosotros. Como Henrquez Urea sali del pas, Antonio Caso qued solo en la tarea de formar jvenes. Ms que nunca, el excelente profesor puso nimo y pasin en sus clases. Los Sabios, que seguan los cursos con el maestro Caso se acercaron mucho a l: no slo en la ctedra, sino que se convirtieron en discpulos, en el verdadero sentido de la palabra. En 1916, el 5 de septiembre, a instancias de Castro Leal y Vsquez del Mercado, se reunieron por primera vez los siete y fundaron la Sociedad de Conferencias y Conciertos para "propagar la cultura" entre los estudiantes de la universidad; pero, a diferencia del Ateneo, que fundamentalmente realizaba reuniones literarias y artsticas, los Siete Sabios se consagraron a conferencias de temas sociales y polticos.3 Los Sabios, bautizados as por sus compaeros de clase, empezaron a dictar cursos en la preparatoria, a escribir y publicar y, ms tarde, a dictar ctedras en la propia universidad. Su fama la lograron siendo estudiantes muy jvenes, pero el grupo no era exactamente un grupo. En una entrevista que tuve con Antonio Castro Leal en 1978, en su casa de Coyoacn, ste as lo dej ver. No haba una ideologa comn. Lo que los una era algo muy general: defender y difundir la cultura en una poca de turbulencia, pero no haba una posicin similar ante aspectos particulares. Incluso, don Antonio seal que cada uno saba de temas distintos. Su agrupamiento era por simpata personal y con "lazos no muy fuertes". La cercana entre ellos era desigual. Castro Leal estaba ms cerca de Vsquez del Mercado que de Moreno Baca; Tefilo Olea y Leyva, ms cercano a Alfonso Caso y Lombardo Toledano, que al resto. Esa cercana relativa perdur durante los aos estudiantiles y los primeros profesionales hasta que, poco a poco, sus

Foto tomada de: http://www.terra. com.mx/articulo. aspx?articuloid =876840

el antecedente inmediato del Ateneo de la Juventud. ste se fund en la Ciudad de Mxico el 28 de octubre de 1909 por la necesidad de crear discusiones libres y de investigar conceptos intelectuales nuevos que pudieren reemplazar el 'cientificismo y el 'dogmatismo' de la corriente positivista".1 Formaron el Ateneo de la Juventud, Alfonso Reyes, Antonio Caso, Pedro Henrquez Urea, Jos Vasconcelos quiz los cuatro ms importantes, Julio Torri, Alfonso Cravioto, Enrique Gonzlez Martnez, Rafael Lpez, Roberto Argelles Bringas, Eduardo Coln, Joaqun Mndez Rivas, Mediz Bolio, Rafael Cabrera, Jess T. Acevedo, Martn Luis Guzmn, Diego Rivera, Roberto Montenegro, Ramos Martnez, Manuel M. Ponce, Julin Carrillo, Carlos Gonzlez Pea, Isidro Fabela, Manuel de la Parra, Mariano Silva y Aceves y Federico Mariscal. Pedro Henrquez Urea aade al pintor ngel Zrraga y a Alberto J. Pani. La importancia del Ateneo queda manifiesta en lo que algunos de sus miembros sealaron. Henrquez Urea resalt el vivo espritu filosfico de sus miembros; Martn Luis Guzmn destac la seriedad con que realizaban su trabajo y la conviccin que tenan de que ni la filosofa, ni las letras, ni el arte eran meros pasatiempos sino una profesin a la que haba que entregarse por completo; Alfonso Reyes habl de la aficin por Grecia y lo helnico por parte de los miembros del grupo. Samuel Ramos escribi: La influencia del Ateneo en los acontecimientos polticos y sociales de su tiempo y de despus- es incuestionable. Patrick Romanell ha dicho que la rehabilitacin del pensamiento de la raza por parte de Vasconcelos fue la expresin ideolgica de la Revolucin Mexicana un descubrimiento de Mxico por los mexicanos; los ha llamado "precursores intelectuales de la Revolucin. Abelardo Villegas, por su parte, ha apuntado un aspecto de enorme importancia en el Ateneo: su nacionalismo cultural. Una reaccin contra el europesmo porfirista; la necesidad de articular la cultura nacional

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diferentes intereses hicieron que el "grupo" dejase de considerarse como tal. Debo sealar que ellos nunca se refirieron a s mismos como los Siete Sabios. El papel de los Sabios fue colaborar con el rgimen revolucionario. Alcanzaron notoriedad e influencia. A muy temprana edad lograron puestos inalcanzables para jvenes hoy en da. Muchos aos despus, los dos miembros ms destacados de los Siete Sabios, habiendo sido ntimos amigos, se separaron y marcharon por senderos distintos y aun opuestos. Gmez Morn fund, en 1939, el Partido Accin Nacional, y Lombardo Toledano, en 1948, el Partido Popular. Uno de derecha, otro de izquierda; uno catlico, otro marxista. Estos dos hombres escribieron una parte de la vida de Mxico. Los Siete Sabios, a travs de sus cargos pblicos, contribuyeron de manera decisiva al progreso del pas. CONTEMPORNEOS En junio de 1928, apareci el primer nmero de la revista Contemporneos. El nombre se hizo extensivo, con el tiempo, al grupo que formaba la revista: Samuel Ramos, Jorge Cuesta, Jaime Torres Bodet, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Jos Gorostiza, Gilberto Owen, Bernardo Ortiz de Montellano, Carlos Pellicer. Octavio Paz aade a Enrique Gonzlez Rojo. Muy cercano a ellos, pero sin formar parte del grupo, se encontraba Luis Cardoza y Aragn; y prximo tambin, pero no contemporneo, Rodolfo Usigli. Algunos de esos miembros cursaban el bachillerato en 1a Escuela Nacional Preparatoria en 1915, cuando los Siete Sabios ingresaban a la Escuela de Jurisprudencia. El objetivo del grupo era ser contemporneo de todos los escritores de su poca; saltar las barreras de un nacionaOctavio Paz lismo que ellos consideraban enajenante; ser universales. En esa labor su revista tuvo un lugar notable. Represent toda una corriente de opinin con respecto a la cultura. Samuel Ramos apunt que Contemporneos fue una generacin intelectual que comenz a actuar pblicamente entre 1925 y 1930 [al sentirse] inconforme con el romanticismo filosfico de Caso y Vasconcelos. Despus de una revisin crtica de sus doctrinas, encontraba infundado el antiintelectualismo, pero tampoco quera volver al racionalismo clsico.4 Octavio Paz dijo que el grupo era tmido en materia poltica, y esto es cierto, ya que las cuestiones polticas no estaban en primer orden en las preocupaciones de los Contemporneos. Se reunan ms por amistad e intereses personales, que por otra cosa. Eran, todos, hombres de cultura excepcional y eso los acercaba. A decir de

Xavier Villaurrutia, era un grupo sin grupo. Paz, en un curso que dio en el Colegio Nacional, fue an ms lejos al afirmar que durante la Guerra Civil espaola los Contemporneos, si bien eran partidarios de la Repblica, "estaban en contra del compromiso de los escritores y aborrecan el realismo socialista proclamado en esos aos como doctrina esttica de los comunistas".5 La actividad fundamental de Contemporneos era la literatura; en especial, la poesa. Las distintas ocupaciones de sus miembros motivaron que la revista dejara de salir. Sin embargo, su amistad perdur siempre. EL HIPERIN El grupo filosfico Hiperin surgi por los aos 1946-48, para elevar a un rango de universalidad la realidad mexicana. Trataban de hablar de Mxico desde el punto de vista de la filosofa existencialista; pugnaban por un nacionalismo filosfico ligado a lo universal. Si Ortega y Gasset fue el filsofo que ms influy en Contemporneos, Jos Gaos lo fue en Hiperin. Gaos sostena que la filosofa mexicana e hispanoamericana deba realizarse como una actividad tericoprctica, no como una mera contemplacin esttica de las circunstancias. Integraban el grupo Leopoldo Zea, Emilio Uranga, Luis Villoro, Jorge Portilla, Salvador Reyes Nevares, Fausto Vega y Ricardo Guerra. Zea seala a Joaqun Snchez MacGregor, y apunta que Pablo Gonzlez Casanova, sin formar parte del grupo, estaba cercano. Los miembros de El Hiperin hablaban de la ontologa del hombre mexicano". Intentaban mostrar al hombre mexicano el conjunto de sus posibilidades, que son las mismas que tienen todos los hombres. El mexicano deba elegir de acuerdo con sus circunstancias (en ese tiempo las "teoras" de la inferioridad del mexicano estaban de moda, lo que preocupaba en gran medida al Hiperin). El nacionalismo filosfico del grupo se opona al europesmo que haba caracterizado a la cultura porfirista, pero se opona tambin a rechazar lo de fuera. Su propsito era insertar la cultura mexicana en la cultura universal.6 Luis Villoro seal sus objetivos y sus limitaciones con claridad: intentaban expresar: un racionalismo cultural que pretenda a la vez encontrar los rasgos autnticos de nuestra cultura y emprender su crtica. Todo en el campo abstracto de las ideas. El enfoque fue fenomenolgico u ontolgico. Faltaba conciencia de la determinacin histrica de la cultura y del "modo de ser" del mexicano. En mi opinin -contina Villoro-, sin darnos cuenta, hacamos una transposicin de categoras histricas y culturales a categoras pretendidamente "ontolgicas"; con ello tra-

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ducamos el mexicano real y consciente a una entidad abstracta.7 Abelardo Villegas afirm que tanto El Hiperin como el Ateneo y Contemporneos intentaban llegar al pueblo y que fracasaron. Zea, en cambio, refirindose al Hiperin, sostuvo que s intentaba beneficiar al pueblo pero que se dirigan a los sectores influyentes pues eran ellos quienes estaban en mejor posicin para lograr ciertos cambios.8 El grupo dur unos cuatro aos y no queda claro por qu desapareci. Zea afirma que se debi a que en el interior de El Hiperin haba algunos que queran participar en poltica y otros que queran seguir como equipo de estudio. Como tal, El Hiperin no particip en poltica.

Sus miembros fueron Vctor Flores Olea, Carlos Fuentes, Francisco Lpez Cmara, Luis Villoro, Jaime Garca Terrs y Enrique Gonzlez Pedrero. El editorial del primer nmero era revelador. A los temas nacionales que abordara el grupo, tales como la urgente necesidad de organizar a la izquierda, el sindicalismo y la poltica gubernamental, se aadieron otros de materia internacional: el subdesarrollo en Amrica Latina; la Guerra Fra y la defensa de Cuba (punto esencial para el grupo El Espectador). Su gran limitacin se dio en el terreno prctico. "La falta de contacto real y orgnico con organizaciones obreras y partidos de izquierda. Nuestra crtica era un llamado de conciencia; no poda ser ms; no encontramos ningn paso a la prctica poltica".9 Esa fue, quiz, la razn por la que algunos miembros de El Espectador pasaron a formar parte del Movimiento de Liberacin Nacional (como individuos, no como grupo): la pretensin de influir en la prctica poltica. Algunos otros fueron escpticos, como el propio Villoro. El grupo existi en la medida en que existi la revista. Al desaparecer sta, desapareci aqul. La revista dej de aparecer por dos razones: problemas econmicos: no tenan patrocinadores ni anunciantes, y por la conciencia de slo haber llegado al mbito intelectual y a las clases medias; esto es, por no haber alcanzado a las clases trabajadoras y, por ende, no haber podido influir en la accin. UNA BREVE CONCLUSIN Como hemos visto, estos grupos estuvieron formados por algunas de las principales figuras intelectuales de su tiempo y, algunas de ellas, de la historia del pas. Individualmente, sus miembros siguieron distintos caminos y tuvieron inquietudes diversas; como grupos, se unieron en torno a preocupaciones concretas, pero no hay duda de la influencia que tuvieron en el desarrollo de Mxico.

nota al pie de pgina1 James D. Cockcroft, Precursores intelectuales de la Revolucin Mexicana, Mxico. Siglo XXI, 1976, p. 57. 2 Vase Patrick Romanell, La formacin de la mentalidad mexicana1910-1950, Mxico, El Colegio de Mxico, 1954, p.77 y Abelardo Villegas, Cultura y poltica en Amrica Latina, Mxico, ed. Extemporneos, 1978, pp. 95-97. 3 Cfr. Enrique Krauze, Caudillos culturales en la Revolucin Mexicana, Mxico, Siglo XXI, 1976, pp. 71 y ss. 4 Samuel Ramos, op. cit, p. 219. 5 Octavio Paz, Con los Contemporneos, Relacin Intelectual no Desprovista de Pasin y Encarnizamiento: Paz, Uno ms Uno, 15 de noviembre de 1977, p. 17. 6 Abelardo Villegas, op. cit., pp. 95-96 7 Entrevista que concedi Luis Villoro a mi ayudante de entonces, Gloria del Carmen Young, con preguntas preparadas por m, en julio de 1978. 8 Entrevista de Leopoldo Zea con Gloria del Carmen Young, con preguntas preparadas por m, en junio de 1978. 9 Entrevista con Luis Villoro.

EL ESPECTADOR El grupo naci con el primer nmero de su rgano de difusin, que se llamaba, precisamente, El Espectador, el 1 de mayo de 1959. Sus miembros pretendan luchar por el ejercicio efectivo de la democracia en Mxico; ver de frente la realidad del pas para transformarla; entender a sus contemporneos; preocuparse por los nuevos estilos de vida. Planteaban la necesidad de la organizacin de la izquierda para estudiar los grandes problemas nacionales y solucionarlos; buscaban ser un factor de poder apoyado en los obreros y los sindicatos independientes.

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los intelectuales y la democracia contemporneaXavier Rodrguez Ledesma

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escasos aos de haber iniciado a andar el camino en la construccin de un sistema poltico democrtico en nuestro pas, la palabra democracia -junto a otros conceptos a los que se vincula (como ciudadana, tolerancia, pluralidad, etctera)- parece convertirse en moneda devaluada. Un factor explicativo de este fenmeno radica en que polticos, analistas, intelectuales, opinadores y dems integrantes del denominado crculo rojo, se esfuerzan denodadamente por hacer abstraccin de sus particulares convicciones tericas, filosficas, polticas, partidarias, etctera, as como de las prcticas de real politik que acostumbran ejercer en su cotidianidad, a fin de auto asignarse al campo de los defensores y luchadores por ella. Todos se autoproclaman demcratas fieles y convencidos. El unnime acto pblico de fe en tan alto valor de la poltica, se realiza sin importar que entre todos esos individuos exista una amplia gama de posiciones tericas, concepciones filosficas y accionares empricos concretos, no solamente diferentes sino, incluso, contrapuestos y excluyentes.

La democracia as, en general- es lo de hoy, luego, entonces, sera un gravsimo error abrir la posibilidad de que la opinin pblica construya una imagen de ellos alejada de los nimos, filiaciones y nuevos vientos que corren por el mundo de lo ideolgicamente correcto. PALABRA DE MODA, PERO HUECA Tal uso indiscriminado del concepto democracia obliga a tomarlo ya con reservas, pues se ha convertido en palabra hueca que la moda y la correccin poltica obligan a enarbolar para poder surcar los mares de la moderna sociedad globalizada, generando una consecuencia atroz: la legitimacin e institucionalizacin de una doble moral, como forma vlida, natural y legtima de existencia. Ver a individuos que se venden a s mismos como demcratas convencidos, que elevan loas proclamando sus profundas convicciones polticas positivas, mientras en su prctica diaria se manejan de forma completamente distinta a lo que de acuerdo a aquellos actos pblicos de fe se esperara de ellos, constituye un fenmeno social al que nuestra sociedad poco a poco se habita.

Doctor Xavier Rodrguez Ledesma Docente Investigador Universidad Pedaggica Nacional conequis@hotmail. com

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La evidencia de esta singular contradiccin constituye parte de la explicacin del oscuro matiz con el que el ciudadano de a pie, desde su sentido comn, ha identificado todo lo que tenga que ver con lo poltico. Tal panorama sugiere muchas preguntas, entre ellas: a) cul es el rol que la crtica y sus representantes, los intelectuales, como encarnadores de la obligacin de su ejercicio, han de jugar hoy?; b) cmo han actuado stos a lo largo de las ltimas dcadas, cuando el discurso sobre lo democrtico y la reformulacin de las funciones del Estado se ha hecho hegemnico?; c) es posible continuar sosteniendo la obligacin del compromiso del intelectual con la autonoma y la libertad como condicin ineludible para el ejercicio de la crtica? El espritu crtico de multitud de intelectuales parece hallarse bastante cmodo bajo las nuevas condiciones, donde la consolidacin del valor de la democracia, as, en general, hueca, vaca, a modo, como etiqueta de moda se ha hecho hegemnico. Finalmente, sus apreciaciones, anlisis y expectativas parecen coincidir, y lo hacen, con las del poder. Si en los setentas y noventas se les critic por renunciar y abandonar sus convicciones, con tal de acercarse a recibir las migajas con las que el poder los coopt, hoy en da el fenmeno es distinto, pues ellos no han debido abjurar absolutamente de nada. Ambas repblicas, la de la intelligentsia y la de lo poltico, parecen finalmente coincidir en sus convicciones y definiciones; en lo democrtico se posibilita la unin. NUEVAS INTERROGANTES El tiempo, adems de carcajearse de las certidumbres, otorga el espacio para generar nuevas interrogantes. Todos envejecemos. Las nuevas pocas provocan nuevos actores, los viejos intrpretes se modernizan, los discursos parecen no ser la excepcin de la norma. El desencuentro generacional, los cambios polticos, las transformaciones culturales, las modas filosficas han puesto en picota a la propia definicin e identidad de los intelectuales. Ellos parecen habitar un laberinto en donde su soledad queda ms manifiesta que nunca. Su aguda crtica toma como objetivo slo ciertos contenidos, se vuelve sesgada por definicin, calla frente a temas incmodos. Hoy pareciera ms alejado que nunca de la realidad el viejo axioma de que el primer y principal sujeto de crtica debiera ser el mismo sujeto que la ejerce; sus posiciones, convicciones y accionar concreto, revisar los hechos no slo las palabras. El dedo inquisidor del intelectual contemporneo slo se levanta contra aqullos que, desde sus propios parmetros, no han actualizado su discurso. l, al s haberlo realizado, se exime automticamente de verse a s mismo en el espejo. La autocomplacencia abarca tanto al sujeto como a sus nuevos compaeros de viaje. La declaracin intelectual sustituye lo emprico. Los silencios se comparten. Las complicidades se diluyen bajo el aura deslumbrante de la frase: soy totalmente demcrata. EXTINCIN DE LOS INTELECTUALES Quiz sea ste un camino para pensar la idea de la extin-

cin de los intelectuales. El rol que histricamente en Mxico ellos mismos se atribuyeron, de ser la voz de una sociedad que histricamente haba carecido de los medios polticos para hacerse or, se ha agotado. No slo porque a cuentagotas han aparecido tmidos espacios y dubitativas formas a travs de los cuales la sociedad puede expresarse frente a lo poltico, sino porque la intelligentsia ve mellado o completamente desaparecido su filo crtico, cuando ste se confunde y sintetiza con las posiciones que desde el poder se pretenden hegemnicas. Por qu fiarse del juicio de individuos que ahora son aliados, socios, empleados o cmplices de quienes criticaron cuando eran jvenes? Cuntos de estos autodesignados pontificadores profesionales podran arrojar las primeras piedras de independencia, autonoma y libertad contra aquellos que han deshonrado a la crtica debido a sus vnculos con el poder? Cmo es posible creer en su espritu crtico cuando el silencio, lo no dicho, lo negado, agobia y oscurece sus largusimas y sesgadas disquisiciones? Avancemos, pues, un paso y acordemos que la separacin entre actividad intelectual, entre el ejercicio de la crtica y el poder es una construccin arbitraria que se consolida de acuerdo al gusto y la necesidad de quien la esgrime. Es en el mbito de la intelectualidad donde se hacen los mayores y ms peligrosos malabarismos ideolgicos para intentar en vano delinear con precisin en dnde se encuentra el lmite de participacin y vinculacin con la gente del poder que impide caer en ese hoyo negro de la deslegitimacin intelectual. Esa lnea, lo subrayo, es inexistente en trminos reales; es una mera convencin, un invento al arbitrio de quien necesite manejarla para su autoexculpacin y/o para efectos de sentenciar al otro. Cada quien la dibuja a conveniencia. Ser asesor, comisionado, proveedor / contratista; amigo, invitado social, consejero, burcrata en distintos niveles; deudor de favores, receptor de publicidad, asalariado, diplomtico, becario, militante, corrector de discursos, etctera, son algunas de las mltiples facetas que, de acuerdo a quien sea el sujeto, marcan los lmites de la independencia, autonoma, libertad, compromiso, etctera que -se afirma con voz engolada- garantiza que un intelectual siga ejerciendo plenamente lo nico a lo que est obligado: la crtica de todo, empezando en primersimo lugar por s mismo. Si a esto se suma la urgencia por asumirse como fiel defensor de los valores de la democracia con la cual todos se visten, el blindaje frente a la descalificacin parece consolidarse.

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PRDIDA DE AUTONOMA CRTICA El desgarramiento de vestiduras por la prdida de la autonoma crtica del intelectual busca siempre evidenciar a los otros, mxime si esos otros postulan hoy en da posiciones polticas vinculadas o referidas a una lectura diferente de la hegemnica sobre lo que es la democracia y cul sera su utilidad en la sociedad contempornea. Digenes no se atreve a alumbrarse frente al espejo; prefiere quedarse con la imagen que se ha construido de s mismo, a tomar el riesgo de compararse con la experiencia emprica de su accionar contemporneo. El compromiso del intelectual que se envuelve en la bandera de la pureza crtica, para arrojarse por el despeadero de la autonoma, siempre encuentra que su propio accionar, por ms comprometido con el poder que aparente ser, de acuerdo a la visin del resto de los ciudadanos, nunca ha implicado ningn tipo de lmite a su libertad, mientras que la actitud de los otros siempre linda en lo ignominioso. De un lado, de la parte de lo que hoy se define como polticamente correcto, estn los intelectuales crticos demcratas; del otro, se ubican los simples idelogos. De este lado no hay ideologa, hay convicciones democrticas, modernas, as como valores y expectativas sociales naturales, ahistricas y universales; del otro, simples efluvios acedos de ideologas fracasadas. Lo que en unos era (y es) deshonra, en otros es reconocimiento a sus excelsos talentos. Lo que antes era ser personero de gobiernos antidemocrticos y usurpadores, ahora es ser representante no de un gobierno especfico, ni mucho menos de un partido poltico, sino de la aosa seora llamada Nacin y su entenada bautizada con el nombre de Cultura Nacional. La historia del comportamiento poltico de tales instituciones que hoy constituyen esa zona de confort para el ejercicio intelectual se difumina bajo la sentencia definitoria: todos somos demcratas.

TODOS SOMOS DEMCRATAS Es tiempo de pensar a los intelectuales, sus vnculos con el poder y su rol dentro de la construccin de una sociedad democrtica como un falso problema, a fin de ser capaces de concebir nuevas formas de asumir y entender la relacin intelectuales- poder-sociedad. De cara a los incipientes e insuficientes avances democrticos que la sociedad ha empezado a experimentar, existe una responsabilidad que sta deber asumir paulatinamente. Me refiero justamente a, en primer lugar, informarse para, en segundo, normar un criterio propio con el cual pueda construir una opinin crtica particular, la suya, la cual podr enriquecer, modificar, reafirmar, etctera, al compararla, al ponerla en relacin con otras entre las cuales estarn las expresadas por los intelectuales, quienes, de cumplirse esto, dejaran de jugar de una vez y para siempre el rol de ser los responsables de darle voz a la sociedad o actuar como sus guas dentro del escabroso camino hacia el futuro. Seran, simplemente, ciudadanos iguales al resto, cuya perspectiva singular de los problemas sociales ser tan slo una ms de las mltiples voces constituyentes del coro democrtico, sin importar que ellos se arroguen el monopolio del uso legtimo de la crtica. Si esto es cierto, bienvenida la extincin de los intelectuales como constructores del nico discurso crtico y voceros de una comunidad muda.

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el historiadorante los retos de la globalizacinEnrique Florescano

SEnrique Florescano www. enriqueflorescano. com

i damos un salto de los tiempos remotos a los das actuales, advertimos que los motivos que hoy nos mueven a ensear la historia no difieren sustancialmente de los fines que animaron a nuestros antepasados. Enseamos a las nuevas generaciones la historia propia y la de otros pueblos, para hacerles conscientes de que son parte de la gran corriente de la historia, de un proceso que se inici hace miles de aos y por el que han transitado pueblos y civilizaciones distintos a los nuestros. Enseamos el pasado porque reconocemos que el pasado fue el modelo para el presente y el futuro. El conocimiento del pasado, advierte Eric Hobsbawm, es la clave del cdigo gentico por el cual cada generacin reproduce sus sucesores y ordena sus relaciones.

De ah la significacin de lo viejo, que representa la sabidura no slo en trminos de una larga experiencia acumulada, sino la memoria de cmo eran las cosas, cmo fueron hechas y, por lo tanto, de cmo deberan hacerse.1 Como escr