reuter, jas - el son jarocho

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El son jarocho Author(s): Jas Reuter Source: Diálogos: Artes, Letras, Ciencias humanas, Vol. 4, No. 5 (23) (SEPTIEMBRE-OCTUB RE DE 1968), pp. 33-34 Published by: El Colegio De Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27932600 . Accessed: 17/04/2013 21:07 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. .  El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Diálogos: Artes,  Letras, Ciencias humanas. http://www.jstor.org

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El son jarochoAuthor(s): Jas ReuterSource: Diálogos: Artes, Letras, Ciencias humanas, Vol. 4, No. 5 (23) (SEPTIEMBRE-OCTUBRE DE1968), pp. 33-34Published by: El Colegio De Mexico

Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27932600 .

Accessed: 17/04/2013 21:07

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at .http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

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sica viva. Seg?n las estad?sticas, eln?mero de orquestas y el n?mero de

personas que asisten a concierto es

t? creciendo en forma notable. Se

podr?a pensar que por tener un ra

dio o un tocadiscos, el se?or X prefiere escuchar m?sica en su casa. Y

no es verdad; la m?sica que ha escuchado lo incita a acudir al teatroo o?r la m?sica en vivo.

Di?logos: ?Pero cu?l es la diferencia entre la m?sica escuchada envivo.

Herrera de la Fuente: Me pareceque la m?sica reproducida, grabadapor cualquier medio que sea, es sim

plemente una limitaci?n. No creo

que nunca haya nada, por m?s perfecci?n t?cnica a la que se llegue,que logre quitar su sentido al concierto p?blico. Porque simple y sen

cillamente, lo f?sicamente reproducido es

algodistinto a lo

quese

produce en vivo.

El son jarochoPor JasReuter

1. El ambiente

Al recorrer el visitante curioso *

tierras veracruzanas y sentarse a una

de las mesitas que bordean, bajo lasarcadas o portales, la plaza principalde sus poblados, para descansar de

sus caminatas, dejar que pase la hora del calor y tomar un buen caf?

(?qui?n no a?ora esos "lecheros"del Caf? de la Parroquia en el puerto de Veracruz, o el no menos sabroso de San Andr?s Tuxtla!), no tardar? en hallar frente a sumesa a un

lugare?o, trajeado de un blanco ya

* No empleamos el t?rmino "turista" portener esta moderna palabra varias conno

taciones que son ajenas al visitante en

nuestro sentido: turista suena demasiadoa extranjero rico, cargado de c?maras fo

togr?ficas y camisas de colorines, con

lentes oscuros, siempre en "manada", de

poco tacto y mucha prisa; este retratocaricaturesco se basa en la actitud fun

damental del turista (no s?lo del extran

jero, sino con frecuencia del capitalinomexicano) : considera el ambiente para ?l

inusitado como curiosidad ex?tica, sin

tratar de incorporarse a ?l, tomando

parte.

algo gris y cubierto con el t?picosombrerito de palma, que empu?auna min?scula guitarra y hace sonarunos acordes para ofrecer un son a

cambio de unos pocos pesos. Tam

bi?n en Veracruz el m?sico tiene

que ganarse la vida cantando.

A veces no es uno solo, sino dos

o m?s m?sicos los que hacen su aparici?n. Pero hay que ver un pobladoveracruzano en d?a de fiesta. Incon

tables conjuntos recorren las calles

y los caf?s, las playas y los merca

dos, y alegran y animan "a todoslos concurrentes". Recuerdo una ce

lebraci?n de La Candelaria (2 de

febrero) en Tlacotalpan, a orillasdel ancho Papaloapan o R?o de las

Mariposas. Hab?a llovido a rauda

les, y las calles, en su mayor?a sin

asfaltar, estaban hechas unos loda

zales; sin embargo, ni el cielo gris

ni el suelo fangoso hac?an merma enla general algazara. En la ma?anase hizo una novillada en un peque?oruedo improvisado; uno de los novi

llos logr? escapar ?con la ayuda de

alg?n chistoso? y recorri?, asusta

do, calles y callejones, con el bulli

cio de rigor en tales casos: gritos,carreras, atropellos y los siempre

presentes j?venes valientes que torea

ban al animal o le jalaban la cola.

Los tenda jones de tablas y lona ofre

c?an, tanto a la vista como al paladar, sus multicolores variedades de

frutas secas ?acitr?n o biznaga, ca

labaza, camote, chilacayote y dem?s

manjares? y la gente iba y ven?a

con la alegr?a y la disposici?n a fes

tejar pintadas en los rostros.

Y al atardecer se armaron, en un

instante, varias tarimas en la calle

principal; llegu? a contar seis en un

trecho de 150 metros. Al lado deuna de ellas, un jaranero comenz? a

rasgar las cuerdas de su instrumen

to; la tarima qued? inmediatamenterodeada de gente; a la jarana se le

uni? un arpa yun

requinto, y losm?sicos comenzaron a cantar El Si

qaisir?; al segundo son, El Ahualul

co, ya dos parejas se hab?an subidoa la tarima y comenzaban a zapatearcon un marcado ritmo. Las tarimas

restantes tambi?n hab?an sido abor

dadas por m?sicos, p?blico y baila

dores; en una, por cierto, se hab?ainstalado un mariachi jalisciense quehab?a llegado a Tlacotalpan a probarfortuna; fue recibido con aplausosy marc? un divertido contraste con

los peque?os y ?giles m?sicos veracruzanos. Continuamente alternaban

m?sicosy p?blico;

una tarimaquedaba vac?a, y junto a otra se agol

paban dos conjuntos y entablabanun torneo musical ?a ver

qui?n to

caba con mayor virtuosismo su ins

trumento y qui?n cantaba, improvisando, los versos m?s inspirados o

jocosos; los espectadores, animando

a unos y a otros conaplausos y ri

sas y gritos. Y as? segu?a la fiesta,centrada en los m?sicos, hasta altas

horas de lamadrugada ; nada era for

zado; uno iba y ven?a, com?a algoaqu? y beb?a algo all?, bailaba un sonsi sab?a

(y

tambi?n si no sab?a) o

asist?a a una ri?a callejera, que nun

ca falta en una buena fiesta popular.Con este breve relato hemos que

rido ejemplificar la vida de la m?

sica jarocha. No se trata de supervivencia artificiosamente lograda

?como ocurre con el folklore de

otras regiones?, sino de presencia

vigorosa y vibrante Desde el puertode Veracruz hasta los villorrios quebordean el Papaloapan y las haciendas del interior: siempre hay alguienque sabe tocar la jarana o el arpa,

yla muchacha veracruzana

que

no

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sepa zapatear aunque sea rudimen

tariamente no es considerada como

aut?ntica jarocha.A ?ltimas fechas observamos en

la capital mexicana un auge del folklore musical y coreogr?fico, debidoal impulso generoso de centros oficiales tales como el Instituto Nacional de Bellas Artes

yel Instituto

Mexicano del Seguro Social; tambi?n en la provincia se est? man

teniendo viva esta tradici?n art?stica

popular en los Internados de las Escuelas Primarias. Claro est? que lam?sica jarocha saca provecho deesta favorable circunstancia, d?ndose

a conocer a p?blicos m?s amplios,pero de ninguna manera debe su

actual vitalidad al fomento "desdefuera". El jarocho sigue siendoamante de lam?sica y del baile tra

dicionales de su regi?n.

2. Las exclamaciones

Rasgo t?pico en la ejecuci?n de sones jarochos es el frecuente uso de

exclamaciones, no s?lo en forma de

interjecciones que denotan una desbordante energ?a (esto lo encontramos tambi?n en otras regiones de

M?xico, como el prolongado "?Iiiiha-ha-ha-haaai ! del mariachi jalisciense), sino en forma de palabrasy frases enteras. Expresan desde lue

go, entusiasmo, pero son ante todo

palabras de animaci?n dirigidas al

solista del momento; puede ser tambi?n un piropo dirigido a una dama

presente, o una frase chusca a un

se?or (si bien suelen dejar esto

para improvisaciones en verso), o

palabras de amor al terru?o. Muchasexclamaciones se basan en el propiotexto del son; generalmente en sut?tulo. Conviene se?alar que todasestas exclamaciones se suelen pronunciar no durante el canto de las

coplas, sino durante los interludiosinstrumentales. Veamos algunos

ejemplos.

1) Entre las interjecciones m?s frecuentes est?n: "?Aaa-h?!" y "Huuu

pa!" que se inician en tono agudopara descender m?s o menos una

quinta en la segunda s?laba, y "Ahiii

ha!", en que la prolongada "hiii" se

grita aproximadamente una cuartam?s arriba que las breves "a".

2) De las exclamaciones que hacenreferencia al propio son, una muycom?n es "??pale!" seguida delnombre principal (titular) del mismo: As?, en El torito jarocho:"??pale, torito!"; en El Cangrejo:

"??pale, cangrejito!", etc. Otras exclamaciones de este tipo son: "?Morenita chula!" (La Morena), "??hiva la vieja!" (La Vieja), "?C?rrele,c?rrele, que ?hi est? la bruja!" (LaBruja) ; o en La Bamba: "?Ambita!" y, despu?s de una copla algoatrevida: "?Ah, picaro!"

3) En cuanto al amor al terru?o, lasexclamaciones m?s comunes son:

"?Qu? lindo es mi Veracruz, verd?de Dios!" (o la poblaci?n de la queproceda el m?sico), y "?S?lo Veracruz es bello!", ampliado a veces

hasta formar el siguiente di?logo:"?Y ya lo dijo el santo Papa, com

pa?ero! ??Y qu? cosa dijo? ??Ques?lo Veracruz es bello!"

4) La gama m?s variada y simp?tica es la que representan las excla

maciones para animar al arpistao

al requinto que luce sus habilidadesen un solo instrumental, acompa?adocuando m?s muy discretamente poruno de los instrumentos r?tmicos,por lo general la jarana. As? tenemos estas palabras de est?mulo y admiraci?n a

cualquierade los solistas :

"??pale, coste?ito!"

"?Hasta que amanezca, compadre!""??chale, ?chale!"

"!?chale, pariente!""?Hasta pareces de Alvar?o, verd?

de Dios!"

"??ndale, Lino!"

"?Ora s? va de veras, de veras!"

"Qu? bonito, compa?ero!"

Pero tambi?n hay giros de admiraci?n, consagrados o improvisados,dirigidos al arpista; uno de los m?s

comunes, cuando el arpa lleva ya unbuen rato tocando sus complicadasvariaciones, es ?ste: "?Engarr?teseme?hi!"

Otros, tambi?n usuales, son los si

guientes :

"?Esas manos de oro!"

"?T?pele, t?pele, mano santa!"

"??sala, pariente, es tuya!""?Esa arpa!""?Es tuya, cu??o!"

"?Anda, y te dicen mano mocha!"Y de las frases m?s animadoras,

mencionamos estas dos:

"??chale sinfon?a pa que se oigam?s bonito!"

"? rr?ncate, arpa de pueblo, ora quete est? tocando el m?istro!"

Para culminar con lam?s sentida detodas: "?Ll?rala, ll?rala!" (es decir: haz llorar el arpa).Al requinto solista tambi?n se lesuelen dirigir palabras de coraje, sibien la variedad no es tan grandecomo en el caso del arpa. Tenemos,entre los giros m?s comunes, ?stos:

"?Ese requinto!""?R?scale, r?scale!"

"?R?scale bonito, Lino!"

"?R?scale la tripa, pel?o!""?Az?talo, compadre!"Cierto que estas exclamaciones no

forman un elemento musical ni literario del son jarocho, sino m?s bienun elemento de ambiente; pero lomencionamos aqu? porque, sin algunas de estas exclamaciones, la inter

pretaci?n de un son resultar?a "co

ja": algo le faltar?a. Y la unidad deun conjunto jarocho, expresada enestas exclamaciones que un m?sico

dirige al otro, se trasmite en formade euforia al p?blico, que r?e yaplaude cuando considera como muy

lograda una de ellas.

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