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Reunidos de nuevo Saul Bradford creía que Lucy Martin le guardaba rencor por haberla sacado de la casa de su padre… y ella lo sabía. Sin embargo, ¿Cómo podía Lucy resentir su presencia, cuando ella contribuyó a su infelicidad en el pasado? Sólo quería compensarlo por su mal comportamiento haciéndolo sentirse bienvenido en la mansión, y protegerlo de la sarcástica lengua de su primo Neville. Mas Saul no estaba dispuesto a aceptar su protección… ¡Dejó muy claro que no era eso lo que deseaba! CAPITULO 1 PERO, ¿por qué tenemos que abandonar la mansión y mudarnos a la casa Dower? —protestó Tara, de seis años, con voz entrecortada y expresión interrogante. Sobre la revuelta cabellera rubia, Fanny miró con ansiedad a Lucy, su hijastra, quien de inmediato ocultó su fatiga e irritación. —Tara, ya sabes por qué —contestó la joven, paciente—. Ahora que... ahora que papá. . . se ha ido, no podemos vivir aquí. La casa le pertenece a otra persona. Fue un largo día. .. de hecho, un tremendo y agotador mes desde que su padre muriera a causa de un tercer ataque cardiaco, mas él jamás quiso vivir con tranquilidad como su médico le aconsejó. . . Sin embargo, oculta dentro de la actitud desafiante de la niña, Lucy intuía que el temor de la pequeña se debía a la manera como su mundo quedaba destruido, y era ese miedo el que debía aliviar. Era irónico que Tara acudiese a ella y no a Fanny, su madre, pero como el finado George Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de sus últimas palabras que dirigió a la joven, fueron para advertirle que tendría que llevar a sus espaldas la responsabilidad de la pequeña familia. —No es justo —intervino otra voz; el rostro del niño de diez años, adoptó una expresión resentida que Lucy conocía muy bien—. Si hubieses sido un chico, no habríamos perdido la casa. Tú la habrías heredado. La hermana reprimió un suspiro y sacudió la cabeza. —La mansión siempre ha quedado en manos del pariente varón más cercano, Oliver —recordó al muchacho—. Lo sabes. —Sí —la áspera admisión del niño la conmovió. Sin pensarlo, sus ojos encontraron la mirada triste y culpable de Fanny, y los apartó de prisa. Se sentía como si estuviera mezclada en un crimen terrible; la actitud de pesar y reproche de su madrastra sólo servía para acentuar sus sentimientos.

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Page 1: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

Reunidos de nuevo Saul Bradford creía que Lucy Martin le guardaba rencor por haberla sacado de

la casa de su padre… y ella lo sabía. Sin embargo, ¿Cómo podía Lucy resentir su presencia, cuando ella contribuyó a su infelicidad en el pasado? Sólo quería compensarlo por su mal comportamiento haciéndolo sentirse bienvenido en la mansión, y protegerlo de la sarcástica lengua de su primo Neville. Mas Saul no estaba dispuesto a aceptar su protección… ¡Dejó muy claro que no era eso lo que deseaba!

CAPITULO 1 PERO, ¿por qué tenemos que abandonar la mansión y mudarnos a la casa Dower?

—protestó Tara, de seis años, con voz entrecortada y expresión interrogante. Sobre la revuelta cabellera rubia, Fanny miró con ansiedad a Lucy, su hijastra, quien de inmediato ocultó su fatiga e irritación. —Tara, ya sabes por qué —contestó la joven, paciente—. Ahora que... ahora que

papá. . . se ha ido, no podemos vivir aquí. La casa le pertenece a otra persona. Fue un largo día. .. de hecho, un tremendo y agotador mes desde que su padre

muriera a causa de un tercer ataque cardiaco, mas él jamás quiso vivir con tranquilidad como su médico le aconsejó. . . Sin embargo, oculta dentro de la actitud desafiante de la niña, Lucy intuía que el temor de la pequeña se debía a la manera como su mundo quedaba destruido, y era ese miedo el que debía aliviar.

Era irónico que Tara acudiese a ella y no a Fanny, su madre, pero como el finado George Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de sus últimas palabras que dirigió a la joven, fueron para advertirle que tendría que llevar a sus espaldas la responsabilidad de la pequeña familia.

—No es justo —intervino otra voz; el rostro del niño de diez años, adoptó una expresión resentida que Lucy conocía muy bien—. Si hubieses sido un chico, no habríamos perdido la casa. Tú la habrías heredado.

La hermana reprimió un suspiro y sacudió la cabeza. —La mansión siempre ha quedado en manos del pariente varón más cercano,

Oliver —recordó al muchacho—. Lo sabes. —Sí —la áspera admisión del niño la conmovió. Sin pensarlo, sus ojos encontraron

la mirada triste y culpable de Fanny, y los apartó de prisa. Se sentía como si estuviera mezclada en un crimen terrible; la actitud de pesar y reproche de su madrastra sólo servía para acentuar sus sentimientos.

Page 2: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

Más que nada en su vida, deseaba que su padre no la hubiese elegido para ser la depositaria de sus confesiones en el lecho de muerte; pero lo hizo, y por ese motivo, puso en sus hombros una responsabilidad que no estaba segura de poder enfrentar.

Podía cumplir la promesa que él le pidió acerca de cuidar de Fanny y los niños, pero el otro peso, el “secreto” que sólo ella y la madrastra compartían.

Apretó los labios al mirar a Oliver a través de la habitación lle na de maletas. Hasta hacía un mes, creía que el chico era el hijo de Fanny, concebido durante su primer matrimonio con un integran te del parlamento local, mas ahora sabía que Oliver era, el hijo de su padre, engendrado en una aventura amorosa con Fanny, la cual se inició mientras aún era casada.

Su padre estuvo dispuesto a contraer matrimonio con la mujer; sin embargo, Fanny se mostró reacia a pasar por la vergüenza de divorciarse de su marido, quien en ese tiempo acababa de ser electo como parlamentario.

Al final, Willis fue quien solicitó el divorcio cuando el idilio con su secretaria fue del dominio público, lo cual permitió que Fanny y el padre de la chica se casaran después de un decente intervalo de tiempo.

Para entonces, Oliver tenía cuatro años y una vez más, por miedo al escándalo, la dama insistió en que el chico continuara apareciendo como el hijo de Henry.

Durante las últimas horas de vida, su padre le confesó que era una lástima que no hubiese sido Tara quien naciera como producto de aquel desliz, en vez de Oliver, porque de esa manera no se habría visto forzado a recurrir a sus influencias para evitar que la mansión y sus bienes fuesen a caer en manos ajenas a la familia.

En silencio, Lucy se horrorizó al enterarse de lo que hizo su padre, y si él no hubiese estado tan enfermo, ella habría señalado que fue Fanny, y no Saul Bradford, quien privó a Oliver de su herencia.

Después del funeral, la madrastra acudió a la chica, llorando desconsolada, para suplicarle que jamás revelase la verdad sobre Oliver. Dijo que nunca podría sobrevivir al escándalo si alguna ves supiera todo, y Lucy aceptó.

Después de una larga charla con el abogado de su padre, se dic cuenta de que, aun si Oliver hubiese heredado la mansión en muy poco tiempo habría sido necesario que la vendieran; el techo necesitaba atención, algunas ventanas también y era triste recorrer las elegantes habitaciones y notar lo deteriorado que parecían.

Era demasiado grande para conservarla como una casa particular, a menos que el dueño fuese millonario. . . y su padre dista mucho de serlo.

En la opinión de muchas personas, la casa Dower, de estilo georgiano,, era muy elegante y espaciosa, además de ser más fácil de sostener. Ella misma, la mayor de los tres ‘hijos de su padre y quien vivió en la mansión durante más tiempo, estaba dispuesta a abandonarla; quizá porque había dejado atrás la infancia y podía ver con más claridad lo difícil que sería conservar la propiedad.

La parte más antigua de la construcción databa de la época isabelina; su hermosa fachada ocultaba una multitud de pasillos y os curas y diminutas habitaciones con tejados inclinados.

Page 3: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

Un tal Stuart Martin añadió los recubrimientos de madera y el impresionante recibidor con su majestuosa escalera, pero el ancestro georgiano heredó la tarea de ocultar por completo la construcción original al añadir un ala completa y acondicionar los terrenos para crear una hermosa vereda que llegaba hasta el pórtico situado en el centro de la nueva ala, y dejando la parte más antigua de la casa como un simple anexo.

Mas la humedad que se filtraba por el techo agrietado, causó estragos en los adornos de yeso del salón de baile, y gracias al punto de vista de su primo Saul Bradford, Lucy al fin se daba cuenta del avanzado estado de deterioro general.

La verdad era que la casa resultaba más propia para un hotel o - un centro de conferencias que para un hogar familiar y ella tenía la certeza de que Saul la vendería cuanto antes.

Recordaba muy bien, después de su única visita a la mansión, lo indiferente y desdeñoso que se mostró al examinar su hogar. Sólo se habían visto en una ocasión. . . hacía casi doce años, y el encuentro no fue muy grato.

Saul le pareció un chico petulante y frío, sin duda ella también le resultó una chica rara y poco atractiva; ninguno de los dos hizo concesiones para el otro. Ella aún trataba de recuperarse de la inesperada muerte de su madre en un accidente de equitación siempre estuvo más unida a ella que a su padre. . . y Saul, aunque Lucy no lo sabía, fue enviado a la casa por su madre para que no se mezclara en la amarga pelea que ella sostenía con su padre mientras trataban de conseguir el divorcio.

Lucy suspiró y apretó los labios; era inútil lamentarse de las di versas agresiones que dedicó a un herido y poco amistoso chico norteamericano durante aquellos años, pero estaba arrepentida, desde hacía tiempo. . . no sólo porque Saul fuese el heredero de su padre, sino porque el tiempo la hizo darse cuenta de que él estuvo tan herido y necesitada de consuelo como ella misma, y le dolía re conocer que dejó que su actitud hacia el primo estuviese afectada por alguien a quien, en ese momento, reconocía como un ser muy cruel.

A los doce años no se percató de eso, porque estaba enamorada de su primo Neville.

Pero ya era tarde para recriminarse, sin embargo, podría compensarlo de alguna manera. A pesar de la antipatía que su padre mostró hacia Saul, la cual pareció heredar a su mujer y a su hijo, Lucy estaba decidida a facilitarle las cosas a su primo norteamericano en todo lo posible y brindarle toda la ayuda que necesitara.

No era que, al heredar, la hubiese privado de nada, después de todo. . . Lucy supo, desde su infancia, cuál sería el destino de la mansión; sin embargo, Oliver, a quien su padre malcrió muchísimo, no podía adaptarse a la idea.

En su opinión, su hermana pensaba que la nueva situación no lo dañaría; durante los últimos dos años había comenzado a detectar en el chico algunos resultados de los excesivos mimos de su padre y de la incapacidad de Fanny para aplicar la disciplina, lo cual lo convirtió en un niño grosero y egoísta.

Por fortuna, Lucy quería mucho a sus medios hermanos para que el mandato de su padre, el protegerlos, no le resultara oneroso. Sin embargo, Fanny era un caso

Page 4: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

especial. Aunque simpatizaban, en ocasiones Lucy veía que su madrastra actuaba como una desvalida niña.

—No quiero ir a la casa Dower. El labio inferior de Tara comenzó a temblar y las lágrimas asomaron a sus

enormes ojos de color castaño. En el aspecto físico, Tara y Lucy se parecían a la familia de su padre; las dos

tenían ojos de color castaño oscuro, hermosa cabellera dorada, y el elegante perfil, que de acuerdo con las crónicas familiares, causó que en el siglo dieciocho Amelia Martin recibiera una propuesta matrimonial del Príncipe Regente. La parentela jamás obtuvo un título nobiliario debido a que ella lo rechazó, o al menos eso decía la leyenda. Sin embargo, Lucy no conocía toda la verdad. Quizá, cuando investigase más acerca del árbol genealógico, podría averiguar más.

Hacía dieciocho meses había comenzado a revisar los documentos de la familia, tratando de ponerlos en orden, y fue entonces cuando concibió la idea de escribir una novela basada en la historia de sus antepasados. Mas ahora, ese relato comenzaba a convertirse en una serie de tres o cuatro libros y, de hecho, la siguiente semana debía presentarse en Londres para discutir esa posibilidad con los editores que se mostraron interesados en su manuscrito.

Tuvo mucha suerte. . . no había duda; la familia de su madre tenía influencias en el mundo editorial. Su primo Neville era socio de una compañía de editores. . no de la que tenía tratos con ella, sin embargo, el padre de Neville la recomendó, a pesar del disgusto de su hijo. El primo sin duda, esperaba verla fracasar.

Lucy pudo recuperarse del idilio con su primo hacía muchos años, y lo único que ahora la embargaba, era un comprensible temor al hombre en que se había convertido Neville. En ocasiones, él le dedicaba algunos cómicos coqueteos solo para ver cuan vulnerable era aún a sus encantos. Era un hombre muy presumido y no le gustaba perder una admiradora. El padre de él y la madre de Lucy fueron hermanos, y la joven siempre profesó un profundo afecto para su tío y su esposa.

—Tara, por favor, deja de hacer ese ruido. . . Mi cabeza. La protesta de Fanny interrumpió sus meditaciones y la hizo percatarse del

llanto de la niña, mientras que Oliver tenía el ceño fruncido y daba un puntapié a una de las maletas cerradas, en tanto que la mujer se tocaba la frente con una mano.

—Lucy, debo ir a acostarme. . . Mi cabecita. Sabiendo que avanzaría más sin el estorbo de su madrastra, la chica no protestó;

se obligó a sonreír y le dirigió algunas palabras de consuelo, mientras que, al mismo tiempo, sacaba de su bolsillo un pañuelo para secar las lágrimas de Tara y advertía a Oliver que

no arruinase sus zapatos. —Vamos, no será tan desagradable —consoló a la niña cuando Fanny se marchó—.

Te gustará la nueva casa. —Sí, pero, ¿qué pasará con Harriet? Harriet era el potro rollizo de Tara y Lucy frunció el ceño un momento sin

Page 5: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

comprender la dirección de la charla de su media hermana. —Pues estoy segura de que a Harriet también le gustará —afirmó—. Tendrá ese hermoso establo para ella sola. —Pero Richard dice que no podremos conservarla. Que no podrás pagar. Richard era uno de los abogados que trabajó para su padre, y Lucy guardó

silencio, pensativa. Desde hacía varios meses, el abogado hizo muy claro que deseaba más que la simple amistad que compartía con ella hasta ese momento.

La semana anterior, él mencionó el matrimonio, añadiendo que el hecho de que su padre la hubiese nombrado como única propietaria de la casa Dower, significaría que al contraer nupcias, podría ofrecer un hogar muy cómodo a su marido.

El motivo por el que George le dejó la casa, fue porque no quería despertar habladurías acerca de que heredaba todo el dinero obtenido por la venta de múltiples propiedades a Oliver y Tara, siendo Fanny la encargada de administrarlo hasta que los niños cumplieran la mayoría de edad. Lucy no se dejó impresionar por el hecho de que Richard mencionara el matrimonio cuando supo de la herencia que recibiría la chica.

Se preguntó si el abogado también estaba enterado de que ella prometió a su padre que los niños y Fanny podrían vivir en la casa todo el tiempo que fuera necesario. A Richard le desagradaban los niños, y él tampoco les simpatizaba a Oliver y a Tara; de cualquier manera, no existía ni la menor posibilidad de que se casara con el abogado. En resumen, desde el punto de vista físico, no la atraía, como le ocurría con la mayoría de los hombres. Era tal su indiferencia hacia el sexo opuesto, que llegó a la edad de veinticinco años sin haber vivido un idilio apasionado. ¿Sería por causa de su estilo de vida, o por algo incomprensible en ella?

En una ocasión, justo antes de la boda de su padre con Fanny, Lucy trató de alcanzar su independencia y sugirió que se marcharía para dejar sola a la pareja de recién casados; pretendía marcharse a Londres, pero lá mujer le suplicó que se quedara.

Desde que murió su madre, Lucy tuvo que hacerse cargo de la casa. . . por necesidad. . . y Fanny insistió en que la idea de controlar todo ella sola era sobrecogedora. Por eso, a pesar de sus inquietudes, Lucy decidió quedarse allí, y trató de consolarse por la pérdida de una magnífica oportunidad de obtener un título y renunciar a su independencia.

La decisión de escribir un libro nació del hambre intelectual que padecía. Las horas que pasó encerrada en la biblioteca, haciendo sus investigaciones, habían sido las más satisfactorias que tuvo desde que abandonó sus estudios.

Sin embargo, en ese momento corría el riesgo de perderlo todo, a menos que Saul le permitiera usar la biblioteca.

Era un desconocido para ella y no sabía qué esperar de él. Los recuerdos que tenía de su distante primo estaban nublados por la animad versión que nació entre ellos casi desde el primer momento y cada vez que evocaba su imagen, lo veía con el ceño fruncido.

Su aspecto era muy distinto al de los Martin; tenía el cabello muy negro, los ojos

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grises y el acento extranjero marcaba el hecho de que era un extraño. Al repasar aquel desastroso verano, Lucy experimentó compasión por él. Pobre chico, no debió ser fácil para él. . . vivir entre parientes desconocidos que

hablaban de manera distinta y tenían hábitos diferentes a los suyos. Esa expresión ceñuda, esa indiferencia a todo lo que la mansión podía ofrecer, debieron ser una forma de defensa y no de agresividad; por supuesto, a los doce años ella no se percató de la situación y sólo pudo ver que él despreciaba todo lo que Lucy quería, lo cual sólo servía para señalar su condición de norte americano. Su arrogante superioridad incrementó el desdén que ella demostraba y provocó que Lucy se uniera a Neville en sus intentos para molestarlo.

Neville. . . tan frívolo y sofisticado, tan masculino e indiferente, y al mismo tiempo, una parte ineludible de su mundo, en el cual el chico americano era un intruso. Cuando Neville hablaba, lo hacía corno su padre,, con el acento sobrio y seco, muy distinto al tono sensual de Saul.

Incluso su atuendo era poco común. . . extraño.. . Y cómo lo molestaban ella y Neville cuando montaba a caballo! Lucy fue poco amable, hasta el extremo de la crueldad, y desde entonces la mentó su actitud porque su naturaleza le impedía lastimar a los otros.

Pobre Saul. ¿Cómo la recordaría?, se preguntó con ironía. Bien, tendría la oportunidad de enmendarse por sus ofensas cuan do él llegara. Neville siempre hacía comentarios despectivos al mencionar que la mansión había pasado a manos de un norteamericano, pero ella ya no lo apoyaba.

Tara dejó de llorar y la veía con esperanza. —No seremos tan pobres para no poder conservar a Harriet —dijo Lucy con firmeza—. Richard se equivoca. —¿Vas a casarte con él? —preguntó Oliver de pronto y la miró con interés. —No. Un profundo alivio apareció en los ojos del chico antes de volverle la espalda.

Oliver estuvo más unido a su padre que cualquier otra persona; eso era algo que Lucy no notó antes de conocer la verdad, y en ese momento se daba cuenta de que el niño extrañaría ‘mucho la influencia paterna. Quizá Saul sintiera algún interés por el pequeño. Tal vez ya estaba casado y tenía hijos propios.

Se sorprendió muchísimo al darse cuenta de lo poco que sabia de él. En la ansiedad y el dolor que rodeó el momento de la muerte de su padre, ella no tuvo mucho tiempo para pensar en Saul; de hecho, casi no pensó en él, excepto para asegurarse de que le enviaran el telegrama en el cual le comunicaban lo sucedido.

Tuvo la esperanza de que asistiría al entierro y experimentó un extraño dolor al notar su ausencia. Durante sus últimos días, su padre se quejó de que Saul jamás intentó enterarse de su herencia, sin embargó, Lucy fue justa y señaló que no le brindaron la oportunidad

Los recuerdos que tenía del norteamericano, no eran felices, pero al igual que ella, Saul sin duda también había madurado y quizá, debido a la proximidad en que

Page 7: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

vivirían, deseaba que su relación fuese lo más amistosa posible. A pesar de la sensatez de sus pensamientos, Lucy no conseguía ahogar su temor

interno. Hasta ese momento, ignoraba cuándo llegaría Saul, mas de cualquier manera, estaba decidida a abandonar la mansión cuanto antes. Además, sería muy meticulosa acerca de los objetos que llevaría consigo. . . sólo los muebles que pertenecieron a su madre, y nada más.

Por suerte, la casa Dower estaba amueblada, aunque de manera bastante informal ya que hasta hacía poco tiempo la tenían rentada, sin embargo, los muebles de su madre servirían para lograr que pareciera un hogar.

Con la ayuda de la señora Isaacs, el ama de llaves, Lucy limpió la casa por completo. Casi todas las habitaciones requerían nueva decoración y se prometió que terminaría con esa última tarea tan pronto como tuviese tiempo. Con los réditos del dinero que su padre depositó en el banco para los dos pequeños, podrían evitar los problemas económicos. . . apenas. El pago de las colegiaturas de Oliver se llevaría una gran parte de esos intereses, pero Fanny insistía en que el chico debía asistir a la escuela tan pronto como diera inició el nuevo año escolar, como habían planeado.

El colegio elegido, fue el mismo al que asistió George Martin, y aunque Lucy pensaba que era una extravagancia que pagaran una enorme suma anual sólo para que Oliver pudiese ser educado en la antigua escuela de su padre, no tuvo el valor para oponerse a Fanny

La chica creía que Tara era la más inteligente de los dos, y estaba decidida a que, cuando llegara el momento, la pequeña recibiera las mismas oportunidades que su hermano. Por fortuna, no tenía que enfrentar ese problema todavía, pero sí a las maletas que cubrían el suelo del salón de baile.

Ella y la señora Isaacs las llevaron allí por cuestiones de espacio, y al día siguiente, el esposo del ama de llaves y sus corpulentos hijos, vendrían en una camioneta, desde el pueblo,. y se pasarían el día llevando las cosas a la casa Dower.

Desde la ventana del salón era posible contemplar el parque que rodeaba la casa, y Lucy se mordió el labio inferior al admirar el paisaje Tenían una vista similar en la otra casa, la cual también es taba cercada por un encantador jardín.

Lucy podía darse cuenta de que la decisión de su padre de separar la casa Dower y una cierta cantidad de terreno de la mansión principal, se originó por el nacimiento de Oliver; aun entonces George tuvo que hacer muchos planes para proteger a su hijo ilegítimo, pensó con ironía. Sin embargo, al hacer eso privó a la mansión de cualquier cosa de valor que hubiese proporcionado al nuevo dueño una fuente de ingresos. Las tierras de cultivo desaparecieron cuando las últimas hectáreas fueron vendidas poco antes de la muerte de George.

Las pinturas fueron subastadas en Sotheby’s hacía dieciocho meses, al igual que las pocas antigüedades que aún había en la mansión.

Ahora la casa parecía abandonada. Lucy no tenía idea de lo que Saul haría con la construcción; sin duda la vendería. Ella se percataba de que él no podría hacer otra cosa.

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Con un suspiro, se dio vuelta y miró las maletas. Con tiza, escribió en cada una de ellas lo que contenía y se negó a empaquetar la fina loza de porcelana y lo que quedaba de los cubiertos de plata. Eso era parte de la mansión y quería que permanecieran allí.

La riqueza de la familia Martin, propiciada por los plantíos de caña de azúcar que tuvieron en las Indias Occidentales, desapareció a causa de la Primera Guerra Mundial, y desde entonces la familia pudo sobrevivir gracias a la venta periódica de sus propiedades. Era cierto que George Martin fue el director de varias empresas que le proporciono un ingreso considerable, pero esa casa devoraba el dinero.

El mismo antepasado que añadió la fachada de estilo ‘georgiano a la casa, ordenó la construcción de la casa Dower, y la elegancia del edificio siempre cautivó a Lucy. Sabía que el abogado se mostró sorprendido al saber que ella era la heredera, y no Fanny, pero la chica conocía el motivo.

Su padre pensó que la seguridad de la familia estaría más firme en sus manos que en las de su segunda esposa, y la verdad era que, en ciertos aspectos, su madrastra se comportaba como una niña. Dependió por completo de George Martin durante su matrimonio, y Lucy sospechaba que le había llegado la hora de servir de apoyo ala mujer.

A su madrastra no le atraía el campo y pasaba todo el tiempo posible en Londres, hospedada con sus amistades Tampoco era muy maternal, por lo que permitía que Lucy se hiciera cargo de los chicos. Por fortuna, los tres se llevaban muy bien, pero Fanny no consideraba que una mujer soltera de veinticinco años no querría cargar con la responsabilidad de una madrastra y dos niños.

Media hora después, mientras bajaba por la escalera, Lucy se dio cuenta de que lo que más extrañaría de la mansión, sería’la biblioteca. Su libro, aunque era una novela, se basaba en la información que obtuvo de los documentos de la familia, y esperaba que Saul le permitiese continuar con su proyecto. Por supuesto, podía llevarse los papeles si quería y él jamás se enteraría, pero su estricta moral le impedía hacerlo. La triste y tímida adolescente que permitió que su primo mayor la incitara a ser cruel con un pariente extranjero, había sido desplazada, hacía tiempo, por una mujer que sabía lo que quería y que permanecía fiel a sus juicios y decisiones.

Hizo una mueca al entrar en la cocina; jamás echaría de menos esa habitación. Muy amplia y vieja, tenía mala ventilación y muy pocos adminículos, a diferencia de la que había en la casa Dower, la cual fue instalada por uno de los inquilinos.

Después de la muerte de su padre, en un intento por reducir los gastos, Lucy permitió que la señora Jennings, quien trabajó como cocinera y ama de llaves, se marchara. La mujer estaba ansiosa por retirarse y se mostró más que contenta con el cheque que la chica le entregó, pero Fanny no dejaba de protestar y quejarse de que, para ella sola era muy difícil preparar los alimentos.

Debido a eso, Lucy se hizo cargo de la alimentación, algo que en otras circunstancias no le habría molestado, pero lo cual, además de las otras responsabilidades que tenía, tuvo el efecto de deprimirla cada vez que entraba en la cocina.

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Esa noche tendrían que conformarse con tostadas, decidió, y pudo imaginar las protestas de Oliver ante la frugal cena. Sin embargo, la noche siguiente los compensaría. Quería levantarse muy temprano y ya se sentía muy cansada para preparar una cena apropiada.

La fatiga física y mental que no la abandonaba desde que murió su padre, se agudizó con el descubrimiento del verdadero parentesco de Oliver. Le sorprendió muchísimo que su padre hubiese sido tan imprudente, Que ocurriría con Oliver? Se dijo que no era el momento de ponerse a pensar en el futuro, y se ocupo en disponer la mesa. Tara apareció justo cuando terminaba.

—Mamá dice que le duele la cabeza —informó—, y quiere cenar en su Cuarto. Lucy ahogó un gemido de exasperación; trataba de ser paciente con Fanny

porque, después de todo, ella perdió a su marido, mientras que la chica sólo perdió a un padre con quien no tuvo una relación muy firme. Aún podía recordar el profundo dolor por la muerte de su madre, a quien quiso con locura, y si Fanny experimentaba por lo menos la décima parte de lo que Lucy sufrió entonces, en ese caso si merecía un poco de compasión y paciencia.

De cualquier manera, la madrastra no querría cenar tostadas. Quizá la chica podría hervir un par de huevos para Fanny.

—Dile a Oliver que vaya a lavarse las manos y después venga a cenar —pidió a la pequeña—a Necesito que los dos se acuesten temprano esta noche, porque tendré mucho que hacer mañana.

—Sí; ya le hablé a Harriet de su nuevo establo —respondió Tara muy seria—. ¿Crees que le gustará estar allí? Extrañará a Cinders, ¿no te parece?

Cinders era un pequeño gato que vivía en los descuidados establos de la mansión, Lucy contuvo una sonrisa y contesto, seria

—Oh, creo que podremos llevar a Cinders con nosotros. —Pero dijiste que no podíamos llevarnos nada que no nos perteneciera. Era cierto, pero Lucy no creía que su primo se opusiera a que se llevaran un

gatito y, como dijo Tara, su caballito estaba muy encariñado con el minino. —¿De veras es terrible? — ¿Terrible? ¿Quién? Se volvió para fijar su atención en la pequeña. —Tu primo. El que vendrá a vivir aquí. —Por Dios, claro que n así. ¿Quién te metió esa idea en la cabeza? — Lo último

que esperaba era que los niños se mostrasen hostiles a Saul, y seria mejor que tranquilizara el recelo de Tara de una vez.

—Oliver me lo dijo —afirmó—, y Neville se lo contó a él. Maldijo en silencio a su primo materno y contesto con indiferencia:

—Oh, estoy segura de que Neville bromeaba. Te aseguro que Saul es muy agradable

Cruzó los dedos con disimulo, y notó que la expresión ceñuda de Tara se relajaba. —¿Y no me quitará a Harriet?

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—Claro que no. Ahora ve y di a Oliver que venga a cenar. CAPITULO 2 PASARON tres agitados días antes que pudieran mudarse a la casa Dower.

Mientras revisaba el vacío salón .de baile, Lucy se dio cuenta de que estaba más cansada que nunca.

Fanny se debatió entre repentinos ataques de llanto, durante los cuales se encerraba en su cuarto, y un deseo casi frenético de tener a sus hijos junto a ella.

Los pequeños se mostraron muy inquietos por el comporta miento histérico de su madre, en especial Tara, pero ya habían abandonado al fin la mansión, Lucy esperaba que su madrastra se recuperase.

Una extraña melancolía la envolvió mientras recorría las conocidas habitaciones, deteniéndose unos minutos para tocar los muebles. Amaba la vieja mansión, pero no quería seguir viviendo en ella. Después de todo, creció con la certeza de que jamás sería suya; una tenue sonrisa curvó sus labios mientras repasaba los años transcurridos y recordó que Neville se mostró mucho más in dignado que ella cuando George Martin les explicó las condiciones de la herencia.

Eso fue un año antes que Saul fuera pasar el verano allí. Hasta ese momento, Neville siempre había asegurado que, cuando crecieran, se casaría con ella. Aun en la infancia, Neville siempre estuvo a la espera de oportunidades, pensó irónica, y volvió a sorprenderse de que alguna vez su superficial primo la hubiese cautivado.

¿Cuánto faltaba para que llegase Saul? Un estremecimiento de inquietud la recorrió y trató de dominarse, indignada consigo ¿Por qué debía tener miedo? Después de todo, nadie podría quitarle la casa Dower y, aun si lo intentaba, no podría hacerlo.

¿Por qué habría de desear eso? El hecho de que no se hubiesen comprendido cuando eran adolescentes, no era motivo que pudiera influenciar su actitud hacia ella en el presente. . . ¿o si?

Resultaba desconcertante darse cuenta de lo poco que sabía de él. Su tía, la madre de Saul, abandonó el hogar después de la guerra para casarse con un norteamericano. A pesar de la oposición de sus padres, la madre de Lucy le contó a ésta lo sucedido a la tía que vivía tan lejos.

Lucy ignoraba mucho acerca del padre de Saul, sólo estaba enterada de que su esposa se había divorciado de él. Era bastante in cómodo aceptar que su padre jamás trató de conocer al sobrino que sería su heredero, sin embargo, conociendo a George, Lucy asumió que, tal vez él albergó la esperanza de que, de alguna manera, podría evitar lo estipulado y conseguir que la mansión quedara en poder de Oliver.

A su modo, George fue tan ciego como Fanny; mas era tarde para lamentar los errores de su padre. Aun para los acostumbra dos ojos de la joven, la casa parecía descuidada. Rezaba porque Saul no tuviera muchas esperanzas puestas en su herencia. Recordó que él no se mostró muy impresionado durante su visita, e ignoró los exagerados comentarios de la chica cuando le habló de las escaleras secretas y los

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cuartos encantados. Al pasar frente a un enorme espejo colocado encima de la chimenea de la sala,

vio que tenía la cara sucia de polvo y que su cabello caía en desordenados rizos alrededor de su rostro. Sus manos y ropa se habían empolvado también; necesitaba un baño. Ya no tenía nada más que hacer allí, excepto cerrar la mansión. Al día siguiente, ella y la señora Isaacs limpiarían la casa como era debido.

Al salir al patio posterior, recordó que había prometido alimentar a Harriet, que seguía en el establo. Estuvieron muy ocupados para llevarla a su nuevo hogar. Gracias a Dios era verano y habría tiempo suficiente para reparar el establo antes que llegara el invierno.

El caballito lanzó un relincho de bienvenida cuando Lucy abrió a puerta, y Cinders se frotó contra los tobillos de la joven. Terminó de alimentar al equino de prisa, antes de volver, triste, a la casa Dower

A la mañana siguiente despertó temprano, perturbada por la desconocida disposición de los rayos del sol que iluminaban su cara Abrió los ojos y se quejé cuando sus rígidos músculos protestaron Al menos allí no tendría que luchar contra la estufa .para lograr preparar el desayuno.

Era muy temprano para despertar a los demás y, una vez baña da y después de bajar por la escalera, Lucy comenzó a disfrutar de la soledad. La cocina, muy bien iluminada y provista en comparación con la de la mansión, la reanimó un poco y al tiempo que bebía su aromática taza de café, revisé los planes del día Había acordado reunirse con la señora Isaacs en la mansión a las nueve, lo que significaba que, por esa vez, Fanny tendría que preparar el desayuno de los niños. Ignoró la leve sensación de culpa que comenzaba a invadirla y se forzó a recordar que, después de todo, ella era la madre de los chicos.

Hacia las once de la mañana, los pantalones y la playera limpia que se pusiera

antes, estaban cubiertos de polvo; tenía la piel irritada y sudorosa, y le dolía el cuerpo. —Creo que tomaremos un descanso —sugirió el ama de llaves. —Buena idea. Iré a preparar un poco de té. La, señora Isaacs tenía algunos minutos de haberse marchado, cuando Lucy oyó

un auto; la sorpresa del inesperado ruido la hizo acercarse a la ventana. Era un enorme coche deportivo, y se detenía ante la entrada de la mansión. Un

dolor en las entrañas la invadió al observar al hombre alto y de cabello oscuro que se apeaba del automóvil.

¡Saul! Era extraño que lo hubiese reconocido de inmediato, cuando desde hacía semanas que trataba de evocar sus rasgos infantiles, sin

conseguirlo. Vestía un ligero traje gris claro y parecía, de manera increíble, más europeo que

americano; era lo bastante moreno para simular que era italiano, aunque tal vez era muy alto.

‘Mientras lo observaba, Lucy vio que Tara salía de un costado de la casa, en

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compañía de Harriet. La pequeña hablaba sin cesar con el caballito, quien hacía caso omiso de los esfuerzos de su ama para que caminase más aprisa. De hecho, Harriet se interesaba más en el jugoso pasto, que en las órdenes de Tara.

Lucy notó que Saul se dirigía a la pequeña, y el rostro tenso que ostenté al bajarse del coche comenzó a suavizarse.

Tara quedó inmóvil al verlo, y sujeté con desesperación las riendas de Harriet. Contenta, Lucy estudió los intentos del hombre para tratar de ser amistoso, y su diversión se torné en alarma cuando se dio cuenta de que Tara rompía a llorar. ¿Qué diablos le dijo?

Bajó corriendo por la escalera, y salió, justo a tiempo de es cuchar que la niña gritaba con angustia:

— ¡Es cierto, eres terrible! ¡Terrible! El tenía en las manos las rien4as y Tara intentaba, con desesperación, alejar de

allí al animal.’ Lucy notó que el rostro de Saul cambió de expresión y se mordió el labio

inferior.. La gentileza había desaparecido, desplazada por una mirada fría y hostil. Ninguno de los dos se percató de su presencia, hasta que la oyeron decir, cortante:

—Tara, basta ya. Las lágrimas brillaban en los ojos de la chiquilla al volverse a encararla. —Pues sí lo es —insistió la niña—. Dijiste que era amable, pero no es verdad. Saul la vio y Lucy se ruborizó al darse cuenta de su terrible aspecto tenia la cara

sucia y sin maquillaje, y el cabello revuelto — Qué alegría verte de nuevo —ignoró a Tara por el momento y se forzó a

sonreír. . . una’ mueca serena que había aprendido con dificultad, pero que comenzó a desaparecer casi de inmediato cuando notó que él no devolvía el gesto. Sus ojos eran tan grises y fríos como el Mar del Norte mientras la estudiaban con atención y luego, sin contestar, se volvió de nuevo hacia la niña

—No trataba de quitarte el caballo —le dijo—. Sólo quería ser su amigo, es todo. Es muy pequeño para mí, pero me recordó a un caballito que tuve cuando yo era niño.

De manera sorprendente, Tara dejó de llorar y con enormes ojos, susurró: —¿De veras? —Sí; vivía en la granja de mi tío y solía visitarlo durante mis vacaciones. La voz masculina no había perdido el toque sensual que Lucy recordaba con

claridad. ¿Por qué se burlaron Neville y ella de su acento? Era muy agradable y, por un instante, experimentó un profundo resentimiento contra sí por haberse mofado de él. De manera instintiva, se daba cuenta ahora de que Saul habría sido mejor aliado que Neville, que pudo contar con él durante los dolorosos meses que siguieron a la muerte de su madre.

Irritada consigo, por dejar que sus emociones la separasen de la realidad, los interrumpió:

—Estoy segura de que a Saul no le molestará que te lleves a Harriet. Tara. —¿Por qué habría de enfadarme? —la interrumpió con indiferencia—. Después de

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todo, ya se han llevado casi todo lo de más. ¿Qué importa un caballo? La expresión de su mirada y la ironía de su tono la hicieron enmudecer. Eso no

era lo que esperaba, jamás imagino que la desafiaría de esa manera. Pero, ¿qué podía contestar en su propia defensa?

Ella miró a Tara de soslayo. —Lleva a Harriet al establo, y dile a tu madre que Saul llegó —luego agregó para él—. No te esperábamos tan pronto, y temo que todo esta en

desorden Sin embargo, seria un gran placer que comieras con nosotros. —Vaya, vaya… cómo has cambiado —contestó, irónico— ,O me equivoco? Tus

modales han mejorado muchísimo, Lucy. . . no eras así hace doce años. Su cinismo la obligó a responder, furiosa: —Hace doce años aún era una niña. . . acababa de perder a mi madre. Al ver qué los ojos grises se endurecían, se mordió el labio inferior, irritada

consigo por dejar que la provocase con tal facilidad ¿Qué diablos había sucedido con todos sus propósitos de hacer las paces con él?

Le volvió la espalda para ocultar el intenso rubor que le teñía la piel, bajo su penetrante mirada, y se amonestó en silencio por dejar que sus emociones la dominasen

La verdad era que, estúpidamente, esperó encontrar una versión madura del niño que recordaba, sin embargo este era un hombre que no tenia mas que el nombre del chico que antes fue

—Quiero que almuerces con nosotros —intervino Tara, firme y el se volvió a mirarla — Quiero que me hables de tu caballo ,Cómo se llamaba?

—Mustard. Por algún motivo, la sonrisa que dedicó a la niña hizo que Lucy se sintiera ajena y

herida. —¿Estas segura de que no será una molestia? La miraba en ese momento, sus ojos aun eran fríos mientras estudiaban con

cinismo el atractivo cuerpo cubierto con la diminuta camiseta y los viejos pantalones. Lucy experimentó un renacer de su ira al tiempo que se volvía. Mientras trataba de controlarse, recordó que Saul tenía un buen motivo para mostrarse hostil hacia ella; después de todo él basaba su opinión en los recuerdos que tenia de la niña que conoció hacia doce años, y no podía culparlo por tratar de buscar esos defectos en ella. De cualquier modo, la molestaba que la mirase de aquella manera, ignorando parentesco que existía para brindarle un desprecio que resultaba humillan te

Se obligó a sonreír y después de ignorar su escrutinio, respondió con calma: —No es ninguna molestia, aun falta como una hora para que este lista la comida,

pero si quieres, te presentare con la señora Isaacs antes de partir Ella me ayuda a limpiar la casa

Notó un breve brillo de sorpresa en su mirada antes que la disfrazara con rapidez, y de pronto la hizo evocar al chico que conoció.

—Es un trabajo bastante denigrante para ti, hacer el aseo, ¿verdad? ¿O acaso

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esperabas encontrar algo más qué llevarte? Una profunda ira la embargó al notar el tono de su voz. ¿Cómo pudo imaginar que

él aceptaría su amistad de inmediato, olvidan do el pasado? Saul tal vez hubiese abandonado su hostilidad de adolescente, pero en ese momento él recurría a una actitud mucho más peligrosa: una fría dureza que la señalaba como su enemiga.

—Si te refieres a las propiedades —contestó con seriedad—, te diré que mi padre tenía el derecho sobre la que vendió.

No pretendía añadir que, en su opinión, los actos de George fueron equivocados, y sin levantar la voz, añadió de manera insinuante:

—Después de todo, tenía ciertas responsabilidades. Saul miró a Tara y con la misma serenidad, contestó: —En los últimos meses de su vida, él obtuvo casi doscientas mil libras por la

venta de todo lo que no incluía la herencia. . . eso es muchísimo dinero para sostener a una viuda ya su hija. . . ¿O acaso insinúas que tú estabas dentro de esas responsabilidades? ¿Nadie te ha hablado del placer de ser autosuficiente e independiente?

Su sarcasmo la hirió, pero no podía defenderse. ¿Cómo con fiarle la promesa que hizo a su padre, de mantener unida a la familia, para cuidar no sólo de los chicos, sino también de Fanny?

—Te llevaré a que conozcas a la señora Isaacs. Pudo notar la irritación de Saul cuando ella se negó a contestar su comentario,

pero, ¿qué podía hacer? Nunca había pensado en lo duro que podría ser él ante los actos de su padre, pero a menos que traicionase el secreto acerca del nacimiento de Oliver, no había nada que pudiese hacer.

Mantuvo una fría distancia mientras lo presentaba con la señora Isaacs, y vaciló un momento antes de ofrecerse a llevarlo en un recorrido por la casa. El ama de llaves era adorable, pero muy chismosa, y Lucy no quena que supieran en el pueblo que había re sentimientos entre ella y Saul, lo cual sería la conclusión a la que llegaria la señora Isaacs si Lucy no hacia el ofrecimiento

—Me parece que la recuerdo bastante bien. De cualquier forma, gracias por tu amabilidad.

La despedía, pensó irritada; hacía muy claro que no tenía de seos de contar con su compañía. . . o su presencia en lo que ahora era su nueva casa.

—Entonces, nos veremos a la hora del almuerzo —a pesar de sus esfuerzos, no pudo evitar el tono cortante que apareció en su voz y al verlo inclinar la cabeza, se dio cuenta de que una sonrisa triunfal curvaba los labios de Saul.

Como imaginó, al volver a la casa Dower, Fanny seguía en la cama; se preguntó qué habrían desayunado los niños. Lucy ocultó su enojo y subió para prevenirla acerca del visitante.

—¿Cómo es? —Alto, moreno y atractivo —respondió, frívola, y luego se dio cuenta de que era

cierto; y más que eso, había en Saul una masculina fuerza que le resultaba muy

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tentadora. ¿Tentadora? ¡Tonterías! Permitía que la responsabilidad de hacerse cargo de

toda la familia la afectara. Tardó mas de media hora para convencer a Fanny de que debía acompañarlos a la

hora del almuerzo —Tendrás que conocerlo tarde o temprano —recordó a su madrastra—. No

podemos permitir que la gente murmure. Era un buen argumento y tuvo el efecto de hacer que la mujer frunciera el ceño. —¿Y qué rayos vas a prepararle? —demandó---. Sabes que los americanos están

acostumbrados a comer bien. —Y así será —respondió. Lucy, firme—. Voy a cocinarle unos espárragos, salmón

fresco y fresas con crema; —Supongo que el salmón te lo dio Tom Bishop —Fanny sacudió la cabeza—. Pobre

hombre, me parece que debe casarse de nuevo, Lucy.. . Vivir sólo en esa enorme casa, pasar el día pescando...

Saul llamo a la puerta Lucy, quien parecía decidida a que el no mirase con

desprecio su comida, como lo hiciera con su persona, se detuvo en el pasillo y pidió a Tara que abriera la puerta.

—Llévalo a la sala con tu madre —ordenó a la pequeña—, y luego ve a decirle a Oliver que baje.

Estuvo tan ocupada que ni siquiera tuvo tiempo para cambiarse, mas en ese momento, desde la seguridad de la cocina donde revisaba la salsa que preparó para servirla con el salmón, oyó que se cerraba la puerta y decidió que haría algo con su apariencia.

Su guardarropa distaba mucho de ser caro, porque su estilo de vida no exigía que usara ropa costosa, pero las pocas prendas que tenía le sentaban bien y se encontraban en perfectas condiciones. Antes que muriera su madre, la escuchó comentar con orgullo que Lucy había heredado su buen gusto para vestir, y el vestido que eligió, de suave seda con una falda amplia, era elegante y muy femenino.

El diseño de la prenda, con tonalidades, grises y azules, enfatizaba lo bronceado de su piel y el color rubio de su cabello, haciendo que sus ojos parecieran más oscuros.

No tuvo tiempo para maquillarse y, después de cepillar su larga cabellera, se calzó unas sandalias de tacón alto y salió de prisa del cuarto, casi tropezando con Oliver en lo alto de la escalera.

Sobresaltada, notó que el chico estaba muy ceñudo; su expresión era tan parecido a la de su padre, que le sorprendía no haberlo notado antes.

—¿Qué sucede? El la miró, rabioso. —No quiero comer. . . No deseo hablar con él, ni que viva aquí. —Bueno, Saul tiene todo el derecho de encontrarse aquí —contestó con toda la calma posible—. Oliver, sé cómo te sientes, pero debes

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intentar comprender su punto de vista. No te gustaría que todos pensaran que estás resentido por el hecho de que no’he redaste la mansión. ¿verdad?

—Supongo que no. —Muy bien. Ahora bajemos a almorzar. Preparé salmón; el coronel nos lo

obsequió. —¿De veras? —preguntó, sonriente—. Me habría gustado verlo cuando vino. Tal

vez me hubiese contado algo más de la guerra. Lucy rió, aliviada al notar que la irritación del chico se disipaba. —Bien, pues estoy segura de que tendrás oportunidad de charlar con él —de manera deliberada evitó que entrara solo en la sala, y lo hizo avanzar

frente a ella cuando abrió la puerta. Fanny estaba sentada en un sillón, frente a las ventanas francesas, y para su

asombro de Lucy, Saul se encontraba parado junto a la mujer con un brazo alrededor de los hombros de Tara mientras todos miraban algo que yacía en el regazo de la madrastra.

—Oh, allí estás, Lucy querida. . . —Fanny parecía un poco ruborizada—. Le mostraba a Saul las fotografías de mi boda con tu padre. Estás preciosa: casi nunca te pones un vestido. Debió hacerlo en tu honor, Saul —sonrió con provocación al hombre, mientras la joven rabiaba en silencio. Sabía que su madrastra no era una mujer maliciosa, sin embargo, sería enfurecedor que Saul pensara que se había vestido así para él.

—Bien, no podía sentarme a la mesa con la ropa sucia —fue todo lo que dijo, mas era consciente de la penetrante mirada de Saul mientras cruzaba la habitación con Oliver para presentarlo con él.

Se alegró al darse cuenta de que, en vez de condescender, Saul saludó de mano al chico con formalidad, como si fuese el hombre de la casa. Oliver se relajó y Lucy lanzó un suspiro de alivio; su medio hermano podía ser bastante grosero cuando quería, como resultado de un exceso de mimos en su educación, lo cual ella trataba de compensar, pues sabía que cuando Oliver se marchara a la escuela, tendría que aceptar la disciplina del colegio aunque no quisiera. Culpaba a su padre por no haber sido más rígido y por no comprender que Oliver sufriría mucho cuando abandonara el calor de la protección materna para enfrentarse con los rigores de un internado.

—Cariño, creo que será mejor que vayamos al comedor —sugirió Fanny—. ¿Quieres servir la comida? Era maravilloso ver que su madrastra salía de su depresión para volver a

encontrar un nuevo interés en la vida, y Lucy obedeció de buena gana; los dejó en el salón mientras ella corría a la cocina.

Todos estaban s cuando volvía con los espárragos. Los muebles del comedor pertenecieron a su madre, y si las majestuosas sillas se

encontraban un poco maltratadas, de cualquier manera no habían perdido su elegancia. —Espárragos. . . muy inglés —comentó Saul mientras Lucy le servía—. ¿Son de

aquí?

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—Si, los tomé del jardín de la casa Dower —respondió, para asegurarse de que él supiera que no provenían de la mansión. De hecho, la hortaliza de la casa Dower estaba muy bien cuidada y contaba con gran variedad de verduras. . . legado de un inquilino que fue un apasionado horticultor.

Tuvo la satisfacción de notar que un tenue rubor cruzaba las mejillas masculinas mientras digería la respuesta.

—Lucy, vamos —reprochó Fanny—. Eso no fue necesario. Estoy segura deque a Saul no le importaría en absoluto que los espárragos hubiesen sido cultivados en la mansión.

La sonrisa que dirigió al hombre fue la misma que dedicaba a su marido para tranquilizarlo y, al notar que Saul respondía, Lucy se preguntó si no sería apropiado que ella también recurriese a algunas tretas femeninas.

El jamás le sonrió de esa manera, de hecho, jamás le ofreció un gesto amable. —Esto está delicioso. Miraba a Fanny, quien se ruborizó un poco, más no contesto Oliver, sentado junto

a Lucy, frunció el ceño y al notar la actitud de su madre, contestó, seco: —Mamá no cocina. . . Lucy siempre se encarga de las comidas. Ella se percató de

que su primo la estudiaba, pero se negó a mirarlo y concentró toda su atención en su plato hasta que notó que el escrutinio de los ojos grises perdía intensidad.

Fanny fruncía el ceño, poco complacida con el comentario de su hijo. —La pobre Lucy se ha encargado de muchas cosas... —comentó a Saul y dedicó una leve sonrisa a su hijastra—. Temo’ que he estado

tan triste, que no be podido hacer nada. Por un momento, la chica tuvo que dominar el deseo de recordarle que nunca,

desde que se casó, habia mostrado el menor interés en dirigir la mansión, pero contuvo ese impulso de inmediato y se dijo que era injusta, Fanny era Fanny, y eso era todo

—Iré por el guiso principal —dijo Lucy, al tiempo que recogía los platos para después dirigirse a la puerta.

Saul llegó antes que ella, su brazo le rozó el cuerpo al inclinarse para abrir la puerta y cederle el paso.

Una extraña sensación la recorrió de forma inesperada y sorprendente, y Lucy se apartó como si la hubiese quemado.

—¿Esos son los muebles que imagino? Nadie pudo escuchar el comentario, porque él estaba de espaldas al comedor y

ella casi había salido a la cocina. —Si —contestó, cortante—. Le pertenecieron a mi madre y ella me los heredó. iQue pensara lo que quisiera! El resto del almuerzo transcurrió con excesiva lentitud para Lucy; notó que

Fanny y Saul hablaban sin cesar, pero no intentó participar en la charla. El elogió el salmón y la salsa, y se volvió a mirarla pero Lucy no contestó. El comentario sobre los muebles la habia lastimado mucho, Lastimarla Examinó con cuidado esa palabra. ¿Por qué debía sentirse así? La ira sería algo mucho más apropiado.

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—¿Y ves a Neville con mucha frecuencia? La inesperada pregunta la sobresaltó. Al recordar la forma como ella y Neville lo

trataron durante la adolescencia, se ruborizó. —Oh, él nos visita con frecuencia —contestó Fanny y sonrió, provocativa—

Aunque ella lo niega, sospecho que Lucy siente algo por Neville. Por supuesto, es un joven muy popular, sobre todo desde que heredó el puesto de su padre en el negocio. ¿Sabías que está relacionado con los editores Holker? Ha ayudado mucho a Lucy con su libro, ¿verdad, querida?

La chica se angustió; era muy sencillo adivinar las conclusiones que Saul sacó de la inocente información de Fanny.

—Fue mi tío quien me recomendó con Bennett, no Neville —recordó a su madrastra—. Ya no vemos a mi primo con la misma frecuencia de

antes —añadió y miró a Saul a los ojos—, sin embargo, viene en ocasiones a. visitarnos. El ignoró su último comentario, y contestó con admiración: —Así que estás escribiendo un libro. Me has impresionado mucho, Lucy. ¿De qué

trata? Como si también hubiese notado el sarcasmo oculto en sus palabras, Oliver

replicó: —Es sobre la familia Martin. . . Y Lucy pasa muchas horas en la biblioteca

investigando la historia familiar. Será un libro estupendo. Fanny lanzó una risita indulgente. —Vamos, Oliver, por Dios. El adora a Lucy —le explicó al americano—. A veces me

pongo un poco celosa; pero, por supuesto, los niños pasan mucho tiempo con ella. Y además, claro, viven aquí. . . en su casa.

Reinó un repentino silencio mientras la chica miraba incrédula a su madrastra. ¿Acaso Fanny resentía el hecho de que la casa Dower fuera suya?

Frunció el ceño, horrorizada por la idea, y la apartó de su mente de inmediato. Era debido a la presencia de Saul que esos pensamientos la asaltaban.

—Háblame de tu libro —dijo el primo. La invitación la tomó por sorpresa y se volvió a mirarlo con expresión

interrogante. —No hay mucho que explicar; ya terminé el manuscrito del primer tomo, y debo

ir a Londres la próxima semana para mostrárselo a los editores. —Vaya. . . ¿Y qué es, exactamente? ¿Una crónica de la familia Martin? —No. . . no es eso, aunque utilicé los documentos y diarios de la familia como

punto de partida. Se trata de una novela, pero al utilizar los papeles de la familia he logrado crear un ambiente basado en la realidad.

Saul la observó con extrañeza, y, aturdida, Lucy se dio cuenta de que su entusiasmo resultó evidente en el tono de su voz. Trató de recuperar la frialdad anterior al añadir:

—Por supuesto, si decides que no utilice más la biblioteca de la mansión, podré comprenderte.

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—Cuánta magnanimidad de tu parte. El tono burlón la hizo ruborizarse cuando notó que la tesitura de su voz fue

interpretada como un tono altivo y desdeñoso. En ese momento recordó otra vez la forma como ella y Neville se burlaban de su

acento, muy distinto al de ellos. Fue una tonta al pensar que no tendría problemas para lograr borrar todas las ofensas del pasado. Era muy evidente que Saul la despreciaba, y que sin duda se mofaría de ella si hiciera el intento de ofrecerle una disculpa.

Por ese motivo, sintió un profundo alivio cuando él se levantó y anunció que debía marcharse.

—Tengo que ir a Winchester para ver a los abogados; al parecer, hay algunas cosas que necesitan aclarar.

Su sonrisa, al partir, fue para Fanny y no para Lucy. La joven se sintió sorprendida al notar que eso la lastimaba.

CAPITULO 3 D URANTE el resto de la semana, Lucy evitó acercarse a la mansión y como

resultado no vio a Saul. Sin embargo, Tara sí lo había visto y de pronto parecía que aquel extraño se habia convertido en su héroe. George Martin no fue un hombre que se interesara mucho en sus hijas, y la pro funda desolación que embargaba a Lucy cada z que la niña iniciaba una charla con: “Saul dijo”. . . era perturbadora. ¿Estaría celosa? ¿De que? ¿Del hecho de que Tara parecía dispuesta a tras pasar parte de su cariño a Saul? O era porque la pequeña encontró en él, la imagen paterna que siempre anhelé tener y que le fue negada? Lucy no lograba encontrar una respuesta.

Saul tenía cinco días de haber llegado cuando Fanny anunció que pasaría el día en Winchester.

Lucy aparté la vista de su taza de café. Los niños ya habían desayunado y jugaban afuera.

—¿Quieres llevarte mi auto? Fanny negó con la cabeza, —No, no te preocupes. Saul me llevará. La chica volvió a fijar toda su atención en el café; por lo que ella sabía, él no

había vuelto a la casa Dower después de su primera visita, así que Fanny debió ir a la m Pero, ¿sin consultarle que lo haría?

Era ridículo sentirse herida, pero así era. Ella y Fanny siempre se llevaron bien, a pesar de sus diferentes caracteres, y Lucy jamás imaginé que su madrastra la engañaría de manera deliberada.

—Quería hablar con él acerca del dinero de los niños. Aturdida, notó el tono defensivo en la voz de Fanny. —Después de todo, Saul ahora es el jefe de la familia ¿El jefe de la familia? ¿Qué rayos decía Fanny? Sabia que su madrastra podía

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ser muy tonta en ocasiones, pero, ¿acaso imaginaba que Saul cargaría con esa clase de responsabilidad?

—Fue muy amable y comprensivo —añadió la mujer—, y me llevará a ver al señor Patterson para que él me lo explique todo.

—Pero, Fanny. . . ya lo hizo. Philip Patterson, el abogado de la familia, las visitó antes y después de la muerte

de George Martin, para explicarles las cláusulas del testamento y la situación del dinero que su padre reservó para los niños.

—Si, pero habló contigo, no conmigo —insistió la madrastra. Lucy frunció el ceño. —Pero tú estabas presente... Sentada a la mesa frente a ella, Fanny encogió los hombros con indiferencia. —Pues sí, pero me encontraba muy alterada por lo de tu padre. No comprendí

nada de lo que dijo. Hubo un breve silencio mientras Lucy trataba de asimilar una extraña sensación

de rechazo que experimentaba, y luego Fanny prosiguió, desafiante: —Sé que no te agrada Saul, y que te duele que él ocupe el lugar de tu padre, pero

eso no significa que los demás debamos compartir tus sentimientos. La injusta crítica la hirió; fue tanto el dolor, que por un momento estuvo a punto

de romper a llorar. Fue debido a que nunca esperé eso de su madrastra, y no la fuerza del impacto, se dijo mientras trataba de dominar la amargura que amenazaba con invadirla. Fanny se equivocaba; Saul no le era antipático.

—Por suerte, él está consciente de tu apatía. Me conté que te encontró muy agresiva cuando vino aquel verano. Le expliqué que era algo muy natural. . . que sabías que tú no podrías heredar la mansión, y que él sería el siguiente dueño algún día. Era lógico que eso te hiciera rechazar su presencia.

Lucy abrió la boca y la cerró para reprimir las ardientes palabras que pugnaban por salir de sus labios. Estaba furiosa, como no lo había estado en mucho tiempo. ¿Cómo se atrevía Fanny a sacar deducciones acerca de sus sentimientos y sus actos? ¿Cómo osaba comentárselo a Saul como si fuese un hecho? Pasó mucho tiempo antes de que pudiera controlarse lo suficiente para responder con calma:

—Te equivocas, Fanny; no resiento su presencia y tampoco me des —quería explicar a su madrastra la culpa que la embargaba por lo ocurrido en el pasado, mas no pudo hacerlo porque la ira le formó un nudo en la garganta.

Una hora después, cuando llegó Saul, Lucy se enteró de que los niños los acompañarían al paseo.

La joven no bajó, pues no confiaba en sus reacciones cuando lo viera cara a cara. Sin embargo, algo resultó muy claro; no podía permitir que todos creyeran que se dolía por el hecho de que él hubiese heredado la mansión. Cuando estuviera más tranquila iría a verlo y le explicaría la verdad. Le horrorizó la descuidada revelación de Fanny acerca de lo que su madrastra y Saul habían habla do, y el orgullo que le impidió ofrecerle una disculpa por su actitud de hacía doce años, tendría que ser sacrificado

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en aras de la ver dad. No podía permitir que él pensara que era lo bastante tonta y testaruda para resentir su presencia en la mansión. -

Desde su cuarto oyó que los niños corrían, escuchó puertas que se cerraban y luego el ronroneo del auto de Saul cuando se alejaban.

Parada frente a la ventana de su habitación, mientras veía desaparecer el vehículo por la vereda, volvió a sentirse desolada. ¿Sería posible que eso fuera una reacción tardía a la muerte de su padre? En aquella época estuvo bastante ocupada para llorar y luego se enteró del secreto acerca del origen de Oliver.

Si alguien debía tener algo en contra de Saul, debía ser el niño, pero en realidad, no había motivo para eso. Su padre dejó suficiente dinero para asegurar el futuro del chico, en tanto que la herencia del primo era más un estorbo que una ganancia.

La soleada mañana se volvió deprimente y a la hora del almuerzo comenzó a llover. Lucy pasó la tarde en el agradable salón- estudio que ella misma acondicionara y bordó el nombre de Oliver en su nueva ropa escolar.

A media tarde escuchó la llegada de un auto, y aunque su cuerpo se puso tenso, vibrante como si alguien le hubiese tocado un nervio, no intentó levantarse.

La puerta del estudio se abrió y apareció en el rostro de la chica una serena sonrisa fingida.

Pero no eran Fanny y los niños quienes se encontraban en el umbral, sino Saul. El rostro de la joven se tomó severo, al tiempo que un violento estremecimiento la recorría.

El se detuvo un momento y el corazón de Lucy dio un vuelco como si quisiera salir de la cárcel de su pecho.

—Te asusté, lo siento. Fanny me pidió que viniera a decirte que ella y los niños volverán después de la cena. Se encontraron con un viejo amigo de tu padre, en Winchester, un tal coronel Bishop, y él los invitó a cenar.

—Gracias. . . yo. Tenía la lengua torpe y sus labios no podían pronunciar ningún sonido. Gracias a

Dios que él suponía que sólo la había sobresalta do. Si supiera la verdad. . . ¿La verdad? ¿Cuál? Que algo en ese hombre alto y de ojos fríos la conmovía de una manera tan poco común, que una parte de ella se empeñaba en repudiarlo, al tiempo que la otra deseaba que la aceptara en el íntimo círculo de su vida.

A los veinticinco años Lucy se creía demasiado vieja y sensata para caer en el error de enamorarse. . . eso era cosa de adolescentes. Entonces, ¿por qué la afectaba tanto ese hombre? La culpa que sentía no era suficiente para explicar lo que experimentaba por él.

—Muy hogareña. El veía la ordenada pila de prendas que ya había terminado de bordar. —Son de Oliver —no sabía lo que decía; estaba dominada por la necesidad de

absorber cada detalle de Saul, mientras se debatía entre el deseo de prolongar ese íntimo momento y la premura de terminarlo cuanto antes—. Empezará a asistir a la escuela en septiembre.

Page 22: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

—Si —frunció el entrecejo—. Tu padre fue muy generoso con su hijastro, más que con Tara o contigo.

—El era un hombre anticuado; tenía la idea de que los chicos necesitan recibir una mejor educación que las mujeres —le dedicó una tímida sonrisa y suspiré aliviada al ver que la expresión ceñuda desaparecía.

—Te debo una disculpa. Las palabras fueron pronunciadas de manera repentina, y él volvió el rostro para

que Lucy no pudiese ver la expresión de sus ojos. —Hasta hoy me he dado cuenta de la enorme responsabilidad que tu padre

depositó en ti. El corazón de la joven dio un vuelco. ¿Acaso Fanny le contó la verdad sobre

Oliver? Sus siguientes palabras hicieron ver que no fue así: —Philip Patterson me dijo que tú eres quien cuida a los chicos. —Mi padre me nombró su guardiana a igual que a Fanny —reconoció Lucy—. Supongo que temía que Fanny no pudiese arreglárselas sola. .

. en el aspecto emocional, no en lo económico. —Así que te asigné el cuidado de dos niños, además de tu madrastra. ¿Acaso o

Fanny no pensaron en que tal vez querrías vivir tu vida? ,Que desearías casarte. . . tener tus hijos propios?

—El hizo lo que consideró mejor. . . para todos —contestó Lucy con suavidad—. Fanny.

—Ella es una mujer muy insegura. El se volvió entonces a mirarla y, de manera sorprendente, sonrió. El gesto tuvo en ella un efecto asombroso. . . electrizante. Se sintió flotar. Dejó

su costura y se levantó. —Mi madrastra me dijo esta mañana que. . . que tal vez tú creías que yo resentía

el hecho de que hubieses heredado la mansión —fijó la vista en sus manos entrelazadas y reunió el valor para continuar. La sonrisa de Saul murió y cuando ella volvió a mirarlo a los ojos, estos parecían muy fríos.

El no hizo ningún intento para animarla a continuar, así que Lucy lanzó un trémulo suspiro y prosiguió con dificultad:

—Quiero que sepas que no se trata de eso. Siempre supe que tú la heredarías y eso jamás me molesté. De hecho, Neville tal vez.

—se interrumpió y mordió su labio inferior; no quería utilizar a su otro primo como una excusa de su comportamiento anterior—. Considero que la mansión es más bien un peso para ti y no una ganancia —lo miró con seguridad a los ojos.

—Ya veo. . . y debido a que no estás molesta conmigo, has evitado que nos encontremos desde que llegué, ¿verdad?

Su voz era muy serena, pero vibraba con tal cinismo que la hizo desesperar No era así como imagino que le ofrecería sus disculpas y una explicación.

—Incluso Oliver y Tara me consideran un intruso. . . y eso no lo aprendieron de

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Fanny. —No, sino de mi padre. Habló sin pensar y se puso furiosa consigo por haber hecho esa confesión. —De acuerdo, entonces no estás resentida conmigo. Muy bien. Por algún motivo él estaba molesto, una expresión cínica endurecía sus rasgos.

Saul se volvió y de forma instintiva, Lucy supo que se marcharía. Con angustia, alargó una mano y tocó su brazo, mas luego la retiró de inmediato cuando percibió el calor de su piel y la dureza de los músculos cubiertos por la manga de la camisa.

El la miró, ceñudo, con detenimiento. La tensión resecó la garganta de Lucy, y nerviosa, se humedeció los labios con la lengua mientras veía cómo se entrecerraban los párpados de Saul. El esperaba y ella sabía que no aguardaría para siempre.

—Te debo una disculpa —aspiré profundo para tranquilizarse. El no se había movido, pero la joven pudo percibir una actitud expectante que hacía más tenso el ambiente.

—Una disculpa que debí ofrecerte hace doce años —continué con voz con dificultad—. Ese verano, cuando estuviste aquí, me comporté de manera terrible, y quiero que sepas que siempre lo la menté. Tenía la esperanza de que, cuando volvieras esta vez, podríamos empezar de nuevo. . . —hizo una mueca—, que incluso hubieses olvidado mi crueldad. Temo que ese verano fue muy traumático para mí; acababa de perder a mi madre. . . y en esos días era muy joven para comprender las intenciones de Neville. Aunque no intento culparlo por todo; sabía que él procedía mal, pero entonces creía que estaba enamorada de él. . . Bien, basta decir que ya sé lo que es. . . y lo que no es. - . y que no arrepiento de lo que hice. No porque supiera que tu heredarías la mansión; habría lamentado mi actitud anterior aunque otra persona, sin embargo, al saber que tú también atrapar un momento emocional muy difícil, y que tenías problemas familiares, hizo que me sintiera peor.

—¿Por qué no me dijiste esto cuando llegué? .-preguntó con voz baja. —Quería hacerlo, aunque confieso que tenía la esperanza de que no fuese

necesario; que tal vez tú querrías borrar el ayer, tanto como yo, y que empezaríamos de nuevo. Luego, cuando me di cuenta de que no habías olvidado. . . pensé que primero necesitarías tiempo para conocerme, para que mi disculpa tuviese más valor. . . más sinceridad.

Por un momento, pensó que él se vo1veria para marcharse sin hablar una palabra y el dolor que estalló en su interior fue insoportable, mucho más intenso que el que le habría provocado su orgullo herido.

Saul se volvió, sus párpados entrecerrados cubría la brillantez de sus ella casi pudo ver lo que ocurría en su mente. Asumió que valoraba sus palabras y que las sentía vacías; as de pronto una tenue sonrisa curvó sus labios.

—También fue un verano terrible paja mí. Sabía que mis padres pronto se divorciarían y cuando me enviaron a Inglaterra, sin saber qué sería de mí y sin poder hacer go al re me puse furioso. Imagino que los dos nos encontrón trabamos muy doloridos y la presencia de tu primo no facilitó las cosas.

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—No. No era necesario decir que sin Neville, tal vez hubiesen encontrado una forma

de superar la desconfianza que experimenta ron el uno por la otra, pero Lucy no pretendía decir que ya sabía qué clase de hombre era su primo materno.

—Entonces, ¿me perdonas? Las palabras temblaron en el vacío, su voz parecía muy suave y vacilante. Saul sonrió y se inclinó hacia ella, al tiempo que Sujetaba sus delicadas muñecas. —¿Como puedo negarme cuando me miras así? Lucy no perdió por completo la noción de la realidad y logró contestar con cierta cordura: —Supongo que sería muy sencillo, si sólo evocas lo cruel que Fui. —Sí.. . Hiciste muy claro que no me querías aquí —lanzó una ronca risita y sus

ojos se tornaron cálidos—. Mi orgullo de adolescente recibió un fuerte golpe cuando me trataste con tanta frialdad.. . recuerdo que eso fue algo que Neville disfrutó muchísimo.

El notó la expresión de extrañeza en ella y sus labios se curvaron con ironía. —¿Qué sucede? ¿Acaso no imaginaste que un chico de dieciséis años puede sentirse herido por el rechazo de una chica de doce? —Yo tenía doce años y tú casi diecisiete —le recordó, ronca. —Y esa edad es suficiente para darse cuenta y apreciar los encantos de una

chica que está a punto de convertirse en mujer —la miró con detenimiento y volvió a reír—. ¿No te percataste después, al repasar lo ocurrido, que nuestro mutuo antagonismo pudo a una gran atracción, aunque entonces sólo fuese emocional y no física?

¿Se habría dado cuenta? ¿Sería por eso que Saul la fascinaba ahora de aquella manera? Con sobresalto se dio cuenta de que él hablaba de una atracción mutua. ¿Acaso eso quería decir que?.

—Ya que hicimos las paces, tal vez debamos sellar el trato de la manera acostumbrada. Asumiendo que tal vez quisiera apartarse, los fuertes dedos estrecharon las

delicadas muñecas para impedirle escapar, y luego con los ojos fijos en los de Lucy, añadió con fingida indiferencia:

—Sin el sello, el acuerdo de paz podría quedar sin validez. Y despacio, la soltó para dejar libres sus manos. Sin saberlo, ella se movió, se inclinó con debilidad hacia él y es tuvo consciente

del calor y la fuerza del cuerpo masculino. Los ojos de Saul brillaban provocativos, seductores, poniéndola tan nerviosa como una adolescente. Y luego la cabeza masculina se inclinó hacia ella, al tiempo que los fuertes dedos se hundían en la rubia cabellera que cubría su nuca para hacerla inclinar la cabeza de tal manera, que los labios de Lucy estaban en el ángulo adecuado para recibir los de Saul.

No hubo nada violento o demandante en el tibio contacto de sus bocas; nada en

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absoluto en aquel beso fraternal que justificara la explosión de sensaciones que nubló el cerebro de la chica.

Mientras la besaba, ella cerró los ojos de manera automática, mas cuando él se apartó, la sensación de abandono fue tan intensa que Lucy abrió los párpados.

Durante lo que pareció una eternidad, la contempló a los ojos, y luego enmarcó el hermoso rostro con sus manos, mientras un de do exploraba la húmeda suavidad de los labios femeninos.

Ella respondió de manera instintiva; echó hacia atrás la cabeza, al tiempo que permitía que él la acercara más a sí, hasta que al fin pudo percibir el intenso latir del corazón de Saul contra su pecho.

Con los ojos abiertos, observó el lento descenso de la negra cabellera, antes que sus párpados se volvieran más pesados y se cerraran. En esa ocasión no hubo nada fraternal en el contacto de la boca que invadía ¡a de ella.

Ansiosa, respondió al apasionado beso y se entregó por completo al deseo que despertaba en su interior que antes la habría horrorizado; era como si se encontrase presa de un extraño instinto que le decía que con ese hombre siempre estaría a salvo, sin importar las alturas de la pasión que la hiciera escalar.

Cuando él la soltó, Lucy notó que él no había estado reluctante y comprobó sus sospechas cuando vio un destello en la oscura profundidad de los ojos grises, el cual confirmó que el beso lo afectó tanto como a ella.

Mas una vez que estuvo libre y que su cuerpo no se encontraba cautivo del calor de Saul, Lucy se obligó a pensar que seria una tontería buscar algo más en un simple beso, así que retrocedió un poco y dijo con toda la frivolidad de que pudo hechar mano:

—Bien, ya somos unos primos amistosos. La sonrisa que iluminó la expresión de Saul agitó su corazón. Con la vista fija en

la boca femenina, contestó en un susurro: —Así lo espero. Aún seguía aturdida cuando llegaron los demás a casa. Oliver no dejaba de

comentar las historias de guerra, y Tara, anciosa, de los cachorros de una perra que necesitaban un buen hogar.

—Tom es un hombre encantador —informó Fanny cuando los niños se fueron a dormir—. Y muy atento. Me dijo que creía que yo necesitaba descansar un poco. . . tomar unas vacaciones. Por supuesto, contesté que eso sería imposible. Para empezar, no tengo dinero, y además, no podría marcharme y dejarte sola con la responsabilidad de los niños.

Al principio quiso mostrarse de acuerdo, pero después Lucy pensó que su reciente irritación con Fanny tal vez se debía a que las dos aún sufrían los efectos de la muerte de su padre y, si era ese el caso, quizá fuera una buena idea que su madrastra tomara un des canso.

—Si quieres irte, estoy segura de que las cosas podrían solucionarse —sugirió,

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con esperanza. —¿De veras? —de inmediato Fanny pareció animarse—. Tom mencionó que un

amigo suyo tiene un apartamento en Marbella, y está seguro de que podría alquilarlo durante un mes a un precio mínimo.

Lucy tenía serias dudas al respecto, pero no contestó. No carecía de dinero, así que si Fanny quería, podría marcharse. Lucy estaba decidida a tomar una actitud responsable respecto a la custodia de los niños, pero no tenía derecho de controlar los gastos de la mujer o decirle en qué podía gastar su pensión.

—Creo que nos haría bien a las dos —contestó la chica—. No estamos acostumbradas a vivir tan cerca una de otra. La casa Dower es bastante grande en relación a otras casas, pero resulta diminuta al lado de la mansión.

—Oh, Lucy, eres adorable. Su madrastra la abrazó con gran entusiasmo. —Lamento haber estado tan irritante estos últimos días, pero estoy perdida sin

tu padre. ¿Quieres que hable con Saul y le diga que yo estaba en un error. . que no te es indiferente?

Lucy sacudió la cabeza y le dedicó una suave sonrisa. —No. . . ya lo hice —.contestó, irónica—. ¡Personalmente! Dos días después, todo estuvo listo. Fanny volaría a Marbella ese fin de semana,

y pasaría quince días en el apartamento del amigo del coronel. Durante esos dos días, Lucy vio a Saul en varias ocasiones; no ocurrió nada

especial entre ellos, no hubo referencia alguna a la forma como él la besó o a la apasionada respuesta de la joven, sin embargo, Lucy notó un cambio radical en el comportamiento de• Saul hacia ella y disfrutó de ese enorme placer, como una gata que se tendía para tomar el sol después del frío invierno.

Sin saberlo, también hubo un sutil cambio en ella, un cierto lo que, femenino que la hacía más atractiva. . . más suave. Tará lo noto.

—De veras me gusta vivir en esta casa —confesó a Saul una mañana, cuando la encontró en el establo, donde el insistió en que permaneciera Harriet—. Y a Lucy también. Ahora siempre ríe. .y no deja de abrazarme. ¡Eso me gusta!

La chica, quien entraba al lugar en busca de su media hermana, escucho las últimas palabras y se ruborizo con intensidad Saul la observo y sonrió divertido cuando ella se dio la vuelta para salir del establo; el se detuvo Junto a la joven y murmuró a su oído:

—¡A mi también me gustaria! CAPITULO 4 D ESDE entonces, pareció que tanto ella como Saul poseían un radar interno que

los hacía acercarse al mismo lugar, al mismo tiempo. Cada vez que eso ocurría, Lucy sentía que aún estaba en edad para enamorarse.

El sólo tenía que mirarla y sonreír para que se incendiaran sus entrañas y su corazón se agitara. Con cada sonrisa, con cada gesto insignificante, Saul le decía que compartía

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sus sentimientos. En apariencia, su actitud hacia ella no era la de un amante, pero los sentidos de Lucy, tan sincronizados con los de él, le decían que Saul se daba cuenta de lo que le provocaba, cada vez que ponía una mano en su brazo mientras hablaban, o al apartar un rizo rebelde de su rostro con delicadeza. Y los ojos grises le aseguraban que él disfrutaba de ese contacto tanto como ella, y prometían que lo que sucedía entre ellos era solo un presagio de lo que ocurriría después

Lucy le agradeció que no la presionara, sus sentimientos por el eran lo bastante intensos para ponerla nerviosa Un deseo tan frenético y voluptuoso era desconocido para la joven y, aunque su contacto la deleitaba, era perturbador darse cuenta de lo vulnerable que era ante el siempre charlaron de cosas sin importancia; ella le contó del viaje de su madrastra a España y él sugirió que, como su auto era más grande, llevaría a Fanny al aeropuerto y agregó que, si ella lo quería, podrían aprovechar el resto del día, pues la mujer abordaría el avión por la mañana, y ellos podrían viajar hasta Londres con Oliver y Tara. Lucy contestó que hablaría al respecto con los niños, aunque sabía que ellos no se negarían.

Fanny estaba muy nerviosa el sábado por la mañana, comenzaba a arrepentirse de su decisión, pero cuando Saul detuvo el auto frente a la casa, pareció recuperar el ánimo.

Muy pronto todos se encontraron en el coche; Fanny y los niños en el asiento posterior y Lucy al lado de Saul.

Mientras cruzaban las rejas, él redujo la velocidad y luego se detuvo cuando vio que el cartero se acercaba.

—Empiezan bien el día —comentó sonriente al tiempo que entregaba unas cartas a Lucy, y luego se inclinó hacia Saul para entregarle la abultada correspondencia, la cual llevaba estampillas de los Estados Unidos. Al parecer eran cartas de negocios y de pronto la joven se dio cuenta de lo poco que sabía de la vida que su primo llevó en su país. Como si hubiese escuchado sus pensamientos, él sonrió antes de echar un vistazo; ceñudo, a las misivas.

—Son de mi compañía, al parecer. Tuve que pedir un permiso para venir aquí, sin embargo los negocios no esperan.

Sus palabras insinuaron a Lucy que la estancia de él en Inglaterra no sería permanente. Sin duda pronto pondría en venta la mansión para volver a los Estados Unidos. Un manto frío envolvió su alma. ¿Qué ocurriría con ella? Si él le pedía que lo acompañase,. ¿lo haría?

Su corazón dio un vuelco; iría a cualquier parte con él, reconoció nerviosa, o al menos, eso haría si estuviese libre Debía considerar su obligación con Oliver y Tara. . . Se estremeció, dominó una oleada de desolación y Saul, verla, la contempló con el entrecejo plegado.

—¿Tienes frío? Ella negó con la cabeza y guardó silencio mientras que recordaba que conocía a

Saul desde hacía muy poco tiempo; muy poco para creer que, sin él, su mundo estaría vacío.

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--¿Cansados? —les preguntó Saul. Los niños asintieron, mientras Lucy los acomodaba en el auto. Después de despedir a Fanny, fueron a Londres y pasaron varias horas en el

zoológico antes de almorzar. Después hicieron un recorrido en autobús por la ciudad, y tomaron el té de la tarde en el hotel Grosvenor House. Luego un alegre paseo por el parque que dejó fatigados y felices a los niños.

S i no tuviésemos que pensar en ellos, sugeriría que termináramos el día cenando

en algún lugar —dijo Saul mientras conducía de vuelta a casa. Los pequeños dormían y Lucy se volvió para verlos.

—Fanny no es una madre muy cariñosa, ¿verdad? —comentó Saul. —Lo es a su modo —consideró prudente defender a su madrastra—. Los quiere

muchísimo. —Pero está dispuesta a dejar que u educación la lleves tú. —Yo también los adoro —contestó con suavidad. Recordó su profunda tristeza

interior, cuando pensó en la posibilidad de que él volviera a Estados Unidos. —Lo sé; sospecho que el hombre que se case contigo tendrá que hacerse cargo

de tus dos medios hermanos. ¿Acaso pretendía averiguar si quería que los niños vivieran con ella cuando se

casara? Hasta ese día, jamás había pensado en su futuro; el matrimonio le pareció algo muy poco probable, y además, una situación que no la atraía. Mas ahora.

—No necesariamente. Fanny es la madre y si me casara, estoy segura de que ella querría vivir con ellos. El dinero y la pensión que recibe, serían suficientes para que vivieran con comodidad, pero por supuesto, me gustaría permanecer en contacto con ellos.

—Vaya. . . Eso es extra. . . Después de todo, Oliver tiene aún a su padre; ¿o no?

Yo habría pensado que él se haría cargo de sostener al niño, y no tu padre. ¿Qué podía responder? La idea de que le mentía la hizo contestar con lentitud: —Mi padre adoraba a Oliver —después de todo, era cierto—. Era un hombre que

prefería a los hijos varones, y él y Fanny se casaron cuando el niño era muy pequeño. —Sí. . . De cualquier manera, ¿no te parece extraño que hiciera arreglos

económicos tan generosos para un hijo que no era suyo? ¿Qué contestaría? —El no permitía que cuestionaran sus decisiones —respondió, y aunque sabía que

era cierto, sus palabras no revelaban toda la verdad. Para apartarse de un tema tan peligroso, preguntó: —¿Qué intentas hacer con la mansión? Es obvio que no puedes conservarla. —¿No? Era más una pregunta que una aceptación y Lucy se volvió a mirarlo, intrigada. —Se necesitaría una fortuna para hacer que la casa esté habitable de nuevo —le

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recordó—, y aún así, los gastos de mantenimiento. —Sí, tienes razón, por supuesto. ¿No te une a ella ningún lazo emocional? Ahora era él el interesado, pero al menos esta vez podría responder con

sinceridad: —Por supuesto que sí, pero también soy práctica. Durante los últimos meses de la

vida de mi padre, tuve que hacerme cargo de los gastos de la propiedad y temo que eso me curó del sentimentalismo. Además, crecí con la certeza de que algún día tendría que marcharme.

—Sí, George resentía mucho eso, ¿verdad? Recuerdo que durante el verano que estuve aquí, él no dejó de mencionar cuánto le disgustaba la idea de que la propiedad quedase en mis manos. ¿Se sintió muy decepcionado cuando nació Tara? —preguntó de súbito.

Lucy inclinó la cabeza para ocultar su expresión. —Un poco —contestó, evasiva—. Es obvio que te diste cuenta de lo que él sentía

por la casa. . . y la familia. Hasta que murió mi madre, yo creí que los Martin eran inmortales, intocables y muy superiores a los demás. La muerte de ella me dio una lección.

—Así que no era resentimiento lo que experimentaste ese vera no. . . sólo dolor. —Sí —confesó. —Bien, todo eso quedó atrás —apartó una mano del volante para cubrir la de ella

por un momento; el contacto fue cálido y consolador. —No has ido a la biblioteca desde que llegué. Espero que no se deba a que no te

sientes bienvenida. Al principio fue por eso, además de su testarudo orgullo, mas en ese momento. - —No he tenido tiempo para trabajar en mi novela; de cualquier manera, el

manuscrito del primer tomo está terminado ya y lo tienen los editores. Iré a verlos la próxima semana, y aunque ya estudié los diarios y las cartas que servirán como información de apoyo, no quiero iniciar el segundo libro de la serie, hasta que hayan aceptado el primero.

—Debes ser una buena escritora para llegar hasta aquí —comentó Saul con admiración—. Sé lo difícil que es que alguien edite el primer

libro de un nuevo escritor, en especial cuando se trata de una novela. —La verdad es que tuve suerte de que mi tío me recomendara —le recordó Lucy, modesta. —Es cierto, pero si tu trabajo no hubiese tenido valor alguno, de nada habría

servido. Ella sabía que era cierto y experimentó un enorme placer al es cuchar los elogios

de Saul. Se dio cuenta de que eso fue lo que echó de menos’desde que muriera su madre. .

. alguien que compartiera sus alegrías y tristezas, sin importar lo sencillas que esas cosas fueran. Su padre jamás mostró interés en sus escritos, y Fanny, aunque gentil, consideraba que era una tontería que una mujer deseara trabajar para obtener su

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independencia económica. Por supuesto, contaba con su tío, a quien quería mucho, pero no lo veía con

frecuencia, en especial después que él se retirara, y el hecho de que ella y Neville ya no podían mirarse cara a cara hacía

que las visitas de Lucy a sus parientes fueran esporádicas. Neville tenía un apartamento en Londres, pero ella siempre se sentía un poco incómoda con su tía, quien adoraba a su único hijo. Su tío era un hombre gentil, y apacible que trataba de evitar a su hijo siempre que podía.

—¿En los libros relatas la historia de la familia Martin? —preguntó Saul de pronto. —Más o menos. Pretendo utilizar las partes más interesantes. . . como la historia

de la Martin que perdió un título nobiliario para la familia al negarse a compartir la cama del Príncipe Regente. Y por supuesto, hablaré de los negocios de la familia, en especial los que tenían en las Indias Occidentales. Aun que aún no he llegado a ese punto, deseo abordar el tema de la esclavitud, tal vez utilizando a dos hermanos. . . quizá gemelos, uno a favor y otro en contra. Quisiera revisar todos los documentos que hay en la biblioteca, si me lo permites.

—¿No habría sido más sencillo que los llevaras contigo a la casa Dower? —Sí, es cierto, pero son papeles de la familia, y creo que deben permanecer en la

mansión. —Tu punto de vista es muy distinto al de tu padre. Por las charlas con los

abogados, me enteré de que él logró vender casi todo lo que le habría producido ganancias.

Su crítica era justa y no podía rebatir. Siempre consideró deplorable que George se hubiese desprendido de las propiedades de la mansión. . . cosas que, si Saul las hubiera heredado, habría vendido para sostener la casa.

—Yo no soy mi padre. Fue todo lo que pudo decir, y por la caricia de su mano en la de ella, supo que él

comprendía sus sentimientos. Aunque no era muy tarde cuando llegaron, Lucy parecía muy cansada, así que se

acostó tan pronto como metió a los niños en la cama. Los primos se despidieron sin besarse, mas eso no le provocó decepción alguna.

La expresión de sus ojos antes de dejarla, le dijo que ya habría tiempo para ellos, y eso alivió un poco sus temores con respecto al inminente regreso de él a los Estados Unidos. ¿Le preguntó acerca de los niños porque quería pedirle que lo acompañara?

Tenía una cita con los editores el martes a la hora del almuerzo, y ese lunes,

Lucy fue a visitar a la esposa del vicario, para pedirle que cuidara de Oliver y Tara durante el día. Cono ció a Nancy Smallwood desde que era una niña; la hija de ella, Verónica, era mayor que Lucy y ya era casada y tenía dos hijos.

—Me encantará atenderlos —aseguró Nancy con ternura—. Verónica vendrá con Daniel y Amanda esta tarde. . . cuidaré a mis nietos durante una semana para que ella y

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Rayan puedan descansar. . . así que los cuatro chicos podrán jugar juntos. ¿Cómo está. Saul? —preguntó de pronto; Nancy lo conoció durante el verano que él pasó en la mansión, hacía doce años.

—Bastante bien. Oliver se opuso a su presencia al principio, pero ahora lo adora. —Oh, bien, eso no está mal. Un chico de su edad necesita tener a un hombre a

quien poder imitar. ¿Saul pretende quedarse aquí? —No lo sé. No creo que pueda conservar la mansión’. . . eso le costaría una

fortuna. —Si. Entonces, ¿ qué hará. . . crees que la venda? —Supongo que sí; no ha discutido el tema, pero no me parece que tenga

alternativa. Y será difícil encontrar un comprador. —Podrían convertirla en un hotel de primera clase. . . o una es cuela. Incluso en

un hospital. Tenía razón y Lucy frunció el entrecejo. La última vez que vio a Neville, él le

habló de un consorcio que podría interesarse en comprar la mansión, pero conociéndolo a él y a sus tretas, dudaba que cualquier negocio con los amigos de Neville tuviera algún beneficio para Saul. Con preocupación, recordó la actitud hiriente del primo materno cuando habló de Saul la última vez que charla ron.

Hubo una gran antipatía y desprecio en sus comentarios acerca de la posición económica de Saul y su inteligencia. Lucy sonrió con sarcasmo; Neville recibiría una lección cuando se enterara de que Saul no era el pobre campesino que él creía.

Cuando llegó a la mansión, no halló señales de Saul y la señora Isaacs le informó que él había salido para atender un asunto de negocios.

—Recibió una llamada telefónica de Estados Unidos esta mañana —comentó el ama de llaves, pero la joven se negó a conocer más detalles, así que buscó a los niños y le dio las gracias por haberlos cuidado mientras fue a la vicaría.

Algunas dudas de último minuto acerca de su libro, hicieron que Lucy se sentara frente a la máquina de escribir esa tarde. Su estudio se encontraba en la parte posterior de la casa, así que no advirtió la llegada del primo americano, hasta que Oliver irrumpió en la habitación.

—Saul está en la cocina con Tara y quiere verte. Lucy se levantó, flexionó sus rígidos músculos y siguió al niño. Saul se encontraba apoyado contra el borde de la mesa, con la espalda vuelta

hacia ella y la cabeza inclinada hacia Tara, quien le confiaba, con emoción, de sus esperanzas de obtener un premio con Harriet en la próxima exhibición equina del pueblo. Al entrar, la chica escuchó que Saul respondía con seriedad los comentarios de la niña.

El fuerte y bronceado cuello aparecía desnudo y el negro cabello se rizaba en la nuca. Lucy dominó el impulso de alargar una mano para acariciarlo, presa del deseo de besar su piel morena y aspirar su masculino aroma.

Casi como si sus pensamientos lo hubiesen tocado, Saul se volvió y sus ojos se oscurecieron al encontrar el mensaje escrito en la mirada de la joven. Un intenso

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rubor tiñó las mejillas de Lucy; jamás experimentó un deseo tan intenso. ¿Acaso Saul estaría escandalizado al descubrirlo? ¿O divertido?

Una sensación de incertidumbre la invadió y se sintió tan avergonzada como una adolescente que había sido descubierta en la contemplación de su amado, y entonces, Saul sonrió. Su voz era suave y seductora y provocó un estremecimiento de placer en Lucy cuando dijo:

—Sé que mañana estarás ausente casi todo el día, por eso vine a ver si querías cenar conmigo por la noche. Tara me ha dicho que hiciste arreglos para que ella y Oliver se queden en la vicaría.

—Sí. . . Yo. . . Me encantaría cenar contigo. El notó su profunda confusión, pero no había ironía o sarcasmo en sus ojos

cuando se acercó a ella, sólo una intensa ternura que la dejó aturdida y temblorosa. —¿A qué hora te irás? —Muy temprano —contesto— Debo dejar a los niños en el pueblo. —Entonces, imagino que no querrás desvelarte esta noche —sonrió, tierno de manera muy sensual Si Tara y Oliver no hubiesen estado

presentes, ella podía asegurar que la habría besado El corazón de Lucy comenzó a latir con frenesí y un estremecimiento de excitación la recorrió.

Me simpatiza Saul, ,y a ti —pregunto Tara mientras cenaban— Es agradable, , —Muy agradable —contesto Lucy, aunque reconocía que “agradable” no describía

a Saul como era en realidad Como el mismo comentara, ella tenia intenciones de acostarse temprano, pero

aunque se metió en la cama, no logro dormir de inmediato, su mente no estaba puesta en la cita con los editores, si no en la invitación que le hiciera Saul. Adonde la llevaría ,A un sitio tranquilo y discreto ,A un lugar propio para los amantes Parecía increíble que ella, quien siempre fuera cautelosa y reservada en todo lo referente a los hombres, de pronto estuviese tan ansiosa por la pasión de un hombre. Aunque una parte de ella se horrorizaba por la intensidad de sus sentimientos hacia su primo, la otra parte de su ser se estremecía de emoción ante la idea de aceptar que deseaba a ese hombre con locura Su falta de interés por los caballeros no la preocupó antes siempre estuvo muy ocupada para darse cuenta de su propia indiferencia mas ahora experimentaba placer en las sensaciones que el le producía

Cerró los ojos para recrear la presión y el calor de su boca en la de ella, la caricia de sus manos en su piel Las sensuales imágenes que cruzaron por su mente formaron un nudo en sus entrañas y le provocaron un fuego interno hasta entonces desconocido por Lucy Se humedeció los labios resecos, y los capullos de sus senos florecieron a través de la suave tela de algodón del camisón

De forma repentina, la noche se volvía agobiante, y el calor y la tensión de su cuerpo le impidieron dormir. Deseó que esa fuese la noche siguiente y que Saul estuviera a su lado

Diciéndose que ese anhelo de ser amada era poco digno y ridículo en una mujer

Page 33: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

de veinticinco años, trató de controlar sus inquietantes y se preparó para dormir. CAPITULO 5 U NA oleada de calor londinense le golpeó el rostro al apearse del taxi. Los

editores tenían una oficina ubicada en una de las zonas más tranquilas y elegantes de la ciudad.

Dio su nombre a la recepcionista. . . una chica de aspecto muy mundano y pulido, desde las inmaculadas uñas de las manos hasta el peinado perfecto. En otra época, tal visión la habría atemoriza do, mas ahora podía sonreír sin envidia ante el aspecto citadino de aquella joven, e incluso sentir cierta compasión por ella, debido a que se encontraba encerrada allí, en el corazón de la calurosa ciudad, y porque no volvería a su casa para cenar con Saul.

Esperó como diez minutos para entrar a vez a su editora, y pasó ese tiempo observando los libros que tenían exhibidos en la zona de la recepción. Allí se especializaban en trabajos de ficción y tenían varios autores famosos en sus listas.

—La señora Francis puede recibirla. Obediente, Lucy siguió a la recepcionista a una pequeña oficina. —Lucy, ¿cómo estás, querida? Beverley Francis era una mujer de baja estatura, y tenía el oscuro cabello

salpicado con algunas canas. Ella y el tío de Lucy estuvieron juntos en Oxford. Beverley Francis tenía el aspecto de una mujer que estaba segura de su lugar en la vida.

Penetrantes ojos castaños estudiaron a Lucy cuando ella se sen- —Pareces cansada y no me sorprende. El otro día tu tío me dijo que las cosas no

han sido nada fáciles para ti, desde que tu padre murió. —Oh, no la he pasado tan mal. Hubo algunos problemas, pero ya han sido

resueltos. —Vaya.. . ¿Supongo que vives con tu madrastra y sus hijos? Lucy notó el tono de

crítica en las palabras de la editora y de in mediato se .puso a defender los actos de su padre:

—Fanny no está preparada emocionalmente para enfrentar las dificultades por ahora.

Mientras veía las finas facciones de la chica, Beverley Francis condenó la desconsideración de un padre que puso en los hombros de la joven el peso de la responsabilidad de su segunda esposa y su familia. Ella también tenía dos hijastras.. . Las dos casadas ya eran dos chicas que querían a Beverley, pero que de ninguna manera estarían dispuestas a aceptar el papel que habían impuesto a Lucy.

—Escucha, reservé una mesa para la una —y consultó su reloj—. ¿Quieres que nos marchemos para discutir nuestro negocio mientras almorzamos?

Cuando Lucy aceptó, la editora se levantó y recogió su bolso de mano y una libreta.

Page 34: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

El propósito de la entrevista no volvió a mencionarse hasta que sirvieron el guiso principal. La charla durante ese tiempo se enfocó en el tío de Lucy y los años que él y Beverly pasaron juntos en Oxford.

—Estamos encantados con tu trabajo —dijo la editora, sin rodeos, y observó cómo desaparecía la tensión del rostro de la joven—. Tienes talento para escribir. Por supuesto, debemos corregir algunas cosas, pero no será nada drástico, y te aseguro que estamos dispuestos a publicar tu libro. ¿Cuánto has escrito con tu segunda obra?

—He hecho muchas investigaciones, pero nada más. Ya sé qué pretendo escribir y cuál será la trama central de la historia, pero aún no me decido acerca de detalles secundarios. •

Beverley escuchó con atención mientras Lucy exponía-sus ideas para el segundo libro, y la interrumpió en ocasiones para sugerir o conducir a Lucy por caminos alternos en los que no había pensado.

Cuando terminaron de comer, la chica se sentía entusiasmada y ansiaba volver al trabajo. Su proyecto sufrió un retraso por la enfermedad de su padre, y después se encontró muy ocupada con los problemas familiares para concentrarse en escribir. . . incluso comenzó a sentirse un poco reacia a continuar. Mas en ese momento todo eso desaparecía y quería volver al trabajo de inmediato. Cuando le dijo esto a Beverley, la editora rió.

—Para eso somos los editores. . . para inspirar a los escritores, no para desanirnarlos.

Después discutieron los pequeños cambios que Beverley quería hacerle al manuscrito y cuando al fin salió de la oficina, a media tarde, Lucy estaba feliz y emocionada. El trabajo de edición sería mínimo.. . sólo un proceso que serviría para corregir diminutos detalles, como Beverly aseguró.

Cuando llegó a la estación, no tuvo que esperar mucho la llega da del tren. Al abordarlo, miró con expresión culpable el paquete que llevaba consigo. El traje se seda que vio en un escaparate de Bond Street, era demasiado hermoso para resistir la tentación de comprarlo y la forma como la delicada tela se amoldaba a su cuerpo,, trajo a su mente eróticas imágenes, como las que la asaltaron la noche anterior. Se lo pondría esa noche. . . para Saul.

La adrenalina que fluyó por sus venas toda la tarde, aumentó de cantidad cuando el tren se acercó a la estación. Se apeó, y con el corazón agitado, se dirigió hasta su auto.

—¡Lucy! Un profundo placer la sacudió al oír la voz de Saul. El caminaba hacia ella, con

una enorme sonrisa, y la joven se detuvo para aguardarlo. —Pensé en. venir por ti. . . por si habías olvidado nuestra cita. ¿Olvidarla? La

sonrisa de Lucy se amplió ante aquella absurda idea. Su coche estaba estacionado a cierta distancia de allí, y al volverse a mirarlo, recuperó la cordura necesaria para preguntar, casi sin aliento:

—Pero, ¿cómo sabías en qué tren vendría?

Page 35: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

Saul rió, y su tono se volvió un poco irónico al contestar: —No lo sabia, así que he esperado varias horas. El gesto de su boca la invitaba a compartir su humor, pero no podía. Estaba muy

feliz. Las lágrimas asomaron a sus ojos y se formé un nudo en su garganta, mezcla de placer y angustia. Hacía años que nadie se interesaba en ella lo suficiente para hacer algo así. . . de hecho, la última persona que la esperé en la estación fue su madre.

El poderoso cuerpo de Saul la protegió de las miradas curiosas; su mano fue gentil al hacerla volverse hacia él, y los ojos grises parecían inquietos y ensombrecidos al contemplarla.

—Lo siento. . . — rayos pensaría de ella? Se ruborizó, con vergüenza. Le debía una explicación, pera, ¿qué podía decirle, además de la verdad?—. Sé que creerás que soy una tonta, pero es que hace muchísimo tiempo que nadie se interesó en mí lo suficiente para hacer un sacrificio así.

Lo escuchó susurrar una maldición al tiempo que sus brazos la rodeaban; la fortaleza de su cuerpo le brindé calor y la cabeza de Lucy parecía encajar a la perfección en la curva del hombro masculino. Cerré los ojos, al percibir el suave contacto de los labios de Saul en su frente.

De pronto, él la aparté de sí y sus ojos brillaron de manera extraña. —Haces que me sea difícil tomar las cosas con calma —confesó, ronco. —Será mejor que vuelva sola a casa. . . no puedo dejar mi auto aquí —fue una

tortura separarse de él y sus sentidos cobraron vida al ver la expresión de los ojos grises.

—¿Una hora será suficiente para que estés lista? ¿Una hora? Separarse de él durante más de cinco minutos-sería un terrible

suplicio, pero de alguna manera logró asentir en silencio y luego darse la vuelta para caminar hasta su auto.

Más tarde, decidió que fue un milagro que pudiese conducir sin accidentarse. No podía recordar nada del trayecto a casa, sólo pudo pensar en la forma como la abrazó Saul, en la expresión de sus ojos, oscurecidos por el deseo.

Al de1 frente a la casa Dower, él pasó en su auto, hizo sonar la bocina y agité la mano.

Lucy tomé sus cosas y entró. De pronto, una hora le pareció muy poco tiempo para arreglarse. Estaba acalorada y sudorosa y quería tomar una ducha. Tenía que lavarse la cabellera, y también llamar a la vicaría para preguntar si no hubo problemas con los niños.

Hizo la llamada primero, y sintió alivio al enterarse de que todo estaba bien. —De hecho, iba a preguntarte si pueden quedarse aquí otra noche; están muy

entretenidos con Amanda y Daniel. —Pero, ¿está segura de que no será un problema? —De ninguna manera —la tranquilizó Nancy—. Estoy feliz. Acordaron que los recogería el jueves por la mañana. Cuando colgó el auricular, se dio cuenta, con cierto placer, de que tendría una

Page 36: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

segunda noche de libertad. . . una segunda noche en que.. . ¿Qué? - Se ruborizó ante la sensualidad de sus pensamientos y se llevó las manos a las

ardientes mejillas, al tiempo que se prevenía de que no debía dejarse llevar por sus emociones.

El color rosado del traje hacía resaltar muy bien su piel bronceada y los hermosos ojos de color castaño. Hacia calor, así que no se puso medias y las sandalias de tacón alto enfatizaron la delicada curva de sus pantorrillas.

Debido a la ansiedad que experimenté durante la enfermedad y la muerte de su padre, había perdido peso. . . quizá demasiado, decidió mientras se veía las esbeltas caderas y se preguntaba si Saul encontraría que esa delgadez era poco atractiva.

Se maquillé un poco, sólo lo suficiente para acentuar los pómulos, los labios y los ojos. El perfume era algo que pocas veces usaba. . . su estilo de vida se lo impedía; durante el día le parecía inocuo y como salía muy pocas veces, casi nunca adquiría colonias, pero esa noche se aplicó un poco de la loción para después del baño de Fanny. . . era un aroma que no reconocía bien, pero que en ese momento la envolvía como en una delicada nube de esencias.

Saul llegó con cinco minutos de anticipación, por lo cual se disculpo cuando ella abrió la puerta. Para Lucy, el saber que alguien estuviese ansioso por su compañía, era algo nuevo, tanto que un Sexto sentido le advirtió que no se dejara llevar por la emoción y el deseo que encontró en la mirada de Saul, porque podía ser algo efímero como un sueño.

Sin embargo, no había nada pasajero en la sonrisa que él le dedicó mientras admiraba su esbelta figura, antes de ayudarla a subir al auto, tampoco fue casual el roce de los dedos contra su piel, mientras él intentaba afianzarle el cinturón de seguridad.

El contacto le produjo a Lucy un delicado estremecimiento. Vio que los ojos masculinos se oscurecían y que el cuerpo de Saul se ponía tenso. Experimentó cómo el deseo florecía en su interior cuando se dio cuenta de que él compartía la misma pasión.

El restaurante estaba ubicado cerca del río. Lucy lo conocía por su reputación, pero jamás estuvo allí, y debido a que era martes, en el lugar había pocos clientes.

Como no se detuvieron a tomar una copa en el bar, Lucy pensó que Saul tenía apetito, pero mientras leía la minuta, el camarero puso en la mesa una botella de champán.

—Por lo que respecta a tu libro, no sé si esto debe de ser una celebración o una cena de consolación —susurró Saul cuando el camarero llenó sus copas con el dorado líquido—. Pero yo deseo brindar por mi buena suerte al encontrarme aquí contigo esta noche.

El vino fluyó por la reseca garganta de la joven; las burbujas deshicieron el nudo que la había enmudecido. Brindaron por los dos y luego por el libro de Lucy, cuando ella le contó los magníficos resultados de su entrevista.

La joven ordenó una fuente de melón, seguido por salmón, y se sintió ridículamente halagada cuando Saul pidió lo mismo. Parecía un buen presagio el que sus

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gustos fuesen tan similares: Conociendo la reputación del restaurante, Lucy sabía que la cena sería algo

espectacular, pero casi no se percató de lo que comía; estaba muy absorta en Saul, en escucharlo, en sólo observarlo.

El la pilló en una ocasión, sus miradas se encontraron y parecieron fundirse por un minuto. El corazón de Lucy comenzó a de tenerse y luego dio un vuelco y volvió a latir al ver que Saul alargaba una mano para tomar la suya.

—No puedo creer que esto sea cierto. Las palabras de él hacían eco de los pensamientos de Lucy, y ella hizo una mueca. —Lo se . . Parece un poco ridículo. —¿Ridículo? —la miró y luego sacudió la cabeza—. No; quizá milagroso. . . pero

ridículo. . . nunca. He esperado mucho tiempo para sentir esto por una persona y ahora que me ha ocurrido, quiero saborear cada instante. . . No debemos precipitar las cosas, ni buscar la satisfacción física inmediata sin haber probado los exquisitos placeres del cortejo. Tengo veintinueve años y busco más que el sexo en una relación.

—¿Mas? —preguntó ronca, nerviosa. ¿Qué quería decirle? ¿Qué más? Lo vio sonreír y supo en ese instante, que sin importar cuánto tiempo viviese,

jamás olvidaría su sonrisa. —Oh, un compromiso.. . algo permanente. . Eso es lo que busco —contestó alegre,

pero sus ojos eran muy serios. El corazón de Lucy latía con apremio—. Te estoy presionando. . . algo que prometí no hacer. No es mi intención asustarte; hablemos de tu libro.

“Yo quiero hablar de ti”, quiso protestar Lucy, pero no podía discutir o hacer nada más que seguir sus órdenes. ¿Seria amor la inquietante y enloquecedora sensación que la abstraía? ¿Esa inexplicable felicidad que la invadía por el simple hecho de estar juntos?

Era tarde cuando salieron del restaurante. Como él iba a conducir, Saul insistió en que Lucy terminase con la botella de champán, y eso, añadido al vino con que acompañaron la cena y al brandy que tomaron después, la hizo sentirse un poco mareada.

Una mano de Saul sujetó la de ella mientras caminaban hacia el auto. Luego sus brazos la rodearon al detenerse junto al coche y los labios masculinos se posaron en los de la joven, en una tibia caricia.

El deseo de abrazarlo, de aferrarse a él, era avasallador. Lucy tuvo que luchar contra sí para recordarse que se encontraba en un estacionamiento. Se apartó cuando la boca masculina terminó de hacer una sensual exploración en la suya.

—Bien hecho —bromeó ronco—. De lo contrario, quizás habría olvidado mis buenas intenciones.

—Tal vez eso es lo que deseo que hagas. . . pero en un lugar más íntimo —no podía creer que aquellas incitantes palabras hubiesen salido de su boca, pero así fue, y a juzgar por la ansiosa expresión de Saul y el destello de su mirada, él no se sorprendió.

—Un día, muy pronto, te haré recordar esas palabra

Page 38: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

—prometió y la soltó para abrir la portezuela del auto. Durante el trayecto a casa la ardiente pasión comenzó a desaparecer en Lucy.

Ahora sabía que lo deseaba con desesperación, que estaría dispuesta a entregarse si Saul se lo proponía.

La casa Dower apareció frente a ellos muy pronto; ninguno había hablado desde que abordaron el auto, pero las palabras no habían sido necesarias. Cuando Saul detuvo el coche, Lucy dudo un momento.

—¿Me invitas a tomar una copa? —le sugirió, seductor. Ella se volvió a mirarlo. ¿Habría adivinado su deseo a no terminar con la velada?

Al encontrar los ojos de Saul, supo que así fue, Era emocionante darse cuenta de que, oculta bajo aquellas palabras

convencionales y trilladas, latía una profunda y poderosa atracción. Parecía excitante seguir con ese juego, responder cor frivolidad al malicioso comentario e invitarlo a pasar, casi como s su sugerencia resultase aburrida.

La casa estaba a oscuras y él la siguió a la sala. Lucy percibía e calor del cuerpo masculino a sus espaldas. Sus delicados dedos encontraron el interruptor, pero el cerebro de la joven la atormentó con imágenes de Saul, alargando las manos para sujetarla, y obligarla a volverse para verla cara a cara.

—¿Tienes problemas? —indagó él. La frialdad de las palabras la hizo ubicarse en la realidad. Cuando la mano de

Saul le ayudó a accionar el interruptor, rozan- - do la de ella, la chica se preguntó si no estaría engañándose. No había nada insinuante en su voz en aquel momento, ni en su mira da.

Al menos, no lo hubo en ese momento., Lucy trató de tragar cuando vio la expresión de sus ojos y descubrió que tenía un nudo en la garganta.

—Lucy... Pronunció su nombre en un gemido de ansiedad contra su labios, y entonces la

boca masculina silenció toda respuesta. Uno de los dos temblaba con violencia.. ¿o serían los dos?. . La ardiente urgencia del beso era avasalladora. La intimidad de aquel contacto le robó el aliento, pero moriría si apartaba su boca de la de Saul. Su cuerpo se ceñía contra el de él, tibio, firme, y se sintió desesperada por la barrera que representaba la ropa. La boca de Saul abandonó la de ella y su lengua delineó los sensuales labios femeninos..

—Aceptar tu invitación fue una idiotez —susurró él—. Debí imaginar que esto ocurriría.

Sus palabras la dejaron fría, como si la rechazara. —Fuiste tú quien.. —Lo sé.. . lo sé —murmuró para acallar sus protestas—. Te deseo con locura

—añadió, ronco—. Y sé muy bien que cuando me marche, pasaré el resto de la noche despierto, anhelando tener te conmigo, pero debemos tomar las cosas con calma antes de permitir que nos aturda la pasión. Quiero conocerte a fondo. ¿Comprendes?

Lo entendía muy bien, de manera sorprendente, y su garganta se cerró cuando

Page 39: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

fue asaltada por una oleada de emociones. —Quiero algo más que hacerte el amor —agregó Saul—. Mucho, mucho más. Se inclinó hacia ella y sus labios rozaron primero los párpados, luego la boca, y

después la soltó. Ella abrió los ojos, despacio. —Ahora, sírveme una copa y mientras bebemos, recordaremos los viejos tiempos;

y luego, cuando haya bebido la taza de café que vas a prepararme, me levantaré, te desearé buenas noches y volveré a mi solitaria cama.

Y así fue. Más tarde, despierta y aún excitada, Lucy se debatió entre la alegría de sabor que Saul quería más que una relación basada en el sexo, y la profunda desilusión de haber descubierto que él poseía un tremendo control sobre sí. . . mucho. más firme que el de ella, reconoció, mientras percibía el cosquilleo que recorría su cuerpo al evocar su beso de despedida.

Hubo un momento en que notó que necesitaba hacer muy poco para hacerlo perder el control, para incitarlo a abandonar toda cautela.

La mano de él tocó uno de sus senos y acarició el oscuro capullo. Ella suspiró de placer al sentir que la besaba con vehemencia, para después, con lentitud, apartarse de ella, como si el hacerlo le resultase algo muy difícil.

Si ella lo hubiera detenido, ya serían amantes, pero Saul tenía razón; su relación, los sentimientos y la confianza recién conquistada, eran aún muy frágiles para enfrentarse al tormentoso mar de la pasión. La noche siguiente volverían a estar solos.

Se quedó dormida con ese pensamiento, aferrada a su recuerdo, mientras sus facciones se suavizaban para adoptar una expresión de anticipado bienestar

Siguiendo las recomendaciones de su editora, Lucy decidió que aprovecharía su

segundo día de libertad para trabajar con el segundo libro. Después de un ligero desayuno con tostadas y café, recogió sus cuadernos y la

máquina de escribir para dirigirse a la mansión. La señora Isaacs la recibió con una sonrisa cuando la vio aparecer. —El señor Saul me ordenó que la esperara —anunció—. Me in formó que usted

trabajaría en la biblioteca, pero que debía asegurarme de que comiera algo. El tuvo que salir, pero dijo que volvería para almorzar.

Al parecer, él “salía” con mucha frecuencia. ¿Quizá por algo relacionado con la casa? Hasta ese momento, no habían hablado de la mansión, ni de los planes que Saul tenía. . . estuvieron muy ocupados en hablar de cosas más importantes. Tendría que venderla, por supuesto, y sería dificil encontrar un comprador. La idea de que la casa quedara en manos de un extraño le causaba cierto dolor, pero no intenso. Casas tan grandes y antiguas como esa eran un problema para cualquier persona que no fuese lo bastante rica para poder sostenerla. Sin embargo, no tenía duda de que Sául estaría ansioso por resolver sus asuntos y volver a su trabajo en Estados Unidos.

Se dio cuenta de que tampoco le había dicho lo que él hacía para ganarse la vida. Una tenue sonrisa curvé sus labios; eso no tenía importancia, siempre que fuera algo que lo hiciera feliz. Todo lo que le había dicho, indicaba que cuando volviera a su país,

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le pediría que lo acompañase, y Lucy sabía que tendría que pensarlo con detenimiento si él le hacía esa proposición. Tenía un compro miso con Oliver y Tara, y no podía renunciar a ello por completo, mas no se creía una mártir y no tenía intenciones de sacrificar su felicidad para asumir una responsabilidad que, por obligación, pertenecía a Fanny.

No, tendría que hallar una solución. Era necesario, decidió con firmeza y apreté los labios mientras imaginaba las escenas que sin duda ocasionaría su temperamental madrastra. Pero aquello no le importaría, su amor por Saul era más fuerte.

¡Amor! El significado de la palabra la dejó mareada de placer. Sus sentimientos por su primo la hicieron abandonar su personalidad centrada y

seria, para convertirse en una adolescente enamorada. Su anterior concepto. de jo que era la felicidad había sido modificado. Era como descubrir que una deslumbrante y valiosa ilusión era real después de todo, y que además parecía al alcance de su mano.

Reacia, aparté su mente de Saul para pensar en el trabajo, y sin embargo, mientras analizaba los antecedentes de su segundo libro, el principal personaje masculino se asemejaba cada vez más a su bien amado.

Al final cedió a la tentación de hacer un retrato verbal de él y supo que, cuando terminara y leyera todo lo escrito hasta entonces, habría inyectado tanta vida a ese personaje que nadie podría creer que sólo era una simple novela de ficción.

Saul regresó a las doce en punto; ella se dirigía hacia la puerta de la biblioteca cuando lo oyó en el exterior.

El teléfono sonó mientras la besaba y la solté, reacio, ero la mantuvo a su lado mientras atendía la llamada.

Lucy lo vio fruncir el ceño. —De acuerdo, mamá, entiendo —dijo cortante, al fin—. Pero es imposible que

vuelva ahora mismo. Guardó silencio y escuchó lo que su madre le decía. ¡Su madre! Lucy jamás conoció a la hermana de su padre. ¿Se parecerían? ¿Qué diría si se enterara de la relación que existía entre Saul y ella? ¿Sería una de esas mujeres norteamericanas, firmes y organizadas, quienes

siempre elegían a la mujer adecuada para sus hijos —No, no sé cuánto tiempo tardaré. . . todo el necesario —Saul volvió a callar y

luego cortó la comunicación. —¿Perdona? —preguntó Lucy, con pesar. Se apoyé contra el cuerpo masculino y se dejó invadir por la sensación de seguridad que en de él. Saul era fuerte como una roca. . . y muy

duro. Esa idea la hizo temblar. Sería un enemigo peligroso, reconoció, al ver su rostro invadido por la irritación de un hombre acostumbrado a tomar sus propias decisiones, sin que alguien las pusiera en duda.

—Un problema con los negocios de mi padrastro, y mi madre quiere que vuelva a casa para resolverlo —al ver su expresión aturdida, explicó—. Trabajo para él.

Eso aclaraba por qué podia tomar tanto tiempo libre, comprendió Lucy, y volvió a

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preguntarse qué hacía Saul con exactitud. —Soy. . su administrador —añadió, seco, y ella se dio cuenta de que no deseaba

hablar de su trabajo. —¿Tendras que volver? —No de inmediato. La tensión del brazo musculoso que la rodeaba, le ofrecía con suelo a la vez que

inquietud. Saul no quería preocuparla al decirle que tendría que marcharse, pero ella sabía que no había alternativa.

Aún era muy pronto para que él le pidiera que lo acompañase al meno como su amante. . . y con angustia, rezó porque el asunto de su padrastro se resolviera sin la necesidad de que él volviera de inmediato..

—¿Ya has encontrado un cliente para la mansión? —preguntó, cambiando el tema. Deshacerse de la propiedad seria ahora otro problema para Saul.

—Hay un par de posibilidades —contestó, cauteloso—, pero como extranjero, debo ser prudente pues los lugareños siempre tratarán de sacar alguna ventaja. ¿Qué sientes acerca de vender es te lugar, Lucy? —inquirió de pronto—. Debes estar muy unida a la casa.

—Sí, pero sólo como lo estás tú —accedió—. Después de todo, la verdad es que no te pertenece. . . —se interrumpió, arrepentida por su indiscreción. Estuvo a punto de revelar el secreto del nacimiento de Oliver. Miró de reojo la cara de Saul, pero en vez de curiosidad, encontró en él una extraña expresión distante; el fuerte brazo la soltó.

Al volverle la espalda, él contestó con tranquilidad. —Ustedes, los ingleses, son maravillosos en ocasiones. Lucy. Veo que después de todo, me consideras un advenedizo. Le dolia la manera como interpretó él sus palabras. —No. . . no, Saul —respondió, suplicante—. Te equivocas. No te considero un

intruso. —Pero tampoco el dueño legítimo de la mansión, ¿verdad? ¿Qué podía decir? Legalmente, él era el propietario, pero sabía que no tenía el

amor que su padre dedicó a la mansión, y el cual in fundó a Oliver, a pesar de sus escasos años. Sin embargo, ¿cómo romper la promesa que hizo a su progenitor para explicarle eso a Saul? ¿Y de qué serviría? Incluso, era posible que él pensara que era una triquiñuela para que hiciera algo en favor de Oliver.

Ante su prologado silencio, él lanzó una seca carcajada y se volvió para mirarla con rabia.

—Es una lástima que no cumplieras con las expectativas que tu padre tenía puestas en ti, de que te casaras con un hombre rico

—vio su expresión de asombro y prosiguió, desdeñoso—: Oh, vamos, ¿vas a decirme que no lo sabías? Incluso mi madre se enteró, aunque se negó a apoyarlo cuando le pidió que te presentara en la sociedad norteamericana, para que conocieras a algunos millonarios solteros. Ya desaparecieron los días en que la gente adinerada

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estaba dispuesta a entregar su fortuna, a cambio de una esposa aristócrata. Sin duda George pretendía que tu rico marido comprara la casa cuando yo la heredase, para así asegurarla para sus nietos.

Lucy se horrorizó por sus palabras; Saul inventaba todo eso, eso era; su padre jamás le mencionó una palabra al respecto.

—Crees que miento, ¿verdad? —demandó Saul, casi violento—. Bien, te equivocas. . . pregúntaselo a mi madre. Creo que tenias como diecisiete años cuando tu padre se puso en contactó con ella por primera vez.

¡Diecisiete años! Fanny aún vivía con su primer esposo. ¿Y quién sabe? Quizá su padre, que siempre gustó de los planes descabellados, tramó algo parecido a lo que Saul sugería.

—No creo que mientas —contestó con suavidad—, va muy de acuerdo con papá. Si te parezco incrédula es porque él jamás me mencionó ese asunto. Siempre esperó que Fanny le diese un hijo, y como dices, casi lo obcecó la idea de conservar la casa para sus he rederos directos.

—¡Casi! —De acuerdo, completamente. Un destello de tristeza apareció en los ojos de la joven al recordar cuánto sufrió

por la obsesión de su padre. Como era una chica sensible, no tardó mucho en darse cuenta de que ella no era la criatura que George anhelaba. . . que no era un varón.

Como si adivinara sus pensamientos, Saul se acercó para tomarla entre sus brazos y estrecharla contra sí.

—Perdóname; no tenía derecho a decirte esas cosas. El hecho es que estoy celoso. . . dolido de la lealtad que guardas para tu padre. . . y lamento tener que volver a mi país, solo.

Su confesión alivió el dolor de Lucy; alzó hacia él su rostro y entreabrió los labios de manera incitante.

Pasó mucho tiempo antes que se separaran y su voz se tomó ronca al preguntar: —¿Debo suponer que eso significa que me acompañarías? —Adonde tú quieras —contestó Lucy contra el fuerte cuello y cerró los ojos para

extasiarse con el natural aroma masculino. Era cierto; lo seguiría al fin del mundo si él se lo pedía. Ya era tarde para retractarse; estaba locamente enamorada de él. . . Saul era lo más importante y si él partía solo, ella moriría de dolor. La sensación era nueva para ella, mas anhelaba disfrutarla pues sabía que él compartía sus sentimientos.

Durante el almuerzo, Saul le habló de su padrastro. Explicó que tenía más de setenta años y que estaba enfermo.

—Mi madre lo adora, aunque nadie lo crea. El tiene dos hijas de su primer matrimonio y cinco nietos; mi madre no deja de quejarse de que ya es tiempo de que yo también empiece a darle ése gusto.

—¿Y tu padre? —preguntó ella—. ¿Lo ves con frecuencia? —Sólo en ocasiones. El vive en Boston. Se casó con la hija de un magnate del

periodismo y tiene una segunda familia. Guardamos una buena relación ahora, pero

Page 43: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

estimo más a Harry, mi padrastro. Después de todo, crecí a su lado. El pagó mis estudios universitarios hasta que conseguí el título de contador. . . me dio una casa, comida e incluso un empleo. De hecho, ha sido un auténtico guía para mí. . . y cuando veo a mis medios hermanos, comprendo que fue mejor tutor que mi padre verdadero. Mi progenitor se obsesiona con el trabajo. . . siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Eso fue lo que provocó el divorcio.

Procedió a hablar de la vieja vinatería que sus padres compra ron en California y la clase de - vida que llevaron allí, y cuando se excusó después del almuerzo, explicando que debía hacer algunas llamadas telefónicas para tranquilizar a su madre, Lucy volvió a la biblioteca, dichosa de saber algo más sobre Saul.

El se presentó allí a las dos de la tarde y anunció que quería enviar unos documentos, por lo que iría a Winchester para depositarlos en el correo.

—La señora Isaacs nos preparará ensalada y yo compraré unos filetes —agregó. Entró en la habitación, la tomó entre sus brazos y la besó con pasión.

—Sabes —murmuró segundos después, mientras mordisqueaba la sensible piel del cuello de Lucy—, en vista de la situación que impera en casa, empiezo a dudar si un cortejo largo y lento es una buena idea. . . en especial cuando nada me gustaría más que hacerte el amor.

Lucy se estremeció, incapaz de contenerse, y cuando lo escuchó reír se dio cuenta de que él percibió su temblor y que conocía e! motivo.

—Muy halagador —murmuré, provocativo—. Casi estoy dispuesto a olvidarme de la correspondencia.

—La señora Isaacs aún se encuentra aquí —señaló con frivolidad, pero sus ojos brillaban de deseo, al tiempo que su cuerpo se consumía en la pasión, anhelante por experimentar todo lo que Saul prometía.

—Más tarde —gruñó con tono amenazador y la solté—. Más tarde lamentarás eso. . . cuando ella no esté aquí para protegerte.

Volvieron a besarse y cuando él se marchó, la chica tuvo que reunir todo su control para volver al trabajo.

Una hora más tarde escuchó el ruido de un auto. La curiosidad la hizo abandonar su silla y fue a la ventana; apreté los labios al ver

que Neville salía del coche deportivo. El primo tenía treintaiún años y en su rostro se veía la clase de hombre que era:

ambicioso, arrogante y egoísta, como sólo los débiles podían serlo. Lucy conocía la decepción de su tío por el hijo,. no debido a la manera como Neville dirigía el negocio. . . era un hombre de negocios muy astuto. . . sino a sus principios morales. Eso lastimaba mucho a su tío. A veces, Lucy tenía la impresión de que Neville disfrutaba con lastimar a los demás;

El rió al verla, con aquélla fría sonrisa depredadora. Neville siempre trató de obtener todo de ella, mas en ese momento, Lucy era inmune al superficial encanto que él asumía con facilidad, y que ella toleraba sólo por el bien de su tío.

Neville entró al salón y la habría abrazado si Lucy no lo hubiese esquivado con

Page 44: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

habilidad. —Veo que nuestro primo americano no está por aquí. El tono sarcástico, al referirse a Saul, enfureció a Lucy, pero la cautela la obligo

a contener su ira Neville siempre fue muy astuto para reconocer las debilidades de los demás, y así utilizarlas en su favor.

—¿Has venido a verlo?—preguntó con serenidad, notando que Neville dejó abierta la puerta de la habitación.

—Así es, pero antes quiero hablar contigo. Volvió a dedicarle su cautivadora sonrisa. Una vez cometió el error de unirse a

Neville contra Saul y jamás se perdonaría eso, pero tuvo cuidado de no permitir que su desagrado fuese evidente y en vez de ello, asintió con tranquilidad.

—Oh, estoy encantada. —No, no es verdad —susurró Neville—. Me odias —sonrió con frialdad al ver su

asombro—. Nunca fuiste una buena actriz, primita, pero me debes un favor y vengo a cobrarlo.

—¿Un favor? —La recomendación para que Bennett leyera tu manuscrito —le recordó,, irónico—. ¿Acaso pensaste que le prestaron atención por sí solo? ¿Qué insinuaba? Lucy lo estudió con recelo. —De acuerdo, acepto que el libro está bien escrito, pero las no velas bien

escritas abundan. . . y lo sabes. Sin la ayuda de mi padre, jamás habrías conseguido que leyeran mas de una pagina y tal vez ni eso

La verdad de su afirmación la hizo guardar silencio Habia cientos de escritores con más talento que ella. . . lo sabía. Lucy tuvo bastante suerte al conseguir entrar en el mundo de las publicaciones. Pero aun así.

—¿Qué es lo que quieres, Neville? —demandó, seca. —Algo no muy importante —aseguró y lanzó una risita de satisfacción al verla

ceder—. Unos amigos míos se interesan en comprar esta casa al precio real, claro —vio su expresión y volvió a burlarse—. Oh, vamos, no me mires así. Sólo quiero que le digas al viejo Patterson que sabes de alguien que desea comprar la mansión. El te estima mucho... . siempre te ha querido. Y por lo que se conoce, nadie se interesa en comprar la casa.

—Entonces, ¿por qué haces tu ofrecimiento de manera tan poco abierta? —preguntó, rabiosa—. ¿Por qué no hablas con Saul directamente?

Neville rió con ironía. —Oh, vamos. . . ya sabes por qué. El jamás nos vendería esta casa si se entera

que yo estoy detrás del asunto. Lucy sabía que era cierto; en apariencia, su petición parecía bastante factible. . .

sin embargo. —¿Que quieres que haga? —preguntó, cautelosa. —Sólo quiero que hables con el viejo Patterson y te enteres de si alguien más

desea adquirir la mansión, y de ser así.

Page 45: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

—Dijiste que nadie se interesa —le recordó y lo vio moverse con inquietud bajo su penetrante mirada. No tenía confianza en Neville; su petición, en apariencia razonable, era sólo una excusa, una fachada para ocultar su verdadero motivo, pero a menos que le siguiera el juego, no tendría oportunidad de descubrir qué tramaba. Y quería descubrirlo, porque su intuición femenina le decía que sería una amenaza para Saul.

—Vamos, Lucy, me debes un favor. Estuvo apunto de recordarle que fue su padre quien la recomendó con el editor,

pero guardó silencio y fingió meditar unos segundos. —¿Bien? —Haré lo que pueda —ofreció con una sonrisa—, pero antes, quiero saber de qué

se trata. El pareció satisfecho con la desconfianza de Lucy Una señal de alarma comenzó a

sonar en la cabeza de la joven al contemplar su expresión de alegría. —Bien. . ¿por qué no? —aceptó, divertido—. Después de todo quieres tanto a

nuestro usurpador de las co1onia como yo, ¿verdad? Se dice que el gobierno de la ciudad piensa construir una nueva base militar aquí. Me enteré en el club, a través de un compañero de la escuela. Aún no han elegido el lugar, pero parece que planean edificarlo a pocos kilómetros de este sitio Hay mucho dinero en juego, y muchos militares prominentes.

Hizo una pausa y continuó: —Toda la gente que permanezca aquí necesitará un sitió para divertirse un poco

y es allí donde entra en acción la compra de la casa. Si podemos conseguirla a un buen precio, la convertiremos en un hotel y centro deportivo que no tendrá rival en todo el país Ganaremos muchísimo, en especial si logramos que el entupido Saul nos la venda por cualquier cosa. Y eso es lo que tú debes hacer, cariño Una palabra tuya garantizarla que compremos la casa como una ganga, en especial si le dices que tu serás una de los accionistas. . . lo cual podría ser cierto. Si consultas al abogado de tu padre, él te dirá que obtendrás buenas ganancias con la venta de la propiedad.

Sus palabras se acercaban a la verdad; el abogado jamás aprobó lo que George Martin hizo, y así lo dijo. También la quería mucho y sin duda haría todo lo posible por cumplir cualquier petición de Lucy, sin embargo, estaba segura de que Neville lo juzgaba mal al insinuar que antepondría los intereses de la chica a los de Saul. El abogado era un caballero honorable, pero no se lo diría a su depredador primo.

Lo que más la asustaba, era saber que si no surgían otros compradores, Saul bien podría verse obligado a vender la casa a Neville y sus amigos por un precio ridículo.

—Bien, Lucy, ¿qué dices? —la voz de su primo se tomó insinuante al acercarse a ella; los dos quedaron enmarcados por la luz que entraba por las ventanas francesas y de pronto, él la estrechó entre sus brazos. Lucy contuvo el impulso de apartarse de inmediato, pues no quena que el adivinara sus sentimientos Por el bien de Saul, no debía revelar a Neville lo que sentía, al menos hasta que tuviese la oportunidad de decirle lo que sucedía Quizá, pensó angustiada, con los contactos que su padrastro

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tenía en el mundo de los negocios, Saul pudiera reunir el dinero suficiente para convertir la mansión en un hotel.

—¿Por los viejos tiempos? ¿Recuerdas cómo nos burlamos de él ese verano? ¿No te gustaría hacerlo de nuevo?

Necesitaba ganar tiempo; Lucy se tragó su disgusto por todo lo que sugería Neville, y contestó, ronca:

—Tal vez. —Por supuesto que te agradaría. Esta casa debió ser tuya, rió de él. Entonces,

¿usarás tus encantos para engañarlo? —preguntó, refiriéndose de nuevo al abogado— No será difícil

—Haré todo lo posible —contestó sin aliento, asqueada por lo que hacia y por el pánico que la sacudía ante la idea de que Neville descubriera su mentira— Será mejor que te marches —advirtió— Saul volverá muy pronto

El frunció el ceño y luego asintió —Tal vez tengas razón Cuanto tiempo tardarás en convencerlo? Un par de días ¿Convencerlo? Una vez mas, Lucy se percato de que el se refería al abogado. —No estoy segura. Te llamaré. —Vaya. . . Será mejor que te llame para saber de tu progreso; lo haré en un par

de días. Lucy se forzó a permanecer inmóvil, reprimiendo la náusea que experimentó al

sentir los labios de Neville en los suyos. Pero al fin, se vio libre, y su mente y estómago se contraían mientras ló miraba salir. Segundos después escuchó el rugir del motor de su auto y luego silencio.

Con ansia, espero a Saul Tenia que decirle muchas cosas No podia trabajar, no en ese momento, así que volvió a la casa Dower con la intención de tomar una ducha y cambiarse de ropa para esa noche

CAPITULO 6 E SCUCHO el auto de Saul mientras se ponía el maquillaje; olvidó sus temores y

corrió a la ventana del cuarto, justo a tiempo para verlo desaparecer por al vereda. Un profundo desencanto la embargó al darse cuenta de que él no pensó en

detenerse sin embargo, razonó, él no podía saber que ella se encontraba allí. Consultó su reloj; eran casi las seis y media. ¿Sería muy temprano para presentarse a cenar?

Decidió caminar hasta la casa y se encontró con la señora Isaacs por el camino; el ama de llaves detuvo su auto y asomó por la ventana con preocupación.

—Algo terrible preocupa al señor Saul. Llegó a casa de un humor muy extraño, y ahora está en la biblioteca bebiendo whisky.

Con el ceño fruncido, Lucy casi corrió a la mansión; a pesar de su aparente indiferencia, la voz de la señora Isaacs vibraba con sin cera inquietud y eso la hizo

Page 47: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

preguntarse qué había sucedido. ¿Acaso recibió otra llamada de los Estados Unidos? ¿Quizá su padrastro había enfermado?

Lo llamó al entrar en el recibidor y al no recibir respuesta, corrió a la biblioteca. Tan pronto como vio su rostro, su inquietud por los planes de Neville desapareció. Saul arrugaba la frente, teñía una copa en las manos y se volvió a mirarla con expresión pensativa.

—¿Saul, qué sucede? ¿Es tu padrastro? ¿Ocurrió algo malo en casa? Cuando corrió hacia él, por un momento pareció que Saul retrocedía, pero no,

debió equivocarse porque sus dedos le sujeta ron con fuerza el brazo, lastimándola, mas era tal la inquietud de Lucy que no se molestó en quejarse.

Ella miró de manera extraña, parecía buscar algo en su rostro. —Saul. . . ¿Qué ocurre? —alargó una mano hacia él, suplican te, y percibió el olor

del licor en su aliento—. Algo sucedió, ¿ver dad? —demandó. Los labios masculinos se curvaron con ironía y su expresión era tan fría que Lucy

tembló. Jamás había visto una mirada tan helada en los ojos de una persona. —Podría decirse que sí, pero este no es el momento para hablar de ello —su tono

era cortante, casi desdeñoso. —¿Prefieres que me marche? Tenía que hacerle la pregunta, pues no reconocía al hombre que fue tierno con

ella y que de pronto se convertía en un extraño. —No. . . no, quédate —la soltó y se volvió para servirse otra copa. Entonces

preguntó sin emoción—. ¿Trabajaste mucho esta tarde? Esa era su oportunidad para contarle lo de la visita de Neville, pero, ¿cómo

hacerlo cuando parecía tan alterado? —Sólo un poco. —Fui a ver a Patterson esta tarde —informó, seco—. Me aconsejó que vendiera

la casa. ¿Qué opinas? La pregunta la tomó por sorpresa y, sin detenerse a pensar, balbuceó: —No creo que tengas alternativa. Te costaría una fortuna vivir aquí. —Tu padre pudo hacerlo —le recordó, tenso. Lucy no requería de que le recordase que todas las cosas que había en la

propiedad, y que hubieran servido para mejorarla, fueron vendidas por su padre para asegurar el futuro de Oliver. Un tenue rubor cubrió sus mejillas al notar la amargura en el tono de Saul.

—Con muchos problemas —aceptó con voz baja. —Entonces, ¿consideras que debo venderla? —inquirió, cortante. La miraba con atención, sus ojos relucían casi febriles y un in tenso rubor teñía

sus pómulos. Parecía enfermo, notó Lucy con angustia, la piel bronceada tenía una extraña palidez.

—Saul, ¿qué sucede? —se acercó, mas se detuvo cuando él levantó las manos para rechazarla.

—No has contestado a mi pregunta —continuó, cruel—. ¿Me aconsejarías que

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vendiera. . . que me deshiciera de este lugar antes que se convierta en una carga para mí?

Ese no era el momento para investigar si tenía alguna posibilidad de obtener el dinero necesario para destruir el plan de Neville y sus amigos. . . no cuando parecía tan preocupado por otros problemas.

—No necesitas decir más. . . tu silencio te condena —murmuró, ronco—. ¡Por Dios! Pensar que dejé que me engaña ras. Con cuánta

facilidad te creí —lanzó una maldición y, rabioso, arrojó el vaso hacia la chimenea, donde quedó destrozado.

— Por favor. . . ¿Qué pasa? —Saul. . Por favor. . . —repitió con ira—. ¿Por favor qué? ¿Quieres que te lleve a

la cama? ¿Que venda esta mansión a tu adorado primo por cualquier bicoca? El notó el horror en los ojos castaños y rió con acritud. —Oh, si, lo sé todo, Lucy. Los oí hablar. . . o mejor dicho, tramar. Nunca fuiste

sincera en las cosas que me dijiste, ¿verdad? Todo fue un juego, un plan para estafarme. Y pensar que de veras. . . —ella vio que los músculos de su mandíbula, se contraían. Estaba muy asustada para comprender lo que ocurría. Eso parecía una pesadilla. . . algo tan irreal, que no podía creer que lo estuviese viviendo.

—Vi el auto y oí sus voces. Iba a entrar cuando escuché que Neville te pedía ayuda. Y tú ni siquiera dudaste, ¿verdad, Lucy?

Su tono era de desprecio y ella tembló, lastimada. —Saul, no comprendes; tenía que fingir estar de acuerdo con Neville para

descubrir su plan. ¿Cómo puedes creer que podría ayudarlo para lastimarte? ¿Es por eso que estás tan iracundo? ¿Por lo que creíste haber escuchado?

—Si lo hacías por mi bien, ¿por qué no has dicho nada? —demandó. La exasperación y el dolor la asaltaron de pronto. —Porque creí que tenías suficientes problemas ya. . - porque pensé que habías

recibido malas noticias y no quería inquietarte más. Iba a decírtelo, Saul, debes creerme —y entonces el pánico invadió su voz—: Quería preguntarte si sería posible que consiguieras suficiente dinero con los socios de tu padrastro para convertir la casa en l hotel que Neville planea construir. Por favor, debes creerme.

Ella miró con frialdad y preguntó: —¿Por qué? —Porque te amo. Reunió todo su valor para decir eso, pero intuía que sus palabras habían dejado

su huella en él. Saul la estudió en silencio un momento, como si comparara unos hechos con otros. Lucy podía comprender que se sintiera herido y traicionado, cuando sólo escuchó una parte de su charla con Neville. . . como debió hacerlo; y lo ocurrido en el ayer sin duda fue reforzado por aquello, mas sin duda él debía darse cuenta de lo que ella sentía. Le dolía el que Saul la creyera capaz de engañarlo, pero tenía que reconocer que aún se conocían muy poco.

Page 49: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

—Dime exactamente lo que te contó Neville —demandó Saul al fin. Despacio, casi reacia al principio, con la voz entrecortada por el dolor de su

acusación, Lucy obedeció, consciente todo el tiempo de que él la veía con expresión ceñuda. ¿En qué pensaría?

Quería gritar que le creyera, pero su orgullo se lo impidió. Algo precioso y muy frágil quedó roto con sus crueles palabras y no sabía si alguna vez podría reemplazar esa pérdida. De pronto, la expresión de Saul cambió y su voz se tomó ronca al murmurar:

—Lucy, por Dios, no me mires así. Discúlpame por lo que te dije. Por favor, trata de entender; los vi juntos, lo escuché hablar contigo. . - retrocedí doce años. Estaba celoso —confesó, al tiempo que la ceñía contra sí y besaba su cabellera—. Tanto que no me detuve a pensar en lo que oí. Salí furioso de allí en el auto y encontré consuelo en la cantina del pueblo. . . al menos, hasta que vi que el coche de Neville pasaba por allí. Di que me perdonas —comenzó a besarla, con ardor, con una pasión que dejaba huella en su cara y cuello.

Reacia, lo aparté de si. —Vine aquí a cenar —le recordó. —Yo no quiero comer. . sólo te quiero a ti. El autocontrol de la noche anterior desaparecía, eso era evidente en el brillo de

sus ojos. Un estremecimiento de temor y alegría la recorrió al darse cuenta de lo que él quiso decirle.

—Te deseo Lucy —repitió contra sus labios—. Ahora. La cautela luchaba contra el deseo. Recordó el vaso que Saul lanzara contra la

chimenea. ¿Cuanto habría bebido hasta entonces? ¿Acaso el deseo se había encendido por su amor, o por otro motivo? Y lo más importante, ¿de veras creía en lo que ella le con té? El aceptó su explicación de inmediato. . quizá muy pronto para su ira anterior.

—¿No me deseas? La voz masculina se volvió un murmullo contra su oído y la hizo temblar de placer.

Por supuesto que lo deseaba; una mano en marcó su rostro y la obligó a volverse para mirarla a los ojos.

—Sabes que sí—contestó con voz trémula. —Entonces, ven conmigo. Tomó su mano y la condujo, despacio, hacia la escalera. Luego subieron juntos, en

silencio, y todo el tiempo el corazón de Lucy latía con violencia. La noche anterior, su mente febril la atormenté con imágenes sensuales y jamás imaginó que cuando llegara el día, experimentaría más miedo que excitación.

En lo alto de la escalera, Saul se detuvo para observarla con ojos sombríos y distantes. ¿Qué veía cuando la miraba? ¿Qué pensaba? Alargó una mano hacia él, nerviosa e incierta de pronto, y sus dedos rozaron el brazo masculino. El brillo de los ojos grises cambió y parecieron derretirse en un calor que les dio nueva vida. Los fuertes brazos la rodearon, la levantaron en vilo y l boca de Saul le quemé el cuello.

—Olvida lo de esta tarde —murmuró en su oído mientras la llevaba a su

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dormitorio—, excepto lo que sientes por mi y lo que experimento por ti. La deposité en la cama. Saúl ocupaba la habitación que había pertenecido a los

padres de la chica. El la desvistió despacio y luego, sin dejar de mirarla, se desnudó. El movimiento de las manos sobre su piel era como música con vertida en caricias.

Lucy entreabrió los labios bajo la gentil presión de los de él, y luego lo rodeé con los brazos cuando la ternura dio paso a la pasión.

La acaricié con urgencia mientras sus labios jugaban sensual mente con un oscuro y erguido capullo. Ella se puso tensa bajo el cuerpo de Saul mientras luchaba por reprimir la feroz necesidad de su ser, la cual demandaba más que la ternura de él.

Como si Saul adivinara que su delicadeza era una tortura para Lucy, trazó con su lengua un ardiente sendero a lo largo del cuello femenino. Los débiles gemidos de placer que ella no pudo contener más, parecieron avivar la pasión de él y su boca se movió de un rosada punta á otra, para después humedecer con sus besos, el valle sensual que las turgentes líneas de la chica guardaban. En seguida, él se dedicó al dulce tormento de cubrirle cada centímetro de su piel, con ardientes caricias y besos excitantes, al tiempo que levantaba la cabeza para mirarla a los ojos.

Lucy quiso protestar y decirle que se precipitaban, pero el suave movimiento de las manos en su cuerpo enviaba conflictivas seña les a su cerebro, acabando con la timidez y el asombro. La agitada respiración de Lucy era evidente en el movimiento de si senos.

El se movió para tomarla entre los brazos y besarla con pasión, al tiempo que murmuraba.

—Hagamos el amor, Lucy, Muéstrame que me deseas tanto como yo a ti. En ronca suplica, ella pudo reconocer al chico que el fue doce años atrás,

inseguro y tímido, y sus brazos lo estrecharon de manera convulsiva; su amor por Saul crecía en su corazón mientras besaba el cuello masculino y después respondía con mayor atrevimiento a la incontenible reacción de él.

Saul poseía una sensualidad que ella nunca imaginé, y le enseñaba el placer que le ofrecían sus besos, así como el deleite que Lucy podia obtener al hacer lo mismo con el y sentir como sus músculos se ponían tensos al tocar el amplio pecho.

—¿Quieres atormentarme? Su voz estaba vibrante de sensualidad cuando gruñó la fingida amenaza, y las

enormes manos se deslizaron de manera posesiva por su cuerpo, hasta que al fin apresaron la redondez de las caderas y las apretó contra sí.

La sensación de su cuerpo excitado que se movía contra su piel, mientras que Lucy permanecía atrapada, era un sensual tormento, y aunque Saul fingía que los desesperados movimientos que ella hacía por liberarse lo enfurecían, no era rabia lo que brilló en sus ojos cuando inclinó la cabeza para que su boca atrapase la punta de un suave seno.

Cuando sintió la húmeda caricia, Lucy gimió, echó atrás la cabeza y se arqueé contra él. Sacudía la cabeza mientras intentaba dominar el ardiente deseo que la consumía.

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Una salvaje pasión la invadía y tembló de placer ante las atrevidas caricias de él. Al borde del abismo, murmuró el nombre de Saul, al mismo tiempo que se aferraba a sus hombros presa de la necesidad de que la hiciera suya.

Cerró los ojos con fuerza, se puso tensa por el tremendo deseo que la poseía; luego lo sintió moverse y tembló con alivio, anticipando la felicidad, cuando al fin sus cuerpos se fundirían en uno.

Pero no fue Saul lo que se movió sobre ella, sino el hábil y delicado contacto de su lengua, dedicada a adorarla con sus más ardientes caricias.

Lucy gimió como protesta. . . su mente rechazaba el contacto, aunque su cuerpo se estremecía de placer. Alargó las manos para enredarlas en la oscura cabellera. Era muy tarde ya para arrepentir- se, para hacer algo más que rendirse a la cínica respuesta de su cuerpo ante el placer que él le ofrecía.

Aún temblaba cuando él la tomó de nuevo entre sus brazos y posó la barbilla en su cabeza, para luego arrullarla con gentileza mientras acariciaba sus delicados hombros.

—Quería hacer el amor —protestó, ronca de placer Lo escuchó lanzar una ronca risita, y su aliento le acarició la oreja cuando le

susurró: —Y así será. Eso, mi querida prima, fue sólo nuestro preludio —Saul frunció el ceño al añadir con suavidad—: Para ser una mujer de veinticinco

años, tienes poca experiencia. Se puso tensa, y como si él adivinara sus pensamientos, agregó: —No pretendo entremeterme, Lucy. Lo que ocurrió antes ya pasó, pero es muy

agradable para el ego de un hombre saber que ha podido darle a una mujer el placer que ella jamás ha conocido.

No le preguntó cómo lo supo, pero se estremeció al imaginarse qué diría cuando descubriese. . Pero, no, no pensaría en eso ahora. No era importante, ¿acaso él no acababa de decirlo?

Si estuvo inclinada a creer que su comentario acerca de que harían el amor era sólo en broma, pronto se dio cuenta de su error.

La fatiga que la asaltó después de saciar su deseo, se tomó en languidez bajo los excitantes besos de Saul, y la laxitud se convirtió en renovada pasión, la cual crecía bajo la urgencia de las manos que le acariciaban la piel. . . que en ese instante era mucho más sensible al incitante movimiento de los dedos.

En esa ocasión no tuvo que gemir para mostrarle cuánto lo quería. El pareció adivinar el momento exacto y se dispuso, de manera provocativa, a hacerle el amor. La trató con gentileza hasta que notó que la tensión invadía el cuerpo de la joven. Después, la urgencia de Saul la hizo gemir. La sorpresa apareció en los ojos grises, fijos en los de ella, pero el repentino y agudo dolor había desaparecido en Lucy y dio paso a una pasional y violenta explosión de los sentidos. De manera instintiva, ella se abrazó al fuerte cuerpo, percibió el temblor de deseo que contrajo sus músculos y el asombro de Saul dio paso al deseo compartido, que creció sin cesar hasta que llegaron

Page 52: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

al extremo placer, donde sus sentidos es tallaron como frágil cristal expuesto a una agudísima nota.

Una vez que se recuperó, Saul se apoyó en un codo para estudiar su rostro y, con voz tensa, preguntó:

—¿Por qué no me lo dijiste? Después de sus palabras anteriores, no era esa la reacción que ella esperaba.

Evitó su mirada, encogió los hombros y respondió con voz baja: —No me pareció importante. —Para mí, si —replicó, seco—. No hay muchas chicas vírgenes en la actualidad. Sus palabras la lastimaron y para ocultar su dolor, contestó con indiferencia: —Y ahora hay una menos. —¿Por qué dejaste que te hiciera el amor, Lucy? —preguntó con frialdad—.

¿Creíste que así me convencerías de que no mentías sobre lo de Neville? ¿Le contarás esto?

Lucy experimentó un intenso frío, causado por sus palabras y por el tono distante e indescifrable de su voz. Parecía imposible que le hablara así; hacia menos de tres horas él le dijo que la amaba, y ahora parecía odiarla. Era por su virginidad, pensó abatida. . . Porque sólo la deseaba, y se sorprendió mucho al des cubrir que era su primer amante. Sin duda temía que lo obligara a formalizar un compromiso y por eso la trataba de una manera tan despreciable.

—¿Por qué he de discutir lo ocurrido entre nosotros con Neville? —inquirió, fría—. Es sólo un socio en los negocios. . . nada más.

Tan pronto, como soltó esa mentira, deseó retractarse, pero Saul la miró con ojos brillantes de amargura, y sus labios se curva ron con desprecio al contestar:

—Así que mentías. Siempre has estado asociada con él. Y esto era sólo un plan para tratar de ablandarme, ¿verdad, Lucy? ¿No es cierto?

Comenzó a sacudirla y sus dedos se hundieron en sus delicados brazos, lastimándola.

—Nunca, ha sido difícil engañarte, Saul —contestó con dureza—. Tuve que decirte lo que Neville planeaba cuando aseguraste habernos escuchado, aunque por supuesto, jamás tuve intenciones de cambiar de bando. ¿Cómo diablos podrías tú reunir el dinero necesario para un proyecto así?

—Por supuesto, el dinero lo es todo para ti. Debí saberlo desde el principio todas esas tonterías acerca de que lamentabas lo que hizo tu padre. Sin duda estuviste a su lado, planeando cada paso. Bien, te tengo una sorpresa, mi querida prima. Yo podría comprar y vender este lugar cien veces si quisiera —vio su expresión y rió con crueldad—. Oh, si, eso te sorprende, ¿verdad? Mi padrastro es multimillonario y lo que no te dije antes fue que, cuando él y mi madre se casaron, aceptó adoptarme legalmente como su hijo. Ahora se ha retirado y yo dirijo su imperio financiero; soy un hombre rico por derecho propio, por lo que he aprendido de él. Así que ya lo ves, querida, habría sido mucho mejor que te aliaras conmigo. Es una lástima que seas tan temperamental y ambiciosa.

Page 53: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

—Eso siempre lo supiste, ¿verdad? —estalló, angustiada—. Desde el principio tú. -

—Me pregunté cómo serías —accedió, cortante—, pero te equivocas en algo. Es evidente que soy mucho más ingenuo de lo que supuse, porque por un momento lograste convencerme. Estuve a punto de enamorarme de ti. Es una lástima que haya escucha do tu charla de hoy, porque de lo contrario habrías podido gozar de mis millones, y no de los miles de Neville. Ahora lárgate —ordenó, brutal, y le volvió la espalda—. Voy a tomar una ducha quiero borrar de mí cuerpo las caricias y el aroma de tu piel; me has contaminado. Cuando regrese, no quiero encontrarte aquí. Oh, y dile a tu primo que no existe ninguna posibilidad de que él compre esta casa. . . ninguna. No me gustaría estar en tu lugar, Lucy. Tengo la impresión de que es un hombre cruel.

Se levantó de la cama y caminó hasta la puerta; allí se detuvo un momento para volverse y expresar:

—Por Dios, ¿qué tiene él que no puedes resistir? Ni siquiera te desea. . . cualquiera puede darse cuenta de eso. No te ha h el amor. . . Pero ahora que yo te lo hice, comprendo sus motivos. Al menos, desde el punto de vista intelectual fue satisfactorio conociendo que te engañaba de la misma manera como tú lo hiciste conmigo

Y se marchó, dando un portazo. En vez de vestirse, Lucy permaneció sentada en la cama; temblaba sin control y no intentó reprimir el abundante llanto que fluía de sus ojos.

Era la sorpresa, se dijo, mientras se vestía con dificultad. El asombro la había puesto así, aquello era sólo una pesadilla; él no pudo haberle dicho todo eso. Pero así fue. . - destrozó sus sueños y su vida y de nada serviría que ella le dijese que se equivocaba acerca de sus sentimientos por Neville, porque Saul no le creería. Y aun si lo hacía. . . el dijo que estuvo a punto de amarla, lo dijo, pero Lucy no podía creer que fuese cierto. El sospecho desde el principio, aguardó a que ella cometiese un error, y de manera deliberada, permitió que pensara. . . que creyera que la quería, cuan do todo el tiempo estuvo decidido a hacerla caer en su trampa.

Terminó de vestirse; sólo tenía que salir de allí. Aquella fue la caminata más larga de su vida y después no logró recordar cómo volvió a la casa Dower.

Una vez allí, se acurrucó en un sillón, en la sala, sumamente nerviosa como para poder dormir. Aún llevaba impregnado en la piel el excitante aroma de Saul, provocativo y sensual, mas ni si quiera tenía la energía necesaria para subir a bañarse. Jamás volvería a verlo, decidió. Poseía orgullo. . . y mucho temor, reconoció deprimida. Si permanecía allí, ¿cómo evitaría suplicarle que creyera que lo que decía era verdad? Lo amaba, pero él nunca la quiso, se recordó. Fingió amarla, sí, pero eso fue todo: una farsa Tal vez era posible que hubiese vuelto para herirla, para vengarse por todo el dolor que le causó hacía doce años.

Al fin, cansada y aturdida por sus cada vez más deprimentes pensamientos, se durmió.

Page 54: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

CAPITULO 7 PERO, Lucy, ¿qué es eso de que te vas? Ella y Fanny se enfrentaban en el salón; la madrastra había regresado de sus

vacaciones, muy bronceada y tranquila. En contraste, la joven parecía pálida y casi enferma, más eso no le importaba. Lo que quería era alejarse de allí. . . de esa casa. . . de la constante cercanía con Saul, quien por suerte no se había cruzado en su camino desde aquella desastrosa noche, hacía diez días.

—Quiero tener tiempo para escribir —contestó Lucy—. Necesito paz y tranquilidad para trabajar, y eso es imposible si sigo viviendo aquí.

Como anticipó, Fanny adoptó una pose de indignación,, pero Lucy no iba a permitir que la disuadiera; sabía muy bien qué haría. No desperdicié los días previos al arribo de su madrastra; telefoneó a Beverley

para decirle que quería mudarse a Londres para poder trabajar más a fondo en sus investigaciones para el segundo escrito. . . parte del cual se desarrollaría en la ciudad. . . así que le solicitó la información de una editora que viviría en Nueva York durante doce meses y la cual quería a una persona que alquilara su apartamento. . . y que estuviera dispuesta a cuidar de su gato siamés.

Después de un rápido viaje a Londres y un almuerzo con la otra mujer, las dos quedaron convencidas de que habían encontrado justo lo que anhelaban. Lucy tenía el dinero suficiente para vivir de manera sencilla en el apartamento. . . era una mecanógrafa de primera y si era necesario, trabajaría porque su determinación a no tocar un centavo de la herencia de Oliver y Tara, era firme.

Luego visitó al abogado Patterson para explicarle sus intenciones y afirmó que no pretendía pasarse el resto de su vida cuidando de dos niños que tenían una madre.

Si al final Saul decidía conservar la mansión, lo cual era muy posible después de su revelación de la fortuna que poseía, entonces ella vendería la casa Dower, sin embargo, no lo haría por el momento.

Una llamada telefónica que le proporcionó enorme placer, fue la que hizo a Neville para informarle, con tono frió y cortante, que sus planes fracasarían. El se mostró furioso, pero su rabia no la afectó; su corazón estaba inerte.. . por el profundo dolor que le causó el rechazo de Saul.

—Pero, Lucy. . . te necesitamos —suplicó Fanny. —No es verdad —respondió con tono razonable—. Podrías emplear a una niñera.

Oliver se marchará al colegio en el otoño y Tara no será ningún problema. —Pero este lugar está aislado de todo. Me sentiré muy sola. —Entonces compra una casa más cerca del pueblo —aconsejó Lucy—. Estoy

segura de que si hablas con el señor Patterson, él te dará suficiente dinero del capital de Oliver para la compra.

—Pero, no entiendes. Tu padre quería que el niño se quedara aquí. . . en lo que es su hogar por derecho.

—Entonces debió hacer los preparativos necesarios para eso

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—replicó, harta de las demandas que le hacían en nombre del deber. George. jamás la amó, no como quiso a Oliver, así que, ¿por qué debía sacrificarse por criar a su hijo? Se volvería loca si permanecía más tiempo allí, atosigada día y noche por el recuerdo de la mirada de Saul, atormentada por la evocación de sus caricias. . . que la hicieron creer que la amaba Se estremeció y luchó contra las imágenes que plagaban su mente—. Estoy decidida, Fanny —prosiguió con firmeza—. Me marcharé el fin de semana.

Como si comprendiese que de nada serviría discutir, la madrastra guardó silencio. Lucy echar de menos a los niños, reconoció después esa misma semana, mientras

veía las cajas almacenadas en su estudio; mas no podía quedarse allí. Tuvo suerte hasta ese momento, pues no había visto a Saul. Durante los primeros y terribles días, esperó con ansiedad escuchar el sonido del motor de su auto, de sus pasos al entrar Pero la esperanza murió poco a poco en el transcurso de las horas, sin que hubiera algún indicio de que él al fin reconocía su error e iba a buscarla para confesarle su amor.

Se daba cuenta ya de que Saul se mantenía alejado con deliberación, y su orgullo le impedía quedarse en un sitio donde no era deseada. . . y donde resultaría más herida.

El estuvo dispuesto a pensar lo peor de ella. . . así lo quiso, de eso estaba convencida Tal vez incluso planeo todo eso para vengarse. . . era posible que de forma deliberada y cruel, hubiese tramado enamorarla, cuando ni siquiera la quería. Y luego, al descubrir que fue su primer amante, se sorprendió demasiado para lograr ocultar sus verdaderos sentimientos su renuencia a establecer una relación permanente con Lucy. Tal vez ella nunca supiera la ver dad y tampoco quería hacerlo, se dijo. Todo había termina do. . . para siempre.

Tuvo que realizar varios viajes a Londres con sus pertenencias, pues su auto era

muy pequeño para transportar todas las cosas en un solo viaje. Cuando vendiera la casa Dower, tendría que buscar un sitio donde almacenar sus muebles. . . o deshacerse de ellos. Quizá su tío aceptase guardarlos por un tiempo, el y su tía tenían una enorme casa de estilo victoriano junto al rió, y contaban con mucho espacio disponible

Este pensamiento hizo que Lucy recordara que hacia tiempo que no visitaba a su tío y se dio cuenta de que él no tenía su nueva dirección.

Como se habia semirretirado, trabajaba en su casa, así que durante su primer dia en Londres, fue a buscarlo

Como siempre, sus tíos se mostraron felices de verla. Su tía la besó con ternura y la amonestó por haberlos abandonado durante tanto tiempo, mientras la conducía a! interior de la casa.

Margaret Summers restallé la lengua, impaciente, al notar la palidez de su sobrina, y la lleva al soleado salón donde trabajaba su marido.

—Mira quién está aquí, Leo —anuncié cuando abrió la puerta. —Lucy. . . querida mía. Leo Summers abrazó a su sobrina con ternura y notó, al igual que su mujer, que

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Lucy parecía muy tensa y pálida. El nunca simpatizó con el padre de la chica, y en su opinión, como padre, George

dejó mucho que desear. Leo sabía muy bien que el amor y los cuidados no siempre podían lograr hijos felices. Su único heredero, Neville, era un tremendo desencanto para ellos, aunque Margaret siempre permaneció leal a su único vástago. Quizá si hubiesen podido tener más hijos, como planearon. . . Como siempre que pensaba en Neville, los ojos de Leo se arrasaron.

—Ven y cuéntanos qué has hecho —insistió la tía al notar la expresión de su marido.

—Bien, abandoné la casa Dower y vine a trabajar aquí —como Lucy imaginé esa noticia provocó una avalancha de preguntas.

—Jamás estuve de acuerdo con la decisión de tu padre sobre hacerte responsable de Fanny y los niños —informó Leo cuando ella hubo terminado—. Pero siempre has amado el campo. ¿Por qué no viniste a vivir con nosotros, en vez de rentar el apartamento? Sabes que nos habría encantado tenerte aquí;

—Tengo veinticinco años —le recordó—, y ya es tiempo de que haga mi vida. —Sí. . . Bien, al menos espero que podamos verte con más frecuencia. ¿Qué me

dices del libro; cómo va? Hablaron de su trabajo durante media hora, mientras Margaret preparaba un

poco de café. Cuando regresó, llevaba cuatro tazas en la bandeja, en vez de tres, y parecía un poco inquieta.

—Hoy es día de visitas —informó a su marido—. Neville acaba de llegar. Lucy notó la tensión que invadió a su tío al oír el nombre de su hijo, pero antes

que él pudiera comentar algo, Neville entró en la habitación. —Vaya, vaya, prima Lucy —dijo, provocativo y la miró con sarcasmo—. ¿Qué te

trae por aquí? —Tus padres —contestó, seca, reacia a seguirle el juego. Intuía que él seguía

furioso con ella por lo de la venta de la mansión. —Lucy ha decidido mudarse a Londres —anuncié su padre. —¿De veras? —un destello de curiosidad iluminé los ojos del hombre más joven al

estudiar a su prima—. ¿Supongo que fue una decisión repentina? —En realidad no; es algo que he pensado desde hace algún tiempo. —¿Y qué harás con la casa Dower, cuando Saul venda la mansión? —preguntó. —El aún no va a venderla. — Pues creo que te equivocas. El volvió a los Estados Unidos y de acuerdo con la

mujer que hace el aseo, no tiene planes para regresar. Fanny no ha recibido noticias suyas; al parecer, se marchó para siempre.

La taza de café que tenía en la mano, de pronto parecía muy pesada; no podía creer lo que oía. Deseé gritar, expresar que Saul no se habría marchado sin decírselo, pero todo comenzó a nublarse a su alrededor; trató de gemir y notó que no podía emitir ningún so nido. Un extraño e intenso ruido la aturdió, la oscuridad en que caía fue acompañada por el llanto de su tía, y luego nada.

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Despertó, tendida en un sofá del estudio de su tío. No había señales de Neville,

pero sus tíos seguían a su lado, muy ansiosos. —Lucy, cariño, gracias a Dios. Estábamos a punto de llamar al médico. ¿Cómo te

sientes? —Bien. .. bien. No es necesario que llamen al doctor —protestó la joven y trató de incorporarse, pero su debilidad se lo impidió—..

Fue sólo un desmayo. —Quizá. . . El día ha sido muy caluroso y, por supuesto, debió sorprenderte la

noticia de que Saul pretende vender la casa sin discutir el asunto contigo; pero querida, pareces muy tensa y estás muy delgada. La verdad. .

Lucy ignoré la inquietud de su tía y aseguré que se sentía bien y. al final, aunque reacia, la dama cedió.

—De acuerdo, pero insisto en que pases esta noche aquí. Lucy negó con la cabeza. —Temo que no será posible —de prisa, explicó su problema con Pasha, el gato que

debía atender. —¡Un siamés! Siempre me han gustado —exclamó su tía—. Bien, eso no será

ningún problema. También podrá quedarse aquí. Deseó protestar, insistir en que se encontraba bien, pero de pronto se quedó sin

fuerzas. Seria maravilloso permanecer allí y someterse a los cuidados de su tía. Incapaz de negarse, Lucy dio instrucciones a su tío sobre cómo llegar al apartamento y le entregó las llaves mientras Margaret añadía más recomendaciones acerca de lo que Lucy y Pasha necesitarían.

La verdad era que desde hacía algunos días la chica no se sentía muy bien. Al principio culpó de su inapetencia y debilidad al hecho de que estaba muy nerviosa por su discusión con Saul, pero con el paso de los días y cuando su apetito se negó a reaparecer, un profundo temor comenzó a crecer en su interior.

Era grato poder acostarse y no tener que tomar una decisión o hacer nada, excepto permitir que la consintieran. Eso bastó para que Lucy se diera cuenta de su agotamiento físico y emocional. En condiciones normales, era una chica vigorosa y segura de sí, mas por algún motivo, ahora tenía deseos de llorar y aceptó de buena gana la sugerencia de su tía, quien le dijo que se acostara en el fresco estudio un rato, mientras regresaba Leo.

Lo que al principio era una estancia por una noche, se convirtió en una semana, pues Margaret insistió en que Lucy no podía vivir sola y la joven aceptó sin discutir, agradecida por las atenciones de su tía.

Hacía mucho tiempo que no la mimaban de aquella manera la tranquilidad en la hermosa casa y el cariño de sus tíos, surtieron un efecto benéfico en sus tensos nervios.

Excepto por la laxitud que se negaba a abandonarla, Lucy consideró que quizá ya estaría en condiciones de mudarse al apartamento, pero cada vez que hacía esa

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sugerencia, encontraba la firme oposición de sus tíos. Cuando una mañana le comentó a su tío que se sentía culpable por hacer que

Margaret trabajase tanto, Leo contestó, divertido, que su esposa disfrutaba con las nuevas tareas y responsabilidades.

—Te considera como la hija que nunca tuvo, Lucy —contestó——¡Y ese gato! Si Lucy era feliz con aquellas atenciones, ocurría lo mismo con Pasha. El siamés

pronto descubrió que Margaret era su devota servidora, quien le preparaba exquisitos platillos, en vez de la comida de lata que era su alimento normal.

Cada día el felino acompañaba a la tía en su paseo por el jardín. Caminaba con delicadeza sobre el césped, con un aire arrogante y majestuoso, antes de volver a reunirse con Lucy en el estudio.

Cuando resulté evidente que su estancia se prolongaría, su tío fue al apartamento para recoger sus documentos y cuadernos de anotaciones, y casi todas las tardes Lucy hacía un esfuerzo por trabajar, aunque no lo conseguía.

Esa mañana experimentó unas náuseas terribles después del desayuno. Era la segunda vez que le ocurría en esa semana, y decidió salir a sentarse al jardín, bajo la sombra de una sombrilla, mientras veía a su tía cortar rosas.

Cuando notó que su tía la estudiaba con atención, Lucy comprendió que había algo que no podía aplazar más tiempo.

Margaret se incorporó en ese momento y sugirió: —¿Quieres café? —la joven alargó la mano. —Después; antes hay algo que quiero decirte. Creo que estoy embarazada. Lo dijo sin preámbulos y se preguntó si su tía estaría tan asombrada como ella

cuando sospechó por primera vez el motivo de su constante debilidad y cansancio. Le disgustaba lastimar a su tía con tal noticia, pero su honestidad le impedía mentir más. No podía permanecer en el hogar de sus tíos, con mimos y cuidados como si fuera una heroína victoriana.

—Sí, eso imaginé. La serenidad de Margaret hizo que Lucy la mirase con asombro. —¿Lo sabías? —Reconocí los síntomas —respondió la tía—. Pasé por lo mismo con Neville, y

también durante el embarazo del nene que perdí. —Tal vez te preguntabas por qué yo no había dicho nada, pero fue hasta hace

unos días que se me ocurrió pensar en ello.. . Es decir. Su tía se sentó y estrechó su mano. —Lucy, eres un adulto, y el mundo ha cambiado mucho desde que yo era una niña.

Aun así, no considero que seas la clase de mujer que desee tener un hijo fuera del matrimonio y sin un padre que te ayude a criarlo.

—Tienes razón —accedió—. Aunque me disgusta reconocerlo, me comporté como una adolescente irresponsable, jamás pensé en las consecuencias —añadió, sarcástica—. Me parece que en la actualidad las jovencitas son mucho más sensatas de lo que yo lo fui.

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—Debo suponer que no existe ninguna posibilidad de que tú y el padre. . . —Margaret se interrumpió al notar las lágrimas que asomaban a los ojos de su sobrina y Lucy sacudió la cabeza.

—El no lo sabe, y tampoco querrá enterarse. Creí que me amaba, pero ahora sé que me equivoqué. Debo enfrentar esto sola.

—De ninguna manera —Margaret sonrió con gentileza—. Puedes contar con tu tío y conmigo.

Lucy le dedicó una triste sonrisa. —Eres muy amable, tía, pero debo marcharme. No debo avergonzarlos con mi

presencia aquí. La gente hablara. —¿Y qué? —las canosas cejas se arquearon—. Tal vez seamos unos viejos, pero no

somos anticuados. Un hijo sin padre en esta época no es nada y los chismes cesarán muy pronto. ¿No pensarás que tu tío y yo te dejaríamos sola ahora, verdad? No. . .te quedarás aquí.

Era tan extraño escuchar la firmeza en el tono de su cariñosa tía, que Lucy enmudeció.

—¿Imagino que no harás nada en contra? —Te refieres a que si quiero abortarlo? Nunca —desde que Lucy vislumbró la

posibilidad de estar embarazada, supo que conservaría a esa criatura. . . al hijo de Saul. A pesar de su sorpresa, el pensar en el niño sirvió para suavizar su dolor. Engendrar un hijo no fue algo que había planeado, pero una vez que descubrió su estado, no se sintió tan deprimida como supuso que lo estaría.

—Debes ver al doctor Carter —informó Margaret—. Lo llamaré mañana y le pediré que venga.

—Antes que hagas algo, debo hablar con tío Leo. Tal vez él no piense igual que tú. —Te equivocas —insistió la tía, y volvió a asombraría—. Ya hemos discutido el

asunto, Lucy —agregó—. Sabes, casi desde el principio adiviné qué sucedía. Leo también quiere que tú y el nene permanezcan aquí.

Notó el destello de las lágrimas en los ojos de la chica y la abrazó con un susurro de consuelo, sabía que lo mejor sería que llorase un poco.

—Te prometo que no haré preguntas —dijo después, cuando tomaban el café, pero Lucy negó con la cabeza.

—No. . . Si voy a quedarme con ustedes, deben enterarse de todo. Sabía que como su embarazo no podría permanecer siempre en secreto, sería

inevitable que sus tíos, sin conocer quién era el padre, mencionara el asunto a Fanny, quien se lo diría a Saul siempre que él volviese de los Estados Unidos. . . y no quería que eso sucediera. Si él lo sabía, tal vez se sintiera presionado a cumplir con su obligación, y Lucy no deseaba eso. Si no podía tener su amor, entonces no quería nada de él.

Margaret escuchó en silencio el relato de Lucy, quien omitió el papel que Neville desempeñé en el drama.

—Se sorprendió muchísimo al notar que era mi primer amante, y supe entonces

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que no me amaba. —Lucy, ¿estás segura? Podrías equivocarte; tengo la impresión de que, de manera

casi intencional, le hiciste pensar lo peor de ti. —Pero si él me hubiera amado, no lo habría creído, ¿o sí? Margaret suspiré. —Tal vez no, pero las emociones humanas son muy complejas, querida, y por lo

que me has dicho, me parece que él resintió mucho el lugar que Neville tuvo en tu vida. Las personas enamora das nunca piensan de manera lógica. Debido a lo ocurrido en el pasado, es posible que él sólo quisiera ponerte a prueba. . . con la esperanza de que negases sus acusaciones.

¿Tendría razón su tía? Lucy maté de inmediato la débil esperanza que comenzaba a nacer en su corazón. Saul no se comunicó con ella, ni mostró interés en su salud después de aquella noche terrible. No, su tía se equivocaba; él no la quería.

Esa noche, durante la cena, su tío sugirió que por el momento, mantuvieran en secreto la noticia del embarazo de la joven.

—No porque nos avergoncemos, sino porque queremos evitarte preguntas impertinentes. Sugiero que, a su debido tiempo, inventemos un padre para tu hijo, pero ya pensaremos en eso después.

Más tarde, en la intimidad de su alcoba, Margaret preguntó a su marido: —¿Leo, qué haremos? Pobrecita Lucy, parece desconsolada. Lo ama con locura y

es muy orgullosa para reconocerlo. —Sí, lo sé y no le gustaría que nos entremetamos. Supongo que el abogado

Patterson tiene la dirección de Saul en los Estados Unidos. Lo averiguaré mañana. — ¿Y si Lucy tiene razón y Saul no quiere verla o saber nada del niño? —Entonces nosotros saldremos ganando, ¿no te parece? Fanny te llama por teléfono —anunció Margaret a Lucy unos días después—.

Parece muy emocionada. El doctor Carter había confirmado el embarazo de Lucy, y aunque las náuseas

continuaban, el cansancio desaparecía poco a poco. Fue al estudio para tomar la llamada.

—Lucy, no puedes imaginarlo. . . ¡Volveré a casarme! —la emoción de su ‘madrastra desapareció cuando la mujer se dio cuenta de que su difunto esposo fue el padre de Lucy, mas la joven no se molestó en absoluto por la noticia, en especial cuando supo que Fanny se había comprometido con su vecino y amigo, el coronel.

—Me propuso matrimonio ese fin de semana. . . no queremos un compromiso largo, sólo esperaremos un par de meses. Oliver y Tara están felices, y confieso que me alivia el poder compartir mi responsabilidad con alguien más de nuevo. Ofreceremos una fiesta en su casa este fin de semana para celebrar nuestro compromiso, y por supuesto, 1c dos queremos que estés presente. Los niños te echan de menos.

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No podía negarse a asistir y además, ¿qué le impedía ir a la fiesta? Después de todo, Saul no estaría presente.

CAPITULO 8 T ODO salió bien, ¿verdad? Lucy y sus tíos estaban en la sala de la casa Dower, bebiendo el chocolate que

Margaret insistió en preparar cuan do volvieran de la fiesta. Fanny y los dos niños pasarían el fin de semana en casa de Tom, y Lucy se sintió

feliz al ver lo bien que los niños se llevaban con él, en especial Oliver. Antes de marcharse, Tom habló con la chica en privado y le dijo que conocía el

verdadero origen de Oliver. —Para ser sincero, siempre lo sospeché; se parece mucho a tu padre. Creo que

Fanny debe decirle la verdad al chico cuanto antes, pero ella no está de acuerdo. . . al menos, por ahora.

Lucy no opinaba lo mismo que su madrastra y se lo dijo. Cuanto antes supiera Oliver la verdad, el efecto de la noticia sería menos traumático para el chico y tenía mucha confianza en la habilidad de Tom para conseguir que Fanny se diera cuenta de su error.

Apegada a los convencionalismos como siempre, la mujer insistió en aguardar todo un año de luto antes que Tom y ella se casaran, lo cual significaba que Lucy debía aplazar sus planes de vender la casa Dower y esto lo decidió mientras se disponía a acostarse. Sus tíos le aseguraron que siempre tendría un hogar con ellos, mas ella consideraba que no podría permanecer bajo su protección para siempre. Antes que naciera su hijo, tendría que tomar alguna decisión sobre su futuro. Si vendía la casa Dower, podría comprar una más pequeña e invertir el resto del dinero para obtener una pequeña pensión. . . pero, ¿eso sería suficiente para subsistir? Con suerte, la venta de su libro le daría un ingreso adicional. Su máximo anhelo era demostrar que podía sostener a su hijo sin ayuda. Pero, ¿a quién? ¿A Saul?

Incluso pensar en su nombre le provocaba un dolor casi insoportable. Despertó temprano y no pudo volver a dormir, pero reacia a molestar a sus tíos,

quienes siempre se levantaban un poco más tarde los domingos, abandonó la cama. Afuera, el sol disipaba la niebla que cubría las colinas en la distancia; era una

señal 4.e que el verano pronto terminaría. El otoño siempre fue su estación predilecta, pero esa vez una extraña nostalgia

la embargó al contemplar el final del estío. Se vistió y bajó a la cocina a prepararse una taza de café.

Cuando terminó de beberlo, un impulso incontrolable la hizo salir de la casa y caminar en dirección a la mansión.

Caminó por ese sendero muchas veces, mas ahora sólo podía recordar las ocasiones en que lo hizo para visitar al hombre que amaba.

La casa se erguía imponente y majestuosa como siempre, pero por primera vez, la

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contempló sin reparar en las incontables gene raciones de personas que vivieron entre sus paredes, y en vez de ello, sólo pudo imaginar a Saul. Incapaz de resistir la atracción que caminó hacia la casa. La puerta principal estaba sin cerrojo y cedió con facilidad a la presión de su mano, mas no había nada extraño en eso. . . casi nunca la cerraban con llave.

Adentro, el recibidor tenía el aspecto desolado de todas las casas vacías. El jarrón de flores que siempre adornó la mesita de la entrada había desaparecido y una tenue capa de polvo cubría la superficie de caoba.

Lucy llegó al salón; revivió su en mente el momento en que encontró a Saul allí y él la acusó de asociarse con Neville en su contra. Hubo un momento, después de la discusión, en que deseé que sus palabras crueles hubiesen sido el producto de los celos y la rabia, pero se daba cuenta de que si ese fuera el caso, él la habría buscado tan pronto como su ira desapareciera.

El hecho de que no lo hiciera, demostraba sin lugar a dudas que nunca la amé. Lucy habría perdonado esas dolorosas palabras si hubiese imaginado que fueron producto de la presión del momento, para después lamentarlas. . . como lo amaba, podía suponer que ella habría reaccionado igual si estuviera en una situación similar. . . pero Saul no actué por la ira o por los celos, sino con cruel dad y sangre fría para destruirla.

Se estremeció y posó una mano en su vientre, en un impulso protector. Sin importar lo que sucediera, jamás permitiría que su nene sufriese por los errores del padre. Su hijo. El hijo de Saul.

Un vástago que jamás conocería a su padre. —Lucy. Por un momento, creyó escuchar la voz de Saul, y al darse la vuelta se dio cuenta

de que era verdad. El estaba parado a menos de tres metros de distancia, en el umbral de la puerta,

con los brazos colgando a los costados y una gran tensión en el rostro. Ella tragó con dificultad, controlé el loco impulso de correr a sus brazos y,

cuando él avanzó un poco, la calma la abandonó por completo y retrocedió. El mundo pareció estallar a su alrededor, cuando se percaté de que era real, que se encontraba allí, que le hablaba sin emoción alguna, como si no fuesen más que primos distantes.

Un conocido vacío la envolvió y su último pensamiento antes de desmayarse fue que debía dejar de comportarse como la heroína de una novela romántica. Desfallecer era cosa de cobardes, algo ridículamente dramático. . . pero muy, muy efectivo, pensó cuando la oscuridad la envolvió por completo; muy, muy efectivo.

Cuando volvió en sí estaba acostada en un sofá, con las piernas sobre unos

cojines. Mientras se proponía recordar lo sucedido, la voz de Saul sonó junto a su oído

derecho y anunció, cortante:

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—Llamé al doctor; llegará en cualquier momento. Fue presa del pánico; intentó incorporarse y asegurarle que se encontraba bien,

pero las náuseas que la asaltaron la hicieron comprender que sena una tontería que tratara de hacer cualquier movimiento repentino. Se sentía muy débil y temblorosa, tanto que no dijo nada cuando Saul avanzó de prisa y la obligó a tender- se de nuevo en el sofá, con gentileza.

—¿Qué. . . qué haces aquí? Creí que estabas en los Estados Unidos. —Así fue —accedió, seco. —Fanny se casará con Tom Bishop. Era ridículo que le contara eso cuando habían muchas cosas entre ellos, pensó

Lucy con tristeza y cerró los ojos para no ver la ironía que sin duda brillaba en la mirada de Saul. Quería levantar- se y escapar de él, cuanto antes, pero no tenía la fuerza necesaria.

—No debiste llamar al doctor —dijo, ronca—. Estaré bien en un momento; fue sólo la sorpresa.

—¿De verme? Pudo notar la burla en su tono y eso la lastimó. Las lágrimas amenazaron con

escapar de sus ojos. —Lucy yo. La ronca urgencia de su voz la hizo abrir los párpados, mas en ese momento

escuchó que un auto se detenía en el exterior. Saul lanzó una maldición y fue a la puerta.

—Debe ser el médico. No te muevas. Regresó en pocos segundos, seguido de un hombre, pero no era del viejo y obeso

doctor Harley, quien la atendiera en su infancia; ese era un médico mucho más joven, sin duda su nuevo socio:

—Bien, jovencita. ¿Qué ha sucedido? —Se desmayó —contestó Saul de inmediato, antes que Lucy pudiera hacerlo. Ella

notó que el galeno fruncía el ceño. —¿Qué pasó? ¿Sufrió una calda? ¿Se golpeó con algo? Saul la estudiaba y ella se humedeció los labios, nerviosa, al tiempo que un frío

temor se apoderaba de sus sentidos. La oscuridad amenazó con envolverla de nuevo y se entregó agradecida a las sombras que le ofrecían protección en esa ocasión, creyó, escuchar la voz de Saul, vibrante de ansiedad, pero decidió que no debía ser por causa suya.

Cuando despertó, se encontró en la cama de su antigua habitación en la mansión El doctor estaba sentado junto a la ventana, con la vista fija en el exterior. Un sexto sentido lo alertó de que su

paciente habia vuelto en si y se volvió con una sonrisa —No tenga miedo, no hay nada grave en usted es solo falta de vitaminas. Algo

bastante común en las mujeres embarazadas, aunque en su caso. . . —arrugó el ceño y el temor hizo presa de Lucy— Tendrá que tomar las cosas con calma en especial

Page 64: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

durante las ultimas semanas del embarazo nada de emociones —el hombre la miró y añadió—: No está casada, ¿verdad? Lucy negó con la cabeza

—Vaya …¿Hay alguien que pueda cuidarla? —Mis tíos. . . —el pánico la dominó y demandó, ronca—: Mi hijo. La expresión del médico se suavizó. —Usted y su nene estarán bien, siempre que actúe con sensatez —aseguró—. Es decir: no preocuparse. . . no fatigarse. . . en especial durante las

ultimas semanas del embarazo La avitaminosis puede provocar un parto prematuro. . . algo que los médicos siempre deseamos evitar.

El notó su alarma y agregó para tranquilizarla: —Sin embargo, estoy seguro de que usted sabrá controlarse y no habrá

problemas. Necesitaremos internarla en el hospital durante un par de días para comprobar si la anemia es muy aguda, así podremos decidir cómo tratarla. . . en los casos poco severos, los complementos dietéticos son suficientes; pero en los más serios preferimos aplicar inyecciones intravenosas.

—Mi hijo.. . —gimió con angustia. —Estará bien —repitió él—. Siempre que usted actúe con sensatez. Ahora

dígame, ¿está viviendo aquí o?. —En la casa Dower —contestó, fatigada. Sus desmayos y el cansancio tenían ya

una causa más grave y tembló a pesar del calor de las colchas que la cubrían. —Vaya; pues prefiero que no se mueva de aquí por hoy. Regresaré a visitarla esta

tarde. . . le informaré de los arreglos que hice en el hospital. ¿Hay alguien en su casa que pueda?. .

—Mi tía —contestó, y pensó en lo preocupados que estarían sus tíos cuando despertaran y vieran que había desaparecido. ¿Qué le habría sucedido si Saul no hubiese estado allí? Aunque si él no hubiera aparecido, tal vez no se habría desmayado, se dijo con firmeza. Fue la sorpresa de verlo lo que la afectó así.

¡Saul! ¿En dónde estaba? El no debía saber de su embarazo. —Me iré ahora —informó el médico—, y le aconsejo que duerma. Iré a avisarle a

su tía lo que ocurrió cuando pase por la casa. Y recuerde. . . nada de preocuparse. Escuchó el sonido de los pasos del doctor y luego el de la puerta del auto,

seguido por el ronroneo del motor que se alejaba. La rodeaban los familiares ruidos de la casa, tan conocidos que casi no los

notaba. ¿En dónde estaría Saul? ¿Qué pensaría cuando supiera que ella debía permanecer allí. . . al menos hasta esa tarde Debió explicarle al medico que no era posible, pero solo pensó en la seguridad de su hijo.

La puerta se abrió y Saul entró con una taza de té. —Ellis dijo que podías tomar esto —informó seco, y colocó la bebida al alcance de

su mano, pero en vez de salir, fue a la ventana y de espaldas ‘a Lucy, contempló el exterior. Luego se dio la vuelta, tenía el ceño fruncido y los ojos sombríos.

—Lucy, tenemos que hablar —anunció, cortante. El pánico y el temor hicieron presa de ella. No quería charlar, sólo deseaba huir. .

Page 65: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

escapar. . . Pero no, debía enfrentarlo. —¿De qué? —preguntó fría y volvió el rostro al añadir con voz baja—: Creí que ya

lo habías dicho todo. —Sabes que yo . Olvidemos lo pasado —continuó con un tono distante—. Y sabes

muy bien de qué tenemos que hablar, así que deja de jugar y piensa en el futuro de nuestro hijo.

La dureza de su voz la sobresaltó. Quería rebatirlo, decirle que el hijo era sólo de ella, pero estaba muy sorprendida por lo que le dijo. ¿Cómo lo descubrió?

—No te molestes en negarlo —continuó Saul—. Cuando Ellis me comentó de tu embarazo, supe de inmediato que el niño era mío.

—¿Estás seguro? Saul entrecerró los ojos y añadió, cruel: —Al menos que, por un milagro, hayas logrado persuadirá Neville que te metiera

en su cama. De lo contrario, estoy seguro de mi paternidad. Su tono le advertía que no aceptaría más mentiras y que jamás creería que otro

fuera el padre de su criatura. Lucy levantó la cabeza, arrogante y encontró su mirada —Muy bien, Saul —contesto, tensa—, el niño es tuyo ya que tú me ayudaste a

concebirlo. . . pero no debes preocuparte porque yo trate de exigirte algo, ni ahora ni en el futuro.

—Eso no será necesario —replico el—, porque yo estaré junto a mi nene, para verlo crecer. Tienes dos caminos: te casas conmigo, o te llevaré ante todas las cortes del país para demostrar que yo puedo ofrecer a nuestro hijo una vida mejor que la que tú podrías darle.

El impacto de sus palabras la dejó aturdida, pero se aferró a la realidad y contesto, con voz frágil y apenas audible

—¿Por qué, Saul? No es necesario que te hagas responsable de. . . lo ocurrido. Si estás tan ansioso por tener hijos.

—Lucy, pensemos con cordura. Ellis me confió tu problema de la deficiencia de vitaminas —vio su expresión y agregó, seco—:

Por Dios, ¿acaso quieres perder al niño? Su palidez la delataba y volvió la cabeza para que Saul no viese las lágrimas que

arrasaban sus ojos. No deseó que él supiera que ella había concebido a su hijo, pero jamás imaginó

que reaccionaría de esa manera, o que le propondría matrimonio. Un dolor agudo oprimía su pecho. Hacía menos de un mes, se habría sentido feliz al recibir su proposición, pero en ese momento. . . Saul no la quería, sólo deseaba. ¿Qué? ¿Un hijo?

—Necesitas cuidados especiales. Vivir sola. —No viviré sola —lo vio languidecer y notó la expresión asesina de su mirada. —Si crees que permitiré que Summers críe a mi hijo.. —Esto no tiene nada que ver con Neville. Hablo de sus padres, de mis tíos. Ellos

me han ofrecido un hogar. —Pero yo no sólo te ofrezco eso. Piénsalo. ¿De verdad consideras que haces bien

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en rechazarme sin pensar en nuestro hijo? Los niños necesitan a sus padres. . . ambos lo sabemos. ¿Qué sentirá nuestro hijo o hija, cuando sepa que?.

Se interrumpió y en el silencio, escucharon que alguien llamaba a la puerta. —Esos deben ser mis tíos —informó, fatigada—. El doctor Ellis dijo que pasaría

por su casa —apretó los labios al añadir—: Me parece injusto que el destino te haya puesto aquí justo en este momento; no

tenía intenciones de decirte lo del niño. ¿Y por qué regresaste? Fanny creía que no volverías.

Una extraña expresión se reflejó en los ojos masculinos durante un momento. —¿Tu también pensaste que me había marchado para siempre? —demandó, ronco. Lucy volvió la cabeza, incapaz de sostenerle la mirada. Si lo hacia, revelaría su

dolor, gritaría que, a pesar de todo lo ocurrido, logró abrigar la esperanza de que él la quería y que, una vez que la ira se disipara, Saul olvidaría la discusión como ella lo hizo.

—No, no lo pensé —contestó, fría, castigándose al negar su amor. —No, supongo que estabas muy ocupada en decirle a Summers que su plan iba a

resultar —contestó, cruel—. Por cierto —añadió al caminar hacia la puerta—, decidí conservar la casa, después de todo. . . mi madre comentó que le gustaría volver a verla. Creció aquí, a pesar de lo que digan, y ahora que voy hacer padre quien sabe, quizá nuestro vástago herede la obsesión de tu padre con el lugar. Piénsalo, Lucy —agregó con suavidad desde la puerta—. Analiza todo lo que negarías a nuestro hijo, sólo por el gusto de vengarte de mi ¿De verdad eres tan egoísta?

Era un golpe bajo y tardó varios minutos en reponerse. ¿Acaso le ofrecía conservar la mansión como una especie de soborno, o todo aquello sólo era producto de su imaginación?

¡Casarse con Saul! En una ocasión eso fue lo que más desee en la vida, pero, ¿cómo llevar a cabo ese acto sabiendo que no la amaba, que solo le proponía matrimonio porque habían concebido un hijo?

—No deseas casarte conmigo. Pronuncio las palabras con suavidad Pensó que el no las había escuchado, pero se

equivocó, porque Saul se volvió ante la puerta y contestó: —¿No? Es posible, pero te prometo que haré lo que sea necesario para mantener

a mi hijo lejos de Summers. Cuando salió, sus amenazas aún vibraban en la mente de Lucy, haciéndola

estremecer. En ese momento percibió la profunda animadversión que compartían los dos hombres. Durante su infancia, supo que no se agradaban, pero ahora comprendía que el abismo que los separaba era insondable. Decir que se odiaban era quizás una exageración, pero no lo era el asegurar que Neville de testaba a Saul; y éste, al parecer, correspondía a sus sentimientos al grado que se casaría con ella para evitar que su hijo “se contaminara” con cualquier relación que pudiese existir entre Lucy y Neville.

Una vez casada con Saul, él pondría un alto a cualquier nexo que existiese entre

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ella y Neville aunque solo fuera una relación de primos Mas seria inútil, ella no quena a Summers ni siquiera la atraía Se lo habia dicho ya a Saul

Pero también ella le dijo que hizo planes con Neville en su contra, se recordó. Sin querer, alimentó la aversión de Saul contra su primo materno, sin darse cuenta del profundo desprecio que ya le reservaba a Summers.

Era posible que él pensara que se interesaba más en Neville de lo que ella aseguraba, debido al ridículo amor que sintió a los doce años.

Sus cavilaciones fueron interrumpidas cuando se abrió la puerta y apareció su tía, con una expresión ansiosa en el rostro.

—Lucy, cariño. ¿Cómo te sientes? El doctor Ellis fue a la casa y nos dijo. . Al parecer, Saul decidió permanecer abajo. —Está hablando con tu tío —explicó Margaret cuando Lucy preguntó por él—. Así

que podremos hablar a solas. Como siempre, la perspicacia de Margaret la tomó por sorpresa. La mujer tenía

un aspecto de gran inocencia, por lo que siempre la asombraba al ver lo enterada que estaba de las cosas que sucedían.

—¿Te habló el doctor Ellis de mi anemia? —La menciono, si —accedió Margaret y volvió a fruncir el ceño—. Quiere que

vayas al hospital para hacerte unas pruebas. —Así es, regresará por la tarde para hablarme de eso La tía se dio cuenta de que a su sobrina le preocupaban otras cosas, y la estudió

un momento antes de continuar con suavidad: —¿Qué te angustia, Lucy? La pregunta hizo que la joven sonriera con ironía. —Saul quiere que nos casemos —contestó sin rodeos—. Ya sabe de mi embarazo. —¡ Cariño, debes estar feliz! La reacción de Margaret fue tan inesperada, que pasaron varios segundos para

que Lucy pudiese asimilarla. Cuando lo hizo, sonrió con sarcasmo. Para Margaret, el hecho de que él quisiera casarse con la chica, sin duda era el final feliz de la historia.

—No me ama, tía —contestó—. Sólo quiere casarse conmigo porque —no podia confiarle a la mujer que Saul despreciaba a Neville.

—Porque considera que es su deber —concluyó Margaret con aprobación—. Y así es, Lucy. Un niño necesita de sus dos padres

—le recordó a su sobrina, sin saber que repetía las palabras de Saul—. Sé que estás aturdida y triste, pero te suplico que pienses bien en la proposición de Saul. Por supuesto, tu tío y yo apoyaremos cualquier decisión que tomes, pero. la verdad es que considero. .

—¿Qué debo aceptar? De pronto se sintió sola. . . casi traicionada. Deseó gritar que no quería casarse

con un hombre que no la amaba, pero no tenía la fuerza necesaria. ¿No era posible que también tía Margaret pensara que sus acciones eran egoístas? ¿Acaso lo era al negarle a su hijo la oportunidad de vivir en un ambiente seguro, con la solvencia económica que

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Saul podía ofrecerle? ¿Qué le sucedía?, se preguntó, molesta consigo. ¿Por qué diablos se volvía tan

indecisa y débil? Actuaba igual que su madrastra; Fanny, la mujer dependiente que siempre relegaba a 1os demás sus responsabilidades.

De pronto recordó a Oliver, quien creció sin saber la verdad de su procedencia. ¿Podría ella hacer lo mismo con su hijo?

Que diablos debía hacer Esa pregunta la atosigó durante los dos siguientes días, mientras le practicaban

las pruebas en el hospital. Recibió una gran sorpresa al notar que le fue asignada una habitación particular

en el hospital del pueblo, y cuando preguntó al respecto, se enteró de que Saul así lo dispuso.

El ya parecía dispuesto a hacerse cargo de su vida, basado en la responsabilidad que sentía por su futuro hijo.

Hasta ese momento, las pruebas fueron satisfactorias y el doctor que la atendía creía que la anemia no era severa

—Por supuesto, eso no significa que debamos ignorarla —concluyó, la tarde del segundo día—. Podremos curarla con muy pequeñas dosis

de vitaminas. El señor Bradford nos dijo que viajaran a Florida dentro de poco, me alegro de eso Los americanos estan muy actualizados en medicina prenatal El sol servirá de mucho también. . . la ayudará a relajarse más. Ha estado muy tensa y nerviosa, eso no beneficiará en nada al niño.

—¿Trata de decirme que podria tener un aborto —pregunto, muy alarmada por la seriedad de su expresión

—Siempre existe esa posibilidad —acepto el medico— Tal vez no sea debido a la deficiencia de vitaminas, sino a su estado emocional necesita tranquilizarse, no ha dormido bien, de acuerdo con las enfermeras Los primeros meses siempre causan cierta ansiedad, en especial si es el primer bebe Algunas mujeres no presentan problemas durante el embarazo, pero no todas son tan afortunadas. Es necesario mantener un control estricto de su esta do de salud.

Despues que se marcho, Lucy permaneció acostada, con los ojos cerrados, pero el sueño no la invadió, Terna derecho de arriesgar la vida de su hijo, sólo porque no podía tolerar la idea de que Saul se casara con ella por obligación?

Al día siguiente la darían de alta, con la condición de que debía permanecer en el país durante unos días más, hasta que se supieran los resultados de las últimas pruebas

Por la noche, Margaret y Leo la visitaron, su tío parecía un poco nervioso y la tía admiro la amplia habitación

—Cielos, es más lujoso que el cuarto de un hotel de primera —comento al sentarse en la silla que le ofreció una enfermera—¿Cómo te

sientes? —añadió, estudiando el pálido rostro de Lucy—. Vimos al doctor cuando

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llegamos y dijo que el problema de la anemia no es grave Pero esta preocupado por ti, Lucy Le decía a Saul. . . .

—¿Saul? ¿Saul vino con ustedes? —demandó, con angustia. —Está con e1 médico —contestó Margaret—. Lucy, ¿has pensado en su

proposición? —inquirió, ansiosa—. Por favor, no creas que Leo y yo nos arrepintamos de la oferta que te hicimos, pero por lo que nos contó el doctor, tengo miedo de lo que podría ocurrirte. La casa está muy lejos y si nosotros no estuviésemos presentes cuando ocurra algo. . . Salimos con mucha frecuencia y tomaremos una vacaciones con unos amigos a fines de este mes; no es que trate de desanimarte, cariño, pero por tu bien y el de tu hijo, ¿no crees que estarías mejor con Saul? Después de todo, es su hijo. . . y tú lo amas.

Sí, lo amaba y ese era el problema; de lo contrario ya habría asumido una decisión, sin pensar en- la obligación que Saul tenía para ella y su hijo. Era una agonía contemplar una vida de cierta intimidad con él, mientras sabía que la despreciaba y que sólo le importaba su hijo. ¿Tendría la fuerza necesaria para soportar eso?

Cuando terminó la hora de visitas sin que Saul se presentara a verla, se sintió morir por el desencanto. Se dijo que era sólo por que quería enterarse de lo que el doctor le había dicho a él, pero sabía que no era cierto. Quería verlo, necesitaba su presencia como un alcohólico del licor, aun cuando sabía que eso la destruiría.

S u llegada la sorprendió al día siguiente, justo cuando la daban de alta. La

expresión de Saul era tensa y fría cuando la guió al auto. Ella esperó que sus tíos fueran a verla y una extraña inquietud la sacudió cuando

él abrió la portezuela del coche. Condujo en silencio y sólo habló con ella cuando, en vez de de tenerse frente a la

casa Dower, pasó de largo en dirección de la mansión. —No te preocupes —informó, frío—, no voy a raptarte. Sólo quiero charlar

contigo antes de devolverte al seno de tu familia. Lucy podía adivinar de qué quería hablar con ella y, sin fuerzas, contestó: —No es necesario que discutamos, Saul. Tú ganas; me casaré contigo. Pero, por

favor. . . lo único que deseo ahora es acostarme Su voz se entrecortó; el auto se detuvo de golpe cuando Saul piso con

brusquedad el pedal del freno Al principio Lucy penso que estaria furioso, y entonces se dio cuenta de que la

tensión en el rostro masculino era debida al temor pero no por ella, sino por su hijo, reconoció aturdida Su voz ronca tenía una extraña ansiedad al gritar su nombre para arrancarla del oscuro vacío en que comenzaba a caer.

—Maldición, Lucy —gruñó, ronco al verla recuperarse—. Me robas la vida cada vez que te sucede eso. ¿Te sorprende que tus tíos se preocupen por ti 6 pensado en lo que podria ocurrir si te desmayaras cuando te encuentres sola?

Por supuesto que si, no dejo de meditar en eso desde que la internaron en el hospital, y ese era uno de los principales motivos por los cuales aceptaba su

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proposición Era injusto pretender que sus tíos renunciaran a su rutina para pasar todo el dia con ella Saul era lo bastante rico para contratar a una enfermera que la cuidara. . . algo que no podían hacer sus tíos. . . y, por el bien del niño, reconocía que debía aceptar su proposición.

--No me atormentes, Saul —contestó, seca—, no puedo soportarlo ahora. .Ya tienes lo que querías; acepto casarme contigo. Ahora, por favor, llevame a casa

Sin decir una palabra, él viró con brusquedad y enfiló el auto hacia la casa Dower.

Por supuesto, insistió en entrar con ella y relató a sus tíos lo su cedido. Margaret no ocultó su alegría, aunque Leo se mostró más reservado mientras estudiaba nervioso la palidez de su sobrina.

—Vivirás aquí hasta que podamos casarnos —anunció Saul antes de partir—. Buscaré una enfermera que venga a vivir aquí para cuidarte —vio su expresión y añadió, cortante—: No discutas. Y si no quieres pensar en tu bienestar y el de nuestro hijo —apretó los labios—, entonces medita en el de tu tía. No es justo que ella te cuide durante todo el día y eso es lo que necesitas en este momento.

Se sentía muy cansada para discutir, era mejor ceder y permitir que su tía la llevara al c para ayudarla a acostarse. Dejaría que el sueño le brindase un escape de la realidad. Saul tenía las riendas y, por una vez en su vida, carecía de la fuerza necesaria para objetar que alguien decidiera por ella. Mas en su mente latía la sospecha de que eso era lo que deseaba, después de todo. Siempre quiso casarse con Saul y, a pesar de descubrir que no la amaba, ese anhelo seguía presente, y en parte fue lo que motivó que cediera con tanta facilidad. Por supuesto, acalló esos pensamientos. La causa por la que ella se casaba, era que la obligaban a hacerlo. Se veía forzada a aceptar debido al temor que sentía por la seguridad de su hijo, como también por la presión de sus parientes y la del propio Saul.

CAPITULO 9 S E casaron a la semana siguiente en la pequeña iglesia del pueblo; los señores

Summers, Fanny, Tom y los niños fueron los únicos testigos. Oliver y su hermanita permanecieron inmunes a la tensión que reinó en la

ceremonia, y la única frustración al enorme placer de Tara, fue que Lucy no usó el tradicional vestido blanco, por lo que la niña no pudo ser su dama de honor.

La novia llevó un suave traje de seda rosada que su tía le compró en Londres; la joven estaba muy fatigada tanto emocional como físicamente para interesarse en lo que iba a ponerse.

—Al menos, Neville tuvo la decencia de no aparecer —comentó Saul, cuando salieron de la iglesia—. ¿O su ausencia fue producto de su cobardía?

Lucy apretó los labios y se negó a contestar. Si él quería fastidiaría con eso, que lo hiciera; era mejor que él pensara que ella amaba a su otro primo, porque así no descubriría la verdad.

Page 71: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

La excusa de Saul para explicar la ausencia de sus padres en la boda, fue que su padrastro seguía enfermo. Lucy ni siquiera le preguntó si su madre estaba enterada del matrimonio.

En los días que precedieron a la boda, decidió que sólo podría continuar con aquel matrimonio si se mantenía tan distante de Saul como fuese

posible, y eso implicaba que no formularía preguntas personales. Después de la boda, tuvo que soportar el tormento de la recepción que sus tíos

les ofrecieron en un hotel de la localidad. Margaret se horrorizó cuando Lucy aseguró que no era necesario. Sin embargo, aunque Fanny estudió a su hijastra con expresión especulativa algunas veces, todos se divirtieron muchísimo.

Volarían a Florida la mañana siguiente; las responsabilidades de Saul en sus negocios lo obligaban a vivir en los Estados Unidos y así se lo dijo a Lucy cuando ella manifestar su sorpresa.

La joven tembló, anticipando la soledad de su nueva vida, lejos de todas las personas que conocía. Cierto, la madre de Saul era su tía, pero eso no cambiaba el hecho de que era una desconocida. ¿Acaso la madre de Saul la aceptaría como la mujer de su hijo? ¿Y cómo se sentiría cuando supiese que Lucy esperaba un nene? Levantó la barbilla, desafiante; eso era algo que no ocultaría. Si Saul no le decía a su madre que su esposa estaba embarazada, entonces la joven lo haría.

S i esas lágrimas son por Summers, entonces las desperdicias. La voz fría y

cortante hizo que Lucy se incorporase en su asiento, y volvió la cabeza hacia la ventanilla del avión.

Habían despegado hacía como veinte minutos, y se sentía tan aturdida y agotada por lo inesperado de los recientes acontecimientos, que aun en ese momento no podía creer que se encontraba en camino hacia su nueva vida en un país desconocido.

Fanny, Tom, los niños y sus tíos fueron al aeropuerto para des pedirlos y ella logro contener su llanto durante ese tiempo, forzándose a sonreír sin cesar con falsa alegría. Abrazó y besó a Tara, le prometió a Oliver que escribiría, soporto con valor el emotivo abrazo de su madrastra. Mas ahora, a solas con Saul, el auto control desapareció y dio pasó a las lágrimas de tristeza que fluían de sus ojos

—Toma El pañuelo que él le entregó era suave y muy blanco. Su acción contrastaba con el

tono duro y desdeñoso de su voz y Lucy frunció el ceño, con la mirada fija en la blanca tela de algodón que él tendía antes de alargar una mano y tomarla.

Sus dedos se tocaron y una extraña sensación la recorrió. Con cierta agitación, se dijo que sólo sufría los efectos de la reducida cabina. Mientras secaba su humedecido rostro, se dio cuenta de que el pañuelo estaba impregnado del aroma de la colonia de Saul. Su mano comenzó a temblar y contuvo el aliento cuando de pronto se inclinó hacia ella.

Sus ojos se encontraron un segundo los de la chica parecían confundidos y

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tensos, los de el, muy fríos y distantes En ese momento Lucy se percató de que Saul le aflojaba el cinturón de seguridad Por un momento, Lucy penso

Se ruborizo, mortificada, y luego arrugó el pañuelo y le dio la espalda. ¿Habría adivinado él que ella pensó que la besaría? ¿Por qué diablos imaginé algo semejante? Desde que anunció que se casarían, no intento tocarla de manera alguna Lucy sabia lo que sentía por ella y sin embargo, se volvía un manojo de nervios y tensión al sólo imaginar que había un destello de deseo en su mirada.

Si él lo supiera, sin duda la mataría con su desdén. Por lógica, Lucy debía odiar la simple idea de que él la tocase cuando conocía lo poco que la

quería, pero, ¿desde cuándo las emociones eran gobernadas por la lógica? En ese momento lo que más deseaba era que él le ofreciese sus brazos para poder posar su adolorida cabeza en el amplio hombro. Anhelaba la seguridad de su abrazo, el cual la protegería de todos los temores y dudas que le acarrearía la nueva vida que ahora iniciaba.

Si Saul de verdad la llevara consigo a casa como su nueva esposa, ella lo llenaría de preguntas en ese momento y demandaría saber todo lo posible acerca de la vida que compartirían juntos. Pero en esas circunstancias.

—Comprendo que no sientas el menor afecto hacia mí o mi familia —la cínica voz llamó su atención, y sus ojos quedaron fijos en los de él cuando Saul continuó, cortante—: Pero sugiero que muestres un poco de interés antes que lleguemos a Florida, de lo contrario, mi madre comenzará a sospechar.

—Podrías decirle la verdad. Lo vio arrugar el ceño. —Ya tiene bastante con la enfermedad de mi padrastro, así que no quiero darle

más problemas. Por lo que concierne a mis padres, nuestro matrimonio es muy normal, consumado por los motivos correctos y quiero que sigan con esa idea.

Lucy imaginé a la madre de Saul por un momento; él debía amarla muchísimo para desear protegerla de la dolorosa situación de su matrimonio. Si ella tuviese un hijo, ¿acaso él la querría con la misma intensidad?

—Sin duda les sorprenderá que. . . que nos hayamos casado con tanta precipitación y…

—Te equivocas, estan enterados Saben que esperas un hijo mío —contesté con calma y sin embargo, cuando aparté su mirada de Lucy, ella asumió que el estuvo a punto de decirle algo mas

—Supongo que se escandalizaron —Más sorprendidos que horrorizados. Le ofreció una irónica sonrisa al percibir que se volvía a estudiarlo, intrigada —Mi madre es una mujer de mundo y yo no soy un niño. Aun que no lo dirá, estoy

seguro de que se sintió muy asombrada por que yo fui lo bastante descuidado para permitir que ocurriera esto. Arqueé una ceja mientras la observaba y notó que un tenue rubor teñía su piel.

—No importa —bromeé——. Si ella te ve arrebolarte de esa manera, sin duda

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llegará a la conclusión de que me dejé llevar por un momento de loca pasión. Era obvio que Saul debió conocer otras mujeres y que su madre sabía que no vivía

como un monje, pero, ¿creería alguna vez que Saul podría comportarse de manera tan alocada?

Todas las novias debían temer el encuentro con sus suegras, reflexioné Lucy, pero en su caso, el miedo se acrecentaba con el hecho de que la madre de Saul era su tía, y además, había una arraigada enemistad entre el padre de Lucy y su hermana. En esas circunstancias, no podia esperar que la madre de Saul la recibiese con los brazos abiertos.

—¿Te sientes bien? Saul parecía cortante, quizás temía la vergüenza de llamar a la azafata para

pedirle ayuda, decidió Lucy al recordar lo furioso que su padre se ponía cuando ella era una niña y hacía cualquier cosa para llamar la atención.

—Sí. Era cierto; al menos, en el aspecto físico se encontraba bien. Las vitaminas que

ingirió comenzaban a surtir efecto y cada día recuperaba poco a poco sus fuerzas. El viaje fue muy largo y después del almuerzo, Lucy cedió al. deseo de dormir, así

que volvió la cabeza y se aparto un poco de Saul, lo cual, hizo que fuese todavía mas embarazoso que al despertar, tuviera la cabeza apoyada en su hombro, mientras un fuerte brazo la rodeaba.

Para quien desconociese la realidad de la situación, debían parecer una pareja de enamorados, pensé al incorporarse y Saul retiro el brazo de inmediato

—Lo siento Su voz pareció vibrante y su tono defensivo al apartarse de él. —¿Por qué? ¿Porque no soy Summers? Saul hablo con intencional dureza, Por que insistía en incluir a Neville en sus

comentarios? , Lo hacia para herirla? , Lo nombraba de forma deliberada para causarle dolor? La hería saber que la creía capaz de hacer el amor por interés, para ayudar a Neville. ¿No se dio cuenta, cuando la tuvo entre sus brazos, que sus emociones eran reales y no fingidas? Pero, ¿por que habría de importarle eso a el? Saul dejo muy claro que solo la utilizo de la manera como pensaba que ella lo hiciera con él.

Después de eso, no pudo dormir de nuevo y su tensión e in quietud crecieron al tiempo que se aproximaban al final del. Viaje

Podria establecer una buena relación con la familia de Saul? Con cuanta frecuencia tendrían que visitar la En donde vivía

Saul Tema una casa propia, o? Casi como si hubiese leído sus pensamientos, él dijo de pronto: —Esta noche nos quedaremos con mis padres. Ellos creen que nuestro

matrimonio es por amor, y te agradecería que no intenta- ras cambiar esa impresión. Le debo mucho a mi padrastro

—añadió, seco—, y si haces algo, cualquier cosa para afectar su Salud

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¿Qué clase de mujer creía que era? La desesperación se apoderé de Lucy. —No tienes por qué amenazarme —contestó, tensa—. Estoy tan ansiosa por

lograr que tu familia crea que somos una pareja feliz, como lo estás tú —al notar su expresión, continuó sin emoción—: Nuestro hijo crecerá con ellos; no quiero que la gente lo considere un paria, ni que escuche chismes sobre sus padres,

o… —¿Hijo? —inquirió irónico y su expresión se suavizó por un instante—. Entonces,

¿crees que será un varón? Analizó la pregunta y se dio cuenta de que no le importaba que fuese un chico o

una niña. —“Hijo” es una palabra genérica —contestó. El breve momento de emoción

compartida la animó a preguntar de manera casual—. ¿En donde viviremos? ¿Tienes?. —Por ahora poseo un apartamento. . . está en el centro de la ciudad y resulta

muy conveniente para mi trabajo, pero lo venderé y compraré algo más acorde para mi vida familiar. Pasé muchos años viviendo en un edificio de apartamentos cuando niño y eso no es lo que quiero para mis hijos —frunció el ceño y agregó—: Quizá mi madre nos pida que vivamos con ella por un tiempo, mas en es tas circunstancias’ considero que será mejor que usemos el apartamento hasta que encontremos la casa adecuada. Sería mucha la presión de tener que mantener las apariencias todos los días.

—Sí —de manera extraña, la conmovió saber que él también percibía la tensión; eso lo hacía parecer más humano, más como el Saul que ella pudo ver por un instante, en los hermosos días que precedieron a la pelea.

—Te advierto que mis hermanastras van a someterte a varias preguntas; las dos viven en la ciudad con sus familias y.

—Y por supuesto, están ansiosas por conocer a la mujer que se casó con su hermanito —concluyó Lucy.

La voz del piloto anunció que se aproximaban al final del viaje y fue imposible continuar con la charla debido al barullo y a los preparativos que hacían los demás para el aterrizaje.

L a humedad y no el calor, fue lo primero que sintió Lucy, tan pronto como

salieron del aeropuerto Saul se negó a que ella lo ayudara con el equipaje y en ese momento se sintió agra decida. El efecto de la humedad en su cuerpo, le restó energías.

—¡Saul! Saul, por aquí. Una mujer alta y de cabello oscuro agitaba los brazos y el corazón de Lucy dio un

vuelco antes de detenerse un instante, asumió que era su suegra; el parecido entre la dama y el padre de la chica, era asombroso.

Así que ésa era la madre de Saul. . . su tía. Bronceada y esbelta, estaba muy elegante con unos pantalones ligeros y una fina blusa Tema el cabello muy bien peinado y en contraste, Lucy se sentía sucia y desaliñada, consciente del hecho de que tal vez

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su cabello se rizaría por la humedad y de que su nariz brillaba. Luego, al encontrarse envuelta en un inesperado abrazo, pudo ver más allá de la evidente elegancia de la mujer atisbar un destello de esperanza en sus ojos La madre de Saul no la resentía ni la despreciaba

Se encontró libre y las manos de su suegra la apartaron un poco de si para estudiarla con sus ojos grises, iguales a los de Saul

—Eres una verdadera Martin, Lucy Eso debió complacer mucho a George —una sombra nublo su mirada

Después de una breve pausa, añadió: —Aunque nunca volvimos a vernos, habría asistido a su funeral si Harry no

hubiese estado tan enfermo. Me disgustó mucho no estar presente; era mi hermano, después de todo. Y ahora, ¿cómo diablos vas a llamarme? —de pronto adoptó una actitud práctica y continuó, bromista—: Supongo que pocas chicas son nueras de sus tías. Quizá sólo debas llamarme Sophy, como lo hacen las hijas de Harry.

—Charlaremos después, mamá —aconsejó Saul y se acercó a ella para suavizar sus palabras con un beso en la frente de su madre— Lucy no esta acostumbrada al clima, y sin duda se desvanecerá si la dejamos parada aquí mas tiempo

Su madre pareció avergonzada de pronto. —Lucy, perdóname, pero lo olvidé por la emoción. Sí, te veo muy pálida, querida

Saul me dijo lo del nene —su sonrisa fue tierna y compasiva—. Confieso que al principio me sorprendió mucho. . . él nunca ha sido tan alocado. . . pero después de todo, que puede ser mejor que conocer a mi sobrina, nuera y a mi nieto todo al mismo tiempo?

Sin dejar de hablar, la llevó al auto, aliviando la incomodidad y la vergüenza de Lucy, al tiempo que la hacía sentirse muy bien. El nerviosismo, producto del largo vuelo, no había dejado de asaltarla, y al subir al auto, Lucy comenzó a percibir cómo la tensión la abandonaba.

Sophy conducía con envidiable habilidad, considerando el trafico, y mientras guiaba el auto, explicó a Lucy que su hogar estaba a varios kilómetros de allí, en un pueblo cercano a la costa.

La ventilación dentro del coche fue una bendición. —¿Como está Harry? —preguntó Saul cuando abandonaron la autopista y tomaron

la vereda que llevaría al poblado. —Mejor, pero ya quiere volver al trabajo. . . ya sabes cómo es. El doctor

Schlinder le dijo que debe descansar y recuperar las fuerzas para que puedan operario.

Se volvió hacia Lucy y agregó, muy seria: —Harry, mi marido, tiene un problema con las válvulas del corazón. Tendrán que

operarlo, Matt Schlinder, nuestro médico, prefiere que sus pacientes se encuentren en las mejores condiciones posibles antes de someterlos a cirugía, y Harry no coopera mucho me temo. La ausencia de Saul empeoró las cosas. . . mi hijo es la única persona a quien él confía las riendas de sus negocios y por eso Saul tuvo que regresar aquí con tanta precipitación.

Page 76: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

Hizo una pausa para recuperar el aliento y prosiguió: —Hubo algunos problemas con una construcción y comenzaban a presentarse

dificultades con los trabajadores. Harry se angustió tanto, que temí una recaída. Lamento haberte separado de Saul como lo hice, casi a media noche —se volvió a su hijo y dijo, cariñosa—: Fue una suerte que pudiesen llegar en el vuelo de la mañana, Saul. Ya estaba muy nerviosa.

Lucy miró de reojo a su marido; él tenía el ceño arrugado y la vista perdida en el paisaje. La chica no se había enterado de que él tuvo que abandonar la mansión con tal precipitación. . . ¿fue por eso que no se comunicó con ella? ¿Tuvo que marcharse la misma noche en que hicieron el amor La esperanza oprimió su pecho y luego desapareció para dar paso al dolor al deducir que, aun si esa fuera la causa de que Saul se marchase esa noche, debió haberse comunicado por teléfono con ella, o escribirle una nota. Incluso pudo hacerlo a su regreso Pero no, si ella no hubiera ido a la mansión para encontrarlo por accidente, dudaba que lo hubiera visto de nuevo.

—Casi llegamos —anunció Sophy, confundiendo su tristeza con cansancio—. Le dije a las chicas que no queríamos recibir visitas esta noche—añadió, sonriente para Lucy—. Se mueren por conocerte —dirigió una divertida sonrisa a su hijo—. Meryl dice que ganó veinte dólares gracias a ti. Parece que apostó esa cantidad con Christie hace doce años, cuando fuiste a Inglaterra por primera vez, apostaron a que te habías enamorado de Lucy y ahora asegura que tuvo razón Encontraras que mis hijastras son muy abiertas —agrego para Lucy— Es una costumbre americana que aun me sorprende Me acusan de ser muy inglesa y reservada y aseguran que crié a Saul de la misma manera, por lo que el prefino casarse con una inglesa.

Llegaron al pueblo en ese momento, y Lucy miró a su alrededor con interés, al tiempo que se preguntaba si ése era el ambiente que Saul elegiría para formar un hogar

Hasta ese momento no había pensado en el futuro, pero ya podía imaginar los años de soledad que la aguardaban, carentes de amor y ternura, y cerró los ojos para contener las lágrimas

—Casi llegamos —anunció la mujer madura. Sophy Bradford abandono el camino principal para continuar por otro bordeado

de árboles prados y enormes y hermosas casas Dio vuelta en la entrada de una de ellas y activó las rejas eléctricas. Plantas y

arbustos ocultaban la construcción, pero al pasar junto a los cuidados lechos de flores, Lucy pudo notar el ambiente de, riqueza y buen gusto.

La edificación era larga, de paredes blancas con balcones y ventanas de hierro forjado.

—Esta casa fue construida en los años treinta por un contrabandista de licores La compramos hace cinco años, cuando Harry se retiró de los negocios. En realidad es muy amplia para nosotros, pero nos desagradan los lugares estrechos —se detuvo frente a la entrada principal, y cuando se bajaron del auto, una doncella mexicana abrió la puerta

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—Ella es Elena —informó Sophy, presentando a la sirvienta—. Ella y su esposo, Tomas, cuidan la casa Entren, ¿Mi esposo esta en el estudio? —preguntó a la mexicana cuando Lucy y Saul la siguieron al interior. ,

—No, estoy aquí. Harry Bradford no era mucho más alto que su mujer, tenía la piel bronceada y el

cabello canoso. Parecía muy enfermo, pensó Lucy al avanzar para ser presentada, mas el reconocer la integridad y astucia de su mirada, se dio cuenta de por qué Saul lo quería tanto. De manera instintiva, supo que se encontraba ante un hombre que vivía bajo un estricto código moral. Quizá fuese un poco anticuado en lo referente a las mujeres, pero sin duda, siempre trataba a las personas con consideración y respeto.

—Así que ésta es la chica que al fin te atrapó, ¿verdad, Saul? Eres muy bienvenida, querida —dijo á Lucy—. Le he dicho a esta loco desde hace años, que ya era tiempo de que sentara cabeza.

—Comeremos en una hora, Elena --dijo Sophy a la sirvienta—. ¿Quieres pedirle a Tomás que lleve el equipaje al cuarto de huéspedes? Estoy segura de que Lucy querrá tomar una ducha y cambiarse antes de comer —y agregó para Lucy—. Te mostraré tu dormitorio mientras estos dos hablan de negocios.

Las habitaciones de los invitados estaban en un extremo de la casa, y daban

hacia los hermosos jardines. —La piscina está hacia la derecha —informó Sophy al pararse junto a Lucy ante

las ventanas francesas de la hermosa salita—. Y más allá se encuentran las canchas de tenis. ¿Sabes jugar?

—No muy bien —confesó la joven—. Aunque practiqué ese de porte en la escuela. —Bien, aquí es lo de moda. Toda persona debe pertenecer a un club de tenis; la

gente de mi edad casi siempre cuenta con un entrenador. Por supuesto, no queremos que practiques ningún deporte por ahora, pero después. . . cuando nazca el niño. . . Los negocios ocupan mucho del tiempo de Saul, pues debe visitar varias construcciones, así que tendrás que encontrar un círculo de amistades. Cuando al fin compren una casa, te recomiendo que te inscribas en algún club; eso facilita el cambio del estilo de vida inglés al americano. . . te lo aseguro. Pero no caigas en la trampa que yo caí; no debes aislarte. Mi primer marido viajaba mucho y yo me quedaba sola con Saul cuando él salía; comencé a sentirme muy sola. Por supuesto, sé que estás muy ocupada con tu libro, pero ésa es una profesión muy solitaria.

La voz de Sophy era práctica y serena. Lucy se sintió conmovida al darse cuenta de que la madre de su esposo se preocupaba por su bienestar.

—Saul nos contó de tu problema con el embarazo —comentó al apartarse de las ventanas y caminar hacia otra puerta—. Esta es la alcoba —informó y esperó a que Lucy la siguiera.

Como la salita, la alcoba estaba decorada en tonos amarillos y azules; la tela con estampados florales, guardaba el estilo de las provincias inglesas y las paredes tenían un hermoso color dorado.

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—Cualquier cosa inglesa está de moda aquí —comentó Sophy—. Pero confieso que fue la nostalgia lo que me hizo decorar así este cuarto.

—Es precioso —contestó Lucy y apartó la mirada del amplio lecho, inquieta. Sabía que la familia de Saul no estaba enterada de la situación de su matrimonio, pero por algún motivo, esperó que les asignaran un cuarto con dos camas.

—El baño está por allí —indicó Sophy y señalo una puerta en el otro extremo del dormitorio—, y el armario allá. Como sólo pasarán aquí una noche, le diré a Elena que no vede las maletas. Saul dijo que vivirán en el apartamento hasta que encuentre un lugar más apropiado. Las chicas vendrán a comer mañana, así que podrás conocerlas entonces. Ahora te dejaré para que puedas cambiarte.

Antes de salir, Sophy se volvió para besarla en la mejilla, y después de abrazarla con ternura, agregó:

—Me alegro mucho de que Saul se casara contigo, Lucy —frunció el ceño al ver las lágrimas en los ojos castaños—. Cariño. ¿Sucede algo

malo? ¿No te sientes bien? —Estoy bien.. . Sólo un poco aturdido por tanta amabilidad —contestó, conmovida—. Creí que tal vez me odiarías, en especial cuando

recordaras la manera como mi padre trató a Saul. —George era mi hermano, no lo olvides —le recordó la mujer—. Sé muy bien

cómo era; jamás tuvimos una buena relación. Pero tu madre me agradaba muchísimo. Era una chica muy dulce —arrugó la frente y añadió, sincera—: Reconozco que me puse furiosa cuando supe lo que George hizo con la mansión aunque supongo que debí esperar eso. Siempre estuvo obsesionado con la propiedad; sin duda se Sintió muy mal cuando sólo obtuvo una hija de su segundo matrimonió.

Lucy comenzaba a experimentar los efectos del largo viaje; la fatiga comenzó a embargarla y la amable recepción de su suegra la hizo relajarse mucho, así que contestó sin pensar:

—Oh, sí, en especial cuando Oliver nació, antes que mi padre y Fanny. . —al darse cuenta de lo que decía, calló. Un intenso rubor le tiñó la cara.

Sophy volvió a fruncir el ceño y luego preguntó, despacio: —¿Insinúas que Oliver es hijo de George? Había dicho demasiado para retractarse y, mordiéndose el labio inferior, Lucy

asintió: —Por eso vendió tantas cosas. Quería asegurar el futuro del niño. Deseaba

reconocerlo como su hijo legítimo para que pudiese heredar la propiedad, pero Fanny no lo permitió. Se puso histérica ante la simple sugerencia, porque dijo que no podría soportar el escándalo que eso provocaría. Me parece que ella jamás comprendió la obsesión de mi padre por la mansión; no veía ninguna ventaja en el hecho de que el chico la heredase, en especial cuando mi padre hizo arreglos para garantizar su bienestar.

—Si Oliver hubiera sido hijo legítimo, ¿habrían podido sostener la mansión. . . económicamente?

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—No —contestó Lucy—, y creo que mi progenitor lo sabía. Si él hubiese vivido más tiempo, había tenido que venderla para evitar que se deteriorara más. Tan sólo el reparar el techo costaría una fortuna; mucho más de lo que mi padre obtuvo de todas las cosas que vendió.

—Saul pretende conservarla. . . y restaurarla. Puede hacerlo por supuesto, gracias a que mi marido es un hombre muy rico. Harry regaló a. cada una de sus hijas un millón de dólares cuando se casaron, pero Saul es su socio. Ellos dos se comprenden muy bien en lo que se refiere a la industria de la construcción y están muy unidos. . . mucho más de lo que lo estaría si fuesen padre e hijo. Me alegro de que Saul te haya encontrado, Lucy. Nos pre ocupamos por él; queríamos verlo sentar cabeza y sin embargo, nos inquietaba que se casara con una chica que no lo compren diera. Tuvo muchas amigas. . . incluso algunas relaciones serias. . . pero creo que es la primera vez que lo he visto enamorado de verdad. Pude darme cuenta cuando volvió a casa debido a la enfermedad de Harry, aunque en realidad ya sabíamos de ti por sus cartas y llamadas telefónicas.

Sophy hizo una pausa y sonrió. —Te dejaré ahora. Si me quedo más tiempo aquí, llegará la hora del almuerzo y

ninguna de las dos estaremos preparadas. A solas en su cuarto, Lucy pasó buen rato mirando por la ventana y se volvió sólo

cuando Tomás entró con las maletas, las cuales dejó en el dormitorio. Le sorprendió enterarse de que Saul habló de ella con sus parientes. Si lo único que l pretendió, desde el principio, era vengarse por su crueldad de hacía doce años, no la habría mencionado. Pero, tal vez debido a su parentesco, Sophy sintió curiosidad y preguntó por la chica. Diciéndose que esas especulaciones no harían más que hacer renacer las esperanzas que sabía inútiles, Lucy buscó en su maleta el vestido de seda que se pondría. Notó con alivio que no estaba arrugado y, llevándolo consigo al baño, así como ropa interior ligera, se dispuso a duchar se.

Ya se había vestido y se maquillaba cuando Saul apareció en la habitación. —No deshice la maleta porque no sabía que es lo que deseabas hacer Lucy,

mientras lo veía sacar un poco de ropa. Cuando él eligió una chaqueta blanca y. unos pantalones negros, ella supo que sus

padres se vestían con formalidad para cenar. La charla durante la cena fue informal y amena. Sophy era una hábil y amable

anfitriona. Lucy no se sintió rechazada o incómoda ni un sólo momento. Su embarazo fue mencionado un par de veces como algo muy natural y la madura mujer parecía tan relajada al respecto, que Lucy sintió alivio.

Suspiró agradecida cuando Sophy sugirió que se acostaran temprano, pues sólo un gran esfuerzo la impidió bostezar abierta mente durante la velada.

Sospechó que tal vez Saul permanecería con sus padres, así que se excusó, y besó con ternura a Sophy cuando ella y Harry le desearon las buenas noches.

Al pasar junto a Saul, le sonrió también para no revelar lo tensa que se sentía. —No tardaré —prometió—--. También estoy cansado.

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Mientras Harry se burlaba de él, por ser un recién casado tan poco romántico, ella aprovechó la oportunidad para escapar.

Ya en la habitación, se cepillo la rubia cabellera antes de deslizarse entre las suaves y frescas sábanas de algodón. La calidad de la ropa de cama era algo que ya había notado, y decidió que hablaría con su suegra al respecto. Tendría que realizar muchos ajustes en su nueva vida y agradecía que Sophy estuviera a su lado para ayudarla y aconsejarla. En Inglaterra, su familia siempre usó las sábanas de lino, casi todas compradas por su bisabuela, y aun que aún resistían, no, eran tan suaves y cómodas como aquellas..

El sonido de una puerta que se abría y después se cerraba, la sobresalté, pero no la despertó por completo. Escuchó el ruido del agua al caer. Hubo otros sonidos y luego percibió que la cama que se movía, acompañada por el susurro de las sábanas y un conocido y embriagador aroma masculino. Adormilada y sin pensarlo, se volvió hacia la fuente de esas sensaciones, y su sueño le permitió relajarse al acurrucarse contra el tibio cuerpo del hombre acostado junto a ella. Una leve sonrisa curvó sus labios y hundió el rostro en la curva del fuerte hombro.

Tendido sobre su costado, él la contemplé. De pronto, Sául se puso tenso y maldijo en silencio. Alargó una mano para apartarla de sí, mas, cambiando de opinión, la estrechó contra su cuerpo y la rodeé con un brazo.

CAPITULO 10 LUCY soñó que se encontraba entre los brazos de Saul y que le hacía el amor,

como lo hiciera antes de aquella terrible discusión. Cada parte que él le tocaba, se encendía bajo su contacto. El placer que le producía era delicioso, pero ella anhelaba mas, mucho mas Alargo las manos hacia Saul, para decirle con sus caricias cuánto lo deseaba; sus dedos tocaron la piel suave y los músculos duros. Los vapores del sueño desaparecieron de pronto debido a que la sensación era demasiado real para pertenecer al mundo onírico. El pánico se apoderé de Lucy al abrir los ojos y encontrarse entre los brazos de Saul. Los dos cuerpos estaban en vueltos por la luz que se filtraba por la ventana y que advertía la llegada del amanecer.

Con vergüenza, Lucy retiró sus manos y su garganta se resecó. ¿Qué hacía? En ese mismo instante, se dio cuenta de que Saul se encontraba desnudo y la única barrera entre los dos era la delicada seda del camisón Presa del pánico, trato de apartarse, angustiada por la idea de que él despertara y la descubriese entre sus brazos, pero tan pronto como intentó moverse, el brazo que le rodeaba la cintura se apreté, y los párpados se abrieron para revelar los ojos grises, oscurecidos por el deseo y muy brillantes.

—¡Suéltame! ¿Qué haces? —las palabras escaparon de sus labios, llenas de temor.

—Fuiste tú quien empezó esto —contestó, sarcástico—. Te acurrucaste contra mí como si fueses un gatito en busca de caricias.

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La imagen que sus palabras evocó era muy íntima. . . la hacia muy vulnerable. ¿Eso hizo? Tragó con dificultad y se obligó a mirarlo a los ojos.

—¿Crees que miento? —preguntó Saul en un susurro. ¿Por qué habría de hacerlo? El no la deseaba, en tanto que ella. Aturdida, sacudió la cabeza y luego murmuró, ronca: —Lo siento, yo. —No te disculpes —la voz de él era muy profunda al añadir—: Soy lo bastante hombre para disfrutar de una mujer acurrucada contra mí. ..

Aunque esté dormida. Incrédula, Lucy se percató de que Saul sonreía. Los ojos grises lanzaban

destellos, divertidos y. . . Lucy contuvo el aliento al encontrar el fuego del deseo en su mirada.

—Por supuesto, lo gozaría mucho más si no llevaras puesto esto —murmuró contra su oído y sus dedos tocaron las cintas que sujetaban el camisón sobre sus hombros.

Debía alejarse de él, lo sabía, pero Saul había soltado los tirantes y el corazón de Lucy latía con tanta fuerza, que estaba segura de que saltaría de su pecho, sobre todo si él la acariciaba allí.

—Lucy. Ella se humedeció los labios con la lengua al notar el tono febril y excitado de su

voz. —¡No hagas eso! —él contemplaba sus labios y, sumisa, obedeció. Era como un sueño, algo irreal, en especial el temblor de las manos masculinas al

posarse en sus hombros desnudos, o la lengua que humedecía la reseca y sensual boca femenina. La chica gimió con suavidad, urgida por la necesidad de sentir esos labios en los suyos. Alargó las manos para tomar la cabeza de Saul y sus dedos se enredaron en el abundante cabello revuelto. Elevó el rostro hacia él, anhelante y tembló bajo el apasionado asalto de su beso.

Como sabía bien que Saul jamás la besaría con tanta pasión, no fue necesario que se detuviera a analizar nada. Eso no era real, no era posible y por eso, no era necesario que resistiese o luchara o que ocultase sus sentimientos, su deseo y el amor que latía en su interior. Su suave cuerpo vibraba contra el de él, mientras entreabría los labios para permitir la invasión de la sensual lengua de Saul.

El delineó con sus dedos el delicado contorno del cuello de la joven para después enredarlos en su cabello, al tiempo que el deseo lo embargaba, alimentado por la pasión de sus besos.

Sin liberar su boca, Saul apartó las sábanas y de manera instintiva, Lucy se movió hacia él para sentir el peso de él sobre ella. Los capullos de sus senos, florecieron por el deseo, y parecían luchar contra la seda del camisón para quedar libres.

Cuando Saul dejó de besarla, Lucy se sintió tan abandonada que quiso llorar. Alargó las manos y sólo pudo tocar la sedosidad - de su cabello. Desesperada, apretó la cabeza de él y dejó que sus labios se apoderasen de una tensa punta, sin siquiera

Page 82: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

apartar la tela la prenda. El corazón de Lucy latía con violencia, y su cuerpo se arqueaba sacudido por las

oleadas de placer que Saul le producía. —Lucy. El posó la cabeza en un seno, la húmeda seda se adhería a su mejilla. Atrapada en

el fuego de su propia excitación, Lucy des cubrió la embriagadora pasión masculina: tenía la voz ronca, tan extraña para ella como los temblores que sacudían los fuertes músculos de Saul.

—No debería hacer esto. Las palabras estaban enronquecidas por el deseo y el cuerpo de Saul era rígido y

tibio contra el de la chica. La deseaba, pensó Lucy, delirante. De verdad la deseaba, y ella también a él. El hecho de que podía excitarlo renovó la confianza de Lucy. Quizá podría salvar todavía su matrimonio. Tal vez si le dijese la verdad sobre Neville. . .

A pesar de sus propias palabras, Saul no se movió y en ese momento volvió a inclinar la cabeza, para que sus labios rozaran con delicadeza la exquisita redondez de un seno, como si fuese incapaz de resistir la tentación. Un estremecimiento de placer la recorrió y la envolvió en oleadas de pasión.

Cuando al fin recuperó el aliento, gimió, ansiosa: —Si es por mi primo —¡Maldito Neville! —estalló Saul y la soltó—. Estás casada conmigo, no con el

Summers no te desea, tanto como yo —se interrumpió y agrego, ronco— Pensaba en el niño El doctor

El médico le informó que no había motivos para que suspendiera su vida sexual, sino las últimas semanas del embarazo, maS no fue eso lo que causo que Lucy agrandara los ojos Saul dijo que la deseaba. .

—Tu me deseas —repitió, despacio, extasiada con el sabor de esas palabras, y lo miró a los ojos cuando él levantó la cabeza.

—Sé que soy el primer hombre que te hace el amor, Lucy, pero no eres tan inocente —replicó, seco—. Conoces muy bien lo que me .haces —su mirada se deslizó por el contorno de sus cuerpos unidos, y Lucy se arreboló cuando los ojos grises se posaron en la excitante redondez de las caderas de la chica. Ella notó que el deseo de él era tan apremiante como el suyo.

—¿De veras me quisiste antes. . . cuando me echaste de la casa? —el orgullo debió impedir que formulase esa pregunta, pero había pronunciado las palabras y ya era tarde.

Saul frunció el ceño, se apartó un poco de ella, y por instinto, Lucy trató de evitar esa pequeña separación. Sin dejar de mirarla, Saul la vio cerrar los ojos mientras el delicado cuerpo respondía al placer de su cercanía.

—Sabes que sí —contestó sin emoción—. ¿Acaso crees que te habría hecho el amor, sólo para?.

—¿Venganza? Creí que fue por eso —contestó en un susurró y notó la incredulidad de su mirada.

Page 83: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

—¿Venganza? —Saul entrecerró los párpados, pensativo, y luego agregó con suavidad—: Estaba casi loco de celos, Lucy; ¿no te diste cuenta de eso cuando mencioné el nombre de Summers?

—No —contesto, despacio—, pensé que me hacías el amor por que eso era parte del plan que habías creado para castigarme.

Ceñudo, se incorporo en el lecho para mirarla, la luz del amanecer aun no era intensa, así que Lucy parpadeo, deslumbrada, cuando Saul encendió una lámpara de noche. El dorado brillo los envolvió, enfatizando la bronceada piel masculina y la palidez de la joven.

—Creo que tú y yo tenemos que hacer algo —murmuró Saul— Sólo dime una cosa. ¿Qué significa Neville Summers para ti

—Nada —contestó de inmediato—, ya te lo dije. Es mi primo y quiero mucho a sus padres, pero conocí como era él hace muchos años —había dicho más de lo que quería, pero no le importó lo que pudiese revelar a Saul; el instinto le decía que sería mejor que fuera sincera—. Cuando fue a yerme esa tarde, para tratar de obligarme con chantajes a que lo ayudara, mi primer impulso fue negarme de inmediato, pero sabía que él no diría más si yo hacía eso, mientras que, si fingía, podria enterarme de sus planes

—Pero cuando te pregunte si habías recibido visitantes, lo negaste —le recordó Saul.

—Porque te vi muy preocupado. . . o quería aumentar tus problemas. Te lo dije entonces.

—Sí, lo hiciste —accedió, sombrío—, y estaba tan poseído por los celos, que no supe qué creer. Sólo podía pensar en aquel vera no, y en la forma como el te animo a que me rechazaras y en cuanto lo disfruto el Summers sabia que me gustabas, Lucy, aun que tú no te dieras cuenta. Incluso me provocó con eso —sonrió con ironía al notar su incredulidad—. Oh, si, lo sabía muy bien.

—Supuse que habría sido algo así. . . que debido a que estabas celoso de él, me habías. . . rechazado.

—Pues tú también lo hiciste —le recordó Saul—. Me hiciste pensar que te habías aliado con él en contra mía.

—Porque me dolió mucho que me hicieras el amor de esa manera, y luego me despreciaras. Tenía que defenderme de alguna manera.

—Lucy —la estrecho contra si con gentileza—, Es muy tarde para que empecemos de nuevo? ¿Para que tratemos de construir algo en lo que ya tenemos? Nos deseamos.

—El deseo no es amor —contestó, abatida, incapaz de mirarlo. —No Pero si uno de nosotros ama, sin duda Lucy se puso rígida y se apartó de él. Así que todo el tiempo, Saul supo lo que ella

sentía —De acuerdo, confieso que te amo, Saul —aceptó, trémula de emoción y de

rabia—, pero. . —Eh, espera un momento. ¿Qué quieres decir con eso de que “confiesas que me

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amas”? —Lo que oíste —replicó, y odió la suave sonrisa que curvó sus 1abios- Es obvio

que siempre has sabido lo que sentía, y yo. El sacudió la cabeza y su sonrisa desapareció: —No, Lucy —corrigió con seriedad—, no lo sabía. ¿Por qué diablos crees que

estaba tan celoso de Neville? ¿Tan inseguro de ti? No porque supiera que me amabas, te lo aseguro.

—Pero dijiste. —Lo que dije fue que, mientras que uno de nosotros ame. Pero me refería a mí,

no a ti. Aturdida, Lucy guardó silencio durante un tiempo y al fin pro testó. —Pero no puedes amarme; te marchaste sin decir una palabra y ni siquiera

trataste de comunicarte conmigo. Si no hubiese sido por el accidente en la mansión, tú.

—Habría recorrido todo el país hasta encontrarte —gruñó angustiado, de pronto la tomó entre sus brazos y la estrechó contra sí; su voz era ronca y llena de emoción al decir1e— Esa noche, me disponía a ir a la casa Dower, para disculparme, cuando llamó mi madre. Parecía tan preocupada por Harry, que no me atreví a tomar tiempo para confesarte mis celos. No estaba seguro de ti, y no sabía si entenderías. Me sentía avergonzado por mi actitud. . . y sabia que tú sentías lo mismo. No era algo que pudiese explicar por teléfono o en una carta. Esperaba regresar mucho antes, y cuando al fin logré volver, encontré que te habías marchado; eso fue un golpe terrible para mí. Pensé que eso significaba que habías terminado conmigo. . . que tuve razón, después de todo, y que era a Neville a quien querías. No puedes imaginar lo que sentí al pensar que, mientras yo te hacía el amor, tú deseabas que fuese otro hombre. Eso me destrozó. Juré que no quería tener ninguna relación más contigo, que estaba mejor solo. . . pero no resultó. Y luego, cuando tu tío se comunicó conmigo para decirme lo del nene.

La vio sobresaltarse y sonrió, tenso. —Al parecer, Patterson le dio mi número y me lo contó todo; todo excepto el

hecho de que me amabas, claro. Supe entonces qué haría; me dije que sólo me casaría contigo por el chico, pero sabía muy bien que no era así. No fue un accidente que me encontrase en la mansión aquella mañana; había llegado la noche anterior, determinado a no perderte de vista hasta que aceptaras casarte conmigo. Créeme, Lucy, si no hubiera sido por la enfermedad de Harry, habrías vuelto a mis brazos antes del amanecer, aquella mañana, para escucharme decir cuánto te amo.

Hablaba con gran convicción para ser una mentira, y además, ¿de qué serviría mentir?

—¿De veras me amas? Lo dijo con incertidumbre, como una niña a quien habían pro metido algo tan

maravilloso, que no podía aceptar que fuese real. —Será mejor que lo creas —contestó Saul, irónico—. Me sorprende que no te lo

Page 85: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

haya dicho mi madre. Le conté, hace mucho tiempo, que había hallado a la chica con quien quería pasar el resto de mis días.

—¿Hace mucho tiempo? —ella arqueó las cejas, provocativa—. Nos conocimos hace unos meses.

—Corrección —susurró Saul contra sus labios—. Nos conocimos hace doce años —pudo percibir que la joven se estremecía entre s brazos—. Me enamoré de ti ese verano, Lucy, y aunque creí que el amor desaparecería con los años, no fue así. Cuando tu padre murió y yo heredé la propiedad, dudé acerca de mi regreso. Me dije que sería mejor que no lo hiciera, pero no podía olvidar que hacía muchos años presentí que, oculta detrás del desdén de una adolescente, había una mujer fascinante. Luego Patterson me informó lo que tu padre hizo con la propiedad, y me dije que me había equivocado después de todo. . . Pero era necesario que volviera para saber la verdad.

Más tarde llegaría el momento para contarle la historia de Oh ver, pero en ese instante, lo único que quería era que la estrechase entre sus brazos, sentir sus labios deslizarse por su piel, percibir sus manos despojándola del camisón de seda, y comprobar que su anterior ansiedad desaparecía mientras Saul le hacía el amor con la languidez que sus sentidos anhelaban.

—Empecemos de nuevo —murmuró él contra su boca—. Desde el instante en que entremos en mi habitación.

Se puso tenso cuando Lucy negó con la cabeza y se apartó de ella un poco. El corazón de la joven dio un vuelco al ver la incertidumbre en sus ojos y reconocer su temor.

—Si hacemos eso, perderé mis recuerdos más preciados —susurró con emoción—. Sin mencionar esto —se tocó el vientre y contuvo el aliento cuando los ojos grises se tornaron sombríos y brillantes de pasión.

—Si tú lo dices —la voz de Saul era ronca y grave—. Pero yo te daré otro recuerdo Lucy, muchos de ellos.

—Creí que te enfadaste porque era virgen —confesó, y gimió con delicadeza cuando él besó su cuello y mordisqueó la sensible piel— Que te sentías encadenado a una relación mas seria de lo que quenas

—No… Si parecí molesto fue porque creí que amabas tanto a Summers, que nunca pudiste entregarte a otro hombre Yo sabia que él no te quería, y pensé que me usaste como un sustituto.

Que cuando yo te acariciaba, pensabas en él. Su boca habia encontrado un seno, redondo y suave, y acaricio el botón hasta

casi loca de deseo. Un estremecimiento de placer la sacudió; olvidó su languidez en aras de la pasión

y su cuerpo abandonó toda reserva al moverse contra el de Saul, invitándolo a poseerla.

Más tarde, con sus cuerpos tibios y relajados, hablaron con la libertad reservada a los amantes. Durmieron y despertaron de nuevo ante la claridad de una soleada mañana para amarse otra vez.

Page 86: Reunidos de nuevo - aishiterualmacen.cubava.cuaishiterualmacen.cubava.cu/files/2016/05/Penny-Jordan-Reunidos-de-nuevo.pdfGeorge Martin profetizó, la mujer no era fuerte. Algunas de

—Podría quedarme aquí todo el día —murmuró Lucy, feliz, y besó el suave y musculoso hombro.

—Yo también —Saul sonrió con ironía—. Pensé que al vivir con mis padres, evitaría la tentación; pretendía salir de aquí por la mañana, mucho antes que despertaras, pero no imaginé que perdería la voluntad al tener tu cuerpo acurrucado contra el mío, abrazada a mi.

—Ah, así que todo es mi culpa, ¿verdad? —bromeó la joven. La felicidad la invadía, la hacia sentirse tan emocionada como una chiquilla. —Siempre es la culpa de las mujeres —contestó él, arrogante, y esquivo el golpe

que ella pretendía darle para atraparla entre sus brazos. Vaya, vaya, así que ya despertaron. Tomados de las manos, se acercaron al grupo que estaba sentado junto a la

piscina. La mujer que habló se levantó, acompañada de dos pequeños. —Creo que estás muy ruborizado, querido hermano —dijo con una divertida

sonrisa al aproximarse a ellos— Christie, no hay duda de que me debes esos veinte dólares —la sonrisa que dedicó a Lucy era tierna y un poco maliciosa—. Lucy, ven a contarnos cómo lograste pescar a este hombre tan evasivo —invito a su nueva cuñada, pero fue Saul quien contesto, su tono seco hacia contraste con la pasión de su mirada al hablar

—Fue muy simple, mi querida hermana, es algo llamado amor El brillo de sus ojos hizo que Lucy temblase y que deseara estar a solas con su esposo, pero de pronto todos los niños comenzaron a gritar y el hechizo quedó roto. Sophy se acercó para conducir a

Lucy á una cómoda silla, y Saul fue a charlar con Harry y sus cuñados. Y así dio inicio su nueva vida, pensó Lucy al sentarse, y así podría comenzar a

tejer un manto de protección y cariño, pero el lazo más fuerte sería e! que la unía a Saul. El lazo de su amor.

—Háblanos de la mansión —invitó Christie—. Nos morimos por conocerla. Obediente, ella se puso a hablar, y luego, como si respondiese a algo que sólo ella

podía escuchar, volvió la cabeza. Saul sonreía; ella devolvió el gesto y supo que, al igual que ella, él aguardaba el momento en que podrían estar solos de nuevo.

—Vamos, enamorados —bromeó Christie—. Basta ya, de lo contrario nos pondrán románticos a los demás.

A trabes del espacio iluminado por el sol, los ojos de Lucy se centraron los de Saul; el cuerpo femenino se estremeció como respuesta al recuerdo de las manos que lo hablan tocado. Amaba y era amada; la vida no podía ofrecerle más.

Penny Jordan - Reunidos de nuevo (Harlequín by Mariquiña)